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Formación del Pensamiento y de la obra de Platón

Grecia, en los tiempos de Platón, se encontraba dividida en dos grandes bloques: la liga
del Peloponeso encabezada por Esparta, un estado oligárquico, y la liga de Delos,
conducida por Atenas, la cual era defensora de ideologías e instituciones democráticas.
Estas dos potencias se vieron enfrentadas en lo que se conoce hoy en día como la guerra
del Peloponeso que inició en el año 431 a.C. En los últimos años de esta guerra Platón
participo en el combate, teniendo en cuenta su status social realizó su servicio militar en la
caballería. (Guthrie, 1985) Tras veintisiete años en guerra la liga de Delos fue vencida, y
Atenas se ve obligada a rendirse, es allí donde se establece una comisión de gobierno
oligárquica que la historia conoce como los 30 Tiranos, que sustituyó al gobierno
democrático. Pero en el año 403 a.C., se reestablece la democracia y fue el gobierno
democrático el que condenó a Sócrates a muerte. (Uriel, 2012)
Estos acontecimientos llevan a Platón a formular una profunda reforma, en el ámbito
especulativo, de la Polis griega, de allí que en muchas de sus obras se ocupara de esbozar
el ideal de lo que para él era una ciudad justa, formulando todo un programa de educación,
y llegando a la conclusión que tal utopía solo se lograría con el gobierno del filósofo
(González, 2012).
El pensamiento filosófico se había ocupado, hasta entonces, de la explicación del cosmos,
los fenómenos del Universo y la situación del hombre en el mismo. Sobresalían diferentes
escuelas como la Elea, la Pitagórica y la de Mileto. (Uriel, 2012)
Pero con la aparición de la Sofistica, ya no era importante buscar la verdad y la naturaleza
de las cosas sino la demostración, la especulación del pensamiento y la elocuencia al
transmitirlo. Los sofistas eran maestros que solían circular de ciudad en ciudad ofreciendo
por un sueldo este tipo de adecuación (Uriel, 2012). Influyeron poderosamente en la vida
intelectual y política griega del siglo V a.C., siendo por lo general, personajes de gran
prestigio y relevancia. Sin embargo, Platón los describe como pretenciosos y les acusa de
manipular el pensamiento científico.
Algunos postulados filosóficos de Platón fueron el resultado de intentar resolver problemas
que legaron los pensadores anteriores a él. Incluso, muchas de estas ideas anteriores
pueden hallarse en su filosofía, sin que ello signifique desconocer la originalidad del
pensamiento platónico. En el capítulo seis del libro primero de la Metafísica, Aristóteles
habla de la filosofía de Platón así:
“Tras las filosofías mencionadas surgió la doctrina de Platón, que en muchos
aspectos sigue a estos, pero que tiene también aspectos propios al margen de la
filosofía de los itálicos. En efecto, familiarizado primero, desde joven, con Crátilo y
con las opiniones heraclíteas de que todas las cosas sensibles están eternamente
en devenir y que no es posible la ciencia acerca de ellas”. (Metaf. I, 987a29)
En este contexto histórico, el pensamiento platónico tuvo varias influencias: el primero de
ellos es Crátilo, seguidor de Heráclito y exponente del relativismo, quien fue uno de sus
primeros maestros y para el que la realidad está sometida a cambios permanentes y
continuos. 1 La influencia de Heráclito puede observarse en el Banquete, donde Diotima
menciona que los cuerpos están sujetos a un constante cambio y renovación a lo largo de
nuestras vidas (Guthrie, 1985).
El carácter distintivo de Platón, en opinión de Aristóteles, se debe una temprana reflexión
sobre la doctrina de Heráclito de que la totalidad del mundo sensible está en constante flujo,
y no puede ser, en consecuencia, objeto de conocimiento. Influido por esto, Platón conoce
a Sócrates, que había abandonado el estudio de la naturaleza por el de la ética, que en
este aspecto se esforzaba, buscando lo universal, dirigiendo su atención a la importancia
de la definición. Ambos puntos de vista, (las ideas de Parménides y de Heráclito y las de
Sócrates) parecían correctos a Platón y, para reconciliarlos, supuso que las definiciones
buscadas por Sócrates debían aplicarse a realidades no sensibles; porque creía imposible
que la definición común pudiera pertenecer a algo del mundo sensible, ya que tales cosas
están cambiando siempre. “A las realidades de esta clase”, escribe Aristóteles, las llamó
ideas y afirmó que las cosas sensibles existían independientemente de ellas y de ellas
recibían su nombre. Platón, considera que lo único verdadero son las ideas, y éstas son
estáticas, universales y atemporales, por lo que la idea de movimiento tan sólo aparece en
su Mundo Sensible2. (Campos, 1996)
Entre muchas cosas, toma de Sócrates el valor del conocimiento como base de la virtud
moral. En ese sentido, sólo el conocimiento de lo que es la justicia puede hacer justos a los
hombres. (Moya, 2004). Platón descubrió con Sócrates la importancia de formular las
esencias de las cosas y poder plasmarlas en definiciones, sus primeros Diálogos son de
marcado ascendiente socrático. (Tarrío, 2004)
Platón escribió una serie de diálogos con marcada influencia pitagórica, gracias a su
amistad con Arquitas, filósofo y matemático pitagórico (Varela, 2012). Su pasión por las
matemáticas y la referencia al cuerpo como prisión del alma, reflejan que Platón puede
haber sido deudor del pensamiento Pitagórico. (Tarrío, 2004). De la relación con los
pitagóricos Platón abrazó el radical dualismo antropológico de la religión órfica3,
íntimamente ligada a los primeros, con las tesis del carácter divino e inmortal del alma
humana, y en su ideal moral de purificación.

1
de que uno no se puede bañar dos veces en el mismo río, porque entre las dos el cuerpo y el agua del río
se han alterado, y la llevó más lejos
2
Mundo sensible o Mundo visible es el conjunto de todo aquello que se muestra a los sentidos,
fundamentalmente las cosas físicas.
Las características de este mundo son su carácter temporal, espacial, cambiante y corruptible. Nuestro
cuerpo se incluye en el Mundo Sensible. Del Mundo Sensible no cabe la ciencia sino la mera opinión. En el
mito de la caverna, la metáfora del Mundo Sensible es el mundo del interior de la caverna.
3
El orfismo es una corriente religiosa de la antigua Grecia, relacionada con Orfeo, maestro de los
encantamientos. El movimiento órfico supone un enfrentamiento a las tradiciones religiosas de la ciudad
griega y, en definitiva, una nueva concepción del ser humano y su destino. El credo órfico propone una
innovadora interpretación del ser humano, como compuesto de un cuerpo y un alma, un alma indestructible
que sobrevive y recibe premios o castigos más allá de la muerte. El cuerpo es un mero vestido, un habitáculo
temporal, una prisión o incluso una tumba para el alma, que en la muerte se desprende de esa envoltura
terrenal y va al más allá a recibir sus premios o sus castigos, que pueden incluir algunas reencarnaciones o
metempsicosis en otros cuerpos (y no sólo humanos), hasta lograr su purificación definitiva y reintegrarse en
el ámbito divino.
Aparte de las cartas, la obra escrita por Platón está formada enteramente por diálogos, que
se han conservado en su totalidad. En ellos, Platón suele presentar una conversación entre
diversos personajes de su época y, en general, Sócrates es el interlocutor principal. En la
mayoría de los casos, no se trata de diálogos realmente acontecidos, sino de ficciones
creadas por la figura de Sócrates que no es aquel Sócrates histórico (excepto,
probablemente, la que aparece en los primeros diálogos platónicos), sino que Platón parece
rendir homenaje a su maestro a lo largo de toda su obra, a través de ese Sócrates ficcional
expone su propio pensamiento. (Moya, 2004)
Igualmente, Platón dejó cierta doctrina no escrita profesada por el mismo sólo oralmente en
lecciones dadas al interior de La Academia. Estos discursos giraban en torno al bien donde
trataba de realidades supremas y ultimas. Platón estaba convencido que estas verdades
no se podían comunicar sino mediante una oportuna preparación y severas verificaciones,
que solo podían tener lugar en el diálogo en vivo. Gracias a los discípulos que asistieron a
estas lecciones como Aristóteles se tiene cierto conocimiento sobre la enseñanza oral de
Platón, se piensa incluso que ciertas partes de distintos diálogos considerados en el pasado
como enigmáticos reciben claridad si se ponen en conexión con estas doctrinas no escritas.
(Reale & Amtiseri, 2007)
Los diálogos de Platón fueron preservados en la Academia, sin embargo, existe cierta
controversia respecto de la autenticidad de algunas de sus obras, pues es posible que
algunas de ellas sean apócrifas, o incluso hayan sido escritas por otros autores, de ahí la
necesidad de establecer un método para verificar su autenticidad. Ciertos autores de la
antigüedad como Ateneo le atribuía Alcibíades II, a Jenofonte, por otro lado Proclo, afirmaba
que Epinomis, las Cartas, Las Leyes y La República, eran falsas. Sin embargo existen
métodos utilizados para atribuirle una obra a Platón como los que siguen:

• A partir de recursos externos, como citas de otros autores


• A partir de recursos internos, por la concordancia de su pensamiento.
• También se ha propuesto primero definir al filósofo para luego juzgar sus obras.
• Finalmente a partir del estilo, como el uso frecuente de palabras (Brun, 1997)

Los diálogos, de los cuales no se tiene certeza son: segundo Alcibiades, Hiparco, Minos,
Los rivales, Teages, Clitofon. Los dialogos Apócrifos: Delo justo, De la virtud, Sisifo, Erixias,
Axioco y Definiciones. (Brun, 1997) De igual forma Alcibiades I, Ión, Menexeno, Hipias
Mayor, Epínomis y el grupo de escritos agrupados como Cartas, han sido objeto de
minuciosas evaluaciones de autenticidad. (Morla, 2007)
Debido a “la ausencia de sistematicidad de la obra platónica, la multiplicidad de registros
estilísticos y la relativa independencia temática entre los diálogos (Gorgias , 2000), la
cronología de las obras de platón ha generado controversia y aunque no existe certeza del
orden en que fueron escritas las obras, los criterios para establecerla son los siguientes:
Criterios de tipo categorial o disciplinar:
• Tiene en cuenta la evolución del lenguaje, pues es posible que haya adquirido
nuevos términos a lo largo de su vida.
• La evolución en la estructura de os diálogos, es posible que Platón cuidara más del
estilo al escribir en su juventud, pues con el tiempo sería más importante el contenido, es
por ello que se cree que en la juventud escribió diálogos mientras que en la vejez se
dedicado a los libros. Método cuestionable, pues supone juzgar las intenciones del filósofo.
• Evolución de su doctrina, según este método, se ´podía identificar el orden de una
obra según se esbozara el tema en una y se desarrollara en otra. Este método también e
cuestionable si se piensa por ejemplo que el auto hubiera, iniciado una obra en un momento,
la hubiera abandonado y terminado al final de sus días.
Criterios objetivos:
• Las citas, es decir hacer referencia de una obra en otra, por ejemplo en el Timeo se
hace referencia a la República, lo que hace pensar que primero fue escrita esta.
• Por referencia de filósofos o personajes de la época, por ejemplo según Aristóteles,
las leyes fueron escritas con posterioridad a la República. Diógenes afirma que uno de los
primeros diálogos d Platón fue Fedro.
• Por referencia a datos históricos comprobables: “el Menón fue escrito cuando
todavía estaba reciente la corrupción del tebano Ismenias (22). Asimismo, dado que el
Gorgias replica un discurso de Polícrates contra Sócrates (año 393-392), deduciremos que
este diálogo fue escrito sobre esa fecha o poco después, es decir, antes del primer viaje a
Sicilia.
Como guía de la cronología relativa de los diálogos, las consideraciones filosóficas de cada
uno reclaman una mayor atención que la madurez literaria o las facultades artísticas de
Platón si se pretenden clasificar en unidades temáticas. Sus diálogos se prestan fácilmente
para agrupamientos por razones cronológicas, en razón del tema tratado o porque parecen
representar más o menos una misma fase de la peregrinación filosófica de Platón sin dejar
de prestar atención a los elementos singulares que tiene cada dialogo por separado. A partir
de este último criterio Calonge Ruiz y García Gual (1985, págs. 51 - 55) proponen la
siguiente agrupación

Diálogos de Juventud (393-389)


Esta etapa se caracteriza porque la reflexión filosófica de Platón está claramente centrada
en la persona y las doctrinas de Sócrates. De ellos se puede afirmar que Platón está
recordando imaginativamente, en forma y contenido, las conversaciones de su maestro, sin
añadirles por el momento ninguna doctrina distinta de él mismo. Sócrates figura como el
protagonista central que aparece planteando problemas y cuestionando a sus
interlocutores.
Sin alejarse del círculo de la enseñanza socrática, en los diálogos de este periodo, Platón
ilustra el significado de alguna actitud fundamental de su maestro y busca esclarecer los
conceptos fundamentales situados en la base de su enseñanza en las que el tema central
es la virtud y si ésta puede o no enseñarse (Protágoras) y sobre discusiones conceptuales
en busca de las definiciones de ciertos términos como la piedad, la valentía, la amistad etc.
La justificación de Sócrates después del juicio y su posterior condena a muerte conducen
a Platón a considerar el tema de la justicia en función de la muerte del maestro. Así la
Apología es sustancialmente una exaltación de la tarea que Sócrates asumió ante sí y ante
los demás, y es, por tanto, la exaltación de la vida consagrada a la investigación filosófica.
Ya en la presentación que Platón hace de Sócrates en este diálogo es evidente que ve
encarnada en la figura del maestro aquella filosofía como investigación a la cual él mismo
se dedicará.
La aceptación serena que Sócrates hace del destino a que se le condena, es la última y
decisiva prueba de la seriedad de su enseñanza. Esta actitud prueba que la investigación
filosófica es una misión tal que el hombre que se haya comprometido a ella no debe
traicionarla de modo que se vacíe de todo significado vital.
La Apología y el Critón, pertenecientes a este periodo, son dos diálogos esenciales en los
que Platón estableció para los siglos venideros la actitud que convierte a Sócrates en el
filósofo por excelencia, "el hombre más sabio y más justo de todos".
Dejando a un lado la Apología y el Critón, cuyos propósitos radican más bien en defender
directamente a Sócrates que el exponer una lección filosófica, en todos los demás diálogos
el objetivo es la definición de un importante concepto de carácter moral o religioso. Así, por
ejemplo, en el Cármides se pregunta ¿qué es templanza?; el Laques, ¿qué es el valor?: el
Eutifrón, ¿qué es la piedad?; y aunque se considera que en estos primeros diálogos,
dominados temáticamente por la figura de Sócrates y su doctrina, no figura ninguna
referencia a la Teoría de las Ideas, en las preguntas referidas anteriormente está latente el
germen de la teoría, ya que al formularlas se sobreentiende que existe una cosa tal como
la templanza diferente de cualquiera de las muchas personas o acciones que puedan
llamarse templadas (Ross, 1986, págs. 26-27)
Según Guthrie (1985, pág. 75) el modo de proceder que gobierna la estructura de los
diálogos es el siguiente: De las respuestas de los interlocutores se obtiene una serie de
definiciones y cada una de ellas es una modificación de la anterior, urgida por las objeciones
de Sócrates, hasta que se llega a una formula clara. Esta, a su vez, es entonces sometida
a crítica y finalmente rechazada. Al final, no se adopta ninguna definición, y la conclusión
conduce aparentemente a un punto muerto en medio de la perplejidad. Son tales
semejanzas, tanto de intención como de estructura, las que justifican la creencia de que
estos diálogos fueron concebidos para constituir un único grupo.

Los diálogos que pertenecen a este periodo son:


Apología, Ion (Sobre la poesía), Critón (Sobre el cumplimiento de la Ley), Protágoras,
Laques (Sobre el Valor), Trasímaco, Lisis (Sobre la amistad), Cármides (Sobre la
Templanza), y el Eutifrón (Sobre la piedad).
Podría añadirse que, en todos ellos, Platón parece aún estar intentando hacer para la
posteridad un retrato lo más fiel posible de Sócrates y de su modo de llevar a cabo una
discusión, y esto se aplica igualmente a unos cuantos diálogos posteriores.
Diálogos de Transición (388 – 385)
En éste período Platón vierte en sus diálogos algunas ideas que no son enteramente
socráticas, comenzando a exponer elementos de su propia filosofía y en los que aparecen
las primeras alusiones explicitas a la Teoría de las Ideas, pues ya no se habla de verdad
como el concepto o definición, para Platón “la verdad existe por sí”. Sin abandonar la
concepción socrática del conocimiento entendido como conocimiento de lo universal Platón
introduce un matiz nuevo: lo universal posee una existencia separada del ámbito de las
cosas particulares.
En estos años tiene lugar el primer viaje de Platón a Sicilia (388-387) donde conoce a
Dionisio I y a Dión, tiene 40 años. En Italia entra en contacto con los pitagóricos. De regreso
en Atenas funda la Academia (387). Platón comienza a considerar temas de orden político,
al pronunciarse contra los sofistas que se dedicaban a formar a los ciudadanos parta
obtener el éxito en la vida pública y que hacían de la filosofía una mera etapa del saber,
inferior en sus cometidos a la praxis política. La retórica, en la vida ateniense, era
prácticamente la única vía de la actividad política. Nadie que no estuviera capacitado para
hablar en público podía dedicarse a la política y obtener éxito. El conocimiento y dominio
de la retórica no era simplemente el adiestramiento en un ejercicio de persuasión, sino una
aspiración muy generalizada para todos los que tuvieran el proyecto de ejercer la política.
Otros de los temas tratados por Platón es este etapa son de inspiración órfico-pitagórica
como la reminiscencia, la preexistencia e inmortalidad del alma.
Sócrates continua apareciendo en las discusiones que recogen los diálogos de esta etapa,
no obstante, se observa un cambio con respecto a los escritos anteriores; pues en estos,
figura exponiendo ideas que son fruto del genio platónico. Aun así, Platón tiene el escrúpulo
de no hacer intervenir a Sócrates como interlocutor principal en los temas que se alejan
demasiado del esquema doctrinal del maestro y que lo enfrentan con problemas que no
habían suscitado su interés.

A esta etapa del pensamiento de Platón pertenecen los siguientes diálogos:

Gorgias (Sobre retórica y política), Menón (Sobre si la virtud es enseñable), Eutidemo


(Sobre la erística sofista), Hipias Menor (Sobre la verdad), Hipias Mayor (Sobre la belleza),
Crátilo (Sobre la significación de las palabras) y el Menéxeno.

Diálogos de Madurez (385 – 370)


Los diálogos que pertenecen a esta etapa del pensamiento de Platón son:
Fedón (sobre la inmortalidad del alma), Banquete (Sobre el amor), La República (Política y
otros asuntos de tipo metafísico, gnoseológicos, etc.) y el Fedro (Sobre el amor, la belleza
y el destino del alma). La República es el diálogo más representativo de este período.
El elemento común que une a estos diálogos entre sí de un modo más estrecho que con
cualquier otro, con excepción quizá de La Republica, es su preocupación por el mundo
eterno del ser trascendente, el progreso del alma desde los deseos y ambiciones terrenos
y las creencias que se derivan de la sensación corporal hacia la felicidad verdadera y
duradera que reside en la aprehensión del conocimiento mediante el único concurso de la
inteligencia, y en la visión o posesión, no de cosas y personas buenas y bellas, sino de la
esencia inmutable del bien y la belleza en sí. Aunque cada de estos diálogos constituye una
unidad temática en sí mismo todos culminan en esas mismas ideas.
Durante este período, aparecen las ideas clásicas del platonismo mucho más desarrolladas
y expuestas que en las obras anteriores. Ideas centrales como la Teoría de las Ideas, base
de la epistemología platónica, y una teoría completa del Estado, presentada en La
República, son el culmen de su especulación filosófica en materia política y ontológica.
Junto a la Teoría de las Ideas aparece también el postulado platónico de la anamnesis o
reminiscencia según el cual todo conocimiento verdadero es recuerdo de las Formas
Ideales, arquetipos de todo lo existente que no es más que el reflejo de dichas realidades
ideales subsistentes, que el alma conoce con anterioridad a su unión con el cuerpo.
Sócrates sigue siendo el protagonista de los diálogos y se caracteriza por sus largas
intervenciones. Platón los presenta ahora, con más propiedad, como el filósofo por
antonomasia que se halla en posesión de la verdad y de la sabiduría.
El Fedón, el Banquete y el Fedro se sitúan, junto con La República, en la etapa que suele
llamarse de “madurez” o “de plenitud” de la larga obra platónica, es decir, el período central
en el que el filósofo desarrolla su pensamiento con un espléndido dominio de la expresión
literaria y de su teoría propia. Platón ha llegado a construir un sistema filosófico propio, que
se funda en la llamada «teoría de las ideas», con una ética y una política subordinadas a
una concepción metafísica idealista del universo y del destino humano. Atrás quedan las
discusiones socráticas con los grandes y pequeños sofistas, el viaje a Sicilia, con su amarga
experiencia, y ya está fundada la Academia. La figura del maestro Sócrates es ya portavoz
de pensamientos y tesis de Platón.
Diálogos de Vejez (369 – 347)
Segundo viaje a Sicilia (367). Tercer viaje (360)
De esta época son los siguientes diálogos:
Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Crítias, Leyes, Epinomis4.
En estos diálogos el pensamiento de Platón adquiere un giro notable. Hasta aquí la figura
de Sócrates ha dominado sobre las demás y su punto de vista ha prevalecido. Sus
interlocutores, o son convencidos o, al menos, reducidos al silencio, y el lector se limita
sencillamente a seguir su guía. En segundo lugar, la suposición, o hipótesis, de la existencia
de Formas que no cambian —Bien, la Belleza y las demás—, las cuales, aunque separadas
de las acciones o cosas particulares nunca ha sido puesta en tela de juicio. Dicha hipótesis
se recibe como algo bien sabido y aceptado y se usa como la premisa básica de la que con
facilidad se extraen las deducciones (Guthrie, 1985, pág. 43). Los diálogos de este último

4
Epinomis quiere decir complemento o conclusión de las leyes; y en muchas ediciones se ha impreso este
pequeño diálogo a continuación de las Leyes.
demuestran una pérdida de interés por la significación ontológica de la teoría de las Ideas,
frente al aspecto lógico según comenta Lledó (1985, pág. 52)
Ya en el Parménides, de un modo súbito, se configura la imagen de un Sócrates, bastante
eclipsado por el viejo y famoso Parménides, que intenta exponer la teoría de las Formas
separadas y la participación de las cosas particulares en ellas. Por primera vez, la piedra
angular del platonismo estrechamente ligada a un alma inmortal y a un lugar más allá de
los cielos, es presentada en sí como objeto de un examen minucioso. En el Teeteto,
Sócrates se erige de nuevo en guía, pero se lleva a cabo un intento de definir el
conocimiento sin recurrir a las Formas, a cuya existencia apenas se alude en el argumento
principal (Guthrie, 1985, págs. 43 - 44)
Entre los últimos escritos de Platón destaca su Carta VII, así como otros diálogos como el
Timeo (sobre cosmología) o el Filebo (sobre el placer y el bien) y Las leyes, cuyo tema
central es la constitución ideal de la ciudad, cuya rigidez y minuciosidad son realmente
asombrosas. En esta época aparecen nuevos temas de reflexión como la cosmología y la
historia.

Referencias
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