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David Viñas

Cuerpo a Cuerpo

Explicar de qué se trata una novela como Cuerpo a Cuerpo es casi tan difícil

como una pelea de box de esa índole. Sentimos de cerca al oponente, la novela, pero

no podemos verla con claridad, con nitidez, es una lucha realmente, Cuerpo a

Cuerpo. Así que voy a empezar entonces con lo más fácil, el título: Cuerpo a Cuerpo.

Mendiburu habla de esta forma de lucha cuando la opone a las formas de la guerra

de la Independencia, donde se podía distinguir quiénes eran los enemigos. A

diferencia de ahora que no se sabe quién es el enemigo, ahora que éste puede estar

sentado al lado nuestro y no podríamos reconocerlo. Pero como señala Aníbal

Jarkowski en “Sobrevivientes en una guerra; enviando tarjetas postales”, el título

también se refiere a Yantorno, cuerpo a cuerpo es el modo en que va reconociendo

materialmente a las víctimas, a los asesinados, que tienen nombre: “De ahí, que haya

que enumerar a los anteriores: Paco, Andrés, Lucrecia, Alicia, Ricardo, Norah, y

Sebastián, mi pobre Goyo. Entre unas matas y llenos de agujeros. Mis amigos

perforados.” (129). Y como dije al principio, cuerpo a cuerpo, refiere a la manera en

que los lectores se enfrentan con el texto: capítulo a capitulo, línea a línea, palabra a

palabra; sin saltearnos apenas una, sino perderíamos el hilo de la lectura; sin que sea

fácil ver nítidamente el todo de la novela, donde avanzamos sobre la confusión.

Para empezar a organizarnos: la novela se divide en dos grandes partes,

llamadas “sin cortes” y “paredón y después”. A su vez éstas se dividen en cuatro

“ademanes” y una “mueca”. Lo importante, al menos creo yo, es que lo que

podríamos llamar capítulos, se pueden agrupar en cuatro grupos según su nombre y

de lo que se tratan: “Retreta”: dedicada a la vida de Mendiburu; “Babilonia”: a la

genealogía de Mendiburu y con esto una descripción de la vida de los inmigrantes a

fines del siglo pasado; “Cortes y Confecciones”: cartas y “Mi boca con mi mano

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tapo”: narra la vida de Yantorno, su investigación y todo el entorno de violencia que

se vive. (“Corrida”, “con títulos sobreimpresos” y “en sepia”, quedan afuera).

La novela narra la vida, tanto política, social, como íntima, del General

Alejandro Ce Mendiburu. Su vida se relata a través de una investigación que el

periodista Gregorio Yantorno inicia, en donde las voces de sus familiares, amantes,

ex compañeros militares, son los que narran su historia. Pero a la vez se nos presenta

la historia de su familia, de su entorno, de sus amigos, del país.

Desde un punto de vista formal, la novela es un caos, tanto sintáctico, como

semántico, como su distribución de los capítulos. Cada vez que comenzás a leer un

capítulo no sabés ni quién habla, ni de qué. Es muy difícil seguir la historia y

encontrarle una lógica y un sentido. La sintaxis no se respeta ““-Enjambre: “Silvio.

Oeste ciudad. Costado corralón. Matas. Entre unas matas. Pozo. Atado. Sí, señor.

Quebrado. Cinta cerrándole labios. No, señor. Y trapo dentro boca. Sesenta”. Parece

el lenguaje de Tarzán o de un telegrama. Parecida a la siguiente cita: (habla hijo de

mendiburu) “Quiero decir Yantorno: ácidos, conseguirlos, mezclarlos, detonante,

mecha, armarla, ponerla. O tirársela. Demasiado” (19). También estas enumeraciones

caóticas responden al orden más del pensamiento que de la oralidad. Parecen como

lo que se denomina “brain storm” o como la forma en que las personas pensamos

dentro de nuestras cabezas. También el caos semántico se produce, ya que a veces no

entendemos porqué se unen en una misma oración esas palabras, porqué ese adjetivo

a ese sustantivo: (de cuando Goyo persigue a Mariana)“Tábanos color de lechuga.

“Lechuguinos, Goyo”. Y me justifican. Poncho, ponchito, ponchaza. Allá va: del otro

lado de la avenida. Lógico. Alechugada. No. Mi lechuga roja. Bajando la escalera.

Galería secreta” (92). O también, creo que peor, la siguiente: (capítulo Yaco loo llama

por el tema de la censura) “Ni tábanos: Doble cero; Cerito sobre cero; Muñequita;

Anteojo asimétrico; Infinito en pininos: Claraboya con tapa; Inodoro sin paisaje ni

agua; numerito marica. Cariocinético. Gordito abstracto y arábigo. Exitoso.” (274)

Pero porqué entonces esta narración fragmentada, en donde se hace difícil

seguir el hilo a la historia, el orden de los capítulos nos dejan pasmados, las

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oraciones, los párrafos enteros, se vuelven a veces códigos encriptados que hay que

descifrar. Beatriz Sarlo, en “Literatura y política”, explica que la fragmentación

violenta del mundo objetivo arroja sus efectos sobre el mundo de lo simbólico.

Entonces ante la represión, la muerte o el fracaso los discursos narrativos ponen en

escena la perplejidad mediante dos estrategias principales: la refutación de la

mimesis representativa y la fragmentación discursiva. Pero aún así, explica

Jarkowski, articuló estas estrategias de un modo distinto de lo que otras novelas lo

hicieron. Si pensamos en el lector, la novela podría tener un cierto tipo de democracia

para todos los lectores: nadie, por más competencia literaria que tenga, puede

acceder a esta novela fácilmente. Es un desafío para todos. Y creo yo, que en

momentos de complejos procesos políticos en Argentina, como es 1979, momento en

que se publicó esta novela (aunque se publica en México ya que el autor está

exiliado), es importante tomarse un momento de reflexión y detenerse a leer. La

violencia que nos genera la novela, puede leerse como la violencia de la época como

así también su extrema complejidad. A diferencia del realismo, o del género de no-

ficción, que ya habían tenido sus momentos en la literatura Argentina, para ser, para

Viñas, esta estructura de novela, la más adecuado para el momento. Jarkowski

explica que esta fragmentación del discurso narrativo puede ser una respuesta al

régimen totalitario que se vivía en Argentina. Al mismo tiempo, la novela crea el

efecto de una totalidad, ya que es imposible dividir, desarticular, esa maraña

sintáctica.

Pensada ya no desde un punto de vista formal, sino de su trama, de los temas

que trata, es interesante ver como a través de la figura de Mendiburu, se está en

realidad contando la historia de la lucha entre clases y del país. Al igual que en otras

novelas, como “Los Dueños de la tierra”, se tratan temas como el poder y de donde

proviene; la violencia que viene “de arriba”, del Estado; el rol del ejército; de la

justicia y por supuesto la mención a momentos de la historia que se consideran

claves.

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En relación a estos momentos claves, podemos pensar en tres de los epígrafes

que aparecen en la nove: uno es el de Roca que felicita al Ejército por la campaña

contra los indios (1879): “Con asombro de todos nuestros conciudadanos, en poco

tiempo habéis hecho desaparecer las numerosas tribus de la Pampa que se creían

invencibles con el pavor que infundía el Desierto. Y era como legado fatal, que aún

tenían que transmitirse a las generaciones argentinas, por espacio de siglos”. Ya en

“Los dueños de la tierra”, Viñas señaló la importancia de este suceso histórico,

mostrando así que la historia es cíclica (fusilamientos de los trabajadores

esquiladores), como también la ilegalidad del poder. Otro epígrafe, el de Sarmiento1

vuelve a una temática que la misma novela presentará como eterna: la de la

civilización y la barbarie. El general, lo vuelve a repetir esto, mostrando Viñas otra

vez que la historia es cíclica y los temas son los mismos: “- Porque en lo esencial,

señores colegas, el dilema actual. El eje. La clave…sigue siendo lo mismo: civilización

y barbarie. Y lo repito. (…) “borrar la grieta para reemplazarla por algo más redondo:

la o. y así nos queda como único -¿eh?- único programa Civilización o Barbarie”

(465). Pero ahora con un giro de tuerca, ya no existe más el “y”, lo erradicaron

completamente. Por último el epígrafe del General Manuel Saint-Jean, de 1976:

“Primero vamos a matar a todos los subversivos; después, a sus colaboradores;

después a los simpatizantes; después, a los indiferentes. Y, por último, a los tímidos”.

Entonces se puede reconstruir así, grosso modo la historia violenta de un país. Viñas

cifra así nuestro presente, en un pasado que se vuelve a repetir constantemente.

Dentro de la novela, hay una reflexión acerca de la figura del Ejército. Pero lo

que es interesante, es como, a través de la figura de Mendiburu, se pueden leer

características de los militares en general. Mendiburu esconde parte de su

ascendencia: la “ce” en realidad corresponde al apellido “Cláns”, pero que como

pertenece a su familia paterna que eran inmigrantes y anarquistas no quiere mostrar.

1
“Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos que
están en posesión de terreno privilegiado. Pero gracias a esta injusticia, la América, en lugar de
permanecer abandonada a los salvajes, incapaces de progreso, está ocupada hoy por la raza caucásica,
la más perfecta, la más inteligente, la más bella y la más progresiva de las que pueblan la América”
(1867).

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De esta manera podemos leer también el doble discurso y ocultamiento de la historia

del ejército: nos cuentan toda la historia escolar de cómo surgieron a partir de ser el

ejército de la Patria; pero nos ocultan su pasaje a ser el ejército de una clase. Por otro

lado, también, en épocas de represión, se esconden y se ocultan los asesinatos y

secuestros que ejecutan, como se ilustra en esta cita: “- Pero estos no joden, mister

(militares mío) –y el médico dijo algo inesperado, Al lo menos para mí- Éstos, como

matan en silencio, parece que no matan” (468). Es la hija de Mendiburu, Mariana, la

que enfrenta a su padre con la verdad:


(Mariana) “-Los mataste: a Juan, a Lucrecia, a Rodolfo y a Frida.

(General) -No me vengas con imbecilidades. Yo no mato

-Sí. Por teléfono.

- estás mal informada. Yo no fui. “fueron ordenes”

-Papito… -Mariana volvió a consultar su reloj-. Ya me sé esa historia. De memoria:

órdenes. “De arriba, Mariana”. De qué arriba. ¿Del cielo?” (432)

“.Qué soldado ni qué General. “Viejo mierdoso”. Asesino. Y por teléfono. Relojes.

Desde tu oficina. Sentado en una silla. Que los barrieran a todos. Rápido. En fila. Ni de

frente. O por la espalda. Uno por uno. O por donde sea. Y que remataran a los que quedaran

en el suelo.”

Pero en otra parte de la novela, el General podría hipotéticamente contestar a

los reclamos de su hija con esta frase: “En el ejército no hay culpables. Ni héroes.

Subalternos o jefes. No plegarias; órdenes” (p161). En esta frase se condensa en

donde reside la impunidad del ejército.

Al mismo tiempo la novela exhibe las contradicciones que existen dentro

mismo del ejército, cuando al General lo van a “visitar” otros militares para

increparlo: “Decir no a toda su vida” “Que el ejército es la única institución que puede
salvar al país. Por. Porque condensa lo mejor que y más rescatable que tiene el país desde

que es un país en serio” (342). “Por qué, ahora, después de tantas cosas, vuelve a sostener

que tenemos que quedarnos mansos, quietitos, llamar a los carcas y rufianes de toda la vida,

decirles Perdón, caballeros, ustedes son los grandes demócratas. Y nosotros, los milicos, los

tipo más brutos, inútiles y cretinos” (345).

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Al mismo tiempo hay una reflexión sobre el poder, y sobretodo en relación al

cuerpo. ”El origen del poder, entonces, es la expropiación de mi cuerpo” (…)

“Gobierno “en propiedad”. –“Hablar con propiedad”. Propiedad y penetración. –

pórtico y propiedad. –cuerpo y secreto. Cuerpo y propiedad” (126) (hablando del

secuestro de Silvio). Entonces tener el cuerpo es el origen del poder, así como en “Los

dueños de la tierra”, el origen del poder es poseer la tierra. Y como podemos ver, en

ambas novelas, el origen del poder es ilegal, se obtiene mediante la fuerza, y tiene la

“apariencia” de ser lícito y natural.

La manera de naturalizar este poder sobre el cuerpo, esta violencia que se

puede ejercer sobre él, es desnaturalizar ciertos saberes que rondan en la conciencia

colectiva y de esta manera darle una legalidad a la violencia: Yantorno: ¿la violencia

es producto del resentimiento? Doctor Balestra: “¡Su hijo directo! Su engendro. Su

descendencia putativa” (239). Doctor Balestra: “y no me venga a hablar de simetrías.

Que la violencia de abajo es generada por la violencia de arriba. Sofismos. Baratos

argumentos de leguleyo. (…) Aquí no había tirano ni síntoma que preanunciase lo

arbitrario. El Payo era un justo. Un hombre de bien” (238). Como vemos se

deslegitiman ciertos enunciados de los enemigos, sofismos lo llama, para poder

trabajar así dentro de cierta lógica y moral. Al mismo tiempo, y

complementariamente, para que esto funcione se ejerce la censura para acabar con

todo tipo de réplica: “Le ordenan, lo acosan: que pare, que queme, que tire, que haga

desaparecer. . Pero Goyo insiste en guardar. Sí: para sacar. Sí: para enviar a otra

parte. Y envía a otra parte” (373). Finalmente la novela termina con la huída de Goyo,

ya que lo amenazan de muerte. La figura del intelectual es erradicada, como explica

el propio General: “Digo: de los intelectuales orgánicos… Pues bien: hasta no hace

mucho, todavía nosotros necesitábamos de esos ayudantes. Para eso servían algunos

de ustedes. Hoy ya no- y el General va a dar un último paseo marcando el filo de ese

estanque borroso y oliendo su punch-. Hoy. Ahora. Aquí: los intelectuales orgánicos

del sistema somos nosotros. Nuestra institución. Nosotros. Yo. O cualquiera como yo,

si ustedes prefieren” (370). Monopolizan el discurso, se lo apropian, a través de la

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eliminación de la voz, y por necesidad, del cuerpo, del otro. (ver Sarlo artículo sobre

censura). A Yantorno primero le “avisan”, para acallar su voz, luego le revuelven el

departamento y por último lo amenazan con la eliminación de su cuerpo. De ahí el

sentimiento de fracaso y de desilusión que sufre Goyo, imposibilitado a seguir su

investigación y dar a conocer sus hallazgos: “O pedir perdón. Perdón, Mariana.

“Perdón, César”. A mi mismo perdón: Perdón Goyo. Fracasé. Fracasamos. Perdón,

señora. Mil perdones, ciudad. Nuestra señora de la leche Aparanada: perdón.

Perdón, vecinos. ¡Compatriotas, perdón! (374).

La novela termina con la muerte de Mendiburu así como con la huída de

Yantorno. Es bastante patética la muerte del General, en medio de cierto tipo de orgía

homosexual; sumado a que lo tapan con una bandera Argentina. Pero en un capítulo

que no está presente en la edición actual de la novela, Mendiburu no se muere por la

borrachera de un paro, sino que se queda dormido. Entran dos hombres, César y otro

más, lo visten y le pegan un tiro. Podría pensarse que finalmente los militares que lo

increparon deciden su asesinato (había formado un partido político, estaba

traicionando a su grupo de pertenencia, el ejército). En realidad la segunda muerte,

sin ese capítulo, le quita un poco de importancia y ridiculiza bastante la figura del

General; mientras que la primera, le da mayor importancia, ya que podría significar

que lo mataron no solo porque los traicionó, sino porque tenía además alguna chance

de ganar las elecciones.

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Los dueños de la tierra

Los dueños de la tierra se publicó en 1958. La novela narra la historia de Vicente

Vera, un joven radical al que el mismo presidente, Hipólito Yrigoyen, lo envía al sur a

resolver una huelga de trabajadores. Allí no logra hacer un buen papel como

mediador y el ejército termina fusilando a muchos huelguistas.

Pero en los primeros capítulos de la novela, se ubican en otro momento

histórico: finales del siglo XIX y luego principios del SXX. Se narra allí la matanza de

los indios, la llamada conquista del desierto. Entonces, al ubicar este episodio al

comienzo mismo de la novela, marca una relación de causa-consecuencia entre

aquellos sucesos y la posterior represión y fusilamientos de trabajadores en los años

veinte.

Si bien se narran hechos históricos reales, estos aparecen ficcionalizados, y

como dice Piglia en “Viñas y la violencia oligárquica”: “se podría decir que se

ficcionaliza una interpretación histórica más que el acontecimiento histórico

propiamente dicho”. Martín Kohan en “La novela como intervención crítica: David

Viñas”, reflexiona acerca de la pertenencia o no al realismo, de esta novela de Viñas.

Enprincipio hay que tener en cuenta que la literatura realista debe cotejarse con la

verdad y no con las pautas formales del realismo literario. A diferencia del realismo

de Lukács, que tiene a privilegiar la realidad social, la novela de Viñas, se aproxima

más al realismo de Brecht, que privilegia la realidad política. Además, el lenguaje no

es transparente, por ejemplo en las conversaciones entre los personajes, generalmente

se malentiendes, no se escuchan, se interrumpen. Por ejemplo cuando se usan

palabras como “esos”, “ello”, “nosotros”, en las conversaciones, en general los

personajes no saben a quién se está haciendo alusión: “-Y usted cree que son ustedes

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los que tienen más porvenir. -¿ustedes?.... ¿Quiénes son ustedes?” (p198). En otras

ocasiones no se escuchan: “-Yuda-repitió por si no lo había oído bien” (p105). O ni

siquiera se comprenden: “-¿Cómo?- Vicente parpadeó como aturdido- ¿Qué quiere

decir con eso?” (p112). Este recurso que utiliza Viñas llama la atención sobre la

opacidad del lenguaje, hay un detenimiento sobre las palabras, una reflexión sobre el

lenguaje. Es la búsqueda de la palabra justa. Como la que intenta Yuda, sin llegar

tampoco a su cometido: “-Y usted… usted… -por primera vez no sabía qué decir;

tardaba en insultarlo-. No acierto en este momento a qué se parece usted- admitió

por fin francamente, con rencor”.

Vera es un político que tiene los ojos más puestos en Europa que en su propio

país. Es abogado, jóven, radical, un “compadrito” se dice en algún momento. Pero no

es la figura del “comprometido”, si tenemos en cuenta que le “calienta” más un

consulado en París o Hamburgo, que quedarse haciendo política en su país. Es,

paradójicamente, por todas estas características que el presidente lo elige para su

misión en el sur: “Por su radicalismo, por su juventud y por su educación” (p46).

Pero esa juventud lo llevaba a tener demasiada inexperiencia e ideas muy ingenuas,

creía que la justicia era “Un ángel con los ojos vendados que distribuía

equitativamente a un lado y al otro. La justicia era imparcial…. ¿o no? (p53).

Pero su encuentro su experiencia en la Patagonia y su encuentro con Yuda le

demostrarán que no es todo tan así. Yuda es una mujer, de las que, según Pilar Roca

en “Política y sociedad en la novela de David Viñas”, podemos encontrar con

frecuencia en la narrativa de Viñas. Son los hombres en general tibios y dubitativos

como Vera, mientras que las mujeres son decididas y muy lúcidas. Yuda será el tipo

de mujer que, aunque demasiado tarde, le haga abrir los ojos a Vera y lo obligue a

elegir un bando en el conflicto: “Esa equidistancia tuya es no vivir, Vicente” (p332);

“A gritar bien seriamente, a denunciar que están matando gente y a decir que vos te

ponés junto a los que matan, frente a los asesinos…” (p331).

Los personajes que mejor representan los dos bandos del conflicto son Brun,

un estanciero, y Soto, un trabajador. Si bien al comienzo Vera logra que ambos, en

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representación de su clase, lleguen a un acuerdo; rápidamente vuelve a surgir el

conflicto y se deja atrás el arreglo. Vera quiere pensar que son los trabajadores de la

esquila, que otra vez se levantaron, los que no atienden al acuerdo. Pero en realidad,

lo que plantea la novela es otra cosa: hay una suerte de plan para desprestigiar al

gobierno de Yrigoyen, un acuerdo entre los militares y la oligarquía para apretar al

gobierno para que reprima y así darle una mala reputación, tanto si reprime como si

no. ¿Por qué esta necesidad de voltear al gobierno? Porque en realidad el gobierno de

Yrigoyen era demasiado “social” y podría esto perjudicar los intereses de la clase.

Yuda es la que explicar a Vera las razones de esta maniobra: “Para que haya violencia

en el territorio”, “Para que la violencia la desaten hombres… instituciones que

dependen directamente del gobierno” (p307). Entonces las personas que en general

votan un gobierno militar, al ver tal masacre, no lo votarían.

Pero la cuestión es de dónde surge este acuerdo entre el ejército y la clase

oligárquica: Aníbal Jarkowski explica que el ejército, que comenzó siendo el ejército

de la patria, pasa a ser un ejército de la oligarquía, definiendo así las relaciones de

poder sobre las que se fundaría la república. La elite eleva así el discurso de una

clase al discurso de una Nación: “el ejército es orden y es fuerza, naturalmente tiene

que defender lo que es orden y fuerza” (p198). Como dijimos al comienzo, ubica la

causalidad de este poder que tiene la oligarquía en la usurpación de las tierras de los

indios.

Pero en la novela no está puesta solo la atención en los dueños de la tierra y en

la violencia que ejerce el ejército; sino también en el mal papel que jugó el gobierno

radical. Porque en realidad son ellos los que aprueban que el ejército intervenga y

fueron ellos mismos también los que mandaron a un incompetente como Vera para

atender el problema. Pilar Roca explica que se muestran las incoherencias de

Yirigoyen que quería ser justo, darles a todos sin perjudicar a nadie, lo cual es casi

imposible. La paradoja más grande es que haya sido justo en la presidencia de un

gobierno radical como el de Yrigoyen donde se consolide el papel político del Estado.

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De esta manera la novela expone las complejas redes de poder que en realidad están

detrás de la historia Argentina.

Al mismo tiempo es posible leer esta historia hacia adelante: Viñas coloca en

el pasado, la matanza de los indios; puede entonces luego colocarse la matanza de los

obreros subversivos que denuncia Rodolfo Walsh, y más tarde la matanza del

intelectual heterogéneo. Porque más allá la trama particular de la novela, es

interesante ver que la violencia física, la cacería de indios, el fusilamiento de

trabajadores, no es lo primordial. En realidad la mayor violencia que se ejerce es la

que, en lugar de provenir del ámbito del delito, proviene de la legalidad misma. La

justicia, el estado, el ejército: todas instituciones al servicio de hacer cumplir las leyes

son los que las transgreden. Así como también, por fuera del ámbito estatal, el

periodismo, que debería ser un instrumento de información para la gente, se

transforma en otro arma más de la oligarquía: “Este es un aviso pagado por una

sociedad de estancieros de aquí. (…) Y lo pagan muy bien. Así es que ellos son los

que realmente mantienen el diario, ¿comprendés?Y , por lo tanto, tienen derecho a

mandar las noticias como a ellos les conviene…” (p306).

En conclusión: Viñas denuncia, o expone, la fuente ilegalidad del poder, que

se obtiene a través de la violencia. Al mismo tiempo muestra la alianza entre el

ejército y una clase y esclarece algunos mecanismos “golpistas”2, que aparecen en

general ocultos. En último lugar llama la atención también sobre la responsabilidad

que tienen los gobiernos que, aunque no se presenten como los tiranos de la novela,

aparecen como claros “cómplices”, al mostrarse incompetentes en resolver la

situación. Es por eso que la figura de Vicente Vera, como protagonista, es

fundamental: exhibe todas las características de un político desinformado y

adormecido.

2
Tener en cuenta los sucesos actuales del campo vs Cristina.

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