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Bruno Bert
intervinculación, su relación dinámica con la rea-
lidad de su propio país en la relación centro-peri-
feria, y el rigor ético de la profesión que implica
asimismo la lucha por el funcionamiento efectivo
de los espacios de capacitación y que estos
unque las realidades en las que trabaja la
A
–generalmente en manos privadas– sean real-
crítica teatral son diversas y diversas así mente cátedras formativas y de actualización y
mismo son las respuestas en cada espacio, no solamente negocios más o menos producti-
podemos decir que pocas veces en la historia del vos.
último siglo o siglo y medio esta profesión se ha A esto se agrega la posición de los propios artis-
visto tan desacreditada, de manera tan extendida tas, que con una asombrosa superficialidad
y recurrente. Resulta paradójico, porque en reali- denostan a la crítica en su conjunto en lugar de
dad las reglas del juego entre creadores, público atacar las debilidades reales de personas o
y críticos parecen seguir siendo las mismas, tal medios concretos que las ejercen, en un irres-
vez con la variable sustancial de la disminución ponsable intento de librarse de cualquier presión
notoria de los espacios especializados, que van en relación a los resultados conseguidos. Es un
siendo sustituidos por reseñas inocuas de tintes lugar común considerar que el crítico no ha ala-
más bien propagandísticos. bado lo que hicimos porque es un ignorante que
Habría que preguntarse el porqué de esta acti- no ve nuestras obvias virtudes, o al contrario, lo
De la crítica
tud que tiene pocas excepcio-
nes, y creo que la respuesta,
aunque compleja, reconoce 2
como primer elemento un cier-
to menosprecio en nuestro 3
espacio social al análisis crítico
serio no sólo en lo que a teatro
hace, sino al substrato político y técnico que le da nuestro es tan evidentemente extraordinario que
vida. Tiende a prevalecer una actitud de crítica hasta los críticos, esos minusválidos intelectua-
verborreica pero insustancial, y un abandono de les, han tenido que concordar en ello. Es decir
los patrones más rigurosos para el análisis de los que, en definitiva, se arrincona a la crítica a un
fenómenos del entorno, en este caso de las obras subproducto de la publicidad y sólo se la tolera a
escénicas que la estructura social va producien- cambio de volverla inocua y favorecedora de la
do. venta del producto teatral.
Tal vez lo más curioso es que en líneas genera- Incluso, el área de investigación subestima a
les esta desvalorización cuenta con la anuencia e esa hermana bastarda por superficial, coyuntural
incluso el apoyo de muchos de los propios críti- y provista de un lenguaje simplificatorio destina-
cos, incapaces de acciones efectivas dentro del do a los grandes públicos que desconocen los tér-
núcleo de sus organizaciones, oportunistas con el minos técnicos de herramientas como la semio-
poder, superficiales y transformadas en peque- logía, por dar un ejemplo.
ños cotos de influencia en la extensa fragmenta- Así andando ¿qué podemos esperar de ella en
ción de cualquiera de las unidades culturales en estos momentos?
las que se hallan insertas. Se las ve mucho más
LA CRÍTICA Y LA OBRA
Comencemos desde el principio y recordemos
que la función esencial de la crítica es la decons-
trucción del producto analizado y su remontaje,
con el plus de agregado de juicios de valor apli-
cados al producto a partir de su análisis. Esto no
sólo en relación con el propio producto, sino en
vinculación al corpus de obra de ese o esos hace- tundencia final de la obra, siempre en el indis-
dores y naturalmente dentro del contexto social pensable marco de referencia. Y el otro es usar el
en que ve la luz. espectáculo como un resonador que nos sugiera
No creo que nadie se oponga a esto, sin embar- a partir de nuestra propia posición
go estoy seguro que muchos habrán de recordar- ideológico/estética (que imprescindiblemente
me que para hacer un trabajo de este tipo con un debe ser visualizada por el lector), como una
mínimo de seriedad se necesita un espacio que transposición libre del original. No es precisa-
en el noventicinco por ciento de los casos el mente un análisis pero puede darnos resultados
periodista no dispone ni remotamente. Y es cier- bastante similares en relación tanto con los hace-
to. Claro, entonces puedo pasar a una reseña, dores como con el público.
una breve nota informativa u otros recursos por Es fundamental que la presencia de quien
el estilo, pero aquí estamos hablando de la críti- escribe sea visible para el lector. No como una
innecesaria exhibición perso-
nalista y anecdotaria, sino
como el basamento sobre el
cual se construye la estructu-
ra teórica. Todo juicio de
valor está sustentado por una
posición ideológica determi-
nada. Si quitamos de la visión
del lector este fundamento
desde el cual se deciden los
juicios, lo que estamos inten-
tando es dar una validez
absoluta a lo que decimos,
transformar la relatividad de
nuestras apreciaciones en
verdades inapelables, al cobi-
jo del prestigio casi incons-
ciente que tiene histórica-
mente para nosotros todo jui-
cio escrito.
Una traición similar es la
descontextualización, es de-
cir, juzgar un producto colga-
do en el limbo. Decíamos
arriba que son al menos dos
las coordenadas imprescindi-
bles: aquella que ubica geo-
gráficamente la obra en el
corpus de su autor (en plural
en el caso teatral, donde con-
vergen muchas voces tejien-
do el producto final), y la que
a su vez encuadra a este en el
ca ¿qué hacer frente a ese panorama? Creo que panorama plural de su tiempo y espacio social e
dos son los caminos, ya que el tercero es luchar histórico. Es evidente que una obra de teatro es
en todo momento por encontrar el lugar idóneo una suma de labores que artificiosamente dividi-
para nuestro trabajo, que nos otorgue las garan- mos y separamos a la hora del análisis para luego
tías de espacio, respeto y pago imprescindibles. reintegrar en la unidad superior que es el espec-
Y estos dos caminos pasan, el primero en la táculo mismo en su funcionamiento escénico.
capacidad de síntesis, descartando todos los fac- Ese texto, ¿qué papel juega relacionado con los
tores que no sean los esenciales y concentrándo- otros escritos por ese dramaturgo? Puede que
se en esa línea como condicionadora de la con- sea especialmente interesante, o muy atípico, o
esencial o preparatorio de otros materiales que obra, y es a través de ellos, de las
luego desarrollaría en trabajos posteriores… y nuevas generaciones (en el plano
cada una de esas posibilidades lanza una luz teatral podemos hablar de gene-
diversa sobre el texto de marras que hay necesa- raciones más o menos cada cinco
riamente que tener en cuenta a la hora de juz- años) donde el crítico puede a su
garlo desde la perspectiva del propio autor y de vez aprender. Claro que enten-
la nuestra: él lo juzgará dentro del contexto de su diendo que esto, es decir el cono-
obra y nosotros lo haremos dentro del contexto cimiento, no es la mimetización
del montaje… teniendo en cuenta su validez rela- de actitudes e ideas sino la propia
tiva en la obra global del escritor. Y esto se com- digestión de esos procesos en
bina con una tarea similar para cada una de las otros para tomar posiciones per-
fracciones que componen el trabajo visible y vivo sonales.
desde el escenario. Que no es menor la impor-
tancia del escenógrafo, del iluminador, los acto- LA CRÍTICA Y LOS HACEDORES
res, el vestuarista, la escenofonía… y de ahí en La relación del crítico con los hacedores es
más, enlazadas en un orden de importancia siempre ambigua y generalmente insatisfactoria
según la concepción que especialmente el direc- aunque sea cordial. ¿Por qué? Simplemente por-
tor tenga en el momento del montaje. que el artista suele sentir que quien juzga su pro-
Un punto que resulta especialmente importan- ducto no ha participado, así sea como observa-
te es la actualización de la mirada, en este caso dor activo, en la realización del mismo. ¿Cómo
del crítico, para a su vez lanzar estímulos de alguien puede saber a lo largo de una hora o
cambio de visión por parte del espectador. poco más lo que a nosotros, que lo construimos
La mirada establece un juego básico contradic- y dimos sentido, nos ha llevado meses, no sólo
torio: por un lado sabe perfectamente que el hacer sino también comprender en su verdadera
objeto observado es algo vivo y cambiante, que dimensión? Claro que si un crítico siguiera todo
nunca va a observar dos veces lo mismo y de la el proceso seguramente sólo podría juzgar dos o
misma manera. Pero por otra parte, para poder tres obras al año. Y claro también que difícil- 4
comprender, establecer ciertas reglas y aplicar mente ni el crítico ni el grupo podrían tolerar de
conocimientos anteriores, la mirada tiende a manera medianamente satisfactoria una relación 5
fijar, a congelar, a estratificar, dado que cuando de ese tipo, que más bien corresponde a un dra-
algo está quieto es mucho más fácil captarlo y maturgista o en todo caso a un investigador. Y
comprenderlo. Así, este juego dialéctico obliga al por último, ¿no estaría el crítico contaminado por
crítico a expresar y negarse al mismo tiempo, a las “intenciones” de los hacedores hasta el punto
sacar conclusiones y estar pronto a descartarlas de verlas necesariamente en el producto. Porque
en un lapso muy breve de tiempo. Es decir, esa es la cuestión: la obra que un grupo presenta
correr junto con la corriente viva de los espectá- no necesariamente es la misma que ve el crítico,
culos en una permanente interacción que lleve a y mucho menos la que contempla el público…
la renovación de parámetros y criterios, sin des- aunque los tres estén presentes en el mismo
cartar las bases de los conocimientos y experien- tiempo-espacio de la representación.
cias anteriores. La edad y la rutina tienden a Por un lado está la obra y por el otro el ojo-cere-
jugar malas pasadas invirtiendo el proceso: en un bro-experiencias-gusto de cada uno de los obser-
determinado momento el crítico deja de correr, vadores, de allí que a pesar que el soporte es
se sienta a la orilla del río, enarbola los lentes de idéntico para todos, no lo es ni mucho menos la
su visión de ayer y juzga lo que pasa adelante en lectura que de él hacemos. Y es habitual que en
función del pasado en lugar de lanzarse a la cualquier discusión un poco acalorada se termi-
apuesta del porvenir tras los creadores del ne diciendo: “Pero, ¡¿hemos visto la misma
mismo en el ámbito artístico. No modifica ni sus obra?!”, de lo distinto que la leemos en cada uno
parámetros ni sus herramientas de observación y de sus renglones. Así, entendiendo que el crítico
así, paulatinamente, su mirada se vuelve inváli- es un espectador profesional, con el necesario
da, es decir que se atrofia, frecuentemente sin aval de conocimiento y experiencia, se supone
conciencia de lo que está sucediendo por parte que puede efectuar una lectura que no necesa-
del profesional en cuestión. El qué mirar y cómo riamente coincide con la de los hacedores. Y
hacerlo es un entrenamiento equivalente al que como sólo se enfrenta a ella en lo breve que dura
tienen los creadores al momento de planear su una función, está libre (en lo posible, ya que la
inmaculada objetividad no existe) de los precon- Es fundamental que el crítico mantenga con-
ceptos y buenas intenciones que acompañaron a ciente que cada una de sus notas tienen tres
los hacedores en el largo período de la gestación, tipos de lector: el público, que busca orientación;
donde con frecuencia suele terminar viéndose lo el artista, que básicamente va tras la aprobación
que no se plasmó más que en el deseo. En nues- de su producto y, un tanto tangencialmente en el
tras experiencias con La Escuela del Espectador, análisis del mismo; y finalmente el productor,
solemos asistir primero a una obra y luego, otro que la espera para poder aprovecharla capitali-
día cercano, reunirnos con los hacedores para zando prestigio o espectadores o ambas cosas a
debatir sobre ella. Pero generalmente citamos al la vez. Entonces quiere decir que cuando escribi-
público una hora antes que a los artistas para mos debemos dirigirnos a nuestros tres destina-
que, en relación con los críticos, puedan trans- tarios de manera que cada cual entienda con cla-
formar sus sensaciones en aseveraciones y pre- ridad que mensaje le destinamos aunque no se lo
guntas que luego compartirán con los que traba- nombre en ningún momento.
jaron en algún rol del espectáculo. Con frecuen- En el caso de los productores tradicionales, el
cia, los creadores prefieren estar de incógnita diálogo es casi inútil porque el producto creado
entre el público en esta primer hora (salvo a los puede tener pretensiones artísticas pero por
actores, es difícil que el espectador reconozca al sobre todo es algo que debe ser capaz de recu-
director, escenógrafo, autor, etc.) porque sienten perar lo invertido para poder permitir la repro-
que en el hablar desinhibido de sus espectadores ducción del ciclo productivo de creación. Todas
no solamente aparecen opiniones que tal vez la las estrategias van al mismo punto y la crítica,
amabilidad y la “buena educación” bloquearían fuera de su función propagandística, no es consi-
en la segunda hora, sino sobre todo porque pue- derada de interés: si es capaz de incidir signifi-
den capturar el proceso de lectura y cómo se cativamente en el llenado o vaciado de la sala
compone la impresión estética o ideológica a sirve, de lo contrario es en el mejor de los casos
partir de los estímulos textuales, actorales, de una bonita pluma para el sombrero.
lenguaje escénico, etc. Y confrontarlos de esa En el caso de los funcionarios la situación
manera con la propia visión, cosa que con el crí- admite matices, partiendo de la base que lo que
tico conlleva siempre un cierto prurito que vuel- están haciendo con los dineros públicos es una
ve compleja la relación interpersonal con el aná- inversión cultural y por lo tanto importa la parti-
lisis y los juicios de por medio. Sobre todo si cipación del público, pero no imprescindible-
están fijados en un texto o lanzados al aire sin mente la recuperación económica a través de la
posible participación del artista. venta de los boletos. Esto implica la posibilidad
del análisis del producto en función del momen-
LA CRÍTICA Y LOS PRODUCTORES to, el espacio, el grupo o el público al que se está
Teóricamente la crítica no tiene nada que ver destinando la obra. Asimismo pueden enlazarse
con la propaganda o la publicidad. Sin embargo planes con el apoyo del Estado para la capacita-
es claro que estas la usan –si es favorable, natu- ción de los artistas, para la profesionalización de
ralmente– es sus propias campañas. Y como los críticos y hasta para la generación de nuevos
generalmente las mismas están organizadas por públicos (como en el caso del teatro de calle, por
los productores, estos señores, sean del Estado o ejemplo) y de la maduración de los mismos
de la iniciativa privada también tienen una visión generando elementos convivenciales entre públi-
muy acotada tanto del hecho crítico, como de la co-artistas-críticos como los que propone La
crítica en sí y de los periodistas que la ejercen. Escuela del Espectador, una experiencia que ha
Como en el caso de los hacedores, temen que sido apoyada para su consolidación.
la crítica pueda, tratándose de los funcionarios, La labor de la crítica aquí debe apuntar hacia el
poner en entredicho su labor al frente de un crecimiento de los espacios formativos, el apoyo
determinado departamento, o en el inversor pri- becario a grupos o personas que lo merezcan y la
vado, que esta ejerza sobre el público una labor orientación de corrientes y lenguajes en el entre-
de desestimulación que ponga en peligro la cruce entre las manifestaciones locales y las
inversión realizada. Por lo tanto, las relaciones mundiales para evitar el aislamiento o el malin-
con la crítica son altamente convencionales y chismo y propender a un diálogo de iguales entre
para nada destinadas a una maduración del nuestra cultura teatral y la del mundo.
público y su capacidad de juicio y valoración.
LA CRÍTICA Y SU TIEMPO PERSPECTIVAS
Podemos leer a Saint-Beuve o a Armando de Posiblemente por formación soy optimista, no
María y Campos; el uno francés del siglo XIX y el de los que entran en euforia escuchando sus pro-
otro mexicano, sobre todo de mediados del siglo pias predicciones, pero sí pensando que en el vai-
XX. O a cualquier otro crítico de importancia vén de los tiempos la crítica ha sabido superar
local o internacional y en todos los casos encon- sus debilidades y contradicciones para volver a
traremos el mismo rasgo: la obra está signada ser, una y otra vez, una herramienta indispensa-
por el tiempo y lugar donde fue ejercida. La críti- ble para el creador y el público. Pero en realidad,
ca es hija directa del tiempo. Y tal vez justamen- si miramos con un poco más de cercanía, adver-
te por eso corresponde al crítico seleccionar lo timos de inmediato que no es la crítica la que
esencial de lo accesorio, es decir aquello que regresa sino el creador el que la convoca y el
retrata las preocupaciones, los sueños y las for- público el que la busca, volviendo a generarla
mas de ese momento preciso donde él esta inser- desde sus cenizas a partir de una necesidad seria
to. La calidad del producto se ve mucho mejor a de análisis para no repetir los mismos errores o
la distancia cuando, al leer, notamos con facili- descubrir dos veces lo ya explorado. Porque
dad si el que escribe se ha dejado engañar por la necesariamente la crítica es también memoria,
cercanía con el suceso y se ha perdido en la hoja- memoria crítica de nuestro pasado, elemento
rasca del ahora, ya intrascendente, o si ha sabido indispensable para poder planear nuestro futuro
hacer de lado el elemento coyuntural para cen- con algún sentido de viabilidad.
trarse en el análisis de aquello que resulta axial Además, la herramienta crítica es indispensa- 6
en el pensamiento y el gusto de su tiempo. ble para el joven, que, por naturaleza, es cuestio-
Y en esto, paradójicamente, ayuda lo que pare- nador de ese pasado inmediato que hereda y 7
ce enemigo: la brevedad obligada del texto y el necesita inventar o refundar un aparato metodo-
apuro siempre existente por entregar la nota. lógico de análisis para abrirse camino con sus
Simplemente porque, si tenemos en cuenta que ideas entre las ruinas y las momias del ayer. Es
de alguna manera el crítico colabora en la escri- decir, que hoy claramente sobrellevamos un
tura de la historia de su arte, la velocidad y la sín- momento de transición que nos indica que, si
tesis deben estar puestas al rescate del esencial. existe un rechazo o una indiferencia manifiesta
Dos pinceladas que aseguran que el producto hacia la crítica, es porque pasamos por un cono
analizado sirva como puerta efectiva del tiempo de sombra donde se redefinen las reglas del
que le dio vida. juego tanto político como artístico, y los nuevos
creadores arrastran una muy comprensible des-
confianza hacia cualquier regla que pretenda
legitimar desde la palabra un statu quo que per-
petúe el poder en cualquiera de sus formas. Es
decir que nos hallamos caminando por la orilla
fascinante del caos… y ya sabemos que en defi-
nitiva este es el espacio propicio donde se vuel-
ven a inventar las formas del mañana. Nos baña-
mos en la corriente aparentemente arbitraria
donde todo coexiste, donde no hay un norte sino
una posible y muy interesante multidireccionali-
dad, donde las piedras de las seguridades ideoló-
gicas y estéticas del ayer seguramente ya se
están integrando, de otra manera, en los edifi-
cios teatrales que hoy surgen y nos sorprenden.
Estemos atentos para cazar al vuelo los cometas
que pasan.
ante la puesta en escena
Patrice Pavis
LA CRÍTICA TEATRAL esde la perspectiva interesada de la teoría
15
Antoine Vitez : “L’art du théâtre”, L’Art du théâtre, n. 1,
1985, p. 9.
16
Véase nuestro estudio en Théâtre/Public, “Extension du
domaine de la lutte. La mise en scène à Avignon 2006”,
2006.
DISFUNCIÓN Y NORMALIDAD
Desde el título la obra apunta, si no a la con-
tradicción, al menos al desajuste. Para empezar,
Lúcido, de Rafael Spregelburd lúcido significa, según el Diccionario de la RAE,
Olga Cosentino “consciente” o “claro en el razonamiento”. Pero la
palabra del título es, más precisamente, una eli-
Estructurada en una sucesión de escenas que sión de “sueño lúcido”, frase que nombra un
parecen ocurrir alternativamente en el mundo fenómeno psíquico que algunas corrientes psico-
real y en la mente de uno de los personajes, la analíticas alternativas vinculan a la conciencia
obra Lúcido, del argentino Rafael Spregelburd, durante la fase REM del sueño. Para más datos,
subió a escena en marzo de este año en Buenos el psiquiatra holandés Frederick van Eeden bau-
Aires, después de haberse estrenado en diciem- tizó “sueño lúcido” al del soñador que sabe que
bre de 2006 en el Festival de Temporada Alta de está soñando. Una experiencia claramente per-
Girona (Cataluña, España), con traducción al sonal e intransferible, que no puede compartirse.
catalán de Pere Puig, y de haber pasado –en Es lo que en Lúcido intenta, sin embargo, el per-
enero de 2007– por la Sala Beckett de Barcelona. sonaje de Lucas, a quien su psiquiatra viene
No parece casual el hecho –curioso, eso sí– de entrenando en dicha técnica como método tera-
que una pieza teatral claramente escrita desde péutico.
los códigos culturales e idiomáticos de un país Lucas integra una familia tan disfuncional
tenga su primera versión escénica mundial en como cualquier otra: a los veinticinco años vive
otra lengua. Y no porque haya sido desdeñada u gracias al riñón que a los diez años le donara su
olvidada en su lugar de origen: en los planes del hermana Lucrecia, tres años mayor que él. La
dramaturgo, actor y director argentino estaba el muchacha vuelve a la casa familiar tras quince
casi inmediato –aunque posterior– montaje en la años de ausencia, aparentemente para reclamar
porteña Sala Margarita Xirgu, donde se ofrece la devolución del órgano. Teté, por su parte,
actualmente. Puede decirse que el alumbramien- reparte su maternal y doble vínculo odio-amor
to idiomáticamente extemporáneo de Lúcido en respectivamente con Lucrecia (le puso ese nom-
lengua catalana forma parte o colabora con el bre por “la violación de Lucrecia”, dice) y Lucas
discurso dramático del texto, en el que las pala- (“por el pato Lucas, creo”). Le preocupa lo del
bras parecen ir siempre a contramano de lo que riñón, pero más la inquieta la sospecha de que
buscan nombrar. Se trata de una obra donde los Lucrecia pretenda reclamar su parte del departa-
personajes hablan sin conseguir decir y los diálo- mento donde vive con Lucas. Este, por su parte,
gos no terminan de encajar en las expectativas cumple las “tareas” que le indica su terapeuta,
de los interlocutores. Sin que pueda calificarse de como la de vestirse con la ropa de Teté, buscan-
absurda, la pieza de Spregelburd expone la impo- do resolver así su identificación edípica; o como
sibilidad –a veces sutil, a veces desmesurada, la de practicar “sueños lúcidos” en los que debe
siempre reconocible– de que dos que conversan conseguir un dominio sobre dichos fenómenos
puedan efectivamente hablar de lo que intentan. que supuestamente terminarán ayudándolo a
Lejos de subrayarlo, Spregelburd parece haber dominar también los momentos de vigilia.
dejado a sus personajes en libertad para que Sueños y vigilias que no son, sin embargo, cla-
experimenten frente al público, sin forzamientos, ramente identificables para el espectador. La pre-
lo improbable que resulta para cada receptor sunta realidad ofrece tantas trampas como la
comprender lo que el emisor procura expresar. ensoñación. Los comportamientos o réplicas
Tanto como que cada emisor consiga, o siquiera razonables son a veces previsibles y a veces ines-
procure, responder lo que el interlocutor espera perados. No obstante, Lúcido está tan lejos del
escuchar. Así también, esa familiaridad lingüísti- teatro del absurdo como del naturalismo. Y las
ca que hace parecidos y diferentes al catalán y al escenas más caprichosamente arbitrarias pre-
castellano forma parte del eje dramático de sentan inopinadamente fugaces espejos donde
Lúcido, más allá de su línea argumental. cualquier espectador puede verse reflejado.
LAS COSAS SOBRE LA MESA a los gritos y hablando de cosas espantosas,
La primera escena no desarrolla –en aparien- como suele suceder en la vigilia. Mi terapeuta
cia– ningún conflicto. Pero resulta una postal de dice que algunos llegan a aprender a volar, a
vigoroso y afilado contorno costumbrista. hablar idiomas... alemán incluso... en el sueño.
Sentados a la mesa de un restaurante, Teté, Yo recién empiezo. Pero empiezo bien. Muy
Lucrecia y Lucas conversan con amable imposta- bien.
ción acerca de nada. Empiezan felicitándose recí- Aunque la inmediata didascalia del autor
procamente por haber elegido cenar en La denuncia: “Todos se han quedado mirándolo.
Pierrade, un excéntrico restaurante donde los Lucas, tal vez, no está bien.” Pero el apagón
comensales cocinan sus propios bocados sobre llega después de la convincente apelación de
una piedra caliente que se instala en el centro de Lucas –“Bueno, ahora a comer”– a la que todos
cada mesa. “Qué buena idea haber venido acá”, responden con naturalidad.
dice Teté. “Si la comida es tan buena como el
ambiente, te digo que ya mismo me anoto este LO ÚNICO CIERTO ES LA FALSEDAD
restaurante en la agenda como mi prioridad Lo que cambia, en la escena que sigue –el
número uno”, agrega Lucrecia. Y ambas coinci- espectador ya cree conocer el código– es el tono
den en exteriorizar: “Me muero por ver los de los diálogos, que adquieren la violencia verbal
baños. Deben ser divinos, refinados. Acá el papel de la vigilia, donde los reproches o destratos recí-
es doble o triple hoja, seguro”. A lo que Lucas procos son tan arbitrarios como los momentos
añade: “Acá todo es refinado. ¿Vieron el menú?”. de armonía familiar. La obra elude deliberada-
El diálogo lleva la trivialidad a límites que podrí- mente la estructura tradicional de protagonista y
an parecer absurdos si el espectador no recono-
ciese en ellos una objetividad cercana al realismo
socialista. Porque en la Argentina posterior a la
crisis de 2001 quedó al descubierto, por ejemplo,
una contradicción (una más): la que hace convi-
vir la moda gourmet de los sectores con poder 14
adquisitivo con la desesperación de los hambre-
ados que salen por la noche a comer de las bol- 15
sas de basura. El país que produce alimentos
para trescientos millones de personas expulsa al
hambre o la subalimentación a más de la mitad
de sus treinta millones de habitantes. Al mismo
tiempo, el refinamiento gustativo en comidas y
vinos se impone como signo de status. Nada cali-
fica mejor, en una reunión social, que mostrarse
conocedor acerca de menús étnicos, variedades
de uvas y cosechas o presentación estética de antagonista o el planteo de un conflicto central.
especialidades culinarias. Al punto que cada vez Hay, en cambio, un encadenamiento de situacio-
más, el tema excluyente de comensales VIP suele nes reales y soñadas en las que unas y otras quie-
ser la calificación de carnes, pescados o vegeta- bran reiteradamente los supuestos códigos de la
les por lo genuino de su procedencia, por la suti- vigilia y el sueño, del mismo modo como las
leza de su preparación o por el cheff cuyo exotis- cosas interrumpen sin aviso su dependencia del
mo o trayectoria está detrás de cada plato, a la lenguaje que intenta nombrarlas. A pesar de
medida y exigencia de un paladar cinco tenedo- todo, lo que sucede y lo que se dice en la obra no
res. excede de manera paródica lo probable. Lúcido
En el final de la escena Lucas parece descubrir no es una sátira ni se desborda hacia el expre-
las reglas del juego cuando confiesa: sionismo. La comicidad y la tragedia conviven en
Esto lo estoy soñando. Este restaurante, esta promiscua familiaridad casi como en lo que suele
armonía, todo esto sale de mí. Estoy soñando y llamarse la vida real. O como en las historietas.
me estoy entrenando en la técnica del sueño Mientras tanto, la anécdota irá poniendo en crisis
lúcido. Soy consciente de lo que sueño y lo un abanico de certezas. No terminará quedando
puedo dominar. Por ahora: una comida sencilla muy claro si efectivamente Lucas tiene un riñón
con mi familia, una ida al cine que no termina de su hermana. El marido de Lucrecia tal vez
murió o acaso espera un trasplante; de riñón o implica desmérito para el espectáculo, en el que
de córnea. Teté es una madre negligente y pose- acaso por eso mismo se lucen de modo casi
siva; también una mujer a la espera de ser pose- excluyente ciertas intenciones subterráneas del
ída. Su prioridad es quedarse con el departamen- texto. Las interpretaciones de María Inés
to de su ex marido, pero se entrega con fascina- Sancerni (Lucrecia), Javier Drolas (Lucas), Hernán
do candor a la lectura de Mujercitas, de Louise Lara (Darío) y Eugenia Alonso (Teté) no apelan a
May Alcott. Su ex marido murió. O tal vez vive en la composición naturalista de sus criaturas de fic-
Comodoro Rivadavia. Darío es su nuevo festejan- ción. Más bien, las instalan en una zona liberada
te, o se llama Néstor, o es el mozo del restauran- de todo canon de teatralidad, tan lejos de la emo-
te La Pierrade. Quien se entrena en los sueños ción y de la ideología como cercana de significa-
lúcidos es Lucas, pero Lucrecia cree ver ovnis y dos siempre en pugna con la obviedad.
todos terminan por sucumbir de algún modo a la Acompaña en esa dirección la música de
luz cegadora de no se sabe bien quién o quiénes. Federico Zypce, capaz de concentrar en una
Pero que según el título de la última escena, misma secuencia sonora, la ironía, la banalidad y
“están entre nosotros”. Sin que se sepa, claro, la tragedia que conviven en un paisaje social que
quiénes son (¿somos?) “nosotros”. la obra radiografía con desapasionamiento qui-
Preseleccionada junto a otros cuatro textos para rúrgico. De esa manera, Spregelburd viene cons-
representar la dramaturgia argentina actual en truyendo, ya desde sus primeras creaciones escé-
un proyecto surgido del último Congreso nicas (Cucha de almas, Remanente de invierno, La
Iberoamericano de Dramaturgia celebrado en estupidez, Un momento argentino, entre otras), un
Huelva, España, en 2006, Lúcido comparte lenguaje político-dramático que desarticula proli-
actualmente la cartelera teatral de Buenos Aires jamente los simulacros cotidianos detrás de los
con Acassuso, otro estreno de Spregelburd, quien que se esconde la llamada realidad. Así, desnudo
planea este año dar también a conocer otro de adjetivos éticos o estéticos, lo real capturado
esperado título suyo: La paranoia1, sexta parte de por la escritura de Spregelburd exhibe lo más
su Heptalogía de Hieronymus Bosch. Dirigida por obsceno de esa desnudez: la nada. Lo que no
su autor, la puesta de Lúcido en Buenos Aires induce, sin embargo, al escepticismo sino, en
puede calificarse como modesta, sin especiales todo caso, a dejar de perder el tiempo en las ilu-
hallazgos en el tratamiento visual. Lo que no siones. Y habilita a sospechar que fuera de esa
1
Premio Casa de las Américas 2007 [N. de la R.] nada, tal vez, hay algo.
Lucientes:
una nueva mirada sobre Brecht
Victoria Eandi
La obra Lucientes –comedia para piano y revól-
ver–, escrita por Manuel Santos Iñurrieta y lleva-
da a escena en 2005 en la Sala González Tuñón
del Centro Cultural de la Cooperación, de Buenos
Aires, por el grupo Bachín Teatro (del cual el
autor forma parte como director artístico), es
exponente de las nuevas formas de producción
de pensamiento político a partir del teatro. En
este caso, se trata de un grupo que viene desa-
rrollando, desde su creación, una investigación
sistemática, intencionada y consciente sobre la
poética brechtiana, apropiándose de ella de un
modo sumamente singular. De hecho en la Nota
preliminar que aparece en la edición1 del texto
dramático se señala: “Esta pieza fue elaborada
1
AA.VV, Poéticas de Iniciación. Dramaturgia argentina 2000-
2005, Atuel, Buenos Aires, 2006.
desde algunos lineamientos planteados por do es que se aclara en la presentación de la edi-
Bertolt Brecht para un teatro épico.” Santos expli- ción que se trata de un texto post-escénico.
ca que, más allá de los contenidos, que giran en Pero volvamos a Brecht. Una pieza del drama-
torno al tema de las relaciones de explota- turgo alemán que aparece como referente clave
dor/explotado, la forma de contar fue trabajada a apenas comienza la obra es La ópera de tres cen-
16
través de lo que ellos creen que puede ser hoy el tavos: toda la situación que gira en torno a la
estilo épico. explotación de los mendigos en Lucientes es una 17
Esta búsqueda se refleja claramente en cita clara de aquella pieza, además de una de las
Lucientes, una obra que tuvo como disparador melodías utilizadas, que es la misma compuesta
un cuadro de Francisco de Goya y Lucientes, por Kurt Weill para La ópera. Al iniciarse la
pintor que a su vez le da título a la obra: Los acción, la didascalia indica que se desarrolla en
fusilamientos de la Montaña del Príncipe Pío, el bar “El Lucientes” cuyo “dueño”, una suerte de
también conocido como Los fusilamientos del 3 doble del Peachum de La ópera, “se ubica tras de
de mayo. Este óleo del año 1814 representa la la barra y espera como es costumbre todas las
violenta represión francesa contra los patriotas noches, la llegada de los mendigos que trabajan
españoles alzados frente a la invasión de para él. Ellos recaudan dinero por las calles de la
Napoleón el día 2 de Mayo de 1808. El lienzo ciudad disfrazados de ciegos.” Por otra parte,
se ha venido considerando como el gran cua- este personaje es también un presentador y es
dro de la independencia y la defensa de la justamente el que va a introducir la escena 2,
libertad del pueblo español, aunque, sin duda, explicitando antes de darnos una bienvenida que
ha pasado a ser un cuadro universal sobre la nos “invita a disfrutar las historias que en El
guerra y sus consecuencias, con lo cual tene- Lucientes se tejen por azar.” Las resonancias
mos acá algunas claves indirectas para la lectu- brechtianas son evidentes: es usual encontrar en
ra de la obra. Los claroscuros de Goya tuvieron la producción del dramaturgo alemán un perso-
a su vez incidencia en el aspecto plástico de la naje que hace las veces de presentador, y sin ir
puesta, pero eso ya es otra historia. Lo que nos más lejos, en La ópera de tres centavos también
ocupa en esta oportunidad es el texto dramáti- hay un cantor callejero que funciona como tal. Y
co, que de todas formas está muy ligado a lo en parte gracias a este personaje se produce de
escénico, dado que terminó de armarse en los entrada el efecto de distanciamiento: un actor
ensayos y encuentros de Manuel Santos con su develando el artificio y evitando ese “hipnotis-
grupo Bachín Teatro, en un típico procedimien- mo” en el espectador que tanto rechazaba
to de dramaturgia de dirección, y en ese senti- Brecht. Asimismo hay una apelación consciente
a otros procedimientos brechtianos, también sus filas, pero en realidad lo que le proponen,
asociados a ese efecto de distanciamiento: el siempre bajo la coerción, es más de lo mismo, la
hecho de dirigirse constantemente al espectador, violencia como modo y medio de vida.
tal como pide Brecht para La ópera... cuando dice Y la última gran aparición es la del singular per-
“no se debe inducir al espectador a compene- sonaje de la Metáfora. En esta alegoría es donde
trarse, sino que entre espectador y actor debe más se condensa la apropiación que hace
producirse un intercambio y, a pesar de toda la Manuel Santos, quien es justamente el que lo
extrañeza y de toda la distancia, el actor se diri- interpreta en la puesta, junto al Bachín Teatro, de
girá en fin de cuentas, en línea recta al especta- la poética brechtiana. En el espectáculo, Santos
dor”; la utilización recurrente de las canciones, entra vestido como un obrero, con un mameluco
que son más bien las típicas songs brechtianas azul, y un sombrero bombín, al mejor estilo
(bautizadas con ese nombre desde La ópera... Chaplin en Tiempos modernos. Su manera de
para distinguirlas del canto armonioso, ya que hablar remite al payaso rioplatense y acá es
presentan un ritmo sincopado que da cuenta de donde podemos anclar esta historia en nuestro
lo inarmónico del mundo); y ligado a las cancio- país (a la vez que en el modo de hablar de los
nes, el trabajo coral de los personajes; la utiliza- policías que remite al del “guapo” porteño).
ción de los carteles (que en realidad aparecen Como explica el autor, al vestirse de obrero se
claramente en la puesta, mientras que en el texto aleja de una metáfora neutra conectándose así
pueden ser sólo sugeridos indirectamente); el con los reclamos de la extraescena y haciendo
recurso del gestus –“gesto” ligado a la relación presente lo que Santos llama “multiplicación de
que rige los comportamientos sociales observado ausencias” sobre el escenario (y en este punto
claramente en la actitud de los policías hacia los muy probablemente el lector/espectador argenti-
interrogados–; la musicalidad del lenguaje, pla- no asocie estas ausencias con otras, sobre todo
gado de repeticiones y rimas que lo alejan de lo teniendo en cuenta que en el programa de mano
cotidiano (además de que en varias escenas se se recuerda la coincidencia del estreno con los
utiliza el verso), llamando así la atención y treinta años del golpe militar).
subrayando los contenidos que desean transmi- Esta metáfora abre una posibilidad: instala una
tirse; la repetición aplicada a las situaciones; la esperanza a través del rol del artista. Como seña-
investigación en géneros populares (muy tenidos la Paul Ricouer, la metáfora siempre genera una
en cuenta por Brecht), lo cual afectó luego la esté- “impertinencia” respecto de la norma. Este per-
tica del espectáculo, anclada en la imagen del sonaje no puede ser aniquilado ni por los “policí-
submundo del cabaret. as con bigote” ni por los “sin bigote” porque,
De hecho, el bar donde transcurre la acción como señala el presentador, “una metáfora no
tiene el aspecto de un cabaret, con piano incluido, puede morir”. La metáfora abre un resquicio, una
afuera del cual se escuchan voces de gente que grieta, una alternativa, esta vez auténtica.
pide trabajo. Mientras tanto las mujeres que allí se
encuentran ¿meseras? ¿costureras?, empleadas
del presentador que aparece al comienzo, mien-
tras cosen una bandera van relatando su visión del
mundo desde su posición de explotadas. Lo inte-
resante es que no hay una postura maniquea que
les asigne a ellas signos totalmente positivos, sino
que como explica Santos, guiándose por esta idea
del claroscuro que ya aparece en la pintura goyes-
ca, “todos tenemos nuestras luces y sombras”.
Refiriéndose a ciertos hombres, por ejemplo, can-
tan: “Me conformo humildemente con verlos de
rodillas, frente a frente unos segundos ante quien
ellos humillan”; lo que implica utilizar la misma
lógica que parecen despreciar.
Otros personajes de esta “comedia para piano
y revólver” son los “policías con bigote” y los “sin
bigote”, que parecen ofrecerle alternativas
opuestas al solicitarle al mendigo que se una a
Santos y el Bachín Teatro buscan volcar pre-
guntas, polemizar, provocar una reflexión en el
público y en este sentido creen que hoy es aún
posible un teatro brechtiano, un teatro político,
un teatro que pueda modificar la realidad aunque Brasil cabe en un río:
sea a través de pequeños actos de resistencia, de
metáforas que se resisten a morir.
BR3, del Teatro da Vertigem
Y nada mejor, en este punto, que recordar que Silvana Garcia
Santos es miembro de la Comisión de Cultura del
Movimiento Territorial Liberación,2 donde ha Soy apenas un hombre.
tenido diversas experiencias de cómo puede inci- Un hombre pequeñito en la orilla de un río.
dir el arte en la transformación social. El prestre- Veo las aguas que pasan y no las comprendo.
no de Lucientes se realizó con público del MTL, Carlos Drummond de Andrade
que se sintió involucrado y participó activamen-
te en la representación, interviniendo, por ejem- El Tietê es un río que no corre hacia el mar. Es
plo, en el interrogatorio que le efectúan los poli- un río sucio, basurero de ciudad grande; fétido,
cías al mendigo. Para finalizar cito entonces nue- carga todos los desechos ácidos del hombre de la
vamente la Nota preliminar de Lucientes que apa- ciudad que pasa por sus márgenes sin detenerse
rece en esta edición: “Esta pieza fue elaborada o prestar atención. Su superficie no es plana y
desde algunos lineamientos planteados por serena como la de los ríos de la imaginación,
Bertolt Brecht para un teatro épico. Pero quizás, sino encrespada por los detritos de botellas plás-
el aspecto más singular, fue el proceso de cons- ticas, cadáveres de animales, restos de muchos
trucción de esta obra de acuerdo a la experiencia géneros acumulados en una gran mezcla indife-
compartida junto a los compañeros del MTL. A renciada.
ellos dedicamos con todo fervor y afecto En la noche, su rostro es más imponente y ate-
Lucientes”. morizador. Los olores que aún suben del río, eva-
porados por el calor del día que se fue, las formas 18
2
Se trata de un movimiento piquetero que tomó la decisión inertes que emergen de las entrañas más oscu-
de iniciar su propio proyecto de construcción de viviendas y ras, aumentan la sensación de desagradable sus- 19
es ahí donde nació “Monteagudo”, un complejo de trescien-
tas sesenta viviendas, en pleno barrio de Parque Patricios,
penso, de incómoda suspensión.
Buenos Aires, que además de solucionar un problema desa- Hay en él, sin embargo, una majestad intocada,
tendido por el Estado se convierte en un proyecto de cons- una opulencia de volumen y profundidad, un
trucción popular muy atípico en la Capital Federal. silencio que lo aísla del zumbido de los motores
de distinta potencia que navegan junto a las már-
genes.
Son dos, en verdad, sus márgenes. Debajo de
aquella que sirve la ciudad está la que yace al nivel
del río, que lo represa físicamente, en contacto
con sus aguas. Su topología está hecha de coberti-
zos abatidos, respiraderos, paredones, bocas de
conductos y galerías, pilastras, hendiduras de via-
ductos, raros terrenos abiertos. Márgenes viejas y
trechos rectificados; en algunas partes, armazones
de obras; por todos lados, residuos de intervencio-
nes de ingeniería civil, resultantes del proyecto de
contención que ya, casi demasiado tarde, intenta
rescatarlo para la vida.
A ese paisaje se integra la escenografía de
BR3,1 último espectáculo del Teatro da Vertigem.2
1
Esta reseña se escribió por invitación de la Revista Folhetim
(Río de Janeiro, Teatro del Pequeño Gesto, 2007), aparece en
n. 25, 2007.
2
Dirección de arte y escenografía de Márcio Medina.
En el retorno del grupo a São Paulo, el sentido
de camino recorrido dio la forma elemental de lo
que vendría:
En la tentativa de localizar las calles que unían
nuestro camino, por donde deberíamos transitar,
para llegar de Brasilândia a Brasiléia, apareció la
idea de reinventar una vía, nuestra trayectoria
por el Brasil, hecha por brasis que no contenían
relación, a no ser por lo raíz Br– nosotros había-
mos creado nuestra propia BR, o nuestro propio
BR3.3
“BR3 es el modo como esos lugares nos atrave-
saron”, complementa el director Antonio Araújo.4
Quien hilvana los “brasis” es la saga de la fami-
lia de Jovelina.5 En la fábula, Jovelina es una
migrante nordestina, grávida de Jonás, que llega
a Brasilia en construcción en busca del marido
desaparecido. Tiempo después, reaparece en
Brasilândia, donde se ha convertido en jefe del
tráfico de drogas. Entonces se llama Vanda. Es
asesinada en la guerra del tráfico. Su hijo Jonás,
evangélico, cree haber perdido a sus dos hijos,
Patricia y Douglas, en un incendio culposo. Parte
para Brasiléia y funda una secta religiosa. Deja
atrás a su hermana Helienay, unida en concubi-
nato con el Dueño de los Perros, ex-policía
envuelto directamente en la muerte de Vanda.
Sin saberlo, Jonás deja también a sus dos hijos,
que fueron rescatados del incendio. El encuentro
de Jonás, Patricia y Douglas ocurre en el desenla-
ce, cuando un doble fratricidio desencadena la
estratagema armada por el Dueño de los Perros
para que el padre muera. Jonás, de hecho, acaba
ahorcándose y su cuerpo colgado, cruzando
Escenario y paisaje se mimetizan, a veces al veloz el río en una nave rápida, es una de las últi-
punto de que no podemos distinguir lo construi- mas y más contundentes imágenes de BR3.
do por la ficción de aquello que no lo es. La saga de la familia, vertida en la intrincada
Son tres los “brasis” transferidos para las már- trama, de extensión épica, poblada de elementos
genes del río. Ellos tienen correspondencia con de todo género –incesto, traición, clarividencia,
sitios reales, lugares que fueron visitados por los presencia de fuerzas externas que actúan sobre
integrantes del Teatro da Vertigem, durante el el destino– no esconde la tentativa de construc-
largo período de preparación del espectáculo. Un ción del relato asimilado a la tragedia. Esa inten-
viaje de casi cuatro mil kilómetros que comenzó ción se reafirma en la condición del lenguaje, al
en Brasilândia, en la periferia de São Paulo, pasó cual se le ha dado un tratamiento que escapa a lo
por la capital Brasilia y llegó a Brasiléia, ciudad coloquial, plagado de reparos filosóficos y for-
perdida en la frontera de Acre con Bolivia. En mulaciones clarividentes, propias de las amones-
común, las tres localidades, tienen el nombre taciones y profecías.
derivado de Brasil y el potencial de la suma de 3
ellas constituye una alegoría del gran Brasil, con Sérgio Siviero: “Teatro da Vertigem. Reflexões sobre o tra-
balho de criação do ator no projeto BR3”, Sub-Texto. Revista
sus consabidos contrastes e incorrecciones. Al de Teatro do Galpão Cine Horto, n. 2, diciembre 2005, p. 11.
grupo lo movió el deseo de investigar una posible 4
“Projeto BR3”, Sub-Texto, Revista de Teatro do Galpão Cine
identidad brasileña. Horto, n. 2, diciembre 2005, p. 17.
5 Dramaturgia de Bernardo Carvalho, en proceso colabora-
tivo.
A pesar de ello, a diferencia del modelo clásico, de imágenes grotescas, imágenes de un mundo
lo sagrado no está aquí presente. En su lugar, enajenado, que es tan subproducto del río como
aparecen los simulacros de las sectas y religiones la suciedad que él acoge. El acento es fantástico
populares. La fuerte presencia en la trama de y humorístico, como la vidente Zulema Muricy,
referencias religiosas se sustenta en la propia rea- caracterizada como una manca charlatana y
lidad que el grupo investigó. En cada localidad kitsch. O la reina Mariana Helena Cristina, afec-
visitada, se confirmó la existencia de un modo tada por la lepra, desaliñada y extravagante, ins-
de culto peculiar o dominante: de la iglesia evan- talada en la frontera entre Acre y Bolivia, dedica-
gélica en la periferia, hasta doctrinas exóticas, da a la fabricación de su propio dinero.
como el Vale do Amanhecer, en Brasilia, a los A esas Sibilas desclasificadas se suman muchos
rituales basados en la ingestión de plantas psico- otros tipos, responsables por figurar y colorear el
activas, como la ahyausca, o Santo Daime, en trayecto de Brasilândia a Brasiléia recorrido por
Acre. los protagonistas.
Los personajes de la pieza también están lejos Fue en esa multiplicidad de personajes, recogi-
de la ejemplaridad de los héroes trágicos, aunque dos en la experiencia del viaje histórico, y plan-
elevados, por el lenguaje, a una condición de tados en el paisaje ficcional del Brasil reconstrui-
excepcionalidad. Son figuras cuyos correspon- do que la noción de identidad, instalada en el ori-
dientes socio-antropológicos pueden verse en las gen del proyecto, vio confirmada su redefinición.
quebradas de las favelas y periferias más violen- La idea de una identidad unificadora fue sustitui-
tas. Sus historias tampoco tienen dimensión míti- da por la comprensión de las diferencias y varia-
ca, o históricamente distante, al punto de permi- ciones, constituyendo para el grupo focos que se
tir “una interpretación de la condición humana ajustaban, particularmente, a cada una de las
y del humano destino”, una de las atribuciones realidades vividas. Se formó, como apunta Silvia
de lo trágico.6 A diferencia de los espectáculos Fernandes, coordinadora teórica del proyecto
anteriores del Vertigem, sustentados en la pará- BR3,
bola bíblica, aquí la figura mítica de Jonás, cuya ...una especie de cartografía de microterrito-
historia es evocada al inicio de la trama e inspira rios, abandonando las ideas abarcadoras de la 20
el nombre del personaje, es una presencia débil, lectura del país, que comportan sistemas de
sin poder de sustentar o dar ligazón a los senti- orientación hasta cierto punto seguros –como 21
dos del espectáculo. Quedan los personajes que los de Sérgio Buarque de Holanda, Caio Prado
son fácilmente reconocidos, no por legendarios, Júnior, Gilberto Freyre y Paulo Prado–, para
no porque tengan un lugar en la mitología, sino aventurarse en la singularidad de los estudios
porque están diariamente en los titulares de los locales, que parecían, desde el principio, pre-
noticieros. destinados a producir versiones movedizas de
El esqueleto de artificio que sustenta la inten- los lugares y del país...7
ción trágica, en BR3, en ausencia de las condi- La percepción de la realidad compleja, mutan-
ciones modélicas de existencia y recepción, se te, del territorio de la identidad, contenida tam-
esfuma, revelando un caldo de cultura pop que bién en el sentido de identidad como “algo en
mezcla ingredientes de la literatura y del cine, del tránsito”, formulado por la psicoanalista Suely
género policial y del suspense, del melodrama, Rolnik,8 inspiró procedimientos del espectáculo.
de la pantomima, de la parodia. Al comenzar por los juegos que hace Bernardo
En la realización escénica de la trama, esa Carvalho con los nombres, los rostros y las iden-
hibridez se ve reforzada por la interferencia de tidades de las personajes: Jovelina también se
elementos alegóricos como, por ejemplo, la figu- llama Vanda; Zulema pasa a ser Tía Selma; Jonás
ra monumental de un indio –¿desecho de una en determinado momento dice llamarse
escuela de samba?– asentada en la margen del
río, solitaria y distante, apenas vislumbrada por 7
“Cartografia de BR3”, Silvia Fernandes e Roberto Áudio
los espectadores que pasan ligero en la barcaza (orgs.): Teatro da Vertigem. BR3, Perspectiva/Editora da
que los conduce. Mas, principalmente, coherente Universidade de São Paulo, São Paulo 2006, p. 41.
8
con el lenguaje dominante en los espectáculos Suely Rolnik fue una de los estudiosos que impartieron
conferencias a los integrantes del Teatro da Vertigem,
del Teatro da Vertigem, la narrativa está poblada durante el proceso de creación del proyecto BR3. El director
Antonio Araújo se refiere a esa noción en el libro-programa
6
La formulación es del historiador Victor Kierman en Eight del espectáculo: “Entrevista com Antonio Araújo”, Silvia
Tragedies of Shakespeare, Verso, London, 1996, p. 29. Fernandes e Roberto Áudio (orgs.): Ob. cit., pp. 19-20.
Douglas; la Evangelista, narradora que acompa- ten al motivo viaje/expedición que está en el ori-
ña a los espectadores en el barco, la que da un gen del proyecto y determinan la dinámica del
encadenamiento a la historia, se confunde al espectáculo. El ser del río define también la natu-
final con la figura del Pastor, de quien conocemos raleza de la narrativa: es el río el que sustenta la
apenas la voz grabada; el Dueño de los Perros, distancia épica.
para engañar a Patricia, dice ser quien no es, y El río, aunque es semánticamente fuerte, no
atribuye su identidad a Douglas; Patricia se tra- por eso anula su presencia. Al contrario: afirma
viste de hombre para ingresar en el Matorral su resistencia en no dejarse convertir en ficción.
Egipto, donde está su padre, y es en ese lugar, en Es un río otro que, por su parte, remite de vuelta
el momento del baile, cuando ocurre el desenla- al propio río.10 En su existencia concreta, inmun-
ce dramático de la muerte de los dos jóvenes, da y maloliente, que no se deja suprimir, el río se
Douglas y Patricia, confundidos con asesinos pone en tensión con la fábula –“tiempo expreso
–también aquí la confusión de identidades–, los y urgente de las (avenidas) marginales, (...) tiem-
miembros de la secta, en la ausencia de mujeres, po distendido y dilatado del curso del río.
hacen el papel de dama cubriéndose la cabeza Superposición de espacios y simultaneidad de
con sacos. Hay que mencionar también las más- tiempos”, sintetiza Antonio Araújo.11
caras usadas por los actores en diversos momen- En aquello que el río no deja re-significar resi-
tos, que reproducen sus propias caras u otras de su potencia poética. Poesía que exhala del
ajenas. El tema de la identidad se traduce así silencio digno, en su magnificencia maculada.
como “identidad móvil, fluctuante como el pro- En la imaginación poética, un río que no corre
pio río”, según dice Antonio Araújo.9 hacia el mar es un río sin posibilidad de reden-
Del juego de identidades, de la topografía com- ción. Esa es su condición trágica.
pleja, de la simultaneidad horizontal y los dislo-
ques que rigen el espectáculo, toma sus sentidos Traducción del portugués V.M.T.
BR3. De todos sus componentes, ciertamente, el
río es el elemento más fuerte. Todos los aspectos
significantes del espectáculo encuentran en él un
10
campo de reflexión. Sus atributos se abren en La referencia necesaria aquí es Foucault y la idea de hete-
rotopia. Silvia Fernandes también remite a esa noción en
posibilidades de metáfora: movimiento, flujo,
sus comentarios en “Cartografías de BR3”, p. 43.
disloque, orientación/desorientación, todos remi- 11
“Da impossibilidade de escrever sobre o processo”, Sub-
Texto. Revista de Teatro do Galpão Cine Horto, n. 2, diciembre
9
Ibidem, p. 19. 2005, p. 25.
personajes des-psicologizados son parientes cer-
canos de las figuras de las historietas.
Constituyen, en principio, clichés o estereotipos,
pero adquieren una posible “alma” por el arte del
director y de los actores, que los elevan a la con-
dición de arquetipos. La narrativa presa en la
Plancha caliente, palabra induce a la caracterización psicológica,
el caos urbano a brocha gorda mientras que la narrativa elaborada a través de
los trazos se expresa en la forma pura de la ima-
Sebastião Milaré gen, sin mediaciones –de esa forma el arquetipo
está potenciado.
Mario Bortolotto está entre los más fértiles dra- El encuentro del hombre de teatro con el dise-
maturgos activos en el teatro brasileño. Con fre- ñador de historietas resultó, por tanto, en la radi-
cuencia cada nuevo texto suyo es representado
por el Grupo de Teatro Cemitério de Automóveis
(Cementerio de Automóviles), que creó hace
veinticinco años en Londrina, Estado de Paraná,
y que hace una década se mudó a São Paulo.
Además, no es raro, que sus obras originales se
presenten en dúos de colaboración con “almas
gemelas”, contestatarias como él, representantes
actuales de linajes literarios que proceden del
Marqués de Sade, de Rimbaud, Mallarmé,
Artaud, Kerouac, Bukowski, pasando por la con-
tracultura de los dadaístas, los beats, los hippies
y los punks. Así es que realizó pareja creativa con
el poeta Maurício Arruda Mendonça, adaptó 22
obras de cuentistas y novelistas, como Marçal
Aquino, Mirisola, Daniel Pellizzari, Cristiano 23
Baldi, autores con la aptitud transgresora de
hablar de la realidad social y de describir el com- calización de una idea, de un concepto dramáti-
portamiento del hombre contemporáneo. Por co. Con inteligencia, Bortolotto no intentó desa-
fin, encontró no un poeta o un novelista, sino un rrollar diálogos o “teatralizar” las situaciones
creador de historietas, un diseñador gráfico de narradas (o, mejor dicho, diseñadas) por
notable talento, que integra tales linajes, y los Kitagawa, como ocurre casi siempre en las adap-
honra con trabajos vigorosos y absolutamente taciones de historietas para el teatro o el cine.
transgresores: André Kitagawa, autor de Plancha Como diálogo usa las mismas frases que el dise-
caliente (Chapa quente), constituida por siete his- ñador de historietas escribió en los globitos de
torietas, que Mário Bortolotto adaptó para la textos, para significar lo que hablan los persona-
escena. jes, o las frases explicativas que aparecen en el
En este caso, no ha cambiado el criterio de las cuadro. Por medio de ese modo de proceder, dio
colaboraciones y sí se ha radicalizado uno de los materialidad (carnes y nervios) a las figuras dise-
aspectos fundamentales de su visión estética. La ñadas, pero sin sobrecargarlas de tensiones o
idea de la historia en cuadros siempre estuvo pre- explicaciones psicológicas. Ellas son lo que son:
sente en su trabajo, tanto en los textos como en marionetas de una fuerza mayor que lo manipu-
la elaboración escénica. Bortolotto evita a toda la todo y deja poco margen para el ser humano
costa el teatro psicológico y, de ese modo, sus ejercitar su humanidad, su “existencia chispa”.
Son apenas trazos, deseos reprimidos, realidades
aventadas o inventadas... condición, en honor a
la verdad, a la que estamos sometidos todos en
los días que corren, dirían esos poetas malditos.
Condición, especialmente, de los seres que habi-
tan ciudades iguales a São Paulo.
EL ESTIGMA DE LA METRÓPOLI zador. Son metáforas terribles, a despecho del
Aunque aparezca en escena con insistencia la cinismo y del humor, o justamente por el cinismo
imagen del avión aproximándose a una torre, y el humor.
mientras otra ya está siendo detonada, no es a Ni al diseñador ni al poeta de la escena le inte-
Nueva York que se refieren las siete historias de resa apuntar con el dedo a las causas del caos
Plancha caliente, sino a São Paulo. Y también a establecido. El caos está ahí, en el mundo, ejer-
Río de Janeiro. Como ejemplo de otras metrópo- cido en algunos lugares por el fundamentalismo
lis, especialmente aquellas de regiones de econo-
mía periférica, donde la vida pasó a tener poco
valor. Por nada, tal vez porque no le gusta la ropa
que lleva puesta o la cara del ciudadano, el ban-
dido dispara su arma sobre el sujeto que encuen-
tra en la calle. Son crímenes motivados más por
el humor del bandido, que por estrategia o con-
veniencia criminal. La vida, en ese contexto, es
una tontería. En São Paulo, como en Río de
Janeiro, con alarmante frecuencia las personas
son víctimas de una bala perdida dentro de la
propia casa, o en la puerta de la escuela, o atra-
vesando la calle, o tomando helado en la cafete-
ría. Tales hechos del día-a-día convierten los ata-
ques a las torres del World Trade Center apenas
en un símbolo: la imagen concentrada de masa-
cres cotidianas y sistemáticas que marcan este
inicio de siglo y estigmatizan a las metrópolis.
Los agentes visibles de esa “fuerza mayor”
(bandidos, asesinos) son también unos pobres
diablos quién sabe si producidos por los medios
de la sociedad de consumo, o por la insensatez
histórica de los poderosos, o por la miseria no
sólo material, sino también espiritual que asola religioso, en otros por el narcotráfico, o por el cri-
al mundo contemporáneo. men organizado, en casi todos por la desespe-
Un perfecto ejemplo de la pulverización de la ranza. A través de metáforas, que se permiten
responsabilidad de tales “agentes” está en la pri- ignorar la sociología y la psicología, esos poetas
mera historia, “Balada sangrienta”, narrada por sólo quieren revelar el caos con sus herramientas
un individuo que mató a otro, a quien tenía expresivas –sin escapar a cierta perplejidad, sino
como su mejor amigo, sin que él mismo consiga intentando ocultarla bajo una capa de sarcasmo.
explicar la razón que lo llevó al crimen. “En el Con ironía se lamentan los pobres personajes;
velorio lloré más que una niña”, dice. E intenta lamentan esa masa que emerge de la promis-
justificar el llanto: “Fue sólo de pensar que tal vez cuidad de criminales y víctimas, que hace que
él se estuviese yendo para un lugar muy loco... sea casi imposible distinguir unos de los
mientras yo continuaba en aquella mierda”. La otros.
madre de la víctima le entrega todos los CDs del La esperanza se revela en el apasionado abrazo
muerto, pero él los destruye, sin que se explique de los amantes de la última historia. El matrimo-
tampoco esa actitud, una vez que le gustaban. nio ve la televisión. Es un noticiario, con narra-
Termina siendo apresado por el crimen. Cierta tivas de desastres y crímenes. Indiferente a las
noche, en la cárcel, mientras dormía, su colega desgracias cotidianas que animan los telenoticie-
de celda lo asesina, sin que se sepa tampoco por ros, la mujer pregunta: “¿Como fue que descu-
qué motivo. El hecho es que despierta en el briste que me amabas?”. Mientras la conductora
Infierno, donde encuentra al amigo que ha mata- de la TV habla del desempleo entre los jóvenes
do. Continúan siendo amigos y el otro le agrade- como una de las principales causas de la violen-
ce por el envío de los CDs. Se quedan por allá cia, él piensa un poco y responde que el descu-
probando el sonido, maravillados porque los apa- brimiento “fue como una explosión: de repente
ratos de sonido de los infiernos no tienen ecuali- buuummm, y ahí todo se volvió diferente, todo
tuvo sentido...”. Y en el momento en que un ción, mientras que se valora al actor y la ocupa-
secuestrador apunta el revólver para la cabeza de ción del espacio escénico, lo que resulta en la
una mujer, en la pantalla del televisor, la pareja forma inteligente, económica y objetiva de con-
abrazada, se besa apasionadamente. La esperanza tar la historia.
retorna con el amor. Como si estuvieran en busca Tales méritos sumados a la rebeldía inherente
de la propia salvación, los poetas restablecen el al acto creativo del grupo, a su visión crítica de la
valor de la inocencia a través del acto amoroso. sociedad, al lenguaje coloquial y sarcástico,
encuentran un público que nunca los abandona,
pues identifica en los espectáculos la realidad
actual en ropajes grotescos, expuesta casi siem-
pre a través de clichés y de estereotipos conver-
tidos en instrumentos de la narrativa escénica,
en busca de una expresión que trascienda los
propios clichés y estereotipos. Este es el desafío
que atrae a tantos actores de diferentes forma-
ciones para el Cemitério de Automóveis.
En Plancha caliente el desafío llega al extremo.
El actor debe hacer al personaje saltar de los car-
tones para la escena sin traicionar la naturaleza
del original. Quiere decir que debe apenas otor-
gar volumen, masa muscular, al que fue creado
por trazos, sin darle tintes psicológicos. Eso, sin
embargo, no puede confundirse con una inter-
pretación plana y rasa, simplemente estereotipa-
da. Por el contrario, la gracia está exactamente
en tornar al estereotipo en algo vivo, convincen-
te, con cierta vibración –lo que significa darle el 24
estatus de arquetipo.
Para eso el actor debe huir de los procesos rea- 25
listas de la construcción del personaje. Lo que
EL DESAFÍO A LOS ACTORES interesa es la propia compulsión que lo lleva a
Hay una intensa complicidad de los intérpretes actuar y no los fundamentos psicológicos, socio-
en la autoría de la narrativa escénica, no sólo de lógicos o morales de esa compulsión. Es la emo-
este, sino de cualquier espectáculo del Cemitério ción en estado bruto. El irracionalismo mueve al
de Automóveis. Muchos actores no integran el personaje y permea sus relaciones sociales, fami-
grupo: son invitados. Esto es común especial- liares e íntimas. Eso obliga al actor a una com-
mente en las muestras que el Cemitério de posición precisa, sin floreos vocales o corporales,
Automóveis realiza, presentando un extenso sin meneos descriptivos o sentimentalismo en la
repertorio (en una de ellas mostró veinticuatro entonación. Paradójicamente, sin embargo, debe
montajes diferentes). Plancha caliente integra la humanizar al personaje, hacerlo convincente a la
cuarta muestra del grupo, celebrada en el platea. Y uno de los factores que lo humaniza es
Espacio Escénico Ademar Guerra, del Centro el sentimiento generalizado de profunda soledad.
Cultural São Paulo. Como siempre, el evento Los canales de comunicación entre las perso-
cuenta con la participación de una decena de nas, en ese universo árido y cruel, están truncos,
actores invitados. llevan a equívocos muchas veces fatales. Esa faz
Esos profesionales de la escena se unen con de Plancha caliente refleja de modo radical el sen-
alegría al grupo en una experiencia peculiar, para timiento que sufren los habitantes de las metró-
vivenciar el proceso creativo desarrollado por polis periféricas, como São Paulo y Río de
Bortolotto. Un proceso caracterizado por un cor- Janeiro, cercándose de rejas, blindando carros,
tísimo tiempo de ensayos. Los actores están lanzando miradas desconfiadas y temerosas,
facultados de amplia libertad creativa, pero rigu- como si fuesen permanentes blancos del Azar o
rosamente dentro de los parámetros y criterios de lo Desconocido. Y de ese modo cada uno
estéticos establecidos por el director. Otra carac- construye murallas en torno de sí y se refugia en
terística del proceso es el bajo costo de produc- la inexorable soledad.
Once actores en escena deslindan ese universo En paneles colocados al fondo y en los laterales
de precariedades humanas, y le dan admirable del escenario se proyectan las ambientaciones de
unidad, a despecho de sus diferentes escuelas y los cartones. De ese modo, los actores se inte-
formaciones artísticas. Todos crean desde la gran al lenguaje gráfico, lo que no sólo justifica
perspectiva de la historieta, construyen persona- aquel tipo de interpretación, sino que lo redi-
jes a partir del conflicto de base, que surge no mensiona. La conjunción de la gráfica proyecta-
como un problema a solucionarse, sino como da con la óptima banda sonora de Mário
destino y condena del sujeto. Pasan de la carica- Bortolotto y Kitagawa, sumadas a la excelente
tura al entorpecimiento de los sentidos con extra- iluminación de Bortolotto y Marcelo Montenegro
ordinaria delicadeza. Al cinismo del personaje le y el movimiento de los intérpretes, resulta en una
sucede la sonrisa melancólica del actor, delatan- estética paradójicamente familiar e innovadora.
do a flaqueza de aquel que se viste de valiente. Además, todo se desarrolla en una extraordina-
Las contradicciones son expuestas en blanco y ria unidad contradictoria. Tanto las historias
negro, sin medios tonos. Así realizan esos intér- narradas como los elementos utilizados para la
pretes sus personajes, en los trazos puros de un narrativa. Todo se revela en términos dialécticos.
cartoon vigoroso, que se apropió de la escena con Son indagaciones y no afirmaciones, que sólo
el objetivo plenamente alcanzado de divertir y esa dirección a cuatro manos, unidos el director
emocionar al espectador. de escena y el director de arte de modo absolu-
to, podría materializar en escena.
DIRECCIÓN A CUATRO MANOS Desde la idea inicial del proyecto artístico hasta
Puede decirse que en este espectáculo se ve su admirable conclusión, Plancha caliente es,
realizada, casi a modo de un manifiesto estético, innegablemente, uno de los más creativos e
la síntesis del trabajo creativo de Mário Bortolotto innovadores espectáculos vistos en los últimos
con sus actores y colaboradores, tanto en el tiempos en escenarios brasileños.
plano dramatúrgico como en el ámbito de la
representación. Ideología y mecánica narrativa Traducción del portugués V.M.T.
encuentran síntesis en él, exponiendo la dialécti-
ca de su construcción.
A lo ya comentado sobre el trabajo de los acto-
res, se debe añadir la idea del ambiente en que
se mueven los intérpretes, pues sin duda ellos
son estimulados y motivados por ese ambiente.
Aquí encontramos en la escena al propio diseña-
dor de historietas, André Kitagawa, en un trabajo
de tanta importancia que llevó a Bortolotto a pre-
sentarlo como codirector del espectáculo.
En las notas al programa, después de confesar
la fidelidad al autor que adapta para el teatro,
pues quería ver la obra del otro integralmente en
la escena, Bortolotto afirma: “En este trabajo,
que pide una fidelidad aun mayor, ya que las
escenas ya existen y ya fueron visualizadas (a
diferencia de la obra que está apenas escrita),
preferí inclusive llamar al propio autor para que
firmara la dirección conmigo”. Actitud elegante,
sin duda, y por encima de todo honesta. Pues,
en verdad, la proyección de ilustraciones y ani-
maciones de André Kitagawa fueron de funda-
mental importancia para el espectáculo y le dio
sustentación absoluta al trabajo de los intérpre-
tes, contextualizándolos en el lenguaje de la
historieta.
encuentra múltiples recursos dramáticos y escé-
nicos que tienen la doble función de desmontar
la univocidad del personaje (y por lo tanto, del
sujeto) al ponerlo en el juego de la otredad y a la
par de realizar una autorreflexión sobre lo que
está aconteciendo en escena: la realidad dual de
lo teatral, que se mueve en ese frágil borde entre
lo real y la ficción.
Neva, a través de un extremo minimalismo
escénico y de actuaciones potentes, versátiles,
lúdicas, logra proyectar las complejas imbricacio-
nes textuales de una obra que, a partir de la cita
y la indagación penetrantes, construye y decons-
truye críticamente, hasta la crueldad, un modelo
dramático y teatral fundante del teatro moderno:
el de la estética realista sustentada en la compli-
cidad estética entre Antón Chéjov y Stanislawski.
Neva, creación autoral de Guillermo Calderón,
quien también la dirige en escena, se articula en
torno a una situación pirandeliana que activa
múltiples capas de relación entre la realidad/fic-
ción de lo teatral.
El espacio escénico de Neva es esencial, ascéti-
co, constituido sólo por la metáfora de la escena:
“un escenario sobre un escenario”, un plató
redondo de unos dos metros y medio de diáme-
tro, tapizado en una vistosa felpa roja del color 26
prototípico de los cortinajes de teatros lujosos.
Sólo dos elementos sobre él: un sillón de estilo, 27
de felpa dorada, y a la base frontal, una pequeña
Neva, en el pliegue de la otredad estufa eléctrica enfocada hacia el plató, cuyos
tubos incandescentes, al modo de candilejas,
María de la Luz Hurtado constituyen la única iluminación de la obra.
La situación dramática básica es la de una
Decir que hay teatralidad es identificar en el actor
actriz de fama y talento que ensaya un monólo-
un juego de fricciones entre códigos y flujos, entre
go de El jardín de los cerezos, de Chéjov, en un
lo simbólico y semiótico, entre caos y orden con los
teatro de San Petersburgo, ensayo que ella torpe-
cuales el actor actúa. Son estos frotamientos, fric-
dea repetidamente por estar en crisis como
ciones, alternancias en donde actores y espectado-
actriz. Es que se trata de Olga Knipper, la viuda
res encuentran el placer del teatro.
de Chéjov, cuyo reciente fallecimiento la tiene
JOSETTE FERAL1
sumida en el trauma y el dolor. Como alemana
en suelo ruso, sus actuaciones más potentes las
La construcción de la identidad a través de jue-
realizó protagonizando a las mujeres creadas por
gos de confrontación con las diversas facetas del
su esposo y venerado maestro, y el hueco afecti-
sí mismo y de los otros está hoy en el centro de
vo y de poder generado por su muerte ahora la
la preocupación de la teoría cultural y también,
vuelven insegura y la paralizan neuróticamente.
de los modos de jugar la acción dramática desde
Sólo dos actores han llegado al ensayo: Masha,
el personaje teatral.
una actriz de su misma edad, y Aleko, un actor
En la cartelera santiaguina actual, el lugar de la
más joven. La obra se mantiene dentro de esta
mirada que constituye al personaje y a la acción
ficción de actores en situación de ensayar una
1
Josette Feral: Acerca de la teatralidad. En Cuadernos de obra, por lo que los actores reales actúan el per-
Teatro XXI. GETEA, Editorial Nueva Generación, Buenos sonaje del actor actuando su personaje o salien-
Aires, 2003, p. 45. do de él, intermitentemente.
Un eje constante de la obra es realizar la actua- gulares. Aún cuando al comienzo Olga Knipper
ción del ensayo de modo performativo: dejando conduce la situación, pronto surgen entre ellos
a la vista sus mecanismos constructivos median- relaciones de celos, de usurpación, de parodia,
te diversos recursos histriónicos, ya sea exacer- de suplantación de personajes. Esto, confundien-
bados, “naturales”, estereotipados, fallidos, emo- do cada vez más el lugar desde el cual se sitúan:
tivos, controlados, etc. Ello, según las dinámicas el del actor y la actriz actuando el personaje, o el
relacionales de los personajes en su situación del actor y la actriz en la vida “real”, o el del actor
“real”, las que activan y modifican las relaciones y la actriz transparentando, manipulando, apro-
interpersonales inmediatas, catapultadas hacia el vechando su situación actoral y de personaje
mundo interno de cada cual, hacia la memoria para animar al de la vida real, y viceversa.
de situaciones similares o de contrapunto con las Así, Olga Knipper “actúa” su incapacidad acto-
tensas dinámicas actuales. ral, mima las dinámicas que teme se generen
Lo meta-teatral se constituye en la indagación entre el público durante el supuesto fallido estre-
en torno a las claves del “método” stanislavskia- no, y solicita a Masha que interprete su monólo-
no, en especial, de la memoria emotiva y física go para encontrar una pista para su propia inter-
de los actores: de su vida personal, de lo vivido, pretación, la que luego rechaza y cuestiona de
sentido, observado, experimentado en carne modo airado y soberbio. Dinámicas similares
son impulsadas por los otros
dos personajes: Aleko dice
amar o haber amado a Olga y
a Masha, se somete a los capri-
chos de una y otra respecto a
sus capacidades actorales y
sexuales, reales o ficcionaliza-
dos, los subvierte, etcétera.
La obra mantiene al especta-
dor en suspenso, en sospecha
permanente, en admiración,
en resonancia afectiva por la
habilidad del guión y de la
interpretación, los que no mar-
can las transiciones ni estable-
cen convenciones para indicar
el paso de una situación de
actuación dentro de la ficción a
aquella en la que el actor o las
actrices viven su existencia
“real”. Los equívocos resultan-
tes son transgresores, como
una confesión amorosa alta-
mente erótica de Aleko hacia
propia, como fuente y correlato de la construc- la viuda de Chéjov, quien responde en el plano de
ción de un personaje “real”, “creíble”, “vivo”, lo real, siendo que luego el actor confiesa haber
afectiva, social e históricamente fundado. estado ensayando con ella un monólogo basado
Este imperativo existencial actúa como clivaje en Dostoievski.
permanente en los “ensayos” de los actores, y a
la vez, como un duro peso que, a la par que se
intenta cumplir, va dejando a la vista las trampas
y equívocos a los que conduce y provoca.
Reunidos en una gélida noche cargada de
malos presagios por la inasistencia del resto del
elenco, a los tres actores se les abre un espacio
de intimidad para las confesiones personales, las
que exacerban sus relaciones bilaterales y trian-
Pero ya se ha creado un clima erotizado, del la brutal Matanza del Domingo Sangriento per-
que participa Masha, y ello los lleva a estimular la petrada por la Guardia Imperial zarista, hacia el
memoria amorosa de la viuda en relación a final de la obra, lo acuciante de esta situación
Chéjov, memoria intervenida por la enfermedad, pre-revolucionaria hace prevalecer las identida-
la sangre, el deterioro corporal del marido en su des sociales de los actores. Estos, de haber ocul-
etapa final de tuberculoso. De ser este el creador tado o enrarecido sus raigambres sociales y
de los textos que ninguno de ellos puede o quie- posiciones ideológicas, finalmente se sitúan en
re interpretar, se constituye él mismo en objeto trincheras diferentes: Aleko, en la del joven aris-
de representación. tócrata pacifista y cristiano; Masha, en la de la
Chéjov, figura fantasmal omnipresente, es actriz pobre y anarquista; Olga, la viuda de
encarnado escénicamente por cada uno de los Chéjov, en la de la extranjera (alemana, alter
actores. En especial, cuando Olga, para desblo- ego de la emperatriz de Rusia), desinformada y
quear su psiquis fijada en el momento de su conciliadora.
muerte irrecuperable, busca desesperadamente Neva, entonces, explicita sin rodeos aquello que
lograr la precisión de la memoria de ese momen- en la obra de Chéjov está como trasfondo meta-
to inefable. Así, la actriz pide a sus compañeros fórico, como entramado que fundamenta la
representar no el texto escrito por Chéjov que decadencia burguesa, las contradicciones socia-
están ensayando sino el texto representacional, les, la conciencia revolucionaria que se gesta. De
performativo, vivido por él mismo al momento esa explicitación hay un paso directo a la discu-
de su propia muerte: que representen la muerte sión ya sabida de si el teatro de la revolución o la
de Chéjov para ella. El ritual de esta representa- revolución del teatro; de si es posible o ético
ción, conducido primero por Olga pero luego actuar un personaje en lo social diferente al de lo
escapado a su control, al modo de un exorcismo teatral; de si el teatro tiene realidad en sí, capa-
avanza y retrocede en el patetismo, el horror, la cidad de generar martirios y lealtades como lo
sátira, la trivialidad. tiene la lucha social. Si, en fin, ya en la anticipa-
Tanto esta como otras representaciones del ción del tiempo que vendrá, y representando a
“otro” que continuamente realizan los actores, ese Chéjov que será tras un siglo, en una muerte 28
como también, las representaciones que realizan aún más honda, y a su rutilante esposa ya des-
del “otro” de sí mismos, les dan licencia para un compuesta, muerta, olvidada, surge la interro- 29
lenguaje de crueldad, vulgaridad, auto manifesta- gante de si algo de eso será o no representable
ción transgresora. Al derribar por ejemplo la dei- en algún espacio teatral en alguna parte olvidada
ficación del maestro llegando hasta su lugar más del mundo, hoy, en el presente real no ficcional
íntimo y privado, a aquel fuera de la escena públi- de la representación –el del 2006 o 2007.
ca: al de lo intrafamiliar incestuoso, apareciendo Ese volver sobre la situación de representa-
Chéjov como figura antitética del hombre moder- ción, sobre el esfuerzo extenuante de dar vida a
no con dominio de los mundos afectivos y socia- la ficción de la representación, invocando pero
les construido por el imaginario ruso. También en ese acto deconstruyendo sin remedio, crítica
Olga es descifrada y re-construida mediante la y paródicamente, las bases mismas del teatro
visión y la voz de la celosa hermana de Chéjov, realista que anticipa y florece en la revolución
representada por Masha como proyección de sus bolchevique, hace que Neva concluya de cara a
propias aversiones y celos hacia Olga. la paradoja del teatro y de la vida, inextricables,
Olga, Masha y Aleko van así transitando por absurdas.
identidades en permanente deslizamiento, las Y si toda la obra transcurre, como dije, man-
que se van constituyendo provisoriamente al ir teniendo sin transar la ilusión realista de verosi-
corporizando somáticamente sus devenires, sus militud sobre la situación de representación y la
conflictos, sus memorias emotivas y físicas, al ficción allí creada –aunque sea la ficción de
borde de la vulnerabilidad y de la histeria, pro- representar–, sin introducir en el cuerpo de la
pias de la reprimida psicología decimonónica. obra formas de extrañamiento por ejemplo
Olga encarna en ocasiones, por ejemplo, al brechtianas, o de roce entre actor/actuación
arquetipo de la “diva”, paradójicamente, esa propias de la puesta en peligro de la vida y el
actriz voluntariosa, caprichosa, histriónica que la cuerpo del actor de las performances, hay dos
actriz stanislavskiana debía domeñar. momentos que sí podrían cumplir esta función:
Aunque al comienzo de la obra se sabe que se al inicio de la obra, con la sala en penumbra
está en un día especial de enero de 1905, día de que prepara al espectador a introducirse en la
representación de la ficción, dos actores se esa noche de ritos, ludismos, exteriorizaciones
entreven, conversando de modo inaudible para de mundos en tensión que luego recogiera Aleko
el espectador al costado de la escenografía, en un texto de su escritura: Neva, que durante la
mientras se sirven copas de licor de las que obra dijo querer escribir, y que de hecho ahora se
luego beben. Luego, se ilumina el plató escéni- acaba de representar ante nosotros? ¿Obra,
co, y esos actores ya están sobre él, en perso- entonces, en cuyo momento originario Chéjov,
naje. Es decir, los entrevimos como personas Stanislavski y su esposa Olga fueron siempre
“reales” antes de cruzar el umbral que los con- construcciones ficcionales de estos dos oscuros,
vierte en personajes. tensos, obsesivos, creativos actores que se
Luego, al final de la obra, el personaje de Olga, encontraron solos en un ensayo de una obra de
de modo espectacular, cae de pronto hacia atrás Chéjov, a la cual no concurrió nadie más que
en el vacío, desvaneciéndose prodigiosamente, ellos?
quedando en escena sólo los otros dos actores Artilugio de cajas chinas, Neva realiza finalmen-
menores de ese perdido, frío y solitario teatro de te un gesto que interroga aún más cuál es el lugar
San Petersburgo. ¿Crearon ellos a Olga, fue todo de la representación, al girar uno de los actores la
una ilusión y/o una necesidad expurgatoria en pequeña estufa/foco de iluminación que ilumina-
esa noche de revolución? ¿O quizás, todo fue pro- ba los actores en escena para bañar ahora al
ducto del juego de roles realizado por ellos dos público con su luz.
La consagración de la primavera
Genoveva Mora Toral
Cuenta la historia que el músico francés Louis
Laloy, cuando escuchó por primera vez la
Consagración de la Primavera, de Igor Stravinski,
señaló que se trataba de “música sobrehumana,
revelación de potencias elementales, dédalos,
torbellinos, ruidos, voces lejanas, soplos vivien-
tes, escalofríos del espacio, temblores, éxtasis,
pavor, iniciaciones crueles, celebraciones miste-
riosas: el culto a la naturaleza encuentra su litur-
gia”, dijo.
Para nuestros oídos modernos acostumbrados
en buena medida a la música rupturista, si bien
no nos provoca la reacción que en su momento
causó esta composición, tampoco deja de sor-
prendernos y exigirnos una atenta escucha. No
es música que permite oírla sin detenimiento,
sus notas asincrónicas, su construcción nada
convencional, sus disonancias, así como el pro-
pósito de no regirse de manera estricta a la esca-
la musical y de marcar líneas meramente ono-
matopéyicas, nos reta a percibirla no solamente
con el oído, más aún cuando es causante de pro-
vocadoras creaciones como la de Jorge Alcolea,
coreógrafo cubano, quien el año anterior dirigió
a la Compañía Nacional de Danza, en Quito, y
lograron un trabajo inolvidable.
En 1913 el asombro se convirtió en escándalo,
y este es el pretexto y el juego al que Alcolea
apela para abrir la escena. Teatral y convincente.
Desde el primer momento una atmósfera de nie- glotonería, también del rito humano y divino,
bla e inquietud atraviesan el ambiente, Ellos y que en nuestros tiempos alcanza doble significa-
Ellas son el público que empieza a desesperar, ción se plasma en una recreación genial en la
alguien se decide y los ánimos se encienden, en que los intérpretes ocupan su lugar, se reconocen
contraposición a la obertura musical, momentá- en un rito cotidiano y se vuelven parte de las
neamente se transforman hasta que la música cosas. Ellos y los objetos son los mismos, fusiona-
misma los regresa a su condición de intérpretes, dos se desplazan como si esa materia inanimada
entonces la voz de la percusión los junta en un cobrara vida y se transformara en elemento vital
corro de ejecutantes que ha sucumbido ante ella. ligado a sus cuerpos. Un de los momentos más
El coreógrafo toma el referente, lo transforma, logrados visual y coreográficamente.
lo sitúa en el presente, lo paganiza y muestra a la La momentánea armonía se rompe por el ím-
primavera como la metáfora de la esperanza en petu, los hombres pelean su territorio, el mundo
un mundo en el que no hay vírgenes dispuestas se ha dividido en bandos que se enfrentan.
a entregar su vida, solamente mujeres y hombres Cubrirse los ojos, andar en manada, aparece
ansiosos por vivir, regidos por el desborde, ancla- como el símbolo moderno de la indispensable
dos en nuevos símbolos. Estructura la obra en ceguera para vivir, un recorrido a tientas, una
diez instancias marcadas por los tiempos de la toma del espacio; otra vez a ras del suelo, dejan-
música y los tiempos de la danza. El rito orgiásti- do huella y constancia de su paso. Los objetos,
co, erótico, violento, de inmensa energía; la otra vez cumplen un papel, son el apoyo para
acción-repulsión de los cuerpos, nos sitúa en la imprimir un ciclo de insistente frenesí, las sillas
ceremonia y nos envuelve en su ensimismada como el momentáneo refugio de las mujeres, el
consagración. Cada gesto, encuentro y desen- caos que anuncia algo… Nuevamente se conge-
cuentro es la frase, la estrofa poética inscrita con lan en el tiempo, la luz decae, ellos se han ido, las
acento corporal exquisito, tanto que en los pasa- mujeres quedan solas. Buscan terminar con la
jes de mayor violencia logra
un poema catártico y huma-
namente actual, al tiempo 30
que hurga en nuestro imagi-
nario ancestral. Los cambios 31
de escena se determinan con
los silencios. Todo está perfec-
tamente calculado, la inac-
ción instantánea es el leit
motiv que impulsa y da paso a
la siguiente.
La onomatopéyica música
marca el juego de la ronda ini-
cial donde se baila en medio
de una naturaleza creada,
simultáneamente armónica y caótica, sensual desgracia, han decretado la elegida que en estos
como sus protagonistas. Un baile a ras de suelo, tiempos de ausencia de héroes rehuye tal desig-
como tocando la tierra para insistir en su perte- nación, se revela, intenta escapar pero no puede.
nencia. Una celebración de parejas y vidas que Mientras la música insiste en su punzante so-
transcurren en armonía, y en un momento dado nido.
todo se trastoca y desata en barbarie, en rapto y La leyenda rusa queda como el nexo lejano,
violación; la hostilidad y el dominio imperan como la evocación de una ceremonia que hoy se
en una escena intensa, lograda, paradójica- convierte, por obra y trabajo de estos bailarines,
mente grata, sustentada en la magnitud del en un renovado ritual que parece pedir con fuer-
movimiento y la precisión escrita por el domi- za un renacimiento que no llega. La primavera
nio técnico. Un grupo que da cuenta de una aflora como metáfora de esperanza en un mundo
mezcla de técnicas que inscriben una caligra- en el que los sacrificios han perdido sentido y
fía particular en esta creación. quienes los viven los asumen como carga del
Mientras tanto, alguien ha puesto la mesa. La destino o sometimiento de un sistema absurdo y
comida, símbolo de la hartura, del exceso y la destructivo.
La ceremonia femenina, da paso a la elección el silencio. La iluminación y la escenografía no
de la joven que será sacrificada; propician la solamente cumplen su objetivo, sino que hay
inmolación, quizá, para exorcizar los males del momentos en que la luz se vuelve verdadera-
mundo. La escogida –Yulia Endara– deja fluir su mente protagonista, fija la escena como un esce-
danza con maestría y entrega, deleita y sobre nario natural que cobija cada escena y refuerza
todo logra transmitir al espectador el miedo, la su ritmo.
impotencia, la desesperación reflejada en un Pina Bauch cubrió el escenario de tierra,
cuerpo que en un rato dado parece no pertene- Alcolea lo inunda de hojas. Elementos que pue-
cerle. Una combinación de movimientos mini- den leerse como alegoría de este tiempo. Colores
malistas contrastan con frases enérgicas, violen- tierra rememoran el origen y simultáneamente
tas y elaboradas, que parecieran querer purgar el nos sitúan en un ritual urbano, desmedido,
dolor y la explotación en cada uno de sus deses- actual, violento y sonoro.
perados saltos. Una víctima que danza hasta la Hay obras que nacen con mucho carácter y
muerte para cumplir su misión. Extraordinaria nacen para no morir. Clásicos que no solamente
interpretación que cierra la obra. se quedan, sino que en cada renacimiento vuel-
Llegar a ser un bailarín o bailarina virtuosa es ven a provocar. La Consagración de la Primavera
un mérito, dar el paso a la interpretación es, pro- es una de ellas. En su muy recordado estreno
bablemente, una meta. El elenco de la Compañía causó revuelo y más de un enfrentamiento inclu-
Nacional de Danza, en este trabajo sobrepasa el so en el propio teatro. Pina Bauch hizo lo suyo,
nivel espectacular y nos deleita con bailarines y Maurice Bejart también marcó su paso. Jorge
bailarinas que se muestran como verdaderos Alcolea, el talentoso coreógrafo cubano, ha deja-
intérpretes, cada quien se concentra en su papel, do con este trabajo una huella notable en nuestra
ahí no está nadie para lucir, son personajes danza y en la Compañía Nacional de Danza. Y
inmersos en el rito, dueños de sus cuerpos res- sospecho que, igualmente, en el público.
ponde a su particular papel así como a una danza
grupal intensa y demandante. A lo largo de la
obra se percibe una energía de verdadero ritual,
cada uno de los integrantes danza esta consagra-
ción, la sitúa en nuestro tiempo y la renueva
mediante un lenguaje único en el que se percibe
también un homenaje al ballet clásico. Destaca
un trabajo de fusión del release y el volando bajo,
al que se añade un aporte particular de Alcolea y México es una invención
dramática: Nezahualcóyotl,
la capacidad de un elenco que ha asimilado su
propuesta y la revela en una interpretación orgá-
nica. ecuación escénica
Es una obra lograda en muchos sentidos. El
vestuario, de Pepe Rosales, una vez más se de historia y tiempos
fusiona con el sentir de la danza; sus colores y Hilda Saray Gómez G.
textura se compenetran con el ritmo, la caída y
Juliana Faesler, joven directora teatral mexica-
na, aprovecha la intertextualidad cultural para
plantear su obra Nezahualcóyotl, ecuación escéni-
El pasado hoy. El presente que es pasado. El ca de historia y tiempos. Una obra donde el pre-
presente retextualizado que simula ser el antes. sente mexicano se mezcla, funde y confunde con
El escenario como espacio de disputa y de dis- los tiempos idos prehispánicos, que por lo menos
curso histórico que se representa a sí mismo. en el centro de la República, con sus costumbres
Un escenario vacío, que la luz dibuja, fragmen- y creencias, fluyen como río subterráneo en la
ta y significa. Atrás, en medio círculo varias cotidianidad de sus habitantes.
mamparas que lo mismo se vuelven bosque, Es lugar común, de políticos y políticas cultura-
calle, montaña. Personajes de cuerpos pintados les, aludir a la grandeza del pasado prehispánico
que sugieren las imágenes de los códices prehis- y referirse a él como un horizonte que ha cadu-
pánicos, actores y actrices que encarnan la histo- cado y del cual quedan solamente referencias
ria y son resultado de ella. Voces y palabras que museísticas o cuando mucho, algunos vestigios
resuenan en el náhuatl, lengua indígena, que en las comunidades indígenas y campesinas. Y
siguen su huella sonora, pero que son dichas, cre- no es que el grueso de la población sea amplia-
adas y actuadas en español. El pasado en el pre- mente versada en la historia y la antropología
sente. El presente efímero de lo teatral trae un nacional, sino que las influencias de lo prehispá-
pasado que se revisa, se visita y se vuelve a crear. nico se manifiestan y se imbrican con las expe-
Nezahualcóyotl, ecuación escénica de historia y riencias de vida de los mexicanos.
tiempos o cómo la Historia es un discurso y un La obra de Faesler aprovecha la relevancia
archivo prestos a la reconsideración.1 urbana, económica y sociológica de Ciudad
Nezahualcóyotl es un nombre bien conocido en Nezahualcóyotl para cruzarla con la historiografía
México. Quizá para muchos, la referencia no sea del siglo XV, tiempo en el cual Nezahualcóyotl,
el mítico señor prehispánico, gobernante de gobernante de Texcoco, superó la sujeción de su
Texcoco, apreciado y recordado por su buen pueblo respecto de otras etnias como los tepane-
desempeño político y autor de numerosas crea- cos de Azcapotzalco y los mexicas de México- 32
ciones poéticas. Para muchos, el nombre más Tenochtitlan.
bien remite a la ciudad que desde los años 50 ha Al mismo tiempo, en un mapa histórico y con- 33
crecido al poniente del Distrito Federal: ceptual, la autora plantea las formas de depen-
Nezahualcóyotl, como territorio en miniatura de dencia de Ciudad Nezahualcóyotl respecto del
México, crisol de migrantes venidos de todos los Distrito Federal y los avatares de una urbaniza-
puntos de la República, territorio de la especula- ción que ha crecido con un esquema de planea-
ción inmobiliaria, desarrollo urbano con escaso ción mínimo y que en su territorio alberga
desarrollo y sin urbanismo. comunidades migrantes, tanto de grupos que
1
llegan de estados como Oaxaca y Chiapas y que
Nezahualcóyotl, ecuación escénica de historia y tiempos, de
una vez instalados, se marchan a los Estados
Juliana Faesler, se representó en la sala Juan Ruiz de
Alarcón, del Centro Cultural Universitario, en la Ciudad de Unidos en busca de mejores horizontes.
México. Su temporada culminó el 8 de julio de 2007. En suma, la obra nos enfrenta a la situación
nacional, a las inequidades en la distribución de
la riqueza, a las injusticias, a las voces de los que,
sin voz, aparecen en los periódicos o en los noti-
ciarios como cifras en caso de desastre, como
masas en tiempos electorales, como sujetos de la
nota roja o como individuos prescindibles para la
mercadotecnia contemporánea.
Nezahualcóyotl, la obra, combina en su discur-
so el pasado prehispánico mostrando la historia
del príncipe de Texcoco con los avatares de Neza,
que lo mismo es llamada y conocida popular-
mente como “Nezayork” o como “Minezota”, y
por cuyas calles transcurren las vidas de perso-
najes del subdesarrollo mexicano.
En un escenario vacío, donde sólo la luz hace
las divisiones espaciales, los actores de la puesta
en escena representan tanto a los dioses –o
númenes– prehispánicos como a los hombres y
mujeres de esa ciudad, Nezahualcóyotl, donde
los modernos servicios urbanos no llegan a toda
la población y la existencia cotidiana transcurre
en medio de las carencias.
Escrita en un lenguaje que simula la retórica
prehispánica del náhuatl, Nezahualcóyotl incluye,
en combinación, los poemas del príncipe poeta y
los diálogos de los modernos habitantes de
Nezayork, textos que logran una sonoridad parti-
cular que resuena en los oídos con resabios de
antigüedad y simultáneamente remite al habla
actual del centro de México:
XÓCHITL. Me violó, lo maté.
ALEXIS. ¿Dónde estoy? Pinche taxista pende-
jo. ¿Ya ves güera?
Por pendeja. Auxilio ¿Dónde estoy?
Nezahualcóyotl…
PEPE. Era un niño, no fue mi culpa. Yo sí le
iba a revisar los frenos, todavía no estaban
mal.
JUANA. Tengo hambre. Quiero ir al norte.
CUCA. Chimalhuacán.
ESCENA 9 CANTO DE LA GUERRA NATYELI También dijo que a nuestro príncipe por su cali-
NATYELI. Jade, oro, tus flores, dad de sabio y poeta y gran poeta le sentaba
dios sólo tus riquezas, mejor ayunar que estar hambriento.
¿por quién se vive? Netzahualcóyotl…
la muerte al filo de la obsidiana Nezahualcóyotl…
la muerte en la guerra Llegamos…
Los personajes de Nezahualcóyotl, ecuación
Con muerte en guerra escénica de historia y tiempos también van del
te darás a conocer. pasado al presente, y viceversa. Pueden asumir
la voz de deidades como Quetzalcóatl o
Junto a aseveraciones que cuentan la historia Huitzilopochtli, ser personajes históricos como
de Nezahualcóyotl, el personaje, se incluyen Nezahualcóyotl o Quetzalmacatzin, o ser el cho-
observaciones, una especie de metatexto que fer de un autobús que atropella a un niño, una
subraya, comenta, redirige el significado de lo mujer que ha sido violada o un vendedor ambu-
que se dice: lante.
Niño… duermes… te nombraron Acolmiztli Nezayork, Nezatown, Nezachusets, Minezota
Nezahualcóyotl. Quiero contarte, hacerte saber son los apodos contemporáneos no sólo de un
que hace un tiempo hubo gran complicación, territorio, sino los puntos de partida escénicos
se discutió acaloradamente si te llamabas que actores y actrices encarnan: penachos
Nezahualcóyotl “coyote en ayunas” o hechos de globos, tocados que bien podrían estar
Netzahualcóyotl “coyote hambriento”. Final- en una pasarela de moda y palabras coloquiales,
mente Don Salvador Novo decidió pensar que rudas, del español actual: hijo de la chingada,
ayunabas. pinche vieja, pendejo, puta madre…
Una cosa es el hambre Netzahualli y otra muy En la representación, transcurren en paralelo la
diferente el ayuno ritual Nezahualiztli. historia del príncipe texcocano, que dicen los
Es lo que argumentó Don Salvador. personajes:
[…] tenía la colección más importante de libros
pintados que se conocía.
Y fundó dos academias, una de poetas y otra La biblioteca: ¿de Borges
que congregaba todas las otras artes.
[…]
o Casa Cruz de la Luna?
Controló la tala ilegal de árboles. Lowell Fiet
[…]
Construyó el acueducto que dotaba de agua a ¿Qué comparten un cementerio y una biblio-
México Tenochtitlan y que venía desde los teca? Son espacios de memoria, de nombres,
manantiales de Chapultepec. títulos, historias, cuentos, de genealogías tanto
Y la historia de Neza, como la ciudad recipien- culturales como ideológicas, tanto sociales
te de las ilusiones del desarrollo nacional: como estéticas; y como espacios de memoria e
ROLDÁN. Al principio todo el mundo fue fin- historia, también representan zonas –a veces
cando como pudo… sagradas y otras veces profanas– de escritura y
N. En la secundaria El Calmecac existe un taller oralidad, “ciudades de los muertos”, sitios
de construcciones pétreas donde los vivos se comunican con los muertos
DIANA. En Neza se vive al día y los muertos viven a través de los vivos. Esto se
A. La traza de Neza es cuadriculada, en cua- puede interpretar metafóricamente o en los tér-
drados, cuadrados como manzanas minos más concretos de un mundo espiritual,
ROLDÁN. La fauna de Neza son principalmen- según las creencias de cada uno. Los teatros
te perros, gatos, burros y caballos. Es escasa en también comparten estas características como
sus variantes por ser eminentemente una zona zonas de memoria, de voces y textos que revi-
urbana, sin embargo, cada temporada de ven el pasado e imaginan el futuro.
invierno retornan a nuestros lagos artificiales El montaje de La biblioteca, obra de “teatro de la
las aves migratorias, –las que vienen de escritura” de Aravind E. Adyanthaya (basada en el 34
Canadá– como son los patos, las grullas y las cuento “La biblioteca de Babel” de Jorge Luis
garzas. Borges), nos recuerda la raíz cultural compartida 35
Y tan pronto como se está en el presente pol- de cementerios, bibliotecas y teatros. Lo hace no
voso de Neza, se está en el pasado de solamente por ubicar su sitio de representación
Nezahualcóyotl, con sus poemas que al contras- dentro del Cementerio Santa María Magdalena de
tar con la pobreza y la urgencia cotidianas, se Pazzis del Viejo San Juan, sino por darnos una lec-
convierten en una especie de conciencia, no son tura o versión muy suya que pretende re-crear en
la muestra de la belleza que se ensalza en los dis- términos colectivos y colaborativos relaciones
cursos oficiales sino más bien el recordatorio de entre las esferas concretas y cotidianas y las esfe-
que el hoy se reinventa cada día y el pasado, está ras virtuales, sean de la memoria, la imaginación
ahí, presente, en lo que se es cotidianamente. o el ciberespacio.
Nezahualcóyotl, ecuación escénica de historia y El “teatro de la escritura” –acción-narración
tiempos desconfía de la arqueología escénica. Y que surge de la escritura en vivo en computado-
en una panorámica contemporánea devuelve la ra proyectada en una pantalla– provee esta rela-
vitalidad a una historia que deja de ser didáctica ción performativa, juguetona y “liminoide” entre
para convertirse en la constatación de uno de los la imagen plástica, visual y visceral y su desva-
versos del poeta y gobernante texcocano: necimiento como trazos de nuestro archivo de
Sólo vinimos a levantarnos del sueño, memorias, tomos de la biblioteca, cadáveres del
Sólo vinimos a soñar. cementerio o “bytes” cibernéticos. Esto parece
No es verdad que vinimos a vivir sobre la tie- ser la respuesta que buscaba Peter Brook cuando
rra. preguntaba en El espacio vacío, “¿Qué queda des-
Como hierba en tiempo de verdor es nuestro pués del performance?”. Pero Borges –¿y
ser. Adyanthaya?– además de “jugar”, aunque en
Viene a brotar, viene a germinar nuestro cora- serio, con palabras y sentidos, sus apariciones y
zón. desapariciones, se ocupa más con el archivo
Flores, nuestro cuerpo, humano –el universo-Biblioteca– que es, según el
Algunas florecen, luego se seca. cuento, infinito, sin límites y cíclico.
Al releer “La biblioteca de Babel” uno se da nuevas interpretaciones “virtuales” de lo que
cuenta que es un cuento –como son muchos de puede ser tanto un libro como una biblioteca.
Borges– para bibliófilos y otros letrados y aficio- Segundo, dentro del privilegiado espacio al lado
nados de textos recónditos y lúdicos –un rompe- del mar y mirando el cielo, el cementerio asume
cabezas literario. Está hecho de reflexión encima nuevas dimensiones como un lugar de memoria,
de reflexión que se mueve de manera espiral a un espacio tan indefinido e infinito como la
través de las galerías hexagonales “indefinidas” y biblioteca de Borges. Tercero, y quizá más signi-
tal vez “infinitas”; a la misma vez, casi no se mue- ficativo, la presencia escénica de Adyanthaya
ve, porque cada hexágono es su centro y se puede como lector-interlocutor-performero, su manera
determinar sus dimensiones. Propone explorar de tratar al público, las modulaciones del tono de
varios axiomas pero sólo produce dos de ellos: 1) su voz, la incorporación de los colaboradores de
la biblioteca es eterna y 2) los veinticinco símbo- escena y los miembros del público que se ofre-
los ortográficos: ¡punto, coma, espacio y veinti- cieron voluntariamente a escribir a computadora
dós letras! Entonces procede a la elaboración de –todo lo que hace que el performance parezca
cómo estas dos premisas permiten y enmarcan algo diferente o raro, y a la misma vez, muy
todo lo pensado y escrito y todo lo por pensar y familiar y cómodo.
escribir, que ya siempre está escrito de cualquier No sé cuántas otras lecturas de “teatro de la
manera. escritura” piensa presentar la Casa Cruz de la
Luna. La mejor conocida hasta ahora ha sido
Prometeo encadenado que estrenó en Puerto Rico
a finales de 2002.1 Hasta ahora, la técnica de
representar un texto escrito en pantalla y simul-
táneamente actuar, narrar o ilustrar otro texto
similar pero no idéntico –quizá uno de los facsí-
miles de la biblioteca– ha funcionado cabalmen-
te para expandir el lenguaje visual y conceptual
del espacio teatral.
Me imagino que otras obras teatrales locales
han usado cementerios como espacios de repre-
sentación. Me gustaría saber si alguien puede
recordar detalles de tales obras. Además, en otros
términos, los entierros casi siempre son perfor-
Cada libro es único y no reemplazable a la vez mances y los cementerios –dentro y fuera de
que existen miles de copias facsímiles imperfectas obras teatrales– son espacios de actuaciones
a las que sólo le hacen falta una coma o un punto. genuinas, auténticas y conmovedoras. Sin
Dentro de la biblioteca, se buscan verdades, los embargo, no recuerdo haber recibido dinero
mejores libros, secretos, dioses, y se encuentran –chavitos, pesetas, pesos– sólo por haber sido
tanto la prueba como la negación de todo. espectador de una obra teatral. En La biblioteca
¿Pero quién más va a leer “La biblioteca de Aravind Adyathaya corre a través del público dis-
Babel”? Si la noción de la Modernidad de la cul- tribuyendo monedas y billetes de un saco blan-
tura-como-texto ya no prevalece, si la oralidad, co. Además, por la “integridad del performance”
las imágenes “promiscuas” de la sociedad los miembros de Casa Cruz de la Luna se nega-
mediática y la sociedad del espectáculo ya pre- ban aceptar la devolución después de la función.
dominan sobre la escritura como tal, ¿cómo llega Fue otro gesto genuino del teatro como memo-
un cuento de Borges al lector-no-lector actual? ria, del espacio del antiguo cementerio como his-
Me parece que La biblioteca de Adyanthaya y toria y de la biblioteca como archivo humano.
Casa Cruz de la Luna, en un primer nivel, nos Gracias a Casa Cruz de la Luna por el privilegio
ofrece una lectura-interpretación ilustrada de un de presenciar este acto.
texto que, sin ella, quedaría casi desaparecido
1
–literalmente, revive un texto-cadáver literario y Sobre Prometeo encadenado, el lector puede encontrar
lo hace de manera que no sobreimpone su lectu- otras referencias: Aravind Adyanthaya: “Escritura Acto.
Confesiones de un dramaturgo”, Conjunto n. 140, abr.-jun.
ra como la única posible. En un segundo nivel, se
2006, pp. 60-66, y Vivian Martínez Tabares: “Para entender
extiende el texto en varias formas. Primero, el mejor las escena del Caribe”, Conjunto n. 130, oct.-dic.
uso de la imagen digitalizada abre el cuento a 2003, pp. 106-107. [N. de la R.]
propicien una exploración de la identidad en
medio de la incertidumbre, en una estética de la
contradicción, la fragmentación y la disolución, a
través de microrrelatos, imágenes, estímulos,
sensaciones que permitan en el espectador una
apropiación subjetiva, intuitiva y sensorial, de la
inaprehensible y contradictoria imagen del hom-
bre, en medio del frenesí de la cultura contem-
poránea.
En ese contexto ha surgido una forma de teatro
en ambas orillas del Plata, que busca condensar
la ausencia de toda finalidad con intervención de
Una generación emergente diversas formas de violencia, lo frag-
mentario y la discontinuidad de la
de dramaturgos-directores acción, el rechazo de toda representa-
en el teatro uruguayo ción mimético-realista, de los desarro-
llos discursivos y la psicología de los
Roger Mirza personajes, para explorar las posibili-
dades de lo insólito, la sorpresa, la
En un mundo dominado por múltiples formas conexión con las formas arcaicas, las
de violencia física y simbólica que amenazan la imágenes del inconsciente, el sujeto
continuidad del sujeto y las redes de solidaridad pasivo, desinvestido, automatizado.
social en nuestra cultura contemporánea, en Así, a partir de textos transgresores y
medio de una de las crisis económicas y sociales una exigente experimentación con los
más profundas de la historia del país y frente a medios expresivos del actor, han apa-
la que recién se perciben algunos síntomas de recido en los últimos años espectácu-
recuperación, el arte escénico, como producción los que problematizan el espacio 36
simbólica, ofrece la posibilidad de crear formas mismo de la representación y las for-
de elaboración y resignificación de las experien- mas de la enunciación, conducidos 37
cias individuales y colectivas en un espacio de por jóvenes directores que muchas
subjetivación que refleje el perfil de esta cultura veces son al mismo tiempo dramatur-
de lo inestable y lo efímero; una cultura marca- gos, en una necesidad de hacer coinci-
da por una estética de la fragmentación y la diso- dir la escritura textual y la escénica en
lución, que también ha sido llamada “de la una sola enunciación. Entre estos se
desintegración”.1 Con inevitable conciencia de su pueden mencionar a Mariana Per-
dependencia económica y cultural, la sociedad covich, Alberto Rivero, Roberto Suá-
uruguaya asistió en las últimas décadas al impla- rez, Sebastián Bednarik, Raúl Nuñez,
cable deterioro no sólo de sus condiciones de Sandra Massera, Marianella Morena,
vida sino también de su universo simbólico Verónica Perrotta y Gabriel Calderón.
dominado por el doble discurso, el fraude y la También, en algunas de sus obras, a Raquel
distorsión o la desaparición de los relatos inter- Diana, además de directores como Ruben
pretativos. Pero, más allá de las coacciones del Coletto y Sergio Lazzo o dramaturgos como
sistema y de las imposturas de los relatos hege- Gabriel Peveroni y Carlos Rehermann. Junto a
mónicos, el teatro ha intentado crear zonas de ellos debemos nombrar a autores y directores de
libertad y de creación, formas imaginarias que más larga trayectoria como Iván Solarich, María
Dodera, Alvaro Ahunchaín, Luis Vidal, Leonel
1
Osvaldo Pellettieri: “La dramaturgia en Buenos Aires”, O.
Dárdano, que proponen una renovación escénica
Pellettieri y E. Rovner, eds.: La dramaturgia en Iberoamerica: y apuntan a espectadores jóvenes con los que
teoría y práctica teatral. Galerna, Buenos Aires, 1998, pp. encuentran códigos comunes.
21-40. Nos hemos referido a una “estética de la disolución” Además de la ruptura con lo discursivo, el
en “La estética de la disolución”, Teatro. La revista del abandono de las historias y la psicología e inclu-
Complejo Teatral de Buenos Aires, n. 68, agosto 2002, pp.
so de la noción misma de personaje, aparece la
72-79 y en “Continuidades y rupturas”, Teatro al Sur, nov.
2002, pp. 32-36, además de un artículo más amplio de pró- experimentación con el espacio y sus fronteras,
xima aparición en Teatro XXI. Buenos Aires, 2007. que problematiza las formas mismas de la repre-
sentación teatral y vuelve ambigua la relación impacto inmediato, el predominio de las sensa-
entre actores y espectadores, zona de la ficción y ciones, la conexión con lo arcaico, lo imaginario,
zona de la realidad. Así, el universo físico de lo inconsciente; que cuestiona, también, algunos
objetos y actores en el espacio de la escena se mitos uruguayos de fuerte arraigo en el imagina-
confunde con el universo imaginario, el persona- rio social, como la sociedad integradora, el estado
je deja lugar al actor, al mismo tiempo que su benefactor, la familia patriarcal, la mitificación de
carnalidad y la fuerza de las sensaciones invaden algunas figuras históricas, al mismo tiempo que
al espectador y contaminan su universo referen- aparecen los intentos de reconstruir la memoria
cial. El impacto sensorial y las imágenes distor- y elaborar el trauma provocado por el terrorismo
sionadas de objetos y cuerpos que proponen de estado durante los años de dictadura. Una
estos espectáculos, intervienen en la relabora- generación que, por otra parte, busca salir de los
ción del imaginario social y la construcción de edificios teatrales para crear nuevos espacios, en
las identidades individuales, al mismo tiempo propuestas que jerarquizan la presencia corporal
que la multiplicación de estímulos simultáneos de los actores y demás aspectos plásticos de los
y el desvanecimiento de los personajes como espectáculos, la música, el ritual, en una nueva
centros de acciones y reflexiones, bloquean las concepción teatral que cuestiona las formas tra-
interpretaciones racionales y conectan al espec- dicionales y que tiene rasgos comunes con el lla-
tador con sus pulsiones inconscientes, dificultan- mado “teatro de la desintegración” en la escena
do sus posibilidades de proyección y el juego de de Buenos Aires de los años 90. Un teatro que
las identificaciones. La dramaturgia y concepción prolonga la ideología y estética del teatro del
escénica se detienen, por lo tanto, en los aspec- absurdo, marcado por el nihilismo, y que pre-
tos más primarios del hombre cuyo núcleo se senta como rasgos centrales “la desintegración,
conecta con frecuencia con la exacerbación de la incomunicación familiar, el feroz consumismo,
las tensiones en las relaciones entre padres e la violencia gratuita, la ausencia de amor de la
hijos, y en el estallido de una violencia desafectivi- convivencia posmoderna que es también inter-
zada, en una estética del desequilibrio, la inestabi- textual con el contexto social del neoconservado-
lidad, la distorsión de las formas, la entronización rismo menemista”2 como respuesta ante la vio-
de la fuerza, los ritmos sincopados, el oxímoron y lencia y abusos en los que ha desembocado,
el sinsentido o el horror sin espanto. desde una perspectiva económica, social y políti-
En el teatro uruguayo pueden señalarse algu- ca, el conservadurismo neoliberal de los partidos
nos de estos rasgos en los textos y espectáculos tradicionales en el poder, en el Uruguay posterior
de una generación emergente de dramaturgos y a la dictadura y hasta la asunción de la coalición
directores que irrumpe con fuerza en la última de izquierdas en el 2005.
década, desde los años 90, para prolongarse Se puede señalar entonces, el surgimiento, de
hasta el presente. Una generación que busca el este lado del Río de la Plata, de una tendencia
que tiene varios puntos de contac-
Yocasta, una tragedia, to con la porteña, que también se
de Mariana Percovich caracteriza por “el uso del shock, la
sorpresa, lo imposible, lo fantástico
y el absurdo” y cuyos paradigmas
más destacados en Buenos Aires
fueron “el autor y director Rafael
Spregelburd [...] el director Rubén
Szuchmacher [...] y muy especial-
mente el dramaturgo y codirector
de El Periférico de Objetos, Daniel
Veronese [...] junto a otros creado-
res”.3 Esa generación reivindica,
además, la dramaturgia construida
en los ensayos, creada en el espa-
cio escénico a partir de los cuerpos
2
Osvaldo Pellettieri: Ob. cit., pp. 19-20.
3
Ibid.
1. Algunos de los rasgos mencionados se
conectan, muchas veces, con una visión desen-
cantada sobre la propia historia y la transgresión
de iconos y mitos nacionales. Es lo que podemos
observar en Extraviada (Teatro Circular, Sala 2,
1998), escrita y dirigida por Mariana Percovich,
y movimientos de los actores, la mezcla de esti- que denuncia aspectos oscuros de la sociedad
los, la fragmentación de la historia, la decons- patriarcal uruguaya de la primera mitad del siglo
trucción y desafectivación del personaje. La inte- XX, a partir del estudio psicoanalítico de Raquel
gran autores-directores como Mariana Percovich Capurro y Diego Nin (1995) sobre el histórico
(Te casarás en América, 1996; Extraviada, 1998; caso de una maestra parricida. El espectáculo
Alicia Underground, 1998; Cenizas en el corazón, revelaba algunas formas de violencia doméstica
1999; El errante de Nod. Un Vampiro en el Jockey y los dolorosos caminos que llevan a una hija,
Club, 2002; Yocasta, 2003), Roberto Suárez con la complicidad materna y ante los abusos fili-
(Kapeluz, 1994; Rococó Kitsch, 1996; Una cita con cidas del padre, al parricidio primero y al extra-
Calígula. Crónica de una conspiración, 1999; El vío y la locura después. La obra revela los exce-
bosque de Sasha, 2000; El hombre inventado, sos de la autoridad paterna, legitimada social,
2006), Marianella Morena (Elena Quinteros. religiosa y políticamente, como centro organiza-
Presente, 2003; Don Juan o el lugar del beso, 2005; dor de la vida familiar, la contracara de la visión
Los últimos Sánchez, 2006), Gabriel Calderón (Las idealizada de la maestra como transmisora de
buenas muertes, 2004; Mi muñequita, 2004; Uz el valores y la concepción ortopédica de la educa-
pueblo, 2006), a los que se deben agregar dra- ción. En esa misma orientación Cenizas en el
maturgos que trabajan con directores fijos como corazón (1999), escrita y dirigida por Percovich,
Gabriel Peveroni (Sarajevo esquina Montevideo, presenta una revisión crítica del mito de Carlos
2003; El hueco, 2004; Groenlandia, 2005; Luna Gardel descolocando al icono-ídolo de la canción
roja, 2006), con la directora María Dodera, y rioplatense, canonizado como prototipo del can-
Carlos Rehermann (Minotauros, 2000; A la guerra tor y el galán varonil en el imaginario del Río de 38
en taxi, 2002; Prometeo y la jarra de Pandora, la Plata, al problematizar algunas facetas de su
2005; Basura, 2006), con la directora Sandra identidad, además de la refuncionalización del 39
Massera, entre otros, quienes forman lo que restaurante del viejo Hotel Cervantes entre cuyas
podríamos considerar una generación emergen- mesas transcurría el espectáculo.
te de escritores-directores que se inscriben en La presencia de pulsiones inconscientes y de
una estética fuertemente conectada con algunos imágenes arcaicas, junto al impacto sonoro y
postulados del teatro del absurdo y de Antonin visual, aparece en El Vampiro en el Jockey Club. El
Artaud, como la reivindicación de la importancia errante de Nod (junio 2002), sobre texto de Ana
del espacio escénico y del cuerpo del actor, ade- Solari, en el cual Mariana Percovich vuelve a
más de la intertextualidad, con obras de drama- mostrar su capacidad para descubrir e incorporar
turgos como Heiner Müller, o de la más reciente nuevos espacios escénicos al circuito teatral
dramaturgia porteña, de Rafael Spregelburd, montevideano. A partir del inquietante texto de
Daniel Veronese, Ricardo Bartís, Javier Daulte y Solari, inspirado en la narrativa gótica, el espec-
Alejandro Tantanian. Una dramaturgia en la que táculo conduce al espectador en un recorrido
aparece, también, la refuncionalización del mito descendente por las dependencias del suntuoso
y de la tragedia, en momentos en que la ruptura y decadente edificio del Jockey Club del Uruguay
de las organizaciones tradicionales del parentes- para revivir viejos terrores y enigmas, imágenes
co y su restructura, han intensificado la agresión arcaicas y míticas: el vampiro, el asesino de su
y la violencia connaturales a lo humano como en hermano en el Edén, el desterrado del paraíso, la
Extraviada, Una cita con Calígula. Crónica de una intervención de los arcángeles, en un itinerario
conspiración, Yocasta, Mi muñequita, entre otros que culmina con la condena del héroe y su desa-
espectáculos. Pero, también, la experiencia del fío al Padre. El espectáculo recrea el viejo tema
terrorismo de Estado, la represión, la tortura y la épico del viaje y el descenso al trasmundo, en un
desaparición, que sacudieron a las sociedades microcosmos que construye su propia lógica,
del Cono Sur de América, como en Sarajevo guiada por los parlamentos de un personaje-
esquina Montevideo y en Elena Quinteros. autor, “dueño del tiempo y del espacio”, que ter-
Presente. mina abandonado por todos para reconocer que
“el precio de la creación se paga con la locura”. fusiona con la poesía del texto, Roberto Suárez
Atraída por la reformulación que hace Heiner incorpora el comic, la estética under de los boli-
Müller de la tragedia y los mitos griegos cuya ches y las imágenes de un estilo gótico descala-
interpelación a nuestra cultura mantiene toda su brado, en un lenguaje que convoca sobre todo a
vigencia, la misma Percovich ha puesto en esce- los jóvenes. La exploración del impacto sensorial,
na, también, Ayax (Instituto Goethe, Montevideo, de la fuerza expresiva de los cuerpos y la violen-
2000) y Medea Material (Curitiba, Brasil, 2004), cia en escena, aparecen en el hiperrealismo de
además de Yocasta, una tragedia (Espacio Una cita con Calígula. Crónica de una conspiración,
Cervantes, Montevideo, 2003), escrita por ella dirigido por María Dodera (Teatro Florencio
misma a partir de la tragedia de Edipo y presen- Sánchez, del Cerro). En un espacio en permanen-
tada en el subsuelo del Hotel Cervantes. La obra te transformación que moviliza también a los
relabora el mito desde la perspectiva de la mujer espectadores, el espectáculo presenta intensas
tomando como eje al personaje de Yocasta, espo- imágenes con cuerpos colgados, maniatados,
sa de Layo, madre y esposa de Edipo, hermana gozados, destruídos, que denuncian torturadas
de Creonte y cuatro veces madre con su propio relaciones de deseo y poder, con la gestualidad de
hijo. Si el mito de Edipo tiene como centro al una violenta y perversa sexualidad, en medio de
héroe masculino, dueño del poder y del saber, a la lucha por el poder. En ese mundo marcado por
quien la propia tragedia irá despojando de esas el incesto, la desesperación y la muerte, los inten-
seguridades para llevarlo de la ignorancia al tos de suicidio de Drusila anuncian la sucesión de
conocimiento y a su propia destrucción, que le asesinatos de Calígula en la lucha por el trono, y
hace cegarse los ojos como primer acto de auto- la acción progresa de crimen en crimen y de trai-
determinación que lo libera de la máquina mon- ción en traición, hacia territorios cada vez más
tada por los dioses para aniquilarlo, Percovich sangrientos mientras la imagen del carnicero-ver-
descoloca toda posibilidad de justificación de dugo se vuelve metonimia de la masacre y el
Edipo centrando la obra en la figura de Yocasta, horror que invaden la escena, en una acción cuyo
quien antes que él recurre a un acto de extrema final circular denuncia su condición sin salida.
violencia autodestructiva para liberarse de la per- Su última obra, dirigida por él mismo, El hom-
secución de un destino que atraviesa su linaje, en bre inventado (Comedia Nacional, Sala Verdi,
un gesto que ha permanecido en un segundo 2006) ridiculiza y satiriza las celebraciones
plano en la historia de las interpretaciones de la comunitarias y los rituales cotidianos en la vida
tragedia. La obra busca darle voz a la mujer para familiar, el nacimiento, el bautismo, la comu-
encarnar el enigma de lo femenino y el deseo en nión, la mesa familiar, la llegada del cartero y los
sus diferentes dimensiones. Yocasta se vuelve, ritos de la muerte. El espectáculo parece rendir
así, la lucha entre la singularidad y la genealogía, culto a las prácticas comunitarias de la vida pri-
la naturaleza y la cultura, la culpa heredada, la vada construyendo poderosas y ricas imágenes
mujer que se sabe “la peor de las mujeres” por la que parecen jerarquizar esos destinos aunque, al
violación de la interdicción del incesto y el desa- mismo tiempo y por la acumulación de elemen-
fío a la norma, en una refuncionalización de la tos, los satiriza, los vuelve grotescos haciendo
tragedia. estallar sus núcleos de violencia, su condición
2. Roberto Suárez integra, también, esa genera- abusiva y mecánica. Con un vestuario de épocas
ción emergente que ha marcado el teatro uru- pretéritas que superpone vestidos, encajes, man-
guayo a partir de los años 90. Desde su primer tos, tules y sombreros, en una paleta de colores
estreno Las fuentes del abismo (Dios, el mensajero oscuros, además de un maquillaje recargado, sur-
y los últimos días de los pirinchos, 1992) hasta su gen figuras de una pesadilla de otro tiempo, en
reciente espectáculo El hombre inventado, con la una vieja casona destartalada, con varios niveles
Comedia Nacional (2006), pasando por espectá- y atravesada por las incursiones de personajes y
culos como Kapeluz (1994), Rococó Kitsch (1996) objetos que entran y salen al exterior, en un
y El bosque de Sacha (2000), ha escrito y dirigido mundo en descomposición, donde el único hilo
(salvo Una cita con Calígula. Crónica de una inspi- conductor parece ser el de la continuidad de ese
ración 1999) sus propios textos, en espectáculos espacio precario que todavía reúne a seres
que también han significado la incorporación de extravagantes, con visos de locura, sobrevi-
nuevos espacios escénicos, como los jardines de vientes de un mundo cuyo sentido se ha extra-
la Quinta de Santos para El bosque de Sacha. En viado pero que nos ha dejado su gestualidad
esta tendencia en la que la poesía del espacio se vacía y patética.
3. Los temas del parricidio y el incesto se unen 4. Puede vincularse también con esa estética
en Mi muñequita, de Gabriel Calderón, codirigida que jerarquiza al cuerpo del actor en escena y sus
con Ramiro Perdomo (Teatro Circular, Sala 2, relaciones con los objetos y con otros cuerpos, en
Montevideo, 2004), en una jocosa y desaforada diálogos cortos, fragmentos de escenas y una
farsa de humor negro. Con cinco obras estrena- gestualidad antinaturalista, el espectáculo A la
das en menos de cuatro años Taurus, el juego guerra en taxi, de Carlos Rehermann, dirigido por
(2003), Las buenas muertes (2004), Mi muñequita Marcel García y Sandra Massera (Espacio
(2004), Uz el pueblo (2006), Los restos de Ana Cervantes, 2002), sobre los últimos años de la
(2006, en coautoría y codirección con Martín vida del pintor Amedeo Modigliani (1884-1920).
Inthamoussou), Gabriel Calderón, el más joven El montaje propone una sabia arquitectura escé-
de esta generación, se ha incorporado con inusi- nica, en la que con mínimos elementos, cuida-
tada intensidad al campo teatral uruguayo con dosamente seleccionados y de intensa presencia,
una dramaturgia escénica y una estética inspira- se alternan momentos en los cafés de París, en la
da en los desfiles de modas, los boliches under, calle, en el estudio del pintor y en la morgue, en
las discotecas, los programas de televisión, como un cruce de espacios y textos de diferente origen,
parodia de la tragedia. Mi muñequita presenta en los que el autor incorpora citas de Dante,
con humor negro el estallido y los horrores de Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont, Cocteau,
una familia marcada por el incesto, el fratricidio, junto a las del propio Modigliani, o de sus bió-
el matricidio y el parricidio, a través de fragmen- grafos, multiplicando los sujetos de la enuncia-
tos de escenas, canciones, desfiles y violentos ción, además de las diferentes nacionalidades y
encuentros personales. Una fragmentación que acentos de los personajes en una verdadera poli-
no renuncia, sin embargo, a micro-estructuras fonía en la que se destaca la precisión de sus
narrativas, y a las apariciones de un presentador movimientos y las exigencias de posturas delibe-
cuyos comentarios articulan las escenas sin esta- radamente antinaturales que exigen gran control
blecer dependencias cronológicas ni causales. corporal. El espectáculo logra recrear aspectos
Asistimos, así, a la fragmentación de la acción y del ambiente intelectual de principios de siglo,
a violentos encuentros que apuntan a la descom- las conversaciones en los cafés, los encuentros 40
posición del modelo tradicional de la familia de pintores y poetas cubistas, dadaístas, futuris-
como fundadora del equilibrio social, a través de tas, fauvistas, expresionistas, con personajes ins- 41
una feroz caricatura desde la perspectiva de una
niña y su muñeca, como doble del personaje y Don Juan o el lugar del beso,
de Marianella Morena
contravoz reveladora de las tensiones familiares.
Al abandono de la psicología y la elección de la
caricatura y el humor negro, se agregan las inter-
pelaciones directas al público que problematizan
las fronteras entre actores y espectadores en
escenas marcadas por la violencia de una sexua-
lidad transgresora, la fuerte presencia de los
cuerpos, la unión de erotismo y destrucción, así
como por la animalización de lo humano que
cuestiona las imágenes identitarias y tranquiliza-
doras del espectador. Todo lo cual se vuelve más
eficaz por la desenvoltura de los actores, el per-
manente humor, el ritmo sostenido y ágil de la
puesta en escena, la recurrencia con variantes de
temas musicales que atraviesan las generaciones
y cuya vivacidad contrasta con la ferocidad de las
escenas al mismo tiempo que crea una continui-
dad que contribuye a armar la coherencia del
espectáculo.
pirados en Max Jacob, Maurice Utrillo, el perio-
dista ruso Ilya Ejhrenburg, Jean Cocteau, Jeanne
Hébuterne, amante de Amedeo, y el propio
Modigiliani, en medio de sus dificultades cotidia-
nas, sus ideales, aspiraciones y desengaños, a
partir de un eje centrado en el trágico destino del
pintor y su amante. Con un tiempo circular que
refuerza el valor simbólico de la acción, el espec-
táculo se inicia y se cierra con un obrero que
transporta a Jeanne muerta en una carretilla y
que golpea varias puertas de las que es siempre
despedido. Sin embargo, la obra no culmina con
esta imagen sino con la de Amedeo y Jeanne bai-
lando un vals, en una transformación que anula
el carácter mimético-referencial de la escena
para cargarla de valor simbólico.
5. Actriz, dramaturga, docente y directora,
Marianella Morena también integra esa nueva
generación de dramaturgos-directores que irrum-
pe en el campo teatral uruguayo en los años 90 y Black Machina, La Máscara
comienzos del 2000 y que acerca cada vez más
la dramaturgia a la creación escénica, en obras dor. En el juego erótico de la seducción donde
como Los huecos del pan (1996), Amnesia (2001), oscila la condición de víctima y victimario, el
Elena Quinteros. Presente (2003), Juan no María texto y la puesta en escena se construyen, a par-
(2004), Don Juan o el lugar del beso (2005), en un tir del intertexto de Molière, con imágenes suge-
recorrido creativo en el que también abrió espa- rentes y una organización en escenas que recha-
cios alternativos, como el sótano del bar Mincho zan toda linealidad de la acción para centrarse en
como directora de La monstrua, de Ariel escenas claves: Don Juan y Sganarelle, represen-
Mastandrea (2002) o para un texto propio, Elena tado por una actriz travestida, en otra trasgresión
Quinteros. Presente, o el subsuelo de la librería y ruptura de límites y códigos, Don Juan y Elvira,
MVD Bookstore para Don Juan o el lugar del beso Don Juan y Carlota, donde el eje es la figura de
(Montevideo, 2005). El espectáculo retoma el Don Juan, con importantes contraescenas. Un
texto de Molière atravesando el mito, la leyenda texto que dialoga con el de Molière y lo refuncio-
y los intertextos de Tirso de Molina a Zorrilla, naliza, actualizando su expresividad desacraliza-
para acercar al desafiante seductor a la civili- dora y potenciándola para apuntar contra el dis-
zación contemporánea del erotismo, el deseo curso dominante contemporáneo, que lleva
y el consumo, con sus corolarios de la pose- hasta el extremo los juegos de la seducción y el
sión y el desecho, en una cultura del vacío. desborde del erotismo indiscriminado como
Desde la literatura al mito, Don Juan encarna forma de poder, para revelar lo que ocultan el fre-
la repetición compulsiva ante la fugacidad del nesí del placer y el consumo y que culmina con-
goce y la amenaza de la pérdida del deseo en sagrando el virtual triunfo de Elvira y de La Mujer
una creciente exigencia de intensidad que golpea (que encarna Sganarelle volviendo a su condición
contra la repetición, el dolor y la muerte. Del de mujer-actriz) que atraviesa su propio dolor
mismo modo que la compulsiva tentación del para liberarse. El espectáculo, por su parte, cons-
consumidor golpea contra las vidrieras-espejos truye un cuidadoso lenguaje predominantemen-
que lo atraen. El espectáculo jerarquiza los cuer- te plástico y sonoro, cuidando los recortes de las
pos de los actores en el espacio de la escena, en siluetas sobre un impecable panorama blanco,
una dramaturgia donde palabra, gesto, voz, los colores del vestuario, el despojamiento del
movimientos y música se conjugan para crear un escenario, la iluminación y las intervenciones de
espectáculo lleno de sugerencias y alusiones, que la música, además de los movimientos, posicio-
se resiste y plantea interrogantes para relanzar nes y mínimos gestos de los actores, con sus
las interpretaciones en el imaginario del especta- inflexiones de voz y sus miradas, en una orques-
tación artaudiana de todos los elementos de la
escena.
Goitiño, en un espectáculo que renuncia a lo dis-
cursivo para jerarquizar la plasticidad de los obje-
6. El estreno de Black Machine, sobre la vida de tos y los cuerpos presentes, la música y el canto,
Vincent Van Gogh y sus cartas a Gauguin, espec- las tensiones emocionales entre los actores, las
táculo escrito y dirigido por Raúl Nuñez (La metáforas y símbolos cargados de significacio-
Máscara, 2002) significó, también, una apuesta nes, en una poética del sueño. En un estilo dife-
al impacto del lenguaje visual y musical y a la rente que introduce una deliberada y grotesca
intensa presencia de los cuerpos de las dos actri- ambigüedad de género, Ariel Mastandrea estrena
ces que encarnan a los dos personajes masculi- también La monstrua (Sótano del Bar Mincho,
nos, en una transgresión de género que es otro 2002) bajo la dirección de Marianella Morena,
rasgo del teatro emergente, con tres músicos en que propone el monólogo de un personaje de
vivo (batería, guitarra y violín eléctricos), una circo, la mujer barbuda, mitad hombre y mitad
máxima proximidad entre espectadores (sólo mujer, que relata su historia en medio de un des-
una treintena) y actores, en un espacio mínimo, tartalado cambalache.
con candelabros y otros objetos construídos Al mismo tiempo, siguen produciendo con sos-
como esculturas, en una concepción plástica del tenida creatividad autores ya consagrados como
conjunto. Al mismo tiempo, algunas proyeccio- Mauricio Rosencof , Carlos Manuel Varela, Ricar-
nes de diapositivas y dos pantallas de video en do Prieto, Víctor Manuel Leites, Dino Armas,
circuito cerrado trasmiten imágenes que comple- Alvaro Ahunchaín y Raquel Diana (en buena
mentan, dialogan o contrastan con las palabras y parte de su producción dramática), que integran
movimientos de las actrices. Centrado en tres junto con otros de importante gravitación en el
momentos claves, el espectáculo propone frag- campo intelectual, como Milton Schinca o Carlos
mentariamente una imagen de esa torturada y Maggi, el grupo de dramaturgos que ocuparon un
exacerbada vida del pintor, siempre desafiando lugar dominante en las últimas décadas y cuya
los límites entre la identidad y la desorganiza- obra está más vinculada a los paradigmas de los
ción, la creación y la locura, lo posible y lo impo- años 60 y hasta los 80, desde el realismo crítico
sible, en su desesperada búsqueda de absoluto. y el teatro épico-didáctico de modelo brechtiano 42
7. En un estilo que se conecta, también, con o las prolongaciones del grotesco rioplatense,
algunas características del teatro de la disolución hasta los recursos neoabsurdistas, con algunos 43
Episodios de la vida postmoderna (Teatro Circular, contactos con estas formas emergentes del tea-
2000) de Raquel Diana, dirigido por Juan Carlos tro de la desintegración aunque claramente vin-
Moretti, propone un espectáculo irónico, en el culados con otros microsistemas. Así, Emboscada
cual a partir de la segmentación de las escenas, (1997), de Varela, se centra en un insinuante,
se producen fuertes enfrentamientos generacio- misterioso y amenazante personaje que surge de
nales, marcados por la exasperación y la crispa- la calle, en una clara intertextualidad con En la
ción, tanto en el habla como en la distorsión de soledad de los campos de algodón, de Koltès. Por
la gestualidad y el manejo de las luces y la músi- otra parte Pecados mínimos, de Ricardo Prieto,
ca, en un estilo caricaturesco, de videoclip o de lleva hasta la exacerbación el juego amor-odio,
historieta y un efectismo transgresor. sometimiento y dominio, en la relación entre
8. Estas formas renovadoras de la escena, coe- madre e hijo, con toques neoabsurdistas. Es tam-
xisten, sin embargo y de acuerdo con la com- bién el caso de Asunto terminado del propio
plejidad de todo sistema cultural, con las más Prieto, que presenta a un siniestro funcionario,
conservadoras, en un juego de contrastes y entre esbirro del terrorismo de un estado totali-
complementariedades, de rupturas y continui- tario y guardián de la muerte, atado a su maca-
dades, donde se cruza lo nuevo con lo viejo, el bra tarea hasta su propia ejecución.
sometimiento a las convenciones y los modelos En otra vertiente dramatúrgica y escénica los
dominantes con las transgresiones más radica- intentos de elaborar los traumas colectivos pro-
les, y con múltiples deslizamientos. Por eso, se vocados por la represión y el terrorismo de esta-
debe tomar en cuenta, también, la continuidad do en los años de la dictadura, han dado lugar a
de la producción dramática de autores anteriores varias obras que abordan algunos aspectos del
que a veces se conectan con los nuevos e incor- tema, con propuestas escénicas muy diversas.
poran algunos de sus rasgos, como es el caso de Desde las tempranas El combate del establo
Ariel Mastandrea quien estrena El hermano queri- (1985), de Mauricio Rosencof, o Crónicas de la
do (El Galpón, 2001) bajo la dirección de Nelly espera (1986), de Carlos Manuel Varela y El silen-
cio fue casi una virtud (1990), un notable espectá-
culo de creación colectiva, con versión final y
dirección de María Azambuya, hasta las más cer-
canas ¿Dónde estaba usted el 27 de junio de 1973?
(1996), de Alvaro Ahunchaín, sobre la violencia y
el terrorismo de Estado, aunque con un estilo de
grotesca caricatura; o El bataraz (1996), de
Rosencof y El informante (1998), de Carlos
Liscano, ambas construídas sobre el monólogo
El laberinto de la soledad
de un preso, un enunciador-víctima, que busca o ese oscuro objeto
conservar su integridad y dignidad frente a la
maquinaria destructora que intenta someterlo.
del deseo femenino
El mismo intento de elaboración se encuentra Carlos Dimeo
aunque en un tono más intimista en En voz alta
(1998), de Lupe Barone, el monólogo de una No es fácil construir una nota para un espectá-
presa que relata, como en una confidencia al culo que aborda el tema de lo femenino, y
espectador, su dolorosa peripecia, en un espacio mucho menos si se escribe desde el lugar de lo
mínimo y un total despojamiento; mientras que masculino. Así como tampoco resulta fácil desde
Para abrir la noche (2001), de y dirigido por nuestra intensa geografía machista latinoameri-
Horacio Buscaglia, plantea un balance sobre el cana hacerlo, entendiéndose, desde el lugar al
pasado militante a partir de un rencuentro de que la crítica, precisamente, de esta puesta apun-
amigos. A este grupo y a esta temática pertene- ta. Lali Armengol Argemi y el Teatro 8 de Marzo,
cen, también, Cuentos de hadas (El Galpón, 1998, han traído al escenario nacional venezolano
dirección de Juan Carlos Moretti), de Raquel Matarile, original de la misma directora y con la
Diana, que presenta a tres generaciones de muje- interpretación de Doris Hoyos (niña-mujer 1),
res, bajo la presión de la clandestinidad, la cárcel, Luisa Fernanda Sifontes (niña-mujer 2), Laura
la tortura y la muerte, apenas aludidas, en la Vargas (niña-mujer 3), Angie Chourio (niña-mujer
época del miedo y la reclusión; En honor al méri- 4) y Virginia Alvarado (niña-mujer 5). Espectácu-
to (2001), de Margarita Musto, que aborda la lo agresivo que penetra a través de su puesta en
desaparición y el asesinato de los senadores escena el inconsciente femenino y los valores
Zelmar Michelini y Gutiérrez Ruiz; Memoria para intersubjetivos de relaciones entre hombres y
armar (2002), de y dirigida por Horacio mujeres.
Buscaglia, sobre testimonios de presas politicas; A partir de cierto marco de costumbres y usos,
y El estado del alma (2002), de Alvaro Ahunchaín, el espectáculo abre explorando un terreno des-
sobre el rencuentro entre dos mujeres militantes conocido para muchos, cinco niñas-mujeres apa-
más de veinte años después de la represión y el recen y parecen, hasta cierto momento, ser el
terrorismo de Estado, para mencionar algunas de centro de la escena, el único lugar de roce para
las más destacadas. pensar sobre ello. De todos estos personajes, sólo
uno permanece callado y sin pronunciar palabra
alguna, y hasta allí nada y nadie tiene que ver
con él. Sin embargo, termina arrojando el dis-
curso central de este texto y del trabajo que,
sobre el escenario, realizaron las actrices.
Un banco colocado de pie, conforma pues, el
único personaje que no habla, que no aparece
vivificado de ninguna manera, sino como banco-
hombre (creo entender) o banco-macho. Aparece
como un leve resplandor, el cual quizá sólo esté
en la memoria de estas niñas-mujeres, y en lo
que se les ha enseñado. Aparece sólo como una
fuerza, una presencia, como símbolo y represen-
tación de lo fálico. Aparece como representación
inconsciente del tótem, por ende como sujeto
escindido del tabú.
Banco de madera puesto de pie, en torno al será única y exclusivamente con y a través del
cual el clan de niñas-mujeres, va estableciendo banco.
figuras, recuerdos, didácticas. Sólo en ciertas Plantea Freud:
ocasiones este banco es acostado. Así, el control, En cada tótem está siempre la norma de la exo-
el poder, al dejar de estar en el lugar de lo mas- gamia, no estando permitido el vínculo sexual
culino, permite a las niñas-mujeres jugar sobre entre miembros del mismo clan totémico.
él, acostarse sobre él, desprenderse de sí; inten- Totemismo y exogamia aparecen muy unidos.
tarlo una y otra vez, con ese o con otro banco, o Si alguien viola la norma, toda la tribu lo cas-
todas con él, en un impetuoso y apretujado com- tiga enérgicamente como si estuviese defen-
bate dentro de lo femenino. diéndose de una seria amenaza, aunque la
Todo tótem representa en su referente cons- violación implique un amorío pasajero que
ciente-inconsciente un tabú, por ello Matarile engendra hijos.
juega en la fuerza de lo sagrado y lo violento por- Entre ellas no estará permitida la mirada, el
que, además, todo tótem es destruido por su roce, el deseo y el goce, a menos que todos estos
mismo tabú, por su contraparte. Cada miembro actos y sentidos estén destinados al tótem, diri-
del clan, en este caso las niñas-mujeres, agrede, gidos hacia él, perpetuados en él. A su vez, en
y a la vez confirma las sospechas que, sobre cada silencio, el tótem lo exige, actúa como una fuer-
una de ellas, se van tejiendo. En Tótem y tabú, za imantada, como un centro de gravedad inevi-
Freud claramente define que cada clan conserva table.
en su memoria y en su inconsciente, un antepa-
sado benefactor y protector, y que a su vez este
actúa como un protector de todos los miembros.
En Matarile, y en sus personajes, ese protector
está representado fundamentalmente por el
banco. El banco se constituye en el miembro del
clan más importante, porque reviste a todos de
los mismos lazos de sangre. Todo girará pues en 44
torno al tótem, que será absorbido por el clan
como un Dios, en tanto las niñas-mujeres adoran 45
a ese banco. Lo que no está permitido es que
alguno o alguna del clan viole la relación y la vin-
culación cuerpo-erótica con otro u otra del clan,
es decir, que el tótem sea desplazado y por ende
destruido, mandado a otro lugar. Las niñas pue-
den pelear entre ellas pero nunca burlar al tótem,
su tabú no se los permite. A su vez, ninguna de
las niñas-mujeres tiene la fuerza, ni detenta tal El tótem es fálico, representado por una figura
poder, para desplazar al tótem. Es demasiado alargada que se usa como tal (a lo largo y no a lo
fuerte y condenará a cualquiera que intente ancho), colocado además en el centro del espa-
hacerlo. Al contrario de ello, y en pro de él, las cio. Desde allí la puesta en escena determina
niñas-mujeres pueden hacer cualquier cosa, pero todo el campo de acción. Cada una de las niñas-
no, y nunca, al margen de este. No pueden dejar mujeres muestran: Juego, combate, placer, goce,
de lado del banco porque esto sería mortal para competencia, cuerpos y espacios en una obra
el clan; y de esta manera se rompería la unidad compleja y de profundidades inusitadas.
que el tótem les ofrece, la protección que de él Cuatro aspectos más, quisiera destacar a partir
emana. Otra vez el banco de madera se vuelve el del trabajo sobre el texto y sobre la escena en
centro de la obra, el centro de la creación escé- Matarile, estos son: el juego, la competencia, el
nica y de la creación corporal de las actrices. cuerpo y el espacio.
En la obra de Lali Armengol, existe una rela- El juego, parece ser y significar para estas
ción precisa a partir del planteamiento de niñas-mujeres la forma principal de constituirse
Freud en Tótem y tabú. Texto y escena logran en sujeto, pero además en sujeto-femenino, en
conquistar las relaciones y colisiones que allí lucha frecuente con lo que históricamente se ha
se conjugan. Todas juegan, argumentan, se instaurado como el lugar del poder: lo masculino.
pelean, pero no se unen entre ellas; su relación Sin embargo, en este montaje el juego también
es el espacio de destrucción y de conflicto frente El cuerpo. Las niñas-mujeres se truecan con los
a ese poder que mencionamos. La colisión objetos-palabras para verse su cuerpo. Desfilan
enfrenta a esas niñas-mujeres con su otro ani- para lo que se adora, para lo que se ve. ¿Qué
quilador, en este caso aparentemente inerme, mira lo masculino de lo femenino? ¿Qué desea?
pues está representado por el banco. Ciertas tesis El banco otorga a los cuerpos de las niñas las
educativas hablan del juego como forma de actitudes y necesidades para que de ellas surja el
ingresar a la cultura y al mundo, y Lali Armengol deseo de “tener” y ser seleccionadas por la pala-
Argemi toma precisamente esta diatriba y cons- bra fuerte, por el cuerpo del banco, que es recto,
truye muy bien lo que Hannah Arendt explica, que no dice nada, pero que exige de ellas una
pero a la vez tira por la borda. El juego en piel tersa, cuerpos sin dolor, jóvenes y vírgenes,
Matarile crea una pre-existencia que determinará pieles sin marcas. Perduran en ellas los mitos del
en el futuro las acciones a emprender, y es preci- cuerpo, los tamaños, las formas, el goce.
samente eso lo que las niñas-mujeres, imponen. Sobretodo es interesante el tratamiento que
A través del juego se construye lo vital para ellas. ofrece el montaje al mostrar la diferencia de
La competencia se reitera en la obra mediante las marcas. Cuerpos puros sin mancha, sin
la peculiar necesidad que entre los personajes tacha, cuerpos impuros con manchas, sujetos
surge, desde ahí también se gesta un combate. escindidos. El cuerpo como elemento ejecuta
Los miembros del clan desean, cada uno, estar una operatoria de rigor en la puesta en escena,
más y más cerca del tótem, para liberar sus cul- de él, de ese cuerpo emanan los movimientos
pas y cargarse en el espacio del poder. Así, de que producen los signos; esa economía políti-
esta manera se van turnando una a una, como en ca del signo que vuelve a la mujer objeto, que
un ritual para ver cuál niña es más coqueta, cuál vuelve a lo femenino sólo goce y deseo.
luce más, cuál tiene la barriga más hermosa, cuál Neurosis del capitalismo contemporáneo.
los senos más grandes y apetitosos, cuál el trase- El cuerpo del espacio intenta también abordar
ro más ancho, cuál la cintura más fina. Todo ello desde la puesta en escena, un concepto intere-
en honor de este falo, que presente-ausente, las sante, pues en Matarile, poco se acuesta sobre los
mira, las detalla, las escoge a su gusto, las quita costados, sobre los bordes de la escena, sino
del medio, se constituye en árbitro de cada una antes bien sobre el centro del escenario. Lo que
de ellas. Entre los miembros del clan parece que bordea a este centro escénico está desamparado
se permite la competencia, siempre dentro de un por el filo de los resplandores de algunas de las
espacio que está limitado, dominado por la figu- niñas-mujeres que se retiran del lugar de la
ra masculina. acción para ir a buscar algo, para cambiar o
intercambiar algún objeto en la escena, o inclusi-
ve para construir otra escena de la que, quizá
premeditadamente, poco se ve. Pero tarde o
temprano se vuelve al centro. Entonces sólo un
haz de luz envuelve como una blonda lo que, casi
constantemente, se instaura centro y que, desde
ese lugar, deviene también un objeto de discur-
so debatiéndose en las disputas femenino-mas-
culino.
Lali Armengol Argemi y sus actrices han logra-
do condensar no sólo la experiencia y el tiempo
de trabajo del grupo 8 de Marzo, sino una estéti-
ca de bordes complejos, que implica algo que va
más allá de un simple montaje teatral, que bor-
dea y toca lo femenino en su hilo más delgado, y
nos coloca en el laberinto de la soledad, adorna-
do por ese oscuro objeto del deseo hacia la bús-
queda eterna de lo otro.
nes libres de El mayor monstruo del mundo, de
Pedro Calderón de la Barca, con el concepto de
redescubrir el tema de “los celos como una
forma de expresión de la soberbia trágica” y de
La danza macabra, de August Strindberg, visión
sobre “la relación de pareja enfrentada al poder
y al aniquilamiento de los valores humanos”.
De especies Entre el 2000 y 2006 se suman, entre otras, la
¡¿una metáfora performática?! adaptación de la novela La mujer de espaldas, del
escritor venezolano José Balza, en la que se pro-
Carlos Herrera pone esbozar los intríngulis de “la traición y la
venganza en una relación de pareja pertenecien-
Para la realidad escénica caraqueña, la escenifi- te a un sustrato social muy bajo”. También el
cación de la última pieza teatral de la dramaturga texto de corte minimalista Hay que mantener el
Xiomara Moreno permitió insuflar la dinámica fuego de Sonrisa de Gato, en el cual esculca “la
espectacular de un aliento distinto al común de soledad de un hombre y su necesidad de arraigo
las propuestas ligeras o sostenidas sobre textos a los afectos”; las versiones de El labrador de
de poco peso, en lo que fue el primer trimestre Bohemia, de Johannes von Tepl, y La casa quema-
del año 2006. De especies, mostrada en un ámbi- da, de Strindberg. La primera, para discurrir
to no convencional –Sala José Ignacio Cabrujas sobre la trama del “amor y la muerte –que– se
de la Fundación Cultural Chacao–, en una tem- enfrentan ante Dios, buscando saber en quién de
porada de apenas unas doce funciones, permitió ellos debe confiar el hombre”, y la segunda para
tanto al público como a la crítica especializada exponer el enfrentamiento de dos hermanos en
contemplar un montaje en el que texto, puesta su “búsqueda del poder económico”, que a la
en escena, manejo del espacio, actuación y postre terminarán destruyendo “su propia casa,
empleo de recursos multimedia, insinuaron un su familia y su heredad”. En 2005 propone
planteo distinto a lo que habitualmente se con- Mínimas, donde aborda el tema de la “comuni- 46
sume como espectáculo dentro de una repertorio cación y la falta de ella”.
caracterizado por ser bastante flojo en cuanto a Con el unipersonal De especies, su producción 47
riesgo y búsquedas creativas. se abre a explorar desde una arista personal el
La creación dramática de Xiomara Moreno se tema de la soledad del individuo urbano. Como
ha ido constituyendo y consolidando desde el vemos, buena parte de la creación dramática de
primer tercio de la década del 80 del siglo XX, Xiomara Moreno, se ha consolidado a través de
con su texto Geranio (1983), en el cual aborda escritos conspicuos y hasta, ¿por qué no?, atrac-
“las conveniencias políticas dentro del proceso tivos, desde lo que significa ser una autora que
de la guerra federal”. Entre 1986 y 1990, escribe persigue incitar a través de temas, maneras, giros
Obituario, Perlita blanca como sortija de señorita y estilísticos; perspicaz modo de competir –mano
Manivela. La autora manifiesta que el abanico a mano– frente a nombres y títulos de una dra-
temático de estas obras va desde el “tratamiento maturgia consagrada. Es la suya una postura irre-
de la muerte a través de la mitología popular de verente y audaz que merece ser desentrañada.
los pueblos andinos”, pasando por “la locura, Lo cierto es que ha pasado algo de agua bajo el
mostrada como la incapacidad de encontrar un puente de la historia teatral del país. Se han dado
interlocutor válido para las inquietudes del hom- disímiles situaciones en el contexto socio políti-
bre contemporáneo”, hasta el abordaje de “la co, económico y cultural de Venezuela, que van
relación del poder y del éxito a través del mundo desde el denominado “viernes negro”, al estalli-
militar”. do social del “Caracazo” y a los cambios de para-
Ya en los años 90, su dramaturgia amplía digmas ideológicos, políticos, que ahora enrum-
temas y fórmulas para construir la fábula, que ban el destino cívico-militar de la nación. El arte
empiezan a generar una singularidad en su venezolano –y en específico, el teatral– en su
visión del mundo, la sociedad, el individuo y las capacidad de estar en sintonía con estos sucesos,
relaciones entre este y la realidad. Suscribe pie- busca oírlos y tomarlos en cuenta, pero también
zas como Último piso en Babilonia (1992), donde olvidarse de otros e incluso, jugar a comprome-
se imbuye en “las creencias mesiánicas de una terse, a resolver acertijos derivados de los nudos
comunidad de excluidos urbanos”; y las versio- de una historia social y cultural viva.
Con todo, los procesos de creación de discursos como espejo de múltiples imágenes. Apela, en la
dramáticos fueron puntuales por parte de la dra- puesta en escena, al uso del performance para
maturgia local. A Rodolfo Santana, Edilio Peña, hacer más agudo su “guiño”, desde la explora-
Isaac Chocrón y Javier Vidal, entre otros, tan sólo ción de lo temático, y para deshilachar, ante el
les preocupaban tales o cuales aspectos de esa lector/espectador, la tela de una historia que,
misma realidad. Era una forma de asumir e hablando de lo mismo, es diferente.
imponer una toma de conciencia sesgada en esa Para magnificar la potencia de la voz que dia-
dinámica de preguntarse: ¿Quién la escribe? ¿A loga, el personaje debe desdoblarse en seis fan-
quién se le debe dirigir una determinada pro- tasías que, a modo de instantes modulares –titu-
puesta teatral? ¿Cómo se tendrá que recibir esta lados: “La venta ilegal (una mujer enamorada se
por parte del lector/espectador? vuelve una mercancía fácil para su disfrute)”; “La
Es dentro de esos proce- mujer de verde (visita de una amiga en depre-
sos de acomodo que sión)”; “La señora de servicio y el sobrino de la
Xiomara Moreno se afian- señora que no le gusta el café”; “El convidado de
za en sí misma. Ella es eco piedra que viene por el Don Juan”; “Carta a mis
de una escritura interme- muertos” y “El retrato pegado a la pared y su
diaria y decodificadora consecuente resignación”–, se alzan como seg-
indirecta de parte de la mentos individuales que actúan, viéndose, des-
realidad personal y colecti- vistiéndose mediante imágenes, textos, palabras,
va. Coloca su mira frente a silencios, mutaciones y permutaciones, en un
ciertos hechos y, desde ciclo que se abre y muerde la cola.
allí, arma una correlación La dramaturgia permite esto debido a que
artística, una respuesta, asume la construcción textual como un bloque
una posición aguda, pero lleno de riesgos, para que cualquier director la
también evasiva. Los tópi- asuma bajo criterios no delimitados. Xiomara
cos que acaloran al ser Moreno concibe su propio discurso, articulado
social, los aborda con como creación modular donde los resortes de la
mayor empeño para imagen/fotos, la utilería de lo cotidiano hogare-
hablar a otras generacio- ño, la reproducción del yo en otro personaje –el
nes. Su comprensión de lo mismo personaje pero con otro rol–, el empleo
que es la realidad del com- del vídeo que acalla la palabra, la apelación al
portamiento del individuo, soliloquio como pugilato pasado/presente y la
su exploración temática, unión del recuerdo, hecho cuadros que se unen y
con el objeto de desestruc- desunen para expresar un sentido de significa-
turar una mirada de acera ción, dan a la postre muchos alcances de enten-
de enfrente, ante las cir- dido en la recepción de cada espectador. Es a
cunstancias de lo postmo- final de cuentas el público, no como un todo,
derno, su intención de sino de forma individual, quien debe tomar para
ampliar las fronteras de la sí su parte y otorgarle la conexión con lo que está
comunicación literaria y afuera, en la realidad.
escénica, permiten afirmar que su producción A partir de una instalación abierta se generó un
dramática es coherente porque sigue entendien- ritmo propio y multivalente. Lo espacial frente,
do el gran universo de situaciones, conflictos, en ausencia, por transparencia, y por situarse
particularidades, comportamientos y manifesta- alrededor, posibilita imaginarlo en otros contex-
ciones del ser nacional, ante la mutante dinámi- tos históricos y hasta atemporales.
ca social donde está inscrito. La dirección propone al receptor estar atento a
Con el estreno de este unipersonal, Xiomara la espesura de cada signo y cómo cada uno de
Moreno no sólo construye un texto dirigido ex ellos se transmuta en múltiples sonoridades e
profeso a no seguir la conocida pauta de mostrar imágenes que deben conectarse, según su valor
a uno o varios personajes manipulados por aco- intrínseco, al particular universo íntimo de cada
taciones y didascalias. Se plantea un texto blo- quien. Es un juego y una revaloración del asunto
que, una especie de diálogo interno, a manera de de la soledad y de la compresión de la relación
pensamiento gritado, sobre el amor y la soledad de amor con el otro. Cada espectador debe pene-
del ser urbano que se cosifica y se fragmenta trar las imágenes recibidas y hasta saber mover-
se en función del ritmo de la puesta en escena
para urdir su encuentro con lo que el texto y la
representación proponen.
El amor y la soledad se “reinventan”, se asor-
dinan, se minimalizan y hasta se densifican con
otros sentidos, con otros alcances. La intimidad
del espacio genera un presente pasado, pero en
Cada quien su Frida
una circularidad que, a la final, despide al espec- Chiqui Vicioso
tador una vez que ha expresado sus códigos.
Inmerso en esa circularidad, el actor crea con Los candelabros, con velas desiguales, cuyas
palabras, frases y diálogos consigo mismo, o con luces se reflejan en la pared de vidrio que nos
su alter ego en forma de otros yo, un juego aco- separa del jardín, le devuelve al salón, catedral de
plado de acciones segmentadas, un tiempo pre- sobrecogedoras bóvedas, altar principal de la
ciso que si uno sabe estar atento se percibe inte- Casa del Indio Fernández, y de Adela, su natura-
gralmente, pero si lo desea puede tomarlo de leza de puente.
forma atomizada. La muerte, aparece de pronto con el más bello
La decantada actuación de Germán Mendieta traje bordado, de Apotema, Oaxaca. Se ríe, hace
como eje de cada módulo se muestra afiligrana- chistes a costa del público, toca la campana y
da. Con tino en el empleo de la voz, en el cam- anuncia el primer acto. Una madonna del
bio claro de un personaje a otro, mediante un Renacimiento, pelo gris y recogido, facciones clá-
juego de guiños y con matices dramáticos encua- sicas, entra de la mano con una muchacha de
drados. El actor sabe sacar una plasticidad comu- hoy, con overoles y sombrero. Lleva un incencia-
nicante a cada estímulo que recibe del entorno y rio encendido, se arrodilla, pide permiso siete
enfrentar con atinada pericia teatral los retos que veces, bautiza a la joven con el humo. Prepara el
le impone la dirección, que apeló a construir una camino para la llegada de Frida Kahlo.1
puesta con base en el actor y en la resonancia del Una sobria chelista se instala en el centro del
texto. La capacidad de desdoblamiento del his- salón, en un escenario en forma de triangulo con 48
trión posibilita otras puertas de acceso al tema trece luces, para que la música, como el incien-
del amor y la soledad del animal urbano con- so, haga su parte. Van llegando los músicos y 49
temporáneo. empieza el corrido, sobre una adolescente que se
Una sagaz dirección otorga densidad material a subió a un autobús que fue embestido por un
la visión personal de un espectáculo “performáti- tren, cuyas espadas de hierro, penetrándola,
co” –según el programa de mano, en honor a un fragmentándola, le destruyeron la columna ver-
“coleccionista” de nombre Hérnan Ruz, hoy tebral y la inocencia, y la hicieron renacer como
desaparecido– y crea un teatro sugestivo donde la artista cuya historia se narra. Un artista que se
formas, sombras, luces, imágenes, maniquíes, enamoró y enamoró a Diego Rivera, el más gran-
utilería, sonidos, gestos y acciones se arman y de muralista de México.
elevan como interrogantes, y gritan ciertas res- Nada prepara al corazón para esta embestida
puestas. Cada espectador a final toma su fracción de la belleza. Ver llegar a Frida (Ofelia Medina es
de gritos/respuestas y sale de la sala con su parte, si no su doble, la hija que no pudo tener), es
distinta de la que se lleva quien ha estado a su entender que el tiempo no es real, que está ahí,
lado. latente y latiendo, en otra dimensión donde tam-
De especies es un experimento teatral insinuan- bién somos, donde hemos sido, donde estamos
te desde su propia capacidad de armar un imagi- y no estamos. Yo no sé, Frida, si estoy en este
nario sin centro pero con muchos vértices. improvisado teatro como tu sirvienta, o tu her-
¿Museo teatral? ¿Estética postmoderna? mana, o tu madre, o como Tina Modotti, pero
¿Lenguaje teatral abierto o cerrado? ¿Fantasías o estoy aquí contigo, a través de todas las edades.
inflexiones dramáticas sobre el amor y la soledad
bajo el rigor multimedia? ¿Guiño o travesura tea-
1
tral con doble filo? He ahí lo atractivo y magnéti- Cada quien su Frida, perfomance basado en un libro de
co de un espectáculo que rompió la monotonía Loló de la Torriente y en el diario de la pintora, con Ofelia
Medina, Francesca Guillén, Jimena Giménez Cacho o Natalia
de un tiempo teatral abarrotado de productos Pérez Turner, Ángel Chacón, Mauricio Díaz “El Hueso”,
marcadamente “digeribles” y que sin temor a Kátsika Mayoral, Teresa Ruíz, Miriam Balderas, Dayana
equivocarnos, supo sorprender. Tellerías y Giovanna Cavasola.
Actuar es derrotar lo temporal, lograr la Y luego, esta cronista del México de ayer, y el de
inmortalidad en los espacios terrenales. No hoy, que nos ha hecho un recorrido por la vida,
conocí a Sarah Bernhardt, pero no sé si hay pasión y muerte de Frida, por la de México y por
alguien que pueda igualar a esta actriz mexica- nuestra muerte, sale al final bailando con
na que cada noche trae a Frida Kahlo de vuelta Emiliano Zapata, entre tragos de tequila y mez-
entre nosotros, con su desgarrada ternura, su cal, obscenidades y coqueterías, intentando hasta
tierna solidaridad, su obscena militancia. ¡Hijos danzar en la punta de los pies mientras las muer-
de la chingada! ¡Cochinos que venden al país! te, en zancos, también se divierte.
¡Hijos de la mala madre! Y luego, esta maravillosa mujer, que es también
Cuando, después de verla agonizar pidiendo actriz, ofrece tomarse una foto con el público por
una picadita de morfina para calmar las heridas ciento cincuenta pesos (unos quince dólares), con
físicas y las de su corazón que nunca sanan, la los cuales dar de comer, durante un mes, a un
vemos sostenerse en el marco vacío de un cua- niño o niña indígena. Así alimenta, con cada
dro y pintarse con colores brillantes su única espectáculo, la población infantil de Chiapas, y te
pierna, el dolor físico de Frida se nos agudiza. Se regala, a cambio, una bolsita transparente con un
nos aprieta el pecho, no podemos respirar, nos pintalabios, espejito, lápiz de ceja, el molde de
rechinan los dientes. papel de servilleta orlado con que Frida se
enmarcaba el rostro para algunos de sus autorre-
tratos, y el corrido de Ofelia para Frida:
“A nuestra Frida la derecha le amputaron
Pero la izquierda siempre fuerte se quedó
siguió pintando para el pueblo mexicano
Y volvió arte lo que en ella fue dolor”.
Teatro de la Luna:
entre la razón y el delirio
Osvaldo Cano
Resulta infrecuente, en la escena cubana
actual, regresar a un texto estrenado con ante-
rioridad. Esta barrera suele tornarse más sólida
cuanto mayor haya sido el éxito alcanzado por el
espectáculo facturado a partir de él, e incluso
robustecerse en correspondencia con la notorie-
dad de sus hacedores. No obstante, pasando por
encima de tales prejuicios, Raúl Martín y Teatro
de la Luna han vuelto sobre Delirio habanero. Al
retornar a las tablas la pieza de Alberto Pedro
–cuyo estreno mundial de la mano de Miriam
Lezcano y Teatro Mío tuvo lugar en 1994–
demuestra que conserva intactas su vigencia y
capacidad de convocatoria.
La acción de Delirio… se ubica en La Habana monial hay en este pasatiempo, máxime si tene-
en medio de la aguda crisis económica que asoló mos en cuenta el hecho de que ya han fallecido
la Isla luego del derrumbe del bloque socialista. los tres suplantados.2
Esta suerte de apocalipsis profano le acarreó a Estrecha es la relación entre la situación dra-
los cubanos toda índole de penurias. Las res- mática y los personajes concebidos por el dra-
tricciones impuestas desde el exterior se multi- maturgo. La paroxística imaginación de los pro-
plicaron alcanzando a poner en peligro la tagonistas los conduce no sólo a sobredimen-
sobrevivencia del proyecto nacional. Nunca sionar hasta la desmesura sus identidades, sino
antes la condición insular se puso tan en evi- también a imaginar el bar como un sitio edéni-
dencia como entonces. Tales circunstancias, a co y democrático, cosmopolita y exclusivo. Son
la par que impulsaron a unos a la búsqueda de sus anhelos y deseos más hondos quienes lo
nuevos horizontes, arraigaron en otros el senti- engendran. Ellos, seres estrafalarios, imposto-
do de pertenencia. Son estas algunas de las res, habitantes de la noche, alucinados que
coordenadas que articulan la trama, como tam- toman parte de un juego que les permite esca-
bién clave imprescindible para penetrar la par de la aridez reinante, son al mismo tiempo
estructura profunda del texto.
No por casualidad el acontecer discurre en un
ámbito depauperado y maloliente, lugar secreto,
recinto sitiado e inhóspito que está al borde de
ser demolido. Espacio clandestino y paradójico
donde se bebe ron (¿Bacardí?) en plena ley seca,
en el cual tres orates someten a discusión temas
medulares de la política cultural cubana, al tiem-
po que evaden el hostil presente evocando una
ciudad magnificada en medio de la cual serían
reyes y reinas de un mundo de ensueño y pro-
misión. Como puede apreciarse, el dramaturgo 50
apuesta con éxito por un clima de identificación
y suspicacia acudiendo a estas criaturas deliran- 51
tes pero extrañamente lúcidas.
En medio de un constante retozo con lo ambi-
guo y lo metafórico, Alberto Pedro pone a con-
tender a tan peculiares personajes. Ellos, en parte portadores de impulsos, portavoces de añoran-
por sus desvaríos o bien por su participación en zas, símbolos de castraciones y esperanzas colec-
una suerte de juego de suplantaciones, terminan tivas. Su fabulación no es únicamente el fruto de
por crear una doble ficción. Dicho de otro modo, sus psiquis enajenadas, sino también la proyec-
la suya es una representación dentro de la repre- ción de los deseos y temores de un grupo huma-
sentación en la cual los involucrados asumen no víctima del peligro y el acoso.
roles o identidades ajenos a los propios. Benny Contrario a lo que pudiera pensarse, los cons-
Moré; Varilla y Celia Cruz,1 tres leyendas que han tantes desacuerdos y escaramuzas que mantie-
calado muy hondo en la sensibilidad y la memo- nen en tensión la relación entre el Bárbaro, la
ria popular, son los iconos escogidos por esta trí- Reina y Varilla no constituyen el meollo de
ada de megalómanos para exorcizar una realidad Delirio habanero. El verdadero conflicto de esta
que le es adversa. Mucho de invocación y cere- pieza enfrenta un “adentro” fabulado y cálido
con un “afuera” agreste y hostil. Alucinación/rea-
lidad constituyen aquí los bandos en pugna. La
demolición del bar, que equivale a arrasar el
espacio de la utopía, es otro de los ángulos posi-
bles a la hora intentar una lectura de esta obra.
1
Benny Moré y Celia Cruz son dos legendarios músicos
2
cubanos. Mientras que él optó por permanecer en Cuba En el momento de su escritura y estreno (1994) Celia Cruz
luego de 1959 y hasta su muerte en 1963, ella prefirió par- aún vivía, siendo su presencia en la Isla posible aunque
tir en busca de nuevos horizontes. Varilla por su parte fue un improbable. La puesta de Martín tiene lugar cuando ya todos
estelar cantinero de la conocidísima Bodeguita del Medio. los personajes en ella involucrados han fallecido.
En un plano alegórico el autor apunta al diferen- convertir la pieza en un ortodoxo drama musical
do entre Cuba y los Estados Unidos, agudizado sí la acerca bastante. Solo que por esta causa se
en medio de estas coyunturas. O sea, que Alberto tiende a dilatar el tiempo de la representación la
Pedro –apelando a la alusión y lo subyacente– que, dicho sea de paso, abunda en detalles pres-
sigue el hilo de Ariadna que ha guiado a buena cindibles –muchos de los cuales parten de un
parte de la dramaturgia cubana a lo largo de más texto apegado al leit motiv y la recurrencia– e
de un siglo para, al focalizar los dilemas o dis- incluso ajenos para espectadores de otros lares.
yuntivas de un peculiar microcosmos, analizar Otro aspecto destacable es el concienzudo tra-
con su acostumbrada capacidad de anticipación bajo con los actores, así como la coherencia y
problemas medulares de su tiempo. homogeneidad proyectada por una escena que
Si bien es cierto que el asedio y la precariedad renuncia a detalles naturalistas para apelar a la
no son exactamente cosa del pasado, también lo estilización, así como la concepción de un ámbi-
es que la tirantez e incluso la zozobra que inva- to escénico capaz de crear un clima de precarie-
dió casi todos los rubros de la sociedad cubana dad y zozobra muy a tono con la situación dra-
en los 90, han disminuido ostensiblemente. Si a mática. Martín lleva a las tablas la pieza con habi-
lo anterior sumamos el hecho de que, por natu- lidad y destreza. No se trata en esta ocasión de
raleza, el texto dramático apela a la parábola o un texto complejo cuyos vericuetos filosóficos
los subterfugios a la hora de plantear esta pro- demandan un esfuerzo mayor del espectador.
blemática, tenemos una de las principales causas Todo lo que dice Delirio... es bien conocido por
de que –para el lector o el espectador de hoy– los asistentes a la platea. Lo que interesa y divier-
pase a un primer plano la discusión en torno a la te es el modo en esto acontece y la manera en
legítima pertenencia a la cultura cubana de aque- que los miembros de Teatro de la Luna lo enca-
llos creadores pertenecientes a la diáspora. De ran y llevan a término. La puesta es sencilla, esti-
hecho es precisamente este el rumbo que toma lizada, rigurosa, precisa.
la puesta de Delirio habanero realizada por Raúl Martín realiza un diseño de vestuario que
Martín. acude a la recreación de atuendos con caracte-
El montaje lleva la rísticas similares a los usados por los referentes
marca de agua de su direc- reales, solo que ajados por el tiempo y las con-
tor. Una vez más Martín trariedades cotidianas. Mas, en ocasiones, bien
subraya los costados musi- debido a la inclinación del director por el espec-
cales del texto, a la par táculo, bien a causa de algún guiño, opta por ves-
que enfatiza los elementos tir a los personajes de otro modo, como –por
coreográficos esbozados ejemplo– un enfermo o una estrella en plena
por el autor. A esto se une actividad performativa. La banda sonora a cargo
la acostumbrada utiliza- de Rafael Guzmán se vale, en lo fundamental, de
ción de precisas cadenas varios de los más conocidos hits de Benny Moré
de movimientos que, en o Celia Cruz. Una peculiaridad la distingue, resul-
este caso, apuntan tanto a ta que en el original las acotaciones, en aras de
la recreación de los tics o enfatizar el tópico de la locura, advierten de la
manías propios de cada imposibilidad de escuchar la imaginaria orques-
uno de los orates, como a ta. En cambio aquí, en consonancia con el énfa-
gestos o poses que carac- sis en lo musical, ocurre todo lo contrario. La pro-
terizaron a los carismáti- posición de estados de ánimos que oscilan entre
cos individuos que ellos el jolgorio y la nostalgia, junto a la denotación de
creen ser. Tal insistencia ruidos o sonidos provenientes de un exterior ace-
en el aspecto melódico y, chante, es otro de sus méritos.
en cierto modo, en lo dan- La escenografía, que se destaca por la sobrie-
zario, realza la espectacu- dad y capacidad para dar solución a los proble-
laridad de la propuesta mas que confronta la Sala Adolfo Llauradó, se
por una parte, mientras vale apenas de un mínimo de elementos que,
que por la otra acentúa el como ya había apuntado, rehuyen el naturalismo
carácter discontinuo de la inclinándose por la insinuación. Ejemplo de ello
fábula. Razones por las es el ciclorama que sirve para delimitar el espa-
cuales aún sin llegar a cio mágico del bar, el cual al tiempo que aporta
impresiones de humedad o deterioro recrea el remite de inmediato a los receptores al modelo
ámbito agreste y espectral del ruinoso recinto. original entrando así de lleno en el terreno de las
Las luces –que al igual que el decorado son obra comparaciones. Guerra, lejos de amilanarse, uti-
de Martín– ambientan las diferentes zonas del liza esta particularidad en su provecho devol-
escenario creando tonos, texturas visuales dife- viéndonos una imagen del “Bárbaro del Ritmo”
rentes y acordes con la situación, atmósferas ári- cercana a la rescatada por el cine o los kinesco-
das u oníricas según los requerimientos de la pios. Esto lo consigue con una pulcritud y lim-
trama. En otras palabras, el director es capaz de pieza realmente encomiables. El actor saca a
echarse sobre sus hombros numerosas responsa- relucir detalles clave de la conducta del enfermo
bilidades para terminar por realizarlas con una que personifica, canta con afinación y soltura,
inusual mezcla de imaginación y pericia. baila incorporando elementos propios de la
El elenco alcanza un excelente nivel interpreta- danza y la ritualidad afrocubana, a la vez que
tivo. No hay dudas que los actores tomaron como constantemente llama la atención en torno a su
modelo a pacientes aquejados por la megaloma- condición de médium o caballo.3
nía. En todos los casos las tareas físicas seleccio- Para Amarilys Núñez el reto es doble. Ella
nadas guardan estrecha relación con las dolen- asume a un hombre y a un orate que a su vez
cias psiquiátricas, los problemas existenciales, cree ser otra persona. Ingenuidad, un toque
sueños y aspiraciones más urgentes de los pecu- humorístico acentuado por el coqueteo con ele-
liares personajes de Delirio... Mas esto no devie- mentos paródicos, desplazamientos coreografia-
ne sinónimo de homogeneidad fatigosa y facilis- dos, compulsión por el orden y la limpieza, cohe-
ta sino todo lo contrario. La singularización de rente relación y manipulación de los objetos, son
cada uno de los involucrados, a partir de partitu- algunos de sus puntos de apoyo a la hora de
ras gestuales muy bien seleccionadas, como tam- encarar el rol de Varilla. Minuciosidad y sutileza
bién de la interiorización, es un logro tanto de los devienen signos inequívocos de un desempeño
comediantes como del director. que tiene como punto de partida a una perso-
Laura de la Uz encarna a La Reina. Al igual que nalidad menos conocida que las de sus compa-
en la labor de sus compañeros se observa una ñeros. A pesar de que, por regla general, Varilla 52
dualidad en su faena cuya causa es la necesidad funciona como mediador y comodín del debate
de explicitar tanto quien es como quien cree ser entre dos magníficos rivales, la actriz sabe sacar- 53
el personaje que representa. Un aire levemente le partido a una criatura llena de ilusiones.
paródico recorre su interpretación. Esto es parti- Con la puesta en escena de Delirio habanero
cularmente visible en varios de los momentos en Raúl Martín y Teatro de la Luna reaparecen luego
los que incorpora a Celia Cruz. En otras ocasio- de una prolongada ausencia. Siguiendo la fórmu-
nes asume tan difícil responsabilidad no solo con la que los llevó a protagonizar éxitos memorables
seriedad sino también con rigor y brillo, llegando con montajes como La boda, Electra Garrigó o Los
a su apoteosis en los fragmentos cantados los siervos, todas de Virgilio Piñera, vuelven ahora
que ejecuta con inusual pericia. La utilización de para pulsar con éxito las cuerdas de la sensibili-
un modelo tan especial en lugar de erigirse en dad popular, sometiendo a discusión aspectos
obstáculo deviene acicate para la actriz. De la Uz medulares de la realidad contemporánea con
no se limita a tomar prestados gestos, entonacio- inteligencia y agudeza crítica. La excelente faena
nes o poses de la popular cantante sino que los interpretativa, el diálogo expedito y franco con
utiliza para, junto con un exquisito trabajo con la los espectadores, junto a la vocación y capacidad
máscara facial, la voz y las acciones físicas, para inclinarse apreciablemente al género musi-
devolvernos una imagen atractiva y convincente. cal, el cual resulta una lamentable ausencia de la
A Mario Guerra le correspondió dar cuerpo a escena cubana de estos tiempos, hacen de este
El Bárbaro, un alucinado admirador de Benny delirio una lúcida diatriba contra la miopía men-
Moré que cree ser la rencarnación del promi- tal, al tiempo que divierte, emociona, solidariza y
nente músico. En su caso, contrario a lo que deviene un llamado al orden cuya vigencia resul-
sucede con la Reina, tanto la figura como la voz ta preocupante.
o el anecdotario del Benny son del conoci-
miento y disfrute de la inmensa mayoría de los
cubanos. Tal contingencia actúa como la clásica
3
arma de doble filo, pues si por una parte garan- Caballo o poseso es aquel individuo cuyo cuerpo es habi-
tiza de antemano la comunicación, por la otra tado por alguna deidad o por el espíritu de un muerto.
LAURA
DEEl delirio
LA UZ:
no se elige,
toca y ya…
o sólo yo salgo satisfecha de la sala. Aún
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EL TEATRO ME ANDUVO BUSCANDO… Entré a la escuela de Lecoq con veintiún años.
Me fui de Chile a los once años. Mi padre y mi Terminé los dos años de actuación sin saber que
madre eran fuertes participantes del movimiento tenía talentos pedagógicos como hombre de tea-
social que ocurrió en mi país durante la Unidad tro, pero me gustaba el magisterio porque en
Popular. Cuando ese modelo se derrumbó por el toda mi trayectoria como joven, de alguna mane-
golpe de Estado de la derecha y los militares, mis ra, había enseñado. El talento que yo tenía en el
padres, por estar relacionados muy profunda- fútbol era el de repartir pelotas para que otros
mente con estos cambios sociales, tuvieron que metieran los goles. Lecoq me pidió que hiciera el
exiliarse. En esa época uno no podía escoger a año pedagógico, pero como aún estaba muy
dónde irse, tenía que meterse en la embajada joven, debía tener primero una experiencia
que pudiera. Nosotros nos fuimos a Noruega. como director y actor, para luego regresar a la
Viví en Noruega veinte años. En realidad yo no escuela. Estuve trabajando en España, en Grecia
andaba en busca del teatro, fue el teatro el que y tomé unos talleres muy importantes con un
me buscó a mí. Quería ser un buen jugador de gran exponente de la tragedia griega. Regresé a
fútbol y un buscador de talentos italianos me llevó Francia a hacer el año pedagógico y continué mi
a un equipo de primera división que se llamaba desarrollo profesional en España, Suecia,
Torino. Estuve ocho o nueve meses jugando como Noruega.
cadete, en esa época tenía quince, dieciséis años.
El entrenador me dijo que nunca iba a poder ser DE REGRESO EN CHILE, SÍNDROME DE POST GUERRA,
el jugador que yo quería, como Platini, porque VEINTE AÑOS DE DICTADURA…
mi único talento era el de entregar pelotas. No Por esos años, me casé con una inglesa que
tenía fuerza en los pies, no tenía buen salto, ni había hecho también la escuela de Lecoq y for-
cintura, ni buen cabezazo. Esto significó volver a mamos la compañía La Mancha. Luego fuimos a
Noruega y entrar en una crisis muy fuerte. Chile, auspiciados por el gobierno noruego, para
Durante tres o cuatro años recorrí distintos luga- hacer talleres teatrales en distintas instituciones
res. Trabajé mucho en hospitales psiquiátricos gubernamentales. Nos encantó. Encontré que
como ayudante de enfermería, en jardines infan- era un momento histórico y social súper impor- 64
tiles como tío, con gente de la tercera edad, en tante para crear una escuela que diera continui-
una gasolinera, como campesino, buscando qué dad a las enseñanzas de Lecoq, porque iba a ser 65
poder hacer con mi vida. Fue una escuela muy un aporte cultural y educacional muy fuerte.
fuerte para observar el comportamiento huma- Nuestra Escuela Internacional del Gesto y la
no, mi gran pasión. Cuando salí de Chile a los Imagen ya tiene doce años de fundada.
once años me auto-comandé la misión de volver Realizamos intercambios con otras acade-
a mi país a enseñar algo bien, no sabía qué. mias en el exterior. En Medellín
q u e tuvie-
fianz a di-
MAESTRO JACQUES LECOQ…
f e y la con de un apren
, su as no
ntrega sido jornad o de cada u
Mi padre tenía una compañía de mimos en
s u e
Noruega, necesitaban un actor para hacer dos an uch
e c er a to días, que h endemos m -
pequeños papeles y me propuso que hiciera
u i e r o ag r a d
o s e sto s
t r o s ap r
s . i b a a encon
Q to d s o de e
rante que no e uste izás m
la audición. En realidad, no quería hacer tea-
que
tro porque me llevaba mal con él –rebeldía de ron du y fuerte. Por ndí mucho d o en que qu e gustaría e
u re d M qu
adolescente. Hice la audición, quedé y empecé zaje m es. Y yo ap enía pensan no fue así. bajo y hay na
e d v y t r a u
a tener una formación muy clásica, en el mimo de ust nocía Cuba, a disciplina amienta de ara algunos por-
co oc rr p po
blanco, en la vena de Marcel Marceau. Después Yo no gente con p po es su he de sembrar over el cuer ya
n e r u m a
recibí una formación más profesional como actor trar co n que el cu estos días p idar. Deben alá que se h o es
de n u Oj n
stanislavskiano en pequeños talleres durante dos
recuer . Creo que e tienen que c or conocer. queleto que nes
l o e p e s d o
cuidar semilla qu oria infinita mover ese , carne, ten
años en la Universidad de Berguen. Mi padre
ña m n os
peque ahí una me y que quiera es múscul
siempre me pedía que fuera a la escuela de
Lecoq porque en su juventud él no había podido y
que ha esa semill o que tambi a é n
t e r n a cional
In
do in scuela
hacerlo, a él le dieron una beca para irse a la
queda te hueso, s n a , E
Universidad de Yale y al Actor Studio en los en hile
solam ndo acorde. edagoga c
Estados Unidos. La escuela de Lecoq comenzó u , p
por el año 59 y mi padre quiso ir por el 64. y un m Rodríguez n.
a e
Romi to y la Imag
n
s
del Ge
hay una universidad que quiere constituir un Los tres actores que participan en Cara de hereje
departamento de teatro y nos está pidiendo ayuda tienen, además, proyectos propios o se dedican a
para crear una malla curricular que tenga ciertos otras actividades; Eugenio Richard Negrete dirige
fundamentos lecoquianos. Nuestra escuela es la la compañía Arlequino y Francisco Iván Ramírez
única en Latinoamérica que imparte esta metodo- (Francho) una productora de video que realiza
logía. En el mundo hay veintisiete personas califi- cortometrajes y mediometrajes. En el caso de
cadas para enseñarla y yo soy uno de ellos. Cristian Marcos Ramos, pasó un post grado en
En la escuela y en la compañía no sólo trabaja- recursos humanos y actualmente es el adminis-
mos máscaras. Nosotros atacamos todos los trador de la escuela, o sea, también se desempe-
territorios dramáticos y estilos teatrales. El mimo ñan en diferentes roles.
narrador, la tira cómica, la pantomima blanca, la
comedia del arte, la comedia humana, el melo- EL TONO QUE EXIGE EL ESCENARIO
drama, la tragedia, el bufón, el clown de teatro, No estoy en contra de lo natural, pero sí del
el clown de circo. naturalismo y del realismo porque creo que
De los ingresos que tiene la escuela otorgamos ambos murieron con el surgimiento del cine. No
becas. Por ejemplo, los exámenes que tienen los hay nada más natural y real que el cine. Yo ense-
alumnos se hacen públicos, las personas pagan ño teatro a través del cine porque encuentro que
por ir a verlos. Este dinero se reúne y configura el lenguaje cinematográfico contiene leyes que el
un fondo para becar a uno o dos alumnos por teatro, por obligación, tiene que absorber. Pero
año. este tiene que configurar otras leyes, no se trata
de convertir la escena en un set televisivo.
QUÉ NOS UNE EN EL IMPULSO DE HACER… Absorber de la escultura, de la pintura, de la
En dependencia de las necesidades que tengo fotografía y del cine, permitirá al teatro poder
como director y de las obras que me gustaría diri- refrescar, movilizar, agilizar y subrayar con
gir, selecciono un elenco que parte obviamente mayor eficacia y sentido espacial.
de los alumnos que hemos egresado. Yo los invi- No quiero cerrar a mis alumnos a un solo
to para hacer los espectáculos y ensayamos modelo, pero en la configuración de una película
varios meses en dependencia del montaje. En el hay muchas cosas valiosas que se pueden sustra-
proceso de creación de la obra Cara de hereje, por er para el teatro, como el cambio de espacio, los
ejemplo, los actores hicieron todos los personajes distintos modos narrativos, la manera de cómo
y de esta forma se nutrían unos de los otros. configurar distintos personajes partiendo de un
Muchos de los muchachos que egresan de la impulso lúdico, entre otras.
escuela constituyen sus propios grupos de teatro.
ANTES DE SER HAY QUE HACER
Y EN EL HACER UNO SE VA HACIENDO
es. La técnica de Lecoq funciona en todas partes,
n i n q uietud n
a so
en el cine, en la televisión, en el teatro, en la
o, e
e s t a seman ser human m- calle, en el acto de ir a tener una reunión con un
de omo e ca
u e m e llevo mo actor, c o es que m ana ejecutivo, en el cómo tratar y comportarse con el
q co .N em
Todo lo ecesidades, os sentidos forma y la s esta. ser humano que uno tiene al lado o con el hijo
n l a a
u i e t u des y s y en todos aquí de otr a ser igual ano. que uno va a educar.
Inq ecto o de o va r cub
os asp pero sí, salg que viene n lbelo, acto
La importancia de Lecoq para Latinoamérica es
d o s l
to vida, A vital por varias razones. Somos pueblos que tene-
bie la Liván jo
r traba
mos muchas cosas nuestras que contar.
h a c e
sa uba
ce año clown en C er
Lamentablemente siempre ponemos los ojos
o r t r e
do p ía de hac afuera. Europa es la abuelita. Es muy bueno ir a
e h e dedica ue yo conoc ue se puede irme sentarse en sus rodillas para que nos cuente y
M oq lo q cubr
a r a n iños. L tante es de ermite des do me nos eduque. Pero el verdadero lugar donde hay
p y dis me p Cuan
es mu ras, lo cual ista nueva. no sabía
que estar es África, Asia, la América Latina, los
ásca a ar ra yo países que están en grandes luchas sociales,
con m actor en un z la másca rtir de ahora
como primera ve hice. A pa
donde se producen las grandes contradicciones,
r e l a e n serio.
p o u r donde están los problemas, es allí donde debe
puse a hacer lo q e a trabaja r cubano.
dí rm to estar el artista.
que po voy a pone is Mesa, ac
Ale x
La metodología de Lecoq ayuda a los jóvenes a
tener una voz para constituir su propia obra, sus
propias necesidades de comunicar. Encuentro
que esta forma teatral tiene mucho que ver con
nuestro continente en el sentido económico y
práctico, es una manera barata de hacer teatro,
para la cual no se necesita mucho dinero. Tiene
mayor movilidad. Hay puntos de referencias que
tienen que ver con el imaginario nuestro, con el
sentido poético que tenemos de la vida.
Obviamente, los europeos para poder enten-
der esta realidad absoluta la tienen que lla- i-
mar, sobre todo en la literatura, realismo e l a s comun
od ri-
mágico; pero para nosotros no hay nada mági- e l d e sarroll técnica y teó
para cia la-
co, es la propia realidad.
s p o n táneo a contunden mo a las pa rase
ro E co l su af
t i l i z o el Teat os. Agradez l trabajo. Me ticas", es un que
EL ARTISTA DEBE SER yu grup a de es é iene
UN CRONISTA DE SU TIEMPO o y p s icólogo onas y los solidez étic nsurreccion onstructo, t
S ers i lc
, las p todo la pos de oría, e
Nos identificamos con la reali- dades ller. Y sobre sto son tiem cnica, la te
ta "e té
dad chilena y con la latinoameri- ca del Saramago: resente y la
e p
cana. Con el sufrimiento que tiene
bras d ubica en el nte. chilen
o.
el hombre. Estamos sometidos a e n o s l p r e s e ó l o g o
q u e ic
abitar es, ps
star, h uardo Flor
una manera de mirar el mundo en
e
Ed
Mario
la cual lo que está en el medio no
son las personas sino los objetos, y
el ser humano permanece en la peri-
feria. Hay siempre un denominador 66
común en el sufrimiento, este no pertenece sola- cias. En Chile, tenemos gran
mente a un país o a un continente. Sufrir es 67
reconocimiento por parte de los
como respirar, pertenece al caminar, al colocar jóvenes. Insólitamente cada vez lio Alv
ite
Foto: Ju
los pies en este planeta y atreverse a vivir la vida que hacemos funciones nuestro
y convertirse en un protagonista de la vida de teatro siempre se llena de jóvenes y
uno, en un testigo o en una persona que toma un de todo tipo de gentes.
papel secundario en la vida de uno mismo.
MI MANERA DE ATACAR
CONTRA EL SISTEMA NEOLIBERAL Primero que todo, me importa muy poco hacer
Somos una compañía vanguardista. No nos carrera como actor, director y pedagogo. Lo que
apoyan con recursos económicos. Seguimos con me interesa es el fenómeno en sí del teatro. Yo
el idealismo de aplicar a todas las instituciones soy un hombre de teatro. Cada una de estas tres
benefactoras, pero lamentablemente cada año disciplinas constituye un comportamiento inter-
dan respuestas distintas de por qué no nos dan no y ético distinto y una nueva configuración de
dinero. A pesar de esto, se nos respeta y admira resultados. Puedo reconocer que las que más me
mucho por nuestra disciplina y capacidad de ges- apasionan son la pedagogía y la dirección, no me
tión no solamente arriba, sino también fuera del gusta mucho la actuación puesto que el ser actor
escenario, al punto que se ha llegado a pensar representa tener una “raza” muy especial. Haber
que recibimos apoyo económico de Inglaterra o incursionado en todas me ha ayudado a enten-
Noruega y eso no es cierto. der la problemática que tiene un actor al enfren-
Siguiendo el mismo camino de otros grandes, tarse a un texto o una escena, su problemática
obviamente con mucha humildad porque no física y psicológica, pero el histrionismo o el
estamos a su altura, nos sucede lo mismo que a hecho mismo de actuar para mí no significa una
Gabriela Mistral o a Violeta Parra, que fueron felicidad muy grande.
reconocidas primero fuera antes que en su pro- El teatro está basado en la creación.
pio país. Tenemos reconocimiento en el exterior, Fundamentalmente es una herramienta que me
realizamos intercambios, compartimos experien- ayuda a mirar al mundo, a estar conectado con la
gente. Me permite hacer de todas estas expe- Yo estoy por el teatro popular. Cuando digo
riencias un vocabulario dinámico y orgánico para popular, no me refiero al teatro grosero, sino a las
convertirme en ser humano que esté al servicio raíces fundamentales del teatro que se constitu-
de la comunidad, ser un mejor ser humano y yen en los siete primeros años del niño, es ahí
después comunicar y unir personas y experien- donde todo comienza, donde pasamos por todos
cias en su más basta gama cultural y espiritual. los estilos teatrales. El niño tiene esa convicción,
El tiempo fue desfigurando el papel que tiene ese sentido imaginario, lúdico, de la vida. Por
que jugar el teatro en la sociedad y se convirtió ejemplo, un niño de dos o tres años que no sabe
en una excusa para que las personas pudieran hablar inventa un lenguaje y crea personajes que
mostrar sus ropas y posiciones monetarias; pre- están tomando té con él y es tan fuerte su con-
sentaba problemáticas que constituían realmen- vicción que a uno no le queda más remedio que
te el sacrificio de la alta burguesía y la clase seguirle el juego. Los niños son los únicos que
media. Los pobres y los seres que no tenían voz aceptan el error y lo entienden como una confi-
se penetran sólo fuera de las cuatro paredes. La guración motórica dentro del aprendizaje.
Comedia del Arte se hacía en las calles. En las
ferias se establecía un pequeño espacio de dos
por dos y ahí se armaba toda una obra de teatro.
ite
En tiempos de Shakespeare y Moliere, los teatris- lio Alv
Foto: Ju
tas andaban con carretas cargando su mundo y
su obra.
i a s r a zones:
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Sara G
Ramón Griffero
70
71
FIN DEL
ECLIPSE
Foto: Nelson Ponce
LOS QUE REPRESENTAN
Ella
Él
Aquel
LOS ACTUANTES
Actriz 1
Actriz 2
Actor 1
Actor 2
Interpretan los restantes personajes –voces– de la obra
LA HISTORIA
Un telón pintado rasgado, tras el rasgado un cuerpo desnudo. Ella dibujando un vestuario sobre el
cuerpo de él.
ELLA. Ya sabes nadar y respirar bajo las aguas, ¿o no? Tan solo recuerda ese acuario donde te
gestaste. Recuérdalo cuando naufragues y las olas te cubran. Estoy bañada, transpiro, ya
estoy envenenada, mis poros lo sienten... Te dejo este traje, te lo impregno, podrás vestirte
sobre él, enrollarte en telas, sombreros. Qué bello te está quedando, el carmesí siempre resal-
ta la piel.
No intentes llorar, hazlo cuando no te vean, que otras lágrimas o sudores caigan sobre tu
cuerpo, deja que la lluvia te moje, no importa lo externo, todo será lo otro.
Qué más, no me mires así, no me veas nunca así, mírame cuando no esté, esa soy yo.
Cuando ames no mires nunca lo que ves, velos cuando no estén.
Sí, el dolor, aliméntate del dolor, el que no se alimenta del dolor no nacerá nunca.
El dolor será por placer, por martirio o por heroísmo, que no sea por afán.
No soy muy buena para dibujar encajes.
Anda, entra en escena, espera, olvídate siempre que estás en la tierra, te hará daño, cuando
la sientas y te hundas en sus calles, sus voces, olvídala mirando el universo, él no te dañará.
Ya anda, y recita bien.
Que se oscurezca todo para que salga tu voz. Habla y recuerda, sólo lo que se nombra existe.
¿Por qué estoy vestida así?
Déjame, será para el instante que tenga que rasgar mis vestiduras, será para cuando unten
mis extremidades en aceite y deba soportar los tormentos, ver como mis pies arden y se des-
hacen, pero yo, guardaré silencio.
Ve, no me mires, aún no es hora de llorar, guarda tu llanto, que nunca sepan de ti, ni de tus
emociones, sólo así no podrán destruirte.
Sonríe para que te envidien, se siempre feliz así creerán que eres parte de su jolgorio. Anda,
anda al escenario y ríe. Vamos, yo te acompañaré.
LAS RISAS
Ambos ríen.
ÉL. Los conquistadores ya destruyeron sus templos, han tomado sus metales.
Me haré un arcabuz de oro, una litera de plata y sus estatuas las colocaré en mis jardines.
Que sus hombres y mujeres sean mis sirvientes.
ELLA. Son indios sin saberlo, desaprovecharon su tiempo, que fastidio subir tantas escalina-
tas para que te abran el pecho y unas estatuas horribles beban la sangre de tu corazón,
vamos, clavadles la cruz y que trabajen en algo útil.
ÉL. ¿Se nos volverá la piel negra bajo este sol?
ELLA. Para eso están las sombrillas, el frescor de los corredores, y ese traje que te dibujé.
Eres un continente blanco, no lo olvides.
ÉL. Les enseñaré a ordeñar las vacas, que hagan queso y mantequilla. Hmn.
ELLA. Pero que no le pongan maíz, no se les ocurre más que poner maíz en todo. Me iré, te
dejo, pero no olvides, sé bueno, misericordioso y castígalos, pero perdónalos, te lo agradece-
rán. Son extraños.
ÉL. Volverás a tu villa blanca, donde los ojos te lanzarán flechas desde sus ventanas, volverás
para que martillen en tu puerta blasfemias, volverás para que te lapiden.
ELLA. Sí, pero ya aprendí a reír, reiré con ellos, estaré clavando estacas en sus puertas antes
que se den cuenta, lloraré cuando los hagan subir al cadalso, suplicando por sus vidas, invo-
caré a Dios cuando el torniquete apriete sus gargantas, iré a las misas para salvar sus almas.
Ya te dije, participa siempre de sus jolgorios.
ÉL. No sé si podré construir tan buenas ficciones como tú, capaz que me traicione mi voz, o
mi cuerpo, ya lo he sentido, se va solo y me lleva a placeres íntimos, pero me aleja de las
grandes fiestas. Le temo a mi cuerpo. Mi mente me obedece, pero este cuerpo.
A pesar de que me dejas vestido como ellos, a pesar de que sé bailar como ellos, a pesar de
que festejo, bebo y participo de sus comidas, me aprendo sus libros y logro hablar en sus
idiomas. ¿Me estás escuchando? Mira lo bien que sé construir frases que se apropian de su 72
lengua, podré manejar sus útiles, sus herramientas, prender una radio, cantar sus canciones, 73
firmar las ejecuciones, pero...
ELLA. No fastidies, las velas ya surgen en el horizonte. Miente y morirán por ti, por tus tie-
rras, y luego desfila para recibir los honores de la victoria. Escapa si pierdes y vanaglóriate
del destierro. Quien no sufre el destierro no puede conocer su patria.
Deja que fallezcan sonrientes en los campos, en los aires, diles que son héroes, constrúyeles
estatuas de piedra y respira seriedad cuando coloques una rosa en sus tumbas. ¡Ay! es tan
fácil construir un imperio. Es tan fácil inventar ideales. Dales una razón para existir, un peda-
zo de tierra que crean suya, que la amen. Dales una bandera, un Dios, no sé, conquístalos.
Es tu tiempo, mándame a buscar sólo cuando me reciban con vítores y flores, los diamantes
y el oro traen mala suerte. Tienes siglos por delante, ensaya, no hay apuro. Yo estaré peinán-
dome. Invéntales un futuro por el cual morir y tú muere por algo. Recuerda, cuando ya no
tengas por qué vivir: has fracasado.
ÉL. Iré desnudo.
ELLA. Sube, anda, recuéstate en tu camarote.
EN EL BARCO
Sobre el barco, en su camarote, recostado, desnudo, despierta.
AQUEL. Me entretuve mientras dormías, te quedan bien los encajes, un poco dispares.
ÉL. Abrázame.
AQUEL. Señor, que decís, queréis ser quemado en la hoguera, cortaos la lengua antes de
repetir tales insinuaciones.
ÉL. Ya, ven, recuéstate a mi lado. Dormía, no sentí tus manos cuando me dibujabas.
AQUEL. Cuando duermes puedo acariciarte. Ahí yo sé cuál es mi mirada y cuál es el calor de
mis manos, sólo puedo amarte cuando sueñas.
ÉL. Duerme tú ahora, o haz como que sueñas. No en vano te llamas Sebastián.
AQUEL. Sí, nací con las flechas en mi cuerpo. Me son suficientes, no quiero las tuyas. Iré a
cubierta, izaré la bandera con las calaveras. Y me entretendré clavando mi espada en los
pechos de esos españoles barbudos que aún creen en santos que los protegen.
ÉL. Mira por la claraboya. Cuéntame lo que ves.
AQUEL. Veo mar y más mar y tal vez los lomos de los delfines, todo lo que veo es lo que
siento. Para ti es agua azul y salada, para mí es el infinito, es el mismo mar que vieron los
Mayas, nunca se atrevieron a domarlo, imagínalos desembarcando en Lisboa, dominando a
esos pequeños portugueses con olor a pescado, construyendo pirámides en Sevilla, uniéndo-
se a los moros.
No se atrevieron a cruzar la línea del horizonte, lo mismo me puede suceder, ya no tendría
sentido el estar aquí. Sí, puedo ir, yacer a tu lado, acariciar tus cabellos, montar tu cuerpo un
día, dos meses, te daría placer, me darías placer y bajaríamos a los puertos a beber, tú te per-
derías con alguno de tus negros. Yo volvería a pedir que me cortes los cabellos, que empare-
jes mi barba. Tú escribiendo historias en pergaminos, inventando leyendas. Me encantaría
con tus relatos, así por mil atardeceres hasta que el encanto se desvanezca.
ÉL. Verdad que podría ser aburrido. Está salada tu piel, tus vellos gustan a anchoas.
AQUEL. No me gustan las anchoas, dan arcadas. Tenían razón, domas bien, pero una vez el
caballo domado, queda en el establo y sirve para que le pongan riendas y le claven espuelas.
Eres peligroso, mi destino no es de corcel.
ÉL. Navegamos para alejarnos de los puertos, para escuchar el ruido del ancla, para mirarnos
tanto y descubrir que de tanto mirarnos sea mejor apartarse, es mejor que me baje y desde
el muelle yo vea como el barco se aleja y detrás de una claraboya divise unos ojos sonrientes
de tristeza, para que tú veas una silueta que se desvanece, que se funde entre los baúles y los
pañuelos y así decir que vivimos y así tener historias que contar.
Tal vez después te envíe una foto con ella, con los infantes, y te cuente que muero acarician-
do mis nietos, en la casa que les dejo.
Decirte que la vida no era más que aquello, que te quiero acá conmigo para cabalgar juntos,
sea por el desierto sea por entre los bosques del trópico para combatir juntos, para que tú me
llores o yo te llore cuando caigas. Necesito llorar a alguien de verdad.
AQUEL. Lo sé, también deseo llorar de verdad, no por tus historias, ni por las tragedias en
lugares remotos donde se derrumban casas que no conozco o mueren héroes que nunca me
han hablado. Lo que deseo me asusta. Podría cortar tu cabeza guardarla en el bolso de mi
montura y besarla sobre los campos de trigos. Y que el castigo fuera convertirme en estatua
de mármol, ahí sobre los montes de Grecia, con tu cabeza en mis brazos. Cortadme las
manos, rapad mi cabeza y dejad que mi grito se transforme en aire.
ÉL. Una lágrima se desliza sobre mi mejilla, una que contiene todo lo que siento y escucho.
Deseas morir, pero no soy capaz de prender una vela en tu cabecera. Entonces mira, me
duermo, sigue dibujándome y borra tus palabras con susurros en mis oídos.
AQUEL. Cierra los parpados. Te dejaré sobre el muelle.
ÉL. Bájame del escenario, quiero volver.
AQUEL. Silencio, duerme.
LA OBRA
Desde tierra observan como se aleja el barco. Una obra se está representando.
ACTRIZ 1. Él se baja del barco, camina por el muelle ¿Y cómo se que es él?
ACTRIZ 2. Una golondrina se posa en tu ventana.
ACTRIZ 1. Entonces, soy como San Francisco, las aves me hablan. Prip, prip, ahí viene, prip,
es él.
ACTRIZ 2. Son metáforas, además en esta escena aún no llega. Le estás escribiendo una
carta.
ACTRIZ 1. Una misiva, que nunca le llegará, se extravía, además ¿cómo la leo?, en voz alta.
¿0 sonrió mientras escribo?
ACTRIZ 2. Sí, con música y te paseas inquieta, tienes un presentimiento. Desmáyate, ahí
entro yo. “Misía, que os sucede”, luego golpean la puerta. ¡Sorpresa! Es él.
ACTRIZ 1. Supuestamente no sabe que ya estoy casada, y que no cumplí la promesa de
esperarlo. Él me reprocha, yo finjo que ya no lo amó. Pero lloro a escondidas besando su
foto. Le digo que tiene que retirarse, que se demoró más de lo acordado.
ACTRIZ 2. O yo te aviso. “Hay un joven que desea veros”, y así no tienes que estar auscul-
tando el horizonte.
ACTRIZ 1. También podría haber llegado en diligencia.
ACTRIZ 2. Se supone que las vías no están libres, la guerra aún no termina.
Avancemos, sigamos el texto. “Llueve, la chimenea está prendida, el viento hace volar las
cortinas, tú estás leyendo Otelo”. Nadie sabe lo que vendrá. Tú no sabes lo que sigue, así pue-
des sorprenderte.
ACTRIZ 1. Sí, como actriz sé lo que viene, como personaje no puedo saber el futuro.
Además, de hecho a mí me pasó lo mismo que a ella. ¿Te lo he contado?
ACTRIZ 2. A mí, no.
ACTRIZ 1. Se fue al exilio, yo lo imaginaba rodeado de inglesas, francesas, no sabía mi direc-
ción ni mí teléfono. Esto se prolongó por cinco, diez años. Lo fui a despedir al aeropuerto,
pensando que iba de viaje, a estudiar. Le escribí tantas cartas, para mí, en realidad. Volvió y
yo estaba de novia. Por eso me gusta esta obra.
ACTRIZ 2. Partamos. “Hay un joven que desea veros.”
ACTRIZ 1. “Decidle que pase, traerá noticias de España, que las diga y se retiré”
ÉL. Volved la vista señora, que ya me es difícil nombraros así. Os sorprendo sin duda, una
sorpresa que veo hace temblar vuestros labios, dejadlos cerrados que no sé si pueda escu-
char la sinfonía de vuestra voz, ni los argumentos de vuestro desamor.
ACTRIZ 1. ¡Antonio! Has vuelto. Dios mío.
ÉL. Alejad a Dios de nuestros asuntos, no digáis nada, lo veo todo, vuestra casa, vuestra feli-
cidad, vuestra traición a un hombre que creyó en el dulzor de vuestros labios, que en medio
de la guerra sólo pensaba en volver para estrecharos y cumplir la promesa de ese amor que
se pronunció tan honesto, tan casto, que por noches enteras, entre el ruido de los cañones y 74
la sangre de mis compañeros, su sola existencia era la fuerza que guiaba mi sable y me 75
acompañaba en las noches frías de Arauco. Tantas veces suspiré vuestro nombre y me des-
velé en el reencuentro.
Hoy me compadezco de no haber sucumbido en el campo de batalla.
ACTRIZ 1. Deteneos, no sigáis, como osáis pronunciar la palabra traición. Fueron noches y
días de llanto tan profundo que imbuida en la locura de mi amor no hubo sol que lograra
alumbrar las mañanas, ni primavera que no fuese un invierno, destruida y enferma por el
anuncio de tu muerte, mis ojos se nublaron y mi alma se oscureció de un dolor que ni mil
sangres de batallas podrían asemejarse. Jamás os traicioné, cada noche supliqué por un des-
tino fatal que me llevase a tu lado.
Señor, señor, despertadme de esta pesadilla.
ÉL. Señora, ese fuego ardiendo y los gobelinos de vuestras paredes, ni lo rosado de vuestra
piel me parecen pesadillas, no invoquéis lo que niega la vista, ni aumentéis mi dolor con
más farsas que este corazón pueda soportar.
ACTRIZ 2. ¡Farsas, señor! No veis como sufre, que yo he sido testigo y sostén de sus amargu-
ras. Controlad vuestra lengua, que ya esta casa no soporta una frase más de vuestra insidia.
ÉL. Insidia, insidia, si mis manos se mancharon de sangre de araucanos, violando los princi-
pios de mi actuar, fue para poder gozar de la paz y la tranquilidad de un hogar que me espe-
raba, de un amor tan bello y radiante, que hasta los dioses del Olimpo envidiarían.
Sólo viví para estrecharte en mis brazos, Beatriz. Y si he de creer en vuestros sentimientos
que ahora expresáis, tomadme del brazo, dejad que esta pesadilla se vuelva sueño y seguid
la pasión y la verdad de este amor.
ACTRIZ 1. No me coloquéis en este trance, debo respeto a quien me ha alhajado con su cari-
ño y consolado en mi desesperanza, si no fuese por él, hoy tendrías que llevar rosas a mi
tumba.
ÉL. Mil veces me hubiera inclinado en el césped del dolor y mil veces clavado la espada en
mi corazón para acompañaros donde estuviereis. Y no me digáis a quien os debéis respeto.
ACTRIZ 2. Señora, es el eclipse, las aves han cesado de trinar y la luna no deja que ter-
mine esta escena.
EL ECLIPSE
AQUEL. Si el sol no quiere alumbrar la tierra, es porque no quiere ver lo que sucede; así de
fácil.
ÉL. O para decirnos que sin él, no existimos. Pero no le temo al eclipse de mi vista, temo que
otros eclipsen mi cuerpo, el tuyo, el de ella. Nadie puede vengarse de la mano que le nubló la
vida.
AQUEL. Y si pudieras. ¿Como lo harías?
ÉL. Escribiendo frases, para que otros las vivan, sobre los restos de escenarios, que queden
en la clandestinidad del olvido, para que los tres que escuchen se vuelvan a vestir con estas
palabras, las susurren entre paredes oscuras, como nuestros secretos. El resto que siga cre-
yendo en lo que deba creer, frases que nunca lograran vestir sus almas.
AQUEL. Y la obra. ¿Qué sucedió después del eclipse?
ÉL. La obra, bueno, ella en muestra de amor abrirá su corsé para mostrarme su corazón.
Pero yo sólo veré sus senos de actriz y no porque los desee, mirándolos imaginaré como él se
los besaba, como penetró ese cuerpo tan delgado, en realidad no escucharía el texto, vería
sus movimientos y los encontraría planos, pensando por qué me dejaba para recostarse fren-
te a alguien que no veía capaz de generar tanto placer como la pasión que nosotros vivimos,
escucharé sólo su voz transformada en un espasmo, lo imaginaré a él recostado sobre ella.
Pero eso es poesía, en realidad veré su vagina húmeda, seré él, la tomaré de los muslos y
desesperadamente lameré su sexo para sentir lo que vivía con ese cuerpo, para darme cuenta
que tal vez era tan placentero como cuando nosotros lo hacíamos. Pero tengo que actuar.
LA OBRA 2
ACTRIZ 1. Ya, sigamos. Estaba súper concentrada.
ACTRIZ 2. Cuando yo diga “La luna no deja que termine la escena”, se oscurece el escenario
por el eclipse, se deja un silencio, parte la escena anterior, y nosotras nos quedamos congela-
das, vuelve la luz, te abres el corsé y le muestras los senos.
ACTRIZ 1. Ya, ahora entendí. ¿Y dónde está el actor que tiene que sorprendernos?
ACTOR 1. Aquí.
ÉL. Bueno, fin del eclipse, vuelve el sol.
ACTRIZ 1. Visteis, señor, hasta el universo se oscurece de piedad, mirad mi corazón, sentid
compasión de él.
ACTOR 1. Mujer qué hacéis, cubríos, mancillando mi casa y mi honor, vos quien sois, señor,
escoged las armas para limpiar esta afrenta.
ÉL. Dichoso escogeré las armas que ya empuñé para defender mi patria, para hoy defender
esta pasión y mi sentido de existir.
ACTRIZ 1. No os venguéis con él, hacedme lo que deseéis. Yo soy la culpable que fue incapaz
de velar.
ÉL. Lo sois, señora, más de lo que imagináis.
(Le dispara a Actriz 1. Le dispara a Actor 1. Va a dispararle a la Actriz 2)
ACTRIZ 2. Piedad, señor, que sólo soy una simple sirvienta. Fuera de aquí hay una pieza que
me espera, pequeña, con un mantel puesto, donde yacen las flores que recogí de este jardín.
Ahí está mi madre, que ahora cocina y espera verme llegar, y esa es su única alegría, me pre-
guntará si llego cansada y pondrá a hervir el caldo. También, señor, hay un amor y quien
sabe un futuro, que por mi trabajo sólo puedo ver cuando se oscurece el día, con él adivina-
mos una vida que nos espera, levantad una tabla debajo de mi catre, ahí encontrareis mis
ahorros, ínfimos pero suficientes para hacerme soñar.
Señor, yo jamás os he visto y jamás me encontrareis, para vos no soy nada y mi vida es insig-
nificante para este planeta. Pero pensad, señor, que para ellos soy el universo. No hagáis
desaparecer su única estrella.
ÉL. Vengo de un país, señora, donde nadie escuchó vuestras súplicas, vengo de un país
donde hay madres que quemaron sus manos recalentando la comida de sus hijos, donde
cada ruido fue una alucinación de sus pasos, de sus voces. Vengo de un país donde hay hijos
que sólo recuerdan la silueta de una madre alejándose entre los brazos de sus protectores.
Vengo de un país donde el amor quedó esperando una felicidad truncada. Vengo de un país
donde mis compatriotas no dudaron en apagar el universo.
Señora, no sabéis cómo el dolor amputó la venganza, no sabéis cómo los que hoy claman
por la belleza de la vida ayer disfrutaban del placer del gatillo. Señora, mi castigo es tener
que vivir en ese país.
ACTRIZ 2. Os compadezco, señor, disparad al cielo y herid a Dios, para calmar vuestra tristeza.
EL BALAZO AL CIELO
Marines, navegando en el Mar Rojo, en el portaviones “USS Missouri”. Actor 1: Marine 1, Actor 2:
Marine 2, Actriz 3: La Madre.
MARINE 1. ¡Un disparo!
MARINE 2. Es la primera bengala, ilumina el Missouri y tu cara se alumbra, traspiras, tran-
quilízate.
MARINE 1. Muéstrame de nuevo tus fotos, tu casa de California, tu perro Bobby, es simpáti-
co. Desembarcaremos al amanecer, veremos como surge el sol sobre el desierto, quiero ver
los camellos en hilera sobre las dunas, las palmeras que se abren como abanicos verdes, pai-
sajes como los murales del Café Babilonia de San Diego.
MARINE 2. Toma, te regalo la de Bobby, tú sabes cuando recién llegamos de Tegucigalpa a
Santa Bárbara, tenía diez años y repartía el Evening Star, con los dólares que ganaba me
compraba barcos de guerra, aviones B52 y me pasaba noches enteras armándolos, venían
con los cañones, las escaleras, los radares, todo lo que ves acá. Se me pegaban los dedos con
el pegamento y después me entretenía despellejándomelos, el último que me compré fue
este. El “USS Missouri” y ahora estoy navegando en él. Ves, esto es cumplir un sueño. 76
MARINE 1. Se están subiendo los pilotos. Ahí va Clark. 77
(Canto de los marines “From the Halls of Montezuma to the Shores of Tripoli”)
MARINE 2. Give it to them Clark. Árabes de mierda, por qué no se quedaron en sus carpas,
comiendo dátiles y amaestrando halcones. Te fijas que cada vez que rezan a la Meca mues-
tran el culo a Nueva York. De ahí viene todo, envidian nuestros edificios porque son más
altos que sus minaretes, no te olvides que venimos a vengar, que sientan como el cielo los
castiga, para que nunca más se les ocurra salir de sus mezquitas, no les gusta cortarles las
manos a los ladrones y apedrear a las mujeres que se calientan. Despegan los F16, vamos
águilas elévense, dejen caer sus regalos sobre esas casuchas de arena, donde solo germinan
los alacranes. Que se les ilumine el cielo de fuego y que sientan lo que es el fin de mundo.
Que lloren más de lo que yo lloré esa mañana de septiembre. Bastardos, mother fuckers.
EN EL DESIERTO
LA MADRE. Fátima, se oscurece la ciudad y el grito de las sirenas anuncian la furia, abráza-
me y recostémonos sobre la tierra, también ella tiene miedo y necesita de nuestro calor.
EN EL PORTAVIONES
MARINE 1. Salieron. Dicen que tienen esas balas que explotan dentro del cuerpo y gases
que desfiguran la piel, si me ves llevando mi brazo amputado en mi mano o tratando de
reconstruir mis intestinos, estaré demente, como en esa película donde creían que sobreviví-
an cuando estaban muriendo. Dispárame por la espalda, sin que te vea, déjame sucumbir
bajo el fuego amigo, no quiero transformarme en una estatua griega con mi torso musculo-
so, mis ojos y cejas perfectos, pero sin brazos ni piernas. No quiero ser estatua, no quiero ser
símbolo de ninguna hazaña, ni arrastrar medallas sobre una silla de ruedas. Quiero volver a
Quetzaltenango y pasear con mis amigos por la selva del Petén, quiero volver a ver los tuca-
nes y trepar las pirámides de Tikal, quiero volver en sueño o en vida pero no como figura de
cera.
MARINE 2. Estúpido, claro que vamos a volver pero desfilando por la Quinta Avenida, senta-
dos sobre nuestros humvees, cubiertos de papel picado, nos vitorearan por kilómetros, todo el
planeta nos mirará por las pantallas con envidia y orgullo, las mujeres desesperadas tirándo-
se sobre nuestros cuellos, queriendo sentir nuestros muslos, gozando con la idea de tener en
sus lechos a un soldado del desierto.
Mira la cubierta del “USS Missouri”, la silueta de esa flota que surca los mares, mira nuestros
aviones y tanques nadie nos detendrá. Somos el imperio, sácate ese miedo latino, mira las
insignias en tu traje, que dicen “USA MARINES”, te quedó claro.
EN EL DESIERTO 2
LA MADRE SUICIDA
LA MADRE. Levantémonos, cesó el canto del imán, el cielo ha dejado de protegernos, la luz
se esfuma y nos vuelve ciegos, escucho ya los truenos del demonio, tiembla la tierra y la vida
de mis hermanos se evapora. Los templos de Nabucodonosor se vuelven escombros, ya no
habrá más jardines colgantes, ni el valle del Éufrates y el Tigris volverán a ser cuna del saber.
No quiero sentir que golpean la puerta, derrúmbenla, quiero ver sus cuerpos desde mi alco-
ba, que no me escondan nada.
Aullaré sólo lo necesario para que vean como clama una madre frente a la destrucción de su
tierra. Llevaré sus despojos, mis manos los cubrirán para que sientan un manto suave sobre
sus cuerpos. Fátima, cuidad de estos enseres para vuestros hijos y contadles de su ancestro
que el destino la obligó a inmolarse para poder vivir. Hoy es la noche de mi vigilia, pido que
me recordéis sin llantos ni tristezas, que mi nombre Yadel Amnal se pronuncie con sonrisa
en los labios y odio en el corazón, vísteme con mi tilbab que para esto por siglos hemos per-
manecido ocultas. Alá. ¿Por qué me hiciste crear lo que sabías que ibas a destruir?
LA EXPLOSIÓN
UN GRITO EN LA PLAYA
Actriz 1: Ángela, Actor 2: Cristian.
ACTRIZ 2. ¡Despierta!
ÉL. Yo había disparado al cielo y herido a Dios.
ACTRIZ 2. Ese texto te lo dije yo, fue una improvisación, después se te ocurrió disparar.
ÉL. Era una mujer kamikaze, yo era marine del “USS Missouri”, me despedazaron, a pesar
que ya no tenía cuerpo, seguía ahí, en medio de una luz viéndole los ojos.
ACTRIZ 2. Es pura insolación, te dije aquí hay que bañarse temprano. Te voy a echar más
crema y toma agua.
ÉL. ¿Te han matado en sueños?
ACTRIZ 2. Una vez, en una protesta, corría, me llegaba una bala por la espalda, caía sobre
unas escalinatas, me salí del cuerpo, me miraba de lejos, todos trataban de reanimarme, esta-
ba tendida, blanca y me desperté. A mí me gusta cuando sueño que vuelo, entre quebradas
cultivadas, veo villorrios, parece que debí ser águila en la edad media.
ÉL. Colibrí, diría yo. Bueno, venimos a buscar sol y lo único que encontramos es sol.
Contenta. ¿Y Ángela y Cristian?
ACTRIZ 2. Se supone que fueron a comprar frutas para el desayuno.
ÉL. Uy, estás celosa.
ACTRIZ 2. No, pero la onda es que andemos los cuatro, si es por pareja, me viro, me busco
un holandés y chao.
ÉL. Mañana. ¿Dónde vamos? ¿Qué hay cerca? Ve la guía.
ACTRIZ 2. Dicen que esta playa es como lo mejor, están los pueblos coloniales, plantaciones
de azúcar, campesinos pobres. Los beach boys locales, demasiado pegotes, ofreciéndose a
cada rato, es apestoso y tanta onda con una cultura que ya no sirve, mucho cuento.
ÉL. Pero están rebuenos, de verdad no se les cree tanta alegría, pero la necesitan para virarse
de la isla. Aprovecha, turismo corporal. Yo feliz.
ACTRIZ 2. Y esas gringas que caen como brutas. Si soy yo la enrollada.
Quiero algo más que calentura, proyección, proyección, el mismo mino, pero que tenga
onda, que me quiera, que hagamos cosas juntos, no que sea eterno, pero para más tiempo
que lo predecible. Lo estoy pasando súper bien, pero, ayer cuando nadábamos entre los cora-
les, vivir ahí algo hubiera sido genial.
Ver que esto era la utopía me deprime, cuántos muertos cuántas marchas, para espejismos que siem-
pre se les ocurren a gente con barba. Los hombres con barba o bigotes me dan desconfianza; Cristo,
Mahoma, Cortés, Marx, Pinochet, el Che, Stalin, Bin Laden, Hitler. No sé, algo les trastorna a ustedes
los pelos en la cara. Te juro, mi familia estaría ahora rica y feliz si no se hubiera creído el cuento de
tomar el cielo por asalto.
Me baja la sensibilidad, ayer en la puesta del sol me preguntaste qué me pasaba. Los vi en la
playa a todos alucinados con ese naranja en el horizonte, cuando era como estar haciendo
picnic en las llanuras de Auschwitz, sabiendo que detrás de esa península están todos esos
hombres de naranja, engrillados, extirpados, casi abducidos por marcianos rubios y uno dán-
dole al mojito, al cuba libre. Debe haber sido el documental de Teresa de Calcuta, me lo creí,
si a nadie le importa, porqué tengo yo que enrollarme. Si igual no puedo cambiar nada.
ÉL. Escribe un manifiesto, haz una instalación. Overoles naranjas sobre neones azules y un 78
data con puesta de sol y olvídalo. Te invente este viaje, aprovéchalo, además el único conflic- 79
to que existe es que tengo insolación.
ACTRIZ 2. Te vuelvo a echar crema y me cuentas tu vida de marine en el “USS Missouri”
ÉL. Trescientos marines en un crucero eterno, porque no hay nada más que hacer que dispa-
rar mísiles a las gaviotas. Eso es mejor que esta playa.
ACTRIZ 2. Uff, da para un largo, largometraje porno. Para mí que estos fueron a comprar
hierba y se quedaron pegados.
Cristian en la playa al lado del cuerpo de Ángela mientras la reviven, ve a él con su espalda con
crema a través de la ventana de la cabaña.
ACTOR 1. Yo aquí destilando agua, con mi bermuda floreado y las olas tibias que mojan mis
tobillos, congelado abro mi boca y no sale el habla, no me atrevo a poner mis labios sobre
los suyos y reanimarla, tengo que ir donde Andrés, no sé cómo llegar, tengo que atravesar la
arena hirviendo y cada huella marcará una angustia que borrará el viento. La veo, ella mira
fijo el aire, tiene rasmillado el rostro, los salvavidas aprietan su pecho y borbotones de agua
se deslizan por su cuello, le mueven sus brazos y pareciera que quisiera alcanzarme. La
espalda de Andrés está blanca, tengo que correr hasta la cabaña, me verán las manos
encrespadas, mis ojos rojos.
Cristina se asoma, me ve detenido en medio de esta playa, ve como traen la camilla verde y
la despliegan me hace señas, se toma el pelo, Andrés se asoma, yo quito la mirada y veo mis
piernas tiritando, levanto la cabeza y nuestras miradas se cruzan. Como meteoritos se
encuentran y al fin las lágrimas brotan y mi pecho se queja, y siento el hielo en todas mis
venas.
ACTRIZ 2. Andrés, no me atrevo a mirar, no quiero estar aquí, no soy capaz. Varó un delfín,
vamos, lo ayudamos y tomemos desayuno.
ÉL. Nada de lo que ves existe, volvamos al ayer, volvamos al departamento a ver los mapas,
volvamos a pelearnos porque a mí no me gusta el sol.
Retrocedamos y no nos bajemos del bus, sigamos a otro lugar donde anidan las tortugas.
Editemos, rehagamos este corto. No es más que eso, una banal secuencia.
ACTOR 1. Caigo al suelo y lloro sobre un vientre que no respira. No sé qué decir, nunca he
vivido esto. Que lo haga otro, yo no sé cómo actuarlo.
(Ángela se levanta, Cristian toma su lugar)
ACTRIZ 1. Tal vez yo pueda. No creo que me escuchen, ni me vean, están de espaldas, abra-
zados, mirando como yacemos en el borde, cómo les digo que nadamos entre corales y nos
sumergimos en sus ciudades, cómo les digo que nos recibieron con sus colores fosforescen-
tes, con sus aletas nos acariciaban y nos guiaron hacia cavernas blancas, las rosas del mar se
abrían y nos hacían señas con sus ramas, luego llegaron ellos y nos invitaron a seguirlos, de
repente ya no nadábamos, nos llevaba la corriente.
Él siguió la manta raya, yo lo seguí a él.
Ahora estamos los dos recostados sobre la arena pero no estamos tomando sol.
ACTRIZ 2. Vuelve a dormir, desvanéceme, hazme desaparecer, cambia mi nombre, mis ami-
gos, este lugar. ¡Hazlo! No tengo texto, cómo reacciono, qué digo, qué se hace. Aquí en el tró-
pico siendo consolada por manos que no conozco, qué vamos a decir, cómo nos bajaremos
del avión en Santiago, hazlos llegar con las frutas en las manos, que vuelvan riendo, me dará
un poco de rabia, pero no esto. Además nos quedan diez días. No hago esta escena. No me lo
merezco. ¡Escuchaste!
ÉL. Ven, me arde el cuerpo, es la explosión, soy yo el que me ahogué, los veo bajo el agua y
quiero que estén conmigo. Cálmate es una insolación, échame más crema. ¡Mira! Allá vienen
con las frutas en sus manos, nos hacen señas, pon la mesa y prepara el café, viértelo y
sumérgete en él.
LA ALEGRÍA
LA VUELTA DE LOS MARINES
Actriz 1: Clarisa, Actriz 3: Ágata.
CLARISA. Madre mía, madre mía, que alegría, ya llegan, anuncian por la tele que la flota se
acerca, y estoy tan crespa, no me he depilado las piernas y hasta tengo cubierto los pezones
con tantos cañones… Ja, ja, ja.
ÁGATA. Arréglate niña, perfúmate y toma de mi colonia, que así nunca lucirás una argolla.
Ay Dios santo, ni pollo tengo para este recibimiento. Anda compra lechugas, tortillas y un 80
litro de vino que con apetito del sexo y del vientre llegan estos marinos. 81
CLARISA. Y el mole y las enchiladas, que eso les arregla la mirada.
ÁGATA. Ponte el vestido de flecos rosados, el de las fiestas y los asados, tus medias verdes
con las zapatillas fucsias y arreglemos las fechas para las nupcias.
CLARISA. Tendré que darle harto tequila, para que no sienta el hedor de mis muelas henchi-
das. Ja, ja, ja.
ÁGATA. Ponte el azul en los parpados, el lunar en la mejilla, y en tus labios ese violeta. Que
de verlos el cuerpo se les agita.
CLARISA. Dejaré el televisor prendido, para que vea su programa preferido.
ÁGATA. Anda, cambia las sábanas, pon la vela en la ventana y la música que tanto le agrada.
CLARISA. Madre mía, madre mía, que alegría.
ÁGATA. Y la bandera con los signos de la espera. Ya me voy, que no quiero interferir en este
amor y no olvidéis de usar el condón.
CLARISA. ¡Ay dios mío!, que no tengo los con gusto a frambuesa y limón.
Pero mientras ensayaré su canción, agitando la bandera con clamor.
(“From the Halls of Montezuma to the Shores of Tripoli.”)
MARINE 1. He llegado con ardor, pero con dolor de ver tanto terror, te presento mi amigo
que me ayudó con fervor.
CLARISA. (Aparte.) Qué bello su amigo, qué haré, qué candor. Lo deseo en mi alcoba para
que me trate como escoba.
MARINE 2. (Aparte.) A esta, le metería el rabo, no se merece a este cabo.
CLARISA. Ay mi amor, te he esperado con temor, pero veo que no traéis ningún rasguño, ni
en el puño, ni en el mentón y mi cuerpo desea sentir vuestro temblor.
MARINE 1. Iré a sacarme el uniforme, para que me esperéis conforme. Y darme un baño
caliente, para que me aguardéis ardiente.
CLARISA. (Aparte.) Me ha dejado sola, me haré la boba.
MARINE 2. (Aparte.) El desierto me dejo hambriento.
CLARISA. (Aparte) Ay, Santa Gervasia, su protuberancia me tiene con ansias.
MARINE 2. La lejanía de mis días, la soledad del combate, me arrebate y deseo acostaros
sobre el catre, aprovechemos mientras el se ducha.
CLARISA. ¿Y si escucha? Me tiritan las muelas por sentir su espuela.
MARINE 2. (Aparte.) Uff que humedad, después de tanta sequedad.
CLARISA. (Aparte.) Desgracia, es él, justo cuando iba a disfrutar de su miel.
MARINE 1. Aguarden un momento, no tengan ningún impedimento, sigan con el entreteni-
miento, mí amante es nuestra acompañante, así que gocemos los tres de este instante.
MARINE 2. Pero permítenos una aclaración, fuimos victimas de una explosión en la mitad de
un callejón, de una ciudad sin perdón, una mujer fue la causante que no merece mención.
Por eso faltan algunos de nuestros miembros, que nos impiden satisfacer vuestro entreteni-
miento.
CLARISA. Desdicha la guerra, que genera tantas tragedias, destruyendo mi ilusión.
MARINE 2. Reavivemos tu ilusión, haciendo una escena sobre la revolución.
CLARISA. Desmayémonos y recuperemos las unidades de la acción.
EL DESMAYO
ELLA. Al fin una idea fascinante, el jolgorio de la revolución, las banderas flameando, el pue-
blo emocionado por su causa, quemando autos, destruyendo los símbolos de la opresión y
una saludando desde el balcón. No hay nada más excitante que un hombre con el ceño frun-
cido de ideales, sus manos firmes, su voz ronca, cautivadora y tener que lavarle el cuerpo del
barro, secándole su transpiración, sentirle el corazón latir porque está lleno de convicción. Y
yo la mujer que cargó su fusil, la que lo acompañó y lo animó en la encrucijada de la aflic-
ción. Y luego ser aclamada por un pueblo que llora su victoria.
Viendo en mí el ángel que lo guió, aquella que repartió los panfletos y lo escondió en los
momentos de persecución.
Vestidme con los atuendos que esto te lo represento sin tener que aprenderme ningún argu-
mento. Pero ponedme un actor que me haga temblar de emoción.
LA REVOLUCIÓN
Actor 1: Camarada 1, Actriz 2: Camarada 2, Actor 2: El Líder, Actriz 1: Elena.
ÉL. Que la vistan, pero que sólo aparezca al final, en la escena del balcón. Y yo le pregunto al
que mira, si aún respira para volver a tomar las armas de la imaginación, y ver los actores,
obreros, estudiantes y por qué no comerciantes sobre este escenario fascinante.
Yo voy a representar a Eric Boldevic, un obrero luchador por un mundo nuevo. Ahora esta-
mos en una reunión de camaradas. Están golpeando.
CAMARADA 1. El que va entrar ahora es nuestro líder. Él tuvo la educación para hacerme
entender por qué no debo aceptar la explotación, vengo de una familia campesina que araba
su tierra, alimentaba sus animales, trataba de vivir con dignidad. Sin embargo, abusaban de
nuestro esfuerzo y mi madre lloraba de impotencia frente a la explotación. Hoy me vengaré
de su historia.
CAMARADA 2. Yo soy Rosa Schmidt estudiante técnica. Y voy a representar la duda, el
miedo de un fracaso, aún me falta convicción. Sé que existe la infamia y la injusticia pero
aún no veo cómo lograr su eliminación.
ÉL. Entra nuestro líder.
LÍDER. Vengo de la calle, están desfilando con sus antorchas, convenciendo a los ignorantes
de nuestra nación. Ven mi cara roja de ira, es frustración, nos demoramos mucho, no quiero
seguir reuniéndome hasta envejecer y tener que quitarle la mirada a mis hijos cuando pre-
gunten por qué flamean esas banderas sobre nuestros edificios, por qué dejamos que nos
dominaran y tener que morderme la lengua de vergüenza.
CAMARADA 1. Estuve con las fracciones de los estudiantes, también me cargaron con su ira,
y presionan para que nos decidamos, les repartí el manifiesto, los hubieras vistos con su
energía varonil cantando el himno de nuestra revolución.
CAMARADA 2. Cuan seguros estamos, que cuando llamemos al paro, no nos vayan a dejar
con su cobardía nuevamente abandonados. No se trata de provocar una masacre, camaradas.
Pero debemos organizarnos para hacer más efectiva nuestra acción.
LÍDER. Lo único seguro es que el hambre, tiene un límite y que el abuso del capital no será
el porvenir de la humanidad. Yo quiero que mis hijos nazcan en una patria donde no tengan
que andar mendigando su existencia, yo me entrego a los millones de obreros, trabajadores,
campesinos, en el pasado si fracasamos fue precisamente por no apoyarnos en ellos, en su
mirada y en su intuición.
ÉL. Ahora yo debo dar ciertas ideas motrices para cambiar el ánimo de mis camaradas:
Camaradas, ayer nos atacaron, hirieron a nuestros partidarios, fusilaron a nuestros líderes y
otros se suicidaron, hoy tenemos que retomar sus palabras y honrar su sacrificio.
CAMARADA 2. Diviso los incendios en la ciudad y escucho el ruido de las balas.
(Elena entra, está herida.)
ELENA. Soy Elena, a los dieciséis años entré al movimiento, vengo de la calle y puse a prue-
ba mi valentía y convicción. Íbamos cantando con nuestras banderas, ya llegábamos frente a
la gobernación y aparecieron con sus palos y piedras. Siento que el aire se acaba en mis pul-
mones y está helada mi respiración.
LÍDER. Elena, el partido y la patria te necesitan no entregues tu alma ahora, pero no dudes
que mil veces te vengaremos y cuando triunfemos estarás en un sitial de honor.
ELENA. Tomadme de la mano.
CAMARADA 2. Amiga por siempre.
CAMARADA 1. Elena, mira la ira de mis ojos y la tristeza de mi alma, esté segura que desfi-
guraré los rostros de quienes te hirieron, no tendremos ni piedad ni compasión.
ELENA. Camaradas, escucho el himno de la victoria. Desde el más allá los acompañaré, mi
vida la entrego sin miedo. Ahora cubridme con la bandera roja y negra, repetid sus palabras
para que sea lo último que escuche mi corazón.
ÉL. Con gusto lo haremos; “La contemplación burguesa va camino de desaparecer en el 82
mundo”. 83
CAMARADA 1. Y añadió; “Camaradas un día llegará que estéis feliz de vuestra militancia y la
considerareis el símbolo de una nueva luz. Y podréis decir yo estuve ahí desde el principio y
hemos marchado como héroes.
LÍDER. También nos dijo; “Recuerden que en el futuro no habrán clases sociales ni jerarquí-
as”.
“Que el ideal de la libertad debe volver a ser sagrado para los pueblos.
Viva nuestro pueblo. Y vivan también los caídos de nuestro movimiento”.
TODOS. ¡Vida eterna al Führer!
ELENA. Ahora me voy feliz, no olvidéis de vengarme con la muerte y el exterminio de todos
los judeos, marxistas, masónicos. Adiós, os quiero camaradas.
LA INTERVENCIÓN
ELLA. Pero que falta de consideración, haber eliminado mi escena, la del balcón.
Que os aseguro era lo mejor de esta situación, no creáis que ya es hora de bajar el telón,
aunque espera, aún no te he relatado cómo se sufre la traición.
ÉL. Déjame lavarle la sangre para que su cuerpo cicatrice, ha muerto para luego actuar y
necesita descansar y si bien te escucho no sigas tratando de guiar mi soñar. Quiero volver a
mi camarote, a una fragata de velas, donde al asomarme por la claraboya pueda respirar el
aire del mar y divisar los paisajes ya que aún no decido donde desembarcar, desde este lugar
solo diviso las líneas de las costas, los arrecifes y la cordillera que baja del desierto y llena de
arena este mar.
Ya dibujaste mi cuerpo mira sus marcas y déjame navegar. No quiero seguir hablando a tra-
vés de tu pensar, escribe tú la historia de tus sueños, que a más de a uno darán que hablar.
ELLA. Tenéis razón, pero no olvidéis que soy parte de tu creación, llevadme a España
lugar de tu lengua y mi tesón, que desde las cortes cambiaré la geografía de esta nación.
ÉL. Es verdad, te dejaré en Salamanca, vuestro rincón, pero esas tierras ya no son la raíz
de mi indignación, volveré a mirar el universo para ver si ahí encuentro un lugar para
estos versos.
MIRANDO EL UNIVERSO
AQUEL. Llevas días sobre el césped, mirando las estrellas.
ÉL. Sí, me acompañan estos blancos conejos, que comen el pasto de la escena.
AQUEL. No des un paso más, que caerás al precipicio de la realidad.
ÉL. Sé muy bien donde estoy, marca un círculo para que nos vean.
AQUEL. Tu nave avanza en forma espiral, ves que siempre son las mismas estrellas que te
siguen al navegar.
ÉL. Sólo te escucho en mi mente y no soy capaz de verte. Me dejaste tus fotos, tu voz, ahora
quiero volver a descifrar, pero esas luces no se reflejan en mi mano, ni en el verde, ni en la
llanura, no hacen sombras sobre el césped y parece que no nos quisieran tocar.
Si los planetas están tan solos. Cómo yo no lo he de estar.
AQUEL. (Cita a Rubén Darío.) “Una tarde la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era
traviesa y la quiso ir a coger. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti. Cortan lirios,
cortan rosas, cortan astros. Son así”
ÉL. Estúpido, Ahuyentaste los conejos y al planeta que venía a mí, tirémonos al césped y tapa
mis oídos para escuchar el ruido de las olas y hazme olvidar que no estas aquí.
AQUEL. Si te tapo los oídos, no escucharas los monólogos.
ÉL. Dale.
LOS MONÓLOGOS
Actor 1: Teniente, Aquel: Capitán, Actriz 2: Amalía, Actor 2: Armando.
TENIENTE. Podría haber sido esta misma noche, es el mismo ruido, un mismo silencio, sólo
que estaba llena de murmullos, de pisadas, de suelas de zapatos sobre corredores de madera.
Yo miraba la luna entre las cortinas cuando me entregaron el sobre. “Entra, que los firme”;
me dijeron.
ARMANDO. Amalía llegó, estaba tan nerviosa, tú la escoltabas y te quedaste parado en la
puerta, dejaste que me entregará un papel café donde venía envuelto un queque destrozado.
“Lo punsetearon a la entrada, seguridad”, me dijo. “No te preocupes es solo verificación de
rutina” le contesté. Traté de que no se diera cuenta dónde estaba y pregunté por los otros, si
le había comprado la comida al perro, que guardara las partituras si no el gato iba a desparra-
marlas. “Armando toma también esta colcha te ves entumido,” me dijo. A mi lado estaba
Joaquín. “Esa es mi hermana, mi madre llega mañana de Copiapó”. Me comentó.
TENIENTE. Señora ya es hora, deben ir a acostarse, y le sonreí, aquí estará bien, mañana
puede volver; a las tres.
AMALÍA. “Duerme”, le dije, “Mañana vendré con los abogados”, y lo besé.
ARMANDO. Ya, que no me gusta verte triste. Antes de traspasar la reja giré la cabeza, y me
despedí con mis dedos.
AMALÍA. La puerta se iba a cerrar y giré la cabeza. Fue como decirse buenas noches.
TENIENTE. La acompañé hasta donde estaba la guardia, les ordené que no la registraran, que
estaba todo conforme.
AMALÍA. Gracias muy amable, entonces a las tres.
ARMANDO. Menos mal que es septiembre, Joaquín, porque en julio nos hubiéramos congela-
do.
TENIENTE. Golpié la puerta. “Permiso, mi Capitán”.
CAPITÁN. Déjelos ahí, teniente. Ah, cuénteme los nombres.
AMALÍA. Taxi, taxi, “Con el toque de queda, pensé, que ya no iba a pillar ninguno”; le dije al
señor.
TENIENTE. Armando Lineros.
AMALÍA. Sabe, mejor me iré caminando, no quiero llegar tan rápido, perdone la molestia.
TENIENTE. Joaquín Saldaña.
CAPITÁN. Teniente, le dije que los contara, no que me los leyera.
TENIENTE. Treinta y dos, mi capitán.
CAPITÁN. Cómo tantos, para un sólo amanecer, que sea; a las tres.
TENIENTE. ¿No lo sabrán?
CAPITÁN. Mejor, teniente, mucho mejor.
TENIENTE. Salí, tratando de convencerme que todo era correcto, que por el enemigo no
debía haber compasión, luchando con mi debilidad les entregué el sobre y les dije: “Que sea
a las tres”. Me miraron pidiéndome que me retractara, que absolviera al menos al músico.
“Sí, los treinta y dos”, afirmé. Desde la ventana vi los preparativos, la llegada de los camio-
nes, las carreras silenciosas de los soldados, el amontonar de los sacos de arena sobre el
muro.
AMALÍA. Y caminé para que la noche no se hiciera tan larga, para llegar cansada y no darme
vueltas por la pieza, fui contando las baldosas de la vereda, los árboles de la calle, luego los
faroles, y divisé el mar. Conté las luces de los botes pescadores y me encaminé hacia ellos.
ARMANDO. Cuando nos llevaban, ya sabía que al avanzar cada paso iba descontando el
tiempo de mi vida y deseaba que el lugar estuviese tan lejos, sentía el peso de mi cuerpo y
recién descubrí lo maravilloso que era el caminar, como mis piernas hacían que mi cuerpo
aún vivo avanzara, amé mis pies, me despedí de ellos, les agradecí por haberme llevado a
través de los continentes, haberme hecho nadar, escalar los cerros y enrollarme en los cuer-
pos de mis amadas, ahora sin doblegarse cumplían su última misión. Cuando ya vendaban
mis ojos escuché los gritos de Amalía, estaba en la costanera.
AMALÍA. Y caminé hacia la playa y no sé por qué me saqué las botas y pisé la arena helada,
iba derecho hacia la orilla, que estaba tan espumosa, tan blanca, sentí el aire y tuve la tonta
sensación que Armando caminaba a mi lado, era primavera y corrí, dejé que me despeinara
el viento, tiré los pinches al suelo. Y…
TENIENTE. Desde la ventana vi como los alineaban contra los sacos. El reloj marcó las tres y
no sé por qué, como en una película, mi cuerpo se estrelló contra la pared y se deslizó con
mis manos rasguñando los muros. 84
AMALÍA. ¡Armando! ¡Armando!, le grité, te soltaron, él me hacia señas desde la goleta. 85
ARMANDO: Amalía, cuidado no te vayas a resbalar.
AMALÍA. Y me mojé los tobillos con el agua helada y él me izó a bordo. Y le dije; “Por una
vez fuiste puntual, son las tres”.
MIRANDO EL UNIVERSO 2
AQUEL. Ahí van, en esa goleta, más allá del precipicio.
ÉL. Ves como había que mirar el universo.
AQUEL. Y como no tenía que tapar tus oídos, ven bésame.
ÉL. Cuando no esté, recuérdame para que te excites.
AQUEL. Es bello lo ausente, aléjate de la orilla.
EL RELATO
ÉL. Sígueme, necesito despertar.
ACTRIZ 1. Se elevaron, no cayeron al precipicio, tampoco se les quemaron sus brazos al
acercarse al sol. Desde las costas les lanzaron flechas, ninguna los atravesó y la goleta se
esfumó en la lejanía.
ACTOR 1. Vamos al camarote, deben estar durmiendo.
ACTRIZ 2. No los encontraremos nos están soñando, si somos nosotros los que vamos en la
goleta, siento que nos empezaron a transformar, lo siento en mí cuerpo, nos cambiaron las
costas, se empiezan a ver las luces de los puertos.
ACTOR 2. El debe desembarcar en el muelle.
ACTRIZ 2. ¿Y yo mirar su foto, creyendo que yace en los campos de Arauco?
ACTRIZ 1. Pero las luces del puerto son eléctricas, no de gas, y esos fuegos artificiales nos
anuncian un año nuevo.
ACTOR 1. Abracémonos, es lo que corresponde.
ACTRIZ 1. No, son los destellos de años anteriores, tan sólo nos quieren brindar un
espectáculo, nos dan señas para que hagamos fuegos y artificios sobre el escenario. Que
vengan todos.
EL ESPECTÁCULO
ACTOR 2. Que sea con tambores y trompetas, con danzas y bailes nacionales, con coplas, y
zarzuelas.
ACTOR 1. La corriente nos lleva a los roqueríos.
ACTRIZ 1. Habrá que ponerse los salvavidas, subirnos a un bote y dejar que se estrellé.
ACTOR 2. Simple, ya entendimos, es nuestro turno de dormir.
ELLA. Son los fuegos de la revuelta, ahora es mi escena en el balcón.
Cómo haré mi discurso, sin saber de quién es la victoria, sin saber de quienes son esas luces,
de cual nación.
Me habéis abandonado sobre el escenario a pesar de haberte inventado toda esta ficción. Si
queréis saber lo que siento, es la impotencia de la traición. Yo que te bordé los encajes, te
entregué mi saber, para que lo queméis sin consideración. Vuelves a ejecutar a quien te dio el
don de amar.
EL VUELO
AQUEL. Nunca llegaremos.
ÉL. Sí, pero no nos daremos cuenta. Ya que volveremos a partir.
AQUEL. Ellos, van a naufragar.
ÉL. No. Se adaptarán, aprenderán a respirar bajo las aguas, y volverán a escribir sus historias.
Tú sigue, yo te alcanzaré, ahora necesito despertar.
AQUEL. Acepto el engaño, anda, haz lo que tengas que representar.
EL SUICIDIO
ÉL. Tendré que matarme, no puedo vivir, al saber que cuando subo al metro tal vez vas en el
otro carro, que al bañarme en las olas tú también estés en el agua, que siempre estaremos
cerca pero que nunca nos encontraremos, que aunque hablemos una misma lengua ya nunca
conversaremos y aunque crea que la traición esconda un acto de amor, sólo escribo para que
vengas al teatro y desde tu butaca me veas y me aplaudas.
Por eso esta pistola y por eso ahora me disparo, para poner fin a este acto.
(Se dispara, cae, se levanta.)
ÉL. Adoro las balas de la ficción ya que nunca han manchado de sangre el escenario.