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agosto 2017
SUMARIO
OMAR CASTILLO:
Cantata en los filos de la ciudad…
Conversa entre Alfonso Peña y Omar Castillo 71
PRESENTACIÓN
Wilmer Skepsis
1 Fernando Diez de Medina (La Paz, 1908-1990). Escritor prolífico. Obras más
relevantes: El velero matinal (1935), Franz Tamayo, hechicero del Ande (1942),
Thunupa (1947), Nayjama (1950), Literatura boliviana (1953), Sariri (1954), Mateo
Montemayor (1969), Teogonía andina (1973), etc.
2 Churata dedica al libro el artículo: “Thunupa en el vértice del humanismo
indoamericano” (La Razón, junio de 1947).
3 Se conocen dos artículos firmados por Churata: “Un gran poema paceño: Nayjama”
(Última Hora, mayo de 1951) y “Sariri y el simbolismo mágico en la obra de Diez
de Medina” (en El Nacional de Caracas y en Cuadernos Americanos de México,
nov. y dic. de 1954). Además, en el diario La Nación, Churata tuvo a su cargo una
columna de opinión con el pseudónimo “El Hombre de la Calle”. Escribió durante
1955 y 1958. Algunos artículos dedicados a Diez de Medina: “Actualidad editorial:
Literatura boliviana” (21 de agosto, 1955), “El romanticismo mágico de Diez de
Medina” (29 de noviembre, 1955), “Valoraciones: Diez de Medina, novelista” (1 de
diciembre, 1955).
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acerca del libro y de la figura del escritor puneño4. El impacto que suscita
El Pez de Oro en Diez de Medina –a la sazón Ministro de Educación– es
tal que decide concederle el Premio Nacional de Literatura. Sin embargo,
Churata rehúsa dicha premiación alegando que no le correspondía por ser
él peruano de nacimiento. A principios de los años sesenta, ya desencantado
del M.N.R., Gamaliel Churata se halla empecinado en la escritura de su
obra. Sus colaboraciones en la prensa son escasas, apenas se conoce uno que
otro artículo publicado en la revista NOVA5 que dirigía Diez de Medina
quien había sido apartado del gobierno. En noviembre de 1964 Churata
retorna al Perú, días después cae el M.N.R., un golpe de estado encumbra al
general René Barrientos en el poder, el cual designa a Diez de Medina asesor
y posteriormente ministro. Es de suponer que aquí se tuerce el vínculo entre
el escritor puneño y el flamante colaborador del gobierno militar del general
Barrientos. No se ha hallado ninguna alusión a Diez de Medina en los escritos
de Churata de 1964 a 1969, año de su fallecimiento. En 1970 aparece un
folleto con cuatro ensayos –“críticas literarias” dice el título– sobre la obra de
Diez de Medina6, uno de ellos lleva la firma de Gamaliel Churata, pero sin
7 Fausto Reinaga (Potosí, 1906-La Paz, 1994) fue un escritor indianista. En su obra
El indio y el cholaje boliviano. Proceso a Fernando Diez de Medina (1964) acusa al autor
de Thunupa de ser anti-indio. “Enjuiciamos –escribe Reinaga– hoy a Fernando Diez
de Medina, porque introspectivamente en él se revelan los genuinos rasgos somáticos
y se acusan con singularidad inequívoca las características morales y psíquicas del
cholaje boliviano de nuestro tiempo. Y porque es el escritor más prolífero y político
más activista, pero sobre todo porque, gracias a la propaganda tarifada, ha devenido
como el “escritor indigenista” de “reputación universal” (…) Los indigenistas de
cualquier ángulo y latitud ideológica se sitúan en un punto de vista PROINDIO;
y sólo Fernando Diez de Medina, no; porque el suyo es un punto de vista ANTI-
INDIO. Y “su” indigenista reputación es una aberración”. Gamaliel Churata fue de
los escasos intelectuales que comentaron este polémico libro, tal se aprecia en una
nota publicada en el diario La Nación –el 16 de julio de 1964–, y reproducida en la
solapa del siguiente libro de Reinaga, La Intelligentsia del cholaje boliviano (1967):
“El último libro de Reinaga es una sorprendente explosión de materias volcánicas
que llevan pólvora obtenida de las médulas de Tupak Amaru. Es un requerimiento
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II
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III
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IV
Es decir la más somera verdad que ninguno de los libros de Diez de Medina
ha obtenido la crítica, favorable o desfavorable, que, compulsados desde
este ángulo, merecen. En su proficua producción se ha justopreciado sólo
al escritor de temple hispanista, de ágil y terso estilo. De LITERATURA
BOLIVIANA dijo Renán Entenssoro (si me informan bien fue él) que su
esquema crítico era audaz; Luis Alberto Sánchez se limitó a señalar que era
personal. Y yo creo que si LITERATURA BOLIVIANA es audaz y personal, es
porque edifica la tesis mental en la antítesis telúrica, y, valiéndose de inducciones
genéticas, estima que la Literatura de Bolivia –toda historia y toda literatura,
digo yo– será boliviana en cuanto Bolivia, como entidad cultural, es hija de la
mitología boliviana, o –lo que es lo mismo– de la biología de su tierra. O responde
a la ecolalia de ecolalias; única particularidad de la literatura hispanoamericana.
Hay en NAYJAMA labor de profecía. Se mira el conocimiento del
presente desde un pasado legendario, y antes de que el tiempo instantáneo
derrote al pasado, se pretende extraer en sus perennes contenidos. En ellos
está cristalizada la AJAYU, que es una para todo pueblo y para todo hombre.
Posición semejante sostuve en un artículo publicado en “Amauta”
(Perú), hace la friolera de treinta años: “Filosofía de la CHUJLLA”, al cual
se refiere Diez de Medina en su LITERATURA BOLIVIANA, con bondad
THUNUPIANA, que tanto le honra, como antes ese gran maestro que
fue Carlos Medinaceli, adscribiéndome a la familia boliviana de escritores
indigenistas. Dije allí que para nosotros, los indoamericanos, en la tierra
estaba representado el cielo, que los valores de la cultura indígena, eran los
únicos valores perennes de que podemos disponer, y que en nada como en
esto se evidencia el monismo americano, para el cual el alma es también
tierra, vibración sutil de la materia, y que en cuanto retengamos esa vibración
poseeremos la perennidad del tiempo. Entiendo que no de otra naturaleza es
lo que debemos estimar por cultura patricia.
He aquí el mérito de THUNUPA, NAYJAMA y LITERATURA
BOLIVIANA: sorprender la peripecia de América no en el triángulo
teológico, sino en la “gana”, esa mónada india que con genial penetración
descubrió Keyserling en páginas profundas, cenitales, como otras de mayor
profundidad no se han escrito sobre América – problema.
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VI
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la vida sino muriendo por ella y su nutritivo dolor. Si el indio nos duele es
prueba de que vive, allí donde duele: América, y que en el espacio-tiempo
indio se contiene el nuestro. O somos cadáveres que andan, cadáveres que
no conocerán el espasmo de la muerte, eso que Uriel García llama “nuevos
indios”, si el indio no es una novedad, menos en nosotros: los mestizos, de
la misma manera que el Nuevo Mundo fue nuevo sólo para la pupila del
argonauta. El indio que llevamos dentro, doliente y caótico, es tan viejo
como el dolor humano.
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Espejo celeste
CÉSAR MORO, UN POEMA QUE VUELVE A VIVIR
César Moro, seudónimo de Alfredo Quízpez Asín, representa uno de los puntos
más altos de la poesía peruana del siglo pasado. No solo por su propuesta, diferente
a la de sus compañeros de generación, sino por su actitud ante la vida.
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Ale Wendorff
Rescate subliminal
LA SUSTANCIALIDAD DEL LENGUAJE AMAZÓNICO:
Heterogeneidad literaria y animismo en Las tres mitades de
Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía de César Calvo
Robert Baca
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS)
8 Reyes García del Villar Balón considera que el lenguaje y sobre todo la “lengua
de ciertas sociedades” forman parte de un corpus indispensable para el antropólogo:
«El interés de la antropología por la lengua de una sociedad representa uno de los
pilares de su desarrollo como ciencia, y ha sido estudiado desde varias perspectivas.
La especificidad lingüística de la humanidad es una premisa ampliamente aceptada
entre los antropólogos, lo que supone para muchos autores entender el ‘lenguaje’
como componente articulador de las culturas». Los métodos de la Antropología y
la Literatura. En: Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. Vol. XL, Nro. 1.
2005. pp. 43-58.
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“Ese libro de que hablaste con don Javier, por ejemplo, yo también
lo conozco. Nunca lo he visto, igualito, y nunca me han contado.
Pero conozco. […] Así ha entrado en mi sangre el pensamiento de tu
amigo Stefano Varese. No sólo lo que él dice sino lo que no alcanzó
a pronunciar”18.
“Don Hildebrando cerró los ojos con fuerza, con más fuerza y se
perdió en su perorar. Hablaba extrañamente como si recitara un
texto de memoria o como si leyera. Llegué a pensar que el brujo
18 Calvo, César. Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía. Editorial
Peisa, 2011 [1981], p. 129.
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repetía palabra por palabra lo que alguien le dictaba desde quién sabe
dónde. Su voz no era su voz y su rostro tampoco, […] alguien que
no era él pero que sí era él al mismo tiempo ocupaba su cuerpo”19.
Bibliografía
Calvo, César. Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía.
Editorial Peisa. Lima, 2011.
Cornejo Polar, Antonio. “Las tres mitades de Ino Moxo by César Calvo”.
En: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. N° 15. 1982, pp. 223-224.
Izcue, Nora de. Responso para un abrazo. Tras la huella de un poeta. NELLA
Producciones SAC. Lima, 2012.
Luna, Luis E. White, Steven F. Ayahuasca reader. Encounters with the Amazon’s
Sacred Vine. SynergeticPress. Santa Fe (Nuevo Mexico), 2000.
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Ale Wendorff
Navegando sin voz hacia los puentes
JUAN LUIS MARTÍNEZ Y LA NUEVA NOVELA:
Poética del misterio
La Nueva Novela es un libro con un género literario propio, y tal vez precursor
del anti libro o del nuevo libro, que juega, feliz y divertido, con muchos
elementos de fabulación, sin protagonizar el juego, sin proponer mensaje,
contenido, texto, moraleja o memorándum.
Como en el juego con una criatura pequeña –“estoy-no estoy,
aparezco-ya desaparecí”– 20 que no tiene más objetivo que pasar el rato, pero
es de profundo aprendizaje para los jugadores, La Nueva Novela deja huellas
desperdigadas de las propuestas a lo largo de cada una de sus páginas. Pero
es un ejercicio de adultos y de artistas, pensadores, escritores, porque sus
referentes son comunes a una cierta experiencia, una vasta cultura libresca21,
mentes estructuradas de acuerdo a ciertos órdenes que organizan saberes,
certezas, posturas fundamentadas frente a la realidad.
Su antecedente es el libro “Pequeña Cosmogonía Práctica”, que fue
presentado por el autor a la Editorial Universitaria de Valparaíso en 1971 y
retirado sin editar en 1973. El poeta recoge y realimenta su obra hasta 1977
en que toma a su cargo la edición22. El autor escribe y edita desde Valparaíso,
Chile, mientras se vivía los plenos años del movimiento político que dividió
y enfrentó la sociedad entre derechistas e izquierdistas, con el resultado de
un baño de sangre y la retracción hacia el silencio y el miedo de una buena
parte de los intelectuales.
Martínez sólo viajó una vez fuera de Chile y –aunque fuera muy
frecuentado por artistas en su librería de Viña del Mar– no formaba parte
de los circuitos oficiales de literatura. Por propia decisión no terminó
20 “Poesía (del latín ‘poiesis’). A veces uno no tiene nada que hacer y se pone a
escribir poesías”. Blanca Yuli Henao, 10 años. En: Casa de las Estrellas. Selección a
cargo de Javier Naranjo. Ed Aguilar, 1999.
21 Rimbaud, Marx, Lewis Carroll, Poesía china, surrealismo, Magritte, Maurice
Blanchot, por solo citar algunos nombres.
22 Colofón, La Nueva Novela.
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los textos son huellas que quedan sembradas para ser retomadas –o no– en
las páginas siguientes.
El reto de los niños en su cotidianeidad es divertirse, el reto adulto es
encontrar un sentido. La Nueva Novela no existe como acto de comunicación
sin el adulto aceptando las reglas de este peculiar juego: el único camino a un
posible sentido en este libro, es jugarlo, pero haciendo uso de la plenitud de
herramientas de comprensión de un adulto ilustrado, en particular, el idioma
de los símbolos.
En el año de la primera publicación de La Nueva Novela no existía
Google, ni la posibilidad de consultar gráficos, autores, citas, y completar los
sentidos que van quedando regados en cada página. La posibilidad de seguir
La Nueva Novela era recurrir a la memoria de muchas lecturas, comentarios,
debates, experiencias anteriores. Y consultarlas con la propia experiencia.
Las imágenes del poeta Rimbaud al lado del filósofo del comunismo,
Marx, aparecen al inicio de la obra, ocupan buena parte de la sección “Tareas
de Aritmética” (suma, resta, multiplicación, división) y prácticamente cierran
La Nueva Novela. Imágenes importantes que probablemente portan algo del
sentido que anima al autor.
Rimbaud –símbolo del fuego y la disipación–, Marx –disciplina y
seriedad–, evocan sentidos contradictorios en la memoria de Occidente, pero
ambos están ligados al miedo que provoca la subversión del orden establecido.
La página muestra sus rostros en documentos que los identifican –en inglés,
nueva sacudida para despertar– como “ciclista” o “¿satanista?” bajo el título
“El Eterno Retorno”, y al pie de la página, una bibliografía sumaria, que deja
al lector atento nuevas preguntas: ¿Rimbaud en la Rusia Zarista? ¿Marxismo
y Poesía? ¿Retornan?
“En la tarea de Aritmética” (3°parte) estos dos íconos pueden
sumarse, restarse, multiplicarse o dividirse, siguiendo la ruta de las imágenes
de objetos de la época –el tiempo histórico– que ambos comparten o la
lógica de los elementos que se sugieren en las operaciones aritméticas.
¿Juntos suman, restan, dividen? La sección, como es el estilo en todo el libro,
no dice, solo sugiere y deja huellas que el lector puede seguir o no seguir. Las
penúltimas páginas nos revelan también la importancia que el autor entrega
a estos íconos. Los vemos buscados por el poeta-Fantomas. El facsímil de un
texto de Pound –en inglés– dirigido a su Censor mientras estuvo detenido
en Italia, finalmente el rostro de Marx travestido en Superman, que lleva en
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brazos a una Louisa Lane con rostro de Rimbaud y el extraordinario giro del
texto que identifica al poeta como Superman (“el mito que satisface las secretas
nostalgias del hombre moderno que aunque se sabe débil sueña rebelarse
un día como un ‘personaje excepcional’, un héroe cuyos sufrimientos están
llamados a cambiar las pautas ontológicas del mundo” (pg. 147).
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23 Jean Tardieu, dramaturgo francés, del Teatro del Absurdo: "Toda mi vida está
marcada por la imagen de estos ríos, ocultos o perdidos en las estribaciones. Al igual
que ellos, el aspecto de las cosas, para mí, son inmersiones y obras de teatro entre
presencia y ausencia. Todo lo que se acerca a su mitad entre piedra y espuma”.
24 “Delia sabe que no sólo en las estrellas hay un ritmo secreto, sino también en
las flores de su jardín, en los músculos de su vagina, en sus brazos y piernas y en las
ondas luminosas que le permitirán leer estas líneas. Naturalmente, casi todos los
libros que lee Delia cumplen rigurosamente con esta experiencia cósmica y si uno de
ellos, por defectos de inspiración no funciona, simplemente Delia lo olvida” p. 102.
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Minotauro
PURGATORIO: Una lectura loca
Comentarios a Purgatorio de Raúl Zurita
- “Me divorcié poco antes del golpe y aquello marcó una especie de derrumbe”.
- “Me subieron a unos camiones junto a otras personas”.
- “Nos llevaron a la Escuela de Ingeniería Naval, que está en Salinas
(…) nos dieron una feroz pateadura”.
- Cuando me subieron al barco, me volvieron a preguntar por la
carpeta, pero ahí el interrogador llamó a otro fulano para que
investigara mis papeles. Este tipo los miró y dijo <ah, sí, son poemas
estas huevadas>, y me tiró la carpeta al mar. Ahí yo sentí que el
mundo se me quebraba de verdad”.
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El formato que utiliza Zurita en esta parte del poemario agrupado bajo el
título “COMO UN SUEÑO” es el poema agrupado en un conjunto de
versos al centro de la página, más un verso a manera de pie de página realzado
en letras mayúsculas.
“Desiertos” es un desierto: Atacama, que es conocido como el
desierto más estéril del planeta. No es cualquier desierto, es el desierto de
Chile, un proyecto nacional, un sueño colectivo, que tantas veces se deseó irrigar.
El poeta invita a visitarlo: “oye: / lo viste allá cierto? Bueno / si
no lo has visto anda de / una vez y no me jodas”. Obviamente, no es el
desierto geográfico –solamente–, pero el pie de página lo subraya: LAPSUS
Y ENGAÑOS SE LLAMAN MI PROPIA MENTE EL / DESIERTO DE CHILE”
El lector está avisado: seguimos recorriendo la mente del poeta.
Es de prever el miedo. Los humanos tememos a los misterios de la mente.
Zurita lo sabe: “no quisiste saber nada de /ese Desierto maldito –te
dio /miedo yo sé que te dio miedo”.
El pie de página vuelve a involucrar al lector: “YO USTED Y LA
NUNCA SOY LA VERDE PAMPA EL / DESIERTO DE CHILE”. E
involucra el país con su historia personal.
Entonces se abre una sección llamada “EL DESIERTO DE ATACAMA”.
¿Qué es el desierto y qué es Atacama para el poeta?
Es crucial el primer poema de este grupo, “A las Inmaculadas Llanuras”.
Menciona el infinito, la esterilidad, su madre (las piernas abiertas,
¿en acto de parir, o de coito?, al final queda claro), la plegaria en el camino.
LA GRUTA DE LOURDES
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por varias razones que el lector puede entender (Dulce Beatriz, Rosamunda)
o intuir (Violeta, Manuela). Brillante y lúdica manera de decir muchas cosas
indecibles acerca del yo y de la mirada ajena. Como en anteriores partes del
poema, esta es la introducción al tema que simboliza con “Áreas Verdes” (las
que se sueña en la Atacama Redimida) y vacas.
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MI AMOR DE DIOS
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Caperucita negra y el lobo precoz
LA POÉTICA DE INRI: Solo el mar cubre el poema
Solo el poema es el mar
Florentino Díaz
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Del eco del mismo océano sentido, meditado. Del eco del propio oleaje, del
eco de las cosas y de las aguas que ya no son más cosas. Del eco de los aullidos
que se pierden entre la espuma. Del eco y de la repercusión de toda hondura,
todo azul, todo arena. Del eco de todo esto y más INRI (La Habana: Fondo
Editorial Casa de las Américas, 2006) cataliza el poema, permeabiliza el verso,
denuncia, como el océano, nuestra finitud sin caricias, nuestro horizonte que
incendia. Porque el poema nace del mismo cuerpo. El poema es el mismo
cuerpo y no hay, no puede existir gran diferencia, entre una y otra materia de
los signos. Nuestra piel es signo, nuestros ojos, nuestras manos signos son.
Pero ¿y el dolor? ¿Y la nostalgia pura? ¿Y el canto y la pureza del canto? ¿No
son olas ya? ¿No son viento ya? Porque el poema también nace del cuerpo
sin mirar, del cuerpo sin sombra y sin luz que persistentemente nos recuerda,
nos clama por su sombra y su luz. Por eso el poeta emerge, sabe entrar,
andar, dar con el traspié de esa penumbra. Se mueve entre las múltiples
direcciones de la tierra para encontrar el cuerpo-nombre y el cuerpo-alma
que aún devora nuestros sueños. Hay algo en los poemas de INRI que sabe
a la misma indiferencia, fría, cálida, tierna y distante del desierto y las olas
del desierto. Hay algo, como un temblor, una resonancia de los verbos, en su
cualidad de anhelo, en su modo condicional, subjuntivo, su modo de ruego,
de oración de plegaria, de solsticio exacerbado, de olvido de equinoccios
que nos deslumbra, pero también nos apacigua. Hay en esto mucho viento.
Y en ese viento el mismo corpus, la médula, el anticiclón del tiempo. Los
cuerpos que no se levantan, los cuerpos que se extienden, se transforman, los
cuerpos idos y los nombres, siempre los nombres. El poema es nombre para
ese nombre huido, para ese sonido apagado por la crueldad, la sinrazón, el
oscuro y quieto destruir de la existencia.
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(…)
Oí millones de peces que son tumbas con pedazos
de cielo adentro, con cientos de palabras que no
alcanzaron a decirse, con cientos de flores de
carne roja y pedazos de cielo en los ojos. Oí
cientos de amores que quedaron fijos en un día
soleado. Llovieron carnadas desde el cielo.
(…)
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Flores
LA LIBERTAD DE ESCRIBIR DURANTE EL TERROR:
El Shock de los Lenders y otros poemas
de Jorge Santiago Perednik
31 Este libro es citado por Cristina Rivera-Garza en su columna “La Mano Oblicua”
(Diario Milenio, Sección Cultura).
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“Un poema te invita a sentir. Más que eso: te invita a responder. Aún
mejor: un poema te invita a una respuesta total. Esta respuesta es
total, en efecto, pero se formula a través de la emociones. Un buen
poema atrapará tu imaginación intelectual —esto quiere decir que
cuando lo atrapes, lo atraparás intelectualmente también—, pero
el camino es a través de la emoción, a través de eso que llamamos
sentimiento”.
(…)
soñando cada uno su propia inútil historia
en la bañera materna, igual que mellizos
los cielos el cielo y la tierra. y la tierra
era vacío y confusión
(Perednik 2002: 80)
32 Citado por Perednik en el prólogo del libro Poemas de Charles Olson (1987: 17).
33 Cfr. Olson, Charles (1967) [1950] “El verso proyectivo” (Traducción de José
Coronel Urtecho). Haravec, número 4. Lima. pp. 36-47.
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Bibliografía
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Conquista
OMAR CASTILLO:
Cantata en los filos de la ciudad…
ALFONSO PEÑA: Omar, recuerdo la primera vez que leí tus poemas,
quizá en el lejano/cercano 1987… Era un poema de tu libro Fundación y
rupturas… En este momento aquí en Medellín practicamos una relectura:
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O. C.: Sí, en mis poemas palpitan los ruidos de calles y carreras que parecen
entrechocarse igual que galaxias rozándose en la escritura del universo, el jazz
que mencionas, el rock, Arnold Schoenberg, Béla Bartók, el mugre, la mugre,
los niños que pudren, pudren los niños que saltamos como si fueran agujeros en
los andenes, como si fueran agujeros que dejan las polillas en las columnas de los
periódicos que pudren la mugre a grandes titulares, tal como digo en un pasaje
del numeral XIV de mi Romance de la ciudad. Sí, la ciudad, ese abrupto
orden por donde cunde el desorden que nos caracteriza desde que decidimos
volvernos sedentarios, es mi obsesión, y en ella todos mis temas.
Creo que la ciudad es el laberinto donde sucede nuestro extravío,
donde nuestras huellas se dan a la estampida que nos devora y nos hace
devoradores, y si no resolvemos el laberinto de la ciudad no podremos resolver
nuestras relaciones con el mundo y cuanto vive en él. Empero, es algo por
lo que aun no nos decidimos. Nuestras diferencias con la antigüedad son
mínimas en lo esencial, a pesar de los descubrimientos que nos llenan de
asombro y de ímpetus renovadores.
El laberinto de nuestras ciudades pide que los hilos para descifrar
sus rutas, salgan de nuestra capacidad para perdernos en él. Ese es uno
de los misterios por revelar, no por embadurnar con nuestras “cultas”
interpretaciones.
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que pensar y decir esto resulta incómodo, pues entre los poetas y estudiosos
de nuestro idioma aun se presentan resistencias ante las contribuciones de
Darío, y ni que decir ante las de Huidobro, lo cierto es que la presencia de su
obra cada vez es más visible a través de la escritura poética en nuestro idioma,
inclusive en la escritura de quienes se empecinan en desconocerlo.
De los distintos momentos en la producción poética de Vicente
Huidobro me conmueven e impactan sus Poemas Árticos, Altazor, Temblor de
cielo, Ver y palpar, El ciudadano del olvido y su novela Mio Cid Campeador.
Huidobro fue polémico, al punto de parecer arrogante, empero era inevitable,
lo suyo no solo era dar la alerta, lo suyo era el descubrimiento y la capacidad
para habitar esas regiones descubiertas por y para su escritura, lo cual resulta
perturbador, máxime en una tradición tan mezquina y envidiosa como la
nuestra, de este y del otro lado del océano.
Releo a Huidobro, vuelvo sobre sus poemas, sobre su escritura cada
vez que me siento frágil, no es un sosiego, es un reto. Su obra es oxígeno
para los hallazgos y los extravíos propios y necesarios de un idioma que se
mantiene activo y fértil.
Leer de César Moro los poemas que componen La tortuga ecuestre
fue algo desconcertante para mí, el vértigo de sus imágenes me arrastró
de una manera que no me había sucedido antes leyendo a otros poetas de
lengua española. En los hallazgos y en las desgarraduras que las analogías de
su escritura establecen hasta alcanzar el súbito esplendor de sus imágenes,
César Moro le entregó al idioma español algo nunca antes concebible para
su escritura, y es un habla de avalancha volcánica que inunda con su magma
estremeciendo y renovando las raíces cognoscitivas de lo poético.
La tortuga ecuestre y Las cartas escritas por César Moro, paralelas
a los poemas y que hoy, para mí, resultan inseparables, componen uno de
los instantes más conmovedores de la poesía amorosa en nuestro idioma.
Empero la obra toda de Moro apenas empieza a ser leída, a ser reconocida en
sus vastas dimensiones y contribuciones, por el momento él sigue siendo de
esos poetas que suceden por los intersticios de la tradición.
Emilio Adolfo Westphalen publicó en 1980 un libro donde reunió
sus poemas, cuyo título, a mi entender, carga una de las metáforas más
reveladoras sobre la escritura poética, el título es: Otra imagen deleznable.
Maravillosa manera de nombrar el vacío donde sucede y no deja de suceder
la escritura, la poesía.
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A. P.: Otro matiz muy importante es la labor que cumplís como editor de
revistas y libros de poesía en Medellín… Podríamos citar algunos amigos
continentales que navegan en el mismo paralelo, pero me parece innecesario,
más bien la reflexión va por el lado de la generosidad y el compromiso
artístico de los creadores que también le dedican tiempo a la divulgación de
la poesía y el arte en muchas latitudes…
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A. P.: Medellín tiene una vasta producción editorial, se puede considerar que también
hay una nutrida cantidad de lectores, sin embargo, hay un clamor general de que los
libros no se “mueven” lo suficiente… ¿Crisis de lectores? ¿Internet desplazó al libro?
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que logran en cada uno de sus numerales, como en el total de cada libro,
generar una visión, tal como cuando se miran en conjunto los episodios que
componen un mural, los pedazos que arman un collage, o las intensidades
de un grafiti por más reventado que nos pueda parecer en lo abigarrado de
sus imágenes. Estos tres libros míos se pierden y surgen en los laberintos de
la ciudad, son escritura en tiempo verbal de ciudad, por ello hablan en forma
de garfios usureros, en maneras de sueños donde la infancia quedó grabada
para la obediencia, en vidrios que se rompen y se incrustan en la mirada hasta
producir enconos, en sílabas como latas donde duermen cuerpos mutilados
que sonríen. Ves, son grafitis verbales, collages verbales, el fresco exasperado
donde se ve la ciudad.
En mi escritura busco que las palabras logren trazos nítidos y ásperos
en lo leve o en lo grueso de sus líneas hasta alcanzar imágenes en las que
cundan analogías y graviten metáforas, así hasta la piel esencial para el súbito
del poema. Creo que esto es algo que ha sucedido siempre en la escritura de
la poesía, solo que cada época contribuye con algún atributo. Y cuando digo
esto recuerdo el tejido verbal de José Lezama Lima ilustrándonos sobre “Las
imágenes posibles”.
En nuestra época nos toca lograr que las palabras revienten,
revelando lo inédito y lo común de cada instante donde prende o se fuga la
vida. Y esto nos llama a dialogar y establecer nexos con otras formas creativas
que nos permitan aprehender lo inaudito para el instante del poema que nos
zafe de la domesticidad que nos somete.
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El tercer secreto
EL ARQUETIPO COMO DISEÑO SIMBÓLICO EN
ÉXODO A LAS SIETE ESTACIONES
En el Génesis (1:1,2) leemos “Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La
tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el
espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas”. Lo que resalta es
el afán constructor, el hecho creador, el en sí agitado como por un deseo, el
logos como ejecutor de la materia en potencia, al mismo tiempo involucrado
con las concepciones cosmogónicas del universo. La necesidad constructiva
es una característica de la racionalidad. Estructurar la realidad estéticamente
mediante símbolos para hacer perdurar en el tiempo la efímera belleza, es el
fin del arte. Objetivo que, mientras más armónicas y simétricas sean sus partes,
se constituye en una ofrenda a la Verdad rebelada en la creación original.
El número guía a las formas por los cauces de la razón, engendra
en ellas una evolución. La estructura original de este desarrollo se hallaba
intrínseco en la voluntad de la forma, ahora, la conciencia del espacio y
de su progresión en el tiempo, las circunscribe a las leyes abstractas de la
fantasía y de este modo son recreadas por la inteligencia activa (noesis)
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“Arte Poética:
Dejar la vida en salmos,
La biografía del mar y del hombre que navega.”
Esquema. N° 01. A
partir de Necesario
silencio para que las
hojas conversen (1980)
se manifiestan como
categorías estéticas
y poéticas eje y que
serían desarrolladas
sucesivamente en la
mayoría de sus libros
hasta Éxodo a las siete
estaciones (2016).
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Esquema N° 02
Superestructura Textual organizada en base al número Siete.
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Esquema N° 03. Las siete partes del libro organizadas en correspondencia con
el Arbor Philosophica (árbol como representación simbólica de las fases de la
trasmutación alquímica).
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Bibliografía
Jung, Carl Gustav (1957) Psicología y Alquimia. Buenos Aires. Santiago Rueda.
--- (1982) Símbolos de transformación. Buenos Aires. Paidós.
Medina, Bethoven (2016) Éxodo a las siete estaciones. Cajamarca. Martínez Compañón.
---- (2012) Ulises y Taykanamo en altamar. Cajamarca. UPAGU.
---- (1980) Necesario silencio para que las hojas conversen. Pacasmayo.
CEDECAR.
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Ale Wendorff
La virgen dolorosa del coño
MANIPULACIÓN OBSTINADA DE UNA LENGUA
APÓCRIFA: Experimentalismos, parodias y pastiches en
Luis Felipe Fabre y Alejandro Tarrab
Paul Guillén
University of Texas at El Paso34
inspiración, que son varios, nos interesa citar como una muestra, “Las locas
y la Inquisición” de Salvador Novo.
Por su parte, Alejandro Tarrab se vale de mecanismos como
variaciones, versiones, fracciones, fragmentos, destrucción textual. El poeta
hace samples y loops para mostrar los intersticios de la ciudad, el territorio, la
enfermedad y el cuerpo. La complejidad del libro radica, en buena medida,
en la disolución del “yo” y en su apuesta por el discurso multidisciplinario
(filosofía, poesía, narrativa, arquitectura, música, cine, se funden, confunden
y deliran en diversos planos del libro).
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Cotita que es lo mismo que mariquita (…) trae atado un melindre de los que
usan las mujeres”; el clérigo nos dice en una página de su diario: “Cotita de la
Encarnación / el principal actor del pecado nefando: / desde la edad de siete
años se dio a este vicio”; y la Carne dice: “Cotita / Encarnación del Vicio: el
principal actor / de aqueste teatro que es un libro: muy en su papel de puto”.
La mujer nos informa sobre la posición de los cuerpos, uno encima del otro;
el vecino vincula a Juan de la Vega con la representación de la mujer, es un
cuerpo travestido; el clérigo asume que el pecado nefando es ejercido desde la
niñez como una marca irremediable y licenciosa. Estas tres voces caracterizan
al personaje como mulato, indio. Por su parte, la Carne lo llama Cotita que
es un aspecto de mayor familiaridad, juega con el nombre de Encarnación
tanto a nivel profano como religioso, propone el ideal del libro como un
teatro (una representación) y asume plenamente el papel de Cotita como un
cuerpo homoerótico.
Anteriormente, mencionamos al otro que es Otro, en el juicio
vemos que son 14 los sentenciados a ser quemados en la hoguera por haber
cometido el pecado nefando, es aquí cuando el Otro se individualiza y habla
por los otros: “Acaben ya, es nuestro ruego / brasas, cauterios, rigores, /
tormentos, lumbres, ardores, / amante brutal, oh Fuego. / Nada guardes para
luego / pues ya, entre requiebros tantos, / morimos pariendo espantos: / se
desatan de nosotras, / que en la pira ardemos, otras; / brujas de humo y leves
mantos”. Ese Otro, entonces, puede ser el lenguaje o una representación
de un cuerpo o cuerpos, cosa que nos confirma esta idea de simulación del
juicio, de preparación de un movimiento coreográfico, teatral, cuando se
dice después del ajusticiamiento en la hoguera: “Salen / Juan de la Vega
/ y los sodomitas ajusticiados / haciendo sonar instrumentos musicales y
entonces / todos, incluso la Santa Doctrina, todos se ponen a cantar”.
Para terminar con el libro de Fabre, en el texto “Villancicos del
Santo Niño de las Quemaduras”, se dice que: “el indio Miguel de Urbina,
/ de rabia / de yacer / con su mujer y no con el hombre / con el que se
comunicaba nefandamente, / toma una vela y prende fuego / a un Niño Jesús
de madera”, tenemos en este pasaje cuatro elementos: el indio, su mujer,
su amante y el Niño Jesús quemado. La forma del villancico está mostrada
de manera paródica, pues no es la alabanza del Niño, sino su destrucción,
una destrucción que también es simbólica: una destrucción del hogar, de la
familia tradicional y una destrucción de los cuerpos homoeróticos por el fuego.
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se afirma que “Puedo copiar y de hecho copio una adaptación del acecho,
una geometría ya sin aura. En un afán de reproductibilidad, de sentir el aura
yo mismo al entonar las máquinas”. Lo que el escritor dice no es recobrar
el aura, sino que en esa copia va a subvertir la dicotomía entre el original y
la copia. Copiar desde lo discontinuo, desde lo fragmentario, organizar las
cartas al azar en un laboratorio lingüístico.
A manera de conclusión
Bibliografía
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Lemus, Rafael (2011) “La sodomía en la Nueva España por Luis Felipe
Fabre”. Letras Libres: http://www.letraslibres.com/mexico/la-sodomia-en-la-
nueva-espana-por-luis-felipe-fabre
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Ale Wendorff
El pozo
ANTI-HUMBOLT
o el desplazamiento del sentido
Florentino Díaz
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
35 En: Heidegger, Martin. ¿Qué significa pensar? Editorial Trotta. Madrid, 2005.
Trad. de Raúl Gabás. Pg 126.
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uso
existe una probabilidad significativa de que el producto
presuntamente infractor haya sido fabricado mediante el proceso36
36 En: García Manríquez, Hugo. Anti-Humboldt: una lectura del Tratado de libre
comercio de América de Norte. México: Aldus, 2014. Pg 42.
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Ale Wendorff
México lindo
IUSPOÉTICA:
La poesía como defensa
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Las
voces/energía de
los
ciudadanos
ausentes.
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Por otra parte, el autor permite que el lector –quien lleva varias
páginas sumido en las historias de los ausentes y la burocracia / ineficacia
del sistema de justicia– pueda tener una suerte de “respiro” participando
e identificándose con la ironía. Estos ejemplos los encontramos en: “Para
recortar normas y máximas” (P. 52-56), “Examen de latín jurídico” (P. 63-
64), “Las formas de gobierno” (P. 65-66), entre otros.
En estos puntos, notamos un acercamiento y admiración a poemarios
como La nueva novela (1977) del poeta chileno, Juan Luis Martínez39. Incluso,
encontramos la mención a la palabra “pajarístico”. Como recordamos, para
Martínez, en La nueva novela, el lenguaje de los pájaros (“pajarístico”) era
una lengua transparente, irrompible, atemporal y sin palabras.
No obstante, en Iuspoética, Manuel de J. Jiménez realiza un “reajuste
iuspoético de un texto de Juan Luis Martínez” (2015:24):
Bibliografía
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Ale Wendorff
Reunión
SOBRE INSOMNIO VOCAL
de Ethel Barja
Santiago Vera
Pontificia Universidad Católica del Perú
Es evidente que el libro de Ethel Barja no trata sobre nada. Creo que no lo
es menos el que ninguna poesía para la que el propio acto de decir sea un
problema, trata sobre un tema o un aspecto determinado de la realidad. Con
esto no quiero redundar en la manida fórmula del silencio como la tentación
inexorable de toda poesía. Es cierto que algo de eso hay, pero si la vocación
al silencio fuera así de protagónica, no se entiende por qué un poeta, pese a
todo, dice, por qué simplemente no se queda callado con la seguridad de que
solo ese silencio no traiciona su singular relación con el lenguaje.
Y es que en efecto, hay una forma, para la cual el poema es quizá
uno de sus lugares de ejecución más eficaz, en que la resistencia a decir
algo no desemboca necesariamente en el silencio. Consiste en no usar el
lenguaje, sino en recorrerlo. Transitar sus relieves, adivinar sus frecuencias,
descender hacia “ese amasijo de calles / transformadas en resonancias” (p. 47)
que anteceden al “camino sin resonancia” (p. 37) de la comunicación y en
donde las palabras recobran y reinauguran una cierta dignidad perdida en la
promiscuidad del uso.
El problema con esto es que para atestiguar ese deslizamiento a
través del universo de la lengua es necesario poner al lenguaje en escena,
es decir, hablarlo. Y digo que es un problema porque al hablar, decimos,
y al decir hacemos presente eso que en nombre de su fidelidad preferiría
permanecer oculto.
Ese es, me parece, el problema cuyo rastro el Insomnio vocal, más que
poner en evidencia, parece perseguir sus devaneos, sus oscilaciones. ¿Cómo
poner al lenguaje en escena sin forzarlo a entrar en operación? ¿Cómo decir
sin que lo dicho reemplace con palabras el vacío desde donde el acto mismo
de decir gravita, pende? Pero estas preguntas de corte metafísico persiguen
aquí una versión anatómica: ¿de qué tipo es la factura, el cuerpo de una
palabra capaz de traslucir todo ese ruido de fondo que la antecede, y, sin
embargo, la atraviesa y la habita?
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una consonante sin vocal; aparece aquí el objeto del desamor de Eco, Narciso,
aquel bello joven que, enamorado de sí mismo, terminó ahogándose en las
aguas del estanque donde contemplaba su propio reflejo.
La fonética define una vocal como el sonido que se pronuncia con el
tracto vocal (conjunto de fibras encargadas de producir los sonidos a través
de la boca) abierto; mientras que las consonantes son el sonido que resulta
de una obstrucción o bloqueo del tracto vocal. Las vocales son líquidas,
las consonantes, sólidas. La posibilidad del lenguaje humano requiere de
la articulación de ambas modalidades sonoras. Para insistir con metáforas
anatómicas, se diría que sin consonantes la vocal se reduce a la deformidad
de un cuerpo con músculos pero sin huesos; mientras que sin vocales las
consonantes serían el análogo de un cuerpo con huesos pero sin músculos ni
flujo sanguíneo. Tanto para el movimiento del cuerpo en un caso, como para
la posibilidad del habla en el otro, se requiere de la participación de ambos
factores.
Pues bien, la primera parte del poemario (vocal sin consonante) es
un canto al ensimismamiento y un navegar por sus aguas de indefiniciones y
penumbras. Un tono en apariencia calmo, escarba en realidad la desesperación
de una libertad sin orilla. La voz discurre por secretos pasadizos líquidos en
busca de una solidez que vertebre su flujo, pero a cambio solo encuentra
la soledad y el vértigo de su propio extravío. Nada puntúa la voz, de nada
pende: es el dolor vibrante de un aliento demasiado puro. Ante dicho vacío el
hilvanamiento de las palabras se reduce al merodeo caligráfico de sus bordes:
“oscura caligrafía / de azafrán que nada sana / de enredadera en la lengua”
(p. 17). O discurren como hilos enrevesados a causa de su incapacidad de
zurcir el hilaje: “cuerdas mutiladas (….) todo cabo está extraviado. La mano
siempre está abierta / y todas las sogas en vela / sin saber de dónde sacar más
nudos, más tiempo, certeza del puño” (p. 21). El fenómeno acústico del
eco se confunde con el problema ontológico de la de(fin)ición. En efecto,
la posibilidad de toda de(fin)ición requiere de un cierto límite, un afuera
a partir de cual la realidad nombrada cerque el adentro que la define. Pero
ante este paisaje indefinido asistimos a un ritual de “desintegración de los
nombres” en donde “las palabras aprendidas retroceden” (p. 26) a ese espacio
en que su materia sonora no calza aún con el mundo (el afuera) y en la que
no oímos sino el sonido de retorno de la voz al chocar con las paredes de su
encapsulamiento.
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Primer secreto
DATOS DE LOS COLABORADORES
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Alfonso Peña (San José, Costa Rica, 1952). Narrador, ensayista, editor,
creador de fusiones poético-visuales. Ha publicado libros de narrativa,
poesía visual, y sus “Conversas”. Sus textos y ficciones han sido vertidos
al inglés, francés, portugués, holandés, etc. Junto a la artista Amirah Gazel,
fue el responsable de la organización y curaduría de la expo surrealista
internacional Las llaves del deseo (Cartago, Costa Rica, 2016): http://www.
agorart.org/las_llaves_del_deseo/es/inicio.html
Dirige la revista Matérika: www.revistamaterika.com.
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