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EL
DESCUBRIMIENTO
DEL AMOR
AUTÉNTICO
Claves para orientar la afectividad
ISBN: 978-84-220-1381-5
Págs.
_________
Prólogo................................................................................................ xiii
Págs.
_________
c) Nivel -3.................................................................................. 42
d) Nivel -4.................................................................................. 42
Págs.
_________
a) Pensar con largo alcance significa ver a lo lejos, más allá de las rea-
lidades que tenemos inmediatamente ante los ojos. Superamos con
ello la miopía intelectual.
El que piensa a lo lejos no se esmera solo en actuar con la impres-
cindible sensatez; quiere descubrir el ideal de la vida e inspirar en él
cada una de las acciones que realiza.
1
Los ocho niveles de realidad y de conducta son expuestos en el capítulo II.
2
El nivel 1 es el propio de los objetos y del manejo de objetos, o de realidades superiores
reducidas a objetos. En él se cultiva la libertad de maniobra, la capacidad de actuar en cada mo-
mento según la propia voluntad, que puede ser contraria a las normas que nos vienen impuestas
desde fuera.
3
El nivel 2 es el propio de las personas, las obras de arte, la creatividad, el encuentro… En
él descubrimos un modo superior de libertad: la libertad creativa o libertad interior. La libertad
para crear de nuevo una obra musical no la ve restringida un intérprete por las normas que le
da la partitura. Al contrario; estas normas encauzan el acto de interpretación, lo hacen posible,
permiten otorgar a cada obra su verdadero sentido y su valor. Por eso, cuanto más fiel y obediente
es un intérprete a la partitura (y, por tanto, a la obra), más libre (con libertad creativa) se siente.
4
El nivel 3 es el de los valores y la opción firme por los mismos.
PRÓLOGO XV
8
Desclée de Brouwer, Bilbao 22011.
9
CEPE, Madrid 2010, p.247-320.
EL DESCUBRIMIENTO
DEL AMOR AUTÉNTICO
Capítulo I
NECESIDAD DE UNA SÓLIDA FORMACIÓN
PARA EL AMOR
1
Cf. Karl Rahner, Tengo un problema. Karl Rahner responde a los jóvenes (Sal Terrae, San-
tander 1984) 12-14.
4 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
2
Una descripción amplia de los cuatro niveles positivos y los cuatro negativos puede verse en
mi ya citada obra Descubrir la grandeza de la vida.
C.1. NECESIDAD DE UNA SÓLIDA FORMACIÓN 5
3
Esa «segunda naturaleza» se decía en griego antiguo êthos, con e larga o eta. De este voca-
blo se deriva el término «Ética». La misma palabra ethos, escrita con épsilon o e breve, significaba
«costumbre», y los romanos la tradujeron con el término «mos», del que procede la palabra
«Moral». Conforme a su etimología, podemos decir que, al hablar de Ética, nos referimos a
la segunda naturaleza que vamos adquiriendo al realizar ciertos actos y adquirir determinados
hábitos a lo largo de la vida. El término «Moral» se refiere, de por sí, al estudio de las costumbres.
Como estas tienen incidencia en la configuración de esa segunda naturaleza, cabe concluir que
el significado profundo de Ética y de Moral es muy afín, de modo que pueden considerarse casi
como sinónimos.
C.1. NECESIDAD DE UNA SÓLIDA FORMACIÓN 7
1. Niveles positivos
a) Nivel 1
9
Alianza Editorial, Madrid 1971. Versión original: L’étranger (Gallimard, París 1942, 1957).
Una amplia exposición de esta obra puede verse en mi libro Estética de la creatividad. Juego. Arte.
Literatura (Rialp, Madrid 31998) 431-463.
10
Sobre la noción de «hombre absurdo» en Camus puede verse la obra citada Cómo formarse
en ética a través de la literatura, o.c., 102-111.
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 17
b) Nivel 2
11
La enfermedad mortal o De la desesperación y el pecado.
12
Afín al concepto de «divertissement» pascaliano.
18 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
14
Como sabemos, el vocablo «autoridad» procede del verbo latino augere (promocionar, enri-
quecer). De él proceden los términos auctor (autor) y auctoritas (autoridad).
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 21
Si una persona tiene la suerte de dar con otra que está dispuesta a
vivir de forma virtuosa —asumiendo los valores antedichos—, puede
vivir con ella la experiencia decisiva del encuentro y experimentar sus
grandes frutos.
24 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
c) Nivel 3
Al ver que, en una vida como esta, golpeada por mil avatares,
el encuentro nos llena de energía, gozo y felicidad, descubri-
mos de golpe que el valor más grande de nuestra vida, el que
nos ofrece las posibilidades mayores de realización personal,
es el encuentro, o (dicho con mayor amplitud) la fundación
de modos elevados de unidad. Este valor que los ensambla a
todos y los inspira es el ideal de la unidad, que va vinculado
interiormente con el ideal de la bondad, la verdad, la justicia,
la belleza.
Este ideal no se reduce a una mera idea; es una idea motriz, que
impulsa nuestra vida y (si es un ideal auténtico) le da pleno sentido.
Un ideal falso (inspirado en el egoísmo, no en la generosidad, como
sucede con el ideal de la unidad o el encuentro) también dinamiza
nuestra existencia y le otorga en casos una fuerza devastadora, pero la
vacía de sentido porque la desorienta y desquicia. En cambio, el ideal
de la unidad (por su vinculación con los otros ideales) nos afirma en
la orientación al bien, la concordia, la verdad, la justicia, la belleza.
Esta afirmación nos lleva a expresar con toda firmeza: «El bien hay que
hacerlo siempre, el mal nunca. Lo justo, siempre; lo injusto, nunca. La
concordia, siempre; la discordia, nunca…». Cuando estamos dispues-
tos a afirmar esto, con la energía de las convicciones fuertes, podemos
estar seguros de que hemos ascendido al nivel 3.
17
Cf. Yo y tú (Caparrós, Madrid 21995) 13; Ich und Du. Schriften über das dialogische Prinzip
(L. Schneider, Heidelberg 1954) 15.
18
Cf. Ethos und Ideal in der Erziehung (Schönstatt, Vallendar-Schönstatt 1972) 186.
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 27
19
La importancia del pensamiento relacional es destacada en mis obras Cinco grandes tareas
de la filosofía actual (Gredos, Madrid 1977); Inteligencia creativa, o.c., 289-299. Un análisis de la
descripción relacional que lleva a cabo Martín Heidegger de un templo griego y del cuadro de Van
Gogh «Las botas de campesina» puede verse en mi obra La experiencia estética y su poder formativo
(Universidad de Deusto, Bilbao 22004) 91-125.
20
«Esto es lo que hace más daño: hablar», dice Teresa a su novio, en La salvaje, cuando le
indica que es preferible marcharse sin despedirse. Cf. Jean Anouilh, ibíd., en Teatro. Piezas negras
(Losada, Buenos Aires 41968) 123s.
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 29
7. Vida comunitaria
↑
6. Felicidad (paz, amparo, júbilo)
↑
5. Entusiasmo
↑
4. Alegría, gozo
↑
3. Encuentro
↑
2. Respeto, estima y colaboración
↑
1. Generosidad
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 31
22
Los términos «fascinar» y «seducir» tienen el sentido negativo de arrastrar a una persona
hacia procesos de vértigo. No deben utilizarse en la acepción positiva de producir máximo agrado.
No tiene sentido decir, por ejemplo, que Mozart me seduce o fascina, en el sentido de que me en-
canta, me produce embeleso y transporte, pues el transporte, el embeleso y el encanto que me
suscitan las obras del genio de Salzburgo no me arrastran, me elevan a los niveles 2 y 3, en los que
gano una forma superior de libertad, la libertad creativa.
32 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
1. Actitud de egoísmo
↓
2. Goce, euforia, exaltación superficial
↓
3. Decepción
↓
4. Tristeza
↓
5. Angustia
↓
6. Desesperación
↓
7. Soledad asfixiante y destrucción
24
Si tenemos en cuenta que la entrega a formas de sexualidad desgajadas de toda forma de
amor auténtico constituye un vértigo, se comprende la energía con que el Dr. F. J. Scheed subraya
la «energía demoníaca del sexo». «La mayoría de los reformadores sexuales que escriben sobre el
sexo lo tratan como si fuera un gracioso animalito con el que se juega y se vuelve a colocar en su
cestita hasta que se lo vuelve a coger para jugar. Pero el sexo no tiene nada que ver con esto. En
su belleza, grandeza y ferocidad es más bien comparable con un tigre, y, aun en sus manifestacio-
nes más suaves, no tiene nada que ver con un animalito doméstico. Con el sexo no se juega. Más
próximo a la verdad sería decir que no es el hombre el que juega con el sexo, sino el sexo el que
juega con el hombre, y el juego puede resultar catastrófico. Porque el sexo comienza con fuerza y
puede llegar a ser incontrolable. Aun sin llegar a este extremo, puede convertirse en un gran tira-
no, acosando al individuo, emponzoñando todas sus relaciones humanas». Cf. Sociedad y sensatez
(Herder, Barcelona 1963) 104.
25
Estos modos o niveles de realidad son expuestos ampliamente en mi obra La experiencia
estética y su poder formativo (Universidad de Deusto, Bilbao 32010) 236-265.
34 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
27
El tema de la manipulación lo expuse muy ampliamente en estas obras: Estrategia del len-
guaje y manipulación del hombre (Narcea, Madrid 41988); La revolución oculta (PPC, Madrid
1998); La tolerancia y la manipulación (Rialp, Madrid 22008). Se halla, también, una exposición
de este tema en http://www.riial.org/manipulacion.htm.
28
Mundo y persona. Ensayos para una teoría cristiana del hombre (Encuentro, Madrid 2000)
106-108; Welt und Person.Versuche zur chritlichen Lehre vom Menschen (Werkbund, Wurzburgo
1950) 96-98.
C.2. LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA 37
d) Nivel 4
La experiencia propia del nivel 4 hace posible la del nivel 3, que es,
a su vez, la base de la vida de encuentro propia del nivel 2. En un ser
corpóreo-espiritual como es el hombre, estos tres niveles se apoyan en
el nivel 1. Y, viceversa, la vida en el nivel 1 adquiere un sentido personal
en las experiencias propias del nivel 2, que, para ser auténticas, remiten
al nivel 3, que, a su vez, requiere la fundamentación última del nivel 4.
Esta implicación mutua y jerarquizada de los cuatro niveles es la base de
su interna riqueza y del papel decisivo que juegan en nuestro desarrollo
personal. Veámoslo sucintamente.
29
Sobre el amor humano (Rialp, Madrid 1961) 75.
40 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
2. Niveles negativos 31
a) Nivel -1
b) Nivel -2
c) Nivel -3
d) Nivel -4
32
Para un mayor conocimiento de los procesos de vértigo y éxtasis pueden consultarse mis
obras Inteligencia creativa, o.c., 331-461; Vértigo y éxtasis, o.c.; Liderazgo creativo (Nobel, Oviedo
2004).
Capítulo III
CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD
«Las necesidades más grandes del hombre —escribe el cardenal Daneels— están ocultas
5
profundamente en él. La felicidad duradera se encuentra un poco más lejos, un poco más hondo
de lo que suponemos [...] Dichoso aquel que da un primer paso en esa dirección». (Cf. Godfried
Danneels, «Necesidad de una mirada profunda», en CONSUDEC, Buenos Aires, 696 [1992]
1244ss).
6
O.c.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 49
7
Recordemos la experiencia ya descrita en otros lugares, por ejemplo en la obra Descubrir
la grandeza de la vida, o.c., 143ss y, con variantes, en El secreto de una vida lograda, o.c., 278ss.
50 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
sobre todo para los jóvenes, ver el lado negativo de experiencias que
exaltan los sentidos y nos adentran en mundos sumamente promete-
dores. Necesitamos ver en conjunto el proceso humano de desarrollo y
captar el papel que juegan en él tales experiencias. Entonces es cuando
podemos descubrir el riesgo que encierran bajo su apariencia encan-
dilante.
(la apatía vital) y la indiferencia ante los grandes valores. Nada extraño
que quienes consideran la sexualidad como un medio para sus fines
(nivel 1) se sientan decepcionados del amor; mejor dicho, de la pobre
imagen que ofrece el amor cuando lo reducimos a un instrumento de
goce. Muchas personas viven normalmente la vida matrimonial, pero,
en la edad madura, acaban pensando que el amor da poco de sí, es fruto
de una efervescencia pasional efímera. A la luz de los análisis realizados
anteriormente, no es el amor el que falla, sino nuestra forma miope de
buscar la felicidad, conforme a planteamientos inspirados en el nivel
1, que, por orientarse al falso ideal de servirnos a nosotros mismos, no
promueve la libertad creativa ni la actitud de generosidad que impulsa
el encuentro12.
los impulsos instintivos (nivel 1). De esta forma, la vida amorosa deja
de cumplir el papel decisivo que le compete en el proceso de crecimien-
to y maduración personal. Veámoslo un tanto de cerca.
Actualmente, suele considerarse como un progreso (un crecimiento
en libertad y autonomía) desligar la sexualidad del amor conyugal y de
la donación de vida a nuevos seres. ¿Tiene sentido hacerlo? Significado sí
lo tiene, en cuanto para una persona puede significar mucho reducir la
sexualidad a mero medio para acumular sensaciones placenteras. Pero
confundir este significado con el sentido supone una lamentable miopía
intelectual, entendida como la incapacidad de ver a lo lejos, más allá
de las ganancias inmediatas. Si vemos la sexualidad en el conjunto de
nuestro proceso de desarrollo, descubrimos que el ejercicio egoísta de
la sexualidad (realizado con mera libertad de maniobra, propia del nivel
1) no nos ayuda a encontrarnos con los demás y nos empobrece grave-
mente a todos como personas.
No tiene, por tanto, sentido pues no está bien orientado, dirigido a
nuestro crecimiento pleno mediante la realización del ideal de la uni-
dad o del encuentro (actividad propia de los niveles 2 y 3). No nos
lleva a la felicidad sino a la amargura, pese a la sensación de euforia que
pueda, en principio, producirnos. Nos entrega a un proceso de vértigo,
que al principio no nos exige nada, nos promete todo y nos deja, al
final, vacíos. En el recorrido de las doce fases descubrimos que, en el
nivel 1, el yo se recluye en sí mismo, no se abre a las realidades que le
facilitan posibilidades creativas y queda privado de la felicidad que se
da en el encuentro.
Es, pues, una ilusión falsa dar por hecho que se vive plenamente al
tomar la sexualidad como un fin y desgajarla del auténtico amor. El mo-
delo de esta actitud unilateral (Don Juan, El Burlador de Sevilla, según
la versión original de Tirso de Molina) parece un triunfador, y lo es en el
nivel 1, desconectado de los niveles 2, 3 y 4. Pero, al final de la obra, entra
en colisión abierta con la figura del Comendador, representante de estos
niveles, y sucumbe. En lenguaje humanístico, decimos que «destruye su
personalidad». En lenguaje religioso, afirmamos que «pierde su alma».
sentido, más allá del mero significado que pueda tener para nosotros una
acción por ser placentera.
Si uno se mueve solo en el nivel 1, no imprime a sus deseos esa
tensión hacia la unión personal. Se contenta con la fusión embriagadora
propia de las experiencias fascinantes que suelo llamar «vértigo». Esta
tendencia a la unión fusional amengua la amplitud del deseo. Más que
un deseo de toda la persona, es una mera pulsión instintiva (nivel 1).
Esta no crea relaciones personales auténticas (nivel 2), realizadas con la
energía interior que procede de la opción por los grandes valores (nivel
3). Por eso, tal pulsión deja en vacío a quien la sacia y lo lleva a repetir las
experiencias gratificantes una y otra vez, para hacerse la ilusión de que el
goce es duradero, da consistencia a la persona y tiene, por tanto, sentido.
Estamos ante el drama del «gozador voluble», que quiere dar densi-
dad y relieve a cada experiencia gozosa mediante la mera repetición. Es
la reacción propia del hombre entregado al proceso de vértigo: quiere
dominar y manejar cuanto le apetece a fin de disfrutar con ello, pero
pronto se ve entregado a la tristeza, la angustia y la desesperación.
13
Puede verse una amplia descripción de los procesos de vértigo y de éxtasis en mis obras:
Inteligencia creativa, o.c.; Vértigo y éxtasis, o.c.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 59
14
Una descripción amplia de los términos «talismán» y de diversos procedimientos mani-
puladores puede verse en mi obra La tolerancia y la manipulación, o.c. Un análisis preciso de los
diversos sentidos del término libertad se halla en mi trabajo «El descubrimiento de las formas
superiores de libertad»: Pensar y educar 4 (2011) 71-89.
15
Expresión de Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est, n.5.
60 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
dad creativa (propia del nivel 2), pues bien sabemos que desde un nivel
inferior no se puede comprender lo que sucede en un nivel superior.
Esta clave explica múltiples carencias en la vida humana.
Con el fin de justificar esa vida centrada en los deseos (propia del
nivel 1), se tiende a vincular estos con la sexualidad liberada de trabas,
espontánea y jovial, que opone (al modo pseudorromántico) la libertad
a las normas, por suponer que estas agostan la jugosidad de la vida
espontánea. Hay, en esta posición, varios malentendidos perturbadores
que debemos superar.
16
Véanse, por ejemplo, las obras siguientes: Rudolf Spaemann, La sexualidad en la vida de los
jóvenes (Sal Terrae, Santander 1979); Viktor Frankl, Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn,
o.c.; El hombre en busca de sentido, o.c. (versión original: Man´s search for meaning, o.c.); Enrique
Rojas, El amor inteligente (Temas de Hoy, Madrid 211998).
17
Recuérdese que el empeño del genial Mozart en su obra La flauta mágica fue poner de
manifiesto que el amor conyugal logrado tras un período de purificación presenta una belleza
semejante a la de su música incomparable. Véase mi obra El poder formativo de la música. Estética
musical (Rivera Editores, Valencia 22010) 353-368.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 65
19
Instintos que «aseguran» la vida individual y la de la especie, pues a cada animal le vienen
prefijados por su naturaleza.
68 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
Conviene mucho advertir que los deseos y las apetencias son distin-
tos en los diferentes niveles. En el nivel 1 ansían saciar pulsiones instin-
tivas, que producen sensaciones placenteras, es decir, ciertos grados de
goce. En los niveles 2, 3 y 4 se desean, más bien, formas de satisfacción
interior que reciben el nombre de gozo.
— Figúrate que tienes una relación amistosa con una persona que te
atrae. Un día, esa persona te comunica que no puede verte porque
debe visitar a su madre, que ha tenido que ser internada. Es posible
que este cambio de planes te contraríe hasta el punto de que te
muestres enfadado con ella. Has perdido una ocasión para ascender
de nivel y ejercitar la bondad incondicional.
22
«La educación sexual, como problema profundamente humano, no puede ser conveniente-
mente resuelta [...] sin la referencia constante a una visión de conjunto del hombre y su destino»
(Cf. Marcello Peretti, La educación sexual, o.c., 71).
70 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
23
Información sobre este método formativo y los tres cursos on line que ofrece bajo el título
de «Experto universitario en creatividad y valores» puede verse en www.escueladepensamiento‑
ycreatividad.org.
24
«La oferta de los medios de comunicación —escribe el psiquiatra alemán Rudolf Afe-
mann— se dirige al instinto sexual del consumidor. Al hacerlo, lo separa de su religación al sen-
timiento y a la totalidad de relaciones anímicas en las que va inmerso y con las que debe estar
unido. La tarea de una maduración sexual consiste en la integración del instinto en la totalidad de
la personalidad individual». «La finalidad del instinto de la sexualidad consiste en la maduración
desde un amor a un yo hasta el amor a un tú». «Si el acto sexual no ha de quedar alienado de su
finalidad propia, su peso específico ha de situarse en el amor al tú y no descansar sobre el amor al
yo» (La sexualidad en la vida de los jóvenes, o.c., 213).
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 71
25
En la obra de Jean Anouilh, Eurídice, Eurídice y Orfeo se hallan encerrados en la ex-
periencia sensible y se sienten insufriblemente solos. Eurídice dice a Orfeo: «Apriétate fuerte
contra mí [...] No hables más, no pienses más. Deja que tu mano se pasee sobre mí. Déjala que
sea feliz sola. Todo volvería a ser tan sencillo si dejaras que tu mano sola me quisiera. Sin decir
nada más». Orfeo replica que no puede ser feliz de esa manera. Eurídice, entonces, lo conmina
a abandonar el lenguaje, que es el que nos permite superar la unidad de fusión: «Pues cállate, al
menos», le dice bruscamente (Cf. Eurídice [La Table Ronde, París 1958] 143s; Eurídice [Losada,
Buenos Aires 41968] 280s).
72 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
menta en el nivel 3 26. Entonces, los distintos niveles nos aparecen como
ensamblados por dentro, vinculados en su raíz, integrados. Tal integra-
ción nos permite, por ejemplo, hablar de «los ojos de la fe», afirmar que
«los sentidos conocen lo religioso», que «solo se ve bien con el corazón»,
que «la inteligencia emocional siente los valores»..., frases en las que se
integran diversos niveles de realidad 27.
Esta posibilidad de integración permite realizar la «purificación
del amor». Esta consiste en enriquecer la forma de vivir el amor en el
nivel 1 con el modo de experimentarlo en los niveles 2 y 3. Aunque el
verbo purificar parece aludir automáticamente a limpiar, la purifica-
ción de que aquí se trata no desea tanto liberar el amor de adherencias
espurias cuanto de enriquecerlo, abrirlo a nuevos horizontes de realiza-
ción. A medida que se enriquece, supera las limitaciones y carencias.
A ello aludió San Juan de la Cruz al indicar que, si prende el fuego
en una casa, los muebles viejos salen despedidos rápidamente por las
ventanas.
En esta línea, al hablar de la castidad (en el celibato y en el ma-
trimonio), no se indica tanto una renuncia a las experiencias sexuales
cuanto la orientación de todos los afectos y sentimientos hacia formas
elevadas de unión. La castidad es una virtud porque integra todos los
afectos, al orientarlos hacia la forma más alta de amor, la que nos lleva
a plenitud. Es, por tanto, una forma de amor muy bella, pues la belleza
implica armonía, reverberación mutua de cuantos elementos integra la
vida humana.
Esta sensibilidad para captar los diversos niveles de realidad y de
conducta e intuir la importancia de la relación y las interrelaciones,
y, consiguientemente, la necesidad de integrar diversos aspectos de la
realidad (incluso de nuestra propia realidad) hemos de cultivarla desde
la niñez. No es prudente dejar que niños y jóvenes braceen, a solas, en
el océano de la vida para ver si hay fortuna y consiguen descubrir qué
es integrar, la importancia que tiene, cómo llevarlo a cabo. Debemos
asegurarnos de que van a lograrlo. De lo contrario, serán incapaces de
captar el sentido de la vida amorosa en todas sus facetas.
26
Tengamos en cuenta que cada tipo de realidad alcanza su plenitud al entrar en relación con
una realidad de tipo superior. Como bien indica Jean Guitton (La existencia temporal [Edit. Sud-
americana, Buenos Aires 1956]), hay una especie de línea ascendente en la creación que vincula de
forma dinámica los seres hacia lo alto. Véase mi obra El amor humano, o.c., 152ss.
27
Sobre este tema nos ofrece Romano Guardini valiosas precisiones en su obra Los sentidos
y el conocimiento religioso (Cristiandad, Madrid 1965; nueva ed. en el Centre de Pastoral Litúr-
gica, Barcelona). Versión original: Die Sinne und die religiöse Erkenntnis (Werkbund, Wurzburgo
2
1958).
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 73
A esta luz, cuando la ética nos diga que somos «seres de encuentro»
y el evangelio proclame que el gran mandato del Señor es el amor
mutuo (que implica crear modos elevados de unidad), diremos es-
pontáneamente: «¡Pues claro! ¿Cómo iba a ser de otro modo si todo
el universo, en sus distintas vertientes, es un maravilloso tejido de
relaciones?». Esta experiencia nos abre los ojos, de una vez por to-
das, a la grandeza de la unidad y del amor.
2) Advertir que los artistas (como artesanos que son) manejan la ma-
teria, pero es para modelarla y sacar de ella sus máximos valores
expresivos. Al configurar su Pietà del Vaticano, Miguel Ángel puso
74 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
Una vez más observamos que, para ascender del nivel 1 (el de
la atracción o apetencia) al nivel 2 (el del respeto, la estima y la
colaboración), debemos, a la vez, perfeccionar nuestro conoci-
miento de la realidad humana y transformar nuestras actitudes.
Ahora vemos claramente que no basta insistir en que hay que vin-
cular el deseo sexual y la intimidad personal; debemos aprender a inte-
grar ambos aspectos. Esa integración es la que purifica el amor.
Si nos habituamos a integrar diversos niveles de realidad, com-
prendemos que el ejercicio de la sexualidad debe estar abierto a la vida
personal, vida de amistad, de convivencia hogareña, de incremento de
la unidad entre los esposos y de donación de vida a nuevos seres 31. En
el nivel 1, la actividad sexual suele ser vista como algo que depende
de nuestra iniciativa y nuestros gustos. Al implicar respeto, estima y
voluntad de colaboración con otras personas, la amistad y la vida co-
munitaria (nivel 2) parecen oponerse a la independencia anhelada en
el nivel 1. Por eso quien sitúa su vida en este nivel elemental no suele
considerar viable la integración de la sexualidad con la amistad, la vida
comunitaria de hogar y el compromiso con las dos grandes tareas del
amor.
Conseguir que niños y jóvenes vean con claridad y sientan en su
interior que la vida humana se basa en la relación y crece y madura
perfeccionando las formas de unión que tiene con el entorno es la meta
de la formación, porque es la base de la verdadera sabiduría. El que
haya alcanzado este modo de saber sensible a los valores no dudará en
calificar la vida familiar como una cima en la vida humana, la perla es-
condida que vale la pena comprar a cualquier precio. En cambio, si nos
limitamos a ensalzar la familia, pero no subrayamos la importancia que
tiene la interrelación en nuestra vida, realizamos una gran labor, pero
la dejamos a medio camino. Le falta la debida fundamentación. Con
31
«La sexualidad está entrando, en buena medida, en un vacío existencial —escribe Viktor
Frankl—. Actualmente, nos hallamos ante una inflación sexual, que —como toda inflación, in-
cluso la monetaria— va de la mano con una devaluación. La sexualidad se devalúa en la misma
medida en que se deshumaniza. Pues la sexualidad humana es más que mera sexualidad, y es más
que mera sexualidad en la medida en que es vehículo —en el plano humano— de relaciones tran-
sexuales, personales» (Cf. Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn, o.c.,152).
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 79
32
En mi obra Inteligencia creativa, o.c., 107-115 se describen diversas experiencias reversibles
en las que nos hacemos más libres al asumir las posibilidades que nos ofrecen ciertas realidades
que encauzan nuestra actividad y ejercen, así, función de «norma» para nosotros: la partitura (en
la interpretación musical); el texto del poema (en la interpretación poética); el agua (en el ejercicio
de la natación)...
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 81
Cada gesto afectivo revela, de por sí, una actitud de toda la per-
sona. Si realizamos un gesto corpóreo que indica intimidad (ver-
dadera intimidad) pero no la tenemos, cometemos un fraude,
y dejamos frustrada a la otra persona, que con razón puede la-
mentarse, diciendo: «He buscado amor y solo encontré sexo…».
Las experiencias anteriores preparan a los novios para ver qué sentido
tienen las caricias y con qué espíritu han de ser realizadas para que no os-
tenten solo un significado. Al descubrir los cuatro niveles positivos, apren-
dieron a ver que cada acción humana abarca más de lo que parece a pri-
mera vista, porque es la expresión viva de la persona que la realiza; por eso
tiene poder «simbólico». Así, hacer una caricia corpórea no se reduce a ser
una fuente de agrado; expresa un sentimiento personal de aprecio. Y cada
gesto de estima va unido con la voluntad de unirse más estrechamente a
la persona estimada. De aquí se infiere que no tiene sentido realizar un
gesto que implica intimidad personal auténtica (no mera efusividad senti-
mental) si todavía no existe entre nosotros. Sería un gesto falaz, engañoso.
82 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
crear modos cada vez más altos de unidad. Una relación corpórea íntima
ha de ser expresión viva de una intimidad espiritual, vista no como mera
efusividad carente de todo compromiso creador, sino como la decisión
compartida de crear un estado de enriquecimiento personal, fecundo y
estable, es decir, una relación de auténtico encuentro.
37
Sobre el significado del mito de Orfeo puede verse el comentario que realizo a la obra teatral
Eurídice, de Jean Anouilh, en el libro Cómo formarse en ética a través de la literatura, o.c., 287-308.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 89
Ofrecer a las miradas ajenas las partes íntimas del cuerpo im-
plica dejarse poseer en lo que tiene uno de más peculiar, propio
y personal. Protegerse pudorosamente de miradas extrañas no
indica «ñoñería, aceptación de tabúes, sometimiento a precep-
tos religiosos irracionales», como se dice a veces banalmente.
Significa evitar que lo más genuino de la propia persona (nivel
2) sea rebajado de rango y convertido en pasto erótico (niveles
1 y -1). El pudor tiene un sentido eminentemente positivo.
No consiste tanto en ocultar una parte de nuestra superficie
corpórea cuanto en salvaguardarnos del uso irrespetuoso, ma-
nipulador, posesivo, de nuestras fuerzas creativas, a fin de estar
disponibles para la creación de formas elevadas de unidad o
encuentro. Con razón advierte Romano Guardini que «la raíz
del pudor no reside en el cuerpo sino en el espíritu; no en los
sentidos, sino en la persona» 38.
38
La existencia del cristiano (BAC, Madrid 1997) 104; original: Die Existenz des Christen
(Schöningh, Paderborn 21977) 106.
90 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
40
André Sève, El hombre vive de amor (Ediciones Paulinas, Madrid 1987) 59.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 93
41
Ibíd.
42
Ibíd., 60.
94 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
43
Cf. p.3. La transcripción de esta impresionante carta y un comentario sobre la misma se
halla en mi obra El secreto de una vida lograda, o.c., 193-195.
44
Marcelo Peretti, «La educación sexual como educación para el amor», en Íd. (ed.), La
educación sexual (Herder, Barcelona 1975) 189.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 95
47
Sígueme, Salamanca 1974, p.58-61.
C.3. CLAVES PARA ORIENTAR LA AFECTIVIDAD 97
— Las relaciones egoístas del nivel 1 pueden ser atractivas, pero son
temibles si nos llevan al vértigo.
— En cambio, las relaciones generosas del nivel 2 suscitan siempre
alegría, entusiasmo y felicidad.
— Realizadas con espíritu egoísta, las relaciones sexuales se dan en el
nivel 1 y no promueven los modos elevados de unión que denomi-
namos encuentro. Producen, al principio, una ilusión de felicidad, y
acaban convirtiéndonos en unos ilusos, porque confundimos el goce
con el gozo.
— Por el contrario, si nos decidimos a crear generosamente relaciones
de encuentro, las formas de unión amorosa que practiquemos ten-
drán una calidad muy alta y suscitarán en nosotros sentimientos de
48
A esto sin duda aludía el psiquiatra vienés Viktor Frankl al escribir: «A la corta o a la larga
ontologizaremos la Moral: es decir: lo bueno y lo malo no serán definidos como algo que debemos
hacer u omitir, sino que el bien nos aparecerá como la realización del sentido que viene exigido
e impuesto a un ser, y consideraremos como malo lo que impide esa realización de sentido» (Der
Mensch vor der Frage nach dem Sinn, o.c., 155). Frankl advierte certeramente que el sentido no se
nos da, al modo de un objeto (nivel 1); debemos colaborar nosotros para que surja (nivel 2). Por
tratarse de una colaboración, nosotros no somos dueños del sentido. Estas precisiones pertenecen
de lleno a lo que podemos llamar la «lógica» del nivel 2. Determinarla con precisión es una labor
indispensable para la antropología filosófica.
100 EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR AUTÉNTICO
El que sepa distinguir con nitidez ser iluso y vivir ilusionado descu-
brirá claves de orientación suficientes para orientar bien su afectividad
y convertirla en un impulso poderoso hacia una vida lograda 49. Ante-
riormente, hemos señalado algunas de esas claves. El lector podrá agre-
gar otras semejantes si ha vivido las experiencias que hemos sugerido
en este trabajo.
49
Lo expongo con amplitud en la obra El secreto de una vida lograda, o.c.
Apéndice
LA CONCEPCIÓN CRISTIANA
DEL MATRIMONIO