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Curso – Ética de la felicidad – Modulo 1

MODULO 1

ASPECTOS CENTRALES DE LOS ESTUDIOS ÉTICOS

Objetivo módulo 1

Objetivo módulo 1

En este Módulo 1 se ofrecen cinco textos de autores de distintas posiciones éticas como son
Jaspers y Preston y las interpretaciones de los profesores Lezama, Hortal y Prado, a partir de los
cuales se presentan los temas y doctrinas éticas desde las cuales es posible deslindar una
posición ética de la felicidad.

Objetivo: Diferenciar la posición de la ética de la felicidad respecto de otras doctrinas morales para
examinar su importancia en la vida de los seres humanos en nuestro contexto vivencial.

Contenidos: Consideraciones sobre la ética, los valores y los principios de la moralidad. La moral
cristiana y sus principios. La moral del deber-ser. La moral de corte social. Orientaciones sobre la
felicidad.

Metodología: El participante del curso podrá hacer sus resúmenes escritos de las lecturas que se
le ofrecen y estudiarlos para ir perfilando las enseñanzas de la ética de la felicidad. Tiempo
autónomo.

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La ética de la felicidad tienen que ver con unas posiciones que a mi juicio son relevantes
y que tienen muy buenos argumentos también para expresar posiciones que son adecuadas
a esas doctrinas éticas. Como este es un curso académico, la idea es que también el participante
tenga la oportunidad de fortalecer esos argumentos que son contrarios y al mismo tiempo pueda
deslindar cuál es el sentido de la felicidad que estamos proponiendo en el curso.
He colocado como oposiciones allí. Entonces una se refiere al problema del deber ser, que es
básicamente toda la teoría kantiana, versus el concepto de felicidad que vamos manejando dentro
del curso. La segunda oposición corresponde al bienestar que es propia del utilitarismo imperante
hoy día y lo vamos a confrontar también con la idea de la felicidad.
La otra posición se refiere al sinsentido y todo lo que tenga que ver con esta posición y confrontado
también con la felicidad. Y por último la noción del relativismo expuesta por algunos autores que,
aquí tengo un texto que vamos a trabajar, en oposición con la idea de felicidad que estamos
planteando.
Tenemos dos posiciones acá: una tiene que ver con el texto de Kant de la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, es un texto que es importante aquí, y otro texto de una autora de
apellido Fernández que nos va a examinar la teoría kantiana especialmente en la noción del deber
y la obligación moral referida específicamente al imperativo categórico y desde el cual Kant deja de

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lado la noción de felicidad por cuanto se está concentrando en la noción de deber y la obligación
que desde la razón nos surge de esa posición del cumplimiento del deber. Se trata de que todas
las acciones que uno vaya a realizar tienen como presupuesto el que el ser humano, que designé
ahí como la humanidad, es fin en sí mismo y no medio; entonces, en el enunciado del imperativo
categórico, uno tiene que pensar la acción que va a realizar en función de lo que sea benéfico para
toda la humanidad entonces en ese sentido las posiciones relativistas se dejan de lado.
Lo principal aquí es el cumplimiento del deber, porque la idea de felicidad que está manejando
Kant allí, él la examina es desde la posición del placer sensible; desde los sentidos. Uno actúa de
acuerdo con el deber, pero ese cumplimiento de la acción si te hace feliz o no, pues, es un plus
que tú ganas, pero lo esencial es que en el cumplimiento del deber se condensa toda la máxima de
la ética kantiana allí. Cumplo con mi deber y eso es lo que tengo que hacer moralmente desde el
punto de vista kantiano. Ahora, desde el punto de vista de la teoría de la felicidad, yo he dicho que
la felicidad produce también esa acción del cumplimiento del deber, pero más desde el disfrute de
la existencia. Entonces se rescata esa dimensión que queda por fuera en el caso de la teoría
kantiana.
En el utilitarismo, esta teoría puede referirse a un aspecto que a mí me parece valioso y es que,
dada la idea que Stuart Mill tiene del disfrute del placer en, primero, el tipo de experiencias que uno
vaya teniendo: cuanto más placer tengas, referido a todos tus sentidos, a todas tus dimensiones,
se te va modificando y cualificando el criterio para decidir qué es lo más benéfico, qué es lo más
útil para tu existencia. Lo que no creo yo que es, digamos total, dentro de esta concepción es que
puede generar específicamente esa concepción que hoy día hay como que lo benéfico se refiere a
lo eficaz o a lo instrumental.
Hay acciones que uno realiza y que son autosuficientes y que dan esa dimensión de cualificación
para uno poder vivir feliz. Acordémonos que ese criterio utilitarista es aplicado dentro de políticas
de tipo económicas, para hacer distribuciones. Ayuda a todos los seres que habitamos una nación
o un estado, pero puede difuminarse en que la individualidad queda por fuera.
El otro aspecto que tiene que ver con el sinsentido de la existencia tiene que ver mucho con el
problema del nihilismo como el problema de que si ya no hay algo determinante, ya no hay una
idea de verdad, de unidad, una idea de ser o una idea de bien, configurada, entonces las personas
tienden a pensar que todo está permitido, todo nos favorece, etc., entonces dentro esta idea de la
felicidad, la misma vivencia de la felicidad se convierte como en un criterio desde el cual vamos
moldeando lo que es más adecuado para vivir una vida feliz.
El sinsentido de la existencia no cabe dentro de una posición de la felicidad porque esta es una
posición afirmativa, es una posición que pretende recoger todas las dimensiones de la existencia
humana y ponerlas en función de una cualificación de la existencia; yo diría como de un alto
humanismo, digámolo así.
Y por último, las posiciones del relativismo. Pues estas tienen, son muy comunes hoy día y se
expresan en esa máxima de que yo puedo pensar de la felicidad lo que me dé la gana.
Todo es relativo, entonces si, por ejemplo, se hace alusión a un disfrute de un bien que
individualmente me da un cierto placer, de tipo sensible, pero que con ello estoy afectando a los
otros, entonces dentro de esta dimensión de la ética de la felicidad, la felicidad también es algo que
es social, es un bien que es para todos los seres humanos y es una oportunidad, como decía en la
invitación, para que nos demos nosotros esa ocasión de poder pensar a fondo la idea de la
felicidad, y la vivamos. De eso se trata: de tener una vida feliz.
Lo común es escuchar posiciones que son de tipo pesimista o que son relativistas, o que se
centran exclusivamente en el problema del deber y dejan de lado lo que creo yo que es para uno
que es poner todas sus potencialidades de felicidad para llevar una vida auténticamente feliz.
El conflicto que ella ve entre el problema de la felicidad y la cultura en la obra de Kant. Ella nos da
a entender entonces cuál es esa oposición que se da allí entre lo que es la naturaleza y la razón y
nos plantea una solución allí que para ella es satisfactoria especialmente referida al tema de la
historia como un ideal imaginativo que permite, digamos, pensar la noción de felicidad en Kant;
aunque quedaría más como en un propósito de tipo histórico.
Bueno, este autor examina las teorías de lo correcto, para la cual va a hacer unas oposiciones
entre lo que serían las llamadas corrientes o doctrinas que se apoyan en la concepción utilitarista.
Esas serían las que designé ahí como doctrinas teleológicas, es decir, aquellas que apuntan a un
bien, a una finalidad, que en ese caso es el bien, y otras que están referidas a procedimiento, a la

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manera como uno realiza las acciones y en este caso el criterio es lo correcto y lo incorrecto de las
acciones, que es diferente del criterio de bien que en la antigüedad se estudia en la ética.
Este autor es el que nos va a dar luces para darle consistencia teórica a las posiciones del
relativismo que él las centra como una concepción que nos refiere a discursos de tipo metaéticos,
o sea que están por encima de la eticidad, y eso metaético aquí se refiere más es a los contextos
sociales, entonces de esos contextos sociales, él va a plantear que no existe, pues una verdad
determinada o única, en fin, dentro de la concepción ética, entonces los que él pretende es como
establecer cuál sería una posición moderada frente a esas nociones. Llegaríamos a una posición
que él designa como un relativismo normativo de las acciones para poder realizarlas. Entonces
estas posiciones son interesantes pues porque documenta bastante de la posición del relativismo.
Éticas pluralistas. Estas éticas pluralistas se refieren específicamente a concepciones que tienen
explícitamente la idea del placer, o la idea de la virtud, o también la idea de la justicia y lo que él va
a establecer en este texto es como una mixtura de diferentes aspectos de estos que he señalado
para uno poder llevar una vida como correcta dentro de los planteamientos de la ética actual.
Bueno en esta posición, yo creo que después de examinar un poco la noción del relativismo
también, Albert va a mostrarnos una noción del valor que rescata desde el punto de vista de la
fenomenología de Husserl. Entonces empieza mostrar, a hacer una descripción de cuáles son esos
estados de valor, para que desde allí nosotros podamos tener una conexión con el mundo desde el
concepto de intencionalidad.
El texto va a mostrarnos a nosotros como cuál es el horizonte antropológico desde el cual nosotros
podríamos vivenciar la ética hoy día, entonces cuáles serían los criterios dentro de un
planteamiento antropológico es decir de realce de la existencia humana, y del ser humano para
poder vivir éticamente y creer, pues, que esa es una posición un poco moderada respecto del
relativismo que se da hoy día o también de las concepciones que pretenden ser objetivistas dentro
de la ética.
Yo invito de una manera especial a los participantes a que no le vayan a tener ningún miedo a
adentrarse dentro de estos conceptos y tratar de meditarlos y dialogar con los autores porque es
en ese diálogo donde se va a construir una posición razonable de qué es lo que entendemos
nosotros acá por la felicidad.

Resumen de los materiales de lectura

En este Módulo 1 vamos a construir los argumentos que nos conducirán hacia el planteamiento de
una ética de la felicidad. Para ello se ofrecen estas lecturas:

Usted deberá estudiar a J. R. Lezama en su texto La ética, los valores y la moral. Tenga
presente la manera como se explica la naturaleza del valor desde las posiciones subjetiva, objetiva
y sintética. Desde esta última perspectiva entendemos la ética como una reflexión filosófica sobre
nuestra conducta. Ese recorrido le permitirá abordar el tema de las actitudes y virtudes referidas al
acto moral.

Después usted estudiará la semblanza de Sócrates del filósofo Karl Jaspers. En este escrito
Jaspers elabora la imagen del filósofo de la moral en Occidente con los atributos que le hacen ser
aún hoy día un hombre sabio en el conocimiento de la naturaleza humana y en la manera más
sabia de conducir sus acciones. Sócrates indaga en su interior para descubrir la verdad en su auto-
conocimiento. Allí conoce el bien moral y decide practicarlo. En ese conocimiento encuentra el
sentido de la vida propia y el de la de todos los hombres. Sócrates conoce el bien y lo practica,
convirtiéndose en ejemplo de vida buena y feliz. Jaspers encuentra en la personalidad de Sócrates
el significado auténtico de una vida virtuosa, buena y dichosa.

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Con el artículo de Ronald Preston La ética cristiana (pp. 145-163), se ofrece una ilustración sobre
la idea de la ética en el cristianismo. La consideración de Preston sobre los problemas éticos del
pensamiento cristiano parte de una visión general de la ética cristiana cuyo centro es la figura de
Jesucristo. Luego centra su atención en el fundamento de esta ética en el contexto del Nuevo
Testamento, en especial, en el ministerio de Jesús, para luego examinar la ética enseñada por
Pablo. Al final de su escrito el autor informa sobre las críticas que se han formulado en los últimos
años a esta ética cristiana. En este recorrido no hay que perder de vista la idea trascendente de
felicidad que está en la base de la ética cristiana.

Para complementar estas reflexiones, usted estudiará el artículo del Padre Augusto Hortal,
S.J. Utilitas: la dimensión práctica de la formación universitaria. El padre Hortal examina el
concepto de la Utilitas dentro de un modelo concreto de educación moral y nos va indicando hacia
dónde conduce la felicidad en este tipo de vida práctica moral. Muestra la Utilitas como servicio
diligente y competente hacia los otros, para lo cual forma la universidad en la profesión. En ésta se
descubren los bienes intrínsecos y los extrínsecos que al ser realizados en la práctica profesional
conducen hacia una vida plena en el servicio feliz a los demás.

La última lectura son unas páginas escogidas del artículo de J. Prado Galán Felicidad, deber y
discernimiento: Una propuesta novedosa. El autor está preocupado por la idea de permisividad que
expresan los sectores conservadores de la sociedad, cuando creen que en la actualidad estamos
ante una ética del "todo vale" porque se imaginan que ya no hay valores. A ellos les preocupa que
estemos viviendo una decadencia moral. Como reacción ante esta situación, atacan a las éticas
hedonistas que proponen el placer en su planteamiento moral. Sostienen que las éticas
eudemonistas, que sobrevaloran la felicidad, olvidan aspectos éticos elementales que tienen que
ver con el deber. Y acusan a las éticas de discernimiento por promover el relativismo moral. Sin
embargo, el autor encuentra otro camino en el disfrute de los placeres suaves, desde la
perspectiva del filósofo X. Zubiri, para plantear de nuevo este camino de la felicidad.

Conceptos éticos

Conceptos éticos necesarios

Ética

La ética la vamos a entender como la reflexión amplia sobre el tema de la conducta humana de
acuerdo con el vocablo griego ethos: costumbres, hábitos, modos de vida. La amplitud se refiere a
las distintas doctrinas que se han estudiado y propuesto sobre el modo de proceder y vivir en la
cultura occidental de la cual nosotros hacemos parte. Así encontramos diversas doctrinas.

La que viene de la tradición griega antigua con Sócrates, Platón y Aristóteles (384-322 a. C.). En
ellos se encuentra una especial preocupación sobre el modo de alcanzar una vida dichosa bajo la
guía de la razón como conductora de nuestros actos. Se desprenden de sus consideraciones dos
doctrinas: una que estudia el tema de la virtud humana (areté) mientras que la otra se refiere a la
felicidad (eudaimonía). Durante el período de actividad filosófica de Sócrates y Platón encontramos
otros filósofos que plantean otros modos de vivenciar la vida, como los sofistas desde la oratoria y
el arte retórico.

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Después de la muerte de Aristóteles encontramos otros modos éticos de pensar: los escépticos,
los cínicos, los cirenaicos, los epicureístas y los estoicos. Nos interesan de manera especial, estas
dos últimas doctrinas, porque en ellas se encuentra planteado el tema de la felicidad humana en
relación con la virtud. Esta se considera como el tipo de vida más digna que un ser humano puede
llevar y se le da un matiz de ser una forma tan elevada de vida, que quien la realice en esta
existencia, se convierte en un ser divino. Esas prácticas vitales serían parecidas a las que llevan
los dioses y, en este sentido, que un mortal acceda a este tipo de vida tendría la vida más dichosa,
y en eso consistiría la felicidad.

Otras doctrinas éticas que tenemos en Occidente se desprenden de las concepciones religiosas
del mundo como la judeo-cristiana, la islámica o de otras maneras del pensar oriental como el
confucionismo o el budismo, de las cuales hoy se buscan aplicaciones prácticas en modelos de
vida occidentalizados, algunos de corte psicológico o el de los motivadores que pululan entre
nosotros vendiendo paquetes de vida exitosa. Esas prácticas y aplicaciones sólo toman las
técnicas de meditación y las despojan de su carácter religioso.

A partir del período del Renacimiento se abre un horizonte nuevo para las doctrinas éticas pues el
énfasis recae en el hombre que vive en sociedad y de esta forma serán relevantes los trabajos que
centran su reflexión en los aportes sociales basados en la razón. Esta orientación humanista y
social de la ética tiene una significación importante en los planteamientos éticos actuales. Pero con
ellos se abandona el ideario de la felicidad antigua.

En la época de la Modernidad se divide el problema de la acción humana en dos: los que sostienen
como fundamento de nuestros actos un principio exterior (éticas heterónomas) y quienes dicen que
este principio es interior (autonomía moral). Esta última marcará el sendero que transite la reflexión
ética actual, sólo que tomando especiales distintivos conceptuales que designan otras doctrinas
como el utilitarismo, el consecuencialismo, el deontologismo y las actuales posiciones liberales,
comunitaristas, del racionalismo crítico y las éticas dialógicas. El énfasis está puesto más en la
ética o moral que en la búsqueda de la felicidad.

Consideraciones éticas actuales abordan los asuntos de la acción humana centrados en temas
específicos de aplicación como la ética y el medio ambiente, la bioética, la biopolítica, la ética de
los negocios y la responsabilidad social empresarial, el aborto, la pobreza en el mundo, y otros
más.

Este panorama indicativo de las doctrinas éticas deja en claro que el abordaje de los problemas
éticos tiene una amplia variedad de enfoques que reflejan las inclinaciones conceptuales sobre las
acciones humanas que han preocupado la mentalidad occidental. Pero también indica el abandono
de la reflexión sobre la felicidad e ignora un plantemiento de la ética de la felicidad.

En cada una de ellas encontramos elementos comunes, como el carácter reflexivo desde el que se
abordan las cuestiones. Diríamos que ellas se enmarcan en el panorama de lo razonable, es decir,
dentro de la búsqueda de los argumentos y principios que sean mejores para la orientación de la
conducta humana.

Otro elemento de la reflexión ética es su carácter provisional en el sentido de que la conducta


humana comporta siempre la idea de la movilidad, pues trata sobre ese fenómeno humano que es
cambiante. Somos seres históricos que poco a poco nos vamos haciendo más humanos en el
medio de la cultura humana. Por eso se requiere un planteamiento antropológico que sustente la
ética de la felicidad.

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Pero como nos encontramos con los otros, la ética es hoy día la disciplina filosófica en la cual
reflexionamos sobre nuestras acciones en relación intrínseca con los otros. Esta no es una
actividad aislada sino que nos pone en esa relación dialogal con los otros para poder encontrar con
ellos las mejores formas de vida social y colectiva. Referido a la ética de la felicidad este asunto se
funda en una cultura de la felicidad.

El otro elemento común de estas doctrinas se refiere a la acción. En este sentido cada una de
esas doctrinas expresa sus máximas o principios de vida para orientar las acciones de los seres
humanos. La ética busca incidir en las acciones. Luego de saber los principios que cada una de
ellas le indican, el ser humano puede actuar. La ética sirve para actuar de la manera más
inteligente que descubramos en la acción dialógica de nuestras acciones. Esta es la explicación
por la cual algunos autores designan algunas de estas doctrinas como prescriptivas o normativas.
El enfoque de la ética de la felicidad también tiene su práctica en la realización de las acciones
felices.

Conceptos éticos
Moral

La moral (mos, more) es otro sinónimo del vocablo ética y designa las costumbres de un pueblo.
En la formación de las costumbres de los pueblos de América Latina es patente la influencia del
pensamiento religioso cristiano desde el cual se asoció lo moral con el cumplimiento de los
preceptos religiosos: los diez mandamientos bíblicos o los preceptos de la Iglesia.

Desde la cosmovisión cristiana se generó un significado, presente en el uso cotidiano, según el


cual la moral son las creencias propias que orientan el actuar bajo los parámetros del bien y
evitando el mal.

Con la penetración de otras religiones en el continente, la moral se asocia con esa idea de bien,
pero con la orientación y significado propio de cada una de ellas. En algunos autores del
pensamiento iberoamericano encontramos esta distinción entre ética y moral. En los autores
ingleses y norteamericanos, así como entre los alemanes y franceses, esta distinción no es
significativa en el plano académico y más bien hablan de una reflexión sobre la vida práctica. En
este sentido cuando se aborda la ética nos encontramos en el plano de la fundamentación de las
doctrinas y sus valores y no en la dimensión de la moral propia de las religiones.

Valores

Los valores los vamos a entender desde la perspectiva ética. En este sentido el valor es una idea y
ésta la entendemos como una forma, como el aspecto de algo, como un ejemplar de las cosas,
como en la idea platónica. Desde este punto de vista el valor es una idea regulativa de nuestras
acciones.

Ahora bien, la esencia del valor es la estimación o la apreciación que hacemos de las cosas. Se
percibe en ello que para nosotros existen grados de estimación o escalas de valoraciones de las
cosas, razón por la cual existe una jerarquía de valores: valores y valores fundamentales. El
estudio de esos grados de estimación propios de un grupo humano o de una sociedad son objeto
de estudio de la disciplina ética que es la axiología. Se puede considerar un mundo conformado
por bienes que son valorados por los seres humanos, de acuerdo con sus grados de significación,
ya sea a nivel individual o a nivel social. En este sentido decimos que los bienes son valiosos.

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Desde el punto de vista ético lo opuesto al valor es el vicio pero de éste no se habla a no ser para
identificarlo, evitarlo o corregirlo.

En orden de jerarquía se colocan los valores y los valores fundamentales. En nuestra tradición
académica se ha hecho el ejercicio de articular los valores de acuerdo con una escala de orden
ascendente desde el cual se da respuesta al sentido de la vida humana. Estos estudios o tratados
se orientan hacia estos valores fundamentales: el bien, la felicidad, la libertad y la justicia. Los otros
valores se entrelazan hacia uno de estos valores fundamentales, tales como la solidaridad, la paz,
la amistad, la alegría y los demás valores individuales y sociales.

En el marco de esta visión de los valores se propone la doctrina de la ética de la felicidad y, con la
comprensión que obtengamos, se pretende brindar orientaciones que nos permitan dar contenidos
existenciales en una vida feliz.

Principio

En ética suele usarse este concepto para designar un criterio, un test o una orientación de nuestras
acciones. Cuando los autores morales nos lo dan, tiene en ellos más el sentido de máximas de
vida que el de un axioma o una ley. En tal sentido, los principios éticos difieren de los principios de
las ciencias naturales, donde corresponden a leyes de la naturaleza. O difieren de los principios
usados en las ciencias formales donde tienen el carácter de axiomas del entendimiento. Distan,
además, de ser la razón última de las cosas, como se entendió en la metafísica aunque hay teorías
como las de la tradición socrático-platónica, donde sí se contempla esa dimensión. Cuando nos
referimos a estos criterios, lo que tenemos en mente son los valores. Y de manera especial
apuntamos hacia los valores fundamentales. En este sentido se nota el esquema metafísico
teleológico de comprensión de los valores cuyo fin, para nosotros, es la felicidad.

Deber-ser

Para algunos estudiosos de la ética ésta tiene como objeto de estudio el deber-ser, mientras que
las ciencias se encargan del ser en el sentido de lo existente. Este deber-ser se refiere a la
obligación moral. Se plantea la idea según la cual eso obligatorio se debe aceptar y
realizar, tal como ha sido estipulado por la razón, si uno da su aceptación a los racionalistas o si se
obedece a la naturaleza, como piensan los autores del naturalismo quienes apelan a una
obligación natural. Cuando el deber-ser se asocia con lo obligatorio, surge el problema de la ley
vista desde el plano jurídico. Para un Estado de derecho la sociedad se encuentra sujeta por las
leyes que lo rigen. En el caso, por ejemplo, de Kant, ese deber-ser se traduce en el imperativo
categórico que deja a un lado el ideal de la felicidad.

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