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Guerra científica contra los gatos

La erradicación de felinos en 83 islas del mundo ha beneficiado a cientos de especies

Manuel Ansede
28 MAR 2016
El 25 de abril de 2006, hace casi una década, un gato callejero apareció en la playa canaria del
Inglés con el cadáver de un lagarto gigante de La Gomera en sus fauces. Apenas quedaban 50
ejemplares en libertad de esta especie en grave peligro de extinción. Y no era una excepción. Los
gatos asilvestrados que se pasean por las islas del mundo han empujado a la desaparición a al
menos 22 especies de aves, nueve de mamíferos y dos de reptiles, el 14% de todas las extinciones
de animales vertebrados registradas por la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN).

Autoridades de todo el planeta han comenzado una guerra secreta contra los gatos de las islas. Los
capturan con trampas, los envenenan con cebos de pescado, los cazan con perros adiestrados o
incluso los tirotean con rifles, como ha ocurrido en algunas islas del archipiélago ecuatoriano de
Las Galápagos. Los gatos asilvestrados ya han sido erradicados en al menos 83 islas, como Santa
Catalina (México), Baltra (Ecuador), Trinidad (Brasil) y los islotes españoles de Lobos y Alegranza,
según el último recuento, elaborado hace ya un lustro.

Un nuevo estudio bendice esta estrategia. El trabajo, liderado por la bióloga estadounidense Holly
Jones, muestra que la erradicación de mamíferos invasores (principalmente ratas, cabras y gatos)
ha beneficiado a 236 especies animales nativas de 181 islas en todo el mundo. Cuatro de ellas
vieron rebajado su riesgo de extinción en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN, según
el meticuloso estudio, publicado en la revista científica PNAS.

En la isla Natividad, en México, la eliminación de los gatos asilvestrados fue clave para la
recuperación de la pardela culinegra, un ave de 80 centímetros de envergadura que cría en un
puñado de islas del océano Pacífico. “Esta intervención fue importante para que la especie pasara
de considerarse vulnerable a casi amenazada” en la Lista Roja, según subraya Heath Packard,
portavoz de la ONG estadounidense Island Conservation, implicada en el estudio. Lo mismo
ocurrió en la isla británica Asunción, en el océano Atlántico, donde la erradicación de los gatos
permitió que el rabihorcado de Ascensión, un ave en peligro crítico de extinción, recolonizara su
territorio.

“Los biólogos de la conservación también somos amantes de los animales. La mayor parte de
nosotros hemos dedicado nuestras carreras a proteger la biodiversidad. Pero también
entendemos que aceptar la persistencia de mamíferos invasores en islas es una decisión que
permite que las especies nativas sean depredadas y, en algunos casos, llevadas a la extinción”,
explica Jones, de la Universidad del Norte de Illinois.

La bióloga recuerda el caso de la gata de un hombre que llegó en 1894 a la isla de Stephens, en
Nueva Zelanda, para vigilar su faro. La gata, preñada, se escapó y su prole acabó en unos pocos
meses con todos los individuos del chochín de Stephens, un ave rechoncha e incapaz de volar que
era endémica de la isla. Solo quedan ejemplares disecados de esta especie extinta.

Un ejemplar disecado del chochín de Stephens.

Las islas son paraísos de biodiversidad. Son el hogar del 15% de las especies terrestres del planeta
y en ellas sobrevive el 37% de las especies en peligro crítico de extinción, según destaca el equipo
de Jones.

El biólogo español Manuel Nogales, del Grupo de Ecología y Evolución en Islas del CSIC, lleva años
proponiendo la erradicación total de gatos asilvestrados en islas de menos de 200 kilómetros
cuadrados. Su equipo, cuando trabajaba en la Universidad tinerfeña de La Laguna, capturó con
cebos de sardinas hace más de una década a la decena de gatos que habían invadido el islote de
Alegranza, un refugio para aves marinas como el águila pescadora y la pardela cenicienta. En
Lobos, al norte de Fuerteventura, retiraron al único gato del lugar.

“En España, y en general en Europa, a las autoridades les cuesta organizar campañas de
erradicación de los gatos. En otros países están más concienciados”, lamenta. Nogales, que no ha
participado en el nuevo estudio, hace un llamamiento a la acción: “No nos podemos quedar
cruzados de brazos”. Él y su compañero Félix Medina están implicados en un estudio previo para
valorar la posible erradicación de los gatos de La Graciosa, una isla canaria que supondría la mayor
operación de eliminación de felinos en España. La Graciosa ocupa 30 kilómetros cuadrados, el
triple que Alegranza y más de seis veces la superficie del islote de Lobos.

Nogales reconoce que lo habitual es eutanasiar a los gatos retirados de las islas, pero señala otras
posibles vías. “En Japón, se llevaron a Tokio a los gatos capturados en la isla de Okinawa, los
esterilizaron y los dieron en adopción”, apunta.

“En muchas islas del mundo donde están los gatos asilvestrados es imperioso erradicarlos para
eliminar la presión sobre muchísimas especies endémicas amenazadas por este depredador
introducido. En otras islas sería prácticamente imposible, pero se pueden tomar otras medidas,
como esterilizarlos, marcarlos o mantenerlos recluidos en casa, lo que es casi imposible”, añade
Medina.

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