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Cuando se trata del campo de la teoría cuántica, no es difícil encontrar problemas. No es tanto que
haya problemas en cada esquina; de acuerdo con el campo de la teoría cuántica, nos habita y
habitamos en ella, o más bien, el problema habita en todo y en nada: la materia y el vacío.
¿Cómo entiende el campo de la teoría cuántica la naturaleza del electrón, o cualquier otra
partícula para esa materia? Resulta que incluso la partícula más simple, una partícula puntual
(desprovista de estructura) como el electrón, causa todo tipo de dificultades para el campo de la
teoría cuántica. Para ser justos, uno de los problemas ya es evidente en el campo de la teoría
clásica.
En 1925, el físico ruso Yakov Il'ich Frenkel ofreció una propuesta diferente: el
el electrón es una partícula puntual con carga negativa. Es decir, el electrón no tiene subestructura.
De esta forma, eliminó la dificultad de la repulsión mutua de los bits de cargas distribuidos en la
superficie porque no había bits de carga aquí y allá, solo un punto con carga negativa. Pero el
intento de alejar una inestabilidad solo produjo otra, ya que si el electrón es una partícula puntual
(y por lo tanto tiene radio cero), entonces la contribución de autoenergía, es decir, la interacción
de la partícula con el campo electromagnético circundante que crea- es infinito. Frenkel creía que
esta paradoja solo podía resolverse usando la teoría cuántica.