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HISTORIA Y PSICOANÁLISIS

ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

EL OFICIO DE LA HISTORIA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

José Morales Orozco


RECTOR

dro Mendoza Álvarez


DE LA DMSIÓNDE
ADES Y COMUNICACIÓN
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS
rla Chinchilla Pawling
ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

Nueva edición, revisada y aumentada


precedida de
Rubén Lozano Herrera "Un camino sin trazar"
COORDINADOR DE PUBLICACIO~ES por Luce Giard
DEL DEPARTAMENTODE H I S T O ~ A
S
I
INSTITUTO TEC$NOLÓGICC)Y DE ESTUDIOS
SUPERIORES DE OCCIDENTE
1

Héctor M. Acuña Nogueira, '3J


RECTOR I Traducción de Alfonso Mendiola y Marcela Cinta

ancisco Morfi. Otero I


IRECTORGENERAL ACADÉMICO

osé de Jesús de la Cerda Gastélum


IRECTOR DE RELACIONES EXTERNAS

Hilda Elena Hernández C


UNIVERCIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

Certeau, Michel de, 1925-1986


Historia y psicoanálisis

1. Psicohistoria. 2. Historia - Aspectos psicológicos.


3. Psicoanálisis. 1. Mendiola, Alfonso. 1I.t.

Un camino sin trazar, por Luce Girad VI1


El recorrido de las disciplinas IX
Lugares de elección y de composición XIII
El encuentro con el psicoanálisis XVIII
Título original en francés Psicoanálisis e historia de la espiritualidad XXVI
Histoire et psychanalyse enfre science etfiction Sobre la edición de esta obra XXXI
(nouvelle édition revue et augrnentée)
Éditions Gailimard, 2002 (Folio histoire, 116) 1. La historia, ciencia y ficción
ISBN 2-07-040493-5 "Ficciones"
Lo legendario de la institución
Traducción de los caps.1-VI y IX-X, Alfonso Mendiola; de Cientificidad e historia: la informática
"Un camino sin trazar" y caps. W-VIII,Marcela Cinta. Ciencia-ficción, o el lugar del tiempo
Portada: Ana Elena Pérez
11. Psicoanálisis e historia 23
la. reimpresión de la segunda I c i ó n en español, 2007
Dos estrategias del tiempo 23
Freud y la historia 25
D.R O Instituto Tecnológico y de Estudios
Tradiciones 29
superiore3de Occidente) A.C.
Periférico Sur Manuel GÓmez Morín 8585 Derivas nacionales \ 31
45090 Tlaquepaque, Jal. l Desplazamientos y perspectivas 36
publicaciones@iteso.mx
D.R O Universidad Iberoameri{ana, A.C. 111.La "novela" psicoanalítica. Historia y literatura
Prol. Paseo de la Reforma 880 Presupuestos históricos
Col. Lomas de Santa Fe De la "cientificidad" a la "novela"
01219 México, D.F. , Una tragedia y una retórica de la historia
La biografía anti-individualista
publicaWa.mx I

Una estilística de los afectos


ISBN 968-859-253-6
ISBN 978-968-859-253-3
; El poema y /o la institución
Creer en la escritura

IV. La risa de Michel Foucault


Impreso y hecho en México
Printed and mude in Mexico ' Una práctica intelectual %

Prácticas del poder


Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida,
ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de
recuperación de información, en n i n b a forma ni por ningún medio, sea
V. El sol negro del lenguaje: Michel Foucault
mecánico, fotoquúnico, electrónico, magnético, por fotocopia, o cualquier .- El sol negro
otro, sin el penniso previo por escrito de la editorial. Del comentario al "análisis estructural"
Las discontinuidades de la razón
Los equívocos de la continuidad: la "arqueología"
El pensamiento del afuera UN CAMINO SIN TRAZAR
Cuestiones abiertas

VI. Microtécnicas y discurso panóptico: un quiproquo


Luce Giard
Naturaleza y análisis de las rnicrotécnicas
Microtécnicas de producción de una ficción panóptica

VII. Historia y estructura


Una sorpresa histórica: la diferencia del siglo xvm religioso
La estructura del pasado histórico
La estructura del presente historiográfico
La historia y sus condiciones de posibilidad
(de la cronología a la "estructura")
[Especificacionesaportadas después de las exposiciones...]
[Un miembro del auditorio pregunta...] chel de Certeau tenía una manera inimitable de cruzar las fronteras
los campos del saber, como si esto fuera normal y cayera por su
VIII. Lo ausente de la historia o peso. Los capítulos de este libro nos lo ilustran de manera con-
El informe, práctica de la separación reta. A De Certeau no le inquietaba tener que esperar un salvocon-
¿Una heterología? to en la garita fronteriza ni solicitar el consentimiento de los
Las huellas del otro
rdias del lugar. Sin ostentación ni declaración de principios, avan-
IX. La institución de la podredumbre: Luder
aba con paso firme, como si no se presentara a su mente motivo alguno
Entre dos. Psicoanálisis y mística ra dudar, ocupada ésta en descubrir la mejor vía de investigación.
Nominación. Lo noble y lo pbdrido sta atención concentrada en su objeto de reflexión, había una fuer-
De la tortura a-laconfesión ' un impulso contagioso que afirmaban que el asunto era demasia-
Hay del otro
L edio como para proceder de manera distinta, y que el tiempo era
La tradición por lo podrido , asiado corto como para titubear. De adolescente, fue aficionado al
de la esgrima y al montañismo en su Saboya natal. Estas dos acti-
X. ~acán: una ética del habla des parecen haber dejado una huella en su modo de proceder en
t suntos del intelecto. 0, tal vez, todas las actividades del cuerpo y
La tragi-comedia
"El artista precede" lecto habían terminado por fundirse en una sola unidad, al
, La mentira y su verdad a esa conjunción de cualidades que daba un "estilo" inimitable
Retornar de Freud ra de su inteligencia. Después de su desaparición, Marc Augé
Una arqueología cristiana descripción más certera al proclamar en él "una inteligencia sin
La teoría de las figuras éticas ,sin fatiga y sin orgullo".'
¿Una política del habla? as veces se le reprochaba no estar ni adentro ni afuera, no
en su totalidad ninguno de los papeles que le otorgaban
Índice Onomástico profesional, las tomas de posición y sus abundantes escri-
I
ómo oxientamos, en este recorrido rápido, variado, inventivo,
o por una amplia producción escrita, que lo presentó sucesi-
e a sus lectores como un jesuita editor de las fuentes del primer

Augé, "Présence, absence", en Luce Giard (ed.), Mzchel de Certeau, Paris, Cen-
Pompidou, Cahiers pour un temps, 1987, p. 84.
b
I
HISTOIUA
Y PSICOANÁLISIS.
ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

siglo de su orden (1540-1640), luego como un historiador de la mística quien se veía entonces totalmente situada en la ambigüedad. La expli-
del Renacimiento en la Época Clásica, pero también como un hombre cación, un poco débil, no era nada sorprendente: los historiadores y los
de su siglo, apasionado por la observación de las sociedades contem- ociólogos habían mostrado, tiempo atrás, que nunca es sencillo sus-
poráneas de Europa y de Latinoamérica, un cristiano "emocionado" aerse al pacto social que rige la estabilidad de las identidades y sus
por los acontecimientos de mayo de 1968, impaciente por ver que se presentaciones. Para explicar el trayecto de su camino, Michel de
tomaran las medidas para llevar a cabo la actualización y, además, erteau tenía la costumbre de decir que se había limitado a dar "un
como un historiador que hurgaba en la especificidad de la epistemolo-
gía de la historia, un intelecto generoso que se interrogaba sobre la
construcción del lazo social y la afirmación de las diferencias en el
espacio público o, más asombroso aún, un admirador de las "artes del El recorrido de las disciplinas
hacer" que organizan la vida ordinaria de cada día, obstinado en ren-
dir cuentas, conscientemente, a nivel teórico, mediante una selección ¿De qué manera y por qué se dan tantos recorridos por las disciplinas,
de categorías y procedimientos, tomados de las últimas proposiciones por los sitios de investigación, por las formas de tematizar y de cons-
de las ciencias sociales y humanas?*Esta movilidad y esta exigencia de truir interrogaciones transversales? De Certeau se desplazaba de un
pensamiento daban, a veces, una impresión de vértigo, inspiraban la saber a otro por necesidad, para comprender un problema originado
sospecha de adivinar en ellas una primera inconstancia o, tal vez, una en otra parte, ahí donde él creía que no se le había tratado correcta-
superficialidad oculta. Este jesuita historiador, tan poco común, des- mente. Su intención no era confundir las identidades disciplinarias; no
pertaba, en algunos, el recuerdo de una historiografía, heredada de la predicaba la mezcla de métodos ni de conocimientos en nombre de
Ilustración y repetida en el siglo XI~, hostil a la Compañía de Jesús, a una unidad última del saber, ni en virtud de la condición común a
1
todos los sujetos cognoscentes. Historiador atento a lo que él llamó "la
operación historiográfica", para designar las condiciones reales (y ya
2 Entre sus obras, se podrán consultar, sobre el primer siglo jesuita: Pierre Favre,
. Mémorzal, ed. y tr. de Michel'de Certeau, Paris, Desclée De Brouwer, Christus, 1960;
no las de principio) en las que se ejerce la profesión, De Certeau insis-
tia en el marco histórico (un contexto cultural, una jerarquía de cono-
Jean-Joseph Surin, Guide spzhtue1le pour la perfection, ed. Michel de Certeau, Paris,
l
Desclée De Brouwer, Christus, 1963; Jean-Joseph Surin, Correspondance, ed. Michel de
Certeau, Pari9~escléeDe Brouwer, Bibliotheque européenne, 1966. Sobre la historia
ientos, una gestión social de lugares y cargos) que rige a cada -
iplina, y que pesa sobre su definición y sobre su individuación,
de la mística: La fábula místzca! Szglos X ~ I - X ~ Utr., de Jorge López Moctezuma, México,
UN-Departamento de Historia, 1993 (1982). Sobre mayo de 1968, las sociedades con-
si los especialistas prefieren subrayar la validez de su tradición de
temporáneas y el compromiso de un cristiano en este mundo; La toma de la palabra y ensamiento, su economía interna y la coherencia de las distinciones
otros escrztos polítzcos, ed. establecida y presentada por Luce Girad, tr. de Alejandro ahí se plantean. De esta serie de diferencias y de actos de separa-
Pescador, México, UIA-Departamento de Historia/rr~so,1995 (1994); La Culture au periódicamente revisada al surgir nuevos conocimientos, De
pluriel, nueva ed. Luce ~iard,IParis,Seuii, Points, 1993; La Fazblesse de crozre, ed. Luce
Giard, Paris, Seuil, Esprit, 1987. Sobre la epistemología de la historia: La escrztura de la
erteau reconocía la función y la utilidad de determinar, para cada
hzctorza, tr. de Jorge López Mqctezuma, 3" ed. tr. revisada, México, UIA-Departamento isciplina, sus usos internos a la profesión y sus relaciones de vecin-
de Historia, 1993 (1984). Sobre el lazo social y la manifestación de las diferencias, ver, d con las otras disciplinas. Sabía la importancia de las marcas de
en colaboración con Dominique Julia y Jacques Revel, Llne polrtzque de la langue. La onocimiento y de los procesos de legitimación para todos los espe-
Révolutzonfvan~azseet les patoisk lfenqu2tede Grégozre, Paris, GaUimard, Bibliotheque des
histoires, 1975 (también disponible en Folio Histoire, 2002). Sobre la vida cotidiana
ialistas de un dominio del saber del que reciben su identidad. Éstos
ordinaria, los dos volúmenes de La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, nueva ed. ueden apoyarse sobre esas marcas y esos procesos para establecer
establecida y presentada pori Luce Girad, tr. de Alejandro Pescador, México, UIA- entre ellos un acuerdo mínimo sobre los principios, los métodos, un
Departamento de Historia / KESO/CEMCA, 1996 (1990); y, en colaboración con Luce ocabulario técnico, todo un aparato que permite la acumulación de
Girad y Pierre Mayol, 2. Habbtar, cocinar, tr. de Alejandro Pescador, ed. revisada y eriencias y resultados, y luego su circiilación en forma resumida,
aumentada por Luce Girad, México, UIA-Departamentode Historia/rr~sO,2000 (1994).
Sobre su bibliografía completa, ver la nota 7. Para un conjunto de estudios sobre su acias al ordenamiento de una teoría explicativa. La mirada perspicaz
obra, ver las recopilaciones señaladas en las notas 1, 7 y 36. Añadiremos: Claude e echaba De Certeau a la vida del conocimiento (educado por la
Geffré (ed.), Michel de Certeau ou la dlfférence chréttenne, Paris, Cerf, Cogitatio fidei, meditación de los clásicos de la historiografía, en trato cercano con los
1991; Luce Giard et aliz, Hzstozre, mystzque et polztzque. Mzchel de Certeau, Grenoble, andes eruditos del siglo XVII y con los tratados metodológicos a prin-
Jér6me Millon, 1991; Jeremy Aheame, Michel de Certeau: Interpretation and zts Other,
Cambridge, Polity Press, 1995) ios del siglo XX) estaba imbuida de otras lecturas más inesperadas,
1
mSTORlA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y R C C I ~ N
P

tomadas de la filosofía y de la sociología de las ciencias, sobre todo con aba de este tipo de grandilocuencia, como desconfiaba de las
Karl Popper, Thomas Kuhn o Bruno Latour, desde su inicio iconoclasta proclamaciones que acompañaron, durante cierto tiempo, la
bajo el sol ~aliforniano.~ Se percibirá el eco en las páginas que siguen, ación de la informática. No es que no deseara detenerse en su me-
particularmente en los capítulos sobre Michel Foucault. ogía o en su epistemología. No negaba a los historiadores la posibi-
Esta conciencia de la historicidad inscrita en la definición de los de utilizar esos nuevos medios de recopilación y tratamiento de
métodos y en la manera de desglosar los objetos de investigación lo tos a gran escala que podían llevarlos a conclusiones inalcanzables
incitaba a rehusarse a sacralizar el valor cognitivo de las prácticas pro- otras vías. Pero creía que era indispensable reflexionar sobre las
pias a una disciplina. Esta conciencia le dio la libertad de no sentirse ideraciones de este recurso, a fin de descartar los equívocos, como
constreñido por ellas. La lógica de sus preguntas a veces lo llevó a resa aquí: "el homenaje que se rinde a la computadora se apoya en
apartarse de las respuestas recibidas; sin embargo, se rehusaba a re- ambición de hacer pasar el discurso histórico por un discurso
nunciar a la pregunta planteada y se veía obligado a continuar el reco- . El peligro señalado era el olvido de la historicidad, que lleva-
rrido del pensamiento más allá de las fronteras de la historia, la rancia de los límites y de la fragilidad de una representación
disciplina que le daba su acreditación. Esta inconformidad intelectual asado. Frecuentemente hacía esta alusión a lo "real", como ilusión
se refería tanto al tratamiento de las preguntas seleccionadas como a la id de las interpretaciones, al referirse a la historia o al psicoanálisis,
elección inicial de las preguntas por hacer. No se dejaba desviar de o si ambos, sometidos a las mismas tentaciones, ofrecieran a sus
ciertas preguntas por los juicios establecidos, listos para descalificar acticantes respectivos la oportunidad de una misma lucidez.
una "antigua pregunta", por no formularse con claridad en un estado Cuando cruzaba el campo de una disciplina, se esforzaba por
de conocimientos más reciente, considerado más avanzado o más cien- tenerse fiel a su propia disciplina. Tenía cuidado de repetir su
tífico. Pensaba que esta descalificación (frecuentemente acompañada tidad de origen y los límites de su competencia, para evitar toda
de una pizca de desprecio hacia los "problemas pasados de moda") era igüedad y toda legitimidad ficticia. En su reflexión sobre la histo-
la máscara de una impotpncia, de un temor no confesado. Le parecía afía, se dirigía con gusto al psicoanálisis. No le llamaron la aten-
. que no podía afirmarse el sinsentido de una pregunta sólo con base en ni la psicohistoria de los grandes hombres (creada por Freud y
que ésta fuera difícil de articular en enunciados del conocimiento ac- tt sobre el caso del presidente Wilson, y tan atractiva todavía para
tual; lo conqario le parecía más verosímil. Debía aún probarse esta s ) ~ni las consideraciones generales sobre los secretos de las
presuposición, y abordar iia pregunta desde otro ángulo, cambiando la idades colectivas a los que el psicoanálisis daría acceso (una
perspectiva sobre los problemas considerados, lo que permitía entrar ión inscrita en la línea de Jung, a la que otros historiadores no
al terreno de otra disciplina y recurrir a sus propios instrumentos. ieron resistirse). De Certeau decidió hacer su reflexión sobre el
Así es como habría rqueentender la ironía velada de su expresión, ud historiador o, más bien, sobre el Freud que se probaba en el
que sitúa la historia en al& sitio "entre la ciencia y la ficción". Al utili- io de historiador. Leyó algunos de sus textos a profundidad, fre-
zar esta fórmula inesperada, no estaba animado por la voluntad de dis- ntemente en la versión alemana original, y consagró un estudio
minuir la condición epistémica de la historia; quería solamente hacer allado a dos ejemplos de ese trabajo histórico. Por una parte, fijó la
justicia a la profundidad de las preguntas ahí planteadas, si no resueltas. nción en el último libro de Freud, Der Mann Moses (1939) [El hombre
Más que a un ímpetu del la pluma, la fórmula remitía a un elemento isés], que comenta la historia bíblica de Moisés y del monoteísmo
esencial en su concepciónfdela historia, cuyo análisis se encuentra des- ío; por otra, en el caso de neurosis y posesión demoníaca (ocurrido
arrollado en el primer capítulo de esta obra. Justamente porque sólo la 1677-1678 en la Austria católica), a lo que se refiere Freud en 1923.
necesidad del trabajo presente lo hacía cruzar las fronteras de las disci- dos textos privilegiados remiten a dominios que caían directamen-
plinas, nunca estuvo tentdpo a erigirse en portabanderas de un discurso ntro de su competencia: la figura de Moisés es bien conocida por
de principio sobre las virtudes de la interdisciplinariedad. Más bien, la teología cristiana del Antiguo Testamento; Haitzmann, el neu-
i co de 1677, no es muy distinto a las poseídas de Loudun en 1634,
Karl R. Popper, La logzque de la découverte scientifique, tr., Paris, Payot, 1973; Thomas
S. Kuhn, La structure des révolutions scfentifiques, ir., Paris, Flammarion, 1972; Bruno
Latour y Steve Woolgar, Laboratoy Llfe: The Soczal Constructzon of Scient$c Facts, Beverly Saul Friedlander, Hzstozre et psychanalyse. Essaz sur les poss~bzlztéset les lzrnztes de la
Hills (CA),Sage, 1979 (tr. LA v z e b laboratoire. La productzon des faits scientlfiques, Paris, La hzstozre, Paris, Seuil, L'Univers historique, 1975, específicamente el capítulo 2, "La
Découverte, 1988). aphie psychanalytique est-elle possible", pp. 81-141.
i
i
b Y PSEOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y F'ICCI~N
HISTORIA
cuyos procesos estudió (volveremos a Loudun más adelante). Sus dos avor de la interdisciplinariedad. Esta modestia voluntaria del dis-
capítulos sobre Freud, frente a Moisés y frente a la neurosis de Haitz- distancia mantenida frente a las instituciones del
mann, constituyen la última parte de su libro La escritura de la historia caracterizaba su conducta en el recorrido intelectual, a la mane-
(1975) donde se construye principalmente, su concepción teórica de la un fronterizo que, sin ser del todo ni de aquí ni de allá, mantiene
disciplina, lo que señala la importancia que le concedía a Freud en su ertad de movimiento entre las lenguas, entre los ambientes, entre
reflexión sobre la historiografía. culturas. La historia estaba sólidamente enraizada en el centro de
Por el contrario, se observará que no se ocupó tanto de los preguntas; él explícitamente le atribuía esta
otros textos en que Freud explicaba la historia del movimiento psi- reflexión, pero nunca trató de quedarse con una
coanalítico. Ciertamente les prestó alguna atención -se refiere a ellos cela de poder en el corazón de la institución historiadora. Conser-
en el capítulo 11 de la presente obra- pero sin relacionarlos directa- ella, la misma actitud que en relación con otras
mente a las posturas que están en juego en una "escritura de la his- tituciones que frecuentaba o por las que pasaba, ya sea en lo que se
toria". Además/ debernos Subrayar que su relación con el sicoanálisis, a la teología, o al campo político; mostraba,
psicoanálisis no se limitaba al estudio de una herencia textual, lega- llos, esa mezcla particular de respeto social, de exigencia
da por Freud: tuvo lazos verdaderos en Francia con el medio vivien- stancia crítica que tanto imponía e intrigaba, y que le ase-
te de los psicoanalistas, sin jamás querer incorporarse como analista raba una misteriosa forma de libertad.
práctico. A los que se sorprendían, les contestaba que no quería
ocupar todos los sitios ai la vez. Perteneció a la Escuela freudiana de
París durante el tiempd de su existencia (1964-1980), fundada por ares de elección y de composición
Jacques Lacan, al que dedica el último capítulo de este libro. Encon-
tró en los escritos de Lacan una inspiración y un estímulo invalua- de movimiento estaba al servicio de un trabajo de inves-
bles; y, en su ~scueld,interlocutores que le eran importantes. preciso, exigente, desplegado entre la historia, la lingüística,
. Participo ahí en grupos be trabajo y en círculos de discusión, contri- pología y el psicoanálisis, por nombrar las disciplinas más
buyó a seminarios, colofiuios y encuentros, publicó artículos en di- uentadas. Debemos añadir, además, la filosofía y la teología,, por
versas revisaas y volúmenes relacionados con esta organización. En tes en el sustrato de una gran erudición y en la
esta red fue visible y acdivo, pero conservó su identidad de historia- n del pensamiento. Las dos habían sido objeto de una
dor y dejó clara su condición al esforzarse por alejar de él toda su- ión inicial, recibida en la universidad, en Grenoble y en
puesta competencia comb analista, como subraya aquí en el capítulo , y luego en el Instituto Católico de Lyon, formación que se
111: "Historiador de oficiq, o miembro de esa escuela desde su funda- letó y profundizó después en la Compañía de Jesús, de acuerdo
ción, no estoy mejor 'situado' para hablar de Freud, o para ser con- a académico habitual de los jóvenes jesuitas. Se espe-
siderado como uno de sds representantes". n el tiempo en que cursaba el doctorado en la
Le importaba mucho esta manera de caminar por un sitio del des hautes études con Jean Orcibal, doctorado dedi-
conocimiento, sin obtener, en ello, el derecho de residencia, sin tener spiritual de Pierre Favre (1506-1546), uno de los pri-
un discurso "autorizador{,legitimado por la pertenencia a ese conoci- ros de Ignacio de Loyola. Esta vasta y sólida
miento instituido. Aunque no dudaba en recorrer las disciplinas, no a también la originalidad del historiador, su movili-
deseaba estar en una posición suspendida sobre ellas, desde donde ara cruzar las fronteras de los campos del saber,
pudiera emitir juicios definitivos sobre cada ma, tomando, a capricho, ra asociar los diversos recursos y para lograr ser
sus métodos e instrumentos. El campo voluntariamente limitado de su tos ambientes intelectuales. Explica, sobre todo,
reflexión de epistemólogo le muestra (en él se refiere solamente a la de ver la conceptual~zaciónde la teoría del proyecto histo-
disciplina en la que tenía una experiencia de primera mano) esta histo- y ese deseo constante de esclarecer el embrolln d e 12s nrár-
ria de 10s siglos xvi y m Que había estudiadn rlir~rfamont-AneA- c.--
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

verdadera atención, pero cuya invención y cuyo movimiento poético realidad" eran testigos esas narraciones y esas
producían entusiasmo y e n ~ a n t o . ~ o la voluntad de rendir cuentas de su particula-
Sus investigaciones, cuyo objeto fue tanto la lengua de los textos irnientos controlables y repetibles, con el fin de
místicos y las "artes de hacer" de lo cotidiano, como las averiguaciones ello de lo que estaba hecha la originalidad de
del padre Grégoire sobre los dialectos en el tiempo de la Revolución y día comprometerse como "testigo" privilegia-
los problemas políticos de las sociedades contemporáneas, ya sea en labra sobre el sentido de esos textos, como un
América Latina o en casa -sólo por citar algunos ejemplos, desperta- cifrar los secretos divinos depositados en el
ron, cada una de ellas, el interés de los especialistas del camp ticos. Nada le hubiera parecido más extraño.
Certeau recorría, aunque no siempre se viera la coherencia y la unida echaba insistentemente, cada vez que podía, esta suposición. Veía
de la obra completa. Sin embargo, hubo unidad de intención y de aspi- abuso del creer por el saber. La fábula
ración, alrededor de los lugares de elección y de composición, si se me stra sobre la mística, empieza con una dene-
permite aquí tomar prestadas esas palabras familiares al vocabulario licante, de no ser considerado miembro,
de los Ejercicios espirituales del fundador Ignacio de L ~ ~ o lDe a.~ un derecho, del cenáculo místico. Según sus propias palabras, él
grupo de objetos a otro, de una averiguación a otra, a través de una ía, al contrario, "evitar a este relato de viajes el 'prestigio' (im-
pluralidad de disciplinas y de métodos, el recorrido de su pensamiento o) de ser tenido como un discurso acredi-
estuvo ligado, en Michel de Certeau, a dos fuentes o a dos nudos de do para hablar en su nombre, en fin,
preguntas conjuntas, si así se quiere, reconocidas en el tiempo de una é se trata".9Se verá, de paso, que la
formación con facetas y que siguieron siendo centrales durante los se da muchas veces en el correr de su
treinta años de su fecunda ~ a r r e r aVisto
. ~ desde este ángulo, el re os capítulos 11 y 111 de esta obra. La tomó
do por los dominios del saber se refería, a pesar de las apariencias, a del psicoanálisis, donde describe la posición del analista
menos a la elección de los temas de reflexión (determinados bastante al analizado, como lo señala en el capítulo x: "Al principio,
temprano) que a la qvestigación de un terreno propicio para su escla- , 'supuesto saber ; funciona como objeto
f

recimiento y para su/recopilación mediante procedimientos,exteriori-


zados y*ntrolables. I "
Sin embargo, no tenía la intención de reducir esta literatura mís-
La primera fuente de elección fue la literatura mística, de la que a un código de procedimientos de escritura, que debiera estable-
Michel de Certeau no dejó de leer, de releer y de meditar la tradició s instrumentos de análisis tomados de la lingüística y
cristiana, en los autores del Renacimiento a la la intención de proponer una tipología de las estruc-
Clásica. La imposibilidad de encontrar satisfacción en los instrumentos de los autores místicos, al hacer el recorrido por el
habituales de análisis para tratar esos textos enigmáticos, y de 1 centro de su proyecto, no había la voluntad de
preguntarse por su misterio, lo obligó a viajar de disciplina en r el porqué ni el cómo de las escrituras místicas, sino la acción
plina, en búsqueda de medios de investigación, de maneras or de escuchar una música de palabras que había expresado, con
tualizar la teoría. Lo hue estaba en juego no era el "deseo de la primera modernidad de las sociedades orciden-
t
l ales, el sufrimiento de la separación, el dolor de la ausencia, la ausen-
5 Francoise Choay, "Tours et traverses du quotidien", en Luce Giard (ed.), Mr
de lo único, cuando se acabó un cierta manera de relacionarse con
Cerfenu, pp. 85-90, acogía favorablemente, en las Artes de hacer, "también al articta ausencia, CUYOS signos precursores discernía desde
duda uno de los mejores de nuestro tiempo, por la gracia de un contrapunto perrnan a, todavía presente en el siglo XX,bajo otras for-
entre el rigor de su escritura y la riqueza de las metáforas que lo animan sin jamás f i ~ tos de poesía o de ficción, desprovistos de fórmulas
en sistema" pp. 86-87.
S, por ejemplo, en la experiencia de la "nada", en
Michel de Certeau, &espace du désir ou le 'fondementf des Exercices spiri
en Christus, t. 20, núm. 77,11973, pp. 118-128.
7 La lista de sus publ$aciones, traducciones incluidas, comprendía 422 números e
junio 1988: Luce Giard, "Bibiiographie compl2te de Michel de Certeau", en Luce Giar en su articulo "Mystique", en la
(ed.), Le voyage mystique, Mlchel de Certeau, Paris, RSR y Cerf, 1988, pp. 191-243. A pa
de esa fecha, se añadieroni muchas traducciones a varias lenguas y diversas reedicion
en francés.

XIV
lugares cercanos a sus viviendas, esos lugares que no atraen narracio- De ahí su insistencia en la historicidad de toda operación
nes, ni recuerdos, ni creencias, de forma que ni los mismos habitantes oriográfica y en la separación que ella introduce entre el historia-
llegan a sentirse atraídos por ellos." su objeto de historia. Como lo dice con fuerza en el capítulo WII,
toriador no puede ni captar ni desechar "lo ausente de la histo-
ya ausencia irremediable marca la operación historiográfica y
El encuentro con el psicoanálisis ultado, la historia escrita. Podemos suponer que su insistencia
la fragilidad del trabajo del historiador no era extraña a lo expe-
Los artículos aquí reunidos tienen como tarea común explorar el do- ntado, en la escena contemporánea, sobre la erosión de las creen-
minio de la intersección entre la historia y el psicoanálisis. A nadie le mas. Michel de Certeau estudiaba el pasado místico de esas
sorprende que Michel de Certeau haya querido frecuentemente dar , pero también eligió unir su identidad social a su presente.
explicaciones sobre la historia y su historiografía, pero la cuestión es- amentó en una serie de artículos de gran fortaleza, publicados
taba en la profundidad de su manera de concebir y de practicar su tarde en La Faiblesce de croire (La debilidad del creer) (1987). Sin em-
oficio de historiador. Vivía este oficio con una exigencia filosófica, y se o, subsisten preguntas: ¿por qué tejió vínculos tan densos entre la
cuestionaba sobre sus pormenores desde un punto de vista epistemo- ritura de la historia", así cuestionada, y el psicoanálisis? ¿Qué ne-
lógico. No hacía separación alguna entre la práctica del oficio y el es- d había en sus ojos sagaces? ¿Cómo se encontró con el psicoaná-
clarecimiento de las condiciones que determinan, tanto interna como cómo se convenció de que el trabajo del historiador tenía mucho
externamente, la forma y los procedimientos de toda "operación histo- ganar con la cercanía de Freud y de sus herederos pendencieros?
riográfica".16Ya en su tesis sobre Pierre Favre, y luego en sus ediciones El asunto es complicado; merece detenemos. En primer lugar,
críticas con vistas a recopponer lo mejor posible la obra1 dispersa y ite a la recepción, caótica y diferida, de la invención freudiana en
mutilada de ~ u r i n ,queda claro que no sólo quería reconstituir "su cia. Se debe volver a situar esta recepción en un contexto doble:
historia", sino reflexiona: en las distintas maneras de hacerlo, rendir una parte, en la resistencia al psicoanálisis dentro el medio psi-
. cuentas de la forma en que él mismo operaba, a partir de cuáles presu- trico y, por otra, en las difíciles relaciones de la Iglesia de Roma y
posiciones, dentro de cuáles connivencias, a la sombra de qué silen- os teólogos oficiales con el freudismo. La psiquiatría francesa había
cios. El hec* de haber tomado la historia religiosa como primer objeto ocido un desarrollo brillante a finales del siglo XIX, alrededor de
de investigación (es de&, historias de creyentes en relación con las rcot, del cual Freud oyó los relatos de casos en el hospital de la
creencias de otros tiemp+) lo obligaba a dar explicaciones sobre unas trikre. Más tarde, su orientación hacia la neurología y hacia una
creencias a las que no podía adherirse stuicto sensu, pero las que no logía de tendencias racionalistas, durante el primer tercio del
podía desechar todas juntas, ni descalificar, puesto que, en otros tiem- o xx, con Clérambault, Ribot o Pierre Janet, y unas tradiciones de
pos, esos contenidos habian sido formulados, enseñados y aceptados ación y de pensamiento instaladas en la rigidez de las institucio-
por la 1~1esia.l~ I multiplicaron la resistencia frente a las teorías de Freud, conside-
Esta situación, en bilo entre el pasado de esos creyentes y su as poco científicas y en favor de afirmaciones irracionales o
presente personal de creyente, subrayaba la distancia -imposible de erificables. La rivalidad con el mundo germánico, después de la
suprimir- entre cualquier lectura de las fuentes, en su literalidad, y rota en 1870, no facilitó la comunicación entre las dos escuelas de
cualquier interpretación a; posteriori, que los transfiere a otro registro de ensamiento. Como aquí lo recuerda el capítulo 11, resultó que los tex-
creencias y de costumbrps sociales, en que los enunciados de otros de Freud entraron a Francia por la vía literaria, sobre todo alrede-
tiempos toman otro sentido -aunque se hayan conservado palabra por de la NRF, con André Gide y Jacques Riviere, y, más tarde, por la
endencia del feudo surrealista, alianza poco apreciada por Freud.
Sin embargo, en la década de 1930, empezó una especie de deshielo
15 Ver su capítulo "Los aparecidos de la ciudad, en La znvenczón de lo cotidiano, 2. e los jóvenes psiquiatras en formación, gracias a la llegada de los ana-
Habitar, cocmar, específicamentelas pp. 135-146.
? h Ver La escritura de la hist@, capítuio 1, "Hacer historia", y capítulo 11, "La opera-
ción histonográfica", pp. 33-118. 18 La escritura de ?a histona, capítulo m,"La inversión de lo pensable. La historia reli-
l7 Nos referiremos a uno d~ sus úitimos artículos: "Historicités mystiques", en Re-
del siglo xvu", y capítulo N,"La formalidad de las prácticas. Del sistema religioso
cherches de science rellgieuse, t. 73,1985, pp. 325-353. a ética de las Luces (siglos ~ ~ I I - ~ ~ pp.
I I I129-200.
)",

XVIII XIX
MICHEL DE CERTEAU HISTORIAY PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

listas de Alemania y de Europa Central. Huyendo de la escalada del na- ción, que nos parecía extraña, me detendré
zismo, esos exiliados venían a buscar un refugio seguro en una Francia res, que se refieren a grandes empresas edito-
que imaginaban aún heredera de la ilustración y de la Revolución, debido , eruditas y respetables, cada una de las cuales logró publicar una
a su ignorancia del estado real de un país desangrado por la Gran Guerra de volúmenes que son autoridad en nivel internacional. Como es
y desgarrado por las discrepancias políticas. Su presencia, su práctica, su sas de esa envergadura reúnen notas de decenas de
familiaridad con los textos de Freud y su conocimiento detallado de los y su preparación, redacción y publicación se prolonga-
debates entre sus discípulos y continuadores contribuyeron a ampliar las . Mis comentarios no se refieren a la inten-
ideas de ciertos círculos de la psiquiatría, que produjeron, después de al de los fundadores y primeros directores de
1945, un renacimiento intelectual. En 1932, un joven psiquiatra, sultado final, una vez terminado el proyecto.
repararon sus maestros y compañeros de promoción, empezó su aná lo será el muy serio Dictionaire de théologie catholique,
en París con uno de esos médicos exiliados, nacido en Polonia, formado rudición histórica, publicado entre 1923 y 1972. Se
en Zurich y en Berlín, "representante ejemplar de este famoso psicoaná- de Vacant y Mangenot, consta de quince to-
lisis judío y errante, siempre en búsqueda de una tierra pr~metida".'~ lúmenes, más tres tomos de índices, es decir, no faltó
Este analizado, Jacques Lacan, desempeñará un papel decisivo en el acio a sus autores. Sin embargo, no contiene ningún articulo sobre
avance del psicoanálisis en Francia después de 1960. Su analista, Ru- álisis (el tomo 13/1, en que podría haberse
dolph Loewenstein, se exiliará, una vez más, a Estados Unidos, en 1942, ada después de "Michel Psellos", se publicó en 1936).
escapará con la vida y continuará allí su prá~tica.~' el último tomo de los índices, una entrada, "psicoanálisis", de me-
Los médicos y h s teólogos católicos consideraban sospechoso, columna, remite a la entrada "Freud", en el primer tomo de los
desde tiempo atrás, al qreudismo: se le acusaba doblemente de ensalzar mos índices. Ésta ocupa la tercera parte de una columna y ofrece,
una "pansexualidad", kntraria a la moral cristiana y a su te010 de apoyo, después de una breve definición, un pe-
pecado, y de destruir la fe, al mofarse de la "ilusión" que consti resumen descriptivo, mediante una cita debidamente referen-
1
experiencia religiosa para la conciencia individual (que no encontraría del Précis de philosophie de André Cuvillier (tomo n, 1953), un
l
ailí más que un motivo de neurosis) y para la sociedad (en la que la cuya prosa escolar alimentó los trabajos de innumerables can-
religión sbmpre habría sido un instrumento de servilismo en manos al bachillerato y de aprendices filósofos, y que no puede con-
del poder político). PO^ tanto, había que rechazar el freudismo por su de primera importancia sobre Freud. ~a entrada
ateísmo, hedonismo y Lientificismo; algunos hasta creían reconocer en instructiva para nosotros, puesto que trata de
él una nueva fase del lanticristianismo judaico de los primeros siglos las características de la doctrina en pocas frases, remite a la entrada
(con todas las resonancias turbias que esta hipótesis podía d igión", del diccionario, y da el resumen detallado de un monitum
1
en los años treinta, cuando los nazis rechazaban el psicoanálisis y a Santo Oficio. Esta "advertencia oficial", con fecha 15 de julio de
practicantes para a la buena psiquiatría germánica de 1, tenía como objetivo poner en guardia a los obispos, censores
"ciencia j~día").~' ~ e s u l t óduradera la deshonra del psicoan os de verificar la ortodoxia de los libros impre-
fundida en el medio católico, sobre su teoría y su práctica: la descon- , sacerdotes y religiosos (los redactores romanos precisan: "de am-
fianza y la ignorancia réspecto a él conjugaron sus efectos. sexos": frente al peligro, no se puede ser demasiado prudente)
5
l a que jamás recurrieran al psicoanálisis.
1 El segundo monumento editorial que quiero tratar es el admira-
l 9 Élisabeth Roudinesco,~JacquesLacan. Esquisse d'une vie, hisfozre d'un systeeme de pen- Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, empezado bajo la
sée, Par?, Fayard, 1993, p. 102. ección de Viller, Cavallera y Guibert, jesuitas los tres, continuado
20 Elisabeth Roudinescol Généalogies, Paris, Fayard, 1994, p. 223. Algunas indicacio-
nes sobre Loewenstein, en H. Stuart Hughes, The Sea Change: Tke Mzgration of Soczal o la responsabilidad de otros jesuitas, y publicado de 1937 a 1995,
Thou~kt,1930-1965, New vork, Harper & Row, 1975, en el capítulo sobre "la eeo- "
dieciséis tomos en veinte volúmenes, más un tomo de índices genera-
psicoiogía", PP. 189-239. Con más dehle, sobre este medio de losexiliados, Martin Jay, no faltó espacio y, sin embargo, el psicoanálisis tampoco gozó
Permanent Exzle: Essays on fhe lnfellectual Migration from Germany to Amerzca, New York, el derecho de ciudadanía. Si hubiera existido esta entrada, hubie-
Columbia University Press, f986.
ado en el tomo m /2, publicado en 1986, después del dedicado
!

z1 Ver el archivo de textos traducidos y presentados por Jean-Luc Evard, Les années
brunes. i~ psychanalyse sous le 1Ir Reich, s. l., Confrontation, 1984. "Ernest Psichari" (columna y media). Después de "Psichari", encon-

XXI
tramos, sorpresa divina, una entrada bien hecha y muy substanciosa e negaban a renunciar a una parte de su autonomía intelectual.
"psiquismo y vida espiritual", que, en treinta y siete columnas, habla un creyente sincero aprendió a negociar algún grado de liber-
sabiamente de la psicología experimental, clínica o pastoral, de la rela- acuerdo con su estilo de vida, su pertenencia institucional, las
ción entre experiencias religiosas y una estructura psíquica, de pro- nsabilidades ejercidas, su notoriedad pública, los contextos socia-
blemas de la dirección espiritual. Su autor, un jesuita, menciona aquí y políticos, la distancia guardada frente a la jerarquía eclesiástica y
allá el punto de vista de Freud, de Jung o de Lacan, cita favorablemen- acidad personal de libertad interior. Aquí se toleraba con medias
te a Louis Beirnaert, un jesuita que fue analista y del que hablaremos as lo que ailá quedaba prohibido. También había formas hábiles
más tarde. Lacan está específicamente citado y comentado de una ma- scretas de llegar a acuerdos; nada era así de simple, todo exigía
nera deliciosa: "El deseo del hombre es el deseo del Otro: esta expresión de gía, tacto y mucha paciencia.22
Lacan, fuera de su contexto, es susceptible de diversas interpretacio- Junto a una mayoría que se sentía sinceramente obligada a con-
nes. La retomamos aquí para significar que el hombre es el objeto o el arse y a abandonar cualquier referencia a Freud, había también
término del deseo de Dios y que, a la vez, al desear a Dios t...]" etcétera valientes que se negaban a hacerlo, personas responsables que
(col. 2588). La bibliografía al final del artículo dedica una de sus nue- on proteger la libertad intelectual de sus dependientes, médicos
ve rúbricas al tema "fe y psicoanálisis": a cambio de la cosa misma, uscaban una respuesta nueva a los sufrimientos de sus pacientes,
está ahí la palabra, ya que no se menciona texto alguno de Freud, osos y sacerdotes que se hicieron analizar y que luego fueron ana-
aunque sí figura una traducción de Jung, el discípulo repudiado. ; todos ellos, juntos, contribuyeron a abrir discretamente, a los cató-
Maravillosa sustitución, hecha por esta entrada, ahí donde hubiéra- , una vía de acceso a Freud. En los conventos y en los seminarios,
mos esperado un texto sobre el psicoanálisis; hábil manera de guar- tructores de los novicios y los formadores de sacerdotes se inquie-
dar silencio en la obediencia a la voluntad romana de otros tiempos por la incertidumbre de la elección de las vocaciones, todos se
sin encerrarse totalmente. Veremos ahí lo que el arte militar llama los problemas mentales que aparecían en algunos de sus
una "maniobra de rodeos". En la fecha en que apareció el volumen, e , a veces después de largos años de vida consagrada y, hasta
1986, más de veinte años después del gran deshielo suscitado por e , llevada a cabo sin dificultad aparente. ¿Se debía a las secuelas
Vaticano*, esa conducta tiene sobre todo el valor de un síntoma en- , a la fraghdad del mundo moderno, o al contagio de las
quistado. A fin de poder en perspectiva la cronología de estos asuntos, en la gran mezcla social de la postguerra? Cualq~ieraque
recordemos que Beirnaert murió en abril de 1985, y De Certeau en gen, había que encontrarle remedio; la idea de qcudir a las
enero de 1986. cas psicoanalíticas como último recurso se abría paso lentamente.
Es verdad que Ici oposición de las instancias romanas al psicoa- evolución de la mente, que ya había empezado dentro de algunos
nálisis fue tenaz, comb su resistencia en otros campos, desde el siglo ulos pequeños antes de 1940, se aceleró en el ambiente católico, una
Xix, cuando se creyó que estaba bien combatir a ciertos teólogos, filóso- restablecida la paz, puesto que los desórdenes de la guerra, las
fos, exegetas o sabios) acusados de ceder demasiado terreno frente a araciones, el cautiverio, la angustia y el duelo parecían multiplicar
las "nuevas ideas", para toda una serie de problemas que se refieren efeztos sobre los supervivientes, explotar los códigos sociales y des-
a las doctrinas científicas, a la arqueología del Cercano Oriente bíbli- abilizar las creencias. Ya nada era como antes: ni la docilidad respecto
co, a la moral, a la filosofía política o a la teoría del conocimiento; el S mandamientos episcopales, ni la certidumbre interior.
enemigo señalado podría ser la evolución de las especies, el histori- Dos iniciativas, debidas a religiosos, sostuvieron y acompañaron
cismo, el modernismo, la filosofía de la acción del pobre Blondel (sin ntrada de los católicos al psicoanálisis (médicos, enfermeros, inte-
embargo, tan pío), el marxismo, etcétera. Pero no hay que sobrestimar ales, religiosos que después de ser analizados a la vez se conver-
la fuerza de lo proldbido en la realidad. Si la advertencia del Santo en analistas). La primera de ellas fue la fundación -por el
Oficio, citada en los fndices del Dictionarie de théologie catholique, lucha- inico Albert Plé-, en 1947, de un boletín, Le Supplément de la Vie
ba, aun en términos simplistas, contra el psicoanálisis en 1961, en los uelle, publicado con el fin de informar, en términos modernos, a
hechos reales, las cosas estaban más matizadas, las oviniones discre-
paban aún entre los fjieles creyentes, las decisiones del Santo Oficio no
22 Un cuadro de conjunto que no estudia el psicoanáiisis, en Étienne FouiUom, Une
se obedecían en todos lados sin chistar. En Francia, algunos universita- lrse en quete de liberté. La pensée catholiquefrancaise entre modernisme et Vatican 11 (1914
rios católicos, en el skno de la Universidad pública, estaba en terreno 2), Paris, Desclée De Brouwer, 1998.

XXII XXIII
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

los instructores de los novicios y a los superiores de las órdenes reli- tercer miembro del trío de la AMAR, Louis Beirnaert (1906-
giosas, sobre los problemas de la psicología y de la vida espiritual. Le rció una influencia directa sobre Michel de Certeau. Entró en
Supplément publicó articulos sobre Freud y sobre el psicoanálisis, escri- rsó el programa académico habitual
tos en términos moderados y favorables, con constancia y conocimien- S, filosofía y teología) que lo desti-
to suficiente del asunto como para hacerlos aceptables. Su fundador cursos en los colegios y a los escolásticos de la orden.
tenía lazos con Bruno de Marie-Jésus, un carmelita que organizaba de ntes en 1940, ayudó a los que se oponían a la
nuevo en 1931 una revista de su orden, los E tudes carmélitaines (funda- alemana, fue encarcelado por ello durante algunas semanas,
da en 1911 por otro carmelita, Marie-Joseph du Sacré-Coeur, para po- rmó parte de la resistencia, como varios otros jesuitas. En
der publicar los textos de la tradición espiritual cannelitana).Bruno de ezó su análisis con Daniel Lagache y llevó a cabo uno de sus
Marie-Jésus logró que los Études carmélitaines se convirtieran en una ecíficamente con Lacan, a quien le fue fiel toda la
publicación de muy alta calidad, en que los problemas de mística y de d con una figura importante del
psicología eran discutidos por las mejores mentes de sus tiempos; en dimir ~ r a n o f fy~empezó
~ a recibir a religio-
que teólogos, poetas, historiadores y psiquiatras podían dialogar inte- dos por sus superiores. Jesuita y .analista,
ligentemente." Ambas publicaciones, dirigidas a lectores diferentes, me di cuenta de que, al llamarme jesuita y
sumaron sus efectos positivos y comenzaron a "naturalizar" el psicoa- r a n d ~ "Beimaert
.~~ también fue redactor en
nálisis en la cultura católica común. ensual de cultura general editada por la
La segunda iniciativa se refiere a una pequeña estructura de esidencia jesuita Pierre Canisius (15, rue
cuidados psicológicos dirigida al medio eclesiástico. Creada en 1959 albergaba la redacción de la revista. Mi-
por cuatro personas, entre ellas una mujer -Andrée Lehmann- la Certeau fue miembro de la misma comunidad jesuita a partir
AMAR (Asociación médico-psicológica de ayuda a los religiosos) tenía Beimaert, De Certeau y un tercer jesuita formaron parte, en
un objetivo práctico: ofrecer un punto de apoyo terapéutico, en su can, de los 134 miembros que per-
momento un acceso al psicoanálisis, a las almas angustiadas. Debido a a la Escuela freudiana de ~ a r í s . ~ '
su condición de clérigos y a su pertenencia a diversas redes de la Igle-
sia, los otros tres fundadores, el dominico Albert Plé, el jesuita Louis \

Beirnaert y un sacerdote médico, Marc Oraison, se ganaron la confian-


za de los superiores de b s órdenes religiosas y de los seminarios, y
éstos les enviaron a i n d ~ i d u o scon problemas tan graves que ni los
directores espirituales ni /sussuperiores lograban resolver. IMarc Orai- tinguen entre tres tipos de análisis: el análisis terapéutico,
son había escrito una t e s l de teología moral sobre los problemas de la os ordinarios; el análisis didáctico, que sigue un candidato
sexualidad, publicada con el titulo Vie chrétienne et problhes de la
sexualité (Paris, 1952), cdn la autorización canónica de los censores
locales. Como ése tarnbihn fue el caso de otros partidarios moderados
de una modernidad intelectual, el Santo Oficio tenía celos de los "au- ychanalyse controlée"). Sobre las posturas que
S respecto a la formación en las sociedades psi-
daces" de la obra, del significado demasiado "positivo ' otorgado a laf

mations du psychanalyste, Ramonville Saint-Agne,


sexualidad, y la puso en el Índice de los libros prohibidos, en marzo de
1953, en oposición a la ón positiva de 10s censores de Se importante, puesto que los ana$tas no médicos
verificó, una ve2 más, personalidad de Granoff, ver Elisabeth Roudi-
ciente desfase entre la evo
intelechiales católicos ia y las posturas rígidas
tancias romanas.

23 Ibld., p. 84.
24 Élisabeth Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en Frunce. 2,1925-1985, nueva ed.
Paris, Fayard, 1994, pp. 206-207,211-213. De la misma autora, Généalogies, p. 245.
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CD?NCIA Y F I C C I ~ N

Psicoanálisis e historia de la espiritualidad encontrado el material de su iden-


todo el mundo.'"a percepción de
Michel de Certeau perteneció, entonces, por el a fracturas de la guerra, la ~ ~ k ~ c i ó n
una generación y a un ambiente católico en que, encontrarse cultad de algunos para definir su
Freud en 10s textos 0 con psicoanalistas practicantes en la reali acción, y la de otros para perseverar en ella y para obtener
no sólo era posible, sino efectiva e intelectualm la realización del proyecto, al
entorno hmediato. Sin embargo, ello no era ni fatalismo gencia y de excelencia inte1ech.m-
~ ~ 6 rpara
- 1 un joven jesuita que iba a tomar el oficio de hi notorio siempre en el talento y en el gusto de la Compañía. Se
¿Cómo llegó a interesarse tanto en el psicoanálisis? N r ese retomo al pasado para esclarecer las cuestiones del
textos lo explica; es cierto que no expresó nada en su ~a intención era loable, el proyecto tenía sus audacias, sus
que claranente rechazó la invitación de Pierre Nora a y sus ambi@edades, como lo señaló más tarde Michel de
recopilación de "ego-hi~torias"."Supongo que tenía dos razones para el campo de la historia, el proyecto suscitó una serie de
tomar en cuenta el psicoanálisis: una de fondo y otra circunstancial, 0s de edición, de traducción, de anotaciones Y de recupe-
ambas dependientes de 10s sucesos que hicieron de 61 un historiador comentada de las fuentes, todo ello recopilado en la colección
de la mística. La primera razón se refiere a su interés extremo por 1 la editorialDesclée De Brouwer. se estudiaron de nuevo
literatura mística y por1 las maneras de expresar la experiencia reli es figuras del pasado francés de la Compañía de Jesús, así
@osa? interés asociado a una exigencia intelectual, tempranamente expansión hera de Europa: en la Nueva Francia, de donde nació
que le impidió sentirse satisfecho con 10s estudios des- ebec actual, en China, etc. EI avance principal se dio en relación
cri~tivosy con las afirmaciones doctrinales en la materia. Dicho inte- la historia de la espiritualidad, que atrajo y retuvo a muchos de
rés, su vasta erudición, la finura de su discernimiento en las cosas de jóvenes historiadores. La aventura desembocó. para algunos, en
la vida interior y su prpfunda atención al otro 10 preparaban natu- ~ V Oinstrumento de compren-
ralmente para la historia de la espiritualidad, campo en el que la
Compañía de Jesús brillaba con mil luces desde su fundación, y en el entro del jesuitismo o después de
que desarrdlaba una gxan tradición escrita. Sin embargo, ésa no era o peso histórico y sociol$ico les
su intención inicial. Antes de entrar en la Compañía, había empezado que, sin embargo, descubrieron
l
a preparar una tesis de patrística latina sobre san Agustín y pensaba
volver a ella después del SU tiempo de formaciónjesuita. Si no llevó a 0s por esos jóvenes historiadores se referían,
cabo ese ProYeCto. fue causa de una orientación muy distinta, que ritos de Ignacio de Loyola Y del pequeño
1
se debió a un segundo motivo. S, como Pierre Favre, a quien Ya mencio-
Este segundo mot{vo nos lleva a SU pertenencia a una cierta ge- de 10s grandes jesuitas france-
neración en la provincia ,jesuita de Francia. Los superiores decidieron, una abundante literatura de
en ese entonces, que al&oS de los jóvenes más talentosos fueran de- a bella lengua clásica que tuvo m a larga
dicados temporalmente, ~e~mftlar su formación, a estudiar la historia a manuscrita como impresa, adicional-
de la Compma de lesús. Así, en los años cincuenta, a imitación de lo emas, en las recopilaciones de
que había empezado desde fines del siglo XIX en Ma
había fmnsferido al Insfitptum historicum en Roma en 1 ido por la calidad
jesuita de kmcia Uevab4 a cabo el gran trabajo de vo ormó, a partir de entonce
de la Compafiía, a 10s textos fundadores de la espE
31 Sobre los primeros tiempos, ver John W. O'Mafley, Les Premrers
" Pierre Nora (ed.1, Essazs d'ego-hlstozre, Paris, Gal]imard, Bib , p&, Desdée De Brouwer, ChrictUs, 1999.
1987. 32 ~ 1Falblesse
1 de crozre, capítulo 3, "Le mythe des origines"~PP. 53-7
30 Su p-era ~ubficación 1956 en un boletín de estudian 33 LOU~SBeimaert, op. czt., p. 242 en su contexto, esta ~ ~ a c i ó n s e
tario de Lyon) se titula "L'expérience religieuse, 'connaissanc de actividades ejercidas por los jesuitas; me permito aplicarla má
Este texto fue reproducido en Luce Giard (ed.), Le voyage mystzq

XXVI
HISTOPJAY PsIcoAN&ISIS. E= CIENCIA Y EICClÓN

dor de los siglos XVI y X V I I . ~Nunca retomó su primera atracción por e Certeau se dedicó a la obra de Surin, y la reconstituyó, con
la patrística. Después de haber traducido y comentado el Mémorial de os recursos de un abanico de disciplinas, mediante los fondos
Pierre Favre (su diario espiritual, escrito de junio de 1542 a enero de de las bibliotecas, para establecer una versión más fiel de los
1546, en el transcuiso de incesantes viajes entre Alemania, España e a enfermedad de Surin, el desprecio y las sospechas de algu-
Italia), De Certeau se encontró con la gran sombra de Jean-Joseph a utilización laxa o apologética de sus lectores y editores piado-
Surin (1600-1665) que fue su compañero y "guardián". Ese jesuita de an servido de coartada a toda clase de modificaciones,
Burdeos, contemporáneo de Descartes, místico renombrado cuyas S, iriterpolaciones, comentarios y ediciones defectuosas o
cartas de dirección espiritual se copiaron y recopiaron en los círculos das. En el lado opuesto de esas prácticas, De Certeau nunca se
devotos, también fue célebre por sus desdichas, ya que perdió la autorizado, por su conocimiento íntimo de la obra, a dar un
razón y vivió perdido, encerrado entre los suyos en el silencio, du- óstico reductor sobre su autor: "Ciertamente pudo haber sido
rante doce o trece años, después de haber sido exorcista de las reli-
. ----
le, pero ilusorio, proponer para esta 'historia extraordinaria', una
giosas poseídas de Loudun y de su célebre priora, la madre Juana de para el enigma y algunas tesis abstractas sobre la experiencia
los Ángeles. o esquizoide". " El hecho de rehusarse a dar un diagnóstico era
Él proceso ruidoso de Loudun (julio-agosto de 1634), que acabó nte con la distancia de principio, que le imponía su epistemolo-
en la condena a la hoguera y en el ajusticiamiento público de Urbain e debe mantenerse entre el historiador y su objeto de estudio.
Grandier, cura de una parroquia de la ciudad, "convencido del crimen rincipio se manifestará de nuevo con todas sus consecuencias en
de magia, maleficio y posgsión",l6 sirvió de sustento a las narraciones y lisis de la famosa carta de Surin (1630)sobre su encuentro con "el
a las pasiones del reino en tiempos de Richelieu y de las luchas religio- la diligencia" que hablaba tan maravillosamente de Dios y de
sas contra los Reformados. De igual manera que la supuesta culpabili- s divinas: "Cada una de las interpretaciones que marcan la
dad de Grandier, la sinrazón de Surin parecía atestiguar el poder del ación del relato es una manera de comprenderla, al mismo tiem-
demonio, en tiempos de inquietud en que los creyentes buscaban sig- e un revelador del grupo que, en un momento, 'encuentra' al
nos que vinieran del "ver'dadero Dios", que confirmaran la verdad y la o al pastor en su camino [...] Sólo existe la historia 'revisada y
fuerza protectora de su fe! Para los franceses del siglo XVII, la identidad da'. Ella mezcla, como lo hacía antiguamente, los aspectos recí-
jesuita de Susúi y la calidad de la formación intelectual de su orden de una "conversación" entre muchos; es a la vez nuestra lectura
incrementaban el valor ejemplar de su caso. Michel de Certeau escribió su lectura del acontecimiento y nuestra inteligencia' del pre-
sobre esto una pequeña y!magnífica obra, con base en una lectura sutil por medio de una 'relación' con ese pasado. La relación con el
de los documentos de la época -lectura hecha por un historiador-, que ctúa simultáneamente en esos tres registr~s".~
1
concluye con términos inspirados en la antropología y en elpsicoanáli- Bastaría con suprimir la mención a Surin para encontrar en es-
sk:"La posesión no tiene /explicaciónhistórica 'real', puesto que nunca frase una descripción del intercambio abierto entre el ana-
es posible saber quién está poseííc ni por quién. El problema surge preci- analizado. La manera en que trata el De Certeau historiador
samente del hecho de que,1 existe la posesión, diremos la 'enajenación', y toria extraordinaria de Surin ilustra la relación instaurada, en
de que el esfuerzo para liberarse de eiia consiste en transportarla, en critos, entre un cierto estilo de historia de la espiritualidad y un
expulsarla o en desplazarla a otro sitio: de una colectividad a un indivi- tipo de recurso al psicoanálisis. No quiso poner, en principio,
duo, del diablo a la razón de Estado, de lo demoníaco a la de~oción"."~ unicidad de su estilo ni la legitimidad de ese recurso. Se limitó a
car uno y otro, esforzándose por hacer explícita la sucesión de
ciones efectuadas, para someterlas a un juicio crítico' de los
34 9I
Se le confió la redacción una parte substancial (sobre el generalato de Aquavi-
res. Señaló varias veces que la narración de Surin sobre su pro-
va, y sobre el siglo xvn francés) del articulo "Jésuites" en el Diccionnaire de spiritualité, t.
Vm,1974, col. 985-1016. enfermedad y sobre su salida del silencio de la locura (La Science
35 Michel de Certeau, La Possesszon de Loudun, 3a. edición, Paris, Gallimard, Archives, érimentale) constituía, en la tradición mística del siglo mil, e1 equi-
1990, p. 247. ente del texto de Daniel-Paul Schreber, del siglo XX (Memorias de
'""bid., p. 327. Ver Phiiippe Bouby. "De l'histoire des rnentalités ii 1:histoire des ero-
yances. La possession de Loudun (1970) en Le Débat, núm. 49, marzo-abril 1988, pp. 85-
96. Este número contiene otros artículos, que forman un conjunto tituiado "Michel de 37 "Introduction" en Jean-JosephSurin, Correspondance, p. 28.
Certeau, historien". 8 Lafábula mística, p. 277.

XXIX
MICHELDE CERTEAU ~ ~ ~ SCIENCIA Y FIcCI~N
HISTORIA Y P ~ I C O A N ~ LENTRE

un neurópata, original en alemán, 1903), en la literatura psiquiátrica y a o influyó en De Certeau. Una


psicoanalítica, esas Memorias cuyo capítulo IX ofrece aquí un comen- obre Moisés en La escritura de la
tario inquietante. Hubo así, en la manera en que De Certeau escribía que el texto de De Certeau fuera
la historia de los místicos, junto a lazos visibles y fecundos con otras haber escrito esa nota a posterio-
disciplinas, una afinidad especial, con Freud y con el psicoanálisis de e una relectura de su texto.3yDeja, entonces, abierto el pro-
influencia Iacaniana. las relaciones entre 10s dos comentarios, orientados en
Pero sería falso limitar en él la aportación del psicoanálisis a la distintos, lo que no tiene nada de sorprendente, dada la
comprensión de la vida espiritual. Su relación con Freud fue mayor y entre ambos auto-
más profunda. Riega, subterráneamente, toda la obra de su madurez.
Se la ve resurgir bajo diferentes formas a lo largo de este Ebro. Un
primer ejemplo, a propósito de los mitos, muestra bien el movimiento
continuo de su reflexión entre la historia y el psicoanálisis. En el capí- mencionada con anterioridad.
tulo ID, Michel de Certeau hace suyo un juicio de Lacan, que reconoce
en Freud "uno de los únicos autores contemporáneos que fueron capa-
ces de crear mitos". Sin embargo, en las ultimas líneas del primer capí-
tulo, dice que el discursq histórico es "el mito posible en una sociedad
científica que rechaza lo? mitos, la ficción de la relación social entre
prácticas determinadas y leyendas generales". El Freud que aquí se
menciona ya no es el analista de los sufrimientos individuales, sino el
teórico de la cultura. Otro tema que aflora aquí y allá, tejiendo pasajes
entre la historia y la herencia freudiana, es la literatura. Al principio
otra vez del capítulo 111, se habla ya de la tesis de que "la literatura es el
discurso teórico de los qrocesos históricos", y luego se examinan las
relaciones entre literatuqa e historia a partir de las "intervenciones
freudianas". El capítulo :X sobre Lacan retoma, con respecto a él, la
cuestión de la literatura, cuya importancia en sí misma se subraya, y se
r
afirma la estrecha proxim'dad con el psicoanálisis lacaniano.
Última seña de la ~uidadosaatención a Freud que otorga el bis-
toriador es el uso de una ,expresión, "la escritura de la historia", carga-
da de sentido, elegida !para titular su propia reflexión sobre la
epistemología de la historia, a manera de saludo respetuoso y de con-
nivencia con la lengua alemana de Freud. Éste había utilizado Ges- una nota, un dato preciso
chichtsschreibung para haplar de la historiografia hebrea en El hombre a las ediciones de los seminarios de Lacan, tra-
Moisés, como lo señala DeiCerteau en el capítulo ID. En esta utilización, rancesa de una cita, etc.); todas mis intervenciones están entre
veo mucho más quh un placer de la pluma, una marca profmda de . Mantuve las mismas traducciones de Freud que citó Michel
afinidad entre Freud, que se hace historiador de la herencia judía, y existen mejores o más fieles versiones dispo-
Michel de Certeau, que llegó a ser historiador de la espiritualidad y de
la mística cristianas a ón de la Compañía de Jesús. Tomaré un
tejidas con sus compañeros jesuitas alre-
dedor de Freud. En e de Louis Beirnaert, publicado después de
su muerte, puede lee parte inédita titulada "Moisés y el mono- odredumbre"; Vm. "Lacan".
teísmo (en respuesta rsecuciones nazis)", para el que no se in- Moingt y a JacquesSédat, que me señalaron algunas erratas que
dica fecha alguna d ión. ES, por lo tanto, imposible saber si o la publicación anterior de sus textos.

XXX XXXI
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

nibles en francés. La traducción publicada en Viena ofr lo, "La historia, ciencia y ficción", presenta la
original de las citas de Freud, respecto a la edición de la ones distintas, con desarrollos de partes especí-
pletas (Gesammelte Werke, Londres, Imago, 18 t., 1940-1952) y la ego se suprimieron. La serie comienza por
ción de pasajes paralelos: los lectores aficionados a la precisión Certeau con diversos colaboradores, y en el
remitirse a ambos. ágina introductoria como un articulo: "de
Algunos de los capítulos siguientes tienen tique l'anthropologie" (Les Nouvelles littéraires, núm. 2567,
Michel de Certeau nunca quedó satisfecho con sus text enero de 1977). Una segunda versión, más elaborada, se pre-
una primera publicación, llegaba a retomarlos, a corregir luego de un coloquio californiano (Berkeley, marzo
los en el fondo o en la forma, o a complementar la información gen Habermas y Albert Hirschman; este texto se publicó
diante notas, y a insertarlos, de manera recorrida o fra el encuentro (Norma Haan et al., ed., Social Science as Mo-
otra publicación. Por tanto, organicé el texto de cada c York, Columbia University Press, 1983, pp. 125-152).
en la comparación de las sucesivas versiones pub1 se retomó parcialmente una versión francesa, en dife-
ejemplares personales. En el caso en que subsistier iversos títulos: "L'histoire dans une politique
primera publicación, varias versiones mecanografiadas sprit, octubre-noviembre1981, pp. 120-129); "Informa-
es frecuente en el período 1978-1984, por la división de su tiempo, hétorique: l'histoire" (Traverses, núm. 26, octubre 1982, pp. 29-
sus archivos y de su1biblioteca entre París y California, donde i versión francesa más completa, pero aligerada de ciertos de-
cursos, y también por el cambio entre el francés y el inglés) e res, se pronunció en conferencia plenaria en un colo-
aparecen indicaciones de su propia mano que precisen un orden nse (Ottawa, abril 1980) y se publicó con su titulo actual
nológico o preferencial, me atuve a una sola versión, ya sea a la del encuentro (David Carr et al., ed., La philosophie de
había comunicado por última vez a los editores para algun tique historienne aujourd'hui, Ottawa, Universidad de
ción, o a la que me parecía más coherente y acabada. Esta se a, 1982, pp. 19-39). Se retomó la misma versión en una revista (Le
edición de la obra no tiene ningún cambio en el establecimie humain, núrns. 7-8/1983, pp. 147-169). Me remito aquí a esa últi-
diferentes capítulos de los cuales hago a continuación el resumen d rsión del texto, con correcciones de detalle.
hi~toria~textual. ' cribió el capítulo 11, "Psicoanálisis e historia", a petición de al-
Los primeros !tres capítulos estudian la relación entre es que organizaban un volumen colectivo con propó-
y el psicoanálisis. q c h e l de Certeau veía en esos ensayos una pro ácticos, sobre la transformación de su disciplina (Jacques Le
dización y un comglemento respecto a los asuntos tratados, a v al., ed. La Nouvelle Histoire, París, Retz, 1978, pp. 477-487) Es
desde otro ángulo, en La escritura de la historia (1975). Quiso dar c lemente este destino didáctico lo que explica que este texto no
nuación a ese libro hacia 1982, bajo la forma de un segundo tomo. bajo otras formas. Michel de Certeau no tenía en
textos aquí reunido4 representaban una versión de trabajo, aún pr egistro de escritura y casi nunca lo utilizaba. Sobre
sional, de una parte de la obra en preparación. Iban a añadirse o encia, ligada a su manera de concebir y de practicar el reparto
textos, específicamente una larga meditación del Moisés de Freud se explicó una vez en un pequeño y maravilloso
lo fascinaba: ya lo había estudiado en el último capí e es u n bello retrato de su estilo en la relación intelectual con
de la historia, pero quería volver a él desde otra pe se de interloc~tores.~~
porque el libro de I2reud suscitaba un segundo , "La 'novela' psicoanalítica. Historia y literatura"
entre los historiadores. Como todos los textos e un encuentro internacional de psicoanalistas
yecto, no existe ninguna versión publicada que y se publicó en las actas del mismo (Géopsychana-
da como tal por el autor. Algunos fragmentos del souterrains de l'institution, Paris, René Major, Confrontation,
fueron objeto de conferencias o de exposiciones en . 129-145). Más tarde, fue el objeto de nuevas versiones presen-
huella subsiste gradas a fragmentos y notas manusc discutidas en diversas ocasiones en los Estados
vos del autor y en anotaciones y compendios r
oyentes, algunas ve S publicados en revistas.
es un ceminario?", en Espnt, noviembrediciembre1978, pp. 176-181

XXXIII
Canadá, etc. Existen varias versiones en ambas lenguas. Me remit en esta recopilación las intervenciones de De Certeau; eran,
aquí a una versión francesa, parcialmente inédita. las más largas y las más numerosas. En sus respuestas a las
Los capítulos IV a VI constituyen un subconjunto sistentes, suprimí dos pasajes breves que hacían alu-
a la obra de Foucault, por quien De Certeau sentía tanta S intervenciones de los otros dos oradores; estos cortes se indi-
admiración. El capítulo rv, "La risa de Michel Foucault" tuvo una iante puntos de suspensión entre corchetes. Volví a exponer, de
toria particular entre dos tiempos, dos lenguas, dos mue las preguntas de los asistentes y suprimí, en las res-
ra parte fue escrita poco después de la desaparición de
la Revue de la Bibliothkque nationale (t. 4, núm. 14, 1984, de la historia", constituía la conclu-
petición de Yves Peyré, que quería rendir homenaje a para la recopilación de artículos mencio-
ese lector notable y asiduo. Retomado, modificado, completado c v (L'absent de l'histoire, 1973). Decepcionado por
una segunda parte, el texto se presentó en inglés en era, el autor había empezado a deshacer esa reco-
niano en honra del gran desaparecido (Berkeley, S a diferentes sitios de publicación. Esta
segunda versión permaneció inédita mientras vivió ecuentemente citada, no fue objeto de ninguna
publicó, a solicitud mía, en un homenaje dedicado a Foucault (Le D ión posterior. Me remito aquí a la versión impresa del libro,
bat, núm. 41, septiembre-noviembre1986, pp. 140-152). Para adaptar el
El capítulo V, "El sol negro del lenguaje: Michel Foucault", se rimí la primera nota (que
blicó con un título más convencional en la revista mensual de cul ifiqué tres pala-
general, editada por los jesuitas de Francia (Études, t. 326, marzo 1
pp. 344-360). Ce retornó, con el titulo actual y ciertas correcciones, en tulo IX. "La institución de la podredumbre: Luder" fue
recopilación de artículos de Michel de Certeau (L'absent de l'histoire un encuentro de la Escuela freudiana (Lille, septiembre
Mame, Rephres, 1973, pp. 115-132), en una colección de ucto de otro trabajo (que permaneció inédito
ra y de impresión bastante defectuosa. El editor liquidó rápid ibía el autor sobre la tortura y del que publi-
colección. Este articu10,i que había gustado a Foucault, fue la to.43Con el título que aquí se reprodu-
dad para un primer encuentro entre los dos autores. este texto se publicó en una revistq (Action
El capítulo VI, "Microtécnicas y discurso panóptico: un qui re 1977, pp. 177-188) y en las actas del en-
quo" fue escrito en inglés para un coloquio sobre Foucault, en el lfÉcole weudienne de Paris], núm. 22, marzo
participó este último (L!os Angeles, octubre 1981). Se publicó con o
contribuciones, produ~todel mismo encuentro, en una revista lo ibió el capítulo x, "Lacan: una ética del habla", a petición de
(Humanities in Sociefy, ti 5, núm. 3-4/1982, pp. 257-265). En ausencia a, después de la muerte de Lacan, para la revista que Nora
alguna versión en francés, yo traduje el texto inglés, a sabiendas scrito en California en diciembre de 1981, no se publicó, fi-
que Michel de ~ e r t e a utenía apego a esta lectura de Vigilar y castiga e (Le Débat, núm. 22, noviembre 1982,
que consideraba como el mejor libro de Foucault. au estuvo entre los miembros de la Escuela
Los dos capítulos siguientes, VII y,IIVI se añadie jurídicamente a la disolución de la
da edición. Retoman el ,problema de la historia y de su escritura fundador.44Este gesto no mermó en nada
una perspectiva no tan directamente ligada al psico su respeto por la obra de Lacan, ni modific
pareció que su contenidp presenta, de manera pertinente, lugar en la historia del psicoanálisis después de 1960.
temas considerados en los úitimos capítulos del volurn
"Historia y estructura", res el resultado de un debate p
en el Centro de los intelectuales católicos (París, 1969)
historiadores, Raoul Girardet y Pierre Nora. Cada una de las tres exp to "Corps torturés, paroles capturées", y el comentario d
ciones estuvo seguida de preguntas de los asistentes y respuestas de ,en Luce Giard (ed.), Mlchel de Certeau, en las pp. 61-70 y
oradores. El conjunto se publicó con el título que aquí se conserva, las peripecias de la disolución, ver Élisabeth Roudinesco, Hzs
revista del Centro (Re et débats, núm. 68,1970, pp. 187-195). Frunce. 2, pp. 652-664. De la misma autora, Généalogies,pp. 313-317.

XXMV XXXV
1
LA HISTORIA, CIENCIA Y FICCIÓN

S una palabra peligrosa, igual que.su correlativa, ciencia. Por


ratado, en otra parte,' de definir su estatuto, precisaré aquí so-
e, a manera de nota preliminar, cuatro funcionamientos posi-
e la ficción en el discurso historiador.
Ficción e historia. La historiografía occidental lucha contra la fic-
guerra intestina éntre la historia y las historias se remonta a
ás. Ésta es una querella familiar que, inmediatamente, establece
ciones. Pero por su lucha contra la fabulación genealógica, contra
os y las leyendas de la memoria colectiva o contra las gerívas de
lación oral, la historiografía crea una distancia con relación al
al creer comunes, y se aloja precisamente en esta diferencia que
ita como sabia al distinguirla del discurso ordinario.
que ella diga la verdad. Ningún historiador tuvo tal preten-
bien, con el aparato de la crítica de documentos, el erudito
ozos de error a las "fábulas". El terreno que él conquista sobre
adquiere al diagnosticar lo falso. Él cava en el lenguaje recibido
que da a su disciplina, como si instalado en medio de las narra-
stratificadas y combinadas de una sociedad (todo lo que ella se
o se contó), se dedicara a perseguir lo falso más que a cohstriiir la
, o como si sólo pudiera producir la verdad reconociendo algo de
Certeau, L'écriture de l'histoire, 3" ed., Paric, Gallimard, 1984, pp. 312-358

texto hemos puesto en español los títulos de obras originales en otros


ue ya se han publicado en versión española; sin embargo
S empleó el autor, si bien entre corchetes d
en español, según tenemos cono
S titulos de Michel de Certeau se indicaron en la n. 2 de

1
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

error. Su trabajo sería el de la negación, o, para tomar de Popper stintas y estables; cuando, en el espacio del pasado, hace fun-
término más apropiado, un trabajo de la "falsabilidad". Desde S científicas actuales y, de esta manera, produce
to de vista, la ficción es, dentro de una cultura, lo que la historio uando, más explícitamente, como
instituye como erróneo, y de este modo se labra un territorio propio. ica, analiza las consecuencias de
2. Ficción y realidad. En el nivel de los procedimientos de análisi s (por ejemplo: ¿qué habría sucedido a la es-
(examen y comparación de los documentos) así como en el n los Estados Unidos, si la guerra de Secesión no hubiera
interpretaciones (productos de la operación), el discurso técnic argo, el historiador no es menos suspicaz al
de determinar los errores que caracterizan a la ficc esta ficción que negó a ser ciencia. La acusa de "destruir" la
este mismo mecanismo a hablar en nombre de lo a&: los debates sobre la econometría lo han mostrado muy
según sus propios criterios, el acto que define los dos dis de aún hacer un llamado al aparato que, apo-
científico y otro de ficción-, la historiografía se acredita con una p tra los errores. Pero, más aún, se
ble relación con lo real porque su contrario está situado bajo el si la relación que el discurso historiador ha supuesto mantener
de lo falso. recisamente, el historiador combate una falta
Esta determinación recíproca se vuelve a encontrar en otro ión del discurso "realista", una ruptura del
gar, aunque con otros medios y otras intencione
desfase que consiste, por una parte, en volver plausible 1 ion. Finalmente la ficción es acusada de no
demostrando un error, y, al mismo tiempo, en hacer creer lo de otra manera, de carecer de "limpie-
denunciando lo falso.,Supone por lo tanto que lo que no es falso iona sobre una estratificación de sen-
ser real. Así, antiguamente, argumentando en contra de los
dioses se hacía creer en la existencia de uno verdadero. El proce
miento se repite aún en la historiografía contemporánea. El me
l
nismo es simple: al probar los errores, el discurso hace pasar por re
l
lo que se les opone. Aunque lógicamente ilegítimo, el procedimi ve, inaprehensible, en el campo de lo otro. El saber no
"marcha"y "hace mdrchar". Desde entonces, la ficción es depor lugar seguro, y su esfuerzo consiste en analizarla con
hacia lo irreal, mientras que al discurso técnicamente arma ducirla o traducirla en elementos estables y combina-
designar el error se lel atribuye el privilegio suplementa unto de vista, la ficción transgrede una regla de cien-
1
sentar lo real. Los debates entre "literatura" e historia per a a la que el saber dedica todos sus esfuerzos Para
fácilmente ilustrar esta división. clasificarla, exorcizándola en sus laboratorios. NO está más
3. Ficción y ciencia. Por un retorno bastante lógico, la ficción aquí por el signo de lo falso, de lo irreal o del artefacto. De-
vuelve a encontrar de nuevo en el campo de la ciencia. Al discur a deriva semántica. Es la sirena de la cual el historiador debe
(que hacen los metafídicos y los teólogos) que descifra el orden de 1 Ulises atado a su mástil.
seres y los caprichos de su creador, una lenta revolución instaurador oco de sus estatutos sucesivos 0
de rmkrnidad lo sustituyeron por medio de las odalidades míticas, literarias, cientí-
instaurar coherencias a partir de las cuales se pr S un discurso que "informa"lo real, pero no pre-
progreso, una historia. Aisladas de su función epifánica resentarlo ni acreditarse en él. Por eso, ella se opone
las cosas, estas lenguas formales dan lugar, en sus aplicacione talmente a una historiografía que se funda siempre en la
escenarios en los que la pertinencia no está más real -y por lo tanto en la imposibilidad de hacer
sino en 10 que hacen posible. Es una nueva especie de lo real-. Esta ambición se asemeja a la presencia y la fuerza
S, como una escena primitiva cuya
. Es "ficción" no 10
MICHELDE CERTEAU MISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRJ2CIENCIA Y FICCI~N

sigue siendo esencial. Por lo tanto, éste será el centro oscuro de algu
nas consideraciones que yo quisiera intro 1 aislarse, ha tratado de sustraer la producción de esta
ciencia y de la ficción, abordando solamente tres cu a la politización y a la comercialización de los relatos
al" producido por la historiografíaes también lo legendario de 1 nuestra actualidad. Esta retirada, que tiene tanto for-
tución historiadora; 2. el aparato científico, por eje io (un cuerpo de Estado), como de corporación (una
tiene también aspectos de ficción en el trabajo de historiar; 3. al enf tió la circunscripción de objetos más antiguos (un
la relación del discurso con lo que lo produce, e aración de u n material muy escaso (unos archivos) y la
una institución profesional y después con una m e operaciones controlables por la profesión (unas técnicas).
podemos considerar a la historiografía como una me si los procedimientos generales de la fabrica-
de ficción, o como un lugar en donde se reintroduce el

Lo legendario de la institución alizar la técnica propia de las


as, es necesario por lo tanto reconocer lo que ellas
De una manera general, todo relato que cuenta "1 ral de nuestras historias reali-
pasó) instituye lo real, en la medida en la cual se
tación de una realidad (pasada).El relato extrae s que, sosteniendo estas investigaciones, las reúne a
se pasar por el testigo de lo que es, o de lo que fue. Él seduce, y se cas comunes de las que pretende distinguirse.
impone, a nombre de los acontecimiento erudición sólo es ocasionalmente una obra individual. Es una
intérprete, por ejemplo las últimas horas de Nix Para Popper, la comunidad científica corregía los
la economía capitalista de las haciendas' m xicanas. En efecto, to la subjetividad de los investigadores. Pero esta comunidad
autoridad se funda sobre lo real que ella ha una fábrica, distribuida en cadenas, sometida a las exigen-
siempre en nombre de L L ? ~ realidad como se "hace marchar" a los cre- atada en consecuencia a las políticas y a las limita-
yentes y se l&sproduce. La historiografía adquiere este poder en tanto e un instrumental sofisticado (infraest~mcturas
que presenta e interpreta "hechos". ¿Qué es lo que el lector podría tadoras, modalidades de edición, etcétera); deter-
oponer al discurso que 15 dice lo que es (o lo que fue)? Le es necesario or un reclutamientosocial bastante restringido y homogéneo;
consentir a la ley que se enuncia en términos de scontecimientos. por esquemas o postulados socioculturales que imponen
I tamiento, el estado de las investigaciones, los intereses del
Sin embargo lo "real" representado no corresponde con lo real que
determina su producción. b l t a , detrás de la figuración de un pasado, el s de moda, etcétera. Además, está interiormente
presente que lo organiza. expresado sin miramientos, el problema es el da por la división del trabajo: tiene sus patrones, su aristocra-
siguiente: la puesta en ekena de una realidad
decir el discurso historiográfico mismo, oculta el
que lo produce, es decir la institución profesion
tión parece bastante astuta: el discurso se vuelv
realidad que ha supuesto representar, pero esta apa
sWe precisamente para camuflar la prácti ductos de esta fábrica, no dicen nada
te. La representacióndisfraza la praxis que cultan su relación con este aparato
1. El discurso y/de la institución. La conómico. ¿Es que la tesis, por ejemplo, explicita
capa a las coacciones trón del cual depende su promoción, o con los
s que el patrón debe obedecer, o con las presio-

e Czubaroff, "Intellectual Respectability: a Rhetorical Problem", en Quarferly


Speech, tomo LLX, 1973, pp. 155-164.
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

nada de ella pretendiendo representar lo real.

simbolizante. El texto sustituye por lo tanto la elucidación de la ómica selectiva y de un aparato técnico codificador, el perió-
ción institucional que110 fabrica por la representación de un pasad a televisión. Todo sucede como si, a través de Dan Rather, Af-
Da una apariencia de lealidad (pasada) en lugar de la praxis (present
que lo produce: uno es'puesto en el lugar del otro.

El historiador "especiaRizado" lucha ferozmente, como es obvio,


rechazar esta solidaridad que lo compromete. Vana negación. La pa
culta de esta historiografía conforma solamente una especie particu
del género, que no es más "técnica" que las especies vecinas, sino

pedagógico y normativo, nacionalista o militante. Pero al


HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

enunciar 10 que hay que pensar y lo que hay de estos contrarios. De estas luchas, reglas y procedimientos
dogmático no tiene necesidad de justificarse, ya que comunes, impone las coerciones a la actividad productora Y
lo real. sean ocultadas por medio del d $cursoproducido. Asegu-
c) Además, este relato es eficaz. Pretendiendo contar 10 real, 1 medio profesional, estas prácticas pueden a partir de ese
fabrica. Es performativo. Vuelve creíble lo que dic as por la representación. ¿Pero la situación es tan
co~ecuencia.Produciendo creyentes, produce practicantes. ~a to excluido del discurso es justamente el que
mación declara: "¡El anarquismo está en tus calles, el crimen está la cohesión práctica del grupo (culto).
puerta!" El público en seguida se arma y se protege. La idormaci práctica no es, evidentemente, reductible a 10 que la hace
añade: "LOScriminales son los extranjeros, se tienen indicios". ~1 icada en el género de la historiografía gemral. En tanto que
bfico busca culpables, denuncia a las gentes y va 0s específicos. De esos rasgos tomaré como
maten y las exilien. La narración historiad rito de la informática en el campo del trabajo
prácticas, exagera conflictos, inflama naciona especializado, o profesional. Con la informática, se
niza o desencadena comportamientos. Hace lo 10 cuantitativo, el estudio serial de las relacio-
Faye 10 analizó en sus Lenguajes totalitarios4 a propósito del nazism unidades estables, sobre una larga duración. Para el
Nosotros conocemos bien otros casos de estos a de la Fortuna. Por fin va a poder arrancar a la
serie Y que haceni la historia. Las voces encanta laciones comprometedoras con la retórica, con
transfoma- desplazan y regulan el espacio social. Ejercen un PO del detalle supues-
inmenso, Pero un poder que escapa al control ya que se presenta co s las astucias oratorias
la verdadera representación de lo que sucede o de 10 que sucedió. erarla de su dependencia, con respecto
historia profesion#, por los temas que selecciona, por las problem e, cuyos prejuicios delimitan de antemano 10s
cas que privilegia,lpor 10s documentos y los modelos que utiliza, op y las interpretaciones. Gracias a la informáti-
de una manera a h o g a . Bajo el nombre de la 1número, de construir regularidades y
l es según las curvas de correlaciones -tres
movitza clientelas. Por ello, frecuentemente má
mas historiadores1 los poderes políticos estrategia de su trabajo-. En ~co~secuencia,
esforzándose por fenerla de su lado, po storiografía. Los libros
orientarla, por confrolarlao por domesticarla.
1
I
S esperanzas, incluso sin
ouglas o Herbert Simons lo hicieron Últi-
Cientificidad e hiitoria: la infomática de las cifras".5 La ambición de matematizar la
i tiene por contrapartida una historización de esta rnatemá-
Para combinar una representación de lo que es la estadística. En este análisis matematizante de la
pega a la institución que le procura a por 10 tanto, es necesario subrayar: 1. aquello que ~0n5m-e a
pecto al público y una dependencia c históricas; 2. las reducciones técnicas que
sociales. La empresa garantiza el pa cuencia la relación entre lo que ella trata y 10 que deja
10 real para los lectores o espectadores, al hente, su funcionamiento efectivo en el campo historiográ-
funcionamientointerno, articula la producción s r el modo de su recuperación o de su asimilación por la dis-
ella pretende transformar. Esto será otra manera de asistir a
de la ficción en una práctica científica.

9
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRECIENCIA Y R C C I ~ N

equívocos) y obligatoria (prohííe por su forma todo rechazo de


contenido). Por ello, su escritura dispone de una autonomía que h e determinación histórica, una técnica, otra sociopolíti-
de "la elegancia" el principio interno de su desarrollo. De hecho, ideológica y social, fue -y permanece como- la condi-
aplicación al análisis de la sociedad depende de circunstancias
tiempo y de lugar. Aun cuando, en el siglo ~ I I John , Craig, con
"rules of historical evidence", ya pretende calcular las probabilidades
testimonio en su Theologiae... rnathematica,%s en el siglo m111cuan
Condorcet funda una "matemática social" y emprende un cálculo descubrimientos científicos, de estructuras institucionales
iones sociales cuyas implicaciones históricas se desarrollan

entonces, tratan matemáticamente la realidad social.

se Genio matemático de la sociedad que pretende analizar? La

odelo matemático es rechazado en beneficio de un evolu-

que el estructuralismo macroeconómico del siglo xx restaura-

almente, sólo es posible utilizar la estadística en historia


cabo restricciones drásticas en el objeto de estudio, aunque

núm. 4,1964.
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y P S I C O A N ~ I S E
. NTRE CIENCIA Y H C C I ~ N

que es susceptible de ser constituido en series (lo que , de esta manera, el cálculo no se ocupa, esencialmente, más
historia urbanística o una historia electoral, en detr ". Es una gestión de unidades formales. La historia real es,
historias, dejadas sin cultivar o abandonadas a un artesanado de , echada de sus laboratorios a la calle. Por esto, la reacción de
teurs). También se deben definir las unidades tratadas de manera riadores hacia la matematización es muy ambigua. Simultá-
el signo (objeto cifrado) no sea jamás identificado c ren. A la vez seducidos y rebeldes. Yo
las palabras, cuyas variaciones históricas o semánticas comprometer dad teórica, sino de una situación de
la estabilidad del signo y, por lo tanto, la validez del cálculo. A arla, tal como se pre-
restricciones exigidas por el "lavado" de los datos, se añaden las ueden señalar al menos tres aspectos del funcionamiento
imponen los límites de los instrumentos teóricos. Por ejemplo, se n
sitaría una "lógica vaga" capaz de tratar las ca (donde la estadís-
poco", "bastante", "quizás", etcétera, que son caract , el cálculo de probabilidades, la
histórico. A pesar de las investigaciones recientes que, partiendo de ística aplicada), el análisis de los
nociones de "proximidad" o de "distancia'
los conjuntos "vagos" en el análi~is,'~ los algori
reducen a tres o cuatro fórmulas. ir nuevos archivos que se
Nosotros tenemos la experiencia de las elim os o privados, duplican y
sitaron efectuar en el material porque no era tr
impuestas. Yo podría contar los avatares de investigaciones
por ejemplo sobre los Estados generales de 1614 o sobre los
doléances de 1789, objetos finalmente rechazados fuera del campo cu os creados en Francia, en
vado por la informática. Desde el nivel elemental de la delimitación Ivan Cloulas en relación
las unidades, y por muy buenas razones, la operación matemática con el Minutier central de
cluye regiones enterk de la historicidad. Ella
rechazados por la computadora y amontonados a su alrededor. desarrollo considerable de la computadora no está menos
3. Estas coaccjones, en la medida en que son respetadas e ores de ella, e n la archi-
práctica efectiva del historiador, producen una corrección técnica y icionalmente considerada como "auxiliar" y siem-
l trabajo de interpretación que el historiador se
todológica del resultado. Generan efectos de cientificidad. Pa
rizar estos efectos se podría decir, de una mane como lo propio de su campo. Aun cuando al transformar la
se introduce el cálculo multiplica las hipótesis orma también las posibilidades de la interpreta-
de ellas. Por un lado4 las combinaciones entre 1 mputadora sigue estando alojada en un compartimento par-
ron sugieren relaciones hasta ese momento la empresa historiográfica, en el interior del marco
lado, el cálculo basado en grandes cifras p tegía la autonomía de la hermenéutica. Solamente
dadas sobre casos particulares o sobre luga lugar de "auxiliar", aún determinado por el viejo modelo
tanto, crecimiento de los posibles y determ entre la recopilación de datos y la elucidación del sentido,
cálculo no prueba nada. Hace crecer el número de la técnicas. En principio, esta combinación permite
les legítimas entre elementos definidos ab r el cálculo sin tener que plegarse a sus reglas. Ello
duda, que haya, en el nivel de las formas de trabajo
ser contrarias a los tataba Charles ~illy,'6tan pocas confrontaciones

rousse, 1975.

13
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~LJSIS.
ENTRE CIENCLA Y FICCI~N

epistemológicas entre la operación matemática y la operación interpreta el tributo que paga a la informática, la historiografía hace
ella no es ficción. Sus planteamientos científicos aún expre-
lo es: el homenaje rendido a la computadora sostiene
ión de hacer pasar el discurso his~óricopor un discur-

más seguros y más extensos en lugar de ser aprovechada en func problemática del "hacer creer" por la acción de citar al po-
las operaciones formales que posibilita, la computadora aparece , como su corolario, una problemática del "creer" que está
trabajos bajo su figura actual de poder tecnocrático. Se introduce en acción de citar al otro. Las dos están ligadas, al ser el poder lo
historiografía a titulo de una realidad socioeconómica más bien

je al poder reorganizador de nuestro aparato productor. Los dos g


tos, uno de adaptación a un método técnico contemporáneo y otro
dedicatoria a la autoridad reinante, no son separables. Es el mis
gesto. Desde este punto de vista, el tributo que la erudición contemp
ránea paga a la computadora sería el equivalente de la "Dedicatoria

" es el modo en el cual se presenta el fantasma de una cien-

del rey. Analiza y mimetiza operaciones que sólo ejecuta a distanc


Las utiliza pero no es ellas. En suma, escribe la historia pero no hace
historia. La representa\

a de autoridad. De entre todas las autorid


des a las cuale

como una garantía de lo real, en


los papeles y billetes de banco. Es
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

Ciencia-ficción, o el lugar del tiempo

Esta combinación sería lo histórico mismo: un retorno del pasado en

do. De hecho, este ob-jeto, ob-jectum, supuestamente exterior al lab


torio, determina desde dentro las operaciones.
Esta combinación se ve frecuentemente como el efecto de
arqueología que debería eliminarse poco a poco de la buena

funda sobre una política.


sar el tiempo. De este modo se encuentra modificada la

que la elucidación de esta mezcla tendría como objetivos.


1. Una repoli~zación.Nuestras ciencias nacieron con el gesto

instituciones científicas, transformadas en potencias logísticas, se

e, en el interior de una sociedad, circunscribe un "pasadorr


historiografía. relación que una ambición productiva mantiene con lo que
Por lo tanto, 'es necesario en la actualidad "repolitizar" las ci con el medio del que se separa, con el entorno que debe
, con las resistencias que encuentra, etcétera. Ella tiene por
relación de una empresa con su exterioridad, en el mismo
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

En esta concepción típica de la economía "burguesa" y con r: historia de las mujeres, de los negros, de los judíos, de las
tadora, llama la atención el hecho de que el tiempo es la exterior S culturales, etcétera. Desde luego, en estos sectores, se puede a
es lo otro. Por ello, sólo aparece, a la manera de un sistema mone stener que el estatuto personal del autor es indiferente (en
como un principio de clasificación para los datos situados en este con la objetividad de su trabajo) o que él solo autoriza o inva-
pacio objetivo externo. Metamorfoseado en medida taxonómica de iscurso (según se pertenezca o no al grupo del cual se escribe).
cosas, la cronología deviene la coartada del tiempo, una manera debate exige precisamente la explicitación de lo que ha sido
servirse del tiempo sin pensarlo y de exiliar del saber este principio por una epistemología, es decir, aprender cuál es el impacto
muerte y de pasaje (o de metáfora). Queda el tiempo interno de la elaciones de sujetos a sujetos (mujeres y hombres, negros y
ducción, pero transformado en su interior en una serialidad raci etcétera) en el empleo de técnicas aparentemente "neutrales"
de operaciones, y objetivado en su exterior en un sistema métrico organización de discursos quizás igualmente científicos. Por
unidades cronológicas, esta experiencia no tiene más que un lengu cho de la diferenciación entre sexos, se debe concluir
ético: el imperativo de producir, principio de la ascesis capitalista. produce una historiografía distinta de la de un hombre?
Quizás al restaurar la ambigüedad que comprende la relación yo no tengo una respuesta, pero constato que esta pre-
jeto-sujeto o pasado-presente, la historiografía volvería a su tarea oblematiza el lugar del sujeto, y obliga a tratarlo, contraria-
gua, tanto filosófica como técnica, de decir el tiempo com epistemología que construyó la "verdad" de la obra sobre la
ambivalencia misma que afecta el lugar donde ella está, y en consecu ncia del locutor. Interrogar al sujeto del saber significa tam-
cia pensar la equivocidad del lugar como el trabajo del tiempo e erse a pensar el tiempo, si es verdad que el sujeto se organiza
interior mismo del lugar del saber. Por ejemplo, la arqueología que estratificación de tiempos heterogéneos y que, mujer, negro
taforiza el empleo, sin embargo técnico, de la informática, hace aparec 1 está estructurado por su relación con el otro.'' El tiempo es
en la realidad construidb de la producción historiográfica esta exper ente la imposibilidad de la identidad con el lugar. Por ahí
cia, esencial al tiempo, que es la imposibilidad de identificarse al lu a entonces una reflexión sobre el tiempo. El problema de la
Que "lo otro" estuviese ya ahí, en el lugar, es el modo en el cual se se inscribe en el lugar de este sujeto que es en sí mismo el jue-
núa ahí el tiempo.17El tiempo también puede regresar en el pensamie diferencia, historicidad de la no-identidad en sí.
historiográfico por una modificación corolaria que concierne a la el doble movimiento que trastorna en su seguridrd al lugar
ca y a la concepción de4 objeto, y no más a las del lugar. Así "la hist de la historiografía introduciendo en ellos al tiempo, hace
inmediata" no autoriza h á s a distanciarse de su "objeto" que, de he mbién al discurso del afecto y de las pasiones. Después de
la domina, la envuelve y la coloca de nuevo en la red de todas las o central en el análisis de una sociedad hasta el fin del siglo
"historias". Lo mismo ["la historia oral", cuando no se contenta co a Spinoza, Hume, Locke, o Rousseau), la teoría de las pasio-
transcribir y exorcizar estas voces cuya desaparición era antiguamente e los intereses fue lentamente eliminada por la economía objeti-
1
condición de la historiografía: si se pone a escuchar, sin detenerse en , en el siglo XIX, la sustituye por una interpretación racional
que él puede ver o leer, el profesional descubre enfrente de él a sus inter aciones de producción y sólo conservó de la antigua elabora-
locutores que, aunque no especialistas, son eilos también sujetos produ nte, permitiendo dar al nuevo sistema un anclaje en las
tores de historias y firmantes del discurso. De la relación sujeto-objeto . Después de un siglo de rechazo, la economía de los
pasa a una pluralidad de autores y de personas con unas relaciones co ornó bajo la modalidad freudiana de una economía del in-
tractuales. Ella sustituye la jerarquía de los saberes por una diferenci . Con Tótem y tabú, El malestar en la cultura o Moisés y el mono-
ción recíproca de los sujetos. Desde entonces, la relación que mantie presenta, necesariamente en relación con un rechazo, el
con otros el lugar particular en que está el técnico, introduce una dial e expresa y funda de nuevo las cargas afe
tica de estos lugares, es 'decir una experiencia del tiempo. structuraciones colectivas. Estos afectos son
3. El sujeto del saber. Que el lugar donde se p
sea pertinente, eso aparece naturalmente más dar el plano colectivo, el mismo problema se plantea, co
la difícil relación que mantiene la nueva historiogra
curso historiográfico trata cuestiones que problem lista con la pluralidad étnica de su objeto-sujeto. Ver
ique et le commerce des idées usagées", en Canadl
17 Sobre este "retorno" pasado en el presente, cf. a con ,núm.1-2,1979, pp. 69-87.

18 19
MICHEL DE CERTEAU HISTOUY PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N

retornan en el orden de una razón socioeconómica. Permiten formul muflaje introduce en ella, precisamente el sh-nulacro que

devolver su legitimidad a la ficción que obsesiona al


historiografía, es necesario "reconocer" primero en el
timado como científico lo rechazado que tomó forma de
. Las astucias del discurso con el poder con la finalidad de

l-iografía.Bajo este primer aspecto, la ficción es mmXXible


no hay un lugar propio y unívoco, es decir, ahí donde 10
inúa en el lugar. ~1papel tan importante de la retórica en el
la hbtoriografía es precisamente un fuerte sIit0n.Xa de esta

iderada a continuación como "disciplina", la ktofiografía

e las cosas que más le resisten. La historiografía yw<ta-


no coherentes o hasta contradictorios, y frecuentemente

Passtons and fhe Interests. Polztzcal


MICHEL DE CERTEAU

Po, Pero u ~ mzón


~ a que no renuncia a eso que ella es aún incapaz
alcanzar, una razón en SU movimiento ético. Sería en consecuencia
vanguardia de las ciencias como la ficción de lo que enas logran
~.ialmente.Una afirmación de cientificidad gobierna el discurro que,
sí -0, conjuga 10 explicable con aquello que no lo es aún. LO que e
cuenta ahí es una ficción de la misma ciencia.

eso que es el centro del


de lo rechazado. Este

pero subrepticiamente, al
ejemplo, que le @$taba
es la astucia de la
re de ~ a m l eregresa
i
asma, y es ent~nces

a "inquietante familiaridad" de este pasado que un ocupan-


y leyendas generales, entre técnica para apropiarse de su lugar. El
ordedura secreta y repetitiva).
control es el mism la memoria se convierte en el
se inscribe como dos operaciones contrarias: el
, sino una acción contra el Pa-
la huella del recuerdo, que es el regreso de lo olvidado, es
una acción de ese pasado siempre obligado a disfrazarse. Con
omo se constituye por n~edio
e elimina, y produce un "resto" condenado al olvido, Pero
ido se insinúa de nuevo en ese "limpio" lugar; se infiltra
iencia que tiene el presente
HISTORIAY PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y flCCI6N
MICHELDE CERTEAU
f
"obsceno ',' esta "basura", esta "resistencia" de la "superstici nombre de los cuales comprender las diferencias 0 asegu-
inscribe ahí, sin que 10 sepa O en contra del propietario (el yo), la
del otro.
La hist~~iografía se desarrolla a la inversa en función de
ruptura entre el pasado y el presente. Es resultado de las relaciones
~aberY poder entre dos lugares supuestamente distintos: por una p
te, el lugar Presente (científico,profesional, social) del habajo, el apa
to técnico y conceptual de la investigación y de la interpretación,
operación de describir Y/O de explicar; por otra parte, los lugares (m
seos, archivos, bibliotecas) donde se guardan, yacentes, 10s material
que hacen el objeto de la investigación, y, secundariamente, despla
dos en el tiempo, 10s sistemas o los eventos pasados de los cuales es
materiales permiten el análisis. Una frontera separa la h t i b c i ó n
,

representado, citado, sa$ido.


Por 10 tanto, el psicoanálisis y la historiografía tienen do
ras diferentes de distribuir el espacio de la memoria. Piensan de

alyse, Paris, Payot, 1966, p. 113.


-r
MICHEL
DE CERTEAU
HISTORIA
Y PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

A) hvaüdan la ruphira entre psicología individual y psicolo


colectiva.

cia científica.
MICHELDE CERTEAU
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CiENCIA Y R C C I ~ N
sobre el objeto con que el psicoanálisis mismo se define, como
a en la historiografía el suspenso de la novela policiaca
ciencia. Él viene de una de esas disciplinas. iSus primeros ha tó a Harry?") y la inquietud de la novela fantástica (hay
trataban de la anguila (1877) o de la acamaya (1882)! Es médico en la residencia). Reintroduce las luchas míticas en la
q ~ i a h aEfectúa
. primero la "conversión" psicoanalítica sobre el m

rologando Le Rituel de T. Reik (que consideraba Tótem Y tabú


a obra más importante que el psicoanálisis haya producido en el
"diversidad" de 10s h d o s y de "iluminarn su h oscuridad''^ Éstas
o de las ciencias humanas"), Freud hacía el balance de las inves-
"masf', dice Freud, "tesoros" a explotar. 81 los habajó, devorando
estudios de Smith, Wundt, Crawley, Frazer, etcétera, o los documen

el pensamiento las relaciones entre los tiempos prehistóricos y


tivos de hoy, así como las relaciones enbe los productos de la
rnlturd y las concepciones sustitutivas de los neuróticos"." Por
un irifome hiunfd, en lo que respecta a la tarea de "someter al
pipa, a manera de
giiedad sobre sus

1 shbolo, de los mitos, de Wagner, de Nietzsche, etcétera-


MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y L ~ C C I ~ N

to psicológico" del presidente Wilson, trabájo tardío y bicéfalo


Freud y W. C. Bullitt.14
a la relación del analista con la historia general. Ade-

estos debates en donde se deben investigar los verdaderos


S deuna historia psicoanalítica.

conceder valor teórico a los problemas institucionales, la


de tenerlos fuera del análisis como una "desgraciau o una

tismo del discurso o en una gnosis de símbolos.

1968. t
l5 "Contribution i'histoire du mouvement psychanalytique",
l6 De aquí la importancia de las Correspondencurs, narratividad

con los discursos científicos.

30 31
HISTORIA Y PSICOAN~ISISENTRE CIENCSA Y F I C C I ~ N
MICHELDE CERTEAU

ología psiquiátrica cohabita con las "curaciones del

tiempo dirigida por Jung) para conducirla, por ejemplo, a elaborar


tipología de los sueños según las razas.

Internacional está en relación con Viena. De Moscú, M. Wulff

ilo de un revival.

sumisión. En esos espejos de una mítica USA, la separación


a Freud tiende, primeramente, a la reestructuración de una
sis" de la Enciclopedia médica soviética, V . Vnukov discute las "pre
siones" del psicoanáliqis de "tener derecho a resolver problemas
tienen una gran cargalcultural e histórica", cuando el análisis es
herente a la democracia burguesa". Es bajo el estalinismo que,
decisión del Partido (1936), se fija la psicología sobre la razón cons
te y práctica, el freudismo se verá como ultraindividualista
"Freudismo", en Bolshbia Entsiklopediia, 1935) y completamente
neo, incapaz de "aprehender los procesos y necesidades
como productos del desarrollo social e histórico" (art. "Psic

En los Estados &idos, donde Freud fue invitado en 1909 G. Hale Jr., Freud and fhe Amencans, Oxford, Oxford
Jung y Ferenczi), él tiene el sentimiento de que por fin al psicoan
se le otorgó la consagración universitaria que le fue rechazada en

32
MICHELDE CERTEAU PSICOANALISIS
HI~TORJAY ENTRE CIENCIA Y FICCION

Francia, un triple obstáculo cierra la puerta a Freud Y sobre


parte sociohist6rica de su obra: el gran patronato de la Es-

l
i

udet, "Psychanalyse et &tique", en Nouvelle revuefranglse, abril 1921.


destaca (p. 467) la "figw:a curiosamente nacionalicta" de la ciencia

35
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

ien de un modo interno, con el trabajo necesario de elucida-


pérdidas de la teoría en lo que concierne: a) las relaciones
encia y conflicto a partir de las cuales se conitruyen los
analíticos; b) el funcionamiento de las asociaciones o escue-

l
i encia ilustrada. A Kant, que declaraba los derechos y
1. Una historia del psicoanálisis a conciencia -"una plena libertad y responsabilidad,

37
MICHELDE CERTEAU HiSToRL4 Y PSICOANALiSrS ENTRE CENCIA Y R C C I ~ N

I
1
3. Una historia de la naturaleza
I

E
"Qu'est ce que 'Les L w r e s ' ? " (diciembre 1784), tr. en La philosophle de 1'
Paris, Aubier-Montaigne, 1947, pp. 83-92.

38
\
\
111
LA NOVELA^^ PSICOANAL~TICA
HISTORIA Y LITERATURA

impacto del freudismo sobre la configuración que rige, desde


glos, las relaciones de la historia y de la literatura? Estas "dis-
se distribuyen actualmente según las instituciones (asociacio-
departamentos universitarios) que las administran y
ra los accidentes. Ciertamente, el divorcio entre la his-
a literatura compete a un proceso muy antiguo y demasiado
a ser contado. Patente desde el siglo m,'legalizado en el siglo
o un efecto de la división entre las "letras" y las "ciencias", la
o ha sido institucionalizada sino hasta el siglo XXI por la orga-
rsitaria. La división está fundada en la frontera que las
as establecieron entre lo "objetivo" y lo ima&ario, es
e lo que ellas controlaban y el "resto".
ta distinción es objeto de una revisión. En este caso, como en
otros, la literatura ha desempeñado un papel de vanguardia.
lo, con la novela fantá~tica.~ El freudismo, que presenta por
aspectos de novela fantástica, participa en esta revisión.
les nuevas relaciones, al definir de otro modo los términos
ón. Éste es un problema de fronteras que yo querría exami-
r de Freud. Es un problema que provoca una redistribución
o epistemológico. Y toca finalmente la escritura y sus relacio-
stitución. Yo muestro de inmediato mi tesis: la literatura es
teórico de los procesos históricos. Ella crea el no-lulgar en
operaciones reales de una sociedad acceden a una formali-

por indicio, por ejemplo, la separación entre "historias" y lomemo-


XVU, el canrpo de la literatura histórica.
novela fantástica hace/deshace la frontera que la ciencia po-
entre lo real y lo imaginario. Ver Tzvetan Todorov, Introduction ¿ la i
ntasbque, Paris, Seuil, 1970 [Introducnón a la lzteratura fantásttca, tr. de Silvia
os Aires, Tiempo Contemporáneo, 19721.

41
MICHEL
DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRECIENCIA Y F I c c ~ ~ N

temáticas, por largo tiempo, han sido para las ciencias exactas: un dis
curso "lógico" de la hictoria, la "ficción" que la vuelve ens sable.^

Presupuestos históricos

DOS cuestiones previas afectan todo examen de las intervencione


freudianas en las difíciles relaciones entre literatura e historia. Por un

fue "científicamente" ejaborado.


cientificidad"a la "novela"

Estudios sobre la histeria (1895), Freud "formado, ,dice, en 10s


sticos locales y en el electrodiagnóstico", se asombra, muy
nte, de que sus "historias de enfermos (Krankengeschichten)
m0 novelas (Novellen) que están, por decirlo así, desprovis-
ácter serio de la cientificidad (Wissenschaftlichkeit)". Eso lo
Una enfermedad. Su manera de tratar la histeria transfor-
era de escribir. Metamorfosis del discurso: "El diagnóstico

lógicas, alcanzar una cierta inteligencia en el desarrollo

3 Este texto continúa a Michel de Certeau, L'écnture de I'hzstozre, 3"ed., Paris, G


mard, 1984, 4aparte, "Escritures freudiennes" (capítulos 8 y 9), y aqui arriba capítulo
4 "Inkompetent", escribe, en Dw Mann Moses (Gesammelte Werke, tomo XvI, p. 123

42
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLIS~SENTRE CIENCIA Y flCC1óN

terlocutores. Es una escultura de acontecimientos, hasta ese momen (Es) y el Superyó (Ubre-kk). Este aparato
ignorados, en el marco estructural de un saber. retoma un modelo teatral. Se constituye a la manera de la
c) Recíprocamente, la concepción que Freud griega y del drama shakespeareano, de los cuales se sabe que
tura le enseña a leer otros documentos. Permite considerar cualqu aran de transmitirle a Freud estructuras de pensamiento,
relato como una relación entre una estructura y unos acontecimient de análisis y citas de autoridad. Los "actantes" inhumanos
es decir entre un sistema (explícito O no) y 10 qU
otro. En este caso, la obra literaria no es reductib
modelo estructural impuesto por una cientificida
desmenuzarla en estos acontecimientos de lectu
cencias) que multiplican indefinidamente la fantasía o la e
Más bien aparecerá como un engarce de alterac
cuadro formal. Por otra parte, hay en la obra de ~ r e u duna contin
dad entre su manera de escuchar a un(a) enfermo(a), su manera
interpretar un documento (literario O no) y su
tre las tres operaciones, no hay ruptura es
sentido en que la hemos precisado, puede cara
pósitos de un(a) enfermo(a), una obra literaria y al mismo discurs
psicoanalítico. I
l

l
Una tragedia y una retórica de la historia
1 emás, si se acepta el esquema de Georges Dumézil, según el
La interpretación f r e u d i ~ aaunque
, regresa a el mito a la novela una reproducción de las mismas estruc-
por eso deja de ser histqrica. Demos de lo "histórico" una definició las mismas funciones a pesar de la discontinuidad señalada
que sirva de punto de partida: es "histórico" formación de la escena cosmoló~caen escena psicológica,'4
I
sus materiales como los efectos
I
de sistemas (e cede a la demarcación inversa. El inicia un regreso al mito
ticos, ideológicos, etcétera) y que apunta a de la novela; se encuentra generalmente en un estado inter-
temporales (causalidad, bruzamiento. inversi dia (de la cual se
ra) que pudieron dar lugar a tales efectos. Un postula onó en los griegos como una historización del mito). La
y una localización de sus procesos cronológicos es ción freudiana, que regresa la novela hacia el mito, se
blemática de historiadori.Ella caracteriza la reutiliz e la mitificación quitaría al relato su historicidad.
modelos sacados sobre todo de dos regiones de la lite novela y el mito, porque la primera cuenta un desarro-
tificadas desde ~ristóteles:'~ la tragedia y la retórica. o muestra una estructura, en consecuencia, el aparato
tomático del equívoco, psicoanalítico: los modelos ce el modelo de la tragedia a la interpretación histó-
campo literario y son transformados por su intr
histórico; no pertenecen más ni a uno ni a otro. retórica freudiana. La historización de modelos literarios se
1. La tragedia en laiobrade Freud. El análisis f más claramente en el sector de los procesos de produc-
mo sistema de explicaci&nla estructuración del p

A,
12 Arktóteles, Po2frque, II, 1449 b-1458 a [Poétzca, tr. de ",en Alvin B. Keman (ed.),Modern Shakespearean Cntlczsm,
drid, Gredos, 19741 (sobre la dagedia); Rhétorzque, 11,1450a-1453 [Re
Racionero, Madrid, Gredos, 19901 (sobre retórica y pasiones); dos t
interpretación de Freud debe recurrir.

46 47
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

ramente, Freud utilizó el sueño para rearticular estos pro-

festaciones relativas al otro (desde el Edipo o la castración hast anti-individualista

la psiquiatría, este objeto privilegiado termina, él mismo,


a disciplina: el psicoanálisis, se dice, es la biografía. El inte-
studio de la biografía remonta, efectivamente, a los inicios del
En las "sesiones de los miércoles" (¿en relación con los "mar-
arcot?), antes de la misma fundación de la Asociación Interna-
examinaban unos "casos": Jean-Paul, H. Kleist, N. Lenau,

de base social y de fundamento epistemológico a una eco-


talista y a una política dern~crática.'~
Transmite su postulado
mítico a la gestión racional de una sociedad supuestamente
productivos y autónomos. Ésta es la figura histó-
que ellas practican una lógica de lo mi~mo.'~ occidental. La psicología del creador sólo es una
l

15 Ver Claude Irnbert, "~toik Logic and Alexandrian Poetics", en Malcolm Schofie
ef al., Doubt and Dogmatisrn, ~ b o r d Clarendon
, Press, 1980, pp. 182-216. Sobre est
tácbcas y su relación con el rehto novelesco, ver Michel de Certeau, La znvenclón de
cotzdiano. 1.Artes de hacer, Paris, BGE, col. 10-18,1980.

48
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY P~IC~AN.&LISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N

de la sociedad liberal, recibió de su lugar de nacimiento esta her lina científica,no instituye unidades propias. Hace
que se convirtió en un dato sociocultural. Pero no lo ac a a salir el carácter ficticio de su objeto y muestra las contra-
un postulado. Al contrario, lo desmantela; destruye su miento nos hace recordar el
Una comparación muestra lo esencial. E rma literaria que Karl Marx practicó en El dieciocho
los derechos y los deberes de la conciencia ilustrada: para desmitificar la representación política, al rechazar la
tad" y responsabilidad, una autonomía del conocimi todo social por lo político.
que permita al hombre "salir de su minoría d o son igualmente los camu-
progreso se apoya en el postulado individualista. ración (Zerfall), que regre-
Freud rechaza una a una todas las afirmaciones kantianas. En su an a la escena de la que fue borrada; y la novela es el
sis, "el adulto" aparece determinado por su "minoría de edad"; el
nocimiento, por los mecanismos pulsionales; la libe
inconsciente; el progreso, por los acontecimientos or
Por lo tanto, estas novelas biográficas
vidualista y conquistadora de la burguesía
Quijote de Cervantes fue, al inicio del siglo XVII, pa kt) retoma, de la misma manera, en el discurso freudiano.
ñola. La figura que organizaba las prácticas de una sociedad se pulsionales. Proporciona, desde los
vierte en la escena en la que se produce su reinversión crítica. bre la histeria, una base al análisis "económico" del psiquismo.
define aún el lugar de donde desaparece. No a de las veces autónomo con relación al funcionamiento de las
otro -una máscara7. Este procedimiento crítico es aciones, está sometido a unos mecanismos generadores de
ucen la histeria; sus "des-
no. Cuando la "cientificidad" se construye un lu
de éste todo lo que no le es adecuado, el análisis freudiano descubr , la neurosis, etcétera.
alteridad que obses,Yonala apropiación y que ecisiva en la práctica analítica de
él muqstra los juegos contradictorios que se de ero estos refinamientos de la teoría no podrán hacer olvidar un
mismo, entre lo qup en él se manifiesta y lo que se oculta; diagno toman, en la obra de
el equívoco y la pluralidad del lugar. También desde este punt ,
vista, es de tipo nokelesco. El paralelo con Don pasiones. Después de
ías médicas o filosóficas antiguas
cidencia, ni un caso único. o uno de los movimientos de-
El mismo tido de crítica percibe otra unidad "fundamental"
es cuya composición organizaba la vida social, han sido
la que la formación está por otra parte históricamente ligada a la vista del siglo XIX, o arrojadas
individualismo: la/unidad nacional. Para Freud, como para M studio de las pasiones es una
nación sólo es un señuelo. Ésta es la fusión (Verschmelzung) tar lidad literaria, en el siglo xix; ésta no depende más de la filo-
asambleas constilyyentes en las hada ésta de la cien-
bajo otras formas (~iederherstellungen).'
freudiano retoma la unidad histórica rec
. Hecho notable, en su propia
1 iva, el freudismo les devuelve, simultáneamente, su perti-
judía) para desculqrir en ella una soldad
a las pasiones, a la retórica y a la literatura. Realmente están
entre fuerzas opuqstas y las huellas de su
S tres habían sido excluidas en bloque de la cientificidad
individualismo, esta
omo se efectúa, en la obra de Freud, por la vía indirecta
nsciente. En realidad, esta vía indirecta es primero la constata-

O. Hirsdunan, The Passzons and the Interests, Princeton (N. J.), Princeton

51
-

MICKELDE CERTEAU HISTONAY P S I C O A N ~ I SE. NTRE CIENCIA Y R C C I ~ N

ción o, si se prefiere, la observación clínica, de pero a la inversa: si el positivismo rechaza


del siglo XX
I hizo de las pasiones al exiliarlas de los discursos rso que confiesa la subjetividad, el psicoaná-
de la "razón" social, y deportarlas a la región de lo "no serio" iene por ciego, hasta patógeno, el que la esconde. Lo que el pri-
"literario", reduciéndolas a desviaciones psicológicas con sin rehusar sin embargo la
orden, para finalmente, de todas estas maneras, marginarlas. Este rech de ser un saber "alcanzado"
zo epistemológico está, por otra parte, ligado a 1 ciado que la enunciación del
nunciada por una burguesía productivista. Por riedad. En el campo analítico, este discurso
Freud divide según su propia concepción del aparato psíquico, lo ser operativo porque está "tocado", herido por el afecto. La
pera ahí donde las pasiones han sido rechazadas por una historia d que le es retirada es la fuerza de su operatividad. Éste es el
te, entre los residuos de la racionalidad y los desechos de la o teórico de la novela.
Sin embargo ahí,y mientras más son ellos rechazados, estos m es también reaprender un lenguaje "olvi-
tos "ciegos" y sin lenguaje técnico determinan la economía de a y reprimido por la normatividad
ciones sociales. Freud les devuelve una legitimidad en . Enraizado en la diferenciasexual y en las escenas infantiles, esta
científico, lo que evidentemente deporta este discurso hacia ula, disfrazada, en los sueños, las leyendas y los mitos.
Su análisis de lqs afectos concierne bajo dos modos muy partic vez su sigruficación fundamental y la proximidad con
rso, Freud sabe que, junto a los novelistas y los poetas,
la antigüedad y de la superstición
ciencia positi~a".~'Pero finalmente
este admirador nada serio, quien mejor ha reconoci-
comprendido la posibilidad que
ginal y transgresivo en el recurso a
que quizás permanecerá de Freud:
muestra a la misma literatura como una lógica diferen-
al hombre de ciencia".' Cierto que
eció mucho el haberlo "descubierto" tan Iúcidamen-
A pesar de todo, tenía apego a lo serio. Pero la lite-
igualmente de obras que, al perder su actualidad
cal revelan en su caída, si uno se atreve a decirlo, y gracias a lo
ca, la lógica diferente, aquello
vio con anticipación, en los textos
en lo que los cambiaría su "muerte" científica.
ste subrayó que, linguísticamente, los funciona-
conflictual de ab por Freud, relativos a lo que sucede;en el sueño,

tor, esencialmente lemes de linguistique générale, Pari


de lingüística general, tr. de JuanAlmela, México,
a fonction du langage dans la découverte freudi
MICHEL
DE CERTEAU ENTRE CIENCIA Y FICCION
HISTORIA Y PSICOAN.~LISIS

marcas del lugar de su producción. Nos devuelve a una teoría de íticas están entrecortadas de "dic-
afectos y de sus representaciones. Existe en la obra de Freud
lística. Ésta no retoma la clasificación, sin e un punto estratégico: la posición
construía a partir de una nomenclatura psicol sujeto de un supuesto saber". La teoría insiste sobre
Siguiendo el juego de los afectos entre sus ocultamientos y sus ton, que regresa a la "nada" del saber y a la reciprocidad
siones, el psicoanálisis analiza de hecho, las modalizaciones del dora de una relación de otro a otro. Pero frecuentemente la
ciado por los contextos de habla; ésta funda una "lingüística un saber acreditado por una agregación y por el
habla"24sobre un equivalente, actualmente pensable, de lo que er institución. Lo contrario es verdad también: lo
antigua teoría de las pasiones. ad que la práctica reduce a nada.
ta ambivalencia. En relación

El poema y10 la institución


alista, otras veces como relación con un maestro; destaca la
El lenguaje del analista y el del analiza ra" ora "institución".
problemática. Finalmente los dos corres la cuestión volviendo a lo que Freud nombra
en la obra de Freud, de "la construcción y ria" (~eschichtsschreibung),25punto nodal de las
leyendas" (die Bildung und Umgestaltu
mente de que Freud llame "ficción" o
"leyendas" (pero también "ficciones") a los le lo tanto a la vez
estatuto de ficcione's por suponer (o hacer creer) que hablan d
real. Su común determinación de los mismos procesos de "const storia que le falta. Este proceso escriturístico
ción" es una pieza /esencial de su sistema de interpretación. El d ón" b%lica, que pone en
curso freudiano no1 se substrae a los mecanismos que descubre ión o un Exilio, y la "ficción"
sus "o6)etosU.No está exento de ellos, como si ocupara la posici able, al Logos, a la violencia
privilegiada de una "observación". Elucida un funcionamiento Cronos-Saturno. Todo sucede de tal manera
cual él mismo está s,ometido. la escritura tomara del Tiempo la doble característica de per-
A l menos en principio esto es verdad. De hecho, la obr ar (esto es un exilio) y de devorar la vida (esto es un caniba-
Freud se compone de dos tipos de textos muy archa (interminable) y el hambre (insaciable)
aplican la teoría; los/ segundos la expone
A la segunda categoría pertenecen las "Le
"Compendios", etcétera. Mientras que, en
psicoanalítico misqb está sometido a la ley
deformaciones de que trata, en los segundos se asegura un lugar
gisterial a título de la institución psicoanalítica y social que lo sos No se debe solamente a la manera en la
Hay aquí un doble /juegoverificable desde los orígenes. Se desarr como si fuera una "tara" causada por un
en el freudismo provocándole una oscilación entre los momentos pecado de la historia del que la escri
se podrían llamar "analíticos" y los moment hay inocencia primera, ni en la escritura. La
del psicoanálisis está hecha de esta alternancia e e su explotación, aun
transferenciales y los abusos de autoridad mo del discurso.

23Charles Baiiy, Trajféde stylzstzquefrangzzse, Geneve, G


24Ver Roland Barthes, "L'ancienne rhétonque", en Co
pp. 172-225 acerca de la elocutzo.

54
MICHEL DE CERTEAU

ara Schiller una desaparición del ser permite una crea-

ene ahí, en la obra de Freud, a llenar una laguna del saber.


a lo que, como el mismo Freud lo confiesa, le falta a la in-
histórica. Interviene en este agujero de la argumentación en
nece a la cultura "clásica" y que es reconocido y respe-
es muy original ni temerario en sus gustos literarios: se

creíble; hace creer. Este funcionamientofreudiano del uso

"sentencia" de Schiller: vuelve creíble en el nombre del otro. Aquí el otro es el poema.
1

Lo que vivirá inmortalmente en el poema


debe hundirse en esta vida2'
3 1
emás, del poema al inconsciente hay continuidad, con la

sde este punto de vista, el discurso freudiano hace aún el ges-

inmemorial expresa ón que mantiene la desaparición de


referencia1con la pro de todo poema). El hecho de citarlo co
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI6N

Y es necesario que nada de eso exista para que lo abrace este mecanismo, se reencuentra la relación del discurso con
y que yo pueda creer totalmente en él ía y la institución, dos formas de la misma estructura: toda
Nada-nada2' es pedagógica, y el discurso pedagógico es siempre institu-

de miembro de una sociedad de sabios le aporta a su dis-

e se le conoce muy bien. El valor de los enunciados


actualidad, relativo a la situación jerárquita de los

o no) asegura la posibilidad para el texto de estar "confor-

literaria no sabría producir ese resultado. Cada institución partid


apoya sobre otras, en una rdd que constituye "la telaraña del creer".30
1

28 Texto editado por Jean-Pierre Richard, "Maiiarmé et le rien, d'aprkc un


inédit", en Rmue dthrstozre ~rtférarh
de la France, tomo U N , 1964, pp. 633-644¡
29 Ibld., p. 644, nota 1.
i
pe Lejeune, Le Pacte autoblographrque, Paris, S e d , 1975.

58
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

a de Tomás Moro. Sin la institución (que representa lo otro), el


de realidad desaparecería. Permanecer solamente como la red

fuera del campo reconocido por la profesión psiquiátrica. Es nec


rio asegurarle un aumento de institucionalización ahí donde

renunciar (lo que sería un "duelo" mallarmeano) a un lugar q


crédito al simulacro de la referencialidad, pero quiere este 1
porque sabe que, sin él, sería solamente un novelista. Mientras
descubre una peligrosa vecindad y una inquietante semejanza e
su discurso y las antiguas leyendas, más instaura, y restaura día c

Estas dos perspectivas no son materias optativas, como si se pu-

dad que protegen contra la cuestión del otro, contra la locura de


da". Por lo menos se debe hacer la distinción entre la delincuen-
e la "no-seriedad literaria y la normatividad fundada sobre cre-
ades institucionales. No reducir el uno al otro. Es lícito pensar
Desde este punto de vista, uno se puede preguntar lo que to es posible. Sin negar ideológicamente la historicidad institu-
daría del "realismo" del! mismo inconsciente, sin la institución

32 [Robert Castel, Le psychanhlysme, Paris, Maspero, 19731.

60
Iv
LA RISA DE MICHELFOUCAULT

Saños, en Belo Horizonte, en el transcurso de un paseo


1 Foucault era una vez más interrogado sobre su lugar:
nte, a nombre de que título habla usted? ¿Cuál es su
LDóndeestá usted?" Esta solicitud de identidad lo hería
intimo. Buscaba comprender su secreto de atravesar ilegal-
eras. Provocó, en La arqueología del saber, una réplica irrita-
tono casi único, donde brilla intempestivamente el
que produjo la obra:

,no, no estoy donde ustedes tratan de descubrirme sino aquí,


donde los miro, riendo. ¡Cómo! ¿Se imaginan ustedes que me
tanto trabajo y tanto placer al escribir, y creen que me
ía, si no preparara -con mano un tanto febril- el laberin-
r el cual aventurarme, con mi propósito
ole subterráneos, sepultándolo lejos de sí
desplomes que resuman y deformen su re
o donde perderme y aparecer fínalrnente a
más volveré a encontrar? Más de uno, como
en para perder el rostro. No me pregunten
pidan que permanezca invariable: es una mo
1 la que rige nuestra documentación. Que nos
do se trata de escribir.'

iva voz escapa aún de la tumba del texto.

éologie du savoir, Paris, Gallimard, 1969, p. 28 [La arqueo


rzón del Camino, México, Siglo X ~ I ,19701.
HISTORIA Y PSICOANALISIS ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

MICHELDE CERTEAU

una disciplina, colocado


pues finalmente "establecido", es
de la muerte. "No, no". us hallazgos son los acontecimientos
homenaje a un orden. Pensar, al ensamiento que aún no está pensado. Esta inventiva sorpren-
orden, asombrarse que esté ras y de las cosas, experiencia intelectual de una
buscar, recorriendo sus p tauradora de posibles, Foucault la marca con un
han formado, y descubrir en firma de filósofo a la ironía de la historia.
"cómo y hasta dónde sería posible pensar de otro ica del asombro proporciona constantemente nue-
que Foucault respondió a sus interlocutores de B a en el empeño, a veces imperioso y frágil, minu-
con una palabra más ajustada a las sutilezas de 1 re tenaz, con el cual busca elucidar esta "otra
que designaba su estilo filosófico: "¿Quién soy yo? o" que los azares le revelan. Ella da un tono de
incluso a su trabajo archivístico y analítico por desdoblar los
de verdad que primero son indicados por las luces paradójicas.
Una práctica intelectual , clasificar, distinguir y comparar sus
sabrían apagar la vibración de despertar que
n sus textos su manera de descubrir. Sus obras combinan por
ención con el cuidado de la exactihid, aun
las proporciones varíen y, en el curso de los años, la exactitud
poco a poco sobre el reír, porque se desarrollaba su pasión de
o por una lucidez que se convierte, en sus dos últirnos libros, en
pojada incluso de su alegre virtuosismo. Lo
este excepcional ejercicio del asom-
tica asidua de los "nacimientos" del pensa-

sienes un reír loco


ges y que "sacud

tas, casi éxtasis, del "aso legales? No, es la e


Aristóteles a Wittgenstein, el momento insta
filosófica. Por unos resquicios del discurso,
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

instituciones y la legalidad.7 ¿Usted supone que una mo métrica para una mirada matemática: como un triángulo rectángu-
hizo del sexo un secreto a ocultar? No, las técnicas de las propiedades posibles o ya demostradas
transformaron al sexo en incansable productor de discur una sucesión de teoremas desarrolla.
dades...*Así, de libro en libro, el análisis señala estos gir Este estilo óptico puede parecer extraño. iFoucault no identifi-
concertar a los saberes constituidos, aun a los más autor tica" el sistema mismo de la vigilancia que
Marx o Freud), generan nuevas maneras de pensar. Éste no se la prisión a todas las disciplinas sociales por una mul-
sobre las ideas personales de un autor, sino sobre lo qu técnicas que permiten "ver sin ser visto"?" Él exhumó
toria permite ver. No es el señor Foucault quien se burla de los saber sta en las regiones más tranquilas del saber, todos los
y de las previsiones, es la historia la que se ríe de ellos. edimientos fundados sobre la confesión y productores de ver-
los teleólogos que se consideran los lugartenientes del sentido. , para mostrar allí la tecnología por medio de la cual la visibili-
insensato de la historia, dios nocturno y reidor, transfo transforma al espacio en operador de poder. De hecho, para él,
los magisterios y le quita al mismo Foucault el papel, pedagógico sible llegó a ser el campo de las nuevas apuestas del poder y del
moralista, de ser el "intelectual" que sabe lo que hay. La lucidez pr r. Lo visible constituye para Foucault el teatro contemporáneo de
viene de una atención, siempre móvil y sorprendida, a lo que los aco entales. Ahí se enfrentan un uso policial
tecimientos nos muestran sin que nosotros lo sepamos. e lo que allí sucede inesperadamente.
A esta atención es necesario incorporarle un aspecto curioso eno de nuestras guerras epistemológicas,
sin embargo permanente de la obra: su carácter visual. Estos trabaj fico opone a los sistemas que sujetan el espacio a la
están indicando su dirección por medio de cuadros y grabados. De 1 e allí abre el azar en el aplanamiento pa-
misma manera el texto toma su ritmo de escenas y figuras. La Histon S que lo inesperado dejan ver en el pen-
de la locura se inicia con la imagen de la nave de los 10cos;~Las iento. Dos prácticas del espacio chocan en el campo de la
y las cosas, con Las meninas de ~elázquez?Vigilar y castigar, c ibilidad, una orientada a la disciplina, la otra hecha de asombros.
relato del suplicio del ~amiens,"etcétera. ¿Es esto por azar? No, este combate que recuerda al de los dioses griegos en su cielo, se
libro presenta una secuencia de imágenes a partir de las cuales se ga la "inversión" de las tecnologías del "ver sin ser visto" en esté-
sarrolla el trabajo fi?U
de distinguir sus condiciones de pasib as de la existencia ética. ,.
sus imp%caciones formales. De hecho, estas imágenes instit A l exhumar las implicaciones de los acontecimientos aleato-
texto. Ellas le dan r i p o marcando donde el mismo Foucaul S, Foucault inventó los lugares de nuevas problemáticas. Con cada
cogido sucesivamente. Él reconoce en ellas las escenas de una difere mapa aún inédito a la posibilidad de
cia, los soles negros (de "teorías" que orientan. Ra modo". Él es este "nuevo cartógrafo" que Gilles De-
mueven en esos espejos. Al nivel del párrafo o d tan amistosa agudeza." Estos mapas presentan
funcionan de la misya manera; cada una de ellas reguntas diferentes. No forman entre
como un fragmento de espejo, con el valor de ser n sino una serie de "Ensayos", relativos en cada oca-
una sorpresa -un resplandor de lo otro-. Así el disc sidad" -a este asombro- "que permite desprenderse
visión en visión. El paso que marca su andar, donde í mismo".14Componen por lo tanto "una pluralidad de posiciones
be su impulso, es un momento visual. La imag ~ibles".'~Se trata de "prácticas discontinuasW,'6 na-
función, a veces heurística y recapituladora, an S de invenciones a las cuales los azares dieron lugar. A cada ma-
1 , cuidadosamente construido, un acontecimiento nuevo provocado
t
ión de los seres" añade otra posibilidad. Ninguno

Ibid., pp. 197-229 "Le Panoptisme".


3 Giiies Deleuze, "Écrivain non: un nouveau cartographe",
José Utrüla, 2" ed., 2 vo

67
MICHEL DE CERTEAU

de ellos define un destino, una verdad o una identidad del pensa-


miento. sí pues, estos lugares sucesivos no están reunidos por e

tual orgánico", ligado al pueblo por el "Príncipe moderno" que


artido.18 Al intelectual de partido se le oponía el intelectual de
(el profesor francés por ejemplo), con muchas tensiones entre
o, testimonio, el eminente y secreto trabajo de Lucien Herr,

y culpable, de la impotencia de las "palabras" para relacionarse


"cosas": las palabras sólo pueden desafiar la historia, de la que
eparadas. Fundado sobre el fracaso de la ambición que ha mol-
al "intelectual", la ética sartreana evoca finalmente lo que, en la
a de Francfort, por caminos totalmente diferentes, oponía al pro-
fatal del nacionalismo nazi un coraje del pensar cuya,necesidad no
or una eficacia histórica.
duda la historia de los "intelectuales" incluye también un

o Venturi, 11 populismo russo, Turin, Einaudi, 1952 [El populismo ruco, tr. de
ez, 2 vols., Madrid, Revista de Occidente, 19751.
MICHEL DE CERTEAU

los estimulantes en general".21En lo más bajo de esta degradación,


el ridículo de los tics sociales: firme una protesta y usted se conv
en un intelectual. Limito las notas que siguen al teatro francés de estas operacio-

prácticas intelectuales en tanto que se inscriben en la red de las mil


neras de ejercer el poder. Así pues, el objeto cambia: no apunta más
actores, sino a las acciones; tampoco a los personajes cuya silue
destacaba sobre el fondo de una sociedad, sino a las "operacio
que, en un movimiento browniano, tejen y componen el fondo

En la perspectiva qu'e describía Michel Foucault, yo entiendo


prácticas del poder "un mddo de acción que no actúa directa e inrne

e lo verosímil, es decir la ley de un medio. Tiene la

Pastores" tiene aquí la acepción de ministro de iglesia. (N. del E.).

70
MICHELDE CERTEAU
HISTORIAY PSICOAN.~ISIS.ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N
Curiosamente, la masa y la verdad tienen en común el ser in
ores anónimos que representan el drama que lleva el nombre de un

b) Estas prácticas, especificadas por unos estilos, son más estables


sus campos de aplicación. Así las maneras de hablar o de practicar
lengua pueden extenderse a vocabularios importados, o a lenguas

gular y múltiple, está ahí en marcha, perdida en la

prendido- del filósofo. Inversamente, las prácticas definidas por


sitio luchan sin tregua para educar, disciplinar, ordenar a la masa Por último, estas prácticas no son totalizadoras, no forman
tendiendo representarla, y para domesticar, articular y sistematiz
verdad pretendiendo producirla como doctrina. El sitio es un opera

del que lo habita, puede haber simultáneamente formas mo-


, tradicionalistas o fetichistas de "tratar" el espacio.

proximidad con el nombre ambiguo del Querer o "voluntad"

lidad objetivamente impuesta a toda decisión como su condi-

cedimientos intelectuales. j etencia, etcétera.


a) Las "maneras de hacer" no obedecen a una determinación

inventar formas de "pensar de otro modo".

72
v
L NEGRO DEL LENGUAJE: MICWEL
FOUCAULT

ués de su aparición, el libro de Michel Foucault, Las pala-


s, estaba agotado, o, en la mitología de la publicidad, de-
o. La obra, larga y difícil, cuenta, igual que los libros de arte,
signos exteriores de cultura que una mirada aguda debe
ar del escaparate de una biblioteca privada.
eíste tú éste? De la respuesta depende un status social e inte-
ero este éxito, incluso el ser parte de la moda, no serían en
como lo querrían algunos, sólo la prueba de una obra o bien
erficial o totalmente obsoleta?
, muy lejos de ser "fastidioso", Foucault es'brillante (en
lla fórmulas incisivas. Divierte. Estimula. Cautiva: su
n confunde; su destreza provoca la adhesión y su arte la se-
Sin embargo alguna cosa en nosotros le resiste. O más bien, a
er encantamiento le sigue un asentimiento de segundo grado,
de complicidad que ha tomado sus distancias con relación
inicial y sin embargo difícilmente alcanzan a darse verdade-
s. Una vez discutida la información (que, por otro lado, debe
ro de Jacques Roger, Les Sciences de la vie dans Ia penséefuan-
xvrrf siécle, París, Armand Colin, 1963) y la virtuosidad de una
a a la cual, parece, nadie resistiría; una vez reconocido el lado
del historiador, nace una convicción de otra clase. La
ada en la obra revela una interrogación hoy:esencial a
e pensar. Una pregunta presentida más que explicitada.
algunas veces la preciosidad del estilo, la minuciosa
1 análisis abre una oscuridad donde se pierden' conjunta-
el lector: la obra parece presentar el contraste, tantas
ayado por ella, entre los "efectos de superficie'' y el "subsue-
que no cesa de significar ocultándose. Esta relación entre el
y la forma del libro es la que suscita en el lector *a simpa-

75
MICHEL DE CERTEAU

tía insegura de por sí y lleva a preguntarse paradójicamente: ¿qué e


que ahí se dice de esencial?

El sol negro

Y no sin razones. l

si el tejido de las palabras y las cosas guardara en su red el secre-

Nazssance de la clznzque, p. xv.


MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCiA Y FICCIÓN

confesado por la organización temporal de lenguajes anteriores a t cubrirlo de elo-


pensamiento consciente-. ver con la gravedad de las pre-
on la manera en que nos son
tóricos de Foucault, yo me de-
método y de fondo.

razón no es más un límite de la razón; ella es la verdad de la

e Foucault parece haber nacido de una irritación o de1 hastio:


ntario. El historiador de las ideas parece no
otra cosa. El comentario "interroga el discurso en lo que
d e ~ i r " Siempre
.~ supone que existe "un resto necesaria-
1 pensamiento que el lenguaje dejó en la som-
también a lo inverso, que lo formulado lleva en sí, como
que todavía no ha sido pensado.'0 Jugando
e algo más del pensamiento sobre su lenguaje
sobre el pensamiento, el comentario "traduce" en nue-
nes el "resto" del significadoo el "residuo" latente en el
da, pues, cada vez, uno se da de antemano
a ilimitada de "intenciones"
S y en este capital inagotable de palabras
os que las reúnen. ¿No es éste el postula-
cias, de una filosofía de la historia o de
gesis teológica? Ellas saben de antemano la realidad que "des-
guaje mitológico o ingenuo del pasado.

su adecuación de origen significado y


de una proposición no enviará a una

Natscance de la clfmque, p. Xn.


MICHELDE CERTEAU
I
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
dos reales y posibles que le son contemporáneos" y que los opon
otros "en la serie lineal del tiempo".I2
En lugar de identificar el pensamiento a otros pensamientos
riores (las "irúluencias") o posteriores (los nuestros)-, en lugar de
ner un continuum mental sobre el que se desplegarían semeja

de la diferencia. Estas fracturas del tiempo no autorizan más al

indicaciones sobre lo que analiza. En efecto, ofrece al lector "un

Para comprender el problema y su objeto es necesario regresar a

nal; se partía de la
venir hasta ahí una

o en el clima de una coexistencia

'2 Ibld.
l3 H~sfolrede lafolze, p. 6
l4 Ibtd , p. 478, n.1.
MICHELDE CER'IEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

ción, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados co odización de Foucault no es muy original: transición del siglo XVI
pincel finísimo de pelo de camello, 1) et coetera, m) que acaban de r fin del siglo xW,mitad del XX. Pero ella tiene un carácter pro-
per el jarrón, n) que de lejos parecen moscas".20"En el asombro de bid0 a la exigencia que la sorpresa desconcierta. A un pensa-
taxonomía", añade Foucault, "lo que se ve de golpe, lo que, por me o preocupado de identificar una coherencia, la fractura se le
del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensa enta como un acontecimiento, pero un "acontecimiento subterrá-
to, es el límite del nuestro: la imposibilidad radical de pensar eso". '?'más fundamental que la continuidad constatable en el "movi-
Un índice, nada más. Sin embargo, a través de él se hace nto de superficie", una "brusca" modificación sobreviene (Foucault
rencia a otro orden, a otro "modo del orden", que se ofrece a nu sobre lo súbito) que puede ser un "desplazamiento ínfimo pero
pensamiento como lo que le confunde y le fascina. Lo aberrante tamente esencial" y que "voltea todo el pensamiento occiden-
primera señal de otro mundo; y si agudiza la curiosidad ávida d Así, "algunas veces en pocos años una cultura cesa de pensar
capar a su propia problemática, esto sucede por la preocupació o lo había hecho hasta ese momento, y se pone a pensar en otra
comprender "los códigos fundamentales de una cultura" distinta y de otro m ~ d o " Algo
. ~ fundamental se produce cuando esto
reencontrar, más allá de la sorpresa, un principio de orden. Lo hete de, localizado en las anticipaciones o en las consecuencias, pero
nomo es a la vez lo estimulante y lo inadmisible. Es la herida permanece finalmente inexplicable2 "una erosión desde el exte-
racionalismo. Hay por lo tanto dos niveles en el desarrollo del p Una alteración señala el fin de un "sistema de simultaneidad" y
ma: por una parte la comprensión de un sistema que es dverente; omienzo de otro. Las mismas palabras y las mismas ideas son a
otra, la exigencia de una colocación recíproca de sistemas concebi reutilizadas, pero no tienen más el mismo sentido, no son más
como "modos de ser diferentesdel orden". das y organizadas de la misma manera. Esto es un "hecho" con
Lo marginal/nosenvía a una estructura esencial, o a un "es al tropieza el proyecto de una interpretación totalizante y unitaria.
ma" sobre el cual $ inscriben y se coordinan analogías u opos
para nosotros impensables. Como la parte emergente de un ice
excepción rara, d a institución, una teoría implica una coherencia iscontinuidades de la razón
situada al nivel de las ideas y de las palabras, sino "por debajo
ellas. Esta coherencia nos invita a preguntamos "sobre cuál siste pturas que cuartean y finalmente delimitan las culturas se si-
r
"según cuál espaCo de identidades, de similitudes, de analogí
distribuyen, fuera1 de nosotros, tantas cosas diferentes y semej
n en el "nivel" en que el análisis ha reconocido un "sistema de
ultaneidad" que organiza la múltiple variedad de los signos cul-
Así sucede con el encerramiento de los locos, o hasta con la concepci ales. De aquí surge el problema: ¿cuál es la validez, cuál es la na-
de la gramática enlel siglo XVII. za de este "nivel" caracterizado como el del "subsuelo" o de la
Cuando ap~endemosa discernir que ayer las ciencias se h epistemológica"? Por todo elemento de respuesta, tenemos la
constituido, las experiencias se han reflexionado, las racionalidades era en la que las estructuras aparecen en el relato de Foucault.
han formado en fyción de un "a pviovi histórico" diferente del por este camino se encuentra borroso el hecho de que este "ni-
tro, cuando constatamos que "el orden en función del cual no es definido por un método, o también que el relato describe un
pensamos no tiene el mismo modo de ser que el de la época clas eso de investigación. Hay reciprocidad entre la técnica de análi-
nosotros mismos hemos cambiado por este descubrimiento. y, por otro lado, el tipo de ordenación de los hechos que es pro-
ción con el prójimo, modificada por la percepción de esta d rcionado a los instrumentos que utiliza un sistema de interpreta-
ción cultural, transforma nuestra relación con nosotros mismos . Por esto las rupturas de la historia se plantean ahí donde se
suelo de nuestras ieguridades tiembla a medida que se revela el he tiene la explicación estructuralista del historiad
de no poder pensar más un pensamiento de ayer.
La sorpresa' que problematiza nuestro a priori se expresa, en
"relato", por el esfuerzo para localizar las fracturas a partir de los
temas que en ellos se precipitan o que se abren en estas fronteras
Pero quizás simplemente es lo que Foucault es incapaz

20 Ibtd., p. 7. Les mots et les choses, p. 64.

82 83
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN~ISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

Que la interferencia entre su método y sus resultados no uívocos de la continuidad: la "arqueología"


elucidada por Foucault -o, más bien, que este problema sea traslad
al estudio de una "próxima obran-, es lo que explica la molestia cault es demasiado agudo para no captar una conti-
lector. Pero con todo y sintiendo semejante discreción sobre un p e las metamorfosis y de las reestructuraciones que
central que sin duda habría llevado a Foucault a situarse en la his periodo epistemológico. Las palabras y las cosas lleva
por su manera de leer en ella los avatares de la razón, le debe btitulo "una arqueología de las ciencias humanas", anunciando
conocer que la cuestión es planteada en el conjunto de la obra, co emano el movimiento que, según la obra, condujo al pensamien-
lo hemos constatado. Ella resurge aquí. Un problema de fechas, idental de la época clásica a la formación de las ciencias humanas
tiempo clasificado entre los datos de la investigación histórica, mediación de los tres modelos (característicosdel siglo XIX) de la
vierte en un problema epistemológico. Se presenta bajo dos for a, de la economía y de la filología -raíces de la psicología, de la
equivalentes: ¿por qué estas alteraciones del orden constitutivo de giiística-, y que lleva actualmente a la contesta-
cultura?; ¿por qué estas interrupciones en el desarrollo as por la historia, la etnología y el psicoanálisis. En
ción? Cierto, en el momento en que la cronología toma la si alítico del término, las escenas primitivas habitan y de-
de un discurso filosófico, nos podemos preguntar si F desarrollo. Bajo los desplazamientos culturales, sobrevi-
adoptado simplemente, pero para construir el cuerpo de la historia as originarias y los impulsos organizadores que son
vestido ya preparado, según criterios distintos a los suyos, por pensamientos que han olvidado a estas heridas y
mismos historiadores a los que con razón les critica el método. P
desde este punto de vista, los análisis de la Historia de la locura y constituye en consecuencia una "serie". En reco-
Nacimiento de la clíhica son aptos para contestarla desde sus objetiv pascaliano, Foucault hace ver la continuidad ahí donde se afir-
pues ellos muestrdn, con una notable precisión, cómo el traje de la ruptura, como al momento siguiente ya mostraba una
fechas determina todo el espesor de la realidad. ntinuidad que destruye la homogeneidad de un devenir de la
La razón es por lo tanto cuestionada por su historia. Una he cia. Pero esta continuidad es indisociable del equívoco; ella es lo
rogenGdad quiebra su identidad consigo misma; ella se m persiste sin que la conciencia lo sepa, y bajo el modo del engafio.
la sucesión de los /"modos de ser" del orden, figuras no sobrevivencias de diversos tipos descubiertas por el análisis se
sino discontinuas. Si Foucault pudiese definir lo que son cen en una forma de impostura.
losr', podría referdse a una totalidad y superar la heteronomía de 1 En un primer nivel, se tiene una permanencia de superficie,
"razones" históricas por el llamado a una razón que la ar de los deslizamientos del subsuelo, mantiene
todas.26Ahora bien, es esto lo que él considera imposible. Por est S las palabras, los conceptos o los temas simbólicos. Un simple
no tiene, para deciklo, más que el camino de un "relato" se habla del "loco" en el siglo m, en el x W y en el m, pero
cuentran con la misma precisión el problema del orden í y allá, "no se trata de la misma enfermedad"." En la
del método. En losi términos de un rigor técnico (designémoslo, a p la teología, hay el mismo problema que en la medicina.
de Foucault, como historia de las ideas), formula filosó$came S no designan las mismas cosas. Las ideas, los te-
cuestión actualmente "fundamental" (término que aciones subsisten, pasando de un universo mental a
bilidad de la verdad. No hay ninguna filosofía y, a en cada ocasión determinadas por las estructuras que los
que no sea confrontada a tal problemática e inclus y les dan una significación diferente. Los mismos objetos
debatir) no la evite. ales "funcionan" de otra manera.
I Existe una persistencia en la cual la forma e
de las ideas surgen nociones nuevas que p
ctura de otro tipo. En realidad, en estos casos
inosas que no determinan el contenido de la
I ente los recubren: nociones aptas para ab
h aparece sin embargo con la noc
tividad. Hzstozre de Iafolze, p. 259.

84 85
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

a es recíproca. Es una relación de lo distinto a lo distinto. El


común a los intercambios entre culturas o a su sucesión no

, en efecto, la diferencia la que talla en la homogeneidad del

sas, porque sobre el "modo de ser del orden" que le es propio,


tiempo epistemológico lleva en si una alteridad que toda repre-
ción busca suprimir objetivándola, pero sin jamás poder esconder
curo trabajo, ni prevenir su veneno mortal,

ensamiento del afuera

Una finitud interna niega las estructuraciones que intentan su-

28 lbid., p. 431.
2"Ibd., pp. 588-589.
30 Ibid., pp. 596-597.
31 Ib~d., pp. 608-612.
HISTORIA Y PSICOANALISIS.
ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
MICHEL
DE CERTEAU

Blanchot, es su di~imulación".~~ La alienación no es solament dispersión del h ~ m b r e " . ~


hecho terminal, al final de una cultura, sino su norma interna

soy" es, por lo tanto, puesta en peligro por su propio lenguaje,


decir, por "este afuera donde desaparece el sujeto que habla".33To
pensamiento tiene su verdad en un "pensamiento del afuera".
Este "pensamiento del afuera", "bien se puede suponer que n
ció de aquel pensamiento místico que, desde los textos de Pseud
Denys, ha estado merodeando por los confines del cristianismo; quiz
se ha mantenido, un milenio más o menos, en las formas de una te01

iones abiertas

o, bajo lo cómico de sus memorables aventuras, Félix el Gato era

car el problema y la percepción de los que el libro de Fou- a

caída sólo es el aspecto secundario de una constatación: la


ción del suelo sobre el cual creíamos caminar y pensar. Ella

. Puede tener el carácter de una catástrofe, pero solamente

33 Ibzd., p. 525.
34 Ibid., p. 526. I

35 Ibzd. I 1

3Wzstoire de la folie, p. 437.1


37 lbid., p. 233. l
1 i
38 Les mots et les choses, p. 311.
#

39 Bid., p. 395. 1
89
88
MICHEL DE CERTEAU

es a partir de la discontinuidad que se plantea ahora un riesgo Y VI


problema novedoso. MICROTÉCNICAS Y DISCURSO PANÓPTTCO:
Para indicar esta mutación, Foucault tiene la agudeza ap
UN QUIPROQUO'

decir la verdad de los lenguajes, pero esta verdad no se plantea


relación a ningún límite y en consecuencia a ningún compromiso
autor. De estos lenguajes, las rupturas son finalmente superadas por
lucidez de su mirada universal. Dicho de otro modo, hablar de

historiadores tienen la palabra y pueden discutir tuia lectura que se1


l
ciona lo real, decide ella misma lo que es significativo y se retira a
"espesuras" de la hibtoria cuando la superficie le resiste? Por otr
parte, la determinación filosófica del estatuto del discurso, la eluci
ción de la relación enbe su particularidad y su proyecto (en la obra

sumisa, nuestro

cuerpo a cuerpo que aspiraba a dramatizar el triunfo del rey sobre

rica de la historia?

91
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANhLISlS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

los criminales cuyo crimen era cargado de un valor simbólico parti

Pero en realidad, los procedimientos disciplinarios en uso e

ones históricas y sociales), y después han sido articulados por el


curso de las ciencias sociales contemporáneas.

la tecnología y la atención a los detalles minúsculos prevalecen sob


teoría y conducen a universalizar una manera uniforme y única de
tigar, la prisión misma, que mina desde el interior las instituciones r
lucionarias de las Luces y sustituye en todas partes a la justicia p

esos que forman el tejido de la actividad social en los siglos xvm y

en aislar del cuerpo social entero el tumor canceroso y en expli-

sociedad; así identifica los signos ocultos de un aparato del que


ctura deviene gradualmente más precisa, más compleja y mejor
a en el espesor del tejido o del cuerpo social entero.
Esta notable "operación" historiográfica plantea al mismo
o dos cuestiones distintas: una, sobre la función decisiva de los
esta máquina, en una e~posiciónen la que el funcionamiento es cesos tecnológicos y de los aparatos para organizar una sociedad; la
1) establecer el esquema de un estrato particular de prácticas no v a, sobre el desarrollo excepcional o el estatuto privilegiado de una
bales; 2) fundar un discurso que concierna a esas prácticas.
I onces, es necesario preguntarse:

Naturaleza y análisis de las microtécnicas


M r c w L DE CERTEAU
HISTORIA Y PSICOAN&ISIS ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

ciencias, de las artes y de la filosofía. En este caso, la máquina


tica sólo sería un efecto histórico de esta omnipresencia de la tr
óptica. Representaría no la victoria de una novedad, sino la
pasado, el triunfo de un sistema antiguo sobre una utopía nueva, lib adas u ocultas, dominadas

b) ¿Qué ocurrió con todas las otras series de procesos, a cu

dría tenerlos por una inmensa reserva de semillas o de huellas


posibilitarían desarrollos de nuevas alternativas.
estrato oscuro donde Foucault ubica los mecanismos determinan-
de la sociedad, tal aparato bien podría encontrarse en la posición
e una institución en sí misma colonizada, de manera imperceptible,
or otros procesos aún más silenciosos. En realidad, este sistema de
ciplina y vigilancia, constituido en el siglo XIX sobre la,base de pro-

4. ¿Se puede ir más lejos? En el curso de su evolución, los mis-


s aparatos de vigilancia llegaron a ser un objeto de elucidación y

ato determina a su vez el discurso de Foucault, un aparato subte-

Cerge Moscovici, Essaz sur Z'hzstozre humazne de la nature, P&, Flammkon, 1968;
Legendre, L'amour du m a r . Essal sur I'ordre dogmatrque, Parjs, Seuil, 1974 [El amor del
Ensayo sobre el orden dogmáttco, tr. de Marta Giacornini, Barcelona, Anagrama, 19791.
--
94
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

e circunscrita, es utilizada para representar la totalidad indefinida


S prácticas en general. Obviamente, este poner aparte sirve para
cios de las tecnologías institucionales. Es muy exacto el caso d entido a la dinámica específica de una tecnología dada. Sin embar-
procesos a los cuales les falta la condición previa esencial según trata de un "recorte" etnológico y metonímico.
cault, es decir la posesión de un lugar o de un espacio específico
pio donde la máquina panóptica pudiese funcionar. Tales técnicas

creo que en secreto ellas reorganizan el discurso de Foucault, col


zan su texto "panóptico" y lo transforma en una "ilusión óptica".

Microtécnicas de producción de una ficción panóptica da sentido a nuestra propia sociedad transmitiendo a nuestras

a la presencia de un aparato análogo a esos dellos que pudo

ntenido oscuro en fuente luminosa.


B) U n arte de componerficciones panópticas. En este sentido, la teo-
de Foucault también forma parte del arte de "marcarse unos pun-
'. No escapa a su objeto, los microprocesos. Es un efecto de los

96 97
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y FICCI~N

Esta manera de pensar no puede tener un discurso propio, pues


a retorna en lo esencial a una práctica del no-lugar. El espacio ópti-
es el marco de una transformación interna debido a su empleo retó-
o. Deviene una fachada, la artimaña retórica de un relato. Mientras
e el libro analiza la transformación de las ideologías de las Luces

En un primer nivel, el texto teórico de Foucault está aún organiza-

ras ópticas: unos cuadros \descriptivos (relatos ejemplares): ana


(listas de "reglas" o de "principios" ideológicos relativos a un solo
nómeno),' por último imágenes (grabados y fotografías de los sig
xvn-xrx)."ste sistema co4bina tres clases de vitrinas: relatos de es
dios de caso, distinciones j teóricas, imágenes del pasado. Solament A modo de conclusión, adelantaré dos breves proposiciones pa-
pretende mospar y no explicar cómo camina la máquina: poniéndol introducir la discusión:
en escena en tres decorddos panópticos diferentes, hace visible
1
transparente este proceso opaco. Organizando una retórica, una esc
tura de la transparencia, droduce un efecto de autoevidencia sobre darse en el umbral, en la obra de Foucault los procesos proporcio-
un campo de operaciones de cómo producir la misma teoría. Con Fou-
t, se reencuentra otra manera de construir una teoría, que es el
sto literario de estos mismos procesos.
2. Para clarificar la relación de la teoría con estos procesos que
producen, como con aquellos que convierte en su objeto de estudio,
medio más fácil sería un discurso que nos cuente una historia. Foucault

e la teoría de las prácticas? En esta hipótesis, una

ondición previa y su producción.

dos y fotografías).

98
VI1
HISTORIA Y ESTRUCTURA

cuando la práctica

gir a los cristianos del siglo

te punto de partida es, di-

de Certeau, La escritura de la historia capítulo m:"La inverkón de lo pensa-


ia religiosa del siglo xw".

101
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁL~~~~IS~S
ENTRECIENCIA Y FICCIÓN

entrará, de las comidas y de las intimidades que nunca conocerá. uss de sus bororos2 O de otros pueblos. Los "queridos desapareci-
pordiosero, etnólogo en potencia, se inventa mundos a lo S que primero domesticaba yo según mis deseos, o que ma-
entrará. Lo que resucita no es más que un sueño. En un inicio, el en nuestros escaparates y por nuestras lecturas, se me
riador hace lo mismo con los restos que recaba en los arch S enseña, a nosotros los
documentos: reconstruye un mundo que nunca conocerá. adores, que, oculta en ese pasado, hay una cierta estructuración
el mismo. No encuentra al otro (un pasado) más que a opone a nuestro trabajo, y que, por otra parte, oculto en mis pre-
imaginación. Es un erudito, aún no es historiador. Pasé, así, entre S o en nuestras intenciones presentes, hay un tipo de estructura- g
muertos, robándoles palabras perdidas que yo no sabía utilizar que determinaba la primera mirada de curiosidad dirigida hacia
nalmente, me repetí en esos fragmentos de su lengua que, a mis es . En esas dos formas de lo "oculto", nace la historia verdadera; las
das, me hablaban de su ausencia. lope, en un texto jamás /'
Debido a tanto documentar fichas con su vocabulario lar crea la sorpresa de
lado, a tanto hacerme un erudito-factótum en las regiones inos está a la cabeza,
de los Archivos municipales o regionales, a tanto vivir en sa plantea como distin-
sulta de las bibliotecas -grutas en donde se "conservan" y tr que lo relativiza como una resistencia (de los documentos) que
los cadáveres de antaño-, a tanto leer palabras -sin jamás a al discurso a no ser más que otro discurso. Este pasado, al apa-
tenderlas- que se refieren a unas experiencias, doctrinas organizado, poco a poco, en función de una coherencia oculta (de
extranjeras, llegué a ver que se alejaba progresivamente el mun vida muerta, irreductiblemente ausente y otra), revela al historió-
cuyos restos yo hacía el inventario. Se me escapaba o, m que cada trabajo su-
zaba a darme cuenta de que se me escapaba. En ese mom
distribuido en el tiemdo, es cuando nace el historiador. Es
cia la que constituye el discurso histórico. La muerte del otro lo
I
fuera de nuestro alcance y, por eso mismo, define el estatus de la
riografía, es decir, del texto histórico.
¡NO es que ha$a cambiado ese antiguo mundo pasado! fascinante y, a la vez, inquietante. -
mundo ya no se muede. Nosotros lo movemos. Cambia, si che, sin que verdaderamente sea
l
ver así, porque yo cambio mi manera de verlo. Por tant'o, ya
ro ni veo lo mismo. Mi deseo se modifica, y con ello se llos y nosotros, los historiadores,
que yo sabía. Surge en1 mí, entonces, un malestar: A esos c idencia (postulada al inicio) de
I
ayer, a esos "espirituales" del siglo XVII, a esos teólogos de la rensión resulte problemática y
clásica, a esos miembros de la Compañía del Santo Sa gioso, también resulte proble-
4
esos apóstoles que qrculaban en la campiña francesa
idénticos, pero sencillamente porque esperaba descubr las primeras convic-
forzar una identidadien la diversidad de los tiempos y los lu diato creaba, y que consiste"
Había ahí una apologética inconsciente y personal. Deseaba yo superficial, aplicada a una
contrarrne, O reencontrarnos, hoy, en ese pasado. Es lo que pia
I
mente llamamos reconstruir la historia. La "resurrección" del pa que tenía yo como meta al L.
/' consiste en hacerlo yomo lo deseamos. Pero eso resulta impo al ir en busca de forasteros
porque esos cristianos del siglo XVII me parecían ajenos, no deb
lo que conocía de ellqs, sino a lo que percibía de mi p
y de la resistencia que ellos oponían.
Confinados en las librerías de viejas publicaci
en las selvas metá de las Bibliotecas y de los Ar
rituales" me par "salvajes" en el sentido en

102
HISTORIA Y PSIGOAN~SIS.ENTRE CIENCIA Y RCCI6N
MICHEL DE CERTEAU

sociedad, lo que veía surgir como distinto o como otro: Al conver-


se en "pensamiento" organizado según un orden que se coordina
los sistemas propios del grupo en que se formó el etnólogo, al '
una forma u otra, nos encontramos con la resistencia de lo que ya aje" se lo comprende y retoma, aunque sea sólo como un modelo )
ral más, en las redes de la cultura que antes eludía.

cer entre un presente y "su" pasado.


El trabajo histórico, si tiene una significación, consiste en "sac
alteridad (como una fábrica "saca" automóviles) y en producir (en
dos sentidos: fabricar y mostrar)' esta diferencia constitutiva de la

1 de existir como lugar propio, a titulo de coherencia. La circula-

La estructura del presente historiográfico


1
de estruckui.acionesparticulares a cada cultura o a cada tiempo es,,
vez, el efecto del encuentro y el instrumento gracias al cual cada
po sitúa a los otros en relación con él mismo.

cial, un papel propio

Certeau. (N. del E.).


MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRECIENCIA Y F I C C I ~ N

Tal vez, en el futuro, esta forma presente, estructural, dada


posibilidad de pensar, aparecerá tan frágil como el recurso de la
' riografía "clásica" a un punto de partida original y a una cron ensable. Sean como sean las
que permitirían constituir en una serie las relaciones d ción "científica". Lo que ex-
cristiano con otras civilizaciones. Pero, de todas maneras,
planteado aquí y allá en términos distintos, permanece; sería un
fundamental (sin duda también una coartada) tomar como un
más una realidad de la historia, lo que significa, en la pe
tructuralista", la marca de las cosas y la condición de la narraci
toriográfica.
Resulta necesario mencionar, asimismo, que la relación
historia y estructura ocurre también por otras razones, y que la
r riografía es el modo sobre el que se constituye una identida
- al volver a utilizar el material de documentos recopilado por
sobre su propio pasado y al estructurar de manera diferente los
mentos extraídos dellas narraciones producidas por el
se verifica hoy en la1historiografía negra, cubana o argelina).
terminar, vuelvo a los "espirituales" de la edad clásica, sal
siglo XWI. Será sólo para decir que su ausencia tal vez me ha e
convertirme en hisforiador, que su estudio obliga a medir, emos referir a una "afinidad" como a aquello que
desarrollo de una1 práctica científica, la aventura y los r a que captamos un objeto del pasado. La pregunta queda
implicados en la ingenua ambición de "comprender" qué quiere decir "comprender un pasado". Y se formula
modalidad "estructuralista" de esta comprenqión abr on otro tipo de racionalidad, o de discursividad, que consiste en '
particdar (presente), el problema constante de la relación entre espacios que separen y constituyan discursos diferentes, un mo,
<
- inteligibilidad y aqaeilo que la hace posible. "Historia y estruc esente de inteligibilidad. ,
La segunda observación que haré se refiere al uso del psicoaná-
- este título pone e3 duda la relación que tiene cualquier discu
histórico con sus condiciones de posibilidad, o más ampliamente, t
ciencia con sus postplados epistemológicos.
de ese "intemporai" que se consideraría ser, en la historia, un
rador de continuidad. En primer lugar, ¿siempre ha
1
el inconsciente? ¿Se encuentra en otro sitio que en donde esta-
[Especificaciones aportadas después de las exposiciones d to en una invención de fines del siglo XX? Un problema fun-
dos historiadores] 1 ía, aun en el interior del psicoanálisis, es saber si
1
s\ Hoy día, toda histqria es social. Comprender el entorno d
(por ejemplo, una iasociación de Señores de la Compañía del
Sacramento) es hacer referencia a la organización del conjunto
sociedad. Finalmente, sólo es pensable lo que se refiere a esta "r ciente, ¿es generalizable? ¿Se puede, por consiguiente, pos-
J
que es la organización de una sociedad. No podemos
explicar uno, cualquiera, de los fenómenos de un period
de ese todo (además, lo reconozco como enigmático) qu
dad del tiempo. Los fenómenos religiosos tienen una inteligibili
la medida en que se refieren a esta organización de conjunto. La
ra en que los hombres del siglo xw pensaban las relac
religión y la so d era exactamente inversa. El recurso a la prov

108
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y P S I C O A N ~ I SE
. NTRECIENCIA Y FICCIÓN

iones asegurara al psicoanálisis su sitio en la historiografía.


se utiliza el psicoanálisis de esta manera, sólo se llena un hue-
ra bien, algo tiene que decir éste de la historia, pero procede
o los otros tipos de discurso, en el sentido en que tiene su propie-

embro del auditorio pregunta si su concepción de la historia no


asiado eurocéntrica.]

hecho, estaría de acuerdo con usted en que nuestra definición de la


toria es problemática, y también en que se encuentra en el origen de
que se ha llamado "los pueblos sin historia", como si no tuvieran
cualquier sociedad. storia los pueblos que no tienen nuestro tipo de historia. Haré sola-
ente dos observaciones con referencia al lugar de esta definición y al

rmal. Pero, de acuerdo con ese modelo, se pensaba que otros pue-

ada al nuestro. Lo mismo se puede decir de la relación que tiene Chi-

storia. Es un acto de disuasión. Hace una selección en el presente,

1969, pp. 6086161.

111
MICHW, DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

política o social actual. Hace un nuevo desglose. Crea singular: n


,/ cional (la historia de Cuba, de Camerún, etc.) o social (la historia d cia presente la manera en que el historiador hace historia.]
: movimiento obrero, etc.).

, mayo de 1968 se convierte en wi acontecimiento en la /

pero darle un espacio en este discurso histórico es


sente comprenderse a sí mismo como otro y, sin e

lenguaje) de las "cosas" que suceden.

[Para leer s u ~nálisisde mayo de 1968, ver Michel de Certeau, La toma de la palabra y
S escidos políticos, pp. 29-108.1

112
VI11
LO AUSENTE DE LA HISTORIA

ora que esos textos dispersos están aislados del "resto" y reunidos
ntro de las cubiertas de un libro-objeto, me es más fácil hacer explí-
as y distinguir las preguntas a las que sirvieron de instrumento en el
mpo de una actividad particular, la historia. Es a su instrumentaliza-
ón, a lo que podemos volver en nuestra [reflexión].

1 informe, práctica de la separación

os de los] estudios precedentes se sitúan en un entre dos. Esta-


del metaxu, o del intervalo, está llena de espejismos propios.
uede ser, como la frontera en la que jugaba el Charlot del Pere-
ino, el medio para evitar las normas de cada "disciplina", pero tam-
para evitar cualquier confrontación seria. En ese caso, nunca se
ría más que una subversión huidiza y atópica. Pero, en realidad,
ata de otra cosa. El intermedio es el espacio creado por una prácti-
de la separación. Corresponde a un tránsito, a un pasaje de un lado
'otro lado" aún no identificable.
La función del comentario ya no es sacar de los textos o de la co-
la que habla, una verdad que sería el "fondo". Ya no envuelve
elos respetuosos, o anotaciones dogmáticas, el mármol de unay
noble o de una realidad significada. Combinadas en una serie
e operaciones, la escritura y la lectura se generan mutuamente. Una '
ráctica desarrolla posibilidades de producción, por una relación de lo
crito con lo que permite leer, y de esta lectura con lo que permite
cribir. Intenta hacer algo más con el texto que la hace posible. Una
ctividad técnica introduce al libro en una red de operaciones contro-
bles de la que es, a la vez, el origen y el objeto. Cambia también la
osición del lector. En vez de que unos conocimientos o unas ideas se

115
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLrsIs1S1S ENTRECIENCIA Y FlCClON

amontonen en un sitio en donde el saber ¿Una heterología?


como 10 que se habla, la enunciación misma
que cambia el saber y el sitio en el que se encuemtra. ás allá de esa práctica textual, surge otro asunto que se refiere, muy
~1 tener como fin la historia, estas specialmente, al discurso historiográfico.
la historia. Incluyen en la historiografía un En formas que no viene al caso enumerar aquí, por estar fuera
cierto, siguen siendo literarias; pero ya transtornan la inmutabi ugar y de nuestro interés, la historia implica una relación con el
de un lugar en que el conocimiento pretendería acumularse sin , en tanto que éste es lo ausente, pero un ausente particular, aquel
biar de interlocutor ni de gestor. Aun discretamente, pon dice la lengua popular. ¿Cuál es, entonces, el esta-
criterio de la competencia -la del "buen" autor, o la del lector que es de ese discurso que se constituye al hablar de su otro? ¿Cómo,
juez- para sustituirle el hecho de una alteración mutua que efectúa ob iona esa heterología que es la historia, logos del otro?
tivamente una operación. es tratar aquí una cuestión que tendrá su desa-
Solamente en el nivel de lo que llamamos el "informe" sino dejarla venir y mostrar cómo está de regreso
que sobreentiende la ideología de una activi re didáctica, de la historia.
te, fundada en el prejuicio de una realidad dada a la Tomado como término de comparación, el discurso filosófico ha
alteración recíproca será, sin duda, la marca más di stulado, desde hace mucho tiempo, una exclusión. Fundaba su rigor
bien la más pertinente pe un desplazamiento operator darse algo imposible de sobrepasar. Un pensamiento tiene acceso a
indefinido de los textos, unos sobre otros, trab ividad al plantear su propia contradicción como algo externo: /
desplazamientos suceS~vosde esta op una extraterritorialidad es su condición de posibilidad. Según sea el
"ideas" o "hechos", cuya muestra serían lo caso, son el espíritu maligno, Dios, la locura, la violencia. El discurso /
Mediante esas operaciones sin fin y sin teleolog henológico (henos, lo uno) se organiza a partir de un lúnite que consti-
juicio a causa de un @mento particular), un trabajo de la histo tuye, como fuera-del-texto, una alteridad irreductible.
vuelve a través de la qtoriografía. El discurso histórico moderno, así como el discurso etnológico,
Los,estudios precedentes S parece partir de un postulado inverso. Hace de la diferencia misma su
una dependencia en c4da uno de ellos objeto. Al inicio, está la separación (recibida como algo dado) median-"
las citas y las referencias. Pero su S te la cual una sociedad se define al distinguirse de su otro, el pasado. Y
"trabajo sobre el limitf! Se realiza un distanci la historiografía se ve afectada en su deber de investigar las regiones,
esas obras que las tryforma en pre-textos. La escritura a la circunscripción de un presente. Está presupuesta a "esos
dra a sus bordes las desvía y me lleva hac S (frernden Gaste) a quienes quiere colocar en or-
límites, ellas representaban sin decirlo: un @e
el libro de inicio ha ci~unscritoS Pero en esta avanzada hacia "el otro país" o en la fabricación de
do. En primer lugar, por el hecho mismo ella consagra, como un cementerio a los desaparecidos,
informe), adjunta a la primera, signo de la r de hecho, la historiografía? Pues la misión social que le
inicial con una lectura,1 es decir, c el más allá (el por acá) del presente tiene, precisamente, como
En segundo lugar, por el efecto del mov o traer al otro al campo de una comprensión presente y, en con-
esos libros, se articula sobre lo que no dice: ar la alteridad que parecía ser el postulado de la mi-
1
lidad, las exclusiones ,postuladas por un rigor, la realidad misma . Lo otro no sería la condición de posibilidad, mantenida externa,
esempeñar el papel de su referente, en su discurso filosófico, sino lo contrario: transforma
iscurso histórico transforma en si
ara eliminar este peligro.

o historiográfico, Michel de Certeau, La escrrtura de


trons rnactuelles, n,4, Paris, Aubier,1

116 117
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

hasta en el trabajo que la suprime. Como ejemplo, esta paradoja pued


entenderse en dos niveles.

cuentra allí un fundamento ya consolidado que no cambiará, o que


cambiará muy poco. El trabajo no consiste en crear las cartas, sino en
crear el juego. Comienza con las manipulaciones de las que las cartas
son objeto. El historiador selecciona, corta, reclasifica y desplaza los
documentos de acuerdo con reglas proporcionadas a las operaciones y
a los códigos de lectura. En otras palabras, usa elementos ]quele son
dados como "pasados" -pero en desorden-; realiza en ellos una "pre-
paración" (en el sentido ,químico del término). Los significantes dis-
persos en la cultura y calificados por ella como "antiguos" se dividen
según sea pertinente, se Eolocan en un orden, se transforman en obje-
tos tratables. En este sen$ido, mediante una serie de operaciones, a la
alteridad recibida como un hecho se le reestablece una razón que la hace

cialmente: debe permanecer en la región cultural del pasado. No debe


hacer demasiado inteligible aquello que se confió como ajeno. Por eso, la
escritura historiográfica crea, cada vez, al término de los procedimien-
tos reductores, un teatro de la diferencia. Por una parte, mantiene una
distancia debido a la escenificación de las variantes (históricas) en rela-
ción con la economía dei producción que organiza nuestros bienes y
nuestras representaciones. Variantes, y no diferencias. Siguen siendo
marginales, pero con la condición de ser asirnilables. Por otra parte, el arración de un poder. Aún más, es una narrativa que tiene poder,

119
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

ya que articula, de acuerdo con un orden establecido, las zonas margi-


nales que huyen de las normas explícitas de una ~ociedad.~ Con todas
las garantías de la verosimilitud, amuebla con una "doctrina" el espa-
cio que han dejado vacío los muertos, y el deseo que tienen los viv
de saber que ese vacío se ha llenado.
Pero también insinúa la falla de una crítica en el mundo lleno

sente. A veces, organiza sistemáticarnente puntos de huida en el o

8
Bentham ya lo decía y el análisis freudiano nos lo 'enseñó a

ertirse en "esclavo": Viernes, "mi Viernes". El dominio sobre las

't l
Las huellas del otro

120
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

ránea busca enterrar lo más rápidamente posible a quien honra, p por el escultor); por otra, la huella silenciosa (la marca dejada por los
así niega lo que queda de historia en su escritura científica.
La historia es erótica, sin por elio tener que dejar de ser una
ducción técnica. Michelet nos reenseña esto, si lo releemos, cuando garantía abandonada por lo ausente (la huella). Esta "forma de
de la historia la narración del cuerpo que no habla y la alucinación emoria" articula, sin terminarlas, las huellas del otro.
retorno, la "resurrección literaria) del muerto. El cuerpo es cuerpo
ff

fabrica una metáfora de lo ausente. Equivale a decir que hay hist


IX
LA INSTITUCIÓNDE LA PODREDUMBRE: LUDER

En la noche l...],una noche única, el Dios inferior (Arimán) apareció...


S u palabra retumbó ante las ventanas de mi dormitorio con una pode-
rosa voz de bajo... Lo que había dicho sonaba de u n modo que no era
nada amigable. Todo parecía calculado para inspirarme terror y tem-
blor y la palabra podredumbre (Luder) se escuchó muchas veces, ex-
presión m u y frecuente en la lengua fundamental (Grundsprache)
cuando se trata de hacer sentir el poder y la cólera de Dios al hombre
que él quiere aniquilar. Pero todo lo que se decía era auténtico (echt),
ninguna frase memorizada... Entonces la impresión que dominaba to-
talmente en mí no era el temor, sino la admiración ante lo grandioso y .
lo sublime. De esta manera a pesar de los insultos cenfenidos en las
palabras,el efecto producido en mis nerviosfue benéfico...

No escribas en los baño


Grafiti en los baños

e dos. Psicoanálisis y mística

o no hablo como analista ni como místico. Yo


guna de estas dos experiencias que han
omento una inaccesible autorización de
ocar una musa para empezar, el Viernes de Saint-John Perse en las
ages 2 Crusoé: el salvaje, introducido en las cocinas londinenses de

enkwürdzgkezten ernes Neruenkranken, Leipzig, Oswald Mutze, 1903, pp. 136-137


d'un nálropathe, Paris, Ceuit, 1975, p. 121. [La traducción al francés citada en
este capítulo es de Michel de Certeau].

125
MICHELDE CERTEAU HISTORIAY PSICOANÁLISISENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

las que su amo Robinson frecuenta los salones, actúa como gate-sauce' o
pince-fecse.2La mística, en particular, sólo puede ser pensada a la di
tancia, en estado salvaje y desde la cocina. Su discurso se produce e
otro escenario. Aunque no puedes pensarla, pensarla se vuelve irn ad. Sólo muestro tres encuentros entre psicoanálisis y mística.
prescindible. Como la "lengua fundamental" de Schreber, ahí ha
"algo de arcaico" aunque no por eso carezca de "pre~encia".~ Ese alg
es como un fantasma que retorna al escenario.

alucinación de ausencia, la distancia anuncia el tiempo o una prim

guna autoridad. Pero después de todo, esto es muy parecido a lo que


el psicoanálisis cuenta en sus bordes y en sus umbrales a quien quiere
no ser (de su institución) y a no hablar de este extraño lugar, debido a lo
l
que ahí se produce. En e1 punto de partida, hay por lo tanto una sepa-
ración de niveles entre el hecho de estar allí investido (¿cautivado?) y
el hecho de no estarlo (ni en, ni de este lugar).
l
Para iniciar una articulación entre estas dos experiencias y la re-

de sentido, cavan el lugar de una otra que sería el

de nalgas". (N. del T.).


"La ficción de la historia. La escritura de Mozsés y el monoteísmo".
MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

nominación del sujeto (uno se dirige al "Señor Presidente"), es re-


No es mi intención analizar aquí este horizonte de preguntas
solamente el entorno de la palabra, Luder, que nombra al sujeto co
referencia a la descomposición del cuerpo simbólico, institución iden
ficadora, y que connota por lo tanto una transformaciónen el estatu
de la institución y en su modo de transmisión.

Nominación. Lo noble y lo podrido

De la palabra escuchada por Schreber, algunas características son co

sucede con muchas alucinaciones auditivas que se reiteran en las expe- s auténticas" y sus "sentimientos verdaderos" lo hacen
riencias místicas. De heqo, entre la voz y la vista hay una inversión de
contenidos, en la obra de Schreber. La voz le da un lugar que es el
reverso de lo que ve eniDios. Schreber es nombrado "basura" por el
I
Dios a quien contempla en
toda su pureza (Reinheit)". Los términos eológicas, políticas o psicoanalíticas.
contrarios simbolizan en una estructura podrido/puro y escucha-
do/visto. Lapalabra quelcondena a ser aniquilado (zu vernichtenden)se
escucha en medio del espectáculo ofrecido por "la omnipotencia (All-
macht) de Dios". La palabra inscribe en la nada al testigo de la gloria.
Más exactamente, esta vocación de ser carroña profiere el'secreto que
sostiene la epifanía divina de la cual Schreber porta la marca (Eindruck)
grabada o escrita sobre su1 cuerpo en admiración ante lo "grandioso" y
lo "sublime". Dictada por una voz, la podredumbre del sujeto es la
condición para que hayb institución teatral de la "omnipotencia en
toda su pureza". La lengua fundamental declara por lo tanto en qué necesario que haya en alguna parte alguna cosa que no mienta"; la
lugar dice que se origind el oro puro de una verdad revelada. En este ma ciencia supone que "la materia no es mentirosa", de tal suerte
acto ella vuelve a encontrar el conocimiento que se desplegó en las
narrativas místicas. I
Pero esto sólo concierne al contenido. Más importante es la for-

n, Sémznazre sur les pcychoses (1955-1956),xerox, conferencias del 30 de


1 de diciembre de 1955 [Seminano 3. Las pszcoszs, tr. de Juan-LuisDel-
6 Daniel Paul Schreber, Denkwürdzgkezten..., p. 203 (Mémozres..., p. 170 na Silva Rabinovich, Buenos Aires, Paidós, 19841.

128 129
MICHEL
DE CERTEAU ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS.

metamorfosis en cuerpo de prostituta es este nombre que cree


palabra, este significante que viene del otro a la manera de un toqu
espada, esta voz de bajo que alcanza sus nervios y deja LIII sello so

ción directa de una afectividad real-". La creencia está fundada sobre


impacto de una voz, y hace creer que se es reconocido, conocido, ha
amado. Aquí, ella autoriza a Schreber a creer que le instituye al fin
algún lugar, que le fija un sitio que pone fin a su deriva, que le da
lugar definido por el nombre con el cual 10 llama. --
El nombramiento, en efecto, le asigna un sitio; es vocación de s p~o~usiensl,o_si
@@aI -e_ l ~ ~ ~ q ~ o s " ,
aquello que dicta: iu nombre es Luder. Este nombre realizativo. El
minado hace lo que dice el nombre. A partir de ese momento los
vios de Schreber le obedecen. Esto es sólo u n comienzo. Al creer1
Schreber "encarnará" su nombre; querrá, dice, "entregar su cuerpo a
venta como el de una puta".8 Él lo entrega, desde el momento en qu
"absoluto" que no se debe o que no se puede transformar, y que regre- cación de los discursos. Es el pasaje de lo que se dice en el exterior a lo
sa sobre el sujeto las interrogaciones de las cuales no sabría ser la re- que se practica en el interior. Este tránsito, momento durante el cual el
presentación ni el objeto. go trata de producir el asentimiento a partir de una exterioridad,
Por ahí, se llega a un aspecto más fundamental. La tortura, lo tanto traiciona, pero en la oscuridad, de noche, el juego de la
efecto, busca producir la aceptación de un discurso del Estado, por itución. Cuando los proyectos utópicos (revolucionarios) suponen
confesión de una podredumbre. Lo que el verdugo quiere finalmente decir la fuerza de determinar un poder, o en la institución la
obtener de su víctima al torturarla es reducirla a sólo ser esa cosa, una acidad de devenir la expresión visible de una "verdad" dicha o por
podredumbre, a saber lo que el mismo verdugo es y lo que sabe que ir, cuando estos proyectos conservan por lo tanto una estructura
es, pero sin confesarlo. La víctima debe ser la voz de esta porquería, evangélica", la tortura restaura la ley de lo que sucede realmente. La
por todas partes negada, que en todas partes sostiene la representación voz en la tortura no es más "profética", y porta ante sí la transgresión
de la "omnipotencia" del régimen, es decir en realidad la "imagen de un deseo. Un nombre, Luder, dicta al sujeto lo que él debe ser para
gloriosa" de ellos mismos que este régimen proporciona a sus afiliados que la institución sea, para que él pueda creer lo que ella muestra por
por el hecho de reconocerlos. Por lo tanto él debe asumir la posición sí misma y para que él sea por ella adoptado y reconocido.
del. sujeto sobre el cual funciona el teatro del poder identificador. El torturado está sorprendido de encontrarse ante una ley que no
- pero esta voz será también ahogada en la sombra de los calabo-
zos, devuelta a las noches gel suplicio, en el momento que ella confiesa
demanda declarar como verdadero lo
no reposa sobre el reconocimiento de
del sujeto lo que hace posible la epifanía del poder. Ésta es una confe- xterior y en teoría (¿en el interior quién
sión desautorizada. La vqz sólo puede ser del otro, el enemigo. Ella -- sobre e1 reconocimiento de
adera?), sino
debe ser a la vez escuchgda y reprimida: escuchada porque dice la . De esta-m a n e s s u j e t o atrapado por el
podredumbre del sujeto; e)la garantiza o restablece una "pertenencia" no delante del valor o el horror de un
-pero eso en secreto, para no comprometer la imagen de la cual la sería fuerte- sino delante de una falla y
institución obtiene su pod& I
de asegurar a sus afiliados el privilegio de una podredumbre íntimas -terreno sobre el cual él es débil-. La revela-
ser reconocidos-. Será exigida, pero para ser cuchicheada en los corre- ción de su propia porquería, que el suplicio busca producir envilecién-
dores íntimoside las institúciones. Grito murmurado, obtenido por un dolo, debe retirarle, a él como a sus verdugos y a los otros, todo derecho .,
suplicio que debe provocq temor sin provocar escándalo, l e g i t i m d a la rebelión. Por este giro de situación y por este uso invertido de la
sisf-_masin estremecerlo. I palabra (que no pone más en cuestión la institución, sino al sujeto), la
La víctima es apta pFa esta operación, precisamente porque viene maquinaria de la h~unillaciónespera hacer aceptar a la víctima el nom-
de fuera. Aporta la confes'ón
r___L q ue es necesaria para el funcionamiento bre por el cual sus verdugos lo llaman: Luder.
interno de la institución perp que, al mismo tiempo, puede ser exorcizada Lo que el procedGiento d~_l~gnfni~ión tiene de
-IX_ICII-
perverso es
_i_s-l<.----
como los actos de un adversario. Es verdad al igual que es el enemigo. El que, de todas maneras, está seguro de alcanzar F ~ t o Así . como
extranjero o el rebelde a la;institución es el testimonio de una ambición Schreber aislado en el hospital psiquiátrico de Sonnenstein, el tortura-
que no es tolerable (sino hipócritamente): en efecto, do está privado de las garantías colectivas que aseguran la "normali-
otra, indica en un discurso ipolítico (un proyecto dad", entregado al instrumental que deshace su cuerpo y se ensaña en
so (una visión reformista), hasta analítico (una p probarle su traición, su bajeza, su mierda. Él pierde la coartada de las
de rehacer la institución. esta pretensión de r pertenencias políticas, ideológicas o sociales que lo protegían contra lo
historia a partir de una pqabra "contestataria", la tortura o que el nombre insultante le enseña de sí mismo. ¿Este nombramiento
de la institución, que inscribe en la palabra el papel inverso no es, realmente, la voz de lo que es? "Yo soy claramente esto, Luder".
una confesión encajada sobkeuna adhesión. El nombre expresa en el lenguaje lo que hace olvidar 1
Una vez más, la a es la iniciación por excele de ayer:I4esta "realidad escondida detrás de una frá
dad de las prácticas so Tiene siempre por efecto
14 Es un no "olvidar" sus solidaridades a la que se de can los
l3Ver Pierre Clastres, La resistencia que, durante el tiempo del suplicio, se repetía los nomb
torture dans les sociétés p La victoria de la tortura es borrar la memoria de todo otro nombre

133 di
MICHELDE CERTEAU HISTORIA Y PSICOAN&ISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

limpieza de sí. Esta boca abierta sobre lo que hay de podrido bajo el ción les venía y la cual a ellos no era de ninguna utilidad ni prestaba
reino de las relaciones sociales o militantes. Esta cosa pronunciada ningún servicio -lo mismo que un antiguo Rabino señalaba diciendo
recibida tiene relación con la revelación, difícil de escuchar, de la que orar es "hablar al murou-. Esta resistencia escapa a los verdugos
el desprendimiento místico y la elucidación analítica hacen, en mo porque no es nada que se pueda entender y concretizar. Se origina
inversos pero en la misma soledad, el comienzo o el principio de o precisamente en lo que escapa al mismo torturado, es lo que existe sin
viaje. Es necesario interrogarse sobre los efectos de esta confesi él y le permite escapar de la institución que sólo lo hace su hijo adopti-
sobre lo que permite al iniciado y sobre la ganancia que una institucio vo al reducirlo a eso, una podredumbre. Semejante resistencia no repo-
saca de semejante extirpación de los ojos. sa sobre nada que le pertenezca. Es un no preservado en él por lo que él
no es. Nacida de una ausencia reconocida, es memoria de un real que
cesa de ser garantizado por un Padre.
Hay del otro' También para los místicos una destrucción de la - dignidad
- _
_
I
___
-
c
-
-

h~unanaes el&omienz_o -aun si &ta corrupción que señala al sujeto y


Al saber eso, el torturado puede encontrarse aniquilado, instrumen que acompaña frecuentemente por su teatralización corporal (llagas,
pasivo del poder, o todo permitirse, utilizador cínico de su secreto fecciones, purulencias, etcétera) es intolerable a los comentaristas
estas dos figuras existen entre los ministros del sistema -los que verifi en-pensantes y es siempre negada por los pensadores "humanis-
can la revelación al ajustarse al nombre y los que lo explotan y lo c S"-. Para retomar una palabra de Gottfried ~enn:"'el yo estigmati-
bren de una bella piel-. Sin embargo se presenta otra salida, que no zado" es el lugar de desfallecimiento y descomposición en el que
más una resistencia apoyada en la "pureza" de una militancia o en interviene la "fer'. De esta relación entre el desprecio (tu sólo eres po-
"majestuoso" de una cauda, y que tampoco es el juego de los "corrup dredumbre) y esta fe (algo de lo otro), se tiene una primera indicación
tos" en la institución del poder. Esta otra salida se percibe en un mo- con la forma que el "puro amor" tomó durante tres o cuatro genera-
vimiento que no es ni dd negación ni de perversión. Ésta sería algo ciones de místicos en el siglo XVII: de -
estar condenado al infierno yo
-P__>'
como: "Yo sólo soy eso, podredumbre, ¿pero qué importa?"De ser podre- no te amaría menos por eso. Rechazado, desechado, el su~etono se
1
dumbre no se sigue necesariamente para el sujeto que se identifique dirige por eso menos hacia el Oriente del que está definitivamente
con "eso" o con una institución que lo "protege". Algo delo real so- separado. Hay un afuera -un Hors- de lo que él es. Pero esta figura -
brevive a esta deserción: Úna historia, unas luchas, otros sujetos. hclu- histórica y patética de una fe pensada en términos de coiidenación sólo
so la sola realidad sería lo! que no aparece más susceptible de fijar una es una variante de la estructura que Maitre Eckhart definió por el con-
identidad o de merecer uni reconocimiento a unos caminantes. cepto de Gelascenheit (gelhzenheit): un desprendimiento de sí fundado
En sus relatos, algdnos torturados indican hasta qué grado de en el absoluto (el des-ligado) del ser, un "dejar ser" lo 0tro.16
desfallecimientollega su rbsistencia. Ellos han "aguantado", dicen, por Aún se tendría sobre esto un ejemplo de inspiración más clásica
haber soportado (quizás deba decirse: tolerado), el recuerdo de cama- (al menos nos llega así en la tradición escriturística que queda), en la
radas que no eran unas '$odredumbresl'; por haber conservado pre- manera en que Juan de la Cruz caracteriza el principio (y casi el a prio-
sente la lucha con la hue estaban comprometidos, cuando ésta ri) que organiza de punta a punta el viaje místico. El principio del mo-
sobrevivía, intacta, a su propio
1
"envilecimiento" y ésta no los liberaba vimiento es "aquello que excede". No funciona como una presencia y
de su envilecimiento ni tampoco dependía de él; por haber, en el mido suma de todo lo que falta. Al contrario, el exceso y lo que no se sabe de
de los suplicios, escuchadb aún un silencio de cóleras humanas y una un existir limita tanto en cada experiencia como en cada conocimiento.
genealogía de dolores de ¿ionde habían nacido y de las cuales sin em- Cada etapa depende de la no-identidad del sujeto con el estado en el
t
bargo ellos no podían nada defender ni esperar; o por haber rezado, es que se encuentra. La percepción, la visión, el éxtasis, el despojo, la
decir suponer una alteridad, , Dios, del cual ninguna ayuda ni justifica- misma podredumbre son cada vez contornos de un "no es eso", de tal

' De Certeau emplea la fórmha heideggeriana "Es gibt", que signífica el impersonal 15Gottfried Benn, Poemes, ir.de Pierre Garnier, Park, Les Lettres, 1956.
"haber" O "hay", y que se con el verbo geben, "dar". Heidegger expresa con 16Por ejemplo Reiner Schurmann, "Trois penseurs du délaissement: M a k e Eckhart,
esta fórmula el acto te, por lo otro -¿hay el ser o la nada?-, pero este Heidegger, Suzuki", en Journal of the Hzstory of Phzlosophy, tomo XII, 1974, pp. 475-477; y
acto también es dar. gger, Sobre la cuestión del ser, ir.de Germán Blei- tomo XIII, 1975, pp. 43-59. Igualmente StanislasBreton, "Métaphysique et mystique chez
8, pp. 56-66. (N. del T.). Maitre Eckhart", en Recherches de science relzgleuse, tomo LXIV, 1976, pp. 161-182.

134 135
MICHELDE CERTEAU

modo que el discurso de Juan de la Cruz es una serie indefinida de no


eso, no esp, no eso. La historia que cuenta, igual de5iterminable que los
acontecimientos que ordena, narrativiza de alguna manera el signifi-
cante Dios, resorte que introduce siempre menos satisfacción y siempre
más de lo que no se sabe en la posición del sujeto. En suma, despliega
el trabajo de lo que figura, al inicio de la Subida del Monte Camelo, co
mo el postulado, o la convención y conveniencia (conviene*) de todo e
itinerario espiritual, a saber: creer su ser.' Tomando en cuenta la distin-
ción entre el verbo ser* (ex-istir) y-el verbo estar* (relativo a un estado),
yo traduciría: creer que existe lo otro.17 Para estos místicos, efectiva-
mente, existe siempre lo otro, del cual en principio nada les ingresa. Es
del otro, sin reingreso. El ex-iste, sin nombre y sin nombrar.
Sin duda el existe lo ofro funcionaba entonces sobre dos registros
de los que supongo aquí que, a diferencia de estos místicos, nosotros
no podemos más considerarlos idénticos. Uno envía a la función del
significante, a una función del lenguaje: "Dios", entonces, es el frag- es y ubican al sujeto en relaciones inversas con el poder y el saber.
mento insensato que impide toda apropiación, es el pedazo de di- A partir de las tres experiencias que esbocé, m_.prepto si no
amante que restablece algo de "siempre más" o algo de "siempre hay otra salida que una reforma fundada sobre una ficción dejureza __-_
menos" con relación a cada saber y a cada gozo. Pero el existe se usa (la teoría funciona allí E x e g a c i ó n ) , y un conservadurismo
también con el sentido del Es gibt heideggeriano: "eso da". En conse- fundado sobre una explotación de la podredumbre (la teoría tiene en
cuencia Dios es el afuera que está adentro, una intimidad de la Exte- consecuencia por función la de ocultar su función efectiva). A falta de
' rioridad. Me parece que y' en los místicos la juntura entre estos dos una respuesta general (no existe semejante respuesta), yo me remito a
funcionamientos del "exis$ lo otro", o de "Dios", es cuestionable. La algunas hipótesis relativas a las indicaciones que tomé.

razones que no incorpo


ránea, sino a fijaciones

l
i

Con esta localización tri

falta-de-ser y el complemento materno. En este contexto expresa

'8 JeanLouis Schefer, L'tn


MICHEL DE CERTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS ENTRE ClENClA Y R C C I ~ N

madre que nada pierde, y en la red de los rayos divinos que tejió, pod or lo podrido; la tradición, por la corrupción que, reconocida, autori-
en 1898, "creerse capacitado para cagar sobre el mundo entero"." a a la institución a seguir siendo la misma.24
Por lo tanto, en la cocina pasa otra cosa que en el salón. Quizás
más bien hay que buscar en la línea reciente y momentáneamente es-
bozada por Teresa de Ávila y otros, que deseaban entrar en un orden
corrupto y que no esperaban de ello, por lo tanto, ni su identidad ni un
reconocimiento, sino la sola alteración de su necesario delirio. Esto
sería encontrar en la institución a la vez la seriedad de lo real y la sin-
razón de la verdad que ella anuncia.

una "materia" (algo indeterminado en retirada): el papel de la institució


X
LACAN:UNA ÉTICA DEL HABLA

Él habla -a sus clientes, a los miembros de su Escuela, al público del


Seminario, un poco en todas partes-. Es, dice él, su oficio de analista.
Hace del hablar una manera de sustraerse. Ése es el acto de su teoría,
el gesto que la construye. Es también la paradoja de una vida. Él atrae
porque se retira. Las salidas marcan el ritmo de su carrera: en 1953,
abandona la Sociedad de París; en 1963, la Asociación Psicoanalítica
Internacional; en 1980, la Escuela Freudiana de París, creada dieciséis
años antes por el "acto" que la instituía en el nombre de una soledad:
"Yo fundo -así tan solo como yo he estado siempre en mi relación con
la causa psicoanalítica...-".' También sus estrategias nacen de un des- ,
apego que dirige frecuentemente a los compañeros más ,próximos (era
ya una característica de Freud, que prefería lo distante, como si una
separación crease el espacio analítico). En la leyenda (que tiene sus
razones) "Lacan" representa por otra parte una retórica de la sustrac-
ción. Ese nombre propio recorta la silueta de un personaje escandalo-
eño mundo de los intelectuales, desprecia el código
hace correr a los medios de comunicación masiva para
S más presencia; en el campo de la investigación, trans-
que funda la capitalización del saber sobre la legibilidad
iados. Él hace entender lo que él impide comprender.
diencia que irrita las leyes aparentes de la1 publicidad.
r otra parte. Eso le sucede como una enfermedad.
o ya tiene más de sesenta años. Nadie reempieza su
1
De todas maneras, no es eso. "Yo me di cuenta que lo
mi camino era del orden del no quiero sab

ndaflon de la
EEP, 21 junio 1964, al inicio.
Le Cérnlnalre, libro xX, Paris, Seui
. Aún, tr. de Diana Rabinovich, Delmont Mauri y Julieta

141
MICHELDE CERTEAU
HISTORIA Y P S I C O A N ~ S I S .ENTRE CIENCIA Y F I C C I ~ N

Nada de compromisos, tanto con la televisión como con el Vincennes ceptos corolarios de "objeto a" y de "sujeto tachado" (1964-1974).' Du-
de los bellos años o con los cursos de conferencias en el extranjero. rante este segundo periodo, las cosas ya se estropean. En la sala de la
Coquetería sin duda (¿no es esto también un juego?), esta retirada es el Escuela Normal Superior que sirve de teatro a esas operaciones desde
gesto violento que su pensamiento hace y de donde nacen todos sus 1964, el público crece, aumenta, desborda, cada vez es más incontrola-
escándalos. Él funda el habla de la misma manera como la teoriza y ble. El lugar "pulcro" (fíjese, la Escuela Normal) se llena de cualquiera
sostiene su acción. y de lo que sea. En 1968, la dirección no soporta más la "suciedad" que
Lacan no pertenece a nadie. Él no está ahí, tampoco agarrado en la aumenta, y toma pretexto del desorden físico para echar fuera el des-
trampa de su propio discurso donde los fieles creen tenerlo, ni ligado a orden intelectual. Una vez más, Lacan se desplaza. Debe guiar a otro
una institución ni a una genealogía, aunque fuesen las suyas. Él habla lado a la horda que es la enfermedad de su palabra. Con su flauta, la
y está solo: lo que es la misma cosa. Él es Otro, tal como firma ese tes- lleva al Panteón (al país de los muertos), pero, al mismo tiempo, quiere
tamento de 1980: "Si llega que yo me vaya, piensen que es con el fin de restaurar unos lugares "pulcros",' gracias a una acción de comando
ser Otro por fin. Uno puede contentarse de ser Otro como todo el sobre el departamento de psicoanálisis (Vincennes), por la fundación
mundo después de una vida pasada en querer serlo a pesar de la de un "sitio" de la Escuela Freudiana (calle Claude-Bernard núm. 60) y
~ e ~ESO" .llegó.
~ El paseante ha partido. No ha cesado de partir, po- al endurecimiento de los procesos iniciáticos de aceptación (el "pusser').
niendo en el lugar de su cuerpo (cuerpo físico, cuerpo doctrinal, cuer- En la estrategia que responde a su masificación, el aparato lacaniano
po social) los significantes inductores de un "habla" que se llama que, ayer, articulaba una palabra pública sobre el trabajo silencioso de
"Lacan". Esa política de ,la sustitución se acaba en el momento en que una disciplina se encuentra distribuido en un dispositivo geográfico
deviene "Otro como todo el mundo". Queda su nombre cerca de la que sitúa en lugares diferentes por un lado la palabra, librada a la in-
Escuela tempestuosa do$de es sepultado, como en los bordes del Etna moralidad científica de unpee speech, y por el otro la selección didácti-
las sandalias de ~ m ~ é d o c l eLos
s . ~"escritos" sólo s ca y profesional de una Escuela prestigiosa -dos elementos que tienen
este paseante, el efecto del retirarse que sostenía su la misma etiqueta, "Lacan"-. El aislamiento, y por lo tanto la visibili-
no me cuido, aquí, de la tumba ("teórica" o no) qu dad de las condiciones institucionales del análisis crean entonces, en el
levantar en su beneficio /utilizandoesos "escritos" -e interior de la Escuela, una serie de sorpresas, de revisiones desgarra-
d a d es el qperativo al cual Lacan se sustrajo-.' Y doras y de tensiones que no cesaron de aumentar. Puesto al desnudo,
repetir la lección, sino de destacar el acto que ha el poder que sostiene la "libre palabra" debe, de ahora en adelante, ser
ética de un habla. I también tomado en cuenta, por la teoría que lo suponía. ¿Pero, prime-
1 ro, en qué se convierte esta palabra desorbitada de los circuitos profe-
sionales, desligada, ab-soluta en la muchedumbre?
La tragi-comedia 1 Tiempo de los "nudos borromeos". Con mecates, se supone que
1
el Maestro va a producir una metateoría en términos de topología. Se
El final será mi comiernk: los últimos años del S puede. La demostración no es convincente, aun si ella pone en juego la
tonces: el viejo decae. ¿Dónde están los seminari coincidencia de los dos polos extremos del lenguaje -el enunciado
rados en el hospital Sainte-Anne (1953), reserva escriturario más formal y el malentendido oral del diálogo-, y ofrece
analistas-colegiales?Se kstaba ahí "entre amig una teoría general del espacio para pensar la metonimia (proceso psi-
dianos, el Maestro tallabai las piezas de un "organón" coanalítico y literario más fundamental que la metáfora). Dos puntos
yo, las psicosis, el objeto, el inconsciente, la trans tan fascinantes que junto con muchos otros yo tengo ganas de creer en
(1953-1963),antes de concentrarse en la cuestió ellos. Pero ahí no está lo esencial. Lacan realiza un rito teórico. La lenta
,
Sobre este recorrido, las interpretaciones no faltan. Ver el esquema presentado por
Jacques-Alah MiUer, "Jacques Lacan, 1980-198lu,en Ormcur?, 9 de septiembre de 1981,
PP 7-8.
El autor juega con el doble sentido del adjetivo propre, que si@i~a tanto "pulcro"
como "propio". Lacan tomó el poder del departamento de psic
sesión. analistas que no estaban de acuerdo con su interpretación del psico

143
"El artista precede"1' Si hacemos excepción de los escritos de Freud (de los cuales re-
tiene, por otra parte, sobre todo los más "literarios", La interpretación de
El habla, como el sueño, sería un "homenaje a la realidad fallida"." Al los sueños, El chiste y su relación con lo inconsciente, La psicopatología de la
remontar el hilo lacaniano desde su terminación teatral hasta sus co- vida cotidiana, etcétera) son sobre todo monumentos literarios los que
mienzos psiquiátricos, describe la historia de un "estilo". De hecho, comenta: Sófocles, la poesía cortesana, Margarita de Navarra, Shakes-
esta teoría del acto psicoanalítico elabora una estética, si se entiende peare, Sade, Joyce, etcétera. Salpica su discurso con fragmentos de
por ella lo que los significantes"realizan" al presidir las cosas que ellos poemas (Éluard, Aragon, etcétera), encargados de sembrar en el len-
parecen significar. Por lo tanto, primera apuesta: Lacan es, en primer guaje lo que, a falta de poder ser ahí un dicho, abre ahí un decir. Las
lugar, una práctica de la literatura (pero de una literatura que sabría lo simpatías que lo han ligado al surrealismo de entre guerras (Breton,
que ella es). Escándalo en la disciplina (¿uno se pregunta por qué: la etcétera) se refieren no solamente a la coyuntura de la acogida "litera-
literatura estará indefinidamente etiquetada de "poco seria '?). Al
J
ria" que ha sido hecha a Freud en rancia? sino además también a una
guirlo a donde él va, haciaiun "decir" en el cual la experiencia analí alianza teórica. Además de la lista freudiana de las "ciencias anexas''
revela la naturaleza, él apunta a la "verdad de la práctica literaria. que permiten pensar el psicoanálisis (ya están "la historia y la crítica
Esta perspectiva, Frpud la inauguró desde los Estudios sobre la literaria"), Lacan añade la retórica, la dialéctica (en el sentido aristoté-
histeria (1895), con el gestc) que asociaba al descubrimiento del psicoa- lico), la gramática y sobre todo la p~ética.'~ Suplemento característico.
Señala entre la literatura y el psicoanálisis una encrucijada que llevará
en adelante el nombre de Lacan.
La coincidencia sorprende. Por ejemplo, ¿la relación con el texto
no elimina del análisis la transferencia que articula toda relación del
analista con el analizado? ¿Se lee un texto como si estuviera acostado
acceso para penetrar e sobre el diván? A decir verdad, Freud mismo no se incomodó por pa-
" Lacan la privilegia, c sar y volver a pasar ese Rubicón, desde el análisis de Schreber, hecho
caciones, conciernen exclusivamente sobre texto, hasta el de tantos documentos literarios,
el estudio sol% una históricos o antropológicos. De hecho, esos tránsitos de la cura a la
tura patológica los lectura problematizan la "recepción" analítica de la obra literaria y,
constantes de la cre recíprocamente, el paso de la experiencia oral a la producción escritu-
raria por el psicoanalista mismo. Lo escrito es el efecto y la ficción de la
relación. Lo escrito concierne finalmente a la misma tradición psicoanalí-
tica, cuestión central en la obra de Lacan que se sitúa entre los textos de
Freud (a los cuales quiere regresar) y los discípulos psicoanalistas (que
quiere formar). Se trata de saber cómo leer a Freud. Un juego entre
unas lecturas freudianas y unas lechiras literarias hará $entender,de
unas a las otras, la relación de una voz con el texto. El operador de este
Stein" en Cahzers M. Re intercambio es el Seminario -una "lectio" (en el sentido medieval del
término) gracias a la cual la referencia equívoca entre dos clases de
textos mediatiza la relación oral entre el Maestro y los discípulos-.
Al interrogarse sobre lo que la práctica lacaniana hace emerger
l3 Sigmund Freud, Studzen
en el texto literario, resaltan tres elementos. Primero, es "%terario" el
regreso de la voz en el texto. En términos jakobsonianos, la prioridad es

18 Ver David Steel, "Les débuts de la psychanalyse dans les lettres franqaises: 1914-
1922", en Revue d'hzstoire lzttéraire de la Frunce, tomo UXK,1979, pp. 62-89.
" Jacques Lacan, Écrits, p. 288.
acordada con la "función poética", que "hace evidente el lado palpable define el modo en el cual una teoría psicoanalítica especifica la forma-
de los signos" y busca en ellos lo que "suena mejor".20Esta valoración Edad de sus prácticas.
del sonido, clave de las paranomasias, las aliteraciones, las rimas y Más ampliamente, por los quiproquos que induce la "letra" (iden-
otros juegos fónicos, siembra en la organización semántica del discurso tificada con el simcante), la literatura explora el país dentro del cual
una transgresión oral que desplaza o rompe los sentidos articulados y se desencadena todo el viaje humano -el reino del engaño-. Es un tra-
autonomiza al significante en relación con el significado. Esta agua bajo en el elemento del engaño; traza ahí una "verdad" que no es la
sonora se expande a través del paisaje sintáctico donde ella insinúa las contraria del error, sino, en la mentira misma, la simbolización de lo
derivas, los deleites y los delirios de un sin saber. La oreja del analista que ahí se representa de imposible. Ahora bien, es muy notable que en
se ejercita precisamente para escuchar los murmullos y los juegos de una de las más bellas puestas en escena de Freud, Lacan vea -o más
estos otros lenguajes. Se vuelve atenta a la poética presente en bien entienda- al Moisés del psicoanálisis consagrarse a conducir ahí a
discurso: esas voces ocultadas, olvidadas en el nombre de inte su pueblo: "A pesar de todo, hay que ir. -¿A dónde?- Al país del en-
pragmáticos e ideológicos, introducen en cada enunciado de sentido 1 gaño l...] Ahí es el país a donde guío a mi pueblo", y esto "por deseo
"diferencia" del acto que la profiere. Los significantes danzan dentro de v e r d a d . Es psicoanalista quien entra en esa región, como antaño
del texto. Separados del significado, hacen proliferar, en los resquicios era solitario (monje) el que partía al desierto. Pero incluso ahí "el artis-
del sentido, los ritos de las peticiones o de las respuestas -¿a cuál ta siempre lo precede" y "le abre el camino".23Así Marguerite Duras,
Otro?- Desde este punto de vista, es "literatura" el lenguaje que hace que abre, con Jacques Hold, el "campo inmenso, pero con los límites
entender otra cosa que lo que él dice; recíprocamente, el psicoanálisis de acero, de la mentira", el "rapto" de Lo1 V. Stein. ¿Dónde, por lo
es una práctica literaria del lenguaje. tanto, está Lo1 V. Stein? "Está aquí desnuda. ¿Quién está ahí en la ca-
Si el texto literario muestra lo borroso del acto enunciativo en un ma? ¿Quién, cree?"24La novela acerca a "esta imagen de sí de la cual el
l
sistema de enunciados, t v b i é n despliega los procesos que articulan Otro te arropa y que te viste y que te deja, cuando has sido desvestida,
esos dos términos, es decir los diversos giros que alteran los enuncia- ¿qué queda del ser debajo?".25 De esa mentira, Lacan hace un homenaje
dos y graban en ellos lo hue el sujeto locutor quiere del otro. Se trata a Marguerite Duras, que "muestra saber sin mí lo que yo enseño", y,
l
aquí de retórica, y no más de poética. Pero esta retórica no debe redu- caso único, él invoca "eso que (ella) me muestra" -cita esa voz- para
l
cirse al catál&o descripti o de las "maneras" (o tropos) de ornamentar autorizar el "apoyo" que encuentra en su novela.26 \

el discurso. Es más bien i o m o ya es el caso en la interpretación de los Con un aparato teórico diferente, el psicoanálisis avanza a su
sueños o en El chiste y sq relación con lo inconsciente) la lógica de los vez ahí donde los "artistas" lo han precedido. ¿Qué hay de sorpren-
"desplazamientos" (Verschiebungen) y de las "deformaciones" (Entste- dente en que recurra, de la misma manera que su "enfermo", a los
llungen) que la relación c, el otro efectúa en el lenguaje. Entre estas "procedimientos tan constantes en la creación poética"? Sobre los pro-
4
operaciones alterantes d las que cada texto literario presenta una
combinación particular y pe las que una retórica debe elucidar la lógi-
cedimientos lacanianos, los estudios son ya numerosos y presentan
toda la gama de géneros, desde la acrimonia de la seriedad lingüística
ca, Lacan privilegió la metáfora y la met~nimia.~' Pero yo me pregunto hasta las bromas de la simpatía estilí~tica.~~ Inútil regresar a ellos. Lo
si el "desplazamiento" (o,jcomo él traduce, el "giro") metonimico no se I

le impuso como lo más fiundamental, al punto que la topología a la


Jacques Lacan, Les quatre concepts, pp. 34-35.
C U recurre
~
1
la enseñanza de los últimos años sería sólo u n desarrollo
de la problemática espacial propia de la metonimia: c
22
23 Jacques Lacan, "Hommage fait Mmguerite Duras.. .", pp. 9-10. Retorna el dicho de
Freud en SU análisisde la Gradtva de Jensen:"El novelista siempre ha precedido al científico".
lacaniana, se tendría un esfuerzo por elaborar una nue 24 Marguerite Duras, LR Ravlssement de Lo1 V. Stezn, Paris, Galhard, Folio, 1976, pp.

discurso contemporáneo $, muy particularmente, una 106,187. wer M; de Certeau, "Marguerite Duras: On dit", en Danie
Heyndeis (ed.), Ecrire dit-eiie. Imaginaires de Marguerite Duras, Br
mica". De cualquier manera, aquí también, una cu Bmeiles, 1985, pp. 257-2651.
\ 25 Jacques Lacan, "Hommage...", p. 10.
26 Ibld., pp. 9,14, etc.
20 Roman Jakobson, Essazs de Izngutstzque générale, tr. de N. 27 Numerosos en efecto, desde los primeros análisis de George
1963, p. 218-219 [Ensayos de ístlca general, tr. de Joseph M. qois George, LfEffet'yaude-potle, Paris, Hachette, 1979. Ver sobre todo luna presentación
Barcelona, Seix Barral, 19751. semiótica de estos "juegos retóricas" en ].-B. Fages, Comprendre Lacan, Toulouse, Privat,
21 Ver Écrits, pp. 493-526, 1971 [Para comprender a Lacan, tr. de Matilde Horne, Buenos Aires, Amorrortu, 19731y

148 149
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

esencial es reconocer en ellos el conjunto de las operaciones efectuadas de "funcionar" con esas cartas, si y solamente si no se identifica con
en el lenguaje por el "ser hablante". Estos rasgos literarios son los ges- ese lugar y no hace de lo que le es ofrecido un objeto de goce. Su fór-
tos de una teoría, sus maneras de proceder. Quizás ellos delínean esa mula sería: "sólo hay eso", algo de mentira, pero ella engaña mi deseo,
"lingüística del habla" que Roland Barthes tenía por aún imposible y "esto no es eso".
que sería una "nueva manera de pensar".28Imposible, en todo caso, El analizado mantiene sin cesar el cuidado de proteger el saber
reducirla (y medirla) a los sistemas lingüísticos de los que ella no ha que supone en el otro. Teme menos a ser engañado que a engañar a su
cesado de distinguirse ("el lenguaje no es el ser hablante") al mismo analista. Ordena sus confesiones de manera de respetar lo que él cree
momento que tomaba prestados los conceptos que ella metaforizaba del otro. "Si yo se lo hubiera dicho más pronto, usted habría creído..."
en seguida.29Sólo una inversión de imagen, quiproquo en sí mismo re- Su relato es un trabajo por cuidar y mantener la creencia que le permi-
velador, puede explicar que Lacan aparezca en "psicolingüística" en te interpretar. Pues es el cliente quien interpreta. El analista tose, hace
/l.
los carteles estadounidenses. Su modo de pensar obliga más bien a jum, jum", dice: "¿Cree usted?", entonces el analizado se interroga
interrogarse sobre la necesidad interna que lleva al habla analítica a indefinidamente sobre lo que esos indicios le significan: ¿Qué examen
una escritura poética y que hace de esta experiencia la elucidación de me espera? ¿Qué quiere de mí? ¿Quéverdad enigmática me dirige? Él
lo que es la práctica de la literatura. está en la situación característica del celoso que multiplica las interpre-
I taciones relativas a lo que él cree del otro. Él compone sus novelas. Por
1 eso, lo que le "regresa" de lo que supone como característico del otro,
La mentira y su verdad l es alguna cosa de otro en él; ésa es una parte de su historia "olvidada",
l 1 de la cual aprende poco a poco que, constituida por una relación con
Para entrar en la danza qhe conducen juntas la mentira y la verdad los otros (los padres, etcétera), no pertenece al saber del analista. Fi-
(como antiguamente lo vivo y lo muerto), es necesario re&-esara la nalmente no hay nada aquí por creer, sino que la historicidad de cada
cura psicoanalítica y pasar1 de ahí al discurso analítico, que es "el vín- uno se instituye siempre a partir de lo que otro hace creer. El lugar del
culo social determinado pOr la práctica de un análi~is".~~ Esta práctica supuesto saber sólo es la escena en la que aparece lo no sabido del
se inaugura e9 un engaño inutuo, postulado general de una kura "psi- cliente. Pero, una vez más, la aparición del fantasma sólo se produce si
coanalítica", es decir fundado exclusivamente sobre el tratamiento del el analista no ocupa esa escena en su beneficio, si no se'toma por la ,
lenguaje. Al inicio, el analista es para sus clientes un "supuesto saber"; imagen de sí que le es dirigida, si acepta la "abyección" de ser sola-
funciona como objeto de sus creencias. Los clientes, ellos, le demandan mente el representante de lo que él no sabe, en fin, si sostiene la "vani-
lo que en el fondo no quieren saber (el secreto de su "mal") y desean d a d de un discurso que saca de una ficción su e era ti vida d.^'
más bien una oreja a quiep contar sus síntomas. Este emplazamiento Esta "abyección (nulificación)" es a pesar de todo un auténtico
inicial devuelve a la relac(6n "médica" a la condición de toda conver- arte. Como el funámbulo que Kant presenta como el parangón del arte
sación ordinaria, pero, mtentras que el código social respeta y exige de hacer7 el analista tiende, por imperceptibles intervenciones, a man-
respetar este juego del enrgaño, la cura empieza con la tenerse en equilibrio entre una presencia corporal (una simpatía) que
cual el analista se distancia a ese respecto. sostiene las aserciones del analizando y la distancia necesaria (Lacan
¿Qué es por lo tanto un analista? Respuesta de dice también el "desdén") que evoca o señala su ambigüedad. "Cues-
quiera que sea" que, puesto en la posición de un "supu tión de tacto", declaraba Freud. Este tacto consiste en tocar del otro lo
entendido y no olvida lo bue es ese saber; por ahí, él S que no se sabe. Esto es un arte de insinuar en la cadena de las palabras
t lo aleatorio de su sigruficación, de manera que el
ahí, como un hueso depositado ahí por el pasa
lée, 1972.
(un "pequeño fragmento de verdad, dice Freud
28 En Communzcations, núm. 16,1970, p. 219,223.

31 Jacques Lacan, Les quatre concepts, pp. 125-133; Télévision, p


32 Immanuel Kant, Kritik der Urteilskraft, 8 43; en Werke, ed.
30 Jacques Lacan, Télévision, p. 27. fort-sur-le Main, Insel-Verlag, tomo v, 1957, pp. 401-402.

151
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

habla, es decir el acto (ético) de mantener sólo su deseo en el lenguaje programa. Por este retornar se refiere a un texto del que nunca conoció
mismo del engaño que le impone su historia. al autor. Un muerto sólo está ahí por su discurso, igual que Sófocles o
De esa verdad planteada ahí, desde 1936 Lacan poseía el princi- Shakespeare, pero es el único muerto que cuenta de verdad: el padre.
pio, al analizar lo que llama "el estadio del espejo". Esta escena infantil El papel central que Lacan otorga al "nombre del padre" y a la consti-
no es solamente, para él, un estadio del desarrollo (entre los seis y los tución de la ley por la muerte del padre mide de inmediato el peso de
dieciocho meses), sino "una fuición ejemplar".33Mientras el niño sólo esa referencia -o le da su peso-.
tiene experiencias corporales dispersas, sucesivas y móviles, él recibe Se puede entender mejor esto en una escena distinta, en el co-
del espejo la imagen que lo hace uno, pero bajo el modo de unaficción. mentario en el que Lacan analiza la "tragedia del deseo" que es para él
Con una "agitación gozosa", descubre que es uno (forma primordial Hamlet de Shakespeare (una obra que obsesiona por la importancia
del yo), pero por la alienación que lo identifica con esa otra cosa que no que ya Freud le concedía y por la interpretación que le dio).35En este
es él (una imagen especular). La experiencia podría formularse: yo soy lugar del p$8re, el espectro de Freud se levanta al mismo tiempo que
eso. El yo sólo se forma alienándose. Su captura comienza con su naci- el del rey asesinado por los suyos. La ley que dicta exige la muerte de
miento. En este episodio ejemplar se manifiesta la matriz de una "iden- quien reina en su lugar en su palacio. Como lo destaca Lacan, con ese
tidad alienante" que se repetirá en las identificaciones secundarias. fantasma Hamlet no reencuentra un muerto sino la muerte, y la acción
Desde el origen, ella instaura al yo como "discordancia del sujeto con por la cual él recibe esa misión sólo puede realizarse a condición de ser
su propia realidad, y apela al trabajo de lo negativo ("esto no es eso") para él también mortal, un cumplimiento del ser-para-la muerte. A
por el cual el sujeto se reconoce dentro de la mentira de su identidad pesar de todo, por resuelto que esté (no vacila sobre la justicia del ase-
1
("yo soy eso ') .34 I sinato que debe ejecutar y la convierte en toda su ley), él toma atajos,
El pasaje del "yo kspecular" al "yo social" por el acceso al s e "distrae". Esta prórroga, duración de una vida, es un tiempo consa-
lenguaje complejiza los dfectos de esta matriz pero no modifica su grado a la madre. Exactamente, él crea un entre-dos para las "inter-
estructura. No es el lugar iaquí para contar las estratificaciones de este venciones" a las cuales, bajo la orden del espectro, Hamlet debe
pasaje y sus entrecruzadientos, a los cuales han sido consagrados proceder, por las palabras insinuadas entre su madre y el amor que la
muchos años de enseñanza. 1 Que baste con decir que articulando la une al traidor Claudius. El "espíritu" del padre dice:
experiencia Aalítica sobJF una teoría del sujeto, esa matriz provee \

también una clave para ka interpretación de dos registros estéticos O, step between her and herfeighting sout-
privilegiados por Lacan: /el icónico y el literario. Hace posible un Conceit i n weakest bodies strongest works,-
tratamiento nuevo en lo campos que él abrió: las imágenes, que Speak lo her, Hamlet.
7
despiertan la "agitación g~zosa"del niño cautivado por la aparición de
su enigmática identidad; ila literatura que produce, con "Deslízate entre ella y su alma que combate. El conceit [le concet-
escena narcisista de una /interminable discordancia; inc ti, la punta del estilete] opera más poderosamente en los cuerpos fati-
que de un grupo hace "+o" (simbolo), al transmitirle gados. Háblale, ~amlet"?Esperando morir vengándome, habla. Pon
sus prácticas sociales supvnen y desmienten; etcétera. palabras "preciosas" entre ella y el objeto con el cual se identifica. La
campos, la mentira es el eljemento en el que puede apar voz del comentador añade: "Between her and her: es nuestro trabajo,
es decir que el Otro siempre instituye al sujeto al alienarlo. eso. Conceit in weakest bodies strongest workc, es al analista al que se diri-
1 ge, esa llamada".37¿Por quién, sino por Freud, y a quién, sino a Lacan?
L
Retornar de Freud l
1

1 35 Le désir et son interpréfation.Séminaire de 1958-1959, xerox. En el texto mecanogra-


De esta relación con el ofro, la manera en la que Lacan se refiere a fiado que estoy utilizando, doscientas páginas sobre Hamlet, pp. 376-577 (del 4 de marzo
Freud provee, o debe proyeer un modelo. "Retornar a Freudí, tal es su al 29 de abrii de 1959). Desde las intepretacionesde Freud, Hamlet S
I un lugar común de la "famiiia",con los comentarios de Jones(1910),
36 Hamlet, acto nI, escena N.Cito la traducción de Lacan, en Le
1
33 JacquesLacan, Séminutre 1, Les écrits fechniques de Freud, Paris, Seuil, 1973, p. 88. tzon, sesión del 11 de marzo de 1959.
34 Ver Jacques Lacan, "Le stade du miroir", en Écrifs,pp. 93-100. 37 Le désir ef son interpréfation,ibzd.

152
HISTORIA Y PSICOAN&ISIS. ENTRE CIENCIA Y FICC16N

¿Es necesario descifrar lo que de Lacan se dice en el discurso del misma de Freud, transformada en espectro, repite lo que elucidó en
otro? Es inútil, porque todo lo esencial es contado, literalmente, por la sus escritos y puede por lo tanto llegar a ser el principio de su lectura.
interpretación de ese "sueño" shakespeariano. En cambio, dos corola- A este respecto, el después-de-Freud puede ser pensado como un retor-
rios permiten precisar cómo funcionan por una parte el nombre y por nar de Freud, y no solamente como un retornar a Freud. Sus textos no
otra la obra de Freud. El primero tiene que ver con la intransigente designan un pasado por reencontrar. Expresan lo que, en el psiquismo,
unicidad de la referencia freudiana en el discurso de Lacan. ¿Por qué en escenas diferentes, no cesa de ser el retorno del Otro que constituye
ese singular? ¿De dónde, ese único entre lo innombrable de los nom- al sujeto como la relación con un objeto imposible. En esta hipótesis,
bres que pueblan este discurso? No es suficiente con invocar la disci- los "enfermos", como espectros, hacen entender aun al analista lo que
plina que lleva el nombre de su fundador. Sabemos, desde Moisés y el habla en el discurso freudiano.
monoteísmo, que la preservación del nombre (Narnen) va al parejo con la
traición de la "realidad" (Wesen) que él designaba, y por un qui-
proquo acostumbrado en las tradiciones, esa misma "realidad" regresa Una arqueología cristiana
bajo otros nombres.38La historia del freudismo nos ha demostrado con
amplitud la justeza de la tesis freudiana, y es precisamente esa historia ¿Pero finalmente quién es ese Otro cuyo irreductible destello ilumina
la que Lacan quiere pensar. Para él, es único el nombre de lo que está la obra entera? "El otro está ahí... en la medida justamente en que es
perdido, como, en el monoteísmo, sólo es uno el Separado. También es reconocido pero no conocido".39"Ese Otro que yo llamo el Dios oscu-
único (pero es la misma cosa) el nombre de lo que los!psicoanalistas r o.40~ Fórmulas
~ semejantes y otras mil análogas, así como el mismo
odian y quieren olvidar. El Otro solamente, lo rechazado, es el único. aparato del análisis impone poco a poco la extraña impresión de que a
Detrás del trabajo que consiste, con los "concetti", en separar de sus la manera de un fantasma un monoteísmo habita la casa. Él se identifi-
identificaciones alienantes al sujeto combatiente (fighting soul) y, con ca en los conceptos que marcan las frases del discurso y cuya promo-
eso, restaurar el dese:, del ausente, hay en el pensamiento de Lacan, ción teórica (y/o mítica) está con mucha frecuencia resaltada por la
tanto como en Hamlef, un furor alternadamente irónico y violento. El mayúscula: el Habla se articula sobre el Otro por el Nombre del padre,
furor recorre el espakio entero del psicoanálisis que 'se disemina y el Deseo, la Verdad, etcétera. En todas partes se reproduce la forma
prospera Jgracias a esta pérdida. Motiv: hay algo podrido en el reino de monoteísta del singular con mayúscula, índice de' algo que, bajo -1
Dinamarca. Para vengar al padre eliminado por su horda, Lacan hace significante del Otro, regresa siempre a lo mismo.
de su nombre el significante extranjero por donde lo único regresa, Eso no es un secreto que Lacan quisiera ocultar. Más bien él re-
para siempre inseparable de la muerte. pite que "hay del Uno" que es siempre el Otro." A condición de "jamás
Pero en relacióq con lo irreparable de esta separación, ¿qué for- recurrir a una sustancia"ni a "ningún ser": "el decir, eso hace Dios",
ma positiva tomará lg interpretación de la obra freudiana? ¿Cómo se y "mientras se siga diciendo algo, la hipótesis Dios estará ahí".43De esa
podría serle "fiel"? ~ s $punto
e es estratégico para Lacan, cuya primera hipótesis, la "canción" (así decían los místicos) no viene de ninguna
preocupación siempre fue la de formar analistas y asegurar así la parte. En el discurso lacaniano, tiene su historia, sus relatos y sus luga-
transmisión de la exeeriencia analítica. "Mi enseñanza", repite en to- res teóricos: es cristiana. Al seguir sus apariciones, uno se impresiona
das partes, y ausculta/susprogresos, sus adquisiciones y el "resto" que del Corpus que ahí se encuentra citado y comentado: textos bíblicos y
se reserva como un futuro inexpugnable. ¿Pero la posibilidad misma evangélicos; textos teológicos (san Pablo, san Agustín, Pascal, por su-
de adecuarse a Freud no está prohibida a quien sólo tiene por apoyo puesto, pero también de autores que pertenecen a la profesión, Ny-
una carencia? Los debates que genera esta hipótesis han ocasionado, gren, Rousselot, etcétera); textos místicos sobre todo (Hadewijch
en la Escuela, controles cada vez más y más rigurosos: la institución dqAnvers,Maitre Eckhart, la Imitación de Cristo o Internelle consolation,
debe siempre tomar a su cargo las deficiencias de la teoría. Pero la Lutero, Teresa de Ávila, Angelus Silesius, etcétera). Ellos marcan la
interrogación implica /también una respuesta teórica: la relación con lo
faltante organiza ya el discurso freudiano, de tal modo que la posición 39 JacquesLacan, Séminaire zzz. Les Psychoses, Paris, Seuil, 1981, p. 48.
1 40 Les quatre concepts, p. 247.
41 Encore, pp. 25,63, etc.
38 Freud, Der Mann Moses ..., en Gesammelte Werke, tomo XVI, p. 136 SS. Ver Michel de 42 Ibid., p. 16.
Certeau, L'écriture de I'histoire, ed., Paris, Galiimard, 1984, pp. 337-352. 43 Ibld., p. 44.
ENTRE CIENCIA Y FICCI~N
HlSTORIA Y PS~COANÁLISIS.

puntuación del espacio lacaniano y señalan en él los éxodos (¿dónde


dente desde hace tres siglos: ¿qué hacer del Otro? Georges Bataille es
comienza eso?) o las salidas (¿dónde terminar?). A esta cuadrícula de
motivos esperados, se añade la figura central del analista hablante, un testigo de esto, también Lacan, cuyo análisis implica igualmente su
relación con Freud y su relación con el cristianismo.
"Maestro de verdad"? incluso "director de conciencia"^ un "santo"
Se sabe el valor que Freud atribuía a las adhesiones susceptibles
que "hace desperdicios"? y cuyo decir, consagrado al precio que el
de extender el psicoanálisis a los no judíos. En relación con eso, ¿bajo
cuerpo debe pagar para que haya acceso a lo simbólico, es un habla
la figura del "espiritual" que representaría Lacan, la historia cristiana
estructurada como la del orante.
introduce en el freudismo una diferencia menor que bajo su figura de
Unos indicios orientan hacia una localización más precisa aún.
"teólogo", tan característica de Jung? ¿Cuáles son los efectos del "espi-
Así la extraña dedicatoria de la tesis de 1932: "Al R. P. Marc-Francois
ritualismo" de Lacan sobre la tradición judía que se expresa en la obra
Lacan, benedictino de la Congregación de Francia, mi hermano en
de Freud? Es sin duda prematuro (antes de la publicación de todos los
religión".47Lacan sabe su francés. La "religión" designa aquí la "con-
gregación", y "hermano en religión", una alianza que no depende de textos lacanianos) y temerario seguir estas competencias divinas en los
la sangre sino de una participación común en la Orden. En estas pala- arcanos de las teorías. Considerando solamente lo que corresponde al
bras, ubicadas, como la,"carta robada", en el lugar más visible, y disi- habla, una divergencia "arqueológica" parece sin embargo determi-
muladas a la vista por esa misma razón, se esclarecen los rasgos nante. Mientras que la tradición judía se ancla en la realidad biológica,
"benedictinos" que yo no había visto aún iluminados: la concepción familiar y social de un "cuerpo" presente y localizable que la "elec-
que Lacan se hace del '?maestrou (según las reglas que caracterizan la ción" distingue de los otros, que la historia persigue en éxodos inter-
"dirección espiritual"); la definición de un trabajo que es esencialmen- minables y que las Escrituras trascienden grabando ahí lo
te "palabra" (a la manera del opus Dei benedictino); la práctica de la incognoscible, el cristianismo recibió su forma de ser separado de su
literatura como ejercicio del deseo (conforme a la tradición monástica origen étnico y del romper con lo heredado: el "desprendimiento"
de la lectio divina)? la &ma idea de una Escuela de verdad, en la que donde se instaura su Logos tiene por referencia la pérdida misma del
la pertenencia se mide dor una experiencia que involucra a los sujetos cuerpo que debía ocupar el lugar de todos los otros, el de Jesús, de tal
y donde el abbas (elegidb)detenta a la vez la autoridad del discurso y manera que la palabra "evangélica", nacida de esa desaparición, debe
tomar ella misma a su cargo la producción de cuerpos eclesiales, doci
el poder d e h gestión; etcétera. Alrededor de Lacan, "monje" (monos) y
trinales o "gloriosos", destinados a ser los sustitutos del cuerpo faltan-
asceta del habla que él~sostiene(con un humor, incluso ironía feroz
te. El habla misma se convierte en lo que hace "sacramento"en el lugar
que se reencuentra en di decir monástico), fundador de una "congre-
del cuerpo. Quizás el cristianismo también tiene en su relación con este
gación" en un desierto que él llama "mundano", se reúnen los practi-
cantes de un deseo cuya verdad es capaz de liberar de la identidad a faltante su manera de rebelarse contra la historia en el nombre del
los alienados. Incluso la militancia de los luchadores espirituales de Logos -un estilo de "desafío" que tampoco pertenece a la tradición
antaño (¿en guerra conhja 1
cuáles demonios?) y su autonomía rebelde a judía-. Las remanencias de ese "desprendimiento" a través de un de-
los poderes públicos se descubren en la Escuela Freudiana de París. safío del habla y de los procesos que entabla contra lo "biológico" po-
Lacan, al igual quk Freud, no considera despreciable la creencia drían medir bien, en las tomas de posición teóricas
religiosa a la cual no se adhiere. ¿Qué hacer hoy con esta pesada histo- sociales de Lacan, la diferencia que una historia crist
ria, si no se cede a la ilusión de rechazarla? La pregunta ocupa a Occi- el freudismo.
i
p. 313, etc.: es el 4ónimo permanente de Lacan.
44 E C T ~ ~ C ,
La teoría de las figuras éticas
45 Ethique de La psychanalyset sesión XXVII; etc.
46 Télévision, pp. 28-29. Esta arqueología sólo aparece en Lacan transformada por lo que él
47 Esta dedicatoria de 1932jfuecorregida en la segunda edición de la tesis (1975): "A
mi hermano, el R. P. Marc-Fra&ois Lacan, benedictino de la Congregación de Francia".
hace de ella. Una transformación que consiste en pensar, con términos
La "Congregación de Francia",designa a la asociación de abadías benedictinas que de- que no son más los suyos, la historia religiosa que regresa. Labor de
pende de Solesmes. una teoría. En la obra de Freud, conduce a Moisés y el monoteísmo, un
48 Ver por ejemplo a dom,Jean Leclerq, L'amour des lettres et le désir de Dieu, Paris, libro "cocido a fuego lento (pensado durante años)" durante años ("a
Cerf, 1957. 1
partir de Tótem y tabú, él sólo pensaba en eso, en esta historia de Moi-
156 9 E'7
HISTORIA
Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCIÓN

sés y la religión de sus ~adres")."A esta obra maestra, Lacan dio una constituye en relación misma con lo imposible. Ella alcanza en el hom-
respuesta con la Ética del psicoanálisis (1959-1960) que él consideró bre "esa última demanda de estar privado de alguna cosa real", o "esa
siempre como el lugar estratégico de su enseñanza, el único Seminario esencia hablante" que lo casa con la muerte.52"La única cosa de la que
que quería verdaderamente "e~cribir":~ De estas dos confrontaciones se pudiese ser culpable", finalmente, "es de haber abdicado su deseo".
nacieron las obras mayores, pero, con una diferencia reveladora: mien- "No hay otro bien que lo que puede servir para pagar el precio por el
tras la primera da lugar a una teoría de la escritura (núcleo de la obra acceso al deseo" -lo que no se puede sin "salvar no solamente todo
freudiana), la segunda produce una ética del habla (resorte del pensa- temor, sino toda piedad-.53
miento lacaniano). A este anarquismo ético, que es tomar en serio la cuestión del
Un discurso no freudiano, dominante durante los años poste-
sujeto (ella misma tan ligada a la historia del cristianismo), el comenta-
riores a la guerra, sirvió de tercero en la génesis de la Ética: la Feno-
menología del espíritu de Hegel. A partir de los comentarios de Kojkve rio de la Antígona de Sófocles opone toda ética fundada sobre "el bien
de la ciudad". La moral de Creon, que en su esencia es semejante a la
(que marcó profundamente el contenido y el estilo mismo del "Semi-
de Aristóteles, permanece siempre como una "moral del amo". De-
nario"), de Koyré o de Hippolite, Lacan encontró ahí el modelo teóri-
co de un desarrollo histórico en el que las "figuras" sucesivas manda el sacrificio del deseo en beneficio de la ciudad. Todo nuevo
manifiestan el devenir del saber absoluto que se libera finalmente de poder, tan revolucionario como sea, declara sustancialmente: "Conti-
núa trabajando... Que esté bien claro que no hay aquí, en ningún caso,
su última positividad, la religión. En su Ética, por su propia cuenta,
rehace a la vez el Moisés y la Fenomenología. La vía original que él se una ocasión para manifestar el menor deseo". Esta "moral del poder",
que está al "servicio de la riqueza", repite de cien maneras lo que
abre a machetazos, entrk ellos, privilegia figuras éticas (Aristóteles,
aplasta el habla: "Para los deseos, usted puede esperar sentad^"."^
san Pablo, el amor cortés,l Sade, Kant, etcétera) por las cuales un pen-
l
samiento del deseo es conducido hasta las relaciones ambiguas de la
. realidad y del placer tal como Freud las elucida. Al referirse, en esta ¿Una política del habla?
elaboración, a lo que concierne al cristianismo se accede a la ética
cuando en kpgar de identificarse con su objeto, la creencia desecha
iCómo, a partir de entonces, comprender la evolución de la Escuela en
esa ilusión y,
por ahí, dice su verdad. La ética es la forma de una
la que Lacan aparece por turnos como Maestro de Qerdad,como ma-
creencia desprendida del imaginario alienante donde ella suponía la fioso que organiza sus trampas en los arcanos de la "familia", y como
garantía de una realidad, y en consecuencia transformada en habla Sardanápalo que se deshace del serrallo antes de morir? No se trata de
que dice el deseo instituido por este faltante. Como el Godot de Bec- manosear, una vez más, los episodios recientes (1980) que han repetido
kett, el Otro no es por id tanto solamente e1 fantasma de un Dios ex- en la Escuela Freudiana, de un modo violento, la tragicomedia del
pulsado de la historia dpndel queda sin embargo impreso el tránsito
Panteón, ni de esbozar, empresa indiscreta y grotesca, la psicología de
de sus creyentes, sino la kstructura general en la cual la teoría se hace
un personaje en el que los grandes afectos, y hasta los cariños, tenían
posible por la desaparición de la positividad religiosa y por la acep-
sus corolarios de astucias y de odios. Más bien se debe analizar a qué
tación de su duelo. I política da lugar esa habla cuando, bajo la forma de una institución, se
El análisis freudido es el instrumento que permite a Lacan des-
cubrir en una erótica o e i una estética la "ascesis" de sostener el deseo inscribe en el juego de las relaciones de fuerza.
El acta de fundación (1964) definía la Escuela como "el organismo
que ningún acto alcanza.]1 Ya, para Kant, el imperativo categórico no se
donde debe realizarse un trabajo -que, en el campo que Freud abrió,
preocupa de lo posible: 'él es inc~ndicional.~' Para Lacan, la ética se
1 restaura la reja cortante del arado de su verdad-, que vuelve a traer la
praxis original que él instituyo bajo el nombre de psicoanálisis en rela-
49 Cfhiquede la psychoanalyse, sesión XIV. ción con el deber que le demanda nuestro mundo -que, por una crítica
50 "ES tal vez hoy, de todos'los seminarios que alguien más deberá asidua, denuncia sus desviaciones y los compromisos que disminuyen
que reescribiré yo mismo, y deljcual haré un escrito" (Encore, p. 50; ver
65, etc.). En la obra lacaniana e w e n numerosas menciones de la "étic
cuya introducción en mi s e d a r i o fue la línea de división para co
de su jardíy ("Hommage fait d Marguerite Duras...", p. 13).
52 Éthique de la psychanalyse, sesión X. Esta demanda, Lacan la Fma "vacuola"
51 Ver Efhique de la psychanulyse, sesión XXV; Écrifs, p. 312; etc.
53 Bid., sesión XXVII.
54 Ibid.
HISTORIAY P S I C O A N ~ S I SE. NTRE CIENCIA Y ELCCI~N

Con respecto al exterior, la institución tiene la doble función de


su progreso al degradar su empleo-". Una "nota adjunta", que precisa "representar" públicamente al sujeto de un supuesto saber (ella es la
las modalidades de funcionamiento, afirma además que "esta acta de dirección de eso), es decir de asumir socialmente la creencia de que la
fundación tiene por nada las costumbres ordinarias", es decir el aparato cura tiene precisamente como fin desrnitificar, y, por otra parte, acredi-
jurídico de un derecho común, independiente de la tarea que especifica tar jurídicamente (en el nombre de una profesión y de un estableci-
una asociación particu~ar.~~ En este éxodo soberbio se reconoce un mode- miento serio) el precio a pagar por ese acceso a lo simbólico del cual el
lo "espiritual", con su arqueología "monástica". Un desafío lo mantiene. análisis es en principio el operador. Además estas dos funciones se
Desde el inicio, no obedece la ley de lo posible. Al "mundo", opone un mantienen la una a la otra: una creencia se funda sobre lo que ella qui-
"deber". El habla debe crearse un cuerpo -un cuerpo que falta a ese ta, se refuerza con lo que ella retira y finalmente hace caminar porque
"mundo" en donde la verdad es desconocida-. La institución es por lo se le paga.
tanto una "Escuela". Tiene la forma misma de la enseñanza: se debe Todo esto estaba fuertemente articulado y pensado. ¿Por qué en-
hacer nacer del habla un cuerpo que ella defina enteramente. Al volver tonces las violencias, las tensiones y finalmente el fracaso? Sirnplemen-
sobre el pasado que la estructura, esta "génesis" aparece sostenida por te porque la historia no obedece al habla que la desafía. Cierto, el
una provocación de estilo!"cristiano". Mientras que en el "génesis" de la autoritarismo radical de la verdad lacaniana golpea lo vivo de una
Biblia judía, la palabra n$ crea, sino separa, produciendo la distinción en enfermedad de la sociedad, el punto patógeno e impensado que creó la
el caos inicial y efectúa as; una distribución "analítica" del espacio, en el sustitución del sujeto por el individuo. Irritaba tanto como elucidaba el
"génesis" cristiano del Nuevo Testamento el habla da nacimiento a un mal. Pero las dificultades no vinieron del exterior. El éxito más bien
cuerpo, es el verbo que se,hacecarne, unfit. En esta diferencia se identi- reveló un irrealismo fundamental (fundador) de la empresa. Una vez
fica ya la intención lacanip. pasado el umbral del intimismo "primitivo" entre los primeros parti-
La Escuela es caracterizada por la ambición, fascinante y altiva, cipantes de la misma experiencia, una vez perdida también la legiti-
de normar todas las instincias institucionales sobre la ética del sujeto midad que la Escuela recibía de oponerse a las Asociaciones
hablante. Es la Escuela del deseo instaurada por un objeto que jamás psicoanalíticas reinantes (esta oposición daba a la institución la función
es "eso". De aquí sus diversos funcionamientos: la relación con el misma del habla y le ocultaba sus propios problemas), entonces la
1
Maestro único, que escapa siempre a la posibilidad de granjeárselo; Escuela de verdad apareció como lo que era, una institución como las
-4
los grupos, o los "cárteles", por los cuales se prosiguen, entre cuatro otras, presa en los debates concernientes al "lugarn,de los analistas, a
o cinco analistas, los p r w de transferencia liberados de la rela- las relaciones de fuerza entre ellos y también, problema político
ción dual; el "paso", o !a iniciación en la posición de analista, que igualmente, al "fantasma de omnipotencia" que los habita. La implan-
consiste, para retomar Ids términos ya formulados por el acta de fun- tación en la universidad de Vincennes (1968), que exigía la confronta-
l
dación, en "probar" y "cpnt~olar'~ el estilo analítico de los candidatos; ción con unas estructuras jurídicas independientes de la experiencia
las asambleas y la fundación de la "sede", que busca? bloquear, analítica, marcó el inicio de una revisión desgarradora que debía sacar
1
montando escenarios y confrontaciones públicas, la ley tribal de los a la Escuela de su enquistamiento en el habla, es decir de sí misma. Se
sectarismos formados e 1 tre colegas de la misma generación, o entre
7
"descendientes" de un mismo analista; los Seminarios y ,los congre-
necesitaba que la práctica y la teoría se arrancaran de la doble escena
insular de la Escuela y del diván. ¿Pero cómo tratar estas cuestiones en
sos, finalmente, que exageran la escolarización de los miembros de la el nombre de una experiencia que había tenido "por nada" los medios
Escuela (como si estos tlatros del saber sirvieran de coartada erudita jurídicos de su reglamentación?
y social al "supuesto" saber de la práctica analítica), pero, que de Quedaba la táctica. Usar de ardides con la historia. Intentar trai-
hecho, permiten simbolkar en un habla tragi-cómica, teórica y casi cionarla para no "abdicar su deseo". Éstas son las habilidades de La-
coral, la ascesis solitaria 1$el ejercicio cotidiano. Por dentro, la Escuela can, fundadas sobre un radicalismo del habla. Desde este punto de
es por lo tanto la cura en tanto que no termina jamás y que jamás se vista, Lacan es el antimaquiavelo, si se sabe reconocer a la obra de
termina, hasta que las fuerzas se acaban. Maquiavelo como lo que es: una ética del "bien de la ciudad" y la teo-
ría de una ética política. Lo que Lacan no traicionaba, sólo podía llegar
l a un fracaso. Su aventura institucional, ese trip de su,deseo, debía ter-
55 LOS textos de fundaciód se encuentran en los Annuaries sucesivos de la Escuela minarse por ese "fracaso": no es eso. En el fondo,'la retirada de 1980,
Freudiana de París. I
tan sorprendente como fue en ese momento, estaba inscrita en su ética.
Él "hablaba" todavía separándose de este objeto de amor, que a su vez
se había quedado como una identidad alienante. En esto, reiteraba,
cuarenta años más tarde, el gesto que evocaba en 1946: "Me alejé du-
rante varios años de toda intención de e~presarme":~
En Les Petites Annonces, Catherine Rihoit recuerda este juicio de
Lacan sobre Freud: "Yo creo que fracasó. Es como yo, en muy poco
tiempo, a nadie le importará el psicoanálisis". Cualquiera que sea el
porvenir de la institución psicoanalítica, Lacan por su fracaso mantie-
ne su palabra. Como los textos que él no cesó de despertar, sus escritos
torturados y transformados en concetti por esta habla lo conservan
suficientemente fuerte para hacerse oír. Incluso si es verdad, después
de Freud, que la tradición no cesa de traicionar a su fundador, ¿Lacan
A Barthes, Roland: 29,54,119,121,
será entendido en los lugares donde se pretende poseer su herencia y
su nombre, o regresará bajo otros nom.bres? Abraham, Karl: 30 150
l
Ackerman, Nathan Ward: 34 Bataille, Georges: 157
Adler, Alfred: 29/30 Béasse: 98
1 7 de diciembre de 2981.
Adorno, Theodor Wiesengrund: Beckett, Sarnuel: 158
34 Beirnaert, Louis: m, XxiV-
Agustin, san: XXVi, 155 m,XXX, m
Ahearne, Jeremy: VIII Benn, Gottfried: 135
Alquié, Ferdinand: 53 Bentham, Jeremy: 21,120
Andreano, Ralph: 3 Benveniste, Émile: 53
Andreas-Salomé, Lou: 29 Bergerac, Cyrano de: 109
Ángeles, Juana de los: XXVIII Bergson, Helpi: 33
Angelus Silesius (Johannes Schef- Besancon, Alain: 25/35
fler):127,155 Bettelheim, Bruno: 34
Anges, Jeanne des (Jeanne de Blanchot, Maurice: 76/88
Belcier): xxviii Blondel, Maurice: xxn
Aquaviva, Claudio: XXVIII Bonaparte, Marie: 35
Aragon, Louis: 147 Borda, Jean-Charlesde: 10
Aristóteles: 46,64,139,159 Borges, Jorge Luis: 64/81
Arrow, Kenneth J.: 10 Boutry, Philippe: xxvn
Artaud, Antonin: 144 Breton, André: 35,53,147
Augé, Marc: w Breton, Stanislas: 135
Ávila, Teresa de (Teresa de Brown, Norman 0.:33
Cepeda y Ahumada): 127,155 Bruno de Marie-Jesús: xxiv
Bullitt, William C.: M, 30

B
Bajomée, Danielle: 149 C
Bally, Charles: 54 Canguilhem, jeorges: 28
Barbu, Zevedi: 25 Canisius, Piede: xXV
HISTORIAY PSICOANÁLISIS.ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

Carr, David: xxxm Dilthey, Wilhelm: 113 Friedlwder, Saul: XI, 25 Herr, Lucien: 69
Cassier, Ernst: 72 Dora: 52 Frink, Horace W.: 32 Heyndels, Ralph: 149
Castel, Robert: 31,60 Douglas, Jack D.: 9 Fromm, Erich: 34 Hirschman, Albert 0.:xxm, 20,
Cavaliera, Ferdinand: m Dreyfus, Alfred: 68 Fumaroli, Marc: 20 51
Cazalis, Henri: 58 Dreyfus, Hubert L.: 70 Furet, Franqois: 13 Hitler, Adolf: 34
Cervantes y Saavedra, Miguel Duberman, Martin: 20 Fussner, F. Smith: 20 Hold, Jacques:149
de: 50 Dumézil, Georges: 47 Horkheimer, Max: 25
Clastres, Pierre: 132 Dupront, Alphonse: 25 Hottois, Gilbert: 150
Clérambault, Gaetan Gatian de: Duras, Marguerite (Marguerite G Hughes, H. Stuart: xX
XIX, 35 Donnadieu): 149 Garraty, John A.: 33 Hume, David: 19/51
Cloulas, Ivan: 13 Geffré, Claude: wi Hymes, Del1 H.: 72
Condillac, Étienne Bonnot George Frawois: 149 Hyppolite, Jean: 158
de: 10 E Giard, Luce: m, m, m, XvI,
Condorcet Uean-Antoine-Nico- Eckhart, Maitre (Johannes): 127, XXVI, XXXV
las de Caritat, marqués de): 10, 135,155 Gide, André: Xx, 35 1
11 Éluard, Paul: 147 Girardet, Raoul: X X m Imbert, Claude: 48
1
Corge, Charles: 12 l Empédocles: 142 Goering, Hermann (Maréchal):
Craig, John: 10 Erikson, Erik H.: 33/34 32
Crawley, Ernest: 28 Evard, Jean-Luc: xx Goering, Matthias Heinrich: 32 J
Cruz, Juan de la (Juan de Ye- Goubert, Pierre: 112 Jahoda, Marie: 34
pes): 129,135,136 Gramsci, Antonio: 69 Jakobson, Roman: 148
Cusa, Nicolás de: 72
Cuvillier, André: m
,j
1
Grandier, Urbain: m 1 1
Granger, ~illes-&ton: 72
James, WiUiam: 33
Janet, Pierre: XK, 35
czubaroff,Banine: 5 1 Granoff, Wladimir: xXV Jay, Martin: xX ,
Chaplin, Charlie (Charles Spen- Grégoire, Henri: XN Jean-Paul (Johann Paul Frie-
cer); también Charlot: 111 Groddeck, Georg: 30 drich Richter): 37/49
15
Charcot, Jean Martin: m, 35/45, Grossman, Carl: 34 Jensen, Wilhelm: 28,44,53,149
49,115
Choay, Franjoise: ur 1 Folamour: 90
Grossman, Sylvia: 34
Guattari, Félix: 37
Guibert, Joseph de: XXI
Jewsiewicki, Bogumil: 19
Job: 106
Jones, Ernest: 30
Jouve, Pierre-Jean: 35
Folamour: 90 Guyon, Jeanne: 126
! Joyce, James:147
D t
Daman, Paul: Julia, Dominique: vIii
Darniens, Robert-Franqdis: 66 Fouilloux, Étienne: m H Jung, Carl Gustav: 30,32,157
Defoe, Daniel: 120,121 ' Fravret, Jeanne: 121 Haan, Norma: xxmi
Deleuze, Gilles: 37/67,? 1 Frazer, James George: 28 Habermas, Jiirgen:
Demause, Lloyd: 33 Freud, Ama: 36/42 Hadewijch d'Anvers: 127,155 K
Demos, John: 33 1 I Freud, Sigmund: xr, NI; xrx- Haitzmann, Christoph: X, XI Kant, Emmanuel: 37,50,68,151,
Derrida, Jacques:120 XXIV, XXW, XXX, 21/23! 25- Hale Jr., Nathan G.: 33 158
Descartes, René: xxvm 30, 32-7, 41-57, 60, 61, 66, 69, Hegel, Georg Wilhelm Frie- Kardiner, Abram: 32
Devereux, Georges: 35 86,110, 120, 127, 137, 138, 141, drich: 158 Kernan, Alvin B.: 47
Diderot, Denis: 71 l 146,147,149,151-9,162, Heidegger, Martin. 134,135 Kleist, Heinrich von: 37/49
1
HISTORIA Y PSICOANÁLISIS. ENTRE CIENCIA Y FICCI~N

Kline, Morris: 11 M Nietzsche, Friedrich: 29,117 Rather, Dan: 7


Kojeve, Alexandre: 158 Nixon, Richard: 4 Reich, Wilhelm. 34/35
Macciochi, Maria Antonietta: 69
Kolakowski, Leszek: 131 Nora, Pierre: x m , Xxxiv, 'XW, Reiff, Philip: 33
Macfarlane, Alan: 10,49
Koyré, Alexandre: 158 13 Reik, Theodor: 29
Mack, Maynard: 47
Kuhn, Thomas S.: x Nygren, Anders: 155 Reill, Peter Hanns: 11
Macpherson, Crawford Brough:
Revel, Jacques: wI
10,49
Ribot, Théodule: m,35
Mallarmé, Stéphane (Étienne):
L XVI, 57/58?60,61,89 o Richard, Jean-Pierre: 58
Lacan, Jacques: XI, xx, m ~xxv,, O'Malley, John W.: XXVII Richelieu, Armand Jean du Ples-
Mangenot, Joseph-Eugene: XXI
xxx, xxx, xxxv, 35, 36, 44, 49, Ogden, Charles Kay: 21 sis, cardenal de: X x w I
Maquiavelo, Nicolás: 161
120, 127, 129, 137, 141-3, 145-59, Oraison, Marc: xxIv Rihoit, Catherine: 162
Marcuse, Herbert: 34,35
161,162 Orcibal, Jean: XII Riviere, Jacques: XIX, 35
Marie-Jésus, Bruno de: xxrv
Lacan Marc-Francois: 156 Ozment, Steven E.: 131 Robin, Régine: 20
Marx, Karl: 32,34,50,51,66
Lacoue-Labarthe, Philippe: 150 Robinson, Paul: 34
Mateo, san: 130
Lagache, Daniel: xxv, 35 / Roger, Jacques: 75
Matthieu, Remi: 13 '
Róheim, Geza: 34
Laplanche, Jean: Xxv , Mayer, Andreas: x / ~ P
Lasierra, Rayrnond: 131 Pablo, san: 155 Rohrmoser, Günther: 34
Mayol, Pierre: '
Latour, Bruno: x Pascal, Blaise: 155 Romains, Jules: 35
Mazlish, Bruce: 25
Lauret, Jean-Claude:131
I
Pasqualini, Jean:131 Roudinesco, Élisabeth: m, XXIV,
Merleau-Ponty, Maurice: 69
Le Bon, Gustave: 27
Le Goff, Jacques: xxm,13
1 Meyer, Konrad Ferdinand: 37,
I
Pavlov, Ivan Petrovitch: 32,131
Pescador, Alejandro:
m,XXXV
Rousseau, Jean-Jacques:19
49
Leclercq, Jean: 156 Peter, Jean-Pierre:121 Roussel, Raymond: 78
I Meyer, Pierre André! 69
Legendre, Pierre: 73.94 l Meyerhoff, H.: 25 Peyré, Yves: XXXIV Rousselot, Pierre: 155
Lehrnann, Adrée: xxrv, kxv Michelet, Jules: 6/29; 121,122 Platón: 10
Lejeune, Philippe: 59 Mi@ Ángel (MichelpgeloBuon- Platt, Gerald M.: 25 \

Lenau, Nikolaus (Franz Niem- Plé, Albert: m I I , XXIV S


arroti):52 Sacré-Coeur, Marie-Joseph du:
bsch von Strehlenau): 37,149 Miller, Jacqes-Alain: '143 Pontalis, Jean-Bertrand:W
XXIV
Levinas, Ernmanuel: 122 j Miró, Joan: 122 Popper, Karl R.: X, 2/5/25
Lévi-Strauss, Claude: 102, 105, Psellos, Michel: m Sachs, Hans: 29
Moingt, Joseph: x x x
119 1 Moisés: X, XII, xm,106,149 Pseudo-Denys el Areopagita: 88 Sade, Donatien Alphonse Fran-
Lévy, Philippe: 127 1 Morales, Cesáreo: 93' Psichari, Ernest: XXI cois, marqués de: 147,158
Saint-John Perse (Alexis Léger):
Lindenberg, Daniel: 69 ! Moro, Tomás: 61 Putnam, James Jackson: 30,33
Locke, J o h 19/51 1 125,126
Moscovici, Serge: 94 Sartre, Jean-Paul: 36/69
Loewenstein, Rudolph: xaI Mounin, Georges: 149
London, Artur: 131 1 Q Saussure, Ferdinand de: 105
Movement, Emmanuel: 33 Schefer, Jean Louis: 136
López Moctezuma J O ~ ~ ~ : [ V I I I Mühlmann, Wihelm Emil: 110 Quine, Willard van Orman: 58
Loyola, Ignacio de: x$, xw, Schilder, Paul: 29
x m 1 Schiller, Friedrich von: 56,58
Lucas, san: 130 R Schrnidt, Vera: 32
N
Luriia, Alexandre Romadovitch. Rabant-Lacote, Christine: 122 Schofield, Malcolm: 48
Nacht, Cacha: 35
32 Rabinow, Paul: 70 Schreber, Daniel Paul: m x , 125,
i Nancy, Jean-Luc: 150
Lutero, Martín: 155 1 Rank, Otto: 29 126,128-30,137,138,147
Navarra, Margarita de: 147
Schürmann, Reiner: 135 v
Sédat, Jacques: XXXI, 43 Vacant, Alfred: xxr
Shakespeare, William: 47, 147, Valéry, Paul: 69/70
153 Velázquez, Diego de Silva y: 66
Sirnons, Herbert W.: 9 Venturi, Franco: 69
Smith, William Robertson: 28 Veme, Julio: 76
Sófocles: 147,153 Veyne, Paul: 20
Spinoza, Baruch: 19/51 Vidal-Naquet, Pierre: xxxv,131
Steel, David: 147 Vidocq Francois Eugene: 98
Stein, Lo1 V.: 149 Viller, Marcel: X X I
Steiner, Rudolf: 29 Vinci, Leonardo da: 28/37/49
Strout, Cushing: 25,33 Vnukov, V.: 32
Sturrock, John: 93
Surin, Jean-Joseph: vm,i XVIII,
XXVIII, XXIX W
Suso (Heinrich Seuse): 131 Wagner, Richard: 29
Suzuki: 135 1 Waugh, Evelyn: 118
Wedekind, Frank: 37/49
Wehler, Hans-Ulrichi 25
T Weinstein, Fred: 25 I
Tardits, Annie: xxv Weischedel, ~ i l h e l m 151':
Tausk, Viktor: 29 White, Eugene E.: 9
Thibaudet, Albert: 35 White, Hayden: 93
Tilly, Charle&12/13 Wilson, Thomas Woodrow: X ,
4
Tiryakian, Edward A.: 9 30 I
Todorov, Tzvetan: 41 Wittgenstein, Ludwig: 64,150
Trotsky, León: 32 Wolrnan, Benjamin: 25
Tudal, Antoine: 145 Woolgar, Steve: x
Wortis, Joseph: 32
Wulff, Moshe: 32 I
U Wundt, Wilhelm: 28
Ullian, Joseph S.: 58

z
Zola, Émile: 68/69 Este Libro se terminó de imprllnir en
i Zweig, Arnold: 44 junio de 2007 en los talleres de

1
E
Diseño e Impresos Sandoval.
Tels. 57934152,57937224.
La edición consta de 1,000 ejemplares
más sobrantes para reposición.

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