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Enriquillo : leyenda histórica dominicana (1503-1538) / Manuel de J.

Galván.
Galván, Manuel de Jesús, 1834-1911.
Barcelona : Viuda J. Cunill, 1909.

http://hdl.handle.net/2027/njp.32101045497664
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D1g1t1 ed by
Go g e
Original from
PRINCETON UNIVERSITY
SNRIQUILLO

Leyenda Histórica Dominicana.


~NRIQUILLO
(1503-1533)

POR

MANUEL DE J. CALVAN

'Demos siquiera ei? los libros algún

Leyenda Hist6rica Dominic~na.


lugar á la justicia, ya que por des-

gracia suele dejárselé*fafi poco en los

negocios del mundo.

QUlNTANft,

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.-
BARCELONA

IMPRENTA Y LITOGRAFiA DE LA VIUDA J. CUNILL ( 1503 - -1533)


Calle Universidad, 7

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POR

MANUEL DE J. GALVAN
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'E>emos siquiera eo los libros algun


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lugar a la justicia, ya que por des-


gracia suele dejarsel~al'l ·~oco en los
negocios del mundo.
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BARCELONA
IMPRENTA Y LITOGRAFIA DE LA VIUDA J· CUNILL
Calle U':"iversidad, 7
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·.
Es propiedad literaria, al

amparo de las leyes.

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RESEÑA RETROSPECTIVA

La primera parte de esta obra salió á luz en el¡ año 1879,

nstancias del filántropo Don Francisco X. Billini, presbitero,

juien lei el manuscrito; se editó completa en 1882, llevando

íu frente dedicatoria del autor á una distinguida personali-

,d política de España, y un prólogo de gran valor literario,

evito expontáneamente por el malogrado poeta dominicano

on José Joaquín Perez. Desde entónces fué favorecido Enri-

jillo con la más simpática acojida por un número conside-

ible de conocidos escritores públicos, y con el entusiasta

plauso de cuántos aspiran al reinado de la fraternidad y la


RES ENA RETROSPECTIYA
isticia en todos los pueblos de habla española. Entre los jui-

ios encomiásticos á que dió motivO*la aparicion del libro, des-

uellan el áei ilustrado patriota español Don Francisco de la

fuente Ruiz, que en Méjico fundó con gran éxito la. Unión

bero Americana, y el del no menos ilustrado y .patriota Don

Manuel de Jesús de Peña y Reinoso, que' en Santo Domingo

Jublicó una bella é instructiva monografía didáctica sobre el


La primera parte de esta obra sali6 -a luz en ell!. afio 1879, ..
:exto del Enriquillo. Debo agregar que la presente edicion, *

con el texto «de la carta laudatoria del ilustre José, Martí qífe
nstancias del filantropo Don Francisco X. Billini, presbitero,
la encabeza.se debe á la eficaz insistencia dé" mi buen amigo iuien lei el manu.scrito; se edit6 completa en 1882, llevando
;u frente deuicatoria ~e1 autor a una distinguida personali-
Don Elíseo Grullon y Julia, alma ansiosa del bien y dedicada

á ejercerlo. Los mencionados nombres, como otros muchos *

que reservo, de. respetables personas,' que aun viven las unas,'

y otras han pasado á un mundo mejor, obligan por igual mi gra-


.d politica de Espana, y un pr6logo de gran valor literario,
titud; puesto que uijos y otros no miraron á las conveniencias
c.rito expontaneamente por el malogrado poeta dominicano
on Jose Joaquin Perez. Desde ent6nces fue favorecido ENRI·
circunstanciales en aquellos dias de pasion y de lucha, para

reforzar con su franca adhesion las conclusiones que en el


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JILLO con la mas simpatica acojida por un ntime1rn. conside-


tble de conocidos escritores publicos, y con el entusiasta
plauso de c~antos aspiran al rei~ado de · 1a fraternidad y la
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isticia en todos Jos pueblos de habla ·espafiola. Entre los jui-


ios encomiasticos a que di6 motivd~la aparicion del libro, des-
uellan el del ilustr~do patriota espanol Dop Francisco de la
'}lente Ruiz, que ell' ,Mejico fund 6 · con gr~n exito la. U ni6n
0

bero Americana, y ei' del no menos ilustrado y ,patriota Don


Vlanuel de Jesus de Pena .y Reint>so, que• en Santo . Domingo
.
• : 4.

)Ublic6 urta bella e ·instructiva monografia didactica' so·.b re el


.
~ exto del ENRIQUILLO. Debo agregar que la pre1·ente edkion , ..
.>'
con el textotde la cart~ laudatori·~ del illist\-e ';ost!1Marti q1'e
la encabeza, se debe a la· eficaz insistencia_.de mi bue.n amigo
Don Eliseo Grullon y Julia, alma ansiosa ctel hi en ¥ de~icada
·a. ejercerlo. Los mencionados ~o~bres,· como ot,ros mu\chos ~
que reservo, d~ i~espetables personai>·; que au.~ vive1~ las una~ , ·
y otras han pasado .~ · un riiundo mejo·r, o bligan por igual tRi gra-
timd; puesto que Uif OS y otros no miraron a las cob(veni'encia~
circunstanciales en 'aque_llos dias de pasion y de lucha, para
reforzar con su franca adhesion las conclusiones que en... el

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II
m~c~~Y . LEYENDA HIST6RICA

II

ENRI:QUILLO se deducen de yerros pasados, como admonicio-


.nes aplicables a yerros analogos de a·quella actualidad; cuyos
'ÍRBCA /'' LEYENDA HISTÓRICA

Enriquillo se deducen de yerros pasados, como admonicio-

nes aplicables á yerros análogos de aquella actualidad; cuyos

efectos, previstos entónces, han adquirido ya el sello de lo


efectos, previstos ent6nces, ban adquirido ya el sello de lo
irremediable.

irremediable.
Carece hoy, por lo mismo, de todo interés contradictorio

en el campo de la política militante, la presente obra; y por Carece hoy, por lo mismo, de to do intieres contradictorio -
cuanto los referidos prólogo y dedicatoria proclamaban el fin

moral positivo que la habia inspirado, quedan suprimidos en


en el campo de la politica militante, la pr1esente obra; y por
esta nueva edicion, como signo de imparcialidad absoluta; y

en sustitucion de ámbos, se complace en consignar el testimonio


cuanto los referidos pr610go y dedicatoria proclamaban el fin
de cordial é imperecedera gratitud á todos los favorecedores
moral positivo que la habia inspirado, quedan suprimidos en
esta nueva edicion, como signo de imparc:ialidad absoluta; y
de Enriquillo que aún viven, (y sea por muchos años); á la

vez que en consagrar un bien sentido, pesaroso recuerdo, á los

que un día le fueron propicios, y duermen ya en la paz del

en sustitucion de ambos, se complace enconsignar el testimonio


de cordial e imperecedera gratitud a todos los favorecedores
sepulcro,

El Autor.

de ENRIQUILLO que aun viven, (y sea por 1muchos afios); a la


Barcelona (España), 1." Junio de 1909.

0)

vez queen consagrar un bien sentido, pesaroso recuerdo, a los


que ·un dia le fueron propicios, y duermen ya en la paz del
sepulcro,
EL AUTOR.
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Barcelona (Espaf\a), 1. 0 Junio de 1909. _


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.....
New-York, Setiembre ig-84

Sr. Manuel de J. Gahan.

Señor y amigo: Acabo en este momento de

leer su lEnriquillo*. No supe decirle adiós desde

que trabé con él conocimiento^y quedamos tan

amigos, que se lo he de ir presentando á todo el

" mundo, para que me lo alaben y protejan, como si

\ Hs. fuese cosa mía, lo cual es, por ser, como será en

x cuanto se le conozca, cosa de toda nuestra Amé-

&; rtca.

Pienso publicar los méritos del libro; pero no

aguardo á esto para decir á V. cuánto gozo he

J
tenido con su lectura. Leyenda histórica no es

i eso; sino novísima y encantadora manera de es-

°s> cribir nuestra historia americana. En el lenguaje


Sr. Manuel de Galvan ..
'j ¡qué castidad, prudencia y donosura! En las ob-

l servaciones que esmaltan, como diamantes negros

una sortija de oro, la narración amena, ¡qué dolo-

rosa ciencia, aprendida, bien se vé, en continuados

pesares! En la presentación de los caracteres


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tenido con su lectura.. Leyenda historica no es


\
c{ eso; sino novisim'! y encantadora manera de es-
~ crib~ -nuestra h'i storia americana. 11n el lenguaje
·ii ique castz"dad, prudenc1:a y donosu,r al En las ob-
~ servaciones que estnaltan, como dz"amantes negros

una sortija de oro, la narracion amena, jque dolo-


rosa ct"encia, aprend£da, bien se ve, en continuados
fesares! En la presentacion de los caractlres
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IV LEYENDA HIST6RICA
IV LEYENDA HISTÓRICA

¡qué maestría, gradación, justez, acabamiento!

¿Cómo ha hecho V. para reunir en un solo libro


/que maestria, gradact.on, /ustez, acabamiento!
c;Como ha hecho V. para reunir en un solo libro
novela, poema é historia?

No haga V. otra cosa, luego que concluya su

tratado, que escribir cuentos como éste, en que las

excelencias son tantas como las palabras, la tras-

cendencia igual á la armonía, y la moderación


novela, poema e historia?
comparable solo á la extrema belleza, y causa en

mucho de ella. ¡Qué Enriquillo, que parece un


No haga V. otra cosa, luego que concluya su
Jesús! ¡Qué Mencía, casada más perfecta que la

de frey Luis! Y en todo ¡qué poder y hermosura!

¡qué transparencia en las escenas! ¡qué profundi-


tratado, que escribir cuentos como este, en que las
dad en la intención! ¡qué arte en todo el conjunto,

que baja al idilio cuando es menester, y se levan-

ta luego sin esfuerzo, y como á esfera natural, á


excelencias son tantas como las p ·a labras, la tras-
cendencia zgual d la armonia, ~v la moderacion
la tragedia y la epopeya! Acaso sea ésa la ma-

nera de escribir el poema americano.

Muy contento de haber hecho el conocimiento

de V., que con prenda de tan señalada valía ha

enriquecido nuestras letras, le saluda y queda á


comparable solo d la extrema belleza, y causa en
su servicio.

Su estimador y atento amigo


mucho. de ella. /Que Enriquz"llo,, que parece un .
José Martí

Jesus! /Que Mencia, casada mds perfecta que la


de j'rey Luz's! Yen todo /que poder y hermosura!
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ique transparencia en las escena.s! /que pro.fundi-


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dad' en la intencion/ ique arte en todo el con/unto,


que baja al idilio cuando es menl!ster, y se levan-
ta luego sin eifuerzo, y como d es.fera natural, d
la tragedia y la epopeya! Acaso sea esa la ma-
nera de escribir el poema .a mericano.
J!fuy contento .de haber he.cho el conocim,i ento I

de V., que con prenda de tan se:nalada valta ha ~


enriquecido nuestras /etras, le saluda y queda d
su s ervzczo.
Su estimador y atento amigo
JosE MARTf

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ENRIQUILLO

Incertidumbr e.

El nombre de Jaragua brilla en las primeras páginas de la

historia de América con el mismo prestigio que en las edades

antiguas y. en las narraciones mitológicas tuvieron la inocente

Arcadia, la dorada Hesperia, el bellísimo valle de Tempé, y

algunas otras comarcas privilegiadas del globo, dotadas por la


- ._'. .
Naturaleza con todos los encantos que pueden seducir la ima-

ginacion, y poblarla de quimeras deslumbradoras. Como ellas,

el reino indio de Jaragua aparece ante los modernos argonáu-

tas que iban á conquistarlo, bajo el aspecto de una region ma-

ravillosa, rica y feliz. Regido por una soberana hermosa y ama-

ble (1); habitado por una raza benigna, de entendimiento des-

pejado, de gentiles formas físicas; su civilizacion rudimentaria,

por la inocencia de las costumbres, por el buen gusto de sus

sencillos atavíos, por la graciosa disposicion de sus fiestas y ce-

remonias, y más que todo, por la expansion generosa de su hos-

pitalidad, bien podría compararse ventajosamente con esa otra

civilizacion que los conquistadores, cubiertos de hierro, lle-


ENRIQUILLO
vaban en las puntas de sus lanzas, en los cascos de sus caballos,

y en los colmillos de sus perros de presa./

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Incertidumbre.
El nombre de Jaragua brilla en las primieras paginas de la
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historia de America con el mismo. prestigio que en las edades


antiguas y. en las narraciones mitol6gicas tu.vieron la inocente
Arcadia, la dorada Hesperia, el bellisimo valle de Tempe, y
algunas otras comarcas privilegiadas del globo, dotadas por la
Naturaleza con todos los encantos que puedien seducir la ima-
ginacion, y poblarla de quimeras deslumbradoras. Como ellas,
el reino indio de Jaragua aparece ante los rnodernos argonau-
tas que iban a conquistarlo, bajo el aspecto de una region ma-
ravillosa, rica y feliz. Regido por una soberana hermosa y ama-
ble (1); habitado por una raza benigna, de entendimiento des- ·
pejado, de gentiles formas fisicas; su civilizadon rudimentaria,
por la inocencia de las costumbres, por el buen gusto de sus
sencillos atavios, por la graciosa disposicion de sus fiestas y ce·
rem.onias, y masque todo, por la expansion ~~enerosa de su hos-
pitalidad, bien podria compararse ventajosa1nente con esa otra
civilizacion que los conquistadores, cubiertos de hierro, lle-
vaban en las puntas de sus lanzas, en los cascos de sus caballos,
yen los colmillos de sus perros de presa /

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PRINCETON UNIVERSITY
8 LEYENDA HIST6RICA
8 LEYENDA HISTÓRICA

Y en efecto, la conquista, poniendo un horrible borron por


Yen efecto, la conquista,. poniendo un horrible borron por
punto final á la poética existencia del reino de Jaragua, ha ro
punto final a la poetica existencia del reino de Jaragua, ha ro ·
deado este nombre de otra especie de aureola siniestra, color

de sangre y fuego;—algo parecido á los reflejos del carbunclo.


deado este nombre de otra especie de aureola siniestra, color
Cuando se pregunta Cómo concluyeron aquella dicha, aquella

paz, aquel paraiso üe mansedumbre y de candor; qué fué de


de sangre y fuego;-algo__parecido a los reflejos del carbunclo.
aquel réjjiíoejy^tnarcal, de aquella reina adorada de sus súb-

Cuando se pregunta t 6mo concluyeron. aquella dicha, aquella


ditos; de aquella mujer extraordinaria, tesoro de hermosura y

de gracias; la hisrbria responde con un eco lúgubre, con una re- paz, aquel paraiso -de mansedumbre y de candor; que.fue de
lacion espantosa,. á todas esas preguntas. Perecieron en aciago

dia, miserablemente abrasados entre las llamas, ó al filo de im-


aquel ~riarcal, de aquella reina adorada de sus sub-
placables aceros, más de ochenta caciques, los nobles jefes que

en las grandes solemnidades asistían al pié del rústico sólio de


ditos; de aquella. ~ujer extr~ordinarfa, tesoro de hermosura y
Anacaona; y más tarde ella misma, la encantadora y benéfica
de gracias; la hisrt>ria respo~de con uri ie~o lugubre, con una re-
lacion espantosa,~· a todas esas preguntas. Perecieron en aciago
reina, despues de un proceso inverosímil, absurdo, muere trá-

gicamente en horca infame; á tales extremos puede conducir

el fanatismo servido por eso que impropiamente se llama razon

de estado.
dia, miserablemente abrasados entre las llamas, 6 al filO'de im-
Los sucesos cuya narracion va á llenar las hojas de este po-
placables aceros, mas de ochenta caciques, los nobles jefes que
en las grandes solemnidades asistian al pie del rustico s6lio de
bre libro tienen su origen y raiz en la espantosa tragedia deja-

ragua. Fuerza nos es fijar la consideracion en la poco simpáti-

ca figura del adusto comendador Frey Nicolás de Ovando,

autor de la referida catástrofe. En su calidad de gobernador de


Anacaona; y mas tarde ella misma, la encantadora y benefica
la Isla Española, investido con la absoluta confianza de los Re-
reina, despues de un proceso inverosimil, absurdo, ·muere tra-
gicamente en horca in.fame; a tales extremos puede conducir
yes católicos, y depositario de extensísimas facultades sobre los

I
paises que acababa de descubrir el genio fecundo de Colon, los
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actos de su iniciativa, si bien atemperados siempre á la despia-

dada rigidez de sus principios de gobierno, están íntimamente


el fanatismo servido por eso que impropiamente se llama razon
enlazados con el génesis de la civilizacion del Nuevo Mundo,
de estado.
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Los sucesos cuya narracion va a lle:nar las hojas· de este po-


en la que entró por mucho el punto de partida trazado por Ovan-

do como administrador del primer establecimiento colonial eu-

ropeo en América, y bajo cuyo dilatado gobierno adquirió San-

to Domingo, aunque transitoriamente, el rango de metrópoli de


bre libt·o tienen su origen y raiz en la espantosa tragedia de.Ja-
las ulteriores fundaciones y conquistas de los españoles (2).

ragua. Fuerza nos es fijar la consideracion en la- poco simpati-


Contemplemos á este hombre de hierro despues de su feroz

hazaña, perpetrada en los indefensos y descuidados caciques ca figura del adusto comendador Frey Nicolas de Ovandor
de Jaragua. Veinte dias han transcurrido desde aquella horri-

autor de la referida catastrofe. En su calidad de gobernador de


la Isla Espanola, investido con la absoluta confianza de los Re·
yes ca(6licos, y deposifario 'd e extensisimas facultades sobre los
paises que acababa de descubrir el genio fecundo de Colon, los
actos de su iniciativa, si bien atemperados siempre a la despia-
dada rigidez de sus principios de gobieirno .. estan intimamente
enlazados con el genesis de la civilizacion del Nuevo Mundo,
en la que entr6 por mucho el punto de partida trazado por Ovan-
do como administrador del primer estableciiniento colonial eu-
ropeo en America, y bajo cuyo dilatado gobierno adquiri6 San-
to Domingo, aunque transitoriamente, el rango de metr6poli de
las ulteriores fundaciones y conquistas de los espafioles (2). ~
Contemplemos a este hombre de hierro despues de SU feroz
hazafia, perpetrada en los indefensos y descuida'dos caciques
de Jaragua. Veinte dias han transcurr:ido desde aquella horri-
.......
Original trom
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.,

E::\TRIQUILLO 9
ENRIQUILLO 9

ble ejecucion. El sanguinario comendador, como si la enormi-


ble ejecucion. El sanguinario co men dad or. · como. si la enormi-
dad del crimen hubiera fatigado su energía, y necesitara repo- dad del crimen hubiera fatigado su energia, y necesitara repo-
nerse en la· inercia, permanecia entregado a. una aparente
nerse en la inercia, permanecia entregado á una aparente

irresolucion, impropia de su carácter activo. Tal vez los remor-

dimientos punzaban sordamente su conciencia; pero él explica-

ba de muy distinta manera su extraña inaccion á los familiares


irresolucion, impropia de su caracter activo. Tal vez los remor-
de su séquito. Decía que el sombrío silencio en que se encerra-
dimientos punzaban sordamente SU COnciencia; pero el explica-
ba de muy distinta man era su extrafia inaccion a los familiares
ba durante largos intérvalos, y los insomnios que le hacían

abandonar el lecho en las altas horas de la noche, conduciendo

su planta febril á la veciria ribera del mar, no eran sinó el efec-

to de la perplejidad en que estaba su ánimo, al elejir en aque-


de su s~quito. Decia que el sombrio silencio en que se encerra-
lla costa, por todas partes bella y peregrina, sitio á propósito
ba durante largos .i ntervalos, y los insomnios que le hacian
para fundar una ciudad, en cuyas piedras quedara recomenda-

do á la posteridad su propio nombre, y el recuerdo de sus gran-


abandonar el lecho en las altas horas de la no'Che, conduciendo
des servicios en la naciente colonia (3). Además, se manifesta-

ba muy preocupado con el destino que definitivamente debiera


su planta febril a la veciria ribera del mar, no eran sino el efec-
darse á la jóven y hechicera hija de Anacaona, ¡a célebre Hi-

to de la perplejidad en que estaba su animo, al elejir en aque-


lla costa, por todas partes bella y peregrina, sitio a prop6sito
guemota, ya entonces conocida bajo el nombre cristiano de

Doña Ana, y viuda con una hija de tierna edad del apuesto y

desgraciado Hernando de Guevara (4), El comendador, que des-

de su llegada á Jaragua trató con grandes miramientos á la in-


para fundar una ciudad, en cuyas piedras quedara reconienda-
teresante india, redobló sus atenciones hácia ella despues que

do a la posteridad su propio nombre, y el recuerdo de sus gran·


hubo despachado para la ciudad de Santo Domingo á la infor-

tunada reina, su madre, con los breves capítulos de acusacion des servicios en la naciente co1onia (3). Ademas, se manifesta-
ba muy preocupado con el destino que definitivamente debiera
que debian irremisiblemente llevarla á un atroz patíbulo.

Fuera por compasion efectiva que le inspiraran las tempra-

nas desdichas de Higuemota; fuera por respeto á la presencia

darse. a la j6ven y hechicera hija de Anacaoina, ia celebre Hi-


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de algunos parientes de Guevara que le acompañaban, ylos|

cuales hacían alarde de gran consideracion hácia la jóven viu-


guemota, ya entonces conocida bajo el non1bre cristiano de
Dona Ana, y viuda con una hija de tierna edad del apuesto y
da y de su consanguinidad con la niña Mencía, que así era el
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nombre de la linda criatura; cifrando en este parentesco aspi- ¡í

raciones ambiciosas autorizadas en cierto modo por algunas

soberanas disposiciones; lojcierto es que Ovando, al extremar ¡


desgraciado Hernando de Guevara (4), El comendador, que des-
su injusto rigor contra Anacaona, rodeaba á su hija delas más
de SU llegada a jaragua trat6 con grandes mi:ramie11tos a la in-
teresante india, redobl6 sus atenciones hacia ella despues que
delicadas atenciones. De otro cualquiera se habría podido sos-

pechar que el amor entrara por mucho en ese contraste; pero

el comendador de Lares jamás desmintió, con el más mínimo

hubo despacbado para la ciudad de Santo Domingo a la infor-


tunada reina. su madre, con los breves capitulos de acusacion
que debian irremisiblemente llevarla a un atroz patibulo ..
Fuera por compasion efectiva que le inspi1rnran las t~mpra­
nas desdichas de Higuemota; ~_£or respeto a la presencia
de algunos parientes de Guevara que le acompafiaban, y los
cuales hacian alarde de gran consideracion hacia la j6ven viu-
da y de su consanguinidad con la niiia Mencfa, que asi era el "
nombre de la linda criatura; cifrando en este parentesco a spi- ~
raciones ambiciosas autorizadase n clerto m1odo por algunas :,
soberanas dispo.s iciones; lo cierto es_gu~ Ovando, al extremar '1
...
su injusto rigor contra Ariacaona, rodeaba a su hija de las mas
delicadas atenciones. De otro cualquiera se habria podido s·os-
pechar que el amor entrara por mucho en ese contraste; pero
el comendador de Lares jamas desminti6, con el mas minimo

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PRINCETONUNIVERSITY
10 LEYENDA HIST6RICA

10 LEYENDA HISTÓRICA
desliz, la austeridad de sus costumbres, y la pureza con que ob-
desliz, la austeridad de sus costumbres, y la pureza con que ob-

servaba sus votos; y ~a_:;~ l!O _seria infundado atribuir la aridez


ct'e su caracter y la extremada crueldad de algunas de sus accio-
servaba sus votos; y acaso no sería infundado atribuir la aridez

de su carácter y la extremada crueldad de algunas de sus accio-

nes á cierta deformidad moral, que la naturaleza tiene en reser-

va para vengarse, cuando siente violentados y comprimidos,


n es a cierta deformidad moral, que la naturaleza tieneen reser-
por ideas convencionales, los afectos más generosos y expon-

táneos del alma (5).


va para vengarse, cuando siente violentados y comprimidos,
Higuemota, ósea Doña Ana de Guevara, como la llamaré-

por ideas convencionales, los afectos mas generosos y . expon- '


mos indistintamente en lo sucesivo, disfrutaba no solamente de

libertad en medio de los conquistadores, sino de un respeto y


taneos del alma (5).
una deferencia á su rango de princesa india y de señora cristia-

na que rayaban en el énfasis. Su morada estaba á corta distan-


Higuemota, 6 sea Dofia Ana de Guevara, como la llaman~­
cia del lugar que habia sido corte de sus mayores y era á la sa-

mos indistintamente en lo sucesivo, disfrutaba no solamente de


zon campamento de los españoles, mientras Ovando se resolvie-

ra á señalar sitio para la nueva poblacion. Tenia la jóven dama libertad en medio de los conquistadores, sino de un respeto y
una deferencia a su rango de princesa india y de senora cristia-
en su compañía ó á su servicio los indios de ambos sexos que

bien le parecía; ejerciendo sobre ellos una especie de señorío

exclusivo: cierto es que su inexperiencia, lejos de sacar partido

na que rayaban en el enfasis. Su morada estaba a corta distan-


cia del lugar que habia sido corte de sus mayores y era a la sa-
de esta prerrogativa, solo se inclinaba á servir de amparo á los

infelices á quienes veia más añijidos y necesitados; hasta que

zon campamento de los e.spafioles, mientras Ovando se resolvie-


uno de los parientes de su hija se constituyó en mayordomo y

administrador de su patrimonio, con el beneplácito del Gober-

nador; y gracias á esta intervencion eficaz y activa, desde en-

tonces hubo terrenos acotados y cultivados "en nombre de Doña


ra a sefialar sitio para la nueva poblacion. Tenia la j6ven dama
Ana de Guevara, y efectivamente explotados, como sus indios,
en su compafiia 6 a su servicio los indios de ambos sexos que
bien le parecia; ejerciendo sobre ellos una especie de sefiorio
por los parientes de su difunto marido; ejemplo no muy raro en

el mundo, y en todos los tiempos.


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La pobre criatura, abrumada por intensísimos pesares, ha-

llaba muy escaso consuelo en los respetuosos homenajes de la


exclusivo: cierto es que su inexperiencia, lejos de sacar partido /
cortesía española. Los admitía de buen grado, sí, porque la voz
de esta prerrogativa, solo se inclinaba a servir de ampai·o a los V
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infelices a quienes veia mas aflijidos y neces_itado~; hasta 'q ue


secreta del deber materno le decia que estaba obligada á vivir,

y á consagrarse al bienestar de su Mencía, el fruto querido y el

recuerdo vivo de su contrariado amor. Mencía, de tres años de

edad, era un fiel reflejo de las bellas facciones de su padre,


uno de los parientes de SU hija Se constituy6 en mayordomo y
aquel gallardo mancebo español, muerto en la flor de sus años

administrador de su patrimonio, con el beneplacito del Gober-


nador; y gracias a esta intervencion eficaz y activa, desde en·
á consecuencia de las pérfidas intrigas de Roldan, su envidioso

y aborrecible rival. Tan tristes memorias se recargaban de un

tonces hubo terrenos acotados y cultivados ·en nombre de Dofia


Ana de Guevara, y efectivamente ~;xplotados, como sus indios,
por los parientes de su difunto marido; ejen1plo no muy raro en
el mui;ido, y en todos los tiempos.
La pobre criatura, abrumada por intensisimos pesares, ha·
llaba muy escaso consuelo en los respetuosos homenajes de la
cortesia espaiiola. Los admitia de buen grado, si, porque la voz
secreta del deber materno le decia que estaba· obligada a vivir,
y a consagrarse al bienestar de su Mencia, el fruto querido y el
recuerdo vivo de su contrariado amor. Mencia, de tres afios de
edad, era un fiel reflejo de las bell as facciones de su padre,
aquel gallardo mancebo espafiol, muerto er~ la flor de sus afios
a consecuencia de l~s perfidas intrigas de Roldan, su envidioso
y al:forrecible rival. Tan tristes memorias se recargaban de un

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..
,.
ENRIQUILLO 11

ENRIQUILLO 11
modo sombrio con las angustias y recientes impresiones tragi-
modo sombrío con las angustias y recientes impresiones trági-

cas que atormentaban á la tímida Higuemota, habiendo visto


cas que atormentaban a la timida Higuemota, habiendo visto
inmolar á casi todos sus parientes por los guerreros castellanos,

inmolar a casi ~odos sus parientes por los guerreros castellanos,


y separar violentamente de su lado á su adorada madre, al sér

que daba calor y abrigo á su enfermo corazon. La incertidum- y separar violentamente de su lado a su adorada madre, al ser
q ue daba cal or y abrigo a su enfermo corazon. La incertidum-
bre de la suerte que aguardara á la noble cautiva en Santo Do-

mingo, aunque no sospechando nunca que atentaran á sus dias,

era el más agudo tormento que martirizaba á la jóven viuda,

que sobre este particular solo obtenia respuestas evasivas á sus


hre de la suerte que aguardara a la noble cautiva en Santo Do-
multiplicadas y ansiosas preguntas. -
mingo, aunque no sospechando nunca que: atentaran a sus dias,
era el mas agudo tormento que martirizaba ·a la j6ven viuda,
El pariente más cercano que tenia consigo Doña Ana, era

un niño de siete años, que aún respondia al nombre indio de

Guarocuya. No estaba todavía bautizado, porque su padre, el

esquivo Magicatex, cacique ó señor del Bahoruco, y sobrino de


q ue sobre este particular solo obtenia respuestas evasivas a sus
Anacaona, evitaba cuanto podia el bajar de sus montañas des-
multiplicadas y ansiosas preguntas. t
de que los extrangeros se habian enseñoreado de la isla; y so-

lamente las reiteradas instancias de su tia, deseosa de que todos


El pariente mas cercano que tenia consigo Dofia Ana, era
sus deudos hicieran acto solemne de sumision á Ovando, lo ha-

bian determinado á concurrir con su tierno hijo á Jaragua-, don-


un nifio de siete afios, que aun respondia. al nombre indio de
de halló la muerte como los demás infelices magnates dóciles á

Guarocuya. No estaba todavia bautizado, porque su padre, el


la voluntad de Anacaona. El niño Guarocuya fué retirado por

una mano protectora, la mano de un jóven castellano, junto con


esquivo Magicatex, cacique 6 sefior del Bahoruco, y sobrino de
su aterrada pariente Higuemota, de aquel teatro de sangriento

horror; y después quedó al abrigo de la jóven india, participan-


Anacaona, evitaba cuanto podia el bajar de sus montai'ias des-
do de las atenciones de que ella era objeto. La acompañaba de

continuo, y con especialidad al caer la tarde, cuando los últimos


de que los extrangeros se habian ensefi.orieado de la isla; y so-
rayos de luz crepuscular todo lo impregnan de vaga melancolía. lamente las reiteradas instancias de su tia, deseosa de que to dos
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·sus deudos lricieran aQto solemne de sumision a Ovando, lo ha·


Doña Ana, guiando los pasos de su pequeñuela, y seguida de


Guarocuya, solia ir á esa hora al bosque vecino, en cuyo linde-

ro, como á trescientos pasos de su habitacion, sentada al pié

bian determinado a concurrir con su tierno hijo a Jaragua·, don-


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de un cahobo de alto y tupido follaje, se distraía de sus penas

mirando juguetear sobre la alfombra de menuda grama á los


de hall6 la muerte como los demas infelices magnates d6ciles a
la voluntad de Anacaona. El.nifio Guarocuya fue retirado por
dos niños. Aquel recinto estaba vedado á toda planta extraña,

de español ó de indio, por las órdenes del severo Gobernador.

Este habia hecho solamente dos visitas á la jóven; la prime-

ra, el dia siguiente al de la matanza, con el fin de consolarla en


una mano protectora, la mano de un j6ven castellano, junto con
su afliccion, ofreciéndole amparo y proveyendo á lo necesario
su aterrada pariente Higuemota, de aquel teatro de sangriento
horror.; y despues qued.6 al abrigo de la j6ven india, participan-
do de las atenciones de que ella era objeto. La acompai'iaba de
continuo, y con espedalidad al caer la tarde, cuando los tiltimos
rayos de h1z crepu~cular todo lo impregnan de vaga melancolia.
Doi'ia Ana, guiando los pasos de su pequei'iuela, y seguida de
Guarocuya, solia.ir a esa hora al bosque vecino, en cuyo linde-
ro, como a trescientos pa.sos de su habitacion, sentada al pie
'd e un ca.hobo de alto y tupido follaje, ~e distraia de sus penas
mirando juguetear sobre la alfombra de menuda grama a los
dos nii'ios. Aquel :i;ecinto estaba vedado a toda planta extrai'ia,
de espafi.ol 6 de indio, por las 6rdenes del severo Gobernador.
Este habia hecho. solamente dos visitas a la j6ven; la prime-
ra, el dia siguiente al de la matanza, con e:l fin de consolarla en
: su afliccion, ofreciendole amparo y proveyendo a lo necesario

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12 LEYE~DA HlST6RICA

12 LEYENDA HISTÓRICA
para que estuviera bien instalada y asistida; la segunda y ulti-
para que estuviera bien instalada y asistida; la segunda y últi-

\ ma, cuando despach6 a la reina de Jaragua prisionera para


'1 Santo Domingo: Dona Ana le estrech6 tanto en esa entrevista,
\ rna, cuando despachó á la reina de Jaragua prisionera para

Santo Domingo. Doña Ana le estrechó tanto en esa entrevista,

con sus lagrimas y anhelosas preguntas sobre la suerte reser-


con sus lágrimas y anhelosas preguntas sobre la suerte reser-

vada á su querida madre, que el comendador se sintió conmo

vido; no supo al fin qué responder, y avergonzado detener que

mentir para acallar los lúgubres presentimientos de aquella


vada .a ~u querida madre, que el comendador se sind6 conmo·
hija infeliz, se retiró definitivamente de su presencia, encomen-
vido; no supo al fin q.ue resp?nder, y avergonzado detener que
mentir para acallar_los lugubres presentimientos de aquella _
dando á sus servidores de mayor confianza el velar sobrela jó-

ven india y colmarla de los más asiduos y obsequiosos cui-

dados.

Trascurrieron algunos días más sin alteracion sensible en el


hija infeliz, seretir6definitivamente de su presencia, encomen-
estado de las cosas, ni para Ovando, que continuaba en su per-
dando a sus servidores de mayor confianza ell Yelar sobre la j6-:
plejidad aparente, ni para Doña Ana y los dos pequeños seres

que hacían llevadera su existencia. Una tarde, sin embar-


ven india y colmarla de los mas asiduos y obsequiosos cui-·
go,—como un mes despues de la cruel tragedia de Jaragua;—

á tiempo que los niños, segun su costumbre, triscaban en el


dados.
prado, á la entrada del consabido bosque, y la triste jóven, con

Trascurrieron algunos dias mas sin alteracion sensible en el


los ojos arrasados en lágrimas, contemplaba los caprichosos

giros de sus juegos infantiles;—cuadro de candor é inocencia estado de las cosas, ni para Ovando, que continuaba en super-
que contrastaba con el angustioso abatimiento de aquella hiedra

sin arrimo;—oyó cerca de sí, con viva sorpresa, á tres ó cuatro


plejidad aparente, ni para Dona Ana y los dos pequefios seres
pasos dentro de la espesura del bosque, una voz grave y apa-

cible, que la llamó, diciéndole:


que hacian llevadera su existencia. Una tarde, sin embar-
^ —Higuemota, óyeme; no temas. go,-corno un mes despues de la cruel tragedia de jaragua;-
La interpelada, poniéndose instantáneamente en pié, dirijió

la vista asombrada al punto de donde partía la voz; y dijo con


a tiempo que los nifios, segun su costumbre, triscaban en el
prado, a la entrada del consabido bosque, y la triste j6ven, con
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entereza:

—¿Quién me habla? ¿Qué quiere? ¿Dónde está?

—Soy yo,—repuso la'voz,—tu primo Guaroa; y vengo á sal-


los ojos arrasados en lagrimas, contemplaba los caprichosos
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giros de SUS juegos infantiles;-cuadro de candor e inocencia


varte.

Al mismo tiempo, abandonando el rugoso tronco de una cei-

ba que lo ocultaba, se presentó á la vista de Doña Ana, aunque

permaneciendo cautelosamente al abrigo de los árboles, un jó-


que contrastaba con el angustioso abatimiento de aquella hiedra
ven indio como de veinte y cinco años de edad. Era alto, fornido,

sin arrimo;-oy6 cerca de si, con viva sorpresa, a tres 6 cuatro


de aspecto manso y mirada expresiva, con la frente marcada

de una cicatriz de herida reciente; y;su trage consistía en una


pasos dentro de la espesura del bosque, una voz grave y apa-
"\

cible, que la llam6, diciendole:


\ -=-Higuemota, 6yeme; no temas.
La interpelada, poniendose instantaneamente en pie, diriji6
la vista asombrada al punto de donde partia la voz; y dijo con
entereza:
- (Quien me habia? (Que quiere? (06nde esta?
-Soy yo,-repuso la· voz,-tu primo Guaroa; y vengo a sal-
varte.
Al mismo tiempo, abandonando el rugoso tronco de una cei-
ba que lo ocultaba, se present6 a la vista de Dona Ana; aunque
permaneciendo cautelosamente al abrigo de llos arboles, un j6- .
ven indio como de veinte y cinco afios de edad. Era alto, fornido .

de aspecto manso y mirada expresiva, con la frente marcada
de una cicatriz de herida reciente; y isu trage consistia en una
..
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ENRIQUILLO 13
ENRIQUILLO 13

manta de algodon burdo de colores vivos, que le llegaba hasta


' manta de algodon burdo de colores vivos, que le IJegaba hasta
las rodillas, ceñida á la cintura con una faja de piel; y otra man-

las rodillas, ce:iiida a la cintura con una faja de piel; y otra man-
ta de color oscuro, con una abertura, al medio para pasar la

cabeza, y que cubría perfectamente toda la parte superior del


·. ta de color oscuro, con una abertur::\ al medio para pasar la
1
cuerpo: sus brazos, como las piernas, iban completamente des-

nudos; calzaban sus piéSj hasta arriba del tobillo, unas abarcas
cabeza. y que cubria perfectamente toda la parte superior del
de piel de iguana; y sus armas eran un cuchillo de monte que

-cuerpo: sus brazos, como las piernas, iban completamente des-


nudos; cfil.?;J!ban~~ies, hasta arr1ba 'del t~bil!Q,JJ.11a.s...aha.rcas
mal encubierto y en vaina de cuero pendia de su cinturon, y un

-- --
recio y nudoso baston de madera de ácano, tan dura como el

' -
hierro. En el momento de hablar á Doña Ana se quitó dala ca-

beza su toquilla ó casquete de espartillo pardo, dejando en li-


· de piel de iguana; y sus armas eran un c.~chillo de monte que·
bertad el cabello, que abundante, negro y lácio le caía sobre

·-mal encubierto yen Yaina de cuero pendia de su cinturon, y un


los hombros.

II recio y .n udoso baston de madera de acano, tan dura .como el


. hierro. En el momento de hablar a Dona Ana se quit6 d~l~~a­
Separacion.

Higuemotalanzó una exclamacion de espanto al presentár-

·beza su toquilla 6 casquete de . es~rtillo __pardo, dejando en Ii-


-- -- - -- -
- - ..
sele el indio.

No estaba exenta de esa supersticion, tan universal como el


. -
sentimiento religioso, que atribuye á las almas que ya no per-
bertad el cabello, que abundante, negro y lacio le caia sobre
los hombros.
tenecen á este mundo la facultad de tomar las formas corpóreas

con que en él existieron, para visitar á los vivos. Creyó, pues,

que su primo Guaroa, á quien suponia muerto con los demás

caciques el dia de la prision de Anacaona, venia de la mansion

de los espíritus; y su primer impulso fué huir.

Dió algunos pasos, trémula de pavor, en direccion de su

casa; pero el instinto maternal se sobrepuso á su miedo, y vol-


II
viendo el rostro en demanda de su hija, la vió absorta en los
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brillantes colores de una mariposa que para ella habia cazado

el niño Guarocuya; mientras que éste, en actitud de medrosa

curiosidad, se acercaba al aparecido, que se habia adelantado


Separacion.
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hasta la salida del bosque, y dirijiaal niño la palabra con bené-

Higuemota lanz6 una exclamacion de espanto al present ar-


vola sonrisa. Este espectáculo tranquilizó á la tímida jóven: ob-

servó atentamente al indio, y despues de breves intantes, ven-

sele el indio.
No esta tia exenta de esa supersticion, tan universal como el
sentimiento religioso, que atribuye a Jas almas que ya no per-
t
tenecen a este mundo la facultad de to_ro_ar las formas corp6reas
- - -· - -

con queen 'el existieron, para visitar a los vivos. Crey6, pues,
· que su primo Guaroa, a quien suponia nnuerto con los demas
caciques el dia de la prision de Anacaona, venia de la mansion
de los espiritus; y su primer impulso fue huir.
· Di6 algunos pasos, tremula de pavor, en direccion de su
casa; pero el instinto maternal se sobrepuso a su miedo, y vol·
viendo el rostro en demanda de su hija, la vi6 absorta en los
brillantes colores de una,mariposa que para ella habia cazado
el ni:iio Guarocuya; mientras que este, en actitud de medrosa .
curiosidad, se acercaba al aparecido, que se habia adelantado
I hasta la salida del bosque, y dirijia al ni:iio la palabra con bene-
vola sonrisa. Este espectaculo tranquilfa6 a la timida j6ven: ob-
serv6 atentamente al indio, y despues de breves intantes, ven-
_,..·-
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II 14 LEYENDA HIST6RICA

14 LEYENDA HISTÓRICA

cido enteramente su terror, prevaleci6 el antiguo afecto que .


profesaba A Guaro~; y admi~~-d? ~-s!bilidad de que estuvie-
cido enteramente su terror, prevaleció el antiguo afecto que

I
profesaba áGuaroa; y admitiendo la posibilidad de que estuvie-

ra vivo, se acerc6 a el si~ recelo, le tendi6 la mano con afable


ra vivo, se acercó á él sin recelo, le tendió la mano con afable

ademan, y le dijo:

—Guaroa, yo te creia muerto, y habia llorado por tí.

—Nó, Higuemota;—repuso el indio,—me hirieron aquí en la


ademan, y le dijo:
frente; caí sin saber de mí al principiar la pelea, y cuando re-

-Guaroa, yo te creia muerto, y habia llorado por ti.


cobré el sentido me hallé rodeado de muertos; entre ellos reco-

nocí á mi padre, á pocos pasos de distancia, y á mi hermano -N6, Higuemota;-. repuso el in:dio,-me hirieron aqui en la
Magicatex, que descansaba su cabeza en mis rodillas.

«lira ya de noche; nadie vigilaba, y salí de allí arrastrándo-


frente; cai sin saber de mi al principiar la pelea, y cuando re·
me como una culebra. Me fui á la montaña, y oculto en casa de

cobre el sentido me halle rodeado de muertos; entre ellos reco-


noci a mi padre, a pocos pasos de distancia, ya mi hermano
un pariente, curé mi herida. Despues, mi primer cuidado fué

mandar gente de mi confianza á saber de tí, de mi tia Anacao-

Magicatex, que descansaba su cabeza en mis rodillas.


na; de todos los mios. Tamayo se huyó pocos dias despues, me

encontró y me dió razon de todo. He venido porque si tú sufres,

si te maltratan, si temes algo, quiero llevarte conmigo á las

montañas, á un lugar seguro, que tengo ya escojido como re-


«Era ya de noche; nadie vigilaba, y sali de alli arrastrando-
fugio contra la crueldad de los blancos, para todos los de
me como una culebra. Me fui a la montafia, y oculto en casa de
un pariente, cure mi herida. Despues, mi primer cuidado fue
mi raza.

»Espero, pues, tu determinacion. Dos compañeros me aguar-

dan cerca de aquí».

—Buen primo Guaroa,—dijo Higuemota,—yo te agradezco


mandar gente de mi confianza a saber de ti, de mi tia Anacao-
mucho tu cariñoso cuidado; y doy gracias al cielo de verte sano
na; de todos los mios. Tamayo se huy6 p9cos dias despues, me
y salvo. Es un consuelo para mis pesadumbres; éstas son gran-

des, inmensas, primo mio; pero no se pueden remediar con mi


encontr6 y me di6 razon de todo. He venido porque situ suftes,
fuga á los montes. Yo sólo padezco males del corazon; en todo

si te maltratan, si tern.es algo, quiero llevarte conmigo a las


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lo demás, estoy bien tratada,'y me respetan como á la viuda de

Guevara; título que me impone el deber deresignarme á vivir,

montafias, a un lugar seguro, que tengo ya escojido como re-


por el bien de mi hija Mencía, que llevará .el apellido de su pa-

fugio contra la crueldad de los blancos, para todos los de


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dre, y que tiene parientes españoles que la quieren mucho.

«Yo creo que no te perseguirán, pero debes ocultarte siem-

pre, hasta que yo te avise que ha pasado todo peligro para tí».
mi raza.
Guaroa frunció el entrecejo al escuchar las últimas palabras

de su prima.
»Espero, pues, tu determinacion. Dos compafieros me aguar·
—¿Piensas,—le dijo,—que yo he venido á buscar la piedad ó
dan cerca de aqui».
-Buen primo Guaroa,-.dijo Higuemota,--yo te agradezco
el perdon de esos malvados? ¡Nó; ni ahora, ni nunca! Tú podrás

mucho tu ca:inoso cuidado; y doy gracias al cielo de verte sano


y salvo. Es !Jn consuelo para mis pesadumbres; estas son gran ·
des, inmensas, primo mio; pero nose pueden remediar con mi
fuga a los montes. Yo s6lo padezco males del corazon; en todo
lo demas, estoy bien tratada,· y me respetan como a la viuda de
Guevara; titulo que me impone el deber de resignarme a vivir,
por el bien de mi hija Mencia, que llevara .el apellido de su pa-
dre, y que tien~ parientes espafioles que Ja quieren mucho.
«Yo creo que note perseguiran, pero debes ocultarte siem-
pre, hasta que yo te avise que ha pasado todo peligro para ti».
Guaroa frunci6 el entrecejo al escuchar las ultimas palabras
de su prima.
-lPiensas,-le dijo,-que yo he venido a buscar la piedad 6
el perdon de esos malvados? jN6; ni a-hora, ni nunca! Tu podras

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ENRIQUILLO 15

~ivir
ENRIQUILLO 15

vivir con ellos; dejaste de ser india desde que te bautizaste y te


con ellos; dejaste de ser india desde qwe te bautyaste y te '
diste á Don Hernando, que era tan bueno como sólo he conoci-

do á otros dos blancos, Don Diego y Don Bartolomé (6), que


diste a Don Hernando, que era tan bueno como solo he conoci-
siempre trataban bien al pobre indio. Los demás son malos, ma-

do a otros dos blancos, Don Diego y Don Bartolome (6), qU:e


los! Querian que nos bautizáramos por fuerza, y solo éstos di-

jeron que no debia ser así; y quisieron que nos enseñaran letras siempre trataban bien al pobre indio. Los demas son malos, ma-
y doctrina cristiana. Y ahora que todos estábamos dispuestos

á ser cristianos, y creiamos que las fiestas iban á terminar con


los! Querian que nos bautizaramos ppr fuer:za, y solo estos di-
esa ceremonia, nos asesinan como á hutías; nos matan con sus

lanzas y sus espadas á los unos, mientras que á los demás los
jeron que no debia ser asi; yquisieron que nos ensefiaran letras
asan vivos... No creo en nuestros cemies (7), que no han tenido
y "doctrina cristiana. Y ahora que todos est:ibamos dispuestos
a ser cristianos, y creiamos que las fiestas iban a terminar con
poder para defenderse; pero tampoco puedo creer...

—No hablemos más de eso, Guaroa,— interrumpió la jóven:—

me hace mucho daño. Tienes razon; huye á los montes; pero

déjame á mí cumplir mi deber y mi destino. Así me lo ha dicho


esa ceremonia, nos asesinan como a hutias; nos matan con sus
otro español muy bueno, que tambien se llama Don Bartolo-
lanzas y sus espadas a los unos, mientras que a los demas los
asan vivos ... No creo en nuestros cemies (7), que no han tenido
mé (8). Soy cristiana, y sé que no debo aborrecer ni aun á los

que más mal nos hacen.

—Yo no lo soy, Higuemota,—dijo con pesar Guaroa;—y no

por culpa mia; pero tampoco sé aborrecer á nadie; ni compren-


poder para defenderse; pero tampoco puedo creer ...
do cómo los que se llaman cristianos son tan malos con los de

-No hablemos mas de eso,:Guaroa,-interrumpio la joven:-


me hace mucho dafio. Tienes razon; huye a. los montes; pero
mi raza, cuando su Dios es tan manso y tan bueno. Huyo de la

muerte, y huyo de la esclavitud, peor que la muerte (9). Quéda-

te aquí en paz, pero dáme á mi sobrino Guarocuya, para que se

crie libre y feliz en las montañas. Para él no hay excusa posible:


dejame a mi cumplir mi deber y mi destino. Asi me lo ha dicho
no es todavía cristiano; es un pobre niño sin parientes ni pro-

otro espafiol muy bueno, que tambien se llama. Don Bartolo-


tectores blancos, y mañana su suerte podrá ser tan desgracia-

me (8). Soy cristiana, y se que no debo abo1rrecer ni aun a los


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da entre esta gente, que más le valiera morir desde ahora. ¿Qué

me respondes?

Higuemota, que habia bajado la cabeza al oir la última pro-


que mas mal nos hacen.
-Yo no lo soy, Higuemota,-· dijo con pe:!3ar Guaroa;-y no
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posicion de Guaroa, miró á éste fijamente. Su rostro estaba

por culpa mia; pero ta~poco se aborrecer a nadie; ni compren-


inundado en llanto, y con acento angustiado y vehemente

le dijo:

do c6mo los que se llaman cristianos son tan malos con los de
—¡Llevarte á Guarocuya! ¡Imposible! Es el compañero de

juegos de mi Mencía, y el sér que más amo despues de mi ma-

dre y la hija de mis entrañas. ¿Qué sería de ésta y de mí si él

no estuviera con nosotras?


mi raza, cuando su Dios es tan manso y tan bueno. Huyo de la
muerte, y huyo de la esclavitud, peor que la :r nuerte (9) . Queda-
te aqui en paz, pero dame a mi sobrino Guarocuya, para que se
crie libre y feliz en las montafias. P.ara el no hay excus~ posible:
''\ no es todavia cristiano; es un pobre nifio sin parientes ni pro-
I
tectores blancos, y mafiana su suerte podra ser tan desgracia-
da entre esta gente, que mas le valiera morfr desde ahora. (Que
me respondes?
Higuemota, que habia bajado la cabeza al oir la ultima pro-
posicion de Guaroa, mir6 a este fijamente. Su rostro estaba
inundado en llanto, y con acento angustiado y vehemente
le dijo:
.
-jLlevarte a Guarocuya! jlmposible! Es el compafiero de
juegos de mi Mencia, y el ser que mas amo despues de mi ma-
dre y la hija de ·mis entrafias. (Que seria de esta y de mi si el
no estuviera con nosotras?
.I
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16 LEYENDA HIST6RICA

-Sea el quien decida su suerte;-dijo ~uaroa con .s olemne


16 LEYENDA HISTÓRICA

—Sea él quien decida su suerte;—dijo Guaroa con solemne

entonacion.—Ni tú ni yo debemos resolver este punto. El Gran

Padre de allá arriba hablará por boca de este niño.


entonacion.-Ni tu ni yo debemos resolvier, este ·pun to. El Gran
Y tomando á Guarocuya por la mano, lo colocó entre sí y la
Padre de alla arriba hablara por boea de. este n1no.
Y tomando a Guarocuya por la mano., lo coloc.6 entre si y la
llorosa Doña Ana, y le interrogó en los términos siguientes:

—Dínos, Guarocuya, ¿te quieres quedar aquí, ó irte conmi-

go á las montañas? !

El niño miró á Guaroa y á Doña Ana alternativamente; des-


llorosa Dona Ana, y le interrog6 en·los teri.ninos.siguien'.t es:
pues dirijió la vista á Mencía, que continuaba entretenida con
-Dinos, Guarocuya, lte quieres quedar aqui, 6·irte qonmi-
go a las montanas? · 1
las ñores silvestres á corta distancia del grupo, y dijo con

decision:

—¡No me quiero ir de aquí!

Guaroa hizo un movimiento de despecho, mientras que su 1


El nino mir6 a Guaroa ya Dona Ana :alter.nativamente; des-
• •
prima se sonreia al través de sus lágrimas, como suele brillar

pues diriji6 la vista a Mencia, que continuaba entretenida con


las fiores silvestr~s a corta distancia del grupo, y dijo con
el iris en medio de la lluvia. Reinó el silencio durante un breve

espacio, y el contrariado indio, que á falta de argumentos vol-

vía la vista á todas partes como buscando una idea en auxilio

de su mal parada causa, se volvió bruscamente al niño, y seña-


decision:
lando con la diestra extendida á un hombre andrajoso, casi des»

-jNo me quiero ir de aqui!


nudo,—que cruzaba la pradera contigua con un enorme haz

de leña en los hombros,y encorvado bajo su peso,—dijo con ím- Guaroa hizo un movimiento de despecho, mien'tras que su
prima se sonreia al tra ves de sus lagr.irilas, c·o mo suele brillar
petu, casi con rabia: v " j .-..

^-Díme, Guarocuya, ¿quieres ser libre y señor en la monta-

ña, tener vasallos que te obedezcan y te sirvan; ó quieres cuan-

do seas hombre cargar leña y agua, en las espaldas como aquel


el iris en medio de la ltuvia. Rein6 el sileneio durante un ·breve
vil naboría (10) que vá allí?
espacio, y el contrariado indio, que a falta de argumentos vol-
via la ·vista a todas partes como buscanclo una idea en a.uxilio
Pasó como una nube lívida por la faz del niño; volvió á mi-
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rar profundamente á Mencía y á Higuemota, y dirijiéndose con

entereza á Guaroa:

. —¡Quiero ser libre!—exclamó.


· de su mal parada causa, se volvi6 bru·s camerite a.l nino, y sefia-
lanc_lo c0n la diestra extendiqa-a un hombre a~drajoso·, casi de_s ..
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i. : —Eres mi sangre,—dijo el jefe indio con orgullo. ¿Tienes al-

nudq,-que ~ruzaba la pnadera contigua con un e~orme haz


go que decir, Higuemota? , ;

Esta no contestó. Parecía sumida en una reflexion intensa,

y sus miradas seguiaú tenazmente al pobre indio de la leña, que

tan ápunto vino á servir de argumento victorioso á Guaroa.


de lena.en 10s·hombros, ,y encorvado majo su peso,-dijo con im-
Luego v cómo quien despierta de un sueño, püsovivamenteam-

pe.t u, casi :con rabia: : ·:. · ·· J ~.


bas manos en la cabeza de Guarocuya, imprimió en su frente

\
-'-Dime, Guarocuya, lquieres ser libre y senor eh la monta·
fia, tener vasa~lo.s que 'te obedezcan· y te sirvan; 6 quieres cuan·
d0 'seas hombr.e-. car gar lena. y agua. en las espaldas c_o mo aquel
vil naboria (10) que va alH?
Pas6 como una nuee 1livida por la faz del nino; vblvi6 a mi- .
rar profundamente a Mencia ya HiguemLota, y dirijiendosecon
entereza a Guaroa: .
. - j Qil:iero · ser· libue1 - exclam6. ·
1. · :-Er.es mi sangre,-dijo eLjefe indio con orgullo. la'ienes al-

go.que, deeiri. Higtiem<;>t~:i:? .


Esta no contest6. Parecia sum_ida en una reflexion int~nsa,
y sus miradas seguian te'naz~e11-te a~ pobre i'ndio de la lefi~, que
tan a.pmUo vi1:10 a s.ervir· de · ,ai:-gumoot~ victoriosq ·a GU8:roa.
Luego; co~ quien de·s pier.ta_.4,enn su·efio, puso,:viv~men:te am-
bas manos en la cabeza de Guarocuya, imprimi6 en su frente

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ENRIQUILLO 17
ENRIQUILLO 17

un prolongado y tiernisimo .beso, y con rostro sereno y convul-


sivo ~deman lo entreg6 a Guaroa diciendole estas palabras:
un prolongado y tiernisimobeso, y con rostro sereno y convul-

sivo ademan lo entregó á Guaroa diciéndole estas palabras:

-Llevatelo: mas vale asi.


—Llevátelo: más vale así.

El niño se escapó como una flecha de manos de Guaroa, y

corriendo hácia Mencía la estrechó entre sus bracitos, y cubrió

~l nifio se escap6 como una flecha de ma:nos de Guaroa, y


su rostro de besos. Despues, enjugando sus ojos ¡llorosos, vol-

vió con paso firme adonde su tio, y dijo como Higuemota: corriendo hacia Mencia la estrech6 entre sus bracitos, y cubri6
su rostro de besos. Despues, enjugand.o sus ~?jos ~llorosos, vol-
.—Más vale así.

Guaroa se despidió tomando la mano de su prima y lleván-

dosela al pecho con respetuoso acatamiento. No sabemos si por

distraccion ó por otra causa, ninguna demostracion cariñosa


vi6 con paso firme adonde su tio, y dijo como Higuemota:
le ocurrió dirijir á la niña Mencía; y guiando de la diestra á su
. -Mas vale asi.
Guaroa se despidi6 toman.d o la mano de su prima y llevan-
sobrino, se internó en la intrincada selva. A pocos pasos se per-

dió de vista entre los añosos y corpulentos árboles, en cuya es-

pesura le aguardaban sus dos compañeros, indios, como él, jó-

venes y robustos.
dosela al pecho con respetuoso acatamiento. No sabemos si por
III
· di.straccion 6 por otra causa, ninguna demostracion carifiosa
le ocurri6 dirijir a la nifia Mencia; y guiando de la diestra a ~u
Lobo y oveja

El intendente ó mayordomo de Doña Ana era un hombre

como de cuarenta años de edad; llamábase Pedro de Mojica (11)

y tenia efectivamente parentesco próximo con el difunto Gue-


sobrino·, se int~rn6 en la intrincada sel va. A pocos pasos se per-
vara, y por consiguiente con la hija de Higuemota.

di6 de vista entre los afiosos y corpulentos arboles, en cuya es·


Muy avara de sus dones se habia mostrado la naturaleza con

aquel individuo, que á una notable fealdad de rostro y cuerpo


pesura le aguardaban sus·dos companeros, indios, como· el, j6-
venes y robustos.
unia un alma sórdida y perversa. En su fisonomía campeaba

un carácter grotesco, del cual trataba de aprovecharse, para

mitigar con chistes y bufonadas que escitaban la risa, el des-


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agradable efecto que á todos causaba su pésima catadura, sus

espesas y arqueadas cejas, nariz corva como el pico de un ave

de rapiña, boca hendida casi hasta las orejas, y demás compo-

III
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nentes análogos de toda su persona. Tenia grande esmero en el

vestir; pero sus galas, el brocado de su ropilla, las vistosas plu-

mas del sombrero, la seda de sus gregüescos y el lustre de sus

Lobo y oveja
2

El intendente 6 mayordomo de Dona Ana era un hombre


como de cuarenta afios de edad; llama.base Pedro de Mojica (11)
y tenia efectivamente parentesco pr6ximo con el difunto Gue-
vara, y por consiguiente con la hija de .Higuemota. ·
Muy avara de sus dones se habia mostrado la naturaleza con
aquel individuo, que a u:qa notable ·fealdad de rostro y cuerpo
unia un alma s6rdida y perversa. En su fisonomia campeaba
un caracter grotesco, del cual trataba de aprovecharse, para
mitigar con chistes y bufonadas que escitaban la risa, el des-
agradable efecto que a todos Causaba SU pesima catadura, SUS
espesas. y arqueadas cejas, nariz corva como el pico de un av~
de rapifia, boca hendida: casi hasta las orejas, y demas compo·
nent-es analogos de toda su persona. Tenia grande esmero en el-
vestir; pero sus galas, el brocado de su ropilla, las vistosas plu·
mas del sombrero, la seda de sus gregilescos y el lustre de s.us ·
2
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18 1 ;: • 1~' n A • "sT6RICA

18 U I.NOA .STÓRICA

armas, todo quedaba deplorablemente deslucí i¡ por . i .entras-


armas, todo quedaba deplorablemente desluch11 i"o·· , t _ontras-
te de unas carnosas espaldas que parecían agoviarle bajo su
te de unas carnosas espaldas que parecian agoviarle bajo su
peso, inclinandole hacia adelante, y un par de piernas que des-
peso, inclinándole hácia adelante, y un par de piernas que des-

cribian cada cual una curva convexa, como evitándose mutua-

mente. Una eterna sonrisa, que el tal hombre se esforzaba por

hacer benévola, y solo era sarcástica y burlona, completaba


cribian cada cual una curva convexa, como evitandose mutua-
este tipo especial, y lo hacia sumamente divertido para quien
mente. Una eterna sonrisa, que el tal hombre se esforzaba por
consiguiera vencer la repugnancia instintiva, primera impre-

sion que hacia en los ánimos la presencia del buen hidalgo Pe-
hacer benevola, y .solo era sarcastica y burlona, completaba
dro de Mojica.

Su entendimiento era despejado; trataba los negocios de in-


este tipo especial, y lo hacia sumamente divertido para quien
terés con grande inteligencia, y su genio especulador y codicio-

consiguiera veneer la repugnancia instiintiva, primera impre-


so lo conducía siempre á resultados seguros y á medros positi-

vos. Así, mientras que todos sus amigos y compañeros de la sion que hacia en los animos la presencia del buen hida1go Pe-
colonia se dejaban mecer por ilusiones doradas, y rendían el

bienestar, la salud y la vida corriendo desalados tras los des-


dro de Mojica.
lumbradores fantasmas que forjaba su imaginacion, soñando

Su enten'dimiento era despejado; trataba los negocios· de in-


siempre con minas de oro más ricas las unas que las otras; nues-

tro hombre tomaba un sendero más llano y cómodo; veia de una ten'.!s con grande inteligencia, y sugenio espe-culador y codicio-
so lo conducia siempre a resultados seguros y a medros positi-
sola ojeada todo el partido que podia sacarse de aquellos fera-

ces terrenos y de la servidumbre de los indios, y, como el águi-

la que acomete á su presa, se disparaba en línea perpendicular

sobre la viuda Doña Ana de Guevara, cuyo rango y posicion


vos. Asi, mientras que todos sus amigos y companeros de la
especial abrían inmenso campo á las especulaciones codiciosas
c_o lonia se dejaban mecer por ilusiones doradas, y rendian el
bienestar, la salud y la vida corrienqo desalados tras los des-
de Mojica, á favor de su precioso título de pariente y protector

nato de la niña Mencía.

Reclamó, pues, la tutela de Doña Ana, cuya inexperiencia,

lumbradores fantasmas que forjaba su imaginacion, sonando


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segun él, la hacia incapaz de velar por sí y por sus intereses;

pero Ovando,aunque decidido favorecedor de Don Pedro, que le


siempre con minas de oro mas ricas las unas que las otq1s; nues·
tro hombre tomaba un sendero mas llano y c6modo; veia de una
habia ganado la voluntad con su trato ameno y la lucidez de sus
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discursos, no quiso concederle la cualidad de tutor, temiendo in-

vestirle con una autoridad que pudiera degenerar en despótica,

y producir nuevos cargos para su ya asendereada conciencia.


sola ojeada todo el partido que podia saca·rse de aquellos fera-
No creyó que la altivez del hidalgo se aviniera al título de
ces terrenos y de la servidumbre de los i.ndios,y, como el agui·
la que acomete a su presa, se disparaba en linea perpendicular
mayordomo, y su sorpresa fué grande cuando al contestar á

Mojica que, en su sentir, Doña Ana debia gobernarse y gober-

nar su casa ni más ni menos que como una dama de Castilla, y _

'.
sobre la viuda Dona Ana de Guevara, cuyo rango y posicion
especial abrian inmenso campo a las especulaciones codiciosas
de Mojica, a favor de SU precioso titulo de pariente y protector
nato de la nina Mencia.
Reclam6, pues, la tutela de Dona Ana, cuya inexperiencia,
segun el, la hacia incapaz de velar por si y por sus intereses;
pero Ovando,aunque decidido favoreceqor de Don Pedro, que le
habia ganado la voluntad con su trato ameno y la lucidez de sus
discursos, no quiso concederle la cualidad de tutor, temiendo in-
vestirle con una autoridad que pudiera degen~rar en_desp6tica,
y producir nuevos cargos para su ya asendereada conciencia.
No crey6 que la altivez del hidalgo sie aviniera al titulo de
mayordomo, y su sorpresa fue grande cuando al contestar a
Mojica que, en su sentir, Dona Ana debi:a gobernarse y gober-
nar su casa ni mas ni menos que como una dama de Castilla, y

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Argumento victorioso de Guaroa


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PRINCETON UNIVERSITY
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ENRIQUILLO 19
ENRIQUILLO 19

#
que para esto le bastaba con un buen intendent~, Don Pedro le
que para esto le bastaba con un buen intendente, Don Pedro le
manifest6 su deseo de lle.n ar las funciones de tal, en obsequio a
manifestó su deseo de llenar las funciones de tal, en obsequio á

la fortuna y el porvenir de su tierna sobrina.


la fortuna y el porvenir de su tierna sobrina.
Accedió gustoso el gobernador á tan honrada y modesta so-

licitud, y desde ese punto Don Pedro entró en campaña, desple-


Accedi6 gustoso el gobernador a tan honrada y modesta so-
gando los grandes recursos de su ingenio para lograr más cum-

licitud, y desde ese punto Don Pedro entr6 en campana, desple-


plidamente su objeto.

Su principal empeño era apoderarse del ánimo de Doña Ana, gando los grandes recursos de su ingenio para lograr mas cum·
y á este fin tentó las vias del amor, con un arte y una audacia

dignos de mejor éxito que el que obtuvo; pues la jóven á todas


plidamente su objeto. .
sus tentativas correspondió con un desden tan glacial, con unas

Su principal empefio era apoderarse del animo de Dona Ana,


y a este fin tent6 las vias del amor, con un arte y una audacia
demostraciones de antipatía tan francas é inequívocas, que por

fuerza tuvo que reconocer muy pronto el contrahecho galan lo

ineficaz y absurdo de su pretension.

Un momento pensó en proponer á su protector Ovando que


dignos de. mejor exito que el que obtuvo; pues la j6ven a todas
le diera la viuda por esposa; pero recordaba el tono grave, la

sus tentativas correspon~i6 con un desden tan glacial, con unas


demostraciones de antipatia tan francas e inequivocas, que por
alta consideracion con que el gobernador habia hablado de la jó-

ven señora, y desistió de su intento, temeroso de echarlo todo

fuerza tuvo que reconocer muy pronto el contrahecho galan lo


á perder descubriendo la ambicion que era el móvil oculto de to-

das sus acciones.

Se resignó, pues, á su papel de intendente, y lo desempeñó

ineficaz y absurdo de su pretension.


Un momento pens6 en proponer a su protector Ovando que
con rara habilidad. Prodigaba los agasajos y caricias á su ama-

da sobrina Mencía; hablaba constantemente de sus propósitos

le diera la viuda por esposa; pero recordaba el tono grave, la


de educarla brillantemente, de hacer fructificar su fortuna, y

llevarla un dia á Castilla para enlazarla con algun señor prin-

cipal: era celosísimo defensor de los derechos y prerrogativas

alta consideracion con que el gobernador habia hablado de laj6-


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de Doña Ana, bajo el doble concepto de princesa india y seño-

ra cristiana; y tanto hizo, que consiguió captarse el aprecio y


ven senora, y desisti6 de su intento, temeroso de echarlo todo
la confianza de la agradecida madre, convencida al fin de que

a perder descubriendo la ambicion que era el m6vil oculto de to-


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aquel pariente le habia llovido del cielo, y que, despues de ella,^

nadie podría tomar un interés más sincero por la suerte de su

Mencía; y al calor de esta conviccion, olvidó completamente los


das sus acciones.
pruritos amorosos de su intendente, que solo habian durado el

Se resign6, pues, a su papel de intendente, y lo desempen6


con rara habilidad. Prodigaba los agasajos y caricias a su ama-
espacio de tres ó cuatro dias, al entrar en funciones cerca de la

bella Higuemota; la que por otra parte estaba muy avezada á

da sobrina Mencia; hablaba constantemente de sus prop6sitos


mirar con indiferencia los efectos de la admiracion que gene-

ralmente causaba su peregrina hermosura.

I
de educarla brillantemente, de hacer fructificar su fortuna, y
llevarla un dia a Castilla para enlazarla con algun senor prin-
cipal: era celosisimo defensor de los derechos y prerrogativas
de Dona Ana, bajo el doble concepto de princesa india y seno-
ra cristiana; y tanto hizo, que consigui6 captarse el aprecio y
la confianza de la agradecida madre, convencida al fin de que
aquel pariente le habia llovido del cielo, y que, despues de ella,
nadie podria tomar un interes mas sincero por la suerte de su
Mencia; y al calor de esta conviccion, olvid6 completamente los
pruritos amorosos de su intendente, que solo habian durado el
espacio de tres 6 cuatro di~s, al entrar en funciones cerca de la
bella Miguemota; la que por otra parte estalba muy avezada a
mirar con indiferencia los efectos de la admiracion que gene-
ralmente causaba su peregrina hermosura.

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20 LEYENDA lllST6RICA

20 LEYENDA HISTÓRICA

Pero el señor Mojica distaba mucho de los sentimientos be-


Pero el senor Mojica distaba mucho de los sentimientos be-
névolos que magistralmente afectaba. La repulsa que sus pri-
nev:olos·que magistralmente afectaba. La :repulsa que sus pri-
me~as pretensiones obtuvieran habia herido vivamente su amor
meras pretensiones obtuvieran habia herido vivamente su amor

propio; y si por un momento las gracias de la jóven habian im-

presionado su alma y encendido en ella alguna chispa de ver-

dadero amor, el despecho de la derrota habia convertido esa


propio; y si por un momento las gracias de laj6ven habian im-
chispa en hoguera de odio, y nada le hubiera sido tan grato

presionado su alma y encendido en ella ah~una . chispa de ver-


como exterminar á aquella infeliz criatura, á quien las circuns-

tancias y sus cálculos egoístas le obligaban á tratar ostensible-


dadero amor, el despecho de la derrota habia convertido esa
ch~spa en hoguera de odio, y nada le hubiera sido tan grato
mente con la solicitud de un padre, y á velar cuidadosamente

por su existencia y bienestar, como los filones de cuya explota-

cion debia él recoger grandes y prontos medros.

como exterminar a aquella infeliz criatura, a quien las circuns-


tancias y SUS calculos egoistas le obligaban a tratar ostensible-
Y así, mientras acotaba terrenos é inscribia en sus registros

vasallos indios al servicio de Doña Ana, y establecía en diver-

sos puntos del territorio de Jaragua hatos y granjerias de todo

género, un pensamiento fijo ocupaba sumente; un propósito si-


mente con la solicitud de un padre, y a velar cuidadosamente
niestro se asentaba en su ánimo; un problema tenazmente plan-

teado ocupaba su imaginacion: hallar el modo de perder á Doña


por su existencia y bienestar, como los filones de cuya explota-
Ana de Guevara, apropiándose todos los bienes de que él, Mo-
cion debia el recoger grandes y prontos m.edros.
Y asi, mientras acotaba terrenos e inscribia en sus registros
, jica, era mero administrador.

IV

Averiguacion.

Ya las sombras de la noche tendían su manto de gasa sobre


vasallos indios al servicio de Dona Ana, y establecia en diver-
los montes, y obscurecían gradualmente la llanura, cuando Hi-
sos puntos del territorio de Jaragua hatos y granjerias de todo
genero, un pensamiento fijo ocupaba su mente; un prop6sito si-
guemota, con su niña de la mano, regresaba de su paseo triste

y reflexiva, habiéndola abandonado aquella fugaz entereza que

acababa de ostentar en su brusca despedida de Guarocuya.

niestro se asentaba en su animo; unproblema tenazmente plan-


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Salió á recibirla en el dintel de la habitacion el oficioso Don

Pedro, quien, segun su costumbre, le dirijió su más agradable


teado ocupaba su imaginacion: hallar el modo de perder a Dona
sonrisa con un «buenas tardes, prima»; y tomó en seguida á la

Ana de Guevara, apropiandose todos los bienes de que el, Mo-


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niña Mencía en sus membrudos brazos, prodigándole los más

cariñosos epítetos.

De repente, Don Pedro revolvió su mirada escrutadora en


, jica, era mero administrador.

... IV

A veriguacion.

Ya las sombras de la noche tendian su :manto de gasa sobre


los montes, y obscurecian gradualmente la llanura, cuando Hi-
guemota, con su nina de la mano,· regresaba de su paseo triste
y refiexiva, habiendola abandonado aquellafugaz eritereza que
acababa de ostentar en su brusca despedida de Guarocuya.
Sali6 a recibirla en el dintel de la habitacion el oficioso Don
Pedro, quien, segun su costumbre, le dirijil6 su mas agradable
sonrisa con un <(buenas tardes, prima»; y tom6 en seguida a la
nifia Mencia en sus membrudos brazos, prodig4ndo1e los mas
carinosos epitetos . .
De repente, Don Pedro revolvi6 su mi1rada escrutadora en

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ENRIQUILLO 21
ENRIQUILLO 21

todas direcciones, y como hablando consigo mismo, hizo por lo todas direcciones, y como hablando consigo mismo, hizo por lo,
bajo esta observacion.
bajo esta observacion.

—Pero es extraño! ¿Dónde está ese rapaz de Guarocuya?

Al oir este nombre, Doña Ana se extremeció, saliendo de la

distraccion de que no acertara el intendente á sacarla con sus


-Pero es extrafio! (06nde esta ese rapaz de GuarocuY,a?
zalamerías y exagerados elogios á las gracias de la niña.
Al oir este nombre, Dofia Ana se extremeci6, saliendo de la
distraccion de que no acertara el intendente a sacarla con sus
El arte de mentir era totalmente desconocido á la sencilla y

candorosa Higuemota; y así, ni siquiera intentó disimular su

turbacion al verse en el caso de explicar la ausencia de su so-

brino. Por de pronto, comprendió la parte crítica de la si-


zalamerias y exagerados elogios a las gracias de la nifia.
tuacion, que hasta entónces no se habia presentado á su poco
El arte de mentir era totalmente desconocido a la sencilla y
candorosa Higuemota; y asi, ni siquier~ intent6 disimular su
ejercitada perspicacia. No le habia ocurrido, al despedir á Gua-

rocuya, que este incidente debia ser notado y ejercer alguna

influencia en su posicion respecto de la autoridad española. Es-

taba acostumbrada á mandar en su casa y en los que la rodea-


turbacion al verse en el caso de explicar la ausencia· de su so-
ban, con entera libertad, y la intervencion de Mojica estaba tan

brino. Por de pronto, comprendi6 la parte critica de la si-


-tuacion, que hasta ent6nces no se habia presentado a su poco
hábilmente velada por formas afables y discretas, que apenas

se hacia sentir, ni dejaba entender á la viuda que alguien pu-

diera tomarle cuenta de sus acciones.

Su natural despejo, sin embargo, al oir «1 nombre de Guaro-


ejercitada perspicacia. No le habia ocurrido, al despedir a Gua-
cuya en los lábios de Mojica, le advirtió que la situacion salia

rocuya, que este incidente debia ser notado y ejercer alguna'


de los términos ordinarios, y que el hecho de la desaparicion del

niño debia ofrecerse á interpretaciones enojosas. Vaciló un mo- influencia en su posicion respecto de la autoridad espa:fiola. Es-
mento; repitió el nombre de su sobrino, y luego dijo con la ma-

yor naturalidad:
taba acostumbrada a mandar en su casa y en los que la rodea-
—Un hombre se lo llevó. %

—Se lo llevó! ¿A dónde?—repuso con extrañeza Don Pedro.


ban, con entera libertad, y la intervencion de Mojica estaba tan
habilmente velada por forrrias afables y discretas, que apenas
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— A ver á sus parientes de la montaña;—contestó tranquila-

se hacia sentir, ni dejaba entender a la viu.da que alguien pu-


mente Doña Ana.

—Sus parientes? ¿Qué hombre es ese?—insistió vivamen-

diera tomarle cuenta de sus acciones.


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te Mojica, que encontraba gran motivo de alarma en esta aven-

tura.

Higuemota balbuceó algunas palabras ininteligibles, y ya


Su natural despejo, sin embargo, al oir -el nombre de Guaro-
cuya en los labios de Mojica, le advirtil'> que la situacion salia
entonces, perdiendo la serenidad real ó fingida que hasta ese

punto habia conservado, se desconcertó visiblemente, y guardó

silencio.

Don Pedro tambien calló, y permaneció muy preocupado


de los terminos ordinarios, y que el hecho de la desaparicion del
nifio debia ofrecerse a interpretaciones enojosas. Vacil6 un m~·
mento; repiti6 el nombre de SU Sobrino, y luego dijo con ·l a ma-
yor naturalidad: ·
-.Un hombre se lo llev6. ...
-Se lo llev6! (A d6nde?- repuso con extrafieza Don Pedro.
-Aver a sus parientes de la montafia;·-contest6 tranquila-
mente Dofia Ana.
-Sus parientes? ..... (Que hombre es ese?- insisti6 vivamen-
te Mojica, que encontraba gran motivo de alarma en esta aven-
tura.
Higuemota balbuce6 algunas palabras inintelig ibles, y ya
entonces, perdiendo la serenidad real 6 fingida que hasta ese
punto habia.conservado, se desconcert6 visiblemente, y guard6
silencio.
Don Pedro tambien ca116, y permaneci6 muy preocupado
./
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If
22 LEYENDA HISTORICA

durante Ja cena, que se sirvi6 a breve rato. Una vez terminada


22 LEYENDA HISTÓRICA

í!

durante la cena, que se sirvió á breve rato. Una vez terminada

ésta, rompió el tétrico silencio que habia reinado en la mesa, y


esta, rompi6 el tetrico silencio que habia reinado en Ia me~a, y
volvió á interpelar á Doña Ana, con acento de mal comprimi-

do enojo, en los términos siguientes:


volvi6 a interpelar a Don.a Ana, con acento de mal comprimi-
—Preciso es, Señora prima, que me digais con toda franque- do enojo, en los terminos siguientes:
-Preciso es, Senora prima, que me digails con toda franque ·
za, adónde ha ido el niño Guarocuya, y quién se lo llevó.

—Ya os he dicho que un hombre se lo llevó á la montaña,—

respondió coii resolucion la jóven;— y creo que basta, pues no

estoy obligada á daros cuenta de lo que yo hago.


za, ad6nde ha ido el nifio Guarocuya, y quh~n se lo llev6.
—Es verdad,—dijo conteniéndose trabajosamente Don Pe-
-Ya os he dicho que un hombre se lo llev6 a la montafia,-
respondi6 co~resolucion la j6ven;- y creo que basta, pues no
dro,—mas yo debo estar al corriente de todas vuestras relacio-

nes, para cumplir las obligaciones de mi cargo como es debido.

—¿Soy yo prisionera acaso, y vos mi alcaide, señor? Decíd-

melo sin rodeos.


estoy obligada a daros cuenta de lo que yo lbago.
—Nó, señora; pero debo dar cuenta de todo al 'Gobernador,
-Es verdad,-dijo conteniendose trabajosarnente Don Pe·
dro, -mas yo debo estar al corriente de todas vuestras relacio-
y lo que está pasando es muy grave para que no se lo refiera

con todos sus pormenores.

Doña Ana reflexionó antes de dar respuesta: en la réplica de

Mojica habia una revelacion: aunque rodeada de respeto y se-


nes, para cumplir las obligaciones de mi cargo como es debido.
ñora de su libertad y de su casa, sus acciones estaban sujetas
·-(Soy yo prisionera acaso, y vos mi alc:aide, Sf'f!or? Decid-
á la vijilancia de la autoridad, y podrían, al par que las de su

infortunada madre, ser acriminadas hasta lo infinito, como tras-


melo sin rodeos.
cendentales á la tranquilidad y el órden de la colonia. Además,

Guaroa no podría ir muy léjos: hacia poco más de dos horas que
-N6, senora; pero debo dar cuenta de to.do al 'Gobernador,
se habia despedido de ella; y cuatro jinetes bien montados po

y lo que esta pasando es muy grave para que no se lo refiera


drian fácilmente, á juicio de la jóven, darle alcance y traerle

con todos sus pormenores .


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preso; y tal vez darle muerte, que todo podia ser.

Estas consideraciones inspiraron á Doña Ana la contesta-

cion que debia dar á Don Pedro, que con la torva mirada fija
j Dona Ana refiexion6 antes de dar respuesta: en la replica de
. Mojica habia una revelacion: aunque rodeada de respeto y se-
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en el rostro de la jóven parecía espiar sus más recónditos pen-

samientos.

—Señorprimo,—dijo Higuemota—no hay nada malo en esto: nora de su libertad y de su casa, sus acciones estaban sujetas
a la vijilancia de la autoridad, y podrian, al par que las de SU
nada que pueda ofender ni al Gobernador, ni á nadie. IV4añana

os diré quien fué que se llevó á Guarocuya, y dónde podréis en-

contrarle.

Don Pedro se conformó muy á su pesar con este aplazamien-


infortunada madre, ser acriminadas hastalo 'infinito, como tras-
to; pero él tambien necesitaba madurar su resolucion en una
cendentales a la tranquilidad y el 6rden de la coionia . Ademas,
Gu~roa no podria ir muy lejos: hacia poco m :a s de dos horas que
se habia despedido de ella; y cuatro jinetes bien mont:ados po ·
drian facilmente, a juicio de la j6ven, darle alcance y traerle
preso; y tal vez darle muerte, que todo podia ser.
Estas consideraciones inspiraron a Dona Ana la contesta-
cion que debia dar a Don Pedro, que con Ia torva mirada fija
en el rostro de la j6ven parecia es piar s us rna s rec6nditos pen-
samientos.
-Senorprimo,- dijo Higuemota - no hay nada malo en esto:
nada que p.u eda ofende r ni al Gobernador , ni a nadie . Man.a na
os dire quien fue que se llev6 a Guarocuya, y d6nde podrejs en-
c ontrarle.
Don P edro se co nform6 muy a su pesar con este apla zamien-
to; pero el tambien n ecesitaba madurar su resolucion en una
°""w:.
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EXRIQUILLO 23
noche de insomnio, antes de dar paso alguno que pndiera com·
ENRIQUILLO 23

noche de insomnio, antes de dar paso alguno que pudiera com-

prometer y desbaratar todo el artificio de sus aspiraciones po-

sitivistas; y haciendo un esfuerzo, dirijió á su prima una horri-


prometer y desbaratar todo el artificio de sus aspiraciones po·
ble mueca con pretensiones de sonrisa afable, y se despidió de
sitivistas; y haciendo un esfuerzo, diriji6 a su prima una horri-
ella diciéndole:

—Está bien; buenas noches, y mañana temprano me lo con-


ble mueca con pretension es de sonrisa afable, y se despidio de
taréis todo.

V
ella diciendole:· ·
Sinceridad.

-Esta bien; buenas noches, y manana temprano me lo con-


Cuando el sol esparció su primera luz, el dia siguiente al de

los sucesos y la plática que acabamos de recapitular, ya el hi-


tareis todo.
dalgo Don Pedro de Mojica habia concebido y redondeado un

plan diabólico.
i'
Cualquiera que fuese la explicacion que Higuemota le diera

de la aventura de la víspera, el rencoroso intendente estaba re-

suelto A no dejar pasar la ocasion de perder la jóven en el con-

cepto del Gobernador, reivindicando al mismo tiempo la tutela


v
de la niña Mencía, como su más próximo pariente, y entrando

así más de lleno en la propiedad de los bienes que administraba;

hasta que el diablo le proporcionara los medios de quitar tam-


Sinceridad.
bien de su camino aquel débil obstáculo á su codicia; cuando no

Cuando el sol esparci6 su primera luz, el dia siguiente al de


pudiera llegar á su objeto utilizando sagazmente la inocencia

de aquella criatura, que ya creia sujeta á su poder discrecional,

como la alondra en las garras del gavilan.

Se vistió apresuradamente, y fué á ver á Doña Ana. Esta


los sucesos y la pl~tica 4.Ue acabamos de recapitular, ya el hi·
acostumbraba dejar temprano el lecho, para sus penas angosto
dalgo Don Pedro de Mojica habia concebidlo y redondeado un
plan diab6lico.
y duro, y salir á la pradera acompañada de una vieja india, á
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recojer la consoladora sonrisa del alba.

Recibió sin extrañeza á Mojica, que se le presentó al regre-

sar ella de su paseo, y entró desde luego en materia, como quien


Cualquiera que fuese la explicacion que .H iguemota le di"era
de la aventura de la vispera, el rencoroso irntendente estaba re-
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tiene prisa en zanjar un asunto desagradable.

suelto a no dejar pasar la ocasion de perder la joven en el con-


—Nunca os habia visto tan temprano, señor primo: ¿venis á

saber lo que pasó con Guarocuya?

cepto del Gobernador, reivindicando al mis:mo tiempo la tutela


de la nina Mencia, como su mas proximo pariente, y entrando
asi mas de Ueno en la propiedad de los bienes que administraba;
hasta que el diablo le proporcionara los medios de quitar tam-
bie.n de su camino aquel debil obstaculo a su codicia; cuando no
pudiera llegar a su objeto utilizando sagazmente la inocencia
de aquella criatura, que ya creia sujeta a su poder discrecional,
como la alondra en las garras del ga vilan.
Se visti6 apresuradamente, y fue a ver a Dona Ana. Esta
acostumbraba dejar temprano ellecpo, para sus penas angosto
y duro, y salir a la pradera acompanada de una vieja india, a
recojer la consoladora sonrisa del alba.
Recibi6 sin extrafieza .a Mojica, que se le: present6 a l regre-
sar ella de su paseo, y entr6 desde luego en materia, como quien
tiene prisa en zanjar un asunto desagradablle.
-Nunca os habia visto tan ten:iprano, se:fior primo: ~venis a
saber lo que pas6 con Guarocuya?

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24 LEYEWA HIST6RICA
24 LEYENDA HISTÓRICA

—Segun lo convenido, señora prima, espero que me lo con-


-Segun lo con venido, senora prima, espero que me lo con-
taréis todo.

—Es muy sencillo—repuso Higuemota.—Ayer tarde á la


tareis todo.
hora de paseo se me presentó mi primo Guaroa; me propuso

-Es muy sencillo-repuso Higuemota.-Ayer tarde a la


llevarse á Guarocuya á la montaña, y no vi inconveniente en

ello. Esto es todo.


hora de paseo se me present6 mi primo Guaroa; me propuso
—Pero, señora,—dijo con asombro Mojica,—¿vuestro primo

Guaroa no murió en la refriega de los caciques?


llevarse a. Guarocuya a la montana, y no vi inconveniente en
—Eso mismo pensaba yo,—contestó Higuemota,—y me asus-

ello. Esto es todo.


té mucho al verle; pero quedó vivo, y me dió mucha alegría

verlo sano y salvo. -Pero, senora,-dijo con asombro Mojica,-c:vuestro primo


Guaroa no muri6 en la refriega de los caciiques?
Y así prosiguió el diálogo; con fingida benevolencia por par-

te de Don Pedro;—con sencillez y naturalidad por parte de Hi-

guemota, que, como hemos dicho, no sabia mentir, y conside-

rando ya en salvamento á Guaroa, no veia necesidad alguna


-Eso mismo pensaba yo,-contest6 Hig~uemota,-y me asus-
de ocultar la verdad.
te mucho al verle; pero qued6 vivo, y m.e di6 mucha alegria
verlo san9 y salvo.
Cuando Mojica acabó de recojer los datos y las noticias que

interesaban á su propósito, se despidió de Doña Ana con un frio

saludo y se encaminó aceleradamente á la casa en que se apo-

sentaba el Gobernador.
Y asi prosigui6 el dialogo; con fingida benevolencia por par-
VI
te de Don Pedro;-con sencillez y natural:idad por parte de Hi-
£1 viaje.

Seguido Guaroa de sus dos fieles compañeros, que alterna-


gueniota, que, como hemos dicho, no sabia mentir, y conside-
tivamente llevaban, ora de la mano, ora en brazos, al pequeño

Guarocuya, segun los accidentes del terreno, se internó desde


rando ya en salvamento a Guaroa, no veia necesidad alguna
el principio de su marcha en direccion ála empinada cordillera

de ocultar la verdad.
de montañas, por la parte donde más próximamente presenta-

Cuando Mojica acab6 de recojer los datos y las noticias que .


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ba la sierra sus erguidas y onduladas vertientes.

Caminaban aquellos indios en medio de las tinieblas y entre

un intrincado laberinto de árboles, con la misma agilidad y des-


interesaban a su prop6sito, se despidi6 de Dona Ana con un frio
saludo y se encamin6 aceleradamente a la casa en que se apo-
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embarazo que si fueran por mitad de una llanura alumbrada

por los rayos del sol. Silenciosos como sombras, quien así los

viera alejarse del camino cautelosamente, no hubiera partici- sentaba el Gobernador.

VI

El viaje.
Seguido Guaroa de sus dos fieles companeros, que alterna·
tivamente llevaban, ora de la mano, ora en brazos, al pequeno
Guarocuya, segun los accidentes del terreno, se intern6 desde
el principio de su marcha .en direccion a la empinada cordillera
de montanas, por la parte donde mas pr6ximamente presenta-
ba la sierra sus erguidas y onduladas vertientes.
Caminaban aquellos indios en medio de las tinieblas y entre
un intrincado laberinto de arboles, con la misma agilidad y des-
embarazo que si fueran por mitad de una llan!Jra alumbrada
por los rayos del sol. Silenciosos como sombras, quien asi los
viera alejarse del C<::tmino cautelosamente, no hubiera partici-

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..

ENRIQUILLO 25
ENRIQUILLO 25

pado de los recelos que tuvo Higuemota de que pudieran haber-


pado de los recelos que tuvo Higuemota de que pudieran.haber-
les dado alcance los imaginarios jinetes que salieran en su

persecucion.
les dado alcance los imaginarios jinetes que salieran en su
Hácia las doce de la noche la luna vino en auxilio de aque-

persecuci?n.
lla marcha furtiva; y el niño Guarocuya, cediendo al influjo del

embalsamado ambiente de los bosques, se durmió en los robus- Hacia las doce de Ia. noche la luna vino en auxilio de aque-
tos brazos de sus conductores. Estos redoblaban sus cuidados

y paciente esmero, para no despertarlo.


lla marcha furtiva; y el nif'io Guarocuy'a, cediendo al influjo del
Así caminaron el resto de la noche, en direccion al Sud-Este;

y al despuntar la claridad del nuevo dia llegaron á un caserío


embalsamado ambiente de los bosques, se durmi6 en los robus-
de indios, encerrado en un estrecho vallecito al pié de dos es-
tos brazos de sus conductores. Estos redoblaban sus cuidados
y paciente esmero, para no despertarlo.
carpados montes. Todas las chozas estaban aun cerradas, lo

que podia atribuirse al sueño de los moradores, atendido á que

un resto de las sombras nocturnas, acosadas de las cumbres por

la rosada aurora, parecía buscar refugio en aquella hondona-


Asi caminaron el resto de la noche, en d:ireccion al Sud-Este;
da. Sin embargo, se vió que la gente estaba despierta y vigilan-
y al despuntar la claridad del nuevo dia llegaron a un caserio
de indios, encerrado en un estrecho vallecito al pie de dos es-
te, saliendo en tropel de sus madrigueras tan pronto como Gua-

' roa llevó la mano á los lábios produciendo un chasquido desapa-

cible y agudo.

Su regreso era esperado por aquellos indios; él les refirió


carpados montes. Todas las chozas estaban aun c·erradas, lo
brevemente las peripecias de su excursion, y les mostró al niño
que podia atribuirse al suefio. de los moradores, atendido a que
Guarocuya, que habia despertado al rumor que se suscitó en

derredor de los recien llegados. Los indios manifestaron una ex-


. un res to de las sombras nocturnas, acosadas de las cumbres por
tremada alegría á la vista del tierno infante, que todos á porfía

querían tomar en sus brazos, tributándole salutaciones y home-


la rosada aurora, parecia buscar refugio en aquella hondona-
najes afectuosos, como al heredero de su malogrado cacique y

da. Siu embargo, se vi6 que la gente estaba despierta y vigilan-


señor natural. Guaroa observaba estas demostraciones con vi-

te, saliendo en tropel de sus madrigueras tan pronto como Gua-


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sible satisfaccion.

Allí descansaron los viajeros toda la mañana, restaurando

sus fuerzas con los abundantes aunque toscos alimentos de


' roa llev6 la mano a los labios produciendo un chasquido desapa-
cible y agudo.
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aquellos montañeses. Consistían éstos principalmente en el pan

de yuca ó casabe, maíz, batatas y otras raíces; bundá, pláta-

nos, huevos de aves silvestres, que comian sin sal, crudos ó co- Su regreso era esperado por aquellos indios; el les refiri6
brevemente las peripecias de SU excursion, y Jes ffiOStr6 al nifio
cidos indistintamente, y carne de hutía.

Despues de dar algunas horas al sueño, Guaroa convocó á

su presencia á los principales indios, que todos le reconocían

por su jefe. Les dijo que la situacion de los de su raza, desde


Guarocuya, que habia despertado al rumor que se suscit6 en
,' derredor de los recien llegados. Los indios manifestaron una ex-
tremada alegria a la vista del tierno infante, que todos a porfia
querian tomar en sus brazos, tributandole salutaciones y home·
najes afectuosos, como al heredero de su malogrado cacique y
sefior natural. Guaroa observaba estas demostraciones con vi-
sible satisfaccion.
Alli descansaron los viajeros toda la rnaf'iana, restaurand6
sus fuerzas con los abundantes aunque toscos alimentos de
aquellos mont.af'ieses. Consistian estos prinicipalmente en el pan
de yuca 6 casabe, maiz, batatas y otras raices; bunda, plata-
nos, huevos de aves silvestres, que comian sin sal, crudos 6 co·
cidos indistintamente, y carne de hutia.
Despues de dar algunas horas al suefio, Guaroa convoc6 a
su presencia a los principales indios, que todos le reconocian
.. por su jefe. Les dijo que la situacion de los de su raza, desde

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26 LEYENDA HIST6RICA

el dt'a de la sangre ,-que asi Barnaba a la jornada fune.s ta de


26 LEYE.N'DA HISTÓRICA

el dia de la sangre,—que así llamaba á la jornada funesta de

Jaragua,— habia ido empeorando cada día más; que no habia

que esperar piedad de los extrangeros, ni alivio en su misera-


Jaragua,- habia ido empeorando cada dia mas; que no habia
ble condicion; y que para salvarse de la muerte, ó de la escla-

que esperar piedad de los extrangeros, ni alivio en su misera-


vitud que era aun peor, no habia otro medio que ponerse fuera

del alcance de los conquistadores, y defenderse con desespera- ble condicion; y que para salvarse de la muerte, 6 de la escla-
cion si llegaban á ser descubiertos ó atacados. Les recomendó

la obediencia, diciéndolesque él, Guaroa, los gobernaría mien-


vitud que era aun p·e or, no habia otro medio que ponerse fuera
' tras Guarocu3Ta su sobrino llegara á la edad de hombre; pero

del alcance de los conquistadores, y defenderse con desespera-


cion si llegaban a ser descubiertos 6 atacados. Les recomend6
que debian mientras tanto reverenciar á éste como á su único

y verdadero cacique; y por conclusion, para reforzar con el

la obediencia, dic!endoles que el, Guaroa, los g-obernaria mien-


ejemplo sü discurso, hizo sentar al niño al pié de un gigantesco

y copudo roble; le puso en la cabeza su propio birrete, que á

prevencion habia decorado con cinco ó seis vistosas plumas de

. tras Guarocuya SU soqrfno llegara a la .edad de hombre; pero


que debian mientras tanto reverenciar a este como a su unico
flamenco, y le besó respetuosamente ambos piés; ceremonia que

todos los circunstantes repitieron uno á uno con la mayor gra-

y verdadero cacique; y por conclusion, para reforzar con el


vedad y circunspeccion.

Terminada esta especie de investidura señorial, Guaroa acor-

dó con sus amigos el plan de vida que debian observar los indios

libres en lo sucesivo; y se ocupó con esmerada prevision de los


ejemplo su· discurso, hizo sen tar al nino al pie de un gigantesco
mil y mil detalles á que era preciso atender para resguardarse
y copudo rob.le; le puso en la cabeza su propio birrete, que a
de las irrupciones de los conquistadores. Todo un sistema de es-

pionaje y vigilancia quedó perfectamente ordenado; de tal


prevencion habia dec?rado con cinco 6 seis vistosas plumas de
suerte, que era imposible que los españoles emprendieran una

excursion en cualquier rumbo, sin que al momento se trasmitie-


flamenco, y le bes6 respetuosamente ambos pies; ceremonia que
ra la noticia á las más recónditas guaridas de la sierra. Guaroa,

todos los circunstantes repitieron uno a uno con la mayor gra·


hechos estos preparativos, indicó en sus instrucciones finales á

vedad y circunspeccion.
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los cabos de su confianza el Lago Dulce, al Nordeste de aquellas

montañas, como punto de reunion general, en caso de que el

enemigo invadiera la sierra; y determinó fijamente el lugar en


Terminada esta especie de investidurasef'iorial,Guaroaacor- ,
d6 con sus amigos el plan de vida que debian. observar los indios
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que iba á residir con su sobrino, á la márgen de dicho lago. En

seguida emprendió su marcha, acompañado de un corto séqui-

to de indios escojidos, que llevaban á Guarocuya cómodamente libres en lo sucesivo; y se ocup6 con esmerada prevision de los
mil y mil detalles a que era preciso atender para resguardarse
instalado en una rústica silla de manos, formada de recias va-

ras y flexibles mimbres, y mullida con los fibrosos y rizados co-

pos de la guajaca.

El niño todo lo miraba y á todo se prestaba sin manifestar


de las irrupciones de los conquistadores. Todo un sistema de es-
pionaje y vigilancia qued6 perfectamente ordenado; de· tal
suerte, que era imposible que los espanoles emprendieran una
excursion en cualquier rumbo, sin que al mom·ento se trasmitie-
ra la noticia c"L las mas rec6nditas guaridas de la sierra. Guaroa,
hechos estos preparativos, indic6 en sus instrucciones finales a
los cabos de su confianza el Lago Dulce, al Nordeste de aquellas
inontafi"as, como punto de r~.union general, en caso de que el
enemigQ invadiera la sierra; y determin6 fijamente el lugar en
que iba a residir con s.u sobrino, a la margen de dicho Iago. En
s eguida emprendi6 su marcha, acompaftado de un corto sequi-
to de indios escojidos, que llevaban a Guarocuya c6modamente
instalado en una riistica silla de manos, formada de recias va-
ras y flexibles mimbres, y mullida con los fibrosos y rizados co-
pos de ~a guajaca.
El nino todo lo miraba y a todo se prestaba sin manifestar

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ENRIQUILLO 27

extraneza. Tenia siete anos, y a esta tierna edad ya entreveia


ENRIQUILLO 27

extrañeza. Tenia siete años, y á esta tierna edad ya entreveia

y comenzaba á experimentar todo lo que hay de duro y terrible

en las luchas de la existencia humana. Sin duda ráfagas de ter-


y com«:nzaba a e~perimentar todo lo que hay de duro y terdble
ror cruzarían su infantil ánimo, ya cuando viera la feroz sol-
en las luchas de la existencia humana. Sin duda rafagas deter-
dadesca de Ovando dar muerte á los séres que rodeaban su

cuna, incluso su propio padre; ya más adelante, cuando el gri-


ror cruzarian su infantil animo, ya cuando viera la feroz sol-
to agudo del vigía indio, ó el remoto ladrido de los perros de

presa alternando con los ecos del clarín de guerra, anunciaban


da?esca de Ovando dar muerte a los seres que rodeaban su
la aproximacion del peligro, y los improvisados guerreros se

cuna, incluso su propio padre; ya mas adela.nte, cuando el gri-


aprestaban á la defensa, ó respondían con fúnebre clamor á la

voz de alarma, creyendo llegada su última hora.


'
to agudo del vigia indio, 6 el remoto ladrido de los perros de
¡Qué tristes impresiones, las primeras que recibió aquel ino-

cente en el albor de su vida! Profundamente grabadas quedaron


presa alternando con los ecos del clarin de g-uerra, anunciaban
en su alma benévola y generosa, templada tan temprano para

la lucha y los grandes dolores, así como para el amor y todos


la aproximacion del peligro, y los improvisados guerreros se
los sentimientos elevados y puros.
aprestaban a la defensa, 6 respondian con f1inebre clamor a la
voz de alarma, creyendo llegada su tiltima hora.
Vil

La denuncia.

El diligente Don Pedro de Mojica se puso en dos zancadas,

como suele decirse, encasa del Gobernador. Este acababa de


iQue tristes impresiones, las primeras que recibi6 aquel ino-
vestirse, y estudiaba tres ó cuatro planos topográficos que tenia
cente en el albor de su vida! Profundamente grabadas quedaron
en su alma benevola y generosa, templada tan temprano para
en una mesa. Su preocupacion capital y constante era la funda-

cion de su villa, segun se ha dicho al principio de nuestra histo-

ria; y los oficiales y caballeros de su séquito, con febril emula-

cion, trazaban cada día un plano, segun su buen gusto ó su ca


la lucha y los grandes dolores, asi como pa1ra el amor y todos
pricho; ó bosquejaban un espacio de la costa, el que más ade-

los sentimientos elevados y puros.


cuado les parecía al efecto; y escribian memorias y descrip-
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ciones infinitas, que todas merecian lamás prolija atencion del

comendador, deseoso del mejor acierto en tan árdua materia.

Estaba, pues, en esta su ocupacion favorita, cuando le anun-


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VII
ciaron la presencia de Don Pedro.

Este era tratado por Su Señoría como un amigo de confian-

za, y tenia sus entradas francas en el gabinete; pero en la oca-

La denuncia.
El diligente Don Pedro de Mojica se puso en dos zancadas,
como suele decirse, en casa del Gobernador.. Este acababa de
vestirse, y estudiaba tres 6 cuatr? pianos topograficos que tenia ·
en una mesa. Su preocupacion capitaly const:ante era la funda-
cion de su villa, segun se ha dicbo al principio de nuestra histo·
ria; y los oficiales y caballeros de su sequito, con febril emula·
cion, trazaban cada dia un plano, segun su buen gusto 6 su ca
pricbo; 6 bosquejaban un espacio de la costa, el que mas ade ·
cuado les parecia al efecto; y escribian memorias y descrip-
dones infinitas, que todas merecian la mas prolija atencion del
comendador, deseoso del mejor acierto en tan ardua materia.
Estaba, pues, en esta su ocupacion favorita, cuando le anun-
ciaron la presencia de Don Pedro.
Este era tratado por Su Senoria como un amigo de confian-
za, y tenia sus entradas francas en el gabinete; pero en la oca-

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28 LEYENDA HlST6RlCA

28 LEYENDA HISTÓRICA

sion quereferimos, renuncio estudiadamente a tal prerrogati va,


a fin de dar la conveniente solemnidad a su visita. Ovando, que
sion que referimos, renunció estudiadamente á tal prerrogati va,

á fin de dar la conveniente solemnidad á su visita. Ovando, que

se habia incorporado al oir la voz de su fámulo anunciándole

á Don Pedro, esperó buenamente á que éste entrara enseguida,


se habia incorporado al oir la voz de su famulo anunciandole
y tornó á absorberse con gran cachaza en sus estudios topo-

gráficos.
a Don Pedro, espero buenamente a que est:e entrara enseguida,
Cinco/minutos despues volvió el ayuda de cámara diciendo:
y torno a absorberse con gran cachaza en sus estudios topo-
gnHicos.
—Don Pedro Mojica espera las órdenes de Vuestra Señoría,

y dice que tiene que hablarle de asuntos muy graves.

—Que entre con mil diablos!—contestó el comendador.—¿A

qué vienen esos cumplimientos?


Cinco1,minutos despues volvi6 el ayuda de camara diciendo:
Don Pedro creyó apurado el ceremonial, y entró haciendo á
-Don Pedro Mojica espera las 6rdenes de Vuestra Senoria,
y dice que tiene que hablarle de asuntos n1uy graves.
Ovando una mesurada cortesía.

—¡Qué mala cara traeis hoy, señor hidalgo!—exclamó en

tono chancero el Gobernador.—¿Habeis descubierto algun nue-

vo derecho desatendido de vuestra interesante prima, y venis


-Que entre con mil diablos!-contestOi el comendador.-(A
á reclamarme su validez?

que vienen esos cumplimientos?


Don Pedro crey6 apurado el ceremonial, y entr6 haciendo a
— Léjos de eso, Señor,—contestó Mojica;—vengo á daros una

nueva muy desagradable. Esa Doña Ana que en tanta estima

teneis, es indigna de vuestra proteccion; y siguiendo las huellas

de la mala hembra que la dió á luz, paga con traiciones los ob-
Ovando ur1a mesurada cortesia.
sequios que le tributamos, y celebra conferencias con los indios

-iQue mala cara traeis hoy, senor h.idalgo!-exclam6 en


alzados de la montaña.

Y despues de este exordio, refirió la aventura de la víspera, tono chancero el Gobernador .-(Habeis descubierto al gun nue·
torciendo á su antojo la relacion de Higuemota, y afeando el

cuadro con los más siniestros toques, á fin de llenar de recelos


vo derecho desatendido de vuestra interesante prima, y venis
y alarmas el ánimo de Ovando.

a reclamarme su validez?
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-Lejos de eso, Senor ,-contest6 Mojica;-vengo a daros una


Oyó éste al denunciador con profunda atencion: su semblan-

te contraído y ceño adusto no prometían nada bueno para la

nueva muy desagradable. Esa Dona Ana que en tanta estima


pobre acusada, y Mojica no podia dudar del pleno éxito de su
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intriga, en lo que interesaba á sus sentimientos vengativos.

Cuando hubo terminado su relato, el Gobernador le pregun-

teneis, es indigna de vuestra proteccion; y siguiendo las huellas


de la mal~ hembra que la dio a luz, paga con traiciones los ob-
tó en tono severo:

—¿No teneis más que decir?

sequios que le tributamos, y celebra conferencias con los indios


—Concluyo, Señor,—dijo Mojica,—que Doña Ana es culpa-

ble; que como tal merece las penas que la ley reza contra losreos

de traicion, inclusa la pérdida de bienes; mas como tiene una

alzados de la montafia. ..
Y despues de este exordio, refiri6 la aventura de la vispera,
torciendo a su antojo la relacion
. de Higuemota, v afeando el
~

cuadro con los mas siniestros toques, a fin de llenar de recelos


y alarmas el animo de Ovando.
Oy6 este al denunciador con profunda atencion: su semblan-
te contraido y ceno adusto no prometian nada bueno para la
pobre acusada, y Mojica no podia dudar del pleno exito de su
intriga, en lo que interesaba a sus sentimientos vengativos.
Cuando hubo terminado su relato, el Gobernador le pregun-
t6 en tono severo:
- c:No teneis mas que decir?
- Concluyo, Sefior, - dijo Mojica,-que Dofia Ana es culpa-
ble; que como tal merece las penas que la ley reza contra losre_os
de traicion, inclusa la perdida de bienes; mas como tiene una

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ENR~QUILLO 29
hija de caballero espafiol, la cual es inocente de las culpas de
ENRIQUILLO 29

hija de caballero español, la cual es inocente de las culpas de

su madre, y el deber de la sangre como pariente me impone la

obligacion de velar por el bien de esta niña, pido á Vuestra Seño-


su madre, y el deber de la sangre como pariente me impone la
ría que al proceder contra la madre, adjudique todos sus bienes
obligacion de velar por el bien de esta nifia, pido a Vuestra Seno-
á la hija, y me nombre su universal tutor, como es de justicia.

—Será como deseais,—respondió Ovando, poniéndose en


ria que al proceder contra la madre, adjudique to dos sus bienes
pié;—siempre que resulte cierto y verdadero todo ]p que me

habeis dicho: en otro caso,—y aquí lá voz del comendador se


a la hija, y me nombre su universal tutor, como es dejusticia.
hizo tonante y tomó una inflexion amenazadora;—aprestaos á

-Sera como deseais,-respondio Ovandlo, poniendose en


ser castigado como impostor, y á perder cuanto teneis, inclusa

la vida. pie;-siempre que resulte cierto y verdadero todo ~ que me


Dichas estas palabras, llamó á sus oficiales y les dictó varias

órdenes breves y precisas. Fué la primera reducir á prision á


habeis dicho: en otro caso,-y aqui fa voz del comendador se .
Don Pedro de Mojica, que lleno de estupor se dejó conducir al

lugar de su arresto, sin poder darse cuenta de tan inesperado


hizo tonante y tom6 una inflexion amenazadora;-aprestaos a
percance. La segunda disposicion de Ovando fué hacer compa-
ser castigado como impostor, ya perder cua.nto teneis, inclusa
la vida.
recer á su presencia á Doña Ana, recomendando toda mesura

y el mayor miramiento al oficial encargado de conducirla; y por

último, Don Diego Velázquez, capitan de la más cumplida con-

Die has estas palabras, llam6 a sus oficiales y les dict6 varias
6rdenes -breves y precisas. Fue la primera :reducir a prision a
fianza del gobernador, recibió órden de aprestarse y disponer

lo conveniente para marchar en el mismo dia á las montañas,

al frente de cuarenta infantes y diez caballos.

Media hora no habia trascurrido cuando se presentó en la


Don Pedro de Mojica, que lleno de estupor se dej6 conducir al
morada del Gobernador la tímida Higuemota, acompañada del

oficial que habia ido en su demanda, y seguida de una india an-


lugar de su arresto, sin poder darse cuenta de tan inesperado
ciana que llevaba de la mano á la niña Mencía. Ovando recibió
percance. La segtinda disposicion de Ovando fue hacer compa-
recer a su presencia a Dofia Ana, recomendando toda mesura
á la madre con señalada benevolencia, y se dignó besar la tersa
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y contorneada frente de la pequeñuela, que respondió al aga-

sajo con plácida sonrisa. La inquietud de Higuemota cedió el

puesto á la más pura satisfaccion al ver un recibimiento tan


y el mayor miramiento al ofi.cial encargado de conducirla; y por
ultimo, Don Diego Velazquez, capitan de la mas cumplida con-
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distinto del que sus aprensiones la hicieran prometerse; y cuan-

do el gobernador le dirijió la palabra, habia recobrado su habi-

tual serenidad.
fianza del gobernador, recibi6 6rden de aprestarse y disponer
—Decidme, Doña Ana de Guevara, —dijo Ovando con cier-

ta entonacion ceremoniosa y afable al mismo tiempo;—¿qué


lo conveniente para marchar en el mismo dia a las montanas,
objeto habeis tenido al conferenciar en secreto con el rebelde

al frente de cuarenta infantes y diez caballos.


Guaroa, y al entregarle vuestro sobrino, en la tarde de ayer?

,"
Media hora no habia trascurrido cuando se present6 en la
morada del Gobernador la timida Higuemota, acol!lpafiada del
oficial que habia ido en su demanda, y seguida de una india an·
ciana que llevaba de la mano a la nifia Mencia. Ovando recibi6 ·
a la madre con sefialada benevolencia, y se dign6 besar la tersa
y contorneada frente de la pequefiuela, que respondi6 al aga-
sajo con placida sonrisa. La inquietud de Higuemota cedi6 el
puesto a la mas pura satisfaccion al v er un recibimiento tan
distinto del que sus apren siones la hicieran prometerse; y cua n-
do el gobernador le diriji6 la 'palabra, habia recobrado su habi-
tual serenidad.
-Decidme, Dona Ana de Guevara ,- dijo O vando con cier-
ta entonacion ceremoniosa y a.fable al mi.smo tiempo ;-(que
objeto habeis tenido al conferenciar en secreto con el rebelde
Guaroa, y al entregarle vuestro sobr ino, en la tarde de a y er ?

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30 LEYENDA HIST6RICA

30 LEYENDA HISTÓRICA

—Guaroa, sefior,—respondió Higuemota,—se me apareció


-Guaroa, senor,-respondi6 Higuemota,-se me apareci6
sin que yo esperara su visita; hasta ignoraba que viviera. No
sin que yo esperara su visita; hasta ignoraba que viviera. No
le tenia por rebelde, pues solo me dijo que huia por evitar la
le tenia por rebelde, pues solo me dijo que huia por evitar la

muerte; y consentí en que se llevara á Guarocuya, mi querido

sobrino, por temor de que éste, cuando fuera más hombre, se

viera reducido á esclavitud.


muerte; y consenti en que se llevara a Gu.arocuya, mi querido
—Os creo sincera, Doña Ana,—repuso el comendador;—
sobrino, por temor de que este, cuando fuiera mas hombre, se
viera reducido a escla vitud.
pero extraño que temierais nada contra el porvenir de vuestro

sobrino, que vivia á vuestro lado, y participaba del respeto

que á vos merecidamente se tributa.

—Mi intencion ha sido buena, señor,—dijo con hechicera


-Os creo sincera, Dofia Ana,-repuso el comendador;-
ingenuidad la jóven:—habré podido incurrir en falta por igno-

pero extrafio que temierais nada contra el porvenir de vuestro


sobrino, que vivia a vuestro lado, y participaba del respeto
rancia; pero ni remotamente pensé causaros disgusto, pues

de vos espero que, así como me dispensais vuestra proteccion

y haceis que todos me traten con honor, tambien llegue el dia

en que pongais el colmo á vuestras bondades, devolviendo á


que a vos merecidamente se tributa.
mi adorada madre la libertad, y con ella, á mí la tranquilidad

y la alegría.
-M.i intencion ha sido buena, sefior ,--dijo con hechicera
A estas últimas razones, el comendador balbuceó algunas ingenuidad la j6ven:-habre podido incunrir en falta por igno-
rancia; pero ni remotamente pense causaros disgusto, pues
palabras ininteligibles; invadióle una gran emocion, y con voz

trémula dijo al fin á la jóven:

—No hablemos de eso por ahora... Lo que mi deber me or-

dena, Doña Ana, es evitar que volvais á tener ninguna rela-


de vos espero que, asi como me dispensais vuestra proteccion
cion con los indios rebeldes; y como no quiero mortificaros con
y haceis que todos me traten con honor, tambien llegue el dia
en que pongais el colmo a vuestras bondades, devolviendo a
privaciones y vigilancia importuna, he resuelto que paseis á

residir en la ciudad de Santo Domingo, donde viviréis mucho

más agradablemente que aquí. Podeis, pues, retiraros y pre-

mi adorada madre la libertad, y con ella, a mi la tranquilidad


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parar todo lo que necesiteis para ese viaje. Yo cuidaré de

vuestra suerte y la de vuestra hija.


y la alegria.
A estas ultimas. razones, el comendador balbu.ce6 algunas
Diciendo estas palabras se despidió con un amable saludo,
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y Doña Ana salió de la casa, acompañada como ántes, sin sa-

ber si debia felicitarse por su nuevo destino, ó considerarlo

como una agravacion de sus desdichas. La idea de que iba á


palabras ininteligibles; invadi6le una gran emocion, y con voz
ver á su madre en la capital de la colonia, al cabo se sobrepu-
iremula dijo al fin a la j6ven:
so á todos los demás afectos de su alma; y hasta acusó de tar-

do y perezoso al tiempo, miéntras no llegaba el instante de


-No hablemos de eso por ahora ... Lo que mi deber me or-
decir adios á aquellas peregrinas riberas, testigos de sus en-

\
dena, Dofia Ana, es evitar que volvais a tener ninguna rela-
cion con los indios rebeldes; y como no quiero mortificaros con
privaciones y vigilancia importuna, he riesuelto que paseis a
residir en la ciudad de Santo Domingo, donde vivireis mucho
mas agradablemente que aqui. Podeis, pues, retiraros y pre-
parar todo lo que necesiteis para ese viaje. Yo cuidare · de -
vuestra suerte y la de vuestra hija.
Diciendo estas palabras se despidi6 con un amable saludo,
y Don.a ·A·n a sali6 de la casa, acompafiada como antes, sin sa-
ber si debia felicitarse por su nuevo destino, 6 considerarlo
como una agravacion de sus desdichas. La idea de que iba a
ver a su madre en la capital de la colonia, al cabo se sobrepu-
so a todos los demas afectos de su alma; y hasta acus6 de tar-
do y perezoso al tiempo, mientras no llegaba el instante de
decir adios a aquellas peregrinas riberas, testigos de sus en·

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ENRIQUILLO 31
ENRIQUILLO 31

sueños de virgen, de sus breves horas de amor y dicha; de sus


suenos de virgen, de sus breves horas de an1or y dicha; de sus
acerbos pesares como esposa, y, en último lugar, confidentes
acerbos pesares como esposa, y, en ultimo lugar, confidentes
de sus dolores y angustias, por la sangre y los sufrimientos de
de sus dolores y angustias, por la sangre y los sufrimientos de

la raza india; por la crueldad y los malos tratamientos de que

eran víctimas todos los seres que habian cubierto de flores su

cuna, y embellecido los dias de su infancia. La pobre criatura


la raza india; por la crueldad y los malos tratamientos de que
no podia prever que al mudar de residencia, en vez de encon-

eran victimas todos los seres que habian cribierto de fl.ores su


trar el regazo materno para reclinar su abatida frente, iba á

recibir, el golpe más aciago y rudo que al corazon de la aman- cuna, y embellecido los dias de su infancia. La pobre criatura
te hija reservaba su hado adverso é implacable.

VIII
no podia prever que al mudar de residencia, en vez de encon-
Exploración.

trar el regazo materno para reclinar su abatida frente, iba a


Don Pedro de Mojica fué puesto en libertad el mismo dia;

volvió á entrar aparentemente en la gracia del comendador, recibir- el golpe mas aciago y rudo que al corazon de la aman-
y recibió de éste el encargo, hecho con el dedo índice hácia

arriba y el puño cerrado, de administrar con pureza los bienes


te hija reservaba su hado adverso e implacable.
de Doña Ana de Guevara. El solapado bribon se deshizo en

protestas de fidelidad, y salió al trote como perro que logra

escapar de la trampa donde su inadvertencia le hiciera caer.

Reinaba cierta confusion en sus ideas, y su pensamiento an-

daba con inútil afan, en pos de un raciocinio sosegado y ló-

gico, sin lograr encontrarle; á la manera de un timonel que,


VIII
perdida la brújula, no acierta á dirigir su rumbo en el seno de

la tempestad, y pone la proa de su barco á todos los vientos.

Él estaba libre, es verdad; pero Doña Ana lo estaba tambien;


Exploracion.
él conservaba la intendencia de los bienes de su prima; pero

ésta continuaba tan señora y respetada como ántes, miéntras

Don Pedro de Mojica fue puesto en libertad el mismo dia;


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volvi6 a entrar aparentemente en la gracia del comendadDr,


que el terrible dilema del Gobernador ofrecía en último térmi-

no una horca; para Doña Ana, si Don Pedro justificaba su acu-

y recibi6 de este el encargo, hecho con el qedo indice hacia.


sacion; para Don Pedro, si Doña Ana era inocente.
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—¿He triunfado? ¿he sucumbido?—se preguntaba ansiosa-

mente el contrahecho hidalgo.—¿Quedan las cosas como esta-

ban antes? Pues ¿por qué me prendió el Gobernador? ¿por qué


arriba y el puno cerrado, de administrar con pureza los bienes
de Dona Ana de Guevara. El solapado bribon se deshizo en
protestas de fidelidad, y sali6 al trote como perro que logra
escapar de la tram pa donde su inadvertencia le hiciera caer.
Reinaba cierta confusion en SUS ideas' y SUL pensamiento an-
daba con inutil afan, en pos de un raciocinio sosegado y 16-
gico, sin lograr encontrarle; a la manera dle un timonel que, · •
perdida la brujula, no acierta a dirigir su ru:mbo en el seno de
la teJnpestad, y pone la proa de SU barco a todos los Vientos.
El estaba libre, es verdad; pero Dona Ana lo estaba tambien;
el conservaba la intendencia de los bienes de su prima; pero
esta continuaba tan sefi.ora y respetada como antes, mientras
que ·el terrible dilema del Gobernador ofrecia en ultimo termi-
no una horca; para Dona Ana, si Don Pedro justificaba su acu-
sacion; para Don Pedro, si Dona Ana era inocente.
-(He triunfado? (he sucumbido?-se preguntaba ansiosa-
mente el contrahecho hidalgo.-(Quedan las cosas como esta-
ban antes? Pues (pot que me prendi6 el Gobernador? (por que

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32. LEYENDA HIST6RICA

32 LEYENDA HISTÓRICA

me puso en libertad? ¿Por qué Doña Ana está tranquila? ¿Por


me puso en lib_e rtad? c_P0r .que Dona Ana esta .tranquila? i,Por:
qué sigo siendo su intendente? ¿Por qué...? Qué diablos! Ya que
que sigo .siendo su intendante? (for que .. .'? Que diablos! Ya que
ella no me pone mala cara, preguntémosle lo que ha pasado,

y ella me dará la clave de este enigma. *


ella no me pone mala cara, preguntemosle lo que ha pasado·,
Y diciendo y haciendo, Mojica, que en medio de su solilo-

quio habia llegado jadeante á la presencia de Higuemota, y se


y ella me dan\-la clave de este enigma. •
habia sentado maquinalmente mirándola de hito en hito, le di-

Y diciendo y haciendo, Mojica, queen medio de su solilo-


rijió en tono manso y melifluo esta pregunta:

—¿Cómo os recibió el Gobernador, señora prima?


quio habia llegad0 jadeante a la presencia de Higuemota, y se
—Con la bondad de un padre,—respondió sencillamente Hi-

guemota.
habia sentado maquinalmente mirandola. de hito en hito, le di.:
—¿Y qué le declarásteis?

riji6 en tono manso y melifluo esta .pregunta:


—Todo.

—Y él, qué dijo entónces? --:-(Como os recibi6 ·el Gobernador, seflora prima?
-Con la bondad de un padre,-respondio sencillamente Hi-
—Nada.

—Don Pedro se quedó estupefacto.

Sin duda Doña Ana habia penetrado su perfidia, y se ven-

gaba burlándose de él. Esto fué lo que ocurrió al hidalgo; pero


guemota.
se equivocaba: la jóven, cándida y sencilla, creia que las pre- -(Y que le declarasteis?
-Todo.
guntas de Mojica envolvían el recelo de que el Gobernador

hubiera mostrado alguna severidad en la entrevista, y concre-

tándose á este concepto, satisfacía á su entender la curiosidad

de su oficioso pariente, á quien suponia enterado de la órden


-Y el, que dijo ent6nces?
de viaje, porque ignoraba absolutamente el percance de su
-Nada.
-Don Pedro se qued6 estupefacto.
prision, y la subsiguiente reserva del Gobernador.

Estaba acostumbrada á la intervencion activa de Don Pe-

dro, y en este caso creia que el tenor de su conferencia con

Sin duda Dona Ana habia penetrado su perfidia, y seven-


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Ovando era el único incidente que habia escapado á esa inter-

vención.
gaba- burlandose de el. Esto fye lo que oc:urri0 al hidalgo; pero
La perplejidad del hidalgo subió, pues, de punto con este

se equivocaba: la joven, candida. y sencilla, creia que las pre-


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quid pro quó. No sabia qué pensar, y ya iba á retirarse en el

colmo de la incertidumbre, cuando Higuemota, que tambien

permanecía pensativa, volvió á mirarle, y le dijo:


guntas de Mojica envolvian el recelo dle que el Gobernador
—Supongo que nos acompañaréis á Santo Domingo.

hubiera mostrado alguna severidad en la. entrevista, y concre-


—¡A Santo Domingo!^-exclamó con un sacudimiento de

sor-presa Mojica. ...


tandose a este concepto, satisfacia ·a su entender la curiosidad
—Pues ¿qué no lo sabiais?

de su oficioso pariente, a quien suponia enterado de la orden


de · viaje, porque . . . ignoraba absolutamente el percance de· su
prision, y la su~iguiente reserva del Gobernador.
Estaba acostumbrada a la intervencion activa de Don Pe-
dr.o, y en este caso creia que el tenor de su conferencia con
Ovando era el unico incidente que habia escapado a esa inter-
venci0n.
. La perplejidad del hidalgo subio, puies, de punto con este
quid pro qu6. No sabia que pensar, ·Y ya iba a retirarse en el
colmo de la incertidumbre, . cuando Hig·uemota, que tambien
permanecia pensativa, volvio .a mirarle, y le dijo:
-Supongo que nos acompanareis .a Santo Domingo :
· .. _:_jA Santo Domingo!...,.-exclamo con un sacudimiento · de
s0r-presa Mojica.
- Pues (que no lo sabiais?

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ENRIQUILLO . 33

-N6, sefiora; es decir ... ~taba en duda ... Algo me dijeron


ENRIQUILLO 33

—Nó, señora; es decir... estaba en duda... Algo me dijeron

de esto...—murmuraba casi entre dientes Mojica, temeroso de

comprometerse más con el Gobernador, ó de perder su auto-


de es to ... -murmur~ba casi entre dientes .lVfojica, temeroso de
ridad en el concepto de Doña Ana si descubría su ignorancia

en la materia de que se trataba.


comprometerse mas con el G~bernador, 6 de perder su auto·
Reflexionó un momento, y cruzó por su frente un rayo de

ridad en el conc_e pto de Dofia Ana si descubria su ignorancia


infernal alegría: ya veia claro. Su intriga no habia sido esté-

ril. Doña Ana iba á Santo Domingo en calidad de prisionera,


en la materia de que se trataba.
sin sospecharlo, y él se quedaría al frente de sus bienes como

tutor de Mencía; —esto no era dudoso.


Reflexion6 un momento, y cruz6 por su frente un rayo de
—Sí, señora;—dijo esta vez con voz segura:—iréis á Santo

infernal alegria: ya veia claro. Su intriga :no habia sido este·


ril. Don.a Ana iba a Santo Domingo en calidad de prisionera,
Domingo; pero yo no puedo acompañaros, porque debo que-

darme hecho cargo de vuestra hija...

sin sospecharlo, y el se quedaria al frente de sus bienes como


—¡De mi hija!—¿qué decís?—interrumpió vivamente Doña

Ana;—mi hija no se aparta de mí; vá donde yo fuere, y yo no

voy sin ella á ninguna parte.

Mojica no replicó; cualquier palabra suya podia ser indis-


tutor de Mencia;-esto no era dudoso.
creta, y él se consideraba como un hombre de pié sobre un
-Si, sefiora;-dijo esta vez con voz seg:ura:-ireis a Santo
Domingo; pero JO no puedo acompafiaros 11 porque debo que·
plano inclinado, terso y resbaladizo, cuyo extremo inferior

terminara en el borde de un abismo.

Se despidió más tranquilo, y á poco rato fueron á buscarle

de parte del Gobernador. Acudió al llamamiento, y Ovando le


darme hecho cargo de.vuestra hija ...
dijo en tono imperativo y áspero:
~jOe mi hija! - (que decis?- interrumpii6 vivamente Don.a
Ana;-mi hija no se apart~ de mi; va dondie yo fuere, y yo _no
—Disponed todo lo necesario para que Doña Ana se embar-

que mañana en la noche.

—¿Vá en calidad de prisionera, señor?

—Vá libre!—le dijo el Gobernador con voz de trueno:—cui-


voy sin ella a ninguna parte.
Mojica no replica; cualquier palabra suya podia ser indis·
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dad de que nada le falte á ella ni á su hija; que la acompañen

los criados que ella escoja, sin limitarle número; que se la tra-

te con tanto respeto y tanta distincion, como si fuera una hija


creta, y else consideraba como un hombre de pie sobre un
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mia; ¿estais?

Don Pedró bajó la cabeza, y se fué á cumplir las órdenes


plano inclinado, terso y resbaladizo, cuyo extremo inferior
del Gobernador.

terminara en el borde de un abismo.


Se despidi6 mas tranquilo, ya poco rato fueron a bus.carle
Entretanto, Diego Velázquez, al frente de su corta hueste,

emprendía marcha aquella misma tarde, y pernoctando al pié

de parte del Gobernador. Acudi6 al llamamiento, y Ovando le


de los ciclópeos estribos de la Silla (12), entraba al amanecer

del dia siguiente en los estrechos y abruptos desfiladeros de

dijo en tono imperativo y aspero:


--Disponed todo lo necesario para que Don.a Ana se em bar·
que mafiana en la noche.
-(Va en calidad de prisionera, sefior?
.. -Va libre!-le dijo el Gobernador con voz de tr.ueno:-cui-
dad de que nada le falte ,;i ella ni a su hija:; que la acompafien
los criados que ella escoja, sin limitarle numero; que se la tra·
te con tanto respeto y tanta distincion, corno si fuera una hija
mia; (estais?
Don Pedr6 baj6 la cabeza, y se fue a oumplir las 6rdenes
del Gobernador.
Entretanto, Diego Vela zquez, al frente de su corta hueste,
emprendia marcha aquella misma tarde , y pernoctando al pie
de los cicl6peos estribos de la Sz'lla ( 12), entraba al aman ecer '
del dia siguiente en los estrechos y abruptos desfiladeros de
3 Original from
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34 LEYENDA HIST6RlCA
34 LEYENDA HISTÓRICA

las montañas. Guaroa y sus indios iban á ser tratados como


las montanas. Guaroa y sus indios iban ~\. ser tratados como
rebeldes, y reducidos por la fuerza al yugo de la civiliza-

cion.
rebeldes, y reducidos por la fuerza al yugo de la civiliza-
IX

La persecucion.
cion.
El espionaje de los indios no era un accidente anormal, que

se efectuara por virtud de consignas especiales, y sujeto á plan

ú organizacion determinada. Era un hecho natural, instintivo,

expontáneo, y no ha faltado quien suponga que estaba en la

índole y el carácter de aquella raza. Pero esto no era sino una

de tantas calumnias como se han escrito y se escriben para IX


cohonestar las injusticias; porque es muy antigua entre los ti-

ranos la práctica de considerar los efectos de su iniquidad

como razonables motivos para seguir ejerciéndola. El indio de

Haití, confiado y sencillo al recibir la primera visita de los La persecucion.


europeos, se hizo naturalmente arisco, receloso y disimulado

en fuerza de la terrible opresion que pesaba sobre él; y esta

opresion fué haciéndose cada dia más feroz, á medida que El espionaje de los indios no era un accident e anormal. que
se efectuara por virtud de consignas especiales, y sujeto a plan
los opresores iban observando los desórdenes morales que eran

la necesaria consecuencia de sus procedimientos tiránicos.

El indio á quien extenuaba el ímprobo trabajo de lavar oro

en los rios, guardaba cuidadosamente el secreto de los demás


u organizacion determinada. Era un hecho natural, instintivo,.
yacimientos auríferos que le eran conocidos, y aplicaba todo expontaneo, y no ha faltado quien supon;ga que estaba en la
indole y el caracter de aquella raza. Pero iesto no era sino una
su ingenio á hacer que permanecieran ignorados de sus codi

ciosos verdugos: si tenia hambre, estaba obligado á retinar

sus ardides para hurtar un bocado, á fin dé que el látigo no

desgarrara sus espaldas, en castigo de su atrevimiento y go-


de tantas calumnias como se han escrito y se escriben para
cohonestar las injusticias; porque es muy antigua ~ntre los ti-
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losina; y así aquella raza infeliz, de cuyo excelente natural

. ranos la practica de considerar los efectos de su iniquidad


habia escrito Colon que «no habia gente mejor en el mundo»,

degeneraba rápidamente, y se hacia en ella ley comun la hipo-


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cresía, la mentira, el robo y la perfidia. Cuando los cuerpos se

rendían á la fatiga y los malos tratamientos, ya las almas ha-


como razonables motivos para seguir ejerciendola. El indio de
Haiti, confiado y sencillo al recibir la primera visita de los.
europeos, se hizo naturalmente arisco, receloso y disimulado·
·en fuerza de la terrible opresion _que pesaba sobre el; y esta.
opresion fue haciendose cada dia mas fier9z, a medida que-
los opresores iban observando los des6rdtmes morales que eran
la necesaria consecuencia de sus procedimientos tiranic:os.
El indio a quien extenuaba el improbo trabajo de lavar Of(}
en los rios, guardaba cuidado~amente el secreto de los demas
yacimientos auriferos que le eran conociclos, y aplicaba todo
SU ingenio a hacer que permanecieran ignorados de SUS Codi
ciosos verdugos: si tenia hambre, estaba obligado a refinar
sus ardides para hurtar un bocado, a fin de" que el !<Higo no
desgarrara sus espaldas, en castigo de su atrevimiento y go-
losina; y asi aquella raza infeliz, de cuyo excelente natural
habia escrito Colon que «no habia gente mejor en el mundo»,
degeneraba ra.-pidamente, y se hacia en ella. ley comun la hipo-
cr~sia, la mentira, el robo y la perfidia. Cuando los cuerpos se
rendian a la fatiga y los malos tratamientos, ya las almas ha·
Ongma_I from
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E:\"RIQUILLO 35
ENRIQUILLO . 35

bian caido en la más repugnante abyeccion. Tanto puede la

inexorable ferocidad de la codicia.


bian caido en la mas repugnante abyeccion. Tanto puede la
Los recientes sucesos de Jaragua, al refugiarse Guaroa en
inexorable ferocidad de la codicia.
Los r~cientes sucesos de Jaragua. al reflllgiarse Guaroa en
las montañas, habian aguzado, como era consiguiente, la pre-

disposicion recelosa de los indios. Ningun movimiento de los

españoles, ninguna circunstancia por leve é insignificante que

fuera, pasaba inadvertida para su atenta y minuciosa obser-


las montafias, habian aguzado, como era consiguiente, la pre-
vacion. Desde las riberas del litoral marítimo donde tenian su
disposicion recelosa de los indios. Ningun movimiento de los
espafioles, ninguna circunstancia por leve €~ insignificante que
asiento los establecimientos y nuevas poblaciones fundadas

por los conquistadores, hasta el riñon más oculto de las mon

tañas donde se albergaba el cacique fugitivo, los avisos fun-

cionaban sin interrupcion, como las mallas de una densa red;


fuera, pasaba inadvertida para su atenta y minuciosa obser-
partiendo del naboria que con aire estúpido barría la casa del
vacion. Desde las riberas del litoral maritimo donde tenian su
gefe español, y corriendo de boca en boca por un cordon per

fectamente continuado de escuchas y mensageros; del agua-


asiento los establecimientos y nuevas poblaciones fundadas
dor al leñador, del leñador al indio viejo y estropeado, que

cultivaba al pié de la montaña un reducido conuco; y del indio


por los conquistadores, hasta el rifion mas oculto de las mon ·
viejo á todos los ámbitos del territorio.

tafias donde se albergaba el cacique fugiti.vo, los avisos fun-


Esto hacia que la faena impuesta por Ovando á Diego Ve-

lázquez ofreciera en realidad más dificultades de las que á cionaban sin i.nterrupcion, como las mallas de una densa red;
primera vista podían esperarse. El capitan español llevaba

por instrucciones capturar ó matar á Guaroa á todo trance,


partiendo del naboria que con aire estupido barria la casa del
debiendo recorrer las montañas con el ostensible propósito de

reorganizar el servicio de los tributos, interrumpido y trastor-


gefe espafiol, y corriendo de boca en boca por un cordon per
nado por la muerte trágica de los caciques. Mientras que la fectamente continuado de escuchas y mensageros; del agua-
dor al lefiador, del lefiador al indio viejo y estropeado, que
hueste española hacia el primer alto á la entrada de los desfi-

laderos de la Silla, la noticia de su expedicion cundia con ra-


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pidez eléctrica por todas partes, y llegaba á los oidos del pru-

cultivaba al pie de la monta:fia un reducido conuco; y del indio


viejo a todos los ambitos del territorio.
dente y precavido Guaroa, en la mañana del dia siguiente. El

gefe indio, que habia fijado su residedcia en la ribera del lago


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Esto hacia que la faena impuesta por Ovando a Diego Ve-


más distante del camino real, se aprestó inmediatamente á re-

cibir y aposentar los fugitivos que desde el mismo dia, se-

gun las órdenes é instrucciones que de antemano habia comu-

nicado á su gente, no podían ménos de comenzar á afluir en


lazquez ofreciera en realidad mas dificult:ades de las que a
derredor suyo. Como se vé, el plan de campaña de los indios
primera vista podian esperarse. El capitan espafiol llevaba
por instrucciones capturar 6 matar a Guaroa a todo trance,
tenia por base principal la fuga; y no podia ser de otro modo,

tratándose de una poblacion inerme y aterrada por recientes

debiendo recorrer las montafias con el ostensible prop6sito de


reorganizar el servicio de los tributos, interrumpido y trastor-
nado por la muerte tragica de los caciques. Mientras que la
hueste es-pafi.ola hacia el primer alto a la entrada de los desfi-
laderos de la Silla, la noticia de su expedicion cundia con ra·
pidez electrica por todas partes, y llegaba ~i los oidos del pru-
dente y precavido Guaroa, en la mafiana del dia siguiente. El
gefe indio, que habia fijado su residedcia en la ribera del Jago
mas distante del camino real, se aprest6 inmediatamente a re-
cibir y aposentar los fugitivos que desde el mismo dia, se-
gun las 6rdenes e instrucciones que de antemano habia comu-
nicado a su gente, no podian menos de comenzar a afiuir en
derredor suyo. Como se ve, el plan de campafia de los indios
tenia por base principal la fuga; y no podia ser de otro modo ,
tratandose de una poblacion inerme y ater:rada por recientes
Original trom
..
~

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·~··

36 LEYEXDA HIST6RICA
36 LEYENDA HISTÓRICA

ejemplares. Despues de diez arlos de experiencia, los indios

ejemplares. Despues de diez afios de experiencia, los indios


de la Espanola, a pesar de su ingenito valor, no podian proce·
de la Española, á pesar de su ingénito valor, no podian proce-

der absolutamente como salvajes sin nocion alguna suficiente

der absolutamente como salvajes sin nocion alguna suficiente


para comparar sus débiles fuerzas con las de sus formidables

enemigos. El periodo de combatir dando alaridos y ofrecién-

dose en muchedumbre compacta al hierro, al fuego de la ar-

cabucería y á las cargas de caballería de los españoles, habia


para comparar sus debiles fuerzas con las de sus formidables
pasado con los primeros años de la conquista, y su recuerdo
enemigos. El periodo de combatir dando alaridos y ofrecien·
luctuoso servia esta vez para hacer comprender á Guaroa que

debia evitar en todo lo posible los encuentros, y fiar más bien


dose en muchedumbre compacta al hienro, al fuego de la ar-
su seguridad al paciente y penoso trabajo de huir con rapidez

de un punto á otro, convirtiendo sus súbditos en tribu nómade


cabuceria y a las cargas de caballeda de los espafioles, babia
y trashumante, y esperándolo todo del tiempo y del cansancio
pasado con los primeros afios de la conquista, y su recuerdo
luctuoso servia esta vez para hacer comprender a Guaroa que
de sus perseguidores.

No quiere esto decir que estuviera enteramente excluido el

combate de los planes de Guaroa; nó. Él estaba resuelto á com-

batir hasta el último aliento, y de su resolucion participaban


debia evitar en todo lo posible los encuentros, y fiar mas bien
todos ó los más de sus indios; pero solamente se debia llegar á

su seguridad al paciente y penoso trabajo de huir con rapidez


de un punto a otro, convirtiendo sus subditos en tribu n6made
las manos cuando no hubiera otro recurso; ó cuando el descui-

do ó la fatiga de los españoles ofreciera todas las ventajas

apetecibles para las sorpresas y los asaltos. Fuera de estos ca-

sos, la estratégia india, como la de todos los grandes capita


y trashumante, y esperandolo todo del tiempo y del cansancio
nes que han tenido que habérselas con fuerzas superiores, de-

de sus perseguidores.
bia consistir en mantenerse fuera del alcance de los enemigos,

miéntras llegara el momento más favorable para medirse con No quiere esto decir que estuviera enteramente excluido el
combate de los planes de Guaroa; n6. El estaba resuelto a com·
ellos. Los extremos siempre se confunden, y la última palabra

de la ciencia militar llegará á ser probablemente idéntica al


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impulso más rudimentario del instinto natural de la propia

batir basta el ultimo aliento, y de su resolucion participaban


conservacion.

Segun lo habia supuesto el caudillo indio, al caer la tarde todos 6 los mas de SUS
.
indios; pero solamente
.
Se debia llegar a
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las manos cuando no bubiera otro recurso; 6 cuando el descui·


del mismo dia de la entrada de Velázquez en los desfiladeros

comenzaron á llegar al Lago Dulce los principales moradores

de las montañas, con sus deudos y amigos más aptos para las

agitaciones y los azares de la vida errante que iban á empren-


do 6 la fatiga de los espafi.oles ofreciera todas las ventajas
der, y muchos de ellos acompañados de sus mugeres é hijos.
apetecibles para las ~orpresas y · los asaltos. Fuera de estos ca.-
sos, la estrategia india, como la de todos los grandes capita·
Guaroa les dió albergue en un extenso guanal, á corta distan-

cia del lago, donde con poco trabajo quedaron improvisadas

nes que han tenido que haberselas con fuerzas superiores. de-
bia consistir en mantenerse fuera del alcance de los enemig·os,
mientras llegara el momento mas favorable para medirse con
ellos. Los extremos siempre se confunden, y la ultima palabra
de la ciencia militar llegara a ser probableinente identica al
impulso mas rudimentario del instinto natural de la propia
conservacion.
Segun lo habia supuesto el caudillo indio, al caer la ·tai;de
del tnismo dia de la entrada de Velazquez en los desfilade1·os
comenzaron a llegar al Lago Dulce los principales moradores
de las montafias, con sus deudos y amigos mas aptos para las
agitaciones y los azares de la vida errante que iban a empren-
der, y mucbos de ellos acompaii.ados de sus mugeres e hijos.
Guaroa les di6 albergue en un extenso gu:anal, a corta distan-
cia del Iago, donde con poco trabajo quedaron improvisadas
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EXRIQUILLO 37
ENRIQUILLO 37

espaciosas y abrigadas viviendas, cubiertas de guano (13), cu-

yos troncos redondos y derechos tienen cierta semejanza con


espaciosas y abrigadas viviendas, cubiertas de guano ( 13), cu-
las esbeltas columnas de que tan feliz uso ha sabido hacer la yos troncos redondos y derechos tienen cierta sem~janza con
las esbeltas columnas de que tan feliz uso ha sabido hacer la
arquitectura árabe. Allí pudo admirarse la prevision del que

eligió aquel sitio como punto de reunion general. Los mante-

nimientos y variedad de víveres enriquecían toda la ribera del

azulado y vistoso lago. Sus tranquilas aguas, si no eran las


arquitectura arabe. Alli pudo admirarse la prevision del que
más puras y gustosas al paladar, ofrecian en cambio fácil y
eligi6 aquel sitio como pun to de reunion g:eneral. Los mante-
abundante pesca; mientras que contra las exigencias de la sed,

multitud de fuentecillas y manantiales brindaban sus límpidas


nimientos y variedad de viveres enriqueciain toda la ribera del
y refrigerantes corrientes, deslizándose por en medio de deli-

ciosos vergeles naturales, en los que confundían y estrechaban


azulado y vistoso Iago. Sus tranquilas ag uas, si no eran las
sus caprichosos lazos, en agraciado consorcio, lozanas enreda
mas puras y gustosas al paladar, ofrecian en cambio facil y
deras silvestres cuya pomposa florescencia engalanaba los ar-

bustos con variados y brillantes matices, y donde al pasar el


abundante pesca; mientras que contra las exigencias de la sed,
áura apacible embalsamaba su aliento con los perfumes roba-

dos á las yerbas aromáticas.


multitud de fuentecillas y manantiales brindaban sus limpidas
Diego Velázquez penetró en la sierra, y pronto echó de ver

y refrigerantes corrientes, deslizandose por en medio de deli-


la soledad y-el abandono que reinaban, á su rededor: pocos in-

dios, los más ancianos, los inválidos y algunas horribles mu- ciosos vergeles naturales, en los que confundian y estrechaban
sus caprichosos Jazos, en agraciado consorcio, lozanas enreda·
geres eran los ejemplares que de la raza se ofrecian á su vista.

No era la primera vez que él visitaba la montaña, adonde le

habian conducido anteriormente comisiones importantes, como

la de percibir los tributos, y persuadir á los indios á formar


deras silvestres cuya pomposa fiorescencia engalanaba los ar-
caseríos ó poblados, renunciando á su vida aislada y huraña. bustos con variados y brillantes matices, y donde al pasar el
aura apacible embalsamaba su aliento con los perfum'e s roba-
En esta diligencia habia obtenido lisonjeros resultados, que

hacían honor á su talento y su destreza para tratar con aque-


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llos indígenas. Tenia entre ellos algunos conocidos con quie-

nes habia ejercido actos de bondad, y que le demostraban


dos a las yerbas aromaticas.
siempre gratitud y cariño. Pero en vano buscó, indagó y pre-
Dieg? Velazquez penetr6 en la sierra, y pronto ech6 de Yer
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la soledad y~ el abandono que reinaban, a su rededor: pocos in-


guntó por algunos de sus colombroños (14), que así solia lla-

mar familiarmente á los que para significarle amor y adhesion

tomaban su nombre; costumbre muy comun entre aquellos na-

turales. Todos huian de su vista cuidadosamente; y es muy


dios, los mas ancianos, los invalidos y aJgunas horribles mu-
probable que miéntras Velázquez abrumaba con preguntas

geres eran los ejemplares que de la raza se ofrecian a su vista.


inútiles al indio viejo que apáticamente fumaba su iúbano sen-

tado á la puerta del bohío, el individuo cuyo paradero investí'


No era la primera vez que el visitaba la montafia, adonde le
habian conducido anteriormente comisiones importantes, como
la de percibir los tributos, y persuadir a los indJ.os a formar
caserios 6 poblados, renunciando a su vida aisJada y hurafia.
En esta diligencia habia obtenido lisonjeros resultado~, que
hacian honor a su talento y su destreza paira tratar con aque-
llos indigenas. Tenia entre ellos aJgunos conocidos con quie-
nes habia ejercido actos de bondad, y que le demostraban
siempre gratitud y carifio. Pero en vano bu1sc6, indag6 y pre-
gunt6 por algunos de sus colombroiios (14), que asi solia lla-
mar familiarmente a los que para significarle amor y adhesion
tomaban su nombre; costu~bre muy comun entre aquellos na-
turales. Todos huian de su vista cuidados amente; y es muy
probable que mientras Velazquez ab.rumaba con preguntas
imitiles al indio viejo que apaticamente fum.aba su tubano sen-
tado a la puerta del bohio, el individuo cuyo paradero investi-
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38 LEYEl\'DA HIST6RICA
38 LEYENDA HISTÓRICA

gaba con tanto ahinco el capitan español, estuviera mirándolo

gaba con tanto ahinco el c~pitan espafiol, estuviera mirandolo


y oyéndolo desde su escondite en la vecina arboleda.

Esta exploracion infructuosa duró un mes: los escasos ha-


y oyendolt> desde su escondite en la vecina arboleda.
bitantes con quienes tropezaba Velázquez parecía que se ha-

bian dado el santo y seña para responder de un modo invaria-


Esta exploracion infructuosa dur6 un mes: los escasos ha-
ble: todos hacían el papel de estúpidos; hablaban maquinalmen-

te, y con absoluta incoherencia, de lo que les era preguntado. Si


bitantes con quienes tropezaba Velazquez parecia que se ha-
alguna vez se conseguía por escepcion topar con un sér media- bian dado el santo y sefia para responder de un modo invaria-
ble: todos hacian el papel de estupidos; hablaban maquinalmen-
namente razonable, sus respuestas producían mayor confu-

sion: decia que la gente estaba en el trabajo; que la habian

dejado atrás, muy léjos; que iba á venir, que la esperaran has-

ta la noche; y cuando ésta llegaba y la gente nó, se mostraba


te, y con absol.u ta incoherencia, de lo que les era preguntado. Si
el informante muy maravillado; se ofrecía á conducir los es-
alguna vez se conseguia por escepcion topar con un ser media·
namente razonable, sus respuestas producian mayor confu-
pañoles al lugar del trabajo, y en la primera hondonada, ó en

la espesura que le parecía á propósito, se ocultaba y evadía

como si fuera espíritu puro, dejando á los españoles extravia-

dos en la oscuridad, ó entretenidos en cojer maiz y raices ali-


sion: decia que la gente estaba en el trabajo; que la habian
menticias que abundaban en los cultivos abandonados de toda
dejado atras, muy lejos; que iba a venir, que la esperaran has-
aquella parte de la sierra.

Alguna vez tomaban la precaucion de atar al guia, y ame-


ta la noche; y cuando esta llegaba y la gente n6, se mostraba
nazarle con palos ó con la muerte si cometía algun engaño ó

el informante muy maravillado; se ofrecia a conducir loses-


en
trataba de escaparse; pero todo era inútil: llegaban despues

de mil fatigas á un lugar tan solitario como los demás, y allí

pafiolts al lugar del trabajo, yen la primera hondonada, 6


la espesura que le parecia a prop6sito, se ocultaba. y evadia
se detenia el indio diciendo:—aquí los dejé; yo creia que aquí

estaban;—ó cosa parecida. No se podia obtener mayor luz, ni

por buenas ni por malas; comenzaban á menudear los palos

sobre el testarudo guia, sin conseguir arrancarle un suspiro;


como si fuera espiritu puro, dejando a los espafioles extravia-
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y algunos habia tan constantes y sufridos, que morían á gol-

dos en la oscuridad, 6 entretenidos en cojer maiz y raices ali-


pes, y no volvían á proferir una sola palabra. El capitan se

desesperaba con el escaso fruto que iba produciendo su expe- menticias que abundaban en los cultivos abandonados de toda
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dicion, y solo una cosa veia en la sorprendente conducta de los

montañeses: que la inspiraba el miedo, efecto de la ejecucion


aquella parte de la sierra.
de Jaragua. Era evidente que los indios huían y se ocultaban

por terror, abandonando cuanto tenian y atentos á resguardar


Alguna vez tomab~n la precaucion de atar al guia, y ame-
solamente las vidas.
nazarle con palos 6 con la muerte si cometia algun engafio 6
trataba de escaparse; pero todo era inutiil: llegaban despues
Sea por piedad ó por política, esta conclusion de Diego Ve-

lázquez le indujo á poner en práctica procedimientos más re-

de mil fatigas a un lugar tan solitario como los demas, y alli


se detenia el indio diciendo:-aqui los deje; yo creia que aqu{
estaban; -6 cosa parecida. No se podia obtenei· mayor luz, ni
por buenas ni por malas; comenzaban a menudear los palos
sobre el testarudo guia, sin conseguir anrancarle un suspiro;
y algunos habia tan constantes y sufridos, que morian a gol·
pes, y no vol vian a proferir una sola palabra. El ca pi tan se
desesperaba con el escaso fruto que ·iba produciendo su expe-
dicion, y solo una cosa veia en la sorprendente conducta de los
montafieses: que la inspiraba el miedo, efecto de la ejecucion
de Jaragua. Era evidente que los indios huian y se ocultaban
por terror, abandonando cuanto tenian y atentos a resguardar
s olamente las vidas.
Sea por piedad 6 por politica, esta conclusion de Diego Ve-
lazquez le indujo a poner en practica procedimientos mas re-
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ENRIQUILLO 39
ENRIQUILLO , 39

flexivos y humanitarios. Trató indistintamente bien á todos los


flexivos y humanitarios. Trat6 indistintamente bien a todos los
naturales que pudo haber á mano; los agasajó y procuró inspi- naturales que pudo haber a mano; los agasaj6 y procur6 inspi-
rarles confianza en medio de los espafiole:s: si alguno se ofre-
rarles confianza en medio de los españoles: si alguno se ofre-

ció á servirle de guia lo dejó en absoluta libertad, dando órden

de que le permitieran escapar sin perseguirle ni alborotarle,

si tal era su voluntad. Por último, prodigaba sus ámplias botas


ci6 a servirle de guia lo dej6 en absoluta libertad, dando 6rden
de vino andaluz, de que andaba bien- provisto, dando á gustar
de que le permitieran es.c apar sin perseguirle ni alborotarle,
«1 generoso licor á los pobres ancianos, que no tardaban en

aficionársele de veras, merced á este mágico estimulante; y así,


si tal era SU voluntad. Por ultimo, prodiga1ba SUS amplias botas
al cabo de una semana de estar practicando tan benévolo sis-

tema, Velázquez forzaba en sus últimos atrincheramientos la


·de vino andaluz, de que andaba bien· provisto, dando a gustar
estudiada reserva de sus cuotidianos convidados.

el generoso licor a los pobres ancianos, que no tardaban en


Uno de aquellos montañeses,—el que más idiota parecía al

principio,—llegó un dia á embriagarse con las repetidas liba-


aficionarsele de veras, merced a este magico estimulante; y asi,
ciones, y dió suelta á la entumecida lengua. Velázquez apro-

vechó diestramente el momento, y arrancó al avinado habla-


al cabo de una semana c1e estar practicando tan· benevolo sis·
dor cuantas noticias é indicaciones le hacían falta. Cuando el

tema, Velazquez forzaba en SUS ultimos atrincheramientos la


indio llegó á rendirse al sueño báquico, ya el capitan español

sabia el paradero de Guaroa y de su tribu. Inmediatamente estudiada reserva de sus cuotidianos conv1ldados.
Uno de aquellos montafieses,-el que mtas idiota parecia al
dispuso la marcha para esa misma noche.

Al anochecer volvió el viejo en su acuerdo; recapacitó sobre

su funesta indiscrecion, y llamando sin demora á un muchacho

hijo suyo, acostumbrado sin duda á tales comisiones, lo despachó


principio,-lleg6 un dia a e!Ilbriagarse con las repetidas liba-
por en medio de los bosques y al favor de las tinieblas, llevan-
ciones, y di6 suelta a la entumecida lengua. Velazquez apro-
vech6 diestramente el momento, y arranc6 al avinado habla-
do á Guaroa el aviso de que los españoles iban á caer sobre él.

Fué forzoso abandonar apresuradamente las hospitalarias

riberas del Lago Dulce, que por lo poco accidentadas eran de

dor cuantas noticias e indicaciones' le hac:iari. falta. Cuando el


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fácil acceso paralos caballos, el elemento de guerra más te-

mido por los indios. Una escarpada montaña, casi cortada


indio lleg6 a rendirse al suefio baquico, ya el capitan espafiol
perpendicularmente por la naturaleza, y cuya cima estaba

sabia el paradero de Guaroa y de su .tribu. Inmediatamente


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siempre envuelta en un velo de nubes, fué el sitio escojid'o por

Guaroa para mudar su campo. Esta fortaleza natural solo te-

nia un descenso practicable, aunque sumamente disimulado


<lispuso la marcha para esa misma noche.
por la maleza, del lado Sud'Oeste, y daba paso por un angosto

Al anochecer volvi6 el viejo en su (lCUerdo; recapacit6 sobre


y profundo barranco hasta el pié de otra montaña contigua,

no ménos fragosa y abrupta que la que podemos llamar segun-


su fun es ta indiscrecion, y llamando sin demora a un muchacho
do campamento de Guaroa.

hijo suyo, acostumbrado sin duda a tales con1isiones, lo despach6


por en medio de los bosques y al favor de las tinieblas, llevan-
<lo a Guaroa el a viso de que los espafioles iban a caer sobre el.
Fue forzoso abandonar apresuradamente las hospitalarias
riberas del Lago Dulce, que por lo poco accidentadas eran de
facil acceso para los caballos, el elemento de ,guerra mas te-
mido por los indios. Una escarpada montafia, casi cortada
pcrpendicularmente por la naturaleza, y cuya cima estaba
siempre envuelta en un velo de nubes, fue el sitio escojid'o por
Guaroa para mudar su c;:ampo. Esta fortaleza natural solo te-
nia un descenso practicable, aunque sumtamente disimulado
por la maleza, del lado Sud-Oeste, y daba paso por un angosto
y profundo barranco hasta el pie de otra montafia contigua,
no menos fragosa y abrupta que la que podemos Hamar segun-
do campamento de Guaroa.

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40 LEYE.NDA HIST6RICA
40 LEYENDA HISTÓRICA

Cuando Velázquez llegó á la orilla del Lago Dulce halló los

Cuando Velazquez lleg6 a la orilla del Lago Dulce hall6 los


vestigios de la reciente presencia de los indios, y no pudo me-

nos de admirar la previsora inteligencia con que aquellos infe- vestigios de la reciente presencia de los indios, y no pudo me-
lices habian elejido aquel pintoresco y ventajoso refugio. Has

ta se arrepintió por un buen movimiento involuntario de su


nos de admirar la previsora inteligencia con que aquellos infe-
alma, de haberles perturbado en su pacífico retiro. Como que

por lo visto solo se trataba de perseguir á pobres fugitivos age-


lices habian elejido aquel pintoresco y ventajoso refugio. Has
nos á todo pensamiento de agresion, dormia en los españoles esa
ta se arrepinti6 por un buen movimiento involuntario de su
alma, de haberles perturbado en su pacifico retiro. Como que ·
fiebre de exterminio que solia despertarse con trágico fraca-

so desde que recelaban cualquier intento sanguinario contra

su existencia. Y por tanto, seguían la pista á los indios, estimuJ

lados más bien por el deber y por el amor propio, y dando rien
por lo visto solo se trataba de perseguir a pobres fugitivos age-
da á su espíritu aventurero, que ganosos de derramar la san-
nos a to do pensamiento de agresion, dormia en los espafioles esa
gre de los que casi era un sarcasmo llamar rebeldes. Así, desde

que llegaron al guanal del Lago y se hallaron agradablemente


fiebre de exterminio que solia despertarse con tragico fraca-
instalados, Velázquez quiso descansar unos dias en tan bellos

sitios, y se limitó á enviar diariamente pequeñas rondas de ex-


so desde que 'recelaban cualquier intento sanguinario contra
ploradores á las montañas vecinas.

su existencia. Y por tanto, seguian la pista a los indios, estimuJ


La que ocupaba Guaroa con su gente solo era adecuada

para servir como reducto de guerra; pero á esta única ventaja lados mas bien por el deber y por el amor propio, y dando rien
se habia limitado con aquella mole escarpada el favor de la

Naturaleza. Los depósitos de agua potable en los canjilones de


da a su espiritu aventurero, que ganosos de derramar la san·
la granitica meseta eran reducidos y escasos. No habia allí

sembrados ni cultivos de ninguna especie, y en dos ó tres días


gre de los que casi era un sarcasmo llamar 1·ebeldes. Asl. desde
quedaron consumidos los víveres que se habian llevado del que llegaron al guanal del Lago y se halla:ron agradablemente
instalados, Velazquez quiso descansar unos diets en tan hellos
Lago, y las pocas frutas silvestres que se pudieron encontrar.

Desde entónces el hambre comenzó á hacerse sentir entre los


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refugiados de la inhospitalaria montaña; despacharon las mu-

jeres y los niños (escepto Guarocuya) á sus respectivas casas,


sitios, y se limito a en viar diariamente pequenas rondas de ex-
y fué preciso organizar cuadrillas de merodeadores que, bus-
ploradores a las montafias vecinas.
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La que ocupaba Guaroa con su gente solo era adecuada


cando el rumbo opuesto á la zona que ocupaban los enemigos,

fueron extendiendo gradualmente sus excursiones famélicas

hasta los valles del rio Pedernales, al Sur. Ignoraban que en

la embocadura de este rio se hallaba apostado hacia poco tiem-


para servir como reducto de guerra; pero a esta unica ventaja
po, con el fin de vigilar y custodiar aquella costa, un destaca-
se habia limitado con aquella mole escarpada el favor de la
mento español, cuyos ociosos soldados tambien vivían del

merodeo por los alrededores. Un dia, á tiempo que los explo-


Naturaleza. Los dep6sitos de agua potable en los canjilones de
la granitica meseta eran reducidos y · escasos. No habia alli
sembrados ni cultivos de ninguna especie ., y en dos 6 tres dias
quedaron consumidos los viveres que se: habian llevado del
Lago, y las pocas frutas silvestres que se pudieron encontrar.
Desde ent6nces el hambre comenz6 a hac:erse sentir entre los
ref ugiados de la inhospitalaria montafia; despacharon las mu-
geres y los nifios (escepto Guarocuya) a sus respectivas casas,
y fue preciso organizar cuadrillas de merodeadores que, bus-
cando el rumbo opuesto a la zona que ocupaban los enemigos,
fueron extendiendo gradualmente sus excursion es f amelicas
hasta los valles del rio Pedernales, al Sur. Ignoraban queen
la embocadura de este rio se hallaba apost:ado hacia poco tiem-
po, con el fin de vigilar y custodiar.aquell!a costa, un destaca-
mento espafiol, cuyos ociosos soldados tambien vivian del
m erodeo por los alrededores. Un dia, a tiempo que los explo-
Original trom
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ENRIQUILLO 41 .
ENRIQUILLO 41

radores de Guaroa, en número de ocho, despojaban un lozano


radores de Guaroa, en numero de ocho, despojaban un lozano
maizal de sus rubias mazorcas, se vieron rodeados de repente

maizal de sus rubias mazorcas, se vieron rodeados de repente


por varios soldados españoles, los cuales lograron aprisionar

á tres de los indios: los demás emprendieron la fuga para sus


por varios soldados e.spanoles, los cuales lograron aprisionar
montañas, y los presos son conducidos á la presencia de un

anciano capitan español que los trata benignamente, les inspira


a tres de }OS indios: los demas emprendieron la fuga para SUS
confianza, é interrogándoles con destreza llega á adquirir todos

montanas, y los presos son conducidos a la presencia de un


los datos necesarios para saber el paradero de Guaroa y el gé-

nero de vida que llevaba con su gente. Al saber que los fugi- anciano capitan espanol que los trata benignamente, les inspira
tivos eran en tan crecido número, el oficial español se alarma

vivamente, y presuroso acude, con la mayor parte de sus sol-


confianza, e interrogandoles con destreza llega A adquirir todos
dados y conducido por los indios prisioneros al través de los

los datos necesarios para saber el paradero de Guaroa y el ge-


montes, á participar su descubrimiento á Diego Velázquez.

No tarda el gefe español en emprender operaciones activas nero de vida que llevaba con su gente. Al saber que los fugi·
tivos eran en tan crecido numero, el oficial espanol se alarma
para sojuzgar ó destruir aquellos indios alzados. Su tropa, di-

vidida en tres destacamentos, penetra por distintas partes en

la sierra, llevando por objetivo la escarpada montaña que sir-

ve de asilo á Guaroa.
vivamente, y presuroso acude, con la mayor parte de sus sol-
Pero la vigilancia de este caudillo provee á la defensa con
dados y conducido por los indios prisioneros al traves de los
montes, a participar SU descubrimiento a Diego Velazquez·.
una oportunidad y buen concierto admirables. No bien comien-

zan á subir los soldados españoles por la áspera eminencia,

cuando una lluvia de gruesas piedras derriba á varios de ellos

sin vida; tres veces acometen denodados, y otras tantas rue-


No tarda el gefe espanol en em pr ender operaciones activas
dan revueltos con enormes rocas por aquella empinada ladera.
para sojuzgar 6 destruir aquellos indios alzados. Su tropa, di-
Esta defensa se hacia en absoluto silencio por parte de los

indioá: su gefe así lo habia ordenado; pero el aviso de que por


vidida en tres destacamentos, penetra por distintas partes en
otro lado de la montaña se presentaban nuevos enemigos puso

la sierra, llevando por objetivo la escarpada montana que sir·


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la consternacion en los ánimos, y prorrumpieron en lastimeras

exclamaciones.
ve de asilo a Guaroa.
Pero la vigilancia de este caudillo provee a la defensa con
Solícito Guaroa acude á todos; los exhorta á la esperanza;
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los tranquiliza, y les señala el punto de retirada que su previ-

sion ha reservado para el trance final, y que los enemigos ig-

noran. Esto restituye el ánimo á sus hombres, que vuelven á


una oportunidad y buen concierto admirables. No bien comien-
la lucha á tiempo de rechazar el asalto simultáneo de los es-

zan a subir los soldados espanoles por la aspera eminencia,


pañoles, y lo consiguen una vez más.

Las sombras de la noche vienen á terminar aquella jorna- cuando una lluvia de gruesas piedras derriba a varios de ellos
da, y á su favor los indios operan su retirada por el barranco,

sin vida; tres veces acometen denodados, y otras tantas rue-


dan revueltos con enormes rocas por aquella empinada ladera.
Esta defensa se hacia en absoluto silencio por parte de los ·
indio~: su gefe asi lo habia ordenado; pero el a viso de que por
otro lado de la montana se presentaban nuevos enemigos puso
la consternacion en los animos, y prorrumpieron en lastimeras
exclamaciones.
Solicito Guaroa acude a todos; los exhorta a la esperanza;
los tranquiliza, y lessen.ala el punto de retirada que 's u previ-
sion ha .reservado para ·el trance final, y que los enemigos ig-
noran. Esto restituye el animo a sus hombres, que vuelven a
la lucha a tiempo de rechazar el asalto simultaneo de los es·
pan.oles, y lo consiguen una vez mas.
Las sombras de la noche vienen a term.inar aquella jorna·
da, y a su favor los indios operan su retiracla por el barranco,

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42 LEYEXDA H~STORICA
42 LEYENDA HISTÓRICA

internándose en las vecinas montañas. Al amanecer del dia


internandose en las vecinas montaftas. Al amanecer del dia
siguiente, Diego Velázquez ordena nuevamente el asalto de

las posiciones disputadas la víspera, y esta vez, sin más resis-


siguiente, Diego Velazquez ordena nuevamente el asalto de
tencia que la opuesta por los obstáculos naturales de la áspera

subida, llega á la cumbre de la montaña, quedándose estupe-


las posiciones disputadas la vispera, y esta vez, sin mas resis-
factos los agresores al encontrar su altiplanicie en la más com-
tencia que la opuesta por los obstaculos naturales de la aspera
subida, llega a la cumbre de la montafta 1, quedandose estupe-
pleta soledad.

Contraste.

Muchos dias de activas pesquisas son necesarios para lle-


factos los agresores al encontrar su altjplanicie en la mas com-
gar á descubrir el nuevo paradero de los indios: otros tres asal-

pleta soledad.
tos con igual éxito resiste Guaroa, y logra evadirse con todos

los suyos como la primera vez

Pero no consiguen escapar de igual modo á la persecucion,

cada vez más apremiante y activa, del hambre. Entre aquellas

x
breñas hay pocas siembras: las frutas silvestres, el mamey, la

guanábana, la jagua y el cacheo escasean de más en más; las

hutías é iguanas (15) no bastan á las necesidades de la tribu,

y es preciso buscar otra comarca más provista de víveres, ó

morir.

El gefe indio no vacila: los merodeadores que pocos dias


Contraste.
ántes habian logrado huir de las manos de los españoles en el

campo de maiz, en las inmediaciones del rio Pedernales, reci-


Muchos dias de activas pesquisas son necesarios para lle-
gar a descubrir el nuevo paradero de losindios: otros tres asal-
ben órden de ir á explorar aquel mismo contorno, para deter-

minar el punto preciso que ocupan los conquistadores en esa

parte de la costa, y el número de sus soldados.

Las prudentes instrucciones de Guaroa, fielmente ejecuta-


tos con igual exito resiste Guaroa, y logra evadfrse con todos
los suyos como la primera vez
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das, dan por resultado el regreso feliz de los exploradores al

Pero no consiguen escapar de igual modo a la persecucion,


cabo de tres dias: hácia la boca del rio, segun lo que refieren,

los españoles tienen una guardia como de veinte hombres: de


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éstos una ronda de ocho individuos sale todas las mañanas á

recorrer los contornos; pero al anochecer regresan á su cuartel


cada vez mas apremiante y activa, del ha1nbre. Entre aquellas
para pasar la noche todos reunidos.
brefias hay pocas siembras: las frutas silvestres, el mamey, la
.'

guanabana, la jagua y el cacheo escasean de mas en mas; las


huUas e iguanas (15) no bastan a las necesidades de la tribu,
y es preciso buscar otra comarca mas provista de viveres, 6
monr.
El gefe indio no vacila: los merodeadores que pocos dias
antes habian logrado huir de las manos de los espafiole~ en el
campo de maiz, en las inmediaciones del rio Pedernales, reci-.
ben 6rden de ir a explorar aquel mismo ~ontorno, para deter-
minar el punto preciso que o~upan los conquistadores en esa
parte de la costa, y el numero de sus soldados.
Las prudentes instrucciones de Guaroa, fielmente ejecuta-
das, dan por resultado el regreso feliz de los exploradores al
cabo de tres dias: hacia la boca del rio, segun lo que refieren,
los espafioles tienen una guardia como de veinte hombres: de
estos una ronda de ocho individuos sale todas las mananas a
recorrer los con tornos; pero al anochecer regresan a su cuartel
para pasar la noche todos reunidos.
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ENRIQUILLO 43
ENRIQUILLO 43

El campo indio se puso en marcha aquella misma tarde con


El campo indio se puso en marcha aquell:a misma tarde con
direccion a los maizales, adonde llegaron hacia la media noche.
direccion á los maizales, adonde llegaron hácia la media noche.

El maiz fué brevemente cosechado hasta no quedar una ma-

zorca; y los indios, cargados de provision para algunos dias,

volvieron á internarse en las montañas, hácia el Este de Pe-


El maiz fue brevemente cosechado hasta ri~o quectar una ma·
dernales, aunque acamparon mucho más cerca de las siembras
zorca; y los indios, cargados de provision para algunos dias,
volvieron a internarse en las montafias, b<:ltcia el Este de Pe-
que cuando levantaron su campo de la víspera.

La ronda española echó de ver el despojo al dia siguiente.

Los pacíficos indios del contorno, interrogados por los españo-

les sobre la desaparicion del maiz, no sabian qué responder, y,


<lernales, aunque acamparon mucho mas cerca de las siembras
en su afan de justificarse contra toda sospecha, ayudan á los

que cuando levantaron su campo de la vispera.


soldados á practicar investigaciones activas, que muy pron-

to hacen descubrir las huellas de los nómades nocturnos.


Laronda espafiola ech6 de ver el despojo al dia siguiente.
El oficial que tenia á su cargo el puesto de Pedernales des-

.pachó inmediatamente un correo á Diego Velázquez para ad-


Los pacificos indios del contorno, interrogados por los espafio·
vertirle lo que ocurría; pero este emisario, que era un natural

les sobre la desaparicion del maiz, no sabian que responder, y,


en su afan de justificarse ~ontra toda sospecha, ayudan a Jos
del país, tardó muchos dias en atravesar las montañas para

llegar al campamento de los españoles, de nuevo instalados en

soldados a practicar investigaciones activas, que muy pron·


las orillas del Lago.

Diego Velázquez habia regresado á este último sitio por

más fértil y cultivado, con su tropa diezmada, hambrienta y

to hacen descubrir las huellas de los n6mades nocturnos.


El oficial que tenia a SU cargo el puesto de Pedernales des-
extenuada por sus penosas marchas por aquellas casi inacce-

sibles alturas. Dió cuenta de su situacion á Ovando, que perma-

"pach6 inmediatamente un Correo a Diego Velazquez para ad-


necía en Jaragua, habiendo hecho al fin eleccion de sitio y tra-

zado el plan para la fundacion de la Villa de Vera Paz, á corta

distancia del Rio Grande, y en las faldas de la Silla. El buen

comendador creyó sin duda desagraviar la Magestad Divina


vertirle lo que ocurria; pero este emiEario, que era un natural
del pais, tard6 muchos dias en atravesar :las montafias para
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y descargar su conciencia del crimen de Jaragua, echando los

llegar al campamento de los espafioles , de nuevo instalados en


cimientos de una iglesia y un convento de frailes Francisca-

nos, al mismo tiempo que colocaba la primera piedra dela casa


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municipal de la futura villa, y ordenaba la construccion de

una fortaleza, que debia dominar la poblacion desde un punto


las orillas del Lago.
más escarpado, al Nordeste. .

Diego Velazquez habia regresado a este ultimo sitio por


En estas ocupaciones le halló la misiva de sutemente Diego

Velázquez, causándole extraordinaria indignacion la audacia


mas fertil y cultivado, con su tropa diezmada, hambrienta y
de los rebeldes indios. Mandó al punto reforzar con cincuenta

hombres al capitan español, y que fueran por mar á Pederna-


extenuada por sus penosas march as por aq uellas casi inacce·
sibles alturas. Di6 cuenta de su situacion a Ovando, que perma-
necia en jaragua, habiendo hecho al fin elec:cion de sitio y tra-
zado el plan para la furidacion de la Villa de Vera Paz, a corta
distancia del Rio Grande, yen las faldas de la Silla. El buen
comendador crey6 sin duda desagraviar la Magestad Divina
y descargar su conciencia del crimen de Jaragua, echando los
cimientos de una iglesia y un convento de frailes Francisca-
nos, al mismo tiempo que colocaba la primera piedra de la casa
municipal de la futura villa, y ordenaba la construccion de
una fortaleza, que debia dominar la poblacion desde un punto
mas escarpado, al Nordeste. .
En estas ocupaciones le hal16 la misiva de su teniente Diego
Velazquez, causandole extraordinaria indignacion la audacia
de los rebeldes indios. Mand6 al punto reforzar con cincuenta
hon1bres al capitan espafiol, y que fuera n por mar a Pederna·
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44 LEYENDA HIST6RICA
44 LEYENDA HISTÓRICA

les otros veinticinco, para que reunidos á la fuerza que allá

les otros veint1cmco, para que reunidos a la fuerza que alla


estaba, cooperáran enérgicamente á la nueva campaña que

Velázquez emprendería entrando en la sierra por el lado


estaba, cooperaran energicamente a la nueva campafia que
del Norte. Estas fuerzas van perfectamente equipadas, y pro

vistas de víveres, que se embarcan en la carabela destinada á


Velazquez emprenderia entrando en la sierra por el lado
la costa del Sur una parte, mientras que la otra acompaña al

<iel Norte. Estas fuerzas van perfectameute equipadas, y pro


vistas de viveres, que se embarcan en la carabela destinada a
destacamento de tierra, llevada en hombros de los indios de

carga.

Cuando todo estaba listo, y la carabela acababa de recibir su

cargamento, un hombre, jóven aun, de porte modesto al par


la costa del Sur una parte, mientras que la otra acompa:i'ia al
que digno y magestuoso, un español del séquito de Ovando, se

presentó en el alojamiento de éste. Al verle, el gobernador ma-


destacamento de tierra, llevada en hombros de los indios de
nifestó grata sorpresa y exclamó en tono familiar y afectuoso:
carga.
Cuando todo estaba listo, y la carabela acababa de recibir su
—Gracias á Dios, Licenciado, que os dejais ver despues de

tantos dias. ¿Ha pasado ya vuestro mal humor y tristeza? Mu-

cho lo celebraré.

El individuo tan benévolamente increpado contestó:


cargamento, un. hombre, joven aun, de porte modesto al par
—Dejemos á un lado, señor, mis melancolías: de este mal
que digno y magestuoso, un espa:i'ioJ. del sequito de Ovando, se
present6 en el alojamiento de este. Al verle, el gobernador ma·
solo puede curarme la conviccion de hacer todo el bien que

está á mi alcance á mis semejantes. Y pues que, loado sea Dios,

Vuestra Señoría está de acuerdo conmigo en que espiritual y

materialmente conviene atraer con amor y dulzura estos po-


nifesto grata sorpresa y exclam6 en tono familiar y afectuoso:
bres indios de Jaragua, que todavía andan llenos de terror

-Gracias a Dio.s, Licenciado, que OS dejais ver despues de


por los montes, más bien que continuar cazándoles como bes-

tias feroces, contra toda ley divina y todo derecho humano...


tantos dias. (Ha pasado ya vuestro mal humor y tristeza? Mu-
—¿Volveis á vuestro tema, señor Bartolomé? ¿Qué más que-

reis? Los indios meditaban nuestro exterminio; su inicua reina


cho lo celebrare.
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trata de adormecernos pérfidamente para que sus vasallos nos

El individuo tan benevolamente increpado contesto:


degüellen en el seno de su mentida hospitalidad; ¿y quisiérais

que hubiéramos tendido el cuello á los asesinos como mansos -Dejemos a un lado, senor, mis melancolias: de este mal
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corderos?

—Hablemos sériamente, señor: me parece que solo en chan-


solo puede curarme la conviccion de hacer todo el bien que
za podeis decir eso que decís; y esa chanza, cuando aun humean

las hogueras de Jaragua, es más cruel todavía que vuestro


esta a mi alcance a mis semejantes. Y pues que, loado sea Dios,
juego del herron, y el signo sacrilego de tocar vuestra venera Vuestra Se:i'ioria esta de acuerdo conmigo en que espiritual y
materialmente conviene atraer con amor y dulzura estos po-
para comenzar la matanza en aquella tarde funesta.

—Basta, señor las Casas,—dijo el Gobernador frunciendo

bres indios de Jaragua, que todavia andan llenos de terror


por los montes, mas bien que continuar cazandoles como bes·
tias feroces, contra toda ley divina y toCio derecho humano ...
-(Volveis a vuestro tema, se:i'ior Bartolome? (Que masque·
reis? Los indios meditaban nuestro exterminio; su inicua reina
trata de adormecernos perfidamente para. que sus vasallos nos
degiiellen en el s€no de su mentida hospitalidad; lY quisierais
que hubieramos tendido el cuello a los asesinos como mansos
corderos?
-Hablemos seriamente, senor: me parece que solo en chan-
za podeis decir eso que decis; y esa chanza, cuando aun humean
las hogueras de Jaragua, es mas cruel todavia que vuestro
juego del herron, y el signo sacrilego de tocar vuestra venera
para comenzar la matanza en aquella tarde funesta.
-Basta, se:i'ior las Casas,-dijo el Gobernador frunciendo
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ENRIQUILLO 45
,
ENRIQUILLO 45

el ceño;—os estais excediendo demasiado. Ya os he dicho que


el ceno;-os estais excediendo demasiado. Ya os he dicho que
me pesa tanto como á vos la sangre vertida, la severidad que

me pesa tanto como a vos la sangre vertida, la severidad que


he debido desplegar; pero si os hallaseis en mi puesto, a fe mia,
he debido desplegar; pero si os halláseis en mi puesto, á fé mia,

Licenciado, que haríais lo mismo.

Licenciado, que hariais lo mismo. · ..


Bartolomé de las Casas se sonrió, al oir esta suposicion, de

un modo original; el Gobernador pareció advertirlo, y repuso

con impaciencia:

— Al cabo, ¿qué deseais? ¿Qué objeto trae vuestra visita?


Bartolome de las Casas se sonri6, al oir esta suposicion, de
—Deseo, señor, acompañar la expedicion á Pedernales: allí
un modo original; el Gobernador pareci6 advertirlo, y repuso
debe haber crímenes que prevenir, lágrimas que enjugar, y

mis advertencias tal vez eviten muchos remordimientos tar-


con impaciencia:
díos.

— Estais bueno para fraile, señor Bartolomé.


-Al cabo, (que deseais? (Que objeto trae vuestra visita?
—Ya otra vez os he dicho, señor, que pienso llegar á serlo,

-Deseo, senor, acompafiar la expedicion a Pedernales: alli


con la ayuda de Dios, y hago en la actualidad mi aprendizaje.

Ovando miró á su interlocutor, y algo de extraordinario


debe haber crimenes que prevenir, lagrimas que enjugar, y
halló en aquella fisonomía iluminada por una ardiente caridad;

pues le dijo casi con respeto:


mis advertencias tal vez eviten muchos remordimientos tar-
—Id con Dios, señor Bartolomé de las Casas, y no creais

que tengo mal corazon.


dios.
El hombre ilustre que más tarde habia de asombrar hasta -Estais bueno para fraile, senor Bartolome.
-Ya otra vez os he dicho, senor, que pienso llegar a serlo,
á los reyes con su heróica energía en defensa de la oprimida

raza india, se inclinó ligeramente al oir esta especie de justifi-

cacion vergonzante, y contestó gravemente:

—El Señor os alumbre el entendimiento,.y os dé su gracia!


con la ayuda de Dios, y hago en la actualidad mi aprendizaje.
Formulado este.voto salió con paso rápido, y dos horas des-
Ovando mir6 a su interlocutor, y algo de extraordinario
hall6 en aquell.a fisonomia iluminada por una ardiente caridad;
pues navegaba con viento favorable en direccion á la costa
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del Sur.

XI

El Consejo.
pues le dij~ casi con respeto:
-Id con Dios, sen.or Bartolome de las Casas, y no creais
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Tan pronto como Diego Velázquez recibió las fuerzas que

aguardaba en Lago Dulce, emprendió su nueva expedicion al

centro de las montañas, concertando su movimiento con el


que tengo .mal corazon.
comandante de Pedernales, segun las instrucciones de Ovan-

El hombre ilustre que mas tarde habia de asombrar hasta


a los reyes con su her6ica energia en defensa de la oprimida
raza india, se inclin6 ligeramente al oir. esta especie de justifi-
cacion vergonzante, y contest6 gravemente:
-El Senor os alumbre el entendimiento,. y os de su gracia!
·Formulado este voto sali6 con paso rapido, y dos horas des·
pues navegaba con viento favorable en direccion a la costa
del Sur.

XI

El Consejo.
Tan pronto como Diego Velazquez reci1bi6 las fuerzas que
aguardaba en Lago Dulce, emprendi6 su nueva expedicion al
centro de las montanas, concertando su 1novimiento con el
comandantc de Pedernales, segun las instrucciones de Ovan·

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46 LEYENDA HIST6RICA

46 LEYENDA HISTÓRICA

do, para que siguiendo el curso del rio, aguas arriba, eon las
do, para que siguiendo el curso del rio, aguas arriba, con las
debidas precauciones, fuera ocupando cuantos víveres y man-

debidas precauciones, fuera ocupando cuantos viveres y man-


tenimientos hallara al paso en aquellas riberas, que eran pre-

cisamente las más cultivadas; tanto para aumentar las provi- tenimientos hallara al paso. en aquellas riberas, que eran pre-
siones de los expedicionarios, cuanto para privar de ese recur-

so á los indios. De este modo contaba Velázquez con que,


cisamente las mas cultivadas; tan to para. aumentar las provi -
marchando con rumbo directo al Sur desde el Lago, hasta

siones de los expedicionarios, cuanto para privar de ese recur-


so a los indios. De este modo contaba Velazquez con que,
llegar al rio, y siguiendo aguas abajo, no podría ménos de

encontrarse á los dos ó tres dias con la tropa procedente de la

marchando con rumbo directo al Sur desde el Lago, -hasta


costa; y ya reunidas sus fuerzas, penetraría en lo alto de la

sierra para impeler los indios hácia la parte menos escabrosa,

en direccion á la boca del rio, donde lograría desbaratarlos

llegar al rio, y siguiendo aguas abajo, no podria menos de


encontrarse a los dos 6 tres dias con la tropa procedente de la
fácilmente.

La primera parte de este plan salió conforme á los cálculos

costa; y ya reunidas sus fuerzas, penetraria en lo alto de la


del gefe español, por cuanto al tercer día de su marcha se en-

contró con los de Pedernales acampados en un recodo del rio,

al pié de la montaña, en un punto en que ésta se yergue brusca

y casi perpendicularmente desde la misma ribera, miéntras que


sierra para imp~ler los indios hacia la parte m·enos escabrosa,
las límpidas aguas fluviales sirven de orla á la verde y ameni-
en direccion a la boca del rio, donde lograria desbaratarlos
sima llanura que se extiende á la márgen occidental. Pero en

lo que del plan respectaba á los alzados indios no salió tan


f acilmente.
acertado; porque al empezar el ojéo (16) despues de algunas

horas de descanso, se hallaron señales ciertas de que habian


La primera parte de este plan sali6 conforme a los calculos
abandonado su último campamento, inmediato á las siembras

del gefe espanol, por cuanto al tercer dia -de su marcha seen-
del Pedernales, y volvían á esconderse en las inaccesibles al-

turas.
contr6 con los de Pedernales acampados en un recodo del rio,
He aquí lo que habia sucedido. Miéntras la tropa reposaba,

al pie de la montafia, en un pun to en que 1esta se yergue brusca


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algunos de los indios que llevaban en hombros las provisiones

se evadieron con su carga en busca de sus compatriotas, á

quienes prestaron el doble servicio de proveerles de alimentos


y casi pe_rpendicularmente desde la misma ribera, mientras que
las limpidas aguas fluviales sirven de orla a la verde y ameni-
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para muchos dias, y de advertirles la proximidad de los per-

sima llanura que se extiende a la mflrgen occidental. Pero en


seguidores.

La exasperacion de Diego Velázquez llegó al colmo cuando

se convenció de que los indios se le escurrían de entre las ma-

' nos, despues de tan penosas diligencias para dar con ellos;
lo que del plan respectaba a los alzados indios no sali6 tan
I pero con esa constancia invencible que fué el carácter distinti-
· acertado; porque al empezar el ojeo (16) despues de algunas
horas de descanso, se hallaron sen.ales ciertas de que habian-
j vo de los hombres de hierro que acometieron la conquista del

abandonado SU ultimo campani.ento, inmediato a las siembras


del Pedernales, y volvian a esconderse en.las inaccesibles al-
turas.
He a.qui lo que habia sucedido. Mientras la tropa reposaba,
algunos de los indios que llevaban en hombros las provisiones
se evadieron con su carga en busca de sus compatriotas, a
quienes prestaron el doble servicio de proveerles de alimentos
para muchos dias, y de advertirles la proximidad de los per-
seguidore5.
La exasperacion de Diego Velazquez 11eg6 al colmo cuando
s e convenci6 de que los indios se le escurrian de entre las ma-
nos, despues de tan penosas diligencias para dar con ellos;
\ pero con esa, constancia in vencible que fue el car act er distinti-
I vo de los hombres de hierro que acometieron la conquista del

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E~IQUILLO 47
ENRIQUILLO 47

//
mundo revelado por el genio de Colon, el gefe espafiol di6
mundo revelado por el genio de Colon, el gefe español dió

nuevas órdenes y disposiciones para llegar al objeto que hacia


nuevas 6rdenes y disposiciones para llegar al objeto que hacia
ya casi tres meses estaba persiguiendo inútilmente.

Disponianse, pues, los españoles á levantar el campo,


ya casi tres meses estaba persiguiendo inutilmente.
cuando Bartolomé de las Casas, que acompañaba al coman-

Disponianse, pues, los espafioles a levantar el campo,


dante de la costa, sin armas, vestido con jubon y ferreruelo

negros (lo que le daba un aspecto extraño entre aquellos


cuando Bartolome de las Casas, que acompafiaba al coman-
hombres equipados militarmente), y llevando en la mano un

nudoso baston rústico, que le servia de apoyo en los pasos di


dante de la costa, sin armas, vestido con jubon y ferreruelo
fíciles del rio y las montañas, se acercó familiarmente á Ve-

negros (lo que le daba un aspecto extrai'io entre aquellos


lázquez y le dijo sonriendo:

—Señor Diego, frustré laboras; en vano trabaja vuestra hombres equipados militarmente), y llevando 'e n la mano un
nudoso baston nistico, que le .servia de apoyo en los paso~ di
merced: los indios se escaparán de vuestras manos én lo suce^

sivo, como vienen haciéndolo hasta aquí, y nuestras armas

van á quedar deslucidas en esta campaña contra un adversa-

rio invisible, que no nos ataca, que evita hasta las ocasiones
ficiles del rio y las montafias, se acerc6 familiarmente a Ve-
de resistirnos, y no hace más guerra que huir, para salvar su
lazquez y le dijo sonriendo:
-Senor Diego, /rustre laboras; en vano trabaja vuestra
miserable existencia.

—¿Qué quereis decir, señor Bartolomé?

—Quiero decir que si en vez de proseguir vuestra merced

organizando cacerías contra esos infelices seres inofensivos,


merced.: los indios se escaparan de vuestras manos en lo suce.
procurárais hacerles entender que no se trata de matarlos, ni
sivo, como vienen haciendolo hasta aqui, y nuestras armas ·
de hacerles daño, ellos se darían á partido, con grande gloria

vuestra y salud de vuestra ánima.


van cl quedar deslucidas en esta campafia contra un adversa-
Diego Velázquez no era un malvado: impresionable, como

todos los de su raza; imbuido en las falsas ideas religiosas y


rio invbible, que no nos ataca, que evita hasta las ocasiones
de resistirnos, y no hace mas guerra que huir, para salvar su
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políticas da su tiempo, seguía el impulso fatal que movia á

todos los conquistadores, queriendo someter á fuego y sangre

los cuerpos y las almas de los desgraciados indios; pero su ge-


miserable existencia.
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nerosidad se manifestaba tan pronto como una ocasion cual-

quiera, una reflexión oportuna detenia sus ímpetus belicosos,


-(Que quereis decir, senor Bartolome?
y la razon recobraba su imperio. El lenguaje de las Casas, >

-Quiero decir que si en vez de proseguir vuestra merced


diestramente impregnado de sentimientos compasivos, disipó ¡

las prevenciones sanguinarias del guerrero español, como la


organizando cacerias contra esos infelices seres inofensivos,
luz solar disipa las nieblas de una mañana de otoño.

—Pero ¿quién persuadirá á los indios de que pueden entre-


procurarais hacerles entender que no se trata de matarlos, ni
garse bajo seguro?—preguntó Velázquez á las Casas.

de hacerles dafio, ellos se darian a partido, con grande gloria


vuestra y salud de vuestra anima.
Diego Velazquez no era UJJ. malvado: impresionable, como
todos los de su raza; imbuido en las falsas iideas religiosas y
politicas ds su tiempo, seguia el impulso fatal que movia a
todos los conquistadores, queriendo someter a fuego y sangre
los cuerpos y las almas de los desgraciados i:ndios; pero su ge-
nerosidad se manifestaba tan pronto como una ocasion cual-
quiera, una refiexi6n oportuna detenia sus impetus belicosos,
y la razon recobraba su imperio. El lenguaje de las Casas,
diestramente impregnado de sentimientos compasivos, disip6 '
las prevenciones sanguinarias del guerrero espafiol, como la
luz solar disipa las nieblas de una mafiana de otofio. I
-Pero (quien persuadira a los indios de que pueden entre-
garse bajo seguro?- pregunt6 Velazquez a las Casas.
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48 LEYEKDA HIST6RICA
48 LEYENDA HISTÓRICA

/ -Yo;-respondi6 este sencillamente:-ire con guias indios;


vere a Guaroa, y espero reducirlo a buenos terminos.
—Yo;—respondió éste sencillamente:—iré con guias indios;

veré á Guaroa, y espero reducirlo á buenos términos.

Velázquez se admiró de esta resolucion, que revelaba una

intrepidez de género desconocido para él; la intrepidez de la


Velazquez se admir6 de esta resoluclion, que revelaba una
caridad; y como la fé es contagiosa, llegó á participar de la
intrepidez de genero desconocido pa1·a el; la intrepidez de la
caridad; y como la fe es contagiosa, lleg6 a participar de la
que alentaba el magnánimo corazon de las Casas: avínose al

buen consejo de éste, y desde entónces vislumbró un éxito

completo para la pacificacion que le estaba encomendada.

' XII
que alentaba el magnanimo corazon de las Casas: avinose al
i
buen consejo de este, y desde ent6nces vislumbr6 un exito
completo para la. pacificacion 'C)ue le estaba encomendada.
Persuasion.

Veamos entretanto cuál era la situacion del campo de Gua-

roa. Su gente, regularmente provista de subsistencias para al-

gunos dias, gracias á la desercion de los indios de Pedernales

del campo español, comenzaba á avezarse á la vida nómade y

azarosa que habia emprendido. Ya sabian aquellos hijos de las

\
selvas, gracias á las lecciones y el ejemplo de su caudillo, im-

provisar barracas con ramas de árboles, para resguardarse


I
XII
de la intempérie: ya cada uno de los fugitivos, además del ré-

cio arco de mangle con cuerda de cabulla y saetas de guaco-

nejo (17), sabia manejar con destreza y agilidad una pesada

Persuasion.
macana, ó estaca de ácano, madera tan dura y pesada como

el hierro; y los más atrevidos hablaban de no permanecer más


/
.
Veamos entretanto cual era la situaciion del campo de Gua-
tiempo á la defensiva, sino acechar á sus perseguidores, y cau-

sarles todo el daño posible.

Pero el prudente Guaroa no aspiraba á tanto: su plan, como


roa. Su gente, regularmente provista de subsistencias para al-
gunos dias, gracias a la desercion de los indios.de Pedernales
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ya dijimos, se reducia á irse sustrayendo con su tribu de la

del campo espafiol, comenzaba a avezarse a la vida n6made y


persecucion, cambiando continuamente de sitio, y no pelear

hasta no verse en el último aprieto; contando con la posibili-


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dad de hallar un escondite en aquellas breñas, bastante oculto

é inaccesible para que los españoles perdieran hasta la memo-


azarosa que habia emprendido . Ya sabian aquellos hijos de las
ria de que habia indios alzados (18).
selvas, gracias a las lecciones y el ejemplo de su caudillo, im-
Esto ofrecía varias dificultades, y principalmente la de no

abundar los jagüeyes, ó charcas de agua, en aquellas alturas.


provisar barracas con ramas de arboles, para resguardarse
de la intemperie: ya cada uno de los fugitivos, ademas del re-
cio arco de mangle con cuerda de cabulla y saetas de guaco-
nejo (17), sabia manejar con destreza y agilidad una pesada
macana, 6 estaca de acano, madera tan dura y pesada como
el hierro; y los mas atrevidos hablaban de no permanecer mas
tiempo a la defensiva, sino acechar a sus perseguidores, y cau·
sarles todo el dafio posible.
Pero el prudente Guaroa no aspiraba a tanto: su plan, como
ya diji'mos, se reducia a 1.rse sustrayendo con su tribu de la
persecucion, cambiando continuamente de sitio 1 y no pelear
hasta no verse en el ultimo aprieto; contando con la posibili·
dad de hallar un escondite en aquellas brefias, bastante oculto
e inaccesible para que los espafioles perdieran hasta la memo-
ria de que habia indios alzados (18).
Esto ofrecia varias dificultades, y principalmente la de no
abundar losjagijeyes, 6 charcas de ag na, en aquellas alturas.
Original trom
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ENRIQUILLO 49
ENRIQUILLO 49

El indio previsor, cada vez que mudaba de sitio, se aplicaba á


El indio previsor, cada vez que mudaba de sitio, se aplicaba a
hacer cavar hondas fosas en los vallejuelos ó barrancos que

hacer ca var hondas f osas en los vallejuelos 6 barrancos que


separaban una eminencia de otra, en aquella intrincada agio':

meracion de montañas; logrando así reforzar sus defensas, y


separaban una eminencia de otra, en aquella intrincada aglo~
en las frecuentes lluvias que atrae la sierra, estancar crecidas

cantidades de agua.
meracion de montafias; logrando asi reforzar sus defensas, y
Guarocuya seguía siendo el objeto de todos los cuidados, y

en las frecuentes lluvias que atrae la sierra, estancar crecidas


el ídolo de aquella errante multitud de indios. Su gracia infan-

til, su humor igual y benévolo; sus juegos, todo interesaba al- ~antidades de agua.
tamente á los pobres fugitivos, que cifraban en aquel niño es-

peranzas supersticiosas. Corría, saltaba con imponderable


Guarocuya seguia siendo el objeto de todos los cuidados, y
agilidad; seguia á pié, sin fatiga ni embarazo, á su vigoroso

tio, por los caminos más ásperos; hasta que admirado de tanta
el idolo de aquella errante multitud de indios. Su gracia infan·
fortaleza en tan tiernos años, Guaroa lo hacia llevar en hom-
til, su humor igual y benevolo; sus juegos, todo interesaba al-
tamente a los pobres fugitivos, qu~ cifraba.n en aquel nii'l.o es-
bros de algun récio indio, sin que el niño mostrara en ello sa-

tisfaccion ó alegría.

Un jóven jaragüeño, de 24 años de edad, que habia estado

al servicio del célebre alcalde mayor Roldan, cuando éstese


peranzas supersticiosas. Corria, saltaba con imponderable
rebeló contra Colon en Jaragua, era el que con más frecuencia
agilidad; seguia a pie, sin fatiga ni embarazo, a su vigoroso
llevaba sobre sus espaldas al infantil cacique. Su amo le habia

impuesto el nombre español de Tamayo, por haber encontrado


tio, por los caminos mas asperos; hasta que admirado de tanta
semejanza entre algunos rasgos de la fisonomía del indio con

los de otro criado de raza morisca que tenia ese nombre, y se


fortaleza en tan tiernos afios, Guaroa lo hacia llevar en hom-
le habia muerto á poco de llegar de España á la colonia. El

bros de algun r~cio indio, sin que el nifio n1ostrara en ello sa-
antiguo escudero de Roldan parecía haber heredado el aliento

indómito de aquel caudillo, primer rebelde que figura en la tisfaccion 6 alegria.


historia de Santo Domingo. Manejaba bien las armas españo-

Un j6ven jaragtiefio, de 24 afios de edad, que habia estado


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las; llevaba espada y daga que logró hurtar al escaparse á las

montañas, y hallaba singular placer en hacer esgrimir esas

armas á su pupilo Guarocuya, que por esta causa, y por con-


al servicio del celebre alcalde mayor .Roldan, cuando este se
rebel6 contra Colon en Jaragua, era el que con mas frecuencia
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formarse Tamayo á todos sus gustos y caprichos de niño, lo

llevaba sobre SUS espaldas al infantil cacique. Su amo le habia


amaba con predileccion.

Siendo el único que podía decirse armado entre los indios,

Tamayo era tal vez por lo mismo el más osado y más fogoso

de todos. Un dia, seguido del niño Guarocuya, descendió de la


impuesto el nombre espafiol de Tamayo, por haber encontrado
montaña un buen trecho alejándose del campamento: vagaba
semejanza entre algunos rasgos de la fisonomia del indio con
los de otro criado de raza morisca que teni.a e~e nombre, y se .
' á la ventura buscando iguanas, nidos de aves y frutas silves-

a
le habia muerto poco de llegar de Espana a la colonia. El
antiguo escudero de Roldan parecia haber heredado el alie:nto
ind6mito de aquel caudillo, primer rebelde que figura en Ja
historia de Santo Domingo. Manejaba bien las armas espafio-
las: llevaba espada y daga que logr6 hurtar al escaparse a las
montafias, y hallaba singular placer en hacer esgrimir esas
armas a su pupilo Guarocuya, que por esta causa, y por con-
formarse Tamayo a todos SUS gustos y caprichos de nifio, lo
amaba con predileccion. ·
Siendo el unico que podia decirse arma.do entre los indios,
Tamayo era tal vez por lo mismo el mas· osado y mas fogoso
de todos. Un dia, seguido del nifio Guarocuy a, descendi6 .de la
montafia un buen trecho alejandose del campamento: vagaba
a la ventura buscando iguanas, nidos de aves y frutas siJves·
4
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50 LEYENDA HIST6RICA

50 LEYEiVDA HISTÓRICA tres, cuando advirti6 que se acercaban haciendole sen.as dos
indios, precediendo a un hombre blanco, u.no de los temidos es-
tres, cuando advirtió que se acercaban haciéndole señas dos-

iridios, precediendo á un hombre blanco, uno de los temidos es-

pañoles. Este, sin embargo, nada tenia de temible en su aspec-

to ni en su equipo. Iba vestido de negro, y su única arma era


panoles. Este, sin embargo, nada tenia de temible en su aspec-
un baston, que le daba el aire pacífico de un pastor ó un pe-
to ni en su equipo. Iba vestido de negro, y su unica arma era
un baston, que le daba el aire pacifico de un pastor 6 un pe-
regrino.

Tamayo miró con sorpresa á los viajeros; pero sin inmutar-

se, desenvainó su espada, se puso en guardia y preguntó á los

indios qué buscaban.


regrino.
La respuesta le tranquilizó completamente, y más el rostro'
Tamayo mir6 con sorpresa a los viajeros; pero sin inmutar-
afable, para él muy conocido, de las Casas, que no era otro el

compañero de los guias indios. Estos contestaron á Tamayo


se, desenvain6 su espada, se puso en guardia y pregunt6 a los
indicándole al emisario español, y diciéndole en su lengua que

venia á hablar con el gefe de los alzados.


indios que buscaban.
Antes que acabaran de explicarse, Guarocuya, reconocien-

La respuesta le tranquqiz6 completamente, y mas el rostro


do á las Casas, habia corrido á él con los brazos abiertos, dando

muestras del más vivo júbilo: el español lo recibió con bonda-


afable, para el muy conocido, de las Casas, que no era otro el
dosa sonrisa, se inclinó, á él, le besó cariñosamente en la me-

jilla, y le dijo:
companero de los guias indios. Estos contestaron a Tamayo
—Mucho bien te hace el aire de las montañas, muchacho.

indicandole al emisario espanol, y diciendole en su lengua que


venia a hablar con el gefe de los alzados.
Volvió á la vaina Tamayo su aguzada tizona, y quitándose

el sombrero que á usanza española llevaba, se acercó á las

Antes que acabaran de explicarse, Guarocuya, reconocien-


Casas y le besó la mano.

Este lo miró como quien evoca un recuerdo:—¿Quién eres?

me parece conocerte;—le dijo.

—Sí, señor;—contestó el jóven indio:—vuestra merced me


do a las Casas, habia corrido a el con los brazos'.abiertos, dando
ha visto primero en Santo Domingo, hace un año, sirviendo á
muestras del mas vivo jubilo: el espanol lo recibi6 con bonda-
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dosa sonrisa, se inclin6. a el, le bes6 carifllosamente en la me-


mi señor Roldan, cuando lo embarcaron para España. Poco

despues mi nuevo amo me trataba muy mal, y me vine á mi

tierra á servir á mi señora Anacaona, hasta el dia de la des-

jilla, y le dijo:·
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gracia.

—Cierto;—repuso las Casas. —Guíanos á donde está tu gefe.


-Mucho bien te hace el aire de las montafias, muchacho.
En el camino Tamayo explicó á las Casas la razon del res-

peto afectuoso que manifestaba hácia su persona. Siempre le


Volvi6 a la vaina Tamayo su aguzada tizona, y quitandose
vió sonreir y consolar á los pobres indios: en Jaragua presen-

ció su dolor y desesperacion al ver la matanza delos caciques.


el sombrero que a usanza espafi.ola llevaba, se acerc6 a las
.En cuanto al niño, la alegría que experimentó al ver aquel

Casas y le bes6 la mano.


Este lo mir6 como quien evoca un recuerdo:-(Quien eres?-
me parece conocerte;-le dijo.
-Si, sefi.or;-contest6 el j6ven indio:-·vuestra merced me
ha visto priinero en Santo Domingo, hace ·un afio, sirviendo a
mi senor Roldan, cuando lo embarcaron para Espana. Poco
despues mi nuevo amo me trataba muy nnal, y me vine a mi
tierra a servir a mi senora Anacaona, ha.sta el dia de la des-

gracia.
-Cierto;-repuso las Casas.-Guianos a donde esta tu gefe-
En el camino Tamayo explic6 a las Casas la razon del res-
peto afectuoso que manifestaba hacia su persona. Siempre le
vi6 sonreir y consolar a los pobres in~ios: en Jaragua presen-
ci6 su dolor y desesperacion a.1 ver la m~tanza de los caciques .
. En cuanto al nifio, la alegria que experiment6 al ver aquel

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ENRIQUILLO 51
ENRIQUILLO 51

hombre de ojos expresivos, desemblante benévolo, se explica


hombre de ojos expresivos de semblante benevolo> se explica
1
por los agasajos y pequeños regalos que recibiera de las Ca-

sas en los cortos dias que mediaron entre la llegada de éste


por los agasajos y pequefios regalos que recibiera de las Ca-
con Ovando á Jaragua, y la sangrienta ejecucion de los caci-

sas en los cortos dias que mediaron entre la llegada de este


con Ovando a Jaragua> y la sangrienta. ejecucion de los cad-
ques. El niño se hallaba á su lado, en la plaza, en el acto de la

salvaje tragedia, y fué el bondadoso las Casas quien lo tomó

en brazos, y arrastrando á Higuemota, helada de terror, puso

á ambos en momentánea seguridad, velando despues sobre


ques. El nifio s~ hallaba a su lado, en la plaza, en el acto de la
ellos, hasta que Ovando dió cabida á un sentimiento compasi-

vo;—oyó quizás la voz del remordimiento;—y les acordó pro-


salvaje tragedia, y fue el bondadoso las Casas quien lo tomo
teccion y asistencia. La criatura pagaba al filantrópico espa- en brazos, y arrastrando a Higuemota, helada de terror, puso
ñol los beneficios que su inocencia no alcanzaba á comprender,

demostrándole la más afectuosa y expontánea simpatía.


a ambos en momentanea seguridad, velando despues sobre
Las Casas fué recibido con respeto y cordialidad por el gefe

indio. Habló á éste largamente: le pintó con vivos colores la


ellos, .hasta que Ovando di6 cabida a un se:ntimiento compasi-
miseria de su estado actual, lo inminente de su ruina; el daño
vo;-_ oyo quizas la voz del remordimiento;--y les acord6 pro-
teccion y asistencia. La criatura pagaba all filantropico espa-
que estaba causando á los mismos de su raza, y la bondad con

que Velázquez se ofrecía á recibirlo otra vez bajo la obedien-

cia de las leyes, cuyo amparo le aseguraba, prometiéndole ob-

tener para él y los suyos un completo perdon del Gobernador


fiol los beneficios que su inocencia no alcanzaba a comprender,
Ovando. Al oir este nombre aborrecido, Guaroa contestó estas
demostrandole la mas afectuosa y expontanea simpatia.
palabras: «Pero yo no perdono al Gobernador, y si he de vivir

sometido á él, mejor quiero morir.» ¡Notable concepto, que de-


Las Casas fue recibido con respeto y cordialidad por el gefe
notaba la irrevocable resolucion de aquel generoso cacique!

Bien es verdad que los sentimientos heróicos eran cosa muy


indio. Hablo a este largamente: le pint6 con vivos co1ores la
comun en los indios de la sojuzgada Quisqueya, raza que se

miseria de su estado actual, lo inminente de su ruina; el dafio


que estaba causando a los mismos de su raz:a, y la bondad con
distinguió entre todas las del Nuevo Mundo por sus nobles
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cualidades, como lo atestiguan Colon y los primitivos historia-

dores de la conquista; y como lo probaron Caonabó, Guario

nex, Mayobanex, Hatuey y otros más, cuyos nombres recojió


que Velazquez se ofrecia a recibirlo otra vez bajo la obedien-
ci~ de las leyes, cuyo amparo le aseguraba, prometiendole ob-
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cuidadosamente la adusta Clío (19).

De los argumentos de las Casas hubo sin embargo uno que

hizo gran fuerza en el ánimo del cacique; tal fué el reproche tener para el y los suyos un completo perdon del Gobernador
de estar causando la ruina de su raza- La recta conciencia de

aquel indio se sublevó al ver delante de sí erguida la respon-


Ovando. Al oir este nombre aborrecido, Guaroa contest6 estas
sabilidad moral de tantas desdichas. Al punto reune en torno

palabras: «Pero yo no perdono al Gobernador, y si he de vi11ir


sometido d el, mejor quiero morz:r.» jNotable concepto, que de-
suyo á todos sus compañeros; les dice lo que ocurre; les tras-

notaba la irrevocable resolucion de aquel generoso cacique!


Bien es verdad que los sentimientos her6icos eran cosa muy
comun en los indios de la sojuzgada Quisqueya, raza que se
distingui6 entr~ todas las del Nuevo Mundo por sus nobles
cualidades, como lo atestiguan Colon y los primitivos historia-
dores de la conquista; y como lo probaron Caonab6, ·Guario
nex, Mayobanex, Hatuey y otros mas, cuyos .n ombres recojio
cuidadosamente la ~dusta Clio (19).
De los argumentos de las Casas hubo sin embargo uno que
hizo gran fuerza en el animo del cacique; tal fue el reproche
de estar causando la ruina de su raza. La recta conciencia de
aquel indio se sublev6 al ver delante de si erguida la respon-
sabilidad moral de tantas desdichas. Al pun to reune en torno
suyo a todos sus compafieros; les dice lo que ocurre; les tras-
./
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52 LEYEKDA HIST6RICA

52 LEYENDA HISTÓRICA

mite las observaciones de las Casas,y los exhorta a acojerse a la


mite las observaciones de las Casas, y los exhorta á acojerse á la

benignidad y la clemencia de los conquistadores. Todos ó los benignidad y la clemencia de los conquistadores. Todos 6 los
más están convencidos; bajan la cabeza, y aguardan la señal de

partir. Una voz pregunta á Guaroa—Y tú, ¿qué harás?—Perma-


mas estan convencidos; bajan la cabeza, y aguardan la sen.al de
neceré solo en los bosques;—dice sencillamente el caudillo; y

mil gritos y sollozos protestan contra esa inesperada resolucion.


partir. Una voz pregunta a Guaroa-Y tu, (queharas?-Perma-
Tamayo el primero se obstina en acompañarle; otros cien
necere solo en los bosques;-dice sencillamente el caudillo; y
mil gritos y sollozos protestan contra esa inesperada resolucion ..
siguen su ejemplo, y pronto el efecto de los discursos de las

Casas y del mismo Guaroa vá á perderse ante el exceso de ab-

negacion de los indiosj y su adhesion al honrado gefe que les

enseñó el amor á la libertad.


Tamayo el primero se obstina en aco1npaf'iarle; otros cien
El español dice entónces con entereza:
siguen su ejemplo, y pr.onto el efecto de los discursos de las
Casas y del mismo Guaroa va a perderse ante el exceso de ab-
—Pues bien; teneis el derecho á vivir como las fieras; de com-

prometer vuestra existencia, de haceros cazar de dia y de no-

che por estos montes; pero no teneis el derecho de sacrificar á

vuestros caprichos este pobre niño, que no sabe lo que hace;


negacion de los indios ; y su adhesion al honrado gefe que Jes
ni tiene voluntad propia. Yo me lo llevaré para que sea feliz,

ensef'i.6 el amor a la libertad. ·


y algun dia ampare y proteja á los que de vosotros queden

con vida, en su temeraria rebelion contra los que solo quieren


El espaf'iol dice ent6nces con entereza:
haceros conocer al verdadero Dios.

Este lenguaje arroja la confusion en las filas. Tamayo y otros


- ·PU.es bien; teneis el derecho a vivir como las fieras; de com-
muchos juran que no dejarán ir al niño cacique, y las Casas

prometer vuestra existencia, de haceros cazar de dia y de no-


deplora el mal éxito de su mision, cuando Guaroa interviene,

diciendo:—Tiene razon el español; no debemos sacrificar á che por es.tos montes; pero no teneis el derecho de sacrificar a
Guarocuya: que se vaya con él, y que le acompañen todos. Así

conviene, porque entónces no será difícil que me permitan per-


vuestros caprichos este pobre nifio, que no sabe lo que hace;
manecer en paz en mis montañas; pero si somos muchos, no

ni tiene vol,untad propia. Yo me lo llevarc~ para que sea feliz,


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me lo permitirán.

Presentando así bajo una nueva fase el asunto, el generoso y algun dia ampare y proteja· a los que de vosotros queden
Guaroa solo se propone determinar sus compañeros á abando-

con vida, en su temeraria rebelion contra los que solo quieren


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narle y salvarse sin él. Y realmente lo consigue: las Casas em-

prende el regreso al campamento español seguido de Tamayo,

que confía sus armas á Guaroa, y toma en brazos al niño: en


haceros conocer al verdadero Dios.
pos de éste vá la mayor parte de los indios alzados: unos pocos
Este lenguaje arroja la confusion en las filas. Tamayo yotros
muchos juran que no dejaran ir al nifio cacique, y las Casas
se quedan con su gefe, ofreciendo presentarse al dia siguiente,

lo que no cumplieron, sin duda por más desconfiados, ó por cau-

sas de ellos solos sabidas.

deplora el mal exito de su mision, cuando Guaroa interviene,


diciendo:-Tiene razon el espafi.ol; no d.ebemos sacrificar a
Guarocuya: que se vaya con el, y que le acompafien todos. Asi
con viene, pgrque ent6nces no sen\ dificil que me permitan per-
m~necer en paz en mis montafias; pero sil somos muchos, no
me lo permitiran.
Presentando asi bajo una nueva fase ell asunto, el generoso
Guaroa solo se propone determinar sus compafieros a abando-
narle y salvarse sin el. Y realmente lo consigue: las Casas em-
prende el re~reso al campamento espafi.ol seguido de Tamayo,
que confia sus armas a Guaroa, y toma en brazos al nifio: en
pos de este va la mayor parte de los indios alzados: unos pocos
S e quedan con SU gefe, ofreciendo present:arse al dia siguiente, ·
lo que no cumplieron, sin duda por mas desconfiados, 6 por cau-
sas de ellos solos sabidas.

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ENRIQUILLO 53
ENRIQUILLO 53

Al percibir la multitud de los rendidos, Velazquez, en la


eIJlbriaguez del entusiasmo, estrech6 en sus brazos a las Casas,
Al percibir la multitud de los rendidos, Velázquez, en la

embriaguez del entusiasmo, estrechó en sus brazos á las Casas,

felicitándole por el buen resultado de su empresa, y besó afec-

tuosamente á Guarocuya, diciendo que desde aquel momento


'felicitandole por el buen resultado de su en1presa, y beso afec-
se constituia su padrino y protector: los indios sometidos fueron

tratados con agasajo y dulzura, y durante tres dias la paz y el


tuosamente a Guarocuya, diciendo que desde aquel momento
contento reinaron en la vega afortunada que el Pedernales rie-

se constituia su padrino y protector: los indi.os sometidos fueron

I
ga y fertiliza con sus rumorosas corrientes: el triunfo de los

sentimientos humanos sobre las pasiones sanguinarias y des-


tratados con agasajo y dulzura, y durante tres dias la paz y el
tructoras parecía que era celebrado por la madre Naturaleza

con todas las galas y magnificencias de la creacion, en aquellos


contento reinaron en la vega afortunada que el Pedernales rie-
parages privilegiados del mundo intertropical.

XIII
ga y fertiliza con sus rumorosas cor~ientes: el triunfo de 10s
Desencanto. sentimientos humanos sobre las pasiones sanguinarias y des-
tructoras parecia que era celebrado por la madre Naturaleza
En medio de la pura alegría que experimentaba el capitan

español, saboreando el insólito placer de practicar el bien, y de

convertir en mision de paz y perdon su mision de sangre y ex-

terminio, una inquietud secreta persistía en atormentarle. Las


con todas las galas y magnificencias de la creacion, en aquellos
instrucciones que Ovando le remitiera á Lago Dulce eran tan
parages privilegiados del mundo intertropical.
terminantes como severas. El rigoroso Gobernador solo habia

previsto un caso: el de forzar á los indios en sus posiciones;

perseguirlos sin tregua ni descanso, y castigar ejemplarmente

á todos los rebeldes. Nunca admitió la hipótesis de una rendi-

cion á partido, ni ménos de una gestion pacífica por parte de su

teniente. Esto último, en las ideas dominantes de Ovando, no

podia ser considerado sino como una monstruosidad. Los natu-


XIII
rales ó indígenas eran numerosos; los españoles, aunque arma-
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dos y fuertes, eran muy pocos, y su imperio solo podia susten-

tarse por un prestigio que cualquier acto de clemencia intem-

pestiva habia de comprometer. Este era el raciocinio natural de


Desencanto.
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los conquistadores, y Diego Velázquez estaba demasiado imbui-

do en la doctrina del saludable terror, para poder sustraerse

En medio de la pura alegria que exper:imentaba el capitan


espafiol, saboreando el ins6lito placer de practicar el bien, y de
convertir en mision de paz y perdon su mision de sangre y ex-
terminio, una inquietud secreta persistia en atormentarle. Las
instrucciones que Ovando. le remitiera a Lago Dulce' eran tan
terminantes como severas. El rigoroso Gobernador solo habia
previsto un caso: el de forzar a los indios. en sus posiciones~
perseguirlos sin tregua ni descanso, y castigar ejemplarmente
a todos los rebeldes. Nunca admiti6 la hip16tesis de una rendi-
cion a partido, ni menos de una gestion pacifica por parte de su
teniente. Esto ultimo, en las ideas dominantes de Ov ando, no
podia ser considerado sino como una monstruosidad. Los n a tu-
rales 6 indigenas eran numerosos; los espafiloJes, aunque arma-
dos y fuertes, eran muy pocos, y su imperio solo p odia susten-
tarse por un prestigio que cualquier acto de clemen cia intem-
pestiva habia de comprometer. Este era el raciocinio natural de
los conquistadores, y Diego Vel azquez esta ba demasiado imbui-
do en la doctrina del s aludabie terror , p a ra poder sustraerse

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54 LEYENDA HIST6RICA

54 LEYENDA HISTÓRICA

tf
al recelo de haber cometido, al transigir con los indios, una
al recelo de haber cometido, al transigir con los indios, una
falta imperdonable en el concepto del Golbernador.
Las Casas, a quien comunic6 sus escn.lpulos, 1e tranquiliz6'
falta imperdonable en el concepto del Gobernador.

Las Casas, á quien comunicó sus escrúpulos, le tranquilizó

con reflexiones elocuentes, sugeridas por su magnánimo cora-

zon; y tal era su confianza en que Ovando no podría menos de


con reflexiones elOcuentes, sugeridas por su magnanimo cora-
darse por satisfecho del éxito obtenido con los rebeldes, que se

zon; y tal era su confianza en que Ovando no podria menos de


ofreció á llevarle personalmente la noticia, aun no comunicada

por el indeciso Velázquez. El expediente pareció á éste muy darse por satisfecho del exito obtenido con los rebeldes, que se
acertado; escribió sus despachos al Comendador en términos

breves, refiriéndose absolutamente al relato verbal que de los


ofreci6 a llevarle personalmente la noticia, aun no comunicada
sucesos debia hacer las Casas. Partió, pues, el buen Licenciado

contento, y seguro de dejar en pos de sí la paz y la concordia en


por el indeciso Velazquez. El expediente pareci6 a este muy
vez de la desolacion y los furores de la guerra. acertado; escribi6 sus despachos al Comendador en terminos
breves, refiriendose absolutamente al relato verbal que de. los
De acuerdo con Velázquez se llevó á Tamayo y el niño, á

fin de que no se demorara el bautizo de éste: Velázquez reiteró

su propósito de protejer al agraciado caciquillo, sintiendo que

el deber le privara de servirle de padrino en el acto de recibir


sucesos debia hacer las Casas. Parti6, pues, el buen Licenciado
la iniciacion en la fé del Cristo.
con ten to, y seguro. de dejar en pos de si la. paz y la concordia en
vez de la. desolacion y los furores de la guerra.
Hízose la travesía por mar con próspero tiempo y muy en

breve. Tan pronto como puso el pié en la ribera de Yaguana,

acudió el celoso Licenciado á la presencia de Ovando, á cum-

plir su comision. Fué recibido con perfecta cortesía por el Co-


De acuerdo con Velazquez se llev.6 a Tamayo y el nifto, a
mendador, que de veras le estimaba; pero en la reserva de su

fin de que no se demorara el bautizo de este: Velazquez reiter6


actitud, en el ceño de su semblante, echó de ver las Casas que

no era diade gracias. Efectivamente, Ovando estaba de pésimo


su prop6sito de protejer al agraciado caciquillo, sintiendo que
humor, porque hacia dos dias que el heróico y honrado Diego

el deber le privara de servirle de padrino en el acto de recibir


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Méndez, el leal amigo del Almirante Don Cristóbal Colon, ha-

bia llegado á Jaragua, enviado por el ilustre descubridor desde

la iniciacion en la fe del Cristo.


Jamáica, en demanda de auxilios por hallarse náufrago y pri-

Hizose la travesia por mar con pr6spero tiempo y muy en


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vado de todo recurso en aquella isla. El viaje de Méndez y sus

cuatro compañeros, en una frágil canoa desde una á otra Anti-

11a, tiene su página brillante y de eterna duracion en el libro de


breve. Tan pronto como puso el pie en la ribera de Yaguana,
oro del descubrimiento, como un prodigio de abnegacion y

energía.
acudi6 el celose Licenciado a la presenciia de Ovando, a cum-
Ovando, resuelto á no suministrar los socorros pedidos, sen- plir su comision. File recibido con perfecta cortesia por el Co-
mendador, que de veras le estimaba; pero en la reserva de su
I tia sin embargo dentro del pecho el torcedor que acompaña

siempre á las malas acciones, á los sentimientos malignos. Mor-

'\

actitud, en el cefto de su semblante, ·ech6 de ver las Casas que


no era dia de gracias. Efectivamente, Ovando estaba de pesimo
humor, porque hacia dos dias que el hen~ico y honrado Diego
Mendez, el leal amigo del Almirante Doi] Crist6bal Colon, ha-
bia llegado a Jaragua, enviado por el ilustre descubridor desde
Jamaica, en demanda de auxilios por hallarse naufrago y pri-
vado de todo recurso en aquella isla. El viaje de Mendez y sus
cuatro compafteros, en una fragil canoa de~de una a otra Anti-
lla, tiene su pagina brillante y de eterna d.uracion en el libro de
oro del descubrimiento, como un prodigio de abnegacion y
energia.
I: Ovando, resuelto a no suminis.trar los socorros pedidos, sen-
\ tia sin embargo dentro del pee.h o el torcedor que acompafta
' siempre a las malas accio~es, a los sentimientos malignos. Mor-

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ENRIQUILLO 55
diale como una serpiente el convencimiento de que su proceder
ENRIQUILLO 55

díale como una serpiente el convencimiento de que su proceder

inicuo, abandonando á una muerte cierta al grande hombre y

sus compañeros en la costa de un pais salvaje, le habia de


inicuo, abandonando a una muerte cierta al grande hombre y
atraer la execracion de la posteridad. La presencia de Méndez,
sus compatleros en la costa de un pais salvaje, le habia de
atraer la execracion de la posteridad. La presencia de M~ndez,
el acto heróico llevado á cabo por aquel dechado de nobleza y

fidelidad, era á sus propios ojos un reproche mudo de su baja

envidia, de su menguada y gratuita enemistad hácia el que le

habia dado la tierra que pisaba, y la autoridad que indignamen-


el acto her6ico llevado a cabo por aquel dechado de nobl~za y
te ejercía. En medio de esta mortificacion moral y de tan cruel

fidelidad, era a sus propios ojos un reproche mudo de su baja


fluctuacion de ánimo le halló las Casas cuando fué á darle cuen-

ta de la pacificacion del Bahoruco, y así predispuesto contra envidia, de su menguada y gratuita enemistad hacia el que le
todo lo bueno, vió en la benéfica intervencion del Licenciado y

en la clemencia de Diego Velázquez el más punzante sarcas-


habia dado la tierra que pisaba, y la autoridad que indignamen-
mo, la condenacion más acerba de sus malos impulsos, y por lo

mismo una violenta cólera se apoderó de él, estallando como


te ejercia. En medio de esta mortificacion mtoral y de tan cruel
desordenada tempestad. fluctuacion de animo le hal16 las Casas cuando fue a darle cuen-
ta de la pacificacion de.l Bahoruco, y asi predispuesto contra
—A esto fuisteis, señor retórico, al Bahoruco?—dijo encarán-

dose con las Casas—¿Qué ideas teneis sobre la autoridad y el

servicio de sus Altezas los Reyes? ¿Habeis aprendido en vues-

tros libros á ir como suplicante á pedir la paz á salvajes re-


todo lo bueno, vi6 en la benefica intervencion del Licenciado y
beldes, á gente que solo entiende de rigor, y que de hoy más
en la demencia de Diego Velazquez el mas punzante sarcas-
mo, la condenacion mas acerba de sus malos impulsos, y por lo
quedará engreida con la infame debilidad que ha visto en los

españoles? ¡ Esto es fiar en letrados! ¡Oh! Yo os aseguro que

no me volverá á acontecer; y en cuanto á Velázquez, ya le

enseñaré á cumplir mejor con las instrucciones de sus supe-


mismo una violenta c6lera se apoder6 de el, estallf!ndo como
riores!
desordenada tempestad.
—Señor Gobernador,—dijo en tono firme las Casas:—Diego

-A esto fuisteis, senor ret6rico, al Bahoruco?-dijo encaran-"


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Velázquez no tiene culpa alguna: prestó el crédito que debia á

mis palabras, á la recomendacion con que Vuestra Señoría se

sirvió honrarme; y sea cual fuere el concepto que os merezcan


dose con las Casas-lQue ideas teneis sobre la autoridad y el
servicio de sus Altezas los Reyes? lHabeis aprendido en vues-
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á vos, hombre de guerra, mis letras y mis estudios, ellos me di-

tros libros a ir como suplicante a pedir la paz a salvajes re·


cen que lo hecho, bien hecho está; y solo el demonio puede su-

geriros ese pesar y despecho que demostrais por que se haya

beld~s, a gente que solo entiende de rigor, y que de hoy mas


estancado la efusion de sangre humana.

—Retiraos en mal hora, Licenciado,—repuso el irritado Go-

bernador,—y estad listo para embarcaros para Santo Domingo

mañana mismo. No haceis falta aquí!


quedara engreida con la infame debilidad que ha visto en los
espatloles? I Esto es fiar en fetrados! jOh! Yo os aseguro que
no me volvera a acontecer; y en cuanto •a Velazquez, ya le
ensetlare a cumplir mejor con las instrucciones de sus supe-
riores!
-Senor Gobernador,-dijo en tono firme las Casas:-Diego
Velazquez no tiene culpa alguna: prest6 el credito que debia a
mis palabras, a la recomendacion con que 1vuestra Sefioria se
sirvi6 honrarme; y sea cual fuere el concep1to que os merezcan
a vos, hombre de guerra, mis letras y mis estudios, ellos me di-
cen que lo hecho, ·bien hecho esta; y solo el demonio'puede su-
geriros ese pesar y despecho que demostrais por que se haya
estancado la efusion de sangre humana.
-Retiraos en mal hora, Licenciado,-repuso el irritado Go-
bernador,-y estad Jisto para embarcaros para Santo Domingo
mafiana mismo. No haceis falta aquil

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56 .LEYENDA HIST6RICA

56 LEYENDA HISTÓRICA

Las Casas se inclinó ligeramente, y salió con paso tranquilo


Las Casas se inclin6 ligeramente, y sali6 con paso tranquilo
y continente sereno.

y continente sereno.
En cuanto Ovando quedó solo, escribió una vehemente car-

ta á Diego Velázquez, reprendiéndole por haberse excedido de En cuanto Ovando qued6 solo, escribiO. una vehemente car-
ta a Diego Ve.l azquez, reprendiendole por haberse excedido de
sus instrucciones, y ordenándole que sin demora se pusiera en

campaña para exterminar los indios que hubieran permaneci-

do alzados. Un correo llevó aceleradamente esta carta á Peder-

nales, atravesando las montañas. i


sus instrucciones, y ordenandole que sin demora se pusiera en
El mismo dia, las Casas condujo al niño Guarocuya al na-
campai'ia para exterminar los indios que hubieran permaneci-
do alzados. Un correo llev6 aceleradament:e esta carta a Peder-
ciente convento de Padres Franciscanos, un vasto barracon de

madera y paja que provisionalmente fué habilitado por órden

de Ovando en la Vera Paz, mientras se construía el monasterio

de cal y canto. Los buenos franciscanos recibieron con grandes


nales, atravesando las montanas.
muestras de amistad á las Casas, y gustosos se encargaron del
El mismo dia, las Casas condujo al ni11o Guarocuya al na·
niño con arreglo á las recomendaciones del Licenciado, hechas

por sí y á nombre de Diego Velázquez, quien proveería á todas


ciente convento de Padres Franciscanos, llln vasto barracon de
las necesidades del caciquillo. En el mismo acto procedieron á

administrarle el bautismo, y, por eleccion de las Casas, se le


madera y paja que provisionalmente fue habilitado por 6rden
impuso el nombre de Enrique, destinado á hacerse ilustre y glo-

de Ovando en la Vera Paz, mientras se construia el monasterio


rioso en los anales de la Española.

Tamayo quedó también en el convento al servicio del caci- de cal y canto. Los buenos franciscanos redbieron con grandes
quillo, á quien amaba con ternura.

Cumplidas estas piadosas atenciones, el Licenciado las Ca-


muestras de amistad a las Casas, y gustosos se encargaron d~l
sas hizo sus cortos preparativos de viaje, y al amanecer del si-

guiente dia, impelida su nave por las auras de la tierra, se aleja


nino con a~reglo a las recomendaciones del Licenciado, hechas
de aquella costa siempre hermosa y risueña, aunque mancha-
por si ya nombre ~e. Diego Velazquez, quien proveeria a todas
las necesidades deJ caciquillo. En el mismo acto procedieron a
da con los crímenes y la feroz tirania del Comendador Frey Ni-
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colás de Ovando.

XIV

Un héroe.
administrarle el bautismo, y, por eleccion. de las Casas, se.le
impuso el nombre de ENRIQUE, destinado a hacerse ilustre y glo-
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Diego*Velázquez recibióla terrible órden del Gobernador

rioso en los anales de la Espanola.


cuando ménos la esperaba. Inmensa pesadumbre embargó su

ánimo al ver que habia incurrido en el enojo de su gefe; y aten-

to solo á desagraviarle, puso en pié su gente, y al favor de la

Tamayo qued6 tambien en el convento al servicio del _c aci-


quillo, a quien amaba con ternura.
Currrplidas estas piadosas atenciones, el Licenciado las Ca-
sas hizo sus cortos preparativos de viaje, y al amanecer del si-
guiente dia, impelida su nave por las auras de la tierra, se alejo
de aquella costa siempre hermosa y risuena, aunque mancha·
·· da con los crimenes y la feroz tirania del Comendador Frey Ni-
colas de Ovando.

XIV

Un heroe.
Diego' Velazquei r~cibi~ la terrible 6rden del Gobernador
cuando menos la esperaba. Inmensa pes:adum bre embarg6 su
animo al ver q ue habia incurrido en el enojo de su gefe; y aten-
to solo a desagra viarle_, puso en pie su giente, y al favor de la

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ENRIQUILLO 57

luna entr6 otra vez en las montafias, muy de madrugada, en


ENRIQUILLO 57

luna entró otra vez en las montañas, muy de madrugada, en

busca de Guaroa y los demás indios que aun no se le habian so-

metido personalmente.
busca de Guaroa y los demas indios que aun nose le habian so-
El capitan español llevaba guias indios expertos, á quienes
metido personalmente.
El capitan espafiol llevaba guias indios expertos, a quienes
se habia ofrecido una gran recompensa si se lograba capturar

á los alzados, prometiéndose á dichos guias que no se queria

otra cosa que apoderarse de aquellos obstinados rebeldes, para

tratarlos tan bien como á los que se habian presentado volun-


se habia ofrecido una gran recompensa si se lograba capturar
tariamente.
a los alzados, prometiendose a dichos guias que no se queria
Creyeron los pobres indios esta engañosa promesa, juzgan-

do por su propia experiencia de la bondad y mansedumbre de


otra cosa. que apoderarse de aquellos obstinados rebeldes, para
Velázquez y sus soldados; y á las tres horas de marcha advir-

tieron al gefe español que habian llegado al pié de la montaña


tratarlos tan bien· como a los que se habian presentado volun-
que servia de albergue á Guaroa.

tariamente.
Amanecía plenamente: de los ranchos ó cabañas cubiertas

de ramas de árboles, que servian de viviendas á los confiados


Creyeron los pobres indios esta enganosa promesa, juzgan-
y perezosos indios, se escapaba ese humo azulado y leve que

denuncia los primeros cuidados con que el hombre acude á las


do por su propia experiencia de la bondad y mansedumbre de
más imperiosas necesidades de su existencia: algunos vagaban

Velazquez y sus soldados; ya las tres horas de marcha advir-


con aire distraído alrededor de la ranchería, ó yucuyagua (20),

llevando en la boca el grosero túbano (21). Distinguíase á pri-


tieron al gefe espafiol que habian lleg~do al pie de la montana
que servia de albergue a Guaroa .
mera vista la figura escultural de su caudillo, que abismado en

honda meditacion, se reclinaba, con el abandono propio de las

grandes tristezas, en el tronco de un alto y robusto córvano, de

Amanecia plenamente: de los ranchos 6 cabanas cubiertas


de ramas de arboles, que servian de vivien.das a los con:fiados
cuya trémula copa, que el sol hacia brillar con sus primeros

rayos, enviaba el ruiseñor sus trinos á los ecos apacibles de la

y perezosos indios, se escapaba ese humo azulado y leve que


montaña: los árboles, meciendo en blando susurro el flexible fo-
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llaje, respondían armónicamente al sordo rumor del mar, cu-

yas olas azules y argentadas se divisaban á lo léjos desde aque-

llas alturas, formando una orla espléndida al extenso y gran-


denuncia los primeros cuidados con que el hombre acude a las
mas imperiosas necesidades de su existencia: aJgunos vagaban
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dioso panorama.

Aveníanse con tan magnifica escena aquella quietud, aquel

absoluto descuido de los indios: es de presumir que, cerciorados


con aire distraido alrededor de la rancberia, 6 yucuyagua (20),
por sus espías de que no se habia hecho daño alguno á los pre-

sentados por las Casas, los rezagados estuvieran meditando


llevando en la boca el grosero tubano (21). Distinguiase a pri-
llevar tambien á efecto su completa sumision, y de aquí provi-

mera vista la figura escultural de su caudilllo, que abismado en


nieran su confianza y negligencia.

honda meditacion, se reclinaba, con el abandono propio de las.


grandes tristezas, en el tronco de un alto y robusto c6rvano, de
cuya tremula copa, que el sol hacia brillar con $ US primeros
rayos, enviaba el ruisefior sus trin os a los ecos apacibles de la
montana: los arboles, meciendo en blando susurro el flexible fo-
llaje, respondian arm6nicamente al sordo rumor del mar , cu-
yas olas azules y argentadas se divisaban a lo lejos des de a que-
llas alturas, formando una orla esplendida al e~ten so y g ran-
dioso panorama.
Avenianse con ta n mag nifica escena aquella quie tud , aquel
absoluto descuido de los indios: es ~e presumir que , cer ciorados
por sus espias de que no se habia ~e cho dafio a Jg uno a los pr e-
sentados por las Casas, los r eza g a dos estuviera n m editando
llevar tambien a efecto su completa sumisiqn, y de aqui provi-
nieran su confia n za y negli gen cia .

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58 LEYE XDA HIST6RICA

58 LEYENDA HISTÓRICA

De improviso, el estridente sonido de un clarin rasga los


De improviso, el estridente sonido de un clarín rasga los

aires,partiendo de un ángulo de la meseta;y apenas se extingue aires,partiendo de un angulo de la meseta;y apenas se extingue
la 1.Htima nota de su belica tocata, otro clarin y otro contestan
la última nota de su bélica tocata, otro clarín y otro contestan

desde los dos ámbitos opuestos, apareciendo por los tres puntos

á la vez la hueste española, precedida del fragor de sus arcabu-

desde los dos ambitos opuestos, apareciendo por los tres puntos
a la vez l~ hueste espanola, precedida del fragor de sus arcabu-
ces, del áspero ladrido de sus perros de presa, y al grito, en

Granada poco ántes glorioso, de ¡cierra España!; intempesti-

ces, del aspero ladrido de sus perros de presa, y al grito, en


vo y profano en aquel monte, cargando con ciega furia á

salvajes inofensivos é indefensos.

Atónitos, sorprendidos y aterrados los infelices indios con

la brusca acometida de los guerreros españoles, prorrumpen


Granada poco antes glorioso, de jclerra Espana/,· intempesti-
en clamores lastimeros y tratan de huir; pero la muerte les sale
vo y profano en aquel monte, cargando con ciega furia a
al paso por todas partes, en el filo de los aceros castellanos: la

sangre de las víctimas enrojece el suelo: el incendio no tarda


salvajes inofensivos e indefensos.
en asociarse á la obra de exterminio, y las pajizas cabañas,

convertidas en ardiente hoguera, abrasan los cuerpos de los


At6nitos, sorprendidos y aterrados los infelices indios con
que paralizados por el terror permanecen á su pérfido abrigo:

la brusca acometida de los guerreros espai'ioles, prorrumpen


los que medio chamuscados ya, huyen del fuego, son rematados

por el furor de los hombres, y solo consiguen una muerte más


en clamores lastimeros y tratan de huir; pe:ro la muerte les sale
pronta en las puntas de las lanzas. Por todo aquel campo reinan

la desolacion y el estrago.
al paso por todas partes, en el filo de los aceros castellanos: la
Un guerrero indio, sin embargo, uno solo, hace frente con

sangre de las victimas enrojece el suelo: el incendio no tarda


en asociarse a la obra de exterminio, y las pajizas cabanas,
ánimo varonil á la ruda embestida de los desatados agresores

y esgrimiendo una fulgurante espada castellana sorprende á su

convertidas en ardiente hoguera, abrasan los cuerpos de los


vez, por el extraordinario arrojo y la fuerza de sus golpes, á-^

los soldados, que no esperaban hallar un ánimo tan brioso en

medio de tantos consternados fugitivos; un leon formidable en-

que paralizados por el terror permanecen a SU perfido abrigo:


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tre aquellos tímidos corderos.

Tres muertos y cinco heridos yacían en tierra, al rigor de


los que medio chamuscados ya, huyen del fuego, son rematados
por el furor de los hombres, y solo consiguen una muerte mas
los golpes del bizarro indio, y los soldados cargaban nuevamen-
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te sobre él, resueltos á exterminarlo, cuando una voz imperio-

sa los contuvo, diciendo:—¡Tenéos! No le mateis!

Era Diego Velázquez, que acudia con la espada desnuda.


pronta en .las puntas de las lanzas. Por todo aquel cam po reinan
Desde léjos habia visto al denodado combatiente defender su
la deso lacion y el estrago.
vida del modo heróico que se ha dicho; y su índole generosa

volvió á preponderar, inspirándole el deseo de salvar aquel .va-


Un guerrero indio, sin embargo, uno solo, hace frente con (
liente.

:f
animo varonil a la ruda embestida de los desatados agresores,
y esgrimiendo una fulgurante espada castellana sorprende .~ su
vez, por el extraordinario arrojo y la fuerza de sus golpes, a .f\
los soldados, que no esperaban hallar un :animo tan .b rioso en
medio de tantos consternados fugitivos; un leon formidable en-
l_ tre aquellos timidos corderos.
Tres muertos y cinco heridos yacian en tierra, al rigor de
los golpes del bizarro indio, y los soldado~ cargaban nuevamen-
te sobre el, resueltos a exterminarlo, cuando una voz imperio-
sa los contuvo, diciendo:-jTeneos! No le rnateis!
Era Diego Velazquez, que acudia con la espada desnuda.
Desde lejos habia visto al denodado combatiente defender su
vida del modo her6ico que se ha dicho; y su indole generosa
volvi6 a preponderar, inspirandole el deseo de salvar aqueI.va-
liente.

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ENRIQUILLO 59
f
EJíRIQUILLO 59
-Rindete,-le dijo;-y yo sere tu amigo, y nadie te hara 1nal.
—Ríndete,—le dijo;—y yo seré tu amigo, y nadie te hará mal.

—¿Quién crée en tus palabras?—contestó con desprecio Gua-


-(Quien cree en tus palabras?-contest6 con desprecio Gua-
roa (que no era otro el esforzado indio).—Cuando nos habias

ofrecido la paz, y contábamos con ella, vienes con los tuyos á


roa (que no era otro el esforzado indio).-Cuando nos habias
asesinarnos á traicion: sois falsos y malvados!

ofrecido la paz, y contabamos con ella, vienes con los tuyos a


asesinarnos a traicion: sois falsos y malvados!
—¡Ríndete!—repuso Velázquez, haciendo un rápido movi-

miento de avance, y dirijiendo la punta de su espada al pecho

de Guaroa.

Este retrocedió vivamente, descargando al mismo tiempo un


-iRindete!-repuso Velazquez, haciendo un rapido movi-
tajo furioso que el capitan español paró con magistral habilidad.

El combate se trabó entonces entre los dos, no permitiendo el


miento de a:vance, y dihjiendo la punta ·de su espada al pecho
caballeroso Velázquez que ninguno de los suyos le ayudara. de Guaroa. ·
Este retrocedi6 vivamente, descargando al mismo tiempo un
Llovían las cuchilladas de Guaroa como atropellado granizo;

pero todas se estrellaban en el arte y la imperturbable sangre

fria de su adversario, el cual cien veces pudo atravesar el co-

razón del impetuoso indio, pero que no aspiraba sino á desar-


tajo furioso que el Capitan.espafiol par6 conmagistral habilidad.
marlo; como lo consiguió al cabo, mediante un diestro movi-
El combate se trab6 entonces entre los <;los, no perm.i tiendo el
caballeroso Velazquez que ninguno de los suyos le ayudara.
miento de desquite.

Precipitóse Guaroa á recobrar su espada, y habiéndose ade-

lantado á impedírselo un español, el contrariado guerrero sacó

la daga que llevaba pendiente de la cintura, y despues de haber


Llovian las cuchilladas de Guaroa como atropellado granizo;
hecho ademan de herir con ella al que estorbaba su accion,
pero toda$ se estreUaban en el arte y la imperturbable sangre
viéndose cercado por todas partes, se la hundió repentinamen-

te en su propio seno. ¡Muero libre! dijo; y cayó en tierra exha-


fria de SU adversario, el cual cien veces pudo atravesar el CO-
lando un momento despues el último suspiro.

Así acabó gloriosamente, sin doblar la altiva cerviz al yugo


raz6n del impetuoso indio, pero que no aspi:raba sino a desar·
extrangero, el noble y valeroso Guaroa; legando ásu linaje un

mar lo; como lo consigui6 al cabo, mediante un diestro movi-


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ejemplo de indómita bravura y de amor á la libertad, que habia

de ser dignamente imitado en no lejano dia. El caudillo español,


miento de desquite.
movido á respetuosa compasion ante aquel inmerecido infortu-

Precipit6se Guaroa a recobrar su espada, y habiendose ade-


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nio, derramó una lágrima sincera sobre el cadáver del gefe in-

dio, al que hizo dar honrosa sepultura en el mismo sitio de su

lantado a impedirselo un espai'iol, el contrariado guerrer© sac6


muerte. La semilla del bien, depositada por el ilustre las Casas I

en el ánimo de Diego Velázquez, no podía ser ahogada, y co-:


la daga que llevaba pendiente de la cintura, y despues de haber
menzaba á germinar en aquel jóven militar, de índole bonda-

dosa, aunque extraviada por las viciosas ideas de su tiempo, y í


hecho ademan de herir con ella al que estorbaba su accion,
por los hábitos de su ruda carrera.

viendose cercado por todas partes, se la hundi6 repentin~men-·


te e~ su propio seno. jMuero libre! dijo; y cay6 en tierra exha-
lando un momento despues el ultimo suspiro.
Asi acab6 gloriosamente, sin doblar la alt:iva cerviz al yugo
extrangero, el noble y valeroso Guaroa; legando a su linaje un
ejemplo de ind6mita br.avura y de amor a la libertad, que habia
de ser dignamente imitado en no lejand' dia. El caudillo espai'iol,
moyido a respetuosa compasion ante aquel inmerecido infortu-
nio, derram6 una lagrima sincera sobre el cadaver del gefe in-
dio, al que hizo dar honrosa sepultura en el mismo sitio de su
muerte. La semilla del bien, depositada por el ilustre las Casas f
en e.l animo de Diego Velazquez, no podia ser ahogada, y co-
menzaba a germinar en aquel j6ven militar, de indole bonda- I
dosa, aunque extra viada por las viciosas ideas de su tiempo, y I
por los habitos de su ruda carrera.

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60 LEYEXDA HIST6RICA

60 LEYENDA HISTÓRICA

\~lb
xv
XV

Consuelo.

Llegó felizmente á la metrópoli colonial el Licenciado las

Casas, once dias despues de su partida de Jaragua. Su notable

Consuelo.
talento, la amenidad de su trato y la bondad de su carácter, le

habian captado todas las simpatías de los moradores, grandes

y pequeños, de la naciente ciudad del Ozama; y así, fué recibido

con generales demostraciones de afecto y alegría al desembar-

car en el puerto. Su alojamiento estuvo constantemente lleno


Lleg6 felizmente a la metr6poli colonial el Licenciado las
de amigos que iban á oir de su boca noticias relativas al Gober-
Casas', once dias despues de su ·p artida de jaragua. Su notable
talento, la amenidad de su trato y la bondlad de su caracter, le
nador Ovando y á los sucesos que habia presenciado en Jaragua.

Los pobres indígenas, empleados en los trabajos públicos, y los

que más sufrían la opresion de los colonos, acudían como atraí-

dos instintivamente por aquel ser benéfico, que los trataba con
habian captado todas las simpatias de los moradores, grandes
amor y liberalidad, preludiando de este modo los cien y cien ac-
y pequefios, de la naciente ciudaddel Ozarna; y asi, fue recibido
tos heróicos que más tarde le grangearan el hermoso dictado de

protector de los indios.


con generales demostraciones de afecto y alegria al desernbar-
Las impresiones que el Licenciado habia traído de Jaragua

'se manifestaban enérgicamente en sus conversaciones, y la ve-


car en el puerto. Su alojamiento estuvo constantemente lleno
hemencia de su lenguaje, alzándose contra las tiranias y cruel-

de amigos que iban a oir de su boca noticias relativas al Gober-


dades de que habia sido testigo, le atrajo desde entónces ene-

mistades y animadversion de parte de todos aquellos que se ha- nador Ovando ya los sucesos que habia presenciado en Jaragua.
bian acostumbrado á considerar el Nuevo-Mundo como una

presa, y á sus naturales como bestias domesticables y de explo-


Los pobres indigenas, empleados en los trabajos publicos, y los
tacion usual, ni más ni ménos que el asno ó el buey. Muchos de

los colonos que fueron á visitarle salieron hondamente disgus-


que mas sufrian la opresion de los colonos, acudian como atrai-
dos instintivamente por aquel ser benefico, que los trataba con
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tados de la extremada libertad de sus invectivas, que herían de

amor y liberalidad, preludiando de este modo los cien y cien ac-


lleno sus intereses y contrariaban sus ideas favoritas. Las Ca-

sas decía altamente que no quería que los lobos lo tuvieran por

tos her6icos que mas tarde le grangearan elhermoso dictado de


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amigo.

Uno de sus primeros cuidados fué visitar y censolar á Higue-

mota, cuyo viaje desde Jaragua á la capital se habia efectuado protector de los indios.
Las impresiones que el Licenciado habia traido de Jaragua
hacia más de dos meses, sin incidente digno de mencion. Llegó

·se manifestaban epergicamente en sus conversaciones, y lave-


hemencia de su lenguaje, alzandose contra las tiranias y cruel-
dades de que habia sido testigo, le atrajo desde ent6nces ene-
mistades y animadversion de parte de todos aquellos que se ha·
bia_n acostumbrado a considerar el Nuevo-Mundo como una
presa, y a sus naturales como bestias dom1esticables y de explo-
tacion usual, ni mas ni 11lenos que el asno 6 el buey. Muchos de
los colonos que fueron a visitarle salieron hondamente disgus-
tados de la extremada libertad de sus invectivas, que herian de
lleno sus intereses y contra1~iaban sus ideas favoritas. Las Ca-
sas decia altamente que no queria que los lobos lo tuvieran por
amigo.
Uno de sus primeros cuidados fue visitar y c~msolar a Higue-
'
mota, cuyo viaje desde jaragua a la capital se habia efectuado
hacia mas de dos meses, sin incidente digno de mencion . Lleg6

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ENRIQUILLO 61
EN'RIQUILLO 61

la infeliz hija á su destino; supo el fin atroz y afrentoso de su


la infeliz hija a su destino; supo el fin atroz y afrentoso de su
madre, y pensó morir de dolor al ahogarse en su pecho la qui-

madre, y pens6 morir de dolor al ahogarse en su pe·c ho la qui-


merica esperanza que habia abrigado de volver a~erla y vivir
mérica esperanza que habia abrigado de volver átáerla y vivir

en su compañía. Recordemos el ingenioso recurso de aquel ce-

lebrado pintor griego (22), que no hallando el medio de expresar

suficientemente los afectos de un padre que vé inmolar á su ama-


en su compania. Recordemos el ingenioso recurso de aquel ce-
da hija, lo presentó en su cuadro cubierto el rostro con un velo.

De igual modo debemos renunciar al propósito de describir la


lebrado pin tor griego (22), que no hallando el rnedio de expresar
situacion en que quedó el ánimo de la pobre Higuemota, al sa- suficientemente los afectos de un padre que ve inmolar a su ama-
da hija, lo present6 en su cuadro cubierto el rostro con un velo.
ber que la infortunada reina de Jaraguahabia perecido enhorca

infame.

Cuando las Casas la vió, apenas podia'conocerla; tal era la

demacracion de sus facciones, el trastorno y la descomposicion


De igual modo debemos renunciar al prop6si.to de describir la
de su ántes tan bella y agraciada fisonomía. Ella se reanimó
situacion en que qued6 el animo de la pobre Higuemota, al sa-
ber que la infortunada reina de jaraguahabia perecido enhorca
un tanto al percibir á las Casas, y una fugaz sonrisa, más triste

que las lágrimas, iluminó como un rayo crepuscular su abatido

semblante.

—Animo, señora;—le dijo con voz conmovida las Casas.—


infa me.
El mal que los hombres os hacen, Dios Nuestro Señor os lo re-

Cuando las Casas la vi6·, apenas podia rconocerla; tal era la


compensará un dia.

—La muerte sería el mejor bien para mí, señor Bartolomé,


demacracion de sus facciones, el trastorno y Jla descomposicion
si no tuviera esta hija;—contestó la doliente Doña Ana.

—Por ella debeis vivir, señora, y sufrir con resignacion


de su antes tan ·bella y agraciada fisonoinia. Ella se reanim6
vuestras desdichas. No perdais, por la desesperacion ó la incon-

un tanto al percibir a las Casas, y una tugaz sonrisa, mas triste


formidad, el rico galardon que vuestros sufrimientos os dan el

derecho de prometeros en un mundo mejor, y esperad tranqui- que las lagrimas, ilumin6 como un rayo crepuscular su abatido
lamente á que el Todo-poderoso quiera poner fin á tantas

semblante.
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pruebas.

Para la desamparada jóven era un consuelo este lenguaje,

-Animo, senora;- le dijo con voz conmovida las Casas.-


y las respetuosas demostraciones de interés compasivo que le

El mal que los hombres os hacen, Dios NuestrQ Senor os lo re-


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prodigaba las Casas. Su corazon se desahogó en el llanto, y

desde entónces recobró el valor necesario para tolerar la exis-

tencia, consagrándola exclusivamente al amor de su angélica


compensara un dia.
Mencía.

Ovando habiá dispuesto que se proreyese con amplitud á las


-La muerte serfa el mejor bien para mi, senor Bartolome,
necesidades materiales de Doña Ana; pero sus órdenes, dicta- si no tuviera esta hija;-contest6 la doliente Dona Ana.
-Por ella debeis vivir, senora, y sufrir con resignacion
das á distancia, fueron obedecidas parcimoniosamente en esta

vuestras desdichas. No perdais, por la desesperacion 6 la incon-


formidad, el rico galardon gue vuestros sufrimientos os dan el
derecho de prometeros en un mundo mejor, y esperad tranqui-
lamente a que . el Todo-poderoso quiera poner fin a tantas
pruebas.
Para la desamparada j6ven era un consuelo este lenguaje,
y las respetuosas demostraciones de interes compasivo que le
prodigaba las Casas. Su corazon se desahog-6 en el llanto, y
desde ent6nces recobr6 el valor necesario para tolerar la exis-
tencia, consagrandola exclusivamente al amor de su angelica
Mencia.
Ovando habi~ dis_puesto que se protreyese con amplitud a las
. necesidades materiales de Dona Ana; pero sus 6rdenes, dicta-
das a distancia, fueron obedecidas parcimon:iosamente en esta

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62 LEYE~DA HIST6RICA

62 LEYENDA HISTÓRICA

parte, pues los oficiales encargados de cumplirlas, no estando


parte, pues los oficiales encargados de cumplirlas, no estando
al cabo de la solicitud especial que las inspiraba, tampoco

al cabo de la solicitud especial que las inspiraba, tampoco


creian empeñada su responsabilidad en descuidar el cumpli-

miento de ellas; y por lo mismo, no habia quien se ocupara en creian empenada su responsabi1idad en descuidar el cumpli-
someter las operaciones del codicioso administrador Mojica á

una eficaz intervencion, provechosa á los intereses de la viuda


miento de ellas; y por lo mismo, no habia quien se ocupara en
de Guevara. Felizmente, las Casas no era hombre que se con-

someter las operaciones del codicioso adm.inistrador Mojica a


formara con ser espectador mudo de los daños causados por la

iniquidad, sin aplicarse con todas sus fuerzas á procurar la re- una eficaz intervencion, provechosa a los intereses de la viuda
de Guevara. Felizmente, las Casas no era hombre que se con-
paracion ó el remedio. Vió á la bella india sumida en honda tris-

teza, indiferente á todo, y si no privada de recursos y asisten-

cia, careciendo de aquellas decorosas comodidades que reque-

formara con ser espectador mudo de los dafios causados por la


iniquidad, sin aplicarse con todas sus fuerzas a procurar la re-
rían su rango y sus condiciones personales. El Licenciado, con

su actividad y eficacia características, tomó á su cargo la pro-

paracion 6 el remedio. Vi6 ~la bella india sumida en honda tris-


teccion de aquella desgraciada jóven; instó, reclamó, proveyó

á todo, y obtuvo que las autoridades, avergonzadas de su des-

cuido y temiendo el enojo de Ovando, dedicaran'su atencion y

su celo al bienestar de Doña Ana, colmándola de cuantos obse-


teza, indiferente a todo, y si n6 privada de recursos y asisten-
quios permitían los recursos de la colonia, al mismo tiempo que
cia, careciendo de aquellas decorosas comodidades que reque-
reducían á Mojica á la obligacion perentoria de rendir cuentas

de su administracion.
rian su rango y sus condiciones personales. El Licenciado, con
XVI

El socorro.
su actividad y eficacia caracteristicas, to1m6 a ·su cargo la pro-
No tuvo tiempo las Casas, al despedirse de Yaguana, de ver

teccion de aquella desgradada j6ven; inst6, reclam6, proveyo


á Diego Méndez, enviado desde Jamaica por el náufrago y des-

amparado Colon en demanda de auxilios. Los dos eran muy a todo, y obtuvo que las autoridades, avergonzadas ~e su des-
amigos, pero-ya se sabe que el Licenciado tuvo que disponer en

cuido y temiendo el enojo de Ovando, dedicaran·su atencion y


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breves horas su viaje en cumplimiento de las estrechas órdenes

del irritado Gobernador. Siete meses estuvo el leal emisario del

su celo al bienestar de Don.a Ana, colmandola de cuantos obse-


Almirante instando en vano al duro y envidioso Ovando, para

quios permitian los recursos de la colonia,, al mismo tiempo que


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que enviara los ansiados socorros á los náufragos de Jamaica.

Bajo un pretexto y otro, el Comendador diferia indefinidamen-

te el cumplimiento de un deber tan sagrado como importante.


reducian a Mojica a la obligacion perentoria de rendir cuentas.
de su administracion.

XVI.

El socorro .
No tuvo tiempo las Casas, al despedirse de Yaguana, de ver
a Diego Mendez, enviado desde Jamaica por el naufrago y des·
amparado Colon en demanda de auxilios. Los dos eran muy
amigos, pero-ya se sabe que el Licenciado tuvo que disponer en
breves horas su viaje en cumplimiento de las estrechas 6rdenes.
del irritado Gobernador. Siete meses estuvo el leal emisario del
Almirante instando en vano al duro y envidioso Ovando, para
que enviara los ansiados socorros a los n ~il!fragos de Jamaica.
Bajo un pretexto y otro, el Comendador diferia indefinidamen-
te el cumplirriiento de un deber tan sagrado como importante.

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ENRIQUILLO

E:\RIQUILLO
Pot ultimo, el infatigable M~ndez obtu vo liceticia para ret.c-_
Por último, el infatigable Méndez obtuvo licencia para retí

se á Santo Domingo á esperar barcos de España, á fin de asis-


se a Santo Domingo a esperar barcos de Espana, a fin de asr...,
tir á aquel importante objeto. Despues de un penoso viaje ápié,

tir a aquel importante objeto. Despues de un penoso viaje a pie,


desde jaragua hasta el Ozama, lleg6 por fin M:endez a la capi-
desde Jaragua hasta el Ozama, llegó por fin Méndez á la capi-

tal, donde fué cariñosamente recibido y hospedado por las

Casas.

Lo que estas dos almas generosas y de tan superior temple


tal, donde fue carifiosamente recibido y hosµedado por las
experimentaron al comunicarse recíprocamente sus aventuras,

sus observaciones y sus juicios; la indignacion en que aquellos


Casas.
dos corazones magnánimos ardieron al darse cuenta de la in- Loque estas dos almas generosas y de tan superior temple
experimentaron al comunicarse reciprocamente sus aventuras,
gratitud y dureza con que era tratado el grande hombre que

hábia descubierto el Nuevo-Mundo; como de la crueldad que

iba diezmando á los infelices naturales de la hermosa isla Espa-

ñola, seria materia muy ámplia, y saldría de las proporciones


sus observaciones y sus juicios; la indignacion en que aquellos
limitadas de esta narracion. Baste decir en resúmen que aque-
dos corazones magnanimos ardieron al darse cuenta de la in·
gratitud y dureza con que era tratado el grande hombre que
llos dos hombres, ambos emprendedores, enérgicos y de distin-

guida inteligencia, no se limitaron á deplorar pasivamente las

maldades de que eran testigos, sino que resolvieron combatirlas

y correjirlas por los medios más eficaces que hallaran á la mano,


habia descubierto el Nuevo·Mundo; como de la crueldad que •
ó en la órbita de sus facultades materiales é intelectuales.
iba diezmando a los infelices naturales de la hermosa isla Espa-
fiola, seria materia muy amplia, y saldria de llas proporciones
Desde entónces el nombre de Don Cristóbal Colon resonó

por todos los ámbitos de Santo Domingo, acompañado de amar-

gos reproches al Gobernador Ovando. En todas las reuniones

públicas y privadas, en la casa municipal y en el atrio del tem-


lirnitadas de esta narr·acion. Baste decir en restimen que aque-
plo como en la taberna y en les embarcaderos de la marina; á

llos dos hombres, ambos emprendedores, energicos y de dist~n­


guida inteligencia, nose limitaron a deplorar pasivamente las
grandes y pequeños, láicos y clérigos, marineros y soldados,

hombres y mugeres, á todos y á todas partes hicieron llegar las


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Casas y Méndez la noticia del impío abandono en que Ovando

dejaba á Colon y sus compañeros en Jamáica, privados de todo


maldades de que eran testigos, sino que resolvieron combatirlas
recurso y rodeados de mil peligros de muerte. Esta activa pro-

y correjirlas por los medios mas efi.caces que hallaran a la mano,


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6 en la 6rbita de sus facultades materiales e intelectuales.


paganda conmovió profundamente los ánimos en toda la colo-

nia, y cuando Ovando regresó al fin, de Jaragua, encontró la

atmósfera cargada de simpatías por Colon, y de censuras á su

propia conducta; pero altivo y soberbio como era, léjos de ceder


Desde ent6nces el nombre de Don Crist6bal Colon reson6
á la presion del voto general, se obstinó más y más en su pro-

por todos los ambitos de Santo Domingo, acompafiado de amar-


pósito de dejar al aborrecido grande hombre desamparado y»

presa de todos los sufrimientos imaginables. gos reproches al Gobernador Ovando. En todas las reuniones
pllblicas y privadas, en la casa municipal yen el atrio·del tern·
plo como ·en la taberna y en les embarcaderos de la marina; a
grandes y pequefios, laicos y clerigos, marineros y soldados,
hombres y mugeres, a todos ya todas partes hicieron llegar las
Casas y Mendez la noticia del itnpio abandono en que Ovando
dejaba a Colon y sus compafieros en Jamaica, privados de todo
recurso y rodeados de mil peligros de muerte. Esta activa pro-
paganda conmovi6 profundamente los animos en· toda la colo-
nia, y cuando Ovando regres6 al fin, de jara:gua, encontr6 la
atm6sfera cargada de simpatias por Colon, y de censuras a su
propia conducta; pero altivo y soberbiocomo era, lejos de ceder
a la presion del voto general, se obstin6 mas y mas en su pro-
p6sito de de jar al aborrecido gr an de hombre desamparado y 1
presa de todos los sufrimientos imaginables .

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LEYENDA HIST6RICA

LEYENDA HISTÓRICA

..:al era la disposicion de los animos en la capital. cuando lle-


* al era la disposicion de los ánimos en la capital, cuando He-

la noticia de que los indios de Higüey se habian rebelado. El ~ la noticia de que los indios de Higuey se habian rebelado. El
terrible Cotubanamá,—el bravo indio que, sublevado anterior-

mente, fué reducido á la obediencia por el valor y la sagacidad


~errible Cotubanama,-el bravo indio qu.e, sublevado anterior-
política de Juan de Esquivel, tomó en señal de amistad el nom-

bre de su vencedor, y cumplía los capítulos pactados con estric-


mente, fue reducido a la obediencia por el valor y la sagacidad
ta fidelidad,— habia vuelto á dar el grito de guerra contra los politica de Juan de Esquivel, tom6 en sen.al .de amistad elnom-
bre de su vencedor, y cumplia los capitulos pactados con estric-
españoles, porque Villaman, teniente de Esquivel, contra los

términos estipulados por éste al celebrar la paz, exigía de los

indios que llevaran los granos del cultivo obligatorio á Santo

ta fidelidad,-habia vuelto a dar el grito de guerra contra los


espailo·l~s, porque Villaman, teniente de Esquivel, contra los
Domingo. Los soldados españoles vivían además muy licencio-

samente en aquella Provincia, y á su antojo arrebataban las

terminos estipulados por este al celebrar la paz, exigia de los


mugeres á los pobres indios, sus maridos. Estos, despues de mil

quejas inútiles, colmada la medida del sufrimiento con las exi-

jencias arbitrarias de Villaman, se armaron como pudieron, y

con su caudillo Cotubanamá al frente, atacaron un fuerte que


indios que llevaran los granos del cultivo obligatorio a Santo
habia construido Esquivel cerca de la costa, lo quemaron, y
Domingo. Los soldados espafioles vivian ademas muy licencio-
samente en aquella Provincia, y a. su antojo arrebataban las
mataron la guarnicion, de la que no se escapó sino un soldado

que refirió en Santo Domingo los pormenores del trágico suceso.

Ovando creyó buena la oportunidad para ocupar poderosa-

mente la atencion pública y desviarla del vivo interés que la


mugeres a los pobres indios, sus maridos. Estos, despues de mil
atraia hácia el náufrago Colon. Pero se engañaba. Al mismo

quejas intitiles, colmada la medida del sufrimiento con las exi-


tiempo que Juan de Esquivel volvía á salir contra los subleva-

dos indios de Higüey, los vigilantes amigos del Almirante, Ca- jencias arbitrarias de Villaman, se armaron como pudieron, y
sas y Méndez, no dejaban adormecerse los compasivos senti-

mientos que habian logrado suscitar en su favor.


con su caudillo Cotubanama al frente, a.tacaron un fuerte que
Casi dos años hacia que los frailes franciscanos, en número

habia constniido Esquivel cerca de la costa, lo quemaron, y


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de doce, habian pasado al Nuevo-Mundo con Ovando, instalán-

dose en la naciente ciudad de Santo Domingo. En su convento, mataron la guarnicion, de la que no se escap6 sino un soldado
que refiri6 en Santo Domingo los pormenores del tragico suceso.
modestísimo al principio, recibieron la instruccion religiosa mu-
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chos caciques de la isla, sus hijos y allegados, con arreglo á las

próvidas órdenes comunicadas por la Reina Isabel al Gober-

nador.
Ovando crey6 buena la oportunidad para ocupar poderosa-
De este mismo plantel religioso salieron para ejercer funcio-
mente la atencion ptiblica y desviarla del vivo interes que la
atraia hacia el naufrago Colon. Pero se enganaba. Al mismo
nes análogas los buenos frailes que ya hemos mencionado, en

Jaragua, encargados por las Casas de la educacion del niño En-

rique, antes Guarocuya, señor del Bahoruco.

tiempo que Juan de Esquivel vol via a sa.lir contra los subleva-
dos indios de Higliey, los vigilantes amigos del Almirante, Ca·
sas y Mendez, no dejaban ador.mecerse los compasivos senti-
mientos que habian logrado suscitar en su favor.
Casi dos afios hacia que los frailes franciscanos, en ntimero
de doce, habian pasado al Nuevo-Mundo con Ovando? instalan-
dose en la naciente ciudad de Santo Domingo. En.su convento,
modestisimo al principio, recibieron la instruccion religiosa mu-
chos caciques de la isla, sus hijos y allegados, con arreglo a las
pr6vidas 6rdenes comunicadas por la F~eina Isabel. al Gober-
nador.
De este mis mo plantel religioso salieron para ejercer funcio-
nes analogas los buenos frailes que ya hemos mencionado, en
jaragua, encargados por las Casas de la educacion del nifio En·
rique, antes C.uarocuya, sefior del Bahoruco.

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ENRIQUILLO 65
ENRIQUILLO 65

El Licenciado y Diego Méndez fueron solícitos á hablar con El Licenciado y Diego Mendez fueron solicitos a hablar con
el Prior de los franciscanos, el Padre Fray Antonio de Espinal.

Era éste un varon de ejemplar virtud y piedad, muy respetado


el Prior de los franciscanos, el Padre Fray Antonio de Espinal.
por sus grandes cualidades morales, más aun que por el hábito

que vestía. Recibió placenteramente á los dos amigos, siéndolo


Era este un varon de ejemplar virtud y piedad, muy respetado
muy afectuoso de las Casas, en cuya compañiahabia venido de por sus grandes cualidades morales, mas aun que por el habito
que vestia. Recibi6 placenteramente a los dos amigos, siendolo
España en la misma nave. Convino con ellos en que era inicuo

el proceder de Ovando respecto de Colon, y se ofreció á hablar-

le, para reducirlo á mejores sentimientos.

Así lo hizo en el mismo dia. Ovando recibió al buen religio-


muy afectuoso de las Casas, en cuya compan.iahabia venido de
so con las mayores muestras de veneracion y respeto, y cuando
Espana en la misma nave. Convino con ellos en que era inicuo
el proceder de Ovando respecto de Colon, y se ofreci6 a hablar-
supo el objeto de su visita, se mostró muy ofendido de que se le

juzgara capaz de abrigar malas intenciones respecto del Almi-

rante.

—Mientras aquí se me acrimina, —dijo, —y se supone que


le, para reducirlo a mejores sentimientos. ·
miro con indiferencia la suerte de un hombre á quien tanto res-

Asi lo hizo en el mismo dia. Ovando recibi6 al buen religio-


peto como es Don Cristóbal, ya he cumplido con el deber de

mandarle un barco, el único de que pude disponer en Jaragua,


. so con las mayores muestras de veneracion y respeto, y cuando
despues que su emisario Méndez se vino para aquí, á encender

los ánimos con injustas lamentaciones.


supo el objeto de su visita, se mostr6 muy ofendido de que se le
Ovando, con esta declaracion equívoca, lograba salir del

juzgara cap~z de abrigar malas intenciones respecto del Almi-


paso difícil en que se hallaba. Cierto era que, despues de la par-

tida de Diego Méndez de Jaragua, habia enviado á Diego de Es- rante.


cobar con un pequeño bajel, que por todo socorro conducía para

Colon un barril de vino y un pemil de puerco (23), fineza irónica


-Ylientras aqui se me acrimina,- dijo, - -y se supone que
del Gobernador de la Española para el Descubridor del Nuevo-

Mundo; pero por lo demás, Escobar no llevaba á los tristes náu-


miro con indiferencia la suerte de un hombre a quien tanto res-
peto como es Don Crist6bal, ya he cumplido con el deber de
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fragos otro consuelo que la expresion del supuesto pesar conque

mandarle·un barco, el unico de que pude disponer en Jaragua,


Ovando habia sabido sus infortunios, y la imposibilidad de man-

darles un barco adecuado para conducirlos á Santo Domingo,

despues que ~u emisario Mendez se vino para aqui, a encender


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por no haber ninguno entónces en la colonia; aunque ofrecien-

do enviarles el primero que llegara de España.

Cumplido este singular encargo á calculada distancia de los


los animos con injustas lamentaciones.
Ovando, con esta declaracion equivoca, lograba salir del
barcos náufragos, Escobar se hizo nuevamente á la vela, dejan-

do al infortunado Almirante y á sus subordinados en mayor

afliccion que ántes de tener semejante prueba de la malignidad

del Comendador. Este, sin embargo, se referia equívocamente


paso dificil en que se hallaba. Cierto era que:, despues de la par-
tida de Diego Mendez dejaragua, habia enviado a Diego de Es-
cobar con un pequefi.o bajel, que por todo socorro conducia para
Colon un barril de vino y un pernil de puerco (23), fineza ir6nica
del Gobernador de la Espanola para el Descubridor del Nuevo-
Mundo; pero por lo demas, Escobar no llevaba a los tristes nau-
fragos otro consuelo que la expresion del supuesto pesar conque
Ovando habia sabido sus infortunios, y la imposibilidad de man-
darles un barco adecuado para conducirlos a Santo Domingo,
porno haber ninguno ent6nces en la colonia; aunque ofrecien-
do enviarles el primero que llegara de Espana.
Cun1plido este singular encargo a calculada distancia de los
barcos naufragos, Escobar se hizo nuevamente a la vela, dejan_-
do al infortunado Almirante y a sus subordinados en mayor
afliccion que antes de tener semejante prueba de la malignidad
del Comendador. Este, sin embargo, se referia equivocamente
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66 LEYENDA HIST6RICA

66 LEYENDA HISTÓRICA

á la comision de Escobar, cuando hizo entender á Fray Antonio


a la comision de Escobar, cuando hizo entender a Fray Antonio
que habia mandado un barco á Don Cristóbal. El buen religio-

que habia mandado un barco d Don Cristobal ..El bu en religio ·


so se retiró muy satisfecho con esta nueva, que momentánea-

mente tranquilizó á Casas y Méndez, quienes jamás pudieron so se retir6 muy satisfecho con esta nueva, que momentanea-
mente tranquiliz6 a. Casas y Mendez, quilenes jamas pudieron
figurarse el cruel sarcasmo que la tal diligencia envolvia.

Esperaron, pues, más sosegados, el regreso del barco, en el

que contaban ver llegar á los náufragos; pero su asombro no

tuvo límites, ni puede darse una idea de su indignacion, cuando


figurarse el cruel sarcasmo que la tal diliigencia envolvia.
á los pocos dias regresó Escobar con su bajel, y, por confiden-
Esperaron, pues, mas sosegados, el regreso del barco. en el
que contaban ver llegar a los naufragos; pero su asombro no
cia de uno de los marineros tripulantes, supieron la verdad de

lo sucedido. Volvieron á la carga con más vigor; revolvieron

todas sus relaciones en la ciudad, que eran muchas, y refirieron

el caso á Fray Antonio, que participó del enojo y la sorpresa de


tuvo limites, ni puede darse una idea de su indignacion, cuando
los dos amigos.

Entónces se empleó contra el malvado Gobernador un resor-


a los pocos dias regres6 Escobar con su bajel, y, por confiden-
te poderoso, terrible, decisivo en aquel tiempo. El primer do-
cia de uno de los marineros tripulantes, supieron la verdad de
mingo siguiente al arribo de Escobar con su barco, los púlpitos

de los dos templos que al principio eran los únicos en que se ce-
lo' sucedido. Volvieron a la carga con m.{ts vigor; revolvieron
lebraba el culto en la capital de la colonia, resonaron con enér-

todas sus relaciones en la ciudad, que eran muchas, y refirieron


el caso a Fray Antonio, que particip6 del enojo y la sorpresa de
gicos apóstrofes á la caridad cristiana olvidada, á los deberes

de humanidad y gratitud vilipendiados en las personas del ilus-

tre Almirante y demás náufragos abandonados en las playas

de Jamáica (24). Hasta se llegó á amenazar á los responsables


los dos amigos.
de tan criminal negligencia con la pena de excomunion mayor,

como á impíos fratricidas. El golpe fué tan rudo como irresisti-


Ent6nces se emple6 contra el malvado Q-obernador un resor-
ble; el sentimiento público estaba profundamente excitado, y el
te poderoso, terrible, decisivo en aquel tiempo. El primer do-
mingo siguien!_e al arribo de Escobar con su barco, los plilpitos
perverso Gobernador, vencido y avergonzado, expidió el mis-
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mo dia las órdenes necesarias para que saliera una nave bien

equipada y provista de toda clase de auxilios en busca de los

náufragos.
de los... dos templos que al principio eran los unicos en que se ce-
lebraba el culto en la capital de la colonia, resonaron con ener-
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Al mismo tiempo hizo Ovando facilitar á Diego Méndez las

gicos ap6sti·ofes a la Caridad cristiana olvidada, a los deberes


cantidades que habia recaudadas de las rentas del Almirante

creyendo que el fiel emisario las llevaría consigo á España án-

tes del arribo de aquel á la colonia; pues sabia que el mayor de-

seo de Méndez era cumplir en todas sus partes las instrucciones


de· humanidad y gratitud vilipendiados en las personas del ilus-
de Don Cristóbal, pasando á la corte á ventilar sus asuntos con
tre Almirante y demas naufragos abandonados en las playas
. de Jamaica (24). Hasta se lleg6 a amenazar a los responsables
los soberanos; y no le pesara al maligno Gobernador que Colon,

de tan criminal negligencia con la pena die excomunion mayor,


como a impios fratricidas. El golpe fue tan rudo como irresisti-
ble; el sentimiento ptiblico estaba profundlamente excitado, y el
perverso Gobernador, veucido y avergonzado, expidi6 el mis-
mo dia las 6rdenes necesarias para que saliera una nave bieri
equipada y provista de toda clase de auxilios en busca de los
naufragos.
Al mismo tiempo hizo Ovando facilitar a Diego Mendez las
cantidades que habia recaudadas de las :rentas del Almirante
creyendo que el fiel emisario las llevaria consigo a Espan.a an·
tes del arribo de aquel a la colonia; pues sabia que el mayor de·
seo de Mendez era cumplir en todas sus partes las instrucciones
de Don Crist6bal, pasando a la corte a ventilar sus asuntos con
los soberanos; y no le pesara al maligno Gobernador que Colon,

Original from
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ENRIQUILLO 67
ENRIQUILLO 67

hallándose sin aquellos recursos á su llegada á Santo Domingo, hallandose sin aquellos recursos a su llegada a Santo Domingo,
acelerase el termino de su residencia en la colonia, que era lo
acelerase el término de su residencia en la colonia, que era lo

que más convenia á la ambicion de Ovando, siempre alarmado

con los legítimos derechos del Almirante al gobierno de que él

estaba en posesion, por efecto del injusto despojo ejercido con-


que mas convenia a la amhicion de Ovando, siempr;: alarmado
tra aquel grande hombre por los celos políticos de Fernando el
con los legitimos derechos del Almirante al gobierno de que el
estaba en posesion, por efecto del injusto despojo ejercido con-
Católico. Diego Méndez usó mejor de aquel dinero: con la me-

nor parte de él compró una carabela de buena marcha, que car-

gada de provisiones y cuanto podia necesitar Colon, fué despa-

chada en horas con rumbo á Jamáica, desluciendo así el tardío


tra aquel grande hombre por los celos politicos de Fernando el
socorro enviado por Ovando; y el resto lo entregó á Fray An-
Cat6lico. Diego Mendez us6 mejor de aquel dllnero: con la me-
tonio para que lo pusiera en manos del Almirante á su arribo á

las playas de Santo Domingo. Solo entónces emprendió el vale-


nor parte de el COII)pr6 una carabela de buena marcha, que car-
roso y leal amigo de Colon su viaje á España.

XVII
gada de provisiones y cuanto podia necesitar Colon, fue despa-
La promesa.

chada en horas con rumbo a Jamaica, desluciendo a·s i el tardio


Las Casas por su parte, no estando ya retenido en la capital

por el noble interés de ayudar á Méndez en su árdua empresa socorro enviado por Ovando; y el resto lo entreg6 a Fray An-
de hacer entrar en razon al Comendador, pidió áéste licencia

para ir á Higüey á compartir los trabajos de la expedicion con-


tonio para que lo pusiera en manos del Almirante a su arribo a
tra los indios sublevados. Bien recordó Ovando la solicitud

las playas de Santo Domingo. Solo ent6nces emprendi6 el vale-


roso y leal amigo de Colon su viaje a Espana.
idéntica que le hizo el Licenciado en Jaragua, cuando quiso asis-

tir á la guerra del Bahoruco; pero esta vez estaba completamen-

te seguro de que los esfuerzos caritativos de las Casas serían

estériles, y que sus sanguinarias instrucciones á Esquivel ten-

drían puntual ejecucion al pié de la letra. Por consiguiente,

concedió de buen grado y con sarcástica sonrisa, la licencia


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XVII
que se le pedia, contento en su interior de los trabajos que el

generoso jóven iba á arrostrar en Higüey, para recojer el amar-

go desengaño de que nadie le hiciera caso. Efectivamente, Casas


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no hizo en aquella guerra de devastacion y exterminio sino el

papel nada grato para su compasivo corazon, de espectador

y testigo de las más sangrientas escenas de crueldad, contra las


La promesa.
Las Casas por su parte, no estando ya retenido en la capital
por el noble interes de ayudar a Mendez en su. ardua empresa
de hacer entrar en razon al Comendador, pid:i6 a este licencia
para ir a Higiiey a compartir los trabajos de la expedicion con-
tra los indios sublevados. Bien record6 Ovando la solicitud
identica que le hizo el Licenciado en Jaragua,cuando quiso asis-
tir a la guerra del Bahoruco; pero es ta vez estaba completamen-
te seguro de que los esfuerzos caritativos ·ae las Casas serian
esteriles, y que -sus sanguinarias instrucciones a Esquivel ten-
drian puntual ejecucion al pie de la letra. Por consiguiente,
concedi6 de buen grado y con sarcastica sonirisa, la licencia
que se le pedia, contento en su interior de los trabajos que el
generoso j6ven iba a arrostrar en Higiiey, para recojer el amar-
g? desengafto de que nadie le.hiciera caso. Ef ect:i vamen te, Casas
no hizo en aquella guerra de devastacion y exterminio sino el
papel nada grato para su compasivo corazon, de espectador
y testigo de las mas sangrientas escenas de crueldad, contra las
Original from ·'
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68 LEYENDA HIST6RICA
68 LEYENDA HISTÓRICA

que en vano levantaba su elocuente voz para evitarlas ó tempe que en vano levantaba su elocuente voz para evitarlas 6 tempe -
rar el furor implacable de Esquivel y. sus soldados. Todo se

llevó á sangre y fuego: la espada y la horca exterminaron, á


rar el furor implacable de ·Esquivel y. sus soldados. Todo se
porfía, millares y millares de indios de todas clases y sexos.

Inútilmente se ilustró aquella raza infeliz con actos de sublime


llev6 a sangre y fuego: la espada y la horca exterminaron, a
abnegacion inspirados por el valor y el patriotismo (25). El cau-
porfia, millares y millares de indios de todas clases y sexos.
Inutilinente se ilustr6 aquella raza infeliiz con actos de sublime
dillo español, con sus cuatrocientos hombres cubiertos de ace-

ro, y algunas milicias de indios escogidos en la sumisa é inme-

diata provincia de Icayagua, no ménos valerosos y aguerridos

que los higüeyanos, todo lo arrolló y devastó en aquel territo-


abnegacion inspirados por el valor y el patriotismo (25}. El cau-
rio que ofrecía además pocas escarpaduras inaccesibles y luga-
dillo espafiol, con sus cuatrocientos hombres cubiertos de ace-
res defensivos. El gefe rebelde Cotubanamá, cuya intrepidez

heróica asombraba á los españoles; reducido al último extremo;


ro, y algunas milicias de indios escogidos en la sumisa e inme·
habiendo visto caer á su lado á casi todos sus guerreros, se re-

fugió en la isla Saona, contigua á la costa de Higüey; permane-


diata provincia de Icayagua, no menos valerosos y aguerridos
ció allí oculto por algunos dias, y al cabo fué sorprendido y

que los higlieyanos, todo lo arrol16 y devast6 en aquel territo-


preso por los soldados de Esquivel, á pesar de la desesperada

resistencia que les opuso. Conducido á Santo Domingo, no va-


rio que ofrecia ademas pocas escarpaduras inaccesibles y luga-
lió la empeñada recomendacion de su vencedor, movido sin

duda por un resto de la antigua amistad que profesaba al vale-


res· defensivos. El gefe rebelde Cotubanama, cuya intrepidez
roso cacique, para que se le perdonara la vida; y el inexora-

her6ica asombra_b a ;i los espafioles; reducido al ultimo extreme;


habiendo visto caer a su lado a casi todos sus guerreros, se re-
ble Ovando lo hizo ahorcar públicamente. Las Casas habia re-

gresado á la capital, no bien terminó la campaña, con el alma

fugi6 en la is la Saona, contigua a la cost:a de Higtiey; permane-


enferma y llena de horror por las atrocidades indecibles que

habia presenciado en la llamada guerra de Higüey.

—Buenas cosas habréis visto, señor las Casas,—dijo el Co-

mendador con cruel ironia al presentársele el Licenciado.


ci6 alli oculto por algunos dias, y . al cabo fue sorprendido y
preso por los soldados de. Esquivel, a pes~r de la desesperada
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—Ya las contaré á quien conviene;—respondió el filántropo.

—¿A quién?—repuso altivamente Ovando.

—¡A la posteridad!—replicó mirándole fijamente las Casas.


resistencia que les opuso. Conducido a Santo Domingo, no va-
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XVIII

Salvamento.
li6 la empei'iada recomendacion de su vencedor, movido sin
Al cabo de un año de angustias y esperanzas constantemen-

duda por un resto de la antigua amistadl que profesaba al vale-


te defraudadas, vieron llegar los tristes náufragos de Jamáica

roso cacique, para que se le perdonara la vida; y el inexora-


ble Ovando 16 hizo ahorcar publicament:e. Las Casas ·habia re-
gresado a la capital, no bien termin6 la campafta, con el alma
enferma y llena de horror por las atrocidades indecibles que
habia presendado en la Hamada g uerra de Higiley.
- Buenas cosas habreis visto, sefior las Casas,-dijo el Co-
mendador co n cruel ironia al presentarsele el Licen.c iado.
- Ya las contare a quien convien.e; - respondi6 el.filantropo .
- ( A quien?- repuso altivamente Ovando .
- j A la posteridad! - replic6 mirandole fijamente las Casas.

XVIH

Sal v amento.
Al cabo de un afio de angustias y esperanzas constantemen-
te defraudadas, vieron llegar los tristes n aufragos de Jamaica
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ENRIQUILLO . 69

ENRIQUILLO 69
los deseados bajeles salvadores. No es de este lugar la narracion
minudosa de los trabajos y las peripecias que experiment6 el
#

los deseados bajeles salvadores. No es de este lugar la narracion

minuciosa de los trabajos y las peripecias que experimentó el

magnánimo Colon en aquel período de durísimas pruebas. Él


magnanimo Colon en aquel periodo de durfsimas pruebas. El
y su esforzado hermano Don Bartolomé habian tenido que lu-
y su esforzado hermano Don Bartolome habian tenido que lu·
char contra la insubordinacion y la licencia de la mayor parte
char contra la insubordinacion y la licencia de la mayor parte

de sus compañeros; se habian visto expuestos á morir de ham-

bre, á causa de negarse los indios, agraviados por los españo-

les rebeldes, á proveerles de víveres; los que al cabo obtuvo


de sus compafieros; se habian visto expuestos a morir de ham-
Colon, recobrando al mismo tiempo la veneracion de aquellos
bre, a causa de negarse los indios, agraviad.os por.los espafio-
les rebeldes, a proveerles de viveres; los que al cabo obtuvo
salvajes, gracias al ardid de pronosticarles un eclipse de luna

próximo como señal del enojo divino, por haberle ellos desampa-

rado. La realizacion del eclipse, y acaso más aun, la resolucion

con que los dos ínclitos hermanos tuvieron que castigar al fin
Colon, recobrando al mismo tiempo la veneracion de aquellos
los desmanes de su gente, le atrajeron las mayores muestras

de adhesion de parte de los indios, que le ofrecieron sus toscos


sal vajes, gracias al ardid de pronosticarles un eclipse de luna
alimentos en abundancia. pr6ximo como sen.al del enojo di vino, por haberle ellos desampa-
La salud del Almirante quedó profundamente quebrantada

con los innumerables padecimientos físicos y morales que le


rado. La realizacion del eclipse, y acaso mas aun, la resolucion
abrumaron en aquella desdichadísima expedicion.

Cuando llegó el momento de despedirse de los indios, derra-


con que los dos inclitos hermanos tuvierori que castigar al fin
maron éstos lágrimas de pesar por la ausencia de Colon, á quien
los desmanes de su gente, le atrajeron las mayores muestras
de adhesion de parte de los indios, que le ofrecieron sus toscos
creían un sér bajado del cielo; tanto se recomienda, aun en el

ánimo de ignorantes salvajes, la práctica de los principios de

. '
humanidad y de justicia.

La adversidad que incesantemente acompañó al Almirante


a1imentos en abundancia.
en todo el curso de este su cuarto viaje de descubrimientos,
La salud del Almirante qued6 profundamente quebrantada
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con los innumerables padecimientos fisicos y morales que le


persistió en contrariarle durante la travesía de Jamáica á la

Española. Vientos recios de proa, las fuertes corrientes entre

ambas islas, y la mar siempre tormentosa, le lucieron demorar

abrumaron en ·aquella desdichadisima expedicion.


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cuarenta y seis dias en esa navegacion que se hacia ordinaria-

mente en ocho ó diez. Anclaron los dos bajeles en el puerto de

Cuando lleg6 el momento de despedirse de los indios , derra-


maron estos h\grimas de pesar por la ausencia de Colon, a quien 1
Santo Domingo el 13 de Agosto de 1504.

creian un ser bajado del cielo; tanto se recomienda, aun en el


animo deignorantes sal vajes, la practica de los· principios de
humanidad y de justicia.
La adversidad que incesantemente acompafi6 al Almirante
en todo el curso de este su cuarto vi a je de descubrimientos ,
persisti6 en contrariarle durante la traves.ia de Jama ica a la
Espanola. Vientos recios de proa, las fuer tes COf"rientes entre
ambas islas, y la ma r siempre tormentosa, le hicieron demora r
cuarenta y seis dias en esa navegacion que se hacia ordin aria -
mente en ocho 6 diez. Anclaron los dos bajieles en el puerto de
Santo Domingo el 13 de Agosto de 1504.

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.,
70 LEYENDA msr6RICA

70

LEYENDA HISTÓRICA

XIX

El pronóstico.
XIX
Conmovidos como estaban todos los ánimos á favor de Colon,

cuyos grandes trabajos é infortunios eran en aquel tiempo el

tema favorito de los discursos y las conversaciones en la Espa-

El pron6stico.
ñola, la noticia de su arribo al puerto fué sabida con universal

Conmoyidos como estaban todos los animos a favor de Colon,


regocijo. A porfía acudieron solícitos á recibir al grande hom-

bre todos los moradores de la ciudad primada de las Indias, así

personas constituidas en autoridad, como los simples particula-

res; y tanto sus más íntimos amigos, como los que con mayor
cuyos grandes trabajos e infortunios eran en aquel tiempo el
fiereza le habian hostilizado en los dias de su poder. Ovando el

tema favorito de los discursos y las conversaciones en la Espa-


primero, sea por efecto de disimulo y de su política cortesana,

ó bien porque realmente se sintiera conducido por el torrente


nola, la noticia de su arribo al puerto fue sabida con uni versa!
de la simpatía general, á sentimientos más dignos y elevados

de los que ántes dejara ver respecto del ilustre navegante, se


regocijo. A porfia acudieron solicitos a recibir al grande horn-.
apresuró á prodigarle las más rendidas muestras de respeto

bre todos los moradores de la ciudad prin1ada de las lndias, asi


y deferencia. Un oficial de su casa fué á la rada en un bote ri-

camente equipado, á invitar á Colon en nombre del Gobernador personas constituidas en autoridad, como los simples particula-
á entrar con sus naves en el puerto del Ozama. La fresca brisa

del medio dia era favorable á esa entrada, que los dos bajeles
res; y tanto sus mas intimos amigos, como los que con mayor
efectuaron á todas velas, y con tal celeridad y gallardía que se

les hubiera creido animados del deseo de responder á la impa-


fiereza le habian hostilizado en los dias de su poder. Ovando el
ciencia de los numerosos espectadores que guarnecían toda la
primero, sea por efecto de disimulo y de su politica cortesana,
6 bien porque realmente se sintiera conducido por el torrente
ribera derecha del caudaloso Ozama. Cuando los bajeles arria-

ron sus velas y detuvieron su marcha, una inmensa aclamacion

llenó el espacio, victoreando al Descubridor y Almirante; víto-

de la simpatia general, a sentimientos rr1as dignoG y elevados


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res que Ovando sancionó, subyugado por las circunstancias,

alzando de la cabeza el birrete de terciopelo negro con lujosa


de los que antes dejara ve1: respecto del ilustre navegante, se
apresur6 a prodigarle las mas rendidas muestras de respeto
presilla, en señal de cortesía al glorioso nombre de Colon. Apa-
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reció éste sobre la alta popa de su nave, apoyándose trabajosa-

mente en el brazo de un jóven adolescente de simpática fisono-

mía, su hijo natural y más tarde su historiador, Fernando Co-


y deferencia. Un oficial de su casa fue a la rada en un bote ri-
lon, el cual le habia acompañado á despecho de su juvenil edad,
camente equipado, a invitar a Colon en nombre del Gobernador
en todas las rudas pruebas de aquel terrible viaje. Muy en bre-

a entrar con sus na ~es en el puerto del Ozama. La fresca brisa


del medio dia era favorable a esa entrada, que los dos bajeles
efectuaron a todas velas, y con tal celeridad y gallardia que se
les hubiera creido animados del deseo de responder al~ impa-
ciencia de los numerosos espectadores que guarnecian toda la
ribera derecha del caudaloso Ozama. Cuando los bajeles arria-
ron sus velas y detu vieron su marcha, una inmensa aclamacion
llen6 el espacio, victoreando al Descubridor y Almirante; vito-
res que Ovando sancion6! subyugado por las circunstancia~,
alzando de la cabeza el birrete de terciopelo negro con lujosa
pres ill a, en sefial de cortesia al glorioso nom bre de Colon. A pa-
reci6 este sobre la alta po pa de su nave, apoyandose trabajosa-
mente en el brazo de un j6ven adolescent4e de simpatica fisonc-
mia, su hijo natural y mas tarde su histor iador, Fernando Co-
lon, el cual le habia acompafiado ft despecho de su juvenil edad,
en todas las rudas pruebas de aquel terrible viaje. Muy en bre-

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ENRIQUILLO 71
ENRIQUILLO 71
ve recibi6 la falua del go}Jernador, decorada con ·gran magnifi-
cencia, a los dos hermanos, el Almirante y Don Bartolome Co-
ve recibió la falua del gobernador, decorada con gran magnifi-

cencia, á los dos hermanos, el Almirante y Don Bartolomé Co-

lon, y al jóven Fernando. El entusiasmo de la multitud llegaba

á su colmo; pero al desembarcar el Almirante, la expresion de


lon, y al j6ven Fernando. El entusiasmo de la multitud llegaba
ese entusiasmo cambió de súbito, y de regocijada y ruidosa que

era, se tornó en silenciosa y patética. Los trabajos, las priva-


a su colmo; pero al desembarcar el Almirante, la expresion de
ciones y las angustias del alma habian impreso su devastadora
ese entusiasmo cambi6 de subito, y de regocijada y ruidosa que
huella en aquel semblante venerable, y encorvado penosamen-

te aquel cuerpo macilento que todos habian conocido erguido y


era, se torn6 en silenciosa y patetica. Los t1rabajos, las priva-
recio como un busto de antiguo emperador romano: su frente,

. ciones y las angustias del alma habian impreso su devastadora


acostumbrada á recibir la luz del cielo investigando los secretos

del horizonte é interrogando la marcha de los astros, se inclina- huella en aquel semblante venerable, y encorvado penosamen-
te aquel cuerpo ma_cilento que todos habian conocido erguido y
ba ahora tristemente hácia la tierra, como aspirando ya al des-

canso del sepulcro... Las lágrimas brotaron de todos los ojos y

rodaron por todas las mejillas al contemplar la viviente ruina,

recio como un busto de antiguo emperador 1romano: su frente,


acostumbrada a recibir la luz del cielo investigando los secretos
y muchos sollozos se oyeron entre la multitud. Las Casas acu-

dió el primero á estrechar profundamente conmovido la diestra

del horizonte e interrogando la marcha de los astros, se inclina-


del grande hombre, y Ovando se adelantó entónces vivamente

á recibirle, celoso en esto, como en todo, de la primacía de su

cargo. Colon correspondió con afectuosa sonrisa á esta demos-

tracion, y el Gobernador le estrechó entre sus brazos, compungi-


ba ahora tristemente hacia la tierra, como aspirando ya al des-
do y lloroso como si fuera el mejor amigo de aquel hombre, cu-
canso del sepulcro ... Las lagrimas brotaron de todos los ojos y
yos sufrimientos é infortunios habiaél agravado con su maligna

y estudiada indolencia. Así, la hipocresía y la ambicion han


rodaron por todas las mejillas al contemplar la viviente ruina,
caminado siempre juntas.

Los Colones se alojaron en la misma casa del Gobernador,


y muchos sollozos. se oyeron entre la multitud. Las Casas acu-
que á nadie quiso ceder la honra de hospedarles; colmó de aga-

di6 el primero a estrechar profundamente conmovido la diestra


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sajos al Almirante, y todo marchó en paz y armonia durante

los dias que éste destinó al descanso y á restaurar sus fuerzas;


del grande hombre, y Ovando se adelant6 ent6nces vivamente
pero cuando despues llegó el caso de arreglar y dirimir las

a recibirle, celoso en esto, como en todo, de la primacia de su


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cuestiones de intereses y de atribuciones jurisdiccionales de las

autoridades respectivas, hallándose muy confusas y mal defini-

cargo. Colon co.rrespondi6 con afectuosa sonrisa a esta demos-


das por las ordenanzas é instrucciones de la corona las que com-

petían á Colon como Almirante de las Indias, y á Ovando como tracion, yel Gobernador le estrech6 entre sus brazos, compungi-
Gobernador de la Española, ocurrieron desde luego quejas y

disidencias profundas entre ambos. El Gobernador puso en li-


do y lloroso como si fuera el mejor amigo de aquel hombre, cu-
bertad á Porras, el más culpable de los sediciosos de Jamáica,

yos sufrimientos e infortunios habia el agra va.do con su malign a


y estudiada indolencia. Asi, la hipocresia y la ambicion han
caminado siempre juntas.
Los Colones se alojaron en la misma casa d~l Gobernador,
que a nadie quiso ceder la honra de hospedarles; colm6 de aga-
sajos al Almirante, y todo march6 en paz y armonia durante
los dias que este destin6 al descanso ya restaurar SUS fuerzas ;
pero cuando despues lleg6 el caso de arreglar y dirimir las
cuestiones de intereses .Y de atribuciones jurisdiccionales de las
autoridades respectivas, hallandose muy confusas y mal defini-
das por las ordenanzas e instrucciones de la corona las q ue com-
petian a Colon como Almirante de las Indias, ya Ovando como
Gobernador de la Espafiola, ocurrieron desde luego quejas y
disidencias profundas entre ambos. El Gobe:rnador puso ·en li-
bertad a Porras, el mas culpable de los sediciosos de Jamaica,

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72 LEYENDA HIST6RICA

72 LEYENDA HISTÓRICA
y quiso formar causa a los que, peleando por sostener la auto-
^

ridad de Colon, habian dado muerte a losrebeldes c6mplices de


y quiso formar causa á los que, peleando por sostener la auto-

ridad de Colon, habian dado muerte á los rebeldes cómplices de


aquel traidor. Para proceder asi in vocaba Ovando sus prerro-
aquel traidor. Para proceder así invocaba Ovando sus prerro-

gativas, que se extendían expresamente á Jamáica; mientras


gativas, que se extendian expresamente a Jamaica; mientras
que Colon alegaba títulos mucho más terminantes, que le daban

mando y autoridad absoluta sobre todas las personas que per-


que Colon alegaba titulos mucho mas ternainantes, que le daban
tenecían á su expedicion, hasta el regreso á España. Su firmeza mando y autoridad absoluta sobre todas las personas que per-
tenecian a SU expedicion, hasta el regreso a Espafi.a. Su firmeza.
impidió la formacion del mencionado proceso.

Halló en el mayor desórden y abandono sus rentas é intere-

ses de la Española. Lo que con mucho trabajo pudo recojer al-

canzaba á penas para equipar los buques que debian conducir-


impidio la formacion del mencionado proceso.
lo á España. No menor pesadumbre le causó el estado de devas-
Hal16 en el mayor des6rden y abandono sus rentas e inte1·e-
ses de la Espanola. Lo q'ue con mucho trabajo pudo recojer al-
tacion en que halló la raza india, en su mayor parte extermi-

nada, y lo que de ella quedaba sometido á dura servidumbre.

Para evitar ó correjir tan lamentables desórdenes habian sido

ineficaces los esfuerzos de la magnánima reina Isabel la Católi-


canzaba a penas para equipar los buques que debian conducir-
ca en favor de Colon, instada por las quejas de Antonio Sánchez
lo a Espana. No menor pesadumbre le caus6 el estado de devas-
de Carvajal, su apoderado y administrador, y en favor de.los

indios; excitada su indignacion por la noticia de las crueldades


tacion en que hall6 la raza india, en su mayor parte extermi-
de Ovando, y especialmente por la matanza de Jaraguay la eje-

cucion de la desdichada Anacaona. Colon vertió lágrimas sobre


nada, y lo que de ella quedab·a sometido a dura servidumbre.
el fin de esta princesa y sobre la suerte de la isla que era objeto

Para evitar 6 correjir tan lamentables des6rdenes· ha~ian sido


de su predileccion. Horrorizado de cuantos testimonios se acu-

mulaban á sus ojos para convencerle del carácter feroz y san- ineficaces los esfuerzos de la magnanima. reina Isabel la Cat61i-
guinario que fatalmente habia asumido la conquista, llegó á

arrepentirse de su gloria, y á acusarse, como de un desmesura-


ca en favor de Colon, instada por las quejas de Antonio Sanchez
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do crimen contra la Naturaleza, de haber arrebatado sus secre-

de Carvajal, su apoderado y administrador, yen favor deJos


tos al Océano; sacrilega hazaña que habia abierto tan anchos

espacios al infernal espíritu de destruccion y de rapiña. indios; excitada su indignacion por la noticia de las crueldades
I
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de Ovando, y especialmente por la matanza de Jaragua y la eje-


El Licenciado las Casas, cuya amistad se estrechó íntima-

mente con el Almirante y su hermano Don Bartolomé en aquel

tiempo, les hizo saber que Higuemota residía en Santo Domin-

go, y los dos hermanos quisieron ver por última vez á aquel
cucion de la desdichada Anacaona. Colon verti6 lagrimas sobre
vástago de la desgraciada familia real de Jaragua. Recibióles el fin de esta princesa y sobre la suerte de la isla que era objeto
de su predileccion. Horrorizado de cuantos testimonios se acu-
la jóven india con el afecto de una hija, acostumbrada como es-

1
taba desde la niñez á la festiva afabilidad del Adelantado. Al

ver á éste recordó la infeliz los dias de su pasada prosperidad,

~ mulaban a sus ojos para convencerle del caracter feroz y san-


guinario que fatalmente habia asumido la conquista, lleg6 a
arrepentirse de su gloria, y a acusarse, como ~e un desmesur.a-
do crimen contra la Naturaleza, de haber arrebatado sus secre-
tos al Oceano; sacrilega hazafia que habia abierto tan anchos
espacios al infernal espiritu de destruccion y de rapina.
El Licenciado las Casas, cuya amistad se estrech6 intima-
mente con el Almirante y su hermano Don Bartolome en aquel
tiempo, les hizo saber que Higuemota residia en Santo Domin-
go, y los dos hermanos quisieron ver por tlltima vez a aquel
vastago de la desgraciada familia real de Jaragua. Recibi6les
la j6ven india con el afecto de una hija, a.costumbrada como es-
taba··desde la ninez a la festiva afabilidad del Adelantado. Al
ver a este record6 la infeliz los dias de ·su pasada prosperidad,

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ENRIQUILLO 73

ENRIQUILLO 73
cuando inocente y dichosa, en el regazo materno y rodeada del
cuando inocente y dichosa, en el regazo materno y rodeada del

cariño de Behechio y sus súbditos, conoció a Don Bartolomé,


carifio de Behechio y SUS subditos, conoci6 a Don Bartolome,
que por primera vez conducía la hueste española á aquellas de-
·que por primera vez conducia la hueste esJ?afiola a aquellas de-
liciosas comarcas. Lloró amargamente, como lloraba todos los

dias, sobre la memoria de su infortunada madre, sobre su amor


liciosas comarcas. Llor6 amargamente, corno lloraba todos los
desgraciado y sobre el porvenir incierto de su tierna hija. Los

ilustres viajeros se esforzaron en consolar á aquella interesan-


dias, sobre la memoria de su infortunada madre, sobre su amor
te víctima de tantas adversidades, y Colon, elogiando el desve-

desgraciado y sobre el porvenir incierto de su tierna hija. Los


ilustres viajeros se esfoi-zaron en consolar a aquella interesan-
lo de las Casas por el bienestar de la madre y de la hija, no sola-

mente le exhortó á continuar ejerciendo sus benéficos cuidados,

sino que se ofreció á ayudarle con todas sus fuerzas y su poder

en tan buena obra, haciendo obligacion de su casa y herederos


te victima.. de tantas adversidades, y Colon, ielogiando el desve-
la alta proteccion sobre aquella familia de caciques, y especial-

lo de las Casas por el bienestar de lamadre y de la hija, no sola-


mente le exhort6 a continuar ejerciendo sus beneficos cuidados,
mente respecto de la suerte y estado de la niña Mencía, cuya

ideal hermosura se realzaba con la plácida expresion de su agra-

sino que se ofreci6 a ayudarle con todas sus fuerzas y su poder


ciado semblante, al recibir las paternales caricias de los vene-

rables extrangeros; como si su infantil instinto le revelara todo

el.precio de aquella tutelar solicitud. El Adelantado, con su ca-

rácter franco y jovial, decia á su hermano:—Si yo tuviera un


en tan buena obra, haciendo- obligacion de su casa y herederos
hijo, le destinaría esta linda criatura por esposa.
la alta proteccion sobte aquella familia de caciques, y especial-
mente respecto de la suerte y estado de la nifia Mencia, cuya
—Es muy hermosa, Bartolomé; será muy desdichada!—res-

pondió á media voz el Almirante, con el acento de profunda con-

viccion que le era habitual.

XX
ideal hermo.sura se realzaba con la placida expresion de su agra-
Astros en ocaso.

ciado semblante,· al recibir las paternales caricias de los vene-


No pasaron muchos dias más sin que Colon, enfermo de cuer-

po y de espíritu, cansado de las continuas discusiones que tenia


rables extrangeros; coma si su infantil instinto le revelara todo
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que sostener con Ovando para hacer valer sus derechos y res-

tablecer sus mal parados intereses, condujera sus preparati-


eLprecio de aquella tutelar solicitud. El Adelantado, con su ca-
vos de viaje y se embarcara con rumbo á España.

racter franco y jovial, decia a SU hermano::-Si yo tuviera un


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Esta última navegacion no fué más feliz que las demás de

todo su cuarto viaje de descubrimientos. La tempestad furiosa hijo, le destinaria es ta linda criatura por esposa.
se obstinó en acompañar y maltratar las naves en que iban él

-Es muy hermosa, Bartolome; seni muy desdicbada!-res-


pondi6 a media voz el Almirante, con el acen.to de profunda con-
viccion que le era habitual.

xx
Astros en ocaso.
No pasaron muchos dias mas sin que Colon, enfermo de cuer-
po y de espiritu, cansado de las continuas dilscusiones que tenia
que sostener con Ovando para hacer valer sus derechos y res-
tablecer sus mal parados intereses, conclu:yera sus preparati-
vos de viaje y se embarcara con rumba a Espafia.
Esta ultima ~avegacion no fue mas feliiz que las demas de
todo su cuarto viaje de descubrimientos. La tempestad furiosa
se obstin6 en acompafiar y maltratar las naves en que iban el

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74 LEYENDA HIST6RICA

74 LEYENDA HISTÓRICA
y su familia, como si las olas del Oceano quisieran vengarse del
y su familia, como si las olas del Océano quisieran vengarse del

que doce años ántes habia vencido su resistencia y desgarrado


que doce anos antes habia vencido su resistencia y desgarrado
triunfalmente el velo que ocultaba la existencia del Nuevo-

triunfalmente el v~lo que ocultaba la existencia del Nuevo-


Mundo.

Invirtiéronse casi dos meses en este viaje de Santo Domingo


Mundo.
á San Lúcar, adonde llegaron los buques desmantelados y ame-

nazando hundirse, el 7 de Noviembre. Colon fué conducido á la


In \Tirtieronse casi dos meses en este viaje de Santo Domingo
ciudad de Sevilla, que miraba como su puerto de descanso, y

a San Lticar, adonde llegaron los buquesdesmanteladosyame-


nazando hundirse, el 7 de Noviembre. Colon fue conducido a la
los últimos dias de su cansada existencia los pasódirijiendo á la

Corona sentidas representaciones en favor de los indios, cuya

ciudad de Sevilla, que miraba como su puerto de descanso, y


desgraciada suerte pintaba con los más vivos colores, y recla-

mando sus derechos y prerrogativas para su hijo Don Diego,

paje de los soberanos. Todo su empeño por que se le hiciera jus-

ticia resultó inútil. Postrada su protectora la magnánima Isa-


los tiltimos dias de su cansada existencia los pas6 dirijiendo a la
bel en el lecho de muerte, Colon se vió ingratamente desaten-
Corona sentidas representaciones en favor de los indios, cuya
desgraciada suerte pintaba con los mas vivos colores, y recla-
dido por Fernando el Católico, que á fuer de político calculador

y egoísta, interesado además por sistema en la extension del

poder real, veia con celos el engrandecimiento de la familia del

Descubridor, y se entregaba á las rastreras inspiraciones desus


mando sus derechos y prerrogativas para su hijo Don Diego,
émulos.

paje de los soberanos. Todo su empeno por que se le hiciera jus-


Murió Isabel en el mismo mes de Noviembre del año 1504, y

las últimas recomendaciones que hizo á su real esposo fueron en


ticia result6 intitil. Postrada su protectora la magnanima Isa-
favor de la raza india, pidiendo perentoriamente el relevo ycas-

tigo de Ovando, por sus hechos atroces y sanguinarios. Estas


bel en el lecho de muerte, Colon se vi6 i:ngratamente desaten-
generosas voluntades de la noble reina por de pronto quedaron

dido por Fernando el Cat6lico, que a fuer de politico calculador


sin cumplimiento; pero no deja de ser castigo terrible para un

malvado ver sobre su nombre el perdurable anatema de sus crí- y egoista, interesado ademas por sistema en la extension del
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menes, legado á la posteridad en los postreros instantes de una

soberana grande y célebre en la Historia.


poder real, veia con celos el engrandecimiento de la famil.i a del
Colon no tardó mucho tiempo en seguir al sepulcro á su au-

Descubridor, y se entregaba a las rastreras inspiraciones de sus


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gusta protectora. La lucha moral á que su noble espíritu esta-

ba entregado, viendo sometidas á discusion y á evasivas pérfi- emulos.


Muri6 Isabel en el n:iismo mes de Noviembre del ano 1504, y
das sus más legítimas reclamaciones; recojiendo por todo pre-

mio de sus gloriosos afanes la ingratitud de un Monarca infiel,

envuelta, como por sarcasmo, en vacías demostraciones de

aprecio y cortesía, que, segun escribió despues las Casas, nun-


las ultimas recomendaciones que hizo a su real esposo fueron en
ca le fueron escaseadas por el rey Fernando; tantos disgustos
favor de la raza india, pidiendo perentoriamente el relevo y cas-
tigo de Ovando, por sus hechos atroces y sanguinarios. Estas
generosas voluntades de la noble rein a por de pronto quedaron
sin cumplimiento; pero no deja de ser castigo terrible para un
malvado ver sobre su nombre el perdurable anatema de sus cri-
menes, legado a la posteridad en los postreros instantes de una
soberana grande y celebre en la Historia.
Colon no tard6 mucho tiempo en seguir al sepulcro a su au-
gusta protectora. La lucha moral a que su noble espiritu esta-
ba entregado, viendo sometidas a discusion y a evasivas perfi-
das sus mas legitimas reclamaciones; rec:ojiendo por todo pre-
mio de sus gloriosos afanes la ingratitud de un Monarca in fie I,
envuelta, como por sarcasmo, en vacias demostraciones de.
aprecio y cortesia, que, segun escribi6 despues las Casas, nun-
ca le fueron escaseadas por el rey Fernando,· tantos disgustos.

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ENRJQUILLO 75
ENRJQUILLO 75

y desengaños aceleraron el fin de sus dias; y trasladado á Va-


y desengafios aceleraron el fin de sus dias; y trasladado a Va-
lladolid últimamente, el 20 de Mayo de 1506 se extinguió aquella
lladolid ultimamente, el 20 de Mayo de 1506 se extingui6 aquella
ilustre y fecunda existencia. Tuvo el consuelo de morir rodea-

do de sus hijos Diego y Fernando; y de varios amigos leales,


ilustre y fecunda existencia. Tuvo el consuelo de morir rodea-
entre los"que se distinguían el fiel y valeroso Méndez, y su

compañero en la heróica travesía de Jamaica á Española, Bar-


do de sus hijos J?iego y Fernhndo; y de varios amigos leales,
tolomé Fiesco.

entre los.- que se distinguian el fiel y valeroso Mendez, y su


comp~fiero en la her6ica travesia de Jamaica a Espanola, Bar-
XXI

El convento.

Tres años habian trascurrido desde la muerte de Colon. Du-

rante ese trienio, ningun suceso público que interese á nuestra


tolome Fie~co.
narracion hallamos en las crónicas é historias de aquel tiempo.

Ovando continuó gobernando ála isla Española, y dando diver-

sión á sus remordimientos,—si algunos experimentaba por la

ferocidad de sus pasados actos contra'los pobres indios,—en el

ensanche y embellecimiento de la ciudad de Santo Domingo; en

la construccion de templos y edificios piadosos, y en la funda-


xxr
cion de diversas poblaciones, de las que unas subsisten todavía,

como son Puerto-Plata y Monte-Cristo, y otras han desapareci-

do sin dejar el menor rastro ó vestigio de su existencia: esta úl-


El convento.
tima suerte cupo á Santa María de la Vera Paz.

Allí prosperaba, más que ningun otro instituto de religion y

utilidad pública, el convento de Padres franciscanos que tenían


Tres afios habian trascurrido desde Ja muerte de Colon. Du-
á su cargo la educacion de los caciques del antiguo reino de Ja-
rante ese trienio, ningun suceso publico que ilnterese a nuestra
narracion hallamos en las cronicas e historias de aquel tiempo.
ragua; y entre ellos, mimado y atendido más que ninguno, el

niño Enrique.

Varias causas concurrían á la predileccion de los reverendos

Ovando continu6 gobernando a la isla Espanola, y dando diver-


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frailes hácia el infantil cacique: en primer lugar, la gracia físi-

ca y la feliz disposicion intelectual del niño, que aprendía con


sion a sus remordimientos,-si algunos experimentaba por la
asombrosa facilidad cuanto le enseñaban, y manifestaba una

ferocidad de sus pasados actos contra·Jos pobres indios,-en el


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extraordinaria ambicion de conocimientos literarios y científi-

eos superior á su edad. Todo llamaba su atencion; todo lo inqui-

ría con un interés que era la más sabrosa distraccion de los bue-
ensanche y embellecimiento de la ciudad de Santo Domingo; en
la construccion de templos y edificios piadosos, yen la funda-
cion de diversas poblaciones, de-las que unas subsisten todavia,
como son Puerto-Plata y Monte-Cristo, y otras ban desapareci-
do sin dejar el menor rastro 6 vestigio de su existencia: est a ul-
t_ima suerte cupo a Santa Maria de la Vera Paz.
Alli prosperaba, mc'ts que ningun otro instituto de religion y
utilidad publica, el con vento de Padres franciscanos que tenian
a su cargo la educacion de· los caciques del antiguo reino deja-
ragua; y entre ellos, mimado y atendido masque ninguno, el
nifio Enrique.
Varias causas concurrian a la predileccion de los reverendos
frailes hacia el infantil cacique: en primer lug~ar, .Ja gracia fisi-
ca y la feliz disposicion intelectual del nifio, que a prendia con
asombrosa facilidad cuanto le ensefiaban, y manifestaba una
extraordinaria ambicion de conocimientos literarios y cientifi-
.
cos superior a su edad. Todo llamaba ~ u atencion; todo lo inqui-
ria con un interes que era la mas sabrosa distraccion de los bue-
....
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76 LEYENDA HJST6RICA

76 LEYENDA HISTÓRICA

nos franciscanos. En segundo lugar, las recomendaciones primi-


nos franciscanos. En segundo lugar, las recomendaciones primi-

tivas del Licenciado las Casas, frecuentemente reiteradas en


tivas del Licenciado las Casas, frecuentemente reiteradas en
cartas llenas de solicitud é interés por el niño que babia confia-

do á aquellos dignos religiosos, de quienes en cambio se habia


cartas llenas de solicitud e interes por el nifio que habia confia·
él constituido procurador y agente activo en la capital de la co-

lonia, para todas las diligencias y reclamaciones de su conven-


do a aquellos dignos religiosos, de quienes en cambio se bab.ia
to ante las autoridades superiores; al mismo tiempo que, bajo el constituido procurado~ y agente activo en la capital de la co-
lonia, para todas las diligencias y reclan1aciones de su conven-
la direccion de religiosos tambien franciscanos, hacia los ejerci-

cios preparatorios para abrazar el estado eclesiástico, al que

de veras se habia aficionado por el hastío y repugnancia que le

inspiraban las maldades que diariamente presenciaba. Por últi-


to ante las autoridades superiores; al mismo tiempo que, bajo
mo, Diego Velázquez, teniente de Ovando en Jaragua, seguía
la direccion de religiosos tambien franciscanos, hacia los ejerci-
cios preparatorios para abrazar el estado eclesiastico, al que
por su parte atendiendo solícito al infante indio, y proveyendo

con cariñosa liberalidad á todas sus necesidades, como si fuera

su propio hijo; no dejando adormecer su celo en este punto las

frecuentes misivas del eficaz y perseverante las Casas, con


de veras se habia aficionado por el hastio y repugnancia que le
quien tenia establecida la más amistosa correspondencia.
inspiraban las maldades que diariamente presenciaba. Por ulti-
De esta manera, Enrique recibia la mejor educacion que po-

día darse en aquel tiempo: desde la edad de ocho años aprendía


mo, Diego Velazquez, teniente de Ovando en Jaragua, seguia
la equitacion con el diestro picador que tenia á su cargo el hato

(26) de su padrino y protector, situado á^media legua del con-


por su parte atendiendo solicito al infante indio, y proveyendo
vento. Dos años más tarde comenzó á ejercitarse en el arte de

con carifiosa liberalidad a todas sus necesidades, como si fuera


la esgrima, al que manifestaba la mayor aficion; llegando poco

tiempo despues á merecer los aplausos del mismo Velázquez, su propio hijo; no dejando adormecer su celo en este punto las
frecuentes misivas del eficaz y perseverante las Casas, con
cuya habilidad y maestría en la materia no reconocían superior.

Para esta parte de la instruccion de Enrique estaban seña-

lados dos dias á la semana, en que el muchacho, discurriendo

quien tenia establecida la mas amistosa correspondencia.


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libremente hasta el hato, seguido de su fiel Tamayo, respiraba

con placer el puro ambiente de los bosques. Sin embargo, cuan- De esta manera, Enrique recibia la mejor educacion que po-
dia darse en aquel tiempo: desde la edadde ocho afios aprendia
do terminados sus ejercicios volvia por la tarde al convento,
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al cruzar por la cumbre de una verde colina que cortaba el ca-

mino, sus ojos se humedecían, y su semblante, contraído por un

pesar visible, tomaba la expresion dela más acerba melancolía.


la equitacion con el diestro picador que tenia a su cargo el hato
Desde allí se divisaba la casita que habia sido deHiguemota,la
(26) de su padrino y protector, situado <1,media legua del con-
vento. Dos aiios mas tarde comenz6 a e·jercitarse en el arte de
pradera y el cahobo de los paseos vespertinos; y este recuerdo,

hiriendo repentinamente la imaginacion del niño, le infundía el

sentimiento intuitivo de su no comprendida horfandad.

la esgrima, al que manifestaba la mayor aficion; llegando poco


tiempo despues a merecer los aplausos del mismo Velazquez,
cuya habilidad y maestri a en la materia no reconocian superior.
Para esta parte de la instruccion de Enrique estaban sefia-
lados dos dias a la semana, en que el muchacho, discurriendo
libremente hasta el hato, seguido de su :fiel Tamayo, respiraba
con placer el puro ambiente de los bosques. Sin embargo, cuan-
do terminados sus ejerci~ios volvia por la tarde al convento,
al cruzar por la cumbre de una verde colina que cortaba el ca-
mino, sus ojos se humedecian, y su semblante, contraido por un
pesar visible, tomaba la expresion de la Jnas acerba melancolia.
Desde alli se divisaba la casita que habia sido de Higuemota, la
pradera y el cahobo de los paseos vespertinos; y este recuerdo,
hiriendo repentinamente la imaginacion del niiio, le infundia el
sentimiento intuitivo de su no comprendida horfandad .

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ENRIQUILLO 77
ENRIQUILLO 77 Bien habia preguntado a las Casas primero, y a .los frailes
9\

Bien habia preguntado á las Casas primero, y á los frailes


franciscanos despues, por el paradero de Dona Ana y su tierna
franciscanos despues, por el paradero de Doña Ana y su tierna

hija, habiendose lisonjeado con la esperanza de volver a encon-


trarlas cuando el Licenciado le tom6 consi:go para regresar a
hija, habiéndose lisonjeado con la esperanza de volver á encon-

trarlas cuando el Licenciado le tomó consigo para regresar á

Yaguana. Se le habia dicho y se le repetia silempre que estaban


Yaguana. Se le habia dicho y se le repetía siempre que estaban

en Santo Domingo, y que algun dia se vería á su lado; y las Ca-

sas, que de todo sabia sacar partido para el bien, le mandaba

razon de ellas, estimulándole al estudio y á hacerse un hombre


en Santo Domingo, y que algun dia se veria a su la do; y las Ca-
de provecho para que pudiera acompañarlas pronto, y servir- .
sas, que de todo sabia sacar partido para el bien, le mandaba
razon de ellas, estimulandole al estudio ·y :.i hacerse un hombre
les de apoyo. Esta idea echaba naturalmente hondas raíces en

el ánimo de Enrique, y es de creer que influyera mucho en su

aplicacion y en la temprana seriedad de su carácter.

Entre los religiosos que con más placer se dedicaban á la


de provecho para que pudiera acompafiarlas pronto, y servir-
noble tarea de cultivar la inteligencia de los educandos en el

les de apoyo. Esta idea echaba naturalmente hondas raices en


convento de Vera Paz, era fray Remigio el que obtenia la predi-

leccion de Enrique, y el que con más infatigable paciencia con-


el animo de Enrique, y . es de creer que infiuyera mucho en su
testaba á sus innumerables preguntas, y resolvia cuantas cues-

tiones proponia el niño. El padre Remigio era un religioso na-


aplicacion y en la temprana seriedad de su caracter.
tural de Picardía en Francia, y su ciencia y la santidad de su

Entre los religiosos que con mas placer se dedicaban a la


vida lo hacían justamente venerable parasus compañeros, que

lo trataban con tanto ó más respeto que al buen superior de la noble tarea de culti var la inteligencia ~e los educandos en el
convento de Vera Paz, era fray Remigio el que obtenia la predi-
comunidad. En cuanto á éste, era un fraile muy anciano y taci-

turno, de quien se decia que en el siglo habia sido un personaje

rico y poderoso; lo que nada tenia de extraño, pues era muy

frecuente en aquellos tiempos que príncipes y grandes señores


leccion de Enrique, y el que con mas infatigable paciencia con·
acudieran á encerrar en el claustro, como á un puerto de refu-
.t estaba a sus innumerables preguntas, y resolviacuantas cues-
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tiones proponia el nino. El padre Remigio era un religioso na-


gio, la nave de su existencia, combatida y averiada por las bo-

rrascas de la vida; ó á expiar acaso con las mortificaciones as-

céticas algun crimen sugerido por la ambicion y las demás pa-

tural de P~cardia en Francia, y su ciencia y la santidad de su


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siones mundanas (27). Este padre superior conservaba de su'

real ó conjeturada grandeza pasada una aficion decidida al es- \


vida lo hacian justamente venerable para sus compafieros, que
tudio de la Historia, y su rostro melancólico y adusto solo se

animaba con la lectura que en las horas de refectorio hacían ¡


lo trataban con tanto 6 mas respeto que al buen superior de la
por turno los jóvenes educandos, de algunos de los altos hechos

de la antigüedad griega y romana, alternando con trosas de la


comunidad. En cuanto a este, era un fraile :muy anciano y taci·
sagrada Escritura, que de rigor estaba prescrita por m regla

turno, de quien se decia que en el siglo habia sido un personaje


conventual.

rico y poderoso; lo que nada tenia de extrafio, pues era muy


trecuente en aquellos tiempos que principes y grandes sefiores
acudieran a encerrar en el claustro, como ~i un puerto de refu·
gio, la nave de su existencia, combatida y averiada por las bo-
rrascas de la vida; 6 a expiar acaso con las moni_fic~ciones as-
ceticas algun crimen sugerido por la ambicion y las demas pa-
siones mundanas (27). Este padre superior conservaba de su
real 6 conjeturada grandeza pasada una aficion decidida al es-
tudio de la Historia, y su rostro melanc6lico y adusto solo se
animaba con la lectura que en las horas de refectorio hacian
por turno los j6venes educandos, de algunos de los altos h echos
de la antigtiedad griega y romana, alternando con troz s de la
,sagrada Escritura, que de rigor estaba prescrita por regla
conventual.
,..
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., I
I:-.
78 LEYEXDA HIST6RICA

78 LEYENDA HISTÓRICA
Cuando la vez tocaba al j6ven Enrique, era facil observar
Cuando la vez tocaba al jóven Enrique, era fácil observar

la profunda impresion que en su ánimo causaban los rasgos de


la profund_a impresion que en su. animo causaban los rasgos de
abnegación, valor ó magnanimidad. Miéntras que los demás ni-

abnegadon, valor 6 magnanimidad. Mientras que los demasni-


ños escuchaban con igual indiferente distraccion las animadas

narraciones de Quinto Curcib, Valerio Máximo, Tito Livio y


nos escuchaba.n con ig-ual indifei·ente distraccion las animadas
otros célebres historiadores, el precoz caciquillo del Bahoruco

sentia los transportes de un generoso entusiasmo cuando leia


, narraciones de Quinto Curcfo,· Valerio Maximo, T-ito Livio y
las proezas ilustradas en aquellas páginas inmortales. Fray Re-

migio usaba de este medio como el más á propósito para incul-


otros celepres historiadores, el pre~oz caciquillo de! Bahoruco
car en el alma de sus alumnos el amor al bien y á la virtud. sentia los transportes de un generoso entusiasmo cuando leia
las proezas ilustradas en aquellas paginas inmortales. Fray Re-
Habia un episodio histórico que conmovia profundamente á

Enrique, 3' sobre el cual prolongaba sus interminablesinterro-

1 migio us~ba de este medio coma el mas a prop<Jsito para incul-


gatoriosalpaciente profesor; Era la sublevacion del lusitano

ViKato contra los romanos. ¿Cómo pudo un simple pastor, al

frente de unos hombres desarmados, vencer tantas veces á los


car en ·e1 alma de sus alumnos el amoral bien ya la virtud'.
Habia un episodio hist6rico que con mo via prof undamente a
fuertes y aguerridos ejércitos romanos? ¿Quién enseñó á Viria-

to el arte de la guerra? ¿Por qué el general romano no lo desa-

fió.cuerpo á cuerpo, en vez de hacerlo matar á traicion? Estas

preguntas y otras muchas por el estilo formulaba aquel niño


Enrique, y sobre el cual prolongaba sus interminables·interro-
extraordinario; y el buen padre Remigio, entusiasmado á su vez,

gatorios· al ·padente profesor: Era la sublevacion del lusitano


Vi~to contra los romanos. (C6mo pudo un simple pastor, al
las satisfacía con el criterio de la verdad y de la justicia, depo-

sitando en el alma privilegiada de su discípulo gérmenes fecun-

f -
dos de honradez y rectitud.

frerrte de unos hombr'e s desarmados, veneer tantas veces a los


fuertes y agueri·idos ejercitos romanos? (Quien enscft6 {t Viria_.
De tan plausibles progresos intelectuales y morales se com-

placía el sábio preceptor en dar cuenta minuciosa, con harta

frecuencia, á sus amigos el Licenciado las Casas y Diego Veláz-

quez. En todas las acciones del jóven cacique se reflejabanlos to el arte de la guerra? (Por que el general romano no lo desa-
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nobles sentimientos que tan excelente educacion iba desarro-

llando en su magnánimo pecho. Manso y respetuoso para con


fi.6 ;cuerpo a cuerpo, en ·vez de hacerlo matar a traicion? Estas
sus superiores, compasivo para todos los desgraciados, solo lle-

preguntas y otras muchas por el estilo formulaba aquel nifio


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gaba á irritarse cuando en su presencia era maltratado algun

condiscípulo suyo por otro más fuerte; ó cuando veia azotar al-
extraordinario; y el buen padre Remigio, entusiasmado a su vez,
las satisfacia con el criteria de la verdad y de la justicia, depo-
gun infeliz indio, sobre el que al punto ejercía la proteccion más

enérgica y eficaz, increpando la dureza del injusto agresor, y,

en los casos extremos/acudiendo á las vías de hecho con la va-

sitan~o en el alma privilegiada de su discipulo germen es fecun-


lentía líe un halcon. Siendo considerado por todos como si fuera

hijo de Diego Velázquez, que gobernaba por delegacion casi


dos ·de honradez y rectitud.
. De tan plausibles pr.ogresos intelectuales y .morales se com-
placia el sabio preceptor en dar cuenta m1inuciosa, con harta
frecuencia, a sus amigos el Licenciado las Casas y Diego Velaz-
quez. En todaslas· ac~iones del j6ven cacique se re:flejaban los
nobles s.e ntirnientos que tan excelente edu.cacion iba desarro-
llando en SU mqgnanimo pecho. Manso y respetuoso para con
sus saperiores, compasivo para todos los d.esg1·aciados, solo lle-
ga.b a:{r irrita1:se cuando en su presencia era maltraiado algun
condisdpulo:.suyo .poi· otro mas fuerte; 6 cuando veia azotar al-
gur1·infeliz indfo, s0bre el que al punto ejercia la proteccion mas
energica. y efic~z, inerepandb la dureza dell inju~to agresor, y,
en· los sos ·e xtremos,-acudiendo a las vias de hecho con lava-
len.tia e·un_halcon. Siendo considerado por todos: como si fuera
hijo de Diego Velazquez, que gobernaba por delegacion casi

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Educación de Enríquíllo
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Dig
1,
d by
Educacion de Enriquillo
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o
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.o
·•

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ENRIQUILLO 79

ENRIQUILLO 79
absoluta de Ovando aquella dilatada comarca, el celo jmpetuo-
absoluta de Ovando aquella dilatada comarca, el celo impetuo-

so, y á veces imprudente, del audaz jovencillo, en vez de pro-


so, y -a veces imprudente, del audaz jovencillo, en vez de pro·
porcionarle riesgos y enemistades, le grangeaba el respeto de
porcionarle riesgos y enemistades, le grangeaba el respeto de
los opresores, que admirando tanta energía en tan pocos años,

acataban sus reproches llenos de razon, y dictados por un espí-


los opresores, que admirando tanta en.ergia en tan pocos afios,
ritu de justicia y caridad.

Mojica, á quien hemos olvidado un tanto, iba tambien al con-


acataban sus reproches llenos de razon, y dictados por un espi-
vento una vez por semana á visitar á Enrique, á quien manifes-

ritu de justicia y caridad.


Mojica, a quien hemos olvidadoun tanto, iba tambien al con-
taba mucho afecto por lisonjear á su padrino, el teniente gober-

nador. Una vez que fué á la capital, con objeto de rendir las

vento una vez por semana a visitar a E_nrique, a quien manifes-


cuentas de su mayordomía," volvió con recados de Doña Ana y

algunos regalillos para el muchacho, que desde entónces sintió

borrarse la antipatía que le inspiraba el meloso hidalgo. Este

era buen músico, tañía la guzla morisca con mucha habilidad,


taba mucho afecto por Jjsonjear a su padrino, el teniente gober-
y llevó su complacencia hasta dará su attriguillo, como llama-
nador. Una vez que fue a la capital, con objeto de rendir las
ba á Enrique, varias lecciones que fueron pronto y bien apro-

vechadas. Sin embargo, habiendo oido un dia al escudero de


cuentas de su mayordomia,· volvi6 con recados de Dona Ana y
Diego Velázquez ejecutar en la trompa de caza un aire marcial,

Enrique se aficionó á este instrumento que en poco tiempo to-


algunos regalillos para el nluchacho, que des de ent6nces sinti6
caba con singular maestría, dándole la preferencia sobre el

borrarse la antipatia que le inspiraba el meloso hidalgo. Este


laud árabe.

Por más que parezcan triviales todos estos pormenores so


era buen musico, tafiia la guzla morisca con mucha habilidad,
bre el que primitivamente se llamó Guarocuya, ninguno de ellos

es indiferente para el curso de nuestra narracion; pues segun


y llev6 su complacencia hasta dar a su am'ixu.fl lo, como ll::ima-
los testimonios históricos de más autoridad, este esmero con que

ba a Enrique, varias lecciones que fueron pronto y bien apro-


era educado el infante indio, en los dias de la adversidad debia

hacer más dolorosa su infeliz condicion (28). Así creemos jus- vechadas. Sin embargo, habiendo oido un di.a al escudero de
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tificada la amplitud que nos hemos complacido en dar á este ca-

pítulo.
Diego Velazquez ejecutar en la trompa de caz:a un aire marcial,
XXII

Enrique se aficion6 a este instrumento quc en poco tiempo to-


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Causa de odio.

Un dia,—era en el verano de 1509;—la religiosa quietud del caba con singular maestria, dandole la preferen cia sobre el
laud arabe.
convento franciscano de Vera-Paz fué interrumpida hácia las

dos de la tarde por un estruendoso tropel de caballos, que se

S"

Por masque parezcan triviales todos estos pormenores so -


bre el que primitivamente se llam6 Guarocuya, ninguno de ellos
es indiferente para el curso de nuestra narracion; pues segun
los testimonios hist6ricos de mas autoridad, este esmero con que
era educado el infante indio, en los dias de la adversidad debia
hacer mds dolorosa su infehz condicz"on (28). Asi creemos jus-
tificada la amplitud que nos hemos com placid() en dar a este ca-
pitulo.

XXII

Causa de odio.
Un dia,-era en el verano de 1509;-la reli:giosa quietu ~ del
convento franci s cano de Vera-Pa z fue inter rumpida hacia las
dos de la tarde por un estruendoso tropel de caballos , que se

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80 LEYENDA IDST6RICA

80 LEYENDA HISTÓRICA
detuvp en el patio exterior del monasterio. Un momentodespues
detuvo en el patio exterior del monasterio. Un momento despues

anunciaban al padre superior la visita del teniente gobernador


anunciaban al padre superior la visita del teniente gobernador
Diego Velázquez, que en equipo de viaje iba á despedirse de los
Diego Velazquez, que en equipo de viaje iba a despedirse de los
frailes, y a incorporar en SU sequito a Enriquillo, como todos
frailes, y á incorporar en su séquito á Enriquillo, como todos

llamaban familiarmente al cacique del Bahoruco.

Habia recibido Velázquez aquel mismo dia la noticia de la

llegada á Santo Domingo del nuevo Gobernador, el Almirante


llamaban familiarmente al qtcique del Bahoruco.
Don Diego Colon, que reemplazaba al Comendador Frey Nico-
Habia recibido Velazquez aquel misn10 dia la noticia de la
llegada a Santo Domingo del nuevo Gobernador, el Almirante
lás de Ovando; y este cambio exijia imperiosamente la presen-

cia del comandante español de Jaragua en la capital de la isla;

tanto por el deber de ofrecer sus respetos al nuevo gefe de la

Española, cuanto por la obligacion de despedir á Ovando, que


Don Diego Colon, q1:1e reemplazaba al Comendador Frey Nico-
le habia favorecido con su confianza; y por la conveniencia de

las de Ovando; y este cambio exijia imperiosamente la presen- -


definir personalmente con el gobernador Almirante su propia

situacion en lo sucesivo. Quería, por último, llevar á Enrique, cia del comandante espafiol de Jaragua en la capital de la isla;
no solamente por dar lucimiento á su comitiva con aquel sim-

pático y distinguido mancebo indio; sino tambien por razones


tan to por el deber de ofrecer sus respetos al nuevo gefe de la
políticas que no carecían de fundamento. La administracion de

Ovando habia sido despótica y cruel para con la poblacion in-


Espanola, cuanto por la obligacion de despedir a Ovando, que
dígena, que decrecía rápidamente al peso de los malos trata- le habia favorecido con su confianza; y por la conveniencia de
definir personalmente con el gobernador Almirante su propia
mientos; y todos sabian en la isla cuál habia sido la última vo-

luntad de la Reina Doña Isabel sobre que se castigara al Comen-

dador de Lares por sus actos sanguinarios, y las anhelosas re-

comendaciones de la ilustre moribunda al Rey su marido, á la


situacion en lo sucesivo. Queria, por ultiimo, llevar a Enrique,
princesa Doña Juana su hija, y al esposo de ésta, por que se en-
no solamente por dar lucimiento a su comitiva con aquel sim-
patico y distinguido mancebo indio; sino tambien por razones
señara religion y sanas costumbres á los indios, se les protejiera

y educara solícitamente, y «no se consintiera ni diese lugar á


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»que los indios e vecinos e moradores de las Indias e Tierra fir-

»me ganada e por ganar, reciban agravio alguno en sus perso-


politicas que no carecian de fundamento. La administracion de
gas e bienes E mas mando que sean bien e justamente tratados;
Ovando habia sido desp6tica y cruel para con la poblacion in-
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»e si algun agravio han recibido, lo remedien e provean.» (29).

Los adversarios de Colon, los primitivos rebeldes de la colo-


digena, que decrecia rapidamente_al peso de los malos trata-
nia, apoyados y amparados por Ovando, formaban un partido

privilegiado, que venia disfrutando desde hacia más de siete


mientos; y todos sabian en la isla cual habia sido la ultima vo-
años todas las gracias y concesiones de la colonizacion, en de-

luntad de la Reina Dona Isabel sobre que se castigara al Comen-


trinrehto de los que habian permanecido fieles á, la autoridad del

Almirante, y adictos á su persona en losdias de su adversidad.


dador de Lares por sus actos sanguinarios, y las anhelosas re·
comendaciones de la ilustre moribunda al Rey su marido, a la
princesa Dofia Juana su hija, y al esposo de esta, por que seen-
sefiara religion y sanas costumbres a los indios, se les protejiera
y educara solicitamente, y <tno se consintiera ni diese lugar a
»que los indios e vecinos e moradores de las lndias e Tierra fir-
»me ganada e por ganar, reciban agravio alguno en sus perso·
»nase bienes .E mas mando que sean bien e justamentetratados;
»e si algun agravio han recibido, lo remedien e provean. » (29).
Los adversarios de Colon, los primitivos rebel des de la co Io-
nia. apoyados y amparados por Ovando, formaban un partido
privilegiado, que venia disfrutando desde hacia mas de siete
afios todas las gracias y concesiones de la colonizacion, en de-
trim~nto de los que habian permanecido fieles ~la autoridad del
Almirante, y adictos a su persona en losdias de su adversidad.

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ENRIQUILLO 81
ENRIQUILLO 81

La brutal explotacion de los indios era el tema favorito de las


La brutal explotacion de los indios era el tema favorito de las

quejas que estos partidarios de la justicia hacian llegar conti- quejas que estos partidarios de la justicia hacian llegar conti-
nuamente a la Corte, clamando contra la tirania de sus afortu-
nuamente á la Corte, clamando contra la tirania de sus afortu-

nados antagonistas, y contra su propio disfavor. Su regocijo,

pues, no tuvo límites al saber que un hijo del gran Colon llega-

ba á ejercer el primer mando del Nuevo-Mundo, como Goberna-


riados antagonistas, y contra su propio disfavor. Su regocijo,
dor de la Española.
pues, no tuvo limites al saber que un hijo deJl gran Colon llega-
ba a ejercer el primer mando del Nuevo-Mundo, como Goberna-
Estas circunstancias despertaron en el ánimo de Velázquez

el recelo de verse envuelto en las sérias responsabilidades que

era consiguiente pesaran sobre Ovando y sus tenientes al efec-

tuarse el cambio de Gobernador. Miéntras más tardío habia sido


dor de la Espanola.
el cumplimiento de las piadosas voluntades de la Reina Católi-
Estas circunstancias despertaron en el animo de Velazquez
ca, más severo se dibujaba el aspecto de esa responsabilidad;

porque, desde que los colonos se convencieron de que el frio


el recelo de verse envuelto en las serias responsabilidades que
egoísmo del Rey Don Fernando en nada pensaba ménos que en

desagraviar la memoria de su noble esposa, creyeron asegura-


era consiguiente pesaran sobre Ovando y sus tenientes al efec-
da para siempre la impunidad de su infame tirania contra la des-

tuarse el cambio de Gobernador. Mientras ma.s tardio habia sido


amparada nacion india, y extremaron su destructora opresion,

por el afan de lucrarse más pronto, siguiendo el no olvidado


el cumplimiento de las piadosas voluntades de la Reina Cat6li-
consejo del impío Bobadilla (30).

Al ver ahora llegar al hijo del Descubridor, cuyos generosos


ca, mas severo se dibujaba el aspecto de esa responsabilidad;
sentimientos guardaban perfecta armonia con los de la difunta

porque, desde que·los colonos se convencieron de que el frio


reina, los malvados opresores tenian forzosamente que estar

amedrentados; alzándose contra ellos para hacerles esperar el egoismo del Rey Don Fernando en nada pensaba menos que en
desagraviar la memoria de su noble esposa, creyeron asegura-
castigo de sus crímenes el grito aterrador de su propia concien-

cia. Natural era, por lo mismo, que todos los que en medio del

aquel general olvido de los sentimientos humanos habian guar-

da para siempre la impunidad de su infame tirania contra la des-


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dado algun respeto filantrópico y honesto, acudieran á proveer-

se de los testimonios que habian de acreditar su conducta á los


amparada nacion india, y extremaron su destructora opresion,
por el afan de lucrarse mas pronto, siguiendo el no olvidado
ojos del nuevo Gobernador. Por eso Diego Velázquez llevaba á
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Santo Domingo en su compañía al jóven cacique, para cuya

horfandad habia sido en efecto una providencia tutelar, y que

debia servirle ahora como prueba elocuente de sus sentimientos


consejo del impio Bobadilla (30).
humanitarios. Complacíase, pues, doblemente en las perfeccio-
Al ver ahora llegar al hijo del Descubridor, cuyos generosos
sentimientos guardaban perfecta armonia con los de la difunta
nes que adornaban á su protejido, y una vez más experimenta-

ba la profunda verdad del adagio vulgar que dice: hacer bien

nunca se pierde.

j,
reina, los malvados opresores tenian forzosamente que estar
f
amedrentados; alzandose contra ellos para hacerles esperar el
castigo de sus crimenes el grito aterrador de su propia concien-·
cia. Natural era, por lo mismo, que todos los queen medio de
aquel general olvido de los sentimientos humanos habian guar-
dado algun respeto filantr6pico y honesto, acudieran a proveer-
se de los testimonios que habian de acreditar su conducta a los
-0jos del nuevo Gobernador. Por eso Diego Velazquez llevaba a
Santo Domingo en su compafiia al j6ven cacique, para cuya
horfandad habia sido. en efecto una providencia tutelar, y que
debia servirle ahora como prueba elocuente de sus sentimientos
humanitarios. Complaciase, pues, doblemente en las perfeccio-
nes que adornaban a su protejido, y una vez mas experimenta- ~.1
ba la profunda verdad del adagio vulgar que dtce: hacer bz'en ~
nunca se p.Zerde.
6 /
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82 LEYENDA lflST6RICA

82 LEYENDA HISTÓRICA
Media hora mas tarde los preparativos concernientes al via-
Media hora más tarde los preparativos concernientes al via-

je de Enrique estaban terminados, y éste, en traje de montar


je de Enrique estaban terminados, y este, en traje de montar
de aquel tiempo, se despedía de la comunidad entera en presen-

de aquel tiempo, se despedia de la comunidad entera en presen-


cia de Diego Velázquez y los oficiales de su séquito. A todos los

buenos religiosos iba el jóven estrechando afectuosamente la cia .de Diego Velazquez y los oficiales de SU sequito. A todos los
buenos religiosos iba el j6ven estrechando afectuosamente la
mano. El prior y el padre Remigio bajaron hasta el portal acom-

pañando á su pupilo, y por hacer honra al comandante Veláz-

quez. Ambos abrazaron con efusion al conmovido mancebo,

ma no. El priory el padre Remigio ~ajaron hasta el portal acom-


pafiando a su pupilo, y por hacer honra al comandante Velaz-
dándole el ósculo de paz y deseándole toda clase de prosperida-

des. Enrique correspondió con lágrimas de sincera gratitud á

quez. Ambos abrazaron con efusion al conrriovido mancebo.


estas expresivas demostraciones de paternal cariño.

En seguida montó en un brioso caballo andaluz que le

aguardaba enjaezado vistosamente: su fiel Tamayo, condu-

ciendo una mula que llevaba las maletas del jóven, se reunió
dandole el 6sculo de paz y deseandole toda clase de prosperida-
con los fámulos y equipajes de Diego Velázquez, y la abigar-
des. Enrique correspondi6. con lagrimas de sincera gratitud a
rada comitiva partió á buen paso por el camino de Santo

Domingo.
estas expresivas demostraciones de paternal carifio.
Un jinete de mala catadura se acercó á poco andar á Enri-

quillo, que continuaba triste y cabizbajo; y tocándole familiar-


En seguida mont6 en un brioso caballo andaluz que le
mente en el hombro le dijo:

aguardaba enjaezado vistosamente: su fiel Tamayo, condu-


—Animate, mocoso; vas á ver á tu tia Higuera-rota.

Enrique detuvo su caballo, y mirando con ceño al que así le ciendo una mula que llevaba las maletas del j6ven, se reunio
apostrofaba, respondió:

—Como os vuelva á tentar el diablo desfigurando el nombre


con los famulos y equipajes de Diego Velazquez, y la abigar-
de mi tia, señor don Pedro, tened cuenta con vuestra joroba,

porque os la romperé á palos.


rada comitiva parti6 a buen paso por el camino de Santo
Don Pedro de Mojica,—que no era otro el bromista,—al oir Domingo.
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Un jinete de mala catadura se acerc6 a poco andar a Enri-


esta amenaza, en vez de mostrarse ofendido, soltó una ruidosa .

carcajada: todos los circunstantes incluso Velázquez, rompie-

ron á reir de buena gana, y lo más extraño es que el mismo En-

quillo, que continuaba triste y cabizbajo; y tocandole familiar-


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rique acabó por asociarse al buen humor de los demás, miran-

do sin enojo á Mojica.


mente en el hombro le dijo:
-Animate, mocoso; vas aver a tu tia Higuera-rota.
La razon de este cambio súbito en sus disposiciones iracun-

das es muy llana: además. de que en su bondadosa índole los

movimientos coléricos eran muy fugaces, lo que el hidalgo bur-

lon lehabia dicho en sustancia era que iba á ver á su tia Higue-
Enrique detuvo su caballo, y mirando con cefio al que asi le
mota; y si le habia ofendido la forma irrespetuosa empleada

apostrofaba, respondi6:
-Como os vuelva a tentar el diablo desfigurando el nombre
de mi tia, sefior don Pedro, tened cuenta con vuestra joroba,
porque os la rompere a palos.
Don Pedro de Mojica,-que no era otro el bromista,-al oir
esta amenaza, en vez de mostrarse ofendido, solt6 una ruidosa .
carcajada: todos Jos circunstantes incluso Velazquez, rompie-
ron a reir de buena gana, y lo mas extrafio es que el mismo En-
rique acab6 por asociarse al buen humor de los demas, miran-
do sin enojo a Mojica.
La razon de este cambio subito en sus disposicio.nes iracun-
das es muy Hana: ademas· ae que en su bondadosa indole los
movimientos colericos eran muy fugaces, lo que el hidalgo bur-
lon le habia dicho en sustancia era que iba d ver d su tia Ht'gue-
t
mo!a/ y si le habia ofendido la forma irrespetuosa ernpleada

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E.NRIQUILLO 83
ENRIQUILLO 83

para hacer llegar á su oido este grato recuerdo, no por eso de-
para hacer llegar a su oido este grato recuerdo, no por eso de-
jaba de inundarle en júbilo inmenso el corazon.

jaba de inundarle en jubilo inmenso el corazon.


Por lo que respecta a Mojica, la expresa (l.lusion hecha a una
Por lo que respecta á Mojica, la expresa alusion hecha á una

de sus más visibles imperfecciones físicas le habia herido en lo

más vivo de su amor propio, y desde entónces juró un odio

eterno al jóven indio; aunque disimulando sus sentimientos ren-


de sus mas visibles imperfecciones fisicas le habia herido en lo
corosos cuanto lo exijian las circunstancias y su conveniencia

personal, que era en todos los casos su principal cuidado y el


mas vivo de su amor propio, y desde ent6nces jur6 un odio
punto concreto de su más esmerada solicitud. Por eso pudo aho- eterno al j6ven indio; aunque disimulando sus sentimientos ren-
corosos cuanto lo exijian las circunstancias y su conveniencia
gar en una carcajada hipócrita, si bien convulsiva é histérica,

el grito de rabia que se escapó de su pecho al escuchar la inju-

riosa réplica que en un rapto de pasajera indignacion le lanzó

al rostro Enriquillo.
personal, que era en todos los casos su principal cuidado y el
XXIII
punto concreto de su mas esmerada solicitud. Por eso pudo aho-
gar en una carcajada hip6crita, si bien convulsiva e histerica,
Reclamacion.

Retrocedamos ahora un tanto, y narremos las interesantes

peripecias por que hubo de pasar el advenimiento del jóven

Almirante Don Diego Colon á los cargos de Virrey y goberna-


el grito de rabia que se escap6 de su pecho al escuchar la inju-
dor de la Isla Española y de las otras tierras del Océano des-

riosa replica queen un rapto de pasajera indignacion le lanz6


cubiertas hasta entónces en las Indias de Poniente; como al

goce de las demás dignidades y prerrogativas legítimamente al rostro Enriquillo.


heredadas de su glorioso padre; á cuya posesion le habian sus-

citado innumerables obstáculos la ingratitud y la codicia, que

tanto como la envidia y la calumnia se aposentan habitualmen-

te, desde las más remotas edades, en los palacios de los pode-

rosos.

Educado Don Diego en el de los Reyes Católicos, su carác-


XXIII
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ter leal y sin doblez le habia preservado de la corrupcion ordi-

naria de las cortes: sus cualidades morales al par que su des-

pejado talento y la distincion de toda su persona, dotada de


Reclamacion.
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singular gracia y apostura, hacian de él un cumplido caballe-

ro, digno por todos conceptos del grande apellido que llevaba

y de sus altos destinos. Fué el suyo, sin embargo, como habia


Retrocedamos ahora un tanto, y narremos las interesantes
peripecias por que hubo de pasar el advenimiento del j6ven
Almirante Don Diego Colon a los cargos de Virrey y goberna-
dor de la Isla Espafiola y de las otras tierras del Oceano des-
cubiertas hasta ent6nces en las Indias de Poniente; como al
goce de las demf\s dignidades y prerrogativas legitimamente
heredadas de. SU glorioso padre; a cuya posesion le habian SUS-
citado innumerables obstaculos
, la ingratitud y la codicia, que
t:anto como la en vidia y la calumnia s~ aposentan habituaJmen-
te ;desde las mas remotas edades, en los palacios de los pode-
rosos.
Educado Don Diego en el de los Reyes Cat6licos, su carac-
ter leal y sin doblez le habia preservado de la corrupcion ordi-
naria de las c6rtes: sus cualidades morales al par que su des-
pejado talento y la distincion de toda su persona, dotada de
singular gr:acia y apostura, hacian de el un cumplido caballe-
ro, digno por todos conceptos del grande apellido que llevaba
y de sus altos destinos. Fue el suyo , sin embargo, como habia
.t'
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84 LEYENDA HIST6RICA

84 LEYENDA HISTÓRICA

sido el de su padre, luchar perpetuamente con la injusticia y


sido el de su padre, luchar perpétuamente con la injusticia y

la calumnia, herencia funesta que recojió como parte integran- la calumnia, herencia funesta que recoji6 como parte integran-
te de su vasto patrimonio.

Continuó el hijo las instancias y reclamaciones que dejó


te de su vasto patrimonio.
pendientes el ilustre Almirante al morir; y continuaron las

dificultades y torpes evasivas que habian acibarado los últimos


Continu6 el hijo las instancias y reclamaeiones que dej6
dias de aquel grande hombre. Dos años, dia por dia, con incan-
pendientes el ilustre Almirante al morir; y continuaron las
dificultades y torpes evasivas que habian acibarado los ultimos
sable perseverancia estuvo el despojado heredero instando al

Rey y al Consejo de Indias por la posesion de los bienes y títu-

los que le pertenecían; siempre infructuosamente.

La historia ha registrado una frase enérgica y feliz del


dias de aquel grande hombre. Dos afios, dia por dia, con incan-
joven reclamante á su soberano. Acababa éste de regresar de
sable perseverancia estuvo el despojado heredero instando al
Rey y al Consejo de Indias por la posesion de los bienes y titu-
Nápoles en 1508, y Don Diego volvió á la carga con nuevo

ardor, invocando la equidad del Monarca, á quien dijo «que

»no veia la razon de que Su Alteza le negara lo que era su

»derecho, cuando lo pedia como favor; ni de que dudara poner


los que le pertenecian; siempre infructuosamente.
»su confianza en la fidelidad de un hombre que se habia educa-

La historia ha registrado una frase energica y feliz del


I •
j6ven reclamante a SU Soberano. Ac~baba este de regresar de
»do en la misma casa real.»

El Rey contestó que no era porque dudara de él que diferia

satisfacerle, sino por no abandonar tan grande cargo á la ven-

tura, á sus hijos y sucesores; á lo que replicó Diego Colon opor-


Napoles en 1508, y Don Diego volvi6 a la carga con nuevo
tunamente: «No es justo, Señor, castigarme por los pecados de

»mis hijos, que están aun por nacer.»


ardor, invocando la equidad del Monarca, a qui.en dijo «que
El impasible Fernando persistió en su infundada negativa, »no veia la razon de que Su Alteza le negara lo que era su
»derecho, cuando lo pedia como favor; ni de que dudara poner
y lo único á que accedió fué al permiso que el alentado mance-

bo le pidió para entablar pleito contra la Corona por ante el

Consejo de Indias, que de este modo pronunciaría sobre la

»SU confianza en la fidelidad de un hombre que se habia educa-


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legitimidad de sus derechos. El astuto Monarca no podia desear

medio más adecuado á sus deseos de demorar indefinidamente


»do en la misma casa real.»
El Rey contest6 que no era porque dudara de el que diferia
y echar por tierra las razonables pretensiones de Don Diego.
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Entónces principió un largo é intrincado proceso, que costó

á Diego Colon mucho dinero y no pocas pesadumbres. No hubo

satisfacerle, sino porno abancionar tan grande cargo a la ven-


tura, a sus hijos y sucesores; a lo que replic6 Diego Colon opor-
sutileza que no saliera á luz, promovida por la malignidad y

la envidia, ó bien por el deseo servil de agradar al Soberano

á expensas del atrevido súbdito. Se rechazaba la pretension

de Diego al título de Virrey, arguyendo que la concesion hecha


tunamente: «No es justo, Senor, castigarme por los pecados de
por los Reyes al Almirante Don Cristóbal de ese título á per-

»mis hijos, que estan aun por nacer.»


El impasible Fernando persi'sti6 en su infundada negativa,
y lo unico a que accedi6 fue al permiso que el alentado mance-
bo le pidi6 para entablar pleito contra la Corona por ante el
Consejo de Indias, que de este modo pronunciaria sobre la
legitimidad de sus derechos. El astuto Monarca no podia desear
medio mas adecuado a SUS deseos de demorar indefinidamente
y echar por tierra las razonables pretensiones de Don Diego .
. Ent6nces principi6 un largo e intrincado proceso, qµe cost6
a Diego Colon mucho dinero y no pocas pesadumbres. No hub0
sutileza que no saliera a luz, promovida por la malignidad y
la envidia, 6 bien por el deseo servil de agradar al Soberano
a expensas Ciel atrevido subdito. Se rechazaba la . pretension
de Diego al titulo de Virrey, arguyendo que la concesion hecha
por los Reyes al Almirante Don Crist6bal de ese titulo a per·

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ENRIQUILLO 85

petuidad, no podia continuar, por ser contraria a los intereses
ENRIQUILLO 85

petuidad, no podia continuar, por ser contraria á los intereses

del Estado y á una ley de 1480 que prohibia la investidura here-

ditaria de ningun oficio que envolviera la administracion de


del Estado ya una ley de 1480 que prohibia Ja investidura here-
justicia. Más léjos aun fué el atrevimiento de los enemigos de

ditaria de ningun oficio que envolviera la admin}stracion de


Colon, quienes declararon que el Descubridor habia perdido

el virreinato como castigo de su mal proceder.


justicia. Mas lejos aun fue el atrevimiento de los enemigos de
Diego Colon, á fuer de buen hijo, volvió resueltamente por

el buen nombre de su padre: desmintió en términos categóri-


Colon, quienes declararon que el Descubridor habia perdido
cos la imputacion depresiva á la memoria del Almirante, que

el virreinato como castigo de su mal pro ceder.


Diego Colon, a fuer de buen hijo, volvi6 resueltamente por
se asignaba como causa á la pérdida de la dignidad de Virrey.

Acusó de criminal la audacia del juez Bobadilla que le envió

el buen nombre de su padre: desminti6 en terminos categ6ri-


prisionero á España en 1500 con el inicuo proceso formado en

la Española, cuyos cargos y procedimiento fueron expresamen-

te reprobados por los Soberanos en 1502, en cartas que dirijie-

ron al ilustre perseguido expresándole el sentimiento que su


cos la imputacion depresiva a la memoria del Almirante, que
arresto les habia causado, y prometiéndole cumplida satisfac-
se asignaba como causa a la perdida de la dignidad de Virrey.
Acus6 de criminal la audacia del juez Bobadilla que le envi6
cion. No ménos victoriosamente deshizo Don Diego la mendaz

alegacion de que su padre no habia sido el primer descubridor

de tierra firme en las nuevas Indias; y las numerosas pruebas

testimoniales que adujo para sostener la gloria de ese descu-


prisionero a Espana en 1500 con el inicuo proceso formado en
brimiento fueron de tanta fuerza y tan cohcluyentes, que lle-

la Espanola, cuyos cargos y procedimiento fueron expresamen-


varon el convencimiento de la verdad á todos los ánimos. El

Consejo Real de Indias, contra las protervas esperanzas del


te reprobados por los Soberanos en 1502, en cartas que dirijie-
Rey Fernando, inspirándose en la dignidad é independencia

que tanto enaltecieron en aquel siglo las instituciones españo-


ron al ilustre perseguido expresandole el sentimiento que su
las, falló unánimemente en favor de los derechos reclamados

arresto les habia causado, y prometiendole cumplida satisfac-


por Don Diego, reintegrando en todo su puro brillo el mérito

cion. No menos victoriosamente deshizo Don Diego la mendaz


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de Colon.

Sin embargo de este glorioso triunfo del derecho contra el

poder, estaba muy léjos de haber llegado al cabo de sus prue-


alegacion de que su padre n9 habia sido el primer descubridor
de tierra firme en las nuevas Indias; y las numerosas pruebas
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bas la energía y la paciencia del jóven Almirante. Esperó toda-

vía algun tiempo que el Monarca, sin más estímulo que el

deseo de mostrarse respetuoso con la justicia, le daría posesion


testimoniales que adujo para sostener la gloria de ese descu-
brimiento fueron de tanta fuerza y tan cohcluyentes, que lle-
de sus títulos y prerrogativas; pero cuando despues de muchos

dias, consumido en la impaciencia de su inútil esperar, habló

por fin al Rey pidiendo el cumplimiento del fallo á su favor,

oyó con penosa sorpresa nuevas excusas y pretextos fútiles,


varon el convencimiento de la verdad a todos los animos. El
Consejo Real de Indias, contra las proter;vas esperanzas del
Rey Fernando, inspirandose en la dignidad e independencia
que tanto enaltecieron en aquel siglo las instituciones espa:fio-
las, fall6 unanimemente en favor de los derechos reclamados
por Don Diego, reintegrando en todo su puro brillo el-merito
de Colon.
Sin embargo de este glorioso triunfo del derecho contra el -
poder, estaba muy lejos de haber llegado al cabo de sus prue-
bas la energia y la pa.ciencia del j6ven Almirante. Esper6 toda-
via algun tiempo que el Monarca, sin mas estimulo que el
deseo de mostrarse respetuoso con la justicia, le daria posesion
de sus titulos y prerrogativas; p~ro cuando despues de muchos
dias, consumido en la impaciencia de su inutil esperar, habl6
por fin al Rey pidiendo el cumplimiento del fallo a su favor,
oy6 con penosa sorpresa nuevas excusas y pretextos futiles,
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~.
86 LEYENDA HIST6RICA

86 LEYENDA HISTÓRICA

w
sobre su extremada mocedad, la importancia del cargo de
sobre su extremada mocedad, la importancia del cargo de

Virrey, y la necesidad de meditar y estudiar el asunto; razones


Virrey, y la necesidad de meditar y estudiarel asunto; razones
todas que hicieron convencer á Don Diego de que jamás obten-

todas que hicieron convencer a Don Diego de que jamas obren-


dría de su soberano el goce real y efectivo de sus derechos

hereditarios, por más incontrovertibles que fueran. dria de su soberano el goce real y efectivo de sus derechos
XXIV

El encuentro.
hereditarios, por mas incontrovertibles que fueran.
Este gran retroceso en sus legítimas esperanzas exasperó

al jóven, que en muchos dias no se presentó en la corte. Fer-

nando, en cuanto notó su ausencia, se informó de él con vivo

interés, porque á pesar de las sugestiones de su política egoísta

no podia ménos de profesarle afectuosa estimacion, por sus


XXIV
distinguidas cualidades. Un paje fué de órden del mismo Rey

á preguntar por Don Diego á su alojamiento, y volvió con la

El encuentro.
contestacion de que se hallaba en cama con calentura.

A esta nueva, el Monarca expresó altamente su sentimiento

y cuidado: tal vez la conciencia le remordía como culpable,

por su injusticia, de la enfermedad del mancebo. Ante el inte-

Este gran retroceso en.sus legitimas esperanzas exaspero


rés que por éste manifestaba el Rey, los cortesanos, que en todo

tiempo y en todas partes se parecen, empezaron á porfía á dar al j6ven, queen muchos dias nose present6 en la corte. Fer-
muestras de gran cuidado por la salud del jóven Almirante.

La inquietud y la emocion llegaron á su colmo cuando el Sobe-


nando, en cuanto noto su ausencia, se inform6 de el con vivo
rano, dirijiéndose á Don Fernando de Toledo, Comendador

mayor de Leon y hermano del duque de Alba, le dijo estas


interes, porque a pesar de las sugestiones de SU politica egoista
palabras:
no podia menos de profesarle af ectuosa estimacion, por sus
distinguidas cualidades. Un paje fue de orden del mismo Rey
— Primo mío, ved de mi parte á Diego Colon, y decidle cuán-
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to siento su enfermedad, y cuan de veras le estimo.

El Comendador se inclinó respetuosamente, y se dispuso á

cumplir el real encargo, á tiempo que el Monarca volvió á


a preguntar por Don Diego a SU _alojamiento, y volvi6 con la
contestacion de que se hallaba en cama con calentura.
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llamarle, y le dijo en secreto algunas palabras.

Cuando llegó á la casa de Don Diego, el régio emisario fué

A esta nueva, el Monarca expres6 altamente su sentimiento

I
recibido por Fernando Colon, que quiso excusar á su hermano

de la visita, diciendo que habia dormido muy mal la noche

y cuidado: cal vez 'la conciencia le remordia como culpable,


por su injusticia, de la enfermedad del mancebo. Ante el inte·
res q ue por este maoifestaba el Rey, los cortesanos, queen todo
tiempo yen todas partes se parecen, empezaron a porfia a dar
muestras de gran cuidado por la salud del joven Almirante.
La inquietud y la emocion llegaron a su colmo cuando el Sobe-
rano, dirijiendose a Don Fernando de Toledo, Comendador
mayor de Leon y hermano del duque de Alba, le dijo estas
palabras: .
-Primo mio, vea de mi parte a Diego Colon, y decidle cuan-
to siento su enferriledad, y cuan de veras le estimo.
· El Comendador se inclin6 respetuosamente, y se dispuso a
cumplir el real encargo, a tiempo que el Monarca volvio a
llamarle, y le dijo en secreto algunas palabras.
Ctiando lleg6 a la casa de Don Diego, el regio emisario fue
recibido por FernandG Colon, que quiso excusar a su hermano
de la visita, diciendo que habia dormido muy mal la noche

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ENRIQl:ILLO 87
ENRIQUILLO 87

i
anterior, y queen la actualidad descansaba; pero el Comenda·
anterior, y que en la actualidad descansaba; pero el Comenda-

dor insistió en ver al enfermo, afirmando que creia llevarle el


dor insistio en ver al enfermo, afirmando que creia llevarle el
alivio con su visita.

alivio con su visita.


Conducido al aposento de Don Diego, le hallaron efectiva-

mente en su lecho; pero al tomarle la mano el Comendador Conducido al aposento de Don Diego, le hallaron efectiva-
mente en su lecho; pero al tomarle la mano el. Comendador
observó que no tenia alteracion su calor natural, ni ofrecía

ningun otro síntoma de enfermedad que un tinte de sombría

tristeza esparcido en el semblante.

—¿Qué teneis, Don Diego?,—le preguntó en tono amistoso;


observo que no tenia alteracion su calor natural, ni ofrecia .
—¿cuál es vuestro mal?
ningun otro sintoma de enfermedad que un tinte de sombria
tristeza esparcido en el semblante.
—Mi mal, Señor, está en el corazon, que ya sangra y desfa-

llece ante la injusticia del Rey.

—No hableis en tales términos de vuestro señor y el mio,—

dijo el de Toledo frunciendo ligeramente el entrecejo.—Creed


-(Que teneis, Don Diego?,-le pregunto en tono amistoso;
más bien que tendrá sus razones graves, ligadas con el bien
-(cual es vuestro mal?
del Estado, al no acceder á vuestros deseos.

—Es, señor,—repuso Don Diego,—que no puedo conformar-


-Mi mal, Senor, esta en el corazon, que ya sangra y desfa-
me con que la razon de Estado ahogue mis legítimos derechos;

ni veo qué males pueden sobrevenir al Rey ni al Estado, de


llece ant~ la injusticia del Rey.
que se me haga justicia, siendo comosoy un fiel vasallo.

-No hableis en tales terminos de vuestro senor y el mio,-


—Pues bien, Don Diego, no dejeis de serlo con vuestras

impaciencias; ved que perderéis mucho en ello. El Rey, mi


dijo el de Toledo frunciendo ligeramente el entrecejo.-Creed
primo y señor, os quiere y estima, y en prueba de esta verdad,

aquí me teneis que vengo de órden suya á aseguraros su apre-


mas bien que tendra sus razones graves, ligadas con el bien
cio y cariño.

—Mucho agradezco á su Alteza y os agradezco á vos el


del Estado, al no acceder a vuestros deseos.
-Es, senor,-repuso Don Diego,-que no puedo conformar- 1
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cuidado, ilustre Comendador.

me con que la razon de Estado ahogue mis legitimos derechos;


—Hay más todavía, señor Don Diego;—continuó Don Fer-

nando de Toledo:—traigo encargo del Rey de deciros que ente-


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ramente convencido de vuestra fidelidad, os propone el título

de duque, con una cuantiosa renta sobre los beneficios de la


ni veo que males pueden sobrevenir al Rey ni al Estado, de
corona, con tal que cedais á ésta vuestros derechos y títulos
que se me haga justicia, siendo como·soy un fiel vasallo.
heredados de Don Cristóbal vuestro ilustre padre, que son

incompatibles con las prerrogativas reales.


-Pues bien, Don Diego, no dejeis de serlo con vuestras
A estas palabras se incorporó Diego Colon, miró fijamente

al comisario régio, y le dijo con voz sonora y ademan altivo:


impaciencias; ved que perdereis mucho en ello. El Rey, mi
—Dignáos decir al Rey, que yo, su fiel súbdito, consentiré

primo y senor, os quiere y estima, y en prueba de esta verdad,


aqui me teneis que vengo de 6rden suya a aseguraros su apre-
/

cio y carifio-.
-Mucho agradezco a SU Alteza y OS agradezco a VOS el
cuidado, ilustre Comendador.
-Hay mas todavia, senor Don Diego;-continu6 Don Fer-
nando de Toledo:-traigo encargo del Rey de deciros .que ente-
ramente .convencido de vuestra fidelidad, os propone el titulo
de duque, con una cuantiosa renta sobre los beneficios de la
corona, con tal que cedais a esta vuestros derechos y titulos
heredados de Don Cristobal vuestro ilustre padre, que s.on
incompatibles con las prerrogativas reales.
A estas palabras se incorpor6 Diego Colon, mir6 fijamente
al comisario regio, y le dijo con voz sonora y ademan altivo:
-Dignaos decir al Rey, que yo, su fiel subdito, consentire
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88 LEYENDA HIST6RlCA

88 LEYENDA HISTÓRICA

gustoso en que me despoje de todo haber, de toda dignidad y


gustoso en que me despoje de todo haber, de toda dignidad y
preeminencia, y en servirle como el último de sus soldados ó
preeminencia, y en servirle como el ultimo de sus soldados 6
como su mas humilde vasallo, mas bien que sacrificar volunta-
como su más humilde vasallo, más bien que sacrificar volunta-

riamente, por pacto de vil interés, ninguno de los dictados que

como testimonio de su gloria me legó mi inmortal progenitor.

Don Fernando de Toledo, profundamente conmovido, ten-


riamente, por pacto de vil interes, ninguno de los dictados que
dió la diestra al generoso mancebo, diciéndole:

como testimonio de su gloria me leg6 mi inmortal progenitor.


—Teneis razon, Don Diego; mucha razon. Adiós.

Tan pronto como el enviado del Rey le dejó solo, Diego


Don Fernando de Toledo, profµndamente conmovido , ten-
Colon se levantó con vivacidad febril, se vistió, y dispuso

salir de paseo á caballo con su hermano Don Fernando. Este


di6 la diestra al generoso mancebo, diciendole:
le objetaba la inconveniencia de presentarse en público cuan-

-Teneis razon, Don Diego; mucha razon. Adi6s.


do habia hecho anunciar en palacio que estaba enfermo, y á

esa circunstancia habia debido la visita del noble Comendador, Tan pronto como el enviado del Rey le dej6 solo, Diego
en nombre del Rey; pero el jóven Almirante acalló los reparos

de su buen hermano diciéndole que él no sabia fingir; que habia


Colon se levant6 con vivacidad febril, se visti6, y dispuso
dicho la verdad á Don Fernando de Toledo, y que su partido

estaba tomado ya, conformándose con su suerte; y por consi-


salir de paseo .a caballo con su hermano Don Fernando. Este
guiente, que la tristeza y el abatimiento lo habian abandonado,
le objetaba la inconveniencia de presentarse en publico cuan-
do habia hecho anunciar en palacio que estaba enfermo, ya
como sucede siempre que el hombre acepta con ánimo resig-

nado los reveses de la fortuna.

Era Fernando Colon, por la superioridad de su talento, así

como por la nobleza y generosidad de sus sentimientos y su


esa circunstancia habia debido la visita del noble Comendador,
educacion filosófica, muy capaz de apreciar esta resolucion
en nombre del Rey; pero el j6ven Almirante acal16 los reparos
de su buen he·r mano diciendole que el no sabia fingir; que habia
varonil de Don Diego, y así no hizo más que aplaudirla, y con-

firmarle en ella con elocuentes reflexiones. Departiendo de

esta manera los dos nobles hermanos, su paseo fué ameno y

dicho la verdad a Don Fernando de Toledo, y que ~u partido


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se prolongó hasta muy avanzada la tarde. Al regreso, ambos

jinetes, lleno el ánimo de ideas plácidas y el semblante ilumi-

estaba tornado ya, conformandose con su suerte; y por consi-


nado con los reflejos de su pura conciencia, conversaban toda-

guiente, que la tristeza y el abatimiento lo habian abandonado.


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vía animadamente, miéntras que sus dóciles corceles marcha-

ban airosos al paso regular y contenido, como cuidando de no

interrumpir aquella agradable y discreta conversacion. Iban


como sucede siempre que el hombre acepta· con animo resig-
así, atentos el uno al otro, por la vasta alameda que conducía

á la puerta principal de Valladolid, cuando se cruzaron con


nado los reveses de la fortuna.
varios escuderos que precedían á una jóven dama, acompañada Era Fernando Colon, por la superioridad de su talento, asi
como por la nobleza y generosidad de sus sentimientos y su
de tres ó cuatro señores, todos á caballo.

educacion filos6fica, muy capaz de apreciar esta resolucion


varonil de Don Diego, y asi no hizo mas que aplaudirla, y con-
firmarle en ella con elocuentes reflexiones. Departiendo de
esta manera los dos nobles hermanos, su paseo fue ameno y
se prolong6 hasta muy avanzada la tarde. Al regreso, ambos
jinetes, Ueno el animo de ideas placidas y el semblante ilumi-
nado con los reflejos de su pura conciencia, conversaban toda-
via animadamente, mientras que sus d6ciles corcetes marcha-
ban airosos al paso regular y contenido, como cuidando de no
interrumpir aquella agradable y discreta conversacion. Iban
asi, atentos el uno al otro, por la vasta alameda que conducia
a la puerta principal de Valladolid, cuando se cruzaron con
varios escuderos que precedian a una j6ven <lama, aco.mpafiada
de tres 6 cuatro sefiores, todos a caballo.

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ENRIQUILLO 89
Los Colones saludaron cortesmente al pasar junto a la bri-
eXriquillo 89

Los Colones saludaron cortésmente al pasar junto á la bri-

llante comitiva, uno de cuyos jinetes, el Comendador mayor

Don Fernando de Toledo, detuvo su caballo al contestar el


llante comitiva, uno de cuyos jinetes, el Comendador mayor
saludo de los hermanos, y dijo:
Don Fernando de Toledo, detuvo su caballo al contestar el
saludo de los hermanos,-y dijo:
—Parad todos, señores: ¿cómo así, Don Diego, tan lozano

y arrogante, cuando suponia que estábais aun con vuestra

calentura?

Recojieron los dos hermanos las bridas de sus caballos, y


-Parad todos, sen.ores: (c6mo asi, Don Diego, tan lozano
Don Diego contestó á la interpelacion del Comendador:

y arrogante, cuando suponia que estabais aun con vuestra


—Señor; vuestra visita me hizo tanto bien, que mató como

por encanto la melancolía que me atormentaba, y me sentí


calentura?
bueno en el acto.

—¿Sabeis, Don Diego, que el Rey está muy enojado con


Recojieron los dos hermanos las bridas de sus caballos, y
vos? Le he dicho palabra por palabra vuestra respuesta. Pero

Don Diego contest6 a la interpelacion del Comendador:


¿qué hago? ¿Cómo os impido acercaros á saludar esta amazona,

que no me perdonará tamaña descortesía? -Sen.or; vuestra visita me hizo tanto bien, que mat6 como
por encanto la melancolia que me atormentaba, y me senti
Y el buen caballero invitaba con el gesto á sus interlocuto-

res á acercarse á la jóven y bella dama, que habia detenido su

caballo á algunos pasos de distancia.

Llegáronse á ella los tres, y miéntras los hermanos dirijian


bueno en el acto.
sus cumplidos á la dama, el Comendador dijo á ésta:
-(Sabeis, Don Diego, que el Rey esta muy enojado con
vos? Le he dicho palabra por palabra vuestra respuesta. Pero
—María, mi amada hija, felicita al Almirante Don Diego

por su dignidad y entereza. Hoy ha dado gran prueba de sí.

El Rey mismo se ha quedado maravillado, y en vez de enojarse,

Don Diego, desea volveros á ver, y espera que al fin quedaréis


(que hago? (C6mo os impido acercaros a saludar esta amazona,
satisfecho de él.
que no me perdonara tamafia descortesia?
Y el buen caballero invitaba con el gesto a sus interlocuto-
Dichas estas palabras, Don Fernando saludó afectuosamen-
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te á los dos hermanos, y la jóven al despedirse les dirijió una

sonrisa candorosa, que expresaba de un modo inequívoco la

más franca simpatía.


res a acercarse a la j6ven y bella dama, que habia detenido su
caballo a algunos pasos de distancia.
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Alejáronse el uno del otro los dos grupos, narrando al por-

Llegaronse a eUa los tres, y mientras los hermanos dirijian


menor el Comendador á su hija la escena de por la mañana

en casa de Don Diego; miéntras que éste repetía dos y tres

SUS cumplidos a la dama, el Comendador dijo a esta:


veces, como hablando consigo mismo:—¡Qué hermosura tan

espléndida!

Fernando Colon movió la cabeza maliciosamente, y guardó

silencio respetando la preocupacion de su hermano.


-Maria, mi amada hija, felicita al Almirante Don Diego
por su dignidad y entereza. Hoy ha dado gran prueba de si.
El Rey mismo se ha quedado maravillado, yen vez de enojarse,
Don Diego, desea vol veros a ver, y espera que al fin quedareis
satisfecho de el.
Dichas estas palabras, Don Fernando salud6 afectuosamen-
te a los dos hermanos, y la j6ven al despedirse les diriji6 una
sonrisa candorosa, que expresaba de un modo inequivoco la
mas franca simpatia.
Alejaronse el uno del otro los dos grupos, narrando al por-
menor el Comendador a su hija la escena de por la mafiana
en casa de Don Diego; mientras que este repetia ·dos y tres
veces, como hablando consigo mismo:-iQue hermosura tan
esplendida!
Fernando Colon mov_i6 la cabeza maliciosa mente, y guard6
silencio respetando la preocupacion de su hermano.

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90 LEYEI\"DA HIST6RrCA
90 LEYENDA HISTÓRICA

XXV

La demanda.

Trascurrieron tres dias desde la tarde del paseo y el encuen-


xxv
tro de los dos hermanos con el Comendador mayor y su bella

hija. Efectivamente lo era la jóven Doña María, hija única de

aquel gran señor, que tenia próximo parentesco con el Rey


La demanda.
Don Fernando, y era hermano menor del poderoso Duque de

Alba. Criada con gran recato en la casa de este último, y á la

vista de la bondadosa duquesa, á cuyos cuidados habia tenido


Trascurrieron tres dias desde la tarde del paseo y el encuen-
Don Fernando de Toledo que confiar la infancia de su hija,
tro de los dos hermanos con el Comendador mayor y su bella
. hija. Efectivamente lo era la j6ven Dona Maria, hija tinica de
por haber quedado viudo prematuramente; solo hacia tres

meses que, acabada de formar, y completada su distinguida

educacion, el Comendador habia presentado en la córte aquel

lozano boton de rosa, cuyo donaire y gentileza atrajeron inme-


aquel gran senor, que tenia pr6ximo parentesco ce>n el Rey
diatamente la admiracion y simpatía de la nueva reina, Doña

Don Fernando, y era hermano menor del poderoso Duque de


Germana de Fox, y de la gente cortesana. Don Diego Colon

no habia tenido ocasion de verla: asistía diariamente, por mero


Alba. Criada con gran recato en la casa de este ultimo, ya la
deber, á la antecámara del Rey; pero consagrado en cuerpo y

alma á sus reclamaciones, viendo tal vez con secreto disgusto


vista de la bondadosa duquesa, a cuyos cuidados habia tenido
el sólio que habia sido de su bienhechora, la grande Isabel,

Don Fernando de Toledo que confiar la infancia de su hija,


ocupado por otra princesa, al persuadirse de que nunca obten-

dría justicia, su mal humor y su despecho lo mantenian alejado por haber quedado viudo prematuramente; solo hacia tres
meses que, acabada de formar, y completada su distinguida
de las recepciones solemnes de palacio, y de todo lo que tuvie-

ra aires de fiesta ó diversion.

El momento en que se ofreció á su vista la amable y hechi-

cera criatura, era el más oportuno para que sus sentidos, pre-
educacion, el Comendador habia presentado en la c6rte aquel
lozano boton cie rosa, cuyo donaire y gentileza atrajeron inme·
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dispuestos con el bienestar de una reaccion repentina de su

diatamente la admiracion y simpatia de la nueva reina, Dona


ánimo,—hasta aquel dia presa de la irritacion y la impacien-

cia,—trasmitieran á lo más íntimo de su sér la plácida impre-


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sion que en un pecho juvenil y sensible no podía menos de

causar tan soberana belleza. El corazon humano tiene horror


Germana de Fox, y de la gente cortesana. Don Diego Colon
al vacío, y miéntras que el hielo de los años no llega á enfriar

no habia tenido ocasion de verla: asistia diariamente, por mero


su ardimiento, necesita de objetivos que ejerciten su febril,

actividad: á una ilusion frustrada sigue una ilusion nueva; y


deber, a.' la antecamara del Rey; pero consagrado en cuerpo y
alma a sus reclamaciones, viendo tal vez .c on secreto disgusto
el s6lio que habia sido de su bienhechora, la grande Isabel,
ocupado por otra princesa, .al persuadirse de que nunca obten-
dria justicia, su mal humor y su despecho lo mantenian alejado
de las recepciones solemnes de palacio, y de todo lo que tuvie-
ra aires de fiesta 6 diversion.
El momento en qµe se ofreci6 a su vista la amable y hechi-
cera criatura, era el mas oportuno para que sus sentidos, pre-
dispuestos con el bienestar de una reaccion repentina de su
animo,-hasta aquel dia yresa de la irritacion y la impacien-
cia,-tras~itieran a lo mas intimo de SU ser la placida impre-
sion que en un pecho juvenil y sensible no podia menos de
causar tan soberana belleza. El corazon humano tiene horror
al vacio, y mientras que el hielo de los anos n? llega a enfriar
su ardimiento, necesita de objetivos que ejerciten su febril
actividad: a una ilusion frustrada sigue una ilusion nueva; y
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ENRIQUILLO 91
ENRIQUILLO 91

un bien en perspectiva no tarda en compensar la pena del bien


un bien en perspectiva no tarda en compensar la pena del bien ·
perdido, cuando la resignacion se toma el trabajo de abrir la
perdido, cuando la resignacion se toma el trabajo de abrir la
puerta á la esperanza.

Subordinado á esta ley constante, Don Diego, el mismo dia


puerta a la esperanza.
en que, exagerando las intenciones del Rey Fernando, tomaba

Subordinado a esta ley Constante, Don Diego, el rqismo dia


su partido y decia adiós á sus brillantes destinos como herede-

ro del gran Descubridor, daba entrada en su franco y generoso en que, exagerando las intenciones del Rey Fernando, tomaba
su partido y decia adi6s a sus brillantes destinos como herede-
pecho á un sentimiento gratísimo, á un dulce cuanto vehemen-

te afecto, que venia á ocupar el puesto á que su legítima ambi-

cion, defraudada por la injusticia de los hombres, acababa de

renunciar con más desden que pesadumbre. Necesitaba un


ro del gran Descubridor, daba entrada en su franco y generoso
cuidado que lo distrajera, preservando de los embates del
pecho a un sentimiento gratisimo, a un dulce cuanto vehemen-
te afecto. que venia a ocupar el puesto a que su legitima ambi-
desaliento su resignacion desinteresada; y el amor, númen

fecundo de todas las inspiraciones magnánimas, presentaba

á sus ojos, en hora feliz, un objeto digno de su adoracion, al

que debia ofrecer como tributo la efusion entera de su alma,


cion, defraudada por la injusticia de los hombres, acababa d~
consagrándole todos los altos pensamientos, los sueños de oro
renunciar con mas desden que pesadumbre. Necesitaba un ,
y los castos deseos de su ardiente fantasía.

Quedó, pues, Diego Colon deslumbrado por la hermosura


cuidado que lo distrajera, preservando de los embates del
y la gracia de Doña María de Toledo, y rendido al tiránico

poderío del amor. Al tercer dia de insomnio, de preocupacion


desaliento su resignacion desinteresada; y el amor, ntimen
pertinaz y de indecisos antojos, el jóven caballero, como quien

fecundo de todas las inspiraciones magnanimas, presentaba


a sus ojos, en hora feliz, un objeto digno de su adoracion, al
al fin recoje las riendas á la vagarosa imaginacion, entabló

con su hermano Don Fernando el siguiente diálogo, á tiempo

que les servían el desayuno.

—¿Sabes, Fernando, en lo que pienso?


que debia ofrecer como tributo la efusion entera de su alma,
—Lo adivino;—respondió Fernando con su sonrisa benévola

com~agrandole todos los altos pensamientos, los suenos de oro


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y sutil.

—No puedes adivinarlo,—replicó Don Diego. y los castos deseos de su ardiente fantasia.
Qued6, pues, Diego Colon deslumbrado por la hermosura
—Me atrevo á afirmarlo;—repuso Don Fernando.
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—Pues dílo desde luego, que probablemente vas á hacer-

me reir.

—Piensas,—dijo con lentitud y gravedad Don Fernando,—


y la gracia de Dona Maria de Toledo, y rendido al tiranico
en casarte con Doña María de Toledo.
poderio del amor. Al tercer dia de insomnio, de preocupacion
peninaz y de indecisos antojos, el j6ven caballero, como quien
El pobre Don Diego palideció, y con voz entrecortada

repuso:

—Hombre, no hay tal ; yo si ; pudiera ser ; no

al fin recoje las riendas a la vagarosa imaginacion, entabl6


con su hermano Don Fernando el siguiente dialogo, a tiempo
que les servian el desayuno.
-~Sabes, Fernando, en lo que pienso?
-Lo adivino;-respondi6 Fernando con su sonrisa benevola
· y sutil.
-No puedes adivinarlo,-replic6 Don Diego.
-Me atrevo a afirmarlo;-repuso Don Fernando.
-Pues dilo desde luego, que probablemente vas a hacer-
me reir.
-Piensas,-dijo con lentitud y gravedad Don Fernando,- •
en casarte con Dona Maria de Toledo . .
EI pobre Don Diego palideci6, y con voz entrecortada
repuso:
-Hombre, no hay tal. .... ; yo si.. ... ; pudiera ser. .... ; no

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92 LEYENDA HIST6RICA

92 LEYENDA HISTÓRICA

del todo. Vamos, Fernando, francamente: has adivinado mi


del todo. Vamos, Fernando, francamente: has adiviI1ado mi
pensamiento. . ..

pensamien to.
—No era preciso ser hechicero para dar con el acertijo,

Diego,—dijo Don Fernando riéndose del aspecto sorprendido -No era preciso ser hechicero para dar con el acertijo,
de su hermano.—Ese pensamiento te punza como una jaqueca

desde la tarde del encuentro, y me persuadí de ello en el


Diego,-µijo Don Fernando riendose del aspecto sorprendido
acto.

—Bueno, ¿y qué dices de esto? ¿Apruebas mi eleccion? Por-


de su hermano.-Ese pensamiento te punza como una jaqueca
que te declaro, mi querido Fernando, que, ó me caso con Doña desde la tarde del encuentro, y me persuadi de ello en el
acto.
María, ó renuncio al mundo y me hago fraile.

—¿Quieres que te diga mi parecer, Diego? Vamos esta tarde

á visitar al Comendador mayor de Leon, como es nuestro deber,

y le pides la mano de su hija.


-Bueno, lY que dices de esto? (Apruebas mi eleccion? Por-
Don Diego se quedó aturdido; le pareció exorbitante la fres-
que te declaro, mi querido Fernando, que, 6 me caso con Dona
Maria, 6 renuncio al mundo y me hago fraile.
cura con que su hermano afrontaba el asunto, y le dijo:

—¿Estás loco, muchacho? Cómo voy yo á salir así, hóspite

tnsalutato, con esa pretension al Comendador?

—Mira, Diego; los matrimonios, ó vienen de Dios, ó vienen


-(Quieres que te diga mi parecer, Diego? Vamos esta tarde
del diablo. Los de Dios, se vienen por el camino real, y andan

á la luz del dia; los de Satanás buscan las veredas y escondri-


a visitar al Comendador mayor de Leon, como es nuestro deber,
jos, y escojen tiempo y hora, como quien anda en acecho...
y le pides .la mano de su hija.
No te encojas de hombros, ni te impacientes; óyeme: he refle-

xionado mucho en estos tres dias sobre tu pasion por Doña


Don Diego se qued6 aturdido; le pareci6 exorbitante la fres-
María, y sus consecuencias probables. El recado del Rey, la

cura con que su hermano afrontaba el asunto, y le dijo:


-(Estas loco, muchacho? C6mo voy yo a salir asi, hospt'te
visita del Comendador, el encuentro casual, todo me dice que

es inspiracion divina tu súbito amor; y que ni debes ocultarlo,

ni temer repulsas, ni diferir tu enlace con la ilustre casa de

t"nsalutato, con esa pr,etension al Comendador?


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Alba. Si en vez de irte en derechura á tu objeto, te pones á

imitar á los enamorados de mala ley, y andas tanteando el

terreno, y andas buscando circunloquios, te pierdes, Diego, te


-Mira, Diego; los matrimonios, 6 vienen de Dios, 6 vienen
del diablo. Los de Dios, se vienen por el camino reali y andan
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pierdes! Es imposible que Doña María no tenga pretendientes

a la luz del dia; los de Satanas buscan las veredas y escondri-


á porrillo; y ¡ay de tí, si te dejas tomar la delantera por otro

que la merezca!

—Razon tienes, Fernando; esta tarde irémos á visitar al

Comendador, pero tú serás quien aborde el asunto del pedimen-


jos, y escojen ti em po y hora, como quien anda en acecho .. ~
to; yo no me siento con el ánimo necesario.
No te encojas de hombros, ni te impacientes; 6yeme: he refle-
—Allá verémos, Diego; si tú mismo en el momento crítico

xionado mucho en estos tres dias sobre tu pasion por Dona


Maria, y sus consecuencias probables. El recado del Rey, la
visita del Comendador, el encuentro casual, to do me dice que
es inspirac_ion divina tu subito amor; y gue ni debes ~cultarlo,
ni teiner repulsas, ni diferir tu enlace con la ilustre casa de
Alba. Si en vez de irte en derechura a tu objeto, te pones a
imitar a los enamorados de mala ley, y andas tanteando el
terreno, y andas buscando circunloquios , te pierdes, Diego, te
pierdes! Es imposible que Don.a Maria no tenga pretendi~ntes
a porrillo; y jay de ti, site dejas tomar la delantera por otro
que la merezca!
-Razon tienes, F ernando ; e sta tarde iremos a visitar al
Comendador, pero tu ser a s quien aborde el a sunto del pedimen-
to; yo no me siento con el animo necesario.
-Alla veremos , Diego; situ mismo en el momento critico

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ENRIQUILLO 93
ENRIQUILLO 93

no puedes valerte, no tengas cuidado; me sobra decision para


no puedes valerte, no tengas cuidado; me sobra decision para
sacarte del empeño.

sacarte del empeno.


Diego Colon abraz6 a su hermano, y estuvo muy alegre el
Diego Colon abrazó á su hermano, y estuvo muy alegre el

resto de la mañana. Enviaron un criado á anunciar su visita

al Comendador para las tres de la tarde; y media hora despues

un lacayo de éste llegó á decirles que su señor los recibiría


resto de la manana. Enviaron un criado a anunciar su visita
gustoso á la hora indicada.

al Comendador para las tres de la tarde; y media hora despues


Ull lacayo de este lleg6 a decirles que SU senor los recibiria
Discutieron los dos todavía largamente su plan de conduc-

ta; y tanto hizo el jóven Fernando, tan buena maña se dió en

sus elocuentes y sagaces inducciones, deducciones y conclu-

siones, que logró convencer al medroso Don Diego de que el


gustoso a la·hora indicada.
padre de su adorada accedería de buen grado á la proposicion

matrimonial, como sumamente ventajosa para las dos casas.


Discutieron los dos todavia largamente su plan de conduc-
Llegó la hora de la visita, y por más que al ser introduci- ta; y tanto hizo el j6ven Fernando, tan buena mafia se di6 en
sus elocuentes y sagaces inducciones, deducciones y conclu-
dos los dos hermanos en el suntuoso salon de recibimiento del

Comendador mayor, el enamorado mancebo estuviera todavía

vacilando sobre cuáles fueran los términos más convenientes

para formular su demanda, la acojida que les hizo el noble


siones, que logr6 convencer al medroso Don Diego de que el
señor disipó inmediatamente sus temores.
padre de su adorada accederia de buen grado a la proposicion
Al ver á sus huéspedes, Don Fernando de Toledo se ade-

lantó, y extendiéndoles ambas manos, dijo:


matrimonial, como sumamente ventajosa para las dos casas.
—Mucho me complace, ilustres caballeros, vuestra visita,

y esta casa se honra con ella.


Lleg6 la hora de la visita, y por mas que al ser introduci-
—Gracias, señor Don Fernando,—dijo Don Diego, miéntras

dos los dos hermanos en el suntuoso salon de recibimiento del


que su hermano se inclinaba cortésmente.—Vuestra amable

bondad nos atrae, y nos dá aliento para mirar á vuestra altura Comendador mayor, el enamorado mancebo e$tuviera todavia
vacilando sobre cuales fueran los terminos mas convenientes
sin vértigo....
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—Tratadme con toda llaneza, amigos míos;—interrumpió

el Comendador, temiendo sin duda que el discreteo, segun la

moda de aquel tiempo, remontara tan alto que se perdiera


para formular su demanda, la acojida que les hizo el noble
senor disip6 inmediatamente sus temores.
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de vista.

Al ver a sus huespedes, Don Fernando de Toledo se ade-


—Tal vez, señor,—dijo entónces con su habitual sonrisa

Fernando Colon,—llegue el caso de que os parezca demasiado

familiar nuestra visita.

—¿Por qué?—repuso con naturalidad el Comendador.


lant6, y extendiendoles ambas manos, dijo:
—Porque además de cumplir el grato deber de saludaros,
-Mucho me complace, ilustres caballeros, vuestra visita,
el objeto de nuestra visita es tratar de un asunto de familia.

r
y es ta casa se honra con ella.
-Gracias, senor.Don Fernando,-dijo Don Diego, mientras
que su hermano se inclinaba cortesmente.-Vuestra amable
bondad nos atrae, y nos da aliento para mirar a yuestra altura
sin vertigo ....
-Tratadme con toda llaneza, amigos mios;-interrumpi6
el Comendador, temiendo sin duda que el dt:screteo, segun la
moda de aquel tiempo, remontara tan alto que se perdiera
de vista.
-Tal vez, senor,-dijo ent6nces con su habitual sonrisa
Fernando Colon,-llegue el caso de que os parezca demasiado
familiar nuestra visita.
-lPor que?-repuso con naturalidad el Comendador.
-Porque ademas de cumplir el grato deber de saludaros,
el objeto de nuestra visita es tratar de ·un asunto de familia.

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.-·..-.

94 LEYENDA HIST6RICA

94 LEYENDA HISTÓRICA

—Nada puede serme más satisfactorio, amigos mios,—vol-


-Nada puede serme mas satisfactorio, amigos mios,-vol·
vió á decir el Comendador,—que vuestra confianza, y que lle-
vi6 a decir el Comendador,-que vuestra confianza, y que Ile·
gueis a persuadiros de que todo lo que pueda interesaros, me
gueis á persuadiros de que todo lo que pueda interesaros, me

interesa.

Fernando Colon miró de un modo expresivo á su hermano,

y éste tomó la palabra, exento ya de todo temor ó aprension.


interesa.
—Pues bien, señor Don Fernando; hablaré con la franqueza

Fernando Colon mfr6 de un modo expresivo a.SU hermano,


que hablaría á mi padre; os someteré el proyecto que he for-

mado: si no mereciere vuestra aprobacion, me lo significaréis y este tom6 la palabra, exento ya de todo temor 6 aprension.
lisa y llanamente, sin necesidad de esplanarme razon alguna.

Aceptaré sumiso lo que decidiéreis, dando por mi parte esti-


-Pues bien, senor Don Fernando; hablare con la franqueza
macion, sobre todo, á vuestra benévola amistad.

Este exordio modesto causó en el ánimo bondadoso de Don


que hablaria a mi padre; os sometere el proyecto que he for·
Fernando de Toledo una impresion altamente lisonjera, que mado: si no mereciere vuestra aprobacion , me lo significareis
lisa y llanamente, sin necesidad de esplanarme razon alguna.
acabó de predisponerle del todo en favor de Don Diego.

—Hablad, hijo mio;—respondió con acento blando y con-

movido.

—Aspiro á ese dulce nombre,—prosiguió vivamente Don


Aceptare sumiso lo que decidiereis, dando por mi parte esti-
Diego.—Amo á vuestra hija, y deseo ingresar en vuestra ilus-
macion, sobre todo, a vuestra benevola amistad.
tre casa. Esta aspiracion podrá tacharse de desmedida; pero

Cristóbal Colon me dió el sér, y si mis timbres son nuevos, los


Este exordio modesto caus6 en el animo bondadoso de Don
simboliza todo un mundo, nuevo tambien, descubierto por mi

heróico progenitor.
Fernando de Toledo una impresion altamente lisonjera, que
—Guárdeme el cielo, señor Almirante,—dijo Don Fernan-

acab6 de predisponerle del todo en favor de Don Diego.


do,—de desconocer los prominentes y extraordinarios méritos

de vuestro padre, así como soy el primero en apreciar vues-


-Hablad, hijo mio;--respondi6 con acento blando y con-
tras prendas personales. No hallo, pues, excesiva vuestra pre-

movido.
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tension; ni será mi voluntad el obstáculo en que pueda estre-

llarse. Tengo, no obstante, que llenar otros deberes; que pesar

otras consideraciones, y consultar otras voluntades, antes de


-Aspiro a ese dulce nombre,-prosigui6 vivamente Don
Diego.-Amo a vuestra hija, y deseo ingresar en vuestra ilus-
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daros una contestacion definitiva.

, tre casa. Esta aspiracion podra tacharse de desmedida; pero


—Lo comprendo, señor; y estoy dispuesto á aguardar sin

impaciencia todo el tiempo que creyéreis necesario para vues-

tras deliberaciones: os debo ya gratitud, por haberos dignado

considerar mi pretension, en vez de rechazarla desde luego.


Crist6bal Colon me di6 el ser, y si mis timbres son nuevos, los
—Dentro de tres dias, Don Diego,—concluyó el Comenda-
simboliza todo un mundo, nuevo tambien, descubierto por mi
her6ico progenitor: .
dor levantándose de su sitial,—os comunicaré mi decision.

-Guardeme el cielo, senor Almirante,-dijo Don Fernan-


do,-de desconocer los prominentes y extraordi.narios meritos
de vuestro padre, asi como soy el primero en apreciar vues-
tias prendas personales. No hallo, pues, excesiva vuestra pre--
tension; ni sen\ mi voluntad el obstaculo en que pueda estre-
llarse. Tengo, no obstante, que llenar otros deberes; que pesar
otras consideraci~nes, y consultar otras voluntades , antes de
daros una contestacion definitiva.
-Lo comprendo, senor; y estoy dispuesto a aguardar sin
impaciencia todo el tiempo que creyereis necesario para vues-
tras deliberaciones: os debo ya gratitud, por haberos dignado
considerar mi pretension, en vez de rechazarla desde luego.
-Dentro de tres dias , Don Diego,-concluyo el Comenda-
dor levantandose de su sitial,- os comunicare mi dP.cision.

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ENRIQUILLO

ENRIQUILLO 95

Los Colones se despidieron, recibiendo nuevas demostracio-


Los Colones se despidieron, recibiendo nuevas demostracio-

nes de cordial cortesía de parte de Don Fernando de Toledo.


nes de cordial cortesia de parte de Don Fernando de Toledo.
Ya en la calle, Don Diego dijo con aire compungido á su

hermano:
Ya en la calle, Don Diego dijo con aire compungido a su
—¡Deshauciado estoy, Fernando; no hay esperanza para mí!

bermano:
—Antes de tres dias,—contestó Don Fernando,—podrás

llamar tuya á Doña María de Toledo. -jDeshauciado estoy, Fernando; no hay esperanza para mH
-Antes de tres dias,~contesto Don Fernando,-poclras
Diego Colon cerró los ojos con un estremecimiento nervio-

so, como enagenado á la sola idea de alcanzar tan codiciada

ventura.

XXVI
llamar tuya a Dofia Maria de Toledo.
Apogeo.
Diego Colon cerro los ojos con un estremecimiento nervio~
so, como enag-enado a la sola idea de alcanzar tan codiciada
Despues.... No hemos de inventar, por el único interés de

dar colorido novelesco á nuestra narracion, peripecias que,

alejándose de la verdad de los hechos, compliquen la sencilla

trama de los amores del jóven Almirante. La historia dice que


ventura.
su pretension no halló obstáculos, y hemos de respetar la his-

toria, aunque palidezca nuestro verídico relato, ántes que

recargar la accion principal y real de nuestros personajes con

incidentes fabulosos y de grande efecto dramático, que solo

darían por resultado irritar nuestra pobre imaginacion, y can-

sar la paciencia del benévolo lector.


XXVI
Creemos, sí, indispensable poner á prueba esa paciencia,

consagrando algunas líneas más al prosáico y monótono asun-

to de las fáciles bodas de Don Diego Colon. Apogeo.


Han trascurrido los tres dias señalados por el Comendador

mayor Don Fernando de Toledo, para dar su contestacion

Despues ... : No hemos de inventar, por el tinico interes de


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definitiva á la demanda del enamorado jóven. En el mismo

salon de artesonado techo y resplandeciente de lujo donde

dar colorido novelesco a nuestra narracion, peripecias que,


hemos visto á los dos hermanos benévolamente recibidos por

alejandose de la verdad de los hechos, compliquen la sencilla


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el ilustre magnate, se hallan reunidos los principales deudos,

parientes y amigos de la casa de Toledo. El astro cardinal de

aquella deslumbrante constelacion es Don Fadrique, el gefe


trama de los amores del joven Almirante. La historia dice que
su pretension no hal16 obstaculos, y hemos de respetar la his-
toria, aunque palidezca nuestro veridico relato, antes que
recargar la accion principal y real de nuestros personajes con
incidentes fabulo sos y de grande efecto dramatico, que solo·
darian por resultado irritar nuestra pobre imaginaci.o n, y can-
sar la paciencia del benevolo lector.
Creemos, si, indispensable poner a prueba esa pacienciat
consagrando algunas lineas-mas al prosaico y mon6t<?no asun-
to de las faciles bodas de Don Diego Colon.
Han trascurrido los tres dias sefialados por el Comendador
mayor Don Fernando de Toledo, para dar su contestacion
definitiva a la demanda del enamorado joven. En el mismo-
salon de artesonado techo y resplandeciente de lujo donde
hemos visto a los dos hermanos benevolamente recibidos por
el ilustre magnate, se hallan reunidos los principa les deudost
parientes y amigos de la casa de Toledo . El a stro cardinal de
aquella deslumbrante constelacion es Don Fadrique; el g efe

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96 LEYENDA HIST6RICA

96 LEYENDA HISTÓRICA
de la. familia, el ilustre y poderoso duque de Alba, primo y
valido del Rey Fernando, que le debia gratitud por recientes
de la familia, el ilustre y poderoso duque de Alba, primo y

valido del Rey Fernando, que le debia gratitud por recientes

y muy importantes pruebas de acrisolada lealtad. Allí está

tambien la duquesa su bella esposa, jóven aun, cubierta de


y muy importantes pruebas de acrisolada lealtad. Alli esta
rico brocado y brillante pedrería. La acompaña un vistoso
tambien la duquesa su bella esposa, joven aun, cubierta de
enjambre de gallardísimas y elegantes damas, prez y orna-

mento de la corte de Castilla; mas entre todas aquellas belda-


rico brocado y brillante pedreria. La acompafia un vistoso
des atrae las miradas, y fascina con los celestiales y puros

resplandores de su incomparable hermosura, la hija de la casa,


enjambre de gallardisimas y elegantes damas, prez y orna-
la encantadora María de Toledo.

mento de la corte de C~stilla; m~s entre todas · aquellas belda-


Acaba de cerrar la noche; pero sus tinieblas están vencidas

y humilladas. En los salones y ámplios corredores del gótico


des atrae las miradas, y fascina con los celestiales y puros
palacio del Comendador, numerosos blandones centellean en

bruñidos candelabros, y la luz que proyectan puede competir


resplandores de su incomparable hermosura, la hija de la casa,
victoriosamente con la del dia. Fuera, en los jardines, pobla-

la encantadora Maria de Toledo.


dos de magnificas estátuas, y en la calle, reina la fascinadora

claridad de la luna, que se destaca limpia y serena en un cielo Acaba de cerrar la noche; pero sus tinieblas estan vencidas
y humilladas. En los salones y amplios corredores del gotico
azul, tachonado de millones de fúlgidas estrellas. La primave-

ra, coronada de rosas, adulada por el céfiro, que en su honor

llena el ambiente con los perfumes robados á las flores, osten-

ta risueña sus más preciados atavíos.


palacio del Comendador, numerosos blandones centellean en
Diego y Fernando Colon se presentan debidamente anun-
brufiidos candelabros, y la luz que proyectan puede competir
victoriosamente con la del dia. Fuera, en los jardines, pobla·
ciados, y conducidos por Don García, hijo del duque de Alba,

y otros dos apuestos jóvenes de la familia, que han ido á reci-

birles hasta la puerta principal del salon. Un murmullo gene-

ral reina por algunos instantes á la vista de los dos simpáticos


dos de magnificas estatuas, y en la calle, reina la fascinadora
hermanos, y todos los semblantes se animan con una expresion
claridad de la luna, que se destaca limpia y serena en un cielo
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de agrado sumamente lisonjera para los recien llegados.

Don Fernando de Toledo, despues de las ceremonias del


azul, tachonado de millones de fulgidas estrellas. La primave-
recibimiento y presentacion de los Colones al duque y á los

ra, coronada de rosas, adulada por el cefiro, queen su honor


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demás convidados; despues de un breve rato de cumplidos

galantes tributados por Don Diego y su hermano á la duquesa

llena el ambiente con los perfumes robados a las flo'res, osten-


y á las damas, toma la palabra, y elevando la voz en medio

del silencio general, dice al duque de Alba: ta risuefia sus mas preciados atavios.
—Hermano mio: yo os ruego que, como cabeza de nuestra

casa, os digneis declarar nuestro acuerdo al señor Don Diego


Diego y Fernando Colon se presentan debidamente anun·
Colon, y á los demás señores y ricas—hembras aquí presentes

ciados, y conducidos por Don Garcia, hijo del duque de Alba,


y otros dos apuestos jovenes de la familia, que ban ido a reci-
birles hasta la puerta principal del salon. Un murmullo gene-
ral reina por algunos instantes a la vista de los dos simpaticos
hermanos, y todos los semblantes se animan con una expresion
de agrad<? sumamente lisonjera para los recien llegados.
Don FernaJ?,do de Toledo, despues de las ceremonias del
recibimiento y presentacion de los Colones al duque y a los
demas convidados; despues de un breve rato de cumplidos
galantes tributados por Don Diego y SU hermano a la duquesa
ya las da~as, toma la palabra, y elevando la voz en medio
del silencio general, dice al duque de Alba:
-Hermano mio: yo os ruego que, como cabeza de nuestra
casa, os digneis declarar nuestro acuerdo al sefior Don Diego
Coloff, y a los demas sefiores y ricas-hembras aqui presentes

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ENRIQUILLO 97

Don Fadrique se puso inmediatamente en pie, asintiendo


ENRIQUILLO 97

Don Fadrique se puso inmediatamente en pié, asintiendo

á la invitacion de su hermano; saludó con una inclinacion de

a la invitacion de su hermano; salud6 con una inclinacion de


cabeza a Don Diego y a la concurrencia; sent6se en seguida,
cabeza á Don Diego y á la concurrencia; sentóse en seguida,

y habló en estos términos:

y habl6 en estos terminos:


—Señor Don Diego Colon: sometida vuestra demanda ma-

trimonial á consulta mia y de la familia, por mi muy amado

hermano Don Fernando, aquí presente, la consideramos dete-

nidamente, y concluimos por calificarla de digna y aceptable.


-Senor Don Diego Colon: sometida yuestra demanda ma-
No era nuestro ánimo, sin embargo, violentar en lo más mínr-
trimonial a con?ulta mia y de la _familia, por mi muy amado
mo la voluntad de mi amada sobrina Doña María, y cumpli-

mos con el deber de explorarla, excitándola á manifestar sus


hermano Don Fernando, aqui presente, la consideramos dete-
disposiciones respecto de vuestra persona, con absoluta libertad

é independencia. Obtuvimos su declaracion, que os fué entera-


nidamente, y concluimos por calificarla de digna y aceptable.
mentefavorable ... En seguida acudimos á impetrar la vénia de

No era nuestro animo, sin embargo, violentar en lo mas mini•


nuestro muy reverenciado primo y Soberano, como era nuestro

deber y nos es grato deciros que el régio consentimiento ha sido


mo la voluntad de mi amada sobrina Dona Maria, y cumpli-
acordado graciosamente por su Alteza. Podeis por tanto, con-

siderar como vuestra prometida á Doña María de Toledo.


mos con el deber de explorarla, excitandola a manifestar sus
«Vais, pues, señor Don Diego Colon, á ingresar en nuestra

familia; á ligar vuestra sangre con la sangre casi real de la


disposiciones respecto de vuestra persona, con absoluta libertad
casa de Toledo. No tenemos por desigual este enlace, y más
e independencia. Obtuvimos SU declaracion, que OS fue entera-
mente favorable ... En seguida acudimos a impetrar la venia de
bien lo creemos por todos títulos digno y honroso; pero sois

jóven; vuestra carrera personal va á principiar ahora; hasta

el dia solo habeis tenido ocasion de manifestar vuestro carác-

ter noble y pundonoroso. Por nuestra parte, nunca dimos cabi-


nuestro muy reverenciado primo y Soberano, como era nuestro
da á la necia presuncion de que las proezas de nuestros ante-
deber y nos es grato deciros que el regio consentimiento ha sido
acordado graciosamente por su Alteza. Podeis por tanto, con-
pasados, el heredado lustre de nuestro linaje, habian de bastar
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á nuestra gloria y nuestro orgullo como grandes de Castilla;

ántes al contrario, creimos que aquellas ventajas fortuitas,

hijas del acaso, agenas de nuestro esfuerzo y de nuestra elec-


siderar como vuestra prometida a Dona Maria de Toledo.
«Vais, pues, senor Don Diego Colon, a ingresar en nuestra
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cion, solo debian servirnos de acicate para no ser, en servicio

familia; a ligar vuestra sangre con la sangre casi real de la


de la Patria y de la Fé, ménos que nuestros ilustres ascendien-

tes; y estas manos, como las de mi hermano el Comendador

ca~a de Toledo. No tenemos por desigual este enlace, y mas


mayor, han sabido ganar á lanzadas, contra infieles y france-

ses; y este pecho ha podido obtener á fuerza de valor y fideli-

dad, timbres y preséas que han renovado y mantenido reful-

bien lo creemos por todos titulos digno y honroso; pero sois


j6ven; vuestra carrera personal va a principiar ahora; hasta
gente el brillo de los blasones de nuestra casa.

y'

el dia solo habeis tenido ocasion de manifestar vuestro carac-


ter noble y pundonoroso. Por nuestra P'1;rte, nunca dimos cabi-
da a la necia presuncion de que las proezas de nuestros ante-
pasados, el heredado lustre de nuestro linaje, habian de bastar
a nuest1·a gloria y nuestro orgullo como grandes de Castilla;
antes al contrario, creimos que aquellas ventajas fortuitas,
bijas del acaso, agenas de nuestro esfuerzo y de nuestra ~lec­
cion, solo debian servirnos de acicate para no ser, en servicio
de la Patria y de la Fe, menos que nuestros ilustres a scendien-
tes; y estas manos, como las de mi hermano el Comendador
mayor, han sabido ganar a lanzadas, contra infieles y france-
ses; y este pecho ha podido obtener a fuerza de valor y fideli-
dad, timbres y preseas que han renovado y mantenido reful-
gente el brillo de los blason es de nuestra casa.
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98 LEYENDA HIST6RICA

98 LEYENDA HISTÓRICA

»Sois hijo del gran Cristobal Colon, y sabeis, por consiguien-


te, a lo que estais obligado. Esperamos de vos que seais siem-
»Sois hijo del gran Cristóbal Colon, y sabeis, por consiguien-

te, á lo que estais obligado. Esperamos de vos que seais siem-

pre, por la virtud y el esfuerzo, dig:no de vuestro glorioso


pre, por la virtud y el esfuerzo, digno de vuestro glorioso

padre; y que el cielo os haga tan feliz como todos los presentes

deseamos.»

Si el discurso del noble duque pareciere al discreto lector


padre; y que el cielo os haga tan feliz como todos los presentes
un tanto ampuloso y difuso, tenga la bondad de recordar que
deseamos.•
Si el discurso del noble duqtie pareciere al discreto lector
eñ aquel tiempo, las reminiscencias de la Edad media, que

apénas acababa de pasar, se confundían con los primeros des-

tellos de la civilizacion moderna; que el incomparable Miguel

de Cervantes no habia nacido todavía; ni, por lo mismo, estaba


un ta11to ampuloso y difuso, tenga la bondad de recordar que
en la mente de ningun hombre el engendro feliz de aquel ingé-
en aquel tiempo, las reminiscencias de la Edad media, que
nio inmortal, que habia de echar por tierra las sublimes fanta-

sías caballerescas, á una con las abigarradas y enfáticas for-


apenas acababa de pasar, se confundian con los primeros des-
mas literarias que servían de marco á tan heróicos desvarios

y románticas locuras.
tellos de la civilizacion moderna; que el incomparable Miguel
El Comendador confirmó con un signo de asentimiento lo

de Cervantes no habia nacido todavia; ni, por 10 mismo, estaba


dicho por su hermano Don Fadrique: el Almirante dió las gra-

cias á ambos con sencillas frases y acento conmovido, y reci- en la mente de ningun hombre el engendro feliz de aq.u el inge-
nio inmortal, que habia de echar por tierra las sublimes fanta-
bió las entusiastas felicitaciones de los circunstantes. Poco

despues se adelantó el Comendador con paso mesurado y ma-

gestuoso; tomó de la mano á Don Diego y lo condujo donde

estaba su prometida, toda ruborizada y temblorosa. Algunas


sias caballerescas, a una con l~s abigarradas y enfaticas for-
discretas frases de Don Diego la tranquilizaron gradualmen-
mas literarias que servian de marco a tan her6icos desvarios
y romanticas locuras.
te; al cabo de media hora los dos afortunados novios se con-

templaban con éxtasis, se confiaban en voz baja sus castos

deseos y deslumbradoras esperanzas; los demás concurrentes

El Comendador confirm6 con un signo de asentimiento lo


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hacían como que no veian la encantadora escena, y planteaban

en animados grupos conversaciones distintas. Hubo sarao,


dicho por su hermano Don Fadrique: el Almirante di6 las gra·
cias a ambos con sencillas frases y acento conmovido, y reci-
profusion de delicadas golosinas, y reinó la alegría hasta la
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media noche, hora en que terminó la fiesta de los esponsales,

señalándose el plazo de veinte dias para la conclusion y cele-

bracion del matrimonio.


bi6 las entusiastas felicitaciones de los circunstantes. Poco
Estos veinte dias fueron sin duda los más felices de la vida
despues se adelant6 el Comendador con paso mesurado y ma-
de Don Diego, que tenia franquicia absoluta para visitar á su

prometida, y los aprovechaba pasándose las horas, para él


gestuoso; tom6 de la mano a Don Diego y lo condujo donde
brevísimas, en familiar conversacion con su adorada María,

estaba su prometida, toda ruborizada y temblorosa. Algunas


discretas frases de Don Diego la tranquilizaron gradualmen-
te; al cabo de media hora los dos afortunados novios se con-
templaban con extasis, se confiaban en voz baja sus castos
deseos y deslumbradoras esperanzas; los dem3s concurrentes
hacian como que no veian la encantadora escena, y planteaban
en animados grupos conversaciones distintas. Bubo sarao,
profusion de delicadas golosinas, y rein6 la alegria hasta la
media noche, hora en que termin6 la fiesta de los esponsales,
sefialandose el plazo de veinte dias para la conclusion y cele-
bracion del matrimonio.
Estos veinte dias fueron sin duda los mas felices de la vida
de Don Diego, que tenia franquicia absoluta para visitar a SU
prometida, y los aprovechaba pasandose las horas, para el
brevisimas, en familiar con versacion con su adorada Maria,

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ENRIQUILLO 99
ENRIQUILLO 99

en casa de los duques. Llegó en esta época á su apogeo la for-


en casa de los duques. Lleg6 en esta epoca a su apogeo la for- - ~ ·
tuna de los Colones, á quienes la Corte entera tributaba aplau-

so y homenage, habiéndose fundido la frialdad glacial del Rey-


tuna de los Colones, a quienes la Corte entera tributaba aplau-·
ai calor de la proteccion que hallaban en el duque los intereses so y homenage, habiendose fundido la frialdad glacial del Rey
al calor de la proteccion que ballaban en el duque los intereses
de Don Diego. Desde entónces el soberano prodigó favor y

agasajo á los hijos del gran Colon, y se complació en ser justo

al fin. Tal es por lo comun la justicia de los Reyes.

XXVII
de Don Diego. Desde ent6nces el soberano prodig6 favor y
Derechos hereditarios.
agasajo a los hijos del gran Colon, y se complaci6 en ser justo
al fin. Tal es por lo comuh la justicia de los Reyes.
Decir que las bodas de Diego Colon y María de Toledo fue-

ron celebradas con soberbia pompa; extendernos á reseñar

minuciosamente los pormenores de este fausto acontecimien-

to, sería, lo uno, esponernos á ser tachados de superfluidad;

porque tratándose de personajes de tan elevada alcurnia, pró-

ximos parientes del Monarca el padre y el tio de la novia, no

XX VII
es necesario sino la asistencia del simple sentido comun de

nuestros lectores, para dar por supuesto que nada habia de

omitirse para revestir al suceso con todo el esplendor y luci-

miento que la etiqueta española y el carácter ceremonioso de

aquella época imponian á todos los interesados en el asunto;


Derechos hereditarios.
y lo otro, es decir, la narracion de los incidentes de aquella

fiesta, nos parece materia de muy pueril sustancia para dis-

traer por más tiempo la atencion de esos mismos lectores, á


Decir que las bodas de Diego Colony Maria de Toledo fue-
quienes, sobre el natural sentido comun, creemos asistidos de

algo más raro, que es el buen sentido; para distraer su aten-


ron celebradas con soberbia pompa; extendernos a resefiar
cion, repetimos, de los hechos concretamente relacionados con
minuciosamente los pormenores de este fausto acontecimien-
to, seria, lo uno, esponernos a ser tachados de superfluidad;
los episodios más interesantes de esta verídica historia, que
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todavía está en el caso de consagrar algunas páginas más á

aquellos prolegómenos, sin cuyo conocimiento sería muy difí-

cil ó imposible apreciar en su verdadero valor el carácter de


porque tratandose de personajes de tan elevada alcurnia, pr6-
ximos parientes del Monarca el padr~ y el tio de la novia, no
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los protagonistas y la índole moral de sus actos y su conducta.

es- necesario sino la asistencia del simple sentido comun de


Abreviarémos, pues, cuanto sea posible, nuestra revista

retrospectiva de los acontecimientos, para seguir narrando

nuestros lectores, para dar por supuesto que nada habia de


omitirse para revestir al suceso con todo el esplendor y luci-
miento que la etiqueta espafiola y el caracter ceremonioso de
aquella epoca imponian a todos los interesados en el asunte>;
y lo otro, es decir, la narracion de los incidentes de aquella
fiesta, nos parece materia de muy pueril sustancia para dis-
traer pof mas tiempo la atencion de esos mismos lectores, a
quienes, sobre el natural sentido comun, creemos asistidos de
a1go mas raro, que es el buen sentido; para distraer su aten-
cion, repetimos, de los hechos concretamente relacionados con .
los episodios mas interesantes de esta veridica historia, que
todavia esta en el caso de consagrar algunas paginas mas a
aquellos proleg6menos, sin cuyo conocimiento seria muy difi-
cil 6 imposible apreciar en su verdadero valor el caracter de
los protagonistas y la indole moral de sus actos y su conducta.
Abreviaremos, pues, cuanto sea posible, nuestra r evista
retrospectiva de los acontecimientos, para seg uir narrando

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100 LEYENDA HIST6RICA

100

LEYENDA HISTÓRICA
concisamente las peripecias que aun nos separan de la accion
concisamente las peripecias que aun nos separan de la accion
prominente y el asunto principal de estc desalif'iado libro.
prominente y el asunto principal de este desaliñado libro.

Los veinte dias que transcurrieron entre los esponsales ó


Los veinte dias q ue transcurrieron entre los esponsales 6
la promesa matrimonial, y el acto solemne de pronunciar los

cónyuges el juramento de pertenecerse recíprocamente por


la pro mesa matrimonial, y el acto solemne de pronunciar los
toda la vida, no fué tiempo perdido para los intereses de la

c6nyuges el juramento de pertenecerse reciprocamente por


naciente casa de Colon. El duque de Alba que gozaba de abso-

luta privanza con el Rey, no era hombre que hacia las cosas á toda la vida, no fue tiempo perdido para los intereses de la
medias; y corriendo por su cuenta la fortuna de su nuevo sobri-

no, los autos en favor de éste, acordados por el Supremo Con-


naciente casa de Colon. El duque de ·Alba . que gozaba de abso-
sejo de las Indias,—que hasta entónces habian permanecido

sin cumplimiento, como letra muerta—recibieron la sancion


luta privanza con el _R ey, no era hombre que hacia las cosas a
del régio exequatur, ó sea la real vénia, como entónces se medias; y corriendo por su cuenta la fortuna de su nuevo sobri-
no, los autos en favor de este, acordados por el Supremo Co!l -
decia. El Rey Don Fernando solamente regateó el título de

Virrey para Diego Colon; aunque si bien se examina, lo que

regateó su Alteza no fué el título, que al cabo se concedió pro

forma ó in nomine, frase que en el indigesto lenguaje de los


sejo de las lndias, -que hasta ent6nces pabian permanecido
letrados de aquel tiempo significaba lo mismo que mera deco-
sin cumplimiento, como letra muerta-recibieron la sancion
del regio cxequa't ur, 6 sea la real venia, como ent6nces se
racion, ó vano adorno; lo que el Rey no solo regateó, sino que

negó obstinadamente, fué la efectividad de las funciones de

Virrey, que á pesar de su real firma y palabra empeñada con el

gran Cristóbal Colon, encontraba siempre exorbitante para el


decia. El Rey Don Fernando solamente regate6 . el titulo de
legítimo heredero de sus bien y préviamente definidos derechos

Virrey para Diego Colon; aunque si bien se examina, lo que


como descubridor.

Don Fernando el Católico convenia de buen grado en que


regate6 su Alteza no fue el titulo, que al cabo se concedi6 pro
el Almirante Don Diego fuera el primer personaje del Nuevo

fonna 6 z'n n6mine, frase que e.n el indigesto lenguaje de los


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Mundo; pero en punto á autoridad, el profundo político que

habia sabido fundar en España la preponderancia del poder

real sobre las'sediciosas pretensiones de los grandes, nunca


letrados de aquel tiempo significaba lo mismo que mera deco-
racion, 6 vano adorno; lo que el Rey no solo regateo, sino que
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podia desistir de amenguar las prerrogativas hereditarias del

neg6 obstinadamente, fue la efectividad de las funciones de


hijo de Colon. Una cosa habia sido prometer, cuando el mundo

cuya existencia afirmaba el oscuro navegante se conceptuaba

generalmente como el sueño de una imaginacion calenturienta;

y otra cosa era cumplir, falseando los principios inflexibles de


Virrey, que a pesar de su real firma y palabra empefiada con el
todo un sistema de gobierno, cuando ese mundo surjia con el
gran Crist6bal Colon, encontraba siemprc exorbitante para el
legitimo heredero de sus bien y previamente definidos derechos
esplendor de una realidad victoriosa, de las profundidades del

Océano.

co mo descubridor.
Don Fernando el Cat6lico convenia de buen grado·en que
el Almirante Don Diego fuera el primer personaje del Nu~vo
Mundo; pero en punto a autoridad, el profundo politico que
habia sabido fundar en Espafia la preponderancia del poder
real sobre. las r;dici~s preten siones de los grandes, nunca
podia desistir a~ a menguar las prcrrogativas bereditarias del
hijo de Colon. Una cosa habia sido prometer, cuando el mundo
cuya existencia afirmaba el oscuro navegante se conceptuaba
generalmente como el suefio de una imaginacion calenturienta;
y otra cosa era cumplir, falsea ndo los principios in:flexibles de
todo un sistema de gobierno, cuando ese mundo surjia con el
esplendor de una realidad victoriosa , de las profundidades del
Oceano.

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ENRIQUILLO 101
ENRIQUILLO . 101

Por eso el Rey Fernando, al mismo tiempo que conferia á


Por eso el Rey Fernando, al mismo tiempo que conferia a
Diego Colon la autoridad de Gobernador de la Isla Española

y sus dependencias, en reemplazo del Comendador Ovando,


Diego Colon la autoridad de Gobernador de la Isla Espanola
contra cuyas crueldades surjian, al cabo de tanto tiempo, en y sus dependencias, en reemplazo del Comendador Ovando,
~ontra cuyas crueldades surjian, al cabo de tanto tiempo, en
un rincon de la real'memoria las apremiantes recomendacio-

nes que hiciera al morir Doña Isabel la Católica; procuraba

restringir disimuladamente esa autoridad, y meditaba la crea-

cion de la Real Audiencia de Santo Domingo, que se llevó á


un rincon de la real· memoria las apremiantes· rec<?mendacio-
efecto un áñcT despues; y por la misma causa los émulos de
nes que hiciera al morir Dona· Isabel la Cat6lica; procuraba

______
restringir disimuladamente esa autoridad, y meditaba la crea-
Diego Colon en su gobierno, hallaron en la Corte oidos com-

placientes para sus torpes calumnias, acojidas más de una vez

por la injusta suspicacia del Monarca...; pero no anticipemos

unos sucesos á otros; que acaso tendrémos que mencionar esas


cionde la Real
,,__ Audiencia de-Santo- Domingo, que se llev6 a ·
miserables intrigas en el discurso de nuestra narracion.

efecto un aiio despues; y por la misma causa los emulos de


Todo estaba previsto y arreglado para la partida al Nuevo

Mundo del Almirante Don Diego y su bella consorte, desde el


Diego Colon en su gobierno, hallaron en la Corte oidos com-
dia siguiente de su enlace. Un brillante y escojido acompaña-

miento de damas y caballeros distinguidos por su noble estirpe,


placientes para sus torpes calumnias, acojidas mas de una vez
tanto de la corte de Castilla como de las primeras casas de

por la injusta suspicacia del Monarca .... ; pero no anticipemos


unos sucesos a otros; que acaso tendremos que mencionar esas
Andalucía,quedóformado enlaciudadde Sevilla,dondepasaron

algunos dias los Virreyes, como seles denominaba por todos,

miserables intrigas en el discurso de nuestra narracion.


dando la última mano á los preparativos de viaje. Los tios del

Almirante, Don Diego y Don Bartolomé, cuya experiencia

consumada en los asuntos de gobierno de las Indias se consi-

deraba indispensable para la inauguracion del mando de su


Todo estaba previsto y arreglado para la partida al Nuevo
sobrino, habian asistido junto con él á las últimas audiencias
Mundo del Almirante Don Diego y su bella consorte, desde el
dia siguiente de su enlace. Un brillante y escojido acompafia-
del Monarca, y recibido las reales instrucciones, por las que
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debian regular sus consejos y los actos del jóven Gobernador.

En cuanto á Fernando Colon, sus gustos modestos y su

aficion á los estudios le traian remiso á la idea de atravesar


miento de damas y caballeros distinguidos por su noble estirpe,
tanto de la corte de Castilla como de las primeras casas de
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otra vez el Atlántico, de que tan ingratos recuerdos conserva-

ba, habiendo experimentado los grandes trabajos y peligros

del cuarto y último viaje de su padre; pero el mismo Rey Fer-


Andalucia, qued6formado enlaciudad de Sevilla, donde pasaron
nando, que estimaba su carácter y sus distinguidos talentos de

un modo extraordinario, le instó por que tambien acompañara


algunos dias los Virreyes, como se Jes denominaba por todos,
á su hermano á la Española, y pidiera para sí lo que mejor

dando la ultima mano a los preparativos de viaje. Los tios del


estuviera á sus deseos. Nada quiso el desinteresado jóven, y

Almirante, Don Diego y Don Bartolome, cuya experiencia


consumada en los asuntos de gobierno de las Indias se consi-
deraba indispensable para la inauguracion del mando de su
sobrino, habian asistido junto con el a las ultimas audiencias
del Monarca, y recibido las reales instrucciones, por las que
debian regular su~ consejos y los actos del joven Gobernador.
En cuanto a Fernando Colon, sus gustos modestos y su
aficion a los estudios le traian remiso a la idea de atravesar
otra vez el Atlantico, de que tan ingratos recuerdos conserva-
ba, habiendo experimentado los grandes trabajos y peligros
del cuarto y ultimo viaje de su padre; pero el mismo Rey Fer-
nando, que estima~a su caracter y sus dis ting uidos talentos de
un modo extraordinario, le inst6 por que tambien acompafiara
a SU hermano a la Espanola, y pidiera para s i lo que mejor
estuviera a SUS deseos. Nada quis o el desinteresa do j6ven, y
. ....-·

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102 LEYENDA HIST6RICA

102 LEYENDA HISTÓRICA

solo se determinó á hacer el viaje cuando Diego Colon le ma-


solo se determin6 a hacer el viaje cuando Diego Colon le ma-
nifestó que, «sin él, su dicha habría de ser incompleta, porque

nifest6 que, «sin el, su dicha habria de ser incompleta, porque


de ella habian sido artífices principales la perspicacia y vivaz

inteligencia con que él habia alentado sus pretensiones matri- de ella habian sido artifices principales la perspicacia y vivaz
moniales.»

Embarcáronse todos estos ilustres personajes con su bri-


inteligencia con que el habia alentado sus pretensiones matri-
llante y numeroso séquito, en el puerto de San Lúcar, donde

los aguardaba una lucida escuadra de veinte y dos velas, el


moniales.»
dia 9 de Junio de 1509, y despues de mes y medio de próspera Embarcaronse todos estos ilustres personajes con su bri-
llante y numeroso sequito, en el puerto de San LU.car, donde
navegacion, saludaron con indecible júbilo las verdes costas

de la isla Española, arribando á Santo Domingo al finalizar

el mes de Julio.

XXVIII
los aguardaba una lucida escuadra de veinte y dos velas, el
Mutacion.
dia 9 de Junio de 1509, y despues de mes y medio de pr6spera
No estaba el Gobernador Ovando en la capital de la colonia

en aquellos dias. Hallábase en Santiago, lugar muy. ameno y


navegacion, saludaron con indecible jubilo las verdes costas
salubre, á orillas del caudaloso rio Yaque, cuya posicion cen-

tral le permitía atender á los negocios de todo el Cibao cómo-


de la isla Espanola, arribando a Santo Domingo al finafizar
damente; y vivía muy ageno á la idea de ser relevado del go-

el mes de Julio.
bierno de la Isla. En igual descuido yacían todos los empleados

y demás colonos, al extremo de que un sobrino del Goberna-

dor, que éste habia hecho alcaide de la fortaleza de Santo Do-

mingo, llamado Diego López, faltando á sus deberes, se encon-

XX VIII
traba ausente de su puesto, y atendiendo á una granja ó estancia

que tenia, distante como dos leguas de la ciudad.

Al divisarse la escuadra compuesta de tan crecido número

de bajeles, se cubrió de curiosos toda la ribera del mar, y algu-


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nos botes provistos de bastimentos salieron á cual más léjos á

Mutacion.
hacer su tráfico segun solían cada vez que se avistaban naves

en el horizonte. A poco rato una de estas embarcaciones regre-

No estaba el Gobernador Ovando en la capital de la colonia


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só á tierra despues de haber vendido sus víveres á una fusta

que se habia adelantado á los otros buques de la escuadra; y

entónces supieron los curiosos la noticia del arribo del nuevo


en aquellos dias. Hallabase en Santjago, lugar muy . ameno y
salubre, a orillas del caudaloso rio Yaque, cuya posicion cen-
tral le permitia atender a los negocios de todo el Cibao c6mo-
damente; y vivia muy ageno a la idea de ser relevado del go-
bierno de la Isla. En igual descuido yacian todos los empleados
y demas colonos, al extremo de que un sobrino del Goberna-
dor, que este habia hecho alcaide de la fortaleza de Santo Do-
mingo, llamado Diego L6pez, faltando a sus deberes, se encon-
tra_b a ausente de su puesto, y atendiendo a un~ granja 6 estancia
que tenia, distante como dos leguas de la ciudad.
Al divisarse la escuadra compuesta de tan crecido numero
de bajeles, se cubri6 de curiosos toda la ribera del mar, y algu-
nos botes provistos de bastiinentos salieron a cual mas lejos a
hacer su trafico segun solian cada vez que se avistaban naves
en el horizonte. A poco rato una de estas embarcaciones regre-
s6 {l. tierra despues de haber vendido sus viveres a una fusta
que se habia adelantado a los otros buques de la escuadra; y
ent6nces supieron los curiosos la noticia del arribo del nuevo

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ENRIQUILLO 103
ENRIQUILLO 103

Gobernador, la cual cundió por toda la ciudad con rapidez


Gobernador, la cual cundi6 por toda la ciudad con rapidez
eléctrica. Los oficiales reales y el Ayuntamiento, aturdidos con

electrica. Los oficiales reales y el Ayuntamiento, aturdidos con


.tal novedad, se decoraron aceleradamente, corrieron a la ma-
•tal novedad, se decoraron aceleradamente, corrieron á la ma-

rina, y embarcándose en una falúa de gala salieron á la rada

á. ofrecer sus respetos á los ilustres viajeros; pero por mucha

diligencia que desplegaron, cuando los remeros se abrian por


rina, y embarcandose en una falua de gala salieron a la rada
los pechos haciendo volar la embarcacion oficial por fuera de

la boca del puerto, ya la escuadra toda habia echado anclas,


a ofrecer sus respetos a los ilustres viajeros; pero por mucha
y los barcos parecía que aguardaban con impaciencia, balan- diligencia que desplegaron, cuando los remeros se abrian por
los pechos haciendo volar la embarcacion oficial por fuera de
ceados por las gruesas olas de la rada, el cumplimiento de las

etiquetas de ordenanza.

Los regidores y oficiales abordaron á la galera capitana;

fueron recibidos con agrado por Don Diego Colon y su familia,


la boca del puerto, ya la escuadra toda habia echado anclas,
y formularon su voto ferviente de que cuanto ántes hicieran
y los barcos parecia que aguardaban con impaciencia, balan-
ceados por las gruesas olas de la rada, el cumplimiento de las
su desembarco los insignes huéspedes.

Preguntó el Almirante por el Gobernador y el gefe de la

etiqu~tas de ordenanza.
fdrtaleza, y fué informado de su ausencia. Una hora despues

se dió la órden de levar anclas la nave capitana y las demás

en que iban los equipages más precisos: entraron con viento

Los regidores y oficiales abordaron a la galera capitana;


favorable en la ria, y se efectuó el desembarco en medio de

un numeroso gentío, que al estruendo de los cañones de la fueron recibidos con agrado por Don Diego Colon y su familia,
escuadra haciendo las salvas de ordenanza, prorrumpió en

vítores á los Colones con ese frenético entusiasmo á que tan


y formularon su voto ferviente de que cuanto antes hicieran
fácilmente se entrega en todas partes, por motivos y razones

más ó ménos fundadas, la ciega é impresionable multitud.


su desembarco los insignes _huespedes.
Brindaron los regidores al Almirante y su familia con un
Pregunt6 el Almirante por el Gob~rnador y el gefe de la
fdrtaleza, y fue informado de su ausencia. Una hora despues
alojamiento tan conveniente cuanto las circunstancias de la
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colonia y la ninguna preparacion del momento podían permi-

tir; pero Don Diego les contestó que agradecía su ofrecimien-

to, no aceptándolo por razones políticas; y despues de haber


se di6 la 6rden de levar anclas la nave capitana y las demas
en que iban los equipages mas precisos: entraron con viento
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estado en el templo principal dando gracias á Dios cristiana-

I
mente por su feliz arribo, se dirijió á la fortaleza, de la cual

tomó inmediata posesion sin más ceremonias ni cumplimientos


favorable en la ria, y se efectu6 el desembarco en medio de
de ningun género.

A esta sazon ya los correos devoraban la distancia en todas


un numeroso gentio, que al estruendo de los cafiones de la
direcciones, llevando la noticia de tan gran novedad á todos

escuadra haciendo las salvas de ordenanza, prorrumpi6 en


vitores a los Colones con ese frenetico entusiasmo a que tan
los ámbitos de la isla. Ovando se puso en marcha para la capi-

facilmente se entrega en todas partes, por motivos y razones


mas 6 menos fundadas, la ciega e impresionable multitud.
Brindaron los regidores al Almirante y SU familia con un
alojamiento tan conveniente cuanto las circunstancias de la
colonia y la ninguna preparacion del momento podian permi-
tir; pero Don Diego les contest6 que agradecia su ofrecimien-
to , no aceptandolo por razones politicas; y despues de haber
estado en el templo principal dando gracias a Dios cdstia na-
mente por su feliz arribo, se diriji6 a la fortaleza , de la cua l
tom6 inmediata poses1on sin mas ceremonias ni cumplimientos
de ningun genero.
A esta sazon ya los correos devoraban la distancia en todas
direcciones, llevando la notiria de ta n gran novedad a todos
los ambitos de la isla. Ovando se puso en marcha para la capi-

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104 LEYENDA . HIST6RICA.

104 LEYENDA HISTÓRICA

tal sin demora, y su contrariedad y enojo fueron grandes cuan-


tal sin demora, y su contrariedad y enojo fueron grandes cuan-
do supo la falta en que habia incurrido su sobrino, el alcaide
do supo la falta en que habia incurrido su sobrino, et°alcaide
de la fortaleza de Santo Domingo, no hallándose en su puesto

al llegar el nuevo Gobernador.


de la fortaleza de Santo Domingo, no hallandose en su puesto
Tal fué al ménos el desahogo que dió á su desabrimiento,

cohonestándolo con el indicado motivo. El Almirante y su


al lfegar el nuevo Gobernador.
esposa le hicieron el más amable recibimiento; pero el irasci-

Tal fue al menos el desahogo que di6 a su desabrimiento,


ble Comendador insistía en deplorar con acritud la indisciplina

de su jóven pariente, y en su propósito de castigar el desórden cohonestandolo con el indicado motivo. El Almirante y su
Ill
de un modo ejemplar. Fué preciso que Don Diego interpusiera

cortésmente su ruego en favor del delincuente, y Ovando hubo


esposa le hicieron ~l mas amable recibimiento; pero el irasci-
de deponer al fin el ceño, y encubrir del todo su mal humor,

para entregarse en cuerpo y alma á los deberes de la etiqueta


ble Comendador insistia en deplorar con acritud la indisciplina
cortesana. de su j6ven pariente, y en su prop6sito de castigar el des6rden
de un modo ejemplar. Fue preciso que Don Diego interpusiera
Inauguráronse, pues, grandes fiestas, convites, saraos,

cabalgatas á los campos vecinos, y cuanto puede sugerir á los

ingenios aduladores la riqueza desocupada. La colonia reunia

todos los elementos de una pequeña corte, en la que resplan-


cortesmente su ruego en favor del delincuente, y Ovando bubo
decían los más delicados refinamientos de la época. Los seis
de deponer al fin el cefio, y encubrir del todo su mal humor,
para entregarse en cuerpo y alma a los deberes de la etiqueta
años de paz tiránica que Ovando llevaba en el gobierno habian

elevado la isla Española al apogeo de su grandeza; los brazos

de los indios aplicados á las construcciones civiles bajo la

direccion de entendidos arquitectos, habian convertido la hu-


cortesana.
milde nereida del Ozama en una hermosa ciudad, provista de

Inauguraronse, pues, grandes fiestas, convites, saraos,


edificios elegantes y vistosos, con calles tiradas A cordel y

casas particulares de aspecto imponente y gran suntuosidad


cabalgatas a los campos vecinos, y cuanto puede sugerir a los
interior; y el lujo se habia desarrollado á tal extremo, que el

ingenios adutadores la riqueza desocupada. La colonia reunia


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adusto Rey Fernando, cuya mirada perspicaz todo lo veia en

la vastísima extension de los reinos y dominios sometidos á su

todos los elementos de una pequefia corte, en la que resplan-


cetro, hubo de dictar más de una vez pragmáticas severas,

decian los mas delicados refinamientos de la epoca. Los seis


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especialmente encaminadas á restringir la refinada ostenta-

afios de paz tiranica que Ovando llevaba en el gobierno habian


cion á que estaban entregados los opulentos moradores de la

isla Española (31).

Los Virreyes por su parte, jóvenes, reciencasados y ricos,

habian hecho las más ostentosas prevenciones para instalarse


elevado la isla Espafiola al apogeo de su grandeza; los brazos
con el decoro de su rango en la opulenta colonia. Las damas
de los indios aplicados a las construcciones civiles bajo la
direccion de entendidos arquitectos, habian convertido la hu-
de su séquito, «aunque más ricas de belleza que de bienes de

milde nereida del Ozama en una hermosa ciudad, provista de


edificios elegantes y vistosos, con calles tiradas a cordel y
casas particulares de aspecto imponente y gran suntuosidad
interior; y el lujo se habia desarrollado a tal extremo~ que el
adusto Rey Fernando, cuya mirada perspicaz todo lo veia en
la vastisima extension de los reinos y dominios sometidos a su
cetro, bubo de dictar mas de una v_e z .pragmaticas severas,
especialmente encaminadas a restringir la refinada ostenta-
cion a que estaban entregados los opulentos moradores de la
isla Espanola (31). ·
Los Virreyes por su parte, j6venes, reciencasados y ricos,
habian hecho las mas ostentosas prevenciones para instalarse
con el decoro de su rango en la opulenta colonia. Las damas
de SU sequito, «aunque mas ricas de belleza que de bienes de

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ENRIQUILLO 105
ENR1QUILLO 105

fortuna,» segun la expresion usual de los historiadores de


fortuna,» segun la expresion usual de los historiadores de
aquel tiempo, se ataviaban con todo el esmero y bizarría que

aquel tiempo, se ataviaban con todo el esmero y bizarria que


sus altas aspiraciones y los ilustres apellidos que llevaban
sus altas aspiraciones y los ilustres apellidos que llevaban

exigían de ellas; y los caballeros lucian análogamente los más

de ellos los ricos trajes que el año anterior se habian hecho

en Italia, cuando regresaron á España acompañando al Gran


exigian de ellas; y los caballeros lucian analogamente los mas
Capitan Gonzalo de Córdoba, que se retiraba cubierto de glo-

ria de su virreinato de Nápoles.


de ellos los ricos trajes que el aflo anterior se habian hecho
Se explica, pues, que el tren y boato de las fiestas y cere- en Italia, cuando regresaron a Espana acompanando al Gran
Capitan Gonzalo de C6rdoba, que se retiraba cubierto de glo:
monias públicas en la capital de la Española, justificaran el

dictado de pequeña corte, que, siguiendo á más de un escritor

de fama, hemos dado á la magnifica instalacion delos Virreyes

en su gobierno. Ovando trató de poner pronto término á la


ria de su virreinato de Napoles.
mortificacion que sin duda debia experimentar, participando
Se explica, pues, que el tren y boato de las fiestas y cere-
monias publicas en la capital de la Espanola, justifi.caran el
de unos festejos que, sobre celebrar su propia caida, eclipsa-

ban los mejores dias de su finado poder en la colonia. Ya ace-

leraba sus preparativos de marcha, cuando un terrible hura-

can desató su furia sobre la isla, maltratando lastimosamente


dictado de pequena corte, que, siguiendo a mas de un escritor
la lucida escuadra que habia conducido á Diego Colon, y en

de fama, hemos dado a la magnifica instalacion de los Virreyes


que debia embarcarse el Comendador. La nave capitana, que

era muy hermosa, se fué á pique, cargada de provisiones y en SU gobierno. Ovando trat6 de poner pronto termino a la
mortificacion que sin 'duda debia experimentar, participando
de otros efectos de valor, que aun no se habian desembarcado.

Cuando al siguiente dia salió el sol, sus rayos alumbraron un

cuadro de sombría desolacion, tanto en la costa como en el

mar. Miserables despojos, fragmentos flotantes, árboles des-


de unos festejos que, sobre celebrar su propia caida, eclipsa-
cuajados, casas de madera sin puertas ni techumbre, se ofre-
ban los mejores dias de su finado poder en la colonia. Ya ace-
leraba sus preparativos de marcha, cuando un terrible hura-
cían á la vista por todas partes. Afortunadamente, en la ciudad
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del Ozama era ya muy considerable el número de las casas

y fábricas de cal y canto. Por fuerza hubo de demorarse la

partida de Ovando, hasta rehabilitar los barcos que necesitaba


can desat6 su furia sobre la isla, maltratando lastimosamente
la lucida escuadra· que habia conducido a Diego Colon, y en
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para su regreso á España.

Este retardo dió lugar á otra mortificacion mayúscula para

el orgulloso Comendador, cual fué presenciar las publicaciones


que debia embarcarse el Comendador. La nave capitana, que
y apertura del juicio de residencia á que debian someterse sus

actos de gobierno y los de sus alcaldes mayores. Llamóse á


era muy hermosa, se fue a pique, cargada de provisiones y
son de trompa á los agraviados y quejosos, y en los lugares

de otros efectos de valor, que aun no se habian desembarcado.


más públicos y concurridos se fijaron carteles ó edictos decla-

Cuando al siguiente dia sali6 el sol, sus rayos alumbraron un


cuadro de sombria desolacion, tanto en la costa como en el
. mar. Miserables despojos, fragmentos flotantes, arboles des-
cuajados, casas de madera sin puertas ni techumbre, se ofre-
cian ~la vista por todas partes. Afortunadamente, en la ciudad
del Ozama era ya muy considerable el numero de las casas
y fabricas de cal y canto. Por fuerza bubo de demorane la
partida de Ovando, hasta rehabilitar los barcos que necesitaba
para SU regreso a Espana.
Este retardo di6 lugar a otra mortificacion mayuscula para
el orgulloso Comendador, cual fue presenciar las publicaciones
y apertura del juicio de residencia a que debian someterse sus
actos de gobierno y los de sus alcaldes mayores. Llam6se a
.son de trompa a los agra viados y quejosos, y en los lugares
mas publicos y concurridos se fijaron carteles 6 edictos· decla-

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106 LEYENDA HIST6RICA

106 LEYENDA HISTÓRICA


rando que se recibirian por espacio de treinta dias las denun·
cias e inscripciones en demanda contra el que poco tiempo
rando que se recibirían por espacio de treinta dias las denun-

cias é inscripciones en demanda contra el que poco tiempo

ántes era omnipotente y gobernaba como señor absoluto las

cosas de la colonia y del Nuevo-Mundo;—de donde conocian,


antes era omnipotente y gobernaba como senor absoluto las
segun el historiador Herrera, que no es bueno ensoberbecerse

cosas de la colonia y del Nuevo-Mundo;-de donde conocian,


en la prosperidad (32).

XXIX segun el historiador Herrera, que no es bueno ensoberbecerse


Informes personales.

Todo el empeño de Diego Velázquez y su séquito por hacer


en la prosperidad (32).
con rapidez el viaje desde Vera Paz á Santo Domingo resultó

inútil. El huracan, obstruyendo los caminos y engrosando las

aguas de los rios y torrentes, hizo sumamente penosas y lentas

las jornadas de los viajeros, que al cabo de doce dias llegaron

á la capital molidos, hambrientos, y muy despojados ya del lu-

cimiento y gallardía con que salieron de Jaragua.


XXIX
Aposentóse Velázquez con su gente en una delas casas del

Comendador Ovando, que habia hecho construir varias mu3T

hermosas durante su gobierno. Hizo pasar respetuoso aviso de


Informes personales.
su llegada aquella misma tarde al nuevo Gobernador, pidiendo

ser admitido á su presencia en la mañana del siguiente dia, y

excusándose de no hacer su visita de homenage inmediata-


Todo el empefio de Diego Velazquez y su sequito por hacer
mente, por el mal estado de todo su equipaje. El Virrey contestó

con rapidez el viaje desde Vera Paz a Santo Domingo result6


defiriendo á la demanda, y absolviendo á Velázquez de los ri-

gores de la etiqueta oficial. inutil. El huracan, obstruyendo los c~minos y engrosando las
aguas de los rios y torrentes, hizo sumamente penosas y lentas
Aquella noche se habló ámpliamente de los recienllegados

viajeros en los salones de la fortaleza, donde residía Don Diego

Colon con toda su familia. Desde España venia sabiendo el jó-

las jornadas de los viaieros, que al cabo de doce dias llegaron


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a la capital molidos, hambrientos, y muy despojados ya del lu·


ven Almirante cuánta era la importancia de Diego Velázquez

en la colonia; como que éste y Juan Esquivel eran los tenientes

cimiento y gallardia con que ·salieron de ja'ragua.


de Ovando que sobresaliendo en habilidad y fortuna habian do-
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mado la fiereza de los indios rebeldes de la isla, aunque con no-

toria diferencia en sus procedimientos; pues Velázquez, más sa-

gaz y buen político que Esquivel, habia realizado la pacificacion


Aposent6se Velazquez con su gente en una de las casas del
Comendador Ovando, que habia hecho construir varias muy
hermosas durante su gobierno. Hizo pasar respetuoso a viso de
su llegada aquella misma tarde al nuevo Gobernador, pidiendo
ser admitido a su presencia en la mafiana del siguiente dia, y
excusandose de no hacer su visita de homenage inmediata- -
mente, por el mal estado de todo su equipaje. El Virrey contest6
defiriendo a la demanda, y absolviendo a Velazquez de los ri-
gores de la etiqueta oficial.
Aquella noche se habl6 ampliamente de los recienllegados
viajeros en los salones de la fortaleza, donde residia Don Diego
Colon con toda su familia. Desde EsP.afia venia sabiendo el j6·
ven Almirante cuanta era la importa n cia de Diego Velazquez
en la colonia; como que este y Juan Esquivel eran los tenientes
de Ovando que sobresaliendo en habilidad y fortuna habian do·
mado la fiereza de los indios rebeldes de la isla, aunque con no·
toria diferencia en sus procedimientos; pues Velazquez, mas sa-
gaz y buen politico que Esquivel, habia realizado la pacificacion

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ENRIQUILLO 107

del Oeste haciendo todo lo posible por conservar la raza india;


ENRIQUILLO 107

del Oeste haciendo todo lo posible por conservar la raza india;

y en sus campañas de Bahoruco y Haniguayagua no habia dado

y en sus campafias de Bahoruco y Haniguayagua no habia dado


cabida a la ferocidad que desplegara el famoso capitan de la
cabida á la ferocidad que desplegara el famoso capitan de la

guerra de Higüey.

guerra de Higiley.
Escuchaba el Almirante con vivo interés los informes que

sobre todas aquellas personas, conocidas en la Española, le su-

ministraba un señor anciano, de aspecto respetable por su blan-

ca y luenga barba y fisonomía benévola. Era éste Don Francis-


Escuchaba el Almirante con vivo interes los informes que
co Valenzuela, hidalgo y colono principal, que habia pasado á
sobre todas aquellas personas, conocidas en la Espanola, le su-
la isla con el Descubridor en su segundo viaje, y avecindado en

San Juan de la Maguana, donde poseia ricos hatos de ganado


ministraba un senor anciano, de aspecto respetable por su blan-
vacuno y caballar, se habia mantenido fiel y consecuente ami-

go de la familia de Colon, en su buena como en su mala fortu-


ca y luenga barba y fisonomia benevola. Era este Don Francis-
na. Se hallaba en la capital casualmente, á la sazon que llegó

co Valenzuela, hidalgo y colono principal, que habia pasado a


el nuevo Gobernador. Habló de Diego Velázquez con encomio,

y luego pasó revista uno por uno á los individuos más distingui-
la isla cGn el Descubridor en su segundo viaje, ya vecindado en
dos de las comarcas meridionales y occidentales que acompa-

ñaban al vencedor de Guaroa y de Hatuey; intercalando en


San Juan de la Maguana, donde poseia ricos hatos de ganado
sus disertaciones sobre cada uno curiosas noticias relativas al

estado de la isla y á los pasados sucesos.


vacuno y caballar, se habia mantenido fiel y consecuente ami·
—Con el capitan Don Diego, decía, viene Valdenebro, uno go de la familia de Colon, en su buena como en su mala fortu-
na. Se hallaba en la capital casualmente, a la sazon que lleg6
de los dos caballeros que más corridos quedaron en la guerra

de Higüey, cuando el primer alzamiento de Cotubanamá. Ni él,

ni su compañero Pontevedra volvieron á presentarse en esta

ciudad desde aquel suceso, á consecuencia del cual se fué Val-


ei nuevo Gobernador. HablO de Diego Velazquez con encomio,
denebro á vivir á la Maguana, y Pontevedra se embarcó para
y luego pas6 revista uno por uno a los indi viduos mas distingui-
dos de las comarcas meridionales y occidentales que acompa·
España, huyendo de la rechifla de sus compañeros de armas.
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Figúrense vuesas mercedes que esos dos hidalgos, muy precia-

dos de valientes y diestros en toda suerte de esgrima, al comen-

zarse una faccion en aquella guerra, estando los dos á caballo,


fiaban al vencedor de Guaroa y de Hatuey; intercalando en
sus disertaciones sobre cada uno curiosa~ noticias relativas al
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vieron áun indio que estaba contemplándolos ácampo raso, con

aire desdeñoso y de desafío.

—«Dejadme ir á matarle», dijo Valdenebro A su amigo; y


estado de la isla y a los pasados sucesos.
lanzó su caballo en la direccion del indio. Este se enfrenta al ji-

nete y le dispara una flecha, á tiempo que el castellano le pasa


-Con el capitan Don Diego, decia, viene Valdenebro, uno
el cuerpo con su lanza; y el herido, sin dar muestras de dolor,

de los dos caballeros que m as corridos quedaron en la guerra


se corrió por la misma lanza hasta asir las riendas de manos

s
de Higtiey, cuando el primer a]zamiento de Cotubanama. Ni el,
ni su compafiero Pontevedra voJvieron a presentarse en esta
ciudad desde aquel suceso, a consecuencia del cua1 se fue Val-
denebro a vivir a la Mag-uana, y Pontevedra se embarc6 para
Espana, huyendo de 1a rechifia de sus compafieros de armas.
Figurense vuesas mercedes que esos dos hidalgos, muy precia-
dos de valientes y diestros en toda suerte de esgrima, al comen-
zarse una faccion en aquella guerra, estando los dos a caballo,
vieron a un'indio que estaba contemplandolos a campo raso, con
aire desdefioso y de desafio.
- «Dejadme ir a matarlei>, dijo Valdenebro a SU amigo; y
lanz6 su caballo en la direccion del indio. Este se enfrenta al ji-
nete y le dispara una fiecha, a tiempo que el castellano le pasa
el cuerpo con su lanza; y el herido, s in dar muestras de dolor,
se corri6 por ]a misma lanza hasta asir las riendas de manos

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108 . LEYENDA HIST6RICA

108 LEYENDA HISTÓRICA

de Valdenebro. Viendose este sin su lanza, saca la espada y


i

de Valdenebro. Viéndose éste sin su lanza, saca la espada y


tambien la mete por el cuerpo al indio, que de igual modo se la
tambien la mete por el cuerpo al indio, que de igual modo se la

quitó de las manos, teniéndola envasada en el cuerpo: sacó en-


quit6 de las manos, teniendola envasada en el cuerpo: sac6 en-
tónces el caballero su puñal, y lo hundió en el pecho al indio que

.t6nces el caballero su punal, y lo hundi6 en el pecho al indio que


se lo quitó de las manos igualmente, quedando Valdenebro

completamente desarmado. Acude Pontevedra, que veia el se lo quit6 de las manos igualmente, quedando Valdenebro
completamente desarmado. Acude Pontevedra, que veia el
caso, á herir al prodigioso indio con la lanza, y punto por punto

repitió el herido la proeza, quitando al segundo combatiente

lanza, espada y puñal, y dejando á ámbos desarmados y con-

fusos á la vista de todo el campo castellano: el heróico indio,


caso, a herir al prodigioso indio con la lanza, y punto por pun to
como si desdeñara tomar venganza de sus agresores, se retira
repiti6 el herido la proeza, quitando al segundo combatiente
lanza, espada y ·pufial, y dejando a ambos desarmados y con-
entónces con todas las armas que tan esforzadamente conquis-

tara, y vá á caer exángüe entre los suyos, que le aplauden con

entusiastas alaridos. Pocos instantes despues rindió el espíritu,

orgulloso y satisfecho (33).


fusos a la vista de todo el campo castellano: el her6ic0 indio,
—Notable caso, —dijo Don Diego Colon;—y valor digno de
como si desdefiara tomar v·enganza de sus agresores, se retira
los mejores dias de Esparta. Mas, decidme: no se averiguó el

nombre de aquel bizarro higüeyano?


ent6nces con todas las armas que tan esforzadamente conquis-
—Se hicieron diligencias infructuosas. Supe el caso de boca

del mismo capitan Esquivel, que deploraba la terquedad ó estu-


tara, y va c't caer exangtie entre los suyos, que le aplauden con
pidez de aquellos salvajes, de quienes nunca pudo obtener no-

entusiastas alaridos. Pocos instantes despues rindi6 el espiritu,


ticia sobre un nombre tan digno de eterna memoria.

«Volviendo á Valdenebro, jamás ha podido consolarse de orgulloso y satisfecho (33).


-Notable caso,-dijo Don Diego Colon;-y valor digno de
haber perdido feamente sus armas, á vista de los dos campos

fronteros; ni habia querido salir de la Maguana, adonde lo con-

dujo su vergüenza, hasta ahora que, segun acaba de decirme

los mejores dias de Esparta. Mas, decidme: no se averigu6 el


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Don Diego Velázquez, ha conseguido éste vencer sus escrúpu-

los y reducirlo á que venga á besar las manos á los señores Vi- nombre de aquel bizarro higtieyano?
-Se hicieron diligencias infructuosas. Supe el caso de boca
rreyes.
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«Además, trae consigo el capitan Velázquez á un mozo no-

table por su despejo y travesura, llamado don Hernando Cor-

tés, que se incorporó ála comitiva enCompostelade Azua, don-


del mismo capitan Esquivel, que deploraba la terquedad 6 estu-
de reside ha más de cinco años desempeñando la escribania de
pidez de aquellos sal vajes, de quienes nunca pudo obtener no-
ticia sobre un nomb1:e tan digno de eterna memoria.
aquel Ayuntamiento. Es hombre de gran talento y que prome-

te ser de mucho provecho, aunque mani'roto, pendenciero á

veces, y muy atrevido con las mugeres agenas. Ejerce gran pre-

dominio en cuantos llegan á tratarle de cerca, y parece nacido


«Vol viendo a Valdenebro, jamas ha podido consolarse de
haber perdido feamente sus armas, a vista de los dos campos
fronteros ; ni habia querido salir de la Maguana, adonde lo con-
dujo su vergtienza, hasta ahora que, segun a caba de decirme
D on Diego Velazquez, ha conseguido este ven eer sus escnipu-
los y reduci.rlo a que venga a besar las manos a los sen.ores Vi-
rreyes.
«Ademas, trae consigo el capitan Velazquez a un mozo n o-
ta ble por su despejo y travesura, llamado don Hernando Cor-
tes, que se incorpor6 a la comitiva en Compostela de Azua, don-
de reside ha mas de cinco anos desempefiando la escribania de
aquel Ayuntamiento. Es hombre de gran talento y que prome-
te ser de mucho provecho, aunque mani-roto, pendenciero {1
v eces , y muy atrevido con las mug eres a g ena s. Ejerce gran pre-
dominio en cuantos Hegan R trat:a rl e dt> cer ca, y parece nacido

Original from ·
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/!
ENRIQUILLO 109
ENRIQUILLO 109

//
con un sello de superioridad, como si toda su vida hubiera acos-
con un sello de superioridad, como si toda su vida hubiera acos-

tumbrado mandar á los demás.


tumbrado mandar a los demas.
«Tambien verán ucedes un sujeto de cara y talle muy extra- «Tambien veran ucedes un sujeto de cara y talle muy extra·
fios, de esos que vistos una vez no pueden olvidarse nunca. Este
ños, de esos que vistos una vez no pueden olvidarse nunca. Este

es un hidalgo que se ha enriquecido administrando los bienes

de una señora india viuda de Hernando de Guevara...

—Conozco la viuda y la historia,—interrumpió Diego Co-


es un hidalg() que se ha enriquecido administrando los bienes
lon:—mi buen padre me recomendó mucho al tiempo de morir,
-de una senora india viuda de ·Hernando de Guevara ...
-Conozco la viuda y la historia,-interrumpi6 Diego Co-
la proteccion de esa señora y su hija: Don Bartolomé delas Ca-

sas me ha hecho saber interesantes pormenores de ese asunto,

y de qué pié cojea el tal administrador, Mojica de apellido, si

mal no recuerdo.
lon:-mi buen padre me recomendo mucho al tiempo de morir'
—Precisamente. Pues entónces solo me falta hablaros de un

la proteccion de esa senora y su hija: Don Bartolome de las Ca-


muchacho indio ahijado de Velázquez, que lo trae muy mima-

do, y tiene por nombre Enriquillo. N


sas me ha hecho saber interesantes pormenores de ese asunto,
—Tambien tengo noticia de ese jóven cacique, y lo veré con

mucho gusto,—repuso Don Diego.—Me han dicho que es parien-


y de que pie cojea el tal administrador, Mojica de apellido, si
te de la viuda de Guevara, y que ámbos pertenecen á la familia

que reinaba en Jaragua. Deseo conocer esos lugares y la gente


mal no recuerdo.
que los puebla, que se asegura es la más hermosa y distinguida -Precisamente: Pues ent6nces solo me falta hablaros de un
muchacho indio ahijado de Velazquez, que lo trae muy mima-
de estos indígenas. Por lo que respecta á Enriquillo, Don Bar-

tolomé dice que sus preceptores, los frailes franciscanos, escri-

ben de él que su inteligencia extraordinaria hace honor á la raza

india. Pronto lo veré por mí mismo, y compartiré gustoso con


do, y tiene por nombre Enriquillo.
Velázquez la obligacion de protejerle.
-Tambien tengo noticia de ese j6ven cacique, y lo vere con
mucho gusto,-repuso Don Diego.-Me ban dicho que es parien-
—Me alegro de que tenga Usía tan buenas disposiciones para
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con él: ese muchacho, como el indio que desarmó á Valdenebro

y Pontevedra, como Cotubanamá, y otros muchos, son la prue-

ba más concluyente de que la raza indígena de estas regiones


te de la viuda de Guevara, y que ambos pertenecen a la familia
que reinaba en jaragua. Deseo conocer esos lugares y la gente
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es tan aventajada en razon y facultades morales como cual-

quiera de las más privilegiadas de Europa ó de Asia.

—Lo creo como vos, señor Valenzuela;—dijo gravemente


que los puebla, que se asegura es la mas bermosa y distinguida
Don Diego,—y me propongo proceder en mi gobierno con arre-

glo á tan juicioso y bien fundado dictamen


de estos indigenas. Por lo que respecta a Enriquillo, Don Bar-
tolome dice que sus preceptores, los frail es franciscanos, escri-
ben de el que su inteligencia extraordinaria hace honor a la raza
india. Pronto lo vere por mi mismo, y compartire gustoso con
Velazquez la obligacion de protejerle.
-Me alegro de que tenga Usia tan buenas disposiciones para 1
con el: ese muchacho, como el indio que desarm6 a Valdenebro 1
y Pontevedra, como Cotubanama, y otros muchos, son la prue-
ba mas concluyente de que la raza indigena de estas regiones
es tan a ventajada en razon y facultades morales como cual- j~
quiera de las mas privilegiadas de Europa 6 de Asia. · /
-Lo creo como vos, sefior Valenzuela;-dijo gravemente .
Don Dieg-o,-y me propongo proceder en mi gobierno con arre- 1
'g.lp...a tan juicioso y bien fundado diet amen

.
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110 LEYENDA HIST6RICA

110 LEYENDA HISTÓRICA

XXX

Efecto inesperado.

Miéntras que Don Francisco Valenzuela daba cuenta cir-


xxx
cunstanciada en la Fortaleza de la vida y hechos de Diego Ve-

lázquez y sus compañeros de viaje, éstos recibian en su aloja-

miento la visita de Don Bartolomé de las Casas.

Apresuróse Velázquez á recojer noticias sobre los cambios


Efecto inesperado.
recientes ocurridos en el personal del gobierno de la colonia,

y supo con satisfaccion y regocijo que el nuevo Gobernador es- Mientras que Don Francisco Valenzuela daba cuenta cir:.
taba muy altamente predispuesto en su favor. Decia las Casas

modestamente que el Almirante habia salido de España anima-


cunstanc!ada en la Fortaleza de la vida y hechos de Diego Ve·
do de esas favorables disposiciones; pero el capitan se obstinó

en dar gracias al Licenciado con la más cordial efusion, atribu-


lazquez y sus companeros de viaje, estos recibian en su aloja·
yendo á sus informes y á su influencia los buenos auspicios bajo miento la visita de Don Bartolome de las Casas.
Apresur6se Velazquez a recojer noticias sobre los cambios
los cuales iba á presentarse al nuevo árbitro de la fortuna y la

riqueza en el mundo occidental.

Es indecible la emocion con que Enriquillo correspondió á

su vez á las cariñosas frases que le dirigió las Casas, al ser pre-
recientes ocurridos en el personal del gobierno de la colonia,
sentado á éste por Diego Velázquez. «Ved aquí vuestra obra y
y supo con satisfaccion y regocijo que el nuevo Gobernador es-
taba muy altamente predispuesto en su favor. Decia las Casas
la mía,» habia dicho éste á su antiguo consejero del Bahoruco;

y fijando el Licenciado un momento su mirada de águila en las

facciones del jóven indio,—¡Enriquillo!,—exclamó;—¡Bendito

sea Dios! ¡Cómo ha crecido este muchacho, y qué apostura y


modestamente que el Almirante habia salido de Espana anima-
fortaleza está mostrando! Abrázame, hijo mio. ¿Eres feliz? ¿Es-

do de esas favorables disposiciones; pero el capitan ~e obstin6


tás contento?

—Mi padrino es muy bueno para mí, señor Licenciado;—dijo


en dar gracias al Licenciado con la mas cordial efusion, atribu-
Enriquillo,—y estoy contento porque os veo á vos, mi protec-

yendo a SUS informes ya SU influencia los buenos auspicios bajo


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tor, y porque creo que vos me haréis ver muy pronto á la fami-

lia que aquí tengo...

—Ahora mismo, muchacho, si tu padrino lo permite. ¡De


los cuales iba a presentarse al nuevo arbitro de la fortuna y la
riqueza en el mundo occidental.
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cuánto consuelo va á servir tu presencia á tu pobrecita tia!Mira,

Es indecible la emocion con que Enriquillo correspondi6 a


ella está enferma, muy delicada; pero no vayas á hacer puche-

ros y á amargarle el gusto de verte.

—No temais flaqueza de mi parte,—repuso el jóven con tono

su vez a las carifiosas frases que le dirigi6 las Casas, al ser pre-
sent ado a este por Diego Velazquez . «Ved aqui vuestra obra y
la mia,» habia dicho este a su antiguo consejero del Bahoruco;
y fijando el Licenciado un momento su mirada de aguila en las
faccio"nes del j6ve·n indio,-jEnriquillo!,-exclam6;-jBendito
sea Dios! iC6mo ha crecido este muchacho, y que apostura y
fortaleza esta mostrando! Abrazame, hijo mio . l Eres feliz? (Es-
tas contento?
-Mi padrino es muy bueno para mi, sefior Licenciado;-dijo
Enriquillo,-y estoy contento porque os veo a vos, mi protec-
tor, y porque creo que vos me hareis ver muy pronto a la fami-
lia que aqui teng o ...
-Ahora mismo, muchacho, si tu padrino lo permite. jDe
cuanto Consuelo va a servirtu presencia a tu pobrecita tia! Mira,
ella esta enferma, muy delicada; pero no vayas a hacer puche-
r os y a amargarle el gusto de verte.
-No tema is fl.aqueza de mi parte,-repuso el j6ven con tono

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I
ENRIQUILLO 111
ENRIQUILLO 111

firme y severo.—Me habeis escrito más de una vez que yo


firme y severo.-Me habeis escrito mas de una vez que yo
debo ser el apoyo de mi tia Higuemota y mi prima Mencía,

debo ser el apoyo de mi tia Higuemota y mi prima Mencia,


y esa idea está clavada aquí,—concluyó, llevándose la mano

al pecho.
y esa idea esta clavada aqui,-concluy6, llevandose la mano
Diego Velázquez prestó gustoso su vénia á la excursion de

Enrique con el Licenciado, y ámbos se dirigieron con planta


al pecho.
rápida á la morada de Higuemota.

Esta yacia reclinada en un ancho sitial de mullido asiento,


Diego Velazquez prest6 gustoso su venia a la excursion de
y las sombras del sepulcro se dibujaban ya con lúgubre expre- E'Driq ue con el Licenciaqo, y ambos se dirigieron con plant a
sion en su semblante pálido y demacrado. Su hija, bella y lumi-

nosa como el alba de un dia sereno, estaba á sus piés, en un es-


rapida a la morada de Higuemota.
cabel que daba á su estatura la medida necesaria para apoyar

los codos blandamente en las rodillas de la enferma, reposando


Esta yacia reclinada en un ancho sitial de mullido asiento,
en ambas manecitas su rostro de querubin, con la vista fija en
y las sombras del sepulcro se dibujaban ya con lugubre expre-
sion en su semblante palido y demacrado . Su hija, bella y lumi-
los lánguidos ojos de su madre.

Llegó Enrique, conducido por las Casas, á tiempo de con-

templar por breves instantes aquel cuadro de melancólica poe-

sía; y luego adelantaron ambos hasta la mitad del salon. Al


nosa como el alb~ de un dia sereno, estaba a sus pies, en un es-
percibirlos Doña Ana de Guevara hizo un movimiento, incor-

cabel que daba a su estatura la medida necesaria para apoyar


porándose lentamente

—¿Sois vos, mi buen señor Licenciado?—dijo con su voz siem-


las codos blandamente en las rodillas de la enferma, reposando
pre armoniosa, aunque velada por la debilidad de la tisis que la

consumía.—Muy á tiempo venis, y me parece que hace un siglo


en ambas manecitas su rostro de querubin, con la vista fija en
desde vuestra última visita.

los languidos ojos de su madre.


— Es, señora, que en cuanto de mí depende, me propongo

hacerme acompañar siempre que llego á veros, de algun leniti-


Lleg6 Enrique, conducido por las Casas, a tiempo de con~ ~
templar por breves instantes aquel cuadro de melanc6lica poe·
vo á vuestra tristeza. El otro dia creí traeros un consuelo con la
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visita del señor Virrey y su buena esposa; hoy vengo con algo

que creo ha de seros más grato.

—Difícil es, señor las Casas, que nada pueda complacerme


sia; y luego adelantaron ambos hasta -la mitad del salon. Al
percibirlos Dona Ana de Guevara hizo un movimiento, incor-
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más que aquella bondadosa visita de los señores Virreyes, de

porandose lentamente
quienes tan ardientes protestas de amistad y proteccion recibí

para mí y para mi amada hija.

—Pues bien: aquí está una persona que va á proporcionaros

muchos momentos parecidos; pues tiene para con vos grandes


-lSois vos, mi buen senor Licenciado?-dijo con su voz siem-
obligaciones, y hasta... bastante próximo parentesco.
pre armoniosa, aunque velada por la debilidad de la tisis que la
A estas palabras, el Licenciado tomó del brazo á Enriquillo

consumia.-Muy a tiempo venis, y me parece que hace un siglo


desde vuestra ultima visita.
-Es, senora, que en cuanto de mi depende, me propongo .
hacerme acompanar siempre que llego a veros, de algun leniti-
vo a vuestra tristeza. El otro dia crei tra eros un consuelo con la
visita del senor Virrey y su buena esposa; hoy vengo con a lgo
que creo ha de seros mas grato .
- -Dificil es, senor las Casas, que nada pueda complacerme
mas que aquella bondadosa visita de los senores Virrey es, de
quienes ta n ardientes protestas de amistacl y proteccion recibi
para mi y para mi amada hija .
-Pues bien: aqui esta una persona que va a proporcionaros
muchos momentos parecidos; pues tiene para con vos grandes
obligaciones, y hasta ... bastante pr6ximo parentesco.
A. estas palabras, el Licenciado tom6 del brazo a Enriquillo

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112 LEYENDA HIST6RICA

112 LEYENDA HISTÓRICA

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y lo present6 a Dofla Ana. El j6ven dobl6 una rodilla y dijo con
y lo presentó á Doña Ana. El jóven dobló una rodilla y dijo con
:voz balbuciente·:
voz balbuciente:

4 —Mi buena tia Higuemota, dádme vuestra bendicion.


t -Mi buena tia Higuemota, dadme vuestra bendicion.
—Guarocuya!—exclamó <:on trasporte súbito Doña Ana,—

¡oh, Dios mio! Señor las Casas, ¡cuánta gratitud debo á vuestros
-Guarocuya!-exclam6 ..con trasporte subito Dona Ana,-
beneficios! Me parece que recobro mis fuerzas... Sobrino de mi

joh, Dios mio! Senor las Casas, jcuanta gratitud debo a vuestros
corazon, acércate; deja que yo bese tu frente.

É inclinándose Enriquillo hácia su tia, recibió efectivamen- beneficios! Me pa1 ece que recobro mis fuerzas ... Sobrino de mi
4

te un ósculo de aquellos lábios incoloros y frios, con el mismo

recojimiento religioso que se apoderaba de su sér cuando solia


corazon, acercate; deja que yo bese tu frente.
recibir la comunion eucarística en el monasterio de Vera Paz.

—Mira, Guarocuya,—prosiguió la enferma, en una especie


E inclinandose Enriquillo ha.cia su tia, recibi6 efecti:vamen·
de acceso febril:—besa á tu prima; á la que, si Dios oye mis te un 6sculo de aquellos labios incoloros y frios, ·con el mismo ·
recojiqiiento religioso que se apoderaba de su ser cuando solia
ruegos, ha de ser tu esposa.

Y diciendo estas palabras, Doña Ana reclinó la cabeza en el

respaldo del sillon, cerró los ojos y guardó silencio. Las Casas

y Enrique creyeron por breve espacio que dormía: la niña re-


recibir la co·munion eucaristica en el monasterio de Vera Paz.
movió dos ó tres veces la diestra de su madre, llamándola á
-Mira, Guarocuya,-prosigui6 la enferma,.en una especie
de acceso febril:-besa a tu prima; a la que, si Dios oye.mis
media voz, con este dulce dictado: ¡Madrecita mia! Inútilmen-

te: prolongándose demasiado el silencio y el sueño, las Casas se

decidió á tomar el pulso á la enferma, y reconoció con espanto

que aquel era el silencio de la muerte y el sueño del sepulcro.


ruegos, ha de ser tu esposa. '
Doña Ana de Guevara, ó sea Higuemota, habia dejado de exis-

Y diciendo estas palabras, Dofia Ana reciin6 la cabeza en el


tir. Su corazon, desgarrado por todas las penas, connaturaliza-

do con la adversidad, no pudo resistir la violencia de un arran- respaldo del sillon, cerr6 los ojos y guard6 silendo. Las Casas
que momentáneo y expansivo de alegría, una brusca sensacion

y ;Enrique creyeron por breve espacio que darmia: la nma re-


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de júbilo; y su alma pura, acostumbrada ála afliccion y al aba-

timiento, solo se reanimó un breve instante para volar á los

cielos.
movi6 dos 6 tres veces la diestra de su madre, llamandola a
media voz, con este dulce dictado: jMadrecita mla! Inutilmen-
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XXXI

te: prolongandose demasiado el silencio y el suefio, las Casas se


Impresiones diversas.

El recibimiento que se hizo á Diego Velázquez en la mansion

de los Virreyes, el siguiente dia, álas nueve de la mañana, fué

tan cordial como distinguido. El Almirante, acompañado de sus


decidi6 a: tomar el pulso a la enferma, y reconoci6 con espanto
que aquel era el silencio de la muerte y el sueno del sepulcro.
Dona Ana de Guevara, 6 sea Higuemota, habia deja do de exis·
tir. Su corazon, desgarrado por todas las penas, connaturaliza-
do con la adversidad, no pudo resistir la violencia de un arran·
que momentaneoy expansivo de alegria, una brusca sensacion
de jubilo; y su alma pura, acostumbrada a la afiiccion y al aba·
timiento, solo Se
reanim6 Un breve inst~nte para volar a los
cielos.

XXXI

Impresiones diversas.
El recibimiento que se hizo a Diego Velazquez en la mansion
de los Vir.reyes, el siguiente dia, a las nueve de la mafiana, fue
tan cordial como distinguido. El Almirante, acompaftado de sus

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Muerte de Híguemota
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1
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Muerte de Higuemota
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ENRIQUILLO 113
KNRIQLILLO 113

tios, acoji6 al comandante de Jaragua como a un antiguo ·a mi-


tios, acojió al comandante de Jaragua como á un antiguo ami-

go; lo presentó á la Virreina y sus damas, y le retuvo á almor-


go; lo present6 a la Virreina y SUS damas, y le retuvo a almor-
zar en la Fortaleza.

Velázquez hizo á su vez la presentacion de los individuos de


zar en la Fortaleza.
su séquito, para cada uno de los cuales tuvo el Gobernador un

Velazquez hizo a su vez la presentacion de los individuos de


cumplido afable ó una frase cortés.

Echó de ménos en aquel acto á Enriquillo:—Me habian dicho, su sequito, para cada uno de los cuales tuvo el Gobernador un
cumplido afable 6 una frase cortes.
señor Don Diego, que con voshabia venido un jóven indio, vás-

tago de los caciques de Jaragua.

Efectivamente, señor:—contestó Velázquez.—Traje conmi"

go á Enriquillo, que así es llamado por todos, y á quien amo


Ech6 de menos en aquel acto a Enriquillo:-Me habian dicho,
como á un hijo; pero un triste acaecimiento lo ha afectado de
senor Don Diego, que con voshabia venido un j6ven indio, vas-
tago de los caciques de Jaragua.
tal modo, que está en el lecho con una fuerte calentura.

Y Velázquez refirió la muerte de Higuemota, segun se la ha-

bía participado las Casas.

—Mucho siento ese suceso,—dijo el Almirante Don Diego;—


Efecti vamente, sefior:-cont.e st6 Velazquez.-Traje conmi·
y aquí comienza el cumplimiento de un deber que me impuso

go a Enriquillo, que asi es llamado por todos, y a quien amo


como a un hijo; pero un triste acaecimiento lo ha afectado de
mi buen padre Don Cristóbal... Esposa mia, vos cuidaréis de la

horfandad de la niña que tanta impresion os hizo con su rara

belleza el otro dia. Yo tomaré á mi cargo la salud del jóven En-

rique, pues considero, señor Don Diego Velázquez, que vues-


tal modo, que esta en el_lecho con una fuerte calentura.
tra instalacion de viajero recien-llegado no os ha de permitir

Y Velazquez refiri6 la muerte de Higuemota, segun se la ha-


holgura para esa atencion.

—A ella ha provisto desde el principio mi excelente amigo el bia participado las Casas.
-Mucho siento ese suceso,-dijo el Almirante Don Diego;-
Licenciado las Casas, que por el motivo que discretamente ha

anticipado Vueseñoría, hizo conducir anoche mismo á Enriqui-

llo al convento de padres franciscanos, con quienes reside aho-

y aqui comienza el cumplimiento de un deber que me impuso


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ra el Licenciado, y en donde mi ahijado estará perfectamente

asistido.
mi buen padre Don Crist6bal. .. Esposa mia, vos cuidareis de la
hodandad de la nifia que tanta impresion os hizo con su rara
—No importa,—repuso Diego Colon:—le enviaré mi médico,
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y cuidaré de que nada le falte.

Y dió las órdenes correspondientes en seguida.

Por su parte la Virreina; con esa solicitud caritativa que


belleza el otro dia. Yo tomare a mi cargo la salud del j6ven En-
convierte en ángeles las mujeres, fué en persona á separar á la
rique, pues considero, sefior Don Diego Velazquez, que vues-
tra instalacion de viajero recien-llegado no os ha de permitir
huérfana del cadáver de su madre, sugiriéndole su compasion

ingeniosa y tierna el más delicado artificio para conseguir su

objeto sin desgarrar el corazon de la interesante criatura. Dic-

holgura para esa atencion.


-A ell a ha prov is to desde el principio mi excele~te amigo el
Licenciado las Casas, que por el motivo que discretamente ha
anticipado Vuesefioria, hizo conducir anoche mismo a Enriqui-
llo al convento de padres franciscanos, con quienes reside aho-
ra el Licenciado, y en donde mi ahijado estara perfectamente
asistido.
-No importa, - repuso Diego Colon: - le enviare mi medico,
y cuidare de que nada le falte.
Y di6 las 6rdenes correspondientes en seguida.
Por su parte la Virreina; con esa solicitud caritativa que
convierte en Angeles las mujeres, fue en persona a separar a la
huerfana del cadaver de su madre, sugiriendole su compasion
ingeniosa y tierna el mas delicado artifi.cio para conseguir su
objeto sin desgarrar el corazon de la interesante criatura. Die-
s
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114 LEYENDA HIST6RICA

114 LEYENDA HISTÓRICA

t6 ademas Dona Maria, de concierto con las Casas, disposicio-


tó además Doña María, de concierto con las Casas, disposicio-

nes perentorias para que los funerales de Higuemota se hicie-


nes perentorias para que los funerales de Higuemota se hicie-
ran con el decoro y lucimiento que correspondían á su rango;

y así se efectuó en la tarde de aquel mismo día.


ran con el decoro y lucimjento que correspondian a su rango;
El almuerzo fué servido, y se resintió al principio de la tris-

y asi se efectu6 en la tarde de aquel mismo dia.


teza que como una nube envolvía los ánimos por efecto de aque-

lla muerte, que habia venido á remover los sentimientos com- El almuerzo fue servido, y se resinti6 al principio de la tris-
teza que como una nube en vol via los animos por efecto de aque-
pasivos de la concurrencia. El único que estaba preocupado y

triste por causa distinta era nuestro antiguo conocido Don Pe-

dro Mojica, reflexionando que las cosas podían venir de modo

que se viera constreñido á entregar la administracion de los


lla muerte, que habia venido a remover los sentimientos com-
bienes de la difunta con estrecha cuenta de sus operaciones. El
pasivos de la concurrencia. El unico que estaba preocupado y
triste por causa distinta era nuestro antiguo cqnoddo Don Pe-
vivo interés que manifestaban los Virreyes por la suerte de la

niña heredera, parecia al codicioso hidalgo de pésimo augurio

para sus intereses.

Poco á poco, sin embargo, y á pesar de estos preliminares,


dro Mojica, reflexionando que las cosas podian venir de modo
la buena sociedad y los vinos generosos hicieron su efecto, de-
que se viera constrenido a entregar la administracion de los
satando las lenguas é introduciendo el buen humor en la bien

servida y suntuosa mesa de los Virreyes. Diego Velázquez, so-


bienes de la difunta con estrecha cuenta de sus operaciones. El
metido á la influencia de aquella atmósfera donde se confundían

y combinaban los misteriosos efluvios de la juventud, la belleza


vivo inter es q ue manifestaban los Vin:-eyes por la suerte de la
y la opulencia delicada y sensual, sentía la impresion de un

nina heredera, parecia al codicioso hidalgo de pesimo augurio


bienestar y una dicha no gustados por él hacia mucho tiempo.

Pasaban por su imaginacion, como ráfagas de luz y de armonia,


para sus intereses .
las reminiscencias de los encantados cármenes de Granada, en

• Poc::o a poco, sin embargo, y a pesar de estos preliminares,


donde se habian deslizado entre risas y placeres, como las cor-

rientes juguetonas de límpido arroyuelo entre las flores de

la buena sociedad y los vinos generosos hicieron su efecto, de-


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ameno prado, los dias de su feliz adolescencia.

Estas dulces y gratas memorias, á una con la mágia de unos satando las lenguas e introduciendo el buen humor en la bien
ojos negros como el azabache, que vertían el fuego de sus fasci-

servida y suntuosa mesa de los Virrey es. Diego Velazquez, so-


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nadoras pupilas sobre la arrogante y simpática figura de Veláz-

quez, causaron en el pecho del impresionable comandante súbi-

to incendio de amor. María de Cuéllar, amiga y confidente ínti-


metido a la influencia de aquella atm6sfera donde se confundian
ma de la Virreina, hija única del Contador Cristóbal de Cuéllar,
y combinaban los misteriosos efluvios de la juventud, la belleza
y la opulencia delicada y sensual, sentia la impresion de un
poseia, con una belleza peregrina, ese encanto irresistible, ese

inefable hechizo que todo lo avasalla, esparciendo en torno suyo

inspiraciones celestes y el tranquilo embeleso de la felicidad.

bienestar y una dicha no gustados por el hacia mucho tiempo.


Pasaban por suimaginacion, como rafagas 1e luz y de armonia,
las reminiscencias de los encantados carmenes de Granada, en
donde se habian deslizado entre risas y placeres, como las cor-
rientes juguetonas de limpido arroyuelo entre las fl.ores de
ameno prado, los dias de su feliz c;idolescencia.
Estas dukes y gratas memorias, a una con la magia de unos
ojos negros como el azabache, que vertian el fuego de sus fasci-
nadoras pupilas sobre la arrogante y simpatica figura de Velaz-
quez, causaron en el pecho del impresionable comandante subi-
to incendio de amor. Maria de Cuellar, amiga y confidente inti-
ma de la Virreina, hija unica del Contador Crist6bal de Cuellar,
poseia, con una belleza peregrina, ese encanto irresistible, ese
inefable hechizo que todo lo avasalla, esparciendo en torno suyo
inspiraciones celestes y el tranquilo embeleso de la felicidad.

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ENRlQUILLO 115
ENRIQUILLO 115

Contemplábala extasiado, indiferente á cuanto lo rodeaba, un


Contemplabala extasiado, indiferente a cuanto lo rodeaba., un
jóven dotado de rara hermosura, de tez morena y sonrosada, y j6ven dotado de rara hermosura, de tez mo.rena y sonrosada, y
cuyos labios rojos como la amapola apenas estaban sombr.e a-
cuyos lábios rojos como la amapola apénas estaban sombrea-

dos por el naciente bozo. La linda doncella, despues de satisfa-

cer su femenil curiosidad analizando las facciones y el traje se

vero, al par que rico y elegante, de Diego Velázquez, volvió


dos por el naciente bozo. La linda doncella, despues de satisfa-
su rostro al susodicho jóven, y le dirigió una sonrisa que encer-
cer su femenil curiosidad analizando las facciones y el traje se ·
vero, al par que rico y elegante, de Diego Velazquez, volvi6
raba todo un poema de ternura.

Velázquez se contristó visiblemente: habia visto la expresi-

va demostracion de la doncella, y no era dudoso que aquellos

dos séres, que parecian hechos el uno para el otro, se adoraban


su rostro al susodicho j6ven, y le dirigi6 una sonrisa que encer-
recíprocamente.
raba todo un poema de ternura.
Concluido el almuerzo, se formaron grupos que discurrían

por la sala en conversacion familiar. El comandante de Jara-


Velazquez se contrist6 visiblemente: habia visto la expresi-
gua aprovechó la oportunidad para tomar del brazo á Hernan

Cortés, diciéndole:
va demosfracion de la doncella, y no era dudoso que aquellos
—Vos, que conoceis á todo el mundo, decidme: ¿quién es ese

dos seres, que parecian hechos el uno para el otro, se adoraban


mozo de aire afeminado que os ha apretado la mano hace un'

instante? reciprocamente.
—¿Aquél?—preguntó Cortés, señalando al consabido man-

cebo.
Concluido el almuerzo, se formaron grupos que discurrian
—El mismo,—contestó Velázquez.

por la sala en conversacion familiar. El comandante de Jara'.-


gua aprovech6 la oportunidad para tomar del brazo a Hernan
—Ese es Juan de Grijalva, natural de Cuéllar,—dijo Cortés

sonriendo:—le conozco hace mucho tiempo...; cuatro horas á lo

Cortes, diciendole:
sumo.

—¿Dónde y cómo?—replicó Velázquez admirado.

—Esta mañana, vos dormíais aun, cuando y o salí á brujulear

-Vos, que conoceis a todo el mundo, decidme: ~quien esese


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por la ciudad. Me dirijia á la marina; pero topé en el camino

con Don Francisco Valenzuela, que me invitó á visitar las ca-


mozo de aire afeminado que os ha apretado la mano hace un ·
instante?
ballerizas del Virrey, á lo que accedí de buen grado; y con tan
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buena fortuna, que llegamos á tiempo de ver á este mozo, que

-~Aquel?-pregunt6 Cortes, sefialando al consabido man-


vos teneis por afeminado, cabalgando en un endiablado potro

cordobés, negro como la noche y fogoso como una centella...

Medió tentacion de montar el impetuoso bruto, y Grijalva, muy


cebo.
-El mismo,-contest6 Velazquez.
complaciente, se avino á ello, haciéndome despues grandes

cumplidos por lo que llamaba mi destreza. En suma, quedamos

íntimos amigos, como habeis podido observar; que yo no nece-

"''
-Ese es Juan de Grijalva, natural de Cuellar,-dijo Cortes
sonriendo:-le conozco hace mucho tiempo ... ; cuatro horas a lo
sumo.
-~D6nde y c6mo?-replic6 Velazquez admirado.
-Esta mafiana, vos dormiais aun, cuando yo sali a brujulear
por la ciudad. Me dirijia a la marina; pero tope en el camino
con Don Francisca Valenzuela, que me invit6 a visitar las ca-
ballerizas del Virrey, a lo q ue accedi de bu en grado; y con tan
buena fortuna, que llegamos a tiempo de ver a este mozo, que
vos teneis por afeminado, cabalgando en un endiablado potro
cordobes, negro co mo la noche y fogoso como una centella .. .
Medi6 tentacion de montar el impetuoso bruto, y Grijalva, muy
complaciente, se avino a ello, haciendome despues grandes
cumplidos por lo que Barnaba mi destreza. En suma, quedamos.
intimos amigos, como habeis podido observar; que yo no nece-

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116 LE VENDA HIST6RICA

116 LEYENDA HISTÓRICA

sito mucho tiempo para conocer si un hombre merece mi amis-


tad; y este j6ven hidalgo, a menos que yo me equivoque mucho,
sito mucho tiempo para conocer si un hombre merece mi amis-

tad; y este jóven hidalgo, á ménos que yo me equivoque mucho,

tiene gran corazon.


tiene gran corazon.

Velázquez oyó el animado relato de Cortés, y guardó silen-

cio quedándose pensativo.

Llegó á este tiempo el médico del Virrey. Interrogado sobre


Velazquez oy6 el animado relato de Cortes, y guard6 silen-
el estado de Enriquillo, el grave doctor dió cuenta de su encar-
cio quedandose pensativo.
Lleg6 a este tiempo el medico del Virrey. Interrogado sob re
go con toda la solemnidad que requería el prestigio de la cien-

cia en aquel tiempo.

—Llegué al convento,—dijo,—y con la vénia del padre prior,

á quien requerí en nombre de Vueseñoría, fui conducido á la


el estado de Enriquillo, el grave doctor di6 cuenta de su encar·
celda que ocupa el jóven enfermo. Es un doncel admirablemen-
go con toda la solemnidad que requeria el prestigio de la cien-
te constituido, de rico y generoso temperamento. La calentura,

febris acuta, ha encontrado material abundante en que hacer


cia en aquel tiempo.
presa,—abundantia sanguinis; y el delirio me indicó un peli-

groso agolpamiento á la cabeza, congestio inminens. Siguien-


-Llegue al convento,-dijo,-y con la venia del padre prior,
do las indicaciones de Avicena en estos casos, apliqué dos bue-

nas sangrías en ambos brazos, y un pediluvium, bafto de piés,


a quien requeri en nombre de Vuesefioria, fui conducido a la
Ya.rviea.te, férvidus. Permanecí en observacion por espacio de
celda que ocupa el j6ven enfermo. Es un doncel admirablemen-
más de una hora, y vi el reposo apoderarse del paciente, res-

tauratio causa requietionis. Ahora le he dejado profundamen-


te constituido, derico y generoso temperamento. La calent1:1ra,·
te dormido, con los piés envueltos en paños de aceite tibio,

óleum calefactum; y certifico que, si los frailes que lo asisten


febris acuta, ha encontrado material abundante en que hace1·
le hacen guardar el régimen que he prescrito, á saber: dieta y presa,-abundan!t'a sanguinis ,· y el delirio me indico un peli-
groso agolpamiento a la cabeza, congestio z·nminens. Siguien-
tisana de ruibarbo, ántes de un mes habrá recobrado la salud,

prcesanabit. Pero debo decir á Vueseñoría que lo dudo; porque

entre aquellos padres vive un láico que sin miramiento alguno

do las indicaciones de Avicena en estos cas?s, aplique dos bue-


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se ha atrevido á contradecirme y á llamarme cara á cara igno-

rante... stultus.
nas sangrias en ambos brazos, y un pedz"luvium, bafio de pies,
hirviente, fervid us. Permaneci en observacion por espacio de
Y el doctor dijo esto último con un ademan cómicamente
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trágico.

—¿Quién ha tenido esa osadía, doctor?—exclamó el Almiran-

te, sin poder contener la risa.


mas de una hora, y vi el reposo apoderarse del paciente, res-
—Un quidam,—respondió el médico,—que he visto venir más
tauratz"o causa requietz'onis. Ahora le he dejado profundamen·
de una vez á visitaros, y á quien oí que los frailes apellidaban

Licenciado Casas. En todo caso, si realmente es Licenciado, de-


te dormido, con los pies envueltos en pafios de aceite tibio,
bería respetar un poco más la ciencia.

6leum calefactum,· y certifico que, si los frailes que lo asisten


le hacen guardar el regimen que he prescrito a saber: dieta y
J

tisana de ruibarbo, antes de un mes habra recobrado la salud,


prmsanabz·t. Pero debo decir a Vuesefioria que lo dudo; porque
entre aquellos padres vive un laico que sin miramiento alguno
se ha atrevido a contradecirme y a llamarme cara a cara igno-
rante ... stultus.
Y el doctor dijo esto ultimo coµ un ademan c6micamente
tragico.
-~Quien ha tenido esa osadia, doctor?-exclam6 el Almiran-
te, sin poder contener la risa.
-Un quidam,-respondio el medico,-que he visto venir mas
de una vez a visitaros, ya quien oi que los frailes apellidaban
Licenciado Casas. En todo caso, si realmente es Lkenciado, de-
beria respetar un poco mas la ciencia.

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E~RJQUJLLU 117

· -Ciertamente,-repuso Don Diego Colon,-es sujeto que


ENRIQUILLO • 117

• —Ciertamente,—repuso Don Diego Colon,—eá sujeto que

goza de merecido aprecio, y me admira que os haya ofendido

sin motivo.
goza de merecido aprecio, y me admira que os haya ofendido
—Pretendió que la tisana de ruibarbo,—prosiguió el resenti-

sin motivo. ·
do pedante,—no valia para el caso lo que el jugo de la piña, y

fué hasta á porfiarme que, para la calentura, Avicena hacia


-Pretendi6 que la tisana de ruibarbo,-prosigui6 el resenti-
mayor recomendacion del tamarindo que del ruibarbo... Califi-

qué de heregía la audacia de aquel intruso, y entónces, citándo-


do pedante,-no valia para el caso lo que el jugo de la pifia, y
me textos en latin de no sé qué autores, inventados en su cale-

fue hasta a porfiarme que, para la calentura, A vicena hacia


tre, acabó por decirme con gran desvergüenza que yo era un

doctor indocto, un mentecato.


mayor recomendacion del tamarindo que del ruibarbo ... Califi-
—No tengais cuidado,—mi excelente doctor,—concluyó el

Almirante;—yo pondré buen órden para que el desacato no se


que de heregia la audacia de aquel intruso, y ent6nces, citando-
repita.

me textos en latin de no se que autores, inventados en su cale-


Diego Velázquez habia asistido á todo este diálogo, manifes-

tando el más vivo interés por lo que se referia á su protejido. tre, acab6 p'o r decirme con gran desvergtienza que yo era un
doctor indocto, un mentecato.
Cuando el grave Galeno se retiró, el convidado, seguido de

Cortés y su comitiva, se despidió del anfitrion y de las damas,

diciendo que iba á cumplir el deber de velar por la salud de En-

riquillo.
-No tengais cuidado,-mi excelente doctor,-concluy6 el
—Tened presente nuestro deseo de verle por acátan pronto
Almirante; -yo pondre buen 6rden para que el desacato no se
re pita.
como convalezca;—le dijo el Virrey, estrechándole cordialmen-

te la mano.

XXXII

Lucha suprema.
Diego Velazquez habia asistido a todo este dialogo, manifes-
—¿Por quién tañen tan tristemente esas campanas?—pregun-
tando el mas vivo interes por lo que se referia a su protejido.
tó en la tarde del mismo dia el ex-Gobernador Don Nicolás de

Cuando el grave Galeno se retir6, el convidado, seguido de


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Ovando á su sobrino Diego López.

—Por la dama india viuda de Guevara, señor tio, que murió

anoche;—respondió López.
Cortes y su comitiva, se despidi6 del anfitrion y de las <lamas,
diciendo que iba a cumplir el deber de velar por la salud de En-
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—¡Válgame Dios, sobrino!... Y esas galeras ¿cuándo estarán

repuestas y listas á emprender viaje? Témome que si tardo aquí

algunos dias más, tambien por mí lancen esas campanas á los


riquillo.
aires su fúnebre tañido.

-Tened presente nuestro deseo de verle por aca tan pronto


como convalezca;-le dijo el Virrey, estrechandole cordialmen-
te la mano.

XX XII

Lucha suprema.
-~Por quien tafien tan tristemente esascampanas?-pregun-
t6 en la tarde del mismo dia el ex-Gobernador Don Nicolas de
Ovando a SU sobririo Diego L6pez.
-Por la dama india viuda de Guevara, sefior tio, que muri6
anoche;-respondi6 L6pez.
-iVAlgame Dios, sobrino!. .. Y esas galeras (cuando estaran
repuestas y listas a emprender viaje? Temome que si tardo aqui
algunos dias mas, tambien por mi lancen esas campanas a los
aires su funebre tafiido.

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118 LEYEND A HISTORICA

118 LEYENDA HISTÓRICA

*
Este melanc6lico augurio nose realiz6; pero Ovando, mina-
Este melancólico augurio no se realizó; pero Ovando, mina-
do por una secreta y cruel pasion de animo, ~e despidi6 de la
do por una secreta y cruel pasion de ánimo, se despidió de la

isla un mes despues de la muerte de Higuemota, haciendo do-


isla un mes despues de la muerte de Higuemota, haciendo do·
nacion de sus casas y heredades á los conventos de la colonia

y al hospital de San Nicolás, que habia fundado el mismo Comen-


nacion de sus casas y heredades a los conventos de la colonia
dador en Santo Domingo (34). El resto de sus dias lo pasó en

y al hospital de San Nicolas, que habia fun dado el mismo Comen-


continuas molestias que le suscitaban las reclamaciones contra

actos de su gobierno. Fueron éstas en tan crecido número, que dador en Santo Domingo (34). El resto de sus dias lo pas6 en
el Rey tuvo al fin que intervenir, declarando que era transcur-

rido el término fatal de la residencia (35).


continuas molestias que le suscitaban las reclamaciones contra
No gustó mucho tiempo el célebre ex-Gobernador de la Espa-

ñola el reposo que la bondad de su Soberano quiso proporcio-


actos de su gobi~rno. Fueron estas en tan crecido numero, que
narle, y murió á los dos años de haber regresado á España. el Rey tuvo al fin que intervenir, declarando que era transcur·
rido el termino fatal de la residencia (35).
Figúrasenos que para el inexorable tirano de Hispaniola,

como para todos los déspotas que, abusando de una autoridad

ilimitada, han legado cien crímenes á la memoria de la poste-

ridad, los últimos instantes de la existencia transcurrieron en-


No gust6 mucho tiempo el celebre ex-Gobernador de la Espa-
; tre las angustias de un combate moral, librado en los profundos
nola el reposo que la bondad de su Soberano quiso proporcio-
narle, y muri6 a los dos ai'ios_de haber regresado a Espana.
antros de su espíritu.—¿Por qué no pude mus?—grita la sober-

bia humillada é impotente; ¿por qué pude tanto?—clama sobre

cogida la conciencia.

e-^sz
Figurasenos que para el inexorable tirano de Hispaniola,
r-^oj*:
como para todos los despotas que, abusando de una autoridad
X

ilimitada, han legado cien crimenes a la memoria de la poste-


ridad, los liltimos instantes de la existencia transcurrieron en-
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'· tre las angustias de un com bate moral. librado en los profundos
antros de su espiritu.-c;Por que no pude mas?-grita la sober-
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bia humillada e impotente ; c,·po1· que pude tanto?-clama sobre .


cogida la conciencia.

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^mig^HHPrsllg^Pm85?^ÑiPrit?f£^H8^rg^

ENRIQUILLO

SEGUNDA PARTE.

Alianza ofensiva.

La ambicion deprava el ánimo, y como que se nutre á espen-

sas de los demás afectos que exaltan y embellecen el corazon

humano. Noble ó rastrera; ya la excite un objeto grande y ele-

vado, ya tomando el carácter vil de la avaricia sea provocada

por un fin puramente sórdido y material, el primer efecto de la

ambicion es subordinar y avasallar á su imperio todos los sen-

timientos del hombre que llega á aceptarla como el móvil de sus

ENRIQUILLO
acciones; arrollando sin piedad ó abandonando con desden cual-

quier consideracion generosa que pueda servir de obstáculo á

las aspiraciones preconcebidas.

No era vulgar la ambicion de Diego Velázquez, de muy tem-

prano acostumbrado á empresas árduas, á cargos de represen-

tacion é importancia. Habia sido Velázquez, bajo el gobierno

de Ovando, el verdadero fundador de las villas y poblaciones

del Sud-Oeste de la Española; era el más rico de los conquista-

dores, y el que más renombre habia adquirido como organiza-

dor y administrador de los territorios que su pericia y su esf uer-

SEGUNDA PARTE.
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. I
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Alianza ofensiva.
La ambicion deprava elanimo, y como que senutrea espen-
sas de los demas afectos que exaltan y embellecen el corazon
humano. Noble 6 rastrera; ya la excite un objeto grande y ele:
vado, ya tomando el caracter vil de la avaricia sea provocada
por un fin puramente s6rdido y material, el primer efecto de la
ambicion es subordinar y avasallar a su imperio todos los sen·
tim'ientos del hombre que llega a aceptarla como el m6vil de sus
acciones; arrollando sin piedad q abandonando con desden cual·
quier consideracion generosa que pueda servir de obstaculo a ,
las aspiraciones preconcebidas.
No era vulgar la ambicion de Diego Velazquez, de muy tem-
prano acostumbrado a empresas arduas, a cargos de represen-
tacion e importancia. Habia sido Velazquez, bajo el gobierno
de Ovaudo, el verdadero fundador de las villas y poblaciones
del Sud-Oeste de la Espafiola; era el mas rico de los conquista-
dores, y el que mas renombre habia adquirido como organiza-
dor y administrador de los territorios que su pericia y su esfuer-

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... .,.

120 LEYENDA HISTÓRICA

zo habian pacificado en pocos meses. En rededor suyo, á su vis -

ta, Juan de Esquivel solicitaba del jóven Almirante el cargo de


' 120 LEYEXDA HIST6RIC-.\.

zo habian pacificado en pocos meses. En rededor suyo, a su vis·


ta, Juan de Esquivel solicitaba del j6ven Almirante el cargo de
poblar y gobernar la isla de Jamáica; Ponce de Leon, protejido
poblar y gobernar la isla de Jamaica; Ponce de Leon, protejido
del ex-Gobernador Ovando, obtenia el gobierno de la bella isla

de Puerto-Rico; Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa organiza-


del ex·Gobernador Ovando, obtenia el gobierno de la bella is la
ban en el puerto de Santo Domingo sus tan ruidosas cuanto

de Puerto-Rico; Alon.so de Ojeda y Diego de Nicuesa organiza-


desgraciadas expediciones al Continente; miéntras que otros

hombres de corazon igualmente intrépido y de imaginacion ar- ban en el puerto de Santo Domingo sus tan ruidosas cuanto
diente, un Vasco Núñez, un Hernan Cortés y muchos más, ru-

miaban en sus proféticos ensueños de gloria y de grandezas,


desgraciadas expediciones al Continente; mientras que otros
proyectos inverosímiles, brillantes quimeras con que entrete-

nían sus ócios, esperando la ocasion propicia para ejercitar su


hombres de corazon igualmente intrepido y de imaginacion ar-
espíritu aventurero en las empresas que debian conducirles á diente, un Vasco Nunez, un Hernan Cortes y muchos mas, ru-
miaban en sus profeticos ensuefios de gloria y de grandezas,
la muerte, ó al pináculo de la fortuna.

¿Habia de permanecer Velázquez ajeno á este órden de

ideas, conformándose con la fama y los laureles adquiridos, y

dando por terminada su carrera como conquistador? Ni lo per-


proyectos in verosimiles, brillantes quimeras con que entrete-
mitían sus años, que no llegaban á la edad madura, ni mucho
nian sus 6cios, esperando la ocasion propicia para ejercitar su
espiritu aventu.rero en las empresas que debian conducirles a
ménos el temple de su carácter, ya avezado á las emociones de

la lucha, y á los goces del éxito, tan á propósito para desarro-

llar esa hidropesía del alma que se denomina la ambicion.

Era, pues, ambicioso Diego Velázquez, por más que, como


la muerte, 6 al pinaculo de la fortuna.
acabamos de decir, sus pensamientos se alzaran á no vulgares
( Habia de permanecer Velazquez ajeno a este orden de
esferas. Pero de cualquier modo, esa pasion bastaba para des-

naturalizar los buenos impulsos del corazon de Velázquez, y el


ideas, conformandose con la fama y los laureles adquiridos, y
amor llegaba algo tarde á tocar á sus puertas.

dando por terminada su carrera como conquistador? Ni lo per-


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Fué esto una desgracia: si ese amor se hubiera enseñoreado

como soberano de aquel pecho varonil, ahogando ó excluyendo

mitian sus afios, que no llegaban a la edad madura, ni mucho


menos el temple de su caracter, ya avezado a las emociones de
todo otro afecto que pudiera oponérsele, indudablemente la ab-
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I negacion habría compartido su dominio, matando al nacer cual-

quier proyecto encaminado á destruir la felicidad de la hermo-

isa é inocente María de Cuéllar. Pero el egoismo despiadado


la lucha, ya los goces del exito, tan a proposito para desarro-
estaba en vela, y la voz de las especulaciones positivas se dejó

;oir. Para eso estaba allí el odioso Pedro de Mojica, siempre as-
llar esa hidropesia del alma que se denomina la ambicion.
tuto, siempre en acecho y á caza de favor ó de lucro. Él tomó Era, pues, ambicioso Diego Velazquez, por masque, como
acabamos de decir, sus pensamientos se alzaran <i no vulga res
á su cargo combinar el amor y la ambicion en los planes y pro-

yectos de Velázquez. La posicion, las riquezas del codicioso hi'

esferas. Pero de cualquier modo, esa pasion bastaba para des -


naturalizar los buenos impulsos del corazon de Velazquez, y el
amor llegaba algo tarde a tocar a SUS puertas.
Fue esto una desgracia: si ese amor se hubiera ensefioreado

l como soberano de aquel pecho varonil, ahogando 6 excluyendo


todo otro afecto que pudiera oponersele, indudablemente la ab-
negacion habria compartido su dominio ,.matando al nacer cual-
,1quier proyecto encaminado a destruir la felicidad de.la hermo-
·, sa e inocente Maria de Cuellar. Pero el egoismo despiadado
~ estaba en vela, y la voz de las especulaciones positivas se dejo
oir. Para eso estaba alli el odioso Pedro de Mojica, s iempre as-
' . ,
tuto, siempre en acecho y a caza de favor 6 de lucro. El tomo
a su cargo combinar el am or y la ambicion en los planes y pro-
yectos de Velazquez. La posicion, las riquezas del codicioso hi-

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ENRIQUILLO 121
ENRIQUILLO 121

dalgo estaban en juego; le era preciso asegurar la tutela de


dalgo estaban en juego; le era preciso asegurar la tutela de
su sobrina Mencía, continuar con la provechosa administra-

su sobrina M~nda, continuar con la provechosa administra-


cion de sus bienes patrimoniales: la influencia del coman-

dante de Jaragua le interesaba por todo extremo; ¿qué le im- cion de sus bienes patrimoniales: la influencia del coman-
portaba lo demás? A todo trance quería grangearse un pode-

roso protector.
dante de jaragua le interesaba por todo extremo; (que le im-
Conoció á primera vista, con su mirada perspicaz y pene-

trante, la naciente pasion de Velázquez por María de Cuéllar:


portaba lo demas? A todo trance queria grangearse un pode-
vió el partido que de este incidente podía sacar para sus intere- roso protector.
Conoci6 a primera vista, con $U mirada perspicaz y pene-
ses, é inmediatamente se puso en campaña con la actividad que

lo caracterizaba. En pocos dias improvisó estrecha amistad con

Don Cristóbal, el Contador real, padre de la linda doncella; se-

dujo diestramente la imaginacion del incauto viejo con la pers-


. trante, la naciente pasion de Velazquez por Maria de Cuellar:
pectiva de un enlace por todos títulos adecuado y ventajoso,
vi6 el partido que de este incidente podia sacar para susintere-
ses, e inmediatamente se puso en campafia con la actividad que
entre la jóven dama y un hombre de tan magnifica posicion y

carrera como era Don Diego; y consiguió, á fuerza de maña y

artificio, la vénia paterna, y casi una comision expresa para

sondear los sentimientos de Velázquez y abrir camino á una ne-


lo caracterizaba. En pocos dias improvis6 estrecha amistad con
gociacion matrimonial.

Don Crist6bal, el Contador real, padre de la'linda doncella; se-


Así provisto de una facultad tan extensa, Mojica se fué en

derechura á Velázquez, que le acordaba alguna distincion amis-


dujo diestramente la imaginacion.del incauto viejo con la pers-
tosa, y le dijo con familiar volubilidad:

—Señor Don Diego: vuestra merced es rico; es valiente, bien


pectiva de un enlace por todos titulos adecuado y ventajoso,
reputado, de todos bien quisto, guapo mozo...; y sin embargo,

entre la j6ven dama y un hombre de tan .magnifica posicion y


no es feliz. ¿Qué le falta para serlo? Lo que le faltaba á Adán

cuando estaba solo en el paraíso; una compañera. carrera como era Don Diego; y consigui6, a fuerza de mafia y
—Puede que tengais razon, Don Pedro,—respondió Veláz-

artificio, la venia paterna, y casi una comision expresa para


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quez sonriendo.

—Estoy segurísimo, señor;—repuso Mojica;—y en vuestra

sondear los sentimientos de Velazquez y abrir camino a una ne-


.
mano está el remedio. Podeis hacer eleccion entre las bellas da-

gociacion matrimonial.
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mas que rodean á la Virreina (36) y yo os respondo que cualquie-

Asi provisto de una facultad tan extensa, Mojica se fue en


ra que sea la escojida, será vuestra.

—Voy á haceros ver, señor Mojica, que no es eso tan fácil

como lo pintais;—di jo lentamente Velázquez:—mi eleccion está

hecha; y sin embargo, la elejida no será mía: su corazon perte-


derechura a Velazquez, que le acordaba alguna distincion amis-
nece á otro.
tosa, y le dijo con familiar volubilidad:
-Sefior Don Diego: vuestra merced es rico; es valiente, bien
—¿De quién se trata, señor?—insistió con vivacidad Moji-

reputado, de todos bi en quisto, guapo mozo ... ; y sin embargo,


no es feliz. (Que le falta para serlo? Lo que le faltaba a Ada:n
cuando estaba solo en el paraiso; una companera.
-Puede que tengais razon, Don Pedro,-respondi6 Velaz-
quez sonriendo.
-Estoy segurisimo, sefior;-repuso Mojica;-y en vuestr-a
mano esta el remedio. Podeis hacer eleccion entre las bellas da-
mas que rodean a la Virreina (36) y yo os respondo que cualquie·
ra que sea la escojida, sen\ vuestra.
- Voy a haceros ver, sefior Mojica, tjue no es eso tan facil
como lo pintais;-dijo lentamente Velazquez:-mi eleccion est a
hecha; y sin ·embargo, la elejida no sera mia: su corazon perte-
nece a otro .
.-(De quien se trata, senor?-insisti6 con vivacidad Moji-

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122 LEYENDA HIST6RICA
'
122 LEYENDA HISTÓRICA

X
ca.-Quiero ser vuestro confidente; soy todo vuestro, y de an-
ca.—Quiero ser vuestro confidente; soy todo vuestro, y de an-
temano os respondo del exito de vuestras pretensiones .
. -Pues bien, amigo mio, os lo dire todo: hace dias que suspi-
temano os respondo del éxito de vuestras pretensiones.

—Pues bien, amigo mio, os lo diré todo: hacedias que suspi-

ro por la bella, la hechicera, la divina María de Cuéllar: la amé

desde el dia que la vi por primera vez en la Fortaleza; pero


ro por la bella, la hechicera, la divina Maria de Cuellar: la ame
ella ama á otro: su corazon pertenece á Juan de Grijalva; ten-
desd~ el dia que la vi por primera vez en la Fortaleza; pero
ella ama a otro: su corazon pertenece a Juan de Grijalva; ten-
go de ello la triste certidumbre.

—Tranquilizaos, señor: no es posible que ese mozalvete im-

berbe, sin nombre ni porvenir, sea el rival de un hombre como

vos, ni se atreva á aspirar á la mano de la hija del Contador


go de ello la triste certidumbre.
real, el mejor partido de toda la Española. Dejadme obrar, y

-Tranquilizaos, senor: no es posible que ese mozalvete im-


os repito que Doña María de Cuéllar será vuestra esposa.

—Sin embargo,—objetó Don Diego;—yo no querría la mano


berbe, sin nombre ni porvenir, sea el rival de un hombre como
de esa niña sin su corazon; y ya os dije que ella lo ha dado á

ese mozalvete imberbe que os parece tan insignificante.


vos, ni se atreva a aspirar a la mano de la hija del Contador
—¿Qué decís? ¡Señor Don Diego!—exclamó con vehemencia

Mojica.—A los diez y ocho años una niña no tiene voluntad se-
real, el mejor partido de toda la Espanola. Dejadme obrar, y
ria, sino caprichos... ¿En qué fundais vuestra creencia de que
os repito que Dona Maria de Cuellar sera vuestra esposa.
-Sin embargo,-objet6 Don Diego;-yo no querria la mano
Grijalva sea el posesor afortunado del amor de esa jóven? To-

mad la mano y estad seguro de que, en pos de la mano, el cora-

zon será vuestro.

—Yo los he visto mirarse de un modo tan expresivo.., son-


de esa nina sin su corazon; y ya os dije que ella lo ha dado a
reir el uno al otro con aire tal de inteligencia, que...—insistió
ese mozalvete imberbe que os parece tan insignificante.
-(Que decis? jSenor Don Diego!-exclam6 con vehemencia
Don Diego como destilando las palabras, y en tono de vacila-

cion y de duda, en el que evidentemente se notaba su deseo de

ser derrotado por la vivaz argumentacion de su interlocutor.

Mojica.-A los diez y ocho afi.os una nina no tiene voluntad se-
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—En suma,—concluyó Mojica;—con un poco de astucia todo

se arreglará, y por meras sospechas y aprensiones basadas en


ria, sino caprichos ... (En que fundais vuestra creencia de que
apariencias engañosas tal vez, no debeis renunciar á la pose-

Grijalva sea el posesor afortunado del amor de esa j6ven? To-


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sion de la criatura más bella y agraciada de toda la colonia, y

á la alianza de familia con un hombre como el Contador, cuyas

| riquezas, unidas á las vuestras, os han de hacer el más podero-


mad la mano y estad seguro de que, en pos de la mano, el cora-
so de todos los pobladores de Indias, poniéndoos en aptitud de

zon sera vuestro.


levantar vuestro nombre á la esfera de los más celebrados en

las historias...
-Yo los he visto mirarse de un modo tan expresivo ... , son·
—Bien está, Mojica;—interrumpió Velázquez con resolu-

cion:—cedo á vuestra elocuencia. Si tan fácil os parece que


reir el uno al otro con aire tal de inteligencia, que ... -insisti6
Don Diego como destilando las palabras, yen tono de vacila-
cion y de duda, en el que evidentemente se notaba su deseo de
ser derrotado por la vivaz argumentacion de su interlocutor.
-En suma,-concluy6 Mojica;-con un poco de astucia todo
se arreglani, y por meras sospechas y aprensiones basadas en
apariencias enganosas tal vez, no debeis renunciar a la pose-
sion de la criatura mas bella y agraciada de toda la colonia, y
a la alianza de familia con un hombre como el Contador, cuyas
( riquezas, unidas a las vuestras, os ban de hacer el mas podero-
so de todos los pobladores de lndias, poniendoos en aptitud de
' levantar vuestro nombre a la esfera de los mas celebrados en
las historias ...
-Bien esta, Mojica;-interrumpi6 Velazquez con resolu-
cion: - cedo a vuestra elocuencia. Si tan facil os parece que

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I/
ENRIQUILLO 1~3

ENRIQUILLO 1-3

¡í
Dona Marfa llegue a se1~·mi esposa, os confio mi suerte; emplead
Doña María llegue á ser mi esposa, os confío mi suerte; emplead

los medios que vuestra discrecion os sugiera como mas oportu-


los medios que vuestra discrecion os sugiera como más oportu-

nos, y logrado el éxito, contad con que no soy un ingrato. nos, y logrado el exito, contad con que no soy un ingrato.
Asi, el pacto quedaba hecho: los escnl.pulos de delicadeza
Así, el pacto quedaba hecho: los escrúpulos de delicadeza

hacían lugar en el ánimo del enamorado Velázquez á la vani-

dad y á las especulaciones ambiciosas, que falseando su carác-

hacian lugar en el animo del -enamorado Velazquez a la vani-


dad y a las e~peculaciones ambiciosas, que falseando su carac-
ter, le habian de empeñar en una vía donde le aguardaban no

pocas espinas y remordimientos.

ter, le habian de empeiiar en una via donde le aguardaban no


Desde aquel punto, la pretension amorosa del comandante

de Jaragua descendió á la categoría de un negocio: se calcula-

ron fríamente las probabilidades en pró y en contra, se hizo

cuenta de los obstáculos que podrían presentarse, y se trazó el


pocas espinas y remordimientos.
modo de eliminarlos, arrollarlos ó suprimirlos... Por supuesto,
Desde aquel punto, la pretension amorosa del comandante
que Mojica, cuyo espíritu de intriga y travesura hacia de él un

precioso confidente para casos tales, se calló lo que ya sabia so-


de Jaragua descendi6 a la categoria de un negoci'o: se calcula-
bre las excelentes disposiciones que abrigaba el padre de Doña

María de Cuéllar respecto de Velázquez. En cambio proveyó á


ron friamente las probabilidades en pr6 y en contra, se hizo
todos los detalles del plan de campaña que tenia por objeto la

cuenta de los obstaculos que podrian presentarse, y se traz6 el


conquista de la mano, con, ó sin el corazon, de la interesante

doncella.
modo de eliminarlos, arrollarlos 6 suprimirlos ... Por supuesto,
II

Ansiedad.
que Mojica, cuyo espiritu de intriga y ~ravesura hacia de el un
Pertenecía el Contador real Don Cristóbal de Cuéllar, por

precioso confidente para casos tales, se call6 lo que ya sabia so-


sus principios y sus ideas, al siglo en que habia nacido; ese fe-

cundo siglo décimo quinto, que cierra la tenebrosa Edad Media bre las excelentes disposiciones que abrigaba el padre de Dona
Maria de Cuellar respecto de Velazquez. En camb.io provey6 a
con la caída del Imperio de Oriente, la conquista de Granada y
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el descubrimiento del Nuevo Mundo. Mitad sombra y mitad luz,

aquella centuria, al espirar, preludiaba dignamente al gran si- ¡

glo del Renacimiento de las letras y las artes, á que tanto con- j
todos los detalles del plan de campana que tenia por objeto la
conquista de la mano, con, 6 sin el corazon, de la interesante
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tribuyó la emigracion á Italia de los más ilustres sábios y lite-

doncella .
ratos de la ya mahometana Constantinopla. Los últimos deste-

llos del feudalismo, los postrimeros resplandores de una civili-

zacion grosera, que tenia por base el despotismo de los señores, ¡

II

Ansiedad.
Pertenecia el Contador real Don Crist6bal de Cuellar, p01-
sus principios y sus ideas, al sig-lo en que habia nacido; ese fe-
cundo siglo decimo quinto, que cierra la tenebrosa Edad Media
con la caida del Imperio de Oriente, la conquista de Granada y
el descubrimiento del Nuevo Mundo. Mitad sombra y mitad luz,
aquella centuria, al espirar, preludiaba dignamente al gran s i- !
glo del Renacimiento de las letras y las artes, a que tanto con- )
tribuy6 la emigracion a Italia de los mas ilustres sabios y lite-
ratos de la ya mahometana Constantinopla. Los t.Htimos deste-
llos del feudalismo, los pos trimeros resplandores de una civili- '.\
zacion grosera, que tenia por base el despotismo de los se:fiores , 1

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lfk 124 LEYENDA HIST6RICA

124 LEYENDA HISTÓRICA

k
ry el envilecimiento de los vasallos, aparecian mas lividos y si-
' y el envilecimiento de los vasallos, aparecian más lívidos y si-

1 niestros al confundirse con los primeros albores de la Edad


niestros al confundirse con los primeros albores de la Edad

1 Moderna, cuando despertaba de su letargo secular el espíritu Moderna, cuando despertaba de su letargo secular el espiritu
humano, y se acoji~ ~_ la_<r~~p.trac~n del _29d~;-r~~0mo a .
humano, y se acojia á la(^ricentraciórTdel poder reaESomo á

unCpúerto de refugio^contra la bestial opresion de los múltiples

i tiranos.

Imponiase entónces á la conciencia de los pueblos la idea de


un-qfuerto _de refugiOX:ontra la b~stial o.presion de Ios J!1UffiP1es
la real potestad, como hoy se impone la idea democrática bajo tiranos.
Imponiase ent6nces a la conciencia de los pueblos la idea de
la forma racional "de la República, consecuencia del mayor ade-

I
lanto de las ciencias morales y políticas. Y por un efecto natu-

ral del horror que inspiraban las reminiscencias del feudalismo,

la real potestad, como hoy se impone la idea democratica bajo


la forma racional de la Republica, consecuencia del mayor ad e-
los entendimientos vulgares se inclinaban á convertir en culto

apasionado y fanático el cumplimiento de los deberes de súbdi-

h lanto de las ciencias morales y politica~.. y por un efecto natu-


to; extremo á que se vé llegar aun en nuestros dias á muchos

hombres de mérito, que creen encontrar en la exageracion del

principio de autoridad el precioso talisman que"ha de preservar

las sociedades modernas de la invasion de las ideas demagógi-


ral.de! horror que inspiraban las reminiscencias del feudalismo,
cas; lo que no es sino un error funesto que tiende, aunque inú-

los entendimientos vulgar~s se inclinaban a convertir en culto


tilmente, á hacer retroceder la historia, deteniendo el carro

triunfal de la civilización y el derecho.


apasionado y fanatico el cumplimiento de los deberes de subdi-
Inteligencia vulgar era la del señor de Cuéllar, cuyo monar-

quismo idólatra iba hasta hacerle repetir con frecuencia que


to; extremo a que se ve _llegar aun en nuestros dias a muchos
«por el servicio del Rey daría gustoso dos ó tres tumbos en el in-

hombres de merito, que creen encontrar en la exageracion del


i:._r!ncipi~~~lt?~·i?a.-~ el precioso talisman que ha-ere preservar
fierno» (37). Hombre leal y honrado por lo demás, profesaba con

entera buena fé sus principios y opiniones, llevándolos hasta las

las sociedades modernas de la invasion de las ~eas demag~i.­


i últimas consecuencias; y de aquí que sus ideas sobre la autori-

f
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: dad, y más que todo la autoridad paterna, lo condujeran, como

era el comun sentir en aquella época, hasta el punto de negar

, cas; lo que no es sino un error funesto que tiende, aunque inu-


tilmente, a hacer retrq,ceder la historia, deteniendo el carro
toda voluntad, y toda personalidad, ante el supremo deber de
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la obediencia. Se concebirá pues, fácilmente, la conclusion que

de semejantes premisas debia derivarse para la pobre corderi-

triunfal de la civilizaC16ll y- el derecfi(;. ·


lla que daba el tierno dictado de padre al señor de Cuéllar.

-~-~-· -
Una jóven decente y bien educada, segun el código social de

aquel tiempo, nunca se casaba por su eleccion, sino por la vo-


Inteligencia vulgar era fa del senor de Cuellar, cuyo monar-
luntad de sus padres. En cuanto á la inclinacion, las simpatías
quismo id6latra iba hasta hacerle repetir con frecuencia que
«por el servicio del Rey daria gustoso dos 6 tres tumbos en el in·
y las antipatías, eran asunto que nada tenian que ver con el ma-

trimonio. No entraban en cuenta.

fierno» (37). Hombre leal y honrado porlo demas, profesaba con


entera buena fe sus principios y opinion es, llevandolos hasta las
1i· ultimas cansecuencias; y de .aqui que ~us ideas s~~!e la autori·
~~ dad, y mas que todo la autoridad paterna, lo condujeran, como
~ ·- -- ~
era el comun sentir en aquella epoca, hasta el punto de negar
toda voluntad, y toda personalidad, ante el supremo deber de
la obediencia. Se concebira pues, facilmente, la conclusion que
de semejantes premisas debia derivarse para la pobre corderi·
lla que daba el tierno dictado de padre al senor de Cuellar.
, Una j6ven decente y bien educada, segun el c6digo social de
I
' aquel tiempo, nunca se casaba por su eleccion, sino por la vo-
luntad de sus padres. En cuanto a la inclinacion, las simpatias
y· las antipatias, eran asunto que nada tenian que ver con el ma-
trimonio. No entraban en cu en ta.

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EXRIQUILLO 125
ENRIQUILLO 125

Pronto lleg6 el dia en qtte, con la activa intervencion de Mo-


Pronto llegó el dia en que, con la activa intervencion de Mo-

jica, Don Diego Velázquez obtuvo del Contador real la solem-


jica, Don Diego Velazquez obtuvo del Contador real Ja solem-
ne promesa de que la jóven María de Cuéllar seria su esposa.

La inocente criatura oyó con estupor la notificacion del


ne promesa de que la j6ven Maria de Cuellar seria su esposa.
acuerdo paterno, que para ella equivalía á una sentencia de

La inocent,e criatura oy6 con est upor la notiticacion del


acuerdo paterno, que para ella equivalia a una sentencia de
muerte.

—¡Padre mio!—balbuceó apenas, y sus lábios trémulos se ne-

muerte.
garon á dar paso á las palabras.

Viendo su palidez mortal, el temblor de todo su cuerpo, Don

Cristóbal la contempló con asombro.

-jPadre mio!-balbuce6 apenas, y sus labios tremulos se ne-


garon a dar paso a las palabras.
—¿Qué te pasa, hija?—le preguntó con afectuoso interés.—

¿Estás enferma? ¿Quieres que llame á las criadas?

Viendo su palidez mortal, el temblor de todo su cuerpo, Don


—Nó, padre mio,—dijo María penosamente.—Quiero habla-

ros á solas... Esa noticia..., esa promesa de matrimonio que ha-

béis hecho... No estaba yo preparada á eso... Yo no quiero ca-

sarme!—añadió con vehemencia, y ya repuesta de su primera


Crist6bal la contempl6 con asombro.
impresion—No quiero dejar vuestro lado.—¡ Av! por qué no está
-(Que te pasa, hija?-le pregunt6 con afectuoso interes.-
viva mi madre?

Y la pobre criatura porrumpió en sollozos.


(Estas enferma? (Quieres que llame a Jas criadas?
Su padre la miró conmovido; pero disimulando sus impulsos

de sensibilidad, nubló el ceño y dijo con acento lijeramente


-N6, padre mio,-dijo Maria periosamente.-Quiero habla-
irritado:

ros a solas ... Esa noticia ... , esa promesa de matrimonio que ha-
beis hecho ... No estaba yo preparada a eso ... Yo no quiero ca-
—Vamos, señorita! Se me figura que no estais en vuestro

juicio. ¿A qué viene ese lloriqueo? ¿Se trata de hacerte algun

daño, ó de unir tu suerte á la de un caballero jóven, rico, de

claro renombre y gran porvenir? Esa repugnancia por el ma-


sarmel-afiadi6 con vehemencia, y ya repuesta de su primera
trimonio es un acto de rebelion de tu parte, y nada más! ¿Qué

impresion- No quiero dejar vuestro lado.-jAJ ! por que no esta


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sabes tú lo que te está bien? Obedece á tu padre, como es tu J

obligacion, y serás dichosa... Mi palabra está empeñada, y no viva mi madre?


hay más que decir.

Y la pobre criatura porrumpi6 en sollozos.


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—Pero...—repuso como concibiendo una idea súbita la ató-

nita y azorada María;—¿y la Virreina? ¿y el Almirante? ¿Habeis

consultado la voluntad de ellos?


Su padre la mir6 conmovido; pero disimulando sus impulsos
—No tengo ese deber, niña:—dijo secamente Don Cristó- de sensibilidad, nubl6 el cefio y dijo con acento lijeramente
irritado:
bal.—Me basta con hacerles saber lo acordado y resuelto cuan-

do llegue el tiempo oportuno, y lo haré de un modo que los deje

satisfechos.

-Vamos, senorita! Se m e figura que no estais en vuestro


juicio. (A que viene ese lloriqueo? (Se trata de hacerte algun
dano, 6 de unir tu suerte a la de un caballero j6ven, rico, de I
claro renombre y gran porvenir? Esa repugnancia por el ma- ,
trimonio es un a cto de rebelion de tu parte, y nada mas ! (Que
sabes tu lo que te esta bien? Obedece a tu padre, como es tu ,
obligacion, y seras dichosa .. . Mi palabra. esta empefiada, y no
ha y m as q ue decir.
-Pero ... -repuso como concibiendo una idea stibita la at6-
nita y azorada Maria;- (y la Virreina? ( Y elAlmirante? (H a beis
consultado la v oluntad de e llos?
-No tengo ese deber, nifia :-:-dijo secamente Don Crist6-
bal.-Me basta con hacerles saber lo a cordado y r esuelto cua n-
do llegue e l tiempo oportuno , y lo ha r e de un modo que los deje
sa ti sfechos.

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126 LEYE.l\IH HIST6RICA

126 LEYENDA HISTÓRICA


Un rayo de esperanza templaba•la consternacion de la don-
cella, que apenas escuchaba ya a su padre. Los Virreyes la sal·
t

Un rayo de esperanza templabanla consternacion de la don-

cella, que apénas escuchaba ya á su padre. Los Virreyes la sal-

varian. Esto pensaba la infeliz; y se aferraba a su pensamiento


como el naufrago al fragil lefio en que confia llegar a la ribera
varían. Esto pensaba la infeliz; y se aferraba á su pensamiento

como el náufrago al frágil leño en que confía llegar á la ribera

deseada.
deseada.

Estaba resuelta á confiar su secreto á la Virreina; á decírse-

lo todo. Todo en este caso no era mucho, pues que se reducía á

hacer la confesion franca de sentimientos que ya la Virreina


Estaba resuelta a confiar su secreto a la Virreina; a decirse-
habia traslucido, haciéndolos objeto de uno que otro delicado y

lo todo. Todo en este caso no eramucho, pues que se reducia <\


hacer la confesion ~fr~nca de sentimientos que ya la Virreina
gracioso epigrama, contra cuyo alcance la doncella, ruboriza-

da y confusa, protestaba siempre.

Esta vez, tan pronto como pudo ir, segun su diaria costum-

bre, á la Fortaleza, y se vió á solas con la Virreina, se arrojó


habia traslucido, haciendolos objeto de uno que otro delicado y
toda llorosa en sus brazos, y le manifestó en frases entrecorta-

gracioso epigrama, contra cuyo alcance la doncella. ruboriza-,


das por la emocion el estado de angustia en que se hallaba su

ánimo, con el anuncio que le habia hecho su padre de haberla day confusa, protestaba siempre.
'
Esta vez, tan pronto como pudo ir, segun su diaria costum-
prometido en matrimonio á Velázquez.—Vos sabeis, señora,

añadió, que yo no puedo consentir en ese enlace, cuya sola idea

me horroriza, porque más fácil me sería morir, que borrar de

mi pecho la imágen del que adoro...


bre, a la Fortaleza, y se vi6 a solas con la Virreina, se arroj6
—¿Grijalva?—se apresuró á concluir la Virreina.
toda llorosa en SUS brazos, y le manifest6 en frases entrecorta-
das por la emocion el estado de angustia en que se hallaba su
—Sí, señora;—continuó la jóven;—os lo negaba no sé por qué;

os lo negaba con el extremo de los lábios, aunque no me pesa-

ba que estuviérais penetrada de la verdad. Mi fé en vos, en

vuestra cariñosa amistad, me impulsaba á declararos todos mis


animo, con el anuncio que le habia hecho su padre de haberla
sentimientos; pero me contenia no sé qué importuna vergüen-
prometido en matrimonio a Velazquez.-Vos sabeis,sefiora,
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afiadi6, que yo no puedo consentir en ese enlace, cuya sola idea


za de que ahora me arrepiento, pues quizás con más franqueza

de mi parte, vos hubiérais tenido medio de protejer mi inocen-

te amor, haciéndolo autorizar por mi padre, y así se hubiera

me horroriza, porque mas facil me seria morir, que borrar de


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evitado este contratiempo.

Doña María de Toledo contempló con vivo interés á su ami


mi pecho la imagen del que adoro ...
ga: amábala con fraternal ternura, y hubiera conquistado la

felicidad de ella aun sacrificando una parte de la suya propia.


-(Grijalva?-se apresur6 a concluir la Virreina.
— Pero vuestro padre os ha dicho, segun lo que me habeis

referido, que habia hecho formal ofrecimiento de vuestra mano


-Si, sefiora;-continu6 la j6ven;-os lo neg-aba nose por que;
á Don Diego Velázquez?—preguntó á la doncella.

os lo negaba con el extremo de los labios, aunque no me pesa-


—Oh! Sí, señora, y eso es lo que me angustia. Conozco á mi

ba que estuvierais penetrada de la verdad. Mi fe en vos, en


vuestra carifiosa amistad, me ~mpulsaba a declararos todos mis
sentimientos; pero me contenia nose que importuna vergtien-
za de que ahora me arrepiento, pues quizas con mas franqueza
de mi parte, vos hubierais tenido medio de prot.e jer mi inocen-
te amor, haciendolo ~utorizar por mi padre, y asi se hubiera
evitado este contratiempo. -
Dona Maria de Toledo contempl6 con vivo interes a su ami
ga: amabala con fraternal ternura, y hubiera conqubtado la
felicidad de ella aun sacrificando una parte de la suya propia.
-Pero vuestro padre os h~ dicho, segun lo que me habeis
referido, que habia hecho formal ofrecimiento de vues_tra mano
a Don Diego Velazquez?-pregunt6 a la doncella.
-Oh! Si, senora, y eso es lo que me angustia. Conozco a mi

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ENR1QU1LLO 127
ENRIQUILLO 127

padre, y se que solo un grande empefio de parte vuestra y del


padre, y sé que solo un grande empeño de parte vuestra y del

señor Almirante pudiera hacerle desligarse de su compromiso. sefior Almirante pudiera hacerle desligarse de su compromiso.
La Virreina movi6 la cabeza con aire de tristeza y descon-
La Virreina movió la cabeza con aire de tristeza y descon-

fianza.

—No es ese el medio, querida mia:—dijo.—Mi esposo es de-

masiado fiel guardador desus propios compromisos; muy escla-


fianza.
vo de su palabra cuando la empeña, para poder esperar de él
-No es ese el medio, querida mia:-dijo.-Mi esposo es de-
masiado fiel guardador de sus propios compromisos; muy escla·
ningun paso en el sentido que vos indicais. Además, él y yo no

podríamos, sin faltar á todos los miramientos que nos impone

nuestro rango, ofender á Don Diego Velázquez atravesando

bruscamente nuestra influencia en el camino de sus apiraciones;


vo de su palabra cuando la empefia, para poder esperar de el
mucho ménos cuando se trata de aspiraciones amorosas recta-
ningun paso en el sentido que vos indicais. Ademas, el y yo no
podriamos, sin faltar a todos los miramientos que nos impone
mente dirijidas.

'
María de Cuéllar sintió el frio de la muerte en el corazon al

-
escuchar las juiciosas observaciones de la Virreina. Esta notó

el efecto de sus palabras, y repuso-con viveza:


nuestro rango, ofender a Don Diego Velazquez atravesando
—No quiere esto decir que todo esté perdido; nó, mi querida

bruscamente nuestra infiuencia en el camino de sus apiraciones;


María. Medios habrá para... Estoy reflexionando... Ea!—aña-

dió despues de una breve pausa,—creo hallar el camino.


mucho menos cuando se trata de aspiraciones amorosas recta-
Y con la decision de quien está seguro de la lucidez de su

idea, la noble señora ajitó la campanilla de plata que descansa-


mente dirijidas.
ba sobre un velador de mármol negro, allí contiguo. Ala vibra-

Maria de Cuellar sinti6 el frio Kie la muerte en el corazon al


cion sonora y argentina acudió un escudero, y recibió esta ór-

den de lábios de la Virreina. escuchar las juiciosas observaciones de la Virreina. Esta not6
el efecto de sus palabras, y repuso-con viveza:
— Buscad en el acto á Enriquillo, y decidle que deseo ha-

blarle.

El criado hizo una profunda reverencia, y salió presuroso

-No quiere esto decir que todo e_s te perdido; no, mi querida
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de la estancia.

III
Maria. Medios habr~ para . .. Estoy refiexionando ... Ea!-afia·
dio despues de una breve pausa.-creo hallar el camino.
Presentacion.
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La convalescencia de Enrique fué rápida; mucho más rápi-

da de lo que podia preverse á juzgar por el informe del doctor

Gil Pérez, que así llamaban al médico que por órden del Almi-
Y con la decision de quien esta seguro de la lucidez de su
idea, la nob~e senora ajit6 la campanilla de plata 'tlle descansa-
ba sobre un velador de mar mo I negro, alli contiguo. A la vibra-
cion sonora y argentina acudi6 un escudero, y recibio esta or-
den de la bios de la Virreina.
-Buscad en el acto a Enriquillo, y decidle que deseo h.a-
blarle.
El criado hizo una profunda reverencia, y sali6 presuroso
de la estancia.

III

Presentacion.

La convalescencia de Enrique fue r a pida; mucho m as rapi-


da de lo que podia prev erse a juzgar p or el informe del doctor
Gil Perez, que asi llamaban a l medico que por orden del Almi-

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.. ~?""-

128
128 . LEYENDA HISTÓRICA

rante fué al convento de los Franciscanos, y tuvo aquella aca-


rante fue al convento de los Franciscanos,· y tuvo aquella .aca-
lorada disputa con Don Bartolomé de las Casas. Este, que

lorada . disputa con .Don Bartolome de las· Casas. Este,. que


vijiló asiduamente la asistencia del enfermo, segun todas las

probabilidades llevó adelante su rebelion contra la autoridad


vijilo asiduamente la asistencia del enfermo, segun todas las
del docto facultativo, y el resultado fué que ántes de tres

semanas Enrique, completamente libre de fiebre, aunque páli-


probabilidades llevo adelante su rebelion contra la autoridad
do y débil, salia de su aposento y discurría por los patios del

del docto facultativo, y el resultado fue que antes de tres


convento á su entera satisfaccion. El pronóstico del doctor

habia señalado un mes, segun se recordará, como máximum semanas .Enrique, c0mpletamente libre de fiebre, aunque pali-
do ~ debil, salia de su aposento y discurria por los patios del
de tiempo para que el enfermo, siguiendo fielmente sus pres-

cripciones científicas, recobrara la salud. Sea, pues, como

fuere, salió cierto y victorioso el fallo de la ciencia.

Lleno de pesadumbre el mancebo, que no podía conformar-


convento a su entera satisfaccion. El prono~tico del doctor
se con haber visto desaparecer en un breve minuto á su tía habia senalado un mes, segun se recordara, como mdxz"mum
de tiempo para que el enfermo, siguiendo fielmente sus pres-
Higuemota, á quien consideraba como al ser á quien debia

mayor tributo de cariño y gratitud, solamente se consoló

cuando las Casas, siempre compasivo y eficaz, le hizo recor-

dar el legado que encerraban las últimas palabras de la jóven


cripciones cientificas, recobrara la salud. Sea, pues, como
é infeliz viuda al morir. Segun el filántropo, aquel voto debía
fuere, sali6 cierto y victorioso el fallo de la ciencia.
tener más fuerza que un testamento escrito, para los tres úni-

cos testigos de la triste escena; á saber: Enrique, la niña Men-


Lleno de pesadumbre el mancebo, que no podia conformar-
cía, y el mismo las Casas. Enrique, concluía el próvido Licen-

ciado, tenia doble obligacion de resignarse y ser fuerte, para


se con haber visto desaparecer en un breve minuto a su tia
velar sobre el porvenir de su tierna prima, y cumplir las

Higuemota, a quien consideraba como al ser a quien debia


sagradas recomendaciones de la moribunda madre.

Es indecible el efecto de las oportunas representaciones de mayor tributo de carifio y gratitud, solamente se consol6
las Casas en el ánimo de Enrique. Desde aquel punto, juzgan-

cuando las Casas, siempre compasivo y eficaz,· le hizo recor-


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do vergonzoso é indigno el abatimiento que lo dominaba, com-

puso el semblante, se mostró dispuesto á arrostrar todas las

pruebas y los combates de la vida, y solamente un vago tinte


dar el legado que encerraban las ultimas palabras de la joven
e infeliz viuda al morir. Segun el filantropo, aquel voto debia
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de tristeza que caracterizaba la expresion habitual de su ros-

tener mas fuerza que un testamento escrito, para los tres uni-
tro permitía traslucir la profunda melancolía arraigada en su

espíritu, á despecho de su esfuerzo por disimularla.

El Licenciado las Casas, en vista de tales progresos, con-

certó con Velázquez para de allí á pocos días la presentacion


cos testigos de la triste escena; a saber: Enrique, ~a nina Men-
de su protegido á los Virreyes. Hicieron proveerse al efecto de
cia, y el mismo las Casas. Enrique, concluia el pr6vido Licen-
ciado, tenia doble obligacion de resignarse y ser fuerte, para
vestidos de luto á Enrique, cuya fisonomía, naturalmente gra-

velar sobre el porvenir de su tierna prima, y cumplir las


sa_gradas reconiendaciones de la moribunda madre. .
Es indecible el efecto de las oportunas representaciones de
las Casas en el a nimo de Enrique. Desde aquel punto, juzgan-
do v ergonzoso e indigno el abatimiento que lo dominaba, com-
puso el semblante, se mostr6 dispuesto a arrostrar todas las
pruebas y los combat~s de la vida, y solamente un vago tinte
de tristeza que caracterizaba la expresion habitual de su ros-
tro permitia trasluci~ la profunda melancolia arraigada en su
espiritu, a despecho de su esfuerzo por disimularla.
El Licenciado las Casa.s , en vista de tales progresos, con-
cert6 con· Velazquez para de· alli a pocos dias la presentacion
de SU protegido a los Virreyes. Hicieron proveerse al.efecto de
vestidos de luto a Enrique , cu y a fisonomia, naturalmente gra-

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ENRIQUILLO 129
ENRIQUILLO 129

ve, realzada por la palidez que su pasada enfermedad y la


ve, realzada por la palidez que su pasada enfermedad y la
emocion del momento le imprimían, ostentaba un sello de dis- emocion del momento le imprimian, ostentaba un sello de dis-
tincion sobre manera favorable al 'j6ven cacique. Diego Velaz-
tincion sobre manera favorable al jóven cacique. Diego Veláz-

quez, con aire de triunfo, lo hizo notar á las Casas. Su vani-

dad estaba empeñada en que el muchacho pareciera bien á

guez, con aire de triunfo, lo hizo notar a las Casas. Su vani-


dad estaba empenada en que el much~cho pareciera bien · a
todos.

Cuando llegó Enrique á la presencia de los Virreyes, éstos

to dos. ·
lo acojieron con singular afabilidad y agasajo. Alentado pol-

la bondad de los ilustres personajes y por la destreza con que

las Casas estimulaba su confianza, Enrique no tardó en mani-

festar el deseo de ver á su prima. Inmediatamente fué condu-


Cuando lleg6 Enrique a la presencia de los Virreyes, estos
cido por la misma Virreina á sus aposentos, y de allí á un bello

lo acojieron con singular afabilidad y agasajo. Alentado por


jardín situado en el patio interior de la Fortaleza, donde la

niña, triste y silenciosa, escuchaba con indiferencia la conver-


la) bondad de los ilustres personajes y por la destreza con que
sacion de las camareras de Doña María.

. Al reconocer á Enrique, se levantó con vivacidad, y corrien-


las Casas estimulaba su confianza, Enrique no tard6 en mani-
do hácia él, lo abrazó candorosamente y lo besó en el rostro.

f es tar el deseo de ver a su prim a. Inmediatamente fue condu-


cido por la misma Virreina a SUS aposentos, y de alli a tin bello
El jóven, contenido por la delicadeza de su instinto, no corres-

pondió al saludo tan expansivamente, y se limitó á tomar una

jardin situado en el patio interior de la Fortaleza, donde la


mano á la encantadora niña, mirándola con blanda sonrisa y

no sin lágrimas que apesar suyo rodaban por sus mejillas. La

Virreina, conmovida, quiso distraerle diciendo:

—Vamos, Enrique, besa á tu prima.


nifia, triste y silenciosa, escuchaba con indiferencia la conver-
El jóven dirijió una mirada indefinible á la bondadosa gran
sacion de las camareras de Dona Maria.
Al reconocer a Enrique, se levant6 con vivacidad, y corrien-
señora, y repitió, meditabundo y como hablando consigo

mismo:

—Besa á tu prima! Así me dijo ella á punto de espirar; y

do hacia el, lo abraz6 candorosamente y lo bes6 en el rostro.


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ni siquiera me dió tiempo para cumplir su recomendacion....

—¿De quién hablas, Enrique?—preguntó con interés Doña

El j6ven, contenido por la delicadeza de su instinto, no corres-


pon di6 al saludo tan expansivamente, y se limit6. a tomar una
María.
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—De la que no existe ya: de mi querida tía Higuemota, que

al morir me dijo como vos: «besa á tu prima,» en presencia

del señor Bartolomé de las Casas; y añadió, como última des-


mano a la encantadora nifia, mirandola con bJanda sonrisa y
pedida: á la que un dia, si Dios oye mis ruegos, ha de ser tu

no sin lagrimas que apesar suyo rodaban por sus mejillas. La


esposa.

Y Enrique tomó con ambas manos la linda cabeza de Men- Virreina, cQnmovida, quiso distraerle diciendo:
-Vamos, Enrique, besa a tu prima. ·
cía, besó con ternura su frente, y prorrumpió en sollozos.

El j6ven diriji6 una mirada indefinible a la bondadosa gran


sefiora, y repiti6, meditabundo y como hablando consigo
mismo:
-Besa d tu prima.' Asi me dijo ella a punto de espirar; y
ni siquiera me di6 tiempo para cumplir su recomendacion ....
-tDe quien hablas, Enrique?-pregunt6 con interes Dona
Maria.
-De la que no existe ya: de mi querida tia Higuemota, que
al morir me dijo como vos: «besa a tu prima,» en presencia
del senor Bartolome de las Casas; y afiadi6, como ultima des-
pedida: d la que un dia, si Dios oye mis ruegos, ha de s er tu
esposa.
Y Enrique tom6 con ambas manos la linda cabeza de Men-
cia, bes6 con ternura SU frente, y prorrumpi6 en S OllOZOS.
9
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130 LEYENDA HIST6RICA

130 LEYENDA HISTÓRICA

La compasiva señora no pudo ver con ojos enjutos aquel


La compasiva senora no pudo ver con ojos enjutos aq uel
acerbo pesar, y haciendo un esfuerzo para vencer su emocion,
acerbo pesar, y haciendo un esfuerzo para veneer su emocion,
trató de distraer al jóven diciéndole:

—¿Luego, Mencía será tu esposa, cuando ambos esteis en


trat6 de distraer al j6ven diciendole:
edad de casaros?

—Si yo no tuviera el propósito,—respondió con acento pro-


-<'..Luego, Mencia sera tu esposa, cuando ambos esteis en
fundo Enrique,—de cumplir esa última voluntad de mi tia,

edad de casaros? •
¿qué interés tendría en vivir? Debo servir de apoyo en el mun-

do á mi pobre prima, y solo por eso quiero conservar la vida. -Si yo no tuviera el prop6sito,-respondi6 con acento pro-
—¡Solo por eso, niño!—dijo la Virreina en tono de afectuoso

reproche.—¿No amas á nadie más que á tu prima en el mundo?


fundo Enrique,-de cumplir esa tiltima voluntad de mi tia,
— ¡Oh sí, señora!—replicó Enrique vivamente.—Amo á mis

bienhechores; á Don Bartolomé de las Casas, á mi padrino


(que interes tendria en vivir? Debo servir de apoyo en el inun-
Don Diego, á mi buen preceptor el padre Remigio.... do a mi pobre prima, y solo por eso quiero conservar la vida.
-1Solo por eso, niiio!-dijo la Virreina en tono de afectuoso
—Y espero,—interrumpió Doña María,—que nos has de

amar tambien á mi esposo y á mí, como nos ama ya Mencía.

¿Es cierto, hija mia?

—Sí, señora,—contestó la niña.—Os amo con todo mi co-


reproche.-lNo amas a nadie masque a tu prima en el mundo?
razon!
-10h si, sefioral-replic6 Enrique vivamente.-Amo a mis
bienhechores; a Don Bartolome de las Casas, a mi padrino
Doña María la acercó á sí, besóla cariñosamente, y la retu-

vo estrechando aquella rubia cabecita contra su mórbido seno,

como pudiera hacerlo una madre con el fruto de sus propias

entrañas.
Don Diego, a mi buen preceptor el padre Remigio ....
Miéntras que estas tiernas escenas pasaban en el patio
-Y espero,-interrumpi6 Dona Maria,-que nos has de
interior de la Fortaleza, en medio de los floridos arbustos del

jardín, Don Diego Velázquez, preocupado con la idea de su


amar tambien a mi esposo y a mi, como nos ama ya Mencia.
matrimonio, que en aquella mañana misma habia concertado

(Es cierto, hija mia?


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con Don Cristóbal de Cuéllar, y procediendo siempre bajo la

inspiracion de los consejos de Mojica, aprovechaba el tiempo

-Si, sefiora,-contest6 la nina.-Os amo con todo mi co-


para notificar al Almirante y á las Casas que habia pedido

razon!
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formalmente y obtenido del Contador real la mano de la her-

mosa María de Cuéllar.

—¡Que me place, Don Diego!—exclamó el Almirante con


Dona Maria la acerc6 a si, bes6la carifiosamente, y la retu·
franca alegría:—justo es que el mejor caballero se lleve la

mejor dama.... No hay en esto, Don Bartolomé, vejámen para


vo estrechando aquella rubia cabecita contra su m6rbido seno,
vos, que me habeis dicho que no pensais casaros.... como pudiera hacerlo una madre con el fruto de _sus propias
entranas.
—Oh señor! Yo estoy fuera de combate,—dijo el Licenciado

Mientras que estas tiernas escenas pasaban en el patio


interior de la Fortaleza, en medio de los floridos arbustos de!
jardin, Don Diego Velazquez, preocupado con Ia idea de su
matrimonio, que en aquella mafiana misma habia concertado
con Don Crist6bal de Cuellar, y procediendo siempre bajo la
inspiracion de los consejos de Mojica, aprovechaba el tiempo
para notificar .al Almirante y a las Casas que habia pedido
formalmente y obtenido del Contador real la mano de la her-
mosa Maria de Cuellar.
-jQue me place, Don Diegol-exclam6 el Almirante con
franca alegria: ~]usto es que el mejor caballero se lleve la
mejor dama .... No hay en es to, Don Bartolome, vejamen para
vos , que me habeis dicho que no pensais casaros ....
-Oh senor! Yo estoy fuera de combate,-dijo el Licenciado

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ENRIQUILLO 131
ENRIQUILLO 131

con afable sonrisa.—Y pues que estamos de confidencias, os


con afable sonrisa.-Y pues que estamos de con:fidencias, os
diré que ya se acerca el dia en que yo tome estado. Antes de

dire que ya se acerca el dia en que yo tome estado. Antes de


tres meses, con la ayuda del Señor, seré, aunque indigno,

ministro de sus altares; y vos, ilustre Almirante, en memoria tres meses, con la ayuda del . Sefior·, sere, aunque indigno,
de mi venerado amigo, vuestro insigne padre, seréis el padrino

que me asista en mi primera misa, si no lo habeis á enojo.


ministro de sus altares; y vos, ilustre Almirante, en memoria
—Por la Virgen santísima! Licenciado,—respondió Diego

Colon,—que nada pudiera serme más grato y honroso.... Cierto


de mi venerado amigo, vuestro insigne padre, sereis el padrino
es,—repuso riéndose,—que segun mi parecer, mejor os hubiera que me asista en mi primera misa, si no lo habeis a enojo.
-Por la Virgen santisima! Licenciado,-respondi6 Diego
estado imitar al teniente Velázquez eligiendo esposa entre

tantas pobrecitas, cuanto hermosas damas, que á eso han ve-

nido al Nuevo Mundo; pero ninguna de ellas, supongo, se atre-

verá á tener celos de nuestra Santa Madre iglesia.


Colon,-que nada pudiera serme mas grato y honroso .... Cierto
—Ah! señor Almirante;—dijo entre grave y risueño las
es,-repuso riendose,-que segun mi parecer, mejor os hubiera
estado imitar al teniente Velazquez eligiendo esposa entre
Casas:—solo esta esposa me conviene; creedlo: solo con ella,

ayudado del divino espíritu que la alienta, podré dedicarme á

consolar á los que lloran, como es mi vocacion y mi deseo.

—Pues digo Amen de todo corazon, querido Licenciado;—


tantas pobrecitas, cuanto hermosas damas, que a eso han ve-
repuso alegremente el Almirante.

nido alNuevo Mundo; pero ninguna de ellas, supongo, se atre-


vera a tener celos de nuestra Santa Madre iglesia.
Prosiguió por el estilo y con tan buen humor la plática de

los tres personajes amigos, hasta que regresó al salon doña

María, enteramente sola.

—¿Qué has hecho de Enriquillo?—le preguntó su esposo


-Ah! sefior Almirante;-dijo entre grave y risuefio las
riendo.—¿Sin que te lo haya yo dado en encomienda, tratas

Casas:-solo esta esposa me conviene; creedlo: solo con ella,


ayudado del divino espiritu que la alienta, podre dedicarme a
de quedarte con él?

—Por hoy, seguramente, con permiso de estos señores,—

consolar a los que lloran, como es mi vocacion y mi deseo.


contestó en igual tono la Virreina.—El y Mencía han manifes-
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tado tanto placer al encontrarse, que sería inhumano privarlos

de estar juntos siquiera medio dia.

—¿Y por qué no más tiempo?—insistió Don Diego Colon.—


-Pues digo Amen de todo corazon, querido Licenciado;-
repuso alegremente el Almirante.
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Si eso consuela á las dos pobres criaturas ¿por qué separarlos?

Prosigui6 por el estilo y con tan buen humor la platica de


Bien puede Enriquillo quedarse como paje en nuestra casa.

—Algo así le propuse; pero tanto cuanto fué su regocijo al

decirle que iba á permanecer hoy con Mencía, así fué el dis-

gusto que expresó ante la idea de vivir en la Fortaleza. Pre-


los tres personajes amigos, hasta que regres6 al salon dofia
fiere el convento, porque dice que no quiere dejar al señor las
Maria, enteramente sola.
Casas, á quien tiene mucho amor; como al señor Diego Veláz-

-lQue has hecho de Enriquillo?-le pregunt6 su esposo


riendo.-lSin que te lo haya yo dado en encomiendaJ tratas
de quedarte con el?
-Por hoy, seguramente, con permiso de estos sefiores,-
contest6 en ig ual tono la Virreina.-El y Mencia han manifes-
tado tanto placer al encontrarse, que seria inhumano .J.i>rivarlos
de estar juntos siquiera medio dia.
-lY por que no mas tiempo?-insisti6 Don Diego Colon.-
Si eso consuela a las dos pobres criaturas lPOr que separ arlos?
Bien puede Enriquillo quedarse como paje en nuestra casa.
-Algo asi le propuse; pero tanto cuanto'.fue s u regocijo al
decirle que iba a permanecer hoy con Mencia, asi fue el dis-
gusto que expres6 ante la idea de vivir en la Fortaleza. Pre-
fiere el convento, porque dice que no quiere dejar al sefior las
Casas, a·· quien tiene mucho amor; como al senor Diego Velaz-

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-.
·";!!!".
. . ii.'

132 LEYEl\J)A HISTORICA

quez y a no recuerdo quien mas. Rev~la esa criatura un cora-


X

' jTí*ííjra;

132

LEYENDA HISTÓRICA
zon bellisimo.
,.^

-De mi puedo asegurar, sefiora,-dijo con aire sentimental


<,

quez y á no recuerdo quien más. Revela esa criatura un cora- Velazquez,-que lo amo como si fuera hijo mio.
· -Nada hay que extrafiar en que Enrique,-agreg6 a su vez
zon bellísimo.

—De mí puedo asegurar, señora,—dijo con aire sentimental

Velázquez,—que lo amo como si fuera hijo mio.

—Nada hay que extrañar en que Enrique,—agregó á su vez


las Casas, deseoso de recomendar mas y mas su protejido a

·,.l1l !~~~ir~z:~~~:fi~~; ~~n:~;~:o~::t~e~~~::~~l~~oa ;;~an:~:~


las Casas, deseoso de recomendar más y más su protejido á

los Virreyes,—prefiera la monotonia del convento á esta sun-

,1 ••

2· 1' · ral caracter; y luego, el habito de sus estudios ha desarrollado


tuosa morada. De muy niño le he visto melancólico por natu-

ral carácter; y luego, el hábito de sus estudios ha desarrollado

en él tal aplicacion, que solo se halla bien escuchando las dis-


~ ..,.
1
J .,.,,,
1
\ lf. . .
putas filosóficas y teológicas que á la sombra de los árboles

. ,:4.-'.r> ,\ en el tal aplicacion, que solo se halla bien escuchando las dis-
r:
. v'-·... c.'• ', putas filos6ficas y teol6gicas que a la sombra de los arboles
son nuestro único entretenimiento en las horas francas del

monasterio.

I•'
—Convengamos, pues,—dijo Doña María,—en un arreglo

que á todos dejará satisfechos. Siga Enrique al cuidado inme-


u" son nuestro unico entretenimiento en las horas francas del
diato del señor Licenciado en San Francisco, y véngase á pasar

monasterio.
los dias de fiesta en esta casa al lado de su novia.

—De su novia! ¿Quién es su novia?—preguntó el Almirante. -Convengamos, pues,-dijo Dona Maria,-en u~ arreglo
que a todos dejara satisfechos. Siga Enrique al ct!idado inme-
—¿Quién ha de ser? Su prima Mencía, nuestra hija de adop-

cion. Este es asunto consagrado y sellado por la muerte.—Y la

Virreina refirió lo que Enrique le habia comunicado en el jardín.

Las Casas, como testigo principal de lo ocurrido al morir


diato del senor Licenciado en San Francisco, y vengase a pasar
los dias de fiesta en esta casa al lado de su novia.
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Doña Ana de Guevara, confirmó en todas sus partes el relato

-De su novia! lQuien es su novia?-pregunt6 el Almirante.


del jóven cacique, y formuló su indeclinable propósito de to-

mar á su cargo el estricto cumplimiento de las últimas volun-


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tades de la difunta.

Todos hicieron coro al buen Licenciado en su generosa reso-


-lQuien ha de ser? Su prima Mencia, nuestra hija de adop-
lucion, y desde aquel dia pareció que la dicha y el porvenir
cion. Este es asunto consagrado y sellado por la muerte.-Y la
Virreina refiri6 lo que Enrique le habia comunicado en eljardin.
de los dos nobles huérfanos estaban asegurados. No se justi-

ficaron despues, en el curso fatal de los acontecimientos, esas

halagüeñas cuanto caritativas ilusiones; que los empeños de

lia voluntad humana encuentran siempre llano y fácil el cami-


Las Casas, como testigo principal de lo ocurrido al morir
no de la maldad; mas, cuando se dirijen al bien y los inspira
Dona Ana de Guevara, confirm6 en todas sus partes el relato
la virtud, es seguro que han de obstruirles el paso obstáculos

numerosos, sin que para vencerlos valga muchas veces ni la


del j6ven cacique, y formul6 su indeclinable prop6s1to de to-
fé en la santidad del objeto, ni la más enérgica perseverancia

en la lucha.
mar a su cargo el estricto cumplimiento de las ultimas volun-
tades de la difunta.
Todos hicieron coro al buen Licenciado en su generosa reso-
lucion, y desde aquel dia pareci6 que la dicha y el porvenir
de los dos nobles huerfanos estaban asegurados. No se justi-
ficaron despues, en el curso fatal de los acontecimientos, esas
halagtiefias cuanto caritativas ilusiones; que los empefios de
· ~;/ J la voluntad humana encuentran siempre llano y facil el cami·

no de la maldad; mas, cuando se dirijen al bien y los inspira


la virtud, es seguro que han de obstruirles el paso obstaculos
numerosos, sin que para vencerlos valga muchas veces ni la
;fe en la s antidad del objeto, ni la mas energica perseverancia
en la lucha.
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ENRIQUILLO 133
HNRIQUILLO 133

IV

El billete.

Eran las tres de la tarde cuando las Casas y Velázquez se

retiraron de la Fortaleza. Doña María de Toledo regresó á sus

aposentos despidiéndose de su esposo hasta la hora de comer, lV


y poco despues ocurrió la escena que hemos narrado con la

jóven María de Cuéllar, dejándola en el punto en que la Virrei-

na hizo llamar á su presencia á Enriquillo.

El billete.
No tardó el jóven cacique en presentarse á las dos damas.

Miró con curiosidad á la doncella; saludó, y esperó en actitud

tranquila á que se le dijera el objeto de su llamamiento.


Eran las tres de la tarde cuando las Casas y Velazquez se
—Deseo saber de tí, Enrique,—le dijo la Virreina—si has de

ver á tu padrino el señor Don Diego Velázquez esta misma


retiraron de la Fortaleza. Dofia Maria de Toledo rcgres6 a sus
tarde.

aposentos despidiendose de su esposo hasta la hora de comer,


— Mi intencion es llegar á su posada ántes de regresar al

convento, señora,—contestó Enrique. y poco despues ocurri6 la escena que hemos narrado con la
j6ven Maria de Cuellar, dejandola en el pun to en que la Virrei-
—En ese caso, aguarda.

Y la jóven señora se dirijió con paso rápido á su escritorio,

trazó algunas líneas en una hoja de papel, y doblándola minu-

ciosamente la entregó á Enrique.


na hizo Hamar a SU presencia a Enriquillo.
—Vas á probar hoy mismo,—le dijo—esa discrecion que
No tard6 el j6ven cacique en presentarse a las dos damas.
Mir6 con curiosidad a la doncella; saludo, y esper6 en actitud
todos los que te conocen elogian en tí. Entrega este papel á

Don Diego, y díle solamente que es de parte de Doña María

de Cuéllar. ,

Al oirse nombrar, la doncella hizo un movimiento de sor-


tranquila a que se le dijera el objeto de su llamamiento.
presa.
-Deseo saber de ti, Enrique,-le dijo la Virreina-si has de
ver a tu padrino el sefior Don Diego Velazquez esta misma
—¿Qué haceis, señora?,—dijo á la Virreina:—Don Diego vá
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á pensar mal de mí.

—No tal, querida;—replicó Doña María de Toledo.—Don

Diego es caballero; lo que ese papel lleva escrito no puede


tar de.
-Mi intencion es llegar a SU posada antes de regresar al
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comprometer á ninguna dama, y Velázquez vendrá á la con-

ferencia á que se le convida, en la cual se convencerá de que

debe desistir de su pretension.


convento, sefiora,-contest6 Enrique.
.''

- En ese caso. aguarda.


Y la j6ven sefiora se diriji6 con paso rapido a su escritorio,
traz6 algunas lineas en una hoja de papel, y doblandola minu-
ciosamente la entreg6 a Enrique.
-Vas a prob~r hoy mismo,-le dijo-esa discrecion que
todos los que te conocen elogian en ti. Entrega este papel a
Don Diego, y dile solamente que es de parte de Dofia Maria
de Cuellar.
Al oirse nombrar, la doncella hizo un movimiento de sor-
presa.
-(Que haceis, sei'iora?,-dijo a la Virreina:-Don Diego va
a pensar mal de mi.
-No tal, querida;-replic6 Don.a Maria de Toledo.-bon
Diego es caballero; lo que ese papel lle va escrito no ,puede
comprometer a ninguna dama, y Velazquez vendra a la con-
ferencia a que se le convida, en la cual se convencera de que
debe desistir de su pretension.

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134 LEYENDA HIST6RICA

134 LEYENDA HISTÓRICA

—¿Creéis?—...objetó dudosa María de Cuéllar.


-lCreeis?-... ·objet6 dudosa Maria de Cuellar.
—Te repito que Diego Velázquez es caballero, y que lo más
-Te repito que Diego Velazquez es caballero, y que lo mas
acertado es contar con su hidalguia en este caso,-concluy6 la
acertado es contar con su hidalguía en este caso,—concluyó la

Virreina.

—Permitidme ver la misiva,—dijo la doncella. Y tomándola

de manos de Enrique leyó estas palabras:


Virreina.
«Conviene que oigais de mi boca explicaciones que intere-

-Permitidme ver la misiva,~dijo la doncella. Y tomandola


»san á vuestra dicha, antes de proseguir en vuestro comenza-

»do empeño. Esta noche á las nueve os aguardaré en el jardín


de manos de Enrique ley6 estas palabras:
»de la Fortaleza. La puerta que dá á la marina estará abierta.»

—¡Una cita, señora!—exclamó la doncella cuando hubo ter-


«Conviene que oigais de mi boca explicaciones· que intere-
minado la lectura.—¿Estais en vos? ¡A fé mia que no os reco-

~san a vuestra dicha, antes de proseguir en vuestro comenza-


nozco! Vos, tan tímida, tan corta de génio ántes de casaros

Y os parece ahora tan sencillo que yo reciba un hombre á so- » do empeii.o. Esta noche a las nueve os aguardare en el jardin
las, en la noche, en el jardín....

—Nada hay que temer,—insistió la Virreina.—Mi marido lo


»de la Fortaleza. La puena que da a la marina estara abierta.>)
sabrá todo, y estoy segura de que aprobará lo que yo dispon-

ga, pues que se trata de conjurar lo que consideras como tu


-iUna cita, sefiora!-exclam6 la doncella cuando hubo ter-
mayor desdicha.
minado la lectura.-lEstais en vos? i A fe mia que no os reco-
nozco! Vos, tan timida, tan corta de genio antes de casaros ....
—Y ¿qué habré de decir á Don Diego? El susto no me vá á

permitir hablar!;—dijo la pobre niña con acento de terror.

—Es preciso ser valerosa, criatura; y así evitarás mayores

males. Di á Don Diego pura y simplemente la verdad; que no


Y os parece ahora tan sencillo que yo reciba un hombre a so·
puedes amarle; que tu corazon pertenece á otro.... Su orgullo
las, en la noche, en el jardin ....
no le permitirá continuar en el empeño de casarse contigo.

—Puede ser...—murmuró la jóven, como vencida por las


-Nada hay que temer,-insisti6 la Virreina.-Mi marido lo
vehementes conclusiones de su amiga.

sabra to~o, y estoy . seg_u ra de que aprobara lo que yo dispon-


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La Virreina se volvió á Enrique, que lo escuchaba todo con

aire asombrado.—Toma,—le dijo—lleva esto á tu padrino Don

ga, pues que se trata de conjurar lo que consideras como tu


Diego; díle que se lo envía Doña María de Cuéllar; ¿entiendes

mayor desdicha.
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bien, hijo? Doña María de Cuéllar. No me mientes á mí para

nada.

—¿Y si me interroga mi padrino? Yo no sé mentir, señora,


-Y lque habre de decir a Don Diego? El susto no me va a
—dijo muy formal Enriquillo.

—¡Esta es otra! Y ¿quién te dice que mientas, muchacho?


permitir hablar! ;-dijo la pobre nifia con acento de terror.
Entrega el papel; di quién lo envía, y te vas sin esperar á que -Es preciso ser valerosa, criatura; y asi evitaras mayores
males. Di a Don Diego pura y simplemente la verdad; que no
te pregunten nada.

puedes amarle; q ue tu corazon pertenece a otro .... Su orgullo


no le permitira continuar en el empefio de casarse contigo.
-Puede ser ... -murmuro la j6ven, como vencida por las
vehementes conclusiones de su amiga.
La Virreina se voJvi6 a Enrique, que lo escuchaba todo con
aire asombrado.-Toma,-le dijo-11.eva esto a tu padrino Don
Diego; dile que se lo envia Dona Maria de Cuellar; lentiendes
bien, hijo? Doti.a Maria de Cuellar. No me mientes a mi para
nada.
-lY si me interroga mi padrino? Yo nose mentir, senora,
-dijo_muy formal Enriquillo .
- iEsta es otra! Y lquien te dice que mientas, muchacho?
Entrega el papel; di quien lo envia , y te vas sin esperar a que
te preg unten nada.

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ENRIQUILLO ll)

Inclin6se Enrique, e hizo ademan de salir de la estancia.


ENRIQUILLO 135

Inclinóse Enrique, é hizo ademan de salir de la estancia.

—Oye, Enriquillo! ¿te vas de ese modo, sin despedirte de

mí? Ven, besa mi mano.—Y la Virreina ajitó al mismo tiempo


-Oye, Enriquillo! lte vas de ese modo, sin despedirte de
la campanilla.
mi? Ven, besa mi mano.-Y la Virreina ajit6 al mismo tiempo
la campanilla.
Enrique se aproximó y besó la mano que la gentil y bonda-

dosa dama le ofrecia. En el mismo instante apareció el escu-

dero que ya se ha mencionado, y la Virreina le dijo:

—Mira, Santa Cruz, acompaña á Enrique; llévalo á despe-


Enrique se aproxim6 y bes6 la mano que la gentil y bonda-
dirse de su prima Mencía; despues te vas con él, le dejas llegar
dosa <lama le ofrecia. En el mismo instante apareci6 el escu-
dero que ya se ha mencionado, y la Virreina le dijo:
solo á donde se hospeda su padrino Don Diego Velázquez.

¿Sabes dónde es?...

—Sí, señora Virreina,—respondió el escudero.

—Aguarda á que salga de ver á su padrino,—prosiguió la


-Mira, Santa Cruz, acompana a Enrique; llevalo a despe-
dama—y lo conduces al convento de franciscanos. Haz que le

dirse de su prima Mencia; despues te vas con el, le dejas llegar


solo a donde se hospeda su padrino Don Diego Velazquez.
lleven ahora mismo una caja de frutas y dulces de España al

convento. Adiós, hijo mio;—añadió volviéndose á Enriquillo—

cuida de mi encargo, y el domingo volverás á pasar el dia con

nosotros.
cSa bes d6nde es? ...
Enriquillo salió con aire apesadumbrado; el lacayo fué

-Si, senora Virreina,-respondi6 el escudero.


-Aguarda a que salga de ver a SU padrino, - prosigui6 la
acompañándole, y ámbos cumplieron punto por punto las ins-

trucciones de la Virreina.

dama-y lo conduces al conv.ento de franciscanos. Haz que le


V

El consejero.

No poco sorprendido quedó Don Diego Velázquez al recibir

Jleven ah ora mismo una caja de frutas y du lees ·de Espana al


convento. Adi6s, hijo mio;-anadi6 volviendose a Enriquillo-
el papel y el recado que le dió Enrique. «Tomad esto de parte

de Doña María de Cuéllar,» le dijo el mancebo; «y permitidme

cuida de mi encargo, y el domingo volveras a pasar el dia· con


besaros las manos; que tengo prisa de llegar al convento.» El
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nombre de su amada, de la que reinaba en sus pensamientos

y desde aquel mismo dia le estaba prometida, resonó en los

oidos del enamorado Velázquez como la detonacion inesperada


nosotros.
Enriquillo sali6 con aire apesadumbrado; el lacayo fue
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de un disparo de cañon. Quedó por un momento aturdido, con

el papel en la mano, y cuando quiso procurar á Enrique para

cerciorarse de que no habia entendido mal sus palabras, ya el


acompanaildole, y ambos cumplieron punto por punto las ins-
ágil mensajero habia desaparecido.

trucciones de la Virreina.

v
El consejero.
No poco sorprendido qued6 Don Diego Velazquez al recibir
el papel y el recado que le di6 Enrique. «Tomad esto de parte
de Dona Maria de Cuellar,» le dijo el mancebo; «y permitidme
besaros las manos; que tengo prisa de llegar al convento.» El
nombre de su amada, de la que reinaba en sus pensamientos
y desde aquel mismo dia le estaba prometida, reson6 en los
oidos del enamorado Velazquez como la detonacion inesperada
de un disparo de canon. Qued6 por un momento aturdido, con
el papel en la mano, y cuarido quiso procurar a Enrique para
cerciorarse de que no habia entendido mal sus palabras, ya el
agil mensajero habia desaparecido.
,/
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136 LEYEXDA HISTORICA

136 LEYENDA HISTÓRICA

—¡Qué prisa lleva ese muchacho!—exclamó el teniente;—


-jQue prisa lleva ese muchacho!-exclam6 el teniente;-
pero veamos lo que dice este papel.—Y desdoblándolo aprisa,
pero veamos lo que dice este papel.-Y desdoblandolo aprisa,
ley6 dos 6 tres veces su contenido.
leyó dos ó tres veces su contenido.

— ¡Demonios!—exclamó.—¿Qué significará esto? Habia con-

venido con Don Cristóbal en que mañana tuviera yo las vistas

de ceremonia con mi novia; y ahora me vienen con una cita


-jDemonios!-exclam6.-(Que sig·nificara esto? Habia con-
para esta noche....; y en el jardín de la Fortaleza! ¿Qué miste-
venido con Don Crist6bal en que mafiana tuviera yo las vistas
de ceremonia con mi novia; y ahora me vienen con una cita
rio habrá en esto....?

Y Don Diego llamó en alta voz al criado que le servia.

—Ferrando,—le dijo cuando se presentó:—corre, vuela;

búscame á Don Pedro Mojica donde quiera que esté: díle que
para esta noche .... ; y en el jardin de la Fortaleza! (Que miste-
venga á verme en el instante.
rio ha bra en esto .... ?
El criado salió á escape, y Don Diego volvió á engolfarse

en un mar de conjeturas sobre el billete que tenia en las manos.


Y Don Diego llam6 en alta voz al criado que le servia.
—Es letra de mujer: en esto no cabe duda,—se decia.—Y

solo una persona de rango elevado escribe así. Pero ¿será


-Ferrando,-le dijo cuando se present6:-corre, vuela;
efectivamente María de Cuéllar la que me llama; ó será algu-

btiscame a Don Pedro Mojica donde quiera que este: dile que
venga a verme en el instante.
na que tome su nombre para enredar mis cosas? Esta gente

de corte es capaz de todo; y me dá más miedo que todos los

indios bravos que he combatido.

Y siguió así, poco á poco, dejando correr la imaginacion


El criado sali6 a escape, y Don Diego volvi6 a engolfarse
á su antojo, y yendo tan léjos que llegó á convencerse de que

algun envidioso le tendia una celada con ánimo de asesinarlo.


en un mar de conjeturas sobre el billete que tenia en las manos.
Compareció al fin Mojica, á tiempo que ya Diego Velázquez
-Es letra de mujer: en esto no ca be duda,-se decia.-Y
solo una persona de rango elevado escribe asi. Pero (Sera
habia decidido resueltamente no acudir á la cita.

Dió á leer el papel á su confidente, y le refirió cómo se 16

habia entregado Enriquillo.

efectivamente Maria de Cuellar la que me llama; 6 sera algu-


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El señor Mojica, tan pronto como se hubo enterado de todo,

movió la cabeza con malicia y dijo:


na que tome su nombre para enredar mis cosas? Esta gente
—Sin duda, señor Don Diego, que aquí hay gato encerrado,

de corte es capaz de todo; y me da m·a s miedo que todos los


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pero no es lo que vuesa merced se figura. Es positivamente

su prometida novia la que le convida á esa cita, y su objeto se

reduce á haceros desistir del matrimonio.


indios bravos que he combatido.
—¿Lo creéis así?—dijo Velázquez con un brusco estremeci-

Y sigui6 asi, poco a poco, dejando correr la imaginacion


a su antojo, y yendo tan lejos que lleg6 a convencerse de que
miento de sorpresa.

—¡Pardiez!—respondió Mojica.—Estoy seguro de ello: es

más; la intentona está autorizada, cuando no preparada por

algun envidioso le tendia una celada con animo de asesioarlo.


Compareci6 al fin Mojica, a tiempo que ya Diego Velazquez
habia decidido resueltamente no acudir a la cita.
Di6 a leer el papel a su confidente, y le refiri6 c6mo se lo
habia entregado Enriquillo.
El senor Mojica, tan pronto como se hubo enterado de todo,
movi6 la cabeza con malicia y dijo:
-Sin duda, senor Don Diego, que aqui hay gato encerrado,
pero no es lo que vuesa merced se figura. Es positivamente
su prometida novia la que le convida a esa cita, y su objeto. se
reduce a haceros desistir del matrimonio'.
-(Lo creeis asi?-dijo Velazquez con un brusco estremeci-
m1ento d e sorpresa.
. ""
-jPardiezl-respondi6 Mojica.-Estoy seguro de ello: es
mas; la intentona esta autorizada, cuando no preparada por

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.... ,,. . ...

ENRIQL'ILLO 137
ENRIQUILLO 137

los Virreyes: sin eso la jovencilla no se atrevería á daros cita


los Virreyes: sin eso Ja jovencilla no se atreveria a daros cita
para el jardín de la Fortaleza.
para el jardin de la .Fortaleza.
-Mucho me pesaria que el Almirante me hiciera tamafia
—Mucho me pesaría que el Almirante me hiciera tamaña

deslealtad;—observó Velázquez con acento de duda;—pero

sea lo que fuere, decidme vos, buen Mojica, qué resolucion

debo tomar. |
deslealtad;-observ6 Velazquez con acento de duda;-pero
—Ir á la cita, señor,—respondió el astuto consejero.—Este
sea lo que fuere, decidme vos, buen Mojica, que resolucion
lance conviene jugarlo de frente. Si el Almirante se anda con

tretas, es bueno que vos exploréis su terreno: si es trampa


debo tomar.,
que han armado mujeres solamente, veamos qué partido po-

deis sacar para vuestros proyectos, dejándoos cojer como un


-lr«i la cita, sefior ,-respondi6 el astuto consejero.-Este
inocente en esas redes, que al cabo no han de ser peligrosas
lance conviene jugarlo de frente. Si el Almirante se anda con
para vos. Si os proponen algun partido, no concluyais nada,

y dad respuestas evasivas para ganar tiempo.... No acepteis


· tretas, es bueno que vos exploreis su terreno: si es trampa
nada sin deliberar conmigo ántes.... Ved que soy perro viejo

y tengo los colmillos gastados á fuerza de experiencia.


que han· armado mujeres solamente, veamos que partido po·
—No tengais cuidado, amigo mio; á nada me compromete-

deis sacar para vuestros proyectos, dejandoos cojer como un


ré sin tratarlo préviamente con vos. Pero decidme; y si el Al-

mirante no entra por nada en esto, ¿no se ofenderá cuando inocente en esas redes, que al cabo no han de ser peligrosas
para vos. Si os proponen algun partido, no concluyais na<la,
sepa, si llega á saberlo, mi atrevimiento en celebrar citas den-

tro del*recinto de su casa con una dama de tan alta gerarquía

y tan querida de^su esposa?

—Abandonad ese escrúpulo, señor Don Diego. El Almiran-


y dad respuestas evasivas para ganar tiempo .... No acepteis
te sabe ya, por vos mismo, que María de Cuéllar va á ser vues- nada sin deliberar conmigo antes .... Ved que soy perro viejo
y tengo los colm~llos gastados a fuerza de experiencia.
tra esposa. ¿Por qué habría de llevar á mal el que vos acudié-

rais á una cita, si es que llega el hecho á su conocimiento? Id,

pues, y aprovechemos la ocasion para ver si nos desembara-

-No tengais cuidado, amigo mio; a nada me compromete-


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zamos del barbilindo de Grijalva

—No os comprendo;—dijo Don Diego con extrañeza.


re sin tratarlo previamente con vos. Pero decidme; y si el Al-
—Pues yo me entiendo, y Dios me entiende, señor;—replicó

mirante no entra por nada en esto, (no se ofendera cuando


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Mojica.—Grijalva sabrá oportunamente que vais á conversar

con Doña María de Cuéllar esta noche. Por precaucion llevad

vuestra buena espada de Toledo; y además quedaré yo con un


sepa, si 11ega a saberlo, mi atrevimiento en celebrar citas den·
escudero guardándoos las espaldas.

tro del-recinto de su casa con una dama de tan alta gerarquia


—Me parece que adivino vuestro pensamiento,—dijo Veláz-

quez—pero ¿y si se me tiende un lazo ya de acuerdo con Gri-


y tan querida de"su esposa?
jalva?

-Abandonad ese escnipulo, senor Don Diego. El Almiran-


te sabe ya, por vos mismo, que Maria de Cuellar va a ser vues·
tra esposa. (Po~ que habria de llevar a mal el que v_o s acudie-
rais a una cita, si es que llega el hecho a su conocimiento? Id,
pues, y aprovechemos la ocasion para ver si nos desembara-
zamos del barbilindo de Grijalva.
-No os coqiprendo;-dijo Don Diego con extrafieza.
-Pues yo me entiendo, y Dios me entiende, sefior;-replic6
Mojica.-Grijalva sabra oportunamente que vais a conversar
con. Dofia Maria de Cuellar esta noche. Por precaucion llevad
vuestra buena espada de Toledo; y ademas quedare yo con un
escudero guardandoos las espaldas.
-Me parece que adivino vuestro pensamient-0,- dijo V elaz-
quez-pero (Y si se me tiende un lazo ya de acuerdo con Gri-
jalva?

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138 LEYENDA HIST6RICA

138 LEYENDA HISTÓRICA


-No puede ser; no ha habido tiempo para tanto;-respon-
—No puede ser; no ha habido tiempo para tanto;—respon-

dió Mojica con seguridad.—No he perdido de vista á ese mozo


di6 Mojica con seguridad.-No he perdido. de vista a ese mozo
desde que fuisteis á hablar con el Contador real esta mañana.

Por fortuna, Hernan Cortés lo ha tomado por su cuenta hoy;


desde que fuisteis a hablar con el Contador real esta mafiana.
lo ha hecho almorzar con él; esta tarde han salido juntos á

Por fortuna, Hernan Cortes lo ha tornado por su cuenta hoy;


lo · ha hecho almorzar con el; esta tarde han salido juntos a
caballo á ver una huerta que yo les ponderé mucho; y la cual,

acá inter nos, aunque fué del Comendador Ovando, no vale

dos cominos. Ya veis que estoy en todo: cuando regresen de

su paseo, tendré buen cuidado de entretener al bobalicon de


caballo a ver una huerta que yo les pondere mucho; y la cual,
Grijalva, hasta que llegue la hora de hacerle tragar su purga,

y curarlo radicalmente de su importuno amor.


aca inter nos, aunque fue del Comendador Ovando, no vale
—No tengo con qué pagaros, mi buen Mojica!—exclamó con dos cominos. Ya veis que estoy en todo: cuando regresen de
su paseo, tendre buen cuidado de entFetener al bobalicon de
transporte Velázquez.—Veo claro vuestro proyecto: esa cita

nos va á ser muy útil. Procuraré desempeñar bien la parte

que me toca, y si fuere anzuelo....

—Pescarémos con él al pescador;—concluyó el corrompido


Grijalva, hasta que llegue la hora de hacerle tragar su purga,
confidente, prorrumpiendo en una estrepitosa carcajada, que
y curarlo radicalmente de su importuno am or.
-No tengo con que pagaros, mi buen Mojica!-exclam6 con
á Velázquez le pareció el graznido de un ave de mal agüero.

—Quisiera dar aviso á mi prometida de que acudiré á su

llamamiento: ¿qué os parece Mojica?

—De todo punto innecesario, señor: si tratárais de negaros


transporte Velazquez.-Veo claro vuestro proyecto: esa cita
á la amable invitacion de vuestra dama, estaría en su lugar

nos va a ser muy util. Procurare desempefiar bien la parte


ese aviso; mas no así cuando ella debe aguardaros en el lugar

señalado, y en ello no hay incomodidad de su parte: oh! estad


que me toca, y si fuere anzuelo ....
seguro de que no faltará la tortolilla á ese deber. En estas ma-

terias la mujer más tonta sabe más que Séneca.


-Pescaremos con el al pescador;-conclu·y 6 el corrompido
El dócil Don Diego se dió por satisfecho con las lúcidas ex-

cenfidente, prorrumpiendo en una estrepitosa carcajada, que


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a Velazquez le pareci6 el graznido de un ave de mal agtiero.


plicaciones de su confidente, que ya habia conseguido apode-

rarse de su ánimo y conducirlo como á un corderino.

—Ahora,—agregó Mojica,—me voy á tomar un bocado, y

-Quisiera dar aviso a mi prometida de que acudire a SU


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á aguardar á Grijalva para entretenerlo hasta la noche; no

sea que Satanás, que no duerme, vaya á hacer una trastada.

Es preciso evitar que el doncel y vuestra prometida se entien-


llamamiento: (que os parece Mojica?
dan antes que se verifique vuestra conferencia con ella. Estad
-De todo punto innecesario, senor: si tratarais de ftegaros
a la amable invitacion de vuestra dama, estaria en su lugar
listo á las ocho y media que os pondréis en marcha: os repito

que vayais bien armado, por lo que pueda acontecer. Grijalva

ha de tener noticia de vuestra buena fortuna; esto entra en el

ese aviso; mas no asi cuando ella debe aguardaros en el lugar


sefialado, y en ello no hay incomodidad de su parte: oh! estad
seguro de _que no faltara la tortolilla a ese deb~r. En estas ma·
terias la mujer mas tonta sabe mas que Seneca.
El d6cil Don Diego se di6 por satisfecho con las lucidas ex-
plicaciones de su confidente, que ya habia conseguido apode-
rarse de su animo y conducirlo como a un corderillo.
-Ahora,-agreg6 Mojica,-me voy a tomar un boca~o, y
a aguardar a Grijalva para entretenerlo hasta la noche; no
sea que Satanas, que no duerme, vaya a hacer una trastada.
Es preciso evitar que el doncel y vuestra prometida se entien-
dan antes que se verifique vuestra conferencia con ella. Estad
listo a las ocho y media que os pondreis en marcha : os repito 1·
que vayais bien armado, por lo que pueda' acontecer. Grijalva
ha de tener noticia de vuestra buena fortuna; esto entra en el ,

'
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I
E ,!l;RIQUILLO 13Q

plan; y no sabemos si sus extremos de celoso pueden condu-


ENRIQUILLO 139

plan; y no sabemos si sus extremos de celoso pueden condu-

cirle hasta algun desafuero.... Para tal caso todo lo tendré

apercibido. Adiós.... Ah! me olvidaba de algo importante para


cirle hast a algun desaf uero .... Para tal ca so to do lo tendre
mí. Ese demonio de Licenciado las Casas está siempre enre-

apercibido. Adios .... Ah! me olvidaba de algo importante para


dando con la sucesion de Doña Ana de Guevara. Pretende que

me quiten la administracion de los bienes, y esto no lo debeis


mi. Ese demonio de Licenciado las Casas esta siempre enre·
consentir, porque sería un vejámen injusto á este vuestro leal

amigo y servidor. Confío en que sabréis defender mi buen


dando con la sucesion de Dona Ana de Guevara. Pretende que
nombre llegado el caso.

me quiten la administracion de los bienes, y esto no lo debeis


consentir, porque seria un vejamen injusto a este vuestro leal
—Descuidad, Mojica, vuestra causa es la mia,—respondió

Velázquez.—Yo hablaré al Licenciado para que no os moleste,

amigo y servidor. Confio en que sabreis defender mi buen


y haré cuanto pueda por que no se os cause pesadumbre por

ese lado.

—Guárdeos mil años el cielo, señor!—dijo el codicioso in-

trigante con no disimulada alegría;—y disponed de mí como


nombre llegado el caso.
de un fiel esclavo. ¡Hasta la vista!
-Descuidad, Mojica, vuestra causa es la mia,-respondi6
Velazquez.-Yo hablare al Licenciado para que no os moleste,
VI

Alarma.

Como lo habia dicho Mojica á Velázquez, andaban de paseo

por el campo Cortés y Grijalva, ya íntimos amigos. Su excur-


y hare cuanto pueda por que nose os cause pesadumbre por
sion á la granja ó huerta del ex-Gobernador Ovando fué más
ese lado.
penosa que entretenida: despues de recorrer dos leguas de un

camino lleno de lodazales, nada llegaron á ver de provecho.


-Guardeos mil aiios el cielo, senor!-dijo el codicioso in-
La tal huerta estaba punto ménos que abandonada hacia algun

tiempo: un esclavo africano y tres indios apénas se cuidaban


trigante con no disimulada alegria;-y disponed de mi como
de desyerbarla á trozos. Cuatro jumentos flacos, dos yeguas

de un fiel esclavo. jHasta la vista!


éticas y algunas gallinas fué cuanto vieron en aquel sitio los
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futuros adalides de la conquista de Méjico. Grijalva se echó á

reir, sobrellevando el chasco sin impaciencia: su carácter mo-

desto y sufrido no podia alterarse por causas fútiles. Cortés


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VI
no lo tomó con tanta frescura, y al ver la hilaridad de su com-

pañero, exclamó:

—Admiro vuestra flema, señor Juan de Grijalva. ¡Por la

Alarma.
Como lo habia dicho Mojica a Velazquez, andaban de paseo
por el campo Cortes y Grijalva, ya intimos amigos. Su excur-
sion a la granja 6 huerta del ex-Gobernador Ovando fue m as
penosa que entretenida: despues de recorrer dos leg uas de un
camino lleno de lodazales , nada llegaron a v er de prov echo .
L a tal huerta estaba punto menos que abandonada hacia algun
tiempo: un esclav o africano y tres indios a penas se c uidaba n
de desyerbarla a trozos. Cuatro jumentos flacos , dos yeg uas
eticas y algunas gallinas fue cuanto v ier on en a quel sitio los
futuros adalides de la conquista de Mejico . Grijalva se ech6 a
reir , sobrellevando el c hasco sin impacien cia: su caracter mo-
desto y ·sufrido no podia a ltera rse por causa s ftitiles . Cortes
no lo tom6 con tanta frescura, y al ve1· la hilar ida d de su com-
panero, exclam6: ·
- Admiro vuestra flema , senor Juan de Grijalva. jPor la

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- :~-· ..rr• ....

140 LEYENDA HISTORICA

·Virgen! Ese tuno de Mojica, ese contrahecho mentiroso se ha


140 LEYENDA HISTÓRICA

Virgen! Ese tuno de Mojica, ese contrahecho mentiroso se ha

querido burlar de nosotros!

—Nécia burla sería ésta, señor Cortés. Prefiero creer que


querido burlar de nosotros!
Mojica no habrá visto esta heredad sino hace algunos años;
-Neda burla seria esta, sefior Cortes. Prefiero creer que
Mojica no habra visto esta heredad sino hace algunos afios;
cuando el Comendador la miraba con algun cuidado: como en

los últimos tiempos no le agradaba sino residir en el Bonao,

ó en Santiago....

—¿Y por qué asegurar ese galápago lo que no le constaba


cuando el Comendador la miraba con algun cuidado: como en
con seguridad? Como si ayer mismo hubiera estado en este
los U.ltimos tiempos no le agradaba sino residir en el Bonao,
breñal, arqueó aquellas cejas tenebrosas, y me dijo: «Sabed,

señor Cortés, ya que deseais dejar á Azua y venir á fijaros


6 en Santiago ....
aquí cerca, que nada puede conveniros tanto como la hermosa

granja del Comendador.... Id á verla, y estoy cierto de que


-lY por que asegurar ese galapago lo que no le constaba
quedaréis encantado.»—¡Vaya un encanto! Ganas me dan de

con seguridad? Como si ayer mismo hubiera estado en este


cortar al embustero aquellas descomunales orejas...

Grijalva seguia riendo de la mejor gana al oir los chistosos


breiial, arque6 aquellas cejas tenebrosas, y me dijo: «Sabed,
desahogos de su irritado compañero. Pronto recobró éste su

serenidad y buen humor, y emprendieron el regreso á la ciu-


senor Cortes, ya que deseais dejar a Azua y venir a fijaros
dad sin hablar más de Mojica, ni de la famosa huerta del Co-

aqui cerca, que nada puede conveniros tanto como la hermosa


mendador.

—Cuando determiné acompañar desde Azua al teniente granja del Comendador .... Id a verla, y estoy cierto de que
quedareis encantado.»-jVaya un encanto! Ganas me dan de
Velázquez,—dijo Hernan Cortés reanudando la conversacion,

—no pensaba permanecer léjos de mi casa y oficio sino una

semana á lo sumo: ya va corrido un mes largo, y héteme vues-

tra merced tratando de echar raíces por acá. Yo mismo me


cortar al embustero aquellas descomunales orejas ....
asombro de esta facilidad en cambiar de propósitos.
Grijalva seguia riendo de la mejor gana al oir los chistosos
—Eso es propio y natural de hombres de imaginacion viva,

desahogos de su irritado compaiiero. Pronto recobr6 este su


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señor Cortés,—respondió Grijalva.—Por mi parte os certifico

que solo una idea tiene fijeza en mí; las demás retozan como

unas loquillas en mi cabeza: nacen, corren .... y pasan.


serenidad y buen humor, y emprendieron el regreso a la ciu-
dad sin hablar mas de Mojica, ni de la famosa huerta del Co-
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—¿Y puede saberse cuál es esa vuestra idea fija, señor

Grijalva?

—Mi amor;—replicó lacónicamente el interpelado.


mendador.
—Me lo figuraba, amigo mio; porque estoy en el mismo

caso. Todas esas damas recien llegadas de Castilla con los


-Cuando determine acompafiar desde Azua al teniente
Virreyes, no parece sino que fueron adrede escojidaspara tras-

Velazquez,-dijo Hernan Cortes reanudando la conversacion,


tornar el seso á los que por aquí estábamos, medio olvidados

-no pensaba permanecer lejos de mi casa y oficio sino una


semana a lo sumo: ya va corrido un mes lai·go, y heteme vues-
tra merced tratando de echar raices por aca. Yo mismo me
asombro de esta facilidad en cambiar de prop6sitos.
-E~o es propio y natural de hombres de imaginacion viva,
senor Cortes,-respondi6 Grijalva.-Por mi parte os certifico
que solo una idea tiene fijeza en mi; las demas retozan como
unas loquillas en mi cabeza: nacen, corren .... y pasan.
-lY puede saberse cual es esa vuestra idea fija, senor
Grijalva?
-Mi arnor;-replic6 lac6nicamente el interpelado.
-Me lo figuraba, amigo mio; porque estoy en el mismo
caso. Todas esas damas recien llegadas de Castilla con los
Virreyes, no parece sino que fueron adrede escojidas para tr as·
tornar el seso a los que por aqui estabarnos, medio olvidados

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EXRCQUILLO 141
ENRIQUILLO 141

ya de que hay ojos q~e valen mas que todas las minas de oro,
ya de que hay ojos que valen más que todas las minas de oro,

y que todas las encomiendas de indios. ¿Qué os parece la Ca-


y que todas las encomiendas de indios. (Que os parece la Ca-
talina Juárez? (38).

—Graciosa y honesta granadina en verdad, señor Cortés.


talina Juarez? (38).
Aunque pobre y modesta, merece un esposo de altas y no-

bles cualidades.
-Graciosa y honesta granadina en verdad, sefior Cortes.
—Preso estoy en sus cadenas,—repuso Cortés;—pero con

A unque pobre y modesta, merece un esposo de altas y no-


risueñas esperanzas. ¿Y nada tendréis vos que comunicar al

amigo, sobre el capítulo de vuestro amor, Don Juan?


bles cualidades.
—Mi amor,—dijo el doncel á media voz, como recatándose

aun de la soledad del bosque;—mi amor es un sentimiento tan


-Preso estoy en sus cadenas,-repuso Cortes;-pero con
grande y tan santo; de tal modo embarga todo mi ser, y absor-

risuefias esperanzas. (Y nada tendreis vos que comunicar al


be todas las aspiraciones de mi alma, que solamente de él qui-

siera hablar, á todas horas y en todas partes. De él vivo; él amigo, sobre el capitulo de vuestro amor, Don Juan?
-Mi amor,-dijo el doncel a media voz, como recatandose
llena y embellece todos los instantes de mi existencia, y á fuer-

za de dedicar mis pensamientos á la beldad que adoro, he lle-

gado á identificar mis afectos con los suyos hasta el extremo

de que si ella me aborreciera, yo me aborrecería.


aun de la soledad del bosque;-mi amor es un sentimiento tan
—Mucho amor es ese, Grijalva;—dijo Cortés gravemente,
grande y tan santo; de tal modo embarga todo miser, y absor-
be todas las aspiraciones de mi alma, que solamente de el qui-
mirando á su compañero con profunda atencion.

—Tanto, Don Hernando, que el dia que llegara á faltarme,

me faltaría el calor, la luz y la vida;—repuso con ardorosa

animacion el jóven; — y nada en el mundo tendría valor


siera hablar, a todas horas y en todas partes. De el vivo; el
para mí.
llena y embellece todos los instantes de mi existencia, y a fuer-
—¿Ni las riquezas? ¿Ni la gloria?—preguntó Cortés.

—Ni la gloria, ni las riquezas;—contestó Grijalva.—Solo ese


za de dedicar mis pensamientos a la beldad que adoro, he lle-
amor puede estimularme á desearlas, y á hacer grandes cosas

gado a identificar mis afectos con los suyos hasta el extremo


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para adquirirlas.

—Pero ¿sois correspondido?

de que si ella me aborreciera, yo me aborreceria.


—Sí por cierto; y ese es mi orgullo!

-Mucho amor es ese, Grijalva;-dijo Cortes gravernente,


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—¿Os pesará completar vuestra confidencia, y decirme el

nombre de vuestra amada?

—Quisiera decirlo á voces, pero no me es permitido; que


miran·do a su compafiero con profunda atencion.
soy pobre y no sé cuándo podré unirme á ella ante los altares.

A vos, pues, Don Hernando, en toda confianza, os diré que mi


-Tanto, Don Hernando, que el dia que llegara a faltarme,
cielo, mi luz, mi ídolo tiene por nombre.... María de Cuéllar.
me faltaria el calor, la luz y la vida;-repuso con ardorosa
animacion el j6ven; - y nada en el mundo tendria valor
—Hermosísima es, á fé mia!—dijo Cortés con entusiasmo;

para mi.
-(Ni las riquezas? (Ni la gloria?-pregunt6 Cortes.
-Ni la gloria, ni las riquezas;-contesto Grijalva.-Solo ese
amor puede estimularme a desearlas, ya hacer grandes cosas
para adquirirlas.
-Pero (sois correspondido?
-S~ por cierto; y ese es mi orgullo!
-lOs pesara -completar vuestra confidencia, y decirme el
nombre de vuestra amada?
-Quisiera decirlo a voces, pero no me es permitido; que
soy pobre y nose cuando podre unirme a ella ante los altares .
A vos, pues, Don Hernando, en toda confianza, os dire que mi
cielo, mi luz, mi idolo tiene por nombre .... Maria de Cuellar.
-Hermosisima es, a fe mia!-dijo Cortes con entusiasmo;

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142 LEYENDA IDSTORICA

142 LEYENDA HISTÓRICA.


-y os felicito por vuestra dicha en poseer el corazon de tan
peregrina criatura.
—y os felicito por vuestra dicha en poseer el corazon de tan

peregrina criatura.

En esta conversacion siguieron los dos jinetes entretenidos

hasta hallarse en las calles de la ciudad, seguidos á corta dis-


En esta conversacion siguieron los dos jinetes entret"enidos
tancia del escudero que les habia servido de guia en su poco
hasta hallarse en las calles de la ciudad, seguidos a corta dis-
tan::ia del escudero que les habia servido de guia en su poco
afortunada excursion.

Se acercaba la noche cuando pasaron por la plaza princi-

pal, en direccion á la posada de Cortés: en su camino casi tro-

pezaron con tres sujetos bien vestidos, que saludaron á los dos
afortunada excursion:
caballeros. Reconocieron éstos á Pedro de Mojica, acompaña-

Se acercaba la noche cuando pasaron por la plaza princi-


pal, en direccion a la posada de Cortes: en su camino casi tro-
do de García de Aguilar y Gonzalo de Guzman, hidalgos los

dos de la primera nobleza de España; ámbos jóvenes de gallar-

da figura y distinguidas prendas morales. Cortés se encaró

con Mojica y le dijo entre adusto y chancero:


pezaron con tres sujetos bien vestidos, que saludaron a los dos
—Ea! contemplad vuestra obra; reios de nosotros; pero os

caballeros. Reconocieron estos a Pedro de Mojica, acompafia-


aconsejo que no repitais la gracia, si en algo estimais vuestras

hermosas orejas. do de Garcia de Aguilar y Gonzalo de Guzman, hidalgos los


dos de la primera nobleza de Es_p>afia; ambos j6venes de gallar-
—No os entiendo, Don Hernando,—respondió Mojica con

alguna inquietud.—No creo que mis pobres orejas os hayan

hecho ningun desaguisado.

—Nó; ¿eh? Cuidadlas, Mojica; os lo repito!


da figura y distinguidas prendas morales. Cortes se encar6
Don García de Aguilar intervino en esta sazon, diciendo á
con Mojica y le dijo entre adusto y chancero:
-Ea! contemplad vuestra obra; reios de nosotros; pero os
Grijalva:

—Te aguardaba impaciente: anda á desmontarte, y sin tar-

danza te espero en mi alojamiento: tengo que comunicarte co-

~consejo que no repitais la gracia, si en algo estimais vuestras


sas de mucho interés para tí.

El tono misterioso en que pronunció Aguilar estas palabras


hermosas orejas.
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hizo extremecer instintivamente á Grijalva. Espoleó su caba-

llo, seguido de Cortés, á quien se volvió á poco andar para


-No os entiendo, Don Hernando,-respondi6 Mojica con
decirle: .

alguna inquietud.-No creo que mis pobres orejas os hayan


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—Presiento alguna mala noticia. No he nacido con buen

sino, Don Hernando!

hecho ningun desaguisado .


-N6; (eh? Cuidadlas, Mojica; os lo repito!
Don Garcia de Aguilar intervino en esta sazon, diciendo a
Grijalva:
-Te aguardaba impaciente: anda a desmontarte, y sin tar-
danza te espero en mi alojamiento: tengo que comunicarte co-
sas de mucho interes para ti.
El tono misterioso en que pronunci6 Aguilar estas palabras
hizo extremecer instintivamente a Grijalva. Espole6 SU caba-
llo, seguido de Cortes, a quien se volvi6 a poco andar para
decirle: .
-Presiento alguna mala noticia. No he nacido con buen
sino_, Don Hernando!

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/I
ENRIQUILLO 143
ENEIQUILLO 143

VII

La sospecha.

Salió el buen Tamayo muy gozoso á recibir á Enrique al

portal del monasterio. Aun no habia entrado Don Bartolomé


VII
de las Casas, por quien se apresuró á preguntar el jóven

cacique.

—Temí que no volveríais más al convento, Enriquillo. ¿Cómo

La sospecha.
os ha ido de visita y paseo?—exclamó Tamayo.

Sali6 el buen Tamayo muy gozoso a recibir a Enrique al


—Bien y mal,—contestó con algun desabrimiento Enrique.

—¿Cómo puede ser eso?

—Te haces pesado, amigo Tamayo! Déjame llegar á cum-

plir mis deberes con los padres, que tiempo quedará para que
portal del _monasterio. Aun no habia entrado Don Bartolome
hablemos de todo lo que quieras. Toma esa caja y entra con-

de las Casas, por quien se apresur6 a preguntar el j6ven


migo: la llevarémos al padre Prior, ya que él es tan bueno para

nosotros: Don Bartolomé ha de alabarme la accion; estoy de


cacique.
ello seguro! Amigo,—dijo volviéndose al mozo indio que de ór-

den del criado de la Virreina le habia precedido llevando la caja


-Temi que no volveriais mas al convento, Enriquillo. (C6mo
de golosinas;—siento no tener que daros.... Ah, sí! Mira, Tama-

os ha ido de visita y paseo?-exclam6 Tamayo.


yo, de aquellos dineros que te di á guardar el otro dia, regalo

de mi padrino Don Diego, tráeme para este buen amigo la -Bien y mal,-contest6 con algun desabrimiento Enrique.
mitad.

—Oh! nó, señor Enrique; no tomaré de vos nada: yo nací


-(C6mo puede ser eso?
en el Bahoruco, y vos sois mi señor. Adiós!—Y el mozo se fué

á todo andar. Enrique hizo un movimiento de sorpresa, y lue-


-Te haces pesado, amigo Tamayo! Dejame llegar a cum-
go, tras una breve pausa dijo en voz baja: Su señor! Nó; no plir mis deberes con los padres, que tiempo quedara para que
hablemos de todo lo que quieras. Toma esa caja y entra con-
quiero ser señor de nadie; pero tampoco siervo: ¿qué viene á
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ser un paje....?—agregó con gesto desdeñoso.

Y se entró en el convento seguido de Tamayo, dando mues-

tras de estar más tranquilo y sereno, desde que la vista de su


migo: la llevaremos al padre Prior, ya que el es tan bueno para
nosotros: Don Bartolome ha de alabarme la accion; estoy de
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alojamiento habitual borró las impresiones desagradables de

ello segurol Amigo,-dijo volviendose al mozo indio que de 6r-


su primera excursion á la Fortaleza.

Vió al padre Prior que tomaba el fresco en la espaciosa

huerta del monasterio: fuése á él, le besó la mano con respe-

s
den del criado de la Virreina le habia precedido llevando la caja
de golosinas;-siento no tener que daros .... Ah, si! Mira, Tama-
yo, de aquellos dineros que te di a guardar el otro dia, regalo
de mi padrino Don Diego, traeme para este buen amigo la
mitad.
-Oh! n6, senor Enrique; no tomare de vos nada: yo naci \
en el Bahoruco, y vos sois mi senor. Adi6s!-Y el mozo se fue
a todo andar. Enrique hizo un movimiento de sorpresa, y lue-
go, tras una breve pausa dijo en voz baja: Su sefior! N6; no ll
quiero s~er senor de nadie; pero t~mpoco siervo: (que viene a ~
ser un paje .... ?-agreg6 con gesto desde_i'ioso.
Y se entr6 en el convento seguido de .Tamayo, dando mues-
tras de estar mas tranquilo y ser'eno, desde que la vista de su
alojamiento habitual borr6 las impresiones desagradables de
su primera excursion a la Fortaleza.
\7i6 al padre Prior que tomaba el fresco en la espaciosa
huerta del monasterio: fuese a el, le bes6 la mano con respe-

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·o,91tized by Goog e PRINCETON UNIVERSITY
144 LEYENDA HIST6RICA

144 LEYENDA HISTÓRICA

tuoso comedimiento, y el buen religioso le recibió muy com-


tuoso ·Comedimiento, y el buen religioso le recibi6 muy com-
placido; pero no quiso aceptar el obsequio que le presentaba

placido; pero no quiso aceptar el obsequio que le presentaba


Enrique.

—Guarda eso para tí y para mi amigo el señor Licenciado; Enrique.


pero no dejes de compartir tus golosinas con los otros mucha-

chos del convento; y sobre todo, cómelas con moderacion, pues


-Guarda eso para ti y para mi amigo el sefior Licenciado;
pudieran hacerte daño, y te volverían las calenturas.

—Estoy de desgracia con vuestra merced, padre;—replicó


pero no dejes de compartir tus golosinas con los otros mucha-
visiblemente picado Enrique:—desairais mi regalo, y luego me chos del convento; y sobre todo, c6melas con moderacion, pues
pudieran hacerte dafio, y te volverian las calenturas.
amonestáis para que no sea egoísta ni coma mucho. Siento que

vuestra merced tenga tan mala opinion de mí.

—Nó, hijo mío; no pienso mal de tí: ahora es cuando echo

de ver que eres un poquillo soberbio: ten cuidado con la sober-


-Estoy de desgracia con vuestra merced. padre;-replic6
bia, muchacho, que empaña el brillo de todas las virtudes.
visiblemente picado Enrique:-desairais mi regalo, y luego me
amonestais para que no sea egoista ni coma mucho. Sien toque
—Vuestra bendicion, padre.

—El Señor te conduzca, hijo mio.

Y el cacique se retiró al departamento donde estaba su dor-

mitorio y el de Tamayo, contiguo á la celda que ocupaba el


vuestra merced tenga tan mala opinion de mi.
Licenciado las Casas.

-N6, hijo mio; no pienso mal de ti: ahora es cuando echo


—Este Fray Antonio—iba diciendo entre dientes el jóven,—

es muy santo y muy bueno; pero sale con un sermon cuando


de ver que eres un poquillo soberbio: ten cuidado con la sober-
ménos viene á cuento, y se desvive por hallar que reprender

en los demás. ¡Paciencia, Enrique, paciencia! Acuérdate de los


bia, muchacho, que empafia el brillo de todas las virtudes.
consejos del señor las Casas! Este sí que es hombre justo, y

-Vuestra bendicion, padre.


que sabe tratar á cada cual como merece! ¿Qué sería de mí si

me faltara su sombra? ¡Dios no lo permita! -El Senor te conduzca, hijo mio.


Y el cacique se retir6 al departamento donde estaba su dor-
Llegó á su cuarto, y entabló con su fiel Tamayo una larga
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y animada conversacion, cuyo tema principal fué Mencía. En-

rique estaba muy entusiasmado con la idea de ir todos los dias

de fiesta á visitar á su prima; y ofreció á su interlocutor que


mitorio y el de Tamayo, contiguo a la celda que ocupaba el
Licenciado las Casas.
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procuraría con empeño el permiso de ser acompañado por él,

-Este Fray Antonio-iba diciendo entre dientes el j6ven,-


á fin de que tuviera tambien la satisfaccion de ver á la niña, á

quien Tamayo tenia grande amor, como á todo lo que le recor-

daba á Anacaona, Guaroa é Higuemota; de quiénes, como de

Enrique, tenia mucho empeño en ser considerado como pa-


es muy santo y muy bueno; pero sale con un sermon cuando
riente, y acaso lo fuera en realidad; llegando á acreditarlo en
menos viene a cuento, y se desvive por hallar que reprender
todo el convento á fuerza de repetirlo.

en los demas. jPaciencia, Enrique, paciencia! Acuerdate de los


consejos del sefior las Casas! Este si que es hombre justo, y
que sabe tratar a cada cual como merece! (Que seria de mi si
me faltara su sombra? 1Dios no lo permita!
Lleg6 a su cuarto, y entabl6 con su fiel Tamayo una larga
y animada conversacion, cuyo tema principal fue Mencia. En-
rique estaba muy entusiasmado con la idea de ir todos los dias
de fiesta a visitar a SU prima; y ofreci6 a SU interlocutor que
procuraria co.n empefio el permiso de ser acompafiado por el,
a fin de que tuviera tambien la satisfaccion de ver a la nifia, a
quien Tamayo tenia grande amor, como a todo lo que le recor-
daba a Anacaona, Guaroa e Higuemota; de quienes, como de
Enrique, tenia mucho empefio en ser considerado como pa-
riente, y acaso lo fuera en realidad; llegando a acreditarlo en
todo el convento a fuerza de repetirlo.

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ENRIQUILLO 145
ENRIQUILLO 145

;-]
-Y que otra cosa os agrade en la Fortaleza, Enrique?-
y/

—Y qué otra cosa os agradó en la Fortaleza, Enrique?—


pregunt6 Tamayo en el curso de la conversacion.
preguntó Tamayo en el curso de la conversacion. -Me agrad6 mucho la Virreina al principio, pero despues ....
-(Que sucedi6?-volvi0 a preguntar Tamayo.
—Me agradó mucho la Virreina al principio, pero despues....

—¿Qué sucedió?—volvió á preguntar Tamayo.

—Nada, hombre; nada!—respondió Enrique con impacien-

cia.—Lo que me disgustó fué ver en el camino, cerca de la


-Nada, hombre; nadal-respondi6 Enrique con impacien-
Fortaleza, muchos pobres indios que cargaban materiales y
cia.-Lo que me disgust6 fue ver en el camino, cerca de la
Fortaleza, muchos pobres indios que cargaban materiales y
batían mezcla para las grandes casas que se están constru-

yendo, y los mayorales que para hacerlos andar aprisa solian

golpearlos con las varas.

—De poco os alteráis, Enrique!—dijo Tamayo con voz y


batian mezcla para la~ grandes casas que se estan constru-
gesto sombríos.—Acostumbrad, si podeis, los ojos á esas co-

yendo, y los mayorales que para hacerlos andar aprisa solian


sas, ó no viviréis tranquilo.

—Eso no podrá ser, Tamayo;—contestó Enrique.—Miéntras


golpearlos con las varas.
los de mi nacion sean maltratados, la tristeza habitará aquí

concluyó tocándose el pecho.


-De poco os alterais, Enrique!-dijo Tamayo con voz y
En este punto del coloquio la noche cerraba, y sus sombras

gesto sombrios.-Acostumbrad, si podeis, los ojos a esas co-

l
cubrían gradualmente el espacio, disipando los últimos arre-

boles de la tarde: la campana mayor de la Iglesia del monas- sas, 6 no vivireis tranquilo.
-Eso no podra ser, Tamayo;-contest6 Enrique'. -Mientras
terio resonaba con grave y pausado son, dando el solemne

toque de oraciones: Enrique y Tamayo se dirijieron al corre-

dor ó dilatado cláustro á que correspondía su dormitorio, y

allí encontraron congregada una parte de la comunidad. El


los de mi nacion sean maltratados, la tristeza habitara aqui ;-
Licenciado las Casas acababa de llegar, y repetía con los reli-
concluy6 tocandose el pecho.
En este punto del coloquio la noche cerraba, y sus sombras
giosos devotamente la salutacion angélica.
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Terminado el rezo, las Casas tomó á Enrique de la mano

y comenzó á pasearse á lo largo de la extensa galería.

—¿Estás contento, Enrique?—fueron las primeras palabras


cubrian gradualmente el espac~o, disipando los liltimos arre-
boles de la tarde: la campana mayor de la Iglesia del monas-
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que salieron de los lábios del Licenciado: esta era su pregunta

habitual siempre que llegaba á platicar con Enriquillo.

El jóven respondió, como lo habia hecho á Tamayo:—Sí y


terio resonaba con grave y pausado son, dando el solemne
nó, señor las Casas.

—No te trataron bien?


toque de oraciones: Enrique y Tamayo se dirijieron al corre-
—Mejor de lo que podia yo esperar, señor.

dor 6 dilatado claustro a que correspondia su dormitorfo, y


—Pues ¿por qué me dices que no estás del todo contento,

muchacho?
alli encontraron congregada una parte de la comunidad. El
—No os debo ocultar el motivo, y mi mayor deseo era decí-

y
Licenciado las Casas acababa de llegar, y repetia con los reli-
10

giosos devotamente la salutacion angelica.


Terminado el rezo, las Casas tom6 a Enrique de la mano
y comenz6 a pasearse a lo largo de la extensa galeria.
-(Estas contento, Enrique?-fueron las primeras palabras
q ue salieron de los labios del Licenciado: esta era su pregunta
habitual siempre que llegaba a platicar con Enriquillo.
El j6ven respondi6, como lo habia hecho a Tamayo:-Si y
n6, sen.or las Casas.
-No t e trataron bien?
1

...:...Mejor de lo que podia yo esperar, sefior.


-Pues (por que me dices que no estas del todo contento,
muchacho?
-No os debo ocultar el motivo , y mi mayor deseo era deci-
10 ./
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146 LEYENDA HIST6RICA

146 LEYENDA HISTÓRICA

roslo: yo estaba contentísimo con ver á mi prima; con la aco-


roslo: yo estaba contentisimo con ver a mi prima; con la aco-
jida que los señores Virreyes me dispensaron; y sobre todo, con

jida que los senor.es Virreyes me dispensaron; y sobre todo, con


la bondad de la Virreina, que lleg6 a parecerme, mas que una
la bondad de la Virreina, que llegó á parecerme, más que una

persona de este mundo, una santa virgen, un ángel de los cie-

los, cuando la vi tan buena y tan cariñosa, tratando á la po-

brecita Mencía como si fuera hija suya; pero á tiempo que más
persona de este mundo, una santa virgen, un angel de los cie-
embelesado me hallaba y más olvidado de mis penas, aquella

los, cuando.la vi tan buena y tan carinosa, tratando a la po-


.brecita Mencia c0mo si fuera hija suya; pero a tiempo que mas
gran señora me dirijió estas palabras, que me dejaron frio, y

me llenaron de pesadumbre:—«¿Quieres quedarte á vivir aquí,

y ser paje de nuestra casa?»—No recuerdo en qué términos le

respondí; pero le dije que nó, y desde aquel momento, no sé


embelesado me hallaba y mas olvidado de mis penas, aquella
por qué, todo me pareció triste y odioso en aquel rico alcázar.

—Y ¿por qué te hizo tanta impresion la pregunta bien in-


gran senora me diriji6 estas palabras, que me dejaron frio, y
tencionada de la Virreina?—preguntó las Casas, que examina- me llenaron de pesadumbre:-«(Quieres quedarte a vivir aqui,
y ser paje de nuestra casa?»-No recuerdo en que terminos le
ba con ahincada atencion el semblante de Enrique.

—Proponerme ser paje!—contestó el jóven.—¡Servir como

un criado; llevar con reverencia la cola de un vestido; aproxi-

mar y retirar sitiales y taburetes! Estos son los oficios que yo


respondi; pero le dije que n6, y desde aquel momento, no se
he visto hacer en aquella casa á los que se llaman pajes; y los
por que, todo me pareci6 triste y odioso en aquel rico alcazar.
que no creo propios de ninguno que sepa traer una espada.

Las Casas movió la cabeza con aire pesaroso, al oir el dis-


- Y (por que te hizo tanta impresion la pregunta bien in-
curso de su protejido.

—Volverémos á tratar de eso—le dijo;—y ahora cuéntame:


tencionada de la Virreina?-pregunt6 las Casas, que examina-
¿cómo recibió la Virreina tu negativa, muchacho?

ba con ahincada atencion el semblante de Enrique.


—Con la mayor bondad del mundo: se rió de mi respuesta,

y no volvió á hablar más del asunto. -Proponerme ser paje!-contest6 el joven.-jServir como
—Pues de qué estás quejoso?

un criado; llevar con reverencia la cola de un vestido; aproxi-


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—Ya me habia olvidado de la proposicion de ser paje, y

conversaba distraído en el jardín con Mencía, cuando un cria-

mar y retirar sitiales y taburetesl Estos son los oficios que yo


he visto hacer en aquella casa a los que se Haman pajes; y los
do, un tal Santa Cruz, me fué á llamar en nombre de la señora
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Virreina: fui corriendo, deseoso de complacerla, y me quedé sin

que no creo propios de ninguno que sepa traer una espada.


saber de mí, oyendo que tan noble señora me ordenaba mentir.

—Mentir! ¿Qué estás diciendo, Enrique? Ten cuenta conti-

go, que me parece imposible eso que cuentas!

—A mí me parecía tambien estar soñando; pero por mi des-


Las Casas movio la cabeza con aire pesaroso, al oir el dis-
dicha nada era más cierto: la Virreina me ordenó que entrega-
curso de su protejido.
-Volveremos a tratar de eso-le dijo;-y ahora cuentame:
ra un papel, escrito por ella, á mi padrino Don Diego Velaz-

(c6mo recibio la Virreina tu negativa, muchacho? .


-Con la mayor bondad del mundo: se ri6 de mi respuesta,
y no volvi6 a hablar mas del asunto.
-Pues de que estas quejoso?
-Ya me habia olvidado de la proposicion de ser paje, y
conversaba distraido en el jardin con Mencia, cuando un cria·
do, un tal Santa Cruz, me fue a llamar en nombre de la senora
Virreina: fui corriendo, deseoso de complacerla, y me quede sin
saber de mi, oyendo que tan noble sefiora me ordenaba mentir.
-Mentirl (Que estas diciendo, Enrique? Ten cuenta conti·
go, que me parece imposible eso que cuentas!
-A mi me parecia tambien estar sofiando; pero por mi des·
dicha nada era mas cierto: la Virreina me orden6 que entrega·
ra un papel, escrito por ella, a mi padrino Don Diego VeUiz·

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.'
LEYENDA HIST6RICA 147

quez, recomendandome le dijera que ese papel se lo enviaba


y/

LEYENDA HISTÓRICA 147

quez, recomendándome le dijera que ese papel se lo enviaba

Doña María de Cuéllar.


Dona Maria de Cuellar.
—Poco, á poco, muchacho!—exclamó las Casas sorprendi-
-Poco, a poco, muchacho!-exclam6 las Casas sorprendi-
do de lo que acababa de oir.-Baja la voz, y sigue diciendome
do de lo que acababa de oir.—Baja la voz, y sigue diciéndome

todo lo que te aconteció en la visita.

El jóven narró todos los sucesos y accidentes de la tarde,

concernientes á su persona, con naturalidad y franqueza. Aca-


todo lo que te aconteci6 en la visita.
bado de enterar las Casas, discurrió por el cláustro con plan-

El j6ven narr6 todos los sucesos y accidentes de la tarde,


ta inquieta, yendo y viniendo por espacio de tres ó cuatro

minutos, presa de visible agitacion, y al cabo exclamó como


concernientes a su persona, con naturalidad y franqueza. Aca-
hablando consigo mismo:—¡Esto no debe ser lo que parece;

no puedo creer nada malo de esa noble señora! Mañana acla-


bado de enterar las Casas, discurri6 por el claustro con plan-
raré este misterio.—Y se retiró á la espaciosa celda que le

ta inquieta, yendo y viniendo por espacio de tres 6 cuatro


servia de aposento.

VIII minutos, presa de visible agitacion, y al cabo exclam6 como


hablando consigo mismo:- i Esto no de be ser lo que parece;
El aviso.

Juan de Grijalva, despues de haberse despedido de Cortés,

se dirijió á su casa á todo el correr de su brioso y veloz caba-

llo, y desmontándose á la puerta, dejó las riendas del bruto en


no puedo creer nada malo de esa noble sefioral Mafiana acla-
manos del criado indio que salió á recibirlo; padeciéndole al
rare este misterio.-Y se retir6 a la espaciosa celda que le
servia de aposento .
mancebo siglos los minutos que empleaba en mudarse la ropa,

con objeto de ir á conferenciar con su amigo Don García.

Los dos jóvenes caballeros tenian gran conformidad en su

carácter y sus inclinaciones; y así, se amaban como hermanos,

haciendo comunes sus penas y alegrías. Don Gonzalo de Guz-

man, que aunque de alguna más edad que ámbos, tenia su


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misma índole noble y generosa, se acompañaba de ellos con

frecuencia, y Mojica habia procurado trabar amistad con aque-


VIII
llos tres brillantes y cumplidos caballeros, obedeciendo tal vez ¡
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á esa ley tan misteriosa como artística, de los contrastes, es-!

tablecida por la sábia naturaleza en sus múltiples combinacio- El aviso.


nes de luz y sombra, de armonías y discordancias, en todos los

Juan de Grijalva, despues de haberse despedido de Cortes,


aspectos del ser, corpóreo ó de razon; cuando no fuera guiado

se diriji6 a su casa a todo el correr de su brioso y veloz caba-


llo, y desmontandose a la puerta, dej6 las riendas del bruto en
manos del criado indio que sali6 a recibirlo; pareciendole al
mancebo siglos los minutos que empleaba en mudarse Ja ropa,
con objeto de ir a conferenciar con su amigo Don Garcia .
Los dos j6venes caballeros tenian gran conformidad en su
caracter y sus inclinaciones; y asi, se amaban como herma nos,
haciendo comunes sus penas y a legrias. Don Gonzalo de Guz-
man, que aunque de a lg un a m as edad que ambos, tenia su
misma indole n oble y generosa, se acompafi.aba de ellos con
frecuencia, y Mojica habia procurado trabar amistad con aque- ·,
Bos tres brillantes y cumplidos caballeros, obedeciendo tal vez l
a esa ley tan misteriosa como artistica, de los contrastes, es- \
~able~idaporla sibia naturaleza en sus multiples combinacio-
n es de1uz y sombra, de armonias y discordancias, en todos los
aspectos del ser, corp6reo 6 de razon; cuando no fuera guiado

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148 LEYENDA HIST6RICA

148 LE VENDA HISTÓRICA

*
por el i_!lst_i!lJO _positivista y especulador que inspiraba todas
I por el instinto positivista y especulador que inspiraba todas
sus accioiies, y que en las ciITunstancias del momento le im-
ponia la necesidad de asestar sus mortales tiros a la pasion de
sus acciones, y que en las circunstancias del momento le im-

ponia la necesidad de asestar sus mortales tiros á la pasion de

Grijalva, de un modo indirecto, al par que certero.

Y este era, como se verá muy pronto, su objeto real y efec-


Grijalva, de un modo indirecto. al par que certero.
tivo; el fin que se proponia al entablar relaciones de amistad

Y este era, como se veni muy pronto, su objeto real y efec-


con los tres jóvenes caballeros; entre los cuales hacia el defor-

me hidalgo la misma figura que un dromedario en medio de


tivo; el fin que se proponia al entablar relaciones de amistad
tres ágiles y gallardos corceles de batalla.

En aquella sociedad estaba seguro de tocar, cuándo y cómo


con los tres j6venes caballeros; entre los cuales hacia el defoc-
quisiera, las fibras del corazon de Grijalva, haciéndolas vibrar

me hidalgo la misma figura que un dromedario en medio de


á su antojo, como si fueran las dóciles cuerdas de su vihuela

morisca. Y así fué que, interesado en hacer llegar á los oidos tres agiles y gallardos corceles de batalla.
del enamorado jóven la noticia de su desgracia, acudió á la

plaza principal, que era el punto en que habitualmente daban


En aquella sociedad estaba seguro de tocar, cuando y c6mo
su paseo de la tarde los dos amigos íntimos de Grijalva; y á

vuelta de las generalidades de costumbre, les dijo:


quisiera, las fibras del corazon de Grijalva, haciendolas vibrar
—Voy á participaros una interesante nueva: os recomiendo
a su antojo, co mo si fueran las d6ciles cuerdas de su vihuela
morisca. Y asi fue que, interesado en hacer llegar a los oidos
el secreto, porque se me ha comunicado por parte interesada,

en toda confianza.

—Descorred los velos del misterio, Mojica, y contad con

nuestra discrecion;—contestó Guzman.


del enamorado j6ven la noticia de su desgrac:ia, acudi6 a la
—Pues sabed que el teniente gobernador Diego Velázquez
plaza principal, que era el punto en que habitualmente daban
su paseo de la tarde los dos amigos intimos de Grijalva; y a
se casa con Doña María, la hija de Don Cristóbal de Cuéllar.

—Qué decís!—exclamó con sorpresa García de Aguilar.

—Lo cierto,—continuó Mojica;—hoy por la mañana ha ob-

vuelta de las generalidades de costumbre, les dijo:


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tenido la solemne promesa, hecha por el Contador, de que la

bella María será suya.

-Voy a participaros una interesante nueva: os recomiendo


—Y ella?—dijo vivamente Don García.—¿Consiente María

el secreto, porque se me ha comunicado por parte interesada,


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de Cuéllar en ese enlace?

—¡Vaya si consiente!—respondió con su sonrisa, feroz, á

fuerza de ser sarcástica, el confidente de Velázquez.—¿Creéis


en toda confianza.
posible que un hombre tan rico y galan, con las demas buenas

-Descorred los velos del misterio, Mojica, y contad con


partes que adornan al teniente Gobernador, sea partido des-

preciable para ninguna dama? nuestra discrecion;-contest6 Guzman.


-Pues sabed que el teniente gobernador Diego Velazquez
—Con todo eso,—repuso Don García—no creo que María

acepte ese brillante partido.

se casa con Dona Maria, la hija de Don Crist6bal de Cuellar.


-Que decis!-exclam6 con sorpresa Garcia de Aguilar.
-Lo cierto,-continu6 Mojica;-hoy por la mafiana ha ob-
tenido la solemne promesa, hecha por el Contador, de que la
bella Maria sera suya.
-Y ella? - dijo vivamente Don Garcia.-(Consiente Maria
de Cuellar en ese enlace?
-jVaya si consiente!-respondi6 con su sonrisa, feroz, a
fuerza de ser sarcastica, el confidente de Velazquez.-(Creeis
posible que un hombre tan rico y galan, con las demas buenas
partes que adornan al teniente Gobernador, sea partido des-
preciable para ninguna dama?
-Con todo eso,-repuso Don Garcia-no creo que Maria
acepte ese brillante partido.

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E~RIQl:LLLO
.
149
ENRIQOLLO 149

-No lo creeis, eh?-replic6 Mojica en tono ir6nico y socar-


ron. -Pues yo se mas todavia; y es que esta misma noche, a
—No lo creeis, eh?—replicó Mojica en tono irónico y socar-

ron.—Pues yo sé más todavía; y es que esta misma noche, á

las nueve, los prometidos novios tendran una entrevista inti-


las nueve, los prometidos novios tendrán una entrevista ínti-

ma en el jardin de la Fortaleza.

— ¡Mentís, infame Mojica!—dijo fuera de sí Don García.—

¡Eso no puede ser!


ma en el jardin de la Fortaleza.
Gonzalo de Guzman contuvo el impetuoso movimiento con
-1Mentis, infame Mojica!-dijo fuera de si Don Garcia.-
iEso no puede ser!
que su amigo acompañó estas palabras, y dirijiéndose á Mojica

le dijo con voz alterada, aunque reprimida por un evidente

esfuerzo de moderacion.

— Lo que decís es muy grave, señor hidalgo; y si no lo pro-


Gonzalo de Guzman contuvo el impetuoso movimiento con
bais plenamente, seréis tratado por mí como un vil impostor.
que su amigo acompan6 estas palabras, y dirijiendose a Mojica
—Id á las nueve á observar con cautela quiénes llegan á

ocupar los escaños del jardín;—contestó tranquila y pausada-


le dijo con voz alterada, aunque reprimida por un evidente
mente Mojica,—y creeréis al testimonio de'vuestra propia vista.

En este instante fué cuando Cortés y Grijalva aparecieron


esfuerzo de moderacion.
á caballo, apostrofando el primero á Mojica, y anunciando

-Loque decis es muy grave, senor hidalgo; y si no lo pro-


García de Aguilar al segundo su comunicacion interesante,

en los términos que hemos relatado á pocas páginas atrás. bais plenamente, sereis tratado por mi como un vil impostor.
Aguilar se despidió inmediatamente de su compañero, y se

fué á su casa deseoso de hablar con Grijalva. Este apénas se


-Id a las nueve a observar con cautela quienes Hegan a
hizo esperar diez minutos, pues tenia casi la certeza de que

iba á saber algo concerniente á su adorada María; por ser


ocupar los escaf'ios del jardin;-contesto tranquila y pausada-
aquel el amigo predilecto con quien se complacía diariamente mente Mojica,-y creereis al testimonio de·vuestra propia vista.
En este instante fue cuando Cortes y Grijalva aparecieron
en desahogar su corazon, hablando sin embozo del objeto de

su puro amor. \

Don García le refirió en pocas palabras lo que Mojica habia

a caballo, apostrofando el primero a Mojica, y anunciando


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revelado á él y á Guzman respecto de Velázquez y Doña Ma-

ría de Cuéllar. Cuando acabó de enterar á su amigo de aquella


Garcia de Aguilar al segundo su comunicacion interesante,
en los terminos que hemos relatado a pocas pag-inas atras.
gran novedad, observó en él que una palidez mortal cubría su
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rostro, y el cárdeno matiz que cercaba sus ojos daba á toda su

fisonomía una expresion de espanto y de dolor. Por buen espa-

cio guardó silencio.


Aguilar se despidi6 inmediatamente de su compaf'iero, y se
—No puedo creer que mi desventura sea tanta;—balbuceó
fue a su casa deseoso de hablar con Grijalva. Este apenas se
al fin Grijalva haciendo un esfuerzo para desembargar sus

lábios;—pero veré por mí mismo la verdad.


hizo esperar diez minutos, pues tenia casi la certeza de que
Su amigo le preguntó con vivo interés:

y
iba a saber algo concerniente a su adorada Maria; por ser
aquel el amigo predilecto con quien se complacia diariamente
en desahogar su corazon, hablando sin em bozo del objeto de
su puro am or.
Don Garcia le refirio en pocas palabras lo que Mojica habia
revelado a el y a Guzman respecto de Velazquez y Dona Ma-
ria de Cuellar. Cuando acab6 de enterar a su amigo de aquella
gran novedad, observe en el que una palidez mortal cubria su
rostro, y el cardeno matiz que cercaba s us ojos daba a toda su
fisonomia una expresion de espanto y de dolor. Po_r bu en espa-
cio guard6 silencio.
-No puedo creer que mi desventura sea tanta;-balbuce6
al fin Grijalva haciendo un esfuerzo para desembargar sus
labios;-pero vere por mi mismo la verdad.
Su amigo le pregunt6 con vivo interes :

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/
.
150 LEYENDA HIST6RICA
150 LEYENDA HISTÓRICA

—¿Qué piensas hacer?—Y Grijalva contestó:


-lQue piensas hacer?-Y Grijalva contest6:
—Iré al jardin, poco ántes de la hora indicada: conozco

perfectamente aquel recinto: sus ángulos estan decorados con


-Ire al jardin, poco antes de la hora indicada: conozco
espesas enredaderas á propósito para que al través de sus ver-
perfectamente aquel recinto: sus angulos estan decorados con
espesas enredaderas a prop6sito para que al tra ves de sus ver-
des festones puedan uno ó dos hombres observar, sin ser vis-

tos, cuanto pase en el jardin. Voy, contra mi gusto y mi ca-

rácter, á rebajarme hasta el papel de espía; pero se trata de

una prueba decisiva para mi suerte futura; de la dicha ó la


des festones puedan uno 6 dos hombres observar, sin ser vis-
desgracia de toda mi vida, y debo saber la verdad, cualquiera
tos, cuanto pase en el jardin. Voy, contra mi gusto y mi ca-
racter, a rebajarme hasta el papel de espia; pero se trata de
que ella sea, para morir de pena ó castigar de muerte al im-

postor, segun lo exija el resultado.

—Te acompañaré, Grijalva,—dijo Don García tristemente;

—pero mucho me temo que aquel Mojica nos haya dicho la


una prueba decisiva para mi suerte futura; de la dicha 6 la
verdad.

desgracia-Oe toda mi vida, y debo saber la verdad, cualquiera


—Oh, Aguilar! No estoy yo, á fé mia, exento de temor; pero

la duda me está haciendo ahora más daño que puede hacerme


que ella sea, para morir de pena 6 castigar de muerte al im-
el adquirir la certidumbre de mi desdicha. En mi situacion,

morir vale mejor que dudar.


postor, segun lo exija el resultado.
—Y ¿qué harás si nuestros recelos se justifican en mal hora?

-Te acompafiare, Grijalva,-dijo Don Garcia tristemente;


—En ese caso,—dijo el jóven con profundo abatimiento,—

no sé lo que haré, pero de ningun modo pienso entregarme á -pero mucho me temo que aquel l\Jojica nos haya dicho la
verdad.
indignos arrebatos. Solo que se trate de violentar la voluntad

de María la defenderé contra el mundo entero.

—Bien, Grijalva; yo estaré á tu lado en todo caso;—dijo

aun más conmovido el generoso Aguilar.—Si tuvieres necesi-


-Oh, Aguilar! No estoy yo, a fe mia, exento de temor; pero
dad de un brazo y una espada, me tendrás dispuesto á todo
la duda me esta haciendo ahora mas daiio que puede hacerme
el adquirir la certidumbre de mi desdicha. En mi situacion,
por tí; pero creo, como tú, que lo más digno y heróico será
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vencerte á tí mismo, si María falta á la lealtad que te debe,

—No la culpes ni la acuses, Aguilar,—replicó vivamente

Grijalva.—Si llego á ver mi desgracia, la falta será mia, que


morir vale mejor que dudar.
-Y lque haras si nuestros recelos se justifican en mal hora?
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no merezco ser dichoso; y debo resignarme á los decretos del

-En ese caso,-dijo el j6ven con profundo abatirniento,-


destino: si ella no me ama ya, debo atribuirlo á que el cielo

no me hizo amable, ni digno del tesoro de su amor. ¡Nó, amigo

mio! Yo no quiero ver culpa en esa criatura, que es luz y norte

de toda mi existencia; y ántes cesará de latir mi corazon que


no se lo que hare, pero de ningun modo pie~so entregarme a
condenarla porque deje de amarme á mí, y ame á otro.
indignos arrebatos. Solo que se trate de violentar la voluntad
—¡Eso es delirar, amigo Don Juan!—dijo Aguilar mirando

de Maria la defendere contra el mundo entero.


-Bien, Grijalva; yo estare a tu lado en todo caso;-dijo
aun mas conmovido el generoso Aguilar .-Si tuvieres necesi-
dad de un brazo y una espada, me tendras dispuesto a todo
por ti; pero creo, como tu, que lo mas digno y her6ico sen\
vencerte a ti mismo, si Maria falta a la lealtad que te debe .
-No la culpes ni la acuses, Aguilar,-replic6 vivamente
Grijalva.-Si llego a ver mi desgracia, la falta sera mia, que
no merezco ser dicboso; y debo resignarme a los decretos del
destino: si ella no me ama ya, debo atribuirlo a que el cielo
no me hizo amable, ni digno del tesoro de su amor. iN6, amigo
mio! Yo no quiero ver culpa en esa criatura, que es luz y norte
de toda mi existencia; y antes cesara de latir mi corazon que
condenarla porque deje de a rnarme a mi, y arne a otro.
-iEso es delirar, amigo Don Juan!-dijo Aguilar rnirando

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E NRIQUILLO 151
ENRIQUILLO 151

severamente a su amigo:-Lo que dices no tiene sentido co-


severamente á su amigo:—Lo que dices no tiene sentido co-

mun. No creo que debas enfurecerte ni hacer extremos de


mun. No creo que debas enfurecerte ni hacer extremos de
celoso por la versatilidad de tu dama; pero vería con mucho

pesar que le celebraras la gracia; porque eso tambien sería


celoso por la versatilidad de tu dama; pero veria con mucho
indigno de tí.

pesar que le celebraras la gracia; porque eso tambien seria


—No me comprendes, Aguilar, y lo siento;—respondió con

amargura Grijalva.—Sería preciso que amaras como yo amo


indigno de ti.
para comprenderme. Pero, ¡si no fuera cierto el aviso de ese

Mojica! Si fuera una infame calumnia!.... Ah! creo que nos


-No me comprendes, Aguilar, y lo siento;-respondi6 con
hemos dejado llevar demasiado léjos por la facilidad de creer

el mal: siendo así, ¡qué mayor prueba de que no merezco el


amargura Grijalva.-Seria preciso que amaras como yo amo
amor de aquel ángel!
para comprenderme. Pero, jsi no fuera cierto el aviso de ese
Mojica! Si fuera una in fame calumnia!. ... Ah! creo que nos
—Bueno es que lleguemos á verlo, amigo mio,—insistió Don

García.—No abandones tu propósito de templanza á todo even-

to, y vamos á las nueve al jardín.

—Sí por cierto! Pero entre tanto, no atreviéndome á ver el


hemos dejado llevar demasiado lejos por la f acilidad de creer
rostro peregrino de la que ya vacilo en llamar mi amor, no
el mal: siendo asi, jque mayor prueba de que no merezco el
amor de aquel angel!
iré al salon de los Virreyes esta noche, y hasta las nueve, las

tres horas que faltan me van á parecer una eternidad!

—Quédate á cenar conmigo, Grijalva. En verdad, que he

debido pensar ántes en que no habrás comido desde esta maña-


-Bueno es que lleguemos a verlo, amigo mio,-insisti6 Don
na; á ménos que lo hicieras con Cortés en el campo.

Garcia.-No abandones tu prop6sito de templanza a todo even-


to, y vamos a las nueve al jardin.
—Nó, á fé mia; pero no me hace falta. Ni podría tomar un

bocado, segun la inquietud que me acongoja. ¡Oh, mi buen Agui-

lar, soy un cobarde, y voy á sucumbir en esta prueba!

Y el pobre jó ven, perdiendo toda la serenidad que á costa de


-Si por cierto! Pero entre tanto, no atreviendome aver el
grande esfuerzo venia aparentando, dió espansión á su dolor, y

rostro peregrino c;le la que ya vacilo en llam.a r mi amor, no


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se arrojó convulso en los brazos de su afectuoso amigo.

IX ire al salon de los Virreyes esta noche, y hasta las nueve, las
tres horas que faltan me van a parecer una eternidad!
Nube de verano.
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Otro diálogo interesante, casi al mismo tiempo que los refe-

ridos de Enrique con el padre prior de los franciscanos, y de

Grijalva con García de Aguilar, sostenia la candorosa y bené-


-Quedate a cenar conmigo, Grijalva. En verdad, que he
vola María de Toledo con el Almirante su esposo.
debido pensar antes en que no habras comido desde esta mana-
na; a menos que lo hicieras con Cortes en el campo.
-N6, a fe mia; pero no me hace falta. Ni podria tomar un
bocado, segun la inquietud que me acongoja. jOh, mi buen Agui-
lar, soy un cobarde, y voy a sucumbir en esta prueba!
Y el pobre j6ven, perdiendo toda la serenidad que a costade
grande esfuerzo venia aparentando, di6 espansi6n a su dolor, y
se arroj6 convulso en los brazos de su afectuoso amigo.

IX

Nube de verano.
Otro dialogo interesante, casi al mismo tiempo que los refe-
ridos de Enrique con el padre prior de los franciscanos, y de
Grijalva con Garcia de Aguilar, sostenia la candorosa y bene-
vo].a Maria de Toledo con el Almirante su esposo.

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152 LEYE~DA HIST6RICA

152 - LEYENDA HISTÓRICA


Dominada por el anhelo de salvar a su angustiada amiga y
Dominada por el anhelo de salvar á su angustiada amiga y

de enjugar el llanto, cuyo tibio rocío habia impregnado su com-


de enjugar el llanto, cuyo tibio rocio habia impregnado su com-
pasivo seno, la noble Virreina no pudo advertir que habia entra-
pasivo seno, la nople Virreina no pudo advertir que habia entra-
do desde sus primeros pasos encaminados a aquel fin, en un de-
do desde sus primeros pasos encaminados á aquel fin, en un de-

rrotero falso, en el que iba comprometiendo imprudentemente

el propio decoro y olvidando los miramientos de su rango; lije-

reza muy disculpable en ella, si se atiende á su inexperiencia,


rn;>tero falso, en el que iba comprometiendo imprudentemente
y á la generosidad del móvil á que obedecía.

el propio decoro y olvidando los miramientos de su rango; lije·


Diego Colon prestó atento oido á la narracion que le hizo su

esposa, enterándole del conflicto en que estaba María de Cué- reza muy disculpable en ella, si se atiende a su inexperiencia,
llar, y de la diligencia que ella, la Virreina, habia juzgado opor-

tuna para evitar la desgracia de su amiga.


ya la generosidad del m6vil a que obedecia .
Contaba la Virreina con la plena aprobacion de su marido, á

quien habia hallado siempre complaciente y propicio á todas


. Diego Colon prest6 atento oido a la narracion que le hizo su
sus voluntades, pronto á acatar como imperiosas leyes sus más esposa, enterandole del conflicto en que estaba Maria de Cue-
llar, y de la ctiligencia que ella, la Virreina, habia juzgado opor-
insignificantes deseos; por lo que fué extraordinaria su sorpre-

sa al ver que el Almirante, una vez enterado de todo, la miraba

con sañudo semblante, y le dirijia, trémulo de ira, estas duras

palabras:
tuna para evitar la desgracia de su amiga. ·
—No os reconozco, señora, en esa accion inconsiderada; y
Contaba la Virreina con la plena aprobacion de su marido, a
quien habia hallado siempre complaciente y propicio a todas
loca creo que debeis estar, cuando habeis llegado á comprome-

ter vuestra dignidad y vuestra fama en una intriga de seme-

jante naturaleza, haciéndoos protectora de agenos amoríos.

¡Cómo! ¡Una cita en nuestra casa! ¡Y vos habeis escrito de


sus voluntades, pronto a acatar como imperiosas leyes sus mas
vuestra mano el papel en que se convida á un hombre, que nos

insignificantes deseos; por lo que 'fue extraordinaria su sorpre-


debe obediencia y respeto, á que venga en son de inferir una

ofensa á nuestra honra! ¿Y me habeis creido bastante débil é


sa al ver que el Almirante, una vez enterado de tod.o, la miraba
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inepto, para autorizar cosas tales....?

La pobre señora, abrumada bajo el peso de tan severos re-


con sanudo semblante, y le dirijia, tremulo de ira, est~s duras
proches, aturdida por la inesperada acojida que hallaban sus

palabras.:
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inocentes propósitos, no acertaba á justificarse, ni sabia lo que

le pasaba. Era la primera vez que veia nublarse el cielo de su -No os reconozco, senora, en esa accion inconsiderada; y
loca creo que debeis estar, cuando habeis llegado a com·prome-
conyugal amor. Las lágrimas acudieron en tropel á sus hermo-

sos ojos, y cubriéndose el rostro con las manos, exclamó:

—¡Diego! ¡jamás pude creerte tan cruel é injusto conmigo!

Mi yerro ha sido grande, sin duda, pero no merezco tan terri-


ter vuestra dignidad y vuestra fama en una intriga de seme·
ble pena
jante naturaleza, haciendoos protectora de agenos amorios.
jC6mo! jUna cita en nuestra casa! iY vos habeis escrito de
vuestra mano el papel en que se convida a un hombre, que nos
debe obediencia y respeto, a que venga en son de inferir una
ofensa a nuestra honra! ~y me habeis creido bastante debil e
inepto, para autorizar cosas tales .... ?
La pobre senora, abrumaa'a bajo el peso de tan severos re-
proches, aturdida por la Jnesperada acojida que hallaban sus
inocentes prop6sitos, no acertaba A justificarse, ni sabia lo que
le pasaba. Era la primera vez que veia nublarse el cielo de su
conyugal amor. Las lagrimas acudieron en tropel a sus hermo-
sos ojos, y cubriendose el rostro con las manos, exclam6:
-jOiego! ijamas pude creerte tan cruel e injusto conmigo!
Mi yerro ha sido grande, sin duda, pero no merezco tan terri·
ble pena .....

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ENRIQ"CILLO 153
E.VRIQL'ILLO 153

Toda la ira de Diego Colon se desvaneció tan pronto como


Toda la ira de Diego Colon se desvaneci6 tan pronto como
hirió su oido el timbre melodioso de aquella voz trémula y casi

apagada por el llanto. Acudió vivamente á tomar ámbas manos


hiri6 su oido el timbre melodioso de aquella voz trernula y casi
á su esposa, y por una transicion rápida del enojo á la ternura, a pagada por el llan to. A cudi6 vi vamen tea tomar am bas ma nos
la atrajo hácia su pecho diciéndole con solícito afan:

—¡ Ah, perdona, bien mio! No he tenido tiempo de reflexionar


a SU esposa, y por Una transicion rapida del enojo a la ternura,
lo que te he dicho. He debido comprender que de tu parte no

podia haber sino santas y puras intenciones, que han equivoca-


la atrajo hacia su pecho diciendole con solicito a fan:
do el camino por falta de experiencia. ¡Culpa en tí? ¡Imposible,
-jAh, perdona, bien rniol No he tenido tiempo de reflexionar
lo que te he dicho. He debido comprender que de tu parte no
luz de mis ojos! Has sido un tanto imprudente, y nada más: tra-

temos de remediar el yerro.

Tranquilizada con este blando lenguaje', María de Toledo

convirtió sus pensamientos al interés principal de complacer á


podia haber sino santas y purasintenciones, que han equivoca-
su amado esposo, procurando borrar, con su docilidad y asen-
do el camino por falta de experiencia. jCulpa en ti? jlmposible,
luz de mis ojos! Has sido un tanto imprudente, y nada mas: tra·
timiento absoluto á todas las observaciones y reflexiones del

Almirante, hasta el recuerdo de la momentánea borrasca que

acababa de pasar.

Ella no sabia sentir á medias, nifriamente; y como sucede á


temos de remedi~r el yerro.
todos los carácteres apasionados é impresionables, los puntos de

Tranquilizada con este blando lenguaje·, Maria de Toledo


con virti6 sus pensamientos al interes principal de com placer a
vista del asunto que la preocupaba habian cambiado para ella

radicalmente, desde que el severo razonamiento del Almirante

habia sofrenado los ímpetus de su generosidad. Entregada á la

abnegacion de la amistad, incapaz de cálculo como de egoísmo,


su amado esposo, procurando borrar, con su docilitlad y asen-
la Virreina se habia olvidado de sí, por pensar demasiado en

la aflicción de su amiga. Don Diego Colon, procediendo fun-


timiento absoluto a todas las observaciones y refiexiones del
dadamente como hombre celoso de su honra y del buen órden Almirante, hasta el recuerdo de Ja momentanea borrasca que
acababa de pasar .
de su casa, evocó rudamente los respetos personales de que no
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habia hecho cuenta su inexperta esposa, y convencida ésta de

la razon y justicia con que era censurada su inadvertencia, su

principal deseo fué ya expiarla á costa de cualquier sacrificio.


Ella no sabia sentir a medias, ni friamente; y como sucede a
todos los caracteres apasionados e impresionables, los puntos de
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—¿Qué debo hacer, querido esposo, para enmendar mi dis-

vista del asunto que la preocupaba habian cambiado para ella


parate?—decia con cariñosa insistencia á Don Diego.

—Déjame reflexionar un poco;—respondió el Almirante.—

Yo, como tú, desearía encaminar las cosas de esa pobre María

de Cuéllar por el sendero de su más cumplida satisfaccion y fe-


radicalmente, desde que el severo razonamiento del Almirante
licidad; pero poner en juego para conseguirlo la dignidad de tu
habia sofrenado los impetus de SU generosidad. Entregada a la
nombre y tu persona; eso nó. En semejante alternativa, prime

abnegacion de la amistad, incapaz de calculo como de egoismo,


la Virreina se habia olvidado de si, por pensar demasiado en
la aflicci6n de su amiga. Don Diego Colon, procediendo fun-
dadamente como hombre celoso de su honra y del buen 6rden
de su casa, evoc6 rudamente los respetos personales de que no
habia hecho cuenta su ine~perta esposa, y convencida esta de
la razon y justicia con que era censurada su inadvertencia, su
principal deseo fue ya ex piarla a cos ta de Gualquier. s acrificio.
- (Que debo hacer, querido esposo, para enmendar mi dis-
parate?-decia con carinosa insistencia a Don Diego.
-Dejame refiexionar un poco ;-res pondi6 el Almirante.-
Yo, como tu, desearia encaminar las cosas de esa pobre Maria
de Cuellar por el sendero de su mas cumplida satisfaccion y fe-
licidad; pero poner en juego para conseg uirlo la dignidad de tu
nombre y tu persona ; eso n6. E n semeja nte alterna tiva , prime ·

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. . ' "':!Jl. ..•

154 LEYENDA HIST6RICA

154 LEYENDA HISTÓRICA

ro tti q ue nadie; y que Dios ayude a la prometida de Velazquez,


^w.

ro tú que nadie; y que Dios ayude á la prometida de Velázquez, si nosotros no podemos ayudarla.
si nosotros no podemos ayudarla.

—Pero ¿crées tú que no podamos hacer nada por la pobre-


-Pero (Crees tti que no podamos hacer nada por la pobre-
cita? ¡Ay, Diego! Si á mí me hubieran querido casar con otro

que no fuera tú
cita? jAy, Diego! Si a mi me hubieran querido casar con otro
—Acaso habrías accedido á ello sin pena, María. Siempre que no fuera tti .....
-Acaso habrias accedido a ello sin pena, Maria. Siempre
le queda á uno esa mortificacion en el pensamiento, cuando las

relaciones amorosas se entablan prévio el paterno permiso.

—¡Ingrato! ¿A qué viene eso ahora? Bien sabes que mi cora-

zon no ha conocido otro amor que el tuyo.


le queda a uno esa mortificacion en el pensamiento, cuando las
El Almirante besó riendo la frente casta y serena de su es-
relaciones amorosas se entablan previo el paterno permiso.
-jlngrato! (A que viene eso ahora? Bien sabes que mi cora-
posa, por toda contestacion.

—¿Qué será de la pobre María de Cuéllar, Diego, si la aban-

donamos á su suerte? No olvidemos este punto,—volvió á decir

la Virreina.
zon no ha conocido otro amor que el tuyo.
—Harémos por ella lo que se pueda, contestó el Almirante.

El Almirante bes6 rierido la frente casta y serenade su es-


—En primer lugar, es indispensable que Diego Velázquez nos

devuelva el papel escrito de tu mano que tiene en su poder; y


posa, por toda contestacion .
de eso me encargo yo. Despues, es necesario ganar tiempo, para

ver de conseguir que el matrimonio no llegue á realizarse, sin


-(Que sera de la pobre Maria de Cuellar, Diego, si la aban-
que Velázquez pueda quejarse de desaire ó negativa. Es un

hombre cuya amistad necesito conservar á todo trance: el poder


donamos a su suerte? No olvidemos este punto,-volvi6 a decir
tiene esta clase de exijencias; y no es la ménos punzante de sus la Virreina .
-Haremos por ella lo que se pueda, contest6 el Almirante.
espinas esta obligacion de finjir afectos y encubrir sentimien-

tos, á que se vé constreñido un hombre franco y leal, consti-

tuido én autoridad pública. Conformémonos por ahora con que

-En primer lugar, es indispensable que Diego Velazquez nos


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el matrimonio se fije á un año de plazo; lo que no creo que Ve-

lázquez repugne, si su misma prometida novia le escribe en ese


devuel va el papel escrito de tu mano que tiene en su poder; y
de eso me en cargo yo. Despues, es necesario ganar tiempo, para
sentido, dejándole creer que no hallará otros obstáculos á sus
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aspiraciones. Esta es la parte que á tí te corresponde; es decir:

hacer que tu jóven amiga escriba de su mano esas cuatro líneas

que me traerás sin tardanza. El tiempo urge; la noche está


ver de conseguir que el matrimonio no llegue a realizarse, sin
cercana, y tengo que adoptar otras disposiciones. Hasta luego.

que Velazquez pueda quejarse de desaire 6 negativa. Es un


hombre cuya amistad necesito conservar a todo trance: elpoder
Y el Almirante volvió á imprimir otro beso en la tersa fren-

te de María de Toledo, que se retiró pensando en la mejor forma

de cumplir el encargo de su esposo, á quien quería dejar com-

pletamente satisfecho.
tiene esta clase de exijencias; y no es la menos punzante de sus
espinas esta obligacion de -fiiijir afectos y encubrir sentimien-
tos, a que se ve constrefiido uii hombre franco y- Ieal, consti-
tuido en autoridad ptiblica. Con.formemonos por ahora con que
el matrimonio se fije a un afio de plazo; to que no creo que Ve·
lazquez repugne. si su misma prom~tida no via le escribe en ese
sentido, dejandole creer que no hallara otros obstaculos a sus
aspiraciones . Esta es la parte que a ti te corresponde; es decir:
hacer que tu j6ven amiga escriba de su mano esas cuatro lineas
que me traera~ sin tardanza . El tiempo urge; la noche esta
cercana , y tengo que adoptar otras disposiciones. Basta luego.
Y el Almirante vol vi6 a imprimir otro beso en la tersa fren-
te de Maria de Toledo, que se retir6 pensando en la mejorforma
de cumptir el encargo de su esposo , a quien queria dejar com-
pletamente satisfecho .

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E NRIQUILLO 155
ENRIQUILLO 155

Golpe mortal.

Los caballeros acreditaron su puntualidad, y apénas se ex-

tinguió en los aires la última vibracion de la campana que ta-

x
ñia las nueve desde la almenada torre de la Fortaleza, cuando

entraron en el jardin, por la puerta que daba al Ozama, Diego


..
Golpe mortal.
Velázquez y su inseparable Pedro de Mojica, envueltos ámbos

en sendas capas conforme á la usanza de aquel tiempo. Diri-

jiéronse sin precaucion ni rodeos al punto céntrico del recinto;

una especie de templete ó cenador, circundado de arbustos odo-

ríferos y de vasos de arcilla primorosamente labrados, que


Los caballeros acreditaron SU puntualidad, y apenas se ex-
tambien contenian plantas aromáticas y flores de Europa, con-

ting-ui6 en los aires la ultima vibracion de la Campana que ta-


servadas á fuerza de esmerado cultivo. Dos escaños de piedra

uno frente al otro, se destacaban en mitad del circuito, alum- iiia las nueve desde la almenada torre de la Fortaleza, cuando
entraron en el jardin, por la puerta que daba al Ozama, Diego
brado por seis ú ocho fanales cuya luz se difundía débilmente

por los espacios del jardin, dejándolos sumidos en esa semi-os-

curidad que expone el sentido de la vista á todos los extravíos

Velazquez y SU inseparable Pedro de Mo)ica, 'e nvueltos ambos


en sendas capas conforme a la usanza de aquel tiempo. Diri-
de las apariencias fantásticas.

Mojica habia dicho á Diego Velázquez, á punto de salir con

jieronse sin p!"ecaucion ni rodeos al punto centrico del recinto;


éste acompañándole desde su alojamiento: «Grijalva no faltará

á la cita.» Y al entrar en el jardin de la Fortaleza, abarcando

con su mirada perspicaz todos los ámbitos de aquel espacio,

volvió á decir en voz baja á su patrono: «Grijalva está en su


una especie de templete .6 cenador, circundado de arbustos odo-
puesto.»
riferos y de vasos de arcilla primorosamente labrados, que
—¿Y cuál es su puesto?—le preguntó Velázquez en el mismo

tono.
tambien contenian plantas aromaticas y flores de Europa, con-
—Aquel rincon oscuro que está en direccion de nuestra iz-

servadas a fuerza de esmerado cu1tivo. Dos escafios de piedra


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quierda. Mirad con disimulo, ¡vive Dios! que si nó, lo echais

todo á perder.

uno frente al otro, se destacaban ·en mitad del circuito, alum-


—Está bien;—dijo Velázquez sentándose con tranquilidad.

brado por seis u ocho fanales cuya luz se difundia debilmente


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Mojica, que siguió escudriñando, volvió á decir:

—Grijalva no está solo: le acompaña sin duda algun amigo.

Voy á tratar de acercármeles para observarlos mejor.


par los espacios del jardin, dejaridolos sumidos en esa semi-os-
curidad que expone el sentido de la vista a todos los extra vios
de las apariencias fantasticas.
Mojica habia dicho a Diego Velazquez, a punto de salir con
este acompafiandole desde su alojamiento: «Grijalva no faltara
a la cita.» Y al entrar en el jardin de la Fortaleza, abarcando
con su rnirada perspicaz todos los ambitos de aquel espacio,
volvi6 a deci'r en voz baja a su patrono: «Grijalva esta en su
puesto.»
-(Y cuc"tl es su puesto?- le pregunt6 Velazquez en el mismo
tono .
-Aquel rincon oscuro que esta en direccion de nuestra iz-
quierda: Mirad con disimulo-, jvive Dios! que si n6, lo echais
to do a perder. .
-Esta bien;-dijo Velazquez sentandose con tranquilidad.
Mojica, que sigui6 escudrifiando, volvi6 a decir:
-Grijalva no esta solo: le acompafia sin duda algun amigy .
Voy a tratar de acercarmeles para observarlos mejor.

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156 LEYEXDA HISTORICA

156 LEYENDA HISTÓRICA

Y se retiró.
Y se retir6.
Apénas quedó solo Velázquez en el centro del jardín, cuando
Apenas qued6 solo Velazquez en el centro del jardin, cuando
una puerta de la Fortaleza que le quedaba casi al frente se abri6
una puerta de la Fortaleza que le quedaba casi al frente se abrió

con violencia, y apareció en su dintel, alumbrado por dos pajes

con antorchas, el Almirante Don Diego: al mismo tiempo entra-

ron por la puerta que daba á la marina hasta ocho guardasjar-


con violencia, y apareci6 en su din tel, alumbrado por dos pajes
mados de relucientes partesanas, que se colocaron en correcta
con antorchas, el Almirante Don Diego: al mismo tiempo entra-
ron por la puerta que daba a la marina hasta ocho guardasiar-
formacion delante de dicha puerta, como cubriéndola para im-

pedir el paso á los que intentaran salir de aquel recinto.

Diego Colon se adelantó con desembarazo, sin precipitacion

ni recelo, hácia el lugar que ocupaba Velázquez. Este se puso


mados de relucientes partesanas, que se colocaron en correcta
en pié, y trató de encubrir con su actitud respetuosa y el ade-
formacion delante de dicha puerta, como cubriendola para im-
pedir el paso a los que intentaran salir de aquel recinto.
man cortés con que se quitó el sombrero, la turbacion que re-

pentinamente habia embargado su ánimo al percibir al dueño

de la casa.

Diego Colon se adelant6 con desembarazo, sin precipitacion


ni rec~lo, hacia el lugar que ocupaba Velazquez. Este se puso
—Buenas noches, señor Don Diego Velázquez;—dijo el Al-

mirante con la mayor naturalidad.—A estas horas no es lo más

sano el aire que corre en este vergel.

—Señor, contestó afectando tranquilidad Velázquez;—no he en pie, y trat6 de encubrir con su actitud respetuosa y el ade-
venido meramente por tomar el fresco, sino á cumplir con un

llamamiento que no podía desatender.


man cortes con que se quit6 el sombrero , la turbacion que re·
—¿Y no teneis inconveniente en [decirme quién os llamó á

este sitio y en tal hora?—preguntó Diego Colon, dejando tras-


pentinamente habia embargado su animo al percibir al duefio
lucir alguna ironia en su acento.
de la casa.
-Buenas noches, senor Don Diego Velazquez;-dijo el Al·
—Ningun inconveniente, — respondió Velázquez, — puede

haber para mí tratándose de satisfacer la justa curiosidad de

vuestra señoría. Mi prometida, Doña María de Cuéllar, me es-

mirante con la mayor naturalidad.-A estas horas no es lo mas


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cribió que tenia que comunicarme algo importante; y yo he ve-

nido sin reserva ni misterio de ninguna especie; porque, habien-


sano el aire q ue corre en este vergel.
-Senor, contest6 afectando tranquilidad Velazquez;-no he
do recibido los plácemes de vuestra señoría por mi concertado
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enlace, no he creido faltar al respeto que os tributo, con obede-

cer la indicacion de mi prometida esposa. De otra suerte jamás

hubiera puesto los piés en este recinto, que por ser vuestro es
venido meramente por tomar el fresco, sino a cumplir con un
un santuario para mí.

llamamiento que no podia desatender.


decirme quien os llam6 a
—Don Diego,—dijo gravemente el Almirante,—sincero sois,

y esto me place. Sabia todo lo que me habeis dicho, y es exac-


-~Y no teneis incon veniente en C
to. He aquí mi mano; ahora tengo interés en trocar ese papel,

/
este sitio y en tal hora?-pregunt6 Diego Colon, dejando tras-
lucir alguna ironia en su acento.
-Ningun inconveniente, - respondi6 Velazquez, - puede
haber para mi tratandose de satisfacer la justa curiosidad de
v uestra senoria. Mi prometida, Dona Maria de Cuellar, me es-
cribi6 que tenia que comunicarme algo importante; y yo he ve-
nido sin reserva nimisterio de ninguna es pecie; porque, habien·
do recibido los placemes de v.uestra s·e noria por mi concertado
enlace, no he creido faltar al respeto que os tributo, con obede-
cer la indicacion de mi prometida esposa. De otra suerte jamas
hubiera puesto los pies en este recinto , que por ser vuestro es
un santuario para mi.
-Don Diego,-dijo gravemente el Almirante,-sincero sois,
y esto me place. Sabia todo lo que me habeis dicho, y es exac-
to. He aqui mi ma no ; ahora tengo interes en trocar ese papel,

-.. D a t1zed by G 0 e Original from


PRINCETON UNIVERSITY
I
ENRIQUILLO 1-57
ENRIQUILLO 157

que recibisteis esta tarde conteniendo el llamamiento á este


que recibisteis esta tarde conteniendo el llamamiento a este
sitio, por el billete que aquí os presento, que contiene la expre-

sitio, por el billete que aqui os presento, que contiene la expre·


sion de los deseos de vuestra prometida, y la excusa de no poder

venir personalmente á recibiros.


sion de los deseos de vuestra prometida, y la excusa de no poder
Diego Velázquez vaciló un tanto: le sorprendía verá todo

un potentado como el Almirante y Gobernador de la colonia


venir personalmente a recibiros.
tan avenido á desempeñar un papel nada airoso por cierto, ni

Diego Velazquez vacil6 un tanto: le sorprendia ver a todo


digno de su persona.

'
—¿Dudais, Don Diego?—añadió el Almirante con alguna un potentado como el Almirante y Gobernador de la colonia
severidad.

—No dudo nada de vos, señor,—respondió Velázquez —


tan avenido a desempefiar un papel nada airoso por cierto, ni
Estoy solamente confundido por vuestra bondad.

— Ella es efecto de la alta estimacion en que os tengo, Veláz-


digno de su persona .
quez. Otro cualquiera no hubiera entrado impunemente aquí - (Dudais, Don Diego?--aiiadi6 el Almirante con alguna
severidad.
como vos lo habeis hecho; con sana intencion, sin duda, pero

incurriendo, como vuestra prometida, en un grave yerro al

efectuar esta cita.—Por este mismo incidente y por la amistad

con que os distingo á vos, y mi esposa distingue á María de


-No dudo nada de vos, sefior,-respondi6 Velazquez -
Cuéllar, tengo mayor interés en que la boda quede concertada,
Es toy solamente confundido por vuestra bondad.
-Ella esefecto de la altaestimacionenqueos tengo, Velaz-
si bien diferida por algun tiempo; y esto es precisamente lo que

os dice la novia en este billete que yo, el Almirante Goberna-

dor, pongo en vuestras manos.

Velázquez tomó el papel sin saber si debia objetar algo ó


quez. Otro cualquiera no hubiera entrado impunemente aqui
dar las gracias; y Diego Colon dijo sonriendo:
como vos lo habeis hecho; con sana intencion, sin duda, pero
—Advertid que es cambio y no dádiva: devolvedme el otro

de esta tarde.
incurriendo, como vuestra prometida, en un grave yerr.o al
—Señor, yo yo quisiera quelo dejárais en mi poder hasta

efectuar esta cita.-Por este mismo incidente y por la atnistad


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mañana,—replicó Velázquez.

—De ningun modo, amigo mio: seamos buenos amigos, como

con que os distingo a vos, y mi esposa distingue a Maria de


yo lo deseo y os conviene;—dijo el Almirante en tono enérgico

Cuellar, tengo mayor interes en que la boda quede concertada,


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y resuelto.—Dadme ese papel, pues que ganais en el cambio:

si persistís en negármelo, yo lo habré de tomar sobre vuestro

cadáver.
si bien diferida por algun tiempo; y esto es precisamente lo que
—Señor,—dijo Velázquez con altivez; —la amenaza es el

os dice la novia en este billete que yo, el Almirante Goberna-


único medio que podríais emplear para ser desobedecido, por

quién, como yo, se honra con ser vuestro. dor, pongo en vuestras manos.
Velazquez tom6 el papel sin saber si debi~ objetar algo 6
—Oid, Velázquez; ofrecí á María de Cuéllar llevarle ese

dar las gracias; y Diego Colon dijo sonriendo:


-Advertid que es cambio y no dadiva: devolvedme el otro
de est a tarde.
-Senor, yo ..... yo quisiera que lo dejarais en mi pod er hasta
mafiana,-replic6 Velazquez.
-Deningunmodo, amigomio: seamos buenos amigos, como
yo lo deseo y os conviene;-dijo .el Almirante en tono energico
y resuelto.-Dad~e ese papel, pues que ganais en el cambio:
sf persistis en negarmelo, yo lo ha bre de t omar sobre vuestro
cadaver.
-Seiior,- dijo Velazquez con altivez;-la amenaza es el
unico medio que podriais emplear para ser desobedecido, por
quien, como y o , se honra con ser vuestro.
-Oid, Velazquez; ofreci a Maria de Cuellar llevarle e!3e

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158 LEYENDA HISTORIC\.
158 LEYENDA HISTÓRICA

papel, en señal de haberos entregado el de ahora. No se trata ·papel, en sen.al de baberos entreg-ado el de ahora. No se trata
de sorprender ningun secreto, pues que yo sé que el tal billete

solo contiene sobre poco más ó ménos estas palabras: ¡ea! me-
-de ~orprender ningun .Secreto, pues que yo se que el tal .biUete
moria, ayúdame

«Conviene que oigais explicaciones mias sobre asunto que


solo ~ontiene sobre·poco nias 6 menos estas pala-bras: jea! ·nie-
toca á vuestra dicha...'o ¿Es eso, Don Diego?—preguntó el Al-
moria, ayudame..... ~
mirante interrumpiéndose. •*•• '.'•

—Sí, señor; adelante;—contestó Velázquez.


. , «Conviene que oi"gais expUcaciones mias sobre ~asunto .que
Puesprosigo: «por tratarse de vuestra comenzada empresa.

Esta noche os aguardo en el jardin, por la puerta que dá al


:t.oca;d vuestra dicha... .. )> (Es eso, Don Diego?-p1~egunt6 el Al-
rio...h ¿Es esto?—volvió á preguntar Diego Colon. ''
;mirante interrumpie,ndose.
-Si, senor; ade1ante;-contest6 Velazquez.
—Sí, señor;—dijo sonriendo Velázquez,—con muy poca dife-

rencia. Tiene Vueseñoría felicísima memoria; y en premio,

aquí está el papel que deseais. ¿Qué puedo yo negaros? - '

' ' Diego Colon se acercó á la luz del más próximo farol, des-
Puesprosigo: «por tratarse de vuestra.comensada·empresa.
dobló el papel, y á un somero exámen de la letra reconoció que
Esta noche os aguardo en el Jardin, por la puerta que dd ·al
rio ... )J (Es esto?-volv.i6 a preguntar Diego Colon.
era la prenda que deseaba rescatar. Tendió, pues, complacido

lá diestra á Velázquez diciéndole:

. . —Podeis retiraros seguro de que no teneis mejor amigo que

yo: os lo probaré muy pronto. Adiós!


-Si, ·Sefior;-dijo sonriendo Velazquez,-con muy poca.dife-
Y el Almirante se volvió con sus dos pajes por donde mismo

reneia.· Tiene Vuesenoria felicisima· memoria; y en premio,


habia hecho su entrada en el jardín. Los soldados de la puerta

del rio. desfilaron silenciosamente, dejando el paso franco; y :a:qui esta el papel que deseais. (Que puedo yo riegaros? . ··
Mojica abandonó la penumbra donde estaba medio oculto, y

acudió á reunirse con Velázquez, diciendo:


, · Diego Colon se acerc6 a la luz del mas pr6ximo farol, des-
, —Vámonos, señor, cuanto ántes: buen susto he tenido! pero

es una fortuna que el Almirante sea tan bonachon.


:dobl6 e~ papel, ya un somero examen de la letra reconoci6 que
:er.a Ia·prenda·que deseaba rescatar. Tendi6, pues, complacido
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— •' íós hemos lucido!—le contestó Velázquez apesarado.-^

·la: diestra a Velazquez diciendole:


¿Cr-eis que Grijalva habrá oido...?

. — Supongo que sí,—replicó Mojica, porque hablábais sin pre-

.. -Podeis retiraros seguro de que no teneis mejor amigo que


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caucion, y yo por mi parte lo oí todo: no sé si será privilegio

de mis grandes orejas. i

—Podrá ser;—dijo maquinalmente Velázquez, dirijiéndose


yo: os lo probare muy pronto. Adi6s!
- . Y el Almirante se volvi6 con sus dos pajespordondemismo
á la puerta. . .

Pero ántes de salir del redondel en que se hallaban, se les

presentó bruscamente Grijalva, á quien juzgaban interesado

en no dejarse ver de ellos. Velázquez llevó la mano á la empu-


.habia heeho su entrada en el jardin. Los soldados de Ja puerta
del ,rin desfilaron. · silericiosamente, dejando el paso franco; . y
Mojica abandon6 la penumbra donde e~taba medio oculto, "y
acudi0 a reunirse eon Velazquez, diciendo:
, -Va.monos, sefior, cuan to antes: bu en susto he tenido! ~per-0
.es una fortuna que el Almirante sea tan bonachon.
- · · Ios hemos lucido!-le contest6 Velazquez apesarado.~
lCr _ds que Grijalva habra oido ... ?
· " · ....:..supongo que.si,-replic6 Mojica, porque ·habh\bais sin pre.-
:c aucion, y yo por mi parte lo oi todo: nose si sera. privile·gio
.de mis ·grandes orejas. ..
-Podra ser;- dijo maquinalmente Velazquez, dirijiendose
:a la puerta .
Pero" antes de salir del redondel en que se hallaban, se · les
present6 bruscamente Grijalva, a quien juzgaban i~t.er-esado
en no dejarse ver de ellos. Velazquez llev6 la mano a la empu-

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S
El billete fatal
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El billete fatal
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b

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;
ENRIQUILLO 159
ENRIQUILLO 159

ñadura de su espada, sorprendido con la repentina aparicion


nadura de su espada, sorprendido con la repentina aparicion
de su rival.
de su rival.
—Escuchad, Don Diego,—le dijo Grijalva conteniéndole con

el ademan;—no se trata de eso.—¿Sabiais que yo amaba á Doña


-Escuchad, Don Diego,-le dijo Grijalva conteniendole con
María de Cuéllar?

—No por cierto, jóven,—respondio Velázquez.- Me puse en


el ademan;-no se trata de eso.-(Sabiais que yo amaba a Ooi'ia
actitud de defenderme porque no os reconocí al presentaros de

Maria de Cuellar?
repente

—Pues bien,—replicó Grijalva:—sabed que yo amaba á esa -No por cierto, j6ven,-respondio Velazquez.- Me puse en
~ctitud de defenderme porque no os reconoci al presentaros de
dama; y os lo digo con esta sinceridad para tener derecho á ser

creido en lo que voy á añadir: si ese papel que os ha entregado

el Almirante, y cuya sustancia os ha referido segun lo escuché

desde aquel rincon, dice efectivamente lo que el Almirante os


repente .....
ha dicho, yo os ofrezco solemnemente, no solo dejar de ser
-Pues bien,-replic6 Grijalva:-sabed que yo amaba a esa
dama; y os lo digo con esta sinceridad para tener derecho a ser
vuestro rival, sino serviros con mi persona, con mi espada y

con mi aliento, como vuestro más obligado deudo. ¿Consentís

en mostrármelo?

Irresoluto Velázquez volvióla vista á Mojica, que, compren-


creido en lo que voy a ai'iadir: si ese papel que os ha entregado
diendo que le pedía consejo, fué en su auxilio con estas pala-

el Almirante, y cuya sustancia os ha referido segun lo escuche


bras:

—Creo que vale la pena y está muy puesto en razón lo que


desde aquel rincon, dice efectivamente lo que el Almirante os
pide el caballero Grijalva, señor Don Diego.

—Pues bien, leamos juntos, Don Juan;—dijo Velázquez.


ha dicho, yo os ofrezco solemnemente, no solo dejar de ser
Y los dos se aproximaron á un fanal, seguidos de Mojica,

que todo lo quería palpar y oler por sí mismo.


vuestro rival, sino serviros con mi persona, con mi espada y
Velázquez leyó en alta voz, miéntras Grijalva devorabalos con µii a1iento, como vu<7stro mas obligado deudo. (Consentis
carácteres del papel con la vista:

en mostrarmelo?
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«Sabed, señor Don Diego,—decia el billete,—que no puedo

x-ir en persona al jardín, como os habia ofrecido. El objeto del

»llamamiento que os hice fué para pediros encarecidamente


Irresoluto Velazquez volvi6 la vista a Mojica, que, cornpren-
diendo que Je pedia consejo, fue en su auxilio con estas pala-
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»que en las vistas que celebrarémos mañana, en presencia de

bras:
»mi padre, aplaceis para de aquí á un año nuestra concertada

»boda. Es un voto que tengo que cumplir en ese tiempo. Os

»agradeceré que así lo hagais por amor mio. Soy muy respe-

tuosamente vuestra prometida,—María de Cuéllar.»


-Creo que vale la pena y esta muy puesto en razon lo que
— ¡Bendita sea!—exclamó entusiasmado Mojica, que habia
pide el caballero Grijalva, sei'ior Don Diego.
-Pues bien, learnos juntos, Don Juan;-dijo Velazquez.
leido el billete por entre los hombros de Grijalva y Velázquez.

Y los dos se aproximaron a un fanal, seguidos de Mojica,


que todo lo queria palpar y oler por si mismo.
Velazquez ley6 en alta voz, mientras Grijalva devoraba los
catact~res del papel con la vista:
«Sabed, senor Don Diego,-decia el billete,-que no puedo
.d r en persona al jardin, como os habia ofrecido . El objeto del
))llamamiento que os hice fue para pediros encarecidamente
>que en las vistas que celebraremos mafiana, en presencia de
»mi padre, aplaceis para de aqui a un afio nuestra concertada
.)>boda. Es un voto que tengo que cumplir en ese tiempo. Os
»agradecere que asi lo hagais por amor mio. Soy muy_ respe-
»tuosamente vuestra prometida,-Marfa de Cuellar.»
-jBendita sea!-exclam6 entusiasmado Mojica, que habia
leido el billete por entre los hombros de Grijalva y Velazquez.

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/! 160 LE\"E NDA HlSTORIC A

//

-~Estais satisfecho, senor Don juan?-pregunt6 el ultimo.


160 LEYENDA HISTÓRICA

—¿Estais satisfecho, señor Don Juan?—preguntó el último.


-Si,-dijo con voz ahogada el infeliz Grijal va;-y os cum-
—Sí,—dijo con voz ahogada el infeliz Grijalva;—y os cum-

pliré lo que os tengo ofrecido. Vuestro soy.


plire lo que os tengo ofrecido. Vuestro soy.
Velázquez le tendió afectuosamente la mano, y salió del

jardín seguido de Mojica.


Velazquez le tendi6 afectuosamente la mano, y sali6 del
Juan de Grijalva se dejó caer con profundo abandono sobre jardin seguido de Mojica.
Juan de Grijalva se dej6 caer con profundo abandono sobre
uno de los asientos, y se cubrió el rostro con ámbas manos.

Viéndole en aquella actitud, su amigo Don García de Agui-

lar, que efectivamente lo acompañaba, y se mantenia en ob-

servacion al amparo del tupido cortinaje de verdura, acudió


uno de los asientos, y se cubri6 el rostro con ambas manos.
á él, y le dijo con afectuosa solicitud:
Viendole ~n aquella actitud, su amigo Don Garcia de Agui-
—Vamos, Grijalva, ánimo! Cruel ha sido el desengaño; pero

fácil te será consolarte con otro amor... Perdona, caro amigo;


lar, que efectivamente lo acompafiaba, y se mantenia en ob-
ni sé lo que estoy diciendo; pero mis lábios, exentos de artificio,

traducen, quizá torpemente, las inspiraciones de mi fiel


servacion al amparo del tupido cortinaje de verdura, acudi6
amistad.

Grijalva no contestó; se puso en pié, y á su vez salieron am-


a el, y le dijo con afectuosa solicitud:
bos jóvenes, triste y silenciosamente,, del jardín de la For-
-Vamos, Grijalva, animo! Cruel ha sido eldesengafio; pero
taleza.

XI
facil te seni consolarte con otro amor ... Perdona, caro amigo ;
Aclaracion.

ni se lo que estoy dkiendo; pero mis labios, exentos de artificio,


Rayaba el sol en el horizonte, llenando de vida y de luz los

espacios al anunciar el nuevo dia, cuando las Casas, que habia traducen, quiza torpemente, las inspiraciones de mi fiel
amistad.
pasado una noche de insomnio, se dirijió con la vivacidad que

le era característica á casa del teniente Gobernador Diego

Velázquez. La amistad de ambos se habia hecho más estrecha

Grijalva no contest6; se puso en pie, ya su vez salieron am-


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desde que Velázquez, carácter débil y siempre fluctuando entre

el bien y el mal, reconoció la superioridad moral de las Casas, bos j6venes, triste y silenciosamente,. del jardin de la For-
taleza.
y escuchaba con verdadera deferencia y respeto los consejos
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que el buen Licenciado no le escaseaba.

En aquella mañana, Velázquez debia hacer la primera visi-

ta de ceremonia á María de Cuéllar, y ser autorizado por el

Contador á considerarla y tratarla oficial y públicamente como

su prometida novia.

XI

Aclaracion.
Rayaba el sol en el horizonte, llenando de vida y de luz los
espacios al anunciar el nuevo dia, cuando las Casas, que habia
pasado una noche de insomnio, se diriji6 con la vivacidad que
le era caract~ristica a casa del teniente Gobernador Diego ·
' Velazquez. La amistad de ambos se habia hecho mas estrecha
desde que Velazquez, cara cter debil y siempre fluctuando entre
. ~

el bien y el mal, reconoci6 la superioridad moral del as Casas,


y escuchaba con verdadera deferencia y respeto los consejos
que el buen Licenciado no le escaseaba.
En aquena ·mafiana, Velazquez debia hacer la primera visi-
ta de ceremonia a Maria de Cuellar, y ser autorizado por el
Contador a considerarla y tratarla oficialy publicamente como
su prometida novia.

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ENRIQuILLO 161
ENR1QUILLO 161

Las Casas habia sido invitado por Velázquez á honrarle con


Las Casas h~bia sido invitado por Velazquez·a honrarle con
su compaiiia en aquel acto, y estaba dispuesto a prestar ese
su compañía en aquel acto, y estaba dispuesto á prestar ese

servicio al amigo; pero no era este el objeto que le conduciatan

temprano á la presencia del afortunado pretendiente, sino el

interés de poner en claro los puntos que le parecieron oscuros


servicio al amigo; pero no era este el objeto que le conducia tan
ó embrollados en el relato que le habia hecho Enriquillo al ano-

temprano a la presencia del afortunado pretendiente, sino el


checer del dia anterior. Era en su concepto muy grave lo que

se referia á la intervencion de la Virreina en los asuntos matri-


interes de poner en claro los puntos que le parecieron oscuros
6 embrollados en el relato que le habia hecho Enriquillo alano-
moniales de su dama de honor; y entreviendo un misterio cuya

naturaleza parecía sospechosa, el Licenciado, que era de suyo

dado á la investigacion de la verdad, quiso saber á fondo lo que

checer del dia anterior. Era en su concepto muy grave lo que


se referia a la intervencion de la Virreina en los asuntos matri-
significaba aquel papel escrito por la esposa del Almirante, y

enviado á Velázquez en nombre de su prometida.

moniales de su dama de honor; y entreviendo un misterio cu ya


Velázquez lo recibió con la deferencia acostumbrada, y sa-

tisfizo á las francas preguntas de su amigo con sencillez y sin-

ceridad; narrándole los sucesos de la noche anterior.

naturaleza parecia sospechosa, el Licenciado, que era de suyo


dado a la investigacion de la verdad, quiso saber a fondo lo que
—«Ese empeño del Almirante por recobrar el papel que

contenia la cita—pensó las Casas,—me prueba más aun que

significaba aquel papel escrito por la esposa del Almirante, y


fué escrito por la Virreina. Necesito ir á la Fortaleza, á ver si

saco algo en limpio. Quiero ver si mi pobre Enrique tiene fun-

damento efectivo para mirar con repugnancia aquella mansion,

y que se le dén encargos propios de carácteres serviles. «¡Oh I


enviado a Velazquez en nombre de su prometida.
témpora! ¡oh mores!»—añadió, siempre mentalmente, repitien- n
Velazquez lo recibi6 con la deferencia acostumbrada, y sa-
do el consabido desahogo ciceroniano. '

Y se despidió de Velázquez ofreciéndole volver á hora de


tisfizo a las francas preguntas de su amigo con sencillez y sin-
acompañarle á la mencionada visita.

Llegó á la presencia de Diego Colon en la Fortaleza, encon-


ceridad; narrandole los sucesos de la noche anterior.
-«Ese empefio del Almirante por recobrar el papel que
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trándole de excelente humor. Sin rodeos de ninguna especie,

despues delos cumplimientos de uso, entró en materia el fogo-

so Licenciado, refiriendo la invitacion pendiente para acompa-


contenia Ja cita-pens6 las Casas,-me prueba mas aun que
fue escrito por la Virreina . Necesito ir a la Fortaleza, a ver si
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ñar á Velázquez aquel dia en la visita de presentacion formal

á su novia; pero añadió que deseaba saber si los incidentes del

jardín en la pasada noche podrían afectar en algo la seriedad

saco algo en limpio. Quiero ver si mi pobre Enrique tiene fun-


de aquel paso, para no exponer su propia dignidad á inmereci-

do sonrojo. Diego Colon le contestó haciéndole fiel relacion de damento efectivo para mirar con repugnancia aquella mansion,
y que se le den encargos propios de caracteres serviles. «jOh (
todo lo ocurrido, sin ocultarle lo del papel escrito por la Virrei-

na y rescatado por él; aunque al mismo tiempo recomendó mu-

11

temppra! joh mores!»-afiadi6, siempre mentalmente, repitien- /}


do el consabido desahogo ciceroniano.
Y se despidi6 de Velazquez ofreciendole volver a hora de
acompaiiarle a la mencionada visita.
Lleg6 a la presencia de Diego Colon en la Fortaleza, encon-
trandole de excelente humor. Sin rodeos de ninguna especie;
despues de los cumplimientos de uso, entr6 en materia el fogo-
so Licenciado, refiriendo la invitacion pendiente para acompa-
fiar a Velazquez aquel dia en Ja visita de presentacion formal
A su novia; pero anadi6 que deseaba saber silos incidentes del
jardin en la pasada noche podrian afectar en alg9 la seriedad
de aquel paso, ·para no exponer su propia dignidad a inmereci-
do sonrojo. Diego Colon le contest6 haciendole fiel relacion de
todo lo ocurrido, sin ocultarle lo del papel escrito por la Virrei-
na y rescatado por el; aunque al mismo tiempo recomend6 mu-
,.·
11 Original from
D1g1tized by Goog e PRINCETON UNl ~ERSITY
162 LEYENDA HIST6RICA
162 LEYENDA HISTÓRICA

cho á las Casas que guardara reserva sobre este punto. Es de

presumir que esta excesiva franqueza de Diego Colon fuera


cho a las Casas que guardara reserva sobre este pun to. Es de
dictada por el recelo de que Enriquillo dijera toda la verdad al
presumir que esta excesiva franqueza de Diego Colon fuera
dictada por el recelo de que Enriquillo dijera toda la verdad al
Licenciado, que era la persona á quien más afecto profesaba y

bajo cuya inmediata proteccion vivia; y de hecho así liabia su-

cedido, obrando por lo mismo cuerdamente el Almirante al

aclarar todo el enigma, en la parte que pudiera perjudicar al


Licenciado, que era la persona a quien mas afecto profesaba y
concepto de su jóven esposa.
bajo cuya inmediata proteccion vivia; y de hecho asi habia su·
Oyó las Casas todos esos pormenores con profunda aten-

cion, y prometió guardar el secreto que se le imponia.


cedido, obrando por lo mismo cuerdamente el Almirante al
—Sinembargo,—añadió;—me atreveré á decir á Vueseñoría

que me exije en ello el mayor de los sacrificios: yo, que no ten-


aclarar todo el enigma, en la parte que pudiera perjudicar al
go los altos respetos políticos de que vos no podeis prescindir,

concepto de su j6ven esposa.


parece como que me hago cómplice voluntario de una gran

crueldad, cual es sacrificar á la razon de estado el sosiego y la


Oy6 las Casas todos esos pormenores con profunda aten-
dicha de dos jóvenes que parecen formados por el cielo para

pertenecerse mutuamente.
cion, y prometi6 guardar el secreto que se le imponia.
—Ayudadme pues,—contestó Diego Colon—á buscar el modo

-Sinembargo,-afiadi6;-me atrevere a decir a Vuesefloria


de estorbar ese enlace. En un año que tenemos por delante,

¿vos y yo serémos tan pobres de expedientes que no podamos que me exije en ello el mayor de los sacrificios: yo, que no ten-
go los altos respetos politicos de que vos no podeis prescindir,
realizar lo que mi compasiva María emprendióla pobrecilla,

con más fé que experiencia?

—Ah, señor! ¡No sabeis lo queme pedís!—contestó en tono

de reconvencion las Casas:—lo que en vos se cohonesta al


parece como que me hago c6mplice voluntario de una gran
ménos, ya que no se justifique, con las exigencias de la alta
crueldad, cual es sacrificar a la razon de estado el sosiego y la
di cha de dos j6venes q ue parecen formados por el cielo para
posicion en que os hallais, en mí tendría toda la odiosa fealdad

de la mentira y la perfidia; ni más ni ménos. Yo, amigo de Ve-


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lázquezy amigo de Grijalva, mal podría terciar en ese delica-

do asunto como no fuera para decir al primero toda la verdad,


pertenecerse mutuamente.
y hacerle desistir de su proyecto, devolviendo al desgraciado
-Ayudadme pues, -contest6 Diego Colon-a buscar el modo
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Grijalva el bien que se le quiere arrebatar.

—Guardaos bien de ello, Don Bartolomé!—dijo vivamente


de estorbar ese enlace. En un ano que tenemos por delante,
el Almirante:—retiro mi invitacion, y solo os pido quemecum-

plais vuestro ofrecimiento de no volver á hablar de este asunto


lvos y yo seremos tan pobres de expedientes que no podamos
con alma viviente.

realizar lo que mi compasi va Maria emprendi6, la pobrecilla,


—Os lo cumpliré, señor, á toda costa,—respondió el Licen-

ciado, despidiéndose del Almirante.


con mas fe que experiencia?
-Ah, senor! jNo sabeis lo que me pedisl-contest6 en tono
de reconvencion las Casas:-lo queen vos se cohonesta al
menos, ya que no se justifique, con las exigencias de la alta
posicion en que os hallais, en mi tendria toda la odiosa fealdad
de la mentira y la perfidia; ni mas ni menos. Yo, amigo de Ve-
lazquez y amigo de Grijalva, mal podria terciar en ese delica·
do asunto como no fuera para decir al primero toda la verdad,
y hacerle desistir de su proyecto, devolviendo al desgraciado
Grijalva el bien que se le quiere arrebatar.
-Guardaos bien de ello, Don Bartolome! - dijo vivamente
el Almirante:-retiro mi invitacion, y solo os pido que me cum·
plais vuestro ofrecimiento de no volver a hablar de este asunto
con alma viviente.
-Os lo cumplire, senor, a toda costa,-respondi6 el Licen-
ciado, despidiendose del Almirante.
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·1;
ENRIQUILLO 163

De regreso a su co·n vento el buen las Casas hacia el resti-


ENRIQUILLO 163

men de sus impresiones de la mafiana en el siguien.te mon6logo:


De regreso á su convento el buen las Casas hacia el resú-

men de sus impresiones de la mañana en el siguiente monólogo:

—Se me ha quitado un gran peso de encima con saber que la

Virreina, ángel de bondad y de virtud, no ha obedecido á mó-


-Se me ha quitado un gran peso de encima con saber que la
viles ruines ó indignos, y sí á los nobilísimos resortes de la
Virreina, angel de bondad y de virtud, no ha obedecido a ·m6-
viles ruines 6 indignos, y si a los nobilisimos resortes de la
compasion y la amistad. A esto lo califica el Almirante con el

epíteto de abnegación indiscreta, que asi se denomina por estos

mundos todo arranque espontáneo y candoroso de cristiana ca-

ridad... Mas, por fortuna, Diego Colon es digno hijo de su padre;


compasion y la amistad. A esto lo califica el Almirante con el
'
posee un alma bellísima, y sabe que con indiscreciones como

epiteto de abnegacz'6n indz'screta, que asise denomina por estos


esa se aquilata el tesoro de los sentimientos humanos. ¡Así le

rebosa hoy el contento de verse dueño de tal mujer...! Y sin


mundos todo arranque espontaneo y candoroso de cristiana ca-
embargo, ella y él; él más que ella; ella por ser su esposa, se

ven constreñidos á mentir; á forjar intriguillas; á ahogar los


ridad ... Mas, por fortuna, Diego Colon es digno hijo de su padre;
movimientos compasivos de su corazon, por atemperarse á lo

que llaman la voz de los deberes de Estado. ¡Vayan unos de-


posee un alma bellisima, y sabe que con indiscreciones como
beres!... ¡Y cómo padecen la virtud y la verdad en los palacios
esa se aquilata el tesoro de los sentimientos humanos. jAsi le
rebosa hoy el contento de verse duefio de tal mujer .... ! Y sin
de los poderosos! Pero ¿de escfme asombro? ¿No hacen gala los

Soberanos del siglo de engañarse recíprocamente? Nuestro ca-

tólico^Rey Don Fernando ¿no es el primero en ese funesto arte?

embargo, ella y el; ~l mas que ella; ella por ser su esposa, se
ven constrenidos a mentir; a forjar intriguillas; a ahogar los
Así está Europa, ardiendo en guerras y en discordias: los que \

de allá vienen á conquistar y poblar estas Indias ¿qué otra cosa

movimientos coll_?pasivos de su corazon, por atemperarse a lo ·


han de ser con esos altos ejemplos á la vista, sino lobos carni-

ceros y rapaces? ¡Pobres indios! ¡Pobres indios....! Mas, ya es

que Ham-an- la voz de los -d-ebe-resaeEstado. jVayan unos de- ·


-
tiempo de ver á Enriquillo.

Y el Licenciado hizo llamar á Enrique, encerrándose con él

- ,
beres!. .. iY c6mo padecen-la virtud y la verdad en los palacios
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á solas en su aposento.

XII
~---- -- --
- -- ~
Amonestacion.
de los poderosos! Pero (de eso me asombro? ~No ~~cen gala los
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—Oye, hijo mio,—prosiguió el filántropo, despues de dar á

Soberanos del siglo de engafiarse reciprocamente? Nuestro ca-


t6lico ~n Fernando (no es-el primero en ese funesto arte?
besar su diestra á Enriquillo, segun lo tenia por costumbre.—

Desde anoche has clavado en mi corazon una espina de pesar

y de inquietud. He visto en tí, en primer lugar, una tibieza y

una displicencia tales, al hablarme de los señores Virreyes, que Asi esta Europa, ardiendo .e n gue1-ras yen discordias: los que
.'

de alla vienen a conquistar y poblar estas Indias (que otra cosa


han de ser con esos altos ejemplos a la vista, sino lobos carni-
ceros y rapaces? jPobres indios! jPobres indios ... . ! Mas, ya es
tiempo de ver a Enriquillo.
Y el Licenciado hizo Hamar a Enrique, encerrandose con el
a solas en su aposento.

XU

Amonestacion.
-Oye, hijo mio,-prosig ui6 el filantropo, despues de dar a
besar su diestra a Enriquillo, segun lo tenia por costumbre.-
Desde anoche has clavado en mi corazon una espina de pesar
y de inquietud. He visto en ti, en primer ·luga r , una tibieza y
una displicencia tales, al habla rme de los sen.ores Virreyes, que
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164 LEYENDA HIST6RlCA

he llegado a recelar que tu alma fuera capaz de dar albergue a


164 LEYENDA HISTÓRICA

he llegado á recelar que tu alma fuera capaz de dar albergue á

la ingratitud; pues que tanto el A lmirante co mo su esposa te


la ingratitud; pues que tanto el Almirante como su esposa te

colmaron de agasajos y de bondades, y no puede estarte bien

corresponderás con desvío.

«En segundo lugar, he creido ver tambien síntomas de orgu-


colmaron de agasajos y de bondades, y no puede estarte bien
llo excesivo, de diabólica soberbia, en el desagrado que mani-
corresponderles ~on desvio.
festaste porque la señora Virreina, deseosa de tu bien, te propu-

siera hacerte paje de su casa. ¿No fué paje el mismo Don Diego
«En segundo lugar, he creido ver tambien sintomas de orgu-
Colon, hoy Gobernador y Almirante, en el palacio de los Re-

yes Católicos?
llo excesivo, de diabolica soberbia, en el desagrado que mani-
«Debo correjir ¡oh Enriquillo! en tu propio interés, esas ve
festaste porque la senora Virreina, deseosa de tu bien, te propu-
leidades de altanería que no sientan bien ni á tu natural dócil,

sencillo, y benévolo, niá tu especial condicion y estado. Porque


siera hacerte paje de su casa. (No fue paje el mismo Don Diego
es preciso que sepas, hijo mio, que hasta el dia ha sido para tí

la Providencia sumamente benigna, deparándote desde la infan-


Colon, hoy Gobernador y Almirante, en el palacio de los Re-
cia desinteresados bienhechores, que velan sobre tí en el pre

yes Cat6licos?
sente, y se esfuerzan en prepararte un dichoso porvenir; pero

ninguno de tus protectores, ni el capitan Diego Velázquez, ni <(Debo correjir joh Enriquillo! en tu propio interes, esas ve·
leidades de altaneria que no sientan bien ni a tu natural d6cil,
los señores Virreyes, ni yo que te hablo, el más humilde de to-

dos, tenemos en nuestras manos ese porvenir, ni conocemos los

arcanos que encierra, ó las pruebas á que en sus impenetrables

designios quiera someterte esa misma Providencia que todo lo


sencillo.y benevolo, ni a tu especial condicion y estado. Porque
rije. Por eso tenemos el deber de prepararte á todo evento, ar es preciso que sepas, hijo mio, que hasta el dia ha sido para ti
la Providencia sumamente benigna, deparandote desde la infan-
mándote con el fuerte escudo de la virtud, de la paciencia y la

resignacion, contra las penas y los trabajos que son el cortejo

habitual de la vida humana, y de los que, por más que hiciére-

mos, es seguro que no podrás libertarte en absoluto, tú, que


cia desinteresados bienhechores, que velan sobre ti en el pre·
sente, y se esfuerzan en preparane un dichoso porvenir; pero
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aunque príncipe ó cacique, eres vastago de una raza desdicha-

ninguno de tus protectores, ni el capitan Diego Velazquez, ni


da, y te conviene por tanto estar dispuesto á todas las pruebas

del dolor y de la humillacion.


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«Y por eso, hijo mio, he temblado; mi corazon se ha desgar-

rado al entrever esos signos de debilidad en tu carácter; que


los senores Virreyes, ni yo que te hablo, el mas humilde de to-
debilidad,y no otra cosa, son el orgullo vidrioso y la nécia sober-

dos, tenemos en nuestras manos ese porvenir, ni conocemos los


bia; así como es de tortísimo temple la virtud^ que sabe sacar

su dignidad y su fuerza del mismo exceso de las humillaciones arcanos que encierra, 6 las pruebas a queen sus impenetrables
y de los dolores. Este es el secreto sublime de la Cruz; esto lo

que debemos aprender del Cristo que adoramos.»


designios quiera .s ometerte esa misma Providencia que todo lo
rije. Por eso tenemos el deber de prepararte a todo evento, ar·
mandote con el fuerte escudo de la virtud, de la paciencia y la
resignacion, contra las penas y los trabajos que son el cortejo
habitual de la vida humana, y de los que, por masque hiciere-
mos, es seguro que no podras libertarte en absoluto, tti, que
aunque principe 6 cacique, eres vastago de una raza desdicha-
da, y te conviene por tanto estar dispuesto· a todas las pruebas
del dolor y de la humillacion.
«Y por eso, hijo mio,· he temblado; mi corazon se ha desgar-
rado al entrever esos signos de debilidad en tu caracter; que
debilidad, y no otra cosa, son el orgullo vidrioso y la necia sober·
· bia; asi como es de fortisimo tem-ple la virtud-'- que sabe sacar
SU dignidad y SU fuerza del mismo exceso de las humillaciones
. y de los dolores. Este es el secreto sublime de la Cruz; esto lo
'
que debemos aprender del Cristo que adoramos.»
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ENRIQUILLO 165

Y las Casas ech6 los brazos al cuello a Enriquillo, mirando-


ENRIQUILLO 165

Y las Casas echó los brazos al cuello á Enriquillo, mirándo-

le con intensa ternura. El cacique quiso responder, pero no

pudo, porque la emocion embargaba su voz, al terminar el pia-


le con intensa ternura. El cacique quiso responder, pero no
doso filántropo su discurso.
pudo, porque la emocion embargaba su voz, al terminar el pia-
Aquella emocion lo decia todo: Enrique llegó á creerse efec

tivamente culpable, considerando como defectos los impulsos


doso filantropo su discurso.
naturales de su alma franca y de su índole generosa y leal.

Bien comprendía esto último las Casas; pero su previsora soli-


Aquella emocion lo decia todo: Enrique lleg6 a creerse efec-
citud por el bien de aquel huérfano, á quien amaba como á un

tivamente culpable, considerando como defectos los impulsos


hijo, recibió la voz de alerta con la confidencia que el jóven le

habia hecho de los diversos afectos de su ánimo, sometido á naturales de su alma franc a y de su indole generosa y le al.
dura prueba moral en casa de los Virreyes. Comprendió el sagaz

protector de Enrique el peligro que para éste habia en aquella


Bien comprendia esto liltii:n.o las Casas; pero su previsora soli-
susceptibilidad característica que le habia de proporcionar, en

citud por el bien de aquel huerfano, a quien amaba como a un


su condicion anómala, incalculables tropiezos y perdurable

martirio; por lo que resolvió dirijirle la transcrita amonestacion, hijo, recibi6 la voz de alerta con la confidencia que el j6ven le
habia hecho de los diverSOS afectos de SU animo, sometido a
que debia dar por fruto una saludable templanza en el carácter

viril de su protejido, aparejándolo contra todas las eventuali

dades de su incierto destino.

XIII
dura prueba moral en casa de los Virrey es. Comprendi6 el sagaz
Compromiso.
protector de Enrique el peligro que para este habia en aquella
susceptibilidad caracteristica que le habia de proporcionar , en
Despues de almorzar juntos las Casas y Enrique, el prime-

ro se vistió con algun esmero, y volvió á salir dirijiéndose á

casa de Velázquez. Encontró á éste de gran gala, vistiendo su

más rico traje hecho con arreglo á la airosa moda milanesa de


su condicion an6mala, incalculables tropiezos y perdurable
aquel tiempo: le acompañaba su fiel confidente, el servil Mojica,
martirio; por lo que resolvi6 dirijirlela transcrita amonestacion,
que debia dar por fruto una saludable templanza en el caracter f
reverso de la medalla con respecto á Velázquez en la parte fí-
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sica, como lo era respecto del Licenciado en la parte moral. Las

Casas lo miró con disgusto, y lo saludó fríamente; emprendien-

! i ril de su protejido, aparejandolo contratod~s las eve~uaii- J



do los tres la marcha seguidos de dos escuderos.

dades de su incierto destino.


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Eran las doce del dia, cuando las puertas de la casa de Don

Cristóbal de Cuéllar se abrían de par en par dando entrada

al arrogante capitan y sus compañeros. Dos largas y nutridas

if

XIII •

Compromiso.
Despues de almorzar juntos las Casas y Enrique, el prime-
ro se visti6 con algun esmero, y volvi6 a salir dirijiendose a
casa de Velazquez. Encontr6 a este de gran gala, vistiendo su
mas rico traje hecho con arreglo a la airosa moda milanesa de
aquel tiempo: le acompaftaba su fiel confidente, el servil Mojica ,
reverso de la medalla con respecto a Vela zquez en la parte fi·
sica, como lo era respecto del Licenciado en la parte moral. Las
Casas lo mir6 con disgusto, y lo salud6 friamente ; emprendien·
do los tres la marcha seguidos de dos escuderos .
Eran las doce del dia, cuando las puertas de la casa de Don
Cristobal de Cuellar se abrian de par en par dando entrada
al arrogante capitan y sus co mpa iieros . Dos Jargas y nutridas
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166
·~
LEYEXDA HIST6RICA
l
filas de esclavos negros, naborias ~ndios y criados europeos se
166 LEYENDA HISTÓRICA

filas de esclavos negros, naborías indios y criados europeos se

extendian desde el vasto portal ó zaguan de la casa hasta el pié

de la escalera, todos limpia y decentemente vestidos, ostentan


extendian desde el vasto portal 6 zaguan de la casa hasta el pie
do en la librea los colores de la casa del opulento Contador. El
de la escalera, todos limpia y decentemente vestidos, ostentan -
lujo de las habitaciones decoradas con muebles y paramentos

de gran precio, como la numerosa servidumbre, daban elevada


do en la librea los co lores de la casa del opulento Contador. El
opinion de las riquezas del dueño, y así lo iba haciendo notar á

Velázquez el codicioso Pedro de Mojica.


lujo de las habitaciones decoradas con muebles y paramentos
Recibió el Contador á sus huéspedes en el salon principal, de

de gran precio, como la numerosa servidumbre, daban elevada


pié al lado de su bella hija, cuyo rostro cubierto de mortal pa-

lidez competía con la mate blancura de su vestido de encaje


opinion de las riquezas del dueno, y asi lo iba haciendo notar a
francés y rico terciopelo de Flándes. Acompañaban al señor

de Cuéllar sus amigos Francisco de Garay, Alguacil Mayor de


Velazquez el codicioso Pedro de Mojica.
la Isla, y Rodrigo de Bastidas, vecino principal de Santo Do-

Recibi6 el Contador a sushuespedes en el salon principal, de


mingo, respetable personaje; el mismo que años ántes habia

hecho una feliz expedicion á Castilla de oro (Nueva Grana- pie al lado de su bella hija, cuyo rostro cubierto de mortal pa-
da), y obtuvo bastante tiempo despues el título de Adelantado

por sus servicios á la corona en aquella ocasion.


lidez competia con la matt: blancura de su vestido de encaje
Velázquez, despues de haber cumplido con todos los circuns-

tantes los deberes de cortesía, formuló en un breve discurso su


frances y rico terciopelo de Flandes. Acompafiaban al senor
pretension matrimonial, á la que el padre de María expresó
de Cuellar sus amigos Francisco de Garay, Alguacil Mayor de
la Isla, y Rodrigo de Bastidas, vecino principal de Santo Do·
acto continuo su asentimiento. Entónces Velázquez, apartán-

dose en este solo punto de las minuciosas instrucciones que

previsivamente le habia inculcado el astuto Mojica, ántes de

dirijirse á la infeliz jóven, que permanecía inmóvil, con la mi-


mingo, respetable personaje; el mismo que afios antes habia
rada fija en el suelo y sin dar la menor señal de haber compren-
hecho una feliz expedicion a Castilla de oro (Nueva Grana-
dido la demanda de que era objeto, dijo al Contador real:

da), y obtuvo bastante tiempo despues el titulo de Adelantado


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—Si vos lo tuviéreis á bien, señor, asignarémos á un año, á

contar de hoy, el dia en que se lleve á cabo el matrimonio.

por sus servicios a la corona en aquella ocasion. ·



María salió de su enagenacion al oir estas palabras, que

Velazquez, despues de haber cumplido con todos los circuns-


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aguardaba con ansiedad; y clavó la mirada inquieta en el ros-

tro de su padre, pendiente de su contestacion.

Don Cristóbal vaciló: fué para él una verdadera sorpresa la


tantes los deberes de cortesia, formul6 en un breve discurso su
indicacion de un plazo tan largo, cuando Mojica le habia habla-

do de la impaciencia de Velázquez por llegar á ser yerno suyo.


pretension matrimonial, a la que el padre de Maria expres6
Hizo, no obstante, un esfuerzo, aguijoneado por la dignidad

acto continuo su asentimiento. Ent6nces Velazquez, apanan-


personal y el decoro paterno, y contestó:

dose en este solo punto de las minuciosas instrucciones que
previsivamente le habia inculcado el astuto Mojica, antes de
dirijirse a la infeliz j6ven, que permanecia inm()vil, con la mi-
-rada fija en el suelo y sin dar la menor sefial de haber compren-
dido la demanda de que era objeto, dijo al Contador real:
-Si VOS lo tuviereis a bi en, sefior, asignaremos a un afio, a
contar de hoy, el dia en que se lleve a cabo el matrimonio.
Maria sali6 de su enagenacion al oir estas palabras, que
aguardaba con ansiedad; y clav6 la mirada inquieta en el ros·
tro de su padre, pendiente de su contestacion.
Don Crist6bal vacil6: fue para el una verdadera sorpresa la
indicacion de un plazo tan largo, cuando Mojica le habia habla-
do de la impaciencia de Velazquez por llegar a ser yerno suyo.
Hizo, no obstante, un esfuerzo, aguijoneado por la dignidad
personal y el decoro paterno, y contest6:

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ENRIQUILLO 167

-Como gusteis, capitan, nada urge ...


ENRIQU1IX0 167

—Como gusteis, capitan, nada urge...

Entónces Velázquez se volvió con esquisita urbanidad y ri-


Ent6nces Velazquez se volvi6 con esquisita urbanidad y ri-
sueño semblante á su prometida, diciéndole:
sueiio semblante a su prometida, diciendole:
-Dignaos poner el colmo a mi dicha, sefiora, expresando
—Dignaos poner el colmo á mi dicha, señora, expresando

vuestra plena y voluntaria conforminad con lo que acabo de

pedir y obtener de vuestro padre.

—Os doy gracias,—señor,—contestó la jóven, reanimada por


vuestra plena y voluntaria conforminad con lo que acabo de
lo que le parecía un principio de éxito en el plan de los Virre-

pedir y obtener de vuestro padre.


yes:—os doy gracias por lo que acabais de solicitar.

—¿Os place el aplazamiento?—insistió Velázquez, con el evi-


-Os doy gracias,-setlor,-contest6la j6ven, reanimadapor
dente propósito de jugar del vocablo.

—Me place, señor,—respondió María, volviendo á fijar sus


lo que le parecia un principio de exito en el plan de los Virre·
hermosos ojos en el pavimento.

yes:-os doy gracias por lo que acabais de solicitar.


—Tomo por testigos á todos los caballeros presentes, de que

la señora María de Cuéllar, hija del señor Contador real, me ha _ -c:Os place el aplazamiento?-insisti6 Velazquez, con el evi-
dente prop6sito de jugar del vocablo.
empeñado su fé y palabra, para ser mi esposa dentro de un año.

Con esta fórmula terminó Velázquez la parte ceremoniosa

de las vistas, que así se llamaba antiguamente á esa especie de

careo oficial de dos novios. María de Cuéllar pidió permiso para


-Me place, sefior,-respondi6 Maria, volviendo a fijar sus
retirarse á áu cámara, por sentirse indispuesta: recibió los ho- hermosos ojos en el pavimento.
-Torno por testigos a todos los caballeros presentes, de que
menajes que era práctica tributar álas ricas—hembras (39) en-

tre la gente de pró de aquellos tiempos, y se fué, más muerta

que viva, á dejar correr sus comprimidas lágrimas. Velázquez

y sus dos compañeros no tardaron en despedirse, y regresaron


la senora Maria de Cuellar, hija del senor Contador real, me ha
á casa del capitan; Mojica locuaz y contento; el afortunado no-
empefiado su fey palabra, para ser mi esposa dentro de un afio.
Con esta f6rmula termin6 Velazquez la parte ceremoniosa
vio con aire triunfal, y el Licenciado las Casas cabizbajo y si-
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lencioso.

XIV

Vaga esperanza.
de las vistas, que asi se llamaba antiguamente a esa especie de
careo oficial de dos novios. Maria de Cuellar pidi6 permiso para
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María de Cuéllar, tan pronto como se vió en su aposento,

rodeada únicamente de sus criadas, dió libre salida al llanto que

la ahogaba. Era su deseo volver á la Fortaleza, para enterar á


retirarse a su camara, por sentirse indispuesta: recibi6 los ho-
la Virreina de que habia seguido con dócil resignacion la páuta

menajes que era practica tributar a las ricas-hembras (39) en-


tre la gente de pr6 de aquellos tiempos, y. se fue, mas muerta
que viva, a dejar correr sus comprimidas lagrimas. Velazquez
y sus dos compafieros no tardaron en despedirse, y regresaron
a casa del capitan; Mojica locuaz y contento; el afortunado no-
vio con aire triunfal, y el Licenciado las Casas cabizbajo y si-
lencioso.

XIV

Vaga esperanza.

Maria de Cuellar, tan pronto como se vi6 en su aposento,


rodeada unicamente de sus criadas, di6 libre salida al llanto que
la ahogaba. Era SU deseo vol ver a la Fortaleza, para enterar a
la Virreina de que habia seguido con docil resignacion la pauta
,..
.;
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168
168 LEYENDA HISTÓRICA

que trazara el Almirante, con el inmediato fin de desvirtuar y


que trazara el Almirante, con el inmediato fin de desvirtuar y
enmendar el yerro de la víspera. Lo deseaba tambien, contan-
enmendar el yerro de la vispera. Lo deseaba tambien, contan-
do hallar consuelo en los brazos de aquella tierna amiga, y re-

cojer de sus lábios noticias sobre las ulteriores disposiciones de


do hallar consuelo en los brazos de aquella tierna amiga, y re-
Diego Colon, cuyos recursos y poder exageraba en su exaltada

fantasía, dando pábulo á la esperanza de que habia de hallar


cojer de sus labios noticias sobre las ulteriores disposiciones de
medio seguro para librarla del aborrecido matrimonio á que se

Diego Colon, cuyos recursos y poder exageraba en su exalrada


fantasia, dando pabulo a la esperanza de que habia de hallar
acababa de comprometer, y entregándose á una ciega confian-

za en los consejos de tan poderoso protector.

No tardó el Contador real en presentarse ante su hija, así

que se vió libre de huéspedes. Habia observado con viva inquie-


medio seguro para librarla del aborrecido matrimonio a que se
tud la palidez, la preocupacion y la tristeza de la jóven en el

acto de acceder al compromiso matrimonial. Estaba por otra


acababa de comprometer, y entregandose a una ciega confian-
parte satisfecho de la mansedumbre y docilidad de que María za en los consejos de tan poderoso protector.
No tard6 el Contador real en presentarse ante su hija, asi
habia dado tan espléndida muestra; pues no dejaba de aquejar-

le el grave cuidado de que la jóven dejara entrever al preten-

diente, en cualquier forma, la repugnancia que al mismo Cué-

llar habia manifestado respecto de ese enlace.


quese vi6 libre de huespedes. Habia observado con viva inquie-
—¿Ha pasado tu indisposicion, hija mia?—le preguntó con no
tud la palidez, la preocupacion y la tristeza de la j6ven en el
acto de acceder al compromiso matrimonial. Estaba por otra
finjida ternura.

—Sí, padre mio;—respondió la esforzada niña,—estoy com-

pletamente repuesta.

—Pero tú has llorado, María! Vamos, eso me disgusta y me


parte satisfecho de la mansedumbre y docilidad de que Maria
afiije. ¿No has visto qué apuesto y magnifico es el galan á que
habia dado tan esplendida muestra; pues no dejaba de aquejar-
te he destinado?

— Me parece, padre mio;—dijo la jóven eludiendo el respon-


le el grave cuidado de que la j6ven dejara entrever al preten-
der á la pregunta,—que no haríamos mal en ir á la Fortaleza

diente, en cualquier forma, la repugnancia que al mismo Cue-


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á dar cuenta á los señores Virreyes de este suceso...

—Esta vez sí, hija mia: ya he llenado las funciones de mi

llar habia manifestado respecto de ese enlace.


autoridad doméstica, como tu padre y principal gobernante y

-lHa pasado tu indisposicion, hija mia?-le pregunt6 con no


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Señor; llenemos ahora los deberes de respeto y deferencia ha-

cia los potentados públicos; y sobre todo, los que nos cumplen

por la amistad que nos dispensan los señores Virreyes y por tu


finjida ternura.
empleo al lado de la Virreina.

-Si, padre mio;-respondi6 la esforzada nifia,-estoy com-


—Y ántes ¿por qué nó?—preguntó María.

—Porque nada estaba concluido, y no se sabia lo que pudie- pletamente repuesta .


-Pero tu has llorado, Maria! Vamos, eso me disgusta y me
ra suceder.

aftije. lNo has visto que apuesto y magnifico es el galan a que


te he destinado?
-Me parece, padre mio;-dijo la j6ven eludiendo el respon-
der a la pregunta,-que no hariamos mal en ir a la Fortaleza
a dar cuenta a los. sen.ores Virrey es de este suceso ...
-Esta vez si, hija mia: ya he llenado las funciones de mi
autoridad domestica, como tu padre y principal gobernante y
Senor; llenemos ahora los <;leberes de respeto y deferencia ha-
cia los potentados publicos;. y sobre todo, los que nos cumplen
por la amistad que nos dispensan los sefiores Virreyes y por tu
empleo al lado de la Virreina.
-Y antes (por que n6?-pregunt6 Maria.
-Porque nada estaba concluido, y no se sabia lo que pudie·
ra suceder.

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ENRIQUILLO 169
ENRIQUILLO 169

—¡Sabe Dios lo que sucederá!—dijo con acento profunda-


-jSabe Dios lo que sucedera!-dijo con acento profunda-
mente melancólico la doncella.

Y el padre y la hija se encaminaron sin más demora hácia


rnente melanc6lico la doncella.
la Fortaleza.
Y el padre y la hija se encaminaron sin mas demora hacia
la Fortaleza.
Hecha por Don Cristóbal la notificacion de los esponsales á

los Virreyes, se manifestaron éstos sumamente complacidos, y

felicitaron al viejo y á la doncella por el fausto suceso; «bien

que,—añadió galantemente Diego Colon—por mucho que val-


Hecha por Don Crist6bal la notificacion de los esponsales a
ga el capitan Velázquez, que sin duda vale mucho, vuestra hija
_los Virreyes, se manifestaron estos sumamente complacidos, y
felicitaron al viejo y a la doncella por el fausto suceso; «bien
merecería por su belleza y sus altas prendas compartir el tro-

no de un Emperador.»

La Virreina abrazó á su amiga, y le dijo al oido:

—Tengo que contarte algo bueno.


que,-ailadi6 galantemente Dieg·o Colon-por mucho que val-
Estas palabras llevaron un rayo de alegría al abatido cora-

ga el capitan Velazquez, que sin duda vale mucho, vuestra hija


zón de la doncella. Aquel algo bueno en los lábios de María de

Toledo no podiaser sino el ansiado expediente para desbaratar


mereceria por su belleza y sus altas prendas compartir el tro·
el odioso proyecto de boda. Las esperanzas que habia concebi-

do comenzaban á justificarse.
no de un Emperador .»
—Señor de Cuéllar, quedáos á comer con nosotros, —dijo la

Virreina.
La Virreina abraz6 a su amiga, y le dijo al oido:
—No me es posible, señora, y mucho me pesa;—contestó Don -Tengo que contarte algo bueno.
Estas palabras llevaron un rayo de alegria al abatido cora·
Cristóbal;—pero ántes de una hora tengo que recibir al señor

Ponce de Leon, que me está recomendado por el tesorero Pa-

samonte, y á quien he ofrecido empeñar mi crédito con el señor

Almirante...
zon de la doncella. Aquel algo bueno en los labios de Maria de
—Para qué fin?—interrumpió Don Diego, plegando un tanto
Toledo no podia ser sino el ansiado expediente para desbaratar
el odioso proyecto de boda. Las esperanzas que habia concebi-
el entrecejo.
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—Para llevar adelante la pretension de ser investido con el

gobierno de San Juan de Puerto Rico, que dice corresponderle

por sus anteriores trabajos de exploracion, y segun las cláusu-


do comenzaban a justificarse.
-Senor de Cuellar, quedaos a comer con nosotros, - dijo la
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las de sus últimas capitulaciones con la Corona.

—No sé por qué insiste el capitan Ponce, valiéndose de inter-

mediarios,—repuso con enojo Diego Colon,—en un empeño


Virreina.
cuya inutilidad le consta, porque se lo he manifestado directa-

mente y sin rodeos. Ese Pasamonte no cesa de suscitarme dis-


-No me esposible, senora, y mucho me pesa;-contest6 Don
gustos y dificultades: instrumento eficaz del maldito obispo

Crist6bal;-pero antes de una hora tengo que recibir al sefior


Fonseca, se desvive por todo lo que tienda á menoscabar mis

Ponce de Leon, que me esta recomendado por el tesorero Pa-


samonte, y a quien he ofrecido empefiar mi credito con el sefior
Almirante ...
-Para que fin?-interrumpi6 Don Diego, plegando un tanto
el entrecejo.
-Para llevar adelante la pretension de ser investido con el
gobierno de San Juan de Puerto Rico, que dice corresponderle
por sus anteriores trabajos de exploracion, y segun las clausu·
las de SUS ultimas capitulaciones con la Corona.
-Nose por que insiste el capitan Ponce, valiendose cle inter-
mediarios,-repuso con enojo Diego Colon,-en un empefio
cuya inutilidad le consta, porque se lo he manifestado directa-
mente y sin rodeos. Ese Pasamonte no cesa de suscitarme dis-
gustos y dificultades: 'instrumento eficaz del maldito obispo
Fonseca, se desvive por todo lo que tienda a menoscabar mis

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170 L E Y E NDA HIST6RICA

170 LEYENDA HISTÓRICA

prerrogativas, y á reducir la jurisdiccion de mi almirantazgo


prerrogati vas, y a reducir la jurisdiccion de mi almirantazgo
á una vana sombra. No solamente se ha negado á ayudarme

contra la expedicion de Ojeda y Nicuesa, emprendida con vio-


a una vana sombra. No solamente se ha negado a ayudarme
lacion escandalosa de todos mis derechos; sino que pretende contra la expedicion de Ojeda y Nicuesa, emprendida con vio-
lacion escandalosa de todos mis derechos; sino que pretende
convencerme, por una parte, de que debo ceder como un mán-

dria la gobernacion de Jamáica al dicho Ojeda; miéntras que

por otra parte sus intrigas han hecho que el Consejo real, sor-

prendido ó engañado, adjudique á Ponce de Leon la bella isla


convencerme, por una parte, de que debo ceder como unman-
de San Juan... ¿A qué quedaría reducida mi autoridad, si yo dria la gobernacion de Jamaica al dicho Ojeda; mientras que
por otra parte sus intrigas han hecho que el Consejo real, sor-
consintiera en esos despojos? No; el Rey tendrá que hacerme

justicia, reformando todas esas capitulaciones ilegales, que le

han sido arrancadas engañosamente por el pérfido Fonseca. Y

miéntras tanto, Pasamonte no se burlará de mí: podeis decir á


prendido 6 enganado, adjudique a Ponce de Leon la bella isla
Juan Ponce que busque otros andadores y otro camino. En
de San Juan .. . (A que quedaria reducida mi autoridad, si yo
cuanto á Nicuesa y Ojeda, ya les daré en qué entender; y, si

logran salir á su expedicion, que se olviden de que hay isla Es-


consinticra en esos despojos? N6; el Rey tendra que hacerme
pañola ni Almirante adonde volver los ojos en caso de apuro.

— Está bien, señor,—replicó el Contador;—hallo muy pues-


justicia, reformando todas esas capitulaciones ilegales, que le
tas en razon vuestras quejas, y desahuciaré á Juan Ponce. Con

han sido arrancadas engafi.osamente por el perfido Fonseca. Y


mientras tanto, Pasamonte no se burlara de mi: podeis decir a
vuestro permiso me retiro.

—Dejad con nosotros á.mi querida María,—dijo la Virreina

al Contador,—ya que vos no podeis favorecernos con vuestra

persona.
Juan Ponce que busque otros andadores y otro camino. En
—Con mucho gusto, señora, y creed que me voy pesaroso

cuanto a Nicuesa y Ojeda, ya les dare en que entender; y, si


por no poder participar de la honra con que Vueseñoría me

brinda. logran salir a su expedicion, que se olviden de que hay isla Es-
panola ni Almirante adonde volver los ojos en caso de apuro.
Y Don Cristóbal se retiró.
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La Virreina y María, una vez retraídas á las habitaciones de

la primera, entraron á hacerse sus confidencias recíprocas.

-Esta bien, senor ,-replic6 el Contador;-hallo muy pues-


tas en razon vuestras quejas, y desahuciare a Juan Ponce. Con
La mayor pesadumbre de la doncella consistía en no haber po-
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dido explicar su situacion excepcional á Grijaiva, ni saber lo

vuestro permiso me retiro.


que éste pensaría de ella. La Virreina le encargó mucha pruden-

cia en esta parte: la dura leccion de la víspera la habia hecho

muy circunspecta, y hasta exajeradamente tímida. «Si Juan de

Grijalva es digno de tí,—dijo á su amiga,—sus sentimientos no


-Dejad con nosotros a.mi querida Mada,-dijo la Virreina
cambiarán porque toda correspondencia cese entre vosotros,
al Contador,-ya que vos no podeis favorecernos con vuestra
persona.
miéntras dure el compromiso establecido con Velázquez. Otra

-Con mucho gusto, senora, y creed que me voy pesaroso


porno poder participar de la honra con que Vuesefioria me
brinda.
Y Don Crist6bal se ·retir6 .
La Virreina y Maria, una vez retraidas a las habitaciones de·
la primera, entraron a hacerse sus confidencias reciprocas.
La mayor pesadumbre de la doncella consistia en no haber po-
dido explicar su situacion excepcional a Grijalva, ni saber lo
que este pensaria de ella. La Virreina leencarg6 mucha pruden-
cia en esta parte: la dura leccion de la vispera la habia hecho
muy circunspecta, y hasta exajeradamente timida. •Si Juan de
Grijalva es digno de ti,-dijo a su amiga,-sus sentimientos no
cambiaran porque toda correspondencia cese entre vosotros ,
mientras dure el compromiso establecido con Velazquez. Otra

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E NRIQulLLO 171
KÍÍRIQUILLO 171

cosa no sería propia de tu decoro... Cuando consigamos romper cosa no seria propia de tu decoro ... Cuando consigamos romper
ese compromiso, ent6nces sera tiempo de que tu amante lo sepa
ese compromiso, entónces será tiempo de que tu amantelo sepa

todo, y reciba el galardon de su constancia. Y ese dia llegará

ciertamente, María.

»Ya mi esposo ha discurrido el medio más eficaz de prepa-


todo, y reciba el galardon de su constancia. Y ese dia llegara
rar el advenimiento de tu dicha: Velázquez será encargado de
ciertaniente, Maria.
»Ya mi esposo ha discurrido el medio mas eficaz de prepa-
una importantísima empresa, fuera de esta isla; y el tiempo y

la ausencia proporcionarán sobradas coyunturas para lo de-

más; pues he oido decir siempre que el amor se ahoga fácilmen-

te cuando hay mar por medio. Esto es lo que ya deseaba comu-


rar el advenimiento de tu dicha: Velazquez sera encargado de
nicarte.»
una importantisima empresa. fuera de esta isla; y el tiempo y
María de Cuéllar se mostró satisfecha de las nuevas que le

daba su amiga; pero su tristeza persistente, y los suspiros que


la ausencia proporcionaran sobradas coyunturas para lo de-
involuntariamente se escapaban de su ajitado seno, indicaban

muy á las claras cuán costoso le era resignarse á los prudentes


mas; pues he oido decir siempre que el amor se ahoga facilmen-
consejos de la Virreina en lo que á Grijalva concernia.

te cuando hay mar por medio. Esto es lo que ya deseaba comu-


XV

Contrastes.
nicarte.))
—¿Sabeis, Licenciado Casas, que teneis hoy tétrico aspecto

para acompañar á un novio?—Así dijo Mojica á las Casas con


Maria de Cuellar se mostr6 satisfecha de las nuevas que le
su voz bronca y chillona, al entrar en el salon del capitan Ve-

lázquez, de regreso de la visita de cumplido ála casa de Cuéllar.


daba su amiga; pero su tristeza persistente, y los suspiros que
—¿Y sabeis,—hidalgo Mojica,—respondió el Licenciado,— involuntariamente se escapaban de su ajitado seno, indicaban
muy a las claras cuan costoso le era resignarse a los prudentes
que vos teneis hoy, como todos los dias, cara de intrigante, y

de meteros en lo que no os importa?

—Pero convenid conmigo, Licenciado,—repuso Mojica tra-

tando de conservar su serenidad ante la ruda salida de su inter-


consejos de la Virreina en lo q1,1e a Grijalva concernia.
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locutor;—convenid en que veis con desagrado el enlace de nues-

tro amigo el capitan Velázquez con María de Cuéllar.

—Lo que veo con disgusto y repugnancia es á vos, hidalgo


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xv
Mojica;—volvió á decir las Casas, cediendo á la invencible an-

tipatía que le inspiraba aquel hombre.—Lo que no se explica es

que'un personaje de mérito como el señor Diego Velázquez ad-

Contrastes.
-c:Sabeis, Licenciado Casas, que teneis hoy tetrico aspecto
para acompafi.ar a un novio?-Asi dijo Mojica a las Casas con
su voz bronca y chillona, al entrar en el salon del capitan Ve-
lazquez, de regreso de la visita de cumplido ala casa de Cuellar.
-c:Y sabeis,-hidalgo Mojica,-respondi6 el Licenciado,-
que vos teneis hoy, como todos los dias, cara de intrigante, y
de meteros en lo que no os importa?
- Pero convenid conmigo, Licenciado,-repuso Mojica tra-
tando de conservar su serenidad ante la ruda salida de su inter-
locutor;-convenid en que veis con desagrado el enlace de nues-
tro amigo el capi tan Velazquez con Maria de Cuellar.
-Lo q ue veo con disgusto y repugnancia es a vos, hidalgo
.i\lojica;-volvi6 a decir las Casas, cedie~do a la invencible an-
tipatia que le inspiraba aquel hombre. - Lo que nose explica es
que·un personaje de merito como el sefi.?r Diego Velazquez ad-
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....

172 LEYENDA HIST6RICA

mita en su intimidad a entes de vuestra especie, y se decore con


172 LEYENDA HISTÓRICA

mita en su intimidad á entes de vuestra especie, y se decore con

tan siniestra compañía al ir á hacer visita á su novia.

—¡Paz, señores!—exclamó Velázquez sin poder contener la


tan siniestra compai:lia al ir a hacer visita a su novia.
risa, ante el sesgo singular de aquel altercado, y ante la facha
-jPaz, sei:loresl-exclam6 Velazquez sin poder contener la
más singular aun de Mojica, aturdido al oirse tratar tan cruda-

mente.
. risa, ante el sesgo singular de aquel altercado, y ante la facha
—A la verdad, señor;—prosiguió las Casas,—que si este hi-

dalgo sigue pegado á vos como la sombra al cuerpo, no debe-


mas singular aun de Mojica, aturdido al oirse tratar tan cruda-
réis extrañar que yo me aleje de vuestro trato. ¿No veis que su

mente.
intento es autorizarse con vuestra proteccion, para que el Al-

mirante Gobernador no le obligue á dar cuenta de la adminis- -A la verdad, sei:lor;-prosigui6 las Casas,-que si este hi-
tracion, que tiene á su cargo, de los bienes pertenecientes á la

huérfana de Guevara? .
dalgo sigue pegado a vos como la sombra al cuerpo, no debe-
—Pronto he estado siempre á dar esa cuenta,—dijo con des-

reis extraftar que yo me aleje de vuestro trato. tNo veis que su


caro Mojica,—pero no á vos, que solo tratáis de quitarme la ad-

ministracion para quedaros con ella, é inventaréis mil calum- intento es autorizarse con vuestra proteccion, para que el Al-
mirante Gobernador no le obligue a dar cuenta de la adminis-
nias para lograr vuestro objeto.

—¡Habrá impudente!—exclamó las Casas indignado:—me

atribuís vuestros propios sentimientos; pero todos me conocen

y os conocen. Lo que importa es que rindáis esas cuentas.


tracion, que tiene a SU cargo, de los bienes pertenecientes a la
Capitan Don Diego, lo habeis oido: el honrado hidalgo está
huerfana de Guevara? •
-Pronto he estado siempre a dar esa cuenta,-dijo con des-
pronto á rendir cuentas, como no sea á mí: mañana lo harémos

saber al señor Almirante, para , que me releve del encargo, y

nombre á otra persona más acepta al administrador.

—Está bien, señores;—dijo Velázquez,—y dejemos ya de


caro Mojica,-pero no a vos, que solo tratais de quitarme la ad-
tratar ese desagradable asunto por ahora.

ministracion para quedaros con ella, e inventareis mil calum-


—Lo dicho,—repuso las Casas;—y con vuestra licencia, me

nias para lograr vuestro objeto.


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retiro á San Francisco.

—Id con Dios, Licenciado,—dijo Velázquez.

No bien se hubo ausentado las Casas, cuando Mojica se des-


-jHabra impudente!-exclam6 las Casas indignado:-me
atribuis vuestros propios sentimientos; pero todos me conocen
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ató en una violenta diatriba contra él: era un insoportable so-

berbio,—decia;—espíritu rebelde, altanero y dominante: afec-

taba austeridad de costumbres para encubrir sus faltas; era en- y os conocen. Lo que importa es que rindais esas cuentas.
Capitan Don Diego, lo habeis oido : el honrado ·hidalgo esta
vidioso y vertía el descrédito contra todo el que parecía más

favorecido de la fortuna, et costera. En suma, el rencoroso hidal-

go se desahogaba á su gusto atribuyendo sus propios vicios al

j noble, al puro, al generoso las Casas, con la esperanza de ha-


pronto a rendir cuentas, como no sea a mi: mafiana lo haremos
saber al senor Almirante, para , que me releve del encargo, y
nombre a otra persona mas acepta al administrador.
-Esta bien, senores;-dijo Velazquez,-y dejemos ya de
tratar ese desagradable asunto por ahora.
-Lo dicho,-repuso las Casas;-y con vuestra licencia, me
retiro a San Francisco.
-Id con Dios, Licenciado,-dijo Velazquez.
No bien se bubo ausentado las Casas, cuando Mojica se des-
at6 en una violenta diatriba contra el: era un insoportable so-
berbio,-decia;-espiritu rebelde, altanero y dominante: afec-
taba austeridad de costumbres para encubrir sus faltas; era en-
vidioso y vertia el descredito contra todo el que parecia mas
favorecido de la fortuna, et ~mtera. Ensuma, el rencoroso hidal-
go Se desahogaba a SU gusto atribuyendo SUS propios vicios itl
i noble, al puro, al generoso las Casas, con la esperanza de ha-
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El\"RI QlilLLO 17
ENRIQUILLO 17

llar accesible la credulidad de Diego Velázquez para acabar


Har accesible la credulidad de Diego Velazquez para acabar
con la buena opinion del Licenciado. Pero en esta parte las con·
con la buena opinion del Licenciado. Pero en esta parte las con-

vicciones del capitan eran inquebrantables: sabia por experien-

cia cuánta era la grandeza de alma de su consejero en la guer-

ra del Bahoruco; sentía profunda veneracion hácia aquel emi-


vicciones del capitan eran inquebrantables: sabia por experien-
nente carácter, cuyo contraste moral con los Mojica,—tipo de
cia cuanta era la grandeza de alma de su consejero en la guer-
ra del Bahoruco ~ sentia profunda veneracion hacia aquel emi-
todos los tiempos,—apreciaba con exactitud y justicia. Respon-

dió, pues, cesando de reir y con acento imponente, al procaz

difamador, estas palabras, que cayeron en su corazon á mane-

ra de plomo derretido.
nente caracter, cuyo contraste moral con los Mojica,-tipo de
—Por esta sola vez, Don Pedro, os tolero la broma; pero no
todos los tiempos,-apreciaba con exactitud y justicia. Respon-
volvais á usarla. El Licenciado tiene el génio un poco vivo; pero

es el hombre más franco, más leal.y más digno de respeto que


di6, pues, cesando de reir y con acento imponente, al procaz
ha venido de España á estas Indias.

Mojica bajó la cabeza, con el mismo aire con que agacha las
difamador, estas palabras, que cayeron en su corazon a mane-
orejas un perro, al recibir el puntapié de su amo. Guardó por

ra de plomo derretido.
un rato silencio, hasta que Velázquez volvió á mirarle con lás-

tima, y le dijo: -Por esta sola vez, Don Pedro, os tolero la broma; pero no
—Mojica, os reitero mi promesa de procurar que no se os

quite esa administracion: haré cuanto de mi dependa; estad


volvais a usarla. El Licenciado tiene el genio un poco vivo; pero
tranquilo.

—¡Ah señor...!—exclamó el hidalgo con alegría.


es el hombre mas franco, mas leal ·y mas digno de respeto que
—Hablemos ahora de otra cosa;—prosiguió Velázquez:—
ha venido de Espana a estas lndias.
¿creéis que no nos queda por hoy más nada que hacer en el

asunto de mi matrimonio?
Mojica baj6 la cabeza, con el mismo aire con que agacha las
—Creo quenó:—replicó Mojica;—lo esencial ya está hecho...

Sin embargo, me ocurre que una serenata esta noche ante


orejas un perro, a1 recibir el puntapie de su amo . Guardo por
un rato silencio, hasta que Velazquez volvio a mirarle con las-
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el balcon de vuestra prometida, sería cosa de lucimiento y

gusto.

—Pues al avío, buen Mojica;—dijo Don Diego:—disponed lo


tima, y le dijo:
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concerniente al efecto, y no reparéis en gastos.

—Nos vendría bien,—repuso el maligno confidente, por cuyo


-Mojica, os reitero mi promesa de proc urar que no se os
cerebro acababa de cruzar una de sus diabólicas ideas;—nos

quite esa administracion: hare cuanto de mi dependa; estad


vendría muy bien que Enriquillo me acompañara tocando la

vihuela. Los dos sabemos concertar en ese instrumento de un tranquilo.


modo que no hay zambra morisca que cause más placer.

—Pues vendrá Enriquillo, hombre de Dios!—dijo el impetuo-


-jAh senor .. . !-exclam6 el hidalgo con alegria.
-Hablemos ahora de otra cosa;- prosigui6 Vela zquez:-
lcreeis que no nos queda por hoy mas nada que hacer en el
asunto de mi matrimonio?
-Creo que n6:-replic6 Mojica;-lo esencial ya esta hecho .. .
Sin embargo, me ocurre que una serenata esta noche ante
. el balcon de vuestra prometida , seria cosa de lucimiento y
gusto.
- Pues al avio, buen Mojica;-dijo Don Diego: - disponed lo
concerniente al efecto , y no r epa r eis en ga stos .
-Nos vendria bien,-repuso el malig no confidente, por cuyo
cerebro acababa de cruza r una de sus diab61ica s ideas;-nos
vendria muy bien que Enriquillo me acompanara tocando la
vi,l1uela. Los dos sabemos concertar en ese instrumento de un
m.odo que no hay zambra morisca que cause m as pla cer.
-Pues vendra Enriquillo, hombre de Dios!- dijo el impet uo-
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.. _ .-:- =..-:

174 LEYENDA HIST6RICA.

so Velazquez. Y al punto mand6 un servidor al convento a bus-


174 LEYENDA HISTÓRICA

so Velázquez. Y al punto mandó un servidor al convento á bus-

car á su ahijado.

En aquel mismo instante le entregaron una carta sellada


car a su ahijado.
con las armas del Almirante: la abrió y se la hizo leer por Mo-

En aquel mismo instante le entregaron una carta sellada


jica, para quien no tenia secretos desde que lo veia tan adicto

á sus intereses.
con las armas del Almirante: 1a abri6 y se la hizo leer por Mo-
La carta solo con tenia estas líneas:

«Amigo y señor Diego Velázquez, esta noche á las ocho os


jica, para quien no tenia secretos desde que lo veia tan adicto
«aguardaré en esta Fortaleza, para tratar asuntos de grande

a SUS intereses.
»interés.

»Vuestro muy fiel amigo, El Almirante.» La carta solo contenia estas lineas: ·
«Amigo y senor Diego Velazquez, esta noche a la~ ocho os
—Yalo veis, Mojica,—observó Velázquez; —no sé á qué hora

saldré de la Fortaleza, y por tanto, esa serenata...

—A la hora que fuere, señor;—contestó Mojica,—todo esta-

rá dispuesto.
>aguardare en esta Fortaleza, para tratar asuntos de grande
Momentos despues llegó Enriquillo; besó respetuosamente »interes.
»Vuestro muy fiel amigo, El Almt"rante.»
la mano á su padrino, y saludó con franca sonrisa á Mojica.

Este le dijo con el tono de voz más meloso que pudo lo que de

él se quería, y que se trataba de complacer á su padrino y pro-

tector.
- Ya lo veis, Mojica, -observ6 Velazquez;- no sea que hora
El asombro y la más viva pesadumbre se dibujaron en el
saldre de la Fortaleza, y pot tanto, ·esa serenata ...
rostro del jóven,—que respondió con entereza al que le ha-

blaba:
-A la hora que fuere, seilor;-contest6 Mojica,-todo esta-
—Que mi padrino me pida toda mi sangre; que me mande á

arrojar en el mar de cabeza; que me exponga á cualquier peli-


ra dispuesto.
gro; todo lo haré gustoso, por su servicio, ó por su simple deseo;

Momentos despues lleg6 Enriquillo; bes6 respetuosamente


pero ir á puntear una vihuela en medio de la calle; asistir á

la mano a su padrino, y salud6 con franca sonrisa a Mojica.


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fiestas y músicas, cuando no hace dos meses que murió mi...

— Pues lo haréis ¡voto átal!—gritó con voz de trueno Veláz-

quez.—Con esas salimos ahora!—Me he desvelado, me he esme-


Estele dijo con el tono de voz mas meloso que pudo lo que de
el -se queria, y que se trataba de complacerasupadrino y pro·
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rado. én darte educacion, en hacerte un muchacho de provecho,

y la primera vez que te pido algo te resistes y te niegas á com-

placerme? ¿Qué otra ocasion podrías hallar para demostrarme tector.


El asombro y la mas viva pesadumbre se dibujaron en el
afecto y gratitud? ¿De qué provecho me ha de servir mandar

que te arrojes al mar como dices?

El jóven quedó confundido y anonadado ante aquella ines-

perada explosion de la cólera de Velázquez. Mojica no podia


rostro del . j6ven,-que respondi6 con entereza al que le ha-
blaba:
-Que mi padrino me pida toda mi sangre; que me mande a
arrojar en el mar de cabeza; que me exponga a .cualquier peli·
gro; todolo hare gustoso, por su servicio, 6 por su simpledeseo;
pero ir a puntear una vihuela en medio de la calle; asistir a
fiestas y musicas, cuando no hace dos meses que muri6 mi. ..
-Pues lo hareis jvoto a tal!-grit6 con voz de trueno Velaz·
q.
, ~ez . -Con esas salimos ahora!-Me he desvelado, me he esme-
(....

rado' en darte educacion, en hacerte un muchacho de provecho,


y la primera vez que te pido algo te resistes y te niegas a com·
placerme? (Que otra ocasion podrias hallar para demostrarme
afecto y gratitud? (De que provecho me ha de servir mandar
que te arrojes al mar como dices?
El j6ven qued6 confundido y anonadado ante aquelJa ines-
perada explosion de la c6lera de Velazquez. Mojica no podia

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ENRIQ"C"ILLO 175
ENRIQUILLO 175

ocultar su contento, al ver que le habia salido tan bien su es-


ocultar su contento, al ver que le habia salido tan bien sues·
tratagema. De un solo golpe hacia perder a Enriquillo la pro·
tratagema. De un solo golpe hacia perder á Enriquillo la pro-

teccion y el cariño de Velázquez, y enfrentaba con este al Licen-

ciado, que no dejaría de salir á defender á su hijo adoptivo, como

solia llamar al cacique.


teccion y el carifi.o de Velazquez, y enfrentaba con este al Licen-
—¡Haced bien,—prosiguió Velázquez siempre irritado,—
ciado, que no dejaria de salir a defender ·a. su hijo adoptivo, como
para recojer ingratitudes...!

—¡Ah, señor, eso nó!-exclamó Enrique, prorrumpiendo en


solia Hamar al cacique.
sollozos.

—La ingratitud es el peor de los defectos;—dijo sentenciosa-


-jHaced bien,-prosigui6 Velazquez siempre irritado,-
mente Mojica.

para recojer ingratitudes ... !


—Haré cuanto querais, señor;—pudo al fin responder el an-

gustiado Enrique;—pero no me tengais por ingrato.


-jAh, senor, eso n6!-exclam6 Enrique, prorrumpiendo en
—¡Quitad allá, mozuelo!—replicó Velázquez con impetuosa

acritud.—No vuelvas á mi presencia: he perdido contigo tiem-


sollozos.
po, cuidado y dinero.

-La ingratitudes el peor de los defectos;-dijo sentenciosa-


Estas palabras llegaron á Enrique á lo más vivo del alma.

Se irguió con dignidad, miró serenamente á Velázquez, y dijo: mente Mojica.


-Hare cuanto querais, senor;-pudo al fin responder el an-
—Señor, procuraré satisfaceros algun dia; miéntras tanto,

siempre seré vuestro, y disponed de mí como mejor os cuadre.

Dicho esto hizo una profunda reverencia y salió del salon.

Velázquez se quedó pensativo; su cólera se habia disipado,


gustiado Enrique;-pero no me tengais por ingrato.
y parecía pesaroso de haberse mostrado tan duro con su prote-
-jQuitad alla, mozuelo!-replic6 Velazquez con impetuosa
acritud.-No vuelvas a mi presencia: he perdido contigo tiem-
jido. Mojica entre tanto repetía dos y tres veces con feroz insis-

tencia:

—Criad cuervos, y sacaros han los ojos...

Hasta que el capitan, incomodado de oirle el estribillo, le


po, cuidado y dinero.
Estas palabras llegaron a Enrique a lo mas vivo del alma.
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dijo ágriamente:

—Eh! dejadme en paz; que no estoy para refranes nécios!

Mojica se fué al trote. »


Se irgui6 cqn dignidad, mir6 serenamente a Velazquez, y dijo:
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XVI

Resolucion.
-Senor, procurare satisfaceros algun dia; mientras tan to,
La sombría calma, el silencio absoluto en que permanecía

siempre sere vuestro, y disponed de mi como mejor os cuadre.


Grijalva al retirarse del jardin de los Virreyes, en la noche fu-

Dicho esto hizo una profunda reverencia y sali6 del salon.


Velazquez se qued6 pensativo; su c6lera se habia disipado,
y parecia pesaroso de haberse mostrado tan duro con su prote-
jido. Mojica entre tan to repetia dos y tres veces con feroz insis-
tencia:
-Criad cuervos , y sacaros ban los ojos ...
Hasta que el capita n, incomoda do de oirle el estribillo , le
dijo agriamente:
-Eh! dejadme en pa z; que no estoy para refranes necios !
Mojica se fue al trote. ~ "*
...., ...

X VI

Resolucion.
La sombria ca lma, el silencio absoluto en que perma n ecia
Grijalva al r etirarse del jardin de los Virreyes , en la noch e fu-
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-~ ..

176 LEYENDA HIST6RICA


176 LEYENDA HISTÓRICA

nesta que habia cerrado la era de sus dias felices, desvanecien- nesta que habia cerrado la era de sus dias felices, desvanecien-
do al frio soplo _de una realidad, tan dura como inesperada, todo
do al frio soplo de una realidad, tan dura como inesperada, todo

un mundo de doradas ilusiones y de ensueños deliciosos; esa

aparente impasibilidad infundía en el buen Don García de Agui-

lar mayor inquietud y alarma respecto del estado en que supo-


un mundo de doradas ilusiones y de eusuenos deliciosos; esa
nia el ánimo de su amigo, que las que habría experimentado
aparente impasibilidad infundia en el buein Don Garcia de Agui-
lar mayor inquietud y alarma respecto d el estado en que supo-
viéndolo entregarse á los extremos de desesperacion y pror-

1
rumpir en las más destempladas imprecaciones. Hay algo

de augusto y solemne en el mutismo de los grandes dolores,

que conmueve hondamente; por lo mismo que, careciendo


nia el animo de su amigo, que las que babria experimentado
de manifestaciones ostensibles, la impenetrabilidad en que

viendolo entregarse a los extremos de desesperacion y pror-


se ocultan ofrece á la imaginacion de los demás la idea de

su desmedida magnitud, como las tinieblas de un abismo hacen


rumpir en las mas destempladas impnecaciones. Hay algo
estremecer al que las mira, con el sensible horror de su pro-

fundidad.
de augusto y solemne en el mutismo de los grandes dolores,
Don García, buen amigo hasta la indiscrecion, tomaba á em-

que conmueve hondamente; por lo mismo que, careciendo


peño hacer hablar al desdichado amante, y lo abrumaba á fuer-

za de preguntas, observaciones y reflexiones que todas queda- de manifestaciones ostensibles, la impenetrabilidad en que
ban sin respuesta.

— <Debes olvidar á esa infiel:—no merece tu amor:—las más


se ocultan ofrece a la imaginacion de los demas la idea de
»bellas damas de la colonia te miran extasiadas, y desearían ser

»tuyas:—¿no conoces más de una tan hermosa como esa ingra-


su desmedida magnitud, como las tinieblas de un abismo hacen
»ta? El mundo es tuyo, y puedes elegir á tu antojo»;—y otras estremecer al que las mira, con el sensible horror de su pro-
fundidad.
frases por el estilo.

Inútiles esfuerzos de elocuencia. Aquel en cuyo obsequio se

hacian estaba como privado de inteligencia y de sentido. Cami-

naba, caminaba de un modo maquinal, y á grandes pasos. Una


Don Garcia, buen amigo basta la indiscrecion, tomaba a em-
pefio bacer hablar al desdichado amante, y lo abrumaba a fuer-
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sola vez rompió el silencio, y fué ya en la puerta de su casa, al

za de preguntas, observaciones y refiexiones que tQdas queda-


entrar, despidiéndose de su amigo.

—Adiós; tengo frio: gracias!


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Y su voz temblorosa y balbuciente comprobaba el glacial

entorpecimiento de sus facultades físicas.


ban sin respuesta.
Aguilar se quedó solo en la calle, y apesar suyo se retiró
- «Debes olvidar a esa infiel:-no merece tu amor:-las mas
lleno de ansiedad; porque suponia todo lo peor: veia el alma de

su amigo como una frágil barquilla destrozada por iracunda


»bellas damas de la colonia te miran extasiadas, y desearian ser
borrasca.

Al dia siguiente fué muy temprano á requerir la compañía


»tuyas:-(no conoces mas de una tan her:m osa como esa ingra·
»ta? El mundo es tuyo, y puedes elegir ~i tu antojo»;-y otras
frases por el estilo.
Inutiles esfuerzos de elocuencia. Aquel en cuyo obsequio se
hacian estaba como privado de inteligencia y de sentido. Cami·
naba, caminaba de un modo maquinal, y .a grandes pasos. Una
sola vez rompi6 el silencio, y fue ya en la puerta de su casa, al
entrar, despidiendose de su amigo.
-Adi6s; tengo frio: gracias!
Y su voz temblorosa y balbuciente comprobaba el glacial
entorpecimiento de· sus facultades fisicas .
Aguilar se qued6 solo en la caHe, y apesar suyo se retir6
lleno de ansiedad; porque suponia todo lo peor: veia el alma de
su amigo como una fragil barquilla destrozada por iracunda
borrasca.
Al dia siguiente fue muy temprano a ~equerir la compafiia

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ENRIQUILLO 177
de Don Gonzalo de Guzman,~ quien refiri6 las peripecias de la
ENRIQUILLO 177

de Don Gonzalo de Guzman, á quien refirió las peripecias de la

noche anterior.
noche anterior.

Don Gonzalo era hombre de juicio más sólido y maduro

que Aguilar: reprendió á éste por su ligereza en juzgar mal de

la jóven dama de Doña María de Toledo, y le hizo observar que


Don Gonzalo era hombre de juicio nu1s s6lido y maduro
la intervencion del Almirante en el asunto era muy significati-
que Aguilar: reprendi6 a este por su ligereza en juzgar mal de
la j6ven dama de Dona Maria de Toledo, y le hizo observar que
va y daba márgen á infinitas conjeturas, ántes de concluir de-

cisivamente contra una doncella de tan alto mérito como era

María de Cuéllar.

la intervencion del A lmirante en el asunto era muy significati-


va y daba margen a infinitas conjeturas, antes de concluir de-
Fueron juntos á visitar á Grijalva, y le hallaron presa de una

violenta calentura. El desgraciado jóven no tenia consigo sino

un hermano, mayor que él, pero adusto y de corto entendimien-

to; y tres ó cuatro indios de servicio: Don García se constituyó


cisivamente contra una doncella de tan alto merito como era
desde luego á cuidar de su asistencia, y Don Gonzalo salió in-

mediatamente, enviando poco despues médico, criados inteli-


Maria de Cuellar.
gentes y todo lo necesario para el caso.

Fueron juntos a visitar a Grijalva, yle hallaron presa de una


La fiebre calmó sin embargo, ántes de las veinte y cuatro

horas, sin asumir carácter pernicioso. El médico declaró que


violenta calentura. El desgraciado j6ven no tenia consigo sino
solo habia una grande excitacion delos nervios, y prescribió un

régimen sencillo que dió prontos y excelentes resultados. El


un hermano, mayor que el, pero adusto y de corto entendimien-
siguiente dia, ya Grijalva, incorporado en su lecho, pálido y

to; y tres 6 cuatro indios de servicio: Don Garcia se constituy6


desde luego a cuidar de su asistencia, y Don Gonzalo sali6 in-
triste, pero libre de todo acceso febril, conversaba tranquila-

mente con los circunstantes, y expresaba su gratitud á Guzman

mediatamente, enviando poco despues medico, criados inteli-


y Aguilar.

De estos dos nobles y generosos amigos, el primero, Don

Gonzalo de Guzman, era un hombre dotado de distinguidas

prendas de inteligencia y de carácter. Su lenguaje, flexible, in-


gentes y todo lo necesario para el caso.
La fiebre calm6 sin embargo, antes de la~~ veinte y cuatro
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sinuante, rebosando de bondad é inspirado por un conocimien-

horas, sin asumir caracter pernicioso. El mC:!dico decJar6 que


to profundo del corazon humano, tenia especial virtud para

calmar las tempestades del alma. Habló de todo, ménos de los


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amores de Grijalva; pasó en revista los principales personajes

de la colonia; sus empresas, sus proyectos, sus probabilidades


solo habia una grande excitacion de _los nervios, y prescribi6 un
de buen ó mal éxito; y desenvolvió ante los ojos del doliente
regimen sencillo que di6 prontos y excelentes resultados. El
mancebo, que parecía escucharle con gustosa atencion, un ex-

tenso panorama de aventuras gloriosas. Grijalva se reanimó


siguiente dia, ya Grijalva, incorporado en su lecho, palido y
visiblemente y llegó á expresar su intencion de embarcarse con

Ojeda y Nicuesa, que, segun se ha dicho, estaban á la sazon en


triste, pero libre de todo acceso febril, conversaba tranquila-
12

mente con los circunstantes, y expresaba su gratitud a Guzman


y Aguilar.
De estos dos nobles y generosos amigos, el primero, Don
Gonzalo de Guzman, era un hombre dotado de distinguidas
prendas de inteligencia y de caracter. Su leng;uaje, flexible, in-
sinuante, rebosando de bondad e inspirado por un· conocimien-
to profundo del corazon humano, tenia especial virtud para
calmar las tempestades del alma. Habl6 de .todo, menos de los
amores de Grijalva; pas6 en revista los principales personajes
de la colonia; sus empresas, sus proyectos, sus probabilidades
de buen 6 mal exito; y desenvolvi6 ante los ojos del doliente
mancebo, que parecia escucharle con gustosa atencion, un ex-
tenso panorama de aventuras gloriosas. Grijalva se reanim6
visiblemente y lleg6 a expresar su intencion <le embarcarse con
Ojeda y Nicuesa, que, segun se ha dicho, estaban a la sa zon en
l '.?
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/
178 LEYE~DA lllSTORICA

Santo Domingo activ-a ndo los ultimos prceparati v?s de su expe-


178 LEYENDA HISTÓRICA

Santo Domingo activando los últimos preparativos de su expe-

dicion al continente.

Don Gonzalo le objetó que tratándole el Almirante con la


dicion al continente.
alta estimacion que todos sabian, no sería justo corresponderle
Don Gonzalo le objet6 · que tratandole el Almirante con la
yéndose á compartir la fortuna de los que aparecían como ému-

los de sus intereses; y que mejor le estaría á Grijalva aguardar


alta:. estimacion que todos sabian, no seria justo corresponderle
á que el mismo Almirante organizara alguna expedicion.por su

propia cuenta; lo que no podría tardar mucho. Conformóse


yendose a compartir la fortuna de los que aparecian como emu-
Grijalva con este parecer, y así quedó determinado en su pro-

los de sus in~ereses; y q ue mejor le estaria a Grijalva aguardar


a que el mismo Almirante organizara aJguna expedicion.por su
pósito.

XVII

Deliberaciones.

La noche precedente tuvo efecto la entrevista para que ha-


propia cuenta; lo que no podria tardar mucho. Conform6se
bia sido llamado Velázquez por Diego Colon á la Fortaleza.

—Ya os dije que era vuestro amigo, y que pronto os lo pro-


Grijalva con este parecer, y asi qued6 determinado en su pro;
baria;—fueron las primeras palabras que empleó el Almirante
p6sito.
por vía de exordio para entrar en materia.—Desde ahora quie-

ro que vuestros intereses corran identificados con los míos. Ya

sabeis que se me quiere despojar de mis derechos y prerrogati-

vas como Almirante de estas Indias. Ojeda y Nicuesa, con el

acreditado piloto Juan de la Cosa, están acabando de aprestar-

se para ir á conquistar y poblar en las partes más ricas é impor-


XVII
tantes de las tierras descubiertas por mi ilustre padre: él pasó

sus grandes trabajos para que estos extraños los aprovecharan,

validos de la perdurable injusticia del Rey para con nuestra Deliberaciones.


casa, y del apoyo que les prestan allá el malvado obispo Fon-

seca que tanto atormentó á mi padre; y acá el intrigante tesore-

La noche precedente tuvo efecto la entrevista para que ha-


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ro Miguel de Pasamonte. Aun la isla de Jamáica me la quieren

arrebatar, incluyéndola en el asiento con Ojeda ó con Nicuesa;

que este particular aun entre ellos está oscuro y dudoso, por lo
bia sido llamado Velazquez por Diego Colon a la Fortaleza.
-Ya os dije que era vu~stro amigo, y que pronto os lo pro-
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que es ocasion de disputas y desafíos,.que yo dejo correr como

baria;-fueron las primeras palabras que emple6 el Almirante


simple espectador, siendo como soy el legítimo dueño de la cosa

disputada.

por via de exordio para entrar en materia:-Desde ahora quie-


ro que vuestros intereses corran identificados con los mios. Ya
sabeis que se me quiere despojar de mis derechos y prerrogati-
vas como Almirante de estas Indias. Ojeda y Nicuesa, con el
acreditado piloto Juan de la Cosa, estan acabando de aprestar·
se para ir a conquistar y poblar en las partes mas ricas e impor-
tantes de las tierras descubiertas por mi ilustre padre: el pas6
sus grandes trabajos para que estos extra-nos los aprovecharan,
validos de la perdurable injusticia del Rey· para con nuestra
casa, y del apoyo que les prestan alla el malvado obispo Fon-
seca que tan to atorment6 a mi padre; y aca el intrigante tesore-
ro Miguel de Pasamonte. Aun la isla de Jamaica me la quieren
arrebatar, incluyendola en el asiento con Ojeda 6 con Nicuesa:
que este particular aun entre ellos esta oscuro y dudoso, por lo
que es ocasion de disputas y desafios,.que yo dejo correr como
simple espectador, siendo como soy el leg:ltimo duefto de la cosa
disputada.

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ENRIQDILLO 179
ENRIQÜILLO 179

»Pero entre tanto el tiempo urge, y me conviene aprovechar-


»Pero entre tanto el tiempo urge, y me conviene aprovechar-
lo: con vos cuento para el efe·c to. (Quereis ir a poblar la is~a de
lo: con vos cuento para el efecto. ¿Queréis ir á poblar la isla de

Jamáica? ¿Queréis más bien anticiparos á los dos usurpadores,

y salir para el Darien con toda la gente y los recursos que aquí

podamos allegar? Esto dificultaría mucho más la expedicion de


Jamaica? (Quereis mas bien anticiparos a los dos usurpadores,
aquéllos, porque les quitaríamos la mayor parte de la gente
y salir para el Darien con toda la gente y los recursos que aqui
que han traído enganchada desde España, sobreño permitirles

enganchar ninguna aquí. Para consultaros sobre estos impor-


podamos allegar? Esto dificultaria mucho mas la expedicion de
tantes puntos os he llamado.

Velázquez no carecía de prudencia: comprendía, en medio


aquellos, porque les quitariamos la mayor parte de la gente
de las deslumbradoras proposiciones del jóven Almirante, que

que han traidp enganchada desde Espafia, sobre no permitirles


se trataba de hacer frente á las resoluciones soberanas, de

contrarrestarlas y contrariarlas, oponiéndoles los justos y legí-


enganchar ninguna aqui. Para consul taros· sobre estos impor-
timos derechos del hijo del Descubridor. No podia preverse has-

ta donde pudiera llevar á la una parte y á la otra su respectivo


tantes puntos os he llamado.
empeño en la lucha. ¿Cedería la corona? Era dudoso; y en ese

caso, sería temeridad obstinarse en sustentar derechos que po-


Velazquez no carecia de prudencia: comprendia, en medio
dían ser desvirtuados por cualquier acusacion de rebeldía, cu- de las deslumbradoras proposiciones del j6ven Almirante, que
se trataba de hacer frente a las resoluciones soberanas, de
yas consecuencias acaso se complicaran hasta producir un pa-

tíbulo. ¿Cedería Don Diego? Esto era lo más probable; y entón-

ces, solo se recojeríapor fruto de la porfiada empresa desenga-

ños y tiempo perdido.


contrarrestarlas y contrariarlas, oponiendoles los justos y legi·
Estuvo, pues, Diego Velázquez casi á punto de decir que nó
timos derechos del hijo del .Descubridor.. No podia pre verse has-
ta donde pudiera llevar a la una parte y a la ot:ra SU respectivo
rotundamente á lo que el Almirante le proponia; pero tampoco

entraba en su conveniencia malquistarse con el primer perso-

naje del Nuevo' Mundo, que tan buenas pruebas de amistosa

confianza le estaba dando. En consecuencia, despues de hacer


empefio en la lucha. (Cederia la corona? Era dudoso; y en ese
caso, seria temeridad obstinarse en sustentar derechos que po-
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rápidamente las apuntadas reflexiones, Velázquez pidió al

dian ser desvirtuados por cualquier acusacion de rebeldia, cu-


Almirante tiempo para responderle, indicando el plazo de tres

dias. De este modo podría deliberar con sus amigos, principal-


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mente con el Licenciado las Casas, que era en quien tenia más

ciega fé, la resolucion que le conviniera adoptar. Diego Colon


yas consecuencias acaso se complicaran hasta producir un pa-
le exigió que acortara el plazo, en atencion á la" premura

tibulo. (Cederia Don Diego? Esto era lo mas probable; y ent6n·


de las circunstancias, y quedaron convenidos en que á la si-

guiente noche notificaría Velázquez la decision que mejor le


ces, solo se recojeria por fruto de la porfiada empresa desenga-
pareciera.

Muy de mañana, al dia siguiente, mandó aviso Velázquez á


fios y tiem.po perdido.
y

Estuvo, p'u es, Diego Velazquez casi a punto de decir que n6


rotundamente a lo que el Almirante le proponia; pero tampoco
entraba en su conveniencia malquistarse con el primer perso-
naje del Nuevo· Mundo , que tan buenas pruebas de amistosa
confianza le estaba dando. En consecuencia, dlespues de hacer
rapidamente las apuntadas reflexiones, Vei:azquez pidio al
Almirante tiempo para responderle,.indicando el plazo de tres
dias. De este modo podria deliberar con sus amigos, principal-
mente con el Licenciado las Casas, que era en quien tenia mas
ciega fe, la resolucion que le conviniera adoptar. Diego Colon
le exigi6 que acortara el plazo, en atenciorn a la· premura
de las circunstancias, y quedaron con venidos en que a la si-
guiente noch~ notificarfa Vel c'1zquez la decision que mejor le
pareciera.
Muy de ma fiana, al dia sig uiente, mand6 aviso Velazquez a
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180 LEYENDA HIST6RICA
180 LEYENDA HISTÓRIC

n
las Casas de que necesitaba conferenciar con el; y apenas tar-
las Casas de que necesitaba conferenciar con él; y apénas tar-

dó el Licenciado diez minutos en acudir al llamamiento.


d6 e1 Licenciado diez minutos en acridir al llamamiento.
El capitan le dió las gracias, complacido de ver tan buena

El capitan le di6 las gracias, complacido de ver tan buena


voluntad en su amigo; pero éste con su habitual franqueza

le dijo: voluntad en su amigo; pero este con su habitual franqueza


Je dijo:
—Os equivocais; yo iba á venir sin vuestra órden, por dos

motivos: uno es para poner en claro lo ocurrido ayer con Enri-

quillo, que vi llegar medio muerto de pesadumbre, y estoy te-

miendo si volverá á enfermar. El otro es la concertada visita al


-Os equivocais; yo iba a venir sin vuestra 6rden, por dos
Almirante para pedirle que nombre otro en mi lugar, que tome
motivos: uno es para poner en claro lo ocurrido ayer con Enri-
quillo, .que vi llegar medio muerto de pesadumbre, y estoy te-
residencia al administrador Mojica, sobre los bienes que fueron

de Doña Ana de Guevara.

—Sois tenaz, Don Bartolomé: ¿qué os ha hecho ese pobre

hombre?
miendo si volvera a enfermar. El otro es la concertada visita al
—¡Pobre hombre decís! Algun dia lo conoceréis. ¿Me acom-
Almirante para pedirle que nombre otro en mi lugar, que tome
pañais, ó no, adonde el Almirante?

—No puedo, por lo que os voy á decir;—contestó Velázquez.


residencia al administrador Mojica, sobre los bi en es que fueron
Y refirió punto por punto lo que habia pasado entre él y el

Almirante, en su última entrevista, agregando:


de Dona Ana de Guevara.
—Ya veis que sin llevarle la contestacion definitiva, que ha

-Sois tenaz, Don Bartolome: (que os ha hecho ese pobre


de ser en la misma noche de hoy, no debo ir á la Fortaleza. Dad-

me vuestra opinion, Licenciado. hombre? ,


Las Casas se puso á meditar en silencio, y así pasaron algu-

nos instantes.
-jPobre hombre decisl Algun dia lo conocereis. (Me acom-
—Habeis obrado prudentemente, —dijo al cabo las Casas,—

panais, 6 n6, adonde el Almirante?


-No puedo, por lo que OS voy a decir;-contest6 Velazquez.
no precipitando vuestra determinacion. El mero hecho de ir
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contra los mandatos de la Corona pudiera aparejaros grandes

disgustos en vuestra carrera: seguramente habríais de tener

conflictos ocasionados por la violencia de carácter de Ahonso de


Y refiri6 pun to por pun to lo que habia pasado entre el ·y el
Almirante, en SU ultima entrevista, agregando:
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Ojeda, si fuérais á contender con él en sus empresas; miéntras

que Diego de Nicuesa por su parte goza de gran crédito en la

corte. Por todos lados veo peligros para vos en ir al Darien ó á


-Ya veis que sin llevarle la contestacion definitiva, que ha
de ser en la misma noche de. hoy, no debo ir a la Fortaleza. Dad-
Jamáica; y yo creo que prestaríamos mejor servicio al Almiran-

te inclinándole á que dirija sus representaciones al Rey, en vez

de irse por vias de hecho para volver por sus legítimos intere-

ses, que en realidad lo son. De esto he tratado antes de ahora


me vuestra opinion, Licenciado.
con Don Bartolomé Colon, que es del mismo parecer; pero el
Las Casas se puso a meditar en silencio, y asi pasaron algu-
nos instantes.
-Habeis obrado prudentemente,-diijo al cabo las Casas.-
no precipitando vuestra determinacion. El mero hecho de ir
contra los mandatos de la Corona puc;liera aparejaros grandes
disgustos en vuestra carrera: seguramente habriais de tener
conflictos ocasionados por la violencia de caracter de Alonso de
Ojeda, si fuerais a contender con el en sus empresas; mientras
que Diego de Nicuesa por SU parte goza de gran credito en la
corte. Por todos lados veo peligros para vos en ir al Darien 6 a
Jamaica; y yo creo que prestariamos mejor servicio al Almiran-
te inclinandole a que dirija sus representaciones al Rey, en vez
de irse por vias de hecho para volver· por sus legitimos ihtere-
ses, que en realidad lo son. De esto he tratado antes de ahora
con Don Bartolome Colon, que es del 1nismo parecer; pero el
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ENRIQUILLO 181

mando da de si el engreimiento, y los buenos consejos son vago


ENRIQUILLO .181

mando dá de sí el engreimiento, y los buenos consejos son vago rumor para los oidos del poderoso. De aqui vienen luego las
grandes caidas, y los tardios arrepentimientos.
rumor para los oidos del poderoso. De aquí vienen luego las

grandes caídas, y los tardíos arrepentimientos.

—Pero pensará el Almirante,—argüyó Velázquez,—que yo,

por ser ya bastante rico en esta Isla, rehuyo el cuerpo á los tra-
-Pero pensara el Almirante,-arguy6 Velazquez,-que yo,
bajos y á los peligros; lo que me hará perder mucho en su con-
por ser ya bastante rico en esta Isla, rehuyo el cuerpo a los 'tra-
bajos y a los peligros; lo que me hara perder mucho en su con-
cepto.

—Seguramente,"—respondió las Casas;—pero esa reflexion

no debe deteneros para decir la verdad, cuando se os pone en el

caso de resolver tan grave asunto.


cepto . .
—Si de momento,—añadió el capitan,—se ofreciera otra em-
-Seguramente,·-respondi6 las Casas;-pero esa reflexion
presa en que ejercitar mi valor y mi adhesion al Almirante,

sin ir contra la voluntad de Su Alteza...


no debe deteneros para decir la verdad, cuando se os pone en el
—Voy á sugeriros un gran proyecto,—contestó vivamente

el Licenciado;—y acaso esté envuelto en él todo un porvenir de


caso de resolver tan grave asunto.
gloria y de fortuna. Proponed al Almirante que os encargue la

-Si de momento,~anadio el capitan,-se ofreciera otra ern-


conquista y colonizacion de la isla Juana, la Cuba de los in-

dios (40). Como no ha sonado que sea rica en minas de oro, na-
presa en que ejercitar mi valor y mi adhesion al Almirante,
die la ha hecho hasta el dia objeto de su codicia; y sin embargo,

no sé qué presentimiento me dice que en riqueza, grandeza y


sin ir contra la Yoluntad de Su Alteza ...
bondad de la tierra no cede á ninguna otra comarca del mundo.

-Voy a sugeriros un gran proyecto,-contest6 vivarnente


Así lo conjeturaba el mismo Almirante viejo, que tenia grandes

designios sobre esa isla. No ha entrado allí el hierro destructor el Licenciado;-y acaso este envuelto en el todo un porvenir de
gloria y d~ fortuna. Proponed al Aimirante que os encargue la
de la conquista, y será una bendicion de Dios para ella que vos,

tan experimentado ya en el ejercicio de fundar poblaciones, y

que no excluís de vuestro pecho la piedad para los pobres in-

dios, seais el que lleve allá el signo de la redencion, y dejeis


conquista y colonizacion de la isla Juana, la Cuba de los in-
dios (40). Como no ha sonado que sea rica en minas de oro, na-
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vuestra memoria perpetuada en los nombres de florecientes

die la ha hecho hasta el dia objeto de su codicia; y sin embargo,


ciudades que habrían de surjir de la nada, merced á vuestro

cuidado y vuestro esfuerzo.


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—Ya tengo bastantes fundaciones á que atender, Licencia-

do;—replicó Velázquez, —y si mi nombre ha de pasar á la


no se que presentimiento me dice que en riqueza, grandeza y
posteridad por esa clase de servicios, ahí están la villa de
bondad de la tierra no cede a ninguna otra comarca dcl mundo.
Azua, Salvatierra de la Sabana, San Juan de la Maguana y

Villanueva de Jáquimo, todas fundadas por mí, y que serán


Asi lo conjeturaba el mismo Almirante viejo, que teni a grandes
mis títulos á la inmortalidad, — agregó con burlona ironia

Velázquez.
designios sobre esa isla. No ha entrado alli el hierro qestructor
s

de la conquista, y sen\ una bendicion de Dios para ella que vos,


tan experimentado ya en el ejercicio de fundar poblaciones, y
que no excluis de vuestro pecho la piedad para los pobres in·
dios, seais el que lleve all a el signo de la redencion, y dejeis
vuestra memoria perpetuada en los nombres de florecientes
ciudades que habrian de surjir de la nada, iinerced a vuestro
cuidado y vuestro esfuerzo.
-Ya tengo bastantes fundaciones a que ~Hender, Licencia -
·do;-replic6 Velazquez,-y si mi nombre ha de pasar a la
posteridad por esa c1ase de servicios, ahi esta n la v illa de
Azua, Salvatierra de la Sabana, San Juan de la Magua na y
Villanueva de Jaquimo, todas fundadas. por mi, y que ser a n
mis titulos a ia inmortalidad, - agreg 6 con burlona ironia
Velazquez.

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182 LEYE~"DA HIST6RICA

-Mucho mas teneis que hacer en Culoa, capitan; creed.me.


Su proximidad a sotavento de esta isla Espanola, y mas toda via
182 LEYENDA HISTÓRICA

—Mucho más teneis que hacer en Cuba, capitan; creedme.

Su proximidad á sotavento de esta isla Española, y más todavía

la vecindad de vuestros medios y recursos, en Yaguana y Bai-


la vecindad de vuestros medios y recursos, en Yaguana y Bai-
noa (41), hacen más fácil, ménos costosa y de seguros resulta-

noa (41), hacen mas facil, menos cost0sa y de seguros resulta-


dos esta empresa.

—¿Me acompañaréis en ella, Licenciado? Con vos me atreve-


-dos ~sta empresa.
ré á todo.

—Gracias, capitan; iré gustoso á acompañaros, despues que


-(Me acompanareis en ella, Licenciado? Con vos me atreve-
haya conseguido mi ordenacion sacerdotal.

re a todo.

-Gracias, capitan; ire gustoso a acompanaros, despues q ue
—No ántes, y quizá mucho despues habría yo de acometer

la realizacion de ese gran proyecto; pues ya sabeis que, como

haya conseguido mi ordenacion sacerdotal.


vos, tambien tengo un sacramento en perspectiva,—dijo Veláz-

quez, aludiendo á su concertado matrimonio.

—Lo que más importa es decidiros, capitan,—insistió las

Casas.—Veamos ahora mismo al Almirante; declaradle vuestra


-No antes, y quiza mucho despues habria yo de acometer
determinacion, y ya veréis cómo todo se endereza al mejor tér-
la realizacion de ese gran proyecto; pue:s ya sabeis que, como
vos, tambien teng·o un sacramento en perspectiva,-dijo Velaz-
mino. Urge ántes que nada,. que al escribir Don Diego al Rey,

.
le hable del proyecto como asunto ya convenido y resuelto;

pues así quedará la empresa de Cuba, aunque se aplace un tan-

to, al abrigo de tanto codicioso aventurero y tanto pillastre


quez, aludiendo a su concertado matrimonio.
.
como dá guerra al hijo del gran Descubridor, por despojarlo de
-Lo que mas importa es decidiros, capitan,-insisti6 las
todo lo que ante Dios y los hombres le pertenece de pleno dere-

cho. Asegurado vos en esta parte, ya podréis acometer confia-


Casas.-Veamos ahora mismo al Almirante; declaradle vuestra
do la nueva conquista, cuyas dificultades y riesgos no han de

ser superiores á vuestro valor y experiencia.


determinacion, y ya vereis .c 6mo to do se endereza al mejor ter-
—Nó, pardiez! Licenciado. Ni un momento he temido los tales

mino. Urge antes que nada/ que al escribir Don Diego al Rey,
trabajos y peligros; ántes bien, mi corazon, cansado de blanda

le hable del proyecto como asunto ya convenido y resuel~o;


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ociosidad, suspira impaciente por verse en ellos: lo que me trae

moroso es esa divina María de Cuéllar, que aquí me tiene como

encadenado, y no quisiera salir de la isla sin que de hecho fue-


pues asi queda_ra. la empresa de Cuba, aunque se a place un tan-
to, al abrigo de tanto codicioso aventutrero y tanto pillastre
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ra mio tan imponderable tesoro.

—De esas cosas no entiendo, capitan: yo tampoco pienso sa-

lir, sino despues de consagrado al Señor. Entónces, me tendréis como da guerra al hijo del gran Descubridor, por des po jarlo de
á vuestra disposicion... Y ahora, decidme, que ya es tiempo:

¿por qué os enojásteis ayer con Enriquillo?


todo lo que ante Dios y los hombres le pertenece de pleno dere-
—A fé mia, Don Bartolomé,—dijo Velázquez recapacitan-

do,—que apénas lo recuerdo; mas sí que me pesó al punto el


cho. Asegurado vos en esta parte, ya podreis acometer confia-
do la nueva conquista, cuyas dificultades y riesgos no han de
ser superioi·es a vuestro valor y experiencia .
-N6, pardiez! Licenciado. Ni un momento he temido los tales
trabajos y peligros; antes bien, mi corazon, cansado de blanda
ociosidad, suspira impaciente por verse en ellos: lo que me trae
moroso es esa divina Maria de Cuellar, que aqui me tiene como
encadenado, y no quisiera salir de 1a isla sin que de hecho fue-
ra mio tan imponderable tesoro.
-De esas cosas no entiendo, capitan: yo tampoco pienso sa-
lir, sino despues de consagrado al Senor. Ent6nce~, me tendreis
a vuestra disposicion ... y ahora, decidme, que ya es tiempo:
<_por que os enojasteis ayer con Enriquillo?
-A fe mia, Don Bartolome, -dijo Velazquez recapacitan·
do,-que apenas lo recuerdo; mas si que me pes6 .al punto el
...
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ENRIQUILLO 183

ENRIQUILLO 183
haber sido con el demasiado severo; y si ahora lo tuviera aqui
haber sido con él demasiado severo; y si ahora lo tuviera aquí

presente, daría gustoso un abrazo á mi pobre ahijado.


presente, daria gustoso un abrazo a mi pobre ahijado.
—¿No recordáis el motivo? Pues voy á decíroslo;—replicó
-(No recordais el motivo? Pues voy a deciroslo;-replic6
las Casas con amarga expresion.-Ese Mojica,.deliberadamen-
las Casas con amarga expresion.—Ese Mojica, deliberadamen-

te, proporcionó el disgusto; ese Mojica ejerce una mala influen-

cia á vuestro lado, abusa de vuestro carácter franco y sencillo;

os induce á actos injustos, agenos de vuestra noble y generosa


te, proporcion6 ei disgusto; ese Mojica ejerce una mala influen-
índole...
cia a: vuestro lado, abusa de vuestro caracter franco y sencillo;
os induce a actos injustos, agenos de vuestra noble y generosa
—Tal vez tengais razon, Licenciado,—dijo Velázquez, de-

seando ver terminado el sermon.—Voy á desconfiar de él en

adelante...

—¿Pediréis conmigo al Almirante,—añadiólas Casas,—que


in dole ...
se nombre un sustituto para residenciar las cuentas de ese

-Tal vez tengais razon, Licenciado,-dijo Velazquez, de-


seando ver terminado el sermon.-Voy a desconfiar de el en
picaro...?

—Convenido, Licenciado;—volvió á decir el voluble Veláz-

quez, sometido ahora en cuerpo y alma á su ángel bueno, que

era las Casas.


adelante ...
—Y si estáis cansado deprotejer á Enriquillo, no cureis más

-(Pedireis conmigo al Almirante,-aftadli6 las Casas,-que


de él, que yo me basto para el efecto...

—¡Por Dios, Licenciado, no digais tal cosa! ¿Qué se pensaría se nombre un sustituto para residenciar las cuentas de ese

p1caro ....';>
de mí? Ese cuidado no lo cedo á nadie.

—Así os quiero, capitan: ahora os reconozco...! Pues vamos

compaginando las cosas. El sustituto mio no ha de ser un tu-

-Convenido, Licenciado;-volvi6 a decir el voluble Velaz- \


quez, sometido ahora en cuerpo y alma a su angel bueno, que
nante á quien Mojica pueda comprar; ni un simple á quien pue-

da engañar. Ya he discurrido sobreeste punto en mis adentros,

era Jas Casas.


y hallo que el sujeto más adecuado á tal encargo es el íntegro

y venerable Don Francisco de Valenzuela.

-Y si estais cansado de protejer a Enriquillo, no cureis mas


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—Indudablemente,—repuso Velázquez;—no es posible más

digna y acertada eleccion.

—Pues bien,—prosiguió las Casas,—como que se trata del


de el, que yo me basto para el efecto ...
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patrimonio de la niña Mencía de Guevara, y esta criatura está

destinada á ser la esposa de nuestro Enriquillo, parece lo más


-jPor Dios! Licenciado, no digais tal cosa.! (Que se peusaria )
convenienteque propongamos al Almirante el nombramiento

de Valenzuela; que éste conserve la administracion de los bie-


• de mi? Ese cuidado no lo cedo a nadie.
nes, lo que le es fácil por estar radicados cerca de San Juan de

-Asi os quieru, capitan:· ahora os reconozco ... l Pues vamos


la Maguana, donde el dicho Valenzuela tiene tambien sus vas-

tas propiedades; y que tome á su cargo á Enrique, para que


compaginando las cosas. El sustituto mio no ha de ser un tu-
nante a quien Mojica pueda comprar; ni un simple a quien pue-
da engaftar. Ya be discurrido sobreeste punto en mis adentros,
y hallo que el sujeto mas adecuado a tal encargo es el integro
y venerable Don Francisco de Valenzuela.
-Indudablemente,-repuso Velazquez;-·no es posible mas
digna y acertada eleccion.
-Pues bien,-prosigui6 las Casas,-como que se trata del
patrimonio de la nifia Mencia de Guevara, y esta criatura esta
destinada a ser la esposa de nuestro Enriquillo, parece lo mas
conveniente
. . que propongamos al Almirante el nombramiento
de Valenzuela; que este conserve la administracion de los bie-
nes, lo que l~ es facil por estar radicados cerca de San Juan de
la Maguana, donde el dicho Valenzuela tiene tambien sus vas-
tas propiedades; y que tome a SU cargo a Enrique, para que

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. .

184 LEYE:NDA msT6RICA

184 LEYENDA HISTÓRICA


desde ahora lo vaya instruyendo en el conocimiento de los de-
desde ahora lo vaya instruyendo en el conocimiento de los de-
beres que le han de corresponder mas tarde, como curador y
administrador de los bienes de su esposa,, cuando llegue a serlo
beres que le han de corresponder más tarde, como curador y

administrador de los bienes de su esposa, cuando llegue á serlo

Mencía...

—Admirable! Don Bartolomé;—exclamó Velázquez:—pro-


Mencia ...
poned todo eso al Almirante, y yo diré Amen á cuanto salga de
-Admirable! Don Bartolome;-exclam6 Velazquez:-pro-
vuestra sábia cabeza.

XVIII
poned todo eso al Almirante, y yo dire Aimen a cuanto salga de
Acuerdos.

A la una del dia eran recibidos por Diego Colon en la For-


vuestra sabia cabeza.
taleza el Licenciado las Casas y el capitan Velázquez: el Almi-

rante se holgó mucho de que este último estuviera tan diligen-

te en llevarle con un cuarto de dia de adelanto la contestacion

que habia quedado aplazada para aquella próxima noche. Todo

pasó como la sabia cabeza de las Casas, segun la expresion de

XVIII
su dócil compañero, lo habia concebido; y aunque el Almirante

mostró algun pesar de que Velázquez no se quisiera encargar

Acuerdos.
de ninguna de las expediciones de inmediata ejecucion con que

le brindaba, acojió con entusiasmo el pensamiento dela coloni-

zacion de Cuba; dispuesto á seguir desde aquel mismo dia to-

das las indicaciones del entendido Licenciado, para mantenerse

en la gracia del Rey Fernando, estableciendo el contrapeso de


A la una del dia eran recibidos por Diego Colon en la For·
tan brillante proyecto en el ánimo real, que sin duda recibiría

con desagrado los actos de jurisdiccion personal que se propo-


taleza el Licenciado las Casas y el capitan Velazquez: el Almi-
nia ejercer del modo más enérgico el heredero del gran Colon, rante se holg6 mucho de que este ultimo estuviera tan diligen-
frente á frente de las invasiones que sus derechos sufrían de

parte del mismo Rey y de su Consejo de Indias.


te en llevarle con un cuarto de dia de adelanto la contestacion
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Sea porque efectivamente lo reclamara su interés político,

ó bien porque perseverara el Almirante como estaba compro-


que habia quedado aplazada para aquella proxima noche. Todo
metido á hacerlo, en su propósito de alejar á Velázquez so pre- pas6 como la sdbia cabesa de las Casas, s~gun la expresion de
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su d6cil compafi.ero, lo habia concebido; y aunque el Almirante


texto de público servicio, lo cierto es que al mismo tiempo que

abrazaba á éste en señal de estrecha alianza, y se entregaba de

lleno á las más lisonjeras ilusiones respecto de la proyectada

mostr6 algun pesar de que Velazquez nose quisiera encargar


de ninguna de las expediciones de inmed:iata ejecucion con que
le brindaba, acoji6 con entusiasmo t;!l pensamiento de la coloni·
zacion de Cuba; dispuesto a seguir desde aquel mism.o dia to-
das las indicaciones del ehtendido Licenc:iado, para mantenerse
en la gracia del Rey Fernando, estableci.endo el contra.peso de
tan b-rillante proyecto en el animo real, que sin duda recibiria
' ~
con desagrado .
los actos de jurisdiccion personal que se propo-
nia ejercer del modo mas. energico el heredero del gran Colon,
frente a frente de las invasiones que SUS derechos sufrian de
pa rte del mismo Rey y de su Consejo de Indias.
Sea porque efectivamente lo reclamaira su interes politico,
6 bien porque pe~severara el Almirante como estaba co~pr<?­
metido a hacerlo, en su prop6sito de alejar a Velazquez so pre-
texto de ptiblico servicio, lo cierto es que al mismo tiempo que
abrazaba a este en l;efi.al de estrecha alia:nza, y se entregaba de
lleno a las mas lisonjeras ilusiones respecto de la proyectada

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ENRIQUILLO 185

ENRIQUILLO 185
conquista de Cuba, Diego Colon declaraba que era de todo pun-
to indispensable que el comandante Diego Velazquez, 6 sea el
//

conquista de Cuba, Diego Colon declaraba que era de todo pun-

to indispensable que el comandante Diego Velázquez, ó sea el

teniente Gobernador de Jaragua (42) fuera á ocupar sin tar-


teniente Gobernad.o r de Jaragua (42) fuera a ocupar sin tar-
danza su puesto oficial; y la razon era que estando Nicuesa y
danza su puesto oficial; y la razon era que estando Nicuesa y
Ojeda a punto de emprender SU viaje a Cost:a-Firme, y siendo
Ojeda á punto de emprender su viaje á Costa-Firme, y siendo

este último tan atrevido, y conocedor práctico de las costas oc-

cidentales de la Española, era preciso evitar que fueran de re-

calada, al partir de Santo Domingo, á tomar en Jáquimo, Jara-


este ultimo tan atrevido, y conocedor practico de las costas oc-
gua ó cualquier otro lugar de la Tenencia, gente, bastimentos

cidentales de la Espanola, era preciso evitar que fueran de re-


y otros recursos, que más adelante habrían de hacer falta para

los proyectos propios del Almirante. Pareció bien á Casas y


calada, al partir de Santo Domingo, a tomar en Jaquimo, jara-
Velázquez el pensamiento de Diego Colon, tal vez por corres-

ponder con alguna concesion á la deferencia con que habia


gua 6 cualquier otro lugar de la Tenencia, gente, bastimentos
éste dado su pleno asentimiento á todas las indicaciones y pro-

y otros recursos,. que mas adelante habrian de hacer falta par~


los proyectos propios del Almirarite. Pared6 bien a Casas y
posiciones de los dos amigos. Quedó por consiguiente acordado

que Velázquez haría los preparativos necesarios para marchar

al Occidente, tan pronto como las naves de los expedicionarios

zarparan del puerto de Santo Domingo.


Velazquez el pensamiento de Diego· Colon, ta:l vez por cori:-es-
Despues se trató de la residencia de Mojfta y de lo concer-

niente al señor Valenzuela y á Enriquillo. Es penoso haber de


ponder con alguna concesion a la deferencia con que habia
observar que los intereses de Mojica quedaron sacrificados des-
este dado SU pleno asentimiento a todas las irndicaciones y pro-
posiciones de los dos amigos. Qued6 por consiguiente acordado
piadadamente, y abandonados por Velázquez con la mayor in-

diferencia, como si jamás hubiera salido de sus lábios la solem-

ne promesa de protejerlos. Pero ¿quién se fía de palabras de

enamorados y de políticos?Todo lo ofrecen cuando lo éxije el iñ-


q ue Velazquez haria los preparati vos necesarios para mar char
tére's'dél momento; tan pronto como éste pasa, el olvido lo si-

al Occidente, tan pronto como las naves de los expedicionarios


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gue de cerca. Es regla general, lo que quiere decir que no de-

ben faltar sus raras excepciones de hombres de bien, que repug-


zarparan del puerto de Santo Domingo.
nen las fullerías en todos los casos.

Despues se trat6 de la residencia de Mojit~a y de lo concer-


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Saliendo de la Fortaleza, las Casas fué á enterar á Don

Francisco de Valenzuela de la parte que le concernia en los

niente al senor Valenzuela ya Enriquillo. Es penoso haber de


acuerdos de la conferencia. Halló muy propicio al buen ancia-

no respecto del pensamiento de encargarlo de la administracion obs~rv~r qu~~ los intereses de Mojica quedaron sacrificados d~s·
de los bienes de Mencía y de la direccion del jóven Enriquillo.

Valenzuela, como las Casas y todos los hombres de principios


piadadamente, y abandonados por Velaz_gu~z con la- mayor in- --- ..
íntegros que conocían al intrigante hidalgo y sus mañas, detes-

diferencia, como si jamas hubiera salido de sus labios la so1em-


ne promesa de protejerlos. fero ~quien se fia de pa1a bras de
taba á éste de todo corazon.

. - - -·
enamorados y de politicos?Todo lo ofrecen cuando lo ex1JeeITn--
ten~s del morrienfo; tan pronto como este pasa, el olvido lo si-
gue de cerca. Es regla general, lo que quiere decir que no de-
ben faltar sus raras excepciones de hombres de bien, que repug--
nen las fullerias en todos los casos.
Saliendo de la Fortaleza,· las Casas fue a enterar i't Don
Francisco de Valenzuela de la parte que le concernia en los
acuerdos de la conferencia. Hall6 muy propicio al buen ancia-
no respecto del pensamiento de encargarlo de la administracion
de los bienes de Mencia y de la direccion del j6ven Enriquillo.
Valenzuela, como las Casas y todos los holl1;bres de principios
iritegros q ue conocian al intrigante hidalgo y sus mafias, detes-
taba a este de todo Corazon.

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186 LEYENDA msr6RICA

186 LEYENDA HISTÓRICA Despues de esta diligencia, el Licenc:iado se retir6 a descan·


Despues de esta diligencia, el Licenciado se retiró á descan-

sar á su alojamiento en San Francisco. Enriquillo salió á su


sar a SU alojamiento en San Francisco. Enriquillo sali6 a SU
encuentro segun solia; pero estaba sumamente abatido y triste:

las Casas le gritó con aire de alegría:


encuentro segun solia; pero estaba surnamente abatido y triste:
—¡Ea, muchacho: dáme albricias! Tu padrino Velázquez te
las Casas le grit6 con aire de alegria:
-jEa, muchacho: dame albriciasl Tu padrino Velazquez te
aprecia como siempre: está descontento de sí mismo por haber-

te refíido sin razon, y desea darte un abrazo.

Enrique, por toda contestacion, movió la cabeza melancóli-

camente.
aprecia como siempre: esta descontento de si mismo por haber·
— Vamos á ver si esta otra noticíate causa mejor impresion,
te renido sin razon, y desea darte un abrazo.
—prosiguió las Casas.—Antes de un mes, te irás á vivir á San

Juan de la Maguana con mi querido amigo Don Francisco de


Enrique, por toda contestacion, movi6 la cabeza melanc6li·
Valenzuela. Él cuidará de tí y te amará poco ménos que como

yo te amo. Correrás á caballo en libertad por aquellos valles;


camente.
aprenderás á conocer y manejar todo lo que es de Mencía por

-Vamos aver siesta otra noticia te causa mejor impresion,


-prosigui6 las Casas.-Antes de un mes, te iras a vivir a San
herencia de su madre, y nadie te mandará á mentir, ni querrá

obligarte á que toques instrumento alguno, cuando no te dé la

gana.

Enrique dejó v*er una sonrisa de satisfaccion; luego miró en-


Juan de la Maguana con mi querido amigo Don Francisco de
ternecido á las Casas, y le besó las manos diciéndole:

Valenzuela. El cuidara de ti y te amar~i poco menos que como


— ¡Cuánto os debo, señor y padre mío! Por nada de este mun-

do quisiera dejaros; y sin embargo, me hace tanto daño vivir yo te amo. Correras a caballo en libertad por aquellos valles;
en esta ciudad...!

—Lo creo;—contestó las Casas.—Pero es menester que ha-


aprenderas a conoc-er y manejar todo lo que es de Mencia por
gas por cumplir de buen talante tus deberes con los señores

herencia de su mad re, y nadie te mandara a mentir, ni quern\


obligarte a que toques instrumento alguno, cuando note de la
Virreyes, con tu padrino, con todos, miéntras estés por aquí.

Irás á menudo á ver á Mencía; no le pongas á nadie mala cara;


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gana.
sé prudente y sufrido como te he recomendado.

Entretanto, Diego Velázquez, desnudándose el traje de gala

que se habia puesto para ir á la Fortaleza, decia á su ex-confi-

Enrique dej6 ~er una sonrisa de satisfaccion; luego mir6 en·


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ternecido a las Casas, y le bes6 las manos diciendole:


dente Mojica, que lo escuchaba con avidez:

—No teneis buena suerte, amigo Don Pedro: todos mis es-

-jCuanto os debo, sefior y padre mio! Por nada de este mun·


fuerzos por manteneros en esa administracion fueron inútiles,

y el Almirante ha nombrado al señor de Valenzuela para que

os releve y tome cuenta.

—¡Misericordia!—exclamó aturdido Mojica—Soy hombre


do quisiera dejaros; y sin embargo; me: hace tanto dai'io vivir
perdido! ¡En buenas manos he ido á caer! Otro las Casas, y
en esta ciudad ... !
-Lo creo;-contest6 las Casas.-Pe:~o es menester que ha-
gas por cumplir de buen talante tus d!eberes con los sen.ores
. Virreyes, con tu padrino, con todos, mientras estes por aqui.
Iras a menudo a ver a Mencia; no le pougas a nadie mala cara;
se prudente y sufrido como te he recomendado.
Entretanto, Diego v 'e tazquez, desnudandose el trajede gala
que se habia puesto para ir a la Fortaleza, decia a SU ex-confi·
dente Mojica, que lo escuchaba con avidez:
-No teneis buena suerte, amigo Don Pedro: todos mis es·
fuerzos por manteneros en esa administracion fueron inti.tiles,
y el Almirante ha nombrado al senor de Valenzuela para que
os releve v tome cuenta.
-jMis~ricordia l-exclam6 aturdido Mojica~ -Soy hombre
perdido! jEn buenas manos he ido a caer! Otro las Casas, y

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ENRIQUILLO 187
KNKIQUILLO 187
tal vez con no tan huen corazon como este, que al cabo es inca-
paz de hacer dano ni a una mosca. (Por que iria yo a promover
tal vez con no tan buen corazón como éste, que al cabo es inca-

paz de hacer daño ni á una mosca. ¿Por qué iría yo á promover

este asunto? ¡Salvadme, capitan Velázquez! ¡Mal haya el Almi-

rante, y las Casas, y Valenzuela, y yo mismo, que me he fiado


este asunto? iSalvad~e, capitan Velazquez! jMal haya el Almi-
de quien pasaría de largo si me viese caer dentro de un pozo!

.rante, y las Casas, y Valenzuela, y yo mismto, que me he fiado


Y el atribulado Mojica se fué mesándose las pocas barbas

que rastreaban por su sórdido semblante, miéntras que su fal-


-de quien pasaria de largo si me viese caer dentro de un pozo!
so protector contenia trabajosamente la risa, ante aquella cari-

catura de la desesperacion.
Y 'e l atribulado Mojica se fue mesandose las pocas barbas
XIX

que rastreaban por su s6rdido semblante, mientras que su fal-


Héroes ó locos.

Los preparativos de la expedicion de Ojeda y Nicuesa al so protector contenia trabajosamente la risa, ante aquelJa cari-
continente no acababan nunca: vencida una dificultad, surjia

otra, y despues otra y cien más.


.catura de la desesperacion. ...
El Almirante Gobernador tenia amigos y aduladores que

con solo estar en cuenta del desagrado con que él miraba aquel

menoscabo de sus prerrogativas, se afanaban en suscitar obs-

táculos sin cuento á los expedicionarios.

Diego de Nicuesa tenia muchos acreedores en la colonia, y


XIX .
todos á una, como trabilla de rabiosos canes, se echaron sobre

él á promoverle demandas y pedir embargos. Ojeda por su

parte no hallaba quien le prestara las sumas de dinero que ne-

cesitaba para completar su equipo, y pagar las primas de en-


Heroes 6 locos.
ganche de su gente. Bramaban de ira uno y otro contra Diego

Colon, á quien atribuían, no muy agenos de fundamento, el

cúmulo de contrariedades y percances que los abrumaba. La


Los preparativos de la expedicion de Ojeda y Nicuesa al
cólera de ámbos subió de punto cuando supieron que se hacian

continente no acababan nunca: . vencida una dificultad, surjia


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á la mar dos naves, con rumbo á Jamáica, para tomar posesion

de aquella isla, y poblarla y gobernarla por cuenta y en nom- otra, y despues otra y cien mas.
El Almirante Gobernador tenia amigos y aduladores que
bre del Almirante.
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El impetuoso Ojeda exhaló su rabia en terribles amenazas;

y juró cortar la cabeza á Juan de Esquivel, que iba como te-

niente de Diego Colon A la empresa de Jamáica.


con solo estar en cuenta del desagrado con que elmiraba aquel
menoscabo de sus prerrogativas, se afanaban en suscitar obs-
t aculos sin cu en to a los expedicionarios.
Diego de Nicuesa tenia muchos acreedo1res en la colonia, y
todos a una, como trabilla de rabiosos canes, se echaron sobre
el a promoverle demandas y pedir embarigos. Ojeda por SU
parte no hallaba quien le prestara las sumas de dinero que ne-
cesitaba para completar su equipo, y pagar las primas de en-
ganche de su gente. Bramaban de ira uno y otro contra Diego
Colon, a quien atribuian, no muy agenos de fundamento, el
climul<;> de contrariedades y percances que los abrumaba. La
c6lera de ambos subi6 de pu~to cuando supieron que se hacian
a la mar dos naves, con rumbo a Jamaica, para tomar posesion
de aquella isla, y poblarla y gobernarla por cuenta y en nom·
bre del Almirante. -
El impetuo~o Ojeda exhal6 su rabia en terribles amenazas;
y jur6 cortar la cabeza a Juan de Esquivel, que iba como te-
niente de Diego Colon a la empresa de jam:Hca.

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., ... ,,,...,.
~ .... ..

188 LEYENDA HIST6RICA

188 LEYENDA HISTÓRICA '


No habiendo aceptado el encargo Diego Velazquez, el Almi-
rante se volvi6 naturalm~nte a Esquivell, que era quien seguia
No habiendo aceptado el encargo Diego Velázquez, el Almi-

rante se volvió naturalmente á Esquivel, que era quien seguía

á aquél en consideracion y prestigio, como pacificador de Hi-

güey y de Icayagua, y como fundador de las villas de Salva-


a aquel en consideracion y prestigio, como pacificador de Hi-
leon y de Santa Cruz del Seybo, que aun subsisten como impor-

giiey y de Icayagua, y como fundador de las villas de Salva-


tantes centros de población en las dos antedichas provincias (43)

respectivamente.
leon y de Santa Cruz del Seybo, que aun subsisten como impor-
Los historiadores de la conquista refieren como Ojeda, léjos

de poder cumplir su imprudente juramento, llegó'un dia desva-


tantes centros de poblaci6n en las dos an1tedichas provincias (43)
lido, rendido de trabajos y de miseria á Jamáica, donde Esqui-

vel le dispensó la más generosa hospitalidad. Como es probable


respectivamente.
que no vuelva este episodio á figurar en nuestra narracion, le Los historiadores de la conquista refieren como Ojeda, lejos
de poder cumplir su imprudeilte juramento, lleg6·un dia desva-
damos cabida ahora, aunque no sea de este lugar.

Hicieron los adversarios del Almirante un supremo esfuer-

zo. Pasamonte facilitó fondos, y se logró arrollar los obstácu-

los que se oponian á la expedicion de Ojeda y Nicuesa; pero


lido, rendido de trabajos y de miseria a Jamaica, donde Esqui-
cuando éste iba á embarcarse, hubo de pasar por una prueba
vel le dispens6 la mas generbsa hospitaliidad. Como es probable
que no vuel\·a este episodio a figurar en nuestra narracion, le
más triste y humillante que todas las anteriores. Los alguaciles

le prendieron al poner los piés en el bote, á causa de una deuda

de quinientos ducados que no habia satisfecho.

El infeliz, ya vencido por tantas contrariedades, miraba cons-


damos cabida ahora, aunque no sea de este lugar.
ternado á todas partes, cuando un escribano de la ciudad, cuyo
Hicieron los adversarios del Almirante un supremo esfuer-
nombre no registraron las crónicas, volvió caritativamente

por el desesperado caballero, suscribiendo fianza para pagar


zo. Pasamonte facilit6 fondos, y se logr6 arrollar los obstacu-
por él. Nicuesa no podía creer en tan inesperado auxilio. Abra-

zó á su libertador, y lo tuvo por un ángel venido expresamente


los q~e se oponian a la expedicion de Ojeda y Nicuesa; pero
del cielo á salvarlo. Mil promesas lisonjeras hizo al buen escri-

cuando este iba a embarcarse., hubo de pasar por una prueba


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bano, de que le atestiguaría su gratitud con brillantes recom-

pensas si su empresa obtenia buen éxito. Pero no la obtuvo, y


mas triste y humillante que todas las anteriores. Los alguaciles
despues de infinitos trabajos, vejámenes y disgustos, el infeliz

le prendieron al poner los pies en erbote, a causa de una .deuda


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Nicuesa, obligado á regresar á la Española en un barco podri-

do, pereció en el mar con varios de sus compañeros, sin que

de quinientos ducados que no habia satisfecho.


más se volviera á saber de él. Lamentable, aunque justo fin, de

una expedicion emprendida bajo los desfavorables auspicios de El infeliz, ya vencido por tantas contrariedades, mira bacons-
la ingratitud y el más arbitrario atropello de parte del Rey Fer-

nando, contra los derechos patrimoniales de su fiel IFúbdito, el


ternado a todas partes, cuando un escribano de la ciudad, cuyo
hijo del gran Colon.

nombre no registraron las cr6nicas, volvi6 caritativamente


por el desesperado caballero, suscribieindo fianza para pagar
por el. Nicuesa no podia creer en tan inesperado auxilio. Abra·
z6 a su libertador, y lo tuvo por un angel venido expresamente
del cielo a salvarlo. Mil pi"omesas lisonjeras hizo al buen escri-
bano, de que le atestiguaria su gratitudl con brillantes recom-
pensas si su empresa obtenia buen exito. Per o no la obtuvo, y
despues de infinitos trabajos, vejamenes y ·disgustos , el infeliz
Nicuesa, obligado a regresar a Ja E spafiola en un barco podri-
do , pereci6 en el mar con varios de sus compafieros, sin que
mas se volvieraa saber de el. Lamentable , ~ii, de
una expedicion emprendida bajo los des:fa vorables a~picios de
, la ingratitud y el mas arbitrario atropello de parte del Rey Fer-
li na ndo, contra los der echos pati-imoifi1fi1e-s de s u-fiel subdito, el
'\1 hijo del g ran Colon. -

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/I
ENRIQUILLO 189
Vasco Nunez de Balboa, el mismo que m.as tarde supo ins-
ENRIQUILLO 189

//

Vasco Núñez de Balboa, el mismo que más tarde supo ins-

cribir su nombre en el libro de oro de.la inmortalidad, salió en


cribir su nombre en el libro de oro de.la inmortalidad, sali6 en
aquella ocasión de Santo Domingo, «oculto en una pipa» (44),
aquella ocasi6n de Santo Domingo, <~oculto en una pipa» (44),
y de este modo logró sustraerse á la persecucion de sus muchos

acreedores, y embarcarse en una de las naves de Nicuesa, per-


y de este modo logrp sustraerse a la persecucion de sus muchos
maneciendo en su escondite hasta que el barco estuvo en alta

mar. Se presentó entónces al caudillo, y éste se enojó mucho;


acreedores, y embarcarse en una de las navies de Nicuesa, per-
pero consintió en seguir viaje con aquel no previsto compañe-

ro, cuyo espíritu audaz y fecunda inventiva se acreditaban con


maneciendo en su escondite hasta que el barco estuvo en alta
el mismo rasgo de su fuga. Nadie, sin embargo, pudo adivinar
mar. Se present6 ent6nces al caudillo, y este se enoj6 mucho;
pero consinti6 en seguir viaje con aquel no previsto compafte·
en aquel aventurero, oscuro vecino de Salvatierra de la Sava-

na, al intrépido conquistador y colonizador del Darien, y al

célebre descubridor del mar del Sur.

Sus brillantes hazañas, sus heróicos trabajos, como su trági-


ro, cuyo espiritu audaz y fecunda inventiva :se acreditaban con
co fin á manos del envidioso Pedrarias Dávila, han hecho de
el mismo rasgo de su fuga. Nadie, sin embairgo, pudo adivinar
en aquel a venturero, oscuro vecino de Salvatierra de la Sava-
Vasco Núñez de Balboa el tipo más acabado y simpático de

aquellos hombres de voluntad férrea y corazon de diamante,

que dieron á^la conquista el carácter de una grandiosa epope-

ya (45). Lástima que otros conquistadores, si capaces de igual


na, al intrepido conquistador y colonizador del Darien, y al
esfuerzo, desprovistos de su magnanimidad, deshonraran con

celebre descubridor del mar del Sur.


crueldades sanguinarias las proezas que inmortalizaron sus

nombres. Así Francisco Pizarro, futuro conquistador del Perú,


Sus brjllantes hazanas, sus her6icos trabajos, como su tragi-
que tambien salió entónces de Santo Domingo con Alonso de

Ojeda, como soldado de fortuna, y que por aquellos dias, limi-


co fin. a manos del envidioso Pedrarias Da·v ila, ban hecho de
tando modestamente sus aspiraciones al cumplimiento de sus

Vasco Nunez de Balboa el tipo mas acabado y simpatico de


deberes subalternos, parecía ignorar su propio valor, y ia indó-

aquellos hombres de voluntad ferrea y cor·azon de.<;).iamante,


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mita energía de su corazon. Así Hernan Cortés, que más tarde

conquistó gloriosamente á Méjico, y que muy á su pesar no

emprendió viaje en la flota de Nicuesa por impedírselo á la sa-


que dieron Alaconquista el caracter de una grandiosa epope-
ya (45) . Lastima que otros conqu1st-adores, ~;{ capaces de igual
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zon una incómoda dolencia que le tenia en cama (46).

esfuerzo, des-proViSt:os de su m-a gnanimidadl, desho~raran con


Todo lo que, en resúmen, dá la medida del poder y de la

prevision humana sin el auxilio de las circunstancias fortuitas;

y enseña que la gloria y la alta fortuna de los varones más re-

crueldades sa niru}narlas las proezas que .inmortalizaron SUS


nom~ Francisco Pizarro, futuro conquistador del Peru,
nombrados en la historia, han dependido casi siempre de suce-

sos insignificantes, y de los caprichos de la ciega casualidad.

que tambien sali6 ent6nces de Santo Domingo con Alonso de


Ojeda, como soldado de fortuna, y que por aquellos dias, limi-
tando modestamente sus aspiraciones al cmnplimiento de sus
deberes subalternos, parecia ignorar su propio valor, y la ind6-
mita energ~a de su corazon. Asi Hernan Cortes, que mas tarde
conquist6 gloriosamente a Mejico, y que 1muy a SU pesar no
emprendi6 viaje en la flota de Nicuesa por i1mpedirselo a la sa-
zon una inc6moda dolencia que le tenia en cama (46) .
Todo lo que, en resumen, da la medida del ·p oder y de la
prevision humana sin el a uxilio de las circunstancias fortuitas ;
y ensefia que la g loria y la alt~ fortuna de los varones mas r e-
nombrados en la historia, han dependido casi siempr e de suce-
sos insignificantes, y de los capdchos de la ciega ca sualida d .

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190 LEYENDA HIST6RICA

190 LEYENDA HISTÓRICA

XX

Resignacion.

Al saber Juan de Grijalva que Esquivel pasaba á poblar á

Jamáica por órden y cuenta del Almirante, volvió á consultar

á sus amigos la conveniencia de partir en aquella expedicion,


xx
que sobre ser la primera que se presentaba, era la única de las

previstas en aquellos dias, que ofrecía las condiciones requeri-

das en la opinion de Don Gonzalo de Guzman. Este aprobó la


Resignacion.
resolucion del mancebo, y el viaje quedó decidido.

Al saber Juan de Grijalva que Esquivel pasaba a pobla1· a


Velázquez lo supo con júbilo extraordinario, y lo supo de

boca de las Casas, que compadeciendo vivamente al infeliz

Grijalva habia estado á visitarle en cuanto tuvo noticia de su

enfermedad. La resolucion de ausentarse Grijalva de Santo


Jamaica por 6rden y cuenta del Almirant:e, volvi6 a consultar
Domingo era para Velázquez la más segura prenda de la since-

ridad con que el jóven le habia manifestado sus más recónditos


a sus amigos la con veniencia de partir en aquella expedicion,
sentimientos en la memorable noche en que su amor habia su- que sobre ser la primera que se presentaba, era la tinica de las
previstas en aquellos dias, que ofrecia las condiciones requeri-
frido el rudo desengaño del jardín de los Virreyes. Determinó,

pues, obedeciendo al primer impulso de su reconocimiento, ir

á estrechar la mano á su temible rival, que con inusitada gene-

rosidad le abandonaba el campo; pues no dejaba de preocupar


das en la opinion de Don Gonzalo de Guzman. Este aprob6 la
á Velázquez el recelo de dejar cerca de su prometida, al ausen-
resolucion 'del mancebo, y el viaje qued6 decidido .
. Velazquez lo supo con jtibilo extraordinario, y lo supo de
tarse para cumplir en Occidente la comision que le impusiera

el Almirante, aquel bello é interesante jóven, que por primera

vez se ofreció á s*u mirada observadora como adorador no des-

deñado de María de Cuéllar.


boca de las Casas, que compadeciendo vivamente al infoliz
Las Casas alentó aquellas disposiciones amistosas de Veláz-
Grijalva habia estado a visitarle en cuanto tuvo noticia de su
enfermedad. La resolucion de ausentarse Grijalva de Santo
quez, previendo que habian de ser muy provechosas á la carre-
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ra de Grijalva en el porvenir.

Este recibió sin extrañeza la visita del capitan, pero al dar-

le la mano dejó traslucir cierto embarazo y cortedad en su


Domingo era para Velazquez la mas segmra prenda de la since-
ridad con que el j6ven le habia manifestado sus mas rec6nditos.
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actitud, y en las palabras incoherentes conque correspondió al

saludo expansivo y afectuoso de Don Diego, que le dirijió las

siguientes frases:
sentimie1_1tos en la memorable noche en que su amor habia su-
frido el rudo desengano del jardin de los Virreyes. Determin6,
pues, obedeciendo al primer impulso de su reconocimiento, ir
a estrechar la mano a su temible rival, que con inusitada gene-
rosidad le abandonaba el campo; pues no dejaba de preocupar
a Velazquez el recelo de dejar cerca de su prometida, al ausen-
tarse para cumplir en Occidente la comision que le impusiera
el Almirante, aquel _h ello e inten:sante j6ven, que por primera
vez se ofreci6 a S'U mirada observadora como adorador no des-·
deilado de Maria de Cuellar.
Las Casas alent6 aquellas disposiciones amistosas de Velaz-
quez, previendo que habian de ser muy provechosas a la carre-
ra de Grijalva en el porvenir.
Este recibi6 sin extraneza la visita del capitan, pero al dar-
le la mano dej6 traslucir cierto embarazo y cortedad en su
actitud, yen las palabras incoherentes con que correspondi6 al
saludo expansivo y afectuoso de Don Diego, que le didji6 las
siguientes frases:

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E:'<JRIQUILLO 191

-Mehan dicho que vais a partir con Esquivel, y he venido


ENRIQUILLO 191

—Me han dicho que vais á partir con Esquivel, y he venido .

á saber si es cierta esa noticia, Don Juan.

—Sí, capitan Velázquez:- contestó lacónicamente Grijalva.


a saber si es cierta esa noticia, Don Juan.
—No pretendo oponerme á vuestra voluntad,—repuso Diego

-Si, capitan Velazquez:- contest6 lac6nicamente Grijalva.


Velázquez;—pero sí me reservo la facultad de reclamaros el

cumplimiento de la oferta que expontáneamente me hicisteis,


-No pretendo oponerme a vuestra voluntad,-repuso Diego
de vuestro brazo y vuestra espada: ¿la recordais?

—No acostumbro olvidar un empeño, y ménos de la natura-


Velazquez;-pero si me reservo la facultad de reclamaros el
leza del que vos referís;—replicó Grijalva:—siempre que en

cualquier trabajosa empresa que acometais, os viniere bien


cumplimiento de la oferta qu.e expontaneamente me hicisteis,
emplear mi persona, ya os lo dije, Don Diego, podeis poner á de vuestro. brazo y vuestra espada: c:Ia recordais?
-No acostumbro olvidar un empefio, y m€!nos de la natura-
prueba mi leal adhesion.

—Permitidme, Grijalva, expresaros mi admiracion por vues-

tra manera de proceder conmigo;—dijo Velázquez conmovido.

—Me habeis dicho con franqueza que amábais á la que vá á


leza del que vos referis;-replic6 Grijalva:--siempre que en
ser mi esposa; y léjos de mirarme con preocupacion y enojo,
cualquier trabajosa empresa que acometais, os viniere bien
emplear mi persona, ya OS lo dije, Don Diego, podeis poner a
hallo en vos para conmigo una buena voluntad, y disposicion

favorable que igualarían á las de mis mejores amigos.

—¿Y por qué habría de ser de otro modo?—dijo sosegada-

prueba mi leal adhesion.


mente Grijalva.—¿Por qué ameis á una persona... que yo...

. , I
amaba? Pero eso no tiene nada de ofensivo para mí, Don Die-
· -Permitidme, Grijalva, expresar.os mi admiracion porvues-
go.... Yo hallo muy natural que todos amen á un ser dotado

de tantas perfecciones como Doña María de Cuéllar; y respeto


tra manera de proceder conmigo;-dijo Velazquez conmovido.
la voluntad de ella cuando veo sin celos que os dá una prefe-

rencia que yo no he tenido la dicha de merecer. Esto me con-


-Me habeis dicho con franqueza que amaloais a Ia que va a
vence, al contrario, de que en vos deben concurrir prendas

ser mi esposa; y lejos de mirarme con preocupacion y enojo,


superiores que os hacen acreedor á esa preferencia; y mi co-

hallo en vos para conmigo una .buena voluntad.y disposicion


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razon, incapaz de mezquinos, afectos, halla cierta complacen-

cia en honrar, amar y venerar todo lo que una persona de tan

alto mérito ama, venera y honra, al extremo de entregarle su


favorable que igualarian a las de mis mejores amigos.
-(Y por que habria de ser de otro modo?-dijo sosegada-
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fé y su mano de esposa.

—Cada vez os hallo más singular, Don Juan!—exclamó Ve-

lázquez, sin acertar á comprender aquella extraña manera de


mente Grijalva.-(Por que ameis a una persona ... que _yo ...
amaba? Pero eso no tiene nada de ofensivo para mi, Don Die·
sentir y de pensar.—No obstante; veo claro que teneis un alma

noble y grande, y me obligo á corresponderos con la franca

adhesion del verdadero amigo. Disponed de mí á vuestra gui-

sa, Don Juan.


go .... Yo hallo muy natural que todos amen a un ser dotado
y
de tantas perfecciones como Dona Maria de Cuellar; y respeto
la voluntad de ella cuando veo sin celos que os da una prefe-
rencia que yo no h~ tenido la dicha de merecer. Esto me con-
vence, al contrario, de que en vos deben concurrir prendas
superiores que os hacen acreedor a esa preferencia; y mi co·
razon, incapaz de mezquinos . afectos, halla ci~rta complacen-
cia en honrar, amar y venerar todo lo que una persona de tan
alto merito ama, venera y honra, al extremo de entregarle su
fe y su mano de esposa.
-Cada vez os hallo. mas singular, Don Juan!-ex clam6 Ve-
lazquez, sin acertar a comprender aqueUa extrafia ma nera de
sentir y de pensar .-No obstante; veo claro que teneis un alma
noble y grande, y me obligo a corresponderos con la franca
adhesion del verdadero a mi g o. Disponed de mi a vuestr a gui-
sa, Don Juan .
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--~ .-;,_ -

192 LEYENDA HIST6RICA.

Y aquellos dos hombres que respectivamente uno de otro


192 LEYENDA HISTÓRICA.

V'

Y aquellos dos hombres que respectivamente uno de otro

se hallaban en situacion tan anómala, se estrecharon silen-


se hallaban en situacion tan an6mala,, se estre'Charon silen-
ciosamente las diestras, y se separaron despues, tratando de
ciosamente las diestras, y se separaron despues, ~ratando de
ocultar la emocion que los dominaba. Diego Velazquez se sen-
ocultar la emocion que los dominaba. Diego Velázquez se sen-

tía enternecido y apesarado, como si algo semejante al remor-

dimiento nublara su ánimo, al encontrarse frente á la resig-

tia enternecido y apesarado, como si al~~o semejante al remor-

l
nada melancolía de su infortunado rival.

Dos dias despues, Grijalva, acompañado de sus numerosos

dimiento nublara su animo, al encontrarse frente a la resig·


amigos, se embarcaba en una de las naves de Esquivel.

En manos de García de Aguilar dejó recomendada la si-


nada melancolia de su infortunado rival.
guiente carta, dirijida á María de Cuéllar:

«María: mi desengaño me aleja de estas comarcas. Voy á


Dos dias despues, Grijalva, acompaf\ado de sus numerosos
»buscar la muerte, que es.lo único que puede ser grato á mi

amigos, se embarcaba en una de las naves de Esquivel.


»triste corazon, en medio de la pena inmensa que lo abruma.

»No me quejo, ni os acuso de nada; olvidadme, y sed feliz: es En manos de Garcia de Aguilar dej6 recomendada la si-
xel deseo que llevaré al sepulcro, y he sentido la necesidad de

»decíroslo por última vez.—¡Adiós!»


guiente carta, dirijida a Maria de Cuellar:
Aguilar tomó á empeño cumplir el encargo de su amigo, y

consiguió que el billete de Grijalva fuera el mismo dia á su


«Maria: mi desengaflo me aleja de estas comarcas. Voy a
destino, por ministerio de una anciana que servia en la casa »buscar la muerte, que es.lo unico que puede ser grato a mi
»triste corazon, en medio de la pena inmensa que lo abruma.
de Cuéllar.

XXI

La víctima.

La pobre María estuvo á punto de perder la razon, cuando


»No me qu'e jo, ni os acuso de nada; olvidadme, y sed feliz: es
leyó la despedida de su amante.
>'el deseo que llevare al sepulcro, y he sentido la necesidad de
»deciroslo por ultima vez.-iAdi6s! >'
No bien se repuso de la primera impresion, corrió A echarse
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á los piés de su padre, y le refirió toda la verdad, haciendo

patentes las heridas de su corazon.

—Yo moriré, padre mio,—dijo la desdichada jóven al ter-


Aguilar tom6 a empefio cumplir el encargo de SU amigo, y
consigui6 que el billete de Grijalva fuera el mismo dia a su
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minar su confesion:—moriré, y muy pronto, si me obligais á

dar la mano de esposa á otro que á Juan de Grijalva.

El viejo, abriendo un balcon que daba vista al lejano hori-


destino, por ministerio de una anciana que servia en Ja casa
zonte marítimo, contestó á su hija señalándole dos bajeles que

á toda vela se alejaban en direccion al Sudoeste:


de Cuellar.

XXI

La victima.
La pobre Maria estuvo a punto de perder la razon, cuando
ley6 la despedida de su amante .
No bien se repuso de la primera impresion, corri6 a echarse
a los pies de su padre, y le refir i6 toda la verdad, haciendo
paten tes las heridas de s u corazon.
-Yo morire, padre mio,-dijo la desdichada j6ven al ter-
minar. su confesion:-morire, y muy pronto, si me obligais a
dar la mano de esposa a otro que a Juan de Grijalva.
El viejo, abriendo un balcon que daba vista al lejano hori-
zonte maritimo, contest6 a s u hija seiia la ndole dos bajeles que
.a toda vela se alejaban en direccion al .Sudoeste:
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.'

ENRJQUILLO 193
ENRIQUILLO 193

—Ya ¿qué remedio tiene? Ese barbilindo se fué;... ¡Dios le


-Ya (qu~ remedio tiene? Ese barbilindo se fue; .... iDios le
dé buen viaje! Procura olvidarlo, que es cuanto está bien á tu

de buen viaje! J;>rocura olvidarlo, que.es cuanto esta bien a tu


decoro, para, no pensar sino en dejar bien puesto el honor de i

nuestra casa, y en cumplir el compromiso contraído solemne- ! decoro, para, no pensar sino en dejar bien puesto el honor de t
nuestra casa, y en cumplir el compromiso contraido solemne- '
mente con el capitán Diego Velázquez.

La jóven parecía no prestar atencion al frio lenguaje de su

padre. Inmóvil, con los ojos desmesuradamente abiertos, fija

la mirada en las dos blancas velas que la distancia hacia apa-


mente con el capitan Diego Velazquez.
recer como dos gaviotas surcando en rasante vuelo la super-
La joven parecia no prestar atencion al frio lenguaje de su
padre. Inm6vil, con los ojos desmesuradamente abiertos, fija
ficie de las ondas, hubiera podido servir de modelo para una

estátua de la ansiedad y el dolor. Por último, el llanto bañó

sus pálidas mejillas, y solo entónces comprendió el endurecido

anciano ej sufrimiento desgarrador que experimentaba la don-


la mirada en las dos blancas velas que Ia distancia .h acia apa-
cella. Trató de consolarla como lo entienden los seres de natu-

recer co mo dos ga viotas surcando en rasante vuelo la super-


raleza ordinaria y vulgar; esto es, aumentando la afliccion del

doliente que tiene la desgracia de escucharlos, con sus sándios


ficie <;le las ondas, hubiera podido servir de mLodelo para una
discursos y exhortaciones indiscretas.

Tal vez por librarse del tormento de oir unas y otros, María
estatua de la ansiedad y el dolor. Por_ultimo, el llanto bafto
se esforzó en dominar su angustia, logrando componer el sem-

blante, y pidió á Don Cristóbal permiso para retirarse á su


sus palidas mejillas, y solo ent6nces comprendli6 el endurecido
aposento, donde era su deseo permanecer absolutamente sola. anciano e~ sufrimiento desgarrador que experiimentaba la don-
cella. Trat6 de consolarla como lo entienden los seres de natu-
Despues de algunas reflexiones del importuno viejo, que

objetaba la conveniencia de distraerse con el paseo y la con-

versacion para combatir la hipocondría, insistiendo la donce-

lla, obtuvo al fin que su voluntad fuera respetada, y fué á


raleza ordinaria y vulgar; esto es, aumentando la afliccion del
encerrarse con su dolor donde nadie cohibiera sus naturales
doliente que tiene la desgracia de escucharlos., con sus sandi?s--
discursos y exhortaciones indiscretas.
expansiones.
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Púsose á borronear una carta á su amante, contestando á

la que él le dejara escrita en son de despedida. En los dedos

de la jóven, la pluma volaba con febril agilidad, más rápida


Tal vez por librarse del tormento de oir unas y otros, Maria
se esforz6 en dominar su angustia, logrando componer el sem-
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que cuando adherida al ala en que se formó, hendía los espa-

cios etéreos. Deteniase á veces la gentil escribiente, nó para

meditar conceptos, sino para enjugar el llanto que nublaba su


blante, y pidi6 a Don Cristobal permiso para retirars.e a SU
vista y humedecía el papel. Al cabo de algunos minutos, sin

volver á leer los renglones que habia, trazado, dió varios do-
aposento, donde era su deseo permanecer absolutamente sola .
bleces al escrito, y cerrándolo cuidadosamente, selló su nema

.. Despues de algunas reflexiones del importuno viejo, que


sirviéndose al efecto de la cincelada cifra de un precioso reli-

13 r objetaba la con veniencia de distraerse con el paseo y la con-


versacion para · combatir la hipocondria, insistitndo la donce·
Ila, obtuvo al fin que su voluntad fuera respetada, y fue a
encerrarse con su dolor donde nadie cohibiera sus naturales
expansion es.
Pusose a borronear una carta a su amante, contestando a
la que el le dejara escrita en son de despedida. En los dedos
de la j6ven, la pluma volaba con febril agilidad, mas rapida
que cuando adherida al ala en que se form6, hendia los espa-
cios etereos. Deteniase a veces la gentil escribiente, n6 para
medita·r conceptos, sino para enjugar el Jlanto que nublaba su
vista y humedecia el papel. Al cabo de algunos minutos, sin
vol ver a leer los renglones que habi~ trazado, di6 varios do-
bleces al escrito, y cerrandolo cuidadosam~nte, sell6 su nema
sir viendose al efecto de la Cincelada cifra de un precioso reli-
13
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,.
...
,-~­

194 LEYE~DA HIST6RICA

194 LEYENDA HISTÓRICA

cario de oro que pendía de su cuello. Abrió despues el expre-


cario de oro que pendia de su cuello. Abri6 despues el expre-
sado relicario, y sacando de él un delgado rizo de cabellos

negros como el ébano, llevólo á sus labios y lo besó apasiona-


sado relicario, y sacando de el un delgado rizo de cabellos
damente.

negros como el ebano, llev6lo a sus labios y lo bes6 apasiona-


— Es todo lo que me queda de su amor! —dijo con acento de

indefinible tristeza, y luego añadió:


damerite.
—¿A quién confiaré esta carta?—No sé; pero estoy segura

de que él la ha de leer algun dia. Es cuanto deseo.


-Es todo lo que me queda de su amor!-dijo con acento de
XXII

indefinible tristeza, y luego afiadio:


Despedida.

Tan pronto como las naves de Nicuesa y Ojeda, cuyos nu- -(A quien confiare esta carta?-No se; pero estoy segura
de que el la ha de leer algun dia. Es cuanto deseo.
merosos tripulantes agitaban los sombreros y atronaban los

aires con alegres aclamaciones de despedida, hubieron tras-

puesto la barra que forma la embocadura del Ozama, y co-

menzaron á bogar á toda vela con rumbo al Sur, Diego Veláz-

quez fué á recibir las últimas órdenes verbales del Almirante,

y montando en seguida á caballo, se puso en marcha con buen

séquito hácia los lugares que caian bajo su tenencia de gobier-


XXll
no. Comprendía ésta todo el vasto territorio demarcado entre

Azua de Compostela en direccion al sur y al oeste, rodeando

toda la costa, y dando la vuelta al norte de la isla hasta la


Despedida.
desembocadura del rio Yaque, cerca de Monte Cristo; y que-

daban dentro de su dilatada jurisdiccion la citada villa de ·Tan pronto como las naves de Nicuesa y Ojeda, cuyos nu-
merosos tripulantes agitaban los sombreros y atronaban los
Azua, Salvatierra de la Savana, Villanueva de Jáquimo y San

Juan de la Maguana, fundadas y pobladas por el mismo capi-

tan Diego Velázquez; la villa de Yaguana, por otro nombre

Santa María del Puerto, Lares de Guahava, Santa María de la


aires con alegres aclamaciones de despedida, hubieron tras-
puesto la barra que forma la embocadlura del Ozama, y co-
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Vera Paz, villas tambien fundadas por el Comendador Ovan-

menzaron a bogar a toda vela con rumbo al Sur, Diego V elaz-


do. Además, un sin número de lugarejos, aldeas y caseríos de

castellanos y de indios; que de los primeros llegó á haber has-

quez fue a recibir las ultimas ordenes verbales del Almirante,


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ta catorce mil colonos en la Española, guarismo que mermó

rápidamente cuando las riquezas de Méjico y el Perú atraje-

ron á los pobladores europeos, por enjambres, en pos de las


y montando en seguida a caballo, se puso en marcba con buen
huellas de Cortés y de Pizarro.

sequito hacia los lugares que caian bajo SU tenencia de gobier-


no. Comprendia esta todo el vasto territorio demarcado entre
Azua de Compostela en direccion al sur y al oeste, rodeando
toda la costa, y dando la vuelta al norte de la isla hasta la
desembocadura del rio Yaque, cerca de Monte Cristo; y que-
daban dentro de su dilatada jurisdiccion la citada villa de
Azua, Salvatierra de la Savana, Villanueva de Jaquimo y San
Juan de la Maguana, fundadas y pobladas por el mismo capi-
tan Diego Velazquez; la villa de Yaguana, por · otro nombre
Santa Maria del Puerto, Lares de Guahava, Santa Maria de la
Vera Paz, villas tambi.en fundadas por el Comendador Ovan-
do. Ademas, un sin m.imero de lugarejos, aldeas y caserios de
Castellanos y de indios; que de los primeros lleg6 a haber has·
ta catorce mil colonos en la Espanola, guarismo que merm6
rapidamente cuando las riquezas de Mejico y el Peru a1raje-
ron a los pobladores europeos, por enjambres, en· p~s de las
huellas de Cortes y de Pizarro.
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ENRIQUILLO 195
ENRIQUILLO 195

En el séquito del capitan Velázquez se fué tambien para En el sequito del capitan Velazquez se fue tambien para
su casa, con la hiel del despecho en el corazon, el malaventu-

rado Mojica, que desamparaba la capital de la colonia muy á


su casa, con la hiel del despecho en el corazon, el malaventu-
su pesar, pues se hallaba perfectamente en aquella atmósfera

de chismes é intrigas, que fermentaban al calor de las discor-


rado Mojica, que desamparaba la capital de la colonia muy a
dias y los antagonismos de los dos bandos en que se dividían
su pesar, pues se hallaba perfectamente en aquella atm6sfera
de chismes e intrigas, que fermentaban ·al calor de las discor-
los principales colonos, unos por el Almirante y otros por Mi-

guel de Pasamonte; cuyo oficio de tesorero real le daba gran-

de importancia. Mojica sentía vivamente alejarse de un teatro

tan apropiado á sus aptitudes morales, decidido á afiliarse en


dias y los antagonismos de los dos bandos en que se dividian
el bando de Pasamonte, que el malo á lo malo tira; pero iba á
los principales colonos, unos por el Almirante y otros por Mi-
la Maguana á poner en orden los bienes de que era adminis-

trador, para poder dar cuenta cuando Don Francisco Valen-


guel de Pasamonte; cuyo oficio de tesorero real le daba gran-
zuela, que aun quedaba por unos dias más en la capital, fuera

á tomárselas; diligencia necesaria de parte de todo el que ad-


de importancia. Mojica sentia vivamente alejarse de un teatro
ministra sin órden la hacienda agena.

tan apropiado a sus aptitudes morales, decidido a afiliarse en


el bando de Pasamonte, que el malo a lo malo tira; pero iba a
Enriquillo vió partir á su patrono Diego Velázquez despues

de haber recibido sus demostraciones de cariño, sin dar seña-

les de gran pesadumbre. Tal vez le quedaba algo del pasado

sentimiento; quizá un secreto instinto le advertía que la pro-


la Maguana a poner en orden Ios bienes de que era adminis-
teccion de Velázquez tenia más de artificial y aparatosa que

tra<.lor, para pod er dar cuenta cu an do Don Francisco Valen-


de verdaderamente caritativa. El jóven.no se detendría sin

duda á hacer este análisis; que al que recibe un beneficio solo zuela, que aun quedaba por unos dias mas en la capital, fuera
le compete agradecerlo, en tanto que no tienda á su humilla-

cion ó envilecimiento, límite donde toda honrada gratitud debe


a tomarselas; diligencia necesaria de parte die todo el que ad-
detenerse altivamente; mas, lo cierto es que, cuando interro-

gaba su puro corazon, Enriquillo encontraba radicalísima di-


ministra sin orden la hacienda agena.
Enriquillo vi6 partir a SU patrono Diego Velazquez despues
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ferencia entre el afecto tibio y casi forzado que le inspiraba

de haber recibido sus demostraciones de cariii'io, sin dar sefia-


Velázquez, y la espontánea, sincera y tierna adhesion que sen-

tía hácia el desinteresado y generoso las Casas.


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Aprovechando la libertad que se le permitía en el conven-

to, desde que el padre prior supo su próxima partida con el


les de gran pesadunibre. Tal vez ·le quedaba algo del pasado
señor de Valenzuela, el jóven cacique iba todos los dias á la
sentimiento; quiza un secreto instinto le advertia que la pro-
teccion de Velazquez tenia mas de artificial y aparatosa que
Fortaleza á ver á Mencía: acojido constantemente con cariño-

sa bondad por el Almirante y su esposa, pronto se borraron

totalmente las primeras desagradables impresiones que los

usos palaciegos causaron en su alma virgen y candorosa.


de verdaderamente caritativa. El j6ven . no ~;e detendria sin
duda a hacer este analisis; que al que recibe un beneficio solo
le compete agradecerlo, en tanto que no tienda a su humilla ·
cion 6 envilecimiento, limite donde toda honrada gratitud debe
detenerse altivame:i.te; mas, lo cierto es que, cuando interro-
gaba su puro corazon, Enriquillo encontraba radicalisima di-
ferencia entre el afecto tibio y casi forzado que le inspira ba
Velazquez, y la espontanea, sincera y tierna adhesion que sen-
tia hacia el desinteresado y generoso las Casas.
Aprovechando la libcrtad que se le permit ia en el conven-
to, desde que el padre prior supo su pr6xima partida con el
senor de Valenzuela, el j6ven cacique iba todos los dias a la
Fortaleza aver a Mencia : a cojido constantemente con cadfio-
sa bondad por el Almirante y su esposa, pronto se borraron
totalmente las primeras desagrada bles im pr esiones que los
usos palaciegos causaron en ·su a lma virgen y ca ndorosa .
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196 LEYENDA HIST6RICA
196 LEYENDA HISTÓRICA

Seguía al pié de la letra las prudentes advertencias de las

Casas, y comenzaba á aprender y practicar aquella antigua


Seguia al pie de la letra las prudentes advertencias de las
máxima filosófica, que aconsejando no admirarse de nada (47),
Casas, y comenzaba a aprender y practicar aquella antigua
encierra toda la ciencia de la vida. Su natural ternura para

Mencía se hizo más intensa; y estimulada por la especta-


maxima filos6fica, que aconsejando no admirarse de nada (47),
tiva de una separacion inmediata, ocupó desde entónces el

espíritu soñador de Enrique como un sentimiento vago y


encierra toda la ciencia de la vida. Su natural ternura para
melancólico, preludio de una de esas pasiones contemplativas

Mencia se hizo mas intensa; y estimulada por la especta-


que se nutren de ilusiones, que ven algo del objeto amado lo

mismo en el azul purísimo de los cielos, que en el blando susu- tiva de una separacion. inmediata, ocup6 desde ent6nces.. el
rro de las fuentes; y bastando á su delicada aspiracion el in-

menso campo de una idealidad inefable, apenas conciben, y


espiritu sonador de Enrique como un sentimiento vago y
casi desdeñan, el auxilio real de los sentidos en las manifesta-

ciones activas ó concretas del amor.


melanc6lico, preludio de una de esas pasiones contemplativas
Llegó tras de pocos más el dia en que Don Francisco de que se nutren de ilusiones, que ven algo del objeto amado lo
mismo en el azul purisimo de los cielos, queen el blando susu-
Valenzuela emprendió su viaje de regreso á la Maguana; de

donde estaba ausente hacia unos cinco meses. Tomó consigo

á Enrique, cuya despedida tanto de Mencía como de los Virre-

yes fuá sentida y afectuosa, aunque templada con la esperan-


1-ro de las fuentes; y bastando a SU delicada .aspiracion el in-
za de visitar de vez en cuando á Santo Domingo, segun se
menso campo de una idealidad inefablle, apenas conciben, y
casi desdenan, el auxilio real de los sentidos en las manifesta-
lo prometiera su nuevo tutor el señor de Valenzuela; hizo de

igual modo sus cumplidos, con faz enjuta y continente tran-

quilo, al prior y los frailes en el convento de San Francisco;

pero al besar la mano á las Casas y recibir de éste un cordial


ciones acti vas 6 concretas del amor.
abrazo, ya las cosas no pasaron con tanta serenidad, y algu-
Lleg6 tras de pocos mas el dia en q ue Don Francisco de
Valenzuela emprendi6 su viaje de regreso a la Maguana; de
nas lágrimas de pesar asomaron á los ojos del sensible jóven:

mayor disgusto experimentó aún, cuando hubo de despedirse


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de su fiel Tamayo, que los benditos frailes quisieron conservar

a todo trance en el convento, fundados en la peregrina razon


donde estaba ausente hacia unos cinco meses. Tom6 consigo
de que les era muy útil. En vano reclamó Enrique, gruñó Ta-

a Enrique, cuya despedida tanto de Mencia como de los Virre-


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mayo, y tomó partido las Casas contra la injusta pretension

de los santos religiosos. Estos, por de pronto, se salieron con


yes fue sentida y afectuosa, aunque terr1plada con la esperan-
la suya, y haciendo llevar el hato de Enriquillo por otro criado

á la casa de Valenzuela, retuvieron en su poder al cacique,


za de visitar de vez en cuando a Santo Domingo, segun se
como llamaban á Tamayo por apodo familiar, porque preten-

lo prometiera su nuevo tutor el senor de Valenzuela; hizo de


día ser de estirpe noble entre los indios; que la vanidad cabe

en todos los estados y condiciones. Las Casas se indignó con- igual modo sus cumplidos, con faz enjuta y continente tran-
quilo, al prior y los frailes en el con vento de San Francisco;
pero al besar la mano a las Casas y recibir de este un cordial
abrazo, ya las cosas no pasaron con tanta serenidad, y algu-
nas lagrimas de pesar asomaron a los ojos del sensible j6ven:
mayor disgusto experiment6 aun, cuando bubo de despedirse
de su fiel Tamayo, que los benditos frailies quisieron conservar
A todo trance en el convento, fundados en la peregrina razon
de que les era muy util. En vano reclam6 Enrique, gruD.6 Ta-
mayo, y tom6 partido las Casas contra la injusta pretension
de los santos religiosos. Estos, por de pronto, se salieron con
la suya, y haciendo llevar el hato de Enriquillo por otro criado
a la casa de Valenzuela, retuvieron en su poder al cacique,
c omo llama ban a Tamayo por apodo familiar, porque preten-
dia ser de estirpe noble entre los indios; que la vanidad cabe
en todos los estados y condiciones. Las Casas se indign6 con-
Ungmal trom
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ENRIQUILLO 197
ENRIQUILLO 197

tra el egoismo de aquellos piadosos varones, y con su genial


tra el egoismo de aquellos piadosos varones, y con su genial
impetuosidad les dijo que no obraban con caridad ni justicia.
irnpetuosidad les dijo que no obraqan con caridad ni justida.
Ellos contestaron destempladamente que la caridad como la

justicia debian comenzar por casa: el fogoso Licenciado les juró


Ellos contestaron destempladamente que la caridad como la
que no descansaría hasta quitarles el indio y restituirlo á la

compañía de Enriquillo; y el venerable prior Fray Antonio de


justicia debian comenzar por casa: el fogoso L:icenciado les jur6
Espinal, volviendo entónces por el prestigio y las elásticas

que no descansaria hasta quitarles el indio y restitufrlo a la


prerrogativas de su convento, se encaró de mala manera con

su poco sufrido huésped, diciéndole, Allá lo veremos. Enrique compafiia de Enriquillo; y el vt'.nerable prior F~y Antonio de
se fué á reunir con Valenzuela, que ya lo aguardaba con el

pié en el estribo, y se pusieron en marcha. Desde entónces se


Espinal, volviendo ent6nces por el prestigio y las elasticas
entibió la amistad del Licenciado con Fray Antonio y sus regu-

lares, que en él tenian un precioso consultor de teología y sa-


prerrogativas de su convento, se encar6 de mala manera con
gradas letras: el mismo dia se mudó á la casa de un deudo su poco sufrido huesped, diciendole, Alla lo 'i.'Jeremos. Enrique
suyo, hombre muy de bien y de sólida virtud, llamado Pedro

de Rentería, á quien acostumbraba las Casas dar donosamen-

te el nombre de Pedro el Bueno; así como no mentaba á Moji-


.
se fue a reunir con Valenzuela, que ya lo a.guardaba con el
'

pie en el estribo, y se pusieron en marcha. Desde ent6nces se


ca en sus conversaciones familiares sino apellidándole Pedro

el Malo.
.entibi6 la amistatl del Licenciado con Fray Antonio y sus regu-
XXIII

Parcialidades.
lares, que en el tenian un precioso consultor de teologia y sa-
La reaccion de los antiguos enemigos del gran Descubridor

contra la autoridad de su hijo Don Diego, comenzaba á acen-


gradas letras: el mismo dia se mud6 a la casa de un deudo
tuarse en las cosas de la Española, y sus primeros tiros hicie-

suyo, hombre muy de bien y de s6lida virtud, llamado Pedro


de Renteria, a quien aco.s tumbraba las Casas dar donosamen-
ron en el ánimo del jóven Almirante el mismo efecto que el

acicate del domador en el soberbio potro aun no acostumbrado

al duro freno. Ya le hemos visto quejarse amargamente, en

te el nombre de Pedro el Bueno,· asi como no mentaba a Moji-


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su conferencia con el Contador Cuéllar, de las intrigas de Mi-

guel de Pasamonte, criatura (48) del obispo Fonseca; ya le he-

mos visto contrariar cuanto pudo la expedicion de Ojeda y


ca en sus conversaciones familiares sino apelllidandole Pedro
el Malo.
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Nicuesa, producto de la activa hostilidad de sus émulos, y

mandar á Esquivel á Jamáica, al mismo tiempo que concerta-

ba con V'elázquez la conquista de Cuba. Pasamonte y su bando

XXIII

Parcialidades.
La reaccion de los antig-uos enemigos del gran Descubridor
contra la autoridad de su hijo Don Diego, comenzaba a acen-
tuarse en las cosas de la Espafiola, y sus primeros tiros hicie-
ron en el animo del j6ven Almirante el misrno efecto que el
acicate del domador en el soberbio potro aun no acostumbrado
al duro freno. Ya le hemos visto quejarse a margamente, en
su conferencia con el Contador Cuellar, de las intrigas de Mi·
guel de Pasamonte, criatura (48) del obispo Fon seca; ya le :he·
mos visto contrariar cuanto pudo la expedidon de Ojeda y
Nicuesa, producto de la activa hostilidad de sus emulos, y
mandar a Esquivel a Jamaica, al mismo tiempo que concerta-
ba con Velazquez la conquista de Cuba. Pasarnont e y su ban do

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198 LEYENDA HIST6RICA

198 ' LEYENDA HISTÓRICA

no desperdicia~an ningun recurso que pudiera minar el credito


del Almirante en la Corte. Primeramentie sin·i6 de tema a SUS
no desperdiciaban ningun recurso que pudiera minar el crédito

del Almirante en la Corte. Primeramente sirvió de tema á sus

denuncias la negativa de Diego Colon a entregar la Fortaleza


denuncias la negativa de Diego Colon á entregar la Fortaleza

al alcaide Francisco de Tapia, nombrado con título del Rey

para ese cargo, y el cual habia sido antes desconocido por

Ovando y reducido arbitrariamente á prision. Despues hicie-


al alcaide Francisco de Tapia, nombrado con titulo del Rey
ron mucho hincapié en la injusticia con que el Almirante Don
para ese cargo, y el cual habia sido antes desconocido P<?r
Ovando y reducido arbitrariamente a prision. Despues hicie-
Diego, prescindiendo de los señalados servicios de Juan Ponce

de Leon, que habia explorado con gran trabajo y habilidad

suma la isla de San Juan de Puerto Rico, proveyó su goberna-

cion en un caballero de Ecija, llamado Juan Ceron, en calidad


ron mucho hincapie en la injusticia con que el Almirante Don
de teniente del mismo Almirante, «mandando como Alguacil
Diego, prescindiendo de los sefialados servicios de Juan Ponce
Mayor á Miguel Díaz, que habia sido criado (49) del Adelanta-

do Don Bartolomé Colon.»


de Leon, que habia explorado con gran trabajo y habilidad
El Rey dió nueva órden al Almirante para que entregara la

Fortaleza á Tapia; pero Diego Colon, confiado en la cédula de


suma la isla de San Juan de Puerto Rico, proveyo su goberna-
sus instrucciones, en la cual habia obtenido, como Ovando,

cion en un caballero de Ecija, llama.do Juan Ceron, en calidad


autorizacion para usar la fórmula de acato y no cumplo, siem-

pre que lo juzgara conveniente al buen órden de la colonia,


de teniente del mismo Almirante, «mandando como Alguacil
hizo sus representaciones á la Corte, y persistió en negar á

Tapia la posesion de su empleo.


Mayor a Miguel Diaz, que habia sido crz"ado (49) del Adelanta-
Se puede suponer fácilmente el partido que sacarían los

do Don Bartolome Colon.»


reaccionarios de este rasgo que ellos calificaban como desobe-

diencia: escribieron nuevamente al .obispo de Palencia (50) y El Rey dio nueva orden al Almirante para que entregara la
·Fortaleza a Tapia; pero Diego Colon, confiado e~ la cedula de
»llegó luego por los aires otra provision, mandando al Almi-

rante, so graves penas, que saliese luego de la Fortaleza y

»la entregase á Miguel de Pasamonte, para que la tuviese inte-

sus instrucciones, en la cual habia obtenido, como · Ovando,


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rinamente» (51).

Diego Colon, .humillado en lo más vivo de su amor propio, autorizacion para usar la formula de acato y no cumplo, siem-
pre que lo juzgara conveniente al buen 6rden de la colonia,
herido en el prestigio de su autoridad, tuvo que obedecer, y
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se fué á hospedar con toda su familia á casa dé Francisco de

Garay, que fué deudo de su padre. É inmediatamente dió prin-

cipio con febril eficacia á la construccion del magestuoso edi-


hizo sus representaciones a la Corte, y persisti6 en negar a
ficio de estilo gótico, que aun subsiste hoy, reflejando sus impo-
Tapia la posesion de su empleo.
nentes y pardas ruinas en las aguas del Ozama, y conocido

con el clásico nombre de casa del Almirante.


Se puede suponer facilmente el panido que sacarian los
Acusáronle tambien de que en el repartimiento de indios

reaccionarios de este rasgo que ellos cali.ficaban como desobe-


diencia: escribieron nuevamente al .obispo de Palencia (50) y
»lleg6 luego por los aires . otra provision, mandando al Almi-
»rante, so graves penas, que saliese luego de la· Fortaleza y
»la entregase a Miguel de Pasamonte, para que la tuviese inte-
»rinamente» (51 ).
Diego Colon, ..humillado en lo mas vivo de su amor propio,
herido en el prestigio de su autoridad, ituvo que obedecer, y
se fue a hospedar con toda su familia a casa de Francisco de
Garay, que fue deudo de su padre. E inrnediatamente di6 prin-
cipio con febril eficacia a la construccion del magestuoso edi ·
ticio de estilo g6tico, que aun subsiste hoy, reflejando sus impo-
nentes y pardas ruinas en las aguas del Ozama, y conocido
con el clasico nombre de casa del Almirante .
Acusa ronle tambien de que en el reJPartimiento de indios
..
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ENRIQUILLO 199
ENRIQUILLO 199

que hizo en virtud de soberana autorizacion, habia despojado


que hiz.o en virtud de soberana autorizacion, habia despojado
á muchos antiguos y buenos servidores del Rey, favoreciendo

a muchos antiguos y buenos servidores del lRey, favoreciendo


a sus familiare~ y allegados. Como que se 1trataba de los des-
á sus familiares y allegados. Como que se trataba de los des-

dichados indios, este cargo fué acojido con más reserva y mé-

nos calor que los demás, y solo surtió efecto cuatro años más

tarde, no por cierto para rendir homenage á los fueros de la


djchados indios, este cargo fue acojido con mas reserva y me-
humanidad y la justicia.

nos calor que los demas, y solo surti6 efecto cuatro ai\os mas
En lo que respecta á Ponce de Leon y al gobierno de Puer-

to-Rico, donde éste habia vuelto á residir con su muger y ser tarde, n6 por cierto para rendir homenage a los fueros de la
vidumbre, la presencia de Ovando en la corte fué un poderoso

auxiliar para el dicho Juan Ponce y los enemigos del Almiran-


humanidad y la justicia.
te. El Rey insistió resueltamente en quitar la gobernacion á

En lo que respecta a Ponce de Leon y al gobierno de Puer-


to-Rico, donde este habia vuelto a residir· con su muger y ser
Juan Ceron, y la dió á Ponce, retirando toda cualidad á Diego

Colon para intervenir en el asunto. Y aunque Su Alteza en-

vidumbre, la presencia de Ovando en la corte fue un poderoso


cargó mucho en sus sábias instrucciones al nuevo Gobernador,

que se reconciliara y hubiera bien con el teniente del Almi-

rante y el Alguacil Mayor, el engreido vasallo ¡cuán antigua

es la costumbre! leyó la real instruccion al revés, y obedecien-


auxiJ,iar para el dicho Juan Ponce y los enemigos del Almiran-
do solo á la voz de sus resentimientos, «buscó achaques para
te. El Rey insisti6 resueltamente en quitar la gobernacion a
Juan Ceron, y la di6 a Ponce, retirapdo toda cualidad a Diego
»prender á Juan Ceron y á Miguel Díaz, y los envió presos á

»Castilla, que fué una de las sofrenadas que se dieron al Almi-

rante» (52).

La expedicion de Juan de.Esquivel fué muy mal vista del


Colon para intervenir en el asunto. Y aunque Su Alteza en-
Rey, justificándose así la oportunidad y prevision del consejo

carg6 mucho en sus sabias instrucciones al nuevo Gobernador,


que hizo á Velázquez declinar la eleccion para la empresa de

Jamáica.
que se reconciliara y hubt"era bien con el teniente del Almi-
Otro tema con que movieron gran ruido los del partido del

rante y el Alguacil Mayor, el engreido vasallo jcuan antigua


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Rey, que así se denominaban hipócritamente los codiciosos se-

cuaces de Pasamonte, fué la invencion de que el Almirante

es la costumbre! ley6 la real instruccion al r ,e ves, y obedecien-


pensaba alzarse con el mando de la Isla emancipándola de

do solo a la voz de sus resentimientos, «busc6 achaques para


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toda dependencia de la corona de Castilla.

»prender a Juan Ceron ya Miguel Diaz, y los envi6 presos a


Apoyaban mucho su infame impostura en la fábrica de la

casa que Don Diego hacia edificar para su residencia, y cuya

obra se les antojaba fortaleza inexpugnable. Escribieron sobre

este asunto á España, y habiendo llegado por aquel tiempo á


»Castilla, que tue una de las sofrenadas que se dieron al Almi-
la Isla Amador de Láres, caballero experimentado en la mili-
»rante» (52).
La expedicion de Juan de .Esquivel fue muy mal vista del
cia y que habia acompañado al Gran Capitan y al célebre in-

Rey, justificandose asi la oportunidad y prevision del consejo


que hizo a Velazquez declinar la eleccion para la empresa de
Jamaica.
Otro tema con que movieron gran ruido los del partido del
Rey, que asi se denominaban hip6critamente los codiciosos se-
cuaces de Pasamonte, fue la invencion de que el Almirante
pensaba alzarse con el mando de la Isla emancipando1a de
toda dependencia de la corona de Castilla.
Apoyaban mucho su infame impostura en la fabrica de la
casa que Don Diego hacia edificar para su residencia, y cuya
obra se les antojaba fortaleza inexpugnable. Escribieron sobre
este asunto a Espana, y habiendo llegado por aquel tiempo a
la Isla Amador de Lares, caballero experimentado en la mili-
cia y que habia acompanado al Gran Capitan y al celebre in-

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...... ,
.~

....

200 LEYENDA HIST6RICA

200 LEYENDA HISTÓRICA

-^s?
geniero Pedro Navarro en la guerra de Italia, le comunicaron
geniero Pedro Navarro en la guerra de Italia, le comunicaron
los enemigos del Almirante sus sospechas sobre la construc-
los enemigos del Almirante sus sospechas sobre la construc-

cion dicha, y le tomaron su parecer como facultativo. Amador


cion dicha, y le tomaron su parecer como facultativo. Amador
de Lares era hombre de carácter leal y abierto: examinó la

fábrica, y viendo las numerosas puertas y ventanas que por


·de Lares era hombre de caracter leal y abie·r to: examin6 la
requerirlo así el calor del clima, denotaban el uso pacífico á

fabrica, y viehdo las numerosas puertas y ventanas que por


requerirlo asi el calor del clima, denotaban el uso pacifico a
que se destinaba el edificio, no solamente se burló de la mali-

ciosa sospecha, sino que afeó á los calumniadores su maligni-

dad, y dió testimonio á Castilla en favor del Almirante. Sin

embargo, la pérfida y artera hostilidad de Pasamonte y sus


q ue se destinaba el edificio, no solamente se burl6 de la mali-
parciales crecía más y más, autorizándose con los actos más

insignificantes de Diego Colon, que sentía llegar su exaspera-


ciosa sospecha, sino que afe6 a los calumniadores su maligni-
cion al colmo, viéndose blanco de tantas asechanzas y conti dad, y di6 testimonio a Castilla en favor del Almirante. Sin
embargo, la perfida y artera hostilidad de Pasamonte y sus
nuas molestias, sin culpa alguna; como dice un historiador,

aporque tenia condicion noble y sin doblez» (53).

Prometíase mucho, no obstante, de sus deudos y amigos en '

Castilla, y especialmente de la inteligencia y actividad de su


parciales crecia mas y mas, autorizandose con los actos mas
hermano Fernando Colon, quien, comprendiendo á primera
insignificantes de Diego Colon, que sentia llegar su exaspera-
cion al colmo, viendose blanco de tantas asechanzas y con ti ·
vista desde su llegada á la Española, que la conspiracion se

comenzaba á fraguar contra ellos, pronosticó al Almirante la

nube de contrariedades que le venia encima, y deliberó con él

regresar cuanto ántes á la metrópoli como capitan general de


nuas molestias, sin culpa alguna; como dice un historiador,
la misma escuadra que los habia conducido á la isla, y que de
,<porque tenia condicion noble y sin doblez>) (53).
retorno llevaba tambien al Comendador de Láres, de quien es-

taban ciertos que reforzaría el bando enemigo en la Española


Prometiase mucho, no obstante, de sus deudos y amigos en ·
con toda su influencia (54).

Castilla, y especialmente de la inteligencia y actividad de su


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Desde entónces seguía Fernando Colon á la corte en sus

continuas mutaciones de asiento, y tratado con favor y distin-

hermano Fernando Colon, quien, comprendiendo a primera


cion por el ya anciano Rey Fernando, consiguió más de una

vista desde su llegada a la Espanola, que la conspira~ion se


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vez frustrar los siniestros propósitos de Fonseca y Lope de

Conchillos; quienes validos del cansancio del Monarca, gober-

naban las cosas de Indias con arreglo á sus torcidos intereses,


comenzaba a fraguar contra ellos, pronostic6 al Almirante la
como á las miras y malas pasiones de Pasamonte y demás an-

tiguos y modernos enemigos de la casa de Colon.


nube de contrariedades que le venia enciima, y deliber6 con el
Mas, por esto mismo, nada pudo impedir que, para dar un
regresar cuanto antes a la metr6poli comto capitan general de
la misma escuadra que los habia conducido a la isla, y que de
golpe decisivo á la autoridad del Almirante, determinaran al

Rey á crear en la isla Española un alto Juzgado de apelacio-

retorno llevaba tambie'n al Comendador dle Lares, de quien es·


taban ciertos .que reforzaria el bando enemigo en la Espafiola
con toda su influencia (54).
Desde ent6nces seguia Fernando Colon a la corte en sus
continuas mutaciones de asiento, y tratado con favor y distin-
cion por el ya ancjano Rey Fernando, consigui6 mas de una
vez frustrar los siniestros prop6sitos de Fonseca y Lope de
C:onchillos; quienes validos del cansancio del Monarca, gober-
naban las cosas de Indias con arreglo a sus torcidos intereses,
como a las miras y malas pasiones de Pasamonte y demas an-
tiguos y modernos enemigos de la casa de Colon.
Mas, por esto mismo, nada pudo imp.::::~dir que, para dar un
golpe decisivo a la autoridad del Almira1t1te, determinaran al
Rey a crear en la isla Espanola un alto ] uzgado de apelacio-

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//
ENRIQUILLO 201
ENRIQUILLO 201

//
nes, contra los actos del Gobernador y sus Alcaldes Mayores;
nes, contra los actos del Gobernador y sus Alcaldes Mayores;

que este fue el esbozo de la primera Audiencia Real


~ --- ~ -- del Nuevo
que este fué el esbozo de la primera Audiencia Real del Nuevo

Mundo; institucion veneranda sin duda, pero que emanada de Mundo; institucion veneranda sin duda, pero que emanada de
tan mezquinos orígenes, servida por jueces corrompidos, y

que, ántes de ser nombrados para sus cargos ya habian con-


tan me~qui~os o!~~e~e~, _ servida por jueces corrompidos, y
sentido en el compromiso de prevaricar, sirviendo las pasio-

nes y los intereses de sus favorecedores contra los del bando


que, antes de ser nombrados para sus cargos ya habian con-
del Almirante, daban harto motivo al justo resentimiento con sentido en el compromiso de prevaricar, sirviendo las pasio-
nes y los intereses de sus favorecedores contra los del bando
que éste vió semejante barrera puesta en el camino de sus más

legítimas aspiraciones.

Tantos y tan duros reveses acabaron por hacer á Don Die-

go más recatado y circunspecto en todos sus actos. Aunque


del Almirante, daban harto motivo al justo resentimiento con
sostenia tenazmente sus representaciones al Rey, y por medio
que este vi6 semejante barrera puesta en el camino de sus mas
legitfmas aspiraciones.
de sus poderosas influencias en la corte, la totalidad de sus

prerrogativas, no se atrevía ya á dar ningun paso de trascen-

dencia sin gran cautela.

Estas adversas circunstancias favorecieron, por contrapo-


Tantos y tan duros reveses acabaron por hacer a Don Die·
sicion, sus miras de mantener á Diego Velázquez alejado de
go mas recatado y circunspecto en todos sus actos. Aunque
sostenia tenazmente sus representaciones al Rey, y por medio
la capital de la colonia, en obsequio al reposo de ánimo, como

á la quebrantada salud de María de Cuéllar; y en vano el

teniente Gobernador de las provincias del Oeste, impaciente

como enamorado, insistió tres, cuatro y más veces porque el


de sus poderosas infiuencias en la co rte, la totalidad de sus
Almirante lo autorizara á regresar á Santo Domingo. Diego

prerrogati vas, no se atrevia ya a dar ninguin paso de trascen-


Colon le respondía invariablemente que su situacion política

personal era muy delicada, y exijia mucho tiento y formalidad


dencia sin gran cautela.
en todo; que por lo mismo continuara Velázquez atendiendo

Estas actversas circunstancias favorecieron, por contrapo-


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al buen órden y gobierno de aquellas comarcas, miéntras él,

Diego Colon, trabajaba por conjurar aquella crisis, y recupe-

sicio:n, sus miras de mantener a Diego Vel2izquez alejado de


raba el mermado crédito, para poder entónces llevar á debida

la capital de la colonia, en obsequio al reposo de animo, como


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ejecucion la empresa de Cuba. Así entretuvo á su teniente

por largo tiempo, durante el cual ocurrieron otros sucesos de

interés, que reclaman su lugar en estas páginas.


a la quebrantada salud de Maria d~ Cuelllar; y en va~o el
teniente Gobernador de las provincias del Oeste, impaciente
como enamorado, insisti6 tres, cuatro y mas veces porque el
Almirante lo autorizara a regresar a Santo Domingo. Diego
Co1on le respondia invariablemente que su situacion politica
personal era muy delicada, y exijia mucho tfonto y formalidad
en todo; que por lo mismo conrinuara Vela.zquez atendiendo
al buen 6rden y gobierno de aquellas comarcas, mientras el,
Diego Colon, trabajaba por conjurar aquella crisis, y recupe-
raba el mermado credito, para poder ent6nces llevar a debida
ejecucion la empresa de Cuba. Asi entretuvo a su teniente
por largo tiempo, durante el cual ocurrieron otros sucesos de
interes, que reclaman su lugar en estas pag inas.

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202 LEYENDA HIST6RICA

202 LEYENDA HISTÓRICA

XXIV

El ordenando.

Muchos años hacia que el Licenciado Don Bartolomé de las

Casas estaba en perfecta aptitud para recibir las órdenes sa-


XXIV
cerdotales. Sus anteriores estudios en Salamanca, la vivaci-

dad de su talento, su espíritu observador y sagaz, todo con-

tribuía á hacerlo uno de los hombres más instruidos de su El ordenando.


tiempo, y más versados no solamente en las ciencias sagra-

das, sino tambien en las bellas letras, y práctico además en

todos los ejercicios filosóficos del humano entendimiento. Por


Muchos afios hacia que el Licenciado Don Bartolome de las
modestia tal vez, tal vez por un vago presentimiento de lo
Casas estaba en perfecta aptitud para recibir las 6rdenes sa-
incompatible que habia de ser su carácter enérgico é indepen-

diente con la disciplina eclesiástica, dando ocasion probable-


cerdotales. Sus anteriores estudios en Salamanca, la vivaci-
mente esa incompatibilidad á incesantes luchas y terribles

disgustos, es lo cierto que habia ido difiriendo su ordenacion


dad de su talento, -su espiritu observador y sagaz, todo con-
bajo razones más especiosas que sólidas.

tribuia a hacerlo UDO de }OS hombres mas instruidos de SU


Pero al cabo llegó un dia,—mediaba la primavera del año

mil quinientos diez;—en que las Casas, sintiendo su generoso tiempo, y mas versados no solamente en las ciencias sagra-
espíritu estremecido y exaltado al calor de la fé y de la cari-

dad que lo alentaban, y sus afectos blandamente acordados


das, sino tambien en las bellas letras, y practico ademas en
con el himno universal que la Naturaleza eleva á los cielós',en

esa época feliz del año, en que la atmósfera es más diáfana,


todos los ejercicios filos6ficos del humano entendimient6. Por
y~eTazul etéreo más puro, y las flores tienen más vivos colores
~ modestia tal vez, tal vez por un v ago presentimiento de lo
y exhalan más fragantes aromas, puso término á sus vacila-

ciones, y resolvió fijar para aquel acto decisivo de su existencia, i' i~c.?_1!1i:_~tible q_ue _ha_bia des~ su.caracter energ~~o ~pen-
: d1ente con la-d1sc1phna ecles1ast1c~, dando ocas10n probable-
—su consagracion á los altares,—un plazo de pocas semanas;
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el tiempo necesario para hacer sus preparativos y trasladarse

á la ciudad de Concepcion de la Vega, prévio el aviso corres- 1 mente esa incompatibilidad a incesantes luchas y terribles

disgustos, es lo cierto que habia ido difiriendo su ordenacion


pondiente á Diego Colon, que habia de servirle de padrino en
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su primera misa.

baj~ razones mas especiosas que s6lidas.


Quedó concertado entre ambos, las Casas y el Almirante,

que el primero se pusiera en marcha dentro de cuatro ó seis

dias, para la dicha Concepcion de la Vega, donde tenia su sede


Pero al cabo lleg6 un dia,-mediaba la primavera del aiio
mil quinientos diez;-en que las Casas, sintiendo su generoso

l espiritu estremecido y exaltado al calor ae-la fey de la cari-


dad que lo alentaban, y sus afectos bla.ndamente acordados
• con elrum-iio universa l ·que hiNa tura leza .e leva a ·los ciel{§)en
esa epoca feliz del afio, en que la atm6sfera es mas diafana,
ye l azul etereo mas puro, y las fl.ores tienen mas vivo.s m lores
y exhalan mas fragantes aromas, puso termino a sus vacila-
ciones, y r esolvi6 fijar para aquel acto decisiv9 de su .~f{i~cia,
-su consagracion a los altares,-un pla:zo de pocas semanas ;
el tiempo necesario para hacer sus preparativos y trasladarse
a la ciudad de Concepcion de la Vega, p:revio el aviso corres-
pondiente a Diego Colon , que habia de servirle de padrino · en
su primera misa.
Qued6 concertado entre ambos, las Casas y el Almirante,
que el primero se pusiera en marcha dentro de cuatro 6 seis
dias, para la dicha Concepcion de la Vega , donde tenia su sede

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EXRIQUILLO 203
ENRIQUILLO 203

//
episcopal el doctor Don Pedro Juarez Deza, uno de los tres
episcopal el doctor Don Pedro Juárez Deza, uno de los tres
primeros prelados que fueron proveidos para las tres di6cesis
de la isla Espanola, y el unico que lleg6 a tomar posesion de
primeros prelados que fueron proveidos para las tres diócesis

de la isla Española, y el único que llegó á tomar posesion de

su obispado, y pasó en él algunos años. Allí debia recibir su

consagracion el Licenciado las Casas, y miéntras tanto el Al-


su o bispado, y pas6 en_ el algunos anos. Alli debia recibir su
mirante y su esposa harían todos los arreglos necesarios para
consagracion el Licenciado las Casas, y mi•entras tanto el Al-
emprender tambien viaje hácia la Vega á fin de asistir á la

celebracion de la primera misa, que sobre ser de tan digno y


mirante y su esposa harian todos los arreglos necesarios para
estimado sujeto como era el ordenando, tendría de notable el

' ser tambien la primera misa nueva que se iba á cantar en la


emprender tambien viaje hacia la Vega a. .fin de asistir a la
Española, ó por mejor decir, en el Nuevo Mundo (55). Ninguna

celebracion de la primera misa, que sobre ser de tan digno y


ocasion, por consiguiente, podia haber más adecuada para que

los Virreyes arrostraran las molestias del viaje, en cumplimien-


estimad.o sujeto como era el ordenando, tendria de netable el
to de un deber piadoso, y realizando al mismo tiempo su deseo

de conocer y visitar las fundiciones de oro y demás objetos


· ser tambien la prt'mera mz'sa. nueva que se iba a cantar en la
interesantes del interior de la Isla, y con especialidad aquella

Espanola, 6·por m.e jor decir, en el Nuevo Mlllndo (55). Ninguna


célebre poblacion, que el gran Descubridor primer Almirante

de las Indias Occidentales fundó por sí mismo, al pié del Santo ocasion, por consiguiente, podia haber mas adecuada para que
Cerro, en honor de la Inmaculada Virgen María (56).

El dia señalado, muy de mañana, partió de Santo Domingo


los Virreyes arrostraran las molestias del viaje, en cumplimien-
el Licenciado con un buen acompañamiento de amigos y servi-

dores de á pié y á caballo. El tiempo era hermosísimo, y los\


to de un deber piadoso, y realizando al misrno tiempo su deseo
campos desplegaban sus naturales galas con maravilloso es-
de ~onocer y visitar las fundiciones de oro y demas objetos
interesantes del interior de la Isla, y con especialidad aquella
plendor. Las Casas, dotado de^señsíbTndKd, exquisita, fervien-

te admirador de lo "Sello ^sentia trasportada su mente en alas

del más puro y religioso; éntusmsmorcontemplando la rica va-

celebre poblacion, que el gran Descubridor primer Almirante


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riedad de esmaltes y matices con que"la próvida $Ig.turáíeza ha '

decorado el fértil y accidentado suelo de la Española.


de las Indias Occidentales fund6 por si mismo, al pie del Santo
Deteniase como un niño haciendo demostraciones de pasmo

Cerro, en honor de la Inmaculada Virgen l\.1[aria (56).


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y alegría, ora al aspecto magestuoso de la lejana cordillera,

ora á vista de la dilatada llanura, ó al pié del erguido monte

que llevaba hasta las nubes su tupido penacho de pinos y


El dia senalado, muy de manana, parti6 de Santo Domingo
baitóas(57). El torrente, quebrando impetuosamente sus aguas

el Licenciado con un buen acompafiamiento de amigos y servi-


dores de a pie y Ct caballo. El tiempo era hermosisimo, y los
de piedra en piedra, y salpicando de menudo aljófar las verdes

orillas; el caudaloso rio deslizándose murmurador en ancho

campos desplegaban sus naturales galas con maravilloso es·


cauce de blancas arenas y negruzcas guijas; el añoso mamey,

cuyo tronco robusto bifurcado en regular proporcion ofrecia

plendor. Las Casas, dotado d~ exquisita, fervi~n­


te admirador de lo $ii~n!ia trasportada su mente en alas
del mas puro y r~ligios~ontemplando la rica va-
riedad de esmaltes y matices con que~ la pr6vida ~ha
decorado el fertil y accidentado sueIOOe fa Espanola. -
Deteniaseco-mo un nifio haciendo demostraciones de pasmo
y alegria, ora al aspect~ magestuoso de la lejana cordillera,
ora a vista de la dilatada llanura, 6 al pie del erguido monte
que llevaba hasta las nubes su tupido penacho de pinos y
bait6as (57). El torrente, quebrando impetuosamente sus aguas
de piedra en piedra, y salpicando de menudo alj6far las verdes
orillas; el caudaloso rio deslizandose murrnurador en ancho
cauce de blancas arenas y negruzcas guija:s; el afioso mamey,
cuyo tronco robusto bifurcado en regular JProporcion ofrecia

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--
. .... . .

204 LEYENDA HIST6RICA

204 LEYENDA HISTÓRICA

la apariencia de g6tico sagrario; el inmenso panorama que la


la apariencia de gótico sagrario; el inmenso panorama que la

vista señorea en todos sentidos desde la enhiesta cumbre de vista senorea en todos sentidos desde la ienhiesta cumbre de
la montana, todo era motivo de extasis para el impresionable
la montaña, todo era motivo de éxtasis para el impresionable

viajero, que expresaba elocuentemente su admiracion, deseoso

de compartirla con sus compañeros; los cuales, no tan ricos

viajero, que expresaba elocuentemente su admiracion, deseoso


de sentimiento artístico, ó más pobres de imaginacion y de

'
jlirismorpermanecian cont^esjtóicajHaTda^)ante los_soberbios
· de compartirla con sus companeros; los cuales, no tan ricos
de sentimiento artistico, 6 mas pobres die imaginacion y de
espectáculos que electrizaban al Licenciado, ó se miraban unos

á otros con burlona sonrisa; y á veces se reian sin embozo en

las mismas barbas del entusiasta orador, que acababa sus dis-

1 lirism~; permanecian~ ·con (.fst6ica frial~~rite - los soberbios


espectaculos que electrizaban al LicenciadO, 6 se m~
cursos compadeciéndose altamente de tanta estupidez, y apli-

.-- -- - -
cándoles el famoso epigrama de la Sagrada Escritura: «tienen

----
a otros con burlona sonrisa; y a veces se ireian sin em\)ozo en
ojos y no ven; oidos y no oyen.»
-

Una vez se vengó cruelmente de aquella desdeñosa indife-

rencia con que veia tratado su piadoso culto á los esplendores

de la creacion.
las mismas barbas del entusiasta orador, que acababa sus dis-
La pequeña caravana se detuvo á sestear á orillas de un

cursos compadeciendose altamente de tanta estupidez, y apli-


deleitoso riachuelo, y cada cual se puso á disponer el matalo-

taje (58), como entonces se decia. Las Casas se acercó á beber


candoles el famoso epigrama de la Sagrada Escritura: ~< tienen
en el hueco de su mano, y á poco, tomando un guijarro del

fondo de las aguas, exclamó en alta voz:


ojos y no ven; oidos y no oyen.»
—¡Oro! Amigos mios, un hallazgo!

A estas voces, fué cosa digna de verse la emocion, el ansia


Una vez se veng6 cruelmente de aquella desdenosa indife-
y la premura con que todos acudieron á examinar el precioso
rencia con que veia tratado su piadoso culto a los esplendores
de la creacion.
guijarro, que fué reconocido al punto como pedernal comun;

y las Casas, arrojándolo al arroyo con desprecio, les dijo sar-

cásticamente:

La pequena caravana se detuvo a sestear a orillas de un


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—Teneis razon, amigos; de las cosas que el Señor ha crea-

do, para satisfacer las necesidades del hombre ó para su de-


deleitoso riachuelo, y cada cual se puso a disponer el matalo-
taje (58), como ent6nces se decia. Las Casas se acer.c6 a beber
leite, ninguna es tan bella, tan útil y tan digna de admiracion
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como el oro.

Los compañeros se miraron unos á otros sin saber qué de-

cir, ni qué pensar de aquella inesperada leccion.


en el hueco de su mano, y a poco, tomando un guijarro del
Al cabo de tres dias llegaron á la ciudad de Concepcion de

fondo de las aguas, exclam6 en alta voz:


la Vega. Era la época del año en que de todos los puntos de

la isla donde laboraban minas, concurrían los colonos á aquel


-jOro! Amigos mios, un hallazgo!
centro de poblacion á fundir sus minerales y someterlos á la

A estas voces, fue cosa digna de verse la emocion , el ansia


y la premura con que todos acudieron a examinar el precioso
guijarro, que fue reconocido al punto como pedernal comun;
y las Casas, arrojandolo al arroyo con desprecio, les dijo sar-
casticamente:
-Teneis razon, amigos; de las cosas que el Senor ha crea-

I do, para satisfacer las necesidades del hombre 6 para su de-


1 leite, ninguna es tan bella, tan litil y tan digna de admiracion

como el oro.
.j
Los companeros se miraron unos a otros sin saber que de·
1 cir, ni que pensar de aquella inesperada leccion.
Al cabo de tres dias llegaron a la ciuda d de Concepcion de
la Vega. Era la epoca del ano en que de t:odos los puntos de
la isla donde la boraban minas, concur i"ian los colonos a aquel
centro de poblacion a fundir s us minerales y someterlos a la

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EKRIQUILLO 205
marca de ley; por cuya causa la Vega ofrecia tanta 6 mayor
ENRIQUILLO 205

marca de ley; por cuya causa la Vega ofrecía tanta ó mayor

animacion que la capital: celebrábase al mismo tiempo féria,

á la que acudian presurosos desde los últimos rincones del ter-


animacion que la.capital: celebrabase al mismo tiempo feria,
ritorio todos los que tenian algun objeto, animales y frusle-

rías de que hacer almoneda. Por las calles principales bullía


a la que acudian presurosos desde los ultimos rincones del ter-
la gente con festiva algazara; á una parte resonaban casta-
ritorio todos los que tenian algun objeto, animales y frusle-
ñuelas y atabales; más adelante se oia el golpear de martillos

y azuelas; rugian las fráguas y voceaban los buhoneros, todo


rias de que hacer almoneda. Por las calles principales bullia
alternado con alegres cantares, con ladridos de perros y otros

cien rumores indefinibles. El viajero que acabando de atrave-


la gente con festiva algazara; a una parte resonaban casta-
sar las vastas y silenciosas savanas ó llanuras, y de cruzar las nuelas y atabales; mas adelante se oia el golpear de martillos
y azuelas; rugian las fraguas y voceaban los buhoneros, todo
altas y despobladas sierras, llegaba por primera vez á la Con-

cepcion, quedaba por de pronto sorprendido á la vista de tanto

bullicio y movimiento, y como confundido en aquel maremag-

num de gente y de animales. Esto fué lo que sucedió á las


alternado con alegres cantares, con ladridos de perros y otros
Casas y su comitiva, que permanecieron un buen rato distraí-
cien rumores indefinibles. El viajero que acabando de atrave·
sar las vastas y silenciosas savanas 6 llanuras, y de cruzar las
dos con la diversidad de objetos, y dándose muy poca prisa

por llegar á su posada: los demás transeuntes discurrían en

todos sentidos, los unos con afan en demanda de sus negocios,

y los otros con aire de fiesta y buen humor en busca de sus


altas y despobladas sierras, llegaba por prirnera vez a la Con-
diversiones. Nadie hacia alto en el grupo de viajeros; porque
cepcion, quedaba por de pronto sorprendido a la vista de tanto
en aquellos dias era tan continuo el llegar de colonos y mine-

ros, que se miraba con la indiferencia del más vulgar incidente.


bullicio y movimiento, y como confundido en aquel maremag·
El Licenciado, volviendo luego en su acuerdo, se encaminó

con sus guias y séquito por la calle principal, á la plaza de la


num de gente y de animales. Esto fue lo que sucedi6 a las
iglesia mayor, y se desmontó á la puerta de una casa grande

.Casa_s y su comitiva, que· permanecieron un buen rato distrai-


y de buena apariencia, en cuya fachada blanca y limpia cam-

dos con la di versidad de objetos, y dandose muy poca prisa


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peaba vistosamente un escudo de piedra con las armas sola-

riegas del obispo Don Pedro de Deza, condecoradas por las

llaves simbólicas y la tiara de los pontífices.


por llegar a SU posada: los demas transeuntes discurrian en
todos sentidos, los unos con afan en demand.a de sus negocios,
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No bien anunciaron al prelado la presencia de las Casas,

cuando acudió solícito á recibirle; dióle la bienyenida afable-

mente con el ósculo de paz, y le dejó aposentado en su propia y los otros con aire de fiesta y buen humor en busca de sus
diversiones. Nadie hacia alto en el grupo de viajeros; porque
casa. Sobre la buena amistad que profesaba al Licenciado, ya

se habia hecho cargo de las fervorosas recomendaciones del

Almirante, en favor del que iba á recibir en su cabeza el óleo

santo que debia consagrarle á los altares del Señor.


en aquellos dias era tan continuo el llegar de colonos y mine-
ros, que se miraba con la indiferencia del mas vulgar incidente.
El Licenciado, volviendo luego en su acuerdo, se encamin6
con sus guias y sequito por la calle principal, a la plaza de la
iglesia mayor, y se desmont6 a la puerta de una casa grande
y de buena apariencia, en cuya fachada blanca y limpia cam-
peaba vistosamente un escudo de piedra con las armas sola-
riegas del obispo Don Pedro de Deza, condecoradas por las
Haves simb6licas y la tiara de los pontifices.
No bien anunciaron al prelado la presencia de las Casas ,
cuando acudi6 solicito a recibirle; di6le la bienvenida afable-
mente con el 6sculo de paz, y le dej6 aposentado en su propia
casa. Sohre la buena amistad que profesaba al Licenciado, ya
-se habia hecho cargo de las fervorosas recomendaciones del
Almirante, en favor del que iba a recibir en su cabeza el 6leo
santo que debia consagrarle a los al tares del Senor.
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·-·

206 LEYEXDA HISTORICA

206 LEYENDA HISTÓRICA


Los demas amigos que acompafiaban a las Casas fueron
Los demás amigos que acompañaban á las Casas fueron

hospedados, los unos, en el convento de franciscanos; los otros


hospedados, los unos, en el convento de franciscanos; los otros
en alojamientos particulares; y desde el mismo dia se dedica-

ron los rejidores del concejo de la ciudad á preparar decoroso


en alojamientos partkulares; y desde el mismo dia se dedica-
aposentamiento para el Almirante, su esposa, y la comitiva

ron los rejidores del concejo de la ciudad a. preparar decoroso


de damas y caballeros que debian llegar á poco en su compa-

ñía, segun las cartas y anuncios que habia llevado las Casas. aposentamiento para el Almirante, su ·esposa, y la comitiva
de damas y caballeros que debian llegar :i poco en su compa-
xxv •

El mensajero.

Media hora no habia transcurrido desde la llegada del Licen-

ciado, cuando le dieron aviso de que un caballero deseaba ver-


fiia, segun las cartas y anuncios que ha bi.a llevado las Casas.
lo, con recados de un íntimo amigo suyo. Salió las Casas á la

vasta antesala del obispo, y allí encontró la anunciada visita.

Era un jóven de gentil presencia; parecía tener veinte años

de edad; de más que mediana estatura, esbelto, rubio y de ojos

azules. La expresion de éstos tenia no obstante algo de duro

y siniestro; sobre todo, cuando atento á darse razon de algo


xxv ·
nuevo, descuidaba dulcificar su mirada, que con gran arte

sabia hacer blanda y afectuosa cuando le convenia. Está di-

cho que la cualidad dominante en el carácter del jóven era la


El mensajero.
perfidia.

Vestia con atildada bizarría un traje de montar, con botas


Media hora no habia transcurrido desde la llegada del Licen-
altas de ante amarillo, calzas acuchilladas, justillo de paño

ceniciento ceñido á la cintura con ancha faja de cuero negro,


ciado, cuando le dieron aviso de que un caball.ero deseaba ver-
de la que pendía una lujosa espada de Toledo, con su puño y

guarnicion de luciente plata, y la vaina con abrazadera y con-


lo, con recados de un intimo amigo suyo. Sali6 las Casas a la
tera del mismo metal: habiase quitado y llevaba en la mano

vasta antesala del obispo, y alli encontr6 :la anunciada visita.


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izquierda el airoso chambergo, ó sombrero de anchas alas con

nevado y onduloso plumaje. En suma, el jóven denotaba en su


Era un j6ven de gentil presencia; parec:ia tener veinte afios
traje y apostura la más cumplida distincion: se adivinaba en

de edad; de mas que mediana estatura, esbelto, rubio y de ojos


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él un rico de buena alcurnia; tenia todos los elementos para

agradar, y sin embargo, á su aspecto se experimentaba una

sensacion desagradable, un movimiento de invencible males-


azules. La expresion de estos tenia no obstante algo de duro
y siniestro; sobre todo, cuando atento a darse razon de aJgo
nuevo, descuidaba dulcificar su mirada, que con gran arte
sabia hacer blanda y afectuosa cuando le convenia. Esta di-
cho que la cualidad dominante en el caraciter del j6ven era la
1
perfidia.
Vestia con atildada bizarria un traje de montar, con botas
altas de ante amarillo, calzas acuchi1ladas, justillo de pafio
ceniciento cefiido a la cintura con ancha faja de cuero negro,
de la que pendia una lujosa espada de Toledo, con su pufto y
guarnicion de luciente plata, y la vaina con abrazadera y con-
tera del mismo metal: habiase quitado y llevaba ~n la mano
izquierda el airoso chambergo, 6 sombrero de anchas alas con
nevado y onduloso plumaje. En suma, ·et jc)ven denotaba en SU
traje y apostura la mas cumplida distincion: se adivinaba en
el un rico de buena alcurnia; tenia todos los elementos para
agradar, y sin embargo, a su aspecto se experimentaba una
sensacion desagr:adable, un movimiento de invencible males-

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ENRIQUILLO 207

tar, como el que instintivamente suele advertirnos la aproxi·


ENRIQUILLO 207

tar, como el que instintivamente suele advertirnos la aproxi-

macion de un peligro desconocido ó no manifiesto.

Las Casas demostró, empero, mucha satisfaccion al perci-


macion de un peligro desconocido 6 no manifiesto.
bir el jóven caballero, y le tendió con ademan cordial la dies-
Las Casas demostr6, empero, mucba satisfaccion al perci-
tra; diciéndole festivamente:

—¿Vos por acá, Andresillo? ¿A qué bueno? Nada me habia


bir el j6ven caballero, y le tendi6 con ademan cordial la dies-
dicho mi amigo Don Francisco de este viaje vuestro; y eso,

que con tiempo le escribi anunciándole mi venida á la Vega.


tra; diciendole festivamente:
—Pues por lo mismo, señor Bartolomé,—respondió el An-

-(Vos por aca, Andresillo? (A que bueno? Nada me habia


dresillo con acento un tanto desabrido,—improvisó mi señor

padre este viaje mio, para daros en su nombre la enhorabuena


dicho mi amigo Don Francisco de este viaje vuestro; y eso,
por vuestra ordenacion, y expresaros su sentimiento de no

poder venir él personalmente á causa de sus pendientes arre-


que con tiempo le escribi anunciandole mi venida a la Vega.
glos con el señor Mojica.

-Pues por lo mismo, senor Bartolome,-respondi6 el An-


- Ya presumía yo sus impedimentos, jóven, y por eso no se

me ocurrió siquiera manifestarle el gusto con que habia de dresillo con acento un tanto desabrido,-improvis6 mi sefior
verle en la fiesta de mi primera misa; pero aquí estais vos,

Andrés, que lo haceis presente á mi corazon como si fuérais


padre este viaje mio, para daros en su nombre la enhorabuena
la misma persona de aquel respetable y querido amigo mio.

por vuestra ordenacion, y expresaros su sentimiento de no


poder venir el personalmente a causa de sus pendientes arre-
Dadme ahora noticia de Enrique, el caciquillo que yo he reco-

mendado á vuestro padre.

glos con el senor Mojica.


—¡Oh, señor!—contestó Andrés de Valenzuela (pues el lec-

tor habrá comprendido que el apuesto jóven era el hijo del

buen Don Francisco, el más rico habitante de la Maguana);—

Enriquillo es una alhaja de mucho precio. Desde que llegó á


- Ya presumia yo sus impedimentos, j6ven, y por eso nose
San Juan ha desplegado tanta actividad, tanto interés por
me ocurri6 siquiera manifestarle el gusto con que habia de
vede en la fiesta de mi primera misa; pero aqui estais vos,
complacer á mi padre y tanto empeño en ponerse al corriente
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de la manera de gobernar los hatos y sus dependencias, que

muy á poco ya yo pude desentenderme de todos esos cuidados,

que pesaban sobre mí hacia muchos meses, por la ausencia


Andres, que lo haceis presente a mi corazon como si , fuerais
la misma persona de aquel resp.e table y querido amigo mio.
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de mi padre. Este ama á Enriquillo casi tanto como á mí; no

cesa de encargarme que lo mire y lo quiera como á hermano

mio, ya que no lo tengo por naturaleza; y á la verdad, el caci-


Dadme ahora noticia de Enrique, el caciquillo que yo he reco-
quillo merece que todos le amen.

Al oir este lenguaje á Andrés de Valenzuela, las Casas


mendado a vuestro padre.
dejó brillar una jubilosa sonrisa, y echó los brazos al cuello

-iOh, sefior!-contest6 Andres de Valenzuela (pues el lec-


con explosion de afecto al jóven.

tor habra comprendido que el apuesto j6ven era el hijo del


buen Don Francisco, el mas rico habitante de la Maguana);-
Enriquillo es una alhaja de mucho precio. Desde que lleg6 a
San Juan ha desplegado tanta actividad, tanto interes por
complacer a mi padre y tanto empefio en ponerse al corriente
de la manera de gobernar los hatos y sus dependencias, que
muy a poco ya yo pude desentenderme de todos esos cuidados,
que pesaban sobre mi hacia muchos meses, por la ausencia
de mi padre. Este ama a Enriquillo casi tanto como a mi; no
cesa de encargarme que lo mire y lo quiera como a hermano
mio, ya que no lo tengo por naturaleza; y a la verdad , el caci-
quillo merece que todos le amen .
Al oir este lenguaje a Andres de Vale·n zuela , las Casa s
dej6 brillar un_a jubilosa sonrisa, y ech6 los brazos al cuello
con explosion de afecto al j6ven.

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..... ~.-.~.

208 LEYENDA HIST6RICA

208 ' LEYENDA HISTÓRICA

—Veo que sois digno hijo de mi excelente Don Francisco,


-Veo que sois digno hijo de mi excelente Don Francisco,
—díjole.—Continuad afirmándoos en tan buenos sentimientos,
-dijole.-Continuad afirmandoos en tan buenos sentimientos,
y sereis feliz. lD6nde estais hospedado?
y seréis feliz. ¿Dónde estáis hospedado?

—Cerca de aquí, en casa de un pariente que tiene trabajos

en las minas. i

—Tendré gusto en que nos veamos á menudo, y ved en qué


-Cerca de aqui, en casa de un pariente que tiene trabajos
puedo serviros, Andrés.
en las minas.
-Tendre gusto en que nos veamos a ntlenudo, y ved en que
—Gracias, Licenciado: nada necesito. Ved lo que me mandais.

Y el jóven se retiró.

—Es mejor de lo que su padre y yo nos figurábamos,—dijo

las Casas cuando se quedó solo.—Ya me maravillaba de que


puedo serviros, Andres.
saliera ruin fruto de tan buen árbol como es Don Francisco;

-Gracias, Licenciado: nada necesito. Ved lo que me mandais.


y cuando él me comunicaba, en el seno de la intimidad, sus

secretos pesares por los vicios y defectos que creia notar en


Y el j6ven se retir6.
el carácter de su hijo, me esforzaba por tranquilizarlo dicién-

dole que esos no eran sino accidentes de la edad; aunque por


-Es mejor de lo que su padre y yo nos figurabamos,-dijo
mis propias observaciones siempre me quedaba el recelo de

que fuera fundada su alarma, y justo su desconsuelo. Hoy he


las Casas cuando se qued6 ·solo.-Ya me maravillaba de que
visto que realmente uno y otra eran exajeraciones del cuidado saliera ruin fruto de tan buen arbol corno es Don Francisco;
y cuando el me comunicaba, en el seno de la intimidad, sus
paterno, y que el mozo es de buen natural: procuraré estudiar-

lo despacio, é inculcarle sana doctrina; que acaso con esa in-

tencion en el fondo me lo haya enviado su buen padre.

XXVI
secretos pesares por los vicios y defectc>s que creia notar en
Misa memorable.
el caracter de SU hijo, me esforzaba por tranquilizarlo dicien-
dole que esos no eran sino accidentes de la edad; aunque por
Por espacio de diez ó doce dias más, continuaron llegando

incesantemente á la Concepcion viajeros de todas partes de la

isla. Atraídos los unos por amistad ó adhesion á las Casas, los

mis propias observaciones siempre me quedaba el recelo de


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otros por la novedad del sagrado espectáculo de una misa

nueva, que ofrecía la particularidad de ser la primera que iba


que fuera funda~a su alarma, y justo su desconsuelo. Hoy he
visto que realmente uno y otra eran exajeraciones del cuidado
á celebrarse en el Nuevo Mundo, y otros muchos por la nece-
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sidad de aprovechar la época de la fundicion y marca del oro

extraído de sus minas, jamás se habia visto en ningun punto de

la isla Española, desde su descubrimiento, tanta gente reunida


paterno, y que el mozo es de buen natural: procurare estudiar-
como la que entónces concurrió á la Vega.

lo despacio, e inculcarle sana doctrina; que acaso con esa in-


tencion en el .f ondo me lo haya enviado su buen padre.

XXVI

Misa memorable.
Por espacio de diez 6 doce dias mas, continuaron llegando
incesantemente a la Concepcion viajeros de todas partes de la
isla. Atraidos los unos por amistad 6 adhesion a las Casas, los
-0tros por la novedad del sagrado espectaculo de una misa
nueva, que ofrecia la particularidad de ser la primera que iba
a celebrarse en el Nuevo Mundo, y otros muchos por la nece-
sidad ·de aprovechar la epoca de la fundicion y marca del oro
ex'traido de sus minas, jamas se habia visto en ningun punto de
la isla Espafiola, d~sde su descubrimiento, tan ta gente reunida
.como la que ent6nces concurri6 a la Vega.

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ENRIQUILLO 209
ENRiQUILLO 209

Diego Velázquez no fué de los últimos: pidió en nombre de


Diego Velazquez no fue de los 1.Htimos: pidi6 en nombre de
su antigua é íntima amistad con las Casas licencia, que el

Almirante le concedió, para pasar desde las comarcas de su


su antigua e intima amistad con las Casas licencia, que el
mando á la Vega, y voló allá solícito, con la esperanza de en- Alm:irante le concedi6, para pasar desde las comarcas de su
contrar á su prometida en el séquito de la Virreina; pero tan

grata ilusion se disipó, convirtiéndose en tristeza, el dia que,


mando a la Vega, y vol6 alla solicito, con la espera'nza de en-
entre arcos de triunfo, colgaduras de seda y guirnaldas de

flores, al ruido alegre de todas las campanas acentuado por


contrar a su prometida en el lsequito de la Virreina; pero tan
estentórea artillería, coreado por bulliciosos y repetidos víto-
grata ilusion se disip6, convirtiendose en tristeza, el dia que,
entre arcos de triunfo, colgaduras de seda y guirnaldas de
res, hicieron los Virreyes su entrada solemne y casi régia en la

ciudad predilecta de Colon.

Buscó ansiosamente Velázquez á su novia, y, no viéndola,

inquirió noticias suyas con el primer amigo ó conocido que


flores, al ruido alegre de todas las campanas acentuado por
halló á su paso; y obtuvo el informe de que María de Cuéllar,

estent6rea artilleria, coreado por bulliciosos y repetidos vito-


presa de enfermedad desconocida, sin ánimo ni fuerzas, tor-

nadas en azucenas las rosas del semblante, no habia estado


res, hicieron los Virreyes su entrada solemne y casi regia en la
ci udad predilecta de Colon.
en disposicion de emprender el penoso viaje de los Virreyes.

Estas tristes nuevas se las confirmó el Almirante, tan pronto

como llegó á su alojamiento y entró en sosegada conversacion

con Velázquez.
Busc6 ansiosamente Velazquez a su novi:a, y, no viendola,
—¿Y Grijalva?—preguntó éste, que llegó á temer el regreso inquiri6 noticias suyas con el primer amigo 6 conocido que
hal16 a SU paso; y obtuvo el informe de que Maria de Cuellar.
de su rival á Santo Domingo.

—Tuve noticias suyas,—contestó Diego Colon.—Me dicen

que solo piensa en hacer la guerra á los indios en las monta-

fias de Jamáica, y en ganarse la voluntad de aquellos salvajes


presa de enfermedad desconocida, sin animo ni fuerzas, tor-
cuando los tiene sometidos. Se ha aficionado á este oficio, y en
nadas en azucenas las rosas del semblante, no habia estado
en disposicion de emprender el penoso viaje de los Virreyes.
nada menos piensa que en volver por acá.
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—¿Me permitiréis acompañaros á vuestro regreso á Santo

Domingo?—añadió Velázquez en tono suplicante.

—Pensad que no es aun transcurrido el término señalado


Estas tristes nuevas se las confirm6 el AJmirante, ta~ pronto
corno lleg6 a su alojamiento y entr6 en soseg:ada conversacion
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para vuestra bodá,—replicó el Almirante;—y que la indisposi-

con Velazquez.
cion de vuestra prometida exije, en concepto de los médicos,

muchas precauciones para evitar que cualquier emocion vio-

-~Y Grijalva?-pregunt6 este, que lleg6 ~i temer el regreso


lenta agrave su mal; tened pues, paciencia, Don Diego.

Y con estas palabras dió fin el Almirante al espinoso inci-

dente. Velázquez calló resignado, y sus ideas no tardaron en

de SU rival a Santo Domingo.


tomar distinto rumbo, engolfándose en la conversacion que

14
-Tuve noticias suyas,-contest6 Diego Colon.--Me dicen
que solo piensa en haccr la guerra a los indios en las monta·
ft.as de Jamaica, y en ganarse la voluntad de aquellos salvajes
cuando los tiene sometidos. Se ha aficionado a este oficio, yen
nada menos piensa queen volver por aca.
-~Me permitireis acompafiaros a vuestro regreso a Santo
Domingo?-afiadi6 Velazquez en tono suplicante.
-Pensad que no es aun transcurrido el termino sefialado
para vuestra boda,-replic6 el Almirante;-y que la indisposi-
cion de vuestra prometida exije, en c_o·n cepto de los medicos,
.m uchas precauciones para evitar que cualquier emocion vio-
lenta agrave su mal; tened pues, paciencia, Don Diego.
Y con estas palabras di6 fin el Almirant:e al espinoso inci-
dente. Velazquez call6 resignado, y sus ideas no tardaron en
tomar distinto rumbo, engolfandose en la· conversacion que
14
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. ·-..·

210 LEYE~DA HIST6RICA

210 LEYENDA HISTÓRICA

diestramente reanudó aquél sobre la proyectada empresa de


diestramente' reanud6 aquel sobre la proyectada empresa de
Cuba.

Cuba.
Segun el comandante de Jaragua, todos los preparativos

necesarios estaban hechos, y con quince dias de aviso antici-


Segun el com.a ndante de jaragua, todos los preparativos
pado, las naves podrían ir á San Nicolás á embarcar la gente,

los caballos, útiles y provisiones que habian de constituir la


necesarios estaban hechos, y con quinC4;! dias de aviso antici-
expedicion conquistadora y colonizadora de Cuba. Diego Co-

lon multiplicó las preguntas y propuso infinitas cuestiones re-


pado, las naves podrian ir a San Nicolas a embarcar la gente,
lativas á los pormenores de la empresa, logrando la satisfac- los caballos, utiles y provisiones que habian de constituir la
cion de que Velázquez resolviera todos los reparos de tal modo,

que acreditó más y más su previsora capacidad. Con todo, no


expedicion conquistadora y colonizadora. de Cuba. Diego Co-
quiso que el asunto saliera del estado de deliberacion, y nada

determinó, aplazando los acuerdos hasta que la consagracion


lon multiplic6 las preguntas y propuso infinitas cuestiones re-
de las Casas estuviera consumada, y pudiera este sábio con-
lati vas a los pormenores de la empresa, logrando la satisfac-
cion de que Velazquez resolviera todos los reparos de tal modo,
sejero dedicar sus meditaciones á los negocios mundanos.

Tres dias despues de la llegada de los Virreyes á la Concep-

cion recibió el Licenciado las sagradas órdenes mayores en la

capilla del obispo, sin ostentacion ni aparato de ninguna es-


que acredit6 mas y mas su previsora cajpacidad. Con todo, no
pecie. No así la misa nueva, que fué cantada el domingo inme-
quiso que el asunto saliera del estado de deliberacion, y nada
determin6, aplazando los acuerdos hasta que la consagracion
diato con gran solemnidad en el templo principal de la Con-

cepcion, con asistencia del mismo prelado y de los Virreyes;

siendo padrino del nuevo sacerdote Don Diego Colon. El con-

curso fué inmenso, las ceremonias pomposas y las fiestas ex-


de las Casas es tu vi era consumada, y pudiera este sabio con-
pléndidas, pues, como á porfía, celebraron el fausto suceso de

sejero dedicar sus meditaciones a los negocios mundanos.


la primera misa nueva de Indias todos los moradores de la

ciudad y los que de léjos habian asistido á las anunciadas so-


Tres dias despues de la llegada de los Virreyes a la Concep-
lemnidades. Multitud de valiosos regalos recibió el nuevo sa-

cion recibi6 el Licenciado las sagradas 6rdenes mayores en la


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cerdote aquel dia, consistentes los más de ellos en ricas piezas

de oro de diferentes formas y hechuras, del que se habia lleva-

capilJa del obispo, sin ostentacion ni aparato de ninguna es-


do á la fundicion real: todo lo dió generosamente las Casas á

pecie. No asi la misa nueva, que fue cantada el domingo inme-


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su padrino, guardando solamente algunos objetos de esmerada

ejecucion, por via de recuerdo ó curiosidad (59). Notan los his-

toriadores la rara circunstancia de que en esta misa faltó el


diato con gran solemnidad en el templo principal de la Con-
vino para consagrar, pues no se halló en toda la isla, á causa

de haberse demorado los arribos de Castilla. Así quiso la Pro-


cepcion, con asistencia del mismo prelado y de los Virreyes;
videncia singularizar aquel acto augusto, con que selló su vo-
siendo padrino del nuevo sacerdote Don Diego Colon. El con-
curso fue inmenso, las ceremonias pomposas y las fiestas ex-
cacion hácia la virtud y el sacrificio uno de los hombres más

plendidas, pues, como a porfia, celebraron el fausto suceso .de


la primera misa nueva de I ndias to dos los mo rad ores de la
ciudad y los que de lejos habian asistido a las anunciadas so-
lemnidades. Multitud de valiosos regalos recibi6 el nuevo sa-
cerdote aquel dia, consistentes los mas de ellos en ricas piezas
de oro de diferentes formas y hechuras, del que se habia lleva-
do a la fundicion real: todo lo di6 generosamente las Casas a
su padrino, guardando solamente algunos objetos de esmerada
ejecucion, por via de recuerdo 6 curiosid:ad (59). Notan los his-
toriadores la rara circunstancia de que en esta misa falt6 el
vino para consagrar, pues nose hal16 en toda la isla, a causa
de haberse demorado los arribos de Castilla. Asi quiso la Pro-
videncia singularizar aquel acto augusto, con que sell6 su vo-
cacion hacia la virtud y el sacrificio uno de los hombres mas

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ENRIQUILLO 211

dignos de la admiracion y de las bendiciones de todos los


ENRIQUILLO 211

dignos de la admiracion y de las bendiciones de todos los

siglos.

¿Quién sabe? No iría tan fuera de camino la piedad sencilla


siglos.
atribuyendo misteriosa significacion á aquella imprevista ca-
~Quien sabe? No iria tan fuera de camino la piedad sencilla
atribuyendo misteriosa significacion a aquella imprevista ca-
rencia del vino, símbolo de la sangre del Cordero sin mancilla,

al elevarse hácia el trono del Eterno los votos de aquella alma

compasiva y pura, que se extremecia de horror ante las cruen-

tas iniquidades de la conquista. En la primera misa nueva


rencia del vino, simbolo de la sangre del Cordero sin mancilla,
oficiada en el Nuevo-Mundo, no se hizo oblacion de aquella

al elevarse hacia el trono del Eterno los votos de aquella alma


especie que es como una reminiscencia de la crueldad de los

hombres; únicamente se alzó sobre la cabeza consagrada del compasiva y pura, que se extremecia de horror ante las cruen-
filántropo ilustre la cándida hostia, testimonio perdurable del

amor de Dios á la mísera humanidad. Este interesante episo-


tas iniquidades de la conquista. En la primera misa nueva
dio, y el honor de haber sido fundada por el gran Cristóbal

Colon en persona, son dos timbres de gloria que las más opu-
oficiada en el Nuevo-Mundo, no se hizo oblacion de aquella
lentas ciudades de América pueden envidiar a las olvidadas
especie que es como una reminiscencia de la crueldad de los
hombres; unicamente se alz6 sobre la cabeza consagrada del
ruinas de la un tiempo célebre Concepcion de la Vega.

XXVII

Colaboracion.

Más de tres meses permanecieron los Virreyes en la Vega


filantropo ilustre la candida hostia, testimonio perdurable del
despues de la misa nueva de las Casas.
amor de Dios a la misera humanidad. Este interesante episo-
Este tiempo lo dedicaron, tanto á las funciones de gobierno

y á inspeccionar la fundicion, las minas de Rio'Verde y otras


dio, y el honor de haber sido fundada por el gran Crist6bal
comarcanas; tanto á los cuidados enojosos que acompañan al

ejercicio de una autoridad casi absoluta, como á la admiracion


Colon en persona, son dos timbres de gloria que las mas opu-
• contemplativa de las innúmeras bellezas de aquel país encan-

lentas ciudades de America pueden envidiar a las olvidadas


tador, de aquella region peregrina que el entusiasta Bartolo-

ruinas de la un tiempo celebre Concepcion de la Vega.


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mé de las Casas, como el gran Colon, tenia por digno asiento

de los Campos Elíseos, llamándola con los nombres más poé-

ticos que le sujeria su ardiente y rica imaginacion (60), «la


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grande y bienaventurada y Real Vega, para encarecer cuyas

condiciones y calidades no parece que puede haber vocablos,

ni vehemencia para con encarecimiento los dar á entender.. .

XXVII

Colaboracion.
Mas de tres meses permanecieron los Virrey es en la Vega
despues de la misa nueva de las Casas.
Este tiempo lo dedicaron, tanto a las funciones de gobierno
y a inspeccionar la fundicion, las min as de Rio· Verde y otras
comarcanas; tanto a los cuidados enojosos que acompafian al
ejercicio de una autoridad casi absoluta, com.o a la admiracion
· contemplativa de las innumeras bellezas de aquel pais encan-
tador, de aquella region peregrina que el entusiasta Bartolo-
me de fas Casas, como el gran Colon, tenia por digno asiento
de los Campos Eliseos, llamandola con los nombres mas poe-
ticos que le sujeria su ardiente y rica imaginacion (60), «la
gr an de y biena venturada y Real Vega, para encarecer cuyas
condiciones y calidades no parece que puede haber vocablos,
ni' vehemencia para con encarecimiento los dar a en tender ...
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- ...
..I' ....... ..
... ~-

212 LEYENDA HIST6RICA


212 LEYENDA HISTÓRICA

Hacen esta vega, ó cércanla, desde que comienza hasta que


Hacen esta vega, 6 cercanla, desde que comienza hasta que
se acaba, dos cordilleras de altísimas y fertilísimas y gracio-

sísimas sierras, que la toman en medio; lo más alto de ellas


se acaba, dos cordilleras de altisimas y fertilisimas y gracio-
y todas ellas fértil, fresco, gracioso, lleno de toda alegría

sisim~s sierras, que la toman en medio; lo mas alto de ellas


Por cualquiera parte destas dos sierras que se asomen los

hombres, se parecen y descubren veinte, treinta y cuarenta y todas ellas fertil, fresco, gracioso, lle:no de toda alegria ....
leguas á los que tienen la vista larga, como quien estuviese

en medio,del océano, sobre una altura muy alta. Creo cierto


Por cualquiera parte destas dos sierras que se asomen los
que otra vista tan graciosa y deleitable, y que tanto refrigere

y bañe de gozo y alegría las entrañas, en todo el orbe no pa-


hombres, se parecen y descubren veinte, treinta y cuarenta
rece que pueda ser oida ni imaginada, por que toda esta vega
leguas a los que tienen la vista larga, co-m o quien estuviese
en medio-..,del oceano, sobre una altura muy alta. Creo cierto
tan grande, tan luenga y larga, es más llana que la palma de

·'
la mano; está toda pintada de yerba, la más hermosa que pue-

de decirse, y odorífera, muy diferente de la de España; pín-

tanla de legua á legua, ó de dos á dos leguas, arroyos gracio-


que otra vista tan graciosa y deleitable, y que tanto refrigere
sísimos que la atraviesan, cada uno de los cuales lleva por las
y bafie de gozo y alegria las entranas, en todo el orbe no pa-
rengleras de sus ámbas á dos riberas su lista ó ceja ó raya de

árboles, siempre verdes, tan bien puestos y ordenados, como


rece que pueda ser oida ni imaginada, por que toda esta vega
si fueran puestos á mano, y que no ocupan poco más de 15 ó

20 pasos en cada parte. Y como siempre esté esta vega y toda


tan grande, tan lue~ga y larga, es mas Uana que la palma de
esta isla como están los campos y árboles en España por el

la mano; esta toda pintada de yerba, la mas hermosa que pue-


mes de Abril y Mayo, y la frescura de los continuos aires, el

sonido de los rios y arroyos tan rápidos y corrientes, la clari-


de decirse, y odorifera, muy diferente dle la de Espana; pin-
dad de las dulcísimas aguas, con la verdura de las yerbas y

árboles, y llaneza ó llanura tan grande, visto todo junto y es-


tanla de legua ::1 legua, 6 de dos a dos leguas, ar.royos gracio-
peculado de tan alto, ¿quién no concederá ser la alegría, el

sisimos que la atraviesan, cada uno de los cuales lleva por las
rengleras de sus ambas a dos riberas su lista 6 ceja 6 raya de
gozo, y consuelo y regocijo del que lo viere, inestimable y no
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comparable? Digo verdad, que han sido muchas, y más que

arboles, siemere verdes, tan bien puestos y ordenados, como


muchas que no las podría contar, las veces que he mirado esta

vega desde las sierras y otras alturas, de donde gran parte de

si fueran puestos a mano, y que no ocupan poco mas de 15 6


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ella se señoreaba, y considerándola con morosidad, cada vez

me hallaba tan nuevo y de verla me admiraba y regocijaba,

como si fuera la primera vez que la vide y la comencé á con- ·20 pasos en cada parte. Y como siempre este esta vega y toda
esta isla como estan los campos y arboles en Espana por el
siderar. Tengo por averiguado, que ningun hombre y sábio

que hubiese bien visto y considerado la hermosura y alegría

y amenidad y postura desta vega, no ternia por vano el viaje

desde Castilla hasta acá, del que siendo filósofo curioso ó cris-
mes de Abril y Mayo, y la frescura de los continuos aires, el
sonido de los rios y arroyos tan rapidos y corrientes, la clari-
dad de las dulcisimas aguas, con la verdura de las yerbas y
arboles, y llaneza 6 llanura tan grande, visto todo junto y es-
peculado de tan alto, (quien no concedera ser la alegria, el
gozo, y consuelo y regocijo del que lo viere, inestimable y no
comparable? Digo verdad, que ban sido muchas, y mas que
muchas que no las podria con tar, las veces que he mirado esta
vega desde las sierras y otras alturas, de donde gran parte de
ella se sehoreaba, y considerandola con morosidad, cada vez
me hallaba tan nuevo y de verla me ad1niraba y regocijaba,
-como si fuera la primera vez que la Yide y la comence a con·
·s iderar. Terigo por averiguado, que ningun hombre y sabio
que hubiese bien visto y considerado la hermosura y alegria
y amenidad y postura desta vega, no te1rnia por vano el viaje
<lesde Castilla hasta aca . del que siendo fil6sofo curioso 6 eris-

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ENRIQUILLO 213

tiano devoto, solamente para verla; el fil6sofo para ver y de-


ENRIQUILLO 213

tiano devoto, solamente para verla; el filósofo para ver y de-

leitarse en una hazaña y obra tan señalada en hermosura de

la naturaleza, y el cristiano para contemplar el poder y la


leitarse en una hazana y obra tan senalada en hermosura de
bondad de Dios, que en este mundo visible cosa tan digna y

la naturaleza, y el cristiano para contemplar el poder y la


hermosa y deleitable crió, para en que viviesen tan poco tiem-

po de la vida los hombres, y por ella subir en contemplacion


bondad de Oios, queen este mundo visible cosa tan digna y
qué tales serán los aposentos invisibles del cielo, que tiene

aparejados á los que tuvieren su fé y cumplieren su voluntad,


hermosa y deleitable cri6, para en que viviesen tan poco tiem-
y coger dello motivo para resolverlo todo en loores y alaban-

po de la vida los hombres, y por ella subir en contemplacion


zas del que lo ha todo criado. Pienso algunas veces, que si la

ignorancia gentílica ponia los Campos Elíseos comunmente en que tales seran los aposentos invisibles del cielo, que tiene
apar.e jados a los que tuvieren su fe y cumplieren su voluntad,
las islas de Canaria, y allí las moradas de los bienaventurados

que en esta vida se habian ejercitado en la vida virtuosa, en

especial secutado justicia, por lo cual eran llamadas Fortuna-

das, y teniendo nueva dellas acaso aquel gran capitan romano,


y coger dello .motivo para resolverlo todo en loores y alaban-
Sertorio, aunque contra Roma, le tomó deseo de irse á vivir y
zas del que lo ha todo criado. Pienso algunas vece~, que si la
ignorancia gentilica ponia los Campos Eliseos comunmen teen
descansar en ellas por una poquilla de templanza que tienen,

¿qué sintieran los antiguos y qué escribieran desta felicísima

isla, en la cual hay diez mil rincones, cada uno de los cuales

difiere tanto, en bondad, amenidad, fertilidad y templanza y


las islas de Canaria, y alli las moradas de los bienaventurados
felicidad, de la mejor de las islas de Canaria, como hay dife-
queen esta vida se habian ejercitado en la vida virtuosa, en
rencia del oro al hierro y podría afirmarse que mucho más?

¿Cuánto con mayor razon se pusieran en esta vega los Campos


especial secutado justicia, por lo cual eran llamadas Fortuna-
Elíseos, y Sertorio la vivienda della codiciara, la cual excede

á estas Indias todas, y siento que á toda la tierra del mundo


das, y teniendo nueva dellas acaso aquel gra.n capitan romano,
sin alguna proporcion cuanta pueda ser imaginada? (61)

Sertorio, aunque contra Roma, le tom6 deseo de irse a vivir y


Llegaron por aquellos días á la ciudad de la Vega, en de-

descansar en ellas por una poquilla de templanza que tienen,


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manda de Diego Colon, los primeros frailes de la órden domi-

nica que salieron de España para el Nuevo Mundo.

Los gobernaba y dirigía el virtuoso y pio fray Pedro de


(que sintieran los antiguos y que escribieran desta felicisima
isla, en la cual hay diez mil rincones, cada uno de los cuales
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Córdova, en quien resplandecían todas las perfecciones físicas

y morales que rara vez se presentan reunidas en un mismo

sujeto, para honrar y enaltecer la especie humana. Varon de difiere tanto, en bondad, amenidad, fertilidad y templanza y
felicidad, de la mejor de las islas de Canaria, como hay dife-
ilustre alcurnia, desde su más temprana juventud se habia

consagrado á los estudios y á la profesion monástica, acredi-

tando en todos sus actos el espíritu fervoroso y caritativo que

rencia del oro al hierro y podria afirmarse que mucho mas?


lCuanto con mayor razon se pusieran en esta vega los Campos
Eliseos, y Sertorio la vivienda della codiciara, la cual excede
a estas Indias todas, y siento que a toda la tierra del mundo
sin alguna proporcion cuanta pueda ser imaginada? (61)

Llegaron por aquellos dias a la ciudad de la Vega, en de-


manda de Diego Colon, los primeros frailes de la 6rden domi·
nica que salieron de Espana para el Nuevo Mundo.
Los gobernaba y dirigia el virtuoso y pio fray· Pedro de ·
C6rdova, en quien resplandecian todas las perfecciones fisicas
y morales que rara vez se presentan reunidas en un mismo
sujeto, para honrar y enaltecer Ia especie humana. Varon de
ilustre alcurnia, desde su mas temprana juventud se habia
consagrado a los estudios y a la profesion monastica, acredi-
tando en todos sus actos el espi:ritu fervoroso y caritativo que
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2" ..

214 LEYENDA HIST6RICA.

lo animaba. A bandon6 to dos los explendores de la tierra para


214 LEYENDA HISTÓRICA

lo animaba. Abandonó todos los explendores de la tierra para

abrazar voluntariamente la pobreza y las privaciones del cláus-

tro, y solo contaba veinte y ocho años de edad cuando atrave-


abrazar voluntariamente la pobreza y las privaciones del claus-
só los mares con sus compañeros para fundar la primera casa

tro, y solo contaba veinte y ocho anos de edad cuando atrave-


de su órden en la Española.

No encontrando á Diego Colon en la capital resolvieron ir


s6 los ma res con sus compafieros para fumdar la primer a casa
á verle á la Concepcion, y entretanto fueron alojados pobrísi-

mamente en Santo Domingo, por un honrado vecino llamado


de su 6rden en la Espanola.
Pedro de Lumbreras, rehusando todo regalo con que las auto-

No encontrando a Diego Colon en la capital resolvieron ir


a verle a la Concepcion, y entretanto fueron alojados pobrisi-
ridades les brindaran, en cumplimiento de las órdenes y reco-

mendaciones del Soberano. Vivian de las limosnas que los par-

mamente en Santo Domingo, por un honrado vecino llamado


ticulares les ofrecían, y se trasladaron á la Vega á pié, sufrien-

do mil trabajos y privaciones en el camino, para concertar con

el Almirante los medios de llenar su cometido y llevar á efecto

la fundacion de su convento.
Pedro de Lumbreras, rehusando todo regalo con que las auto-
Acojidos por los Virreyes con veneracion, no tardaron en
ridades le~ brindaran, en cumplimiento de las 6rdenes y reco-
mendaciones del Soberano. Vivian de las limosnas que los par-
ganarse el amor de todos con su celo piadoso y sus exquisitas

virtudes. Las Casas concibió hácia fray Pedro la más profun-

da simpatía, la amistad más fervorosa desde el día que lo oyó

convocar desde el púlpito de la iglesia mayor de la Concepcion


ticulares les ofrecian, y se trasladaron a la Vega a pie, sufrien-
á todos los vecinos que tuviesen á su cargo indios encomenda-
do mil trabajos y privaciones en el camino, para concertar con
el Almirante los medios de llenar su comietido y llevar a efecto
dos, para que los condujeran al templo despues de la comida.

Fué aquel un dia de triunfo para el espíritu civilizador del

cristianismo.

Llegada la hora prefijada para la conferencia, vióse al hu-


la fundacion de su convento.
milde misionero con su tosco sayal de jerga, que nada quitaba

Acojidos por los Virrcyes con veneracion, no tardaron ~n


á su noble y bella figura, su aspecto bondadoso y austero á la

1 ganarse el amor de todos con su celo piadoso y sus exquisitas


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vez; y llevando un crucifijo en la diestra, tomar asiento en un

banco y dirijir á la multitud de indios, casi atónitos por la no-

vedad de aquel acto, un elocuente sermon, instruyéndoles en


virtudes. Las Casas concibi6 hacia fray Pedro la mas profun-
da simpatia, la amistad mas fervorosa dl~sde el dia que lo oy6
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la historia y en las excelencias de la religion cristiana, é in-

culcándoles la consoladora doctrina sellada con el sublime

sacrificio del Gólgota. convocar desde el pt'ilpito, de la iglesia mayor de la Concepcion


La plática del fervoroso dominico fué de trascendencia

suma: vibraron fuertemente las cuerdas, por mucho tiempo


a todos los vecinos que tuviesen a su cargo indios encomenda-
flojas y enmohecidas, de los sentimientos cristianos en toda la

colonia, allí representada por el mayor número de los pobla-


dos, para que los condujeran al templo despues de la comida.
Fue aquel un dia de triunfo para el espiritu civilizador del
. . .
\.. cnst1amsmo.
Llegada la hora prefijada para la conferencia, vi6se al hu-
milde misionero con su tosco sayal de jerga, que nada quitaba
a su noble y bella figura, su aspecto bondadoso y austero a la
vez; y llevando un crucifijo en la diestra, tomar asiento en un
banco y dirijir a la multitud de indios, ca.si at6nitos por la no-
vedad de aquel acto, un elocuente sermon, instruyendoles en
la historia y en las excelencias de la religion cristiana, e in·
culcandoles la consoladora doctrina sellada con el sublime
sacrificio del G6lgota.
La platica del fervoroso dominico :Eue de trascendencia
suma: vibraron fuertemente las cuerdas, por mucho tie,m po
flojas y enmohecidas, de los sentimientos cristianos en toda la
colonia, alli representada par el mayor nt'imero de los pobla·

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ENRIQUILLO 215
ENRIQUILLO 215

dores que, procedentes de los diversos ámbitos de la Isla, se <lores que, procedentes de los diversos ambitos de la Isla, se
hallaban en la Vega y concurrieron por curiosidad al templo:

el lenguaje lleno de caridad y uncion que heria sus oidos les


hallaban en la Vega Y. concurrieron por curiosidad al templo:
llamaba poderosamente á la compasion respecto de aquellos

el lenguaje Ueno de caridad y uncion que heria sus oidos les


llamaba poderosamente a la compasion respecto de aquellos
pobres séres á quienes por primera vez oian apellidar solem-

nemente «hermanos en Jesucristo» por lábios europeos.

pobres seres a quienes por primera vez oian apellidar solem-


Era evidente que el espíritu de Dios hablaba por 1a boca de

aquel hombre, y todos vieron en él un emisario del cielo.

Fray Pedro correspondió con efusion á la naciente amistad

de las Casas; amistad que despues se consolidó por las prue-


nemente «hermanos en Jesucristo» por labios europeos.
bas de una carrera gloriosa y llena de azares, á que estuvie-
Era evidente que el espiritu de Dios hablaba por la boca de
aquel hombre, y todos vieron·en el un emisa:rio del cielo.
ron siempre expuestos aquellos dos varones, tan dignos de

marchar unidos por la senda de la abnegacion en pró de la

justicia y del bien.

Así inició su vida en el Nuevo Mundo la religion de los do


Fray P~dro correspondio con efusion a la naciente amistad
minieos, que prestó eminentes servicios á la humanidad y á la
de las Casas; amistad que despues se consollido por las prue-
bas de una carrera gloriosa y llena de azares. a que estuvie-
civilizacion, conteniendo enérgicamente en muchas ocasiones

los crueles excesos de la codicia y la brutal explotacion de los

indios; y consiguió más de una vez enfrenar la ambicion y los

vicios de los conquistadores, oponiéndoles la autoridad de la


ron siempre expuestos aquellos dos varones, tan dignos de ·
ciencia y de las virtudes de una falange de hombres animosos,

marchar unidos por la senda de la abnegacion en pro de la


alentados por el desprendimiento de los intereses terrenos y

por el celo ardiente y puro de corazones verdaderamente cris- justicia y del bien.
tianos.

La posteridad, justa siempre, aunque á veces tardía en sus


Asi inicio su vida en el Nuevo Mundo la religion de los do
fallos, si tiene una voz enérgica para condenar el fanatismo

religioso que encendió en Europa las hogueras de la Inquisi


m.inicos, que presto eminentes servidos a la humanidad y a 1a
civilizacion, conteniendo energicamente en muchas ocasiones
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cion, tiene tambien un perdurable aplauso para el celo evan-

· los crueles excesos de la codicia y la brutal explotacion de los


gelizador que los frailes de la órden dominica desplegaron en

el Nuevo Mundo, predicando el amor y la blandura á los fuer-

indios; y consiguio m as de una vez enfrenar la ambicion y los


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tes, consolando y protejiendo á los oprimidos; combatiendo

abiertamente los devastadores abusos y las inhumanidades

que afearon la conquista.


vicios de los conquistadores, oponiendoles Jla autoridad de la
ciencia y de las virtudes de una falange de hombres animosos ,
Concluyó la fundicion y marca de oro en aquella sazon, y

'
los mineros y colonos fueron poco á poco despidiéndose de la

Vega y regresando á sus casas y haciendas. Diego Velázquez,

harto mohíno por la negativa del Almirante á que siguiera en


alentados por el desprendimiento de los intere~es terrenos y
S
por el celo ardiente y puro de corazones verdaderamente cris-
tianos.
La posteridad, justa siempre, aunque a veces tardia en sus
fallos, si _tiene una voz energica para condenar el fanatismo
religioso que encendio en Europa las hogueras de la Inquisi
cion, tiene tambien un perdurable aplau~o para el celo evan-
gelizador que los frailes de la orden dominica desplegaron en
el Nuevo ~Jundo, predicarido el amor y la blandura a los fuer-
tes, consolando y protejiendo a los oprimidos ; combatiendo
abiertamente los devastadores abusos y las inhuruanida des
que afearon la conquista.
Concluyo la fundicion y marca de oro en aquella sazon, y
los mineros y colonos fueron poco a poco despidiend ose de la
Vega y regresando a sus casas y haciendas . Dieg o Velazquez,
harto mohino por la negativa del Almirante a que s iguiera en

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. ...' ..
.,...._.

,
216 LEYENDA HIST6RICA

216 LEYENDA HISTÓRICA

su compañía hasta Santo Domingo, se dirijió hácia los territo-


su compama hasta Santo Domingo, se diriji6 hacia los territo-
rios de su mando, al oeste de la isla, y el jóven Valenzuela lo
rios de su mando, al oeste de la isla, y el j6ven Valenzuela lo
acompañó hasta la Maguana. Fray Pedro de Córdova y los

demás religiosos que á éste obedecían, obtenidos los favora-


acompan6 hasta la Maguana. Fray Pedro de C6rdova y los
bles despachos de Diego Colon, emprendieron su viaje de re-

torno á la capital de la colonia, donde dieron comienzo con


demas religiosos que a este obedecian, obtenidos los favora-
fervor y actividad á la fundacion de su casa ó monasterio.

bles despachos de Diego Colon, emprendieron su viaje de re-


torno a la capital de la colonia, donde dieron comienzo con
Las Casas, que volvió á Santo Domingo con los frailes domi-

nicos, prestaba á la empresa el auxilio de sus conocimientos

fervor y actividad a la fundacion de su casa 6 monasterio.


locales, y por su genial eficacia hacia tanto ó más que el me-

jor dispuesto de la comunidad, aunque aplazando su deseo de

ingresar en ella.

El Almirante y su esposa hubieran prolongado gustosos su


Las Casas, que vol vi6 a Santo Domingo con los frailes domi-
permanencia en la Vega. Allí sentían su autoridad más entera
nicos, prestaba a la empresa el auxilio de sus conocimientos
locales, y por su genial eficacia hacia tanto 6 masque el me-
y ménos contrariada que en la capital, donde las arterías de

Pasamonte y sus secuaces les multiplicaban dia por dia las

incomodidades y los disgustos. Forzoso les fué al cabo de tres

meses despedirse tambien de aquellos sitios encantadores, y


jor dispuesto de la comunidad, aunque aplazando su deseo de
dirijirse á la ciudad ribereña del Ozama, donde les llamaba

ingresar en ella.
imperiosamente el desempeño de sus altos deberes.

XXVIII
El Almirante y su esposa hubieran prolongado gustosos su
La confidencia.

permanencia en la Vega. Alli sentian su a utoridad mas entera


y menos contrariada que en la capital, donde las arterias de
Poco ántes de regresar de la Vega los Virreyes, en una her-

mosa y apacible mañana de Setiembre, el padre las Casas en-

tró en la iglesia mayor de Santo Domingo, y miéntras llegaba

la hora de oficiar la misa tomó asiento en un confesonario, Pasamonte y sus secuaces les multiplicaban dia por dia las
siguiendo la costumbre que habia adoptado desde su consagra-

incomodidades y los disgustos. Forzoso les fue al cabo de tres


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cion. No bien acababa de instalarse, cuando una mujer esbel-

ta, de porte distinguido y airoso, aunque vestida de negro y

meses despedirse tambien de aquellos sitios encantadores, y


dirijirse a la ciudad riberefia del Ozama, donde les llamaba
con escaso aliño, se acercó lentamente al confesor, y se postró
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á sus piés. Llevaba pendiente de negra toquilla un largo y

imperiosamente el desempefio de sus altos deberes .


denso velo que le cubría la faz y todo el busto. En vez de co-

menzar con las fórmulas y oraciones usuales en el tribunal de

XX VIII

La confidencia .
Poco antes <le regresar de la Vega los Virreyes, en una her-
mosa y apacible mafiana de Setiembre, el padre las Casas en-
tr6 en la iglesia mayor de Santo Domingo, y mientras llegaba
la hora de oficiar la misa tom6 asiento en un confesonario,
siguiendo la costumbre que habia adoptado desde su consagra-
cion. No bien acababa de instalarse, cuando una mujer esbel-
ta, de porte distinguido y airoso, aunque vestida de negro y
con escaso alii'io, se acerc6 lentamente al confesor, y se postr6
a s us pies . Llevaba pendiente de neg rat toquilla un largo y
denso velo que le cubria la _faz y todo el busto. En vez de co-
menzar con las f6rmulas y oraciones usuales en el tribunal de

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ENRIQUILLO 217
ENRIQUILLO 217

la penitencia, la desconocida increpó al sacerdote en estos


la penitencia, la desconocida increp6 al sacerdote en estos
términos:

—Padre Casas, ¿quereis consolar á una triste?


terminos:
—¿Podeis dudarlo, hija?—respondió el ministro del Señor:

-Padre Casas, (quereis consolar a una triste?


—consolar al afligido es para mí el más grato de mis deberes

sacerdotales. -(Podeis dudarlo, hija?-respondi6 el mi.nistro del Sefior:


—Pues hacedme la merced de escuchar, nó mi confesion,

sino una confidencia que necesito haceros; y dadme consejo


-consolar al afligido es para mi el mas gra1to de mis deberes
sobre el partido que debo tomar en el caso que voy á consul-

taros.
sacerdotal es.
La desconocida hizo una pausa, como recojiendo y concer- -Pues hacedme la merced de escuchar, n6 mi confesion,
sino una confidencia que necesito haceros; y dadme consejo
tando sus ideas. A breve rato prosiguió con voz entrecortada

y breve acento:

—Yo amaba á un hombre, con el inocente amor de los es-

píritus bienaventurados, que entonan sus cánticos al pié del


sobre el partido que debo tomar en el caso que voy a consul-
trono del Altísimo... Obligada por mi padre á casarme con
taros.
La desconocida hizo una pausa, como rec:ojiendo y concer-
otro, iré al sacrificio como hija obediente; pero sé que voy á

morir....; digo mal: ya siento el frio de la muerte invadir todo

mi ser.

«Esta certidumbre me sirve de consuelo, me dá valor para


tando sus idea~. A breve rato prosigui6 con voz entrecortada
arrostrar mi triste destino; pero no sé si ofenderé á Dios en
y breve acento:
-Yo amaba a un hombre, con el inocente amor de los es-
ello. Decidme vos, padre Casas, si hago mal en aborrecer la

existencia, y si debo ó nó dejarme conducir á un tálamo nup-

cial que muy pronto se convertirá para mí en túmulo fune-

rario....
piritus bienaventurados, que entonan sus camticos al pie del
—Haceis bien, hija mia,—replicó las Casas,—en obedecer

trono del Altisimo .... Obligada por mi padre a casarme con


otro, ire al sacrificio como hija obediente; pero se que voy a
á vuestro padre; pero haréis muy mal en no resignaros á vues-
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tra suerte, y en ir al término de vuestra existencia por el ca-

mino de la desesperacion.

—No es eso, padre mio: yo estoy resignada á todo; pero mis


morir. ... ; digo mal: ya siento el frio de la muerte invadir todo
miser.
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fuerzas son insuficientes para soportar la vida siendo la esposa

de Diego Velázquez, y sabiendo que he desgarrado el corazon

de Grijalva; ese corazon que era todo mio!


«Esta certidumbre me sirve de consuelo, 1me da valor para
—Segun eso, vos sois Doña María de Cuéllar!—exclamó las

Casas sorprendido.
arrostrar mi triste destino; pero no se si ofendere a Dios en
—Yo soy esa infeliz, padre mio! Si á lo ménos me asistiera

ello. Decidme vos, ·padre Casas, si hago ma.I en aborrecer la


existencia, y si debo 6 n6 dejarme conducir a un talamo nup-
la esperanza de que un dia,—no muy lejano sin duda;—cuando

cial que muy pronto se convertira para mi en ttimulo fune-


rario ....
-Haceis bien, hija mia,-replic6 las Casas,-en obedecer
a vuestro padre; pero hareis muy mal en no resignaros a vues-
tra suerte, yen ir al termino de vuestra existencia por el ca-
mino de la desesperacion.
-No es eso, padre mio: yo estoy resignada a todo; pero mis
fuerzas son insuficientes para soportar la vid:a siendo la esposa
de Diego Velazquez, y sabiendo ·que he desgarrado el corazon
de Grijalva; ese corazon que era todo miol
-Segun eso, vos sois Dona Maria de Cuellar!-exclam6 las
Casas sorprendido.
-Yo soy esa infeliz, padre miol .Si a lo menos me asistiera
la esperanza de que un dia,-no muy lejano sin duda;-cuando

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-~·

218 LEYENDA HIST6RICA

yo sucumba al peso de mis dolores, y mis ojos se cierren a la


218 LEYENDA HISTÓRICA

yo sucumba al peso de mis dolores, y mis ojos se cierren á la

luz del mundo, Grijalva llegara á convencerse de que él ha

sido, es y será mi único, amor, yo estaría más tranquila, por-


luz del mundo, Grijalva llegara a convencerse de que el ha
que sé que esa certidumbre confortaría su ánimo, y le servi-
sido, es y sera mi unico . amor, yo estaria mas tranquUa, por-
que se que esa certidumbre confortaria su animo, y le servi-
ría de consuelo en todos sus infortunios.... Pero yo sería muy

culpable si en vida mia y prometida á otro, le anticipara ese

consuelo....

—Sin duda alguna, María!—interrumpió vivamente las Ca-


ria de consuelo en todos sus infortunios .... Pero yo seria rnuy
sas.—No debeis pensar en ello siquiera.
culpable si en vida mia y prometida a otro, le anticipara ese
— ¡Cielos!—exclamó la jóven consternada;—pero yo sé que

él es muy desgraciado: cada vez que leo el billete en que se


consuelo .....
despidió de mí (y lo he leido más de cien veces), me devora el

remordimiento de haber matado su felicidad y su esperanza


-Sin duda alguna, Maria!-interrumpi6 vivamente las Ca-
en la tierra, y me asalta el temor de que llegue á dudar de la

sas.-No debeis pensar en ello siquiera.


bondad de Dios, y caiga en la desesperacion. No lo dudeis,

padre mio: si yo muero, y no le ordeno que viva resignado,


-jCielos!-exclamo la joven consternaCJa;-pero yo se que
su alma se perderá; y yo quiero que su alma se salve, y que en

la presencia del Señor se una con la mia.


el es muy desgraciado: cada vez que leo el billete en que se
—¿Y qué discurrís hacer?—preguntó las Casas profunda-

despidi6 de mi (y lo he leido mas de cien veces), me devora el


mente conmovido.

—Tomad, padre,—respondió sin vacilar la jóven:—guardad remordimiento de haber matado su felicidad y su esperanza
en la tierra, y me asalta el temor de que llegue a dudar de la
ese papel, romped su sello si os place, leedle, y vos veréis si la

religion se opone ó nó, á que llegue á poder de Grijalva, cuan-

do esta infeliz haya cesado de existir.

Diciendo estas palabras, María de Cuéllar puso en manos


bondad de Dios, y caiga en la desespe:racion . No lo dudeis,
del sacerdote un bolsillo de marroquin negro bordado de oro,
padre mio: si yo muero, y no le ordeno que viva resignado,
su alma se perdera; y yo quiero que su aJ!ma se salve. y queen
que contenia la mencionada misiva. Era la que escribió en
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aquel triste dia de la partida de Grijalva.

—Bien está,—dijo las Casas:—yo leeré con atencion este

papel, y si su contenido corresponde á la angélica pureza de


la presencia del Senor se una con la mia.
-~Y que discurris hacer?-pregunt6 las Casas profunda-
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todo vuestro lenguaje, María, yo os ofrezco solemnemente,

mente conmovido.
aquí en la presencia del Señor, que Juan de Grijalva lo recibi-

rá cuando sea conveniente; y de todos modos, si vuestro triste

presentimiento llegara á realizarse, si el Señor se digna llamar

á su seno vuestra alma candorosa, id tranquila, hija mia, que


-Tomad, padre,-respondi6 sin vacilar la j6ven:-guardad
á mi cargo queda hacer saber á Grijalva vuestros votos por
ese papel, romped su sello si os place, leedle, y vos vereis si la
que persevere en la virtud, y se haga digno de subir un dia á

religion se opone 6 no, a que llegue a poder de Grijalva, cuan-


do esta infeliz haya cesado de existir.
")

Diciendo estas palabras, Maria de Cuellar puso en rnanos


del sacerdote un bolsillo de marroquin negro bordado de oro,
que contenia la mencionada misiva. Era la que escribi6 en
aquel triste dia de la partida de Grijalva.
-Bien esta,-dijo las Casas:-yo leere con atencion este
papel, y si su contenido corresponde a la angelica pureza de
todo vuestro lenguaje, Maria, yo os ofrezco solemnemente,
aqui en la presencia del Senor, que Juan de Grijalva lo recibi-
ra cuando sea conveniente; y de todos modos, si vuestro triste
presentimiento llegara a realizarse, si el Senor se digna Hamar
a su seno vuestra alma candorosa, id tranquila, hija mia, que
a mi cargo queda hacer saber a Grijalva v uestros votos por
que persevere en la virtud, y se haga diigno de subir un dia a

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ENRIQUILLO 219

la celeste altura, donde esta reservado eterno galardon a los


ENRIQUILLO 219

la celeste altura, donde está reservado eterno galardon á los

que acá abajo padecen los rigores y la injusticia de los hom-

bres.
que aca abajo padecen los rigores y la injusticia de los hom-
María de Cuéllar besó con gratitud la diestra del sacerdote,
bres.
y se alejó del confesionario lentamente.

XXIX
Maria de Cuellar bes6 con gratitud la diestra del sacerdote,
Nublados.

Cuando los Virreyes llegaron á la ciudad de Santo Domingo,


y se alej6 del confesionario lentamente.
encontraron más encrespadas que nunca las intrigas del teso-

rero Pasamonte y los demás émulos de su ^gobierno. Apénas

repuesto de la fatiga del camino, tuvo Diego Colon que entre-

garse en cuerpo y alma á contrarrestar los artificios con que

se trataba de arruinar su crédito en España. XXIX


Las cartas del gran Comendador su suegro, y de Fernando

su hermano, eran apremiantes, y advertían al Gobernador que

Nublados.
solamente su grande eficacia é influjo podían balancear en el

ánimo del Rey, y en el Consejo Real, las malas impresiones de

los continuos informes torcidos y chismes calumniosos que de

la Española llovían contra su gobierno y su casa en distintas

formas. Diego Colon resolvió enviar á la Corte á su tio Don


Cuando los Virreyes llegaron a la ciudad die Santo Domingo,
Bartolomé, cargado de justificaciones y de regalos, para con- · enconrraron mas encrespadas que nunca las intrigas del teso-
rero Pasamonte y los demas emulos de su "gobierno. Apenas
jurar la nube siniestra que contra él se estaba condensando (62).

Escribió á todos sus amigos de la Isla cartas urgentes, pi-

diéndoles el auxilio de su respectivo valimiento en España.

«Ved, les decía—que mis enemigos son numerosos, activos, y


repuesto de la fatiga del camino, tuvo -Diego Colon que entre-
ponen grandes resortes en juego para dañarme en la opinion
garse en cuerpo y alma a contrarrestar lo5i artificios con que
se trataba de arruinar su credito e~ Espana.
del Rey; pues todos aquellos que, como Fonseca y Conchillos,
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han visto mermado el lucro que de acá les iba, por haberles

reducido yo los repartimientos que con harta injusticia disfru-

taban, no desaprovechan aviso, chisme ó embuste con que per-


Las cartas del gran Comendador su suegro, y de Fernando
su hermano, eran apremiantes, y advertian al Gobernador que
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judicarme y perderme.»

A esta declaracion unia el Almirante hábiles exhortaciones

para que sus amigos no lo dejaran solo en la brecha, diciéndo-


solamente su grande eficacia e infiujo podian balancear en el
animo del Rey, y en el Consejo Real, las malas impresiones de
los continuos informes torcidos y chismes callumniosos que de
la Espanola llovian contra su gobierno y su casa en distintas
formas. Diego Colon resolvi6 enviar a la Corte a su tio Don
Bartolome, cargado de justificaciones y de regalos, para con-
jurar la nube siniestra que contra else estaba condensando (62).
Escribi6 a todos sus amigos de la Isla cartas urgentes, pi-
diendoles el auxilio de su respectivo valimi.ento en Espafia.
«Ved, les decia-que mis enemigos son numierosos, activos, y
ponen grandes resortes en juego' para dafiarme en la opinion
del ~ey; pues todos aquellos que, como Fonseca y Conchillos,
han visto mermado el lucro que de aca les Jiba, por haberles
reducido yo los repartimientos que con harta injusticia.disfru-
t~an, no desaprovechan aviso, chisme 6 embuste con que per-
judicarme y perderme. »
A esta declaracion unia el Almirante habiles exhortaciones
para que sus amigos no lo dejaran solo en la brecha, diciendo-

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220 LEYENDA IIlST6RICA

220 LEYENDA HISTÓRICA

-'T
les que si el bando opuesto conseguia la victoria, vendrian tiem-
les que si el bando opuesto conseguía la victoria, vendrian tiem-

pos muy duros para cuantos habianmerecido el favor y la amis-


pos muy duros para cuantos habian merecido el favor y la amis-

tad de los Colones; y concluía participando la próxima partida tad de los Colones; y concluia participando la pr6xima partida
de su tio el Adelantado para España, y recomendando que remi-

tieran á tiempo sus cartas y aquellos objetos de curiosidad y


de su tio el Adelantado para Espana, y recomendanqo que remi-
valor que cada uno tuviera y juzgase dignos de ser enviados á

tier~n a tiempo sus cartas y aquellos objetos de curiosidad y


la Corte en calidad de regalos.

Diego Velázquez y Don Francisco Valenzuela fueron de los valor que cada uno tuviera y juzgase dig·nos de ser enviados a
la Corte en calidad de regalos.
más eficaces y prontos en responder al llamamiento de su gefe

y amigo. Ambos enviaron cuanto tuvieron á mano digno de

aprecio por su valor ó su novedad, como pepitas de oro nativo,

ídolos de piedra de los indígenas, y otros objetos raros de Bai-


Diego Velazquez y Don Francisco Valenzuela fueron de los
noa y la Maguana. Valenzuela mandó además un regalo que '
mas eficaces y prontos en responder al llamamiento de su gefe
y amig·o. Ambos enviaron cuanto tuvferon a mano digno de
causó mucho regocijo á Diego Colon, porque supuso con fun-

damento que sería recibido con singular estimacion por el So-

berano, á quien lo destinó desde luego. Consistía en doce hal-

cones ó neblís cazados y adiestrados por Enriquillo. El jóven


aprecio por su valot 6 su_novedad, como pepitas de oro nativo,
Valenzuela fué delegado para llevar el presente al Almirante,
idolos de piedra de los indigenas, y otros objetos raros de Bai-
y nuestro cacique, con gran contento suyo, recibió encargo de

acompañar al mensajero, para cuidar por sí mismo los precio-


noa y la Maguana. Valenzuela mand6 ademas un regalo que ·
sos pájaros y hacer muestra de su destreza en altanería (63) ante

Diego Colon. Pusiéronse, pues, en marcha para Santo Domingo


caus6 mucho regocijo a Diego Colon, porque supuso con fun-
con los criados y todo el equipo necesario.

damento que seria recibido con singular estimacion por el So-


Enrique, recibido con afectuosa distinción por los Virreyes,

como su compañero Valenzuela, tuvo el placer de ver y abra- berano, a quien lo destin6 desde luego. Consistia el) doce hal-
zar á su prima Mencía, que sea dicho de paso, durante la au-

cones 6 neblis cazados y adiestrados poir Enriquillo. El j6ven


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sencia de su protectora en la Vega estuvo confiada al cuidado

afectuoso de la familia de Cuéllar. Tomó cuenta Diego Colon

Valenzuela fue delegado para llevar el presente al Almirante,


al jóven cacique del género de vida que llevaba en la Maguana,

y nuestro cacique, con gran contento suyo, recibi6 encargo de


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y de la traza con que conseguía cazar y domesticar las adustas

aves de rapiña enviadas por Don Francisco de Valenzuela.

Enriquillo, con modesta, al par que despejada actitud, satisfizo


acompanar al mensajero, para cuidar por si mismo los precio-
al Almirante en estos términos:

—Señor: yo procuro arreglar mi manera de vivir á lo que


sos pajaros y hacer muestra de su destreza en altanex_i~ (63) ante
aprendí de los buenos padres en el convento de la Vera Paz, y
Diego Colon. Pusieronse, pues, en march.a para Santo Domingo
con los criados y todo el equipo necesario.
á los consejos de mi amado bienhechor el señor las Casas.

Ellos me decían siempre que la ociosidad engendra el vicio, y

Enrique, recibido con afectuosa distinciun por los Virreyes,


como su companero Valenzuela, tuvo el placer de very abra-
zar a su prima Mencia, que sea dicho de paso, durante la au-
sencia de su protectora en la Vega es tu vo confiada al cuidado
afectuoso 'de la familia de Cuellar. Tom6 cuenta Diego Colon
al j6ven cacique del genero de vida que lllevaba en la Maguana,
y de la traza con que conseguia caz~r y domesticar las adustas
aves de rapina enviadas por Doil Francisco de Valenzuela.
Enriquillo, con modesta, al par que despejada actitud, satisfizo
al Almirante en estos terminos:
-Senor: yo procuro arreglar mi manera de vivir a lo que
aprendi de los buenos padres en el convento de la Vera Paz, y
a los consejos de mi amado bienhecpor el senor las Casas.
Ellos me decian siempre que la ociosidad engendra el vicio, y

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ENRIQUILLO 221

me acostumbraron a estar ejercitado a todas horas en algo U.til.


ENRIQUILLO 221

me acostumbraron á estar ejercitado á tocias horas en algo útil.

Además, los ejercicios á que me ha dedicado el señor Valen-

zuela en la Maguana están conformes con mis inclinaciones y


Ademas, los ejercicios a que me ha dedicadlo el senor Valen-
mi voluntad, por lo que me sirven más bien de recreo que de
zuela en la Maguana estan conformes con mis inclinaciones y
mi voluntad, por lo que me sirven mas bien de recreo que de
trabajo. Me levanto al rayar el dia, monto á caballo y atravieso

á escape la vasta llanura, toda fresca y brillante con las gotas

del rocío de la noche. Inspecciono el ganado, los corrales y

apriscos, advirtiendo á los zagales todo lo que observo descui-


trabajo. Me levanto al rayar el dia, monto a c:aballo y atravieso
dado ó mal hecho. De vuelta á casa, alto ya el sol, almuerzo

con los señores, que tienen la bondad de aguardarme siempre.


a escape la vasta llanura, toda fresca y brillante con las gotas
A la hora de siesta, en que ellos duermen, yo me voy á bañar
del rocio de la noche. Inspecciono el ganado, los corrales y
yá nadar un poco en las aguas del inmediato rio; vuelvo á

casa, y escribo cuentas ó lo que me dicta y ordena el señor


apriscos, advirtiendo a los zagales todo lo que observo descui-
Don Francisco. Por la tarde vuelvo á recorrer la campiña, vi-

dado 6 mal hecho. De vuelta a casa, alto ya el sol, almuerzo


sito las labranzas, apunto las faltas y las sobras de los enco-

mendados, y cuido de que se provean sus necesidades y sus


~on los sefiores, que tienen la bondad de agu:ardarme siempre.
dolencias se remedien, lo que dá mucho contento á mi buen

patrono, que á todos los indios nos mira como á hijos. Cuando
A la hora de siesta, en que ellos duermen, yo me voy a ba:fiar
me sobra el tiempo leo por la tarde algun libro de religion ó de

historia, y todas las noches rezo con los demás de casa el san-
ya nadar un poco en las aguas del inmediato rio; vuelvo a
tísimo rosario. Esta es mi vida, señor, con muy raras altera- casa, y escribo cuentas 6 lo que me dicta y ordena el sen.or
Don Francisco. Por la tarde vuel vo a recor~ier la campifia, vi-
ciones de vez en cuando; y á fé que no pido á Dios mejor esta-

do, conforme con todo, y agradecido á sus beneficios.

—Y los neblíes,—insistió Diego Colon—¿cómo los cazas?

—Ese es mi ejercicio de los domingos y dias de fiesta, señor


sito las labranzas, apunto las faltas y las sobras de los enco-
Almirante. Ortíz,—el escudero de mi padrino Don Diego, me
mendados, y cuido de que se provean sus necesidades y sus
dolencias se remedien, lo que da ~ucho contento a mi buen
enseñó todo lo concerniente á cetrería en la Maguana. De él
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aprendí á armar lazos sutiles; á sorprender en sus escarpados

nidos á los polluellos, ó á aturdidos cuando ya vuelan, dispa-

rándoles flechas embotadas. Despues los domestico fácilmen-


patrono, que a todos los indios nos mira como a hijos. Cuando
me sobra el tiempo leo por la tarde algun lib:ro de religion 6 de
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te, dándoles de comer por mi mano mariposas y otros insectos:

los baño en las horas de calor, los acaricio, y pronto consigo

que no se asombren, cuando llego á cojerlos. Al salir de la


historia, y todas las noches rezo con los demas de casa el san-
muda, los macero reduciéndoles el alimento, con lo que los obli-

go á procurar por sí mismos la presa, hasta que se adiestran


tisimo rosario. Esta es mi vida, senor, con muy raras.altera-
'completamente; solo entonces los lanzo contra las otras aves;

ciones de vez en cuando; y a fe que no pido at Dios mejor esta-


y ya sea la tórtola que se embosca en los árboles, ó el pitirre

do, conforme con todo, y agradecido a sus beneficios.


-Y los neblies,-insisti6 Diego Colon-~c6m·o los cazas?
-Ese es mi ejercicio de los domingos y dias de fiesta, senor
Almirante. Ortiz,.el escudero de mi p·a drino Don Diego, me
ensen6 todo lo concerniente a cetreda en la Maguana. De el
aprendi a armar lazos sutiles; a sorprender en sus escarpados
niqos a los polluellos, 6 a aturdirlos cuando ya vuelan, dispa ·
randoles flechas embotadas. Despues los d()mestico facilmen-
te, dandoles de comer por mi mano mariposas y otros insectos:
los bafto en las horas de calor, los acaricio, y prpnto consigo
.que no se asombren, cuando llego a cojerlos. Al salir de la
·muda, los macero reduciendoles el alimento, con lo que los obli-
go a procurar p·or si mismos la presa, hasta que se adiestran
-completamente; solo entonces los lanzo contra las otras aves;
y ya sea la t6rtola que se embosca en los arboles, 6 el pitirre

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• ... • ·'-;I · -

222 LEYENDA HIST6RICA

222 LEYENDA HISTÓRICA

que pasa rozando el suelo, ó el vencejo que se remonta á las


que pasa rozando el suelo, 6 el vencejo que se remonta a las
nubes, mi halcon vuela rápido, y trae la presa á mis piés.

nubes, mi halcon vuela_rapido, y trae la presa a mis pies.


Y el cacique decia esto con la vivacidad del entusiasmo.

—¿Podrías, hacer alguna prueba de eso en mi presencia?—


Y el cacique decia esto con la vivacidad. del entusiasmo.
volvió á decir Diego Colon.

—Cuantas veces querais, señor; — contestó con sencillez


-(Podrias.hacer alguna prueba de eso en mi presencia?-
Enriquillo.

volvi6 a decir Diego Colon.


—Pues al avío,—repuso el Almirante. Y llamando á su es-

posa, salieron todos, seguidos de Mencía y algunas damas, al -Cuantas veces querais, senor; - contest6 con sencillez
terrado inmediato.

Al punto llevaron allí los criados las jaulas en que estaban


Enriquillo.
los neblíes.

Numerosas gaviotas blancas y cenicientas revoloteaban á


-Pues al avio,-repuso el Almirante . Y llamando a su es-
corta distancia rozando las murmuradoras aguas del Ozama, posa, salieron todos, seguidos de Mencia y algunas damas, al
terrado inmediat6.
mientras que á considerable altura, sobre los tejados de los edi-

ficios las juguetonas golondrinas se cernian en el espacio diá-

fano, describiendo caprichosos y variados giros.

Era una tarde bellísima: el cielo azul resplandecía con los


Al punto llevaron alli los criados las jaulas en que estaban
fulgores de un sol radiante, que declinaba ya hácia el ocaso.
los neblies.
Enriquillo escojió uno de sus halcones: era un hermoso pá-

jaro de hosco aspecto, ojos de fuego, cabeza abultada y corvo


Numerosas gaviotas blancas y cenicientas revoloteaban a
pico: récias plumas veteadas de negro y rojo claro decoraban

sus alas, y tenia salpicado de manchas blancas el parduzco


corta distancia ro~ando las murmuradoras aguas del Ozama,
plumaje de la espalda. El pecho ceniciento y saliente, las ace-

mientras que a considerable altura, sobre los tejados de los ecli-


radas garras que se adherían á las carnosas patas cubiertas de

blanca pluma, completaban el fiero y altivo aspecto de aquella


ficios las juguetonas golondrinas se cern:ian en el espacio dia-
pequeña ave, que semejaba un águila de reducidas propor-

fano, describiendo caprichosos y variados giros.


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ciones.

Tomóla el jóven cacique y la plantó sobre el puño izquierdo

Era una tarde bellisima: el cielo azul resplandecia con los


cerrado; enseguida preguntó al Almirante-

fulgores de un sol radiante, que declinaba ya hacia el ocaso .


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—¿Quereis una gaviota, ó una golondrina?

—Lanza el pájaro contra la gaviota primero: las sardinas

nos lo agradecerán;—dijo Don Diego.


.Enriquillo escoji6 uno de sus .halcones: era un hermoso pa-
Enrique hizo un rápido movimiento de inclinacion con la '

diestra hácia el punto que ocupaba una banda de gaviotas, y


jaro de hosco aspecto, ojos de fuego, cabeza abultada y corvo
el inteligente neblí se disparó en línea recta sobre ellas, apo-
pico: recias plumas veteadas de negro y rojo claro decoraban
sus alas, y tenia salpicado de manchas blancas el parduzco
derándose de una y volviéndose al jóven cacique en ménos

plumaje de la espalda. El pecho ceniciento y saliente, las ace-


radas garras que se adherian a las carnosas patas cubiertas de
blanca pluma, completaban el fiero y altivo aspecto de aquella
pequefia ave, que semejaba un aguila de reducidas propor-
ciones.
Tom6la. el j6ven cacique y la plant6 sobre el pufio izquierdo
cerrado; enseguida pregunt6 al Almirante ·
-lQuereis una ga viota, 6 una golondrina?
-Lanza el pajaro contra la gaviota primero: las sardinas
nos lo agradeceran;-dijo Don Diego.
Enrique hizo un rapido movimiento de inclinacion con la
diestra hacia el punto que ocupaba una banda de gaviotas, ~
el inteligente nebli se dispar6 en linea recta sobre ellas, apo-
derandose de una y volviendose al j6ven cacique . en menos

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ENRIQUILLO 223
ENRIQUILLO 223

tiempo del que se emplea en referirlo. La gaviota piaba lasti-


tiempo del que se emplea en referirlo. La gaviota piaba lasti-
mosamente, y el cazador la libró de las garras de su enemigo,
mosamente, y el cazador la libr6 de las garras de su enemigo,
entregandola al Almirante.
entregándola al Almirante.

Este prorrumpió en un regocijado aplauso, y puso la cauti-

va en manos de su esposa.—Vamos ahora con las golondrinas,

—dijo al jóven cazador, que acariciaba con la diestra su halcon,


Este prorrumpi6 en un regocijado aplauso, y puso la cauti-
posado otra vez tranquilamente en el índice de la mano iz-

va en manos de su esposa.-Vamos ahora co10 las golondrinas,


quierda.

Enrique alertó el pájaro con un leve movimiento, y luego


-dijo al j6ven cazador, que acariciaba con la diestra su halcon,
lo lanzó en direccion de las golondrinas, á una de las cuales

cupo la misma desgraciada suerte de la gaviota prisionera.


posado otra vez tranquilamente en el indice de la mano iz-
—¡Víctor, Enriquillo!—exclamó Diego Colon. Eres un gran

quierda.
cazador; y si no te guardo desde ahora conmigo, es por que

necesito que sigas en .tu tarea de cojer el mayor número posible Enrique alert6 el pajaro con un leve movimiento, y luego
de estos excelentes neblíes, y enseñándolos tan bien como el

que acabas de probar ahora. Los quiero para mi recreo, y para


lo lanz6 en direccion de las golondrinas, a una de las cuales
enviar á España, pues sé que Su Alteza el Rey va á estimar por

ellos en mayor precio esta bella porcion de sus dominios (64).


cupola misma desg-raciada suerte de la gaviota prisionera.
XXX -iVictor, Enriquillo!-exclam6 Diego Colon. Eres un gran
cazador; y si note guardo desde ahora conmigo, es por que
Conseja.

Miéntras hablaba el Almirante, Enrique libertaba la cautiva

golondrina de las garras del halcon, y la ofrecía como maqui-

nece~ito que sigas en .tu tarea de cojer el mayor nlimero posible


nalmente á su prima, que presenciaba toda la escena fijando

sus grandes y sorprendidos ojos pardos en el jóven cacique.


de estos excelentes neblies, y ensefiandolos tan bien como el
que acabas de probar ahora. Los quiero para mi recreo, y para
Alargó la mano y recibió la acongojada avecilla.

Al punto, una ¡de las más lindas doncellas de la Virreina se

adelantó vivamente; y arrancando de manos de la niña el ave

enviar a Espana, pues se que Su Alteza el Rey va a estimar por


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prisionera, la dejó escapar lanzándola á los aires.

Doña María miró á la jóven con sorpresa.—¿Por qué habeis


ellos en mayor precio esta bella porcion de sus dominios (64).
hecho eso, Elvira?—le preguntó en tono de reproche.
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—Por evitar una gran desgracia, señora,—contestó la don-

cella.—¿No veis que Mencía está prometida á Enriquillo, y sería

de muy mal agüero ese presente de una golondrina quitada

de las garras de un gavilan? xxx


Conseja.
Mientras hablaba el Almirante, Enrique libertaba la cautiva
golondrina de las garras del halcon, y la ofrecia como maqui-
nalmente a SU prima, que presenciaba toda la _e scena fijando
sus grandes y sorprendidos ojos pardos en iel j6ven cacique.
Alarg6 la mano y recibi6 la acongojada a vec:illa.
Al punto, una ·: de las mas lindas doncellas de la Virreina se
adelant6 vivamente; y arrancando de mapos de la nii'ia el.ave
prisionera, la dej6 escapar lanzandola a los aires.
Dofia Maria mir6 a la j6ven con sorpresa.--lPor que habeis
hecho eso, Elvira?-le pregunt6 en tono de reproche.
-Por evitar una gran desgracia, sefiora,--contest6 la don~
calla.-lNo veis que Mencia esta prometida a Enriquillo, y seria
de muy mal agtiero es~ presente de una golondrina quitada
de las garras de un gavilan?

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224 LEYENDA HIST6RICA

-Siempre supersticiosa, Elvira!-replic6 la Virreina.-Hien


224 LEYENDA HISTÓRICA

—Siempre supersticiosa, Elvira!—replicó la Virreina.—Bien

dejais ver la crianza de vuestra nodriza la morisca.

—¡Ah, señora!—repuso la Elvira con aire de profunda con-


dejais ver la crianza de vuestra nodriza la morisca.
viccion;—¡cuántas cosas he visto por mi propia experiencia, en

-jAh, senora!-repuso la Elvira con aire de profunda con·


los veinte años que tengo, que se parecían exactamente á las

historias de mi buena nodriza!


viccion;-1cuantas cosas he visto por mi propia experiencia, en
—¿Historias de aparecidos y de brujas?—insistió la^Virreina.

—Sí, señora;—dijo con entereza la jóven.—Y no sé cómo


los veinte anos que tengo, que se parecian exactamente a las
tomais á risa lo de aparecidos, sin tener en cuenta el suceso de

la Isabela-vieja.
historias de mi buena nodriza!
—¿Qué suceso es ese? Como te conocen, te van á tí con todas -lHistorias de aparecidos y de brujas?-insisti6 la....Virreina.
-Si, senora;-dijo con entereza la j6ven.-Y no se como
las consejas ridiculas que á mí no se atreven, porque saben que

solo creo lo que debo creer, y no patrañas é invenciones de

desocupados.

—Patrañas! No llameis así á lo sucedido en Isabela: cuando


tomais a risa lo de aparecidos, sin tener en cuenta el suceso de
lo sepais, se os va á erizar el cabello.
la Isabela-vieja. ·
-lQue suceso es ese? Como te conocen, te van a ti con todas
— Me lo contarás tú mañana á la hora de siesta, Elvira, ó

esta noche.

—¿Quién cuenta esas cosas de noche, señora? Me moriría de

espanto. Prefiero contároslo en seguida.


las consejas ridiculas que a mi nose atreven, porque saben que
Y las mujeres formaron corro al derredor de El v ira, con gran
solo creo lo que debo creer, y no patranas e in venciones de
curiosidad, miéntras que Diego Colon oia el coloquio con aire

pensativo, y Enrique colocaba el pájaro cazador en su jaula,


desocupados.
sentándose despues al lado de Mencía en un poyo del pretil de

la azotea.
-Patranasl No llameis asi a lo sucedido en Isabela: cuando
—Ya sabeis—dijo Elvira comenzando su narracion—que de

lo sepais, se os va a erizar el cabello .


-Me lo contaras tu manana a la hora de siesta, Elvira, 6
la Isabela, aquella ciudad que fundó primero el señor Almi-
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rante Don Cristóbal, que Dios haya, no quedan sino ruinas so-

litarias, paredones cubiertos de yedra, y sobre los que ya ater-

ran sus flexibles raíces como un gavilan agarra su presa, los


esta noche.
-lQuien cuenta esas cosas de noche, senora? Me moriria de
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verdes y corpulentos copeyes.

«Aquella escena de desolacion y abandono dicen que con-

trista el ánimo y le infunde ideas de muerte y desventura. El espanto. Prefiero contaroslo en seguida.
Y las mujeres formaron corro al derredor de Elvira, con gran
recuerdo de los infelices hidalgos que, creyendo hallar la glo-

ria y la fortuna acompañaron al Almirante cuando por segun-

da vez cruzó la inmensidad del océano y fundó la Isabela; los

cuales no encontraron sino trabajos durísimos¡ hambre, enfer-


curiosidad, mientras que Diego Colon oia el coloquio con aire
pensativo, y Enrique colocaba el pajaro cazador en su jaula,
sentandose despues al lado de Mencia en un poyo del pretil de
la azotea.
-Ya sabeis-dijo Elvira comenzando su narracion-que de
la Isabela, aquella ciudad que fundo primero el senor Almi- J1
rante Don Cristobal, que Dios haya, no quedan sino ruinas so·
litarias , paredones cubiertos de yedra, y sobre los que ya afer·
ran sus flexibles raices como un ga vilam agarra su presa, los
verdes y corpulentos copeyes .
« Aquella escena de desolacion y abandono dicen que con-
trista el animo y le infunde ideas de.muerte y desventura. El
recuerdo de los infelices hidalgos que, creyendo hallar la g·lo-
ria y la fortuna acompanaron al Almirante cuand0 por segun·
da vez cruz6 la inmensidad del oceano :v fundo la Isabela; los
cuales no encontraron sino trabajos durfsimos; hambre, enter·
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ENRIQUILLO 225
ENRIQUILLO 225

medades y un fin desastroso y miserable, hace que el viajero


medades y un fin desastroso y miserable, hace que el viajero
evite con pa vor aquellos lugares, donde el · ti empo se apresura
evite con pavor aquellos lugares, donde el tiempo se apresura

á borrar la huella de las construcciones de los hombres, devol-

viendo á una naturaleza selvática y agreste lo que hoy es el

descarnado esqueleto de una ciudad, la cual parecia destinada


a borrar la huella de las construcciones de los hombres, devol-
á eterna duracion, y en breve ha sido barrida de la faz de la

viendo a una naturaleza selvatica y agreste lo que hoy es el


tierra, como lo fueron Sodoma y Gomorra.

«Las nuevas que de aquellas tétricas soledades llevaban de


descarnado esqueleto de una ciudad, la cual parecia destinada
vez en cuando los monteros extraviados á los colonos circun-

vecinos, aumentaban y fortalecían el sentimiento de terror y


a eterna duracion, y en breve ha sido barrida de la faz de la
aversion que en torno suyo esparcen las ruinas de la Isabela.

Escúchanse allí de continuo, y más particularmente á la hora


tierra, como lo fueron Sodoma y Gomorra.
del medio dia hasta las tres de la tarde y desde el anochecer
~·Las nuevas que de aquellas tetricas soledades llevaban de
vez en cuando los monteros extraviados a los colonos circun-
hasta asomar la aurora, mil ruidos espantosos, rumores infer-

nales, crujir de goznes y cadenas, todo confusamente mezclado

con voces lamentables, ay es é imprecaciones que hielan de horror

la sangre en las venas. Los más valientes huyen de aquel con-


_vecinos1 aumentaban y fortalecian el sentimiento de terror y
torno despavoridos: los pusilánimes desfallecen y quedan allí
aversion queen torno suyo esparcen las ruirrns de la Isabela.
Escuchanse alli de continuo, y mas particularmente a la hora
paralizados, privados de razon y sentimiento. Algunos han

quedado trastornados é idiotas: cuando en Puerto Plata se vé

á un hombre alelado y como fuera de sentido, acostumbran

decir: «éste ha andado por la Isabela».


del medio dia hasta las tres de la tarde y desde el anochecer
«Pero lo sucedido últimamente ha puesto el sello á la repu-

tacion siniestra y lúgubre de aquellas ruinas. Me lo contaron


hasta asomar la aurora, mil ruidos espantosos, rumores infer-
anoche, en casa de Don Rodrigo de Bastidas, el; señor Lúeas nales, crujir de goznes y cadenas, todo confusamente mezclado
Vásquez de Ayllon, y otros caballeros que juran por la cruz

de su espada la verdad del hecho (65). Dicen que se platica y


c·o n voces lamentables, ayes e imprecaciones que hielan de horror
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afirma públicamente entre la gente comun de aquella vecindad

que yendo hace pocos dias un hombre ó dos por aquellos edifi-
la sangre en las venas. Los mas valientes huyen de aquel con-
cios de la Isabela, en una calle aparecieron dos hileras de ca- torno despavoridos·: los pusilanimes desfalle•cen y quedan alli
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paralizados, privados de razon y sentimiento. Algunos ban


balleros, alineados á una mano y otra, que parecian todos gen-

te noble y de palacio, bien vestidos, ceñidas sus espadas y

rebozados con mantas de camino, de las que se usan en España;

y sorprendidos los que tal vision contemplaban, sin acertará


quedado trastornados e idiotas: cuando en Puerto Plata se ve
explicarse cómo habia aportado allí gente tan nueva y tan bien
a un hombre alelado y como fuera de senHdo, acostumbran
decir: «este ha andado por la Isabela».
ataviada, sin noticia alguna de ellos en la isla; los saludaron y

les preguntaron cuándo y de dónde venian; pero los descono-

15

y
«Pero lo sucedido ultimamente ha puesto el sello a la repu-
tacion s.iniestra y lugubre de aquellas ruinas. Me lo contaron
anoche, en casa de Don Rodrigo _d e Bastidas, elisefior Lucas
Vasquez de Ayllon, y otros caballeros que juran por la cruz
de su espada la verdad del hecho (65). Dicen que se platica y
afirma publicamtnte entre la gente comun de aquella vecindad
que yendo hace pocos dias un hombre 6 dos por aquellos edifi-
cios de la Isabela, en una calle aparecieron dos hileras de ca-
~

balleros, alineados a una mano y otra, que parecian todos g·en-


te noble y de palacio, bien vestidos, cei'ifd~~s sus espadas y '
rebozados con mantas de camino, de las que se usan en Espafia;
y sorprendidos los que tal vision contemplaban , sin acertar a
explicarse como habia aportado alli gente tan nueva y tan bien
ataviada, sin noticia alguna de ellos en la isla.; Jos saludaron y
les preguntaron cua ndo y de d6nde venian; pero los descono-
15 Ungmal trom
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...
• I

226 LEYENDA HIST6RICA


226 LEYENDA HISTÓRICA

cidos, guardando solemne silencio, hicieron como que devolvian cidos, guardando solemne silencio, hicieiron como que devolvian
el saludo á los dos viandantes, y al descubrirse con mesurada

cortesía, todos á la vez, quitaron tambien las cabezas de los


el saludo a los dos viandantes, y al descubrirse con mesurada
hombros, quedando descabezados, y al punto desaparecieron;

de la cual terrífica vision y turbacion aun están los que los vie-
cortesia, todos a la vez, quitaron tambien las cabezas de los
ron cuasi muertos, sin poderse ocupar en nada de puro penados hombros, quedando descabezados, y al punto desaparecieron;
de la cual terrifica vision y turbacion aun estan los que los vie-
y asombrados.»

El auditorio femenil prorrumpió en exclamaciones de admi-

racion al oir el cuento de Elvira: en el semblante de todas

las jóvenes dejábase ver la credulidad tímida, profundamente


ron cuasi muertos, sin poderse ocupar en nada de puro penados
impresionada por el estupendo caso; pero la Virreina, muger de
y asombrados.>)
El auditorio femenil prorrumpio en exclamaciones de admi-
gran temple de alma y de un juicio superior á la flaqueza ó la

ignorancia de sus doncellas, las tranquilizó diciendo con bur-

lona sonrisa:

—¡Cómo se divertirían Ayllon y sus compañeros cuando te


racion al oir el cuento de Elvira: en el semblante de todas
contaban esos desatinos, pobre Elvira!

las j6venes deja.base ver la credulidad timida, profun<;lamente


—Mis enemigos, María,—dijo de repente el Almirante, que

habia permanecido hasta entonces taciturno,—echan mano de


impresionada por el estupendo caso; pero la Virreina, muger de
todo para despertar ódios contra mi casa. Esa conseja, esa pa-

traña la acreditan y ponen hoy en boga Pasamonte y sus ami-


gran temple de alma y de un juicio superior a la fiaqueza 6 la
gos, para resucitar la memoria de uno de los cargos con que la

ignorancia de sus doncellas, las tranquiliz6 diciendo con bur-


calumnia y la injusticia llenaron de amargura la vida de mi

ilustre padre. Se trata hoy de hacer gente contra el hijo. lona sonrisa:
—¿Lo oyes, Elvira?—exclamó la Virreina.—A mí me enseñó

mi tia la duquesa á no creer en duendes ni en brujas. Solia


-1Como se divertirian Ayllon y sus companeros cuando te
decir que en el fondo de todas las apariciones y hechicerías se

hallaba siempre alguna trapisonda de picaros ó de enamorados.


contaban esos desatinos, pobre Elvira!
-Mis enemigos, Maria,-dijo de repente el Almirante, que
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XXXI

habia permanecido hasta entonces taci1turno,-echan mano de


Cruzada.

Enrique, despues de cumplir sus deberes y holgarse con las

todo para despertar 6dios contra mi casa. Esa conseja, esa pa-
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Casas y sus demás protectores, se volvió para la Maguana muy

en breve, llevando señaladas muestras de cariño de parte de

los Virreyes, y causando al buen Don Francisco Valenzuela


trana la acreditan y -ponen hoy en boga. Pasamonte y sus ami-
gos, para resucitar la memoria de uno dle los cargos con que la
calumnia y la injusticia llenaron de arnargura la vida de mi
ilustre padre. Se trata hoy de hacer gente contra el hij<:>.
-tLo oyes, Elvira?-exclamo la Virreina.-A mi me ensefi6
mi tia la duquesa a no creer en duendles ni en brujas. Solia
decir queen el fondo de todas las apariciones y hechicerias se
hallaba siempre alguna trapisonda de pkaros 6 de enamorados.

XXXI

Cruzada.
Enrique, despues de cumplir sus deberes y holgarse con las
Casas y sus demas protectores, se vol vi<) para la Maguana muy
en breve, llevando senaladas muestras de carino de parte de ·
los Virreyes, y causando al buen Don Francisco Valenzuela
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·.. f'\ ..

ENRIQUILLO 227
ENRIQUILLO 227

'f'
mucho placer con la animada y exacta relacion de su viaje, y
con las expresivas cartas del Almirante. El j[6ven Valenzuela
mucho placer con la animada y exacta relacion de su viaje, y

con las expresivas cartas del Almirante. El jóven Valenzuela

permaneció algunos dias más en Santo Domingo, retenido por

su amor á los placeres, y alegando fútiles pretextos en la carta


permaneci6 algunos dias mas en Santo Domingo, retenido por
que dirijió á su padre, para no regresar con Enriquillo. Por

su amor a los placeres, y alegando futiles pretextos en la carta


aquel mismo tiempo emprendió su viaje á España el Adelan-

tado Don Bartolomé Colon, atravesó con felicidad el Atlántico,


que diriji6 a su padre, para no regresar con Enriquillo. Por
llegó á la Corte, y el refuerzo de sus luces y experiencia, con la

autoridad que le daban sus respetables antecedentes, sirvió de


aquel mismo tiempo emprendi6 su viaje a Espana el Adelan·
mucho para enderezar los asuntos de su sobrino Don Diego.

tado Don Bartolome Colon, atraves6 con felicildad el Atlantico,


El Rejr distinguía y consideraba muy. mucho al hermano del

Descubridor, que por sí mismo había llevado á cabo hazañas lleg6 a la Corte, y el refuerzo de sus luces y experiencia, con la
de alta ilustracion en el Nuevo Mundo, y se mostraba en todo

merecedor de cuantas honras se reflejaban en su persona, por


autoridad que le daban sus respetables antecedentes, sirvi6 de
razon de su apellido como por sus no comunes prendas de

carácter.
mucho para enderezar los asuntos de su sobrino Don Diego.
Con su partida amainaron un tanto las hostilidades de los
El Rey distinguia y consideraba muy . mucho al hermano del
Descubridor, que por si mismo habia llevado a cabo hazafias
dos bandos, que comprendieron cuánto les interesaba respecti-

vamente moderar los ímpetus de sus pasiones, y aguardar en

actitud tranquila los resultados que en definitiva dieran las di-

ligencias de sus parciales y emisarios en la Corte. De esta es-


de alta ilustracion en el Nuevo Mundo, y se nriostraba en todo
pecie de tregua tácita sacaron la peor parte los pobres indios
merecedor de cuantas honras se reflejaban en su persona, por
encomendados, pues cualesquiera que fuesen los abusos que

con ellos se ejercían, uno á otro se los disimulaban los dos ban-
razon de su apellido como por sus no comunes prendas de
dos opuestos, cuidadosos de no encender nuevamente las ren-

cillas por una materia comunmente tenida por vil y desprecia-


caracter.
Con su partida amainaron un tanto las hostilidades de los
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ble, como era la esclavitud de aquella desdichada raza.

Solamente en el monasterio de los padres dominicos, donde

se aposentaba las Casas, ardia el fuego de la caridad, desper-


dos ban.dos, que comprendieron cuanto les interesaba respecti-
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tando vivo interés por la suerte de los indios. Cierto colono de

la Vega de nombre Juan Garcés, que años atrás habia matado


vamente moderar los impetus de sus pasiones, y aguardar en
á puñaladas á su mujer, principal señora india de cuya fideli-

dad llegó á sospechar, despues de andar vagando por diversas


actitud tranquila los resultados queen definiti.va dieran las di-
partes de la isla con nombre supuesto, huyendo de la persecu- ligencias de sus parciales y emisarios en la Corte. De esta es-
pecie de tregua tacita sacaron la peor parte los pobres indios
cion de la justicia, se allegó un dia al convento de los domini-

cos, les pidió asilo, y manifestó su propósito de profesar to-

mando el hábito de la órden. Oido en confesion por el Padre

encomendados, pues cualesquiera que fuesen los abusos que


con ellos se ejercian, uno a otro se los disimulaban los dos ban-
dos opuestos, cuidadosos de no encender nuevamente las ren-
J cillas por una materia comunmente tenida por vil y. desprecia-
ble, como era la escla vitud de aquella desdichada raza.
Solamente en el monasterio de los padres dominicos, donde
se aposentaba las Casas, ardia el fuego de la caridad, desper-
tando vivo interes por la suerte de los indios. Cierto colono de
la Vega de nombre Juan Garces, que anos atras habia matado
a punaladas a su mujer, principal senora india de cuya fideli-
dad 11eg6 a sospechar, despues de andar vagando por diversas
parte? de la isla con nombre supuesto, huyendo de la persecu·
cion de la justicia, se alleg6 un dia al convent:o de los domini--
cos, les pidi6 asilo, y manifest6 su prop6sito de profesar to-
mando el habito de la 6rden. Oido en confesion por el Padre
Original trom
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... 'T'"·

2'28 LEYENDA HIST6RICA


228 LEYENDA HISTÓRICA

Fray Pedro de Córdeva, fué absuelto, y despues de obtenerle

Fray Pedro de C6rdova, fue absuelto, y despues de obtenerle


indulto del Virrey Almirante se accedió á su deseo, y fué admi-

tido en la comunidad como fraile; estado cuyos deberes llenó


indulto del Virrey Almirante se accedi6 a su deseo, y fue admi-
cumplidamente, mereciendo por su vida ejemplar ser enviado

años adelante á la mision evangélica de Cumaná, donde pere-


tido en la comunidad como fraile; estado cuyos deberes llen6
ció como un mártir á manos de los indios bravos.

cumplidamente, mereciendo por su vida ejemplar ser enviado


Este Juan Garcés encendió el celo piadoso de los frailes y

del Padre las Casas, con sus relaciones conmovedoras sobre anos adelante a la mision evangelica de Cumana, donde pere-
ci6 como un martir a manos de los indios bravos.
los malos tratamientos á que estaban sometidos los indios en

toda la colonia, y las crueldades increibles con que eran explo-

tados por sus encomenderos. Resolvieron los'buenos religiosos

clamar enérgicamente contra aquellas iniquidades, y designa-


Este Juan Garces encendi6 el celo piadoso de los frailes y
ron al Padre Fray Antonio Montesino para que sobre el asunto
del Padre las Casas, con sus relaciones conmovedoras sobre
los malos tratamientos a q ue es ta ban sometidos los indfos en
predicara un sermon, en la misa mayor del domingo inmediato.

Para que el fruto fuera más copioso y la edificacion de más

provecho moral, invitaron expresamente á todas las personas

constituidas en autoridad y á los principales vecinos de Santo


toda la colonia, y las crueldades increiblles con que eran explo-
Domingo. Llegó el dia señalado, y el templo apenas podia con-
tados por sus encomenderos. Resolvieron los·buenos religiosos
tener el granado concurso. Los oficiales reales y los jueces de

apelacion estaban en sus puestos: el Almirante presidia la fun-


clamar energicamente contra aquellas liniquidades, y designa-
cion, y miraba á Pasamonte y sus otros émulos con cierta son-

risa extraña y maliciosa: se dejaba comprender que algun gol-


ron al Padre Fray Antonio Montesino para que sobre el asunto
pe de efecto estaba preparado: los enemigos del Almirante

predicara un sermon, en la misa mayor del domingo inmediato.


estaban recelosos é inquietos sin saber por qué.

Subió con planta firme el Padre Montesino al púlpito, y des- Para que el fruto fuera mas copioso y la edificacion de mas
pues de tomar por tema y fundamento de su sermon, que ya

llevaba escrito y firmado de los demás frailes: Ego vox cía-


provecho moral, invitaron expresamente a todas las personas
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mantis in deserto; hecha su introduccion y habiendo disertado

un poco sobre el evangelio del dia, prorrumpió en los siguien-


constituidas en autoridad y a los principales -vecinos de Santo
tes apóstrofes que transcribimos aquí al pié de la letra: Domingo . Lleg6 el dia sefialado, y el tetnplo apenas podia ,con-
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tener el granado concurso. Los oficiales reales y los jueces de


«Decid, ¿conqué derecho, y con qué justicia teneis en tan

cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autori-

dad habeis hecho tan detestables guerras á estas gentes que

estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas


apelacion estaban ·en sus puestos: el Alrnirante presidia la fun-
de ellas, con muertes y estragos nunca oidos, habeis consumi-
cion, y miraba a Pasamonte y sus otros emulos con cierta sori-
risa extrafia y maliciosa: se dejaba comprender que algun gol-
do? ¿Cómo los teneis tan opresos y fatigados, sin darles de co-

mer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos tra-

pe de efecto estaba preparado: los enemigos del Almirante


estaban recelosos e inquietos sin saber por que.
Subi6 con planta firme el Padre Montesino al pulpito, y des-
pues de toJ}lar por tema y fundamento de su sermon, que ya
llevaba escrito y firmado de los demas frailes: Ego vox cla·
mantis in deserto,· hecha su introduccion y habiendo disertado
un poco sobre el evangelio del dia,· prorrumpi6 en los siguien·
tes ap6strofes que transcribimos aq·u i a ll pie de la letra:
«Decid, (con que derecho, y con quc~ justicia teneis en tan
cruel y horrible servidumbre aquestos i:ndios? (Con que autori·
dad habeis hecho tan detestables guerras a estas gentes que
estaban en sus tierr·a s mansas y pacificas, donde tan infinitas
de ellas, con muertes y estragos nunca oidos, habeis consumi·
do? (C6mo los teneis tan opresos y fatigados, sin darles de co·
mer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos tra·
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ENRIQUILLO 229
bajos que les dais incurren y se os muer~n, y por mejor decir
ENRIQUILLO 229

bajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir

los matais, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado

teneis de quien los doctrine, y conozcan á su Dios y criador,


los matais, por sacar y adquirir oro cada dia? (Y que cuidado
sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?

teneis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y criador,


¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois

obligados á amarlos como á vosotros mismcs? ¿Esto no enten-


sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
deis, esto no sentís? ¿Cómo estais en tanta profundidad, de sue-

ño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado


lEstos no son hombres? (No tienen animas racionales? (No sois
que estais, no os podeis más salvar, que los moros ó turcos que

carecen y no quieren la fé de Jesucristo» (66).


obligados a amarlos como a vosotros mismos? (Esto no enten-
Es indecible el efecto producido por la inesperada perora-
deis, esto no sentis? (C6mo estais en tanta profundidac;:l, de sue-
no tan letargico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado
cion en el ánimo de los peeadores á quienes tales y tan enérgi-

cos apóstrofes se dirigían. Confusion, estupor, ira, fueron los

movimientos en que fluctuó la voluntad de los más soberbios,

miéntras duró el sermon del Padre Montesino, y cuando le vie-


que estais, no os podeis mas salvar., que los mtoros 6 turcos que
ron bajar del púlpito con la cabeza no muy baja, como dice las
carecen y no quieren la fe qe Jesucristo» (66).
Es indecible el efecto producido por la inesperad~ perora-
Casas. Salieron del templo todos rebosando el pecho de indig-

nacion, y protestándose recíprocamente los que se sentian alu-

didos por el orador sagrado, que las cosas no habian de quedar

así. En cuanto al Almirante, á quien acompañaban los digna-


cion en el animo de los peeadores a quienes tales y tan energi-
tarios y oficiales hasta su casa, permanecía impasible y sin par-

cos ap6strofes se dirigian. Confusion, estupor, ira, fueron Ids


ticipar de los extremos de furor en que estallaba el desagrado

de los demás. Al cabo Pasamonte le increpó directamente.—


movimientos en que fl.uctu6 la voluntad de los mas soberbios,
¿No pensais volver por nuestro respeto y el vuestro, señor Al-

mirante?—le dijo,—¿No creeis comprometida vuestra dignidad


mientras dur6 el sermon del Padre Montesino, y cuando le vie-
y la dignidad de Su Alteza, que no nos ha constituido en auto-

ron bajar del plilpito con la Cabeza no muy baja, como dice las
ridad, para que nos dejemos vejar y ultrajar por un fraile atre-

Casas. Salieron del templo todos rebosando el pecho de indig-


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vido?

nacion, y protestandose reciprocamente Jos que se sentian alu-


—Obremos con calma, señor Pasamonte,—contestó imper-

turbable Diego Colon.—La cólera es mala consejera, y los estó-

didos por el orador sagrado, que las cosas no habian de quedar


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magos ayunos deliberan mal las resoluciones de casos graves

asi. En cuanto al Almirante, a quien acompa.fiaban los digna-


como este. Andad á comer á vuestras casas, y en seguida venid

á la mia para que nos pongamos de acuerdo sobre lo que con-

tarios y oficiales hasta su casa, permanecia impasible y sin par-


viene hacer.

Estas razones fueron acatadas por todos.

ticipar de los extremos de furor en que estallaba el desagrado


de los demas. Al cabo Pasamonte le increp61 directamente.-
(No pensais volver por nuestro respeto y el vuestro, sei'i.or Al-
mirante?-le dijo. -(No creeis comprometida vuestra dignidad
y la dignidad de Su Alteza, que no nos ha co:nstituido en auto-
ridad, para que nos dejemos vejar y ultrajar por un fraile atre-
vido?
-Obremos con calma, senor Pasamonte,-- contest6 imper-
turbable Diego Colon.-La c6lera es mala consejera, y los est6·
rnagos ayunos deliberan mal las resoluciones de casos graves
co mo este. Andad a comer a vuestras casas, y en seguida venid
a la mia para que nos pongamos de acuerdo sobre lo que con-
viene hacer.
Estas razones fueron acatadas por todos.

/
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230 LEYENDA HIST6RICA
230 LEYENDA HISTÓRICA

XXXII

Hombres de orden.

Ala hora del mediodía, los oficiales reales, los jueces de

apelacion y muchos de los principales vecinos estaban reunidos

en la casa de Diego Colon: tratóse el asunto de la plática del

Padre Montesino con la acritud y el calor que se puede suponer


XXXII
en una asamblea de agraviados. Los temperamentos correcti-

vos que cada cual sugería para corregir y castigar la audacia

del fraile eran todos violentos, y hasta feroces algunos. El


Hombres de 6rden.
Almirante, siempre dueño de sí, fué templando hábilmente

aquella tempestad de cóleras, y modificando por grados los

sentimientos y las opiniones de aquellos energúmenos. Despues


A la hora del medio dia, los oficial,e s reales, los jueces de
de apurar todos los medios de conciliacion se llegó á convenir
apelacion y muchos de los principales vecinos estaban reunidos
en la casa de Diego Colon: trat6se el asunto de la platica del
en que los más ofendidos, y en especial los oficiales del Rey,

irían aquella misma tarde al convento de los dominicos á re-

prender á los religiosos y á exigir de la comunidad que obliga-

ra al fogoso predicador á retractarse públicamente.


Padre Montesino con la acritud y el calor que se puede suponer
Pusiéronlo por obra; se dirijieron al monasterio, se hicieron

en una asamblea de agra viados. Los temperamentos correcti·


anunciar, y salió á recibirlos al locutorio, con tranquilo conti-

nente, el superior Fray Pedro de Córdova.


~os que cada cual sugeria para corregrir y castigar la audacia
—Padre vicario, —le dijo bruscamente Pasamonte,—tened á

bien hacer llamar á aquel fraile que ha predicado hoy tan


del fraile eran todos violentos, y ha.sta fero.ces algunos. El
grandes desvarios.

—No hay necesidad,—contestó tranquilamente fray Pedro:


Almirante, siempre dueiio de si, fue templando habilmente
—si vuestras mercedes mandan algo, yo soy el prelado de este aquella tempestad de c6leras, y modilficando por grados los
convento, y responderé á todo.

—Hacedle venir,—insistió con ímpetu el tesorero;—venga


sentimientos y las opiniones de aquellos energumenos. Despues
de apurar todos los medios de concilia.cion se lleg6 a convenir
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aquí ese hombre escandaloso, sembrador de doctrina nueva,

nunca oída; que á todos condena, y que habla contra el Rey

atentando á su señorío sobre estas Indias, y atacando los repar- en que los mas ofendidos, yen especial los oficiales del Rey,
irian aquella misma tarde al con;vento de los dominicos a re·
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timientos de indios.... Y guardáos vos mismo, padre vicario, si

no le castigais como se merece....

—¿Osais amenazarme?—exclamó fray Pedro.

prender a los religiosos y a exigir de la comunidad que obliga-


ra al fogoso predicador a retractarse publicamente.
Pusieronlo por obra; se dirijieron al monasterio, se hicieron
anunciar, y sali6 a recibfrlos al locutorio, con tranquilo con ti·
nente, el superior Fray Pedro de C6rdova.
-Padre vicario, -le dijo bruscamernte Pasamonte,-tened a
bien hacer llamar a aquel fraile que ha predicado hoy tan
grandes desvarios.
-No hay necesidad,-contest6 tranquilamente fray Pedro :
-si vuestras mercedes mandan algo, yo soy el prelado de -este
convento, y respondere a todo.
-Hacedle venir,-insisti6 con impetu el tesorero;-venga
aqui ese hombre escandaloso, sembra.dor de doctrina nueva,
nunca oida; que a todos condena, y que habla contra el Rey
atentando a su senorio sobre estas lndi:as, y atacando los repar·
timientos_de indios .... Y guardaos vos 1nismo, padre vicario, si
no le castigais como se merece ....
-(Osais amenazarme?-exclam6 fray Pedro .
..Ungmal from
.......
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ENRIQUILLO 231
ENRIQUILLO 231

—A vos y á todos vuestros frailes atrevidos y sediciosos,—


-A vos ya todos vuestros frailes atrevid.os y sediciosos,-
replicó Pasamonte.
replic6 Pasamonte.
—Sí; sediciosos y desvergonzados!—clamaron con destem-

plada voz varios de los circunstantes.


-Si; sediciosos y desvergonzados!- clamaron con destem-
Fray Pedro fijó en aquellos hombres una mirada indefinible;

habia en su expresion una mezcla de altivez, mansedumbre y


plada voz varios de los circunstantes.
lástima. Su fisonomía hermosa y ascética á la vez, imponia el

Fray Pedro fij6 en aquellos hombres una rnirada indefinible;


respeto.

—Acertais sin duda,—dijo á los furiosos con dignidad,—en habia en su expresion una mezcla de altivez, rnansedumbre y
darnos todos esos odiosos nombres, á los que queremos curaros

de vuestra ceguera, y despertar vuestras almas de su profundo


lastima. Su fisonomia hermosa y ascetica a la vez, imponia el
letargo. Sí, atreveos á llamarnos sediciosos, á todos los que

respeto.
-Acertais sin duda,-dijo a los furiosos con dignidad,-en
aquí estamos sublevados contra vuestras iniquidades; porque

habeis de saber que el padre Antonio ha dicho en el púlpito lo

darnos todos esos odiosos nombres, a los que queremos curaros


que toda la comunidad acordó que dijera, y por esa razon

vuestra ira no debe ser para él solo, sino para todos nosotros.

—Pues no hay más remedio—dijo Pasamonte,—que obligar

á ese fray Antonio á que se desdiga el domingo próximo veni-


de vuestra ceguera, y despertar vuestras almas de su profundo
dero de lo que hoy ha predicado.
letargo. Si, atreveos a llamarnos sediciosos, a todos los que
—Eso no podrá ser;—contestó fray Pedro.

—Pues si así no lo haceis, aparejad vuestras pajuelas para


aqui esvamos sublevados contra vue~tras iniquidades; porque
iros á embarcar, pues sereis enviados á España (67).

—Por cierto, señores,—replicó sonriendo impasible el padre


habeis de saber que el padre Antonio ha_diclho en el pulpito lo
superior,—en eso podemos tener harto de poco trabajo (68).

Esta respuesta sencilla, por el tono casi desdeñoso en que


que toda la comunidad acord6 que dijera, y por esa razon
fué dada, acabó de exasperar á aquellos hombres coléricos, vuestra ira no debe ser para el solo, sino para todos nosotros.
que parecían dispuestos á dejarse ir hasta los últimos extremos

-Pues no hay mas remedio-dijo Pasamonte,-que ob1igar


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de la violencia; pero se hizo oir á tiempo la voz vibrante del

portero del convento que pronunció estas solas palabras: El

señor Almirante.
a ese fray Antonio a que se desdiga el domingo pr6ximo veni-
dero de lo que hoy ha predicado.
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A este anuncio, se contuvieron los más exaltados, y el silen-

-Eso no podra ser;-contest6 fray Pedro.


cio reinó por algunos instantes.

Fray Pedro se adelantó hácia la puerta del salon para reci-

bir al Almirante, que se presentó al concurso con semblante

plácido y risueño, pronunciando estas palabras:


-Pues si asi no lo haceis, aparejad vuest:ras pajuelas para
—¿Qué ocurre aquí, señores? He percibido al llegar como
iros a embarcar, pues sereis enviados a Espafla (67).
voces alteradas y descompuestas....

-Por cierto, senores,-replic6 sonriendo impasible el padre


superior ,-en eso podemos tener harto de poco trabajo (68).
Esta respue~ta sencilla, por el tono casi desdefloso en que
fue dada, acab6 de exasperar a aquellos hombres colericos,
que parecian dispuestos a dejarse ir hasta los ultimas extremos
de la violencia; pero se hizo oir a tiempo la voz vibrante del
portero del convento que pronunci6 estas solas palabras: El
senor Almz'rante.
A este anunciq, se contuvieron los mas exaltados, y el silen-
cio rein6 por algunos instantes.
Fray Pedro se adelant6 hacia la puerta del salon para reci-
bir al Almirante, que se present6 al concurso con semblante
placido y risueno, pronunciando estas palabras:
-(Que ocurre aqui, sen.ores? He percibido al llegar como
voces alteradas y descompuestas ....

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232 LEYENDA HIST6RICA

232 LEYENDA HISTÓRICA

—Señor Almirante,—dijo el impetuoso Pasamonte;—el pa-


-Senor Almirante,-dijo el impetuo~o Pasamonte;-el pa-
dre vicario se niega á darnos la justa satisfaccion que le pedi-
dre vicario se niega a darnos la justa satisfaccion que le pedi -
mos, y redobla nuestro agravio diciendo que del abominable
mos, y redobla nuestro agravio diciendo que del abominable

sermon de este dia responde la comunidad entera, pues fué pre-

dicado por acuerdo de todos estos frailes.

—Es la verdad, señor Almirante;—dijo sencillamente el prior.


sermon de este dia responde la comunidad entera, pues fue pre·
—¿Lo oís, señor?—repuso el tesorero real.—La comunidad

dicado por acuerdo de todos estos frail es.


de los dominicos viene á trastornar el órden de la colonia, ne-

gando al Rey su señorío sobre los indios, y á los súbditos que


-Es la verdad, senor Al~irante;-dijo sencillamente el prior.
de él los hemos recibido en encomienda el derecho de utilizar

el trabajo de esos infieles, dándoles en cambio la salud espiri-


-(Lo ois, senor?-repuso el tesorero real.-La comunidad
tual con el conocimiento de las verdades eternas.

—Negamos el derecho de oprimir con crueldades á esa raza


de los dominicos viene a trastornar el 6rden de la colonia, ne-
desdichada,—exclamó con energía fray Pedro;—os negamos gando al Rey SU senorio sobre los indios, ya los subditos que
de el los hemos recibido en encomienda el derecho de utilizar
el derecho de llamaros cristianos abrumando y exterminando

á tantos infelices con vuestra cruel y desalmada codicia....

A esta fulminante invectiva, el tumulto volvió á encenderse

más destemplado que ántes, y á duras penas consiguió Diego


el trabajo de esos infieles, dandoles en ca.mbio la salud espiri-
Colon hacerse oir y hacer valer su autoridad.
tual con el conocimiento de las verdades eternas.
-Negamos el derecho de· oprimir con crueldades a esa raza
—Escuchadme todos, señores. Soy aquí el que representa la

magestad de Su Alteza el Rey, y mando que todos se conformen

con lo que yo disponga en este caso.

Pasamonte y su bando gruñeron (69) sordamente, ganosos


desdichada,-exclam6 con energia fray Pedro;-os negamos
de sublevarse contra aquel exordio del Almirante; pero éste
el derecho de llamaros cristianos abrumando y exterminando
frunció el entrecejo de un modo tan expresivo,'habia tal digni-

dad y arrogancia en su actitud, que todos temblaron y tuvieron


a tantos infelices con vuestra cruel y desalmada codicia ....
por bien callarse y someterse.

A esta fulminante invectiva, el tumulto volvi6 a encenderse


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Por su parte Fray Pedro de Córdova, sereno é impasible,

dijo á Diego Colon:

mas destemplado que antes, y a duras penas consigui6 Diego


—Señor; permitidme recordaros que nosotros, enderezando

Colon hacerse oir y hacer valer su autoridad.


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nuestras palabras y nuestras acciones al servicio del Rey de los

reyes, no podemos conformarnos sino á lo quesea justo de toda

justicia, y acorde con las leyes divinas; contra las cuales, nadie
-Escuchadme todos, sen.ores. Soy aqui el que representa la
ha de ser poderoso á doblegar nuestra energía, ni á torcer nues-

tra voluntad.
magestad de Su Alteza el Rey, y man do q ue to dos se conform en
—Lo sé, padre Pedro,—contestó Diego Colon en tono
con lo que yo disponga en este caso.
Pasamonte y su bando gruneron (69) sordamente, ganosos
respetuoso;—y os pido que fiéis á mi decision el caso, seguro

de sublevarse contra aquel exordio del Almirante; pero este


frunci6 el entrecejo de un modo tan expresivo, 'habia tal digni·
dad y arrogancia en su actitud, que todos temblaron y tuvieron
por bien callarse y someterse.
Por su parte Fray Pedro de C6rdova, sereno e impasible,
dijo a Diego Colon:
-Senor; permitidme recordaros que nosotros, enderezando
nuestras palabras y nuestras acciones al servicio del Rey de los
reyes, no podemos conformarnos sino a lo que sea justo de toda
justicia, y acorde con las leyes divinas ; contra las cuales, nadie
ha de ser poderoso a doblegar nuestra energia, ni a torcer nues-
tra voluntad.
-Lo se, padre Pedro ,-contest6 Diego Colon en tono
r espetuoso;-y os pido que fieis a mi decision el caso, seguro

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ENRIQUILLO • 233
de que nada he de disponer que no ceda a la mayor gloria del
ENRIQUILLO 233

de que nada he de disponer que no ceda á la mayor gloria del

Señor.

—Siendo así,—contad con mi conformidad; —concluyó fray


Sei'ior.
Pedro.
- _Siendo asi,-contad con mi conformidad; -concluy6 fray
Pedro.
—Pues lo que la paz y el buen órden de la colonia exijen,

Padre,—dijo el Almirante—es que el predicador fray Antonio

vuelva á subir al púlpito en la misa del próximo venidero do-

mingo, y tranquilice las conciencias explicando de una manera


-Pues lo que la paz y el buen 6rden de la colonia exijen,
satisfactoria todo lo que ha dicho hoy que parece contrario al
Padre,-dijo el Almirante-es que el predicatdor fray Antonio
vuelva a subir al pulpito en la misa del pr6ximo venidero do-
servicio de Su Alteza y á los fueros y prerrogativas de los oficia-

les reales y demás vecinos ofendidos y lesionados en su honra

y sus intereses, por la dureza con que los increpó el padre en

su sermon.
mingo, y tranquilice las conciertcias explicando de una manera
Fray Pedro recapacitó un instante, y luego dijo con acento

satiSfactoria todo lo que ha dicho hoy que parece contrario al


firme:

—El predicador volverá á subir al púlpito el domingo que servicio de Su Alteza ya los fueros yprerrogativas de losoficia-
viene, y cumpliremos nuestro deber como humildes siervos de

Dios y fieles súbditos de su Alteza.


les reales y demas vecinos ofendidos y lesionados en su honra
Oida esta declaracion, el Almirante, y á su ejemplo Pasa-

monte y todos los concurrentes, hicieron á fray Pedro de Cór-


y sus intereses, por la dureza con que los increp6 el padre en
dova un reverente saludo, y se retiraron del convento, suma- su sermon.
Fray Pedro recapacit6 un instante, y luego dijo con acento
mente complacidos los quejosos, porque contaban con saborear

el más completo triunfo.

XXXIII

Hiél sobre acíbar.


firme: ·
Llegó el dia señalado para la solemne retractacion que to-
-El predkador volvera a subir al pulpito el domingo que
viene, y cumpliremos nuestro deoer como humildes siervos de
dos tenian por convenida y ofrecida de parte de los austeros
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frailes dominicos. La iglesia mayor no podia contener en sus

extensas naves el concurso de gente que, estimulada por los so-

berbios oficiales reales y sus amigos, acudian á solazarse en la


Dios y fieles subditos de SU Alteza.
Oida esta declaracion, el Almirante, y a su ejemplo Pasa-
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humillacion de aquellos humildes religiosos: rebosaba el templo

en sedas, bordados de oro, plumas y relucientes armas; porque

se quería que aquel acto, que tenia por pretexto y apariencia


monte y todos los concurrentes, hicieron a fray Pedro de C6r-
dova un reverente saludo, y se retiraron del convento, suma-
mente complacidos los quejosos, porque contaban con saborear
el mas completo triunfo.

XXXIII

Hiel so'.bre aciba.r.

Llego el dia senalado para la solemne ret ractacion que to-


dos tenian por convenida y ofrecida de parte de los austeros
frailes dominicos. La iglesia mayor no podia contener en sus
extensas naves el concurso de gente que, estimulada por losso-
berbios oficiales real es y sus amigos, acudian a solazarse en la
humillacion de aquellos humildes religiosos: rebosaba el templo
en sedas, bordados de oro , plumas y relucientes armas; porque
se queria que aquel acto , que tenia por pretexto y apariencia

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234 LEYENDA HIST6RICA

234 LEYENDA HISTÓRICA

el desagravio de la autoridad real y pública, se consumara con


el desagravio de la autoridad real y publica, se consumara con
todo el auge y aparato de una solemnidad oficial.
todo el auge y aparato de una solemnidad oficial.
Apareci6, despues de cantado el ev:angelio, el ya celebre
Apareció, después de cantado el evangelio, el ya célebre

padre Montesino, y se dirijió al púlpito con paso mesurado y

modesto semblante. Ya en la sagrada cátedra, examinó con su

mirada penetrante el numeroso concurso, y comenzó con voz


padre Montesino, y se diriji6 al pulpito con paso mesurado y
apacible su oracion;—exponiendo á grandes rasgos y como en

modesto semblante. Ya en la sagrada c~Hedra, examin6 con su


resúmen lo que habia dicho en la plática del anterior domingo;

y entrando en seguida á perorar sobre aquella exposicion,


mirada penetrante el numeroso concurso, y comenz6 con voz
cuando los oficiales reales y los más exaltados encomenderos

se figuraban que iba á explicar sus punzantes censuras dándoles


apacible su oracion;-exponiendo a gra:ndes rasgos y como en
un sentido diametralmente opuesto á su literal significacion,

resumen lo que habia dieho en la platica del anterior domingo;


esperando que con auxilio de tropos y recursos de retórica in-

tentaría la demostracion de que todos los vituperios del prece- y entrando en seguida a perorar sobre aquella exposicion,
dente sermon encerraban por virtud mística, hipotética, hiper-

bólica y metafísica, un elogio completo, una apología brillante


cuando los oficiales reales y los mas e.x:altados encomenderos
de la bondad, caridad, generosidad y abnegacion de los colonos

para con los indios sus siervos, el intrépido orador, parafra-


se figuraban que iba a explicar sus punza.ntes censuras dandoles
seando un versículo del libro de Job (70), vertió al castellano la
un sentido diametralmente opuesto a su literal significacion,
esperando que con auxilio de tropos y recursos de ret6rica in-
sentencia que encierra, en los términos siguientes: «Tornaré á

referir desde su principio mi ciencia y verdad, y aquellas mis

palabras, que así os amargaron, mostraré verdaderas.» Repitió

y corroboró con más fuerza y terrible elocuencia todos los ana-


tentaria la demostraci~n de q ue to dos los vituperios de.l prece-
temas que habia fulminado ántes contra los tiranos opresores
dente sermon encerraban por virtud mi:stica, hipotetica, hiper-
b6lica y metafisica, un elogio completo, una apologia brillante
de indios, y acabó por declarar que la comunidad de los domi-

nicos habia resuelto negarles los sacramentos lo mismo que si

fuesen salteadores públicos y asesinos; y que podían escribirlo

de la bondad, caridad, generosidad y abnegacion de los colonos


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así á Castilla, á quien quisiesen, pues en obrar de tal manera

tenian por cierto los padres dominicos que servían á Dios, y no


para con los indios sus siervos, el intn!pido orador, parafra-
pequeño servicio hacían al Rey (71).

seando un versiculo del libro de Job (70), verti6 al castellano la


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Concluyó el sermón en medio de los gruñidos (72) y el albo-

roto de los oyentes, cuyo despecho llegó al último extremo,

cuando se vieron de tal manera burlados y defraudada su es-


sentencia que encierra, en los terminos siguientes: <· Tornare a
peranza de escuchar una retractacion.

referir desde su principio mi ciencia y verdad, y aquellas mis


El padre Montesino bajó tranquilo y sereno de la cátedra, y

se fué á su convento sin hacer más caso de aquellos furiosos palabras, que asi os amargaron, mostrare verdaderas.» Repiti6
que si fueran una bandada de loros, sin conciencia de sus dis-

y corrobor6 con mas fuerza y terrible elocuencia todos los ana ·


temas que habia fulminado antes contra los tiranos opresores
de indios, y acab6 por declarar que la comunidad de los domi-
nicos habia resuelto negarles los sacra1mentos lo mismo que si
fuesen saltead.o res publicos y asesinos; y que podian escribirlo
asi a Castilla, a quien quisiesen, pues en obrar de tal manera
tenian por cierto los padres dominicos que servian a Dios, y no
pequefio servicio hacian al Rey (71).
Concluy6 el serm6n en medio de los igruf'iidos (72) y el albo-
roto de los oyentes, cuyo despecho lleg6 al ultimo extremo,
cuando se vieron de tal manera burtados y defraudada su es-
peranza de escuchar una retractacion.
El padre Montesino baj6 tranquilo y Sereno de la catedra, y
se fue a su convento sin hacer mas caso de aquellos furiosos
que si fueran una bandada de loros, sin conciencia de sus dis-

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ENRIQUILLO

cursos; y los e~comenderos, persuadidos de que nada podian


ENRIQUILLO 235

cursos; y los encomenderos, persuadidos de que nada podían

recabar de los pertinaces religiosos, ni siquiera intentaron abo-

carse otra vez con ellos, sino que despues de juntarse á delibe-
recabar de los pertinaces religiosos, ni siquiera intentaron abo-
rar, acordaron dirijir al Rey un sañudo informe contra los frai-
carse otra vez con ellos, sino que despues de juntarse a delibe-
rar, acordaron dirijir al Rey un sanudo informe contra los frai-
les de la órden de los dominicos, acusándolos de sediciosos,

perturbadores y rebeldes á la autoridad del Rey y sus ministros

en la colonia (77).

XXXIV
les de la 6rden de los dominicos, acusandolos de sediciosos,
Celo piadoso.

perturbadores y rebeldes a la autoridad del Rey y sus ministros


Esta acusacion, y en particular las cartas de Pasamonte

que gozaba gran crédito y favor con los validos del Monarca,
en la colonia (77).
de quien el claro juicio ya estaba debilitado por la edad, causa-

ron grande impresion en la corte; pero los dominicos hallaron

medio de desvanecer las exageraciones é imposturas de sus an-

tagonistas, y éstos apelaron entónces á otro expediente más

eficaz en su concepto. Prevaliéndose de la sencillez y poca doc-

trina del venerable fray Antonio Espinal, prior de San Fran-


XXXIV
cisco, lo persuadieron á que fuera á Castilla con objeto de repre-

sentar al Rey y á su consejo los graves danos que para el ser-

vicio real y buen órden de la colonia resultaban de la actitud

agresiva y desconsiderada de los rebeldes frailes dominicos.


Celo piadoso.
No descuidaron éstos parar el golpe, enviando á Castilla al

mismo padre Montesino, quien además de ser predicador exi-


Esta acusacion, yen particular las cartas de Pasamonte
mio era hombre de letras, eficaz y de grande ánimo, experimen-

tado por ende en tratar materias árduas y guiar negocios difí-


que gozaba gran credito y favor con los validos del Monarca,
ciles. Ninguno más interesado que él en defender su propia

de quien el claro juicio· ya estaba debilitado p0r la edad, causa-


predicacion y el concepto de su comunidad. Fué preciso que los

ron grande impresion en .la corte; pero los dominicos hallaron


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buenos religiosos salieran puerta por puerta á recolectar li-

mosnas de los vecinos para los principales avíos del viaje, que

muy escasos y al través de algunos vejámenes pudieron alle-


medio de desvanecer las exageraciones e imposturas de sus an-
tagonistas, y estos apelaron ent6nces a otro expediente mas
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garlos; pues aunque en lo general eran amados y reverencia-

dos del pueblo, por la santidad de su vida y sus ejemplares

costumbres, el disfavor oficial que pesaba sobre ellos retraía á eficaz en su concepto. Prevaliendose de la sencillez y poca doc-
trina del venerable fray Antonio Espinal, prior de San Fran-
cisco, lo persuadieron a q ue fuera a Castilla con o bjeto de repre-
sentar al Rey y a su consejo los graves daftos que para el ser-
vicio real y buen 6rden de la colonia r.esultaban de 'la actitud
agresiva y desconsiderada de los rebeldes frailes dominicos.
No descuidaron estos parar el golpe, envi.ando a Castilla al
mismo padre Montesino, quien ademas de ser predicador exi-
mio era hombre de letras, eficaz y de grande animo, experimen-
tado por ende en tratar materias arduas y guiar negocios difi-
ciles. Ninguno mas interesado que el en defender SU propia
predicacion y el concepto de su comunidad. Fue preciso que los
buenos religiosos salieran puerta por puerta a recolectar li ·
mosnas de los vecinos para los principales avios del viaje, que
muy escasos y al tra ves de algunos vejamenes pudieron alle-
garlos; pues aunque en lo general eran amados y reverencia-
dos del pueblo, por la santidad de su . vida y sus ejemplares
costumbres, el disfavor oficial que pesaba sobre ellos retraia a
. /
~

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236 LEYENDA HIST6RICA

236 LEYENDA HISTÓRICA

muchos de favorecerlos como tal vez desearan. El egoísmo


muchos de favorecerlos como tal vez desearan. El egoismo
siempre fué servil y apocado.

siempre fue servil y apocado. _


A fray Antonio de Espinal, muy al revés, sobraba todo, y

ni un príncipe pudiera viajar con más regalo del que le propor-


A fray Antonio de Espinal, muy al reves, sobraba todo, y
cionaron sus comitentes. Fué asunto de comentarios no muy

favorables la conducta de aquel religioso, de quien todos te-


ni un principe pudiera via jar con mas regalo del que le propor-
nian alta opinion, viéndole aceptar encargo tan incompatible

con su humildad y modestia. Atribuyéronlo algunos al'interés


cionaron sus comitentes. Fue asunto de comentarios no muy
de conservar los repartimientos de indios que disfrutaban los favorables la conducta de aquel religioso, de qui en to dos te-
nian alta opinion, viendole aceptar encargo tan incompatible
conventos franciscanos de Concepcion de la Vega y de Santo

Domingo (74); en lo que tal vez creyó de buena fé cumplir un

deber de su cargo, viendo por el auge de la órden á que perte-

necía.
con su humildad y modestia. Atribuyeronlo algunos al· interes
Partieron uno y otro emisario para España, cada cual en
de conservar los repartimientos de indios que disfrutaban los
distinta nave; el uno sobrado de favor, y el otro privado de

todo, contando únicamente con la ayuda de Dios y la fé en su


conventos franciscanos de Concepcion de la Vega y de Santo
buena causa.

Llegaron sin novedad á su destino, y el Rey dispensó á fray


Domingo (74); en lo que tal vez creyo de buena fe cumplir un
Antonio de Espinal la acogida más afable y afectuosa (75);

deber de su cargo, viendo por el auge de la orden a que perte·


miéntras que al aflijido y desamparado padre fray Antonio de

Montesino se le negaba la puerta de la real cámara, á pesar de


necia.
todos sus esfuerzos por llegar á la presencia del Monarca. Al

cabo, un dia su audacia arrolló todos los obstáculos, y cansado


Partieron uno y otro emisario para Espana, cada cual en
de instar al portero para que le franquease el paso, á tiempo

que este fámulo se descuidó abriendo á otro la puerta del régio


distinta nave; el uno sobrado de favor, y el otro privado de
estrado, el padre Montesino, seguido de su lego, se coló de todo, contando unicamente con la ayuda. de Dios y la fe en su
buena causa.
rondon, dejando al endurecido portero estupefacto, de tan gran-
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de atrevimiento. El Rey acojió benignamente al religioso, que

se arrojó á sus piés para hablarle; y las terribles revelaciones

que por primera vez resonaron en la régia cámara hicieron


Llegaron sin novedad a SU destino, y el Rey dispens6 a fray
Antonio de Espinal I.a acogida mas afable y afectuosa (75);
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en el ánimo del anciano Monarca impresion profunda. Desde

mientras que al afiijido y desamp.arado padre fray Antonio de


entónces tuvo el celoso dominico entradas francas en palacio,

y en el Consejo de Indias; pero como sus trabajos se estrellasen

en la autoridad y las alegaciones del padre Espinal, resolvió

dar un paso decisivo.


Montesino se le negaba la puerta de la real camara, a pesar de
Ocurría esto en Búrgos, donde se hallaba la Corte á la sa-
todos SUS esfuerzos por llegar a la presencia del Monarca. Al
zon, y el padre Espinal estaba alojado, en el convento de su

cabo, un dia su audacia arrollo todos los obstaculos, y cansado


de instar al portero para que le franquea.se el paso, a tiempo
que este famulo se descuido abriendo a otro la puerta del regio
estrado, el padre Montesino, seguido de su lego, se col6 de
rondon, dejando al endurecido portero estupefacto, de tan gran-
de atrevimiento. El Rey acojio benignam.ente al religioso, que
se arrojo a sus pies para hablarle; y las terribles revelaciones
que por primera vez resonaron en la regia camara hicieron
en el animo del anciano Monarca impresiion profunda. Desde
entonces tuvo el celoso dominico entradas francas en palacio,
y en el Consejo de Indias; pero como sus trabajos se estrellasen
en la autoridad y las alegaciones del padre Espinal, resolvi6
dar un paso decisivo.
Ocurria esto en Burg:os, donde se hallaba la Corte a la sa·
zon, y el padre Espinal estaba alojado. en el convento de su

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ENRIQUILLO 237
6rden, en die ha ciudad. Situ6se un dia fray Antonio Montesino
ENRIQUILLO 237

órden, en dicha ciudad. Situóse un día fray Antonio Montesino

en la portería del monasterio, en espera de su antagonista, y

cuando éste salió muy descuidado para ir al consejo real, (adon-


en la porteria del monasterio, en espera de su antagonista, y
de concurrían otros célebres doctores y teólogos, para discutir
cuando este sali6 muy descuidado para ir al consejo real, (adon·
de concurrian otros ~elebres doctores y te6logos, para discutir
y acordar lo concerniente al régimen político y espiritual de

los indios, por disposicion del Rey); llegóse á él nuestro buen

fraile, y le manifestó resueltamente que quería hablarle. Detú-

vose el padre Espinal accediendo á la demanda, y entónces su


y acordar lo concerniente al regimen politico y espiritual de
interlocutor le dijo con todo el fuego y la vehemencia que acos-

los indios, por disposicion del Rey); lleg6se a el nuestro buen


tumbraba en sus discursos: «Vos, padre, ¿habeis de llevar de

esta vida más de este hábito andrajoso, lleno de piojos que á


fraile, y le manifest6 resueltamente que queria hablarle. Detu-
cuestas traeis? ¿Vos, buscais otros bienes más de servir á Dios?

¿Por qué os ofuscais con esos tiranos? ¿Vos no veis que os han
vose el padre Espinal accediendo a la demanda, y ent6nce~ su
tomado por cabeza de lobo para en sus tiranias se sustentar?

interlocutor le dijo con todo el fuego y la vehemencia que acos-


¿Por qué sois contra aquellos tristes indios desamparados?» Y

por el estilo prosiguió una série de apóstrofes que acabaron por tumbraba en sus discursos: «Vos, padre, (habeis de llevar de
esta vida mas de este habito andrajoso, Ueno de piojos que a
conmover el corazon del sencillo prior franciscano, haciéndole

estremecer de espanto, y sacudiendo el letargo de su concien-

cia (76). Entregóse, pues, á discrecion á su irresistible desper-

tador, diciéndole: «Padre, sea por amor de Dios la caridad que


cuestas traeis? l Vos, buscais otros bienes mlis de servir a Dios?
me habeis hecho en alumbrarme: yo he andado engañado con
iPor que os ofuscais con esos tit"anos? tVos no veis que os han
tornado por cabeza de lobo para en sus tira.nias se sustentar?
estos seglares; ved vos lo que os parece que yo haga, y así lo

cumpliré» (77).

Desde aquel punto y hora, animados uno y otro religioso

del mismo espíritu de caridad evangélica, trabajaron de consu-


lPor que sois .contra aquellos tristes indios desamparados?» Y
no: la fábrica artificiosa de Pasamonte, Fonseca, Conchillos y
por el estilo prosigui6 una serie de ap6strofes que acabaron por
todos sus secuaces, estuvo á punto de caer derribada por la

conmover el corazon del sencillo prior franciscano, haciendole


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fuerza de la verdad; los parientes y amigos del Almirante Don

Diego Colon cobraron nuevo crédito y nuevos bríos, y las Cé-

lebres ordenanzas de Burgos en favor de la raza india fueron


estremecer de espanto, y sa'Cudiendo el leta:rgo de su concien-
cia (76). Entreg6se, pues, a discrecion a SU irresistible desper·
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una página de oro en la historia de aquellos tiempos de iniqui-

dad y oscurantismo.

..-
tador, diciendole: «Padre, sea por amor de Dios la caridad que
me habeis hecho en alumbrarme: yo he andado engafiado con
estos seglares; ved vos lo que os parece que yo haga, y asi lo
cumplire» (77).
Desde aquel punto y hora, animados uno y otro religioso
del mismo espiritu de caridad evangelica, trabajaron de consu-
no: la fabrica artificiosa de Pasamonte, Fonseca, Conchillos y
todos ;;us secuaces, estuvo a punto de caer derribada por la
fuerza de la verdad; los parientes y amigos del Almirante Don
Diego Colon cobraron nuevo credito y nuevos brios, y las ce·
lebres ordenanzas de Burgos en favor de la raza india fueron
una pagina de oro en la historia de aquellos tiempos de iniqui-
dad y oscuran tismo.

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. .

238 LEYENDA msT6RICA


238 LEYENDA HISTÓRICA

XXXV

Moratoria.

Por esta época fué cuando el Almirante Gobernador de la

Española obtuvo la tan esperada autorización real para man-

dar conquistar y poblar la isla de Cuba. Sin pérdida de tiempo

lo participó ásu teniente Diego Velázquez, llamándolo á Santo


xxxv
Domingo con el fin de dar la última mano á los planes é ins-

Moratoria.
trucciones para tan importante empresa. Voló Velázquez á la

capital de la colonia, en alas de su amor y de sus ambiciosas

esperanzas.

Habia transcurrido con exceso el plazo pedido por su pro-

metida para la realizacion del matrimonio; pero tanto Diego


Por esta epoca fue cuando el Almirante Gobernador de la
Colon, como el mismo padre de la novia, habian contestado
Espanola obtuvo la tan esperada autoriz:aci6n real para man-
dar conquistar y poblar la isla de Cuba. Sin perdida de tiempo
acordes á las reclamaciones del impaciente capitan, que el es-

tado de salud de María era sumamente delicado, y hacia forzo-

so un nuevo aplazamiento. Mal de su grado se conformó Veláz-

quez con la indefinida demora que se le imponia, y hasta co-


lo particip6 asu teniente Diego Velazquez, llamandolo a Santo
menzaba á pensar mal de las intenciones del Almirante y la
Domingo con el fin de dar la ultima man.o a los planes e ins-
trucciones para tan importante empresa . V 616 Velazquez a la
formalidad de su futuro suegro, cuando recibió la órden de pa-

sar á la capital dela colonia.

capital de la colonia, en alas de su amor y de sus ambiciosas


—Por fin—se dijo—veré por mí mismo lo que pasa, y proce-

deré segun las circunstancias y el resultado de mis observa-

ciones.

La sola vista de su prometida desvaneció todos sus recelos,


esperanzas.
y lo convenció de que le habian dicho y escrito la verdad. Sin Habia transcurrido con exceso el pla.zo pedido por su pro-
. metida para la realizacion del matrimonio; pero tanto Diego
exageracion de ninguna especie, María de Cuéllar estaba muy

enferma: causaba pena y espanto comparar aquella faz abati-


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da y pálida, aquellos ojos circuidos de sombras violáceas, con

el recuerdo de la espléndida y lozana belleza que habia fascina-


Colon, como el mismo pa~re de la novi.a, habian contestado
do á Velázquez cuando por primera vez la contempló un dia en
acordes a las reclamaciones del impacie:nte capitan, que el es-
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tado de salud de Maria era sumamente dlelicaqo, y hacia forzo-


el alcázar delos Virreyes. Su aspecto y la expresion de su sem-

blante denotaban una tristeza resignada, una especie de indi-

ferencia muy parecida á la insensibilidad. Dejóse tomar y besar

so un nuevo aplazamiento. Mal de su grado se c0nform6 Velaz-


quez con la indefinida demora que se le imponia, y hasta co-
menzaba a pensar mal de las intenciones del Almirante y la
formalidad de su futuro suegro, cuando :recibi6 la 6rden de pa-
sar a la capital de la colonia.
-Por fin-se dijo-vere por mi mismo lo que pasa, y proce-
dere segun las circunstancias y el resultado de mis observa-
ciones.
La sola vista de su prometida desvaneci6 todos sus recelos,
y lo convenci6 de que le habian dicho y escrito la verdad. Sin
exageracion de ninguna especie 1 Maria de Cuellar es.taba muy
enferma: causaba pena y espanto comparar aquella faz abati-
da y palida, aquellos ojos circuidos de sombras violaceas, con
el recuerdo de la .e splendida y lozana belleza que habia fascina-
do a Velazquez cuando por primera vez la contempl6 un dia en
el alcazar de los Virreyes. Su aspecto y l:a expresion de su sem-
blante denotaban una tristeza resignada, una especie de iridi-
ferencia muy parecida a la insensibilidad . Dej6se tomar y besar
~
Ung ma I 1rom
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ENRIQUILLO 239
ENRIQUILLO 239

la mano por su futuro esposo, sin dar muestras ni de alegría


la mano por su futuro esposo, sin dar muestras ni de alegria
cortés, ni de disgusto, ante aquel acto que debia despertar en

ella el sentimiento de su situacion, y la conciencia de que se


cortes, ni de disgusto, ante aquel acto que debia despertar en
acercaba el dia en que se habia de consumar su sacrificio. ella el sentimiento de su situacion, y la conciencia de que se
ac~rcaba el dia en que se habia de consumar su sacrificio.
Velázquez le dijo, mirándola conmovido:

—¿Podré contar con que ya han desaparecido todos los obs-

táculos que se vienen oponiendo á mi dicha, y que al fin os de-

jaréis conducir al altar?


Velazquez le dijo, mirandola conmovido:
La jóven, por toda contestacion, fijó en el que así la inter-
-tPodre contar con que ya han desapareddo todos los obs-
tacufos que se vienen oponiendo a mi dicha, y que al fin os de-
pelaba una mirada atónita, indefinible; y su padre, viéndola

guardar silencio, habló por ella en estos términos:

—Vos me pedísteis un año de espera, señor Don Diego, para

efectuar el matrimonio: ni por culpa vuestra, ni por la mía, ha


jareis conducir al altar?
dejado de tener este acuerdo su estricto cumplimiento. Hoy, ya
La j6ven, por toda contestacion, fij6 en el que asi la inter-
lo veis, sería grave imprudencia no aguardar algun tiempo más

á que mi hija se restablezca de la extraña dolencia que la tiene


pelaba una mirada at6nita, indefinible; y su padre, viendola
tan abatida y débil.

—¡Cómo, señor de Cuéllar!—exclamó Velázquez con calor.


guardar silencio, habl6 por ella en estos tern1inos:
—¡Y habré de partir yo solo para la conquista de Cuba, cuando

-Vos me pedisteis un anode espera, senor Don Diego, para


mi más lisonjera esperanza era llevar conmigo á la elegida de

mi corazon efectuar el matrimonio: ni por culpa vuestra, ni por la mia, ha


dejado de tener este acuerdo su estricto cumplimiento. Hoy, ya
—No podréis desconocer, amigo D. Diego, que los cuidados

que vuestra compañera en su estado actual de salud os impon-

dría, os habrían de ser carga muy enojosa, en un país inexplo-

lo veis, seria grave imprudencia no aguardar algun tiempo mas


a que mi hija se restablezca de la extrana dollencia que la tiene
rado, donde se carece de todo lo necesario, y vos mismo aun no

sabeis cómo quedaréis instalado. Más cuerdo es que vayais sin

tan abatida y debil.


ese embarazo, y una vez que hayais vencido las primeras difi-
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cultades, y hecho los preparativos convenientes para alojar y

asistir á vuestra esposa, me aviséis para llevárosla yo mismo,

y que las nupcias se celebren en el asiento de vuestro gobierno;


-iC6mo, senor de Cuellar!-exclam6 Velazquez con calor.
-iY habre de partir yo solo para la conquista de Cuba, cuando
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donde vos seais cabeza de todos, y todos sean subordinados

mi mas lisonjera esperanza era llevar conmigo a la elegida de


vuestros.

Pareció satisfecho Velázquez con este razonamiento, y vol-

vió á continuar sus largas é interesantes conferencias con el

Almirante en la residencia de éste, donde se hallaba hospedado.


mi corazon .....
El tiempo urgía: era preciso renovar las provisiones y algunos

-No podreis desconocer, amigo D. Diego, que los cuidados


objetos indispensables para la colonizacion proyectada, pues la

que vuestra companera en su estado actual de salud os impon-


dria, os habrian de ser carga muy enojosa, en un pais inexplo-
rado, don de se carece de todo lo necesario, y vos mismo a un no
sabeis c6mo quedareis instalado. Mas cuerdo es que vayais sin
ese embarazo, y una vez que hayais vencido las primeras difi·
cultades, y hecho los preparativos convenientes para alojar y
asistir a vuestra esposa, me aviseis para llevarosla yo mismo,
y que las nupcia~ se celebren en el asiento de vuestro gobierno;
donde vos seais cabeza de todos, y todos sean subordinados
vuestros.
Pareci6 satisfecho Velazquez con este razonamiento, y vol-
vi6 a continuar sus largas e interesantes conferencias con el
Almirante en la residencia de este, donde se hallaba hospedado .
El tiempo urgia: era preciso renovar las provisiones y algunos
objetos indispensables para la colonizacion pr oyectada , pues la

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240 LEYENDA .HIST6RICA
240 LEYENDA .HISTÓRICA

'"Vi*
dilacion a que se habia sometido la empresa antes de expedir
dilacion á que se habia sometido la empresa ántes de expedir

el Monarca su real vénia, habia sido causa de que muchos pre-


el Monarca su real venia, habia sido causa de que muchos pre-
parativos hechos de antemano se malograran ó distrajeran del parativos hechos de antemano se malograran 6 distrajeran del
fin á que estaban destinados.

El activo capitan, dándose en cuerpo y alma á su árdua em-


fin a que estaban destinados.
presa, apénas tuvo espacio para conversar con su prometida,

ni para observar que ésta no contestaba á sus apasionados con-


El activo capitan, dandose en cuerpo :y alma a su ardua em-
ceptos sino con monosílabos y frases incoherentes. Celebró una
presa, apenas tuvo espacio para conversar con su prometida,
ni para observar que esta no contestaba <i sus apasionados con-
nueva convencion con el señor de Cuéllar, ajustada en un todo

á la proposicion que éste le hiciera de que se marchara célibe

á la empresa de Cuba, y que una vez alcanzado el láuro de

conquistador, allá iría la novia á llevarle su mano, y su corona


ceptos sino con monosilabos y frases incoherentes. Celebro una
de azahares, como galardon de los trabajos y proezas á que
nueva convencion con el senor de Cuellar, ajustada en un todo
diera lugar la conquista. Medió un considerable préstamo de

dinero del Contador real á su futuro yerno, y no faltaron los


a la proposicion que este le hiciera de que se marchara celibe
acostumbrados chistes y equívocos con que en tales ocasiones

sazona los proyectos matrimoniales la gente de ánimo vulgar,


a la empresa de Cuba, y que una vez alcanzado el lauro de
que trata esta clase de asuntos como un negocio, y para nada

conquistador, all a iria la novia a llevarle: su mano, y su corona


toma en cuenta el sentimiento.

Las Casas se dispuso á partir con direccion al Oeste en se-


de azahares, como galardon de los trabajos y proezas a que
guimiento de Velázquez: su cualidad de sacerdote le dió facili-

dad para tener una entrevista de despedida con la triste María


djera lugar la conquista. Medi6 un considerable prestamo de
de Cuéllar. Procuró infundirle i valor, y hasta le aconsejó que

recordara á la Virreina su antiguo empeño de estorbar el ma-


dinero del Contador real a su f uturo yerno, y no faltaron los
trimonio concertado. acostumbrados chistes y equivocos con queen tales ocasiones
—Ya ¿para qué?—respondió María con una sonrisa que nada

sazona los proyectos matrimoniales la gente de animo vulgar,


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tenia de humano.—La Virreina parece que no se acuerda de

eso, y el compromiso, cúmplase ó nó, pronto lo romperá la

muerte. Yo estoy resignada, como vos quisisteis. Acordáos de


que trata esta clase de asuntos como un negocio, y para nada
toma en cuenta el sentimiento.
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vuestra promesa, y que el Señor os premie vuestra bondad.

Las Casas se dispuso a partir con direccion al Oeste en se-


El sacerdote se alejó llevándose vivamente la mano al cora-

zon; movimiento que tanto pudo ser efecto de un vehemente

impulso compasivo, como del recuerdo de que hácia aquel sitio

reposaba oculto, cuidadosamente guardado, el misterioso papel


guimiento de Velazquez: 5U cualidad de sacerdote le dio facili-
que la interesante moribunda le confiara un dia para el infeliz
dad para tener una entrevista de despedida con la triste Maria
de Cuellar. Procuro infundirle ~valor, y hasta le aconsejo que
ausente, objeto de su amor.

recordara a la Virreina su antiguo empef'i.o de estorbar el ma-


trimonio concertado.
-Ya ~para que?-respondi6 Maria co11 una sonrisa que nada
tenia de humano.-La Virreina parece que no se acuerda de
eso, y el compromiso, cumplase 6 n6, pronto lo rompera la
muerte. Yo estoy resignada, como vos quisisteis. Acordaos de
vuestra promesa, y que el Senor os premie vuestra bondad.
El sacerdote se alejo llevandose viva1nente la mano al cora·
zon; movimiento que tanto pudo ser efecto de un vehemente
impulso compasivo, como del recuerdo de~ que hacia aquelsitio
reposaba oculto, cuidadosamente guardado, el misterioso papel
que la interesante moribunda le confiara un dia para el infelii
ausente, objeto de ~u amor.

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ENRIQUILLO 241 .
ENRIQUILLO 241

XXXVI

Inútil porfia

No tenia razon María de Cuéllar cuando dejaba escapar de

sus lábios, aunque sin el acento de la queja, aquel concepto

desfavorable á la fina, afectuosa y consecuente amistad de Doña

XXXVI
María de Toledo.

La noble señora no habia olvidado un solo instante la cuita

Inutil porfia
de su amada amiga; veia con dolor la pesadumbre de ésta, los

aterradores progresos dela enfermedad que minaba su exis-

tencia, y la aproximacion del inevitable suceso que habia de

hundir en el sepulcro aquella inocente víctima de la ambicion

No tenia razon Maria de Cuellar cuando dejaba escapar de


agena. Más de cien veces volvió á la carga con el difícil tema

á su esposo el Almirante; pero fuerza es confesar que en éste no


sus labios, aunque sin el acento de la queja, aquel concepto
obraba tan activamente la compasion; y desarrollado su egoís-

mo por las diarias luchas y contrariedades del mando, no se


desfavorable a la fina, afectuosa y consecuente amistad de Dona
preocupaba ya poco ni mucho de buscar el medio de desbara-

tar la proyectada boda de su teniente y aliado. También es ver-


Marfa de Toledo.
dad que jamás se comprometió formalmente á hacerlo; y así, La noble senora no habia olvidado un solo instante la cuita
de su amada amiga; veia con dolor la pesadt.J1mbre de esta, los
se evadía de los apremios de su esposa con buenas ó malas ra-

zones, acabando siempre por encarecerle la conveniencia de

velar por la propia dicha, ántes que entrar en cuidados por la

de los demás.
aterradores progresos de la enfermedad que minaba su exis-
Esta conclusion envolvía un recuerdo harto desagradable
tencia, y la aproximacion del inevitable swceso que habia de
hundir en el sepulcro aquella inocente vicrima de la ambicion
para la jóven señora, que se guardaba muy bien de exponerse,

por causa de su generosidad, á otra borrasca conyugal, como

la que sin duda recordará el lector.

Pero sus compasivos sentimientos no se acallaban á pesar


agena. Mas de cien veces volvi6 a la carga con el dificil tema
a su esposo el Almirante; pero fuerza es confesar queen este no
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de todo, ni cesaban de sugerirle ingeniosos medios de ganar

obraba tan activamente la compasion; y desarrollado su egois-


tiempo, que era el único servicio que podia prestar á su desola-

da amiga. Aprovechaba y solicitaba las ocasiones de hablar


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con Don Cristóbal de Cuéllar, haciendo recaer diestramente

la conversacion sobre las dolencias que aquejaban á la prome-


mo por las diarias luchas y contrariedades del mando, no se
tida de Velázquez, y representando con elocuencia los riesgos

preocupaba ya poco ni mucho de buscar el medio de desbara-


16 •

tar la proyectada boda de su teniente y aliado. Tambien es ver-


dad que jamas se comprometi6 formalmente a hacerlo; y asi,
se evadia de los apremio~ de su esposa con buenas 6 malas ra·
zones, acabando siempre por encarecerle l:a conveniencia de
velar por la propia dicha. antes que entrar en cuidados por la
de los demas.
Esta conclusion en vol via un recuerdo ha.rto desagradable
para la j6ven senora, que se guardaba muy bien de exponerse,
por causa de su generosidad, a otra borrasca conyugal, como
la que sin duda recordara el lector.
Pero stis compasivos sentimientos nose acallaban a pesar
de todo., ni cesaban de sugerirle ingeniosos medios de ganar
tiempo, que era el unico servicio que podia prestar a su desola·
da amiga. Aprovechaba y solicitaba las oicasiones de hablar
con Don Crist6bal de Cnellar, haciendo recaer diestramente
la conversacion sobre las dolencias que aquejaban a la prome-
tida de Velazquez, y representando con elocuencia Jos riesgos
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242 LEYENDA HIST6RlCA

de un cambio de estado mientras la j6ven. enferma no se repu -


242 LEYENDA HISTÓRICA

de un cambio de estado miéntras la jóven enferma no se repu-

siera de su visible postracion. El señor de Cuéllar era padre al

fin, y no tenia entrañas de tigre, llegando á causar en él viva


siera de su visible postracion. El senor de Cuellar era padre al
impresion las hábiles insinuaciones de la Virreina; y sin duda
fin, y no tenia entranas de tigre, lleganc~o a causar en el viva
impresion las habiles insinuaciones de la Virreina; y sin duda
á ésta se debia la inesperada objecion que halló Velázquez de

parte del Contador, al reclamar el cumplimiento de lo pactado.

Por acaso, las consideraciones paternales se avenian con las

circunstancias en que de momento se hallaba el capitan que iba


a esta se debia la inesperada objecion que hall6 Velazquez de
á sojuzgar á Cuba, para quien realmente hubiera sido un em-
pa rte del Contador, al reclamar el cumplimiento de lo pactado.
barazo casarse ántes de acometer su grave empresa, y mucho

más llevar consigo el cuidado de una esposa enferma.


· Por acaso, las consideraciones paternales se avenian con las
Todo se arregló, pues, por de pronto, á satisfaccion relativa

de las partes interesadas, y María de Cuéllar vió prolongarse


circunstancias en que de momento se hallaba el capitan que iba
por unos días más aquella angustiosa situacion en que la con-

ciencia del mal inminente iba minando y destruyendo más y má&


a sojuzgar a Cuba, para quien realmente hubiera sido un em-
su existencia.
barazo casarse antes ~e acometer su gra 1v-e empresa, y mucho
—¿No sería mejor acabar de una vez?—se preguntaba, can-

sada al fin de la ansiedad y las dudosas perspectivas que hacia


mas llevar consigo el cuidado de una esposa enf er ma.
tanto tiempo atormentaban su espíritu.

XXXVII
Todo se arregl6, pues, por de pronto, :a satisfaccion relativa
El vencedor. de las partes interesad':ls, y Maria de Cuellar vi6 prolongarse
por unos dias mas aquella angustiosa situacion en que la con-
Velázquez concluyó rápidamente sus preparativos en el

Oeste. Reunió la gente expedicionaria, como trescientos hom-

bres, con los bastimentos necesarios, en el puerto de Salvatierra

(78) y se embarcó para Cuba, en Noviembre de 1511, llevando á


ciencia del mal inminenteiba minarido y destruyendo mas y mas.
Hernan Cortés y Andrés de Duero como secretarios. Aporta-
su existencia.
-lNo seria mejor acabar de una vez?--se preguntaba, can-
ron cerca del cabo Maisí, en un puerto que llamaron de las
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Palmas ó Puerto Santo. Allí, apénas pusieron el pié'en tierra,

fueron enérgicamente hostilizados por el esforzado Hatuey, ca-

cique haitiano de los que más porfiadamente resistieron á Ve-


sada al fin de la ansiedad y las dudosas pierspectivas que hacia
tanto tiempo atormentaban su espiritu.
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lázquez en la Guahaba, y que una vez vencido pasó á Cuba,

donde todos los comarcanos de Maisí lo aceptaron como gefe y

señor, reconociendo su valor y superioridad en todos sentidos.

Hatuey habia conseguido infundir en los indios cubanos su

XXXVII

El vencedor.
Velazquez concluy6 rapidamente sus preparativos en el
Oeste. Reuni6 la gente expedicionaria, como trescientos horn·
bres, con los bastimentos necesarios, en el puerto de Salvatierra
(78) y se embarc6 para Cuba, en Noviembre de 1511, llevando a
Hernan Cortes y Andres de Duero como secretarios. Aporta-
ron cerca del cabo Maisi, en un puerto que llamaron de las
Palmas 6 Puerto Santo. Alli, apenas pusieron el pie' en tierra,
fueron energicamente hostilizados por el esforzado Hatuey, ca-
cique haitiano de los que mas porfiadamente resistieron a Ve-
lazquez en la· Guahaba, y que una vez viencido pas6 a Cuba,
donde todos los comarcanos de Maisi lo aceptaron como gefe y
sen.or, reconociendo su valor y superioridad en todos sentidos.
Hatuey habia conseguido infundir en los indios cubanos su

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ENRIQUILLO 243
propia intrepidez y el 6dio inmenso en que a.rdia su corazon al
ENRIQUILLO 243

propia intrepidez y el ódio inmenso en que ardia su corazon al

recuerdo de sus pasados infortunios, y de la implacable fiereza

con que lo habian acosado los conquistadores de su patria. Pre-


recuerdo de sus pasados infortunios, y de la implacable fiereza
cavido y alerta, supo anticipadamente la expedicion de los cas-
con que lo habian acosado los conquistadores de su patria. Pre-
cavido y alerta, supo anticipadamente la expedicion de los cas-
tellanos á Cuba, por los espias que á él llegaban de la Españo-

la (79); y así, Velázquez lo encontró bien apercibido á la de-

fensa.

Dos meses dia por día combatieron valerosamente los indios


tellanos a Cuba, por los espias que a el llegaban de la Espafio·
contra sus invasores, y al cabo, no pudiendo resistir las armas
la (79); y asi, Velazquez lo encoritr6 bien a1percibido a la de-
fensa.
de éstos, se refugiaron en las montañas, donde continuó la per-

secucion por bastante tiempo aun. En el intérvalo, Velázquez

escribió á Esquivel dándole noticias de la empresa que traia

entre manos, y solicitó de él alguna gente. Volaron allá, gano-


Dos meses dia por dia combatieron valerosamente los indios
sos de riquezas y aventuras, muchos hombres de armas de los

contra sus invasores, y al cabo, no pudiendo resistir las armas


que habian acabado con Esquivel la pacificacion de Jamáica:

mandábalos el acreditado capitan Pánfilo de Narváez, y con él


de estos, se refugiaron en las montafias, don de continu6 la per- '
fué tambien nuestro bien conocido y un tanto olvidado Juan de

Grijalva, que se creyó en la obligacion de asistir con los prime-


secucion por bastante tiempo aun. En el int1~rvalo, Velazquez
ros á su antiguo rival, segun se comprometiera á hacerlo en

aquella noche funesta, que imprimió decisiva huella en su vida


escribi6 a Esquivel dandole noticias de la iempresa que traia
y su destino.
entre manos, y solicit6 de el alguna gente. Volaron alla, gano-
sos de riquezas y aventuras, muchos hombres de armas de los
Llegaron algo tarde á Cuba para combatir al valiente y

desgraciado Hatuey, que acosado de breña en breña fué cap-

turado al fin, y por no encontrarse en la otra vida con sus ver-

dugos, segun lo dijo al fraile que le prometía la celeste ventura,


que habian acabado con Esquivel la pacificacion de Jamaica:
se negó á recibir el bautismo, y lo condenaron como impeni-
mandabalos el acreditado capitan Panfilo de Narvaez, y con el
fue tambien nuestro b~en conocido y un tanto olvidado Juan de
tente á ser quemado vivo. Se vé que comenzaba temprano á
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declinar la bondad de Diego Velázquez, y que la corrupcion mi-

naba ya los sentimientos que le habian captado la amistad de

las Casas, como éste mismo hubo de notarlo con justa acritud
Grijalva, que se crey6 en la obligacion de asistir con los prime-
ros a su antiguo rival, segun se compromet:iera a hacerlo en
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en sus inmortales narraciones históricas.

Libre ya completamente Velázquez del escaso cuidado que ' .


le daban los indígenas de Cuba, espantados por la muerte del
aquella noche funesta, que imprimi6 decisiva huella en su vida
caudillo haitiano, convirtió su atencion al objeto que le era fa-

vorito de fundar ciudades, y planteó con grande eficacia y re-


y su destino.
gularidad sus primeros establecimientos en Baracoa, nombre

Llegaron algo tarde a Cuba para combatir al valiente y


indígena del sitio á que abordara con su gente cuando llegó de

desgraciado Hatuey, q ue acosado de brefia en brefia fue cap-


turado al fin, y por no encontrarse en la otra vida con sus ver-
dugos, segun lo dijo al fraile que le prometia la celeste ventura,
se neg6 a recibir el bautismo, y lo condenaron como impeni-
tente a ser quemado vivo. Se ve que comenzaba temprano a
declinar la bondad de Diego Velazquez, y qu.e la corrupcion mi-
naba ya los sentimientos que le habian captado la amistad de
las Casas, como este mismo hubo de notarlo con justa acritud
en sus inmortales narraciones hist6ricas.
Libre ya completamente Velazquez del escaso cuidado que
le daban los indigenas de Cuba, espantados por la muerte del
caudillo haitiano, convirti6 su atencion al objeto que le era fa-
vorito de fundar ciudades, y plante6 con grande eficacia y re·
gularidad sus primeros establecimientos en Baracoa, nombre
indigena del sitio a que abordara con su gente cuando lleg6 de

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244
244 LEYENDA HISTÓRICA^

la Española, y que denominó, como dejamos dicho, Puerto

la Espanola, y que denomin6, como dejamos dicho, Puerto


Santo 6 de las Palmas. Diriji6se despues a reconocer otros
Santo ó de las Palmas. Dirijióse despues á reconocer otros

puntos de la isla, con el fin de elejir el más adecuado para fun-

puntos de la isla, con el fin de elejir el m:as adecuado para fun-


dar la ciudad capital de la colonia; y este honor cupo al que,

favorecido por la naturaleza con una prolongada y hermosa

bahía, lleva el nombre de Santiago de Cuba, en honor del após-

tol patron de España, que lo era tambien del fundador.


dar la ciudad capital de la colonia; y este honor cupo al que,
En medio de sus trabajos y ocupaciones como tal, juzgó Ve- fa vorecido por la naturaleza con una prolongada y hermosa
bahia, lleva el nombre de Santiago de Cuba, en honor del ap6s·
lázquez llegado el tiempo de efectuar su tan deseado como de-

morado matrimonio, y á este fin escribió al Contador Cuéllar

una apremiante y sentida carta, invocando todos sus títulos y

derechos á que no se dilatara por más tiempo el cumplimiento


tol patron de Espana, que lo era tambien del fundador.
del solemne compromiso.
En medio de sus trabajos y ocupaciones como tal, juzg6 Ve-
«Han transcurrido ya (decia en su carta) todos los aplaza-

mientos á que, con más ó ménos causa, se ha querido someter-


lazquez llegado el tiempo de efectuar su tan deseado como de-
me, y tendré á injuria que se trate de imponerme una nueva

espera. Reclamo que se cumpla lo pactado, señor Don Cristó-


morado matrimonio, ya este fin escribi6 al Contador Cuellar
bal, y que vuestra honrada palabra quede en su lugar, dándo-
una apremiante y sentida carta, invocando todos sus·titulos y
derechos a que no se dilatara por mas tiempo el cumplimiento
me la compañera que tanta falta hace á mi dicha. Si aun sigue

enferma, aquí la aguardan, con el rango de señora y esposa

mía, á quien todos estarán obligados á tributar homenage, la

salud y el contento.»
del solemne compromiso.
Increpado el de Cuéllar de un modo tan enérgico y conclu-

«Han transcurrido ya (decia en su carta) todos los aplaza-


mientos a que, con mas 6 menos causa, se ha querido someter-
yeme, seducido por la perspectiva brillante de la nueva posi-

cion que ocupaba su futuro yerno, declaró á su hija la resolu-

me, y tendre a injuria que se trate de imponerme una nueva


cion de conducirla á Cuba sin más tardanza, y abrevió los pre-

parativos del viaje. En vano hizo la Virreina una postrera ten-


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tativa para conmover al anciano, cuando supo la proximidad

espera. Reclamo que se cumpla lo pactado, sefior Don Crist6·


de la partida. El Contador mayor mostró la carta de Velázquez,

é hizo juez al Almirante Don Diego del caso en que se hallaba, bal, y que vuestra honrada palabra quede en su lugar, dando·
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me la compafiera que tanta falta hace a mi dicha. Si aun sigue


sometiendo á su arbitramento la decision.—Si vuestro señor es-

poso,—dijo á María de Toledo,—con esta carta del capitan Don

Diego Velázquez á la vista, cree que puedo negarme decorosa-

enferma, a qui la aguardan, con el ran~~o de sefiora y esposa


mia, a quien todos estaran obligados a t:ributar homenage, la
mente á lo que él reclama, y demorar todavía el concertado

matrimonio, yo haré lo que el señor Almirante crea más con-

salud y el contento.»
veniente.

Esta era la via más segura que podía escojer Cristóbal de

Increpadu el de Cuellar de un modo tan energico y conclu·


yente, seducido por la perspectiva brillante de la nueva posi·
cion que ocupaba su futuro yerno, declar6 a su hija la resolu·
cion de conducirla a Cuba sin mas tarda][lza, y abrevi6 los pre-
parativos del viaje. En vano hizo la Virreina una postrera ten·
tativa para conmover al anciano, cuando supo la proximidad
de la partida. El Contador mayor mostr6 la carta de Velazquez,
e hizo juez al Almirante Don Diego del caso en que se hallaba,
sometiendo a su arbitramento la decision.-Si vuestrosefior es-
poso,-dijo a Maria de Toledo,-con esta carta del capitan Don
Diego Velazquez a la vista, cree que puedo negarme decorosa·
mente a lo que el reclama, y demorar todavia el concertado
matrimonio, yo hare lo que el sefior Almirante ~rea mas con·
veniente.
Esta era la via mas segura que podia escojer Crist6bal de
Original trom
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ENRIQUILLO 245
ENRIQUILLO 245

Cuéllar para deshauciar por completo los deseos de la Virreina


Cuellar para deshauciar por completo los deseos de la Virreina
en pró de la jóven prometida. Ya sabemos que Diego Colon

en pr6 de la j6ven prometida. Ya sabemos que Diego Colon


habia llegado a ese periodo de los hombres de gobierno en que
habia llegado á ese período de los hombres de gobierno en que

la razon política es la soberana razon. Habia eludido con el

más esquisito cuidad© dejar ver á Velázquez su interés por de-

morar indefinidamente, cuando nó por impedir sus bodas, y


la razon politica t=>S la soberana razon. Habia eludido con el
ahora se le ponia en el compromiso de pronunciar por sí mismo

el fallo de este delicado pleito. Dar parecer contrario á las re-


mas esquisito cuidad© dejar ver a V elazq ue:z su interes por de·
clamaciones de Velázquez era lo mismo que autorizar al Conta- morar indefinidamente, cuando n6 por impedir sus bodas, y
ahora se le ponia en el compromiso de pronunciar por simismo
dor á escudar su negativa con la autoridad del Almirante, y la

alianza de éste con el conquistador de Cuba se quebrantaría en

seguida, á la sazon que la conquista, marchando bajo los me-

jores auspicios, halagaba la ambicion del jóven Gobernador


el fallo de este delicado pleito. Dar parecer contrario a las re-
con las más brillantes perspectivas. No vaciló, pues, y puso fin
clamaciones de Velazquez era lo mismo que autorizar al Conta-
dor a escudar su negativa con la autoridad del Almirante, y la
al angustioso incidente diciendo al Contador real:

—Velázquez tiene razon de sobra, señor de Cuéllar, en que-

jarse de su larga espera. Camino lleva de costarle la posesion

de su amada novia tanto tiempo y paciencia como hubo de em-


alianza de este con el conquistador de Cuba se quebrantaria en
plear el patriarca Jacob en alcanzar á Raquel; por fortuna no

seguida, a la sazon que la conquista, marcbando bajo los me·


hay una Lía de por medio

—Vuestra esposa y mi señora la Virreina—respondió con jores auspicios, halagaba la ambicion del j6ven Gobernador
con las mas brillantes perspectivas. No vacil6, pues, y puso fin
cierta entonacion de mal humor el de Cuéllar,—ha sido siem-

pre de parecer opuesto al vuestro en este asunto, señor Almi-

rante; y sus reflexiones han contribuido nó poco á que este ma-

trimonio de mis pecados no esté hace tiempo concluido, y yo


al angustioso incidente diciendo al Contador real:
libre de la confusion en que me hallo.
-Velazquez tiene razon de so bra, senor de Cuellar, en que-
jarse de su larga espera. Camino lleva de costarle la posesion
Diego Colon miró á su esposa de un modo que la hizo pali-
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decer, y repuso:

—Lo dicho, señor Contador: yo no puedo aprobar que demo-

reis por más tiempo el cumplimiento de vuestra palabra, y así,


de su amada novia tanto tiempo y paciencia como bubo de em-
plear el patriarca Jacob en alcanzar a Raquel; por fortuna no
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pues que la empeñásteis, á toda costa y prisa os conviene re-

dimirla.

Júzguese con qué tósigo en el corazon se retiraría el buen


hay una Lia de por medio .....
Don Cristóbal de la presencia de los Virreyes. Febrilmente

aceleró los preparativos del viaje, y ántes de ocho dias volvió


-Vuestra esposa y mi senora la Virreina-respondi6 con
con su hija á despedirse de Don Diego Colon y su esposa. María

cierta entonacion de mal humor el de Cuellar ,-ha sido siem-


de Cuéllar ostentó en esa última visita á sus ineficaces protec-

pre de parecer opuesto al vuestro en este asurito, senor Almi·


rante; y sus refiexiones ban contribuido no poco a que este ma-
trimonio de mis pecados no este hace tiem.po concluido, y yo
libre de la confusion en que me hallo.
Diego Colon mir6 a su esposa de un modo que la hizo pali-
decer, y repuso:
-Lo dicho, senor Contador: yo no puedo aprobar que demo-
reis por mas tiempo el cumplimiento de vuestra palabra , y asi,
pues que la empenasteis, a toda costa y prisa os conviene re-
dimirla.
Juzguese con que t6sigo en el corazon se retiraria el buen
Don Crist6bal de la presencia de los Virreyes. Febrilmente
aceler6 los preparativos del viaje, y antes de ocho dias volvi6
con su hija a despedirse de Don Diego Colony su esposa. Maria
de Cuellar ostent6 en esa ultima visita a sus ineficaces protec-

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. ~ .
246 LEYEXDA HIST6RICA

246 LEYENDA HISTÓRICA

tores una tranquilidad sorprendente. Parecía perfectamente


tores una tranquilidad sorprendente. Parecia perfectamente
conforme con su destino. La Virreina lloró abrazándola, y la

conforme con su destino. La Virreina llo:r6 abrazandola, y la


jóven enferma, sin verter una lágrima, con voz firme y segura

trató de consolar y serenar el ánimo de su acongojada amiga.


j6ven enferma, sin verter una lagrima, con voz firme y segura
Ésta, sorprendida al ver tanta entereza, llegó un instante á

persuadirse de que tenia á la vista un milagro de la resignacion;


trat6 de consolar y serenar el animo de su acongojada amiga.
aunque la intensa palidez y el melancólico semblante de la pobre

víctima desmentían toda su aparente fuerza de alma.


Esta, sorprendida al ver tanta entereza,, lleg6 un instante a
Tres días despues las dos amigas, en medio de lucido séquito, persuadirse de qtie tenia a la vista un milag-ro de la resignacion;
.aunque la intensa palidez y el melanc6lico semblante de la pobre
se dirijian con las diestras enlazadas, en compañía de Diego

Colon y el Contador Cuéllar, á bordo de la hermosa galera que

por disposicion del Almirante debia conducir á la novia y su

padre á Cuba.
victima desmentian toda su aparente fuerza de alma.
Todo habia sido preparado para este viaje con la solicitud
Tres dias despues las dosamigas, en medio de lucido sequito,
se dirijian con las diestras enlazadas, en compafiia de Diego
más obsequiosa de parte de Diego Colon, que quería significar

á Velázquez de un modo inequívoco y suntuoso la alta estima-

cion en que tenia su amistad, honrando á su prometida en aque-

lla ocasion. María de Cuéllar recibió silenciosamente, como una


Colon y el Contador Cuellar a bordo de la hermosa galera que
I

estátua, los besos de ;sus amigas y compañeras, que con la


por disposicion del Almirante debia conducir a la novia y su
padre a Cuba.
mayor ternura le protestaban que jamás la olvidarían, y la

colmaban de bendiciones. La Virreina la estrechó en sus brazos

y le dijo al oído:

—No me engañas, querida María; veo tu corazon, y tiemblo.


Todo habia sido preparado para este viaje con la solicitud
¡Me ahoga la pena! Que Dios me confunda y me haga la más
mas obsequiosa de parte de Diego Colon, que queria significar
miserable de todas las mujeres, si no he hecho por tu dicha

cuanto he podido.
a Velazquez de un modo inequivoco y suntuoso la alta estima-
María de Cuéllar miró entónces á su amiga, y apoderándose

cion en que tenia su amistad, honrando a su prometida en aque-


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de ella una viva emocion prorrumpió en llanto. Hizo no obstan-

te un poderoso esfuerzo para hablar, y respondió á la Virreina:

lla ocasion. Maria de Cuellar recibi6 silenciosamente, como una


—Bendita seais mil veces, señora, por el bien que me hace

estatua, los besos de isus amigas y compafieras, que con la


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vuestra declaracion. ¡Y llegué á dudar de vos! Perdonadme, y

cualquiera que sea mi suerte, estad segura de que mi mayor

consuelo será el recuerdo de vuestra cariñosa amistad.


mayor ternura le protestaban que jama.s la olvidarian, y la
Por última vez las dos tiernas amigas se abrazaron: después

los Virreyes y su séquito salieron de á bordo y fueron á situar-


colmaban de bendiciones. La Virreina la estrech6 en sus brazos
se en el rebellín más avanzado de la ribera, hácia la embocadu- y le dijo al oido:
-No me engafias, queridaMaria; veo tu corazon, y tiemblo.
ra del rio; miéntras que la nave, izadas las velas, se deslizaba

1Me ahoga la penal Que Dios me confunda y me haga la mas


miserable de todas las mujeres, si no he hecho por tu dicha
cuanto he podido.
Maria de Cuellar mir6 ent6nces a su a1niga, y apoderandose
de ella una viva emocion prorrumpi6 en llanto. Hizo no obstan-
te un poderoso esfuerzo para hablar, y respondi6 a la Virreina:
-Bendita seais mil veces, sei'iora, por el bien que me hace
vuestra declaracion. iY llegue a dudar de vos! Perdonadme, y
cualquiera que sea mi suerte, estad segura de que mi mayor
consuelo sera el recuerdo de vuestra carifiosa amistad.
Por ultima v ez las dos tiernas amigas se abrazaron: despues
los Virrey es y SU seq uito salieron de a bo:rdo y fueron a situar-
se en el rebellin m as avanzadode la ribera, hacia la embocadu-
ra del rio; mientras que la nav e , izadas las velas, se deslizaba

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ENRIQUILLO 247
ENRIQUILLO 247

suavemente por la superficie de las aguas, teñidos los topes de


sua vemente por la superficie de las aguas, tei'iidos los top es de
sus mástiles con los reflejos del ocaso; y los blancos pañuelos,

su~ ma.stiles con los reflejos del ocaso; y los blanco~ pai'iuelos,
agitados desde su puente, contestaban a las sei'iales de adios
agitados desde su puente, contestaban á las señales de adiós

que hacían los de tierra en tanto que estuvieron á la vista.

XXXVIII

Declinaciones.
que hacian los de tierra en tanto que estuvieron a la vista.
Ya estaba tambien en Cuba el padre las Casas, despues de

haber pasado de propósito por la Maguana, donde permaneció

una semana en compañía de sus amigos, al dirijirse á Salvatie-

rra, que era el punto de embarque para todos los rezagados de

la expedicion de Velázquez, y en el que se acopiaban los re-


XX XVIII
puestos de animales, vitualla y otros elementos necesarios para

la colonizacion de la grande antilla occidental.

Declinaciones.
En este tránsito y visita del sacerdote, Enriquillo tuvo doble

causa de satisfaccion: una fué la presencia de su amado pro-

tector, y otra ver á Tamayo en su séquito, y saber que el padre

las Casas llevaba la intencion de dejárselo viviendo en la Ma-

guana, confiado al señor de Valenzuela.


Ya estaba tambien en Cuba el padre las Casas, despues de
Cordialmente reconciliado con el padre Espinal, que se habia
haber pasado de prop6sito por la Maguana, donde permaneci6
una semana en compafiia de sus amigos, al dirijirse a Salvatie·
vuelto á su convento desde España, á poco de haberle conver

tido fray Anton de Montesino á la buena causa, las Casas pidió

y obtuvo del contrito superior de los franciscanos que le entre-

gara á Tamayo como prenda de paz, ya que habia sido el mo-


rra, que era el punto de embarque para todos los rezagados de
tivo de la pasada desavenencia.

la expedicion de Velazquez, y en el que se acopiaban los re·


Quiso el filántropo templar con este consuelo á Enriquillo el

pesar de la despedida, que muy grande lo manifestó el sensible puestos de animates, vitualla y otros elementos necesarios para
joven.

la colonizacion de la grande antilla occidental.


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—Os vais,—dijo á las Casas tristemente,—y quizá no vol-

veré á veros nunca, padre y señor mio! Voy á quedar sin saber

cómo... Cuando mi prima acabe de crecer ¿quién vá á hacer por


En este transito y visita del sacerdote, Enriquillo tuvo dob1e
causa de satisfaccion: una fue la presencia de su am ado pro·
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ella y por mí lo que vos haríais? ¿Quién cuidará de que se cum-

tector, y otra ver a Tamayo en su sequito, y saber que el padre


pla la voluntad de mi tia Higuemota?

—No veo causa para esa afliccion, hijo mio;—contestó el sa-

las Casas llevaba la intencion de t1ejarselo vivjendo en la Ma-


guana, confiado al senor de Valenzuela.
Cordialmente reconciliado con el padre Espinal, que se habia
vuelto a su convento desde Espana, a poco de haberle conver
tido fray Anton de Montesino a la bu en a causa, las Casas pidi6
y obtuvo del contrito superior de los franciscanos que le entre-
gara a Tamayo como pFenda de paz, ya que habia sido el mo-
tivo de la pasada desa venencia.
Quiso el filantropo templar con este consuelo a Enriquillo el
pesar de la despedida, que muy grande lo manifesto el sensible
j6ven.
-Os vais,-diio a las Casas tristemente,-y quiza no vol-
vere a veros nunca, padre y senor mio! Voy a quedar sin saber
c6mo ... Cuando mi prima acabe de crecer (quien v a a hacer por
ella y por mi lo que vos hariais? (Quien cuidara de que se cum-
pla la voluntad de mi tia Higuemota?
-No veo causa para esa afliccion, hijo mio;-contest6 el sa-

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248 LEYENDA HIST
248

LEYENDA H1STC cerdote.-lQue dudas, quepando aqui mi amigo Don Francisco


y alla en Santo Domingo los sen.ores Vin~eyes? Cuba tampoco
cerdote.—¿Qué dudas, quedando aquí mi amigo Don Francisco

y allá en Santo Domingo los señores Virreyes? Cuba tampoco

está léjos, y presiento que más de una vez has de volver á verme

por acá, ántes de que llegue la época de tu matrimonio.


esta lejos, y presiento que mas de una vez bas de volver a verme
—Bien quisiera yo ir con vos miéntras tanto,—dijo Enrique.
por aca, antes de que llegue la epoca de tu matrimonio.
-Bien quisiera yo ir con vos mientras tanto,-dijo Enrique.
—¿Piensas lo qué dices?-replicó las Casas.—¿No me ha

dicho en tu presencia Don Francisco que ya tú entiendes más

que él mismo de sus notas y sus cuentas como de los indios que

le están encomendados, y que sin tí no sabría como valerse,


-lPiensas lo que dices?- replic6 las Casas.-lNo me ha
porque su hijo no lo ayuda?

dicho en tu presencia Don Francisco que ya tu entiendes mas


—He aquí, señor,—repuso Enriquillo,—que me sucede una

cosa extraña con el señor Andrés. Él no me dá motivo de queja;


que el mismo de sus notas y sus cuentas como de losindios que
me muestra amor, y siento que su padre le vitupere su negli-

gencia, y siempre le ponga por ejemplo mi conducta, dándole


le estan encomendados, y que sin ti no sabria como valerse,
en ojos conmigo.

porque su hijo no lo ayuda?


—¿Temes acaso que Andrés se resienta y tenga celos de tí?

—preguntó las Casas. -He aqui, senor,-repuso Enriquillo,·-que me sucede una


cosa extrana con el sefior Andres. El no mLe da motivo de queja;
—Os diré, señor. Hace pocos dias que elogiando mi activi-

dad, como acostumbra, acabó por mirarme riéndose de un modo

singular, y me dijo:—«Creo que mi padre te quiere más que á

mí, y que si puede, te dejara al morir todo lo suyo, y aun á mí


me muestra amor, y siento que su padre le vitupere su negli-
de criado para servirte.» Esta chanza me apesadumbró, y desde
gencia, y siempre le ponga por ejemplo 1ni conducta, dandole
en ojos conmigo.
entónces tengo la idea de que Don Andrés no me mira bien.

—Tal vez;—respondió pensativo las Casas;—pero tú sigue

siendo bueno, cumple tus deberes; sé humilde y manso de cora-

zon, y deja lo demás á Dios.


-lTemes acaso que Andres se resienta y tenga celos de ti?
-pregunt6 las Casas.
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El mismo dia siguió viaje las Casas, y embarcándose poco

despues en Salvatierra pasó sin novedad á Santiago de Cuba,

donde á la sazon se hallaba Diego Velázquez. Pronto echó de


-Os dire, senor. Hace pocos dias que elogiando mi activi-
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ver con dolor profundo el engaño que habia padecido contando

hallar en el conquistador de Cuba al antiguo pacificador del


. dad, como acostumbra, acab6 por mirarmie riendose de un modo
Bahoruco, dócil á sus buenos consejos y accesible á los impul-

singular y me dijo:-«Creo que mi padre te quiere mas que a


I

mi, y que si puede, te dejarli al morir todo lo suyo, y aun a mi


sos humanitarios. En vano trató de templar la crueldad con

que procedían los conquistadores en Cuba, representándose á

cada instante en aquel nuevo teatro de horrores las escenas

más reprobables y odiosas. Aquellos hombres endurecidos y


de criado para servirte.» Esta chanza me apesadumbr6, y desde
engreidos no le hacian caso, y se complacían en burlar su in-

ent6nces tengo la idea de q ue Don Andres no me mira bien.


-Tal vez;-respondi6 pensativo las Casas;-pero tu sigue
siendo bueno, cumple tus deberes; se hurr.tilde y manso de cora·
zon, y deja lo demas a Dios.
El mismo dia sigui6 viaje las Casas. y ·e mbarcandose poco
despues en Salvatierra pas6 sin novedad a Santiago de Cuba,
donde a la sazon se hallaba Diego Velazquez. Pronto ech6 de
ver con dolor profundo el engano que habia padecido contando
hallar en el conquistador.de Cuba al ant:iguo pacificador del
Bahoruco, d6cil a sus buenos consejos y accesible a los impul-
sos humanitarios. En vano trat6 de templar la crueldad con
que procedian los conquistadores en Cuba, representandose a
cada instante en aquel nuevo teatro de horrores las escenas
mas reprobables y odiosas. Aquellos ho1mbres endurecidos y
engreidos no le hacian caso, y se complacian en burlar su in-
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ENRJQUILLO 249
ENRIQUILLO 249

tervencion caritativa, siempre que se trataba de arrollar y re-


cervencion caritativa, siempre que se trataba de arrollar y re-
ducir á los que llamaban perros infieles. Velázquez se inclina-

ducir a los que llamaI;an perros infieles. Velazquez se inclina·


ba toda via alguna vez a obedecer las piadosas inspiraciones
ba todavía alguna vez á obedecer las piadosas inspiraciones

de su buen consejero, y las trasmitía en las órdenes é instruc-

de su buen consejero, y las trasmitia en las 6rdenes e instruc-


ciones que daba á sus subalternos; pero obrando éstos á distan-

cia de su gefe, se extralimitaban constantemente, bajo fútiles

pretextos, en el cumplimiento de lo que les era mandado; y aun-

ciones que daba a SUS SUbalternos; pero obrando estoS a distan-


cia de su gefe, se extralimitaban constantemente, bajo futiles
que las Casas acudía exasperado á reclamar contra los desa-

fueros, sus quejas se estrellaban en la escasa rectitud del go-

pretextos, en el cumplimiento de 10 que les era mandado; y aun-


bernante, que por debilidad verdadera y só color de razon po-

lítica disimulaba cuidadosamente su disgusto á los infractores,

y se abstenia de castigarlos: con ésto crecían las crueldades y

los desórdenes, referidos por el severo cuanto verídico las


que las Casas acudia exasperado a reclamar contra los desa-
Casas en páginas que pueden ser consideradas como el mayor
fueros, sus quejas se estrellaban en la escasa . rectitud del go-
bernante, que por debilidad verdadera y s6 color de razon po-
castigo de aquellos malvados, y el mejor escarmiento para los

tiranos de todas las edades.

XXXIX

Albricias.
litica disimulaba cuidadosamente SU disgusto a los infractores,
Cuando la nave que conducía á Cristóbal de Cuéllar y su
y se abstenia de castigarlos: con esto crecian las crueldades y
hija aportó á Las Palmas (80) encontrábase Diego Velázquez

todavía en Santiago de Cuba. Llevóle allá un correo lospliegos


los des6rdenes, referidos por el severo cuanto veridico las
que le anunciaban tan fausta nueva, y enterado de ella el afor-

tunado caudillo, reunió á los capitanes y principales caballeros


Casas en paginas que pueden ser consideFadas como el mayor
que de ordinario le acompañaban, diciéndoles jovialmente:

castigo de aquellos malvados, y el mejor esc:armiento para los


—¡Ea, amigos mios! Llegó mi dia. Enjaezad inmediatamen-

te vuestros caballos, y preparaos á acompañarme esta misma tiranos de codas las edades.
tarde á Puerto Santo (81), donde es llegada mi prometida novia.
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Todos estais invitados á mis bodas.

Estas razones fueron recibidas con alborozo y vítores de

todos los circunstantes, excepto un jóven caballero, que á tiem-


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po que Velázquez recibia los plácemes de los demás, se inmutó

visiblemente, y fué á sentarse en un sitio apartado.


XX XIX
Velázquez observó aquella turbacion, y supo desde luego á

Albricias.
~uando la nave que conducia a Crist6bal de Cuellar y su
hija aport6 a Las Palmas (80) encontrabase Diego Velazquez .
toda via en Santiago de Cuba. Llev6le alla un correo los pliegos
que le anunciaban tan fausta nueva, y enterado de ella el afor-
tunado caudillo, reuni6 a los capitanes y principales caballeros
que de ordinario le acompaiiaban, diciendoles jovialmente:
- j Ea, amigos mios! Lleg6 mi dia. Enjaezad inmediatamen-
te vuestros caballos, y preparaos a acompafiarme esta misma
tarde a Puerto Santo (81), donde es llegada mi prometida no via.
Todos estais invitados a mis bodas.
Estas razones fueron recibidas con alborozo y vitores de
todos los circunstantes, excepto un j6ven caballero, que a tiem-
po que Velazquez recibia los placemes· de lo:s demas, se inmut6
visiblemente, y fue a sentarse en un sitio apartado.
Velazquez observ6 aquella turbacion, y supo desde luego a

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250 LEYENDA HIST6RICA

que atribuirla. Adelant6se hacia el j6ven, y tendiendole con


250 LEYENDA HISTÓRICA

qué atribuirla. Adelantóse hácia el jóven, y tendiéndole con

franco ademan la diestra le dijo:

—Vos, señor Juan de Grijalva, ¿no me felicitais? Ved que os


franco ademan la diestra le dijo:
tengo por buen amigo mio.
-Vos, senor Juan de Grijalva, lno me felicitais?· Ved que os
tengo _por buen amigo mio.
—Perdonad, señor;—contestó Grijalva reponiéndose:—os

deseo todo género de felicidades, y pido ocasiones de probaros

mi amistad.

—Ya se os ofrece una,—replicó vivamente Velázquez.—


-Perdonad, sefi~r;-contest6 Grijalva reponiendose:-os
Mientras que todos estos caballeros van á holgar conmigo en

deseo todo genero de felicidades, y pido ocasiones de probaros


mis bodas, vos, Grijalva, quedaréis aquí con todos los afanes

y cuidados del mando, que os confiero y delego en mi ausencia.


mi amistad.
Ved que no es corto el sacrificio que os impongo.5

—Yo lo acepto con reconocimiento, Don Diego: dejadme


-Ya se os ofrece una,-replic6 vivamente Velazquez.-
vuestras instrucciones.

Mientras que todos estos caballeros van a holgar coqmigo en


—Se reducen á esta consigna, amigo Don Juan: órden y ac-

tividad. Orden, en que toda la gente que quedais gobernando mis bodas, vos, Grijalva, quedareis aqui con todos los afanes
y cuidados del mando, que os confiero y delego en miausencia.
cumpla cada cual con su deber. Actividad en que las obras pú-

blicas continúen sin interrupcion; especialmente la casa de go-

bierno, el almacen para víveres, la fortaleza del puerto y la

construccion de las pequeñas embarcaciones para explorar los


Ved que no .es corto el sacrificio que os i11npongo.~
rios.
-Yo lo acepto con reconocimiento, Don Diego: dejadme
vuestras instrucciones.
—Espero que quedaréis complacido, señor Don Diego,—

dijo Grijalva con acento humilde y melancólico.

Velázquez lo miró fijamente, y le estrechó otra vez la mano

Despues, como herido de una idea repentina, se dirijió á las


-Se reducen a esta consigna, amigo Don Juan: 6rden y ac-
Casas:
tividad. 6rden, en que toda la gente que quedais gobernando
cumpla cada cual con su deber . Actividad en que las obras pu-
—Mucho gusto tendría, padre Casas, en que vos fuérais
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quien me diera la bendicion nupcial, pero nadie como vos sabe

atraer y sacar partido de estos indios. Renuncio, pues, á mi

deseo, y os ruego que permanezcais aquí ayudando con vues-


blicas continuen sin interrupcion; especialrnente la casa de go·
biern0, el almacen para viveres, la fortaleza del pµerto y la
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tros consejos al señor Juan de Grijalva (82).

—Con toda el alma, señor,—contestó las Casas:—me place

infinito el arreglo, y no quedaréis por ello ménos bien casado.


construccion de las pequefias embarcaciones para explorar los
Rogaré al cielo por vuestra dicha.

Y dos horas más tarde Velázquez corría á caballo, seguido


rios.
de Cortés, Narváez, y casi todos los hidalgos de la colonia, en

-Espero que quedareis complacido, senor Don Diego,-


direccion á Baracoa.

dijo Grijalva con acento humilde y melanc6lico.


Velazquez lo mir6 fijamente, y le estrech6 otra vez la mano
Despues, como herido de una idea repe:ntina, se diriji6 a las
Casas:
-Mucho gusto tendria, padre Casas, en que vos fuerais
quien me diera la bendicion nupcial, pero nadie como vos sabe
atraer y sacar partido de estos indios. 1Renuncio, pues., a mi
deseo, y os ruego que permanezcais aqui ayudando con vues·
tros consejos al sefior Juan de Grijalva (82).
-Con toda el alma, sefior,-contest6 las Casas:-me place
infinito el arreglo, y no quedareis por ello menos bien casado.
Rogan~ al cielo por vuestra dicha.
Y dos horas mas tar.de Vela~quez cor:r.ia ~ caballo, seguido
de Cortes, Narvaez , y casi todos los hidalgt>s de la colonia , en
direccion a Raracoa. ;

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ENRIQUILLO 251
ENRIQUILLO ' 251

XL

Desenlace.

..
No más de cinco dias necesitó Diego Velázquez para hacer

todos los aprestos de su boda. De antemano se habia provisto

de sedas, joyas y paramentos preciosos de toda clase; y el in-


XL
genio de sus amigos suplió con exquisito buen gusto la falta

de elementos para que las fiestas fueran celebradas con el de-

coro y lucimiento que la ocasion requeria. Baracoa, poblacion

incipiente, cuyas pocas y modestas casas parecían como intimi-


Desenlace.
dadas con la vecindad de los gigantescos palmares, no podia •
aspirar todavía á la pompa de las decoraciones.urbanas, y por No mas de cinco dias necesito Diego Vela.zquez para hacer
todos los aprestos de su boda. De antemano se habia provisto
lo mismo se prefirió que el teatro de las fiestas semejara un

campamento que por el lujo pudiera competir con el de los prín-

cipes cruzados frente á Jerusalen; ó, segun los recuerdos coe-

táneos, con el de los Reyes católicos en los primeros tiempos


de sedas., joyas y paramentos preciosos de toda clase; y el in·
del célebre sitio de Granada.
genio de sus amigos suplio con exquisito buen gusto la falta
Aquellas pocas casas de Baracoa, como su única iglesia, des-

aparecieron bajo las brillantes colgaduras de damasco y ter-


de elementos para que las fiestas fueran ·cel1ebradas con el de·
ciopelo, y en torno suyo, más de un centenar de ricas tiendas

de campaña desplegaban al sol sus variados colores y daban al


coro y lucimiento que la ocasion requeria. Baracoa., poblacion
viento infinidad de lujosos estandartes, gallardetes y bande-

incipiente, cuyas pocas y modestas casas parecian como intimi-


rolas.

María de Cuéllar, fatigada de la navegacion, sintió grande


dadas con la vecindad de los gigantescos palmares, no podia
alivio al desembarcar en Baracoa, y de aquí dedujeron su pa-

dre y el novio que los aires de Cuba le eran muy favorables, y


aspirar toda -yia a la pomp a de las decoraciones ..urbanas, y por
que la virtud del matrimonio haría lo demás, restituyéndole to-

lo mismo se prefirio que el teatro de las fiestas semejara · un


talmente la salud. La sonrisa con que la jóven acojia estos li-

campamento.que por el lujo pudiera competir con el de losprin-


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sonjeros pronósticos, tanto podia significar un rayo amortigua-

do de esperanza, como la incredulidad más desdeñosa. Nadie

hubiera podido definirla.


cipes cruzados frente a jerusalen; 6, segun los recuerdos coe-
taneos, con el de los Reyes cat6licos en los primeros· tiempos
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Llegó el dia tan deseado de Velázquez. Era un domingo. La

naturaleza resplandecía con todas sus galas; el cielo estaba

puro, el sol brillante, los campos cubiertos de flores; todo con- del celebre sitio de Granada.
Aquellas pocas casas de Baracoa, como su unica iglesia, des·
/""

aparecieron bajo l.a s brillantes colgaduras de damasco y ter-


ciopelo, y en torno su.yo, mas de un centenar de ricas tiendas
de campafia desplegaban al sol sus variados colores y daban al
viento infinidad de lujosos estandartes, gallardetes y bande·
rolas.
Maria.fie Cuellar, fatigada de la navegac:ion, sintio grande
alivio al desembarcar en Baracoa, y de aqui dedujeron su pa·
dre y el novio que los aires de Cuba le eran niuy favorables, y
que la vh:tud del matrimonio haria lo demas, restituyendole to·
talmente la salud. La sonrisa con que la joven acojia estos li-
sonjeros pronosticos, tanto podia sig nificar un rayo amortigu a-
do de esperanza, como la incredulidad mas desdefiosa. Nadie
hubiera podido definirla.
Llego el dia tan deseado de Velazquez. Era un domingo. La
naturaleza resplandecia con todas sus galas ; el cielo estaba
puro, el sol brillante, los campos cubiertos de ft.ores; todo con-

Origin;;il from
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.. ~

.
252 LEYE~DA HIST61".ICA

vidaba a la alegria, y todo respiraba a.nimacion y contento.


252 . LEYENDA HISTÓRICA

vidaba á la alegría, y todo respiraba animacion y contento.

Hasta la novia, dirijiéndose al templo asida del brazo de su pa-

dre, se mostraba tan serena y complacida ¡reaccion extraña!


Hasta la novia, dirijiendose al templo asida del brazo de su ·pa·
que cuantos la veian juzgaban que era completamente dichosa.
dre, se mostraba tan serena y complacida jreaccion extra~a_t
que cuantos la veian juzgaban que era completamente dic.hosa.
De sus mejillas habia desaparecido la mate palidez, que como

ahuyentada por los arreboles de la aurora parecía haberse re-

fugiado en la ebúrnea y contorneada frente; sus ojos despedían

De sus mejillas habia desaparecido la mate palidez, que come


ahuye~tada por los .arreboles de l.a auro:ra parecia haberse re-
vivo fulgor, y toda ella estaba radiante de hermosura. Su pa-

dre creyó buenamente en un milagro; Velázquez llegó á supo-

ner que era amado, y bendijo su feliz estrella.

Las fórmulas matrimoniales se llenaron todas sin incidente


fugiado. en la eblirnea y contorneada fre.IJtte; sus ojos dctspedian
notable. El sí fué pronunciado por la doncella con voz clara y

segura, y los dos novios, ya unidos en indisoluble lazo, asistie-


vivo fulgor, y toda ella estaba radiante de hermQsura. Su.pa-
ron sentados en magnificos sitiales y bajo un dosel de púrpu-

dre ~r~yo buenamente en un milagro; Velazquez lleg.6 a su,po-


ra, ¡i la solemne misa que siguió inmediatamente á la ceremo-

nia matrimonial. Terminada la funcion religiosa se dirijieron


ner que era ama:do, y .bendijo su feliz estrella. ,·.
con gran acompañamiento á la casa de gobierno, donde á las

doce principió el suntuoso festin, que duró hasta las tres de la


.Las formulas matrimoniales se .lleuaron todas sin incidente
tarde. . . • ,'. ¡i-

notable. Elsi fue pronunciado por la doncella con voz dara·.y


para las cinco estaba dispuesta una justa de caballeros, en

la cual, deseoso de lucir su valor y gallardía honrando'digna- segura, y. los dos novios, ya unidos en indisoluble lazo, asistie- '
ron sentados en magnificos shiales y baLjo un dosel de pur.µu ..
mente á su esposa, Velázquez se habia comprometido á romper

ocho lanzas con otros tantos jinetes.

: A la hora prefijada, lleno de espectadores el extenso circuito

que, rodeado de las principales y más vistosas tiendas de cam-


ra,· ~t la solemne misa que sigui6 inmediatamente·a la ceren;io·
paña, servia de palestra; llevando el mantenedor y los demás
nia matPimonial. Terminada la funcion seligiosa se · dirijieran
con graa · acompafi.amiento a la c~sa de gobierno, don.de a las
contendientes, todos en soberbios corceles, por armas defensi-
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vas únicamente la bruñida coraza, para ostentaren toda su ri-

queza las cortesanas ropillas de brocado y las airosas sobre-

vestas; en el mismo punto en que Velázquez y el primer caba-


doce principi6 el suntuoso festin, que dur6 hasta las tres de la
tar de.
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llero que debia justar con él tomaban sus respectivos puestos,

Para las cinco estaba dispuesta una justa de cabaHei:os,~ en


y solo aguardaban la señal de las trompetas para lanzarse al

encuentro; en aquel momento en que la suspension.de los áni-

mos era general,-y el silencio absoluto y solemne, se oyó reso-

nar un grito agudo y angustioso, que partió de la tribuna prin-


la oual, deseoso de lucir su valor y gallardia honrando'digna-
cipal, desde donde asistían á la fiesta la familia y los deudos

·mante a su esposa, Velazquez se habia comprometido a romper


del Gobernador. Siguióse una revuelta confusionen la tribuna,

()CN<l> lanzas con otros tantos jinetes.


: ·A la h0ra prefijada, ll~no de espectadores el extenso circuito
que, rodeado de las principales y mris vi:stosas tiendas de cam-
pafia, servia de palestra; llevando el mantenedor y los denias
<i:C>ntendientes, todos en soberbios corceles, por armas deflensi-
vas unicamen~e la brunida coraza, para ostentar en toda:.su-ri-
q,ueza·1as .co.rtesanas ropillas de ·br0cado y ·las airosas .S Gbre·
vestas; en el mismo punto en que .Y elazquez y el pi;-imer«1aba-
Uero que debia justar con el tomaban sus respecti vos· puestos,
y solo aguardaban la sefial de las trompetas para lanzarse ·al
encuent·r o; eri aquel momento en que la 'suspension.de los ani-
mos era general,·y el silencio absoluto y soler'nne, se oyo reso-
nar ·un grito agudo y ·angustioso, que parti6 ·de la tribuna prin-
cipal; desde donde ·asistian a la fiesta la familia y los deudos
del Gobernador. Sig ui6se una r evuelta confusion .en la tli.ibuna,

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Muerte de María de Cuéllar


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Muerte de Maria de Cutlfar
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(
ENRIQUILLO 253

y cuando Velazquez, no repuesto aun de la primera sorpresa;


ENRIQUILLO 253

y cuando Velázquez, no repuesto aun de la primera sorpresa;

inquiría con inquieta mirada el motivo de aquella alteracion,


inquiria con inquieta mirada el motivo de aquella alteracion,
vió á Don Cristóbal de Cuéllar que adelantándose á la balaus-

vi6 a Don Crist6bal de Cuellar que adelantandose a la balaus-


trada, con voz y gesto despavoridos, le dirijió estas fatídicas

palabras:
trada, con voz y gesto despavoridos, le diriji6 estas fatidicas
—«¡Vuestra esposa se muere!»

Velázquez voló allá, y así terminó la fiesta. Encontró á su


palabras:
novia en los brazos de la jóven Catalina Juárez, la que despues

- « i Vuestra esposa se muere!>)


llegó á casarse con Hernan Cortés, y que habia ido á Cuba

como camarera de María de Cuéllar. Velazquez vol6 alla, y asi termin6 la fiesta. Encontr6 a su
novia en los brazos de la j6ven Catalina Juarez, la que despues
Privada ésta de sentido, la trasportaron á su lecho, y allí se

le prodigaron todos los socorros de la medicina. Permaneció

dos horas sin conocimiento, y le volvieron los sentidos por bre-

ves instantes, solamente para delirar en frases incoherentes,


lleg6 a casarse con Hernan Cortes, y que habia ido a Cuba
oyéndosela mencionar á>su padre, la Virreina, y el nombre de
como camarera de Maria de Cuellar.
Privada esta de sentido, la trasportaron a su lecho, y alli se
las Casas. Recayó muy pronto en la inercia, y volvió á delirar

al cabo de otras tres horas; alternando así el delirio y el letar-

go nervioso, bien que éste fué haciéndose cada vez más largo é

intenso. En tal estado duró la infeliz jóven cinco dias, y al


le prodigaron todos los socorros de la medilcina. Permaneci6
sexto, volviendo un momento en su acuerdo, fijó en su padre

dos horas sin conocimiento, y le volvieron lo:s sentidos por bre-


una mirada profunda, diciéndole con voz triste al par que tierna:

—Padre mio, os obedecí, y no me pesa. Bendecidme, y tened


ves instantes, solamente para delirar en frases incoherentes,
a bien recordar mi encargo al padre las Casas. Adiós!

Un destello de júbilo brilló en el rogjtro de Velázquez, al oir


-0yendosela mencionar a 1su padre, la Virreina, y el nombre de
hablar á su esposa. Acudió solícito al lecho desde el sillon en

las Casas. Recay6 muy pronto en la inercia, y volvi6 a delirar


que espiaba ansioso las peripecias de aquella misteriosa crisis,

al cabo de otras tres horas; alternando asi el delirio y el letar-·


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y no llegó sino á tiempo de ver la pálida frente de María incli-

narse como un lirio tronchado, y sus bellos ojos cerrarse para

siempre á la luz de la vida (83).


go nervioso, bi en q ue este fue haciendose cad.a vez mas largo e
intenso. En tal estado dur6 la infeliz j6ven. cinco dias, y al
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XLI

Una carta.

La noticia del trágico desenlace de las bodas del Gobernador sexto, volviendo un momento en su acuerdo, fij6 en su padre
una mirada profunda, diciendole con voz triste al par que tierna:
se esparció por toda la colonia, cubriendo de luto el corazon de

cuantos habian conocido á la hermosa y virtuosísima señora.

-Padre mio, os obedeci, y no me pesa. Bendecidme, y tened


.a bien recordar mi encargo al padre las Casas. Adi6s!
Un destello de jubilo bril16 en el rostro de Velazquez, al oir
hablar a su esposa. Acudi6 sollcito al lecho desde el sillon en
que espiaba ansioso las peripecias de aquella. misteriosa crisis,
y no lleg6 sino a tiempo de ver la palida frente de Maria incli-
narse como un lirio tronchado, y sus bellos ojos cerrarse para
siempre a la luz de la vida (83).

XLI

Una carta.
La noticia del tragico desenlace de las bod.as del Gobernador
se esparci6 por toda la colonia, cubriendo de luto el corazon de
cuantos habian conocido a la hermosa y virtuosisima senora .
./
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254 LEYEXDA lilST6RICA

254 - LEYENDA HISTÓRICA

A¿ ser comunicada á Santiago de Cuba oficialmente, por plie-


AJ ser comunicada a Santiago de Cuba oficialmente, por plie-
gos que los secretarios Andrés Duero y Hernan Cortés dirijie-

gos que los secretarios Andres Duero y Hernan Cortes dirijie-


ron el mismo dia a Grijalva y al padre las Casas, este observo
ron el mismo dia á Grijalva y al padre las Casas, éste observó

atentamente el efecto que tan inesperada nueva hiciera en su

jóven amigo y compañero. Contra lo que suponia el buen

sacerdote, Grijalva leyó la fatal comunicacion hasta el fin, sin


atentamente el efecto que tan inesperada nueva hiciera en su
hacer ningun extremo de dolor ó de sorpresa. Únicamente la

palidez que cubrió su semblante denunciaba la emocion que


j6ven amigo y compafiero. Contra lo que suponia el buen
aun en el más indiferente debia causar suceso tan lastimero é sacerdote, Grijalva ley6 la fatal comunic:acion hasta el fin, sin
hacer ningun extremo de dolor 6 de sorpresa. Unicamente la
imprevisto. Terminada la lectura, Grijalva, con gran serenidad

y compostura dijo en alta voz á los que le acompañaban:

—Ha pasado á mejor vida la esposa del Gobernador. ¡Hága-

se la voluntad de Dios, y veneremos sus designios aunque no


palidez que cubri6 su semblante denunciaba la emocion que
alcancemos á comprenderlos! Padre las Casas, á vos toca ha-
aun en el mas indiferente debia causar suceso tan lastimero e
imprevisto. Terminada la lectura, Grijalva, con gran serenidad
cer preparar todo lo que á la Santa Iglesia concierne para las

honras fúnebres de la señora... En cuanto á lo que es de nues-

tra incumbencia como autoridades y como caballeros, oidme:—

dijo volviéndose á los demás circunstantes:—Que ninguna ban-


y compostura dijo en al ta voz a los que le acompafiaban:
dera flote á los vientos sino anudada y á media asta; que de
-Ha pasado a mejor vida la esposa del Gobernador. jHaga-
se la voluntad de Dios, y veneremos sus designios aunque no
hora en hora resuene el cañon en señal de duelo hasta que ter-

minen los funerales; que nadie ose hacer ruido ni demostracion

alguna que no sea de luto y de tristeza. Acópíense todas las

flores de los campos vecinos para cubrir el túmulo y las pare-


alcancemos a comprenderlos! Padre las Casas, a VOS toca ha-
des del templo... Vos# Padre Casas, no vacilaréis en des-

cer preparar todo lo que a la Santa Iglesia concierne para las


honras funebres de la senora ... En cuanto a lo que es de nues-
pojar para tan piadoso homenage vuestros hermosos rosales

de la Española, de esas lindas flores que ayer admirábamos

juntos. Tal vez, cuando crecían esos arbustos, recojieron su

tra incumbencia como autoridades y como caballeros, oidme:-


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mirada y oyeron su voz, allá en las márgenes deleitosas del

Ozama, donde un dia la vimos todos risueña y feliz... Id, seño-

dijo volviendose a los demas circunstantes:-Que ninguna ban-


dera flote a los vientos sino anudada y a media asta; que de
res; necesito estar solo para llenar otras atenciones.
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Todos, excepto las Casas, se retiraron á cumplir lo que se

hora en hora resuene el cafion en seilal de duelo hasta que ter-


les ordenaba.

El sacerdote permaneció inmóvil, contemplando fijamente al

jóven capitan.

—Deseo quedarme solo, padre Casas,—repitió éste,—y os


minen los funerales; que nadie ose hacer ruido ni demostracion
ruego que vayais á ordenar las exequias.
alguna que no sea de luto y de tristeza. Ac6piense todas las
fl.ores de los campos vecinos para cubrir el tumulo y las pare-
—¿No necesitais vos mi asistencia para lo que pensais hacer

des del templo... Vos 111 Padre Casas, no vacilareis en des-


pojar para tan piadoso homenage vuestros hermosos rosales
de la Espafiola, de esas lindas fl.ores que ayer admirabamos
juntos. Tal vez, cuando crecian esos arbustos, recojieron su
mirada y oyeron su voz, alla en las margenes deleitosas del
Ozama, donde un dia la vimos todos risuefia y feliz ... Id, sefio-
res; necesito estar solo para llenar otras atenciones.
Todos, excepto las Casas, se retiraron a cumplir lo que se
les ordenaba.
El sacerdote permaneci6 inm6vil, conte:mplando fijam en teal
j6ven capitan.
-Deseo quedarme solo, padre Casas ., -repiti6 este,-y OS
ruego que vayais a ordenar las exequias .
-~No necesitais vos mi asistencia para lo que pensais hacer

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ENRIQUILLO 255
ENRIQUILLO - 255

solo, señor Juan deGrijalva?—respondió las Casas con acento


solo, senor Juan de Grijalva?-respondio las Casas con acento
profundamente conmovido.—Si se trata de llorar, yo tambien
profundamente conmovido.-Si se trata de Uorar, yo tambien
lo necesito: ved; mis ojos están preñados de lágrimas.

Grijalva miró sorprendido al sacerdote.


lo necesito: ved; mis ojos estan pref'iados de :Lagrimas.
—¿Sabeis...?—comenzó á decir dudoso.

—¡Todo!—le interrumpió las Casas.—Arde en mi pecho la


Grijalva miro sorprendido al sacerdote.
indignacion, cuando considero que ese cruel padre ha conduci-

-lSabeis ... ? -comenz6 a decir dudoso.


do la pobre niña al sepulcro, á sabiendas, y solo por empeños

de mal entendida honra. -iTodol-le interrumpi6 las Casas_.-Arde en mi pecho la


—¿Lo creeis así?—replicó Grijalva con aire de incredulidad.

—Lo sé;—repuso las Casas con firme acento.


indignacion, cuando considero que ese cruel padre ha conduci-
—¿Sabeis que yo la amaba?

—Sí; y que érais correspondido.


do la pobre nif'ia al sepulcro, a sabiendas, y solo por empe:f'ios
—Que ella me pospuso á otro,—insistió el jóven articulando de mal entendida honra. ·
-(Lo creeis asi?-replic6 Grijalva con aire de incredulidad.
con amargura las palabras;—y, ántes de informarme de la pre-

tension del capitan Velázquez, le escribió comprometiéndose á

ser su esposa, y dándole cita...

—Ella ha muerto, y ha llegado la hora de descorrer los ve-


-Lo se;-repuso las Casas con firme acento.
\

los;—dijo con solemnidad el sacerdote.—Señor Juan de Grijal-


-<!_Sabeis que yo la amaba?
-Si; y que erais correspondido.
va, vos érais el único objeto del casto amor de María de Cuéllar.

Cumplo una antigua recomendacion suya poniendo en vuestras

manos esta carta, que os enseñará á sufrir cristianamente, y á

bendecir la memoria de la que ya no existe.


-Que ella me pospuso a otro,-insisti6 el j6yen articulando
Y diciendo estas palabras, el padre las Casas entregaba al
con amargura las palabras;-y, antes de informarme de la pre·
tension del capitan Velazquez, le escribi<J. co:mprometiendose a
sorprendido mancebo el depósito que le confiara en Santo Do-

mingo María de Cuéllar.

Grijalva leyó ávidamente y con trémula voz, que la emocion

ser su esposa, y dandole cita ...


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interrumpió muchas veces, la carta de su amada, concebida en

estos términos:

-Ella ha muerto, y ha 11egado la hora de descorrer los ve·


«Muy presto y de súbito se ha desmoronado el quimérico

los;-dijo con solemnidad el sacerdote.-Sef'ior Juan de Grijal ·


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edificio de mi ventura. Vos me culpais, y huís de mí sin oirme...

¡Dios os perdone como yo os perdono vuestra dura injusticia!

Vuestro es mi amor, y solo vuestro. Quise deshacer el compro-


va, vos erais el tinico objeto del casto amor de Maria de Cuellar.
miso de mi padre, sin faltar á la obediencia de buena hija, y lo

Cumplo una antigua recomendacion suya poniendo en vuestras


único que he conseguido es que mi fé padezca en vuestr» opi-

nion, habiéndome visto obligada á prestar el refuerzo de enga- manos esta carta, que os ensef'iara a sufrir ciristianamente, y a
bendecir la memoria de la que ya no existe.
ñosas apariencias á mi propio sacrificio, por salvar á una ami-

Y diciendo estas palabras, el padre las Casas entregaba al


sorprendido mancebo el dep6sito que le confiara en Santo Do-
mingo Maria de Cuellar.
Grijalva ley6 avidamente y con tremula voz, que la emocion
interrumpi6 muchas veces, la carta de su atnada, concebida en
estos terminos:
«Muy presto y de stibito se ha desmoronado el quimerico
edificio de mi ventura. Vos me culpais, y huis de mi sin oirme ...
i Dios os perdone como. yo os perdono vuestra dura injusticia!
Vuestro es mi amor, y solo vuestro. Quise deshacer el compro-
miso de mi padre, sin faltar a la obediencia de buena hija, y lo
tinico que he conseguido es que mi fe padezca en vuestr~ opi-
nion, habiendome visto obligada a prestar el refuerzo de enga-
dosas apariencias a mi propio sacrificio, por salvar a una ami-

. Original from
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256 LEYENDA H1ST6RICA

256 LEYENDA HISTÓRICA

ga generosa del mal paso en que su mucho amor á mí la habia


ga generosa· del mal paso en que su mucbo amor a mi la habia
puesto. No de otro modo hubiera yo consentido en escribir bajo
puesto . No de otro modo hubiera yo consentido en escribir bajo
dictado ajeno, comprometiendome a lo que jamas quisiera, lle-
dictado ajeno, comprometiéndome á lo que jamás quisiera, lle-

vada de la promesa que se me hizo de que el empeño no tendría

efecto, demorándolo cuanto fuera posible. Esto es lo cierto; y

os lo juro por nuestro divino Redentor, el que todo lo vé, y á


vada de la promesa que se me hizo de que el empefio no tendria
quien no se puede engañar.

efecto, demorandolo cuanto fuera posible. Esto es lo cierto; y


OS lo juro por nuestro divino Redentor, el que todo lo ve, y a
»Estoy resignada á morir, Grijalva, y mi alma os amará

aun más allá de esta vida. Moriré sin duda, muy pronto: ¡ojalá

el cielo, propicio á mis votos, me dispense esa gracia, ántes que

el aborrecido vínculo llegue á ligar mi fé á otro hombre! Pero


quien no se puede engafiar.
nada quiero hacer, decir, ni pensar, que no sea conforme á lo

»Estoy resignada a morir, Grijalva, :y mi alma os amara


que demanda mi deber, como verdadera cristiana que espera

alcanzar en un mundo mejor el bien que en éste se le niega. aun mas alla de esta vida. Morire sin duda, muy pronto: jojala
el cielo, propicio a mis votos, me dispense esa gracia, antes que
Haced, Don Juan, otro tanto, si es cierto que ine amásteis; si es

que aun no habeis dejado de amarme. Entónces nada podrá im-

pedir que nuestras almas obtengan en el cielo por la bondad

infinita del Creador, la dicha de contemplarse y de vivir la una


el aborrecido vinculo llegue a Jigar mi fe a otro hombre! Pero
en la otra eternamente. Con esta aspiracion os envía paz y os
nada quiero hacer, decir, ni pensar, que no sea conforme a lo
que demanda mi deber, como verdadera cristiana que espera
dedica todos sus pensamientos la infeliz, María de Cuéllar.y

Acabando la triste lectura, Grijalva estrechó convulsiva-

mente el papel contra su pecho, y por buen espacio guardó si-

lencio, con la mirada fija y en una especie de arrobamiento do-


alcanzar en un mundo mejor el bien que en este se le niega.
loroso. Por último, como respondiendo á la voz secreta de su
Haced, Don Juan, otro tanto, si es cierto que me amasteis; si es
propia conciencia, exclamó en un vehemente arrebato de

ternura:
que aun no habeis dejado de amarme. Ent 6nces nada podni im-
1

—¡Sí, María; alma sublime, ángel de luz! Yo no era digno de

pedir que nuestras almas obtengan en ell cielo por la bondad


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tí; yo no alcancé nunca á comprender tu generoso corazon...!

Yo te acusé groseramente, como á un ser voltario y desleal...

infinita del Creador, la dicha de contemplarse y de vivir la una


¡Ciego y miserable Grijalva! ¿Dónde están tus fuerzas para so-

en la otra eternamente. Con esta aspiradon os envia paz y os


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portar la carga de la existencia? ¿Qué harás en el mundo; qué

expiacion será suficiente para merecer el alto bien con que al

morir soñaba aquella alma candorosa? ¿Podrá resucitar mi


dedica todos sus pensamientos la infeliz, J'Yar{a de Cuellar.>
muerta fé?... Imposible!

—Grijalva,—dijo las Casas con severidad:—no cedais co-


Acabando la triste lectura, Grijalva estrech6 convulsiva·
bardemente al desaliento. Nada teneis que espiar: oid la voz de
mente el papel contra su pecho, y por buen espacio guard6 si-
lencio, con la mirada fija yen una especie de arrobamiento do-
esa noble y santa criatura que os indica desde el cielo el cami-

loroso. Por ultimo, como respondiendo a la voz secreta de su


propia conciencia , exclamo en un vehemente arrebato <.le
ternura:
-jSi, Maria; alma sublime, angel de luzl Yono eradigno de
ti; yo no alcance nunca a comprender tu generoso corazon ~· · !
Yo te acuse groseramente, como a un se:r voltario y desleal ...
jCiego y miserable Grijalva! (D6nde estan tus fuerzas para so-
portar la carga de la existencia? (Que hanis en el mundo; que
expiacion seni suficiente para merecer ell alto bien con que al
morir sonaba aquella alma candorosa? (Podra resucitar mi
m.uerta fe? ... Imposiblel
-Grijalva, -dijo las Casas con severidad:-no cedais co-
bardemente al desaliento. Nada teneis que espiar: oid la voz de
esa noble y santa criatura que os indica dlesde el cielo el cami-

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ENRIQUILLO 257
ENRIQUILLO 257

no que debeis seguir. Cumplid como bueno vuestro destino en


no que debeis seguir. Cumplid como bueno vuestro destino en
este mundo; haced bien, y vivid esta vida mortal sin ambicion,

sin ódio, rectamente; como quien sabe que ella es solo un trán-
este mundo; haced bien, y vivid esta vida mortal sin ambicion,
sito para llegar á la eterna felicidad reservada á los justos.

sin 6dio, rectamente; como quien sabe que ella es solo un tran-
XLII

Azares. sito para llegar a la eterna felicidad reservada a los justos.


A ños despues, Diego Velázquez, noticioso de que al occiden-

te de Cuba yacia una tierra poblada de mucha gente y rica de

oro, haciendo agravio á Francisco Hernández, que fué el pri-

mer explorador de la costa de Yucatan; posponiendo á muchos

XLII
varones de guerrera fama y experimentados en la conquista,

quiso absolutamente que el capitan Juan de Grijalva fuera como

general y gefe supremo de la armada que mandó á proseguir

aquel descubrimiento.

Hernan Cortés, entónces secretario de Velázquez; ageno,

Azares.
como todo hombre de corazon bien puesto, á los impulsos de la

vil envidia, fué á felicitar al jóven caudillo por su eleccion para

tan alta empresa, y le dirijió este cumplido, abrazándolo cor-


A nos despues, Diego Velazquez, noticioso de que al occiden-
dialmente:

—La fortuna y la gloria os tienden los brazos, sefíor Don


te de Cuba yacia una tierra poblada de mucha ·g ente y rica de
Juan. Bien lo mereceis.

oro, haciendo agravio a Francisco Hernandez, que fue el pri-


mer explorador de la costa de Yucatan; posponiendo a muchos
—Buscan á quien no las quiere, Don Hernando;—respondió

Grijalva:—recordad lo que os dije una tarde, cabalgando jun-

tos en Santo Domingo.

— Bien lo recuerdo,—repuso Cortés;—y me congratulaba con


varones de guerrera fama y experimentados en la conquista,
la creencia de que el tiempo hubiera cambiado vuestras ideas.

Grijalva fué mandando la expedicion, en la que iban á sus


quiso absolutamente que el ca pi tan Juan de Grijalva fuera como
general y gefe supremo de la armada que mand6 a proseguir
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órdenes Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, y otros ca-

aquel descubrimiento.
pitanes que.despues se hicieron célebres é ilustres. Exploró las

costas de Yucatan y de Campeche: en este último punto expu-

Hernan Cortes, ent6nces secretario de Velazquez; age_no,


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so generosamente su persona por salvar á unos soldados impru-

dentes de manos de los naturales, y salió herido: no permitió á

pesar de esto que los suyos castigaran á aquellos salvajes, por


como todo hombre de corazon bien puesto, a los impulsos de la
vil envidia, fue a felicitar al j6ven caudillo por su eleccion para
17 s

tan alta empresa, y le diriji6 este cumplido, abrazandolo cor-


dialmente:
-La fortuna y la gloria os tienden los brazos, seftor Don
Juan. Bien lo mereceis.
-Buscan a quien no las quiere, Don Hernando;-respondi6
Grijalva: -recordad lo que os dije una tarde, cabalgando jun-
tos en Santo Domingo.
-Bien lo recuerdo, -repuso Cortes;-y me congratulaba con
la creencia de que el tiempo hubiera cambiado vuestras ideas.
Grijalva fue mandando la expedicion, en la que iban a sus
6rdenes Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, y otros ca·
pitanes que .despues se hicieron celebres e ilustres. Explor6 las
costas de Yucatan y de Campeche: en este ultimo punto expu·
so generosamente su persona por salvar a unos soldados impru-
dentes de manos de los naturales, y sali6 herido: no permiti6 a
pesar de esto que los suyos castigaran a aquellos salvajes, por
17
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·-
25S LEYE~DA HIST6RICA

juzgar que ia razon estuvo de parte de ellos, y d~jandolos en


25S LEYENDA HISTÓRICA

juzgar que la razon estuvo de parte de ellos, y dejándolos en

paz, llegó al rio de Tabasco, donde ya tenian noticia de sus

humanitarios procedimientos. El generoso cacique del lugar


paz, lleg6 al rio de Tabasco, donde ya t:enian noticia de sus
fué á su nave y obsequió al jóven general, vistiéndole por sus
humanitarios procedimientos. El generoso cacique del lugar
propias manos una armadura completa, labrada con sorpren-

dente primor (84), y compuesta de ricas piezas de oro bruñido.


fue a su nave y obsequi6 al j6ven general, vistiendole por sus
Con este magnifico atavío la natural hermosura de Grijalva se

realzó extraordinariamente, causando admiracion á todos sus


propias manos una armadura completa, labrada con sorpren-
compañeros (85), á quienes pareció en aquel momento ver

dente primor (84), y compuesta de ricas piezas de oro brui'iido.


la imágen del fabuloso Aquíles, ó del célebre Alejandro'

Magno. Con este magnifico ata vio la natural hern1osura de Grijalva se


Pero por suerte no padecía el bizarro caudillo castellano la

epilepsia belicosa del hijo de Peleo, ni la fiebre de ambicion y


realz6 extraordinariamente, causando admiracion a todos sus
de conquistas, la insania dominadora del héroe macedon. En

compafieros (85), a quienes pareci6 en aquel momento ver


vano, para despertar en el ánimo enfermo de su general el

apagado amor de la gloria, y estimularlo á tomar posesion de la imagen del fabuloso Aquiles, 6 dell celebre Alejandro
Magno.
aquella tierra tan maravillosamente rica, los españoles bauti-

zan con el nombre de Grijalva, que hoy lleva, al rio de Tabas-

co; en vano el piloto Alaminos se niega á señalar los rumbos

para que la escuadra se aleje de la encantada ribera. El virtuo-


Pero por suerte no padecia el bizarro caudillo castellano la
so capitan resiste inflexible á todas las tentaciones; cíñese es-
epilepsia belicosa del hijo de Peleo, ni la fi.ebre de ambicion y
trictamente á las instrucciones de Velázquez, que le vedan po-

blar de asiento en parte alguna, y arrojando una mirada fria


de conquistas, la insania dominadora del heroe macedon. En
sobre la riquísima presa que sus subordinados contemplan con

envidioso pesar, hace prevalecer su autoridad, y vuelve desde-


vano, para despertar en el ariimo enfermo de su general el
ñosamente la espalda á la risueña fortuna.

apagado amor de la gloria, y estimularlo a tomar posesion de


Este rasgo de inconcebible desprendimiento, de fidelidad y

aquella tierra tan maravillosamente rica, los espai'ioles bauti-


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abnegacion delicada, es correspondido por Velázquez, á quien

deslumbran y embriagan las narraciones entusiastas de los

compañeros de Grijalva, con la más torpe ingratitud, y el no-


zan con el nombre de Grljalva, que hoy 11.eva, al rio de Tabas-
co; .e n vano el piloto Alaminos se niega :a sefialar los rumbos
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ble y desinteresado jóven escucha amargos reproches, y reco-

je grosero desvío, por un procedimiento que debió poner el col-

mo á la estimacion y la gratitud del obcecado Velázquez, res- para que la escuadra se aleje de la encantada ribera. El virtuo-
so capitan resiste inflexible a todas las tentaciones; cifiese es-
pecto de su antiguo y generoso rival.

Hernan Cortés, el mismo que, alzándose más tarde con los

recursos de Velázquez y con la conquista de Méjico, debia ven-

gar aquella ingratitud, y vengar al mismo tiempo á Diego Co-


trictamente a las instrucciones de Velazquez, que le vedan po-
blar de asiento en parte alguna, y arroja.ndo una mirada fria
sobre la riquisima presa que sus subordinados contemplan con
envidioso pesar, hace prevalecer su autor:idad, y vuelve desde-
fiosamente la espalda a la risueila fortuna.
Este rasgo de inconcebible desprendinaiento, de fidelidad y
abnegacion delicada. es correspondido por Velazquez, a quien
deslumbran y embriagan las narracione:s entusiastas de los
compafieros de Grijalva, con la mas torpe ingratitud, y el no-
ble y desinteresado j6ven escucha amargos reproches, y reco-
je grosero desvio, por un procedimiento q ue debi6 poner el col-
mo a la estimacion y la gratitud del obcecado Vel~zquez, res-
pecto de su antiguo y generoso rival.
Hernan Cortes, el mismo que, alzandose mas tarde con los
recursos de Velazquez y con la conquista de Mejico, debia ven·
gar aquella ingratitud, y vengar al mismo tiempo a Diego Co-

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ENRIQUILLO 259
ENRIQUILLO 259

Ion de la ulterior deslealtad de su teniente, volvió á visitar al


lon de la ult~rior deslealtad de su teniente, volvi6 a visitar al
desfavorecido Grijaiva, y le preguntó admirado:

—¿Conque era cierto aquel voto vuestro...? ¿Despreciais la


desfavorecido Grijalva, y le pregunt6 admirado:
gloria y la fortuna, segun lo escuché de vos en Santo Do- -lConque era cierto aquel voto vuestro .... ? lDespreciais la
gloria y la fortuna, segun lo escuche de vos en Santo Do-
mingo?

—¡No he nacido con buen sino, Don Hernando!—contestó

sombríamente Grijalva, como en aquella misma tarde cuyo

recuerdo evocaba Cortés, y en la cual palideció para siempre la


mingo?
ventura del triste mancebo.
-jNo he nacido con buen sino, Don He:rnando!-contest6
sombriamente Grijalva, como en aquella rnisma tarde cuyo
Poco tiempo despues, resentido del mal tratamiento que re-

cibiera de Velázquez, soportando impaciente la carga de su

vida, salió de Cuba; fué á Santo Domingo á dar un postrer abra-

zo á su fiel amigo las Casas, y á ver por última vez los sitios
recuerdo evocaba Cortes, y en la cual palideci6 para siempre 1£!
que habian sido teatro de su efímera dicha (86). De aquí pasó á

ventura del triste mancebo.


Nicaragua, donde al cabo concluyó trágicamente su cansada

existencia, á manos de los fieros indios del valle de Ulanche.


Poco tiempo despues, resentido del mal tratamiento que re-
Fué bueno y magnánimo: su desinterés y humanidad hacen

singular contraste con la codicia y la dureza que caracteriza-


cibiera de Velazquez, soportando impaciente .Ia carga de su
ron á los hombres de su tiempo, y su nombre ha merecido la

vida, sali6 de Cuba; fue a Santo Domingo a dar un postrer abra-


zo a su fiel amigo las Casas, y a ver por ultima vez los sitios
estimacion de la posteridad (87).

"SE/"

que habian sido teatro de su efimera dicha (86). De aqui pas6 a


Nicaragua, donde al .cabo concluy6 tragica:rnente su cansada
existencia, a manos de los fieros indios del valle de UlaQche.
Fue bueno y magnanimo: su desinteres y humanidad hacen
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singular contraste con la codicia y la dureza que caracteriza-


ron a los hombres de su tiempo, y su nombre ha merecido la
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estimacion de la posteridad (87).

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....
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ENRIQUILLO

TERCERA PARTE.

Los leales.

Ya en el año de gracia mil quinientos catorce, los oficiales

reales en la isla Española, con el poderoso auxilio del obispo

de Búrgos Juan Rodríguez de Fonseca (88), el secretario real

Lope de Conchillos y otros personajes de omnimoda influencia

en la corte de Castilla, habian conseguido acabar de una vez

con el crédito del jóven Almirante Don Diego Colon, y causar

/
mortal quebranto á los intereses de su casa. Arrogándose hi-

pócritamente el título de servidores del Rey, los del bando que

en Santo Domingo acaudillaba el tesorero Miguel de Pasamon-

te, á fuerza de llamar deservidores al Almirante y sus ami-

gos (89), lograron que en la madre patria fueran tenidos por

malvados y enemigos públicos, á quienes se debia imputar la


ENRIQUILLO
rápida despoblacion de la Isla, que en realidad solo era efecto

de la despiadada política de Ovando (90).

Apoyaban este grave cargo en el hecho de que el Almirante,

poco despues de su llegada á la Española, quitó los indios á los

que por el Comendador los tenian, para encomendarlos á los

parciales de su casa. Los desposeidos, con esa impudencia que TERCERA PARTE.
acompaña siempre á los paroxismos de la codicia, alzaban

I
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Los leales.
Ya en el ano de gracia mil quinientos catorce, los oficiales
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reales en la isla Espanola, con el poderoso auxilio del obispo


de Burgos Juan Rodriguez de Fonseca (88), el secretario real
Lope de Conchillos y otros personajes de ornnimoda influencia
en la corte de Castilla, habian conseguido acabar de una vez
con el credito del j6ven Almirante Don Die;go Colon, y causar
mortal quebranto a los intereses de su casa. Arrogandose hi-
p6critamente el titulo de servidores del Rey, los del bando que
en Santo Domingo acaudillaba el tesorero Miguel de Pasamon-
te, a fuerza de llamar d eservidores al Alrnirante y SUS ami-
gos (89), lograron que en la madre patria fueran tenidos por
mal vados y enemigos publicos, a quienes se debia imputar la
rapida despoblacion de la Isla, queen realidad solo era efecto
de la despiadada politica de Ovando (90).
A poyaban este grave cargo en el becho de que el Almirante,
poco despues de SU llegada a la Espanola, quit6 los indios a los
que por el Comendador los tenian, para encomendarlos a los
parciales de su casa. Los desposeidos, con esa impudencia que
acompana siempre a los paroxismos de la codida, alzaban

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262 LEYENDA HIST6RICA

262 LEYENDA. HISTÓRICA

ahora el grito contra el último repartimiento; acusaban á su


ahora el grito contra el ultimo repartimiento; acusaban a su
vez la tiranía de los beneficiados, y desentendiéndose de que

ellos habian sido los más eficaces agentes de la espantosa des-


vez la tirania de los beneficiados, y desentendiendose de que
truccion de la raza indígena, como único remedio posible ins- ellos habian sido los mas eficaces agentes de la espantosa des-
truccion de la raza indigena, como unico remedio posible ins-
taban con ahinco por que los miserables restos de ella volvie-

ran á ser puestos bajo su dura potestad.

Rodrigo de Alburquerque, vecino principal de la Vega, era

el hombre más adecuado para servir aquellos desordenados


ta.ban con ahinco por que los miserables restos de ella volvie-
apetitos. Ayudado por Pasamonte y con el favor de su tio el
ran a ser puestos bajo su dura potestad.
Rodrigo de Alburquerque, vecino principal de la Vega, era
Licenciado Luis Zapata, del Consejo real, compró el codiciado

oficio de repartidor de indios, (que era una de las prerroga-

tivas del Almirante), y de tal manera lo ejerció, tanto cinismo

y avilantez ostentó en los actos de su repartimiento, que la His-


el hombre mas adecuado para servir aquellos desordenados
toria, dejando oportunamente á un lado la magestad y eleva-
apetitos. Ayudado por Pasamonte y con el favor de su tio el
cion que le son propias, ha dado con justicia al célebre repar-

tidor el dictado de sin vergüenza (91).


Licenciado Luis Zapata, del Consejo real, compr6 el codiciado
Bajo semejantes auspicios, el repartimiento que hizo Rodri-

go de Alburquerque no podia ser ni fué otra cosa que una


oficio de repartidor de indios, (que .era una de las prerroga-
subasta de siervos. «El que más dió más tuvo» (92) y por consi-

ti vas del Almirante). y de tal man era lo ejerci6, tan to cinismo


guiente, «fueron terribles los clamores que los que sin indios

quedaron daban contra él, como contra capital enemigo, di-


ya vilantez ostent6 en los actos de su repartimiento, que la His-
ciendo que habia destruido la isla» (93).

Así, pues, en la porfiada contienda de los dos bandos de la


toria, dejando oportunamente a un lado la magestad y eleva-
isla Española, siempre tocaba á los pobres indios el peor lote

cion que le son propias, ha dado con justicia al celebre repar-


de las desventuras del vencido. Inútilmente habian desplegado

los poderosos recursos de una actividad infatigable y de una tidor el dictado de sin verguenza (91).
Bajo semejantes auspicios, el repartimiento que hizo Rodri-
piedad digna de eterno elogio el elocuente y fogoso fray Anton
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de Montesino, el venerable fray Pedro de Córdova, que hizo

un viaje á España para sostener personalmente las reclama-

ciones de su comunidad, y otros filántropos que querían salvar


go de Alburquerque no podia ser ni fue otra cosa que una
subasta de siervos. «El que mas di6 mas tuvo» (92) y por consi-
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los restos de aquella raza infortunada.

guiente, «fueron terribles los clamores que los que sin indios
Las ordenanzas de Búrgos, las de Valladolid y otras provi-

dencias soberanas justas y benévolas, arrancadas á la Corona

por el ardiente celo de aquellos varones insignes, de nada sir-

vieron, pues nunca faltaron pretextos para disfrazar de nece-


quedaron daban contra el, como contra capital enemigo, di-
sidad pública y servicio real la crudelísima servidumbre de los
ciendo que habia destruido la isla» (93).
indios.

Asi, pues, en la porfiada contienda de los dos bandos de la


isla Espanola, siempre tocaba a los pobres indios el peor lote
de las desventuras del vencido. lnutilmente habian desplegado
los poderosos recursos de una actividad infatigable y de una
piedad digna de eterno elogio el elocuente y fogoso fray Anton
de Montesino, el venerable fray Pedro de C6rdova, que hizo
un viaje a Espana para sostener personalmente las reclama-
ciones de su co.m unidad, y otros filantropos que querian salvar
los restos de aquella raza infortunada.
Las ordenanzas de Burgos, las de Valladolid y otras provi-
dencias soberanas justas y benev<;>las, . arrancadas a la Corona
por el ardiente celo de aquellos varones insignes, de nada sir-
vieron, pues nunca faltaron pretextos para disfrazar de nece-
sidad publica y servicio real la crudelisima servidumbre de los
indios.

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I

ENRIQUILLO 263
ENRIQUILLO 263

En Cuba todo pasaba de igual modo: la raza indígena de-


En Cuba todo pasaba de igual modo: la raza indigena de -
crecía incesantemente, bajo el yugo de los ímprobos trabajos

y de los malos tratamientos. El virtuoso las Casas, viendo que


crecia incesantemente, bajo el _yugo de los improbos tra tajos
su activa predicacion y el ejemplo de su propio desinterés de

y de los malos tratamientos. El virtuoso las Casas, viendo que


poco servían para el alivio de los desventurados siervos, noti

ficó solemnemente á su amigo el Gobernador Diego Velázquez


su activa predicacion y el ejemplo de su propio desinteres de
la renuncia que hacia de todas las mercedes que disfrutaba en

la Isla, que no eran escasas; 3T concertó con su digno asociado,


poco servian para el alivio de los desventurados siervos, noti
el caritativo Pedro de Rentería, consagrar todas sus facul-

fic6 solemnemente a su amigo el Gobernador Diego Velazquez


tades y sus recursos á la santa causa de la libertad y el buen

tratamiento de los indios. Al efecto se decidió que las Casas la renuncia que hacia de todas las mercedes que disfrutaba en
la Isla, que no eran escasa~; y concert6 con su digno asociado,
emprendiera viaje á España pasando por Santo Domingo,

donde habia de ponerse de acuerdo con fray Pedro de Córdo-

va, que habiendo regresado de su viaje á la metrópoli, acaba-

el caritativo Pedro de Renteria, consagrar todas SUS facul-


..t ades y sus recursos a la santa causa de la libertad y el bu en
ba de enviar á Cuba algunos de sus religiosos, los cuales, ani-

mados del generoso espíritu de su órden, habian alentado más

tratamiento de los indios. Al efecto se decidi6 que las Casas


y más á las Casas en sus trascendentales propósitos.

Comenzaba, pues, el solemne apostolado del padre Bartolo-

mé de las Casas en favor de los indios. Se dirigió á la Espa-

ñola, y su nave tomó puerto en la Yaguana. Allí supo que el


emprendiera viaje a Espana pasando por Santo Domingo,
Almirante habia partido para España, y que fray Pedro esta-

donde habia de ponerse de acuerdo con fray Pedro de C6rdo-


ba á punto de embarcarse con rumbo á Tierra firme, con obje

to de instalar en las costas de Cumaná otra mision de su


va, que habiendo regresado de su viaje a la metr6poli, acaba-
órden.

Don Diego Colon habia reclamado, con su acostumbrada


ba de enviar a Cuba algunos de sus religiosos, los cuales, ani-
entereza y energía, contra el cargo conferido á Alburquerqüe

mados del generoso espiritu de su 6rden, habian alentado mas


en detrimento desus legítimos fueros hereditarios; pero sus

y mas a las Casas en SUS trascendentales prop6sitos.


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énjulos consiguieron que el ya viejo y cansado Rey, cediendo

Comenzaba, pues, el solemne apostolado del padre Bartolo-


á las sujestiones de Fonseca y Conchillos, desoyera las quejas

del agraviado súbdito, que, bajo un pretexto ú otro, fué llama-

me de las Casas en favor de los indios. Se dirigi6 a la Espa-


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do á la presencia del Monarca. El Almirante se apresuró á

obedecer, dejando en Santo Domingo «á su mujer Doña María

de Toledo, matrona de gran merecimiento, y las dos hijas que


fiola, y su nave tom6 puerto ~n la Yaguana. Alli supo que el
Almirante habia partido par~ Espana, y que fray Pedro esta-
ya tenia» (94) al cuidado de su tio el Adelantado Don Bartolo

mé. Fué, no obstante, recibido con mucho agasajo por el Rey.

«Entretanto quedaron á su placer los jueces y oficiales,

mandando y gozando de la Isla, y no dejaron de hacer algunas


ba a punto de embarcarse con rumbo a Tierra·firme, con obje ·
to de instalar en las costas de Cumana otra rnision de su
-Or den.
Don Diego Colon habia reclamado, con su acostumbrada
entereza y energia , contra el cargo conferido a Alburquerqtie
·e n detrimento de sus legitimos fueros hereditarios; pero sus
e~ulos consiguieron que el ya viejo y cam~ ado Rey, cediendo
a las sujestiones de Fonseca y Conchillos, desoyera las quejas-
.ctel agraviado subdito, que, bajo un pretexto u otro, fue llama-
do a la presencia del Monarca. El Almirante se apresur6 a
obedecer, dejando en Santo Domingo «a su mujer Dona Maria
de Toledo, matrona de gran merecimiento, y las dos hijas que
ya tenia» (94) al cuidado de su tio el Adelantado Don Bartolo·
me. Fue, no obstante, recibido t:on mucho agasajo por el Rey.
«Entretanto quedaron a SU placer los jueces y oficiales ,
mandando y gozando de la Isla, y no dejaron de hacer algunas
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. ----~

264 LEYENDA HlST6RICA


264 LEYENDA HISTÓRICA

molestias y desvergüenzas á la casa del Almirante, no tenien-


molestias y desvergtienzas a la casa del Almirante, no tenien-
do miramiento en muchas cosas á la dignidad, persona y linaje

de la dicha señora Doña María de Toledo» (95).


do mir-amiento en muchas cosas a la dignidad, persona y linaje
II de la dicha sefiora Dofia Maria de Toledo» (95).
El hato.

Por todas partes, en'el feraz y accidentado suelo de la isla

de Haití ó Santo Domingo, se encuentran vestigios de la im-

portancia que tuvo para los conquistadores europeos, y del

grado de riqueza y opulencia que alcanzaron sus primitivos


II
colonizadores. Ruinas grandiosas y solemnes sorprenden con

El hato.
frecuencia al viajero, en mitad de los bosques nuevamente se-

culares, denunciando en sus vastas y sólidas arcadas el anti-

guo y olvidado acueducto, ó en sus destrozados peristilos y al-

tas paredes la suntuosa residencia del noble caballero que que-

ría hacer reflejar en las soledades del Nuevo Mundo el esplen-


Por todas partes, en·e1 feraz y accidentado suelo de la isla
dor de su linaje; ó bien el regalado albergue del famoso de Haiti 6 Santo Domingo, se encuentran vestigios de la im.
portancia que tuv·o para los conquistadores europeos, y del
capitan Conquistador que, ya cansado de correr peligrosas

aventuras y de pasar trabajos hercúleos en Tierra-firme, se

retiraba á la clásica isla Española en busca de reposo, y á go-

zar pacíficamente de las riquezas á tan dura costa, y á veces á


grado de riqueza y opulencia que alcanzaron sus primitivos
costa de grandes crímenes, acumuladas.
colonizadores. Ruinas grandiosas y solemnes sorprenden con
El gusto de los edificios y moradas suntuosas estuvo, pues,

muy generalizado en la Española; y el historiador Oviedo


frecuencia al viajero, en mitad de los bosques nuevamente se-
pudo decir con verdad á Cárlos V. «que Su Majestad imperial

solia alojarse muchas veces en palacios no tan holgados y de-


culares, denunciando en sus vastas y s6lidas arcadas el anti-
centes como algunas casas de Santo Domingo.» Los grandes

guo y olvidado acueducto, 6 en sus destrozados peristilos y al-


propietarios de los campos no se conformaban con vivir ménos

tas paredes la suntuosa residencia del noble caballero que que-


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decorosamente que sus iguales de las poblaciones más califica-

das, y se hacían construir mansiones hermosas y sólidas á la

vez; de lo cual dá testimonio elocuente, á despecho de los ul-


ria hacer reflejar en las soledades del Nuevo Mundo el esplen-
dor de su linaje; 6 bien el regalado albergue del famoso
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trajes del tiempo, y como muestra de otras muchas ruinas, lo

que aun está en pié de las que fueron ricas haciendas de En-

gombe, San Miguel de Puerto Rico y la Isabela; esta última


capitan Conquistador que, ya cansado de correr peligrosas
aventuras y de pasar trabajos herctileos en Tierra-firme, se
fundada por la Virreina Doña María de Toledo.

retiraba a la clasica isla Espafiola en busca de reposo, y a go-


zar pacificamente de las rig.uezas a tan dura costa, ya veces a
costa de grandes crimenes, acumuladas.
El gusto de los edificios y moradas suntuosas estuvo, pues,
muy generalizado en la Espafiola; y el historiador Oviedo·
pudo decir con verdad a Carlos V. <1que Su Majestad imperial
solia alojarse muchas veces en palacios no tan holgados y de-
centes como algunas casas de Santo Domingo.» Los grandes.
propietarios de los camposno se conformaban con vivir menos.
decorosamente que SUS iguales de las poblaciones mas califica-
das , y se hacian construir mansiones hermosas y s6lidas a la
vez; de lo cual 'da testimonio elocuente, a despecho de los ul-
trajes del tiempo. y como muestra de otras muchas ruinas, lo
que aun esta en pie de las que fueron ricas haciendas de En-
gombe, San Migu el de Puerto Rico y la Isabela; esta tiltima
fundada por la Virreina Dona Maria de Toledo.

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ENRIQUILLO 265

Lacasa que habitaba Don Francisco de Valenzuela era de


ENRIQUILLO 265

La casa que habitaba Don Francisco de Valenzuela era de

las mejores en comodidad y buen gusto, entre las de la indica-

da categoría, que los acaudalados colonos de la Maguana se


las mejores en comodidad y buen gusto, entre las de la indica-
habian hecho edificaren las cercanias de San Juan. Erguíase

da categoria, que los acaudalados colonos de la Maguana se


magestuosamente sobre una pequeña colina, dominando todo

el hermoso y risueño paisaje que la rodeaba..Su aspecto exte-


habian hecho edificar en las cercanias .de San Juan. Erguiase
rior ofrecía la apariencia de casa fuerte y mansion pacífica, á

la vez, con su ancho pórtico y fachada compuesta de dos hile-


magestuosamente sobre una 'pequefia colina, dominando todo
ras de á cuatro arcos superpuestas, y sus dos alas de torreo-

el hermoso y risueiio paisaje que la rodeaba ..Su aspecto exte-


rior ofrecia la apariencia de casa fuerte y mansion pacifica, a
nes cuadrados; éstos con pequeñas ventanas ojivales y chapi-

tel de estilo gótico, y aquélla ornada de un sencillo friso de

la vez, con su ancho p6rtico y fachada compuesta de dos hile-


orden dórico. El conjunto era agradable, y á pesar de la noto-

ria falta de unidad, el edificio, construido de piedra calcárea

de color amarillo claro, se destacaba armónicamente sobre el

verde césped de la colina, cuya suave pendiente expiraba en la


ras de a cuatro arcos superpuestas, y sus dos alas de torreo-
vasta planicie, sembrada á trechos de matas ó grupos de árbo-
nes cuadrados; estos con pequefias ventanas ojivales y chapi-
tel de estilo g6tico, y aquella ornada de un sencillo friso de
les á manera de gigantescos ramilletes, que daban abrigo y

sombra á las numerosas manadas de reses, y á los rebaños

menores por el valle esparcidos; ya cuando las nubes se des-

hacían en abundante lluvia, ó cuando los rayos del sol estival


6rden d6rico. El conjunto era agradable, ya pesar de la noto-
en el meridiano caldeaban rigorosamente la atmósfera.
ria falta de unidad, el edificio, construido de piedra calcarea
' de color amarillo claro, se destacaba arm6nicamente sobre el
De pié en el arco central que formaba el peristilo de la

casa, estaban por una hermosa tarde, ya entrado el otoño,

Don Francisco Valenzuela y el jóven cacique Enriquillo, mi-

rando atentamente las evoluciones que un hábil jinete hacia


Yerde cesped de la colina, cuya suave pendiente expiraba en la
recorriendo la llanura en varios sentidos, montado en una

vasta planicie.1 sembrada a trechos de matas 6 grupos de arbo-


ágil yegua, blanca como la espuma del mar, y cuyas crines

les a manera de gigantescos ramilletes, que daban abrigo y


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ondulaban sobre el gracioso y móvil cuello como las flexibles

y altas yerbas de la sabana á impulsos de la brisa.

El gallardo caballero acabó sus atrevidos ejercicios arran-


sombra a las numerosas manadas de reses, y a los rebaiios
menores por el valle esparcidos ; ya cuando las nubes se des-
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cando á escape tendido hasta hallarse ante el pórtico donde

estaban los dos espectadores, y echando pié á tierra oyó con

aire satisfecho los cumplidos de Enriquillo y del anciano, á hacian en abundante lluvia, 6 cuando los rayos del sol estival
en el meridiano caldeaban rig orosamente la atm6sfera.
quien dijo:

—Esta yegua es efectivamente una gran pieza y yo daría

por ella gustoso mi caballo tordo y dos pares de bueyes á En-

riquillo.
De pie en el arco central que formaba el peristilo de la
casa, estaban por una hermosa tarde, ya entrado el otofio,
Don Fra ncisco Valenzuela y el j6ven cacique Enriquillo, mi-
rando atentamente las evoluciones que un habil jinete hacia
recorriendo la llanura en varios sentidos, monta do en una
agil yegua, blanca como la espuma del mar , y cuyas crin es
ondulaban sobre el g r a cioso y m 6vil cuello como las fiexibles
y altas yerbas de la sabana a impulsos de la brisa.
El gallardo caballero a cab6 sus a tr evidos ejercicios a rran-
cando a escape tendido hasta halla r se ante el p6rtico donde
es taban los dos es pectadores, y echa ndo pie d tier ra oy6 con
aire satisfecho los cumplidos .de Enriquillo y del ancia no, a
quien dijo :
- Esta yeg ua es efectiv amente una g ra n pieza y yo daria
por ella gustoso mi caba llo tor do y dos pares de bueyes a En-
riquillo .

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.,.,...

266 LEYENDA HIST6RICA


266 LEYENDA HISTÓRICA

— Siendo mia, podeis desde luego llamarla vuestra, Don


-Siendo mia , podeis desde luego llamarla vuestra, Don
Andrés;—respondió el cacique con afable cordialidad.—No

hableis de cambio, ni otro género de interés.


Andres;-respondi6 el cacique con afable cordialidad.-No
El jóven Andrés de Valenzuela, al escuchar el franco len-

guaje de Enrique, pasó cariñosamente la mano por el enarca-


hableis de cambio, ni otro genero de interes.
do cuello de la bestia, como quien toma posesion de ella; pero

El j6ven Andres de Valenzuela, al escuchar el franco len-


el buen anciano, observando su ademan, dijo con alguna

acritud:
guaje de Enrique, pas6 carinosamente la mano por el enarca-
—Uno y otro estais muy olvidados de vuestro deber, mu-

chachos! ¿Puedes tú disponer de esa yegua, Enriquillo, siendo


do cuello de la bestia, como quien ·toma posesion de ella; pero
regalo que te ha hecho mi noble amigo el padre las Casas...?

¿Puedes tú, Andrés de mis pecados, despojar de su alhaja á En-


el buen anciano, observando su ademan, dijo con alguna
rique, abusando de su liberalidad...? acritud:
-Uno y otro estais muy olvidados de vuestro deber, mu-
—Padre mio,—repuso el jóven Valenzuela en tono brusco;—

yo le propuse que me la vendiera; nunca entendí quitársela.

— Todo es uno, muchacho;—y no debes pensar más en eso,

concluyó Don Francisco.—Quiero que Enrique conserve esa


chachos! (Puedes tu disponer de esa yegua, Enriquillo, siendo
yegua para sí y su esposa, cuando se case; exclusivamente,
regalo que te ha hecho mi noble amigo el padre las Casas ... ?
(Puedes tu, Andres de mis pecados, despojar de su alhaja a En-
como debe ser.

—Yo pensaba, señor,—dijo modestamente Enriquillo,—que

no hacia mal en ofrecer esa bestia á Don Andrés. ¿No me ha-

beis dicho que lo trate como á un hermano?


rique, abusando de su liberalidad ...?
—Sí, muchacho;—dijo el viejo suavizando la voz;—pero

-Padre mio,-repuso el j6ven Valenzuela en tono brusco;-


este caso pide excepcion. Esta yegua es el regalo de boda que

te hace tu protector, ¿cómo vas á ponerla á disposicion de na-


yo le propuse que me la vendiera; nunca entendi quitarsela.
die? Toma; lée por tí mismo la carta del padre Bartolomé.

Y sacando del bolsillo de su tabardo un pliego, lo puso en


-Todo es uno, muchacho;-y no debes pens~r mas en eso,
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manos de Enrique, el cual leyó en alta voz lo siguiente:

concluy6 Don Francisco.-Quiero que Enrique conserve esa


«Muy querido amigo y mi señor Don Francisco: el portador

Camacho os entregará con esta carta una yegua que he com- yegua para si y su esposa, cuando se case; exclusivamente,
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prado ayer, despues de haberla visto probar por el regidor

Reynoso, que vino conmigo desde Azua, y la cual destino á mi


co mo debe ser.
hijo en Cristo, Enrique, cacique del Bahoruco, en calidad de re-

galo de boda. No he querido confiar su conduccion á otro que


-Yo pensaba, senor,-dijo modestamente Enriquillo,-que
á mi viejo Camacho, quien podrá de este modo ver su pueblo y
no hacia mal en ofrecer esa bestia a Don Andres. (No me ha-
beis dicho que lo trate como a un hermano?
sus parientes, como lo desea. Si él quiere y vos quereis, podeis

quedaros tambien con él, miéntras yo hago mi viaje á España,

-Si, muchacho;-dijo. el viejo suavizando la voz;-pero


este caso pide excepcion. Esta yegua es el regalo de boda que
te hace tu protector (c6mo vas a ponerla a disposicion de na-
I

die? Toma; lee por ti mismo la carta dd padre Bartolome.


Y sacando del bolsillo de su tabardo un pliego, lo puso en
manos de Enrique, el cual ley6 en alta voz lo siguiente:
«Muy querido amigo y mi senor Don Francisco: el portador
Camacho os entregara con esta carta una yegua que he com-
prado ayer, despues de haberla visto probar por el regidor
Reynoso, que vino conmigo desde Azua, y la cual destino a mi
hijo en Cristo , Enrique, cacique del Bahoruco, en calidad de re-
galo de boda. No he querido confiar su conduccion a otro que
a mi viejo Camacho, quien podra de este modo ver su pueblo y
sus parientes, como lo desea. Si el quiere y vos q,uereis, podeis
quedaros tambien con el, mientras yo hago mi viaje a Espana,
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ENRIQUILLO '2h7
ENRIQUILLO 267

adonde me lleva el servicio de Dios, de la humanidad y del Rey».


adonde me lleva el servicio de Dios, de la humanidad y del Reyb.
En este punto Enrique suspendió la lectura, besó respetuo-

En este punto Enrique suspendi6 la lectura, bes6 respetuo-


samente la carta, y la alarg6 a Valenzuela; pero este rehusan-
samente la carta, y la alargó á Valenzuela; pero éste rehusán-

dola, le dijo:

—Continúa, hijo, continúa. Todavía hay cosas que te atañen

más de lo que piensas.


dola, le dijo:
El cacique prosiguió leyendo la carta que decia así:

«Como supe en la Yaguana que el pio fray Pedro de Córdo-


-Continua, hijo, continua. Todavia hay cosas que te atanen
va debia irse de aquí á predicar y convertir la gente de Tierra- mas de lo que piensas.
firme, hube por fuerza de dejar allá á los compañeros, por ha-

ber adolecido uno de ellos y faltar las cabalgaduras, y me puse


El cacique prosigui6 leyendo la carta que decia asi:
en marcha con toda celeridad por el camino de Careybana,

como más directo, acompañado únicamente de mi fiel Camacho,


«Como supe en la Yaguana que el pio fray Pedro de C6rdo-
y en cuatro dias y medio, sin detenernos en Azua ni en ninguna
va debia irse de aqui a predicar y convertir la gente de Tierra-
firme, hube por fuerza de dejar alJa a los companeros, por ha-
parte, llegamos á esta ciudad de Santo Domingo, donde todo

lo he hallado en trastorno y confusion á causa del último repar-

timiento de Alburquerque.

«Con toda esta diligencia que puse, ya fray Pedro se habia


ber adolecido uno de ellos y faltar las cabalgaduras, y me puse
embarcado, y solo he debido la dicha de verle á que un fuerte
en marcha con toda celeridad por el camino de Careybana,
como mas directo, acompafiado unicamente de mi fiel Camacho,
huracan hizo volver su nave al puerto, donde logró entrar de

milagro, cuando ya lo juzgábamos perdido con todos sus com-

pañeros, y su comunidad expuso el Santísimo sacramento con

rogativas públicas porque se salvasen (96). Gracias sean dadas


yen cuatro dias y medio, sin detenernos en Azua ni en ninguna
al Señor.

parte, Uegamos a esta ciudad de Santo Domingo, donde todo


lo he hallacio en trastorno y confusion a causa del ultimo repar-
«El egregio fray Pedro, aunque por durarle todavía las im-

presiones de su reciente viaje á España desconfía que yo ob-

tenga en la corte nada de provecho para los tristes indios, elo-

timiento de Alburquerque.
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gia mucho mi celo y ardimiento, por los fuertes sermones que

aquí he predicado; y su mucho amor á mí ha crecido tanto que

«Con toda esta diligencia que puse, ya fray Pedro se habia


embarcado, y solo he debido la dicha de verle a que un fuerte
no se cree haber amado más á ninguno de sus frailes (97). Ha
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designado para que me acompañe en mi viaje á España al buen

huracan hizo volver su nave al puerto, donde logr6 entrar de


fray Anton de Montesino, el que primero predicó aquí contra

estas diabólicas tiranías, como bien sabeis.

o No os puedo encarecer cuánta ha sido mi pena por no haber

podido pasar por la Maguana, dejando de veros y estrecharos


milagro, cuando ya lo juzgabamos.perdido con todos sus com-
en mis brazos como era mi deseo. Espero en el Señor que otro
pafieros, y su comunidad expuso el Santisimo sacramento con
dia será. Miéntras tanto creo que ya urge llevar á cabo el ma-

rogativas publicas porque se salvasen (96). Gracias sean dadas


al Senor.
«El egregio fray Pedro, aunque por durarle todavia las im-
presiones de su reciente viaje a Espana desconfia que yo ob-
tenga en la corte nada de provecho para los tristes indios, elo-
gia mucho mi celo y ardimiento, por los fuertes sermones que
aqui he predicado; y su mucho amor a mi ha crecido tanto ·que
no se cree haber amado mas a ninguno de sus frailes (97). Ha
designado para que me acompane en mi viaje a Espana al buen
fray Anton de Montesino, el que primero predic6 aqui contra
estas diab6licas tiranias, como bien sabeis.
<•No os puedo encarecer cuanta ha sido mi pena porno haber
podido pasar por la Mag uana, dejando de veros y estrecharos
en mis brazos como era mi deseo. Espero en el Senor que otro
dia sen\. Mientras tanto creo que ya urge llevar a cabo el ma -

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....
.. .., . .
...

268 LEYENDA HISTORICA

268 LEYENDA HISTÓRICA

trimonio de nuestro Enriquillo. Si vierais a la prometida cuan


trimonio de nuestro Enriquillo. Si viérais á la prometida cuán

linda está, y cuán modesta y bien educada, os pasmaríais. Yo linda esta, y cuan modesta y bien educada, os pasmariais. Yo
bien quisiera con toda mi alma asistir á sus bodas, pero me he

consagrado á una causa que, como todo lo grande y santo, pide


bien quisiera con toda mi alma asistir a sus bodas, pero me he
larga copia de sacrificios, y no me pesa de este pesar.

«Ya supe desde la Vera-Paz y luego aquí, que os habiais


consag-rado a una causa que, como todo lo grande y santo, pide
dado buena maña para que Alburquerque, influido por las su-
larga copia de sacrificios, y no me pesa de este pesar.
«Ya supe desde la Vera· Paz y luego aqui, que os habiais
jestiones del perverso Mojica, no os arrebatara á Enriquillo en

su repartimiento, ni la suerte de este nuestro querido cacique

sufriera alteracion. ¿Creeréis que se atrevieron á pretender

que el nombre de Mencía figurara en la relacion del reparti-


dado buena mafia para que Alburquerque, influido por las su-
miento, como encomendada á la Virreina? Pero esta dignisima
jestiones del perverso Mojica, no os arrebatara a Enriquillo en
su repartimiento, ni la suerte de este nuestro querido cacique
señora puso al infame Alburquerque en el lugar que le corres-

pondía; él quiso disculparse, y echó al agua á su vil instigador

Mojica, á quien faltó poco para que el Adelantado lo hiciera

rodar por las escaleras de la casa, cuando aquel bribon tuvo la


sufriera alteracion. lCreereis que se atrevieron a pretender
desvengüenza de ir á despedirse de él.

que el nombre de Mencia figurara en la relacion del repani ·


miento, como encomendada a la Virreina? Pero esta dignisima
«La señora Virreina me contó esto: piensa como yo que es

cosa urgente concluir el matrimonio, no sea que surjan nuevos

inconvenientes. Vos veréis lo que mejor os parezca, y obraréis

por mí en el asunto, durante mi ausencia; que en último caso,


senora puso al infame Alburquerque en el lugar que le corres·
á mi regreso de España lo arreglarémos todo, si antes no puede

pondia; el quiso disculparse, y ech6 al agua a su vil instigador


ser. En cinco ó seis dias me embarcaré.

«Con esto me despido, y os deseo salud. De Santo Domingo Mojica, a quien falt6 poco para que el Adelantado lo hiciera
á 15 de Setiembre de 1515.

«Vuestro fiel amigo y capellan, Bartolomé de las Casas,


rodar por las escaleras de la casa, cuando aquel bribon tuvo la
clérigo».

desvengtienza de ir a despedirse de el.


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Enrique acabó de leer, y se quedó profundamente pensativo.

—¿Y qué dices ahora, hijo?—le interpeló Don Francisco.—


«La senora Virreina me cont6 esto: piensa como yo que es
cosa urgente concluir el matrimonio, no sea que surjan nuevos
¿Pensarás otra vez en deshacerte de tu hermosa yegua?
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—Dejaré de ser quien soy, señor, ántes que ese animal salga

de mi poder;—contestó Enrique.

Andrés de Valenzuela dejó vagar una sonrisa equívoca al


inconvenientes. Vos vereis lo que meior os parezca, y obrareis
escuchar el voto de Enriquillo.
por mi en el asunto, durante mi ausencia; que en ultimo caso,
a mi regreso de Espana lo arreglaremos todo, si antes no puede
ser. En cinco 6 seis dias me embarcare.
«Con esto me despido, y os deseo salud. De Santo Domingo
a 15 de Setiembre de 1515.
«Vuestro fiel amigo y capellan, Bartolome de las Casas,
clerigo».
Enrique acab6 de leer, y se qued6 profundamente pensativo.
-~Y que dices ahora, hijo?-le interpel6 Don Francisco.-
(Pensaras otra vez en deshacerte de tu hermosa yegua?
- Dejare de ser quien soy, sen.or, antes que ese animal salga
de mi poder;-contest6 Enrique.
Andres de Valenzuela dej6 vagar una sonrisa equivoca al
escuchar el voto de Enriquillo .

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ENRIQUILLO 269
ENRIQUILLO

269

III

Caracteres.

Pocas horas más tarde, el señor de Valenzuela se encerró en

su aposento á solas con el cacique Enrique, y lo sometió al si-


III
guiente interrogatorio:

—¿Has comprendido toda la gravedad que encierra la carta

del señor Licenciado? Deseo conocer tu dictámen, sobre lo que Caracteres.


te concierne.

—Señor;—contestó con voz reposada Enriquillo;—lo más

grave en mi concepto es la urgencia que se encarece para mi


Pocas horas mas tarde, el sen.or de Valenzuela se encerr6 en
matrimonio. He reflexionado mucho, tambien, sobre la maldad

su aposento a solas con el cacique Enrique, y lo someti6 al si-


de esos que querian hacer figurar á Mencía como encomenda-

da; pero desde que en esa tentativa suena el nombre del mal-
guiente interrogatorio:
vado señor Mojica, ya no me causa extrañeza.

—A bien que se le ha tratado á él y á su digno aliado Albur-


-(Has comprendido toda la gra vedad que encierra la carta
querque como merecían; por eso no debes preocuparte,—repli-

có Valenzuela;—ni mostrar rencor á Mojica cuando lo veas por


del sen.or Licenciado? Deseo conocer tu dicta.men, sobre lo que
acá. Lo que quiero que me digas es si juzgas, como mi buen te concierne.
-Sefior;-contest6 con voz reposada Enriquillo;-lo mas
amigo las Casas y la Virreina, que conviene acelerar el matri-

monio.

Enrique trató de responder á la pregunta; balbuceó algunas

palabras, se cortó visiblemente, y permaneció en silencio.


grave en mi concepto es la urgencia que se encarece para mi
—Vamos,—dijo sonriendo con bondad Valenzuela:—veo que
matrimonio. He reflexionado mucho, tambien, sobre la maldad
de esos que querian hacer figurar a Mencia como encomenda-
te cuesta algun trabajo decirme que para tí, tratándose de tus

bodas, miéntras más pronto, mejor. ¿No es así?

—Seguramente, señor;—dijo Enrique con naturalidad, ya

da; pero desde queen esa tentativa suena el nombre del mal-
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repuesto de su timidez.

—¿Crees, pues, hallarte listo por tu parte? ¿Tienes corrientes

vado sen.or Mojica, ya no me causa extrafieza.


-A bien que se le ha tratado a el ya SU digno aliado Albur-
tus cuentas y anotaciones en lo que respecta á la hacienda de tu
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novia, que desde hace dos años he dejado exclusivamente con-

fiada á tu administracion?

—Por lo que á eso respecta, señor,—contestó Enrique,—po-


querque como merecian; por eso no debes preocuparte,-repli·
deis.juzgar por vos mismo. Todo lo tengo en el mejor órden.

c6 Valenzuela;-ni mostrar rencor a Mojica cuando lo veas por


aca. Lo que quiero que me digas es si juzgas, como mi buen
amigo las Casas y la Virreina, que conviene acelerar el matri·
monio.
Enrique trat6 ~e responder a la pregunta; balbuce6 algunas
palabras, se cort6 visiblemente, y permaneci6 en silencio.
-Vamos,-dijo sonriendo con bondad Valenzuela:-veo que
te cuesta algun trabajo decirme que para ti, tratandose de tus
bodas, mientras mas pronto, mejor. (No es asi?
-Seguramente, sefi.or;-dijo Enrique con naturalidad, ya
repuesto de su timidez.
-(Crees, pues, hallarte listo por tu parte? (Tienes corrientes
tus cuentas y anotaciones en lo que respecta a la hacienda de tu
novia, que desde hace dos afios he dejado exclusivamente con·
fiada a tu administracion?
-Por lo que a eso respecta, sefior,-contest6 Enrique,-po-
deisjuzgar por vos mismo. Todo lo tengo en el mejor 6rden ..

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270 LEYENDA HIST6RICA

270 LEYENDA HISTÓRICA

-Pues bien, hijo; yo soy de la misma opinion que el padre


Casas; que la Virreina; que tu mismo: creo que debes casarte
—Pues bien, hijo; yo soy de la misma opinion que el padre

Casas; que la Virreina; que tú mismo: creo que debes casarte

cuanto ántes; y si, como aseguras, todas tus cuentas están en

buen órden, esto facilitará mucho el arreglo de mis asuntos, y


cuanto antes; y si, como aseguras, todas tus cuentas estan en
ántes de un mes nos pondremos en camino para Santo Domingo.

Seré el padrino de tus bodas, lo que sin duda agradará mucho


buen 6rden, esto facilitara mucho el arreglo de mis asuntos, y
á mi amigo el padre Casas; y de regreso irás á instalarte con

antes de un mes nos pondremos en camino para Santo Domingo.


tu esposa en la mejor de mis casas de la villa; la que está junto

á la iglesia. ¿Es de tu agrado?


Sere el padrino de tus bodas, lo que sin duda agradara mucho
Enrique besó sin contestar la mano de su generoso patrono;

pero no dió muestra alguna de regocijo. Su fisonomía, natural-


a mi amigo el padre Casas; y de regreso iras a instalarte con
mente grave y reflexiva, denotaba una preocupacion profunda

tu esposa en la mejor de mis casas de la villa; la que est a jun to


a la iglesia. ~Es de tu agrado?
que bien podia ser efecto,—y así la tradujo el señor Valenzuela,

—del sentimiento íntimo de los árduos deberes que iba á con-

Enrique bes6 sin contestar la mano de su generoso patrono;


traer.

Sin embargo, por la noche, paseándose Enrique por la es-

planada á la luz de la luna con su fiel Tamayo y el viejo Ca-

macho, y dándoles noticias del acontecimiento próximo que


pero no di6 mue~tra alguna de regocijo. Su fisonomia, natural-
tanto conmovía su ánimo, les manifestaba la verdadera natu-
mente grave y refl.exiva, denotaba una preocupacion profunda
que bien podia ser efecto,-y asi la tradujo el senor Valenzuela,
raleza y la causa de aquella preocupacion.

—Jamás he aborrecido á nadie,—decia.—Cuando me notifi-

caron que yo quedaba encomendado con cuarenta y seis perso-

nas (98) de servicio al buen Don Francisco, aunque para mí era


-del sentimiento intimo de los arduos deberes que iba a con-
nueva esa condicion comun á nuestra raza, no sentí sino una
traer.
ligera mortificacion de mi amor propio, un poco de tristeza

viéndome clasificado como todos los demás caciques, cuyo tris-


Sin embargo, por la noche, paseandose Enrique por la es-
te destino les obliga á ser el instrumento de la dura servidum-

planad.a a la luz de la luna con su fiel Tamayo y ·el viejo Ca-


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bre de nuestros hermanos; pero así lo ordenaba el Rey: alcé los

ojos al cielo, y léjos de maldecir á nadie, bendije y alabé la

macho, y dandoles noticias del acontecimiento pr6ximo que


bondad divina, que me habia concedido protectores celosos de

tanto conmovia su animo, les manifestaba la verdadera natu-


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mi dignidad y bienestar. Mas, esta tarde, al saber que ha habi-

do malvados capaces de pretender que mi Mencía, el fuego de

mi alma y la luz de mi entendimiento, descendiera á la categoría


raleza y la causa de aquella preocupacion.
de una encomendada; ah! entónces he sentido hervir mi sangre,

y sublevarse todo el orgullo de mi raza: he recordado que yo


-jamas he aborrecido 3. nadie,-decia.-Cuando me notifi·
he nacido y soy cacique; esto es, de casta de señores y caudi- caron que yo quedaba enco_mendado con cuarenta y seis perso-
nas (98) de servicio al buen Don Francisco, aunque para mi era
llos; y hubiera querido tener á mi alcance á Mojica y á Albur-

nueva esa condicion comun a nuestra raza, no senti sino una


ligera mortificacion de mi amor propio, un poco de tristeza
viendome clasificado como todos los demas caciques, cuyo tris-
te destino les obliga a ser el instrumento de la dura servidum-
bre de nuestros hermanos; pero asi lo orde~aba el Rey: alee los
ojos al cielo, y lejos de maldecir a nadie, bendije y alabe la
bondad divina, que me habia concedido protectores celosos de
mi dignidad y bienestar. Mas, esta tarde, al saber que ha habi-
do malvados capaces de pretender que mi Mencia, el fuego de
mi alma y la luz de mi entendimiento, descendiera a la categoria
de una e.ncomendada; ah! ent6nces he sentido hervir mi sangre,
y sublevarse todo el orgullo de mi raza: he recordado que yo
he nacido y soy cacique; esto es, de casta de sen.ores y caudi-
llos; y hubiera querido tener a mi alcance a Mojica y a Albur·

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ENRIQUILLO 271
ENRIQUILLO 271

querque, para haberles arrancado el corazon con mis manos ...


querque, para haberles arrancado el corazon con mis manos...

¡Dios me perdone!
j·Dios me perdone!
-Al fin, Enrique,-gijo Tamayo con alegria,-te oigo ha-
—Al fin, Enrique,—dijo Tamayo con alegría,—te oigo ha-

blar como un hombre.!

—Como un mal cristiano;—repuso con solemnidad el viejo

Camacho.—¡Qué diría mi amo el padre si oyera á su hijo en


blar como un hombre.~
Cristo, como siempre te llama, hablar con tanta soberbia! ¡Qué -Como un mal cristiano;-repuso con solemnidad el viejo
Camacho.-jQue diria mi amp el padre si oyera a su hijo en
dirían los buenos frailes de Vera'Paz, que tanto se afanaron

por hacerte bueno"....!

—Razon tienes, buen Camacho;—dijo con mansedumbre

Enriquillo.—No hablemos más de esto.


Cristo, como siempre te llama, hablar con tanta soberbia! iQue
Camacho era un viejo indio, natural tambien de la Española.
dirian los buenos frailes de Vera-Paz, que tanto se afanaron
por hacerte bueno·.... I
Su inteligencia, como la gran bondad de su corazon, que se

reflejaba en toda su persona y en sus razonamientos y acciones,

le habian captado el mayor cariño de las Casas, que entre la

multitud de indios que le eran adictos y querían vivir á su lado,


-Razon tienes. buen Camacho;-dijo con mansedumbre
acordaba su preferencia á Camacho, lo hizo su camarero ó

Enriquillo.-No hablemos mas de esto. ·


criado de confianza, y lo llevó á Cuba, donde los servicios y la

buena voluntad del fiel quisqueyano le fueron de grande ayuda


Camacho era un viejo indio, natural tambien de la Espafiola.
para atraer y catequizar infinidad de aquellos naturales (99).

Al regresar á la Española con él, era el propósito del sacer-


Su inteligencia, como la gran bondad de su corazon, que se
dote llevarlo á España, como una muestra convincente de la

reflejaba en toda su persona y en sus razonamientos y acciones,


sagacidad, discrecion y excelencia de la raza india; pero el

viejo servidor se puso tan enfermo con el mareo en la travesía le habian captado el mayor carifio de las Casas, que entre la
multitud de indios que le eran adictos y querian vivir a su lado,
de Cuba á Yaguana, que su señor mudó de intento, y resolvió,

aunque con gran pena, dejarlo en la isla, segun se ha visto en

su carta á Don Francisco de Valenzuela.

acordaba su preferencia a Camacho, lo hizo su camarero 6


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criado de confianza, y lo llevo a Cuba, donde los servicios y la


Camacho, además, era generalmente conocido en la Espa-

ñola como en Cuba, guardándosele mucho respeto y estimacion,

buena voluntad del fiel quisqueyano le fueron de grande ayuda


así por ser criado del padre las Casas, como por sus cualida-
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des personales y sobresaliente criterio, al que en casos difíciles

no se desdeñaban de acudir en consulta, siempre con buen éxi-

to, los más ricos y encopetados señores de ambas islas.


para atraer y catequizar infinidad de aquellos naturales (99).
Tamayo ofrecía un contraste absoluto con el individuo que
Al regresat a la Espafiola con el, era el proposito del sacer-
dote llevarlo a Espana, como una muestra convincente de la
acabamos de describir. Su corazon era leal, y capaz de tiernos

afectos, como lo acreditaba su adhesion á Enriquillo y su gra-

titud á las Casas; pero tenia el genio violento; sus modales

saga.cidad, discrecion y excelencia de la raza india; pero el


viejo servidor se puso tan enfermo con el mareo en la travesia
de Cuba a Yaguana, que su senor mudo de intento, y resolvi6,
aunque con gran pena, dejarlo en la isla, segun se ha visto en
su carta a Don Francisco .de Valenzuela.
Camacho, ademas, era generalmente conocido en la Espa-
fiola como en Cuba, guardandosele mucho respeto y estimacion,
asi por ser criado del padre las Casas, como por sus cualida-
des personales y sobresaliente criterio, al queen casos dificiles
no se desdei'iaban de acudir en consul ta, siempre con buen exi ·
to, los mas ricos y encopetados sen.ores de ambas islas.
Tamayo ofrecia un contraste absoluto con el individuo que
acabamos de describir. Su corazon era teal, y capaz de tiernos
afectos, como lo acreditaba su adhesion a Enriquillo y su gra-
titud a las Casas; pero tenia el genio violento; SUS modales

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Zi2 LEYENDA IDST6RICA

272 LEYENDA HISTÓRICA


eran bruscos, y padecia accesos de mal humor. Se habia agria-
eran bruscos, y padecia accesos de mal humor. Se habia agria-

do mucho su carácter desde que se quedó sin Enriquillo en el


do mucho su caracter desde que se qued6 sin Enriquillo en el
convento de franciscanos de Santo Domingo; contrariedad que

lo aflijió sobremanera. Desde entónces hizo el propósito de lle-


convento de franciscanos de Santo Domingo; contrariedad que
nar sus obligaciones á medias, de mala gana, y procurar que

lo aflijio sobremanera. Desde entonces hizo el prop6sito de lle-


nar SUS obligaciones a medias, de mala gana, y procurar que
los frailes, que lo habian retenido en el convento contra su vo-

luntad, por lo útil que les era, le perdieran la aficion, en fuerza

de su desidia y abandono, que cuanto pasaba por sus manos ó

era confiado á su vigilancia lo reducían á fragmentos ó ruines


los frailes, que lo habian retenido en el convento contra su vo-
despojos. No le salió mal su cálculo, y cuando vió que ya habia

conseguido agotar la paciencia de los frailes, se fué adonde las


luntad, por lo titil que les era, le perdieran la aficion, en fuerza
Casas, no bien supo que éste iba á partir para Cuba, y le dijo
de su desidia y abandono, que cuanto pasaba por sus manos 6
era confiado a su vigilancia lo reducian a fragmentos 6 ruines
sencillamente:

—Pídame vuestra merced á los benditos padres, para irme

al lado de Enrique, á la Maguana; estoy seguro de que ahora me

sueltan sin dificultad.


despojos. No le salio mal su calculo, y cuando vio que ya habia
Y efectivamente, las Casas renové entónces su demanda,
conseguido agotar la paciencia de los frailes, se fue adonde las
Casas, no bien supo que ~ste iba a partir para Cuba, y le dijo
y como ántes hemos dicho, obtuvo fácilmente de fray Antonio

Espinal lo que deseaba. Desde esa época vivía Tamayo en la

Maguana, primero como encargado por las Casas á Valenzue-

la, y despues, por tener éste un número de indios que no podia


sencillamente:
excederse nunca segun las ordenanzas (100), su influencia hizo

-Pidame vuestra merced a los benditos padres, para irme


al lado de Enrique, a la Maguana; estoy seguro de que ahora me
que fuera registrado en cabeza de un pariente suyo de nombre

Aldaña, quien jamás opuso el menor inconveniente á que su

encomendado viviera de hecho en la casa de Valenzuela, al

lado de Enrique. Mas no por este arreglo satisfactorio para


sueltan sin dificultad.
Tamayo se templaba la hiel de su misantropía, ni dejaba de ma-

Y efectivamente, las Casas renov6 ent6nces su demanda,


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nifestar un ódio implacable á los dominadores, cada vez que

se le presentaba la ocasion. Enriquillo y sus protectores eran y como antes hemos dicho, obtuvo facihnente de fray Antonio
Espinal lo que deseaba. Desde esa epoca vivia Tamayo en la
los únicos que podían domeñar y moderar sus accesos iracun-
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dos. El buen Camacho se esforzaba inútilmente en infundir la

humildad cristiana en aquel ánimo indomable: cuando le ha-

blaba de Dios, de Cristo, de las verdades religiosas segun las


Maguana, primero como encargado por las Casas a Valenzue-
habia aprendido de la boca y de los ejemplos de las Casas, el
la, y despues, por tener este un ntimero de indios que no podia
excederse nunca segun las ordenanzas (100), su influencia hizo
rudo jaragüeño contestaba invariablemente:

—Si todos los cristianos fueran como tu amo, yo creyera

como tú crees; pero fuera de los frailes, pocos enseñan esas

que fuera registrado en cabeza de un pariente suyo de nombre


Aldana, quien jamas opuso el menor inconveniente a que ~u
encomendado viviera de hecho en la casa de Valenzuela, al
lado de Enrique. Mas no por este arreglo satisfactorio para
Tamayo se templaba la hiel de su misantropia, ni dejaba de ma-
nifesta r un odio implacable a los dominadores, cada vez que
se le presentaba la ocasion. Enriquillo y sus protectores eran
los tinicos que podian domefiar y m oderar sus accesos iracun-
dos. El buen Camacho se esforzaba intitilmente en infundir Ja
humilda d cristia na en aquel animo indomable: cuando le ba-
blaba de Dios, de Cristo, de las v erdades religiosas segun las
habia a prendido de la boca y de los ejemplos de las Casas, el
rudo jaragliefio contestaba invariablemente:
-~i todos los cris tia nos fueran como tu amo, yo creyera
como tti crees; pero fuera de los frailes, pocos ense-n.an esas

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ENRIQUILLO 273
ENRIQUILLO 273

cosas tan buenas; y he visto que hasta los frailes que las ense-
<:osas tan buenas; y he visto que hasta los frailes que las ense-
ñan, hacen luego cosas muy malas.

—Esa.no es cuenta tuya, Tamayo, sino de ellos,—replicaba


nan, hacei:i luego cosas muy malas.
'el viejo indio:—tengamos bien nuestra conciencia con Dios, y

que cada cual dé cuenta de la suya.


-Esa..no es cuenta tuya, Tamayo, sino de ellos,-replicaba
IV -el viejo indio:-tengamos bien nuestra conciencia con Dios, y
.que cada cual de cuenta de la suya.
Retratos.

Por más prisa que quiso darse Valenzuela para dejar com-

pletamente liquidados los asuntos que requerían formal arreglo

al mudar de estado Enriquillo, siendo indispensable en muchos

actos la intervencion de escribanos y otros oficiales públicos,

no pudo estar expedito hasta principios de Diciembre. Entón-

ces, despidiéndose de su hijo y de su casa por breves dias, el

buen anciano emprendió viaje para Santo Domingo, acompa-


IV
ñado del que debia ser su ahijado de bodas, y con un séquito

compuesto de Tamayo, dos escuderos á caballo y seis indios de

servicio.
Retratos.
Llegaron sin novedad á su destino, y se alojaron en casa del

Por mas prisa que quiso darse Valenzuela para dejar com-
bondadoso amigo de Valenzuela, Don Alvaro Caballero; mas

la Virreina Doña María de Toledo, al recibir aviso de que se ha-

llaban en la ciudad, quiso aposentarlos por su cuenta, en una

casa que al efecto les hizo inmediatamente preparar y abaste-


pletamente liquidados los ·a sunt9s que requerian formal arreglo
cer de todo lo necesario: forzoso les fué por tanto abandonar
.al mudar de estado Enriquillo, siendo indispensable en muchos
.actos la intervencion de escribanos y otros oficiales publicos.
la generosa hospitalidad de Don Alvaro, con harto sentimiento

de éste.

En la noche del mismo dia hicieron su visita á la noble dama

y á la novia: ésta y Enrique tuvieron espacio para conversar


no pudo estar expedito hasta principios de Diciembre. Ent6n-
.ces, despidiendose de su hijo y de su casa por breves dias. el
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libremente y á solas. Habia más de cuatro años que no seveian,

y el jóven quedó sorprendido de la transformacion que durante

ese tiempo se habia operado en la persona de su prometida.


buen anciano emprendi6 viaje para Santo Domingo, acompa-
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Allá en las soledades de la Maguana, al blando rumor de los

vientos murmuradores de la llanura, ó al susurro misterioso


nado del que debia ser su ahijado de bodas, y con un sequito
de las aguas quebrándose entre las guijas del manso arroyo, la

.compu~sto de Tamayo, dos escuderos a caballo y seis indios de


'

18 scrvicio.
Llegaron sin novedad a su destino, y se alojaron en casa del
bondadoso amigo de Valenzuela, Don Alvaro Caballero; mas
la Virreina Dofla Maria de Toledo, al recibir a viso de que se ha-
ll a ban en la ciudad, quiso aposentarlos por su cuenta, en una
casa que al efecto les hizo inmediatamente preparar y abaste-
.cer de todo lo necesario: forzoso les fue por tanto abandonar
la generosa hospitalidad de Don Alvaro, con harto sentimiento
de este.
En la noche del mismo dia hicieron su vjsita a la noble dama
y a la novia: esta y Enrique tuvieron espacio para conversar
libremente y a solas. Habia mas de cuatro anos que no se veian,
y el j6ven qued6 sorprendido de la transformacion que durante
ese tiempo se habia operado en la persona de su prometida.
Alla en las soledades de la Maguana, al blando rumor de los
vientos murmuradores de la llanura, 6 al susurro misterioso
de las aguas quebrandose entre las guijas del manso arroyo, la
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274 LEYEXDA HIST6RICA

imaginacion del cacique se complacia de continuo en finjirse a


274 LEYENDA HISTÓRICA

imaginacion del cacique se complacía de continuo en finjirse á

la jóven Mencía con el mismo aspecto y las mismas formas en

que la habia contemplado la última vez, cuando apénas tenia


la j6ven Mencia con el mismo aspecto y las misrn3.$ formas en
doce años, y sus facciones, aunque lindas y agraciadas, llevan-

que la habia contemplado la t.iltirna vez, cuando" apenas tenia


do todavía el sello indefinido de la infancia, no habian alcan-

zado aún la pureza de lincamientos, ni su talle la morbidez de doce anos, y sus facciones, aunque lindas y agraciadas, Uevan-
contornos, que parecían copiar los modelos de la estatuaria

griega; ni sus cabellos habian pasado de un rubio claro al cas-


do todavia el sello indefinido de la infancia, no habian alcan-
taño oscuro; ni su frente habia adquirido la tersura y la sere-

zado aun la pureza de lineamientos, ni su talle la rnorbidez de-


nidad augusta del mármol, ni sus grandes ojos pardos y su pe-

queña boca de carmin la expresion inteligente, magnética, contornos, que parecian copiar los modelos de la estatuaria
griega; ni sus cabellos habian pasado de un rubio claro al cas-
irresistible, que es como una irradiacion de la hermosura, ufa-

na de sí misma, cuando en pugna con la no fingida modestia,

se ostenta y brilla más entre los arreboles del candor y la timi-

dez propia de los quince años. Tal era Mencía de Guevara; tal
tano oscuro; ni su frente habia adquirido la tersura y la sere-
cambio notaba en ella Enriquillo, poseido de admiracion, y sin
nidad augusta del marmol, ni sus grandes ojos pardos y su pe-
quefia boca de carmin la expresion inteligente, magnet~ca,
acabar de persuadirse de que aquella criatura, tan maravillo-

samente bella, le estaba destinada por esposa.

Ella, á su vez, miraba á Enrique con curiosidad, pero sin

extrañeza ni encojimiento: mostraba esa familiaridad risueña y


irresi5tible, que es como una irradiacion de la hermosura, ufa-
afable con que se recibe á un pariente, ó á un amigo. Efecto

na de si misma, cuando en pµgna con la no fingida modestiat


sin duda de que el espíritu de la mujer, si más delicado, más

flexible tambien que el del hombre, se acaba de formar más


se ostenta y brilla mas entre los arreboles del candor y la timi-
temprano, dándose cuenta instintivamente de sus verdaderas

relaciones con el mundo exterior; favorecida acaso en Mencía


dez propia de Jos quince anos. Tal era Mencia de Guevara; tal
esta disposicion natural con el hábito de las costumbres corte-

cambio notaba en ella Enriquillo, poseido de admiracion, y sin


sanas, en medio de las que la suerte caprichosa la habia hecho

acabar de persuadirse ·de que aquella criatura, tan maravillo-


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crecer y formarse, es lo cierto que la hermosa jóven permane-

samente bella, le estaba destinada por esposa.


cía tan despejada v tan dueña de sí misma al entrar en conver-

sacion con su primo y designado novio, cuanto éste se mostra-

Ella, a su vez, miraba . a Enrique con curiosidad, pero sin


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ba desconcertado y encojido en presencia de su prometida.

Enrique rayaba en los veinte años: de estatura alta y bien

proporcionada, su actitud y sus movimientos habituales, nunca


extraneza ni encojimiento: mostraba esa familiaridad risuena y
afable con que se recibe a un pariente, 6 a un amigo. Efecto
exentos de compostura, denotaban á un tiempo modestia y dig-

nidad: su faz presentaba esa armonia del conjunto que, más

aun que la misma hermosura, agrada y predispone favorable-

mente á primera vista. Alta la frente, correcto el óvalo de su


sin duda de que el espiritu de la mujer, si mas delicado, mas
flexible tambien que el del hombre, se acaba de formar mas
temprano, dandose cuenta instintivamente de sus verdaderas
relaciones con el mundo exterior; favorecida a.c aso en Mencia
esta disposicion natural con el habito de las costumbres corte-
sanas,· en medio de las que la suerte caprichosa la habia hecho
crecer y formarse, es lo cierto que la hermosa j6ven permane-
cia tan despejada v tan duena de si misma al entrar en conver-
sacion con su prirno y designado novio, cuanto este se mostra·
ba desconcertado y encojido en presencia de su prometida.
Enrique rayaba en tos veinte anos: de estatura alta y bien
proporcionada, su actitud y sus movimientos habituates, n unca
exentos de compostura, denotaban a un tiempo modestia y dig-
nidad: su faz presentaba esa armonia del conjunto que, mas
aun que la misma hermosura, agrada y predispone favorable-
mente a primera vista. Alta la frente, correcto el 6valo de su
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ENRIQUILLO 275
ENRIQUILLO 275

rostro, la blanda y pacífica expresion de sus ojos negros solo


rostro, la blanda y pacifica expresion de sus ojos negros solo ·
dejaba traslucir la bondad y la franqueza de su carácter, como

dejaba traslucir la bondad y la franqueza de su caracter, como ·


una luz al través de transparente cristal. Viéndosele en su es-

tado ordinario de serena mansedumbre, la inspeccion superfi-


una luz al traves de transparente cristal. Viendosele en su es-
cial ó somera acaso le juzgara incapaz de valor y de energía;

error de concepto que acaso entró por mucho en las peri-


tado ordinario de serena rnansedurnbre, la inspeccion superfi-
pecias de su vida. Vestía con gracia y sencillez el traje caste-

cial 6 sornera acaso le jqzgara incapaz de valor y de energia;


llano de la época, en el que ya comenzaba á introducir algunas

novedades la moda italiana, sin quitarle su severidad original, error de concepto que acaso entr6 por mucho en las peri-
que á expensas del gusto artístico volvió á dominar exclusi-

vamente algunos años más tarde. En suma, la manera de ves-


pecias de su vida. Vestia con gracia y sencillez el traje caste-
tir, el despejo de su porte y sus modales, como la regularidad

de las facciones del jóven cacique, le daban el aspecto de uno


llano de la epoca, en el que ya comenzaba a introducir algunas
de tantos hijos de colonos españoles ricos y poderosos en la . novedades la moda italiana, sin quitarle su severidad original,
que a expensas del gusto artistico volvi6 a dominar exclusi--
isla; aunque la ausencia de vello en el rostro, la tez ligeramen-

te bronceada, y lo sedoso y lácio de sus cortos cabellos, acusa-

ban los más señalados atributos de la raza antillana. De aquí

nacia cierto contraste que tenia el privilegio de atraer la aten-


vamente algunos aiios mas tarde. En suma! la manera de ves-
cion general, y que hacia distinguir á Enriquillo entre todos
tir, ·el despejo de su porte y sus modales, como la regularidad
de las facciones del j6ven cacique, le daban el aspecto de uno
los caciques cristianos de la Española.

El atento exámen que Mencía hizo de su prometido la im-

presionó, al parecer, favorablemente, pues con plácida sonrisa,

que dejó ver las perlas de su agraciada boca, dijo al cacique:


de tantos hijos de colonos espaiioles ricos y poderosos en la
—¿No me dices nada, Enrique, ni me das la mano siquiera?

isla; aunque la ausencia de vello en el rostro, la tez ligeramen-


Pareces un extraño.

— Señora.... Mencía... yo.. En verdad, me ha costado algun


te bronceada, y lo sedoso y lacio de sus cortos cabellos, acu~a-
trabajo reconoceros;—respondió balbuciente Enriquillo.

ban los mas seiialados atributos de la raza antillana. De aqui


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—¿Tan mudada estoy?—repuso riendo abiertamente Mencia:

—como pariente mio debes decirme si es que me hallas más fea

que ántes.
nacia cierto contraste que tenia el privilegio de atraer la aten-
~ cion general, y que hacia distinguir a Enriquillo entre todos
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—¡Oh, nó, Mencía!—dijo con viveza el jóven, ya repuesto

los caciques cristianos de la Espanola. ·


de su primera turbacion.—Os hallo, al contrario, muy hermosa;

extraordinariamente hermosa....; no pareceis una mortal.

—Pues ya verás que cómo y bebo lo mismo que cuando era

una chiquilla; que me gustan como entónces las flores y los pá-
El atento examen que Mencia hizo de su prometido la im-
jaros... ¿Hay muchas flores en la Maguana?
presion6, al parecer, favorablemente, pues con placida sonrisa,
—Las sabanas, los montes y las riberas de los rios, - contes-

que dej6 ver las perlas de su agraciada boca, dijo al cacique:


~~.· Pare~~ou::x~~".:'; ~ada, Enrique, ni me das la mano siquiera?
0
('{;· -Sen01·a.... Mencia ... yo .. En verdad, me ha costado algun
~ trabajo reconoceros;-respondi6 balbuciente Enriquillo.
-(Tan mudada estoy?-repuso riendo abiertamente Mencia:
-como pariente mio· debes decirme si es que me hallas mas fea
que antes .
-10h, n6, Mencia!- dijo con viveza el j6ven, ya repuesto
de su primera turbacion. -Os hallo, al contrario, mu) hermosa~
extraordinariamente hermosa .... ; no pareceis una mortal.
-Pues ya veras que c6mo y bebo lo mismo que cuando era
una chiquilla; que me gustan como ent6nces las fl.ores y los pa-
jaros ... . (Hay muchas fl.ores en la Maguana? .
-Las sabanas, los montes y las riberas de los rios, - contes-
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'2:76 LEYE!'\DA HIST6RICA

276 LEYENDA HISTÓRICA

tó con satisfaccion Enrique,—están siempre cubiertos de flores,


t6 con satisfaccion Enrique,-estan siempre cubiertos de fl.ores,
y como preparados para una gran fiesta.

y como preparados para una gran fiesta.


—¡Cuánto me alegro!—exclamó la candorosa jóven.—Ya

deseo conocer todo eso. -jCuanto me alegro!-exclam6 la candorosa j6ven.-Ya


deseo conocer todo eso.
La Virreina oyó esta última parte de la conversacion, y dijo

con voz cariñosa á Mencía:

—¡Tan pronto te olvidas de que anoche nada ménos me ha-

blabas de tu pena por haber de separarte de mí? Ingrata!


·L a Virreina oy6 esta tiltima parte de la conversacion, y dijo
—Ah! señora,—replicó vivamente la jóven,—vos misma me
con voz carinosa a Mencia:
-jTan pronto te ol vidas de que anoche nada menos me ha-
habeis convencido de que debia resignarme á esa separacion,

y que mi deber era seguir contenta á....

En este punto vaciló Mencía, visiblemente cortada, y calló

bl~bas de tu pena por haber de separarte de mi? Ingrata!


dejando sin terminar su frase.

—A tu esposo;—concluyó la Virreina.—Yo dejé mi patria y


-Ah! senora,-replic6 vi vamente la j6ven,-vos misma me
mi familia por seguir al mio; y hoy me hallo separada de él, no

por mi gusto ciertamente, sino porque Dios así lo quiere.—Y


· habeis con venCido de que debia resignarme a esa separacion,
la noble señora suspiró apesadumbrada al decir estas palabras.

—¡Maldito sea el que es causa de que se desuna lo que Dios


y que mi deber era seguir contenta a ....
unió!—dijo el buen Don Francisco Valenzuela con acento ira-

En este punto vacilo Mencia, visiblemente cortada, y cal16


cundo.

—¡Ese Alburquerque! ¡Ese Pasamonte! ¡Ese...!—exclamó dejando sin terminar su frase.


con despecho Doña María;—pero dejemos de recordar cosas

desagradables, y tratemos de lo que concierne al enlace de


-A tu esposo;-concluy6 la Virreina. -Yo deje mi patria :r
nuestros ahijados.

—Creo,—replicó Valenzuela,—que miéntras más pronto,


mi familia por seguir al mio; y hoy me hallo separada de el, no
mejor, siguiendo el parecer del padre Casas; y á esto solo he- por mi gusto ciertamente, sino porque Dios asi lo quiere.-Y
la noble senora suspir6 apesadumbrada al decir estas palabras.
mos venido, segun tuve el honor de anunciároslo por escrito.
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—Por escrito!—repitió como un eco, y con aire de sorpresa,

la Virreina.

—Sí, señora, ¡qué! ¿No llegaría mi carta á vuestras manos?


-iMaldito sea el que es causa de que se desuna lo que Dios
uni6!-dijo el buen Don Francisco Valenzuela con acento ira-
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—Absolutamente, Don Francisco: sin embargo, yo opiné

cundo.
desde luego como el señor las Casas, y veo que ni él ni yo nos

equivocamos al contar con que vos seríais de nuestro mismo

parecer, y vendríais sin tardanza con Enriquillo á realizar el

matrimonio.... Pero esa carta vuestra ¿dónde iría á parar?


-iEse Alburquerque! iEse Pasamonte! iEse .... !-exclam6
—Crei la ocasion completamente segura:—dijo Valenzuela.

con despecho Dona Maria;-pero dejemos de recordar cosas


—Era un correo del alcalde mayor Badillo, que enviaba unos

desagradables, y tratemos de lo que concierne al enlace de


nuestros ahijados.
-Creo,-replic6 Valenzue_la,-que mientras mas pronto,
mejor, siguiendo el parecer del padre Casas; y a esto solo he-
mos venido, segun tuve el honor de anunciaroslo por escrito.
- Por escrito!-repiti6 como un eco, y con aire de sorpresa,
la Virreina .
-Si, senora, jque! ~No llegaria mi carta a vuestras manos?
-Absolutamente, Don Francisco: sin embargo. yo opine
desde luego como el senor las Casas, y veo que ni el ni yo nos
equivocamos al con tar con que vos seriais de nuestro mismo
parecer, y vendriais sin tardanza con Enriquillo a realizar el
matrimonio .... Pero esa carta vuestra ~d6nde iria a parar?
-Crei la ocasion completamente segura:-dijo Valenzuela.
-Era un correo del alcalde mayor Badillo, que enviaba unos

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ENRIQUILLO 277
ENRIQUILLO 277

procesos á los señores jueces de apelaciones, hará como veinte


procesos a los sefiores jueces de apelaciones, hara como veinte
días.

—Se perdería en el camino, ó se confundiría con todos aque-


di as.
llos papelotes. En fin,—añadió la Virreina,—sea como fuere,
-Se perderia en el camino, 6 se confundiria con todos aque·
Hos papelotes. En fin,-afiadio la Virreina,-sea como f1:lere,
ya veis que os esperábamos; poco importa aquel anuncio ex-

traviado.

—Yo os beso los piés, señora, por vuestra indulgencia,—re-

puso Valenzuela;—pero no dejo de sentir la pérdida de esa


ya veis que os esperabamos; poco importa aquel anuncio ex-
carta, con la que llenaba yo un deber sagrado de respeto y cor-
traviado.
tesía para con vos.

—Será bien que mañana, al medio dia,—volvió á decir la


-Yo os beso los pies, sefiora, por vuestra indulgencia,-re-
Virreina,—vengais á esta casa con objeto de que nos ponga-

mos de acuerdo con el Adelantado, sobre el señalamiento de


puso Valenzuela;-pero no dejo de sentir la perdida de esa
dia, y demás pormenores de esta boda. Él, con sus achaques, no

carta, con la que llenaba yo un deber sagrado de respeto y cor-


se deja ver fácilmente de noche; y como para mí representa la

autoridad de mi marido, nada quiero hacer sin su beneplácito.


tesia para con vos.
—Haré cuanto vos dispusiéreis, señora, —respondió Valen-

zuela inclinándose.
-Sera bien que mafiana, al medio dia,-volvio a decir la
Y á poco se despidieron él y Enriquillo, regresando á su

Virreina,-vengais a esta casa con objeto de que nos ponga-


alojamiento.

V mos de acuerdo con el Adelantado, sobre el sefialamiento de


dia, y demas pormenores de esta boda. El, con sus achaques, no
En campaña.

Tamayo los aguardaba á la puerta, con aire de impaciencia.

No bien los divisó, fué á recibirlos á unos veinte pasos en la

calle, y les dijo sin preámbulos:


se deja ver facilmente de noche; y como para mi representa la
—¿Sabeis á quien he visto? A ese pájaro de mal agüero,
autoridad de mi marido, nada quiero hacer sin su beneplacito.
-Hare cuanto vos dispusiereis, sefiora,-respondi6 Va len-
como le llaman usarcés, á Don Pedro de Mojica.
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Don Francisco y Enriquillo hicieron un movimiento de sor-

presa, y el primero contestó á Tamayo:

—Te equivocas sin duda, muchacho: el señor Mojica está en


zuela inclinandose.
ya poco se despidieron el y Enriquillo , regresando a SU
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la Vera Paz.... A lo ménos, la última vez que lo vi, pasand© por

San Juan, hace veinte dias, se despidió de mí diciéndome que

se volvía para sus tierras de la Yaguana.


alojamiento.
r

En campaiia.
Tamayo los aguardaba a la puerta, con aire de impaciencia.
No bien los diviso, fue a recibirlos a unos veinte pasos .en la
calle, y les dijo sin preambulos :
-(Sabeis a quien he visto? A ese pajaro ·de mal agtiero,
como le llaman usarces, a Don lyedro de Mojica.
Don Francisco y Enriquillo hicieron un movimiento de sor-
presa, y el primero contest6 a Tamayo:
-Te equivocas sin duda, muchacho: el senor Mojica esta en
la Vera Paz .... A lo menos, la ultima vez que lo vi, pasand<9 por
San Juan, hace veinte dias, se despidi6 de mi diciendome que
se volvia para sus tierras de la Yagu~na.

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278 LEYENDA msT6RICA

-Pues yo le juro a vuestra merced por esta santisima cruz,


278 LEYENDA HISTÓRICA

—Pues yo le juro á vuestra merced por esta santísima cruz,

—insistió con calor Tamayo,—que ha pasado por esta calle hace

dos horas en compañía de otro caballero. No me vió segun creo;


-insisti6 con calor Tamayo,-que ha pasado por esta calle hace
ó si me vió no me reconoció; porque él nunca deja de ponerme
dos horas en compafiia de otro caballero. No me vi6 segun creo;
6 si me vi6 no me reconoci6; porque el nun ca deja de ponerme
algun apodo y decirme gracias que me saben á rejalgar.... Y

me alegré de que no me hubiera visto, porque quería que usar-

cés estuvieran avisados. No sé por qué me parece que ese hom-

bre tiene malas intenciones, cuando se ha venido para acá sin


algun apodo y decirme gracias que me saben a rejalgar .... Y
que nadie lo supiera en la Maguana.

me alegre de que no me hubiera visto, porque queria que usar-


—Quizá no te falte razon, muchacho;—dijo Valenzuela.—

¿Qué piensas de eso, Enriquillo?


ces estuvieran avisados. Nose por que me parece que ese hom-
—Ya sabeis, señor,—contestó el jóven,—que yo jamás es-

pero nada bueno de ese hombre.—Hace tiempo que me ator-


bre tiene malas intenciones, cuando se ha venido para aca sin
menta la idea de que por él me han de sobrevenir desgracias, y

que nadie lo supiera en la Maguana.


en mi ánimo ha echado tan hondas raíces ese pensamiento, que

cada vez que lo veo me estremezco, y siento la impresion del -Quiza no te falte razon, muchacho;-dijo Valenzuela.-
~Que piensas de eso, Enriquillo?
que de súbito vé una culebra...

El señor Valenzuela se rió, y por un buen rato prosiguieron

él y Enrique preocupados en un sinnúmero de conjeturas, y

buscando una explicacion cualquiera á la presencia de Mojica


-Ya sabeis, sefior,-contest6 _el j6ven,-que yo jamas es-
en la capital de la colonia.
pero nada bueno de ese hombre.-Hace tiempo que me ator-
menta la idea de que por el me han de sobrevenir desgracias, y
Acabaron, sin embargo, por convencerse recíprocamente'

de que el viaje del fatídico hidalgo en nada podia afectar los

intereses que á ellos concernian, y se fueron á dormir cada

cual á su aposento.
en mi animo ha echado tan hondas raices ese pensamiento, que
A dormir, en rigor de verdad, el buen anciano Valenzuela;
cada vez que lo veo me estremezco, y siento la impresion del
como duermen aquellos que, llegados á la madurez de la vida

que de subito ve una culebra ...


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con limpia conciencia, y complaciéndose en dedicar el resto

de su actividad y de sus fuerzas á la práctica eficaz del bien,

llevan en el corazon la serenidad y la alegría, y hallan en un


El senor Valenzuela se ri6, y por un buen rato prosiguieron
el y Enrique · preocupados en un sinnumero de conjeturas, y
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sueño reparador y profundo el primer galardon de sus buenas

buscando una explicacion cualquiera a la presencia de Mojica


obras, y en las imágenes gratas y risueñas que en tal estado

les ofrece su jubilosa fantasía, como una anticipacion de la

en la capital de la colonia .
beatitud celeste reservada á los justos. Mas, con respecto al jó-

ven cacique, el acto de acostarse no podia excluir la vigilia.

El sueño huia de sus párpados: mil ideas se aglomeraban y

bullían sin cesar en su ardoroso cerebro; y en su alma impre-


Acabaron, sin embargo, por convencecse reciprocamente •
de que el viaje del fatidico hidalgo en nada podia a~ectar los
interese~ que a ellos concernian, y se fueron a dormir cada
cual a su aposento.
A dormir, en rigor de verdad, el buen anciano Valenzuela;
como duermen aquellos que, llegados a la madurez de la vida
con limpia· conciencia, y complaciendose en dedicar el resto
de su acti vi dad y de sus fuerzas a la practica eficaz del bien,
llevan e_n el corazon la serenidad y la alegria, y hallan en un
sueilo reparador y profundo el primer galardon de sus buenas
obras, yen las im~genes gratas y risuefias que en tal estado
les ofrece su jubilosa fantasia, como una anticipacion de la
beatitud Celeste reservada a los justos. Mas, con respecto al j6-
ven cacique, el acto de acostarse no podia excluir la vigilia.
El sueilo huia de sus parpados: mil ideas se aglomeraban y
bullian sin cesar en su ardoroso cerebro; yen su alma impre-

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ENRIQUILLO 279
ENRIQUILLO 279
sionable batallaban en desordenada lucha diversidad de afec·
tos y de pensamientos incompatibles con el reposo. Compren-
sionable batallaban en desordenada lucha diversidad de afec-

tos y de pensamientos incompatibles con el reposo. Compren-

diendo que se hallaba en uno de esos momentos críticos que

deciden de toda una existencia, Enriquillo examinaba á fondo


diendo que se hallaba en uno de esos momentos criticos que
una por una las fases de su situacion: se veia á punto de lla-
deciden de toda una existencia, Enriquillo examinaba a fondo
mar suya á aquella doncella de incomparable hermosura, ante

la cual permaneció arrobado y estático, teniéndose por indigno


una por una las fases de su situacion: se veia a punto d.e lla-
de tocar á la orla de sus vestidos; él, que aunque estimado y

protegido desde la infancia, no dejaba de ser un pobre cacique,


mar suya a aquella doncella de incomparable hermosura, ante
perteneciente á la raza infortunada que entre los conquista-

la cual permaneci6 arrobado y estatico, teniendose por indigno


dores era tratada de un modo peor que los más viles animales:

se veia en vísperas de entrar en la posesion y la administracion ·de tocar a la orla de sus vestidos; el, que aunque estimado y
directa de los bienes de su novia, él, que aunque de nada care-

cía, era al fin y al cabo un miserable huérfano sin patrimonio;


protegido desde la infancia, no dejaba de 5er un pobre cacique,
porque faltándole en su niñez un tutor codicioso como lo fué

Mojica para Mencía, los ricos dominios de sus mayores en el


-perteneciente a la raza infortunada que entre los conquista-
Bahoruco solo habian servido para darle el dictado imaginario -dores era tratada de un modo peor que los mas viles animales:
se veia en visperas de entrar en la posesion y la administracion
de señor ó cacique; mas, en cuanto á la efectividad de sus de-

rechos, ni tenia terrenos asignados en propiedad, ni ejercía

más jurisdiccion sobre los indios de aquellas montañas que la

derivada de las ordenanzas de repartimientos; estando el mis-


-directa de los bienes de su novia, el, que aunque de nada care-
mo en condicion y categoría de cacique encomendado... Y
cia, era al fin y al cabo un miserable huerfano sin patrimonio;
porque faltandole en su nifiez. un tutor codicioso como lo fue
Mencía, digna por su belleza y por sus gracias del amor y del

tálamo conyugal de un Rey, iba á descender hasta venir como

'esposa á sus brazos, y saldría del palacio de los Virreyes, don-

de era mimada y tratada como hija de la casa, donde alterna-


Mojica para Mencia, los ricos dominios de sus mayores en el
ba con las más distinguidas señoras, para caer en la Maguana,
Bahoruco solo habian servido para darle el dictado imaginario
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-de sefior 6 cacique; mas, en cuanto a la efectividad de sus de-


cónyuge y consorte del huérfano, del que nada tenia suyo y

vivia [bajo la dependencia de otro... Sí, pero ese otro era el

digno amigo de las Casas, el bondadoso y benéfico Valenzuela,

rechos, ni tenia terrenos asignados en propiedad, ni ejercia


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que lo amaba tambien como á un hijo; que le habiadicho cien

veces que su fortuna y su posicion quedarían aseguradas; que

mas jurisdiccion sobre los indios de aquellas montafias que la


manifestaba altamente su afecto y gratitud hácia él, diciendo

de continuo que sin los cuidados y la inteligencia de Enrique


-derivada de las ordenanzas de repartimientos; estando el mis-
en la direccion y vigilancia de sus haciendas y ganados, sus ri-

quezas estarían mermadas de una mitad. Y además, ¿era él,


mo en condicion y categoria de cacique encomendado ... Y
por ventura, Enriquillo, capaz de oponer la menor resistencia

Mencia, digna por su belleza y por sus gracias del amor y del
talamo conyugal de un Rey, iba a descender has ta venir como
esposa a sus brazos, y saldria del palacio de los Virreyes, don·
de era mimada y tratada como hija de la casa_, donde alterna-
ba con las mas distinguidas sefioras, para caer en la Maguana,
c6nyuge y consorte del huerfano, del q~e nada tenia suyo y
vivia tbajo la dependencia de otro ... Si, pero ese otro era el
digno amigo de las Casas, el bondadoso y benefico Valenzuela,
que lo amaba tambien como a un hijo; que le habia.dicho cien
veces que su fortuna y su posicion quedarian aseguradas; que
manifestaba altamente su afecto y gratitud hacia el, diciendo
de continuo que sin los cuidados y la inteligencia de Enrique
en la direccion y vigi1ancia de sus haciendas y ganados, sus ri·
quezas estarian mermadas de una mitad. Y ademas, (era el,
por ventura , Enriquillo , capaz de oponer la menor resistencia

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280 LEYEXDA IDST6RICA

280 LEYENDA HISTÓRICA


a lo que para SU bien y felicidad habian dispuesto SUS protec-
á lo que para su bien y felicidad habian dispuesto sus protec-
tores? (Renunciaria a la dicha de tener por esposa a Mencia,.
cediendo a una exageracion de la delicadeza, cuando estaba
tores? ¿Renunciaría á la dicha de tener por esposa á Mencíar

cediendo á una exageracion de la delicadeza, cuando estaba

comprometido ante Dios y los hombres, por el encargo final de

su moribunda tia, y por la voluntad de sus mejores amigos, á


comprometido ante Dios y los hombres, por el encargo final de
ser el esposo de su bella prima...?

su moribunda tia, y por la voluntad de sus mejores amigos, a


Acosado por estas reflexiones contradictorias, de las que

surgía una larga série de ideas análogas, Enrique saltó de su


ser el esposo de su bella prima ... ?
lecho, y pasó gran parte de la noche midiendo la estancia á

grandes pasos; hasta que rendido por las emociones se dej&


Acosado por estas refiexiones contradictorias, de las que
caer en un sillon, y allí permaneció el resto de la noche, vien-

do llegar el nuevo dia sin haber conseguido ni conciliar el sue-


surgia una larga serie de ideas analogas, Enrique salt6 de su
ño, ni resolver ninguna de las grandes cuestiones que su ca- lecho, y pas6 gran parte de la noche midiendo la estancia a
grandes pasos; hasta que rendido por las emociones se dejO.
lenturienta imaginacion le iba presentando una tras otra.

Cuando Tamayo entró á avisarle que el señor Valenzuela

estaba despierto y le aguardaba, ya Enriquillo se hallaba com-

pletamente vestido, con uno de sus mejores trajes .


caer en un sillon, y alli permaneci6 el resto de la noche, vien-
Presentóse al buen anciano, que festivamente hizo alusion
do llegar el nuevo dia sin haber conseguido ni conciliar el sue-
fio, ni resolver ninguna de las grandes cuestiones que su ca-
á su priesa de novio, en haberse aderezado tan temprano. En-

rique le dijo la verdad; le refirió los pormenores de su mala

noche, y no pasó en silencio las cavilaciones que habian sido

causa de su insomnio. Pero Valenzuela, riéndose de las apren-


lenturienta imaginacion le iba presentando una tras otra.
siones del cacique, calificó sus escrúpulos de delirios y fanta-
Cuando Tamayo entr6 a avi~arle que el senor Valenzuela
sías de enamorado; con lo que, y como en sustancia el jóven lo

estaba efectivamente, se rindió sin gran trabajo á las breves


estaba despierto y le aguardaba, ya Enriquillo se hallaba com-
reflexiones que su patrono le hizo.

Despues de tomar un nutritivo desayuno salieron á visitar


pletamente vestido, con uno de sus mejores trajes.
Present6se al buen anciano, que festivamente hizo alusion
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sus relacionados y conocidos. Valenzuela era íntimo amigo de

Francisco Garay, de Rodrigo de Bastidas, de Gonzalo de Guz-

man y los más antiguos y connotados personajes de la colonia.


a su priesa de novio, en haberse aderezado tan temprano. En-
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Todos lo recibieron cordialísima y afectuosamente. Los frai-

les dominicos y franciscanos demostraron igual expansion ca-


rique le dijo la verdad; le refiri6 los pormenores de su mala
riñosa á los dos bienvenidos Valenzuela y Enrique. Eran casi las

noche, y no pas6 en silencio las cavilaciones que habian sido


doce cuando bajaron éstos de San Francisco en direccion á la

marina, á cuya inmediacion estaba situado el palacio de los Vi- causa de su insomnia. Pero Valenzuela, riendose de las apren-
siones del cacique, calific6 sus escnipulos de delirios y fanta-
rreyes. En el tránsito, al cruzar una esquina, casi tropezaron

de manos á boca con su eterna pesadilla, el hidalgo Don Pedro

sias de enamorado; con lo que, y como en sustancia el j6ven lo


estaba efecti vamente, se rindi6 sin gran trabajo a las _breves
reflexiones que su patrono le hizo.
Despues de tomar un nutriti vo desayuno salieron a visitar
sus relacionados y conocidos. Valenzuela era intimo amigo de
Francisco Garay, de Rodrigo de Bastidas, de Gonzalo de Guz-
man y los mas antiguos y connotados personajes de la colonia.
Todos lo recibieron cordialisima y afectuosamente. Los frai-
les dominicos y franciscanos demostraron igual expansion ca-
rifiosa a los dos bien venidos Valenzuela y Enrique. Eran casi las
doce cuando bajaron estos de San Francisco en direccion a la
marina, a cuya inmediacion estaba situado el palacio de los Vi-
rreyes. En el transito, al c_ruzar una esquina, casi tropezaron
de manos a boca con su eterna pesadilla, el hidalgo Don Pedro

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ENRIQUILLO 281

ENRIQUILLO 281
de Mojica, el cual se turb6 por de pronto a la inesperada vista
de los recien-llegados: repusose en seguida, mostr6 agradable
de Mojica, el cual se turbó por de pronto á la inesperada vista

de los recien-llegados: repúsose en seguida, mostró agradable

sorpresa, y los felicitó en los términos más melifluos que pue-

den hallarse en el vocabulario de la perfidia. Enriquillo apénas


sorpresa, y los felicit6 en los terminos mas melifluos que pue-
contestó con un saludo equívoco y hosco á los exagerados ex-
den hallarse en el vocabulario de la perfidia. Enriquillo apenas
tremos del hidalgo, el cual comenzó al punto á hacer indiscre-

tas preguntas; pero Don Francisco, que pasaba de franco, dió


contest6 con un saludo equivoco y hosco a los exagerados ex-
un corte brusco al incidente diciendo sin rodeos á Mojica:

—Señor Don Pedro, yo ni me sorprendo ni os felicito de ve-


tremos del hidalgo, el cual comenz6 al punto a hacer indiscre-
ros aquí. Os dije con tiempo que venia para acá; vos guardás-

tas preguntas; pero Don Francisco, que pasaba de franco, dio


un corte brusco al incidente diciendo sin rodeos a Mojica:
teis vuestra reserva. Buen provecho, y cada cual á sus nego-

cios.—Adiós!

Este lenguaje dejó suspenso á Mojica, que no halló respues-

ta adecuada, y todavía se rascaba una oreja en busca de cual-


-Senor Don Pedro, yo ni me sorprendo ni os felicito de ve-
quier salida, cuando ya sus interlocutores habian traspuesto

ros aqui. Os dije con tiempo que venia para aca; vos guardas-
teis vuestra reserva. Buen provecho, y cada cual a sus nego-
sin volver el rostro la verja de doradas puntas que demarcaba

el recinto solariego del palacio de Diego Colon.—Viendo el

rumbo que llevaban, el maligno hidalgo movió la cabeza con

feroz sonrisa, y dijo entre dientes:


cios.-Adi6s!
—Con que cada cual á sus negocios, ¿eh? ¡Allá lo verédes!

En los vuestros me hallaréis más metido de lo que os convinie-


Este lenguaje dej6 suspenso a Mojica, que no hall6 respues-
ra, belitres!
ta adecuada, y todavia se rascaba una oreja en busca de cual-
quier salida, cuando ya sus interlocutores habian traspues to
Y se alejó á pasos precipitados de aquel sitio.

VI

Preliminares.

No dejaron de asaltar al señor Valenzuela nuevas aprensio-


sin vol ver el rostro la verja de doradas puntas que demarcaba
nes al despedirse tan bruscamente de Mojica, á quien conocia
el recinto solariego del palacio de Diego Colon.- · Viendo el
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rumbo que llevaban, el malig no hidalgo movi6 la cabeza con


de muy antiguo, como un malvado intrigante, fecundo en ar-

dides y expedientes para enredar y hacer daño. Callóse, no

obstante, el buen ¡anciano sus cuidados y recelos, por ahorrar

feroz sonrisa, y dijo entre dientes:


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á su pupilo la consiguiente inquietud, y él mismo se tranquilizó

al cabo, persuadido de que le sobraban influencia y recursos

-Con que cada cual a sus negocios, ~eh? 1Alla lo veredes!


para hacer frente al pérfido hidalgo en cualquier terreno: bajo

En los vuestros me hallar eis ma s metido ·de lo que os convinie-


r a , belitres!
Y se alej6 a pasos precipitados de aquel sitio.

VI

Preliminares.
No deja ron de asaltar al sefior Va lenzuela nuevas aprensio-
nes al despedirse tan bruscamente de Mojica, a quien conocia
de muy antig uo, como un malva do intrigante, fecundo en ar·
dides y expedient es para en r eda r y hacer da fio . Cal16se , no
obstante, el buen lanciano s us cuida dos y r ecelos, por a horrar
a su pupilo la consig uiente inquietud, y el mismo se tranquiliz6
al cabo, persuadido de que le sobraba n influencia y recursos
para hacer fr ente al perfido hidalgo en cualquier terreno: ba jo

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282 LEYENDA HiST6RICA

282 LEYENDA HISTÓRICA la impresion de estas ideas entr6 con EnriqtJ.illo en e1 pal~cio
la impresion de estas ideas entró con Enriquillo en el palacio

de los Colones, y se hizo anunciar á la Virreina.


de los Colones, y se hizo anunciar a la Virreina.
La noble Señora no tardó en recibir á sus huéspedes, á

quienes enteró de que el Adelantado Don Bartolomé, retenido


La noble Senora no tard6 en recibir a sus huespedes, a
en su cámara por un fuerte ataque de gota, les rogaba que quienes enter6 de que el Adelantado Don Bartolome, retenido
en su camara por un fuerte ataque de gota, les rogaba que
fuesen á verlo, pues en cualquier estado le era grato ocuparse

de los intereses de sus amigos, y especialmente de lo que con-

cernia á la jóven nieta de Anacaona, á la que amaba como á

una hija.
fuesen a verlo, pues en cualquier estado le era grato ocuparse ·
Pasaron inmediatamente á la presencia del ilustre enfermo,
de los intereses de sus amigos, y especialmente de lo que con-
cernia a la j6ven nieta de Anacaona, a la que amaba como a
conducidos por la bondadosa Virreina: Valenzuela abrazó con

efusion á Don Bartolomé, de quien era grande amigo, y Enri-

que le besó la diestra, que entorpecida por la enfermedad re-

corrió con cariñosa lentitud el rostro y la cabeza del jóven ca-


una hija.
cique. Cambiados los cumplimientos de uso, entró Doña María
Pasaron inmediatamente a la presencia del ilustre enfermo,
en materia, diciendo al Adelantado con la dulce sonrisa que le

era habitual:
conducidos por la bondadosa Virreina: Valenzuela abraz6 con
—Querido tio, tened á bien arreglar con nuestro buen

amigo el Señor de Valenzuela los pormenores necesarios á la


efusion a Don Bartolome, de quien era grande amigo, y Enri-
celebracion del matrimonio del cacique Enrique y nuestra

que le bes6 la diestra, que entorpecida. por la enfermedad re-


Mencía. Lo que vosotros dispusiéreis se ejecutará punto por

punto. ■•
corri6 con carinosa lentitud el rostro y la cabeza del j6ven ca-
—Este arreglo,—contestó Don Bartolomé,—no puede ser

largo ni presentar dificultades de ninguna especie, una vez que


cique. Cambiados los cumplimientos de uso, entr6 Dona Maria
todo está en tan buenas manos como son las de mi amigo Don

en materia, diciendo al Adelantado con la duke sonrisa que le


Francisco. De intereses no hay que hablar: ¿quién se atrevería

á tomar cuentas al hombre más honrado de la Maguana, por era habitual:


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-Querido tio, tened a bien arreglar con nuestro buen


no decir de la Española entera?

—Lo que concierne á intereses,—se apresuró á decir Valen-

zuela,—podeis verlo, debidamente anotado y expresado en

amigo el Senor de Valenzuela los pormenores necesarios a la


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este resúmen, cuyos comprobantes, como los detalles y cuen-

tas de la administracion, los hallaréis en el legajo.


celebracion. del matrimonio del cacique Enrique y nuestra
Mencia. Lo que vos<}tros dispusiereis se ejecutartt punto por
Y sacó de un bolsillo de su tabardo de paño oscuro un volu-

minoso cartapacio que presentó á Don Bartolomé.

J
—¡Al diablo con vuestros papelotes!—exclamó el Adelanta-

do rechazando los documentos con aire festivo.—¿Quereis ma-


punto. •
tarme, Señor Valenzuela? Ya os he dicho que nadie ha de ser
-Este arreglo,-contPst6 Don Bartolome,-no puede ser
largo ni presentar dificultades d~ ninguna especie, una vez que
tojo esta en tan buenas manos como son las de mi amigo Don
Francisco. De intereses no hay que hablar: (quien se atreveria
a tomar cuentas al hombre mas honrado de la Maguana, por
no decir de la Espanola entera?
-Lo que concierne a intereses,-se apresur6 a decir Valen·
~uela,-podeis verlo, debidamente anotado y expresado en
este resumen, cuyos comprobantes, como los detalles y cuen-
tas de la administracion. los hallareis en el legajo.
Y sac6 de un bolsillo de su tabardo de paft.o oscuro un volu-
minoso cartapacio que present6 a Don Bartolome.
- j Al diablo con vuestros papelotes!-exclam6 el Adelanta·
do rechazando los documentos con aire festivo.-(Quereis ma-
tarme, Senor Valenzuela? Ya os he dicho que nadie ha de ser

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ENRIQUILLO 283

osado a tomaros cuentas. (Que decis a eso, mi querida so-


ENRIQUILLO 283

osado á tomaros cuentas. ¿Qué decís á eso, mi querida so-

brina?

—Digo lo que vos, Señor,—respondióla Virreina.—Nos ofen-


brina?
de Don Francisco suponiendo que nosotros, ni nadie en nues-
-Digo lo que vos, Sefior,-respondi6 la Virreina.-Nos ofen ..
tro nombre, hayamos de intervenir en ajustes de cuentas, pol-

los intereses confiados á su proverbial honradez. Eso lo lia de


de Don Francisco suponiendo que nosotros, ni nadie en nues-
arreglar él solo, como mejor lo entienda, cuando Enrique sea

el esposo de Mencía.
tro nombre, hayamos de intervenir en ajustes de cuentas, por
— En ese caso, ya puedo darme por absuelto de respon-

los intereses confiados a su proverbial honradez. Eso lo ha de


sabilidad;—replicó Valenzuela;—porque Enriquillo sabe tan

bien como yo lo que hay, y cómo se administra. ¿Es así, Enri- arreglar el solo, como mejor lo entienda, cuando Enrique sea
quillo?

—Sí, señor;—dijo con gravedad el cacique.—Cuanto se de-


el esposo de Mencia.
see saber sobre los bienes de mi prima, yo puedo aclararlo,

y explicarlo, hasta de memoria.


-En ese caso, ya puedo darme por absuelto· de respon-
—No es necesario, Enriquillo;—repuso riendo la Virreina.— sabilidact;-replic6 Val~nzuela;-porque Enriquillo sabe tan
bien como yo lo que hay, y €6mo se administra. lEs asi, Enri-
Vamos á lo más importante: ¿cuándo y dónde y cómo quiere

mi señor y amado tio que se celebre el matrimonio?

—Con vuestro permiso, Don Francisco,—dijo el Adelanta-

do,—me parece bien que, si todo está listo,' se realice.eifliatri-


quillo? ·
monio el sábado, de hoy en cinco dias, ta elojeatorio de esta
-Si, sefior;-dijo con g-ravedad el cacique.-Cuanto se de-
see saber sobre los bienes de mi prima., yo puedo aclarar.Jo,
casa; administrando el santo sacramento ííuestro capellan, y

con el menor número posible de asistentes al acto, que yo he

de presenciar por poco que mis dolencias me lo permitan. Des-

pues de la ceremonia, vos, sobrinas-haréis la fiesta que os plaz-


y explicarlo, hasta de memorja.
ca, y convidaréis cuanta gente /ós parezca; pero entónces mi

-No es necesario, Enriquillo;-repuso riendo la Virreina.-


Vamos a lo mas importante: (cuando y d6nde y c6mo quiere
compromiso habrá terminado, pues ni puedo ya bailar en un
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sarao, ni hacer buen papel en ún banquete.

—Si se me permite, háré ?un ruego;—dijo Enrique tímida-

mente.
mi senor y amado tio que se celebre el matrimonio?
-Con vuestro permiso, Don Francisco,-dijo el Adelanta-
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—Di cuanto quieras, hij^,—contestó Don Bartolomé;—na-

die tiene más derecho que tfi de tratar este asunto.

—Yo suplico á Vueseñojrías,—repuso el cacique sin levantar do,-me parece bien que, si todo esta list.o,' ·se realice ri·
monio el sabado, de hoy en cinco dias, . el o orio de esta
la vista del suelo,—que no» haya más fiestas ni ceremonias en

la boda, que las que acaba de enunciar mi señor el Adelantado.


)
—Será como lo deseas/ Enriquillo;—respondió María de To-

ledo.—Yo no podría tampoco celebrar el suceso con todas las


casa; administrando el santo sacramerito ~uestro capellan, y
con el menor numero posible de asiste es al acto, que yo he
de presenciar por poco que mis dole~1as me lo permitan. Des-
pues de la ceremonia, vos, sobrinVnareis la fiesta que os plaz·
ca, y convidareis cuanta gente /-6s parezca; pero ent6nces mi
compromiso habra terminado, i;;ues ni puedo ya bailar en un
sarao, ni hacer buen papel en ,1fln banquete.
-Si se me permite, hare fun ruego;-dijo Enrique timida-
mente. ·
. -~i cuanto quieras, hij~ 1 -contest6 .Don Bartolome;-na-
die tiene mas derecho que tj:i
de tratar este asunto.
-Yo suplico a Vuesenoy-ias ~-rep~so el cacique sin levantar
la vista del suelo,-que ncf> haya mas fiestas ni ceremonias en
la boda,· que las que acab31 de enunciar mi senor el Adelantado.
-Sera como lo deseas1 Enriquillo;.;_respondi6 Maria de To-
ledo.~Yo no podria tainp.oco celebrar el suceso con todas las

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284 LEYENDA HISTORICA

284 LEYENDA HISTÓRICA

manifestaciones de alborozo que me hubiera complacido en ha-


manifestaciones de alborozo que me hubiera complacido en ha-
cer, si mi pobre Don Diego estuviera al lado mio. .

cer, si mi pobre Don Diego estuviera al lado mio . .


-Sin embargo,-volvi6 a decir el Adelantado,-es preciso
—Sin embargo,—volvió á decir el Adelantado,—es preciso

que haya un contrato matrimonial en toda regla: no olvidemos

que haya un contrato matrimonial en todaregla: no olvidemos


que se trata de una rica heredera, castellana por su padre, in-

dia por su madre, de la gerarquía de los principales caciques

de la isla; y que los numerosos enemigos de nuestra casa son

muy capaces de tejer algun chisme sobre esa boda, y denun-


que se trata de una rica heredera, castellana por su padre, in-
ciarla á España como un nuevo atentado contra las reales prer- dia por su madre, de la gerarquia de los principales caciques
de la isla; y que los numerosos enemigos de nuestra casa son
rogativas.—¿No os parece bien, por lo mismo, que convidemos

como testigos del acto, y del contrato matrimonial, á los seño-

res jueces de apelacion y á los oficiales reales?

—Todo lo que vos disponeis, tio, está bien dispuesto;—res-


muy capaces de tejer algun chisme sobre esa boda, y denun-
pondió la Virreina.
ciarla a Espana como un nuevo arentado contra las reale's prer-
—Yo alabo vuestra prudente prevision,—dijo á su vez Va-

lenzuela. Y despidiéndose del Adelantado salieron todos de la


rogativas.-c:No os parece bien, por lo mismo, que convidemos
estancia. Pocos instantes despues se reunian en el salon prin-

cipal con las doncellas y damas de honor de la Virreina: entre


como testigos del acto, y del contrato matrimonial, a los sefio-
ellas estaba Mencía.
_res jueces de apelacion ya los oficiales reales?
Totía^ó casi todas aquellas jóvenes eran amigas y co-

nocidas de v&lenzuela, y muy pocas eran del todo extrañas


-Todo lo que vos disponeis, tio, esta bien dispuesto;-res-
para Enrique, el c*tal saludó al concurso con naturalidad y

despejo, y soportó co& bastante serenidad el atento exámen


pondi6 la V irrei na.
de que fué objeto por espacio de dos ó tres minutos. Doña

-Yo alabo vuestra prudente prevision,-dijo a su vez Va-


María, siempre solícita y afable, dijo á las dos que le quedaban

inmediatas: \ lenzuela. Y despidiendose del Adelantado salieron todos de la


—Id á saludar al cacique Eoriquillo, que pronto será el es-

estancia. Pocos instantes despues · se reunian en el salon prin-


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poso de Mencía, y tratadlo por k> mismo como de esta casa y

familia. \

Las damas, en general, se aproximaron á Enrique y lo ro-


cipal con las doncellas y damas de honor de la Virreina: entr:e
ellas estaba Mencia. ·
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dearon con muestras de alborozo, queriendo todas á la vez en-

6 casi todas aquellas j6venes eran amigas y co-


trar en conversacion con él. Unaáí le dirigían felicitaciones,

otras lo interrogaban sobre el dia ds la boda; ésta se le ofrecía


Tou
como amiga de Mencía; la otra recordaba que lo habia conoci-

do hacia más de cuatro años, y que lo hallaba cambiado favo-


nocidas de enzuela, y muy pocas eran del todo extrafias
rablemente. \
para Enrique, el . . . al salud6 al concurso con naturalidad y
—Os acordais de la gaviota cautiva?—le dijo con amistosa

despejo, y soport6 co bastante serenidad el atento examen


de que fue objeto por e pacio de dos 6 tres minutos. Dona
Maria, siempre solicita y af~ble, dijo a las dos que le quedaban
inmediatas: \
·
-Id a saludar al cacique Etqriquillo, que pronto sera el es-
poso de Mencia, y tratadlo por i-0 mismo como de esta casa y
familia.
Las damas, en general, se apr.. ximaron a Enrique y lo ro-
dearon con muestras de alborozo, ueriendo todas a -la vez en-
trar en conver.sacion con el. Una · le dirigian felicitaciones>
otras lo interrogaban sobre el dia d la boda; e~ta se le ofrecia
como aniiga de Mencia ; la otra recot daba que lo habia conoci-
do hacia mas de cuafro afios, y que l~ hallaba cambiado favo-
rablemente. \
-Os acordais de la gaviota cautivta?-- le dijo con amistosa
\
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ENRIQUILLO 285

familiaridad Elvira Pimentel, aquella Elvira, nacida y criada


ENRIQUILLO 285

familiaridad Elvira Pimentel, aquella Elvira, nacida y criada

en Granada; la misma que una tarde, en el terrado de la casa

de Garay, morada entónces de los Virreyes, puso en libertad


en Granada; la misma que una tarde, en el terrado -de la casa
la gaviota que, cazada por el neblí de Enriquillo, habia pasado
de Garay, morada ent6nces de los Virreyes, puso en libertad
la gaviota que, cazada por el nebli de Enriquillo, habia pasado
de las manos de éste á las de Mencía.

—Siempre he recordado con gusto aquella accion vuestra,

señora,—contestó Enrique.—Cuantas veces he cazado despues,

he sentido impulsos de dar libertad á las pobres prisioneras,


de las manos de este a las de Mencia.
por verlas tan gozosas como aquella que vos soltásteis.

-Siem pre he recordado con gusto aquella accion vuestra,


—Creedme, cacique. Si yo no hubiera hecho aquello, no lle-

garíais á ser el esposo de Mencía,— dijo con aire de conviccion


seilora,-contest6 Enrique.-Cuantas veces he cazado despues,
Elvira.

—Basta, bachilleras!—exclamó, en este punto la Virreina,


he sentido impulsos de dar libertad a las pobres prisioneras,
en su tono de siempre, afable y bondadoso.—No parece sino

por verlas tan gozosas como aquella que vos soltasteis.


que os habeis propuesto no dejar que Enriquillo cambie dos

palabras con su prometida. ¡Ea! Pidamos noticias de la Ma- -Creedme, cacique. Si yo no hubiera hecho aquello, no lle·
guana al señor Valenzuela, y que entre tanto los dos primos se

digan lo que quieran.


gariais a ser el esposo de Mencia, -dijo con aire de conviccion
Esta órden fué cumplida presurosamente por todas, y Men-

Elvira.
cía quedó sola con Enriquillo en un ángulo del vasto salon: las

demás, con la Virreina, continuaron en animado coloquio, ha- -Basta, bachilleras!-exclam6. en este punto la Virreina,
en su tono de siempre, afable y bondadoso.-No parece sino
ciendo preguntas á Valenzuela.

—Está muy léjos la Maguana?—No es muy cerca hija,—res-

pondía el buen anciano.—¿Hay que atravesar muchos ríos?—

¿El camino es malo?—¿Es montañoso?—¿Hay allá bonitas ca-


que os habeis propuesto no dejar que Enriquillo cambie dos
sas?—Y por el estilo cada cual se informaba de lo que mejor le
palabras con su prometida. i Ea! Pidamos noticias de la Ma·
guana al sen.or Valenzuela, y que entre tanto los dos primos se
parecía, respondiendo á todo el señor Valenzuela con una com-
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placencia y un buen humor inagotables.

—¿No hay por allá hidalgos ricos y galanes?—preguntó El-

vira, riéndose.
digan lo que quieran.
Esta 6rden fue cumplida presurosamente por todas, y Men·
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—No faltan algunos,—contestó el viejo;—pero los más de

ellos han estado por acá en demanda de esposa, y se han vuel-

to á sus casas mohínos y cariacontecidos, diciendo que todas


cia qued6 sola con Enriquillo en un angulo del vasto salon: las
vosotras, las damas venidas de España, sois muy esquivas y

melindrosas.
demas, con la Virreina, continuaron en animado coloquio, ha·
—Pretextos que ponen para irse á casar con las cacicas,

que parece les tiene más cuenta,—dijo la Virreina.—Así sé que


ciendo
. preguntas
.
a Valenzuela.
-Esta muy lejos la Maguana?-No es muy cerca hija,-res-
pondia el buen anciano.-(Hay que atravesar muchos rios?-
~El camino es malo?-(Es montafioso?-(Hay alla bonitas ca-
sas?-Y por el estilo cada cual se informaba de lo que mejor le
parecia, respondiendo a todo el senor Valenzuela con una com-
placencia y un buen humor inagotables.
-(No hay por alla hidalgos ricos y galanes?-pregunt6 El-
vira, riendose.
-No faltan algunos,-contest6 el viejo;-pero los mas de
ellos han estado por aca en demanda de esposa, y se han vuel-
to a SUS casas mohinos y cariacontecidos, diciendo que todas
vosotras, las damas venidas de Espafia, sois muy esquivas y
melindrosas.
-Pretextos que ponen para irse a casar con las cacicas,
que parece les tiene mas cuenta,-dijo la Virreina.- Asi se que

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286 LEYENDA HIST6RICA

lo han hecho casi todos los vecinos de la Vera· Paz, cuyas mu-
286 LEYENDA HISTÓRICA

lo han hecho casi todos los vecinos de la Vera-Paz, cuyas mu-

geres me dicen que son hermosas como soles.

—Es la verdad, señora;—repuso Valenzuela.—Es una raza


geres me dicen que son hermosas como soles.
privilegiada, y que se distingue de la generalidad de los indí-
-Es la verdad, senora;-repuso Valenzuela.-Es una raza
privilegiada, y· que se disting-ue de la generalidad de los indi-
genas de esta Isla. Jaragua todo lo produce hermoso; y la gen-

te, hermosa, buena y discreta sobre toda ponderacion.

—Es decir, que Jaragua puede competir con nuestra Anda-

lucía?—observó Elvira con irónico acento.


genas de esta Isla. Jaragua todo lo produce hermoso; y la gen-
—No lo dude Vd., hija,—repuso el viejo.—Y como muestra,
te, hermosa, buena y discreta sobre toda ponderacion.
ved á Mencía, ved á Enriquillo...

—Mencía es medio española; y Enriquillo es del Bahoruco;—


-Es decir, que Jaragua puede competir con nuestra Anda-
insistió la disputadora Elvira.—¿Está el Bahoruco en Jaragua?

—Cerca le anda; y fuera de eso, siendo de familia de caci-


lucia?-observ6 Elvira con ir6nico acento.
ques, y parientes de los Soberanos de Jaragua, bien podemos

-No lo dude Vd., hija,-repuso el viejo.-Y como muestra,


presumir que fueran rama originaria de esa provincia los as-

cendientes de Enriquillo que reinaban en aquellas montañas.


ved a Mencia, ved a Enriquillo ...
—Además,—replicó la jóven,—la cara de Enriquillo no pue-

de decirse que sea hermosa...


-Mencia es medio espafiola; y Enriquillo es del Bahoruco ; -
—Ni fea (101);—contestó la Virreina terciando en la discu-

sion. Es un sujeto muy gentil y bien formado el cacique del


insistio la disputadora Elvira.-( Esta el Bahoruco en jaragua?
Bahoruco, y su alma es positivamente muy hermosa. -Cerca le anda; y fuera de eso, siendo de familia de caci-
ques, y parientes de los Soberanos de jaragua, bien podemos
Este elogio puso fin á la contestacion, y fuera porque lo dic-

tára la justicia, ó porque lo pronunciaran los lábios de la bella

señora á quien todas amaban y respetaban sumisas, las jóve-

nes se volvieron á mirar con vivo interés á Enriquillo, que ha-


presumir que fueran raffia originaria de esa provincia los as-
blaba entónces animadamente con su prometida; y en el sem-
cendientes de Enriquillo que reinaban en aquellas montafias .

-Ademas,-replic6 la joven,-la cara de Enriquillo no pue-
blante de todas ellas se pudo leer la confirmacion del benévolo
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juicio enunciado por la Virreina.

VII

Aspiracion.
de decirse que sea hermosa ...
-Ni fea (101);-contesto la Virreina terciando en la discu-
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—Decidme, prima mia,—preguntaba entretanto el cacique

con grave compostura, á su linda interlocutora;—¿deseais ser

mi esposa, mi compañera inseparable? Abandonaréis gustosa


sion. Es un sujeto muy gentil y bien formado el cacique del
esta casa, sus grandezas, vuestras alegres amigas, para iros á

Bahoruco, y su alma es positivamente muy hermosa.


Este elogio puso fin a la contestacion, yfuera porque lo dic-
tara la justicia, 6 porque lo pronunciaran los labios de la bella
sefiora a quien todas amaban y respetaban sumisas, las j6ve-
nes se volvieron a mirar con vivo interes a Enriquillo, que ha-·
blaba entonces animadamente con su prometida; yen el sem-
blante de todas ellas se pudo leer la confirmacion del benevolo
juicio enunciado por la Virreina.

VII

Aspiracion.
-Decidme, p_rima mia,-preguntaba entretanto el cacique
con grave compostura, a su linda interlocutora;-ldeseais ser
mi esposa, mi compafiera inseparable? Abandonareis gustosa
esta casa, sus grandezas, vuestras alegres amigas, para iros a

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E~RIQUILLO 287 •
ENRIQUILLO 2S7

vivir sola conmigo en un pueblo donde no hay músicas, ni lujo,


vivir sola conmigo en un pueblo donde no hay musicas, ni lujo,
ni fiestas; donde no hay más que casas tristes, árboles, yerbas

y ganados?
ni fiestas; donde no hay masque casas tristes, arboles, yerbas
—Ya he pensado bastante en eso,—respondió tranquilamen-

te Mencía,—y no te ocultaré que temo mucho hallar aquello


Y.ganados?
muy triste, y que he de sentir mucho separarme de la señora -Ya he pensado bastante en eso,-respondi6 tranquilamen:-
Virreina y de mis amigas. Pero ¿no está dispuesto por Dios

mismo que tú seas mi esposo? No fué esa la última voluntad de


te Mencia,-y no te ocultare que temo mucho hallar aquello ·
mi madre, y su última recomendacion? Pues de,bo cumplirla y

no tengo para qué consultar mi gusto.


muy triste, y que he de sentir mucho separarme de la senora
Esta franca respuesta causó penosa impresion en el caci-
Virreina y de mis amigas. Pero _lno esta dispuesto P<?r Dios
mismo que tu seas mi esposo? No fue esa la ultima voluntad de
que. Su rostro se contrajo con manifiesto pesar; miró triste-

mente á su prometida, y con voz mal segura repuso:

—Me atormentaba hace tiempo el presentimiento de vues-

tra declaracion, Mencía. Seréis, pues, mi esposa, por resigna-


mi madre, y su ultima recomendacion? Pues de1bo cumplirla y
cion; porque el deber os obliga...
no tengo para que consultar mi gusto.
Esta franca respuesta caus6 penosa impresion en el caci-
—Primo Enrique,—interrumpió la jóven:—no he querido

aflijirte, sino decirte la verdad. Te trato como al pariente que

más quiero, que siempre me recuerda mi niñez; y tú me hablas

como se habla á los extraños... No me gusta verte tan sério


que. Su rostro se contrajo con manifiesto pesar; mir6 triste-
tratándome de vos; por eso no puedo ir contenta á la Magua-
mente ~ su prometida, y con voz mal segura 'repuso:
na... Yo no sé mentir!

Enriquillo vió un rayo de esperanza en estas palabras, y


-Me atormentaba hace tiempo el presentimiento de vues-
más sereno, volvió á decir:

—Parece que no me has comprendido bien, Mencía: yo de-


tra declaradon, Mencia. Sereis, pues, mi esposa, por resigna-
seo saber de tí si me aceptas con agrado como esposo tuyo; si"

cion; porque el deber os obliga ...


no sentirás pesadumbre en que yo te llame mia...

-Primo Enrique,---:interrumpi6 la j6ven:-n·o he querido


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La jóven bajó entónces los ojos ruborizada, y despues de

breve pausa contestó:

—Yo no entiendo bien lo que quieres decirme, Enrique.


afiijirte, sino decirte la verdad. Te trato como al pariente que
mas quiero, que siempre me recuerda mi nifiez; y tu me hablas
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Siempre te he querido como debo á quien compartió conmigo

el cariño de mi madre: siempre tu recuerdo ha estado unido al

suyo en mi corazon, y cuando he pensado en tí, he pensado en


como se habla a los extrafios ... No me gusta verte tan serio
tratandome de vos,· por eso no puedo ir contenta a la Magua-
ella y en Dios. Me han enseñado á considerarte desde muy nina

como mi prometido esposo; te amo como te amaba cuando

era niña pequeñuela, y te respeto como al que para mí repre-

senta la voluntad de mi madre...—Es eso lo que deseas?


na ... Yo no se mentir!
Enriquillo vi6 un rayo de esperanza en estas palabras, y
mas sereno, volvi6 a decir:
-Parece que no me has comprendido bien, Mencia: yo de-
seo saber de ti si me aceptas con agrado co mo es po so tu yo; s(
no sentiras pesadumbre en que yo te llam~ mia ...
La j6ven baj6 ent6nces los ojos ruborizada, y despues de
breve pausa contest6:
-Yo no entiendo bien lo que quieres d.ecfrme, Enrique.
Siempre te he quei-ido como debo a quien comparti6 conmigo
el carifio de mi madre: s_iempre·tu recuerdo ha est ado uni do al
suyo en mi corazon, y cuando he pensado en ti, he pensado en
ella yen Dios. Mehan ensefiado a considerarte desde muy nina
como mi prometido esposo; te amo como te amaba cuando
era nifia pequefiuela, y te respeto como al que para mi repre-
senta la voluntad de mi madre ... - Es eso lo que deseas?
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288 LEYENDA HIS!6RICA
288 LEYENDA HISTÓRICA

—Eso no me basta; —dijo Enrique vacilante y apesadumbra- -Eso no me basta; -dijo Enrique vacilante y apesadumbra-
do.-Pero, pues que tu corazon inocente no acierta a compren-
do.—Pero, pues que tu corazon inocente no acierta á compren-

der el mio, tendré paciencia, y conservaré la esperanza de

.que, cuando nuestra suerte esté irrevocablemente ligada, aca-

so me comprendas, Mencía, y me ames como yo te amo á tí;


der el mio, tendre paciencia, y conservare la esperanza de
con todo mi pensamiento, con toda mi alma; como no se puede
.que, cuando nuestra suerte este irrevocablemente ligada, aca·
so me comprendas, Mencia, y me ames como yo te amo a ti;
amar más, en la tierra ni en el cielo.

Dijo Enrique estas últimas palabras con voz baja y conmo-

vida: la jóven lo miró fijamente y con extrañeza, é iba á repli-

car todavía, cuando Valenzuela se hizo oir increpando al ca-


con todo mi pensamiento, con toda mi alma; como no se puede
cique:
amar mas, en la tierra ni en el cielo .
—Enriquillo, muchacho; advierte que ya es hora de salir de

este encantamiento. Despues tendrás espacio de sobra para


Dijo Enrique estas ultimas p,alabras con voz baja y conmo-
embelesarte con tu linda novia. Motivo hay, por Cristo! y yo

en tu lugar no estaría ménos olvidado de todo el mundo.


vida: la j6ven lo mir6 ·fijamente y con extraneza, e iba a repli-
Con esto patrono y pupilo besaron las manos á la Virreina

car todavia, cuando Valenzuela se hizo oir increpando al ca·


y se despidieron cortésmente de aquel círculo de beldades.

Elvira tomó entónces del brazo á Mencía, y se dirijió con cique:


ella á un balcon retirado, desde el cual dominaba la vista el

curso del Ozama.


-Enriquillo, muchacho; advierte que ya es hora de salir de
—Vas á contarme lo que hablásteis tú y tu novio; —le dijo

con misterio.—¿Estuvo muy enamorado, muy discreto? ¿Te dijo


este encantamiento. Despues tendras espacio de s~bra para
cosas tiernas y agradables? embelesarte con tu linda novia. Motivo hay, por Cristo! y yo
en tu lugar no estaria menos olvidado de todo el mundo.
—Sí y nó, Elvira,—respondió Mencía.—Yo no sé qué motivo

de disgusto tenia Enrique, pues me preguntó si yo lo amaba,

le dije que sí, y no se dió por satisfecho. Dice que debo amarlo

con toda mi alma, y todo mi pensamiento; porque él me ama


Con &sto patrono y pupilo besaron las manos a la Virreina
y se despidiei-on cortesmente de aquel circulo de beldades.
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así: ¿es preciso, para casarse dos, que se digan esas mentiras

Elvira tomo ent6nces del brazo a Mencia, y se diriji6 con


que solo te he oido á tí, cuando nos cuentas historias inventa-

das (102), ó cantas los amores de Zaida? Nunca la señora Vi-

ella a un balcon retirado, desde el cual dominaba la vista el


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rreina dice cosas parecidas cuando habla del señor Almirante.

—Calla, tonta,—repuso Elvira.—Enriquillo tiene razon; to-

davía no entiendes de estas cosas, y tu pecho está como leña


curso del Ozama.
-Vas a contarme lo que hablasteis tti y tu novio; - le dijo
verde, que resiste al fuego. Pero tu hora llegará, como llegó

hace tiempo la mia... ¡Oh! No se quejaría de tí el cacique si tú

sintieras como yo... Tengo un corazon ardiente, que necesita

amar á todo trance, y me pasa lo que dice el cantar:


con misterio.-~Estuvo muy enamorado, muy discreto? (Te dijo
cosas tiernas y agradables?
-Si y n6, Elvira,-respondio Mencia.-Yo nose que motivo
de disgusto tenia Enrique, pues me pregunto si yo lo amaba,
le dije que si, y nose dio por satisfecho. Dice que debo amarlo
con toda mi alma, y todo mi pensamiento; porque el me ama
asi: (es preciso, para casarse dos, que se digan esas mentiras
que solo te he oido a ti, cuando nos cuentas historias inventa-
das (102), 6 cantas los amores de Zaida? Nunca la senora Vi·
rreina dice cosas parecidas cuando habla del senor Almirante.
-Calla, tonta,-repuso Elvira.-Enriquillo tiene razon; to-
davia no entiendes de estas cosas, y tu pecho esta como lefia
verde, que resiste al fuego. Pero tu hora Hegan\, como llego
hace tiempo la mia ... iOh! No se quejaria de ti el cacique si tu
sintieras como yo ... Tengo un corazon ardiente, que necesita
amar a todo trance, y me pasa lo que dice el cantar:
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ENRIQUILLO 289
ENRIQUILLO 289

«En la guerra del deseo,


«En la guerra del deseo,
Siendo mi ser contra sí,

Pues yo misma me guerreo,


Siendo miser contra si,
Defiéndame Dios de mí.»
Pues yo misma me guerreo,
—A la verdad, no comprendo lo que dices, Elvira,—dijo

Mencía.—Mi corazon ama tranquilamente á quien debe, y por


Defiendame Dios de mi.»
eso amo á Enrique.

—Dios quiera que ese amor te baste siempre, criatura!—re-


-A la verdad, no comprendo lo que dices, Elvira,-dijo
plicó Elvira con aire patético;—y que nunca padezcas lo que
Mencia.-Mi corazon ama tranquilamente a q.u ien debe, y por
yo padezco. Voy á conversar con las otras, que me entienden

mejor que tú.
eso amo a Enrique.
Y la jóven se alejó cantando alegremente:

«Salen las siete cabrillas,


-Dios quiera que ese amor te baste siempre, criatura!-re·
La media noche es pasada.»

plic6 Elvira con aire patetico;-y q.ue nunca padezcas lo que


Porque Elvira era una de esas infinitas hijas de Eva, que

alternativamente son graves ó lijeras, capaces de grandes ins-


yo padezco. Voy a conversar con las otras, que me entienden
piraciones y de grandes caídas, y que con facilidad pasmosa,

como giratoria veleta, pasan de la risa al llanto, y del pesar á


mejor que tu.
la alegría.

VIII
Y la j6ven se alej6 cantando alegremente:
Un revés.

Las visitas que en los dias subsiguientes hicieron Valen-


«Salen las siete cabrillas,
zuela y Enriquülo al palacio de Colon, no modificaron en nada

las respectivas situaciones de nuestros personajes. El cacique,


La media noche es pasada: »
cada vez más enamorado de su prima, habia sentido calmarse

gradualmente las inquietudes y los escrúpulos que le inspiraba


Porque Elvira era una de esas infinitas hijas de Eva, que
a.lternativamente son graves 6 lijeras, capaces de grandes ins·
su singular posicion, y, si se quiere, la desigualdad efectiva
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que existia entre él, indio de pura raza, y la bella mestiza á

que habian dado el ser Guevara é Higuemota; español de noble

alcurnia el primero, hija ésta de la célebre cuanto malhadada


piraciones y de grandes caidas, y que con facilidad pasmosa,
como giratoria veleta, pasan de la risa al llanto, y del pesar a
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reina de Jaragua. El candor y la franqueza con que siempre

era recibido por su prometida novia, acabaron por convencer

S
la alegria.
19

VIII

Un reves.

Las visitas que en los dias subsiguientes hicieron Valen·


zuela y Enriquillo al palacio de Colon, no modificaron en nada
las respecti vas situaciones de nuestros personajes. El cacique,
cada vez mas enamorado de su prima, habia sentido calmarse
gradualmente las inquietudes y 1os escrupulos que le inspiraba
su singular posicion, y, si se quiere , la desigualdad efectiva
que existia entre el, indio de pura raza, y la bella mestiza a
que habian dado el ser GU,evara e Higuemota; espafiol de noble
alcurnia el primero, hija esta de la celebre cuanto malhadada
reina de Jaragua. El candor y la franqueza con que siempre
era recibido por s u prometida no via , acabaron por convencer

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290 LEYENDA HIST6RICA

290 LEYENDA HISTÓRICA

á Enrique de que ella no sabia amar de otro modo, afirmándo-


a Enrique de que ella no sabia amar de otro modo, afirmando·
se aun más en su esperanza de que al iniciarse en los misterios

se aun mas en su esperanza de que al iniciarse en los misterios


del matrimonio, el amor de la jóven, entónces inocente y cán-

dido, adquiriría el matiz de ternura y de pasion que habia echa- del matrimonio, el amor de la j6ven, ent6nces inocente y can-
dido, adquiriria el matiz de ternura· y de pasion que ha bi a echa-
do de ménos el enamorado mancebo en su primera conferencia

íntima con la que habia deser su esposa. Mecido por las dulces

ilusiones de aquella próxima perspectiva, Enriquillo se aban-

do de menos el enamorado mancebo en su primera conferencia


donaba á su dicha del momento con el deleite propio de una

imaginacion de veinte años; y como que tendían á cicatrizarse

las heridas que su ingénita sensibilidad recibia diariamente

con la observacion de cuanto lo rodeaba, con las anomalías de


.
intima con la que habia de.ser su esposa.
.
Mecido por las dukes
ilusiones de aquella pr6xima perspectiva, Enriquillo se aban-
su estado personal, sometido á la piedra de toque de encontra-

das condiciones; señor por nacimiento; primado por prerroga-


donaba a su diclla del momento con el deleite propio de una
tivas reglamentarias entre los indios; privilegiado por la pro-
imaginacion de veinte afios; y como que tendian a cica'trizarse
teccion especial y eficaz que lo asistía desde la infancia, y al

mismo tiempo, inscrito en las listas de encomiendas, que su-


las heridas que su ingenita sensibilidad recibia diariamente
ponian un grado de servidumbre siempre humillante, y pun-

zándose á cada paso en las agudas espinas del desden brutal


con la observacion de cuanto lo rodeaba, con las anomalias de
que ostentaban respecto de toda la raza india los más de aque-

su estado personal, sometido a la piedra de toque de.encontra-


llos hidalgos y colonos, educados en los campamentos de An-

dalucía y de Italia, acostumbrados á aplicar el mote de perros


das condiciones; senor por nacimiento; primado por prerroga-
á los soldados enemigos, y que, con mayor conviccion que á

los moros yá los franceses, consideraban y trataban como


tivas reglamentarias entre los indios; privilegiado por la pro·
animales á los salvajes indios en general, y peor que á tales á

teccion especial y eficaz que lo asistia desde la infancia, y al


los que les servian en calidad de encomendados.

Las circunstancias excepcionales que concurrian en la per- mismo tiempo, inscrito en las listas de encomiendas, que su-
ponian un grado de servidumbre siempre humillante, y pun-
sona de Enrique; su apostura, su exterior simpático y el sello
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de rara inteligencia que realzaba su fisonomía, unido todo á

la calidad é influencia de sus protectores, le habian preserva-

do siempre de esas rozaduras del amor propio, peores mil ve-


zandose a cada paso en las agudas espinas del desden brutal
que ostentaban respecto de toda la raza india los mas de aque·
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ces que la muerte para los carácteres bien templados y pun-

donorosos; pero el espectáculo constante de otros indios de

su clase, ménos afortunados, que apuraban la copa de las hu-


llos hidalgos y colonos, educados en los campamentos de An-
millaciones, laceraba su compasivo corazon, y sublevaba su

conciencia ante la idea de hallarse expuesto él mismo á igua-


dalucia y de Italia, acostumbrados a aplicar el mote de perros
les tratamientos. Esta reflexion oscurecía de continuo el fon-

a los soldados enemigos, y que, con mayor conviccion que a


do de su alma, y proyectaba sobre sus más generosas impre-

los moros y a los franceses, consideraban y trataban como


animates a los salvajes indios en general, y peor que a tales a
lo"s que les servian en calidad de encomendados.
Las circunstancias excepcional.es que concurrian en la per-
sona. de Enrique; su apostura, su exterior simpatico y el sello
de rara inteligencia que realzaba su fisonomia, unido todo a
la calidad e inftuencia de SUS protectores, le habian preserva-
do' siempre de esas rozaduras del amor propio, peores mil ve-
ces que la muerte para los caracteres bien templados y pun-
donorosos; pero el espectaculo constante de otros indios de
su clase, menos afortunados, que apuraban la copa de las hu-
millaciones, laceraba su cornpasivo corazon, y sublevaba su
conciencia ante la idea de hallarse expuesto el misrno a igua-
les tratamientos. Esta reflexion oscurecia de . continuo el fon-
do de su alma, y proyectaba sobre sus mas generosas impre-

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ENRIQUILLO 291
ENRIQUILLO 291

siones un tinte sombrío y melancólico. La esperanza de poseer


siones un tinte sombrio .Y melanc6lico. La esperanza de poseer
á Mencía, de llegar á infundirle todo el inmenso amor que él

sentia por ella, disipaba ahora esas nieblas de su espíritu, y


a Mencia, de llegar a infundirle todo el inmenso amor que el
en aquellos breves dias el sol de la felicidad lució con insólito

sentia por ella, disipaba ahora esas nieblas de su espiritu, y


explendor para el noble huérfano del Bahoruco.

Dias brevísimos fueron aquellos, ciertamente. Llegó el que en aquellos breves dias el sol de la felicidad luci6 con ins6lito
explendor para el noble huerfano del Bahoruco.
estaba señalado para la boda, aquel sábado que, segun lo de-

terminado en la cámara de Bartolomé Colon, no debia trascur-

rir sin que Mencía y Enrique se unieran en indisoluble lazo.

El novio, vestido con un traje de terciopelo color castaño y


Dias brevisimos fueron aquellos, ciertamente. Lleg6 el que
ferreruelo de raso negro forrado de seda carmesí, á la moda
estaba senalado para la boda, aquel sabado que, segun lo de-
terminaclo en la camara de Bartolome Colon, no debia trascur-
de Castilla, ceñida la cintura con un precioso tahalí de piel

cordobesa con pasamanos y bordados de oro, del que pendía

una daga con puño de marfil, regalo de su padrino en la oca-

sion, Don Francisco Yalenzuela, en compañía de éste habia


rir sin que Mencia y Enrique se unieran en indisoluble lazo.
llegado á palacio y hecho su acatamiento á la Virreina y sus
El novio, vestido con un traje de terciopelo color castafio y
damas, entre las que se notaba la ausencia de Mencía, que en

su aposento aguardaba con natural timidez la hora precisa de


ferreruelo de raso negro forrado de seda carmesi, a la moda
la ceremonia que iba á fijar su destino. Ya algunos caballeros

de los más allegados á la casa y familia de los Colones discur-


de Castilla, cenida la cintura con un precioso tahali de piel
rían por todo el salon en divertido coloquio; las antorchas

cordobesa con pasamanos y bon.lados de oro, del que pendia


del oratorio contiguo despedían un fulgor que parecía pálido

ante la reverberacion de los rayos solares de la expléndida


Una daga Con pufio de marfil, regalo de SU padrino en la oca-
mañana; el capellan, revestido de sus principales ornamentos,

solo dejaba en reserva la morada estola para el último instan-


sion, Don Francisco Valenzuela, en compafiia de este habia
te de la espera; el Adelantado acababa de vestirse penosamen-

llegado a palacio y hecho SU acatamiento a la Virreina y SUS


te con el auxilio de su ayuda de cámara, y preguntaba por

damas, entre las que se notaba la auscncia de Mencia, queen


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segunda vez si los oficiales reales no habian llegado todavía

su aposento aguardaba con natural timidez la hora preci~a de


á la casa, cuando un criado puso en sus manos un gran pliego

cerrado y sellado con las armas reales que acostumbraban usar

la ceremonia que iba a fijar su destino. Ya algunos caballeros


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los jueces de Apelacion: Don Bartolomé, hombre experimen-

tado en las lides políticas, no ménos que en las militares, re-

conoció el pliego por un lado y otro, é hizo un expresivo gesto


de los mas allegados a la casa y familia de los Colones discur-
rian porI todo el salon en divertido coloquio; las antorchas
de disgusto antes de abrirlo.—Mal agüero!—murmuró tres ve-

ces entre dientes, en tanto que rompia la nema y desdoblaba

.
el documento. Leyó su contenido para sí, y al cabo de dos mi-

nutos, estrujando violentamente el papel entre sus manos, in-


del oratorio contiguo despedian un fulgor que parecia palido
S

ante la reverberacion de los rayos solares de la explendida


mafiana; el capellan, revestido de sus principales ornamentos,
solo dejaba en reserva la morada estola para el ultimo instan-
te de la espera; el Adelantado acababa de vestirse penosamen-
te con el auxilio de su ayuda de camara, y preg-untaba por
segunda vez silos oficiales reales no habian llegado todavia
a la casa, cuando un criado pu.so en sus manos un gran pliego
cerrado y sellado con las armas real es que acostumbraban usar
los jueces de Apelacion: Don Bartolome, hombre experimen-
tado en las lides politicas, no menos que en las militares, re-
conoci6 el pliego por un lado y otro, e hizo un expresivo gesto
de disgusto antes de abrirlo.-Mal agilero!-murmur6 tres ve-
ces entre dientes, en tanto ·que rompia la nema y desdoblaba
el documento . Ley6 su contenido para s i, y al cabo de dos mi-
nutos, estrujando violentamente el papel entre sus manos, in-
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292 LEYENDA HIST6RICA
292 LEYENDA HISTÓRICA

tentó herir el suelo con la entorpecida planta, revelándose en


tent6 herir el suelo con la entorpecida planta, revelandose en
todo su aspecto la más vehemente cólera.

Por último, hizo un esfuerzo para dominarse, y dijo con


todo su aspecto la mas vehemente c6lera.
sofocado acento á su ayuda de cámara:

—Id á llamar á la Virreina y al señor Valenzuela. Decidles


Por ultimo, hizo un esfuerzo para dominarse, y dijo con
que vengan á verme al punto.

sofocado acento a su ayuda de·camara:


-Id a Hamar a la Virreina y al senor Valenzuela. Decidles
El servidor salió aceleradamente, y pocos minutos despues

se presentaron en el aposento Doña María y Don Francisco.

Encerróse el Adelantado á solas con ellos, y rogó al último

que leyera en alta voz la misiva que acababa de recibir.


que vengan a verme al punto.
Valenzuela, no sin inquietud, leyó el dicho pliego, cuyo te-

El servidor sali6 aceleradamente, y pocos minutos despues


nor era el siguiente:

«Nos los jueces de apelacion de la isla Española, etc. se presentaron en el aposento Dona Maria y Don Francisco.
Encerr6se el Adelantado a solas con ellos, y rog6 al ultimo
»Avos el Adelantado Don Bartolomé Colori, hacemos saber:

> Que por relacion que nos han hecho los oficiales reales Mi-

»guel de Pasamonte, Juan de Ampiés y Alonso Dávila estamos

»informados de que se trata con presura el casamiento del ca-


que leyera en alta voz la misiva que acababa de recibir.
»cique Enrique del Bahoruco y Doña Mencía de Guevara; los
Valenzuela, no sin inquietud, ley6 el dicho pliego, cuyo te-
nor era el siguiente:
»que siendo próximos parientes carecen de las dispensaciones

»de la Santa Madre Iglesia, y que á más, por la calidad de los

»contrayentes y muy en especial por ser la Doña Mencía de

»familia castellana y no estar en uso el que las tales de su cla-


«Nos los jueces de apelacion de la isla Espaiiola, etc.
»se se casen con indios, necesitan las reales licencias de la cá-

»A vos el Adelantado Don Bartolome Colori, hacemos saber:


»mara de Su Alteza. Y por lo tanto Nos los jueces de apelacion,

»os prevenimos y notificamos á vos, Don Bartolomé Colon,


'Que por relacion que nos han hecho los oficiales reales Mi·
»para que lo hagais notificar y prevenir á la señora Virreina

»Doña María de Toledo y demás encargados ó causa habientes


»guel de Pasamonte, Juan de Ampies y Alonso D{tvila estamos
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»de los dichos Mencía y Enrique, que el matrimonio de suso-

»informados de que se trata con presura el casamiento del ca-


»dicho no puede llevarse á efecto sin las licencias y dispensa-

ciones referidas, só pena de nulidad y sin perjuicio del opor- »cique Enriqu·e del Bahoruco y Don.a Mencia de Guevara; los
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»que ·siendo pr6xim0s parientes carecen de las dispensaciones


tuno proceso, dado caso que no acateis esta nuestra órden.

»Tendréislo entendido.

>,En Santo Domingo á 18 de diciembre de 1515.

»Licenciado Villalobos. — Licenciado Matienzo.— Licencia-


»de la Santa Madre Iglesia. y que a mas, por la calidad de los
ndo Ayllon.»
»contrayentes y muy en especial por ser la Doiia Mencia de
' I
»familia castellana y no estar en uso el que las tales de su cla-
—¡A mí esta injuria!—exclamó la Virreina, pálida de ira,

acabando de oir la lectura.—Estos miserables enemigos de

»se se casen con indios, necesitan las reales licencias de la ca-


»mara de Su Alteza. Y por lo tanto Nos los jueces de apelacion,
»os prevenimos y notificamos a vos, Don Bartolome Colon,
»para que lo hagais notificar y prevenir a la senora Virreina
>)Dona Maria de Toledo y demas encargados 6 causa habientes
>)de los dichos Mencia y Enrique, que el matrimonio de suso-
>)dicho no puede llevarse a efecto sin las licencias y dispensa-
>)ciones referidas, s6 pena de nulidad y sin perjuicio del opor.-
»tuno proceso, dado caso que no acateis esta nuestra 6rden.
>)Tendreislo entendido.
>:- En Santo Domingo a 18 de diciembre de 1515.
· »Licenciado Villalobos. - Licenciado Matienzo. -Licencia-
»do Ayllon. »
- j A mi esta injuria!-exclam6 la Virreina, palida de ira,
acabando de oir la lectura .-Estos miserables enemigos de
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ENRIQUILLO 293
ENRIQUELLO 293

nuestra casa no pierden ocasion de cebar su malicia en todo


nuestra casa no pierden ocasion de cebar su malicia en todo
lo que nos concierne....! Pero no es posible que se salgan con,

lo que nos concierne .... ! Pero no es posible que se salgan con.


su gusto. Vos, ¿qué pensais hacer en esto, señor tio?

—Si de mí solamente se tratase,—respondió el Adelantado su gusto. Vos, (que pensais hacer en esto, senor tio? .
con sardónica sonrisa,—ya sé yo lo que habia de hacer: viejo

y achacoso como estoy, al cabo de mi paciencia con tanto es-


-Si de mi solamente se tratase,-respondi6 el Adelantado
carnio, iría ahora mismo á arreglar cuentas con ese bribon de

con sard6nica sonrisa,-ya se yo lo que habia de hacer: viejo


Pasamonte, que es el autor de estas infernales tramas, y á dar

su merecido á cuantos lo ayudan en sus bellaquerías; pero es- y achacoso como estoy, al cabo de mi paciencia con tanto es-
carnio, iria ahora mismo a arreglar cuentas con ese bribon de
tais vos de por medio, sobrina, y están los grandes intereses

de Diego y de vuestros hijos, que es á lo que siempre asestan

sus tiros estos incurables envidiosos. Debemos por lo mismo

ser prudentes, muy prudentes; aunque reventemos!


Pasamonte, que es el autor de estas infernales tramas, y a dar
Estas últimas palabras las profirió el Adelantado con tal
su merecido a cuantos lo ayudan en sus bellaquerias; pero es-
tais vos de por medio, sobrina, y estan los grandes intereses
explosion de rábia, que se pudo temer que reventara efectiva-

mente.

El señor Valenzuela habló entonces:

—El caso es grave,—dijo:—es sin duda un paso adelante


de Diego y de vuestros hijos, que es a lo que siempre asestan
en la senda de los agravios y de la invasion de derechos de la
sus tiros estos incurables envidiosos. Debemos por lo mismo
casa de Colon, á la que se trata de reducir á la nulidad en es-

tas partes. Pero la interrupcion del matrimonio no es un daño


ser prudentes, muy prudentes; aunque reventemos!
irreparable, y conviene mucha calma y prudencia para no dar

ventaja á los enemigos. Aun falta un registro que tocar entre


Estas ultimas palabras las profiri6 el Adelantado con tal
las autoridades de la Colonia, y voy ahora mismo á ponerlo

explosion de rabia. que se pudo temer que reventara efectiva-


á prueba, con vuestro permiso....

—¿De quién se trata?—interrumpió la Virreina. mente.


El senor Valenzuela habl6 entonces:
—Del juez de residencia, Licenciado Lebrón,—contestó Va-
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lenzuela.

—Un picaro como los demás,—dijo el irritado Don Bartolo-

mé.—Desde que ha llegado aquí, cuanto hace es en perjuicio


-El caso es grave, -dijo:-es sin duda un paso adelante
en la senda de los agravios y de la invasion de derechos de .la
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de nuestros intereses.

casa de Colon, a la que se trata de reducir a la nulidad en es-


—Nada se pierde en hacer la diligencia;—repuso con tran-

quila expresion Valenzuela.—En último caso, poco les durará

el gozo del triunfo, pues con el Almirante en España, y el pa-

dre las Casas á su lado, es imposible que el bando contrario


tas partes. Pero la interrupcion del matrimonio no es un dano ·
prepondere; y ya veréis que en esto del matrimonio, si no se
irreparable, y conviene mucha calma y prudencia para no dar
hace hoy, se hará otro dia; no necesitamos más que paciencia.

y
ventaja a los enemigos. Aun falta un registro que tocar entre
las autoridades de la Colonia, y voy abora mismo a ponerlo
a prueba, con vuestro permiso ....
-(De quien ~e trata?-interrumpi6 la Virreina.
-Del juez de residencia, Licenciado Lebr6n, - contest6 Va-
lenzuela.
-Un picaro como los demas,-dijo el irritado Don Bartolo-
me.-Desde que. ha llegado aqui, cuanto hace es en perjuicio
de nuestros intereses.
- Nada se pierde en hacer la diligencia;-repuso con tran-
quila expresion Valenzuela.-En ultimo caso, poco les durara
el gozo del triunfo, pues con el Almirante en Espana, y el pa -
dre las Casas a su lado, es imposible que el bando contrario
prepondere;
t
y ya Yereis que en esto. del matrimonio, si no se
hace hoy, se hara otro dia; no necesitamos masque paciencia.

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294 LEYENDA lUST6RICA

294 LEYENDA HISTÓRICA

—No me pareceis bastante viejo para tener la sangre tan


-No me pareceis bastante viejo para tener la sangre tan
Tria, Don Francisco;—dijo con vacilante despecho la Virreina.

. fria, Don Francisco;-dijo con vacilante despecho la Virreina.


-Id a ver a vuestro Lebron, de quien nada espero. Por mi par-
—Id á ver á vuestro Lebron, de quien nada espero. Por mi par-

te, voy á dar órden para que se apreste la nave que llegó ayer

de Costa-firme, á fin de que siga viaje á España sin demora:

allá está mi esperanza de obtener justicia contra tantas veja-


te, voy a dar orden para que se apreste la nave que lleg6 ayer
ciones como se nos hacen.

—No digo que nó, señora ¡—concluyó Valenzuela.—Iré cuan-


de Costa-firme, a fin de que siga viaje a Espana sin demora:
to ántes á ver al juez Lebron, y si resulta infructuoso mi em- alla esta mi esperanza de obtener justicia contra tantas veja-
ciones como se nos hacen.
peño, esta misma tarde escribiré mis cartas al padre Casas,

para que todo lo arregle en Castilla.

—Yo voy á escribir ahora mismo á mi sobrino Don Diego,

-No digo que n6, sefiora;-concluy6 Valenzuela.-Ire cuan-


to antes a ver al juez Lebron, y si resulta infructuoso mi em-
—dijo el Adelantado;—con lo cual me distraeré un tanto: si

nó, creo que la cólera me ahogará.

·pefio, esta misma tarde escribire mis cartas al padre Casas,


—Yo voy á participar mi desaire á la concurrencia,—aña-

dió la Virreina,—y compondré el semblante para que nadie se

burle de mi disgusto.

Y asiéndose del brazo de Valenzuela, ámbos salieron del


para que todo lo arregle en Castilla.
cuarto de Don Bartolomé.
-Yo voy a escribir ahora mismo a mi sobrino Don Diego,
Cuando llegaron al salon, las damas y algunos caballeros

familiares de la casa conversaban animadamente. Elvira, que


-dijo el Adelantado;-con lo cual me distraere un tanto: si
por encargo especial de Doña María procuraba entretener á

Enriquillo, obtenia fácilmente la confianza de éste, y el franco


n6, creo que la c6lera me ahogara.
mancebo le revelaba en términos sencillos su plan de vida,

-Yo voy a participar mi desaire a la concurrencia,-afia-


sus sentimientos respecto de la que iba á ser su esposa, y la

observacion que habia hecho de que Mencía no le amaba sino di6 la Virreina,-y compondre el semblante para que nadie se
burle de mi disgusto.
con el tibio amor del parentesco. El cacique se daba á conocer
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en la discreta expansion de su lenguaje bajo un aspecto que

jamás habia entrevisto ni sospechado la ligera Elvira: escu-

chábale, pues, con agradable sorpresa, tratando de provocar


Y asiendose del brazo de Valenzuela, ambos salieron del
cuarto de Don Bartolome.
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más y más las candorosas confidencias de aquel corazon leal

Cuando llegaron al salonJ las damas y algunos caballeros


y generoso. Valenzuela puso fin á la conversacion, tomando

de la diestra á Enrique y diciéndole:

—Saluda á esta dama, y vamos pronto de aquí. Tenemos

algo que hacer en otra parte, y volverémos en seguida á ter-


familiares de la casa conversaban animadamente. Elvira: que
minar los negocios del dia.
por encargo especial de Dona Maria procuraba entretener a
Enrique, aunque no dejando de ver con extrañeza aquella

Enriquillo, obtenia facilmente la confianza de este, y el franco


mancebo le revelaba en terminos senciJlos su plan de vida,
sus sentimientos respecto de la que ~ba a ser su esposa, y la
observacion que habia hecho de que Menda no le amaba sino
con el tibio amor del parentesco. El cacique se daba a conocer
en la discreta expansion de su lenguaje bajo un aspecto que
jamas habia entrevisto ni sospechado la ligera Elvira: escu-
chabale, pues, con agradable sorpresa, tratanpo de provocar
mas y mas las candorosas confidencias de aquel corazon leal
y generoso. Valenzuela puso fin a la conversacion, tomando
de la diestra a Enrique y diciendole:
-Saluda a esta dama, y vamos pronto de aqui. Tenemos
algo que hacer en otra parte, y volveremos en seguida a ter-
minar los negocios del dia.
Enrique, aunque no dejando de ver con extrafieza aquella

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ENRIQUILLO 295
ENRIQUILLO 295

novedad, siguió sin replicar á Valenzuela, y hechos los cum-


novedad, sigui6 sin replicar a Valenzuela, y hecbos los cum-
plidos de extricta cortesía, protector y protegido se alejaron

de la casa de Colon, miéntras que la Virreina decia en alta voz,


plidos de extricta cortesia, protector y protegido se alejaron
con la más afable y risueña expresion de su semblante: de la casa de Colon, mientras que la Virreina decia en al ta voz,
con la mas afable y risuena expresion de su semblante:
—Por hoy, señoras y señores, no tendrémos boda: se aplaza

á otro dia. Son asuntos de Estado, y nada más puedo deciros.

Hizo un gracioso saludo, y roja como la grana se retiró la

pobre Virreina del salon, dirijiéndose á sus aposentos en de-


-Por hoy, senoras y sen.ores, no tendremos boda: se aplaza
manda de Mencía; en tanto que los escasos concurrentes ex-
a otro dia. Son asuntos de Estado, y nada mas puedo deciros.
Hizo un gracioso saludo, y roja como la grana se retir6 la
traños se iban para sus casas haciendo reflexiones y comen-

tarios sobre tan inesperado fin de fiesta.

IX

Uno de tantos.
pobre Virreina del salon, dirijiendose a sus aposentos en de-
Francisco de Valenzuela se dirijió con Enrique á su aloja-

rnanda de Mencia; en tanto que los escasos concurrentes ex-


miento, y una vez en él refirió al jóven punto por punto lo ocur-

rido. Enrique lo escuchó con grande atencion é interés, pero


tranos se iban para sus casas haciendo reflexiones· y comen-
sin dar muestras de sorpresa, y cuando hubo terminado la re-

lacion de Valenzuela, preguntó á éste:


tarios sobre tan inesperado fin de fiesta.
—Escribirá ciertamente la señora Virreina sobre ese asunto

al señor Almirante?

—No lo dudes, hijo;—respondió el anciano:—y además, es-

cribirá el Adelantado, y escribiré yo á mis amigos, y sobre

IX
todo á nuestro buen padre las Casas....

—Todo lo espero de este mi querido protector,—dijo Enri-

que;—yo le escribiré tambien.


Uno de tantos.
—Así será, hijo,—repuso con dulzura Valenzuela;—pero

Francisco de Valenzuela se diriji6 con Enrique a su aloja-


antes es preciso ver al juez de residencia, que trayendo entre
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sus comisiones la de tener la mano en que no se impidan los

matrimonios entre castellanos é indias (103), puede arreglarlo

todo, si quiere.
miento, y una vez en el refiri6 al j6ven pun to por pun to lo ocur-
rido. Enrique lo escuch6 con grande atencion e interes, pero
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—No querrá, señor;—dijo Enrique tranquilamente.—Yo sos-

sin dar muestras de sorpresa, y cuando bubo terminado la 1..e-.


pechaba que algun contratiempo habia de sobrevenirme en mi

boda; y más lo temí desde que tuve noticia de la presencia del

señor Pedro de Mojica en esta ciudad. Él que siempre ha pro-

y
lacion de Valenzuela, pregunt6 a este:
-Escribira ciertamente la senora Virreina sobre ese asunto
al senor A lmiran te?
-No lo dudes, hijo;-respondi6. el anciano:-y ademas, es-
cribira el Adelantado, y escribire yo a mis amigos, y sobre
todo a nuestro bu en padre las Casas ....
-Todo lo espero de este mi queri1o protector,-dijo Enri-
que; -yo le escribire tambien.
- Asi sen\, hijo,-repuso con dulzura Valenzuela;-pero
antes es preciso ver al juez de residencia, que trayendo entre
sus comisiones la de tener la mano en que nose impidan los
matrir:~10nios entre castellanos e indias (103), puede arreglarlo
todo, si quiere.
-No quern\, senor; - dijo Enrique tranquilamente.-Yo sos-
pechaba que algun contratiempo habia de sobrevenirme en mi
eoda; y mas lo temi desde q ue tuve noticia de la presencia del
seftor Pedro de Mojica en esta ciudad. El que siempre ha pro-

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296 LEYENDA IDST6RICA

2% LEYENDA HISTÓRICA

curado hacerme mal por gusto, ¿cómo iba á dejar de ofender-


curado hacerme mal por gusto, lC6mo iba a dejar de ofender-
me cuando voy á casarme con la que él llama su sobrina?
me cuando voy a _casarme con la que el llama su sobrina?
-iVive Dios, muchacho, que tienes razonl-exclam6 Va-
—¡Vive Dios, muchacho, que tienes razon!—exclamó Va-

lenzuela.—No habia caido en ello: el pillastre ha debido resen-

tirse del desden con que lo tratamos en el encuentro de los úl-

timos dias pasados, y en su calidad de pariente de Mencía habrá


lenzuela.-No habia caido en ello: el pillastre ha debido resen-
armado esta tramoya. Voy á ver al Licenciado Lebron, y cual-
tirse del desden con que lo tratamos en el encuentro de los ul-
quiera que sea el resultado, sabré ántes de regresar á casa la

verdad de lo ocurrido.
timos dias pasados, yen su calidad de pariente de Mencia habra
Enrique pidió permiso al anciano para permanecer en casa,

dando por seguro que sería infructuosa la diligencia que se


armado esta tramoya. Voy aver al Licenciado Lebron, y cual-
intentaba con el juez de residencia. Efectivamente, Valenzue-

quiera que sea el resultado, sabre antes de regresar a casa la


la volvió dos horas más tarde echando chispas: su paciencia

habia sufrido una ruda prueba, y á poco más sucumbe en ella verdad de lo ocurrido.
del todo. El insolente magistrado á cuyo poder ocurría y en

cuya justicia confiaba, despues de haberle impuesto una espe-


Enrique pidi6 permiso al anciano para permanecer en casa,
ra de más de una hora en la antesala, recibió al antiguo y res-

petable colono con aire desdeñoso, lo midió con la mirada gro-


dando por seguro que seria infructuosa la diligencia que se
seramente de piés á cabeza, y acabó por dispararle un ¿qué se intentaba con el juez de residencia. Efectivamente, Valenzue-
la volvi6 dos horas mas tarde echando chispas: su paciencia
ofrece? de los más duros y altaneros. Despues oyó su relacion

con semblante distraído, sin dignarse mirarle siquiera, y en-

cojiendo á cada instante los hombros como si dijera—«¿y qué

se me dá á mí? ¿qué tengo que ver con eso?»—No proferia su


habia sufrido una ruda prueba, ya poco mas sucumbe en ella
lábio estas frases, pero todo su exterior, su actitud, su gesto
del todo. El insolente magistrado a cuyo poder ocurria y en
cuya justicia confiaba, despues de haberle impuesto una espe-
altivo y desvergonzado las decían en todos los tonos. Cuando

Valenzuela hubo terminado su exposicion, el juez se le encaró

bruscamente, y le dirijió esta pregunta:

ra de mas de una hora en la antesala, recibi6 al antiguo y res-


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—¿Y por qué el Adelantado y la mujer del Almirante no

me han escrito sobre ese asunto, ya que decís que se han ofen-

petable colono con aire desdefioso, lo midi6 con la mirada gro-


seramente de pies a cabeza, y acabo por dispararle unique se
dido con la justa ordenanza de los jueces de apelacion?
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Valenzuela, algo destemplado ya con tanta impertinencia,

contestó:

—Yo soy el designado para apadrinar esa boda, y tengo á


ofrece? de los mas duros y altaneros. Despues oy6 su relacion
mi cargo el cacique Enrique; y como se trata únicamente de

pediros amparo, por ser vos el juez á quien Su Alteza ha reco-


con semblante distraido, sin dignarse mirarle siquiera, y en-
mendado que no permita se pongan impedimentos á los matri*
cojiendo a cada instante los hombros como si dijera-«(y que
se me da a mi? lque tengo que ver con eso?»-No proferia su
monios de los naturales de esta isla....

labio estas frases, pero todp su exterior, su actitud, su gesto


altivo y desvergonzado las decian en todos los tonos. Cuando
Valenzuela hubo terminado su exposicion, el juez se le encar6
bruscamente, y le diriji6 esta pregunta:
-(Y por que el Adelantado y la mujer del Almirante no
me han escrito sobre ese asunto, ya que decis que se han ofen-
dido con la justa ordenanza de los jueces de apelacion?
Valenzuela, algo destemplado ya con tanta impertinencia,
contest6:
~ Yo soy el designado para apadrinar esa boda, y tengo a
mi cargo el cacique Enrique; y como se trata unicamente de
pediros amparo, por ser vos el juez a quien Su Alteza ha reco-
mendado que no permita se pongan impedimentos a los matri•
monios de los naturales de esta isla ....

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ENRIQUILLO 297
ENRIQUILLO 297

—Estais equivocado, viejo;—repuso con risa burlona Le-


-Estais equivocado, viejo;-repuso con risa burlona Le-
bron.—Lo que la cédula real de mis instrucciones dice es «que

no se impidan los matrimonios de los castellanos con mujeres


bron.-Lo que la cedula real de mis instrucciones dice es « que
indias» (104); de ningun modo que se protejan enlaces escan- no se impidan los matrimonios de los castellanos con mujeres
indias>) (104); de. ningun modo que se protejan enlaces escan-
dalosos como el que los Colones y vos proponeis, por el cual

una jóven de noble familia castellana, muy rica por añadidu-

ra, pasaría á ser la mujer de un desarrapado cacique indio,

contra la expresa voluntad de su honrndo tio Mojica.


dalosos como el que los Colones y vos proponeis, por el cual
Al oir estas palabras, Valenzuela, depuesta la mesura que
una j6ven de noble familia castellana, muy rica por afiadidu-
ra, pasaria a ser la mujer de un desarrapado · cacique indio,
hasta entónces habia guardado á costa de grandes esfuerzos,

se encaró á su vez con el soberbio magistrado, y trémulo de

ira le dijo:

—¡Vos sois el desarrapado, el escandaloso y el indigno de


contra la expresa voJuntad de su honnido tio Mojica.
llevar la vara de justicia que el Rey en mal-hora ha puesto en

Al oir estas palabras, Valenzuela, depuesta la mesura que


hasta ent6nces habia guardado a costa de grandes esfuerzos,
vuestras manos! ¡Vos, que os creeis facultado á tratar sin mi-

ramientos á las más ilustres personas de esta isla, á la familia

del Almirante Don Diego Colon, cuyo apellido deberíais siem-

pre oir puestos de hinojos, los que venis á cebar vuestra codi-
se encar.6 a su vez con el soberbio magistrado, y tremulo de
cia y vuestra maldad en estas Indias! Vos, que osais llamarme

ira le dijo:
viejo á mí, como si tratáseis con alguno que os fuese inferior

ni en calidad ni en fortuna. Quedaos al diablo, hombre descor- -jVos sois el desarrapado, el escandaloso y el indigno de
llevar la vara de jtisticia que el Rey en mal· hora ha puesto en
tés y grosero; y él me lleve si yo vuelvo á veros en los dias de

mi vida!

El Licenciado Lebron se quedó atónito al escuchar el ines-

vuestras manos! jVos, que os creeis facult~do a tratar sin mi-


ramientos a las mas ilustres personas de esta isla, a la familia
perado desahogo de aquel anciano, cuya faz benévola y ma-

neras afables no permitían suponer semejante explosion de

del Almirante Don Diego Colon, cuyo apellido deberiais siem-


energía. Como sucede á los hombres de carácter ruin y de sen-
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timientos menguados, á quienes la suerte caprichosa lleva á

ocupar elevados puestos, el juez de residencia era altivo y des-

vergonzado con los pequeños y humildes; cobarde y apocado


pre oir puestos de hinojos, los que venis a cebar vuestra codi-
cia y vuestra maldad en estas lndias! Vos, que osais llamarme
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con los fuertes. Y por fuerte tuvo á Valenzuela desde que oyó

viefo a mi, como si trataseis con alguno que os fuese inferior


su voz vibrante y su lenguaje severo; vió en sus ojos el fuego

de la indignacion, y en todo su porte la magestad del honor

ofendido y de la virtud sublevada.... Valenzuela acabó su

apóstrofe sin que el golilla volviera en sí de su estupor; y cu-


ni en calidad ni en fortuna. Quedaos al diablo, hombre descor-
briéndole por toda despedida con una mirada de desprecio,

el generoso anciano se caló el sombrero hasta las cejas; y salió


tes y grosero; y el me lleve si yo vuelvo a veros en los dias de
mi vida!
El Licenciado Lebron .se qued6 at6nito al escuchar el ines-
perado desahogo de aquel anciano, cuya faz benevola y ma-
neras afables no permitian suponer semejante explosion de
energia. Como sucede a los hombres de caracter ruin y de sen-
timientos menguados, a quienes la suerte caprichosa lleva a
ocupar elevados puestos, el juez de residencia era altivo y des-
vergonzado con los pequefios y humildes; cobarde y apocado
con los fuertes. Y por fuerte tuvo a Valenzuela desde que oy6
su voz vibrante y su lenguaje severo; vi6 en sus ojos el fuego
de la indignacion, yen todo su porte la magestad del honor
ofendido y de la virtud sublevada .... Valenzuela acab6 su
ap6strofe sin que el got'illa volviera en side su estupor; y cu-
briendole por toda despedida con una mirada de desprecio,
el generoso anciano se cal6 el sombrero hasta las cejas; y sali6

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298 LEYENDA HIST6RICA

298 LEYENDA HISTÓRICA

con lento y firme paso de la estancia del magistrado; quien al


con lento y firme paso de la estancia del magistrado; quien al
perderle de vista pareció serenarse un tanto, y al dejar de oir

perderle de vista pareci6 serenarse un tanto, y al dejar de oir


el acompasado ruido de sus pisadas, reponiéndose completa-

mente exclamó:
el acompasado ruido de sus pisadas, reponiendose completa-
mente exclam6:
—Ese hombre es un rebelde, y pagará caro su desacato!

Recursos.

Aquella misma tarde, el Licenciado Lebron puso en movi-

-Ese hombre es un rebelde, y pagan:i caro su desacato!


miento á las autoridades de Justicia, y les ordenó la prision

de Valenzuela; pero no bien llegó esta nueva á oidos del teso-

rero Pasamonte, que metia la mano en todas las 'intrigas con-

tra la casa de Colon, cuando acudió presuroso á verse con el

x
juez Lebron, y le dijo:

—¿Estais en vos, Licenciado? ¡Ordenar la prision de un hom-

bre como Valenzuela! Es lo mismo que hacer sublevar toda la

colonia contra nosotros. Más nos valiera mandar prender al

Adelantado Don Bartolomé Colon, que tal vez sería ménos so-

nado el hecho en la Española. Además, Valenzuela tiene pa-


Recursos.
rientes poderosos en la Corte, entre ellos Don Hernando de

Vega, del Consejo real...


Aquella misma tarde, el Licenciado Lebron puso en movi-
miento a las autoridades de Justicia, y les orden6 la prision
—No hablemos más en ello, señor Pasamonte,—dijo viva-

mente Lebron.—Olvídese el caso: perdonar las injurias es de-

ber de todo buen cristiano.

—Y propio de los varones magnánimos;—agregó con sar-


de Valenzuela; pero no bien lleg6 esta nueva a oidos del teso-
cástica sonrisa el astuto aragonés, burlándose de la forzada
rero Pasamonte, que metia· la mano en todas las intrigas con-
1

tra la casa de Colon, cuando acudi6 presuroso a verse con el


generosidad del Licenciado Lebron.

Por consiguiente, la venganza de éste no pasó de proyecto:

recojiéronse las órdenes dadas para prender al rebelde y for-

juez Lebron, y le dijo:


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mar la causa de desacato, y nadie habló más del asunto.

Don Francisco Valenzuela llegó, como hemos dicho, á su

-lEstais en vos, Licenciado? iOrdenar la prision de un hom-


posada, y alterado todavía por la indignacion refirió á Enriqui-

bre como Valenzuela! Es lo mismo que hacer sublevar toda la


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11o el mal despacho de su demanda. '

colonia contra nosotros. Mas nos valiera mandar prender al


El joven le escuchó sin manifestar el menor abatimiento ó

Adelantado Don Bartolome Colon, que tal vez seria menos so-
nado el hecho en la Espanola. Ademas, Valenzuela tiene pa·
rientes poderosos en la Corte, entre ellos Don Hernando de
Vega, del Consejo real. ..
-No hablemos mas en ello, senor Pasamo~te,-dijo viva·
mente Lebron.-Olvidese el caso: perdonar las injurias es de-
ber de to do bueu cristiano.
- Y propio de los varones magnanimos;-agreg6 con sar·
castica sonrisa el astuto aragones, burlandose de la forzada
generosidad del Licenciado Lebron.
Por consiguiente, la venganza de este no pas6 de proyecto:
recojieronse las 6rdenes dadas para prender al rebelde y for·
mar la causa de desacato, y nadie habl6 mas del asunto.
Don Francisco Valenzuela lleg6, como hemos dicho, a su
posada, y alterado toda via por la indignacion refiri6 a Endqui·
llo el mal despacho de su demanda. ·
El j6ven le escuch6 sin manifestar el menor abatimiento 6

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ENRIQUILLO 299
disgusto, y solamente expreso su pesar de que por su causa y
ENRIQUILLO 299

disgusto, y solamente expresó su pesar de que por su causa y

contra sus previsiones, el buen anciano hubiera ido á molestar-

contra sus previsiones, el buen anciano hubiera ido a molestar-


se en una diligencia vana, q ue le habia expuesto a tan penosa
se en una diligencia vana, que le habia expuesto á tan penosa

vejacion. —Pero no os impacienteis, mi amado padrino;—con-

vejacion. -Pero no os impacienteis, mi amado padrino;-con-


cluyó el juicioso mancebo:—yo presiento que esta pesadum-

bre no ha de durarnos mucho tiempo, y que vencerémos al

cabo todas las dificultades que el señor Mojica nos viene sus

citando.
cluyo el juicioso mancebo:-yo presiento que esta pesadum·
— ¡Mojica! Tienes razon, hijo mio:—replicó Valenzuela.—

bre no ha de durarnos mucho tiempo, y que venceremos al


Habia olvidado decirte que no me queda duda de que ese mal-

vado es el autor de la intriga. El mismo Licenciado Lebron lo


cabo todas las dificultades que el senor Mojica nos viene sus
dijo al terminar su impertinente discurso.

—Yo lo habría jurado, aun ántes de saberlo con certeza, si


citando.
el jurar no fuera vicio,—agregó Enrique.

- i \1ojica! Tienes razon, hijo mio:-replico Valenzuela.-


—¿Sabes lo que más suspenso y admirado me tiene, Enriqui-

11o?—volvió á decir Valenzuela.—Es verte á tí tan sereno, tan Habia olvidado decirte que no me queda duda de que ese mal·
en calma como si fueras simple espectador de este contratiem-

po. Se diría que no amas á tu prometida, ni deseas verla con-


vado es el autor de la intriga. El mismo Licenciado Lebron lo
vertida en esposa tuya!

—A decir verdad, señor,—contestó el jóven,—yo no estoy


dijo al terminar su impertinente discurso.
contento con lo sucedido; pero tampoco siento afliccion ni des-
- Yo lo habria jurado, aun antes de saberlo con certeza, si
- el jurar no fuera vicio,-agrego. Enrique. .
pecho. Estoy tan acostumbrado á reprimir mis deseos, y á mi-

rar frente á frente mi estado y mi condicion, que cuantos eno-

jos y contratiempos puedan sobrevenirme por consecuencia de

ellos ya los tengo previstos, y no me pueden causar la impre-


-lSabes lo que mas suspenso y admirado me tiene, Enriqui-
sion de lo inesperado.
llo?-volvio a decir Valenzuela.-Es verte a ti tan sereno, tan
—¡El cielo te bendiga, noble y discreta criatura!—dijo en-

en calma como si fueras simple espectador de este contratiem-


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ternecido Valenzuela;—y sean confundidos cuantos te quieran

mal y te hagan padecer!

—¡Bendito seais vos, mi bondadoso Don Francisco! —res-


po. Se diria que no amas a tu prometida, ni deseas verla con-
vertida en esposa tuya!
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pondió el cacique conmovido á su vez.—Jamás olvidaré vues-

tros beneficios, y los de aquellos que se os parecen en la bon-

dad del corazon. Decidme ahora, señor, si os place, ¿qué pen- -A decir verdad, senor, -contesto el joven, -yo no estoy
contento con lo sucedido; pero tampoco siento afliccion ni des-
sais hacer en este caso?

—Escribir hoy mismo á España; ir esta noche á despedirnos

de la señora Virreina, del Adelantado y su casa, y que nos

pecho. Estoy tan acostumbrado a reprimir mis deseos, y a mi-


rar frente a frente mi estado y mi condicion, que cuantos eno-
volvamos á la Maguana á aguardar tranquilamente el resulta'

jos y contratiempos puedan sobrevenirme por consecuencia de


ellos ya los tengo previstos, y no me pueden causar la impre-
sion de lo inesperado.
- i El cielo te bendiga, noble y discreta criatura! -dijo en-
ternecido Valenzuela;-y sean confundidos cuantos te quieran
mal y te hagan padecer!
-jBendito seais vos, mi bondadoso Don Francisco! - res-
pondio el cacique conmovido a su vez.-jamas olvidare v ues-
tros beneficios, y los de aquellos que se os parecen en la bon-
dad del corazon. Decidme ahora, seno r, si os place, lq ue pen-
sais hacer en este caso?
-Escribir hoy mismo a Espana; ir esta noche t\ despedirnos
de la senora Virreina, del Adelantado y s u casa , y que nos
vol vamos a la Maguana a aguardar tranq uilamente el resulta-

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300 LEYENDA HlST6R1CA

300 LEYENDA HISTÓRICA

do de nuestras cartas y de las diligencias de nuestros amigos en


do de nuestras cartas y de las diligencias de nuestros amigos en
la Corte. ¿Tienes algo que observar?
la Corte. (Tienes algo que observar?
—Nada, señor, absolutamente. Lo que vos disponeis siem-

pre está bien dispuesto, y á mí solo me toca cumplirlo con bue-


-Nada, senor, absolutamente. Lo que vos disponeis siem-
na voluntad;—respondió el cacique humildemente.

A poco rato les sirvieron la comida, que uno y otro gusta-


pre esta bien dispuesto, y a mi solo me toca cumplirlo con bue-
ron con tristeza de corazon y escaso apetito. Valenzuela esta-

na voluntad;-respondi6 el cacique humildemente.


ba despechado con haber de volverse sin alcanzar el objeto de

su largo y penoso viaje. A Enrique le mortificaba ver que sus A poco rato les sirvieron la comida, que uno y otro gusta-
protectores sufrían aquel vejamen por consecuencia del interés

que tomaban en su destino y bienestar: se consideraba como


ron con tristeza de corazon y escaso Hpetito. Valenzuela esta-
culpable, aunque involuntariamente, del disgusto y la pena de

ba despechado con haber de volverse sin alcanzar el objeto de


tan buenos y para él tan solícitos amigos. Esta mortificacion

se aumentaba con la sorda impaciencia de su amor propio de su largo y penoso viaje. A Enriqce le mortificaba ver que sus
protectores sufrian aquel vejamen por consecuencia delinteres
veinte años, que se sentía dasairado y deprimido por haber

venido de San Juan á casarse, y volver para San Juan soltero; y

sobre todas esas mortificaciones se cernia, como un águila de

vastas alas negras sobre un vergel de flores marchitas, su


que tomaban en su destino y bienestar: se consideraba como
amor, tan ardiente como casto, á la bella criatura que le esta-
culpable, aunque involuntariamente, del disgusto y la pena de
ba destinada por esposa; amor que vestía de luto ante la frus-

trada esperanza de una posesion inmediata.


tan buenos y para el tan solicitos amigos. Esta mortificacion
Bajo estas impresiones se levantó Enrique de la mesa, y se

puso á escribir una sentida y breve carta á su principal pro-


se aumentaba con la sorda impaciencia de su amor propio de
tector, el padre las Casas: una vez terminada la leyó al ancia-

veinte afios, que se scntia dasairado y deprimido por haber


no, que aprobó su tenor como inmejorable. Despues el mismo

Enrique escribió dos cartas más, bajo el dictado y la firma de


venido de San Juan a casarse, y volver para San Juan soltero; y
Valenzuela: una muy lacónica al Almirante Diego Colon, de

sobre todas esas mortificaciones se cernia, como un aguila de


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cumplido, y refiriéndose á las de la Virreina y del Adelantado

Don Bartolomé; otra á las Casas, explicándole sucintamente

vastas alas negras sobre un vergel de flores marchitas, su


amor, tan ardiente como casto, a la bella criatura que le esta-
lo ocurrido, y terminando con esta exhortacion: «Muchas ve-
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ces he querido templar vuestro ardimiento, y moderar vuestro

ba destinada por esposa; amor que vestia de luto ante la frus-


virtuoso celo; boy os digo que hagais todo esfuerzo por con-

fundir cuanto ántes á estos perversos envidiosos, que tanto

mal hacen y tan arruinada tienen esta isla. Venga pronto el

remedio, y allanado lo del matrimonio de nuestro Enrique.»


trada esperanza de una posesion inmediata.
Por último, Valenzuela escribió de su propio puño una ter-
Bajo estas impresiones se levant6 Enrique de Ja mesa, y se
puso a escribir una sentida y breve carta a su principal pro-
cera carta para Don Hernando de Vega, del consejo real. Hí-

tector, el padre las Casas: una vez terminada la ley6 al ancia-


no, que aprob6 su tenor como inmejorable. Despues el mismo
Enrique escribi6 dos cartas mas, bajo el dictado y la firma de
Valenzuela: una muy lac6nica al Almirante Diego Colon, de
cumplido, y refiriendose a las de la Virreina y del Adelantado
Don Bartolome; otra a las Casas, explicandole sucintamente
lo ocurrido, y terminando con esta exhortacion: «Muchas ve-
ces he querido templar vuestro ardimiento, y moderar vuestro
virtuoso celo; hoy os digo q ue hagais todo esfuerzo por con-
fundir cuanto antes a estos perversos envidiosos .. que tanto·
mal hacen y tan arruinada tienen esta is1a. Venga pronto el
remedio, y allanado lo de! matrimonio de nuestro Enrique.>
Por ultimo, Valenzuela es cribi6 de su propio puno una ter
cera carta para Don Herna ndo de Vega, del consejo real. Hi-

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PRINCETON UNIVERSITY
- ENRIQUILLO 301
' ENRIQUILLO 301

zolo como á íntimo deudo y pariente, recomendándole con fer-


zolo como a intimo deudo y pariente, recomendandole con fer-
vor los asuntos de que iría á hablarle en nombre suyo las Ca-

vor los asuntos de que iria a hablarle en nombre suyo las Ca-
sas, e instandole por que se resolviera todo con brevedad.
sas, é instándole por que se resolviera todo con brevedad.

Cerradas y listas estas cartas á tiempo que los últimos ra-

yos del sol se hundían en el ocaso, Don Francisco y el cacique

se encaminaron al palacio de Colon, en el que ya eran espera-


Cerradas y listas estas cartas a tiempo que los ultimos ra-
dos, pues la Virreina los recibió inmediatamente, y se dirijió

con ellos á la cámara de Don Bartolomé. Este se habia calma-


yos del sol se hundian en el ocaso, Don Francisco y el cacique
do un tanto despues de haber escrito por su parte dos larguísi- se encaminaron al palacio de Colon, en el que ya eran espera-
dos, pµes la Virreina los recibi6 inmediatamente, y se diriji6
mas cartas llenas de amargas quejas contra los jueces y

oficiales reales, refiriendo uno por uno al Rey Fernando y á su

sobrino el Almirante todos los agravios y desafueros de aque-

llos funcionarios contra la casa y familia de Colon. El irascible


con ellos a la camara de Don Bartolome. Este se habia calma-
Adelantado estaba seguro de que sus despachos soliviarían el
do u.n tanto despues de haber escrito por su parte dos larguisi-
ánimo del Rey, y que los atentados que él denunciaba recibi

rían el correspondiente castigo. Esta conviccion habia tranqui-


mas cartas llena"S de amargas quejas contra los jueces y
lizado su espíritu, y hasta disipó durante algunas horas su mal

humor habitual. Sin embargo, las emociones del dia le habian


oficiales reales, refiriendo uno por uno al Rey Fernando y a su
agravado sus padecimientos físicos, y sentado en su lecho fué

sobrino el Almirante todos los agra vios y desafueros de aque-


como Don Bartolomé pudo recibir á la Virreina y sus amigos.

Valenzuela dió cuenta brevemente de su desagradable con-


llos funcionarios contra la casa y familia de Colon. El irascible
ferencia con el juez Lebron, y fué muy celebrado por la cru-

deza con que habia dicho al grosero personaje lo que merecía.


Adelantado estaba seguro de que sus despachos soliviarian el
El Adelantado rió de todo corazon, dijo que así era como de-

animo del Rey, y que los atentados que el denunciaba recibi·


bian ser tratados todos aquellos bribones, que usaban de la

autoridad de sus oficios para vejar y oprimir; nunca para am- rian el correspondiente castigo. Esta conviccion habia tranqui-
parar y hacer justicia.--«Un salteador de caminos—agregó—

lizado su espiritu, y hasta disip6 durante algunas horas su mal


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procede más honradamente que ellos; porque los salteadores

roban y ofenden con riesgo de sus personas, y en su propio

humor habitual. Sin embargo, las emociones del dia le habian


nombre, y estos pillos autorizados cometen todas sus malda.

agravado sus padecimientos fisicos, y sentado en su lecho fue


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des sin riesgo alguno, y en nombre del Rey y de las leyes.»

como Don Ba rtolome pudo recibir a la Virreina y sus amigos.


La conversacion duró más de una hora, y quedó convenido

que la Virreina daría sus órdenes aquella misma noche para

que la carabela que estaba disponible fuera avituallada y se

hiciera á la mar al siguiente dia, con rumbo á España, llevan-


Valenzuela di6 cuenta brevemente de su desagradable con-
do las cartas referidas y las demás que la misma Virreina y
ferencia con el juez
. Lebron, y fue muy celebrado por la cru-
deza con que habia dicho al grosero personaje lo que merecia.
sus deudos tuviesen á bien escribir á la Corte. Al salir del apo'

El Adelantado. ri6 de todo corazon, dijo que asi era como de-
bian ser tratados todos aquellos bribones, que usaban de la
autoridad de sus oficios para vejar y oprimir; nunca para am-
parar y hacer justicia.~ « Un salteador de caminos-agreg6-
procede mas honradamente que el.los; porque los salteadores
roban y ofenden con riesgo de sus personas, yen s u propio
nombre, y estos pillos autorizados cometen todas sus malda_
des sin .riesgo alguno, yen nombre del Rey y de las leyes.»
La conversacion dur6 mas de una hora, y qued6 convenido
que la Virreina daria s us 6rdenes a quella misma noche para
que la carabela que estaba disponible f uera ayituallada y se
hiciera a la mar al siguiente dia, con rumbo a Espana, llevan-
do las car~as referidas y las demas que la misma Virreina y
sus deudos tuviesen a bien escribir a la Corte. Al salir del apo-

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LEYENDA H1ST6RICA

302 LEYENDA HISTÓRICA

sento de Don Bartolomé, Valenzuela y Enrique fueron á des-


sento de Don Bartolome, Valenzuela y Enrique fueron .a des-
pedirse de Mencía y las damas de la casa, por haber fijado á la
pedirse de Mencia y las damas de la casa, por haber fijado a la
mailana del siguierite dia su partida de regreso a la Maguana.
mañana del siguiente dia su partida de regreso á la Maguana.

Valenzuela quería ahorrarse la mortificacion de otras visitas

de despedida en tan desfavorables circunstancias: Enrique ha-

bló pocas palabras con su prometida, sin deponer su gravedad


Valenzuela queria ahorrarse la mortificacion de otras visitas
y compostura características.

de despedida en tan desfavorables circunstancias: Enrique ha-


—Dios no ha permitido todavía que tú seas mi compañera,—

le dijo.—Me resigno á su voluntad, y espero en él. Te amo, bl6 pocas palabras con su prometida, sin deponer su gravedad
y compostura caracteristicas.
Mencía, y pensaré siempre en tí: algunas veces te escribiré.

Escríbeme tú, piensa en mí, y no olvides que mi única dicha en

la tierra es' tu amor.

-Dios no ha permitido todavia que tu seas mi compailera,-


le dijo.-Me resigno a su voluntad, y espero en el. Te amo,
—Así lo haré, Enrique,—respondió la jóven conmovida:—yo

te amo; á nadie amo como á tí; te escribiré, y rogaré á Dios

Mencia, y pensare siempre en ti: algunas veces te escribire.


por tu felicidad.

A imitacion de Valenzuela, el cacique besó la mano que le

tendía la Virreina, y fué estrechando una por una las que le

ofrecían cordialmente las doncellas en señal de despedida:


Escribeme tu, piensa en mi, y no olvides que mi unica dicha en
tomó la diestra á Mencía con igual tímido acatamiento, cuando
la tierra es. tu am or.
intervino la entusiasta Elvira diciéndole:

—Si yo fuera prima vuestra, Enrique, me ofendería de vues"


-Asi lo hare, Enrique,-respondi6 la j6ven conmovida:-yo
tro desvío. La señora Virreina, no os llevará á mal que os des-

pidais de vuestra prometida con un beso. ¿Es cierto, señora?


te amo; a nadie amo como a ti; te escribire, y rogare a Dios
— Muy cierto,—contestó sonriéndose la bondadosa Virreina.

por tu felicidad.
Enrique posó entónces sus labios en la frente angelical de

la doncella, y haciendo mesurada cortesía al femenil concurso, A imitadon de Valenzuela, el cacique bes6 la mano que le
tendia la Virreina, y fue estrechando una por una las que le
salió con Valenzuela del salon.
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XI

Una por otra.

ofrecian cordialmente las doncellas en seilal de despedida:


tom6 la diestra a Mencia con igual timido acatamiento, 'cuando
La nave que debia conducir al Viejo-Mundo las cartas, y,
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cifradas en ellas, las aspiraciones y esperanzas de todos aque-

llos personajes, se hizo efectivamente á la mar en la noche del

dia siguiente. Los oficiales reales no se atrevieron á estorbar su


intervino la entusiasta Elvira diciendole:
-Si yo fuera prima vuestra, Enrique, me ofenderia de vues·
tro desvio. La senora Virreina, no os llevan\ a mal que os des-
pidais de vuestra prometida con un beso. ~Es derto, senora?
-Muy cierto,-contest6 sonriendose la bondadosa Virreina.
Enrique pos6 ent6nces sus labios en la frente angelical de
la doncella, y haciendo mesurada cortesia al femenil concurso,
sali6 con Valenzuela del salon.

XI

Una par otra.


La nave que debia conducir al Viejo-Mundo las cartas, y,
cifradas en ellas, las aspira ciones y esperanzas de todos aque-
llos persona jes, se hizo efecti vamente a la mar en l~ noche del
dia sig uiente. Los oficiales r eales nose atrevieron a estorbar su

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ENRIQUILLO 303
ENRIQUILLO 303

salida, y cuanto hicieron fué retardar durante el dia las forma-


salida, y cuanto hicieron fue retardar durante el dia las forma·
lidades del despacho marítimo, para tener tiempo de escribir

lidades del despacho maritimo, para tener tiempo de escribir


por aq uella misma 9casion a sus amigos y valedores en Es-
por aquella misma ocasion á sus amigos y valedores en Es-

paña.

pana.
El señor Valenzuela y Enrique se habian puesto en camino

por la mañana al rayar el sol en el horizonte. Hicieron rápida-

mente sus preparativos de marcha durante la noche, y el ma-

yor trabajo que tuvieron fué aplacar la terrible cólera que


El senor Valenzuela y Enrique se habian puesto en camino
arrebató á Tamayo, al saber que el matrimonio se habia frustra-
por la mafiana al rayar el sol en el horizonte. Hicieron rapida·
mente sus preparativos de marcha durante la noche, y el ma-
do y que se volvian á la Maguana sin Mencía. Pocas palabras

de sus amos bastaron para enterarle de todo lo ocurrido, y de-

jarle penetrar que el señor Mojica era el verdadero motor de

tal fracaso;con lo cual el bravo indio, fiel hasta la exageracion,


yor trabajo que tuvieron fue aplacar Ia terrible c6lera que
hizo juramento de no salir de Santo Domingo sin tomar seña-

arrebat6 a Tamayo, al saber que el matrimonio se habia frustra·


do y que se vol vian a la Maguaua sin Mencia. Pocas palabras
lada venganza de aquel malvado, aunque él mismo se perdiera

para siempre. Consiguieron al fin que aparentemente entrara

en razon, amenazándolo Enrique con no tenerlo junto á sí más

nunca si no enfrenaba sus furibundos ímpetus. Convínose, pues,


·de sus amos bastaron para enterarle de todo lo, ocurrido, y de-
en que Tamayo, al frente de toda la recua de criados y anima-

jarle penetrar que el se'iior Mojica era el verdadero motor de


les, se pondría en marcha en seguimiento de sus superiores,

tan pronto como se acabara de arreglar el equipaje. tal fracaso; con lo cu al el bravo indio, fiel hast a la exageracion,
Pero cuando una idea se habia introducido en aquel cerebro

de hierro, era muy difícil hacerla abandonar el sitio sin llevar


hizo juramento de no salir de Santo Domingo sin tomar sefia·
á cabo el propósito, por descabellado que fuese. No bien desa-

parecieron por la primera esquina los dos jinetes, Valenzuela


lada venganza de aquel malvado, aunque el mismo se perdiera
y Enrique, saliendo á escape de la ciudad, cuando Tamayo se
para siempre. Consiguieron al fin que aparentemente entrara
en razon, amenazandolo Enrique con no tenerlo junto a si mas
volvió á los otros criados y les dijo con voz ágria:
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— Ahora mando yo aquí, y al que no haga lo que yole diga,

le rompo la cabeza como si fuera un higüero.

— Sí, cacique;—contestaron los indios de la recua.


nunca si no enfrenaba sus furibundos impetus. Convinose, pues,
en que Tamayo, al frente de toda la recua de criados y anima-
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—Tú eres aquí el mayoral,—agregó otro criado, bruto como

el que más de los gallegos, aunque era andaluz.

—Bueno;—repuso Tamayo:—haced lo que os digo; arreglad les, se pondria en marcha en seguimiento de sus superiores,
esas cargas y estad listos: por una mujer hemos venido, y una

mujer nos llevarémos.


tan pronto como se acabara de arreglar el equipaje.
Y sin más explicacion echó á andar hácia la Iglesia mayor,

donde las campanas tocaban á misa. Los primeros rayos del


Pero cuando una idea se habia introducido en aquel cerebro
de hierro, era muy dificil hacerla abandonar el sitio sin llevar
a cabo el prop6sito, por descabellado que fuese. No bien desa-
parecieron por la primera esquina los dos jinetes, Valenzuela
y Enrique, saliendo a escape de la ciudad, cuando Tamayo se
volvi6 a los otros criados y les dijo con voz agria:
-Ahora mando yo aqui, y al que no haga lo que yo le diga,
le rompo la cabeza como si fuera un higtier o.
-Si, cacique;-contestaron los indios de la recua.
-Tu eres aqui el mayoral,-agreg6 otro criado, bruto como
el que mas de los gallegos, aunque era andaluz.
-Bueno;-repuso Tamayo:-haced lo que os digo; arreglad
esas cargas y estad listos: por una mujer hemos venido, y una
mujer nos llevaremos.
Y sin mas explicacion ech6 a andar hacia la Iglesia mayor,
donde las cam pan as to ca ban a misa. Los primeros r ayos del

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304 LEYENDA HIST6RICA

304 LEYENDA HISTÓRICA


sol doraban los techos de las casas y los sencillos chapiteles del
templo,·situado a corta distancia de la comenzada fabrica de la
sol doraban los techos de las casas y los sencillos chapiteles del

templo, situado á corta distancia de la comenzada fábrica de la

catedral, cuyos cimientos adelantaban rápidamente desde el dia

en que Diego Colon, poco ántes de emprender su viaje á España,


catedral, cuyos cimientos adelantaban rapidamente desde el dia
puso la primera piedra de aquel augusto edificio, que durante
en que Diego Colon, poco antes de emprender su viaje a Espana,
puso la primera piedra de aquel augusto edificio, que durante
mucho tiempo despues dió sombra digna á su sepulcro, y donde

todavía reposan, á despecho de sofísticas negaciones, los restos

mortales de su egregio progenitor (105): Los obreros y peones

indios comenzaban á llegar en cuadrillas, de á cinco y de á diez


mucho tiempo despues di6 sombra digna a su sepulcro, y donde
hombres al sitio de la fábrica, y recibian las órdenes delos so-

toda via reposan, a despecho de sofisticas negaciones, los restos


brestantes, alguno de los cuales, despues de dar breves instruc-

ciones á sus subalternos, se dirijia á oir misa confundiéndose


mortales de su egregio progenitor (105): Los obreros y peones
con los demás devotos que afluían de todas partes á la iglesia.

Tamayo, con mirada febril, examinaba los semblantes de


indios comenzaban a llegar en cuadrillas. de a cinco y de a diez
todas las mujeres que iban apareciendo en la extensa plaza. Al

hombres al sitio de la fabrica, y recibian las ordenes de los so-


efecto se habia situado á corta distancia del pórtico del templo,

y disimulaba su espera como contemplando el movimiento de los brestantes, alguno de los cuales, despues de dar breves instruc-
ciones a sus subalternos, se dirijia a oir misa confundiendose
trabajadores. Hubo un momento en que se distrajo de su objeto

efectivamente: un pobre indio, flaco y descolorido, cumplió mal

ó torpemente la órden de apartar hácia un lado una enorme

piedra, y el bárbaro capataz descargó un varazo en la desnuda


con los demas devotos que aftuian de toda~ partes a la iglesia.
espalda del infeliz enfermo, que rodó por tierra. Tamayo, sin
Tamayo, con mirada ~ebril, examinaba los semblantes de
todas las mujeres que iban apareciendo en la extensa plaza. Al
poderse contener, saltó como un tigre sobre el flagelador, arre-

bató la flexible vara de sus manos, y rápido como el rayo le

golpeó la cara con ella,—¡Bien hecho!—exclamó un sobres-

tante viejo que miraba el lance con faz severa á pocos pasos
efecto se habia situado a corta distancia del portico del templo,
de distancia.
y disimulaba s u espera como contemplando el movimiento de los
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Promovióse el consiguiente alboroto; acudió la gente al sitio,

y un alguacil puso sus manos en Tamayo diciéndole: «Dáte


trabajadores. Hubo un momento en que se distrajo de su objeto
preso».

efectivamente: un pobre indio, ftaco y descolorido, cumplio mal


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Tamayo no opuso resistencia, y ya salia de la plaza condu-

cido por el oficial de justicia, cuando el referido sobrestante se

6 torpemente la 6rden de apartar h acia un lado una enorme


aproximó á éste, y le dijo:

—Mal cumples con tu deber, Anton Róbles: ¿por qué no te


piedra, y el barbaro capataz descarg6 un varazo en la desnuda
informas de lo sucedido? Quizá este buen hombre no tenga cul-

pa, y te salga caro prender á un servidor de Don Francisco de


espalda del infeliz enfermo, que rod6 po.r tierra. Tamayo, sin
Valenzuela.

poderse con tener, salt6 co mo un tigre sobre el flagelador, arre-


bat6 la flexible vara de sus manos, y rapido como el rayo le
golpe6 la cara con ella,-i Bien hecho!-exclam6 un sobres-
tante viejo que miraba el lance con faz severa a pocos pasos
de distancia.
Promovi6se el consiguiente alboroto; acudi6 la gente al sitio,
y un alguacil puso sus manos en Tamayo diciendole: « D~te
preso» .
Tamayo no opuso resistencia, y ya salia de la plaza condu-
cido por el oficial de justicia, cuando el referido sobrestante se
aproxim6 a este, y le dijo:
-Mal cumples con tu deber, Anton Robles: ~por que note
informas de lo sucedido? Quiza este buen hombre no tenga cul-
pa, y te salga caro prender a un servidor de Don Francisco de
Valenzuela.

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ENRIQUlLLO 305
ENRIQUILLO 305

El alguacil miró espantado á su interlocutor: ya hemos dicho


El alguacil mir6 espantado a su interlocutor: ya hemos dicho
que Valenzuela era conocido y respetado en toda la Española.

que Valenzuela era conocido y respetado en toda la Espanola.


—Estoy tan aturdido, maese Martínez,—respondió el esbir-

ro,—que no pensé en aclarar el hecho. ¿Me podréis vos decir -Estoy tan aturdido, maese Martinez,-respondi6 el esbir-
ro,-que no pense en aclarar el hecho. (Me podreis vos decir
lo que ha pasado?

El sobrestante era un hombre justo y honrado: explicó al

corchete lo ocurrido desde el principio, y añadió que si Tamayo

no se hubiera interpuesto, él se disponia á hacer castigar al


lo q ue ha pasado?
capataz agresor, á causa de la dureza con que habia golpeado
El sobrestante era un hombre justo y honrado: explic6 al
corchete lo ocurrido desde el principio, y anadi6 que si Tamayo
al pobre indio, sin haber dado motivo justificado para ello, pues

la falta de fuerzas no es un delito.

El alguacil, recibida esta explicacion, y zumbándole todavía

en los oidos el imponente nombre de Valenzuela, dió libertad á


no se hubiera interpuesto, el se disponia a hacer castigar al
Tamayo, encareciéndole que se reportara en lo sucesivo, éhizo
capataz agresor, a causa de la dureza con que habia golpeado
una breve amonestacion al cuadrillero, para que no fuese otra

vez tan duro con los encomendados de la Iglesia (1C6).


al pobre indio, sin haber dado motivo justificado para ello, pues
Retirábase Tamayo del grupo de curiosos que lo rodeaba, y

todo mohíno iba á tomar la direccion de su posada, desistiendo


la falta de fuerzas no es un delito.
ya del proyecto que lo habia conducido á la plaza, cuando la

El alguacil, recibida esta explicacion, y zumbandole todavia


en los oidos el imponente nombre de Valenzuela, di6 libertad a
casualidad pareció ponerse de su parte; pues una mujer, una

joven muy morena, pero de notable hermosura, pronunció su

nombre en alta voz, llamándole con acento familiar.

El valeroso indio depuso el ceño, dió un grito de alegría al


Tamayo, encareciendole que se reportara en lo sucesivo, e hizo
divisar á la jóven que lo llamaba, y se acercó de un salto á ella.

—Anica,—le dijo;—por tí he venido á este lugar, y he hecho


una breve amonestacion al cuadrillero, para que no fuese otra
el mal encuentro que á poco más dá conmigo en la cárcel. vez tan duro con los encomendados de la Iglesia (1C6). .
Retirabase Tamayo del grupo de curiosos que lo rodeaba, y
—Ya te vi, Tamayo, vengar á nuestro pobre hermano, tan
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flaco que más bien debiera estar curándose en el hospital, y no

en tanto trabajo. Miéntras tú disputabas, yo me llegué á él, y

le regalé todo el dinero que Don Pedro me dió anoche.


todo mohino iba a tomar la direccion de SU posada, desistiendo
ya del proyecto que lo habia conducido a la plaza, cuando la
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—Bueno, Anica;—repuso Tamayo;—pero ahora es preciso

casualidad pareci6 ponerse de su parte; pues una mujer, ·una


que vengas conmigo: Enriquillo lo quiere así, y te espera puesto

ya en camino.

—¡No te entiendo! —dijo sorprendida la jóven;—y además, yo

voy á oir misa ahora, y Doña Alfonsa me espera para que pre-
j6ven muy morena, pero <le notable hermosura, pronunci6 su
pare el desayuno: bien sabes que está en cama....

nombre en alta voz, llamandole con accnto familiar.


—Lo sé, Anica;—replicó Tamayo con precipitacion;—pero

20
El valeroso indio depuso el ceno, di6 un grito de alegria al
divisar a la j6ven que lo Barnaba, y se acerc6 de un salto a ella.
-Anica,-le dijo;-por ti he venido a este lugar, y he hecho
el mal enc~entro que a poco mas da conmigo e~ la carcel.
- Ya te vi, Tamayo, vengar a nuestro pobre hermano, tan
flaco que mas b.ien debiera estar curandose en el hospital, y no
en tanto trabajo. Mientras tu disputabas, yo me llegue a el, y
le regale todo el dinero que Don Pedro me di6 anoche.
-Bueno, Anica;-repuso Tamayo;-pero ahora es preciso
que vengas conmigo: Enriquillo lo quiere asi, y te espera puesto
ya en camino.
- iNo te entiendo!-dijo sorprendida la j6ven;-y ademas, yo
voy a oir misa ahbra, y Dona Alfonsa me esp era para que pre-
pare el desayuno: bien sabes que est a en cama ....
-Lo se, Anica;-replic6 Tamayo con precipitacion;-pero
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306 LEYENDA ffiST6RICA

306 LEYENDA HISTÓRICA

no se trata de eso ahora. La Doña Alfonsa con su fluxion y su


nose trata de eso ahora. La Dona Alfonsa con su fluxion y su
reuma, Don Pedro que no sale á sus enredos sino despues de

almorzar y acicalarse; todo lo he observado. Es preciso que me


reuma, Don Pedro que no sale a sus enredos sino despues de
sigas, porque Enriquillo me ha dado ese encargo: lo he conven- almorzar y acicalarse; todo lo be observado. Es preciso que me
sigas, porque Enriquillo me ha dado ese encargo: lo he conven-
cido de que debe corresponder te; ya no se casa con su prima,

y el señor Valenzuela ha consentido en que te vayas á vivir

conmigo á la Maguana, pues le he dicho que soy tu tio.

—¿Y no me castigarán por dejar á Doña Alfonsa?—preguntó


cido de que debe corresponderte; ya no se casa con su prima,
vacilante la jóven.
y el senor Valenzuela ha consentido en que te vayas a vivir
conmigo a la Maguana, pues le he dicho que soy tu tio.
—¡Quién vá á atreverse con el señor Valenzuela, muchacha!

—contestó el astuto indio.—Ya has visto cómo á mí me han de-

jado en libertad ahora poco, por respeto de mi señor Don

Francisco. Sigueme: nada te hará falta; y no perdamos el


-(Y no me castigaran por dejar a Dona A1fonsa?-pregunt6
tiempo.

vacilante la j6ven.
-iQuien va a atreverse con el sefl:or Valenzuela, muchacha!
—Así comoasí,—dijo la Anica,—no me pesa dejar burlado

á ese Don Pedro: solo por ser Doña Alfonsa tan dura conmigo...

—No te excuses, muchacha; lo sé todo: vamos pronto de aquí.

Y Tamayo echó á andar seguido de la jóven india; llegó á


-contest6 el astuto indio.-Ya has visto c6mo a mi me ban de-
su posada, donde ya sus compañeros tenian listas las cargas,

jado en libertad ahora poco, por respeto de mi senor Don


y se pusieron todos en marcha á pié, llevando del cabestro los

animales y á Anica en el medio y conversando con naturalidad, Francisco. Sigueme: nada te· hara falta; y no perdamos el
tiempo.
para no llamar la atencion.

Salieron en este órden de la ciudad, y á corta distancia de

ella acomodaron á la muchacha en el mejor caballo, y siguie-

ron viaje á buen paso. La venganza de Tamayo estaba consu-


-Asi comoasi,-dijo la Anica,-no me pesa dejar burlado
mada, pues la graciosa Anica era, más bien por fuerza que por
a ese Don Pedro: solo por ser Dona Alfonsa tan dura conmigo ...
-No teexcuses, muchacha; lose todo: vamos pronto de aqui.
su gusto, el regalo y el embeleso de Don Pedro de Mojica, que
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la quería como á las torvas niñas de sus ingratos ojos.

XII

Anica.
Y Tamayo ech6 a andar seguido de la j6ven india; llego a
SU posada, donde ya SUS compai'ieros tenian listas las cargas,
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Aquella jóven india habia vivido desde su infancia enco-

mendada en la casa del Contador real, Don Cristóbal de Cué-

llar, y por su gracia y discrecion era entre todas las criadas de


y se pusieron todos en marcha a pie, llevando del cabestro los
animales ya Anica en el medio y conversando con naturalidad,
para no Hamar la atencion.
Salieron en este 6rden de la ciudad, y a corta distancia de
ella acomodaron a la muchacha en el mejor caballo, y siguie-
ron viaje a buen paso. La venganza de Tamayo estaba consu-
mada, pues la graciosa Anica era, mas bien por fuerza que por
su gusto, el regalo y el embeleso de Don Pedro de Mojica, que
la queria como a las torvas niiias de sus ingratos ojos.

XII

Anica.
Aquella j6ven india habia vivido desde su infancia enco-
mendada en la casa del Contador real, Don Crist6bal de Cue-
llar, y por su gracia y discrecion era entre todas las criadas de

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ENRIQUILLO 307
ENRIQUILLO 307

su raza la predilecta de la pobre Maria, aquella infortunada


hija de Don Crist6bal, la cual no sobrevivi6 seis dias a su for-
su raza la predilecta de la pobre María, aquella infortunada

hija de Don Cristóbal, la cual no sobrevivió seis dias á su for-

zado matrimonio con Diego Velázquez. Al embarcarse la ino-

cente víctima para Cuba, donde habia de morir virgen y con


zado matrimonio con Diego Velazquez. Al emparcarse la ino-
el vano título de esposa del Gobernador, fué para ella otra cau-

cente victima para Cuba, donde habia de morir virgen y con


sa de pena no poder llevar consigo á su Anica, que así la llamó

ella la primera; porque las pragmáticas vigentes prohibian sa- el vano titulo de esposa del Gobernador, fue para ella otra cau·
car ningun indio de la Española para las otras islas, á causa

de la despoblacion ya muy sensible de aquélla, segun atrás


sa de pena no poder llevar consigo a su Anfra, que asi la 11am6
queda dicho, al tratarse del repartimiento de Alburquerque.

Anica quedó, pues, en la casa de Cuéllar, hasta que el Con-


ella la primera; porque las pragmaticas vigentes prohibian sa-
tador real, atormentado por los remordimientos de haber in-
car ningun indio de la Espanola para las otras islas, a causa
de la despoblacion ya muy sensible de aquella, segun atras
molado su hija á cálculos egoístas, consiguió que el Rey utili-

zase sus servicios en otra parte, saliendo de aquellos sitios

llenos todos de las para él torcedoras reminiscencias de su

mártir hija. Entónces, agradecido á las oficiosidades y adula-


queda dicl:10, al tratarse del repartimiento de Alburquerque.
ciones de su amigo Don Pedro Mojica, trabajó de acuerdo con
Anica qued6, pues, en la casa de Cuellar, hasta que el Con·
tador real, atormentado por los remordimientos de haber in-
él para que aquellos indios de su encomienda que mejor vinie-

sen en cuenta al codicioso hidalgo, quedaran á su servicio ó

destinados á gusto suyo. Las ordenanzas de repartimientos no

permitían que las mujeres indias jóvenes fuesen encomendadas


molado su hija a calculos egoistas, consigui6 que el Rey utili·
á solteros, y como Don Pedro lo era, fué preciso interponer

zase sus servicios en otra parte, saliendo de aquellos sitios


otra persona para encomendarle segun su indicacion á la bella

y agraciada Anica, que contaba ya en aquella época diez y seis


llenos todos de las para el torcedoras reminiscencias de SU
años, y sobre la cual habia puesto los ojos desde el principio,

con no buenos ni honestos propósitos, el corrompido Mojica.


martir hija. Ent6nces, agtadecido a las oficiosidades y adula•
Una Doña Alfonsa, su amiga vieja, viuda de mala reputa-

ciones de su amigo Don Pedro Mojica, trabaj6 de acuerdo con


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cion, fué el agente escojido para burlar las previsiones legales,

y poner la infeliz muchacha á merced de la lascivia del repug- el para que aquellos indios de su encomienda que mejor vinie-
sen en cuenta al codicioso hidalgo, quedaran a su servicio 6
nante hidalgo: tales son comunmente las bellezas morales de la
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esclavitud, institucion que ha llenado de crímenes y escándalos

el mundo de Colon, hasta nuestros dias. Lo que debia suceder

sucedió, sin que se necesite mucho esfuerzo de ingenio departe


destinados a gusto suyo. Las ordenanzas de repartimientos no
del lector para adivinarlo.
permitian que las mujeres indias j6venes fuesen encomendadas
Pero Anica tenia en el fondo de su alma una pasion pura,

digna de su corazon virgen, y el grosero amor de Mojica no


a solteros, y como Don Pedro. lo era, fue preciso interponer
podia apagar ni entibiar ese afecto generoso, que se mantenia

otra persona para encomendarle segun su indicacion a la bella


y agraciada Anica, que con.t aba ya en aquella epoca cliez y seis
anos, y sobre la cual habia puesto los ojos desde e1 principio,
con no buenos ni honestos prop6sitos, el corrompido Mojica.
Una Dona Alfonsa, su amiga vieja, viuda de mala reputa-
cion, fue el agente escojido para burlar las previsiones legales,
y poner la infeliz muchacha amerced de la lascivia del repug-
nante hidalgo: tales son comunmente las bellezas morales de la
esclavitud, institucion que ha llenado de crimenes y escandalos
el mundo de Colon, hasta nuestros dias. Lo que debia suceder
sucedi6, sin que se necesite mucho esfuerzo de ingenio de parte
del lector para adivinarlo.
Pero Anica tenia en el fondo de su alma una pasion pura,
digna de su corazon virgen, y el grosero amor de Mojicci no
podia apagar ni entibiar ese afecto generoso, que se mantenia

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308 LEYENDA H1ST6RICA

308 LEYENDA HISTÓRICA

robusto y agravaba la invencible repugnancia con que la des-


robusto y agravaba la invencible repugnancia con que la des-
amparada jóven cedia á su triste destino, entregándose á aquel
amparada j6ven cedia a su triste destino, entregandose a aquel
mónstruo. Habitualmente acompañaba á su señora María de

Cuéllar, cuando ésta era dama de honor de la Virreina y su


monstruo. Habitualmente acompatlaba a su senora Maria de
predilecta amiga: Enriquillo se habia ofrecido varias veces á

sus ojos, siempre en condiciones favorables para causar en el


Cuellar, cuando es ta era dama de honor de la Virreina y su
alma ardiente de Anica una profunda impresion. Enamoróse

predilecta amiga: Enriq uillo se habia ofrecido varias veces a


de él perdidamente, y buscando el medio de ser correspondida,

pronto se grangeó la amistad de Tamayo, que residía con el sus ojos, siempre en condiciones favorables para causar en el
jóven cacique en San Francisco; y con verdad ó sin ella, las

relaciones de ámbos, Anica y Tamayo, só color de próximo


alma ardiente de Anica una profunda impresion. Enamor6se
parentesco, se establecieron é intimaron con mútuo y desinte-

resado cariño, toleradas por todos como las de tio y sobrina.


de el perdidamente, y buscando el medio de ser correspondida ,
Tamayo tenia una especie de prurito de emparentar con los pronto se grange6 la amistad de Tamayo, que residia con el
j6ven cacique en San Francisco; y con verdad 6 sin ella, las
seres que amaba, y ya se ha visto que su principal empeño con-

sistía en ser tambien pariente, no sabemos en qué grado, de los

caciques de Jaragua y del Bahoruco.

Pero Enriquillo no fué accesible á la pasion expontánea de


relaciones de ambos, Anica y Tamayo, s6 color de pr6ximo
la jóven india, y aunque la trataba con amistosa afabilidad,
parentesco, se establecieron e intimaron con mutuo y desinte-
resado cariilo, toleradas por todos como las de tio y sobrina .
siempre eludió con inflexible entereza cuanto pudiera alimentar

en ella la esperanza de ver correspondido su inocente amor: la

pobre muchacha tuvo al fin que guardarse éste en lo más recón-

dito de su pecho, y exhalar sus quejas y confidencias en la inti-


Tamayo tenia una especie de prurito de emparentar con los
midad de sus conversaciones con Tamayo, que por lo mismo
seres que amaba, y ya se ha visto que su principal empeilo con-
adquirió un ascendiente irresistible sobre el ánimo de Anica,

dócil y obediente á todos sus consejos é indicaciones.


sistia en ser tambien pariente, no sabemos en que grado, de los
Esto explica la evolucion ideada por Tamayo para vengar á

caciques de Jaragua y del Bahoruco.


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Enriquillo y al señor Valenzuela del desaire de que habia sido

fautor Mojica; y la facilidad con que ese plan de venganza se

Pero Enriquillo no fue accesible a la pasion expontanea de


habia llevado á efecto.

la j6ven india, y aunque la trataba con amistosa afabilidad,


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—Muger por muger,—se decía el enérgico y fiel servidor, ca-

minando alegremente con rumbo á la Maguana;—tanto dá que

nos llevemos á Anica como á Mencía. Se le quita la presa de


siempre eludi6 con inflexible entereza cuanto pudiera alimentar
entre las garras á ese maldito Don Pedro, y no le quedará gusto

para reirse á costa de mis amos, por la burla hecha á Enriquillo.


en ella la esperanza de ver correspondido su inocente amor: la
A orillas del rio Nigua encontró á los dos viajeros que le
pobre muchacha tuvo al fin que guardarse este en lo mas rec6n-
d~to de su pecho, y exhalar sus quejas y confidencias en la inti-
aguardaban con impaciencia y no pocas ganas de comer: que'

mida<l de sus conversaciones con Tamayo, que por lo mismo


adquiri6 un ascendiente irresistible sobre el animo de Anica ,
docil y obediente a todos sus consejos e indicaciones.
Esto explica la evolucion ideada por Tamayo para yengar <\
Enriquillo y al senor Valenzuela del desaire de que habia sido
fautor Mojica; y la facilidad con que ese plan de venganza se
habia llevado a efecto . .
- .Muger por muger ,-se decia el energico y fiel servidor, ca-
minando alegr'emente con rumbo a la Maguana;-tanto da que
nos llevemos a Anica como a Mencia. Se le quita la presa de
entre las garras a ese maldito Don Pedro, y no le quedara gusto
para reirse a costa de mis amos , por la burla hecha <\ Enriquillo.
A orillas del rio Nigua encontr6 a los dos viajeros que le
aguardaban con impaciencia: y no pocas ganas de comer: que-

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ENRIQUILLO 309
daronse pasmados de asombro al ver a la muchacha que lleva-
ENRIQUILLO 309

dáronse pasmados de asombro al ver á la muchacha que lleva-

ba consigo Tamayo. Este explicó en breves razones y con aire

denodado todo lo acontecido; y, como es de presumirse, fueron


ba consigo Tamayo. Este explic6 en breves razones y con aire
grandes el escándalo y la cólera de Valenzuela y Enrique por

denoda~o todo lo acontecido; y, como es de presumirse, fueron


el mal paso en que los colocaba el celo excesivo de su mal acon-

sejado escudero. No obstante, el viejo concluyó su regaño con


grandes el escandalo y la c6lera de Valenzuela y Enrique por
estas palabras que todo lo componian:

—A lo hecho, pecho.—Ni hemos de regresar á Santo Do-


el mal paso en que los colocaba el celo excesivo de su mal aeon-
mingo á remendar este desperfecto, ni vamos á dejar esta mu-

. sejado escudero. No obstante, el viejo concluy6 su regafio con


chacha en el camino real, como cosa perdida. Sigue con nos-

otros, hija, que vivirás al cuidado de tu tio Tamayo y del viejo estas palabras que todo lo componian:
-A lo hecho, pecho.-Ni hemes de regresar a Santo Do·
Camacho, y nada te faltará.

Despues, miéntras comian con buen apetito, sentados sobre

la fresca yerba, habló aparte Valenzuela con Enrique dicién-

dole:
min go a rcmendar este desperfecto, ni vamos a de jar es ta .mu-
— ¡Vive Dios, Enriquilio! que no me pesa esta calaverada chacha en el camino real, como cosa perdida. Sigue con nos·
otros, hija, que v.i viras al cuidado de tu tio Tamayo y del viejo
de Tamayo, antes estoy muy contento, y la creo inspiracion

del cielo. Que rábie Mojica, y no seria impunemente de nos-

otros. ¡Ojalá hubiera algun desaforado que hiciera otro tanto

al bribon de Pasamonte, que con mengua de sus cabellos blan-


Camacho, y nada te faltara.
cos, tiene convertido en serrallo el depósito de los dineros del
Despues, mientras comian con buen apetito, sentados sobre
la fresca yerba, habl6 aparte Valenzuela con Enrique dicien-
Rey (107).

Prosiguieron su camino, y desde la villa de Azua escribió

Valenzuela una carta á su amigo Don García de Aguilar, nar-

rándole todo lo ocurrido con Anica, y recomendándole que


dole:
arreglara cualquier dificultad que pudiera sobrevenir de ese
-jVive Dios, Enriquillo! que no me pesa csta calaverada
rapto, hecho en bien de la moral, y contra la corrupcion de la

de Tamayo, antes estoy muy contento, y la creo inspiracion


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colonia. Aguilar, que aborrecía cordialmente al perverso hi-

dalgo, desde que supo que por su intervencion habia surgido

la desgracia de su amigo Juan de Grijalv,a y María de Cuéllar,


del cielo. Que rabie Mojica, y no se ria impunemente de nos-
otros. jOjala hubiera algun desaforado que hiciera otro tanto
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y en memoria de ésta, ofreció no levantar mano hasta dejar

frustrada ante la justicia cualquier pretension de Mojica. Efec-

tivamente, no bien promovió éste las diligencias de reivindica- al bribon de Pasamonte, que con mengua de sus cabcllos bJan-
cos, tiene convertido en serrallo el dep6sito de los dineros del
cion de su amada prenda, cuando el leal Don García acudió á

confundirle,, poniendo de manifiesto el amafio usado en la enco-

mienda de Anica.

El odioso personaje tuvo que sufrir con paciencia su per-


Rey (107).
S
Prosiguieron su camino, y desde la vilJa de Azua escribi6
Valenzuela una carta· a su amigo Don Garcia de Aguilar, nar-
randole todo lo ocurrido con Anica, y recomendandole que
arreglara cualquier dificultad que pudiera sobrevenir de ese
rapto, hecho en bi en de la moral, y contra la corrupcion de la
colonia. Aguilar, que aborrecia cordialmente al perverse hi-
dalgo, desde que supo que por su intervencion habia surgido
la desgracia de su amigo Juan de Grijalv.a y Maria de Cuellar,
y en, memoria de esta, ofreci6 no levantar ma no hasta dejar
frustrada ante la justicia cualquier pretension de !\!ojica. Efec-
tivamente, no bien promovi6 este las diligencias de reivindica-
cion de su amada prenda, cuando el leal Don Garcia acudi6 a
confundirle, poniendo de manifiesto el amano usado en Ja enco·
mienda de Anica.
EI odioso per~onaje tuvo que sufrir con pac1enc1a su per-

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310 LEYENDA HIST6RICA
310 LEYENDA HISTÓRICA

canee, y Aguilar pudo escribir dos semanas despues á Valen-


cance, y Aguilar pudo escribir dos semanas despues a Valen·
zuela estas líneas: «Podeis guardar tranquilamente á A nica

como confiada al celo de su tio, en clase de encomendada con


zuela estas lineas: «Podeis guarclar tranquilamente a Anica
éste á Doña Leonor de Castilla y bajo vuestra respetable pro-
c?mo confiada al celo de su tio, en clase de encomend~da con
este a Dona Leonor .de Castilla y bajo vuestra respetable pru·
teccion. Figuraba equivocadamente encomendada al Licenciado

Sancho Velázquez, con la nota de fuera de registro (108). La

picardía quedó patente, y los picaros confundidos.»

XIII
teccion: Figuraba equivocadamente encomendada al Licenciado
El apóstol.
Sancho Velazquez, con la nota de fuera de registro (108). La
picardia qued6 patente, y los pfcaros confundidos.»
. Corría el tiempo, y subian de punto la malignidad y desver-

güenza de los enemigos de Diego Colon en Santo Domingo, no

pasando un dia sin una nueva vejacion ó injuria á la Virreina

ó á sus más allegados amigos. El Adelantado Don Bartolomé,

clavado por la enfermedad en su lecho, se agravaba rápida-

mente, no pudiendo sus gastadas fuerzas resistir las terribles

emociones que en su ánimo enérgico y esforzado producía cada

insolencia de los oficiales reales en perjuicio de la casa y los


XIII
intereses de sus sobrinos, á quienes amaba con entrañable ca-

riño. Al cabo sucumbió, rindiendo al peso de los disgustos aquel

espíritu batallador é indómito, que le habia hecho en altas y El ap6stol.


duras ocasiones mostrarse digno hermano del heróico Descu-

Corria el tiempo, y subian de punto la malignidad y desver-


bridor. La Virreina cumplió como buena matrona hasta el úl-

timo instante sus deberes para con el ilustre difunto; lloró sobre

su cadáver tiernamente, é hizo celebrar en su honor pomposos

funerales.
gtienza de los enemigos de Diego Colon en Santo Domingo, no
Llegó á Don Gonzalo de Guzman el turno de padecer por

pasando un dia sin una nueva vej~cion 6 injuria a la Virreina


6 a SUS mas allegados amigos. El Adelantado Don Bartolome,
causa de su adhesion á la casa del Almirante. Su altivez y arro-
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gancia generosas; el desprecio con que públicamente trataba á

Pasamonte y los demás émulos de Diego Colon, al defender á

Doña María de Toledo contra sus indignas agresiones, tales


clavado por la enfermedad en su lecho, se agravaba rapida-
mente, no pudiendo sus gastadas fuerzas resistir las terribles
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fueron los motivos que atrajeron sobre Guzman las iras de

aquellos tiranos, dictando su órden de destierro á Cuba, para

privar de tan leal apoyo á la noble señora. García de Aguilar, ·emociones que en su animo energico y esforzado p1·oducia cada
insolencia de los oficiales reales en perjuicio de la casa y los
intereses de sus sobrinos, a quienes amaba con entranable ca·
rifio. Al cabo sucumbi6, rindiendo al peso de los disgustos aquel
espiritu batallador e ind6mito, que le habia hecho en altas y
duras ocasiones mostrarse digno hermano del her6ico Descu-
. bridor. La Virreina cumpli6 como buena matron a has ta el ul-
timo instante sus deberes para con el ilustre difunto; llor6 sobre
su cadaver tiernamente, e hizo celebrar en su honor pomposos
funerales.
Lleg6 a Don Gonzalo de Guzman el turno de padecer por
causa de su adhesion a la oasa del Almirante._Su altivez y arro-
gancia gene.rosas; el desprecio con que publicamente trataba a
Pasamonte y los demas emulos de Diego Colon, al defender a
Dofia Maria de Toledo contra sus indignas agresiones, tales
fueron los moti vos q ue atrajeron ~obre Guzman las iras de
aquellos tiranos , clictando S U 6rden de destierro a Cuba, para
privar de tan leal apoyo a la noble senora. G~rcia de Aguilar,

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ENRIQUILLO 311
ENRIQUILLO 311

6 por temor de que con else. obrara igual arbitrariedad, 6 por


ó por temor de que con él se obrara igual arbitrariedad, ó por

sugestion de su celo en el servicio de la Virreina, resolvió em-


sugestion de su celo en el servicio de la Virreina, resolvi6 em-
barcarse por el mismo tiempo para Espana, llevando al Almi·
barcarse por el mismo tiempo para España, llevando al Almi-

rante y sus amigos nuevos datos y relaciones sobre los desma-

nes que sin cesar cometían los malos servidores del Rey en la

Española, donde el poder y la influencia de la casa de Colon


rante y sus-amigos nuevos datos y relaciones sobre los desma·
quedaban reducidos á huecos títulos y vana sombra. Las que-
nes que sin cesar cometian los malos servidores del Rey en la
jas del Almirante y su virtuosa consorte eran siempre atendidas

con deferencia por el Soberano, que ordenó repetidas veces que


Espanola, donde el poder y la influencia de la casa de Colon
se les guardasen todos los respetos y miramientos á que eran

acreedores, siendo la Virreina próxima parienta suyaj aparte


quedaban reducidos a huecos titulos y vana sombra. Las que-
de cualquier otra consideracion; pero la malicia de los sober-

bios funcionarios desvirtuaba todas esas y otras buenas provi-


jas del Almirante y su virtuosa consorte eran siempre atendidas
dencias, que eran siempre mal interpretadas en el despacho y
con def~rencia por el Soberano, que orden6 repetidas veces que
se les guardasen todos los respetos y miramientos a que eran
peor cumplidas en Santo Domingo. Gastadas ya las fuerzas y

cansado el antes vigoroso espíritu del Rey Fernando, los intri-

gantes validos suyos que gobernaban los asuntos de las Indias

hacían de la régia autoridad un mero símbolo entre sus corrom-


acreedores, siendo la Virreina pr6xima parienta suya; aparte
pidas manos.
de cualquier otra considcracion; pero la malicia de los sober-
Tal era el estado de las cosas en España cuando el padre

Bartolomé de las Casas se presentó por primera vez en la corte,


bios funcionarios desvirtuaba todas esas y otras buenas provi-
provisto de una fervorosa recomendacion que para el Rey le

dió el digno arzobispo de Sevilla, fray Diego de Deza, á quien


dencias, que eran siempre mal interpretadas en el despacho y
fué presentado por el valeroso y ¡.eficaz fray Anton de Mon-

peor cumplidas en Santo Domingo. Gastadas ya las fuerzas y


tesino.

En Plasencia vió y habló al Rey Católico. Este escuchó al


cansado el antes vigoroso espiritu del Rey Fernando, los intri·
celoso sacerdote con gran bondad y mucho interés, sobre todos

gantes validos suyos que gobernaban los asuntos de las lndias


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los puntos y árduas materias que las Casas expuso elocuente-

mente á su real consideracion, y le ofreció nueva audiencia;

pero la carta de fray Diego de Deza pasó de las manos del Rey
hacian de la regia autoridad un mero simbolo entre sus corrom-
pidas manos.
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á las del secretario Conchillos, y allí quedó estancado el efec-

Tal era el estado de las cosas en Espafi.a cuando el padre


to de las primeras diligencias del filántropo, que comenzó á ver

cumplido el pronóstico del pío fray Pedro de Córdova al despe-

dirse de él las Casas en Santo Domingo: «Padre, vos no perde-

réis vuestros trabajos, porque Dios terná buena cuenta dellos;


Bartolome de las Casas se present6 por primer a vez en la corte,
pero sed cierto que miéntras el Rey viviere, no habeis de hacer
provisto de una fervorosa recomendacion que para el Rey le
di6 el digno arzobispo de Sevilla, fray Diego de Deza, a quien
cerca de lo que deseais y deseamos, nada.»

fue presentado por el valeroso y Leficaz fray Anton de Mon·


tesino.
En Plasencia vi6 y habl6 al Rey Cat6lico. Este escuch6 al
celoso sacerdote con gran bondad y mucho interes, sobre todos
los puntos y arduas materias que las Casas expuso elocuente-
mente a su real consideracion, y le ofreci6 nuev a audiencia;
pero la carta de fray Diego de Deza pas6 de las manos del Rey
a las del secretario Conchillos, y alli qued6 estancado el efec-
to de las primeras diligencias del filantropo, que comenz6 aver
cumplido el p1·on6stico del pio fray Pedro de C6rdova al despe-
dirse de el las Casas en Santo Domingo: «Padre, vos no perde·
reis vuestros trabajos, porque Dios terna buena cuenta dellos;
pero sed cierto que mientras el Rey viviere, no habeis de hacer
cerca de lo que deseais y deseamos, nada. »
.. /
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312 LEYENDA HIST6RlCA

312 LEYEITOA HISTÓRICA

Con el auxilio que le prestó el confesor del Rey, fray Tomás


Con el auxilio que le prest6 el confesor del Rey, fray Tomas
de Matiemo, obtuvo por último de aquél la promesa de volver

de Matien!o, obtuvo por ultimo de aquel la promesa de vol ver


a ser oido en Sevilla, para donde iba a partir la corte en aque-
á ser oido en Sevilla, para donde iba á partir la corte en aque-

llos dias, los últimos del año 1515; y entretanto, por consejo del

mismo fray Tomás, conferenció con Lope de Conchillos y el

obispo Fonseca. El primero, como astuto cortesano, trató de


llos dias, los ultimos del ai'i.o 1515; y entretanto, por consejo del
ganarse y poner en sus intereses á las Casas, á cuyo fin le hizo

brillantes proposiciones que, como era de suponer, fueron des-


mismo fray Tomas, conferenci6 con Lope de Conchillos y el
deñosamente desechadas por el esforzado defensor de los in- obispo Fonseca. El primero, como astuto cortesano, trat6 de
ganarse y poner en SUS intereses a las Casas, a cuyo fin le hizo
dios. Fonseca oyó en silencio la lúgubre exposicion de atrocida-

des que las Casas le relató con todos sus pormenores, hasta

que al cabo, como incomodado de que tan rudamente se tocara

á las puertas de su ensordecida conciencia, respondió con des-


brillantes proposiciones que, como era de suponer, fueron des-
precio al narrador: ¡Mirad qué donoso necio! ¿qué se me dá á
dei'i.osamente desecbadas por el e~forzado defensor de los in-
mí, y qué se le dá al Rey? Indignado las Casas al oir tan extraño

como vergonzoso concepto, alzó la voz con energía, y dijo al


dios. Fonseca oy6 en silencio la ltigubre exposicion de atrocida-
empedernido ministro: «Que ni á vuestra señoría ni al Rey de que

mueran aquellas ánimas no se dá nada? ¡Oh gran Dios eterno!


des que las Casas le relat6 con todos sus pormenores, basta
¿y á quien se le ha de dar algo?* Y salió de allí en seguida, más

que al cabo, como incomodado de que tan rudamente se tocara


a las puertas de su ensordecida conciencia, respondi6 con des-
firme que nunca en la generosa resolucion de luchar contra todos

los obstáculos para redimir de su dura servidumbre á los indios.

De Plasencia partió para Sevilla, á esperar allí la llegada

del Rey; pero faltó el efecto, pues en el camino se agravaron


preci'o al narrador: jMirad que donoso nedo! <;que se me dd d
los achaques y dolencias de Fernando el Católico, y en un po-

mi, y que se le dd al Rey? Indignado las Casas al oir tan extrano


bre meson de Madrigalejos rindió el espíritu aquel soberano

que señoreaba dos mundos, el más afortunado político y más como vei-gonzoso concepto, alz6 la voz con energia, y dijo al
empedernido ministro: •Que ni a vuestra sefioria ni al Rey de que
poderoso Monarca de su tiempo.
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Este suceso no desalentó á las Casas, que haciendo inmedia-

tamente sus preparativos para ir á Flandes, si fuese necesario,

mueran aquellas Animas no se da nada? jOb gran Dios eterno!


tY a quien se le ha de dar algo?~ Y sali6 de alli en seguida, mas
á continuar sus representaciones ante el sucesor de la corona,
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Don Cárlos de Austria, pasó á Madrid, asiento entónces de la

firme que nunca en la generosa resolucion de lucbar contra todos


Regencia encomendada al cardenal Jiménez de Cisnéros, asis.

tido del embajador del príncipe heredero, el manso y benigno

Adriano, dean de Lovairia (despues cardenal y sumo pontífice).

Las Casas, en prosecucion de su obra redentora, escribió una


los obstaculos para redimir de su dura servidumbre a los indios.
larga exposicion en castellano para Cisnéros, y otra en latin
De Plasencia parti6 para Sevilla, a esperar alli la llegada
para el embajador, que no entendía el romance.

del Rey; pero falt6 el efecto, pues en el camino se agravaron


los achaques y dolencias de Fernando el Cat6lico, yen un po-
bre meson de Madrigalejos rindi6 el e~piritu aquel soberano
que sefioreaba dos mun dos, el mas afortunado politico y mas
poderoso Monarca de su tiempo.
Este suceso no desalent6 a las Casas, que haciendo inmedia-
tamente sus preparativos para ir a Flandes, si fuese necesario,
a continuar sus representaciones ante el sucesor de la corona,
Don Carlos de Austria, pas6 a Madrid, asiento ent6nces de la
Regencia encomendada al cardenal Jimenez de Cisneros, asis_
tido del embajador del principe heredero, el manso y benigno
Adriano, dean de Lovairia (despues cardenal y sumo pontifice).
Las Casas, en prosecucion de su o.bra redentora, escrib16 Wla
larga exposicion en castellano para Cisneros, y~otra en latin
para el embajador, que no entendia el romance.

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ENRIQUILLO 313
ENRIQUILLO 313

El resultado fué sumamente favorable á los fines del filán-


El resultado fue sumamente favorable a los fines del filan-
tropo. Adriano se horrorizó con el relato de las inhumanidades
tropo. Adriano se horroriz6 con el relato de las inhumanidades
que asolaban a las lndias, al leer el memorial de las Casas, y
que asolaban á las Indias, al leer el memorial de las Casas, y

avistándose al punto con el cardenal, pues ambos moraban en

el mismo palacio, le comunicó las impresiones que acababa de

recibir. El eminente ministro, que ya sabia demasiado de aque-


a vistandose al pun to con el cardenal, pues ambos moraban en
llos escándalos, por informes de los frailes de su orden, corro-
el mismo palacio, le comunic6 las impresiones que acababa de
boró la exposicion de las Casas, diciendo á su compañero que

aun habia muchos más daños que reparar; y por último, acor-
recibir. El eminente ministro, que ya sabia demasiado de aque-
daron hacer comparecer al piadoso viajero, que tan esforzada-

mente acometía la árdua empresa de hacer reformar el desgo-


llos escandalos, por informes de los frail es de su orden, corro-
bierno y la desventura del Nuevo Mundo. Francisco Jiménez

bor6 la exposicion de las Casas, diciendo a su compafiero que


de Cisnéros y Bartolomé de las Casas, eran dos almas gigantes

capaces de comprenderse y compenetrarse mútuamente. El hu- aun habia muchos mits dafios que repai·ar; y por ultimo, acor-
milde sacerdote halló gracia en la presencia del poderoso pur-

purado, y desde el punto en que éste conoció á aquel extraordi-


daron hacer comparecer al piadoso viajero, que tan esforzada-
nario modelo de caridad é inteligencia, le notificó que no debia

pensar en seguir viaje á Flandes, porque en Madrid mismo ha-


mente acometia la ardua empresa de hacer reformar el desgo-
llaría el remedio que con tanto ahinco procuraba en bien de la
bierno y la desventura del Nuevo ·Mundo. Francisco Jimenez
de Cisneros y Bartolome de las Casas, eran dos almas gigantes
humanidad.

Alcanzó, pues, en esa época grande autoridad y crédito las

Casas en el Consejo real de Indias, consiguiendo hacer partíci-

pes de sus opiniones y elevadas miras á los consejeros más re-


ca paces de comprei:iderse y compenetrarse mutuamente. El hu-
nombrados por su ciencia y por la probidad de su carácter.
milde sacerdote ha116 gracia en la presencia del poderoso pur-

purado, y desde el punto en que este conoci6 a aquel extraordi-
Sobre todos ellos se captó sus mayores simpatías el doctor Pa-

lacios Rubios, que por su gran talento é instruccion, como por

sus bellas prendas morales era muy adecuado para identificar-

nario modelo de caridad e inteligencia, le notific6 que no debia


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se con las Casas. Entre estos dos generosos consultores y el no


ménos digno é ilustrado fray Anton de Montesino, que muy

pensar en seguir viaje a Flandes, porque en Madrid mismo ha-


pronto fué á reunirse en Madrid con su compañero de viaje y

llaria el remedio que con tanto ahinco procuraba en bien de la


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de combates contra la tirania colonial, guiaron segura y certe-

humanidad.
ramente las decisiones del gran cardenal y del consejo de In-

dias, á despecho de los codiciosos intrigantes y especialmente

del obispo Fonseca, á quien Cisnéros se cuidó de hacer excluir

de las deliberaciones sobre la suerte de los naturales del Nuevo


Alcanz6, pues, en esa epoca grande autoridad y credito las
Mundo; señalado triunfo del generoso defensor de la oprimida
Casas en el Consejo real de Jndias, consiguiendo hacer partici-
pes de sus opiniones y elevadas miras a los consejeros mas re-
raza contra el soberbio que lo habia menospreciado.

nombrados por su ciencia y por la pro bid ad de su caracter.


Sohre todos ellos se capt6 sus mayores simpatias el doctor Pa-
1acios Rubios, que por SU gran talento e instruccion' C0!110 por
sus bellas prendas morales era nlt.ty adecuado para identificar-
se con las Casas. Entre estos dos generosos consultores y el no
menos digno e .ilustrado fray Anton de l\·t ontesino, que muy
pronto fue a reunirse en Madrid con su compafiero de viaje y
de combat~s contra la tirania colonial, guiaron segura y certe-
ramente las decisiones del gran cardenal y del consejo de In-
dias, a despecho de los codiciosos intrigantes y especialmente
del obispo Fonseca, a quien Cisneros se cuid6 de hacer excluir
de las deliberaciones sobre la suerte de los naturales del Nuevo
Mundo; sefialado triunfo del generoso defensor de la · oprimida
raza contra el soberbio que lo habia menospreciado.

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314 LEYENDA HIST6RICA

314 LEYENDA HISTÓRICA

Por efecto, pues, de aquel humanitario concierto de volun-


Por efecto, pues, de aquel humanitario concierto de volun-
tades enérgicas, se dictaron providencias nuevas para el ré-
tades energicas, se dictaron providencias nuevas para el re-
gimen de los indios, y para castigar los abusos cometidos y con-
gimen de los indios, y para castigar los abusos cometidos y con-

sentidos por las autoridades de la isla Española. A este fin

fueron nombrados, con activa intervencion de las Casas, tres

venerables frailes de la órden de San Gerónimo para ejercer de


sentidos por las autoridades de la isla Espanola. A este fin
mancomun la real y pública autoridad en la mencionada isla y
fueron nombrados, con activa intervencion de las Casas, tres
demás indias de Occidente; las Casas fué á sacarlos de sus con-

ventos, y los exhortó á aceptar el meritorio encargo, lle-


venerables frailes de la 6rden de San Ger6nimo para ejercer de
vándoselos consigo á Madrid, donde los alojó en una buena po-

sada y los sustentó á su costa. Pero con toda esta diligencia,


mancomun Ja real y publica autoridad en la mencionada isla y
los artificiosos agentes de la tirania, que con no ménos afan y

demas indias de Occidente; las Casas fue a sacarlos de sus con-


eficacia trabajaban por contrariar la obra de justicia y repara-

cion, á fuerza de sobornos, mentiras y calumnias, lograron ventos, y los exhort6 A aceptar el meritorio encargo, lle-
sorprender el ánimo sencillo de los padres gerónimos, é infun-

dirles desconfianza contra su recto inspirador, por lo que acor-


vandoselos consigo a Madrid, donde los aloj6 en una buena po-
daron mudarse á otro alojamiento, evitando la compañía del

Licenciado y entregándose con ciega fé á sus adversarios.


sada y los sustent6 a su costa. Pero con toda esta diligencia.
Tan inesperado revés no desanimó al intrépido atleta. Avi-

los artificiosos agentes de la tirania, que con no menos afan y


só de la novedad á su amigo Palacios Rubios, y ámbos, rece-

lando con justicia lo peor de parte de los inexpertos y malacon-


eficacia trabajaban por contrariar la obra de justicia y repara-
sejados frailes, recabaron del cardenal la reforma de sus pode-

res, limitándolos á la ejecucion de órdenes precisas respecto de


cion a fuerza de sobornos, mentiras y calumnias, lograron
1

las encomiendas de indios. Para todo lo demás que concernia al

sorprender el animo senci1lo de los padres ger6nimos, e infun-


buen órden y gobierno de la Española, reforma de abusos, de-

sagravio del Almirante, y castigo de delitos, fué nombrado dirles desconfianza contra su recto inspirador, por lo que acor-
daron mudarse a otro alojamiento, evitando la compania del
juez de residencia el íntegro y prudente Licenciado Alonso
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Zuazo, natural de Segovia, buen amigo del padre las Casas,

con lo que creemos haber escrito su mejor elogio.

En lo relativo al regreso del Almirante á la Española, las


Licenciado y 'entregandose con ciega fe a sus adversarios.
Tan inesperado reves no desanim6 al intrepido atleta. Avi-
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Casas, que desde el principio instó vivamente en favor de los

s6 de la novedad a su amigo Palacios Rubios, y ambos, rece·


intereses de la casa de Colon, se convenció muy pronto de que

el cardenal no cedería en ese punto, persuadido como estaba

de que era preciso extirpar préviamente el espíritu de bandería

y parcialidades que imperaba en la Española, para que el Al-


lando con justicia lo peor de parte de los inexpertos y mal acon-
mirante pudiera ejercer con quietud y buen fruto su gobierno.

sejados frailes, recabaron del cardenal la reforma de sus pode-


res, limitandolos a la ejecucion de 6rdenes precisas respecto de
Por lo demás, y miéntras las nuevas autoridades llenaban ese

las encomiendas de indios. Para todo lo demas que concernia al


buen 6 rden y gobierno de la Espanola, reforma de abusos, de·
sagra vio del Almirante, y castigo de delitos, fue nombrado
juez de residencia el integro y prudente Licenci~do Alonso
Zuazo, natural de Segovia, buen amigo del padre las Casas,
con lo q ue c reemos haber escrito su mejor elogio.
En lo relativo al reg reso del Almirante a la Espanola, las
Casa s , que desde el principio inst6 vivamente en f~vor de los
inter eses de la casa de Colon, se convenci6 muy pronto de que
el ca rdenal no cederia en ese punto, persuadido como estaba
de q ue era preciso extirpar pre viamente el espiritu de banderia
y parcialida des que imper a ba e n la Espanola, para que el Al·
mirante pudiera eje rcer con quie tud y buen fruto su gobierno.
P or lo demas, y mien.tras las nuevas a utoridades llenaban ese

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ENRIQUILLO 315
ENRIQUILLO 315
importante cometido, Diego Colon fue siempre objeto de la ma-
yor consideracion y de las mas cumplidas distinciones por parte
importante cometido, Diego Colon fué siempre objeto de la ma-

yor consideracion y de las más cumplidas distinciones por parte

de Cisnéros y Adriano, asistiendo constantemente con voz y

voto preponderante al Consejo real de Indias.


de Cisneros y Adriano, asistiendo constant;..emente con voz y
Y receloso todavía el cardenal ministro de que sus deseos
voto preponderante al Consejo real de India·s .
acerca del bien de los indios fueran desvirtuados por la impe-

ricia de los gerónimos, ordenó al padre las Casas que fuese


Y receloso toda via el cardenal ministro de que sus deseos
con ellos al Nuevo-Mundo, y los instruyera é informara res-

pecto de todo lo que debian hacer en favor de aquella raza


acerca del bien de los indios 'fueran desvirtuados por la impe-
hasta entonces desvalida. Al efecto le dió ámplio poder y cre-

ricia de los ger6nimos, orden6 al padre las Casas que fuese


dencial, por cédula que firmaron el mismo cardenal, y Adriano,

embajador, mandando á los gobernadores y justicias de Indias con ellos al Nuevo-Mundo, y los instruyera e informara res-
pecto de todo lo que debian hacer en favor de aquella raza
que prestaran fé y acatamiento á todos los actos del Protector,

tocante á la libertad y buen tratamiento y salud de las ánimas

y cuerpos de los dichos indios (109).

Igual buena voluntad halló, por conclusion, las Casas


hasta entonces desvalida. Al efecto le di6 amplio poder y ere·
cuando se propuso allanar todos los reparos que artificiosamen-
dencial, por cedula que firmaron el mismo cardenal, y Adriano,
embajador, mandando a los gobernadores y justicias de Indias
te habian suscitado los oficiales reales de la Española para im-

pedir el matrimonio de Mencía de Guevara y el cacique Enri-

que. Las providencias más terminantes fueron dictadas contra

esa maligna oposicion.


que prestaran fey acatamiento a todos Jos actos del Protector,
Pero aun despues de conquistados todos esos importantes

tocante a la tz:bertad y buen tratamiento y salud de las dnimas


acuerdos, tuvo el filántropo que poner en ejercicio su incansa-

ble teson para remover la estudiada inercia con que los perti-
y cuerpos de los dichos t'ndios ( 109).
naces enemigos de la reforma diferian los despachos. Todo

dormía ó afectaba dormir en cuanto el cardenal volvia su aten-


lgual buena voluntad hal16, por conclusion, las Casas
cion á otros grandes negocios de Estado que de su prudencia

cuando se propuso allanar todos los reparos que artificiosamen-


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y acierto dependían. Fué preciso que el gran ministro instado

por las Casas y Palacios Rubios, llegara á fruncir sus olím-


te habian suscitado los oficiales. reales de la Espanola para im-
pedir el matrimonio de Mencia de Guevara y el cacique Enri·
picas cejas para que la intriga, acobardada al fin, abandonara
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la arena. Esta primera campaña política del protector de los

indios duró un año.

Los padres gerónimos y las Casas se embarcaron en Sevi-


que. Las providencias mas terminantes fueron dictadas contra
lla, en dos distintas naves, pues aquéllos protestaron que era
esa maligna oposicion.
muy pequeña la suya, para no hacer el viaje junto con el peli-

groso Licenciado. Alonso Zuazotuvo que diferir su partida por


Pero aun despues de conquistados todos esos importantes
motivos privados. Despues de una próspera navegacion, los

acuerdos, tuvo el filantropo 9ue poner en ejercicio su incansa·


ble teson para remover la estudiada inercia con que los perti-
naces enemigos de la reforma diferian los despachos. Todo
dor:mia 6 afectaba dormir en cuanto el cardenal vol via su aten-
cion a otros grandes negocios de Estado que de SU prudencia .....
y acierto dependian. Fue preciso que el gran ministro instado
por las Casas y Palacios Rubios I llegara a fruncir SUS olim-
picas cejas para que la intriga, acobardada al fin, abandonara
la arena. Esta primera campafia politica del protector de los
indios dur6 un afio.
Los padres ger6nimos y las Casas, se embarcaron en Sevi-
lla, en do~ distintas naves, pues aquellos protestaron que era
muy pequefia la suya, para no hacer el viaje junto con el peli-
groso Licenciado. Alonso Zuazo tuvo que diferir su partida por
motivos privados. Despues de una pr6spera navegacion, los

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·.

316 LEYENDA HIST6RICA

316 LEYENDA HISTÓRICA

distinguidos viajeros descansaron unos dias en la bellísima isla


distinguidos viajeros descansaron unos dias en la bellisima isla
de Puerto Rico, tierra de bendicion, que parece una sonrisa de

de Puerto Rico, tierra de bendicion, que parece una sonrisa de


la naturaleza.

Allí comenzaron los gerónimos a ver y palpar los efectos de la naturaleza.


la iniquidad que habia de convertir en fúnebres osarios las islas

encantadoras, en que se recreó con deleite la imaginacion soña-


Alli comenzaro·n los ger6nimos aver y palpar los efectos de
dora y poética del gran Descubridor. Un tal Juan Bono, á quien

la iniquidad que habia de convertir en ftinebres osarios las islas


las Casas apellida Juan Malo (110), habia hecho lo que entón-

ces llamaban un salto contra la isla Trinidad, y se volvió para encantadoras, en que se recre6 con deleite la imaginacion sona-
dora y poetica del gran Descubridor. Un tal Juan Bono, a quien
Puerto Rico y la Española á vender sus infelices.prisioneros.

Los padres comisarios, siguiendo las inspiraciones con que sa-

lieron de España, ni en Puerto Rico ni en Santo Domingo qui-

sieron atender á las reclamaciones de las Casas en favor de los


las Casas apellida Juan Malo (110), habia hecho lo que ent6n-
indios salteados, de los que muchos se hallaban en poder de
ces llamaban un salto contra la isla Trinidad, y se volvi6 para
Puerto Rico y la .Espanola a vender SUS infelices.prisioneros.
los jueces y oficiales reales; lo que fué desde luego causa para

que entre los condescendientes comisarios y el inflexible pro-

tector de los indios la desavenencia se hiciera radical y pro-

funda.
Los padres comisarios. siguiendo las inspiraciones con que.sa-
XIV
lieron de Espafta, ni en Puerto Rico ni en Santo Domingo qui-
sieron atender a las reclamaciones de las Casas en favor de los
Llamamiento.

En la Maguana se esperaba con impaciencia el regreso del

padre las Casas á Santo Domingo, anunciado por él mismo

con no poca anticipacion. Don Francisco Valenzuela contaba


indios salteados, de los que muchos se hallaban en poder de
los dias, y aun las horas, extrañando la mucha tardanza de su

los jueces y oficiales reales; lo que fue desde luego causa para
amigo, á quien conocía tan activo y puntual en todossus asun-

tos. El buen anciano se sentía decaído y enfermo: deseaba so- que entre los condescendientes comisarios y el inflexible pro-
tector de los indios la desa venencia se hiciera radical y pro-
bre todo concluir las bodas y el establecimiento de Enriquillo,
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de cuya suerte se tenia por responsable ante el hombre bené-

fico que le habia hecho la honra de elegirlo como protector de

aquel huérfano. Obraba tambien con eficacia en su ánimo el


funda. .
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aguijon del resentimiento contra aquellos perversos oficiales

del Rey, como contra los inicuos jueces de la Española, espe-

cialmente el de residencia Lebron, que lo habian desairado y

XIV

Llamamiento.
En la Maguana se esperaba con impaciencia el regreso del
padre las Casas a Santo Domingo, anunciado por el mismo
con no poca anticipacion. Don Francisco Valenzuela contaba
los dias, y aun las horas, extrafiando la mucha tardanza de su
amigo, a qui en conocia tan activo y puntual en todos sus asun ·
tos. El buen anciano se sentia decaido y enfermo: deseaba so-
bre todo conclujr las bodas y el establecimiento de Enriquillo,
de cuya suerte se tenia por responsable -ante el hombre bene-
fico que le habia hecho la honra de elegirlo como protector de
aquel huerfano. Obraba tambien con eficacia en su animo e1
aguijon del resentimiento contra aquellos perversos oficiales
del Re.y , como contra los inicuos jueces de la Espanola, espe-
cialmente el c;le residencia Lebron, que lo habian desairado y

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ENRIQUILLO . 317

ofen dido gra vement~, y a los cuales q ueria tener el gusto de ver
ENRIQUILLO 317

ofendido gravemente, y á los cuales quería tener el gusto de ver

como á los arcángeles rebeldes, precipitados del alto asiento

de que tan indignos se mostraran. En el corazon del bueno, las


como a los arcangeles rebeldes, precipitados del alto asiento
manifestaciones del rencor se limitan al noble deseo de que la

de que tan indignos se Il)ostraran. En el corazon del bueno, las


justicia triunfe y la iniquidad sea confundida.

Enriquillo mostraba su impasibilidad característica; pero


manifestaciones del rencor se limitan al noble deseo de que la
ésta no era sino el velo que encubría su mortal inquietud por

el creciente cuidado de perder la mano de Mencía. Mientras más


justicia triunfe y la iniquidad sea confundida.
dias pasaban, mayor cuerpo tomaban en su imaginacion los

obstáculos que desde su viaje del año anterior tenia por cierto
Enriquillo mostraba su impasibilidad caracteristica; pero
que habian de oponerse á su felicidad, ora como prometido, ora
esta no era sino el velo que encubria su mortal inquietud por
el creciente cuidado de perder la mano de Mencia. Mientras mas
como esposo de la peregrina criatura. Por más que las Casas

le asegurase desde Madrid, en una|expresiva y afectuosa carta,

que todos los inconvenientes y reparos suscitados contra el ma-

trimonio estaban vencidos y resueltos, el cacique temía siem-


dias pasaban, mayor cuerpo tomaban en su imaginacion los
pre algun accidente, alguna celada nueva de su mala suerte,
obstaculos que desde su viaje del ano anterior tenia por cierto
que habian de oponerse a su felicidad, ora como prometido, ora
para frustrar otra vez su esperanza de ser el esposo de su

prima; pero si en sus meditaciones llegaba á admitir el dudoso

suceso como un milagro, entónces la inquieta fantasía daba es-

pacio á otra série de pensamientos alarmantes y tristes, que,


como esposo de la peregrina criatura. Por mas que las Casas
como la primera vez, le hacían desechar la posibilidad de que

le asegm:ase desde Madrid, en unatexpresiva y afectuosa carta,


aquella suspirada union fuera dichosa, dada su anómala con-

dicion personal, y el mérito extraordinario de la que debia ser que todos lo.s inconvenientes y reparos suscitados contra el ma-
trimonio estaban vencidps y resueltos, el cacique temia siem-
su compañera.

En este combate penoso de sus propias reflexiones, el caci-

que, estrechado en los límites de un fatal dilema, no lograba

serenar su espíritu, ni acosar la turba de ideas lúgubres que lo


pre algun accidente, alguna celada nueva de su mala suerte,
para frustrar otra vez su esperanza de ser el esposo de su
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atormentaban, sino mediante el consuelo de ver pronto á su

prima; pero si en sus meditaciones llegaba a admitir el dudoso


más ardoroso bienhechor, al benéfico padre las Casas, que era

para él como la estrella favorita que le indicaba el norte de la


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esperanza en el sombrío cielo de su existencia. Pensaba cierta-

mente con embeleso en la hermosa doncella que le estaba pro-


suceso como un milagro, ent6nces la inquieta fantasia daba es-
metida; pero sin saber por qué, una especie de vago presenti-

pacio a otra serie· de pensamientos alarmantes y tristes, que,


miento agravaba su tristeza al considerarse ya dueño de aquel

tesoro de gracias. No así cuando el recuerdo querido de las


como la primera vez, le hacian desechar la posibilidad de que
Casas se ofrecía á su mente: entónces su alma se abría sin re-

serva á la plácida emocion de un afecto blando y puro, libre de


aquella suspirada union fuera dichosa, dada su an6ma1a con-
dicion perso_nal, y el merito extraordinario de la que debia ser
su companera.
En este combate penoso de sus propias reft.exiones, el caci-
que, estrechado en los limites de un fatal dilema, no lograba
serenar su espiritu, ni acosar la turba de ideas h.igubres que lo
atormentaban, sino mediante el consuelo de ver pronto a su
mas ardoroso bienhechor, al benefico padre las Casas, que era
para el como la estrella favorita que le indicaba el norte de la
esperanza en el sombrio cielo de su existencia. Pensaba cierta-
mente con embeleso en la hermosa doncella que le estaba pro·
metida; pero sin saber por que, una especie de vago presenti-
miento agravaba su tristeza al considerarse ya duefio de aquel
tesoro de gracias. No asi cuando el recuerdo querido de las
Casas se ofrecia a su mente: ent6nces su alma se abria sin re-
serva a la placida emocion de un afecto blando y puro, libre de
,.
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318 LEYENDA HIST6RICA
318 LEYENDA HISTÓRICA

sombras, exento de inquietud. Era un fenómeno de que el mismo


son::ibras, exento de inquietud. Era un fenoi:neno de que el mismo
Enrique no acertaba á darse cuenta, y que pretendemos expli-

car por la conciencia'íntima, instintiva, de que la dignidad de


_Enrique no acertaba a darse cuenta, y que pretendemos expli-
esposo significaría en él la responsabilidad de la fuerza para

car por la conciencia-intima, instintiva, de que la dignidad de


con la débil consorte, miéntras que él mismo necesitaba sentir-

se amparado y protejido por un ser verdaderamente fuerte, en esposo significaria en el la responsabiliaad de la fuerza para
quien la bondad hiciera veces de responsabilidad.

Por fin, una mañana volvió el jóven cacique más temprano


con la debil consorte, mientras que el mismo nece'sitaba sentir-
que de costumbre á la casa de campo de Valenzuela, que hemos

descrito ántes. Habia ido á la inmediata villa de San Juan, á


se amparado y protejido por un ser verdaderamente fuerte, en
indagar, como solía, si Alonso de Sotomayor, vecino principal,,
quien la bondad hiciera veces de responsabilidad.
Por fin, una manana volvi6 el jo.ven cacique mas temprano
tenia cartas para su patrono; porque desde el percance de aque-

lla carta escrita á la Virreina y perdida sin saberse cómo, Fran-

cisco de Valenzuela, comprendiendo por los sucesos posteriores-

que habia gente interesada en interceptar su correspondencia,


que de costumbre a la casa de campo de Valenzuela, que hemos-
habia tomado la precaucion de hacérsela dirijir por conducta
descrito antes. Habia ido a la inmediata villa de San Juan, a
de aquel amigo de toda su confianza. Enrique se presentó á Va-

lenzuela lleno de júbilo, con una carta en la mano, la cual le


indagar, como solia, si Alonso de Sotomayor, vecino principalr
entregó diciendo:

—Ved aquí, mi señor Don Francisco, una carta del padre


tenia cartas para su patrono; porque desde el percance de aque-
las Casas: la conozco en la letra del sobrescrito.

lla car ta escrfta a la V irreina y perdida sin sa berse C()mo, Fran-


—Veamos, muchacho,—dijo con vivacidad Valenzuela:—

abre esa ventana, y léeme tú lo que dice ese buen amigo. cisco de Valenzuela, comprendiendo por los sucesos poste.i:"iores-
Enrique obedeció presuroso, y leyó estos cortos renglones:

«Muy amigo y mi señor Francisco de Valenzuela: hoy hace


que habia gente interesada en interceptar su correspondencia,
«tres días que por fin llegué á esta ciudad de Santo Domingo-

habia tornado la precaucion de hacersela dirijir por conducto


de aquel amigo de toda su confianza. Enrique se present6 a Va-
»sin novedad, loado sea Dios! Venid pronto con nuestro Enri-
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»quillo, que ya os espero impaciente, y la señora Virreina

lenzuela lleno de jubilo, con una carta en la mano, la cual le


»tambien. Sin tiempo para más os besa las manos, vuestro fiel

»amigo y capellan,—Bartolomé de las Casas, (presbitero).


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«De Santo Domingo, dia de los santos reyes, 1517.»

—¡Imposible, hijo!—exclamó Valenzuela cuando Enrique'


entrego diciendo:
hubo acabado de leer.—Irá contigo Andrés en lugar mio: ya '
-Ved aqui, mi senor Don Francisco, una carta del padre
sabes que el asma me fatiga hasta el punto de querer ahogar-

me, y no me falta la calentura una sola noche.


las Casas: la conozco en la letra del sobrescrito.
—Muy cierto, señor;—contestó Enrique;—pero siDon Andrés

y yo nos vamos ¿quién va á cuidar de vos en nuestra ausencia?


-Veamos, muchacho,-dijo con vivacidad Valenzuela:-
abre esa ventana, y leeme tu lo que dice ese buen amigo.
Enrique obedeci6 presuroso, y ley6 estos cortos renglones:
«Muy amigo y mi senor Francisco de Valenzuela: hoy hace
, tres dias que por fin llegue a esta ciudad de ~anto Domingo
»sin n ovedad, loado sea Dios! Venid pronto con nuestro Enri-
>) quillo, que ya os espero impaciente, y la senora Virreina
»tambien. Sin tiempo para mas os besa las manos, vuestro fie1
.-amigo y capellan,-Bartolon1e de las Casas, (presbitero).
«De Santo Domingo, dia de los santos re yes, 1517. »
-jlmposible, hijo!-exclam6 Valenzuela cuando Enrique
hubo acabado de leer. - Ira contigo Andres en lugar mio: ya·
sabes que el asma me fatiga hasta el punto de querer ahogar-
me, y no me falta la calentura una sola noche.
-Muy cierto, senor;-contes t6 Enrique;- pero si Don Andres
y yo nos vam os (quien va a cuidar de vos en nuestra ausencia?'
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ENRIQUILLO 319

-Andres poca falta me hara,-repuso con tristeza el ancia-


ENRIQUILLO 319

—Andrés poca falta me hará,—repuso con tristeza el ancia-

no;—aun no lo he visto hoy. Tú, Enriquillo, ya es diferente.

Pero ahí está Tamayo, y está Anica, que no me dejarán care-


no;-aun no lo he visto hoy. Tu, Enriquillo, ya es diferente._
cer de asistencia; y en caso de que mi mal se agravara, Doña

Pero ahi esta Tamayo, y esta Anica, que_no me dejaran care-


Leonor Castilla vendría á gobernar esta casa y atenderme como

ella sabe. Anda, hijo; llámame á Andrés.


cer de asistencia; yen caso de que mi mal se agravara, Dona
Enriquillo salió, y volvió á entrar al cabo de pocos minutos

con Andrés de Valenzuela en el aposento del anciano. Allí se


Leonor Castilla vendria a gobernar esta casa y atenderme como
concertaron todos los preliminares del viaje á Santo Domingo,

ella sabe. Anda, hijo; llamame a Andres.


Enriquillo sali6, y volvi6 a entrar al cabo de pocos minutos .
que debia emprenderse pasado el dia siguiente. Don Francisco

dió sus instrucciones á su hijo y á Enrique; hizo que éste escri-

con Andres de Valenzuela en el aposento del anciano. Alli se


biera su carta contestacion para las Casas que firmó él debi-

damente, y los dos jóvenes, el castellano y el indio, salieron á

ocuparse en los aprestos de la marcha, que debia efectuarse

como la vez pasada, con todo el equipo de caballos y criados


concertaron todos los preliminares del viaje a Santo Domingo,
necesarios para conducir en litera ó silla de manos á la novia.
que debia emprenderse pasado el dia siguiente. Don Francisco
di6 SUS instrucciones a SU hijo y a Enrique; hizo que este escri-
Al despedirse Enrique del señor Valenzuela éste le dijo:

—Mi casa de San Juan estará dispuesta.para que tú y tu es-

posa os alojeis en ella. Yo haré que Tamayo y Anica se cuiden

de prepararlo todo, ayudados de tus naborias (111).


biera su carta contestacion para las Casas que firm6 el debi-
Andrés de Valenzuela y Enrique emprendieron su viaje

clamente, y los dos j6venes, el castellano y el indio, salieron a


acompañados del viejo Camacho, que habia querido ir á ver" á

su amo desde que supo que estaba en Santo Domingo. Iba pues
ocuparse en los a prestos de la marcha, que debia efectuarse
como mayoral ó gefe de bagajes, en lugar de Tamayo, al que

en pena de la mala pasada hecha en el viaje anterior, y para


como la vez pasada, con todo el equipo de caballos y criados
evitar alguna otra calaverada suya, no le permitió Don Fran-

necesarios para conducir en litera 6 silla de man.o s a la novia.


cisco que fuera en la expedicion, como lo deseaba.

Al despedirse Enrique del senor Valenzuela este le dijo:


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Quedóse, por consiguiente, el mal acondicionado indio muy

-Mi casa de San Juan estara dispuesta.para que tu y tu es-


á pesar suyo, gruñendo á duo con la pobre Anica, que le re-

prochaba amargamente haberla conducido con engaño á la

posa os alojeis en ella. Yo hare que Tamayo y Anica se cuiden


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Maguana, para verse desairada de Enriquillo, que á todas sus

insinuaciones amorosas habia respondido invariablemente con

severo lenguaje, exhortándola á la honestidad y buenas cos-


de prepararlo todo, ayudados de tus naborias (111 ).
Andres de Valenzuela y Enrique emprendieron su viaje
tumbres, como pudiera hacerlo el más austero predicador.

—Pues, ¿qué más quieres? Pensabas que se casaría contigo

mi cacique, mi pariente Enriquillo?—le contestaba con grande

enojo Tamayo:-¿quién eres tú, desastrada?


acompaiiados del viejo Camacho, que habia querido ir a ver· a
su amo desde que supo que estaba en Santo Domingo. Iba pues
como mayoral 6 gefe de bagajes, en lugar de Tamayo, al que
en pen a de la mala pasada hecha en el viaje anterior, y para
evitar alguna otra calaverada suya, no le permiti6 Don Fran-
cisco que fuera en la expedicion) como lo deseaba.
Qued6se, por ~onsiguiente, el mal acondicionado indio muy
a pesar suyo, gruf'iendo a duo con la pobre Anica, que le re-
prochaba amargamente haberla conducido con engaf'io a la
Maguana, para verse desairada de Euriquillo, que a todas sus
insinuaciones amorosas habia respondido in variablemente con
severo lenguaje, exhortandola a la honestidad y buenas cos-
tumbres, como pudiera hacerlo el mas austero predicador.
-Pues, (que mas quieres? Pensabas que se casaria contigo
mi caciqu~, mi pariente Enriquillo?-le contestaba con g rande
enojo Tamayo: - (q.uien eres tu, desastrada?
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320 LEYENDA HIST6RICA

-Ya se que no valgo nada,-replicaba la infeliz mucbacha;


320 LEYENDA HISTÓRICA

—Ya sé que no valgo nada,—replicaba la infeliz muchacha;

—pero bien podías tú no haberme engañado, diciéndome que

el cacique me miraba con mejores ojos....!


-pero bien podias tu no haberme engafiado, diciendome que
—Sí; eso es! Tú quisieras que Enrique fuera un perdido, un
el cacique me miraba con mejores ojos .... I
-Si; eso es! Tu quisieras que Enrique fuera un perdido, un
marrano como ese bellaconazo de Don Pedro, ¡mala peste!—

concluía duramente Tamayo; miéntras que Anica dejaba salir

el llanto de sus ojos, y entónces el fiero indio, que en el fondo te-

nia excelente corazon, pasado el mal momento en que era ca-


marrano como ese bellaconazo de Don Pedro, jmala peste!-
paz de hacer mil barrabasadas, se movia á lástima, y acudía
concluia duramente Tamayo; mientras que Anica dejaba salir
solícito á consolar á la jóven.

XV
el llanto de stts ojos, y ent6nces el fiero indio, queen el fondo te-
Bienvenida.

Los viajeros llegaron sin incidente digno de mencion á Santo


nia excelente corazon, pasado el mal momento en que era ca-
Domingo, unos doce días despues de haber despachado las

paz de hacer mil barrabasadas, se mov1a a lastima, y acudia


solicito a consolar a la joven.
Casas su carta para Valenzuela. Sintió mucho el buen sacerdote

la enfermedad de su excelente amigo, y el haber de pasarse sin

verle apadrinar las bodas de Enrique. Este vertió todas sus

penas y cavilaciones en el seno de su querido protector, que

procuró tranquilizarlo y desvanecer sus recelos.

—Las nuevas ordenanzas que han de plantear los padres

comisarios,—le dijo—acaban de una vez con la maldita plaga

de las encomiendas, y restituyendo los indios á la libertad, se-


xv
ñalan á los caciques autoridad y preeminencias considerables.

Yo te daré copia de esas providencias en que tuve no pequeña

parte, pero que se deben á la bondad y justicia del cardenal

Bien venida.
Cisnéros y del embajador Adriano; y siendo tú quien eres, con

Los viajeros llegaron sin incidente digno de mencion a Santo


instruccion y doctrina como tienen pocos de los vecinos princi-
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pales de esta isla ¿quién te ha de ir á la mano, ni en vida de mi

buen amgo Valenzuela, ni cuando á Dios nuestro señor le

plazca llamarlo á sí? Cortado entónces por la muerte el vínculo


Domingo, unos doc.e dias despues de haber despachado las
Casas su carta para Valenzuela. Sinti6 mucho el buen sacerdote
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de amor y gratitud que hoy te liga á tu actual patrono, serás

tan libre y señor absoluto de tu albedrío y tus acciones como

yo: ¿qué tienes, pues, que temer? la enfermedad de su excelente am~go, y el haber de pasarse sin
verle apadrinar las bodas de Enrique. Este verti6 todas sus
penas y-ca vilaciones en el seno de su querido ·protector, que
procur6 tranquilizarlo y desvanecer sus recelos.
-Las nuevas ordenanzas que han de plantear los padres
comisarios,-le dijo-acaban de una vez con la maldita plaga
de las encomiendas, y restituyendo los indios a la libertad, se-
nalan a los caciques autoridad y preeminencias considerables.
Yo te dare copia de esas providencias en que tuve no pequefia
parte,yero que Se deben a la bondad y justicia del Cardenal
Cisneros y del embajador Adriano; y siendo tu quien eres, con
instruccion y doctrina como tienen pocos de los vecinos princi-
pales de esta isla (quien te ha de ir a la mano, ni en vida de mi
buen amgo Valenzuela, ni cuando a Dios 'nuestro senor le
plazca llamarlo a si? Cortado ent6nces por la muerte el vinculo
de amor y gratitud que hoy te liga a tu actual patrono, seras
tan libre y senor absoluto de tu albedrio y tus acciones como
yo: (que tienes, pues, que temer?

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ENRIQUILLO 321
ENRIQUILLO 321

Enrique pareció quedar convencido con los razonables ar-


Enrique pareci6 quedar convencido con los razonables ar-
gumentos de las Casas, y desde entónces afrontó con más

tranquilidad su porvenir.
gumentos de las Casas, ·Y desde ent6nces afront6 con mas
Vió y habló á Mencía en presencia de la Virreina y sus tranquHidad su porvenir.
Vi6 y habl6 a Mencia en presencia de la Virreina y SUS
damas: deliberó en familiar coloquio con su novia todos los por-

menores del casamiento, y la vida que habian de hacer en la

Maguana, y se mostró en todas sus maneras y palabras más

desembarazado y seguro de sí mismo que la vez pasada. Esto


damas: deliber6 en familiar coloquio con su novia todos los por-
podia ser efecto, en primer lugar, de la presencia del bondado-
menores del casamiento, y la vida que habian de hacer ·en la
Maguana, y se mostr6 en todas sus maneras y palabras mas
so las Casas, que, como nadie, sabia inspirar á Enriquillo con-

fianza y serenidad de ánimo; y en segundo lugar, de que, reci-

bido por todos en el palacio de la Virreina como un antiguo co-

nocido, y no siendo ya una novedad aquel matrimonio para


desembarazado y seguro de si mismo que la vez pasada. Esto
ninguno de los moradores ó allegados de la casa, la femenil cu-
podia ser efecto, en primer lugar, de la presencia del bondado-
riosidad se desviaba del modesto cacique para cebarse en la. ga-

llardía y arrogancia del jóven Valenzuela, que con la riqueza


so las Casas, que, como nadie, sabia inspirar ·a Enriquillo con-
de sus vestidos y la distincion de su persona atrajo toda la fri-

vola atencion y deslumbró completamente á aquella turba de


fianza y ~erenidad de animo; yen segundo lugar, de que, reci-
desocupadas doncellas, que acojian con avidez cualquier ob

bido por todos en el palacio de la Virreina como un antiguo co-


jeto nuevo que de algun modo alterara el cuotidiano y acom-

pasado movimiento vital en que la noble María de Toledo habia nocido, y no siendo ya una novedad aquel matrimonio para
encerrado su melancolía de esposa solitaria.

Andrés de Valenzuela causó, pues, la más favorable impre-


ninguno de los moradores 6 allegados de la casa, la femenil cu-
sion entre las damas de la Virreina, y la sensible Elvira, ya

bastante conocida del lector, fué la que con más vivacidad y


riosidad se desviaba del modesto cacique para cebarse en la.ga-
desenvoltura aprovechó su reminiscencia del presente llevado
llardia y arrogancia del j6ven Valenzuela, que con la riqueza
de sus vestidos y la distincion de su persona atrajo toda la fri~
al Almirante arios atrás por el jóven Valenzuela de parte de su
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padre, para entrar en conversacion con el apuesto hidalgo y

hacerle comprender el lisonjero triunfo que habia alcanzado en

todos aquellos blandos y combustibles corazones. Elvira era


vola atencion y desltimbr6 completamente a aquella turba de
desocupadas doncellas, que acojian· con aviaez cualquier ob ·
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hermosa; tenia esos ojos de fuego y esas mejillas color de ce-

reza que son tan comunes en la siempre morisca Andalucía, y

el galante mancebo manifestó mucha complacencia al verse tan


jeto nuevo que de algun modo alterara el .cuotidiano y acom-
graciosamente acojido por la bella compatriota de los abencer-

rajes. Todos los circunstantes creyeron advertir, por consi-


pasado movimiento vital. en que la noble Maria de Toledo habia
guiente, como el principio de unos amoríos en aquellas demos-

encerrado su melancolia de esposa solitaria.


traciones recíprocas de simpatía entre el gallardo Andrés de

21 f
A~dres de Vale.nzuela caus6, pues, la m c\s favorable impre-
sion entre las damas de la Virreina, y la sensible Elvira, ya
bastante conocida del lector, fue la que con mas vivacidad y
desehvoltura aprovech6 su reminiscencia del presente llevado
al Almirante afios atras por el j6ven Valenzuela de parte de su
padre, par·a entrar en conversacion con el apuesto hida·l go y '
hacerle comprender el lisonjero triunfo que habia alcanzado en
todos aquellos blandos y combustibles corazones. Elvira era
hermosa; tenia esos ojos de fuego y esas mejillas color de ce-
reza que son tan comunes en la siempre morisca Andalucia, y
el galante mancebo manifest6 mucha complacencia al verse tan
graciosamente acojido por la bella compatriota de los abencer-
rajes. Todos los circunstantes creyeron advertir, por consi-
guiente, como el principio de unos amorios en aquellas demos-
tracion~s reciprocas de simpatia entre el gallardo Andres de
2l
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322 LEYENDA H1ST6RICA

322 LEYENDA HISTÓRICA

Valenzuela y la amable, la demasiado amable Elvira Pimentel.


Valenzuela y la arnable, la demasiado amable Elvira Pimentel.
Despedidos los huéspedes, ésta recibió con todo el deleite de su

Despedidos los huespedes, esta recibi6 con todo el deleite de su


vanidad halagada las felicitaciones que, no ~insecreta envidia,
vanidad halagada las felicitaciones que, no sin secreta envidia,

le tributaron sus compañeras: despues tomó á Mencía del brazo,

segun lo habia hecho un año ántes, y se fué á conversar con

ella á un balcon retirado.


le tributaron SUS compafieras: despues tom6 a Mencia del brazo,
—¿Estás contenta de tu Enrique?—preguntó á Mencía.

segun lo habia hecho un an.o antes, y se fue a conversar con


ella a un balcon retirado.
—Sí: ha estado muy razonable en todo;—respondió ésta: —

no se ha mostrado quejoso como la vez pasada; y más bien yo

-lEstas contenta de tu Enrique?-pregunt6 a Mencia.


fui la que le di quejas.

—¿De qué?

—De no haberme escrito sino cuatro veces en un año: él

porfió y juró que me habia escrito más de quince cartas, y lo


-Si: ha estado muy razonable en todo;-respondi6 esta:-
creo; porque él no es capaz de mentir; pero esas cartas ¿adón-
no se ha mostrado quejoso como la vez pasada; y mas bien yo
fui la que le di quejas.
de habrán ido á parar, Elvira?

— Se habrán perdido en el camino, Mencía; como la Magua-

na está tan léjos...—contestó con distraccion Elvira; y luego

con repentina viveza volvió á preguntar:


-lDe que?
—¿Qué te dijo el señor Andrés Valenzuela cuando te saludó?
-De no haberme escrito sino cuatro veces en un aiio: el
—Fué muy amable y cortés,—respondió Mencía,—y me dijo

que se alegraba de mi matrimonio con Enrique, á quien ama


porfi6 y jur6 que me habia escrito mas de quince cartas, y lo
como á un hermano.

—Bien, Mencía: ¿sabes que me agrada mucho ese jóven?—


creo; porque el no es capaz de mentir; pero esas cartas (ad6n-
repuso Elvira.

de habran ido a parar, Elvira?


—Sí; ya he visto que conversaste con él mucho,—dijo Men-

cía con sencillez. · -Se habran perdido en el camino, Mencia; como la Magua-
—¡Ah!—exclamó la ligera granadina;—si Dios melo diera

na esta tan lejos .. .-contest6 con distraccion Elvira; y luego


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por esposo...! t

—¡Qué cosas tienes, Elviral^replicó Mencía en tono de re-

proche.—Ya suspiras por Don García, que está con su muger


con repentina viveza volvi6 a preguntar:
-(Que te dijo el senor Andres Valenzuela cuando te salud6?
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en España; ya deseas casarte con otro á quien apénas cono-

-Fue muy amable y cortes,-respondi6 Mencia,-y me dijo


ces

—No entiendes de estas cosas, Mencía,—replicó llevándose

la mano al corazon Elvira.—Esta vez vá de veras: amo con

pasion á Valenzuela.
que se alegraba de mi matrimonio con Enrique, a quien ama
—Pues yo no sé lo que es amar con pasion,—dijo Mencía.
como a un hermano.
-Bien, Mencia: (sabes que me agrada mucho ese j6ven?..:..._ .
—Comienzo á creer que tú no sabes amar de ninguna ma-

repuso Elvira.
-Si; ya he visto que conversaste con el mucho,-dijo Men-
cia con sencillez.
-iAh!-exclam6 la ligera granadina;-si Dios me lo diera
por esposo ... ! >
·-iQue cosas tienes, Elvira!._replic6 Mencia en tono de re-
proche.-Ya suspiras por Don Garcia, que esta con su muger
en Espana; ya deseas casarte con otro a quien apenas cono-
ces .....
-No entiendes de estas cosas, Mencia,-replic6 llevandose
la ·mano al corazon Elvira.-Esta vez v a de veras: amo con
pasion a Valenzuela.
-Pues yo nose lo que es amar con pasion,-dijo Mencia.
-Comienzo a creer que tu no sabes amar de ninguna ma-

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ENRIQUILLO 323
KNRIQUILLO 323

ñera, pobre Mencía,—repuso Elvira.—Todas mis amigas, ménos


nera, pobreMencia,-repuso Elvira.-Todasmisamigas, menos
tú, me han felicitado hoy por mi fortuna en haber agradado á

Valenzuela; y hasta la señora Virreina me dijo indirectamente


tu, me han felicitado hoy por mi fortuna en haber agrada~o a
que era un buen partido.
Valenzuela; y hasta la senora Virreina me dijo indirectamente
—¡Ojalá Dios te lo depare, Elvira!—concluyó con afectuosa

naturalidad Mencía, que recibió un sonoro beso de la apasiona-


que era nn buen partido.
da andaluza en pago de su buen deseo.

-jOjala Dios te lo depare, Elvira!-concluy6 con afectuosa


XVI

Disimulo. naturalidad Mencia, que recibi6 un sonoro beso de la apasiona-


Enrique observó, como los demás, que Andrés de Valenzue-

la se habia enamorado de Elvira; y su corazon se alivió de un


da andaluza en pago de su buen deseo.
gran peso con este descubrimiento. Conocia algunas calavera-

das del turbulento jóven, cuyos desarreglos en la Maguana

eran causa de gran pena y disgusto para su honrado padre,

que por lo mismo le ataba cuan corto podia en todas ocasiones;

pero esa ligereza y voltariedad con que el mozo tomaba y aban-

donaba una tras otra las muchachas del contorno, que en rea-
XVI
lidad no poseian las dotes y calidades necesarias para fijar á

un mancebo de las condiciones de Andrés, entraban por no es-

casa parte en las nebulosidades que aquejaban el espíritu de


Disimulo.
Enrique, entreviendo en la liviandad del jóven hidalgo un for-

midable peligro para la paz de su matrimonio. Los ejemplos

que á su alrededor veia de casos análogos eran innumerables,


· Enriqtte observ6, como los demas, que Andres de Valenzue-
siendo muy equívoco el miramiento que los corrompidos seño-

res profesaban á las uniones legítimas de los caciques sus en-


la se habia enamorado de Elvira; y su corazon se alivi6 de un
comendados. Y aunque él, Enrique, excepcion en todo de la re-
gran peso con este descubrimie.n to. Conocia algunas calavera-
das del turbulento j6ven, cuyos desarrcglos en Ja Maguana
gla general, esperaba alcanzar mayor respeto, siempre sentía
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en su conciencia un aguijon de inquietud cuando pasaba en re-

vista una á una todas las circunstancias de su situacion.

No fué, por consiguiente, pequeña la alegría que experi-


eran causa de gr~n pena y disgusto para su honrado padre,
que por lo mismo le ataba cuan corto podia en todas ocasiones;
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mentó al ver el ceremonioso cumplimiento con que el hidalgo

llegó á saludar á Mencía, y la indiferencia con que pareció

mirar su esplendorosa hermosura; ni fué menorla satisfaccion


pero esa ligereza y voltariedad con que el mozo tomaba y aba.n-
donaba una tras otra las muchachas del contorno, que en rea-
lidad no poseian Hts dotes y cal1dades necesarias para fijar a
un mancebo de las condiciones de Andres, entraban porno es-
casa parte en las nebulosidades que aquejaban el espiritu de
Enrique, entreviendo en la livianda-d del j6ven hidalgo un for-
midable peligro para la paz de su matrimonio. Los ejemplos
que a su alrededor veia de casos analogos eran innumerables, .
siendo muy equivoco el miramiento que los corrompidos sefi.o- '
res profesaban a las uniones legitimas de los caciques sus en-
comendados. Y aunque el, Enrique, excepcion en todo de la re-
gla general, esperaba alcanzar mayor respeto, siempre sentia
· en su conciencia un aguijon de inquietud cuando pasaba en re-
vista una a una todas las circunstancias de su situacion.
No fue, por consiguiente, pequefi.a la alegria que experi-
ment6 al ver el ceremonioso cumplimiento con que el hidalgo
lleg6 a saludar a Mencia, y la indiferencia coh que pareci6
mirar su esplendorosa hermosura; ni fue menor Ja satisfaccion ·

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324 LEYE~DA HIST6RICA

324 LEYENDA HISTÓRICA

del cacique cuando muy en breve se persuadió de que Andrés


del cacique cuando muy en breve se persuadi6 de que Andres
de Valenzuela estaba enamorado de Elvira Pimentel.
de Valenzuela estaba enamorado de Elvira Pimentel.
Esa persuasion qued6 del todo ratificada en un expansivo
Esa persuasion quedó del todo ratificada en un expansivo

diálogo que trabaron los dos compañeros de viaje, al volver á

encontrarse solos en la posada donde los habia instalado las

Casas.
dialogo que trabaron los dos compafieros de viaje, al volver a
—Hermosa es tu novia, Enrique;—dijo con aire distraído y

encontrarse solos en la posada donde los habia instalado las


frio, como por decir algo, Valenzuela.

—Hay entre aquellas damas muchas tan hermosas como Casas.


ella,—contestó Enrique.

—Sí, á fémia,—insistió con calor el hidalgo:—aquella Doña


-Hermosa es tu novia, Enrique;-dijo con aire distraido y
Elvira me ha parecido un querubin bajado del cielo.

—Es muy graciosa efectivamente, Don Andrés;—dijo el ca-


frio, como por decir algo, Valenzuela.
cique. -Hay entre aquellas damas muchas tan hermosas como
ella,-contest6 Enrique.
—Me casaré con ella, si mi padre me dá licencia,—agregó

el hidalgo.

Pero la alegría y satisfaccion de Enriquillo se habrían tro-

cado en espanto, si dos horas más tarde hubiera podido asistir


-Si, a fe mia,-insisti6 con calor el hidalgo:-aquella Dona
á este coloquio que el mismo Valenzuela, saliendo bajo pretex-
Elvfra me ha parecido un querubin bajado del cielo.
-Es muy graciosa efectivamente, Dori Andres;-dijo el ca-
to de ir á tomar el fresco, entabló con un individuo que, embo-

zado hasta las cejas, lo aguardaba en la esquina próxima á la

posada.

—¿La habeis visto?—preguntó el embozado.


cique.
—Sí, y es bella como el sol. Si lograis desbaratar la boda de
-Me casare con ella, si mi padre me da Hcencia,-agreg6
Enrique, tomaré al punto el lugar de éste;—contestó Andrés.
'
—Estoy trabajando y tengo buenas esperanzas;—repuso el
el hidalgo.
embozado.—Vos teneis la culpa de que el tiempo me haya fal-

Pero la alegria y satisfaccion de Enriquillo se habrian tro-


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tado: yo contaba con que interceptaríais la carta del endiabla-

do clérigo como las otras, y la dejásteis pasar!

cado en espanto, si dos horas mas tarde hubiera podido asistir


a este coloquio que el mismo Valenzuela, saliendo bajo pretex-
—Fué muy de mañana, y yo dormía;—dijo con humildad
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Valenzuela.

to de ir a tomar el fresco, entabl6 con un individuo que, embo·


—Cuando se quiere conseguir la doncella más linda y acau-

dalada de la Española, no se duerme, señor Andrés;—volvió á

decir con ironia el embozado.

—Yo la conseguiré, ¡voto al diablo!—replicó Valenzuela


zado hasta las cejas, lo aguardaba en la ·esquina pr6xima a la
con ímpetu;—aunque tenga que matará disgustosá Enriquillo.
posada.
— A tarde lo aplazais, Don Andrés.

-(La h.a beis visto?-pregunt6 el embozado.


-Si, y es bella como el sol. Si lograis desbaratar la boda de
Emique, tomare al punto el lugar de este;-contest6 Andres.
-Estoy trabajando y tengo buenas esperanzas;~repuso el
embozado.-Vos teneis la culpa de que el tiempo me haya fal-
tado: yo contaba con que interceptariais la carta del endiabla-
do clerigo como las otras, y la dejasteis pasar!
-Fue muy de mafiana, y yo dormia;-dijo con humildad
Valenzuela.
-Cuando se quiere conseguir la doncella m <:1s linda y acau-
dalada de la Espailola, nose duerme, sefior Andres;- volvi6 a
decir con ironia el embozado .
- Yo la conseguire, i voto al diablo! -replico Valenzuela
con impetu;-aunque tenga que matar a disgustos a Enriquillo.
·-A tarde lo aplazais, Don Andres.

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ENRIQUILLO 325
ENRIQUILLO 325

—No quiero dar motivo á mi padre para desheredarme,—


-No quiero dar mo ti vo a mi padre para desheredarme,-
contestó el mozo,—como me ha dicho que lo hará, legando sus

contest6 el mozo,-como me ha dicho que lo hara, legando sus


bienes a los frailes, si vuelvo a incurrir en su desagrado; y
bienes á los frailes, si vuelvo á incurrir en su desagrado; y

sobre todo, me amenaza con su enojo si ofendo en algo al ca-

' '
cique.

—¿Tanto ama a Enriquillo?—preguntó con interés el reca-


sobre todo, me amenaza con su enojo si ofendo en algo al ca-
tado interlocutor.

cique.
-~Tanto ama a Enriquillo?-pregunt6 con interes el reca-
—Más que á mí, que soy su hijo; —respondió Andrés.—Pero

cuando él muera, que será pronto, lo arreglarémos todo vos y

tado interlocutor.
yo, si no podemos arreglarlo ahora.

—No olvideis vuestro papel de enamorado de otra; convie-

ne para todo evento este disimulo;—agregó el desconocido.

Y el hijo infame se despidió del infame.Pedro de Mojica, que


-Masque a mi, que soysu hijo;-respondi6 Andres.-Pero
no era otro el misterioso consejero de Andrés de Valenzuela.
cuando el muera, -que seni pronto,· lo arreglaremos todo vos y
yo, si no podemos arreglarlo ahora.
XVII

Improvisacion.

La Virreina y las Casas habian convenido en que el matri-

monio de Enrique y Mencía se efectuara tres días despues de la


-No ol videis vuestro papel de enamorado de otra; con vie-
referida visita que los dos viajeros de la Maguana hicieron con
ne para todo evento este disimulo;-agreg6 el desconocido.
el sacerdote á la casa de Colon. Este concierto no habia recibi-

do la menor objecion de parte del principal interesado, Enri-


Y el hijo infame se despidi6 del infame .Pedro de Mojica. que
quillo, ni de Valenzuela: el primero no tenia voluntad propia

cuando sü protector, á quien veneraba como á un ser sobre-


no era otro el misterioso consejero de Andres de Valenzuela.
natural, tomaba por su cuenta lo que al cacique concernia; y

el jóven hidalgo tenia demasiado interés, como se ha podido ver,

en no desagradar á su padre, que le habia recomendado abso-

luta sumision en todo á las disposiciones de las Casas.


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Este se hallaba, pues, al dia siguiente de su mencionada vi-

sita á la Virreina, muy ageno á todo propósito de alterar el


XVII
acuerdo dicho sobre la boda. Sentado ante una mesa de lucien-
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te caoba, se ocupaba en hojear y revisar las ordenanzas sobre

encomiendas de indios que aun estaban vigentes en la Españo-


Improvisacion.
la, y de las cuales iba anotando en una hoja de papel aquellas

La Virreina y las Casas habian convenido en que el matri-


monio de Enrique y Mencia se efectuara tres dias despues de la
referida visita q ue los dos viajeros de la Maguana hicie.ron con
el sacerdote a la casa de Colon. Este concierto no habia i:ecibi-
do la menor objecion de parte del principal interesado, Enri-
q uillo, ni de Valenzuela: el primero no tenia voluntad propia
cuando sti protector, a quien veneraba como a uh ser sobre-
natural, tomaba por su cuenta lo que al cacique concernia; y
el j6ven hidalgo tenia demasiado interes, como se ha podido ver,
en no desagradar c't su padre, que le habia recomendado abso·
luta sumision en todo a las disposiciones <le la~ Casas.
Este se hallaba, pues, al dia siguiente de su mencionada vi-
sita a la Virreina, muy agei10 a todo prop6sito de alterar el
acuerdo dicho sobre la boda. Sentado ante una mesa de lucien-
te caoba, se ocupaba en hojear y revisar las ordenanzas sobre
encomiendas de indios que aun estaban vigentes en la Espano-
la, y de las cuales iba anotando en una hoja de papel aquellas

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326 LEYENDA HISTORI€A

326

.disposiciones mas vejatorias. y que por lo mismo reclamaban,


.a su juicio, con mayor urgencia el planteamiento de las refor-
LEYENDA HISTÓRICA

disposiciones más vejatorias, y que por lo mismo reclamaban,

a su juicio, con mayor urgencia el planteamiento de las refor-

mas que los frailes gerónimos traian á su cargo, sin darse prisa
m-as que los frailes geronimos traian a su cargo, sin darse prisa
de llevarlas á ejecucion. La lucha estaba por consiguiente em-

peñada entre el fogoso filántropo y los morosos depositarios de


.de llevarlas f'L ejecucion. La lucha estaba por consiguiente em-
la autoridad; y cada anotacion de las Casas iba acompañada
pefiada entre el fogoso filantropo y los morosos depositario~ de
la .autoridad; y cada anotacion de las Casas -iba aconipanada
de un monólogo expresivo, que reflejaba al exterior los movi-

mientos de aquel espíritu generoso, cuanto inflexible para con

la injusticia y la maldad.

—¡Eso es! siempre en el tema...! Que los indios de esta Espa-


de un monologo expresivo, que r~flejaba al exterior los movi-
ñola no son aplicados al trabajo Ítem, que han acostumbra-
.mient-0s d-e aquel espiritu generoso, cuanto inflexibl~ para con
la injusticia y la maldad.
do siempre á holgar.... Que se van huyendo á los montes por no

trabajar... Veis aquí la fama que los matadores dán á sus vícti-

· - j Eso es! siempre en el tema ... ! Que los indios de es ta Espa-


mas. ¡Oh! y qué terrible juicio padecerán ante Dios estos verdu-

gos, por forjar tan grandes falsedades y mentiras, para consu-

mir aquestos inocentes, tan afligidos, tan corridos, tan abatidos

nola no son aplicados al trabajo'...... item, que ban acostumbra-


do siempre a holgar ... . Que se van huyendo a los montes p.or no
y menospreciados, tan desamparados y olvidados de todos para

su remedio, tan sin consuelo y sin abrigo! No huyen de los tra-

bajos, sino de los tormentos infernales que en las minas y en las

otras obras de los nuestros padecen: huyen del hambre, de los


trabajar ... Veis aquila fama que los.matadores dana susvicti-
palos, de los azotes continuos, de las injurias y denuestos,

mas. iOh! y que terrible juicio padeceran ante Dios estos verdu-
oyéndose llamar perros á cada hora; del rigoroso y aspérrimo

tratamiento á que están sujetos de noche y de diaü (112). gos, por forjar tan grandes falsedadcs y mentiras, para consu-
mir aquestos inocentes, tan afligidos, tan corridos, tan abatidos
Por este estilo eran los comentarios del pio sacerdote á to

dos los yerros é injusticias que iba notando en los trabajos ofi-

ciales sobre que versaba su exámen; cuando se le presentó Ca-

y menospreci~dos, tan desamparados y olvidados de· todos para


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macho, su indio viejo de confianza, que, como acostumbraba,

le tomó gravemente la diestra y se la llevó á los lábios:


SU remedio, tan sin consuelo y sin abrigo! No huyeri de los tra-
bajos, sino de los tormentos infernales queen las minas yen las
—Beso la mano á vuesa merced, padre,—dijo sumiso.
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—El Señor te guarde, buen Camacho;—contestó las Casas

desechando el mal humor que se habia apoderado de su ánimo

al revisar las inicuas ordenanzas.—¿Y Enriquillo? ¿y el jóven


otras obras de los nuestros padecen: huyen del hambr_e, de los
Valenzuela?

palos, de los azotes continuos, de las injurias y denuestos,


oyendose llamar perros a cada hora; del rigoroso y asperrimo
—Bien están, señor: Enriquillo aguarda en la posada á que

Don Andrés regrese de la calle, para venir juntos á veros....

—¿Y por qué has dejado solo, aburriéndose, al pobre mu-

chacho?—repuso las Casas.


tratamiento a que est<'rn sujetos de noche y de dia!1 (1'12).
Por este estilo eran los comentario_s del pio sacerdote a to ·
dos los yerros e injusticias que iba notando en los trabajos ofi-
ciales sobre q ue versaba su ~xamen; cuando se le present(> Ca-
macho, su indio viejo de confianza, que , como acostumbraba,
le tomo gra vemente la diestra y se la llev6 a los labios:
-Beso la mano a vuesa merced, padre,-dijo sumiso.
-El Senor te guarde, buen Camacho;-contesto las Casas
desechando el mal humor que se habia apoderado de su ~.nimo
a1 revisar las inicuas ordenanzas.-(Y Enriquillo? (y el j6ven
Valenzuela?
-Bien estan , senor: Enriquillo aguarda en la posada a que
Don Andres regrese de· la calle, para venir juntos a veros ....
-(Y por que· has dejado s olo, aburriendose, al pobre mu-
chacho?-repuso las Casas.

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S
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Las Casas alertado por su fiel Camacho


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.,

by
.Jn=- 1 -
Las Casas alertado por su fiel Camacho

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ENRIQUILLO 327
ENRIQUILLO 327

—Le diré á vuesa merced;—contestó Camacho.—Como el


-Le dire a vuesa merced;-contest6 Camacho.-Como el
señor Don Francisco me recomendó que tuviera cuenta con los senor Don Francisco me recomend6 que tuviera cuenta con los
pasos de su hijo, y lo observara, y diera cuenta a vuesa merced
pasos de su hijo, y lo observara, y diera cuenta á vuesa merced

de cualquier cosa que advirtiera en él que no estuviera en el

orden, yo, que vi á Don Andrés salir anoche ya dado el toque

de ánimas, le seguí á lo léjos, y le vi hablar con un sujeto que


de cualquier cosa que advirtiera en el que no estuviera en el
no pude conocer, y que parece que le aguardaba en la primera
orden, yo, que vi a Don Andres salir anoche ya dado el toque
de animas, le segui a lo lejos, y le vi hablar con un sujeto que
esquina: luego que lo vi apartarse del tal sujeto y dirijirse á

casa, me volví de prisa é hice como que lo esperaba para abrir-

le la puerta, que él habia dejado entornada: hoy, cuando obser-

vé que quiso salir solo, me fui detrás, y lo vi entrar en una casa


no pude conocer, y que parece que le aguardaba en la primera
de las Cuatro-calles, donde permaneció un buen rato. Así que

esquina: luego que lo vi apartarse del tal sujeto y dirijirse a


salió, me esquivé de su vista, pregunté á un transeunte quién

vivia en la tal casa, y me dijeron que una señora viuda, de


casa, me vol vi de prisa e h~ce como que lo esperaba para abrir-
Castilla, que se llama Doña Alfonsa: entónces concebi una sos-

pecha, por cierta historia que me contaron Tamayo y Anica en


le la puerta, que el habia dejado entornada: hoy, cuand0 obser·
la Maguana. No perdí de vista la casa por buen espacio de

ve que quiso salir solo, me fui detras, y lo vi entrar en una casa


tiempo, y al cabo vi salir de ella, caminando muy de prisa, al

señor Don Pedro de Mojica. de las Cuatro-calles, donde permaneci6 un buen rato. Asi que
—Mojica está aquí!—exclamó las Casas con un movimiento

de sorpresa.
sali6, me esquive de su vista, pregunte a un trariseunte quien
—Sin ninguna duda, — respondió Camacho: — ha debido

venir pisándonos las huellas; pues quedaba en San Juan cuan-


vi via en la tal casa, y me dijeron que una senora viuda, de
do nosotros salimos para acá. Por cierto que la última vez Castilla, que se llama Dona Alfonsa: ent6nces concebi una sos-
pecha, por cierta historia que me contaron Tamayo y Anica en
que se incomodó el señor Don Francisco con su hijo fué por-

que supo que Don Andrés andaba á caballo por los campos,

en compañía de aquel mal hombre, á quien de muerte abor-

la Maguana. No perdi de vista la casa por buen espacio de


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rece....

Pero ya las Casas no prestaba atencion á su criado, y po-


tiempo, y al cabo vi salir de ella, caminando muy de prisa, al
senor Do~ Pedro de Mojica.
niéndose el manteo precipitadamente, decía como hablando
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consigo mismo:

—¡Aquí ese malvado! Claro está; ha venido á ver si puede

estorbar la boda. Pero á fé mia que todos sus ardides no han


· -Mojica esta aqui!-exclam.6 las Casas con un movimiento
de valerle conmigo. Aunque fuera el diablo en persona, juro
de sorpresa.
que esta vez no será como la pasada.

Y seguido de Camacho, que con trabajo guardabala distan-


- . Sin ninguna duda, - respondi6 Camacho: - ha debido
cia, el activo sacerdote se dirijió velozmente á la posada de En-

venir pisandonos las huellas; pues quedaba en San Juan cuan-


do nosotros salimos para aca. Por cierto que la ultima vez
que se incomod6 el senor Don Frandsco con su hijo fue por-
que supo que Don Andres andaba a caballo por los campos,
en compania d~ aquel mal hombre, a quien de muer~e abor-
rece ....
Pero ya las Casas no prestaba atencion a su criado, y po-
niendose el manteo precipitadamente, decia como hablando
consigo mismo:
-jAqui ese malvado! Claro esta; ha venido a ver si puede
estorbar la boda. Pero a fe mia que todos sus ardides -no han
de valerle conmigo. Aunque fuera el diablo en persona, juro
que esta vez no· sera como la pasada. ,
Y seguido de Camacho, que con trabajo guardaba la distan-
cia, el aclivo sacerdote se diriji6 velozmente a la posada de En-

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328 LEYENDA msr6RICA

328 LEYENDA HISTÓRICA

rique y Vale:!1zuela, a quienes hall6 en amistosa conversacion,


rique y Valenzuela, á quienes halló en amistosa conversacion,

esperando la hora de almorzar. esperando la hora de almorzar. .


—A ver, muchachos,—les dijo las Casas sin preámbulos:—

vestios vuestros mejores sayos, y vamos enseguida á almorzar


-Aver, muchachos,-les dijo las Casas sin preambulos:-
con la señora Virreina.

—¿Es posible....?—comenzó á preguntar Valenzuela.


vestios vuestro.s mejores sayos, y vamos en seguida a almorzar
—Todo es posible,—interrumpió con fuerza las Casas:—
con la senora Virreina.
--(Es posible .... ?-comenz6 ft preguntar Valenzuela·.
¡vivos, á vestirse, y en marcha!

Nadie osó replicar, y los jóvenes entraron en su aposento á

mudarse de traje: Camacho ayudó en esta operacion á Valen-

zuela, que por usar vestidos más ricos y complicados necesita-


-Todo es posible,-interrumpi6 con fuerza las Casas:-
ba ese auxilio. En cuanto á Enrique, á pesar de las exhortacio-
jvivos, a vestirse, yen marcha!
Nadie os6 replicar, y los j6venes entraron en su aposento a
nes de Don Francisco á que se proveyera nuevamente de ves-

tidos de lujo, persistió en el propósito que habia formado cuando

se frustró su boda el año anterior, de no alterar en ningun caso

su traje sencillo de costumbre, que se componia de calzas ata-


mudarse de traje: Camacho ayud6 en esta operacion a Valen-
cadas y jubon de paño oscuro de Navarra, con cuello vuelto de

zuela, 9.ue por usar vestidos mas ricos y complicados necesita-


ba ese auxilio. En cuanto a Enrique, a pesar de las exhortacio-
tela blanca fina llamada cendal, y un capellar de terciopelo,

con gorra del mismo género. Medias de seda negra y calzado á

la moda italiana completaban el equipo del cacique, cuyo as-

pecto gentil y distinguido no perdía nada con la modestia y la


nes de Don Francisco a que se proveyera nuevamente de ves-
severidad de aquellos arreos. .

tidos de lujo, persisti6 en .el p1·op6sito que habia formado cuando


Pronto estuvo terminado el atavío de los dos mancebos, y

las Casas pareció satisfecho al examinar el de Enrique. Salie- se frustr6 su boda el afio anterior, de no alterar en ningun caso
ron sin demora y á buen paso todos tres, y en pos de ellos Ca-

macho, que habia recibido de su amo la órden de seguirle.


su traje sencillo de costumbre, que se componia de calzas at~­
Ya en casa de la Virreina, las Casashizo pasar recado anun-

cadas y jl.1bon de paiio oscuro de Navarra, con cuello vuelto de


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ciando su presencia: la señora estaba en el comedor, á punto de

sentarse con su familia á almorzar. A este acto la acompaña-


tela blanca fina llamada cendal, y un capellar de terciopelo,
con gorra del mismo genero. Medias de seda negra y calzado a
ba regularmente el otro tio de su marido, llamado como él Don
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Diego, hombre de carácter simple y apocado, muy devoto, y

que vivia sumamente retraído en Santo Domingo,más metido en

la iglesia que en su casa. Acompañaba tambien á la Virreina el


la moda italiana completaban el equipo del cacique, cuyo as-
capellan de la casa, clérigo anciano que, fuera de sus funciones
pecto gentil y distinguido no perdia nada con la modestia y la
sagradas, reducidas á decir la misa todas las mañanas y el rosa-

severidad de aquellos arreos. ·


rio todas las noches, era una especie de mueble de adorno, que

/
todo lo veia como si no tuviera alma, indiferente y taciturno'

Pronto estuvo terminado el atavio de los dos mancebos, y


las Casas pareci6 satisfecho al examinar el de Enrique. Salie-
ron sin demora ya buen paso todos tres, yen pos de ~llos Ca-
macho, que habi~ recibido de su amo la 6rden de seguirle.
Ya en casa de la Virreina, las Casas.hizo pasar recado anun·
ciando su presencia: la senora estaba en el comedor, a punto de
sentarse con su familia a almorzar. A este acto la acompafia-
ba regularmente el otro tio de su marido, llamado como el Don
Diego, hombre de caracter simple y apocado, muy devoto, y
que vivia sumamente retraido en Santo Domingo, mas metido en
la iglesia queen su casa. Acompaiiaba tambien a la Virreina el
capellan de la casa, clerigo anciano que, fuera de sus funciones
sagradas, reducidas a decir la misa todas las mafianas y el rosa-
rio todas las noches, era una especie de mu~ble de adorno, que
todo lo veia como si no tuviera alma, indiferente y taciturno ·

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ENRIQUILLO 329
ENRIQUILLO 329
Las Casas pas6 al comedor por inv.itacion de Maria de To-
ledo, dejando en el salon principal a sus compafieros.
Las Casas pasó al comedor por invitacion de María de To-

ledo, dejando en el salon principal á sus compañeros.

—¿Nos haréis merced de almorzar con nosotros?—le dijo la

Virreina con su genial naturalidad.


-(Nos hareis merced de almorzar con nosotros?-le dijo la
—Admiraos de mi atrevimiento, señora,—respondió riendo
Virreina con su genial naturalidad.
-Admiraos de mi atrevimiento, senora,-respondi6 riendo
el interpelado.—He venido expontáneamente á almorzar con

Vueseñoría; y no es esto lo peor, sino que he traido conmigo,

por mi cuenta y riesgo, dos convidados más.

—Mucho me place la feliz ocurrencia, padre Casas,—repuso


el interpelado.-He venido expontaneamente a almorzar con
Doña María;—pues gracias á ella, sin faltar á mi duelo por la
Vuesenoria; y· no es esto lo peor, sino que he traido conmigo,
larga ausencia de mi esposo, voy á tener á mi mesa tan grata

compañía.
por mi cuenta y riesgo, dos convidados mas.
—Permitidme, señora;—agregó las Casas: os pido que deis

órden de que no sea admitido mensaje, ni persona extraña á


-Mucho me place la feliz ocurrencia, padre Casas,-repuso
vuestra presencia, mientras no terminemos el importante asun-

Dona Maria;-pues gracias a ella, sin faltar a mi duelo por la


larga a1,1sencia de mi esposo, voy a tener a mi mesa tan grata
to que nos conduce.hoy á esta casa.

—Me asustais, padre; mas lo haré como pedís.

—Sé que vais á alegraros, señora;—volvió á decir las Casas.

Y miéntras la Virreina ordenaba á un mayordomo que fuera


compania.
á establecer la consigna de no admision, las Casas decia al

-Permitidme, senora;-agreg6 las Casas: os pido que deis


orden de que no sea admitido mensaje. ni persona extrafia a
buen capellan:

—De quien más necesitamos ahora es de vos, padre ca-

vuestra presencia, mientras no terminemos el importante asun-


pellan'

—Estoy pronto á serviros,—respondió éste.

Entónces las Casas refirió á la Virreina su descubrimiento

de que Mojica se hallaba en Santo Domingo, intrigando sin


to que nos conduce. hoy a esta casa. .
duda para volver á enredar la boda de Enrique y Mencía.
-Me asustais, padre; mas lo hare como pedis.
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-Se que vais a alegraros, senora;-volvi6 a decir las Casas.


—¿Y qué pensais hacer?—preguntó la Virreina cuando estu-

vo enterada de todo.

—Lo más sencillo del mundo, señora,—contestó con la ma-

Y mientras la Virreina ordenaba a un mayordomo que fuera


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yor frescura las Casas.—Ahora mismo se casan nuestros pro-

tejidos, y laus Deo.

No dejó de sorprenderse la Virreina con esta súbita resolu-


a estab~ecer la consigna de no admision, las Casas decia al
cion; pero reconoció su conveniencia en seguida, y se alegró
buen capellan:
de poder burlar alguna vez la malignidad de sus enemigos: el

capellan se mostró más rehacio y moroso, y mirando con ojos


-De quien mas neces;tamos ahora es de vos, padre ca-
turbados á los dos interlocutores, comenzó á rumiar escusas:

pellan.
-Estoy pronto a serviros,-respon.di6 este.
Ent6nces las Casas refiri6 a la Virreina SU descubrimiento
de que Mojica se hallaba en Santo Domingo, intrigando sin
duda para volver a enredar la boda de Enrique y Mencia.
-(Y que pensais hacer?-pregunt6 la Virreina cuando estu-
vo enterada de todo.
-Lo mas sencillo del mundo, senora,-contest6 con la ma-
yor frescura las Casas.-Ahora mismo se casan nu estros pro-
tejidos, y taus Deo.
No dej6 de sorprenderse la Virreina con esta st1bita resolu-
cion; pero reconoci6 su conveniencia en seguida, y se alegr6
de poder burlar alguna vez la malignidad de sus enemigos: el
capellan se mostr6 mas rehacio y moroso, y mira ndo con ojos
turbados a los dos interlocutores, comenz6 a rumiar escusas:

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330 LEYENDA HIST6RICA.

330 LEYENDA HISTÓRICA


-Pero .... yo no puedo,-decia-asi de repente .... (Y si hay
—Pero.... yo no puedo,—decia—así de repente.... ¿Y si hay

oposicion.... como la pasada?


oposicion .... como la pasada?
— ¡Hum! padre capellan!—exclamó con vehemencia las Ca-

sas.—Mal me huelen esos reparos de vuesamerced. ¿Estais ó no


-iHum! padre capellan!-exclam6 con ve.hemencia las Ca· ·
estais al servicio de esta casa?

sas.-Mal me huelen esos reparos de vuesamerced. lEstais 6 no


—Sí estoy, padre,—contestó con humildad el capellan;—pero

los oficiales del Rey... estais al servicio de esta casa?


—Esos no mandan aquí ¿lo entendeis?—replicó las Casas

con voz tonante.—Yo me encargo de. todo: ¿haréis ó no haréis


-Si estoy, padre,-contest6 con humildad el capellan;-pero
el matrimonio?

—Yo haré lo que me mande mi señora la Virreina;—volvió á


los oficiales del Rey ...
decir el pobre hombre;—pero el señor Pasamonte....
-Esos no mandan aqui (lo ~ntendeis?-replic6 las Casas
con voz tonante.-Yo me encargo d~ todo: (hareis 6 no hareis
—Dale!—dijo el impaciente las Casas.—¡Ea! venid conmi-

go; voy á arreglar esto á gusto de todos.

Y tomando del brazo al capellan, casi lo arrastró por fuerza

hasta el oratorio de la casa.


el matrimonio?
—Mandad á este infeliz,—dijo á la Virreina que les habia se-
-Yo hare lo que me mande mi senora la Virreina;-volvi6 a
guido sin saber qué decir ni qué pensar; entre risueña y cuida-

dosa;—mandadle que permanezca aquí tranquilo viendo todo


decir el pobre hombre;-pero el ·senor Pasamorite ....
lo que pasa. - '

En seguida abrió un grande armario que servia para guar-


-Dale!-dijo el impaciente las Casas.-iEa! venid conmi·
dar los sagrados ornamentos, sacó de él sobrepelliz, estola y

go; voy a arreglar esto a gusto de todos.


bonete, y volviéndose á la noble dama, le dijo:

—Ordenad que venga la novia, como quiera que esté; y


Y tomando del. brazo al capellan; casi lo arrastr6 por fuerza
venga el señor Don Diego, y el mayordomo, y toda vuestra

casa.... Capellan, ¿qué teneis que decir?


hasta el.oratorio de la casa.
—Que yo no respondo de nada; — balbuceó el atontado

-Man dad a este infeliz,-dijo a la Virreina que les habia se-


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viejo.

—Pues venga el breviario, que yo respondo de todo;—repu- guido sin saber que decir ni que pensar; entre risuefia y cuida-
dosa;-mandadle qtie permanezca aqui tranquilo viendo todo
so las Casas.
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La Virreina salió del salon, y á poco volvió á entrar con Men-

cía de la mano, y seguida de Don Diego el anciano, Elvira, sus

damas y toda la servidumbre.


lo que pasa.
Enrique y Valenzuela, sorprendidos, siguieron al mayordo-
En seguida abri6 un grande armario que servia para guar-
mo que fué á requerirles de parte de las Casas que pasaran al

oratorio: cuando vieron aquel aparato y al sacerdote revestido


dar los sagrados ornamentos, sac6 de el sobrepelliz, estola y
con sus ornamentos, ambos jóvenes palidecieron.

bonete, y volviendose a la noble dama, le dijo:


-Ordenad que venga la novia, como quiera que este; y
vcnga el sefior Don Diego, y el mayordomo, y toda vuestra
casa .. .. Capellan, (que teneis que decir?
-Que yo no respondo de nada; - balbuce6 el atontado
VleJO.
-Pues venga el breviario, que yo respondo de todo;-repu-
so las Casas .
La Virreina salio del salon, ya poco volvi6 a entrar cqn ·M en·
cia de la mano, y seguida de Don Diego el anciano, Elvira, sus
damas y toda la servidumbre.
Enrique y Valenzuela! sorprendidos, siguieron al mayordo-
mo que fue a requerirles de parte de las Casas que pasaran al
oratorio: cuando vieron aquel aparato y al sacerdote revestido
con sus ornamentos, ambos j6venes palidecieron.

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ENRIQUILLO 331
ENRIQUILLO 331

—No os asusteis, muchachos,—les dijo riendo el ministro


-No os asusteis, muchachos,-les dijo riendo el ministro
del altar,—no se trata de excomulgaros.
dcl altar,-no se trata de excomulgaros.
Y advirtiendo a cada cual lo que convenia para el mejor
Y advirtiendo á cada cual lo que convenia para el mejor

órden de la ceremonia, indicándoles la colocacion correspon-

diente, manejándolos, en fin, como un instructor de táctica á

sus reclutas, el denodado las Casas comenzó y acabó las fór-


6rden de la ceremonia, indicandoles la colocacion correspon-
mulas del sacramento matrimonial, haciendo de acólito el viejo

diente, manejandolos, en fin, como un ins'tructor de tactica a


Camacho; dió la bendicion nupcial á los contrayentes, arrodi-

llados, y concluyó con una sentida exhortacion á las virtudes


sus reclutas, el denodado las Casas ·comenz6 y acab6 las f6r-
conyugales, usando de términos tan afectuosos y elocuentes,

que todos los circunstantes se enternecieron, y las damas lle-


mulas del sacramento matrimonial, hacienda de ac6lito el viejq
varon más de una vez el bordado pañuelo á los ojos.

Camacho; di6 la bendicion nupcial a los contrayentes, arrodi-


llados, y concluy6 con una sentida exhortacion a las virtudes
Despues, volviéndose á la Virreina y á Valenzuela, que ha-

cían de padrinos, y fijando su penetrante mirada en el som-

brío y meditabundo semblante del jóven hidalgo, pronunció las

Casas estas palabras con acento solemne y voz vibrante:


conyugales, usando de terminos tan afectuosos y elocuentes,
—Nada tengo que encarecer ála madrina, que ha sido una

verdadera madre para la contrayente. Vos, señor padrino, no


que todos los circunstantes se enternecieron, y las damas lle-
descuideis jamás la obligacion, que más que nadie teneis, de
varon mas de una vez el bordado panuelo a los ojos.
D_espues, volviendose a la Virreina ya Valenzuela, que ha-
velar por el honor y la felicidad de vuestros ahijados. Si así lo

cumpliéreis, el Señor de los cielos derrame sobre vos sus ben-

diciones; mas si faltais á esta obligacion, que os falte la gracia

divina y seais castigado con todo el rigor que en el mundo y en


cian de padrinos, y fijando su penetrante mirada en el som·
la otra vida, merecen los perjuros.
brio y meditabundo semblante del j6ven hidalgo, pronunci6 las
Casas estas palabras con acento solemne y voz vibrante:
Luego, como para borrar la impresion de sus últimas pala-

bras, agregó, haciendo el signo de la cruz sobre toda la concu-

rrencia: El Señor os bendiga á todos;—y quitándose la estola

-Nada tengo que encarecer a ~a madrina, que ha sido una


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y los demás ornamentos sacerdotales dijo con franca risa á la

Virreina:
verdadera madre para la contra.y ente. Vos, senor padrino, no
—Dignáos noble dama, proseguir ahora vuestro interrum-

descuideis jamas la obligacion, que mas que nadie teneis, de


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pido almuerzo, y os acompañarémos. Será el banquete de

bodas.

Así se hizo en efecto; y el improvisado matrimonio fué cele-


velar por ·el honor y la felicidad de vuestros ahijados. Si asi lo
brado por todos,—excepto uno—con la más expansiva alegría.

cumpliereis, el Senor de los cielos derrame sobre vos sus ben-


Valenzuela, que era la excepcion, hizo cuanto pudo por disi-

mular el despecho de su derrota, exagerando sus finezas y diciones; mas si faltais a esta obligacion, que os falte la gracia
di vina y' sea is castigado con todo el rigor queen el mundo y en
galanterías para con la bella Elvira.

la otra vida, merecen los perjuros.


Luego, como para borrar la impresion de SUS ultimas pala·
bras, agreg6, haciendo el signo de la cruz sobre toda la concu-
.
i"rencia: El Sen01~ os bendiga a todos~·-y quitandose la estola
y los demas ornamentos sacerdotales dijo con franca risa a la
Virreina: · ·
-Dignaos noble dama, proseguir ahora vuestro interrum·
pido almuerzo, y os acompanaremos. Sera el banquete de
bodas.
Asi se hizo en efecto; y el improvisado matrimonio fue cele-
brado por todos, -ex.cepto uno-con la mas expansiva alegria.
Valenzuela, que era la excepcion, hizo cuanto pudo por disi·
mular el despecho de su derrota, exagerando sus finezas y
galanterias para con la bella Elvira.

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332 LEYENDA HIST6RICA

332 LEYENDA HISTÓRICA

Cuanclo el capellan pronunciaba la oraci6n de gracias, se


present6 un criado, y dijo a la Virreina que el padre Manzane-
Cuando el capellan pronunciaba la oración de gracias, se

presentó un criado, y dijo á la Virreina que el padre Manzane-

do, uno de los comisarios de gobierno, habia estado a visitai-la,


do, uno de los comisarios de gobierno, habia estado á visitarla,

y que habiéndosele dicho que la Virreina no podia recibirle en

aquel momento, se retiró ofreciendo volver por la tarde

No sin emocion comunicó la señora este incidente á las


y que habiendo~ele dicho que la Virreina no podia recibirle en
Casas, que al punto dió por sentado que el fraile gerónimo iba
aquel momenta, se 'retir6 ofreciendo volver por la tarde .
No· sin emocion comunic6 la senora este incidente c-\ las
con intencion de poner algun impedimento á la boda.

—Ved si hemos obrado con acierto dando un corte decisivo

al asunto,—dijo las Casas.—Por lo demás, no teneis que in-

quietaros; de aquí me iré á ver á los padres gerónimos, y les


Casas, que al punto dio por sentado que el fraile ger6nimo iba
mostraré las provisiones en cuya virtud he procedido en este
con intencion de poner algun impedimenta a la boda.
caso. Todo quedará terminado satisfactoriamente.

XVIII
-Ved si hemos obrado con acierto da.ndo un corte decisivo
Explicaciones.

Una hora más tarde, el cacique, Valenzuela y Camacho es-


al asunto,-dijo las Casas.-Por -Io dernas, no teneis que in·
taban en su posada, recapacitando sobre los inesperados suce-

quietaros; de aqui me ire aver a los padres ger6nimos, y les


sos de aquella mañana, á tiempo que el infatigable las Casas

celebraba su importante conferencia con el padre Manzanedo, mostrare las provisiones en cuya virtud he procedido en este
en las casas de contratacion, donde estaban hospedados los pa-

dres gerónimos.
caso. Todo quedara terminado satisfactoriarnente.
Estos habian llegado ya en sus relaciones con el filántropo

á ese período embarazoso y difícil en que apénas puede disimu-

larse el desabrimiento y malestar que produce la presencia de

un antagonista. Las Casas no contaba ciertamente entre sus

virtudes una excesiva humildad; porque pensaba, y creemos


XVIII
que tenia razon, que ser humilde con los soberbios solo sirve
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para engreir y empedernir á este género de pecadores, á quie-

Explicaciones.
nes conviene, al contrario, abrirles la via del arrepentimiento

haciéndoles sentir lo que ellos hacen padecer á otros. Es un


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caso moral que el gran filántropo (y nosotros con él), no definia

acaso con perfecto arreglo á la doctrina cristiana; lo cierto es

que tenia especial complacencia en mortificar la vanidad de los


Una hora mas tarde, el cacique, Valenzuela y Camacho es-
taban en su posada, recapacitando sobre los inesperados suce-
sos de aquella mafiana, a tiempo que el infatigable las Casas
celebraba su importante conferencia con el padre Manzanedo,
en las casas de contratacion, don de estaban hospedados los pa-
dres ger6nimos.
Estos habian llegado ya en sns relaciones con el filantropo
a ese periodo embarazoso y dificil en que apenas puede disimu-
larse el desabrimiento y malestar que produce la presencia de
un antagonista. Las Casas no contaba ciertarnertte entre sus
virtudes una excesiva humildad; porque pensaba, y creemos
que tenia razon, que ser humilde con los soberbios solo sirve
para engreir y empedernir a .e ste genero de pecadores, a quie-
nes convien.e, al contrario, abrirles la via del arrepen timien ~o
haciendoles sentir lo que ellos hacen padecer a otros. Es un
caso moral que el gran filantropo (y nosotros con el), no definia
acaso con perfecto arreglo a la doctrina cristiana; lo cierto es
qLie tenia especial complacencia en mortifirar la vanidad de los

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ENRIQUILLO 333
ENR1QUILLO 333

presuntuosos, y dar tártagos, como él los llamaba, á sus pode-


presuntUOSOS, y dar tdrtagos, COIDO el los llamaba, a SUS pode-
rosos y altaneros adversarios.

rOSOS y altaneros ad versarios. ·


Toda su humildad, toda su caridad, toda su ternura las te-

nia reservadas para los pobres y los pequeñuelos; para los mí-
Toda su humildad, toda su caridad, toda ·SU ternura las te-
seros, los aflijidos y oprimidos. Eran los que en verdad necesi-

taban el bálsamo consolador de aquellas virtudes.


nia reservadas para los pobres y los pequefiuelos; para los mi-
Llegó, pues, el padre las Casas á la, segun él mismo nos lo

seros, los aflijidos y oprimidos. Eran los que en verdad necesi-


ha hecho saber, fea presencia del padre Manzanedo (113) y des-

pues de un «Dios os g'uarde» dado y recibido recíprocamente taban el balsa mo consolador de aq uellas vi rt udes.
Lleg6, pues, el padre las Casas a la, segun el mismo nos lo
con la entonacion y el cariño de un «el diablo os lleve,» entró

en materia el sacerdote, diciendo:

—Aquí me ha traido, padre Manzanedo, el deber de daros

cuenta de un acto consumado hoy por mí, á fin de que no haya


ha hecho saber, fea .presencLa del padre Manzanedo (113) y des-
lugar á ningun quid pro quó, ni falso informe. pues de un «Dios bs guarde» dado y recibido reciprocamente
con la entonacion y el carifio de un <iel diablo os lleve,» entr6
—Hablad, padre Casas;—dijo lacónicamente el padre feo.

—Hoy he celebrado el santo sacramento del matrimonio y

dado la bendicion nupcial, en el oratorio de la señora Virreina,

á los nombrados Enrique, cacique del Bahoruco, y Doña Men-


en materia el sacerdote, diciendo:
cía de Guevara.
-Aqui me ha traido, padre Manzanedo, el deber de daros
cuenta de un acto consumado hoy por mi, a fin de que no haya
— ¡Qué decís!—saltó muy alborotado el fraile gerónimo: ese

matrimonio no debia celebrarse. Habia un impedimento diri-

mente.

Las Casas se sonrió de un modo significativo, al oir esa de-


luga,r a ningun quid pro qud, ni falso informe.
claracion; y replicó moviendo la cabeza de arriba abajo, con

-Hablad, padre Casas;-dijo lac9nicamente el padre feo.


gran sorna:

—Ya sabia yo que algo se fraguaba; bien conozco á Mojica.


-Hoy he celebrado el santo sacramento del matrimonio y
—¿Mojica? Eso es; repuso el fraile:—ved aquí su escrito ha-

dado la bendicion nupcial, en el oratorio de la senora Virreina,


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ciendo oposicion al matrimonio, en su calidad de tio de la don

celia. Esta misma mañana me lo han entregado, y se me encar-

gó por mis compañeros entender en este negocio.


a los nombrados Enrique, cacique del Bahoruco, y Dona Men-
cia de Guevara.
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Las Casas tomó el papel y lo leyó rápidamente para sí.

-jQue decis!-salt6 muy alborotado el fraile ger6nimo: ese


— Esto no es sino un tejido de infames calumnias,—dijo de-

volviendo el documento al padre Manzanedo.

—Sí,—contestó éste,—será lo que querais; pero habeis de

convenir en que una informacion minuciosa sobre esos hechos


matrimonio no debia celebrarse. Habia un impedimento diri-
era necesaria, ántes de proceder al matrimonio, y vos habeis
mente.
Las Casas se sonri6 de un modo significativo, al oir esa de-
• incurrido en grave responsabilidad con vuestra precipitacion.

claracion; y replic6. moviendo la cabeza de arriba abajo, con


gran sorna:
-Ya sabia yo que algo se fraguaba; bien conozco a Mojica.
-(Mojica? Eso es; repuso el fraile:-ved aqui su estrito ha·
ciendo oposicion al matrimonio, en su caUdad de tio de la don
cella . Esta misma mafiana me lo han entregado, y se me encar·
g6 por mis compafieros entender en este negocio.
Las Casas tom6 el papel y lo ley6 rapid'1mente para si.
-Esto no es sino un tejido de infames calumnias,-dijo de-
vol viendo el documento al padre Manzanedo.
- Si, -contest6 estc,-sera lo que qucrais; pero habeis de
convenir en que una informacion minuciosa sobre esos hechos
era necesaria, antes de proceder al matrimonio, y vos ha beis
· incurrido en grave responsabilidad con yuestra precipitacion .

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334 LEYENDA IIlSTORICA

334 LEYENDA HISTÓRICA.

-No lo creais, padre;-replico friamente las Casas;-antes


—No lo creais, padre;—replicó fríamente las Casas;—antes

bien, por presumir que no faltaría algun enredo de esa especie bien, por presumir que no faltaria algun enredo de esa especie
me apresure a terminar el tal matrimonio.
me apresuré ¿l terminar el tal matrimonio.

—Sois un hombre terrible, padre Bartolomé!—exclamó colé-

rico el fraile.—¿Con qué facultad habeis procedido de ese

modo?
-Sois un hombre terrible, padre Bart'0lome!-exclam6 cole-
—Vedla aquí;—dijo las Casas sacando del bolsillo un plieg'o
rico el fraile.-lCon que facultad habeis procedido de ese
modo?
sellado con las armas del cardenal Cisnéros.—Aquí se me con-

fiere facultad privativa y exclusiva para entender en ese matri-

monio y arreglar todas las dificultades que á él pudieran susci-

tarse; efecto de una precaucion acertada de mi parte; porque


-Vedia aqui;-qijo las Casas sacando del bolsillo un pliego
habeis de saber, padre, que ya pasa de rancia la oposicion de
sellado con las armas del cardenal Cisneros.-A qui se me con-
Mojica, cuyas intrigas han retardado antes de ahora el suceso,

con fines nada santos.


fiere facultad privativa y exclusiva para entender en esematri-
—Parece que destinaba otro esposo & su sobrina,—dijo el

fray Bernardino dulcificando la voz, á vista del formidable


monio y arreglar todas las dificultades que a el pudieran susci-
diploma, que ya tenia en las manos; y leyendo su contenido.

tarse; efecto de una precaucion acertada de mi parte; porque


—Estais en regla, padre Casas,—agregó devolviéndole la

credencial; —pero ¿qué os costaba habernos informado de esto habeis de saber, padre, que ya pasa de rancia la oposicion de
desde el principio? Hubiéramos investigado con tiempo la con-

ducta del cacique, vuestro protejido.


Mojica, cuyas intrigas han retardado antes de ahora el suceso,
—Por eso mismo, padre, lo dispuse de otro modo: haced

con fines nada santos.


-Parece que destinaba otro esposo a su sobrina,-dijo el
enhorabuena la investigacion, y ya veréis cuánto y cuan gra-

vemente ha mentido el protervo Mojica, al suponer que Enri-

fray Bernardino clulcificando la voz, a vista del formidable


quillo haya faltado en lo más mínimo á la honestidad. Harto

sabe el malvado que quedará mal; pero queria ganar tiempo

para seguir enredando: ya todas sus bellaquerías son inútiles,

diploma, que ya tenia en las manos; y leyendo SU COntenido.


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y la última voluntad de la madre de Mencía queda cumplida.

En resúmen, fray Bernardino acabó por convenir en que la


-Estais en regla, padre Casas,-agreg6 devolviendole la
credencial; - pero lque os costaba habernos informado de esto
boda estaba bien hecha; concibió vehementes sospechas de que
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Mojica era un bribon, y solamente pidió á las Casas que le

hiciera venir de la Maguana, bajo la firma del señor Valenzue-

la y de los regidores de aquel Ayuntamiento, una declaracion


desde el principio? Hubieramos investigado con tiempo la con-
jurada de que la conducta de Enriquillo era irreprensible, y de
ducta del cacique, vuestro protejido.
todo punto falso que él se hubiera llevado en calidad de man-

ceba á Anica en su viaje anterior á Santo Domingo; que tal fué


-Por eso mismo, padre, lo dispuse de otro modo: haced
el cargo denunciado por Mojica para evitar la boda de su ama'

enhorabuena la investigacion, y ya vereis cuanto y cuan gra-


vemente ha mentido el protervo r-.Jojica, al. suponer que Enri-
. quillo haya faltado en lo mas minimo a la honestidad. Harto
sabe el malvado que quedara mal; pero queria ganar tiempo
para seguir enredando: ya todas sus bellaquerias son int.Hiles,
y la liltima voluntad de la madre de Mencia queda cumplida.
En reslimen, fray Bernardino acab6 por convenir en que la
boda es taba bien hecha; concibi6 Yehementes sospechas de que
Mojica era un bribon-, y solamente pidi6 a las Casas que le
hiciera venir de la Maguana, bajo la firma del sefior Valenzue-
la y de los regidores de aquel A y untamiento, una declaracion
jurada de que la conducta de Enriquillo era irreprensible, y de
todo punto falso que el se hubiera llevado en calidad de man-
ceba a Anica en su viaje anterior a Santo Domingo; que tal fue
el cargo denuncia do por Mojica para evitar la boda de su ama·

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ENRIQUILLO 335
ENRIQUILLO 335

da sobrina. Entre tanto no llegara á poder de los padres geró-


da sobrhta. Entre tanto no llegara a poder de los padres ger6-
nimos ese informe justificativo, el cacique debia permanecer

en Santo Domingo, sin usar de ninguno de sus derechos como


nimos ese informe justificativo, el cacique debia permanecer
esposo de Mencía. en Santo Domingo, sin usar de ninguno de sus derechos como
espo~o de Mencia.
XIX

Justiñcacion.

El correo para la Maguana partió aquella misma tarde, y

el jóven Valenzuela fué á dar cuenta de todo lo ocurrido á su

abominable consejero. Mojica montó en grandísima cólera al

ver burlada su habilidad y diligencia por la eficacia de las

XIX
Casas.

—Sois un mándria, un para poco!—dijo á Valenzuela:—todo

se ha echado á perder por vuestra torpeza y ruindad de ánimo.


Justificacion.
—¿Qué queríais que hiciera?—respondió el mozo:—las cosas

El correo para la Maguana parti6 aquella misma tarde, y


sucedieron tan de improviso.... Pero ahora depende todo de ese

correo que ha salido para San Juan, pues en tanto que no

venga la informacion de allá, Enriquillo no poseerá á Mencía.

—¿Y qué diablos vale eso?—replicó Mojica con creciente


el j6ven Valenzuela fue a dar cuenta de todo lo ocurrido a su
enojo.—¿Voy á tomarme el trabajo de interceptar papeles, voy
abominable consejero. Mojica mont6 en grandisima c6Iera al
á mandar á mi gente que mate al correo, por mero gusto? Eso

hubiera sido bueno si ya el matrimonio no estuviera hecho, que


ver burlada su habilidad y diligencia por la eficacia de las
era lo que importaba evitar.

—Sí,—repuso Valenzuela; —mas ya sabeis que la informa-


Casas.
cion ha de versar sobre el rapto de Anica, y me habeis dicho

-Sois un mandria, un para poco!-dijo a Valenzuela:-todo


se ha echado a perder por vuestra torpeza y ruindad de animo.
que vos no habríais de salir bien librado si se revuelve ese

asunto.

—Claro está,—dijo furioso Mojica;—yo he de pagar siempre

-c_Que queriais que hiciera?-respondi6 el mozo:-las cosas


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los tiestos; pero sea como fuere, ya no interceptaré esos carta-

pacios: por seducir á una indiezuela nadie me va á quitar un

solo cabello; porque entónces el viejo Pasamonte debería estar


sucediero!l tan de improviso .... Pero ahora depende todo de ese
correo que ha salido para San Juan, pues en tanto que no
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calvo; miéntras que por el pasatiempo, que ya no sería otra

venga la informacion de alla, Enriquillo no poseera a Mencia.


cosa, de hacer birlar los despachos oficiales, sabe el diablo lo

que me puede suceder. ¡Nada! por ahora dejo 1a partida, y me

vuelvo á mis tierras.

-(Y que diablos· vale eso?- replic6 Mojica con creciente


eµojo .-(Voy a tomarme el trabajo de interceptay papeles, voy
a mandar a mi gente que mate al correo, por mero gusto? Eso
hubiera sido bueno si ya el matrimonio no estuviera hecho, que
era lo que importaba evitar. ·
-Si, - repuso Valenzuela;- mas ya sabeis que la informa-
cion ha de versar sobre el rapto de Anica, y me habeis dicho
que vos no habriais de salir bien librado si se revuelve ese
asunto.
-Claro esta,-dijo furioso Mojica;-yo he de pagar siempre
los tiestos; pero sea como fuere, ya no interceptare esos carta·
pacios: por seducir a una indiezuela nadie me va a guitar un
solo cabello; porque ent6nces el viejo Pasamonte deberia es tar
calvo; mientras que por el pasatiempo, que ya no seria otra
cosa, de hacer birlar los despachos oficiales, sabe el diablo lo
que me puede suceder. 1Nada! por ahora dejo la partida, y me
vuelvo a mis tierras.

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336 LEYENDA HIST6RICA

336 LEYENDA. HISTÓRICA

Y los dos malvados se separaron descontentos el uno del


otro. Antes de veinticuatro horas volvieron a hacer las paces,
Y los dos malvados se separaron descontentos el uno del

otro. Antes de veinticuatro horas volvieron á hacer las paces,

y afirmaban su pacto de iniquidad, en espera de tiempos más

propicios á sus nefandos proyectos.


y afirmaban su pacto de iniquidad, en espera de tiempos mas
Entretanto, Don Francisco Valenzuela recibia las cartas de

propicios a SUS nefandos proyectos.


su amigo las Casas, y lleno de indignacion por la nueva intri-

ga de Mojica, no pudiendo él mismo hacer las diligencias ante


Entretanto, Don Francisco ·Valenzuela recibia las cartas de ·
el regimiento (114) de San Juan, á causa de su enfermedad,

llamó á su deudo Sotomayor, y le hizo el encargo de pedir con


su amigo las Casas, y lleno de indignacion por la nueva intri-
urgencia á los regidores la probanza que se exigia sobrela con-

ga de Mojica, no pudiendo el mismo hacer. las diligencias ante


el regimiento (114) de San Juan, a causa de su enfermedad,
ducta del cacique Enrique. A porfía dieron aquellos dignos con-

cejales testimonio favorable y honroso de las bellas prendas y

llam6 a su deudo Sotomayor, y le hizo el encargo de pedir con


excelente comportamiento del jóven indio. Su patrono Don

Francisco cerró los informes con una declaracion jurada, ver-

dadero panegírico de las cualidades de Enriquillo, y agregando

la carta de Don García de Aguilar, que atrás hemos mencio-


urgencia a los regidores la probanza que se exigia sobre la con-
nado, lo remitió todo á Santo Domingo con el mismo diligente
ducta del cacique Enrique. A porfia dieron aquellos dignos con-
cejales testimonio favorable y honroso de las bellas prendas y
mensajero de las Casas, á cuyas manos llegó el proceso sin

pérdida de tiempo.

Por consiguiente, en el término de la distancia, el padre

Manzanedo tuvo en su poder las pruebas evidentes de la bella-


excelcnte comportamiento del j6ven indio. Su patrono Don
quería é impostura de Mojica; pero en vano ordenó que busca.-
Francisco cerr6 los informes con una declaracion jurada, ver-
ran á éste en Santo Domingo: el pillastre se habia despedido

sin ceremonia, y corria á ocultar su despecho y á meditar nue-


dadero panegirico de las cualidades de Enriquillo, y agregando
l~ carta de Don Garcia de Aguilar, que atras bemos mencio-
vas maldades en sus posesiones de Jaragua.

Los recien-casados se pusieron, por fin, en marcha para la

Maguana, acompañados de Valenzuela y su servidumbre. Las

nado, lo remiti6 todo a Santo Domingo con el mismo diligente


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mensajero de las Casas, a cuyas manos lleg6 el proceso sin


Casas hizo ir con ellos tambien á su viejo servidor Camacho, á

quien dió especiales y reservadas instrucciones; y la Virreina

quiso imprimir al cortejo toda la dignidad y el decoro de su

perdida de tiempo.
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casa, aumentando la comitiva con un mayordomo y dos laca-

yos, que ostentaban bordadas en el pecho las dos columnas de

Hércules, y el plus ultra de las armas de Colon.


Por consiguiente, en el termino de la distancia, el padre
Manzanedo tuvo en su poder las pruebas evidentes de la bella-
queria e impostura de Mojica; pero en vano orden6 que bus~a.­
ran a este en Santo Domingo: el pillastre se habia despedido
sin ceremonia, y corria a ocultar su despecho y a meditar nue-
vas maldades en sus posesiones de Jaragua.
Los recien-casados se pusieron, por fin, en mar cha para la
Maguana, acompafiados de Valenzuela y su servidumbre. Las
Casas hizo ir con ellos tambien a su viejo servidor Camacho, a
quien di6 especiales y reservadas instrucciones; y la Virreina
quiso imprimir al cortejo toda la dignidad y el decoro de su
casa, aumentando la comitiva con un mayordomo y-dos laca-
yos, que ostentaban bordadas en el pecho las dos columnas de
Hercules, y el plus ultra de las armas de Colon.

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ENRIQUILLO 337
ENRIQUILLO 337

XX

Residencia.

Una nueva prueba como la que habia producido las Casas

ante Manzanedo, del alto aprecio en que el gran cardenal tenia


xx
su celo generoso en favor de los indios, era poco apropósito

Residencia.
para restablecer la confianza y la cordialidad entre los padres

gerónimos y el ilustre filántropo. El teson y la entereza con

que éste reclamaba la perentoria ejecucion de las provisiones

que tenian en su poder los tres frailes, para la reforma de los

Una nueva prueba como la que habia producido las Casas


repartimientos, chocaban de lleno con la predisposicion que

los interesados en la servidumbre de los indios habian hecho ante Manzanedo, del alto aprecio en que el gran cardenal tenia
su celo generoso en favor de los indios, era poco aprop6sito
concebir á los inexpertos religiosos respecto del carácter y las

nobles intenciones de las Casas. Veian en él un hombre alta-

nero y dominante, y prestaban oidos complacientes á cuanto la

codicia maligna y feroz inventaba para herir la fama y digni-


para restablecer la confianza y la cordialidad entre los padres
dad de aquel varon eminente, en quien rivalizaba la alteza de
ger6nimos y el ilustre filantropo. El teson y la entereza con
q ue este reclamaba la perentoria ejecucion de las provision es
pensamientos, con los móviles de la más sublime abnegacion.

Los padres comisarios no pudieron sustraerse á la preocu-

pacion que hasta nuestros dias parece haber sido ley comun á

la mayor parte de los gobernadores coloniales, de exagerar el


que tenian en su poder los tres frailes, para la reforma de los
respeto á los intereses creados, por injustos, ilegítimos y escan-
repartimientos, chocaban de Ueno con la predisposicion que
dalosos que fueran. La facilidad con que el espíritu de lucro,

puesto como base fundamental á la creacion de colonias, dege-


los interesados en la servidumbre de los indios habian hecho
nera en desenfrenada codicia^ y se engríe convencido de que

todos los sentimientos del hombre deben estar subordinados á


concebir a los inexpertos religiosos respecto del caracter y las
la sórdida utilidad, es causa de que se difunda en la atmósfera

nobles intenciones de las Casas. Veian en el un hombre alta-


nero y dominante, y prestaban oidos complacientes a cuanto la
moral de las sociedades así constituidas una especie de niebla
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mefítica que ofusca la razon, y la convierte en cámara oscura,

donde los objetos se reflejan falazmente, en sentido inverso

del que realmente tienen: de esta especie de fascinacion solo


codicia maligna y feroz inventaba para herir la fama y digni-
dad de aquel varon eminente, en quien rivalizaba la alteza de
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pueden librarse las conciencias privilegiadas por un temple

exquisito, cuya rectitud resiste sin torcerse á todas las aberra-

ciones, á todas las sugestiones del interés ó del temor. Rara pensamientos, con los m6viles de la mas sublime abnegacion.
Los padres comisarios no pudieron sustraerse a la preocu-
avis.

pacion que hasta nuestros dias parece haber sido ley comun a

-
la mayot parte de los gobernadores coloniales, de exagerar el
respeto a los in~ereses crert.dos, por injustos, ilegitimos y escan-
-· - __;:.
dalosos que fueran. La facilidad con que el espiritu de lucro,
puesto como base fundamental a la creacion de colonias, dege·
---
nera en desenfrenada codiciai y · se engrie convencido de que
--
todos los sentimientos del hombre deben estar subordinados a
la s6rdida utilidad, es causa de que se difunda en la atm6sfera
moral de las sociedades asi constituidas una esl?ecie de niebla
mefitica que ofusca la razon,..., y la COnvierte en Camara OSCUra,- -
~ ~---
donde los objetos se reflejan falazmente, en sentido inverso
del que reaimente tienen: de esta especi~· de fascinacion so lo
pneaen U brarse las conciencias privilegiadas por un temple
...-- . -- - - . - ~-
exq uisito, cuya rectitud resiste sin torcerse a todas las aoerra-
ciones, a todas las sugestiones del interes 6 del temor. Rara
avis. -- .-

2'.?
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338 LEYENDA HIST6RICA

Sometido el juicio a esa fascinacion, lc\.5 leyes morales sub-


338 LEYENDA HISTÓRICA

Sometido el juicio á esa fascinacion, las leyes morales sub-

vertidas no sublevan el espiritu de justicia; la iniquidad pare-


vertidas no sublevan el espíritu de justicia; la iniquidad pare-

ce cosa aceptable y hasta necesaria, y se llega á temblar ante

la idea de los desastres imaginarios que ha de traer consigo el

reponer los elementos sociales sobre las bases eternas, sacro-


ce cosa aceptable y hasta necesaria, y se llega a temblar ante
santas, inviolables, aunque frecuentemente violadas, de la na-
la idea de los desastres imaginarios que ha de traer consigo el
repo~er "l~s elemeAfos sociales solJfe las bases eternasi. sacro-
turaleza y el derecho.

Fué, por lo mismo, fácil y hacedero quitar á los ausentes y

• residentes en Castilla los indios que tenian encomendados y en

usufruto en la Española; porque el factor Juan de Ampiés, he-


santas, inviol~bl~~-~- aunque frecuentemente violadas;'de la na-
chura de Pasamonte, iba á ser beneficiado con el depósito en

turaleza x. el derecho.
su poder de aquellos infelices, teniendo á su cargo comprar

las haciendas en que trabajaban, con el dinero de sus Altezas,


Fue=:==por lo mismo: facil y hacedero qui.tar a los ausentes y _
para que de'ellas fuesen mantenidos los depositados (115). Con-

tra estas providencias no habia en la isla ningun interesado


-residentes en Castilla los indios que tenian encomendados yen
que pudiera alzar el grito. Mas no así con respecto á los indios-

usufruto en la Espanola; porque el factor Juan de Ampies, he-


chura de Pasamonte, iba a ser beneficiado con el dep6sito en
mal habidos por personas residentes en Santo Domingo y

constituidas en autoridad. En poder de Pasamonte y sus saté-

su poder de aquellos infelices, teniendo a su cargo comprar


lites, incluso el mismo factor Juan de Ampiés, como en poder

de otras personas influyentes, se hallaban los indios robados ó

salteados años atrás en las islas Lucayas, y recientemente en

Trinidad. Los últimos, para mayor escándalo, se los habian


las haciendas en que trabajaban,. con el dinero de sus Altezas,.
repartido los mismos jueces de apelaciones y el de residencia
para que de· ellas fuesen mantenidos los depositados ( 115). Con-
Lebron, dejando completamennte impunes y hasta favorecidos

á los infames piratas que, al apresarlos y reducirlos á esclavi-


tra estas providencias no habia en la isla ningun interesado
tud, se habian hecho culpables de los más feos delitos.

Ese escándalo, no obstante, subsistía á ciencia y paciencia


que pudiera alzar el grito. Mas no asi con respecto a los indios
mal habidos por personas residentes en Santo Domingo y
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de los padres gerónimos, que traían comision especial de cas-

tigar con toda la severidad de las leyes aquellos hechos crimi-

nales, y devolver su libertad á las tristes víctimas de tales aten-


constituidas en autoridad. En poder de Pasamonte y sus sate-
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tados. Los jueces y oficiales reales estaban, pues, á la cabeza

de todos los encomenderos, pata obstruir el juicio y entorpe-


lites, incluso el mismo factor Juan de Ampies, como en poder
cer la razon de los comisarios, alzando hasta las nubes el ala-

de otras personas influyentes, se hallaban los indios robados o


rido de los intereses que iban á ser lastimados con-el cumpli-

miento de los capítulos de las provisiones relativas á la libertad salteados anos atras en las islas Lucayas, y recientemente en
de los indios. Y así, intimidados sus ánimos, y alarmadas .aus

conciencias con el delicado escrúpulo de causar la runía é in-


Trinidad. Los ultimos, para mayor escandalo, se los habian
repartido los mismos jueces de apelaciones y el de residencia
Lebron, dejando completamennte impunes y hasta favorecidos.
a los infames piratas que, al apresarlos y reducirlos a ~sclavi­
tud, se habian hecho culpables de los mas feos delitos.
Ese escandalo, no ohstante, subsistia a ciencia y paciencia:
de los padres ger6nimos, que traian comision especial de cas-
tigar c9n toda la severidad de las leyes aquellos hechos crimi-
nales, y devolver su libertad a las tristes victimas de tales aten-
tados. Los jueces y oficiales reales estaban, pues, a la cabeza
de todos los encorllenderos, pa'ra obstruir el juicio y entorpe-
cer la razon de los comisarios, alzando hasta las nubes el ala-
riclo de los intereses que iban a ser lastimados con el cumpli-
miento de los capitulos de las provisiones relati vas a la libertad.
de los indios. Y asi, j nt!ipidados sus anim~~Y. ~l'tI:Tadas~
~qnci~ncia s co~ el deiicado escrup~lo de causar la rmna -e in-

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ENRIQlJILLO 339
ENRIQLILLO 339

digencia de aquellos pobrecitos y honrados funcionarios y co- digencia de aquellos pobrecitos y tonrados funcionarios y co-
lonos, si cometian la injusticia de quitarles los desprecia bles
lonos, si cometían la injusticia de quitarles los despreciables

siervos que en santa y bendita esclavitud tehian, los bue-

nos religiosos desistieron absolutamente de cumplir sus ins-

trucciones, y solicitaron del cardenal su reforma en muchos


siervos que en santa y bendita esclavitud te·nian, los bue-
puntos, por el bien de sus Altezas los Reyes y del Estado;
nos religiosos desistieron absolutamente de cumplir sus ins-
trucciones, y solicitaron del cardenal su teforma en muchos
que en cuanto al servicio de Dios y de la humanidad nada te-

nia que ver en el negocio; «porque,—decian explícitamente—

segun lo que hasta ahora hemos alcanzado, mucha diferencia

hay de ver esta tierra, ó de oír hablar de ella (116). Tema


puntos, por el bien de sus Altezas los Reyes y del Estado;
usual y favorito de los conservadores de esclavos en todos los
que en cuanto al servicio de Dios y de la humanidad nada te-
tiempos.

La insistencia con que las Casas reclamaba que se lleva-


nia que ver en el negocio; cporque,-_decian explicitamente-
ran á efecto las próvidas disposiciones de que él habia sido el

principal inspirador y colaborador en Castilla, solo le dió por


segun lo que hasta ahora hemos alcanzado, mucha diferenda·
fruto la enemistad de los comisarios y la saña más violenta de

hay de v er est a tierra, 6 de ot'r hablar de ell a ( l16). Terna


parte de los encomenderos. Sus buenos amigos los frailes do-

minicos, llegando á temer por la vida y seguridad del fogoso


usual y favorito de los conservadores de escla vos en todos los
protector de los indios, lo instaron vivamente á que tomara

precauciones contra la exasperacion de sus adversarios, y con-


tieri1pos.
siguieron que fuera á residir con ellos á su convento. Allí esta-

La insistencia con que las Casas reclamaba que se lleva-


ran a efecto las pr6vidas disposiciones de que el habia sido el
ba, sin cejar un punto en sus reclamaciones y pedimentos á los

gerónimos, cuando llegó al cabo á Santo Domingo Alonso

principal inspirador y colaborador en Castilla, solo le di6 por


Zuazo, a quien con tanta impaciencia aguardaba las Casas.

Entónces, apurada ya la via de las instancias y exhortaciones,

el valeroso filántropo fué mucho más léjos, y puso demanda á

los jueces y oficiales reales ante el nuevo juez de residencia,


fruto la enemistad de los comisarios y la safia mas violenta de
parte de los encomenderos. Sus buenos amigos los frailes do-
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formulando contra ellos los más terribles cargos por sus pre-

minicos, llegando a temer por la vida y seguridad del fogoso


varicaciones y concusiones contra los infelices indios.

Zuazo, varon íntegro y recto, acojió la demanda y comenzó

protector de los indios, lo instaron vivamente a que tomara


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á instruir los procesos; pero los malvados, con el apoyo de los

obcecados gerónimos, enviaron un procurador á España con

numerosos artificios y embustes contra los actos de las Casas,

precauciones contra la exasperadon de sus adversarios, y con-


sig~uieron que fuera a residir con ellos a su convento. Alli esta-
á quien los padres comisarios acusaron ante el cardenal como

hombre violento, indiscreto y perturbador de la tierra. Las

cartas de Casas y de los pocos buenos fueron interceptadas, y

su justificacion no pudo llegar á la noticia de Cisnéros, que no


ba, sin cejar un punto en sus reclamaciones y pedimentos a los
ger6nimos, cuando lleg6 al cabo a Santo Domingo Alonso
Zuazo, a quien con tanta impaciencia aguardaba las Casas.
Ent6nces, apurada ya la via de las instancias y exhortaciones,
el valeroso filantropo fue mucho mas lejos, y puso demanda a
los jueces y oficiales reales ante el nuevo juez de residencia,
formulando contra ellos los mas terribles cargos por sus pre-
varicaciones' y concusiones contra los infelices indios.
Zuazo, varon integro y recto, acoji6 la demanda y comenz6
a instruir los procesos; pero los malvados, con el apoyo de los
obcecados ger6nimos, enviaron un procuragor a Espana con
numerosos artificios y embustes contra los actos de las Casas,
a quien los padres comisarios acusaron ante el cardenal como
hombre violento, indiscreto y perturbador de la tierra. Las
cartas de Casas y de los pocos buenos fueron interceptadas, y
su justificacion no pudo llegar a la noticia de Cisneros, que no
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340 LEYENDA HIST6RICA
340 LEYENDA HISTÓRICA

obstante su gran talento por de pronto fué sorprendido y dió


obstante su gran talento por de pronto fue sorprendido y di6
credito a los falsos y maliciosos informes. El Licenciado Zua-
crédito á los falsos y maliciosos informes. El Licenciado Zua-

zo recibió órden de sobreseer en las causas, cualquiera que

fuese el estado de los procesos, á tiempo que ya estaban ple-

namente convictos de prevaricadores y concusionarios todos


zo recibi6 6rden de sobreseer en las causas, cualquiera _que
los oficiales del Rey y los jueces de la Española. .

fuese el estado de los procesos, a tiempo que ya estaban ple·


Las Casas entónces, en el colmo de su generosa indigna-

cion, acordó con Alonso Zuazo y el padre fray Pedro de Cór- namente convictos de prevaricadores y concusionarios todos
dova, volver á España para restablecer en su punto la verdad

y la justicia. Zuazo lo participó á los frailes gerónimos, en la


los oficiales del Rey y los jueces de la Espanola.
forma que habia convenido con el mismo las Casas y fray

Pedro; lo cual oido por aquéllos, el prior de la Mejorada, fray


Las Casas entonces, en el co]mo de su generosa indigna-
Luis de Figueroa, exclamó muy alterado: «No vaya, porque es
cion, acord6 con Alonso Zuazo y el padre fray Pedro de C6r-
dova, volver a Espana para restablecer en su punto la verdad
una candela que todo lo encenderá.» A esto respondió el juez:

«Mi fé, padres, ¿quién le osará impedir su ida siendo clérigo,

mayormente teniendo cédula del Rey en que le dá facultad

para cada y cuando que bien visto le fuere pueda tornar á infor-
y la justicia. Zuazo lo participo a los frailes ger6nimos, en la
mar al Rey, y hacer en el cargo que trajo lo que quisiere?» (117)
forma que habia convenido con el mismo las Casas y fray
Pedro; lo cual oido por ~quellos, el prior de la Mejorada, fray
Provisto, pues, las Casas de cartas de crédito y recomen-

dacion, del pio y santo fray Pedro de Córdova y los principa-

les frailes dominicos y franciscanos, para el cardenal y el

Rey, fué á despedirse de los padres gerónimos, que disimulan-


Luis de Figueroa, exclam6 muy alterado: «No vaya, porque es
do sus zozobras lo trataron con mucha cortesía, y se embarcó

una Candela que todo lo encendera.» A esto respondi6 el juez:


para España, adonde llegó con próspero viaje y en breves

dias. Los gerónimos resolvieron que fuera en pos de él, para


«Mi fe, padres, (quien le osara impedir su ida siendo clerigo,
defenderse y combatirlo en la Corte, uno de ellos, el ya cono-

cido fray Bernardino de Manzanedo: era lo mismo que echar


mayormente teniendo cedula del Rey en que le da facultad
para cada y cuando que bien visto le fuere pueda tornar a infor-
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en el circo un pesado camello á luchar con un ágil y poderoso

leon; era como pretender que el torpe avestruz pudiera comba-

tir con el águila, reina de las aves y de las cumbres. mar al Rey, y hacer en el cargo que trajo lo que quisiere?» ( 117)
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Provisto, pues, las Casas de cartas de credito y recomen-


XXI

Compendio.

No cederémos á la tentacion vehementísima de narrar los

interesantes episodios de esa lucha célebre, emprendida con


dacion, del pio y santo fray Pedro de C6rdova y los principa-
les frailes dominicos y franciscanos, para el cardenal y el
Rey, fue a despedirse de los padres geronimos, que disimulan-
do sus zozobras lo trataron con mucha cortesia, y se embarc6
para Espana, adonde llego con pr6spero viaje y en breves
dias. Los ger6nimos resolvieron que fuera en pos de el, para
defenderse y combatirlo en la Corte, uno de ellos, el ya cono-
cido fray Bernardino de Manzanedo: era lo mismo que echar
-en el circo un pesado camello a luchar con un agil y po.deroso
leon; era como pretender que el torpe a vestruz pudiera comba-
tir con el aguila, reina de las aves y de las cumbres.

XXI

Compendia.
No cederemos a la tentacion vehementisima de narrar los
interesantes episodios de esa lucha celebre, emprendida con
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1( .
ENRIQUILLO 3-H
ENR1QUILLO 341

X
asombrosa fey her6ica perseverancia por ·uno de los varones
mas insignes que ha producido· Espana, para reidndicar los
asombrosa fé y heróica perseverancia por uno de los varones

más insignes que ha producido España, para reivindicar los

fueros de la libertad y la justicia, en favor de una gran porcion

del linaje humano, condenada á cruel tirania y horrenda ma-


fueros de la libertad y lajusticia, en favor de una gran porcion
tanza por la impiedad y torpeza de inexorable codicia.
dei linaje h'.umano, condenada a cruel tirania y horrenda ma-
Al surcar de nuevo las ondas del Atlántico, Bartolomé de

las Casas llevaba á Europa la conviccion íntima, inquebran-


tanza por la impiedad y torpeza de inexorable codicia.
table, profundamente arraigada en su conciencia, de que para

salvar la raza india de la opresion que diariamente la diezma-


Al surcar de nuevo las ondas del Atlantico, Bartolome de
ba no habia otro medio que acabar de una vez con el sistema

las Casas llevaba a Europa la conviccion intima, inquebran-


fatal de las encomiendas. En vez de los repartimientos que en-

tregaban á la merced de explotadores sin entrañas y en cali-


table, .profundamente arraigada en su conciencia, de que para
dad de siervos los naturales de las Indias, «para que los doctri-

nasen en la fé cristiana é hiciesen trabajar,» fórmula que en


salvar la raza india de la opresion que diariamente la diezma-
concepto de las Casas equivalía á entregar manadas de car-

ba no habia otro medio que acabar de una vez con el sistema


neros bajo la guarda de carniceros lobos, él quería combinarla

verdadera utilidad del Estado con las más humanitarias nocio- fatal de las encomiendas. En vez de los repartimientos queen-
tregaban a la merced de explotadore~ sin entranas yen cali-
nes de derecho natural_y_p_oirnco, tratando de hacer prácticas

susTeórías_sobre la mejor manera de fundar establecimientos

europeos para regir y civilizar los indios;, teorías que hoy me-

recen el aplauso de los hombres buenos y de los sábioSjjjpr la


dad de siervos los naturales de las Indias, «para que .Ios doctri-
grande analogía que guardan con los principios más aeredita-
nasen en la fe cristiana e hiciesen trabajar,>>f6rmu1a queen
concepto de las Casas equivalia a entregar manadas de car-
I
dóTde ljuciejicia económica; pero que en aquel siglo y entre la

gente que manejaba y aprovechaba las riquezas del Nuevo-

Mundo parecían utopias ridiculas y monstruosas.

Las Casas se encontraba armado de su fé, su perseverancia


neros bajo la guarda de carniceros !obos, e_l queria combinar la
verdadera utilidad del Estado con las mas humanitarias nocio-
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·-
y su talento, enfrente de poderosos adversarios que contaban

con autoridad, influencia, riquezas, y sobre todo, con la fuerza

del hábito y de los intereses creados. Muerta la egregia y mag-


nes de derecho natural y politico, tratan.do de hacer practicas
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nánima reina Isabel, las Indias quedaron abandonadas muy

temprano por la fria política de Fernando el Católico á la ex-


sus teorias sobre· la ~ejor ma..n.era .de fundaLe.stah.l~~irnientos
europeos para regir y civilizar los indios;. teorias que hoy me-
- 4' . . -- ·---
plotacion y el lucro. Para aquel Monarca egoísta los descubri-

mientos no tenian más valor que el de las ventajas materiales

que pudieran producir á la corona; y de aquí provino que r ecen el aplauso de los hombres buenos ya e- los ~ab ios _por la
gra-nde analogia que guardan con los principios !!l.~~redita:"
echaran hondas raíces en el régimen del Nuevo-Mundo las

ideas de Ccnchillos, Fonseca, Pasamonte y compañía. Con ta-

les hombres y contra tales ventajas, la lucha de las Casas y

aos dellJ. cjencia econ6mica; pero que en aquel siglo y entre la


g e7tte que manejaba y- ap"i="ovechaba las riquezas del Nuevo-
Mundo parecia'n utopias ridiculas y monstruosas.
Las Casas se encontraba armado de su fe, su perseverancia
y su talento, enfrente de poderosos adversarios que contaban
con autoridad, infiuencia, riquezas , y sobre todo, con la fuerza
del habito y de los intereses creados. Muerta la egregia y mag-
\ rn:lnima reina Isabel, las lndias quedaron abandonadas muy
temprano por la fria politica de Fernando 'e l Cat6Jico a la ex-
plotacion y el lucro. Para aquel Monarca egoista los descubri-
mientos no tenian mas valor que el de las ventajas materiales
que pudieran producir a la corona; y de aqui provino que
echaran hondas raices en el regimen del Nuevo:Mundo las
ideas de Ccnchillos, Fonseca, Pasamonte y compania. Con ta-
les hombres y contra tales ventajas, la lucha de las Casas y
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342 LEYENDA HIST6RICA
342 LEYENDA HISTÓRICA

los pobres frailes sus amigos fué desigual, ruda, violenta; y

más de una vez cayó el apóstol abrumado por el número y los


los pobres frail es sus amigos fue desigual, ruda, viol en ta; y
poderosos recursos de sus adversarios; pero sin desalentarse mas de una vez cay6 el apostol abrumado por el m.imero y los
poderosos recursos de sus adversarios; pero sin desalentarse
jamás, pudo glorificarse de no haber sucumbido en la desco-

munal contienda, y de haber conseguido al cabo hacer triunfar

la verdad y la justicia, con tanta mayor gloria, cuanto más

trabajoso fué el triunfo.


jamas, pudo glorificarse de no haber sucumbido en la desco-
Pasemos por alto las peripecias del combate; su habilidad y
munal contienda, y de haber conseguido al cabo hacer triunfar
la verdad y la justicia, con tanta mayor gloria, cuanto mas
teson para encontrar nuevos auxiliares, una vez muerto el

gran cardenal Cisnéros, en la corte flamenca de Cárlos de

Austria; cómo consiguió ganarse la más alta estimacion del

canciller Juan Selvaggio, del ayo que fué del Rey, Mr. de Xe-
trabajoso fue el triunfo.
vres, del canciller Laxao, del obispo de Badajoz y otros prela-
Pasemos por alto las peripecias del combate; su habilidad y
dos y grandes de Castilla: dejemos aparte sus diarias disputas

con letrados insignes de la época, que siempre acababan por


teson para encontrar nuevos auxiliares, una vez muerto el
reconocer con admiracion su gran carácter y vastos talentos,

poniéndose de su parte; como lo hicieron los ocho predicadores


.gran cardenal Cisneros, en la corte ftamenca de Carlos de
del Rey, connotados teólogos, y entre ellos el sapientísimo

Austria; c6mo consigui6 ganarse la mas alta estimacion del


fray Miguel de Salamanca; y limitadamente,' con el fin de dar

una idea de la colosal empresa de las Casas, y de los grandes canciller Juan Selvaggio, del ayo que fue del Rey, Mr. de Xe-
medios intelectuales y morales que hubo de emplear para com-

batir á sus prepotentes enemigos, reciban valor estas humil-


vres, del canciller Laxao, del obispo de Badajoz y otros prela-
des páginas con la narracion breve de algunos rasgos salientes

de aquella campaña laboriosísima, en que el filántropo desple-


dos y grandes de Castilla: dejemos aparte sus diarias disputas
gó las extraordinarias dotes que habia recibido del Creador,
con letrados insignes de la epoca, que siempre acababan por
reconocer con admiracion su gran caracter y vastos talentos,
como predestinado para servir y defender una de las más no-

bles causas que se han inscrito en el libro de oro de la His-


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toria.

Por lo que respecta al pobrecito padre Manzanedo, apénas


poniendose de su parte; como lo hicieron los ocho predicadores
hizo figura ni sonó su nombre en la corte; parece que pronto
del Rey, connotados te6logos, y entre ellos el sapientisimo
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se persuadió modestamente de su insuficiencia para contra-

rrestar al instruido y elocuente las Casas, y fué A encerrarse


fray Miguel de Salamanca; y limitadamente, · con el fin de dar
en su convento de Lupiana. Mas no así el irascible y engreido

Fonseca, obispo de Burgos, su protegido el cronista González


una idea de la colosal empresa de las Casas, y de los grandes
de Oviedo, y fray Juan de Quevedo, obispo del Darien, que

medios intelectuales y morales que hubo de emplear para com·


fueron rudos justadores contra las Casas, y le dieron bastan-

te que hacer. Él, con sus réplicas vivaces y agudas, de pala-


batir a sus prepotentes enemigos, reciban "Valor estas humil·
x

des paginas con la narracion breve de algunos rasgos salientes


de aquella campaiia laboriosisima, en que el filantropo desple-
g6 las extraordinarias dotes que habia recibido del Creador,
como predestinado para servir y defender una de las mas no-
bles causas que se han inscrito en el libro de oro de la His-
toria.
Por lo que respecta al pobrecito padre Manzanedo, apenas
hizo figura ni son6 su nombre en la corte; parece que pronto
se persuadi6 modestamente de su insuficiencia para contra-
rrestar al instruido y elocuente las Casas, y fue a encerrarse
en s u convento de Lupiana. Mas no asi el irascible y engreido
Fonseca, obispo de Burgos, su protegido el cronista Gonzalez
de Oviedo, y fray Juan de Quevedo, obispo del Darien, que
f ueron rudos justadores contra las Casas, y le dieron bastan-
te que hacer. El, con s us replicas vivaces y agudas, de pala-
Ung ma I 1rom
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ENRIQUlLLO 343
ENRIQUILLO 343

bra ó por escrito los confundía y derrotaba en todas ocasio-


bra 6 por escrito los confundia y derrotaba en todas ocasio-
nes. La primera vez que se encontró con fray Juan de Queve-

do fué en el palacio del Rey, ya Emperador de Alemania, que


nes. La primera vez que se encontr6 con fray Juan de Queve-
tenia entónces su corte en Barcelona, no precisamente en la

ciudad, donde reinaba una mortífera epidemia, sino en Molins


do fue en el palacio del Rey, ya Emperador de Alemania, que
del Rey, poblacion inmediata muy salubre. Llegóse las Casas tenia ent6nces su corte en Barcelona, no precisamente en la
ciudad, donde reinaba una mortifera epidemia, sino en Molins
á saludar al obispo, el cual, informado de que aquel sacerdote

era el protector de los indios, contra quien venia desde Panamá

á defender las tiranias de Pedrarias y demás gobernadores de

del Rey, poblacion inmediata muy salubre. Lleg6se las Casas


a saludar al obispo, el cual, informado de que aquel sacerdote
Indias, dijo á las Casas con arrogancia: «Oh! señor Casas,

qué sermon os traigo para predicaros!» Picóse un tanto el

filántropo, y respondió: «Por cierto, señor, tambien á vuestra

señoría certifico que le tengo aparejados un par de sermones,


era el protector de los indios, contra quien venia desde Panama
que si los quisiere oir y bien considerar, valen más que los di-

neros que trae de las Indias.> El obispo replicó ágriamente, y


a defender las tiranias de Pedrarias y demas gobernadores de
la disputa hubiera ido muy léjos si no la cortara el secretario

Indias, dijo a las Casas con arrogancia: «Ohl senor Casas,


del Rey, Juan de Sámano, favorecedor de las Casas, diciendo

al prelado que todos los del Consejo real, allí presentes, opina-
que sermon os traigo para predicaros! » Pic6se un tan to el
ban como el protector de los indios.

El mismo dia tuvieron otro encuentro el obispo del Darien y


filantropo, y respondi6: «Por cierto, senor, tambien a vuestra
el filántropo, en casa del doctor Mota, obispo de Badajoz, muy

senoria certifico que le _tengo aparejados un par de sermones,


estimado del Monarca, y en presencia del Almirante Don Die-

go Colon y Don Juan de Zúñíga, noble principal. La disputa que silos quisiere oir y bien considerar, valen masque los di-
se trabó sobre haber afirmado las Casas y negado el obispo

que en la Española se podia aclimatar el cultivo del trigo; y


neros que trae de las Indias. > El obispo replic6 agriamente, y
para probarlo mostró allí mismo el primero algunos granos de

excelente calidad, cojidos por él debajo de un naranjo de la


la disputa hubiera ido muy lejos si no la cortara el secretario
del Rey, Juan de Samano, favorecedor de las Casas, diciendo
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huerta del convento de dominicos en Santo Domingo (118). El

al prelado que todos los del Consejo real, alli presentes, opina-
obispo, á quien duraba el pasado enojo, dijo con gran menos-

precio á las Casas:


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—¿Qué sabeis vos? Esto será como los negocios que traeis:

vos ¿qué sabeis de ellos?


ban como el protector de los indios.
—¿Son malos ó injustos, señor, los negocios que yo traigo?—
El mis mo dia tu vieron otro encuentro el obis po del Darien y
contestó modestamente las Casas.

—¿Qué sabeis vos?—repitió el obispo.—¿Qué letras y cien-


el filantropo, en casa del doctor Mota, obispq de Badajoz, muy
cia es la vuestra para que os atrevais á tratar esos nego-

cios?
estimado del Monarca, yen presencia del Almirante Don Die·
go Colony Don Juan de Zutliga, noble principal. La disputa
se trab6 sobre haber afirmado las Casas y negado · el obispo
que en la Espanola se podia aclimatar el cultivo del trigo; y
para probarlo mostr6 alli mismo el primero algunos granos de
excelente calidad, cojidos por el debajo de un naranjo de la
huerta del convento de dominicos en Santo Domingo (118). El
obispo, a quien duraba el pasado enojo, dijo con gran menos-
precio a las Casas:
-(Que sabeis vos? Esto sera como los negocios que traeis:
vos (que sabeis de ellos?
-(Son malos 6 injustos, senor, los negocios que yo traigo?-
contest6 modestamente las Casas.
-(Que sabeis vos?-repiti6 el obispo .- (Que letras y cien-
cia es la vuestra para que os atrevais a tratar esos nego-
cios?
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344 LEYENDA HIST6RICA
344 LEYENDA HISTÓRICA

Entónces las Casas, mudando de tono é irguiéndose en

toda su altura, dijo con dignidad al soberbio prelado:


Ent6nces las Casas, mudando de tono e irguiendose en
—Sabeis, señor obispo, que con esas pocas letras que pen-
toda su altura, dijo con dignidad al soberbio prelado:
-Sabeis, senor obispo, que con esas pocas letra~ que pen-
sais que tengo, y quizá son ménos de las que estimais, os pon-

dré mis negocios por conclusiones? Y la primera será: que

habeis pecado mil veces, y mil y muchas más, por no haber

dado vuestra ánima por vuestras ovejas, para librarlas de


sais que tengo, y quiza son menos de las que estimais, os pon-
los tiranos que os las destruyen. Y la segunda conclusion

dre mis negocios por conclusiones? Y la primera sera: que


será, que comeis carne y bebeis sangre de vuestras propias

ovejas. La tercera será, que si no restituís cuanto traeis de habeis pecado mil veces, y mil y muchas mas, por no haber
allá, hasta el último cuadrante, no os podeis más que Judas

salvar.
dado vuestra anima por vuestras ovejas, para librarlas de
El obispo, abrumado por esta andanada, quiso echarlo á

burla, riéndose y haciendo escarnio de lo que acababa de oir,


los tiranos que os las destruyen. Y la segunda conclusion
por lo que las Casas volvió á decirle: sen\, que comeis carne y bebeis sangre de vuestras propias
ovejas. La tercera sen\, que si no restituis cuanto traeis de
—¿Os reis? Debiáis llorar vuestra infelicidad y la de vues-

tras ovejas.

—Sí, ahí tengo las lágrimas en la bolsa;—respondió con

descaro el obispo.
alla, hasta el ultimo cuadrante, no os podeis mas que Judas
—Bien sé—repuso las Casas,—que tener lágrimas verdade-
salvar.
El obispo, abrumado por esta anqanada, quiso echarlo a
ras de lo que conviene llorar, es dón de Dios; pero debiáis ro-

garle con suspiros que os las diese, no solo de aquel humor á

que damos ese nombre, sino de sangre, que saliesen de lo más

vivo del corazon, para mejor manifestar vuestra desventura y


burla, riendose y haciendo escarnio de lo que acababa de oir,
miseria, y la de vuestras ovejas (119).

por lo que las Casas volvi6 a decirle:


—No más, no más!—exclamó entónces el obispo de Badajoz,

doctor Mota, que jugaba á las tablas con el Almirante, y pare-


-(Os reis? Debiais llorar vuestra infelicidad y la de vues-
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ce que gozaba en la disputa, dejándola correr como desenten-

dido de ella. Don Diego Colon y Don Juan de Zúñiga elogiaron


tras ovejas.
fervorosamente á las Casas, y el obispo de Badajoz no lo hizo

-Si, ahi tengo las lagrimas en la bolsa;-respondi6 con


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sin duda por guardar cortesía y miramiento á su colega y

huésped; pero el mismo dia, asistiendo al Consejo real, que en


descaro el obispo .
aquella época se celebraba diariamente, refirió á Cárlos V el

altercado de las Casas con fray Juan de Quevedo, en estos


-Bien se-repuso las Casas,-que tener lagrimas verdade-
términos:

ras de lo que conviene llorar, es d6n de Dios; pero debiais ro-


garle con suspiros que os las dicse, no solo de aquel humor a
—Holgárase Vuestra Magestad de oir lo que dijo micer

Bartolomé al obispo de Tierra-firme, sobrelas cosas de Indias,

que damos ese nombre, sino de sangre, que saliesen de lo mas


vivo del corazon, para mejor manifestar vuestra desventura y
miseria, y la de vuestras ovejas (119) .
- No mas, no mas!-exclam6 ent6nces el obispo de Badajoz,
doctor Mota, que jugaba a las tablas con el Almirante, y pare-
ce que gozaba en la disputa, dejandola correr como desenten-
dido de ella. Don Diego Colony Don Juan de Zuniga elogiaron
fervorosamente a las Casas, y el obispo de Badajoz no lo hizo
sin duda por g uardar cortesia y miramiento a su colega y
huesped; pero el mismo dia, asistiendo al Consejo real, que en
aquella epoca se celebraba diariamente, refiri6 a Carlos V el
altercado de las Casas con fray Juan de Quevedo, en estos
terminos:
-Holgarase Vuestra Magestad de oir lo que dijo micer
Bartolome a l obispo de Tierra-firme, sobre las cosas de lndias,
Original trom
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ENRIQUILLO 345
ENRIQUILLO 345

acusándole que no habia hecho con los indios, sus ovejas,

como debia, segun buen pastor y prelado (120).


acusandole que no habia hecho con los indios, sus ove3as,
El jóven Monarca, que por la seriedad de su carácter y la como debia, segun buen pastor y prelado (120).
El j6ven Monarca, que por la seriedad de su caracter y la
aplicacion á los grandes negocios de Estado se mostró digno

de sus altos destinos desde que fué exaltado al imperio, prestó

atento oido á las palabras del prelado, y despues de meditar

apl~cacion a los grandes negocios de Estado se mostr6 digno


unos instantes, se volvió á Monsieur de Xevres, y le dijo:

—Quiero conocer y oir por mí mismo á ese valeroso clérigo


de sus altos destinos desde que fue exaltado al imperio, prest6
atento oido a las palabras del prelado, y despues de meditar
de quien tantas veces me habeis hablado. Disponed lo conve-

niente para que, ántes de tres dias, comparezcan él y el obispo

de Tierra-firme á debatir su gran litigio en mi presencia.

XXII
unos instantes, se volvi6 a Monsieur d~ Xevres, y le dijo:
Sesion célebre.
-Quiero conocer y oir por mi mism0 a ese valeroso clerigo
A la misma sazon que las Casas, alterado todavía por la

contestacion que acababa de tener con el altanero obispo del


de quien tantas veces me habeis hablado. Disponed lo conve-
Darien, salia de la casa del Doctor Mota, se llegó á él en el

portal un fraile que vestía el pardo hábito de San Francisco,


niente para que, antes de tres dias, comparezcan el y el obispo
y despues de saludarle modesta y humildemente, preguntó:

de Tierra-firme a debatir SU gran litigio en mi presencia.


—Decidme, padre, así Dios os guarde, ¿conoceis al clérigo

señor Bartolomé de las Casas?

—Él mismo esquíen os besa las manos;—respondió el inter-

xxu
pelado.

—Os buscaba con ahinco,—dijo el fraile,—para deciros que

acabo de llegar de la Española, donde fui 'cuando ya vos érais

venido para acá; y de donde vengo espantado con las iniqui-

dades que he visto en el poco tiempo que allá he permanecido.


Sesion celebre.
Sabiendo los trabajos que traeis entre manos, he venido á ayu-
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daros con el beneplácito de mi superior, de quien os traigo

esta recomendacion.
A la misma sazon que las Casas, alterado todavia por la
El padre las Casas consideró como un favor del cielo aquel

contestacion que acababa de tener con el altanero obispo del


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Darien, salia de Ia casa del Doctor Mota, se lleg6 a el en el


inesperado auxiliar que se le presentaba en tan preciosa co-

yuntura, y despues de hablar largamente con el franciscano

portal un fraile que vestia el pardo habito de San Francisco,


(cuyo nombre, contra su laudable costumbre, omite en su nar-

racion) fué á pedir al gran Canciller y obtuvo fácilmente, que

y despues de saludarle modesta y humildementc, pregunt6:


-Decidme, padre, asi Dios ~s guarde, (conoceis al clerigo
senor Bartolome de las Casas?
-El mismo es quien os besa las manos;-respondi6 el inter-
pelado.
-Os buscaba con ahinco,-dijo el fraile,-para deciros que
acabo de llegar de la Espanola, donde fui :cuando ya vos erais
venido para aca; y de donde vengo espantado con las iniqui-
dades que he visto en el poco tiempo que alla he permanecido.
Sabiendo los trabajos que traeis entre manos, he venido a ayu-
daros con el beneplacito de mi superior, de qui en os traigo
esta recomendacion.
El padre las Casas consider6 como un favor del cielo aquel
inesperado auxiliar que se le presentaba en tan preciosa co-
yuntura, y despues de hablar largamente con el franci scano
(cuyo nombre, contra su laudable costumbre, omite en su nar-
racion) fu e a pcdir al gran Canciller y obtuvo facilmente, que
Ungmal trom
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E46 LEYENDA HIST6RICA
246 LEYENDA HISTÓRICA

aquel autorizado testigo fuera tambien á la régia audiencia, y

á expresar su sentir sobre las cosas de Indias, en presencia del


aquel autorizado testigo fuera tambien a la regia audiencia, y
Emperador.

Llegó el dia memorable en que la elocuencia varonil, seve-


a expresar su sentir sobre las cosas de Indias, en presencia del
ra, irresistible del celoso sacerdote déCristo, iba á penetraren
Emperador.
el oido y en el corazon del César prepotente, del augusto Cár-

Lleg6 el d~a memorable en que la elocuegcia v~r-~nil, s~ve·

-
los Quinto, abogando por el bien de la infortunada raza india.

Jamás se vieron frente á frente la Libertad y el Imperio más


ra, irresis.tible del celoso sacerdote 0e Cristo, iba a pene.trar en
dignamente representados. Cuando las Casas y el religioso

franciscano que lo acompañaba entraron en la espaciosa cua-


el oido y en el corazon del Cesar prepotente, del augusto Car-
dra (121) que, decorada con magnifico é imponente aparato,

debia servir para la solemne sesion, ya se hallaba allí, en me-


los Quinto, abogancfo·p-or el bien de la infortunada ~aza inctia.-
dio de multitud de magnates y funcionarios de palacio, el obispo

Jamas se vieron frente a frente la Libertad y el Imperio mas


del Darien. Reconoció éste en el compañero delas Casas un pre-

dicador que en los dias anteriores habia conmovido los ánimos dignamente representados. Cuando las Casas y el religioso
de todos los señores de la Corte, con los sermones vehementes

y libres que predicaba en la iglesia vecina á la residencia im-


franciscano que lo acompanaba entraron en la espaciosa cua-
perial; y nada contento con la novedad, se dirijió al pobre frai-

le tratando de intimidarlo como superior suyo, y echarlo


dra (121) que, decorada con· magnifico e imponente aparato,
de allí.
debia serv:ir para la solemne sesion, ya se hallaba alli, en me-
dio de multitud de magnates y funcionarios de palacio, elobispo
—¿Qué haceis ahora aquí?—le dijo.- A los frailes no les está

bien dejar sus celdas para andar revolviendo por los palacios.

A lo que el increpado, sin inmutarse, replicó al desabrido

obispo, franciscano como él:


del Darien. Reconoci6 este en el compafiero de las Casas un pre-
—Así me parece, Señor obispo, que nos sería mejor estar
dicador que en los dias anteriores habia conm6vido los animos
de todos los senores de la Corte, con los sermones vehementes
en nuestras celdas á todos los que somos frailes.

—Idos de aquí, padre;—repuso con acritud el prelado; —que

y libres que predicaba en la iglesia vecina a la residencia im-


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va á salir el Rey.

—Dejad que salga el Rey,—insistió el impávido fraile,—y

ya veréis lo que pasa.


perial; y nada contento con la novedad, se diriji6 al pobre frai-
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le tratando de intimidarlo como superior suyo, y echarlo


Apareció en este momento Cárlos de Austria, con todos los

atributos de su real poderío como Soberano Señor de dos mun-

dos. Acababa de ser electo Emperador de Alemania, y aunque

todavía no habia recibido la investidura de esta suprema po-


de alli.
testad, ya toda su persona resplandecía con la magestad au-

-(Que haceis ahora aqui?-le dijo.- A los frailes no les esta


gusta de quien llevaba en la conciencia el sentimiento íntimo

de su desmedida grandeza y poderío. Tomó asiento en el dora-


bien dejar sus celdas para andar re vol viendo por los palacios.
A lo que el increpado, sin inmutarse, replic6 al desabrido
obispo, franciscano como el:
-Asi me parece, Senor obispo, que nos seria mejor estar
en nuestras celdas a todos los que somos frailes.
-Idos de aqui, padre;-repuso con acritud el prelado; - que
va a salir el Rey.
_:_Dejad que salga el Rey,-insisti6 el impavido fraile,-y
ya vereis lo que pasa.
Apareci6 en este momento Carlos de Austria, con todos los
atributos de su real poderio como Soberano Senor de dos mun-
dos. Acababa de ser electo Emperador de Alemania, y aunque
todavia no habia recibido la investidura de esta suprema po-
testad, ya toda su persona resplandecia con la magestad .au-
gusta de quien llevaba en la conciencia el sentimiento intimo
de su desmedida grandeza y poderio. Tom6 asiento en el dora-
Original trom
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ENRIQUILLO 347
ENRIQUILLO 347

do trono que bajo dosel de púrpura ocupaba un testero del sa-

lón; á su derecha é izquierda sentáronse en bancos Monsieur


do trono que bajo dosel de purpura ocupaba un testero del sa-
de Xevres y el gran Canciller respectivamente, y siguiendo en

lon; a SU derecha e izquierda sentaronse en bancos Monsieur


igual órden se colocaron el Almirante Don Diego Colon, el

obispo de Badajoz, el del Darien y todos los prelados y Seño- de Xevres y el graq Canciller respectivamente, y siguiendo en
res del Consejo Real y de Indias. En el testero opuesto y frente

á frente del Monarca, el Padre Bartolomé de las Casas y su


igual orden se colocaron el Almirante Don Diego Colon, el
compañero se mantenian de pié, en actitud humilde, aunque

serena y desembarazada.
obispo de Badajoz, el del Darien y todos los prelados y Seno-
Despues de breve pausa, Monsieur de Xevres y el gran Can- res del Consejo Real y de Indias. En el testero opuesto y frente
ciller se levantaron á una, y llegándose al trono cada cual por

su lado, hincaron en sus gradas las rodillas, consultaron en


a frente del Monarca, el Padre Bartolome de las Casas y SU
voz baja con el Monarca, y tomada su vénia, hiciéronle reve-

rencia y volviéronse á sus asientos. Tras otra breve pausa, el


compafiero se mantenian de pie, en actitud humilde, a.u nqtie
gran Canciller pronunció estas palabras dirijiéndose á fray
·Serena y desembarazada.
Despues de breve pausa, Monsieur de Xevres y el gran Can-
Juan de Quevedo:—Reverendo obispo, Su Magestad (122) man-

da que hableis, si algunas cosas teneis de las Indias que

hablar.

«El obispo de Tierra-firme, (dejemos hablar al mismo las


ciller se levantaron a una,.y llegandose al trono cada cual por
Casas (123) que lo dice todo incomparablemente mejor que nos-
su lado, hincaron en sus gradas las rodillas, consultaron en
voz baja con el Monarca, y tomada su venia, hicieronle reve-
otros), se levantó, é hizo un preámbulo 'muy gracioso y ele-

gante, como quien sabia graciosa y elocuentemente predicar,

diciendo «que muchos dias habia que deseaba ver aquella pre-

sencia real, por las razones que á ello le obligaban, y que ago-
rencia y volvieronse a sus asientos. Tras otra breve pausa, el
ra que Dios le habia cumplido su deseo, conocia que facies
gran Canciller pronuncio estas palabras dirijiendose a fray
Priami digna erat imperio; lo que el poeta Homero dijo de la

hermosura de Príamo, aquel excelente Rey troyano.>. Cierto,


Juan de Quevedo:-Reverendo obispo, Su Magestad (122) man-
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pareció muy bien á todos, y de creer es que al Rey no ménos

agradó el preámbulo» (124).


da que hableis, si algunas cosas teneis de las Indias que
Ganada de este modo, conforme á las reglas de la oratoria,

bablar.
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la benevolencia del ilustre auditorio, el obispo del Darien,

perseverando en su propósito de humillar á los dos osados con-


«El obispo de Tierra-firme, (dejemos hablar al · mismo las
tendientes que desde las ínfimas gradas del estado religioso se

atrevían á entrar en liza con él, que ya figuraba en las altas


Casas (123) que lo dice todo incomparablemente mejor que nos-
gerarquías eclesiásticas, pretendió con insistencia que se hi-

ciera despejar el sitio á los que no fueran del Consejo, por ser
-0tros), se levant6, e hizo un preambulo '. muy gracioso y ele-
de gran secreto é importancia los asuntos que habia de expo- gante, como quien sabia graciosa y elocuentemente predicar,
diciendo «que muchos dias habia que deseaba ver aquella pre-
sencia real, por las razones que a ello le obligaban, y que ago-
ra que Dios le habia cumplido su deseo, conocia que facies
Priami digna erat imperio,· Io qu.e el poeta Romero dijo de la
hermosura de Priamo, aquel excele-nte ~ey troyano .~, Cierto,
parecio ml,ly bien a todos, y decreer es que al Rey no ~enos
agrad6 el preambulo>) (124).
Ganada de estc modo, conforme a las reglas de la oratoria,
la benevolencia del ilustre_ auditorio, el obispo del Darien,
perseverando en su prop6sito de humillar a los dos osados con-
tendientes que desde las infimas gradas del estado religioso se
atrevian a entrar en liza con el, que ya figuraba en las altas
gerarquias eclesiasticas, pretendi6 con insistencia que se hi-
ciera despejar el sitio a los que no fueran del Consejo, por ser
de gran secreto e importar..cia los a suntos que habia de expo-
Ungmal trom ./
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34S LEYEXDA HISTORICA
348 LEYENDA HISTÓRICA

ner ante el Rey y sus consejeros, y para no poner en disputa

ner ante el Rey y sus consejeros, y para no poner en disputa


(decía) sus años y sus canas; pero desechada dos y tres veces

seguidas semejante peticion, hubo de entrar al fin en materia,


(decia) sus anos y sus canas; pero desechada dos y tres veces
y no sin notoria contradiccion en su discurso acusó á los go-

bernadores y colonos de Tierra-firme de robadores, homicidas


seguidas semejante peticion, bubo de entrar al fin en materia,
y tiranos, afirmando al mismo tiempo que los indios eran seres

y no sin notoria contradiccion en su discurso acus6 a los go-


incapaces de civilizacion y policía, y de los que Aristóteles

califica como siervos á natura. bernadores y colonos de Tierra-firme de robadores, homicidas


y tiranos, afirmando al mismo tiempo que los indios eran seres
Llegó su turno al padre las Casas, á quien el gran Canciller

ordenó en nombre del Monarca que hablara lo que tuviera que

decir, mediante los mismos términos y ceremonias que se em-

incapaces de civilizacion y policia, y de los que Arist6teles


califica co mo siervos a natura.
plearon con el obispo. Allí, en presencia del augusto Cárlos

Quinto radiante de magestad y juventud, rodeado de minis-

Lleg6 SU turno al padre las Casas, a quien el gran Canciller


tros y sábios cuyas deliberaciones y decisiones pesaban sobre

los destinos de infinidad de súbditos en ámbos hemisferios, el

pio sacerdote sintió sin duda, más presurosos que nunca, los

latidos de su gran corazon, á impulso del fuego divino que


orden6 en nombre del Monarca que hablara lo que tuviera que
inspiró á Pablo ante el Rey Agrippa y el procónsul Festo, á
decir, mediante los mismos terminos y ceremonias que se em-
Ambrosio ante la intimidada magestad del culpable Teodosio,

y á todos los grandes apóstoles que para la redencion y el bien


plearon con el obispo. Alli, en presencia del augusto Carlos
de la humanidad, iluminados por el espíritu de Dios, transfi-

gurados gloriosamente por la candad y la fé, han eclipsado el


Quinto radiante de magestad y ju ventud, rodeado de minis-
prestigio deslumbrador de las coronas, enseñando á los prín-

tros y sabios cuyas deliberaciones y decisiones pesaban sobre


cipes y potentados de la tierra cuán vano y efímero es su po-

der; cuán falsa é instable su grandeza. los destinos de infinidad de subditos en ambos hemisferios, el
pio sacerdote sinti6 sin duda, mas presurosos que nunca, los
Bartolomé de las Casas habló á Carlos Quinto en un len-

guaje nuevo, desconocido sin duda hasta entónces para el jó-

latidos de su gran corazon, a impulso del fuego divino ·que


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ven Monarca, á quien desde la cuna preparó la suerte una

existencia brillante y gloriosa, embellecida por todos los triun-

fos y por todas las lisonjas. Tal vez, cuando hastiado de su inspir6 a Pablo ante el Rey Agrippa y el proc6nsul Festo, a
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Ambrosio ante la intimidada magestad del culpable Teodosio,


fortuna se retiró hácia el fin de sus dias al monasterio de Yus-

te, cuando postrado ante los altares solia escuchar los salmos

lúgubres del oficio de difuntos, en la imperial memoria se al-

zaba la varonil y noble figura de aquel digno sacerdote de


y a todos los grandes ap6stoles que para la redencion y el bien
Cristo que habia atravesado los mares para venir á decirle

de la humanidad, iluminados por el espiritu de Dios, transfi-


frente á frente: «Allá en aquellos dominios inmensos y lejanos,

sometidos al cetro de Vuestra Magestad, la tirania y la codi-


gurados gloriosamente por la caridad y la fe, han eclipsado el
prestigio deslumbrador de las coronas, ensefiando a los prin-
cipes y potentados de la tierra cuan vano y efimero es su po-
der; cuan falsa e instable SU grandeza.
Bartolome de las Casas habl6 a Carlos Quinto en un len-
guaje nuevo, desconocido sin duda hasta ent6nces para el j6·
vcn Monarca, a quien desde la cuna prepar6 la suerte una
existencia brillante y gloriosa, embellecida por todos los triun-
fos y por todas las lisonjas. Tal vez, cuando hastiado de su
fortuna se retir6 hacia el fin de sus dias al monasterio de Yus-
te, cuando postrado ante los altares solia escuchar los salmos
lug ubres del oficio de difuntos, en la imperial memoria seal-
zaba la varonil y noble figura de aquel digno sacerdote de
Cristo que habia atravesado los mares para venir a decirle
frente a frente: «Alla en aquellos dominios inmensos y lejanos,
sometidos a l cetro de Vuestra Magestad, la tirania y la codi-
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ENRIQUILLO 349
cia destruyen y devoran una raza inocente, capaz de libertad
ENRIQUILLO 349

cia destruyen y devoran una raza inocente, capaz de libertad

y de cultura; á Vuestra Magestad toca remediarlo; suya es la

responsabilidad ante Dios; y en avisarle de ello, sé yo de cier-


y de cultura; a Vuestra Magestad toca remedi~rlo; suya es la
to que hago á Vuestra Magestad uno de los mayores servicios
responsabilidad ante Dios; yen avisarle de ello, se yo de cier-
to que hago a Vuestra Magestad uno de los mayores servicios
que hombre vasallo hizo á príncipe ó Señor del mundo...

No lo hago por servir á Vuestra Magestad, sino por el servi-

cio de Dios; y para vindicar la humanidad ultrajada he venido

á decíroslo: ni me vá en ello interés de merced ó galardon


que hombre vasallo hizo a principe 6 Senor del mundo ...
mundano, porque os aseguro que, salva la fidelidad de subdi-

No lo hago por servir a Vuestra Mages~ad, sino por el servid


to, por el servicio de Vuestra Magestad no me movería desde

aquí á ese rincon, si no pensase y creyese hacer á Dios en ello cio de Dios; y para vindicar la humanidad ultrajada he venido
gran sacrificio » (125).

Tal fué en sustancia el discurso del padre Bartolomé de las


a deciroslo: ni me ~a en ello interes de merced 6 galardon
Casas, que á todos, y más al Rey que á todos, impresionó pro-

fundamente. Despues de él habló el fraile franciscano, con


mundano, porque os aseguro que, salva la .fide/'idad de subdi-
gran fervor y elocuencia, amenazando con la divina justicia á
10, por el servicio de Vuestra Magestad no me moveria desde
aqui d e.s e rincon, si no pensase y creyese hacer d Dios en ello
toda la Nacion Española si las iniquidades de Indias no se re-

mediaban; y por último, invitado el Almirante Don Diego Co-

lon por las referidas fórmulas y ceremonias á decir lo que le

pareciera, tambien lo hizo en términos dignos de su nombre y


gran sacrijicio ... .. » (125).
estado, corroborando todo lo dicho por las Casas.

Tal fue en sustancia el discurso del padre Bartolome de las


Casas, que a todos, y mas al Rey que a todos, impresion6 pro-
El obispo del Darien pidió permiso para hablar nuevamen-

te, y consultado el Rey por sus dos grandes asistentes, el Can-

ciller contestó:—«Reverendo obispo, Su Majestad manda que

si algo teneis que añadir á lo dicho, lo hagais por escrito.»


f undamente. Despues de el habl6 el fraile franciscano, con
Con esto el Rey se retiró del salon, y terminó el solemne

gran fervor y elocuencia, amenazando con la divina justicia a


acto. El triunfo de las Casas fué completo y brillante. Fray

toda la Nacion Espanola si las iniquidades de Indias no sere-


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Juan de Quevedo, ó porque la gracia divina le tocó el corazon,

ó por la vergüenza de haber sostenido la mala causa con peor

éxito, presentó al Consejo de Indias varios memoriales, confe-


mediaban; y por ultimo, invi_tado el Almirante Don Diego Co-
lon por las referidas f6rmulas y ceremonias a decir lo que le
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sando que las Casas tenia razon en todo, y diciendo que se adhe-

ría ¿rsu parecer y á sus indicaciones. Enfermó en seguida;

las Casas fué á verle; hiciéronse amigos, y á pocos dias el ven-


pareciera, tambien lo hizo en terminos dignos de su nombre y
estado, corroborando todo lo dicho por las Casas.
cidtrpréládo se murió, pudiéndose creer en caridad que de puro

arrepentimiento: de Dios es el juicio.

Él mismo obispo Fonseca, con toda su soberbia, abatió pen-

dones y capituló, aceptando los proyectos de las Casas para


El obispo del Darien pidi6 permiso para hablar nuevamen-
te, y consultado el Rey por sus dos grandes asistentes, el Can-
ciller contest6:-«Reverendo obispo, Su Majestad manda que
si algo teneis que afiadir a lo dicho, lo hagais por escrito.»
Con esto el Rey se retir6 del salon, y termin6 el solemne
acto. El triunfo de las Casas fue completo y brillante. Fray
Juan de Quevedo, 6 porque la gracia divina le toc6 el corazon,
6 por la verglienza de haber sostenido la ma la ca usa con peor
exito, present6 al Consejo de lndias varios memoriales, confe-
sando que las Casas tenia razon en todo, y diciendo que se adhe-
ria a su parecer y a sus indicaciones . Enferm6 en seguida; 1
las Casas fue a verle;_hicieronse amigos, ya pocos dias elven- 1

cido-preraa0se -riW:rl6, pudiendose creer en caridad que de puro ~


arrepenfimTe-nto: de Dios es el juicio .
..Ei mismo obispo Fonseca, con toda su soberbia, abati6 pen-
dones y capitul6, aceptando los proyectos de las Casas para
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350 LEYENDA HIST6RICA
350 LEYENDA HISTÓRICA

establecer en el Nuevo Mundo colonias pacíficas de labradores


establecer en el Nuevo Mundo colonias pacificas de labradores
españoles honrados, que irían convirtiendo los indios á la civi-

lizacion y el trabajo libre por medio de la Religion y de los


espafioles honrados, que irian convirtiendo los indios a la civi-
buenos ejemplos. Llevados aquellos proyectos á la práctica,

lizacion y el trabajo libre por medio de la Religion y de los


buenos ejemplos. Llevados aquellos proyectos a la practica,
toda la prevision, los trabajos y las santas intenciones del filán-

tropo se estrellaron en la malicia y los feroces hábitos de ra-

toda la prevision, los trabajos y las santas intenciones del filan-


pacidad de aquellos endurecidos conquistadores, que contra-

riaban, hacian estériles y ponian en ridiculo los esfuerzos del

insigne varon, cuya alma colmaron de dolor y de amargura;

no concibiendo otros medios de medrar y prosperar que el ase-


tropo se estrellaron en la malicia y los feroces ha bites de ra-
sinato y la esclavitud de los indios.
pacidad de aquellos endurecidos conquistadores, que contra-
XXIII

Vida nueva.
riaban, hacian esteriles y ponian en ridiculo los esfuerzos del
Las disposiciones de Don Francisco Valenzuela, relativas

á la buena y cómoda instalacion del cacique Enrique y su es-


insigne varon, cuya alma colmaron de dolor y de amargura;
posa en el lindo pueblo de San Juan, sufrieron inmediato tras-

no concibiendo otros medios de medrar y prosperar que el ase-


torno por la alarmante agravacion de las dolencias del anciano.

—Acostumbrado al movimiento, á la equitacion y los demás


sinato y la escla vitud de los indios.
ejercicios saludables de la vida campestre, la forzosa inmovili-

dad á que lo redujo la calentura que su médico denominaba

pleuropneumónica, postró rápidamente sus fuerzas: la enfer-

medad se complicó haciéndose refractaria á todos los medica-

mentos, y cuando los recien-casados con Andrés de Valenzuela

y su séquito regresaban de Santo Domingo, ya un correo les


XXIII
llevaba la noticia de que el enfermo habia recibido los últimos

sacramentos. Enrique y Mencía, sin detenerse siquiera á des-

cansar en San Juan, resolvieron seguir inmediatamente al Hato,


Vida nueva.
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donde se hallaba el moribundo, á fin de asistirle y demostrarle

Las disposiciones de Don Francisco Valenzuela, relativa.s


su afectuosa gratitud.

El jóven Valenzuela dió muestras de gran pesar ante el pró-

a la buena y c6moda instalacion del cacique Enrique y su es-


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ximo é inevitable fin de su excelente padre, y éste tuvo en ello

el más grato consuelo, pues siempre le habia lastimado la idea

de que su hijo no le amaba: lo bendijo, pues, con gozosa efu-


posa en el lindo pueblo de San Juan, .s ufrieron inmediato tras-
torno por la alarmante agravacion de las dolencias del anciano.
-Acostumbrado al movimiento, a la equitacion y los demas
ejercicios saludables de la vida campestre, la forzosa inmovili-
dad a que lo redujo la calentura que su medico denominaba
pleuropneumonica, pqstr6 rapidamente sus fuerzas: la enfer-
medad se complic6 haciendose refractaria a todos los medica-
mentos, y cuando los recien-casados con Andres de Valenzuela
y su sequito regresaban de Santo Domingo, ya un correo les
llevaba la noticia de que el enfermo habia recibido los ultimas
sacramentos. Enrique y Mencia, sin detenerse siquiera a des-
cansar en Sanjuan, resolvieron seguir inmediatamente alHatp,
donde se hallaba el moribundo, a fin de asistirle y demostrarle
su afectuosa gratitud.
Elj6ven Valenzuela di6 muestras de gran pesar ante el pr6-
ximo e inevitable fin de su excelente padre, y este tuvo en ello
el mas grato consuelo, pues siempre le habia lastimado la idea
de que su hijo no le amaba: lo bendijo, pues, con gozosa efu-
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ENRIQUILLO 351

sion. Dos dias despues le habl6 largamente, exhortandolo a ser ·


ENRIQUILLO 351

sion. Dos dias despues le habló largamente, exhortándolo á ser

bueno y á seguir los santos ejemplos que él le habia dado en

toda su vida, y concluyó por decirle, en presencia de. Enrique


bueno y a seguir los santos ejemplos que el le habia dado en
y de Mencía, que mústios y abatidos asistian á aquellas reco-
toda su vida, y concluy6 por decirle, en presencia de . Enrique
mendaciones supremas:

—Ya sabes, hijo mio, cuánto he amado á este virtuoso En-


y de Mencia, que mustios y abatidos asistian a aquellas reco-
riquillo: confío en que, acabada esta mi vida mortal, para en-

trar en la eterna por la misericordia del Señor, tú has de con-


mendaciones supremas:
siderar y tratar al cacique, en memoria mia, como á un buen

- Ya sabes, hijo mio, cuanto he amado a este virtuoso En-


hermano tuyo, protejiéndole á él y á su esposa en todas las

ocasiones, puesto que él es de hecho y de derecho libre; y nadie riquillo: confio en que, acabada esta mi vida mortal, para en-
puede pretender de él servicio como encomendado nj en ningun

otro concepto. Mi voluntad es que habite como propiedad suya


trar en la eterna por la misericordia del Senor, tu has de con·
mi casa de San Juan, si es que no se hace otra más á su gusto...

siderar y tratar al cacique, en memoria mia, como a un buen


hermano tu-yo, protejiendole a el y a SU esposa en todas las
Enrique, ama siempre á Andrés, como me has amado á mí.

El anciano acabó de hablar, y comprimidos sollozos respon-

ocasiones, puesto que el es de hecho y de derecho libre; y nadie


dieron á su discurso de despedida. Además de los tres perso-

najes mencionados, rodeaban el lecho del moribundo su amigo

Sotomayor, la india Anica, y una señora viuda, algo entrada en

años, que con gran decoro y opulencia vivia en San Juan, lla-
puede pretender de el servicio como encomendado nj en ningun
mada Doña Leonor de Castilla. Era íntima amiga y aun pa-
otro concepto. Mi voluntad es que habite corrio propiedad suya
mi casa de San Juan, ~i es que nose hace otra mas a su gusto ...
riente de Valenzuela. Otros criados, con Camacho y Tamayo,

aguardaban órdenes en la sala contigua.

El esfuerzo que Valenzuela hizo para expresar su voluntad

postrera le causó, al parecer, gran fatiga: su respiracion no


Enrique, ama siempre a Andres, como me has amado a mi.
tardó en hacerse estertorosa y anhelante: perdió poco despues
El anciano acab6 de hablar, y comprimidos sollozos respon·
dieron a SU discurso 'de despedida. Ademas de los tres perso-
el uso de la palabra, y asistido del párroco de la inmediata Villa
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entregó su espíritu al Creador.

Aquella misma noche fué trasladado su cadáver á la pobla-

cion, donde se le hicieron exéquias tan suntuosas como lo per-


najes mencionados, rodeaban el lecho del m6ribundo su amigo
Sotomayor, la india Anica, y una senora viuda, algo entrada en
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mitieron los recursos de la Villa. Pero el mejor lucimiento de

ellas consistió en el duelo general, y el llanto con que regaron

aquellos restos los pobres y humildes séres, á quienes el benéfico aiios, que con gran decoro y opulencia vivia en San Juan, lla-
y poderoso colono habia tratado con caridad durante su vida.

Andrés de Valenzuela hizo su papel de hijo aflijido por es-


mada Dona Leonor de Castilla. Era intima amiga y aun pa-
pacio de tres dias, pasados los cuales se entregó en cuerpo y

riente de Valenzuela. Otros criados, con Camacho y Tamayo,


alma á las diligencias necesarias para entrar en posesion de

aguardaban 6rdenes en la sala contigua.


El esfuerzo que Valenzuela hizo para expr~sar su voluntad
postrera le caus6, al parecer, gran fatiga: su respiracion no
tard6 en hacerse estertorosa y anhelante: perdi6 poco despues
el uso de la palabra, y asistido del parroco de la inmediata Villa
entreg6 su espiritu al Creador.
Aquella misma noche fue trasladado su.cadaver a la pobla-
cion, donde se le hicieron exequias tan suntuosas como lo per-
mitieron los recursos de la Villa. Pero el mejor lucimiento de
ellas consisti6 en el duelo general, y el llanto con que regaron
aquellos restos los pobres y humildes seres, a quienes el benefico
y poderoso colono habia tratado con caridad durante su vida.
Andres de Valenzuela hizo su papel de hijo aflijido por es-
pacio de tres dias, pasados los cuales se entreg6 en cuerpo y
alma a las diligencias necesarias para entrar en posesion de

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352 LEYENDA HIST6RICA

los cuantiosos bienes heredados de su padre. Le fueron de


352 LEYENDA HISTÓRICA

los cuantiosos bienes heredados de su padre. Le fueron de

grande auxilio en este caso, para obviar dificultades y trámites

innecesarios, la experiencia y habilidad de su amigo Pedro de


grande auxilio en este caso, para o.b viar dificultades y tramites
Mojica, que voló á su lado desde Yaguana, tan pronto como
innecesarios, la experiencia y habilidad de su amigo Pedro de
Mojica, que vol6 a su lado desde Yaguana, tan pronto como
supo la muerte de Don Francisco; solicitud oportuna que le

agradeció mucho el jóven heredero, ansioso de constituirse

cuanto ántes bajo la direccion, mejor dicho, bajo la tutela del

corrompido hidalgo.
supo la muerte de Don Francisco; solicitud oportuna que le
La línea de conducta que habia de seguirse con respecto á

agradeci6 mucho el j6ven heredero, ansioso de constituirse


Enriquillo, fué cuidadosamente estudiada parte por parte, en

todos sus pormenores. Andrés de Valenzuela debia continuar


cuanto antes bajo la direccion, mejor dicho, bajo la tutela del
empleando, el mayor disimulo en todas sus relaciones con el

jóven cacique, inspirarle confianza y procurar imponerle sus


corrompido bidalgo.
voluntades por medio del agasajo y el cariño, haciendo valer

La line a de conducta q ue habia de seguirse con respecto a


las recomendaciones finales del viejo Valenzuela. En cuanto á

Mencía, quedó convenido entre los dos malvados que el jóven Enriquillo, fue cuidadosamente estudiada parte por parte, en
todos sus pormenores. Andres de Valenzuel~ debia continuar
hidalgo haría todos sus esfuerzos por inspirarle amor, á la

sombra de la candorosa confianza de su esposo, y cuidando

sobre todo de no declararse abiertamente, sino emplear la

mayor cautela en los procedimientos, para que por precipita-


empleando. el mayor disimulo en todas sus relaciones con el
cion ó imprudencia no fueraná despertarse las sospechas, ó á
j6ven cacique, inspirarle confianza y procurar imponerle su"s
voluntades por medio del agasajo y el carifi.o, haciendo valer
causar la menor alarma antes de tiempo en el ánimo de la víc-

tima, con lo que todo se echaría á perder.

Acordaron tambien, que para frustrar á Enrique del legado

que le hiciera Valenzuela de su casa de San Juan, el heredero,


las recomendaciones finales del viejo Valenzuela. En cuanto a
sin alegar derechos y solamente como quien propone un arre-
Mencia, qued6 convenido entre los dos malvados que el j6ven
hidalgo haria to dos sus esfuerzos por inspirarle am or 1 a la
glo de circunstancias, instara al cacique por que se quedara á
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vivir en la casa del Hato, por dos ó tres meses, á causa de con-

venir á los arreglos de la sucesion que él, Andrés de Valenzue-

la, fijara durante ese tiempo su residencia en la Villa. Todos


Sombra de la candorosa COnfianza de SU esposo, y cuidando
sobre todo de no declararse abiertamente, sino emplear la
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estos ardides y disimulos deberían subsistir miéntras el temible

padre las Casas permaneciera en la Isla: despues, cuando fal-

tara aquella sombra protectora á los jóvenes esposos, si la fic-


mayor cautela en los procedimientos, para que por ·. precipita-
cion no habia alcanzado sus principales fines, se desecharía

como innecesaria, y se emplearían los recursos supremos para


cion 6 imprudencia no fueran·a despertarse las sospechas, 6 a
llegar abiertamente al objeto que se proponian conseguir ambos

causar la menor alarma antes de tiempo en el animo de la vic-


cómplices.

tima, con lo que todo se echaria a perder.


Acordaron tambien, que para frustrar a Enrique del legado
que le hiciera Valenzuela de su casa de San Juan, el heredero,
sin alegar derechos y solamente como quien propone un arre·
glo de circunstancias, instara al cacique por que se quedara a
vivir en la casa del Hato, por dos 6 tres meses, a causa de con-
venir a los arreglos de la sucesion q ue el, Andres de Valenzue-
la, fijara durante ese tiempo su residencia en la Villa. Todos
estos ardides y disimulos deberfan subsistir mientras el temible
padre las Casas permaneciera en la Isla: despues, cuando fal·
tara aquella sombra protectora a los j6venes esposos, si la fic-
cion no habia alcanzado sus principales fines, se desecharia
como innecesaria, y se emplearian los recursos supremos para
llegar abiertamente al objeto que se proponian conseguir ambos
c6mplices.

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ENRIQLILLO 353
ENRIQUILLO 353

La ejecucion puntual de aquellos infernales proyectos co-


La ejecucion puntual de aquellos infernales proyectos co-

menzó inmediatamente despues del nefando acuerdo. Enriqui-


menz6 inmediatamente despues del nefando acuerdo. Enriqui-
11o, del todo engañado por las afables maneras de Valenzuela,

convino fácilmente en cuanto éste le propuso tocante al cambio


llo, del todo engafiado por las afables maneras de Valenzuela,
de la residencia que le estaba destinada en la poblacion, por la

del campo. A Mencía le habia agradado mucho la belleza del


con vino facilmente en cuanto estc le propuso tocante a l cambio
sitio: aquellas perspectivas risueñas que en todas direcciones de la residencia que le estaba destinada en la pob1acion, par la
del cam po. A l\lencia le habia agradado mucho la belleza del
se extendían hasta el lejano horizonte, con una variedad de as-

pectos graciosa y encantadora por todo extremo, la habian

cautivado completamente, distrayéndola de la pena con que se

habia separado de su madrina la Virreina y sus amigas de


sitio: aquellas perspectivas risuefias que en todas direcciones
Santo Domingo. Volvía á encontrar, discurriendo sobre la ver-
se extendian hasta el lejano horizonte, con una variedad de as-
pectos graciosa y encantadora por todo extremo, la habian
de yerba de los prados y á la fresca sombra de las malas ó

sotos que decoraban á trechos la llanura, esas primeras impre-

siones de la infancia, que tanto ascendiente conservan toda la

vida en los corazones candorosos.


cautivado comp1etamentc, distrayendola de la pena con que se
Por consiguiente, la jóven esposa manifestó su regocijo sin
habia separado de su madrina la Virreina y sus amigas de
Santo Domingo. Vol via a encovtrar, discurriendo sobre la ver-
reserva, cuado Valenzuela propuso y Enrique aceptó en su pre-

sencia el cambio de morada. Diez ó doce dias hacia solamente

que habitaban los recien casados en el pueblo de San Juan, que

aunque bonito y bien situado, tenia en la mayor parte del año


de yerb;i de los prados y a la fresca som bra de las 'mal as 6
un aire de tristeza y monotonia, efecto de que casi todos sus

sotos que decoraban a trechos la llanura, esas primeras impre-


habitantes residían en los campos, atendiendo á la direccion de

sus ingenios y demás trabajos agrícolas. La vida de los hatos,


siones de la infancia, que tan to ascendientc conseryan tocla la
en las haciendas y estancias, rebosando en actividad y movi-

miento, en íntima comunion con aquella naturaleza exhube-


Yida en las corazones candorosos.
rante y primorosa, tenia mucho más atractivo para los colonos

Por consig-uiente, Ja j6ven esposa manifesto su regocijo sin


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ricos, que se rodeaban de todas las comodidades y el regalo

imaginables en sus campestres viviendas. reserva, cuado Valenzuela propuso y Enrique acept6 en su pre-
A Enrique le complació además el arreglo propuesto por

sencia el cambio de morada. Diez 6 doce dias hacia solamente


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Valenzuela, á causa de que, permaneciendo cerca de los indios

que estaban á su cargo, y delos rebaños y labranzas que tenia

en administracion, podia con más comodidad que residiendo en


que habitaba n las recien casados en el pueblo de San Juan, que
la villa, atender á todo sin estar muchas horas ausente de su aunque bonito y bien situado, tenia en la mayor parte del afio
un aire de tristeza y monotonia, efecto de que casi todos sus
Mencía. Cariñosa amistad ligó muy pronto á ésta con Doña

Leonor de Castilla, que aceptó con júbilo la invitacion de irse

pasar al Hato la temporada en compañía de su nueva amiga.

23
habitantes residian en las campos, atendiendo a la direccion de
sus ingenios y demas trabajos agricolas. La vida de los hatos,
en las haciendas y estancias, rebosando en acti vi dad y m o Yi~
miento, en intima comunion con aquella naturaleza exhube-
rante y primorosa, tenia mucho mas atractiYo para los colonos
ricos , que se rodeaban de todas las comodidades y el regalo
imaginables en sus campestres vi viendas .
A Enrique le complaci6 ademas el arreglo propuesto por
Valenzuela, {l causa de que, permaneciendo cerca de los indios
que estaban a su cargo, y de las reba fios y labranzas que tenia
en administracion, podia con mas comodidad que residiendo en
la villa , atender a todo sin estar muchas. horas ausente de su
Mencia. Carifi.osa amistad lig6 muy pronto a esta con Dona
Leonor de Castilla, que acept6 con jC1bilo la invitacion de irse
pasar al Hato la temporada en compafiia de su nueva amiga.
23
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354 LEYENDA HISTORICA

354 LEYENDA HISTÓRICA

Un punto sumamente delicado quedaba por arreglar, y era


Un punto sumamente delicado quedaba por arreglar, y era
el relativo á la condicion personal del cacique Enrique y sus

el relativo {t la condicion personal del cacique Enrique y sus


indios. Valenzuela, bien instruido por Mojica, se guardó cuida-

dosamente de tocar esa materia. Enrique, maniatado por la


indios. Valenzuela, bien instruido por Mojica, se guard6 cuida-
conducta afectuosa y casi fraternal del jóven hidalgo, dejó

pasar muchos dias sin alterar en lo más mínimo el régimen y


dosamente de tocar esa materia. Enrique, maniatado por la
la ordenanza que tenia establecida en su can (126) de indios.

conducta afectuosa y casi fraternal del j6ven hidalgo, dej6


Como el viejo Valenzuela habia sido de los pocos encomenderos

que, tan pronto como tuvieron noticia de las reformas traídas pasar muchos dias sin alterar en lo mas minimo el regimen y
la ordenanza que tenia establecida en su can (126) de indios.
de España por los padres gerónimos en favor de los encomen-

dados, se habian apresurado á darles cumplimiento, los indios

de Enrique formaban una especie de poblacion ó caserío ais-

lado, en una graciosa llanura, llamada La Higuera, detrás de


Como el viejo Valenzuela habia sido de los pocos encomenderos
espeso bosque, y á orillas de un lindo arroyuelo. Tenian su
que, tan pronto como tuvieron noticia de las reformas traidas
de Espana por los padres ger6nimos en favor de los encomen ·
policía especial con cabos ó mayordomos que mantenian un

órden perfecto, sin violencia ni malos tratamientos de ninguna

especie: habia un gran campo de labor, donde trabajaban en

comun durante algunas horas del día, en provecho del amo y


dados, se habian apresurado a darles cumplimiento, los indios
del cacique; y cada padre de familia, reputándose como tal el
de Enrique formaban una especie de poblacion 6 caserio ais-
adulto que era solo ó no dependía de otro, tenia su área de ter-

reno que cultivaba para su exclusivo y particular provecho.


lado, en una graciosa llanura, llamada La Higuera, detras de
En una especie de plazuela hermosa y limpia, situada al

promedio de las graciosas cabañas cobijadas de amarillento


espeso bosque, y a orillas de un lindo arroyuelo. Tenian su
esparto, descollaban la ermita y la casa del cacique, ambas de

policia espe_cial con cabos 6 mayordomos que mantenian un


madera y paja como las demás habitaciones, pero mucho más

espaciosas y con todas las comodidades requeridas para sus 6rden perfecto, sin violencia ni malos tratamientos de ninguna
respectivos usos.

especie: habia un gran cam po de labor, donde trabajaban en


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Todas las noches se reunian los vecinos en la ermita á rezar

el rosario, ante una imágen de la Virgen, dirijidos por el más

comun du ran te algunas horas del dia, en prov echo del amo y
anciano de ellos, y algunas veces por el mismo Enriquillo.

del cacique; y cada padre de familia, reputando~e como tal el


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Todo aquello lo gobernaba el jóven cacique con la doble au-

adulto que era solo 6 no dependia de otro, tenia su area de ter-


toridad de su título y del amor extremado que le tenian sus in-

dios. Era como un patriarcado que traducia á la práctica algu-

nas de las más bellas páginas de la Biblia. La condicion de los

indios, la cuestion de los repartimientos eran entónces asunto


reno que cultivaba para- su exclusivo y particular provecho.
de ardiente discusion en Santo Domingo: las ordenanzas de
En una especie de plazuela hermosa y limpia, situada al
promedio de las graciosas cabai'i~s cobijadas de amarillento
Cisnéros y Adriano, las pragmáticas soberanas, mediante ar-

esparto, descollaban la ermita y la casa del cacique, ambas de


madera y paja como las demas habitaciones, pero mucho mas
espaciosas y con toclas las comodidades req ueridas para sus
respectivos usos.
Todas las noches se reunian los vecinos en la ermita a rezar
el rosario, ante una imagen de la Virgen, dirijidos por el mas
anciano de ellos, y algunas veces por el mismo Enriquillo.
Todo aquello lo gobernaba el j6v~n cacique con la doble au-
toridad de su titulo y del amor extremado que le tenian sus in-
dios. Era como un patriarcado que traducia a la pn\ctica algu-
nas de las mas bellas paginas de la Biblia. La condicion de los·
indios, l~t cuestion de los repartimientos eran ent6nces asunto
de ardiente discusion en Santo Domingo: las ordenanzas de
Cisneros y Adriano, las prag-maticas soberanas, mediarite ar-

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ENRIQUILLO 355
ENRIQUILLO
gucias, sutilezas, retruecanos y artificios de todo genero, esta·
ban sometidas a la controversia y al beneplacito de los intere-
355

gucias, sutilezas, retruécanos y artificios de todo género, esta-

ban sometidas á la controversia y al beneplácito de los intere-

sados en que no se diera libertad á los indios. Las Casas y el


sados en que nose diera libertad a los indios. Las Casas y el
Licenciado Zuazo disputaban con los padres gerónimos, ya ca-

Licenciado Zuazo disputaban con los padres ger6nimos, ya ca-


tequizados por los arteros colonos, y que no veian ni querian

ver la manera de ejecutar las reformas contenidas en sus ins-


tequizados por los arteros colonos, y qne no veian ni querian
trucciones; pero los encomendados de Valenzuela eran ya una

feliz excepcion de aquel estado de cosas, y Enrique no veia en la


ver la manera de ejecutar las reformas contenidas en sus ins-
conducta del hijo nada que desdijera de las buenas intenciones

trucciones; pero los encomendados de Valenzuela eran ya una


y el espíritu de justicia que habian animado al padre. Además,

conocía las pragmáticas, y no quería suponer siquiera que sus feliz excepcion de aquel estado de cosa.s, y Enrique no veia en la
~onducta del hijo nada que desdijera de las buenas intenciones
derechos y los de sus indios pudieran ser discutidos por el jóven

Valenzuela, despues de las terminantes declaraciones de su

padre en el lecho de muerte.

El impetuoso Tamayo preguntó un día al cacique, con la


y el espiritu de justicia que habian animado al padre. Ademas,
ruda entonacion que le era habitual: conocfa. las pragmaticas, y no queria suponer siquiera que sus
derechos y los de sus indios pudieran ser discutidos por el j6ven
—¿Somos encomendados todavía, Enriquillo?

— Eso debe arreglarse pronto,—respondió evasivamente el

cacique.

—Pues trata de arreglarlo cuanto ántes,—prosiguió Tama-


Valenzuela, despues de las terminantes declaraciones de su
yo.—Veo que estás muy tranquilo y confiado, con las zalame-
padre en el Jecho de muerte.
El impetuoso Tamayo pregunt6 un dia al cacique, con la
rías del señor Andrés; y yo tengo para mí que vas á tener un

desengaño.

—Siempre te inclinas á pensar mal, Tamayo,—replicó En-

rique.—¿Á que no es esa la opinion del buen Camacho?


ruda entonacion que le era habitual:
—Nó por cierto! —exclamó el viejo indio, que escuchaba

-(Somos encomendados todavia, Enriquillo?


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atentamente la conversacion.—Hasta aquí no hay motivo para

desconfiar del señor Andrés de Valenzuela; y cuando las cua-


-Eso debe arreglarse pronto,-respondi6 evasivamente el
drillas estén para mudarse, por San Juan de Junio, entónces

cacique.
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podrá quedar todo bien claro y puesto en su lugar. Antes, sería

necedad promover ese asunto.

-Pues trata de arreglarlo cuanto antes,-prosigui6 Tama·


—Lo creo como tú, Camacho,—repuso Enrique.—Además,

ni nosotros ni nuestra gente estamos en el caso de reclamar yo.-Veo que estas muy tranquilo y confiado, con las zalame-
rias del senor Andres; y yo tengo para mi que vas a tener un
nada por ahora. Muchos otros hay ménos afortunados

Detúvose el cacique, y por su frente pasó como una ráfaga

de disgusto. Permaneció callado durante un buen espacio,al pa-

desengaft.o.
-Siempre te inclinas a pensar mal, Tamayo,-replic6 En-
recer entregado á séria meditacion. Por último volvió á decir:

rique.-lA que no es esa la opinion del buen Camacho?


-N6 por cierto!-exclam6 el viejo indio, que escuchaba
atentamente la conversacion.-Hasta aqui no hay motivo para
desconfiar del senor Andres de Valenzuela; y cuando las cua-
drillas esten para mudarse, por San Juan de Junio, ent6nces
podra quedar todo bien claro y puesto en su lugar. Antes , seria
nec~dad promover ese asunto.
-Lo creo como tu, Camacho,-repuso Enrique.-Ademas,
ni nosotros ni nuestra gente estamos en el caso de reclamar
nada por ahora. Muchos otros hay menos afortunados .....
Detuvose el cacique. y por su frente pas6 como una rafaga
de disgusto. Permaneci6 callado durante un buen espacio, al pa-
recer entregado a seria meditacion. Por ultimo volvi6 a derir:

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356 LEYENDA HIST6RICA

356 LEYENDA HISTÓRICA

—Escribiré al padre consultándole lo que debemos hacer.


-Escribire al padre consullandole lo quc debcmos hacer .
Siento no haberle dicho nada de esto cuando le participé la

Sien to no haberle dicho nada de csto cuando le participe la


muerte de mi señor Don Francisco, que Dios haya.

—Bien pensado!-dijo el prudente Camacho; miéntras que


muerte de mi senor Don Francisco, quc Dios haya.
Tamayo significaba su impaciencia con un desdeñoso encoji-

miento de hombros y dejando escapar un sordo gruñido.


-Bien pensado!-dijo el pruclentc Camacho; mientras que
Enriquillo miró un instante fijamente al iracundo indio,3T

Tamayo significaba su impaciencia con un desdefioso encoji-


puso fin á la conversacion diciéndole con benévola sonrisa:

—¡Mi pobre Tamayo; tu locura no tiene remedio! miento de hombros y dcjando cscapar un sordo gruflido.
Enriq uillo mir6 un instante fijament e al iracundo indio, .r
XXIV

Tramas.

Escribió sin tardanza el jóven cacique una extensa carta al

Padre las Casas. En ella le daba cuenta circunstanciada de su


puso fin a la conversacion diciendole con benevola sonrisa:
estado; le ratificaba sus anteriores informes sobrela buena con-
- i Mi p obre Tar!layo; tu locura no t iene remediol
ducta que con él seguia observando Andrés de Valenzuela,

despues de la muerte de su padre, y concluía por pedirle con-

sejo en cuanto al modo mejor de formalizar auténticamente la

nueva condicion en que los encomendados del difunto debían

XXIV
ser tenidos. La razon que exponia Enrique para dudar en este

punto era que los indios de La Higuera, por ser los únicos de

aquellos contornos en quienes hasta la fecha habian tenido

cumplimiento las ordenanzas favorables á la libertad de los en-

comendados, más parecia que lo debieran al beneplácito del

Tramas.
mismo Don Francisco de Valenzuela, que á la eficacia de dichas

ordenanzas; y en prueba de ello ningun otro colono de San Juan

había constituido sus repartimientos en pueblos; ni siquiera


E scribi6 sin tardanza el j6ven cacique una extensa cp.rta al
habia podido conseguir el mismo Enrique que los indios de su

Padre las Casas. En ella le daba cuenta circunstanciada de su


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tribu encomendados al señor Francisco Hernández, participa-

ran de la policía, el régimen y los beneficios de los encomenda-

est ado; le ratificaba sus anteriores informes sobre la buena con-


dos á Válenzuela.

duc ta que con el seguia observando Andres de Valenzuela,


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Esta carta llegó á poder de las Casas, habiéndosela dirijido

el cacique con las necesarias precauciones, para que no fuera

interceptada por Mojica, á quien veia en San Juan con legítimo


despues de la muerte de su padre, y concluia por pedirle con-
sejo en cuanto al modo mejor de formalizar autenticamente la
nueva condicion en que los encomendados de! difunto debian
.se r tenidos. La razon que exponia Enrique para dudar en este
pun to era que los indios de La Higuera, por ser los unicos de
aquellos co ntornos en quienes hasta la fecha habian tenido
cumplimiento las ordenanzas favorables a la libertad de los en-
comendado s, m as parecia que lo d ebieran al beneph\cito del
mismo D on Francisco de Valenzuela, que a la eficacia de dichas
ordenanzas; yen prueba de ello nin g un otro colono de San Juan
habia constituido sus repartimi entos en pueblos; ni siquiera
habia podido conseguir el mismo Enrique que los indios d~ s u
tribu encomendados al senor Francisco Hern c't ndez, participa-
r an de la policia, el regimen y los beneficios de los encomenda-
dos a Valenzuela.
E sta carta lleg6 a poder de las Casas, habiendosela dirijido
cl cacique con las necesarias precauciones, para que no fuera
i nterceptada por Mojica, a quien veia en San Juan con legitimo

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EXRIQUILLO 357

recelo. Mas el protector de los indios, empefiado en sus acalo-


ENRIQUILLO 357

recelo. Mas el protector de los indios, empeñado en sus acalo-

radas disputas con los padres gerónimos y con los empederni-

dos colonos, precisamente por la misma causa que deseaba En-


radas disputas con los padres ger6nimos y con los empederni·
rique ver definida, no tuvo igual cautela con su contestacion,

dos colonos, precisamente por la misma causa que deseaba En-


la cual, en vez de llegar al cacique á quien iba destinada, cayó

en manos de Andrés de Valenzuela.


rique ver definida, no tuvo igual cautela con su contestacion,
Miéntras que Enrique aguardaba con impaciencia aquella

carta, el pérfido y astuto Mojica la hacia servir como arma ve-


la cual, en vez de llegar ~l cacique a quien iba destinada, cay6
nenosa contra el jóven cacique. Era éste generalmente querido

en manos de Andres de Valenzuela.


en toda la Maguana por cuantos le conocian y habian tenido

ocasion de apreciar sus bellas prendas; pero los colonos enco- Mientras que Enrique aguardaba con impaciencia aquella
menderos amaban infinitamente más sus intereses, y estaban

por lo mismo aferrados á la servidumbre de los indios. Mojica,


carta, el perfido y astuto Mojica la bacia servir como arma ve-
con la carta de que le habia provisto Andrés de Valenzuela, se

nenosa contra el j6ven cacique. Era este generalmente querido


fué diligentemente á verá aquellos vecinos de San Juan y de

sus campos, haciéndoles leer lo que el padre las Casas, que era en toda la Maguana por cuantos le conocian y habian tenido
ocasion de apreciar sus bellas prendas; pero los colonos enco-
ya para los encomenderos lo que la cruz para el diablo, decia

á Enrique en contestacion á la consulta de.éste. El protector

de los indios exhortaba al cacique á mantenerse con el jóven

mendero.s amaban infinitamente mas sus intereses, y estaban


por lo mismo aferrados a la servidumbre de los indios. Mojica,
Valenzuela en los términos de afectuosa deferencia en que se

hallaban, pues que no podia aspirarse á más, segun el mismo

con la carta de que le habia provisto Andres de Valenzuela, se


Enrique lo manifestaba, «y en cuanto á los indios que tiene el

señor Francisco Hernández,—agregaba el protector,—aunque

son de los repartidos en cabeza tuya, deja las cosas como se

están por ahora; que su remedio, como el de todos los que como
fue diligentemente a ver a aquellos vecinos de San Juan y de
ellos son tenidos fuera del órden que está mandado, eso es lo

sus campos, haciendoles leer lo que el padre las Casas, que era
que yo con más ahinco estoy procurando.»

ya para los encomenderos lo que la cruz para el diablo, decia


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El tenor de esta carta de las Casas, sazonado con los malig-

<'t Enrique en contestacion c"t la consulta de . este. El protector


nos comentarios de Mojica, mató instantáneamente las simpa-

tías que inspiraba Enriquillo á casi todos los habitantes ricos

de los inc.Hos exhortaba al cacique a mantenerse con el j6ven


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de la Maguana. Desde que vieron aquella prueba de que no

descuidaba los intereses de sus hermanos de raza, y trataba de

su libertad con el hombre que habia consagrado los poderosos Valenzuela en los terminos de afectuosa deferencia en que se
recursos de su talento y de su actividad á la proteccion de los

indios, concibieron contra el jóven cacique mortal aborreci-


hallaban, pues que no podia. aspirarse a mas, segun el mismo
miento, considerándolo como un criminal que conspiraba con

objeto de arrebatarles su hacienda y de reducirlos á la indigen-


Enrique lo manifestaba, «yen cuanto a los indios que tienc el
senor Francisco Hernandez,-agregaba el protector,-aunque
son de los repartidos en cabeza tuya, deja las cosas como se
estan por ahora; que su remedio, como el de todos los que como
ellos son tenidos fuera del 6rden que esta mandado, eso es lo
que yo con mas ahinco estoy procurando.»
El tenor de esta carta de las Casas, sazonado con los malig-
nos comentarios de Mojica, mat6 instantaneamente Jas simpa-
tias que inspiraba Enriquillo a casi todos los habitantes ricos
de la Maguana. Desde que vieron aquella prueba de que no
descuidaba los intereses de sus hermanos de raza, y trataba de
su libertad con el hombre que habia consagrado los· poderosos
recursos de su talento y de su actividad a la proteccion de los
indios, concibieron contra el j6ven cacique mortal aborreci-
miento, considerandolo como un criminal que conspiraba con
objeto de arrebatarles su hacienda y cle reducirlos a la indigen-

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358 LEYENDA msT6RICA
358 LEYENDA HISTÓRICA

cia. Juzgaban en él como imperdonable ingratitud aquella in-


cia . Juzgaban en el como imperdonable ingratitud aquella in-
gerencia en la cuestion de los repartimientos; porque mirando

con los ojos de su egoismo, los colonos se figuraban que Enri-


gerencia en la cuestion de los repartimientos; porque mirando
quillo, bien tratado y atendido en su persona, debia gozar de

con los ojos de su egoismo, los colonos se figuraban que Enri-


quillo, bien tratado y atendido en su persona, debia gozar de
su propio bienestar, sin cuidarse poco ni mucho de la suerte de

los otros encomendados.

Esta nube de animadversiones era para Enriquillo tanto

más peligrosa cuanto que la causa que la producía no se mani-


su propio bienestar, sin cuidarse poco ni mucho de la suerte de
festaba claramente, ni él podia en manera alguna adivinarla.

los otros en<;::omendados.


Mojica y Andrés de Valenzuela consiguieron plenamente su ob-

jeto. El cacique estaba malquisto en la opinion de sus antiguos Esta nube de animadversiones era para Enriquillo tanto
mas pel.i grosa cuanto que la causa que la producia nose ma~i­
estimadores, y cuando llegara el dia de proceder contra él

abiertamente podrían hacerlo sin temor de que ningun vecino

principal de la Maguana saliera á su defensa. Los malvados no

descuidaban la más minuciosa precaucion para asegurar el


festaba claramente, ni el podia en manera alguna adivinarla.
buen éxito de sus planes.
Mojica y Andres de Valenzuela consiguieron plenamente su ob·
jeto. El cacique estaba malquisto en la opinion de sus antiguos
Al mismo tiempo Valenzuela redoblaba sus solícitas aten-

ciones respecto de Enrique y su esposa, con refinada perfidia.

Bajo un pretexto ú otro iba con harta frecuencia á la casa de

el Hato; revolvía los muebles y papeles que su difunto padre


estimadores, y cuando llegara el dia de proceder contra el
había dejado en la estancia mortuoria, y espiaba las ocasiones
abiertamente podrian hacerlo sin temor de que ningun vecino
principal de la Maguana saliera a su defensa. Los malvados no
de encontrarse con Mencía cuando ésta bajaba del piso princi-

pal, que era donde los esposos tenian sus aposentos, miéntras

que Doña Leonor de Castilla, acompañada de Anicay sus cria-

das de confianza, ocupaba todo el resto de la casa en el piso


descuidaban la mas minuciosa precaucion para asegurar el
bajo. La presencia de esta señora, á quien Andrés de Valen-
buen exito de SUS planes.
zuela aparentaba tratar con el respeto y la afectuosa familia-

Al mismo tiempo Valenzuela redoblaba sus solicitas aten-


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ridad que un hijo á su madre, alejaba todo asomo de recelo ó

desconfianza respecto de las intenciones del jóven hidalgo al

multiplicar y prolongar sus visitas á la casa de que era, ade-


ciones respecto de Enrique y su esposa, con refinada perfidia.
Bajo un pretexto t1 otro' iba con harta: frecuencia a .la casa de
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más, propietario y señor.

Los asuntos que servían de tema A las conversaciones de

éste, siempre que Mencía formaba parte de su auditorio, no


el Hato; revolvia los muebles y papeles que su difunto padre
podían ser ni ménos ofensivos ni más agradables á los oidos

del cacique y su inocente consorte. Versaban casi siempre sobre


ha1Jia dejado en la estancia mortuoria, y espiaba las ocasiones
la necesidad y conveniencia del matrimonio, de esa union santa

de encontrarse con Mencia cuando esta bajaba del piso princi-


que hace de dos uno, y que es el estado único en que puede ha-

pal, que era donde los esposos tenian sus aposentos, mientras
que Dofia Leonor de Castilla, acompaftada de Anica y sus cria-
das de confianza, ocupaba todo el resto de la casa en el piso
bajo. La presencia de esta senora, a quien Andres de Valen-
zuela a parentaba tratar con el respeto y la afectuosa familia-
ridad que un hijo a su madre, alejaba todo asomo de recelo 6
desconfianza respecto de las intenciones del j6ven hidalgo al
multiplicar y prolongar sus visitas a la casa de que era, ade-
mas, propietario y seftor.
Los asuntos que servian de tema a las conversaciones de
este, siempre que Mencia formaba parte de su auditorio, no
podian ser · ni menos ofensi vos ni mas agradables a los oidos
del cacique y su inocente consorte. Versaban casi siempre sobre
la necesidad y conveniencia del matrimonio, de esa union santa
que hace de dos uno, y que es el estado unico en que puede ha-

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ENRIQUILLO

ENRIQUILLO 359

liarse la felicidad en esta vida. Así, á lo ménos, lo decia el hi-


llarse la felicidad en esta vida. Asi, a lo menos, lo decia el hi-
pócrita mancebo con aire de profunda conviccion, y si ocurría

p6crita mancebo con aire de profunda conviccion, y si ocurria


que la buena Doña Leonor le preguntara maliciosamente que

desde cuándo se habia convertido á tan sanas ideas, contestaba que la buena Dona Leonor le preguntara maliciosamente que
que era un milagro del amor, porque en su último viaje á Santo

Domingo habia aprendido á amar verdaderamente, de un modo


desde cuando se habia convertido a tan sanas ideas, contesraba
muy distinto de las distracciones y pasatiempos que hasta en-

tónces habian ocupado sus ócios, para no sucumbir al fastidio


que era un milagro del amor, porque en su ultimo viaje a Santo
de aquellos campos.
Domingo habia aprendido a amar verdaderamen.te, de un modo
muy ~istinto de las distracciones y pasatiempos que hasta en-
—¿De modo que pronto os casaréis; segun eso?—decia Doña

Leonor en tono incrédulo.

—No lo dudeis,—replicaba el jóven.—En cuanto termine los

t6nces habian ocupado sus 6cios, para no stlcumbir al fastidio


de
arreglos de la sucesion, vuelvo á Santo Domingo á pedir la

mano de mi amada.
aq uellos campos.
-~De modo que pronto os casareis; segun eso?-decia Dona
Poco á poco fué, por estos términos, ganándose la confianza

de la inexperta Mencía, que no podia dudar de que Valenzuela

amaba sinceramente á su amiga Elvira Pimentel. La compla-

cencia con que oia todo lo que le recordaba su género de vida y


Leonor en to no incred ulo.
sus compañeras en el palacio de Diego Colon, era causa de que

-No lo dudeis,-replicaba el j6ven.-En cuanto termine los


arreglos de la sucesion, vuelvo a Santo Domingo a pedir la
la candorosa jóven se acostumbrara muy pronto á aquellas

conversaciones que iban adquiriendo gradualmente el encanto

de la intimidad y el abandono de las confidencias. Valenzuela

pudo observar los progresos de su táctica, y lisonjearse en sus


mano de mi amada.
conciliábulos con Mojica de que estaba próxima su victoria

sobre aquel sencillo corazon, al que pensaba tener ya envuelto


Poco a poco fue, por estos terminos, ganandose la confianza
en sus traidoras redes. de la inexperta Mencia, que no podia dudar de que Valenzuela
amaba sinceramente a su amiga Elvira Pimentel. La compla-
Pero por fortuna se equivocaba. Un dia creyó llegada la
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oportunidad de descorrer los velos á sus vergonzosas intencio-

nes, y léjos de alcanzar el éxito que creia seguro, pasó por la

humillacion de reconocer que habia perdido su tiempo. Mencía,


cencia con que oia todo lo que le recoi·daba su genero de vida y
sus compaiieras en el palacio de Diego Colon, era causa de que
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sentada á la sombra de dos gigantescos robles que decoraban

la candorosa j6¥en se acostumbrara muy pronto a aquellas


el patio de la casa, se ocupaba en una primorosa labor de mano,

con la cual se proponia obsequiar á su amiga y huéspeda, Doña

Leonor de Castilla: ésta, blandamente acariciada por la brisa

del medio dia, trató en vano de resistir al sueño que iba pesan-
conversaciones que iban adquiriendo gradualmente el enca1'to
do sobre sus párpados, y al cabo cedió á su influjo, quedándose
de la intimidad y el abandono de las confidencias. Valenzuela
pudo observar los progresos de su tactica, y lisonjearse en sus
profundamente dormida en una butaca de la galería, á doce ó

conciliabulos con Mojica de que estaba pr6xima su victoria


sobre aquel sencillo corazon, al que pensaba tener ya envuelto
en sus traidoras redes.
Pero por fortuna se equivocaba. Un dia crey6 llegada la
oportunidad de descorrer los velos a sus vergonzosas intencio-
ne5, y lejos de alcanzar el exito que creia seguro, pas6 por la
humillacion de reconocer que habia perdido su tiempo. Mencia,
sentada a la sombra de dos gigantescos robles que decoraban
el patio de la casa, se ocupaba en una primorosa labor de mano,
con la cual se proponia obsequiar a su amiga y huespeda, Dona
Leonor de Castilla: esta, blandamente acariciada por la brisa
del medio dia, trat6 en vano de resistir al sueno que iba pesan·
do sobre sus parpados, y al cabo cedi6 a su inft.ujo, quedandose
profundamente dormida en una butaca de la galeria, a doce 6
./
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360 LEYENDA HIST6RICA

360 LEYENDA HISTÓRICA

quince pasos de la joven bordadora. Los criados estaban léjos,


quince pasos de la j6ven bordadora. Los criados estaban lejos,
ocupados en sus varias faenas; Enrique no habia regresado to-
ocupados en sus varias faenas; Enrique no habia regresado to·
davía del campo: el silencio era absoluto, y la jóven se hallaba

entregada á sí misma, completamente sola. Al extremo de la


da via del cam po: el silencio era absoluto, y la j6ven se hallaba
galería se abrió sigilosamente una puerta, y en su dintel apa-

reció Valenzuela, que tras breve observacion se dió cuenta de


entregada a si misma, completamente sola. Al extremo de la
todas las circunstancias del lugar y del momento. Adelantóse

galeria se abri6 sigilosamente una puerta, y en su dintel apa-


sin hacer ruido, y á dos pasos de Mencía, que atenta á su tra-

bajo no habia advertido la presencia del hidalgo, la saludó con


reci6 Valenzuela, que tras breve observacion se di6 cuenta de
trémula voz, en estos términos:

—Bendita sea esa labor, y bendita la mano que tan lindas


todas las circunstancias del lug-ar y del momento. Adelant6se
cosas hace!

sin hacer ruido, y a dos pasos de :Mencia, que atenta a SU tra-


— ¡Ah, señor Valenzuela!—exclamó con sorpresa la jóven.

—¿Estábais ahí? bajo no habia adyertido la presencia del hida1go, la saludo con
—Aquí estaba, absorto ante tanta hermosura;—respondió

Valenzuela.
tremula voz, en estos terminos:
—De poco os admirais, señor ¡—replicó sencillamente Mencía;

—tengo para mis bordados dibujos aun más bonitos que éste.
-Bendita sea esa labor, y bendita la mano que tan lindas
—Pero ninguno será tan precioso como vos, Mencía—dijo cosas hace!
-jAh, senor Valenzuela!-exdam6 con sorpre~a la joven.
audazmente el mancebo.

—Hablamos de dibujos,—repuso riéndosela jóven.—Si de

hermosura de personas fuera, vos sabeis que Elvira Pimentel

-~Estc'Lbais ahi?
es mucho más

—Dejemos á Elvira,—interrumpió vivamente Valenzuela.—


-A qui estaba, absorto ante tanta hermosura;- respondi6
Ni ella, ni muger alguna, puede comparar su belleza con la

vuestra.... Es preciso que lo sepais de una vez, Mencía: quien


Valenzuela.
llegó á ver el resplandor de vuestra hermosura, quien sintió

-De poco os admirais, sefior;-replic6 sencillamente C\Jencia;


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arder su alma al fuego de vuestros ojos divinos, queda ofusca-

do, ciego, é incapaz de amar ó admirar otro objeto.


-tengo para mis bordados dibujos aun mas bonitos que este.
La joven miró sorprendida á su interlocutor, al oir en sus

-Pero ninguno sera tan precioso como vos, Mencia-dijo


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lábios tan inusitado lenguaje. Viendo aquel rostro enardecido,

aquellas facciones animadas por el incendio de una vehemente

y desordenada pasion, Mencía tembló espantada, y por un mo-


audazmente el ma nee bo.
vimiento maquinal se puso instantáneamente en pié.

-Hablamos de dibujos,- repuso riendose la j6ven.-Si de


— ¡Qué decís!.... —exclamó balbuciente.—No entiendo lo que

quereis decir,—señor Valenzuela! hermosura de personas fuera, vos sabeis que Elvira Pimentel
—Lo que digo,—insistió éste con mal comprimida vehemen-

es mucho mas .....


--Dejemos a Elvira,-interrumpi6 vivamente Valenzuela.-
Ni ella, ni muger alguna, puede comparar su belleza con la
vuestra .... Es preciso que lo sepais de una vez, Mencia: quien
lleg6 a ver el resplandor de vuestra hermosura, quien sinti6
arder su alma al fuego de vuestros ojos di vinos, queda ofusca-
do, ciego, e incapaz de amar 6 admirar otro objeto.
La j6ven mir6 sorprendida a su interlocutor, al oir en sus
labios tan inusitado lenguaje. Viendo aquel rostro en~rdecido,
aquellas facciones animadas por el incendio c.:e una vehemente
y deso rdenada pasion, Mencia tembl6 espantada, y por un mo-
vimiento maquinal se puso instantaneamente en pie.
- jQue decis! .. .. -exclam6 balbuciente.-No entiendo lo que
quereis decir, - seiior Valenzuela!
-Loque d!go,-insisti6 est e con mal comprimida vehemen-

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ENRIQUILLO 361
ENRIQUILLO 361

cia, y percibiendose en.su voz los silbos de la serpiente;-lo que


-quiero decir es que os amo; que mi corazon esta consagrado a
cia, y percibiéndose en su voz los silbos de la serpiente;—lo que

quiero decir es que os amo; que mi corazon está consagrado á

vuestra adoracion, y que sin la esperanza de poseer vuestro


vuestra adoracion, y que sin la esperanza de poseer vuestro

amor, ya hubiera muerto de pena. Lo que digo es que un des-

preciable cacique no merece tanta dicha, un tesoro de tan in-

menso valor como es Mencía de Guevara


amor, ya hubiera muerto de pena. Loque digo es que un des·
—¡Basta, hombre vil! —dijo con severa dignidad la jóven,
preciable cacique no merece tanta dicha, un tesoro de tan in-
menso valor como es Mencia de Guevara .....
repuesta ya de su primera turbacion. —El despreciable, el infa-

me sois vos, engañoso traidor! Salid al punto de aquí, si no.

queréis que publique á voces este oprobio.

Y alzó efectivamente la voz al pronunciar su enérgica in-


-iBasta, hombrevil!-dijo con severa dignidad Ia j6ven,
crepacion, con la magestad imperiosa de una reina ofendida.

repuesta ya de su primera turbacion. -- El despreciable, el in fa-


Valenzuela hizo un ademan de inquietud volviéndose á mi-

rar hácia donde yacia entregada al sueño Doña Leonor. La me sois vos, engafioso traidor! Salid al punto de aqui, si no.
irritada jóven dió dos ó tres pasos en la misma direccion.

—Escuchadme una palabra, Mencía;—le dijo con voz sorda


quereis que publique a voces este oprobio.
Valenzuela: —olvidad lo que acaba de pasar; cuidad de no re-

ferirlo á nadie; y ménos que á nadie, á Enriquillo: así os con-


Y alz6 efecti vamente la voz al pronunciar su .energica in-
viene.
c1-epacion, con la magestad imperiosa de una reina ofendida.
Valenzuela hizo un ademan de inquietud volviendose a mi·
—Una mujer honrada no tiene secretos para su marido;—

respondió con acento aun más enérgico y resuelto Mencía, ale-

jándose siempre de Valenzuela, y ya á pocos pasos de la gale-

ría. Doña Leonor despertó sobresaltada, al herir su oido las úl-


rar hacia donde y acia entregada al sueno Dona Leonor. La
timas palabras de la jóven, y pudo percibir esta réplica del
irritada j6ven di6 dos 6 tres pasos en Ia misma direccion.
-Escuchadme una palabra, Mencia;-le dijo con voz sorda
audaz mancebo:

—Si lo decís, sois perdida!

— ¡Qué escucho! —exclamóla buena señora interviniendo.—

Valenzuela:-olvidad lo que acaba de pasar; cuidad de no re-


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¡Andrés! ¿vos aquí? Ese lenguaje; ese aspecto amenazador

¿Qué significa esto?


ferirlo a nadie; y menos que a nadie, a Enriqu.illo: asi os con-
v1ene.
Valenzuela comenzaba á improvisar una explicacion; pero
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Mencía se le anticipó vivamente diciendo:

—Este hombre ha tenido la osadía de requerirme de amores.

—Cielos! — dijo consternada Doña Leonor. —¿Es posible,


-Una mujer honrada no tiene secretos para su marido;-
Andrés....? Ah, sí! Demasiado sé que es posible; y harto des-

respondi6 con acento aun mas energico y resuelto Mencia, ale-


confiaba de vuestra enmienda !

—Señora,—replicó bruscamente el jóven;—¿con qué dere-


jandose siempre de Valenzuela, y ya a pocos pasos de la gale-
cho os atreveis á reprenderme, como si fuera hijo vuestro?

ria. Dona Leonor despert6 sobresaltada, al herir su oido las ul-


timas palabras de la j6ven, y pudo percibir esta replica del
audaz mancebo:
-Si lo decis, sois perdida!
-jQue escucho!-exclam6 la buena senora interviniendo.-
jAndres! ~vos aqui? Ese lenguaje; ese aspecto amenazador .....
(Que s-ignifica esto?
Valenzuela comenzaba <::\ improvisar una explicacion; pero
Mencia se le anticip6 vi vamente diciendo:
-Este hombre ha tenido la osadia de requerirme de amores.
-Cielos!-dijo consternada Dona Leonor. -~Es posible,
Andres .... ? Ah, si! Demasiado se que es posible; y harto des-
confiaba de vuestra enmienda ... .. !
-Senora ,-replic6 bruscamente el j6ven ;-~con q ue dere-
cho os atreveis a reprenderme, como si fuera hijo vuestro?

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362 LEYENDA. HIST6RICA

362 LEYENDA HISTÓRICA

-Os amo desde nino como silo fueseis, y me pesa que os


—Os amo desde niño como si lo fuéseis, y me pesa que os

hagais odioso con vuestras maldades,—le dijo severamente la


hagais odioso con vuestras maldades,-le dijo severamente la
digna matrona.

—¿Y quién os dice que yo he intentado nada contra Mencía?


digna matrona.
—respondió con descaro Valenzuela.—Ella se equivoca; ha

-lY quien os dice que yo he intentado nada contra Mencia?


interpretado mal mis palabras, engañada por su vanidad, que

la hace ver en cada hombre un enamorado -respondi6 con <lescaro Valenzuela.-Ella se equivoca; ha
interpretado mal mis palabras, enganada por su vanidad, que
—Callad, señor Andrés,—dijo indignada Doña Leonor;—

yo misma he oido vuestra amenaza á Mencía ¿Porqué le

imponiais silencio?

—Por evitar las consecuencias de su error. No quiero que


la hace ver en cada hombre un enamorado .....
me desacredite injustamente —contestó el hipócrita.
-Callad, senor Andres,-dijo indignada Dona Leonor;-
ye misma he oido vuestra amenaza a Mencia ..... lPor que le
—Desacreditaros! —repuso con irónica sonrisa la viuda:—

¡buen crédito es el vuestro!

—Pensad lo que os parezca, señora;—dijo altivamente Va-

lenzuela;—pero si quereis evitar grandes disgustos á vuestra


imponiais silencio?
protejida, que tambien lo es mia, como á su esposo, haced por
-Por evitar las consecuencias de su error. No quiero que
persuadirla á que sea discreta, y que no haga ruido con esas

visiones suyas.
me desacredite injustamente ..... -contest6 el hip6crita.
—Ella callará este suceso, pues que á su propia fama no le

conviene otra cosa,—contestó la prudente señora.—¿Lo ofre-


-Desacreditaros!-repuso con ir6nica sonrisa la viuda:-
ceis así, Mencía?....

Jbuen credito es el vuestro!


La jóven se habia retiradov.aparte, y estaba sentada con

aire distraído y desdeñoso en el mismo asiento que poco ántes


-Pensad lo que os parezca, senora;-dijo altivamente Va-
ocupaba Doña Leonor.

A la interpelacion de ésta respondió secamente, sin mover-


lenzuela;-pero si quereis evitar grandes disgustos a vuestra
se, ni mirar á Valenzuela:

protejida, que tambien lo es mia, como a su esposo, haced por


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persuadirla a que sea discreta, y que no haga ruido con esas


— Que ese hombre se quite de mi presencia; que no vuelva

aquí durante el poco tiempo que aun estemos en esta casa, y

visiones suyas.
nada diré á Enrique.
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Se levantó en seguida, y tomando del brazo á Doña Leonor

se alejó con ella de aquel sitio, dirijiéndose al interior de la

casa.
-Ella callara.este suceso, pues que a su propia fama no le
Valenzuela, inmóvil, fija la torva mirada en las dos damas
conviene otra cosa,-contest6 la prudente seftora.-lLo ofre-
ceis asi, Mencia? ....
miéntras las tuvo á la vista, permaneció buen espacio pesaro-

so y meditabundo, hasta que al fin pareció haber adoptado un

partido; sus ojos brillaron con siniestra expresion, y exclamó

La j6ven se habia retirado~..aparte, y estaba sentada con


aire distraido y desdenoso en el mismo asiento que poco antes
ocupaba Dona Leonor.
A la interpelacion de esta. respondi6 secamente, si.n mover-
se, ni mirar a Valenzuela:
-Que ese hombre se quite de mi ·presencia; que no vuelva
aqui durante el poco tiempo que aun e~temos en esta casa, y
nada dire a Enrique.
Se levant.6 en seguida, y tomando del brazo a Dona Leonor
se alej6 con ella de aquel sitio, dirijiendose al interior de la
casa.
Valenzuela, inm6vil, fija la torva mirada en las dos damas
mientras las tuvo a la vista, permaneci6 buen espacio pesaro·
soy meditabundo, hasta que al fin pareci6 haber adoptado un
partido; sus ojos brillaron con siniestra expresion, y exclam6

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ENRIQUILLO ~63

entre dientes·, en son de amenaza; con la mano ex.tendida hacia


ENRIQUILLO 363

entre dientes, en son de amenaza, con la mano extendida hacia

la puerta por donde habian desaparecido la jóven esposa y su

compañera.
la puerta por donde habian desaparecido la j6ven esposa y su
—¡No importa! Pese al cielo y al infierno, será mia! companera.
-jNo importa! Pese al cielo y al infierno, sen\ mia!
XXV

Suspicacia.

Acababa el protervo mozo de proferir estas fatídicas pala-

bras, cuando un galope de caballos en la inmediata llanura

hirió su oído. Apresuróse á entrar en el aposento que ocupaba

habitualmente, y se fué á mirar por una celosía quiénes eran

xxv
los jinetes que llegaban. Reconociendo á Enrique y á Tama-

yo, que se apeaban de sus cabalgaduras en la puerta campes-

tre, salió inmediatamente al encuentro del primero, y le dijo

en tono afable:

—Te aguardaba con impaciencia, Enriquillo.

Suspicacia.
—¿En qué puedo serviros, señor Andrés?—preguntó el ca-

Acababa el protervo mozo de proferir estas fatidicas pala-


cique.

—He estado revolviendo papeles toda esta mañana,—repu-

so el hidalgo.—Debia regresar- con .algunos documentos á la

villa al medio dia, y no he podido hacerlo porque mi caballo


bras, cuando un galope de caballos en la inmediata llanura
se me puso cojo cuando venia para acá, y no puede dar pisada.
hiri6 su oido. Apresur6se a entrar en el aposento que ocupapa
Es de advertir que para prolongar aquel dia su estancia en

el Hato, Valenzuela habia recurrido al ardid de clavar una


habitualmente, y se fue ·A mirar ·p or una celosia quienes eran
espina disimulada á su caballo en un menudillo, de manera

que efectivamente el pobre animal estaba cojo.


los jinetes que llegaban. Reconociendo a Enrique y a Tama-
—¡Válgame Dios, señor Andrés!—exclamó el cacique.—Y

yo, que se apeaban de sus cabalgaduras en la p·uerta campes·


esa pequeña dificultad os pudo embarazar? ¿No estaba en la

tre, sali6 inmediatamente al encuentro del primero, y le dijo


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cuadra mi yegua rucia? ¿No lo sabiais?....

—Sí, Enriquillo;—contestó con blandura Valenzuela; —y

tratándose de servirme de cualquier otro animal tuyo no hu-


en tono afable:
-Te aguardaba con impaciencia, Enriquillo.
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biera vacilado en hacerlo; pero la rucia, ya es distinto. Siem-

pre recuerdo aquella reprension de mi padre..., cuando quisis-

te cederme esa bestia; ¿te acuerdas? -(En que puedo serviros, senor Andres?-pregunt6 el ca~
c1que.
/

-He estado re\'Olviendo papeles toda esta manana,-repu-


so el hidalgo.-Debia regresar con .algunos documen.t os a la
villa al medio dia, y no he podido hacerlo porque mi caballo
se me puso cojo cuando venia para aca, y no puede dar pisada.
Es de advertir que para prolongar aquel dia su estancia en
el Hato, Valenzuela habia. recurrido aJ ardid de clavar una
espina disimulada a su caballo en un menudillo, de manera
que efectivamcnte el pobre animal estaba cojo.
-jValgame Dios, senor Andres!-exclam6 el cacique.-Y
esa pequefia dificultad os pudo embarazar? (No estaba en la
cuadra mi yegua rucia? (No lo sabiais? ....
-Si, . Enriquillo;-contest6 con blandura Valenzuela;-y
tratandose de scrvirme de cualquier otro animal tuyo no hu-
biera vacilado en hacerlo; pero la rucia, ya es distinto. Siem-
pre recuerd.o aquella reprension de mi padre ... , cuando quisis-
te cederme esa bestia; (te acuerdas?

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36-l LEYEKDA HISTORIC.-\.

-Si me acuerdo, senor Andres;-contest6 Enrique;-pero


364 LEYENDA HISTÓRICA

—Sí me acuerdo, señor Andrés;—contestó Enrique;—pero

eso no quita que podais usar de ella como cosa vuestra, cada

vez que la necesiteis.


eso no q uita que podais usar de ell a co mo cosa vuestra, cad a
—Tú pensarás, como yo,—repuso con estudio Valenzuela,

yez que la necesiteis.


—que aquello no fué sino un escrúpulo de monja; cosas de

viejo....
-Tu pensaras, como yo,-repuso con estudio Valenzuela,
—Perdonad, señor Andrés;—interrumpió Enrique:—para

mí, cualquier amonestacion de mi señor Don Francisco, que


-que aquello no fue sino un escrupulo de monja; cosas de
esté en el cielo, es punto ménos que un evangelio.

viejo ....
—Bien, Enriquillo, no disputemos más;—dijo con visible

disgusto el voluntarioso hidalgo. —Haz que me alisten la bes-


-Perdonad, senor A ndres;-interrumpi6 Enrique:-para
tia, y que me lleven el caballo á la villa, del diestro y con cui-

dado, para que el herrador lo cure.


mi, cualquier amonestacion de mi senor Don Francisco, que
—Seréis servido, señor,—respondió Enrique retirándose;

este en el cielo, es punto menos que un evange1io.


y cinco minutos despues Valenzuela, montado en la linda

yegua rucia del cacique, atravesaba la llanura con la veloci- -Bien, Enriquillo, no clisputemos mas;-dijo con visible
disgusto el voluntarioso hidalgo.-Haz que me alisten la bes-
dad del huracan, miéntras que el dueño de la fogosa bestia,

siguiéndola con la mirada, decia á Tamayo:

—Vés esa yegua tan hermosa, y de tantas condiciones ex-

celentes? Pues créeme, Tamayo, siento que no pueda dejar de


tia, y que me lleven el caballo a la villa, del diestro y con cui-
ser mia. Quisiera regalársela al señor Andrés.
dado, para que el herrador lo cure.
-Sereis servido, senor,-respondi6 Enrique retirandose;
—No tengas cuidado,—respondió sárcástieamente el astuto

indio:—ya encontrará el.señor Andrés medio de quedarse

con ella.

—Ese mal pensamiento tuyo, Tamayo,—repuso Enrique-


y cinco minutos despues Valenzuela, montado en la linda
no se realizará. Bien sabes que el señor Valenzuela está obli-
yegua rucia del cacique, atravesaba la llanura con la veloci-
gado á respetar la voluntad expresa de su buen padre.

dad del huracaq, mientras que el dueno de la fogosa bestia,


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—Bien sé, Enriquillo,—replicó Tamayo,—que tú no quieres

ver nada malo en ese mozo, que es capaz de meterte un puñal

acariciándote: yo te lo digo.
siguiendola con la mirada, decia a Tamayo:
-V es esa yegua tan hermosa, y de tantas condiciones ex-
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—Tamayo, te complaces en atormentarme, y tus palabras

son mortal veneno para mi alma,—dijo con tristeza Enrique.—

Hace dias que no veo adonde quiera que miro sino semblantes
celentes? Pues creeme, Tamayo, siento que no pueda dejar de
airados y sañudos, gente que me mira de reojo: los mismos

que antes me solicitaban y me hacian demostraciones de cari-


ser mia. Quisiera regalarsela al sefior Andres.
ño, ahora esquivan mi presencia y mi trato. El señor Sotoma-

-No tengas cuidado,-respondi6 sttrcasticamente el astuto


yor, tan bondadoso conmigo siempre que he ido á su casa, ya

indio:-ya encontrara el . senor Andres medio de quedarse


con ella.
-Ese mal pensamiento tuyo, Tamayo,-repu~o Enriqi:e-
no se realizara. Bien sa bes que el senor Valenzuela est a obli-
gado a respetar la voluntad expresa de su buen padre.
-Bien se, Enriquillo,-replic6 Tamayo,-que tu no quieres
ver nada malo en ese mozo, que es capaz de meterte un pufial
acariciandote: yo te lo digo.
- Tamayo, te complaces en atormentarme, y tus palabras
son mortal veneno para mi alma,-dijo con tristeza Enrique.-
Race dias que nq veo adonde quiera que miro sino semblantes
airados y safiudos, gente que me mira de reojo: los mismos
gue antes me solicitaban y me hacian demostracio11es de cari-
fio , ahora esqui van mi presencia y mi trato . El sef?.or Sotoma·
yor, tan bondacloso conmigo siempre que he ido a su casa, ya

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ENRIQl"ILLO 365
ENRIQUILLO 365
viste hace poco rato con cuanta frialdad me deY01Yi6 el salu-
viste hace poco rato con cuanta frialdad me devolvió el salu-

do, cuando le encontramos en el camino, como si yo fuera un


do, cuando le encontramos en el camino, corno si yo fuera un
extraño para él. Solo me muestra faz amiga el hijo de mi bien-

extrafio para el. Solo me mucstra faz amiga el hijo de mi bien-


hechor, que ha heredado el afecto que me tenia su padre, ¿y

quieres tú que yo le corresponda con aborrecimiento?.... hechor, que ha heredado el afecto que me tenia su padre, (y
—No, Enrique,—dijo gravemente el inflexible Tamayo;—

esa no es mi intencion. ¿Quién consigue de tí que aborrezcas


quieres tii que yo le corresponda con aborrecirniento? ....
á nadie?.... Quiero que no te dejes engañar; que no te fíes de

-N6, Enrique,-dijo gravemente el inflexible Tamayo;-


las apariencias; porque si el señor Valenzuela es tu amigo,

tambien lo será el señor Mojica, que es como la sombra de su esa no es mi intencion. (Quien consigue de ti que aborrezcas
cuerpo.

—Eso consiste, como me lo ha dicho el señor Andrés,—re-


a nadie? .... Quiero que note dejes engafiar; que no te fies de
plicó Enrique,—en que el tal Mojica es entendido en materia

de leyes, y lo ayuda mucho en el arreglo de la herencia. No


las apariencias; porque si el senor Valenzuela es tu amigo,
podemos dudarlo, pues todos los dias pasan los dos largas
tambien lo serc't cl sefior Mojica, que es como la sombra de su
horas en casa del alcalde mayor, señor Badillo, y comen á su

mesa muchas veces.


-cuerpo. •
—Y eso mismo me dá que pensar,—Enrique, —insistió Ta-

mayo: ellos arreglan sus asuntos, y tú dejas que los nuestros


-Eso consiste, como me lo ha dicho el senor A ndres,-re-
sigan desarreglados...
plic6 Enrique,-en que el tal Mojica es entendido en ·m ateria
—Me cansa, Tamayo, tu continuo murmurar;—dijo Enrique

con impaciencia.—¿Qué más he de hacer? ¿Quién se ha metido


de leyes, y lo ayuda mucho en el arreglo de la herencia. No
hasta ahora con La Higuera? Y por lo que hace á los indios

del repartimiento del señor Hernández, ¿no te he dicho que de


podemos dudarlo, pues todos los di as pasan los ~los largas
ellos, y de todos los demás infelices que están como ellos, he

horas en casa del alcalde mayor, sefior Badillo, y cornen a su


tratado ya en mi carta al padre protector?

—No te enojes, mi Enriquillo,—respondió Tamayo dulcifi-


mesa muchas veccs.
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cando la voz.—La tardanza del padre en contestarte es lo que

me tiene de mal humor.


-Y eso mismo me d{t quc pensar ,-Enrique, -insisti6 Ta-
—Cuidado con resbalarte á pensar tambien mal del padre,

mayo: ellos arreglan sus asuntos, y tii dejas que los nuestros
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desdichado!-dijo con ademan imponente Enrique;—porque

entónces sí me enojaré de veras. Yo tambien hallo que tarda sigan desarreglados ...
mucho su respuesta; estoy ya inquieto.... ¿quién sabe? Hay

tanto picaro....
.-Me cansa, Tamayo, tu continuo murmurar;-dijo Enrique
—Eso, eso es, Enriquillo,—exclamó Tamayo con alegría;—

.con impa,ciencia.-(Que mas he de hacer? (Quien se ha metido


has ta ahora con La 1-Iiguera? Y por lo q ue hace a los indios
eso es lo que yo quiero decir; lo que hay es que. no sé explicar-

me tan bien como tú.

<lel repartimiento del sefiur Hernt'mdez, (no te he dicho que de


ellos, y de todos los demas infelices que estan como ellos, he
tratado ya en mi carta al padre protector?
-Note enojes, mi Enriquillo,-respondi6 Tamayo dulcifi-
cando la voz.-La tardanza del padre en contestarte cs lo que
me tiene de mal humor.
-Cuidado con resbalarte a pensar tarnbien mal del padre,
desdichado! - dijo con ademan irnponente Enrique;-- porque
ent6nces si me enojare de veras. Yo tambien hallo que tarda
mucho su respuesta; estoy ya inquieto .... (quien sabe? Hay
tan to picaro ....
-Eso, eso es, Enriquillo,-exclam6 Tamayo con alegria;-
eso es lo que yo quie!·o decir; lo que hay es qu~no se explicar-
me tan bien com) tu.

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LEYENDA HIST6RIC A

366
-Pero vamos con tiento, hombre;-y no supongamos lo
peor contra el pr6jimo,-repuso Enrique.~Es preciso que
LEYENDA HISTÓRICA.

—Pero vamos con tiento, hombre;—y no supongamos lo

peor contra el prójimo,—repuso Enrique.—Es preciso que

ac'aremos el motivo de esa inexplicable tardanza. ¿Dónde está


ac 1aremos el motivo de esa inexplicable tardanza. (D6nde esta
Galindo?
Galindo?
-En La Higuera: esta mafiana lo vi con su cuadrilla,-
—En La Higuera: esta mañana lo vi con su cuadrilla,—

contestó Tamayo.

—Pues, en cuanto comas, montarás otra vez á caballo, vas-

á buscarlo, y haces que se aliste sin que nadie lo advierta para


contest6 Tamayo.
ir á Santo Domingo: tan luego como cierre la noche ha de es-

-Pues, en cuanto comas, montaras otra vez a caba11o, vas


tar en camino.

—Bien, cacique! Así me gusta. Actividad, y no quedarnos


a buscarlo, y haces que se aliste sin que nadie lo advierta para
con los brazos cruzados para que los picaros nos acaben.

Con estas palabras de Tamayo concluyó la conversacion.


ir a Santo Domingo: tan luego como cier.re la noche ha de es-
XXVI

tar en camino.
Pretexto.

Galindo era un naboria que tenia diez y ocho años de edad, -Bien, cacique! Asi me g-usta. Actividad, y no quedarnos·
con los brazos cruzados para que los picaros nos acaben.
ágil, robusto y bien dispuesto de cuerpo: la naturaleza lo habia

favorecido además con un ingenio vivo y despejado, y una

voluntad enérgica, que se complacía en vencer obstáculos.

Era el muchacho de confianza de Enriquillo, para todos los


Con estas palabras de Tamayo concluy6 Ja conversacion.
encargos y comisiones cuyo cumplimiento requería celeridad

é inteligencia.

Tamayo fué á buscarlo á La Higuera, y le trasmitió las ór-

denes del cacique. Antes que se extinguiera el postrer crepús- XXVI


culo de la tarde, ya el mozo indio, montado en un excelente

caballo de la primera raza criolla, se detenia ante la puerta

Pretexto.
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llamada del corral, en la casa del Hato. Echando pié á tierra,

Galindo ató el bruto á un árbol contiguo, y penetró en el patio,

donde á pocos pasos encontró á Tamayo que lo aguardaba.

Galindo era un naboria que tenia diez y ocho afios de edad,


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—Espera un poco,—dijo éste;—el cacique no dilata.

El muchacho, taciturno por carácter, se sentó sin hablar


agil, robust6 y bien dispuesto de cuerpo: la naturaleza lo habia
una palabra en el sitio que ocupaba Mencía, á la sombra de

los robles, cuando aquel mismo dia se arrojó Valenzuela á


favorecido ademas con un ingenio vivo y despejado, y una
hacerle su atrevida declaracion. Enriquillo, como lo habia

voluntad energica, que se complacia en' veneer obstaculos.


Era el muchacho de confianza de Enriquillo, para todos los
encargos y comisiones cuyo cumplimiento requeda c;eleridad
e inteligencia.
Tamayo fue a buscarlo a La Higuera, y le trasmiti6 las 6r-
denes del cacique. Antes que se extinguiera ·el postrer crepus-
culo de la tarde, ya el mozo indio, montado en un excelente
caballo de la primera raza criolla, se detenia ante la puerta
llamada del corral, en la casa del Hato. Echando pie {l tierra_,
Galindo at6 el bruto a un arbol con tiguo, y penetr6 en el patio,
donde a pocos pasos encontr6 a Tamayo que lo aguardaba.
-- E spera un poco .-dijo este;-el cacique no dilata.
El muchacho, taciturno por ca r acter, se sent6 sin hablar
una palabra en el sitio que ocupaba Mencia, a la· sombra de
los robles, cuattdo aquel mismo dia se arroj6 Valenzuela a
hace rle su atrevida declaracion . Enriqnillo, como lo habia

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ENRIQUILLO 367
dicho Tamayo, no tard6 en bajar de la casa, con dos cartas
ENRIQUILLO 367

dicho Tamayo, no tardó en bajar de la casa, con dos cartas

en la mano.

—Estás del todo listo, Galindo?—preguntó al mozo.


en la mano.
—Sí, cacique;—respondió éste lacónicamente.
-Estas del todo listo, Galindo?-pregunt6 al mozo.
-Si, cacique;-respondi6 este lac6nicamente.
—Llevas de comer?

—Sí, cacique.

—Toma estos dineros,—dijo entónces Enrique,—para que

ni tú ni la bestia paseis hambre en el camino. De estas dos


-Llevas de comer?
cartas, una es para el padre Bartolomé de las Casas, en el
-Si, cacique.
convento de los padres dominicos: la otra es para la se-

ñora Virreina Nadie en la Maguana ha de saber tu viaje,


-Toma estos dineros,-dijo ent6nces Enrique,.._para que
ni al ir ni al regresar. Hoy es lunes; te espero el domin-

go á esta hora, con Jas respuestas, aquí misrr.o. ¿Has enten-


ni tu ni la bestia paseis hambre en el camino. De estas dos
dido bien?

cartas, una es para el padre Bartolome de las Casas, en el


—Sí, cacique.

—Anda con Dios, muchacho.


convento de los padre~ dominicos: la otra es para la se-
—Adiós, cacique. Adiós raaese Tamayo.

Con esta simple despedida salió Galindo por donde habia


fiora Virreina ..... Nadie en la Maguana ha de saber tu viaje,
entrado; montó á caballo, y partió á paso vivo en medio de las

ni al ir ni al regresar. Hoy es lunes; te espero el domin·


go a esta hora, con _las respuestas, aqui misrr.o. (Has enten-
tinieblas que ya envolvían la llanura.

Media hora más tarde Anica servia la cena, como de cos-

tumbre, á Mencía, Doña Leonor y Enrique. Los tres estaban

preocupados y tristes: las damas habian guardado una penosa


dido bien?
impresion del incidente de la siesta, y tenian como un presen-

timiento de que Valenzuela no se daría por vencido, ni dejaría


-·Si, cacique.
de emprender alguna nueva maldad contra Mencía: ésta desea-
-Anda con Dios, muchacho.
ba encontrar un medio discreto de hacer entender á Enrique

-Adi6s, cacique. Adi6s maese Tamayo.


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la conveniencia de mudar prontamente de casa, sin despertar

en su ánimo el menor recelo sobre lo acontecido. Doña Leonor

habia aconsejado á la jóven que dejara pasar aquella noche,


Con es~a simple despedida sali6 Galindo por donde habia
entrado; mont6 a caballo, y parti6 a paso vivo en medio de las
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y forjara la fábula de un sueño pavoroso, en el cual la apari-

cion de algun horrible espectro viniera á advertirle que debian

abandonar cuanto ántes aquella morada. Mencía detestaba la


tinieblas que ya env_olvian la llanura.
mentira, y por lo mismo desechó aquel expediente, sin acertar

á fijarse en ningun otro. Así se explica la silenciosa distrac-


Media hora mas tarde Anica servia la cena, como de cos-
cion en que permanecieron las dos amigas miéntras estuvie-

tumbre, a Mencia, Dofia Leonor y Enrique. Los tres estaban


ron á la mesa. Las declaraciones precedentes de Enriquillo

x preocupados y tristes: las damas habian guardado una penosa


impresion del incidente de la siesta, y tenian como un presen-
timiento de que Valenzuela nose daria por vencido, ni dejaria
de emprender alguna nueva maldad contra .lVIencia: esta desea-
ba encontrar un medio discreto de hacer entender a Enrique
la con veniencia de mudar prontamente de casa, sin clespertar
en su animo el menor recelo sobre lo acontecido. Dona Leonor
habia aconsejado a la j6ven que dejara pasar aquella noche ~
y forjara la fabula de un suefio pavoroso, en el cual la apari-
cion de algun horrible espectro viniera a advertirle que. debian
abandonar cuanto antes aquell~ moracla. Mencia detestaba la
mentira, y por lo mismo desech6 aquel expediente, sin acertar
a fijarse eri ningun otro. Asi se explica la si lencio ~ a distrac-
cion en que permanecieron las dos amigas mientras est uvie·
ron a la mesa. Las declaraciones precedentes de Enriquillo

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368 LEYEXDA HJST6RICA

368 LEYENDA HISTÓRICA en su dialogo con Tamayo no permiten dudar de Ia causa que
obraba en su animo para el tllismo efecto.
en su diálogo con Tamayo no permiten dudar de la causa que

obraba en su ánimo para el mismo efecto.

—No parece sino que estamos en misa,—dijo al fin Doña

Leonor. —Cuéntanos algo agradable, Enrique, segun acos-


-No parece , sino que estamos en misa,-dijo al fin Do na
tumbras.
Leonor. -Cueutanos algo agi:ada ble , Enrique, segun aco s-
tumbras.
—Ciertamente, señora, que no he cumplido con vosotras

esta noche como debo,—respondió Enrique;—pero no me cul-

peis por este descuido; más bien tenedme lástima

—No veo la causa, Enrique, y Dios te libre de mal,—replicó


-Ciertamente, senora, que no he cumplido con Yosotras
la buena señora.

esta noche como debu,-respondi6 Enrique;-pero no me cul-


—Si estuviésemos en la villa, acaso la echaríais de ver;—

volvió á decir Enrique.—De pocos dias á esta parte no sé qué


peis por. este descuido; mas bien tenedme Jastima
hechizo obra en contra mia; pero hoy he acabado de conven-

cerme de que he perdido la estimacion de aquellos que más me


-No Yeo la causa, Enrique, y Dios te libre de mal,-replic6
favorecían con su amistad.

la buena senora.
Y continuó el cacique refiriendo el desvío y la mala volun

tad que habia observado en los principales colonos de la Ma- -Si estuviesemos en la Yilla, acaso la echariais de Yer;-
vold6 e:i decir Enrique.-De pocos dias a esta parte nose que
guana, y especialmente en Alonso de Sotomayor, que era de

quien más lo sentia.

—Eso no es natural, Enrique;—dijo la discreta dama al

acabar el cacique su confidencia.—Algo extraño ocurre, y te


hechiz o obra en contra mia; pero hoy he acabado de coff\en-
aconsejo que procures aclarar ese enigma. Vamos mañana A
cerme de que he perdido 1a estimacion de aqueflos que mas me
fayorccian con su ami s tad. ·
la villa.

Al formular esta proposicion, tocó á Mencía con el pié disi-

muladamente.

La jóven comprendió la señal en seguida.


Y continu6 el caciquc refiriendo el desYio y la mala Yolun -
—Sí, Enrique; —dijo á su vez;—vamos á la villa mañana:
tad que habia obseryado en Ios principales colonos de la 11a-
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guana, y espccialmente en Alon so de Sotomayor, gue era d e


tal vez esas personas que ántes eran amigas tuyas te miren

mal por no haber yo correspondido todavía á las visitas que

recibi de las principales señoras.

quien m as lo sentia. ·
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—Puede ser así;—añadió Doña Leonor;—pero sea como

fuere, Enrique, convendrá que sin demora volvamos para San


- E so no es natural, Enrique;-dijo la discreta dama al
a cabar el cacique su confidencia.-Algo extrafio ocmTe, :r re
Juan. Me comprometo á poner en claro la causa de ese cambio

inexplicable que te tiene con razon apesadumbrado.

—Me place, Doña Leonor,—contestó Enriquillo;—pero re-

cordad que nuestra casa está en la actualidad ocupada por el


acons ejo que procures aclarar ese enigma. Vamos maftana a
señor Andrés.

laYilla . .
Al formular es ta proposicion, toc6 a ~tencia con cl pie dis i-
mulad a m ente.
La j6 ,·en comprcndi6 la sefial en seguida.
-Si , Enrique ; - dijo a SU vez;-yamos a la yjlJa mafiana:
tal v ez csa s per sonas que antes eran amigas tuyas te miren
mal por n o haber y o correspondido todayia a las Yisitas gue
recibi de las principales senora s.
- Puede ser a si;-afiadi6 Dona Leonor;-pero sea como
fue re , Enrique, c onyendra que sin demora Yolvamos para San
Juan. l\J e comprometo a poner en claro la causa de ese cambio
inexplicable que te tien e con razo n apesadumb1·ado.
-~l e place , D ona Leon or,-contes t6 Enriquillo;-pero re-
cordad que nuestra casa esta en la a ctualidad ocupada por el
s enor A ndres .

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ENRIQU~LLO 369
ENRIQUILLO 369

—Venios A la mia, que es bastante grande;—repuso la ex-

celente dama con seductora franqueza:—Valenzuela desocu-


-Venios a la mia, que es bastante grande;-repuso la- ex-
pará pronto la vuestra.
celente dama con seductora fn!nqueza:-Valenzuela desocu-
para pronto la vuestra.
—No quisiera causarle ese enojo,—objetó Enrique.

—No lleveis muy léjos las consideraciones;—replicó Doña

Leonor con desabrimiento;—el mozuelo no merece tanto.

—¡Ah, señora!—exclamó Enrique;—se conduce muy bien


-No quisiera causarle ese enojo,-objet6 Enrique.
conmigo.

-No lleveis muy lejos las consideraciones;-replic6 Dona


—Hasta ahora no digo que nó, Enriquillo; pero ¿quién sabe.

en lo sucesivo?....
Leonor con desabrimiento;-el mozuelo no merece tanto.
—No es bueno anticipar malos juicios, Doña Leonor.

—Ni fiarse demasiado, cacique: quien malas mañas tiene,


-jAh, sefiora!-exclam6 Enrique;-se conduce muy bien
tarde ó nunca las pierde.

conmigo.
Prosiguieron los tres la conversacion en el mismo tono, y

despues de discutir un buen rato las objeciones de Enriquillo, -Hasta ahora no digo que n6, Enriquilloj pero (quien sabe.
fundadas en la necesidad de que él permaneciera en el Hato

para atender A las labranzas de La Higuera, y á otros trabajos


en lo sucesi vo? ....
perentorios en aquella época del año, quedó convenido que al

dia siguiente la viuda regresaría á San Juan A preparar en su


-No es bueno anticipar malos juicios, Dona Leonor.
casa alojamiento provisional para los esposos; y de esta ma- -Ni fiarse demasiado, cacique: quien malas mafias tiene,
tarde 6 nunca las pierde.
nera, Enrique podría ir y venir al Hato y á sus contornos, ó

donde mejor le pareciese, dejando su muger bien acompañada.

Así se efectuó, instalándose la pequeña familia tres dias des-

pues en la cómoda y espaciosa casa de Doña Leonor Castilla.


Prosiguieron los tres la conversacion en el mismo tono, y
Andrés de Valenzuela aparentó ver con grande extrañcza
despues de discutir un buen rato las objeciones de Enriquillo,
fund~das en la necesidad de que el permaneciera en el Hato
aquella súbita resolucion, cuando se la participó el cacique,

y concluyó por recomendar á éste que tuviera mucho cuida-

para atender a las labranzas de La Higuera, y a otros trabajos


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do en que no se desarreglara el servicio del Hato, ni el de las

cuadrillas de La Higuera, miéntras llegaran á su término los

inventarios y liquidaciones de la sucesion paterna. Mas se


perentorios en aquella epoca del afio, qued6 convenido que al
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dia siguiente la viuda regresaria a San Juan a preparar en su


guardó bien de hacer ni remota alusion á la casa que él debia

desalojar y poner á disposicion del cacique, segun la voluntad

del difunto Valenzuela;.omision que dió harto que pensar á

Enriquillo.
casa alojamiento provisional para los esposos; y de esta ma-
L't

nera, Enrique podria ir y venir al Hato y a sus contornos, 6


donde m _ejor le pareciese, dejando su muger bien acompafiada.
Asi se efectu6, instalandose la pequefia familia trcs dias des-
pues en Ia c6moda y espaciosa casa de Dofia Leonor Castilla.
Andres de Valenzuela aparent6 ver con grande extraficza
aquella subita resolucion, cuando se la particip6 el cacique,_
y concluy6 por recomendar a este que tuviera mucho cuida-
do en que no se desarreglara el servicio del Hato, ni el de las
cuadrillas de La Higuera, mientras llegaran a su termino los
inventarios y liquidaciones de la sucesion paterna. Mas se
guard6 bien de hacer ni remota alusion a la casa que el debia
desalojar y poner a disposicion del cacique, segun la voluntad
del difunto Valenzuela;. omision que di6 harto que pen sar a
Enriquillo .

.'..'4
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~o LEYENDA HIST6RICA

370 LEYENDA HISTÓRICA

XXVII

Novedades.

Por la noche, durante la cena, el cacique refirió á su muger

y á Doña Leonor su conversacion con Andrés de Valenzuela.

—¿Nada te dijo de la casa?-preguntó Mencía á su esposo.


XX VII
—Ni una palabra,—respondió éste:—dejaré pasar dos ó tres

dias para explorar su intencion.

—Eso no corre prisa, amigos mios;—dijo Doña Leonor.—

Novedades.
Yo no pienso dejaros ir de aquí tan pronto.

Por la noche, durante la cena, el cacique refirio a su muger


Enriquillo no insistió en el punto. Meditaba subordinar su

conducta á los consejos que habia pedido, y debia recibir de

las Casas. El domingo fué á oir misa con Mencía. Al salir de

y a Dona Leonor su con versacion con Andres de Valenzuela.


-2_Nada te dijo de la casa?-pregunto Mencia a su esposo.
la iglesia repararon en Valenzuela que con Mojica, el teniente

Gobernador Badillo y algun otro curioso, formaban el acos-

tumbrado corro á la puerta del templo. La faz de Valenzuela

dejaba traslucir una siniestra alegría, y la de su infame confi-


-Ni una palabra,-respondio este:-dejare pasar dos 6 tres
dente se mostró más sarcástica y desvergonzada que nunca,

á vista de la devota pareja.


dias para explorar su intencion.
El cacique saludó quitándose con respeto el sombrero, al

~Eso no corre prisa, amigos mios;-dijo Dona Leonor. -


pasar junto al grupo, sin obtener más contestacion á su saludo

que un irónico y desdeñoso Adiós, cacique, lanzado por Mojica,


Yo no pienso dejaros ir de aqui tan pronto.
cuya voz heló la sangre en las venas á Enriquillo.

— Alguna desdicha me amena.af, Mencía; —dijo á su esposa


Enriquillo no insistio en el punto . Meditaba subordinar su
cuando hubo dado algunos pasos'^jps del grupo.

conducta a los consejos que habia pedido, y debia recibir de


—¿Has visto algun cuervo?—respondió la jóven, sonriendo.

—He visto á un verdadero demonio, esposa mia;—replicó


las Casas. El domingo fue c't oir misa con Mencia. Al salir de
Enriquillo; y comunicó á Mencía su aprension supersticiosa,

la iglesia repararon en Valenzuela que con Mojica, el teniente


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que tenia la presencia de Mojica por signo de mal agüero.

Despues de almorzar, Enrique montó á caballo y se dirijió

Gobernador Badillo y algun otro curioso, formaban el acos-


tumbrado corro a la puerta del templo. La faz de Valenzuela
al Hato. Esperaba con impaciencia la noche, seguro de que su
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mensajero Galindo llegaría en sus primeras horas, con las

nuevas que ansiosamente aguardaba de Santo Domingo.

A las cinco de la tarde se le presentó el viejo Camacho.—


dejaba traslucir una siniestra alegria, y Ja de su infame confi-
dente se mostro mas sarcastica y desvergontada que nunca,
a vista de la devota pareja.
El cacique saludo quitandose con respeto el sombrero, al
pasar junto al grupo, sin obtener mas contestacion a su saludo
que un ir6nico y desdefioso Adi6s, cacique, lanzado por Mojica,
cuya voz helo la sangre en l~s venas a Enriquillo .
· -Alguna desdicha me amen~ Mencia; - dijo a su esposa
cuando bubo dado algunos pasos" s del grupo.
-2_Has vis to algun cuervo?- responcli6 la j6ven, sonriendo.
- .He visto a un verdadero demo · io, esposa mia;-replico
Enriquillo; y comunic6 a Mencia su aprension supersticiosa,
que tenia la presencia de Mojica por signo de mal agtiero.
Despues de almorzar, Enrique mont6 a caba1lo y se diriji6
al Hato. Esperaba con impaciencia la noC'he, seguro de que su
mensajero Galindo llegaria en sus primeras horas, con las
nuevas que ansiosamente aguardaba de Santo Domingo.
A las cinco de la tarde se le present6 el viejo Camacho.-

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..
I

ENRIQUILLO 371
ENRIQUILLO 371

¿Qué hay en La Higuera?—le preguntó el cacique, sorprendi-


(.Que hay en La Higuera?-le pregunt6 el cacique, so.rprendi-
do.—¡Tú por aquí, á estas horas!...

do.-·j.Tu por aqui, a estas horas!. ...


Camacho estaba habitualmente en el pueblecillo indio, don-

de vivia á sus anchas, como un filósofo; metido en su hamaca, Camacho estaba habitualmente en el pueblecillo indio, don-
de vivia a sus anchas, como un fil6sofo; metido en su hamaca,
fumando su cachimbo (127), ensenando á rezar á los. niños, y

fabricando toscas imágenes de arcilla, que él llamaba santos,

y por la intencion realmente lo eran.

A la interpelacion de Enriquillo respondió el anciano con


fumando su cachimbo (127), ensenando a rezar a los. niflos, y
misterio:
fabricando toscas imagenes de arcilla, que el llamaba Santos,
y por la intencion realmente lo eran.
— Gran novedad, Enriquillo. Hace poco más de una hora

que los visitadores, con el escribano señor Luis Ramos, estu-

vieron en La Higuera mirándolo todo de abajo arriba, hacien-

do apuntes, y preguntando á diestro y siniestro cómo vivia la


A la interpelacion de Enriquillo respondi6 el anciano con
gente, y los oficios en que se ejercitaba.
misterio:
—Y eso ¿tiene algo de particular, Camacho?—preguntó En-

rique.
-Gran novedad, Enriquillo. Hace .poco mas de una hora
—Mucho, á mi ver,—contestó el viejo:-al partir oí distin-

tamente al señor Hernando de Joval decir á sus compañeros:


que los visitacfores, con el escribano senor Luis Ramos, estu-
«Esto es un verdadero desórden. Nadie tiene indios de esta

vieron en La Higuera mirandolo todo de abajo arriba, hacien-


manera» (128).

—Es porque no saben que son los indios del finado Don do apuntes, y preguntando a diestro y siniestro c6mo vivia la
Francisco, libres de hecho y de derecho;—dijo Enrique.

—Sí lo saben,—insistió Camacho:—bien claro trataron de


gente, y los oficios en que se ejercitaba.
esto, y hasta se propasaron A murmurar del difunto, que dije-

ron era un botarate, un santochado (129), que debió tener cu-


-Y eso (tiene a1go de particular, Camacho?- pregunt6 En-
rador de oficio para sus bienes. rique.
-Mucho, {t mi ver,-contest6 el viejo:- al partir oi distin-
—Deslenguados!—exclamó Enriquillo, al oir calificar tan
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indignamente la liberalidad de su bienhechor.

—Si mis sospechas se confirman,—volvió á decir Camacho,

—convendrá que yo vaya á dar cuenta al padre: al enviarme


tamente al senor Hernando de ]oval decir a sus companeros:
«Esto es un verdadero des6rden. Nadie tiene indios de esta
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acá con vosotros, fué recomendándome que vigilara mucho y

manera» ( 128).
le hiciera saber cualquier novedad que fuera en perjuicio de

tus intereses

—¡Bondadoso protector; sacerdote santo!—exclamó enter-

necido Enriquillo.—Tu virtud por sí sola paraliza en mi cora-


-Es porque no saben que son los indios del finado Don
zon los impulsos del ódio, cuando quiere sublevarse ante las.
Francisco libres de hecho y de derecho;-dijo Enrique.
1
injusticias que los de tu raza

-Si lo saben,-insisti6 Camacho:- bien claro trataron de


esto, y hasta se propasaron a murmurar del difunto, que dije-
ron era un botarate! un santochaclo (1 29),. que debi6 tener cu-
rador de oficio para sus bienes.
-Deslenguados !-exclam6 Enriquil1o, al oir calificar tan
indignamente la liberalidad de su bienhechor .
- Si mis sospechas se confirman,-volvi6 a decir Camacho,
-convendra que yo vaya a dar cuenta al padre: al enviarme
aca con vosotros, fue rec.omendandome que vigilara mucho y
le hiciera saber cualquier novedad que fuera en perjuicio de
tus intereses .....
-jBondadoso protector; sacerdote santo!-exclam6 enter-
necido Enriquillo.-Tu virtud por si sola paraliza en mi cora·
zon los impulsos del 6dio, cuando quiere s ublevar se ante las
injusticias que los de tu raza .. .. .

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372 LEYENDA HISr6RICA

372 LEYENDA HISTÓRICA

—Silencio, cacique!—interrumpió el viejo.—Nunca olvides


-Silencio, cacique!-interrumpi6 el viejo.-Nunca olvides
que á esa raza debemos tú y yo la fé de Cristo, que nos enseña
que a esa raza debemos tti y yo la fe de Cristo, que nos enseiia
A amar á los que nos aborrecen: tú y yo estamos tambien obli-

gados á recordar que no solamente su merced el padre las Ca-


a amar a los que nos aborrecen: tti y yo estamos tambien obli-
sas, sino algunos otros, nos han tratado siempre con cristiana

caridad.
gados a recordar que no solamente su merced el padre las Ca-
—Bien sabe Dios, Camacho,—dijo Enrique con grave acen-

sas, sino. algunos otros, nos han tratado siempre con cristiana ·
to,—que mi pecho no es avaro de gratitud, y que por esa mis-

ma razon, es ancha y honda la medida de mi paciencia. caridad.


—¿Cabrán holgadamente en ella las humillaciones, Enri-

quillo?—preguntó el anciano indio, como un padre que explora


-Bien sabe Dios, Camacho,-dijo Enrique con graye acen-
el corazon de su hijo.

to, -que mi pecho no es avaro de gratitud, y que por esa mis-


. —Hasta cierto punto, Camacho;—respondió con voz agita-

da Enrique.—Es preferible la muerte, á la humillacion del ma razon, es ancha y honda la medida de mi paciencia.
-(Cabran holgadamente en ella las humillaciones., Enri-
alma: pase la del cuerpo.

—¿Aun la muerte eterna, cacique?—insistió Camacho.

—Todas las muertes!—concluyó Enriquillo.

El viejo calló, bajando la cabeza entristecido. A poco rato


quillo?-pregunt6 el anciano indio, como un padi·e que explora
requirió su sombrero y el rústico palo que le servia de apoyo,
el corazon de su hijo .
. -Hasta cierto punto, Camacho;-respondi6 con voz agita-
como para despedirse. Enrique lo advirtió y le dijo:

—Vale más que te quedes aquí hasta mañana, Camacho.

Cenarás conmigo, y verémos las nuevas que me trae Galindo

esta noche.
da Enrique.-Es preferible la muerte, a la humillacion del
—Me parece bien, cacique,—dijo el viejo volviendo á colo-
alma: pase la del cuerpo.
-u\un la muerte eterna, cacique?-insisti6 Camacho .
car en un rincon su palo y su sombrero de palma-cana.

El esperado mensajero llegó efectivamente á las nueve de

la noche. Por toda contestacion traia á Enriquillo un billete

-Todas las rnuertes!-concluy6 Enriquillo.


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de cuatro líneas, abierto y sin firma: acompañaba á otra carta

cerrada que el cacique reconoció por ser la misma que él habia


El viejo call6, bajando la cabeza entristecido. A poco rato
escrito á las Casas. El billete estaba así concebido:

requiri6 su sombrero y el n'.istico palo que le servia de apoyo,


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El padre es ido, causado de porfiar en vano. Vá á seguir

sus pleitos en España. Los adversarios son hoy más podero-

sos que nunca: nada podemos por ahora. Valor y esperanza


como para desped_irse. Enrique lo a<lvirti6 y le dijo:
en Dios.
-Vale masque te quedes aqui hasta mafiana, Camacho.
—¿Quién te dió este billete, Galindo?—preguntó Enrique al

muchacho, cuando hubo leido el papel.


Cenaras conmigo, y veremos las nu~vas que me trae Galindo
—Una muger, moza, bonita. Me dijo que no se podia ver á

esta noche.
-Me parece bien, cacique,-dijo el viejo vol viendo a colo-
ca r e n un rincon su palo y su sombrero de palma-cana.
El esperado mensajero lleg6 efectivamente a las nue\·e de
la noche. Por toda contestadon traia <1 Enriquillo un billete
d e c uatr o lineas , abierto y sin firma: acompafiaba a otra carta
cerrada que el cacique reconoci6 por ser la misma que el habia
esc rito <-'1 las Casas . El billete estaba asi concebido:
El padre -es i'do, cansa do de por.fiar en vano. Va d seguir
sus pleitos en E spana. Los advers arios son hoy, 111ds podero-
sos que nu11ca: uada podenzos por ahora. Valor y esp erans a
en Dios.
- (Quien te di6 es te billete, Ga1indo?-pregunt6 Enrique al
muchacho, c ua ndo hubo leido el papel.
-Un a muger, moza, bonita. Me dijo que nose podia ver a

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ENRIQUILLO 373
la ·senora Virreina; le di las dos cartas, me devolvi6 la del pa-
ENRIQUILLO 373

la señora Virreina; le di las dos cartas, me devolvió la del pa-

dre. Ya yo habia ido al convento y supe que el padre no esta-

ba allí. La dama vino luego, me dió el papel, y me preguntó


dre. Ya yo habia ido al convento y supe que el padre no esta·
mucho por señora Mencía y por ucé (130). Me ofreció si queria
ba aili. La dama vino luego, me di6 el papel, y me pregunt6
mucho por senora Mencia y por uce (130). Me ofreci6 si queria
comer y descansar. Le di muchas gracias, mandó memorias y

me vine sin parar.

— Es imposible que mi amo el padre no escribiera antes de

irse,—dijo Camacho.
comer y descansar. Le di muchas gracias, mand6 memorias y
—Sin duda.... y ¿quién sabe?—contestó Enrique. —Pudo ha-

me vine sin parar.


cerlo; pudo no hacerlo.... Acaso estén sus cartas en poder de

Don Pedro Mojica. -Es imposible que mi amo el padre 110 escribiera antes de
—Así lo creo. De éste no es pecado pensar mal;—observó

el devoto viejo.
irse ,-dijo Camacho.
—Camacho,—dijo con abatimiento Enriquillo,—las grandes

-Sin duda .... y (quien sabe?-contest6 Enrique. -Pudo ha-


pruebas van á comenzar para mí! ¡Dios me dé fuerzas para

resistirlas! cerlo; pudo no hacerlo .... Acaso esten sus cartas en poder de
~
XXVIII

Conferencia.
Don Pedro Mojica.
El cacique permaneció en el Hato inspeccionándolo todo

hasta la tarde del día siguiente. Visitó La Higuera, y antes de


-Asi lo creo. De este no es pecado pensar mal;-observ6
anochecer regresó á la villa.
el devoto viejo.
-Camacho,-dijo con abatimiento Enriquillo,-las grandes
—No hace mucho rato,—le dijo Mencía,—que vino para tí

un recado del señor Valenzuela: no hallándote el mensajero,

declaró á Doña Leonor que si no regresabas hoy del campo,

era preciso mandarte decir que Don Andrés necesitaba hablar


pruebas van a comenzar para mi! jDios me de fuerzas para
contigo mañana, y te aguardará hasta medio dia.
resistirlas!
—Bienestá,—contestó Enrique:—preferiría verle estamisma
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noche, para que la incertidumbre no me perturbara el sueño.

—¿Qué puedes temer?—preguntó la jóven esposa, acarician-

do el negro cabello del cacique.


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—El no sé qué, Mencía,—respondió éste:—¿hay nada más

temible?
XX VIII
—Doña Leonor dice que ya sabe algo de lo que te preocupa,

Conferencia.
El cacique permaneci6 en el Hato inspeccionandolo todo
hasta ~a tarde del dia siguiente. Visit6 La Higuera, y antes de
anochecer regres6 a la villa.
-No hace mucho rato,-le dijo Mencia,-que vino para ti
un recado del senor Valenzuela: no hallandote el mensajero,
declar6· a Dona Leonor que si no regresabas hoy del campo,
era preciso mandarte decir que Don Andres necesitaba hablar
contigo manana, y te aguardar{t hasta medio dia.
-Bien esta,-contest6 Enrique: - preferiria verle estamisma
noche, para que la incertidumbre no me perturbara el sueno.
-c.Que puedes temer?-pregunt6 la j6ven esposa, acarician-
do el negro cabello del cacique.
-El no Se que, Mencia ,-respondi6 este: -(hay nada mas
temible?
-Dona Leonor dice que ya sabe algo de lo que te preocupa,

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374 LEYENDA HIST6RICA

-agreg6 Mencia;-y ha salido esta tarde expresamente a com-


374 LEYENDA HISTÓRICA

—agregó Mencía;—y ha salido esta tarde expresamente á com-

pletar sus noticias.

—¡Cuánto me alegro!—dijo Enriquillo.—Así podré aguar-


pletar sus noticias.
dar tranquilo la conferencia con el señor Valenzuela.
-jCuanto me alegro!-dijo Enriquillo.-Asi podre aguar-
dar tranquilo la conferencia con el sefior Valenzuela.
Era ya noche cerrada cuando volvió á su casa la buena

Doña Leonor,—única amiga de valimiento con quien contaban

en la Maguana los jóvenes esposos, aunque el cacique no des-

confiaba todavía de Valenzuela. Tan pronto como vió á Enri-


Era ya noche cerrada cuando vol vi6 a su casa la buena
quillo, la leal matrona le dijo con aire apesadumbrado:
Dori.a Leonor,-unica amiga de valimiento con quien contaban
—Lo he sabido todo: no son gratas las nuevas que os traigo.

Y en seguida refirió á la atenta y silenciosa pareja como la


en la Maguana los j6venes esposos, aunque el cacique no des-
esposa de Don Francisco Hernández, á quien habia estado á

visitar en la tarde del domingo, la habia informado de que,


confiaba toda via de Valenzuela. Tan pronto como vi6 a Enri-
alertados los principales encomenderos por una carta del padre

quiJlo, la leal matrona le dijo con aire apesadumbrado:


las Casas á Enriquillo, la cual se hubo sin explicarse cómo,

habian comisionado secretamente al regidor Alfonso Daizla,


-Lo he sabido todo: no son gratas las nuevas que os traigo.
para que fuera á Santo Domingo á contrarrestar los trabajos

del padre en daño de los colonos de la Maguana, y á desvane-


Yen seguida refiri6 a la atenta y silenciosa pareja como la
cer las quejas que suponian haber escrito el jóven cacique, á

quien todos habian cobrado por lo mismo grande aversion. El


esposa de Don Francisco Hernandez, a quien habia estado a
regidor Daizla regresó de su comision el sábado por la tarde, visitar en la tarde del domingo, la habia informado de que,
alertados ios principales encomenderos por una carta del padr~
muy complacido, pues los jueces y oficiales reales lo despacha-

ron con todo favor, y le dieron cartas para las autoridades de

San Juan, mandándoles que no consintieran novedad alguna

en la policía y administracion de las encomiendas, y que si al-


las Casas a Endquillo , la cual se hubo sin explicarse c6mo,
guna reforma delas antiguas ordenanzas se habia introducido
habian comisionado secretamente al regidor Alfonso Daizla,
para que fuera a Santo Domingo a contrarrestar los trabajos
por cualquier persona, la revocaran del todo y se atuvieran á
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guardar el órden establecido. Las Casas se habia ido derrotado

para España, segun agregó Daizla.

El cacique oyó con gran suspension de ánimo el relato de


del padre en dafio de los colonos de la Maguana, y a desvane-
cer las quejas que suponian haber escrito el j6ven cacique, a
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Doña Leonor: bien supo comprender á primera vista la inten-

sidad de la borrasca que se le venia encima; pero no dejó tras-

lucir ninguna muestra de debilidad, y replicó sosegadamente:


qui en to dos habian cobra do por lo mismo grande a version. El
—Una cosa me agrada y me conforta, en medio de la pena

que me causa el injusto enojo que existe contra mí. El padre


regidor Daizla regres6 de sti comision el sabado por la tarde,
las Casas, mi buen protector, no me olvida, como llegué á te-

muy complacido, plies los jueces y oficiales reales lo despacha·


merlo: ¡cuánto daría por leer su carta!

ron con todo favor, y le dieron cartas para las autoridades de


San Juan, mandandoles que no consintieran novedad alguna
en la policia y administra<;ion de las encomiendas·, y que si al-
guna reforma de las antiguas ordenanzas se habia introducido
por cualquier persona, la revocaran del todo y se atuvieran a
guardar el 6rden establecido. Las Casas se habia ido derrotado
para Espana, .segun agreg6 Daizla .
El cacique oy6 con gran suspension de animo el relato de
Dona Leonor: bien supo comprender a primera vista la inten-
sidad de la borrasca que se le venia encima; pero no dej6 tras-
lucir ninguna muestra de debilidad, y replic6 sosegadamente:
-Una cosa me agrada y me conforta, en media de la pena
que me causa el inju ~to enojo que existe contra mi. El padre
las Casas. mi buen protector, no me olvida, coma llegue ate-
merlo: jcuanto daria por leer su carta!

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ENRIQUILLO 375
ENRIQUILLO 375
-Sali csta tarde con esperanzas de conseguirla - repuso
Don.a Leonor;-pues Beatriz, la esposa de Hernandez, me ase-
—Salí esta tarde con esperanzas de conseguirla — repuso

Doña Leonor;—pues Beatriz, la esposa de Hernández, me ase-

guró que estaba en manos de Sotomayor; pero éste me dijo que

gur6 que estaba en manos de Sotomayor; pero este me dijo que


la habia devuelto, sin expresar a quien. Me reproch6 ademas
la habia devuelto, sin expresar á quién. Me reprochó además

que yo te tratara con amistad, y como volví por tu defensa di-

que yo te tratara con amistad, y como vol vi por tu defensa di-


ciéndole que quisiera ver esa carta, segura de que ha sido mal

interpretada, tuvimos un altercado sobre el asunto, y nos se-

paramos no muy satisfechos el uno del otro.

—¡Cuánta bondad, señora!—exclamó el cacique;—pero áfé


ciendole que quisiera ver esa carta, segura de que ha sido mal
que me haceis justicia. No merezco que se me trate como á ene-

interpretada, tu vimos un altercado sobre el asunto, y nos se-


migo, por haber querido obrar con prudencia y rectitud, cum-

pliendo mi deber.
paramos no muy satisfechos cl uno del otro.
Y Enrique narró punto por punto la materia de su carta á

las Casas, explicando su móvil y objeto.


-iCuanta bondad, seiiora!-exclam6 el cacique;-pero a fe
—No creo que esto vaya muy léjos, hijo,—concluyó Doña

que me haceis justicia. No merezco que se me trate como a ene-


Leonor;—pero de todos modos, y suceda lo que sucediere,

nunca llegará á faltaros mi amistad, por estos asuntos de vil migo, por haber querido obrar con prudencia y rectitud, cum-
interés.

—Que el cielo derrame sobre vos todos sus favores señora!


pliendo mi deber.
—dijo Enriquillo á la bondadosa dama.—Sin vos aquí, mi pobre

Mencía no tuviera en San Juan una sola amiga que disipara


Y Enrique narr6 pun to por punto la materia de su carta a
el hastío de su soledad. ~as Casas, explicando su m6vil y objeto.
-No creo que esto vaya muy lejos, hijo ,-concluy6 Dona
—Soy yo lá que agradecida,—replicó la viuda,-debo ben-

decir á la Providencia, que me ha deparado esta criatura ange-

lical como amiga y compañera.

Leonor;-pero de todos modos, y suceda lo que sucediere,


nunca llegan\ a faltaros mi amistad, por estos asuntos de vil
Es de suponer que el cacique dormiría mal aquella noche:

presentía la proximidad de una gran crisis en su existencia.


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interes.
Como era su costumbre, abandonó el lecho á la primera luz del

alba, y aunque el aire estaba frio y la tierra humedecida por

la lluvia, salió á caballo á recorrer los campos inmediatos, ce-

-Que el cielo derrame sobre vos todos sus favores senora!


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diendo á la necesidad de buscar en el movimiento y el ejercicio

del cuerpo un paliativo A la violenta agitacion de su ánimo. Re-


-dijo Enriquillo a la bondadosa dama .-Sin vos aqui, mi pobre
Mencia no tuviera en San Juan una sola amiga que disipara
gresó al lado de su esposa cuando ya el astro rey llenaba con

su luz todo el espacio; y despues de tomar un ligero desayuno,

mudó de traje y se fué á ver á Valenzuela.

Esteno habia salido todavía de su aposento;—ya tuvimos


el hastio de su soledad.
otra vez ocasion de saber que no era madrugador;—pero el
-Soy yo la que agradecida,-replic6 la viuda, - debo ben-
decir a la Proyidencia, que me ha deparado esta criatura ange-
lical como amiga y compafiera.
Es de suponer que el cacique dormiria mal aquella noche:
presentia la proximidad de una gran crisis en su existencia.
Como era su costumbre, abandon6 el Iecho a la primera luz del
alba, y aunque el aire estaba frio y la tierra humedecida por
la lluvia, sali6 a caballo a recorrer los ·c ampos inmediatos , ce-
diendo a la necesidad de buscar en el movimiento y el ejercicio
del cuerpo un paliativo ft la violenta agitacion de su r'i nimo. Re-
gres6 al lado de su esposa cuando ya el astro rey llenaba con
su lui todo el espacio; y despues de tomar un ligero desayuno,
mud6 de traje y se fue a ver a Valenzuela .
Este no habia salido todavia de su aposento;-ya tuvimo's
otra vez ocasion de saber que no era madrugador;-pero el
,,-
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376 LEYENDA HISTORICA

criado que lo asistia estaba advertido del llamamiento hecho a


Enriquillo, y habiendo anunciado a su amola visita del cacique,
376 LEYENDA HISTÓRICA

criado que lo asistía estaba advertido del llamamiento hecho á

Enriquillo, y habiendo anunciado á su amóla visita del cacique,

dijo á éste que podia penetrar en el dormitorio del jóven hidal-


dijo <\ este que podia penetrar en el dormitorio del joven hidal-
go. Valenzuela, á medio vestir, afectando amistosa familiari-

dad, recibió á Enriquillo con estas palabras:


go. Valenzuela, a medio vestir, afectando amistosa familiari-
—Muy temprano has venido, cacique, y no era del caso tanta
dad, recibio a Enriquillo con estas palabras:
prisa. El objeto que he tenido en hacerte llamar, és participar-

te que estair.os emplazados nosotros dos, para comparecer el


-Muy temprano has venido, cacique, y no era del caso tanla
jueves,—pasado mañana—á las diez del dia, ante el teniente

Gobernador.
prisa. El objeto que he tenido en hacerte Hamar, es participar-
—Y podráis decirme cuál es la causa de ese emplazamiento?

te que estan:os emplazados nosotros dos, para comparecer el


—preguntó el cacique.

—Segun parece,—dijo con aire indiferente Valenzuela,—los


jueves,-pasado manana-a ]as diez del dia, ante el teniente
visitadores nos acusan de haber infrinjido las ordenanzas vi-

gentes sobre el repartimiento.


Go bernador.
—¿Y qué tienen que ver los visitadores con vos, conmigo, ni

con los indios de mi cargo?—repuso sin inmutarse Enriquillo.


-Y podreis decirme cual es la causa de ese emplazamiento?
—Eso es lo que sabrémos el jueves en la audiencia del te- -pregunt6 el cacique.
-Segun parece,-dijo con aire indiferente Valenzuela,-- los
niente Gobernador,—respondió Valenzuela:—lo que ha llegado

hasta ahora á mi noticia es que La Higuera dá mucho que de-

cir porque suponen que aquella manera de vivir los indios es

un mal ejemplo para los demás, y que está fuera del órden re-
visitadores nos acusan de haber infrinjido las ordenanzas vi-
gular.
gentes sobre el repartimiento.
-1,.Y que tienen que ver los visitadores con vos, conmigo, ni
—No lo creeréis vos así,—dijo el cacique;—pues sabeis que

vuestro buen padre, que Dios haya, fundó La Higuera por cum-

plir con las últimas ordenanzas; y además, por su muerte, todos

aquellos encomendados suyos son y deben permanecer libres.


con los indios de mi cargo?-repuso sin inmutarse Enriquillo.
-Eso es lo que sabremos el jueves en la audiencia del te-
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—Yo no tengo que discutir esa materia contigo, cacique,—

replicó secamente el hidalgo; -no he estudiado el punto lo su-

ficiente para tener una opinion ya formada sobre él; y por lo


niente Gobernador,-respondi6 Valenztiela:-lo que ha llegado
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mismo he de atenerme á obedecer estrictamente lo que la auto-

ridad ordenare en definitiva.


hasta ahora a mi noticia es que La Higuera da mucho que de-
—Pero ¿y la voluntad expresa de vuestro padre?—objetó En-
cir porque suponen que aquella manera de vivir. los in.dios es
riquillo con asombro.

—Sobre la voluntad de mi padre están las leyes, cacique,—


un mal ejemplo para los demas, y que esta fuera del orden re-
arguyó con énfasis el hipócrita mancebo;—y seguramente no

pretenderás que yo me subleve contra ellas.


gular.
-No lo creereis vos asi,-dijo el cacique;-pues sabeis que
vuestro buen padre, que Dios haya, fund6 La Ht°f{uera por cum-
plir con las ultimas ordenanzas; y ademas, por SU qiuerte, todos
aquellos encomendados suyos son y deben permanecer libres.
- Yo no tengo que discutir esa materia contigo, cacique,-
replic6 secamente el hidalgo;-no he estudiado el punto lo su-
ficiente para tener una opinion ya formada sobre d; y por lo
mismo he de atenerme a obedecer estrictamente lo que la auto-
ridad ordenare en definitiva.
-Pero (y la voluntad expresa de vuestro padre?-objet6 En-
riquillo con asombro.
-Sohre la voluntad de mi padre estan las !eyes, cacique,-
arguy6 con enfasis el hipocrita mancebo;-y seguramente no
pretenderas que yo me subleve contra ellas.

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ENRIQUILLO ' '3"i7
ENRIQUILLO 377
Enrique no volvi6 a decir una palabra. Conocio que Valen-
zuela no hacia sino recitarle una leccion aprendida y ensaya-
Enrique no volvió á decir una palabra. Conoció que Valen-

zuela no hacia sino recitarle una leccion aprendida y ensaya-

da, y que aquel era el principio de las hostilidades activas

contra su reposo y contra su libertad. Meditó un momento con


da, y que aquel era el principio de las hos.tilidades activas
tristeza sobre las desventajas y los compromisos de su situacion.
contra su reposo y contra su libertad. Medit6 un momento con
tristeza sobre las desventajas y los compromisos de su situacion·.
Ausentes las Casas y el Almirante; la Virreina sin poder ni cré-

dito, segun se lo habia declarado en su lacónico billete, y él

rodeado de enemigos influyentes, que tenian á su disposicion

numerosos medios de hacerle daño, la lucha se le presentaba


Ausentes las_Casas y el Almirante; la Virreina sin poder ni cre-
imponente, amenazadora, y con las más siniestras probabilida-
dito, segun se lo habia declarado en su laconico billete, y el
rodeado de enemigos influyentes, que tenian a su disposicion ·
des en contra suya. Tenia, no obstante, fé robusta en la provi-

dencia de Dios y en su justicia, y se consolaba con el pensa-

miento de que las Casas vivia, y que se acordaba de él. Osten-

tó pues, en el semblante valerosa resignacion, y puso término


numerosos medios de hacerle dano, la lucha se le presentaba
al prolongado silencio que habia sucedido á la última declara-

imponente, amenazadora, y con las mas siniestras probabilid·a-


cion de Valenzuela, diciendo con entereza:

—Muy bien, señor; el jueves al medio-dia concurriré á la des en contra suya. Tenia, no obstante, fe robusta en la provi-
dencia de Dios y en su justicia, y se consolaba con el pensa-
audiencia del señor teniente Gobernador.

Dichas estas palabras en son de despedida, salió con aire

tranquilo y paso firme de la estancia. El maligno mozo, que

acaso,sentía el malestar de la vergüenza desde que hizo saEer


miento de que las Casas J/ivia, y que se acordaba de el. Osten-
al cacique su intencion de posponer la voluntad paterna á lo t6 pues, en el semblante valerosa resignacion, y puso termino
al prolongado silencio que habia sucedido a la ultima declara-
que fementidamente llamaba autoridad delas leyes, no bien se

vió libre de la presencia de Enriquillo, respiró con fuerza, y

recobrando su natural desparpajo é impudencia, hizo un gesto

cion de Valenzuela, diciendo con entereza:


-Muy bien, senor; el jueves al medio·dia concurrire a la
de feroz alegría, y dijo á media voz:

—¡Anda, perro indio! Ya domarémos ese orgullo.


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XXIX

Derecho y fuerza.
audiencia del senor teniente Gobernador.
A las preguntas que Mencía y Dofía Leonor hicieron á En-

Dichas estas palabras en son de despedida, sali6 con aire l'


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1
riquillo sobre la conferencia con Valenzuela, el cacique respon-

dió sóbriamente, diciendo que debia concurrir á la citacion ofi-


tranquilo y paso firme de la estancia. El maligno mozo, que
a~~e~tia _~l_ll1al~s~a.r de la vergtienza desde 'q_u~h_i_~Q_saJfeJ:
cial del jueves, y que hasta entónces no sabría el objeto de esa

al cacique ~u intencion de posponer la voluntad __pa_terna a lo .


que fementidamente llamaba autoridad de las leyes, no bien se
vio libre .de la presencia de Enriquillo, respir6 con fuerza, y
recobrando su natural desparpajo e impudencia, hizo un gesto
de fer oz alegria, y dijo a media voz:
-jAnda, perro indio! Ya domaremos ese orgullo.

XXIX

Derecho y fuerza.

A las preguntas que Mencia y Dona Leonor hicieron a En-


riquillo sobre la conferencia con Valenzuela, el cacique respon-
dio sobriamente, diciendo que debia concurrir a la citacion ofi-
cial del jueves, y que hasta ent6nces no sabria el objeto de esa
/
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378 LEYEl\L>A HIST6RICA

378 LEYENDA HISTÓRICA


demanda,- '.< aunque,- agreg-6, - no creo que sea para nada
demanda,—«aunque,— agregó, — no creo que sea para nada

bueno»
bueno . »
—La jóven esposa, despues de escucharle con interés, miró

-La j6ven esposa, despues de escucharle con intercs, miro


fijamente en sus ojos, y le dijo estas palabras, en tono de re-

proche:
fijamente en sus ojos, y le dijo estas palabras, en tono de re-
— Cuando Dios te dé alegrías, Enrique, guárdalas, si así

fuere tu voluntad, para tí solo; pero de tus penas y cuidados


proche:
nunca me niegues la parte que me corresponde.

-C:uando Dios te de alegrias, EITrique, guardalas, si asi


—Nó, Mencía,—replicó Enriquillo con voz conmovida; —

aunque quisiera, no podría ocultarte nada mio. Engañarte sería fuere tu voluntad, para ti solo; pero de tus penas y cuidados
nunca me niegues la parte que me corresponde.
más cruel para mí, que verte compartir mis sufrimientos.

—Prométeme, pues,—insistió Mencía,— que me contarás

todo lo que suceda en la audiencia deteniente Gobernador.

—Prometido, y no hablemos más de eso hasta entónces,—


-N6, Mencia,-replic6 Enriquillo con voz conmovida;-
concluyó Enrique.
aunqu·e quisiera, no podria ocultarte nada mio. Engai'iarte serf a
mas cruel para mi, que verte compartir mis sufrimientos.
La autoridad que ejercía Pedro de Badillo, teniente Gober-

nador delaMaguana, le habia sido conferida por el Almirante

Don Diego Colon; pero como suele verse con harta frecuencia,

en los dias de prueba, el desgraciado favorecedor halló ingra-


-Prometeme, pues,-insisti6 Mencia,-que me contaras
tos en muchos favorecidos suyos, y Badillo fué de los primeros
todo lo q ue suceda en la audiencia de~ teniente Gobernador.
-Prometido, y no hablemos mas de eso hasta ent6nces,-
que acudieron solícitos á consolidar su posicion formando en

las filas de los que combatían al que se la proporcionó, tan

pronto como la fortuna, que nunca se mostró muy amiga de la

casa de Colón, volvió de una vez las espaldas al pobre Don


concluy6 Enrique.
Diego. Las demás condiciones morales de Pedro de Badillo ar-

La autoridad que ejercia l'edro de Badillo, teniente Gober-


monizaban con esta feisima nota de ingratitud, que solo se ha-

lla en los carácteres bajos y protervos. Como no podia ménos


nador de la Maguana, le habia sido conferida por el Almirante
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de suceder, dadas estas premisas, Badillo parecía forjado á pro-

pósito para ser íntimo amigo de Mojica y del jóven Valenzuela.


Don Diego Colon; pero como suele verse con harta frecuencia,
Los tres no tardaron por consiguiente en concertarse y aunar

en los dias de prueba, el desgraciado fa Yorecedor hallo ingra·


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sus miras, sino lo que tardaron en conocerse y apreciarse re-

cíprocamente.
tos en muchos favorecidos suyos, y Badillo fue de los primeros
Enriquillo se encaminó solo á la casa del teniente Goberna-

dor, el dia de la cita y á la hora señalada. Hiciéronle aguardar


que acudieron solicitos a consolidar su posicion formando en
breves instantes, y luego lo introdujeron en la sala donde tenia

las filas de los que combatian al que se la proporcion6, tan


aquel magistrado su tribunal, que así podia llamarse en razon

de la diversidad de funciones que el tal empleo asumía, una de pronto como la fortuna, que nunca se mostr6 muy amiga de la
casa de Col6n, vol vi6 de una vez las espaldas al pobre Don
Diego. Las demas condiciones morales de Pedro de Badillo ar-
monizaban con esta feisima nota de ingratitud, que solo se ba-
lla en los caracteres bajos y protervos. Como no podia menos
de suceder, dadas estas premisas, Badillo parecia forjado a pro-
p6sito para ser intimo amigo de Mojica y delj6ven Valenzuela.
Los tres no tardaron por consiguiente en concertarse y aunar
sus miras, sino lo que tardaron en conocerse y aprecia1·se re·
ciprocamente.
Enriquill6 se encamin6 solo a la casa del teniente Goberna-
dor, el dia de la cita y <:\ la hora senalada. Hicieronle aguardar
breves instantes, y luego lo introdujeron en la sala don de tenia
aquel magis trado su tribunal, que asi podia llamarse en razon
de la diversidad de funciones que el tal empleo asumia, una de

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ENRIQUILLO 379
las cuales era tener a su cargo la vara 6 autoridad de justicia.
ENRIQUILLO 379

las cuales era tener á su cargo la vara ó autoridad de justicia.

El cacique se presentó con su aire habitual, sin altivez ni em-

El cacique se present6 con su aire habitual, sin altiyez ni em-


barazo: hal16 con Badillo a los regidores y el escribano del
barazo: halló con Badillo á los regidores y el escribano del

Ayuntamiento; á los visitadores Cabeza de Vaca y Joval, y

Ayuntamiento; {t los visitadores Cabeza de Vaca y ]oval, y


sentados ápar de éstos á Valenzuela asistido de su ad-látere

Mojica. Nadie se tomó el trabajo de ofrecer asiento á Enri'

quillo, que por lo mismo permaneció de pié,—como el reo que

sentados a par de estos a Valenzuela asistido de SU ad-lritere


Mojica. Nadie se tom6 el trabajo de ofrecer asiento a Enri·
vá á sufrir un interrogatorio,—en mitad del recinto.

Badillo ordenó al escribano que leyera las piezas que enca-

bezaban aquel proceso: hízolo así el oficial de injusticia, leyen-

do primeramente el edicto de los jueces de apelacion, con firma


quillo, que por lo mismo permaneci6 de pie,-como el reo que
ejecutiva de los oficiales reales, mandando que las ordenanzas

del repartimiento del año XV se mantuvieran en toda fuerza y


va a sufrir un interrogatorio,-en mitad del recinto.
vigor, anulándose toda innovacion ó reforma indebidamente

Badillo orden6 al escribano que leyera las piezas que enca-


introducida en el régimen de las encomiendas, y restituyendo

éstas á su prístino y antiguo estado, donde quiera que hubiesen


bezaban aquel proceso: hizolo asi el oficial de injusticia, leyen-
recibido cambio ó alteracion, por con venir así al real y público

servicio. Siguió despues la lectura de un auto ó mandamiento


do primeramente el edicto de los jueces de apelacion, con firma
del teniente Gobernador, requiriendo á los visitadores de indios

ejecutiva de los oficiales 1·eales, mandando que las ordenanzas


de su jurisdiccion que, segun era su deber, informaran suma-

riamente cuál era el estado de las encomiendas, y si habia al- del repartimiento del afio XV se mantuvieran en toda fuerza y
guna en la Maguana que se hallara fuera de las condiciones

exigidas por el edicto superior de referencia. Leyóse en segui-


vigor, anulandose to<la innovacion 6 reforma indebidamente
da el informe de los visitadores, en que certificaban que todas

las encomiendas de su cargo estaban en perfecto órden y segun


introducida en el regimen de las encomiendas. y restituyendo
las ordenanzas del año 14, con la única excepcion de la que en-
estas a SU pristino y antiguo estado, donde quiera que hubiesen
recibido cam bio 6 alteracion, por con venir asi al real y ptiblico
tónces fué hecha en favor de Don Francisco de Valenzuela,
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cuyos indios estaban fuera de los términosde toda policía legal

habiendo observado por sí mismos el desórden y abandono en

servicio. Sigui6 despues la lectura de un auto 6 mandamien to


del teniente Gobernador, t'equiriendo a los ".isitadores de indios
que vivian, holgando por su cuenta como moros sin señor (agre-
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gaban); haciendo lo que bien les placía; juntos en un caserío

de su jurisdiccion que, segun era su deber, informaran suma-


donde los habian visto jugando á la pelota en cuadrillas de hom-

bres y muchachos, corriendo y haciendo algazara, sin que nadie

se ocupara en cosas de utilidad ni provecho material ó espiri-

ritual, etc., etc.


i-iamente cual era el estado de las encomiendas. y si habia al-
Por último, el escribano leyó el auto de convocatoria á los
guna en la Maguana que se hallara fuera de las condic.iones
referidos funcionarios, y el de emplazamiento á Andrés de Va-

exigidas por el edicto superior de referencia. Ley6se en segui-


da el informe de los Yisitadores, en que certificaban que todas
las encom1endas de SU cargo estaban ~n perfecto 6rden y segun
las ordenanzas del ai'io 14, con la tinica excepcion de la que en ·
t6nces fue hecha en favor de Don Francisco de Valenzuela,
cuyos indios estaban fuera de los terminos de toda policia legal
babiendo observado por si mismos el des6rden y abandono en
que vivian, holgando por su cucnta como moros siri sefior (agre-
gaban); haciendo lo que bien les pla cia; juntos en un caserio
donde los habian visto jugando a la pelota en cuadrillas de hom-
bres y muchachos, corriendo y haciendo algazara, sin que nadie
se ocupara en cosas de utilidad ni provecho material 6 espi ri-
dtual, etc., etc.
Por ultimo, el escribano ley6 el auto de convocatoria a los
referidos funcionarios, y el de emplazamiento a Andres de Va·

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380 LEYENDA HlST6RfCA

380 LEYENDA HISTÓRICA

lenzuela, hidalgo, en calidad de heredero de los indios de su di-


lenzuela, hidalgo, en calidad de heredero de los indios de su di-
funto padre, y á Enrique, cacique del Bahoruco, que goberna-

funto padre, y a Enrique, cacique del Bahoruco, que goberna-


ba y administraba los dichos indios, encomendados en cabeza

suya. ba y administraba los dichos indios, ·encomendados en cabeza


Terminada la prolija lectura, el teniente Gobernador dirijió

la palabra á Valenzuela, interrogándole en estos términos:


suya.
—Señor Andrés de Valenzuela: habeis oido los cargos que

os resultan por el descuido y mal gobierno de los indios que he-


Terminada la prolija lectura, el teniente Gobernador dirijio
redásteis, de la encomienda de vuestro difunto padre. ¿Teneis
la palabra .a Valenzuela, interrogandole en estos terminos:
-Senor Andres de Valenzuela: habeis oido 1os cargos que
algo que decir para justificaros? Porque os advierto, (agregó

Badillo afectando gran severidad en su tono y aspecto) que en

cumplimiento de las órdenes rigurosas que habeis oido leer de

sus señorías los jueces y oficiales reales, ese escándalo debe


os resultan por el descuido y mal gobierno de los indios que he-
cesar en la Maguana, y si vos no acreditais capacidad para
redasteis, de la encomienda de vuestro difunto padre. (Teneis
tener vuestros indios bajo buena y concertada disciplina, os

serán quitados, y repartidos á quien mejor los administre.


algo que decir para justificaros? Porque os advierto, (agreg6
—Señor,—respondió Valenzuela en tono humilde;—yo he

conservado los indios en el mismo órden y estado que los dejó


Badillo afectando gran severidad en su tono y aspecto) que en
mi difunto padre, que Dios haya; y así continuáran si ahora no
cumplimiento de las 6rdenes rigurosas que habeis oido leer de
me fuera notificado que es contra fuero y derecho. Mas, en

cuanto á quitármelos, no lo creo justo, estando como estoy dis-


sus senoria_s los jueces y oficiales reales, ese escandalo de be
puesto á acatar lo que ordenan las superiores autoridades.

—Ya lo oís cacique,—dijo Badillo inmediatamente:—servi-


cesar en la Maguana, y si vos no acrec;litais capacidad para
réis con vuestros indios á este señor Valenzuela en igual forma

· tener vuestros indios bajo buena y concertada disciplina, os


sen\n quitados, y repartidos a quien mejor los administre.
y manera que sirven en la Maguana todas las cuadrillas de in-

dios. Sois responsable del órden y la buena conducta de los in-

dios que administrais, y se os ha citado para amonestaros por

-Senor ,-respondi6 Valenzuela en tono humilde;-yo he


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primera vez: si se repite la menor queja sobre las zombras que

suelen armarse en vuestro aduar de La Higuera, se os impon-

conservado los indios en el mismo 6rden y estado que los dej6


drá severo castigo.

mi difunto padre, que Dios haya; y asi continuaran si ahora no


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Enriquillo, que desde el principio y durante la lectura de

me fu~ra notificado que es contra fuero y derecho. Mas, en


documentos habia opuesto la más impasible serenidad á la pre-

disposicion hostil y al propósito de humillarle, que eran mani-

fiestos en los individuos de aquella asamblea, lo escuchaba todo

cuanto a quitarmelos, no lo creo justo, estando como estoy dis-


puesto a acatar lo que ordenan las superiores autoridades.
con tranquila atencion. De pié, algo adelantada la rodilla de-

recha, y reposando el bien formado busto sobre el cuadril iz-

-Ya lo ois cacique,-dijo Badillo inmediatamente:-servi-


quierdo; en la diestra el sombrero de anchas alas, generalmen-

rE::is con vuestros indios a este senor Valenzuela en igual forma


y manera que sirven en la Maguana todas las cuadrillas de in-
dios. Sois responsable del 6rden y la buena conducta de los in·
dios que administrais, y se os ha citado para amonestaros por
primera vez: si se repite la menor queja sobre las zambras que
suelen armarse en vuestro aduar de La Higuera, se os impon:
dra severo castigo.
Enriquillo, que desde el principio y durante la lectura de
documentos habia opuesto la mas impasible serenidad a la pre·
disposicion hostil y al prop6sito de humillarle, que eran mani-
fiestos en los in di viduos de aquella asamblea, lo escuchaba todo
con tranquila atencion. De pie, aJgo adelantada la rodilla de-
recha, y reposando el bien formado busto sobre el cuadril iz-
quierdo; en la diestra el sombrero de anchas alas, general men·

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ENRIQUILLO 3~1
ENRIQUILLO 331

te usado en San Juan, y los brazos caidos con perfecta natura-


te usado en San Juan, y los brazos caidos con perfecta natura-
lidad, su actitud así podía denotar la humilde resignacion como

un magestuoso desden. Al oir los cargos que en su informe ha-


lidad, su actitud asi podia denotar la humilde resignacion como
cían los visitadores á la pequeña colonia de La Higuera, vagó

un magestuoso desden. Al oir los cargos queen su informe ha·


cian los v~sitadores a la pequena colonia de La Higuera, vag6
una ligera sonrisa por sus lábios, dejando entender que habia

previsto la extraña acusacion. Cuando Badillo interpeló á Va-

lenzuela, miró á éste fijamente, y no apartó más de él los ojos

hasta que hubo acabado su breve descargo: pareció hasta en-


una ligera sonrisa por sus labios, dejando entender que habia
tónces inalterable y dueño de si mismo; y como quien espera

previsto la extrana acusacion. Cuando Badillo interpel6 a Va-


lenzuela, mir6 a este fijamente, y no apart6 mas de el los ojos
que le llegue su turno para hablar. Pero la declaracion dura,

precisa y concluyente del teniente Gobernador, dió al traste con

hasta que bubo acabado su breve descargo: pareci6 hasta en·


su admirable paciencia y compostura. Se irguió bruscamente

desde que Oyó las primeras palabras que con voz áspera le di-

rijia Badillo, y aguardó hasta el fin, con el oido atento, inclina-

da la cabeza hácia el hombro derecho, fruncidas las cejas, la


t6nces inalterable y duefio de si mismo; y como quien espera
vista inmóvil, y mostrando en todo su ademan la vehemente an-
que le llegue su turno para hablar. Pero la declaracion dura,
precisa y concluyente del teniente Gobernador, di6 al traste con
siedad y la gran concentracion de su espíritu en aquel momento.

Acabó de hablar el tiranuelo, y la sorpresa, la indignacion

de Enriquillo estallaron en estas palabras, dichas con toda la

energía y la solemnidad de una protesta:


su admirable paciencia y compostura . Se irgui6 bruscamente
—No teneis razon ni derecho para amenazarme así, señor
desde que 6y6 las primer as palabras que con voz aspera le di.
teniente Gobernador. No tienen razon ni derecho los señores

visitadores, en hablar mal de La Higuera; no le tiene nadie en


·rijia Badillo, y aguard6 ha sta el fin, con el oido atento, inclina-
considerarnos como sujetos á ley de encomienda á mí y á los

indios que fueron de mi buen protector Don Francisco de Va-


, d a la cabeza hacia el hombro derecho, fruncidas las cejas, la
lenzuela...
vista inm6vil, y mostrando en todo su ademan la vehemente an-
Y como si este nombre hubiera evocado repentinamente sus

siedad y la gr an concentracion de su espfritu en aquel ·m emento.


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sentimientos afectuosos, se volvió al que indignamente lo here-

dara, y suavizando el irritado acento le dijo:

—A vos que sois su hijo os tocaba haber explicado á estos


Acab6 de hablar el tiranuelo, y la sorpresa, la indignacion
de Enriquillo estallaron en estas palabras, dichas con toda la
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señores el error en que se hallan. Él os encargó al morir que

me considerárais como vuestro hermano, y nunca esperé ver

que permitiérais á nadie tratarme como siervo, cuando sabeis


energ ia y la solemnida d de una protesta :
que soy libre, y que lo son como yo los indios de La Higuera.

Valenzuela tartamudeaba algunos monosílabos, sin acertar


-No teneis razon ni derecho para amenaza rme a si, sefior
á formar un concepto cualquiera, cuando una voz ágria y chi-

teniente Gob ernador. No tienen r azon ni derecho los sefiores


llona intervino diciendo irónicamente:

V
visitadores , en ha blar mal de La Hig uera,· no l e tiene nadie en
-con sider a rnos como suje tos a ley de en comienda a mi y a los
indios que fu er on de mi buen protector D on Francisco de Va-.
len zuela ...
Y como si este no mbre hubie ra eyocado rep entin a m ente s us
sentimientos a fectuosos, se volvi6 a·l que indig namente lo h er e·
d a ra , y sua vizando el irrita do acento le dijo :
- A vos que sois su hi jo os tocaba haber explicado a es tos
s efior es el error en q u e se halla n. El os encar g6 a l m orir que
m e con siderarc.tis como v uestro he rm a no, y nunca espere ve r
que permitier a is a n adie tra ta rme como sierY o , cua n do sabeis
que soy lib re, y q ue lo son como yo los indios de L a H iguera .
Val enzuela tarta mudeaba a1g un9s mortosilabos, sin acerta 1·
a forma r un con cepto'cua lquier a , c ua n do un a voz f1gr ia y chi -
llon a inter vino dicie ncl o ir6nica mente:

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382 LEYENDA HIST6R1CA
382 LEYENDA HISTÓRICA

—Libres! Ya veis las pretensiones que tiene el mozo... Her-


- .Libres! Ya veis las prete.nsiones que tiene el mozo ... Her-
mano de su señor, nada ménos. ¡Ruen ejemplo para los demás

caciques!—El que así hablaba era Mojica.


mano de su sefior, nada menos. jRuen ejemplo para los demas
—Mas; vos, ¿con qué derecho os entrometeis aquí, señor hi-
Ctl:ciques!-El que asi hablaba era Mojica. ·
dalgo?—le dijo Enrique exasperado.

—Ya lo sabrás á su tiempo, rey de La Higuera!— contestó


-Mas; vos, (con que derecho os entrometeis aqqi, sefior hi-
malignamente Mojica.

—Este señor hidalgo—dijo Badillo con severidad al cacique,


dalgo?-le dijo Enrique ex-asperado. .
—está aquí con sobrado título y derecho. Habladle, pues, con

-Ya lo sabras a SU tiempo, rey de La Higuera!- contest(>


respeto.

—Yo guardo mi respeto para los hombres de bien, señor te- malignamente Mojica.
niente Gobernador, — replicó Enriquillo recobrando su aire

tranquilo é impasible.
-Este senor hidalgo-dijo Badillo con severidad al cacique,
—Queréis ir de aquí á la cárcel?—le preguntó mal enojado-

Badillo.
-est{t aqui con sobrado titulo y derecho. Habladle, pues, con
—Os pido que seais justo,—respondió con sosiego Enrique. respeto . .
-Yo guardo mi respeto para los hombres de bien, senor te-
—Yo soy libre: mis indios se repartieron por una sola vida. La

Higuera se hizo por obra y gracia de mi patrono el difunto Don

Francisco, y despues trajeron los padres Gobernadores una or-

denanza nueva para que todos los indios vivan como allí se
niente Gobernador, - replic6 Enriquillo recobrando su aire
vive...
tranquilo e impasible.
-Quereis ir de aqui a la carcel?-le pregunt6 mal enojado
—¿Holgando y vagando?...—interrumpió el odioso Mojica.

—Nó; trabajando con buen órden y bien tratados,—contes-

tó sin mirarle el cacique:—nó como esclavos. Los señores visi-

tadores fueron á La Higuera el domingo por la tarde, y halla-


Badillo.
ron divertida la gente, como de costumbre, despues de santifi-
-Os pido que seais justo,-respondi6 con sosiego Enrique.
·-Yo soy libre: mis indios se repartieron por una sola vid~. La
car el dia en la ermita, hasta las diez de la mañana. Hubieran
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ido allá un dia de trabajo, hoy por ejemplo, y hallarían á todos

ocupados en sus faenas.

—Qué faenas son esas?—preguntó Badillo.


Higuera se hizo por obra y gracia de mi patrono eldifunto Don
Francisco, y despues trajeron los padres Gobernadorc:s una or-
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—Labores de campo, y algunos oficios,—contestó Enriqui-

llo.—¿Véis esas jarras de barro que están en aquella ventana

para refrescar el agua que bebeis? Son fabricadas en La Hi-


denanza nueva para que todos los indios vivan como alli se
guera. Allí se hacen hamacas de cabuya que no desdeñais para

vuestro descanso. No hay casa en San Juan que no tenga ade-


vive ...
más alguna silla de madera y esparto, ó alguna butaca de cuero'

-(Holgando y vagando? ... - interrumpi6 el odioso Mojica.


con espaldar de madera cincelada, delas que se fabrican en La

-N6; trabajando con buen 6rden y bien tratados,-contes-


t6 s in mira.rle el cacique:-n6 como esclavos. Los senores visi-
tadores fueron a La Higuera el domingo por la tarde, y halla-
ron divertida la gente, como de costumbre, despues de santifi-
car et dia en la ermita, hasta las diez de la mafiana. Hubieran
ido alla un dia de trabajo, hoy por ejemplo, y hallarian a todos
ocupados en sus faenas.
-Que fae nas son esas?-pregunt6 Badillo.
-Labores de campo, y algunos o.ficios,-contest6 Enriqui-
llo. - (Veis esas jarras de barro que esta_n en aquella ventana
para refrescar el agua que bebeis? Sqn fabricadas en La Hi-
guera. A llf se hacen hamacas de ca buy a que no desdenais para
vuestro descanso . No hay casa en San Juan que no tenga a de-
mas alguna silla de mader a y esparto, 6 alguna butaca de cuero-
con cspaldar de made r a cincelada, de las que se f:.rbrican en L a

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ENRIQUILLO 383
ENRIQUILLO 383

Higuera. ¿No visteis sobre la puerta grande de la ermita un


Higuera. (No visteis sobre la p~erta grande de la ermita un
San Francisco de bulto?—agregó volviéndose á Hernando de
San Francisco de bulto?-agreg6 volviendose a Hernando de
joval;-pues fo hizo con sus manos uno de aquellos pobres
Joval;—pues lo hizo con sus manos uno de aquellos pobres

indios.

—Algun mamarracho...—dijo burlándose Mojica.

—Como vos;—respondió fríamente Enriquillo; y esta agude-


indios.
za espontánea hizo reir á toda la grave concurrencia á costa
-Algun mamarracho ... - dijo burlandose Mojica .
del chocarrero hidalgo.

—Todo eso estará muy bueno,—cacique,—dijo Badillo con


.-· Como vos;-respondi6 friamente Enriquillo; y esta agude-
ménos aspereza;—pero ya lo veis, no puede continuar así. Vos

estais equivocado: el repartimiento no se hizo por una sola vida,


za espontanea hizo reir a toda la grave concurrencia a costa
y despues se ha aclarado que fué por dos. Sabeis escribir; lo

del chocarrero hidalgo.


que teneis que decir podeis decirlo por escrito para proveer

despacio; pero entretanto, ha de cumplirse lo que está manda-


-Todo eso estara muy bueno,-ca.cique,-dijo Badillo con
do. Servid con vuestros indios al señor Valenzüela, y no seais

soberbio.
menos aspereza;-pero ya lo veis, no puede continuar asi. Vos
—Y este documento ¿nada vale?—volvió á decir Enriquillo,

estais equivocado: el repartimiento nose hizo por una SQ la vida,


sacando de su jubon la copia que le habia dado las Casas de

las instrucciones llevadas á Santo Domingo por los padres ge- y despues se ha aclarado que fue por dos. Sabeis escribir; Io
que teneis que decir podeis decirlo por estrito para proveer
rónimos, y adelantándose á entregar el papel á Badillo.

El mandarín lo recorrió con la vista rápidamente, y luego

lo hizo circular de mano en mano, haciendo cada cual una

breve inspeccion de su contenido, y devolviéndolo como asunto


despacio; pero entre.tanto, ha de cumplirse lo que esta man da- 1

cancelado. El teniente Gobernador, á quien fué devuelto al fin


do. Servid con vuestros indios al senor Valenzuela, y no seais
soberbio.
el documento, preguntó entónces con frialdad á Enriquillo.

— Y esto ¿qué tiene que hacer aquí?

—Ahí se declara que los indios sean libres,—respondió En-

-Y este documento (nada vale?-volvi6 a decir Enriquillo,


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rique,—y formen pueblos hasta de tres cientos vecinos, y tra-

bajen para sí, pagando solo tributo al Rey: se manda además


sacando de su jubon la copia que le habia dado las Casas de
las instrucciones llevadas a Santo Domingo por los padres ge-
que el cacique principal tenga cargo de todo el pueblo, y que
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con parecer del padre religioso, y un administrador del lugar,

nombre el dicho cacique mayor los oficiales para la goberna-

cion del pueblo, así como regidores, ó alguacil, ú otros seme-


ronimos, y adelantandose a entregar el papel a Badillo.
jantes (131).
El mandarin lo recorrio con la vista rflpidamente, y luego
—¿De dónde sacásteis este documento?-volvió á preguntar

Badillo.
lo hizo circular de mano en mano , haciendo cada cual una
—A su final está expreso;—satisfizo el cacique.

breve inspeccion de su contenido, y devolviendolo como a sunto


cancelado. El teniente Gobernador, a qui en ftJe devuelto al fin
el Q.ocumento, pregunt6 ent6nces con frialdad a Enriquillo .
-Y esto (que tiene que hacer aqui?
- Ahi se declara quc los indios sean libres,-respondio En-
rique,-y formen pueblos.hasta de tres cientos vecinos, y tra-
bajen para si, pagando solo tributo al Rey: se manda a dem as
que el cacique principal tenga cargo de todo el pueblo, y qu e
con parecer del padre religioso , y un administrador dell ug ar t
nombre el clicho cacique mayor los oficiales para la goberna-
cion del pueblo, asi como regidores , · 6 a lg ua cil, ti otros se me-
jantes (131).
-(De d6nde sacasteis e~ t e documento?- volvio a preg untar
Badillo.
-A su final es ta expreso; - satisfizo el cacique.

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384 LEYENDA msT6RICA

Badillo miro al pie del escrito, y ley6 estas palabras inteli-


384 LEYENDA HISTÓRICA

Badillo miró al pié del escrito, y leyó estas palabras inteli-

giblemente:

«Y para los fines que puedan convenir á Enrique, cacique


giblemente:
»del Bahoruco, y á los indios que de él dependan, libro esta
«Y para los fines que puedan convenir a Enrique, cacique
»del Bahoruco, y a los indios que de el dep~ndan, libro esta
»copia yo, el protector de los indios por sus Altezas, en Santo

»Domingo á 28 de enero de 1517.»

«Bartolomé de Las Casas, clérigo.»

—Pues este escrito,— agregó Badillo alzando la voz,—


»copia yo, el protector de los indios por sus Altezas, en Santo
y el que lo firma, y los que lo escribieron, no valen aquí nada.
»Domingo a 28 de enero de 1517. »
—Y diciendo estas palabras, rasgó el papel, y lo redujo á

menudos fragmentss.
«Bartolome de Las Casas, clerigo.»
—¡Bien!—Muy bien!—exclamaron todos los circunstantes,

excepto Enriquillo, que viendo á Alonso de Sotomayor aplau-


-Pues este escrito,·- agreg6 Badillo alzando la voz, -
dir como los demás, se volvió á él increpándole:

y el que lo firma, y los que lo escribieron, no valen aqui nada.


-Y diciendo estas- palabras, rasgo el papel, y lo redujo a
—¿Es posible, señor Don Alonso, que vos tambien halléis

justo lo que conmigo se hace? No oísteis á vuestro buen amigo

menudo~ fragmentss.
el señor Don Francisco decir que yo era de hecho y de derecho

libre, en el punto y sazon que él iba á pasar de esta vida?

—Mi amigo no pudo querer desheredar á su hijo;— contestó

-jBien!-Muy bien!-exclamaq>n todos los circunstantes,


excepto Enriquillo~ que viendo a Alonso de Sotomayor aplau-
con dureza Sotomayor, en quien las pasiones del colono intere-

sado anulaban la honradez y bondad natural del hombre;—y

dir co mo los demris, se vol vi6 a el increpandole:


aun cuando encargó que fueses bien tratado, no pudo querer

autorizarte á perjudicar á los demás.

—¿En qué perjudico yo á nadie, señor?—preguntó Enriqui-

-(Es posible, senor Don Alonso , que vos tambien halleis


justo lo que conmigo se hace? No oisteis a vuestro buen amigo
llo con tristeza.

—Con pretender novedades, y valerte de papeles como ese

el senor D on Francisco decir que yo era de hecho y de derecho


que se acaba de destruir, para perturbarnos á todos,—respon-
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dió el injusto viejo.

Bi.en comprendió Enriquillo que Sotomayor se referia á su

correspondencia con las Casas; pero no queriendo causar dis-


libre, en el punto y sazon que el iba a pasar de esta vida?
-Mi a migo no pudo querer desheredar a su hijo;- contest6
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gusto á Doña Leonor, revelando que sabia el incidente de la

carta interceptada, no se dió por entendido, y guardó silencio.

—Es por lo visto inútil, cacique,—dijo tras breve pausa el


con dureza Sotomayor, en quien las pasiones del colono interc-
teniente Gobernador,—que me presentéis escrito, ni hagais di-

ligencia alguna. Vuestros fundamentos ya están condenados


s ado anulaban la honradez y bondad natural del hombre;-y
como nulos. Avenios á servir con vuestros indios al señor Va-

aun cuando encarg6 que fu eses bien tratado, no pudo querer


autorizarte a perjudicar a los demas.
lenzuela, é id con Dios.

-(En que perjudico yo a nadie, sefior?-pr ~g unt6 Em·iqui-


llo con tr isteza.
- Co n prete nder nov eda des, y valerte de papeles como ese
que se a caba de destruir , para perturbarnos a todos ,-respon·
di6 el injusto viejo.
Bi.en comprendi6 Enriquillo que Sotomayor s e r eferia a su
correspondencia con las Casas ; pero no querie.ndo ca usar dis-
g usto a. D ona Leonor , r evela ndo q ue sabia el incidente de la
carta inter cepta da , no se di6 por entendido, y g uard6 silen cio.
- E s por lo visto inutil , cacique ,- dijo tras breve pausa el
teniente Gobern ador,-que me pr esen teis escrito , ni ha g-ais di-
ligencia alg un a. Vu estros funda meotos y a estft n condena dos
com a nulos. Avenios a servir con v uestros indios a l senor Va·
l enz uela, e id con Dios .

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ENRIQUILLO 385
ENRIQUILLO ' 385

Enrique baj6 la C?-beza, meditabundo, y sali6 lentamente


Enrique bajó la cabeza, meditabundo, y salió lentamente

dela sala. de la sala.


—Este cacique es muy ladino; y necesita de que se le sofre-

ne con mano dura: ya lo veis, señores,—dijo Mojica sentencio-


-Este cacique .e s muy ladino; y necesita de que se le sofre-
samente, cuando se hubo ausentado Enriquillo.

—No le dejeis pasar una, Valenzuela;—agregó Badillo, .y


ne con mano dura: ya lo veis, .sefiores,-dijo Mojica sentencio-
aquellos irritados encomenderos repitieron uno por uno, al des- samente, cuando se hubo ausentado Enriquillo.
-No le dejeis pasar una, Valenzuela;-agreg6 Badillo, .y
pedirse del jóven hidalgo, la innecesaria cuanto malévola re-

comendacion.

XXX

Abatimiento.
aquellos irritados encomenderos repitieron uno por uno, al des·
Mencía y Doña Leonor aguardaban con impaciente inquie-
pedirse deil j6ven hidalg(), la innecesar.ia cuanto malevola re-
tud á Enriquillo. Con el instinto de su amor la una, y la otra

guiada por las inducciones de su experiencia, hallaban suficien-


comendacion.
tes datos para presentir que el llamamiento del cacique ante

la autoridad, en aquellas circunstancias, era un suceso extraor-

dinario, acaso una crisis suprema en la existencia de Enriqui-

xxx
llo; y así, cuando le vieron llegar triste y preocupado, las dos

acudieron á él con anheloso interés, informándose de lo acon-

tecido.

El cacique las miró un momento con cierta vaguedad, como

quien despierta de un sueño y trata de coordinar sus confusas

ideas; y al cabo les habló en voz baja, dando á su acento la


Abatimiento.
inflexion del más sombrío pesar, en estos términos:

Mencia y Dona Leonor aguardaban con impaciente inquie-


—Lo que sucede, Doña Leonor, es que hoy por primera vez

en mi vida, he creido que la Providencia, la casualidad y la

fortuna son una misma cosa Lo que sucede, Mencía, es que

tud a Enriquillo. Con el instinto de su amor la una, y la otra


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hoy, en el quinto mes de nuestro casamiento, ya tengo por mal-

dita la hora en que pude llamarte mia, encadenándote á mi


guiada por las inducciol).es de su experiencia, hallaban suficien-
tes datos para presentir que el llamamiento del cacique ante
triste destino
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—Me asombra ese lenguaje, Enrique, —dijo Mencía con es-

panto.—Díme de una vez lo que ha pasado.

—Ha pasado, Mencía, el sueño, la ilusion, la mentira; y que-


la autoridad, en aquellas circunstancias, era un suceso extraor -
25 y<"
dinario, acaso una crisis suprema en la· existencia de Enriqui-
llo; y asi, cuando le vieron llegar triste y preocupa_qo, las dos
acudieron c't el con anheloso interes, informandose de lo acon-
tecido.
El cacique las mir6 un momento con cierta vaguedad, como
quie~ despierta de un suefio y trata de coordinar sus confusas
ideas; y al cabo les habl6 en voz baja, dando a su acento la
inflexion del mas sombrio pesar, en estos terminos:·
-Loque sucede, Dona Leonor, es que hoy por primera vez
en mi vida, he creido· que la Providencia, la casualidad y la
fortuna son una misma cosa ..... Lo que sucede, Mencia, es que
hoy, en el quinto mes de nuestro casamiento, ya tengo por mal-
dita la hora en que pude llamarte mia, encadenandote a mi
triste destino .....
-Me asombra ese len_guaje, Enrique, - dijo Mencia con es-
panto .-Dime de una vez lo que ha pasado.
-Ha pasado, Mencia, el sue.no, la ilusion, la mentira; y que-

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386 LEYENDA HlSTORICA

3S6 • LEYENDA HISTÓRICA

da la tremcnda realidad. Sofie que yo era un hombre libre, y


da la tremenda realidad. Soñé que yo era un hombre libre, y

no soy sino un mísero siervo! no soy sino un misero siervo!


-c:Quien puede reducirte a esa condicion, Enrique? Tu deli·
—¿Quién puede reducirte á esa condicion, Enrique? Tú deli-

ras!—dijo Doña Leonor.

—¡Ah, señora!—exclamó Enrique;—yo creia estar deliran-

do, sometido á una horrible pesadilla, cuando vi á todos aque-


ras!-dijo Dona Leonor.
llos señores, á quienes estaba acostumbrado á mirar siempre
-jAh, senora!-exclamo Enriqu·e;-yo creia estar deliran-
do, sometido a una horrible pesadilla, cuando vi a todos aque-
con amor y respeto, conjurados contra mí, retratados en su

semblante el ódio y la resolucion implacable de ofenderme, de

ultrajarme, de reducirme á la desesperacion". He creido delirar

cuando he visto á Andrés de Valenzuela, al hijo de aquel santo


llos sen.ores, a quienes estaba acostumbrado a mirar siempre
hombre, por quien gustoso hubiera dado toda la sangre de mis
con amor y respeto, conjurados contra mi, retratados en su
venas, renegar de la memoria y de la voluntad de su padre, y

convertirse en dócil instrumento del malvado Pedro de Moji-


semblante el ¢dio y la resolucion implaqible de ofenderme, de
ca!.... Cuando he oido á Don Alonso de Sotomayor haciendo

contra mí, que le veneraba, el odioso papel de falso acusador;


ultrajarme, de reducirme c"t la desesperacion: He creido delirar
y por último, cuando me he convencido de que yo no puedo

cuando he visto a Andres de Valenzuela, al hijo de aquel santo


prometerme el amparo de la justicia y de las leyes; porque

leyes y justicia nada valen en la Maguana; y estoy enteramen-


hombre, por quien gustoso hubiera dado toda la sangre de mis
te á discrecion de los tiranos, mis fieros y encarnizados enemi-

gos....
venas, renegar de la memoria y de la VO}Untad de SU padre, y
—Tú exageras sin duda, Enrique;—replicó la bondadosa

convertirse en doeil instrumento del malvado Pedro de Moji-


ca!. ... Cuando he oido a Don Alonso de Sotomayor haciendo
viuda, conmovida, y sin querer persuadirse de lo que oia.

—No exagero, señora;—repuso el cacique con voz melancó-

contra mi, q ue le veneraba, el odioso papel de falso acusador;


lica y acentuada.—Contra todo derecho, contra toda conside-

racion y contra toda reclamacion de mi parte, han declarado

que soy y permanezco encomendado con mis indios á Andrés

y por ultimo, cuando me he convencido de que yo no puedo


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de Valenzuela, como heredero de su padre.

—Eso no podrá ser de ningun modo!—exclamó con terror


prometerme el amparo de la justicia y de las leyes; porque
leyes y justicia nada valen en la Maguana; y estoy enteramen-
Mencía:—yo escribiré á la señora Virreina, iré á verla á Santo
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Domingo si es necesario

—La Virreina—le interrumpió el cacique,—nada puede en

este caso: hoy he visto confirmada la declaracion que de su


te a discrecion de los tiranos, mis fieros y encarnizados enemi-
desamparo me hizo la noble señora. Sin eso no se hubieran
gos ....
-Tu exageras sin duda, Enrique;-replico la bondadosa
atrevido á tanto.

Diciendo estas palabras, Enriquillo dió á leer A su esposa el

papel que le habia llevado Galindo.

viuda, conmovida, y sin querer persuadirse de lo que oia.


-No exagero, senora;-repuso cl cacique con voz melanco-
lica y acentuada.-Contra todo derecho, contra toda conside-
racion y contra toda reclamacion de mi parte, ban declarado
que soy y permanezco encomendado con mis indios a Andres
de Valenzuela, como heredero de su padre.
-Eso no podra ser de ningun modo!-exclam6 coo terror
Mencia:-yo escribire a la senora Virreina, ire a verla a Santo
Domingo si es necesario .....
-La Virreina-le interrumpi6 el cacique,-nada puede en
este caso: hoy he visto confirmada la declaracion que de su
desamparo me hizo la noble senora. Sin eso no se hubieran
atrevido a tanto.
Diciendo estas palabras, Enriquillo di6 a leer a SU esposa el
papel que le habia llevado Galindo.

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ENRIQlilLLO 387
ENRIQUILLO 387
-Cierto; es de Elvira la letra,-dijo con desaliento Mencia.
-No hay remedio!
—Cierto; es de Elvira la letra,—dijo con desaliento Mencía.

—No hay remedio!

—Yo veré hoy mismo á Sotomayor, Enriquillo,—repuso la

digna viuda.—Os digo que exageráis, y espero que pronto os


-Yo vere hoy mismo a Sotomayor, Enriquillo,--repuso la
lo haré ver.
digna viuda.-Os digo que exagerais, y espero que pronto os
—Solo veré, señora, que vos, mi generosa amiga, vais á

ganaros enemistades y disgustos por mi causa; y eso no debo


lo hare ver.
de ningun modo consentirlo. Todos los poderosos de la Magua-

na están conjurados en contra mia, y nadie hay en la Española


-Solo vere, senora, que vos, mi gencrosa amiga, vais a
hoy que pueda torcer el rumbo á su malicia. Mi esperanza debe

_ganaros enemistades y disgustos por mi causa; y eso no debo


quedar aplazada á cuando regresen á la isla el señor Almiran-

te y el padre protector.
de ningun modo consentirlo . Todos los poderosos de la ~lagua­
—Tal vez!....—dijo pensativa Doña Leonor.

Y los tres guardaron por buen espacio penoso silencio.


na estan conjurados e~ contra mia, y nadie hay en la Espanola
—¿Qué obligaciones habrás de cumplir en esa condicion de

hoy que pueda torcer el rumbo a su malicia. Mi e'speranza debc


quedar aplazada a cuando regresen c-1 la isla el senor Almiran-
encomendado?—preguntó al fin Mencía á su esposo.

—Las más agenas de mis sentimientos;—contestó el caci-

te y el padre protector.
que.—En vez de tener á mis pobres indios como hermanos, ve-

lar por su salud y bienestar, deberé oprimirlos, hostigarlos

para que sean asiduos en los trabajos que los mayorales y cal-

pisques les señalen; perseguirlos sin descanso cuando huyan;


--Tal vez!. ... -dijo pens:t ti Ya Dona Leonor.
castigarlos severamente por la menor falta, y ser, en suma, el
Y los tres guar.daron por buen espacio pe11oso silencio.
-(~ue obligaciones habras de cumplir en esa condicion de
más duro instrumento de su terrible esclavitud.

—Pero tú personalmente ¿cómo has de ser considerado y

tratado?—preguntó otra vez la jóven, buscando un atrinchera-

miento al egoismo del amor.


encomendado?-pregunt6 al fin Mencia a su esposo.
—¡Áh, esposa mia!—respondió Enriquillo:—si Valenzuela
-Las mas aget'las de mis sentimi~ntos;-contest6 el caci-
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que.-En vez de tener a mis pobres indios como hermanos, ve-


es, como ya lo temo, un corrompido malvado, esperemos lo

peor! Medios le han de sobrar para convertir mi título de caci-

que en padron de ignominia, y tratarme con ménos considera-

lar por su salud y bienestar, debere. oprimirlos, hostigarlos


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cion que al último de sus perros de presa.

—¡Dios mio!—exclamó consternada Mencía.—Y he de verte


para que sean asiduos en los trabajos que los mayorales y cal-
despreciado, ultrajado?....

—Me verás sufrir, Mencía,—dijo en tono solemne Enriqui-.


pisques les sefialen; perseguirlos sin descanso cuando huyan;
lio,—y sufrirás conmigo todas las pruebas que un ánimo vale-

roso y cristiano puede soportar.... Hasta que Dios quiera. ¿Es-


castigarlos severamente por la men or falta, y ser, en suma, el
tás dispuesta?

.
mas duro instrumento de su terrible esclavitud .
-Pero tu personalmente (~6mo has de ser considerado Y.
tratado?-pregunt6 otra vez la j6ven, buscando un atrinchera-
miento al egoismo del am or.
-jAh, esposa mia!-respondi6 Enriquillo:-si Valen.z uela
es, como ya lo temo, un corrompido malvado, esperemos lo
peor! M~dios le han de sobrar para convertir mi titulo de caci-
que en padron de ignominia, y tratarme con menos considera-
cion que al Ultimo de SUS perros de presa .
-jOios mio!-exclam6 consternada Mencia.-Y he de verte
despreciado, ultrajado? ....
-Me veras sufrir, Mencia,-dijo en tono solemne Enriqui- .
llo,-y sufriras conmigo todas las pruebas que un animo Yale-
roso y cristiano puede soportar .... Hasta que Dios quiera. (Es-
tas dispuesta?

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388 LEYENDA msT6RICA
388 LEYENDA HISTÓRICA

-A todol-dijo con vehemencia la animosa joven:-ja todo;


—A todo!—dijo con vehemencia la animosa jóven:—¡á todo;

por mi deber y por tu amor!


por mi deber y por tu amorl
XXXI

Arreglos.

Bien hubiera querido Enriquillo evitarse el mal rato de no-

tificar al irascible Tamayo el cambio que acababa de sobreve-

nir en la condicion de los indios residentes en el caserío de La

Higuera; pero comprendiendo que no podia sustraerse á la ne-


XXXI
cesidad de esa confidencia, optó por hacerla cuanto ántes;

convocó para aquella misma noche al fiel asistente y al honra-

do viejo Camacho, y les refirió punto por punto la novedad


Arreglos.
ocurrida.

Bien hubiera querido Enriquillo evitarse el mal rato de no-


Tamayo, escuchándole, tuvo estremecimientos de energú-

meno; y cuando Enrique concluyó por atribuir su desgracia á

la enemistad de Mojica, el iracundo jaragüeño se irguió con

fiereza, extendió la diestra convulsivamente, y preguntó con


tificar al irascible Tamayo el cambio que acababa de sobreve-
voz breve al cacique:
nir en la condicion de los indios residentes en el caseriv de La
—¿Quieres que lo mate?

—Ya te aguardaba en ese terreno, loco!—le respondió Enri-


Higuera,· pero comprendiendo que no podia sustraerse a lane-
quillo.—¿Tengo yo el corazon lleno de ódio y furor como pare-

ce que lo tienes tú? Pregunta al buen Camacho si cabe aquí


cesidad de esa confidencia, opt6 por hacerJa cuanto antes;
mejor la ira que la templanza.

convoc6 para aquella misma noche al fiel asistente y al honra-


— ¡Cuándo hallará el cacique Enriquillo que la ira cate en

alguna parte!—dijo con acento irónico Tamayo.


do viejo Camacho, y les refiri6 punto por punto la novedad
—Dios no permita que llegue el caso; pero quizá te equivo-

ques figurándote que mi paciencia no tiene límites;—contestó


ocurrida.
con calma sombría el cacique.

Tamayo, escuchandole, tuvo estremecimientos de energu-


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meno; y cuando Enrique concluy6 por atribuir su desgracia a


—Si no los tuviera, Enriquillo,—terció Camacho,—no serías

un triste pecador, sino un santo: ojalá fuera tan grande tu pa-

ciencia, que en ningun caso llegara á faltarte!

la enemistad de Mojica, el iracundo jaragiieno se irgui6 con


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—A tanto no aspiro, Camacho: trato de ser hombre, segun

la ley de Cristo; y por amor de los que me la enseñaron, sabré

soportar muchas injusticias y humillaciones.


fiereza, extendi6 la diestra convulf:.ivamente, y pregunt6 con
voz breve al cacique:
-(Quieres qu~ lo mate?
-Ya te aguardaba en ese terren~, loco!-Je respondi6 Enri-
quillo.-(Tengo yo el corazon lleno de 6dio y furor como pare-
ce que lo tienes tu? Pregunta al buen Camacho si cabe aqui
mejor la ira que la templanza. ,
-i Cuando _halla ra el cacique Enriquillo que la ira ca be en
alguna parte!-dijo con acento ir6nico Tamayo.
-Dios no permita que llegue el caso; pero quiza t.e equivo-
ques figurandote que mi paciencia no tiene lfmites;-contest6
con calma sombria el cacique.
-Si no los tuviera, Enriquillo,-terci6 Camacho,-no serias
un triste· pecador, sino un santo: ojala fuera tan grande tu pa-
ciencia, que en ningun caso llegara a faltartel
-A tanto no aspiro, Camacho: trato de ~er hombre, segun
la ley de Cristo; y por amor de los que me la en~enaron, ~abre
soportar muchas in"justicias y humillaciones.

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ENRIQUILLO 389
ENRIQUILLO 389

— Bien, cacique! —exclamó el anciano indio con efusion.—


-Bien, cacique! - exclam6 el anciano indio con efusion .-
Así no serás ingrato con el padre; todos los males podrán re-

mediarse, y Dios te bendecirá.


Asi no seras ingrato con cl padre_/ todos los males podran re-
—Pero entretanto,—dijo Tamayo con voz sorda,—serás el mediarse, y Dios te bendecira.
-Pero entretanto,-dijo Tamayo con voz sorda,-seras el
humilde servidor de Valenzuela, y Mojica se reirá de tí.

—¡Déjame en paz, demonio!—replicó en súbito arrebato de

cólera Enriquillo; y serenándose inmediatamente añadió:—

¿Qué puedo hacer? ¿He de olvidarme de lo que debo al padre


humilde servidor de Valenzuela, y Mojica se rein\ de ti.
protector, al señor Almirante y su familia, al mismo Don Die-
-iDejame en paz, demonio!-replic6 en subito arrcbato de
c6lera Enriquillo; y serenandose inmediatamente anadi6:-
go Velázquez, mi padrino? ¿He de empeorar mi suerte, hoy que

me está confiada la suerte de Mencía? ¿Qué quieres que haga,

estúpido?—dijo volviendo á exaltarse con creciente vehemen-

cia.—Toma mi cuchillo, y dáme por tu mano la muerte: será el


<.Que puedo hacer? <.He de ol ddarme de lo que debo al padre
favor más grande que puedas hacerme....!

protector, al senor Almirante y su familia, al mismo Don Die-


—¿Y es esa tu paciencia, cacique?—le increpó Camacho tris-

temente.—Oye tú. Tamayo: ¿no comprendes que haces mal en


go Velazquez, mi padrino? <.He de empeorar mi suerte, hoy que
atormentar así á Enriquillo?

—Perdon, cacique,—dijo Tamayo con pesar:—yo no quiero


me esta confiada la suerte de Mencia? <.Que quieres que haga,
incomodarte: soy tu esclavo, tu perro, lo que tu quieras; pero

estupido?-dijo vol vi en do a exalt a rse con creciente vehemen-


no estés enojado conmigo.

Enriquillo acojió con melancólica sonrisa este acto de arre- cia.-Toma mi cuchillo, y dame por tu mano la muerte: sera el
pentimiento, y así terminó aquella dolorosa conferencia.

Al siguiente dia Valenzuela llamó á su presencia al cacique,


favor mas grande que puedas hacerme .... !
y sin preámbulo de ninguna especie le hizo saber su voluntad.

—Debo hacer como los demás, Enriquillo,—le dijo.—Arre-


-<.Y es esa tu paciP.ncia, cacique?-le increp6 Camacho t ris-
gla tus cuadrillas de modo que estén siempre listas para cuan-
temente'. -Oye tu. Tamayo: (no comprendes que haces mal en
atormentar asi a Enriquillo?
do te las pidan mis estancieros.
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—Segun eso, ¿ya no se trabajará más en La Higuera?— pre

guntó Enrique.

—Por mi cuenta, nó: la gente se necesita en las estancias.


-Perdon, cacique,-dijo Tamayo con pesar:-yo no quiero
incomodarte: soy tu esclavo, tu perro, lo que tu quieras; pero
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—Bien, señor; pero La Higuera podrá entretenerse con mis

no estes enojado conmigo.


seis naborías, y los que quieran trabajar para sí de las cuadri-

llas en descanso.

—Eso será cuenta tuya, Enriquillo,—repuso Valenzuela.—

Que no me falte uno solo de los indios, ni una sola hora de las
Enriquillo acoji6 con melanc6lica sonrisa este acto de arre-
que es su obligacion trabajar donde yo lo dispusiere, y nada ten-
pentimiento, y asi termin6 aquella dolorosa conferencia .
Al siguiente dia Valenzuela llam6 a su presencia al cacique,
go que ver con La Higuera. Allí pueden vivir los remanentes.

y sin preambulo de ninguna especie le hizo saber su voluntad.


-Debo hacer como los demas, Enriquillo,-le dijo .-Arre-
gla tus cuadrillas de modo que esten siempre listas para cuan-
do te las pidan mis estancieros.
-Segun eso, (ya nose trabajara mas en La H(£;ttera?-pre·
gunt6 Enrique.
-Por mi cuenta, n6: la gcnte sc necesita en las estancias.
-Bien, senor; pero La Higuera podra entretenerse con mis
seis naborias, y los que quieran trabajar para side las cuadri-
llas en descanso.
-Eso sera cuenta tuya, Enriquillo,-repuso Valenzuela .-
Que no me falte uno solo de los indios, ni una sola hora de las
que es su obligacion trabajar donde yo lo dispusiere, y nada ten-
go que ver con La Higuera. Alli pueden ·vivir los remanentes.

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390 LEYENDA HlST6RICA

390 LEYENDA HISTÓRICA

—Me alegro, Don Andrés: así se conservará aquella funda-


-Me alegro, Don Andres: asi se conservara aquella funda-
cion de vuestro buen padre,—dijo el cacique.
cion de vuestro buen padre,- dijo el cacique.
—Si puede ser, sea,—replicó Valenzuela con sequedad;—

pero es bien que adviertas, Enriquillo, que tú eres responsable


-Si puede ser, sea,-replic6 Valenzuela con sequedad;-
del menor desórden en ese lugar, y quizá te convendría residir

de continuo en él.
pero es bicn que adviertas, Enriquillo, que tu eres responsa ble
Esta insinuacion resonó en el oido del cacique como el chas-

del menor desorden en ese lugar, y quiza te convendria residir


quido de un látigo. Se dominó, sin embargo, y creyó oportuna

la ocasion para tocar otro punto delicado.


de continuo en el.
—No tendré reparo en ello,—dijo—despues que haya insta-

lado á mi esposa en casa propia.


Esta insinuacion reson6 en el oido del cacique como el chas-
—¿Por qué no os váis ambos á vivir en la del Hato?—pre-

quido de un latigo. Se domino, sin embargo, y creyo oportuna


guntó Valenzuela con finjida sencillez.

—No hay que tratar de eso: Mencía no quiere;—contestó el la ocasion para tocar otro punto delicado.
cacique.

—Pues con la mia de San Juan no podeis contar,— dijo con


-No tendre reparo en ello,-dijo-despues que hay a insta-
tono áspero el hidalgo:—la necesito para mí.

lado a mi esposa en casa propia.


-(Por que no os vais ambos a vivir en la del Hato?-pre-
—Deseaba oiros esa declaracion, señor;—replicó el cacique

tranquilamente;—y á fé que no me sorprende: comprarémos

gunt6 Valenzuela con finjida sencillez.


en San Juan otra casa, con dineros de Mencía.

—No veo esa necesidad, Enriquillo,—volvió á decir con afa-

ble sonrisa Valenzuela.—Es un capricho de tu esposa no que-

rer habitar en mi hermosa casa del Hato.


-No hay que tratar de eso: Mencia no quiere;-contest6 el
—Será capricho, señor; —concluyó Enrique;-pero jamás
catique.
-Pu es con la mia de San Juan no podeis con tar, - dijo con
violentaré su voluntad en lo más mínimo.

Valenzuela calló pensativo, y Enrique se despidió diciéndo-

le que iba á ocuparse en reformar el plan de las cuadrillas de

tono aspero el hidalgo:-la necesito para mi.


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La Higuera para someterlo á la aprobacion del jóven hidalgo,

y poder ocurrir con regularidad á los pedimentos de indios que


-Deseaba oiros esa declaracion, sefior;-replico el cacique
tranquilamente;-y a fe que no me sorprende: compraremos
le hicieron los sobrestantes de trabajos ó estancieros. Al inau-
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gurar así su vida de sujecion y vasallaje, el magnánimo caci-

que ahogaba en lo profundo del esforzado pecho la angustia y

el dolor que lo desgarraban; y en su rostro grave y varonil so-


en San Juan otra casa, con dineros de Mencia.
lamente se traslucía la serena bondad de aquel noble carácter,
-No veo esa necesidad, Enriquillo,-volvi6 a decir con afa-
incapaz de flaqueza, que sabia medir el tamaño de su infortu-

nio, y entraba en lucha con él, armado de intrépida resigna-


ble sonrisa Valenzuela.-Es un capricho de tu esposa no que-
cion.

rer habitar en mi hermosa casa del Hato.


-Sera capricho, sefior;-concluy6 Enrique;- pero jamas
violentare su voluntad en lo mas minimo.
Valenzuela call6 pensativo, y Enrique se despidio diciendo-
le que iba a ocuparse en reformar el plan de las cuadri11as de
La Higuera para someterlo a la aprobacion del joven hidalgo,
y poder ocurrir con regularidad a los pedimentos de indios que
le hicieron los sobrestantes de trabajos 6 estancieros. Al inau-
gurar asi su vida de sujecion y vasallaje, el magnanimo caci-
que ahogaba en lo profundo del esforzado pecho la angustia y
el dolor que lo desgarraban; y en su rostro grave y varonil so-
lamente se traslucia la serena bondad de aquel noble caFacter,
incapaz de flaqueza, que sabia medir el tamafio de su infortu-
nio, y entraba en lucha con el, armado de intrepida resigna-
cion.

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I
ENRIQUILLO 391
ENRIQUILLO 391

XXXII

Cambio de frente.

Fué para Doña Leonor causa de grande alteracion y mara-

villa la nueva que le dió el cacique de que Andrés de Valen-

zuela habia revocado definitivamente las disposiciones de su


XXXII
padre, relativas á la casa que en San Juan estuvo destinada

Cambio de frente.
para habitacion de los jóvenes esposos. Protestaba la buena

señora contra aquel nuevo rasgo de perversidad del indigno

hijo, y se ofrecía á deponer en justicia sobre el derecho que

Enriquillo tenia á vivir como propia la referida casa, pues que

ella habia sido testigo, con Don Alonso de Sotomayor, de cuál


Fue para Dona Leonor causa de grande alteracion y mara-
fuera la expresa voluntad del difunto propietario á ese respec- villa la nueva que le di6 el cacique de que Andres de VaJen-
zuela habia revocado definitivamente las disposiciones de su
to. Desechó Enriquillo el expediente por inútil, recordando la

rectificacion que hizo el Don Alonso en la audiencia del tenien-

te Gobernador, á las declaraciones benévolas de su moribundo

amigo, y porque repugnaba á la delicadeza del cacique formu-


padre, reJativas a. la · casa que en San Juan estuvo destinada
lar reclamacion alguna contra el mal hijo, para hacer valer los
para habitacion d~ los j6venes esposos. Protestaba la buen_a
senora contra aquel nuevo rasgo de perversidad del indigno
favores del buen padre.

Era resolucion irrevocable de Enrique no volver á hacer

mencion de ese asunto, y así lo significó á la viuda; consultan-

do con ella y con M encía el proyecto de comprar otra casa en


hijo, y se ofrecia a deponer en justicia sobre el derecho que
San Juan para establecer en ella su hogar. Doña Leonor quiso

EnriquilJo tenia a vivir como propia la referida casa, pues que


rebatir este propósito, diciendo al cacique que ninguna casa

podia ser más suya que la de ella, para quien era una verdade-
ella habia sido testigo, con Don Alonso de Sotomayor, de cual
ra dicha el trato y la cariñosa compañía de los dos esposos, y

por lo mismo les rogaba que no pensaran en abandonar aquel


fuera la expresa volunta<l del difunto propietario a ese respec-
techo amigo. El afectuoso litigio acabó en transaccion, y las

to. Desech6 Enriquillo el expediente por intltiJ, recordando la


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dos partes convinieron en que Enriquillo no se daría mucha

prisa en comprar casa, sino que iría procurándola con todo rectificacion que hizo el Don Alonso en la audiencia del tenien-
espacio, á fin de conseguirla á medida de sus deseos, ó en otro

te Gobernador, a las declaraciones benevoJas de su moribundo


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caso hacerse fabricar una; y entre tanto, el matrimonio conti-

nuaría disfrutando la ámplia y generosa hospitalidad de Doña

Leonor; con lo que el cacique podría atender á sus faenas dia-


amigo, y porque repugnaba a la delicadeza del cacique formu-
lar recJamacion alguua contra el mal hijo, para hacer vaJer los
favores del buen padre.
Era resolucion irrevocable de Enrique no volver a hacer
mencion de ese asunto, y asi Jo signific6 a la viuda; consuJtan-
do con ella y con Mencia el proyecto de comprar otra casa en
San Juan para estabJecer en elJa su hogar. Dona'Leonor quiso
rebatir este prop6sito, diciendo al cacique que ninguna casa
podia ser mas suya que la de ella, para quien era una verdade-
ra dicha el trato y la carifiosa compafiia de los dos esposos, y
por lo mismo Jes rogaba que no pensaran en abandonar aquel
tee.h o amigo. El afectuoso litigio acab6 en transaccion, y las
dos partes convinieron en que EnriquilJo no se darfa mucha
prisa en comprar casa, sino que iria procurandoJa con todo
espado, a fin de conseguirJa a medida de sus deseos, 6 en otro
caso hacerse fabricar una; y entre tanto, el matrimonio conti-
nuaria disfrutando la amplia y generosa hospitalidad de Dofia
Leonor: con lo que el cacique podria atender a s us faenas dia-

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392 LEYENDA HlST6RICA

392 LEYENDA HISTÓRICA


rias del campo, sin el pesar de que Mencia no quedara bien
rias del campo, sin el pesar de que Mencía no quedara bien

acompañada.
acompafiada.
Esta última parte del arreglo fué, como se puede concebir,

muy del agrado de Enriquillo, que por lo demás no quería con-


Esta tiltima parte del arregl0 fue, como se puede concebir,
trariar á su bondadosa amiga. Viendo al mismo tiempo la difi-

muy del agrado de Enriquillo, que por lo demas no queria con·


trariar a su bondadosa amiga. Viendo al mismo tiempo la difi-
cultad de conseguir una casa de medianas comodidades en

aquella poblacion, en que todas las existentes eran viviendas

de sus dueños, resolvió á pocos dias hacerse construir desde

luego una de madera, segun el gusto ó el capricho de su espo-


cultad de conseguir una casa de medianas comodidades en
sa. Habia dado ya con este objeto los primeros pasos, y tenia

aquella poblacion, en que todas las existentes eran ·~,riyieridas


convenido con el mejor maestro carpintero de la Maguana la

forma, condiciones y costo de la fábrica, para lo cual llegó á de sus duefios, resol vi6 a pocos dias hacerse construir desde
luego una de madera, segun el gusto 6 el capricho de su espo·
adquirir el sitio á propósito y algunos materiales, cuando le

detuvo en el principio de la ejecucion una ordenanza ó manda-

miento del teniente Gobernador, en el cual se le notificaba que,

á requerimiento de Don Pedro de Mojica, hidalgo, de cincuenta


sa. Habia dado ya con este objeto los prirrieros pasos, y tenia
y cinco años de edad, soltero, y en su calidad de tio en el se-
convenido con el mejor maestro carpintero de la Maguana la
forma, condiciones y costo de la fabrica, para lo cual llego a
gundo grado de Doña Mencía de Guevara y curador nato de

sus bienes, la autoridad judicial decretaba que, por muerte del

administrador de dichos bienes, Don Francisco de Valenzuela,

el heredero de éste, su hijo' Don Andrés, quedaba obligado á


adquirir cl sitio a prop6sito y algunos materiales, cuando le
presentar cuenta liquidada y justificada de dicha administra-
detu vo en el principio de la ejecucion
, una ordenanza 6 rnanda-
cion, al teniente Gobernador, para que esta autoridad, oyendo

los reparos del referido Mojica, aprobara, reformara ó repro-


mien to dcl teniente Gobernador, en el cu al se le notific~ba que,
bara las tales cuentas, segun hubiese lugar. Y entretanto, que-

daran los bienes depositados en manos de Don Andrés de Va-


<i. requerimiento de Don Pedro d_e Mojica, l)idalgo, de cincuenta
lenzuela, hasta nueva disposicion, y prohibiéndose absoluta-

y cinco afios de edad, soltero, · y en su calidad de tio en el. se-


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mente que el cacique Enrique interviniera en ninguna opera-

cion como administrador de hecho, segun venia practicándolo


gundo grado de Dona Mencia de Guevara y curador nato de
indebidamente despues de la muerte del verdadero administra-

sus bienes, la autoridad judidal decretaba que, por muerte del


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dor; á causa de no haber llegado á edad de mayoría, y hallarse

por tanto en las mismas condiciones de su .esposa Doña Men-

administrador de dichos bienes, Don Francisco de Valenzuela,


el heredero de .este, SU hijo' Don Andres, quedaba obligado a
cía, en cuanto á la incapacidad legal de administrar esos bie-

nes, etc., etc.

prescntar cuenta liquidada y justificada de dicha administra·


—¿Quereis decir, que un extraño tiene mejor derecho que

yo á administrar la hacienda de mi muger?—preguntó Enrique

al oficial de justicia.

cion, al teniente Gobernador, para que esta autoridad, oyendo


los reparos del refer_ido Mojica, aprobara, reformara 6 repro-
bara las· tales cuentas., segun hubiese lugar. Y entretanto, que-
daran los bienes depositados en manos de Don Andres de Va-
lenzuela, hasta nueva disposicion, y prohibiendose absoluta·
mente que el cacique Enrique interviniera en ninguna opera-
cion como administrador de hecho, segun venia practicandolo
indebidamente despues de la muerte del verdadero administra-
dor; a causa de no ~aber llegado a edad de mayoria, y hallarse
por tan to en las mismas condiciones de su .esposa Dona Men-
cia, en cuanto a la incapacidad legal de administrar esos bie·
nes, etc., etc.
- (Quereis decir, q ue un extrafio tiene mejor derccho que
yo a administrar la hacienda de mi muger?-pregunt6 Enrique
al oficial de justicia.

- ......
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ENRIQUILLO 393
ENRIQUILLO 393

-Yo no quiero decir nada, caciqu~,- respondi6 el alguacil.


—Yo no quiero decir nada, cacique,—respondió el alguacil.

Yo no hago más que notificaros, y reclamar vuestra firma aquí


Yo no hago masque notificaros, y reclamar vue.s tra firma aqui
al pié de este escrito, para constancia de que quedais enterado.

—¿Y si no me conformo, maese Domínguez?—volvió á decir


al pie de este escrito, para constancia de que quedais ·enterado.
Enrique.

-(Y si no me conformo, maese Dominguez?-volvi6 a decir


— Escribid entónces aquí: «No me conformo,» y firmad des-

pues; pero curad que es desacato,—replicó el alguacil. Enrique.


Enrique tomó el papel silenciosamente, escribió la fórmula,

y consumó el desacato, firmando con su nombre al pié de aque-


-Escribid ent6nces aqui: «No me conformo,» y firmad des-
llas tres palabras.

—Aunque me desollaran vivo,—dijo volviendo el escrito al


pues; pero curad que es de5acato,-replic6 el alguacil.
alguacil,—no cometería el más leve desacato contra los pre-
Enrique tom6 el papel silenciosamente, escribi6laf6rmula,
y consum6 el desacato, firmando con su nombre al pie de aque-
ceptos de la autoridad; pero tratándose de defender los dere-

chos é intereses de mi esposa, venga lo que viniere.

—Así lo explicaré al señor teniente Gobernador,—contestó

Domínguez.—Quedad con Dios, cacique.


llas tres palabras.
Desde aquel dia comenzó para el pobre Enriquillo una série
-Aunque me desollar~n vivo,-dijo volviendo el escrito al
de pruebas y de mortificaciones que sería cansado y enojoso

reseñar en sus infinitos y minuciosos pormenores. Bajo pretex-


alguacil,-no cometeria el mas leve desacato contra los pre·
to de que la justicia le habia ordenado dar cuenta de la admi-

nistracion de su padre, en lo concerniente á los bienes de Men-


ceptos de la autoridad; vero tratandose de defender los dere-
cía, Valenzuela, siempre instigado por Mojica, no daba punto

chos e intereses de mi esposa, ve.n ga lo que viniere.


de reposo al cacique, á quien trataban como á un deudor frau-

dulento cada vez que se figuraban haber descubierto la menor


-A~i lo explicare al senor teniente Gobernaddr,-contest6
irregularidad en sus registros. Pero el jóven esposo llevaba

éstos en tan perfecto órden, que siempre salia victorioso de


Dominguez.-Quedad con Dios, cacique. ·
todos los reparos, y confundía con su sencilla franqueza á sus

Desde aquel dia comenz6 para el pobre Ehriquillo una serie


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maliciosos enemigos. No parece sino que tenia previsto el caso,

y que se complacía en poner de manifiesto los actos más insig- de pruebas y de. rnortificaciones que seria cansad0 y enojoso
nificantes de su inteligente administracion.

reseiiar en sus infinitos·y minuciosos porrnenores. Bajo pretex-


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_ Si se le pedían copias ó extractos de algun documento, cer-

tificados por él, no oponia la menor dificultad; pero siempre

to de quc la justicia le habia ordenado dar cuenta de la adrni-


nistracion de su padre, en lo concernientc a los bienes de Men-
que intentó Valenzuela arrancarle una firma que supusiera

asentimiento á la intervencion extraña que se le habia impues-

cia, Valenzuela, siernpre instig-ado por Mojica, no daba punto


to;—y la tentativa se repitió muchas veces bajo diferentes for-

mas y pretextos,—el cacique ántes de su firma, estampaba la

severa fórmula «No me conformo,» invariablemente. De aquí

de reposo al cacique, a guien trataban como a un deudor frau-


dulento cada vez que se figuraban haber descubierto la menor
irregularidad en sus registros. Pero el j6ven esposo llevaba
estos en tan perfecta 6rden, que siempre salia victorioso de
todos los reparos, y confundia con su sencilla franqueza a sus
maliciosos enemigos. No parece sino que tenia previsto el caso,
y que se complacia en poner de manifiesto los actos mas insig-
nificantes de su inteligente administracion .
. Sise le pedian copias 6 extractos de algun docurnento , cer-
tificados por el, no oponia la menor difi.cultad; pero siempre
que intent6 Valenzuela arrancarle una firma que supusiera
asentimiento a la intervencion extrafia que se le habia irnpues·
to;-y la tentativa se repiti6 muchas veces bajo diferentes for-
mas y pretcxtos,- el cacique antes de su firrna, estampaba la
severa f6rmula «No m e conformo, >) inYariablemente. De aqui

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LEYE~DA HIST6RICA

394 LEYENDA HISTÓRICA

provenian á cada instante borrascas de malhumor en el volun-


provenian a cada instante borrascas de malhumor en el volun-
tarioso Valenzuela, que se vengaba acrecentando de dia en dia

tarioso Valenzuela, que se vengaba acrecentando de dia en dia


sus exigencias con respecto a los servicios que debian p1·estar-
sus exigencias con respecto á los servicios que debian prestar-

le los indios de Enrique, y por grados subia el tono, apartán-

dose cada vez más de todo miramiento personal hácia aquel

jóven, «á quien tenia en mayor menosprecio que si fuera es-


le los indios de Enrique, y por grados subia el tono; apartan-
tiércol de la plaza,» y que en realidad «pudiera con más justa

razon ser señor que servidor suyo» (132).


dose cada vez mas de todo miramiento personal hacia aquel
Muchas veces pareció que Valenzuela se inclinaba á la be- j6ven, «a quien te.oia en mayor menosprecio que si fuera es·
tiercol de la plaza, » y queen realidad •pudiera con mas justa
nevolencia y la concordia con el cacique; pero esta buena dis-

posicion pasajera solo tenia un tema para sus manifestacio-

nes. Enriquillo y Mencía debian reconciliarse con el señor

Mojica, que habia sido el verdadero salvador de aquel patri-


razon ser senor que servidor suyo» ( 132).
monio, cuando su sobrina estaba en la primera infancia, y
Muchas veces pareci6 que Valenzuela se inclinaba a la be-
nevolencia y la concordia con el cacique; pero esta buena dis-
habia visto recompensados con ingratitud sus desvelos, merced

á las intrigas de las Casas. Tal era el lenguaje de Valenzuela;

pero Enriquillo, fundándose en mejores y más verídicos argu-

mentos, se negaba absolutamente al deseo del jóven hidalgo, y


posicion pasajera solo tenia un tema para sus manifestacio-
las tentativas de éste en favor de su cómplice resultaban siem-

nes. Enriquillo y Mencia debian reconciliarse con el senor


pre infructuosas.

Hallábase Enriquillo un dia en La Higuera, y Mojica, apro- Mojica, que habia sido el verdadero salvador de aquel patri-
monio, cuando su sobrina estaba en la primera infancia, y
vechando su ausencia, se arrojó á hacer por sí mismo una

prueba atrevida, entablando comunicacion directa con su so-

brina. Se presentó en casa de Doña Leonor, é invocando su

título de pariente para ver y hablar á Mencía. La jóven se ne-


habia visto recompensados con ingratitud sus desvel9s, merced •
gaba á recibirle; pero su repugnancia fué al cabo Vencida por
a las intrigas de las Casas. Tal era el lenguaje de Valenzuela;
pero Enriquillo, fundandose en mejores y mas veridicos argu-
las instancias de Doña Leonor, que la exhortaba á no recha-
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zar la visita de su tio, de quien acaso podría servirse la Provi-

dencia divina para que ella y su esposo reivindicaran sus fue-

ros y derechos personales. Segun la viuda, no era imposible


mentos, se negaba absolutamente al deseo del.j6ven hidalgo, y
las tentativas de este en favor de su c6mplice resultaban siem-
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que Dios hubiera tocado aquel corazon empedernido, y hecho

pre infructuosas.
entrar en él un saludable remordimiento; por verse á menudo

que un malo suele ser resorte eficaz á pesar suyo para reali-

zar el bien. Estas y otras razones de igual peso, unidas al as-

cendiente que alcanzaba Doña Leonor en el ánimo de sus


Hallabase Enriquillo un dia en La Higuera, y Mojica, apro-
agradecidos huéspedes, fueron parte á que Mencía consintiera

vechando su ausencia, se arroj6 a hacer por si mismo una


en admitir á su presencia el odioso hidalgo.

prueba atrevida, entablando comunicacion directa COD SU SO-


brina. Se present6 en casa de Dona Leonor, e invocando su
titulo de pariente para very hablar a Mencia. La j6ven se ne-
gaba a recibirle; pero su repugnancia fue al cabo vencida por
las instancias de Dori.a Leonor, que la exhortaba a no recha-
zar la visita de su tio, de quien acaso podria s·ervirse la Provi-
dencia divina para que ella y su esposo reiv1ndicaran sus fuc-
ros y derechos personales . Segun Ia viuda, no era imposible
que Dios hubiera tocado aquel corazon empedernido, y hecho
entra r en el un saludable remordimiento; por verse a menudo
que un malo suele ser resorte eficaz a pesar suyo para reali-
zar el bien. Estas y otras razones de igual peso, unidas al as·
c endiente que alcanzaba Dona Leonor en el animo de sus
agradecidos huespedes, fueron parte a que Mencia consintiera
en admitir Ll. su presencia el odioso hidalgo.

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E:'\RIQUILLO 395
ENRIQUILLO 395

Cerca de tres años hacia que los dos dejaran de verse y tra-
Cerca de tr es anos hacia que los dos dejaran de verse y tra-
tarse, desde que Mojica fué echado de la casa del Almirante;

incidente del que hizo mencion las Casas en su carta á Don


tarse, desde que Mojica ftie echado de la casa del Almirante;
Francisco Valenzuela, antes del matrimonio de Enriquillo con

la inocente jóven. Esta participaba, como era natural, de la


incidente del que hizo mencion las Casas en su carta a Don
invencible antipatía con que su esposo miraba al pérfido pa- Francisco Valenzuela, antes del matrimonio de Enriquillo con
la inocente j6ven. Esta participaba, como era natural, de la
riente, y al salir acompañada de Doña Leonor á recibir su

inesperada visita, apenas lo saludó con una leve inclinacion de

cabeza, tomó asiento, y aguardó evitando mirar á la cara á

Mojica, que éste se explicara sobre el objeto de su solicitud.


.invencible antipatia con que su esposo miraba al perfido pa-
—Veo, sobrina mia,—dijo con voz meliflua y aflautada el
riente, y al salir acompanada de Dona Leonor a recibir su
inesperada visiLa, apenas lo salud6 con una leve inclinacion de
hipócrita,—que mis enemigos han conseguido armaros de des-

confianza y mala voluntad en contra mia; y á fé á fé, que

'obrais locamente en alejaros de mí, y en mostraros tan ingra-

ta conmigo.
cabeza, tom6 asiento, y aguard6 evitando mirar L'i la cara a
Hizo una corta pausa en su discurso, y viendo que la jóven
Mojica, que este se explicara sobre el objeto de su solicitud.
nada respondía, prosiguió:

—Mis culpas en contra vuestra, ¿sabeis cuáles han sido?


-Veo, sobrina mia,-dijo con voz meliflua y aflautacla el
Amaros como á hija mia desde la cuna; soñar para vos un em-

pleo digno de la noble sangre de Guevara, que corre por vues-


hip6crita,-que mis enemigos han conseguido armaros de des-
tras venas, y deplorar la maldad y la locura que os han arro-

confianza y mala voluntad .en contra mia; y a fe a fe, que


jado en los brazos de un mísero y oscuro cacique.

Mencía hizo un movimiento involuntario, pero se repuso y


obrais locamente en alejaros de mi, yen mostraros tan ingra-
no contestó.

—Hoy mismo,—continuó el hidalgo,—se empeñan en ali-


ta conmigo.
mentar vuestra aversion hácia mí; pero yo, movido á miseri-

Rizo una corta pausa en su discurso, y viendo que la j6ven


cordia ante vuestro infortunio y abatimiento, acudo á ofrece-

nada respondia, prosigui6:


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ros una mano protectora, y á deciros con el alma llena de ter-

nura: «Mencía: no estais desamparada ni sola. De vos depende

el vivir opulenta y feliz: os basta con firmar este papel, en el


-Mis culpas en contra vuestra, (sabeis cuales ban sido?
Amaros como a hija mia desde lacuna; sonar para vos un em-
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cual pedís á la autoridad separaros de Enriquillo, y constitui-

ros con vuestros bienes bajo mi proteccion paternal.»

Diciendo estas palabras, el hidalgo frotó con las manos


pleo digno de la noble sangre de Guevara, que corre por vues-
tras venas, y deplorar la maldad y la locura que os ban arro-
sus dóciles ojos, de los cuales manó copioso llanto.

Mencía le preguntó secamente:

—¿Es eso cuanto teniais que decirme, señor?

— Es todo.
jado en los brazos de un misero y oscuro cacique.
Mencia hizo un movimiento involuntario, pero se repuso y
no contest6.
-Hoy mismo,-continu6 el hida1go,-se empenan en ali-
mentar vuestra aversion hacia mi; pero yo, movido a miseri·
cordia ante vuestro infortunio y abatimiento, acudo a ofrece·
ros una mano protectora, y a deciros con el alma llena de ter-
nura: «Mencia: no estais desamparada ni sola. Devos depende
el vivir opulenta y feliz: os basta con firmar este papel, en el
cual pedis a la a11toridad separaros de Enriquillo, y constitui-
ros con vuestros bienes bajo mi proteccion paternal. »
Diciendo estas palabras, el hida1go frot6 con las manos
sus d6ciles ojos, de los cuales man6 copioso llanto.
Mencia le pregunt6 secamente:
-(Es eso cuanto teniais que decirm·e, senor?
· - Es todo.
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396 LEYE~A HISTORICA

-Pues nada tengo que contestaros. Soy la esposa del caci-


396 LEYENDA HISTÓRICA

—Pues nada tengo que contestaros. Soy la esposa del caci-

que Enrique, y nadie podrá separarme de él.

—Pues prepárate á ver redoblar sus sufrimientos y los


que Enrique, y nadie podra separarme de el.
tuyos, menguada!—dijo fuera de sí y trémulo de rábia Mojica.
-Pues preparate {1 ver redoblar sus sufrimientos y los
tuyos, menguada!-dijo fuera de si y tremulo de rabia Mojica.
—A todo estoy dispuesta:—contestó con entereza la jó-

ven;—á todo con él. Nada tengo ni quiero de comun con vos.

Y sin más ceremonia salió de la sala, dejando á Doña Leo-

nor sola con el corrido hidalgo.


-A todo estoy dispuesta:-contesto con entereza la jo-
—Os tomo por testigo, señora,—dijo éste á la viuda,—de
ven;-a todo con el. Nada tengo ni quiero de comun con vos.
Y sin mas ceremonia sali6 de la sala, dejando a Dona Leo-
que mi buena voluntad de pariente ha sido despreciada y es-

carnecida por esa loca, cuando he venido á procurar su bien y

su remedio.

—De lo que he sido testigo, señor Don Pedro, —dijo con se-
nor s<?la con el corrido hidalgo.
quedad Doña Leonor,—es de vuestro empeño ert ultrajar un

-Os tomo por testigo, senora,-dijo este a la yiuda ,-de


sacramento de la santa madre Iglesia. ¿Qué habiais de prome-

teros de Mencía, que es buena esposa y modelo de virtudes, al


que mi buena voluntad de pariente ha sido despreciada y es-
pretender que abandone á su marido?

—Acaso tengais razon en parte, señora,—contestó Mojica


carnecida por esa loca, cuando he venido a procurar su bien y
reflexionando, y con su estudiada afabilidad—Puede ser que

su remedio.
yo haya ido muy léjos, llevado de mi cariño á esa tontuela;

pero vos no desconoceréis la bondad de mi intencion en su fa- -De lo que he sido testigo, senor Don Pedro, - dijo con se·
quedad Dona Leonor ,-es de vucstro empefio eri ultra.jar un
vor, y si quereis ayudarme, haciendo que Mencía y su esposo

dejen de oir las instigaciones de mis enemigos, y me confíen

sus poderes, estad segura de que la suerte de ambos mejorará

infinito, y vos habréis contribuido & ello en gran manera.


sacramento de la santa madre Iglesia. c.Que habiais de prome-
—Mi mucho amor á esa virtuosa pareja, señor hidalgo, me
teros de Mencia, que es buena esposa y modelo de virtudes, al
p,.,etender que abandone a .su marido?
obliga á oiros con vivo interés;—dijo Doña Leonor cayendo
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sencillamente en el lazo.—Procuraré reducir á Enriquillo y

Mencía á lo que indicais como necesario para su provecho;

mas os advierto que sea cual fuere el resultado, yo ampararé


-Acaso tengais razon en parte, sefiora,-contest6 l\lojica
reflexionando, y con su estudiada afabilidad.-?uede ser que
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siempre, hasta donde alcancen mis fuerzas de muger, á esos

yo haya ido muy lejos, llevado de mi carino a esa tontuela~


dos jóvenes que sin razon ni motivo se ven aborrecidos y mal

mirados de todos.

—Yo haré que cambie esa situacion, señora, si vos me

ayudais eficazmente;—repuso Mojica.


pero vos no descono·c ereis la bondad de mi intendon en su fa-
—Contad con ello, Don Pedro.
vor, y si quereis ayudarme, hacicndo que Mencia y su esposo
El hidalgo se retiró satisfecho, pues siendo Doña Leonor el

dejen de oir las instigaciones de mis encmigos, y me confien


sus poderes, estad segura de que.la suerte de ambos mejorara
infinito, y vos habreis contribuido a ello en gran manera.
-Mi mucho amor A esa virtuosa pareja, senor hidalgo, me
obliga a oiros con vivo interes;-dijo Dona Leonor cayendo
sencillamente en el lazo.-Procurare reducir a Enriquillo y
Mencia a lo que indicais como necesario para su provecho;
mas os advierto que sea cual fuere el resultado, yo amparare
siempre, hasta don de alcancen mis fuerzas de muger, a esos
dos jovenes que sin razon ni motivo se ven aborrecidos y mal
mirados de todos.
-Yo hare que cambie esa situacion, senora, si vos me
ay udais eficazmente;-repuso Mojica .
-Contact con ello, Don Pedro.
El hidalgo se retir6 satisfecho, pues siendo Dona Leonor el

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ENRIQUILLO 397
ENRIQUILLO

397
umco . a po yo inmediato que tenian los j6venes esposos entre
único apoyo inmediato que tenian los jóvenes esposos entre
los colonos espaf'i.oles de San Juan, no era poca cosa la adqui-
sicioh de su inocente auxilio p~ra conducir aquellas infelices
los colonos españoles de San Juan, no era poca cosa la adqui-

sicion de su inocente auxilio para conducir aquellas infelices

víctimas á la capitulacion completa que él pretendía. Por la

noche, en casa de Badillo, se jactaba en presencia de éste y de


victimas a la capitulacion completa que el pretendia. Por la
Valenzuela del buen éxito que habia alcanzado su diligencia,
noche, en casa de Badillo, se jactaba en presencia de este y de
Valenzuela del buen ~xito que habia alcanzado su diligencia,
prometiéndose que muy pronto se les entregaría á discrecion

la rebelde pareja, y los bienes de Mencía, nueva túnica del

Crucificado, serían repartidos sin obstáculo ni responsabilidad

entre los tres cómplices de aquella odiosa intriga.


prometiendose que muy pronto se les entregaria .a discrecion
XXXIII

la rebelde pareja, y los bienes de Mencia, nueva tunica del


Crisol.

Pero á todas las reflexiones é insinuaciones de Doña Leo- Cnicificado, serian repartidos sin obstc'tculo ni responsabilidad
entre los tres c6mplices de aquella odiosa intriga.
nor, opusieron Enrique y Mencía la negacion más absoluta é

inflexible. Preferían la última pobreza y la ruina total, á nin-

gun pacto ó avenimiento con Mojica. ¿Qué dirían sus buenos

protectores, las Casas y el Almirante, cuando supieran que

Enriquillo habia abdicado en Mojica sus derechos y los de su

esposa, poniendo el sello de su consentimiento al despojo de

Mencía?

XXXIll
La perseverancia con que el protervo hidalgo repitió sus

visitas á Doña Leonor, desplegando en ellas todos los recursos

de su aptitud para el engaño y la intriga, y el candor con que

la buena señora reiteró tres ó cuatro veces á Enriquillo sus ar-


Crisol.
gumentos para que aflojara un tanto los nudos de su repug-

nancia á todo concierto con aquél, en pió de los intereses de

Pero a todas las reflexiones e insinuaciones de Dona Leo-


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Mencía, fueron despertando poco á poco en el ánimo del caci-

que, ya predispuesto por los desengaños recibidos de los mejo-


nor, opusieron Enrique y Mencia la negacion mas absoluta e
res colonos, el injusto recelo de que tambien Doña Leonor,

inflexible. Preferian la ultima pobreza y la ruin a total, a nin-


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hasta entónces su único amparo y leal aliada, se inclinaba á la

causa de sus enemigos, y se cansaba de dispensarle una amis-

tad que á ella le atraia la malevolencia y el desvío de los prin-


gun pacto 6 a venimiento con Mojica. ~Que dirian sus buenos
cipales habitantes de la villa. Sabido es cuán susceptibles hace

protectores, las Casas y el Almirante, cuando supieran que


Enriquillo habia abdicado en Mojica sus derechos y los de su
esposa, poniendo el sello de su consentimiento al despojo de
Mencia? ·
La perseverancia con que el proten·o hidalgo repitio sus
v isitas a Dona Leonor, desplegando en ellas todos los recursos
de su aptitud para el engafio y la intrig-a, y el candor con que
la buena senora reiter6 tres 6 cuatro ,..eces a Enriquillo sus ar-
gumentos para que aflojara un tanto los nudos de su repug-
nancia a todo concierto con aquel, en pr6 de los intereses de
1\lencia, fueron despertando poco a poco en el animo del caci·
que, ya predispuesto por los desengafios recibidos de los mejo-
res colonos, el injusto recelo de que tambien Do~a Leonor,
hasta ent6nces su unico amparo y leal aliada, se inclinaba a la
causa de sus enemigos, y se cansaba de dispensarle una amis-
tad que a ella le atraia la malevolencia y el desvio de los prin-
cipel;les habitantes de la villa. Subido es cuan susceptibles hace

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398 LEYENDA msT6RICA

398 LEYENDA HISTÓRICA.


la adversidad a los caracteres nobles y generosos. Enriqui11o
la adversidad A los carácteres nobles y generosos. Enriquillo

comunicó tan amargas cavilaciones á su esposa, y ámbos, care-


comunic6 tan amargas cavilaciones a su esposa, y ambos, care-
ciendo de casa propia, embargados en manos de Valenzuela.

todos los recursos patrimoniales deMencía, resolvieron no elu-


ciendo de casa propia, embargados en manos de Valenzuela
dir por más tiempo las consecuencias naturales del estado á

todos los recursos patrimoniales de Mencia, resol vieron no elu-


dir por mas tiempo las consecucncias naturales del estado a
que se hallaban reducidos; y aceptando de lleno la crudeza de

su infortunio, declararon un dia formalmente á Doña Leonor

su propósito de irse á vivir al caserío de La Higuera.

Inútiles fueron las objeciones, los empeños y las súplicas


que se hallaban reducidos; y aceptando de Ileno la cru~eza de
de la excelente viuda para hacer desistir á sus huéspedes de

su infortunio, declararon un dia formalmente a Dona Leono1-


su pr'o p6sito de irse a vi vir al caserio de La Higuera.
semejante resolucion. La humilde casa del cacique, en mitad

del aduar de La Higuera, como lo habia denominado con des-

precio Badillo, fué preparada en poco tiempo tan conveniente-

mente como se pudo, y Enriquillo, con gran satisfaccion del


Imitiles fueron las objeciones, los empefios y las stiplicas
viejo Camacho, se instaló en aquella pobre morada con su es-

posa y Anica, que siempre figuraba como encomendada á Doña


de la excelente vi4da para hacer desistir a sus huespedes de
Leonor, de quien se despidieron prévias las más afectuosas
semejante resolucion. La humilde casa de/ cacique, en mi tad
del aduar de La Higuera, como lo habia denominado con des-
demostraciones de gratitud, y no sin mediar muchas lágrimas

sinceramente derramadas por las dos amigas.

—Vosotros me abandonais, — dijo la buena matrona en

aquella ocasion;—pero yo os perseguiré con mi cariño adonde


precio Badillo, fue pi·eparada en poco tiempo tan conveniente-
quiera que fuéreis. Esperad muy pronto mi visita.
men te como se pudo, y Enriquillo, con gran satisfaccion del
viejo Camacho, se instal6 en aquel1a pobre morada con sues-
Y para comenzar su anunciada persecucion, envió aquel

mismo dia muebles, provisiones y numerosos regalos de valor

á La Higuera, donde gracias á esta solicitud generosa, y al re-

gocijo y esmero con que Camacho, Tamayo y Anica lo arre-


.p osa y Anica, que siempre figuraba como encomendada a Dona
glaban todo, el cacique y su esposa hallaron su cambio de re-
Leonor, de qui en se despidieron previas las mas afectuosas
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sidencia mucho más agradable y cómodo de lo que pudieran

haberse prometido; y en medio de su pobreza y abatimiento


demostraciones de gra!itud, y no sin mediar muchas lagdmas
experimentaron durante algun tiempo aquella serenidad de es-

sinceramente derramadas por las dos amigas. -


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píritu que siempre acompaña al que sabe conformarse con

cualquier estado á que lo reduzca la suerte, cuando tiene lim-

-Vosotros me abandonais ,-dijor la buena matrona en


pia la conciencia, manantial único dela felicidad posible en

este mundo.
aquella ocasion;-pero yo os perseguire con mi carifio adonde
quiera que fuereis. Esperad muy pronto mi visita.
Y para comenzar su anunciada persecucion, cnYi6 aqucl
mismo dia muebles, provisiones y numerosos regalos de valo1-
a La Higuera, donde gracias a esta solicitud gencrosa, y al re-
gocijo y esmero con que Camacho, Tamayo y Anica lo arre-
glaban todo, cl cacique y su esposa hallaron su cambio de re-
sidencia mucho mas agradable y c6modo de Jo que pudieran
haberse prometido; yen medio de su pobreza y abatimiento-
experimentaron durante algun tiempo aquella serenidad de es-
piritu que siempre acompafia al que sabe conformarse con
cualquier estado a que lo reduzca la suerte, cuando tiene lim-
pia la conciencia, manantial tinico de la felicidad posible en
este mundo.

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ENRIQUILLO 399
ENRIQUILLO 399

XXXIV

Rapacidad.

Mojica y Valenzuela vieron con mucho desagrado la insta-

lacion de Enriquillo y su familia en La Higuera; el primero por-

que comprendió que la novedad era simple efecto del interés


XXXlV
que Doña Leonor Castilla mostrara en favor de sus pretensio-

nes, y el segundo porque, con aquella radical determinacion del

cacique, perdía la esperanza de que aceptara el ofrecimiento de


Rapacidad.
la casa del Hato, donde le hubiera sido más fácil que en nin-

guna otra parte, segun su manera de ver, llegar al logro de


Mojica y Valenzuela vieron con mucho desagrado la insta-
lacion de Enriquillo y su familia en La Higuera; el primero por-
sus nefandos propósitos.

Al convencerse de que Mencía se negaba definitivamente á

toda relacion directa con él, y prefería una pobre cabaña con

la dignidad de su marido, á la morada suntuosa que él les ofre-


que comprendi6 que la novedad era simple efecto del interes
cía, su irritacion llegó al colmo, y ya no se tomó el trabajo de
que Dona Leonor Castilla mostrara en favor de sus pretensio-
velar sus viles sentimientos y la grosería de su carácter con el

sufrido Enriquillo. Este habia conseguido salvar su decoro


nes, y el segundo porque, con aquella radical determinacion del
personal á fuerza de cuidado y habilidad: estudiando y cono-

ciendo á fondo las ordenanzas de repartimiento por las cuales


cacique, perdia-la esperanza de que aceptara el ofrecimiento de
debia regir sus obligaciones, jamás pudo Valenzuela hallar

la casa del Hato, donde le hubiera sido mas facil queen nin-
nada que reprochar en los actos del cacique; y cuando intenta-

ba extralimitarse en sus exigencias, Enrique sabia advertírse-


guna otra parte, segun su manera de ver, llegar al logro de
lo y refrenarlo con impasible mesura. Pero los días de las

grandes pruebas llegaban; el jóven señor no guardaba ya mi-


sus nefandos prop6sitos .
ramiento alguno, y su tirania se iba haciendo de todo punto in-

soportable: bajo cualquier pretexto y sin el menor asomo de


Al convencerse de que Mencia se negaba definitivamente a
razon trataba duramente al cacique, le prodigaba dicterios, y toda relacion directa con el, y preferia una pobrc cabana con
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la dignidad de su marido, a la morada suntuosa que el les ofre-


no perdía ocasion alguna.de humillarle y escarnecerle.

Sufría Enriquillo con pasmosa paciencia, y con la impasibi-

lidad del mármol, aquellos denuestos y malos tratamientos. La

cia, su irritacfon lleg6 al colmo, y ya no se tom6 el trabajo de


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peste de viruelas comenzaba á hacer sérios estragos en los in-

felices indios, y los primeros que por esa enfermedad dejaron


velar sus viles sentimientos y la groseria de su caracter con el
sufrido Enriquillo. Este habia conseguido salvar su decoro
incompletas las cuadrillas que estaba obligado á proveer el

personal a fuerza de cuidado y habilidad: estudiando y cono-


ciendo a fondo las ordenanzas de repartimiento por las cuales.
debia regir sus obligaciones, jamas pudo Valenzuela hallar
nada que rcprochar en los actos del cacique; y cuando intenta-
ba extralimitarse en sus exigencias, Enrique sabia advertirse-
lo y refrenarlo con impasible mesura. Pero los dias de las
grandes pruebas llegaban; el j6ven senor no guardaba ya mi·
ramiento alguno, y su tirania se iba haciendo de todo punto in-
soportable: bajo cualquier pretexto y sin el menor a somo de
razon trataba duramente al caGiquc, le prodigaba dicterios , y
no perdia ocasion alguna .de humillarle y escarnecerle.
Sufria Enriquillo con pasmosa paciencia, y con la impasibi-
lidad del marmot, aquellos denuestos y malos tratamientos , .La
peste de viruelas comenzaba a hacer serios estragos en los in-
felices indios, y los primeros que por esa enfermedad dejaron
incompletas las cuadrillas que estaba obligado a proveer el

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400 LEYENDA HIST6RICA

400 LEYENDA HISTÓRICA infortunado cacique, fueron inocente causa de que Valenzuela
lo mandara tres veces consecutivas a la carcel.
infortunado cacique, fueron inocente causa de que Valenzuela

lo mandara tres veces consecutivas á la cárcel.

Aun así, la estóica resignacion de Enriquillo resistía victo-

Aun asi, la est6ica resignacion de Enriquillo resistia victo-


riosamente a tan penosas pruebas; pero los indios de La Higue-
riosamente á tan penosas pruebas; pero los indios de La Higue-

ra, que sentían agravarse día por día el pesado yugo á que es-

ra, que sentian agravarse dia por dia el pe~ado yugo a que es-
taban sometidos, no tenian igual sufrimiento; y los unos al

sentirse enfermos, los otros en convalecencia, y los sanos por

sustraerse al recargo de faenas y de penalidades que por la

reduccion de los brazos gravitaba sobre ellos, comenzaron á


taban sometidos, no tenian igual sufrimiento; y los unos al
huir á los montes, y comenzó para el desesperado cacique,
.sentirse enfermos, los otros en convalecencia, y los sanos por
.sustraerse al recargo de faenas y de penalidades que por la
obligado á perseguir incesantemente á los fugitivos, un traba-

jo corporal y de espíritu que llegó á rendir sus fuerzas y lo

postró en cama por algunos dias. Su temperamento privilegia-

do y la fuerza de su voluntad le impulsaron A dejar muy pronto


re<luccion de los brazos · gra vitaba sobre ellos, comenzaron a
el lecho, para continuar, segun decía, la persecucion de los pró-

huir a los montes, y comenz6 para el desesperado cacique,


obligado·a perseguir incesantemente a los fugitivos, un traba·
fugos; habiéndose adquirido la noticia de que andaban ocultos

en las montañas del Bahoruco, de donde eran naturales.

jo corporal y de espiritu que lleg6 a rendir sus fuerzas y lo


A la apremiante intimacion de Valenzuela, el cacique, ma-

nifestando gran celo por cumplir el más penoso de los deberes

que se le habian impuesto, declaró su propósito de ir á las

postr6 en cama por algunos dias. Su temperamento privilegia-


do y la fuerza de su voluntad le impulsaron a dejar muy pronto
montañas, donde él tambien habia visto la primera luz; y al

efecto, reclamó con bien medidas razones su excelente yegua

.el lecho, para continuar, segun decia, la persecucion de los pr6-


rúcia, que habia guardado en su poder Valenzuela desde el día

de la cojera ficticia de su caballo, muy desentendido de que

debia restituir la bestia á su dueño. La justa demanda de éste

fué recibida con extrañeza y burla, como una proposicion ex-


fugos; habiendose adquirido la noticia de que andaban ocultos
travagante; y el procaz usurpador acabó por preguntar rién-
.en las montaf'ias del Bahoruco, de donde eran naturales.
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dose al asombrado cacique:

—¿Para qué quieres á Azucena? (Tal era el nombre que él


A la apremiante intimacion de Valenzuela, el cacique, ma-
mismo impuso á la preciosa yegua de Enriquillo).

nifestando gran celo por cumplir el mas penoso de los deberes


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—La quiero, señor,—respondió éste,—para ir al Bahoruco:

doliente como estoy todavía, necesito hacer con comodidad


que Se le habian impuesto, declar6 SU prop6sito de ir a las
ese viaje.

—¿Pero no hay otros caballos en el Hato?—volvió á pre-


montai'ias, donde el tambien habia visto la primera ·luz; y al
guntar Valenzuela con desfachatez .-Estás muy exigente,

Enriquillo, y parece que te figuras que todo ha de pasar como


.efecto, reclamo con bien medidas razones su excelente yegua
en vida de mi padre.

nicia, q ue habia guardado en su poder Valenzuela desde el dia


de la cojera ficticia de su caballo, muy desentendido de que
debia restituir la bestia a SU duefio. La justa demanda de este
fue recibida con extraneza y burla, como una proposicion ex-
tra vagante; y el procaz usurpador acabo por preguntar rien-
<lose al asombrado cacique:
-(Para que quieres <'t Azucena? (Tal era el nombre que el
mismo impuso a la preciosa yegua de Enriquillo).
-La quiero, sef'ior,-respondio este,-para ir al Bahoruco:
doliente co mo es toy toda via, necesito hacer . con comodidad
.ese viaje.
-(Pt=ro no hay otros caballos en el Hato?-vol vio a pre-
guntar Valenzuela con desfachatez. -Estas muy exigente,
Enriquillo, y parece que te figuras que todo ha de pasar como
.en vida de mi padre.

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ENRIQUILLO 401
ENRIQUILLO 401
-No, sefi.or,-replico Enrique;-harto veo la diferencia;
—Nó, señor,—replicó Enrique;—harto veo la diferencia;

pero su voluntad debe ser sagrada para vos como para mí; por
pero su voluntad debe ser sag-rada para vos como para mi; por
eso reclamo á Azucena, que segun lo ordenó Don Francisco,

no puede dejar de ser mia.


eso reclamo a Azucena, que segun lo orden6 Don Francisco,
—¿Estás loco, Enriquillo? Esa yegua no sale ya de mi poder:

no puede dejar ·de ser mia.


.¿qué vas á hacer con ella? Coje cualquiera de mis caballos en

cambio, y déjate de disparates.


-(Estas.loco, Enriquillo? Esa yegua no sale ya de mi poder:
—Yo no aceptaré en cambio de ese animal nada, señor.

Harto sabeis que no debe ser.


-lque vas a hacer con ella? Coje cualquiera de mis caballos en .
—Harto sé que será, Enriquillo,—dijo con descaro Valen-

-cambio, y dejate de disparates.


zuela.

—Será por la fuerza, señor; por vuestra exclusiva voluntad, -Yo no aceptare en cambio de ese animal nada, senor.
mas no por la mia. Cumplo con lo que debo al padre las Casas,

que me regaló esabestia, yá vuestro padre que me mandó


Harto sabeis que no debe ser.
conservarla y no cedérosla:—dijo con firmeza el cacique'

-Harto se que seni, Enriquillo,-dijo con descaro Valen-


—Haz lo que quieras, Enriquillo,—replicó desdeñosamente

el hidalgo:—me quedo con la yegua.


zuela.
-Seni por la fuerza, sefior; por vuestra exclusiva voluntad,
Enriquillo, sin ocultar esta vez su indignacion, se retiró á

su casa y refirió á su esposa en presencia de Camacho la nueva

injusticia que acababa de sufrir de parte de Valenzuela. La

mansedumbre del anciano indio tuvo un eclipse pasajero al


mas no por la mia. Cumplo con lo que debo al padre las Casas,
escuchar aquel irritante relato, y sin dar tiempo á que Mencía
.que me regal6 esa bestia, ya vuestro padre que me mand6
.conservarla y no cederosla:-dijo con firmeza el cacique.
expresara su sentir, dijo con despecho á Enriquillo:—Reclama

en justicia tu yegua, cacique.

—No haré tal, Camacho;—contestó Enrique:—por una bestia,

así sea mi hermosa Azucena, no voy á olvidar lo que debo al


-Haz lo que quieras, Enriquillo,-replico desdefiosamente
nombre de Don Francisco Valenzuela, pidiendo justicia con-
el hidalgo:-me quedo con la yegua.
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·Enriquillo, sin ocultar esta vez su indignacion, se retir6 a


tra su hijo. Ni me la haría tampoco el señor Badillo.

—Es verdad, Enriquillo,—repuso Camacho, ya depuesto el

efímero enojo:—paciencia, hijo, paciencia! Volverá el Padre á

su casa y refirio a su esposa en presencia de Camacho la nueva


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la Isla, y todo se remediará.

—Esa es mi esperanza,—dijo por conclusion Enrique; y re-

injusticia que acababa de sufrir de parte de Valenzuela. La


cobrando del todo su magnánima serenidad se volvió placen-

teramente á Mencía, que en silencio y reclinando la bellísima


mansedumbre del anciano indio tuvo un eclipse pasajero al
faz en el dorso de su diminuta mano, escuchaba con melancó-

lica atencion el precedente diálogo. Enriquillo estampó un beso


escuchar aquel irritante relato, y sin dar tiempo a .que Mencia
en aquella ebúrnea y pensativa frente, y llamando enseguida

26 X'
expresara su sentir, dijo con despecho a Enriquillo:-Rec1ama
en justicia tu yegua, cacique.
-N.o h~re tal, Camacho;-contest6 Enrique:-por una bestia,
.asi sea mi hermosa Azucena, no voy a olvidar lo que debo al
nombre de Don Francisco Valenzuela, pidiendo justicia con-
tra su hijo. Ni me la haria tampoco el sefior Badillo.
-Es verdad, Enriquillo,-repuso Camacho, ya depuesto el
efimero enojo:- paciencia, hijo, paciencia! Volvera el Padre a
la Isla, y todo se remediara.
-Esa es mi esperanza,-dijo por conclusion Enrique; y re-
<;obrando del todo su magnanima serenidad se volvi6 placen-
teramente a Mencia, que en silencio y reclinando la bellisima
faz en el dorso de su diminuta mano, escuchaba con melanc6-
lica atencion el precedente dialogo. Enriquillo estampo un beso
en aquella ebt.irnea y pensati va frente, y llamando enseguida
26
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402 LEYE~DA HIST6RICA

402 LEYENDA HISTÓRICA

á Tamayo, le ordenó que para el siguiente dia, bien temprano,


a Tamayo, le orden6 que para el siguiente dia, bien temprano,
hiciera los aprestos del viaje que los dos—Enrique y Tama-

yo—debian hacer á la sierra del Bahoruco.


hiciera los aprestos <lel viaje que los dos-Enrique y Tama-
XXXV
yo-debian hacer a la sierra del Bahoruco.
El Bahoruco.

Era en los primeros dias del otoño; pero el otoño, en los

valles afortunados de la Maguana, ni amortigua el verde bri-

llante de las yerbas que esmaltan las llanuras, ni en los sotos

despoja á los árboles de su pomposo follaje. Más bien parece

que toda aquella vegetacion, sintiendo atenuarse el calor ca-


xxxv
nicular de los rayos solares, viste los arreos que en otros cli-

El Bahoruco.
mas están reservados á la florida primavera,, para tributar en

festivo alarde su homenaje de gratitud al fecundo Principio

Creador.

Dotado Enriquillo de sensibilidad exquisita, y capaz por su

delicado instinto como por la superioridad de su inteligencia,


Era en los primeros dias del otofio; pero el otofio, en los
valles afortunados de la Maguana, ni amortigua el verde bri-
de ese entusiasmo sencillo, cuanto sublime, que genera el sen-

timiento de lo bello, olvidaba sus penas al recorrer, seguido del

fiel Tamayo, y del no ménos fiel mastín que solia acompañarle,

por una mañana sin nubes, aquellas dilatadas y hermosas


llante de las yerbas que esmaltan las llanuras, ni en los sotos
praderas, donde la vista se esparce con embeleso en todas di-
despoja a los arb9les de SU pomposo follaje. Mas bien parece
recciones, y se respira un ambiente embalsamado; y las auras,

rozando con sus alas invisibles las leves y ondulantes gramí-


que toda aquella vegetacion, sintiendo atenuarse el calor ca-
neas, murmuran al oido misteriosas é inefables melodías. '

En el seno de aquellos explendores de la naturaleza, el ca-


nicular de los rayos solares, viste los arreos queen otros cli-
cique experimentaba la necesidad de espandir en la comunica-

mas estan reservados a la fiorida primavera~ para tributar en


cion con -otro ser inteligente y sensible sus gratas impresio-

festi vo alarde su homenaje de gratitud al fecundo Principio


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nes; y creyendo que Tamayo era capaz de reflejarlas, que ex-

perimentaría como él la sensacion halagüeña de respirar con

libertad en medio de aquel vasto espacio, embellecido con


Creador.
Dotado Enriquillo de sensibilidad exquisita, y capaz por su
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todos los primores de la fauna y la flora tropicales, trataba de

poner su espíritu en íntima comunion con el de su adusto com-

pañero, evocando su admiracion cada vez que se ofrecía á sus delicado instinto como por la superioridad de su inteligencia,
de ese entusiasmo sencillo, cuanto sublime, que genera el sen-
timiento de lo bello, olvidaba sus penas al recorrer, seguido del
fie! Tamayo, y del no menos fiel mastin que solia acompafiarle,
por una mafi.ana sin nubes, ~quellas dilatadas y hermosas
praderas, donde la vista se esparce con embeleso en todas di-
recciones, y se respira un ambiente embalsamado; y las auras,
rozando con s us alas invisibles las leves y ondulant.es grami-
neas , murmuran al oido misteriosas e inefables melodias . ·
En el seno de aquellos explendores de la naturaleza, el ca-
cique experimentaba la nece~idad de espandir en la comunica-
cion con ·otro ser inteligente y sensible sus gratas impresio-
nes; y creyendo que Tamayo era capaz de reflejarlas, que ex-
perimentaria como el la sensacion halagtiefia de respirar con
libertad en medio de aquel vasto espacio, embellecido con
tod~s los primores de la fauna y la flora tropicales, trataba de
poner su espiritu en intima comunion con el de su adusto com-
pafi.ero, evocando su admiracion cada vez que se ofrecia a sus

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ENRIQUILLO 403
ENRIQUILLO 403

1
extasiados sentidos un objeto mas peregrino 6 seductor que los
extasiados sentidos un objeto más peregrino ó seductor que los

demas del vistoso y variado panorama. Pero sus tentativas en


demás del vistoso y variado panorama. Pero sus tentativas en

este sentido siempre salían frustradas, y Tamayo, parodiando este sentido siempre salian frustradas, y Tamayo, parodiando
sin saberlo a un celebre varon ateniens':, era el hacha de los
sin saberlo á un célebre varon ateniense, era el hacha de los

discursos entusiastas de Enriquillo. Llamaba éste la atencion

del rudo mayoral hácia los fantásticos cambiantes del lejano

horizonte, y obtenia esta helada respuesta:


discursos entusiastas de Enriquillo. Llamaba este la atencion
—Si llegamos allá no hallarémos nada: eso parece, y no es. del rudo mayoral hacia los fantasticos cambiantes del lejano
horizonte, y obtenia esta h_e lada respuesta:
¡Asi son las esperanzas del triste indio!

Volvía Enriquillo á la carga al cabo de un cuarto de hora:

—Esta linda sabana, Tamayo, es de las que hacen creer al

padre Casas que en nuestra hermosa tierra estaba el paraíso


-Si llegamos alla no hallaremos nada: eso parece, y no es.
de Adan.
i Asi son las esperanzas del triste indio!
Vol via Enriquillo a la carga al cabo de un cuarto de hora:
—Pero nosotros los indios somos como el padre Adan des-

pues del pecado,—respondía el inexorable Tamayo.

—Mira allá á lo léjos,—insistía Enriquillo—aquellas altu-

ras: repara cómo con la luz del sol que les dá de lleno, parecen
-Esta linda sabana, Tamayo, es de las que hacen creer al
una ciudad con grandes edificios, como los de Santo Domingo.
padre Casas queen nuestra hermosa tierra estaba el paraiso
de Adan .
—Que buenos trabajos y buenas vidas han costado á los po-

bres indios;—replicaba el empedernido misántropo.

Cansado Enrique de tan persistente mania, dejó de tocar

las indóciles fibras de la inerte admiracion de Tamayo, y guardó


. -Pero nosotros l<?s indios so mos co mo el padre Adan des-
para sí solo en adelante sus originales y poéticas observaciones.
pues del pecado,-respondia el inexorable Tamayo.
-Mira alla a lo lejos,-insistia Enriquillo-aquellas altu- •
El siguiente día al declinar el sol llegaron á la gran sierra

del Bahoruco. Cuando iban á penetrar por uno de sus tortuo-

sos y estrechos desfiladeros, el cacique hizo alto, su mirada

ras: repara c6mo con la luz del sol que les da de lleno , parecen I
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brilló con insólito fulgor, y estas palabras salieron grave y

acompasadamente de sus lábios:

una ciudad con grandes edificios, como los de Santo Domingo. j


-Que buenos trabajos y buenas vidas han costado a los po-
—Oye, Tamayo: desde aquí es preciso que te desprendas
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de tu mal humor. Se acabó la contemplacion desinteresada de

la risueña naturaleza: quiero estudiar palmo á palmo, de un

bres indios ;-replicaba el empedernido misantropo.


I
lado á otro, á lo largo y á lo ancho, esta serrania del Bahoru-

co, dominio y señorío de mis mayores: quiero ver si reconozco

Cansado Enrique de tan persistente mania , dejo de tocar


alguno de los sitios en que, niño, vagué contigo, siguiendo

á mi cariñoso tio Guaroa, por estas recónditas soledades. A las ind6ciles fibras de la inerte admiracion de Ta mayo, y g ua rd6 )
esto es á lo que en realidad he venido, y no á dar caza á los in-

felices hermanos nuestros que huyen de la servidumbre.


para sf solo en adelante sus or igin a les y poeticas observaciones.
y

El siguiente dia al declinar el sol llegaron a la g ran sierra


del Bahoruco. Cuando 'i ban a penetra r por uno de S US tortuo-
sos y estrechos desfiladeros , el cacique hizo a lto , su mira da
brill6 con ins6lito fulg-or, y est as palabras salieron g r ave y
acompasadamente de sus labios :
-Oye, Tamayo: desde a qui es precis o que te desprendas
de tu mal humor. Se a cab6 la contemplacion d esinter esada de
la ris uefia naturaleza : quiero estudia r pa lmo a palmo, de un
la do a otro, a lo la r go y a lo a n cho, esta ser r ania del Bahoru-
co , dominio y se norio de mis mayores: qui ero ver si r ec.on ozco
a lg uno de los sitios en que, nifio , vagu e con tigo , sig u·i endo
a mi carifioso tio Gua r oa, por estas r ec6n di tas s ol eda d e~ . A
esto es a lo que en realidad h e venido, y n o a da r caza a los in-
f elices herma n os nuestros que huyen de la se rvid umbre .

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404 LEYENDA HIS'f6,RICA
404 • LEYENDA HISTÓRICA

—¡Enriquillo!—exclamó Tamayo con júbilo, al escuchar -jEnriquillo!-exclam6 Tamayo . con jtibilo, al escuchar
esta dedaracion.-Al fin te acuerdas de tu raza, y te resuelves
esta declaracion.—Al fin te acuerdas de tu raza, y te resuelves

á salir del poder de Valenzuela? ¿Nos quedarémos en estas in-

accesibles montañas?

—Poco á poco, Tamayo;—respondió Enrique:—vas muy de


a salir del poder de Valenzuela? ~Nos quedaremos en estas in-
carrera. Todo es posible; pero hasta ahora no estamos en el
accesibles montanas?
-Poco a poco, Tamayo;-respondi6 Enrique: -vas muy de
caso dé pensar en alzarnos; nó. ¡Plazca al cielo que ese ex-

tremo no llegue!—agregó con angustiado acento.

—Bien sé que no llegará nunca para tí, Enriquillo,—dijo

Tamayo sarcásticamente.
carrera. Todo es posible; pero hasta ahora no estamos en el
—Yo mismo no lo sé, loco ¿y pretendes tú saberlo?—replicó
caso de pensar en alzarnos; n6. jPlazca al cielo que ese ex·
Enrique.—Sí te declaro que jamás daré motivo de arrepenti-

miento á mis bienhechores, dejándome ir á la violencia, en


tremo no llegue!--agreg6 con angustiado acento.
tanto que haya una esperanza de obtener justicia.

— Pues yo te digo, Enriquillo, que abusarán de tí hasta más


-Bien se que no llegan\ nunca para ti, Enriquillo,-dijo
no poder; buscarás esa justicia que dices, y no la encontrarás.

Tamayo sarcasticamente.
-Yo mismo n'o lo se, loco ~y pretendes tu saberlo?-replic6
—Quedan todavía cuatro ó cinco horas de dia,—contestó

Enrique mudando bruscamente de tono:—visitemos toda esta

Enrique.~Si te declaro que jamas dare . motivo de arrepenti-


parte de la sierra hasta que venga la noche, y continuarémos

mañana nuestra exploracion.

Desde que se internaron en la cordillera comenzaron á ver

miento a mis bienhechores, dejandome ir a la violencia, en


indicios de que en ella se albergaban muchos indios alzados,

de lo cual pronto obtuvieron completa certidumbre por infor- tanto que haya una esperanza de obtener justicia.
-Pues yo te digo, Enriquillo, que abusaran de ti hasta mas
mes de algunos viejos, parientes ó amigos de Tamayo, que

vivían ostensiblemente en los sitios ménos agrestes, cuidando

cerdos y cabras por encargo de algun colono que los dedicaba

á esta atencion. Fácilmente consiguieron, por medio de estos


no poder; buscaras esa justicia que dices, y no la encontraras.
-Quedan toda via cuatro 6 cinco horas de dia,-co::itest6
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mismos vividores de la montaña, ponerse en comunicacion con

Enrique mudando bruscamente de tono:-visitemos toda esta


algunos de los fugitivos de La Higuera, á quienes Enriquillo

reprendió con bondad por haberle abandonado y expuesto á


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la cárcel y á otros sufrimientos. Lloraron amargamente los

pobres indios al reconocerse culpables para con su cacique, y


parte de la sierra hasta que venga la noche, y continuaremos
' se ofrecieron á seguirle todos á la Maguana, ó á hacer lo que
manana nuestra exploracion.
Desde que se internaron en la cordillera comenzaron a ver
él quisiera.

—¿Volver allá? nó;—les dijo Enriquillo;— récios castigos os

aguardan, y yo prefiero consideraros rescatados de la servi-

dumbre á costa de mi prision y de los demás disgustos que he


indicios de que en ella se albergaban muchos indios alzados,
de lo cual pronto· obtuvieron completa certidumbre por infor-
mes de algunos viejos, parientes 6 amigos de Tamayo, que
vivian ostensiblemente en los'sitios menos agrestes, cuidando
cerdos y cabras por encargo de algun colono que los dedicaba
a esta atencion. Facilmente consiguieron, por medio de estos
mismos vividores de la montana, ponerse en comunicacion con
algunos de los fugitivos de La Higuera, a quienes Enriquillo
reprendi6 con bondad por haberle abandonado y expuesto a
la carcel y a otros sufrimientos. Lloraron amargamente los
pobres indios al reconocerse culpables para con su cacique, y
. se ofrecieron a seguirle todos a la Maguana, 6 a hacer Io que
e l quisiera.
-(Volver alla? n6;-les dijo Enriquillo~-· recios castigos os
aguardan, y yo prefiero consideraros rescatados de la servi-
.dumb·re a costa de mi pris ion y de los demas di8gustos que he
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ENRIQUILLO 405
ENRIQUILLO 405

sufrido á causa de vuestra fuga. Permaneced por aquí bien


sufrido a causa de vuestra fuga. Permanececl por aqui bien
ocultos; cultivad vuestros conucos en lo más intrincado y se-

ocultos; cultivad vuestros conucos en lo mas intrinc·acto y se-


creto de estos montes, y cuidad de que yo os encuentre fácil-

mente, cada vez que tenga necesidad de vosotros. creto de estos montes, y cuidad de que yo os encuentre facil-
mente, cada vez que tenga necesidad de vosotros.
Los prófugos besaron humildemente las manos al cacique,

prometiéndole cumplir sus instrucciones punto por punto; y

los dos exploradores pudieron proseguir con mayor holgura,

y conducidos por guias perfectamente prácticos, la minuciosa


Los profugos besaron humildemente las manos al cacique,
investigacion de muchos picos, laderas, barrancos y precipi-
prometiendole cumplir sus irn;;trucciones punto por punto; y
los dos exploradores pudieron proseguir con mayor hoJgura,
cios de aquel confuso laberinto de montañas; en cuyo trabajo

emplearon cinco ó seis dias, sin que les faltara el necesario

sustento, que en abundancia les proporcionaba la rústica hos-

pitalidad de los moradores del Bahoruco. Enriquillo parecía


y conducidos por guias perfectamente practicos, la minuciosa
encantado con la variedad de objetos y accidentes de aquella
investigacion de muchos picos, laderas, barrancos y precipi-
original excursion, cuyo fin verdadero no se atrevía á confe-

sarse á sí mismo: los puros aires de la sierra devolvían la sa-


cios de aquel confuso laberinto de montafias; en cuyo trabajo
lud y el vigor á sus miembros, y el mismo Tamayo, libre de su

mal humor habitual, se hacia locuaz y expansivo, hasta el


emplearon cinco 6 seis dias, sin que les faltara el necesario
punto de reir abiertamente de vez en cuando.

sustento, que en abundancia les ptoporcionaba la r~stica hos-


XXXVI

Malas nuevas. pitalidad de los moradores del Bahoruco. Enriquillo parecia


Era imposible que en el corto espacio de tiempo que Enri-

quillo habia destinado á la exploracion de sus montañas nati-


encantado con la variedaci de objetos y accidentes de aquella
vas, adquiriera un conocimiento cabal de aquella vasta sierra,

original excursion, cuyo fin verdadero nose atrevia a confe-


sarse a si mismo: los puros aires de Ja sierra devolvian Ja sa·
cuyo desarrollo se dilata por más de veinte y cinco leguas cor-

riendo de levante á poniente, y sus estribaciones alcanzan en

lud y el vigor a sus miembros, y el mismo Tamayo, libre de su


muchas partes cinco y seis leguas de norte á sur. Pero la sec-
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cion que habia logrado visitar era de por sí muy extensa, y

quizá la más accidentada de la cordillera; bastando al cacique

aquel estudio práctico para quedar bien orientado de todo el


mal humor habitual, se hacia locuaz y expansivo, hasta el
punto de reir abiertamente de vez en cuando.
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contorno, y con la seguridad de que con Tamayo y los demás

guias que tenia á su disposicion, le sería sumamente fácil el

acceso á cualquier otra localidad de la agreste serrania.

XXX\'I ·

Malas nuevas.
Era imposible queen el corto espacio de dempo que Enri-
quillo habia destinado a la exploracion de sus montaft.as nati-
vas, adquiriera un conocimiento cabal d-e aquella vasta sierrat
cuyo desarrollo se dilata por mas de veinte y dnco leguas cor-
riendo de levante a poniente, y sus estribaciones alcanzan en
muchas partes cinco y seis leguas de norte a sur. Pero la sec-
cio_n que habia logrado visitar era de por si muy extensa, y
quiza la mas accidentada de la cordillera; bastando al caciqu~
aquel estudio practico para quedar bien orientado de todo el
contorno, y con la seguridad de que con Tamayo y los demas
g·uias que tenia a su disposicion, le seria sumamente facil el
acceso a cualquier otra localidad de 1a agreste serrania.

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406 LEYENDA HIST6RICA

406 LEYENDA HISTÓRICA

Ordenó, pues, el regreso á la Maguana, á pesar de las recla-


Orden6, pues, el regreso a la Maguana, a pesar de las recla-
maciones de Tamayo, á quien parecía demasiado pronto para
maciones de Tamayo, a quien parecia demasiado pronto para
poner término á tan agradable excursion. Enriquillo dió punto

á todos sus reparos con esta sencilla pregunta:


poner termino a· tan agradable· excursion. Enriquillo di6 pun to
—¿Te parece que puedo estar tranquilo y gozoso léjos de

mi Mencía?
a todos sus reparos con esta sencilla pregunta:
Y con toda la celeridad de que eran capaces los excelentes

-~Te parece que puedo estar tranquilo y gozoso lejos de


caballos que montaban (133) salieron por la tarde de las mon-

tañas, volvieron á las llanuras, y durmiendo pocas horas en mi Mencia?


el camino, al siguiente dia llegaron á La Higuera.

Enriquillo se desmontó rápidamente á la puerta de su casa,


Y con toda la celeridad de que eran capaces los excelentes
y corrió anheloso al interior llamando á Mencía; pero á sus

caballos que montaban (133) salieron por la tarde de las mon-


voces solo respondió tristemente el anciano Camacho, que sa-

lió al encuentro del cacique, y le hizo saber que la jóven espo- tanas, volvieron a las llanuras, y durmiendo pocas horas en
el camino, al siguiente dia tlegaron a La Higuera.
sa habia ido con Anica á San Juan, á aguardar su vuelta del

Bahoruco en casa de Doña Leonor Castilla; que la cuadrilla

vacante estaba toda en el Hato, y Galindo preso en la cárcel

Enriquillo se desmont6 rapidamente a la puerta de su casa,


y corri6 anheloso al interior llamando a Mencia; pero a sus
de la poblacion; por lo que él, Camacho, habiendo quedado

solo en La Higuera, no habia podido enviar recado á Enriqui-

voces solo respondi6 tristemente el anciano Camacho, que sa-


llo, para enterarle de la gran novedad que habia ocurrido en

su ausencia.

Apénas hubo acabado el viejo su rápido relato, Enriquillo,

que le habia escuchado con atencion y febril impaciencia, vol-


li6 al encuentro del cacique, y le hizo saber que la j6ven espo-
vió á montar en su generoso caballo, é hincándole réciamente
sa habia ido con Anica a San Juan, a aguardar su vuelta del
las espuelas, partió á escape, siempre seguido de Tamayo, en

direccion de la villa, adonde llegó ántes que el sol al ocaso.


Bahoruco en casa de Dona Leonor Castilla; que la cuadrilla
Abrazó á su tierna esposa, en cuyo semblante se veian paten-

vacante estaba toda en el Hato, y Galindo preso en la carcel


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tes las huellas de un profundo pesar, y oyó de sus lábios la

narracion extensa del suceso, que Camacho no habia hecho

de la poblacion; por lo que el, Camacho, habiendo quedado


sino indicarle sin precision.

solo en La Higuera, no habia podido enviar recado a Enriqui-


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Dos dias despues de haberse ausentado Enriquillo, Valen-

zuela y Mojica, acompañados de dos estancieros, se presenta-'

ron en La Higuera. Uno de los estancieros ó calpisques (134),


llo, para enterarle de la gran novedad que habia ocurrido en
reunió todos los indios, sin distincion de edad ni sexo, y por

su ausencia.
órden de Valenzuela se encaminó con ellos á el Hato. Sola-

mente quedaron Camacho y Anica en la casa del cacique, Apenas bubo acabado el viejo su rapid9 relato, Enriquillo, ,
acompañando á Mencía; pero á poco espacio los dos Caballe-

que le habia escuchado con atencion y febril impaciencia, vol-


vi6 a montar en SU generoso caballo, e hincandole reciamente
las espuelas, parti6 ·a. escape, siempre seguido de Tamayo, en
direccion de la villa, adonde lleg6 antes qtie el sol al ocaso.
Abraz6 a su tierna esposa, en cuyo semblante se veian paten-
tes las huellas de un profundo pesar, y oy6 de sus labios la
narracion extensa del suceso, que Camacho no habia hecho
s ino indicarle sin precision.
Dos dias despues de haberse ausentado Enriquillo, Valen-
~uela y Mojica, acompafiados de dos estancieros, se presenta- ·
ron en La Higuera . Uno de los estancieros 6 calpisques (134),
reuni6 todos los indios, sin distincion de edad ni sexo, y por
6rden de Valenzuela se enca min6 con ellos a el Hato. Sola-
mente quedaron Camacho y Anica en la casa del cacique,
acompa fi.ando a Mencia ; p ero a poco espacio los dos caballe-

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ENRIQUILLO 407

ros, con su doble autoridad de senor del lugar el uno, y de tio


ENR1QUILLO ' 407

ros, con su doble autoridad de señor del lugar el uno, y de tio

de la j6ven dama el otro, intimaron al viejo y a la muchacha


de la jóven dama el otro, intimaron al viejo y á la muchacha

que les dejaran á solas con Mencía, para tratar asuntos de

que nadie más que los dos hidalgos y la esposa del cacique

debian tener conocimiento. Camacho salió de la casa y Anica


que les dejaran a solas· con l\tlencfa, para tratar asuntos de
se retiró á un cuarto inmediato, adonde poco despues la siguió
que nadie mas que los dos hidalgos y la esposa del cacique
debian tener conocimiento. Camacho sali6 de la casa y Anica
Mojica; porque habiendo hecho vanos esfuerzos para conse-

guir que su sobrina entrara en conversacion con él, y obsti-

nándose Mencía en guardar absoluto silencio, se levantó des-

pechado, y salió de la sala diciendo" á la taciturna jóven estas


se retir6 a un cuarto inmediato, adonde poco despues la sigui6
palabras:—«Ya tendréis que entenderos con Valenzuela.»
Mojica; porque habiendo hecho vanos esfuerzos para conse·
Lo que pasó despues, segun la narracion de Mencía á su

esposo, fué que Valenzuela, presentándole un escrito, le rogó


guir que su sobrina entrara en conversacion con el, y obsti-
que lo firmara por su bien; que ella leyó el papel y vió que

contenia una declaracion bajo juramento, de que el cacique


nandose Mencia en guardar ~bsoluto silenciq, se levant6 des-
su marido la trataba muy mal, obligándola á vivir en una pa-

pechado, y sali6 de la sala diciend(J a la taciturna j6ven estas


jiza cabaña en La Higuera, cuando podían vivir en el Hato, ó

en la villa, é imponiéndole otras muchas penitencias y priva-


palabras:-«Ya tendreis que entenderos con Valenzuela.»
ciones; por lo que pedia á la justicia que la separasen de él, y

le nombrasen curador especial. La jóven señora se habia ne-


Lo que pas6 despues, segun la narracion de Mencia a su
gado rotundamente á firmar semejante infamia, y entónces

esposo, fue que Valenzuela, presentandole un 'escrito, le rog6


Valenzuela, amenazándola y tomándola por un brazo sin mi-

ramiento alguno, quiso arrancarle por fuerza la firma; pero que lo firmara por su bien; que ella ley6 el papel y vi6 que
.contenia una declaracion bajo juramento, de que el cacique
'ella, resuelta á no ceder, pidió á gritos socorro, y á sus voces

acudió Anica, forcejando con Mojica que pugnaba por conte-

nerla; miéntras que por la puerta principal aparecieron Ca-

macho y Galindo, armado este último de un nudoso garrote,


su marido la trataba muy mal, obligandola a vivir en una pa-
jiza cabana en La Higuera, cuando podian vivir en el Hato, 6
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con el cual cayó furiosamente sobre los dos viles hidalgos,

en la villa, e imponiendole otras muchas penitencias y priva-


dislocando el hombro derecho á Valenzuela, y descalabrando

malamente á su cómplice.

ciones; por lo que pedia a la justicia que la separasen de el, y


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Anica y Camacho no dejaban de tener parte en la hazaña

del intrépido Galindo, por cuanto el viejo, con una agilidad

increible en sus años, corrió á prestar ayuda á la muchacha,


le nombrasen curador especial. La j6ven senora se habia ne-
.gado rotundamente a firmar semejante infamia, y ent6nces
y ámbos se aferraron fuertemente del contrahecho Mojica, que

por lo mismo no tuvo libertad para sacar la inútil espada,

cuando cargó sobre él Galindo, despues de dejar mal parado

á Valenzuela. En cuanto á éste, el vivo dolor que le produjo


Valenzuela, amenazandola y tomandola por un brazo sin mi-
ramiento alguno, quiso arrancarle por . fuerza la firma; pero
ella, .r esuelta a no ceder, pidi6 a gritos socorro, ya sus voces
acudi6 Anica, forcejando con Mojica que · pugnaba por conte-
nerla; mientras que por la puerta principal aparecieron Ca-
macho y Galindo, armado este ultimo de un nudoso garrote,
.con el cual cay6 furiosamente sobre los dos viles hidalgos,
..dislocando el hombro derecho a Valenzuela, y descalabrando
malamente a SU c6mplice.
Anica y Camacho no dejaban de tener parte en la hazana
del intrepido Galindo, por cuanto el viejo, con una agilidad
increible en sus anos, corri6 a prestar ayuda a la muchacha,
y ambos se aferraron fuertemente del contrahecho Mojica, que
por lo mismo no tuvo libertad para sacar la inutil espada,
.cuando carg6 sobre el Galindo, despues de dejar mal parado
a Valenzuela. En cuanto a este, el vivo dolor que le produjo
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408 LE YEN DA HIST6RI CA
408 LEYENDA HISTÓRICA

su inesperada contusion tampoco le permitió otra cosa, cuan-

su inesperada contusion tampoco le permiti6 otra cosa, cuan·


do se repuso de su primera sorpresa, que increpar con voz

terrible al atrevido naboría, prometiéndole que lo haría ahor-


do se repuso de su primera sorpresa, que increpar con voz.
car. El esforzado muchacho le contestó con gran frescura:

«Eso será mañana.» Sobrevino entónces tardíamente el otro


terrible al atrevido naboria, prometiendole que lo haria ahor-
mayoral, que por acaso se habia apartado un tanto de la casa,

car. El esforzado muchacho le contest6 con gran frescura:


y viendo aquel espectáculo y el aire de rebelion de Galindo,

á la voz de Valenzuela cerró con él, y le hirió xon su espadon c Eso sen\ ma:n.ana.» Sobrevino ent6nces tardfamente el otro
mayoral, que por acaso se habia apart~do un tanto de la casa,.
en la izquierda mano; pero el intrépido indio revolvió sobre

su agresor, y de un récio garrotazo en la cabeza lo postró en

tierra. Anica, con admirable serenidad, asió entónces del bra-

zo á Mencía, y escoltadas por el fiero Galindo emprendieron


y viendo aquel espectaculo y el aire de rebelion de Galindo,
ambas el camino de la villa, sin que el molido y medio atónito
a la voz de Valenzuela cerr6 con el, y le hiri6 ,con su espadon
en la izquierda mano; pero el intrepido indio 1·evolvi6 sobre
Valenzuela intentara oponérseles.

Camacho entónces, tranquilo, si no del todo satisfecho, se

puso á curar á los heridos, comenzando por el asendereado y

yacente caballero Mojica, de quien el viejo curandero dijo con


su agresor, y de un recio garrotazo en la cabeza lo postr6 en
mucha sorna á Valenzuela:
tierra. Anica, con admirable serenidad, asi6 ent6nces del bra·
zo a Mencia, y escoltadas por el fiero Galindo emprendieron
—Este señor hidalgo vá á quedar señalado para toda su

vida: hay aquí una oreja que nunca recobrará su forma natu-

ral Si el palo de ese loco sube una pulgada más, tendríamos

que llorar muerto á este bendito señor Don Pedro de Mojica.


ambas el camino de la villa, sin que el molido y medio at6nito
XXXVII
Valenzuela intentara oponerseles.
Rectificacion.

El precedente relato es un resumen fiel de lo que el cacique


Camacho ent6nces, tranquilo, si no del todo satisfecho, se
oyó parcial, pero acordemente, de los lábios de Camacho, Men-

cía y Anica, quienes siguiendo el parecer de Doña Leonor, que


puso a curar a los heridos, comenzando por el asendereado y
yacente caballero Mojica, de quien el viejo curandero dijo con
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abrió sus brazos con regocijo A la amiga que volvía á buscar

mucha sorna a Valenzuela:


su refugio entre ellos, se pusieron de acuerdo para omitir en su

narracion á Enriquillo, cuando éste regresara del Bahoruco,


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aquellas circunstancias que pudieran llevar la exasperacion al

ánimo del jóven cacique. Reintegrarémos en todo su punto la


-Este sen.or hidalgo va a q uedar sefialado para toda su
verdad, rectificando ó más bien completando sucintamente

vida: hay aqui una oreja que nunca recobrara su forma natu·
aquella relacion convencional de los sucesos.

ral.. ... Si el palo de ese loco sube una pulgada mas, tendriamos
que llorar muerto a este bendito senor Don Pedro de Mojica.

XXXVII

Rectificacion.
El precedente relato es un restimen fiel de lb que el cacique
oy6 parcial, pero acordemente, de los labios de Camacho, Men-
cia y Anica, quienes siguiendo el parecer de Dofia Leonor, que
abri6 sus brazos con regocijo a la amiga que volvia a buscar
su refugio entre ellos, se pusieron de acuerdo para omitir en su
n a rracion a Enriquillo, cuando este regresara del Bahoruco,
aquellas circunstancias que pudieran llevar la·exasperadon a}
animo del j6ven cacique. Reintegraremos en todo su punto la
verdad, rectificando 6 m as bien completando sucintamente
aquella relacion con vencional de los sucesos. ·
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ENRIQUILLO 409'

Desde que Camacho vi6 al estancicro de Valenzuela orde-


ENRIQUILLO 409

Desde que Camacho vió al estanciero de Valenzuela orde-

nar que la cuadrilla de indios saliera para el Hato, presumid

que se trataba de algun mal propósito contra Doña Mencía, y


nar que la cuadrilla de inclios saliera para el Hato, presumio
tuvo industria para dar á Galindo la consigna de evadirse del
que se trataba de algun mal prop6sito contra Dona Mencia, y
tuvo industria para dar a Galindo la corisigna de evadirse de}
cumplimiento de aquella órden, y estar sobre aviso. Luego que

Mojica hizo salir al mismo Camacho de la casa, éste se oculta

en una choza vecina, de donde pudo oir la voz de Mencía; y

reuniéndose al punto con Galindo, que tambien estaba oculto'


cumplimiento de aquella 6rden, y estar sobre aviso. Luego que
cerca de allí, obraron en perfecta combinacion segun se ha
Mojica hizo salir al mismo Camacho de la casa, este se oculto
escrito.

Por lo que respecta á la escena entre Valenzuela y Mencía f


en una choza vecina, de donde pudo oir la voz de Mencia; y
hubo una circunstancia gravísima. El jóven hidalgo, tan pronto

como se vió á solas con la peregrina beldad, y autorizado á


reuniendose al punto con Galindo, que tambien estaba oculto
todo por Mojica, creyó haber llegado al logro del objeto que

cerca de alli, obraron en perfecta combinacion segun se ha


más le preocupaba; y que la codiciada mujer de quien sabia

que era aborrecido, estaba en sus manos, enteramente á dis-


escrito.
crecion de sus torpes deseos.

Hízole efectivamente leer el papel en que se contenia la des


Por lo que respecta a la escena entre Valenzuela y Mencia,.
honra de Enriquillo y de la misma Mencía; y miéntras ésta tenia

bubo una circunstancia gravisima. El j6ven hidalgo, tan pronto


como se vi6 a solas con la peregrina beldad, y autorizado a
fijos los hechiceros ojos en aquellas líneas, trazadas con tinta

ménos negra que el alma del que las dictara, el liviano mance-

todo por Mojica, crey6 haber llegado al logro del objeto que
bo, devorando con la vista los encantos de la hermosísima jó-

ven, aguardaba ansioso, jadeante, á que concluyera su lectura.

Cuando Mencía devolvió secamente el escrito, diciendo que

no lo firmaría aunque le arrancaran la vida, el inflamado li-


mas le preocupaba; y que la codiciada mujer de quien sabia· .
bertino le respondió con vehemencia:
que era ahorrecido, estaba en sus manos, enteramente a dis-
crecion de sus torpes deseos.
—¿Qué me importa ese papel? Mencía, tened compasion de
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mí, y no me hagais con vuestro ódio el más infeliz de los hom

bres ¡Vos, reducida á vivir en esta miserable cabaña, por

desdeñar mi pasion; por negaros á usar de los bienes que pongo


Hfzole efectivamente leer el papel en que se contenia la des ·
honra de Enriquillo y de la misma Mencia; y mien:tras esta tenia
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á vuestros piés!.... Vos, llenando de hiel este corazon que os

fijos los hechiceros ojos en aquellas lineas, trazadas con tinta


adora, y siendo la causa de los sufrimientos que pesan sobre

vos misma y sobre el que llamais vuestro esposo!.... Sí, Mencía:

de vos depende la suerte de Enriquillo y vuestro propio bienes-

tar. Soy capaz de todo lo malo por haceros mia: vuestro amor,
menos negra que el alma del que las dictara, el liviano mance-
la dicha de poseeros, haría de mí el mejor entre los buenos....
bo, devorando con la vista los encantos de la hermosisima j6-
ven, aguardaba ansioso, jadeante, a que concluyera su lectura.
¡Sed piadosa, como sois bella....!

Cuando Mencia devolvi6 secamente el escrito, diciendo que


no lo firmaria aunque le ~rrancaran la v ida, el inflamado li-
.bertino le respondi6 con vehemencia:
-(Que me importa ese papel? Mencia, tened compasio!l de
mi , y no me hagais con vuestro 6dio el mas infeliz de los horn ·
bres ..... i Vos, reducida a vi vir en esta miserable cabana, por
desdef'iar mi pasion; por negaros a usar de los bienes que pongo
a vuestros pies! .... Vos, llenando de hi el este corazon que os
adora, y siendo la causa de los sufrimientos que pesan sobre
vos mis~a y sobre el que llamais vuestro esposo!. .. . Si, Mencia:
de vos depende la suerte de Enriquillo y vuestro propio bienes-
tar. Soy capaz de todo lo malo por haceros mia: vuestro a m or,.
la dicha de poseeros, haria de mi el mejor entre los buenos .. ..
~
jSed piadosa, co mo sois bella .... !

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410 LEYEl'\DA HISTORICA

410 LEYENDA HISTÓRICA

Mencía escuchaba tal lenguaje inmóvil, espantada. Com-


Mencia escuchaba tal lenguaje inmovil, espantada. Com-
prendía que lo que pasaba en aquel terrible momento era un prendia q_ue lo que pasaba en aquel terrible momento era un
acto premeditado, y entraba en su animo el terror, creyendose
acto premeditado, y entraba en su ánimo el terror, creyéndose

á la merced de aquel hombre, que con cínica expresion le de-

claraba que era capaz de todo. Vaciló sobre el partido que de-

bia tomar, y al cabo hizo un movimiento para huir; pero Va-


a la merced de aquel f10mbre, que con cinica expresion le de-
lenzuela se abalanzó á ella como el tigre á su presa; la tomó
claraba que era capaz de todo. Vacilo sobre el partido que de-
bia tomar, y al cabo hizo un movimiento para huir; pero Va-
por un brazo, y atrayéndola violentamente á sí, estrechó la be-

llísima cabeza contra su aleve pecho, é imprimió un ósculo de

fuego en los inertes lábios de Mencía.

Entónces fué cuando la jóven prorrumpió en un grito agudo,


lenzuela se abalanzo a ella como el tigre a su presa; la tom6
penetrante, lleno de angustia; y haciendo un esfuerzo desespe-
por un brazo.J y atrayendola violentamente a si, estrech6 la be-
rado, logró desasirse de los brazos del vil corruptor.

Lo demás fué como queda anteriormente referido. Mencía


llisitna cabeza contra su aleve pecho, e imprimio un 6sculo de
repitió con todas sus fuerzas, dos y tres veces seguidas, la voz

de /socorro! con acento desgarrador; al mismo tiempo que es-


fuego en los inertes Iabios de Mencia.
quivaba el contacto del audaz Valenzuela, que insistía en su

Ent6nces fue cuando la joven prorrumpi6 en un grito agudo,


persecucion, hasta que le contuvo la inesperada presencia de

Galindo y Camacho, recibiendo el violento golpe que le asestó


penetrante, lleno de angustia; y haciendo un esfuerzo desespe·
el robusto naboría, ántes de que se diera cuenta de aquella sú-

bita agresion.
J·ado, logro desasirse de los brazos del vil corruptor.
Nuestras investigaciones no han alcanzado á saber de un

Lo dema.s fue como queda anteriormente referido. Mencia


modo cierto lo que pasara entre Mojica y Anica antes de llegar

al ruidoso desenlace de la tentativa de Valenzuela. Ella con- .repiti6 con todas sus fuerzas, dos y tres veces seguidas, la voz
taba que el repugnante hidalgo habia pretendido reanudar la

pasada amistad, haciéndole mil reflexiones y deslumbradoras


de jsocorro! con acento desgarrador; al mismo tiempo que es-
promesas, á las que ella estuvo aparentando que prestaba

quivaba el contacto del audaz Valenzuela, que insistia en su


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atento oido, hasta que Mencía alzó el clamor pidiendo auxilio.

Es un hecho averiguado que la jóven india detestaba al grotes- persecucion, hasta que le contuvo la inesperada presencia de
Galindo y Camacho, recibiendo el violento golpe que le asest6
co galan; en lo que no hacia cosa de mérito, porque el hombre
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era más feo que el padre Manzanedo; y por lo mismo debemos

creer á Anica todo lo que le plugo referir, sobre su honrada

palabra.
el robusto' naboria, antes de que se diera cuenta de aquella su-
Enterado Badillo del percance de sus amigos, aquella misma
bita agresion.
Nuestras investigaciones no ban alcanzado a saber de un
tarde hizo buscar á Galindo, y ponerlo en la cárcel aherrojado

con el mayor rigor.

modo cierto lo que pasara entre Mojica y Anica antes de llegar


.al ruidoso desenlace de la tentativa de Valenzuela. Ella con-
taba que el repugnante hidalgo habia pretendido reanudar la
pasada amistad, haciendole mil re(lexiones y deslumbradoras
promesas I a las que ella P.Stuvo aparentando que prestaba
.atento oido, hasta que Mencia alzo el clamor pidiendo auxilio.
Es un hecho averiguado que la joven india detestaba al grotes-
-co galan; en lo que no hacia cosa de qierito, porque el hombre
era mas feo que el padre Manzanedo; y por lo mismo debemos
-creer a Anica todo lo que le plugo referir, sobre su honrada
palabra.
Enterado Badillo del percance de sus amigos, aquella misma
tarde hizo buscar a Galindo, y ponerlo en la carcel aherrojado
con el mayor rigor.

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ENRIQUILLO 411
ENRIQUILLO 411

XXX VIII

Desagravio.

Cuando Enriquillo escuchó de boca de su consorte la rela-


XXXVIll
cion, discretamente modificada, del atentado cometido contra

su persona, sintió agolparse toda su sangre al corazon; un tem-

blor nervioso se apoderó de sus miembros; y quedó por buen

espacio como atónito y fuera de sí. Poco á poco dominó su emo-


Desagravio.
cion, recobró la aparente serenidad, y al cabo interrogó á Ani-

ca; apuntó varias notas en una hoja de papel, y negándose á


Cuando Enriquillo escuch6 de boca de su consorte la rela-
cion, discretamente modificada, del atentado cometido contra
tomar alimento alguno, se encaminó á la calle al toque de ora-

ciones.

—Mira lo que vas á hacer, Enrique,—le dijo cuidadosa

Mencía.
su persona, sinti6 agolparse toda su sangre al corazon; un tem-
—Queda tranquila, cielo mio,—contestó él;—voy á ver si hay
blor nervioso se .apoder6 de sus miembros; y qued6 por buen
justicia en la Maguana.

Al salir de casa de Doña Leonor halló en la puerta á Tama-


espacio como at6nito y fuera de sf. Poco a poco domin6 su emo-
yo, que habiendo oido atentamente la narracion que del í-uceso

hizo Camacho, estaba envidioso de la suerte de Galindo, y tenia


cion, recobt6 la aparente serenidad, y al cabo interrog6 a Ani·
esperanzas de que se presentara alguna otra oportunidad de

ca; apunt6 varias notas en una hoja de papel, y negandose a


repartir palos.

Tan pronto como vió al cacique le dirigió la palabra con voz


tomar alimento alguno, se encamin6 a la calle al toque de ora- .
bronca, preguntándole:

—¿Dónde vas, Enriquillo?


ciones.
—A ver si hay justicia en San Juan,—respondió el cacique,

-Mira lo que vas a hacer, Enrique, - le dijo cuidadosa


repitiendo lo que dijera á su esposa.

—¿Y si no la hallas?—insistió Tamayo. Mencia.


—La iré á buscar á Santo Domingo,—volvió á responder

-Queda tranquila, cielo mio,-contest6 el;-voy aver si hay


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Enriquillo con gran tranquilidad.

El impaciente mayoral dió una violenta patada en el suelo;

mas reponiéndose en seguida preguntó de nuevo:


justicia en la Maguana.
Al salir de casa de Dona Leonor hall6 en la puerta a Tama-
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—¿Y si no la hallas?

yo, que habiendo oido atentamente la narracion que del ~uceso


— Entónces, Tamayo, será lo que Dios quiera,—concluyó

Enrique, siguiendo su camino.

Se dirigió á la casa del teniente Gobernador, que estaba á

S
hizo Camacho, estaba envidioso de la suerte de Galindo, y tenia
esperanzas de que se presentara alguna otra oportunidad de
repartir palos.
Tan pronto como vi6 al cacique le dirigi6 la palabra con voz
bronca, preguntandole:
-~D6nde vas, Enriquillo?
-Aver si hay justicia en San Juan,-respondi6 el cacique,
repitiendo lo que dijera a su esposa.
-{Y si no la hallas?-insisti6 Tamayo.
-La ire a buscar a Santo Domingo,-volvi6 a responder
Enriquillo con gran tranquilidad.
El impaciente mayoral di6 una violenta patada en el suelo;
mas reponiendose en seguida pregunt6 de nuevo:
- t Y si .no la hallas?
-Ent6nces, Tamayo, sera lo que Dios quiera,-concluy6
Enrique, siguiendo su camino.
Se dirigi6 a la casa del teniente Go bernador, que estaba a
/~·

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412 LEYENDA HIST6RICA
412 LEYENDA HISTÓRICA

la mesa con varios amigos. Uno de estos era Mojica, que con
la mesa con varios amigos. Uno de estos era Mojica, que con
la cabeza llena de vendajes hacia gala de valor, negándose á

guardar cama. Enriquillo tuvo que esperar más de media hora


la cabeza llena de vendajes hacia gala de valor, negandose a
á que acabara la cena, y miéntras tanto pasó por el suplicio de

guardar cama. Enriquillo tuvo que esperar mas de media hora


a que acabara la cena, y mientras tan to pas6 por el suplicio de
escuchar confusamente la voz ágria y chillona de aquel móns-

truo, refiriendo á su manera la rebelion de La Higuera; y las

frecuentes carcajadas con que los comensales acojian los chis-

tes y agudezas del hidalgo'histrion. Levantóse al fin Badillo,


escuchar confusamente la voz agria y chillona de aquel m6ns·
y fué á la sala donde estaba el cacique, preguntándole con

truo, refiriendo a su man era la rebelion de La Hz'guera ,· y las


muestras de afabilidad qué se le ofrecía. Enriquillo le denunció

lo ocurrido entre Valenzuela y su esposa, segun obraba en su frecuentes carcajadas con que los comensales acojian los chis-
noticia, y acabó por formular tres peticiones; la una, que Ga-

lindo fuera puesto inmediatamente en libertad; las otras, que


tes y agudezas del hidalgo-histrion. Levant6se al fin Badillo,
se quitara á Valenzuela todo cargo ó intervencion en los bienes

de Mencía, y se diera por terminada la dependencia ó sujecion


y fue a la sala donde estaba el cacique, preguntandole con
del mismo Enrique y sus indios á un señor que se conducía tan muestras de afabilidad que se le ofrecia. Enriquillo le denunci6
lo ocurrido entre Valenzuela y su esposa, segun obraba en su
indignamente.

Badillo acojió con sarcástica sonrisa la exposicion de En-

riquillo, y le preguntó si tenia pruebas de lo que se atrevía á

decir contra su patrono.


noticia, y ·acab6 por formular tres peticiones; la una, que Ga-
Al oir la helada cuestion, el cacique respondió con sosega-
. lindo fuera puesto inmediatamente en libertad; las otras, que
se ·quitara a Valenzuela todo cargo 6 intervencion en los bienes
do, pero firme acento, estas palabras:

—Vos sabeis tanto como el que más, señor teniente Gober-

nador, que he renunciado á mis derechos personales no una,

sino muchas veces; que en parte por gratitud á la memoria ve-


de Mencia, y se diera por terminada la dependencia 6 sujecion
neranda de Don Francisco de Valenzuela, y en parte por sentir
del mismo Enrique y sus indios a un senor que se .conducia tan
indignamente.
que pesaba sobre mí una mala voluntad general, he soportado
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cuantas injusticias se ha querido hacerme; prision, malos tra-

tamientos é injurias de quien ni por ley ni por fuero tenia facul-

tad para exigir mis servicios. Sabeis que soy incapaz de urdir
Badillo acoji6 con sarcastica sonrisa la exp©sicion de En-
riquillo, y le pr.egunt6 si tenia pruebas de lo que se atrevia a
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mentiras, y acabais de oir á ese infame señor Mojica hacer mo-

d~cir contra su patrono.


tivo de risa en vuestra mesa, lo que es causa de dolor y deses-

peracion para mí. Lo que no sabeis, señor teniente Gobernador,

es que yo habia puesto por límite á mi paciencia el respeto á mi

esposa, y que estoy resuelto A que se nos haga reparacion cum-


Al oir la helada cuestion, el cacique respondi6 con sosega-
plida en justicia, para lo cual está constituida vuestra autori-

do, pero firme acento, estas palabras:


dad en San Juan de la Maguana.

-Vos sabeis tanto como el que mas, sefior teniente Gober-


nador, que he renunciado a mis derechos personales no una,
sino muchas veces; queen parte por gratitud a la memoria ve-
neranda de Don Francisco de Valenzuela, y eii parte por sentir
que pesabfl s·o bre mi una mala voluntad general, he soportado
cuantas injusticias se ha querido hacerme; prision, malos tra-
tamientos e injurias de quien ni por ley ni por fuero tenia facul-
tad para exigir mis servicios. Sabeis que soy incapaz de urdir
mentiras, y acabais de oir a ese infame senor Mojica hacer mo-
ti vo de risa en vu~stra mesa, lo que es causa de dolor y deses-
peracion para mi. Lo que no sabeis, sefior teniente Gobernador,
es que yo habia puesto por limite a mi paciencia el respeto a mi
esposa, y que estoy resuelto a que se nos haga reparacion cum-
plida en justicia, para lo cual esta constituida vuestra autori·
dad en San Juan de la Maguana.

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ENRIQUILLO 413
ENRIQUILLO 413

El tono reposado, digno, solemne, con que Enriquillo enun-


El tono reposado, digno, solemne, con que Enriqmllo enun-
ció su corto y expresivo discurso, hizo impresion en el ánimo ci6 su corto y expresivo discurso, hizo impresion en el animo
de Badillo, que escuchaba sorprendido aquel lenguaje lleno de
de Badillo, que escuchaba sorprendido aquel lenguaje lleno de

elevacion, en un sujeto á quien se habia acostumbrado á mirar

como á un ente vulgar y falto de carácter. Pero como Badillo

era un malvado, en la más lata acepcion de la palabra, en vez


elevacion, en un sujeto a quien se habia acostumbrado a mir~r '
de sentirse inclinado á retroceder en el sendero de la iniqui-
como a un ente vulgar y falto de caracter. Pero como Badillo
era un malvado, en la mas lata acepcion de la palabra, en vez
dad, su orgullo satánico se sublevó á la sola idea de que un vil

cacique, segun calificaba á Enriquillo, tuviera razon contra él, y

pretendiera sustentarla con la entereza que denotaban las pa-

labras del ofendido esposo. Contestóle, pues, con afectado des-


de sentirse inclinado a retroceder en el sendero de la iniqui-
precio y grosería, que son el recurso habitual de las almas co-
dad, su. orgullo satanico se sublev6 a Ia.sola idea de que un vil
bardes y corrompidas, cuando se sienten humilladas ante la

agena virtud:
cacique,segun calificaba a Enriquillo, tuviera razon contra el, y
—¿De dónde os viene esa arrogancia y desvergüenza, ca-

cique? ¿Pretendéis que saque de la cárcel á ese criminal mu-


pretendiera sustentarla con la entereza que denotaban las pa-
chacho, que ha tenido la osadía de poner las manos sobre su

labras del ofendido esposo. Contest6le, pues, con afectado des-


mismo amo, y apalear al respetable Don Pedro? Antes cuidad

vos de no ir á hacerle compañía, como bien lo mereceis'


precio y groseria, que son el recurso habitual de las almas co'- ·
—Esa es en verdad, señor Badillo,—dijo con voz vibrante

el cacique,—la justicia que siempre esperé de vos. Pronto es-


bardes y corrompidas, cuando se sienten. humilladas ante la
toy á sufrirla, si os place cumplir vuestra amenaza; miéntras

agena virtud:
los verdaderos criminales son vuestros íntimos amigos, y co-

men á vuestra mesa. -(De d6nd<:( os viene esa arrogancia y desvergi.ienza, ca-\
cique? (Pretendeis que saque de la ca.reel a ese criminal mu-
—Hola!—exclamó irritado Badillo:—alguaciles de servicio,

llevad á ese deslenguado á la cárcel!

Aparecieron instantáneamente dos esbirros, y cada cual

chacho, que ha tenido la osadia de poner las manos · sobre su


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asió de un brazo á Enriquillo, que se dejó conducir por ellos

sin oponerles la menor resistencia.


mismo amo, -y apalear al respetable Don Pedro? Antes cuidad
vos cle no ir a hacerle compafiia, como bien lo mereceis.
Tamayo, que le habia seguido y aguardaba en la calle con
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inquietud el resultado de la visita al teniente Gobernador,

cuando vió que el cacique iba preso se acercó á pedirle sus ór-

denes.
-Esa es en verdad, senor Badillo,-dijo con voz vibrante
—Avisa á Mencía, y que no se intranquilice;—fué el único
el cacique,-la justicia que siempre espere de vos. Pronto es- .
toy a. sufrirla, si os place cumplir vuestra amenaza; mientras
encargo que Enriquillo hizo al fiel mayoral.

Pero éste, una vez cumplida la recomendacion, volvió á lle-

var al desgraciado cacique cena y cama. Enriquillo dejó una

'los verdaderos criminales son vuestros intimos amigos, y co-


men a vuestra mesa.
-Hola!-exclam6 irritado BadiUo:-a1guaciles de serYicio,
llevad a ese deslenguado a la carcel!
Aparecieron instantaneamente dos esbirros, y cada cual
asi6 de un brazo a Enriquillo, que se dej6 conducir por ellos
sin oponerles la menor resi stenci ~ .
Tamayo, que le habia seguido y aguardaba en la calle con
inquietud el resultado de la visita al teniente Gobernador,
cuando vi6 que el cacique iba preso se acerc6 a pedirle sus 6r-
denes.
-Avisa a Mencia, y que nose intranquilice;-fue el linico
encargo que Enriquillo hizo a l fiel mayoral.
Pero este, una vez cumplida la recomendacion, volvi6 a lle-
var al desgraciado cacique cena y cama. Enriquillo dej6 un a

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414 LEYEXDA IDST6RICA

414 LEYENDA HISTÓRICA

/.
y otra intactas, y ademas rehus6 obstinadamente elofrecimien-
y otra intactas, y además rehusó obstinadamente el ofrecimien-

to que el leal Tamayo le hizo, de quedarse con el en la carcel.


to que el leal Tamayo le hizo, de quedarse con él en la cárcel.

XXXIX

Recurso legal.

Duró tres días la prision de Enriquillo, al cabo de los cua-

les, sin ceremonia ni cumplimientos, le fué restituida su liber-


XX XIX
tad; si libertad podía llamarse aquella tristísima condicion á

que el infeliz cacique estaba sometido. Al volver á abrazar á

su desconsolada esposa, tanto ésta como Doña Leonor vieron


Recurso legal.
con secreta inquietud que ni en su rostro, ni en sus maneras,

habia la más leve señal de ira ó resentimiento. Una impasibili-

dad severa, una concentracion de espíritu imponente era lo


Dur6 tres dias la prision de Enriquillo, al cabo de los cua-
que caracterizaba las facciones y el porte del agraviado caci- les, sin ceremonia ni cumplimientos, le fue restituida su liber-
tad; si libertad podia llamarse aquella tristisima condicion a
que. Tranquilamente reunió en torno suyo á los séres que por

deber ó por cariño compartían sus penas y podían compren-

derlas. Mencía, Doña Leonor, Camacho, en primer término, y

con voz deliberativa; Tamayo y Anica en actitud pasiva y su-


que el infeliz cacique estaba sometido. Al volver a abrazar a
balterna, compusieron aquella especie de consejo de familia.
su desconsolada esposa, tanto esta como Dona Leonor vieron
con secreta inq-qietud que ni en su rostro, ni en su.s maneras,
Enriquillo anunció su propósito de ir á la ciudad de Santo

Domingo A pedir justicia ante los jueces de apelacion contra

Badillo y Valenzuela; y como la discreta Doña Leonor confes-

ara reprobando el propósito, que en su concepto solo habría


habia la mas leve seflal de ira 6 resentimiento. Una impasibili·
de dar por resultado una agravacion de las persecuciones que
dad severa, una concentracion de espiritu imponente era lo
sufría el cacique, éste replicó diciendo que de no intentar aquel

recurso de reparacion legal, estaba en el caso de quitar la vida


que caracterizaba las facciones y el porte del agra viado caci-
á uno de los susodichos tiranos, ó más bien á su instigador y

que. Tranquilamente reuni6 en torno suyo a los seres que por


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cómplice, Mojica; y esto lo dijo Enriquillo con tan terrible

acento de inquebrantable resolucion, que á nadie pudo quedar

deber 0 por carifio compartian sus penas y pod~an compren-


duda de que lo habia de poner por obra. Tamayo dejó asomar

derlas. Mencia, Dona Leonor, Camacho, en primer termino, y


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una sonrisa de feroz satisfaccion en su angulosa faz, al oir la

formidable amenaza del cacique; y el viaje de éste quedó deci-

dido con unánime aprobacion; aunque el suceso acreditó más


con voz deliberativa; Tamayo y Anica en actitud pasiva y su-
adelante el prudente reparo de Doña Leonor.

·balterna, compusieron aquella especie de consejo de familia.


Enriquillo anunci6 su prop6sito de ir a la ciudad de Santo
Dió Enriquillo órden á Tamayo para que le aprestara cual-

Domingo a pedir justicia ante los jueces de apelacion contra


Badillo y Valenzuela; y como la discreta Dona Leonor contes-
~ara. reprobando el prop6sito, que en SU concepto solo habria
· de dar por resultado una agravacion de las persecuciones que
sufria el cacique, este replic6 diciendo que de no intentar aquel
recurso de reparacion legal, estaba en el caso de quitar la vida
a uno de los susodichos tiranos, 6 mas bien a su instigador y
c6mplice, Mojica; y- esto lo dijo Enriquillo con tan terrible
acento de inquebrantable resolucion, que a nadie pudo quedar
duda de que lo habia de poner por obra. Tamayo dej6 asomar
una sonrisa de feroz satisfaccion en su angulosa faz, al oir la
formidable amenaza del cacique; y el viaje de este qued6 deci-
dido con unanime aprobacio~; aunque el suceso acredit6 mas
aclelante el prudente reparo de Dona Leonor.
Di6 Enriquillo 6rden a Tamayo pa ra que le aprestara cual-

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ENRIQUILLO 41f>
ENRIQUILLO 415

quier cabalgadura, á fin de salir de San Juan al despuntar la


quier cabalgadura, a fin de salir de San Juan al despuntar la
aurora el día siguiente; y el leal servidor le hizo saber que esto

aurora el dia siguiente; y el leal servidor le hizo saber que esto


era algo difícil, porque Valenzuela habia hecho que sus estan-

cieros recojieran todos los caballos útiles que habia en La Hi- era algo dificil, porque Valenzuela habia hecho que sus est.an·
cieros recojieran todos los ca~allos utiles que habia en La Hi-
guera, sin excepcion de propiedad ni destino, pasándolos á el

Hato, con prohibicion de que nadie se sirviera de ellos sin su

prévio permiso. Precaucion aconsejada por Mojica, para qui-

tar á Enriquillo todo medio de acudir á quejarse á la capital,


guera, sin excepcion de propiedad ni destine>~ pasandolos a el
como no dudaba que lo intentaría, al saber en qué términos Hato, con prohibicion de que nadie se sirviera . de ellos sin su
previo permiso. Precaucion aconsejada por Mojica, para qui·
habia hecho su demanda ante Badillo.

Entónces resolvió Enrique hacer su viaje á pié; y como

Doña Leonor le dijera con mucho calor que eso no habia de

suceder, teniendo ella á su disposicion varias bestias de exce-


tar a Enriquillo todo medio de acudir a quejarse a la capital,
lentes condiciones, Enriquillo la tranquilizó explicándole que
como no dudaba que lo intentaria, al saber en que terminos.
habia hecho su demanda ante Radillo.
el irse á pié era de todo punto necesario, para frustar cual-

quier plan que sus enemigos tuvieran trazado con el fin de im-

pedirle su viaje, como permitía suponerlo aquel estudio en pri-

varle de cabalgadura.
Ent6nces resolvi6 Enrique hacer su viaje a pie; y como
La observacion no admitía réplica; y el infeliz cacique En-
Dofia Leonor le dijera con mucho calor que eso no habia de
suceder, teniendo ella a su disposicion varias bestias de exce·
rique, solo, cubierto de andrajosos vestidos y llevando una

alforja al hombro, se despidió con entereza de la llorosa y

acongojada Mencía y de aquel limitado círculo de amigos, y

salió de San Juan furtivamente, como un criminal que huye


lentes condiciones, Enriquillo la tranquiliz6 explicandole que
del merecido castigo; él, que no abrigando en el generoso pe-
el irse a pie era de todo punto necesario, para frustar cual-
cho sino bondad y virtudes, maltratado y escarnecido por los .

que sobre él ejercían la autoridad en nombre de las leyes y de


q uier plan que sus enemigos tuvieran trazado con el fin de im-
la justicia, se obstinaba en conservar su fé sencilla en la efica-

pedirle su viaje, como permitia suponerlo aquel estudio en pri-


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cia de la justicia y de las leyes; y arrostrando trabajos y priva-

ciones iba á buscar su amparo á muchas leguas de distancia.

varle de cabalgadura.
Llegó á la capital en ménos de cuatro días de marcha, y fué

La observacion no admitia replica; y el infeliz cacique En-


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bien recibido y hospedado en el convento de los dominicos, por

los píos y virtuosos padres fray Pedro de Córdova y Anton de

Montesinos, que conocían al jóven cacique y le apreciaban por


rique, solo, cubierto de andrajosos vestidos y llevando una
amor de las Casas. Ellos acojieron sus quejas, se hicieron par-

alforj ~ al hombro, se despidi6 con entereza de la llorosa y


tícipes de su justa indignacion, y lo consolaron con paternal

solicitud. Después fué á visitar á su madrina y protectora Doña acongojada Mencia y de aquel limitado circulo de amigos, y
María de Toledo, que le dió larga audiencia con su acostum-

f
sali6 de San Juan furtivament e, como un criminal que huye
del merecido castig9; el, que no abrigando en el generoso pe-
cho sino bondad y virtudes, maltratado- y escarnecido por las··.,.
que sabre el ejercian la autoridad en nombre de las leyes y de
la justicia, se obstinaba en conservar su fe sencilla en la efica-
cia de la justicia y de las leyes; y arrostrando traoajos y priva-
dones iba a buscar S U a mparo a muchas leg uas de distancia.
Lleg6 a la capital en menos de cuatro dias de marcha, y fue
bien recibido y hospedado en el convento de los dominicos, por
. los pios y virtuosos padres fray Pedro de C6rdova y Antpn de
Montesinos, que conocian al j6ven cacique y le apreciaban por
amor de las Casas. Ellos acojieron sus quejas, se hicieron par-
ticipes de s u justa indignacion; y lo consolaron con paternal
solicitud. Despues fue a visitar a SU madrina y protectora Dofia
Maria de Toledo, que le di6 larga audiencia con su· acostu m-

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416 LEYENDA IDSTORICA

416 LEYENDA HISTÓRICA

brada carifiosa benignidad, informandose minuciosamente de


<:uanto podia afectar la suerte del cacique y de Mencia, a quie-
brada cariñosa benignidad, informándose minuciosamente de

cuanto podia afectar la suerte del cacique y de Mencía, á quie-

nes de todo corazon amaba la noble Virreina. Al saber de boca

de Enriquillo la situacion á que los tiranos de la Maguana lo


nes de todo corazon amaba la noble Virreina. Al saber de boca
tenian reducido, y viéndole en tan infeliz estado, la sensible

<le Enriquillo la situacion a que los tiranos de la Maguana lo


esposa de Diego Colon vertió amargo lloro, y sintió más que

nunca la impotencia en que ella misma yacia, experimentando tenian reducido, y vi~ndole en tan infeliz estado, la sensible
los efectos de la iniquidad que se habia entronizado en la Es-

pañola.
esposa de Diego Colon vertio amargo lloro, y sintio mas que
Sus recomendaciones, no obstante, y las de los dos eminen-

tes frailes dominicos, proporcionaron á Enriquillo un punto de


nunca la impotencia en que ella misma yacia, experimentando
apoyo en el juez de residencia Alonso Zuazo, contra el despre- los efectos de la iniquidad que se habia entronizado en la Es·
cio y la indolencia de los jueces superiores ordinarios, que, ó

no se dignaban escucharle, ó cuando alguna vez conseguía


pafiola.
hacerse oir de ellos lo despedían desdeñosamente, objetándole

Sus recomendaciones, no obstante, y las de los dos eminen-


tes frailes dominicos, proporcionaron a Enriquillo un punto de
falta de pruebas, ó que no iba en forma; frase forense que

equivalía á decirle que pusiera su asunto en manos 'de procu-

apoyo en el juez de residencia Alonso Zuazo, contra el despre-


radores y abogados, y se volviera á su lugar á dormir hasta el

día del juicio. Zuazo, único hombre recto y justiciero entre

aquella turba de prevaricadores, pronto hubo de reconocer que

sus fuerzas no eran suficientes para luchar contra el desbor-


·c io y la indolencia de los jueces superiores ordinarios, que, 6
dado torrente de vicios y pasiones que afiigia á la colonia; y
no se dignaban escucharle, _6 cuando alguna vez conseguia
hacerse oir de ellos lo despedian desdefiosamente, objetandole
mermado su crédito en la corte por las intrigas de los oficiales

reales, se limitaba á hacer el bien que buenamente podia. Com-

padecióse de las desgracias de Enriquillo, y no le ocultó la difi-

cultad de que encontrara el remedio que buscaba; por lo cual


falta de pruebas, 6 que no iba en forma; frase forense que
le aconsejó mucho que perseverara en su templanza, al entre-
equivalia a decirle que pusiera su asunto en manos -Oe procu-
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radores y abogados, y se vol viera a su lugar a dormir basta el


garle una carta oficial, llamada de favor, para el teniente Go-

bernador Badillo, la cual consiguió del nuevo juez de goberna-

cion (135) licenciado Figueroa; remitiendo otra vez á aquella

dia del juicio. Zuazo, tlnico hombre recto y justiciero entre


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autoridad el asunto del quejoso cacique, con encargo de que le

administrara cumplida justicia.

aquella turba de prevaricadores, pronto bubo de reconocer que


Pobres eran por consiguiente las esperanzas del infortuna-

do Enriquillo al emprender su regreso á San Juan, con solo


s·us fuerzas no eran suficientes para luchar contra el desbor-
aquella provision irrisoria por todo despacho. En su despedida

de la Virreina obtuvo nuevas demostraciones de amistad de la


dado torrente de vicios y pasiones que afligia a la colonia; y
ilustre señora, que le entregó un pequeño crucifijo de oro como

mermado su credito en la corte por las intrigas de los oficiales


reales, se limitaba a hacer el bien que buenamente podia. Com-
padeciose de las desgracias de EnriquiUo, y no le oculto la difi-
.cultad de que encontrara el remedio que buscaba; por lo cual
le acons~jo mucho que perseverara en su ternplanza, al entre-
.garle una carta oficial, llamada de favor, para el teniente Go-
bernador Ba dillo, la cual consiguio del nuevo juez de goberna-
·c ion (J35) licenciado Figueroa; remitiendo otra vez a aquella
autoridad el as unto del quejoso cacique , con encargo de que le
administr ara cumplida justicia.
P obres eran por consiguiente las esperanzas del infortuna-
do Enriquillo al ernprender su regreso a San Juan, con solo
aquella provision irrisoria por todo despacho. En su despedida
de la Virreina obtuvo nuevas demos tracion~s de arnistad de Ja
ilustre sei'io1:a, que le entreg6 un pequefio crucifijo de oro como

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ENRIQUILLO 417
ENRIQUILLO 417

recuerdo de su parte para Mencía, Elvira no le escaseó tampo-


recuerdo de su parte para Mencia. Elvira no le escase6 ta~po­
co las muestras de buen afecto; aunque no las dió de juicio, re-

comendando al jóven que se reconciliara con Valenzuela, de


-co las muestras de buen afecto; aunque no las di6 de juicio, re-
quien no creia que tuviera mal corazon. comendando al j6ven que se reconciliara con Valenzuela, de
Fué despues el cacique á besar las manos á los frailes sus

amigos, en ambos monasterios, dominico y franciscano; y


quien no creia que tuviera mal corazon.
cuando estos santos varones, movidos á honda lástima por la

injusticia de que le veian siendo víctima, le encarecían contra


Fue despues el cacique a besar las rnanos a los frailes sus
todo evento la paciencia y esperanza en Dios, Enriquillo les
amigos, en ambos rnonasterios, domi~~co y franciscano; y
cuando estos santos varones, movidos a honda lastirna por la
contestaba invariablemente, alzando los ojos al cielo.

—Tomo á Dios por testigo de mi paciencia. Sedlo vosotros,

padres, de que me sobra razon para dejar de tenerla.

Y se volvió tristemente para la Maguana.


injusticia de que le veian siendo victima, le encarecian contra
XL
todo evento la paciencia y esperanza en Dios, Enriquillo les
contestaba invariablemente, alzando los ojos al cielo.
Ultima prueba.

Un mes duró en todo la ausencia de Enriquillo de San Juan.

Más triste fué, si cabe, el regreso que la partida: se arrojó en

los brazos de su amante esposa, que lo aguardaba contando las


-Torno a Dios por testigo de mi paciencia. Sedlo vosotros,
horas; y las primeras palabras que profirió revelaron su pro-
padres, de que me sobra razon para dejar de tenerla.
Y se volvi6 tristernente para la Maguana.
fundo desaliento:

—No hay esperanza para nosotros, Mencía de mi alma! ¡Oh!

¡cuánto he sufrido en este viaje! ¡Qué amargas reflexiones he

venido haciendo por ese camino, que jamás me ha parecido tan

largo!

— ¿Nada pudiste conseguir? — le preguntó tímidamente

Mencía.

—Esto es todo,—respondió el triste, sacando de su alforja el


XL
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pliego del Justicia mayor Figueroa (136).—Una carta de favor

para el mismo Badillo, remitiendo otra vez á este tirano mi

queja. Nuestros protectores nada pueden; ellos mismos pade-


Ultima prueba.
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cen injurias Si no fuera por tí, Mencía, amor mío,—conti-

Un mes dur6 en todo la ausencia de Enriquillo de San Juan .


nuó con exaltacion el cacique;—ya todas las tiranias y las in-

famias hubieran acabado para mí: yo alzaría la frente del libre

27
Mas triste fue, si cabe, el regreso que la partida: se arroj6 en
los brazos de su amante esposa, que lo aguardaba contando las
horas; y las primeras palabras que pr·ofiri6 revelaron su pro-
fundo desaliento:
-No hay esperanza para nosotros, Mencia de mi alma! iOhl
1cuanto he sufrido en este viaje! jQue amargas reflexiones he
venido haciendo por. ese camino, que jamas me ha parecido tan
largo!
- (Nada pudiste conseguir? - le pregunt6 timidamente
Mencia.
-Esto es todo,-res pondi6 el triste, sacando de su alforja el
pliego del Justicia mayor Fig ueroa (136).-Una carta de favor
para el mismo Badillo, remitiendo otra vez a es te tirano mi
qu~ja. Nuestros protectores nada pueden; ellos mismos pade·
cen injurias ..... Si no fuera por ti, Mencia, amor mio,-conti-
nu6 con exaltacion el cacique;-ya todas las tiranias y las in-
famias hubiera n acabado para mi: yo alzaria la fr ente del libre
'27
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418 LEYE~DA HlST6RICA

418 LEYENDA HISTÓRICA

con justa altivez, y nadie pudiera jactarse, como se jactan aho-


con justa altivez, y nadie pudiera jactarse, como se jactan aho·
ra, de que tu esposo el cacique Enriquillo no es sino un misera-

ble siervo!
ra, de que tu esposo el cacique Enriquillo no es sino un misera-
A estas palabras, Mencía se extremeció como la gentil pal-

ble siervo!
mera al primer soplo de la tempestad.

—¿Qué dices?—¿Soy yo la causa de tus humillaciones?—pre- A estas palabras, Mencia se extremeci6 como la gentil pal-
guntó á su marido con vehemencia.

—Sin tí, Mencía, una vez que esta carta de favor fuera des
mera al primer soplo de la tempestad.
preciada por Badillo, yo no sufriría más baldones. Meiría á las

-(Que dic.e s?-(Soy yo la causa de tus humillaciones?-pre-


gunt6 a su marido con vehemencia.
montañas.

—Y por qué no lo haces, y me llevas contigo?—repuso la

-Sin ti, Mencia, una vez que esta carta de favor fuera des ·
jóven con exaltado acento.—Jamás hubiera sido yo quien te

lanzara en esa vía; pero siendo ese tu sentir, yo te declaro con

toda la sinceridad de mi corazon, que prefiero vagar contigo de

monte en monte, prefiero los trabajos más duros y hasta la


preciada por Badillo, yo no sufriria mas baldones. Me iria a las
muerte, á que vivamos aquí escarnecidos y ultrajados por el
montanas.
-Y por que no lo haces, y me llevas contigo?-repuso la
villano Valenzuela y los que se le parecen.

Enrique oyó sorprendido esta enérgica declaracion," que

nunca osó esperar de su tímida consorte; y luego, tomándola

en sus robustos brazos como toma la nodriza afectuosa al tierno


j6ven con exaltado acento.- jamas hubiera sido yo quien te
infante, la besó con efusion. Pasado este movimiento de entu-
lanzara en esa via; pero siendo ese tu sentir, yo te declaro con
siasmo y recobrando la calma reflexiva que presidia á todas

sus resoluciones, notificó al reducido conciliábulo, compuesto


toda la sinceridad de mi corazon, que prefiero vagar contigo de
de Doña Leonor, Mencía y Camacho, su propósito de hacer la

última prueba de paciencia, entregando la carta de favor á Ba-


monte en monte, prefiero los trabajos mas duros y hasta la
dillo, y ateniéndose al resultado.

muerte, a que vivamos aqui escarnecidos y ultrajados por el


—¿La última prueba?—replicó la generosa Doña Leonor.—

villano Valenzuela y los que se le parecen.


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Dices bien, Enriquillo; y dice bien este ángel. Por no ver tanta

iniquidad, yo misma sería capaz de irme con vosotros á las

montañas.
Enrique oy6 sorprendido esta energica declaracion, · que
nunca os6 esperar de su timida consorte; y luego, tomandola
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A pesar de la exaltacion que denotaban estas explícitas de-

claraciones, se acordó no decir nada á Tamayo, que estaba á

la sazon en La Higuera, por temor de que se alborotara más en sus robustos brazos como toma la nodriza afectuosa al tierno
infante, la bes6 con efusion. Pasado este movimiento de entu-
'de lo conveniente.

Ansiosos los ánimos quedaron en espectativa del éxito que

tuviera la carta de favor; y al dia siguiente Enriquillo, con el

traje modesto y severo que usaba en las grandes ocasiones, fué


siasmo y recobrando la calma reflexiva que presidia a todas.
sus resoluciones, notific6 al reducido conciliabulo, compuesto
de Dona Leonor, Mencia y Camacho, su prop6sito de hacer la
ultima prueba de paciencia, entregando la cartadefavor a Ba-
dillo, y ateniendose al resultado.
-(La ultima prueba?-replico la generosa Dona Leonor .-
Dices bien, Enriquillo; y dice bien este angel. Porno ver tan ta
iniquidad, yo misma seria capaz de irme con vosotros a las
montafias.
A pesar de la exaltacion que denotaban estas explicitas de-
claraciones, se a cord6 no decir nada a Tamayo, que estaba a
la sazon en La Higuera, por temor de que se alborotara mas
'Cle lo conveniente.
Ansiosos los animos quedaron en .espectativ·a del exito que
. tuviera la carta de favor; y al dia siguiente Enriquillo, con el
traje modesto y sev ero que usaba en las grandes ocasiones, fue

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ENRIQUILLO 419
ENRIQUILLO 419

á casa del teniente Gobernador, que tan pronto como alcanzó


a -casa del teniente Gobernador, que tan pronto como alcanz6
á verlo, le dijo en alta voz y en son de reproche:

—¡Hola, buena pieza! Ya estais por aquí? Pensábamos que


a verlo, le dijo en alta voz y en son de reproche:
os habiais alzado.

—Ya veréis por este documento que os equivocábais, señor;


-jHola, buena pieza! Ya estais por aqui? Pensabamos que
—contestó Enrique; j le entregó la provision que le diera

os habiais alzado.
Zuazo.

Badillo la leyó con atencion, y volvió á mirar detenidamen- -Ya vereis por este documento que os equivocabais, senor;
te á Enriquillo, midiéndole con vista airada de piés á cabeza.

Meditó breve rato, y por último dijo al cacique:


-contest6 Enrique; y le entrego la provision que le diera
—Cada vez extraño más vuestro atrevimiento, Enriquillo.

¿Habeis visto á vuestro señor?


Zuazo.
—No conozco la ley que dé ese título para conmigo á nadie. Badillo la ley6 con atencion, y volvi6 a mirar detenidamen ·
te a Enriquillo, midiendole con vista airada de pies a cabeza.
¿Hablais acaso del señor Andrés de Valenzuela?—contestó En-

rique.

—Altanerillo me andais, cacique. De Valenzuela hablo,

repuso Badillo,—que os ha reclamado ante mi autoridad como


Medit6 breve rato, y por ultimo dijo al cacique:
prófugo.
-Cada vez extrafio mas vuestro atrevimiento, Enriquillo.
lHabeis visto a vuestro senor?
—Ya veis que se engañaba,—volvió á decir Enriquillo.

—Sea; mas no por eso dejaréis de ir desde aquí á su presen-

cia. ¡Con Dios!—acabó desabridamente Badillo.

Y al punto ordenó á dos de sus alguaciles que fueran custo-


-No conozco la ley que de ese titulo para conmigo a nadie.
diando á Enriquillo, hasta ponerlo á la disposicion de su amo
lHablais acaso del sen.or Andres de Valenzuela?-contest6 En-
rique.
el señor Valenzuela.

Así lo hicieron los esbirros, ó hablando con más propiedad,

el mismo cacique fué muy de su grado á cumplir el mandato

de la autoridad. Valenzuela lo recibió con sañudo talante, y


-Altanerillo me andais, cacique. De Valenzuela hablo,
repuso Badillo,-que os ha reclamado ante mi autoridad como
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dando á su voz todo el volúmen y el énfasis de que era suscep-

tible, dijo á Enriquillo:

—Deseo saber, señor bergante, dónde habeis estado en todo


pr6fugo.
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este tiempo.

—Fui á Santo Domingo á quejarme de vos y del señor Badi-


-Ya veis que se enganaba,-volvi6 a decir Enriquillo.
llo;—contestó Enrique sin vacilacion ni jactancia, como quien

-Sea; ma~ no por eso dejareis de ir desde aqui a su presen-


presenta la excusa más natural del mundo.

—Y qué obtuvisteis, señor letrado?—preguntó Valenzuela cia. jCon Dios!-acab6 desabridamente Badillo.
burlándose.

—Una simple carta de favor,—dijo el cacique,—de la cual


Y al punto orden6 a dos de sus alguaciles que fueran custo-
diando a Enriquillo, hasta ponerlo a la disposicion de SU amo
el senor Valenzuela.
Asi lo hicieron los esbirros, 6 hablando con mas propiedad,
el mismo cacique fue muy de su grado a cumplir el mandato
de la autoridad. Valenzuela lo recibi6 con safiudo talante, y
dando a su voz todo el voltlmen y el enfasis de que era suscep-
tible, dijo a Enriquillo:
-Deseo saber, senor bergante, d6nde habei s estado en todo
este tiempo. .
-Fui a Santo Domingo a quejarme de vos y del senor Badi-
llo;-contest6 Enrique sin vacilacion ni jactancia, como quien
presenta la excusa m as natural del mundo. '
-Y que obtuvisteis, senor letrado?- pregunt6 Valenzuela
burlandose.
-Una simple carta de favor,-dijo el cacique,-de la cual
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420 LEYENDA HIST6RICA

no ha hecho caso el sefior Badillo, quien manda ponerme a


420 LEYENDA HISTÓRICA

no ha hecho caso el señor Badillo, quien manda ponerme á

vuestra disposicion.

—¿Es por soberbia, ó por humildad, que así me respondeis?


vuestra disposicion.
—volvió á preguntar Valenzuela, no acertando á definir la na-
-(Es por soberbia, 6 por humildad, que asi me respondeis?
-volvi6 a preguntar Valenzuela, no acertando a definir la na-
turaleza de las contestaciones de Enriquillo.

—Haced de mí lo que os plazca, señor. Solo sé decir la

verdad.

tural~za de las contestaciones. de Enriquillo.


—Iréis á la cárcel, Enriquillo, para corregir vuestro atre-

vimiento.
-Haced de mi lo que o~ plazca, sefior. Solo se decir la
verdad.
—Si no es más que eso, vamos de aquí;—dijo el cacique á

sus guardianes.

—Es algo más que eso,—agregó Valenzuela despidiéndole:

—ponedle en el cepo, y que pase en él la noche.


-Ireis A la carcel , Enriquillo, para corregir vuestro atre-
Con esto, alguaciles y prisionero se retiraron á cumplir la

vimiento .
-Si no es mas . que eso, vamos de aqui;-dijo el cacique a
órden del insolente hidalgo. Enriquillo manifestó, no ya mera

tranquilidad, sino una satisfaccion extraordinaria; y en tanto

que caminaba con paso igual y seguro en medio de los minis-

triles, repetia, como hablando consigo mismo:


sus guardianes.
—¡Ya lo veis, Don Francisco; basta! He cumplido con vos

-Es algo masque eso,-agreg6 Valenzuela despidiendole:


más allá de lo que hubiérais exijido, }r basta! Don Francisco,

basta!
-ponedle en el cepo, y que pase en el la noche.
Los esbirros escuchaban con extrañeza este monólogo, y el

uno dijo á su colega, llevándose un dedo á la sien con aire de


Con esro, alguaciles y prisionero se retiraron a cumplir la
lástima:

6rden del insolente hidalgo. Enriquillo ma~ifest6, no ya mera


—Está loco!

XLI tranquilidad, sino una satisfaccion extraordinaria; y en tanto


Alzamiento.

que caminaba con paso igual y seguro en mediq de los minis-


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Acaso logra el águila prisionera romper las ligaduras con

que una mano artificiosa la prendiera en traidora red; y entón-

ces, nada más grato y grandioso que ver la que fué ave cautiva,
triles, repetia, como hablando consigo mismo:
-jYa lo veis, Don Francisco ; basta! He cumplido con vos
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ya en libertad, extender las pujantes alas, enseñorearse del es-

mas alla de lo que hubierais exijido, y basta! Don Francisco ,


pacio etéreo, describir magestuosamente ámplios círculos, y

elevar más y más el ráudo vuelo, como si aspirara á confun-

dirse entre los refulgentes rayos del sol.

bast a!
Los esbirros escuchaban con extrafieza este mon6logo, y el
ui10 dijo a su colega, llevandose un dedo a la sien con aire de
lastima:
-Esta loco!

XLI

Alzamiento.
I

Acaso logr a el aguila prisionera romper las ligadura s con


que una mano artificiosa la prendiera en traidora red; y ent6n-
ces , nada m as g rato y grandioso que ver la que fue ave cautiva,
ya en libertad, extender las pujantes alas, ·ensefiorearse del es-
pacio etereo, describir magestuosamente amplios circulos , y
elevar mas y m as el r audo v uelo, como si aspirara a confun-
dirse entre los r efulgentes rayos del sol.
....
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ENRIQUILLO 42°1
ENRIQUILLO 421

Aun no hace ocho dias que Enriquillo, el abatido, el humi-


Aun no hace ocho dias que Enriquillo, el abatido, el humi-

llado, el vilipendiado cacique, ha salido de la inmunda cárcel,


llado, el vilipendiado cacique, ha salido de la inmunda carcel,
donde lo sumieran el capricho y la arbitrariedad de sus fieros

cuanto gratuitos enemigos. Cada minuto, de los de esa tregua


donde lo sumierari el capricho y la arbitrariedad de sus fieros
de libertad ficticia, ha sido activa y acertadamente aprovecha-

cuanto gratuitos enemigos. Cada minuto, de los de esa tregua


do para los grandes fines que revuelve en su mente el infortu-

nado siervo de Valenzuela. de libertad ficticia, ha sido activa y acertadamente aprovecha·


do para los grandes fines que revuerve en su mente el infortu-
Tamayo se multiplica, vá, viene, vuelve, corre de un ladoá

otro con el fervor de la pasion exaltada, que vé llegar la hora

de alcanzar su objeto. Enriquillo ordena, manda, dirije, prevé:

nado siervo de Valenzuela.


Tamayo se multiplica, va, viene, vuelve, corre de un lado a
Tamayo ejecuta sin réplica, sin exámen, con ciega obediencia,

todas las disposiciones del cacique. Este es el pensamiento y la

otro con el fervor de la pasion exa.ltada, que ve llegar ·1a hora


voluntad; aquél es el instrumento y la accion. Lo que en una

semana prepararon é hicieron aquellos dos hombres, se hubie-

ra juzgado tarea imposible para veinte en un mes.

La fuga á las montañas está decidida; pero se trata de un


de alcanzar su' objeto. Enriquillo ordena, manda, dirije, preve:
alzamiento en forma, una redencion, mejor dicho. Enriquillo
Tamayo ejecuta sin replica, sin examen, con ciega obediencia,
todas las disposiciones del cacique. Este es el pensamiento y la
no quiere matanza, ni crímenes; quiere tan sólo, pero quiere

firme y ardorosamente, su libertad y la de todos los de su raza.

Quiere llevar consigo el mayor número de indios armados, dis-

puestos á combatir en defensa de sus derechos; de derechos


voluntad; aquel es el instrument-0 y la accion. Lo queen una
¡ay! que los más de ellos no han conocido jamás, de los cuales
semana prepararon e hicieron aquellos dos hombres, se hubie-
no tienen la más remota idea, y que es preciso ante todo hacer-

les concebir, y enseñárselos á definir, para que entre en su


ra juzgado tarea imposible para veinte en un mes.
ánimo la resolucion de reivindicarlos á costa de su vida si fuere

necesario. Y ese trabajo docente, y ese trabajo reflexivo y ac-


La fuga a las montafias esta decidida; pero se trata de un
tivo, lo hacen en tan breve tiempo la prudencia y la energía de
alzamiento en forma, una redencion1 mejor dicho . Enriquillo
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Enriquillo y de Tamayo combinadas.

Un dia más, y la hora de la libertad habrá sonado; y mién-


no quiere matanza, ni cdmenes; quiere tan solo, pero quiere
tras Enrique, seguido de dos docenas de indios deá pié y deá ca-

firm e y ardorosamente, su libertad y la de todos los de su raza.


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ballo, trasportará á Mencía á las montañas del Bahoruco, otros

muchos siervos de la Maguana, en grupos más ó ménos nume-

Quiere llevar consigo el mayor ·nt1mero de indios armados, dis-


puestos a combatir en defensa de sus derechos; de derechos
rosos, se dirijirán por diversos caminos al punto señalado; y el

valeroso Tamayo, con diez compañeros escojidos por él, aguar-

jay! que los mas de ellos no ban conocido jamas, de los cuales
dará á que la noche tienda su negro manto en el espacio, para

caer por sorpresa sobre la cárcel, y arrebatar á Galindo del

oscuro calabozo en que el desdichado purga su fidelidad y ab-

no tienen la mas remota idea, y que es preciso ante todo hacer-


les concebir, y ensefiarselos a definir, para que entre en su
animo la resolucion de reivindicarlos a costa de su vida si fuere
necesario. Y ese trabajo docente, y ese trabajo reflexivo y ac-
ti vo, lo hacen en tan breve tiempo la prudencia y la energia de
Enriquillo y de Tamayo combinadas.
Un dia mas, y la hora de la libertad habra sonado; y mien-
tras Enrique, seguido de dos docenas de indios de a pie y de a ca·
hallo, trasportara a Mencia a las montafias del Bahoruco, otros
muchos siervos de la Maguana, en grupos m as 6 m eno s nume-
rosos, se dirijiran por diversos caminos al pun to sefialado; y el
valeroso Tamayo, con diez compafieros escojidos por el, aguar-
dara a que la noche tienda su negro manto en el espacio, para
caer por sorpresa sobre la ca rcel, y arrebatar a Galindo del
oscuro,_calabozo en que el .desdichado purga s u fidelidad y ab·

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422 LEYENDA IDST6RICA

422 LEYENDA HISTÓRICA

negacion, hasta tanto que el juzgado superior confirme el fallo


negacion, hasta tanto que el juzgado superior confirme el fallo
de Badillo condenándole á pena de horca. de Badillo condenandole a pena de horca.
La Higuera es el sitio donde se reunen los principales ini-
La Higuera es el sitio donde se reunen los principales ini-

ciados en la conjuracion, para dar los últimos toques al plan

trazado por Enriquillo. Allá han vuelto pocos de los indios que

Valenzuela hizo conducir á el Hato; lo que atenuando la vigi-


ciados en la conjuracion, para dar los ultimos toques al plan
lancia de los feroces calpisques, facilita la adopcion de medi-
trazado por Enriquillo. Alla han vuelto pocos de los indios que
das preparatorias que en otro caso no hubieran dejado de lla-

mar su atencion. Allí están congregados los caciques subalter-


Valenzuela hizo conducir a el Hato; lo que atenuando la vigi-
nos Maybona, Vasa, Gascon, Villagran, Incaqueca, Matayco

y Antrabagures (137); todos resueltos á seguir á Enriquillo con


lancia de los feroces calpisques, facilita la adopcion de medi-
sus tribus respectivas. Allí tambien los caciques de igual clase,

das preparatorias queen otro caso no hubieran dejado de Ha-


Baltasar de Higuamuco, Velázquez, Anton y Hernando del

Bahoruco, que con algunos otros deben quedarse tranquilos por mar su atencion. Alli estan congregados los caciques subalter-
algun tiempo, con el fin de proveer de armas, avisos y socorros

de todo género á los alzados, á reserva de seguirlos abierta-


nos Maybona, Vasa, Gascon, Villagran, Incaqueca, Matayco
mente en sazón oportuna. Otros tres caciques, cuyos nombres

son Pedro Tórres, Luis de la Laguna y Navarro (138), toman


y A ntrabag-ures ( 137); todos resueltos a seguir a Enriquillo con
á su cargo llevarse consigo al Bahoruco los magníficos perros sus tribus respectivas. Alli tambien los caciques de igual clase,
Baltasar de Higuamuco, Velazquez, Anton y Hernando del
de presa de Luis Cabeza de Vaca y de los hermanos Antonio y

Gerónimo de Herrera, ricos vecinos y ganaderos de la Magua-

na, á quienes estaban encomendados los referidos caciques.

Estas disposiciones comienzan á recibir puntual ejecucion


Bahoruco, que con algunos otros deben quedarse tranquilos por
desde la noche siguiente. algun tiempo, con el fin de proveer de armas, avisosy socorros
de todo genero a los alzados, a reserva de seguirlos abierta-
Enriquillo vá por la tarde á la Villa á tomar consigo á Men-

cía, que se despide amorosamente de su buena amiga Doña

Leonor. Esta hace que el cacique le prometa enviarle muy

mente en saze>n oportuna. Otros tres caciques, cuyos nombres


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pronto con las necesarias precauciones un emisario discreto,

para enterarla del éxito de su alzamiento; y ofrece á su vez


son Pedro T6rres, Luis de la Laguna y Navarro (138), toman
a su cargo llevarse consigo al Bahoruco los magnificos perros
hacer en toda la Maguana y escribir á Santo Domingo la de-
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fensa de aquella resolucion extrema, para que todos sepan con

cuanta razon la habia adoptado su infeliz amigo. Enrique, pe-

netrado de honda gratitud, besalamano á aquella generosa


de presa de Luis Cabeza de Vaca y de los hermanos Antonio y
muger, y parte con su esposa para La Higuera.

Ger6nimo de Herrera, ricos vecinos y ganaderos·de la Magua-


na, a quienes estaban encomendados los referidos caciques.
Hacen sin pérdida de tiempo sus preparativos para la fuga:

las santas imágenes domésticas, las ropas y los efectos de ma-

yor aprecio y utilidad de ámbos esposos, en bultos de diversos

Estas disposiciones comienzan a recibir ·puntual ejecucion


desde la noche·siguiente.
Enriquillo vapor la tarde a la Villa a tomar consigo a Men-
cia, que se despide amorosamente de su buena amiga Dofia
Leonor. Esta hace que el cacique le prometa enviarle muy
pronto ~on las necesadas precauciones un emisario discrete,
. para enterarla del exito de su alzamiento; y ofrece a su vez
hacer en toda la Maguana y escribir a Santo Domingo la de-
fensa de aquella resolucion extrema, para quc todos sepan con
cuanta razon la habia adoptado su infeliz amigo. Enrique, pe-
netrado de honda gratitud, b~sa la mano a aquella generos3:
muger, y parte con su esposa para La Higuera.
Hacen sin perdida de tiempo sus preparativos para la fuga:
las santas imagenes domesticas, las ropas y los efectos de ma-
yor aprecio y utilidad de ambos esposos, en bultos de di versos

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ENRIQUILLO 423
ENRIQUILLO 423

tamaños, son confiados á unos cuantos mozos indios, ágiles y


.tamafios, son confiados a unos cuantos mozos indios, agiles y
fuertes. Mencía tambien es conducida en una cómoda litera,
fuertes. Mencia tambien es con.ducida en una c6moda litera,
Uevada por un par de robustos naborias que no sienten inco·
llevada por un par de robustos naborías que no sienten inco-

modidad ni fatiga con aquel leve y precioso fardo; otros llevan

del diestro dos ó tres caballos destinados á relevos, y entre los

cuales luce el dócil y gallardo potro, regalo de Doña Leonor á


modi.dad ni fatiga con aquel leve y precioso fardo; otros llevan
Mencía, cubierto de ricos jaeces, para el uso de la jóven seño-
<lel diestro dos 6 tres caballos destinados a relevos, y entre los
cuales luce el d6cil y gallardo potro, regalo de Dona Leonor a
ra. Anica monta con desembarazo una excelente cabalgadura,

y Enriquillo cierra la marcha con cuatro jinetes más y el res-

to de la escolta á pié, todos perfectamente armados.

En el órden referido salieron de La Higuera, donde queda-


Mencia, cubierto. de ricos jaeces, para el uso de la j6ven seno-
ba casi solo el buen Camacho, que incapaz de abandonar el sitio

ra. Anica monta con .desembarazo una excelente cabalgadura,


en que le dejara su amo, despues de hacer cristianas adverten-

cias á Enriquillo, permanecía orando fervorosamente en la er- y. Enriquillo cierra la marcha con cuatro jinetes mas y el res-
mita, por el éxito feliz de su formidable empresa. Era noche

cerrada cuando los peregrinos se pusieron en marcha, sin que


to de la escolta a pie, todos perfectamente armados.
los confiados opresores llegaran á sospechar siquiera el propó-

sito de las víctimas, conjuradas para recuperar su libertad.


En el 6rden referido salieron de La Higuera) donde queda-
La parte del proyecto encomendada á Tamayo fué la que ba casi solo el buen Camacho, que incapaz de abandonar el sitio
en· que le dejara su amo, despues de hacer cristianas adverten-
presentó mayores dificultades. Cierto que la cárcel estaba flo-

jamente custodiada por media docena de guardas que tenian

casi olvidado el uso de sus enmohecidos lanzones; pero aquella

noche quiso la casualidad, ó el diablo, que nunca duerme, que


cias a Enriquillo, permanecia orando fervorosamente en la er·
el teniente Gobernador y los regidores de la villa dieran un sa- mita, por el exito feliz de su formidable empresa. Era noche
~errada cuando los peregrinos se pusieron en marcha, sin que
rao en la casa del Ayuntamiento, situada á corta distancia de

la cárcel, festejando oficialmente la investidura imperial del

Rey Don Carlos de Austria (139).

los confiados opresores llegaran a sospechar siquiera el prop6-


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Tamayo no encontró, pues, á la media noche, cuando fué

con sus hombres á libertar á Galindo, la soledad y las tinieblas


sito de las victimas, conjuradas para recuperar su libertad.
La parte del proyecto encomendada a Tamayo fue la que
que debian ser sus mejores auxiliares; y comenzaba á desespe
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rarse por el contratiempo, cuando le ocurrió un ardid que lle-

vó á cabo inmediatamente.

Dispuso que dos de sus compañeros fueran á poner fuego á


present6 mayores dificultades. Cierto que la carcel estaba ft.o-
la casa de uno de los pobladores que él más aborrecía por sus
jamente custodiada yor media do~ena de guardas que tenian
crueldades, y en tanto que se ejecutaba la despiadada órden,

él, con su gavilla, se quedó oculto detrás de la iglesia, esperan-


-easi olvidado el uso de sus enmohecidos lanzones; pero aquella
do el momento de obrar por sí.

noche. quiso la casualidad, 6 el diablo, que nunca duerme, que


el teniente Gobernador y los regidores de la villa dieran un sa-
rao en la ~asa del Ayuntamiento, situada a corta distancia de
la carcel, festejando oficialmente la investidura imperial del
Rey Don Carlos de Austria ( 139).
Tamayo no encontr6 1 pues, a la media noche, cuando fue
con SUS hombres a libertar a Galindo, la soledad y las tinieblas
que debian ser sus mejores auxiliares; y comenzaba a desespe-
rarse por el contratiempo, cuando le ocurri6 un a:rdid que 11e-
v.6 a cabo inmediatamente.
Dispuso que dos de SUS compafieros fueran a poner fuego a
la casa de uno de los pobladores que el mas aborrecia por sus
crueldades, yen tanto que se ejecutaba la despiadada 6rden,
el, con su gavilla, se qued6 oculto detras de la iglesia, esperan-
do el momento de obrar por si.

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424 LEYENDA HIST6RICA

424 LEYENDA HISTÓRICA

No pasó media hora sin percibirse el rojo reflejo de las lla-


No pas6 media hora sin percibirse el rojo reflejo de las lla-
mas coloreando con siniestro fulgor las tinieblas de la noche.
mas coloreando con siniestro fulgor las tinieblas de la noche.
Ent6nces Tamayo corri6 al campanario de la iglesia, que no
Entónces Tamayo corrió al campanario de la iglesia, que no

era de mucha elevacion, y tocó á rebato las campanas, dando

la señal de incendio.

Los encargados de la autoridad salieron todos precipitada-


era de mucha elevacion, y toc6 a rebato las campanas, dando
mente á llenar, ó hacer que llenaban, el deber de acudir al lu-
la sei'ial de incendio.
Los encargados de la autoridad salieron todos precipitada-
gar del incendio. Siguiéronles en tropel todos los caballeros-y

músicos de la fiesta, y en pos de éstos los guardianes de la cár-

cel abandonaron su puesto para ir tambien á hacer méritos á

los ojos de sus superiores. Esto era precisamente lo que previo


mente a llenar, 6 hacer que llenaban, el deber de acudir al lu·
y esperaba Tamayo. Corrió como una exhalacion adonde esta-
gar del incendio. Siguieronles en tropel todos los caballeros ·Y
ban los suyos, y cargando todos á un tiempo con las férreas

barras de que estaban provistos, hicieron saltará vuelta de po-


musicos _de la fiesta, yen pos de estos los guardianes de la car·
cos esfuerzos las puertas de la cárcel, penetraron en su interior,

y Tamayo voló ,á la mazmorra en que yacia el pobre Galindo,


eel abandonaron SU puesto para ir tambien a hacer meritos a
aherrojados los piés con pesados grillos. Sin detenerse ni vaci-

los ojos de sus superiores. Esto era precisamente lo que previ6


lar, el fuerte indio toma en brazos á su compañero, sube en

dos saltos las gradas de la mazmorra, y sale con su carga de


y esperaba Tamayo. Corri6 como una exhalacion adonde esta-
la cárcel, seguido de toda la partida expedicionaria, ántes de

que nadie pudiera darse cuenta del audaz golpe, y cuando el


ban los suyos, y cargando todos a un tiempo con las ferreas
incendio estaba aun en su apogéo. Los demás presos se queda-

barras de que estaban provistos, hicieron saltar a vuelta de po-


ron por un instante suspensos, y pasado un buen rato fué cuan-

do los más listos y deseosos de salir de aquel triste lugar, si- cos esfuerzos las puertas de la ca.reel, penetraron en su interior,
guieron las huellas de sus inopinados libertadores.

Otros presos más tímidos permanecieron allí temblando y


y Tamayo vol6 .a la mazmorra en que yacia el pobre Galindo.
dieron cuenta de lo ocurrido, despues que sofocado el incendio

aherrojados los pies con pesados grillos. Sin detenerse ni vaci-


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volvieron á sus puestos con aire de triunfo el alcaide y los guar-

das, quienes se llenaron de estupor al darse con las prisiones


lar, el fuerte indio toma en brazos a su compafiero, sube en
dos saltos las gradas __de la mazmorra, y sale con su carga de
forzadas y todo el establecimiento en desórden. El teniente Go-
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bernador y los regidores recibieron aviso inmediatamente; y

una estruendosa alarma, cundiendo al punto de casa en casa,

mantuvo en vela por todo el resto de la noche á los asombra-


la ca.reel, seguido de toda la partida expedicionaria, antes d~
dos habitantes de San Juan de la Maguana.
que nadie pudiera darse cuenta del audaz golpe, y cuando el
incendio estaba aun en su apogeo. Los demas presos .se queda-
ron por un instante suspensos, y pasado un buen 1:ato fue cuan-
do los mas listos y deseosos de salir de aquel triste lugar, si-
guieron las huellas de sus inopinados libertadores.
Otros presos mas timidos permanecieron alli temblando y
dieron c.uenta de lo. ocurrido, despues que sofocado el ince~dio
volvieron a sus puestos con aire de triunfo el alcaide y los guar-
das , quienes se llenaron de estupor al darse con las prisiones
forzadas y todo el establecimiento en des6rden. El teniente Go-
ber nador y los regidores recibieron aviso inmediatamente; y
una estruendosa alarma, cundiendo al punto de casa en c8:sa,
mantuvo en vela por todo el resto de la noche a los asombra-
dos habitantes de San Juan de la Maguana .

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ENRIQUILLO 42t>
ENRIQUILLO 425

XLII

Libertad.

Las magestuosas montañas del Bahoruco se presentaron á


XLII
las ávidas miradas de los infelices que iban á buscar en ellas

su refugio, al caer la tarde que siguió á su nocturna emigra-

ción de la Maguana. Viendo en lontananza aquella ondulante


Libertad.
aglomeracion de líneas curvas que en diversas gradaciones li-

mitaban el horizonte al oeste, destacándose sobre el puro azul

del éter, Vasa, uno de los caciques indios de la escolta, detuvo


Las magestuosas montafias del Bahoruco se presentaron a
su caballo, señaló con la diestra extendida la alta sierra, y pro-
las avidas miradas de los infelices que iban a buscar en ellas
su refugio, al caer la tarde que sigui6 a su nocturna emigra-
nunció con recojimiento estas solemnes palabras: Allí está la

libertad! Los demás indios oyeron esta expresiva exclamacion

conmovidos, y algunos la repitieron maquinalmente, contem-

plando las alturas con lágrimas de alegría. Entónces Enriquillo


ci6n de la Maguana. Viendo en lontananza aquella ondulante
les habló en estos términos:

aglomeracion de lineas curvas que en di versas gradaciones Ii·


—Sí, amigos mios; allí está la libertad, allí la existencia del

hombre, tan distinta de la del siervo! Allí el deber de defender


mitaban el horizonte al oeste, destacandose sobre el puro azul
esforzadamente esa existencia y esa libertad; dones que hemos

de agradecer siempre al Señor Dios Omnipotente, como bue-


deleter, Vasa, uno de los caciques indios de la escolta, detuvo
nos cristianos.

su caballo, sefial6 con la diestra extendida la al ta sierra, y pro-


Esta corta alocucion del cacique fué escuchada con religio-

so respeto por todos. El instinto natural y social obraba en los nunci6 con recojimiento estas solemnes. palabras: Alli esta la
libertad! Los demas indios oyeron es ta expresi va exclamacion
ánimos, haciéndoles comprender que su más perentoria nece-

sidad era obedecer á un caudillo; que ese caudillo debia ser

Enrique Guarocuya, por derecho de nacimiento y por los títu-

los de una superioridad moral é intelectual que no podian des-


conmovidos, y algunos la repitieron maquinalmente, con tern·
conocerse. Vasa y los demás caciques de la escolta eran preci-
plando las alturas con lagrimas de alegria. Ent6nces Enriquillo
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les habl6 en estos terminos:


samente los más idóneos, por su valor é inteligencia, para apro-

piarse la gefatura y la representacion de los demás indios.

Enriquillo fué aclamado allí mismo por ellos como caudillo so-

-Si, amigos mios; alli esta la libertad, alli la existencia del


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berano, sin otra formalidad ó ceremonia prévia que el jura-

mento de obedecerle en todo, segun lo propuso el viejo Antra-


hombre, tan distinta de la del siervo! Alli el deber de defender
bagures.

Casi al anochecer comenzaron á subir por un escabroso


esforzadamente esa existencia y esa libertad; dones que hemos
'

de agradecer siempre al Senor Dios Omni'potente, como bue-


nos cristianos.
Esta corta alocucion del cacique fue escuchada con religio-
so respeto por todos. El instinto natural y social obraba en los
animos, haciendoles comprender que su mas perentoria. nece-
sidad era obedecer a un caudillo; que ese .caudillo debia ser
Enrique Guarocuya, por derecho de nacimiento y por los titu·
los de una superioridad moral e intelectual que no podian des-
conocerse. Vasa y los demas caciques de la escolta eran preci-
samente los mas id6neos, por su valor e inteligencia, para apro-
piarse la gefatura y . la representacion de los demas indios.
Enriquillo fue aclamado alli mismo por ellos como caudillo so-
berano, sin otra formalidad 6 ceremonia previa que el jura-
mento de obedecerle eh todo, segun lo propuso el viejo Antra-
bagures.
Casi al anochecer comenzaron a subir por un cscabroso

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426 LEYENDA HIST6RICA

426 LEYENDA HISTÓRICA

desfiladero, que se abría paso por entre derriscos perpendicu-


desfiladero, que se abria paso por entre derriscos perpendicu-
lares y oscuros abismos. En aquella hora el sitio era lúgubre y
lares y oscuros abismos. En aquella hora el sitio era higubre y
horroroso. Mencia sinti6 crisparse sus cabellos por efecto del
horroroso. Mencía sintió crisparse sus cabellos por efecto del

pánico que helaba su sangre, al oir resbalar por la pendien-

te sombría las piedras que se desprendían al paso de los con-

ductores de su litera; pero Enriquillo, que se habia desmonta-


panico que helaba su sangre, al oir resbalar por la pendien-
do del caballo confiándolo á un jóven servidor, seguía á pié á
te sombria las piedras que se desprendian al paso de los con-
ductores de su litera; pero Enriquillo, que se habia desmonta-
corta distancia de su esposa, que al verle llegarse á ella ágil y

con planta segura en los pasos más difíciles, recobraba la se-

renidad, y acabó por familiarizarse con el peligro.

Pararon al fin en una angosta sabaneta, donde habia dos ó


do del caballo confiandolo a un j6ven servidor, seguia ~pie a
tres chozas de monteros; y allí se dispuso lo necesario para pa-

corta distancia de su esposa, que al verle llegarse a ella agil y


sar la noche. Hízose lumbre, se aderezaron camas para Mencía

y Anica, con las mantas de lana y algodon de que llevaban


con planta segura en los pasos mas dificiles, . recobraba la se-
buena copia, y los demás se instalaron como mejor pudieron,

despues de cenar de lo que llevaban á prevencion. Hicieron


renidad, y acab6 por familiarizarse con el peligro.
todos devotamente sus oraciones, y se entregaron al descanso.

Pararon al fin en una angosta sabaneta, doJ!de habia dos 6


*Al amanecer, la caravana siguió viaje al interior de las

montañas. Antes del medio día llegó á las orillas de un ria-


tres chozas de monteros; y alli se dispuso lo necesario para.pa-
chuelo, que serpenteaba entre enormes piedras: lo vadearon,

subieron todavía una empinada cuesta, y se hallaron en un lin-


sar la noche. Hizose lumbre, se aderezaron camas para Mencia
do y feraz vallecito, circundado de palmeras y otros grandes

y Anica, con las mantas de lana y algodo:p. de que llevaban


árboles. Desde allí se descubria un vasto y gracioso panorama

de montes y laderas, matizadas á espacios con verdes y lozanos buena copia, y los demas se instalaron como mejor pudieron,
despues de cenar de lo que llevaban a prevencion. Hicieron
cultivos. Aquel fué el sitio de la eleccion de Enriquillo para

hacer su primer caserío ó campamento estable, y así lo declaró

á sus subordinados; comunicándoles al mismo tiempo que su

todos devotamente sus oraciones, y se entregaron al descanso.


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plan consistia en multiplicar sus sementeras y habitaciones en

todos los sitios inaccesibles y de favorables circunstancias, que \Al amanecer, la caravana sigui6 viaje al interior de las
montafias. Antes del medio dia lleg6 a ·las orillas de un ria-
fueran encontrando en la extensa sierra; á fin de tener asegu-
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rado el sustento, y cuando no pudieran sostenerse en un punto,

pasar á otro donde nada les hiciese falta.

Todos aplaudieron la prudente disposicion, y se pusieron á


chuelo, que serpenteaba entre enormes piedras: lo vadearon,
trabajar con ardor para cumplirla. Una cabaña espaciosa y
subieron todavia una empinada cuesta, y se hallaron en un lin-
do y feraz vallecito, circundado de palmeras y otros giandes
bastante cómoda quedó construida aquel mismo dia, para el

cacique soberano y su esposa; otras varias de muy buen pare-

cer la rodearon en seguida, y las cuadrillas de labradores, bien

arboles. Desde alli se descubria un vasto y gracioso panorama


de montes y laderas, matizadas a espacios con verdes y lozanos
cultivos. Aquel fue el sitio de la election de Enriquillo para
hacer su primer caserio 6 campamento estable, y asi lo declar6
a sus subordinados; comunicandoles al mismo tiempo que su
plan consistia en multiplicar sus sementeras y habitaciones en
to do s los sitios inaccesibles y de fa vora bl es circunstancias, que
fueran encontrando en la extensa sierra ; a fin de tener asegu-
rado el sustento, y cuando no pudieran sostenerse en un punto,
pasar a otro donde nada les hiciese falta.
Todos aplaudieron la prudente disposicion, y se pusieron a
tra bajar con ardor para cumplirla. Una cabana espaciosa y
bastante c6moda qued6 construida aquel mismo dia, para el
cacique soberano y su es posa; otras varias de muy buen pare-
cer la rodearon en segtiida, y las cua drillas de labradores, bien

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ENRIQUILLO 427
ENRIQUILLO 427 repartidas, comenzaron desde luego a trabajar en los conucos,
repartidas, comenzaron desde luego á trabajar en los conucos,

desmontando y cercando terrenos los unos; limpiándolos y


desmontando y cercando terrenos los unos; limpiandolos y
sembrando diversos cereales los otros. El tiempo era magnifi-

co, y favorecía admirablemente á estas faenas.


sembrando di versos cereal es los otros. El tiempo era m.agnifi-
Por la noche, el cacique congregó ante la puerta de su ha- co, y favorecia admirablemente a estas faenas.
Por la noche, el cacique congreg6 ante la puerta de su ha-
bitacion á todos los' circunstantes, y rezó el rosario de la Vir-

gen; costumbre que desde entónces quedó rigurosamente esta-

blecida, y á que jamás permitió Enriquillo que nadie faltara

nunca (140). Los dos días siguientes se emplearon de igual


bitacion a todos los· circunstantes, y rez6 el rosario de la Vir·
manera en organizar el género de vida, las ocupaciones y po-
gen; costumbre que desde ent6nces qued6 rigurosamente esta·
blecida, y a que jamas permiti6 Enriquillo que nadie faltara
licía de aquella colonia dócil y activa. Despues comenzaron á

afluir indios fugitivos de diferentes procedencias: primero los

que de antemano estaban errantes por las montañas; más tar-

de los que seguían desde la Maguana á sus caciques, segun la


nunca (140). Los dos dias siguientes se emplearon de igual
consigna que oportunamente recibieran. Por último, iban acu-

manera en organizar el genero de vida, las ocupaciones y po-


diendo los que en distintas localidades del sur y el oeste de la

isla recibian de Enriquillo mismo ó de sus compañeros aviso ó


licia de aquella ~olonia d6cil y activa. Despues comenzaron a
requerimiento especial de irse al Bahoruco á vivir en libertad.

Al tercer día ya pudo contar Enrique hasta un centenar de


afiuir indios fugitivos de diferentes procedencias: primero los
indios de todas edades y de ambos sexos en su colonia; de ellos

que de antemano estaban errantes por las montafias; mas tar-


de los que seguian desde la Maguana a sus caciques, segun la
once que llevaban título de caciques, y veinte y siete hombres

aptos para los trabajos de la guerra, armados de lanzas y espa-

das los primeros; de puñales, hachas y otras armas ménos

ofensivas los demás. Algunos tenian ballestas que aun no sa-


consigna que oportunamente recibieran. Por ultimo, iban acu·
bian manejar; otros un simple chuzo, y no faltaban gruesas

espinas de pescado en la punta de un palo, á guisa de lanza.


diendo los que en distintas localidades del sur y el oeste de la
Este era el número y equipo bélico de la primera gente de isla recibian de Enriquillo mismo 6 de sus compafieros aviso 6
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requerimiento especial de irse al Bahoru~o a vivir en libertad.


armas de Enriquillo, cuando llegó Tamayo al campamento se-

guido de Galindo y los demás expedicionarios que habian for-

zado la cárcel de San Juan, recogiendo y trayéndose de paso

Al tercer dia ya pudo contar Rnriqu·e hasta un centenar de


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media docena de mosquetes y otras armas. Enrique reprobó

mucho el incendio que sirvió para preparar la fechoría, medio


indios de todas edades y de ambos sexos en su colonia; de ellos
once que llevaban titulo de caciques, y veinte y siete hombres
que no habia entrado en sus miras. Tamayo se disculpó como

pudo, y, abonado por el éxito incruento y por la presencia de

Galindo, á quien Enrique abrazó con efusion, quedó por bueno,

válido y digno de aplauso todo lo que el bravo teniente habia


aptos para los trabajos de la guerra, armados de lanzas y espa-
hecho.
das los primeros; de pufiales, hachas y otras armas menos
/

ofensivas los demas . Algunos tenian ballestas que aun no sa-


bian manejar; otros un simple chuzo, y no faltaban gruesas
espinas de pescado en la punta de un palo, a guisa de lanza.
Este era el ntimero y equipo belico de la primera gente de
arrrias de Enriquillo, cuando lleg6 Tamayo al campamento se-
guido de Galindo y los demas expedicionarios que habian for-
zado la carcel de San Juan, recogiendo y trayendose de paso
media docena de mosquetes y otras armas. Enrique reprob6
mu cho el incendio que sirvi6 para preparar la fechoria, medio
que no habia entrado en sus miras. Tamayo se disculp6 como
pudo, y, abonado por el exito incruento y por la presencia de.
Galindo, a quien Enrique abraz6 con efusion, qued6 por bueno,
Valido y digno de aplaUSO todo lo que el bra VO tenrente ha bia
hecho.

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.t.28 LEYE~DA HIST6RICA

428 LEYENDA HISTÓRICA

Pero era de presumirse que el escándalo producido por


Pero era de presumirse q ue el escandalo producido por
aquellos actos precipitara la persecucion de parte de las auto- aquellos actos precipitara la persecucion de parte de las auto-
ridades de la .Maguana, facilitando el pronto descubrimiento de
ridades de la Maguana, facilitando el pronto descubrimiento de

las huellas de los fugitivos. Así lo pensó Enriquillo, y se pre-

paró al efecto.

Sus exploradores recibieron órden de estar muy apercibidos


las huellas de los fugitivos. Asi lo pens6 Enriquillo, y se pre-
y dar oportuno aviso de cuanto observaran en las poblaciones
par6 al efecto.
Sus exploradores recibieron 6rden de estar muy apercibidos
inmediatas á la sierra; precaucion que resultó supérflua, pues

en la tarde del cuarto dia llegaron Luis de la Laguna y los dos

caciques sus compañeros, con la trafulla de perros de presa,

dando la noticia de que Andrés de Valenzuela y Mojica habían


y dar oportuno aviso de cuanto observaran en las poblaciones
debido salir de San Juan aquel mismo dia, al frente de una

inmediatas {t la sierra; precaucion que result6 superflua, pues


banda de caballeros y peones, con ánimo de perseguir á Enri-

quillo y á los demás indios alzados que lo acompañaban.


en la tarde del cuarto dia llegaron Luis de la Laguna y los dos
No perdió tiempo Enriquillo al saber que se movian contra

él sus enemigos, y fué al punto á establecer una línea de obser-


caciques sus companeros, con la trahilla de perros de presa,
vacion al pié de los montes,1 con los exploradores y centinelas

dando la noticia de que Andres de Valenzuela y Mojica habian


convenientemente distribuidos, y una guardia para estar á cu-

bierto de cualquier sorpresa. Vasa fué el gefe escojido por depido salir de San Juan aquel mismo dia, al frente de una
Enrique para mandar esa fuerza avanzada.

Tomada esta precaucion, Enriquillo vuelve al campamento,


banda de caballeros y peones, con animo de perseguir a Enri-
y todo lo dispone con gran sosiego y serenidad de ánimo para

hacer frente al peligro. Distribuye su gente en dos grupos,


quillo ya los demas indios alzados que lo acompanaban.
conservando á sus inmediatas órdenes quince hombres, los No perdi6 tiempo Enriquillo al saber que se movian contra
el sus enemigos, y fue al punto a establecer una linea de obser-
más de ellos caciques, á los cuales exhorta uno por uno á cum-

plir bien su deber.

Los viejos caciques Incaqueca y Antrabagures, prácticos

vacion al pie de los montes,• con los exploradores y centinelas


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en el arte de curar, provistos de bálsamos y yerbas, han de

permanecer en determinado sitio, guardando las mugeres y los


convenientemente distribuidos, y una guardia para estar a cti-
bierto de cualquier sorpresa. Vasa fue el gefe escojido por
individuos inermes; y allí han de ser llevados los heridos á fin
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de que sean auxiliados debidamente. Los demás indios aptos

para combatir, forman una hueste bajo el mando de Tamayo

Enrique para mandar esa fuerza avanzada .


y Matayco, á quienes Enriquillo dá instrucciones claras y sen-

cillas para obrar juntos ó separados, segun lo exijan las cir-



Tomada esta precaucion, Enriquillo vuelve al campamento,
cunstancias. Galindo, no sano aun de su herida, es obligado á.

quedarse con los caciques curanderos.


y todo lo dispone con gran sosiego y serenidad de animo"'para
Ya terminados los preparativos de todo género, y atendidas

hacer frente al peligro. Distribuye su gente en dos grupos,


conservando a sus inmediatas 6rdenes quince hombres, los
mas de ellos caciqu~s, a los cuales exhorta uno por uno a cum-
plir bien su deber.
Los viejos caciques Incaqueca y Antrabagures, practicos
en el arte de curar, provistos d~ balsamos y yerbas, han de
permanecer en determinado sitio, guardando las mugeres y los
individuos inermes; y alli han de ser llevados los heridos a fin
de que sean auxiliados debidamente. Los demas indios aptos
para combatir, for man una hueste bajo el mando de Tamayo
y Matayco, a quienes Enriquillo da instrucciones claras y sen-
cillas para obrar juntos 6 separados, s~gun lo exijan las cir-
cunstancias. Galindo, no sano aun de SU herida, es obligado a .
quedarse con los caciques curanderos.
Ya terminados los preparativos de todo genero, y atendidas

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ENRIQUILLO 429
ENRIQUILLO . 429

las exigencias más minuciosas de aquella situacion, Enriquillo,


las exigencias mas minuc~osas de aquella situacion, Enriqu.illt>,
despues de probar en una breve esgrima con Tamayo si sus

despues de probar en una breve esgrima con Tamayo si sus


manos conservaban la antigua destreza, y satisfecho de la

prueba, hizo que los caciques primero, y por turno los demás manos conservaban la antigua destreza, y satisfecho de. la
prueba, hizo que los caciques primero, y por turno los demas
guerreros improvisados, se ejercitaran igualmente ensayando

su fuerza y agilidad en el uso de sus respectivas armas. La no-

che puso fin á estos ejercicios, y el inteligente y previsor cau-

dillo no quedó descontento de la marcial disposicion que habia


guerreros improvisados, se ejercitaran iguahnente ensayando
manifestado su gente.
su fuerza y agilidad en el uso de sus respectivas armas. La no-
che puso fin a estos ejercicios, y el inteligente y previsor cau-
XLIII

El dedo de Dios.

Otras disposiciones complementarias dictó Enrique duran-

te la noche, que todas hubieran bastado á justificar la ciega


dillo no qued6 descontento de la martial disposicion que habia
confianza con que le obedecían sus compañeros, acreditándole
manifestado .su gente.
como prudente y experto capitan, si esa confianza instintiva

necesitara de justificacion. Los perros de presa, conducidos

por los caciques conocidos de ellos, fueron á reforzar la guar-

dia de Vasa, y entre ésta y el campamento cruzaban de conti-

nuo mensajeros y vigilantes, que tenian al corriente á Enriqui-

llo de cuanto llegaba á noticia de los exploradores. De este, XLIU


modo se supo con certeza hácia la madrugada, que la tropa de

San Juan habia pernoctado en Careybana, de donde empren-

dería la marcha ála Sierra desde el amanecer. De Careybana

al campamento de los alzados la distancia era casi igual, por


El dedo de Dios.
tres distintos caminos; ¿cuál de ellos sería el preferido por los

agresores? Contra las emergencias de esta duda, el prudente


Otras disposiciones complementarias _dict6 Enrique duran-
caudillo no podia hacer más que mantener el mismo campa-

te la noche, que todas hubieran ·bastado a justificar la ciega


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mento á cubierto de la acometida del enemigo; aunque siempre

tuvo por más probable que éste penetrara en la sierra por el

confianza con que le obedecian sus compai'ieros, acreditandole


sendero que guarnecía Vasa, por ser el más accesible; previ-

como prudente y experto capitan, si e~a confianza instintiva


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sion que se justificó muy pronto.

Era cerca del medio dia cuando los correos llegaron al cam-

pamento avisando que la tropa entraba resueltamente en el


necesitara de justificacion. Los perros de presa, conducidos
.,'

por ~os caciques conocidos de ellos. fueron a reforzar la guar-


dia de Vasa, y entre esta y el campamento cruzaban de conti·
nuo mensajeros y vigilantes, que tenian al corriente a Enriqui-
llo de cuanto llegaba a noticia de _los exploradores. De este.
modo se supo con certeza bacia la madrug-ada, que la tropa de
San Juan habia pernoctado en Careybana, de donde empren-
deria la marcha a la Sierra desde el amanecer. De Carey ban a
al campamento de los alzad?s la distancia era casi igual, por
tres distintos caminos; ~cual de ellos seria el preferido por los
agre sor~s? Contra las emergencias de esta duda, el prude~te
caudillo no podia hacer mas que mantener el mismo campa-
mento a cubierto de la acometida del enemigo; aunque siempre
tuvo por mas probable que este penet1:ara en la sierra por el
sendero que guarnecia Vasa, por ser el:mas accesible; previ-
sion que se justific6 muy pronto.
Era cerca del medio dia cu an do los correos llegaron al cam-
pamento avisando que la tropa entra ba resueltamente en el

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-l30 LEYENDA HIST6RICA

430 LEYENDA HISTÓRICA

desfiladero principal. Enriquillo dirije entónces la palabra á


desfiladero principal. Enriquillo dirije ent6nces la palabra a
sus compañeros, los exhorta á pelear con denuedo por su li-
sus compaflerbs, los exhorta a pelear con denuedo por su li-
bertad, y tomando consigo la corta hueste de caciques y hom-

bres escojidos para combatir bajo su direccion personal, acude


bertad, y tomando consigo la corta hueste de caciques y hom-
presuroso al socorro de Vasa.

A tiempo que bajaba la cuesta del riachuelo este refuerzo,


bres escojidos para combatir bajo su direccion personal, a cu de
se.oyen lejanos ladridos: son los perros de Luis de la Laguna

presuroso al socorro de Vasa.


que dan aviso de que el enemigo asoma. Resuenan poco des-

pues varias detonaciones de arcabuz, y no bien llega Enriqui-


A tiempo que bajaba la cuesta del riachuelo este refuerzo,
llo á la opuesta ladera, cuando tiene el dolor de percibir la'

mayor parte de los indios de la avanzada, que en desórden y


se·oyen lejanos ladridos: son los perros de Luis de la Laguna
llenos de terror huyen como tímido rebaño. Detiénelos con la

que dan aviso de que el enemigo asoma. Resuenan poco des-


voz y con el gesto, les afea su cobardía, y se informa del para-

dero de Vasa, sin conseguir saberlo. Prosigue entónces á car- pues varias detonacion~s de arcabuz, y no bien llega Enriqui-
rera abierta, y á poco encuentra al valiente cacique postrado

en tierra y herido en una pierna: le acompaña Luis de la La-


llo a la opuesta ladera, ~uando tiene el dolor de percibir Ia·
guna, que seguido de sus tres enormes dogos, le ayudó á llegar

hasta allí, y le exhorta á continuar la retirada.


mayor parte de los indio? de la avanzada, que en des6rden y '
Forma el desfiladero en aquel punto un .brusco recodo, llenos de terror huyen como timido rebafi.o. Detienelos con la
voz y con el gesto, les afea su cobardia, y se informa del para-
más allá del cual se oyen las voces de los enemigos animándo-

se á subir por la rápida pendiente, en persecucion de los in-

dios, que con tanta facilidad desalojaban la fuerte posicion.

dero de Vasa, sin conseguir saberlo. Prosigue ent6nces a car-


rera abierta, y a poco encuentra al valiente cacique postrado
De una ojeada vió Enriquillo el partido que podia sacar de

aquella estrechura: rápidamente distribuyó su escasa fuerza á

en tierra y herido en una pierna: le acompafla Luis de la La-


derecha é izquierda, dominando el paso, y él se colocó á la sa-

lida del recodo, con cinco hombres, armados de lanza y espada.

Un instante despues se presentaron Valenzuela y Mojica, á

guna, que seguido de sus tres enormes dogos, le ayud6 a llegar


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la cabeza de su tropa, toda á pié, pues hubiera sido imposible

maniobrar á caballo en aquella escabrosa altura. Los dos hi-


hasta alli, y le exhorta a continuar la retirada.
dalgos subian envalentonados con el fácil éxito de su primera

Forma el desfiladero en aquel punto un .brusco recodo,


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acometida, y creyendo que no osarían los indios volver á re-

sistirles.—¿Dónde está ese perro? ¿Dónde está Enriquillo?—

vociferaban sin cesar.


mas alla del cual se oyen las voces de los enemigos animando-
En aquel momento apareció ante su vista, nó el perro, nó

se a subir por la rapida pendiente, en persecucion de los in-


el triste siervo que ellos acostumbraban despreciar como á vil

escoria; sino Enriquillo, transfigurado, imponente, altivo, ter-


dios, que con tanta facilidad desalojaban la fuerte posicion.
rible. El valor indómito, la resolucion inflexible, la fiereza im-

De una ojeada vi6 Enriquillo el partido que podia sacar de


• aquella estrechura: rapidamente distribuy6 su escasa fuerza a
derecha e izquierda, dominando el paso, y el Se COlOCO a la Sa-
lida del recodo, con cinco hombres, armadas de lanza y espada.
Un instante despties se presentaron Valenzuela y Mojica, a
la Cabeza de SU tropa, toda a pie, pues hubiera sido imposible
maniobrar a caballo en aquella escabrosa altura. Los dos hi-
dalgos s ubian envalentonados con el facil exito de su primera
acometida, y creyendo q ue no osarian los indios vol ver a re-
sistirles.-~ D6nde esta ese perro? ~D6nde esta Enriquillo?-
vociferaban sin cesar.
En aquel momento apareci6 ante su vista, n6 el perro, n6
el triste siervo que ellos acostumbraban despreciar como a vil
escoria; sino Enriquillo, transfigurado, imponente, altivo, ter·
rible. El valor ind6mito, la resolucion inflexible, la fiereza im-

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ENRIQUILLO 431

placable fulguraban en sus ojos, en su aspecto, en toda su ac- ·


ENRIQUILLO 431

placable fulguraban en sus ojos, en su aspecto, en toda su ac-

titud; y al ver aquella intrépida y formidable figura, que con

temerario arrojo se adelantaba hácia ellos sin precaucion al-


titud; y al ver aquella intrepida y formidable figura, que -con
guna, como si se creyera invulnerable, los dos hidalgos sien-
temerario arrojo se adelantaba hacia ellos sin precaucioh al-
guna, como si se creyera invulnerable, los dos hidalgos sien-
ten desfallecer súbitamente sus bríos, enmudecen espantados,

y dán dos pasos atrás.

—¡Aquí está el que buscais!—exclama Enriquillo con 'coz

de trueno.—¡Aquí está el señor de estas montañas, que vivirá


ten desfallecer subitamente sus brios, enmudecen espantados,
y morirá libre de odiosos tiranos!
y dan dos pasos atras.
-jAqui esta el que buscais!-exclama Enriquillo con voz
Y viendo que la tropa enemiga se agrupaba en torno de los

dos suspensos hidalgos, se volvió á los suyos, y con vibrante

acento les gritó:

—¡A ellos, amigos mios!


de trueno.-jAqui esta el sefi.or de estas montafias, que vivira
Entónces aquellos hombres, imitando el ejemplo de Enri-
y morira libre de odiosos tiranos!
quillo, se precipitaron como despeñado torrente sobre el de-

sordenado grupo, con tanto ímpetu, que algunos rodaron por


Y viendo que la tropa enemiga se agrupaba en torno de los
la ladera asidos del enemigo á quien habian atravesado el

' dos suspensos hidalgos, se volvio a los suyos, y con vibrante


"
cuerpo con su lanza. Enriquillo se arrojó como un leon en

demanda del aborrecido Pedro de Mojica, que en vano procu-

acento les grit6:


ra esquivar el encuentro: el cacique, con irresistible coraje,

rompe, deshace cual si fueran frágiles cañas, los hombres de


-i A ellos,· amigos mios!
armas que se interponen, y logra inferir al cobarde tirano una

profunda herida en el rostro con la punta de su espada; no ha-


Entonces aquellos hombres, imitando el ejemplo de Enri-
biendo podido alcanzarle de lleno por la dificultad del sitio y la

quillo, se precipitaron como despefiado torrente sobre el de-


celeridad con que huyó el despavorido Mojica, revuelto con

otros soldados, que iban dando tumbos y caídas por el tortuoso sordenado grupo, con tanto impetu, que algunos rodaron por
la ladera asidos del enemigo a quien habian atravesado el
desfiladero abajo.
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Al seguirles Valenzuela, Tamayo le descargó un récio gol-

pe con el cuento de su rota lanza, que le abrió la cabeza, ha-

ciéndole caer en tierra. Iba á rematarlo allí mismo; pero el ge-


cuerpo con su lanza. Enriquillo se arrojo como un leon en
demanda del aborrecido Pedro de Mojica, queen vano procu-
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neroso Enriquillo sintió despertarse sus sentimientos benignos

ra esquivar el encuentro: el cacique, con. irresistible coraje,


al ver en tal extremidad al hijo del que fué su bienhechor, y

adelantándose vivamente, contuvo el brazo del terrible Ta-

mayo.

—No lo mates,—le dijo.—Acuérdate de Don Francisco Va-


rompe, deshace cual si fueran fragiles cafi.as, los hombres de
lenzuela.
armas que se interponen, y logra i'nferir al cobarde tirano una
—Eres un mándria, Enriquillo,—contestó el iracundo in-

profunda herida en el rostro con la punta de su espada; no ha-


biendo podido alcanzarle de lleno por la dificultad del sitio y la
celeridad con que huyo el despavorido Mojica, revuelto con
otros soldados, que iban dando tumbos y caidas por el tortuoso
desfifadero abajo.
Al seguirles Valenzuela, !amayo le descargo un recio gol-
pe con el cuento de su rota lanza, que le abrio la cabeza, ha-
ciendole caer en tierra. Iba a rematarlo alli mismo; pero el ge-
neroso Enriquillo sintio despertarse sus sentimientos benignos
a l ver en tal extremidad al hijo del que fue su bienhechor, y
adelantandose vivamente, contuvo el brazo del terrible Ta ·
mayo.
-No lo mates,-le dijo.-Acuerdate de Don Francisco Va-
lenzuela.
-Eres un mandria, Enriquillo:-contest6 el iracundo m-

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432 LEYENDA HISTORlCA

432 LEYENDA HISTÓRICA

dio.—A cada cual lo que merece; Don Francisco en el cielo, y


dio.-A cada cual lo que merece; Don Francisco en el cielo, y
este picaro que se vaya al infierno. este picaro que se vaya al infierno.
-N6, Tamayo: hoy pago ml" deuda a aquell~ buena alma.
—Nó, Tamayo: hoy pago mí deuda á aquella buena alma.

Y alzando Enrique del suelo al estropeado y confuso Va-

lenzuela, examinó su herida, vió que no era de cuidado, y le

dijo estas sencillas palabras:


Y alzando Enrique del suelo al estropeado y confuso Va-
—Agradeced, Valenzuela, que no os mato: idos, y no vol-
lenzuela, examin6 su herida, vi6 que no era de cuidado, y le
dijo estas sencillas palabras:
vais más acá (141).

Tamayo golpeó con la planta en tierra enfurecido: luego,

como si le hubiera ocurrido una idea repentina, se dió una

palmada en la frente; y viendo á Enriquillo ocupado en dirijir


-Agradeced, Valenzuela, que no os mato: idos, y no vol-
la traslacion de Vasa al campamento, el voluntarioso teniente
vais mas aca (141).
se quedó rezagado, hasta que perdió de vista al magnánimo

caudillo: entónces tomó consigo seis ó siete compañeros, y em-


Tamayo golpe6 con la planta en tierra enfurecido: luego,
prendió á escape la bajada del desfiladero, llegando al pié de

como si le hubiera ocurrido una idea repentina, se di6 una


la. montaña á tiempo que Mojica, desarmado, sin sombrero y

con la faz ensangrentada, sostenido por dos hombres montaba

palmada en la frente; y vie.ndo a Enriquillo ocupado en dirijir


·-
en su caballo, y partia á todo correr. Tamayo articuló una im-

precacion semejante á un rugido, al pensar que se le escapaba la traslacion de Vasa al campamento, el voluntarioso teniente
se qued6 re_zagado, hasta que perdi6 de vista al magnanimo
aquel hombre justamente execrado: mas como acertara á ver

cerca de allí cinco ó seis corceles que con las sillas puestas y

el freno pendiente del arzon, aun no habian sido recobrados

caudillo: ent6nces tom6 co-nsigo seis 6 siete compafieros, y em-


-prendi6 a escape la bajada del desfiladero, llegando al pie de
por sus dueños, extraviados ó muertos en la montaña, se lanzó

rápidamente sobre una de dichas bestias, la más próxima que

la . montafia a tierripo que Mojica, desarmado, sin sombrero y


halló al acaso, y partió á carrera tendida en persecucion de

Mojica. El animal, estimulado por su jinete, devoraba la dis-

tancia con tal velocidad, que Tamayo, saliendo de su loca

con la faz ensangrentada, sostenido por dos hombres montaba


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preocupacion, adquirió la certeza de dar alcance al fugitivo;

y prendado de la excelencia de su cabalgadura, miró á su on-


en su caballo, y partia a todo correr. Tamayo articul6 una im-
pr~cacion semejante a un rugido, al pensar que se le escapaba
dulante crin más fijamente, y reconoció con júbilo que era
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Azucena, la yegua tan indignamente usurpada por Valenzue-

la á Enriquillo.

Por su parte Mojica, que habia podido reconocer á su per-


aquel hombre justamente execrado: mas como acertara aver
seguidor, pretendió ganar distancia hundiendo las espuelas

cerca de alli cinco 6 seis corceles que con las sillas puestas y
hasta los botones en los hijares de su caballo; pero éste no

podia competir con la veloz Azucena, y el hidalgo, que medio


el freno pendiente del arzon, aun no habian sido recobrados
muerto de terror veía reducirse á cada instante el espacio que

por sus duefios, extraviados 6 muertos en la montafia, se lanz6


rapidamente sobre una de dichas bestias, la mas pr6xima que
hal16 al acaso, y parti6 a carrera tendida en persecucion de
Mojica. El animal, estimulado por su jinete, devoraba la dis-
tancia con tal velocida~, que Tamayo, saliendo de su loca
preo~upacion, adquiri6 la certeza de dar alcance al fugitivo;
y prendado de la excelencia de su cabalgadura, mir6 a su on-
dulante crin mas fijarnente, y reconoci6 con jubilo que era
Azucena, la yegua tan indignamente usurpada por Valenzue-
la a Enriquillo.
Por su parte Mojica, que habia podido reconocer a super-
s eguidor, pretendi6 ganar distancia hundiendo las espuelas
hasta los botones en los hijares de su caballo; pero este no
y
podia competir con la veloz A z ucena, el hidalgo, que inedio
muerto de terror veia reducirse a cada irtstante el espacio que

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ENRIQUILLO 433
ENRIQUILLO * 433

lo separaba de Tamayo, vencido por su miedo ántes que por


lo separaba de Tamayo, vencido por su miedo antes que por
la fortuna, acordó parar súbitamente su carrera, y entregarse

á discrecion, esperando hallar piedad en su contrario.


la fortuna, acdrd6 parar subit!;lmente su carrera, y entregarse
—Tamayo,—le dijo con voz suplicante,—¿qué quieres de

a discrecion, esperando hallar pie dad en su contrario.


mí? Aquí me tienes: ayúdame á salir de este paso, y te daré lo

que me pidas.
-Tamayo,-le dijo con voz suplicante,-(que quieres de
Tamayo detenia en aquel momento su yegua, cubierta de

espuma y azorada, al lado de Mojica, á quien asió de un brazo


mi? A qui me tienes: ayudame a salir de este paso, y te dare lo
diciéndole con feroz sonrisa:

—Ya eres mio, hombre maldito, hijo del diablo! ¿Qué ha-
que me pidas.
blas de darme nada? Tu vida es lo que quiero, y no te la deja- Tamayo detenia en aquel momento su yegtia, cubierta de
espuma y azorada, al lado de Mojica, a quien asi6 de un brazo
ría por todo el oro que has robado en este mundo.

Y amenazándolo con su puñal le ordenó que desmontara

del caballo.

Obedeció Mojica temblando, y repitiendo con balbuciente


diciendole con feroz sonrisa:
lábio sus súplicas, mezcladas con ofertas y deprecaciones á la
-Ya eres mio, hombre maldito, hijo del diablo! (Que ha·
bias de darme nada? Tu vida es lq que quiero, y no te la deja-
Virgen 3' á todos los santos. El inflexible Tamayo, quitándole

el cinto de la espada (la cual habia perdido en su fuga á pié),

le ató con él muy bien las manos, y aguardó á sus compañe-

ros que veia venir á lo léjos, unos á pié y otros á caballo.


ria por todo el oro que has robado en este mundo.
A medida que éstos iban llegando, el despavorido Mojica
Y amenazandolo con su pufial le orden6 que desmontara
del caballo.
volvía á sus lamentaciones y ruegos, pidiéndoles compasion.

—Muchachos, no me mateis, queriditos mios!—les decía.—Yo

seré vuestro mejor amigo; yo haré que os perdonen y os dejen

en libertad! Yo os daré todo lo que tengo; perdonadme la


Obedeci6 Mojica temblando, y repitiendo con balbuciente
vida, por Jesucristo, por la Virgen Santísima, por San Fran-
labio SUS suplicas, inezcladas con ofe!'tas y deprecaciones a la
cisco!

Virgen y a tojos los santos. El inflexible Tamayo, quitandole


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—¿El mamarracho de La Higuera, eh?—le respondió Tama-

yo, á quien Enrique habia informado de este chiste impío del

hidalgo, en la audiencia del cabildo de San Juan.—No tengas


el cinto de la espada (la cual habia perdido en su fuga a pie),
le at6 con el muy bien las manos, y aguard6 a sus compafie-
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cuidado; ya vas á pagar tu heregía: el Santo te ha puesto en

ros que veia venir a Jo lejos, unos a pie y otros a caballo.


mis manos (142).

Y ahorrando más razones, cortó la jáquima al más próxi-

mo caballo; hizo brevemente un lazo corredizo, y rodeó con él

la garganta de Mojica.
A medida que estos iban llegando, el despavorido Mojica
—Reza!—le dijo.

vol via a sus lamentaciones y ruegos, pidiendoles compasion.


—¿Qué rezo?—preguntó el sin ventura, fuera de juicio.

-Muchachos, no me mateis, queriditos mios!- les decfa.-Yo


sere vuestro mejor amigo; yo hare que os perdonen y os dejen
en libertad! Yo os dare todo 19 que tengo; perdonadme la
vida, por Jesucristo, por la Virgen Santisima, por San Fran-
cisco!
- (El mamarracho de La Higuera, eh?-lerespondi6 Tama-
yo, a quien Enrique habia informado de este chiste impio del
hidalgo, e.n la audiencia del cabildo de San Juan.-No tengas
cuidado; ya vas a pagar tu her egia: el Santo te ha puesto en
mis manos (142). _
Y ahorrando m as razones , cort6 la jaquima al mas pr6xi-
mo caballo; hizo brevemente un lazo corredizo, y rode6 con el
la garganta de Mojica.
- ·R eza!-le dijo. ·· .
-(Que rezo? - pregunt6 el sin ventura, fuera de juicio.
'.!8
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LEYENDA HlST6 RICA

434

-Lo que te de la gana. Sujetadle bien,-agreg6 Tamayo


dirijiendose a los suyos.
LEYENDA HISTÓRICA

—Lo que te dé la gana. Sujetadle bien,—agregó Tamayo

dirijiéndose A los suyos.

—No sé rezar!—exclamó el hidalgo, pensando tal vez que


-No se rezarl-exclam6 el hidalgo, pensando tal vez que
esta ignorancia le salvaría.

esta ignoran<..:ia le sal varia. .


—¡Pues peor para tí!—contestó fieramente Tamayo.—¡Anda

á los infiernos! -jPues peor para til-contest6 fieramente Tamayo.-jAnda


Al decir estas palabras, apretó la cuerda sin piedad, ayu-

dándose con piés y manos. Mojica cerró los ojos; luego los
a los infiernos!
abrió desmesuradamente; todo su rostro se puso cárdeno; la

sangre que manaba de su herida se contuvo al cabo, y una


Al decir estas palabras, apret6 la cuerda sin piedad, ayu-
convulsion postrimera recorrió todo su cuerpo. Entónces lo
d{mdose con pies y rnanos. Mojica cerr6 l?s ojos; luego los
abri6 desmesuradamente; todo su rostro se puso cardeno; la
colgaron del árbol más inmediato.

Despues de estarle observando por buen espacio de tiempo,

al ver su lívida faz, sus miembros inmóviles y rígidos, Tama-

yo dijo con fria indiferencia:


sangre que manaba de su herida se contuvo al cabo, y una
— Está muerto, y bieñ muerto. Es el mayor malvado que
convulsion pos trimera recorri6 todo su cuerpo. Ent6nces lo
colgaron del arbol mas inmediato.
habia en la Maguana. Dios me perdone! Ahora vuelvo á creer

en El y en su justicia.

Luego, acariciando el gracioso cuello de Azucena, montó

en ella, y seguido de su gente partió para su campamento.


Despues de es tarle obscrvando por buen espacio de tiempo ,
—Esta es otra prueba,—decia reanudando su monólogo.—

a l ver su livida faz, s us miemb.ros inm6viles y rigidos, Tama-


¡Qué contento vá á ponerse Enriquillo con recobrar su linda

yegua!
yo dijo con fria indiferencia :
Al terminar este concepto, divisó á un hombre que cabiz-

bajo, y con paso vacilante venia de la sierra. Trató de ocul-


-Estel muerto , y biei'l muerto. Es el mayor mal vado que
tarse en el bosque cuando vió el gi upo de jinetes; pero ya era

habia en la Maguana. Dios me perdone! Ahora vuelvo a creer


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en El yen s u jus ticia.


tarde. Fué detenido, y Tamayo reconoció en aquel triste der-

rotado, que traia los vestidos llenos de sangre y la cabeza

envuelta en tosco vendaje, al soberbio tirano Andrés de Ya-

Luego, acariciando el gracioso cuello de Azu.ce11a, m onto


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lenzuela.

Este lo miró con abatimiento, y en actitud resignada le dijo:

—¿Qué quieres de mí?


en ella, y seg uido de su gente parti6 para s u campamento.
—Eso mismo me preguntó hace un rato tu compadre Moji-
-Es ta es otra prueba ,- decia reanudando su mon6logo. -
iQue contento va c't poncrse Enriquillo con recobrar su linda
ca,—le respondió con dureza Tamayo,—y acabo de decírselo,

muy bien dicho. De tí, en verdad, no sé lo que quiero. Me figu-

ro que San Francisco te ha puesto tambien en mis manos.... ;

pero Enriquillo te ha concedido su perdon


yegua!
Al terminar este concepto, di vis6 a un hombre que Gabiz ·
bajo, y co n paso vaciJante venia de la sierra. Trat6 de ocul-
tarse en el bosqu e cuando Yi6 el gr upo de jinetes; pe1·0 ya era.
tarde. Fue detenido, y Tamayo reconoci6 en aquel tris te der-
rotado, que traia los vest idos llenos de sangre y la cabeza
envuelta en tosco vendaje, al soberbio tirano Andr es de\ a-
Jenzuela.
Es te lo mir6 con abatimien to, yen ac titud r esig nada le dijo:
-(Que quieres de mi?
-Eso mismo me preg-unt6 hace un rato tu compadre l\loji-
ca, - le respondi6 con clureza Tamayo,-y acabo de decirselo r
muy bien dicho. De ti, ~n ' 'erdad , nose Io que quiero. Me figu·
ro que San Fran.cisco te ha pu esto tambien en mis manos .. ..
pero Enriqui1lo te ha con cedido su perdon .... .

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ENRIQUILLO 435
ENRIQUILLO 435

Tamayo hablaba como un hombre indeciso, y en verdad,


Tamayo ha.blaba ·como un hombre indeciso, yen verdad,
tenia terribles ganas de acabar con Valenzuela como lo habia

tenia terribles ganas de acabar con Valenzuela como lo habia


hecho con Mojic_a ; pero no se atrevia a ir tan lejos contra la
hecho con Mojica; pero no se atrevia á ir tan léjos contra la

voluntad de su caudillo.

voluntad de su caudillo.
De súbito volvió riendas á su cabalgadura, y dijo á Valen-

zuela:

—Sigueme: no quiero de tí gran cosa.

Caminaron hasta el lugar en que estaba colgado Mojica, á


De subito volvi6 riendas a SU cabalgadura, y dijo a Valen-
quien Valenzuela no pudo reconocer al pronto en aquel osci-
zuela:
lante cadáver.

—Mira á tu amigo, el compañero de todas tus maldades,—


-Sigueme: no quiero de ti gran cosa.
ledijo Tamayo con voz parecida al vibrante silbo del huracan,

y señalando al muerto.—Enriquillo valia mil veces más que tú


Caminaron hasta el lugar en que estaba colgado Mojica, a
y que él, y lo tratábais como á vil esclavo. Ya ves si valia más

quien Valenzuela no pudo reconocer al pronto en aquel osci-


que tú, pues te perdona; y yo que no valgo tanto, te perdono

tambien por él; pero óyeme bien, Valenzuela. No'sigas siendo lante cadaver.
malo; no aflijas á los infelices, no deshonres á las pobres mu-

jeres: procura ser buen cristiano, como lo era tu padre; ó te


--Mira a tu amigo, el compai'iero de todas tus maldades,-
. juro acabar contigo donde quiera que te halle; y vete, véte! —

le .d ijo Tamayo con voz parecida al vibrante silbo del huracan,


agregó con vehemencia: —no vuelvas nunca por aquí!

Valenzuela, confundido, aterrado, más muerto que vivo, y sei'ialando al muerto.- Enriquillo valia mil veces masque tu
y que el, y lo tratabais como a vil esclavo. Ya ves si valia mas
oyó la increpacion de Tamayo como un fúnebre aviso del cielo,

y prosiguió su camino pudiendo mover apénas la atónita planta.

XLIV

Guerra.
que tu, pues te perdona; y yo que no..valgo tanto, te perdono
Careybana era el primer caserío de importancia que se
tambien por el; pero 6yeme bien, Valenzuela. No·s·igas siendo
malo; no aftijas {1. los infelices, no deshonres a las pobres mu-
hallaba en el camino del Bahoruco á la Maguana. Allí acudie-
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ron á guarecerse y descansar brevemente los restos de la des-

bandada tropa. Valenzuela llega al anochecer, y despues de

apaciguar su hambre con lo poco que encuentra, y curada más


jeres: procura ser bu en cristiano 1 como lo ·era tu padre; 6 te
_ juro acabar contigo donde quiera que te halle; y vete, vete!-
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formalmente su rota cabeza, rendido de fatiga, duerme hasta

la siguiente mañana, bien entrado el dia.

Procura á cualquier precio una cabalgadura para seguir su


agreg6 con vehemencia:-no vuelvas nunca por aqui!
.

Valenzuela, confundido, aterrado, mas muerto que vivo,


oy6 la increpacion de T a mayo como un funebre aviso del cielo,
y prosigui6 su c;amino pudiendo mover a pen as la at6nita planta.

XLIV

Guerra.
Careybana era el pdmer caserio de importancia que se
ha11aba en el camino del Bahoruco {1. la Maguana . Alli acudie-
ron £1 guarecerse y descansar brevemente los restos de la des-
bandada tropa . Valenzuela llega al anocbecer, y despues de
apaciguar su hambre con lo poco gue encuentra, y cura da mas
formalmente su rota cabeza, rendido d-e fatiga, duerme hasta
la siguiente mafiana, bien entrado el dia.
Procura {1. cualquier precio una caba1gadura para seguir su

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436 LEYENDA illST6RICA
436 LEYENDA HISTÓRICA

viaje, y no la encuentra. Doliente y débil, no sabe qué partido viaje, y no la encuentra. Doliente y debil, no sabe que partido
tomar, sintiéndose incapaz de andar una legua siquiera. Su

perplejidad dura aun, cuando un estanciero de la Maguana,


tomar, sintiendose incapaz · de andar una legua siquiera. Su
que es tambien de los derrotados de la víspera, se le presenta

montado en Azucena, y le entrega un papel en nombre de En-


perplejidad dura aun, cuando un estanciero de la Maguana,
riquillo.
que es tambien de los derrotados de la vispera, se le presenta
montado en Azucena, y le entrega un papel en nombre de En-
—Fui hecho prisionero: me encontraron extraviado ayer

tarde, y esta mañana me devolvió el cacique la libertad con

este encargo.—Tal fué la explicacion verbal que dió el ines-

perado mensajero.
riquillo.
Valenzuela leyó el papel, que contenia estas líneas:
-Fui hecho prisionero: me encontraron extra via do ayer
tarde, y est a mafiana me devol vi6 el cacique la libertad con
«Pesóme mucho, señor Andrés, del desafuero cometido por

Tamayo; pero los consejos que me dice os dió, téngolos por

buenos; y ojalá Dios os tocara el corazon y los siguiérais.

Guardad la yegua en memoria mia, y de vuestro buen padre:


este encargo.-Tal fue la explicacion verbal gue di6 el ines-
ya puedo ofrecérosla, pues que dejé de ser quien era, y reco-
perado mensajero .
bré mi natural libertad (143). Si cumplís vuestra palabra á Doña

Elvira, sea ese mi presente de boda, y os traiga dicha. Entre-


Valenzuela 1e_y6 el papel, que cont en ia est as lineas:
gad los negros bienes de Mencía á Don Diego Velázquez en

nombre nuestro. Es el pago de mi deuda por sus cuidados. Os


«Pes6me mucho, senor Andres, del desafuero rometido por
envía salud, Enrique.»
Tamayo ; pero los consejos que me dice os di6, tengolos por
Permaneció silencioso y triste Valenzuela despues de la

lectura de esa singular misiva. La guardó despues cuidadosa-


buenos; y ojala Dios os tocara el corazon y los siguierais.
Guardad la yegua en memoria mia, y de vuestro buen padre:
mente en su seno, hizo descansar media hora la yegua, y par-

tió en ella para la Maguana.

La noticia del descalabro sufrido en el Bahoruco por la

tropa de San Juan cundió rapidamente por todas partes, y fué


y a puedo ofrecero sla, pues que deje de se r quien era, y reco-
br~ mi natural libertad (143). Si cumplis v ues tra palabra a Dona
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el pasmo de cuantos la oyeron.—«Enriquillo es alzado.» —«Los

Elvira, sea ese mi presente de boda, y os traiga dicha. Entre-


indios han derrotado á los castellanos en el Bahoruco»;—estas

fueron las nuevas que circularon de boca en boca, comenta-

gad los negros bienes de Mencia a Don Diego Velazquez en


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das, aumentadas y desfiguradas por cada cual; que las imagi-

naciones ociosas aprovechaban aquel pasto con avidez. Badi-

11o se figuró que le llegaba una magnifica ocasion de cubrirse


nombre nuestro . E s el pago de mi deuda por sus cuidados. Os
de gloria á poca costa: apellidó á las armas toda la gente capaz

de llevarlas en la Maguana; pidió auxilio á Azua, y reunió en


en via salud, E11rique.»
poco más de una semana doscientos cincuenta hombres bien

armados y equipados. ¿Cómo suponer que los rebeldes del


Permaneci6 s ilencioso y triste Valenzuela despues de la
lectura de esa singular misiva . La guard6 despues cuidadosa-
mente en su seno, hizo descan sar media hora la yegua, y pa r-
ti6 en ella para la Magua na.
La noti cia del descalabro sufrido en el Bahoruco por Ja
tropa de San Jua n c undi6 r a pidamente por todas partes , y fue
el pasmo de cuantos Ja oyero n .-- «Enriquillo es aJzado.»-«Los
indios han derrotaclo a los castellanos en el Bahoruco>) ;-estas
f ueron Jas nuevas que circularon de boca en boca, comenra-
das, a um entadas y desfiguradas por cada cual; que las imag i·
naciones ociosas aprovechaban aquel pasto con avidez. Badi-
llo se figur6 que le Jlegaba una magnific a ocasion de cubrine
de gloria a poca costa: apel1id6 a las armas toda la gente capaz
de llevarlas en la Maguana; pid i6 a uxilio a Azua, y reuni6 en
poco mfl s de una semana doscient os cincuenta h ombres bien
armac.los y equipad_os. c_C6mo s uponer que los rebeldes del

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ENRIQUILLO 437
ENRIQUILLO . 437

Bahoruco pudieran resistir a aquella formidable cohorte? El


Bahoruco pudieran resistir á aquella formidable cohorte? El

teniente Gobernador, lleno de bélicas ilusiones, marchó con teniente Gobernador, Ueno de belicas ilusiones, march6 con
sus fuerzas en buena ordenanza militar, sin embarazarle otra
sus fuerzas en buena ordenanza militar, sin embarazarle otra

cosa que la eleccion del castigo que habia de aplicar á Enri-

quillo y sus alzados indios de la sierra.

Pero éstos veian engrosar sus filas prodigiosamente. Al


cosa que la eleccion del castigo que habia de aplicar a Enri-
ruido de la primera victoria, los tímidos cobraron valor, y dia
quillo y sus alzados indios de la sierra.
Pero estos veian engrosar sus filas prodigiosamente. A1
por dia llegaban al Bahoruco bandadas de indios que iban, en

busca de su libertad, á compartir los trabajos y peligros de

Enriquillo y sus súbditos. Uno de los primeros que acudieron

fué un pariente del cacique, conocido con el nombre de Rome-


ruido de la primera victoria, los timidos cobraron valor, y dia
ro. Era más jóven aun que Enriquillo; pero no le cedia ni en
por dia llegaban al Bahoruco bandadas de indios que iban, en
valor, ni en prudencia para el mando. Pronto dió pruebas de

ello, como de su modestia y subordinacion á las órdenes del


busca de SU libertad, a compartir }OS trabajos y peligros de
superior caudillo.

Como si éste no hubiera hecho en toda su vida sino ejerci-


Enriquillo y sus subditos. Uno de los primeros que acudieron
tarse en aquella guerra, á medida que le llegaban refuerzos

fue un pariente del cacique, conocido con el nombre de Rome-


los iba organizando con acierto y prevision admirables. A

primera vista parecia adivinar la aptitud especial de cada


ro. Era mas j6ven aun que Enriquillo; pero no le cedia ni en
uno, y le daba el adecuado destino. Creó desde entónces un

cuerpo de espías y vigilantes de los que jamás funcionaba uno


Yalor, ni en prudencia para el mando. Pronto · di6 prucbas de
solo, sino por lo regular iban á sus comisiones de dos en dos

y á veces más, cuidándose el sueño y la fidelidad respectiva-


ello, como de su modestia y subordinacion a las ordenes del
mente. Con los más ágiles y fuertes formó una tropa ligera, superior caudillo.
Como si este no hubiera hecho en toda su vida -sino ejerci-
que diariamente y por muchas horas seguidas se ejercitaba

en trepar á los picos y alturas que se juzgaban inaccesibles á

plantas humanas; en saltar de breña en breña con la agilidad

tarse en aquella guerra, a medida que le llegaban refuerzos


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del gamo (144); en subir y bajar como serpientes por los delga-

dos bejucos que pendian de las eminencias verticales, y en to-


los iba organizando con acierto y prevision admirables. A
das aquellas operaciones que podian asegurar á los rebeldes

primera vista parecia adivinar la aptitud especial de cada


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del Bahoruco el dominio de aquella fragosa comarca.

El manejo de la lanza, la espada, la honda y la ballesta

ocupaba tambien gran parte del tiempo á los libres del Baho-
uno, y le daba el adecuado destino. Creo desde entonces un
ruco. Algunos arcabuces quedaron en poder de Enriquillo
cuerpo de espias y vigilantes de los que jamas funcionaba uno
cuando venció por primera vez á sus enemigos; pero por suma

escasez de pólvora sólo se usaba en alguna rara ocasion, como


solo, sino por lo regular iban a sus comisiones de dos en dos
señal, su estampido en las montañas. En cambio, más formi-

y {t veces mas_, cuidftndose el suefio y la fidelidad respectiva-


mente . Con los mas agiles y fuertes formo una tropa ligera,
quc diariamente y por muchas horas seguidas se ejercitaba
en trepa r a los picos y alturas que se juzgaban inaccesibles a
plantas humanas; en saltar de brefia en brefia con la agi1iclad
del gamo (144); en subir y bajar como serpientes por los delga-
dqs bejucos que pendian de las eminencias verticales, y en to-
das aquellas operaciones que podian asegurar a los rebelcles
del Bahoruco el dominio de aquella frago sa comarca.
El manejo de la lanza. la espada, la honda y la ballcsta
ocupaba tambien gran parte del tiempo {t los libres del Baho·
ruco . Algunos arcabuces quedaron en poder de Enriquillo
cuando venci6 por primera vez a sus enemigos; pero por suma
escasez de p6lvora s6lo se usaba en a lguna rara ocasion, como
sen.al, s u estampido en las montafias. En cambio, mas formi-

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438 L E YENDA IllSTORICA
'
438 LEYENDA HISTÓRICA

dable que la artillería de aquel tiempo, era la habilidad de des-


dable que la artilleria de aquel tiempo, era la habilidad de des-
trozar y poner en equilibrio las puntiagudas cimas de los mon-
trozar y poner en equilibrio las puntiagudas cimas de los mon-
tes, y mantenerlas por medio de cordeles a·punto de despefiarlas
tes, y mantenerlas por medio de cordeles á punto de despeñarlas

sobre el agresor en los pasos estrechos y los barrancos, que por

donde quiera cruzaban aquel titánico laberinto.

Para completar la organizacion de su pequeña república,


sobre el agresor en los pasos estrechos y los barrancos, que por
Enriquillo creó un concejo de capitanes y caciques, que hacia
donde quiera cruzaban aquel titanico laberinto.
de senado y ayuntamiento á la vez, atendiendo á las minucio-

sas necesidades de la errante tribu. Pero el cauteloso caudillo


Para completar la organizacion de su pequeiia republica,
se reservó siempre el dominio y la autoridad suprema para

todos los casos. Comprendía que la unidad en el mando era la


Enriquillo cre6 un concejo de capitanes y caciques, que hacia
condicion primera y más precisa, de la seguridad, del buen

·de senado y ayuntamiento a la vez, atendiendo a las minucio-


órden y la defensa comun, en aquella vida llena de peligrosos

azares. sas necesidades de la errante tribu. Pero el cauteloso caudillo


Por último, adoptó para cierto número de hombres escoji-

dos un equipo marcial que le sirvió de grande auxilio en los


se reservo s iempre el dominio y la autoridad suprema para
combates, é hizo más temible su milicia. Entre las armas y

arreos militares que algunos de los alzados caciques habian


todos los casos. Comprendia que la unidad en el mando era la
conseguido sustraer á sus amos, habia dos magnificas cotas condicion primera y mas precisa, de la segurida d·, del buen
6rden y la defensa comun, en aquella vida llena de peligrosos
de malla, de las que el feliz raptor regaló una á Enriquillo.

De aquí vino á éste la idea de hacer fabricar ciertos petos ó

corazas con cuerdas bien torcidas, de pita, cabuya y majagua,

exteriormente barnizadas con bálsamo resinoso; á favor de


azares.
cuya industria logró hacer impenetrables al golpe de las espa
Por ultimo, adopt6 para cierto numero de hombres escoji-
dos un equipo marcial que le sirvi6 de g rande auxilio en los
das los cuerpos de los indios, que así protegidos cobraban más

arrojo; y algun tiempo despues perfeccionó la invencion, revis-

tiendo tambien los brazos y piernas de igual cordage; con lo

combat.es, e hizo nuis temible su milicia. Entre las armas y


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cual, despues de adquirir la práctica y desenvoltura necesa-

rias, los indios cubiertos de aquel tosco arnés tenian toda la


arreos militares que algunos de los alzados caciques habian
apostura de verdaderos soldados de profesion (145).

conseg uido sustraer a sus amos, habia dos magnificas s:otas


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Ya estaban terminados casi todos los reseñados aprestos,

cuando Enriquillo tuvo aviso de que Badillo al frente de su

hueste iba contra él. Dirijió entónces una breve y expresiva


de ma lla, de las que el feliz raptor reg a16 una a Enriquillo.
arenga á sus soldados; ofreció honrar y recompensar á los

De aqui vino a este la idea d_e hacer fabricar ciertos petos 6


valientes, y juró que los cobardes recibirían ejemplar castigo.

Distribuyó despues la gente cubriendo las principales en- corazas con cuerdas bien torcidas , de pita, cabuya y ~ajagua,
tradas de la sierra con tres fuertes guardias avanzadas, cuyos

ex teriormente barnizadas con balsamo resinoso; a favor de


cuya indus tria logr6 ha cer impen etrables al golpe d e las espa·
das los cuerpos de los indios , que asi protegidos cobraban mas
arrojo; y alg un ti empo des pues perf~c cio n6 la inv encion, revis-
tiendo tambien los brazos y piernas 'Cle ig ual cordag e; con lo
cual , despues de · a dquirir la practica y desenYoltura necesa-
rias , los indios cubiertos de aquel tosco arnes tenian toda la
a postura de verdaderos soldados de profesion (145) .
Ya es taban terminados casi todos los r esefiados aprestos,
cua ndo Enriquillo tu vo a vi so de que Badillo al fr ente de su
h ueste iba contra el. D iriji6 ent6n ces un a breve y expresiva
a renga a s us solda dos ; ofreci6 honra r y r ecompensar a los
valientes, y jur6 que los cobardes recibir ian ejemplar cas tig o.
Distribuy6 despues la gente cubr iendo las principales en-
tra das de la sierr a con tr es f uertes g ua rdias avanzadas, cuyos

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ENRIQUILLO t439
ENRIQUILLO 439

gefes eran el valeroso Tamayo y otros dos cabos de Ia ·confian-


gefes eran el valeroso Tamayo y otros dos cabos de la confian-

za del cacique, cada cual provisto de un gran caracol nacara-


za del cacique, cada cual provisto de un gran caracol nacara-
do que se conoce con el nombre indio de lambío, y que resuena

como una enorme bocina. De este instrumento debian servirse


do que se conoce con el nombre indio de lanzbio, y que resuena
mediante ciertos toques de llamamiento y aviso préviamente

concertados. Romero con setenta hombres debia acudir adon-


como una enorme bocina. De este instrumento debian servirse
de cargara la mayor fuerza del enemigo, y Enriquillo con el mediante ciertos toques de llamamiento y aviso previamente
concertados. Romero con setenta hombres debia acudir adon-
resto de la gente se mantendría en observacion, para caer en

el momento oportuno sobre la retaguardia de Badillo.

Tal era la disposicion de los combatientes del Bahoruco,

cuando llegó la tropa invasora Á los primeros estribos de la


de cargara la mayor fuerza del enemigo, y Enriquillo con el
sierra, y penetró en su desfiladero principal, que era el con-
resto de la gente se mantendria en observacion, para ca er en
fiado al advertido y brioso Tamayo. Éste, que ocupaba con su

tropa una eminencia que parecía cortada á pico, y cuyos agu-


el momento oportuno sobre la retaguardia de Badillo.
zados cornijales no podia presumirse sino viéndolo que sirvie-

ran de atalaya, arsenal y fortaleza á aquellos séres humanos,


Tal era la disposicion de los combatientes del Bahoruco,
aguardó tranquilamente á que la milicia de San Juan llegara

cuando lleg6 la tropa invasora a los primeros estribos de la


á pasar por la hondonada que servia de camino al pié de su

escondido adarve, para descargar sobre ella una lluvia de


sierra, y penetr6 en su desfiladero principal, que era el con·
enormes piedras, que no solamente maltrataron á muchos de

los soldados de Badillo, si que tambien, obstruyeron la salida


fiado .al adve1·tido y brioso Tamayo. Este, que ocupaba con su
del barranco, y pusieron en grande aprieto y confusion los

tropa una eminencia que parecia cortada a pico, y cuyos agu-


sorprendidos expedicionarios: resonó al mismo tiempo el cara-

col de Tamayo, y respondieron á distancia varios otros, que zados cornijales no podia presumirse sino viendolo que sirvie-
ran de atalaya, arsenal y fortaleza a aquellos seres humanos,
se trasmitían el aviso de que la funcion estaba empeñada, y

del punto adonde era preciso acudir. Badillo, viendo que en

aquel angosto sitio su tropa era diezmada rápidamente por la

aguard6 tranquilamente a que la milicia de San Juan llegara


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a pasar por la hondonada que servia de camino al pie de su


espesa pedrisca que le caia de las nubes, dió primero la órden

de forzar el paso para salir del apuro; mas comprendió al pun-

escondido adarve, para descargar sobre ella ltlna lluvia de


to que el conflicto se agravaba, porque la obstruccion causada
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en el desfiladero por las primeras rocas desprendidas de lo

alto, solo permitía pasar de frente á dos hombres, y la lluvia

de piedras continuaba entretanto con igual intensidad, aplas-


enormes piedras, que no solamente maltrataron a muchos de
tando y descalabrando gente. El novel capitan pierde entón-
los soldados de Badillo, si que tambien, obstruyeron la salida
ces el tino, y atortolado, sin saber lo que hace ni lo que dice,

ordena la contramarcha, y corre como un loco á dirigir la


del barranco, y pusieron en grande aprieto y confusion los
retirada.

sorprendidos expedicionarios: reson6 al mismo tiempo el cara-


col de Tamayo, y respondieron a distancia varios otros, que
se trasmitian el aviso de que la funcion estaba empefiada, y
del punto adonde era preciso acudir. Badillo, viendo que en
aquel angosto sitio su tropa era diezmada rapiclamente por la
espesa pedrisca que le caia de las nubes, di6 primero la 6rden
de forzar el paso para salir del apuro; mas comprendi6 al pun-
to que el confiicto se agravaba, porque la obstrucc~on causada
en el desfiladero por las primeras 1·ocas desprendidas de .Jo
alto, solo permitia pasar de frente a dos hombres, y la lluvia
de piedras continuaba entretanto con ig ual intensidad, aplas-
tando y descalabran do gente. El novel capitan pierde ent6n-
ces el tino, y atortolado, sin saber lo que hace ni lo que dice,
ordena la contramarcha, y corre como un loco a dirigir la
r etirada.

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,
440 LEYENDA HIST6RICA
440 LEYENDA HISTÓRICA

Aquí llegaron á su colmo la confusion y el desórden: los Aqui llegaron a su colmo la confusion y el des6rden: los
que se hallan más expuestos á la pedrea de Tamayo, impa-

cientes por salir del aprieto, atropellan violentamente á mu-


que se hallan mas expuestos a la pedrea de Tamayo, impa-
chos de sus compañeros. Romero aparece en aquella crítica

coyuntura por un cerro que flanquea el estrecho paso, y cae


cientes por salir del aprieto, atropellan violentamente a mu-
denodadamente, lanza y espada en mano, sobre el confuso
chos de sus compaileros. Romero aparece en aquella critica
coyuntura por un cerro que fianquea el estrecho paso, y cae
remolino que forman los aturdidos milicianos de San Juan.

Algunos de éstos se defienden valerosamente; el combate se

empeña cuerpo á cuerpo, y Badillo se reanima al observar

que han cesado de caer piedras, y el corto número de los mon-


denodadamente, lanza y espaua en mano, sobre el confuso
tañeses que se han atrevido á acometerle al arma blanca; pero
remolino que forman los aturdidos milicianos de San Juan.
esta satisfaccion le dura poco: Tamayo y los suyos se han des-

colgado de la altura en pos de sus últimos proyectiles, y con


Algunos de estos se defienden valerosamente; el combate se
atronadores gritos cargan tambien espada en mano á la gente

de Badillo, secundando oportunamente al intrépido Romero.


empefia cuerpo a cuerpo, y Badillo se reanima al observar
A esta sazon los ecos del monte resuenan con los metálicos

que han cesado de caer piedras, y el corto num·ero de los mon-


tafieses que se han atrevido a acometerle al arma blanca; pero
acentos del cuerno de caza, que acaba de llenar de asombro á

Badillo, invadiendo el pánico á sus más esforzados hombres

de armas. Es Enriquillo que anuncia su llegada con una tocata

marcial, de ritmo grave y solemne. Sus indios lo aclaman con


esta satisfaccion le dura poco: Tamayo y los suyos se h~n des-
entusiasmo, y el nombre del caudillo es cual grito de guerra

colgado de la altura en pos de sus ultimos proyectiles, y con


que infunde nuevo aliento á los ya enardecidos montañeses,

y determina la completa derrota de los invasores. atronadores gritos cargan tambien espada en mano a la gente
de Badillo, secundando oportunamente al intrepido Romero.
Tamayo, el ardiente é infatigable Tamayo, acosa y persi-

gue á los desbandados fugitivos' El imprudente Badillo, cul-

pable por su jactanciosa negligencia de aquel desastre, huye

A esta sazon los ecos del monte resuenan con los metalicos
acentos del cuerno de caza, que acaba de llenar de asombro a
desalado por una vereda, en pos del montero que le sirve, de
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guia. Cada cual se salva como puede, y muchos hallan su fin

Badillo, invadiendo el panico £1 sus mas esforzados hombres


en los precipicios que circundan el desfiladero.

Los caracoles dan su ronco aviso nuevamente, intimando


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á los vencedores la órden de retraerse y suspender la persecu-

cion. Ha corrido ya mucha sangre, y el magnánimo caudillo


de armas. Es Enriquillo que anuncia su llegada con una tocata
quiere ahorrar la que resta; pero Tamayo vá léjos, y no ha
marcial, de ritmo g-rave y so1emne. Sus indios lo aclaman con
oido, ó no ha querido oir, la piadosa señal. Trascurre más de

un cuarto de hora en ociosa espera. Entónces Enriquillo, se-


entusiasmo, y el nombre del caudillo es cual grito de guerra
guido de buen número de combatientes, resuelve bajar la em-

pinada ladera por donde vió partir como desatada fiera á su


que infunde nuevo aliento a los ya enardecidos montai'ieses,
y determina la completa derrota de los invasores.
Tamayo, el ardiente e infatigable Tamayo, acosa y persi-
gue a los desbandados fugitivos. El imprudente Badillo, cul-
pable por su jactanciosa negligencia de aquel desastre, huye
desalado por una vereda, en pos del montero que le sirve. de
guia. Cada cual se salva como puede, y muchos hallan su fin
en los precipicios que circundan el desfiladero. ·
Los car~cole~ dan s u ronco aviso nuevamente, intimando
a los vencedores la 6rden de retraerse y suspender la persecu-
cion. Ha corrido ya mucha sangre, y el magnanimo caudil1o
quiere ahorrar la que resta; pero Tamayo va 1ejos, y no ha
oido, 6 no ha querido oir, la piadosa sei'ial. Trascurre mas de
un cuarto de hora en ocio~a espera . Ent6nces Enriquillo, s e-
guido de buen numero de combatientes, resuelve bajar la em-
pinada ladera por donde vi6 partir Como desatada fiera a SU
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ENRIQUILLO' 441
ENRIQUILLO' 441

teniente, en pos del grueso de los derrotados. Llega á la falda


teniente, en pos del grueso de los derrotados. Llega a la falda
del monte, y á pocos pasos del sendero, entre unos árboles,
del monte, y a pocos pasos del sendero, entre unos arboles,
percibe al fin a Tamayo con su gente, ocupados todos en una
percibe al fin á Tamayo con su gente, ocupados todos en una

extraña faena.

Formando semicírculo en torno de un gran monton de leña,

que obstruye la boca de una cueva en casi toda su altura, Ta-


extrana faena.
mayo acababa de aplicar una tea resinosa á las hojas secas

Formando semicirculo en torno de un gran monton de lena,


acumuladas debajo de los maderos, y la llama comenzaba á

levantarse con voracidad, extendiéndose en todos sentidos.


que obstruye la boca de una cueva en casi toda su altura, Ta-
Una espesa nube de humo asciende en vagaroso torbellino y

se esparce por encima de la hoguera, penetrando la mayor


mayo acababa de aplicar una tea resinosa a las hojas secas
parte en el antro sombrío. Tamayo contempla su obra con

acumuladas debajo de los maderos, y Ja llama comenzaba a


feroz satisfaccion.

—¿Qué haces?—le pregunta con vivacidad Enriquillo. levantarse con voracidad, extendiendose en todos sentidos.
Una espesa nube de humo asciende <?"n vagaroso torbellino y
—Ya lo vés, cacique—responde el teniente,—sahumar á los

que están ahí metidos.

No bien oye Enrique esta brutal contestacion, cuando salta

ágilmente sobre Tamayo, lo arroja con fuerza hácia un lado,


se esparce por encima de la hoguera, penetrando la mayor
y desbarata en un instante la hoguera, lanzando á gran dis-
parte en . el antro sombrio . Tamayo contempla su .obra con
feroz satisfaccion.
tancia los maderos que arden en ella. Sus soldados se apresu-

ran á ayudarlo.

— ¡Bárbaro!—exclama el héroe con indignacion.—¿Es así

como cumples mis recomendaciones?


-(Que haces?-le pregunta con vivacidad Enriquillo. ·
Y volviéndose hácia la humeante boca de la gruta, dice en
-Ya lo ves, cacique-responde el teniente,-sahumar a los
alta voz:

—Salid de ahí vosotros, los que estais dentro de esa caver-


que estan ahi metidos.
na! No temais; Enriquillo os asegura la vida.

No bien oye Enrique esta brutal contestacion, cuando salta


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A estas palabras, los infelices que ya creian ver su sepul-

tura en el lugar que habian escojido como refugio, salieron

agilmente sobre Tamayo, lo arroja con fuerza hacia un lado,


uno á uno, á tientas, medio ciegos y casi asfixiados por el

y desbarata en un instante la hoguera, lanzando a gran dis-


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humo.

Enriquillo los contó: eran setenta y dos (146) de los guerre-

ros de Badillo.
taricia los maderos que arden en ella . Sus soldados se ap.resu-
—Idos en paz a la Maguana;—les dijo,—ó adonde mejor os

pareciere; y decid á los tiranos que yo y mis indios sabemos


ran a ayudarlo.
defender nuestra libertad; mas no somos verdugos ni malva- -iBarbaro!-exclama el heroe con indignacion .-:-(E s asi
como cumples mis recomendaciones?
dos. Y tú, Martin Alfaro, —dijo volviéndose á un indio de gen-

Y volviendose hacia la humeante boca cle la gruta, dice en


alta voz:
-Sa lid de ahi vosotros, los que estais dentro de esa cayer-
na! No temais; Enriquillo os asegura la vida.
A estas palabras, los in~elices que ya creian ver s u sepul-
tura en el lugar que habian escojido como refugio, sali e1~o n
uno a uno, a tientas, medio ciegos y casi asfixiados por el
humo.
Enriquillo los cont6: er a n set en ta y dos ( 146) de los g uerre-
ros de Badillo.
- Idos en paz a la Maguana;-les dijo ,- 6 adonde mejor os
pareciere; y decid a los tiranos que yo y mis indios sabemos
defender nuestra libertad; mas no somos verdugos ni malva-
dos. Y t(1, Martin Alfaro, -dijo vo lv iendose {t un indi o de gen-

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442 LEYEXDA HIST6RICA

til ·a.sp.e.cto :q ue estaba a su lado;-toma esa .escolta y acompa"-


442 LEYENDA HISTÓRICA

MI aspecto que estaba á su lado;—toma esa escolta y acompa-

ña estas hombres al llano, hasta dejarlos en seguridad. Me

respondes de ellos con tu vida. ..,.. ' '.:'■.: .


;na · esto.s hombr~s al llano, haS:ta dejarlos en se~uTidad. Me
Los vencidos, y tan á punto salvados de la muerte, junta-
r;espoIJ,des de ellos con tu vida.
Los venddos, y tan a punto salvados de la.muerte, junta..
ron las manos en accion de gracias, y bendijeron á porfía el

nombre de su salvador. Uno de ellos se llegó al magnánimo

caudillo, le tomó la diestra, y se la besó con muestras de viva

emocion: despuesje dijo estas palabras:


r,cm las manos en accion de gracias, y bendijeron a p-orfia . el
—Escuchadme, señor Enriquillo: en mi tribulacion ofrecí á
noni.bre de su salvador. Uno de ellos se lleg6 al magna.nimo
Dios consagrarle el resto de mi vida, si me salvaba de este

trance. Cumpliré mi promesa, y me obligo á orar todos los


caudillo, ,le tom6 la jiestra, y se la bes6 con muestras de·".'iva
emotion ~ despu.es.Je·~ijo estas palabras: - .... ·
dias por vuestro bien (147). '-"*'.

XLV

Conversión.

_:_Escuchadme,. sefior Enriquillo: en mi tribulacion ofreci a


Luego que emprendieron la marcha los prisioneros, ya li-

bres y. contentos, bajo la proteccion de Martin Alfaro y su


pios consag-rarle el resto de · mi vida, si me salvaba de este
escolta, Enriquillo se volvió á Tamayo, que hosco y de mal

talante permanecía mirándolo todo sin moverse del sitio adon-


trance.
. CumplLre mi . promesa., y me obligo a orar todos '
Ios
de habia ido á parar, á impulso del vigoroso brazo de su gefe.

dias por v ues tro bien (147).


Acercesele éste, y le afeó severamente la crueldad que habia

manifestado:en aquella tarde.

—Ya te dije el otro dia, Tamayo, que era preciso no ofen-

der á. Dios con inhumanidades como la que cometiste con Mo-

jica. Matar á los vencidos no es propio de los que pelean por


XLV
la justicia. • '..".

—Veo, Enriquillo,—contestó Tamayo con fiereza, —que si'

continuamos así vamos á acabar mal tú y yo. Para nuestros Conversion.


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enemigos solo conviene el hierro y el fuego; y tú quisieras

darles dulces y flores cuando vienen á matarnos.

—Te equivocas, Tamayo; quiero hacer la guerra útilmente;


L:uego que emprendieron la marcha los prisioneros,. ya · li-
bres y . con tentos, bajo la proteccion de Martin Alfaro y su
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nó por el:placer de hacer daño. En prueba, subamos al campa-

escolta, Enriquillo se volvi6 a Tamayo, que hosco y de· ·mal


mento; comerémos y descansarás un rato, hasía que saiga la

luna, para que bajes al llano con tugente, y te traigas ála'

t a lante per ma pecia mira ndolo todo sin moverse del ::;itio. ad.0 n-
montaña todo el ganado que encuentres de aquí á Careybana.

de · habia- ido a parar , a impulso del vigoroso brazo .de su.gefe.


Acerc6sele este, y le.afe6 sev.eramente la cruel dad que ·habia
manifestado·e n aquella tarde. -.
-Ya te dije el otro dia, Tamayo, que era precise no 9fen.-
Eler ·a Dios con · inhumanidades como la que cometisfe oon Mo-
jica . Matar a los ven'cidos no es propio de los que peleari ~por.
la justicia. ·
- ·veo, Enriquillo-,- contest6 T a mayo con ·fiereza,_:que·. sL
eontinuamos asi .vam os a acaba r mal tu y yo. Para nuest.ros·
enemigos so lo conviene el hierro y el fuego; y tu quisier.as
_d arles dulces y ft.ores cua ndo v ien en a: rriatarnos. · : .
-Te equi vocas, Tamayo; quiero hacer la guerra utilmente;
n6 po.r el".placer de hacer dafio. En prueba, subamos , al campa-
mento·; comeremos y descansants un rato, has'ta ql;le safga-. 1a-
luna; para que .baj'es a l llano con tu.gente , y te .traig:as a,. laJ
montafia todo el ganado ·que encuentres de aqui a Ca1:eyliana.

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Magnanimidad de Enríquillo
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IViaj?'nanimidad de Enriqui.l.1-P , from
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>

ENRIQUILLO 443

ENRIQUILLO 443
Tamayo respir6 con fuerza al recibir este encargo, tan
Tamayo respiró con fuerza al recibir este encargo, tan

conforme con su génio y su gusto. Se despejó como por encan-


conforme con su genio y su gusto; Se despej6 como por encan-
to el mal humor que lo atormentaba, y prometió ajustar su

conducta extrictamente á las instrucciones de Enriquillo.


to el mal humor que lo atormentaba, y prometi6 ajustar su
Pero cuando volvió de su excursion en la tarde del siguien-

conducta extrictamente a las instrucciones de Enriquillo.


te dia, con más de cien cabezas de ganado, el cacique vió con

horror que traia al cuello un sartal de seis orejas humanas.


Pero cuando volvi6 de su excursion en la tarde del siguien-
Pertenecían á tres estancieros de Careybana, que habian pe-

recido resistiendo valerosamente al raptor de sus rebaños.


te dia, con mas de cien cabezas de ganado, el cacique vi6 con
Aquel salvaje trofeo, como la cínica ostentacion de cruel-

horror que traia al cuello un sartal de seis orejas humanas.


Pertenecian a tres estancieros de Careybana, que habian pe-
dad que hacia Tamayo, causaron gr^n pesadumbre é indigna-

cion en el ánimo de Enriquillo, que en vez de los plácemes que

recido resistiendo valerosamente al raptor de sus rebanos.


tal vez aguardaba el fiero teniente, le enderezó una severa

plática moral, escuchada con visible impaciencia por su inter-

locutor.

—Me iré de tu lado, y haré la guerra por mi cuenta,—dijo


Aquel sal vaje trofeo, como la cinica ostentacion de cruel·
con altivez Tamayo, cuando acabó su sentida amonestacion
dad que hacia Tamayo, causaron gr~n 'pesadumbre e indigna-
cion en el animo de Enriquillo, que·en vez de los placemes que
Enriquillo.

—Véte cuando quieras,—contestó éste exasperado:—lléva-

te a todos los que, como tú, tienen sed de sangre. Yo soy cris-

tiano, y no tengo ese furor en mi pecho.


tal vez aguardaba el fiero teniente, le enderez6 una severa
—Bien está, Enriquillo,—replicó Tamayo:—vale más que
platica moral, escuchada con visible impacienda por su inter-
yo me vaya. Desde mañana mismo saldré del Bahoruco con

los compañeros que quieran seguirme, y haré la guerra como


locutor.
la aprendí de los cristianos de España.

—Libre eres, Tamayo,—dijo Enriquillo.—Véte, y cuando


--Me ire de tu lado, y hare la guerra por mi cuenta,-dijo
no puedas más, vuelve al Bahoruco, á guerrear junto conmi-

·con altivez Tamayo, cuando acab6 su sentida amonestacion


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go, á mi manera; para resistir á los tiranos, y no por gusto de

verter sangre.
Enriquillo.
Con la rota de Badillo los alzados indios quedaron provis-

-Vete cuando quieras,-contest6 este exasperado:-lleva·


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tos de muchas armas y buen número de caballos, que Enrique

puso á buen recaudo: los jinetes del Bahoruco discurrieron du-

rante muchos días como señores por las llanuras inmediatas.


tea todos los que, como tti, tienen sed de sangre. Yo soy eris·
Entretanto el nombre de Enriquillo resonaba de boca en boca, tiano, y no tengo ese furor en mi pecho.
-Bien esta, Enriquillo,-replic6 Tamayo:-vale mas que
enaltecido por esta segunda é importante victoria. Las autori-

dades de la capital recibieron con gran sorpresa tan estupen-

da noticia. Ya los padres gerónimos habían regresado á Espa-

yo me vaya. Desde mafiana mismo saldre del Bahoruco con


los compafieros que quieran seguirme, y hare la guerra como
la aprendi de los cristianos de Espana.
- Libre eres, Tamayo,-dijo Enriquillo .-V ete, y cuando
no puedas mas, vuclve al Bahoruco, ft guerrear junto conmi-
go, a mi manera; para resistir a los tiranos, y no por gusto de
verter sangre.
Con la rota de Badillo los alzados indios quedaron provis·
tos de muchas armas y buen mimero de caballos, que Enrique
puso a buen recaudo: los jinetes del Bahoruco discurrieron du-
rante muchos dias como sen.ores por las llanuras inmediatas.
Entretanto el nombre de Enriquillo resonaba de boca en boca,
enaltecido por esta segunda e importante victoria. Las autori-
dades de la capital recibieron con gran sorpresa tan estupen-
da noticia. Ya los padres ger6nimos habian r egresado a Espa-

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444 LEYENDA msT6RICA
444 LEYENDA HISTÓRICA

ña, y la Audiencia gobernaba con los oficiales reales. Ordena-


fia, y la Audiencia gobernaba con los oficiales reales. Ordena-
ron una leva general en todos los pueblos de la isla, señalando

á cada uno su contingente para embestir á los rebeldes del Ba-


ron una leva general en todos los pueblos de la is1a, sefialando
horuco por varios puntos á la vez, y apagar en sangre su re-

a cada uno su contingente para embestir a los rebeldes del Ba·


horuco por varios puntos a la vez, y apagar en sangre sure-
belion.

Hacíanse estos aprestos cuando llegó de España el Almi-

rante Don Diego Colon, y pocos dias despues las Casas, que

iba para Tierra-firme, á hacer su ensayo de colonizacion pací-


belion.
fica en la costa de Cumaná. Opusiéronle las autoridades de la

Española, como solian, cuantos obstáculos pudieron para es-


Hacianse estos aprestos cuando lleg6 de Espana el Almi·
torbar sus piadosos proyectos; y para desenredarse de los ar- rante Don Diego Colon, y pocos dias despues las Casas, que
iba para Tierra-firme, a hacer su ensayo de colonizacion paci-
dides y malévolos reparos que le suscitaban, el buen sacerdo-

te se resolvió á pactar con los jueces y oficiales prevaricadores,

ofreciéndoles cuotas y ventajas en su empresa; con lo que con-

siguió salir al fin bien despachado de Santo Domingo; y á esto


fica en la costa de Cumana. Opusieronle las autoridades de la
llama donosamente el ilustre filántropo comprar el Evangelio,
Espanola, como solian 1 cuantos obstaculos pudieron para es-
torbar sus piadosos proyectos; y para desenredarse de los ar-
ya que no se lo querian dar de balde (148).

A su llegada á la Española supo con gran pesadumbre el

alzamiento de Enriquillo y sus causas, segun se lo narró todo

Camacho, que despues de la derrota de Badillo se habia ido á


dides y malevolos reparos que le suscitaban, el buen sacerdo-
la capital, por hallarse mal visto en San Juan. Poco despues
te se resol vi6 a pactar con los jueces y oficiales prevaricadores,
ofreciendoles cuotas y ventajas en su empresa; con lo que con-
llegó tambien á Santo Domingo Andrés de Valenzuela, á quien

el Almirante hizo reducir á prision y formarle proceso á causa

de su conducta tiránica, que habia sido la causa de aquel gran

trastorno en la isla. El pío las Casas consiguió superar el enojo


s igui6 salir al fin bien despachado de Santo Domingo; y a esto
y la aversion que le inspiraba la maldad de aquel miserable,
llama donosamente el ilustre filantropo cot11pra1' el Evaugeho,
ya que nose lo quert"an dar de balde (148).
en gracia de los méritos de su honrado progenitor, y fué A verle
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A la cárcel, con el fin de hacerle aprovechar la leccion que le

daba la fortuna, y tratar de convertirlo á mejores sentimientos.

No halló, con sorpresa suya, á aquel Valenzuela, cuya arro-


A su llegada a la Espanola supo con gran pesadumbre el
alzamiento de ~nriquillo· y sus causas, segun se lo narr6 todo
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gante apostura daba á entender desde luego la soberbia de su

Camacho, que despues de la derrota de Badillo se habia ido a


alma; sino á un hombre enfermo, abatido, que humildemente

se postró á los piés del digno sacerdote, y con lágrimas de dolor

y arrepentimiento bendijo la caridad que le impulsara á lle-

garse hasta él, en su merecida desgracia y en aquel sitio. El


la capital, por hallarse mal visto en San Juan. Poco despucs
generoso varon sintió conmoverse sus entrañas al aspecto de

11eg6 tambien a Santo Domingo A.ndres de Valenzuela, a quien


el Almirante hizo reducir a prision y formarle proceso a causa
aquella contricion inesperada, y consoló á Valenzuela cuanto

de s u conducta tiranica, que habia sido la causa de aquel gran


trastorno en la isla. El pio las Casas consigui6 superar el enojo
y la Cl:Version que le inspiraba la maldad de aquel miserable,
en gracia de los meritos de s u honrado progenitor 1 y fue a verle
a la carcel, con el fin de hacerle aprovechar la leccion que le
daba la fortuna, y tratar de convertirlo a mejores sentimientos.
No hall6, con sorpresa suya, a aquel Valenzuela, cuya arro·
gante apostura daba a entender desde luego la soberbia de s u
a lma; sino a un hombre enfermo, abatido, que humil'demente
se postr6 a los pies del digno sacerdote, y con lagrimas de dolor
y arrepentimiento bendijo la caridad que le impulsara a lle·
g·arse hasta el, en su merecida desgracia yen aquel sitio. El
generoso varon sinti6 conmoverse sus entrafias al aspecto de
aguella contricion inesperada, y consol6 a Valenzuela cuanto

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ENRIQUILLO 445
ENRIQUILLO 445

pudo, confortando su ánimo, convidándole con la misericordia


pudo, confortando su animo, convidandole con la misericordia
divina en el tribunal de la penitencia, y ofreciéndole todo su

valimiento para con el Almirante y las de más autoridades.


divina en el tribunal de la penitencia, y ofreciendole todo su
El jóven le refirió una por una todas las circunstancias de

valimiento para con el Almirante y las dtmas autoridades.


su derrota en el Bahoruco; su vergüenza y humillacion al verse

vencido y perdonado por Enriquillo, á quien se habia acostum- El j6ven le refiri6 una por una todas las circunstancias de
su derrota en el Bahoruco; su vergtienza y humillacion al verse
brado malamente á mirar con más desprecio que al estiércol

de los campos; (149) la impresion de horror PyV^espues le cau-

sara el espectáculo de Mojica pendiente de la horca, y la cruel-

vencido y perdonado por Enriquillo, a. quien se habia acostum·


brado malamente a mirar con mas desprecio que al estiercol
dad de Tamayo, contrastando con la clemencia y generosidad

de Enrique; su convencimiento de que todo aquello, y más que

de las campos,· (149) la impresion de horror ~~ espues le cau-


nada los severos consejos y amonestaciones de Tamayo, en tan

tremenda ocasion, eran una advertencia y llamamiento que le

hacia el cielo, para apartarlo de la via de maldad y eterna per-

dicion en que vivia empeñado; y por último, el efecto que le


sara el espectaculo de Mojica pendiente de la horca, y la cruel-
hizo en Careybana el obsequioso papel de Enriquillo remitién-
dacl de Tamayo, contrastando con la clemencia y generosidad
dole á Azucena como presente, é insinuándole que cumpliera

la promesa matrimonial á Doña Elvira; todos esos movimientos


de Enrique; su convencimiento de que todo aquello, y mas que
de su alma en tan pocas horas la hábian devuelto á la divina

gracia, arrepintiéndose muy sinceramente de sus pecados y


nada los severos consejos y amonestaciones de Tamayo, en tan
mala vida, resuelto á reformarla, á hacer cuanto bien pudiera

tremenda ocasion, eran una adver.tencia y llamamiento que le


en lo sucesivo, y ofreciéndose á casarse con Elvira si ella le

conservaba su aficion.
hacia el cielo, para apartarlo de la via de maldad y eterna per-
Muy complacido escuchó las Casas estas manifestaciones

del contrito Valenzuela, y no solamente le exhortó á perseverar


dicion en que vivia empeilado; y por ultimo, el efecto que le
en sus laudables propósitos, sino que se ofreció á ayudarle en

la ejecucion de ellos; y empleando su genial actividad, desde


hizo en Careybana el obsequioso papel de Enriquillo remitien-
dole a Azucena como presente, e insinuandole que cumpliera
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el mismo dia trabajó tanto, que al cabo de tres, con la coope-

· la promesa matrim<:mial a Dona Elvira; todos esos movimientos


racion eficaz de Alonso Zuazo y otros personajes, hizo salir de

la cárcel á Valenzuela; el cual, apadrinado por los Virreyes,


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antes de dos semanas era ya esposo de Elvira Pimentel, y fija-

ba definitivamente su residencia en Santo Domingo, por no


de su alma en tan pocas horas la habian devuelto a la divina
tener á la vista las memorias de sus pasadas liviandades en la
gracia, arrepintiendose muy s inceramente de sus pecados y
mala vida, resuelto a reformarla, a hacer cuanto bien pudiera
Maguana. Hizo despues eficaces diligencias para dar la pose-

sion de los bienes de Mencía á Diego Velázquez, segun el en-

cargo de Enriquillo; pero el Adelantado de Cuba era ya muy

rico, y rehusó el ofrecimiento,fundándose en las famosas leyes


en lo sucesivo, y ofreciendose a casarse con Elvira si ella le
conservaba su aficion.
l\1uy complacido escuch6 las Casas estas m anifestaciones
del contrito Valenzuela, y no solamente le exhort6 a perseverar
en s us laudables prop6sitos, sino que se ofreci6 a ayudarle en
la ejecucion de ellos; y empleando su genial actividad, desde
el mismo dia trabaj6 tanto, que al cabo de tres, con la coope-
racion eficaz de Alonso Zuazo y otros personajes, hizo salir de
la c{1.rcel A Va lenzuela; el cual, apadrinado por los Virreyes,
antes de dos semanas era ya esposo de Elvira Pimentel, y fija-
ba definitivament e su residencia en Santo Domingo, por no
ten er a la vis ta las memorias _de );US pasadas li viandades en Ja
Maguana. Hizo des~ues eficaces diligencias pnra dar la pose-
sion de los bienes de Mencia a Diego Velazquez, segu n el en-
. cargo de Enriquillo; pero el Adelantado de Cuba era ya muy
rico, y rehus6 el ofrec imiento,rfundanclose en las famosas leyes

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446 LEYENDA HIST6RICA

446 LEYENDA HISTÓRICA

de Toro; por lo que siguió Valenzuela administrando dichos


de Toro; por lo que sigui6 Valenzuela administrando dicbos
bienes hasta su muerte.
bienes hasta su muerte.
Si el Supremo juez de cielos y tierra castigó más tarde en

la otra vida al antiguo pecador, ó si fué penitencia bastante y


Si el Supremo juez de cielos y tierra castig6 mas tarde en
providencial castigo en ésta su matrimonio con la casquivana

Elvira, es materia teológica que no nos atrevemos á dilucidar,


la otra vida al antiguo pecador, 6 si fue penitencia bastante y
porque nos faltan suficientes datos para el efecto. Lo único que

providencial castigo en esta SU matrimonio con la casquivana


Elvira, es materia teol6gica que no nos atrevemos a dilucidar,
sabemos es qufV^tíenzuela vivió después de casado cristiana-

mente, humilde de corazon y favoreciendo á los desgraciados;

como en sus dias lo hizo el buen Don Francisco, que desde la

bienaventuranza eterna se congratularía en que la semilla de


porque nos faltan suficientes datos para el efecto. Lo unico que
sus generosos ejemplos germinara, aunque algo tardíamente,

en el corazon de su hijo.
sabemos es qu!_~·t:-1.enzuela vivi6 despues de casado cristiana-
XLVI mente, hum1Ide de Corazon y favoreciendo a los desgraciados;
como en sus dias lo hizo el buen Don Francisco, que desde 1a
Razon contra fuerza.

Más hizo aun las Casas, ántes de despedirse de Santo Do-

mingo para el continente del sur. Logró que el Almirante y las

demás autoridades, reconociendo en el alzamiento de Enriqui-


bienaventuranza eterna se congratularia en que 1a semilla de
11o circunstancias que lo hadan muy excusable, y en su gene-
sus generosos ejemplos germinara, aunque a1go tardiamente~
en el corazon de su hijo.
rosa conducta como vencedor rasgos dignos de elogio, se avi-

nieran á no tratarlo como á un rebelde vulgar, ni fiaran exclu-

sivamente á la fuerza de las armas la pacificacion del Bahoruco.

El raciocinio de las Casas en favor del caudillo indio era en

susbtancia el siguiente, extractado en propios términos de su

discurso en la asamblea de autoridades, bajo la presidencia del

Almirante.

«Cuan justa sea la guerra que á los españoles hace Enriqui-


XLVI
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11o—decia las Casas,—y cuán justamente puedan los indios al-

zarse, sometérsele y elegirlo por señor y rey, claro lo muestra

la Historia de los Macabéos en la Escritura divina, y las de Razon contra fuerza.


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España que narran los hechos del Infante Don Pelayo, que no

solo tuvieron justa guerra de natural defensa, pero pudieron

proceder á hacer venganza y castigo de las injurias, y daños,


M{Ls hizo aun las Casas, antes de despedirse. de Santo Do-
mingo para el continente del sur. Logr6 que el Almirante y las
demas autoridades, reconociendo en el alzamiento de Enriqui-
llo circunstancias que lo hacian muy excusable, yen su gene·
rosa conducta como vencedor rasgos dignos de e1ogio, se a vi-
nieran a no tratarlo co mo a un rebelde vulgar, ni fiaran exclu-
si vamente a la fuerza de las armas la pacificacion del Bahoruco.
El raciocinio de las Casas en favor del caudillo indio era en
susbtancia el siguiente, extractado en propios terminos de su
discurso en la asamble.a de autoriclades, bajo la presidencia del
Almirante.
«Cuan justa s ea la guerra que a los espafioles hace Enriqui-
llo-decia las Casas ,-y cuan justamente puedan los _indios al-
zarse, someter sele y elegirlo por sefior y rey, cla1·0 lo muestra
la Histo ria de los Ma crrbeos en la Escritura divina, y las de
Espa na que narran los hechos del Infante Don Pelayo, que no
solo tuvieron justa gu erra de natural defensa, pero pudieron
p r oceder {t h ac er .v enganza y castig o de las injurias, y dafios ,

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.. '

ENRIQUILLO 447
ENRIQUILLO 447
y muertes recibidas, y disminucion d e sus·gentes, y usurpacion
de SUS tierras, de la misma manera y con el mismo derecho, lo
y muertes recibidas, y disminucion de sus gentes, y usurpacion

de sus tierras, de la misma manera y con el mismo derecho, lo

cual hacian y podián hacer con autoridad del derecho natural

y de las gentes, y la tal guerra propiamente se suele decir nó


cual hacian y podian ha_c er con autoridad del derecho natural
guerra, sino defension natural. Cuanto más que aun Enrique
y de las gentes, y la tal guerra propiamente se suele decir no
tiene más cumplido derecho; como es el del príncipe, porque

otro señor ni principe no ha quedado en esta isla, despues de


guerra, sino defension natural. Cuanto masque aun Enrique
la destruccion de todas sus tan grandes repúblicas como en ella

habia. ítem, nunca hubo en esta isla jamás justicia, ni jamás


tiene mas cumplido derecho; como es el del principe, porque
se hizo en desagraviar los indios vecinos y moradores de ella;

otro sefior ni principe no ha quedado en esta isla, despues de


y, donde quiera que falta justicia, se la puede hacer á sí mismo

el opreso y agraviado. Por lo dicho no se deroga el principado la destruccion de todas sus tan grandes republicas como en ella
habia. Item, nunca hubo en esta isla ja mas justicia, ni ja mas
supremo y universal de los Reyes de Castilla sobre todo este

orbe, si en él entraren y de él usaren como entrar deben y de

él usar, porque todo ha de tener órden y se ha de guiar, nó pol-

se hizo en desagra viar los indios vecinos y moradores de ella;


y, donde quiera que falta justicia, se la puede l\acer a si mismo
lo que á cada uno se le antojare, sino por reglas de razon; así

como todas las obras de Dios son por razon guiadas y orde-

el opreso y agra viado. Poi: lo dicho no se deroga el principado


nadas» (150).

Los jueces y oficiales reales, que hubieran querido contra-

decir este discurso, no se atrevieron á hacerlo; tan abrumados

los tenia la responsabilidad que sentían pesar sobre ellos por


supremo y uni versai' de los Reyes de Castilla sobre todo este
sus prevaricaciones y abandono total de la justicia, que asignaba
orbe, si en et entraren y de el usaren conia entrar debeu y de
rfl usa_r,. porque todo ha de tener 6rden y se ha de guiar, n6 por
el recto sacerdote como causa de aquella gran perturbacion

que sufria la isla. Por lo mismo fué hacedero y obtuvo unani-

midad el acuerdo de que al mismo tiempo que la hueste militar

iría á combatir á Enriquillo, al mando del valeroso y experi-


lo q ue a cada uno se le antojare, sino por reglas de razon; asi
mentado capitan Iñigo Ortíz, fuera en persona el Licenciado
como todas las obras de Dios son por razon guiadas y orde-
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Alonso Zuazo á residir en San Juan, para proveer á las aten-

ciones de la guerra y tratar de reducir á las buenas á Enriqui-


nadas» ( 150).
llo, atrayéndole con latas ofertas, si fuese posible.

Los jueces y oficiales reales, que hubieran querido contra-


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Partió las Casas á fundar su colonia modelo en Cumaná,

con la que se proponia imprimir á la conquista del Nuevo Mun-

decir este·discurso, no se atrevieron a hacerlo; tan abrumados


do un carácter más conforme con los principios de humanidad

y civilizacion, que el que reinaba entre los conquistadores. Allá


lo~ tenia la res ponsabilidad que sentian pesar sobre ellos por
no le aguardaban sino nuevas pugnas y contrariedades sin nú-

mero, estrellándose sus generosas aspiraciones en el espíritu


sus prevaricaciones y abandono total de la justicia, que asig naba
pertinaz y maligno de la brutal codicia, que no quería soltar su

el recto sace rdote como causa de aquella g ran perturbacion


X

que s ufria la isla. Por lo mismo fue hacedero y obtuvo una ni-
midad el acuerdo de que al mismo tiempo que la hueste militar
iria a combatir a Enriquillo, a l mando del vale1·oso y experi-
mentado capitan Ini go Ortiz, fuera en persona el Licenciado
Alonso Zuazo a residir en San Juan, para proveer c't las aten-
ciones de la guerra y tratar de reducir {t las buenas ~l. Enriqui·
llo , atrayendole con latas ofertas, si fuese po~ible:
Parti6 las Casas a fundar s u colonia modelo en Cumanat
con la que se proponia imprimfr a la conq uista del Nuevo Mun -
do un caracter mas conform e con los principios de humanidad
y civilizacion, que el que reinaba entr e los co nquistadores . Alla
no le aguardaban sino nuevas pug-nas y contrariedades sin nu·
mero, estre lla ndose sus generosas aspiraciones en el espfrit u
p ertinaz y malig no de la brutal codicia, que no quer ia soltar su
/
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448 LEYENDA HIST6RICA

448 LEYENDA HISTÓRICA

presa. De Costa-firme regresó á la Española ántes de un año;


presa. De Costa-firme regres6 a la Espanola antes de un afio;
y al tener noticia de que los indios, exasperados por las violen-

y al tener noticia de que los indios, exasperados por las violen-


cias de aventureros desalmados, habian dado trágica muerte á

sus compañeros los religiosos que permanecieron en Cumaná, cias de aventureros desalmados, habian dado tragica muerte a
sus companeros los religiosos que permanecieron en Cumana,
lacerada su alma y llena de amargura, tomó el hábito de fraile

en el convento de dominicos de la ciudad de Santo Domingo.

Allí, en la quietud de aquel sagrado recinto, escribió la mayor

parte de su inmortal Historia de Indias.


lacerada su alma y llena de amargura, tom6 el habito de fraile
Mas no ha entrado en nuestro propósito otra cosa respecto
en el con vento de dominicos de la ciudad de Santo Domingo.
Alli, en la quietud de aquel sagrado recinto, escribi6 la mayor
del insigne protector de los indios, que hacer mencion de sus

nobilísimos trabajos, en lo que de ellos concierne al asunto ca-

pital de este libro, ó sea á la libertad de los miserandos restos

de la raza indígena de Haití. Otra pluma inimitable, honra de


parte de su inmortal Historia de Indias.
las hispanas letras en nuestro siglo, intérprete fiel de un alma

Mas no ha entrado en nuestro prop6sito otra cosa respecto


de fuego (151), capaz de comprender y dar relieve á la grande-

za moral del Padre las Casas, ha señalado dignamente á la


del insigne protector de los indios, que hacer mencion de sus
admiracion de los buenos las virtudes y los gloriosos trabajos

de aquel ilustre varon, la gloria más pura de España; grande


nobilisimos trabajos, en lo que de ellos concierne al asunto ca ·
entre los más grandes de todos los tiempos.

pital de este libro, 6 sea a la libertad de los miserandos restos


XLVII

¡Ya es tarde!
de la r aza indigena de Haiti. Otra pluma inimitable, honra de
El alzamiento de Enriquillo en el Bahoruco reclama peren-

toriamente nuestra atencion, como reclamaba en aquellos dias


las hispanas letras en nuestro siglo, interprete fiel de un alma
la diligencia política de Alonso Zuazo,yla pericia militar de

Iñigo Ortíz. Situándose el buen Licenciado en San Juan, envió


de fuego (15 1), capaz de comprender y dar relieve a la grande·
uno tras otro hasta cinco emisarios á Enriquillo, en el espacio za moral del PA DRE LAS CAsAs , ha senalado dignamente a la
admiracion de los buenos las virtudes y los gloriosos trabajos
de un mes. Propúsole en primer lugar perdon y salvo conducto
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para él y sus indios si se le sometían, asegurando que el caci-

que y sus principales compañeros no volverían á ser encomen-

dados á nadie; que se les darían medios de vivir holgadamente


de aquel ilustre va ron, la gloria m as pura de Espa na; grande
entre los m as gra ndes de todos los tiempos.
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y los demás no serían obligados á trabajar sino con quien ellos

quisiesen y en las faenas que fueran más de su agrado. A esta

misiva contestó Enriquillo verbalmente, diciendo al enviado

X L VII

1Ya es tarde!·
El a lzamiento de Enriquillo en el Bahoruco reclama peren-
toriamente nuestra a tencion , como reclamaba en aquellos dias
la diligencia politica de A lonso Zuazo , y la pericia n1ilita r de
Inigo Ortiz. Situaµ close el buen Licenciado en San Juan, .e nvi6
· u no tras otro hasta cinco emisarios a Enriquillo, en el espacio
de un mes. Propusole en p rimer lugar perdon y salvo conducto
para cl y s us indios si se le sometia n, a segurando que el caci-
q ue y s us principales com paner os no volvcrian a ser encomen·
dados {t naclie; que se les da r ian medios d e vivir holgad a mente
y los demc'i.s no serian obligados a t raba jar sino con quien ellos
q uisiesen yen las faenas que fuera n mas de su ag ra do . A esta
m isiva contest6 Enriquillo verbalmente, diciendo al env ia do
.'
I
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ENRIQUILLO 449
ENRIQUILLO 449
para que lo repitiera a Zuazo, que el no depondria las armas
mientras quedara un solo indio sujeto a servidumbre en la Es-
para que lo repitiera á Zuazo, que él no depondría las armas

miéntras quedara un solo indio sujeto á servidumbre en la Es-

pañola. Volvió el segundo emisario de Zuazo con otro mensaje

de éste, ofreciendo al cacique hacer considerar por el Almi-


panola. Volvi6 el segundo emisario de Zuazo con otro mensaje
rante y la Audiencia su demanda, é instándole por una entre-

de este, ofreciendo al cacique hacer considerar por el Almi-


rante y la Audiencia su demanda, e instandole por una entre-
vista, sobre seguro que le ofrecia. Este mensajero regresó con

una negativa absoluta, fundada en la irrisoria autoridad de las

cartas de seguro y de favor, segun la pasada experiencia con

el mandamiento del juez Figueroa, menospreciado impunemente


vista, sobre seguro que le ofrecia. Este mensajero regres6 con
por Pedro de Badillo.Un nuevo emisario de Zuazo jamás volvió

una negati va absoluta, fundada en la irrisoria autoridad de las


á parecer, y se creyó generalmente que Tamayo lo toparía en

el camino y le daría muerte. De aquí provino que ningun otro cartas de seg-uro y de favor, segun la pasada experiencia con
español quisiera encargarse de comisiones semejantes, y Zuazo

hubo de valerse sucesivamente de dos indios, que tampoco re-


el mandamiento del juez Figueroa, menospreciado impunemente
gresaron, ni se supo más de ellos.

por Pedro de Badillo. Un nuevo emisario de Zuazo jamas volvi6


a parecer, y se crey6 generalmente que Tamayo lo toparia en
Comprendió por consiguiente el negociador lo infructuoso

de su empeño, y entónces desplegó sus banderas al capitan

el camino y le daria muerte. J?e aqui provino que ningun otro


Iñigo Ortíz, marchando sobre el Bahoruco al frente de muy lu-

cida y bien armada gente. En número, equipo y ordenanza mi-

litar esta fuerza aventajaba mucho á la que sufrió el descalabro

precedente, y Ortíz contaba además con dotes de mando muy


espanol quisiera encargarse de comisiones semejantes, y Zuazo
superiores á las del presuntuoso é imprevisor Badillo.
bubo de valerse sucesivamente de dos indios, que tampoco re-
gresaron, ni se supo mas de ellos.
No entraron los expedicionarios en la formidable sierra en

masa ni por un solo punto, sino que fraccionándose en tres

cuerpos penetraron por otros tantos desfiladeros distintos. Lle-

vaban perros de presa, de los cuales se prometían grande ayu-


Comprendi6 por consiguiente el negociador lo infructuoso
da; pero salió fallida esta esperanza, y entónces pudo verse
de su empefio, y ent6nces despleg6 sus banderas al capitan
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cuan acertado estuvo Enriquillo proveyéndose de cuantos ani-

males de esa especie pudo hacer que fueran al Bahoruco. Lan-


Inigo Ortiz, marchando sobre el Bahoruco al frente de muy lu-
zados como guias los perros de Iñigo Ortiz, muy pocos de ellos,

cida y bien armada gente. En niime1·0, equipo y ordenanza mi-


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desconociendo á los de Enriquillo, ladraron á tiempo en uno

de los desfiladeros, avisando la presencia de los rebeldes.

litar esta fuerza aventajaba mucho a la que sufri6 el descalabro


Los demás, amistosamente recibidos por los de su especie, 'ó se

pasaron voluntariamente á los indios, ó fueron capturados fá-


precedente, y Ortiz contaba ademas con dotes de mando muy
cilmente por Luis de la Laguna y los otros caciques entendidos

y prácticos en los usos y costumbres de la raza canina.


superiores a las del presuntuoso e imprevisor Badillo.
Era Matayco el cacique que estaba situado en el lugar donde

29
No entraron los expedicionarios en la formidable sierra en
masa ni por un solo punto, sino que fraccionandose en tres
cuerpos penetraron por otros tantos desfiladeros distintos. Lle-
vaban perros de presa, de los cuales se prometian grande ayu-
da; pero sali6 fallida esta esperanza, y ent6nces pudo ver~e
cuan acertado estuvo Enriquillo proveyendose de cuantos ani-
mates de esa especie pudo hacer que fueran al Bahoruco. Lan-
zados como .g uias los perros de Inigo Ortiz, muy pocos de ellos ,
desconociendo a los de Enriquillo, ladraron a tiempo en uno
de los desfiladeros, a visando la presencia de los rebeldes.
Los demas, amistosamente recibidos por los de su especie, -0 se
pasaron voluntariamente a los indios , 6 fueron capturados fc't·
cilmente por Luis de la Laguna y los otros caciques entendidos·
y practicos en los usos y costumbres de la raza canina.
Era Matayco el cacique que estaba situado en el lugar donde
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LEYENDA HlSTORlCA

450 LEYENDA HISTÓRICA

ladraron los perros de Ortíz; y la tropa de éste acometió brio-


ladraron los perros de Ortiz; y la tropa de este acometi6 brio-
samente en aquella direccion: los indios resistieron con denue-

samente en aquella direccion: los indios resistieron con denue-


do, por más de tres horas continuas (152); pero eran inferiores

en número, y hubieron de ceder al fin la posicion replegando á do, por mas de tres horas continuas (152); pero eran inferiores
en mimero. y hubieron de ceder al fin la posicion replegando a
otra más defendida, y haciendo resonar sus caracoles con el

aviso de aquella novedad.

En los otros dos pasos de la montaña se combatía con éxito

vário. Los españoles peleaban con resolucion, y arrollaron otro


otra mas defendida, y haciendo resonar sus caracoles con el
puesto de indios: la posicion que ocupaba el valeroso Romero
aviso de aquella novedad.
En los otros dos pasos de la montafia se combatia con exito
estaba tambien á punto de caer en poder de Ortíz, despues de

un encarnizado combate de media hora, cuando llegó Enriqui-

11o que al frente de sus guerreros escojidos cargó furiosamente

al arma blanca, hizo retroceder á los agresores, y conservó el


vario . Los espafioles peleaban con resolucion, y a·rrollaron otro
punto disputado. El eco lúgubre de los caracoles confundién-
puesto de indios: la postcion que ocupaba el valeroso Romero
estaba. tambien a punto de caer en poder de Ortiz, despues de
dose con el de las trompetas anunciaba sin embargo que los in-

dios pedian auxilio en los otros desfiladeros; y Enriquillo, apro-

vechando su ventaja del momento sobre la hueste que Ortíz

mandaba personalmente, dió á Romero instrucciones para que


un encarnizado combate de media hora, cuando lleg6 Enriqui-
replegara de puesto en puesto, atrayendo al belicoso caudillo
. llo que al frente de sus guerreros escojidos carg6 furiosamente
español al primer campamento por medio de una retirada gra-

dual; miéntras que el mismo Enrique daba auxilio á Matayco.


al arma blanca, hizo retroceder a los agresores, y conserv6 el
Análogas instrucciones de retraerse al real indio trasmitió

el cacique al destacamento del tercer paso; operacion que se


pun to disputado. El eco. lugubre de los caracoles confundien ·
efectuó con mucho acierto, á la sazon que Enriquillo, cayendo

dose con el de las trompetas anunciaba sin embargo que los in-
sobre los que hostigaban á Matayco, lograba unirse con éste,

despues de causar gran destrozo en las filas enemigas, y ambos dios pedian auxilio en los otros desfiladeros; y Enriquillo, apro-
vechando su ventaja del momento sobre la hueste que Ortiz
revolvian tambien, como en retirada, hacia el centro de la
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montaña.

Con toda su pericia, ó tal vez á causa de ella, Iñigo Ortíz,

que veia debilitarse otra vez la resistencia de los indios, quiso


mandaba personalmente, di6 a Romero instrucciones para que
replegara de puesto en puesto, atrayendo al belicoso caudillo
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acabar su victoria lanzándose con nuevo ímpetu á ocupar lo

espafiol al primer campamento po1· medio de una retirada gra-


que por noticias imperfectas consideraba como su núcleo ó

cuartel general. Ya Enriquillo y todos los demás indios no em-

peñados con Romero en contener á Ortíz, se ocupaban activa-

mente en retirar del campamento las armas, provisiones y otros


dual; mientras que el mismo Enrique daba auxilio a Matayco.
objetos útiles y de algun valor. Las mugeres, los heridos y de-
Analogas instrucciones de retraerse al real indio trasmiti6
más seres indefensos habian mudado de sitio anticipadamente.

el cacique al destacamento del tercer paso; operacion que se


efectu6 con mucho acierto, a la sazon que Enriquillo, cayendo
sobre los que hostigaban a Matayco, lograba unirse con este,
despues de causar gran destrozo en las filas enemigas, y ambos
revol vian tambien, como en retirada, hacia el centro de la
montafia.
Con toda su pericia, 6 tal vez a causa de ella, Inigo Ortiz,
que v eia debilitarse otra vez la resistencia de los indios, quiso
acabar su victoria lanzandose c0n nuevo impetu a ocupar lo
que por noticias imperfectas considerab.a. como su nucleo 6
cuartel general. Ya Enriquillo y todos los demas indios no em-
pefiados con Romero en contener a Ortiz, se ocupaban activa-
mente en retirar del campamento las armas, provisiones y otros
objetos utiles y de algun valor. Las mugeres, los heridos y de-
mas seres indefensos ha bia n mudado de sitio anticipadamente.

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E:\RIQUILLO 451
ENRIQUILLO 451

Apenas terminado el desalojo, Enriquillo hace la sefial con·


Apénas terminado el desalojo, Enriquillo hace la señal con-

venida para que Romero replegara de una vez, dejando el paso


venida para· que Romero replegara de una vez, dejando el paso
franco á Ortíz y sus valientes; disposicion que fué ejecutada

con tanta habilidad, que el gefe español creyó positivamente


·franco a Ortiz y SUS valientes; disposicion que fue ejecutada
que el enemigo iba en completa derrota y que su victoria que-

con tanta habilidad, que el gefe espafiol crey6 positiyamente


daba coronada con la ocupacion del campamento.

Eran sobre las tres de la tarde cuando esto sucedia. Iñigo que el enemigo iba en completa derrota y que su victoria que-
Ortíz instaló su tropa en las abrigadas chozas del real indio, y

viendo fatigados y hambrientos á los guerreros, dejó la perse-


daba coronada con la ocupadon del campamento.
cucion de los que él juzgaba fugitivos para el dia siguiente.

Comieron, pues; descansaron toda aquella tarde, y pasaron la


Eran sobre las tres de la tarde cuando esto sucedia. Inigo
noche sin ninguna otra novedad que la fantástica iluminacion
Ortiz instal6 su tropa en las abrigadas chozas del real indio, y
viendo fatigados y hambrientos a los guerreros, dej6 la perse-
de las montañas vecinas con numerosas hogueras encendidas

por los indios como señales.

Al amanecer del nuevo dia Ortíz destacó tres ó cuatro ron-

das á reconocer diversos puntos de las inmediaciones; pero


cudon de los que el juzgaba fugiti vos para el dia siguiente.
ántes de media hora regresaron una en pos de otra diciendo
Comieron, pues; descansaron toda aquella tarde, y pasaron la
que los pasos estaban todos ocupados por fuerzas rebeldes con-

siderables, y que habiendo intentado arrollar la resistencia de


noche sin ninguna otra novedad que la fantastica iluminacion
los indios, habia sido imposible, por lo bien escojido de sus po-

siciones. Ortíz comenzó á entrever entónces que habia caido


de las montafias vecinas con numerosas . hogueras encendidas
en un lazo; mas supo disimular su recelo á fuer de prudente, y

por 1os indios como sen.ales.


mandó reconocer los desfiladeros ganados el dia anterior. Muy

pronto adquirió la certidumbre de que estaba cercado por todas


Al amanecer del nuevo dia Ortiz destac6 tres 6 cuatro ron-
partes.

Penetrar más al centro dela sierra hubiera sido un desatino,


das a reconocer diversos puntos de las inmediaciones; pero
y el gefe español no pensó siquiera en ello. Trató solamente de

antes de media hora regresaron una en pos de otra. diciendo


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romper aquella red, y formando toda su gente en masa em-

prendió su retirada por el desfiladero que él personalmente


que los pasos estaban todos ocupados por fu·erzas rebeldes con-
habia forzado la víspera. Romero estaba allí otra vez, con bien

siderables, y que habiendo intentado arroll~r la resistencia de


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armada hueste, que trabó el combate oponiéndose enérgica-

mente á la tropa de Ortíz, y abrumándola desde los altos riscos

los indios, habia sido imposible, por lo bi en escojido de sus po-


sicion~s. Ortiz comenz6 a entrever ent6nces que habia caido
con toda clase de armas arrojadizas. El intrépido Ortíz asalta

con éxito una eminencia colocada entre dos despeñaderos, y

en un lazo; mas supo disimular su recelo a fuer de prudente, y


allí se traba un combate encarnizado cuerpo á cuerpo, entre

indios y españoles. Estos comenzaban á dominar la resistencia

por todas partes; ya algunos de los puestos de Romero estaban

S'
mand6 reconocer los desfiladeros ganados el dia anterior. Muy
pronto adquiri6 la certidumbre de que estaba cercado por todas
partes.
Penetrar mas al centro de la sierra hubiera sido uri desatino,
y el gefe espafiol no pens6 siquiera en ello. Trat6 solamente de
romper aquella red, y formando toda su gente en masa em-
prendi6 SU retirada por el desfilaJero que el personalmente
habia forzado la vispera. Romero estaba alli otra vez, con bien
armada hueste, que trab6 el combate oponiendose energica-
mente a la tropa de Ortiz, y abrumandola desde los altos riscos
con toda clase ·de armas arrojadizas. El intrepido Ortiz asalta
con exito una emin.e ncia colocada entre dos despefiaderos, y
alli se traba un combate encarnizado cuerpo a cuerpo, ·entre
indios y espafioles. Estos comenzaban c't dominar la resistencia
por todas partes; ya algunos de los puestos de Romero estaban

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45J LEYENDA HIST6RICA

452 LEYENDA HISTÓRICA

abandonados: sus defensores huyen desbandados al ver morir


abandonados: sus defensores huyen desbandados al ver morir
á los caciques Velázquez y Maybona, que sucumben peleando {t los caciques Velazquez y Maybona, que sucumben peleando
her6icamente, cuando Enriquillo sobreviene con sus cincuenta
heróicamente, cuando Enriquillo sobreviene con sus cincuenta

guerreros escogidos, armados de lanzas y cubiertos con cotas

de cuerdas. La valentía y el empuje de este oportuno socorro

bastan á cambiar la faz del combate: la fuerte y pesada lanza


guerreros escogidos, armados de lanzas y cubiertos con cotas
de EnriqYiiHo se tiñe con la sangre de más de diez enemigos;
de cuerdas. La valentia y el empuje de este oportuno socon·o
bastan a cambiar la faz del com bate: la fuerte y pesada lanza
hácese al fin astillas en el férreo peto de un castellano, y el hé-

roe continúa combatiendo con la cortante espada. Sus soldados

hacen como él prodigios de audacia, y el mismo Ortíz recibe

una ancha herida en el hombro izquierdo.


de Enriquil-lo se tine con la sangre de mas de diez enemig·os;
Una parte de sus fuerzas, la que hacia de vanguardia, apro-

hacese al fin astillas en el ferreo peto de un castellano, y el he-


vechando la primera acometida que contrastó á Romero, sigue

á paso de carga, más bien á carrera abierta, el desfiladero roe continua combatiendo con la cortante espada. Sus soldados
abajo, sin cuidarse de los toques de clarín que piden á reta-

guardia su auxilio: Ortíz y los que con él están empeñados se


hacen como el prodigios de audacia, y el mismo Ortiz recibe
creen perdidos; y miéntras que algunos se salvan trabajosa-

mente rodando por las laderas y derriscos más practicables de


una an cha herida en el horn bro izquierdo.
aquel monte, otros ménos afortunados van á parar destrozados Una pa rte de sus fuerzas, la que hacia de vanguardia, apro-
vechando la primera acometida que contrast6 a Romero, sigue
y exánimes al fondo de los barrancos y despeñaderos.

Ortíz tuvo la dicha de librarse á costa de dos roturas de ca-

beza y media docena de contusiones, que sumadas con su he-

rida de lanza hacian un total bien mísero y digno de lástima


a paso de carga, ffiitS bien a carrera abierta, el desfiladero
por cierto' Guiándose por las señales que hacian las trompetas
abajo, sin cuidarse de los toques de clarin que piden a reta-
guardia su auxilio: Ortiz y los que con el estan empefiados se
de su vanguardia pudo dar con ella, que habia hecho alto en

una colina, ya fuera de aquella sombría garganta, que de cada

árbol y de cada roca vomitaba indios armados. Ortíz, despues

creen perdidos; y mientr;:i,s que algunos se salvan trabajosa-


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de recojer algunos fugitivos y extraviados como él, hizo el re-

cuento de su tropa, y halló solamente doscientos treinta hom-


mente rodando por las laderas y derriscos mas practicables de
aquel monte, otros menos afortunados van a parar destrozados
bres. El resto, hasta trescientos cincuenta que entre soldados
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y milicianos formaban al principio los expedicionarios, habia

y excl.nimes al fondo de los barrancos y despefiaderos.


mordido el polvo, ó estaba en poder de Enriquillo.

0 rt i z tuvo la dicha de librarse a costa de dos roturas·-de ca-


Mandó pronto aviso á la Maguana, y Zuazo le envió tres

días despues refuerzos, ordenándole volver sobre los rebeldes

y castigarlos ejemplarmente; pero Ortíz fué de distinta opinion,

y se abstuvo de penetrar otra vez en la formidable sierra, yén- beza y media docena de contusiones, que sumadas con su he-
rida de lanza hacian un total bien misero y digno de lastima
dose á Careybana á curar su herida. Allí adoleció largo tiempo.

por cierto. Guiandose por las sefiales que hacian las trompetas
de su vanguardia pudo dar con ella, que habia hecho alto en
una colina, ya fuera de aquella sombria garganta, que de cada
arbol y de cada roca vomitaba indios armados. Ortiz, despues
de recojer algunos fugitivos y extraviados como el, hizo el re-
cuento de su tropa, y hall6 solamente doscientos treinta hom-
bres. El resto, hasta trescientos cincuenta que entre soldados
y milicianos formaban al principio los expedicionarios, habia
mordiclo el polvo, 6 estaba en poder de Enriquillo.
· Mand6 pronto a viso a la Maguana, y Zuazo le envi6 tres
dias despues refuerzos, ordenandole volver sobre los rebeldes
y castigarlos ejemplarmente; pero Ortiz fue de distinta opinion,
y se abs tu vo de penetrar otra vez en la formidable sierra, yen-
d ose <'1. Careybana a curar su herida. Alli adoleci6 largo tiempo.

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ENRIQUILLO 453
ENRIQUILLO 453

Entónces se adoptó un sistema de guerra llamado de obser-


Ent6nces se adopt6 un sistema de guerra llamado de obscr-
vacion, que consistía en vigilar por medio de gruesos destaca-

mentos los pasos delas montañas, y esperar á que los indios


vadon, que consistia en vigilar por medio de gruesos destaca-
saliesen de sus inepuxgnables guaridas, para hacerles sentir el

mentos los pasos de las montanas, y esperar a que los indios


, I
peso de las armas de la autoridad. No podían desear nada más

cómodo Enriquillo y sus súbditos. El Bahoruco quedó por algun saliesen de sus inepuxgnables guaridas, para hacer1es sentir el
peso de las armas de la autoridad. No podian desear nada mas
tiempo libre de invasiones; y aunque guardando extrictamente

su actitud marcial y defensiva, reinaban en el interior de aque-

llos agrestes y feraces montes la paz y la abundancia. Sola-

mente el indómito Tamayo se hacia sentir muy á menudo, en


c6modo Enriquillo y SUS subditos. El Bahoruco qued6 por algun
saltos atrevidos que, comenzando por asolar las comarcas oc-
tiempo libre de invasiones; y aunque guardando eKtrictamente
su actitud marcial y defensiva, reinaban en el interior de aque-
cidentales dela isla, fueron sucesivamente extendiéndose á la

Maguana, á Compostela de Azua y á otros puntos muy distan-

tes del Bahoruco. La seguridad y la confianza desaparecieron

de todos aquellos contornos; y á favor de tan irregular estado


llos agrestes y feraces montes la paz y la abundancia. Sola-
de cosas los demás indios escapaban á la servidumbre y se iban
mente el ind6mito Tamayo se hacia sentir muy a menudo, en
á buscar su libertad á los bosques. Los que permanecían suje-

tos á sus amos ó encomenderos no valían gran cosa para el


saltos atrevidos que, comenzando por asolar las comarcas oc-
trabajo, ó se veian mimados por su señores para que no los

abandonasen. El desórden y la decadencia alcanzaban á todos


cidentales de la isla, fueron sucesivamente extendiendose a la
los ámbitos de la isla y afectaban todos los intereses; y al cla-

Maguana, a Compostela de Azua y a otros puntos muy distan•


mor general contra las depredaciones de Tamayo, que todas se

ponian á cuenta y cargo del alzamiento de Enriquillo, las au-


tes del Bahoruco. La seguridad y la confianza desaparecieron
toridades contestaban que Iñigo Ortíz hacia la guerra en el

Bahoruco, y que guardadas cuidadosamente todas las entradas


de todos aquellos contornos; y a favor de tan irregular estado
y salidas de la sierra, Enriquillo y sus rebeldes no podían mo-

de cosas los denias indios escapaban a la servidumbre y se iba n


a buscar SU libertad {t los bosques. Los que permanecian suje-
verse, (en más de setenta leguas de territorio!) y habian de ser
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más ó ménos pronto completamente exterminados.

tos a sus amos 6 encomenderos no valian gran cosa para el


Entretanto, Alonso Zuazo se cansó de la Maguana y se vol-

vió para Santo Domingo, llevándose consigo, por vía de pre-

trabajo, 6 se veian mimados por su senores para que no los


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caucion y con las mayores muestras de respeto, á Doña Leo-

nor de Castilla, que no hacia misterio de su amistad con el ca-

cique Enriquillo, y solia escribirle por medio de emisarios se-


abandonasen. El des6rden y la decadencia alcanzaban a todos
los ambitos de la isla y afectaban todos los intereses; y al cla-
guros. Iñigo Ortíz despues de sano permaneció en Careybana,

solicitando del Almirante su relevo; sus tenientes se aburrían

estacionados al pie de los plutónicos estribos de la sierra, y ni

los castellanos se cuidaban de hostilizará los habitantes del


m or general contra las depredaciones de T amayq, que todas se
ponian {t cuenta y cargo del alzamiento de Enriquillo, las au-
toridades contestaban que Inigo Ortiz ha.cia la g uetta en el
Ba horuco, y que guardadas cuidadosameate todas las entradas
y salidas de la sierra, Enriquillo y sus rebeldes no podian mo·
verse, (en mas de set en ta leguas a-e territoriol) y habian d e ser
mas 6 menos pronto co mpletame nte exterminados.
Entretanto, Alonso Zuazo se cans6 de la Maguana y se vo l-
vi6 para Santo Domingo, llevan dose consigo, por via de pre-
caucion y con las may ores muestr as de respeto, a Dona Leo-
nor de Castilla, que no hacia misterio de su amistad con el ca-
cique Enriquillo, y solia escribirle por m edio de emisarios se ·
guros. Inigo Ortiz despues de sano permaneci6 en Careybana,
solicitando del Almirante su relevo; sus tenientes· se aburrian
estacionados al pie de los plut6nicos estribos de la sierra , y ni
los castellanos se cuidaban de hostilizar a los habitan tes del
.~
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454 LEYENDA HISTORICA
454 LEYENDA HISTÓRICA

Bahoruco, ni Enriquillo permitía que sus soldados inquietaran


Bahoruco, ni Enriquillo permitia que sus soldados inquietaran
á los castellanos en sus pacíficos acantonamientos.

XLVIII
a los castellanos en sus pacificos acantonamientos.
Transicion.

Esta tregua tácita permitió á Enriquillo perfeccionar la or-

ganizacion de su vasto señorío del Bahoruco. Amado con fana-

tismo por los suyos, obedecido ciegamente por todos aquellos

seres que se veian libres y dignificados, gracias al tino, valor

XL VIII
y fortuna de su hábil caudillo, éste no necesitó jamás apelar á

medidas de rigor para mantener su absoluto imperio y predo-

minio sobre los que le consideraban dotado de sobrenatural

virtud, y constituido sobre ellos como salvador y custodio por


Transicion.
voluntad divina.

La prevision del caudillo, servida eficazmente por la doci-

lidad y el trabajo de los indios, hizo convertir muy pronto el


Esta tregua tacita permiti6 a Enriquillo perfeccionar la or-
interior de la extensa y variada sierra en una sucesion casi
ganizacion de su vasto sefiorio del Bahoruco. Amado con fana-
tismo por los suyos, obedecido ciegamente por todos aquellos
continua de labranzas, huertas, caseríos y fortificaciones que

la mano del hombre, completando la obra de la naturaleza,

habia hecho punto ménos que inexpugnables (153). Allí no habia

ni brazos ociosos, ni recargo de faenas; todo se hacia ordenada


seres q ue se veian libres y dignificados, gracias al tino, valor
y mesuradamente: habia tiempo para el trabajo, para el recreo,
y fortuna de su habil caudillo, este no necesit6 jamas apelar a
medidas de rigor para mantener su absoluto imperio y predo-
para los ejercicios bélicos, para la oracion y el descanso. El

canto acordado del ruiseñor saludando la radiante aurora; el

graznido sonoro del cáo (154), repercutido por los ecos de la

montaña; el quejumbroso reclamo de la tórtola en los dias nu-


minio sobre las que le consideraban dotado de sobrenatural
blados; la aparicion del cocuyo luminoso, el concierto monó-

virtud, y constituido sobre ellos coma salvador y custodio por


tono del grillo nocturno y los demás insectos herbicolas, eran

voluntad diviria.
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otras tantas señales convenidas para determinar el cambio de

ocupaciones entre los moradores de aquellas agrestes alturas.

La civilizacion europea, que habia arrebatado aquellos infelices


La prevision del caudillo, servida eficazmente por la doci-
lidad y el trabajo de los indios, hizo convertir muy pronto el
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á su nativa inocencia, los devolvía á las selvas con nociones

que los hacían aptos para la libertad, por el trabajo y la in-

dustria. interior de la extensa y variada sierra en una sucesion casi


continua de labranzas, huertas, caserios y fortificaciones que
la mano del hombre, completando la obra de la naturaleza,
habia hecho punto menos que inexpugnables (153). Alli no habia
ni brazos ociosos, ni recargo de faenas; todo se hacia ordenada
y mesuradamente: habia tiempo para el trabajo, para el recreo ,
para las ejercicios belicos, para la oracion y el descanso. El
canto acordado del ruisefior saludando la radiante aurora; el
graznido sonoro del cao ( 154), repercutido por los ecos de la
montafia; el quejumbroso reclamo de la t6rtola en los dias nu-
blados; la aparicion del cocuyo luminoso, el concierto mon6-
tono del grillo nocturno y los den'las insectos her bi colas, eran
otras tantas sen.ales con venidas para determinar el cambio de
ocupaciones entre los moradores de aquellas agrestes alturas.
Laci vilizacion europea, q ue habia arrebatado aq uellos infelices
a su nativa inocencia, los devolvia a las selvas con nociones
que los hacian aptos para la libertad, P?r el trabajo y la in·
dustria.

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ENRIQUlLLO 4 55
ENRIQUILLO 4 55

El ganado mayor y menor, como las aves de corral más es-


El ganado mayor y menor, co mo las aves de corral mas cs-
timadas se multiplicaban en diversas partes de la libre serra-

timadas se multiplicaban en diversas partes de la libre serra-


nia, y ademas, la proximidad a ella del Lago Dulce (hoy lagl,l·
nia, y además, la proximidad á ella del Lago Dulce (hoy lagu-

na de Cristóbal ó del Rincon), facilitaba el abastecimiento de

na de Crist6bal 6 del Rincon), facilitaba el abastecimiento de


abundante pesca á los súbditos de Enrique. Este solia pasar

algunos meses del año, cuando los cuidados de la guerra se lo

permitían, en el gran lago de Caguani, ó de Jaragua, que hoy

lleva el nombre de Enriquillo, en mitad del cual está situada


abundante pesca a los subditos de Enrique. Este solia pasar
una graciosa islita cuyo verde y encantador recinto sirvió mu-
algunos meses del ano, cuando los cuidados de la guerra se lo
permitian, en el gran lago de Caguani, 6 de Jaragua, que hoy
chas veces de albergue al valeroso cacique y á su bella y dis-

creta consorte. Para estas excursiones se servían de grandes

canoas ó piraguas. En la islita se improvisaban las rústicas

viviendas necesarias para los dos esposos y sus allegados: so-


lleva el nombre de Enrz'quillo, en mitad del cual esta situada
brábales todo lo necesario para estar con comodidad, si no con

una graciosa·islita cuyo verde y encantador recinto sirvi6 mu-


regalo; y un fuerte destacamento, fraccionado por distintos

puntos, vigilaba y guardaba las riberas inmediatas, contra las


ch.as veces de albergue al valeroso cacique y a su bella y dis-
eventualidades de una sorpresa.

Además, el espionaje al servicio de Enriquillo estaba per-


creta consorte. Para estas excursiones se servian de grandes
fectamente organizado. Era de todo punto imposible que los

canoas 6 piraguas. En la islita se improvisaban las rusticas


castellanos intentaran un movimiento en cualquier sentido,

sin que lo supiera con antelacion el cauteloso cacique del Ba- viviendas necesarias para los dos esposos y sus allegados: so-
brabales todo lo necesario para estar con comodidad, si no con
horuco; frustrándolo por astucia ó fuerza de armas.

En esta época de tranquilidad relativa fué cuando Enriqui-

llo determinó satisfacer una de las más persistentes aspiracio-

nes de su alma, honrando ostensiblemente la querida memoria


regalo; y un fuerte destacamento, fraccionado por distintos
de su ilustre tio Guaroa. Fué con este fin al sudoeste de la sie-
puntos, vigilaba y guardaba las riberas inmediatas, contra las
eventualidades de una sorpresa.
rra, seguido de una escolta de jinetes, y acompañado de casi
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todos los caciques, entre los cuales habia algunos que conocian

el sitio donde sucumbió el gefe indio. Enriquillo erigió sobre

aquella innominada sepultura un túmulo de enormes piedras,


Ademas, el espionaje al servicio de Enriquillo estaba per-
fectamente organizado. Era de todo punto imposible que los
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grande en su modestia é imponente en su severa sencillez,

como el carácter del héroe á quien se tributaba aquel piadoso

homenage.
castellanos intentaran un movimiento en cualquier sentido,
Acaso se complacía el jóven caudillo en llevar ante aquella

tumba los laureles de sus gloriosos triunfos, alcanzados sobre


sin que lo supiera con antelacion el cauteloso cacique del Ba·
los antiguos vencedores de Guaroa. El alzamiento del Bahoru-

horuco; frustrandolo por astucia 6 fuerza de armas.


co aparece como una reaccion; como el preludio de todas las

E'n esta epoca de tranquilidad relativa fue cuando Enriqui-


llo determin6 satisfacer una de las mas persistentes aspiracio-
nes de su alma, honrando ostensiblemente la querida memoria
de su ilustre tio Guaroa. Fue con este fin al sqd-oeste de la sie-
rra, seguido de una escolta de jinetes, y acompafiado de casi
todos los caciques, entre los cuales habia algunos que conocia n
el sitio donde sucumbi6 el gefe indio. Enriquillo erigi6 sobre
aquella innominada sepultura un tumulo de enormes piedras ,
grande en su modestia e imponente en su sev.era sencillez,
como el caracter del heroe a quien se tributaba aquel piadoso
homenage.
Acaso se complacia el j6ven caudillo en llevar ante aquella
tumba los laureles de sus gloriosos triunfos, alcanzados sobre
los antiguos vencedores de Guaroa. El alzamiento del Bahoru·
co aparece como una reaccion; como el preludio de todas las

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456 LEYENDA msT6RICA

456 LEYENDA HISTÓRICA

7
reacciones queen menos de cuatro siglos han de aniquilar en el
reacciones que en ménos de cuatro siglos han de aniquilar en el

Nuevo-Mundo el derecho de conquista. No sabemos silos horn·


Nuevo-Mundo el derecho de conquista. No sabemos si los hom-

bres de estado españoles de aquel tiempo, que dieron harta im-


bres de estado espafioles de aquel tiempo, que dieron harta im-
portancia á la rebelion de Enriquillo, entrevieron el cumpli-

miento de aquella ley constante de la naturaleza, y guardaron


, portancia a la rebelion de Enriquillo, entrevieron el cumpli-
discretamente la observacion en su conciencia (155). Escritores

miento de aquella ley constante de la naturaleza, y guardaron


y poetas explicaron entónces la fortuna y las victorias del ca-

cique Enrique por la molicie de costumbres y el apocamiento discretamente la observacion en s·u conciencia ( 155) . Escritores
y poetas explicaron ent6nces la fortuna y las victorias del ca-
de ánimo en que habian caido los antes rudos y sufridos pobla-

dores de la Española (156). Explicacion inadmisible, porque en

Méjico, en el Perú, en Castilla de Oro, en todo el continente

iban á realizar épicas proezas muchos de los mismos que salían


cique Enrique por la molicie de costumbres y el apocamiento
descalabrados de la sierra del Bahoruco. Lo cierto era que En-
de animo en que habian caido los c'rntes rudos y sufridos pobla-
dores de la Espafiola (156) . Explicacion inadmisible, porque en
rique, y por reflexion sus indios, habian alcanzado ya la pleni-

tud de civilizacion indispensable para apreciar las tuerzas de

los dominadores europeos, y medir con ellas las suyas^jsinja

temerosa supersticion del salvaje, tan favorable al desenvolvi-


Mejico, en el Peru, en Castilla de Oro, en todo el continente
miento de esa prodigiosa conquista de América, en que en-
iban a realizar epicas proezas muchos de los mismos que salian
descalabrados de la sierra del Ba~oruco. Lo cierto era que En-
traron de por mitad el valor fabuloso de los vencedores, y la

\ fabulosa timidez de los vencidos.

Entretanto ¿cómo sobrellevaba Mencía, la noble y valerosa

rique , y por reflexion sus indios, habian alcanzado y a la plcni-


Qara
Mencía, los azares y privaciones de la vida en el Bahoruco?

Casi habiamos olvidado la interesante criatura, desde que su

tud de civilizacion indis_Eensable apreciar las f?erza s d e


, los ao-mmadores europe_os, y medir con ellas la_?_~u yas , sin la
duro destino y la generosa altivez de su carácter la condujeron

á morar en el seno de aquella ruda y agreste serrania. Algun

tiempo se mostró preocupada y triste; su soledad le parecía

temerosa supersticion del salvaje, tan favorable al d~-s~ nvolvi-_


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espantosa, miéntras que Enrique, su amado compañero, estaba

enteramente consagrado á la organizacion y defensa de su

miento de esa prod_igiosa conqui?ta de Americ a~ __en qu~ e ~­


montañoso estado. Mas, cuando por primera vez el valiente ca-

traron de por mita d el valor fabuloso de. los veIJ ~edor~ ~


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cique se presentó á sus ojos victorioso; cuando arrojó á los piés

fa-bulosa tiIDjdez de los vencidos.


de ella la espada inútil del arrogante Valenzuela; cuando cu-

-~~-
bierto aun con el polvo del combate se le mostró grande, ver-

daderamente libre, con la aureola augusta del valor heróico y

de la dignidad recobrada, entónces el corazon de Mencía pal-


--- Entr~tanto lC6m o sob;·ellevaba Mencia , Ja n oble y v alerosa
pitó á impulsos de imponderable satisfaccion y de legítimo or-
:\1encia, los azares y priva ciones de la vida en el Bahoruco?
Casi habia mos ol vidado la interesante cria tura, desd~ que su
gullo, y arrojándose en los brazos del conmovido guerrero,

besó con santo entusiasmo su rostro varonil; corrieron sus cris-

duro des tine y la g enerosa altivez de s u caracter la condujeron


a m or a!" en el seno d e a quella ruda y agr este serrania . Algun
tiempo se mos tr 6 preocupa da y tris te ; su soleda d le parecia
es pa ntosa , mientras que Enrique, s u a mado compafiero, estaba
enteramente consagrado a la or g anizacion y defensa de s u
montafioso esta do. Mas, c ua ndo p or prim era vez el vali ente ca-
cique se presen t6 a sus ojos victorioso ; c ua ndo a rroj6 a los pies
de ella la espada inutil del arrogant e V a lenzuela; cuando cu -
bierto aun con el polvo del com bate se le mostr6 g rande, v er-
daderamente libre , con la a ureo la a ug u sta del valor h er6ico y
de la dig nidad r ecobrada , ent6n ces el corazon de Mencia pal-
pit6 a imp ulsos de im ponderable satisfaccion y de leg it imo or-
g ullo, y a rrojandose en los brazos del conmovido g uerrero,
bes6 con san to entusiasmo su rostro varonil ; corrieron s us eris-

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ENRIQUILLO 457
ENRIQUILLO 457

talinas lagrimas por el robusto y polvoroso cuello del caudillo,


talinas lágrimas por el robusto y polvoroso cuello del caudillo,

y sus lábios, trémulos de grata emocion, murmuraron apénas y sus labios, tremulos de grata emocion, murmuraron apenas
esta frase expresiva:-Grande, libre, vengado ..... ;-1asi te
esta frase expresiva:—Grande, libre, vengado ;—¡así te

quiero!

Desde entónces Mencía se sintió conforme, si no feliz, entre

los sobresaltos y la aspereza de aquella vida. Familiarizándose


quiero!
cada vez más con los peligros, solamente la apesaraba al fin el
Desde ent6nces Mencia se sinti6 conforme, si no feliz, entre
empeño de Enriquillo en alejarla de ellos, cuando su más ve-

hemente deseo era acompañarle en todos sus trabajos; verle


los sobresaltos y la aspereza de aquella vida. Familiarizandose
combatir en la lid; alentarle con su presencia, al mismo tiem-

po que protejerle con sus piadosas oraciones al cielo....


cada vez mas con los peligros, solamente la apesaraba al fin el
Ella se indemniza practicando la caridad y el bien: los heri-

empefio de Enriquillo en alejarla de ellos, cuando su mas ve-


dos y enfermos la bendicen como á su providencia visible;

miéntras que las tiernas vírgenes del Bahoruco aprenden de hemente deseo era acompafiarle en todos sus trabajos; verle
combatir en la lid; /alentarle con su presencia, al mismo tiem-
ella religion, virtud, labores de mano y rudimentos literarios.

Anica por su parte es casi dichosa. Curada de su pasion

por Enriquillo, la rectitud y entereza de éste, las virtudes de su

po que protejerle con sus piadosas oraciones al cielo ....


Ella se indemniza practicando ~a caridad y el bien: los heri-
esposa habian servido á la jóven india de modelo para templar

su alma al calor de los buenos y generosos sentimientos. Aque-

dos y enfermos la bendicen como a su providencia visible;


lla pasion se ha trocado en cariño puro, sin límites, á ambos

esposos; pero en su corazon halló cabida otro afecto más vehe-

mente, que ha completado la curacion de aquella antigua en-

fermedad de amor imposible, que la atormentaba como oculto


mientras que las tiernas virgenes del Bahoruco aprenden de
aguijon. Ahora es otro el objeto de un sentimiento más tran-
ella religion, virtud, labores de mano y rudimentos literarios.
Anica por su parte es casi dichosa. Curada de su pasion
quilo y razonable. Durante un mes ha asistido en el lecho del

dolor á Vasa, al simpático é intrépido Vasa, cuando fué herido

defendiendo solo el puesto que abandonaron sus indios en la

por Enriquillo, la rectitud y entereza de este, las virtudes de su


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primera acometida de los castellanos al Bahoruco. Anica

aprendió entónces á estimar las nobles y bellas cualidades del

esposa habian servido a la j6ven india de modelo para templar


jóven cacique subalterno: aficionáronse el uno al otro con re-

su alma a1 calor de los buenos y generosos sentimientos. Agne-


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cíproca ternura, y se juraron fé y perseverancia hasta que les

fuera posible unirse en santo y religioso vínculo. Enrique y

Mencía dispensaban su aquiescencia á estos castos amores.


lla pasion se ha trocado en carifio puro, sin limites, a ambos
Cuando los graves cuidados que pesaban sobre el vigilante

esposos; pero en su corazon hall6 cabida otro afecto mas vehe-


caudillo no le obligaban á alejarse del oculto cuanto lindo va-

lle donde tenia su principal estancia; asilo risueño que parecia mente, que ha completado la curacion de aquella antigua en-
fermedad de amor imposible, que la atormentaba como oculto
•creado expresamente para contrastar con el tumultuoso y ter-

aguijon. Ahora es otro el objeto ue un sentimiento mas tran-


quilo y razonable. Durante un mes ha asistido en el lecho del
dolor a Vasa, al simpatico e intrepido Vasa, cuando fue herido
defendiendo solo el puesto que abandonaron sus indios en la
prim era acometida de Jos castellanos al Bahoruco. Anica
aprendi6 ent6nces a estimar las nobles y bellas· cualid ades del
j6ven cacique subalterno: aficionaronse el uno al otro con re·
ciproca ternura, y se juraron fe y perseverancia hasta que les
fuera posible unirse en santo y religioso Yinculo. Enrique y
Mencia dispensaban s u aquiescencia a estos castos am ores.
Cuando los graves cuidados que pesaban sobre el v igilante
caudillo no le obligaban a alejarse del oculto cuanto ·linclo va-
l le donde tenia su principal estancia; asilo ris uefio que parecia
·creado expresamente para contrastar con e l tumultuoso y ter·

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458 LEYEJliDA HISTORICA

458 LEYENDA HISTÓRICA


rifico aspecto de la soberbia cordillera; cuando los dos' e~po­
sos estaban unidos, y su animo reposaba libre de las aprensio-
rífico aspecto de la soberbia cordillera; cuando los dos espo-

sos estaban unidos, y su ánimo reposaba libre de las aprensio-

nes que suelen engendrar el peligro y la ausencia, la meseta

del Burén, como otras veces la isla de Cabras en el gran lago,


nes que suelen engendrar el peligro y la ause?-cia; la meseta
no tenia que envidiar, por la pura dicha que en ambos sitios se
del Buren, como otras veces la isla de Cabras en el gran Iago,
disfrutaba, á las suntuosas residencias de los más fastuosos

príncipes.
no tenia que envidiar, por la pura dicha que en ambos sitios se
XLIX

Declinaciones.
disfrutaba, a las suntuosas residencias de los mas fastuosos
La guerra mansa se prolongó en el Bahoruco, no solo mién-

principes.
tras Iñigo Ortíz, escarmentado y pesaroso, pedia y obtenia su

relevo; sino mucho tiempo despues, durante el mando sucesivo

de los capitanes Pedro Ortíz de Matienzo y Pedro de Soria,

que fueron á guerrear con igual sistema de observacion en las

avenidas de la sierra. El primero pretendió sorprender á Enri-

quillo despues de enviarle un mensajero indio que se decia pa- XLIX


riente del cacique, con promesas y proposiciones pacíficas;

pero habiendo sospechado Enrique la verdadera intencion con

que se le convidaba á una conferencia, prometió asistir al lla-

mamiento; y asistió en efecto, pero al frente de sus mas intré-


Declinaciones.
pidos guerreros, que dieron sobre los soldados de Pedro Ortíz

emboscados, los desbarataron y pusieron en vergonzosa fuga.

La guerra mansa se prolong6 en el Bahoruco, no solo mien-


Enriquillo hizo ahorcar al traidor, su pretendido pariente, y

desde entónces quedó seguro de nuevas tentativas insidiosas. tras Inigo Ortiz, escarmentado y pesaroso, pedia y obtenia su
Pero las irrupciones que Tamayo, al frente de su cuadrilla

de gente determinada, solía hacer en las cercanias de la Magua-


relevo; sino mucho tiempo despues, durante el mando sucesivo
na, desde la Sierra de Martin-García, situada al este de la del

de los capitanes Pedro Ortiz de Matienzo y Pedro de Soria,


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que fueron a guerrear con igual sistema de observacion en las


Bahoruco, difundían de vez en cuando la alarma entre los co-

lonos, por el carácter de fiereza y salvajismo que distinguía

a venidas de la sierra. El primero pretendi6 sorprender a Enri-


estos saltos atrevidos, de la moderacion y humanidad que ya
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eran notorias en las prácticas de Enriquillo. Durante la última

permanencia de Diego Colon en Santo Domingo, que fué has-

ta 1523, las dificultades que le suscitaron sus émulos no le per-


quillo despues de enviarle un mensajero indio que se decia pa-
riente del cacique, con promesas y proposiciones pacificas;
pero habiendo sospechado Enrique la verdadera intencion con
que se le convidaba a una conferencia, prometi6 asistir al lla-
mamiento; y asisti6 en efecto, pero al frente de sus mas intre-
pidos guerreros, que dieron sobre los soldados de Pedro Ortiz
emboscados, los desbarataron y pusieron en verg·onzosa fuga.
Enriquillo hizo ahorcar al traidor, su pretendido pariente, y
desde ent6nces qued6 seguro de nuevas tentativas insidiosas.
Pero las irrupciones que Tamayo, al frente de su cuadrilla
de gente determinad<l;, solia hacer en las cercanias de la Magua-
na, desde la Sierra de Martin· Garcia, situada al este de la del
Bahoruco, difundian de vez en cuando la alarma entre los co-
lonos, por el caracter de fiereza y salvajismo que distinguia
es tos s altos atrevidos , de la moderacion y humanidad que ya
eran notorias en las pracJicas de Enriquillo. Durante la ultima
permanencia de Diego Colon en Santo Domingo, que fue has-
.ta 1523, las dificultades que le $USCitaron SUS emulos no le per-

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EKRIQUILLO 459
ENRIQUILLO 459

mitiéron hacer otra cosa memorable que la represion de un


mitferon hacer otra cosa memorable que la represion de un
levantamiento de esclavos africanos que dieron muerte al ma-
1-1evantamie~to de esclavos africanos que dieron muerte al ma-
yoral en una hadenda del mismo Almirante, cerca del rio Ni·
yoral en una hacienda del mismo Almirante, cerca del rio Ni-

sao. Trasladóse en persona Diego Colon al lugar de la ocurren-

cia; los alzados fueron fácilmente vencidos, y de ellos los que

pudieron escapar con vida se incorporaron en la horda de Ta-


sao. Traslad6se en persona Diego Colon al lugar de la ocurren-
mayo, que con este contingente extendió sus correrías devas-
cia; los alzados fueron facilmente vencidos, y de ellos los que
tadoras hasta los términos de Azua.

Las autoridades, á pesar del clamor continuo de los pueblos


pudieron escapar con vida se incorporaron en la horda de Ta-
más directamente perjudicados con aquel azote, excusaban

cuanto podían la movilizacion de tropas, por resentirse ya de-


mayo, ·q ue con este contingente extendi6 sus correrias devas-
masiado el tesoro real con los crecidos gastos de las armadas

tadoras hasta los terminos de Azua.


Las autoridades, a pesar del clamor continuo. de los pueblos
precedentes. Un golpe de fortuna de los alzados indios, aunque

exento de crueldad y ostentando el sello de la moderacion que

caracterizaba todos los actos de Enriquillo, tuvo al fin más efi-

cacia para hacer que los encargados de la pública seguridad


m{is directamente' perjudicados con aquel azote, excusaban
despertaran de su letargo, que todas las violencias de Tamayo

y su horda sanguinaria. Arribó á Santo Domingo cierto dia un


cuanto podian la movilizacion de tropas, por resentirse ya de-
barco, que navegando desde Costa'firme habia recalado por masiado el tesoro real con los crecidos gastos de las ar!Iladas
precedentes. Un golpe de fortuna de los alzados indios, aunque
causa del mal tiempo en un puerto de los más cercanos á la sier-

ra del Bahoruco, donde los vigilantes indios de la costa con-

siguieron capturar la nave, con toda la gente que iba á su bor-

do (157). Informado el cacique del suceso bajó á la ribera del


exento de crueldad y ostentando el sello de la moderacion que
mar, y por sus órdenes recobraron la libertad los navegantes
caracterizaba todos los actos· de Enriquillo, tuvo al fin mas efi-
con su barco; pero el valioso cargamento de oro, aljófar y per-

las que aquél llevaba, quedó en poder de Enriquillo.


cacia para hacer que los encargados de la ptiblica segui-idad
Al tener noticia de este fracaso los oficiales reales y jueces

despertaran de su letargo, que todas las violencias de Tamayo


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de la Audiencia, sintieron tanto dolor y angustia como si les

arrancaran las entretelas del corazon. Que Tamayo y su gavilla

y su horda sanguinaria. Arrib6 a Santo Domingo cierto dia un


incendiaran caseríos enteros; que mataran sin piedad hombres

barco, que navegando desde Costa-firme habia recalado por


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y mugeres, y cometieran otros hechos atroces, podía pasar como

cosa natural y corriente, en el estado de rebelion en que se

mantenia una gran parte de la isla; pero ¡atreverse á despojar


causa del rnal tiempo en un puerto de los mas cercanos a la sier-
un barco de las riquezas que conducia! Ya eso pasaba todos los

ra del Bahoruco, donde los vigilantes indios de la costa con-


límites de lo honesto y tolerable, y el-.dios-oro exigia que las

celosas autoridades hicieran los mayores esfuerzos para reco- siguieron capturar la nave, con toda la ~nte que iba a su bor-
do (157). Informado el cacique del s~ceso baj6 a la ribera del
brar aquella presa, en primer lugar; y despues por pacificar la .

mar, y por sus 6rdenes recobraron la libertad los navegantes


con su barco; pero el valioso cargarnento de oro, alj6far y per-
las que aquel llevaba, qued6 en poder de Enriquillo.
Al tener noticia de este fracaso los oficiales reales y jueces
de la Audiencia, sintieron tanto dolor y angustia corno si les
arrancaran las entretelas del corazon. Que Tamayo y su ga villa
incendiaran caserios enteros; que mataran sin piedad hombres
'
y mugeres, y cometieran otros hechos atroces, podia pasar corno
cosa natural y corriente, en el estado de rebelion en que se
mantenia una gran parte de la isla; pero jatreverse a despojar
un barco de las riquezas que conducia! Ya eso pasaba todos los
limites de lo honesto y tolerable, y ebdios-oro exigia que las
celosas autoridades hicieran los mayores esfuerzos para reco-
brar aquella presa, en primer lQgar; y despues por pacificar la .

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460 LEYE~DA HIST6RICA

isla si era posible. Procedimiento caracteristico de todo . un


460 LEYENDA HISTÓRICA

isla si era posible. Procedimiento característico de todo, un

sistema.

Resolvieron por lo tanto hacer leva de gente, y reforzar las


sistema.
guarniciones de la sierra; pero al mismo tiempo no desdeña-
Resol vieron por lo tan to hacer leva de gente, y reforzar las
guarniciones de la sierra; pero al mismo tiempo no desdefia-
ron los medios de persuasion y acomodamiento amigable; en

lo que bien se deja ver que ya habia pasado de esta vida Mi-

guel, de Pasamonte, el inflexible tesorero, que tardó poco en

seguir á la tumba á Diego Colon, de quien habia sido el más


ron los medios de persuasion y acomodamiento amigable; en
implacable antagonista.
lo que bien se deja ver que ya habia pasado de esta vida l\·li-
guel. de Pasamonte, el infiexibl~ tesorero, que tard6 poco en
Los oficiales reales, sabiendo que estaba en Santo Domingo

el buen fray Remigio, aquel preceptor del cacique Enrique

cuando éste se educaba en el convento de Vera-Paz, echaron

mano de él, y só color de servir á Dios y á la paz pública lo


seguir a la tumba a Diego Colon, de quien habia sido el mas
persuadieron á ir al Bahoruco en el mismo barco desbalijado,

implacable antagonista.
cuyos tripulantes iban consolándose con la esperanza de que

el religioso conseguiría reducir su antiguo discípulo á que sol-


Los oficiales reales, sabiendo que estaba en Santo Domingo
tara la rica presa. Llegados allá, los alzados vigilaban como

ántes; el pobre fray Remigio saltó á tierra confiado, y fué al


el buen fray Remigio, aquel preceptor del cacique Enrique
punto hecho prisionero, escarnecido y despojado de sus vesti-

cuando este se educaba en el convento de Vera-Paz, echaron


mano de el, y s6 color de servir a Dios y a la paz publica lo
dos por los indios, que á pesar de sus protestas se obtinaron en

creer que era un espía. Consiguió al fin á fuerza de súplicas ser

conducido á la presencia de Enriquillo, que no estaba léjos.

Tan pronto como el cacique reconoció á su antiguo precep-


persuadieron a ir al Bahoruco en el mismo barco desbalijado,
tor, y le vió en tan triste extremidad, corrió á él y lo abrazó

cuyos tripulantes iban consoland-ose con la esperanza de que


el religioso conseguiria reduci:- su antiguo discipulo a que sol-
tiernamente con las muestras del más vivo pesar, le pidió per-

don por la conducta de su gente; y la excusó con las noticias

tara la rica presa. Llegados alla, los alzados vigilaban con10


que ya. tenian de la nueva armada que contra él se hacia en
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Santo Domingo y otros lugares. Despues hizo vestir al padre

Remigio y sus compañeros del mejor modo que le fué posible,

les dió alimentos y refrescos, y entró á tratar con el emisario


{mtes; el pobre fray Remigio salt6 a tierra confiado, y fue al
punto hecho prisionero, escarnecido y despojado de sus vesti-
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acerca del objeto de su viaje al Bahoruco.

dos por los indios, que a pesar de sus protestas se obtinaron en


El digno religioso empleó todos los recursos de su ciencia y

erudicion, que eran grandes, y los de su ascendiente sobre el

corazon de su antiguo pupilo, que no era escaso, para conven-

cerle de que debia abandonar la mala vida que estaba hacien-


creer que era un espia. Consigui6 al fin a fuerza de suplicas ser
do, y someterse á los castellanos, que le ofrecían ámplio per-

conducido a la presencia de Enriquillo, que no estaba lejos.


Tan pronto como el cacique reconoci6 a su antiguo precep-
don y grandes provechos. Toda la elocuencia de fray Remigio

tor, y le vi6 en tan triste extremidad, corri6 a el y lo abraz6


tiernamente con las muestras del mas vivo pesar, le pidi6 per-
don por la conclucta de su genre; y la excuse'.> con las noticias
que ya. tenian de la nueva armada que contra el se hacia en
Santo Domingo y otros lugares. Despues hizo vestir al padre
R emigio y sus cornpafieros del mejor modo que le fue posible,
les di6 alimentos y refrescos , y entr6 a tratar con el emisario
acerca del objeto de su viaje al Bahoruco.
El dig-no religioso emple6 todos los recursos de su ciencia y
erudicion, que eran grandes, y los de su ascendiente sobre el
corazon de su antiguo pupilo, que no era escaso, para conven-
cerle de que debia abandonar la mala vida que estaba hacien-
do, y someterse a los Castellanos, que le ofrecian amplio per·
don y grandes provcchos. Toda la elocuencia de fray Remjgio

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ENRIQUILLO 461

ENRIQUILLO 461

fue infructuosa: Enriquillo expuso con noble sencillez sus agra-


fué infructuosa: Enriquillo expuso con noble sencillez sus agra-

vios, la justa desconfianza que le inspiraban las promesas de


vios, la justa desconfianza que le inspiraban las promesas de
los tiranos, y su resolucion de continuar la lucha miéntras no

viera que la corona decretaba la libertad de los indios, y que


los tiranos, y su resolucion de continuar la lucha mientras no
ésta se llevaba á efecto en toda la colonia. El cacique recordó

viera que la corona decretaba la libertad de los indios, y que


esta se llevaba a efecto en toda la colonia. El cacique record6
á su preceptor con gran oportunidad sus lecciones de historia

en la Vera-Paz, y aquel Viriato, cuyo alzamiento contra los

romanos era aplaudido por el sabio religioso como acto de he-

róica virtud.
a su preceptor con gran oportunidad sus lecciones de historia
A este argumento bajó fray Remigio la cabeza, y apeló á

la generosidad del cacique para que devolviera el tesoro de


en la Vera· Paz, y aquel Viriato, cu yo alzamiento c;:ontra los
Costa-firme.
romanos era aplaudido por el sabio religioso como ac;to de he-
r6ica virtud.
—Por vos, padre mio,—le contestó Enriquillo,—lo haría

gustosísimo; como por el padre las Casas, á quien amo de todo

corazon; pero ese tesoro lo quieren mis enemigos para armar

nueva gente contra mí: ¿podéis darme la seguridad de que tal


A este argumento baj6 fray Remigio la cabeza, y apel6 a
no ha de ser su destino?
la generosidad del cacique para que devolviera el tesoro de
—A tanto no me atrevo, hijo mio;—respondió á su vez el

padre Remigio.—No traje más encargo que el de exhortarte á


Costa-fitme.
la paz, y me alegraría de que dieras una prueba más de tu mo-

deracion y desinterés, restituyendo esas riquezas.


-Por vos, padre mio,-le contest6 Enriquillo ,-lo haria
— Que me dén la seguridad de no hostilizarme en mis mon-

gustosisimo; como por el padre las Casas, {t quien amo de todo


tañas,—repuso Enrique;—y devolveré al punto esas riquezas

que para nada me sirven.


corazon; pero ese tesoro lo quieren mis enemigo~ para armar
—¿Esa es tu resolucion definitiva?—volvió á preguntar el

fraile.
nueva gente contra mi: (podeis darme la seguridad de que tal
—Sí, padre mio: os ruego que la hagais valer, y sobre todo,

no ha de ser su destino?
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-A tanto no me atrevo, hijo mio;-respondi6 a su vez el


que expliqueis mis razones al padre las Casas, al señor Almi-

rante, á mi padrino Don Diego Velázquez. Aseguradles que no

padre Remigio.- . No traje mas encargo que el de exhortarte a


soy ingrato'....
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—El padre las Casas lo sabe muy bien, hijo;—repuso fray

Remigio.—En cuanto á Don Diego Colon y Don Diego Veláz-

quez, ya salieron de este mundo, y pasaron á mejor vida.


la paz, y r,ne alegraria de que dieras una prueba mils de tu mo-
—¡Dios los tenga en el cielo!—dijo Enrique, con su acento
deracion y desinteres, restituyendo esas riquezas.
-Que me den la seguridad de no hostilizarme en mis mon·
grave y reposado.

Pocas horas despues, fray Remigio se despidió afectuosa-

mente de su antiguo discípulo, embarcándose con los compa-

tafias, -repuso Enrique;-y devolvere al punto esas riquezas


q ue para nada me sirven.
-.::Esa es tu resolucion definitiva?-volvi6 a preguntar el
fraile.
-Si, padre mio: os ruego que la hagais valer, y sobre todo,
que expliqueis mis razones al padre las Casas, al senor Almi-
rante, a mi padrino Don Diego Velazquez. Aseguradles que nq
soy ingrato'....
I

-El pad1·e las Casas lo sabe muy bien, hijo;-repuso fray


Remigio.-En cuanto a Don Diego Colony Don Diego Velaz·
quez, ya salieron de este rnundo, y pasaron a mejor vida.
-jDios los tenga en el cielo!-dijo Enrique, con su acento
grave y reposado .
Pocas horas despues, fray Remigio se despidi6 afectuosa-
mente de su antiguo discipulo, embarcandose con los compa-

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462 LEYE'.\TDA HIST6RICA

462 LEYENDA HISTÓRICA

ñeros que habian tenido el valor de compartir sus riesgos. La


fieros que habian tenido el valor de compartir sus riesgos. La
nave desplegó al viento su blanco lino, y en breve llegó á San-

to Domingo sin novedad.


nave despleg'6 al viento su blanco lino, yen breve lleg6 a San-
Celajes. to Domingo sin novedad.
Efectivamente, como lo dijo á Enrique fray Remigio, habia

muerto desde 1525 el gobernador Diego Velázquez, Adelanta-

do de Cuba. No fué feliz durante los últimos años de su vida:

su estrella se eclipsó desde que pagando con ingratitud á Die-


-L .
go Colon y á Juan de Grijalva; —los personajes que más habian

hecho por su fortuna y por su fama,—se prestó á secundar las

intrigas de Fonseca contra el primero, y despojó.al segundo de

su legítima gloria y sus derechos sobre el descubrimiento y la


Celajes.
Efectivamente, como lo dijo a Enrique fray Remigio, habia
conquista de Méjico. Hernan Cortés fué el instrumento escoji-

do por la divina justicia para vengar aquellas dos almas gene-

muerto desde 1525 el gobernador Diego Velazquez, Adelanta-


rosas, hiriendo por los mismos filos de la ingratitud la soberbia

ambicion del conquistador de Cuba.

El Almirante Diego Colon, víctima de las intrigas de sus

émulos de la Española, murió un año despues que Velázquez,


.do de Cuba. No fue feliz durante los u1timos afios de su Yida:
siguiendo sus perpétuos litigios en España y léjos de su amada
su estrella se eclips6 desde que' pagando con ingratitud a Die-
familia.

Gonzalo de Guzman, que bajo la proteccion de éste habia


go Colon y a Juan de Grijalva;-los personajes que mas habian
logrado acreditar sus talentos y sobresaliente mérito en árducs

negocios que repetidas veces le condujeron á la corte de Espa-


hecho por su fortuna y por su fama,-se prest6 a secundar las
ña, fué el designado por Doña María de Toledo, ya viuda, á su

intrigas de Fonseca contra el primero, y despoj6.al segundo de


augusto sobrino el Emperador, para suceder al difunto Adelan-

tado Velázquez. De este modo la noble matrona pagóá fuer de su legitima gloria y sus derechos sobre el descubrimiento y la
agradecida la adhesion y los servicios de Guzman á su casa.

conquista de Mejico. Hernan Cortes fue el 1nstrumento escoji-


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El segundo Gobernador de Cuba era bueno, y por consi-

guiente no le faltaron pesadumbres en su mando: la humani-

do por Ia divina justicia para vengar aquellas dos almas gene-


dad con que procuraba el bien delos indios cubanos le suscitó

rosas, hiriendo por los mismos filos de la ingratit ud la so berbia


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ruidosas luchas y grandes disgustos con los engreídos colones

·ambicion del conquistador de Cuba.


de aquella isla, no menos aferrados á la opresion y á sus ini-

cuos medros que los leales servidores del Rey en la Española.

El Almirante Diego Colon, victima de las intrigas de sus


emulos de la Espafiola, muri6 un afio despues que Velazquez~
siguiendo sus perpetuos litigios en Espafia y lejos de su am~da
familia.
Gonzalo de Guzman, que bajo la proteccion de este habia
logrado acreditar sus talentos y sobresaliente merito en arduos
negocios que repetidas veces le condujeron a la corte de Espa-
fia, fue el designado por Dona Maria de Toledo, ya viuda, a su
augusto sobrino el Emperador, para suceder al difunto Adel an-
t ado V clazquez. De este modo la noble matrona pag6 a fucr de
agradecida la adhesion y los servicios de Guzman a su casa.
_El segundo Gobernador de Cuba era bueho, y por consi-
g-uiente no le faltaron pesadumbres en su m';lndo: la humani·
dad con que procuraba el bien de los indios cubanos le suscito
ruidosas luchas y grandes disgustos con los engreidos colcn c s
de aquella isla, no menos aferrados a la opresion y a sus ini-
cuos medros que los l ea/es servz'dores del Rey en I.a Espafiola.

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ENRIQUILLO 463
ENRIQUILLO 463

No nos alejemos de ésta en pos de. muertos y ausentes; y de-


No nos alejemos de esta en pos de mu~rtos y ausentes; y de-
jando al Gobernador ó semidios de Cuba Gonzalo de Guzman

jando al Gobernador 6 semidios de Cuba Gonzalo de Guzman


entre las flores y espinas de su encumbrado puesto, como á su

amigo García de Aguilar siguiendo fielmenle la vária fortuna


entre las flores y espinas de su encumbrado puesto, como a su
de la casa de Colon, volvamos á la tierra predilecta del gran

Descubridor, donde reclaman nuestra atencion otros sucesos


amigo Garcia de A~guilar siguiendo fielmenle la varia fortuna
que tuvieron decisiva influencia en la rebelion del Bahoruco,

de la casa de Colon, volvamos a la tierra predilecta del gran


acaudillada por el humano, valeroso y hábil Enriquillo.

Miéntras que fray Remigio desempeñaba su poco afortuna- Descubridor, donde reclaman nliestra a tendon otros sucesos
da comision con el rebelde cacique, Hernando de San Miguel,

capitan experimentado en el arte de la guerra, y que habia


que tuvieron decisiva inftuencia en la rebelion del Bahoruco,
servido en todas las campañas de la isla desde el tiempo de la

conquista, aceptaba de la Audiencia el difícil encargo de paci-


acaudillada por el humano, valeroso y habil Enriquillo.
ficar por fuerza de armas el Bahoruco. A punto de partir de Mientras que fray Remigio desempeftaba su poco afonuna-
da comision con el rebelde cacique, Hernando de San Miguel,
Santo Domingo á tomar el mando de las milicias ya reunidas

en la proximidad de la sierra, llegó de España el ilustre obispo

Don Sebastian Ramírez, que á su alta dignidad eclesiástica

unia los elevados cargos de Gobernador de la Española y pre-


capitan experimentado en el arte de la guerra, y que habia .
sidente de su Audiencia. Era varon de gran virtud y sabiduría.
servido en todas las campanas de la isla desde el tiempo de la
conquista, aceptaba de la Audiencia el dificil encargo de pa:ci-
Como sacerdote de un Dios benéfico y de paz, supo imprimir á

su potestad de mandatario público el carácter pacífico y piado-

so de su ministerio sagrado.

Al informarse de las últimas ocurrencias de la isla, no per-


ficar por fuerza de armas el Bahoruco. A punto de partir de
mitió que el capitan San Miguel saliera á su empresa antes de
.. Santo Domingo a tomar el mando de las milicias ya reunidas
que fray Remigio regresara del Bahoruco; y cuando el buen

religioso llegó y dió cuenta de las disposiciones, actos y pala-


en la proximidad de la sierra, lleg6 de Espana el ilustre obispo
bras de Enriquillo, el prelado sujetó á prudentes y acertadas

Don Sebastian Ramirez, que a su alta dignidacl eclesiastica


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instrucciones la árdua comision del veterano (15S). Escribió al

mismo tiempo al emperador Cárlos V, haciéndole ámplia rela-

unia los elcvados cargos de Gobernador de la Espanola y pre-


cion del estado en que habia encontrado la isla, sin paz ni segu-

s.idente de su A udiencia. Era varon de gr an virtud y sa biduria.


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ridad, despoblándose continuamente, paralizado su comercio,

nulas sus industrias, y casi al borde de una completa ruina;

todo por efecto de la rebelion de Enriquillo, y del tiránico go-


Como sacerdote de un Dios benefico y de paz, supo impi·imir a
bierno que hallia dado ocasion á este triste suceso, como al ani-

quilamiento rápido de la raza indígena.


su potestad de mandatario publico el ca1:a cter pacifico y piado-
Extendíase además el prelado presidente sobre los hechos,
s·o de su ministerio sagrado.
Al informarse de las ultimas ocurrencias de la isla, no per-
valor y humanidad del dicho caudillo, á quien creia convenien-

miti6 que el capitan San Miguel saliera a su empresa antes de


que fray Remigio regresara del Bahoruc?; y cuando el buen
religioso lleg6 y di6 cuenta de las disposiciones, actos y pala·
bras de Enriquillo, el prelado sujet6 a prudentes y acertadas
instruccipnes la ardua comision del Yeterano (158). Escribi6 al
mismo tiempo al emperador Carlos V, haciendole amplia rela-
cion del estado en que habia encontrado la isla, sin paz ni segu-
ridad, despobli-'i.ndose continuamente, paralizado su comercio,
nulas sus industrias, y casi al borde de una com pl eta n1ina;
todo por efecto de la rebelion de Enriquillo, y del tinlnico go·
bierno que h~¥ dado ocasion a este triste suceso, como al ani-
quilamiento r[1p1do de la raza indigena.
Extendiase ademas el prelado presidente sobre los hechos,
valor y humahidad del dicho caudillo, a quien creia convenien-
.....
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464 LEYENDA HIST6RICA
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464 LEYENDA HISTÓRICA

te y justo atraer á términos pacíficos, por medio de grandes


te y just<:> atraer a terminos pacificos, por medio de grandes
concesiones que repararan en lo posible los agravios que él y
concesiones que repararan en lo posible los agravios que el y
los suyos habian recibido en sus personas, libertad y bienes.

Partió San Miguel para el Bahoruco despues de comprome-


los suyos habian recibido en sus personas, libertad y hienes.
terse á secundar fervorosamente estas nobles y cristianas mi-

ras del prelado; y son dignas de admiracion la energía y efica-


Parti6 San Miguel pa(a el Bahoruco despues de comprome-
cia con que el viejo militar penetró en las temibles gargantas

terse a sec~ndar fervorosamente estas nobles y cristianas mi-


de la ya célebre sierra, desplegando en su empeño pacífico

mayor decision y esfuerzo que los demás capitanes sus prede-


ras del prelado; y son dignas de admiracion la energia y efica-
cesores en forzar con las armas los pasos y las defensas del

Bahoruco.
cia con que el viejo militar penetr6 en las temibles gargantas
Hízose conducir por mar con la mayor, parte de su gente

de la ya cel~bre sierra, desplegando en su . empefi.o pacifico


hasta el puerto de Jáquimo, y desde allí entró rápidamente en

las montañas, logrando sorprender descuidada aquella seccion mayor decision y esfuerzo que los dem8.s capitanes sus prede- ·
ces~res en forzar con las armas los pasos y las defensa~ del
del territorio sublevado, que era familiar á sus recuerdos, por

haber acompañado á Diego Velázquez, hacia veinte y cinco

años, en la campaña contra Guaroa. Fácil le fué por lo mismo

penetrar hasta el punto más céntrico de la vasta serranía, cau-


Bahoruco.
sando grande alarma en los descuidados súbditos de Enrique; Hizose conducir r>or mar con la mayor . parte de su gente
hasta el puerto de Jaquirno, y desde alli entr6 rapidamente en
sin embargo de que pronto se tranquilizaron, al cerciorarse de

que San Miguel hacia respetar esmeradamente cuantos indios

caian en su poder, devolviéndoles inmediatamente la libertad,

despues de informarse con ellos del paradero del cacique so-


las montafias, logrando sorprender descuidada aquella seccion
berano; y sin permitir que se tocara tampoco á ninguno de los
del territorio sublevado,. que era familiar a sus recuerdos, por
abundantes y lozanos cultivos que hallaba á su paso, á ménos

que sus dueños consintieran de grado en vender sus frutos; con


haber acompafiado a Diego Velazquez, hacia veinte y cinco
lo cual durante dos ó tres dias prosiguió su marcha sin'contra-

afios , en la campafta contra Guaroa. Facil le fue por lo mismo


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tiempo, hasta acercarse bastante á la residencia habitual de

Enriquillo y Mencía en El Burén.

penetrar hasta el punto mas centrico de la vasta serrania, cau-


Encontró al cabo una tropa de guerreros indios en actitud

sando grande alarma en los descuidados subditos de Enrique;


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de disputarle el paso resueltamente. Mandábala Alfaro, uno de

sin embargo de que pronto se tranquilizaron' al cerciorarse de


los mejores capitanes de Enriquillo, el cual se negó á admitir

el parlamento á que le convidaba San Miguel, y empezó á hos-

tilizarlo con sus ballestas y hondas, provocándole á combate.

Entónces el viejo adalid castellano cargó con brío irresisti-


que San Miguel hacia respetar esmeradamente cuantos indi os
ble sobre la gente de Alfaro, y la desalojó de la altura que
c:lian en su poder, devolviendoles inmediatamente la Ubertad,
despues de informa.rse con ellos del paradero del cacique so-
ocupaba. Por un momento llegaron á creer los defensores del

berano; y sin permitir que se tocara tampoco a ninguno de los


abundantes y lozanos cultivos que hallaba a SU paso, a menos
q ue sus cluefios consintieran de grado en vender sus frutos; con
lo cual durante dos 6 tres dias prosigui6 su marcha sin' contra-
tiempo, hasta acercarse bastante· a la re~dencia habitual de
Enriquillo y Mencia en El Buren.
Encontr6 al cabo una tropa de guerreros jndios en actitud
de disputarle el paso resueltamente. Mapdabala Alfaro, uno de
los mejores capitanes de Enr.i quillo, el cual se neg6 a admitir
el parlamento a que le convidaba San Miguel, y empez6 a hos-
tilizarlo con s us ballestas y hondas, provocandole a combate.
Ent6nces el viejo adalid Castellano carg6 con brio irresisti-
ble sobre la gente de Alfaro, y' la desaloj6 de.. la altura que
ocupaba. Por un momento llegaron a creer los defensores del

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E~RIQUILLO 465
ENRIQUILLO 465

paso que estaba comprometida la seguridad de Enriquillo, y


paso que estaba comprometida la seguridad de Enriquillo, y
situándose en otro cerro inmediato, mandaron aviso al cacique
situandose en otro cerro inmediato, mandaron aviso alcacique
de aquella gran noved~d. Jamas habia sucedido caso igual
de aquella gran novedad. Jamás habia sucedido caso igual

desde el principio de la rebelion del Bahoruco. Enriquillo al re-

cibir la noticia, no pierde su extraordinaria presencia de ánimo:

envía á Vasa á requerir las tropas que custodiaban los desfila-


desde el principio de la rebelion del Bahoruco. Enriquillo al re·
deros principales; y poniéndose él mismo á la cabeza de los

cibir la noticia, no plerde su extraordinaria presencia de animo:


envia a Vasa a requerir las tropas que custodiaban los desfila·
pocos hombres de armas que tenia consigo, ceñida la espada y

seguido de dos jóvenes pajes que le llevan las dos lanzas con

que acostumbra entrar en combate f 159), vá el intrépido cau-

dillo al encuentro de San Miguel, que ya distribuía su gente


deros principales; y poniendose ~l mismo a la cabeza de los
para dar otro asalto á la nueva posicion de Alfaro.

pocos hombres de armas que tenia consigo, cef'iida la espada y


Era de ver aquel anciano y esforzado capitan, con su barba

venerable y sus bélicos arréos; el cual, dando ejemplos de agi- seguido de dos jovenes pajes que le llevan las dos lanzas con
que acostumbra entrar eri combate 059), va el intrepido cau-
lidad y arrojo á sus soldados, franqueaba los obstáculos como

si se hallara en los mejores dias de su juventud. Enrique lo divi- •

so de léjos, y justo admirador como era de todo lo que salia de

dillo al encuentro de San Miguel, que ya distribuia su gente


para dar otro asalto a la nueva posiciori de Alfaro.
la esfera común, resolvió no empeñar combate con aquel vale-

roso anciano, sino cuando el caso se hiciera del todo inevitable.

Era de ver aquel anciano y esforzado capitan, con su baroa


Ocupó, pues, con su gente una cresta culminante, á corta

distancia de otra escarpadura frontera, por la cual comenzaba

á subir el veterano español: entre ambas eminencias habia un

profundo barranco (160), y por su oscura sima se oia correr


venerable y sus belicos ar_reos; el cual, dando ejemplos de agi·
despeñado un caudaloso torrente.
lidad y arrojo a sus soldados, franqueaba los obstaculos como
Hernando de San Miguel reparó en el cacique, desde la

cumbre á que trabajosamente acababa de ascender, y perma


si se hallara en los mejores dias de su juventud. Enrique lo divi-
neció un rato suspenso ante la marcial apostura de aquella

s6 de lejos, y justo admirador·co"mo era de todo lo que salia de


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inmóvil estátua, que tal parecia Enriquillo, medio envuelto en

su lacerna (161), empuñando en la diestra una lanza de reful-

la esfera comun, resolvi6 no empefiar com bate con aquel vale-


gente acero, cuyo cuento reposaba en tierra; la izquierda mano

roso anciano, sino cuando el caso se hiciera del todo inevitable.


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impuesta sin afectacion sobre el pomo de su espada. Tranqui-

lo y sereno contemplaba los esfuerzos que hacia la tropa cas-

tellana por llegar al escarpado risco donde estaba su infati-


Ocup6, pues, con su gente una cresta cu1minante, a corta
gable gefe. El sol, un sol esplenderoso del medio dia, bañaba

distancia de otra escarpadura fron tera, por la cual comenzaba


a subir el veterano espafiol: entre ambas eminencias habia un
en ardiente luz aquella escena, y prestaba un brillo deslumbra-

dor á los hierros de las lanzas de los guerreros indios y á las

prof undo barranco ( 160), y pot su oscura sima se oia corr er


bruñidas armas de los soldados españoles.

30 y

des penado un caudaloso torrente.


Hernando de San Miguel repar6 en el cacique, desde la
cumbre a que trabajosame nte acababa de ascender, y perma ·
neci6 un rato suspenso ante la marcial apostura de aquella
inm6vil estatua, que t.al parecia Enriquillo, medio envuelto en
su lacerna ( 161), empui'iando en la diestra una lanza de reful-
gente acero, cuyo cuento reposaba en tierra; la izquierda ma no
impuesta s in afectacion sobre el porno de su espada. Tranqui-
lo y sereno contemplaba los esfuerzos que hacia la tropa cas-
tellana por llegar al escarpado risco donde estaba su infati-
gable gefe. El sol, un sol esplenderoso clel medio dia, bafiaba
_en ardiente luz aquella escena, y prestaba un brillo deslumbra-
dor a los hierr.os de las Ia n zas de los guerrei·os indios y a las
brui'iidas armas de los soldados espafio1es.
30 /
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466 LEYK\fDA HISTORICA
466 LEYENDA HISTÓRICA.

San Miguel habló con voz sonora, dirijiéndose á la inmóvil


San Miguel habl6 con voz sonora, dirijiendose a la inm6vil
figura humana que descollaba á su frente.

—¿Es Enriquillo? •>


figura humana que descollaba a SU frente.
—Enrique soy;—contestó con sencillez el cacique.

-(Es Enriquillo?
—Buscándoos he venido hasta aquí, ¡vive Dios!—dijo el vie-

jo capitan con brusco acento. :-Enrique soy;-contest6 con sencillez el cacique.


—¡Vive Dios, que el que me busca me encuentra!—respon-

dió Enriquillo sin alterarse.—¿Quién sois vos?—agregó.


-Buscandoos he venido hasta aqui, jvive Dios!-dijo el vie-
—Soy Hernando de San Miguel, capitan del Rey, que ven-

go mandado por su Gobernador el señor obispo Ramírez, á


jo capitan con ·brusco acento.
convidaros con la paz; ó á haceros cruda guerra si os obstinais
-fVive Dios, que el que me busca me encuentra!-respon-
di6 Enriquillo sin alterarse.-(Quien sois vos?-agreg6.
en vuestra rebelion.

—Señor capitan San Miguel,—replicó Enriquillo:—si venís

de paz ¿por qué hablais de guerra?

—De paz vengo, señor Enriquillo,—dijo San Miguel suavi-


-Soy Hernando de San Miguel, ·capitan del Rey, que ven-
zando el tono,—y Dios no permita que vos me obligueis á ha-
go mandado por SU Gobernador el senor Obispo Ramirez, a
eonvidaros con la paz; 6 a haceros cruda guerra si os e>bstinais
ceros guerra.

—¿Bajo qué condiciones pretendeis que me svometa?—pre-

guntó el cacique.

—¡Hombre, hombre!—contestó con militar rudeza el caste-


en vuestra rebelion.
llano;—eso es para dicho despacio, y ya el sol nos está derri-

· -Seil.or capitan San Miguel ,-replic6 Enriquillo:-si venis


tiendo los sesos.

—¿Quereis que nos veamos más de cerca?—volvió á pre-


de paz (por que hablais de guerra?
guntar Enrique.

—¡Toma si quiero! A eso he venido;—contestó San Miguel.


-Depaz vengo, sefior Enriquillo,-:-dijo San Miguel suavi-
—Pues haced que se aleje vuestra gente; quede tan solo uno

zando el tono,-y Dios no permita que vos me obligueis a ha-


de atalaya por cada parte, y á la sombra de aquella mata po-

eeros guerra.
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dremos hablar con descanso.

- (Bajo que condiciones pretendeis que me s'ometa?-pre-


—Convenido, cacique,—dijo San Miguel;—y pocos minutos

despues Enrique, al pié del alto risco, apoyándose en su lanza,


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saltaba audazmente á través del profundo barranco, yendo á

parar á corta distancia del caudillo español.


gurit6 el cacique.
—Buen salto, cacique, ¡vive Dios!—exclamó San Miguel '
-jHombre, hombre!-contest6 con militar rudeza el caste-
llano;-eso es para dicho' despacio, y ya el sol nos esta derri-
sorprendido.

—A mi edad vos lo haríais mejor que yo sin duda, capitan;—

respondió cortésmente Enriquillo;—pues os he visto subir y ba-

jar laderas como si fuérais un muchacho.


tiendo los sesos·.
-(Quereis que nos veamos mas de cerca?-volvi6 a pre-
g untar Enrique.
- jToma si quiero! A eso he venido;-contest6 San Miguel.
-Pues haced que se aleje vuestra gente; quede tan solo uno
de atalaya por cada parte, y a la sombra de·aquella mata po-
dremos hablar con descanso .
-Convenido, cacique,-dijo San Miguel;-y pocos ~inutos
despues Enrique, al pie del alto risco, apoyandose en su lanza,
saltaba audazmente a traves del profundo barranco, yen·d~ a
parar a corta distancia del caudillo espai'iol.
- Buen salto, cacique·, jviv e Dios!-exclam6 San Miguel .
sotprendido .
- A mi edad vos lo hariais mejor que yo sin duda, capitan;-
respondi6 co rtesmente Enriquillo;-pues os he visto subfr y ba-
ja r ladera s como si fuerai s un muchacho.

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Conferencia de Enríqoíllo con el Capitán San Miguel

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PRINCETON UNIVERSITY
Conferencia de Enriquillo con cl Capitan San Miguel
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E~RIQUI~LO 467
ENRIQUILLO 467
-No recuerdo, sin embargo, haber dado nunca un salto
—No recuerdo, sin embargo, haber dado nunca un salto

como ese;—insistió el veterano. Tratemos de nuestro asunto.


como ese;-insistio el veterano. Tratemos denuestro asunto.
Y entrando en materia expuso á Enriqüillo en franco len-

guaje la comision que habia recibido del obispo Gobernador; el


Y entrando en materia expuso a Enriquillo en franco len-
cual exhortaba al cacique á deponer las armas, seguro de ha-

guaje la comision que habia recibido del obispo Gobernador; el


cual exhortaba al cacique a deponer las armas, seguro de ha-
llar en el mismo prelado favor y proteccion ilimitada, en gra-

cia de las bellas cualidades que habia dado á conocer en todo

el decurso de su rebelion, y prometiéndole bienestar, conside-

raciones y absoluta libertad á él y á todos los indios que mili-


llar en el mismo prelado favor y proteccion ilimitada, en gra-
taban y vivian bajo sus órdenes.

cia de las bellas cualidades que habia dado a conocer en todo


Era entendido que el cacique debia devolver el oro que

habia apresado en el barco procedente de Costa-firme, y poner el decurso de su rebelion, y prometiendole bienestar, conside-
término á las depredaciones de Tamayo.

Enriquillo habló poco y bien, como acostumbraba. Dijo que


raciones y absoluta libertad a el y a todos los indios que mili-
él no aborrecía á los españoles; que amaba á muchos de ellos á

quienes debia beneficios; pero que como los malos eran en ma-
taban y vivian bajo sus 6rdenes.
yor número y los más fuertes, él habia debido fiar su libertad y Era entendido que el cacique debia devolver el oro que
su justicia á la suerte de las armas y á la fragosidad de aque-

lla hospitalaria sierra, donde no habia hecho cosa de que tu-


habia apresado en el barco proc~dente de Costa-firme, y poner
viera que arrepentirse. Agregó que él no estaba distante de

avenirse á las proposiciones del señor obispo, que le parecían


termino a las depredaciones de Tamayo.
dictadas por un espíritu de concordia y rectitud, y solo pedia Enriquillo habl6 poco y bien, como acostumbraba. Dijo que
el no aborrecia a los espafioles; que amaba a muchos de ellos a
tiempo para allanar las dificultades que se oponian á la sumi-

sion, que nunca haría sin contar con la seguridad de que las

ventajas con que á él se le convidaba habian de alcanzar igual-

mente á todos sus compatriotas.


quienes debia beneficios; pero que como los malos eran en ma-
En cuanto á la reduccion de Tamayo, ofreció el cacique in-
yor numero y los mas fuertes, el habia debido fiar SU libertad y
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su justicia a la suerte de las armas y a la fragosidad de aque-


tentarla en cuanto de él dependiera; y respecto del oro y el

aljófar de Costa-firme, expresó que estaba pronto á devolver-

los, si se le ofrecía no inquietar el Bahoruco con nuevas inva-

lla hospitalaria sierra, donde no habia hecho cosa de que tu-


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siones armadas. San Miguel lo prometió, salvando la autoridad

de sus superiores; y quedó convenido que al dia siguiente, en


viera que arrepentirse. Agreg6 que el no estaba distante de
avenirse a las proposiciones del senor obispo, que le parecian
tal punto de la costa que se designó, Enriquillo haria la entre-

ga de aquel tesoro que tanto echaban de menos las autoridades

de la Española, y que para nada habia de servir á los alzados

del Bahoruco.
dictadas por un espiritu de concordia y rectitud, y solo pedia
Termina'do este convenio verbal, Enriquillo y San Miguel

tiempo para allanar las dificultades que se oponian a la sumi-


sion, que nunca haria sin contar con la seguridad. de que. las
ventajas con que a else le convidaba habian de alcanzar igual-
mente a todos sus compatriotas.
En cuanto a Ja reduccion de Tamayo, ofreci6 el cacique in-
tentarla en cuanto de el dependiera; y respeoto del oro y el
alj6far de Costa-firme, expres6 que estaba pronto a devolver-
los, si se le ofrecia no inquietar el Bahoruco con nuevas inv~­
siones armadas. San Miguel lo prometi6, salvando la autoridad
de sus superiores; y qued6 convenido que al dia siguiente, en
tal punto de la costa que se design6, Enriquillo haria la entre·
ga de aquel tesoro que tanto echaban de menos las autoridades
de la Espanola, y que para nada habia de servir a los alzados
del Bahoruco.
Terminado este convenio' verb~l, Enriquillo y San Miguel

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468 LE YE'.\-UA HISTORICA

468 LEYENDA HISTÓRICA

se despidieron con muestras de cordial amistad, y se volvieron


se despidieron con m~estras de cordial amistad, y se Yolvieron
cada cual á los suyos, á tiempo que el caracol hacia oir sus le-

cada cual a los suyos, a tiempo que el caracol hacia oir s~s le-
janos ecos avisando la llegada de Vasa al frente de la aguer-

rida tropa que habia ido á buscar, y que el caudillo dejó á sus janos ecos avisando la llegada de Vasa al frente de la ~guer­
inmediatas órdenes por precaucion.

El dia siguiente, en el punto y hora convenidos, se hallaban


rida tropa que habia ido a buscar, y que el Caudillo dej6 a SUS
el oro y el aljófar mencionados, expuestos en grosera barbacoa

inmediatas 6rdenes por precaucion.


y bajo una enramada ó dosel de verdura, todo confiado á la

custodia de Martin Alfaro con una compañía de indios bien El dia siguiente, en el punto y hora convenidos, se hallaban
el oro y el alj6far mencionados, expuestos en grosera barbacoa
armados. Ofrecían maravilloso contraste las barras de oro

amontonadas y los rimeros de blanco y luciente aljófar, sobre

aquellos toscos y rústicos maderos que les servían de susten-

táculos. Habia otras barbacoas ó cadalechos, águisa de mesas,


y bajo una enramada 6 dosel de verdura, todo confiado a la
cubiertos de abundantes víveres y manjares destinados á obse-
custodia de Martin Alfaro con una compailia de indios bien
armados. Ofrecian maravilloso contraste las barras de oro
quiar los huéspedes castellanos.

Contento San Miguel con el feliz éxito de su expedicion,

llegó á la cabeza de su lucida milicia, con banderas desplega-

das, marchando al compás de la marcial música de sus trom-


amontonadas y los rimeros de blanco y luciente alj6far, sobre
petas y tambores. Se dió por cierto generalmente que Enr.iqui-
aquellos toscos y rusticos maderos que les servian de susten-
taculos. Habia otras barbacoas 6 cadalechos, a guisa de mesas,
11o lo aguardaba en la referida enramada, y que despertando

sus recelos la vista de aquel aparato militar y de la nave que

á toda vela se acercaba á la costa para embarcar los expedi-

cionarios y el valioso rescate, el desconfiado cacique se habia


cubiertos de abundantes viveres y manjares destinados a obse-
retraído al monte, pretextando súbita indisposicion; pero es
quiar los huespedes castellanos.
más conforme con el carácter de Enriquillo y con las circuns-

tancias del caso, pensar que para librarse de concluir ningun


Contento San Miguel con el feliz exito de su expedicion,
compromiso respecto de la propuesta sumision, el prudente

lleg6 a la cabeza de su lucida milicia, con banderas desplega-


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caudillo prefirió no comparecer, y excusarse con el referido

pretexto. El resultado fué que Hernando de San Miguel, aun-

das, marchando al compas de la marcial musica de sus trorn-


que sintiendo muy de veras la ausencia del cacique, hizo honor

petas y tambores. Se di6 por cierto generalmente que Enr.iqui-


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al festín con sus compañeros de armas, y se volvió para Santo

Domingo, más satisfecho que Paulo Emilio cuando llevaba

entre sus trofeos para Roma todas las riquezas del vencido
llo lo aguardaba en la refe.rida en ramada, y que despertando
reino macedónico. El anciano capitan no halló sin embargo el

sus recelos la vista de aquel aparato military de la nave que


a toda vela se acercaba a la costa para embarcar los expedi-
recibimiento que merecía. La liberalidad de Enriquillo fué

altamente elogiada en toda la isla; su nombre resonó por el

cionarios y el valioso rescate, el desconfiado cacique se .babia


orbe español acompañado de aplausos y bendiciones,—¡tanto

retraido al monte. pretextando subita indisposicion; pero es


mas' conforme con el caracter de Enriquillo y con las circuns-
tancias del caso, pensar que para librarse de concluir ningun
compromiso respecto de la propuesta sumision, el prudente
caudillo prefiri6 .no comparecer, y excusarse con el referido
pretexto. El resultado fue que Hernando de San Miguel, aun-
que sintiendo muy de veras la ausencia del cacique, hizo honor
al festin con sus compafieros de armas, y se vol vi6 para Santo
Domingo, mfts satisfecho que Paulo Emilio cuando llevaba
entre sus trofeos para Roma todas las · riquezas del vencido
reino maced6nico. El anciano capitan no hall6 sin embargo el
recibimiento que merecia. La liberalidad de Enriquillo fue
altamente elogiada en toda la isla; su nombre reson6 por el
orbe espafiol a compafiado de aplausos y bendiciones,-jtanto

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ENRIQUILLO 469
puede el oro!-mientras que el desgraciado San Miguel no re-
ENRIQUILLO 469

puede el oro!—miéntras que el desgraciado San Miguel no re-

cojió sino ágrias censuras, teniéndose generalmente por indis-

creto y torpe el regocijado alarde con que quiso el sencillo ve-


coji6 sino agrias censuras, teniendose generalmente por indis-
terano celebrar la naciente concordia; y nadie puso en duda
creto .Y torpe el regocijado alarde con que quiso el sencillo ve-
que aquel acto inocente impidió por entónces la completa su-

mision del cacique. ¡Tanto puede la ingratitud! (162).


terano celebrar la naciente concordia; y nadie puso en duda
LI

Paz.
que aquel acto inocente impidi6 por ent6nces la completa su-
Poco esfuerzo costó á Enriquillo hacer que el rudo é indó-

mision del cacique. iTanto puede la ingratitud! (162).


mito capitan Tamayo volviera al gremio de su obediencia. Le

envió un mensaje con su sobrino Romero, y como que ya el

rencoroso indio estaba harto de sangre y de venganzas; como

que Badillo (163) y todos los antiguos tiranos habian desapare-

cido de la Maguana, temerosos de aquellos terribles saltos de

tigre, que devastaban sus ricas haciendas, y amenazaban de


LI
continuo sus vidas, Tamayo, que de todo corazon amaba á En-

riquillo y no podia conformarse con vivir léjos de él, vió el cie-

lo abierto al recibir el mensaje, que lo llamaba al Bahoruco,

y en el acto se fué para allá con toda su gente, bien provista


Paz.
Poco esfuerzo cost6 a Enriquillo hacer que el rudo e ind6-
de ropa, armas y otros preciados productos de sus correrías.

—En lo sucesivo no volvió á dar motivo de queja a Enriquillo,

y vivió sujeto á disciplina, como un modelo de docilidad y

mansedumbre.
mito capitan Tamayo volviera al gremio de su obediencia. Le
Y era natural que se adormecieran en Tamayo, como en

envi6 un mensaje con su sobrino Romero, y como que ya el


todos los indios alzados, las ideas y los sentimientos belicosos:

la mision del padre Remigio, como la breve y conciliadora rencoroso indio estaba harto de sangre y de venganzas; comQ
que Badillo ( 163) y todos los antiguos tiranos habian desapare-
campaña de San Miguel, habian dejado muy favorable impre-
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sion en todos los ánimos; los rebeldes bajaban con frecuencia

al llano, y traficaban casi libremente con los habitantes de los

pueblos circunvecinos. En vista de todo, llegó Enriquillo á ad-


cido de la Maguana, temerosos de aquellos terribles saltos de
tigre, que devastaban sus ricas haciendas, y amenazaban de
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mitir la posibilidad de una transaccion final, que asegurara la

coritinuo sus vidas, Tamayo, que de todo corazon amaba a En-


completa libertad de su raza en la Española; objeto que su ge-

neroso instinto había entrevisto más de una vez, cual vago

riquillo y no podia conformarse con vivir lejos de el, vi6 el cie-


lo abierto al recibir el mensaje, que lo llamaba al Bahoruco,
yen el acto se fue para alla con toda su gente, bien provista
de ropa, armas y otros preciados productos de sus correrias.
- En lo sucesivo no volvi6 a dar mo.t ivo de queja a Enriquillo,
y vivi6 sujeto a disciplina, como un modelo de docilidad y
mansedumbre.
Y era natural que se adormecieran. en Tania yo, com·o en
I

to dos los indios alzados, las ideas y los sentimientos belicosos:


la mision del padre Remigio, como la breve y conciliado.ra
campatia de San Mig uel, habian dejado muy favorable impre-
sion en tod.os los animos; los .rebeldes bajaban con frecuencia·
al llano , y traficaban casi libremente con los habitantes de los
pueblos circun vecinos. En vista de todo, lleg6 Enriquillo a ad-
mitir la posibilidad de una transacdon final, que asegurara la
completa libertad de su raza en la Espanola; objeto que su g~­
neroso instinto habia entrevisto mas de una vez, cual vago

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470 LEYE.'.\"DA HIST6RICA

470

LEYENDA HISTÓRICA
ensueno de una imaglnacion enfe1·miza. El podia caer un dia ti
ensueño de una imaginacion enfermiza. El podia caer un dia ü
otro; la muerte le habia de cobrar tarde 6 temprano el natural
otro; la muerte le habia de cobrar tarde ó temprano el natural

tributo; y entónces ¿qué suerte sería la de su adorada consorte;


tributo; y ent6nces (que suerte seria la de su adorada consorte;
qué fin provechoso podría tener la rebelion del Bahoruco para

los pobres indios? Si en vez de su precaria existencia, él, Enri-


que fin provechoso podria tener la rebelion del Bahoruco para
que, lograba que, gracias á sus heróicos y cristianos hechos,

· 10s pobres indios? Si en vez de su precaria existencia, el, Enri-


que, lograba que, gracias a sus her6icos y cristianos hechos,
la metrópoli castellana reconociera solemnemente los derechos

de hombres libres á todos los naturales de la Española, ¿qué

galardon más digno pudiera él desear, que ver coronada su

gigantesca obra con la libertad de todos los restos de su infeliz


la metr6poli castellana reconociera solemnemente los derechos
raza?

de hombres libres a todos los naturales de la Espanola, _(q ue


Y este fué el desenlace venturoso de la perdurable rebelion

del Bahoruco (164). Un día llegó á la capital de la Española el galardon mas digno pudiera el desear, que ver coronada su
esforzado capitan Francisco de Barrio-Nuevo, á quien el egre-

gio Emperador y Rey enviaba con doscientos veteranos de sus


gigantesca obra, con la libertad de todos los restos de su.infeliz
tercios de Italia, á bordo de la misma nave La Imperial, en

raza? .....
que el soberano acababa de regresar á España desde sus esta-

dos de Alemania. Y este fue el desenlace venturoso de la perdurable rebelion


Barrio'Nuevo habia recibido el encargo, hecho con el mayor

encarecimiento por el Monarca, de pacificar la isla Española,


del Bahoruco (164). Un dia lleg6 a la capital de la Espanola el
reduciendo á buenos términos al cacique Don Enrique (165), á

quien el magnánimo Cárlos Quintose dignó dirijir una bon-


esforzado capitan Francisco de Barrio-Nuevo, a quien el egre-
dadosa carta, mostrándose enterado de sus altas cualidades gio Emperador y Rey enviaba con doscientos veteranos de sus
tercios de Italia, a bordo de la misma nave La Imperial, en
personales, y de la razon con que se habia alzado en las mon-

tañas; ofreciéndole absoluta gracia y libertad perfecta á él y

á todos los que le estaban subordinados, si deponian las armas;

que el soberano acababa de regresar a Espana desde sus esta-


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brindándole tierras y ganados del patrimonio real, en cual-

quier punto dé la isla que quisiera elegir como residencia para


dos de Alemania.
Barrio-Nuevo habia recibido el encargo, hecho con el mayor
sí, y para todos los suyos, sobre los cuales ejercería el mismo
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Don Enrique el inmediato señorío 3; mixto imperio, por todos

los días de su vida.

Esta lisonjera y, para Enriquillo, honrosísima carta, habia


encarecimiento por el Monarca, de pacificar la isla Espanola,
sido inspirada á Su Magestad Imperial por los informes del
reduciendo t-'i buenos terminos al cadque Don Enrique (165) , a
obispo presidente, de Alonso Zuazo, y todas las autoridades

de la Española.
quien el magnanimo Carlos Quinto se dign6 dirijir una bon-
Barrio-Nuevo manifestó sus poderes á los magistrados y ofi-

ciales reales de Santo Domingo, en asamblea presidida por el


dadosa carta, mostrandose enterado de sus altas cualidades
personales, y de la razon con que se habia alzado en las mon-
tafias; ofreciendole absoluta gracia y libertad perfecta a el y
a todos los que le estaban subordinados, si _deponian las armas;
brindandole tierras y ganados del patrimonio real, en cual-
quier pun to de la isla que quisiera elegir como residencia para
si, y para todos los suyos, sobre los cuales ejerceria el mismo
Don Enrique el inmediato sefiorio y mixto imperio, por todos
los dias dC ·~u vida. '
Esta lisonjera y, para Enriquillo, honrosisima carta, habia
sido inspirada a Su Magestad Imperial por los i.nformes del
obispo presidente , de Alonso Zuazo, y todas las autoridades
de la Espanola.
Barrio·Nuevo manifest6 sus poderes a lo~ magistrados y ofi-
ciales reales de Santo Doming_o , en asamblea presidida por el

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E::\TRIQUILLO 471

E.NRIQUILLO 471

joven almirante Don Luis Colon, hijo del finado Don Diego y
joven almirante Don Luis Colon, hijo del finado Don Diego y

de Doña Maria de Toledo. Ya el ilustre obispo Ramírez habia


de Dona Maria de Toledo. Ya el ilustre obispo Ramirez habia
sido promovido al gobierno de Méjico, donde confirmó la alta

opinion que se tenia de sus virtudes y dotes políticas.


sido promovido al gobierno de Mejico, donde confirm6 la alta
Después de largas y maduras deliberaciones se determina-

ron en la dicha asamblea los medios de dar eficaz cumplimien-


opinion que se tenia de sus virtudes y dotes politicas.
to á las órdenes soberanas, no queriendo Barrio-Nuevo ceder Despues de larg·as y maduras deliberaciones se determina-
ron en la dicha asamblea los medias de dar eficai cumplimien-
á nadie el arriscado honor de ir en persona á las montañas, á

requerir de paz á Enriquillo. Así lo efectuó el digno capitan,

arrostrando numerosos trabajos y no escasos peligros; porque

to a las 6rdenes soberanas, no queriendo Ban:io-Nuevo ceder


a nadie el arriscado honor de ir en persona a las montaftas, a
el caudillo del Bahoruco, siempre desconfiado, esquivó largo

tiempo el recibirle, y solamente consintió en ello vencido al

requerir de paz a Enriquillo. Asi lo efectu6 el digno capitan,


fin por la paciente intrepidez de Barrio-Nuevo, que llegó á su

presencia casi solo, con desprecio de su vida; prefiriendo morir

en la demanda, segun dijo á sus acobardados compañeros, á.

dejar de cumplir la palabra empeñada al Soberano, de inten-


arrostrando nu'm erosos trabajos y no escasos peligros; porque
tar la pacificacion de aquella tierra (166).
el caudillo del Bahoruco, siempre desconfiado, esquiv6 largo
La entrevista fué en extremo cordial, como no podía ménos

de serlo, dados todos esos antecedentes. Enriquillo puso sobre


tiempo el recibirle, y solamente consinti6 en ello vencido aJ
su cabeza en señal de acatamiento la carta del Emperador, y

abrazó al noble y valeroso emisario, á quien todos los capita-


fin por la paciente intrepidez de Barrio·Nuevo, que lleg6 a SU
nes subalternos del cacique hicieron igual demostracion de

presencia casi solo, con desprecio de su vida; prefiriendo morir


en la demanda, segun dijo a sus acobardados compafieros, a.
franca amistad (167).

Tres días disfrutó Francisco de Barrio-Nuevo la hospitali-

dad de Enriquillo y su esposa, separándose de ellos después de

concluido un convenio solemne con el primero, basado en las


dejar de cumplir la palabra empenada al Soberano, de z'nten-
concesiones y ofertas de Su Magestad Imperial y Real. Regre-

tar la pacificacion de aquella tz'erra (166).


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só el afortunado pacificador á Santo Domingo por mar, y las

nuevas que llevaba de la sumision de Enriquillo se recibieron La entrevista fue en extrema cordial, como no podia menos
de serlo, dados todos esos antecedentes. Enriquillo puso sobre
con extraordinario júbilo en toda la colonia. Numerosos y ri-
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cos presentes de joyas, sedas é imágenes fueron enviados á

Enriquillo y á Mencía por el mismo Barrio-Nuevo, y por los

demás encargados de la autoridad, desde la capital de la co-


su cabeza en sen.al de acatamiento la carta del Emperador, y
lonia.
abraz6 al noble y valeroso emisario, a quien todos los capita-
nes subalternos del cacique hicieron igua] demostracion de
El padre fray Bartolomé de las Casas no se limitó á com-

partir la general satisfaccion por el próspero acontecimiento,

sino que saliendo del cláustro con licencia de sus superiores,

franca amistad (167).


Tres dias disfrut6 Francisco de Barrio-Nuevo la hospitali·
dad de Enriquillo y su esposa, separandose de ellos despues de
concluido un convenio so~emne con el primero, basado en las
concesiones y ofertas de Su Magestad Imperial y Real. Regre-
s6 el afortU:nado pacificador a Santo Domingo por mar, y las
nuev as que llevaba de la sumision de Enriquillo se recibieron
con extraordinario jtibilo ~n t9da la colonia. Numerosos y ri-
cos presentes de joyas, sedas e imagenes fueron enviados a
Enriquillo y a Mencia por el mismo Barrio-Nuevo, y por los
demas encargados de la autoridad, desde la capital de la c o·
Ionia .
El padre fray Bartolome de las Casas no se limit6 a com-
partir la general satisfaccion por el pr6spero a contecimiento,
smo que saliendo del cla ustro con licencia de sus superiores ,

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472 LEYENDA HISTORICA

472 LEYENDA HISTÓRICA


emprendi6 viaje al Bahoruco (168}, donde fue recibido por
emprendió viaje al Bahoruco (168), donde fué recibido por

Enrique, su esposa y todos los habitantes de la sierra con pal-


Enrique, su esposa y todos los habitantes de la sierra con pal-
mas y cánticos, como el ángel tutelar de los indios. Pasó entre

mas y canticos, como el angel tutelar de los indios. Pas6 entre -


ellos quince dias, celebrando los oficios del divino culto, predi-

cándoles y administrando los santos sacramentos, de que, por ellos quince dias, celebrando lo$ oficios del divino culto, predi-
candoles y administrando los santos sacramentos, de que, por
la misma religiosidad y moralidad de costumbres que les incul-

cara el cacique, les pesaba mucho carecer. Exhortó además

las Casas á Enriquillo á que completara la obra comenzada,

bajando de las montañas, y poniéndose en contacto definitivo y


la misma religiosidad y moralidad de costumbres que les incul-
regular con las autoridades del bondadoso Monarca que se le
cara el cacique, les pesaba mucho carecer. Exhort6 ademas
las Casas a Enriquillo <:l. que completara 1a obra comenzada,
mostrara tan clemente y munifico. La ciega confianza que el

cacique tenia en el santo varon acabó de disipar sus últimos

recelos. Determinóse á ir en compañía de su ilustre protector

hasta Azua, donde fué celebrada su presencia con grandes ob-


bajando de las montafias, y poniendose en contacto definitivo y
sequios por los regidores y todo el pueblo, no escaseando nadie
regular con las autoridades del bondadoso Monarca que se le
mostrara tan clemente y munifico. La ciega confianza que el
los elogios al valor y á las virtudes del héroe del Bahoruco.

En la iglesia de Azua recibió Tamayo el bautismo de manos

caciq~e tenia en · el santo varon acab6 de disipar sus ultimos


del padre las Casas (169). El esforzado teniente de Enriquillo

se habia convertido de una vez, cuando vió por los actos de

Hernando de San Miguel y Francisco de Barrio-Nuevo, que los


recelos. Determin6se a ir en compania de su ilustre protector
mejores soldados españoles eran humanos y benévolos; y, por

la carta de gracias de Cárlos V. á Enriquillo, que los potenta-


hasta Azua, donde fue celebrada su presencia con grandes ob·
dos cristianos verdaderamente grandes, eran verdaderamente

buenos.
sequios por los regidores y todo el pueblo, no escaseando nadie
Hechas sus pruebas y satisfecho de ellas, el cacique Don

los elogios al valor y a las virtudes del heroe del Bahoruco.


Enrique volvió al Bahoruco, y no retardó más la ejecucion de

lo pactado con el capitan Barrio-Nuevo. Fué un dia á orar ante


En la iglesia de Azua recibi6 Tamayo el bautismo de man os
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la tumba del inmortal Guaroa. ¡Dios solo sabe lo que la grande

alma del vivo comunicó entónces á la grande alma del muerto!


del padre las Casas ( t69). El esforzado teniente de Enriquillo
Después reunió su gente; emprendió con ella la salida del seno

se habia convertido de una vez, cuando vi6 por los actos de


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de aquellas hospitalarias y queridas montañas, y á punto de

perderlas de vista se volvió á mirarlas por última vez; se le


Hernando de San Miguel y Francisco de Barrio-Nuevo, que los
mejores soldados espafioles eran humanos y benevolos; y por
oyó murmurar la palabra adiós, y algo como una lágrima rodó

sigilosamente por su faz varonil.


1

Este fué el fin de la célebre rebelion de Enriquillo, que re-

sistió victoriosa por más de trece años á la fuerza de las armas,


la carta de gracias de Carlos V. a Enriquillo, que los potenta-
á los ardides, á las tentadoras promesas (170). La magnanimi-
dos cristian<?s verdaderamente grandes, eran verdaderamente
buenos.
Hechas sus pruebas y satisfecho de ellas~ el ~acique Don
Enrique volvi6 al Bahoruco, y no retard6 mas ia ejecucion de
lo pactado con el capitan Barrio-Nuevo. Fue un dia a orar ante
la tumba del inmortal Guaroa. jOios solo sabe lo que la grande
alma del vivo comunic6 ent6nces a la grande alma del muerto!
Despues reuni6 su gente; emprendi6 con ella la salida del seno
de aquellas hospitalarias y queridas montafias, y a punto de
perderlas de vista se volvi6 a mirarlas por llltima vez; se le
oy6 murmurar la palabra adi6s, y algo como una lagrima rod6
sigilosamente por su faz varonil.
Este fue el fin de la celebre rebel ion de Enriquillo, q ue re-
sisti6 victoriosa por mas de trece afios a la fuerza de las armas,
a los ardides, {L las tentadoras promesas (170). La magnanimi-

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ENRlQl:ILLO 473
E.N'RIQUILLO 473

dad justiciera de un gran Monarca, la abnegacion paciente de


dad justiciera de un gran Monel:rca, la abnegacion paciente de
un honrado militar fueron los únicos agentes eficaces para re-
, un honrado militar fueron los unicos agentes. efi.caces para re-
solver aquella viril protesta del sufrido quisqueyano contra la

arbitrariedad y la violencia; enseñanza mal aprovechada,


solver.aquella viril protesta del sufrido quisqueyano con·tra la
I
ejemplo que de poco sirvió en lo sucesivo; pero cuya moral

saludable ha sido sancionada con el sello de la experiencia, y


arbitrariedad y la violencia; ensefianza mal aprovechada,
se cumple rigorosamente á nuestra vista, al cabo de tres siglos

ejemplo que de poco sirvi6 en lo sucesivo; pero cuya moral


y medio.

El tránsito del cacique Don Enrique y su esposa hasta San- saludable ha sido sancionada con el sello de la experiencia, y
to Domingo fué una série no interrumpida de obsequios, que

como á porfía les tributaban todas las poblaciones. En la capi-


se cumple rigorosamente a nuestra vista, al cabo de tres siglos
tal les hicieron fastuoso recibimiento y entusiasta ovacion las

y medio. ·
autoridades, el clero y los vecinos, todos manifestando el anhe-

lo de conocer y felicitar al venturoso caudillo. El transito del cacique Don Enrique y su esposa hasta San-
to Domingo fue una serie no interrumpida de obsequios, que
Reanudaron Enrique y Mencía sus relaciones afectuosas

con muchos de sus favorecedores de otro tiempo, y entre ellos

encontraron el inalterable cariño de Doña Leonor Castilla y

Elvira Pimentel, ya viuda del, por más de un concepto, arre-


como a porfia les tributaban todas las poblaciones. En la capi-
pentido Andrés de Valenzuela.
tal les hicieron fastuoso recibimiento y entusiasta ovaci,on las
autoridades, el clero y los vecinos, todos manifestando el anhe-
Las capitulaciones suscritas en el Bahoruco fueron fielmen-

te guardadas por las autoridades españolas, y Don Enrique

pudo elegir, cuando le plugo, asiento y residencia en un punto

ameno y feraz, situado al pié de las montañas del Cibao, á una


lo de conocer y felicitar al venturoso caudillo. ..
corta jornada de Santo Domingo. Allí fundó el pueblo que aun
Reanudaron Enrique y Mencia sus relaciones afectuosas
con muchos de sus fa vorecedores de otro tiempo, y entre ellos
subsiste con el nombre de Santa María de Boyá, asilo sagrado

en que al fin disfrutaron paz y libertad los restos de la infortu-

nada raza indígena de Haití. Prevaleció entónces verdadera-

encontraron el inalterable carino de Dona Leonor Castilla y


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mente en la colonia la sana política del gobierno de España,

y las voluntades del gran Cárlos V. tuvieron cumplido efecto.


Elvira Pimentel, ya viuda del, por mas de un concepto, arre-
Hasta el término de sus dias ejerció Don Enrique señorío y

pentido Andres de Valenzuela.


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mixto imperio sobre aquella poblacion de cuatro mil habitan-

tes (que á ese guarismo quedaron reducidos los indios de toda

la Española). Sobrevivió poco tiempo á su bello triunfo, y fué


Las capitulaciones suscritas en el Bahoruco fueron fi.elmen-
arrebatado muy temprano por la muerte al amor y la venera-

te guardadas por las autoridades espafiolas, y Don Enrique


cion de los suyos; á la sincera estimación y el respeto de los

españoles.
pudo elegir, cuando le plugo, asiento y residencia en un punto
Hiciéronle magnificas exequias en Santo Domingo. Su bella

ameno y feraz, situado al pie de las montafias del Cibao, a una


corta joi-nada de Santo Domingo. Alli fund6 el pueblo que aun
subsiste con el nombre de Santa Maria de Boya, asilo sagrado
en que al fin di sfrutaron pai y libertadlos restos- de!a infortu-
nada raza indfgena de Haiti. Prevaleci6 ent6nces verdadera-
mente en la colonia la sana politica del gobierno de Espana, 1

y las voluntades del gran Carlos V . tuvieron cumplido efecto .


Hasta el termino de sus dias ejerci6 Don Enrique sefiorio y
mixto imperio sobre aquella poblacion de cuatro mil habitan-
tes (que a ese guarismo quedaron reducidos los indios de toda
la Espafiola). Sobrevi vi6 poco tiempo a S U bello tdunfo J y fue
arreba.tado muy temprano por la muerte al amor y la venera-
cion de los suyos; a la sincera estirnaciun y el respeto de los
espafioles.
Hicieronle mag nificas exequias en Santo Domingo. Su bella

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47-l LEYEXDA HIST6RICA

474
y buena consorte lleg6 a la ancianidad, siempre digna y deco-
LEYENDA HISTÓRICA

y buena consorte llegó á la ancianidad, siempre digna y deco-


rosa, dejando cifrada su fidelidad conyugal de un modo dura-
rosa, dejando cifrada su fidelidad conyugal de un modo dura-

dero en la linda iglesia de Boyá, construida á costa de Mencía


dero en la linda iglesia de Boy a, construida a costa de Mencia
para servir de honroso sepulcro álas cenizas de Enriquillo(171).

para servir de honroso sepulcro a las cenizas de Enriquillo ( 171).


Este nombre vive y vivirá eternamente: un gran lago lo

perpetúa con su denominacion geográfica; las erguidas monta-


. Este nombre vive y vivira eternamente: un gran Iago lo
ñas del Bahoruco parece como que lo levantan hasta la region

de las nubes, y á cualquier distancia que se alcance á divisar-


perpetlia con su denominacion geografica; las erguidas monta-
las en su vasto desarrollo, la sinuosa cordillera, destacando

fias del Bahoruco parece como que lo levantan hasta la region


de las nubes·, ya cualquier distancia que se alcance a divisar-
sus altas cimas sobre el azul de los cielos, contorneando los

lejanos horizontes, evoca con muda elocuencia el recuerdo

las e:r;i su vasto desarrollo, la sinuosa cordillera, destacando


glorioso de Enriquillo.

sus altas cimas sobre el azul de los cielos, contorneando los


lejanos horizontes, evoca con muda elocuencia el recuerdo
glorioso de ENRIQUILLO.
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^mm^F^mm^^mmms^mím^w^m^

APÉNDICE.

NOTA 1.a.—Parte 1.a.— Capitulo xxxii. — Sobre la residencia

de Ovando'

•'En volviendo Nicolás de Ovando las espaldas, como suele acon-

tecer con los ausentes, se le pusieron muchos capítulos por el fiscal,

y por otros; y fueron los principales, que Cristóbal de Tapia le pe-

dia un solar, que le mandó tomar para la Casa de la Contratacion,

otro para la Placa dela Villa, el salario de vn Año, que tuvo á car-

go la Fundicion, i dos Caciques, que havia quitado de las Obras

públicas de Santo Domingo, y les dió á particulares, que todo im-

APENDICE ..
portaba unos quarenta mil pesos, etc., etc.; y Alonso de Ojeda le

pedia treinta mil Castellanos, en vna partida, y en otra quatro mil,

y en otra quinientos mil, que dixo, que dexó de ganar, y gastó, por

no le haver dexado hacer cierto viage: y pidiéndosele otras muchas

cosas de esta manera, acudió al Rey, diciendo que estas demandas

no fueron puestas dentro de los treinta dias de la Residencia: en lo

qual recibia agravio, pues lo hacian para molestarle. El Rey man-

dó al Almirante que embiase relacion de todo, y que entre tanto

NOTA i.a.-PARTE i.a:. -CAPITULO xxxn.-Sobre la residencia


repusiese lo hecho, suspendiese el conocimiento: pues siendo pasa-

dos los treinta dias de la Residencia, conforme á las leyes, no era

obligado á responder á las demandas". -Herrera.—Décadas.

de Ovando.
NOTA 2.a —Parte 2.a—Cap. xxxvi.—Sobre la ordenacion de las

Casas.

"Acabados sus estudios y recibido el grado de Licenciado en


·'En volviendo Nicolas de Ovando las espaldas, comosuele acon-
ellos, Casas determinó pasar á América, y lo verificó al tiempo en
tecer con los ausentes, se le pusieron muchos capitulos por el fiscal,
que el Comendador Ovando fué enviado de Gobernador ála isla Es-
y por otros; y fueron los principa les, que Crist6bal de Tapia le pe-
pañola (1502) para arreglar aquellas cosas, ya muy estragadas con,

dia un solar, que le mand6 tomar para la Casa de la Contratacion,


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otro para la Pla c;a de la Villa, el salario de vn Afi.o, que tuvo a car-
las pasiones delos nuevos pobladores. Las memorias del tiempo no

vuelven A mentarle hasta ocho años despues, cuando o? ordenó de

sacerdote, por la circunstancia de haber sido la suya la primera


g o la Fundicion, i dos Caciques, que ha v ia quitado de las Obras
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publicas de Santo Doming o, y les di6 a particul a res, que todo im-
portaba unos quarenta mil pesos, etc., etc.; y Alonso de Ojeda l.e
pedia treinta mil Castellanos, en vna partida, y en otra quatro mil,
y en otra quinientos mil; que dixo, que dex6 de gana r, y gast6, por
no le haver dexado hacer cierto viage: y pidiendosele otras much as
cosas de esta manera, acudi6 al Rey, diciendo que estas demandas
no fueron puestas dentro de los treinta dias de la Residencia: en lo
qual recibia agravio, pues lo hacian para molestarle. El Rey man-
d6 al Almirante que embiase relacion de todo, y que entre ta nto
r e pusiese lo hecho, suspendiese el conocimiento: pues siendo pasa-
dos los treinta dias de la Residencia, conforme a las leyes, no era
oblig-ado a responder a las demandas". - HERRERA.-Decadas.

NOTA 2.a-PARTE 2. a-CAP. xxxvi.-Sobrela ordenacion de las


Casas.
"Acabados sus estudios y recibido el grado· d e Licenciado en
ellos, Casas determin6 pasar a Americ~, y lo verific6 a l tiempo en
que el ComendadorOvando fue enviado de Gobernador a la isla Es-
panola (1502) para a rreglar aquellas cosa~, ya muy estragadas con.
las pasiones de los nuevos pobladores. Las mernorias del tiempo no
vuelven a mentarle hasta ocho afios despues , cuando ;:. :' orden6 de
sacerdote, por la circunstancia de haber sido la suya la primera

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476 LELENDA HIST6RICA

476 LELENDA HISTÓRICA

misa nueva que se celebr6 en Indias. Fue inmenso el concurso que


asisti6 a ella, riquisima la ofrenda que se le present<>, compuesta
misa nueva que se celebró en Indias. Fué inmenso el concurso que

asistió á ella, riquísima la ofrenda que se le presentó, compuesta

casi toda de piezas de oro de diferentes formas, porque todavía no


casi toda de piezas de oro de diferentes formas, porque todavia no
se fabricaba allí moneda. El misa'cantano reservó para sí tal cual

se fabricaba alli moneda. El misa-cantano reserv6 para si tal cual


alhaja curiosa por su hechura, y el resto lo di6 generosamente a
alhaja curiosa por su hechura, y el resto lo dió generosamente á

su padrino.... Nota al pié. La misa se celebró en la ciudad de la

Vega. Fué asistida del Almirante mozo y su muger la Virreina; los


su padrino .... Not a al pie. La misa se ~elebr6 en la ciudad de la
banquetes y festines duraron muchos dias, y hubo la particularidad

de no beberse en ellos vino, porque no lo habia en la isla."-Quinta-


·Vega . Fue asistida. del Almirantemozoy su mug-er la Virreina; los
na.— Vidas.
banquetes y festines duraron muchos dias, y hubo la particularidad
Herrera dice. "Tuvo una calidad notable esta primera misa
de no beberse en ellos vino, porque no lo habia en la isla." - Qu1xr..\-
~A. -Vidas.
nueva, que los clérigos que á ella se hallaron, no bendecian; con-

viene á saber, que no se bebió en toda ella una gota de vino, por-

que no se halló en toda la isla, por haber dias que no habían llega-
HERRERA dice. "Tuvo una calidad notable esta primera misa
do navios de Castilla"—Década 1.a—Libro VIL
nueva, que los clerig·os que a ella se hallaron, no bendecian; con-
NOTA3a—Parte 2.a —Cap. xxxvi.— Las Casas y la Isla Española.

La predileccion y el entusiasmo que las Casas sentia por la isla


viene a saber, que nose bebi6 en toda ella una gota de vino, por-
Española se manifiestan en multiplicadas pájinas de sus obras.
que nose hall6 en toda la isla, por haber dias que no habian llega-
Además de la descripcion de la Vega Real que de él copiamos en
do navios de Castilla;:_Decada i.a-Librn VII.
el texto, trae otra en su Historia de Indias, Cap. LXXXIX, enca-

reciendo la misma Vega en estos términos: "cosa que creo yo, y

que creo no engañarme, ser una cosa de las más admirables cosas

del mundo, y más digna, de las cosas mundanas y temporales, de


NOTA3.a-PARTE2.a-CAP. xxxYr.-Las Cas,as y la Isla Espaiiola.
ser encarecida con todas alabanzas, y por ella ir á prorrumpir en

bendiciones é infinitas gracias de aquel criador della y de todas las

La predileccion y el entusiasmo que las Casas sentia por la isla


cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura en ella puso....

La vista della es tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan
Espanola se manifiestan en multiplicadas pajinas de sus obras.
Ademas de la descripcion de la Vega Real que de el copiamos en
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pintada, toda tan llena de hermosura, que ansí como la vieron les

pareció que habian llegado á alguna region del paraíso, bañados y

el texto,, trae otra en su Historia de lndz'as, Cap. LXXXIX, enca·


regalados todos en entrañable y no comparable alegría, y el Almi-

reciendo la misma Vega en estos terminos: "cosa que creo yo. y


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rante (Colon) que todas las cosas más profundamente consideraba

dio muchas gracias á Dios, y púsole nombre de Vega Real, etc."


que creo no engafi.arme, ser una cosa de las mas admirables cosas
El entusiasmo que la belleza de la isla entera despertaba en las

del mundo, y mas digna, de las cosas mundanas y temporales. de


Casas no tenia límites: todo el capítulo XX de su Apologética His-

toria está dedicado á hacer una larga y discretísima comparacion


ser encarecida con todas alabanzas, y por ella ir a prorrumpir en
entre Santo Domingo, la tierra predilecta de Colon, y "las más
bendiciones e infinitas gracias de aquel criador della y de todas las
cognocidas y celebradas islas que antiguamente fueron en el mun-

cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura en ell a puso .. ..


La vista della es tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan
do; éstas fueron principalmente tres: Inglaterra, SiciL'á y Creta

que agora se llama Candía". Concluyendo de este modo: "Y esto

baste para manifestar la grandeza y capacidad, amenidad, tem- pintada, toda tan llena de hermosura, que ansi como la vieron les
planza, suavidad, riqueza, felicidad y exelencia de esta Española

pareci6 que habian llegado a alguna reg·ion del paraiso, baftados y


sobre las otras islas."

"En esta isla Española-dice en otra parte, Cap. XXIV de su


regalados todos en entraiiable y no comparable alegria, y el Almi-
Apologética Historia—digo verdad, que hubo hombres y mugeres
rante (Colon) que todas las cosas mas profundamente consideraba
di6 muchas gracias a Dios, y pusole nombre de Vega Real, etc."
El enlusiasmo que la belleza de la isla entera despertaba en las
Casas no tenia limites: todo el capitulo XX de su Apologetica His-
toria es ta dedicado a hacer una la rga y discretisima comparacion
entre Santo Domingo, la tierra predilecta de Colon, y "las mas
cognocidas y celebradas islas que antiguamente fueron_en el mun-
do; estas fueron principalmente tres: Inglaterra, Si<;ill.J. y Creta
que ag-ora se llama · Candia". Concluyendo de este modo: "Y es to
baste para manifestar la g randeza y capacidad, amenidad, tem-
planza, suavidad, riqueza, felicidad y exelencia de esta Espaiiola
sobre las otras isl as."
·'En esta isla Espanola- dice en otra parte, Cap . XXIV de su
.Ap ologetica Historia- digo verdad , que hubo hombres y mugeres

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ENRlQUILLO 477
ENRIQUILLO 477

muchas de tan buena disposicion y compostura en los gestos, que


muchas de tan buena disposicion y compostura en los g·est0s, que
aunque los tenian algo morenos, señaladamente mugeres podian aunque los tenian algo morenos, sefialadamente mugeres podian
ser miradas y loadas en España por de buena y egregia hermosu-

ser miradas y loadas en Espana por de buena y egregia hermosu-


ra por todos los que las vieran. En la Vega conoci A rnugeres casa-
ra por todos los que las vieran. En la Vega conocí á mugeres casa-

das con españoles y algunos caballeros, señoras de pueblos, y otras

en la Villa de Santiago, tambien casadas con ellos, que era mirable das con espafioles y alg-unos caballeros, senoras de pueblos, y otras
su hermosura y cuasi blancas como mugeres de Castilla, y puesto

en la Villa de sa·ntiago, tarnbien casadas con ellos, que E:ra mirable


su hermosura y cuasi blancas como mugeres de Castilla. y puesto
que en toda esta isla, mugeres y hombres fuesen de muy buenos y

proporcionados cuerpos y gestos umversalmente, porque aquí no

se rompían ni estragaban los rostros más de sola y delicadamente


queen toda esta isla, mugeres y hombres fuesen de muy buenos y
las orejas para poner algunas joyas de oro las mugeres, pero don-

proporcionados cuerpos y gestos universalrnente, porque aqui no


se rompian ni estraga ban los rostros mas de so la y delicadamente
de fué señalada la hermosura y muy comun á todo género, fué en

la provincia de Xaragua, que arriba dijimos estar hácia el Ponien-

te desta isla. Y yo vi un lugar ó villa que se llamó de la Vera-Paz,


las orejas para poner algunas joyas de oro las rnugeres, pero don-
de sesenta vecinos españoles, los más dellos hidalgos, casados con

mugares indias naturales de aquella tierra, que no se podia desear


de fue sefialada la herrnosura y muy comun a todo genero, fue en
persona que más hermosa fuese; y este don de Dios, como dije, muy
la provincia de Xaragua, que arriba dijimos estar hacia el Ponien-
comun y general fué en las gentes de aquella provincia más que en
te desta isla. Y yo vi un lugar 6 villa que se llarn6 de la Vera-Paz,
todas las desta isla."

NOTA 4.a—Segunda parte.—Cap. xli.—Sobre las bodas y muerte


de sesenta vecinos espafioles, los mas dellos hidalgos, casados con
de María de Cuéllar.
mugetes indias naturales de aquel1a tierra, que nose podia desear
"Desde á poco tiempo se tuvo aviso, que había llegado á Puerto
persona que mas hermosa fuese; y este don de Dios, como dije, muy
de Baracoa el Contador Cristóval de Cuéllar, que iba por tesorero

de aquella isla, con su hija Doña María de Cuéllar, que habia ido
comun y general fue en las gentes de ·a quella provincia masque en
por dama de Doña María de Toledo, muger del Almirante, para
todas las desta isla."
casar con Don Diego Velázquez.... Despachóse Diego Velázquez

de donde estaba, dexando cinquenta hombres á Juan de Grijalva,


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mancebo sin barbas, y de bien; hidalgo, natural de Cuéllar, á quien

NOTA 4 .n-SEGUNDA PARTE.-CAP. XLr.-Sobre las bodasy muerte


Diego Velázquez trataba como deudo (aunque no lo era) y quedó

por capitan, hasta que Narváez volviese del alcance de la gente de


de Marta d e Cuellar.
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la provincia de Bayámo hasta la de Camagüey: y dexó con Gri-

jalva á Bartolomé de las Casas, clérigo, natural de Sevilla, para


"Desde a poco tiempo se tuvo aviso, que habia llegado a Puerto
que le aconsejase, y siempre Grijalva le obedecia. Llegado Diego

Velázquez á casarse en Baracóa, celebró un domingo sus bodas,


de Baracoa el Contador Crist6val de Cuellar, que iba por tesorero
con gran regocijo, y aparato; y el sábado siguiente se halló viudo,
de aquella isla, con su hija Dofia Maria de Cuellar, que ha bia ido
por que se le murió la muger, que era muy virtuosa, de que quedó

por dama de Dona Maria de Toledo, muger del Almirante, pa r a


con mucho sentimiento."

Herrera. —Décadas
casar con Don Diegq Velazquez· .... Des pach6se Diego Velazquez
NOTA 5.a.—Parte 2.a-Cap. xl.ii.—Sobre Juan de Grijalva.—
de donde estaba, dexando cinquenta hombres a Juan de Grijalva,
Su fin.

mancebo sin barbas, y de bien; hidalg:o, natura l de Cuellar, a quien


Grijalva ofrece uno de los más raros ejemplos de la ceguedad y

el capricho de la suerte. Tenia todas las dotes físicas y morales


Diego Velazquez trataba como deudo (aunque no lo era ) y qued6
por capitan, hasta que Narvaez volviese d e l a lcance de la gente de
la provi.ncia de Bayamo hasta la de Ca rnagi.iey: y d ex6 con Gri-
jalva a Bartolome de la s Casas, clerigo, na tural de Sevm a , para
qu e le aconsejase, y siempre Grijalva le obedecia. Llegado Di ego
Velazquez a casar se en Barac6a, celebr6 un domingo sus bodas,
c on gran reg oc ijo, y a parato; y el sabado s ig uiente se hall6 viudo,
por que se le muri6 la muger, que era muy virtuosa, de que qued6
con mucho sentimie.nto."
'HERRERA.
. - D ecadas
. .

NOTA 5.a. - PARTE 2 .<1. - C AP. XLII. - Sobre Juan d e GrUalva .-


Sufin.
Grijalva ofrece uno de los mas raros e jemplos d e la cegueda d y
e l ca pricho de la su erte. Tenia todas la s dotes fis icas y morales

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478 LEYE::\l'DA IIlST6RICA
478 LEYENDA HISTÓRICA

para justificar la eleccion que por un momento pareció hacer de él


para justificar la eleccion que por un momento pareci6 hacer de el
la fortuna para prodigarle sus más preciados favores; pero muy
la fortuna para prodigarle sus mas preciados favores; pero muy
pronto se desvanecieron como un sueño sus aspiraciones y esperan-

pronto se desvanecieron como un sueilo sus aspiraciones y esperan-


zas, y su misma moderacion fué causa de que otro lo sustituyera

gloriosamente en ellas. Oviedo hace muy acertadas reflexiones so-


za's , y su misma moderacion fue causa de que otro lo sustituyera
bre las desdichas de Juan de Grijalva, y refiere el suceso de su
gloi-iosamente en ellas. Oviedo hace muy acertcidas refiexiones so-
muerte en Nicaragua de este modo:

bre las desdichas de Juan de Grijalva, y refiere el suceso de su


"La desventura destos fué 21 de enero de 1527 años; é sobre se-

guro é viniendo los indios á servir á los cripstianos que estaban en


muerte en Nicaragua de 'este·modo:
Villahermosa con el capitan Benito Hurtado, el qual mataron é "La desventura destos fue 21 de enero de 1527 afios; e sobre se-
diez é nueve cripstianos é veynte é cinco caballos, é allí murió el

guro ~ viniendo los indios a servir a los cripstianos que estaban en


capitan Johan de Grijalva, de quien se hizo mencion en el li-

V illahermosa con e,l ca pi tan Benito Hurtado, el qual mataroh e


diez e nueve cripstianos e veynte e cinco caballos, e alli muri6 el
bro XVII, que descubrió parte de Yucatan é de la Nueva España:

é los indios que lo hicieron eran del valle de Olancho. Así que, el

nombre de Villahermosa fué allí muy impropio.

capitan Johan de Grijalva, de quien se hizo mencion en el li-


bro XVII, que descubri6 parte de Yucatan e de la Nueva Espafia:
Historia General y Natural de Indias.—"Lib. XLII.--

e los indios que lo hicieron eran del valle de Olancho. Asi que, el
Cap. XII.

NOTA 6 a—Parte 3.a—Cap. xxii.—Extracto del discurso de las

Casas ante Carlos V.

nombre de Villahermosa fue alli muy· impropio.


"Y en avisar dello á vuestra magestad sé que le hago uno de

los mayores servicios que hombre vasallo hizo á príncipe ni señor


Historia General y .Natura~ de lndias.-Lib. XLII .- -
del mundo. Y no porque quiera por ello merced ni galardon algu-
Cap. XII.
no; porque no lo hago precisamente por servir á vuestra magestad.

Porque es cierto, hablando con todo el acatamiento y reverencia

que se debe á tan alto Rey y señor, que de aquí a aquel rincon no
NOTA 6 a-PARTE 3.a-CAP. xxn.-Extracto del discurso de las
Casas ante Cdrlos V.
me moviera por servir á vuestra Magestad, salva la fidelidad y

obediencia que como subdito le debo, si no pensase y creyese de


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hacer á Dios gran servicio. Pero Dios es tan celoso y tan granjero

de su honor, como quiera que á él solo se deba el honor y gloria de


"Yen avisar dello a vuestra magestad se que le hago uno de
toda criatura, que no puedo dar un paso en estos negocios que por

los mayores servicios que hombre vasallo hizo a principe ni senor


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solo él tomé, sobre mis hombros, que de allí no se causen y proce-

dan inestimables bienes y servicios á vuestra Magestad. Y para


del mundo. Y no porque quiera por ello merced ni galardon algu-
ratificacion de lo que he referido, digo y afirmo que renuncio cual-
no; porque no lo hago precisamente por servir a vuestra magestad.
quier merced y galardon temporal que me quiera y pueda hacer,

y si en algun tiempo yo ú otro por mí merced alguna quisiere, sea


Porque es cierto, hablando con todo el acatamiento y reverencia
tenido por falso y engañador de mi Rey y señor."
que se debe a tan alto Rey y senor, que de aqui a aquel rincon no
El mismo las Casas; Remesal; Herrera, Décadas;—Quintana,
me moviera por servir a vuestra Magestad, salva la fidelidad y
Vidas.

obediencia que como subdito le debo, si no pensase y creyese de


ha cer a Dios gran servicio. Pero Dios es tan celoso y tan granjero
NOTA 7.a.—Parte 3.a.—Cap. xlix.—Como esplicaban los historia-

dores y poetas las victorias de Enriquillo.

Oviedo dice y Herrera lo siguió en esto, que el primitivo esfuer-


de su honor, como quiera que a el s olo se deba el honor y gloria de
zo y las virtudes de los castellanos habían decaido entre los nuevos

toda criatura, que no. puedo dar un paso en estos negocios que por
solo el tome, sobre mis hombros, que de alli nose causen y pr.oce-
da n inestimables bienes y servicios a vuestra Magestad. Y para
ratificacion de lo que he ref erido, dig·o y afirmo que renuncio cual-
quier merc ed y galardon temporal que me quiera y pueda hacer,
y si en algun tie~po you otro por mi merced alguna quisiere, sea
tenido por falso y engafiador de mi Rey y senor."
El mismo LAS CAsAs; R EMESAL; HERRERA, D.ecadas;-Qu1'.'iTASA,
Vidas.

NOTA 7.a.-PARTE 3.a.-CAP. XLix.-Como espUcaban los historia-


dores y poet as las victorias de Enriquillo.
Oviedo dicey Herrera lo sig ui6 en es to, que el primitivo esfuer·
zo y las virtudes d e los castellanos h a bi an decaido entre los nueYos

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·ENRlQUILLO 479
EIVRIQUILLO 479

pobladores, que corrompidos por la molicie no tenian ya el valor y


po.bladores, que corrompidos por la molide no tenian ya el valor y
la perseverancia necesarios para vencer en el Bahoruco.

He aquí cómo ha rimado Juan de Castellanos este falso concep-


la perseverancia necesarios para veneer en el Bahoruco.
to en sus Elegías de Varones ilustres de Indias.
He aqui c6mo ha rimado Juan de Castellanos este falso concep-
Admíranse, lector, entendimientos,
to en sus Etegfas de Varones ilustres d e lndias.
De que cuando se hallaron estos mares,

Varones poco más de cuatrocientos


Admiranse, lector, "entendimientos,
Venciesen á millares de millares,

Y temblasen agora de doscientos


De que cuando se hallaron estos mares,
Tantas ciudades, villas y lugares;
Varones poco mas de cuatrocientos
Mas, entonces el hombre vaqu'fano
Venciesen a millares de millares,
No soltaba las armas de la mano.

No comia guisado con canela,


Y tern blasen agora de doscientos
No confites, ni dulces canelones,
Tantas ciudades, villas y lugares;
Su más cierto dormir era la vela,
Mas, entonces el hombre vaquYano
Las duras armas eran los colchones;

El almohada blanda la rodela,


No soltaba las arm as de la mano.
Cojines los peñascos y terrones,
No comia g uisado con canela,
Y los manjares dulces, regalados,
No confites, ni dulces canelones,
Dos puños de maíces mal tostados.

Abrir á prima noche las pestañas


·Su mas cierto dormir era la vela,
Con ojo vigilante, etc., etc.
Las dura$ armas eran los colchones ;
Mas ya no hallaréis tales mozuelos
' El almohada bla nda la rodela,
En escuela de Marte ni Minerva,

Pues todos huyen destos desconsuelos


Cojines los peflascos y terrones,
Y dicen que las flechas tienen yerba:
Y los manjares dulces, regalados,
Hay hojaldres, pasteles y buñuelos,
Dos pufios de maices mal tostados.
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Hay botes y barriles de conserva,

Hay cedazo, y harnero, y hay zaranda,


Abrir a prima noche las pcstaf'ias
Y sábeles muy bien la cama blanda.
Co.n ojo vig ilante, .e tc., etc.
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Por faltar, pues, entónces fuerte gente,

Y usarse ya sonetos y canciones,


Mas y a no halla r e is tales mozuelos
El Enrique se hizo tan valiente,

En escuela de Marte ni Minerva,


Pues todos huyen destos desconsuelos
Saliendo siempre con sus intenciones;

Etc., etc.

Elegía V.—Canto II Y dicen que las flechas tienen yerba:


NOTA 8.a—Parte 3.a-CAi>. xli.—Muerte de Badillo.

Hay hoj"a ldres, pasteles y bufiuelos,


Hay botes y ba1-riles de conserva,
''Desde Santo Domingo adonde llegó García de Lerma, Gober-

nador de Santa Marta, envió al factor Grageda, el cual con ocasion

que el Gobernador Pedro de Badillo no habia acudido al Rey con


Hay cedazo, y ha rnero, y hay zaranda,
sus quintos, y que los habia defraudado, y que habia fundido oro

fuera de la casa de fundicion, le prendió, y desnudó, y dió tormen-


Y sabeles muy bien la cama blanda.
to, usando con él de muchas crueldades: llegó García de Lerma

Por falta r, pues, ~nt 6 nces fuerte gente,.


Y usar se ya sonetos y candones,
E l E nrique se hizo tan valiente,
Salie ndo siempre co n sus intenciones;
E tc ., e tc.
Elegia V-Canto II.

NOTA s .a-PARTE 3.a - CAP. XLI.-Mue1'te de Badillo.


·'Desde Santo Domingo a donde lleg·6 Garcia de Lerma, Gober-
nador de Santa Marta, envi6 a l facto r Grageda, el cual con ocasion
que e l Gobernador Pedro de Badillo no habia a cudido al Rey con
su s quintos, y que los habia defraudado, y que habia fundido oro
fuera de la casa de fundicion, le prendi6, y desnud6, y di6 tormen·
to, usando con el de muchas cru elda des: ll eg6 Garcia de Lerma
Ungmal trom
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LEYEXDA HISTORlCA

4S0 LEYENDA HISTÓRICA

que se bubo con el con menos rig-or; porque sacandole del poder
del factor, entendi6 en su residencia, y al cabo le envi6 preso a
que se hubo con él con menos rigor; porque sacándole del poder

CastHla, y jun to a Arenas Gord as se perdi6 el na vio y todos los


del factor, entendió en su residencia, y al cabo le envió preso á

Castilla, y junto á Arenas Gordas se perdió el navio y todos los

que venian con él. Y este es el teniente Pedro de Badillo, que por

no hacer justicia al cacique Enrique, el año de 19, fué causa que se


que venian con el. Y este es el teniente Pedro de Badillo, que por
alzase en la isla Española."
no hacer jus ti cia al cacique Enr.i que, el aft.ode 19, fue causa que se
Herrera.- Déc. IV.—Lib. V.-152Q.
alzase en la isla Espanola."
NOTA 9.a—Parte 3.a—Cap. xli - Visita de las Casas al Bahoruco.

HE~R ERA . - Dec. IV.-Lib. v.-1520.


Casi todos los historiadores están contestes en que la visita del

padre las Casas á Enriquillo en el Bahoruco, despues de celebrada

la paz, fué por impulso propio y espontáneo. Herrera afirma que

por esta causa intentaron las autoridades reprender al virtuoso


NOTA 9.a-PARTE 3.a-C..\r. xu - Visita de las Casas al Bahoruco.
filántropo, aunque éste justificó su acto con tales y tan buenas ra-

zones, que forzosamente hubieron de aprobarlo y aplaudirlo los Casi todos los his toriadores estan contestes en que la visita del
mismos censores. El padre Remesal, contemporáneo y'biógrafo de

padre las Casas a Enriquillo en el Bahoruco, despues de celebrada


la paz, fue por impulso propio y espontaneo. Herrera afirma que
las Casas, afirma por el contrario que las autoridades mismas, á

causa de la inquietud con que veían que Enriquillo demoraba el

cumplimiento de lo pactado, fueron á sacar del cláustro á fray por esta causa intentaron l~ s autoridades reprender al virtuoso
Bartolomé, para que hiciera el viaje á las montañas, y persuadiera

filantropo, aunque este justilic6 su acto con tales y tan buenas ra-
zones, que forzosnmente hubieron de aprobarlo y aplaudirlo los
á Enrique á que saliera de ellas sin más tardanza. Este dato se ha-

lla tambien citado por Quintana, de donde lo tomamos.

NOTA 10.a—Parte 3.a—Cap. xli.—Sepultura de Enriquillo. mismos censores. El padre Remesal, contemporaneo y ·bi6grafo de
Es tradicion constante y universalmente válida la que consigna-

las Casas , afirma por el contra rio que las autoridades mismas , a
causa de la inquietud con que veian que Enriquillo demoraba el
rnos en el texto. Una señora respetable, amiga nuestra, Doña Ene-

riaTavarez, tuvo la bondad derecojer en el mismo pueblo de Boya,

adonde fué con este fin, datos interesantes sobre el sepulcro de.En-
cumplimiento de lo pa cta do, f ueron a sacar del claustro a fray
riquillo y los últimos vástagos de sus indios. Queda de éstos una

Bartolome, para que hiciera el viaje a las montafias, y persuadiera


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anciana llamada Josefa González, de 91 años (estamos en 1882), que

como los demás vecinos del pueblo afirma con toda seguridad que
a Enrique a que saliera d e ellas sin mas tardanza. Este dato se ha-
el cacique Don Enrique y su esposa están enterrados en la sepul-
lla tambien cita do por Quinta na, de donde lo tomamos .
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tura que ocupa todo el centro de la iglesia de Boyá; pero la inscrip-

cion, copiada por la referida señora de la' misma losa del sepulcro,

NOT A 3. a - C AP. xu.-Sepultura d e Enriquillo.


tiene una fecha que parece ser 1651, y dice pertenecer á un capitan

cuyo nombre no se lee con claridad, por estar en abreviaturas dis-


10.a -P ARTE
paratadas; y además dice que en aquel sitio yace Catalina Marin,

bienhechora desla santa casa. Es tradicion constante y universalm ente v~lida la que consig na-
El general Don Pedro Santana, desde que ejerció por primera

mos en el texto. Una se nora respetable, amiga nuestra, Dona Ene-


ria T a va rez, tuvo la bondad de recojer e n e l mis mo pueblo de Boya,
vez la Presidencia de la República, asignó una pension á otra seño-

ra india anciana, que se aseguraba era descendiente de uno de los

caciques compañeros de Enriquillo, y vivia tambien en Boyá. adonde ~e con este fin, da tos interesantes sobre el sepulcro de.En-
FIN

riquillo y lOS ultimas vastag os d e SUS indios. Queda de estOS una


a ncia na llamada J osefa Gonzalez, de 91 a:fios (estamos en 188'.2) , que
como los d emas vec inos del pueblo afirma con toda segurida d que
e l cacique Don E nrique y su esposa estan enterrados en la sepul-
tura que ocupa todo el centro de la ig-Jesia de Boya ; pero la inscrip-
c ion, copiada por la r eferjda senora d e la· mis ma losa del sepulcro,
tiene una fecha que parece ser 1651, y dice pertenecer a un capitan
cuyo nombre no se lee con cla rida d, por estar e n a breviaturas dis -
paratadas; y ademas dice queen aque l si tio yace Catalina Marin,
bienhechora dest a santa casa.
El gene ra l Don Pedro Sa utana, d esde que ejerci6 por prim era
vez la Presidencia de la Republica, asign6 una pens ion a otra sefio-
ra ind1a ancia na, que se aseguraba er a descendiente de uno de los
caciques compafieros de Enriquillo, y vi via tam bien en Boy a.

F I2'-J

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NOTAS

(1) Anacaona, viuda del valeroso Caonabó, cacique de Maguana, era la hermana de

Behechlo, cacique de Jaragua; pero por su talento superior era la que verdaderamente

reinaba, hallándose todo sometido á su amable influencia, incluso el cacique soberano.

(2) La ciudad de Santo Domingo, originariamente lundada por los Colones en la

margen oriental del río Ozama, fué trasladada por Ovando al sitio que hoy ocupa, des-

pués del ruinoso huracán de 1502.

(3) Que el pensamiento de vincular su propia memoria en el nombre de alguna po-

blacion no era ageno del Comendador de Lares, lo prueba el hecho de haber fundado

(J
poco despues un pueblo que llamó Lares de Guahava (Hincha). Recuérdese que ya Co-

lon habla denominado San Nicolás, á uno de los principales cabos ó promontorios de la

Isla, en honor del santo del día en que lo reconoció. Por esto sin duda no se impuso á

otro lugar el nombre de pila del Comendador.

(4) Todos los autores antiguos y modernos que han escrito sobre la conquista hacen

mencion de los románticos amores de Guevara con la hija de Anacaona, y los graves

;it:
NOT AS
disgustos á que dieron lugar en la colonia. V. á W. Irwing-Vida y viajes de Cristóbal


Colon.
:r;..
i:~ ::
(5) El Comendador pertenecía á la Orden de Alcántara, cuyos estatutos imponían

la observancia del celibato.

(6) Los dos hermanos de Colon.


m:
(7) Dioses indios.
(1) Anacaona, viuda del valeroso Caonab6, cacique de Maguana, era la hermana de
(8) Las Casas, á quien más adelante verá el lector figurar en esta narracion.

Beh-echio, cacique de Jaragua; pero por su talento superior era la que Yerdaderamente
' (9) Se puede notar en estos discursos de Guaroa cierta inconexion, y hasta ciertas

contradicciones que denotan la nebulosidad de ideas y la lucha de afectos indefinidos,


1·einaba, hallandose todo sometido a su am able intluencia, incluso el cacique soberano.
propios de un hombre de buen juicio á medio civilizar. ('.!) La ciudad de Santo Domingo, originariamente !undada por los Colones en la
(10) Así se denominaba á los indios destinados á la servidumbre doméstica.

margen oriental del rio Ozama, fue trasladada por Ovando al sitio que hoy ocupa, des-
(1\) La Historia refiere que á consecuencia de la prision de Hernando de Guevara,

se sublevó contra el Almirante Colon, Adrián de Mojica, primo de aquél, y pagó con la
pues del ruinoso huracan de 1502.
(3) Que el pensamiento de vlncular su propia memorla en el nombre de a lguna po-
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vida su rebelion, siendo ahorcado, por órden del Almirante, en las almenas del fuerte de

la Concepcion.
blacion no era ageno dcl Comendador de Lares, lo prueba el hecho de haber fundado
(12) Montaña elevada de Haití, cerca de Léogane. La Selle.

poco despues un pueblo que llam6 Lares de Guahava <Hlpcha). Recue rdese que ya Co-
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lon hab!a denom!nado San Nicolas, a uno de los principales cabos 6 promontorios de la
(13) Guanal es la espesura formada por la especie de palmera que se llama en toda

la isla de Santo Domingo guano, y de cuyas anchas pencas ú hojas se construye la gra-

ciosa techumbre de los bohíos en la mayor parte de los pueblos del Sud, donde no abun-
Isla, en honor del santo del d!a en que lo reconoci6. Por esto sin duda no se impuso a
da la palmera real ó de yagua.
-0tro lugar el nombre de pila del Comendador.
31

(4) Todos los autores antiguos y modernos que han escrito sobre la conquis ta hacen
mencfon de los romanticos amores de Guevara con la hija de Anacaona, y los graves
disgustos a que dieron lugar en la colonia. V. a W. Irwing-Vida y viajes de Crist6bal
Colon.
u· (5) El Comendador pertenecia a la Orden de Alcantara, cuyos estatUtQS imponlan
la observanc!a del celibato.
(6) Los dos hermanos de Colon .
e
0) Dioses indlos.
e
(8 ) Las Casas, a quien mas adelante v e ra el lector figurar en esta narracion .

(9) Se puede notar en estos d!scursos de Guaroa ciena inconexion, y hasta ciertas

contradicciones que denotan la n~b ulos idad de Ideas y la lucha de afectos inde finidos ,
propios de un hombre de buen juicio a medlo civillzar.
(10) A si se denomina ba a los indios destinados a la servidumbre domestica.
(11} La Historia refiere q ue a ...:onsecuencia de la prlsion de Hernando de Guevara,
se sublev6 contra el Almirante Colon, Adrian de Mojica, pr!mo de a que l, y pag6 con la
vida s u r ebelion, siendo ahorcado, por 6rden de! Almirante, en las almenas de! fuerte de
la Concepcion.
( 12) Montai'la elevad a de Haiti, ccrca dt: L eogane. LA SELLE.
( 13) G uanal es la espesura formada por la especic de palme ra que se llama en toda
la isla de Santo Domingo guano , y d e c uyas a nch as pencas ti hojas se construye la gra-
ciesa techumbre de los bohios en la mayor parte de los pueblos de! Sud, donde no abun-
da la palmer a real 6 de yagua .
31
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482 LEYENDA H1ST6RICA

482 LEYENDA HISTÓRICA


(14) Lo mismo que hom6nimo, 6 tocayo.
(14) Lo mismo que homónimo, ó tocayo.

(15) Hutía era el único cuadrúpedo que se halló en la isla al tiempo del descubri-
(15) HuT!A era el unlco cuadrupcdo que se hall6 en la isla al tiempo de! descubrf-
miento: su tamaño era el de un perro pequeño.—Iguana, especie de gran lagarto, cuya
miento: su tamaiio era el de un perro pequefl.o.-IGUANA, especie de gran lagarto, cuya
carne era muy estimada de los indígenas.

carne era muy estimada de Jos indigenas.


(16) Termino de caza: equivale a exploraciofl.
(16) Término de caza: equivale á exploracion.

(17) Mangle, árbol de madera muy dura y flexible: cabulla, fibra de gran resis-

tencia que se extrae del cáctus llamado maguey ó pita, y de la que se hacen cuerdas
(17) MANGLE, arbol de madera muy dura y flexible: CABULLA, fibra de gran resis-
muy sólidas. Guaconejo, es otra especie de madera durísima.
tencia que se extrae del cactus llamado MAGUEY 6 PITA, y de la que se hacen cuerdas
(18) No era absurdo el propósito de Guaroa. En 1860 se capturaron en las monta-

muy s6lidas. GuACONEJO, es otra especie de madera durisima.


ñas del Bahoruco tres biembienes, pertenecientes á una tribu de salvajes de raza afri-

cana, que aun existe allí alzada, y de que solo dan noticias incoherentes y tardías algu-
(18) No era absurdo et prop6sito de Guaroa. En 1860 se capturaron en las monta-
nos monteros extraviados.
iias de! Bahoruco tres BtEMB!ENES, pertenecientes a una tribu de salvajes de raza afri-
(19) Musa de la Historia.—Suplicamos al lector que no nos crea atacados de la ma-
cana, que aun existc alli atzada, y de que solo dan noticias incoherentes y tardfas algu-
nía indiófila. No pasaremos nunca los limites de la justa compasion á una raza tan

nos monteros extraviados.


completamente extirpada por la cruel política de los colonos europeos, que apenas hay

rastro de ella entre los moradores actuales de la isla.


(19) Muo;a de la H!storia.-Suplicamos al lector que no nos crea atacados de la ma-
(20) Así llamaban los indios á sus agrestes caseríos, de los que, segun docto testi- nia INDI6FILA. No pasarcmos nunca los limftcs de la justa compasion a una raza tan
monio de una carta escrita en latín por los frailes dominicos y franciscos de la isla en

completamente extlrpada por la cruel polltica de Jos colonos europeos, que apenas hay
rastro de ella entre los moradores actuales de la Isla.
aquel tiempo, al Gobierno de España, no querían salir.

(21) Hojas de tabaco retorcidas.

(22) Timantes: El Sacrificio de Ifigenia, fué el asunto de su cuadro.


(20) Asi llamaban tos indios a su-> agrestes caserios, de los que, segun docto testi-
(28) Histórico: casi todos los hechos de este capítulo están ajustados á la verdad
monio de una c~rta escrita en la tin por los frailes dominicos y franciscos de la isla en
histórica.

aquel tiempo, al Gobierno de Espal'la, no querfan salir.


(24) «Quejábase mucho el Almirante del Comendador, &., y dijo que no lo proveyó,

hasta que por el pueblo de esta ciudad se sentía y murmuraba, y los predicadores en los
(21) Rojas de tabaco retorcidas.
pulpitos lo tocaban y reprendían». Las Casas, Historia de Indias. (Cap. XXXVI, libro II.)
(22) Timantes: EL SACRIFICIO DE lFIGRNIA, fue el asunto de SU Cuadro.
(25) En esa guerra cruel en vano quisieron los conquistadores servirse de guias in-
(23) Hist6rico: casi ·todos los hechos de este capftulo esti\n ajustados a la verdad
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dios para sus operaciones. Los higüeyanos, con espartana abnegacion, se precipitaban

hist6rica.
por los derriscos y morían voluntariamente, ántes que prestarse á ayudar al exterminio

de sus hermanos. Abundan los testimonios históricos de esos hechos de alta virtud.
(2.t) •Qucjabasc mucho el Almirante de! Comendador, &., y dijo que no lo proveyo,
hasta quc por el pueblo de esta ciudad se sen ti a y murmuraba, y los predlcadores.en los
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(26) Asi se denominaron en la Española, desde el principio de su colonizacion, las

dehesas destinadas á la crianza de toda clase de ganado.

pulpitos lo tocaban v reprendian•. Las Casas, Historia de lndias. (Cap. XXXVI, Ii bro II.)
(27) En prueba de que no es inverosímil este episodio, consta que el año 1516 pasó á

(25) En esa guerra cruel en vano qulsleron los conquistadores servirse de guias In-
la isla Española en compañía de otros religiosos franciscanos un fraile, hermano del

rey de Escocia. Herrera: Década 2.a


dios para sus opcraclones. Los higileyanos, con es partana abnegacion, se precipltaban
(28) Moreau de Saint Méry, siguiendo al Padre Charlevoix. Este escribió de Enri-
por los derrlscos y morian voluntariamente, antes que prestarse a ayudar al exterminio
que: «Et personne ne méritait moins le malheureux sort oú il se trouvait réduit».

de sus hermanos. Abundan los testlmonios hlst6rlcos de esos hechos de alta virtud .
(29) Testamento de Isabel la Católica.

(30) «\provechad cuanto podais este tiempo, porque nadie sabrá cuanto durará».
(26) Asf se denomloaron en la Espaiiola, desde el prlnclpio de su colonlzacion, las
(31) Herrera.—Décadas. dehesas destinadas a la crlanza de toda clase de ganado.
(32) Década 1.a—L. VII. Cap. X.
(27) En prueba de que no es inverosimil este episodlo, consta que el ailo 1516 pa.s6 a
la Isla Espai'iola en compai'lia de otros rcllglosos franciscaqos un fraile, hermano del
(33) Histórico: copiamos el hecho casi al pié de la letra de la narracion de Herrera

Década I. Libro V. cap. IV.

(34) Edificio grandioso que existe aun en pié, aunque muy deteriorado. Año 1892.
rey de Escocia. HERRERA: Decada 2.a
(35) Véase el apéndice. Nota 1.a (28) Moreau de Saint Mery, sigulendo al Padre Charlevoix. Este escrib~6 de Enri-
(36) «Llamaban universalmente á su consorte (de Diego Colon) La Virreina. W,

que: c Et personne ne merltait moins le malheureux sort ou il se trouvait reduit•.


Irwing.

(29) Testa mento de Isabel la Cat6llca.


(37) Histórico.—Las Casas en su Historia de las Indias censura severamente esta

frase desdichada del Contador Cuéllar.


(30) • t\provechad cuanto podais este tiempo, porque n adle sabra cuanto durara•.
(31) HERRERA.-Decadas.
(3'.?1 Decada 1.a- L. VII. Cap. X.
(33) Hist6rico: copiamos el h echo casi al pie de la tetra de la narracion de Herrera
Decada I. Libro V. cap. IV.
(34) Edificio grandloso que existe ·aun en pie, annque muy deteriorado. Ai'lo 1892.
(35) Vease el apendlce. Nota i.a
(36) cLlamaban universalmente a su consorte (de Diego Colon) La Virreina. W,
lRWING.
(37) Hlst6rico.-Las Casas en su Histo1·ia de las Indias censura severamente esta
frase desdichada de! Contador Cue llar.

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ENRIQUILLO 483
ENRIQUILLO 483 (38) La que fue despues en Cuba esposa de Cortes.
(38) La que fué despues en Cuba esposa de Cortés.

(39) Asf se denominaba a las sei'l.oras de rango elevado.


(39) Asi se denominaba á las señoras de rango elevado.

(40) Fue Juana el primer nombre que tuvo la isla de Cuba, impuesto por Colon en
(40) Fué Juana el primer nombre que tuvo la isla de Cuba, impuesto por Colon en

honor del príncipe Donjuan: después se mandó llamar Fernandina por el Rey Fernando.
honor del princlpe Don Juan: despues se mand6 llamar Fernandina por el Rey Fernando.
(41) Las dos provincias más occidentales de la Española, segun la antigua division
(41) Las dos provlncias mas occldentales de la Espanola, segun la antigua division
de la Isla.

de la Isla.
(42) En los antiguos historiadores de Indias hallamos que los tratamientos de Te-

niente, Capitán y Comandante, se dan indistintamente á Velázquez, hasta que logró el


(42) En los antiguos hlstoriadures de Indlas hallamos que los t.ratamientos de Te-
Adelantamiento.
niente, Capitan y Comandante, sedan indistintamente a Velazquez, hasta que logr6 el
(43) Se habla en el concepto de la division territorial primitiva, ó sea la indígena
Adelantamiento.
(43) Se habla en el concepto de l'a di vision territorial primitiva, 6 sea la indigen:;1.
adoptada por los conquistadores. Ambas comarcas forman hoy la importante provincia

del Seybo, una de las nueve circunscripciones que componen la República Dominicana

en el día. Año 1892.


adoptada por los conqul<;tadores. Ambas com:lrcas forman hoy la importante provincia
(41) Histórico: «dentro de una vela del barco» dicen otros. del Seybo, una de las nueve clrcunscripclones que componen la Reptlblica Dominicana
(45) Así han juzgado el inmortal Quintana y Washington Irwing al descubridor del

en el dia. Aiio 1892.


mar Pacífico. El distinguido literalo puerto-rlqueño Don Alejandro Tapia y Rivera ha

(4t) Hlst6rico: •dentro de una vela del barco• dlcen otros.


escrito una de sus más bellas obras dramáticas sobre el brillante y trágico destino de

Vasco Nuñe^ de Balboa. Como José Julian Acosta, Manuel Corchado, Manuel Fernán-
(45) Asf han juzgado el inmortal Quintana y Washington lrwing al descubridor del
dez Juncos y otros eminentes hombres de letras que brillan en Puerto-Rico, Tapia rinde
mar Pacifico. EL distinguido literato puerto-riqucno Don Alejandro Tapia y Rivera ha
fervoroso culto á toda grandeza moral verdadera, con noble desinterés y laudable in-

escrlto una de sus mas bellas obras drama~lcas sobre el brillante y tragico destino de
dependencia.

(46) Histórico: «Una postema que le salió en una pierna».—Herrera.


Vasco Nufie{ de Balboa. Como Jose Julian Aco~ta, Manuel Corchado, Manuel Fernan-
(47) Nihil mirari.
dez Juncos y otros eminentes hombtes de letras que brillan en Puerto-Rico, Tapia rinde
(48) Entónces se decía criado. Así califican las Casas, Herrera y otros historiado-

fervoroso culto a toda grandeza moral verdadera, con noble deslnteres y laudable in-
res á Diego Velázquez, criado de Don Bartolomé Colon, en el sentido de hechura suya;

«1 primero que le dió posicion, cargos de confianza, etc., etc.


dependencl a.
(49) Como en la precedente nota: equivale á criatura 6 hechura—Hemo» copiado
(46) Hlst6rico: •Una po~tema que le sati6 en una pierna•.-HERRERA.
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«n esta pa,rte á Herrera. Décd. I. L. VII.


(47) Nihil mirari.
(50) El tristemente célebre Fonseca, cuyo ódio á Cristóbal Colon entró en la heren-

(48) Ent6nces se decfa criado. Asi califican las Casas, Herrera y otros historiado-
cia del hijo de éste.

res a Diego Velazquez, criado de Don Bartolome Colon, en el sentldo de hechura suya;
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(51) Lo que está entre comillas es copiado del texto de Herrera. Loe. cit.

(52) Herrera.—Loe. cit. Cap. XIII.


el primero qu\! le di6 posicion, cargos de confianza, etc .. etc.
(53) Herrera.
(49) Como en la precedente nota: equlvale a criatura 6 heclutra.-Hemo::. copiado
-en esta Pl\rte a Herrera. Deed. I. L . Vil.
(54) Fué muy censurado en la colonia que se diera el cargo de capitan general de la

(50) El tristemente celebre Fonseca, cuyo 6dio a Crist6bal Colon entr6 en la heren-
escuadra á Fernando Colon, que era muy mozo, con vejámen del Comendador Ovando,

que de este modo le fué subordinado.—Las Casas. Hist. de Ind. Cap. L.

(55) Fué la primera misa nueva que se cantó en las Indias.—Herrera. Dec. I. cia del hljo de este.
Lib. VII.

(5iJ Loque esta entre comillas es copiado del texto de Herrera.Loe. cit.
(52) H ERRERA,-Loc. cit. Cap. xm.
(56) Un terremoto redujo á ruinas esa primitiva ciudad.

(57) Árbol indígena.

(58) Lo mismo que vitualla ó bastimento.


(53) HERRERA.
(59) Histórico. Herrera. Década II. Véase la nota núm. 2 del Apéndice.
(54) Fue muy censurado en la colonla que se diera el cargo de capitan general de ta
(6J) Desde aquí va copiada al pié de la letra la interesante descripcion que hace

escuadra a Fernando Colon, que era muy mozo, con vejamen del Comendador Ovando,
las Casas en su Historia de Indias de la Vega Real dominicana.

(61) Véase la nota número 3 del apéndice.


que de e s te modo le fue subordinado.-LAs CAsAs. Hist. de Ind . Cap. L.
(62) Herrera dice que el Adelantado Don Bartolomé Colon fué llamado á la Corte
(55: Fue la primera mls:i nueva que se cant6 en las lndias.-HERRERA. Dec, I.
por el Rey.
Lib. VII.
(56) Un terremoto redujo a rulnas esa primitiva ciudad.
(63) Altanería ó cetrería; arte de educar y adiestrar los halcones y otras aves de

rapiña.

.'
(57) Arbol indigena.
(58) Lo m!smo que vitualla 6 bastiniento.
(59) Hist6rfco . HERRERA . Decada II. Vease la nota ntlm. 2 del Apendice.
(6J) Desde aqui va cop!ada al pie de la tetra la interesante descripcion que hace
las Casas en su Historia de Indias de la V ega Real dominicana.
(61) V ease la nota ntlmero 3 del ape ndice .
(62) HERRERA dice que el Adelantado Don Barlolome Colon fue llamado a la Corte
por el Rey.
(63) Altaneria 6 cetrerla; arte de e ducar y adiestrar los h a lcones y otras a,·es de
r a pli'l.a.

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484 LEYEXDA HlSTORlCA

484 LEYENDA HISTÓRICA


(6.&) Es hist6rico el hecho de haber enviado Diego Colon al Soberano doce neblies 6
(64) Es histórico el hecho de haber enviado Diego Colon al Soberano doce neblíes ó
halcones de la Espanola, que fueron tenidos en grande aprecio por el Rey Don Fernan-
halcones de la Española, que fueron tenidos en grande aprecio por el Rey Don Fernan-
do. Otras remesas se hicleron a Espafta de esa especie de aves en lo i.ucesivo, y Herrerii
do. Otras remesas se hicieron á España de esa especie de aves en lo tuceslvo, y Herrera

dice que el emperador Carlos V. reclbi6 mucho contento con doce ha/cone:. muy buenos
dice que el emperador Cárlos V. recibió mucho contento con doce halcones muy buenos

que se le enviaron de Santo Domingo en 1526. Actualmente abundan dos clases de aves
que se le enviaron de Santo Domingo en 1526. Actaalmente abundan dos clases de aves
de rapiña en la isla: el cernícalo que no alcanza al tamaño de una paloma torcaz, y el de raplfta en la isla: el cernfcalo que no alcanza al tamailo de una paloma torcaz, y el
guaraguao, gavilán mucho mayor y de gran fuerza, que se lleva con facilidad una galli-

gttaraguao, gavilan mucho mayor y de gran fuerza, que se lleva con faclltdad una galli-
na. Este es el que tenemos por neblf 6 halc6n, tan estimado en aquellos tiempos.
na. Este es el que tenemos por neblí ó halcón, tan estimado en aquellos tiempos.

(65) Desde este Ingar hasta el fin del parrafo, copiamos al pie de la tetra a las
(65) Desde este Ingar hasta el fin del párrafo, copiamos al pié de la letra á las

Casas.—Historia de Indias, cap. XCII.

(66) Las Casas, Historia de Indias. Libro III. Cap. IV. Casas.-Historia de lndias, cap. XCII.
(67) Histórico.—Las Casas.

(66) Las Casas, Hlstoria de lndias. Li bro III. Cap. IV.


(67) Hist6rfco.-Las Casas.
(68) ídem. idem.

(69) Las Casas usa este expresivo verbo, al referir el episodio del sermon del Pa-

dre Montesino. Lo creemos oportunísimo, por más que lastime algún tímpano delicado.
(68) Idem. Idem.
La sinrazon poderosa gruñe siempre.
(69) Las Casas usa este expresivo verbo, al referir el episodio del sermon del Pa-
(70) Cap. 36. Todo esto es histórico. V. las Casas, Hist. de Indias. LIb. III. Cap. V.

dre Montesino. Lo creemos oportunisimo, por masque lastime algun timpano delicado.
(71) Histórico. Ibid.

(72) Nos parece el término propio, y lo ha autorizado las Casas.


La sinrazon poderosa gruile sicmpre ..
(73) «El fraile Montesino era hombre de carácter, y reputó indigno de su ministerio
(70) Cap. 36. Todo esto es hist6rlco. V . las Casas, Hist. de lndias. Lib. Ill. Cap. V#
y de la cátedra de la verdad contemporizar por ningun respeto humano con la iniquidad
(71) Hist6rico . Ibid.
(7l!) Nos parece el termino proplo, y lo ha autorizado las Casas.
y el error». Manuel José Quintana; Vida de fray Bartolomé de las Casas.

(74) Las Casas. Historia de Indias. Llb. III. Cap. V.

(75) «Como si fuera el ángel Sant Miguel». Las Casas, lugar citado.
(731 •El fraile Montesino era hombre de caracter, y reput6 indlgno de su ministcrio
(76) Histórico:—el discurso del padre Montesino es copiado fielmente de la obra de- y de la catedra de la verdad contemporizar por nlngun respeto humano con la iniquidad
las Casas.

y el error>. Manuel Jose Quintana; Vida de fray Bartolome de las Casas.


(74) Las Casas. Historia de Indias. Lib. III. Cap. V.
(77) Histórico. Loe. cit.
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(78) San Nicolás, en el cabo occidental de la isla. Velázquez llamó á la villa funda-

da allí por él Salvatierra de la Zabana (Sabana).


(75) •Como si fuera el angel Sant Miguel• . Las Casas, Lugar .citado.
(79) Histórico. Las Casas, Herrera, etc. (76 ) H!st6rico:-el discurso del padre Montesino es copiado fielmente de la obra de-
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(80) Baracoa.

la<; Casas.
(81) Así llamaban tambien á Baracoa.

(82) Es histórico que Velázquez dejó como teniente suyo á Grijalva, con las Ca-
(77) Hist6rico. Loe. cit.
sas, cuando partió de Santiago de Cuba á celebrar sus bodas en Baracoa.
(78) San Nicolas, en el cabo occidental de la Isla. Velazquez llam6 a la villa funda-
(83) Es histórico que Velázquez quedó viudo á los seis días de casado con María, la
da alli por el Salvati"erra de la Zabana . (Sabana).
( i9) Hlst6rico. Las Casas, Herrera. etc.
hija del Contador Cuéllar, que fué de la Española á Cuba como se ha referido, y cuyas

bodas se celebraron con gran magnificencia: Las Casas, Herrera, etc. Apénd. nota nú-

mero 4.
(80> Baracoa.
(84) «Como si lo armara de un arnés cumplido de acero hecho en Milán», dicelas (81) Asi llamaban tambien a Baracoa.
Casas.

(82) Es hlst6rico que Velazquez dej6 como teniente suyo a Grijalva, con las Ca-
sas, cua ndo parti6 de Santiago de Cuba a celebrar sus bodas en Baracoa.
(85; «Cosa digna de ver la hermosura que entónces Grijalva tenia, y mucho más

d gna y encarecible considerar la liberalidad y humanidad de aquel infiel cacique».—

Las Casas, Historia de Indias Cap. CXI.


(83) E s historico que Velazquez qued6 viudo a los seis dlas de casado con Maria, la
(86) «Todo esto me refirió á mi el mismo Grijalva en la ciudad de Santo Domingo el
hija del Cootador Cuellar, que fue de la Espanola a Cuba como se ha referido, y cuyas
año de 1523. Las Casas, Hist. de Indias. Cap. CXIV. "/

bodas se cele braron con gran magnificencia~ Las Casas, Herrera , etc. Apend. nota nu-
(8/) «Siempre le cognoscí para con los indios piadoso y moderado». Ibidem. V. Apén-

dice n.° 5.
mero 4.
(88) El mismo que ántes fué obispo de Palencia.
(84) •Como silo armara de un a rnes cumplido de acero hecho en Milan•, dice las
(89) Servidores y deservidores. Histórico, Así consta en los documentos y narracio-
Casas.
(85) •Cosa digna de ver la hermosura que ent6nces Grijalva tcnia, y mucho ma-"
d ·gna y encarec ible considerar la liberalidad y humanidad de aquel infiel cacique•.-
Las Casa s , Historla de Indias Cap. CXI.
(86) cTodo es to me refiri6 a mi el mls mo Grijalva en la cludad de Santo Domingo cl
a ilo de 15:?3. LAS CASAS, His t. de Ind las. Cap. CXIV. '1
(81) cSle mpre le cognosci para c on los indios pladoso y moderado• . Ibidem. V. Apen-
dice n .0 5.
(88) El mfsm o que antes fue Obispo de Palenc ia.
(89) S ervido1·es y deservidores. His t6 rico , Asf cons ta en los documentos y narracio-

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ENRIQUILLO
ENRIQUILLO 485

nes de la epoca. La humanidad es la misma en todos tiempos, viéndose que los antago-
nes de la epoca. La human,i dad es la misma en todos tiempos, viendose que los antago-
nismos, las envidias y las ruines pasiones de todo género se coloran con apariencias y
nismos, las envidlas y las ruines pasiones de todo genero se coloran con aparlcncias y
vislumbres de móviles respetables, y decoran sus inicuas manifestaciones con los santos
vislumbres de m6viles respetables, y decoran sus inicuas manifestaciones con los santos
nombres dejusticia, libertad, patriotismo, servicio público, integridad, pulcritud, etc.

nombres dejusticia, libqrtad, patriotismo, servicio publico, integridad, pulcritud, etc.


Todo falacia y cinismo para llegar a un mal fin.
Todo falacia y cinismo para llegar á un mal fin.

(90) Las Casas asegura que en el aflo de 1509 cuando llegó Diego Colon, apenas

quedaban 60,000 indios en la Española, de tres cuentos (millones) que eran al tiempo del (90) LAs CASAS asegura queen cl aflo de 1509 cuando lleg6 Diego Colon, apenas
descubrimiento. Historia de las Indias. Lib. III. Cap. II y XXXVI.

quedaban 60,000 Indios en la Espanola, de tres cuentos (millooes) que eran al tiempo del
descubrimiento. Historla de las Indias. Lib. III. Cap. II y XXXVI.
(91) Manuel José Quintana.—Vida de Fray Bartolomé de las Casas.

(92) Quintana. Lugar citado.

(93) Las Casas. Historia de Indias. Lib. III. Cap. XXXVII.


(91) MANUEL Jost Qu1NTANA.-Vida de Fray Bartolom e de las Casas.
(94; Las Casas, textual. Loe. cit. Cap. LXXVIII. (92) QUINTANA. Lugar citado.
(95) Las Casas, id., Ibid. Herrera dice (Década II. Lib. I.) «Y con todos estos fa-

(931 LAS CASAS. Historia de lndias. Lib. III. Cap. XXXVII.


vores (del Rey al Almirante) no se dejaron de hacer muchas befas á Doña María de To-

\94) LAS CASAS, textual. Loe . cit. Cap. LXXVIII.


ledo su mujer.»

(96) Histórico.—Las Casas.


(95) LAs CASAS, id., Ibid. HERRERA dice (Decada II. Lib. I.) • Y con todos estos fa-
(97) Id. Id.
vores (del Rey at ~tmirante) nose dejaron de hacer muchas be fas a Dofla Maria de To-
(98) Asi consta textualmente en el acto de repartimiento.—Documentos Inéditos del

ledo su mujer.•
Aren, de Indias.

(96) Hist6rico.-LAs CASAS.


(99) Histórico —Las Casas. Hist. de Indias.

(100) Hay documentos de aquella época que se contradicen; unos señalan 80, otros
(97) Id . Id.
150 y otros 300.
(98) Asf consta textualmente en el acto de repartimiento.-Documentos ine ditos del
(101) La cara no tenia hermosa ni fea.—Las Casas, Herrera, &.—El primero dice

·Arch. de Indias.
asi:—«Era Enrique alto y gentil hombre de cuerpo, bien proporcionado y dispuesto, la

cara no tenía hermosa ni fea, pero teníala de hombre grave y severo.»—Historia de In-
(99) Hist6rico -Las Casas. Hisl. de Indias.
dias, Libro III, Cap. CXXV. (100) Hay documentos de aquella e poca que se contradicen; unos sei'lalan 80, otros
(102) En boca de una niña poco instruida, y en aquella época, no estaba mal dicho

150 y otros 300.


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(i01) La cara no tenia hermosa nifea.-Las Casas, Herrera, &.-El primero dice
htstoria inventada en vez de novela.

(103) Consta así en las instrucciones de Lebron.

(104) Histórico.
asf:-•Era Enrique alt'O y gentil hombre de cuerpo, bien proporcionado y dispuesto, la
cara no tenia hermosa ni fea, pero teniala de hombre grave y seve ro .>-His toria de In-
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(105) Por más que la pasion se obstine en negar que los restos mortales de Cristóbal

Colon, que fueron extraídos de Santa María de las Cuevas en Sevilla, en 1536, y conduci-

dias, Li bro III, Cap. CXXV.


dos á Santo Domingo donde se les dió sepultura en la Capilla Mayor de la catedral do-

minicana, son los mismos que en el lugar Indicado se hallaron el día 10 de setiembre de
(tOZ) En boca de una nii'la poco instruida, yen aquella t:poca, n o estaba mal dicho
1877, el hecho es verdadero de toda verdad; cierto de toda certidumbre. La fé y la inspi-
htstoria inventada en vez de novela .
racion del benéfico sacerdote dominicano Don Francisco Javier Billini, acometiendo la
(103) Consta asf en las instrucciones de Lebron.
reforma del referido templo y el ensanche dé su presbiterio, hicieron que se encontraran

(104) Hist6rico.
casualmente los restos de Don Luís, nieto del Descubridor. Este suceso sirvió de estí-

mulo para la investigacion que el mismo sacerdote, con la vénia y acuerdo del sábio pre"
(105) Por masque la pasion se obstine en n egar que los restos mortales de Cristobal
lado de la Arquidiócesis, hijo de Italia, Monseñor Don Fray Roque Cocchia, Delegado Colon, que fueron extraidos de Santa Maria de las Cuevas en Sevilla, en 1536, y conduci-
apostólico, prosiguió hácia el sitio de la capilla mayor de donde en 1795 habían sido ex-

dos a Santo Domingo donde se Jes di6 sepultura en la Capilla Mayor de la catedrat do-
mlnicana, son Jos mismos queen el lugar indlcado se hallaron el dia 10 de setlembre de
traídos, como de Cristóbal Colon, unos restos humanos completamente anónimos, según

consta en la solemne acta notariada de aquel hecho histórico. Las conjeturas fundadas

sobre esa falta de inscripciones, tocante á una equivocacion posible y sustitucion invo-
18i7, el hecho es verdadero de toda verdad; cicrto de toda certldumbre. Lafe y la inspl-
luntaria de unos restos por otros en la exhumacion del siglo precedente, quedaron del racion del b enefico sacerdote dominicano Don Francisco Javier Billini, acometiendo la
todo comprobadas con el hallazgo de la vetusta caja de plomo, llena de indicaciones po-

reforma del r eferido t em plo y el en sanehe cfe s u presbiterlo, hicieron que se encontraran
sitivas sobre su precioso contenido. Los verdaderos restos dal gran Cristóbal Colon eran

devueltos á la veneracion del mundo, y los nombres del ilustrado Fray Roque Cocchia y
casualmente los resto'> de Don Luis, nleto del Descubridor. E s te suces o sirvi6 de e s ti-
del virtuoso padre Billini quedaron eternamente vinculados en este servicio á la verdad
muto para ta lnvest ig~clon que el mismo sacerdote, con la vt!nla y a cuerdo del sabio pre-
r
lado de ta Arquidl6cesis, hijo de Italia, Monsel'lor Don Fray Roque Cocchia, Delegado
apost61ico, prosig ui6 hacia el sltio de la capilla mayor de donde en 1795 habian sido ex-
traldos, como de Cristobal Coton, unos restos humanos compl e tamente a n6nimos, segun
consta en la sotemne acta notariada de aque l hecho hist6rico. Las conjeturas fund adas
sobre esa falta de lnscripciones, toe-ante a una e qulvocacion posible y su stitucion invo-
luotaria de unos restos por otros en la exhumac ion del siglo precedente, quedaroi;i del
todo comprobadas con et hall azgo de la vetus ta caja de plomo, llena de lndicaciones po-
sitivas sobre su precioso contenido. Los verdaderos restos del gran Crist obal Colon eran
devueltos a la veneracion del mundo, y los nombres del ilustrado Fray Roque Cocchia y
del virtuoso padre Billini que daron eternamente vinculados en este serviclo a la verd ad
,/'
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486 LEYENDA HISTÓRICA

histórica, y á las glorias clásicas del suelo dominicano. Despues el mismo Reverendo

Prelado ha sostenido en brillantes y doctos escritos la verdad del hallazgo, combatida

unas veces por el error, otras por la mala fé, y en esta noble tarea de defender la ver-
486 LEYENDA HIST6RICA

hlst6rica, ya las glorias clasicas del suelo domlnic:ino. Despues el mismo R'.ev eren do
Prelado ha sostenldo en brillantes y doctos escrltos la verdad del hallazgo, combatida
unas veces por el error, otras por la mala M, yen esta noble tarea de defender la ver-
'
dad han concurrido tambien, con no escaso mérito, los autorizados escritores Don Emi-
dad han concurrido tamblen, con no escaso merito, los autorizado'5 escritores Don Emi-
liano Tejera, Don José Gabriel García, las inspiradas poetisas Doña Salomé Ureña de
liano Tejera, Don Jose Gabriel Garcia, las inspiradas poetlsas Dofia Salome Urefia de t
Henriquez, Doña Josefa A. Perdomo, y otros literatos dominicanos.

(106) Los encomendados para la fábrica de la catedral figuran en el repartimiento


Henriquez, Dofla Josefa A . Perdomo, y otros llteratos domlolcanos. •'I
á cargo de Don Rodrigo de Bastidas, que los administraba, y de quien es sabido que tra-
(106) Los encomendados para la fabrica de la catedral figuran en el repartimiento
taba con mucha humanidad á los indios. a car~o de Don Rodrigo de Bastidas, que los .administraba, y de qulen es sabldo que tr:i-
(107) Histórico. Aloménos, entre los documentos del archivo de Indias, (tomo Ii

taba con mucha humanidad a los Indios.


(107) Hist6rico . A lo menos, entre los documentos del archivo de lndias. (tomo I )
hay un Memorial dado al cardenal dsneros, sobre necesidades y abusos que pedían

remedio en la Española, y en ese escrito consta el edificante dato que consignamos en

este lugar, atenuando sus términos, contra el tesorero Pasamonte.


hay un Memorial dado al cardenal. Cisneros , sobre necesidades y abusos que pedlan
(108) Consta en el repartimiento de Alburquerque.
remedio en la Espaflola, y en ese escrito consta el edificante dato que conslgnamos en
(109) Cédula expedida en Madrid el 17 de setiembre de 1516.

este lugar, atenuando sus t e rminos, contra el tesorero Pasamonte.


(110) Historia de Indias.

(111) Los caciques tenían hasta seis de sus indios adscritos á su servicio personal,
(108) Consta en el repartimlento de Alburquerque.
según las reglas por que se rejian los repartimientos.
(109) Cedula exped!da en Madrid el 17 de setiembre de 1516.
(112) Conceptos del mismo las Casas. Historia de Indias, Lib. III. Cap. LVI.
( 110) Historia de lndias.
(113) « se contentó y alegró, nó de la cara, porque la tenía de

(111) Los caciques tenian !J.asta seis de sos indlos adscritos a su servicio personal ,
las feas que hombre tuvo, .... Las Casas,' H. de I. Lib III, Cap. LXXXVII.

(114) Lo mismo que Ayuntamiento.


segun las reglas por que se rejian los repartimientos.
(115) Carta de los padres gerónimos al cardenal Cisnéros, 20 de enero de 1517. (1 t2) Conceptos del mismo las Casas. Histor!a de Indias, Lib. III. Cap. L VI.
(116) Carta de los gerónimos, á 20 de enero de 1517. Es justo consignar aquí que en

(113) • . . . . . . . . se content6 y alegr6, n6 de la cara, porque la tenia de


las feas que hombre tuvo, . . . . Las Casas,• H. de 1. Lib III, Cap. LXXXVII.
lo que á otras materias agenas á régimen de los indios se referia, y especialmente fran-

quicias de comercio y contratacion, los padres comisarios mostraron mejor criterio, sir-

viéndoles de guia el utilitarismo de los mismos encomenderos, que querían emanciparse


(114) Lo mlsmo que Ayuntamlento.
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del monopolio de Sevilla.


(115) Carta de los padres ger6nlmos al cardenal Cisneros, 20 de enero de 1517.
(117) Todo esto es literalmente histórico.

(t16) Carta de los ger6nimos, a 20 de enero de 1517. E.s justo consignar aqui que en
(118) Asi lo refiere las Casas en su Historia.

lo que a otras materias agenas a regimen de los Indios se referia, y especialmente fran-
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(119) Palabras textuales de las Casas.—Es digno de admiracion eterna este hombre

en quien el espíritu de justicia y caridad resplandecía con tan pura luz, que á cada paso
quicias de comercio y contrataclon, los padres comisarios mostraron mejor criterio, sir-
se hallan en él conceptos que parecen nuevos aun en este democrático siglo xix. El que
viendoles de guia el utilitarismo de los.mlsmos encomenderos, que querian emanciparse
del monopolio de Sevilla. .
motiva esta nota ofrece singular analogía con el argumento fundamental de La Pitié

Supréme del gran Víctor Hugo.

(120) Toda esta narracion es literalmente histórica. Nada alteramos en los prece-
(117) Todo esto es llteralmente hist6rico.
dentes discursos y réplicas del texto de las Casas. (118) Asi lo refiere las Casas en su Hlstoria .
(121) Así llamaban en aquel tiempo á un gran salon ó á la cámara principal de un

(119) Palabras textual es de las Casas.-Es digno de admiracion eterna este hombre
palacio, castillo, &.

(122) Por ser ya electo Emperador se le daba el titulo de Magestad.—Hasta enton-


en qulen e l espfritu de justlcla y caridad resplandecia con tan pura lu·z, que a cada paso
ces los Reyes de España eran tratados de Alteaa.
se hal Ian en el conccptos que parecen nuevos aun en este democratico siglo xix. El que
(123) Capitulo CXLVIII.—HUt. de Ind.
motiva esta nota ofrece singular analogla con P.1 argumento fundamental de La Pitil!
(124) ídem idem Ibid.

S1.ep reme de! gran Victor Hugo.


(125) Es la sustancia del discurso de las Casas, fielmente extractado. Véase el apén' "

(120) Toda esta narracion es llteralmente hlst6rica. Nada alteramos en los prece·
dice número 6.

(126) Lo mismo que campo. Es voz que denota punto de vivienda en el campo, se-
dentes discursos y r e plicas del texto de las Casas.
gun el uso que aun conserva en algunos parajes de la isla de Santo Domingo.
(121) Asi llamaban en aquel tlempo a un gran salon 6 a la camara principal de un
(127) La pipa de fumar los indios.

palacio, castfllo, &.


(128) Los visitadores de indios tenían á su cargo velar por el exacto cumplí-

(122) Por ser ya electo Emperador se le daba el titulo de Magestad.-Hasta enton-


ces los Reyes de Espana eran tra tados de Altesa.
(123) Capitulo CXLVIII.-Hl~t. de Ind.
(124) Idem ide m Ibid.
(125) Es la sustanda del discurso de las Casas, fielmente extractado. Vease el apen- ·
i
dice numer o 6.
(1:?6j Lo mismo que cam po. Es voz que denota pun to de v ivienda en el cam po, se-
gun e l uso que aun conserva en alg unos parajes de la Isla de Santo Domingo. J
(127) La pipa de fumar los indios.
(128) Los v isitadores de Indios tenian a su cargo velar por el exacto cumpli-

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ENRIQUILLO 487
ENRIQUILLO 487
miento de las ordenanzas. En la Maguana lo eran Fernando de Jov.al y Luis Cabeza
miento de las ordenanzas. En la Maguana lo eran Fernando de Joval y Luis Cabeza

de Vaca.
de Vaca.

(129) En aquel tiempo, lo mismo que idiota ó mentecato: hállase el vocablo usado
(129) En aquel tiempo, lo mismo que idfota 6 mentecato: hallase el vocablo usado
por las Casas. por las Casas. ·
(130) Ucé, como usarcé, y por fin usted, contracciones de vuestra merced.

(130) Uce, como usarce, y por fin usted, contracciones de. vuestra me reed.
(131) Hist6rico. Sacado de la instruccion dada a los p. p . ger6nlmos por Cisneros y
(131) Histórico. Sacado de la instruccion dada á los p. p. gerónlmos por Cisneros y

Adriano.

(132) Conceptos del P. las Casas, Historia de Indias. Lib. III, Cap. CXXV.
Adriano.
(133) Era ya en aquel tiempo (1518-19) muy abundante y de buena raza el ganado ca- (1321 Conceptos del P. las Casas, Historia de lndlas. Lib. III, Cap. CXXV.
ballar en la Española.

(i33) Era ya en aquel tiempo (1518-19) muy abundante y de buena raza el ganado ca-
(134) Calpisque, la peor especie de verdugos conocida;~dice las Casas.

(135) Asi lo llaman los oficiales reales en carta al Emperador, fecha 28 de enero
ballar en la Espaflola.
de 1520.
(134) Calpisque, la peor especie de vertlugos conocida;-dice las Casas.
(136) Justicia Mayor se llama á sí mismo Figueroa en una informacion y sentencia
(135) Asf lo Haman los oficiales reales en carta al Emperador, fecha 28 de enero
dada por él en 1520. Pag. 379. Doc. Inéd.

de 1520.
(136) Justicia Mayor se llama a sf mismo Figueroa en una lnformacion y sentencia
(137) Todos estos nombres son de caciques que figuran en el repartimiento de San

Juan de la Maguana, por Alburquerque.

(138) Id. Id.


dada por el en 1520. Pag. 379. Doc. Ined.
(139) La investidura oficial y solemne fué el 28 de junio de 1519. Desde la muerte de

(i37) Todos estos nombres son de caclques que figuran en el repartimiento de San
Juan de la Maguana, por Alburquerque.
su predecesor Maximiliano, en 1517, se consideró electo á Cárlos, y se le dió el titulo de

Magestad Imperial', segun atrás se dijo.

(140) Histórico. No queremos alterar el tipo de nuestro héroe, suprimiendo este de-
(i38) Id . Id.
talle, que acaso no armonice con la estética moderna; pero que nos parece de gran valor
(139) La investidura oficial y solemne fue el 28 de junlo de 1519. Desde la muerte de
característico.

su predecesor Maximiliano, en 1517, se consider6 electo a Carlos, y se le di6 _e l titulo ~e


(141) Palabras textuales de Enriquillo á su inicuo opresor, cuando lo tuvo vencido y

á su disposicion, segun lo refieren las Casas y los demás historiadores.


Magestad Imperial', segun atras se dijo.
(142) Perdónenos la moderna despreocupacion: narramos con arreglo á las ideas de
(140) H!st6rico. No queremos alterar el tlpo de nuestro heroe, suprimiendo este de-
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aquel tiempo.
talle, que acaso no armonice con la estetica moderna; pero que nos 'parece de gran valor
(143) Alude á la promesa que hizo una vez, de no enagenar la yegua. Antes dejaré

caracteristico.
de ser quien soy,—dijo.

(14 t) Pala bras textual es de Enriqulllo a su inicuo opresor, cuando lo tuvo vencido y
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(144) Como picazas; se lee en los documentos oficiales de la época, que tratan de la

rebelion del Bahofuco. a SU dis posicion, segun lo refieren la<> Casas y los demas historiadores .
(145) Son históricos estos rasgos del ingenio militar de Enriquillo.

(142l Perd6nenos la mode rna despreocupacion: narramos con arreglo a las Ideas de
aquel tiempo.
(146) Histórico.

(147) Lo refiere así las Casas, que conoció y trató alindividuo, ya fraile dominico

en el convento de la ciudad de Santo Domingo.


(143) Alud.e a la promesa que hizo una vez, de no enagenar la yegua. Antes dejare
(148) Concepto de las Casas; textual.
de ser quien soy,-dljo.
(149) Concepto de las Casas, narrando estos sucesos.

(1441 Como pica;1as; se lee en los documentos oficiales de la e poca, que tratan de la
(150) Extracto fiel y textual, sin poner nosotros una palabra ni un concepto nuestro,

del cap. CXXV de la Historia de Indias, de las Casas. ¡Admirables principios de dere-
rebclion del Bahoruco.
cho y equidad en aquel tiempo!
(145) Son hist6ricos estos rasgos del ingenio militar de Enriquillo.
;151) Manuel José Quintana, que escribió la Vida de Fray Bartolomé de las Casas.
(146) Hist6rico .
(152) Las Casas afirma que los indios de Enriquillo resistían á pié firme y cuerpo á

·<147) Lo refiere as[ las Casas, que conoci6 y trato al'individuo, ya fraile dom[nico
cuerpo, durante jornadas enteras, á los españoles.

(153) Aun se encuentran en las montañas del Bahoruco notables vestigios de estas
en cl convento de la cludad de Santo Domingo.
obras militares de Enriquillo. (148) Concepto de las Casas; tex tual.
(154) Especie de cuervo de gran tamaño, abundante en W isla de Santo Domingo.

( l49) Concepto de las Casas, narrando estos sucesos.


(150) Extracto fiel y textual, sin poner nosotros una palabra nl un concepto nuestro,
¡155) Las Casas lo previó, elevando en sus inmortales escritos el tono hasta la ins-

piracion profdtica: «Tenemos (dice) que aquel gravísimo pecado (la esclavitud) ha de ser

de! cap. CXXV de la H!storia de Indlas, de las Casas. jAdmirables principios de d.ere-
cho y equidad en aquel tlen;ipol
:t5l) MANUEL Jos:E QUINTANA, que escribi6 la Vida de Fray Bartolome de las Casas.
(15'.?) Las Casas afirma que los Indios de Enriquillo resistlan Ii pie firme y cuerpo a
cucrpo, durante jornadas enteras, Ii los espai'loles .
(153) Aun se encucntran en las montai'la!> del Bahoruco notables vestlgioc; de estas
obras militares de Enrlquillo.
(1541 Especie de cuervo de gran tamai'lo, abundante en l~ Isla de Santo Domingo.
, 155) Las Casas lo previo, elevando en sus inmorta les escritos el tono hasta la in s-
piraclon profCtica: •Tenemos (dice) quc aquel gravfsimo pec3do (la esclavltud) ha de ser

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488 LEYEKDA HIST6PICA

488 LEYENDA HISTÓRICA


causa de la total .dcstruccion de la republica de Espai'la, si Dios n~ lo re para 6 nosotros
causa de la total destruccion de la república de España, si Dios no lo repara ó nosotros
no lo enmendamos•. Hist. de Ind. Cap. CXXXV.
no lo enmendamos». Hist. de Ind. Cap. CXXXV.

(156) Vease el apendice, nlimero 7.


(156) Véase el apéndice, número 7.

(157) Histórico.
(157) Hlst6rico.
(158) Histórico.
(158) Hist6rico.
(159) Histórico.
(159) Hist6rico .
(160) Segun dice las Casas parecía tener 500 estados de profundidad.

(160) Scgun dice las Casas pareciQ tener 5 00 est ados de profundidad.
(161) Manto de viaje, ó de campaña, de aquel tiempo.

(162) Tal fué el juicio unánime que se encuentra en los historiadores y los documen-
(161 ) Manto de vlaje, 6 de campai'la, de aquel tiempo.
tos de aquel tiempo sobre el alarde de San Miguel. (162) Tai fue el juicio unanime que se encuentra en los hlstoriadores y los documen-
(163> Sobre el lin del malvado Badillo, véase el apéndice número 8.

tos de aquel tiempo sobre el alarde de San Miguel.


(1631 Sobre el fin del malvado Badillo, vease el apendice nlime~o 8.
(164) Duró la rebelion de Enriquillo trece años.

(165) Así lo denominaba en su carta el Emperador, y todos los habitantes de la Es-

pañola le continuaron el tratamiento hasta su muerte.


(164) Dur6 la rebelion de Enriquillo trece ai'los.
(166) Histórico: sustancia textual del discurso de Barrio Nuevo.
(165) A si lo denomina ba en su carta el Emperador, y todos los habitantes de la Es-
(167) Histórico: lo es todo el capítulo.

panola le continuaron el tratamiento hasta su muerte .


(168) ítem. Apéndice N.° 9.

(169) Histórico.
(166) Hist6rico: sustancia textual del discurso de Barrio Nuevo.
(170) Quintana. Vida de las Casas.
(167) Hist6rico: lo es todo el capitulo .
(171) Véase el apéndice. Nota número 10.
(t68) Item, Apendice N. 0 9.
G-S=

( 169) Hist6rico.
-\£/^

(170) QuINTANA . Vida de las Casas.


(171) Vcase el apendice. Nota mimero 10.
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Q 9

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ÍNDICE

PRIMERA PARTE

Capítulos Págs.

Reseña retrospectiva I

Carta de D. José Martí III

I Incertidumbre 7

II Separación 13

III Lobo y oveja 17

IV Averiguacion 20

V Sinceridad 23

VI El viaje 24

IN DICE
VII La denuncia 27

VIII Exploracion 38

IX La persecucion. ... 34

X Contraste 42

XI El Consejo 45

XII Persuasion 48

XIII Desencanto 53

PRIMERA PAR~rE
XIV Un héroe, 56'

XV Consuelo 60

Capítulos

XVI

XVII

XVIII

XIX

XX

XXI

XXII
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xxin

CAPiTULOS PAGS. CAPiTULOS PA GS.


XXIV

XXV
Resena retrospectiva. I XVI El socorro .. 62
Carta de D. Jose Marti .. 67
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XXVI
Ill XVll La promesa.
XXVII
I lnccrtidumbrc. 7 XVIII Salvamento. 6~
XXVIII
II Separaci6n.. . 13 XIX El pron6stico .. iO
XXIX

III Lobo y ovcja. . 17 xx Astros en ocaso .. 73


XXX

IV Averiguacion .. 20 XXI El convento. 75


XXXI

v Sinceridad .. 23 XXII Causa de 6dio. 79


XXXII

VI El viaje ... 24 XXlll Reclamacion .. 8:l


PÁGS.

VII La denuncia. 27 XXlV El encuentro . . 86


Vlll Exploracioo . . xxv
El socorro 62

La promesa «'
38 La demanda. 90
IX La persecucion . 34 XXVI Apog eo .. 9~,
Salvamento 6*

El pronóstico 70
x Contraste. 42 XXVII Derechos hercditarios .. 9fl
XI El Consejo .. 45 xxvm Mutacion. i0'1 -
Astros en ocaso 73

El convento 75
XII Persuasion .. 48 XXIX In1ormes personales. 106
Causa de ódio 79
XIII Dcsencanto .. 53 xxx Efecto inesperado. HO
XIV Q!!_Mroe 56• XXXI Impresiones diversas .. 112
xv
Reclamacion 8.1

El encuentro 86
Consuelo. 60 XXX II Lucha suprema. 117
La demanda 90

Apogeo "¡>

Derechos hereditarios.. . 99

Mutacion 102

Informes personales. . . 106

SEGUNDA PARTE
Efecto inesperado. . . . H0

Impresiones diversas. . . 112

Lucha suprema H-

SEQUNDA PARTE
CAPiTULOS PA.cs. CAPiTULOS PAGS.
Capítulos

I
I Alianza ofensiva . . 119 VI Alarma . . 13!l
II
II Ansiedad. 123 VII La sos pee ha. 143
III III Presentacion 127 VIII El aviso .. 147
IV IV El billete. 133 IX Nube de verano .. 151
V
v El co nsejero. 135 x Golpe mortal. .
PÁGS.
/
32
Goog
Alianza ofensiva 119

unginal from
Ansiedad 123

019111zed by
Presentacion 127

PRINCETON UNIVERSITY
El billete 133

El consejero 135

Capítulos
490 fNDICE
490

C.HiTULOS P .A.Gs. CAPhULOS PA.Gs.


ÍNDICE

Capítulos Págs.

XI Aclaracion .. 160 XX VII Colaboracion .. 211


XI Aclaracion 160

XII Amoncstacioo. 163 XXVIll La confidencia. 2t6


XII Amonestacion 163

XIII Compromise .. t65 XXIX Nublados. ~\9 -


XIII Compromiso 165

XIV Vaga esperanza . . 167 xxx lfon.seja •. 223


XIV Vaga esperanza 167

xv Contrastes .. 17t XXXl Cruzada .. 22&


2:m
XV Contrastes 171

XVI Resolucion 175


XVI Resolucioo .. 175 XXXII Hombres de 6rdeo .•
XVII Deliberaciones 178
XVII Deliberaciones. 178 XXXIII Hiel sob re a cf bar .. 233
XVIII Acuerdos. 184 XXXIV Celo piadoso. 235
xx xv
XVIII Acuerdos 184

XIX Hfroes 6 locos. 187 Moratoria. 238


xx
XIX Héroes ó locos 187

XX Resignacion 190
Resignacion. 190 XX XVI Inutil porfla. 20
XXI La víctima.. 192
XXI La victims.'. 192 XXXVII El vencedor. 242
XXII Despedida 194
XXII Despedlda . . 194 XXXVIII Declinaciones .. 247
XXIII Parcialidades 197 xxm Parcialidades .. 197 XXXIX Albricias. :WI
XXIV El ordenando.. .... 202' XXIV El ordcnando .. 202 XL Desenlace. 251
XXV El mensajeror 206
xxv El mensajero~ . 206 XLl Una carta. 253
XXVI Misa memorable 208
XXVI Misa memorable .. 208 XLll Azares. 257
Capítulos Pács.

XXVII Colaboracion 211

XXVIII La confidencia 216

XXIX Nublados. 219-

XXX TIbnseja. ' 223

XXXI Cruzada 226


TERCERA PARTE
XXXII Hombres de órden 230

XXXIII Hiel sobre acíbar 233

XXXIV Celo piadoso 235


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CAPiTULOS Pi.Gs. CAPiTULOS P.Aos.


XXXV Moratoria 238

XXXVI Inútil porfía 241

XXXVII El vencedor 242

I Los leales . • <?61 XXVIII Con ferencias .. 373


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XXXVIII Declinaciones 247

II El Hato .. 264 XXIX Cerecho y fuerza. 377


xxx
XXXIX Albricias 249

XL Desenlace 251
Ill Caracteres .. 269 Abati mien to. 385
IV Retratos .. 273 XXXI Arreglos .. 388
v
XLI Una carta 253

XI.II Azares . 257


En campaiia. 277 XXXll Cambio de frente. 391
TERCERA RARTE
VI Preliminares. 281 XXXIII Crisol.. 397
Capítulos Págs.
VII Aspiracion .. 286 XXXIV Rapacidad .. 399
I Los leales 261
VIII Un revc!s. 289 xx xv El Bahoruco. 402
II El Hato 264 IX Uno de tantos .. 295 XXXVI Malas nuevas .. 405
III Carácteres 269
x Recursos, :198 XXXVII Rectificacion . . 408
IV Retratos 273
XI Una por otra . . 302 xxxvm Desagravio . . 411
V En campaña 277
XII Anica •. 306 XXXIX Recurso legal. . 414
VI Preliminares 281
XIII El ap6stol. . 310 XL Ultima prucba . 417
VII Aspiracion.. ...... 286
XIV Llamamiento . . 316 XLI Alzamiento . 420
VIH Un revés 289

xv Bien venida . . 320 XLII Libertad. . . . 425 -


IX Uno de tantos 295

XVI Disimulo. 323 XLIII El 'aedo de Dios .. 429


X Recursos. ...... 298

XVII lmprovi sacion. 325 XLIV Guerra. 435


XI Una por otra 302

XVIII Explicaciones .. . . 332 XLV Conversion : 442


XII Anica 306

XIX Ju stlficaci on . 335 XLVI Razon contra fuerza. 446


XIII El apóstol 310

xx Residencia .. 337 XLVH jYa es tarde! 448


454
XIV Llamamiento 310

XV Bienvenida 320
XXI Compendio. 340 XLVIII Transicion ..
XVI Disimulo 323
XXII Sesion cc!lebre .. 34 XLIX Declinaciones .. 458
XVII Improvisacion 325
XXllI Vida nueva .. 350 L <,;: elai_~s . 462 ,_.
XXIV Tramas . . 356 LI Paz. 469
XVIII Explicaciones..'. ... 332

XIX Justificacion 335


xxv Suspicacia .. 361 Apendice .. 475
XX Residencia 337
XXVI Pretexto .. 366 Notas. 481
XXI Compendio 340
XXVII Novedades .: 370
XXII Sesion célebre 345"

XXIII Vida nueva 350

XXIV Tramas 356

XXV Suspicacia 363

XXVI Pretexto 366

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XXVII Novedades 370

Capítulos Págs.

XXVIII ' Conferencias 373


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XXIX Derecho y fuerza. ... 377

XXX Abatimiento 385

XXXI Arreglos 388


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