ESCENARIO POLÍTICO EN
De este modo será
PALESTINA DURANTE EL
MINISTERIO PÚBLICO DE
JESÚS DE NAZARET.
La soberanía presente y trascendente
del αγαπη de Dios entre los
hombres.
Juan Camilo Restrepo Tamayo.
A
0. INTRODUCCIÓN.
tención e interés particular han
suscitado dos realidades
contemporáneas aunque
notablemente divergentes del s. I EC en
Palestina: El escenario político en medio
del drama de la actuación pública de Jesús
de Nazaret. La aproximación a estos dos
modos de entender la realidad humana, el
ejercicio del poder, la función de la vida
social y la conducta de los hombres, exige
un estudio serio, amplio e interdisciplinar
que permita una comprensión adecuada y
cercana a esta problemática. Mi interés se
ha visto impulsado por la necesidad de
descubrir el auténtico anuncio de Jesús de
Nazaret, sus perspectivas, propuestas,
medios y destinatarios; tratando de superar
toda visión simplista y reducida de la
verdadera Buena Noticia que hemos
recibido y que estamos llamados a
anunciar.
Me inclino a mostrar cómo la
política en este contexto histórico
establecido tiene unas connotaciones
precisas y específicas que van en estrecha
relación con la religión. Esto se inscribe en
el marco de la teocracia judía la cual hunde
sus raíces en la noción veterotestamentaria
de la realeza divina.
necesario ubicar los actores políticos en el
escenario, el horizonte temporal y los
acontecimientos bajo quienes se
desenvuelven las estrategias de gobierno.
Estas delimitaciones posibilitan
comprender el núcleo del problema
basándose en la disimilitud que encierran
entre sí ambas concepciones del poder y
del ejercicio de este. El desarrollo de la
investigación estará en función de desvelar
la radical novedad del Reino de Dios en
Jesús de Nazaret frente al reino del
imperio, y de la aristocracia judía.
Las fuentes de la investigación no
dejan de ser abundantes aunque en cierto
modo permanecen como un accesorio útil
de profundización. Si bien el problema está
delimitado con algo de exactitud, a la hora
de toparnos con él nos hallamos
desbordados por la amplitud con la cual
puede ser asumido. El método será
expositivo y comentado, procurando seguir
la hipótesis directriz de la indagación
propuesta a examinar o profundizar.
Descubrimos, en muchas ocasiones
una notable ausencia de hermenéutica del
Reino de Dios que, si bien no es la
pretensión ni mucho menos de este trabajo
establecerla, por lo menos debe incitarnos a
vivirlo, anunciarlo y construirlo en el
acontecer de la vida diaria, como una
realidad permanente desde ahora, y
actuante en tensión asidua de ser cumplida;
reino incrementado en cuanto como
discípulos del Señor Jesucristo nos
decidimos a vivir la experiencia del agapé,
de la cruz y de la Resurrección; realidad que
ejerce una fuerza vitalizante de todas las
facultades humanas para entregar la vida, al
estilo del Resucitado, en la gratuidad del
servicio, de la donación incondicional a la
comunidad, renunciando así a toda forma
de dominio, exclusión y arbitrariedad para
con el otro.
I. NOCIONES PRELIMINARES:
Búsqueda de una comprensión
contextual.
P ara abordar el núcleo de la
problemática que hemos decidido
profundizar, es indispensable iniciar desde
unas nociones preliminares la búsqueda
comprensiva en el contexto, es decir,
ubicar ciertos aspectos fundamentales de la
situación política, de tal manera que estos
nos permitan interpretar y discernir
oportunamente la hipótesis que nos
proponemos establecer.
a. Religión y política en el mundo
mediterráneo del siglo I EC.
Inicialmente debemos adentrarnos
desde la antropología cultural y la
sociología antigua, a la concepción de la
política y la religión en el mundo
mediterráneo durante el siglo I EC.
Entender tal idea nos exige desmontar la
noción que tenemos hoy de política y a la
vez de religión. El concepto que hoy
concebimos de política es una herencia
poco más modificada de la Modernidad.
Una disciplina independiente que establece
por si misma las estrategias de gobierno de
un Estado a partir de un cuerpo legislativo
en la esfera de una nación. En el mundo
del Nuevo Testamento encontramos sólo
dos instituciones: el parentesco y la política.
Ninguna era concebida como
independiente sino que estaban
horizontalmente relacionadas 1.
Tampoco en el ámbito del NT la
religión era un nivel independiente o
1
Cf. MALINA, Bruce y ROHRBAUGH, Richard.
Los evangelios sinópticos y la cultura
mediterránea del siglo I. Estella: Verbo Divino,
1996. p 390. Además la cita de AGUIRRE, Rafael
y LOIDI, Patxi. Jesús el profeta de Galilea.
Bilbao: DDB, 1980. p 89.
aislado del entorno social, sino que era un
sistema que estaba presente en todo y que
además funcionaba como vínculo de la
política y el parentesco. Ofrecía legitimidad
y articulaba los modelos políticos y familiar
en sus esquemas prácticos 2. En cierto
sentido la religión era dependiente en tanto
sus roles permanecían subordinados a
muchas consideraciones políticas.
Los judíos no hacían una distinción
precisa entre religión y política.
Cometeríamos un grave error anacrónico al
querer desvincular lo uno de lo otro. Los
problemas políticos, sociales, económicos y
religiosos se entendían en referencia a Dios
y a la Torah 3. En el caso concreto de la
dominación romana que vivía Palestina,
especialmente en el siglo I EC,, podríamos
llegar a considerar que las relaciones del
pueblo de Israel con el poder imperial de
Roma eran un problema político, lo que
sería impreciso, ya que constituía una
cuestión político-religiosa. De hecho bien
podemos constatar que el Templo no fue
nunca una institución exclusivamente
religiosa, sino que en torno a él se
identificaban la economía, la política y la
vida social. La religión en definitiva, se
concebía como el significado que se le daba
al modo de llevar a la práctica los dos
sistemas fundamentales de la cultura
mediterránea del siglo I EC: La política y la
familia 4.
2
Cf. Ibíd p 391. Puede allí encontrarse una
referencia similar.
3
NOLAN, Albert. Jesús antes del cristianismo.
Quito: Tierra Nueva, Colección Biblia 61, 20004.
p 123.
4
Estudiosos de la sociología y la antropología
cultural del NT (Cf. B. Malina y G. Theissen) han
señalado claramente que la religión de Jesús,
proclamada en el Reino de Dios, es una religión
política porque a fin de cuentas se dirige a todo
Israel y pretende configurar la vida del pueblo. La
novedad especial del Reino de Dios, que propone
Jesús, radica en el anuncio liberador y en la
b. La Teocracia judía.
En la experiencia religiosa de Israel
la idea de YHWH como rey (mélek), es
posterior a la fe primigenia en el mismo. La
adoración de Dios YHWH como rey
aparece en una época relativamente tardía de
la historia hebrea. La noción de la realeza
divina, en un estudio comparado de la
historia de las religiones, procede del
contexto cananeo. Israel asume muchas
expresiones religiosas del dios El y del dios
Baal y tras haberlas fundido transfiere
algunas características de ambas a YHWH 5.
Si miramos la historia social, vemos
que esta nos sugiere un probable nexo
entre la nueva imagen de Dios como rey y
el inicio de la monarquía como forma de
gobierno en Israel. Esta situación ofrece
una afirmación confirmatoria y a la vez
crítica del profetismo contra la realeza
humana que puede llegar en algunos casos
a deformar la idea de YHWH como rey.
Una nota particularmente distintiva
de la realeza de Dios, sin duda alguna, es la
teocracia, la cual consiste en el
reconocimiento actual del reinado de Dios
sobre el pueblo. Flavio Josefo ve en la
comunidad de Jerusalén una “teocracia”. Al
parecer es él quien introdujo el término
(Ap II, 164-166). Mediante este concepto el
historiador judío quiere expresar un
régimen de gobierno de Dios a través de las
leyes y de la aristocracia sacerdotal. Es en la
época del exilio y poco después de este en
donde más se acentúa la realeza de Dios
por la nostalgia de un verdadero rey. De
este modo comienza a cuajarse una idea
teocrática de Dios que se distingue de la
escatológica con la que se aguarda la
irrupción significativa de este reino en medio de
los hombres que tiene una vertiente inmanente y
escatológica.
5
Cf. THEISSEN, Gerd y MERZ Annette. El Jesús
histórico. Salamanca: Sígueme. 2000, p 280-281.
instauración final del reinado de Dios en el
tiempo 6.
Algunos factores socio-políticos de
la Palestina del siglo I EC, nos permiten
percibir algo mas de la teocracia judía en el
escenario político que nos interesa. En
aquel entonces existían dos tipos de
movimientos teocráticos radicales: Los
proféticos y los programáticos. Los
movimientos llamados proféticos estaban
unidos a la persona del profeta, mientras
los programáticos eran independientes de
persona alguna. Algunos movimientos
proféticos prometieron durante esta época
una intervención milagrosa de Dios a favor
de Israel. Muchos de estos movimientos
proféticos eran de resistencia a la
dominación y ofrecían un camino de
liberación a través de la violencia, tal era el
caso de los zelotes. Otros, por el contrario,
como los esenios, eran aparentemente
pacifistas. Pactaban con la clase dominante,
aunque en teoría, anhelaban un combate
inminente de los ángeles de Dios y los hijos
de las tinieblas 7.
Los movimientos teocráticos
radicales que surgen en estas circunstancias
históricas, son una respuesta inquietante a
la crisis de la teocracia, representada en la
aristocracia sacerdotal, que constituía no
una polis al estilo grecorromano, sino un
carácter privativo en cuyo vértice se hallaba
el sanedrín y el sumo sacerdote 8. De aquí el
crédito que tendría el movimiento de Jesús
de Nazaret con la renuncia a la violencia,
gracias al carácter irenista que lo identifica.
Sólo en medio de unas tensiones
económicas entre ricos y pobres,
etnoculturales entre judíos y gentiles, socio-
6
Cf. Ibíd. p 282.
7
Cf. THEISSEN, Gerd. Sociología del
movimiento de Jesús. Santander: Sal Terrae, 1979.
p 57-61.
8
Sobre esta cuestión volveremos particularmente
en el siguiente apartado.
ecológicas entre ciudad y campo y socio-
políticas entre dominadores y dominados;
puede encontrar eco este modelo de reino,
en un gobierno en el que el problema de la
soberanía no se había resuelto
satisfactoriamente .
9
c. La división política gubernamental
en la Palestina del siglo I EC.
Dado que únicamente representa
interés para nosotros la situación política
en medio del ministerio público de Jesús de
Nazaret, por ahora haremos una
descripción general del espacio y de los
gobernantes respectivos que suceden en el
Imperio romano y Palestina entre el 4 AEC
al 37 EC.
Antes de llegar a esta etapa será justo
advertir algunos antecedentes que
desembocaron la situación de contexto que
nos proponemos atisbar. Palestina entre el
siglo VI AEC y mediados del siglo II AEC
era una nación muy pequeña, gobernada
por el sumo sacerdote y su consejo los
cuales rendían tributos y cuentas ante el
gobernador designado por el imperio que
regía a la sazón. En este período suceden el
imperio Persa y el imperio griego con los
lágidas y seleúcidas, respectivamente. Pero
un hecho que merece singular atención y
no puede pasar desapercibido es la
ascensión al trono del imperio seleúcida de
Antíoco IV Epífanes. Los judíos de algún
modo no se habían opuesto a algunas
formas de influencia extranjera, siempre y
cuando no atentara contra las
prescripciones sagradas de la Tôrah. La
cultura helenística había permeado ciertos
aspectos de la vida para los judíos. Sin
embargo, Antíoco IV Epífanes ahora
intentaba establecer el gymnasion lo cual
conducía a la eliminación del signo de la
9
Ver respectivamente: THEISSEN y MERZ. Op
cit. p 196-203 y THEISSEN, Gerd. Op cit. p 62.
Alianza que era la circuncisión. Esta
situación provocó una revuelta abanderada
por los llamados “asmoneos” una familia
sacerdotal a la que pertenecía el caudillo
Judas Macabeo (martillador) uno de los
iniciadores del levantamiento. Los
asmoneos vencieron gracias a la decadencia
que sucedió en las guerras del imperio
seleúcida. Fundaron una nueva dinastía.
Hicieron de gobernadores y sumos
sacerdotes. Además adoptaron el título de
‘rey’.
El final de la dinastía asmonea llegó
cuando dos hermanos: Hircano II y
Aristóbulo II, se entregaron a una
aniquilación mutua en la lucha por el
poder. En medio de la lucha recíproca que
formaron, ambos acudieron en ayuda del
general romano Pompeyo, el cual se
allegaba a los dominios de Siria y que
respondía a la política expansionista del
Imperio Romano que comenzaba con gran
fuerza a imponerse. La respuesta de
Pompeyo no se hizo esperar: Conquistó a
Jerusalén y desmembró algo del territorio
ganado por medio de la conquista en el año
63 AEC. Luego designó a Hircano II sumo
sacerdote y gobernante ‘cliente’ que debía
pagar tributo a Roma y prestar apoyo a las
orientaciones romanas y estableció a
Antípatro, un idumeo, como gobernador
militar. Tras la muerte de este último,
nombró a sus hijos Fasael gobernador de
Judea y a Herodes gobernador de Galilea.
Aristóbulo II no quedó satisfecho con
la organización del poder que estableció
Pompeyo. Junto con su hijo se rebeló, y fue
asesinado. Antígono, el hijo de Aristóbulo
II, se alió con los partos, enemigos
acérrimos de Roma. En el año 40 AEC
estos invadieron el territorio de Palestina,
nombraron a Antígono como rey y sumo
sacerdote, y aprisionaron a Hircano II y a
Fasael. Sin embargo Herodes huyó y logró
arribar a Roma. Con la ayuda de Marco
Antonio y Octavio lo declararon rey de
Judea y le prestaron el apoyo de las tropas
romanas para reivindicar el poder y
deponer a Antígono. En efecto como
Herodes era suficientemente astuto y hábil
política y militarmente, consiguió con
ayuda de las tropas romanas salir victorioso
en la guerra civil. Antígono fue capturado,
enviado a Roma y ejecutado. En el ano 37
AEC Palestina se convertía en un reino
cliente semiindependiente 10.
En vista de que sólo nos atañe el
período político comprendido entre la
actividad pública de Jesús de Nazaret, no
nos detendremos a examinar el gobierno de
Herodes el Grande. Para este momento en
el que Roma ejerce una dominación
indirecta en Palestina, lo que realmente le
interesa al imperio es la recaudación del
tributo y el mantenimiento de unas
fronteras estables 11. Durante el gobierno de
Herodes el Grande las cosas para Palestina
en general marcharon bien. No así
inmediatamente después de su muerte 12.
Herodes murió en el 4 AEC y dejó dos
testamentos para repartir el reino a sus tres
hijos. Octavio Augusto tomó en cuenta
este testamento y lo asignó así: Filipo fue
nombrado tetrarca (gobernante de una
cuarta parte) y recibió las partes más
remotas del territorio de Herodes: Iturea y
10
La mayoría de los datos aquí consignados,
siguen la estructura descriptiva de SANDERS,
E.P. La figura histórica de Jesús. Estella: Verbo
Divno, 2000. p 27-37 que a su vez se ciñe a los
datos consignados en las obras del historiador
judío Flavio Josefo (La guerra judía,
Antigüedades judías y Vida) las cuales
representan una gran valor histórico para un
acercamiento a esta realidad. Significativo indicar
estos sucesos para comprender mejor la estructura
que sigue luego.
11
Cf. BEAUDE, Pierre Marie. Jesús de Nazaret.
Estella: Verbo Divino, 1988, p 28.
12
Véase, p. e., JEREMIAS, Joaquim. Jerusalén en
tiempos de Jesús. Madrid: Cristiandad, 2000, p
142.
Traconítida. Arquelao recibió el título de
etnarca y se le confirió Judea, Samaría e
Idumea. Gobernó entre el 4 AEC al 6 EC y
realmente no le fue tan bien como a sus
hermanos. Sus súbditos protestaron por
sus actuaciones y fue evacuado y exiliado
por Roma. En su lugar se designó un
funcionario romano (prefecto). El otro hijo
de Herodes el Grande, Herodes Antipas,
también como Filipo fue denominado
tetrarca y se le dio el gobierno de Galilea y
Perea 13.
La estructura política del poder en
Palestina queda, de este modo, establecida
en un territorio tripartito: Al Norte Galilea
(Antipas), al Sur Judea (prefecto romano) y
al Noreste Iturea y Traconítida
(Filipo).Estos son gobernantes clientes de
Roma quienes en ciertas decisiones
legislativas dependen del legado romano en
Siria el cual, a su vez, está bajo la tutela del
senado romano y en definitiva del
emperador de turno.
Marco temporal básico.
Los cuatro Evangelios canónicos,
Hechos de los apóstoles, escritos bíblicos
extracanónicos, Flavio Josefo, Tácito y
otros historiadores están de acuerdo en
afirmar que Jesús fue ejecutado bajo el
mandato de Poncio Pilato, gobernador en
Judea. Gracias a Filón de Alejandría,
Tácito, Suetonio, Dión Casio y Eusebio de
Cesarea, sabemos que el gobierno de Pilato
estuvo entre el 26 EC y el 36 EC 14.
13
Cf. CALVO, Angel y RUIZ, Alberto.
Cristología elemental. Estella: Verbo Divino,
1985. p 58.
14
Cf. MEIER, John. Un judío marginal I. Estella:
Verbo Divino, 1998. p 380. THEISSEN , Gerd.
Estudios de sociología del cristianismo primitivo.
Salamanca: Sígueme, 1985, p 142. SCHÜRER,
Emil. Historia del Pueblo judío en tiempos de
Jesús I. Madrid:Cristiandad, 1985. p 343.
GUEVARA, Hernando. Ambiente político del
Basados en este marco temporal básico
vamos a mirar los actores de este drama
político en orden descendente, desde el
emperador hasta los gobernadores en
Palestina.
En Lc 3, 1ss se nos ofrece el dato más
histórico posible para establecer un
contexto preciso de la actuación de Jesús
de Nazaret, por ello consideramos
fundamental esta referencia para
aproximarnos a los personajes que
gobiernan en medio del anuncio central del
Reino de Dios. El texto al inicio aparece
así: “En el año quince del reinado de Tiberio
César…”
Emperador:Tiberio César Augusto.
Los archivos romanos constatan que
Tiberio Cesar Augusto reinó entre el 14 EC
y el 37 EC. Sucedió en el Imperio a
Octavio Augusto aproximadamente desde
el 19 de agosto del 14 EC hasta el 16 de
marzo del 37 EC. Tiberio estuvo asociado
a Octavio en el gobierno de las provincias
del Imperio Romano a partir del 12 EC y
luego se convirtió en emperador por
derecho propio en el 14 EC 15. Tiberio
siguió la política de Augusto, su
antecesor 16. Sus intereses y los del senado
no eran que los judíos se romanizaran. Los
intereses de Tiberio César Augusto, frente
a Palestina eran más bien simples.
Consistían en mantener una región estable
entre Siria y Egipto. No había
exclusivamente un profundo interés
económico, aunque los tributos sometían y
dominaban la población.
pueblo judío en tiempos de Jesús.
Madrid:Cristiandad, 1985, p 244. SANDERS,
E.P. Op cit. p 44.
15
MEIER, John. Op cit. p 392-3394. SCHURER,
Emil. Op cit. p 342.
16
GUEVARA, Hernando. Op cit. p 245.
Legado de Siria: L. Elio Lamia. Al
parecer la ausencia de este personaje en la
mención de Lc 3, 1-2 no es gratuita.
Algunos sostienen que para ese entonces
no había propiamente un representante
directo del emperador y el senado en la
provincia de Siria. Sin embargo, algunos
testimonios de Tácito (Anales I, 80) y
Suetonio (Tib 41, 63) sostienen que si
existía 17. Todo parece indicar que Tiberio
nombró repetidas veces legados sin
permitirles realmente el acceso a sus
provincias. L. Elio Lamia se vio afectado
por esta medida. Este personaje fue un
representante aparente, no real. Cuando
Calpurnio Pisón, anterior legado, murió en
el 32 EC, en ese año Elio Lamia fue
nombrado praefectus. Fue gobernador de
Siria aunque sólo nominalmente hasta
entonces 18.
Prefecto romano en Judea: Poncio
Pilato. Lc 3, 1-2 continúa: “…siendo Poncio
Pilato gobernador de Judea…”. Esta anotación
del evangelista nos ubica más
concretamente en la política del momento.
El gobierno de Poncio Pilato inicia cerca
del 26 EC 19 y culmina en el año 36 EC, es
decir, que su cargo abarca algo así como
diez años. También es llamativo que el
símbolo de los apóstoles identifique la
sentencia de Jesús en medio del gobierno
de Poncio Pilato, esta precisión está basada
en los cuatro evangelios canónicos y
además en los escritos apócrifos y
extrabíblicos que sugieren tal
consideración.
Judea pertenecía a las provincias
romanas de tercera clase y estaba bajo el
17
SCHURER, Emil. Op cit p 343.
18
Ibíd p 343-344.
19
MEIER, John. Op cit. p 381.389. Además
véase: THEISSEN, Gerd. Estudios de sociología
del cristianismo primitivo. Salamanca: Sígueme,
1985, p 142
dominio de un gobernador de rango
ecuestre, que gobernaba no desde Judea,
sino desde Cesarea. El prefecto era de
origen italiano y generalmente estaba al
comienzo de su carrera pública Iba a
Jerusalén sólo durante las fiestas judías para
tratar de controlar, si era necesario,
cualquier motín por parte de los judíos. Al
gobernador se le conocía con el apelativo
de praefectus lo cual sugería el carácter
militar del cargo. Estos procuradores eran
representantes del Estado. Tocaban con
asuntos financieros y ejercían la autoridad
militar y judicial. Los gobernadores de
Judea estaban sometidos a los legados de
Siria únicamente en cuestiones de autoridad
superior, en el caso contrario eran
autónomos. El prefecto romano tenía la
potestad de elegir al sumo sacerdote.
Únicamente el prefecto tenía derecho a
condenar a alguien a muerte, cuyo derecho
era absoluto. Cobraba por medio de una
red, los publicanos, los tributos para el
Imperio.
En cuanto a Poncio Pilato sabemos
que fue el quinto procurador romano.
Estaba protegido por Sejano el hombre
más influyente de Roma. Nombró sumo
sacerdote a José Caifás. A Pilato nos lo
describe Agripa como un hombre:
“inflexible de carácter, arbitrario y
despiadado” y le acusa de venalidad,
desafueros, robos, ultrajes y amenazas; de
acumular las ejecuciones sin previo juicio,
de crueldad salvaje e incesante. Pilato
provocó constantemente a los judíos: trajo
descubiertas a Jerusalén las enseñas de sus
tropas, las águilas romanas y la imagen del
emperador y hubo de retirarlas luego de
tumultos y muertes 20. Empleó dinero del
templo para obras hidráulicas, disolviendo
las manifestaciones sus soldados que,
disfrazados de judíos y armados de garrotes
20
BEAUDE, Pierre Marie. Op cit. p 189.
estaban entre la gente. Realizó, al parecer,
una matanza de galileos en el templo y
posteriormente otra de samaritanos. En sus
monedas estaban los símbolos del culto al
emperador. Se sabe que manejaba
demasiadas tensiones con Herodes Antipas
las cuales eran inevitables (Cf. Lc 23, 12).
Cuando Sejano cayó en desgracia y fue
ejecutado, Pilato se quedó sin apoyo y fue
depuesto por su superior Vitelio (legado de
Siria en ese momento).. Fue enviado a
Roma a rendir cuentas ante el emperador,
al llegar en el 37 EC Tiberio ya había
muerto, fue entonces desterrado a las
Galias 21.
Gobernante de Galilea: Herodes
Antipas Siguiendo la secuencia de Lc 3, 1-
2 “…Herodes (Antipas) tetrarca de Galilea…”
Herodes Antipas, hijo de Herodes el
Grande, recibió en herencia de su padre los
territorios de Galilea y Perea. Este
personaje nos merece una atención casi
única, pues durante su reinado en Galilea se
desarrolló el ministerio público de Jesús de
Nazaret. Sabemos que el ministerio de
Jesús fundamentalmente estuvo vinculado
a la región de Galilea, especialmente a las
aldeas rurales y a las orillas del Lago de
Tiberíades, primordialmente Cafarnaúm 22.
En cuanto a Herodes Antipas sabemos que
gobernó durante un período muy largo 4
AEC al 39 EC (cuarenta y tres años).
Galilea, la zona que le correspondió
gobernar era una zona por un lado fértil y
populosa y por otro con unos habitantes
bastante belicosos. Antipas tenía un
carácter astuto, ambicioso y amante del
lujo, aunque no era tan hábil como su
padre. Para proteger Galilea reconstruyó
Séforis. La constitución política de la
21
CALVO, Angel y RUIZ, Alberto. Op cit p 59.
22
Cf. SANDERS, E.P. Op cit. p 121 y
THEISSEN Gerd y ANNETTE, Merz. Op cit. p
193.
ciudad se acomodaba enteramente a las
estructuras helenísticas. La capital en la que
residía se denominó Tiberíades, en honor al
emperador Tiberio. Antipas manejó el
territorio con las mismas directrices de su
padre: Pagar tributo, cooperar con Roma y
guardar el orden público. Además era
bastante observante de la ley judía, por lo
que pudo de alguna manera simpatizar con
muchos judíos fieles. En general fue un
buen tetrarca, cumplió satisfactoriamente
con las condiciones de un gobierno con
éxito. Al igual que su padre acometió varios
proyectos de construcción que ayudaron a
disminuir el desempleo. Su mandato fue
largo y pacífico. Aunque su grave error
consistió en casarse con Herodías, quien
después de muchos desaciertos lo llevó a la
caída de su gobierno 23.
El Sanedrín. Sumo Sacerdote: José
Caifás. Finalmente Lc 3, 1-2
finaliza”…bajo el sumo sacerdocio de Anás y
Caifás…”. Como hemos visto los
procuradores romanos tenían la potestad
de elegir al sumo sacerdote. José Caifás
pertenecía a la poderosa familia de Anano,
a mas de que era yerno del mismo. Fue
elegido Sumo sacerdote por el procurador
Poncio Pilato. Su estadía en el cargo fue la
más extensa entre el 6 EC al 41 EC. Estuvo
al frente del sumo sacerdocio durante
diecisiete años (18 EC-36EC). El sumo
sacerdote tiene una gran influencia en la
vida política como jefe del sanedrín. Así la
aristocracia sacerdotal volvía a tener una
gran independencia en los asuntos del
Templo 24. El sanedrín era la institución
más importante en el mundo judío.
Funcionaba como un parlamento con
poder legislativo, judicial y ejecutivo,
23
SCHURER, Emil. Op cit. p 442-457. y
BEAUDE, Pierre Marie. Op cit p 46.
24
GUEVARA, Hernando. Op cit. p 244.
limitado en ciertas funciones por los
romanos. Estaba conformado por 71
miembros de tres clases: Los ancianos que
pertenecían a la aristocracia propietaria, los
sumos sacerdotes aun los retirados, la
aristocracia cúltica y los letrados o escribas
la aristocracia intelectual, casi todos
fariseos. El presidente del sanedrín era el
sumo sacerdote y debía gobernar bajo la
tutela de Roma. En algunas épocas no tenía
poder para ejecutar sentencias de muerte
sin permiso del prefecto romano 25.
II. NÚCLEO DEL PROBLEMA:
Hacia la radical novedad de un
auténtico reino.
Y a se han visto a partir de unos
antecedentes detallados y
precisos unas nociones iniciales, que nos
van a permitir penetrar y descifrar la
innovación que ofrece la Buena Noticia
del Reinado de Dios con Jesús de Nazaret
en un ambiente político hostil y supeditado
a los avatares del dominio, la explotación,
la búsqueda desmesurada, por intrigas, del
poder a toda fuerza. Un ambiente en donde
se pasa por alto el valor humano de la
persona, la dignidad del Creador y el
carácter inalienable de la libertad.
a. Problema del inicio y fin del
ministerio de Jesús de Nazaret.
Al tratar de resolver esta
problemática es imprescindible que
tomemos en cuenta las versiones que nos
ofrecen J. Meier, G. Theissen y E.P
Sanders. Habíamos dicho arriba que Jesús
ejerció todo su ministerio y fue crucificado
en el momento en el que Poncio Pilato era
prefecto de Judea (26 EC-36 EC). Esto ya
nos acorta bastante el espacio temporal. Tal
Tomado de THEISSEN, Gerd. Op cit. p 67 y
25
CALVO, Angel y RUIZ, Alberto. Op cit p 59.
afirmación aparece atestiguada por varios
escritos de la época y de los mas ilustres
historiadores. Ya se había señalado que el
texto de Lc 3, 1-2 se presenta como la
indicación temporal-histórica más exacta de
los evangelios. Nos concierne la
afirmación: “En el año quince del reinado de
Tiberio César…”. El problema es que no se
evidencia tan fácil cuál es el decimoquinto
año de este reinado. La versión mas
aceptada es entre el año 26-29 EC. No
podemos decir con rigor qué calendario
tenía el autor de Lucas al hacer el cálculo.
Sin embargo el espacio de inicio está
mínimo en el 26 EC y máximo en el 29 EC.
El relato de la perícopa de Lc 3, 1ss nos
dice que es en el contexto de esos
personajes en el que Juan Bautista inicia su
ministerio público. Luego de la entrada en
público del Bautista iniciará en Galilea su
ministerio Jesús.
Otro dato que nos parece
importante es la afirmación de Lc 3, 23.
Según este texto la edad de Jesús al inicio
de vida pública era de ‘aproximadamente’
treinta años (30). La expresión es ambigua
porque bien puede referirse a un
cumplimiento análogo de una misión en la
tradición bíblica de ciertos personajes del
AT (David, José o Ezequiel), o indicar, por
otro, la ambivalencia de la palabra
“aproximadamente”. Un dato aun más que
nos llama la atención es del cuarto
evangelio: Jn 2, 13ss: Donde aparece Jesús
en el templo de Jerusalén al inicio de su
actividad pública. Allí los judíos afirman
que el templo llevaba cuarenta y seis años
en construcción. Datos de F. Josefo nos
dicen que el templo comenzó a ser
reconstruido entre el 20 o 19 AEC. La
relación entre ambos datos que se
presentan en Jn 2, 13ss nos ubicaría en el
27 o 28 EC.
La conclusión a la que llega J. Meier
es la siguiente: El ministerio de Jesús
comenzó entre el 26 EC y el 29 EC. Jesús
había nacido durante el reinado de Herodes
el Grande (37-4 AEC y su nacimiento
aconteció hacia el final de ese reinado.
Entre el 8-6 AEC. Jesús probablemente se
encontraba entre el inicio y la mitad de los
treinta 26.
Por otro lado G. Theissen concluye
categóricamente basado en los datos
expuestos arriba que la primera aparición
pública de Jesús se produce entre los años
27 y 28 EC 27.
Y finalmente E.P Sanders se
extiende un poco mas que los dos
anteriores y teniendo en cuenta que el año
29 EC corresponde al decimoquinto de
Tiberio César está muy cerca de esta
época. 28
Ahora debemos, para concluir este
apartado, tantear cuánto pudo haber
durado probablemente el ministerio de
Jesús. Según J. Meier el relato que nos
ofrece Marcos sobre la vida de Jesús abarca
menos de un año o un año como máximo.
La razón es que Marcos sólo menciona una
fiesta judía. En cambio el cuarto evangelio
es más explícito. Durante su ministerio,
Jesús fue a Jerusalén con más frecuencia y
desarrolló allí una labor más extensa. Como
mínimo el cuarto evangelio nos exige
suponer que el ministerio público de Jesús
es de dos años y un mes. Es probable que
Jesús iniciase su actividad pública en el 28
EC y muriese en el 30 EC 29. Esta
cronología va muy bien con los datos del
cuarto evangelio que ofrece datos
históricos con una buena precisión. Será
por tanto que aceptaremos esta posición y
nos limitaremos a entender el ministerio de
Jesús de Nazaret en este marco temporal:
28-30 EC.
26
MEIER, John. Op cit p 389.
27
THEISSEN, Gerd y ANNETTE, Merz. Op cit p
183.
28
SANDERS, E. P. Op cit. p 30.
29
MEIER, J. Ibíd, p 412.
b. Ambiente social del ministerio
público.
Jesús de Nazaret desarrolla su
ministerio poco después que el de Juan el
Bautista. Escucha el juicio escatológico
inminente a Juan, es bautizado por él y
comienza a predicar en las aldeas de su
ciudad natal: Galilea. Allí se mueve en los
ambientes rurales hecho que nos sugieren
sus enseñanzas y parábolas. Visita con
frecuencia los alrededores del Lago de
Genesaret o Tiberíades. En aquel lugar
encuentra los personajes típicos de un
ambiente como este: pescadores,
publicanos, marginados sociales y a estos
invita a seguirle y les anuncia un mensaje
concreto que transforma su vida.
Visita con frecuencia, según nos
narran los evangelios, la sinagoga y además
enseña allí. La gente de Galilea se dedicaba
a la pesca y al trabajo de la tierra con el fin
de obtener alimentos para sobrevivir.
Galilea era muy fértil y su clima la convertía
en una región agrícola ideal. La vida
aldeana en Galilea estaba dominada por el
trabajo. La gente vivía en su aldea y hacían
relativamente pocos viajes. Lo hacían sólo
en ocasiones para vender sus mercancías y
comerciar con otras personas. Debemos
pensar que Jesús evitó las ciudades
precisamente en función del mensaje de su
ministerio. Aunque los evangelios nos
relatan que visitó Jerusalén todo parece
indicar que fue la única gran ciudad a la
entró. Jesús indudablemente fue un
predicador itinerante
En un ambiente en donde las
tensiones sociales eran bien marcadas, el
anuncio del Reino de Dios propuesto por
Jesús tiene sin lugar a dudas que encontrar
eco y resonancia. En Galilea, lugar
privilegiado de la predicación del
Nazareno, existía una fuerte presión entre
los habitantes de la región la mayoría judíos
y unos paganos. A veces no era fácil la
convivencia y esto, por tanto, dificultaba la
relación. Además Galilea estaba rodeada de
ciudades –repúblicas-helenísticas. Herodes
Antipas promovió esta cultura en el
corazón de Galilea con la construcción de
Séforis y Tiberíades. Las ciudades de
influencia helenística mantenían una
relación conflictiva con el entorno judío
por su cultura helenística y la riqueza
concentrada en ellas. Una tensión muy
marcada en la Galilea de Jesús es la
diferencia abismal entre ricos y pobres. El
campo constituía, como lo decíamos arriba,
la fuente principal de ingresos; la estructura
social estaba muy ligada a la propiedad
rural. Era pues antagónico que grandes
terratenientes y pequeños labradores
convivieran en Galilea por esta época. Los
grandes terratenientes practicaban el
absentismo; vivían en la ciudad, el campo
era una fuente nutrida de explotación para
ellos. Mientras que los pequeños labradores
que perdían sus tierras por el sistema
económico impuesto o la presión de los
impuestos, pasaban a ser colonos,
emigraban o aumentaban el número de
jornaleros, mendigos y salteadores de
caminos. Y finalmente otro malestar que
debemos resaltar de Galilea es la situación
entre dominadores y dominados. El
gobierno indirecto de Roma no era, ni
mucho menos, de agrado para los galileos.
A más porque según algunos estudiosos del
NT promovieron algunas rebeliones en
ciertos momentos. Pese a todo en un
tiempo marcado por la crisis el tiempo de
Jesús fue relativamente sosegado y esto
explica de algún modo porqué la respuesta
de Jesús a esta situación fue “pacífica”. El
reino de Dios que él anunció estaba ya
oculto en el presente, pudo coexistir con el
dominio de los romanos y los herodeos, en
un marco distinto, novedoso y salvador 30.
30
Cf. THEISSEN, Gerd y ANNETTE, Merz. Op
cit p 195-203
c. Centro de la predicación del
ministerio público.
Estudiosos, intérpretes, exegetas,
teólogos y demás concluyen con gran
unanimidad que el centro del anuncio del
mensaje de Jesús de Nazaret consiste en lo
que los evangelios sinópticos denominan:
El Reino de Dios (Βασιλεια του θεου). En
razón de que es un tema demasiado
extenso y que sólo nos hemos propuesto
indagar una perspectiva de este, lo haremos
aquí para efecto de tal propósito.
Definir el Reino de Dios del que habla
Jesús, explícitamente, no es una tarea
prometedora porque el mismo Jesús ni
siquiera intentó hacerlo, sólo se propuso
expresarlo mediante las parábolas. Unos
signos, a más de todo, expresaban en la
realidad de sus oyentes la irrupción de este
reino. La expresión “reino de Dios”
aparece 14 veces en Marcos, 50 en Mateo y
unas 40 en Lucas. En cambio aparece muy
pocas veces en el cuarto Evangelio, Pablo y
demás escritos del NT. El hecho de que se
silencie fuera de los escritos sinópticos esta
expresión nos hace pensar en dos hipótesis:
Una el hecho de que los primeros
cristianos entendieron este reino en la
persona misma del Señor Jesucristo,
muerto y resucitado. Otra que en medio de
la dominación del imperio lo mejor era
evitar conflictos de carácter socio-político.
La idea de Reino de Dios hunde sus
raíces en las expectativas mesiánicas del
AT. Ya lo veíamos en el apartado de la
teocracia judía. La esperanza de un Mesías-
SANDERS, E.P. Op cit 125ss.
STAMBAUGH, John y BALCH, David. El Nuevo
Testamento en su entorno social. Bilbao: DDB,
1993. p 115-121. PENNA, Romano. Ambiento
histórico cultural de los orígenes del cristianismo.
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cristianismo primitivo. Estella: Verbo Divino,
2001. Aprox p 238-240.
rey con un reino político-militar-religioso,
no era extraña en los diversos
contemporáneos de Jesús. Posiblemente el
hecho de centrarse casi obsesivamente en
esta idea, hizo olvidar a muchos de la
necesidad de conversión individual, del
anuncio del reino y la libertad a los pobres,
de la verdadera adoración a Dios, del culto,
del Templo etc.
Pero el Reino de Dios en Jesús se
atestigua en su predicación, (Cf. Mt 11, 19),
sus obras (Mt 8, 16-17) y la cercanía
amorosa del Abbá (Cf. Mt 6, 9). Es
indudable que las expectativas de sus
coetáneos no van por ese lado. Es más,
Jesús mismo renuncia a ser proclamado rey
(Cf. Jn 6, 15). Ya Él no es el Mesías que
triunfa desde el trono de la majestad servil,
sino el que ensalza al abatido desde la cruz
reparadora del mal, la opresión y el pecado.
Las condiciones para acercarse a este
auténtico Señor Mesías sirviente, entregado
y donado, son bien distintas (Cf. Mc 8, 34-
38). Ahora el mayor en la comunidad no es
aquel a quien le sirven, sino aquel que
consciente de la gratuidad del αγαπη de
Dios en su vida va gastando lo que tiene en
servir. Ahora no valen los primeros sino los
últimos, los que son dominados,
explotados, excluidos, ajusticiados,
rechazados, vilipendiados. El verdadero poder
del Reino de Dios en Jesús es la δυναµισ del
αγαπη que lo ofrece todo hasta lo último: La
vida.
El Reino de Dios en Jesús irrumpe
novedosamente (Cf Mt 20, 24-28; Mc 10,
41-41; Lc 22, 2-27). “No así entre
vosotros”, es el αγαπη y la διακονια en
el ámbito fraterno de la comunidad, lo que
sustancialmente distingue el Reino de Dios
en Jesús y el reino arrollador del imperio y
la aristocracia judía. Las intrigas, la lucha
por el poder, por la relación vertical, no
tienen ningún lugar entre los discípulos
seguidores del Maestro Jesús.
 En el Reino de Dios proclamado por
Jesús hay un misterio. Ese misterio es la
múltiple riqueza con la que aparece el
reinado de Dios. Jesús vive apasionado por
el Reino de Dios, se conmueve y actúa
como respuesta a esto ante el sufrimiento
de los seres humanos y se deja tocar por la
causa de los débiles y sin voz. El Abbá es su
seguridad, compañía, alimento. Sin duda el
evangelio es Reino de Dios. El Reino de
Dios sucede cuando los hombres dejan que
el Padre sea soberanamente rey en sus
vidas a la vez que reciben su gracia en Jesús
y la comunican a los hermanos
convirtiéndose en vida y vida generosa e
incondicional. El proyecto del Reino de
Dios en Jesús es la realización del ser
humano comunicando vida, libertad,
promoviendo a los demás y creando
comunidad con ellos. Las bienaventuranzas
expresan realmente esta dinámica. Las
parábolas de Jesús son el lenguaje del
Reino, su expresión, su manifestación
gozosa. El reino no deja de ser en la vida
de los hombres una realidad futura,
inmanente, presente y transformante de la
realidad humana en toda su plenitud.
Aquellos que para el imperio y la
aristocracia judía no contaban para nada,
son los destinatarios del reino. Las palabras
de Pablo cobran de este modo valor y
vigencia (Cf. 1 Co 1, 17-31). Estos que para
Jesús son los destinatarios inmediatos del
Reino: los pobres y los pecadores, los
enfermos, los ignorantes, los niños y las
mujeres.
Las palabras de J. Gnilka nos ponen de
manifiesto la realidad del Reino de Dios en
Jesús que se hace presente:
“El mensaje acerca del amor de Dios, que
transforma el ser, ese mensaje que las
parábolas nos ofrecen, no podrá plenamente
entenderse, hacerse eficaz y convencer sino en
el contexto de la vida de Jesús, donde el
realizó ese amor. Si aconteció el Reino de
Dios alguna vez, entonces él fue quien lo
hizo acontecer” 31.
d. Reino de Dios y poder humano.
La gran diferencia entre Reino de Dios
y reino de los hombres, está referida al
poder. El poder humano es el poder de la
dominación y la opresión, en cambio el
poder de Dios es el poder del servicio y la
libertad. Los reinos y las naciones de este
mundo vienen todos en su estructura por el
poder de la fuerza y la violencia. El Reino
de Dios viene por el amor al enemigo, el
poder del servicio espontáneo que las
personas se comunican entre si. Es
interesante que Jesús caracterice el poder
de dominación como típico de los
gobernantes gentiles. Es posible que
estuviera haciendo alusión al Emperador y
a Poncio Pilato. Aunque Jesús con toda
seguridad era consciente que los judíos
podían ser también opresores. La
oposición de Jesús al modo de concebir la
ley según los maestros judíos, radicaba en
la opresión y dominación que ejercían
mediante ella, cuando en realidad Dios la
había establecido para realizar la vida de los
hombres en la libertad amorosa y la
convicción del bien.
En la estructura del Reino de Dios, el
poder, la autoridad y la ley serán puramente
funcionales. Lo único que hará será
expresar las medidas necesarias para que las
personas entre sí se sirvan mutuamente de
una forma voluntaria, fraterna y eficaz 32.
Por lo tanto el reino viene a aquellos
que conscientes de su necesidad de Dios lo
buscan desde su pequeñez y desde la
entrega constante y asidua a los hermanos.
No siempre es fácil esto, sin embargo el
reino de Dios sobreviene en la oscuridad e
31
GNILKA, Joaquim. Jesús de Nazaret, Mensaje
e historia. Madrid: Cristiandad, 1980, p 121.
32
NOLAN, Albert. Op cit. p 92-97.
incluso a pesar del fracaso 33. El poder del
reino se efectúa en aquellos que como los
pobres y los afligidos son aquellos que no
tienen nada que esperar del mundo, pero
que lo esperan todo de Dios, los que no
tienen mas recursos que en Dios, pero
también que se abandonan a él, los que en
su ser y en su conducta son mendigos ante
Dios 34. Dios quiere estar presente y estará
presente en todos los que tienen necesidad
de él, para cada uno en particular según la
diversidad de sus aspiraciones y de sus
insuficiencias personales. El poder
transformante del reino es que está por-
venir, y entrar en el Reino de Dios es entrar
en la vida, en la alegría. Esto es una tensión
de conversión permanente pues “el futuro
está a veces como ya presente, a veces
como indefinidamente lejano”. En el
anuncio que Jesús hace del reino, hablar del
presente es hablar al mismo tiempo del
futuro y viceversa. El futuro de Dios es
salvación para quien sepa tomar el ahora
como el presente de Dios y la hora de la
salvación 35.
Excursus.
El lavatorio de los pies, en la cena de
despedida según el cuarto evangelio,
expone con profundidad teológica los
gestos más sublimes y sinceros del Señor
Jesús expresando con una novedad especial
en qué consiste vivir y actuar de acuerdo a
las exigencias fundamentales de un
auténtico Reinado divino en los hombres.
Jesús decide en efecto mostrar a sus
discípulos cuál va a ser la obra de su amor
por ellos y por la humanidad,
interpretándola en clave de servicio. Para
ello, se despoja de su manto, que hace parte
33
BORNKAMM, Günter. Jesús de Nazaret.
Salamanca: Sígueme, 1975, p 75.
34
Ibíd, p 81.
35
Ibíd, p 98-100.
del atuendo exterior, y se ciñe un paño o
delantal, propio del que sirve.
Como imagen de esa obra suya con los
hombres elige Jesús la acción de lavar los
pies a los discípulos. Lavar los pies a
alguien era un signo de acogida y
hospitalidad o deferencia. Normalmente, lo
hacía un esclavo no judío o una mujer;
también la esposa a su marido, los hijos e
hijas al padre, en definitiva, siempre un
inferior a un superior; éste último era
siempre un hombre libre, un "señor".
Así se deduce el significado del lavado
de los pies: Jesús, que es el Señor, el
hombre libre por excelencia, se hace
servidor de los suyos, dándoles, de esta
manera la categoría de "señores". A través
de su muerte, su obra será, por tanto, hacer
hombres libres, darles su dignidad y crear la
igualdad. Ése va a ser su gran servicio a la
humanidad y el fruto de su amor hasta el
fin. Lo hará comunicando a los hombres el
Espíritu, la vida divina. De este modo,
haciéndolos nacer de Dios, los colocará en
el umbral de su plenitud humana. Desde
esta misma actitud sus discípulos podrán
hacer lo mismo a quienes deciden
vincularse a la realidad del servicio en la
comunidad, viviendo el legítimo Reinado
de Dios.
"Dar la vida" formula el caso extremo
del servicio al ser humano; éste incluye una
extensa gama de actividades que lo
promocionan, lo humanizan y lo hacen
crecer y madurar.
Por otra parte, al ponerse Jesús,
presencia de Dios entre los hombres, a los
pies de sus discípulos, destruye la idea de
Dios creada por las religiones: Dios no
actúa como soberano celeste, sino como
servidor del hombre. El trabajo de Dios en
favor de la humanidad (Jn 5,17) no se hace
desde arriba, como una condescendencia,
sino desde abajo, levantando al hombre al
propio nivel. En consecuencia, ni el deseo
de hacer bien puede justificar ponerse por
encima del ser humano, pues esto
equivaldría a ponerse por encima de Dios,
que sirve al hombre y lo eleva hasta él.
Invalida así Jesús todo dominio y
deslegitima todo autoritarismo. La única
grandeza está en ser como el Padre, don
total y gratuito de sí mismo.
Si no se admite la igualdad, no puede
estar con él. Hay que aceptar que no hay
jefes, sino servidores. Jesús, el Señor, es
miembro de una comunidad de servicio; y
quien rechaza este rasgo distintivo de su
grupo queda excluido de la unión con él.
Jesús, el Maestro y el Señor, los ha
colocado a ellos en su mismo nivel. Los
hace iguales y los trata como iguales. Ellos
deben hacer lo mismo. En su comunidad,
las diferencias no han de crear categorías;
las dotes personales o las funciones
comunitarias no justifican las pretensiones
de superioridad. No hay más funciones que
las que requiere la eficacia del amor mutuo,
y éstas nunca deben opacar la relación
personal de hermanos. La estructura de la
comunidad no será piramidal, con estratos
superpuestos, sino horizontal, todos al
servicio de todos.
Al lavarles los pies Jesús les ha
mostrado su actitud interior, la de un amor
que no excluye a nadie, ni siquiera al
traidor. Si lo llaman “Señor”, han de estar
identificados con él; si lo llaman “Maestro”,
han de aprender de él. Jesús es Maestro,
porque con su acción, que preludia su
muerte, les da la experiencia de ser amados,
y así les enseña a amar con un amor que
responde al suyo (Cf. Jn 1,16).
Jesús es Señor porque es
soberanamente libre. Su señorío, como el
de Dios, no se ejerce dominando, sino
dando al ser humano una fuerza que desde
su interior lo lleva a la expansión. No
somete al hombre, sino que lo desarrolla.
Jesús no es Señor porque imponga su
voluntad; incluso su seguimiento es una
asimilación a él (Jn 6,53s: “comer su
carne”), no una obediencia. Él no suprime
la libertad, sino que la exalta, para acercarla
a la suya 36.
III. CONCLUSIONES: Del poder
dominante en el reino humano del
imperio al poder del αγαπη en el
Reino de Dios con Jesús de Nazaret.
1. El Reino de Dios que nos presenta
Jesús, es un reino que entra en una
dinámica de novedad para los seres
humanos. Está llamado a transformar
este mundo, conociendo la realidad de
este mundo, pero desde el poder
cristiano del servicio, la libertad, el
amor incondicional que da la vida hasta
el extremo. El poder de Dios en su
reino no se centra en la opresión de los
hombres sino en la misericordia y el
perdón gratuito que se hace realidad en
el que al estilo de Jesús, el Señor
Resucitado, lo manifiesta a los hombres
en el triunfo de la vida sobre toda
forma de muerte.
2. El Abbá de Jesús es soberano desde el
servicio al hombre, que se revela allí
donde cada hombre vive la pasión y el
amor de Jesús por los pobres,
necesitados y excluidos, de aquellos que
por si mismos carecen de la posibilidad
real de una vida digna y libre de toda
esclavitud y pecado. Es en la
κοινονια donde se vive la verdadera
διακονια.
3. El hombre que siendo, discípulo atento
y solícito del Señor Jesucristo
Resucitado, da la vida por el hermano
36
Cf. MATEOS, Juan y BARRETO, Juan. Juan.
Texto y comentario. Córdoba: El Almendro, 2002.
 en la insignificancia de la vida cotidiana, sabido aprovechar en el instante presente,
del deber, de la ayuda incondicional; ninguna eternidad nos lo devolverá”.
vive el verdadero poder del Reino.
Aquel que no escatima esfuerzo para
levantar, orientar, acoger y revelar el
Rostro transfigurado de Jesús, ése sabe
y entiende que el poder nace de un
corazón desbordado en raudales de
vida sin límites.

4. El Reino de Dios se cumple allí donde

hay libertad creadora, la misma que
movió el corazón generoso de Dios en
la creación y en la Resurrección de
Jesús, el Cristo. Donde se eliminan por
la fuerza del αγαπη todo dominio del
pecado, el poder servil, la anulación y la
exclusión del hombre, imagen de Dios.
5. En la renuncia activa y efectiva a la
violencia se expresa un Reino que
vence todo obstáculo y limitación para
amar sin fronteras, sin discriminación,
para hacer el bien siempre y en todo
momento, para bendecir y desear la
prosperidad a todo aquel que siente
desfallecer.

6. Este poder del Reino de Dios no es

simple y vaga utopía. Se hace realidad
en la persona misma de Jesucristo que
acepta hasta lo último, hasta el final,
hasta la muerte la voluntad del Abbá y
vive una vida de significativa
solidaridad con los hermanos. Allí
donde cada hombre se decide y opta
por realizarse en la aventura del reino
de la vida, del servicio, de la verdad, de
la justicia y de la misericordia. La
soberanía de Dios se hace presente en
el αγαπη de Jesús para los hombres.

Es preciso decidirse a vivir este poder del Reino de

Dios porque como decía el poeta romántico
alemán F. von Schiller: “Lo que no se ha
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