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University of Guelph
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la cultura francesa después de los acontecimientos de los primeros quince
meses de la guerra, en una crónica publicada el 28 de diciembre de 1940
(Carpentier 1996: 143). La pérdida de prestigio de la cultura francesa deja
abierto el camino a una inmersión más profunda en las realidades americanas.
El alejamiento de la realidad europea facilita también la transformación de
Carpentier de un musicólogo que vivía del periodismo y había escrito una
novela poco conocida, en novelista de vocación. “Cuando yo me casé con él,
era musicólogo”, constata Lilia Carpentier, con quien Carpentier se casó en
Cuba en 1941.2 La historia del Caribe le suministra la materia prima de sus
novelas. La tendencia a desconfiar de lo europeo, por su parte, se nota desde
las primeras semanas de su regreso a La Habana, aún antes de la caída de
Francia. “Desde que la atmósfera de Europa se ha llenado de efluvios de
guerra, no puedo enfocar la perspectiva de atravesar una frontera sin un cierto
sentimiento de inquietud” (Carpentier 1987: 183), escribe Carpentier en
octubre de 1939, en una crónica que condena la estupidez de la policía de
frontera en Europa, quienes no saben que La Habana es la capital de Cuba.
Desde el regreso de Carpentier al Caribe, lo europeo, para él, ya no significa
necesariamente lo inteligente.
La primera obra creativa que termina el autor después de su retorno es una
versión radiofónica del cuento ‘The Fall of the House of Usher’, del escritor
estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849). Este texto de Carpentier, ‘El
hundimiento de la Casa Usher’, fue emitido por la Estación CMZ del Ministe-
rio de Educación el 4 de octubre de 1939. Carpentier llegó a ser más tarde
codirector de CMZ; trabajó a la vez en la Estación CMQ donde inició una
emisión, ‘Los dramas de la guerra’, la cual “alcanzó gran éxito” (Abreu 1994:
26) frente al público cubano.
‘El hundimiento de la Casa Usher’ representa la primera muestra narrativa
del rechazo de lo europeo por parte de Carpentier. Según Salvador Arias “el
escritor eligió precisamente, entre todos los relatos del maestro americano, el
que menos elementos de diálogo presentaba”. (Carpentier 1996: 238) No cabe
duda que Carpentier conocía bien desde hace varios años la obra de Poe. La
primera referencia a Poe en su obra periodística se encuentra en un artículo de
septiembre de 1928, consagrado al escritor francés Jean Cocteau. Según el
artículo, que se presenta como una especie de entrevista, Cocteau alaba a Poe
como un modelo de cómo la prosa y la poesía se funden: “¿Habrá algo más
hermoso como prosa –es decir– como poesía?...” (Carpentier 1976a: 90) La
próxima referencia a Poe, que ocurre en noviembre de 1928, menciona “dos
films basados en novelas de Edgard [sic] Poe”. (Carpentier 1976b: 357) Esta
frase revela una falta de conocimiento de la obra del escritor estadounidense,
quien escribió solamente una novela, The Narrative of A. Gordon Pym
(1838). Se puede suponer que Carpentier todavía no ha leído los escritos de
Poe. Pero en crónicas fechadas 1929, 1930 y 1931 ya demuestra un mayor
conocimiento de la obra del cuentista y poeta del romanticismo estadouniden-
se (Carpentier 1976a: 154, 184, Carpentier 1976b: 393, 463).
Parece, por lo tanto, que Carpentier empezó a leer a Poe en París a eso de
1930, a causa de la importancia que le atribuían escritores franceses como
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