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Narrativas Digitales

(Taller con recursos 2.0)

Vera Rexach

MÓDULO 1
Producir y publicar en la web
Narrativas digitales VeRa Rexach

Producir y publicar en la web


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Producir y publicar en la web

Este curso lo pensé como un viaje, un viaje en el


tiempo y el espacio, un viaje que a su vez sirve de es-
cenario para reconstruir y narrar una historia digital,
un viaje que servirá de soporte para las experiencias
de trabajo que se irán ensamblando unas con otras a
lo largo del bimestre.
El viaje se inicia partiendo de la base de un conoci-
miento individual, técnico, pedagógico, disciplinar.
Cada uno empieza este viaje con lo que ya sabe, con
lo que tenía al llegar. Por algo eligió este viaje –este
curso- y no otros…
A medida que vayamos aprendiendo y resolviendo ta-
reas, iremos avanzando hacia un estilo de trabajo co-
lectivo que generará un nuevo saber de todos, un ex-
cedente cognitivo, un aprendizaje del cual cada uno
sale fortalecido en lo que ya sabía, y en conocimiento
de nuevos recursos de trabajo.

Web 1, Web 2, Web 3…

En los últimos tiempos he escuchado con suficien-


te frecuencia alusiones a la nueva web, a la web social,
a la web 2.0, al nuevo paradigma, al cambio de una
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web a otra… Suficiente frecuencia como para tener que
responder muchas veces preguntas como ¿pero real-
mente, qué significa esto de la nueva web? ¿otra Inter-
net? ¿por cuál número de web vamos hoy?
Es claro que para ciertos habitantes del mundo di-
gital este supuesto cambio radical pasa inadvertido: la
web ha sido siempre así, me responden. Para otras
personas, en cambio, este asunto de las nomenclaturas
les despierta una suerte de ansiedad comprensible.
Yo uso esta contrapregunta, un poco maniquea, sí,
pero espero que también a Uds. les sirva.
Digo “Hay algún matemático presente? ¿Algún
amante de los cálculos?” (Siempre hay alguno, saben…)
“Muy bien, por favor me puede indicar cuál es la
diferencia entre 1 y 2?”
La diferencia, claro está, es UNO. Bien, esa es
exactamente la misma diferencia entre la Web 1 y la
Web 2: uno, uno mismo. La diferencia es lo que UNO
está pudiendo hacer ahora con las herramientas, recur-
sos y ambientes digitales a los que se puede acceder.
La diferencia está en ese pasaje, a veces sutil, a veces
intenso, de una web para ser mirada a una web en la
que tiene importancia, valor, peso, significación la par-
ticipación del usuario.
La frase típica de un usuario, de un navegante de
la web “clásica” podría ser “lo ví en Internet” y la más
alta interacción sería “me lo bajé de Internet”
Las frases más típicas de la web 2, o 2.0, de la
web social, en cambio tienen que ver con publicar, opi-
nar, votar, comentar, valorar contenidos, comunicarse.
“Lo subí a Internet”, por ejemplo.
Participar de una web en la que producir conteni-
dos, emitir mensajes, volver a una práctica tan bien-
amada por los docentes como
escribir, son tareas valoradas
positivamente, como marcas de
una nueva ciudadanía –la ciu-
dadanía digital- es una oportu-
nidad espléndida para encarar
nuevos aprendizajes.
Lo importante en este con-
texto no es tanto identificar las
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diferencias entre la web 2.0 y la 2.1, o las característi-
cas que nos permiten hablar de una tercera tipificación
de una web semántica…una web 3… Podemos dejarle
ese debate sin pena alguna a los semiólogos y a los
estudiosos de la Red, y mientras tanto, apropiarnos de
herramientas potentes, flexibles y disponibles para me-
jorar y enriquecer nuestras prácticas de enseñanza.
Habrá que adaptarse un poco, cambiar algunos
esquemas, despegarnos de algunas costumbres.
Hagamos que valga la pena.

Tareas y multitareas

Una de las primeras costumbres que necesitamos


domar en este recorrido, es la que nos impulsa a traba-
jar en una cosa por vez.
La linealidad, tan buena para algunas rutinas, para
algunos órdenes secuenciales, será un obstáculo para
movernos en este entorno en el cual casi todas las ac-
ciones van desembocando en muchas alternativas, y
raramente en una única respuesta.
Si uno desea disfrutar de las múltiples ventanas
y caminos que se abren al explorar la web 2.0, debe
saber que muchas veces deberá hacer varias cosas
al mismo tiempo, eso que se llama multitarea, que
al principio puede generar mareo o algo semejante
al agobio; que necesitará realizar algunas acciones
varias veces (por ejemplo, registrarse en sitios) y
que cada vez puede que sea levemente diferente a
la anterior.
La experiencia previa sirve, pero no para ser
repetida idéntica, sino para proporcionarnos un
modelo de actuación, que también comporta un
modelo de búsqueda de alternativas, y un acrecen-
tamiento de la capacidad de variar, si algo no funciona
tal como se esperaba.
Asumimos que hay una importante diferencia en-
tre “leer y escribir documentos con una estructura se-
cuencial y construidos a base de caracteres alfanuméri-
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cos y alguna imagen, que leer y escribir documentos
con una estructura hipertextual (no secuencial) que
pueden combinar fácilmente los textos alfanuméricos
con múltiples imágenes, vídeos, sonidos digitaliza-
dos...”
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Asumimos también que el recorrido que podemos


lograr siguiendo links, (hipervínculos) raramente confi-
gurará para cada miembro del grupo una experiencia
igual que para otro. El propio recorrido de enlaces es
una forma nueva de lectura, que añade profundidad y
diversificación a la experiencia clásica de leer. La inter-
acción del lector-navegante-usuario con los materiales
de la web moldea, de algún modo, lo que se aprende al
realizar ese camino (y no otro).
Concomitantemente con la idea
de una lectura hipertextualizada,
aparece la idea de nuevas estrate
gias para escribir. Escribimos a la
vieja usanza, claro que sí, pero es-
cribimos también en nuevos forma-
tos. Este proceso se ha acentuado
claramente con la inclusión de
herramientas tecnológicas para es-
cribir: incluso la selección de la tipo-
grafía, que casi nos parece “natural”
a quienes llevamos un tiempo escri-
biendo con procesadores de texto, es
un síntoma de que no se trata solo de qué escribimos,
sino también de cómo presentamos nuestras palabras
impresas. El uso de estilos, destacados, ilustraciones,
notas al pie, colores, son signos evidentes de la impor-
tancia que le damos al aspecto visual de nuestra escri-
tura (aunque seguimos teniendo ¡ay! cuantiosos ejem-
plos de que esos aspectos no son tomados en cuenta…)
Si a las formas de las palabras, párrafos y textos
en general les añadimos la potencialidad de enriquecer
los mensajes con elementos visuales, con animaciones,
con videos, pronto la producción de estos mensajes se
verá atravesada por los postulados de la web social. La

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En: http://peremarques.pangea.org/competen.htm
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producción de contenidos, y también el hecho de socia-
lizarlos, compartirlos, ponerlos a consideración de
otros, se vuelven acciones fuertemente educativas, y
doblemente enriquecedoras: aprendemos a escribir en
la web, y aprendemos con otros, para otros, y de otros.

Grupos, comunidades, redes

La vivencia de producir y publicar en la web en


forma solitaria nunca es tan enriquecedora como la de
hacerlo siendo parte de un grupo que aprende y se
acompaña, y que en ese aprendizaje se perfecciona en
un saber que le es propio, que preexiste a esa acción,
pero se acrecienta por la misma práctica colectiva.
En este sentido, me permito un cierto eclecticismo
teórico. Técnicamente no podemos considerar a estos
grupos, reunidos por causas y azares (como diría Silvio
Rodríguez) como verdaderas Comunidades de Práctica.
Las Comunidades de Práctica (CoP) según las de-
finieron Wenger y sus colaboradores (E. Wenger,
McDermott, & Snyder, 2002) son “grupos de personas
que comparten un interés, un conjunto de problemas, o
una pasión sobre un tema, y quienes profundizan su
conocimiento y experticia en el área mediante interac-
ción continua”.
Wenger ha caracterizado a las CoP por sus tres
elementos claves, solidariamente ligados entre sí: com-
promiso mutuo, empresa conjunta, repertorio compar-
tido.
Quienes integran comunidades de práctica es po-
sible que no trabajen juntos día a día, o que no tengan
un contacto cotidiano intenso. Pero sí es posible y bus-
cado que los participantes de una CoP traten de reunir-
se, se encuentren en formas variadas, pasen tiempo
juntos, conversen, discutan, pues en esa vivencia de la
conversación y la información frecuente es donde cada
uno encuentra valor y nutre su repertorio de habilida-
des con los consejos, ideas y vivencias de los demás.
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¿Podemos llamar con justicia Comunidades de
práctica a estos grupos de personas, reunidos virtual-
mente en torno de un interés común, que manifiestan
un sentimiento hacia el uso de herramientas tecnológi-
cas difícil de catalogar (curiosidad, avidez, pa-
sión…docencia?) y que intentan profundizar lo que sa-
ben, y avanzar hacia usos más pertinentes, mas exper-
tos, mediante una interacción digital…bastante conti-
nua?
Yo diría que sí. Acaso no cumplan todos los re-
quisitos que Mr Wenger y su gente han descripto como
deseables o encontrables en una CoP, pero ciertamente
su comportamiento se inclina lo suficiente hacia la con-
ducta de una de esas comunidades.
Por otra parte, será sencillo identificar tres com-
ponentes básicos de una CoP en estos grupos que
aprenden:
ƒ El dominio en términos de compromiso
con el logro de ciertas habilidades, en este
caso, las que nos permiten enseñar mejor.
Aunque ese compromiso sea valorado ex-
clusivamente en nuestro propio ámbito de
desempeño (el aula, la institución)
ƒ El sentido de comunidad: ese que im-
pulsa a los miembros de estos grupos a
involucrarse en actividades conjuntas, a
interactuar para seguir aprendiendo jun-
tos.
ƒ La práctica misma: estas personas no
hablan de educar, educan. No gustan de
las actividades, las realizan. Y aun en los
escenarios más informales (los recreos, las
charlas entre horas, el chat, en ambientes
netamente virtuales) se desarrollan esce-
nas que ayudan a los miembros a dar y
recibir valiosa información sobre esa mis-
ma práctica: los trucos, las experiencias
aprendidas, el efecto de ciertos ensayos…
todo es parte de esa misma práctica.

Y para seguir sumando en este intento de


homologación de las CoP con los grupos que
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aprenden a ges tionar e incluir significativamente las
TIC en sus tareas, diré más: el propio hecho de estar
aprendiendo en grupo para incorporar el uso de herra-
mientas 2.0 a la tarea docente, refuerza la posibilidad
de existencia de esas CoP.

Efectivamente, las TIC permiten expandir geográ-


ficamente las fronteras de una CoP: podemos estar
compartiendo en una conversación online nuestras vi-
vencias con un colega a miles de kilómetros, y encon-
trar más semejanzas que diferencias, y la conversación
será un nuevo lazo para reforzar el sentido de comuni-
dad.
El uso de herramientas TIC aportan mayor flexibi-
lidad a una comunidad que aprende, expanden las ma-
neras de recoger evidencias de los avances, proporcio-
nan instrumentos y dispositivos aptos para conservar
registros de los aprendizajes, registros de los errores,
registros de la historia y los recursos y los símbolos
compartidos.
El uso apropiado de recursos TIC genera un reper-
torio de contenidos, un relato ilustrado (¿escrito en
nuevos lenguajes, tal vez?) de cómo esa comunidad fue
construyendo saberes.
Un relato que puede ser útil a otros, que puede
dar cuenta de una historia transcurrida, que permitirá a
nuevos miembros “leer” allí un proceso…

Tan sólo para usarlo como lista de cotejo al finali-


zar este curso, algunas de las actividades representati-
vas de las CoP:

- Resolver de problemas, desbloqueando un


problema al compartir una idea de solución

- Buscar información y pasarse el dato: dónde


encontrar algo determinado

- Consultar por experiencias vividas, verificar si


alguien ya pasó por un problema similar
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- Reutilizar recursos, pensar y definir si se pueden
volver a usar recursos previos, adaptándolos

- Coordinarse y buscar la sinergia

- Discutir qué tal vamos con tal o cual experimen-


to, con tal o cual desarrollo, cómo les está yendo a
los demás con la aplicación de determinada herra-
mienta

- Proyectar la documentación que se irá generan-


do y mapear los conocimientos existentes.

Estoy segura de que todas estas labores (y algu-


nas más) formarán parte del repertorio grupal al finali-
zar este curso.

La ética y la cultura de la remezcla

Uno de los conceptos más discutidos en los en-


tornos académicos, especialmente a partir de la inclu
sión o el trabajo en redes con acceso a grandes canti-
dades de información, es el concepto de autoría y el
eterno dilema entre el plagio y el copiar-pegar, entre
reconocer un autor o tomar una inspiración y apropiar-
se de su obra…

En general, toda tarea que implique la genera-


ción de objetos digitales asume que habrá una partici-
pación de materiales producidos por otros integrados
en esos nuevos objetos, ya sea para
narrar o por la simple convergencia de
los medios utilizados.
Por eso es importante hacer un
alto y detenerse en la idea de las legali-
dades para los nuevos formatos y en la
caracterización de la remezcla como
una actividad propia de las nuevas na-
rrativas.
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Para dar una definición de la cultura de la remez-


cla, tomo del blog de Juan Freire (aunque…creo que él
lo ha tomado a su vez de otro blog? ¡Glup!) esta frase
traducida -malamente- del inglés:

“…actividad global que consiste en el intercambio


creativo y eficaz de información posible gracias a
la tecnología digital que es compatible con la
práctica de cortar / copiar y pegar. (….) Hoy en
día, la remezcla (la actividad de la toma de
muestras de materiales pre-existentes para com-
binarlos en nuevas formas de acuerdo al gusto
personal) se ha extendido no sólo a otras áreas
de la cultura, incluyendo las artes visuales, sino
que juega un papel vital en la comunicación de
masas, especialmente en Internet ...” 2

Y podemos ver incluso niveles o capas más o me-


nos profundas de remezcla, que podríamos ordenar en
tres categorías:

ƒ Una remezcla en la que la obra original (la mú-


sica original, la pintura original, el poema origi-
nal) son dominantes en la versión remezclada
(por ejemplo las variaciones del cuadro La Gio-
conda…)
ƒ Una remezcla selectiva, que opera por adición
o sustracción de material de la obra original
(por ejemplo el video “Lo que falta se lo llevó el
viento” presentado en la exposición Zemos98,
que resumía en 3 minutos la película “Lo que el
viento se llevó” usando fragmentos de la peli
original)
ƒ Una remezcla más bien alegórica o parafrasea-
da, que toma algún elemento del original, pero
en el que ya es más difícil determinar si se tra-
ta de un homenaje, de una inspiración…o de
una apropiación non sancta

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Del blog de Juan Freire : http://nomada.blogs.com/jfreire/2007/10/pasado-presente.html
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Pero en resumen: el caso es que la remezcla y la
reutilización forman parte de la cultura digital, forman
parte del cotidiano de nuestras tareas, vivimos en un
entorno en el que dominan el collage, el mosaico, la
iteración, la modularidad, la granularidad de los módu-
los que constituyen muchos productos culturales…

Es por tanto, bien difícil y complejo determinar si


un usuario de tecnologías digitales está siendo creativo
o simplemente se está sirviendo sin más ni más de la
tarea de otro.

Diría que es un desafío más que se añade a los


muchos que ya se han sumado a los docentes en tiem-
pos de vida digital. Adolfo Estalella dice que la la cultu-
ra está “hecha con el tejido del espíritu, pero su sustra-
to es de lo más mundano: papel, lienzo, cintas magné-
ticas...el tejido material de la cultura es su encarnación
humana”.

Y que uno de los cambios más drásticos en la cir-


culación de los bienes culturales tiene que ver con la
existencia de esta posibilidad de la remezcla. Las obras
digitalizadas pierden parte de su inmutabilidad: uno no
podía remezclar mucho un libro impreso. Y si podía (por
ejemplo, escribiendo notas, comentarios, ampliaciones,
en los márgenes de las hojas) ese cambio era individual
y difícilmente transferible. Hoy en día la publicación di-
gital, el surgimiento de espacios posibles de comunica-
ción, el auge del prosumer hacen que no solo sea posi-
ble (y probable) el acceso a obras culturales digitaliza-
das sino también la posterior circulación en formatos
igualmente compartibles, igualmente re-creables…

De manera que, la parte que nos toca en esta ex-


periencia indica que hay varios caminos, y habrá que
arriesgar un poco y explorar, y probar (¡y acaso errar!)
hasta que nos encontremos a gusto con algún modelo
de publicación, tanto para nuestros propios objetos digi-
tales, como los que nuestros alumnos, presentes y futu-
ros, generen en sus aprendizajes mediados por tecnolo-
gías.
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Bien. ¿Y dónde está la ética en todo este asunto?
Justamente, en esa elección que hagamos acerca de
cómo publicar, cómo compartir, como reconocer el valor
de lo que obtenemos de otras fuentes.
Jordi Adell dice en una conferencia, como un con-
sejo, que uno debe compartir en la red tanto como
toma de ella. Una medida de justicia, digamos.
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Bibliografía / Webgrafía

ƒ Galvis Panqueva, Alvaro y Leal Fonseca, Diego “Aprendiendo en


comunidad: más allá de aprender y trabajar en compañía” Instituto
Latinoamericano de la comunicación educativa. (ILCE)
ƒ Marques, Pere “Aportaciones sobre competencia digital” , En :
http://peremarques.pangea.org/docs/docpuentecompetenciadigital
pere.doc
ƒ Mir, Boris “La competencia digital, una propuesta” , documento en
PDF
ƒ Rexach, Vera Ficha de cátedra (esta misma)
ƒ Rexach, Vera “Compartiendo que es gerundio: Qué son y cómo se
usan las licencias Creative Commons”, documento en PDF
ƒ Rexach, Vera “Los profesores y maestros frente a la alfabetización
tecnológica” , documento en PDF

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