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Efecto del Desempleo

El desempleo es uno de los problemas que más genera preocupación en la


sociedad actual. Las personas desempleadas son aquellas que no tienen empleo
u ocupación, por lo que deben enfrentarse a situaciones difíciles por carecer de
ingresos con los cuales sostenerse a sí mismos y a sus familias. El problema es
que cuando el número de personas desempleadas crece por encima de niveles
que se podrían considerar como “normales”, surge una preocupación importante
en toda la sociedad, despertando el interés de la prensa y de las autoridades.

Para analizar las estadísticas sobre el desempleo, es conveniente primero


familiarizarse con los siguientes conceptos:

La población activa está formada por las personas en edad de trabajar (16 años
o más) y que quieren hacerlo. Incluye, por tanto, a los que encuentran trabajo y
a los que no.

La población inactiva la integran aquellos que tienen edad para trabajar (16
años o más) y que por diferentes motivos no buscan trabajo: estudiantes,
personas que padecen alguna incapacidad laboral, los dedicados a las labores
del hogar, jubilados, etc.

El desempleo se define como la situación del grupo de personas en edad de


trabajar que en la actualidad no tienen empleo, considerando que se encuentran
disponibles para trabajar y tienen edad suficiente para hacerlo, y no tienen
limitaciones físicas o mentales para ello.

Inflación y Empleo

Para entender la relación entre empleo e inflación hay que primero comprender
el funcionamiento de una empresa. Ésta proporciona a los consumidores los
bienes que demandan al precio que exigen. Al consumidor le resultan
indiferentes los costes en que incurra la empresa a la hora de obtener un
producto, ya que tiene una idea mental de cuál es el valor máximo que tiene ese
bien, sin que en dicho cálculo entren a formar parte los balances y las cuentas
de pérdidas y ganancias del oferente.
Es, por tanto, el productor quien debe ajustar sus costes al precio máximo que
el consumidor está dispuesto a pagar, o de lo contrario quebrará. El precio
máximo que se podrá pagar al trabajador será el importe cobrado por la
producción menos el resto de costes en que incurra la empresa. Por encima de
dicho precio la empresa quebrará. Para aumentar la retribución sería necesario
que la productividad aumentase, lo que es posible mediante la realización de
nuevas inversiones (en maquinaria, formación, etc.).
Si aumentase la cantidad de dinero en circulación en el entorno de dicha
empresa, al principio, recibiría un mayor número de pedidos al haberse
incrementado la renta de sus potenciales compradores y a un mayor precio. Esto
le podría llevar a necesitar un mayor número de trabajadores. Parecería que
todos son ventajas para empresa y trabajadores. Sin embargo, al aumentar el
dinero en circulación y envilecerse la moneda, los trabajadores de la empresa se
estarían empobreciendo de dos formas. De un lado el salario que reciben,
aunque nominalmente sea el mismo, les sirve para adquirir menos bienes, al
haberse depreciado la moneda. Por otro lado, los ahorros de los trabajadores
han sufrido una merma, al padecer también el mismo proceso de envilecimiento.
Por tanto, un aumento de inflación únicamente puede traer consigo un aumento
inicial de empleo empobreciendo salarios y ahorros. Conforme avance el tiempo,
las malas inversiones que ha provocado la abundancia de dinero barato y la
consiguiente inflación, traerá un escenario de quiebras y crisis que provocará el
efecto contrario, es decir, aumentando el desempleo.

Indicadores de Trabajo

Los indicadores tienen por finalidad medir el grado en que se ha alcanzado


determinado objetivo o resultado. Podemos emplearlos, pues, para valorar los
resultados y evaluar los progresos a lo largo del tiempo en lo tocante al logro de
determinados y pueden sernos útiles para efectuar comparaciones entre países.
También se usan mucho para poner a prueba hipótesis contrapuestas acerca de
las relaciones entre los diferentes elementos del trabajo decente. Lo ideal sería
que los indicadores hicieran una medición directa del objetivo fijado. Si, por
ejemplo, éste fuese una población sana, el indicador debería darnos a conocer
el número o el porcentaje de personas que padecen alguna enfermedad. Ahora
bien, muchas veces no es fácil dotar de un significado preciso a un objetivo
general; por ejemplo, uno de los atributos del trabajo decente es el empleo
remunerado, pero para concebir un indicador idóneo para medirlo.
Los componentes del mercado de trabajo

Este mercado tiene un interés especial porque lo que se intercambia es el trabajo,


una parte esencial de la vida de las personas. De él dependen los ingresos y las
condiciones profesionales y laborales, que a su vez determinan, en gran parte, la calidad
de vida y la satisfacción de los ciudadanos.

En el lugar de trabajo la mayoría de las personas pasamos la mitad de nuestra vida, una
vez descontadas las horas de descanso. De aquí la enorme importancia que tiene
sentirnos realizados en el mundo laboral: en él establecemos relaciones sociales con los
compañeros, acatamos y ejercemos la autoridad, desarrollamos la carrera profesional...
en suma, es la fuente de una parte muy importante de nuestras aspiraciones personales
y sociales, de nuestra felicidad.

La Economía considera trabajo solamente el esfuerzo aportado a cambio de una


remuneración, es decir, su aspecto productivo. Si una persona realiza un esfuerzo sin
remuneración, como es el caso del trabajo doméstico o el voluntariado, la Economía la
considera como laboralmente inactiva, no perteneciente al mercado laboral. A partir de
esta concepción, se clasifica a la población total de un país en función de su pertenencia
y posición en el mercado de trabajo:

 Población de 16 o más años: población total en edad legal para trabajar.

 Población activa: población total en edad de trabajar y que quieren


trabajar. Se distingue entre:

 Población ocupada: personas activas que tienen un


trabajo, por cuenta propia o ajena.

 Población desempleada o parada: personas activas que


buscan trabajo, pero no lo consiguen.

 Población inactiva: personas en edad de trabajar pero que no buscan


trabajo: jubilados, estudiantes, personas dedicadas al hogar, etc.

La población activa se puede dividir también en otros dos grupos: los trabajadores por
cuenta propia o autónomos (pequeños empresarios), que obtienen como remuneración
los beneficios de la empresa, y los trabajadores por cuenta ajena o asalariados, que son
contratados por las empresas y reciben un salario a cambio de su fuerza de trabajo.

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