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¡Soy enfermera, No puta!

Autora: Olga (Todorelatos.com)


CAPITULO I

Hola, soy Lola, tengo 27 años, aunque no me considero bonita, mi cuerpo lo cuido mucho, mis
senos no son enormes pero creo que son proporcionados a mi cuerpo y por herencia materna tengo
buenas caderas que mi esposo disfruta a diario; estoy felizmente casada pero lamentablemente no
puedo tener hijos, soy estéril, aunque vengo de una familia sencilla logré graduarme de enfermera, yo
era fiel, hasta que me sucedió el caso que les voy a relatar.

Me encontraba desesperada en el hospital donde trabajo, queda al otro lado de la ciudad donde
vivo, los turnos son espantosos y hay un doctor muy viejo que me acosa, la jefa de enfermeras, fue mi
salvación:

JEFA: Mira, Lola, el marido de una conocida tuvo un accidente y quedó parapléjico, la esposa me
requirió una enfermera y como sé que no estás contenta aquí, puedes renunciar e irte a trabajar con ella,
además la paga es muy buena.

Se lo agradecí y ese mismo día renuncié, por la noche se lo conté a mi esposo, se puso feliz, un
poco más de dinero no le cae mal a nadie, al día siguiente, planché mi uniforme, tomé mi pequeña
maleta y me dirigí a mi nuevo trabajo, la fachada de la casa era hermosa, se veía que era gente de
dinero, me salió a abrir Doña Laura, una señora de unos 40 años, guapísima, me llevó a la enorme
habitación donde yacía su esposo, estaba sedado, me contó que hacía un mes que había salido del
hospital pero que ninguna enfermera aguantaba su mal carácter.

Sufría una especie de paraplejía compleja, podía mover con dificultad las extremidades superiores,
pero no las inferiores, usaba silla eléctrica de ruedas, me contó que la lesión también le afecto las
cuerdas bucales porque aunque hablaba ella no le entendía nada.

Trató de explicarme mis obligaciones, pero yo le dije que en el hospital donde trabajaba había
tratado a pacientes similares, se quedó más tranquila y me contó que era abogada, que casi no se
mantenías en la casa y que me dejaba a cargo… ah, me dijo, se llama Rolando pero le gusta que lo
llamen Rolo.

Inspeccioné la casa y me senté a esperar que despertara, cuando me estaba quedando dormida, oí
unos balbuceos, me paré y me presenté, le dije que era la nueva enfermera, me vio de pies a cabeza, (si
no fuera porque tenía la mitad de la cara torcida, se podría decir que era un hombre muy guapo), entre
balbuceos, que de manera extraña sí entendí, procedí a hacerle sus ejercicios de rehabilitación para que
sus músculos no se atrofiaran, me pidió que lo bañara, le pregunté si quería un baño de esponja o en la
ducha, prefirió la ducha, con muchos esfuerzo lo cargué para llevarlo a la silla, no sé si fue intencional
pero sentí una de sus manos en mi nalga derecha, no dije nada, eso me suele suceder en este trabajo y
lo llevé a la ducha, a pesar de mi entrenamiento me costó mucho quitarle la pijama, este hombre debía
medir como uno noventa, lo senté en la silla plástica, encendí la ducha y Don Rolo dibujó una pequeña
sonrisa de satisfacción, lo enjaboné por todo el cuerpo, me pidió que lo enjabonara en medio de las
nalgas, que las anteriores enfermeras no lo hacían y que el sentía que de no lavar esas zona le podían
salir hemorroides.
Lo incliné sobre mi hombro derecho y lavé a la perfección su zona anal, al volverlo a sentar vi que
tenía una tremenda erección, se disculpó y le dije que no tuviera pena que era normal, pero para mí no
lo era, tenía un pene inmenso, no pude evitar compararlo con el de mi esposo y francamente salía
perdiendo por mucho, me pidió que le lavara esa zona, me enjaboné las manos con los guantes puestos
y empecé por debajo de sus testículos, eso hizo que su pene creciera aún más, yo estaba muy nerviosa,
a pesar de que había bañado diversidad de pacientes, Don Rolo me provocaba una pequeña sensación
de humedad en mi vagina, nunca me había sucedido esto.

Me dediqué a lavarle ese pedazo de carne, así que con una mano se lo frotaba y con la otra lavaba
sus testículos, Don Rolo me pidió que se la pelara, a mí me pareció muy obscena su petición, pero
como toda la profesional que soy, lo hice, al ver su cabeza fuera del capuchón, pude comprobar que
llevaba días sin que nadie le aseara esa zona, tomé un poco de agua tibia y le limpie la cabeza del pene,
sentía como cabeceaba entre mis manos, me sentía incómoda pero he de confesar que me hubiera
gustado quedarme más tiempo aseándolo.

Le sequé todo el cuerpo y vuelta de nuevo a su silla de ruedas, ahora sentí una mano rozar mi seno,
no dije nada pero empecé a sospechar, lo llevé a su cama, le pregunté donde estaban las pijamas
limpias y me dijo que prefería quedarse desnudo, no me pareció correcto pero tampoco quería perder
mi trabajo el primer día, lo recosté con la mitad del cuerpo sobre la cabecera de su cama y le pregunté
si necesitaba algo más, me pidió que le diera sus medicamentos y al inclinarme para darle agua note
que mi blusa se abrió y me miró los pechos con descaro, yo me hice la desentendida y seguí como si
nada, luego le dije que me iba a ir a cambiar porque con el ajetreo del baño se había mojado mi
uniforme, entré al baño y me desnudé quedándome solo en ropa interior con mis zapatitos y calcetas
blancas, pude notar por el espejo que tenía mi tanga empapada, no podía ser, era un paciente más, me
bajé la tanga y oriné, luego limpié bien mi vagina y me puse el uniforme seco, lo que no se me ocurrió
fue llevar otra tanga de repuesto, así que tenía que permanecer el resto del día con mis partes íntimas
sin nada que las cubriera.

Al salir me pidió que lo llevara al jardín a tomar un poco de sol, cada vez que lo transportaba a su
silla sentía sus manos en alguna parte de mi cuerpo que hasta ahora solo mi esposo había disfrutado, le
quise poner la pijama pero no quiso, me pidió su bata de baño, solo permitió que se la pusiera sobre sus
hombros y el resto lo enrollara en su cuerpo, salimos a un jardín precioso lleno de flores, al extremo
había un yacusi cubierto por una pérgola hermosa, y en el centro una piscina de forma caprichosa, lo
llevé a un área donde podía disfrutar de un buen baño de sol, en eso sonó el teléfono de la casa.

Siguiendo el sonido llegué a contestar, era Doña Laura para saber si no había renunciado, le dije
que todo lo contrario, que con Don Rolo nos habíamos llevado bien y que ahora estaba tomando su
baño de sol, me advirtió que tuviera mucho cuidado con el almuerzo porque babeaba mucho, le dije
que no se preocupara, que tenía mucha experiencia y nos despedimos.

Al llegar al jardín, estaba ubicada atrás de su silla y pude notar ciertos movimientos de sus manos
como si se estuviera masturbando, curiosa busque una ventana por donde yo podía mirarlo pero él a mí
no.
Con sus dedos artríticos se agarraba la verga y trataba con mucha dificultad de masturbarse, casi tenía
que mover todo el torso para logarlo, a pesar de lo patético del cuadro, yo estaba fascinada viendo
como esa verga crecía entre sus manos, podía notar su cabeza roja y húmeda, yo apretaba las piernas,
¿qué me estaba pasando?, pero esa verga era como un imán para mis ojos, traté de acariciar mi vagina
desnuda pero no me dio tiempo.

Don Rolo se acalambró y pude ver extasiada como le salían muchos chorros de semen, era evidente
que tenía tiempo sin tener un orgasmo, lo terrible fue que entre tanto espasmo se cayó de la silla, yo
presurosa lo fui a levantar, por supuesto estaba desnudo y bañado en su propia leche, con mucha
dificultad fui sentando a aquel hombrón en su silla, traje un poco de agua tibia y le limpié toda su zona
genital, verme hincada entre sus piernas le ha de haber encantado porque me dedicó una sonrisa babosa
que a mí me pareció de una ternura infinita.

Llegó la hora del almuerzo, quiso hacerlo en el comedor, traté de ponerle su bata pero me gruñó, yo
para evitar problemas lo dejé desnudo, así que llevé la bandeja y le empecé a dar su sopa, tenía razón la
señora, bebía muy poco y el resto se le escurría por todo su pecho velludo hasta caer en esa área púbica
que me traía absorta, fui a buscar con que limpiarlo y con mucho cuidado le aseaba el pecho y luego
los genitales, de tanta limpiadera volvió a tener otra erección, yo debí limpiar de nuevo ese pene que
cabeceaba al contacto con mis manos, lo aseaba evitando su mirada, no quería que se diera cuenta que
yo también lo estaba disfrutando.

No sé en qué momento quiso tomar algo de la bandeja y ésta cayó al suelo haciendo un ruido
espantoso, con mucha paciencia fui a buscar con que limpiar aquel tiradero, me tuve que poner en
cuatro para alcanzar un tenedor que había caído bajo la mesa, cuando me di vuelta me estaba viendo las
nalgas y por el pijaso trasero de mi uniforme seguramente había visto mi sexo desnudo, ¡qué
vergüenza!, estaba muy nerviosa pero también muy excitada, tenía a escasos centímetros de mi boca,
su verga ¡Que tentación, Dios mío!

Salí presurosa evitando que notara mi nerviosismo y volví a limpiarlo todo, lo dejé en orden, por la
tarde me pidió que lo llevara al yacusi, pero fue imposible porque su cuerpo se resbalaba sin voluntad,
le expliqué que alguien debía meterse con él para que no se ahogara, me pidió que lo hiciera, le dije
que no traía traje de baño y que le iba pedir autorización a la señora y si ella lo permitía mañana mismo
nos meteríamos al yacusi.

Más tarde cayó un aguacero terrible, lo llevé a su cama, le di su medicina y se durmió, lo abrigué
bien y pude notar su enorme erección bajo las sábanas ¿Qué tenía este hombre que me enloquecía?
Para comprobar que dormía le pasé la mano por sobre las sábanas para tocar su verga, la sostuve por
varios minutos y Don Rolo no despertó, tenía la boca abierta y roncaba babeando, lo limpié y lo
acomodé de lado para evitar que su cuerpo se llagara, pero también para evitar la tentación de tener a la
mano la mejor verga que haya visto en mi vida, realmente he visto pocas, pero como ésta: ninguna.

Mientras Don Rolo dormía pensaba en esas mujeres que le son infieles a sus esposos, y las
entiendo, algunas son víctimas de malos tratos, sus esposos no las satisfacen, solo van al mandado y no
al retozo, las golpean… pero no era mi caso, mi esposo me ama y me respeta, me hace el amor
delicioso y quedo muy satisfecha, aunque no tenemos lujos los dos trabajamos y tenemos una vida
bonita… entonces ¿Qué hago yo deseando la verga de un parapléjico?... no tengo ningún motivo para
ser infiel y sin embargo me encantaría introducirme esa verga por mi vagina.

Don Rolo se atragantó con su saliva, le di agua para calamar su tos, al limpiarlo quedé acostada
sobre la cama, él seguía durmiendo, no sé cómo me atreví pero la tentación era mucha, me metí bajo
las sábanas y acerqué mi cara a ese inmenso fierro que se paraba desafiante, se me hacía agua la boca
por saber que se sentiría tener esa verga hasta el fondo de mi garganta, abrí la boca pero solo le pasé mi
aliento tibio por todos sus genitales, mi atrevimiento surtió efecto porque le cabeceó la verga de manera
involuntaria, que rica se veía, dura y bien erguida.

El sonido de mi celular me sacó de la locura que estaba a punto de cometer, era mi marido quien me
preguntaba cómo me estaba yendo en mi primer día de trabajo, con voz bajita le contestaba que bien,
me volví a meter bajo las sábanas y como el acto más morboso que había hecho en mi vida agarré esa
verga con mi mano mientras hablaba con mi esposo, él me decía que casi no me entendía, que me
saliera para hablar con más comodidad, yo le explicaba que no podía porque se acababa de atragantar,
lo cual era cierto, empecé a pajear ese tormento que me enfebrecía.

Al terminar de hablar con mi esposo me fui al baño, me desnudé y gocé como el agua fría apagaba
mis deseos, a pesar de eso estaba muy mojada de la entrepierna, debo confesar que casi no me gusta
masturbarme, pero en ese momento metí dos dedos en mi vagina y alternaba mi otra mano entre
acariciar mi clítoris y meterme los dedos a la boca imaginando que era la enorme y deliciosa verga de
Don Rolo, metí y saque mis dedos como si esa verga me violara y tuve un tremendo orgasmo.

Me vestí y al salir Don Rolo ya había despertado, esa erección me mataba, quería agua y al dársela
miraba mis pechos entre la blusa, ni siquiera hice el esfuerzo por taparlos, le volvió a caer agua sobre el
cuerpo y yo atenta se lo limpié, aunque debo reconocer que me tarde más de la cuenta en sus testículos.

A las siete llegó la otra enfermara que hacía el turno de la noche, me despedí de Don Rolo y me
recordó que mañana era día de Yacusi, en el bus de regreso a casa iba muy consternada, no podría ver a
los ojos a mi esposo después de haber tenido esa verga entre mis manos.

Mi esposo tenía tiempo pidiéndome que me dejara darme por atrás, era tanto mi sentimiento de
culpa que se lo permití, fue dolorosísimo, pero era mi castigo por no haberme portado como la esposa
fiel que siempre había sido, había oído a algunas mujer decir:

–me reventó el culo- y ahora sabía por qué lo decían.

Por un lado pensaba en renunciar, pero por el otro soñaba en:… ¿Qué pasara mañana dentro de ese
yacusi?
CAPITULO II

A la mañana siguiente tuve que cambiar las sábanas de mi cama porque tenían unas gotitas de sangre,
mi esposo me había destrozado el ano, se despidió de mí muy amoroso, realmente lo había hecho feliz
a costa de mi dolor, al hacer mis necesidades sentía un tremendo escozor atrás, me bañé y organicé mi
maleta, metí como siempre otro uniforme de repuesto, mi biquini y por si las dudas, otra tanga.

Al llegar a mi trabajo Doña Laura estaba desayunando y me pidió que me sentara con ella y me
ofreció un café, me preguntó cómo nos había ido el día anterior y le narré todo, exceptuando, por
supuesto, las partes eróticas. Le conté que su esposo quería meterse al yacusi pero que se resbalaba y
podía ahogarse, me dijo que lo hiciera yo con él, que para eso era su enfermera, que para eso me
pagaba, e hizo una pausa perdiendo su mirada en el horizonte, luego me miró y me dijo que mañana me
iba a contar cómo fue el accidente de su esposo.

Cuando entré a la habitación ya estaba despierto, estaba muy molesto, me contó que le había
pedido a la otra enfermera que lo bañara antes de dormir y que ella se había negado al ver su erección y
que había renunciado, yo lo tranquilicé y le dije que yo lo bañaría todas las noches antes de irme, como
seguía molesto le dije que su esposa ya me había autorizado bañarlo en el yacusi, eso lo puso muy
contento y empezó mi rutina.

La terapia, de la cama a la silla de ruedas, al baño, desnudarlo, a la silla plástica y bañarlo, como
cosa rara no tubo erección, pude ver como orinaba sobre la silla, como un reflejo tomé su pene entre
mis manos, se lo sacudí y saqué su cabeza para limpiarlo, se veía absorto, como perdido en sus propios
pensamientos, luego secarlo, a la silla y por último sus medicamentos; me pidió que lo afeitara y sacara
del closet un traje café a rayas y lo vestí, hasta corbata me pidió que le pusiera, lo peiné, le froté loción
por toda la cara, se veía muy guapo, me fui a cambiar el uniforme y me pidió su baño de sol.

Me senté a la par de él en una banquita de esas de metal que hay en los parques y a los minutos
me contó que era Ingeniero informático, que llevaban 20 años de casados con doña Laura, que el único
hijo que tenían estudiaba en Alemania y de pronto hizo silencio, yo le pregunté si le pasaba algo y me
pidió disculpas por todos los acontecimientos sexuales de ayer, pero mayormente porque lo habían
encontrado en el piso después de haberse masturbado, me contó que desde el accidente no lo había
hecho pero que le dio pena que yo lo haya sorprendido, le dije que era normal y que cuando quisiera
hacerlo me lo dijera, así le daba la privacidad necesaria para que se masturbara y que luego yo lo
limpiaría con mucho gusto.
Como que la plática lo emocionó porque pude ver su enorme bulto por debajo del pantalón, me
preguntó sobre mi vida, le conté que era casada, me dijo que con ninguna otra se había sentido tan bien
que cómo conmigo y así se fue la mañana, realmente sentí que éramos más amigos que paciente y
enfermera.

Llegó la hora del almuerzo, me pidió que lo desnudara porque no quería manchar su traje, lo
desnudé de la parte de arriba, luego le quité los zapatos y calcetines, desabroche si cinturón y le bajé el
pantalón con mucho esfuerzo, lo dejé en bóxer y fui por la bandeja, al volver me pidió que también le
quitara el bóxer, le dije que eso no estaba bien, me grito que ayer no había tenido problemas en verlo
desnudo, traté de explicarle que estaba muy nerviosa y que no me atreví a decirle nada porque lo estaba
conociendo, como loco enajenado me tiró la bandeja de las manos, limpié todo y me hinqué en medio
de sus piernas para evitar problemas, le bajé el bóxer y saltó esa víbora que me enloquecía, mi boca
produjo abundante saliva.

Otra vez tan cerca pero tan lejos… con cada cucharada de sopa tomaba muy poco y el resto caía
sobre su cuerpo, ya prevenida tenías una toallita para limpiar su pecho y sus genitales, que hermosa y
grande se le sentía la verga, al terminar el almuerzo le lavé los diente y era hora del medicamento que
lo hacía tener una siesta larga, era mi momento preferido, lo acosté de lado y se durmió.

Por más que mi conciencia me aconsejaba que me alejara, mi cuerpo me exigía que me quedara,
después de una lucha extrema le hice caso a mi cuerpo, me metí bajo las sábanas, ahí estaba ese cuerpo
velludo y totalmente desnudo para recrear mis más atormentadas fantasías, esa tremenda erección me
humedecía, me quite la tanga y me acaricié mi encharcada vagina, tenía esa verga a milímetros de mi
boca, sacaba la lengua, babeaba por sentirla, aunque fuera solo lamerle la puntita, le acaricié los
testículos, él se movió un poco y me quedé quieta, expectante, luego tomé con mi mano ese mástil y le
pasé la lengua por toda la cabeza que ya tenía la humedad que lo excitaba, quería metérmela toda pero
era peligroso, así que me metí dos dedos a mi vagina, me froté el clítoris y sentí como mi mano se
mojó con mis jugos.

Mientras me bañaba, porque el olor a sexo era inescondible, pensaba que masturbarme no era una
solución, mientras más lo hacía más caliente me ponía, Don Rolo estaba a mi disposición, yo sabía que
si lo seducía iba a caer en mis brazos inmediatamente, pero por otro lado desde que me casé, nunca
estuve con otro hombre, mi esposo no se merecía que lo engañara, me enjaboné las nalgas y el contacto
me hizo recordar el dolor que sentía en el ano ¿Cómo se sentiría el pene de don Rolo por ahí? ¡Eso ya
era el colmo!, abandoné esos pensamientos, me vestí y tuve que esperar otros minutos para que
despertara.
Me pidió ir al yacusi, a mí hasta ya se me había olvidado, solo dejó que le pusiera su bata sobre
los hombros, me fui al baño a ponerme mi biquini y nos encaminamos al área del yacusi, me incliné
para encenderlo y sabía que su mirada estaba concentrada en la tirita del biquini que se perdía entre mis
nalgas, no sé por qué lo hice, pero me tardé más de la cuenta dejando que sabroseara mi trasero, lo
movía de un lado para otro, me gustaba incitarlo, solo esperaba que fuera capaz de manejar las
consecuencias.

Primero lo metí al yacusi y luego lo hice yo del otro lado para sostenerlo con mis piernas, él
miraba mis pechos y yo hacía como que no me daba cuenta, podía admirar su gran verga entre el agua
burbujeante, era tan pesado que se me cansaron las piernas, entonces me pidió que me sentara atrás de
él abrazándolo, lo tome de la cintura pero era imposible que con tanto movimiento su verga no
golpeara mi antebrazo, desde la posición que tenía podía ver sin reparos su deliciosa erección, se me
hacía agua la boca.

Como me volví a cansar me pidió sentarme delante de él y así con mis piernas apoyadas al otro
lado del yacusi podía sostenerlo, pero fue deliciosamente atormentante, sentir su gran erección entre
mis nalgas me hizo delirar, movía mis caderas como para acomodarme mejor, pero la verdadera
intención era sentir como se frotaban mis nalgas en ese pene que hubiera querido que me atravesara por
completo, cerré los ojos para sentir mejor el vibrar de su tranca en medio de la raya que separa mis
nalgas, no sé cómo llegué a esa posición, pero la estaba disfrutando al máximo y lo mejor era que solo
estaba ayudando a mi paciente.

DON ROLO: ¿Te puedo decir algo, pero no te enojas?

YO: Depende.

DON ROLO: Entonces mejor no te lo digo.

YO: No sea malo, no me deje con la curiosidad.

DON ROLO: Que conste… es que ayer que te agachaste para recoger no sé qué cosa por debajo de la
mesa…
YO: ¡¿Qué?!... ya parece canción de Luis mi Rey.

DON ROLO: … pues te vi tu vagina depiladita, se te veía deliciosa…

YO: ¡Don Rolo, por favor!

Afortunadamente comenzaron a caer pequeñas gotas de lluvia y salimos presurosos, lo llevé a su


habitación, lo sequé por todo ese cuerpo de macho alfa, seguramente antes del accidente debió ser muy
perseguido por las mujeres, que privilegio poder tocar a placer (con la excusa profesional), esos
músculos todavía tonificados, me relamí de gusto secando esos testículos llenos de semen y por
supuesto su rica verga.

Lo senté recostado sobre la cabecera de su cama y me sequé yo también, me di cuenta del charco
que había en su habitación, así que trapeé, lo dejé todo en orden y le pregunté si necesitaba algo, me
contestó que solo un poco de privacidad, no pude evitar verla la verga, le dije que iba al baño a
cambiarme y que cuando lo creyera oportuno me llamara, entre con todo y mi maleta, me desnudé y en
eso sonó mi teléfono.

Era mi marido, invitándome a cenar fuera de casa porque tenía que darme una gran noticia, que
tenía motivos para celebrar, le dije que me contara pero me dijo que a la hora de la cena me iba a
sorprender, yo me miraba en el espejo totalmente denuda, me preguntó qué estaba haciendo y le dije
estaba esperando a que Don Rolo despertara porque los medicamentos lo mantenían sedado ¿Por qué
mentía? ¿Qué tenía de malo decirle la verdad? Pero mi sucia conciencia no me lo permitió.

Cuando estaba a punto de despedirse me dijo algo que yo pensé: ¡Trágame tierra! Quería
reventarme el ano otra vez, le dije que me había dolido mucho, que mejor por adelante, pero él insistía
que duele solo al principio, que después el orificio se va acostumbrando al tamaño de su pene y que
luego hasta yo misma le iba pedir que me diera por el ano, tenía tan negra la conciencia que no tuve
más que aceptar. Colgué.

Me quedé preguntándome por esa fascinación que tienen los hombres por meter su cosa por atrás,
es sucio, ese canal se hizo para otras cosas, pero en fin, ya me había quitado mi virginidad anal y era
posible que con la práctica hasta me llegara a gustar, me di un ducha de agua caliente, me sequé, me
puse mi brasier y mi tanga de repuesto porque la otra estaba empapada de mis fluidos, entonces
escuché un enorme golpe.

Salí disparada del baño y vi a don Rolo tirado en el piso, desnudo y su pelvis embadurnada de
semen, con mucho esfuerzo lo coloqué en su cama, levanté su pene y limpié sus bolas llenas de leche,
luego le exprimí el pene para que salieran las últimas gotitas de semen, se la pelé e hice una limpieza
profunda y con mucho cuidado, me pidió que lo lavara con agua caliente porque se sentía pegajoso, lo
hice aprovechando tocarlo por mis partes favoritas, luego limpié sus manos y apretó levemente la mía,
lo vi a los ojos extrañada, me dio las gracias, yo no entendía por qué, por fin caí que estaba en ropa
interior y entre angustiada al baño a vestirme.

Cuando salí tenía dibujada una pícara sonrisa en su boca deforme, me disculpé, le dije que no me
había dado cuenta que estaba en ropa interior y que al oír el golpe no me percaté y salí en su auxilio, le
prometí que no volvería a pasar, yo hablaba casi sin respirar, me disculpaba de mil maneras diferentes,
pero él volvió a apretar levemente mi mano y dijo que no me preocupara que igual ya me había visto en
biquini, eso me tranquilizó un poco, pero siguió diciendo que la tanguita rosa que traía se me veía
espectacular, primero por esos encajitos tan bonitos que rodeaban mi vulva y luego esa
semitransparencia que adivinaban mis labios.

Salí corriendo al jardín para estabilizar mi respiración agitada, para pensar que decirle, esa
insinuación ya era demasiado, si debía renunciar ese era el momento, tenía la excusa perfecta para irme
y no cometer más locuras, entré a su habitación decidida a dar el paso y lo encontré llorando, lo abracé
y le pregunté que le pasaba, me dijo que desde el accidente lloraba por todo y que creía que su
atrevimiento haría que yo renunciara, que era la única que lo entendía, me pidió por favor que no me
fuera, le dije que si me respetaba no tenía ningún problema en seguir siendo su enfermera.

Me di cuenta que su cara estaba entre mis pechos, así que con mucho cuidado lo devolví a su
posición anterior, le sequé las lágrimas y volvió a agradecerme, le recalqué el motivo del por qué había
salido en ropa interior, que si él creía que lo había hecho intencionalmente estaba muy equivocado, que
me asusté mucho al verlo en el suelo y que no tenía que agradecerme ese gesto porque era mi trabajo.

Don Rolo suspiró y me dijo que no era ese el motivo por el cual me había dado las gracias, curiosa
como soy le pregunté cuál era ese otro motivo, me dijo que si me lo decía me iba a enojar más, lo
amenacé con renunciar si no me lo decía, me puso como condición que le prometiera que no
renunciaría, acepté y me senté en su cama para oír lo que tenía que decirme.

Me dijo que cuando entré al baño no cerré bien la puerta y que me vio desnuda hablando por
teléfono, él se masturbó con una motivación que nunca hubiera imaginado que pasaría, ¡yo me quería
morir de la vergüenza! No sabía qué decir, no sabía qué hacer, volví a salir al jardín como niña
asustada, mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza, respiré profundo y me dije: esto te va a llevar a
la perdición, no podía renunciar porque se lo había prometido, pero sí podía dejarle las cosas claras.

Le expliqué, mucho más calmada, que todo había sido un descuido involuntario, que lo que menos
pensaba era en excitarlo, que estaba ahí para cuidarlo, para atenderlo, que si pensaba que lo había
hecho con intención: me ofendía y que a pesar de mi promesa estaba dispuesta a irme, me dijo que
sabía que era un descuido pero que a pesar de eso lo había hecho pasar un momento delicioso, que por
eso me daba las gracias, yo no quise remover más el asunto y di por concluida esa conversación tan
penosa.

Después de un silencio embarazoso, frunció el ceño y yo de idiota le pregunte qué le pasaba,


estaba preocupado porque cada vez que se masturbaba se lastimaba. ¡¿Qué me estaba insinuando?!
¡¡¿Qué lo masturbara yo?!!

DON ROLO: ¿Te depilas la vagina todos los días? Te la volví a ver sin un pelito encima.

Justo en ese momento tocaron a la puerta y llegó la nueva enfermera del turno de la noche, le pedí que
lo bañara y ella sin ningún problema se lo llevó a la ducha.

Iba camino a casa, ya sabía lo que me esperaba, cena y luego me iba a volver a dar por atrás, no
estaba bien lo que estaba viviendo, en el día me calentaba con mi paciente y por la noche mi marido se
descargaba en mí.

Mi segunda tanga estaba mojada ¿Cómo podía ser que me excitara la vergüenza?
CAPITULO III

Al llegar a casa me cambié y mi esposo me invitó a cenar, me contó que lo habían ascendido en
su trabajo y que ahora ganaba más, era el momento justo de enganchar nuestra casita, yo feliz lo llené
de besos, al llegar a casa tenía esa mirada que una sabe que va a haber sexo, sumisa, me desnudé y me
puse en posición de cucharita, me penetró por atrás, me dolió tanto como la primera vez, caían lágrimas
de mis mejillas, yo sabía que era el castigo merecido por haberle tocado la verga a mi paciente, por fin
terminó la tortura y me llenó los intestinos de leche.

Doña Laura me recibió como siempre, me ofreció un café y me contó que una mañana que su
marido había salido a trabajar ella llamó por teléfono a otra pareja que tenía en secreto, con tan mala
suerte que su marido regresó por unos papeles que había olvidado y la sorprendió siendo infiel, el
marido salió enajenado, tomó su auto y a los pocos minutos los bomberos le comunicaron su accidente,
luego de salir del hospital empezó el pleito legal, Don Rolo llamó a su abogado pidiendo el divorcio,
ella llamó al suyo alegando trastornos mentales, estaba visto que el pleito apenas empezaba, ellos no se
hablaban pero ella siempre estaba pendiente de él, me pidió que le guardara el secreto.

La nueva enfermera me estaba esperando para que la relevara de su turno y me dijo que
renunciaba porque Don Rolo le había pedido dormir desnudo con una enorme erección y que ella no
estaba dispuesta a aguantar semejantes tratos, se lo comuniqué a la señora para que consiguiera una
sustituta, al llegar a la habitación Don Rolo estaba molestísimo, mientras le hacía su terapia me dijo
que todas las enfermeras eran unas idiotas, que solo yo lo comprendía, que él era un hombre muy
sexual, que no podía evitar sus erecciones y que eso ofendía a esas estúpidas, yo lo tranquilicé
diciéndole que esta profesión era muy difícil y que debería evitar estar desnudo, se puso peor, agitó
todo su cuerpo y se golpeó contra le mesita de noche.

Le tuve que curar la herida que se hizo en la frente y lo llevé al baño, me decía que cuando esas
taradas lo bañaban no le limpiaban el ano y los genitales, en cambio yo no me asombraba de verle su
erección (si supiera), le limpié la cabeza de su pene, su ano y sus testículos, yo tragaba saliva evitando
babear por ver esa hermosura, le dije que por mí no se preocupara, que estaba acostumbrada a bañar a
infinidad de pacientes, pero que nunca me había tocado hacerlo con uno como él, me preguntó que a
qué me refería y aunque traté de evadir su respuesta terminé diciéndole la verdad: que nunca había
bañado a un paciente que estuviera tan bien dotado.

Eso desató una charla impropia entre paciente y enfermera, me preguntó textualmente:
DON ROLO: ¿Nunca habías visto una verga tan grande como la mía?

YO: La verdad, no, Don Rolo.

DON ROLO: Si no te molesta, cuéntame ¿Cómo es la de tu marido?

YO: Esas son cosas privadas de las cuales preferiría no hablar.

DON ROLO: No te lo pregunto por morbo.

YO:… pues… es la mitad de la suya en largo y grosor.

DON ROLO: ¿Y que sientes cuando me limpias esa zona?

YO: … pues… nada… es mi trabajo.

DON ROLO: No me mientas, algo debes de sentir.

YO:… pues… curiosidad… ¿qué quiere que le diga?

DON ROLO: ¿Pero te excita?

YO: Bueno… una no es de piedra… pero solo con usted me ha pasado eso.

DON ROLO: ¿Qué sentiste ayer en el Yacusi, tenía la impresión que si no hubieras tenido traje de
baño, algo más hubiera ocurrido?
YO: Nunca, Don Rolo, yo soy una mujer casada y fiel.

DON ROLO: Si no te estoy preponiendo nada, como iba a pensar que una chica tan linda como tú, ibas
a desear a un pobre viejo parapléjico como yo.

Yo sentía rojas las mejías por el bochorno que me causaban sus palabras, si supiera que me había
masturbado fantaseando con su verga… si supiera que en el yacusi me moría porque me diera una
buena cogida, si supiera que me metía bajo las sábanas para lamerla la cabeza de su verga… ¡SI
SUPIERA!... lo llevé a darse su baño de sol y lo llegó a visitar su abogado, les di privacidad y me
dediqué a prepararle el almuerzo, al despedirse el abogado me llamó y me dijo algo que me dejó con la
boca abierta:

ABOGADO: Vea, señorita enfermera, usted sabe que mi cliente está pasando por la peor etapa de su
vida y el ingeniero está dispuesto a recompensar muy bien sus servicios si usted le ayuda en un asunto
muy penoso.

YO: ¿Cuál?

ABOGADO: Pues él quisiera que usted lo masturbara.

YO: ¡¿Qué?!

ABOGADO: No se moleste por favor, el ingeniero me cuenta que las dos veces que lo ha hecho se ha
lastimado y que estaría dispuesto a darle este sobre con dinero en efectivo a cambio de sus servicios.

YO: ¡Soy enfermera, no puta!

ABOGADO: Lo entiendo, pero usted comprenderá que no podemos traerle una prostituta para que lo
atienda, el ingeniero ya no tiene ninguna clase de relación con su esposa, así que la única posibilidad
que se nos ocurrió fue pedírselo a usted, claro que está en su derecho de no aceptar.
Me dio el sobre y le dije que lo hablaría con don Rolo, lo enfrenté indignada tirándole todos los
billetes sobre su cama, no paraba de decirle improperios, hablaba a toda velocidad, no pensaba lo que
decía, solo me salían sapos y culebras de la boca, él me miraba con paciencia, cuando terminé de gritar
solo suspiró y me pidió su almuerzo, se lo di en silencio, casi ni lo limpié como lo hacía antes, pero su
verga me retaba erguida como sabiendo mis secretas intenciones, no me pidió que lo llevara al yacusi
porque sabía cuál sería mi respuesta, luego le di su medicamento y lo dejé dormido.

¿Cómo había llegado hasta aquí? No sabía qué hacer, en lo que menos pensaba era en el dinero,
era su propuesta indecorosa, pero lo más extraño es que sentía húmeda mi vagina ¿Cómo podía
excitarme ante tal ofensa?

Me metí al Yacusi sola, desnuda, necesitaba recrear la tarde anterior cuando lo tuve atrás de mí
sintiendo como su verga parada se colaba dentro de mis nalgas hambrientas, me movía como si me
estuviera cogiendo, necesitaba su verga dentro de mí y tenía el mejor pretexto para sentirla, pero la
imagen de mi esposo apareció en mi mente y no pude masturbarme ¿Cómo podía hacerle esto a mi
amado esposo? Si tan solo me diera motivos para serle infiel, pero al contrario, me trataba como a una
reina y yo me comportaba en mi trabajo como una puta.

Fui al baño a vestirme, pasé desnuda por su cuerpo dormido, me hubiera encantado que despertara en
ese momento, no sé qué hubiera hecho, pero me fascinaba la idea, al revisar mi maletita me di cuenta
de un descuido imperdonable, había metido un hilo de color rojo que seguramente se transparentaba en
mi uniforme blanco de enfermera, por eso era regla usar calzón blanco, pero fue un descuido que no
podía volver a pasar.

Los minutos que pasaron previo a que despertara los sentí eternos, ¿Cómo iba a enfrentarlo
después de esto? No podíamos permanecer sin hablarnos, yo estaba dispuesta a no hablarle hasta que
me diera una explicación, su tos hizo que abandonara mis pensamientos confusos, me abroché la blusa
hasta el último botón le di agua y me senté indignada, ofendida, destruida, me tomó de la mano y me
dijo con toda la calma del mundo.

DON ROLO: Perdóname, Lola, fui un idiota al pedirle al abogado que te propusiera semejante cosa…
¿me perdonas?
YO: ¿Por qué no me lo pidió usted?

DON ROLO: ¿Hubiera habido alguna diferencia?

YO: Por supuesto que no, pero por lo menos no me hubiera expuesto a la vergüenza que pasé con su
abogado.

DON ROLO: Perdóname, no me atrevía a pedírtelo por miedo a que te fueras, pero si lo quieres hacer
yo lo comprenderé.

YO: ¿Usted quiere que me vaya?

DON ROLO: No, no, por supuesto que no, pero no me gusta verte enojada.

YO: Me quedo con varias condiciones.

DON ROLO: Las que me digas las acepto sin oírlas.

YO: Pues va a tener que oírlas para que le quede claro. Primero: los baños serán más cortos, segundo:
nunca más me pida estar desnudo delante de mí fuera del baño y tercero: en el yacusi yo siempre lo
sostendré con mis pies en su pecho.

DON ROLO: Pero sí me vas a dar privacidad cuando quiera masturbarme y luego me limpias.

YO: No debería hacerlo pero como ya ha pasado otras veces… pues no me queda de otra.

DON ROLO: Perdóname esta erección terrible que tengo, pero no la puedo evitar después de haberte
visto desnuda en el baño.
YO: Pues eso no volverá a ocurrir.

DON ROLO: ¿La erección?

YO: No me haga reír que estoy enojada.

DON ROLO: Mira como me tienes.

YO: ¿Y yo que culpa tengo?

DON ROLO: Pues tal vez ninguna pero eres la única mujer con la cual tengo contacto.

YO: ¿Y las enfermeras del turno de la noche?

DON ROLO: Si son unas ancianas decrépitas, que no me despiertan ni el más mínimo deseo.

YO: Tal vez debería contratar una anciana en lugar mío.

DON ROLO: ¡Que buena idea!

YO: ¡¿Quiere que renuncie?!

DON ROLO: No, solo que hagas el cambio de turno, que me atienda una anciana en el día y tú vienes
de noche ¿Qué te parece?
Con tal de huir de las brutales sodomías que me pegaba mi esposo, no me pareció tan mala idea,
lo platicaría con él y si estaba de acuerdo lo hablaría con la señora y le diría mi decisión al día
siguiente, me pidió recoger todos los billetes que le había tirado sobre la cama, fui recogiendo uno por
uno, pero el último estaba justo sobre su ingle, con mucho cuidado traté de recogerlo sin tocarle la
verga, pero en lugar de eso sucedió lo que menos tenía pensado.

Le agarré la verga y empecé a masturbarlo, él babeaba de gozo, no sé por qué lo hice, tal vez
porque habíamos estado hablando de su verga todo el día, subía y bajaba mi mano como si me fuera la
vida en ello, me daba placer darle placer, estaba fuera de mí, era como si una fuerza externa me
obligara a pajearlo, o por lo menos eso quería pensar yo, aceleré la masturbada pero don Rolo no se
venía, entonces le rasqué los huevos con mis uñas largas y un enorme chorro me bañó la cara, pude
sentir su sabor delicioso en el segundo que cayó justo en mi boca, con disimulo arrastré mi lengua
sobre los grumos de semen al lado de mi boca, él permanecía con los ojos cerrados, yo aproveché el
momento para quitarme de la cara el resto de semen que me bañaba y me chupé los dedos con delirio,
luego le exprimí la verga con mis manos para sacarle hasta la última gota, lo limpié con mucho
detenimiento y luego me fui a asear.

Al volver me dio el sobre y me dijo que cada vez que lo hiciera tendría la misma cantidad, yo me
hice la ofendida pero tomé el sobre, no lo podía creer, si lo masturbaba a diario, en una semana ganaría
lo que gano al mes como enfermera, no sabía qué hacer.

DON ROLO: Se te ve muy bonita esa tanga roja.

Me quería morir de la vergüenza, así que solo me despedí sin verlo a los ojos, ya mañana tendría
tiempo de hablar del asunto, efectivamente la enfermera del turno de la noche era una viejecita que no
provocaba ni al más grande de los degenerados.

Esa noche le planteé a mi esposo el cambio de turno y me dio un no definitivo, me dijo que
entonces solo nos veríamos los domingos y que él no iba a soportar que su esposa se quedara a dormir
en otra cama aunque fuera por trabajo y mil cosas más, a mí no me gustaba pelear con él y solo había
una forma de contentarlo… le pedí que me la metiera por el culo, él feliz se desnudó y recibí sometida
aquella verguita que hizo estragos en mi cerradito ano, a pesar de su tamaño era muy grande para mi
canal trasero, solo pensaba como sería recibir por atrás la verga de don Rolo, en eso estaba cuando
sentí bañar de semen todo mi culo, otra vez sentí una alegría culposa, era la manera como me
autocastigaba por haber masturbado a mi paciente.
Esa noche soñé con don Rolo, yo llegaba desnuda a su habitación, nos tocábamos, hacíamos un 69 y yo
le mamaba la verga mientras sentía como su boca torcida hacía maravillas con su lengua en mi clítoris,
luego me cogía delicioso, lo hicimos en todas las poses posibles, luego me puso de perrita y me clavó
su verga por mi culo, pegué un grito ensordecedor, me desperté sudando como si saliera de una
pesadilla, mi esposo despertó angustiado, le dije que no se preocupara, que ya había pasado, que se
volviera a dormir, pero lejos de eso se levantó y con una toallita me secaba las gotas de sudor, tanta
ternura me hacía sentir peor, hubiera preferido que me abofeteara por ser la mujer infiel en que me
estaba convirtiendo.
CAPITULO IV

Mientras me depilaba la vagina hice un recuento de mis días con Don Rolo, el lunes que lo conocí
ya me había visto mi cosita desnuda por debajo de mi uniforme, el martes me vio desnuda en el baño,
ayer miércoles lo masturbé… ¿Qué me estaba pasando? Antes de conocerlo yo era una esposa fiel… y
para colmo de males mi esposo había vencido mi resistencia a darme por atrás y me tenía el ano
destrozado, pero sentía que me lo tenía merecido por ser tan… bueno, eso.

Al llegar a mi trabajo me abrió la anciana enfermera y salió dando un portazo, me dirigí a la


habitación y Don Rolo no estaba en su cama, lo llamé angustiada y me dijo que esa viaja maldita lo
había dejado en el baño, lo encontré sentado en la taza y con una enorme erección ¿Qué le pasaba a
este hombre? ¿Vivía siempre con la verga parada? Me contó que le pidió a la enfermera que lo llevara
al baño a hacer sus necesidades, pero cuando le pidió que lo limpiara, la viejecita se dio cuenta de su
gran erección y salió corriendo, otra vez tendría la señora que buscar otra sustituta… no sé por qué el
juego de palabras me sugirió que ya tenía una prostituta de día… ¿Qué pensamientos eran esos?

Lo limpié y cambiando la rutina lo bañé, me pidió que lo masturbara pero me negué, me dijo que
me entendía pero que el accidente lo mantenía con una erección constante, le prometí que iba a
investigar y lo sequé con esmero en sus partes íntimas, me relamía de gusto cada vez que tocaba esos
huevos peludos y más aún cuando tenía que pelarle el pene para limpiarle la cabeza, el pobre temblaba
de satisfacción y yo de la emoción, pero haciéndome la profesional lo llevé a la cama para hacerle su
terapia, le dije que si prefería su pijama o la bata, hizo una pausa como queriendo leer mis
pensamientos y al final se decidió por la bata, le iba a poner sus bóxer pero se negó, me dijo que no
tuviera pena, que se iba a tapar bien.

Me preguntó que cuando iba a empezar con mis turnos de noche, le conté la molesta discusión con
mi esposo y me dijo que lo entendía, que si yo fuera su mujer tampoco me lo permitiría, alegué que
eso era machismo, que las mujeres teníamos todo el derecho de dedicarnos a nuestro trabajo sin
condiciones, que yo jamás le diría a mi esposo en que horarios debería hacerlo; me sentía como una de
esas feministas radicales y después de hablar hasta por los codos, me dijo:

DON ROLO: Límpiate la baba y deja de mirarme la verga.

YO: ¡Don Rolo! No se la estaba viendo, le estoy haciendo su terapia.


DON ROLO: Sí pero para moverme las piernas no tienes por qué verme la verga.

YO: No lo hacía, pero si así fuera… ¿le molesta?

DON ROLO: Para nada, Lola, me halaga, puedes vérmela cuantas veces quieras… y ya sabes que hay
un sobrecito para ti si…

YO: Cállese, don Rolo, eso solo pasó una vez y punto.

DON ROLO: … ¿Sabes? Tu marido hace bien en no dejarte hacer el turno de noche… una chica tan
linda como tú… si fueras mi mujer…

YO: ¿Me está coqueteando?

DON ROLO: No, mi reina.

YO: ¡¿Mi reina?!

DON ROLO: No, Lola, no te estoy coqueteando, me gustaría pensar que te estoy seduciendo, pero…

YO: ¡Pero me está pagando como a una prostituta!

DON ROLO: De verdad que contigo no se puede, trato de ser amable y mal interpretas mis palabras,
perdóname… sé que para ti solo soy un viejo… y encima parapléjico… no me hagas caso… a veces
pienso que hubiera sido mejor quedarme muerto en ese accidente.

No supe que decir, terminé la terapia y le di sus medicamentos, luego salimos al jardín para que
tomara su baño de sol, le pedí su computadora para investigar lo de la erección y efectivamente tenía
razón, era increíble como reaccionaba su cuerpo frente a semejante adversidad, me dio mucha lástima y
me sequé mis lágrimas, pobre hombre ¿Qué sería de mi esposo si pasara por semejante situación?...
¡¿Qué sería de mí…?! No cabía duda que nosotros los normales nos quejábamos por cualquier
tontería… y él… tenía que vivir dependiendo de los demás.

Luego de un buen rato de sol me dijo que quería ir al yacusi, me fui a poner mi traje de baño y lo
encendí, luego lo llevé, no quería que pensara que lo estaba provocando, nos metimos y yo me puse de
frente sosteniéndolo con mis pies su pecho velludo, me hacían cosquillitas sus pelitos sobre la planta de
mis pies, me dijo que no me fuera a molestar pero que me tenía que preguntar por qué me había
decidido a masturbarlo, tragué saliva y traté de explicarle que fue un impulso, que me dio pena ver
como se lastimaba cuando lo hacía, que no lo hice por el dinero…

DON ROLO: ¿Te gustó masturbarme?

YO: …eh…

DON ROLO: Dilo sin pena… ¿Tú masturbas a tu marido?

YO: Sí, pero es mi marido.

DON ROLO: ¿Y te gusta masturbarlo?

YO: Ay, don Rolo, no me gustan las preguntas que me hace.

DON ROLO: Sería natural que te gustara… ¿Por qué te quedas callada?... ¿Cómo se llama tu marido?

YO: Mario.

DON ROLO: Pues haz de cuenta que yo soy Mario y me masturbas.


YO: Pero no es lo mismo.

DON ROLO: ¿Prefieres que me lastime?

YO: No, claro que no.

DON ROLO: Entonces…

YO: Salgamos, que ya se me cansaron las piernas.

Lo llevé a su cama.

DON ROLO: Entonces…

¿Qué estaba haciendo? Yo tirada en su cama y con traje de baño con mi paciente… él mi miró con
súplica… con la timidez que me caracteriza tome esa enorme verga con mi manita y empecé a
masturbarlo, acerqué mi cara para disfrutar de sus chorros de semen en mi boca, le acaricié los huevos,
gruñía como hombre de la prehiistórico,desesperado, las expresiones de su cara eran horripilantes, pero
su verga era hermosa como ninguna, ya le salía gotitas por la roja cabeza de su pene, le pasé un dedo
por ahí y brincó de placer, lo pajeaba con ganas, apretando su verga con mi mano, aumenté la
velocidad y cuando creí que iba a obtener mi recompensa de semen, sonó el teléfono, lo puse en
altavoz para que pudiera hablar con su abogado, mientras tanto fui a prepararle su almuerzo y me puse
mi uniforme.

Me pidió almorzar a la orilla de la piscina, bajo una sombrilla de sol, cuando le estaba dando su
sopa no podía evitar ver ese hermoso bulto bajo su bata, al extremo que por darle la cucharada en la
boca se la di en la mejilla por estar viéndole la verga, él sonrió bañado en sopa, iba a traer algo con qué
limpiarlo pero sus palabras me sacaron de quicio:

DON ROLO: ¿Qué es esa manchita que tienes atrás?


YO: ¿Dónde?

DON ROLO: ¿Estás en tus días?

YO: No, ¿Qué manchita?

DON ROLO: Esa que tienes en medio de tus nalgas, se nota mucho en tu uniforme blanco.

Era una manchita de sangre que me había salido del ano por la taladrada que me dio mi marido
anoche, me moría de la vergüenza, fui a traer una toallita para asearlo… cual sería mi sorpresa cuando
lo veo hundido dentro de la piscina, sin pensarlo me tiré de cabeza para auxiliarlo, aún no sé cómo fui
capaz de sacarlo pero lo hice, lo acosté sobre la grama, abrí las piernas y me senté sobre su cuerpo, le
presioné el pecho para que expulsara toda el agua que había ingerido hasta que afortunadamente volvió
en sí, yo estaba agotada y cuando me miró una sonrisa dibujó su boca torcida.

DON ROLO: Que visión más hermosa… tú sentada sobre mí… con tu vestido mojado… veo tu ropa
interior… ay mi reina…

Como estúpida salté de su cuerpo y me fui a cambiar de uniforme dejándolo tirado sobre la grama,
al desnudarme pude observar como mi cosita brillaba húmeda de deseo, me repetía a mí misma ¡Soy
enfermera, no puta! Pero debía reconocer que nunca antes había disfrutado tanto mi trabajo como con
don Rolo, me limpié la vagina y el ano, me vestí y fui de nuevo a atender a mi paciente, lo levanté y lo
senté en su silla.

DON ROLO: Esa manchita solo quiere decir una cosa.

YO: Cambiemos de tema. ¿Quiere que le vaya a traer más sopa?

DON ROLO: No, gracias, ya me llené… ¿Por qué te da pena reconocer que tuviste sexo anal?
YO: ¡Don Rolo! Creo que ya se está pasando de la raya.

DON ROLO: Con tu perdón, pero creo que tu marido te destrozó la raya.

YO: No sea tan abusivo, don Rolo.

DON ROLO: Es normal que se practique sexo anal en el matrimonio… a mí me encantaba.

YO: Pues a mí no, me duele.

DON ROLO: ¿Fue tu primera vez?

YO: No, la segunda y todo por su culpa.

DON ROLO: ¿Y yo que tengo que ver con tu ano?

YO: Pues nada… no me haga caso…

DON ROLO: Ahora me cuentas…

YO: Lo que pasa es que me sentí culpable con mi esposo por culpa suya… me vio mi cosita depilada
bajo la mesa… y me sentí infiel… luego me vio desnuda en el baño… y me sentí peor… ayer lo
masturbé y hoy otra vez, eso ya no tiene nombre… por eso me dejé dar por atrás, para sufrir mi castigo
por comportarme como una mujerzuela.

DON ROLO: Pero no llores, mi reina, ya se va ir acostumbrando tu anito, dichoso tu marido que te
disfruta por ahí.
YO: El disfruta pero yo no, me duele mucho.

DON ROLO: Y eso que la tiene chiquita según me dijiste.

YO: Sí, pero me duele.

DON ROLO: Te duele porque tu marido no sabe cómo hacértelo, no te lubrica, no te pone cremita…

YO: Dejemos de hablar de mi ano y vamos que le voy a dar sus medicamentos.

Lo llevé a la habitación, lo metí dentro de las sábanas, se quitó la bata y lo mediqué, era el
momento de su siesta, era mi momento pervertido ¿Cómo podía estar engañando a mi marido con este
descaro? él no se lo merecía, tenía que buscar una distracción mientras dormía porque si no iba a parar
metida dentro de las sábanas sabroseándome su verga, fui a la biblioteca y abrí un libro, leía pero no
entendía nada, mi mente estaba en ese falo que me distraía, tanto de mi lectura como de mis deberes de
esposa, dejé el libro y busqué en internet información sobre sexo anal, tenía razón don Rolo, mi marido
era un salvaje, no sabía cómo tratar mi anito fruncidito, estaba decidida a pasar comprando un
lubricante, yo misma me lo echaría porque si no mi marido podría pensar que tenía experiencia y no
quería tener más problemas con él.

Don Rolo despertó y me pidió que abriera la gaveta de su mesa de noche, habían dos sobres con
dinero, según me dijo uno ya me lo había ganado por masturbarlo, aunque no era mi culpa que no haya
terminado, pero que el otro es si me atrevía a dar el siguiente paso… le protesté furiosa, le dije que
nunca me acostaría con él, que no me faltara el respeto, sentía la cara colorada de la rabia y como
siempre él solo me escuchaba, cuando terminé de berrear me dijo que no me estaba pidiendo que me
acostara con él, solo…

DON ROLO: … quiero sentir tu boca.

YO: ¡¡Qué!! ¡¡¿Quiere que se la chupe?!!


DON ROLO: Piensa que soy tu marido… ¿A él si se la mamas, verdad?

YO: No me voy a poner a discutir con usted si se la mamo o no, ¿De verdad piensa que soy una
prostituta?

DON ROLO: No, Lolita, pero hace tanto tiempo que no disfruto un oral… era de las cosas que más me
gustaban en el sexo, hacerlo y que me lo hicieran… ¿A tu marido le gusta?

YO: A todos los hombres les gusta.

DON ROLO: ¿Y a las mujeres?... ¿a ti?... no te quedes callada… no tiene nada de malo que a una
mujer le guste chupársela a un hombre.

YO: No, pero siempre y cuando ese hombre sea mi marido.

DON ROLO: O sea que si te gusta… vamos… dímelo.

YO: … pues yo no sé si a todas las mujeres les gusta… pero… a mí… sí.

DON ROLO: Ves que no era tan difícil de aceptarlo… si te gusta tanto… ¿Por qué no te compadeces
de este pobre viejo parapléjico y me complaces?

Salí huyendo al jardín de nuevo ¿Qué tenía este hombre que sus palabras transformaba mi enojo
en deseo? Me atormentaba la idea de sentir su verga en mi boca, de manera inconsciente me pasé la
lengua por los labios… me sentía furiosa conmigo misma ¿Por qué no me iba?... ¡¿Por qué no
renunciaba?!... de una cosa estaba segura, no lo hacía por dinero… lo hacía porque… ¿Por qué me
quedaba?... ¿Me gustaba ese hombre?... ¿Cómo?... tenía como como 50 años y era parapléjico… pero
esa verga… ¿Era posible enamorarse de una verga?... no lo sabía… pero…
Entré a la habitación mirándolo a los ojos, le quité las sábanas de encima y me abalancé como una
desesperada sobre su verga, lo pajeé, acerqué mi boca, saqué la lengua y le lamí las pelotas, su cuerpo
brincó de placer, fui subiendo por su tronco hasta llegar a la cabeza, la lamí con deseo, como lo había
hecho la otra vez bajo las sábanas y sin pensarlo dos veces me la tragué hasta la garganta, él con sus
manos trataba de quitar el pelo de mi cara para verme mamar su verga, se la chupé como nunca se lo
había hecho a mi marido, quería que sintiera mi boca caliente, mi lengua jugueteaba en su cabeza, le
acariciaba los huevos peludos y sin pensarlo le pasé el dedo por su ano, él convulsionó y me llenó la
boca de semen, que delicia era sentir sus chorros bañándome la garganta, hasta que fue perdiendo su
tamaño dentro de mi boca, lo limpié y dije

YO: ¿Era eso lo que quería?

DON ROLO: Eso, Lola, justamente eso, eres la mejor, me haces tan feliz.

Llegó la sustituta y antes de despedirme don Rolo me señaló los sobres, yo sonreí agradecida, los
tomé y salí de esa casa como cuando me recibí de enfermera, me sentía gloriosa… pasé a una farmacia
y compré el dichoso lubricante, al llegar a mi casa me desnudé y me lo apliqué abundantemente en el
ano, yo misma me metí un dedo, luego dos y hasta tres, esperé a mi esposo con ropa sexi, él se
sorprendió al verme, no dijo nada, nos desnudamos, me pidió que me mamara la verga, ¡Dios mío!
Acaba de tener la verga de don Rolo en la boca y ahora la de mi marido, me sentía la peor de la putas,
me puso de perrita, yo lo guié con mi mano hacia mi orificio trasero y resbaló de forme deliciosa, que
diferencia sentía, hasta podría confesar que me estaba gustando, mi esposo pujaba desesperado, así
como oía a don Rolo, cerré los ojos e imaginé que era su verga la que me cogía el culo, mi esposo me
acarició el clítoris y eso fue mucho para mi atormentado cuerpo, tuve mi primer orgasmo anal y fue de
una manera brutal, casi me desmayo de placer, él feliz me abrazó y nos quedamos dormidos.
CAPITULO V

Mi marido estaba cada vez más feliz, pero yo cada vez más atormentada, si supiera lo que hacía en
mi trabajo… ni pensarlo ¡Qué horror!... tenía una pequeña molestia en mi ano, pero afortunadamente
no sangraba, ese lubricante había hecho maravillas, preparé mis cosas y salí a atender a mi adorado
tormento, ese hombre era capaz de llevarme tanto al cielo como al infierno, con él no habían medias
tintas, era tormento o placer ¿Qué me depararía el destino este día? No lo sabía pero llevaba mi cosita
húmeda… que digo húmeda, iba empapada y aún ni siquiera lo había visto, jamás en toda mi vida me
había sentido tan caliente como esa semana.

Me recibió la señora en un negligé vaporoso de color beige, semi trasparente, se veía espectacular,
no sé por qué pero sentí celos ¿Qué me estaba pasando? Me dijo que tendría que buscar otra sustituta
de noche… (¿Perdón, dijo prostituta?), porque su marido se comportaba como un verdadero
degenerado con todas ellas, me preguntó que yo cómo lo aguantaba, tragué saliva y le dije que
conmigo era muy respetuoso (Si supiera) Me dijo que había amanecido resfriada y que no iría a
trabajar, subió a su habitación al segundo piso y yo la veía subir como a una reina, bamboleaba sus
caderas de manera inconsciente pero muy provocativa, debo confesar que la envidié, que monumento
de mujer era doña Laura.

Le conté a don Rolo que hoy no estaríamos solos, frunció el ceño en señal de disgusto, le hice la
terapia un poco nerviosa, me daba miedo que la señora descubriera algo en mi mirada, en mis gestos,
debía ser muy cuidadosa, luego lo llevé a la ducha y al desvestirlo apareció ese pene bien parado y
duro, y pensar que ayer tuve esa verga dentro de mi boca ¡que suplicio! Le lavé el ano, me pidió que se
lo lavara bien, lo estaba haciendo, no entendía, me dijo que me echara jabón en el guante y que lo
lavara bien, no sé si era eso lo que quería pero me enjaboné un dedo y se lo metí por el culo, él se
abrazaba a mi cuello gimiendo de placer, terminé ese pedido extraño, le lave las bolas y por último esa
barra de carne que me hacía cometer las peores cosas de mi vida.

Lo sequé, le puse su bata de baño y lo llevé a su cama, lo mediqué y luego su infaltable baño de
sol, yo me senté a su lado en la banquita y me preguntó si me había extrañado la petición que me hizo
en el baño, yo le dije la verdad, que era la primera vez que un paciente me pedía semejante cosa, me
dijo que le gustaba porque le estimulaba la próstata y que de haber seguido un poco más habría
terminado sin siquiera tocarse, le dije que como enfermera entendía perfectamente cómo funcionaban
los cuerpos masculinos y femeninos, pero la verdad estaba confundida, ninguno de mis pocos amantes
me había pedido semejante cosa, pero bueno, la gente nunca deja de sorprenderme.
Necesitaba su baño en el yacusi, a mí me dio vergüenza ponerme el traje de baño, así que lo metí
sosteniéndolo desde atrás abrazándolo por la cintura:

DON ROLO: Pero si Laura ya te autorizó ¿Por qué no te pones tu biquini y te metes conmigo?

YO: La señora nos está viendo desde su ventana en el segundo piso.

DON ROLO: Ya me di cuenta… me gustaría que delante de ella me masturbaras, me mamaras la verga
y hasta te cogería… ¡Hija de la chingada!

YO: ¿Está enojado con ella?

DON ROLO: ¿No te ha contado nada?

YO: No, ¿De qué?

Y me contó lo mismo que la señora me había narrado, lo saqué del yacusi y lo sequé ahí mismo,
era muy bochornoso secar su cuerpo desnudo delante de la señora, lo puse de espaldas a la ventana
para secarle sus genitales, tenía la verga apuntando a mi boca pero sentía la mirada de doña Laura sobre
cada uno de mis movimientos, le puse su bata y lo llevé al comedor para escapar de esa mirada
escrutadora, le serví el almuerzo, después lo llevé a su cama y lo mediqué, al instante se quedó
dormido.

Yo salí al jardín escapando de la tentación de meterme bajo sus sábanas y cual sería mi sorpresa
cuando sentí llegar a Doña Laura a mi lado:

DOÑA LAURA: ¿Se durmió?

YO: Sí señora.
DOÑA LAURA: ¿Cuánto tiempo duerme?

YO: Aproximadamente un par de horas, señora.

DOÑA LAURA: ¿Tú sabes dar masajes?

YO: Bueno, no soy una experta pero recibí entrenamiento para dar masajes terapéuticos.

DOÑA LAURA: ¿Me darías uno a mí mientras Rolando duerme?

YO: Con mucho gusto señora, pero le sugiero hacerlo en una de esas camas para sol, porque así si
despierta don Rolo lo podré auxiliar.

Doña Laura se quitó su negligé y me quedé asombrada como una mujer a sus años tenía un cuerpo
de Diosa, tenía un diminuto hilo y un brasier del mismo color de su negligé, se notaba que gastaba
mucho dinero en lencería, yo fui por mi maleta y cuando regresé la encontré acostada boca arriba sobre
la cama de sol, tenía los ojos tapados, mientras me echaba aceite en las manos pude notar su sexo
totalmente depilado a través de su triangulito semitransparente, nunca en mi vida había visto un brasier
tan pequeño, eran dos tiritas que escondían sus enormes pechos, comparados con los míos parecían
melones versus limones, le regué aceite por todo su cuerpo y empecé por los músculos de su cara,
luego bajé a sus hombros y brazos, tenía una piel muy delicada, luego me salté los senos y masajeé su
estómago, fui a sus pies y luego fui subiendo por sus torneadas piernas, cuando acariciaba sus muslos
creí haber oído un gemido, pero tal vez solo fue mi imaginación.

Luego ella misma se dio vuelta, me pidió que le desatara su brasier, empecé por sus hombros y
brazos, luego seguí por la espalda, de nuevo bajé a sus pies y fui subiendo por sus pantorrillas, cuando
acariciaba sus muslos internos me puse una pierna sobre el hombro y pude notar que el hilito se había
corrido dejándome ver esa vagina rosadita y muy bien depilada, se me ocurrió pensar que el sexo entre
ellos debió haber sido delicioso, otra vez me entraron celos, luego le embarré las protuberantes nalgas
de aceite y se las amasé, ella volteó a verme y sonrió, era extraño tener ese para de nalgas entre mis
manos, lo que hubiera dado cualquier hombre por estar en mi lugar.
Al terminar se paró dejándome ver esos pechos bien formados con una aureola rosadita y sus
pezones paraditos por el frío, por lo menos eso quería pensar yo, me dijo que ya se sentía mejor y que
se iba a la oficina, subió las gradas como modelando su escultural cuerpo, no podía quitar mi mirada de
sus nalgas, no me gustan las mujeres, pero sé apreciar su belleza y ella estaba dentro de las mejores…
me fui a lavar las manos y al rato se despidió, me fui a sentar a la cama de Don Rolo y a saborearme
esa verga parada bajo las sábanas.

Cuando despertó le dije que su esposa había salido, mejor no le hubiera dicho nada:

DON ROLO: ¿Cómo te sientes?

YO: Muy bien y ¿Usted?

DON ROLO: Digo ¿Cómo te sientes después de lo de ayer?

YO: Ay, don Rolo, ¿Ya va a empezar?

DON ROLO: Ese fue el mejor regalo que me has hecho.

YO: Pues ni tan regalo porque el sobre era generoso.

DON ROLO: Y hay más si me sigues consintiendo.

YO: Ya le dije que soy enfermera, no puta.

DON ROLO: Ya lo sé, mi reina, no te ofendas, ¿Tú crees que no puedo pagar a la mejor prostituta de la
ciudad?
YO: Entonces ¿Por qué no lo hace? Y me deja de seguir atormentando con sus cosas.

DON ROLO: … porque tú me gustas mucho.

YO: Ay, Don Rolo, no me diga eso que soy casada.

DON ROLO: También lo sé… contigo es muy difícil hablar, si te pago te sientes prostituta y si no te
pago me resultas con que eres una mujer casada, dime ¿Qué hago para no ofenderte?

YO: No sé, si fuera soltera le diría que me enamorara, pero como no lo soy entonces no se lo voy a
permitir… no sé… ni yo misma me entiendo.

DON ROLO: Eso está mejor… empecemos por el principio… ¿Te ha gustado lo que me has hecho
hasta el momento?

YO: … si le digo que sí se va a querer aprovechar de mí y se le digo que no se va a enojar conmigo


¿Qué quiere que le diga?

DON ROLO: Que sí, que te ha gustado mucho… y por favor no pienses que me quiero aprovechar de
ti, solo quiero que me consientas…

YO: Pero es que para usted consentir tiene que ver con sexo.

DON ROLO: ¿Y eso es malo?

YO: Malo no, pero yo no soy su mujer.

DON ROLO: Podrías llegar a serlo si tú quisieras.


YO: Ay, las cosas que dice, yo una humilde enfermera siendo la mujer de un gran ingeniero… no me
haga reír…

DON ROLO: De un ingeniero parapléjico, que no se te olvide ese pequeño detalle… ¿Te puedo pedir
algo?

YO: Usted pida, pero yo me reservo el derecho a cumplirle.

DON ROLO: … me gustaría que me hicieras un striptease… ¡No vayas a empezar a gritar como
siempre!... déjame explicarte… para que no te sientas mal, le voy a pedir a mi abogado que te deposite
al mes, una cantidad con cuatro ceros, así no te ofendo cada vez que te pida algo… ¿Qué piensas?

YO: … ¿con cuatro ceros?... pero eso es una fortuna… eso no lo ganan ni los doctores del hospital
donde trabajaba… ¿Está loco?

DON ROLO: Sí, tal vez un poquito… por ti… ¿por qué te quedas callada?... promete por lo menos que
lo vas a pensar…

YO: … ¿y qué tendría que hacer?

DON ROLO: Primero un striptease…

YO: Pero yo no sé bailar.

DON ROLO: No me importa, no quiero ver tu ritmo sino tu cuerpo.

YO: … ay… no sé… ni mi marido me ha pedido que haga eso.


DON ROLO: Mejor aún, me encantaría ser el primero al que le haces un striptease ¿sabes cómo
hacerlo?

YO: Claro, soy enfermera, no idiota… una se va quitando la ropa hasta quedarse desnuda… pero
después va a querer más… y…

DON ROLO: ¿Y?... ¿Qué tiene de malo que quiera más?... ¿Para ti es un sacrificio?

YO: Tampoco… pero…

DON ROLO: Ya sé, eres una mujer casada, pero afrontemos la verdad… no te vayas a enojar conmigo
por lo que voy a decir pero es la verdad… tú ya no eres una mujer fiel… ¡No digas nada!... solo
acéptalo… desnúdate para mí… por favor.

Pensé que si fuera político hubiera llegado a ser Presidente, con esa labia que tenía convencía
hasta el más desconfiado y pensé otra cosa peor: con esa verga que tenía podría convencer hasta a una
monja, afortunadamente yo no lo era y viendo su carita de niño esperando su regalo… pues puse
música y empecé a moverme… me sentía ridícula frente a él… no podía seguir el ritmo de la música…
pero cerré los ojos y me desabotoné mi uniforme el cual cayó al piso… con mucho pudor le di la
espalda y me quité el brasier, en ese momento me di cuenta que aún no me había visto los pechos…
seguí moviéndome… seguramente se estaba riendo de mí y no lo culparía, me sentía como un armario
bailando… volteé a verlo y se estaba tocando la verga… ¡Uf! ¡QUE VERGA!... me fui bajando mi
tanga… ¡Qué horror!... estaba desnuda frente a él y me gustaba mucho sentirme deseada… me di la
vuelta tapando mis senos y me aplaudió de manera grotesca, pero mis ojos estaban clavados en esa pija
majestuosa.

En un acto atrevido me subí a su cama y le bailé en medio de su cuerpo, en esa posición podía
verme completa, mi cosita húmeda de lujuria, mi ano atormentado por probarlo y mis senos
bamboleantes con mis pezones paraditos de la calentura, ya no había vuelta atrás, me hinque sobre su
cuerpo y le puse mi culo en la cara, como niño hambriento sacó su lengua y me lamía del ano a la
vagina y viceversa, luego tomó con sus labios mi clítoris y no tuve más que tírame sobre su verga para
hacer un delicioso sesenta y nueve.
Era momento de sentir… mi cuerpo convulsionaba con las mamadas que me daba este hombre y
yo también lo mamaba tragándome toda su verga, le tocaba esas pelotas cargada de semen… quería
que esto no terminara nunca… era tan deliciosa la manera como disfrutábamos de nuestros cuerpos…
yo lloraba al sentir su tranca en mi campanilla, pero no me importaba… si hubiera podido me lo
tragaría entero… no había nada mejor en el mundo que mamar siendo mamada… como un acto reflejo
le metí un dedo en su culo y lo moví por dentro tratando de estimularle la próstata y estoy segura que lo
logré porque me llenó la boca de semen, mientras yo le bañaba la suya con mis jugos, nunca antes
había disfrutado un orgasmo simultaneo… ¡Que rico!

Descansamos un rato abrazados… empiernados… pero tenía que salir de ese sueño, así que me
paré y me fui a bañar, como un acto de agradecimiento por haberme hecho sentir tanto, dejé la puerta
abierta y no cerré la cortina del baño, él sonreía satisfecho, me vestí y tocaron la puerta, antes de ir a
abrir me pidió que me acercara y me besó la boca con ternura, como si fuera su esposa, enredé mi
lengua con la suya y me entregué a ese beso de amor, volvieron a tocar y entró otra viejecita enfermera,
me despedí sin mirarlo.

En lugar de ir a mi casa me fui al parque de la esquina a reflexionar, era la primera vez que Don
Rolo me besaba la boca y lo peor es que me había gustado mucho ¿Cómo era posible que gozara ese
beso si provenía de una boca torcida? ¿Me estaba enamorando de él? ¿O de su verga? ¿Y mi esposo?...
mil ideas se agolpaban en mi cabeza, no sabía qué hacer, me encaminé a mi casa y al llegar mi esposo
se extrañó de mi retraso, le inventé una mentira que me creyó, pero a la hora de dormir me pidió de
nuevo las nalgas, le dije que solo iba al baño y me preguntó que llevaba en las manos, al darse cuenta
que era lubricante, explotó, me dijo que dónde había aprendido eso, que quién me había enseñado,
estaba furioso, yo le dije que por mi profesión sabía que esas cosas ayudaban al sexo anal, pero me
seguía gritando como enajenado.

Para tranquilizarlo, me desnudé completa, le dije que hiciera conmigo lo que quisiera, también se
desnudó y tirándome del pelo me obligó a tragarme su verga, luego me puso en posición de misionero
y me cogió brutalmente, tenía la cara desencajada, me agarró a bofetadas, era la primera vez que me
pegaba, me dio vuelta y me violó el ano sin lubricante, yo gritaba de dolor, al fin terminó el tormento y
me bañó los intestinos de semen, al sacarla su verga estaba manchada de mierda.

Salí corriendo al baño y defequé con mucha dificultad y dolor, tome mi cara entre las manos y
lloré como nunca antes lo había hecho, sentía que me merecía que me tratara así, como a una puta, casi
me quedo dormida sentada en la taza, al salir mi marido me dijo que seguramente mi paciente me
estaba enseñando esas cosas raras, eso de usar lubricantes solo lo hacen las putas, se dio la media
vuelta y se durmió… esa fue la peor noche de mi vida, no pude dormir, debía hacer algo, pero ¿Qué?...
a la mañana siguiente…
CAPITULO VI

A la mañana siguiente mi marido salió sin despedirse, yo me sentía la peor de las mujeres, la más
sucia e infiel que haya existido, tenía los ojos rojos de tanto llanto y desvelo, ni siquiera desayuné, me
bañé y me preparé a enfrentar otro día de mi atormentada vida, antes de salir descubrí una notita sobre
la mesa del comedor que decía: -RENUNCIA O NO VUELVAS NUNCA MÁS- ¿Qué era esto? ¿Qué
voy a hacer?... pasé al banco a depositar mi ahorros, no quería que mi esposo se diera cuenta que tenía
dinero que no podía justificar ¿Por qué me mentía a mí misma? No eran ahorros, eran producto de mi
vida libertina, eran producto que ganaba con el sudor de mi cuerpo, eso solo tenía un nombre: ¡PUTA!

¿Cómo era posible que en menos de una semana mi vida se me cayera en pedazos? Tenía que
tomar una decisión si quería retomar mi existencia, así que caminé presurosa hacia la puerta de mi
trabajo dispuesta a renunciar, me abrió doña Laura, estaba elegantísima, le dije que le quería hablar, me
dijo que salía de prisa porque ella y su marido tenían cita en el juzgado, que pasara adelante y que en
unas horas volvería don Rolo, no me dio tiempo ni a reaccionar, antes de salir me dijo, sobre mi cama
te dejé un regalito, me dio una nalgada y se fue ¿Qué había sido eso?

Yo nunca había subido al segundo nivel, así que corrí para abrir mi regalito, al entrar pude ver una
habitación enorme, el doble que la de don Rolo, preciosa, efectivamente estaba sobre su cama el
regalito, lo abrí y era un traje de baño de marca, eso sí, pequeñísimo, eso no me iba a tapar nada, me
desnudé y me lo probé, al verme al espejo el triangulito apenas tapaba mi vagina, la parte superior eran
dos tiritas como el brasier que ella usó ayer, me di la vuelta y parecía que estuviera desnuda, el hilito se
metía entre mis nalgas ocultándose, yo jamás me pondría eso delante de la gente, aunque debo
reconocer que me encantó pero era muy atrevido para mis gustos, lo guardé dentro de mi maletita y me
puse mi uniforme.

Curioseando encontré una gaveta que tenía la lencería más hermosa y sexy que yo había visto en
mi vida, la gaveta de la par no la pude abrir, había un joyerito sobre la marquesa que tenía unas joyas
divinas, seguramente valían una fortuna, al vaciar el joyerito divisé una llave, la probé en la gaveta y
abrió, había una colección de DVDs, todos con fecha, tomé el más antiguo y lo puse en el DVD, me
senté y puse play ¡¿Qué era eso?!

Don Rolo se veía guapísimo, ha de haber sido de como diez años atrás, entonces apareció doña
Laura con un vestido de noche elegantísimo, estaban en esta misma habitación, la cámara debió de
estar puesta sobre este mueble porque se veía toda la cama, Don Rolo entró al baño mientras doña
Laura se desnudaba, ¡Que cuerpo, Dios mío! Parecía una modelo, una reina de belleza, una amazona
hermosa, se quedó solo en tanga y pude admirar esas nalgas que ya había tenido entre mis manos,
luego salió don Rolo y entró ella al baño, él venía solo en bóxer negro, se le dibujaba su tremenda
erección, movió la cámara acercando más la imagen a la cama, puso música y se acostó al instante salió
doña Laura y se quitó la tanga sin ningún pudor, se la aventó a la cara y él la olió disfrutando los
aromas de la vagina de su mujer.

Ella gateó sobre la cama, era imposible dejar de ver esas nalgas que se abrían a cada gateada
mostrando su húmedo chochito, le quitó el bóxer y le mamó la verga, podía ver de cerca como su
lengua envolvía aquel trozo de carne bien parado, le lamió las bolas con mucho disfrute, lástima que la
música no me dejaba oír los gemidos que proferían, don Rolo le tomaba la cabeza como guiándola a la
velocidad y profundidad que quería que lo mamara, ella se la tragaba completa y se la dejaba hasta
adentro haciendo que don Rolo deformara su rostro cundido de placer.

Doña Laura hizo algo que no tenía ni idea que le fuera a dar tanto placer a un hombre, mientras le
mamaba la verga le pasaba sus grandes tetas por los huevos, él ha de haber sentido delicioso como los
pezones se restregaban en sus pelotas, él subía su pelvis para meterle más profundo la verga dentro de
la boca y al mismo tiempo disfrutar del roce de esos pezones en sus huevos, luego fue él quien la
acostó y disfrutó comiéndose esa vagina apetecible, le chupaba el clítoris con fruición, ella se tocaba
las tetas con los ojos cerrados y la boca abierta.

Luego le dio vuelta y metió toda su cara entre esos promontorios enormes que tenía por nalgas, le
metía la lengua en el ano y ella se convulsionaba de gusto, que hermoso cuadro erótico estaba
disfrutando, metí mi mano derecha dentro de mi mojada tanga, la hice a un lado y me perforé con un
dedito, lo metía y lo sacaba viendo esos cuerpos hermosos que danzaban al ritmo del placer, luego
hicieron un 69 donde ella disfrutaba mamado esa verga que me enloquecía, la envidiaba, que rico era
mamar esa pija, ella se sacó el pene de la boca y se lo frotó por toda la cara, se le veían los brillos de
saliva sobre su hermoso rostro.

Ella se sentó dándole la espalda y se encajó ese monumento de verga dentro de su vagina
apretada, ella cabalgaba a su marido chupándose los pezones alternativamente y se tocaba con la otra
mano el clítoris, eso nunca lo había hecho yo, seguramente esos DVDs me iban a enseñar mucho de
sexo, lo que tenía con mi marido era totalmente rutinario, en cambio ellos si se sabía disfrutar el uno al
otro, mis dedos seguían perforando mi hoyito delantero, tratando de imitarla me saqué un seno y lamí
mi propio pezón, que delicia sentir mi lengua en la puntita, se me pararon de la excitación.
Ella se dio vuelta y lo cabalgo de frente, yo estaba celosa viendo como ese cuerpo sudado
brincaba sobre la verga que me tenía atormentada, como me hubiera gustado ser yo la que disfrutara de
esa pija maravillosa, de pronto ella se sacó la verga, se lubricó y la guió a su ano, era increíble ver
como semejante trozo de carne invadía su hoyito trasero, gotitas de sudor caían de su espalda mojando
su culo, no podía entender como a las mujeres les gustaba que les dieran por atrás, yo prefería siempre
por la vagina, pero doña Laura seguramente lo disfrutaba porque echaba la cabeza para atrás subiendo
y bajando de esa verga deliciosa.

Él la puso de perrito y se la encajó de una sola estocada, ella se tocaba el clítoris y por sus gestos
pude ver que tenía un gran orgasmo, él se la sacó, se pajeó y le bañó la cara y las tetas de semen, lo más
curioso fue que ella se tomó con sus dedos unos grumos de semen y se besaron en la boca, mi marido
nunca me dejaría besarlo con mi boca llena de leche, pero lo más increíble es que ella se metió bajo las
sábanas sin siquiera limpiarse, seguramente les daba morbo ver las costras secas de semen sobre su
cuerpo al día siguiente, don Rolo se dirigió a la cámara y la apagó, no pude alcanzar mi orgasmo de los
nervios que tenía, dejé todo como estaba y salí a ver que hacía.

Me aburrí el resto de la mañana, después de almuerzo, el abogado llevó a Don Rolo, lo llevé a su
habitación para medicarlo, pero él no quiso, me dijo que la pastilla lo obligaba a dormir y que antes
quería hablarme, me dio la boleta de depósito y ¡madre mía! Efectivamente había una cantidad con
cuatro ceros, yo quería decirle que iba a renunciar, pero se veía tan contento que no me atreví, ya se lo
diría a la señora antes de irme, me pidió que lo desnudara y le pusiera su bata, traté de hacerlo de la
forma más rápida que pude, pero era imposible dejar de ver esa verga que saltó al quitarle el bóxer, le
puse la bata y me contó sobre el juicio, tal parecía que las cosas lo favorecían, le hicieron un examen
psiquiátrico y él creía que los resultados lo iban a ayudar, lo mediqué y se quedó dormido.

Oí un portazo terrible, era la señora que había vuelto, se veía muy molesta, me pidió que la
masajeara, que estaba muy tensa, me llevó a su habitación, me eché aceite en mis manos y se desnudó
sin ningún pudor, empecé el masaje un poco nerviosa:

DOÑA LAURA: ¿Qué pasa Lola? ¿Te sientes incómoda al verme desnuda?

YO: No, doña Laura, no es eso… lo que pasa es que usted tiene un cuerpo de modelo, es imposible no
admirarla.
DOÑA LAURA: Dime, Lola ¿Alguna vez has estado con otra mujer?

YO: Ay, doña Laura ¿Qué preguntas son esas? No, nunca.

DOÑA LAURA: ¿Qué tendría de malo? Estamos en pleno siglo veintiuno.

YO: A mí no me gustan las mujeres.

DOÑA LAURA: A mí tampoco me gustaban los camarones hasta que los probé.

YO: ¿Ahora le gustan?

DOÑA LAURA: ¡Me encantan!... así Lola… que buenas manos tienes… así… hum… por toda la
espalda… duele, pero es rico… ahg… ¿Te gustó el regalito que te hice?

YO: Sí, gracias señora, pero no se hubiera molestado.

DOÑA LAURA: Me gustaría vértelo puesto.

YO: Ya me lo probé… me gusta… pero es muy chiquito… a mí me daría vergüenza ponérmelo delante
de la gente.

DOÑA LAURA: …así, Lola, así… que delicia… necesitaba este masaje… así… así… estrújame las
nalgas… que manos tienes… cuando termines el masaje ¿Te pruebas el traje?

YO: Ay, señora, no sé…


DOÑA LAURA: Somos mujeres las dos… ¿No te has bañado con una prima o alguna amiga alguna
vez?

YO: Sí pero… eran de confianza… usted es mi patrona…

DOÑA LAURA: Deja de decir tonterías y pruébatelo, ese traje que tenías era horrible, este te ha de
quedar espectacular.

Se levantó de la cama, desnuda como estaba con su cuerpo brilloso por el aceite, era una postal
digna de portada de revista, me pidió que me probara el biquini, yo temerosa tuve que hacerlo, me
desnudé con mucha vergüenza delante de ella y me lo puse:

DOÑA LAURA: Ya veo que también te depilas la conchita… tienes unos senos muy hermosos… y ese
traserito… has de hacer muy feliz a tu esposo en la cama ¿Te consideras buena amante?

YO: No sé, señora… nunca se lo he preguntado a mi esposo… pero hasta el momento no ha tenido
ninguna queja…

DOÑA LAURA: Modela para mí, como si estuvieras en una pasarela.

YO: Ay, doña Laura, no sé cómo hacerlo…

DOÑA LAURA: Con ese cuerpecito que Dios te dio debes hacer maravillas en la cama… así, camina
cruzando las piernas… exacto… ahora date la vuelta… que bonitas nalgas tienes… te ves muy
delicada, como si fueras a romperte… así, Lola… muy bien…

YO: Ay, señora… me siento incómoda con todo lo que me dice… usted está desnuda viéndome… y…

DOÑA LAURA: No pasa nada, Lola, somos mujeres admirando nuestros cuerpos… ¿Sabes que me
gustaría?... darte un masaje con mis propias manos.
YO: No me atrevería, doña Laura, usted es mi jefa, soy yo la que debo atenderla, no al revés.

DOÑA LAURA: Ven, desnúdate que te voy a devolver el favor.

No tuve más que hacerlo, me acostó sobre la cama donde momentos antes la había visto coger con
Don Rolo, me acostó boca abajó y se sentó en mis nalgas, podía sentir su chochito húmedo y caliente
sobre mi cuerpo, empezó a masajear mi cuello:

YO: Señora, me da mucha pena decírselo, pero tengo que renunciar.

DOÑA LAURA: ¡¿Por qué?! ¿El bestia de Rolando te hizo algo?

YO: No, señora, él me trata con mucho respeto, es mi marido que ya no quiere que trabaje.

DOÑA LAURA: Tráemelo y yo lo voy a convencer de lo contrario.

YO: No va a querer venir… él ahora gana más y no necesito trabajar.

Diciendo eso estaba cuando siento sus manos en mis nalgas, a pesar de no tener experiencia como
masajista, si la tenía para excitar mi cuerpo, estaba muy nerviosa:

DOÑA LAURA: Veo que te gusta mi masaje…

YO: ¿Por qué lo dice?

DOÑA LAURA: Tienes la conchita mojada.


YO: No es lo que usted piensa, ha de ser el aceite.

DOÑA LAURA: Déjame ver.

YO: ¡¿Qué está haciendo?!

DOÑA LAURA: Te estoy metiendo un dedito para comprobar si es aceite o son tus jugos.

YO: Ay, doña Laura, no haga eso o salgo corriendo y no me verá nunca más.

DOÑA LAURA: Esta bien, Lolita… pero prométeme que no vas a renunciar.

YO: Se lo prometo, pero sáqueme el dedo por favor.

DOÑA LAURA: Lo haré… confío en tu promesa.

Me la quité de encima como pude, agarré mis cosas y antes de salir de su habitación, me dijo
chupándose el dedo:

DOÑA LAURA: … no era aceite… eran tus jugos.

¿Por qué me pasaba esto a mí? Salí corriendo hasta el jardín, ahí me vestí como pude, me senté en
la banquita a reflexionar, ¿Por qué le había permitido a doña Laura que me vejara de esa manera? ¿Por
qué no la aventé cuando me metió el dedo? Me revisé la vagina y la traía empapada ¿Cómo era posible
excitarme en las manos de otra mujer? Eso nunca me había pasado… lo que más me torturaba era que
debía renunciar… no podía regresar a mi casa sin haber tomado esa decisión… RENUNCIA O NO
VUELVAS NUNCA MÁS… esas palabras se agolpaban en mi cabeza… se me ocurrió tomarle fotos
con mi teléfono a don Rolo para que mi esposo viera que era un parapléjico, me fui a su habitación y le
tomé varias, principalmente de su cara torcida llena de babas.
A los pocos minutos despertó y me pidió que le limpiara las babas, en eso estaba cuando oímos un
tremendo portazo, era doña Laura quien se había ido, me acerqué para limpiarlo bien y cual sería mi
sorpresa que siento su boca besándome los labios, lo aventé con un impulso que me salió de mi
conciencia negra, él se asustó y me dijo que qué me pasaba, entre llantos le conté el pleito de mi
marido y su amenaza, se quedó un momento reflexionando:

DON ROLO: Tiene razón, yo te había dicho que si fueras mi mujer no te dejaría ir a trabajar… pero
pensemos cómo hacer para que tu marido te dé permiso… no sé… dale algo que él desee…

YO: Lo que quería ya se lo di y eso precisamente fue el motivo del pleito.

Así pasamos un buen rato discutiendo sin encontrar una solución, le dije que lo más probable era
que tenía que renunciar a pesar de mis deseos de seguir siendo su enfermera, él se puso a llorar, era
muy conmovedor ver a ese hombrón derramando lágrimas por mi culpa, lo abracé y con toda la
intención del caso le puse su cara dentro de mis pechos, sentí su lengua lamerlos, con sus manos
artríticas me agarraba de las nalgas, yo busqué su boca y lo besé con amor y deseo, no hicieron falta
palabras, me desnudé y me metí dentro de las sábanas para hacer el amor, no quería coger, deseaba
darle amor, que nuestra despedida fuera inolvidable.

Fue una danza deliciosa, tal parecía que cada uno adivinaba lo que nuestros cuerpos necesitaban,
nos mamamos con ternura, nos chupamos todo el cuerpo, su verga palpitaba lujuriosa, mi vagina
destilaba muchos jugos que su boca saboreaba, luego me puse en medio de sus piernas y apliqué lo
aprendido en el DVD, le mamé la verga mientras le restregaba mis pezones por sus huevos, el subió su
pelvis para disfrutar de mis caricias, tenía el rostro totalmente desfigurado de placer, me sentía
orgullosa de complacerlo, me senté un su poderosa verga y me la metí hasta el fondo, resbalaba como
cuchillo en mantequilla, me lamí yo misma los pezones y me toqué el clítoris, él me dijo que estaba a
punto de venirse pero que no tenía preservativo y que no quería causarme más problemas, le dije que
era estéril, que me bañara por dentro, me penetró con ganas y los dos nos vinimos al mismo tiempo.

Lo llevé al baño y nos duchamos juntos por primera y última vez, lo dejé en su cama y lo besé a
manera de despedida, él me vio con sus ojos acuosos, me besó la mano y me despedí cuando llegó la
sustituta, lloré en todo el camino a mi casa, al llegar me cambié y esperé a mi esposo para darle la
noticia de mi renuncia definitiva, cené sola porque mi marido no llegaba ¿Qué pasaría? ¿Será que me
había abandonado? Cuando estaba a punto de dormir, lo vi en el umbral de la puerta.
CAPITULO VII

Mi marido traía un precioso ramo de flores, se me tiró encima pidiéndome perdón, me dijo que
había hablado con un amigo sobre nuestra situación y que se había reído de él por ignorante, que su
mujer usaba lubricantes y juguetes todo el tiempo, me dijo que era un idiota y me volvió a pedir
perdón, me dijo que siguiera trabajando y que nunca más me haría una escena de celos como la de
anoche, en ese mismo instante llamé a don Rolo, me contestó la enfermera y le dije que el lunes la
relevaría a las siete, esa noche afortunadamente, mi marido me trató con mucho amor, ni siquiera hizo
intentos por perforar mi anito.

El domingo fuimos a ver nuestra futura casita, era preciosa de dos habitaciones, justo para
nosotros que no podíamos tener hijos, me llevó a almorzar a un restaurante, luego fuimos al cine,
pasamos un día precioso, por la noche sacó una bolsita donde habían un montón de juguetes sexuales,
algunos no tenía idea de cómo se usaban, fuimos leyendo los instructivos, el que más me gustó fue una
mariposita que me amarro a las piernas y al vibrar estimula mi clítoris, esa noche cogimos con fervor.

Amanecí el lunes muy nerviosa, cuando me estaba bañando entró mi marido y me enjabonó toda,
los recuerdos atormentaron de nuevo mi sucia consciencia, me bañó con mucha ternura, como si fuera
una bebé, me secó el cuerpo y me dijo que me amaba, me puse a llorar y me preguntó que qué me
pasaba, yo le mentí diciéndole que lloraba porque era muy feliz, organicé mi maletita y salí a mi
trabajo, me abrió la enfermera nocturna y me dijo que a don Rolo lo había venido a traer del hospital
con una ambulancia para hacerle unos exámenes de rutina.

Entré y dejé mis cosas en la habitación de don Rolo, sonó el teléfono y era la señora que me pidió
que subiera a su habitación y que le dictara el número de un expediente que había olvidado sobre su
mesa de noche, lo hice y colgamos, tal parecía que esa mañana no me iba a aburrir para nada, abrí la
gaveta pornográfica y me pasé viendo DVDs de todos los encuentros sexuales de don Rolo con Doña
Laura, aprendí muchas posturas que no sabía que se pudieran hacer en el sexo, pero lo que más
disfrutaba y me ponía celosa era ver como ella le mamaba la verga y le metía un dedo en el trasero,
estaba húmeda de nuevo, ya era mi estado natural.

Como eran muchos quise ver de los últimos ¡Oh sorpresa! Era doña Laura con otra chica preciosa,
las dos lucían una lencería de infarto, ¿Cómo era posible tanta belleza en esas dos mujeres? Doña
Laura se acercó a la otra chica y la besó, a mí me dio un poco de asco, pero seguí viendo, se quitaron
los brasieres y se frotaron los pechos la una a la otra, ¿Cómo podían sentir placer dos mujeres? Eso
nunca había pasado por mi mente, me parecía asqueroso, luego se quitaron los hilitos y se fueron a la
cama:
CHICA: ¿Estás segura que tu marido no sospecha nada?

DOÑA LAURA: Ya te he dicho como mil veces que no, él me cree una esposa fiel y abnegada, el
cornudito está de viaje trabajando para mantenerme como una reina.

CHICA: No seas tan descarada, Laura.

DOÑA LAURA: Si es cierto, tú bien sabes que mi padre botó su fortuna en el juego, afortunadamente
me casé con Rolando y pude mantener este nivel de vida a que estoy acostumbrada.

CHICA: Por eso tengo miedo a que nos descubra.

DOÑA LAURA: Deja de decir tonterías y bésame… hum… que rico… chúpame las tetas… así… que
delicia… me tienes muy caliente… ¡que boca!... así, así… chúpame los pezones… mueve esa lengua
como solo tú sabes hacerlo… ay que rico… así, así… más abajito… ahí… que rico me chupas la
papaya… así mi vida… chúpame el clítoris…ah… que rico me lo haces… ven, yo también te quiero
mamar… que lindo culo tienes… ah… que almeja tan rosadita… te sabe deliciosa…

CHICA: Sí… así Laura… mámamela… ay… que rico me chupas el culo… así mamita, así, más,
más… asiiiii… que cuerpecito más divino me estoy comiendo… así Laurita, méteme los dedos, otro…
otro… que delicia… me encanta que me perfores el chocho y el culo al mismo tiempo… ay… que
rico…

DOÑA LAURA: Ven… que estoy a punto de venirme… así, mi amor… hagamos la tijerita… así…
frótame tus labios en los míos… así mamita, más fuerte… que calientita tienes la rajita… que delicia…
más, más duro, así, así… ya… yaaaa… agh… yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
quuuuuuuuuuuuuuuuuuuueeeeeeeeeeeeeeeeeeee riiiiiiiiiiiiiiicooooooooo.

No lo podía creer, doña Laura era bisexual, ahora entendía todo, ¿Qué iba a ser de mí? Primero caí
en la redes de don Rolo ¿Y ahora esto? no lo podía permitir, a mí no me gustan las mujeres, ya se lo
había dicho pero como que le entró por un oído y le salió por el otro… me sentía excitada ¿Cómo era
posible mojarme al ver a dos mujeres haciéndolo?... me palpitaba la vagina… eso de la tijera ni sabía
que existía… ¿Qué se sentirá tener otro chochito frotándose contra el mío? ¿Qué pensamientos eran
esos?... tenía que poner un alto ¿Pero cómo?...así pasé el resto de la mañana cavilando cómo tendría
que parar las insinuaciones de doña Laura.

Llegó don Rolo y me pidió que lo llevara al yacusi, yo feliz lo hice, nos metimos desnudos y me
senté adelante de él para sostener su cuerpo, pero fue mejor cuando sentí su tremenda verga perforar mi
vagina, ya necesitaba sentir de nuevo su pija haciendo estragos en mis interiores:

DON ROLO: Que rica estás, Lola, mueve el culo así, ay que rico, tenía tantas ganas de cogerte de
nuevo, creí que solo lo haríamos esa vez ¿Tú me extrañaste?

YO: No me pregunte nada que se me remuerde la consciencia, solo cójame.

DON ROLO: Así, mi amor, apriétame la verga con tus músculos vaginales, que rica la tienes, estás
bien apretadita, huy que calientita… ¿Te gusta mi verga?

YO: Ay ¿Qué quiere que le diga?

DON ROLO: La verdad.

YO: …pues… desde el primer día que le vi su gran erección…

DON ROLO: ¿Qué? ¿Se te antojó?... no tendría nada de extraño…

YO: … sí… al vérsela se me hizo agua la boca… hum, que rico me coge…

DON ROLO: Me di cuenta que cuando me bañabas te gustaba lavarme la verga y los huevos.
YO: …ay…sí, don Rolo, me excita bañarlo, enjabonarlo, secarlo…

DON ROLO: ¿Qué más?

YO: Me fascina mamársela, la tiene tan rica… pero más me gusta que me la meta, así como ahora…
me tiene hirviendo don Rolo…

DON ROLO: ¿Me darías el culito?

YO: No, por favor… no me pida eso… me lo destrozaría… la tiene muy grande…

DON ROLO: Pero yo sé cómo hacértelo para que te guste, déjame cogerte por el culo, por favor… no
te quedes callada… dime algo, Lolita… cuando te fuiste… creí que era la última vez que te vería y me
quedé llorando…

YO: Yo también lloré.

DON ROLO: ¿Eso quiere decir que me extrañabas?

YO: Sí, don Rolo, para qué se lo voy a negar.

DON ROLO: ¿Sabes una cosa?... creo que no solo te extraño… sino que también te quiero.

YO: No me diga mentiras, don Rolo.

DON ROLO: No son mentiras, tú eres la única mujer que me interesa, la única a quien beso, la única
que me mama la verga, la única con quien cojo, la única… a decir verdad no eres la única…
YO: ¿Cómo así? ¿Hay otra?

DON ROLO: Solo en mis fantasías… me encantaría hacer un trío con otra mujer aunque solo fuera una
vez…

YO: No sea degenerado, Don Rolo, a mí solo me gusta hacerlo con usted… además…

DON ROLO: ¿Además, qué?

YO: …pues… no se vaya a reír de mí… pues… que me darían celos.

DON ROLO: ¿De verdad? ¿Te darían celos verme con otra mujer?

YO: Pero no se ría de mí.

DON ROLO: Si no me río de ti, es que me siento halagado que una jovencita cómo tú sientas celos de
un viejo parapléjico como yo.

YO: ¡¡¡DIOS MÍO!!! La señora.

Doña Laura nos estaba viendo desde su ventana, ¡trágame tierra! Ninguno de los dos la oímos
entrar, le pedí que me soltara pero con más ganas me cogió, como pude me zafé de sus brazos, él se
hundió dentro del yacusi, así desnuda como estaba tuve que sacarlo, rápidamente lo puse en su silla y
así desnudos y mojados lo llevé al baño, lo sequé y nos vestimos, ¿Cómo llegué a esta situación? ¡Dios
mío! ¿Qué haré? Don Rolo estaba feliz en contraste con mi angustia, le di de almorzar lo mediqué y se
durmió.
Como era de esperarse me llamó doña Laura y temerosa subí a su habitación, se encontraba
desnuda boca abajo y me pidió su masaje, yo quise explicarle lo del yacusi pero no me dejó, me dijo
que ya lo hablaríamos después, también me dijo que había descubierto que yo miré el DVD donde
estaba con otra chica, ¡Me quise morir! Había olvidado guardar el DVD y la llave estaba dentro de la
cerradura de su gaveta, traté de justificarme, pero no me dejó, solo dijo:

DOÑA LAURA: Desnúdate tú también.

YO: ¿Cómo?

DOÑA LAURA: Me oíste perfectamente, ¡Desnúdate!

No sé si fue por el sentimiento de culpa que me acosaba o por cualquier otra razón, pero terminé
desnuda sobre el cuerpo de doña Laura, cuando iba por el aceite:

DOÑA LAURA: ¿Alguna vez has besado a otra mujer?

YO: Nunca, doña Laura, ya le dije que a mí no me gustan las mujeres, entiéndalo por favor.

DOÑA LAURA: ¿A una amiguita de la escuela… o a una primita… nunca… estás segura?

YO: …bueno… una vez tuve unos jugueteos con una vecinita…

DOÑA LAURA: Cuéntame… ¿Qué hicieron?

YO: …pues… nos bañamos juntas… me besó…

DOÑA LAURA: ¿Y te gustó?


YO: No sé… tenía 11 años.

DOÑA LAURA: ¿Qué más hicieron?

YO: …me tocó mi vaginita… yo también se la toqué…

DOÑA LAURA: Que rico… ¿Qué más?

YO: No me gusta que se excite con lo que le estoy contando.

DOÑA LAURA: ¡Que te importa si me excito! ¡Sígueme contando!

YO: …ella se agachó y me chupó mi cosita…

DOÑA LAURA: ¡Sigue!

YO: …después yo hice lo mismo y se la chupé… ay, doña Laura, eso fue todo lo que hicimos.

DOÑA LAURA: ¿Y te gustó?

YO: No sé… creo que todas las niñas por curiosidad hemos pasado por eso… pero no sabría decirle si
me gustó… a mí me gustan los hombres…

DOÑA LAURA: A mí también, pero probar otra mujer es un sabor aprendido… delicioso… reconoce
que estás excitada.
YO: No, ¿Por qué lo dice?

DOÑA LAURA: Porque siento tu humedad sobre mis nalgas.

YO: Pero es sin querer.

DOÑA LAURA: Así empecé yo, sin querer, pero luego de que la chica me mamó la raja me encantó
¿Quieres que te la mame?

YO: No, doña Laura, no me diga esas cosas.

DOÑA LAURA: ¡Acuéstate! Te voy a enseñar lo que es una buena mamada, ningún hombre te hará
sentir tan rico como yo.

Me jaló hasta la orilla de la cama, ella se hincó en el suelo, puso mis piernas en sus hombros y me
empezó a lamer la concha, yo cerraba los ojos llena de angustia, ya no era una niña ¿Por qué no la
aventaba y salía corriendo?... estaba sintiendo delicioso, tenía razón, ningún hombre me la chupaba
como lo hacía ella, la forma en que tomaba mi gallito con sus labio era enloquecedora, yo me tocaba
las tetas ¿Qué estaba haciendo? Estaba disfrutando como una ramera lesbiana, no podía seguir
pensando, su lengua hacía maravillas en mi hoyito trasero mientras me metía y me sacaba un dedo de
mi vagina, no podía creerlo pero estaba a punto de venirme.

Ella se dio cuenta y me acostó al centro de la cama, se me subió encima y me puso todo su culo en
mi cara, me ordenó que se la mamara, me sentía ahogar, tenía mi boca en su raja y mi nariz estaba
presionada por su culo, cuando saqué la lengua para empezar a lamerla me dejó respirar, no tuve más
remedio que mamarle la raja, después de todo no sabía tan mal, hasta este momento ni siquiera había
probado mis jugos, pero los de ella me sabían a gloria, se acomodó para que le chupara el culo, yo metí
mi lengua dentro de su canal trasero y me frotó las tetas con mucha pasión, luego se inclinó e hicimos
un delicioso 69, nos mamamos delicioso y nos atravesamos los culos con los dedos, para terminar la
faena me hizo la tijerita y fue el momento más placentero, no sabía que frotar mis labios contra los de
ella era tan delicioso, nos fundimos en un orgasmo largo lleno de pujidos y gemidos.
Nos bañamos juntas y me dijo que ese sería nuestro secreto, yo no sabía que hacer pero asentí con
la cabeza, traté de explicarle lo del yacusi y me dijo que no me preocupara, que ella no tenía ningún
derecho moral para reclamarle nada a su esposo, que justamente con la chica que la había visto en el
DVD, fue con quien su marido la encontró, que lo amaba, pero que entendía que era hombre y tenía sus
necesidades. El mundo estaba de cabeza y yo más loca que el propio mundo.

Mientras me vestía pude ver como dormía, la había dejado satisfecha, eso nunca lo hubiera
imaginado, pero admiré su cuerpo desnudo y salí hacia la habitación de don Rolo, unos instantes
después despertó y me preguntó que me había dicho doña Laura, le dije que me había contado lo de la
infidelidad con la chica y que ella lo amaba, pero que no sentía con ningún derecho de reclamarle, por
supuesto le oculté nuestro secreto, me dijo que lo comunicara con su abogado, lo hice y salí para darle
privacidad.

Al volver me tomó de la cara y me besó, yo estaba atormentada, hace un momento besaba los
labios de su esposa y ahora esto ¿En qué me estaba convirtiendo? Le dije que parara, que su esposa
estaba en la casa, pero a él no le importó y me agarró de las nalgas, yo sabía que después de todo lo que
había hecho no podía hacerme la santita, así que cerré la puerta con llave y me desnudé dentro de sus
sábanas.

¿Cómo era posible que estuviera tan caliente? Acababa de tener un orgasmo con su esposa y ahora
él me incitaba a tener otro, la cabeza me daba vueltas, pero él hizo que dejara de pensar al ponerme la
verga en mi boca, esa ya era una adicción, mamársela era mi deporte favorito y estaba dispuesta a sacar
una medalla de oro con mi mamada, él también me la chupaba a mí, lo peor es que no pude dejar de
comparar y Doña Laura era una experta mamando puchas, de cualquier manera mi vagina necesitaba
un pene.

Me senté sobre su verga y mi vagina lo agradeció, que deliciosa sensación de llenura tenía, me
llegaba hasta el fondo, lugares que mi esposo jamás lograría penetrar ¿Por qué tuve que pensar en mi
esposo? De nuevo se me nubló la mente, pero don Rolo me seguía envistiendo y mi cuerpo reaccionó
mejor que mi mente, saqué mi lengua y chupé mis pezones, eso a él le gustó mucho porque me cogió
con más fuerza, de pronto me dijo que sacara de la mesita de noche un paquetito, lo abrí… y… ¡Era
lubricante! ¡¡Dios mío!!

Don Rolo me suplicó que me lo untara en mi anito, yo no quería pero me pidió que lo sentara
poniendo la mitad de su cuerpo sobre la cabecera, que me pusiera en cuatro de espaldas a él, vi cómo se
untaba los dedos con lubricante, yo temblaba de miedo, con sus dedos torcidos y vacilantes, logró
meterme un dedo, yo apretaba el anillo con mucho temor, él me dijo que me relajara, luego metió otro
y otro, después de todo no era tan malo, hasta podía reconocer que sentía rico ¿Pero su verga?

Me pidió que le untara la pija con lubricante, me dijo que lo cabalgara y que así yo podía ir
metiéndomela a mi ritmo y que si me dolía que parara para que mis paredes anales se fueran
acostumbrando a su tamaño, así lo hice, tomé su verga por el tronco la guié a mi canal trasero y me
entro la cabeza, pegué un bufido terrible, me ardía terriblemente el ano, me quedé quieta, poco a poco
me fui sentando en esa anaconda hasta que sentí los pelitos de sus huevos en mis nalgas, era la señal
que me la había comido toda.

Poco a poco fui sacándola y metiéndola de mi culito recién violado, él me apretaba los pechos con
violencia, me dolía pero no me importaba, eran tantas las sensaciones que tenía dentro de mi ano que
me abandoné a darnos placer, lo cabalgaba como una potra salvaje, el lubricante había ayudado a evitar
el dolor, realmente lo estaba disfrutando, me toqué el clítoris aplicando las enseñanzas recién
aprendidas y sentí que se me acalambraba todo el cuerpo, él estaba a punto de terminar, aceleré mis
movimientos y sentí sus deliciosos chorros de semen bañándome por dentro.

Al despedirme me dijo algo que me conmovió:

DON ROLO: ¡Por favor!... no me dejes nunca.


CAPITULO VIII

Así pasaron los meses, don Rolo y doña Laura seguían sin hablarse, la prueba psiquiátrica salió a
favor de don Rolo, el juicio por fin llegaba a su final, todo parecía que el divorcio era inminente y doña
Laura tendría que dejar su vida de reina para tener que ganarse la existencia, lo terrible es que yo
pasaba de la cama de ella a la de él sin ningún problema… para ellos… porque yo hasta había pensado
en el suicidio… mi esposo cada vez estaba más amoroso conmigo y el sentimiento de culpa que tenía
no me dejaba vivir en paz.

Pero todo cambió una mañana desafortunada o afortunada, no sé… ustedes juzguen… un domingo
amanecí resfriada y mi esposo me dijo que iría a visitar a mi suegra, pero el destino me tenía preparada
una jugarreta infernal… resulta que suena mi teléfono y era Doña Laura para decirme que su esposo se
había abierto la cabeza contra la mesita de noche, que no había enfermera que lo aguantara y que por
favor llegara de urgencia, me preparé y salí presurosa.

Debía pasar a una farmacia a comprar todo lo necesario para curarlo, pasé a la misma donde
meses atrás compré mi primer sobrecito de lubricante, queda ubicada en frente del parque donde me
sentaba a reflexionar sobre mi vida disoluta, al salir sentí que se me aguadaron las piernas, ahí estaba
mi esposo con un bebé entre los brazos y con otra mujer quien le daba un helado a su hija. Mi esposo
besó en la boca a la mujer y la estocada final fue cuando escuché a la nena decirle: ¡papá!

Maldije a los cuatro vientos, el hecho de ser estéril había llevado a mi esposo a los brazos de esa
mujer o tal vez era el castigo que la vida me tenía preparado por ser presa fácil de mis instintos
putrefactos, no sé, me sentía una puta perdida, no sabía qué hacer, traté de acercarme y hacerle una
escena tormentosa de celos, pero no me atreví porque no tenía moral para hacerlo.

Llegué a la casa de mis patrones muerta en llanto, por supuesto doña Laura me preguntó que me
pasaba, le dije que primero iba a curar a don Rolo y luego le contaba, el cuadro era espeluznante, don
Rolo yacía desmayado a la par de su cama, desnudo y bañado en un charco de sangre y semen por toda
su pelvis, lo curé, limpié todo el tiradero, le di un baño de esponja y lo acosté en su cama.

Luego le conté a doña Laura todo lo acontecido, ella me abrazó y me besó los labios, necesitaba
de su cariño, me sentí protegida entre sus brazos, me sentía como la hija incestuosa siendo consolada
por la madre:
DOÑA LAURA: No hay esposo que dure cien años ni Lola que los aguante.

Me reí de su ocurrencia mientras me tomaba mis lágrimas, me llevó a su habitación y me quería


desnudar, yo le dije que ese era el peor momento para pensar en sexo, ella me dijo que un baño caliente
me caería bien, me bañó como si fuera su bebé, pero al mismo tiempo sentía sus manos resbalar por
todo mi cuerpo de una manera deliciosa, máxime cuando metía sus dos manos entre mis piernas, una
en medio de mis nalgas y la otra en mi cosita ¿Cómo era posible estar excitada después de descubrir
que mi esposo tenía otra familia?

Me llevó a su cama y me acarició hasta quedarme dormida, no sé cuánto tiempo pasé


descansando, los gritos de doña Laura me despertaron, bajé a ver de qué se trataba y ella lo sostenía al
borde de la cama.

DOÑA LAURA: Dile al señor que no se masturbe porque se va a volver a lastimar.

DON ROLO: Dile a la señora que yo me masturbo cuantas veces me dé la gana y que no necesito que
ella me sostenga, dile que prefiero volver a abrirme la cabeza que sentir sus sucias manos en mi cuerpo.

Esa era una conversación absurda, lo acomodé en su cama y doña Laura salió de la habitación:

YO: ¿Qué le pasa don Rolo? Se acaba de masturbar y ya quiere otra vez.

DON ROLO: ¿Qué quieres que haga? Es por el accidente, antes me masturbaba una vez al día y
quedaba satisfecho, pero ahora no se me baja con nada.

Como me vio distraída me preguntó que qué me pasaba y se lo conté todo con lujo de detalles, me
abrazó y me besó la boca, esto era como un deja vu… me preguntó qué pensaba hacer y le dije que no
tenía cabeza para tomar decisiones, se quedó callado un rato y luego me dijo que tenía la solución:

DON ROLO: Te vienes a mi casa y haces los dos turnos.


YO: Pero eso sería como pasarme a vivir aquí.

DON ROLO: Exactamente ¿O piensas perdonarle a tu marido semejante afrenta?

YO: Ni loca, ¿Pero pasarme a vivir aquí…? ¿Está seguro?

DON ROLO: Completamente, tú serías mi enfermera de planta.

YO: ¿Y dónde dormiría?

DON ROLO: Conmigo, como marido y mujer.

YO: ¡No! ¿Qué pensaría la señora?

DON ROLO: Me importa un demonio lo que piense esa puta.

YO: ¿Ya se van a divorciar, verdad?

DON ROLO: Mañana tenemos cita con el juez, si todo sale como yo espero no tendrá más que
firmarme el divorcio, llama a mí abogado…

Lo hice y le pidió que me llevara a comprar todo lo necesario para vivir con él, yo no quería pero
hizo un berrinche de niño caprichoso que paré aceptando… fuimos y compré ropa, lencería de marca,
zapatos, en fin, me llenó de regalos, el abogado me dijo que tenía órdenes de comprarme lo que
quisiera, así que hasta unas botas divinas me compré. Llegué feliz y le enseñé todas mis compras, se las
modelé una por una, lo que más disfrutó fue la lencería pequeña, luego acomodé todo en el closet…
pero tenía muchas dudas ¿Qué iba a hacer con mi esposo? No podía simplemente dejar de llegar a mi
casa sin decirle nada… ¿Qué pensaría doña Laura? ¿Creería que me aproveché de la situación de don
Rolo y luego buscaría venganza?

Le di su almuerzo, lo mediqué y se durmió, ya sabía que doña Laura me llamaría… salimos al


jardín:

DOÑA LAURA: ¿Qué piensas hacer con tu marido?

YO: No sé… don Rolo quiere que yo haga los dos turnos.

DOÑA LAURA: Fabuloso, vivirías aquí.

YO: ¿No le molesta?

DOÑA LAURA: Al contrario, sabría que hay alguien que lo cuida tanto como yo lo hacía antes…
dame el número de tu marido.

YO: ¿Para qué lo quiere?

DOÑA LAURA: Le voy a cantar todas sus verdades, le voy a decir que no te verá nunca más y si se
opone yo te manejo la demanda de divorcio y lo dejamos en la calle.

Ella subió a su habitación y al rato regresó diciéndome que todo estaba resuelto, que mi marido
estaba dispuesto a firmarme el divorcio y me iba a dar una manutención obligada por la ley, me tiré a
sus brazos y le agradecí llena de llanto, ella me limpió las lágrimas y me dijo que ahora era mi turno de
ayudarla, yo le dije que no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo, me dijo que no quería divorciarse de
don Rolo, pero que seguramente el juez fallaría en su favor, que no lo hacía solo por el dinero, que lo
amaba… y se puso a llorar, ahora era yo la que la consolaba.
Don Rolo despertó y lo llevé al yacusi, nos metimos desnudos, me coloqué en la posición
acostumbrada y me besó la espalda, yo pasé mi mano para atrás y le pajeé esa verga que me
atormentaba:

DON ROLO: ¿Te acuerdas lo que te dije cuando Laura nos sorprendió por la ventana?

YO: No ¿Qué?

DON ROLO: Que me gustaría que hiciéramos un trío con otra mujer…

YO: No, don Rolo ¿No le basto yo?

DON ROLO: No es eso, mi reina, es por puro morbo, me encantaría verte con otra mujer, que me
mamen la verga entre las dos, que mientras una me cabalgue poder chupar el chochito de la otra…

YO: Usted está loco, don Rolo, a mí no me gustan las mujeres y si todos sus regalos son un chantaje
prefiero irme a vivir con mi hermana.

DON ROLO: No te pongas así que solo es una fantasía.

YO: Entonces no me diga esas cosas y cójame, que estoy muerta de la calentura.

Levanté mis caderas y me ensartó la verga, que delicia era coger en el yacusi, con esos masaje que
nos daban los chorritos de agua caliente a los laterales, yo estaba que flipaba de gusto ¿Cómo me había
cambiado la vida de un instante a otro? En ese momento nos dimos cuenta que doña Laura no estaba
viendo, él se puso como loco y me estrujó las tetas, yo no sabía si irme o quedarme, total ya nos había
visto la otra vez, me daba mucho morbo que la esposa viera como el esposo me cogía, ahí mismo tuve
un orgasmo intenso.
Don Rolo quería que lo siguiera cabalgando pero estaba agotada, me dolían las piernas y le pedí
que descansáramos un poco, nos salimos y al secarlo pude ver a doña Laura espiándonos, no sé por qué
pero le mamé la verga para que ella nos viera, nuestras miradas se encontraron y ella me mandó un
beso volador, luego lo llevé a la habitación y le conté que doña Laura había llamado a mi esposo y el
feliz desenlace, le pedí permiso para ir a agradecerle el gesto, me dijo que estaba bien pero que me
apurara porque quería seguir cogiéndome, yo agradecida le apreté la verga con mi mano y salí.

YO: Doña Laura, creo que ya sé cómo ayudarla.

DOÑA LAURA: No te creo ¿Cómo?

YO: Resulta que don Rolo quiere hacer un trío con otra mujer y usted sería la perfecta ¿No le parece?
De pronto hasta la perdona y no se divorcian.

DOÑA LAURA: Rolando siempre me propuso hacer un trío y siempre me negué.

YO: ¿Por qué? Si a usted le gustan las mujeres.

DOÑA LAURA: Justamente por eso, no quería que se diera cuenta de mi experiencia con otras
mujeres, se hubiera vuelto loco de celos, sino ¿Mira cómo paró el pobre?

YO: ¿Pero si yo le pongo como condición que sea usted?

DOÑA LAURA: Me odia, no ves que ni me habla, dudo que quiera saber nada de mí.

YO: Hagamos la prueba, nada se pierde.

DOÑA LAURA: Ok. Anda a la habitación y te lo coges yo llegaré para agarrarlos infraganti y tú me
invitas a participar, a ver que dice mi marido.
Hice lo acordado y me lancé a mamarle la verga, él estaba como loco, me decía que le chupara los
huevos, yo hambrienta me los devoraba, quería que le metiera un dedo en el culo pero no lo hice, sabía
que de esa manera se vendría y quería tenerlo bien caliente para cuando apareciera su esposa, le pasé la
lengua saboreándome toda la cabeza de la pija, me la pasé por toda la cara como lo había visto hacer a
doña Laura en el DVD, le di la espalda y guié su enorme verga a mi cosita lubricada y me la metí hasta
los pelos, en eso apareció doña Laura.

DON ROLO: Lola, dile a esa puta que qué hace espiándonos parada en el umbral de mi puerta.

DOÑA LAURA: Tenemos que hablar.

DON ROLO: Dile que no tengo ni mierda que hablar con ella, dile que se vaya, que nos deje coger en
paz.

DOÑA LAURA: Lola, dile al señor que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa con tal que me perdone.

DON ROLO: Dile a esa hija de puta que vaya a que la perdone su madre.

DOÑA LAURA: ¡Perdóname, Rolando, por favor!

Ella se hincó en el piso y le suplicó con las manos en oración, yo me desensarté de su verga y fui a
consolarla, Don Rolo se puso histérico y le dijo que se fuera con su amante, que era una lesbiana de
mierda y sacó toda su furia llenándola de improperios, entonces saqué mi as bajo la manga, la puse de
pie y la besé en la boca, don Rolo dejó de gritar y se puso a observarnos tocándose la pija con sus
manos artríticas, le quité la blusa y acaricié sus tetas por encima del brasier, ella me agarró las nalgas
con sus dos manos y me las abría y cerraba para que don Rolo me viera el hoyito de mi culito.

DON ROLO: ¡Lola! ¿Qué estás haciendo? ¿No que no te gustan las mujeres?
YO: No me gustan, lo hago solo por complacerlo.

DON ROLO: ¡No! Te lo agradezco pero busquemos otra, con esa puta yo no quiero tener nada.

DOÑA LAURA: Lola, dile al señor que su verga no piensa lo mismo porque le cabecea muerta de
calentura.

DON ROLO: Dile que me pela la verga lo que sienta mi verga, que no la quiero volver a ver el resto de
mi vida, que por culpa de ella me quedé paralítico.

Y los dos se pusieron a llorar, yo no sabía a quién consolar, le dije a don Rolo que su esposa era
culpable de infidelidad pero no de su accidente, que él en su locura se fue a estrellar solito en aquel
poste de luz… nos hemos de haber visto como una escena de comedia pornográfica, yo desnuda
limpiándoles las lágrimas a ambos… de repente doña Laura se jugó su última carta y se desnudó, se me
acercó y frotó sus enormes pechos frente a los míos mientras nuestras lenguas se enredaban la una
contra la otra.

Don Rolo estiró la cabeza para vernos mejor, me colocó sobre la cama enfrente de su marido con
las piernas abiertas y me mamó la cuca, yo emitía sonidos guturales exagerados para calentar más a
don Rolo, si eso era posible:

YO: Así mamita… que rico me chupa la concha, doña Laura… así… más… el clítoris, por favor… ay
que rico… béseme don Rolo…

Y él desesperado me comió la boca, yo le agarré la verga y se la mamé con pasión, yo hacía


muchos sonidos y me quejaba cuando me llegaba hasta la campanilla.

DOÑA LAURA: Que rica pusa tienes, Lolita… tus jugos saben deliciosos… cógete al señor… te
quiero ver cabalgar esa verga que un día fue mía.

YO: Con mucho gusto, señora… ¡Ay qué veeeergaaaa! Me llena toda, siento que me va a salir por la
garganta.

DOÑA LAURA: Déjame chuparte es culito delicioso… que rica te ves ensartada en esa vergota…
como te envidio… que ricos huevos.

DON ROLO: Lola, dile a esa ramera de mierda que te chupe lo que quiera pero que a mí no me toque.

YO: ¡¡YA, DEJEN DE COMPORTARSE COMO NIÑOS, SI TIENEN QUE DECIRSE ALGO,
DÍGANSELO DE FRENTE!!
Hubo un silencio larguísimo, como ninguno de los dos hacía nada, puse a doña Laura sobre la
cama y le mamé toda la pepa:

YO: Que rica pusita tiene, doña Laura… me encantan sus labios rosaditos y mojados… si ya le
escurren hasta el culo…

DOÑA LAURA: Que rico me chupas el clítoris… ven mamita… hagamos una tijerita… súbete a la
cama y frotémonos los chochitos… ay que delicia… lo tienes bien húmedo y calientito.

YO: Que rica tijera… mire como le cabecea la verga a don Rolo… mastúrbelo, usted la tiene más cerca
que yo.

Doña Laura le agarró la verga y lo pajeó, él solo cerró los ojos, yo me salí de las piernas de ella y
puse mi culo en la cara de él, sacó su lengua y me empezó a chupar mi cosita, le agarré la cabeza a ella
e hice que le mamara la verga, don Rolo gimió de gusto, luego hicimos cambio y don Rolo no protestó,
sabía que era el momento ideal: la senté sobre su verga y me alejé para verlos…

DON ROLO: …te amo… te amo puta de mierda…

DOÑA LAURA: Yo también te amo… perdóname, por favor… seré tu esclava pero no te divorcies de
mí… por favor… mi amor…

DON ROLO: ¿Qué estás dispuesta a hacer por mí?

DOÑA LAURA: Lo que quieras.

DON ROLO: ¿Estaría dispuesta a ser nuestra sirvienta? Yo por nada del mundo estoy dispuesto a
perder a Lola.

DOÑA LAURA: Yo los serviré en todo lo que me pidan, los bañaré, les cocinaré, estoy dispuesta a
renunciar a mi trabajo con tal de servirles, puedo ser su esclava sexual también, me pueden usar como
quieran, estoy dispuesta a sufrir las peores humillaciones… pero no me dejes Rolo, por favor.

DON ROLO: Me vengo… me veeeengooooo… mueve ese cuuuloooo… yaaa…


yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… queeee riicooooooooooooooo.

DOÑA LAURA: Como extrañaba tu verga, papito.

DON ROLO: Ven Lolita, necesito un beso a tres lenguas… así mamita… que rico…

YO: Me alegra que se hayan contentando.

DON ROLO: Solo tú podías ser capaz de eso… Lola, ¿Estaría dispuesta a vivir con nosotros?... ¿A
dormir en la misma cama?... ¿A coger con nosotros?

YO: Gracias don Rolo, yo seré la esposa de los dos…

DOÑA LAURA: Eres la mejor enfermera que Rolo haya podido conseguir.
YO: No doña Laura: ¡Soy puta, no enfermera!

Lamentablemente la vida no termina como en los cuentos de hadas, pasamos dos meses viviendo
en trío, pero Doña Laura se hartó de las echadas en cara que don Rolo le hacía constantemente por su
infidelidad, un día ella agarró sus cosas y se fue, él quedó deshecho, cada vez se le veía más deprimido,
ya casi ni me hacía caso, aquella calentura del principio se convirtió en rutina y se aburrió, un medio
día que le daba su almuerzo frente a la piscina me pidió que llamara al abogado, cuando regresé con el
teléfono lo encontré ahogado, se había suicidado, al entierro solo fuimos el enterrador y yo, Doña
Laura heredó su fortuna y yo tuve que volver al maldito hospital que odiaba, ahora tendré que lidiar
con ese viejo doctor que me acosaba, tal vez pare de su puta, porque las ganas de pija no se me
quitan… solo el recuerdo me acompaña en mis noches solitarias, aquella verga hermosa de la cual me
enamoré.

FIN.

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