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LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

ISABEL ALLENDE

2º BACH - IES MONTSERRAT ROIG – CURSO 2018 - 19

0- La casa de los espíritus: claves teóricas para entender la novela.


1- Rasgos temáticos y formales de la nueva narrativa hispanoamericana y su reflejo en La
casa de los espíritus.
2- El realismo mágico en relación con La casa de los espíritus.
3- Aspectos políticos y sociales reflejados en La casa de los espíritus.
4- Los personajes y el ambiente social en La casa de los espíritus / Análisis de los
principales protagonistas femeninos / Caracterice un personaje masculino y otro
femenino.

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0.- La casa de los espíritus: claves teóricas para entender la novela.

La casa de los espíritus es la primera novela escrita por Isabel Allende, escritora chilena. Fue publicada en 1982
y tuvo un espectacular éxito editorial. Para poder entender la novela hay cuatro claves generales que a
continuación explicaremos.

1- Isabel Allende nace en Lima (Perú) el 2 de agosto de 1942. Hija del embajador chileno y sobrina segunda
del presidente de Chile Salvador Allende. Al separarse sus padres en 1945 regresa a Chile con su madre y
sus hermanos. Estudió en Bolivia y Beirut, en 1958 regresa a Chile, se casa en 1962 con Miguel Frías y trabaja
en la Organización de Naciones Unidas y en diversas revistas. En 1963 pasa grandes temporadas en Bruselas
hasta que vuelve a Chile 1966.
2- En 1967 empieza a trabajar en una revista (Paula) y a publicar numerosos artículos, cuentos infantiles,
experimentó con el teatro...
3- En 1973 el general Pinochet da un golpe de Estado e impone una dictadura en Chile, Isabel Allende se
marcha al exilio voluntario en 1975 a Venezuela.
4- En 1981 escribe una carta a su moribundo abuelo de 99 años. Esta carta será el origen de La casa de los
espíritus, publicada en 1982.

Novela histórica, la importancia de la memoria:

En América latina la novela histórica tiene mucha importancia por dos motivos:
a) En primer lugar porque tras la separación con España existe un intento de rescatar la historia precolombina de
América. Historia de la que no existen documentos y que solo puede ser rescatada a través de la ficción.
b) El segundo elemento es la crisis historiográfica que se produce a finales del siglo XIX y principios del XX. La
historia no puede ser objetiva y no puede contar la verdad de los hechos. El único camino para acercarnos a la
realidad de las cosas es la ficción. La ficción permite reconstruir no solo los acontecimientos sino las
percepciones de esos acontecimientos.

La memoria es importante porque la novela de Isabel Allende nos va a contar la historia de Chile a través de una
ficción. Nos va a contar la historia de una gran familia, los Trueba y a través de ella su visión de la historia
chilena. Para contarnos esa historia, para narrarnos el relato de su país, Isabel Allende hace que sus narradores
recurran a la memoria, a ese conjunto de recuerdos del que queda constancia por escrito en los diarios (caso de
Alba) o del que solo queda rastro en el recuerdo (caso de Esteban Trueba).

La casa de los espíritus se nos cuenta a través de tres narradores: Alba y Esteban Trueba en primera persona;
y un tercer narrador omnisciente en tercera persona: Clara, que sirve como hilo conductor. El fragmentarismo
narrativo está basado en esta polifonía. Los tres narradores cuentan a través de la memoria:
1- La narración omnisciente de Clara en tercera persona es el hilo conductor. Exceptuando el epílogo y las
esporádicas intervenciones en primera persona, la reproducción de las vivencias anotadas por Clara en sus
“Cuadernos” se encontrará narrada en tercera persona, por medio de un narrador omnisciente que aparece en
los catorce capítulos.
2- Esteban Trueba a sus 90 años, al final de la novela, en la casa de los espíritus recorre con Alba todas las
estancias y va desgranando la historia para su nieta. Las páginas escritas por su abuelo se van insertando a lo
largo de la historia a modo de recuerdos puntuales que completan la narración principal en tercera persona y lo
hacen de manera irregular.
3- Alba como narradora nos cuenta la historia a través de la lectura de los “Cuadernos de escribir la vida” que
escribió su abuela Clara, a través de las cartas de su madre y sus tíos y a través de recuerdos, documentos,
fotografías y “otros conductos”. También por lo que le cuente su abuelo. Alba al reconstruir la historia a partir de
los diversos materiales se convierte en un narrador testigo. Detrás del narrador omnisciente el lector adivina a
Alba entretejiendo lo relatos de su abuela y la propia escritora y lo que hay de ella en este personaje.

Por lo tanto es la memoria de los protagonistas la que se usa para narrar todo un siglo en la historia de Chile y
todo un siglo en la Familia Trueba Del Valle. La técnica polifónica es más compleja que una mera alternancia de
perspectivas. Con este recurso la autora nos ofrece destintas miradas sobre una misma realidad que se
combinan discursiva y dialógicamente, que van reconstruyendo la historia y la identidad de los protagonistas
desde la memoria, lo que permite una mejor comprensión del pasado.

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La novela emplea, además, el recurso del manuscrito encontrado (en este caso, más bien el manuscrito
buscado), de larga raigambre en la literatura: con él y con el resto de materiales se justifica el acceso a una
amplia y detallada información sobre los hechos ocurridos antes incluso de que la compiladora de la historia
naciese. La novela se estructura, pues, sobre la técnica literaria de la falsa autoría: a partir de los textos
recopilados por Alba la historia se desarrolla en una serie de eslabones sueltos, de relaciones causa y efecto,
que solo al final forman una cadena. De esa forma la autora dota al relato de una falsa realidad.

Conclusión:

Es la memoria individual la que nos permite conocer los verdaderos acontecimientos y también la escritura de la
memoria es la que permite que aquellos sucesos no recogidos por la Historiografía oficial no se pierdan en el
olvido. La autora realiza un juego metaliterario: lo que hace Alba al narrarnos la historia de su familia es lo que
en cierta manera pretende hacer Isabel Allende al escribir la novela. De ahí la dedicatoria del principio del libro:
“A mi madre, a mi abuela, y a las otras extraordinarias mujeres de esta historia.”

0.0.- La narrativa hispanoamericana

A lo largo del XIX, la literatura hispanoamericana es más permeable a la literatura de otras naciones europeas y
adquiere un papel hegemónico a partir del Modernismo. Desde ese momento y durante los treinta primeros años
del siglo XX, los escritores hispanoamericanos se colocan a la cabeza de los movimientos de vanguardia que
sacuden la literatura escrita en castellano. Después se suceden tres décadas en las que los ímpetus
renovadores se acallan para surgir con más fuerza entre 1960 y 1970. Mientras la poesía adquiere protagonismo
durante la primera mitad de siglo, la novela lo hace en la segunda.

Los modernistas fueron los primeros en darse cuenta de que pertenecían a una sociedad cuyos valores estaban
cambiando, ello condujo a una literatura con cuatro tendencias:

-La utilización de la fantasía y la imaginación para cuestionar la realidad.

-El intento de presentar la realidad y el espacio americano desligado de la civilización occidental.

-Caracterización de personajes con comportamientos extraño.

-La necesidad de indagar en el lenguaje y experimentar con las técnicas narrativas.

Estas tendencias se continuaron durante los años 40 y 50 y en la década de los 60 se produce el auge definitivo
de la novela y cuento hispanoamericanos. Es el llamado “boom” , que supuso la difusión internacional de la
literatura latinoamericana.

¿Por qué se produce el “boom”?

-La industria española del libro intentaba recuperar el mercado hispanoamericano, que había perdido durante la
Guerra Civil de 1936. Algunas editoriales catalanas como Seix-Barral comenzaron a promocionar desde España
a escritores hispanoamericanos.

-La revolución cubana, que triunfó en 1959, supuso para muchos de los escritores el camino que debían seguir
sus propios países. Algunos de ellos –Julio Cortázar, Gabriel García Márquez…- se dedicaron a hacer campaña
a favor de lo que estaba ocurriendo en Cuba.

-Sin embargo, y a pesar de las razones económicas y políticas, que sirvieron para impulsar este fenómeno, el
“boom” se habría extinguido si de él no hubieran formado parte un extraordinario grupo de narradores: Mario
Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez.

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1.- Rasgos temáticos y formales de la nueva narrativa hispanoamericana y su reflejo en La
casa de los espíritus.

La casa de los espíritus, publicada en 1982, es la primera gran novela de la chilena Isabel
Allende y una de las obras más representativas de la etapa del “posboom” literario hispanoamericano.
Además, esta primera narración extensa de la autora se convirtió de inmediato en un éxito de ventas
en numerosos países: desde España saltó a otras naciones de Europa y a Hispanoamérica. En ella,
Allende retrata la evolución de la sociedad chilena (extensible a otros países vecinos) durante el siglo
XX a través del relato de los distintos acontecimientos que suceden alrededor de varias generaciones
de la familia Trueba-Del Valle. A continuación nos centraremos en los rasgos temáticos y formales que
sitúan a La casa de los espíritus en la nueva narrativa hispanoamericana.

En 1962 se publicaba en España La ciudad y los perros de Vargas Llosa. En 1967 llegaba Cien
años de soledad, de García Márquez. Por esas fechas, aparecen asimismo novelas como Sobre
héroes y tumbas de Sábato, El astillero de Onetti, El siglo de las luces de Carpentier, La muerte de
Artemio Cruz de Carlos Fuentes, Rayuela de Cortázar... Para los lectores españoles, desatentos a la
novela hispanoamericana hasta entonces, obras como estas produjeron el mayor asombro.
Inmediatamente se “descubrió” y se devoró con avidez la obra de los autores citados. Era el llamado
“boom” de la novela hispanoamericana. Se imponía la existencia de una gran narrativa. Y tal ha
sido, sin duda, uno de los grandes acontecimientos literarios de nuestro tiempo.

En realidad, los nuevos novelistas hispanoamericanos continuaban en la línea de innovaciones


apuntadas en el realismo mágico, de tal modo que la frontera entre algunos de aquellos autores y
estos puede parecer arbitraria. En cualquier caso, es evidente que los nuevos novelistas llevan tales
innovaciones a sus últimas consecuencias, a la par que enriquecen la novela con nuevos recursos.

Por debajo de las innovaciones del “boom” late el convencimiento de la insuficiencia práctica y
estética del realismo. Pero esta ruptura con la técnica realista no supone exactamente un alejamiento
de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más ricos, más reveladores y más
válidos estéticamente. Esta evidente preocupación estética tampoco supone que el escritor abdique de
propósitos testimoniales o de denuncia; al contrario: novelistas como los que citamos suelen proclamar
ideas sociales y políticas muy avanzadas. Pero, como ha dicho Julio Cortázar, “el primer deber del
escritor revolucionario es ser revolucionario como escritor”; es decir, romper con los moldes expresivos
heredados de otras épocas y proponer un arte nuevo, más acorde con las profundas mutaciones de
nuestro tiempo.

Sin embargo, más adelante, a mediados de los años 70, el tiempo literario ha variado.
Aparecerán autores que se opondrán de diversos modos a las tendencias de la literatura del “boom” y
reivindican algunos rasgos que serán determinantes para la narrativa “posboom”. El los años
ochenta el contexto literario es otro y al “boom” le sucede el “posboom” en que, en un obligado
movimiento de péndulo, lo popular, la oralidad, el folletín, el revisionismo histórico… destronan la
manera de crear de los autores anteriores. Skármeta, que se distanció de la anterior narrativa,
enumera estas siete características: sexualidad, exuberancia vital, espontaneidad, cotidianidad,
fantasía, coloquialidad, intrascendencia. La publicación en 1975 de la primera novela de Skármeta,
Soñé que la nieve ardía, podría marcar el punto de partida del “posboom”, que alcanzó su triunfo con
La casa de los espíritus (1982) de Isabel Allende y culmina con la novela Como agua para chocolate
de Laura Esquivel (1988). Algunos otros autores destacados son Eduardo Galeano, Mario Benedetti,
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Luis Sepúlveda, Roberto Bolaño…

La casa de los espíritus, paradigma de la nueva narrativa hispanoamericana

La casa de los espíritus es un melodrama social que ha sido para el “posboom” lo que en su
día significó Cien años de soledad para el “boom”. En ella se dan elementos mágicos, compromiso
social, historias de amor y una combinación de episodios dramáticos que tratan de denunciar la
decadencia de la vieja oligarquía chilena representada en el personaje de Esteban Trueba. Allende
apuesta por unos valores éticos de forma explícita, poco imparcial con los principios del bien y del mal.
En la novela podemos apreciar una serie de características que la han convertido en paradigma de la
nueva narrativa hispanoamericana:

a) Isabel Allende busca su inspiración en lo cotidiano de la realidad latinoamericana. La idea de


que la historia y la vida son enigmáticas e incomprensibles había llevado a los autores del
“boom” a escribir novelas enciclopédicas y totalizadoras que en el “posboom” son sustituidas
por narraciones que presentan una imagen de la realidad comprensible dentro de los antiguos
esquemas de sociedad patriarcal y oligárquica. Por tanto, se aleja de la actitud universalista del
“boom” que intenta indagar en las profundidades del individuo y sigue la dinámica sin
pretensiones trascendentes del “posboom”. El final de la novela, centrado en los episodios
históricos sucedidos en Chile a partir de 1970 (aunque sin mencionar el país o los hechos
concretos específicamente), evidencia este reflejo de la realidad.
b) Si bien la narración posee una estructura circular con retrospecciones y anticipaciones, se
encuentra muy distanciada de los experimentos estructurales, muchas veces indescifrables, de
los autores del “boom”, que proponen novelas como rompecabezas a veces difíciles de
encajar. La casa de los espíritus sigue básicamente un esquema más convencional de
cronología lineal, próxima a la novela realista tradicional, en la que lo realmente relevante es la
trama: la crónica de la familia Trueba-del Valle a lo largo de casi cuatro generaciones. La
estructura circular viene potenciada por una temporalidad cíclica que se consigue con el
mecanismo de la repetición. Por ejemplo:
• La relación de afectividad entre madres e hijas y la responsabilidad de transmitir el pasado
familiar.
• La escritura de Clara y Alba y la lectura de los cuentos mágicos del tío Marcos.
• Los nombres luminosos de las mujeres, de los Pedro García y de los Esteban.
• Las variaciones en la excentricidad generacional: la imaginación como elemento femenino,
el ansia de nuevas experiencias del linaje masculino representado en Marcos y en Nicolás,
el pelo verde de Rosa y Alba.
• La construcción, destrucción y reconstrucción e espacios.
• La violencia: cada acto violento genera otro.
c) Como casi toda la narrativa de Isabel Allende, La casa de los espíritus se distancia tanto de la
alta literatura innovadora de los autores del “boom” que, siguiendo la tendencia de los
escritores “posboom” de incorporar recursos de la cultura de masas, llega a convertir su novela
en un melodrama, agregando componentes de la narrativa folletinesca: el amor clandestino de
Blanca y Pedro Tercero, el matrimonio de conveniencia de Blanca y el conde Jean de Satigny,
las violaciones de Pancha García por Esteban Trueba y de Alba por Esteban García, la muerte
por accidente de Nívea y Severo del Valle…
d) La casa de los espíritus recupera la corriente de novela social latinoamericana que los
escritores del “boom” habían abandonado en su tendencia hacia lo cosmopolita y universal. El
compromiso político y social que identifica la narrativa “posboom” se expone en esta novela a
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través de los casi cien años de la historia de Chile que transcurre paralela a la crónica familiar:
el ejercicio del poder y posterior desmoronamiento de la antigua oligarquía representada en el
personaje de Esteban Trueba, la manipulación de elecciones, los opositores de izquierdas
como Pedro Tercero, el triunfo del presidente socialista Salvador Allende y su destitución por el
golpe militar del general Pinochet, el exilio de Blanca y Pedro Tercero…
e) La acción transcurre en la hacienda Las Tres Marías y la casa de la esquina de la capital, es
decir, incorpora un espacio urbano, como es propio de la literatura “posboom”, además de
otras cualidades de la cultura urbana que forman parte de la vida de los personajes: Clara
socorre a numerosos indigentes, Amanda experimenta con las drogas, Nicolás recibe clases de
flamenco… La casa de la esquina, la urbe, representa el espacio de la libertad y la modernidad
frente a lo rural, donde prevalecen las tradiciones y las diferencias de clase.
f) No se plantean cuestiones profundas sobre la existencia ni la angustia de vivir como había
ocurrido en las novelas del “boom”. Los personajes son protagonistas que forman parte de la
vida cotidiana con los atributos de los individuos de carne y hueso que habitan los lugares de
Latinoamérica: Esteban Trueba, el patriarca, es déspota, autoritario, colérico, violento; Jaime,
generoso, tierno, solidario; Nicolás, estrafalario, aventurero, espiritual; Pedro Tercero García,
pasional, subversivo, íntegro; Amanda, independiente, existencialista… Por otro lado, los
personajes carecen de complejidad psicológica y están caracterizados desde una perspectiva
moral maniquea debido a la inclinación de Isabel Allende por los valores éticos. Frente al
intelectualismo de los narradores del realismo mágico del “boom”, en La casa de los espíritus
se apela a las emociones del lector. La muerte está presente como una prolongación de la
vida, los muertos y los vivos conviven con naturalidad sin que ello produzca extrañeza. Clara le
dice a Alba:

Agregó que si ella podía comunicarse sin dificultad con las almas del Más Allá, estaba totalmente
segura de que después podría hacerlo con las almas del Más Acá, de modo que en vez de
lloriquear cuando ese momento llegara quería que estuviera tranquila, porque en su caso la muerte
no sería una separación, sino una forma de estar unidas.

g) Con la narrativa “posboom” lo femenino adquiere un lugar destacado. En La casa de los


espíritus los personajes protagonistas son mujeres (Clara, Blanca, Alba…) y la perspectiva que
se adopta para mostrar a los personajes masculinos es femenina y crítica (Esteban Trueba es
violento y machista; Esteban García, el resentido que encuentra en la maldad su venganza).
Además, para Clara y Alba, la escritura es una forma de dar sentido a sus vidas en una
sociedad opresiva y patriarcal. Isabel Allende reivindica la literatura como instrumento de
protesta contra la opresión. Clara escribió sus cuadernos de anotar la vida para que su nieta
pudiera “rescatar las cosas del pasado”:

que escribiera un testimonio que algún día podría servir para sacar a la luz el terrible secreto que
estaba viviendo, para que el mundo se enterara del horror que ocurría paralelamente a la existencia
apacible y ordenada de los que no querían saber.

h) La posición vital de los escritores del “boom” es de pesimismo ante su sentimiento de


importancia para poder comprender el caos del universo y ante su incapacidad para cambiarlo.
Los autores “posboom” perciben el cosmos más ordenado y muestran una imagen más
tranquilizadora de la realidad. Expresan su optimismo ante un futuro esperanzador a través de
la lucha feminista, política y social: Alba después de haber sido violada por Esteban García
decide olvidar la venganza y poner el acento en la vida de la hija que espera. Esta actitud
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personal de Alba viene a simbolizar la confianza de Isabel Allende en el futuro, tanto para su
país, Chile, como para afrontar la vida:

Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino solo llenar estas
páginas mientras espero el regreso de Miguel, mientras entierro a mi abuelo que ahora descansa a
mi lado en este cuarto, mientras aguardo que lleguen tiempos mejores, gestando la criatura que
tengo en el vientre, hija de tantas violaciones, o tal vez hija de Miguel pero sobre todo hija mía.

i) Si para los escritores del “boom” el lenguaje es el protagonista de la escritura, en el “posboom”


se trata de reproducir su uso en la realidad, por lo que se coloquializa y se vuelve más sencillo.
En La casa de los espíritus la prosa es fluida y natural, con una sintaxis de periodos breves,
poco complejos y un léxico sencillo y coloquial.

Sin embargo, pueden señalarse dos rasgos en los que La casa de los espíritus no coincide con
la novela del “posboom”:

a) Los escritores del “boom” muestra su incredulidad ante el hecho de que el amor pueda ser la
base en la que asentar la existencia del ser humano, en una perspectiva de soledad e
imposibilidad de comunicación del individuo y muchos escritores del “posboom” también
presentan la soledad y la imposibilidad de comunicación del individuo. En cambio, en La casa
de los espíritus el amor es uno de los temas fundamentales (Clara y Esteban Trueba, Blanca y
Pedro Tercero, Alba y Miguel), de tal forma que se presenta como una fuerza capaz de
cambiar las estructuras políticas y sociales. Isabel Allende hace mayor hincapié en el amor
como motor para cambiar el mundo que en la ideología.
b) Si bien el humor aparece en muchas novelas “posboom”, no se puede decir que sea el caso de
La casa de los espíritus: tan solo hace acto de presencia en algunas ocasiones la ironía.

En conclusión, se trata de una novela social, con destacada presencia de lo femenino, donde
la trama, narrada con sencillez, desempeña un importante papel. Todo ello justifica la aceptación que
ha logrado para ser leída por un público mayoritario. Un público al que han atrapado desde hace
décadas los sentimientos representados por personajes profundamente humanos. Amor, odio,
sensualidad, magia, sangre, guerra, dolor… hacen de La casa de los espíritus una apasionante novela
capaz de transportarnos a un mundo cargado de realidad incluso a pesar de la magia que lo envuelve.

Este ejercicio debe incluir los siguientes apartados:

- INTRODUCCIÓN COMÚN
a.- Breve introducción a la literatura del “boom”.
b.- Introducción al “posboom”.
c.- Características de La casa de los espíritus como representante de la nueva
narrativa hispanoamericana.
d.- Conclusión

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2.- El realismo mágico en relación con La casa de los espíritus.

La casa de los espíritus, publicada en 1982, es la primera gran novela de la chilena Isabel
Allende y una de las obras más representativas de la etapa del “posboom” literario hispanoamericano.
Además, esta primera narración extensa de la autora se convirtió de inmediato en un éxito de ventas
en numerosos países: desde España saltó a otras naciones de Europa y a Hispanoamérica. En ella,
Allende retrata la evolución de la sociedad chilena (extensible a otros países vecinos) durante el siglo
XX a través del relato de los distintos acontecimientos que suceden alrededor de varias generaciones
de la familia Trueba-Del Valle. A continuación nos centraremos en el realismo mágico en relación con
La casa de los espíritus.

En Literatura, recibe el nombre de “realismo mágico” la corriente novelística del siglo XX en


Hispanoamérica que se difunde con el llamado “boom” comercial de la narrativa en español desde
1950 a 1970. Recordemos que este nombre fue creado por Franz Roh en 1925 para designar una
corriente pictórica alemana posexpresionista, pero ya en 1948 Uslar Pietri aplica la etiqueta “realismo
mágico” a una corriente narrativa venezolana que asigna una magnitud trascendente o irreal a una
narración de sucesos cotidianos. El realismo mágico se puede definir como la preocupación estilística
y el interés en mostrar lo común y lo cotidiano como algo irreal y extraño, una forma de escribir en la
que se funden la realidad con elementos fantásticos, mágicos y fabulosos. Es un movimiento literario
hispanoamericano que nace como vía de experimentación de nuevas formas narrativas y que intenta
recoger la peculiaridad de la realidad del mundo latinoamericano a través de ellas.

El realismo mágico es un intento de renovación literaria muy unido a las renovaciones estéticas
de las vanguardias europeas y norteamericanas. Para algunos escritores del siglo XX la imagen del
mundo que ofrecía el realismo literario no es válida, pues no expresa una visión de la realidad que
incluya el inexplicable misterio de la existencia. Para entender la vida les queda la realidad de la
psique, por lo que pretenden representar a la vez lo objetivo y lo subjetivo, observar la realidad para
metaforizarla convirtiéndola en mágica o extraordinaria.

Los iniciadores serían Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier (“lo real maravilloso”),
quienes, durante los años 40 y 50, sentarían las bases y características del nuevo estilo. Asturias y
Carpentier representan en sus novelas una realidad extraordinaria que ellos ven en la naturaleza
americana y en cierta visión mítica que hallan en la cultura indígena. Posteriormente, con Gabriel
García Márquez, surge la corriente que se popularizó como “realismo mágico” a partir de su obra Cien
años de soledad (1967). Finalmente, los términos “real maravilloso” y “realismo mágico” se aúnan para
acabar considerándose sinónimos.

Ya en los 80 dentro de la generación del “posboom” hay autores que incorporan ciertos
elementos del realismo mágico. Entre ellos, destacan Isabel Allende y Laura Esquivel (Como agua
para chocolate, 1989). A continuación nos centramos en las características formales del realismo
mágico presentes, de manera más o menos fiel, en La casa de los espíritus:

1. Tratamiento del tiempo cíclico, que dinamita la linealidad argumental. La historia relata la vida
de la familia Trueba a lo largo de cuatro generaciones, siguiendo los movimientos sociales y políticos
del período postcolonial en el país en que viven (Chile). El tiempo comienza a principios del siglo XX y
termina en los años 70 con el golpe de Estado. La evolución del tiempo la conocemos por los
acontecimientos históricos: hay partes en las que se habla de la llegada del hombre a la luna, del
cambio del coche de caballos a los automóviles, de la comunicación, y de la forma de vida de la gente.

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El final de la novela enlaza con el principio, ya que la última línea del texto repite la primera: “Barrabás
llegó a la familia por vía marítima...”. La frase abre los “Cuadernos de anotar la vida” en los que la niña
Clara es testigo de los acontecimientos, de modo que el lector se entera al final del epílogo de que el
libro que tiene en sus manos es una reescritura por parte de su nieta Alba, impulsada y ayudada por
su abuelo. La estructura circular es inseparable en voces narrativas y punto de vista y las
anticipaciones y retrospecciones son frecuentes, como veremos en el apartado siguiente. Aunque no
se puede hablar de una distorsión temporal, la autora desliza en la obra elementos que remiten a
cierta concepción cíclica que, sin embargo, no afecta al texto en su conjunto.

2. Multiplicidad de perspectivas narrativas. Alba y Esteban cuentan lo que ocurre en primera


persona, del modo en que vivieron ellos los acontecimientos, haciendo de observadores externos,
pues solo saben lo que ven, pero los relatos de Clara en sus “Cuadernos de anotar la vida” están
escritos por un narrador omnisciente, haciendo referencias a lo que posteriormente ocurrirá en
diversas ocasiones (anticipaciones o prolepsis), gracias tal vez a las dotes adivinatorias de la
protagonista o gracias a que cuenta una experiencia ya sucedida. Es al final de la novela cuando se
descubre que es Alba la que recopila y emplea los distintos materiales de que dispone no solo para
transmitir una historia, sino para dar con ella sentido a su propia existencia. Alba reescribe lo que le
ha sucedido a la saga familiar basándose en los “Cuadernos” de su abuela Clara, en las cartas que se
cruzan Blanca y Clara, en los libros de registro de la hacienda y, sobre todo, en la voz de su abuelo
(que aparece en el epílogo, justo cuando se apaga la de su abuelo), dando pie así al fragmentarismo
narrativo, técnica de la novela moderna que implica un receptor activo. En La casa de los espíritus
este fragmentarismo narrativo está basado en la polifonía: a la narración omnisciente de Clara en
tercera persona, que sirve como hilo conductor, se le unen dos narradores en primera persona, Trueba
y su nieta Alba, que enriquecen la visión de los acontecimientos. Las distintas visiones de la misma
realidad aportadas por esa variedad de narradores crean un contrapunto narrativo. La expresión de la
subjetividad también se da a través del discurso indirecto libre.

3. La combinación de elementos reales y fantásticos percibidos por los personajes como algo
normal, lo sensorial es lo que percibe la realidad. Elementos como la magia, la fantasía, el mundo
de los espíritus pasan a formar parte de la cotidianidad. Isabel Allende utiliza elementos reales y
fantásticos con naturalidad: los poderes de Clara para mover objetos (la mesa de tres patas), tocar el
piano con la fuerza de la mente o la invasión de hormigas que nada puede detener. Hay magia en la
novela, una magia etérea porque un espíritu mueve los vasos, Clara ve el futuro y habla con los
muertos para anunciar su muerte como ocurre con su madre y Férula. Lo natural y lo sobrenatural se
mezcla con total normalidad. Lo oculto se hace visible, se relaciona el mundo real con el irreal
introduciendo lo fantástico o lo insólito sin romper la perspectiva de la narración realista. La novela nos
ofrece rasgos identificativos de lo latinoamericano sin llegar a la visión mítica de los autores
mágicorrealistas del “boom”. Los personajes perciben lo extraño con la misma normalidad que lo
común:

La habilidad de Clara para mover objetos sin tocarlos […] se fue acentuando hasta tener tanta práctica,
que podía mover las teclas del piano con la tapa cerrada, aunque nunca pudo desplazar el instrumento por
la sala, como era su deseo.

Férula era la primera en despertar […] llenaba la bañera de porcelana francesa pintada con nenúfares,
dándole tiempo a Clara para sacudirse la modorra saludando por turno a los espíritus presentes.

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4. Se insertan aspectos misteriosos e irracionales en la vida cotidiana: costumbres,
premoniciones, supersticiones, elementos mitológicos… En algunas ocasiones se produce un
sincretismo entre magia y religión. Aparecen como increíbles los avances tecnológicos (el teléfono, el
automóvil, la navegación aérea), pero la levitación y las premoniciones forman parte de lo cotidiano:

Marcos pasó dos semanas armando las partes de acuerdo a las instrucciones de un manual en ingés […]
La máquina yacía con la panza asentada en tierra firme, pesada y torpe, con más aspecto de pato herido,
que de uno de esos modernos aeroplanos que empezaban a fabricarse en Norteamérica. Nada en su
apariencia permitía suponer que podría moverse y mucho menos encumbrarse y atravesar las montañas
nevadas.

A pesar de su mansedumbre de doncella, Barrabás inspiraba terror […] La fantasía popular y la ignorancia
respecto a su raza, atribuyeron a Barrabás características mitológicas.

El día que Luisa Mora tocó el timbre de la gran casa de la esquina, el senador Trueba estaba en la
biblioteca sacando cuentas […] Al entrar en la habitación trajo consigo la presencia alada de Clara, que
quedó flotando en el aire ante los ojos enamorados de su marido, quien no la veía desde hacía varios
días.

5. Elementos imaginarios. Los escenarios en La casa de los espíritus son más realistas y menos
imaginarios que en la novela del “boom”. En cuanto a los sueños, la línea entre imaginación y realidad
queda más difusa:

En los desvaríos de la soledad aguardaba a mi hijo sentado en la poltrona de la biblioteca, con ojos fijos
en el umbral de la puerta, llamándolo con el pensamiento, tal como llamaba a Clara. Tanto lo llamé que
finalmente llegué a verlo, pero se me apareció cubierto de sangre seca y andrajos, arrastrando serpentinas
de alambre de púas sobre el parquet encantado. Así supe que había muerto.

6. El espacio es mínimo, destaca la atmósfera interiorizada que posibilita observar a los


personajes. La casa de los espíritus ocurre en dos espacios: la hacienda de Las Tres Marías y la casa
de la esquina de los del Valle. Se trata de espacios cerrados que son autorreferenciales, se prestan a
la lectura de la realidad en clave de magia. Simbolizan en ocasiones a los propios personajes y sus
diferencias sociales: Clara adapta su espacio en la parte trasera de la casa, mientras Esteban se
refleja en la parte delantera con ambiente inglés, en la hacienda de las Tres Marías el tiempo está
detenido y anclado como el sistema del latifundio, y la Casa de la esquina, sin embargo, pertenece a
un ambiente urbano en el que surgirán las revoluciones. La casa además es uno de los espacios de la
nueva literatura femenina, asociada a ella y lejos del exterior, aparece la mujer que sin duda es la
dueña de ese espacio, y cuya influencia en el exterior a través de la maternidad se hace evidente.

7. La violencia se presenta tal y como ocurre en la vida cotidiana, produciendo la sensación de


una sociedad primitiva. En La casa de los espíritus no se investiga en la condición humana como se
había hecho en las novelas mágicorrealistas del “boom”, pero sí se expresan, como en ellas, sin
puritanismos ni prejuicios, los desórdenes morales, la injusticia social, el asesinato…

Allí pasaron Jaime y los otros dos días sin agua y sin alimento, pudriéndose en su propio excremento, su
sangre y su espanto, al cabo de los cuales los transportaron a todos en un camión hasta las cercanías del
aeropuerto. En un descampado los fusilaron en el suelo, porque no podían tenerse de pie, y luego
dinamitaron los cuerpos.

  10  
8. Las hipérboles y exageraciones remiten a un mundo primitivo y bárbaro, y manifiestan
también una sensualidad desenfrenada:

Los modales del tío Marcos eran los de un caníbal, como decía Severo. […] Hacía experimentos de
alquimia en la cocina, llenó toda la casa con humaredas fétidas y arruinaba las ollas con sustancias
sólidas que no se podían desprender del fondo. Mientras los demás intentaban dormir, […] enseñaba a
hablar en español a un loro cuya lengua materna era de origen amazónico.

La acometió con fiereza incrustándose en ella sin preámbulos, con una brutalidad inútil. Se dio cuenta más
tarde por las salpicaduras sangrientas en su vestido que la joven era virgen.

9. Frente al intelectualismo de los narradores del realismo mágico del “boom”, en La casa de
los espíritus se apela a las emociones del lector, los valores morales se recalcan desde un punto
de vista maniqueo. Los personajes carecen de complejidad psicológica y están caracterizados desde
una perspectiva moral maniquea debido a la inclinación de Isabel Allende por los valores éticos. La
muerte está presente como una prolongación de la vida, los muertos y los vivos conviven con
naturalidad sin que ello produzca extrañeza. Clara le dice a Alba:

Agregó que si ella podía comunicarse sin dificultad con las almas del Más Allá, estaba totalmente segura
de que después podría hacerlo con las almas del Más Acá, de modo que en vez de lloriquear cuando ese
momento llegara quería que estuviera tranquila, porque en su caso la muerte no sería una separación,
sino una forma de estar unidas.

10. Frente al pesimismo de los autores del “boom”, Isabel Allende, en la voz de Alba, al final de
la novela, deja una puerta abierta a la esperanza:

Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino solo llenar estas
páginas […] mientras aguardo que lleguen tiempos mejores.

Como conclusión, podemos señalar que la crítica literaria no se ha puesto de acuerdo a la hora
de valorar La casa de los espíritus como representativa del realismo mágico. Evidentemente, si
comparamos nuestra novela con otras consideradas por unanimidad dentro de esta corriente (Cien
años de soledad, Pedro Páramo) la distancia es grande. Las características heredadas de esta
corriente que utiliza Isabel Allende en su novela responden a las expectativas de los lectores
europeos, deslumbrados previamente por el “boom” latinoamericano. Pero, como hemos comentado,
pese a que lo real se presenta de forma más convencional en La casa de los espíritus, también se
encuentran en esta novela elementos mágicos. Estos aspectos se circunscriben esencialmente a
algunos personajes femeninos y dentro del ámbito familiar, sin que resulten sorprendentes para los
demás ni afecten al orden establecido. Al final de la novela, la realidad, la cruda realidad de los
acontecimientos históricos, va ganando terreno a la magia. Prácticamente desaparecen los espíritus
de otros tiempos. Como escribe Alba: “Es una delicia para mí leer los cuadernos de esa época, donde
se describe un mundo mágico que se acabó”. No obstante, a lo largo de la novela el lector asiste a la
magia de “La casa de los espíritus” como un personaje más y se deja fascinar por ella con naturalidad.

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Este ejercicio debe incluir:

- INTRODUCCIÓN COMÚN
a.- Concepto-definición de “realismo mágico”.
b.- Origen y autores.
c.- ¿Cómo se reflejan las características del realismo mágico en La
casa de los espíritus? (Esta parte es muy importante y es la que puede
dar más valor a la pregunta).
d.- Conclusión: ¿Se puede considerar mágicorrealista La casa de los espíritus?

3- Aspectos políticos y sociales reflejados en La casa de los espíritus.

La casa de los espíritus, publicada en 1982, es la primera gran novela de la chilena Isabel
Allende y una de las obras más representativas de la etapa del “posboom” literario hispanoamericano.
Además, esta primera narración extensa de la autora se convirtió de inmediato en un éxito de ventas
en numerosos países: desde España saltó a otras naciones de Europa y a Hispanoamérica. En ella,
Allende retrata la evolución de la sociedad chilena (extensible a otros países vecinos) durante el siglo
XX a través del relato de los distintos acontecimientos que suceden alrededor de varias generaciones
de la familia Trueba-Del Valle. A continuación nos centraremos en los aspectos políticos y sociales
reflejados en la obra objeto de nuestro estudio.

La casa de los espíritus es una novela que abarca toda una sociedad y varios cambios políticos
y, aunque nunca llegue a decirse abiertamente, no hay duda de que el relato está ambientado en
Chile. Recordemos que el punto de partida de la novela fue una larga carta que escribió Isabel Allende
a su abuelo materno, con 99 años, ya moribundo. En ella pretendía repasar y comprender ese último
siglo. Este es el motivo de que las etapas de la vida de los personajes sean un fiel reflejo de la
realidad chilena del siglo XX con la evolución de una estructura social arcaica a otra más moderna con
sus desigualdades sociales, su inestabilidad política, la corrupción en las votaciones, la reforma
agraria, el golpe de Estado y la involución política. Así, la novela se convierte por un lado en testimonio
y denuncia, una confesión sentimental e histórica que pretende el desahogo de fantasmas personales
y colectivos; por el otro, contiene la denuncia del terror que siembra la dictadura de Pinochet en su
país, pero que bien podía representar cualquier dictadura en cualquier país de Hispanoamérica.

Nuestra obra se centra en las vicisitudes de una saga familiar desde principios del siglo XX.
Abarca casi un siglo, contando la vivencias de Esteban y Clara, de su hija Blanca y Pedro Tercero
García, y de Alba y Miguel, cuyas vidas se vieron influidas por el golpe de Estado dado por las fuerzas
militares chilenas, ayudados por estafas y boicots por parte de las clases altas. Se trata de un relato
eminentemente feminocéntrico, que plasma el devenir de cuatro generaciones en las que cuatro
mujeres de la familia, junto al patriarca, Esteban Trueba, constituyen el eje del drama familiar y político
del país andino. A lo largo de la novela los personajes se mueven en medio del entorno social y
político de la época, a lo que se suman los elementos mágicos introducidos por la autora.

Diversos acontecimientos históricos y sociales van marcando el paso del tiempo. A lo


largo de toda la novela el devenir de la historia chilena del siglo XX es una constante manifestada en
múltiples referencias concretas que explican el proceso que culminará en el golpe de Estado:

  12  
• Datos que remiten al pasado colonial: el apellido familiar de Trueba, la participación del abuelo
de Pedro García el viejo en la expulsión de los españoles, una sociedad descendiente de los
más esforzados emigrantes castellanos y vascos o ceremonias que se mantienen desde los
tiempos de la colonia…
• Aspectos socioeconómicos: la importancia de las minas en la dinamización de la economía, los
felices años 20, la reivindicación del voto femenino, la llegada de los primeros coches, el
acceso de la mujer a la universidad y la protección a los menores, la prosperidad de Chile
como despensa de una Europa en crisis, la llegada de inmigrantes ilustres (el conde Satigny),
la quiebra de las salitreras…
• Referencias históricas y políticas: las dos guerras europeas y su repercusión en América
(emigración, las elecciones presidenciales, la vida despreocupada de la oligarquía entre las
transformaciones sociales y la propagación de las ideas comunistas y del sindicalismo en los
fundos), la demonización del comunismo por parte de la derecha, el gran terremoto de 1960, la
llegada al poder de la izquierda, el golpe de Estado...
• Referencias culturales: el existencialismo europeo, el consumo de hachís…

Respecto a las clases sociales reflejadas en la obra, empezaremos por tratar la clase alta
dominante, representada en La casa de los espíritus por la oligarquía terrateniente (Trueba) y las
profesiones liberales (del Valle), ambos de ideologías conservadoras. Trueba proviene de una familia
perteneciente a un segmento de la oligarquía chilena venida a menos, pero que gracias a un golpe de
fortuna y perseverancia consigue recuperar su feudalismo, dinero y potestad. El peso de la historia
descansa en la vida personal de Esteban Trueba, quien de ser hijo de madre viuda, arruinada y
enferma terminal, pasa a convertirse en minero y latifundista rico. Posteriormente, como suele ser el
recorrido natural de los hombres adinerados por esas tierras, llegará a ocupar un escaño en el Senado
de la República, con todas las características de los políticos conservadores chilenos de mediados de
siglo. Esta clase alta terrateniente lleva dominando desde hace siglos a los campesinos, sumidos en la
pobreza y esclavitud, como sucede con las familias que trabajan y son vejadas por el patrón en Las
Tres Marías.

Por ello, la tensión que recorre la novela entera no es otra que el conflicto de clases, un
conflicto producto de un orden social aparentemente inmutable -a pesar de las transformaciones
históricas- y que comienza a desmoronarse paulatinamente, a medida que los trabajadores del campo
y la ciudad van haciéndose conscientes de sus derechos. La relación vertical entre empleado y patrón
está muy bien retratada de acuerdo a la época descrita, previa a la Reforma Agraria, y también la que
surgió después como consecuencia de esta, cuando el campesinado pasó a ser dueño de la tierra,
enfrentándose al patrón. Con posterioridad al Golpe, y ya en plena dictadura, puede verse también
cómo las relaciones retoman su curso natural, imponiéndose otra vez la ley de la casta más fuerte. En
la novela, destacan los siguientes aspectos de la relación entre diferentes clases:

• La desigualdad basada en el paternalismo. El patrón se percibe como el único preparado para


administrar el destino de sus inquilinos: “Esta pobre gente no tiene cultura ni educación, no
pueden sumir responsabilidades, son niños. ¿Cómo van a saber lo que les conviene? Sin mí
estarían perdidos”. Este desvalimiento justifica y perpetúa los esquemas de patronazgo, porque
los asocia a los de la familia: “Yo era como un padre para ellos”.
• La protección del patrón alimenta relaciones de sumisión: “Al que se quede no le faltará de
comer, pero tendrá que esforzarse. No quiero flojos ni gente insolente”. La modernización de la
hacienda pasa por la creación de una escuela donde no se promueven más conocimientos que
los básicos, para evitar ideas inapropiadas a su estado y condición; un almacén donde los
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campesinos puedan abastecerse, pero no con dinero, sino con una especie de vales de color
rosa; el patrón proporciona gratuitamente jabón, lana o jarabes, porque no quería a su
alrededor gente sucia, con frío o enferma.
• El poder se ejerce a través de la violencia. Esteban Trueba y los otros patrones de la región
son violentos y ambiciosos, cometen sádicos homicidios ante la pasividad de las autoridades.
Los hermanos Sánchez no solo matan a palos a un dirigente socialista, sino que también lo
cuelgan de un poste telégrafo e incluso lo desentierran para exhibirlo.
• Una de las manifestaciones más evidentes de la violencia es la violación, con lo que la
dominación social y la sexual se superponen. Por ejemplo, las violaciones de Trueba provocan
envidiosa admiración entre los machos de su clase.
• Las posiciones de poder se mantienen mediante la manipulación. Es el caso de la falta de
transparencia de las votaciones, que otorgan la victoria al Partido Conservador.

El conflicto de clases solo parece tener resolución en el plano mítico, donde es transmutado en una
suerte de destino fatal que recae sobre el cuerpo de las mujeres: la violación por los hombres de otra
clase social, con los cuales mantienen además vínculos de parentesco (Pancha García y Alba son
violadas por Esteban Trueba y Esteban García respectivamente, abuelo y nieto). De esta forma, esos
vínculos son determinados por una voluntad masculina y reproducidos a través del cuerpo de las
mujeres. Esa aceptación del destino fatalista es la que manifiesta Alba en el Epílogo:

El día en que mi abuelo volteó entre los matorrales del río a su abuela, Pancha García, agregó otro
eslabón en una cadena de hechos que debían cumplirse. Después el nieto de la mujer violada repite el
gesto con la nieta del violador y dentro de cuarenta años, tal vez, mi nieto tumbe entre las matas del río a
la suya y así, por los siglos venideros, en una historia inacabable de dolor, de sangre y de amor.

Sorprende el universo femenino de la novela, en tanto paradigma contestatario a las mujeres


de su misma clase. Nada tienen que ver las presencias femeninas de La casa de los espíritus con el
prototipo de mujer proveniente de la clase alta chilena. Las mujeres de Isabel Allende responden más
bien al estereotipo de mujer clase media educada, extravagantes y soñadoras, pero todavía muy
entregadas a las tareas y responsabilidades del hogar. Tal es el caso de Férula, hermana del senador,
de su hija Blanca, y también de su misma nieta Alba, aún cuando encarna -solo en parte- a las jóvenes
feministas del Chile de los años 70. El exceso de autoritarismo por parte de la sociedad machista de
la época conlleva a una falta de compromiso ideológico que aparece marcado en las mujeres de La
casa de los espíritus, a quienes vemos entregadas más por motivos amorosos a la ideología de sus
amantes que por otra causa, y afectadas en distintos momentos por una patología mental, la
depresión.

El contraste del mundo masculino con el femenino, aparece nítidamente registrado y se


corresponde con la época descrita, cuando los roles estaban demarcados por la barrera del sexo. Así,
el senador Trueba siempre será el sostenedor de la familia, el hombre fuerte ante la adversidad, el
único que puede poner en orden el mundo material. Machista, autoritario al punto de sentirse con
derecho a golpear a su esposa con tal de imponer su voluntad. Hacia el final de la novela hay cierta
(poca) evolución:

Había acabado por aceptar –vencido por la oleada de los nuevos tiempos- que algunas mujeres no eran
del todo idiotas y pensaba que Alba, demasiado insignificante para atraer a un esposo de buena situación,
podía adquirir una profesión y acabar ganándose la vida como un hombre.

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Hemos de destacar que los últimos capítulos de la novela se despegan de los toques de
realismo mágico para caer en la más amarga novela realista (como escribe Alba: “Es una delicia para
mí leer los cuadernos de esa época, donde se describe un mundo mágico que se acabó”). En la
victoria del Candidato y la posterior reforma agraria, en el boicot de los inversores extranjeros y las
empresas nacionales, vemos claramente el gobierno en Chile de Salvador Allende, de 1970 a 1973.
Esteban representa aquella gran mayoría de la sociedad chilena que duerme con miedo al comunismo
y agita a las fuerzas armadas para que intervengan, y, al igual que los demás, tendrá tiempo de
arrepentirse de lo sucedido. El 11 de septiembre de 1973, los militares tomaron el poder mediante un
golpe de Estado, pereciendo el presidente de ese momento (primer mandatario de izquierda elegido
por voto popular), en la defensa del palacio presidencial (la versión oficial, al igual que lo expuesto en
el libro, es que Allende se suicidó). A partir de ese momento, se estableció una Junta Militar
encabezada por el general Augusto Pinochet Ugarte que suspendió inmediatamente la Constitución,
disolvió el Congreso, impuso una estricta censura y prohibió todos los partidos políticos. La dictadura
solo benefició a la clase militar y a la alta burguesía, que se enriqueció aún más gracias a las
inversiones extranjeras y se rodeó de objetos de lujo importados. La clase media sufrió los efectos de
la subida de precios y el desempleo, y las clases bajas tuvieron que resignarse a cobrar salarios de
miseria, al tiempo que en el campo se volvía a instaurar el orden anterior a la Reforma Agraria.
Además de agrandarse el abismo entre clases, se anularon todas las libertades y el derecho de
asociación.

En La casa de los espíritus, Isabel Allende (sobrina de Salvador) redacta, sin utilizar nombres
propios reales, esta situación. Como conservador, Esteban Trueba aprueba el golpe para volver al
estado de cosas previo a la victoria electoral del socialismo pero al igual que otros derechistas pronto
se da cuenta de que la solución al problema se les ha ido de las manos, ya que allegados a él (su hijo
Jaime, su nieta Alba) son víctimas de la represión de la dictadura militar, que no tiene la menor
intención de devolver el poder político a la oligarquía tradicional. La autora reproduce casi literalmente
parte del mensaje que Salvador Allende dirigió a los ciudadanos chilenos la mañana del golpe de
Estado. Se relatan una serie de atrocidades que contrastan con la imagen de orden y pulcritud que
intenta dar el país de cara al exterior: supermercados con manjares que nadie puede comprar, barrios
de chabolas tapiados para no ser descubiertos por los turistas, campos de concentración… La
sociedad bajo la opresión se divide finalmente en dos bandos: los mayores que se exilian, como
Blanca y Pedro Tercero y los jóvenes que aún confían en que todo puede cambiar y se quedan para
luchar, como Alba y Miguel.

Como conclusión, cabe decir que en la novela la historia de Chile es la historia de los Trueba,
la alianza matrimonial, los vínculos de parentesco existentes entre la oligarquía y la alta burguesía,
entre los conservadores y los liberales, entre el laicismo y la religión, etc. Vínculos que hacen del
castigo a los iguales, algo intolerable. La identidad cultural emerge de la homogeneización: somos
todos iguales porque tenemos un origen y un destino común. El conflicto surge entonces entre los
Trueba legítimos y los bastardos, los que son reconocidos como iguales y los no reconocidos, los
excluidos. Por lo tanto, la rotura que se produce al final de la historia es una rotura entre parientes que
han sido negados. El rencor y el resentimiento de personajes oscuros y planos como el de Esteban
García, solo encuentra en la coyuntura histórica la oportunidad de desatar la violencia como parte de
su búsqueda de reconocimiento. Pero si la violencia ya está escrita en el libro de los Trueba, sobre
una base de injusticia y desigualdad, esto no deja de ser una metáfora inquietante sobre el destino de
nuestra sociedad.

En definitiva, la narración acota el proceso social e ideológico vivido en Chile hasta la llegada de
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la dictadura desde una óptica bastante pluralista, consiguiendo una polifonía de voces interesante y
muy poco trabajadas por los escritores chilenos de la misma generación. Los aspectos políticos y
sociales de la obra se muestran a través de ese abanico de voces y de personajes que al desplegarse
muestra un relato de sentimientos tan profundos y tan atemporales como el amor, el odio, la
esperanza, el deseo de libertad... Todo hace de La casa de los espíritus una apasionante novela
capaz de transportarnos a un mundo cargado de realidad, la realidad del siglo XX (y XXI) en tantos
países, incluso a pesar de la magia que lo envuelve. Eso sí, podemos aferrarnos a la puerta abierta a
la esperanza que Isabel Allende, en la voz de Alba, nos deja al final de la novela:

Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino solo llenar estas
páginas […] mientras aguardo que lleguen tiempos mejores.

En este ejercicio nos centramos en los siguientes aspectos:

- INTRODUCCIÓN COMÚN
a.- Testimonio histórico y político del siglo XX ! Hispanoamérica ! Chile
b.- Acontecimientos históricos reflejados en la novela
c.- Clase alta dominante
d.- Conflicto de clases
e.- Universo femenino y sociedad machista
f.- Final de la novela: el golpe de Estado
g.- Conclusión

4.- Los personajes y el ambiente social en La casa de los espíritus.


4.- Análisis de los principales protagonistas femeninos de La casa de los espíritus.
4.- Caracterice un personaje masculino y otro femenino de La casa de los espíritus.

La casa de los espíritus, publicada en 1982, es la primera gran novela de la chilena Isabel
Allende y una de las obras más representativas de la etapa del “posboom” literario hispanoamericano.
Además, esta primera narración extensa de la autora se convirtió de inmediato en un éxito de ventas
en numerosos países: desde España saltó a otras naciones de Europa y a Hispanoamérica. En ella,
Allende retrata la evolución de la sociedad chilena (extensible a otros países vecinos) durante el siglo
XX a través del relato de los distintos acontecimientos que suceden alrededor de varias generaciones
de la familia Trueba-Del Valle. A continuación nos centraremos en los personajes
femeninos/masculinos/… de La casa de los espíritus.

La novela de Isabel Allende narra las vicisitudes de una saga familiar cuyo retrato nos permite
contemplar la evolución social y política de Latinoamérica (y especialmente de Chile) durante todo el
siglo XX. Se trata de un relato eminentemente feminocéntrico, que plasma el devenir de cuatro
generaciones en las que cuatro mujeres de la familia, junto al patriarca, Esteban Trueba, constituyen el
eje del drama familiar y político del país andino. Por La casa de los espíritus desfila una multitud de
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personajes, que conforman el microcosmos de la sociedad chilena, sacudida ferozmente por un
pasado confuso e impreciso y por un presente marcado por cambios políticos y económicos, guerrillas,
enfrentamientos de clases sociales fuertemente diferenciadas, dictaduras, en definitiva, lucha por las
libertades. La mayor parte de ellos son personajes complejos que maduran y cambian sus inquietudes
con los sucesos de la novela.

Como hemos señalado, en La casa de los espíritus destaca el protagonismo de las mujeres:
su papel es primordial en la obra, ya desde la dedicatoria de la autora a las mujeres de su vida: “A mi
madre, a mi abuela, y a las otras extraordinarias mujeres de esta historia.” En la novela, las cuatro
generaciones de féminas son luminosas, cada una a su manera, sus nombres no hacen sino
corroborarlo: la “blancura” de Nívea, Clara, Blanca y Alba es símbolo de su luz interior, de la pureza,
de lo celestial y también de lo paranormal. Son mujeres que se guían por su intuición y desafían el
despotismo patriarcal. En La casa de los espíritus el contraste del mundo masculino con el femenino
aparece nítidamente registrado y se corresponde con la época descrita, cuando los roles estaban
demarcados por la barrera del sexo. Pero la novela crea personajes femeninos de una gran
personalidad e iniciativa en el contexto de una sociedad patriarcal, mujeres que representan la
bondad, la generosidad, la solidaridad y el ánimo de justicia política y social: su rol más importante es
el de socavar el régimen familiar machista y patriarcal. Por ello, en primer lugar situamos el foco de
atención en esta galería de mujeres que cumplen un papel protagonista e ilustran la lucha por la
liberación femenina. Estas mujeres se encuentran entre dos mundos enfrentados: las clases
acomodadas y las asalariadas. Nada tienen que ver las presencias femeninas de La casa de los
espíritus con el prototipo de mujer proveniente de la clase alta chilena. Las mujeres de Isabel Allende,
responden más bien al estereotipo de mujer clase media educada, extravagantes y soñadoras, pero
todavía muy entregadas a las tareas y responsabilidades del hogar. Tal es el caso de Férula, hermana
del senador, de su hija Blanca, y también de su misma nieta Alba, aún cuando encarna -solo en parte-
a las jóvenes feministas del Chile de los años 70. El exceso de autoritarismo por parte de la sociedad
machista de la época conlleva a una falta de compromiso ideológico que aparece marcado en las
mujeres de La casa de los espíritus, a quienes vemos entregadas más por motivos amorosos a la
ideología de sus amantes que por otra causa, y afectadas en distintos momentos por la depresión.

El personaje femenino principal es Clara Trueba (del Valle), la hija menor de Severo y Nívea del
Valle, esposa de Esteban Trueba y madre de Blanca, Jaime y Nicolás (de los que adivinó el género
desde su embarazo, imponiendo ella misma sus nombres). Clarividente (como su nombre indica),
practica la telequinesis, la adivinación y la comunicación con los fantasmas, simboliza la unión del
mundo real con el de los muertos (realismo mágico), la muerte a través de ella se muestra como algo
cotidiano. Clara es también símbolo de la maternidad y la comprensión, apoya y justifica los actos de
sus hijos incluso si iban en contra de lo que piense su esposo Esteban, hace que Férula llegue a
quererla y a olvidar (aunque sea momentáneamente) su ira. Representa la memoria al anotar en los
cuadernos toda los acontecimientos que le suceden a su familia, memoria de la que se hace eco la
historia y que políticamente no podemos olvidar. La justicia es otro de sus valores, enseña a los niños
de la escuela de Las Tres Marías destruyendo la diferencia de clases. Clara pasa por largos períodos
de mutismo inexplicable para luego sumergirse en sesiones de espiritismo que son otra forma de
evasión de la realidad. Como esposa vive más preocupada de los muertos que de los vivos, extraviada
en sus propias fantasías, ajenas a la realidad y sus necesidades. Sus obligaciones descansan en la
servidumbre y en su cuñada Férula, acaso la única mujer de la novela con los pies puestos en la tierra,
y a quien, sin embargo, su hermano termina por expulsar de la casa cuando advierte que tiene el
talante suficiente para disputarle su autoridad. La relación con Esteban Trueba, su esposo, está
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marcada por una conducta sexual machista, en tanto se proyecta como objeto del deseo de Trueba,
sin encarnar apenas otros aspectos de la relación amorosa. Al final de la novela es la impulsora de
que su nieta Alba (cuando está siendo torturada) exponga la denuncia de los horrores de la dictadura
militar. Isabel Allende se plantea la necesidad del compromiso de la literatura a través del personaje y
su descendiente:

Clara trajo la idea salvadora de escribir con el pensamiento, sin lápiz ni papel, para mantener la mente
ocupada, evadirse de la perrera y vivir. Le sugirió, además, que escribiera un testimonio que algún día
podría servir para sacar a la luz el terrible secreto que estaba viviendo, para que el mundo se enterara del
horror que ocurría paralelamente a la existencia apacible y ordenada de los que no querían saber.

Blanca Trueba es la primera hija de Clara y Esteban, pasa su vida entre la Casa de la Esquina de la
Capital y la Hacienda Las Tres Marías, donde entablaría un gran amor con el pequeño Pedro Tercero
García, que duraría hasta que se ve obligada a asistir a un internado para señoritas. Durante este
período solo se ven durante los veranos, a pesar del estatus y de las creencias de su familia, terminara
por enamorarse de Pedro Tercero, quien se había vuelto un joven campesino viviendo y trabajando en
la hacienda de Esteban. Blanca representa la unión de los dos bandos políticos, se enfrenta a su
padre por amor, existe un cambio de mentalidad social en cuanto a las clases que se ve reflejado en
su personaje, su amor persiste aunque su enamorado es expulsado de la hacienda por su padre
debido a que el joven propagaba incansablemente sus ideas de igualdad social a los demás
trabajadores, el amor y la defensa de la igualdad social la llevarán incluso al exilio a Canadá.

Alba es la hija de Blanca y Pedro Tercero, aunque por muchos años creyó que era hija del difunto
Conde de Satigny. Desde antes de su nacimiento, su abuela Clara decretó que estaba bendecida por
las estrellas. Por esta razón, Clara decía que no necesitaba ir a la escuela y fue criada en la Gran
Casa de la Esquina, en la cual mantuvo estrechos lazos con todos los miembros de la familia. Alba
adoraba jugar en el sótano y pintar en la pared de su cuarto extrañas figuras y monstruos que
inventaba, similares a los que su madre hacía en cerámica y su tía abuela en su inacabado mantel,
imagen que une a las tres mujeres y consolida la fuerza femenina de la novela. En la Universidad
estudia Filosofía y Música, y se enamorara de un estudiante de Derecho, que era un revolucionario
radical, Miguel, el cual entra a la guerrilla a raíz del golpe de Estado. Alba sufre la tortura que miles de
persona durante las dictaduras han padecido: la relación con Miguel hace que sea encarcelada y
torturada cruentamente por los militares del golpe de Estado. Alba llega a esa posición porque ha
salvado la vida otros perseguidos políticos, porque se ha hecho parte de una lucha que no le
corresponde, y sobre la cual el mismo personaje tiene dudas en un principio. Dudas que se resuelven
a través del amor que siente por Miguel, que luego se convertirá en el jefe de la guerrilla que lucha en
la clandestinidad. Alba llega por una mezcla de amor y rebeldía a hacerse parte de la lucha del
pueblo, pero no por un convencimiento profundo de lo que está haciendo, y a pesar de todo logra
sobrevivir al espanto. Su principal verdugo es Esteban García, quien abusó sexualmente de ella varias
veces, al igual que su abuelo había hecho con la abuela de él. Es rescatada gracias a la intervención
de Tránsito Soto y regresa a su casa, donde con su abuelo recopila todos los “Cuadernos de anotar la
vida” de su abuela y los propios testimonios de Esteban Trueba para completar los cuadernos, la
memoria de la vida, de la historia y la familia se cierra de forma circular a través de los personajes de
Alba y Clara. Es el personaje que da un toque de optimismo al final, queriendo “romper la cadena”:

Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino solo llenar estas
páginas mientras espero el regreso de Miguel, mientras entierro a mi abuelo que ahora descansa a mi

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lado en este cuarto, mientras aguardo que lleguen tiempos mejores, gestando la criatura que tengo en el
vientre, hija de tantas violaciones, o tal vez hija de Miguel pero sobre todo hija mía.

Tránsito Soto refleja en su nombre el paso, el cambio que no implica ruptura sino continuidad. Decide
cambiar los arbitrios sexuales del patrón (y con la ayuda de este, que le presta dinero en uno de los
pocos gestos generosos de Esteban) por la prostitución organizada, en la que ya no estará sometida a
un hombre. Aquí controlará los apetitos sexuales del género, lo que le dará poder e influencia en el
mundo masculino. Al final, Tránsito le devuelve el favor a Esteban ayudándole a encontrar a su nieta,
que se encuentra en manos del régimen militar. Frente a los destinos ya marcados de otros
personajes, ella es la única figura femenina que consigue salir indemne, y al contrario, obtiene una
cuota de poder real en el mundo. Aparece como la prostituta emprendedora y comprensiva (un viejo
estereotipo), que pone un negocio propio y llega a hacerse famosa en el círculo de los poderosos.
Tránsito, sobrevive a los cambios políticos y económicos, pero menos a los sociales: la ‘liberación
femenina’ parece no convenirle. Ha migrado del campo a la ciudad, y se ha integrado a ella
materialmente, pero se mantiene en los márgenes de lo que representa. A pesar del éxito económico
obtenido, de la red de influencias que maneja, décadas después de su primer intercambio con Trueba,
este seguirá siendo su “patrón”: no se encuentran en un plano de igualdad. Al reconocerlo como tal,
reconoce su propio lugar en el orden social, porque su poder emerge precisamente de aquello que se
oculta: la sexualidad.

Los personajes masculinos, Esteban Trueba y Pedro Tercero, representan los conflictos
políticos y sociales de clases de la época. Las referencias histórico-políticas chilenas quedan patentes
en la obra: la evolución de una estructura social arcaica a otra más moderna con sus desigualdades
sociales, su inestabilidad política, la corrupción en las votaciones, la reforma agraria, el golpe de
Estado de 1973 y la involución política. En La casa de los espíritus, Isabel Allende (sobrina de
Salvador Allende, el presidente derrocado por el golpe de Pinochet) redacta sin utilizar nombres
propios reales esta situación.

Esteban Trueba es el único personaje con presencia en toda la obra, personaje masculino principal,
eje vertebrador del relato y que encarna el discurso del poder, la clase alta dominante, de ideología
conservadora. Su nombre también tiene un valor simbólico: el coronado de guirnaldas. Las etapas de
la vida de Esteban Trueba son un reflejo de la realidad chilena volcada sobre el texto como una novela
total: la explotación de terrateniente con el mundo campesino (viola a Pancha García), la lucha de
clases (es el Senador de la República por el partido conservador y el campesinado de las Tres Marías
se rebela contra él), la pugna ideológica por el poder (conservadores/socialistas y comunistas).
Siempre será el sostenedor de la familia, el hombre fuerte ante la adversidad, el único que puede
poner en orden el mundo material. Machista, autoritario al punto de sentirse con derecho a golpear a
su esposa con tal de imponer su voluntad. Hacia el final de la novela hay cierta (poca) evolución:

Había acabado por aceptar –vencido por la oleada de los nuevos tiempos- que algunas mujeres no eran
del todo idiotas y pensaba que Alba, demasiado insignificante para atraer a un esposo de buena situación,
podía adquirir una profesión y acabar ganándose la vida como un hombre.

Esteban se reconcilia consigo mismo y con los demás cuando muere en brazos de su nieta sabiendo
que su mujer lo ha perdonado por haberla golpeado. Trueba está dotado de cierta piedad humana,
consistente y natural. Isabel Allende salva así a su personaje de la caricatura, configurándolo con
todos los rasgos del hombre de carne y hueso, y no cae en ese error tan común de hacer de los
personajes una caricatura, registrándolos como seres enteramente perversos, enteramente buenos, o

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sencillamente ridículos. Lo mismo ocurre con Pedro García y sus descendientes (tal vez el más plano
sea Esteban García), y por eso nos parecen creíbles.

Pedro Tercero García, el hijo del capataz de las Tres Marías, Pedro Segundo. Es un trabajador
perteneciente a la clase baja de la sociedad, que trabajaba para Esteban Trueba. La familia García
representa a la población campesina pobre y oprimida durante siglos. Desde joven Pedro Tercero se
enamorará de Blanca Trueba, la cual engendraría a su única hija, Alba. Será expulsado de la hacienda
por Esteban, debido a que pretendía mostrarle a los demás trabajadores la igualdad y los derechos
individuales y laborales (las gallinas unidas pueden vencer al zorro), posteriormente se transformará
en uno de los cantautores populares de la resistencia contra la dictadura. Pedro Tercero representa la
lucha de los trabajadores contra el latifundismo de la época, a la vez que políticamente la libertad
democrática frente a la dictadura. Gracias a Pedro Tercero García el patrón puede salir sano y salvo
de Las Tres Marías, su antiguo feudo que había sido tomado por los campesinos en virtud de la
Reforma Agraria. Aunque más tarde sufrirá las consecuencias de la rebelión: la dictadura que junto
con Blanca lo llevarán al exilio.

En este punto cabe señalar la aparición de ciertos trasuntos, personajes que tienen su
correspondencia en la vida real, como Víctor Jara, que precisamente podemos identificar en Pedro
Tercero. No obstante, mientras que Jara murió a manos de los militares golpistas, el personaje de
Isabel Allende se exilia y hace fortuna gracias a la moda burguesa de la canción protesta. ¿Estaba la
novelista criticando con este desenlace a los artistas supuestamente comprometidos que llevan una
vida muy poco coherente con las ideas que defienden en sus obras?. Otro trasunto es Salvador
Allende, que aparece como el Candidato y Presidente. La autora reproduce casi literalmente parte del
mensaje que Salvador Allende dirigió a los ciudadanos chilenos la mañana del golpe de Estado.
Finalmente, aparece la figura del Premio Nobel Pablo Neruda, al que se denomina “el Poeta”, cuyos
versos encabezan la novela. A día de hoy es considerado el poeta más importante de Chile. El Poeta
muestra una ideología socialista y escribe poesías existencialistas que Clara escucha fascinadamente.
En el capítulo VII se menciona que Amanda habría servido de inspiración para el Poeta: “donde el
Poeta solía sentarse a la hora del té, a hablar sobre canciones desesperadas...”, haciendo alusión a la
obra de Pablo Neruda “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. En la novela, muere
pocos días después del golpe militar, abrumado por los acontecimientos. Su muerte coincide con el
derrumbe de la democracia y su funeral se convierte en el "acto simbólico de enterrar la libertad”.

Aparte de los anteriores, en la novela aparecen muchos otros personajes, algunos de los
cuales incluso desaparecen y reaparecen como Tránsito Soto y Esteban García. Entre los más
relevantes podemos destacar los siguientes:

Esteban García es nieto de Pancha García, la primera mujer violada por Trueba en Las Tres Marías y nieto no
reconocido del patrón. De carácter violento y carente de escrúpulos, desarrolla un fuerte odio hacia los Trueba y
buscará la venganza intentando abusar de la pequeña Alba al principio y tras el golpe de Estado la viola y
tortura, personificando la crueldad del régimen militar. Esteban García al final de la novela por tanto consigue
vengarse del patrón torturando a su nieta, y como prueba de que no ha olvidado la deuda que tiene pendiente
con él le envía por correo los tres dedos que le cortó a Pedro Tercero García, que había guardado desde niño
esperando que llegara ese momento. Es uno de los personajes más planos de la novela, no evoluciona.

Férula, la hermana de Esteban Trueba. Su nombre significa “autoridad o poder despótico” o bien puede referirse
a un dispositivo médico destinado a inmovilizar partes del cuerpo. Es una excepción en el mundo femenino
porque, al no resolver sus frustraciones y estar obligada a ser la enfermera de su madre se convierte en un
personaje patético, amargado, alienado del mundo y finalmente de su familia debido a los enfrentamientos con

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su hermano. Su deseo de imponerse es a costa de su propio sacrificio. Muere en absoluta soledad, pero el
cariño que la unía a Clara traspasa incluso su muerte.

Severo y Nívea del Valle, padres de Clara, Rosa y los otros muchachos. La candidatura de Severo por el
partido liberal terminó cuando su hija Rosa fue envenenada en un intento de asesinato dirigido a él. La pareja
muere en un accidente automovilístico. Nívea es ejemplo de la función asignada a la mujer por la burguesía
patriarcal. También representa las primeras inquietudes femeninas de principio de siglo.

Los gemelos Jaime y Nicolás no tienen muchas cosas en común. Nicolás hereda la tendencia errante y
empresarial de su tío Marcos, mientras que el tierno Jaime hace gala de su propio y feroz idealismo intelectual.
Puede que lo único en lo que se parezcan sea en su deseo de desafiar la autoridad de su padre y labrarse su
propio camino en la vida, Nicolás como gurú espiritual y Jaime como doctor, ayudando a los pobres que
considera víctimas del oportunismo de la clase a la que pertenece su padre. Ambos son más bien hijos de la
madre que del padre. Son educados en un colegio inglés, lejos de la hacienda, lejos de la religión católica, lejos
de una serie de costumbres que reproducen el orden hacendal. Y efectivamente ambos pertenecen más al
mundo de la ciudad que del campo, a las amistades y conocimientos de la madre. Pero sus destinos también son
trágicos, al menos el de Jaime, que no comparte la idea de la violencia, pero es víctima de ella. Mientras, Nicolás
desaparece de la historia expulsado por el padre, que no soporta su conducta.

Amanda contiene en su nombre su característica esencial: la capacidad de entrega amorosa (tanto a su


hermano como a los Trueba). Es una joven que oculta la pobreza de su condición de clase media, pareja de
Nicolás. Tras un embarazo no deseado y un aborto clandestino rompen su relación. Jaime está en esta época
enamorado secretamente de ella, pero cuando se reencuentran al final de la novela la ve en un estado
deplorable, aniquilada por los efectos de las drogas. A pesar de que se recobra de la adicción, un renovado amor
por Jaime le entregará una felicidad ilusoria, y finalmente morirá en medio de las torturas a las que las someten
los militares para que delate a su hermano. Cumpliendo su destino: dar la vida por Miguel, simulando ser su
madre, simulando estar en el mundo. Simulando, como su clase.

Jean de Satigny es un personaje rodeado de un halo de misterio. ¿Se trata de un aristócrata refinado, tal y
como él afirma, o de un cazafortunas? Clara y sus cartas del tarot son incapaces de descubrir los secretos que
guarda, y dado que Blanca destruye todas sus fotos, Alba, la narradora, no puede corroborar ninguno de los
relatos contradictorios que llegaron a sus oídos. Juega un papel fundamental al aceptar un matrimonio de
conveniencia con Blanca y al provocar la huída de esta cuando descubre sus inclinaciones sexuales secretas.

Como conclusión, destacaremos que lo que une a los personajes de La casa de los espíritus
es la historia de una búsqueda fracasada. Los fracasos y frustraciones de los unos repercutirán en los
otros. Es un relato de sentimientos tan profundos y tan atemporales como el amor, el odio, la
esperanza, el deseo de libertad... Sentimientos representados por seres profundamente humanos, con
un pasado que les pesa, un presente del que quieren huir y un futuro incierto, dominados por sus
pasiones, sus miedos, sus dudas, su pasado. Amor, odio, sensualidad, magia, sangre, guerra, dolor,
hacen de La casa de los espíritus una apasionante novela capaz de transportarnos a un mundo
cargado de realidad incluso a pesar de la magia que lo envuelve. Y en ese mundo transitan los
personajes inolvidables a los que hemos dedicado estas líneas, llenos de vida, buscando su lugar.

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En la pregunta “Los personajes y el ambiente social en La casa de los espíritus” nos
centramos en los siguientes aspectos:

- INTRODUCCIÓN COMÚN
a.- Introducción: los personajes como reflejo de una sociedad patriarcal (hombre
autoritario, las mujeres muestran una clara conciencia social).
b.- Personajes femeninos: Clara, Blanca, Alba, Tránsito.
c.- Personajes masculinos: Esteban Trueba y Pedro Tercero García.
d.- Trasuntos (personajes que encuentran referente en la vida real)
e.- Otros personajes (solo mención breve)
f.- Conclusión

En la pregunta “Análisis de los principales protagonistas femeninos/masculinos en La


casa de los espíritus” o “Caracterice un personaje masculino y otro femenino de La casa
de los espíritus” nos centramos en los siguientes aspectos:

- INTRODUCCIÓN COMÚN
a.- Introducción: los personajes como reflejo de una sociedad patriarcal (hombre
autoritario, las mujeres muestran una clara conciencia social).
b.- Personajes femeninos/masculinos (los que me dé tiempo) / Un personaje masculino
y otro femenino.
c.- Conclusión.

Las preguntas 1 a la 4 son las que suelen aparecer en las PAU. Tienes el material
necesario para contestar a cualquier otra pregunta que incluya alguna variante en su
enunciado. ¡Suerte!

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