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Jesucristo.- F.1-7.
Juicio.- K.6, 8, 12-15.
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Índice
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H10.- El orgullo de "no tener" orgullo. I.8.- El irlandés.
H11.- Vértigo sin motivo. I.9.- Las cerezas de San Pedro.
H12.- Más papistas que el papa. I.10.- La cruz de cada día.
H13.- Miedo al qué dirán. I.11.- Cruces imaginarias.
H14.- Tres en uno. I.12.- Ducha con sacrificio.
H15.- Para Jesús cualquier Virgen es "su" Virgen. I.13.- La letra con sangre entra.
H16.- El cristal con que se mira. I.14.- Sigue adelante.
H17.- La mala política. I.15.- Las omisiones engendran lamentaciones.
H18.- No tengo enemigos. I.16.- Promesa de no fumar.
H19.- Gafas sucias. I.17.- Dios siempre paga con creces.
H20.- Los primeros zapatos. I.18.- La alegría de dar.
H21.- Profilaxis dental. I.19.- Divina alquimia.
H22.- El borracho borroso. I.20.- Es cuestión de amor.
H23.- Jarrón suicida. I.21.- Gafas negras.
H.24.- El que busca halla. I.22.- Es más lo que queda que lo que falta.
H.25.- Por un simple tornillo. I.23.- Buen humor hasta el final.
H.26.- Te puse a ti a su lado. I.24.- Un santo triste es un triste santo.
H.27.- El "santo" piñón de reloj. I.25.- "No se compra ni se vende".
H.28.- La transfusión. I.26.- El gusto por las cosas sencillas.
H.29.- El camino del ayuntamiento. I.27.- No echar leña al fuego.
H.30.- A pesar de los curas. I.28.- Verlas venir.
H.31.- Carné de identidad. I.29.- Mientras hay lucha, hay vida.
I.30.- Dolor de orgullo.
Citas I.31.- Felicidad barata.
H.1.- Noel Clarasó: Antología de anécdotas.
H.3.- C. Fisas: Mis anécdotas preferidas. Citas
H.4.- Luis Aguirre: Antología de anécdotas. I.1.- C. Moinserrat: Ejemplario catequísto.
H.5.- Noel Clarasó: o. c. I.4.- Mauricio Rufino: Vademecum de ejemplos
H.6.- Luis Aguirre: o. c. predicables.
H.8.- Luis Aguirre: o. c. I.6.- Mauricio Rufino: o. c.
H.9.- Luis Aguirre: o. c. I.8.- Juan Pablo I: Ilustrísimos señores.
H.11.- Luis Aguirre: o. c. I.9.- Antología de cuentos LABOR.
H.12.- F. Díaz Plaja: El español y los siete pecados I.11.-Luis Aguirre: Antología de anécdotas.
capitales. I.13.-Noel Clarasó: Antología de anécdotas.
H.14.- Luis Aguirre: o. c. I.14.-Jesús Urteaga: Siempre alegres.
H.15.- F. Díaz Plaja: o. c. I.15.-Julio Eugui: Anécdotas y virtudes.
H.16.- Florence Wedge: Dios y tus resentimien- I.16.- Julio Eugui: o.c.
tos. I.17.- Noel Clarasó: o. c.
H.21.- C. Monserrat: Ejemplario catequístico. I.18.- Noel Clarasó: o. c.
H.23.- J.María Pemán: Signo y viento de la hora. I.19.- R. Tagore: Ofrenda lírica, poema 50.
H.24.- Luis Aguirre: o. c. I.23.- Luis Aguirre: o. c.
H.25.- H. Godin: Levadura en la masa. I.24.- Luis Aguirre: o. c.
H.27.- H. Godin: o. c. I.25.- Mauricio Rufino: o. c.
H.29.- Luis Aguirre: o. c. I.27.- Luis Aguirre: o. c .
H.30.- Luis Aguirre: o. c. I.28.- Mauricio Rufino: o. c.
I.29.- Mauricio Rufino: o. c.
Mortificación - Alegría - Lucha ascética. I.30.- J. Peñacoba: ¿Soberbia, yo?
I.1.- Mens sana in corpore sano. I.31.- I. Segarra: El pan de cada día.
I.2.- Quitar lo que sobra.
I.3.- Sacrificio. Matrimonio - Vida de familia - Educación.
I.4.- Vosotros sois sus manos. J.1.- La trampa.
I.5.- hay cruces para todos. J.2.- Comedia, drama tragedia.
I.6.- Los gorriones. J.3.- No hay sitio para dos.
I.7.- Aprender a tiempo. J.4.- El miedo es libre.
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J.5.- El secreto de la felicidad. K.10.- El fruto es eterno.
J.6.- Divorcio rápido. K.11.- La horas de la cita.
J.7.- Multiplicación o división. K.12.- De cizaña a trigo.
J.8.- Querer es poder. K.13.- Con mis mejores galas.
J.9.- Después de la plata, el oro. K.14.- ¿A dónde voy?
J.10.- Marido tacaño. K.15.- El dilema ineludible.
J.11.- Memoria maldita. K.16.- Bocadillo con trampa.
J.12.- Disputa matrimonial. K.17.- ¿Qué sabemos del infierno?
J.13.- El monopolio del mal humor. K.18.- Abandonad toda esperanza.
J.14.- Mirar en la misma dirección. K.19.- Un susto a tiempo.
J.15.- Las pequeñas virtudes del hogar. K.20.- Solo Dios es bueno.
J.16.- Mejor negocio. K.21.- A pesar de todo.
J.17.- Discusiones teóricas. K.22.- ¿Duelo o fiesta?
J.18.- Madre, no hay más que una. K.23.- ¿Sueldo o limosna?
J.19.- ¿Quién tiene más mérito? K.24.-Un cielo desigual.
J.20.- La tarea más grandiosa. K.25.- Chalet o chabola.
J.21.- Protesta injustificada. K.26.- Te he estado buscando.
J.22.- La mejor inversión. K.27.- Invento humano.
J.23.- Ir por delante. K.28.- Amigos selectos.
J.24.- La obediencia excesiva. K.29.- Un cielo muy del siglo XX.
J.25.- Mandar por amor. K.30.- Dios por dentro.
J.26.- Sin abusar. K.31.- No valen disfraces.
J.27.- ¡Vaya si entienden! Citas
J.28.- Aquel beso cambió mi vida. K.3.- Mauricio Rufino: Vademecum de ejemplos
J.29.- Hay cosas que valen más. predicables.
J.30.- Pedagogía de cangrejo. K.8.- El Ideal Gallego 1 - II - 1985. Cosas de Maru-
J.31.- Coeducación fraterna. xa.
K.9.- Luis Aguirre Prado: Antología de anécdotas.
Citas K.13.- Angel Antonio Hernández. El Ideal Gallego,
J.1.- Juan Pablo I, Audiencia General, 13 - 9 78. 7 -VIII -1983.
J.9.- Luis Aguirre: Antología de anécdotas. K.16.- C. Montserrat: Ejemplario Catequético.
J.10.- A. Rovira: Enciclopedia temática de los chis- K.18.- Carlos Fisas: Mis anécdotas preferidas.
tes. K.20.- Camilo José Cela: La Rosa.
J.13.- Juan Pablo I: Ilustrísimos señores. K.27.- Vittorio Messori: Apostar por la muerte, p.
J.19.- Luis Aguirre: o. c. III, c. 1.
J.20.- Carlos Fisas: Frases que han hecho historia. K.31.- Carlos Fisas: o.c.
J.21.- Noel Clarasó: Antología de anécdotas.
J.23.- Mauricio Rufino: Vademecum de ejemplos Virgen María - Amistad - Navidad - Tiempo.
predicables. L.1.- Feminismo y Cristianismo.
J.28.- J. Martinez: Hay mucha gente buena. L.2.- Amor de madre.
J.30.- Mauricio Rufino: o. c. L.3.- Milagros de distinta categoría.
Subject: [anecdonet] Otras 31 anécdotas más L.4.- Con el favor, la paga.
Por Don Agustín Figueiras Pita L.5.- Es de bien nacidos el ser agradecidos.
L.6.- Esfuerzos y resultados.
Muerte - Infierno - Gloria. L.7.- La obra maestra de Dios.
K.1.- El "casi" sobra. L.8.- El proyecto de Dios y su realización.
K.2.- No sé cuando, pero vendrá. L.9.- A pesar de los defectos.
K.3.- No hay seguro de vida. L.10.- ¿Amigos o cómplices?
K.4.- La vida no es un pastel. L.11.- La amistad es cosa seria.
K.5.- Lo que vale al final. L.12.- Todos son amigos.
K.6.- ¿Qué llevas? L.13.- Impresionante lealtad.
K.7.- "No nos enseñan a morir". L.14.- La infeliz mortal.
K.8.- La otra orilla. L.15.- El arte de complicarse la vida.
K.9.- El último brindis. L.16.- Del infierno al cielo.
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L.17.- Nos sobran teorías. Fisas, Carlos: Frases que hicieron historia. Plane-
L.18.- Hacerle más caso. ta, 1991.
L.19.- Sueño o realidad. Fisas, Carlos: Mis anécdotas preferidas.
L.20.- Hacerle los recados. Godin, Nenri: Levadura en la masa. Nova Terrae,
L.21.- ¿Quién soy yo. 1962.
L.22.- La puerta de Belén. Juan Pablo I.: Ilustísimos Señores. B.A.C.,1978.
L.23.- Que Jesús esté contento. Martín Sánchez, B.: Ejemplos que nos hablan de
L.24.- Cumpleaños. Dios. Apost. Mariano.
L.25.- Causa de nuestra alegría. Martinez, Julio: Hay mucha gente buena. 1982.
L.26.- Filosofía de la vida. Messori, Victorio: Apostar por la muerte.
L.27.- El tesoro del tiempo. B.A.C.,1995.
L.28.- Hoy, ahora. Monserrat, Cipriano: Ejemplario catequístico.
L.29.- Cuida los minutos. Lumen,1947.
L.30.- Consejo infernal. Peñacoba,J.:¿Soberbia yo? Folletos Mundo Cris-
L.31.- La última batalla. tiano.
Plutarco: Vidas paralelas.
Citas Rovira, Armando: Enciclopedia temática de los
L.2.- Tagore: Ofrenda lírica: El Juez. chistes. De Vecchi, 1989.
L.4.- A. Corredor: Anécdotas marianas. Salesman E.: María siempre nos protege. Lumen,
L.9.- Noel Clarasó: Antología de anécdotas. 1988.
L.10.- Luis Aguirre: Antología de anécdotas. Salesman, E.: San Juan Bosco y la Virgen. Lumen,
L.11.- Plutarco: Vidas paralelas. 1988.
L.13.- Mauricio Rufino: Vademecum de ejemplos Urteaga, Jesús: Siempre alegres. Rialp.
predicables. Weige, Florence: Dios y tus resentimientos. Stu-
L 15.-Paul Watzlawick: El arte de amargarse la dium,1971.
vida. Herder) Weige, Florence: Intenta ahora mismo. Studium,
L.22.- J.L. Martín Descalzo: Jesús de Nazaret. 1971.
L.25.- E. Salesman: María siempre nos protege.
L.26.- Noel Clarasó: o. c.
L.27.- Luis Aguirre: o. c.
L.28.- Plutarco: Vidas paralelas.
L.30.- Mauricio Rufino: o. c.
L.31.- Noel Clarasó: o. c.
Bibliografía.
Aguirre Prado, Luis: Antología de anécdotas. La-
bor,1967.
Amigo, Carlos : Quiero conocer mejor a Dios.
Planeta, 1982.
Carini - Alimendi, Lia:¿De qué se ríen los santos?
Ciudad Nueva, 1998.
Clarasó, Noel: Antología de anécdotas. Acervo,
1971.
Corredor,A.: Anécdotas marianas. Apostolado
Mariano,1996.
De Mier Vélez,A.: Histórias verdaderas. Perpetuo
Socorro, 1994.
Diaz Plaja, F.: El español y los siete pecados capi-
tales. Alianza Editorial, 1968.
Drinkwater: Historias catequísticas. Herder, 1965
Eugui, Julio: Anécdotas y virtudes. Rialp, 1987.
Eugui, Julio: Nuevas anécdotas y virtudes. Rialp,
1995.
5
F. 1.- Jesucristo es único. (*)
Era el año 1793, en pleno auge de la Revolución Francesa. Uno de los jefes de la República, que había asis-
tido al saqueo de las iglesias y a la matanza de los sacerdotes, Reveillere-Lepaux, se dijo: "Ha llegado el
momento de reemplazar a Jesucristo. Voy a fundar una religión nueva, acorde con la razón y el progreso".
Después de algunos meses intentando propagarla, defraudado, fue a ver al primer cónsul, Napoleón Bona-
parte. Desconsolado le dijo: - "Increíble, Señor. Mi religión tan razonable y hermosa, no prende".
- "Ciudadano, - le dijo Napoleón -. ¿Queréis de verdad hacer competencia a Jesucristo? No hay más que un
medio. Haced lo que hizo Él: haceos crucificar un viernes y tratad de resucitar el domingo".
Lépaux no creyó conveniente aventurarse a tal ensayo.
***
Jesucristo es el único hombre que ha sido capaz de partir la historia humana en dos mitades: antes de Cris-
to y después de Cristo.
Hoy en cualquier pueblo de la tierra, a la hora de colocar los sucesos de su vida en los anaqueles del tiem-
po, hay que tomarle a Él como punto de referencia.
Su doctrina es patrimonio de la Humanidad. Y constituye la cumbre de su pensamiento.
Hasta la misma Revolución Francesa atacó al Cristianismo enarbolando las banderas que de él había recibi-
do: libertad, igualdad y fraternidad.
F. 4.- I. N. R. I.
Un buen cristiano solía llevar su rosario en el bolsillo. Al crucifijo del mismo, con cruz de madera, se le cayó
el cartelillo del INRI.
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Quiso cambiarle el crucifijo. Pero, luego, pensó que estaba mejor así. Que lo escrito en el cartelillo aquel no
respondía a la realidad: Jesús no murió por ser rey. Que lo que debía figurar en dicho cartel era su propio
nombre: ya que él - y yo - somos la causa real de la muerte del Señor.
Cada vez que veía aquel crucifijo sin el INRI, era un recordatorio: "Me amó y se entregó a la muerte por mí".
***
"Me amó y se entregó a la muerte por mi" (Gals. 2, 20). Una realidad que movía y empujaba a San Pablo.
Conviene no acostumbrarse. Y conviene no olvidarse. Todo un Dios muerto por mí. Nunca el hombre hubie-
ra soñado que Dios le amase hasta ese extremo, hasta llegar a tanto.
Y murió para que yo pueda ser hijo de Dios, santificarme y salvarme. ¿Está dando fruto en mi vida la pasión
de Cristo? "Me has redimido muriendo en la cruz. Que tanto sufrimiento no sea en balde" (De la secuencia
Dies irae).
De mí depende.
7
• En la cruz afirmaron casi todas.
• Sí, pero ¿en qué pueblo?
• En Jerusalén dijeron unas cuantas.
• ¿Y dónde está enterrado? siguió preguntando.
Se hizo un silencio "sepulcral" en la clase. Una, levantando la mano, dijo:
• No está enterrado, que resucitó.
***
En todos los sepulcros se lee una inscripción que dice: "Aquí yace.".En el del Señor debería estar escrito:
"Aquí no yace." Lo decía el ángel a las mujeres el domingo de resurrección: "No está aquí".
La vida de Jesús no acaba en fracaso, en muerte. Y la de sus seguidores tampoco. Acaba siempre en triunfo,
en vida, en gloria.
8
Asistir a misa: participar en el milagro más grandioso . A nuestro alcance a diario.
F. 11.- El felpudo.
Era una mala pensión de estudiantes, cuya propietaria no daba señales de gran amor a la limpieza. Había
suciedad por todas partes.
Un día, a la buena mujer, se le ocurrió colocar a la entrada un felpudo. Y en un cartelillo, colgado de la pa-
red, escribió: - "Por favor, limpien los zapatos en el felpudo".
Un inquilino ingenioso añadió debajo:
- "Antes de salir".
Al empezar la Santa misa, cuando vamos a entrar en contacto con Dios, empezamos pidiendo perdón de
nuestros pecados . No podemos presentarnos ante el Señor de cualquier manera.
Ese "acto penitencial" al inicio de la Santa Misa es como el felpudo a la entrada de la casa. Es lógico que, al
acercarnos a Dios, sintamos la necesidad de purificar el alma.
Es bueno y es razonable que la Misa empiece así. Y es importante vivir a conciencia ese primer momento de
la Santa Misa.
9
• Si, me he fijado. ¿Qué significa?
• El vino representa a Cristo, puesto que se va a convertir en su sangre, y esas gotitas de agua, a nosotros y
todas nuestras cosas. Del mismo modo que al incorporar el agua al vino, todo se convierte ya en vino, tam-
bién nosotros debemos hacernos uno con Él. Y así como aquello, por las palabras de la consagración, se va
a convertir en algo divino, en el Cuepo y la Sangre del Señor, le pedimos a Dios, en ese gesto, que haga di-
vina nuestra vida y todos nuestros afanes.
Me contaba un amigo, que había captado este simbolismo, que él, cada vez que el sacerdote mezclaba las
gotas de agua con el vino, le decía interiormente al Señor: "Señor, allá voy yo".
A la Misa vamos a entregarnos a Dios con nuestro Señor Jesucristo. Es la actualización de su entrega -su
sacrificio- y de nuestra entrega con Él. Es el mejor medio que tenemos para unir nuestra entrega a la entre-
ga de Cristo. Así nuestra pobreza, unida al amor del Señor, adquiere un valor infinito ante Dios.
"Hoy me entrego a tus brazos como a nadie. Porque sé que mi amor, sin tu amor, no vale nada".
A Misa vamos a entregarnos, y a buscar fuerza para que toda nuestra vida sea prolongación de la Santa
Misa: un esfuerzo constante por hacer en cada momento la voluntad de Dios.
10
El célebre mariscal Turena coincidió un día, a la hora de comulgar, con su ayudante. Cuando en la fila el
ayudante se dio cuenta de que su jefe venía detrás, se paró y le dijo:
• Señor, pase usted delante.
• Tu señor se ha quedado en casa replicó el mariscal-. Aquí no hay más señor que Aquel a quien tú y yo
vamos a recibir.
"El único Señor". Todos los demás somos creaturas. Y ese único Señor toma apariencia de "cosa" para ser-
virnos de comida: Dios que se convierte en alimento.
La Eucaristía choca con la lógica humana. Y ese choque es tan fuerte que constituye una prueba muy seria
de su veracidad: no puede ser un invento humano. O, lo que es lo mismo, es un invento divino.
Y ante ese invento y regalo divino solo cabe creer, agradecer y aprovecharlo.
F. 21.- No se va.
En un colegio cada tarde se daba la comunión para retirar el Santísimo del Sagrario. Un día el sacerdote
explicaba a un grupo de pequeños, de cuatro o cinco años, como podían saber si Jesús estaba en el Sagrario
o si el Sagrario estaba vacío. Les decía que debían fijarse en dos cosas: la lamparilla, si estaba encendida o
no, y el conopeo o velo que habitualmente cubre el Sagrario. "Si está extendido cubriéndolo es porque
Jesús está dentro. Si está echado hacia atrás, es porque el Sagrario está vacío".
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Uno de los pequeños levantó la mano para preguntar:
• Y si le levantas un poco el "pañalito", ¿ya se va?
No se va a pesar de nuestras burradas, ofensas y frialdad. Lo del "pañalito" sería lo de menos. Le hacemos
cosas bastante peores.
Y no es que sea insensible, que no le duelan. Le dolieron las faltas de delicadeza de aquel fariseo, Simón,
que le invitó a comer. (Lc. 7, 36-49).
Pues a pesar de nuestras torpezas e ingratitudes ha inventado la Eucaristía para quedarse con nosotros.
¡Tiene que amarme mucho para exponerse a tanto!
12
El Sagrario, la Eucaristía, es el televisor donde mejor se ve el amor de Dios a cada hombre.
En la Encarnación Dios se ha fundido con la humanidad. En la Eucaristía, se funde con cada hombre en par-
ticular.
Dios me ama hasta dejarse comer.
Nunca el hombre lo hubiera soñado. Solo Dios puede llegar a tanto. "Por más que te escondas, galán divino,
en lo mucho que has dado, te han conocido." (Maestro Joseph Valdivieso).
13
Hablando de la acción de gracias por la comunión, manifestaba que ella siempre le pedía al Señor lo mismo
en ese momento:
• "Señor, dame cuerda para veinticuatro horas".
Comemos para vivir. La comunión es para la vida. Ahí vamos a buscar fuerza -"cuerda"- para la vida de cada
día.
La comunión es el manantial. Luego, como un río, debe correr en nuestra vida la fortaleza que da el alimen-
tarse de Cristo. Dice un precioso canto eucarístico: "Ya tenemos manjar para el camino. Ya podemos comer
al mismo Dios. Porque estás hecho espigas y hecho vino, para siempre, eucarístico Señor".
Después debe notarse -y deben notarlo quienes nos rodean- que llevamos a Cristo dentro.
14
"En Él todo lo puede quien nada puede".
15
- ¿Qué haces?
- Estoy hablando con el Señor.
• Pero El no te dice nada. ¿Cómo lo oyes?
• Lo oigo dentro de mí, en mi corazón. Prueba tú y verás.
Se pone de rodillas el crío, y al poco rato exclama:
• ¡Maruja, funciona! Le pregunté por qué me castigaban y me dijo: "Porque te portas mal". Y después le
pregunté por qué suspendía y me dijo: "Porque estudias poco".
A Dios le sobran medios para hacerse entender. Lo único que hace falta es querer oírle.
La actitud básica, fundamental, de un cristiano es la disponibilidad, la actitud de escucha.
Aprender a escuchar, en buena parte, es aprender a orar.
Repetir oraciones, es bueno. Pero hace falta hablar con el Señor como se habla con un amigo, el mejor ami-
go.
G. 7.- La zapatilla.
Una madre observa a su hija, pequeña de siete años, como a la noche, al descalzarse, tira una zapatilla de-
bajo de la cama. A la noche siguiente ve que vuelve a hacer lo mismo. A la tercera noche le pica la curiosi-
dad y pregunta:
• ¿Por qué todas las noches tiras una zapatilla debajo de la cama?
• Es que nos dijo la profe contestó la niña- que así a la mañana, cuando tenga que arrodillarme para coger-
la, es más fácil que me acuerde de rezar.
Decía el Beato Josemaría Escrivá que hay olvidos que son falta de memoria; pero hay olvidos que son falta
de amor. Olvidarse de los padres no es problema de memoria. Y olvidarse de Dios, tampoco.
Cuando se ama, hay interés y empeño. Y cuando hay interés y empeño se buscan resortes y trucos para
acordarse.
Está bien que acudamos al Señor pidiéndole que supla nuestra impotencia: lo que no podemos hacer noso-
tros.
No es justo ni razonable pedirle que nos suplante: que haga lo que nosotros podemos y debemos hacer.
Lo que puedes hacer tú, ¿por qué va hacerlo Dios?
16
Un pequeño, de unos nueve años, acompaña a su madre para hacer una visita al Señor. La madre observa
que su hijo, arrodillado en un banco, reza con inusitada atención. Extrañada de su recogimiento, le pregun-
ta:
• Juan, ¿qué le estás pidiendo a Jesús con tanto interés?
• Le pido que Berlín sea la capital de Irlanda, como puse hoy en el examen.
Está bien pedir milagros, pero sin pasarse.
De todas formas, la oración de ese niño es el fiel reflejo de muchas oraciones nuestras: queremos y pedi-
mos a Dios que arregle lo que nosotros hemos desarreglado. No pedimos el milagro de que yo me esfuerce
y estudie en serio. Nos gusta más otro tipo de milagro: que arregle la chapuza de mi examen.
¡Cuántos cristianos imaginan a Dios como un gran fontanero!
No acertamos a ver al Señor, a descubrir su mano, en lo ordinario. Queremos que se manifieste aparatosa-
mente. Y a Dios, al parecer, le encanta pasar oculto. No es que El no actúe. Lo que ocurre es que no sabe-
mos verle.
17
El remedio había sido peor que la enfermedad. Y el bueno del fraile, reconociendo su error, rogó a Dios que
las cosas volviesen a su sitio. Poco después todo seguía como antes.
"No sabemos pedir lo que nos conviene", dice San Pablo. Cuántas veces el Señor tendrá que enderezar
nuestras peticiones.
Pedir como aquel niño que decía: "Jesús, dame lo que a Ti te guste más".
18
Cuando el soberbio acude a "su dios", no acude a Dios, sino a un ídolo. Por eso la oración del soberbio es
estéril.
19
Durante la última guerra mundial, un oficial del estado mayor alemán estaba mortalmente herido en un
hospital francés. La monja que le cuidaba era también alemana. Entendiendo que el herido era católico,
pensó en llamar a un sacerdote. Pero él no quería ni siquiera oír hablar de religión.
• Bueno, yo rezaré mucho por usted -le dijo ella- para que Dios le toque el corazón.
• Allá usted. Ya se cansará y dejará de pedir.
• No lo crea. Hay un hombre por cuya conversión llevo dieciséis años rezando.
• ¿Dieciséis años? Debe tenerle mucho cariño. ¿Es su padre o algún hermano?
• No. Ni siquiera le conozco. Mi madre era sirvienta de una condesa en Alemania. Hace dieciséis años le
dijo que me pidiese que rezara por su hijo, que llevaba una vida desordenada. Desde entonces he rogado a
Dios cada día por él; y lo mismo hacen las otras hermanas. Ahora, según me dijo la condesa en una carta,
está en el ejército.
El oficial la escuchaba con creciente interés.
• ¿Su madre se llama Beata? preguntó.
• Sí. Pero. ¿acaso es usted el conde Carlos?
Lo era. Y le conmovió la constancia de aquella hermana rezando por su conversión.
Recibió los sacramentos. Poco después moría piadosamente.
La constancia de la gota de agua llega a horadar la roca. La perseverancia en la oración siempre acaba dan-
do fruto.
G. 22.- Ni fe ni paraguas.
En un pueblo castellano, un año de "pertinaz sequía", los feligreses acuden al párroco para que haga "roga-
tivas pidiendo la lluvia".
El domingo en la misa el sacerdote les habla del poder de la oración hacha con fe, y de la necesidad de la fe
para la eficacia de la oración.
La tarde del día señalado para las "rogativas" el templo está abarrotado de gente. El párroco se fija ostensi-
blemente en cada uno durante un rato. Después les dice:
• Venís a pedir a Dios que llueva. Y, seguro, estáis convencidos de que va a escucharos. Pero, curiosamente,
teniendo tanta fe en que va a llover, ni uno solo ha traído paraguas.
Y yo, ¿llevaría paraguas? ¿Con qué fe acudo al Señor? ¿Realmente me fío más de Dios que de mí mismo?
¡Cuántos cristianos tienen más fe en el seguro de vida que en Dios! ¡Cuántos ponen más esperanza en las
quinielas que en la Providencia divina!
20
• No pienses en ti, que solo eres el mendigo Bianco. Piensa en mi, piensa que es el Emperador el que te da.
La dádiva, el regalo, debe ser digna de mí, no de ti: el don ha de ser proporcionado al donante.
No se trata de hacer cambiar al Señor con nuestra oración. No hace falta cambiarle; Él ya está por nosotros.
Soy yo quien necesita cambiar. A la oración voy a ver si soy digno, si merezco recibir su don, su regalo. No
es lógico pedirle a Dios que cumpla mis deseos, si yo no estoy dispuesto a luchar por hacer lo que Él me
pide, lo que Él quiere de mí.
A la oración voy -debo ir- a identificar mi querer con la voluntad del Señor: "Hágase tu voluntad en la tierra
como en el Cielo".
Además, Alejandro escoge mejor que Bianco. Y Dios, mucho mejor que Alejandro y que yo.
21
G. 27.- La última hora del día.
Poco después de haber muerto el que fue obispo de Maguncia, Mons. Guillermo Ketteler, L'Osservatore
Romano hizo público el siguiente recuerdo de su vida:
En uno de sus viajes celebró la Santa Misa en un colegio de religiosas. Al darles la comunión, cuando se
acercó una de las últimas monjas, se conmovió profundamente; a duras penas pudo contener la emoción y
acabar la Santa Misa.
Antes de marcharse manifestó a la superiora su deseo de saludar y despedirse de las religiosas. Fue ha-
blando con cada una y pensando: "no es ésta., no es ésta.".
Preguntó si faltaba alguna. Y la superiora le respondió que sí: faltaba la hermana cocinera. El obispo dijo
que le gustaría despedirse también de ella.
Cuando la vio delante se dijo para si: "ésta es". Hablando con ella, le preguntó si rezaba mucho. Y ella, con
gran sencillez, le respondió:
• No puedo rezar mucho porque siempre estoy ocupada. Lo que sí hago es ofrecer el trabajo del día. Y para
estar más atenta, ofrezco la primera hora del día por el Papa, la segunda por los padres de familia, la terce-
ra por los obispos. y la última del día, cuando es mayor el cansancio, por los muchachos a quienes Dios
quiere sacerdotes, para que le escuchen atentamente y respondan "si" con generosidad.
Cuando la hermana cocinera se marchó, el obispo le contó a la superiora su historia, con el compromiso de
guardarla en secreto mientras él viviese.
• Había un joven, de dieciocho años, con dinero, ya que pertenecía a una familia bien acomodada económi-
camente. No pensaba más que en divertirse. Una noche, mientras estaba bailando, de repente, vio delante
el rostro de una monja que rezaba por él y miraba fijamente su alma.
Impresionado, se marchó del baile. También él se miró y encontró su vida vacía. ¿Qué querrá Dios de mí?
-se preguntaba.
Poco después ingresaba en un seminario, se ordenó sacerdote, más tarde fue consagrado obispo y ahora
está hablando con usted.
Hoy, al distribuir la comunión, he reconocido el rostro de aquella religiosa que vi en mi juventud: es la her-
mana cocinera.
No le diga nada de esto. Ya verá en el Cielo los frutos de su trabajo. Pero anímela mucho a que siga siempre
ofreciendo esa última hora del día por los muchachos a quienes Dios llama al sacerdocio, para que sean
generosos y digan "sí" al Señor.
Lamentamos que hay pocos sacerdotes. ¿No será que hay poca gente que reza para que haya más? No es
mala idea ofrecer a Dios horas de trabajo.
22
¡Qué pocos niños hoy ven rezar a sus padres! Y cuánto bien podría hacerles ver al padre o a la madre de
rodillas, cuando creen que nadie les ve.
23
Ya a los cinco años, y mucho más después, el afán de los primeros puestos nos acucia. En los últimos pues-
tos hay muy poco tráfico. El tráfico agitado, la lucha, los empujones, están en los primeros puestos.
Es bueno aspirar a la cabeza. Lo malo es intentar lograrlo por el camino equivocado. No es a costa de los
demás, pisoteando a quienes están al lado, como hemos de sobresalir. "El que de vosotros quiera ser pri-
mero, que sea servidor de todos" (Mc. 10, 44). Esa es la enseñanza de Jesús. Ese ha sido el camino de su
vida.
Es fácil dejar a otro de "último", dejar que otro sirva. Ser humilde y servir, ya cuesta más.
24
El afán de ser el centro, la vocación de centro la llevamos todos metida en el alma.
El deseo de que nos digan, que nos contemplen y que nos aplaudan causa verdaderos estragos.
¿Soy el mismo en la soledad y en público?
25
Son más peligrosas las medianías, los de poca talla interior. Esos, en cuanto los aúpan un poco ya les da
vértigo, se emborrachan y disparatan.
26
María es maestra en toda su vida. Ahora bien, el tiempo que va desde la Ascensión del Señor hasta su pro-
pia Asunción es un claro indicador de lo que debe ser la vida de un cristiano. Ella, en esa etapa de su exis-
tencia, vive con los pies muy en la tierra pero con el corazón en el Cielo, donde estaba ya su Hijo, su tesoro.
Y yo, ¿dónde tengo mi corazón?
27
Con gafas sucias se ven manchas en todas partes. Si uno limpia sus propias gafas, muchas de esas manchas
se esfuman. Se esfuman porque no existían. Eran de las gafas.
Algo así ocurre, a la letra, con los defectos ajenos. En realidad, no son tan ajenos.
28
Y ella, desdeñosa y altiva, contestó:
• Lástima que no pueda yo decir otro tanto de usted.
• En ese caso replicó Shaw haga lo mismo que yo: mienta.
Si uno mira a otro con un poco de cariño, será difícil que no encuentre algo bueno que alabar. Y sin necesi-
dad de mentir.
Y eso es caridad. Las caridad en la mirada facilita la caridad en la palabra. Mirar a los demás con amor es el
primer paso.
29
El médico dijo al muchacho: "Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu hermana. ¿Estás
dispuesto a dársela?".
Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor. Dudó unos instantes, y finalmente dijo: "De acuerdo,
doctor, lo haré".
Una hora después de realizada la transfusión, el muchacho preguntó indeciso:
• "Dígame, doctor, ¿cuándo voy a morir?".
Sólo entonces comprendió el médico el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho:
creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida por su hermana.
"Nadie da mayor muestra de amor que el que da la vida por los que ama". (Jn. 15, 13).
Jesús ha ido por delante, nos ha dado ejemplo. Los cristianos, discípulos suyos, debemos estar dispuestos a
seguirle hasta el final.
30
¿Cómo está de claro mi "carné de identidad"?
I. 3.- Sacrificio.
En un colegio, en los días de la campaña del Domund preguntaba el sacerdote a niñas de primero de Prima-
ria, seis años, que podían hacer ellas por las misiones,. Casi a coro respondieron:
- Rezar.
• Perfecto. Y, además de rezar, ¿qué más podéis hacer?
• Dar dinero.
• Bien. Rezar, dar dinero. ¿Y qué más?
Y, levantando la mano una pequeñaja, dijo
• "Safricarse".
No cabe duda: el sacrificio vale. "No olvides que el Dolor es la piedra de toque del Amor" (Camino, 439).
La redención y la santificación necesitan la cruz. Si hubiese otro camino mejor, el Señor lo hubiera escogido.
El pecado es el alejamiento de Dios buscando la propia satisfacción. La santificación es el camino contrario:
la renuncia a la propia satisfacción buscando acercarse a Dios.
31
Una mujer, quizás más bondadosa que inteligente, le decía a un sacerdote:
• "Padre, los que somos buenos tenemos que sufrir mucho".
• "Oiga señora, - respondió el cura un poco airado - los que somos malos también sufrimos bastante".
La cruz no es un invento cristiano. La cruz es un invento humano.
La señal del cristiano es la "santa cruz": la cruz santificada, llevada con Cristo.
"El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame" (Mt. 16,24).
La alternativa no es llevar la cruz o no llevarla. La alternativa es llevarla con Cristo o llevarla sin Cristo. Pero
llevar hay que llevarla. Normalmente se nace llorando. No se suele morir cantando. Y, en medio, hay de
todo para todos.
32
Con frecuencia una sonrisa es el mejor sacrificio que se puede ofrecer a Dios. Alguien dijo que la caridad
consiste en ver a Dios en los demás y sonreírle. Quizás sea mejor aún ver a Dios en los demás y hacerle
sonreír.
33
Seis hermanos, el mayor tiene 9 años. Está a punto de nacer el séptimo. Pero surgen problemas que dificul-
tan el embarazo. La familia, además de los cuidados médicos, reza. Recientemente han estado en Fátima.
Prometieron a la Virgen que, si nacía bien y era niña, se llamaría Fátima. Todos los hermanos están muy
pendientes de la que viene en camino.
Un día el mayor, Pablo, se acerca a su madre para darle un beso. Ella ve que tiene los brazos congelados. Le
había encargado que bañase a dos hermanos pequeños. Los había duchado con agua fría, después de pre-
guntarles, respetuoso con su libertad:
• ¿Qué queréis, ducha con sacrificio o sin sacrificio?
• Con sacrificio contestaron ambos.
Lo habían pasado muy bien, según ellos. Pero al día siguiente se acabó la "ducha con sacrificio".
Hay que buscar sacrificios que no perjudiquen la salud. Pero sin miedo a romperse.
Hoy poca gente entiende el sacrificio cuando se hace por manifestar nuestro amor a Dios o por el bien del
alma. Se entiende cuando la finalidad es la esbeltez del cuerpo o el triunfo en una competición.
Los astronautas para ir a la luna han hecho más sacrificios que todos los santos para ir al cielo. Un equipo
de gimnasia rítmica se impone mayores sacrificios y privaciones que un convento de monjas. Las mujeres
para meterse en una 36 aceptan un costo mayor que el de los ascetas. Se llega a extremos enfermizos.
Y la causa está en valorar más el culto al cuerpo que el cultivo del alma.
34
(Y a continuación viene la firma del que hoy tiene setenta años cumplidos y que a los diecisiete le expulsa-
ron del colegio, porque no valía para estudiar para sacerdote. La firma dice así: Richard, Cardenal Cushing,
Arzobispo de Boston).
"Sigue adelante". Empezar es fácil y lo hacen muchos. Concluir lo empezado y acabarlo con el mismo em-
peño con que se empezó es lo valioso y meritorio.
Un paso más. Un paso más es siempre lo que salva al hombre.
35
• No lo creas. Siempre me quedará la dicha de haber conseguido todo lo que doy a los demás, y la esperan
za de seguir consiguiendo más para que mis regalos sean cada vez más generosos.
Dice San Pablo y, según él son palabras del Señor, que "hay más alegría en dar que en recibir". Cuando se
trata de Dios, nada podríamos darle si antes no lo hubiéramos recibido de El.
En realidad, con Dios más que dar, devolvemos. Y, aunque le demos todo, siempre devolveremos menos de
lo que hemos recibido: la alegría y el mérito de dar no podemos cederlo. Lo que si podemos es agradecerlo.
36
I.-22.- Es más lo que queda que lo que falta.
Un mutilado empuja su silla de ruedas entre la muchedumbre con la fuerza de sus brazos, únicos miembros
útiles que le quedan. ¡Y aquel hombre va cantando por la calle!
Un transeúnte, admirado, se vuelve hacia él y le dice:
• Contemplar a un hombre, aún joven, en silla de ruedas y cantando, es algo que llega al alma.
El mutilado paró su silla y contestó:
• Cuando dejé de pensar en lo que había perdido y empecé a fijarme en todo lo que me quedaba, pude
volver a cantar.
Si somos realistas, si sabemos ver la realidad, todos tenemos muchas cosas buenas para disfrutar y para
agradecer a Dios.
La añoranza, el deseo, de lo que no tenemos no nos deja disfrutar ni agradecer lo que tenemos. Y eso,
además de una ingratitud, es un negocio ruinoso.
37
En una clase de párvulos de cinco años tocaba estudiar, como unidad didáctica, "el Otoño". Trajeron frutos
propios de la estación: uvas, nueces, castañas. Después de hacerles fijar su atención en ellos, la profesora
les dijo:
• Ahora vamos a comerlos.
Y uno de los pequeños replicó:
• Profe, en clase no se puede comer.
• No dijo la maestra -. Pero como hoy hemos estudiado estos frutos, ahora vais a comerlos para conocer
cómo saben.
Se puso el niño a comer, y al poco rato preguntó:
• Profe, ¿cuándo estudiamos la tortilla de patatas?
Hemos perdido el gusto de las cosas sencillas, corrientes, ordinarias.
Necesitamos la sacudida de lo extraordinario y llamativo para darnos cuenta de que vivimos. Y como lo
extraordinario se da muy pocas veces, no saboreamos ni valoramos la vida.
Tenemos que redescubrir el valor de lo diario y pequeño: de la sonrisa, de la alegría del que está al lado, del
trabajo hecho con cariño. Aprender a ver la belleza de la flor, a escuchar la música del silencio, a saborear la
aventura de leer.
Nos hace falta cultivar la asignatura de vivir.
38
Mientras hay lucha, hay vida y hay ganas de vivir. Cuando faltan esas ganas y se cede en la lucha, la muerte
resulta inminente.
Son inevitables las tentaciones, como las moscas. Así se prueba la calidad de nuestro amor y la sinceridad
de nuestro afán por ser fieles a Dios. Lo que importa es no caer en ellas: "no nos dejes caer en la tenta-
ción". Para vencer hace falta la gracia de Dios - que no falta - y la lucha por nuestra parte.
Esfuerzo y paciencia. No nos vaya a ocurrir lo que cuenta Juan Pablo I, en Ilustrísimos Señores: "El tonto de
un pueblo tenía prisa de que nacieran los polluelos: despachó a la clueca y la sustituyó, incubando él mismo
los huevos. Pero lo único que salió fue una tortilla en sus calzones".
39
Intervenía en un acto público el famoso político inglés Lloyd George, y entre los asistentes había una señora
de notable fealdad, que no hacía más que molestarle. En un momento, extremando su hostilidad, lanzó
estos ex abruptos:
• ¡Villano! ¡Mal nacido! ¡Si hubiera sido usted mi esposo le habría envenenado!
El político, extremando su flema, contestó:
• Si yo fuera su marido, el veneno lo tomaría voluntariamente.
Se ha dicho que "el que juega con el sexo acaba convertido en un juguete del sexo". Lo mismo ocurre en el
amor y en el noviazgo. Conviene tomarlo en serio.
Cuando del noviazgo se hace una comedia, el matrimonio puede resultar un drama. Y el "veneno", como
cualquier otro falso recurso, hace que el drama termine en tragedia.
40
• Amar y saberse amado por aquel a quien él quiere.
• Pues eso replicó la superiora- estas mujeres lo tienen aquí en sumo grado: aman al Señor con todo su
corazón y con todas sus fuerzas; y se saben queridas por Él mucho más de lo que son capaces de soñar. Por
eso cantan y son felices.
Esa es la fuente de la mayor felicidad en la tierra: amar y saberse amado. Y está al alcance de todo el que
quiera beber de ella.
No te conformes con unos sorbos. Bebe en abundancia de ese amor de Dios. Jesucristo ha venido al mundo
"para que tengamos vida y la tengamos en abundancia" (Jn. 10, 10).
41
Henry y Ford y su esposa, con ocasión de sus bodas de oro, dieron una fiesta en su mansión familiar. Un
periodista preguntó a Ford:
- ¿A qué atribuye usted su éxito en el matrimonio?
El gran magnate del automóvil respondió:
• Para mí consiste este éxito en la misma fórmula que utilizo para hacer triunfar un coche: perseverar en un
modelo.
Decía un maestro de escuela a sus alumnos: "Están ustedes en la edad del pavo. A los 15 años a uno le gus-
tan todas las mujeres. A los 25 solo le gusta una. Y a los 40, todas menos esa una".
Los problemas de un matrimonio no se arreglan cambiando de esposo o esposa. La mayor parte de esos
problemas se arreglarían cambiando la clase de esposo o esposa que uno es.
El mal guitarrista cree que la solución a su mala música está en cambiar de guitarra. Lo que tiene que hacer
es aprender a tocarla.
La perseverancia mejora el cariño. El pueblo, para simbolizar el amor de los esposos, busca cada vez un
metal más noble: bodas de plata, de oro. Es todo un símbolo.
42
- "¡Debí imaginármelo -comentó placidamente Sócrates- Después de los truenos tenía que venir la lluvia!".
.***
Decía Juan Pablo I: "Lo justo sería que -si no pueden evitarse los malos momentos- cada uno de los cónyu-
ges tuviese por turno riguroso sus días de mal-humor. Por desgracia, sucede a veces que uno de los dos
detenta el monopolio. En tal caso. al otro no le queda más remedio que armarse de valor y tratar de tener
¡el monopolio de la paciencia!".
Un buen consejo de Tagore: "Guarda lo mejor de tus sonrisas para tu hogar".
43
Vale mucho más la paz y la alegría del hogar, que el que uno se salga con la suya.
Un buen ejercicio, humillante pero útil: pensar cada noche en la categoría o, mejor, la falta de categoría, de
las cosas que nos han enfadado a lo largo del día.
44
Y cuántas veces tienen que oír, ver y sufrir las impertinencias del hijo. Uno, pequeño de seis años, cuya
madre no acedía a comprarle lo que él deseaba, le decía: "¡Qué mala eres, mamá! No conozco ninguna
mujer tan mala como tú". "No te preocupes, hijo mío, - le contestó la madre- . Ya la conocerás".
El amor materno es un milagro de amor, el más fiel reflejo del amor divino.
45
En una semana sobre Perfección y Apostolado celebrada en Madrid, a finales de los años cincuenta, a uno
de los conferenciantes le tocó disertar sobre la virtud de la obediencia. Cantó largamente las excelencias de
dicha virtud, poniendo como ejemplo a Jesucristo.
Al final de la conferencia, en el coloquio, uno de los asistentes decía:
• Está claro que Jesús es un perfecto modelo de obediencia: siempre sumiso a la voluntad del Padre. Pero,
señores, ¡qué Padre tenía Jesucristo!
.***
Es importante que el que manda manifieste la voluntad de Dios. Pero no lo es menos que también mani-
fieste su corazón.
Cuando no se manda con cariño y por cariño -padres, maestros, superiores. - se hace daño.
El Padre de Jesús no le evitó el Calvario. Pero su amor no era menos en la cruz que a la hora de los milagros.
Cuando detrás de la cruz se palpa amor, resulta más ligera.
46
• Mi mamá murió cuando era pequeño.
• ¿Y papá no te besa alguna vez?
• No. Mi papá solo me pega con el cinturón.
• Pues yo no te voy a pegar nunca. Te voy a querer mucho. Y tú vas a ser muy bueno y trabajador. ¿De
acuerdo?
• Vale.
Desde aquel día el niño empezó a cambiar. Al acabar el curso estaba a la altura de los mejores de su clase.
Los restantes años en el colegio sobresalió por su comportamiento, actitud y rendimiento.
En la carta de ahora le recordaba a Doña María ese primer encuentro con ella. "Aquel beso suyo - le decía -
cambió mi vida. ¡Que Dios se lo pague!".
.Dios es Amor. Y donde hay amor, ahí está Dios. Por eso el cariño, el amor, hace milagros. Y es el fundamen-
to insustituible de toda tarea educativa.
47
Uno de los grandes males hoy es que la sociedad, al menos la occidental, está formada, en gran parte, por
hijos únicos. La "parejita" son dos hijos únicos: el único niño y la única niña.
¡Qué cantidad de influjos positivos, y también de alegrías, se pierden en esos hogares!
48
La primera actitud parece mucho más atractiva: debería llevar a una vida más alegre y más feliz. Sin embar-
go - si no se renuncia a pensar, a ser hombre- el comprobar que va a menos, que se acaba, amarga el pas-
tel.
Cuando se concibe la vida como una tarea a realizar, cada paso nos acerca a la conclusión, a la alegría de la
tarea acabada. Cada momento aproxima la recompensa de la labor hecha, del descanso, del deber cumpli-
do.
El "ya queda menos que saborear", amarga y entristece. El "ya falta poco para terminar", estimula y alegra.
49
No es bueno porque es falso.
No se trata de estar siempre pensando en la muerte. Pero es absurdo pretender soslayar la realidad más
segura que tenemos.
Vida y muerte son dos facetas de la misma realidad: no hay vida sin muerte ni muerte sin vida. Aprender a
morir es aprender a vivir. Y no se sabe vivir si no se sabe morir.
50
Cuando se vive buscando y amando al Señor, la muerte es el encuentro con el amado, la hora de la cita.
Talis vita,mors ita: según se vea la vida, así se verá la muerte.
51
- Al infierno.
- Y tú ¿a dónde quieres ir?
Y el niño contesta muy serio:
- A mi casa.
La casa de uno -no lo sabía aún el niño- hay que dejarla. Al final solo quedan dos posibilidades: el cielo o el
infierno.
O nos salvamos o fracasamos. No hay otra alternativa: o cielo o fracaso total. Con palabras del Señor: ¿"De
qué le sirve al hombre ganarse el mundo, si se pierde él?" (Mt. 16, 26).
". Brevemente lo recordó un gran poeta andaluz: `Tras el vivir y el soñar, está lo más importante: desper-
tar'. Dios quiera no lo olvidemos, porque al despertar uno se encuentra encarado a toda una eternidad" (F.
Suárez Berdaguer, en "Después". Prólogo).
Esa es la única cuestión realmente seria en la vida de un ser humano. Ese es nuestro gran dilema.
52
K. 19.- Un susto a tiempo.
Estaba apunto de morir un hombre ya bastante entrado en años. Su larga vida había dejado mucho que
desear. Los hijos y el sacerdote se esforzaban en convencerle para que se confesase.
- Confiésate, papá -decía uno de los hijos -. Confiésate, aprovecha este momento para librarte del fuego del
infierno.
El viejo no estaba por la labor.
De repente, unos estertores y se quedó como muerto. Uno de los hijos encendió una cerilla y se la acercó a
la boca para comprobar si respiraba. Con el nerviosismo se le cayó sobre el cuello del padre. Y éste, sobre-
saltado, exclamó:
- ¡Cómo! ¿Ya empezamos?
•.
Un susto a tiempo es providencial. Y hay familiares que no quieren avisar al sacerdote por miedo a que el
enfermo se asuste. Por evitar un poco probable susto a tiempo, se lo dan a destiempo. Y el susto de des-
pués ya es tarde. Ese, más que un susto es una desgracia.
Vale la pena arreglar las cosas, aunque cueste, mientras estamos a tiempo.
53
- Claro, si está en gracia de Dios, se va al cielo.
- Entonces, ¿por qué llora la gente mayor?
No es fácil explicarle a un niño la razón de la sinrazón - en muchas ocasiones - de nuestros sentimientos.
De hecho, la fiesta de los santos se celebra el día del aniversario de su muerte.
En realidad, cuando nacemos empezamos a morir. Y cuando morimos entramos en la auténtica vida, la vida
sin muerte, la eterna.
Lo importante es morir en gracia de Dios. Y para eso solo hay un medio seguro y eficaz: vivir en gracia.
54
- ¿Qué has hecho en la tierra?
Ella pensó en sus trabajos, sus preocupaciones, sus apuros. Pero no encontró nada de valor como para pre-
sentar a Dios. Solo pudo decirle:
- Señor, toda mi vida te he estado buscando.
Y Dios, sonriendo, le respondió:
- Pues ya me has encontrado. Entra.
No quisiera tener otra cosa que presentar a Dios. "¡Si pudiese decirle: Señor , toda mi vida he estado bus-
cándote!".
¿Puedo decir hoy, sinceramente, que le estoy buscando?
Para poder decirlo al final, hay que poder decirlo cada día.
Cuando de la vida se hace una búsqueda de Dios, la muerte se convierte en la hora del encuentro.
55
El descanso parece ser la gran aspiración del hombre: se pide insistentemente en todas las misas de difun-
tos, se grava sobre los sepulcros. Pero ¡ojo!, el cielo no es una residencia de ancianos. Allí vamos a vivir la
vida en plenitud, al cien por cien.
Los que aquí trabajaron por Cristo, en el cielo trabajarán con Cristo. Ese es el verdadero descanso: vivir,
gozar y trabajar con El.
Un turista inglés visitó un país del norte de África antes de la guerra civil que tuvo lugar en aquellas tierras.
Volvió aterrado del trato y discriminación de la mujer en esa nación: el hombre caminaba delante y la mu-
jer detrás a una respetuosa distancia.
Después de la guerra volvió a visitar aquel país. Y, con gran alegría por su parte, vio que las cosas habían
cambiado: ahora era la mujer la que iba delante y el hombre la seguía a cierta distancia.
Hablando con un miembro del gobierno, le manifestó sus impresiones y su satisfacción de que la guerra
hubiera servido para dignificar a la mujer. "Ahora -le dijo- ellas caminan delante de los hombres".
- "Si -respondió el gobernante-. Es una buena medida. De la guerra, aún quedan por todo el país muchas
minas sin explotar".
.***
Donde la mujer ha alcanzado unas cuotas más altas de dignidad y de libertad es en los pueblos imbuidos de
la cultura cristiana. Y eso es fruto de la fe cristiana. No se debe al derecho romano ni a la cultura griega. En
Roma y en Grecia la condición de la mujer no era mucho mejor en el siglo I que en el África actual.
El influjo de la fe cristiana en la promoción humana de la mujer es una realidad innegable. No en vano en el
Cristianismo una mujer es figura clave: María.
56
.El amor materno es el reflejo más claro del amor divino. Ante una madre no cuentan los éxitos o los méri-
tos de los hijos. Lo que cuentan son sus necesidades. Y la madre se vuelca más con el hijo que más la nece-
sita.
Cuanta más indigencia y necesidad encuentre en mi la Virgen, más razones tengo para confiar y apoyarme
en Ella.
57
L.6.- Esfuerzos y resultados.
Durante el mes de mayo, en un colegio, el sacerdote sugería a los niños que ofreciesen a la Virgen María
algún detalle de cariño cada día. Luego, de vez en cuando, les pedía que expusiesen por escrito, sin hacer
constar su nombre, lo que habían ofrecido.
Un crío de seis años decía haber ofrecido a la Virgen no hacer ruido con el pupitre: "pero la mesa se me
movía".
Otro, también de seis años, contaba que el domingo a la mañana le ofreció tener los zapatos limpios todo el
día. Después se fueron al campo y ya no volvió a acordarse. Y "a la noche, por suerte, los tenía limpios".
.***
¿Cuál habrá agradado más a la Virgen?
Uno estuvo luchando con una mesa "bailarina" todo el día. Al otro, "por suerte", le salió bien.
Ante Dios cuenta el empeño y esfuerzo que ponemos por hacer bien las cosas. Los resultados importan
menos.
Los "fracasos" nos santifican. Las omisiones, no. Y, casi siempre, tememos más los fracasos que las omisio-
nes.
58
- ¡No perdáis en tiempo! La amistad es inexplicable.
- ¿Por qué? - preguntaron sus amigos.
- Pues, al menos para mí, un buen amigo es un hombre que lo sabe todo de mí, que me conoce a fondo y
que, a pesar de todo, me aprecia. Buscadle una explicación a ese raro sentimiento.
"El que busca un amigo sin defectos, se queda sin amigos" (Proverbio turco).
Es necesario querer a los demás y quererlos como son: con sus defectos. Que no significa pactar con tales
defectos. Como el médico debe querer al enfermo, pero no a su enfermedad: por eso trata de curarle. La
amistad exige ayudar al amigo a superar sus defectos y desear que él nos ayude a superar los nuestros.
"¡Son amigos tan agradables los animales¡ No preguntan ni critican" (G. Eliot). El que no corrige o no se deja
corregir, no merece otra clase de amigos y se pone a la altura de los mismos.
59
ante el número de enemigos que les atacaban. Murieron todos sus acompañantes menos uno, Guillermo
de Pourcellet. Este, deseando salvar a su rey, gritó:
• ¡Yo soy el rey!
Los sarracenos abandonaron al rey Ricardo y le prendieron a él. Le llevaron ante el sultán Saladino y allí se
descubrió su trampa. Pero Saladino, impresionado por aquel rasgo de fidelidad, admitió su rescate a cam-
bio de diez soldados suyos prisioneros de los cristianos.
No es extraño que impresionase a Saladino semejante lealtad y amistad.
Jesucristo nos ha dicho: "Nadie da mayor prueba de amor que aquel que entrega la vida por sus amigos"
(Jn. 15, 13). Y también nos dijo: "A vosotros os llamo amigos" (Jn.15,14 - 15). ¡Qué concepto de la amistad
debe tener Jesús! No sé si soy capaz de valorar lo que supone que Jesús me considere "su amigo".
60
La misma sala, las mismas mesas, el mismo arroz, los mismos palillos largos. Pero esta vez los comensales
estaban alegres, sonriendo y comiendo. ¿Por qué? Porque cada uno tomando de la comida con los palillos,
la llevaba a la boca del compañero de enfrente y todo salía a la perfección.
.Comenta el mismo Juan Pablo I: "Pensar en los demás, en vez de en si mismo, resolvía el problema, trans-
formando el infierno en paraíso". Y eso ocurre ya en esta vida, no solo en la otra.
"La ley de la caridad es ley de felicidad" (Alexis Carrel).
61
- Bueno. Lo que pasa es que Jesús, siendo Él tan pequeño también, no te iba mandar recados. Tendrías que
hacer por Jesús lo que te mandara la Virgen o San José.
- Claro.
- Pues ahora igual. Haz por Jesús lo que te mande papá o mamá.
"Le haría los recados". Admirable ilusión del niño.
Pues de eso se trata en nuestra vida: ayudar al Señor, "hacerle los recados", lo que nos pide en cada día.
L.24.- Cumpleaños.
En una clase de niños de nueve años les preguntaba el sacerdote:
- ¿Qué es la Navidad?
Las respuestas fueron variadas: "cuando nació Jesús", "cuando hay vacaciones", "cuando se come turrón".
Uno de ellos dio una respuesta clara y encantadora:
- "La Navidad es el cumpleaños de Jesús".
¿Qué hacemos cuando alguien a quien queremos está de cumpleaños?
Estamos más pendientes de él. Tratamos de hacérselo pasar bien. Y le hacemos algún regalo.
Eso mismo cabe con el Señor siempre, pero especialmente en Navidad.
Vivir más su presencia: vino para estar con nosotros.
62
Buscar , sinceramente, agradarle. Algún regalo. Pero no cualquier cosa. Lo que le gusta. Lo que espera. Lo
que, a lo mejor, lleva mucho tiempo esperando de mí.
63
Lo importante es que Dios nos encuentre donde nos quiere en cada momento.
Diciembre:
Feminismo y Cristianismo.
Amor de madre.
Milagros de distinta categoria.
Con el favor, la paga.
Es de bien nacidos el ser agradecidos.
64
Esfuerzos y resultados.
La obra maestra de Dios.
El proyecto de Dios y su realizacion.
El santo piñon de reloj.
A pesar de los defectos.
¿Amigos o complices?
La amistad es cosa seria.
Todos son amigos.
Impresionante lealtad.
La infeliz mortal.
Feminismo y Cristianismo.
Un turista ingles visito un pais del norte de Africa antes de la guerra civil que tuvo lugar en aquellas tierras.
Volvio aterrado del trato y discriminacion de la mujer en esa nacion: el hombre caminaba delante y la mu-
jer detras a una respetuosa distancia.
Despues de la guerra volvio a visitar aquel pais. Y, con gran alegria por su parte, vio que las cosas habian
cambiado: ahora era la mujer la que iba delante y el hombre la seguia a cierta distancia.
Hablando con un miembro del gobierno, le manifesto sus impresiones y su satisfaccion de que la guerra
hubiera servido para dignificar a la mujer. “Ahora le dijo- ellas caminan delante de los hombres”.
- “Si respondio el gobernante-. Es una buena medida de prudencia. De la guerra, aun quedan por todo el
pais muchas minas sin explotar”.
Donde la mujer ha alcanzado unas cuotas más altas de dignidad y de libertad es en los pueblos imbuidos de
la cultura cristiana. Y eso es fruto de la fe cristiana. No se debe al derecho romano ni a la cultura griega. En
Roma y en Grecia la condición de la mujer no era mucho mejor en el siglo I que en el África actual
El influjo de la fe cristiana en la promoción humana de la mujer es una realidad innegable. No en vano en el
Cristianismo una mujer es figura clave: Maria.
Amor de madre.
Di de el cuanto quieras, pero yo se mejor que tu y que nadie las faltas de mi niño.
Yo no lo quiero porque es bueno, sino porque es mi hijo. ¿Y cómo vas a saber tú el tesoro que él es, tu que
tratas de pesar sus meritos con sus faltas? Cuando yo tengo que castigarlo, es más mio que nunca. Cuando
lo hago llorar, mi corazón llora con él.
Solo yo tengo el derecho de acusarlo y penarlo, porque solamente el que ama puede castigar”.
.El amor materno es el reflejo mas claro del amor divino. Ante una madre no cuentan los exitos o los meri-
tos de los hijos. Lo que cuentan son sus necesidades. Y la madre se vuelca mas con el hijo que mas la nece-
sita.
Cuanta más indigencia y necesidad encuentre en mi la Virgen, mas razones tengo para confiar y apoyarme
en Ella.
Milagros de distinta categoría.
En “Cartas a los hombres” nos cuenta Jesus Urteaga la historia de un niño con su cuerpo deforme. La mal
entendida compasion de los padres y sus excesivos mimos acabaron haciendo que tambien su alma fuese
deforme: convirtieron al pequeño en un autentico tirano, incapaz de pensar mas que en si mismo.
Un dia el chico decidio que lo llevasen a Lourdes. Los padres, incapaces de negarle nada, acceden, a pesar
del esfuerzo economico que les supone.
Pasa el Santisimo por entre los enfermos. El sacerdote se detiene con la Custodia frente al niño: Dios bendi-
ce al pequeño. Los ojos de la madre se han cerrado en oración. Los ojos del hijo se han abierto.
La madre se inclina sobre su pequeño, le besa y le dice al oido:
- Hijo, ¿has pedido a Jesus que te curase?
Y el pequeño, con una alegria desconocida en el, responde:
- No, mama. Mira a ese niño, ¡que cabezon tiene!Le he pedido que le cure a el, que lo necesita mas que yo.
La madre, con lagrimas en los ojos, se arrodillo junto a la camilla dando gracias a la Virgen por el milagro.
.***La Virgen, ademas de ser madre, ve las cosas desde la otra orilla, desde Dios. Sabe mejor que nosotros
mismos lo que nos conviene.
Vale la pena pedirle, como rezaba un niño pequeño, que nos d lo que mas le guste darnos.
Con el favor, la paga.
65
- Me voy a París. ¿Quieres algo para allá?
Eso preguntaba un buen señor, bastante negligente y descuidado en su vida religiosa, a una mujer amiga
suya.
- Pues si -dice ésta -. Me gustaría que le dieses un saludo a una señora a quien quiero mucho.
- Con mucho gusto.
- Pues vete a la catedral y rézale a Nuestra Señora una avemaría por mí.
Al volver de París, fue a visitar a aquella mujer amiga y le dijo:
- He cumplido tu encomienda: recé primero una avemaría por ti y luego otra por mí. Pero tu recado me
impresionó tanto que no me quedé tranquilo hasta que me confesé. Muchas gracias por tu encargo.
.***Poner a un amigo a rezar a los pies de la Virgen, es hacerle un favor de alcance incalculable. Ese puede
ser el medio del que Dios se sirva para cambiar su vida. ¡Cuánta gente ha vuelto a Dios por ese camino!
El encuentro con María nunca nos deja en el mismo sitio: nos eleva y nos mejora.
Es de bien nacidos el ser agradecidos.
Una madre solía rezar a las noches con una hija pequeña, de unos seis años, tres avemarías, al acostarla.
Una noche la madre le dijo:
- Hoy vamos a rezar una avemaría más a la Virgen para que ponga buena a la tía Marta.
Rezaron esa avemaría por la tía Marta, cada noche, durante un par de semanas. Después, la madre no dijo
nada y dejaron de rezarla.
A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó:
- Mamá, ¿por qué no rezamos por la tía Marta?
- Es que la Virgen ya la puso buena - respondió la madre.
- Y si la puso buena - replicó la niña- ¿no deberíamos rezar
para darle las gracias?
Somos más dados a pedir que a agradecer. Lo de aquellos diez leprosos curados y de los que sólo uno vuel-
ve a dar las gracias a Jesús, se repite en nuestra vida a diario. De cada diez veces que pedimos, quizás, no
damos gracias ni una.
La gratitud del que pide abre la mano del que da: el agradecimiento facilita la generosidad.
¡Y tenemos tanto que agradecer a Dios!
Es de bien nacidos el ser agradecidos.
Una madre solía rezar a las noches con una hija pequeña, de unos seis años, tres avemarías, al acostarla.
Una noche la madre le dijo:
- Hoy vamos a rezar una avemaría más a la Virgen para que ponga buena a la tía Marta.
Rezaron esa avemaría por la tía Marta, cada noche, durante un par de semanas. Después, la madre no dijo
nada y dejaron de rezarla.
A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó:
- Mamá, ¿por qué no rezamos por la tía Marta?
- Es que la Virgen ya la puso buena - respondió la madre.
- Y si la puso buena - replicó la niña- ¿no deberíamos rezar
para darle las gracias?
Somos más dados a pedir que a agradecer. Lo de aquellos diez leprosos curados y de los que sólo uno vuel-
ve a dar las gracias a Jesús, se repite en nuestra vida a diario. De cada diez veces que pedimos, quizás, no
damos gracias ni una.
La gratitud del que pide abre la mano del que da: el agradecimiento facilita la generosidad.
¡Y tenemos tanto que agradecer a Dios!
La obra maestra de Dios
Se cuenta de un buen fraile que ardía en deseos de ver a la Virgen. Tanto insistió que María le dijo: “Si me
ves, te quedarás ciego. Los ojos que me ven ya no quieren ni pueden contemplar ninguna otra cosa”.
A pesar de eso, insiste en verla. María accede a sus ruegos y se deja ver. Y el fraile, astuto, en el momento
de la aparición, tapó un ojo. Del otro perdió la vista; pero la conservó del que había tapado.
Poco tiempo después, de nuevo ansía volver a verla. Esta vez, ya lo sabía, no podría hacer trampa: se que-
daría ciego.
No obstante insiste en su petición. La Virgen acaba accediendo a sus ruegos: de nuevo se le aparece. Y, en
lugar de quedarse ciego, le devuelve la vista del ojo que la había perdido.
.***“Veante mis ojos, dulce Jesús bueno. Veante mis ojos, muérame yo luego”.
66
“El Señor hizo en mi maravillas.” Maria es, sin duda la obra maestra de Dios: “Bendita entre todas las muje
res”. Dios ha podido hacer con Ella todo lo que quiso.
¡Si yo le dejase hacer.!
El proyecto de Dios y su realización.
Ddiscutian dos amigos sobre los privilegios de la Virgen Maria. Uno de ellos manifestaba:
- Lo de la Inmaculada Concepción es una tontería. La Virgen no es un ángel, es una mujer.
- Está bien -dice su compañero-: Y, seguramente, tampoco creerás que tú naciste con el pecado original.
- Por supuesto. ¿Cómo voy a nacer con pecado sin ninguna culpa por mi parte?
- ¿Te das cuenta de la conclusion a la que llegas? No crees en la Inmaculada Concepción de la Virgen María
y crees en tu inmaculada concepción.
.***En María, el ser Inmaculada no es solo verse inmune de pecado original.
. Dios tiene un plan, un proyecto para cada cosa. Y las cosas son lo que son porque coinciden con ese pro-
yecto de Dios sobre ellas.
Los hombres -seres libres- “obligamos “ a Dios a tener como dos ideas acerca de nosotros mismos: lo que Él
quería y proyectaba, por una parte, y lo que cada uno vamos realizando día a día. Dos líneas que no coinci-
den del todo, y, a veces no coinciden en nada. Aún los santos más santos han tenido ligeras desviaciones. Y
han debido arrepentirse y volver.
La única persona en la que coinciden exactamente las dos líneas es María. María es la que nunca se ha des-
viado.
La Virgen es lo que Dios ha querido que fuese. Cada uno de nosotros somos bastante menos de lo que Dios
quería y quiere.
El proyecto de Dios y su realización.
Discutían dos amigos sobre los privilegios de la Virgen María. Uno de ellos manifestaba:
- Lo de la Inmaculada Concepción es una tontería. La Virgen no es un ángel, es una mujer.
- Está bien -dice su compañero-: Y, seguramente, tampoco creerás que tú naciste con el pecado original.
- Por supuesto. ¿Cómo voy a nacer con pecado sin ninguna culpa por mi parte?
- ¿Te das cuenta de la conclusión a la que llegas? No crees en la Inmaculada Concepción de la Virgen María
y crees en tu inmaculada concepción.
.***En María, el ser Inmaculada no es solo verse inmune de pecado original.
. Dios tiene un plan, un proyecto para cada cosa. Y las cosas son lo que son porque coinciden con ese pro-
yecto de Dios sobre ellas.
Los hombres -seres libres- “obligamos “ a Dios a tener como dos ideas acerca de nosotros mismos: lo que Él
quería y proyectaba, por una parte, y lo que cada uno vamos realizando día a día. Dos líneas que no coinci-
den del todo, y, a veces no coinciden en nada. Aún los santos más santos han tenido ligeras desviaciones. Y
han debido arrepentirse y volver.
La única persona en la que coinciden exactamente las dos líneas es María. María es la que nunca se ha des-
viado.
La Virgen es lo que Dios ha querido que fuese. Cada uno de nosotros somos bastante menos de lo que Dios
quería y quiere.
El “santo” piñón de reloj. (*)
Cierto día en que un relojero había desmontado un reloj y con sus pinzas finísimas iba a coger el piñón mi-
núsculo que recibe el movimiento de la cuerda, observó que el piñón estaba en perfecto estado y brillantí-
simo. Lo miraba con cuidado, cuando el piñón le dijo:
• Yo soy un santo piñón de reloj, y no soy como los demás piñones, mis hermanos, que se les adhiere todo
el polvo que penetra en la caja. Me conservo limpio, sé cuidarme, sé preservarme; no preocupo a nadie. Yo
soy un piñón ciertamente tal como debe ser. Yo te pido que no me hagas tocar ninguno de estos engrana-
jes. Ya tengo bastante con cuidarme tan bien de mí mismo. Que cada cual se ocupe de sí mismo.
• Pero si cada cual se cuida solamente de sí mismo, ¿cómo andará el reloj? -dijo indignado el relojero.
Sacudió delicadamente sus pinzas y la pequeña joya cayó entre los trastos inútiles. Y tomó un piñón, menos
brillante, pero que aceptase vivir en compañía y lo montó en el engranaje del reloj.
.***Dios nos ha puesto juntos para que nos amemos y nos ayudemos. Una parte, e importante, de nuestra
santificación consiste en ayudar a los demás a ser fieles a Dios.
“Un cristiano no puede desentenderse de los demás. Es necesario tener auténtico afán de ayudarle a ser
feliz y alcanzar el Cielo.
67
A pesar de los defectos.
Se hablaba de la amistad. Winston Churchill escuchaba en silencio. Al fin dijo:
- ¡No perdáis en tiempo!La amistad es inexplicable.
- ¿Por qué? - preguntaron sus amigos.
- Pues, al menos para mí, un buen amigo es un hombre que lo sabe todo de mí, que me conoce a fondo y
que, a pesar de todo, me aprecia. Buscadle una explicación a ese raro sentimiento.
“El que busca un amigo sin defectos, se queda sin amigos” (Proverbio turco).
Es necesario querer a los demás y quererlos como son: con sus defectos. Que no significa pactar con tales
defectos. Como el médico debe querer al enfermo, pero no a su enfermedad: por eso trata de curarle.
La amistad exige ayudar al amigo a superar sus defectos y desear que él nos ayude a superar los nuestros.
“¡Son amigos tan agradables los animales!No preguntan ni critican” (G. Eliot). El que no corrige o no se deja
corregir, no merece otra clase de amigos y se pone a la altura de los mismos.
¿Amigos o cómplices?
Un amigo incitaba insistentemente a Publio Rutilio a que hiciese algo moralmente nada bueno. El se oponía
también con insistencia. Ya cansado de solicitar, le dijo el amigo:
- Entonces , ¿de qué me sirve tu amistad?
Y Rutilio contestó:
- Y a mí, ¿de qué me sirve la tuya, si por ella tengo que hacer lo que no debo?
Cuando la amistad se convierte en pretexto para hacer algo malo, los amigos dejan de ser amigos y se con-
vierten en cómplices.
Cuando la amistad nos lleva a actuar en contra de la conciencia, esa amistad ha cavado su tumba.
“Este es el primer precepto de la amistad: pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo honesto hacer por
ellos”. (Cicerón).
La amistad es cosa seria. (*).
Entre Alejandro Magno y su médico Felipo había una gran amistad, que arrancaba ya desde la niñez. En
unas jornadas victoriosas, en las cuales pensaba derrotar completamente a su enemigo Darío, Alejandro
cayó enfermo, al parecer, por haberse bañado durante una marcha agotadora en una laguna helada.
Vino a perturbar más el ánimo del rey, apenado ya por no poder luchar, una carta de uno de sus más fieles
generales. Le decía que no se fiase de su médico Felipo, que se había vendido al enemigo y proyectaba en-
venenarle. El rey juzgó que su médico, amigo desde la infancia, no podía traicionarle. Con una mano tomó
la bebida que le traía, al tiempo que, con la otra mano, le alargaba la nota de la denuncia.
Mientras Felipo, aterrado, leía aquella acusación, Alejandro degustaba el brebaje que su amigo médico le
había preparado. Cuando lo acabó, le dijo:
- “Prefiero morir a desconfiar de mis amigos”.
La desconfianza mata la amistad. Por eso el que no sabe o no quiere confiar en los demás está incapacitado
para la amistad: para ser amigo y para tener amigos.
No se puede ir por la vida desconfiando de todo el mundo. “Ante todo debéis guardaros de las sospechas,
porque ese es el veneno de la amistad” (San Agustín).
Todos son amigos.
Un sacerdote sacó el carnet de conducir, después de varios intentos, cuando ya casi tenía setenta años.
Conducía, pero fatalmente. Le tocaban el claxon los que iban detrás, los que venían de frente y hasta los
que salían por los lados.
Y él, optimista hasta la médula, comentaba con el valiente y arriesgado compañero de viaje:
- Hay que ver cuanta gente me conoce y me saluda. Pero yo, cuando voy conduciendo, no saludo a nadie.
Vale la pena ver un amigo, mientras no se demuestre lo contrario, en cualquiera que se acerca.
Nos equivocaremos alguna vez. Pero más nos equivocaremos si en todos vemos enemigos.
Además, el que se encuentra tratado como amigo, siente deseos de portarse como tal.
Impresionante lealtad.
El rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León emprendió, en 1189, una cruzada a Palestina. Salió un día de
caza con algunos caballeros y cayeron en una emboscada. Lucharon bravamente, pero de nada les sirvió
ante el número de enemigos que les atacaban. Murieron todos sus acompañantes menos uno, Guillermo
de Pourcellet. Este, deseando salvar a su rey, gritó:
- ¡Yo soy el rey!
68
Los sarracenos abandonaron al rey Ricardo y le prendieron a él. Le llevaron ante el sultán Saladino y allí se
descubrió su trampa. Pero Saladino, impresionado por aquel rasgo de fidelidad, admitió su rescate a cam-
bio de diez soldados suyos prisioneros de los cristianos.
No es extraño que impresionase a Saladino semejante lealtad y amistad.
Jesucristo nos ha dicho: “Nadie da mayor prueba de amor que aquel que entrega la vida por sus amigos”
(Jn. 15, 13). Y también nos dijo: “A vosotros os llamo amigos” (Jn.15,14 15). ¡Qué concepto de la amistad
debe tener Jesús!No sé si soy capaz de valorar lo que supone que Jesús me considere “su amigo”.
La infeliz mortal.
Había en un colegio un curso de niñas de ocho años, tan pequeño, tan poco numeroso, que cuando una se
acatarraba, estornudaban todas.
Una de ellas era muy fantasiosa y tenía una imaginación desbordante. Un día escribió un papel y de forma
bastante ostensible lo tiró en la papelera. No se equivocó: funcionó la curiosidad entre sus compañeras. En
la primera oportunidad, cuando creyeron que ella no se enteraba, lo recogieron para ver lo que había escri-
to. Decía así:
“Nadie me quiere. Nadie me comprende. A nadie le importo. Estoy sola”.
Y firmaba: “La infeliz mortal”.
Todos deseamos tener amigos. Pero hay pocos que, de verdad, quieran ser amigos. Más rentable que tratar
de ver si mis amigos son buenos, es ver si yo soy buen amigo. Al que es buen amigo, se le multiplican los
amigos. “Cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil”. (J. Joubert).
“En la prosperidad, nuestros amigos nos conocen. En la adversidad, nosotros conocemos a nuestros ami-
gos” (Curton Collins).
69