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AGUAS RESIDUALES
Las aguas residuales son generadas por residencias, instituciones y locales comerciales e
industriales. Éstas pueden ser tratadas dentro del sitio en el cual son generadas (por
ejemplo, tanques sépticos u otros medios de depuración) o bien pueden ser recogidas y
llevadas mediante una red de tuberías –y eventualmente bombas– a una planta de
tratamiento municipal. Los esfuerzos para recolectar y tratar las aguas residuales
domésticas de la descarga están típicamente sujetas a regulaciones y estándares locales,
estatales y federales (regulaciones y controles). A menudo ciertos contaminantes de
origen industrial presentes en las aguas residuales requieren procesos de tratamiento
especializado.
Tratamiento secundario
Tratamiento terciario
Línea de fangos
Para su correcta utilización agrícola, hay que disponer de una analítica pormenorizada
del subproducto. Según el cultivo a establecer tras el abonado, tendremos unas dosis de
máximas a aplicar. Dependiendo de los contenidos en metales, agua, nitrógeno en sus
diversas formas, fósforo, materia orgánica, etc, las dosis habituales son entre 15 y 40
toneladas de lodo por hectárea (10.000 m²), que se esparcen de la forma más uniforme
posible y deben incorporarse al terreno lo más rápido posible para reducir los olores y
emisiones gaseosas que reducen el poder fertilizante del material.
La digestión de los fangos, cuando se realiza por vía anaerobia, produce biogás, una
mezcla de gases inflamables (metano fundamentalmente) y contaminantes. El biogás es
quemado y, a veces, en plantas grandes, se puede y es rentable reaprovechar esta
energía dentro de la propia planta, tanto en forma de energía térmica (los fangos
necesitan estar a una cierta temperatura para poder ser digeridos) como en la producción
de energía eléctrica (utilizable para los consumos eléctricos de la planta o para la venta
al sector eléctrico).
En general, los lodos están constituidos, principalmente, por los elementos que
componen el efluente, los aditivos químicos usados en el proceso y la masa bacteriana
que participa en el tratamiento. Poseen una humedad cercana al 80%, altos contenidos
de materia orgánica, llegando al 65%, e importantes niveles de macro y micronutrientes;
mientras la materia orgánica sirve como acondicionador de suelos, los macro y
micronutrientes sirven como fuente de nutrientes para las plantas. Estos aspectos
positivos de los lodos deben balancearse con algunos factores negativos, como la
presencia de microorganismos patógenos, concentraciones indeseables de elementos
metálicos traza y la posible presencia de compuestos orgánicos persistentes
potencialmente tóxicos que no han sido estudiados suficientemente en todos los
entornos climáticos y sociales.
Cualquiera que sea el destino final de los lodos, estos deberán someterse a algún
proceso de estabilización para minimizar los riesgos sanitarios. Esto tiene relación con
disminuir la humedad, reducir el potencial de atracción de vectores y reducir o eliminar
el contenido de microorganismos patógenos. La cantidad de lodo generada debe ser
manejada responsablemente en las distintas plantas de tratamiento, para ello es vital
conocer su composición química, física y bacteriológica, con el fin de realizar una
gestión adecuada.