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1.1 Definiciones1
El hombre en su afán de explicar su origen, desechando la enseñanza bíblica,
inició lo que conocemos como antropología. Esta palabra deriva de los
vocablos griegos: antropos, que significa hombre, y logos, que quiere decir
estudio. Por tanto, la antropología es sencillamente el estudio del hombre. Y
es sobre la base de los requerimientos de esa ciencia que los estudiosos
bíblicos dieron respuestas a las numerosas preguntas de la arqueología,
implementando así la antropología bíblica: ¿Qué es el hombre? ¿Cómo se
originó?, Etc., todo ello basado en la Biblia.
1.2 Importancia de la Antropología: ¿Qué es el hombre?2
Hace tres mil años el salmista le preguntaba asombrado a Dios: “¿Qué es el
hombre, para que tengas de él memoria?” (Salmo 8:4). Después de todo este
tiempo transcurrido, el ser humano continúa planteándose la misma cuestión.
La extensa gama de respuestas que se han dado a lo largo de la historia no
parecen, ni mucho menos, haber agotado el tema.
Tal ha sido siempre el reto de la antropología, en sentido general, llegar a
conocer la esencia fundamental del ser humano. Sin embargo, lo cierto es
que no existe consenso. Hay todavía numerosas concepciones de lo que es
el hombre. Las diversas soluciones antropológicas configuran un amplio
abanico que va desde la más pura animalidad hasta las nociones míticas del
superhombre, el hombre-semidiós, pasando por las ideas del hombre objeto y
hombre máquina. ¿Es el ser humano una cosa más en el mundo de los
objetos o, por el contrario, estamos frente a una realidad subjetiva, ante un
ser personal? ¿Somos una especie zoológica como las otras del pretendido
árbol evolutivo, o existen realmente diferencias cualitativas que nos distinguen
de los demás seres vivos? ¿Puede equipararse la mente humana al órgano
del cerebro o lo mental supera con creces lo cerebral? Las respuestas que se
dan a todas estas cuestiones configurarán modelos bioéticos distintos y
contrapuestos. De ahí la necesidad de transparencia en las ideas previas que
debe exigírsele a todo planteamiento ético de la vida.
No es este el lugar para realizar una historia general de la antropología, sin
embargo, sí que nos parece pertinente revisar las últimas manifestaciones
que se han venido sucediendo, sobre todo en el último siglo, desde la
aparición de la filosofía existencialista hasta el momento presente.
1.2.1. Antropologías del siglo XX
Ante la necesidad de ofrecer una visión de conjunto, se ha optado por resaltar
las concepciones acerca del ser humano que defienden las seis ideologías
siguientes: existencialismo, estructuralismo, neo marxismo, reduccionismo
biologista, conductismo y la llamada antropología cibernética.
1
THOMPSON, Les. “La Persona que soy”. Unilit, 1997. Pg. 12
2
CRUZ, Antonio. “Bioética Cristiana”. Editorial Clie. 1999. Pg. 27-44
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MONOD, J. 1977, El azar y la necesidad, Barral, Barcelona.
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Pero, por otro lado, ¿no continúa siendo la vida y el propio hombre un
auténtico enigma? ¿Es posible dar cuenta de la increíble diversidad y
complejidad de lo viviente sin apelar al diseño original? ¿Puede el azar
fortuito dar razón de la conciencia autor reflexiva del hombre? ¿Cómo brotó la
libertad humana en un terreno únicamente abonado por la necesidad y el
azar? Afirmar, como lo hizo Monod, que el azar es “una noción central de la
biología moderna... la única compatible con los hechos de observación y de
experiencia”, es una posible interpretación de los hechos, no la única y, desde
luego, no es el hecho en sí.
Por su parte, el antropólogo Morín se propone también en su obra romper
con el “mito humanista” para quien el ser humano sería el único sujeto en un
mundo de objetos. Su idea es acabar con la “fábula” inventada por la religión
cristiana, en colaboración con las ideologías humanistas, que concibe al
hombre como un ser sobrenatural o como creación directa de la divinidad.
Para conseguir su propósito procura evidenciar la gran cercanía que existiría
entre hombres y animales.
Para Morín no hay frontera alguna entre sujeto y objeto, antropología y
biología, cultura y naturaleza o, en fin, entre el hombre y los animales. La
vida humana equivaldría, en definitiva, a pura física y química. Seríamos
máquinas perfeccionadas, hijos todos de la gran familia Mecano. Robots de
carne y hueso con conciencia cibernética.
Por último, nos queda la sociobiología como postrer baluarte del
reduccionismo biologista contemporáneos. Wilson la define como “el estudio
sistemático de las bases biológicas de todo comportamiento social” (Wilson,
1980:4)4. En realidad, se trata de una disciplina que mediante la utilización de
conocimientos ecológicos, etológicos, genéticos y sociológicos, pretende
elaborar principios generales acerca de las características biológicas de las
sociedades animales y humanas. Sería un intento de unificación, una “nueva
síntesis” entre la biología y la sociología.
La misión fundamental en la vida sería producir y transmitir los propios genes
para que éstos pudieran perpetuarse convenientemente. Animales y
humanos, por igual, son concebidos así como máquinas creadas por el
egoísmo impersonal de los genes. La humanidad y su comportamiento social
estarían determinados genéticamente.
Lo cierto es que siempre que se pretende construir una moral o una ética
basada en la genética se llega a consecuencias indeseables para el propio
ser humano. Detrás de cualquier racismo hay generalmente un darwinismo
social o una sociobiología solapada. La ética es algo exclusivo del hombre
que no puede heredarse de forma biológica sino que ha de adquirirse a través
de la cultura. Echarle la culpa de nuestras maldades a los genes y tirar la
libertad humana por la ventana equivale a reconocer, una vez más, que
somos máquinas pensantes incapaces de autocontrol.
4
WILSON, E. O. 1980, Sociobiología. La nueva síntesis, Omega, Barcelona.
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CRICK, F. 1994, La búsqueda científica del alma, Debate, Madrid.
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La mayor parte de las antropologías del siglo XX que han sido brevemente
reseñadas conducen a las mismas conclusiones.
- Si el existencialismo estaba convencido de que el ser humano era
portador del terrible gusano de la nada,
- por su parte, el estructuralismo dirá que el hombre no es persona, sino
únicamente un objeto más de otros.
- De manera parecida, el conductismo y los distintos biologismos
supondrán que se trata sólo de un primate con suerte,
- mientras que la antropología cibernética nos equipará a las máquinas
computadoras.
En resumen, la realidad humana según tales concepciones no difiere
cualitativamente del resto de la materia. Los conceptos de “persona” y
“libertad” no significan nada. El hombre no es un fin en sí mismo sino un
medio para alcanzar otros fines. Un valor relativo que puede ser utilizado
según las circunstancias para cualquier finalidad que se considere necesaria.
El comportamiento humano y la propia historia no son más que el resultado
de las leyes biológicas y fisicoquímicas combinadas con el azar.
La raíz antropológica condiciona decisivamente cualquier respuesta bioética.
Pero por otro lado y frente a todo este abanico ideológico, ¿cuál es la postura
de las Escrituras? ¿Qué nos dice la antropología bíblica acerca del hombre?
El relato creacional del Génesis se refiere claramente al ser humano como
“imagen de Dios”: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza”. (Gn 1:26). La culminación de toda la obra creadora es
precisamente una criatura singular y única. Un ser que será fin en sí mismo y
nunca deberá considerarse un medio. Un representante del Creador cuya
responsabilidad consistirá en señorear y gobernar la creación.
De manera que la criatura humana a pesar de pertenecer a la realidad
mundana, la trasciende porque fue hecha “un poco inferior a los ángeles” y
coronada “de gloria y honra” para señorear las obras del creador (Sal 8:5-6).
La realidad del hombre, según la Biblia, es sumamente paradójica frente al
resto de los seres creados. De una parte se le confiere el señorío de un
mundo físico y material, ya que él mismo es cuerpo mundano, mientras que
de otra se señala su transmundanidad.
El hombre es “cuerpo”, materia afincada en la tierra, de ella provienen todos
sus elementos constitutivos, pero a la vez es el interlocutor entrañable de
Dios, la imagen que le representa en el mundo. Por tanto, es también
“persona”, “alma”, sujeto capaz de dialogar con el Creador y de proyectarse
hacia él. El hombre no está perfectamente adaptado a ningún ecosistema
concreto sino que es capaz de sobrevivir en cualquier ambiente. Es un ser
abierto a todo el mundo, apto inclusive para alcanzar los astros y colocar su
nido “entre estrellas”, como señalara el profeta Abdías (1:4)
Una segunda característica de la especial naturaleza humana es su constante
insatisfacción. Los humanos nunca estamos satisfechos con los logros
alcanzados. Siempre aspiramos a más. El hombre vive siempre en la
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1.3.2. ¡Lo que la gente piensa sobre sí misma y este mundo afectará
profundamente la forma en que vive!
Si el comportamiento de las personas refleja lo que ellos creen que es real y
verdadero, ¿cuál es el punto de vista que está dominando nuestra cultura?
La evolución de Darwin no es primordialmente importante como una teoría
científica, sino como un dominante entendimiento cultural de la historia de la
creación. Toda cultura debe tener su historia sobre su creación como base
para su filosófica, su educación y sus leyes.7
Si queremos saber cómo dirigir nuestras vidas y relacionarnos con
nuestro prójimo, el lugar donde comenzar es conociendo cómo y por
qué fuimos creados. Cuando existe un desacuerdo radical en una
comunidad sobre la historia de la creación, el escenario está abierto para toda
clase de conflictos. Este tipo de conflicto es conocido como "cultura de
guerra".
Según la historia de la creación más aceptada hoy día, todos evolucionamos
por un proceso material desconocido y sin propósito, con cambios genéticos
al azar, y por medio de una selección natural que nadie controla. Esto implica
que el conocimiento de la mente de un Creador y de su propósito es ilusorio; y
que el verdadero creador –la evolución – no tiene mente ni propósito.
6
ROBERTS, Linleigh J., Let Us Make Man, Carlisle, PA: Banner of Truth, 1988, p. 7.
7
JOHNSON, Phillip E. Reason in the Balance, páginas 12-13.
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Fuimos creados del polvo de la tierra (Gen 2). El polvo de la tierra es un material cerámico, se
caracteriza por ser muy estable en el ambiente, debido a su configuración interna, el
posicionamiento de los átomos y sus enlaces. Dios no se equivocó al escoger ese respectivo
material, ya que nosotros debemos ser lo más estable con su creación en si. Si Dios hubiera
tomado otro material este por naturaleza se oxidaría con el ambiente, ya que buscaría su mayor
estabilidad.
Hasta el oro se oxida, solo que a una velocidad muy baja. Un óxido es un material cerámico, o
sea el metal se vuelve un cerámico para ganar estabilidad. Dios sopló aliento de vida (Génesis
2). Cuando alguien sopla, expulsa un gas. Características físicas de los gases, es el menos
denso de los estados esto le permite disiparse fácilmente, además es el que mayor volumen
ocupa debido a falta de enlaces primarios. Dios tampoco se equivocó en esto. Al soplarnos lo
hizo para que se llenará todo nuestro cuerpo y alma y tuviera una distribución correcta en todo
nuestra vida, para que no faltara ninguna partecita sin que hubiera ese soplo de vida. En el
pasaje dice que sopló en la nariz, es el sitio donde normalmente entran los gases a nuestro
cuerpo y además influyen para bien o para mal dentro de nosotros. Dios sopló Hálito de vida
(“suave y apacible soplo de aire”– Diccionario Enciclopédico Salvat), para que en todo nuestro
ser, tanto interno como externo tuviéramos vida.
De una costilla sacó a la mujer (Génesis 2). Características de una costilla: la costilla es un
hueso, el cual se caracteriza por ser la estructura mecánica más estable para el diseño del
cuerpo humano. Los huesos son porosos, esto le permite ser muy liviano, pero debido a que es
un cerámico es muy resistente mecánicamente a la tracción, pero es muy frágil y puede
romperse al impacto con mucha facilidad. Dios tampoco se equivocó en sacar a la mujer de un
hueso. Ellas son las que proporcionan estabilidad al hombre, es el complemento perfecto, pero
son frágiles y livianas, o sea, con mucho cuidado uno debe tratarlas. (Apuntes a la materia
hechos por Gabriel Neira para la clase de Antropología Bíblica – Cencam Cali / 2007)
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8 Biblia de Referencia Thompson – VRV 1960. Editorial Vida. Novena impresión, 1993. Pg. 1429
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• Les dio objetos de valor material: “El oro de aquella tierra es bueno; allí
hay bedelio y ónice” (Gn. 2:12). Dios en el Huerto de Edén, anticipa
nuestra necesidad de oro y piedras preciosas. El abuso, y el pecado,
ocurre cuando amamos más lo material que a Dios.
• Les dio animales, criaturas vivas para proveerles alimento, abrigo, y
entretenimiento: A la vez, estas criaturas servirían para recordarles la
diferencia entre ellos y el resto de la creación.
2.2.4. Fuimos hechos seres prácticos
A este ser especial, creado del polvo, Dios le dio la habilidad para
trabajar: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el
huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gen. 2:15).
El hombre al ser hecho a la imagen de Dios (Dios es un ser activo y
creativo), requiere responsabilidad y actividad para satisfacer sus
habilidades creativas.
Dios dijo: “Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre
los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que
se desplazan sobre la tierra” (v. 28). El trabajo es importante
para sentirnos satisfechos. Es el resultado de la obra de nuestras
manos lo que nos alegra. Algo parecido a lo que Dios sintió luego
de sus actos creativos. La Biblia dice: “Y vió Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen
1:31).
2.2.5. Fuimos creados seres racionales Gen. 2,19-20
“Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y
toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo
las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales
vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia
y ave de los cielos y a todo ganado del campo” (Gen. 2:19-20).
Cuando La Biblia habla de “dar un nombre”, significa describir
conceptualmente las cualidades de lo nombrado. Por lo tanto, la
tarea encomendada a Adán era una responsabilidad científica.
2.2.6. Dios nos hizo seres sociales
Los sociólogos señalan que la gran aflicción del hombre moderno
es la soledad. Interesantemente esto fue lo que Dios le quitó al
primer hombre: Gn.2:18-25
Cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo; le
haré ayuda idónea”, no está hablando de la inferioridad de la
mujer sino de la insuficiencia del hombre. Esto indica que requiere
ayuda y compañía. Para satisfacer esas dos necesidades básicas,
Dios establece el matrimonio.
A su vez hay quienes enseñan que el celibato agrada más a Dios.
Veamos lo que la Biblia enseña:
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Resumen
El ser humano existe en una relación de varón y mujer (Gn. 1:27). Dios creó todas las cosas
dando una orden, menos al ser humano. Somos una unión entre polvo y aliento divino (Gn. 2:7).
Todo lo que Dios hizo fue bueno (Gen. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25,31). Solamente una cosa no era
buena: que el hombre estuviese sólo. Por lo tanto creó a la mujer. La imagen de Dios se refleja
en ambos, varón y mujer (Gn. 1:27)
Dios no creó a Eva desligada del hombre, sino que utilizó la costilla de Adán para subrayar su
interdependencia: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:18-
25). En el propósito de Dios ninguno es inferior o superior al otro (Gn.1:28).
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Esta referencia a haber sido hecho "un poco menor que los ángeles” se aplica en una primer instancia a
la persona del Mesías venidero, el Señor Jesucristo. Pero es solamente con referencia a su Encarnación
que es empleada. Por lo tanto, la expresión y, en realidad, todo el salmo pueden ser entendidos como
haciendo referencia a los hombres y las mujeres en general. Los versículos siguientes se refieren al papel
del dominio otorgado a Adán y Eva en el Génesis: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies” (Sal. 8:6)
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Lo que es significativo es que se diga que hemos sido colocados un poco por
debajo de los ángeles, en lugar de decir que fuimos colocados un poco por
encima de las bestias. Nuestro lugar y nuestro privilegio es ser una figura
intermediaria, pero una figura que mira hacia arriba y no hacia abajo. Cuando
rompemos esa ligadura que nos ata a Dios y tratamos de despojarnos del
gobierno de Dios, no nos elevamos para ocupar el lugar de Dios, como es
nuestro deseo, sino que nos hundimos al nivel de las bestias. Hemos llegado
a considerarnos como bestias ("el mono desnudo") o, lo que es incluso peor,
como máquinas.
3.1. ¿Qué pasó con la imagen de Dios en el hombre?
Estudiemos ahora con mayor detalle lo que significa haber sido creados a
imagen de Dios.
Una de las cosas que significa es que las mujeres y los hombres comparten
esos atributos de la personalidad que Dios mismo posee, pero que los
animales, las plantas y la materia no poseen. Para tener personalidad es
necesario poseer conocimiento, sentimientos (incluyendo el sentimiento
religioso), y voluntad. La personalidad, en el sentido que la estamos
definiendo aquí, es algo que relaciona a la humanidad con Dios, pero que no
relaciona ni a la humanidad, ni a Dios, con el resto de la creación.
Otro segundo elemento implícito al haber sido creados a imagen de Dios es la
moral. La moral incluye, además, dos elementos adicionales: la libertad y la
responsabilidad. Para ser exactos, los hombres y las mujeres no poseen una
libertad absoluta. En otras palabras Adán, y Eva, no eran autónomos. Eran
criaturas y eran responsables de reconocer su estado en la obediencia.
El tercer elemento presente por haber sido creados a imagen de Dios es la
espiritualidad. La humanidad existe para estar en comunión con Dios que es
Espíritu (Jn.4:24). Aquí podríamos precisar que aunque tenemos cuerpos físicos,
como las plantas y los animales, solamente los seres humanos poseernos espíritus.
Y es sólo en este nivel del espíritu que podemos tomar conciencia de Dios y estar en
comunión con Él.
Por “imagen y semejanza” con Dios entendemos que nuestros padres, Adán y
Eva, fueron creados perfectos en su ser, naturaleza, y en sus conocimientos
(Col. 3:10), y en justicia y santidad (Ef 4:24). Adán tenía la capacidad de
poder comunicarse inteligente y directamente con el omnisciente Dios (Gen.
2:16,17; 3:8-10). La mujer también es mostrada con la capacidad de hablar y
razonar con inteligencia (G. 3:1-6; 4:1). Por esa perfección de su creación fue
que Dios pudo responsabilizarlos plenamente por desobedecerlo.
3.2. Una imagen hecha añicos
Cuando Dios puso a Adán y Eva frente a la prueba del árbol prohibido, que debía
servir como una medida de su obediencia y responsabilidad hacia Aquel que los
había creado, Dios dijo: "De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás" (Gen. 2:16-17). Adán y Eva comieron del árbol prohibido, y murieron. Sus
espíritus, esa parte que podía establecer una comunión con Dios, murieron
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o Su omnipresencia
o Su inmutabilidad (no cambia; es igual ayer, hoy y siempre).
• Similitudes del hombre con Dios: El humano se parece a Dios en lo
interno, no en lo externo. No es en el cuerpo, sino en aquello que no es
material. Se entiende esa similitud a través de los atributos
comunicables:
o Capacidad intelectual (seres racionales)
o Libertad moral (seres volitivos)
o Habilidad para amar (seres personales)
o Sentimientos (seres emotivos)
Textos bíblicos usados para afirmar esta interpretación: Génesis 5:1-3; 9:6; 1
Corintios 11:7; Santiago 3:9.
Las dos últimas interpretaciones tienen un gran valor. Dios no sólo es un ser
PERSONAL, también es un ser MORAL. No es sano dividir estos dos
aspectos, ni en Dios, ni en el hombre, puesto que ninguno es neutro. En la
caída, el hombre perdió lo que fue la plena imagen que tuvo al principio.
Perdió su parentesco con Dios en su conducta, aunque retuvo importantes
características de personalidad. El pecado distorsionó su naturaleza. El
nuevo nacimiento es el comienzo de un proceso de restauración de esa
imagen perdida, que la Biblia llama “santificación”, proceso que llegará a su
total perfección cuando lleguemos al cielo, donde nuestra restauración será
completada. El mensaje de la Biblia explica quiénes somos, y cómo llegamos
a ser. Contesta el gran interrogante acerca de qué nos pasó. Más importante
aún no nos deja en un callejón sin salida, sino que nos presenta el maravilloso
remedio para nuestra dolencia.
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4. EL PECADO
4.1. DEFINICIÓN DEL PECADO
Resultaría mucho más agradable tratar las gracias y excelencias de nuestra
humanidad que tratar el tema de nuestra propia miseria y pobreza. Es esta
reflexión la que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es el pecado? ¿Por qué
peco? ¿De dónde proviene toda esa maldad que veo en mí y en mi prójimo?
¿Cómo se transmite el pecado? ¿Qué consecuencias trae? Estas y otras
preguntas relativas al pecado son estudiadas por la hamartiología, que es la
parte de la teología sistemática que trata el asunto del pecado. Este término
deriva de dos vocablos Griegos: hamartia, que significa literalmente “no dar
en el blanco”, ofensa, maldad, pecado; y logos, que quiere decir estudio. Por
tanto, la hamartiología intenta responder los planteamientos ya formulados.
Podemos definir el pecado de la siguiente manera:
“En términos generales el pecado es esa gran dañina enfermedad moral
que afecta a toda la raza humana, desde sus rangos más elevados, a
toda otra clase, a todo hombre y mujer, a toda nación, a todo pueblo, y a
toda lengua. Es una enfermedad que ha infectado a todo el mundo y se
evidencia claramente en todo nacido de mujer, con la sola excepción de
Jesucristo, el Hijo de Dios. El pecado particular o personal es el acto de
hacer, decir, pensar, imaginar cualquier cosa que no esté en perfecta
armonía y conformidad con la mente y la ley de Dios”.
De esta explicación general el Dr. Ryle (1816-1900), quien fue obispo y
distinguido predicador, pasa a mostrar la manera en que esa enfermedad del
alma se evidencia. Él lo llama “el pecado particular”. Es importante aclarar
que El hombre no es pecador porque peca, sino que peca porque en esencia
es pecador. Cuando hablamos del pecado en su sentido general, nos
referimos a la condición universal del hombre. Vemos que no fue un pequeño
resbalón que diera Adán y Eva en el huerto: fue una severa caída con
consecuencias espantosas que nos afectan a todos (Rom. 5:12-19). Todo
hombre, toda mujer, están contaminados y manchados con este mal. Es una
herencia que pasa de generación a generación.
¿Qué es el pecado entonces? Es “el hacer, decir, pensar, imaginar cualquier
cosa que no esté en perfecta armonía con la mente y la ley de Dios". Esta es
simplemente una ampliación de lo que el apóstol Juan dijo: “El pecado es la
infracción de la ley” (1 Juan 3:4). ¿Cuál ley? La ley de Dios, esa ley que
explica la mente o el pensar de Dios. Esa ley que encontramos en la Biblia.
El pecado es cualquier infracción de lo que Dios ha prohibido. Lo describimos
así: Puede ser un acto de desobediencia a lo que Dios nos ha mandado.
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Sin embargo, el pecado del que habla no se refiere al primer pecado de Adán
sino a la culpa y tendencia a pecar con las que nacemos. Es “original” en el
sentido de que procede de Adán y es también original en que lo tenemos
desde el comienzo de nuestra existencia como personas.
Cuando nos enfrentamos por primera vez a la idea de que se nos considera
culpables por causa del pecado de Adán, nuestra tendencia es a protestar
porque nos parece injusto. En realidad, no decidimos pecar, ¿no es cierto?
¿Cómo entonces se nos puede considerar culpables? ¿Es justo que Dios
actúe así? Podemos decir tres cosas para responder a esto:
• Todo el que protesta diciendo que esto es injusto olvida que él también ha
cometido voluntariamente muchos auténticos pecados por los cuales Dios
también lo considera culpable. Estos constituirían la base primaria sobre
la que se nos juzgará en el día final, porque Dios “pagará a cada uno
según lo que merezcan sus obras” (Ro. 2:6), y el que hace el mal pagará
por su propia maldad” (Col. 3:25).
• Si pensamos que es injusto estar representados por Adán, debiéramos
también pensar que es injusto estar representados por Cristo y que Dios
anote a nuestro favor Su justicia. Porque el procedimiento que Dios usó
fue el mismo, y eso es exactamente lo que Pablo está diciendo en Rom.
5:12–21
4.2.1.2. Corrupción Heredada:
Nuestra naturaleza incluye una disposición al pecado por lo que Pablo puede
afirmar que antes que fuéramos cristianos, “como los demás, éramos por
naturaleza objeto de la ira de Dios” (Ef. 2: 3). Todos los que han criado hijos
pueden dar testimonio experimental de que todos nacemos con esa tendencia
a pecar. A los niños no hay que enseñarles a hacer lo malo; lo descubren por
sí mismos. Lo que nosotros tenemos que hacer como padres es enseñarles a
hacer lo bueno, criarlos “según la disciplina e instrucción del Señor” (Ef. 6: 4).
Esta tendencia al pecado heredada no quiere decir que los seres humanos
son todo lo malvados que podían ser. Las sujeciones de la ley civil, las
expectativas de la familia y de la sociedad, y la convicción de la conciencia
humana (Ro. 2: 14–15), evitan el desenfreno particular y social. Sin embargo
cuando somos confrontados por la realidad de nuestro pecado, nuestra
tendencia es:
1. Evitar los textos bíblicos que tratan el tema del pecado y no estudiarlos.
2. Apuntar a pecados más horribles que los nuestros y que vemos en otros.
3. Ver cómo arreglamos la comunidad y el mundo con programas sociales, en
lugar de buscar remedio y cura para nuestro propio mal.
4.2.1.2.1. En nuestras naturalezas carecemos totalmente de
bien espiritual ante Dios:
No es cuestión de que algunas partes de nosotros sean pecaminosas y otras
puras. Más bien, cada parte de nuestro ser está afectado por el pecado:
nuestros intelectos, emociones deseos, corazones (el centro de nuestros
deseos y de toma de decisiones), nuestra metas, y motivos e incluso nuestros
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solo puede hacer el mal, no tendría culpa en lo absoluto, lo que es sin duda
una conclusión incorrecta.
La verdadera medida de nuestra responsabilidad y culpa no es nuestra
capacidad de obedecer a Dios, sino más bien la absoluta perfección de la ley
moral y la santidad de Dios (que se refleja en esa ley). “Por tanto, sean
perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.” (Mt 5:48).
4.2.2.3. ¿Son los infantes culpables antes de haber cometido
pecados auténticos?
Algunos sostienen que las Escrituras enseñan una “edad de responsabilidad” antes
de la cual los niños pequeños no son considerados responsables del pecado y no
son tenidos como culpables ante Dios. Sin embargo, los pasajes mostrados arriba
en la sección acerca “del pecado heredado” indican que aún antes del nacimiento los
niños tienen culpa delante de Dios y una naturaleza pecaminosa que no solo les da
una tendencia al pecado, sino que también hace que Dios los vea como “pecadores”.
El salmo 51,5; Rom.2:6-11 no dice nada acerca de las bases del juicio cuando no ha
habido acciones individuales buenas o malas, cuando los niños mueren siendo
bebés. En tales casos, debemos aceptar las Escrituras que dicen que tenemos una
naturaleza pecaminosa desde antes del nacimiento. Además, tenemos que
reconocer que la naturaleza pecaminosa del niño se manifiesta muy temprano,
ciertamente dentro de los dos primeros años de la vida del niño, como puede
afirmarlo todo el que ha tenido hijos. Salmo 58:3.
Entonces ¿qué decimos acerca de los infantes que mueren antes de que alcance a
entender y creer en el evangelio? ¿Pueden ellos ser salvos? Aquí tenemos que decir
que si tales infantes son salvos, no pueden serlo sobre la base de sus propios
méritos ni sobre la base de su propia justicia o inocencia, sino que debe ser por
completo sobre la base de la obra redentora de Cristo y la obra de regeneración del
Espíritu Santo dentro de ellos 1 Timoteo 2:5 y Juan 3:3
En Mateo 18:1-14 el amor divino hacia los niños se manifiesta de diversas
maneras.10
Jesucristo se identifica con los niños: Cuando los recibimos en su nombre, es
como si le recibiéramos a él. «Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me
recibe a mí» (vs 5).
Al Señor Jesús le indigna que se haga tropezar a un pequeño. «Pero si
alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le
colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar»
(vs 6).
El Señor Jesús nos dice que no menospreciemos a los pequeños. «Miren
que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los
ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial» (vs 10).
Dios Padre no desea que siquiera uno de estos pequeños se pierda. «Así
también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de
estos pequeños» (vs 14).
El Señor Jesucristo está buscando a los pequeños que están perdidos. «El
Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido. ¿Qué les parece? Si un
hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y
10
Tomado y adaptado del libro ¿Por qué evangelizar a los niños?, Sam Doherty, Desarrollo Cristiano
Internacional, 2002, pp. 79-81
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ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí” (Jn 5:4). Cuando nos
apartamos de la comunión con Cristo a causa del pecado en nuestra vida,
dejamos de dar fruto.
Pablo dice que cuando los cristianos ceden al pecado se van haciendo
progresivamente “esclavos” del pecado (Ro.6:16). Además, cuando pecamos
como cristianos sufrimos una pérdida de recompensa celestial. Una persona
que no ha edificado en la obra de la iglesia con oro, plata o piedras preciosas,
sino con “madera, heno y paja” (1 Co. 3:12) verá su obra “consumida por las
llamas” en el día del juicio y “sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien
pasa por el fuego” (1 Co 3:15). Pablo se da cuenta de que es necesario que
todos comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo
que le corresponda, según lo bueno o lo malo que haya hecho mientras vivió
en el cuerpo” (2 Co 5:10). Pablo implica que hay grados de recompensas en
el cielo, y que el pecado tiene consecuencias negativas en términos de
pérdida de recompensa celestial.
4.3.1. ¿Puede ser un pecado de omisión dejar de hacer lo que
sabemos que Dios nos pide?
La severidad con que Cristo trata el pecado de omisión debe hacernos
pensar. Dijo: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno... porque tuve
hambre, y no me diste de comer, tuve sed, y no me diste de beber, anduve
como forastero, y no me diste alojamiento. Me faltó ropa y no me disteis de
vestir; estuve enfermo, y en la cárcel y no me vinisteis a visitar. Preguntaron
ellos, ¿Señor, cuándo te vimos con hambre o con sed, como forastero, o falta
de ropa, o enfermo, o en la cárcel y no te ayudamos? Él les contestará: Os
aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más
humildes, tampoco por mí la hicisteis. Esos irán al castigo eterno” (Mt. 25:41-
46).
4.3.2. ¿Puede cometerse un pecado en ignorancia?
Dios, al dar su ley, le reveló a Moisés el peligro en que estaba el pueblo de cometer
pecados inocentemente: “Di a los israelitas que, en aquellos casos en que alguien
peque involuntariamente contra alguno de los mandamientos del Señor y haga algo
que no está permitido, se hará lo siguiente. . .” (Lv. 4:1-35 y Núm. 15:24-29). En
estos pasajes se delinea la confesión y el sacrificio debidos para lograr perdón por
los pecados cometidos en ignorancia.
En su tema del siervo fiel e infiel, Cristo también habla de pecados involuntarios (Lc.
12:41-47). Entre otras cosas nos dice: “El siervo que sabe lo que quiere su amo,
pero no está preparado ni le obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el
siervo que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos
golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le
confió, se le exigirá mucho más.”
4.3.3. La ignorancia nos lleva a falsas conclusiones
Se cuenta de un joven, que quería ser ordenado como pastor, a pesar de que no
tenía preparación bíblica, insistía en que se le examinara porque estaba seguro de
su llamado al ministerio. Así fue que un grupo de pastores se reunió y procedieron a
evaluar los conocimientos bíblicos del presunto candidato al pastorado.
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que si Cristo no hubiera venido a pagar el castigo por los pecados, Dios no
podría mostrar que era justo.
4.3.4.3. La tendencia es creer lo que queremos creer, aunque
tengamos que torcer la verdad para creerlo.
¿Cómo empezaron todas las sectas, y por qué tienen tantos seguidores?
Tergiversan la verdad y forman su propia doctrina, la que más les conviene.
En Mateo 28.11-15, tenemos una interesante ilustración. Allí encontramos el
informe que llevaron los guardias a los líderes religiosos cuando vieron que la
gran piedra ante la tumba de Jesús había sido rodada y que Jesús ya no
estaba en la tumba. Al recibir ese temible informe, los sacerdotes les
instruyeron: “Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron,
estando nosotros dormidos”.
4.3.4.4. El pecado es invisible hasta que se denuncia
públicamente
La gran mayoría de nosotros no podemos ver nuestros propios pecados.
Vemos con toda facilidad el de los demás, pero el nuestro nos es invisible.
Una vez que un pecado es denunciado, alguien nos acusa de haber hecho
esto o aquello, ¡qué agonía sufrimos! Ese pecado se levanta como un
monstruo que no nos deja quietos. También cuando el Espíritu Santo
denuncia un pecado, hace que nos moleste hasta que nos arrepintamos y lo
dejemos.
4.3.4.5. El pecado es una realidad en nuestras vidas, aunque lo
veamos desde la óptica de los prejuicios que crean
nuestras creencias y valores.
Nuestra tendencia es decidir personalmente lo que es bueno y lo que es
pecado por lo que oímos o por lo que categorizamos en nuestras propias
mentes. Por ejemplo, la Biblia señala que la “ira”, “malicia”, “maledicencia”,
“envidia”, “mentira”, “palabras deshonestas”, son pecados. Normalmente no
los clasificamos así. Más bien llamamos a estas cosas “fallas en nuestra
personalidad”, “cosas que heredamos del carácter de nuestros padres”, etc.
Sólo clasificamos como pecado el homicidio, el robo, el adulterio, y cosas que
la sociedad en general califica de malas.
¿Quién determina qué es pecado? ¿Tú?, ¿yo?, ¿Dios? Es por esto que no
podemos confiar en nuestro propio criterio, ni en el del vecino, ni el del
periódico, ni el de una revista o libro. Tenemos que depender de lo que Dios
declara como pecado.
4.3.5. Fuentes equivocadas de autoridad
4.3.5.1. La sociedad, la opinión pública, lo que dice la gente.
Una publicidad en Francia decía: “Un millón de franceses no pueden estar
equivocados”, como si la opinión de una gran agrupación de personas
determinara lo bueno o lo malo.
4.3.5.2. Lo que a veces oímos en los púlpitos o leemos en las
revistas religiosas o libros; la opinión personal.
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- ¿Piensa usted que los cristianos de hoy han perdido bastante de vista lo
aborrecible que es el pecado? ¿Lo han perdido también los no cristianos?
- ¿Piensa usted que el mayor problema de la raza humana, y de todas las
sociedades y civilizaciones, no es la falta de educación, la falta de
comunicación, ni la falta de bienestar material, sino el pecado en contra de
Dios?
5. PACTOS ENTRE DIOS Y EL HOMBRE11
Desde la creación del mundo, las relaciones de Dios con el hombre han
estado definidas por requerimientos y promesas específicas. Dios le expresa
a las personas cómo quiere que actúen y también Él se manifiesta dando a
entender al hombre cómo obra. La Biblia ilustra cómo ha sido la relación
entre Dios y el hombre, y con frecuencia llama “pactos” a este accionar
específico de Dios. Un pacto es un acuerdo legal, inalterable y
divinamente impuesto entre Dios y el hombre que estipula las
condiciones de sus relaciones.
La frase “divinamente impuesto” indica que el hombre nunca puede negociar
con Dios o cambiar los términos del pacto. El solo puede aceptar las
obligaciones del pacto o rechazarlas. Probablemente por esta razón los
traductores griegos del Antiguo y del Nuevo Testamento, no usaron la palabra
griega común que denotaba contratos o acuerdos en los que ambas partes
eran iguales (syntheke), sino que más bien eligieron una palabra menos
común, diadsekh, que hace hincapié en que las provisiones del pacto fueron
establecidas solo por una de las partes. De hecho la palabra diadsekh se
usaba con frecuencia para referirse a “testamento” o última voluntad” que una
persona dejaba para indicar la distribución de sus bienes después de su
muerte.
5.1. EL PACTO DE OBRAS
Aunque el pacto que había antes de la Caída ha sido expresado mediante
varios términos (tales como el pacto adánico o el pacto de la naturaleza), la
designación más útil parece ser la de “pacto de obras”, puesto que la
participación en las bendiciones del pacto dependía claramente de la
obediencia u “obras” de parte de Adán y Eva. Los requerimientos de sus
relaciones aparecen bien definidos con los mandamientos que Dios les da a
Adán y Eva (Gen 1: 28-3’; cf. 2: 15) y en el mandamiento directo a Adán:
“Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del
conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas,
ciertamente morirás” (Gen 2: 16-17).
¿Está todavía en vigor el pacto de obras? El pacto de obras todavía está en
vigor para todo ser humano aparte de Cristo, aunque ningún ser humano
puede cumplir con sus estipulaciones y conseguir sus bendiciones. Cristo
obedeció perfectamente el pacto de obras por nosotros porque él no cometió
11
TOMADO CARPETA REGIÓN CENTRO
Y PDF. (Teología Sistematica Wayne Grudem ) pag 513- 550 Capítulo 25
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ningún pecado (1 P 2:22), sino que obedeció a Dios en todo a nuestro favor
(Rom 5:18–19). En realidad, para los cristianos hoy pensar que estamos
obligados a tratar de ganar el favor de Dios mediante la obediencia sería
apartarse de la esperanza de la salvación. “todos los que viven por las obras
que demanda la ley, están bajo maldición…es evidente que por la ley nadie
es justificado delante de Dios” (Ga 3: 10-11). Los cristianos han quedado
liberados del pacto de las obras por razón de la obra de Cristo y han sido
incluidos en el nuevo pacto, el pacto de la gracia (vea abajo).
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Las partes en este pacto de gracia son Dios y el pueblo que él redimiría. Pero en
este caso Cristo cumple con un papel especial como “mediador” (He 8:6; 9: 15;
12:24) en el cual cumple por nosotros las condiciones del pacto y de ese modo, nos
reconcilia con Dios. La condición (o requerimiento) de la participación en el pacto es
tener fe en la obra de redención de Cristo (Ro 1: 17; et al.). Este requerimiento de fe
en la obra redentora del Mesías era también la condición para obtener las
bendiciones del pacto del Antiguo Testamento, como Pablo lo demuestra claramente
por medio de los ejemplos de Abraham y David (Ro 4: 1-15). Ellos, como otros
creyentes del Antiguo Testamento, alcanzaron la salvación mirando hacia el futuro a
la obra del Mesías que iba a venir y depositando su fe en Él.
5.3.2. Varias formas del pacto
¿Qué es entonces el “antiguo pacto” en contraste con el “nuevo pacto” en
Cristo? Se refiere al pacto que se hizo en el Monte Sinaí (Ex 19-24), y se le
llama el “antiguo pacto” (2 Co 3:14; cf. He 8:6, 13), porque iba a ser sustituido
por el “nuevo pacto” en Cristo (Lc 22:20; 1 Co 11:25; 2 Co 3:6; He 8:8, 13;9:
15; 12: 24). El pacto mosaico era la aplicación de detalladas leyes escritas
puestas en vigor con el propósito de señalar los pecados de las personas y
ser una guía que nos llevara a Cristo. Pablo dice: “Entonces, ¿cuál era el
propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que
viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa” (Ga 3:19), “así que la ley
vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo” (Ga 3:24).
El sistema de sacrificios del pacto mosaico no quitaba en realidad el pecado
(He 10:1-4), pero si prefiguraba que Cristo, el perfecto sumo sacerdote que
era también el sacrificio perfecto, cargaría con nuestros pecados (He 9:11–
28). Pablo se da cuenta de que el Espíritu Santo que actúa dentro de
nosotros es el único que puede capacitarnos para obedecer a Dios en una
manera que la ley mosaica nunca podría, porque él dice que “Dios nos ha
capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del
Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Co 3:6).
El nuevo pacto en Cristo es, entonces, mucho mejor porque cumple las
promesas hechas en Jeremías 31:31-34, como aparece citado en He 8:6-12:
7 Porquesi aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera
procurado lugar para el segundo.
8 Porquereprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor,
En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9 Nocomo el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano
para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi
pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
11 Yninguno enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
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Los Fundamentos de la Fe Cristiana – Una teología exhaustiva y comprensible - James Montgomery Boice
Editorial Unilit - Pág. 293 - 300
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