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EL OFICIO DE LA HISTORIA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Augé, "Présence, absence", en Luce Giard (ed.), Mzchel de Certeau, Paris, Cen-
Pompidou, Cahiers pour un temps, 1987, p. 84.
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I
HISTOIUA
Y PSICOANÁLISIS.
ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
siglo de su orden (1540-1640), luego como un historiador de la mística quien se veía entonces totalmente situada en la ambigüedad. La expli-
del Renacimiento en la Época Clásica, pero también como un hombre cación, un poco débil, no era nada sorprendente: los historiadores y los
de su siglo, apasionado por la observación de las sociedades contem- ociólogos habían mostrado, tiempo atrás, que nunca es sencillo sus-
poráneas de Europa y de Latinoamérica, un cristiano "emocionado" aerse al pacto social que rige la estabilidad de las identidades y sus
por los acontecimientos de mayo de 1968, impaciente por ver que se presentaciones. Para explicar el trayecto de su camino, Michel de
tomaran las medidas para llevar a cabo la actualización y, además, erteau tenía la costumbre de decir que se había limitado a dar "un
como un historiador que hurgaba en la especificidad de la epistemolo-
gía de la historia, un intelecto generoso que se interrogaba sobre la
construcción del lazo social y la afirmación de las diferencias en el
espacio público o, más asombroso aún, un admirador de las "artes del El recorrido de las disciplinas
hacer" que organizan la vida ordinaria de cada día, obstinado en ren-
dir cuentas, conscientemente, a nivel teórico, mediante una selección ¿De qué manera y por qué se dan tantos recorridos por las disciplinas,
de categorías y procedimientos, tomados de las últimas proposiciones por los sitios de investigación, por las formas de tematizar y de cons-
de las ciencias sociales y humanas?*Esta movilidad y esta exigencia de truir interrogaciones transversales? De Certeau se desplazaba de un
pensamiento daban, a veces, una impresión de vértigo, inspiraban la saber a otro por necesidad, para comprender un problema originado
sospecha de adivinar en ellas una primera inconstancia o, tal vez, una en otra parte, ahí donde él creía que no se le había tratado correcta-
superficialidad oculta. Este jesuita historiador, tan poco común, des- mente. Su intención no era confundir las identidades disciplinarias; no
pertaba, en algunos, el recuerdo de una historiografía, heredada de la predicaba la mezcla de métodos ni de conocimientos en nombre de
Ilustración y repetida en el siglo XI~, hostil a la Compañía de Jesús, a una unidad última del saber, ni en virtud de la condición común a
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todos los sujetos cognoscentes. Historiador atento a lo que él llamó "la
operación historiográfica", para designar las condiciones reales (y ya
2 Entre sus obras, se podrán consultar, sobre el primer siglo jesuita: Pierre Favre,
. Mémorzal, ed. y tr. de Michel'de Certeau, Paris, Desclée De Brouwer, Christus, 1960;
no las de principio) en las que se ejerce la profesión, De Certeau insis-
tia en el marco histórico (un contexto cultural, una jerarquía de cono-
Jean-Joseph Surin, Guide spzhtue1le pour la perfection, ed. Michel de Certeau, Paris,
l
Desclée De Brouwer, Christus, 1963; Jean-Joseph Surin, Correspondance, ed. Michel de
Certeau, Pari9~escléeDe Brouwer, Bibliotheque européenne, 1966. Sobre la historia
ientos, una gestión social de lugares y cargos) que rige a cada -
iplina, y que pesa sobre su definición y sobre su individuación,
de la mística: La fábula místzca! Szglos X ~ I - X ~ Utr., de Jorge López Moctezuma, México,
UN-Departamento de Historia, 1993 (1982). Sobre mayo de 1968, las sociedades con-
si los especialistas prefieren subrayar la validez de su tradición de
temporáneas y el compromiso de un cristiano en este mundo; La toma de la palabra y ensamiento, su economía interna y la coherencia de las distinciones
otros escrztos polítzcos, ed. establecida y presentada por Luce Girad, tr. de Alejandro ahí se plantean. De esta serie de diferencias y de actos de separa-
Pescador, México, UIA-Departamento de Historia/rr~so,1995 (1994); La Culture au periódicamente revisada al surgir nuevos conocimientos, De
pluriel, nueva ed. Luce ~iard,IParis,Seuii, Points, 1993; La Fazblesse de crozre, ed. Luce
Giard, Paris, Seuil, Esprit, 1987. Sobre la epistemología de la historia: La escrztura de la
erteau reconocía la función y la utilidad de determinar, para cada
hzctorza, tr. de Jorge López Mqctezuma, 3" ed. tr. revisada, México, UIA-Departamento isciplina, sus usos internos a la profesión y sus relaciones de vecin-
de Historia, 1993 (1984). Sobre el lazo social y la manifestación de las diferencias, ver, d con las otras disciplinas. Sabía la importancia de las marcas de
en colaboración con Dominique Julia y Jacques Revel, Llne polrtzque de la langue. La onocimiento y de los procesos de legitimación para todos los espe-
Révolutzonfvan~azseet les patoisk lfenqu2tede Grégozre, Paris, GaUimard, Bibliotheque des
histoires, 1975 (también disponible en Folio Histoire, 2002). Sobre la vida cotidiana
ialistas de un dominio del saber del que reciben su identidad. Éstos
ordinaria, los dos volúmenes de La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, nueva ed. ueden apoyarse sobre esas marcas y esos procesos para establecer
establecida y presentada pori Luce Girad, tr. de Alejandro Pescador, México, UIA- entre ellos un acuerdo mínimo sobre los principios, los métodos, un
Departamento de Historia / KESO/CEMCA, 1996 (1990); y, en colaboración con Luce ocabulario técnico, todo un aparato que permite la acumulación de
Girad y Pierre Mayol, 2. Habbtar, cocinar, tr. de Alejandro Pescador, ed. revisada y eriencias y resultados, y luego su circiilación en forma resumida,
aumentada por Luce Girad, México, UIA-Departamentode Historia/rr~sO,2000 (1994).
Sobre su bibliografía completa, ver la nota 7. Para un conjunto de estudios sobre su acias al ordenamiento de una teoría explicativa. La mirada perspicaz
obra, ver las recopilaciones señaladas en las notas 1, 7 y 36. Añadiremos: Claude e echaba De Certeau a la vida del conocimiento (educado por la
Geffré (ed.), Michel de Certeau ou la dlfférence chréttenne, Paris, Cerf, Cogitatio fidei, meditación de los clásicos de la historiografía, en trato cercano con los
1991; Luce Giard et aliz, Hzstozre, mystzque et polztzque. Mzchel de Certeau, Grenoble, andes eruditos del siglo XVII y con los tratados metodológicos a prin-
Jér6me Millon, 1991; Jeremy Aheame, Michel de Certeau: Interpretation and zts Other,
Cambridge, Polity Press, 1995) ios del siglo XX) estaba imbuida de otras lecturas más inesperadas,
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mSTORlA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y R C C I ~ N
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tomadas de la filosofía y de la sociología de las ciencias, sobre todo con aba de este tipo de grandilocuencia, como desconfiaba de las
Karl Popper, Thomas Kuhn o Bruno Latour, desde su inicio iconoclasta proclamaciones que acompañaron, durante cierto tiempo, la
bajo el sol ~aliforniano.~ Se percibirá el eco en las páginas que siguen, ación de la informática. No es que no deseara detenerse en su me-
particularmente en los capítulos sobre Michel Foucault. ogía o en su epistemología. No negaba a los historiadores la posibi-
Esta conciencia de la historicidad inscrita en la definición de los de utilizar esos nuevos medios de recopilación y tratamiento de
métodos y en la manera de desglosar los objetos de investigación lo tos a gran escala que podían llevarlos a conclusiones inalcanzables
incitaba a rehusarse a sacralizar el valor cognitivo de las prácticas pro- otras vías. Pero creía que era indispensable reflexionar sobre las
pias a una disciplina. Esta conciencia le dio la libertad de no sentirse ideraciones de este recurso, a fin de descartar los equívocos, como
constreñido por ellas. La lógica de sus preguntas a veces lo llevó a resa aquí: "el homenaje que se rinde a la computadora se apoya en
apartarse de las respuestas recibidas; sin embargo, se rehusaba a re- ambición de hacer pasar el discurso histórico por un discurso
nunciar a la pregunta planteada y se veía obligado a continuar el reco- . El peligro señalado era el olvido de la historicidad, que lleva-
rrido del pensamiento más allá de las fronteras de la historia, la rancia de los límites y de la fragilidad de una representación
disciplina que le daba su acreditación. Esta inconformidad intelectual asado. Frecuentemente hacía esta alusión a lo "real", como ilusión
se refería tanto al tratamiento de las preguntas seleccionadas como a la id de las interpretaciones, al referirse a la historia o al psicoanálisis,
elección inicial de las preguntas por hacer. No se dejaba desviar de o si ambos, sometidos a las mismas tentaciones, ofrecieran a sus
ciertas preguntas por los juicios establecidos, listos para descalificar acticantes respectivos la oportunidad de una misma lucidez.
una "antigua pregunta", por no formularse con claridad en un estado Cuando cruzaba el campo de una disciplina, se esforzaba por
de conocimientos más reciente, considerado más avanzado o más cien- tenerse fiel a su propia disciplina. Tenía cuidado de repetir su
tífico. Pensaba que esta descalificación (frecuentemente acompañada tidad de origen y los límites de su competencia, para evitar toda
de una pizca de desprecio hacia los "problemas pasados de moda") era igüedad y toda legitimidad ficticia. En su reflexión sobre la histo-
la máscara de una impotpncia, de un temor no confesado. Le parecía afía, se dirigía con gusto al psicoanálisis. No le llamaron la aten-
. que no podía afirmarse el sinsentido de una pregunta sólo con base en ni la psicohistoria de los grandes hombres (creada por Freud y
que ésta fuera difícil de articular en enunciados del conocimiento ac- tt sobre el caso del presidente Wilson, y tan atractiva todavía para
tual; lo conqario le parecía más verosímil. Debía aún probarse esta s ) ~ni las consideraciones generales sobre los secretos de las
presuposición, y abordar iia pregunta desde otro ángulo, cambiando la idades colectivas a los que el psicoanálisis daría acceso (una
perspectiva sobre los problemas considerados, lo que permitía entrar ión inscrita en la línea de Jung, a la que otros historiadores no
al terreno de otra disciplina y recurrir a sus propios instrumentos. ieron resistirse). De Certeau decidió hacer su reflexión sobre el
Así es como habría rqueentender la ironía velada de su expresión, ud historiador o, más bien, sobre el Freud que se probaba en el
que sitúa la historia en al& sitio "entre la ciencia y la ficción". Al utili- io de historiador. Leyó algunos de sus textos a profundidad, fre-
zar esta fórmula inesperada, no estaba animado por la voluntad de dis- ntemente en la versión alemana original, y consagró un estudio
minuir la condición epistémica de la historia; quería solamente hacer allado a dos ejemplos de ese trabajo histórico. Por una parte, fijó la
justicia a la profundidad de las preguntas ahí planteadas, si no resueltas. nción en el último libro de Freud, Der Mann Moses (1939) [El hombre
Más que a un ímpetu del la pluma, la fórmula remitía a un elemento isés], que comenta la historia bíblica de Moisés y del monoteísmo
esencial en su concepciónfdela historia, cuyo análisis se encuentra des- ío; por otra, en el caso de neurosis y posesión demoníaca (ocurrido
arrollado en el primer capítulo de esta obra. Justamente porque sólo la 1677-1678 en la Austria católica), a lo que se refiere Freud en 1923.
necesidad del trabajo presente lo hacía cruzar las fronteras de las disci- dos textos privilegiados remiten a dominios que caían directamen-
plinas, nunca estuvo tentdpo a erigirse en portabanderas de un discurso ntro de su competencia: la figura de Moisés es bien conocida por
de principio sobre las virtudes de la interdisciplinariedad. Más bien, la teología cristiana del Antiguo Testamento; Haitzmann, el neu-
i co de 1677, no es muy distinto a las poseídas de Loudun en 1634,
Karl R. Popper, La logzque de la découverte scientifique, tr., Paris, Payot, 1973; Thomas
S. Kuhn, La structure des révolutions scfentifiques, ir., Paris, Flammarion, 1972; Bruno
Latour y Steve Woolgar, Laboratoy Llfe: The Soczal Constructzon of Scient$c Facts, Beverly Saul Friedlander, Hzstozre et psychanalyse. Essaz sur les poss~bzlztéset les lzrnztes de la
Hills (CA),Sage, 1979 (tr. LA v z e b laboratoire. La productzon des faits scientlfiques, Paris, La hzstozre, Paris, Seuil, L'Univers historique, 1975, específicamente el capítulo 2, "La
Découverte, 1988). aphie psychanalytique est-elle possible", pp. 81-141.
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b Y PSEOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y F'ICCI~N
HISTORIA
cuyos procesos estudió (volveremos a Loudun más adelante). Sus dos avor de la interdisciplinariedad. Esta modestia voluntaria del dis-
capítulos sobre Freud, frente a Moisés y frente a la neurosis de Haitz- distancia mantenida frente a las instituciones del
mann, constituyen la última parte de su libro La escritura de la historia caracterizaba su conducta en el recorrido intelectual, a la mane-
(1975) donde se construye principalmente, su concepción teórica de la un fronterizo que, sin ser del todo ni de aquí ni de allá, mantiene
disciplina, lo que señala la importancia que le concedía a Freud en su ertad de movimiento entre las lenguas, entre los ambientes, entre
reflexión sobre la historiografía. culturas. La historia estaba sólidamente enraizada en el centro de
Por el contrario, se observará que no se ocupó tanto de los preguntas; él explícitamente le atribuía esta
otros textos en que Freud explicaba la historia del movimiento psi- reflexión, pero nunca trató de quedarse con una
coanalítico. Ciertamente les prestó alguna atención -se refiere a ellos cela de poder en el corazón de la institución historiadora. Conser-
en el capítulo 11 de la presente obra- pero sin relacionarlos directa- ella, la misma actitud que en relación con otras
mente a las posturas que están en juego en una "escritura de la his- tituciones que frecuentaba o por las que pasaba, ya sea en lo que se
toria". Además/ debernos Subrayar que su relación con el sicoanálisis, a la teología, o al campo político; mostraba,
psicoanálisis no se limitaba al estudio de una herencia textual, lega- llos, esa mezcla particular de respeto social, de exigencia
da por Freud: tuvo lazos verdaderos en Francia con el medio vivien- stancia crítica que tanto imponía e intrigaba, y que le ase-
te de los psicoanalistas, sin jamás querer incorporarse como analista raba una misteriosa forma de libertad.
práctico. A los que se sorprendían, les contestaba que no quería
ocupar todos los sitios ai la vez. Perteneció a la Escuela freudiana de
París durante el tiempd de su existencia (1964-1980), fundada por ares de elección y de composición
Jacques Lacan, al que dedica el último capítulo de este libro. Encon-
tró en los escritos de Lacan una inspiración y un estímulo invalua- de movimiento estaba al servicio de un trabajo de inves-
bles; y, en su ~scueld,interlocutores que le eran importantes. preciso, exigente, desplegado entre la historia, la lingüística,
. Participo ahí en grupos be trabajo y en círculos de discusión, contri- pología y el psicoanálisis, por nombrar las disciplinas más
buyó a seminarios, colofiuios y encuentros, publicó artículos en di- uentadas. Debemos añadir, además, la filosofía y la teología,, por
versas revisaas y volúmenes relacionados con esta organización. En tes en el sustrato de una gran erudición y en la
esta red fue visible y acdivo, pero conservó su identidad de historia- n del pensamiento. Las dos habían sido objeto de una
dor y dejó clara su condición al esforzarse por alejar de él toda su- ión inicial, recibida en la universidad, en Grenoble y en
puesta competencia comb analista, como subraya aquí en el capítulo , y luego en el Instituto Católico de Lyon, formación que se
111: "Historiador de oficiq, o miembro de esa escuela desde su funda- letó y profundizó después en la Compañía de Jesús, de acuerdo
ción, no estoy mejor 'situado' para hablar de Freud, o para ser con- a académico habitual de los jóvenes jesuitas. Se espe-
siderado como uno de sds representantes". n el tiempo en que cursaba el doctorado en la
Le importaba mucho esta manera de caminar por un sitio del des hautes études con Jean Orcibal, doctorado dedi-
conocimiento, sin obtener, en ello, el derecho de residencia, sin tener spiritual de Pierre Favre (1506-1546), uno de los pri-
un discurso "autorizador{,legitimado por la pertenencia a ese conoci- ros de Ignacio de Loyola. Esta vasta y sólida
miento instituido. Aunque no dudaba en recorrer las disciplinas, no a también la originalidad del historiador, su movili-
deseaba estar en una posición suspendida sobre ellas, desde donde ara cruzar las fronteras de los campos del saber,
pudiera emitir juicios definitivos sobre cada ma, tomando, a capricho, ra asociar los diversos recursos y para lograr ser
sus métodos e instrumentos. El campo voluntariamente limitado de su tos ambientes intelectuales. Explica, sobre todo,
reflexión de epistemólogo le muestra (en él se refiere solamente a la de ver la conceptual~zaciónde la teoría del proyecto histo-
disciplina en la que tenía una experiencia de primera mano) esta histo- y ese deseo constante de esclarecer el embrolln d e 12s nrár-
ria de 10s siglos xvi y m Que había estudiadn rlir~rfamont-AneA- c.--
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
verdadera atención, pero cuya invención y cuyo movimiento poético realidad" eran testigos esas narraciones y esas
producían entusiasmo y e n ~ a n t o . ~ o la voluntad de rendir cuentas de su particula-
Sus investigaciones, cuyo objeto fue tanto la lengua de los textos irnientos controlables y repetibles, con el fin de
místicos y las "artes de hacer" de lo cotidiano, como las averiguaciones ello de lo que estaba hecha la originalidad de
del padre Grégoire sobre los dialectos en el tiempo de la Revolución y día comprometerse como "testigo" privilegia-
los problemas políticos de las sociedades contemporáneas, ya sea en labra sobre el sentido de esos textos, como un
América Latina o en casa -sólo por citar algunos ejemplos, desperta- cifrar los secretos divinos depositados en el
ron, cada una de ellas, el interés de los especialistas del camp ticos. Nada le hubiera parecido más extraño.
Certeau recorría, aunque no siempre se viera la coherencia y la unida echaba insistentemente, cada vez que podía, esta suposición. Veía
de la obra completa. Sin embargo, hubo unidad de intención y de aspi- abuso del creer por el saber. La fábula
ración, alrededor de los lugares de elección y de composición, si se me stra sobre la mística, empieza con una dene-
permite aquí tomar prestadas esas palabras familiares al vocabulario licante, de no ser considerado miembro,
de los Ejercicios espirituales del fundador Ignacio de L ~ ~ o lDe a.~ un derecho, del cenáculo místico. Según sus propias palabras, él
grupo de objetos a otro, de una averiguación a otra, a través de una ía, al contrario, "evitar a este relato de viajes el 'prestigio' (im-
pluralidad de disciplinas y de métodos, el recorrido de su pensamiento o) de ser tenido como un discurso acredi-
estuvo ligado, en Michel de Certeau, a dos fuentes o a dos nudos de do para hablar en su nombre, en fin,
preguntas conjuntas, si así se quiere, reconocidas en el tiempo de una é se trata".9Se verá, de paso, que la
formación con facetas y que siguieron siendo centrales durante los se da muchas veces en el correr de su
treinta años de su fecunda ~ a r r e r aVisto
. ~ desde este ángulo, el re os capítulos 11 y 111 de esta obra. La tomó
do por los dominios del saber se refería, a pesar de las apariencias, a del psicoanálisis, donde describe la posición del analista
menos a la elección de los temas de reflexión (determinados bastante al analizado, como lo señala en el capítulo x: "Al principio,
temprano) que a la qvestigación de un terreno propicio para su escla- , 'supuesto saber ; funciona como objeto
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XIV
lugares cercanos a sus viviendas, esos lugares que no atraen narracio- De ahí su insistencia en la historicidad de toda operación
nes, ni recuerdos, ni creencias, de forma que ni los mismos habitantes oriográfica y en la separación que ella introduce entre el historia-
llegan a sentirse atraídos por ellos." su objeto de historia. Como lo dice con fuerza en el capítulo WII,
toriador no puede ni captar ni desechar "lo ausente de la histo-
ya ausencia irremediable marca la operación historiográfica y
El encuentro con el psicoanálisis ultado, la historia escrita. Podemos suponer que su insistencia
la fragilidad del trabajo del historiador no era extraña a lo expe-
Los artículos aquí reunidos tienen como tarea común explorar el do- ntado, en la escena contemporánea, sobre la erosión de las creen-
minio de la intersección entre la historia y el psicoanálisis. A nadie le mas. Michel de Certeau estudiaba el pasado místico de esas
sorprende que Michel de Certeau haya querido frecuentemente dar , pero también eligió unir su identidad social a su presente.
explicaciones sobre la historia y su historiografía, pero la cuestión es- amentó en una serie de artículos de gran fortaleza, publicados
taba en la profundidad de su manera de concebir y de practicar su tarde en La Faiblesce de croire (La debilidad del creer) (1987). Sin em-
oficio de historiador. Vivía este oficio con una exigencia filosófica, y se o, subsisten preguntas: ¿por qué tejió vínculos tan densos entre la
cuestionaba sobre sus pormenores desde un punto de vista epistemo- ritura de la historia", así cuestionada, y el psicoanálisis? ¿Qué ne-
lógico. No hacía separación alguna entre la práctica del oficio y el es- d había en sus ojos sagaces? ¿Cómo se encontró con el psicoaná-
clarecimiento de las condiciones que determinan, tanto interna como cómo se convenció de que el trabajo del historiador tenía mucho
externamente, la forma y los procedimientos de toda "operación histo- ganar con la cercanía de Freud y de sus herederos pendencieros?
riográfica".16Ya en su tesis sobre Pierre Favre, y luego en sus ediciones El asunto es complicado; merece detenemos. En primer lugar,
críticas con vistas a recopponer lo mejor posible la obra1 dispersa y ite a la recepción, caótica y diferida, de la invención freudiana en
mutilada de ~ u r i n ,queda claro que no sólo quería reconstituir "su cia. Se debe volver a situar esta recepción en un contexto doble:
historia", sino reflexiona: en las distintas maneras de hacerlo, rendir una parte, en la resistencia al psicoanálisis dentro el medio psi-
. cuentas de la forma en que él mismo operaba, a partir de cuáles presu- trico y, por otra, en las difíciles relaciones de la Iglesia de Roma y
posiciones, dentro de cuáles connivencias, a la sombra de qué silen- os teólogos oficiales con el freudismo. La psiquiatría francesa había
cios. El hec* de haber tomado la historia religiosa como primer objeto ocido un desarrollo brillante a finales del siglo XIX, alrededor de
de investigación (es de&, historias de creyentes en relación con las rcot, del cual Freud oyó los relatos de casos en el hospital de la
creencias de otros tiemp+) lo obligaba a dar explicaciones sobre unas trikre. Más tarde, su orientación hacia la neurología y hacia una
creencias a las que no podía adherirse stuicto sensu, pero las que no logía de tendencias racionalistas, durante el primer tercio del
podía desechar todas juntas, ni descalificar, puesto que, en otros tiem- o xx, con Clérambault, Ribot o Pierre Janet, y unas tradiciones de
pos, esos contenidos habian sido formulados, enseñados y aceptados ación y de pensamiento instaladas en la rigidez de las institucio-
por la 1~1esia.l~ I multiplicaron la resistencia frente a las teorías de Freud, conside-
Esta situación, en bilo entre el pasado de esos creyentes y su as poco científicas y en favor de afirmaciones irracionales o
presente personal de creyente, subrayaba la distancia -imposible de erificables. La rivalidad con el mundo germánico, después de la
suprimir- entre cualquier lectura de las fuentes, en su literalidad, y rota en 1870, no facilitó la comunicación entre las dos escuelas de
cualquier interpretación a; posteriori, que los transfiere a otro registro de ensamiento. Como aquí lo recuerda el capítulo 11, resultó que los tex-
creencias y de costumbrps sociales, en que los enunciados de otros de Freud entraron a Francia por la vía literaria, sobre todo alrede-
tiempos toman otro sentido -aunque se hayan conservado palabra por de la NRF, con André Gide y Jacques Riviere, y, más tarde, por la
endencia del feudo surrealista, alianza poco apreciada por Freud.
Sin embargo, en la década de 1930, empezó una especie de deshielo
15 Ver su capítulo "Los aparecidos de la ciudad, en La znvenczón de lo cotidiano, 2. e los jóvenes psiquiatras en formación, gracias a la llegada de los ana-
Habitar, cocmar, específicamentelas pp. 135-146.
? h Ver La escritura de la hist@, capítuio 1, "Hacer historia", y capítulo 11, "La opera-
ción histonográfica", pp. 33-118. 18 La escritura de ?a histona, capítulo m,"La inversión de lo pensable. La historia reli-
l7 Nos referiremos a uno d~ sus úitimos artículos: "Historicités mystiques", en Re-
del siglo xvu", y capítulo N,"La formalidad de las prácticas. Del sistema religioso
cherches de science rellgieuse, t. 73,1985, pp. 325-353. a ética de las Luces (siglos ~ ~ I I - ~ ~ pp.
I I I129-200.
)",
XVIII XIX
MICHEL DE CERTEAU HISTORIAY PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
listas de Alemania y de Europa Central. Huyendo de la escalada del na- ción, que nos parecía extraña, me detendré
zismo, esos exiliados venían a buscar un refugio seguro en una Francia res, que se refieren a grandes empresas edito-
que imaginaban aún heredera de la ilustración y de la Revolución, debido , eruditas y respetables, cada una de las cuales logró publicar una
a su ignorancia del estado real de un país desangrado por la Gran Guerra de volúmenes que son autoridad en nivel internacional. Como es
y desgarrado por las discrepancias políticas. Su presencia, su práctica, su sas de esa envergadura reúnen notas de decenas de
familiaridad con los textos de Freud y su conocimiento detallado de los y su preparación, redacción y publicación se prolonga-
debates entre sus discípulos y continuadores contribuyeron a ampliar las . Mis comentarios no se refieren a la inten-
ideas de ciertos círculos de la psiquiatría, que produjeron, después de al de los fundadores y primeros directores de
1945, un renacimiento intelectual. En 1932, un joven psiquiatra, sultado final, una vez terminado el proyecto.
repararon sus maestros y compañeros de promoción, empezó su aná lo será el muy serio Dictionaire de théologie catholique,
en París con uno de esos médicos exiliados, nacido en Polonia, formado rudición histórica, publicado entre 1923 y 1972. Se
en Zurich y en Berlín, "representante ejemplar de este famoso psicoaná- de Vacant y Mangenot, consta de quince to-
lisis judío y errante, siempre en búsqueda de una tierra pr~metida".'~ lúmenes, más tres tomos de índices, es decir, no faltó
Este analizado, Jacques Lacan, desempeñará un papel decisivo en el acio a sus autores. Sin embargo, no contiene ningún articulo sobre
avance del psicoanálisis en Francia después de 1960. Su analista, Ru- álisis (el tomo 13/1, en que podría haberse
dolph Loewenstein, se exiliará, una vez más, a Estados Unidos, en 1942, ada después de "Michel Psellos", se publicó en 1936).
escapará con la vida y continuará allí su prá~tica.~' el último tomo de los índices, una entrada, "psicoanálisis", de me-
Los médicos y h s teólogos católicos consideraban sospechoso, columna, remite a la entrada "Freud", en el primer tomo de los
desde tiempo atrás, al qreudismo: se le acusaba doblemente de ensalzar mos índices. Ésta ocupa la tercera parte de una columna y ofrece,
una "pansexualidad", kntraria a la moral cristiana y a su te010 de apoyo, después de una breve definición, un pe-
pecado, y de destruir la fe, al mofarse de la "ilusión" que consti resumen descriptivo, mediante una cita debidamente referen-
1
experiencia religiosa para la conciencia individual (que no encontraría del Précis de philosophie de André Cuvillier (tomo n, 1953), un
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ailí más que un motivo de neurosis) y para la sociedad (en la que la cuya prosa escolar alimentó los trabajos de innumerables can-
religión sbmpre habría sido un instrumento de servilismo en manos al bachillerato y de aprendices filósofos, y que no puede con-
del poder político). PO^ tanto, había que rechazar el freudismo por su de primera importancia sobre Freud. ~a entrada
ateísmo, hedonismo y Lientificismo; algunos hasta creían reconocer en instructiva para nosotros, puesto que trata de
él una nueva fase del lanticristianismo judaico de los primeros siglos las características de la doctrina en pocas frases, remite a la entrada
(con todas las resonancias turbias que esta hipótesis podía d igión", del diccionario, y da el resumen detallado de un monitum
1
en los años treinta, cuando los nazis rechazaban el psicoanálisis y a Santo Oficio. Esta "advertencia oficial", con fecha 15 de julio de
practicantes para a la buena psiquiatría germánica de 1, tenía como objetivo poner en guardia a los obispos, censores
"ciencia j~día").~' ~ e s u l t óduradera la deshonra del psicoan os de verificar la ortodoxia de los libros impre-
fundida en el medio católico, sobre su teoría y su práctica: la descon- , sacerdotes y religiosos (los redactores romanos precisan: "de am-
fianza y la ignorancia réspecto a él conjugaron sus efectos. sexos": frente al peligro, no se puede ser demasiado prudente)
5
l a que jamás recurrieran al psicoanálisis.
1 El segundo monumento editorial que quiero tratar es el admira-
l 9 Élisabeth Roudinesco,~JacquesLacan. Esquisse d'une vie, hisfozre d'un systeeme de pen- Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, empezado bajo la
sée, Par?, Fayard, 1993, p. 102. ección de Viller, Cavallera y Guibert, jesuitas los tres, continuado
20 Elisabeth Roudinescol Généalogies, Paris, Fayard, 1994, p. 223. Algunas indicacio-
nes sobre Loewenstein, en H. Stuart Hughes, The Sea Change: Tke Mzgration of Soczal o la responsabilidad de otros jesuitas, y publicado de 1937 a 1995,
Thou~kt,1930-1965, New vork, Harper & Row, 1975, en el capítulo sobre "la eeo- "
dieciséis tomos en veinte volúmenes, más un tomo de índices genera-
psicoiogía", PP. 189-239. Con más dehle, sobre este medio de losexiliados, Martin Jay, no faltó espacio y, sin embargo, el psicoanálisis tampoco gozó
Permanent Exzle: Essays on fhe lnfellectual Migration from Germany to Amerzca, New York, el derecho de ciudadanía. Si hubiera existido esta entrada, hubie-
Columbia University Press, f986.
ado en el tomo m /2, publicado en 1986, después del dedicado
!
z1 Ver el archivo de textos traducidos y presentados por Jean-Luc Evard, Les années
brunes. i~ psychanalyse sous le 1Ir Reich, s. l., Confrontation, 1984. "Ernest Psichari" (columna y media). Después de "Psichari", encon-
XXI
tramos, sorpresa divina, una entrada bien hecha y muy substanciosa e negaban a renunciar a una parte de su autonomía intelectual.
"psiquismo y vida espiritual", que, en treinta y siete columnas, habla un creyente sincero aprendió a negociar algún grado de liber-
sabiamente de la psicología experimental, clínica o pastoral, de la rela- acuerdo con su estilo de vida, su pertenencia institucional, las
ción entre experiencias religiosas y una estructura psíquica, de pro- nsabilidades ejercidas, su notoriedad pública, los contextos socia-
blemas de la dirección espiritual. Su autor, un jesuita, menciona aquí y políticos, la distancia guardada frente a la jerarquía eclesiástica y
allá el punto de vista de Freud, de Jung o de Lacan, cita favorablemen- acidad personal de libertad interior. Aquí se toleraba con medias
te a Louis Beirnaert, un jesuita que fue analista y del que hablaremos as lo que ailá quedaba prohibido. También había formas hábiles
más tarde. Lacan está específicamente citado y comentado de una ma- scretas de llegar a acuerdos; nada era así de simple, todo exigía
nera deliciosa: "El deseo del hombre es el deseo del Otro: esta expresión de gía, tacto y mucha paciencia.22
Lacan, fuera de su contexto, es susceptible de diversas interpretacio- Junto a una mayoría que se sentía sinceramente obligada a con-
nes. La retomamos aquí para significar que el hombre es el objeto o el arse y a abandonar cualquier referencia a Freud, había también
término del deseo de Dios y que, a la vez, al desear a Dios t...]" etcétera valientes que se negaban a hacerlo, personas responsables que
(col. 2588). La bibliografía al final del artículo dedica una de sus nue- on proteger la libertad intelectual de sus dependientes, médicos
ve rúbricas al tema "fe y psicoanálisis": a cambio de la cosa misma, uscaban una respuesta nueva a los sufrimientos de sus pacientes,
está ahí la palabra, ya que no se menciona texto alguno de Freud, osos y sacerdotes que se hicieron analizar y que luego fueron ana-
aunque sí figura una traducción de Jung, el discípulo repudiado. ; todos ellos, juntos, contribuyeron a abrir discretamente, a los cató-
Maravillosa sustitución, hecha por esta entrada, ahí donde hubiéra- , una vía de acceso a Freud. En los conventos y en los seminarios,
mos esperado un texto sobre el psicoanálisis; hábil manera de guar- tructores de los novicios y los formadores de sacerdotes se inquie-
dar silencio en la obediencia a la voluntad romana de otros tiempos por la incertidumbre de la elección de las vocaciones, todos se
sin encerrarse totalmente. Veremos ahí lo que el arte militar llama los problemas mentales que aparecían en algunos de sus
una "maniobra de rodeos". En la fecha en que apareció el volumen, e , a veces después de largos años de vida consagrada y, hasta
1986, más de veinte años después del gran deshielo suscitado por e , llevada a cabo sin dificultad aparente. ¿Se debía a las secuelas
Vaticano*, esa conducta tiene sobre todo el valor de un síntoma en- , a la fraghdad del mundo moderno, o al contagio de las
quistado. A fin de poder en perspectiva la cronología de estos asuntos, en la gran mezcla social de la postguerra? Cualq~ieraque
recordemos que Beirnaert murió en abril de 1985, y De Certeau en gen, había que encontrarle remedio; la idea de qcudir a las
enero de 1986. cas psicoanalíticas como último recurso se abría paso lentamente.
Es verdad que Ici oposición de las instancias romanas al psicoa- evolución de la mente, que ya había empezado dentro de algunos
nálisis fue tenaz, comb su resistencia en otros campos, desde el siglo ulos pequeños antes de 1940, se aceleró en el ambiente católico, una
Xix, cuando se creyó que estaba bien combatir a ciertos teólogos, filóso- restablecida la paz, puesto que los desórdenes de la guerra, las
fos, exegetas o sabios) acusados de ceder demasiado terreno frente a araciones, el cautiverio, la angustia y el duelo parecían multiplicar
las "nuevas ideas", para toda una serie de problemas que se refieren efeztos sobre los supervivientes, explotar los códigos sociales y des-
a las doctrinas científicas, a la arqueología del Cercano Oriente bíbli- abilizar las creencias. Ya nada era como antes: ni la docilidad respecto
co, a la moral, a la filosofía política o a la teoría del conocimiento; el S mandamientos episcopales, ni la certidumbre interior.
enemigo señalado podría ser la evolución de las especies, el histori- Dos iniciativas, debidas a religiosos, sostuvieron y acompañaron
cismo, el modernismo, la filosofía de la acción del pobre Blondel (sin ntrada de los católicos al psicoanálisis (médicos, enfermeros, inte-
embargo, tan pío), el marxismo, etcétera. Pero no hay que sobrestimar ales, religiosos que después de ser analizados a la vez se conver-
la fuerza de lo proldbido en la realidad. Si la advertencia del Santo en analistas). La primera de ellas fue la fundación -por el
Oficio, citada en los fndices del Dictionarie de théologie catholique, lucha- inico Albert Plé-, en 1947, de un boletín, Le Supplément de la Vie
ba, aun en términos simplistas, contra el psicoanálisis en 1961, en los uelle, publicado con el fin de informar, en términos modernos, a
hechos reales, las cosas estaban más matizadas, las oviniones discre-
paban aún entre los fjieles creyentes, las decisiones del Santo Oficio no
22 Un cuadro de conjunto que no estudia el psicoanáiisis, en Étienne FouiUom, Une
se obedecían en todos lados sin chistar. En Francia, algunos universita- lrse en quete de liberté. La pensée catholiquefrancaise entre modernisme et Vatican 11 (1914
rios católicos, en el skno de la Universidad pública, estaba en terreno 2), Paris, Desclée De Brouwer, 1998.
XXII XXIII
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
los instructores de los novicios y a los superiores de las órdenes reli- tercer miembro del trío de la AMAR, Louis Beirnaert (1906-
giosas, sobre los problemas de la psicología y de la vida espiritual. Le rció una influencia directa sobre Michel de Certeau. Entró en
Supplément publicó articulos sobre Freud y sobre el psicoanálisis, escri- rsó el programa académico habitual
tos en términos moderados y favorables, con constancia y conocimien- S, filosofía y teología) que lo desti-
to suficiente del asunto como para hacerlos aceptables. Su fundador cursos en los colegios y a los escolásticos de la orden.
tenía lazos con Bruno de Marie-Jésus, un carmelita que organizaba de ntes en 1940, ayudó a los que se oponían a la
nuevo en 1931 una revista de su orden, los E tudes carmélitaines (funda- alemana, fue encarcelado por ello durante algunas semanas,
da en 1911 por otro carmelita, Marie-Joseph du Sacré-Coeur, para po- rmó parte de la resistencia, como varios otros jesuitas. En
der publicar los textos de la tradición espiritual cannelitana).Bruno de ezó su análisis con Daniel Lagache y llevó a cabo uno de sus
Marie-Jésus logró que los Études carmélitaines se convirtieran en una ecíficamente con Lacan, a quien le fue fiel toda la
publicación de muy alta calidad, en que los problemas de mística y de d con una figura importante del
psicología eran discutidos por las mejores mentes de sus tiempos; en dimir ~ r a n o f fy~empezó
~ a recibir a religio-
que teólogos, poetas, historiadores y psiquiatras podían dialogar inte- dos por sus superiores. Jesuita y .analista,
ligentemente." Ambas publicaciones, dirigidas a lectores diferentes, me di cuenta de que, al llamarme jesuita y
sumaron sus efectos positivos y comenzaron a "naturalizar" el psicoa- r a n d ~ "Beimaert
.~~ también fue redactor en
nálisis en la cultura católica común. ensual de cultura general editada por la
La segunda iniciativa se refiere a una pequeña estructura de esidencia jesuita Pierre Canisius (15, rue
cuidados psicológicos dirigida al medio eclesiástico. Creada en 1959 albergaba la redacción de la revista. Mi-
por cuatro personas, entre ellas una mujer -Andrée Lehmann- la Certeau fue miembro de la misma comunidad jesuita a partir
AMAR (Asociación médico-psicológica de ayuda a los religiosos) tenía Beimaert, De Certeau y un tercer jesuita formaron parte, en
un objetivo práctico: ofrecer un punto de apoyo terapéutico, en su can, de los 134 miembros que per-
momento un acceso al psicoanálisis, a las almas angustiadas. Debido a a la Escuela freudiana de ~ a r í s . ~ '
su condición de clérigos y a su pertenencia a diversas redes de la Igle-
sia, los otros tres fundadores, el dominico Albert Plé, el jesuita Louis \
23 Ibld., p. 84.
24 Élisabeth Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en Frunce. 2,1925-1985, nueva ed.
Paris, Fayard, 1994, pp. 206-207,211-213. De la misma autora, Généalogies, p. 245.
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CD?NCIA Y F I C C I ~ N
XXVI
HISTOPJAY PsIcoAN&ISIS. E= CIENCIA Y EICClÓN
dor de los siglos XVI y X V I I . ~Nunca retomó su primera atracción por e Certeau se dedicó a la obra de Surin, y la reconstituyó, con
la patrística. Después de haber traducido y comentado el Mémorial de os recursos de un abanico de disciplinas, mediante los fondos
Pierre Favre (su diario espiritual, escrito de junio de 1542 a enero de de las bibliotecas, para establecer una versión más fiel de los
1546, en el transcuiso de incesantes viajes entre Alemania, España e a enfermedad de Surin, el desprecio y las sospechas de algu-
Italia), De Certeau se encontró con la gran sombra de Jean-Joseph a utilización laxa o apologética de sus lectores y editores piado-
Surin (1600-1665) que fue su compañero y "guardián". Ese jesuita de an servido de coartada a toda clase de modificaciones,
Burdeos, contemporáneo de Descartes, místico renombrado cuyas S, iriterpolaciones, comentarios y ediciones defectuosas o
cartas de dirección espiritual se copiaron y recopiaron en los círculos das. En el lado opuesto de esas prácticas, De Certeau nunca se
devotos, también fue célebre por sus desdichas, ya que perdió la autorizado, por su conocimiento íntimo de la obra, a dar un
razón y vivió perdido, encerrado entre los suyos en el silencio, du- óstico reductor sobre su autor: "Ciertamente pudo haber sido
rante doce o trece años, después de haber sido exorcista de las reli-
. ----
le, pero ilusorio, proponer para esta 'historia extraordinaria', una
giosas poseídas de Loudun y de su célebre priora, la madre Juana de para el enigma y algunas tesis abstractas sobre la experiencia
los Ángeles. o esquizoide". " El hecho de rehusarse a dar un diagnóstico era
Él proceso ruidoso de Loudun (julio-agosto de 1634), que acabó nte con la distancia de principio, que le imponía su epistemolo-
en la condena a la hoguera y en el ajusticiamiento público de Urbain e debe mantenerse entre el historiador y su objeto de estudio.
Grandier, cura de una parroquia de la ciudad, "convencido del crimen rincipio se manifestará de nuevo con todas sus consecuencias en
de magia, maleficio y posgsión",l6 sirvió de sustento a las narraciones y lisis de la famosa carta de Surin (1630)sobre su encuentro con "el
a las pasiones del reino en tiempos de Richelieu y de las luchas religio- la diligencia" que hablaba tan maravillosamente de Dios y de
sas contra los Reformados. De igual manera que la supuesta culpabili- s divinas: "Cada una de las interpretaciones que marcan la
dad de Grandier, la sinrazón de Surin parecía atestiguar el poder del ación del relato es una manera de comprenderla, al mismo tiem-
demonio, en tiempos de inquietud en que los creyentes buscaban sig- e un revelador del grupo que, en un momento, 'encuentra' al
nos que vinieran del "ver'dadero Dios", que confirmaran la verdad y la o al pastor en su camino [...] Sólo existe la historia 'revisada y
fuerza protectora de su fe! Para los franceses del siglo XVII, la identidad da'. Ella mezcla, como lo hacía antiguamente, los aspectos recí-
jesuita de Susúi y la calidad de la formación intelectual de su orden de una "conversación" entre muchos; es a la vez nuestra lectura
incrementaban el valor ejemplar de su caso. Michel de Certeau escribió su lectura del acontecimiento y nuestra inteligencia' del pre-
sobre esto una pequeña y!magnífica obra, con base en una lectura sutil por medio de una 'relación' con ese pasado. La relación con el
de los documentos de la época -lectura hecha por un historiador-, que ctúa simultáneamente en esos tres registr~s".~
1
concluye con términos inspirados en la antropología y en elpsicoanáli- Bastaría con suprimir la mención a Surin para encontrar en es-
sk:"La posesión no tiene /explicaciónhistórica 'real', puesto que nunca frase una descripción del intercambio abierto entre el ana-
es posible saber quién está poseííc ni por quién. El problema surge preci- analizado. La manera en que trata el De Certeau historiador
samente del hecho de que,1 existe la posesión, diremos la 'enajenación', y toria extraordinaria de Surin ilustra la relación instaurada, en
de que el esfuerzo para liberarse de eiia consiste en transportarla, en critos, entre un cierto estilo de historia de la espiritualidad y un
expulsarla o en desplazarla a otro sitio: de una colectividad a un indivi- tipo de recurso al psicoanálisis. No quiso poner, en principio,
duo, del diablo a la razón de Estado, de lo demoníaco a la de~oción"."~ unicidad de su estilo ni la legitimidad de ese recurso. Se limitó a
car uno y otro, esforzándose por hacer explícita la sucesión de
ciones efectuadas, para someterlas a un juicio crítico' de los
34 9I
Se le confió la redacción una parte substancial (sobre el generalato de Aquavi-
res. Señaló varias veces que la narración de Surin sobre su pro-
va, y sobre el siglo xvn francés) del articulo "Jésuites" en el Diccionnaire de spiritualité, t.
Vm,1974, col. 985-1016. enfermedad y sobre su salida del silencio de la locura (La Science
35 Michel de Certeau, La Possesszon de Loudun, 3a. edición, Paris, Gallimard, Archives, érimentale) constituía, en la tradición mística del siglo mil, e1 equi-
1990, p. 247. ente del texto de Daniel-Paul Schreber, del siglo XX (Memorias de
'""bid., p. 327. Ver Phiiippe Bouby. "De l'histoire des rnentalités ii 1:histoire des ero-
yances. La possession de Loudun (1970) en Le Débat, núm. 49, marzo-abril 1988, pp. 85-
96. Este número contiene otros artículos, que forman un conjunto tituiado "Michel de 37 "Introduction" en Jean-JosephSurin, Correspondance, p. 28.
Certeau, historien". 8 Lafábula mística, p. 277.
XXIX
MICHELDE CERTEAU ~ ~ ~ SCIENCIA Y FIcCI~N
HISTORIA Y P ~ I C O A N ~ LENTRE
XXX XXXI
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
nibles en francés. La traducción publicada en Viena ofr lo, "La historia, ciencia y ficción", presenta la
original de las citas de Freud, respecto a la edición de la ones distintas, con desarrollos de partes especí-
pletas (Gesammelte Werke, Londres, Imago, 18 t., 1940-1952) y la ego se suprimieron. La serie comienza por
ción de pasajes paralelos: los lectores aficionados a la precisión Certeau con diversos colaboradores, y en el
remitirse a ambos. ágina introductoria como un articulo: "de
Algunos de los capítulos siguientes tienen tique l'anthropologie" (Les Nouvelles littéraires, núm. 2567,
Michel de Certeau nunca quedó satisfecho con sus text enero de 1977). Una segunda versión, más elaborada, se pre-
una primera publicación, llegaba a retomarlos, a corregir luego de un coloquio californiano (Berkeley, marzo
los en el fondo o en la forma, o a complementar la información gen Habermas y Albert Hirschman; este texto se publicó
diante notas, y a insertarlos, de manera recorrida o fra el encuentro (Norma Haan et al., ed., Social Science as Mo-
otra publicación. Por tanto, organicé el texto de cada c York, Columbia University Press, 1983, pp. 125-152).
en la comparación de las sucesivas versiones pub1 se retomó parcialmente una versión francesa, en dife-
ejemplares personales. En el caso en que subsistier iversos títulos: "L'histoire dans une politique
primera publicación, varias versiones mecanografiadas sprit, octubre-noviembre1981, pp. 120-129); "Informa-
es frecuente en el período 1978-1984, por la división de su tiempo, hétorique: l'histoire" (Traverses, núm. 26, octubre 1982, pp. 29-
sus archivos y de su1biblioteca entre París y California, donde i versión francesa más completa, pero aligerada de ciertos de-
cursos, y también por el cambio entre el francés y el inglés) e res, se pronunció en conferencia plenaria en un colo-
aparecen indicaciones de su propia mano que precisen un orden nse (Ottawa, abril 1980) y se publicó con su titulo actual
nológico o preferencial, me atuve a una sola versión, ya sea a la del encuentro (David Carr et al., ed., La philosophie de
había comunicado por última vez a los editores para algun tique historienne aujourd'hui, Ottawa, Universidad de
ción, o a la que me parecía más coherente y acabada. Esta se a, 1982, pp. 19-39). Se retomó la misma versión en una revista (Le
edición de la obra no tiene ningún cambio en el establecimie humain, núrns. 7-8/1983, pp. 147-169). Me remito aquí a esa últi-
diferentes capítulos de los cuales hago a continuación el resumen d rsión del texto, con correcciones de detalle.
hi~toria~textual. ' cribió el capítulo 11, "Psicoanálisis e historia", a petición de al-
Los primeros !tres capítulos estudian la relación entre es que organizaban un volumen colectivo con propó-
y el psicoanálisis. q c h e l de Certeau veía en esos ensayos una pro ácticos, sobre la transformación de su disciplina (Jacques Le
dización y un comglemento respecto a los asuntos tratados, a v al., ed. La Nouvelle Histoire, París, Retz, 1978, pp. 477-487) Es
desde otro ángulo, en La escritura de la historia (1975). Quiso dar c lemente este destino didáctico lo que explica que este texto no
nuación a ese libro hacia 1982, bajo la forma de un segundo tomo. bajo otras formas. Michel de Certeau no tenía en
textos aquí reunido4 representaban una versión de trabajo, aún pr egistro de escritura y casi nunca lo utilizaba. Sobre
sional, de una parte de la obra en preparación. Iban a añadirse o encia, ligada a su manera de concebir y de practicar el reparto
textos, específicamente una larga meditación del Moisés de Freud se explicó una vez en un pequeño y maravilloso
lo fascinaba: ya lo había estudiado en el último capí e es u n bello retrato de su estilo en la relación intelectual con
de la historia, pero quería volver a él desde otra pe se de interloc~tores.~~
porque el libro de I2reud suscitaba un segundo , "La 'novela' psicoanalítica. Historia y literatura"
entre los historiadores. Como todos los textos e un encuentro internacional de psicoanalistas
yecto, no existe ninguna versión publicada que y se publicó en las actas del mismo (Géopsychana-
da como tal por el autor. Algunos fragmentos del souterrains de l'institution, Paris, René Major, Confrontation,
fueron objeto de conferencias o de exposiciones en . 129-145). Más tarde, fue el objeto de nuevas versiones presen-
huella subsiste gradas a fragmentos y notas manusc discutidas en diversas ocasiones en los Estados
vos del autor y en anotaciones y compendios r
oyentes, algunas ve S publicados en revistas.
es un ceminario?", en Espnt, noviembrediciembre1978, pp. 176-181
XXXIII
Canadá, etc. Existen varias versiones en ambas lenguas. Me remit en esta recopilación las intervenciones de De Certeau; eran,
aquí a una versión francesa, parcialmente inédita. las más largas y las más numerosas. En sus respuestas a las
Los capítulos IV a VI constituyen un subconjunto sistentes, suprimí dos pasajes breves que hacían alu-
a la obra de Foucault, por quien De Certeau sentía tanta S intervenciones de los otros dos oradores; estos cortes se indi-
admiración. El capítulo rv, "La risa de Michel Foucault" tuvo una iante puntos de suspensión entre corchetes. Volví a exponer, de
toria particular entre dos tiempos, dos lenguas, dos mue las preguntas de los asistentes y suprimí, en las res-
ra parte fue escrita poco después de la desaparición de
la Revue de la Bibliothkque nationale (t. 4, núm. 14, 1984, de la historia", constituía la conclu-
petición de Yves Peyré, que quería rendir homenaje a para la recopilación de artículos mencio-
ese lector notable y asiduo. Retomado, modificado, completado c v (L'absent de l'histoire, 1973). Decepcionado por
una segunda parte, el texto se presentó en inglés en era, el autor había empezado a deshacer esa reco-
niano en honra del gran desaparecido (Berkeley, S a diferentes sitios de publicación. Esta
segunda versión permaneció inédita mientras vivió ecuentemente citada, no fue objeto de ninguna
publicó, a solicitud mía, en un homenaje dedicado a Foucault (Le D ión posterior. Me remito aquí a la versión impresa del libro,
bat, núm. 41, septiembre-noviembre1986, pp. 140-152). Para adaptar el
El capítulo V, "El sol negro del lenguaje: Michel Foucault", se rimí la primera nota (que
blicó con un título más convencional en la revista mensual de cul ifiqué tres pala-
general, editada por los jesuitas de Francia (Études, t. 326, marzo 1
pp. 344-360). Ce retornó, con el titulo actual y ciertas correcciones, en tulo IX. "La institución de la podredumbre: Luder" fue
recopilación de artículos de Michel de Certeau (L'absent de l'histoire un encuentro de la Escuela freudiana (Lille, septiembre
Mame, Rephres, 1973, pp. 115-132), en una colección de ucto de otro trabajo (que permaneció inédito
ra y de impresión bastante defectuosa. El editor liquidó rápid ibía el autor sobre la tortura y del que publi-
colección. Este articu10,i que había gustado a Foucault, fue la to.43Con el título que aquí se reprodu-
dad para un primer encuentro entre los dos autores. este texto se publicó en una revistq (Action
El capítulo VI, "Microtécnicas y discurso panóptico: un qui re 1977, pp. 177-188) y en las actas del en-
quo" fue escrito en inglés para un coloquio sobre Foucault, en el lfÉcole weudienne de Paris], núm. 22, marzo
participó este último (L!os Angeles, octubre 1981). Se publicó con o
contribuciones, produ~todel mismo encuentro, en una revista lo ibió el capítulo x, "Lacan: una ética del habla", a petición de
(Humanities in Sociefy, ti 5, núm. 3-4/1982, pp. 257-265). En ausencia a, después de la muerte de Lacan, para la revista que Nora
alguna versión en francés, yo traduje el texto inglés, a sabiendas scrito en California en diciembre de 1981, no se publicó, fi-
que Michel de ~ e r t e a utenía apego a esta lectura de Vigilar y castiga e (Le Débat, núm. 22, noviembre 1982,
que consideraba como el mejor libro de Foucault. au estuvo entre los miembros de la Escuela
Los dos capítulos siguientes, VII y,IIVI se añadie jurídicamente a la disolución de la
da edición. Retoman el ,problema de la historia y de su escritura fundador.44Este gesto no mermó en nada
una perspectiva no tan directamente ligada al psico su respeto por la obra de Lacan, ni modific
pareció que su contenidp presenta, de manera pertinente, lugar en la historia del psicoanálisis después de 1960.
temas considerados en los úitimos capítulos del volurn
"Historia y estructura", res el resultado de un debate p
en el Centro de los intelectuales católicos (París, 1969)
historiadores, Raoul Girardet y Pierre Nora. Cada una de las tres exp to "Corps torturés, paroles capturées", y el comentario d
ciones estuvo seguida de preguntas de los asistentes y respuestas de ,en Luce Giard (ed.), Mlchel de Certeau, en las pp. 61-70 y
oradores. El conjunto se publicó con el título que aquí se conserva, las peripecias de la disolución, ver Élisabeth Roudinesco, Hzs
revista del Centro (Re et débats, núm. 68,1970, pp. 187-195). Frunce. 2, pp. 652-664. De la misma autora, Généalogies,pp. 313-317.
XXMV XXXV
1
LA HISTORIA, CIENCIA Y FICCIÓN
1
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
error. Su trabajo sería el de la negación, o, para tomar de Popper stintas y estables; cuando, en el espacio del pasado, hace fun-
término más apropiado, un trabajo de la "falsabilidad". Desde S científicas actuales y, de esta manera, produce
to de vista, la ficción es, dentro de una cultura, lo que la historio uando, más explícitamente, como
instituye como erróneo, y de este modo se labra un territorio propio. ica, analiza las consecuencias de
2. Ficción y realidad. En el nivel de los procedimientos de análisi s (por ejemplo: ¿qué habría sucedido a la es-
(examen y comparación de los documentos) así como en el n los Estados Unidos, si la guerra de Secesión no hubiera
interpretaciones (productos de la operación), el discurso técnic argo, el historiador no es menos suspicaz al
de determinar los errores que caracterizan a la ficc esta ficción que negó a ser ciencia. La acusa de "destruir" la
este mismo mecanismo a hablar en nombre de lo a&: los debates sobre la econometría lo han mostrado muy
según sus propios criterios, el acto que define los dos dis de aún hacer un llamado al aparato que, apo-
científico y otro de ficción-, la historiografía se acredita con una p tra los errores. Pero, más aún, se
ble relación con lo real porque su contrario está situado bajo el si la relación que el discurso historiador ha supuesto mantener
de lo falso. recisamente, el historiador combate una falta
Esta determinación recíproca se vuelve a encontrar en otro ión del discurso "realista", una ruptura del
gar, aunque con otros medios y otras intencione
desfase que consiste, por una parte, en volver plausible 1 ion. Finalmente la ficción es acusada de no
demostrando un error, y, al mismo tiempo, en hacer creer lo de otra manera, de carecer de "limpie-
denunciando lo falso.,Supone por lo tanto que lo que no es falso iona sobre una estratificación de sen-
ser real. Así, antiguamente, argumentando en contra de los
dioses se hacía creer en la existencia de uno verdadero. El proce
miento se repite aún en la historiografía contemporánea. El me
l
nismo es simple: al probar los errores, el discurso hace pasar por re
l
lo que se les opone. Aunque lógicamente ilegítimo, el procedimi ve, inaprehensible, en el campo de lo otro. El saber no
"marcha"y "hace mdrchar". Desde entonces, la ficción es depor lugar seguro, y su esfuerzo consiste en analizarla con
hacia lo irreal, mientras que al discurso técnicamente arma ducirla o traducirla en elementos estables y combina-
designar el error se lel atribuye el privilegio suplementa unto de vista, la ficción transgrede una regla de cien-
1
sentar lo real. Los debates entre "literatura" e historia per a a la que el saber dedica todos sus esfuerzos Para
fácilmente ilustrar esta división. clasificarla, exorcizándola en sus laboratorios. NO está más
3. Ficción y ciencia. Por un retorno bastante lógico, la ficción aquí por el signo de lo falso, de lo irreal o del artefacto. De-
vuelve a encontrar de nuevo en el campo de la ciencia. Al discur a deriva semántica. Es la sirena de la cual el historiador debe
(que hacen los metafídicos y los teólogos) que descifra el orden de 1 Ulises atado a su mástil.
seres y los caprichos de su creador, una lenta revolución instaurador oco de sus estatutos sucesivos 0
de rmkrnidad lo sustituyeron por medio de las odalidades míticas, literarias, cientí-
instaurar coherencias a partir de las cuales se pr S un discurso que "informa"lo real, pero no pre-
progreso, una historia. Aisladas de su función epifánica resentarlo ni acreditarse en él. Por eso, ella se opone
las cosas, estas lenguas formales dan lugar, en sus aplicacione talmente a una historiografía que se funda siempre en la
escenarios en los que la pertinencia no está más real -y por lo tanto en la imposibilidad de hacer
sino en 10 que hacen posible. Es una nueva especie de lo real-. Esta ambición se asemeja a la presencia y la fuerza
S, como una escena primitiva cuya
. Es "ficción" no 10
MICHELDE CERTEAU MISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRJ2CIENCIA Y FICCI~N
sigue siendo esencial. Por lo tanto, éste será el centro oscuro de algu
nas consideraciones que yo quisiera intro 1 aislarse, ha tratado de sustraer la producción de esta
ciencia y de la ficción, abordando solamente tres cu a la politización y a la comercialización de los relatos
al" producido por la historiografíaes también lo legendario de 1 nuestra actualidad. Esta retirada, que tiene tanto for-
tución historiadora; 2. el aparato científico, por eje io (un cuerpo de Estado), como de corporación (una
tiene también aspectos de ficción en el trabajo de historiar; 3. al enf tió la circunscripción de objetos más antiguos (un
la relación del discurso con lo que lo produce, e aración de u n material muy escaso (unos archivos) y la
una institución profesional y después con una m e operaciones controlables por la profesión (unas técnicas).
podemos considerar a la historiografía como una me si los procedimientos generales de la fabrica-
de ficción, o como un lugar en donde se reintroduce el
simbolizante. El texto sustituye por lo tanto la elucidación de la ómica selectiva y de un aparato técnico codificador, el perió-
ción institucional que110 fabrica por la representación de un pasad a televisión. Todo sucede como si, a través de Dan Rather, Af-
Da una apariencia de lealidad (pasada) en lugar de la praxis (present
que lo produce: uno es'puesto en el lugar del otro.
enunciar 10 que hay que pensar y lo que hay de estos contrarios. De estas luchas, reglas y procedimientos
dogmático no tiene necesidad de justificarse, ya que comunes, impone las coerciones a la actividad productora Y
lo real. sean ocultadas por medio del d $cursoproducido. Asegu-
c) Además, este relato es eficaz. Pretendiendo contar 10 real, 1 medio profesional, estas prácticas pueden a partir de ese
fabrica. Es performativo. Vuelve creíble lo que dic as por la representación. ¿Pero la situación es tan
co~ecuencia.Produciendo creyentes, produce practicantes. ~a to excluido del discurso es justamente el que
mación declara: "¡El anarquismo está en tus calles, el crimen está la cohesión práctica del grupo (culto).
puerta!" El público en seguida se arma y se protege. La idormaci práctica no es, evidentemente, reductible a 10 que la hace
añade: "LOScriminales son los extranjeros, se tienen indicios". ~1 icada en el género de la historiografía gemral. En tanto que
bfico busca culpables, denuncia a las gentes y va 0s específicos. De esos rasgos tomaré como
maten y las exilien. La narración historiad rito de la informática en el campo del trabajo
prácticas, exagera conflictos, inflama naciona especializado, o profesional. Con la informática, se
niza o desencadena comportamientos. Hace lo 10 cuantitativo, el estudio serial de las relacio-
Faye 10 analizó en sus Lenguajes totalitarios4 a propósito del nazism unidades estables, sobre una larga duración. Para el
Nosotros conocemos bien otros casos de estos a de la Fortuna. Por fin va a poder arrancar a la
serie Y que haceni la historia. Las voces encanta laciones comprometedoras con la retórica, con
transfoma- desplazan y regulan el espacio social. Ejercen un PO del detalle supues-
inmenso, Pero un poder que escapa al control ya que se presenta co s las astucias oratorias
la verdadera representación de lo que sucede o de 10 que sucedió. erarla de su dependencia, con respecto
historia profesion#, por los temas que selecciona, por las problem e, cuyos prejuicios delimitan de antemano 10s
cas que privilegia,lpor 10s documentos y los modelos que utiliza, op y las interpretaciones. Gracias a la informáti-
de una manera a h o g a . Bajo el nombre de la 1número, de construir regularidades y
l es según las curvas de correlaciones -tres
movitza clientelas. Por ello, frecuentemente má
mas historiadores1 los poderes políticos estrategia de su trabajo-. En ~co~secuencia,
esforzándose por fenerla de su lado, po storiografía. Los libros
orientarla, por confrolarlao por domesticarla.
1
I
S esperanzas, incluso sin
ouglas o Herbert Simons lo hicieron Últi-
Cientificidad e hiitoria: la infomática de las cifras".5 La ambición de matematizar la
i tiene por contrapartida una historización de esta rnatemá-
Para combinar una representación de lo que es la estadística. En este análisis matematizante de la
pega a la institución que le procura a por 10 tanto, es necesario subrayar: 1. aquello que ~0n5m-e a
pecto al público y una dependencia c históricas; 2. las reducciones técnicas que
sociales. La empresa garantiza el pa cuencia la relación entre lo que ella trata y 10 que deja
10 real para los lectores o espectadores, al hente, su funcionamiento efectivo en el campo historiográ-
funcionamientointerno, articula la producción s r el modo de su recuperación o de su asimilación por la dis-
ella pretende transformar. Esto será otra manera de asistir a
de la ficción en una práctica científica.
9
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRECIENCIA Y R C C I ~ N
núm. 4,1964.
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y P S I C O A N ~ I S E
. NTRE CIENCIA Y H C C I ~ N
que es susceptible de ser constituido en series (lo que , de esta manera, el cálculo no se ocupa, esencialmente, más
historia urbanística o una historia electoral, en detr ". Es una gestión de unidades formales. La historia real es,
historias, dejadas sin cultivar o abandonadas a un artesanado de , echada de sus laboratorios a la calle. Por esto, la reacción de
teurs). También se deben definir las unidades tratadas de manera riadores hacia la matematización es muy ambigua. Simultá-
el signo (objeto cifrado) no sea jamás identificado c ren. A la vez seducidos y rebeldes. Yo
las palabras, cuyas variaciones históricas o semánticas comprometer dad teórica, sino de una situación de
la estabilidad del signo y, por lo tanto, la validez del cálculo. A arla, tal como se pre-
restricciones exigidas por el "lavado" de los datos, se añaden las ueden señalar al menos tres aspectos del funcionamiento
imponen los límites de los instrumentos teóricos. Por ejemplo, se n
sitaría una "lógica vaga" capaz de tratar las ca (donde la estadís-
poco", "bastante", "quizás", etcétera, que son caract , el cálculo de probabilidades, la
histórico. A pesar de las investigaciones recientes que, partiendo de ística aplicada), el análisis de los
nociones de "proximidad" o de "distancia'
los conjuntos "vagos" en el análi~is,'~ los algori
reducen a tres o cuatro fórmulas. ir nuevos archivos que se
Nosotros tenemos la experiencia de las elim os o privados, duplican y
sitaron efectuar en el material porque no era tr
impuestas. Yo podría contar los avatares de investigaciones
por ejemplo sobre los Estados generales de 1614 o sobre los
doléances de 1789, objetos finalmente rechazados fuera del campo cu os creados en Francia, en
vado por la informática. Desde el nivel elemental de la delimitación Ivan Cloulas en relación
las unidades, y por muy buenas razones, la operación matemática con el Minutier central de
cluye regiones enterk de la historicidad. Ella
rechazados por la computadora y amontonados a su alrededor. desarrollo considerable de la computadora no está menos
3. Estas coaccjones, en la medida en que son respetadas e ores de ella, e n la archi-
práctica efectiva del historiador, producen una corrección técnica y icionalmente considerada como "auxiliar" y siem-
l trabajo de interpretación que el historiador se
todológica del resultado. Generan efectos de cientificidad. Pa
rizar estos efectos se podría decir, de una mane como lo propio de su campo. Aun cuando al transformar la
se introduce el cálculo multiplica las hipótesis orma también las posibilidades de la interpreta-
de ellas. Por un lado4 las combinaciones entre 1 mputadora sigue estando alojada en un compartimento par-
ron sugieren relaciones hasta ese momento la empresa historiográfica, en el interior del marco
lado, el cálculo basado en grandes cifras p tegía la autonomía de la hermenéutica. Solamente
dadas sobre casos particulares o sobre luga lugar de "auxiliar", aún determinado por el viejo modelo
tanto, crecimiento de los posibles y determ entre la recopilación de datos y la elucidación del sentido,
cálculo no prueba nada. Hace crecer el número de la técnicas. En principio, esta combinación permite
les legítimas entre elementos definidos ab r el cálculo sin tener que plegarse a sus reglas. Ello
duda, que haya, en el nivel de las formas de trabajo
ser contrarias a los tataba Charles ~illy,'6tan pocas confrontaciones
rousse, 1975.
13
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~LJSIS.
ENTRE CIENCLA Y FICCI~N
epistemológicas entre la operación matemática y la operación interpreta el tributo que paga a la informática, la historiografía hace
ella no es ficción. Sus planteamientos científicos aún expre-
lo es: el homenaje rendido a la computadora sostiene
ión de hacer pasar el discurso his~óricopor un discur-
más seguros y más extensos en lugar de ser aprovechada en func problemática del "hacer creer" por la acción de citar al po-
las operaciones formales que posibilita, la computadora aparece , como su corolario, una problemática del "creer" que está
trabajos bajo su figura actual de poder tecnocrático. Se introduce en acción de citar al otro. Las dos están ligadas, al ser el poder lo
historiografía a titulo de una realidad socioeconómica más bien
En esta concepción típica de la economía "burguesa" y con r: historia de las mujeres, de los negros, de los judíos, de las
tadora, llama la atención el hecho de que el tiempo es la exterior S culturales, etcétera. Desde luego, en estos sectores, se puede a
es lo otro. Por ello, sólo aparece, a la manera de un sistema mone stener que el estatuto personal del autor es indiferente (en
como un principio de clasificación para los datos situados en este con la objetividad de su trabajo) o que él solo autoriza o inva-
pacio objetivo externo. Metamorfoseado en medida taxonómica de iscurso (según se pertenezca o no al grupo del cual se escribe).
cosas, la cronología deviene la coartada del tiempo, una manera debate exige precisamente la explicitación de lo que ha sido
servirse del tiempo sin pensarlo y de exiliar del saber este principio por una epistemología, es decir, aprender cuál es el impacto
muerte y de pasaje (o de metáfora). Queda el tiempo interno de la elaciones de sujetos a sujetos (mujeres y hombres, negros y
ducción, pero transformado en su interior en una serialidad raci etcétera) en el empleo de técnicas aparentemente "neutrales"
de operaciones, y objetivado en su exterior en un sistema métrico organización de discursos quizás igualmente científicos. Por
unidades cronológicas, esta experiencia no tiene más que un lengu cho de la diferenciación entre sexos, se debe concluir
ético: el imperativo de producir, principio de la ascesis capitalista. produce una historiografía distinta de la de un hombre?
Quizás al restaurar la ambigüedad que comprende la relación yo no tengo una respuesta, pero constato que esta pre-
jeto-sujeto o pasado-presente, la historiografía volvería a su tarea oblematiza el lugar del sujeto, y obliga a tratarlo, contraria-
gua, tanto filosófica como técnica, de decir el tiempo com epistemología que construyó la "verdad" de la obra sobre la
ambivalencia misma que afecta el lugar donde ella está, y en consecu ncia del locutor. Interrogar al sujeto del saber significa tam-
cia pensar la equivocidad del lugar como el trabajo del tiempo e erse a pensar el tiempo, si es verdad que el sujeto se organiza
interior mismo del lugar del saber. Por ejemplo, la arqueología que estratificación de tiempos heterogéneos y que, mujer, negro
taforiza el empleo, sin embargo técnico, de la informática, hace aparec 1 está estructurado por su relación con el otro.'' El tiempo es
en la realidad construidb de la producción historiográfica esta exper ente la imposibilidad de la identidad con el lugar. Por ahí
cia, esencial al tiempo, que es la imposibilidad de identificarse al lu a entonces una reflexión sobre el tiempo. El problema de la
Que "lo otro" estuviese ya ahí, en el lugar, es el modo en el cual se se inscribe en el lugar de este sujeto que es en sí mismo el jue-
núa ahí el tiempo.17El tiempo también puede regresar en el pensamie diferencia, historicidad de la no-identidad en sí.
historiográfico por una modificación corolaria que concierne a la el doble movimiento que trastorna en su seguridrd al lugar
ca y a la concepción de4 objeto, y no más a las del lugar. Así "la hist de la historiografía introduciendo en ellos al tiempo, hace
inmediata" no autoriza h á s a distanciarse de su "objeto" que, de he mbién al discurso del afecto y de las pasiones. Después de
la domina, la envuelve y la coloca de nuevo en la red de todas las o central en el análisis de una sociedad hasta el fin del siglo
"historias". Lo mismo ["la historia oral", cuando no se contenta co a Spinoza, Hume, Locke, o Rousseau), la teoría de las pasio-
transcribir y exorcizar estas voces cuya desaparición era antiguamente e los intereses fue lentamente eliminada por la economía objeti-
1
condición de la historiografía: si se pone a escuchar, sin detenerse en , en el siglo XIX, la sustituye por una interpretación racional
que él puede ver o leer, el profesional descubre enfrente de él a sus inter aciones de producción y sólo conservó de la antigua elabora-
locutores que, aunque no especialistas, son eilos también sujetos produ nte, permitiendo dar al nuevo sistema un anclaje en las
tores de historias y firmantes del discurso. De la relación sujeto-objeto . Después de un siglo de rechazo, la economía de los
pasa a una pluralidad de autores y de personas con unas relaciones co ornó bajo la modalidad freudiana de una economía del in-
tractuales. Ella sustituye la jerarquía de los saberes por una diferenci . Con Tótem y tabú, El malestar en la cultura o Moisés y el mono-
ción recíproca de los sujetos. Desde entonces, la relación que mantie presenta, necesariamente en relación con un rechazo, el
con otros el lugar particular en que está el técnico, introduce una dial e expresa y funda de nuevo las cargas afe
tica de estos lugares, es 'decir una experiencia del tiempo. structuraciones colectivas. Estos afectos son
3. El sujeto del saber. Que el lugar donde se p
sea pertinente, eso aparece naturalmente más dar el plano colectivo, el mismo problema se plantea, co
la difícil relación que mantiene la nueva historiogra
curso historiográfico trata cuestiones que problem lista con la pluralidad étnica de su objeto-sujeto. Ver
ique et le commerce des idées usagées", en Canadl
17 Sobre este "retorno" pasado en el presente, cf. a con ,núm.1-2,1979, pp. 69-87.
18 19
MICHEL DE CERTEAU HISTOUY PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N
retornan en el orden de una razón socioeconómica. Permiten formul muflaje introduce en ella, precisamente el sh-nulacro que
pero subrepticiamente, al
ejemplo, que le @$taba
es la astucia de la
re de ~ a m l eregresa
i
asma, y es ent~nces
cia científica.
MICHELDE CERTEAU
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CiENCIA Y R C C I ~ N
sobre el objeto con que el psicoanálisis mismo se define, como
a en la historiografía el suspenso de la novela policiaca
ciencia. Él viene de una de esas disciplinas. iSus primeros ha tó a Harry?") y la inquietud de la novela fantástica (hay
trataban de la anguila (1877) o de la acamaya (1882)! Es médico en la residencia). Reintroduce las luchas míticas en la
q ~ i a h aEfectúa
. primero la "conversión" psicoanalítica sobre el m
1968. t
l5 "Contribution i'histoire du mouvement psychanalytique",
l6 De aquí la importancia de las Correspondencurs, narratividad
30 31
HISTORIA Y PSICOAN~ISISENTRE CIENCSA Y F I C C I ~ N
MICHELDE CERTEAU
ilo de un revival.
En los Estados &idos, donde Freud fue invitado en 1909 G. Hale Jr., Freud and fhe Amencans, Oxford, Oxford
Jung y Ferenczi), él tiene el sentimiento de que por fin al psicoan
se le otorgó la consagración universitaria que le fue rechazada en
32
MICHELDE CERTEAU PSICOANALISIS
HI~TORJAY ENTRE CIENCIA Y FICCION
l
i
35
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
l
i encia ilustrada. A Kant, que declaraba los derechos y
1. Una historia del psicoanálisis a conciencia -"una plena libertad y responsabilidad,
37
MICHELDE CERTEAU HiSToRL4 Y PSICOANALiSrS ENTRE CENCIA Y R C C I ~ N
I
1
3. Una historia de la naturaleza
I
E
"Qu'est ce que 'Les L w r e s ' ? " (diciembre 1784), tr. en La philosophle de 1'
Paris, Aubier-Montaigne, 1947, pp. 83-92.
38
\
\
111
LA NOVELA^^ PSICOANAL~TICA
HISTORIA Y LITERATURA
41
MICHEL
DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRECIENCIA Y F I c c ~ ~ N
temáticas, por largo tiempo, han sido para las ciencias exactas: un dis
curso "lógico" de la hictoria, la "ficción" que la vuelve ens sable.^
Presupuestos históricos
42
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLIS~SENTRE CIENCIA Y flCC1óN
terlocutores. Es una escultura de acontecimientos, hasta ese momen (Es) y el Superyó (Ubre-kk). Este aparato
ignorados, en el marco estructural de un saber. retoma un modelo teatral. Se constituye a la manera de la
c) Recíprocamente, la concepción que Freud griega y del drama shakespeareano, de los cuales se sabe que
tura le enseña a leer otros documentos. Permite considerar cualqu aran de transmitirle a Freud estructuras de pensamiento,
relato como una relación entre una estructura y unos acontecimient de análisis y citas de autoridad. Los "actantes" inhumanos
es decir entre un sistema (explícito O no) y 10 qU
otro. En este caso, la obra literaria no es reductib
modelo estructural impuesto por una cientificida
desmenuzarla en estos acontecimientos de lectu
cencias) que multiplican indefinidamente la fantasía o la e
Más bien aparecerá como un engarce de alterac
cuadro formal. Por otra parte, hay en la obra de ~ r e u duna contin
dad entre su manera de escuchar a un(a) enfermo(a), su manera
interpretar un documento (literario O no) y su
tre las tres operaciones, no hay ruptura es
sentido en que la hemos precisado, puede cara
pósitos de un(a) enfermo(a), una obra literaria y al mismo discurs
psicoanalítico. I
l
l
Una tragedia y una retórica de la historia
1 emás, si se acepta el esquema de Georges Dumézil, según el
La interpretación f r e u d i ~ aaunque
, regresa a el mito a la novela una reproducción de las mismas estruc-
por eso deja de ser histqrica. Demos de lo "histórico" una definició las mismas funciones a pesar de la discontinuidad señalada
que sirva de punto de partida: es "histórico" formación de la escena cosmoló~caen escena psicológica,'4
I
sus materiales como los efectos
I
de sistemas (e cede a la demarcación inversa. El inicia un regreso al mito
ticos, ideológicos, etcétera) y que apunta a de la novela; se encuentra generalmente en un estado inter-
temporales (causalidad, bruzamiento. inversi dia (de la cual se
ra) que pudieron dar lugar a tales efectos. Un postula onó en los griegos como una historización del mito). La
y una localización de sus procesos cronológicos es ción freudiana, que regresa la novela hacia el mito, se
blemática de historiadori.Ella caracteriza la reutiliz e la mitificación quitaría al relato su historicidad.
modelos sacados sobre todo de dos regiones de la lite novela y el mito, porque la primera cuenta un desarro-
tificadas desde ~ristóteles:'~ la tragedia y la retórica. o muestra una estructura, en consecuencia, el aparato
tomático del equívoco, psicoanalítico: los modelos ce el modelo de la tragedia a la interpretación histó-
campo literario y son transformados por su intr
histórico; no pertenecen más ni a uno ni a otro. retórica freudiana. La historización de modelos literarios se
1. La tragedia en laiobrade Freud. El análisis f más claramente en el sector de los procesos de produc-
mo sistema de explicaci&nla estructuración del p
A,
12 Arktóteles, Po2frque, II, 1449 b-1458 a [Poétzca, tr. de ",en Alvin B. Keman (ed.),Modern Shakespearean Cntlczsm,
drid, Gredos, 19741 (sobre la dagedia); Rhétorzque, 11,1450a-1453 [Re
Racionero, Madrid, Gredos, 19901 (sobre retórica y pasiones); dos t
interpretación de Freud debe recurrir.
46 47
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
15 Ver Claude Irnbert, "~toik Logic and Alexandrian Poetics", en Malcolm Schofie
ef al., Doubt and Dogmatisrn, ~ b o r d Clarendon
, Press, 1980, pp. 182-216. Sobre est
tácbcas y su relación con el rehto novelesco, ver Michel de Certeau, La znvenclón de
cotzdiano. 1.Artes de hacer, Paris, BGE, col. 10-18,1980.
48
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY P~IC~AN.&LISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N
de la sociedad liberal, recibió de su lugar de nacimiento esta her lina científica,no instituye unidades propias. Hace
que se convirtió en un dato sociocultural. Pero no lo ac a a salir el carácter ficticio de su objeto y muestra las contra-
un postulado. Al contrario, lo desmantela; destruye su miento nos hace recordar el
Una comparación muestra lo esencial. E rma literaria que Karl Marx practicó en El dieciocho
los derechos y los deberes de la conciencia ilustrada: para desmitificar la representación política, al rechazar la
tad" y responsabilidad, una autonomía del conocimi todo social por lo político.
que permita al hombre "salir de su minoría d o son igualmente los camu-
progreso se apoya en el postulado individualista. ración (Zerfall), que regre-
Freud rechaza una a una todas las afirmaciones kantianas. En su an a la escena de la que fue borrada; y la novela es el
sis, "el adulto" aparece determinado por su "minoría de edad"; el
nocimiento, por los mecanismos pulsionales; la libe
inconsciente; el progreso, por los acontecimientos or
Por lo tanto, estas novelas biográficas
vidualista y conquistadora de la burguesía
Quijote de Cervantes fue, al inicio del siglo XVII, pa kt) retoma, de la misma manera, en el discurso freudiano.
ñola. La figura que organizaba las prácticas de una sociedad se pulsionales. Proporciona, desde los
vierte en la escena en la que se produce su reinversión crítica. bre la histeria, una base al análisis "económico" del psiquismo.
define aún el lugar de donde desaparece. No a de las veces autónomo con relación al funcionamiento de las
otro -una máscara7. Este procedimiento crítico es aciones, está sometido a unos mecanismos generadores de
ucen la histeria; sus "des-
no. Cuando la "cientificidad" se construye un lu
de éste todo lo que no le es adecuado, el análisis freudiano descubr , la neurosis, etcétera.
alteridad que obses,Yonala apropiación y que ecisiva en la práctica analítica de
él muqstra los juegos contradictorios que se de ero estos refinamientos de la teoría no podrán hacer olvidar un
mismo, entre lo qup en él se manifiesta y lo que se oculta; diagno toman, en la obra de
el equívoco y la pluralidad del lugar. También desde este punt ,
vista, es de tipo nokelesco. El paralelo con Don pasiones. Después de
ías médicas o filosóficas antiguas
cidencia, ni un caso único. o uno de los movimientos de-
El mismo tido de crítica percibe otra unidad "fundamental"
es cuya composición organizaba la vida social, han sido
la que la formación está por otra parte históricamente ligada a la vista del siglo XIX, o arrojadas
individualismo: la/unidad nacional. Para Freud, como para M studio de las pasiones es una
nación sólo es un señuelo. Ésta es la fusión (Verschmelzung) tar lidad literaria, en el siglo xix; ésta no depende más de la filo-
asambleas constilyyentes en las hada ésta de la cien-
bajo otras formas (~iederherstellungen).'
freudiano retoma la unidad histórica rec
. Hecho notable, en su propia
1 iva, el freudismo les devuelve, simultáneamente, su perti-
judía) para desculqrir en ella una soldad
a las pasiones, a la retórica y a la literatura. Realmente están
entre fuerzas opuqstas y las huellas de su
S tres habían sido excluidas en bloque de la cientificidad
individualismo, esta
omo se efectúa, en la obra de Freud, por la vía indirecta
nsciente. En realidad, esta vía indirecta es primero la constata-
O. Hirsdunan, The Passzons and the Interests, Princeton (N. J.), Princeton
51
-
marcas del lugar de su producción. Nos devuelve a una teoría de íticas están entrecortadas de "dic-
afectos y de sus representaciones. Existe en la obra de Freud
lística. Ésta no retoma la clasificación, sin e un punto estratégico: la posición
construía a partir de una nomenclatura psicol sujeto de un supuesto saber". La teoría insiste sobre
Siguiendo el juego de los afectos entre sus ocultamientos y sus ton, que regresa a la "nada" del saber y a la reciprocidad
siones, el psicoanálisis analiza de hecho, las modalizaciones del dora de una relación de otro a otro. Pero frecuentemente la
ciado por los contextos de habla; ésta funda una "lingüística un saber acreditado por una agregación y por el
habla"24sobre un equivalente, actualmente pensable, de lo que er institución. Lo contrario es verdad también: lo
antigua teoría de las pasiones. ad que la práctica reduce a nada.
ta ambivalencia. En relación
54
MICHEL DE CERTEAU
"sentencia" de Schiller: vuelve creíble en el nombre del otro. Aquí el otro es el poema.
1
Y es necesario que nada de eso exista para que lo abrace este mecanismo, se reencuentra la relación del discurso con
y que yo pueda creer totalmente en él ía y la institución, dos formas de la misma estructura: toda
Nada-nada2' es pedagógica, y el discurso pedagógico es siempre institu-
58
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
60
Iv
LA RISA DE MICHELFOUCAULT
MICHELDE CERTEAU
instituciones y la legalidad.7 ¿Usted supone que una mo métrica para una mirada matemática: como un triángulo rectángu-
hizo del sexo un secreto a ocultar? No, las técnicas de las propiedades posibles o ya demostradas
transformaron al sexo en incansable productor de discur una sucesión de teoremas desarrolla.
dades...*Así, de libro en libro, el análisis señala estos gir Este estilo óptico puede parecer extraño. iFoucault no identifi-
concertar a los saberes constituidos, aun a los más autor tica" el sistema mismo de la vigilancia que
Marx o Freud), generan nuevas maneras de pensar. Éste no se la prisión a todas las disciplinas sociales por una mul-
sobre las ideas personales de un autor, sino sobre lo qu técnicas que permiten "ver sin ser visto"?" Él exhumó
toria permite ver. No es el señor Foucault quien se burla de los saber sta en las regiones más tranquilas del saber, todos los
y de las previsiones, es la historia la que se ríe de ellos. edimientos fundados sobre la confesión y productores de ver-
los teleólogos que se consideran los lugartenientes del sentido. , para mostrar allí la tecnología por medio de la cual la visibili-
insensato de la historia, dios nocturno y reidor, transfo transforma al espacio en operador de poder. De hecho, para él,
los magisterios y le quita al mismo Foucault el papel, pedagógico sible llegó a ser el campo de las nuevas apuestas del poder y del
moralista, de ser el "intelectual" que sabe lo que hay. La lucidez pr r. Lo visible constituye para Foucault el teatro contemporáneo de
viene de una atención, siempre móvil y sorprendida, a lo que los aco entales. Ahí se enfrentan un uso policial
tecimientos nos muestran sin que nosotros lo sepamos. e lo que allí sucede inesperadamente.
A esta atención es necesario incorporarle un aspecto curioso eno de nuestras guerras epistemológicas,
sin embargo permanente de la obra: su carácter visual. Estos trabaj fico opone a los sistemas que sujetan el espacio a la
están indicando su dirección por medio de cuadros y grabados. De 1 e allí abre el azar en el aplanamiento pa-
misma manera el texto toma su ritmo de escenas y figuras. La Histon S que lo inesperado dejan ver en el pen-
de la locura se inicia con la imagen de la nave de los 10cos;~Las iento. Dos prácticas del espacio chocan en el campo de la
y las cosas, con Las meninas de ~elázquez?Vigilar y castigar, c ibilidad, una orientada a la disciplina, la otra hecha de asombros.
relato del suplicio del ~amiens,"etcétera. ¿Es esto por azar? No, este combate que recuerda al de los dioses griegos en su cielo, se
libro presenta una secuencia de imágenes a partir de las cuales se ga la "inversión" de las tecnologías del "ver sin ser visto" en esté-
sarrolla el trabajo fi?U
de distinguir sus condiciones de pasib as de la existencia ética. ,.
sus imp%caciones formales. De hecho, estas imágenes instit A l exhumar las implicaciones de los acontecimientos aleato-
texto. Ellas le dan r i p o marcando donde el mismo Foucaul S, Foucault inventó los lugares de nuevas problemáticas. Con cada
cogido sucesivamente. Él reconoce en ellas las escenas de una difere mapa aún inédito a la posibilidad de
cia, los soles negros (de "teorías" que orientan. Ra modo". Él es este "nuevo cartógrafo" que Gilles De-
mueven en esos espejos. Al nivel del párrafo o d tan amistosa agudeza." Estos mapas presentan
funcionan de la misya manera; cada una de ellas reguntas diferentes. No forman entre
como un fragmento de espejo, con el valor de ser n sino una serie de "Ensayos", relativos en cada oca-
una sorpresa -un resplandor de lo otro-. Así el disc sidad" -a este asombro- "que permite desprenderse
visión en visión. El paso que marca su andar, donde í mismo".14Componen por lo tanto "una pluralidad de posiciones
be su impulso, es un momento visual. La imag ~ibles".'~Se trata de "prácticas discontinuasW,'6 na-
función, a veces heurística y recapituladora, an S de invenciones a las cuales los azares dieron lugar. A cada ma-
1 , cuidadosamente construido, un acontecimiento nuevo provocado
t
ión de los seres" añade otra posibilidad. Ninguno
67
MICHEL DE CERTEAU
o Venturi, 11 populismo russo, Turin, Einaudi, 1952 [El populismo ruco, tr. de
ez, 2 vols., Madrid, Revista de Occidente, 19751.
MICHEL DE CERTEAU
70
MICHELDE CERTEAU
HISTORIAY PSICOAN.~ISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
Curiosamente, la masa y la verdad tienen en común el ser in
ores anónimos que representan el drama que lleva el nombre de un
72
v
L NEGRO DEL LENGUAJE: MICWEL
FOUCAULT
75
MICHEL DE CERTEAU
El sol negro
Y no sin razones. l
nal; se partía de la
venir hasta ahí una
'2 Ibld.
l3 H~sfolrede lafolze, p. 6
l4 Ibtd , p. 478, n.1.
MICHELDE CER'IEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
ción, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados co odización de Foucault no es muy original: transición del siglo XVI
pincel finísimo de pelo de camello, 1) et coetera, m) que acaban de r fin del siglo xW,mitad del XX. Pero ella tiene un carácter pro-
per el jarrón, n) que de lejos parecen moscas".20"En el asombro de bid0 a la exigencia que la sorpresa desconcierta. A un pensa-
taxonomía", añade Foucault, "lo que se ve de golpe, lo que, por me o preocupado de identificar una coherencia, la fractura se le
del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensa enta como un acontecimiento, pero un "acontecimiento subterrá-
to, es el límite del nuestro: la imposibilidad radical de pensar eso". '?'más fundamental que la continuidad constatable en el "movi-
Un índice, nada más. Sin embargo, a través de él se hace nto de superficie", una "brusca" modificación sobreviene (Foucault
rencia a otro orden, a otro "modo del orden", que se ofrece a nu sobre lo súbito) que puede ser un "desplazamiento ínfimo pero
pensamiento como lo que le confunde y le fascina. Lo aberrante tamente esencial" y que "voltea todo el pensamiento occiden-
primera señal de otro mundo; y si agudiza la curiosidad ávida d Así, "algunas veces en pocos años una cultura cesa de pensar
capar a su propia problemática, esto sucede por la preocupació o lo había hecho hasta ese momento, y se pone a pensar en otra
comprender "los códigos fundamentales de una cultura" distinta y de otro m ~ d o " Algo
. ~ fundamental se produce cuando esto
reencontrar, más allá de la sorpresa, un principio de orden. Lo hete de, localizado en las anticipaciones o en las consecuencias, pero
nomo es a la vez lo estimulante y lo inadmisible. Es la herida permanece finalmente inexplicable2 "una erosión desde el exte-
racionalismo. Hay por lo tanto dos niveles en el desarrollo del p Una alteración señala el fin de un "sistema de simultaneidad" y
ma: por una parte la comprensión de un sistema que es dverente; omienzo de otro. Las mismas palabras y las mismas ideas son a
otra, la exigencia de una colocación recíproca de sistemas concebi reutilizadas, pero no tienen más el mismo sentido, no son más
como "modos de ser diferentesdel orden". das y organizadas de la misma manera. Esto es un "hecho" con
Lo marginal/nosenvía a una estructura esencial, o a un "es al tropieza el proyecto de una interpretación totalizante y unitaria.
ma" sobre el cual $ inscriben y se coordinan analogías u opos
para nosotros impensables. Como la parte emergente de un ice
excepción rara, d a institución, una teoría implica una coherencia iscontinuidades de la razón
situada al nivel de las ideas y de las palabras, sino "por debajo
ellas. Esta coherencia nos invita a preguntamos "sobre cuál siste pturas que cuartean y finalmente delimitan las culturas se si-
r
"según cuál espaCo de identidades, de similitudes, de analogí
distribuyen, fuera1 de nosotros, tantas cosas diferentes y semej
n en el "nivel" en que el análisis ha reconocido un "sistema de
ultaneidad" que organiza la múltiple variedad de los signos cul-
Así sucede con el encerramiento de los locos, o hasta con la concepci ales. De aquí surge el problema: ¿cuál es la validez, cuál es la na-
de la gramática enlel siglo XVII. za de este "nivel" caracterizado como el del "subsuelo" o de la
Cuando ap~endemosa discernir que ayer las ciencias se h epistemológica"? Por todo elemento de respuesta, tenemos la
constituido, las experiencias se han reflexionado, las racionalidades era en la que las estructuras aparecen en el relato de Foucault.
han formado en fyción de un "a pviovi histórico" diferente del por este camino se encuentra borroso el hecho de que este "ni-
tro, cuando constatamos que "el orden en función del cual no es definido por un método, o también que el relato describe un
pensamos no tiene el mismo modo de ser que el de la época clas eso de investigación. Hay reciprocidad entre la técnica de análi-
nosotros mismos hemos cambiado por este descubrimiento. y, por otro lado, el tipo de ordenación de los hechos que es pro-
ción con el prójimo, modificada por la percepción de esta d rcionado a los instrumentos que utiliza un sistema de interpreta-
ción cultural, transforma nuestra relación con nosotros mismos . Por esto las rupturas de la historia se plantean ahí donde se
suelo de nuestras ieguridades tiembla a medida que se revela el he tiene la explicación estructuralista del historiad
de no poder pensar más un pensamiento de ayer.
La sorpresa' que problematiza nuestro a priori se expresa, en
"relato", por el esfuerzo para localizar las fracturas a partir de los
temas que en ellos se precipitan o que se abren en estas fronteras
Pero quizás simplemente es lo que Foucault es incapaz
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MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
84 85
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
28 lbid., p. 431.
2"Ibd., pp. 588-589.
30 Ibid., pp. 596-597.
31 Ib~d., pp. 608-612.
HISTORIA Y PSICOANALISIS.
ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
MICHEL
DE CERTEAU
iones abiertas
33 Ibzd., p. 525.
34 Ibid., p. 526. I
35 Ibzd. I 1
39 Bid., p. 395. 1
89
88
MICHEL DE CERTEAU
sumisa, nuestro
rica de la historia?
91
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANhLISlS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
Cerge Moscovici, Essaz sur Z'hzstozre humazne de la nature, P&, Flammkon, 1968;
Legendre, L'amour du m a r . Essal sur I'ordre dogmatrque, Parjs, Seuil, 1974 [El amor del
Ensayo sobre el orden dogmáttco, tr. de Marta Giacornini, Barcelona, Anagrama, 19791.
--
94
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
Microtécnicas de producción de una ficción panóptica da sentido a nuestra propia sociedad transmitiendo a nuestras
96 97
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N
dos y fotografías).
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VI1
HISTORIA Y ESTRUCTURA
cuando la práctica
101
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁL~~~~IS~S
ENTRECIENCIA Y FICCIÓN
entrará, de las comidas y de las intimidades que nunca conocerá. uss de sus bororos2 O de otros pueblos. Los "queridos desapareci-
pordiosero, etnólogo en potencia, se inventa mundos a lo S que primero domesticaba yo según mis deseos, o que ma-
entrará. Lo que resucita no es más que un sueño. En un inicio, el en nuestros escaparates y por nuestras lecturas, se me
riador hace lo mismo con los restos que recaba en los arch S enseña, a nosotros los
documentos: reconstruye un mundo que nunca conocerá. adores, que, oculta en ese pasado, hay una cierta estructuración
el mismo. No encuentra al otro (un pasado) más que a opone a nuestro trabajo, y que, por otra parte, oculto en mis pre-
imaginación. Es un erudito, aún no es historiador. Pasé, así, entre S o en nuestras intenciones presentes, hay un tipo de estructura- g
muertos, robándoles palabras perdidas que yo no sabía utilizar que determinaba la primera mirada de curiosidad dirigida hacia
nalmente, me repetí en esos fragmentos de su lengua que, a mis es . En esas dos formas de lo "oculto", nace la historia verdadera; las
das, me hablaban de su ausencia. lope, en un texto jamás /'
Debido a tanto documentar fichas con su vocabulario lar crea la sorpresa de
lado, a tanto hacerme un erudito-factótum en las regiones inos está a la cabeza,
de los Archivos municipales o regionales, a tanto vivir en sa plantea como distin-
sulta de las bibliotecas -grutas en donde se "conservan" y tr que lo relativiza como una resistencia (de los documentos) que
los cadáveres de antaño-, a tanto leer palabras -sin jamás a al discurso a no ser más que otro discurso. Este pasado, al apa-
tenderlas- que se refieren a unas experiencias, doctrinas organizado, poco a poco, en función de una coherencia oculta (de
extranjeras, llegué a ver que se alejaba progresivamente el mun vida muerta, irreductiblemente ausente y otra), revela al historió-
cuyos restos yo hacía el inventario. Se me escapaba o, m que cada trabajo su-
zaba a darme cuenta de que se me escapaba. En ese mom
distribuido en el tiemdo, es cuando nace el historiador. Es
cia la que constituye el discurso histórico. La muerte del otro lo
I
fuera de nuestro alcance y, por eso mismo, define el estatus de la
riografía, es decir, del texto histórico.
¡NO es que ha$a cambiado ese antiguo mundo pasado! fascinante y, a la vez, inquietante. -
mundo ya no se muede. Nosotros lo movemos. Cambia, si che, sin que verdaderamente sea
l
ver así, porque yo cambio mi manera de verlo. Por tant'o, ya
ro ni veo lo mismo. Mi deseo se modifica, y con ello se llos y nosotros, los historiadores,
que yo sabía. Surge en1 mí, entonces, un malestar: A esos c idencia (postulada al inicio) de
I
ayer, a esos "espirituales" del siglo XVII, a esos teólogos de la rensión resulte problemática y
clásica, a esos miembros de la Compañía del Santo Sa gioso, también resulte proble-
4
esos apóstoles que qrculaban en la campiña francesa
idénticos, pero sencillamente porque esperaba descubr las primeras convic-
forzar una identidadien la diversidad de los tiempos y los lu diato creaba, y que consiste"
Había ahí una apologética inconsciente y personal. Deseaba yo superficial, aplicada a una
contrarrne, O reencontrarnos, hoy, en ese pasado. Es lo que pia
I
mente llamamos reconstruir la historia. La "resurrección" del pa que tenía yo como meta al L.
/' consiste en hacerlo yomo lo deseamos. Pero eso resulta impo al ir en busca de forasteros
porque esos cristianos del siglo XVII me parecían ajenos, no deb
lo que conocía de ellqs, sino a lo que percibía de mi p
y de la resistencia que ellos oponían.
Confinados en las librerías de viejas publicaci
en las selvas metá de las Bibliotecas y de los Ar
rituales" me par "salvajes" en el sentido en
102
HISTORIA Y PSIGOAN~SIS.ENTRE CIENCIA Y RCCI6N
MICHEL DE CERTEAU
108
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y P S I C O A N ~ I SE
. NTRECIENCIA Y FICCIÓN
rmal. Pero, de acuerdo con ese modelo, se pensaba que otros pue-
111
MICHW, DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
[Para leer s u ~nálisisde mayo de 1968, ver Michel de Certeau, La toma de la palabra y
S escidos políticos, pp. 29-108.1
112
VI11
LO AUSENTE DE LA HISTORIA
ora que esos textos dispersos están aislados del "resto" y reunidos
ntro de las cubiertas de un libro-objeto, me es más fácil hacer explí-
as y distinguir las preguntas a las que sirvieron de instrumento en el
mpo de una actividad particular, la historia. Es a su instrumentaliza-
ón, a lo que podemos volver en nuestra [reflexión].
115
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLrsIs1S1S ENTRECIENCIA Y FlCClON
116 117
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
119
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
8
Bentham ya lo decía y el análisis freudiano nos lo 'enseñó a
't l
Las huellas del otro
120
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
ránea busca enterrar lo más rápidamente posible a quien honra, p por el escultor); por otra, la huella silenciosa (la marca dejada por los
así niega lo que queda de historia en su escritura científica.
La historia es erótica, sin por elio tener que dejar de ser una
ducción técnica. Michelet nos reenseña esto, si lo releemos, cuando garantía abandonada por lo ausente (la huella). Esta "forma de
de la historia la narración del cuerpo que no habla y la alucinación emoria" articula, sin terminarlas, las huellas del otro.
retorno, la "resurrección literaria) del muerto. El cuerpo es cuerpo
ff
125
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
las que su amo Robinson frecuenta los salones, actúa como gate-sauce' o
pince-fecse.2La mística, en particular, sólo puede ser pensada a la di
tancia, en estado salvaje y desde la cocina. Su discurso se produce e
otro escenario. Aunque no puedes pensarla, pensarla se vuelve irn ad. Sólo muestro tres encuentros entre psicoanálisis y mística.
prescindible. Como la "lengua fundamental" de Schreber, ahí ha
"algo de arcaico" aunque no por eso carezca de "pre~encia".~ Ese alg
es como un fantasma que retorna al escenario.
sucede con muchas alucinaciones auditivas que se reiteran en las expe- s auténticas" y sus "sentimientos verdaderos" lo hacen
riencias místicas. De heqo, entre la voz y la vista hay una inversión de
contenidos, en la obra de Schreber. La voz le da un lugar que es el
reverso de lo que ve eniDios. Schreber es nombrado "basura" por el
I
Dios a quien contempla en
toda su pureza (Reinheit)". Los términos eológicas, políticas o psicoanalíticas.
contrarios simbolizan en una estructura podrido/puro y escucha-
do/visto. Lapalabra quelcondena a ser aniquilado (zu vernichtenden)se
escucha en medio del espectáculo ofrecido por "la omnipotencia (All-
macht) de Dios". La palabra inscribe en la nada al testigo de la gloria.
Más exactamente, esta vocación de ser carroña profiere el'secreto que
sostiene la epifanía divina de la cual Schreber porta la marca (Eindruck)
grabada o escrita sobre su1 cuerpo en admiración ante lo "grandioso" y
lo "sublime". Dictada por una voz, la podredumbre del sujeto es la
condición para que hayb institución teatral de la "omnipotencia en
toda su pureza". La lengua fundamental declara por lo tanto en qué necesario que haya en alguna parte alguna cosa que no mienta"; la
lugar dice que se origind el oro puro de una verdad revelada. En este ma ciencia supone que "la materia no es mentirosa", de tal suerte
acto ella vuelve a encontrar el conocimiento que se desplegó en las
narrativas místicas. I
Pero esto sólo concierne al contenido. Más importante es la for-
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MICHEL
DE CERTEAU ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.
133 di
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN&ISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
limpieza de sí. Esta boca abierta sobre lo que hay de podrido bajo el ción les venía y la cual a ellos no era de ninguna utilidad ni prestaba
reino de las relaciones sociales o militantes. Esta cosa pronunciada ningún servicio -lo mismo que un antiguo Rabino señalaba diciendo
recibida tiene relación con la revelación, difícil de escuchar, de la que orar es "hablar al murou-. Esta resistencia escapa a los verdugos
el desprendimiento místico y la elucidación analítica hacen, en mo porque no es nada que se pueda entender y concretizar. Se origina
inversos pero en la misma soledad, el comienzo o el principio de o precisamente en lo que escapa al mismo torturado, es lo que existe sin
viaje. Es necesario interrogarse sobre los efectos de esta confesi él y le permite escapar de la institución que sólo lo hace su hijo adopti-
sobre lo que permite al iniciado y sobre la ganancia que una institucio vo al reducirlo a eso, una podredumbre. Semejante resistencia no repo-
saca de semejante extirpación de los ojos. sa sobre nada que le pertenezca. Es un no preservado en él por lo que él
no es. Nacida de una ausencia reconocida, es memoria de un real que
cesa de ser garantizado por un Padre.
Hay del otro' También para los místicos una destrucción de la - dignidad
- _
_
I
___
-
c
-
-
' De Certeau emplea la fórmha heideggeriana "Es gibt", que signífica el impersonal 15Gottfried Benn, Poemes, ir.de Pierre Garnier, Park, Les Lettres, 1956.
"haber" O "hay", y que se con el verbo geben, "dar". Heidegger expresa con 16Por ejemplo Reiner Schurmann, "Trois penseurs du délaissement: M a k e Eckhart,
esta fórmula el acto te, por lo otro -¿hay el ser o la nada?-, pero este Heidegger, Suzuki", en Journal of the Hzstory of Phzlosophy, tomo XII, 1974, pp. 475-477; y
acto también es dar. gger, Sobre la cuestión del ser, ir.de Germán Blei- tomo XIII, 1975, pp. 43-59. Igualmente StanislasBreton, "Métaphysique et mystique chez
8, pp. 56-66. (N. del T.). Maitre Eckhart", en Recherches de science relzgleuse, tomo LXIV, 1976, pp. 161-182.
134 135
MICHELDE CERTEAU
l
i
madre que nada pierde, y en la red de los rayos divinos que tejió, pod or lo podrido; la tradición, por la corrupción que, reconocida, autori-
en 1898, "creerse capacitado para cagar sobre el mundo entero"." a a la institución a seguir siendo la misma.24
Por lo tanto, en la cocina pasa otra cosa que en el salón. Quizás
más bien hay que buscar en la línea reciente y momentáneamente es-
bozada por Teresa de Ávila y otros, que deseaban entrar en un orden
corrupto y que no esperaban de ello, por lo tanto, ni su identidad ni un
reconocimiento, sino la sola alteración de su necesario delirio. Esto
sería encontrar en la institución a la vez la seriedad de lo real y la sin-
razón de la verdad que ella anuncia.
ndaflon de la
EEP, 21 junio 1964, al inicio.
Le Cérnlnalre, libro xX, Paris, Seui
. Aún, tr. de Diana Rabinovich, Delmont Mauri y Julieta
141
MICHELDE CERTEAU
HISTORIA Y P S I C O A N ~ S I S .ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
Nada de compromisos, tanto con la televisión como con el Vincennes ceptos corolarios de "objeto a" y de "sujeto tachado" (1964-1974).' Du-
de los bellos años o con los cursos de conferencias en el extranjero. rante este segundo periodo, las cosas ya se estropean. En la sala de la
Coquetería sin duda (¿no es esto también un juego?), esta retirada es el Escuela Normal Superior que sirve de teatro a esas operaciones desde
gesto violento que su pensamiento hace y de donde nacen todos sus 1964, el público crece, aumenta, desborda, cada vez es más incontrola-
escándalos. Él funda el habla de la misma manera como la teoriza y ble. El lugar "pulcro" (fíjese, la Escuela Normal) se llena de cualquiera
sostiene su acción. y de lo que sea. En 1968, la dirección no soporta más la "suciedad" que
Lacan no pertenece a nadie. Él no está ahí, tampoco agarrado en la aumenta, y toma pretexto del desorden físico para echar fuera el des-
trampa de su propio discurso donde los fieles creen tenerlo, ni ligado a orden intelectual. Una vez más, Lacan se desplaza. Debe guiar a otro
una institución ni a una genealogía, aunque fuesen las suyas. Él habla lado a la horda que es la enfermedad de su palabra. Con su flauta, la
y está solo: lo que es la misma cosa. Él es Otro, tal como firma ese tes- lleva al Panteón (al país de los muertos), pero, al mismo tiempo, quiere
tamento de 1980: "Si llega que yo me vaya, piensen que es con el fin de restaurar unos lugares "pulcros",' gracias a una acción de comando
ser Otro por fin. Uno puede contentarse de ser Otro como todo el sobre el departamento de psicoanálisis (Vincennes), por la fundación
mundo después de una vida pasada en querer serlo a pesar de la de un "sitio" de la Escuela Freudiana (calle Claude-Bernard núm. 60) y
~ e ~ESO" .llegó.
~ El paseante ha partido. No ha cesado de partir, po- al endurecimiento de los procesos iniciáticos de aceptación (el "pusser').
niendo en el lugar de su cuerpo (cuerpo físico, cuerpo doctrinal, cuer- En la estrategia que responde a su masificación, el aparato lacaniano
po social) los significantes inductores de un "habla" que se llama que, ayer, articulaba una palabra pública sobre el trabajo silencioso de
"Lacan". Esa política de ,la sustitución se acaba en el momento en que una disciplina se encuentra distribuido en un dispositivo geográfico
deviene "Otro como todo el mundo". Queda su nombre cerca de la que sitúa en lugares diferentes por un lado la palabra, librada a la in-
Escuela tempestuosa do$de es sepultado, como en los bordes del Etna moralidad científica de unpee speech, y por el otro la selección didácti-
las sandalias de ~ m ~ é d o c l eLos
s . ~"escritos" sólo s ca y profesional de una Escuela prestigiosa -dos elementos que tienen
este paseante, el efecto del retirarse que sostenía su la misma etiqueta, "Lacan"-. El aislamiento, y por lo tanto la visibili-
no me cuido, aquí, de la tumba ("teórica" o no) qu dad de las condiciones institucionales del análisis crean entonces, en el
levantar en su beneficio /utilizandoesos "escritos" -e interior de la Escuela, una serie de sorpresas, de revisiones desgarra-
d a d es el qperativo al cual Lacan se sustrajo-.' Y doras y de tensiones que no cesaron de aumentar. Puesto al desnudo,
repetir la lección, sino de destacar el acto que ha el poder que sostiene la "libre palabra" debe, de ahora en adelante, ser
ética de un habla. I también tomado en cuenta, por la teoría que lo suponía. ¿Pero, prime-
1 ro, en qué se convierte esta palabra desorbitada de los circuitos profe-
sionales, desligada, ab-soluta en la muchedumbre?
La tragi-comedia 1 Tiempo de los "nudos borromeos". Con mecates, se supone que
1
el Maestro va a producir una metateoría en términos de topología. Se
El final será mi comiernk: los últimos años del S puede. La demostración no es convincente, aun si ella pone en juego la
tonces: el viejo decae. ¿Dónde están los seminari coincidencia de los dos polos extremos del lenguaje -el enunciado
rados en el hospital Sainte-Anne (1953), reserva escriturario más formal y el malentendido oral del diálogo-, y ofrece
analistas-colegiales?Se kstaba ahí "entre amig una teoría general del espacio para pensar la metonimia (proceso psi-
dianos, el Maestro tallabai las piezas de un "organón" coanalítico y literario más fundamental que la metáfora). Dos puntos
yo, las psicosis, el objeto, el inconsciente, la trans tan fascinantes que junto con muchos otros yo tengo ganas de creer en
(1953-1963),antes de concentrarse en la cuestió ellos. Pero ahí no está lo esencial. Lacan realiza un rito teórico. La lenta
,
Sobre este recorrido, las interpretaciones no faltan. Ver el esquema presentado por
Jacques-Alah MiUer, "Jacques Lacan, 1980-198lu,en Ormcur?, 9 de septiembre de 1981,
PP 7-8.
El autor juega con el doble sentido del adjetivo propre, que si@i~a tanto "pulcro"
como "propio". Lacan tomó el poder del departamento de psic
sesión. analistas que no estaban de acuerdo con su interpretación del psico
143
"El artista precede"1' Si hacemos excepción de los escritos de Freud (de los cuales re-
tiene, por otra parte, sobre todo los más "literarios", La interpretación de
El habla, como el sueño, sería un "homenaje a la realidad fallida"." Al los sueños, El chiste y su relación con lo inconsciente, La psicopatología de la
remontar el hilo lacaniano desde su terminación teatral hasta sus co- vida cotidiana, etcétera) son sobre todo monumentos literarios los que
mienzos psiquiátricos, describe la historia de un "estilo". De hecho, comenta: Sófocles, la poesía cortesana, Margarita de Navarra, Shakes-
esta teoría del acto psicoanalítico elabora una estética, si se entiende peare, Sade, Joyce, etcétera. Salpica su discurso con fragmentos de
por ella lo que los significantes"realizan" al presidir las cosas que ellos poemas (Éluard, Aragon, etcétera), encargados de sembrar en el len-
parecen significar. Por lo tanto, primera apuesta: Lacan es, en primer guaje lo que, a falta de poder ser ahí un dicho, abre ahí un decir. Las
lugar, una práctica de la literatura (pero de una literatura que sabría lo simpatías que lo han ligado al surrealismo de entre guerras (Breton,
que ella es). Escándalo en la disciplina (¿uno se pregunta por qué: la etcétera) se refieren no solamente a la coyuntura de la acogida "litera-
literatura estará indefinidamente etiquetada de "poco seria '?). Al
J
ria" que ha sido hecha a Freud en rancia? sino además también a una
guirlo a donde él va, haciaiun "decir" en el cual la experiencia analí alianza teórica. Además de la lista freudiana de las "ciencias anexas''
revela la naturaleza, él apunta a la "verdad de la práctica literaria. que permiten pensar el psicoanálisis (ya están "la historia y la crítica
Esta perspectiva, Frpud la inauguró desde los Estudios sobre la literaria"), Lacan añade la retórica, la dialéctica (en el sentido aristoté-
histeria (1895), con el gestc) que asociaba al descubrimiento del psicoa- lico), la gramática y sobre todo la p~ética.'~ Suplemento característico.
Señala entre la literatura y el psicoanálisis una encrucijada que llevará
en adelante el nombre de Lacan.
La coincidencia sorprende. Por ejemplo, ¿la relación con el texto
no elimina del análisis la transferencia que articula toda relación del
analista con el analizado? ¿Se lee un texto como si estuviera acostado
acceso para penetrar e sobre el diván? A decir verdad, Freud mismo no se incomodó por pa-
" Lacan la privilegia, c sar y volver a pasar ese Rubicón, desde el análisis de Schreber, hecho
caciones, conciernen exclusivamente sobre texto, hasta el de tantos documentos literarios,
el estudio sol% una históricos o antropológicos. De hecho, esos tránsitos de la cura a la
tura patológica los lectura problematizan la "recepción" analítica de la obra literaria y,
constantes de la cre recíprocamente, el paso de la experiencia oral a la producción escritu-
raria por el psicoanalista mismo. Lo escrito es el efecto y la ficción de la
relación. Lo escrito concierne finalmente a la misma tradición psicoanalí-
tica, cuestión central en la obra de Lacan que se sitúa entre los textos de
Freud (a los cuales quiere regresar) y los discípulos psicoanalistas (que
quiere formar). Se trata de saber cómo leer a Freud. Un juego entre
unas lecturas freudianas y unas lechiras literarias hará $entender,de
unas a las otras, la relación de una voz con el texto. El operador de este
Stein" en Cahzers M. Re intercambio es el Seminario -una "lectio" (en el sentido medieval del
término) gracias a la cual la referencia equívoca entre dos clases de
textos mediatiza la relación oral entre el Maestro y los discípulos-.
Al interrogarse sobre lo que la práctica lacaniana hace emerger
l3 Sigmund Freud, Studzen
en el texto literario, resaltan tres elementos. Primero, es "%terario" el
regreso de la voz en el texto. En términos jakobsonianos, la prioridad es
18 Ver David Steel, "Les débuts de la psychanalyse dans les lettres franqaises: 1914-
1922", en Revue d'hzstoire lzttéraire de la Frunce, tomo UXK,1979, pp. 62-89.
" Jacques Lacan, Écrits, p. 288.
acordada con la "función poética", que "hace evidente el lado palpable define el modo en el cual una teoría psicoanalítica especifica la forma-
de los signos" y busca en ellos lo que "suena mejor".20Esta valoración Edad de sus prácticas.
del sonido, clave de las paranomasias, las aliteraciones, las rimas y Más ampliamente, por los quiproquos que induce la "letra" (iden-
otros juegos fónicos, siembra en la organización semántica del discurso tificada con el simcante), la literatura explora el país dentro del cual
una transgresión oral que desplaza o rompe los sentidos articulados y se desencadena todo el viaje humano -el reino del engaño-. Es un tra-
autonomiza al significante en relación con el significado. Esta agua bajo en el elemento del engaño; traza ahí una "verdad" que no es la
sonora se expande a través del paisaje sintáctico donde ella insinúa las contraria del error, sino, en la mentira misma, la simbolización de lo
derivas, los deleites y los delirios de un sin saber. La oreja del analista que ahí se representa de imposible. Ahora bien, es muy notable que en
se ejercita precisamente para escuchar los murmullos y los juegos de una de las más bellas puestas en escena de Freud, Lacan vea -o más
estos otros lenguajes. Se vuelve atenta a la poética presente en bien entienda- al Moisés del psicoanálisis consagrarse a conducir ahí a
discurso: esas voces ocultadas, olvidadas en el nombre de inte su pueblo: "A pesar de todo, hay que ir. -¿A dónde?- Al país del en-
pragmáticos e ideológicos, introducen en cada enunciado de sentido 1 gaño l...] Ahí es el país a donde guío a mi pueblo", y esto "por deseo
"diferencia" del acto que la profiere. Los significantes danzan dentro de v e r d a d . Es psicoanalista quien entra en esa región, como antaño
del texto. Separados del significado, hacen proliferar, en los resquicios era solitario (monje) el que partía al desierto. Pero incluso ahí "el artis-
del sentido, los ritos de las peticiones o de las respuestas -¿a cuál ta siempre lo precede" y "le abre el camino".23Así Marguerite Duras,
Otro?- Desde este punto de vista, es "literatura" el lenguaje que hace que abre, con Jacques Hold, el "campo inmenso, pero con los límites
entender otra cosa que lo que él dice; recíprocamente, el psicoanálisis de acero, de la mentira", el "rapto" de Lo1 V. Stein. ¿Dónde, por lo
es una práctica literaria del lenguaje. tanto, está Lo1 V. Stein? "Está aquí desnuda. ¿Quién está ahí en la ca-
Si el texto literario muestra lo borroso del acto enunciativo en un ma? ¿Quién, cree?"24La novela acerca a "esta imagen de sí de la cual el
l
sistema de enunciados, t v b i é n despliega los procesos que articulan Otro te arropa y que te viste y que te deja, cuando has sido desvestida,
esos dos términos, es decir los diversos giros que alteran los enuncia- ¿qué queda del ser debajo?".25 De esa mentira, Lacan hace un homenaje
dos y graban en ellos lo hue el sujeto locutor quiere del otro. Se trata a Marguerite Duras, que "muestra saber sin mí lo que yo enseño", y,
l
aquí de retórica, y no más de poética. Pero esta retórica no debe redu- caso único, él invoca "eso que (ella) me muestra" -cita esa voz- para
l
cirse al catál&o descripti o de las "maneras" (o tropos) de ornamentar autorizar el "apoyo" que encuentra en su novela.26 \
el discurso. Es más bien i o m o ya es el caso en la interpretación de los Con un aparato teórico diferente, el psicoanálisis avanza a su
sueños o en El chiste y sq relación con lo inconsciente) la lógica de los vez ahí donde los "artistas" lo han precedido. ¿Qué hay de sorpren-
"desplazamientos" (Verschiebungen) y de las "deformaciones" (Entste- dente en que recurra, de la misma manera que su "enfermo", a los
llungen) que la relación c, el otro efectúa en el lenguaje. Entre estas "procedimientos tan constantes en la creación poética"? Sobre los pro-
4
operaciones alterantes d las que cada texto literario presenta una
combinación particular y pe las que una retórica debe elucidar la lógi-
cedimientos lacanianos, los estudios son ya numerosos y presentan
toda la gama de géneros, desde la acrimonia de la seriedad lingüística
ca, Lacan privilegió la metáfora y la met~nimia.~' Pero yo me pregunto hasta las bromas de la simpatía estilí~tica.~~ Inútil regresar a ellos. Lo
si el "desplazamiento" (o,jcomo él traduce, el "giro") metonimico no se I
discurso contemporáneo $, muy particularmente, una 106,187. wer M; de Certeau, "Marguerite Duras: On dit", en Danie
Heyndeis (ed.), Ecrire dit-eiie. Imaginaires de Marguerite Duras, Br
mica". De cualquier manera, aquí también, una cu Bmeiles, 1985, pp. 257-2651.
\ 25 Jacques Lacan, "Hommage...", p. 10.
26 Ibld., pp. 9,14, etc.
20 Roman Jakobson, Essazs de Izngutstzque générale, tr. de N. 27 Numerosos en efecto, desde los primeros análisis de George
1963, p. 218-219 [Ensayos de ístlca general, tr. de Joseph M. qois George, LfEffet'yaude-potle, Paris, Hachette, 1979. Ver sobre todo luna presentación
Barcelona, Seix Barral, 19751. semiótica de estos "juegos retóricas" en ].-B. Fages, Comprendre Lacan, Toulouse, Privat,
21 Ver Écrits, pp. 493-526, 1971 [Para comprender a Lacan, tr. de Matilde Horne, Buenos Aires, Amorrortu, 19731y
148 149
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
esencial es reconocer en ellos el conjunto de las operaciones efectuadas de "funcionar" con esas cartas, si y solamente si no se identifica con
en el lenguaje por el "ser hablante". Estos rasgos literarios son los ges- ese lugar y no hace de lo que le es ofrecido un objeto de goce. Su fór-
tos de una teoría, sus maneras de proceder. Quizás ellos delínean esa mula sería: "sólo hay eso", algo de mentira, pero ella engaña mi deseo,
"lingüística del habla" que Roland Barthes tenía por aún imposible y "esto no es eso".
que sería una "nueva manera de pensar".28Imposible, en todo caso, El analizado mantiene sin cesar el cuidado de proteger el saber
reducirla (y medirla) a los sistemas lingüísticos de los que ella no ha que supone en el otro. Teme menos a ser engañado que a engañar a su
cesado de distinguirse ("el lenguaje no es el ser hablante") al mismo analista. Ordena sus confesiones de manera de respetar lo que él cree
momento que tomaba prestados los conceptos que ella metaforizaba del otro. "Si yo se lo hubiera dicho más pronto, usted habría creído..."
en seguida.29Sólo una inversión de imagen, quiproquo en sí mismo re- Su relato es un trabajo por cuidar y mantener la creencia que le permi-
velador, puede explicar que Lacan aparezca en "psicolingüística" en te interpretar. Pues es el cliente quien interpreta. El analista tose, hace
/l.
los carteles estadounidenses. Su modo de pensar obliga más bien a jum, jum", dice: "¿Cree usted?", entonces el analizado se interroga
interrogarse sobre la necesidad interna que lleva al habla analítica a indefinidamente sobre lo que esos indicios le significan: ¿Qué examen
una escritura poética y que hace de esta experiencia la elucidación de me espera? ¿Qué quiere de mí? ¿Quéverdad enigmática me dirige? Él
lo que es la práctica de la literatura. está en la situación característica del celoso que multiplica las interpre-
I taciones relativas a lo que él cree del otro. Él compone sus novelas. Por
1 eso, lo que le "regresa" de lo que supone como característico del otro,
La mentira y su verdad l es alguna cosa de otro en él; ésa es una parte de su historia "olvidada",
l 1 de la cual aprende poco a poco que, constituida por una relación con
Para entrar en la danza qhe conducen juntas la mentira y la verdad los otros (los padres, etcétera), no pertenece al saber del analista. Fi-
(como antiguamente lo vivo y lo muerto), es necesario re&-esara la nalmente no hay nada aquí por creer, sino que la historicidad de cada
cura psicoanalítica y pasar1 de ahí al discurso analítico, que es "el vín- uno se instituye siempre a partir de lo que otro hace creer. El lugar del
culo social determinado pOr la práctica de un análi~is".~~ Esta práctica supuesto saber sólo es la escena en la que aparece lo no sabido del
se inaugura e9 un engaño inutuo, postulado general de una kura "psi- cliente. Pero, una vez más, la aparición del fantasma sólo se produce si
coanalítica", es decir fundado exclusivamente sobre el tratamiento del el analista no ocupa esa escena en su beneficio, si no se'toma por la ,
lenguaje. Al inicio, el analista es para sus clientes un "supuesto saber"; imagen de sí que le es dirigida, si acepta la "abyección" de ser sola-
funciona como objeto de sus creencias. Los clientes, ellos, le demandan mente el representante de lo que él no sabe, en fin, si sostiene la "vani-
lo que en el fondo no quieren saber (el secreto de su "mal") y desean d a d de un discurso que saca de una ficción su e era ti vida d.^'
más bien una oreja a quiep contar sus síntomas. Este emplazamiento Esta "abyección (nulificación)" es a pesar de todo un auténtico
inicial devuelve a la relac(6n "médica" a la condición de toda conver- arte. Como el funámbulo que Kant presenta como el parangón del arte
sación ordinaria, pero, mtentras que el código social respeta y exige de hacer7 el analista tiende, por imperceptibles intervenciones, a man-
respetar este juego del enrgaño, la cura empieza con la tenerse en equilibrio entre una presencia corporal (una simpatía) que
cual el analista se distancia a ese respecto. sostiene las aserciones del analizando y la distancia necesaria (Lacan
¿Qué es por lo tanto un analista? Respuesta de dice también el "desdén") que evoca o señala su ambigüedad. "Cues-
quiera que sea" que, puesto en la posición de un "supu tión de tacto", declaraba Freud. Este tacto consiste en tocar del otro lo
entendido y no olvida lo bue es ese saber; por ahí, él S que no se sabe. Esto es un arte de insinuar en la cadena de las palabras
t lo aleatorio de su sigruficación, de manera que el
ahí, como un hueso depositado ahí por el pasa
lée, 1972.
(un "pequeño fragmento de verdad, dice Freud
28 En Communzcations, núm. 16,1970, p. 219,223.
151
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
habla, es decir el acto (ético) de mantener sólo su deseo en el lenguaje programa. Por este retornar se refiere a un texto del que nunca conoció
mismo del engaño que le impone su historia. al autor. Un muerto sólo está ahí por su discurso, igual que Sófocles o
De esa verdad planteada ahí, desde 1936 Lacan poseía el princi- Shakespeare, pero es el único muerto que cuenta de verdad: el padre.
pio, al analizar lo que llama "el estadio del espejo". Esta escena infantil El papel central que Lacan otorga al "nombre del padre" y a la consti-
no es solamente, para él, un estadio del desarrollo (entre los seis y los tución de la ley por la muerte del padre mide de inmediato el peso de
dieciocho meses), sino "una fuición ejemplar".33Mientras el niño sólo esa referencia -o le da su peso-.
tiene experiencias corporales dispersas, sucesivas y móviles, él recibe Se puede entender mejor esto en una escena distinta, en el co-
del espejo la imagen que lo hace uno, pero bajo el modo de unaficción. mentario en el que Lacan analiza la "tragedia del deseo" que es para él
Con una "agitación gozosa", descubre que es uno (forma primordial Hamlet de Shakespeare (una obra que obsesiona por la importancia
del yo), pero por la alienación que lo identifica con esa otra cosa que no que ya Freud le concedía y por la interpretación que le dio).35En este
es él (una imagen especular). La experiencia podría formularse: yo soy lugar del p$8re, el espectro de Freud se levanta al mismo tiempo que
eso. El yo sólo se forma alienándose. Su captura comienza con su naci- el del rey asesinado por los suyos. La ley que dicta exige la muerte de
miento. En este episodio ejemplar se manifiesta la matriz de una "iden- quien reina en su lugar en su palacio. Como lo destaca Lacan, con ese
tidad alienante" que se repetirá en las identificaciones secundarias. fantasma Hamlet no reencuentra un muerto sino la muerte, y la acción
Desde el origen, ella instaura al yo como "discordancia del sujeto con por la cual él recibe esa misión sólo puede realizarse a condición de ser
su propia realidad, y apela al trabajo de lo negativo ("esto no es eso") para él también mortal, un cumplimiento del ser-para-la muerte. A
por el cual el sujeto se reconoce dentro de la mentira de su identidad pesar de todo, por resuelto que esté (no vacila sobre la justicia del ase-
1
("yo soy eso ') .34 I sinato que debe ejecutar y la convierte en toda su ley), él toma atajos,
El pasaje del "yo kspecular" al "yo social" por el acceso al s e "distrae". Esta prórroga, duración de una vida, es un tiempo consa-
lenguaje complejiza los dfectos de esta matriz pero no modifica su grado a la madre. Exactamente, él crea un entre-dos para las "inter-
estructura. No es el lugar iaquí para contar las estratificaciones de este venciones" a las cuales, bajo la orden del espectro, Hamlet debe
pasaje y sus entrecruzadientos, a los cuales han sido consagrados proceder, por las palabras insinuadas entre su madre y el amor que la
muchos años de enseñanza. 1 Que baste con decir que articulando la une al traidor Claudius. El "espíritu" del padre dice:
experiencia Aalítica sobJF una teoría del sujeto, esa matriz provee \
también una clave para ka interpretación de dos registros estéticos O, step between her and herfeighting sout-
privilegiados por Lacan: /el icónico y el literario. Hace posible un Conceit i n weakest bodies strongest works,-
tratamiento nuevo en lo campos que él abrió: las imágenes, que Speak lo her, Hamlet.
7
despiertan la "agitación g~zosa"del niño cautivado por la aparición de
su enigmática identidad; ila literatura que produce, con "Deslízate entre ella y su alma que combate. El conceit [le concet-
escena narcisista de una /interminable discordancia; inc ti, la punta del estilete] opera más poderosamente en los cuerpos fati-
que de un grupo hace "+o" (simbolo), al transmitirle gados. Háblale, ~amlet"?Esperando morir vengándome, habla. Pon
sus prácticas sociales supvnen y desmienten; etcétera. palabras "preciosas" entre ella y el objeto con el cual se identifica. La
campos, la mentira es el eljemento en el que puede apar voz del comentador añade: "Between her and her: es nuestro trabajo,
es decir que el Otro siempre instituye al sujeto al alienarlo. eso. Conceit in weakest bodies strongest workc, es al analista al que se diri-
1 ge, esa llamada".37¿Por quién, sino por Freud, y a quién, sino a Lacan?
L
Retornar de Freud l
1
152
HISTORIA Y PSICOAN&ISIS. ENTRE CIENCIA Y FICC16N
¿Es necesario descifrar lo que de Lacan se dice en el discurso del misma de Freud, transformada en espectro, repite lo que elucidó en
otro? Es inútil, porque todo lo esencial es contado, literalmente, por la sus escritos y puede por lo tanto llegar a ser el principio de su lectura.
interpretación de ese "sueño" shakespeariano. En cambio, dos corola- A este respecto, el después-de-Freud puede ser pensado como un retor-
rios permiten precisar cómo funcionan por una parte el nombre y por nar de Freud, y no solamente como un retornar a Freud. Sus textos no
otra la obra de Freud. El primero tiene que ver con la intransigente designan un pasado por reencontrar. Expresan lo que, en el psiquismo,
unicidad de la referencia freudiana en el discurso de Lacan. ¿Por qué en escenas diferentes, no cesa de ser el retorno del Otro que constituye
ese singular? ¿De dónde, ese único entre lo innombrable de los nom- al sujeto como la relación con un objeto imposible. En esta hipótesis,
bres que pueblan este discurso? No es suficiente con invocar la disci- los "enfermos", como espectros, hacen entender aun al analista lo que
plina que lleva el nombre de su fundador. Sabemos, desde Moisés y el habla en el discurso freudiano.
monoteísmo, que la preservación del nombre (Narnen) va al parejo con la
traición de la "realidad" (Wesen) que él designaba, y por un qui-
proquo acostumbrado en las tradiciones, esa misma "realidad" regresa Una arqueología cristiana
bajo otros nombres.38La historia del freudismo nos ha demostrado con
amplitud la justeza de la tesis freudiana, y es precisamente esa historia ¿Pero finalmente quién es ese Otro cuyo irreductible destello ilumina
la que Lacan quiere pensar. Para él, es único el nombre de lo que está la obra entera? "El otro está ahí... en la medida justamente en que es
perdido, como, en el monoteísmo, sólo es uno el Separado. También es reconocido pero no conocido".39"Ese Otro que yo llamo el Dios oscu-
único (pero es la misma cosa) el nombre de lo que los!psicoanalistas r o.40~ Fórmulas
~ semejantes y otras mil análogas, así como el mismo
odian y quieren olvidar. El Otro solamente, lo rechazado, es el único. aparato del análisis impone poco a poco la extraña impresión de que a
Detrás del trabajo que consiste, con los "concetti", en separar de sus la manera de un fantasma un monoteísmo habita la casa. Él se identifi-
identificaciones alienantes al sujeto combatiente (fighting soul) y, con ca en los conceptos que marcan las frases del discurso y cuya promo-
eso, restaurar el dese:, del ausente, hay en el pensamiento de Lacan, ción teórica (y/o mítica) está con mucha frecuencia resaltada por la
tanto como en Hamlef, un furor alternadamente irónico y violento. El mayúscula: el Habla se articula sobre el Otro por el Nombre del padre,
furor recorre el espakio entero del psicoanálisis que 'se disemina y el Deseo, la Verdad, etcétera. En todas partes se reproduce la forma
prospera Jgracias a esta pérdida. Motiv: hay algo podrido en el reino de monoteísta del singular con mayúscula, índice de' algo que, bajo -1
Dinamarca. Para vengar al padre eliminado por su horda, Lacan hace significante del Otro, regresa siempre a lo mismo.
de su nombre el significante extranjero por donde lo único regresa, Eso no es un secreto que Lacan quisiera ocultar. Más bien él re-
para siempre inseparable de la muerte. pite que "hay del Uno" que es siempre el Otro." A condición de "jamás
Pero en relacióq con lo irreparable de esta separación, ¿qué for- recurrir a una sustancia"ni a "ningún ser": "el decir, eso hace Dios",
ma positiva tomará lg interpretación de la obra freudiana? ¿Cómo se y "mientras se siga diciendo algo, la hipótesis Dios estará ahí".43De esa
podría serle "fiel"? ~ s $punto
e es estratégico para Lacan, cuya primera hipótesis, la "canción" (así decían los místicos) no viene de ninguna
preocupación siempre fue la de formar analistas y asegurar así la parte. En el discurso lacaniano, tiene su historia, sus relatos y sus luga-
transmisión de la exeeriencia analítica. "Mi enseñanza", repite en to- res teóricos: es cristiana. Al seguir sus apariciones, uno se impresiona
das partes, y ausculta/susprogresos, sus adquisiciones y el "resto" que del Corpus que ahí se encuentra citado y comentado: textos bíblicos y
se reserva como un futuro inexpugnable. ¿Pero la posibilidad misma evangélicos; textos teológicos (san Pablo, san Agustín, Pascal, por su-
de adecuarse a Freud no está prohibida a quien sólo tiene por apoyo puesto, pero también de autores que pertenecen a la profesión, Ny-
una carencia? Los debates que genera esta hipótesis han ocasionado, gren, Rousselot, etcétera); textos místicos sobre todo (Hadewijch
en la Escuela, controles cada vez más y más rigurosos: la institución dqAnvers,Maitre Eckhart, la Imitación de Cristo o Internelle consolation,
debe siempre tomar a su cargo las deficiencias de la teoría. Pero la Lutero, Teresa de Ávila, Angelus Silesius, etcétera). Ellos marcan la
interrogación implica /también una respuesta teórica: la relación con lo
faltante organiza ya el discurso freudiano, de tal modo que la posición 39 JacquesLacan, Séminaire zzz. Les Psychoses, Paris, Seuil, 1981, p. 48.
1 40 Les quatre concepts, p. 247.
41 Encore, pp. 25,63, etc.
38 Freud, Der Mann Moses ..., en Gesammelte Werke, tomo XVI, p. 136 SS. Ver Michel de 42 Ibid., p. 16.
Certeau, L'écriture de I'histoire, ed., Paris, Galiimard, 1984, pp. 337-352. 43 Ibld., p. 44.
ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
HlSTORIA Y PS~COANÁLISIS.
sés y la religión de sus ~adres")."A esta obra maestra, Lacan dio una constituye en relación misma con lo imposible. Ella alcanza en el hom-
respuesta con la Ética del psicoanálisis (1959-1960) que él consideró bre "esa última demanda de estar privado de alguna cosa real", o "esa
siempre como el lugar estratégico de su enseñanza, el único Seminario esencia hablante" que lo casa con la muerte.52"La única cosa de la que
que quería verdaderamente "e~cribir":~ De estas dos confrontaciones se pudiese ser culpable", finalmente, "es de haber abdicado su deseo".
nacieron las obras mayores, pero, con una diferencia reveladora: mien- "No hay otro bien que lo que puede servir para pagar el precio por el
tras la primera da lugar a una teoría de la escritura (núcleo de la obra acceso al deseo" -lo que no se puede sin "salvar no solamente todo
freudiana), la segunda produce una ética del habla (resorte del pensa- temor, sino toda piedad-.53
miento lacaniano). A este anarquismo ético, que es tomar en serio la cuestión del
Un discurso no freudiano, dominante durante los años poste-
sujeto (ella misma tan ligada a la historia del cristianismo), el comenta-
riores a la guerra, sirvió de tercero en la génesis de la Ética: la Feno-
menología del espíritu de Hegel. A partir de los comentarios de Kojkve rio de la Antígona de Sófocles opone toda ética fundada sobre "el bien
de la ciudad". La moral de Creon, que en su esencia es semejante a la
(que marcó profundamente el contenido y el estilo mismo del "Semi-
de Aristóteles, permanece siempre como una "moral del amo". De-
nario"), de Koyré o de Hippolite, Lacan encontró ahí el modelo teóri-
co de un desarrollo histórico en el que las "figuras" sucesivas manda el sacrificio del deseo en beneficio de la ciudad. Todo nuevo
manifiestan el devenir del saber absoluto que se libera finalmente de poder, tan revolucionario como sea, declara sustancialmente: "Conti-
núa trabajando... Que esté bien claro que no hay aquí, en ningún caso,
su última positividad, la religión. En su Ética, por su propia cuenta,
rehace a la vez el Moisés y la Fenomenología. La vía original que él se una ocasión para manifestar el menor deseo". Esta "moral del poder",
que está al "servicio de la riqueza", repite de cien maneras lo que
abre a machetazos, entrk ellos, privilegia figuras éticas (Aristóteles,
aplasta el habla: "Para los deseos, usted puede esperar sentad^"."^
san Pablo, el amor cortés,l Sade, Kant, etcétera) por las cuales un pen-
l
samiento del deseo es conducido hasta las relaciones ambiguas de la
. realidad y del placer tal como Freud las elucida. Al referirse, en esta ¿Una política del habla?
elaboración, a lo que concierne al cristianismo se accede a la ética
cuando en kpgar de identificarse con su objeto, la creencia desecha
iCómo, a partir de entonces, comprender la evolución de la Escuela en
esa ilusión y,
por ahí, dice su verdad. La ética es la forma de una
la que Lacan aparece por turnos como Maestro de Qerdad,como ma-
creencia desprendida del imaginario alienante donde ella suponía la fioso que organiza sus trampas en los arcanos de la "familia", y como
garantía de una realidad, y en consecuencia transformada en habla Sardanápalo que se deshace del serrallo antes de morir? No se trata de
que dice el deseo instituido por este faltante. Como el Godot de Bec- manosear, una vez más, los episodios recientes (1980) que han repetido
kett, el Otro no es por id tanto solamente e1 fantasma de un Dios ex- en la Escuela Freudiana, de un modo violento, la tragicomedia del
pulsado de la historia dpndel queda sin embargo impreso el tránsito
Panteón, ni de esbozar, empresa indiscreta y grotesca, la psicología de
de sus creyentes, sino la kstructura general en la cual la teoría se hace
un personaje en el que los grandes afectos, y hasta los cariños, tenían
posible por la desaparición de la positividad religiosa y por la acep-
sus corolarios de astucias y de odios. Más bien se debe analizar a qué
tación de su duelo. I política da lugar esa habla cuando, bajo la forma de una institución, se
El análisis freudido es el instrumento que permite a Lacan des-
cubrir en una erótica o e i una estética la "ascesis" de sostener el deseo inscribe en el juego de las relaciones de fuerza.
El acta de fundación (1964) definía la Escuela como "el organismo
que ningún acto alcanza.]1 Ya, para Kant, el imperativo categórico no se
donde debe realizarse un trabajo -que, en el campo que Freud abrió,
preocupa de lo posible: 'él es inc~ndicional.~' Para Lacan, la ética se
1 restaura la reja cortante del arado de su verdad-, que vuelve a traer la
praxis original que él instituyo bajo el nombre de psicoanálisis en rela-
49 Cfhiquede la psychoanalyse, sesión XIV. ción con el deber que le demanda nuestro mundo -que, por una crítica
50 "ES tal vez hoy, de todos'los seminarios que alguien más deberá asidua, denuncia sus desviaciones y los compromisos que disminuyen
que reescribiré yo mismo, y deljcual haré un escrito" (Encore, p. 50; ver
65, etc.). En la obra lacaniana e w e n numerosas menciones de la "étic
cuya introducción en mi s e d a r i o fue la línea de división para co
de su jardíy ("Hommage fait d Marguerite Duras...", p. 13).
52 Éthique de la psychanalyse, sesión X. Esta demanda, Lacan la Fma "vacuola"
51 Ver Efhique de la psychanulyse, sesión XXV; Écrifs, p. 312; etc.
53 Bid., sesión XXVII.
54 Ibid.
HISTORIAY P S I C O A N ~ S I SE. NTRE CIENCIA Y ELCCI~N
B
Bajomée, Danielle: 149 C
Bally, Charles: 54 Canguilhem, jeorges: 28
Barbu, Zevedi: 25 Canisius, Piede: xXV
HISTORIAY PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
Carr, David: xxxm Dilthey, Wilhelm: 113 Friedlwder, Saul: XI, 25 Herr, Lucien: 69
Cassier, Ernst: 72 Dora: 52 Frink, Horace W.: 32 Heyndels, Ralph: 149
Castel, Robert: 31,60 Douglas, Jack D.: 9 Fromm, Erich: 34 Hirschman, Albert 0.:xxm, 20,
Cavaliera, Ferdinand: m Dreyfus, Alfred: 68 Fumaroli, Marc: 20 51
Cazalis, Henri: 58 Dreyfus, Hubert L.: 70 Furet, Franqois: 13 Hitler, Adolf: 34
Cervantes y Saavedra, Miguel Duberman, Martin: 20 Fussner, F. Smith: 20 Hold, Jacques:149
de: 50 Dumézil, Georges: 47 Horkheimer, Max: 25
Clastres, Pierre: 132 Dupront, Alphonse: 25 Hottois, Gilbert: 150
Clérambault, Gaetan Gatian de: Duras, Marguerite (Marguerite G Hughes, H. Stuart: xX
XIX, 35 Donnadieu): 149 Garraty, John A.: 33 Hume, David: 19/51
Cloulas, Ivan: 13 Geffré, Claude: wi Hymes, Del1 H.: 72
Condillac, Étienne Bonnot George Frawois: 149 Hyppolite, Jean: 158
de: 10 E Giard, Luce: m, m, m, XvI,
Condorcet Uean-Antoine-Nico- Eckhart, Maitre (Johannes): 127, XXVI, XXXV
las de Caritat, marqués de): 10, 135,155 Gide, André: Xx, 35 1
11 Éluard, Paul: 147 Girardet, Raoul: X X m Imbert, Claude: 48
1
Corge, Charles: 12 l Empédocles: 142 Goering, Hermann (Maréchal):
Craig, John: 10 Erikson, Erik H.: 33/34 32
Crawley, Ernest: 28 Evard, Jean-Luc: xx Goering, Matthias Heinrich: 32 J
Cruz, Juan de la (Juan de Ye- Goubert, Pierre: 112 Jahoda, Marie: 34
pes): 129,135,136 Gramsci, Antonio: 69 Jakobson, Roman: 148
Cusa, Nicolás de: 72
Cuvillier, André: m
,j
1
Grandier, Urbain: m 1 1
Granger, ~illes-&ton: 72
James, WiUiam: 33
Janet, Pierre: XK, 35
czubaroff,Banine: 5 1 Granoff, Wladimir: xXV Jay, Martin: xX ,
Chaplin, Charlie (Charles Spen- Grégoire, Henri: XN Jean-Paul (Johann Paul Frie-
cer); también Charlot: 111 Groddeck, Georg: 30 drich Richter): 37/49
15
Charcot, Jean Martin: m, 35/45, Grossman, Carl: 34 Jensen, Wilhelm: 28,44,53,149
49,115
Choay, Franjoise: ur 1 Folamour: 90
Grossman, Sylvia: 34
Guattari, Félix: 37
Guibert, Joseph de: XXI
Jewsiewicki, Bogumil: 19
Job: 106
Jones, Ernest: 30
Jouve, Pierre-Jean: 35
Folamour: 90 Guyon, Jeanne: 126
! Joyce, James:147
D t
Daman, Paul: Julia, Dominique: vIii
Darniens, Robert-Franqdis: 66 Fouilloux, Étienne: m H Jung, Carl Gustav: 30,32,157
Defoe, Daniel: 120,121 ' Fravret, Jeanne: 121 Haan, Norma: xxmi
Deleuze, Gilles: 37/67,? 1 Frazer, James George: 28 Habermas, Jiirgen:
Demause, Lloyd: 33 Freud, Ama: 36/42 Hadewijch d'Anvers: 127,155 K
Demos, John: 33 1 I Freud, Sigmund: xr, NI; xrx- Haitzmann, Christoph: X, XI Kant, Emmanuel: 37,50,68,151,
Derrida, Jacques:120 XXIV, XXW, XXX, 21/23! 25- Hale Jr., Nathan G.: 33 158
Descartes, René: xxvm 30, 32-7, 41-57, 60, 61, 66, 69, Hegel, Georg Wilhelm Frie- Kardiner, Abram: 32
Devereux, Georges: 35 86,110, 120, 127, 137, 138, 141, drich: 158 Kernan, Alvin B.: 47
Diderot, Denis: 71 l 146,147,149,151-9,162, Heidegger, Martin. 134,135 Kleist, Heinrich von: 37/49
1
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
z
Zola, Émile: 68/69 Este Libro se terminó de imprllnir en
i Zweig, Arnold: 44 junio de 2007 en los talleres de
1
E
Diseño e Impresos Sandoval.
Tels. 57934152,57937224.
La edición consta de 1,000 ejemplares
más sobrantes para reposición.