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Hebreos 11:4
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era
justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
INTRODUCCIÓN: Todo creyente, debe ser una ofrenda encendida para Dios. Cada
movimiento, cada culto, cada oportunidad, cada canto, cada predicación, cada obra
evangelizadora, cada cargo en la iglesia, entre otras, debe ser una ofrenda de Amor y servicio
para el Todopoderoso Dios, quien nos amó y se entregó por nosotros.
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Abel, Una ofrenda de Amor y servicio
Diamante, Septiembre 2/2018
debió ser un Altar. Una prueba incidental de ello puede ser los numerosos altares de
los tiempos prehistóricos que se encuentran esparcidos en el mundo. De otro lado, si
Abel adquirió fe, debió ser tocado por la revelación hecha de su padre en cuanto a lo
que Dios mostró en su misericordia para redimir al pecador Adán (es decir, el cordero
sacrificado para vestir con sus pieles al caído hombre en el Edén). Si usted observa,
todos los siervos de Dios en el Antiguo Testamento, al ofrecer sacrificios, lo hicieron
sobre altares (Noe. Génesis 8:20. Abraham. Génesis 12:7-8, etc.)
De igual modo, nosotros somos y tenemos un altar para Dios, ese es nuestro
corazón. Si somos templos, debemos tener un altar (1ª. Corintios 6:19; Romanos
12:1) dicho Altar, debe estar arreglado, listo y dispuesto para Dios. Tenemos
todo un año por delante, pero necesitamos que nuestro altar esté disponible
para el Señor. Somos su templo y sus obreros, pero somos también su casa y
su morada en el Espíritu (Efesios 2:22)
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parte del sacrificio que hacía ascender un dulce aroma. Esta parte del animal se
encendía rápidamente y era consumido, trayendo un aroma dulce. El Señor dijo
acerca de la grosura: "Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que
habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.” (3:17) La grosura es del
Señor.
Nosotros también estamos en el plano de ofrecer a Dios ofrendas materiales
y espirituales y más que Abel, (por que ya somos redimidos por la sangre de
Cristo) debemos seleccionarla, escogerla y ofrecer lo mejor de lo mejor (ojo
con los billetes falsos, o rotos que ya no reciben en la tienda.) Aun nuestras
vidas en el servicio deben dar lo mejor. Tal vez, no nos pase como a alguien
que pensó en un cargo y le dieron otro y entonces determinó hacer las cosas o
malas o regulares para hacerse sentir, pero se olvidan que Dios mira tanto a la
ofrenda, como al oferente. La grosura, es tipo de la oración y de la comunión
con Dios. Recuerde que es como el incienso que sube a Dios en el sacrificio
(Apocalipsis 8:3-4)
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conversaciones que este joven escuchó entre sus padres. La pareja obviamente
hablaba de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos mencionaron
sus tiempos de comunión maravillosa con Dios, caminando y hablando con él durante
el atardecer.
Imagínese lo que pasaría por la mente de Abel mientras él escuchaba estas historias.
Probablemente, pensó: "Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una
relación viva con el Creador mismo."
Mientras Abel consideraba esto, quizás tomó una decisión en su corazón: determinó que no
viviría de la historia de sus padres. No se podía conformar con una mera tradición pasada a
él. Él necesitaba tener su propio toque de Dios.
Podría ser que Abel se dijo a sí mismo: "No quiero escuchar más acerca de experiencias
pasadas con el Señor. Quiero conocerlo ahora por mí mismo, hoy. Quiero una relación con
él, tener compañerismo y comunión con él."
Esta es la misma clase de "grosura" que debemos ofrecerle a Dios hoy. Como
Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo, en nuestra habitación secreta
de oración. Y debemos pasar suficiente tiempo allí, en su presencia,
permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo
íntimo. En nuestro cargo si lo tenemos; en las oportunidades de hablarle a
otros; en la asistencia a los cultos, etc.
Ni Caín ni su ofrenda fueron agradables delante del Señor porque su corazón
no era recto. Su ofrenda no era de fe, ni de redención, ni de obediencia. Fue
un acto de soberbia y desafío para Dios. Este se puso furioso con Jehová y fue
al punto que no pudo ocultarlo.
Pero debía estar furioso consigo mismo por su infidelidad e hipocresía.
Altercó con Dios porque no lo tuvo en cuenta.
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De igual manera, nuestra alma gime en el silencio. Cuando hay otros que nos
critican, o nos tratan mal por haber sido llamados para un ministerio; cuando
alguien queda a disgusto conmigo como si yo tuviera la culpa y me lanza
indirectas, cuando Dios empieza a usarme por que mi ofrenda y persona le
agradaron, entonces es allí donde en el silencio de la noche, o al despertar el
alba, debemos gritar, gemir, clamar, pedir a Dios justicia, misericordia y
perdón para el que se pone al lado de Caín
CONCLUSIÓN: Caín estaba en honra, pues era primogénito, tenía el privilegio, proveía del
fruto de la tierra quizá para la comida en casa, tenía un cargo, pero no lo entendió y por eso
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se perdió; Abel, aunque vivió poco, supo aprovechar la honra dada, el cargo, la bendición y
aun, después de muerto, Dios da testimonio de que era justo, por lo tanto: Salmo 49:20.