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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO

ESCUELA DE POST GRADO


MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES
MENCIÓN: RELACIONES COMUNITARIAS Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
SOCIALES
ASIGNATURA: EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
MAESTRANDO: IVAN CHOQUE CONTRERAS
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LA VIOLENCIA URBANA COMO HECHO SOCIAL


La violencia urbana se presenta en muchas ciudades del Perú con diferentes causas
provenientes de la pobreza, la desintegración familiar, la perdida de los valores morales
entre otros, que ha acrecentado sus tasas de actividad constituyéndose a un fenómeno
social, y debido a que estas acciones sociales alteran el modo en que los ciudadanos
sienten, piensan y actúan, y en muchos escenarios el empuje a posiciones más
radicalizadas inclinándose hacia el linchamiento de los delincuentes o actitudes de igual
violencia a la que rechazan, se convierte en un hecho social.

Desde las ciencias sociales, la violencia urbana se puede entender como la interacción
entre individuos como grupos sociales en que se impone un dominio y beneficio
preponderantemente exclusivo de unos sobre el perjuicio de otros.

La violencia urbana tomado desde el enfoque del materialismo dialectico, bajo el criterio
de análisis parte de las concepciones filosóficas de Carlos Marx y Federico Engels se
debe entender como una lucha de contrarios. Suponiendo la escena de un criminal que
asalta con uso de fuerza a un peatón, habrá objetivos totalmente contrapuestos en ellos,
asaltar y resistir el asalto, y esta lucha tiende a provocar un cambio, el peatón terminará
probablemente después de la disputa perdiendo una posesión y lesionado. En el mejor
de los casos lesionará y provocará que trate de huir el asaltante. De su encuentro
resultará un evento natural nuevo, entonces vemos a la violencia como agente de
cambio y por lo tanto como una lucha de contrarios, esta idea se puede plasmar a las
diferentes caras de la violencia urbana.

Desde el enfoque idealista la violencia urbana ha significado un cambio drástico en las


conductas de la población, su modo de percibir y resolver la cotidianidad, la lectura de
los símbolos, señales e hitos que referencian el sentido de comunidad real e imaginario
y consecuentemente, ha cambiado la forma de pensar y hacer la ciudad. Ha impuesto
la ruptura de vínculos sociales y personales, reestructurando hábitos familiares,
estratificando formas y territorios, cristalizando fronteras materiales y virtuales, dando
un nuevo carácter a los históricos conflictos de clase, identitarios, de género y etarios.
El positivismo indicara que la violencia urbana es ineludible, aunque no es ni justificable
ni necesaria, según las connotaciones positivistas de este concepto. Donde se cruza
tanto lo social como lo político indistintamente y es de la mayor importancia oponer su
historial, las condiciones concretas en que se gesta, a su pretendida necesidad. Además
de ello, es meritorio debido a la importancia como un fenómeno social ser materia de
estudio basado en la investigación experimental y la observación, bajo distintos métodos
cumpliendo con los requisitos del positivismo.

La violencia urbana como fenomenología, reconoce a diversos factores que explicarían


la persistencia de los comportamientos violentos: el cambio social, que cuando afecta a
las estructuras sociales con profundidad y rapidez, se percibe como crisis, el desarrollo
tecnológico, que produce armamento cada vez más mortífero, asequible y manejable;
la creciente urbanización: tanta gente conviviendo en tan poco espacio da lugar a
inevitables fricciones y conflictos; los movimientos migratorios, que pueden estimular
reacciones xenófobas; algunos rasgos del estilo de vida propio de nuestra cultura actual:
individualismo, competitividad, estrés, agresividad, búsqueda del triunfo a toda costa y
la frustración.

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