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Entre los textos de circulación en los ámbitos académicos, se encuentran aquellos que
requieren de un aparato crítico exhaustivo y cuyas verdades intentan ser presentadas
como irrefutables para un momento y una comunidad científica determinados.
En cambio, existen otros géneros que, a pesar de desarrollar las ideas de su autor, no
contemplan como obligatoria la existencia de una bibliografía específica ni consideran
que las afirmaciones expresadas en el texto estén ajenas a cualquier controversia. Entre
estos géneros se encuentra el ensayo.
El Diccionario de la Real Academia Española define al ensayo como “un escrito en prosa
en el cual un autor desarrolla sus ideas sobre un tema con un carácter y estilo
personales”. Los dos aspectos destacados de esta definición hacen del ensayo un texto
de carácter híbrido: desarrolla un tema, tal como cualquier otro texto académico, pero
lo hace desde la mirada particular del autor.
Por eso, algunos críticos consideran que el ensayo se encuentra a medio camino entre
un tratado de carácter científico y una producción artística o literaria. En él conviven la
emoción y la razón y, como veremos más adelante, su autor puede emplear en la
redacción recursos propios de un texto literario y de un texto científico al mismo tiempo.
En conclusión, en un ensayo se analizan datos o hechos objetivos desde una visión
personal, es decir, adoptando una perspectiva subjetiva.
El carácter híbrido ha hecho que se aparte al ensayo de otros géneros puramente
especulativos o científicos como la monografía, la tesis o el informe. Sus diferencias se
centran en el modo de exposición, su finalidad, la actitud del autor respecto de esa
finalidad o respecto de su texto y el lenguaje empleado.
Acerca de su hibridez, el teórico alemán Theodor Adorno, en su texto El ensayo como
forma, sostiene que el ensayo depende de una mirada subjetiva del autor, incluso ligada
con su parte más caprichosa e infantil. Así, Adorno subraya la falta de estructura clara
y evidente y la falta de sistematicidad del ensayo como género. En el siguiente
fragmento, se leen dichas ideas:
En vez de producir científicamente algo o de crear algo artísticamente, el esfuerzo del
ensayo refleja aún el ocio de lo infantil, que se inflama sin escrúpulos con los que otros
ya han hecho. El ensayo refleja lo amado y lo odiado en vez de presentar el espíritu,
según el modelo de una ilimitada moral del trabajo, como creación a partir de la nada.
Fortuna y juego le son esenciales. No empieza por Adán y Eva, sino por aquello de que
quiere hablar; dice lo que a su propósito se le ocurre, termina cuando él mismo se siente
llegado a su final y no donde no queda ya resto alguno: así se sitúa entre las “di-
versiones”. Sus conceptos no se construyen a partir de algo primero ni se redondean en
algo último. Sus interpretaciones no están filológicamente fundadas y medidas, sino que
son por principio hiperinterpretaciones –para el veredicto automatizado de ese
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despierto entendimiento que se contrata como alguacil de la tontería contra el espíritu-
. Por eso se estigmatiza como cosa ociosa el esfuerzo del sujeto en el ensayo por
penetrar lo que se esconde como objetividad detrás de la fachada: se le estigmatiza por
puro miedo a la negatividad. Se arguye que todo es mucho más sencillo. Se adjudica la
ciega mancha amarilla a aquel que interpreta en vez de aceptar sin más y limitarse a
ordenar…
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El ensayo y su multiplicidad
Debido a sus múltiples temas, el ensayo permite múltiples abordajes y clasificaciones.
Para abordar un texto, se suele tomar en consideración dos elementos básicos del
género: el contenido y el modo en que el ensayista aborda sus textos. Así, los ensayos
pueden agruparse por el contenido (históricos, literarios, filosóficos, etcétera) y por el
modo del tratamiento (informativos, críticos, irónicos, polémicos, entre otros).
Tipos de ensayo
El ensayo literario
Este tipo de ensayo se caracteriza por la libertad y variedad de los temas que aborda.
Se observa el mundo a través de la sensibilidad del autor. En el ensayo literario
predomina la forma sobre el contenido.
A continuación, presentamos como ejemplo un fragmento de un ensayo del escritor
italiano Ítalo Calvino:
Hay una persona que colecciona arena. Viaja por el mundo y cuando llega a una playa
marina, a las orillas de un río o de un lago, a un desierto, a una landa, recoge un puñado
de arena y se la lleva. A su regreso le esperan, alineados en largos anaqueles, centenares
de frasquitos de vidrio en los cuales la fina arena gris del Balatón, la blanquísima del
golfo de Siam, la roja que en su curso el Gambia va depositando en Senegal despliegan
su no vasta gama de colores esfumados, revelan una uniformidad de superficie lunar,
no obstante las diferencias de granulosidad y consistencia, desde el sablón blanco y
negro del Caspio, que parece empapado todavía de agua salada, hasta los minúsculos
guijarros de Maratea, también blancos y negros, hasta la fina arena blanca punteada de
caracolitos violeta de Turtle Bay, cerca de Malindi, en Kenia. En una exposición de
colecciones raras presentada hace poco en París –colecciones de cencerros de vaca,
juegos de lotería, cápsulas de botella, silbatos de terracota, billetes ferroviarios,
trompos, envolturas de rollos de papel higiénico, distintivos colaboracionistas de la
Ocupación, ranas embalsamadas–, la vitrina de la colección de arena era la menos
llamativa, pero quizá la más misteriosa, la que parecía tener más que decir, aun a través
del opaco silencio aprisionado en el vidrio de los frasquitos.
Calvino, Ítalo. Colección de arena. En Colección de arena, Madrid, Siruela, 2001.
Como se puede apreciar en el fragmento de Calvino, el ensayo literario se caracteriza
por:
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La narración: el ensayo literario suele presentar algún tipo de escena narrativa
para, a partir de dicho relato, producir una reflexión o sostener una postura,
como se advierte en el final del fragmento leído.
Partes de un ensayo
Si bien el ensayo es un género que no se caracteriza por adecuarse a una estructura
rígida, puede considerarse que sus ideas se organizan en tres partes:
Pregunta retórica: se trata de una pregunta que no espera ser respondida por el
interlocutor, pero se emplea con el fin de intensificar el contenido. Ejemplo:
“tirano sin rival hoy en la tierra, ¿por qué sus enemigos quieren disputarle el
título de Grande que le prodigan sus cortesanos?”.
Comparación: consiste en relacionar un término con otro a partir de una
semejanza mediante un nexo (como – cual). De esta manera, se resaltan
propiedades similares entre ambos términos para que el lector obtenga nueva
información a partir de la ya conocida. Ejemplo: “Es el bramido del tigre un
gruñido como el del cerdo, pero agrio, prolongado, estridente (…)”.
Metáfora: se identifica un elemento con otro, pero, a diferencia de la
comparación, no hay un nexo y, en ocasiones, el primer elemento aparece
elidido. Ejemplo: “(…) las almas generosas que en quince años de lid sangrienta
no han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la
organización política de la República”.
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Otros recursos del lenguaje
Por su cercanía con un texto científico, en un ensayo pueden encontrarse también los
siguientes recursos: