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La utilidad de las clasificaciones

La tarea de clasificar podemos definirla como la actividad de agrupar los elementos de


información de acuerdo a atributos o propiedades comunes entre ellos.

Por tanto, definir un sistema de clasificación es elegir en base a qué atributos o criterios vamos
a agrupar los contenidos y cómo vamos a organizar estos atributos.

Sin embargo, no todas las clasificaciones son útiles.

Clasificar nos sirve para organizar, para ordenar. En nuestra vida diaria clasificamos,
agrupamos diferentes objetos, plantas o animales. El orden que obtenemos al agrupar lo que
queremos conocer o las cosas que tenemos, hace que resulte más fácil nuestra tarea.

Delimitar las categorías con una relación univoca

El punto de partida del libro “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault, es la clasificación de
animales que aparece en “cierta enciclopedia china” citada por Borges en el texto “El idioma
analítico de John Wilkins”, recogido en Otras inquisiciones. Según dicha clasificación, los
animales se dividen en: “(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados,
(d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i)
que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.”

Foucault afirma que este sistema de clasificación es significativo debido a la evidente


imposibilidad de concebirlo. Al enfrentarnos a un conjunto inconcebible de categorías, nos
expone a la arbitrariedad de la manera como clasificamos las cosas. Ordenamos el mundo de
acuerdo con las categorías que damos por supuestas sencillamente porque están dadas.
Ocupan un espacio epistemológico que es anterior al pensamiento y por ello tienen un
extraordinario poder de permanencia. Cuando nos enfrentamos a una manera extraña de
organizar la experiencia, percibimos, sin embargo, la fragilidad de nuestras categorías, y todo
amenaza con caer en el caos. Las cosas se mantienen unidas sólo porque pueden acomodarse
en un sistema clasificatorio que no es cuestionado.

Que el criterio sea de utilidad

Cuáles, las blancas o las negras?

En lo alto de una montaña, un veraneante se encuentra a Venancio que cuidaba unas ovejas, y
por entablar una conversación trivial, le dice:

- "Buen hombre, ¿le dan mucha trabajo las ovejas?"


- "¿Cuáles, las blancas o las negras?"

- "Bueno... pues... las negras. "

- "Si, si que dan trabajo. "

- "¿Y las blancas?"

- "También."

El hombre extrañado, pregunta de nuevo:

- "Buen hombre, ¿comen mucho estas ovejas?"

- "¿Cuáles, las blancas o las negras?"

- "Pues las blancas."

- "Si, si que comen bastante."

- "¿Y las negras?"

- "También"

- "¿Y le dan mucha leche las ovejas?"

- "¿Cuáles, las blancas o las negras?"

- "Pues las negras.

- "Si, si que dan bastante."

- "¿Y las blancas?"

- "También."

- El hombre ya un poco molesto por la situación, dice:

- "¿Por qué siempre me dice que si las blancas o las negras?"

- "Porque las negras son mías."

- "Y las blancas?"

- "También."

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