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TRES MUJERES
Villa Gobernador Gálvez
Diciembre de 2001

Un poco de Graciela Acosta y Graciela Machado, asesinadas el 19 de

diciembre de 2001 y María Castro apresada nueve meses por un kilo
de azúcar

Pedro R. Sánchez
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Índice

Tres mujeres en Villa Gobernador Gálvez 3

Algo más en el tintero 5
¿Quien mato a Graciela Acosta? 6
Graciela Machado ¿la mataron o se murió? 11
¿Donde ha estado María Concepción Castro? 14
Crónicas 18
Poema 20
Fotos 21

*La foto de tapa es el fotógrafo Enrique Rodríguez que trabaja para el diario La
Capital.
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Tres mujeres en Villa
Gobernador Gálvez
Graciela Acosta fue muerta en el
operativo de seguridad ejecutado por los
agentes de policía de la seccional 29ª
de la ciudad. A 200 metros del
supermercado La Gallega recibió los
disparos de un arma que pertenecía a
uno de ellos. Graciela Machado sufrió
un paro cardio respiratorio, según dijo
el director del hospital Anselmo Gamen
Mario Tsernotopulos, en ese momento.
También ella se encontraba en las
inmediaciones del mismo súper
mencionado. Llego al nosocomio sin
vida. María Concepción Castro fue
detenida frente al súper Coty,
recientemente inaugurado, ubicado en la
intersección de las calles Filipini y
Levalle. Fue acusada de sustraer
mercaderías y estuvo nueve meses
detenida. Las tres mujeres
protagonistas de estas historias, tuvieron
su momento culminante de
trascendencia el dia miércoles 19 de
diciembre de 2001. Postrer en los casos
de Graciela Acosta y Graciela Machado
y desgraciado en el caso de María
Concepción Castro- ella estuvo detenida
hasta el 19 de septiembre de 2002
siendo la única persona detenida por los
acontecimientos de diciembre de 2001
en la provincia de Santa Fe. Es
significativo de esos tiempos que las
tres mujeres que sufrieron el rigor
espantoso de la represión ejecutada por
las fuerzas de seguridad del gobierno
provincial. La aparición de las mujeres
en las manifestaciones callejeras, puso
en relieve su creciente participación en
pos de la exposición, en ese ámbito, de
la problemática cotidiana en el interior
de los hogares villagalvenses. Con la
agudización del empobrecimiento, el
protagonismo femenino en las calles se
incrementaría en nuestra ciudad. Las
tres mujeres pasaban por situaciones
comprometidas debido a la precariedad
laboral y su involucramiento en la
movilización del 19 de diciembre de
2001 las llevo a exponerse
públicamente como a miles en el país.
Dos pagaron con sus vidas el ejercicio
del derecho de peticionar alimentación,
el único camino dejado por la
institucionalidad para transitarlo de
forma escandalosa. Los que mueven la
palancas, se encontraban orquestando
un nuevo golpe político, esta vez
realizado con el chantaje financiero al
estado y a un gobierno nacional
desacreditado; usando la movilización
social como embolo que los empujaría
para eyectarlo de los cargos. Los
síntomas del cenit de la crispación
social en la ciudad se podían advertir en
el mal humor cotidiano, la cantidad de
personas deambulado en las calles sin
trabajo, el aumento de la custodia
privada en los negocios, el cierre ante
cualquier atisbo de movilización, en el
sofocón de las autoridades, el creciente
rumor de que algo iba a pasar y que se
propagaba sin fuentes reconocibles. El
pueblo parecía solo aguardar una señal.
Las tres mujeres de la ciudad sufrieron
la represión descarnada a cargo de los
resguardadotes del orden público. Nadie
asumió responsabilidades en principio
por nada, como era de prever. Ni en lo
local y menos en el nivel provincial. El
gobernador Carlos Reutemann reafirmo
su estilo de conducción política,
refrendado en las elecciones y respetada
por eso mismo, por sus adherentes y
pares. Y que le hizo un profundo daño a
la sociedad santafesina. Su
administración dejo como saldo, en este
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caso, el triste resultado de ocho victimas
ultimadas por el trabajo de la policía
santafesina y una mujer acusada de
forma ignominiosa de hurto. La
institución judicial hizo el resto,
completando el círculo de impunidad y
protección sobre las autoridades
policiales y políticas de la provincia. Se
sentaron sobre los restos de diciembre
de 2001 y navegaron sin naufragar en la
sangre derramada de las víctimas. Aun
así les resulto difícil permanecer y
mantener los mismos discursos
declamados legalistas y humanistas en
un sistema que hacia agua y se mostraba
perimido en su credibilidad. Ellos así lo
decidieron, el pueblo no guardo ninguna
esperanza, mínima posible en las
decisiones de sus representantes
formales. La verdad de los hechos son
harto conocidos y no había dudas sobre
la autoria material y la responsabilidad
política. El pueblo en lo profundo de sus
presentimientos lo sabia. Sospechaba,
porque ha sido victimizado y convertido
en un laboratorio de hipótesis de
conflictos sociales de distintos tipos
como los familiares, o los que surgían
de los llamados de la inseguridad, de la
violencia y de los asesinatos. Sobre el se
practicaban las teorías importadas del
primer mundo. Los medios recirculaban
estadísticas de asesinatos y violencia
crecientes y las refrendaban con
números surgidos de la realidad,
extraídos de las reparticiones oficiales y
de los medios académicos. Esas voces
expresaban que el pueblo se ha hecho
violento, salvaje, promiscuo,
semianalfabeto. Villa Gobernador
Gálvez es vista así. Se desparrama que
son números científicos y que han
constituido una nueva generación de
perdedores o perdidos, sin futuro.
Entonces para que invertir. Villa
Gobernador Gálvez es vista así.
Estamos desparramados donde sea.
Entre yuyales, basurales, con poco agua,
sin cloacas y sin trabajo digno. Cuando
emerge la violencia es enfrentada con
medidas represivas de distintos calibres,
con un grado de fuerza represiva
aplicada que distingue de forma nítida a
quien se dirige y que puede ser
apreciada públicamente por sus efectos
trágicos. ¿Que resultado arrojaron las
investigaciones judiciales? Un
convencionalismo confuso decanta
hasta la sociedad civil, zarandeado
desde las esferas del poder político y los
sectores dominantes de la economía.
Este es que si existen dudas sobre los
hechos o una supuesta actitud delictiva
o criminal la justicia se hará cargo de la
investigación y asignara
responsabilidades, ya se sabe nadie es
culpable o inocente hasta que se
demuestre lo contrario. La represión
planificada y estudiada por los
funcionarios fue aplicada por los
agentes de la policía provincial
administrada por el gobernador Carlos
Reutemann. En la ciudad a los balazos
mataron a una mujer, ocasionaron la
muerte de otra en las corridas una
tercera fue detenida durante nueve
meses por llevar dos kilos de azúcar. La
policía brava de Villa Gobernador
Gálvez demostraba en los hechos de
diciembre de 2001 lo que venia
desarrollando desde años anteriores. Las
tres salieron a la calle en búsqueda de
alimentos. Ninguna de las tres habia
salido efectivamente con ese objetivo
dijeron sus hijos. Graciela Acosta fue a
buscar a su hijo, Graciela Machado fue
con una de sus hijas a ver que pasaba,
María Castro fue a comprar pañales
descartables. Sin embargo dos
encontraron la muerte y la tercera purgo
nueve meses de condena por portacion
de piel morena. Las tres eran pobres y
como dice la calle”llenas de hijos”, sin
posibilidades ni medios económicos
para pagar un abogado, también dijeron
sus hijos. Las tres se encontraban
desocupadas y sin ingreso digno y
seguro. Graciela Acosta dejo siete hijos
sin madre, Graciela Machado nueve y
María Castro dejo a seis hijos en la
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intemperie social durante el cautiverio a
que fue sometida. En los casos de las
dos Gracielas sus familias se
desmembraron, de los siete hijos de
Graciela Acosta se hicieron cargo su
suegra, una cuñada, su hermana y su
exconcubino, todos eran menores de
edad. De los nueve hijos de Graciela
Machado, cuatro eran mayores y cinco
menores, la mas chica de todos es
sordomuda. Ella se quedo con su padre,
la última pareja de la mujer, los otros
cuatro menores se repartieron entre sus
hermanos mayores. Los seis hijos de
María Castro estuvieron sin madre
durante los meses de detención. Ella
dice que se moría de bronca al pensar en
ellos en el encierro. Al volver vio a sus
hijos descalzos y con hambre. En esos
días un tren descarrilo en las vías
cercana a su casa, el vecindario se
acerco a observar el deplorable estado
del convoy y su carga derramada de
cereal. Los policías que custodiaban el
accidente, la reconocieron y le dijeron si
se animaba a alzar algo del suelo. Ella
entendió que la estaban provocando.
Los familiares de las tres mujeres y sus
amigos no tenían ninguna expectativa
acerca de la suerte de las causas
judiciales que se armaron con las
muertes de diciembre de 2001. “eso es
asi y no hay vueltas” decía María
Castro. Ella creía que podría encontrar
un trabajo, no sabia de que, pero se
tenia fe. Las hijas de Graciela Machado
miraban hacia abajo y trataban de llorar
hacia adentro en el velorio y en los días
siguientes. Hay tantos problemas, los
hijos, la comida diaria, el trabajo
esquivo, la vivienda y otras que surgen
sin pedirlas. El juez Osvaldo Barbero
había expresado, al procesar a los
policías envueltos en el asesinato de
Claudio Lepratti, que esos policías no se
encontraban inmersos en el tumulto de
las movilizaciones y que ellos
dispararon a matar efectivamente. Esas
consideraciones se podían leer como
una advertencia, presagio, de la suerte
judicial de las llamadas causas de
diciembre, quedarían embretadas bajo el
aliento o las interpretaciones que
hicieran los jueces, el llamado poder
politico. El derrotero difícil que
tomaron las mismas quedo determinado
con mas precisión con el paso del
tiempo y las premonición de María
Castro quedarla con tristeza
confirmada. Los matadores de las dos
mujeres de diciembre de 2001 en Villa
Gobernador Gálvez serian, para una, el
agente que apretó el gatillo del arma.
Para la otra Graciela, su matador seria el
vaivén de las corrida, detrás de ellas se
ocultaban las responsabilidades de los
verdaderos asesinos, los ejecutores
fieles de las políticas del ninguneo y el
desprecio social. Las políticas que
andan son su vehiculo.
Algo más en el tintero
Graciela Acosta tuvo en vida la
construcción de sus días de ilusión con
dos parejas. De la primera enviudo, del
segundo concubino se separó. Esas
relaciones le dejaron siete hijos.
Graciela Machado tuvo tres parejas con
las cuales prohíjo nueve vástagos. María
Castro con los dos concubinos con que
vivió, armo seis hijos. Ellos viven un
tiempo de desafíos, dicen sus familiares.
Entre las tres mujeres juntan veintidós
pibes, dieciséis han quedado sin madre.
¿Doblan las campanas por ellos, por la
memoria de sus madres? Un vecino, un
pariente tal vez, pregunto en el velatorio
de Graciela Acosta si los curas cobraban
por dar misas a los finados pobres.
Ninguna de las dos gracielas tuvieron la
santiguacion de un cura en su partida de
la tierra, comentaban los vecinos,
simplemente no se previo, como no se
pueden contener muchos bienestares
cuando no se tiene trabajo ni plata.
¿Serán las dos mujeres asesinadas en
Villa Gobernador Gálvez en diciembre
de 2001 las mismas victimas olvidadas
por la historia? En otros tiempos Felipe
Varela tronaba por los gauchos, indios y
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criollos inmolados en homenaje a la
civilización, serán las victimas de la
Patagonia rebelde, los de las tantas
décadas infames, los indios fusilados de
Napalpì y en Formosa, los de la
resistencia peronista, los muertos del
córdobazo y el rosariazo, los
guerrilleros olvidados del sesenta y
setenta, los 30.000 de la dictadura
reciente, los Víctor Choque, Teresa
Rodríguez, Aníbal Veron y de muertos
asesinados de la democracia. La lista es
larga y parece que hay más hojas en el
cuaderno de los mártires de las luchas
populares. No ahorren sangre de
gauchos exclamaba a sus generales
Sarmiento a fines del siglo XIX y el
policia que disparaba su arma con balas
de plomo como haciendo caso a ese
mandamiento siniestro gritaba a los
manifestantes de diciembre frente al
super La Gallega “¡solo así tienen
miedo estos negros!”. Y los muertos son
en su mayoría desde un solo lado. En
nuestra ciudad son muchos los gauchos
o desocupados que se mueren o son
asesinados. Del 19 de diciembre de
1999 al 19 de diciembre de 2001
murieron debido a la participación de
los agentes de la policía de la ciudad 17
personas. La pena capital se denomina
públicamente Gatillo Fácil. Una forma
deliberada que ejercer control social con
el temor. La lista de podría extender y
precisar, en nuestra localidad con los
jóvenes suicidados en el verano del 93-
94, los trabajadores de la carne
suicidados, muertos de enfermedades
curables y previsibles, los vecinos
asesinados sin sentido, mezclados se
encuentran los trece presos calcinados
en la seccional 25ª en Pueblo Nuevo, los
pibes asesinados en el Fonavi, en el
puente Molino Blanco. Y ahora las dos
mujeres frente al súper La Gallega.
Hace poco salio ala sentencia que
condeno al dueño de la confitería
Skailab de Buenos Aires a pagar con la
cárcel las muertes de cinco jóvenes
quemados en 1995. se comenta que
dentro de poco saldrá el veredicto sobre
el robo de los treinta millones de
dólares de la sede del BCRA de Rosario
y parece que la provincia no saldar bien
paradas en ese proceso. Según los
comentarios de los periodistas
especializados que han seguido el caso,
el estado provincial tenia la
responsabilidad de cuidar ese dinero
depositado. Los casos no son los
mejores, pero se puede advertir, una
lógica cierta y creíble en el camino de
adjudicar responsabilidades. No sucede
lo mismo con la de los funcionarios del
estado provincial con los casos de
diciembre de 2001, aunque resalten a la
vista pública el rol que cumplieron y las
funciones que desempeñaron. La
impresión es que hay un complot en las
alturas con el fin de mantener, obtener,
conseguir, conquistar inmunidad o
impunidad. Por esos años el intendente
de nuestra ciudad, Pedro González,
aconsejo públicamente al presidente
Carlos Menem a continuar con los
planes de entrega y desguace del estado
con declaraciones que mandaban a los
descontentos al baño en el mejor de los
casos. En nuestra provincia fueron
ajusticiadas ocho personas por andar en
la calle en pos de alimentos entre el 19
y 20 de diciembre de 2001, dos eran de
Villa Gobernador Gálvez, dos mujeres,
la tercera salvo su vida y fue condenada
con nueve meses de encierro por los
mismos hechos que causaron la muerte
de las dos Gracielas.
¿Quién mato a Graciela Acosta?
María Graciela Acosta fue asesinada el
miércoles 19 de diciembre de 2001
frente al súper La Gallega por las balas
de los agentes de la seccional 29ª que
ese día se encontraba custodiando el
comercio. En los días siguientes
circularon otras versiones provenientes
de fuentes policiales que decían que la
mujer fue matada en otro lugar, en las
inmediaciones del súper Lujan, otro
comercio cercano al lugar. Las
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declaraciones de los testigos directos, la
de Mónica Cabrera y el periodista
Marcelo Noceti, desarticularon esa
versión. Ellos asistieron a Graciela
Acosta a lo pocos segundos de recibir
los balazos. Graciela fue con Mónica
Cabrera hasta el supermercado La
Gallega, las dos mujeres se hallaban a
unos 150 metros del local comercial,
ubicado sobre la calle San Martín, que a
la vez hace de ruta, al salir de la ciudad
la ruta toma el numero 21. En el lugar
se cruzan las calles Emilio Zola, Alem y
San Martín. Esta calle en ese tramo
adopta una suave curva a la derecha si
se sale de ciudad o a la izquierda si se
ingresa. El entramado de calles y el
negocio se halla ubicado a tres cuadras
del reloj, el anfiteatro y la plaza a la
Madre, el centro nervioso y comercial
de Villa Diego. A tres cuadras y media
esta el supermercado Lujan, un negocio
de familia, que empezó a sentir el rigor
impuesto por el nuevo emprendimiento.
El local habia sido uno de los epicentros
en las movilizaciones de mayo de 1989.
El local de La Gallega fue adaptado
para ese fin, desde que dejo de ser la
fundición San Diego que se traslado al
parque industrial Alvear. Un comercio
de las características como La Gallega,
de las dimensiones, en la ciudad era una
novedad, tuvo en principio hasta un bar
en su interior. Existían súper en la
ciudad pero de menores dimensiones.
La Gallega seria un local más de una
cadena ya instaladas en la ciudad vecina
de Rosario. Con calefacción y aire
centralizado, sus precios eran un poco
superiores a los de sus colegas del
rubro. Era un local para la clase media
villagalvense, los empobrecidos, los que
cobraban los planes trabajar o bonos no
lo visitarían con seguridad. Como en
todos los súper conocidos, por sus
puestos de trabajo desfilaban
incesantemente los jóvenes de la ciudad,
eran contratados un tiempo y luego de
largas jornadas, que incluían sábados,
domingos y feriados, se marchaban o
eran descartados por otros. Sus horarios
de funcionamiento eran y son corridos.
La Gallega se convirtió el 19 de
diciembre a la tarde, en el centro de la
movilización por alimentos en la
ciudad, la prensa le llamo saqueos. Los
comentarios sobre los posibles saqueos
comenzaron a circular desde principio
de diciembre. El corralito dispuesto por
el ministro de economía Domingo
Felipe Cavallo, disponía la limitación de
extracciones a través de los cajeros
automáticos a los asalariados y las
transacciones bancarias. La falta de
trabajo y plata imponía las condiciones
de tirantes sobre la masa de trabajadores
en negro, golondrinas y de changas. En
Villa Gobernador Gálvez eso se sentía
con mayor rigor y se podía advertir en
la cantidad de gente circulando por las
calles y en el mal humor creciente. En la
aparición de la policía custodiando
locales comerciales, en los súper y los
cierres imprevistos, antes de hora. Los
propietarios de tiendas, granjas en el
radio céntrico de Villa Diego y Gálvez
se preparaban para lo que creían
inevitable. Los funcionarios también. A
pesar de ser parte del todo en la ciudad,
la gente parecía advertir que el
generador de inestabilidad era el
gobierno nacional de la Alianza y que a
esa altura no brindaba esperanzas de
posibles salidas. La administración
municipal encadenada a sus
limitaciones no disponía de recursos
asistenciales para detener lo
incontenible. Se preparaban para resistir
y tratar de sobrellevar el menor costo
político posible. El devenir incierto de
los días, era aguardado con ansiedad y
temor. Los días de calor comenzaron a
presagiar que el inicio del verano no
seria fácil. Ese día comenzó con algo
de frescura que se fue enrareciendo con
la mezcla de los comentarios de los
medios, de la gente. Al mediodía la
temperatura había alcanzado los treinta
grados centígrados y desde la siesta en
adelante el calor en calle no dejarla de
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atormentar a los pobladores hasta la
medianoche. A las cinco de la tarde
frente al supermercado la Gallega se
habían congregado unas doscientas
personas. Entre ellas se encontraban
Graciela Acosta y Mónica Cabrera. Las
dos mujeres se hallaban a unos ciento
cincuenta metros de local y habían ido a
buscar a sus hijos, que según el
comentario de los vecinos del barrio
Fonavi habían marchado a ese lugar. A
las veintiuna Graciela Acosta moría
producto de las balas de la policía en el
hospital de emergencia Clemente
Álvarez. El periodista Marcelo Noceti
que trabaja para la radio de la ciudad de
Rosario LT8, describió lo que vio.
Expresó que incluso quisieron
detenerlo, pero pudo zafar con la
credencial del medio periodístico. Dijo
que un policía gritaba que solo con
balas de plomo se detenían a los negros.
Graciela Acosta fue socorrida en los
primeros instantes de los balazos por el
y Mónica Cabrera. Llamo al hospital
local Anselmo Gamen, desde donde fue
trasladada al nosocomio rosarino.
Mónica Cabrera y Marcelo Noceti
expresaron que podían ubicar de donde
provenían los disparos de balas
inclusive identificar al autor de los
mismos. Graciela había recibido dos
balas según Mónica, una la atravesó de
lado a lado y el segundo se le incrustó
en el abdomen. Al levantar el cuerpo de
Graciela, Mónica, una de las balas cayo
en la mano de esta, Noceti le dijo que la
guardara. Graciela Acosta había nacido
el 5 de julio de 1967, tuvo siete hijos
fruto de dos parejas. Enviudo de la
primera e intentó rehacer su vida con
una segunda. El único ingreso con que
contaba en ese momento era el subsidio
estatal a la familia numerosa. Algo así
como unos150 pesos mensuales. Estos
ingresos no le permitían mantener
adecuadamente a su familia y vivían en
un departamento del barrio Fonavi.
luego de su muerte sus hijos fueron
desparramados entre los parientes
cercanos. Se había afiliado al partido
comunista y anduvo en esos días de
reunión en reunión junto a otros
desocupados. Una de esas fue realizada
en el asentamiento denominado Los
Eucaliptos o Magallanes, inmerso en el
barrio mas grande, Coronel Aguirre. El
asentamiento se erigió con casas
humildes y precarias al lado de las vías
del Nuevo Central Argentino y justo
frente a la abandonada estación de
trenes de Coronel Aguirre. Unos días
antes de las movilizaciones se había
precipitado una cuantiosa lluvia que
ocasiono la inundación de las viviendas.
Como medida protesta los vecinos
cortaron las vías en el paso a nivel de la
calle Mosconi, reclamaron al municipio
colchones nuevos y alimentos y
Graciela estuvo ahí. Un dia antes estuvo
en una asamblea de trabajadores
desocupados, entre militantes sociales y
de derechos humanos. El tema principal
era la dramática situación de los sin
trabajo por esos Díaz. Ahí andaba
preocupada y ocupada a través de la
participación en encontrar la solución a
los problemas cotidianos. El 21 de
diciembre, el día del entierro de la
mujer, fue un día típicos posterior a una
lluvia de verano, caluroso, húmedo. Su
excuñada había decidido ceder su casa
para el velorio, la casa queda cerca del
cementerio San Lorenzo de la ciudad.
Las calles son tierra, a causa de la lluvia
se encontraban barrosas, llenas de pozos
y charcos. No hubo demasiado
acompañamiento, solo algunos
familiares y militantes. No fueron
necesarios los coches para el traslado de
los pocos deudos y acompañantes
circunstanciales. El cementerio público
se hallaba a unas cinco cuadras y no era
difícil llegar. No hubo visitas oficiales
ni comunicados sensibilizados. El cajón
lo aporto el municipio y el funeral fue
desconocido por el vecindario. La
finada vivía en el barrio Fonavi y los
vecinos no la conocían, tampoco los
motivos de su deceso. Para los curiosos
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acostumbrados a ver transitar muertos,
Graciela Acosta era uno más, de tantos
que desfilaban por sus calles. María
José es su excuñada y había decidido
ceder su casa para el velatorio por la
proximidad del lugar con el cementerio,
según ella. El coche negro de la
funebreria llego y el chofer sin mas
dilación y luego de los obligados
saludos, ordeno despedirse del cuerpo
para cerrar el cajón y recalcar que debía
ser sacado de la vivienda con los pies
para afuera. No había más pompa que el
suspiro y el desaliento de los deudos y
los militantes. Tampoco hubo cura, esas
cosas se pagan, dijo María José. Las
improvisadas palabras de despedida las
pronuncio el secretario general del
partido comunista de la provincia Jorge
Testero y quien había estado en el
ultimo minuto de vida junto a Graciela,
Mónica Cabrera.estuvieorn presente
también los militantes de la comisión de
derechos humanos de Villa Gobernador
Gálvez. Los hijos mas grandes de
Graciela Acosta lloraron la desaparición
de su madre ante los desconocidos para
ellos. Había coincidencia invisible en
como se debían comportar los
acompañantes en ese momento, miradas
piadosas, serias y pocos llantos. Un
hombre vestido de negro y lentes del
mismo color, se presento como un
familiar cercano, pero nadie lo
reconoció. El dueño de casa, marido de
María José, es policía, el hablo unas
palabras con el desconocido visitante.
Que estuvo atento a los movimientos de
la ceremonia y se ofrecía para cualquier
ayuda. El féretro fue cargado al coche
fúnebre y partió en dirección a la calle
asfaltada que lo llevaría al cementerio.
Los acompañantes lo seguirían a pie,
esquivando los charcos de agua, de las
calles y en las veredas. Eran total unas
diez personas, el cortejo ingreso al
cementerio que se hallaba con gente ese
dia. La minúscula procesión avanzo por
el callejón central, luego de caminar
unos ochenta o noventa metros, doblo a
la izquierda, pasaron una hilera de
panteones deteriorados por el abandono
y llegaron a la fosa preparada para
Graciela. Los sepultureros habían
transpirado la gota gorda para cavarla,
habían avanzado solo a un metro de
profundidad de la tierra. Y no cavaron
mas. No hubo tiempo, el cajón ya estaba
allí. La tierra estaba húmeda, barrosa,
pastosa por el efecto de la lluvia
anterior y el pisotear de los ocasionales
transeúntes. Uno de los sepultureros
comento que ese cajón luego de un
tiempo seria retirado de ese lugar.
Alrededor había nichos abiertos, con
cajones descoloridos y tumbas repletas
de pastos, malezales y cruces torcidas.
El cajón de Graciela fue bajado con
sogas, al hombre gordo de lentes negros
se lanzo llorar, algunos lo consolaron,
pero el hombre nombró a cada uno de
los hijos de Graciela. Nadie se animaba
a arrojar el primer terrón de tierra
barrosa. Luego de un inacabable
instante los sepultureros comenzaron a
palear la tierra pesada. Una cruz que se
despintara identificara el lugar; la
memoria hará el trabajo de recordar a la
mujer, al sitio, las circunstancias de su
muerte, a su hijos desperdigados. Para
tratar de entender la muerte de Graciela
habrá que no solamente conocer en
detalle y precisión lo que se llaman “los
hechos”. Ella fue una victima mas;
dependerá del devenir judicial, social y
político. Los sectores dominantes
utilizan y manipulan con cálculos
cuantificados las dosis necesarias de
presión sobre los representantes de
estado o sus administradores. A nadie le
cabe dudas que los sucesos de
diciembre de 2001 fue un golpe
institucional que utilizo como una de las
herramientas de presión, las maniobras
financieras sobre las negociaciones de
las deudas inmorales que muchos
gobernantes pretenden pagar para
honrarlas. Otra herramienta fue la
presión popular, claramente era
necesario para descartar y eyectar de la
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administración central del estado
nacional a sus ocasionales
representantes. La manipulación de lo
más elemental realizaría el resto como
era de esperar. Y se cumplía
inexorablemente otra la ley omnímoda,
de cara a esa realidad poco podían hacer
las organizaciones del pueblo. El arco
dominante se encontraba unido en una
sola interpretación y la imponía: los
hombres de Alianza política ya no eran
creíbles y necesarios, había que
cambiarlos, el pueblo en la calle los
echaría. El circulo se cerraría con la
demanda de institucionalidad y privada, la libertad de circular, de
racionalidad. Las medidas de seguridad
y control social. serian cuestiones que
debían resolver los resortes del estado y
las autoridades del rubro. Los resultados
están a la vista. En nuestra ciudad hubo
un promedio de cuarenta detenidos por
cada una de las tres seccionales de
policía con que cuenta la ciudad.
Debido a las movilizaciones
fundamentalmente del 19 de diciembre,
hubo casi cuarenta heridos de distinta
gravedad atendidos en el hospitalito y
dos muertes, dos mujeres. Eso es lo que
expresó el director del hospital Mario
Tsernotòpulos en esos días. Frente a los
ciento treinta heridos y asistidos por el
servicio de atención médica de la
Capital Federal y si tenemos en cuenta
la cantidad de habitantes de Villa
Gobernador Gálvez y la capital de la
fación, las cifras no admiten
comparación. Y la ferocidad de la
policia local quedo demostrada una vez
mas. O la impunidad con que
procedieron. .los métodos se aplicaron a
como de lugar y sin miramientos. Desde
la tranquilidad de las reparticiones se
ordenó a los policías enfrentar lo que
designaron como “los saqueos”, una
denominación obvia que caía en la
sociedad y en clave de propaganda
hacían inferir que los que saqueaban,
eran delincuentes. Los mismos que eran
necesarios para tumbar un gobierno,
eran demonizados y condenados, en
primera instancia, como revoltosos y
hambrientos, con derecho a reclamar,
pero no a infligir el derecho a la
propiedad privada, de hacerlo debería
hacerse cargo de las lógicas y nefastas
consecuencias. Otra instancia que
recorrerían los dias de diciembre, sus
protagonistas y el pueblo entero, seria la
adjudicación de la corresponsabilidad
de la represión a la gente, la opinión
pública o la sociedad, los gentilicios
sociales de la globalización, que
reemplazan al pueblo. La demandas por
seguridad, respeto a la propiedad
trabajar se incorporarían a los
argumentos ya conocidos como la
corruptela, ineficiencia o hipocresía
endémica en los funcionarios, pero que
en ese momento cumplieron el rol
filosófico de engendrar consenso o de
dar sustento al supuesto poco quicio que
tenían los bienintencionados
gobernantes. La responsabilidad de la
represión se enjuagaría entonces en la
doctrina de los parámetros de la
democracia arreglada. Las demandas y
sus demandantes serian los
corresponsales de la represión y sus
efectos trágicos. Seria solo una cuestión
de tiempo, las autoridades debían
aguardar que el pueblo entendiera la
necesidad e inevitabilidad de la
represión, los sectores dominantes de la
economía también aguardarían, la
reposición de los cargos, para que
asumieran quienes le garantizaran otro
ciclo virtuoso de producción, sus planes
siempre dicen que ese ciclo genera
trabajo, elevado a la categoría de nuevo
ídolo pagano. La gente que se movilizo
lo hizo espontáneamente, demandaban
un poco de justicia social, el reclamo
con el transcurso del tiempo no pondría
importantes límites o cercos normativos
a la voracidad del capital y a los
políticos corrompidos. Muy pocas cosas
cambiaron en la ciudad, luego de unas
horas o días de los saqueos, surgio un
poco de ordenamiento de la asistencia
 11
alimentaria, pues se cree que al pueblo
hambriento hay que darle un poco
alimento cristiano, rápido como dio
Jesucristo en la Biblia. Y sin ninguna
garantía de su continuidad. De la
generación de puestos de trabajo o la
responsabilidad de los asesinatos de
diciembre poco y nada. Durante la
estadia del expresidentes Menem en la
quinta de don Torcuato, en la que
cumplia arresto domiciliario por los
desaguisados adjudicados a su gobierno,
a mediados del año 2001, en el primero
de julio; una comitiva de Villa
Gobernador Gálvez fue a visitarlo para
felicitarlo en su onomástico. Según el
anecdotario de algunos concurrentes,
estuvieron alrededor de cuarenta y cinco
minutos. Hablaron de campañas,
postulaciones, y todo lo referente a la
política. El expresidentes les confeso a
los visitantes villagalvenses, que el
presidente Deka Rua le iba a pagar caro
esos dias de encierro domestico, según
uno de lso presentes les dijo que Dela
Rua permanecería en la presidencia
menos tiempo que Alfonsín. El encuen
tro fue amenizado con pizzas y algunas
cervezas. Entre la comitiva de la ciudad
se hallaba la presidenta del concejo
deliberante de la ciudad, Graciela
Bonomelli, que en el periodo siguiente
seria intendenta, la primera en la
historia villagalvense. Ella había ido en
representación de Pedro Gonzáles,
según parece. La futura intendenta,
según se cuenta, no pudo hablar de la
emoción del encuentro con Cecilia
Bolocco, la chechu. Otras versiones
aledañas a los días de diciembre de
2001, uno de los playeros del surtidor
que se encuentra en el ingreso a la
ciudad fue interceptado por la policía
local. Había cuatro pasajeros, dos
dijeron ser del partido justicialista my
dos del MODIN, el partido de Aldo
Rico. Y que eran de la provincia de
Buenos Aires. Otra versión identificó al
negro Pepe, un puntero del intendente
Pedro Gonzáles recorría con su auto, un
golf rojo, los barrios trasladando a sus
amigos. En oro lugar de la ciudad, en la
plaza denominada de Los Ferroviarios,
cerca de las 19 del día 19 de diciembre,
dos colectivos bajaban personas con
bolsos vacíos, expresó un vecino, luego
tomaban distintas direcciones. Estas
versiones son demasiadas increíbles
para adjudicar a sectores bien
organizados las movilizaciones de
diciembre de 2001 en Villa Gobernador
Gálvez, empero sirven para ir
completando una posible visión de esos
acontecimientos. Tal vez fue la autoria
de sectores mínimos que decidieron
aprovechar el marasmo social. La
mayoría de la gente que participo en las
movilizaciones lo hizo de forma
genuina y espontánea. Se confundieron
interesados y desestabilizadores. Como
en 1989 la gente en la calle fue usada
para descartar un fracaso político. Los
contenidos en la calle eran auténticos, el
hambre, la desocupación, los asesinatos
de diciembre no se produjeron por
generación espontánea, tiene
progenitores con nombre y apellido.
Durante los primeros días lo que se
denominó causa judicial no tomaba
cuerpo, no había ningún policía
imputado, los jueces de Rosario y de la
ciudad de Santa Fe se excusaban, la
responsabilidad del gobernador Carlos
Reutemann, del ministro de gobierno
Domínguez, del secretario de seguridad,
Enrique Álvarez y de otros funcionarios
no estaba en duda. En tanto por la
represión y la muerte de cinco
manifestantes en la plaza de mayo en la
capital del país, el expresidente
Fernando De la Rua seria indagado.
Graciela Machado, ¿la mataron
o se murió?
Graciela Machado salio de su casa a las
14,30 del miércoles 19 de diciembre de
2001; desobedeciendo el pedido de sus
hijos de no ir a las manifestaciones que
se anunciaban para ese día y que ya a
esa hora comenzaban a producirse.
 12
Mujeres con sus hijos y hombres
nerviosos se cruzaban en las calles de
los barrios. Ella vivía en la continuación
de la calle Bomberos Voluntarios al
2600. Esa calle a esa altura se entierra
de forma perpendicular a las vías del
ferro expreso pampeano, es una
extensión de la arteria del mismo
nombre que continua del otro lado de
las vías. El caserío se erigió de a poco y
desde los noventa comenzó a crecer sin
interrupción y a cobijar a desplazados
de otras regiones, paisanos de la misma
ciudad y jóvenes parejas que
encontraron en las estribaciones de las
vías un poco porvenir. Las precarias
viviendas se encuentran enfrente del
club infantil San Ceferino, no tiene
nombre el asentamiento, pero algunos lo
reconocen y lo llaman “el que esta por
primero de mayo al fondo” o “el que
esta detrás del comando”; precio al lado
de los rieles en dirección a la estación
de trenes Villa Diego y desemboca
debajo del puente negro. Allí Vivian
Graciela Machado y su concubino y
cuatro de sus hijos, en unos metros
cuadrados, construidos de chapas
oxidadas y patio de tierra, además
compartía la vivienda con su hija
Luciana, que a su vez tenia pareja y una
hija. La casilla tenia alrededor de doce
metros cuadrados, allí convivían nueve
integrantes de la familia de Graciela
Machado. Casi enfrente dos de sus hijas
también armaron sus casas, cada una
por separado. Maria su hija mayor fue al
que la acompaño ese dia hasta el
supermercado La Gallega. Ella le había
dicho a su hijo Carlos que no saldría a
ningunee lado, pero a las dos y media
de la siesta de diciembre, por el costado
de las vías, se les escabullo rumbo a la
muerte. Dice María que al legar ya
había una cantidad de importante de
gente en las inmediaciones del negocio,
ellas se quedaron debajo del alero del
local de ventas de materiales El
Ladrillero. Desde allí observaban las
idas y venidas de los manifestantes,
luego de una tensa espera algunos
manifestantes lograron ingresar al
comercio, logrando sobrepasar la
custodia, alcanzaron a sacar alguna
mercadería, pero el movimiento fue
abortado por la llegada de una comitiva
policial mas numerosa. De manera
paralela llegaban mas manifestantes de
todas direcciones, al crecer el tumulto,
los policías dispararon balas de
antitumulto y de gomas al aire, dijeron
algunos manifestantes, otros dijeron que
lo hacían en dirección al cuerpo. El
supermercado esta ubicado en la
intersección de las calles Emilio Zola,
Alem y San Martín, y que son separadas
por una rotonda semaforizada. Desde la
dirección de las tres calles provenían los
manifestantes. Por la calle Alem
provenían de Costa Esperanza, por la
ruta 9, del Fonavi y desde el reloj desde
otros barrios de la ciudad. Los policías
luego de efectuar numerosos disparos,
fueron quedándose sin pertrechos,
algunos de ellos partieron a
reaprovisionarse. En ese momento de
debilidad la concentración trató de
atropellar para ingresar al súper. Los
policías que se quedaron reiniciaron los
disparos de balas de goma, gases
lacrimógenos y mezcladas balas de
plomo. El movimiento produjo las
corridas en diversas direcciones. Una
camioneta policial persiguió a un grupo
de jóvenes que no alcanzaron a escapar
y los alzaron. Otra estampida se produjo
sobre la ruta en dirección a Cachamai.
En ese grupo estaba Graciela Machado.
Ella sufría los calores de ese verano
sobretodo dijeron sus hijas, no fue
mucho lo que pido correr, a los
cincuenta metros cayo fulminada por un
ataque cardiaco. Unos metros, muy
cerca de ella, la otra Graciela agonizaba
por la herida de las balas policiales.
María, la hija, en las corridas había
perdido de vista a su madre. Se encontró
con una de sus cuñadas. Transcurridas
unos minutos, cesaron las corridas y se
fueron armando los grupos sobre las
 13
veredas, esta vez, para ver los heridos o
detenidos. María busco con la mirada y
en algunos de los grupos, a su madre.
En unote ellos encontró a su cuñada
junto a su madre. Esta le dijo que
parecía sufrir un ataque y que aun se
hallaba con vida. Un vecino ofreció su
auto para trasladarla hasta el hospital.
Dicen María y su cuñada que al llegar al
nosocomio, Graciela se exánime.
Después de ser atendida, María dice que
la doctora Villani le confirmó que su
madre estaba el deceso. Otra de las hijas
de Graciela Machado también había ido
hasta el súper con el objetivo de buscar
a su madre. Allí se entero por unos
vecinos que una mujer había sido
trasladada al hospital y que podía ser su
madre según le dijo una conocida suya.
Al llegar al hospital su otra hermana la
puso al tanto del estado de su madre, en
ese momento ya fallecida. Graciela
murió rápido dijeron sus hijos, ellos se
fueron enterando por boca de Luciana.
Las hermanas decidieron que no se le
practicara la autopsia al cuerpo de su
madre y el cadáver les fue entregado sin
mucho tramite. La velaron en una de las
casa de una de sus hijas que vivía en
Coronel Aguirre y fue enterrada a las
cuatro de la tarde del día jueves 20 de
diciembre en ele cementerio San
Lorenzo de nuestra ciudad. Mucho
acompañamiento no hubo. El de sus
hijos y algunos conocidos de la
vendedora de pan casero y pastelitos,
esa era la forma con que Graciela
Machado subsistía en ese momento
contaba con cuarenta y cuatro años
reales, aunque en su documento
figuraba que había nacido el 4 de
noviembre de 1963, sus hijos dicen que
el dia era el correcto, pero no el año.
tuvo nueve hijos, Víctor el mayor
contaba con veinticinco años, y
Antonella; la menor es sordomuda y
fruto de la relación con su ultima pareja,
dde apellido Rolon. Las hijas pidieron a
la municipalidad para adquirir el cajón.
La familia Machado provenía de la
pequeña localidad de Alvear, vecina a
Villa Gobernador Gálvez y se había
asentado hacia unos diez años en la
ciudad. Ellos conocían al presidente
comunal de Alvear Oscar Montagni.
Luciana el día 20 lo llamo para pedirle
ayuda y el político le dijo que fuera
hasta Alvear. Luciana contó que
Montagni llamó por teléfono a la
cocheria Ibarra de Villa Gobernador
Gálvez y les solicitó le facilitaran a la
familia Machado un féretro, dos coches
de compañía y un nicho que seria
pagado por los hijos de Graciela
Machado. Los vecinos del asentamiento
juntaron 20 pesos que fue entregado a
los hijos y que fueron usados para pagar
dos remises. Esa fue la comitiva que
acompaño los restos del Graciela
Machado, aquella calurosa tarde
villagalvense., no hubo discurso ni
despedidas religiosas. Graciela
Machado enviudo de su primer
matrimonio con el que tuvo cinco hijos.
Víctor, María, Noemí, Claudia y
Luciana. Se junto con José Méndez
posteriormente y tuvo tres hijos mas,
Sebastian, Daiana y Ezequiel. Se separo
y luego rehizo su vida con Carlos Rolon
con que son padres de Antonella. La
chiquita es sordomuda y según estudios
que la han realizado, la incapacidad
auditiva de un oído es total, y del otro es
parcial. Los médicos le han
recomendado unos audífonos especiales
que cuestan, según sus hermanas, unos
tres mil pesos. Los profesionales le han
manifestado que si Antonella tuviera los
medios, escucharía y podría comenzar a
pronunciar las primeras palabras. Tan
simple y tan difícil de lograrlo para la
familia Machado. Han tratado de
gestionarlo en el municipio, pero hasta
ahora no han tenido respuesta. Sus hijos
menores han quedado a cargo de sus
hermanos. Con María están Daiana y
Ezequiel. Sebastian se ha quedado con
Luciana. Los cinco hijos mayores llevan
el apellido de su padre, que se llamaba
Juan Herrera. Sus hijos no iniciaron
 14
ninguna acción judicial por la muerte de
su madre. Son sumamente humildes y
de pocas palabras, viven en su mayoría
en un asentamiento precario de nuestra
ciudad, algunas de ellas cobran el plan
jefes de hogar y las autoridades poco
saben de sus necesidades. Graciela
Machado era reconocida por sus
vecinos por la gran laboriosidad. En el
tiempo que sucedió su muerte, no la
estaba pasando bien. Sus hijas dicen que
había bajado de peso, ella vendía pan
casero con la esperanza de sobrevivir
día tras día, no obstante se mantenía
aferrada a ese trabajo y al poco ingreso
le que generaba. Hay se encuentra
relajada de ese esfuerzo que ella
disfrutaba tanto, hay un obituario
escrito en aire, repetido por su familia y
por el pueblo. Se trasmite de boca en
boca y ha quedado grabado en la
memoria popular para siempre.
¿Dónde ha estado María
Concepción Castro?
María Castro fue la única persona que
quedo detenida desde los denominados
saqueos de diciembre de 2001 en Villa
Gobernador Gálvez y en la provincia de
Santa Fe. Purgo nueve meses encerrada
por lo que aun hoy para ella, no tiene
explicación. Ella vive en el límite oeste
de la ciudad. La casa es de material y
descarnadamente humilde. María
quedo atrapada como resultado vivido
de lo que dejaron las corridas y las
actuaciones de los agentes de policía y
que sintetizaron en una decisión
señorial los magistrados judiciales. Una
perversa conclusión que descargo la
proporción de crisis suficiente sobre una
empobrecida villagalvense. Aquel dia
Maria habia salido a comprar una bolsa
de pañales descartables para su hija
menor. A las tres y media de la tarde
partio de su casa en una bicicleta en
dirección al supermercado Coty ubicado
en las calles Filipini y Levalle
recientemente inaugurado. En forma
desgraciada para ella el local ya había
sido uno de los centros del paso de la
movilización social. Los policías que se
hallaban presentes trataban de dispersar
a los merodeadores que aun quedaban
por esa hora. María venia circulando en
su bicicleta por la calle Filipini en
dirección norte –sur y cuando se
encontró a la altura de la calle de la
calle Bordhabere un agente del
comando radioeléctrico efectúo unos
disparos con balas de gomas que
impactaron en el pecho de la mujer y
que la hizo caer al suelo.
Inmediatamente dos policías se
abalanzaron sobre ella, uno la sujetaba
de los cabellos y los brazos, mientras la
llevaban al móvil a los empujones y en
tramos a la rastra por el suelo, trato de
defenderse y con insultos y a las
patadas la introdujeron en la parte
posterior de la unidad policial. Una
parte de la manifestación que se
encontraba observando comenzó a
protestar por la detención de la mujer y
trataron de iniciar un protesta
dirigiéndose al patrullero con la
intención de no dejarlo circular. Para
dispersarlos los agentes dispararon
gases lacrimógenos con tan mala pericia
o suerte que una de los proyectiles dio
en uno de los gajos de un árbol de la
vereda rebotando y arrojándolo al
interior del coche. Los dos agentes que
se hallaban a punto de introducirse al
auto salieron eyectados hacia fuera,
dejando a María inmersa en el humo
lacrimógeno. Las puertas traseras de las
unidades de la policía no se abren desde
su interior, María no pudo salir y sufrió
un ataque de nervios y de una
desesperante taquicardia. El humo se
disipo luego de unos largos minutos y
recién entonces volvieron los agentes.
Partieron en dirección a la seccional 26ª
situada en las calles Mitre y Buenos
Aires. Antes tuvieron una parada, fue en
la estación de servicio de combustible
de la Filipini y Mitre. Los dos policías
se bajaron a remojarse las caras con
agua debido al calor y a quitarse el olor
 15
a gas impregnado. María les pidió a
grito pelado que la dejaran hacer lo
mismo, ella sentía al pelo como
engrasado. Una cuota de vergüenza
habrán sentido los agentes porque
accedieron al pedido, pensó María.
Luego la llevaron a la comisaría, ella
cree que era aproximadamente las
cuatro y media de la tarde, los agentes
habían cargado del súper unas latas de
duraznos, una lata de creolina y unos
paquetes de azúcar, dicen que es parte
de parte de la evidencia, María dice que
ella no había llegado aun cuando se
produjo el ingreso de la gente al súper y
la actuación de la policía. Pero sus
aclaraciones, en ese momento, no eran
relevantes. Ella cree que esta marcada.
Como le había expresado el juez
Osvaldo Barbero, en una audiencia
largamente solicitada. El magistrado le
expreso que ella no podía estar ahí, si
estabas es porque estabas robando, vos
no podes hacer nada, estas marcada. Esa
audiencia la había conseguido luego de
amenazar al secretario del juez con
arrojarse desde la ventana del juzgado,
ubicado en uno de los pisos superiores
de los tribunales provinciales. De mala
gana accedieron, por pura formalidad. A
la una de la madrugada del dia 20 de
diciembre la trasladaron a la escuela de
cadetes de policía de Rosario. Fue ella
custodiada por dos agentes. En la
escuela la arrojaron en un galpón junto
a un centenar de detenidos, todos
varones. Ella dice que no durmió en
toda lo que resto de la noche. Recordaba
los minutos en que quedo apresada, sus
hijos , la bicicleta que quedo tirada en la
calle. De los cinco pesos que había
llevado para comprar los pañales, a eso
lo habían agarrado los policías de la 26ª
dice. Su defensora de oficio en una
entrevista la había manifestado, que a
quien pretendía engañar con la historia
de que había salido a comprar pañales
con cinco pesos ese día. Ese mismo día
extravió los documentos, no recordaba
bien si los había perdido o se lo quitaron
los policías. Sus hijos mayores, Diego y
Melina, ese día 19 al entrar la tarde
preocupados por la demora de su madre
fueron hasta la seccional de policía 26ª a
preguntar si habían detenido a una
persona con las características de María
o denunciar su desaparición. Obtuvieron
como contestación que no se hallaba
ninguna persona con las características
descriptas por los hijos de María y que
no tenían demorado nadie con ese
nombre. Luego fueron al hospital
Anselmo Gamen de la ciudad, y al
Roque Z. Peña de Rosario y no
encontraron respuesta ni datos del
paradero de su madre. A la nueve de la
noche volvieron a la comisaría
acompañados con Marcos Prokopief, el
concubino de María. Esta vez le
contestaron que María si se hallaba
detenida en esa seccional y que seria
liberada cerca de la medianoche. Ellos
aguardaron hasta esa hora pero María
no fue liberada. Desde esa comisaría
fue trasladada a otra dependencia de
Rosario. Sin mucho aclarar María quedo
atrapada en la maraña de argumentos
mediáticos y políticos expuestos como
información general en los medios, de
nada servirían la explicación de sus
motivos, como los de miles, los de ellos
se interpretarían en clave política por
los sostenedores del momento y serian
usados para derrocar a un ineficiente
presidente constitucional. La
particularidad del caso María Castro se
perdería en el ninguneo al montón.
Máxime si las personas registran algún
tipo de los llamados antecedentes.
María Castro había sido condenada a
cuatro años de su vida por un hecho
anterior. Ella había sido acusada de
encubrir a su hermano y a su cuñada, en
la ocasión en que estos cometieron el
mayor atraco a un banco en la historia
villagalvense. Eso sucedió cuando
asaltaron el por entonces banco Vaf, hoy
Credicoop. La investigación de aquel
suceso la hizo participe en el
ocultamiento del paradero de su
 16
hermano y su cuñada. Ella estuvo presa
desde 1991 hasta 1995. La doctrina
judicial o su interpretación anda y
declama que una vez cumplidas las
penas asignadas, los condenados
enrasan su cuenta pendiente con la
sociedad y en libertad sus derechos
quedan restablecidos y puede ejercerlos
como el común de las demás personas.
Sin embargo muchos empobrecidos que
estado detenidos confiesan que la
sociedad no olvida por lo tanto no
perdona el pasado de las personas que
han transitado las comisarías y cárceles,
mucho menos olvida la corporación
policial. El pasado de María nunca
enrasó su carrera contra el olvido. Este
reaparecía si la mujer buscaba trabajo
por ejemplo. Su rostro era más conocido
que otros y aquello de que había pagado
s cuenta con la sociedad se convertía en
un anatema. Ella nunca pudo ejercer sus
derechos con plenitud. La plica y el
sistema judicial se encargaban de
recordarle que a pesar de haber estado
presa, sin pruebas, su pasado reaparecía
siempre. El juez Barbero se lo refrescó
en esa audiencia conquistada bajo
presión, le expreso que en esas
circunstancias su palabra no contaba.
El día 20 de diciembre, cerca del
mediodía, la trasladaron a los tribunales
provinciales a prestar declaración, no
fueron muchas preguntas dice ella, a las
cuatro de la tarde la llevaron a la
comisaría 4ª, su reclusión definitiva.
Dice ella que recién en ese lugar pudo
tomar un poco de agua y comió algunas
hamburguesas resecas que le dieron.
Trasladada su causa la juez de sentencia
Ernesto Genesio, este le comunico que
estaría un tiempo detenida y que haría
lo posible de ponerla bajo arresto
domiciliario. Salio bajo esa condición el
17 de mayo de 2002. debía presentarse
el 19 de septiembre en la nueva jefatura
de policía de donde seria legalmente
liberada. Mariam cuenta que cuando
regreso a su casa, esta estaba peor que
antes. Tenia un trabajo de empleada
domestica, que ahora no lo tenia. Tiene
seis hijos, Diego de 22 años, Melina de
20 y Hugo de 11 fruto de su primer
matrimonio. Leonel de 6 años, Jonás de
4 y Marilyn los tuvo con su actual
concubino. Sus hijos mayores han
tomado vuelo propio; los menores viven
con María. Estos aguardaron todos esos
meses con impaciencia la vuelta de su
madre. Durante ese tiempo subsistieron
como pudieron, viviendo carencias
indecibles y que les impedían inclusive,
contar con los medios para visitar a su
madre presa. Marcos Prokopief, su
concubino se trasladaba en bicicleta
para verla. El se encontraba desocupado
y obtenía algún ingreso vendiendo
trapos viejos a los talleres metalúrgicos.
Le había conseguido un plan social,
pero en agosto de 2001 se le “cayo”, le
dijeron. En el padrón de beneficiarios
de plan jefes y jefas de hogar, también
figuraba María Castro, aunque ella
nunca lo había solicitado, dice que se lo
estaban cobrando en su ausencia. A
María no le sorprenden estas cosas,
siempre hay vivos reconoce. Deposita
un poco de confianza y la suerte de su
incierto futuro en una nueva fe
religiosa, la comenzaron a convencer
durante el ultimo encierro. Al volver
encontró a sus hijos sin ir a la escuela y
descalzos, ya han pasado varios dias de
su vuelta y los pibes con total inocencia
juegan en el patio de tierra de la casa
ubicada en el barrio Coronel Aguirre.
Ella pensaba que desde el 19 de
septiembre tendría un nuevo documento
y una nueva cara o ilusión, pero son
muchos los imponderables. Su historia
de vida es bastante parecida a la de
Graciela Acosta y Graciela Machado,
las dos mujeres que encontraron la
muerte el 19 de diciembre de 2001
frente al súper La Gallega. Tanto Miaría
como las dos Gracielas ya habían
formado parejas anteriores. María había
estado casado con un policía con el que
tuvo tres hijos. El tercer hijo tenia solo
un año cuando fue detenida por primera
 17

vez. Su expareja había sido acusado de El viernes 12 de diciembre de 2003 el

matar a un menor y desde entonces se juez Osvaldo Barbero resolvió
encuentra prófugo de la justicia. Su involucrar a tres policías en el asesinato
actual hija menor, Marilyn, tenia solo un de Graciela Acosta. Eran el comisario
año cuando fue detenida en diciembre inspector Sergio Sigfredi, el comisario
de 2001. María es una mujer morena, principal José Luis Abraham y el
delgada y activa. Lava los trapos viejos sargento Luis Quiroz, estos dos últimos
que su pareja sale a vender por las pertenecientes a la seccional 29ª de
calles. Tiene 40 años y no se resigna a Villa Gobernador Gálvez.
soñar con un porvenir mejor. El día 3 de Tuvieron gran relevancia para que esto
septiembre de 2002 el periódico El sucediera los testimonios del periodista
Ciudadano dio cuenta en una nota Marcelo Nocetti y de la militante social
pequeña de su existencia, aparecía una Mónica Cabrera presentes en el
de las victimas silenciadas de diciembre momento de las muertes de las dos
de 2001, ella era la única persona Gracielas.
detenida hasta esos dias por los sucesos
de aquella jornada en la provincia de
Santa Fe. El 19 de septiembre la
comisión policial se adelantó en el
horario, en vez de buscarla a la hora
señalada, la pasaron a buscar cerca del
mediodía por su casa del barrio
villagalvense. Junto a ella trasladaron a
otro detenido más a declarar en los
tribunales provinciales. Al momento del
arribo se desarrollaba un acto que
demandaba justicia por los asesinados
de diciembre de 2001. Luego de
cumplir con el trámite judicial los
trasladaron a la nueva sede de la jefatura
de policía, donde los dejaron en
libertad. Afuera la estaba aguardando
desde varias horas Marcos Prokopief, su
concubino, con la bicicleta dispuesta a
llevarla en el caño hasta Villa
Gobernador Gálvez. María esta de
vuelta en su casa y con sus hijos. No
llora ni se lamenta, esta en libertad y sin
documentos. A los efectos del padrón
constitucional, de los acreedores al
derecho, ella no esta. Pero aunque no
tenga dni, ocupa un lugar físico le
corresponde uno, aunque no se anime
ahora ni siquiera a salir a la vereda.

*Esta crónica se termino de realizar a

principio de diciembre de 2002.
En ese momento no había ningún
policía imputado ni detenido.
 18
Crónica posterior al 2004.
El jueves 13 de diciembre de 2006 era
absuelto el sargento Luis Armando
Quiroz por el juez de sentencia Nº 5
Ernesto Genesio. El policía era el
principal acusado de ser el que había
disparado contra Graciela Acosta el
miércoles 19 de diciembre de 2001
aproximadamente a las 17 frente al
supermercado La Gallega. El
magistrado expresó o resaltó en su
resolución que las contradicciones
deben valorarse a favor del reo. Esta
consideración surgía debido a la
declaración de la testigo Mónica
Cabrera. El fallo fue apelado por la
fiscal Elida Rivoira, quien había pedido
una pena de 13 años de prisión para el
asesino. Casi un año después el 7 de
diciembre de 2007, el sargento Luis
Armando Quiroz era condenado a 11
años de prisión por la sala IV de la
cámara de apelaciones en lo penal de
Rosario. De esta manera ese tribunal
desandaba el fallo de juez Genesio.
Dicho sea de paso, el mismo togado
había sido el que determinara el
encerramiento de María Castro por
nueve meses, convirtiéndose en la única
persona de la provincia de Santa Fe que
padeciera ese estado por haber alzado
unas mercaderías de la vereda del
supermercado Coty de Avenida Filipini
y Levalle el mismo día que mataban a
Graciela Acosta y Graciela Machado.
Los jueces Rubén Juckis, Guillermo
Julio Fierro y Antonio Oscar Paolicelli
hallaron penalmente responsable al
policía, al que detuvieron
inmediatamente. El policía recién pudo
ser individualizado el octubre de 2003,
estaba en la nómina de agentes
intervinientes el 19 de diciembre de
2001 frente a La Gallega. Según los
camaristas la autoría resulto encubierta
por el responsable policial de la
pertinente investigación. En la primera
nómina considerada, el policía no había
sido incluido. Algo similar sucedió con
el proceso judicial en el caso del
asesinato de Pocho Lepratti, en ese caso
los responsables de elaborar el sumario
de la jornada alteraron los roles, quienes
corrían peligro eran los policías y no los
asesinados. La bala que salio de la
pistola Browning 9mm con el registro
Nº 27.941 estaba a cargo de Quiroz que
prestaba servicios en la seccional de
policía 29ª de Villa Gobernador Gálvez
a cargo del comisario José Luis
Abraham, el área policial estaba al
control del comisario inspector Luis
Sigfredi. La pericia balística realizada
por los peritos de la gendarmería fue
fundamental. Los testimonios de
Mónica Cabrera y el periodista Marcelo
Noceti fueron relevantes a la hora de
esclarecer el minuto fatal de la jornada
en que caían las dos Gracielas. En ese
periodo de tiempo transcurrido los
responsables políticos del control
policial o la seguridad en la provincia
por esos días; desde el subsecretario de
seguridad Enrique Álvarez, pasando por
el ministro de gobierno, y el gobernador
de la provincia Carlos Reutemann
fueron sobreseídos de las acusaciones
publicas realizadas por los familiares de
los asesinados por la policía santafesina.
El 13 de febrero de 2004 el poder
ejecutivo de la nación ingresaba al
congreso de la nación el proyecto de ley
reparatoria a favor de los familiares
directos de las victimas del 19 y 20
diciembre de 2001 de todo el país. Se
incluía también a los que habían sufrido
la represión. Para la ocasión, el
presidente asumido el año anterior
Néstor Kirchner, recibió o les fueron
llevados, a casi todos los familiares de
las personas asesinadas, se sacó fotos
con algunos de ellos. La prensa nacional
divulgo los pormenores del acto. Los de
Villa Gobernador Gálvez estuvieron en
esa camada de personas afectadas. El
proyecto prometía resarcir
económicamente a los familiares, pero
perdió estado parlamentario repetidas
veces. De más esta decir que lo
 19

sucedido, lamentablemente, fue una

comedia más. De las tantas que se
montan cuando se trata de
empobrecidos. En la actualidad no hay
sones de esa iniciativa, los familiares
como presintiendo no preguntan.
Graciela Acosta tuvo en vida dos
parejas con las que parió seis hijos. Dos
de ellos quedaron con su abuela. Uno
con su hermana, otros dos con su padre
y el mayor no se sabe donde anda. Ella
vivía con sus hijos en el barrio Fonavi,
desde esas torres caminaba hasta donde
sea por un poco de dignidad que para
ella era un poco de leche y comida.
Graciela Machado intento reamar su
vida en tres oportunidades y esas
experiencias le dejaron nueve hijos.
Vivía en el asentamiento precario de 1º
de mayo al fondo, frente al club infantil
San Ceferino. En las estribaciones de
las vías del ferro expreso pampeano.
Alrededor tienen sus casas casi todos
sus hijos, algunos mayores, otros
adolescentes. La menor es sordomuda,
sus hermanas dicen que no habla porque
no escucha nada, pero como no hay
plata, no es posible la rehabilitación de
al menos un oído. Graciela Machado
vendía pan casero, churros, tortas fritas
en las siestas y las tardes a los
pobladores en los barrios entierrados.
En la ciudad del olvido, las Gracielas,
proliferaron de a miles en las
manifestaciones de los caceroleros,
piqueteros y en los cortes de calles y
rutas del año 2002 fundamentalmente.
Con sus hijos, maridos, vecinos y
flamantes o antiguos desencontrados.
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A la Compañera Graciela Acosta

De la calle siniestra donde aullaron lobos,

Vendedores de furia y hacedores de muerte,
Donde el cemento cubre la tierra,
A la que tenias mas derecho que un árbol,
Surgió tu grito multiplicado en ramajes de rebeldía,
Y tu cara de adolescente ilumino las fachadas oscuras de la vergüenza.

Esparcida esta como una incomprensible afrenta,

Tu joven sangre esencial en nuestros cuerpos ateridos,
Por tanto odio, rodeados por la bestial estructura de la infamia,
Para darnos un abrazo vivificante, grávido y pleno,
De bronca, de compromiso, de amor y de esperanza.

Flor morena que deshojó la criminal tempestad,

Propiedad del viento impuro que exhalan los poderosos,
Empero no evitaron que fluyera su fragancia viva,
Que subsiste y se reproduce en la entrañas de tu pueblo.

No aborrecemos el luto sangriento que nos impusieron,

Ni motivan nuestros ánimos la árida sed de la venganza,
Si odiamos y no perdonamos, ni olvidamos, que lo sepan,
Que hayan querido borrar con balas traicioneras tu abnegado ejemplo,

Que anidaron tus afanes, tus sueños primordiales,

Esos mismos son los que hoy nos empujan con denuedo,
Para luchar sin desmayo por la patria limpia y justa,
Donde en cada sonrisa que delate sus ansias de vivir,
Volveremos a contemplar el tierno rostro que te conocimos.

 La poesia es autoria de
AldoCabrera
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Graciela Machado con dos de sus hijos

en la Plaza a la
Madre.

Graceila Acosta con dos de sus hijos