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Bárcenas Martínez Luis Eduardo

Licenciatura en Pastoral Catequética


17/04/18

RL 4. Orígenes: Biblia y Cristología

Sobre la historicidad y sentido espiritual de los evangelios.

En la actualidad se entiende que los evangelios no son narraciones históricas, sino que son
confesiones de fe presentadas en un formato de relato. Así lo entiende Orígenes cuando
afirma que los evangelistas utilizaron cosas obradas y dichas por Jesús, al mismo tiempo que
añadieron ciertas expresiones de lo que habían recibido de una manera intelectual, gracias al
kerigma que realizaron los apóstoles de Jesús y la misma tradición apostólica en sí.

Orígenes no les reprocha que hayan realizado esto, ya que si llegaron a cambiar algo
(lugares, momentos, personajes, etcétera), lo hicieron con miras a salvaguardar la verdad en
su aspecto espiritual. Es por lo que el Concilio Vaticano II, en Dei Verbum, afirma que «hay
que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la
verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación» (DV 11), es
decir, es esta misma verdad espiritual.

Sobre el sentido de la encarnación del Verbo.

Se habla fundamentalmente del “vaciamiento” que el Verbo realiza para que puedira ser
recibido por todos los hombres. Siguiendo la línea del himno cristológico de la carta a los
Filipenses, se habla del como se humilló a sí mismo. Esto se maneja en cristología como la
kénosis, este abajamiento del Verbo a la condición humana, pero no cualquier condición
humana, sino una que es bastante deplorable, a una condición humillante, a tal grado de haber
recibido muerte de cruz sin siquiera haber conocido pecado (1 Pe 2,22). También se habla
constantemente de que los que le rodeaban eran capaces de ver su divinidad en virtud de la
disposición que ellos tenían de ver al Verbo encarnado en su gloria.

Sobre la Encarnación como misterio.

Habla principalmente del escándalo que significa el hecho de que el Hijo de Dios, con toda
su majestad y poder, pasara a ser un hombre común de Judea. Es verdad que aún antes de su
presencia corpórea en este mundo, había enviado a los profetas como precursores de su
venida, e incluso después de su ascensión, hizo que los apóstoles expandieran por todas partes
la revelación que habían recibido por parte del Verbo encarnado.

Pero lo que más escandaliza a Orígenes es, más allá de todos los milagros que hubiera
realizado Jesús, el hecho de que el mismo Verbo del Padre se delimitara a voluntad propia
en un hombre. Es interés de Orígenes el señalar que por más que se trate de explicar con un
ORÍGENES

lenguaje humano este hecho, nunca se podrá expresar en todo su esplendor dicha acción de
Dios, por lo que recupera aquello que decía ya San Juan Pablo II en Fides et Ratio, la
necesidad de recordar el carácter de misterio que siempre va a estar presente en la teología,
y la necesidad de sumergirse a esta con fe y razón. «La fe y la razón son como las dos alas
con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad» (Fides et
Ratio 1).

Sobre la unión de naturalezas en Cristo

Habla del alma de Cristo como vínculo de unión entre Dios y la carne, fungiendo como una
especie de “sustancia intermedia”. Se afirma, como lo hacemos en la actualidad, que
efectivamente todo lo divino se vertió en lo humano, llevando a cabo una unión tan íntima
que sobrepasa incluso a aquella unión del hombre y la mujer de la que habla el primer libro
del Pentateuco (Gen 2,24). Es, como se concibe en la actualidad, válido argumentar que no
se puede dudar que el alma de Jesús fuera de naturaleza semejante a las demás almas,
afirmando la completa humanidad en Jesús, sin olvidar su completa humanidad.

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