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PRESENTACIÓN

Este texto es una cabalgata de criaturas extravagantes que de ordinario se invocan desde los
múltiples canales de comunicación de masas, cuanl tiernecillos habitantes de un verdadero
bosque de lo grotesco. El Tardocapitalismo, con sus tecnologías cibernéticas, nos entrega una
ciudadanía acoplada a fetiches y cacharritos de última generación adornados con imágenes
de vírgenes y de santos. Este auténtico Homo cofrade, oriundo de la Uultramodernidad, es el Commented [E1]: Si hablas de la “Modernidad” en
mayúscula, lo suyo sería hablar de la “Ultramodernidad”
único miembro del reino cyborg, un ser condenado a arrastrarse ad aeternum por absurdos también en mayúscula.

mundos virtuales, donde la ley natural le obliga a atiborrarse de cemento, neón, incienso,
cotilleo, garrapiñadas, galas cutres y fichajes del Real Madrid. Entre tanto, la vieja seriedad
y responsabilidad del Imperio Atlántico está dejando paso a un sinfín de inversiones militar-
afrodisíacas de China, que prometen dar un nuevo y estrafalario giro de tuerca al tan
cacareado fin de la historia. El mundo se presenta, en suma, como un cúmulo de procesos
aparentemente incongruentes que sin embargo se integran sin el menor pudor dentro de
nuestras actuales fortalezas tecnológicas.

Y, pese a todos esos delirantes progresos, sigue siendo válido aquello que decía Tucídides:
sin cesar abate el tiempo el recuerdo de las acciones humanas, haciendo caer al olvido hasta
a las más grandes empresas. Sucede, además, que la mayor parte de estas acciones son ciegas
por cuanto que no vienen precedidas o acompañadas de reflexión. Esto es tanto más cierto
en los fenómenos colectivos, muy a pesar de la fatuidad de los numerosísimos programas,
roadmaps e instituciones de planificación que pueblan nuestro mundo, cuanl insidiosos pero
inoperantes demonios de Maxwell. Como consecuencia, crece la audacia con que los
acontecimientos se afirman como inescrutable multiplicidad, viniendo a dar a un océano de
sucesos en el cual las mentes no pueden sino ahogarse por la sobrecarga de información.

El Ultrarracionalismo se presenta como un movimiento filosófico cuya voluntad es dar Commented [E2]: El problema de poner en mayúscula un
ismo es que, en pos de la coherencia y la unificación, habría
respuesta a este genuino maremágnum de eventos sin sentido aparente. Para ello, es necesario que poner también al resto de los ismos en mayúscula
(“Neoplatonismo”, etc.)
escapar como se pueda del reino de las apariencias, a fin de abstraer las tendencias y rasgos
clave del presente de los floridos acontecimientos en que se muestran. Pues este mostrarse es
con frecuencia un ofuscar, ya que nada es más propiamente humano que el adornarse de
profusos detalles irrelevantes y aun engañosos. La coyuntura histórica exige, pues, una
filosofía que adopte una actitud formalista con la que iluminar el presente, sus condiciones
de posibilidad y los derroteros de su despliegue inmanente. Un proyecto tal no debe caer en
la simpleza, pero sí aspirar a la simplicidad.

Muchos han sido los filósofos que han querido unificar el campo incoherente de la
experiencia que les brindaran la observación directa y los medios de su tiempo,. Una
estrategia común de la mayoría ha consistido en criticar los efectos de una supuesta
“«mentalidad hegemónica”» sobre la sociedad. De este modo, asumían el postulado de que
los cambios del mundo se deben a la acción eficaz de las ideas e ideologías.

Sobra decir que algunos de estos filósofos han logrado, incluso, pasar a formar parte de la
Historia de la Filosofía debido tanto a su erudición como a ese molesto autorreferencialismo
que infesta a la Filosofía reciente, acelerando su decadencia a un ritmo aún mayor que el del
resto de la civilización.

Nuestro objeto es justamente expresar la cosa misma, procurando no imponer nada a la


realidad. Por ello nos hemos decidido a emplear conceptos que, como Piscina de Bolas,
Empleo y Gol o TecnoCarambolo, no aspiran a descubrir realidades ocultas tras las
apariencias, captando la esencia circense de la situación. Mas la comicidad del estilo, que
muchas veces constituye la forma del contenido, no ha de ser interpretada como una mera
bufonada. Lo que es bufonesco es la realidad misma.

Este libro busca sistematizar y comunicar de un modo accesible los primeros resultados de
la investigación ultrarracional. Constituye, pues, el primer sistema ultrarracionalista, y una
invitación abierta a que otras personas sigan completando esta doctrina a partir del tronco
esencial que aquí se dibujará. Este propósito nos obliga a renunciar al trazo detallado y
milimétrico, un rasgo que viene impuesto por la amplitud de temas que tratamos. No obstante,
a lo largo de la obra aportamos numerosas referencias especializadas que pueden ser de
utilidad al lector interesado en profundizar por su cuenta en algún tema concreto.
La obra está trazada según el siguiente plan. El objetivo de la primera sección es explicar
cómo el mundo ha llegado a ser una enorme Piscina de Bolas semi-automática. En este
proceso, han sido fundamentales las tecnologías que reconfiguraron el capitalismo tras las
crisis de control de 1973-1975, facilitando la integración de una serie de procesos que ya se
venían dando desde los orígenes del modo de producción capitalista. Estos capítulos irán
desarrollando las líneas fundamentales para una comprensión de las tendencias intrínsecas
del capitalismo, sus ciclos, sus ondas largas y cómo este sistema económico se ha entrelazado
con el marco más amplio de procesos típicos de la Modernidad. Finalmente, veremos cómo
el viejo fordismo y su principio básico, el Valor-Trabajo, han dado paso a un nuevo régimen
en el cual la economía de demanda customizada ha ido ganando peso, convirtiendo al Valor
en una pantomima y la totalidad de la existencia en una enorme apoteosis del Valor-Grasa.

La segunda sección procura disipar la excesiva impresión de economicismo o determinismo


tecnológico que late en la sección inicial. Los humanos cumplen un papel en la maquinaria
material e institucional que alimenta de continuo la caldera de la historia moderna, y es
preciso dar cuenta de este papel pese a que, con el tiempo, haya ido tornándose cada vez más
secundario e irrelevante. A este fin, hemos desarrollado la Etnofenomenología, una disciplina
influida por el historicismo, la antropología y la fenomenología, que trata de estudiar las
formas de la experiencia del Pueblo.

La Etnofenomenología permite descubrir que la experiencia del pasado premoderno se


cifraba fundamentalmente en Sufrir y Rezar. Este complejo, marcado tanto por la sacralidad
del mundo como por la penuria material, se nutre ante todo de un repertorio tecnológico
pobre y primitivo. El mandato de respeto por cierto tipo de cosas, el aguantar con lo que haya
y la imposibilidad de vislumbrar futuros alternativos son la clase de experiencia típica de
alguien que vive según Sufrir y Rezar. Entrando en la Alta Modernidad, en cambio, prolifera
la forma-Empleo de la experiencia. Históricamente, Empleo es una forma de experiencia
anómala y ampliamente restringida, que sólo pudo generalizarse gracias a un lento proceso
de mercantilización de entidades mundanas que otrora habían sido del todo inalienables.
Finalmente, nace Gol gracias a las tecnologías de la comunicación como la radio o la
televisión, viniendo así a eclosionar la forma pura de Empleo y Gol.
La obsolescencia del ser humano, debida al progreso de la tecnología y la creciente
especialización del trabajo, es el motivo que justifica dedicar la tercera sección a la
Cuñadología, disciplina que estudia la genealogía del cuñado remontándose a sus primeras
andanzas a través del desacoplamiento del lenguaje y las operaciones técnicas desde el
Paleolítico. Esto nos permite, por un lado, iluminar aspectos del grotesco veranear mundano
del cuñado actual, y, por otro, desentrañar el destino más probable de esta curiosa figura. En
este sentido, los resultados de nuestra investigación son poco halagüeños: se constatan tanto
la pérdida de agencia colectiva en un sistema desbocado, como la incapacidad del sistema de
corregirse a sí mismo; de esto se sigue, inmediatamente, la necesidad e inminencia del
colapso civilizatorio y medioambiental, así como una creciente miseria cultural y una derrota
total del pensamiento frente a todos los tipos concebibles de mistificación o sugestión
conspiranoica.

Ante tal terrible conclusión, algún biempensante podría preguntar si acaso esta obra “«se
propone algo”». Anticipándonos a tales demandas, la Cuñadología incorpora también una
crítica a diversas formas de la razón biempensante, a fin de evitar que el lector se vea seducido
por una verdadera verbena de rRoadmaps del Biempensar provenientes de los frentes más Commented [E3]: Estaría bien unificar

diversos. La idea básica de esta crítica es que tales roadmaps son invocados con fines
balsámicos de un modo rutinario, por más que, sin embargo, no guarden la menor relación
con la situación histórica. El engaño resultante inflige al individuo unos daños irreparables,
que desde nuestro punto de vista son del todo intolerables.

En la sección cuarta aplicamos todo lo ya visto al caso concreto de España, país en el cual el
Mester de Clerecía, el neoplatonismo y Camela se dan cita en un auténtico circo de los
horrores salpicado de ferias, capeas, estadios de fútbol, terrenos recalificados, mítines
políticos, guerras civiles y domingos de paella en la playa. A diferencia de las secciones
anteriores, que tenían una pretensión de universalidad, esta sección resultará extraña al
extranjero;, es más, es muy probable que resulte extraña incluso a los propios españoles
dentro de cincuenta años. P; por ello animamos a posibles ultrarracionalistas a que apliquen
nuestro método a su propio presente psicogeográfico. En el Continuo Global de lo Grotesco
no cesarán los Pueblos de tejer su peculiar relato para amalgamar los mitos y símbolos del
país con sus procesos históricos y económicos. De esto se deduce que el sistema
ultrarracional esté condenado a actualizarse y a ser siempre incompleto; pese a que
recomponer y entender estos relatos es labor ardua, no es, por ello, menos entretenida o
urgente.

Sección I: La Piscina de Bolas de lo real.

I.I: Economía, Política y Tecnología

1. El triunfo del capitalismo

De acuerdo con los telediarios, la vida no es más que una sucesión constante de desgracias y
sinsentidos. El espectador vive inquieto y aturdido con la amenaza del imperialismo fanático
de ISIS, los recientes conflictos en Crimea, Donetsk, Gaza o Birmania, la última epidemia
de ébola, los tiroteos escolares, las violaciones, la represión policial y la crisis de los
refugiados y los inmigrantes. ¿Cómo es posible que la tragedia alcance tanto protagonismo
en un mundo que se rige esencialmente por el bienestar y el crecimiento económico? El
engaño, por supuesto, reside en creer que el fin de los telediarios es reproducir lo real. Pues
el valor informativo no emana de lo típico y frecuente, sino de lo novedoso o excepcional.

Por fortuna, de vez en cuando un teólogo liberal se aviene a bajar a la caverna para narrarnos
la auténtica marcha triunfal del capitalismo. Para nuestra sorpresa, este señor nos revela que
el capitalismo ha llevado la democracia a todos los rincones del mundo, situando la
mortandad infantil en niveles insignificantes y alfabetizando a las masas. Desde 1999, 1.100
millones de pobres dejaron de serlo. Apenas el 11% de la población mundial vive ya en la
pobreza extrema (1,25 $ diarios), y se espera acabar con la pobreza para 2030-35. En estos
momentos, oficialmente ya hay más gente de Clase Media que pobres: de hecho, 250.000
personas salen de la pobreza cada día, y cada segundo cinco personas entran en la Clase
media (de 11 a 110 $ diarios). África ya no es la excepción: actualmente se está dando un
milagro económico en el África subsahariana, que crece establemente por encima del 3%, y
donde el PIB per cápita de Somalia pasó de 67 dólares a 359 entre 2010 y 2011. Por si fuera
poco, el lustre de esa chaqueta no deja lugar a dudas: además de hermosos, estos datos son
totalmente fiables.

En efecto: comparativamente, nunca se vivieron tiempos tan pacíficos y felices. Bajo la


batuta del capitalismo la modernización se extiende por el planeta, inundando los mercados
con todo lo que una sociedad pudiera desear, y construyendo infraestructura segura y de
calidad. Ya el mismo Karl Marx, su más feroz crítico, consideraba al capitalismo el mejor
sistema que había existido jamás. Y, al menos en términos de algunos logros, esta es casi una
obviedad. Hay que tomarse muy en serio la idea de que el capitalismo es el mejor sistema
posible.
No ha de extrañar entonces que las visiones críticas, cada vez más inverosímiles, empiecen
a transpirar ya ese hedor putrefacto que caracteriza a lo irredento. En un tiempo donde
multitud de países emergentes crecen a un ritmo anual insólito gracias a las inversiones
chinas, y el África subsahariana ya está sobre los pasos de los BRICS o los tigres asiáticos,
casi mueve a la risa esa vieja idea de Lenin y Rosa Luxemburgo de que la fase superior del
capitalismo consistía en el expolio e imperialismo de Europa sobre el Tercer Mundo. En lugar
de existir una asociación íntima entre el capitalismo y la guerra, resultaba que los
norteamericanos y europeos eran peores capitalistas que el PCCh.; Oo quizás el problema
fue que les tocó liderar un capitalismo poco integrado y más dependiente de la depredación
y la aspiración imperial.

Por otra parte, es una verdad casi perogrullesca que todos los sistemas sociales son históricos,
es decir, que tienen un origen y un final donde el sistema, o bien colapsa, o bien es sustituido
por otro. Este es el clavo ardiendo al que se acabaron por aferrar muchos críticos del
capitalismo, Marx incluido: pese a sus éxitos provisionales, el sistema es intrínsecamente
inestable, por lo que su propio funcionamiento normal es tal que le ha de llevar al colapso.
¿Qué quiere decir esto? ¿No será otra mera profecía agorera entresacada por izquierdistas
sectarios y ciegos a las evidencias? Examinemos brevemente algunos de estos argumentos.

Marx y sus seguidores defendían la “ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia”, que
se puede resumir del siguiente modo. Los capitalistas, como veremos en el capítulo dos,
buscan por lo general automatizar el trabajo. La razón es que, al corto plazo, sustituir
humanos por tecnología permite a un negocio subir la productividad y, por tanto, llegar a más
mercados y con precios más competitivos. El problema es que, a largo plazo, esto encarece
la producción y reduce la rentabilidad, minando así el único motivo para invertir. En otras
palabras: en su afán por producir más huevos, los capitalistas devoran la gallina de los huevos
de oro.1. Commented [E4]: He cambiado completamente la
referencia bibliográfica que se da en esta nota. La he puesto
entre paréntesis, con un “cfr.” en vez de “Véase”, con el
Una objeción famosa a este argumento es la de Schumpeter, quien apuntó que el capitalismo nombre del autor en el orden habitual (nombre de pila +
apellidos; normalmente solo se invierte este orden en la
bibliografía), con el título del artículo entre comillas y con
1 Que el aclamado Piketty haya criticado a Marx en base a que éste “«pasó totalmente por alto la posibilidad las páginas del artículo al final.
de un progreso técnico duradero”» demuestra que Piketty no sólo no ha leído El cCapital, sino ni siquiera
el Manifiesto cComunista, ya que ambos textos asumen explícitamente el carácter potencialmente ilimitado Formatted: Font: Not Italic
del progreso técnico. Por otra parte, hay que reconocerle a Piketty que su impostura sea, al menos, confesa
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(cfr. Juan Pablo Véase Mateo, Juan Pablo, “¿Falsificación académica o errores de interpretación? Las
afirmaciones de Piketty sobre Marx”, Revista de Economía Crítica, no.º 23, 2017, p. 26-42. Formatted: Font: Italic
se expande no sólo geográfica sino, sobre todo, formalmente, mediante la creación de nuevos
productos y servicios. Pero Schumpeter rechazaba la teoría del Vvalor-Ttrabajo2 y, además,
notó que la innovación puede también abaratar el coste de la tecnología, lo cual resta
plausibilidad a la ley de la caída de la rentabilidad. El mismo Schumpeter, por otra parte,
creía también que el capitalismo sucumbiría pronto, si bien debido a sus propios éxitos. Su
argumento sigue una línea similar a la teoría de la modernización weberiana, que explicamos
en el capítulo tres. Al desarrollarse y globalizarse, el capitalismo proporcionará en todo el
mundo unos niveles de bienestar jamás soñados; pero, también, la superior eficiencia de
oligopolios y monopolios determinará que la producción se concentre y burocratice,
ahogando a la pequeña empresa. Eso hará que el espíritu atrevido del emprendedor, base
cultural del liberalismo, ceda poco a poco ante una mentalidad administrativa y estatalista
más propensa al socialismo.

Este recurso de Schumpeter a espíritus y mentalidades es, cuanto menos, sospechoso y resta
credibilidad a su argumento. Por otro lado, es cierto que en tiempos recientes ganó peso el
capitalismo asiático, marcado por un estilo no liberal y burocrático. Además, el capítulo cinco
muestra que el capitalismo ha engendrado un Bburomundo autónomo, con su propia
dinámica. Al mismo tiempo, que este rumbo no lastima el impulso social a la innovación es
un hecho patente, por ejemplo, en la exuberancia de los programas europeos de responsible
innovation. Por tanto, mientras que la objeción de Schumpeter a la teoría de Marx resulta
convincente, no lo es tanto su propia tesis sobre el fin del capitalismo: a priori, nada impide
que la innovación siga siendo el motor de un proceso infinito de expansión capitalista.

Otro argumento de pretendida raíz marxista es el que afirma que el capitalismo, al basarse en
relaciones de explotación cada vez más injustas, genera una miseria social creciente que
acaba por preparar el terreno a una revolución del proletariado. Este argumento es más débil,
y ni siquiera constituye una muestra de marxismo serio. 3 . El error proviene de la
interpretación oficial de Marx en el Bloque del Este y la II Internacional, donde interesaba
dar crédito a una supuesta «ley de hierro de los salarios» a la baja. Pero esta visión falsa y
sesgada contradice hipótesis cruciales de Marx, como que, si bien la explotación capitalista

2 Esta teoría era básica en el razonamiento de Marx (ver capítulo 2).


3 Esto se verá más adelante, en especial en la nota 11.
tiende a aumentar, el nivel de vida general subirá, entre otros motivos, porque el progreso
tecnológico permitirá a los obreros comprar muchas más cosas con menos dinero. Lo que sí
crece es la desigualdad, pero ello no implica en absoluto el empobrecimiento general de la
gente, como muestran por otra parte los datos sobre la evolución de la pobreza. De hecho,
esto pone en entredicho la viabilidad del comunismo, pues el proletario no se presenta como
un ser en estado miserable, presto a hacer la revolución, sino como una clase media
acomodada de miles de millones de personas que son explotadas sin que les importe
demasiado, en parte porque la explotación, lejos de restarle bienestar, ¡se lo propicia!4. Commented [E5]: De nuevo he puesto la referencia
bibliográfica entre
Así, el triunfo del capitalismo parece del todo incontestable. De ahí que Fukuyama dijese, no
sin razón, que nos encontrábamos ante el «final de la Historia». Sin embargo, tanto los
críticos como los defensores del sistema parecen negarse a asumir este hecho. Muchos se
apresuraron a interpretar los atentados del 9/11, por ejemplo, como amenazas al orden liberal.
Tales análisis pecaban de una miopía que hoy resulta evidente. Sin duda, Bin Laden o Al
Qaeda causaron un shock, mucha tristeza y oleadas de pánico civil; pero motivaron, también,
grandes inversiones en dispositivos de seguridad intensivos en tecnología y conocimiento,
tanto a nivel urbano como internacional, de los colegios de primaria a las fronteras. Todo
esto permitió alargar la fase de crecimiento basada en TICs y las punto.com con que se había
inaugurado el milenio; y, a la postre, esto se plasma en empleos, bienestar y progreso.

Es posible que el capitalismo no sea coherente con nuestras intuiciones morales. Pero se trata
de un sistema que sometió eficazmente las contradicciones que él mismo produce, tales -
como «humanos ricos vs. pobres» o «tecnología vs. desempleados»-, expandiéndose más allá
de todo límite físico o espiritual. Las evidencias prestan apoyo, incluso, a la teoría del
comercio internacional de David Ricardo, según la cual la globalización capitalista tiende a
lograr la convergencia económica entre naciones y el fin de todas las guerras. Después de
todo, en la actualidad la producción se encuentra tan ramificada que lo que un país pierde
con una guerra comercial —-y no digamos militar—- es muchísimo más que lo que pudiera

4 El gran economista Samuelson cayó en el mismo error al afirmar que “toda la obra de Marx podía desecharse
con toda tranquilidad porque el empobrecimiento de los trabajadores ‘«sencillamente nunca se produjo’», y
al haber sido los libros de texto de Samuelson la fuente teórica de generaciones de licenciados en economía
tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, esta idea se ha convertido en un axioma para todos ellos.
No obstante, se trata de un mito, basado en una mala lectura de «La ley general de la acumulación
capitalista’»” (Francis Wheen, Francis, La historia de El Capital de Karl Marx, Buenos Aires: Debate, 2007,
ppág. 72-73 & ss).
ganar. Por otra parte, tecnologías como los drones y otros robots autónomos ofrecen ya una
selectividad y precisión muy superior a la de los soldados humanos, y no son susceptibles de Commented [E6]: Este tipo de comas ante una
yuxtaposición final es mi gran duda. Por un lado rompen la
cometer crímenes de guerra tales como violaciones o torturas. Gracias a avances como éstos, continuidad entre un sujeto y su verbo (aquí el sujeto son los
drones); por otro lado, dan un bonito redoble final. En la
las guerras son ahora mucho más eficientes y racionales, y menos onerosas para la población siguiente frase, por ejemplo, es absolutamente
imprescindible (“más eficientes y racionales, y menos
civil. onerosas”), pero en esta frase no estoy tan seguro.

Cegados por la esperanza, los críticos prefieren creer que siempre habrá una resistencia a este
proceso de creación sostenida de riqueza. En realidad, las evidencias indican lo contrario. Al
igual que el fundamentalismo islámico es, a su modo, un aliado más en el proceso de avance
y desarrollo capitalista, muy pronto veremos caer a Corea del Norte y otras zonas
provisionalmente ausentes de este gran festín, cada una de ellas cobrando un papel que aún
está por asignar. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya sugirió que en la
República Popular hacían falta más hoteles y menos bombas de destrucción masiva. Incluso
las recientes reformas internas de Kim Jong-un, semejantes a las de Raúl Castro, buscan
mayor apertura comercial para controlar los mercados negros que crecen, cuanl tumores
imparables, dentro de sus regímenes-museo. En general, no es verosímil que interés o factor
antagonista alguno interrumpa estas tendencias. De hecho, cualquier disidencia
anticapitalista acaba por tomar, al poco tiempo, una forma abiertamente irracional, como
ocurre con el misticismo hippie o Nnew Aage, o con el fundamentalismo grosero de ISIS. De
un modo u otro, en pocas décadas tales movimientos son cooptados, ya sea mediante su
mercantilización directa o por su contribución indirecta a nuevas líneas de desarrollo.
(Rate of battle deaths in armed conflicts. Añadir referencia en la caption)

Pese a todo, echando una mirada al pasado, la conquista de la Tierra por parte del capitalismo
nos sigue pareciendo una hazaña. Partiendo de un origen humilde y confuso bajo el amparo
del absolutismo, el feudalismo y el mercantilismo, el capitalismo ha soportado dos guerras
mundiales, reacciones conservadoras, una guerra fría, multitud de resistencias locales y un
sinfín de revueltas obreras. De hecho, ha acabado integrando el sindicalismo en su día a día,
hasta el punto de que alemanes o suecos lo exportan, como parte del buen funcionamiento de
una empresa, al abrir divisiones u oficinas en el extranjero. El resultado siempre fue el
mismo: el capitalismo se impone, acaba con el hambre y crea millones de personas de clase
media. Lo que es más curioso: allá donde otros sistemas necesitan aparatos de propaganda,
líderes carismáticos, una Iglesia y opresión y violencia política a raudales, el capitalismo
sobrevive a una libertad de prensa y opinión cuyo resultado es una opinión pública adversa,
reticente, que no deja de considerar al capitalismo como algo intrínsecamente ligado a la
maldad y el vicio. Commented [E7]: Hasta aquí he corregido. Yo creo que en
estas 10 páginas se ve cuál es mi criterio ortotipográfico. Si
os interesa, intentad aplicarlo al resto del libro. Yo, por
desgracia, ando en muchos líos como para meterme ahora en
la corrección de un libro. ¡Suerte!

2. Aspectos generales del capitalismo

Entre las frases famosas que resumen el sentir y el carácter de la Modernidad, pocas son más
prosaicas y al mismo tiempo más reveladoras que «2 onzas de oro = 1 levita, o 10 libras de
té, o 40 libras de café, o 20 varas de lienzo...», del libro I de El Capital5. Esta equivalencia
resume a la perfección el pensamiento de Marx: la sociedad moderna se está convirtiendo en
un gran mercado asentado sobre el equivalente universal del dinero; de hecho, la historia de
la Modernidad es esencialmente la historia del desarrollo del sistema económico capitalista.

Marx, como la mayoría de economistas políticos de su tiempo, veía al capitalismo como un


sistema donde todas las ramas de la industria y sectores económicos tienden a integrarse bajo
un funcionamiento con ciclos y procesos legaliformes6 animados por la finalidad global de

5 Estas frases abundan en los libros de texto de Filosofía, pero a menudo son menos representativas que la de
Marx, o bien se contienen en ella. Por ejemplo: yo calculo cuando intercambio, y, dado que calculo, «pienso,
luego existo» (Descartes). También se cita mucho «Lo que es racional es real, y lo que es real es racional»
(Hegel) pero, de nuevo, si todo lo que existe es a priori intercambiable, entonces todo es racional, ya que el
intercambio presupone la racionalidad.
6 Es decir, que contienen regularidades expresables en leyes por los científicos correspondientes. Es
importante notar el carácter novedoso de esta idea. Aunque los monjes medievales o los sacerdotes del
Antiguo Egipto también se complacían en postular ciclos y regularidades, por lo general todo se les
presentaba como un cúmulo azaroso de conflictos, guerras y sucesiones de dinastías. En contraste, el
capitalismo se fundamenta en algo tan racional como que tanta cantidad de una cosa es igual a tanta cantidad
de otra según una medida objetiva e igual para todos. Ante la generalización paulatina de las relaciones
mercantiles, esta sistematicidad y regularidad no podían sino alentar la empresa intelectual de buscar las
«leyes internas de la sociedad civil».
acumular capital. Las divergencias comenzaban al valorar las leyes y fines del capitalismo.
La mayoría se adhería a una interpretación económica del relato humanista de la historia para
ver en la acumulación privada de capital un proceso que promovía el progreso ilimitado de
la humanidad. Pese a que Marx admitía y aun celebraba muchos de estos logros, asumió
también las críticas que los románticos habían dirigido a este humanismo ingenuo, y mostró
que la peculiar ruta capitalista «hacia el progreso» estaba plagada de crisis y contradicciones.

Desde un punto de vista metodológico, en cambio, fueron aún más fundamentales las críticas
de Max Weber, ya que este autor, al rechazar la hegemonía de la perspectiva económica, se
opuso tanto a Marx como al resto de economistas clásicos. Para Weber, también, la sociedad
moderna occidental estaba tomando forma de sistema integrado; pero el capitalismo sólo era
una cara de la Modernidad, y debían tenerse en cuenta otras tendencias clave.

Este capítulo tiene el propósito de presentar un marco teórico que nos ayude a entender los
aspectos más generales del capitalismo reciente y actual. Primero explica conceptos y teorías
de El Capital que describen el funcionamiento típico e ideal del proceso de acumulación de
capital. A continuación, complementa el trabajo de Marx con el punto de vista más amplio
de la sociología weberiana. En estos términos, la historia reciente se revela como una serie
de procesos de modernización acometidos bajo la presión de tendencias permanentes y
totalizantes que apuntan a una expansión y globalización más o menos lineal del capitalismo
y la Modernidad. Esta imagen lineal del proceso histórico es, sin embargo, excesivamente
simple, e incluso injusta con la historiografía marxista y weberiana. Por ello, dedicamos una
última sección a describir teorías que atienden también a los aspectos cíclicos del proceso
histórico. Emerge así un patrón donde las tendencias permanentes dibujan un impulso
continuo hacia una dirección definida y continua de avance histórico; pero a esta línea se
superponen perturbaciones y convulsiones que afectan la presencia e impacto periódico de
unas fuerzas de cambio reconocibles. Este esquema es más complejo, pero también más
satisfactorio. Para el próximo capítulo quedará pendiente la tarea de ilustrarlo mediante
ejemplos históricos reales que compongan una narrativa creíble.
2.1. Dinámicas del capitalismo

Históricamente, la actividad económica había consistido en la producción de valores de uso


fijados por la tradición. Éstos eran consumidos directamente por los productores -economía
de subsistencia-, o indirectamente por clases extractivas como sacerdotes, reyes o señores de
guerra –el caso del feudalismo-. En contraste, el capitalismo no se orienta a la producción de
valores de uso sino a la acumulación de valores de cambio, es decir, dinero o capital. Hacia
1850, el sistema industrial había adquirido ya un “momento” en la acumulación de valor.
Dado que un sistema como el capitalista requiere muchas condiciones para funcionar, cabe
preguntar cómo se alcanzó este momento. Aquí prescindimos de las explicaciones históricas
que Marx y otros dan sobre el fenómeno de la acumulación originaria de capital, que explica
el paso de las sociedades occidentales al sistema industrial de producción alrededor de 1780.
En lugar de ello, nos centraremos en describir los factores involucrados en la acumulación
regular de capital, y las tendencias que resultan de este proceso.

Los ciclos de capital comienzan en la naturaleza, donde los bienes extraídos se tratan como
dones naturales directamente apropiables por los humanos. Los capitalistas pueden, sin duda,
intercambiarse sus derechos a hacer uso de un bien concreto, pero la naturaleza no cobra por
el derecho originario de apropiación. Aquí, Marx sigue a David Ricardo y Adam Smith al
afirmar que, en el capitalismo, los bienes naturales no tienen valor, siendo meros materiales
para valorizar el valor. ¿Qué quiere decir “valorizar el valor”? Para ello debemos detenernos
en una piedra de toque de la obra de Marx: la reformulación del concepto de Valor-Trabajo.

Ya vimos que, en un mercado, se puede intercambiar una cosa por cantidades equivalentes
de otra cualquiera: por ejemplo, 2 onzas de oro por 40 libras de café. Marx se pregunta:
¿dónde reside la equivalencia? Desde luego, no en una cualidad, pues, ¿qué propiedad física
comparten el oro y el café? Por tanto, la equivalencia entre oro y café se da en virtud de algo
no-físico y «cuantificable». Este algo, que Marx va a llamar Valor, late en las cosas con
independencia de sus cualidades. Es «anterior» al intercambio, ya que éste lo presupone; y
sin embargo, sólo se manifiesta en el intercambio. Pero la cuestión sigue abierta: si el
fundamento de la equivalencia de las cosas no es algo físico, entonces ¿qué es?
Lo que las cosas tienen en común, pensaban Ricardo o Smith, es que todas ellas son fruto del
trabajo humano: así, dos cosas son iguales si su producción requiere la misma cantidad de
trabajo. El problema es que el trabajo no deja de tener cualidades específicas que dependen,
sobre todo, de la cosa producida, por lo que sigue resultando mal candidato para fundamentar
el Valor. Para que pueda hacerlo, afirma Marx, debemos desvestirlo de toda cualidad física
y pasar a hablar de cantidades de trabajo abstracto. Así, el trabajo “complejo” se descompone
en x horas de trabajo abstracto “simple”7. Por otro lado, podemos producir con trabajadores
haraganes y torpes, o máquinas defectuosas y obsoletas, pero esto supone un desperdicio de
tiempo y recursos; y, de hecho, las formas de producción ineficientes suelen acabar siendo
desplazadas del mercado. El trabajo ineficiente, entonces, no puede fundamentar el Valor:
sólo puede hacerlo el «trabajo abstracto socialmente necesario», es decir, trabajo hecho por
trabajadores aptos con máquinas de un nivel tecnológico medio 8. Pero supóngase que la
tecnología de producción de la mercancía M mejora merced a la innovación I. Como la
producción de M pasa a requerir la mitad de tiempo de trabajo, su valor es ahora la mitad.
Por lo mismo, introducir I hace que se pierda la mitad del trabajo empleado en todas las
unidades de M que habían entrado al mercado hasta entonces.

El Valor se acaba pareciendo a un frenético baile donde cada nueva mercancía, al pasar, hace
fluctuar al resto de invitados bajo la mirada atenta del único maestro de ceremonias: el dinero.

Entonces, el trabajo es una relación social que, al transformar las cosas, les confiere valor y,
por ende, carácter social. Actividades extractivas como la minería o la agricultura suponen
un primer paso en este proceso, ya que convierten las propiedades físico-químicas de los
bienes naturales en los valores de uso, o funciones, de las materias primas. Estas materias

7 Por supuesto, esto traslada el problema a la cuestión de determinar qué sea el trabajo abstracto simple, y
cómo expresar cada trabajo “complejo” en términos de trabajo abstracto simple.
8 El razonamiento es sin duda disparatado: convierte algo tan simple como una compraventa en una auténtica
búsqueda metafísica de espectros. Pero la fantasmagoría es la realidad económica misma: los intercambios
asumen que dos cosas distintas son equivalentes entre sí, y esto implica la presuposición de un valor común.
Tiene, pues, sentido que los economistas clásicos, y con ellos Marx, postulasen el Valor y viesen al trabajo
como su fuente directa. Esta idea de valor-trabajo es ridiculizada hoy por la Economía mainstream, que se
atiene a la teoría marginal, de inspiración utilitarista y que luego discutiremos en más profundidad.
Por otra parte, Marx no se aparta de la práctica del economista actual cuando infiere sus tendencias de ciertas
circunstancias de funcionamiento económico ideal. Si fenómenos como la escasez, la guerra, la competición
imperfecta o la inflación restan operatividad al concepto de Valor, la competencia imperfecta también
impide, por ejemplo, alcanzar los precios eficientes de los modelos de equilibrio.
primas pre-procesadas pueden así entrar en las fábricas, donde atraviesan más etapas de
procesado. En la medida en que los trabajadores efectúan, controlan o supervisan la
producción, están creando valor potencial. Si todo sale según lo esperado, el producto final,
la mercancía, encarna más valor que la suma de valores de todas las máquinas, materias
primas y materiales auxiliares usados en su producción. Es así como la producción aumenta
o valoriza el valor9.

Sin embargo, es importante recordar el doble aspecto del valor, ya que la mercancía tiene un
valor de uso o función, pero también un valor de cambio que se realiza al venderla. En este
contexto, que el capitalismo se oriente a aumentar valores de cambio, más que a satisfacer
valores de uso, quiere decir que este aspecto del valor queda subordinado al otro. Así,
especular con un producto no sólo es tan lícito como usarlo, sino incluso más racional, y ello
incluso si el aumento del valor de cambio es ficticio: por ejemplo, si surge de la especulación.
Más tarde se explorarán las consecuencias de esta relativa autonomía del valor de cambio10.

Según Marx, una fracción de valor es extraída por los capitalistas a los obreros del modo que
sigue. Un excedente de población obrera debe existir para garantizar que (i) las fábricas abran
y produzcan cada día, y (ii) que los obreros compitan por puestos de trabajo escasos, ya que
esto bajará sus salarios hasta aproximarlos mucho al coste mínimo de sus necesidades
básicas. Formar especialistas puede verse como un proceso de producción que requiere
inversión de capital y un tiempo socialmente necesario de trabajo, por lo que los especialistas
son más valiosos y tienden a cobrar un salario superior al mínimo. En todo caso, una vez que
el trabajador vende su fuerza de trabajo, se le hace trabajar por un número de horas más alto
que el valor del coste de sus necesidades. En otras palabras: se le paga por menos horas de

9 Marx desdeña el papel del propietario o emprendedor en la conformación, gestión y mejora del proceso de
producción, ya que trata estas funciones como improductivas. Sin embargo, estas funciones no se distinguen
a priori de la supervisión o el control de calidad, y es sólo el prejuicio ideológico de Marx lo que justifica
su afirmación de que no crean valor. En cambio, preguntar si los robots o los animales crean valor es
mistificar el valor. Por un lado, en la teoría del valor-trabajo, la máquina sólo transfiere al producto el valor
del trabajo que se empleó en producirla, mientras que el animal es “producido” por la naturaleza para nuestro
uso gratuito. Pero la pregunta es otro sinsentido desde una teoría subjetivista como la de la utilidad marginal,
donde la pregunta correcta sería simplemente: ¿se venden más caros los productos hechos por robots?
10 Así, que la propiedad de la tierra se encarezca no significa que los bienes inmobiliarios, como los préstamos
a interés, produzcan per se valor: sólo significa que el valor de cambio y el valor de uso son relativamente
autónomos. Del mismo modo, el PIB no refleja la capacidad productiva de un país, aunque dependa de ella.
trabajo de las que realizó. El exceso o plus-producto resultante es lo que Marx denomina
plusvalía.

El ritmo de extracción de plusvalía se puede incrementar de dos formas. Primero, imponiendo


jornadas de trabajo más largas o intensas, lo cual aumenta el producto total y la plusvalía
absoluta. Segundo, mejorando la productividad del proceso de trabajo para incrementar la
plusvalía relativa. Esto se puede hacer de dos formas complementarias: racionalizando la
producción con métodos científicos, o introduciendo máquinas que automaticen etapas de
producción. Estas técnicas permiten reemplazar a especialistas por obreros no cualificados,
ayudando a ahorrar costes laborales mientras se incrementa el producto por trabajo y hora,
es decir, la productividad. Además, esto permite producir superiores cantidades de producto
con menor tiempo y costes: todo lo cual redunda, a la postre, en un mayor beneficio
empresarial.

Así, la unidad central de la producción industrial es una fábrica crecientemente automática,


donde las fuerzas vivas de trabajo no proveen ya la energía, y dejan por tanto de ser los
«primeros motores» de la producción. Más aún: algunas máquinas se usan para producir otras
y, en general, las máquinas van ganando peso en todas las industrias. Inicialmente manejadas
por trabajadores, éstos pronto se limitarán a supervisar su funcionamiento; pero la tendencia
ideal es una fábrica donde redes coordinadas de máquinas operan de forma crecientemente
autónoma, de acuerdo con objetivos prefijados, hasta llegar un punto en que se elimina la
base misma de la creación de valor, a saber, el trabajo obrero11.

Ahora bien: como la nueva maquinaria es cara, la presión para subir el ritmo de extracción
de plusvalía relativa hace que la producción requiera cada vez más capital. A su vez, esto
tiene al menos tres consecuencias notables. Primero, las fábricas y las áreas de producción
tienden a concentrarse a fin de hacer un uso acumulativo de la maquinaria (o capital fijo), ya
que esto contribuye a elevar la composición orgánica de capital –la relación entre costes de

11 Automatizar la producción, por tanto, no permite sólo ahorrar costes laborales; también ayuda a escalar la
producción y bajar los precios de producto; de ahí el empuje de esta tendencia. Esto también permite explicar
mejor a qué se debe, para Marx, la caída de la tasa de ganancia o de la rentabilidad de la inversión. Esta tasa
varía directamente con la plusvalía extraída, e inversamente con la inversión en tecnología. La tasa de
ganancia, entonces, tiende a bajar porque la tendencia a una producción crecientemente automatizada hace
que la inversión necesaria aumente más rápido que la plusvalía extraída.
maquinaria y costes laborales-. Segundo, la necesidad de concentrar la cantidad de dinero
disponible para la inversión industrial (capital móvil) crea entre los fabricantes fuertes
presiones para asegurar la liquidez financiera, lo cual estimula la innovación financiera.
Finalmente, la producción depende en general, y cada vez más, de la innovación científica y
tecnológica para permitir una transición continua desde la extracción de plusvalía absoluta –
jornadas laborales más largas e intensas- a la de plusvalía relativa, basada en racionalizar y
automatizar las fases de producción de mayor valor añadido. ¿Cuáles son estas fases?
Precisamente las que incorporan trabajo cualificado. Por tanto, en el capitalismo siempre
existieron presiones para desarrollar tecnologías «cognitivas», es decir, tecnologías que
pudiesen reemplazar justamente las más complejas operaciones intelectuales que se
insertaban en los procesos de producción12.

A estas tendencias deben agregarse incentivos para la producción continua y de gran escala.
Una compañía debe vender más rápido y frecuentemente que su rival no ya para elevar sus
beneficios, sino aun para sobrevivir. Esto requiere ofrecer precios competitivos,
normalmente ahorrando costes de producción. A este objeto, una estrategia frecuente consiste
en ampliar la escala de producción buscando nuevos mercados –suponiendo que las redes de
transporte y comunicación los ponen a tiro-. Con ello no se busca simplemente vender más:
como el productor hace a sus proveedores pedidos mayores y más frecuentes, entre éstos baja
la incertidumbre y se disparan expectativas de consolidación; incluso les surge la esperanza
de escalar la producción ellos mismos. Ante esta oportunidad, los proveedores se prestan a
vender más barato a compañías enormes, confiriendo a éstas más margen para bajar costes
de producción, en un proceso autosostenido. Dado que, por motivos como éste, la

12 Esto nos permite ver por qué es erróneo imputar a Marx la idea de que la clase obrera tiende a empobrecerse.
Lo que crece no es la miseria, sino la relación entre plusvalía producida e ingresos: es decir, la desigualdad
y la explotación. Pero sólo la explotación absoluta es gravosa para el cuerpo y mente del obrero, mientras
que la explotación relativa suele ser cómoda y bien pagada: si bien el obrero alemán produce más plusvalía
relativa que el de Taiwán con relación a su salario (está más explotado), tiene todos los derechos laborales
concebibles, y muchas más comodidades. Por razones similares, el imperialismo no tiene por qué consistir
en la extracción directa de plusvalía colonial. En países menos productivos (simplificando, con peor
tecnología), el trabajo se desperdicia por su ineficiencia. La relación colonial es, ante todo, de extracción
indirecta de plusvalía: por medios políticos y militares, la metrópoli mantiene a la colonia subordinada en
puestos inferiores de la cadena de valor, mientras guarda para sí los segmentos tecnológicamente avanzados
(de valor añadido). La colonia queda condenada a extraer plusvalía absoluta en sectores pobres, a menudo
primarios, donde el margen de beneficio es bajo y la explotación más insidiosa para el trabajador. Además,
debe adquirir su tecnología de la metrópoli, despidiéndose así de casi toda la plusvalía relativa que alcanzaba
a extraer.
competencia favorece economías de escala, Marx sostuvo que la competencia desregulada
inevitablemente concentra el capital y centraliza su gestión, dando lugar a oligopolios y
monopolios.

La producción continua, por su parte, conviene a los productores por dos motivos. En primer
lugar, como las máquinas suponen costes no recurrentes, tenerlas en desuso es tirar el dinero.
Segundo, la producción continua permite (al menos en teoría) vender continuamente. De este
modo, un vendedor recupera sus inversiones muy rápido y, dejando a un lado los dividendos,
puede reutilizar su capital en crear más valor –en producir más-. Para Marx, esta integración
entre las fases de circulación y producción distingue claramente la acumulación típicamente
capitalista de formas más primitivas de acumulación, como la usura. Pero si la circulación se
integra con la producción, es completamente dependiente de ella. El capitalista sabe que no
crea valor en la circulación; de hecho, sus bienes se deprecian o estropean en el almacén o
durante el transporte. Así, las mercancías deben circular lo más rápido posible para garantizar
una rotación rápida del capital y, por tanto, la rapidez de su reproducción y crecimiento.

Pero la rotación no concluye hasta que el valor de la mercancía se realiza en la venta final.
Por este motivo, los productores necesitan un fácil acceso a mercados con el suficiente dinero
y voluntad de comprar sus bienes. De lo contrario ellos arriesgan pérdidas y, en conjunto, la
economía afrontaría una crisis de superproducción. Esto supone una presión constante para
expandir los mercados de dos modos, que son potencialmente complementarios. Por un lado,
la expansión formal, basada en innovación que abre nuevas líneas de producto. Este tipo de
expansión sólo es posible en sociedades donde la demanda está especialmente educada para
experimentar con bienes y servicios nuevos u originales. Por otro, la expansión geográfica,
que escala la producción apoyándose en cadenas de suministro rápidas y fiables que lleven a
nuevos mercados el volumen de producto sobrante. Por supuesto, esto se plasma en una
constante presión para acelerar y culminar los procesos de globalización -o, al menos, de
producción, transporte y consumo globalizados-.

Como se vio, este ciclo requiere redes de transporte y comunicaciones avanzadas para bajar
los tiempos medios de entrega, así como para asegurar comunicaciones eficientes entre todos
los agentes. También necesita instituciones especiales para proteger la propiedad y las leyes
comerciales (los Estados); que garanticen la fiabilidad de las transacciones (seguros,
servicios legales); que presten capital al productor (mecanismos crediticios) o a las fases
tempranas de circulación (vendedores al por mayor, fletadores); y herramientas para
incrementar la liquidez y la rentabilidad de las inversiones (finanzas). Aunque todas estas
son necesidades de gestión y control del sistema, no son, para Marx, actividades productivas:
en lugar de crear valor se limitan a reducir o distribuir las pérdidas de valor, y esto lo hacen
con un coste social. Lo paradójico es que, especialmente en las depresiones económicas, el
capitalismo promueve la creciente autonomía de estas actividades, es decir: la acumulación
de valor de cambio sin producción o consumo de valores de uso. La razón es que, en las crisis
económicas, la competencia presiona a la baja los costes de producción, y con ello,
disminuyen los salarios y su poder de compra. Como resultado, los capitales ven en la
especulación financiera una fuente de beneficios rápidos y poco costosos: el camino idóneo
para salir de su crisis.

2.2. Modernidad y modernización.

Como se sugirió, Weber entiende la Modernidad como un proceso histórico más amplio que
el capitalismo, y cuyo fin emergente, por tanto, lejos de reducirse a la acumulación de capital,
implica tendencias de origen e impactos extraeconómicos. En concreto, son tres las
tendencias permanentes que dan forma a la sociedad occidental moderna, penetrando poco a
poco todos los intersticios del cuerpo social.

Por un lado, la secularización es el proceso por el que la autoridad se despega de la tradición


local y las relaciones de familia, prestigio o carisma, para devenir un sistema objetivo,
escalable y mejorable de gestión y toma de decisiones. Así, ante un problema local, se
evalúan científicamente las posibles soluciones. La solución preferida es rápidamente
generalizada, y pasa a ser aplicable por cualquier agente, público o privado, a problemas
similares de gestión que se observen en otro lugar.

La segunda tendencia es de burocratización. La burocracia es un sistema racional de control


y procesado de la información, con cinco rasgos principales: jerarquía de la autoridad;
centralización en la toma de decisiones; formalización de las reglas; estandarización de la
acción en secuencias de tareas; y especialización progresiva de las tareas. Aunque muchos
imperios antiguos eran ya burocráticos, esta forma de gobierno impregna ahora todo tipo de
organizaciones, hasta el punto de haberse convertido en una inextricable «caja de hierro».

Finalmente, la tendencia de racionalización implica que un grueso creciente de agentes


sociales trate sus actividades como problemas a ser resueltos. Se inventan y generalizan
métodos para asegurar o mejorar la eficiencia, así como para seleccionar y ejecutar la mejor
solución disponible en cada acción o decisión. Se produce, por tanto, una hegemonía del
razonamiento práctico instrumental, animada por la búsqueda de resultados más eficientes a
cambio de menos esfuerzo, menos tiempo o menos atención. Correlativamente, crece la
indiferencia hacia cualesquiera otros factores o valores, en especial los de origen tradicional.

Este enfoque fue luego enriquecido por otros autores. Según el filósofo Martínez Marzoa, las
teorías weberianas generalmente defienden una esencia de “lo moderno” que consiste en:

(1) Capitalismo. Una estructura económica cuyo axioma fundamental es el Valor. Dado que
cada mercancía se homologa a otra cuantitativamente si porta el mismo Valor, lo que se
cimenta así es un sistema de intercambiabilidad general de mercancías.

(2) Contractualismo jurídico. Partiendo de las ideas de reciprocidad y universalidad, todos


los individuos son iguales e intercambiables. Desde la perspectiva jurídica, no hay personas
concretas de carne y hueso, sino un número indefinido de iteraciones de un solo individuo.

(3) La Ciencia expresa la diversidad de fenómenos en modelos físico-matemáticos capaces


de producir certezas y de validarse mediante experimentos. Al secularizarse, el ámbito
público expulsa a la esfera privada las formas de conocimiento no mediadas por la Ciencia.

(4) Utilitarismo. Pero la finalidad de hacer ciencia es exclusivamente extrínseca: aumentar


el poder colectivo de los seres humanos sobre la naturaleza. Según esta doctrina, canonizada
por Bacon, investigamos la naturaleza (ciencia básica) para desarrollar aplicaciones técnicas
(ciencia aplicada e ingeniería) que incrementen el bienestar de la máxima población posible.

Una visión alternativa es la de Peter Stearns, quien se opone a las visiones más abstractas y
filosóficas de la Modernidad para señalar tendencias concretas como: un contacto más directo
entre el gobierno y los ciudadanos individuales; nuevas organizaciones de trabajo, como
fábricas o complejos de oficinas; urbanización; apertura de un espacio político a la protesta,
con los sindicatos o el movimiento socialista insertos dentro del sistema democrático; fin del
sistema de castas en pro de una estructura social dinámica y meritocrática, donde el estatus
depende del dinero y la educación; o igualdad para las mujeres13.

Así, el paso a la Modernidad no fue una mera transición, sino una ruptura respecto al mundo
previo que se asemeja al paso desde las economías de caza y recolección a las economías
agrarias y sedentarias. Este hecho ya lo habían notado los sociólogos e historiadores del siglo
XIX. Marx, por ejemplo, situaba lo premoderno literalmente fuera de la historia:

«La sociedad india no tiene historia en absoluto... Lo que llamamos su historia es la


historia de los intrusos sucesivos que fundaron sus imperios en la base pasiva de ese
irresistible e inmutable sociedad (…) Inglaterra tiene que cumplir una doble misión
en la India: una destructiva, la otra regeneradora, la aniquilación de la antigua
sociedad asiática, y la colocación de los fundamentos materiales de la sociedad
occidental en Asia»14

Con todo, el mundo moderno seguía siendo ampliamente concebido como una anomalía que
se limitaba a algunas metrópolis europeas. Fue el fin de la Segunda Guerra Mundial lo que
determinó que esta perspectiva dejase de ser exclusiva de historiadores, economistas y
sociólogos. También dejó de ser una visión puramente teórica para concebirse como un
prisma de caracteres que debían ser generalizados y actualizados iterativamente por parte de
los políticos, ingenieros sociales y tecnócratas de las grandes potencias. Se interpretaba lo
no-moderno como aquello que «todavía no-es» moderno o «está en vías de» serlo, y los casos
de modernización exitosa devenían justificaciones de esta interpretación. El no-ser de lo
premoderno deja de ser una carencia absoluta para verse como una privación provisional:
como para Aristóteles, la semilla todavía no es árbol, pero muy pronto, si no ocurre nada
extraño, lo será inevitablemente15.

13 Una lista más amplia se encuentra en el libro de Gilman, Nils, Mandarins of the Future, Modernization
Theory in Cold War America, The John Hopkins University Press, 2003. Pág. 24, 25
14 Karl Marx, “The Future Results of British Rule in India,” en Marx-Engels Reader, 2 ed., ed. Robert Tucker
(New York: W. W. Norton, 1978), p. 659.
15 Nunca faltaron porretas de Humanidades que se opusieran a estas agendas. Con el tiempo, lamentablemente,
sus teorías apenas han servido para dar cobertura teórica a los defensores de la Pachamama, el Venerable
del Bosque y a Sandro Rey y el séquito de magos que salen por la televisión a horas intempestivas.
El factor detonante de esta naturalización del proceso modernizador fue la Guerra Fría, una
coyuntura donde la modernización “emancipatoria” prometida por la URSS forzaba a
Estados Unidos a ofrecer alternativas inspiradoras, capaces de acomodar las ambiciones de
los nuevos estados del tercer mundo. Esta urgencia disparó el interés por teorías de la
modernización como el funcionalismo “integrador” de Talcott Parsons.

Otro hito fue la conferencia de Edward Shils sobre las perspectivas de los «nuevos estados»
en Medio Oriente, Asia y África. Esta conferencia, que tuvo lugar en 1959 en la antigua finca
Rockefeller en Nueva York, concitó una audiencia repleta de intelectuales emblemáticos de
la teoría de la modernización: Gabriel Almond, Lucian Pye, David Apter, Cyril Black, Bert
Hoselitz, Myron Weiner, Karl Deutsch, Daniel Lerner y otros. La clave de este discurso no
era tanto el «cómo» sino el «hacia dónde 16 »: lejos de exponer un plan o estrategia
pormenorizada de reformas, lo que Shils hizo fue promover una visión del mundo 17. Según
esta visión, los estados modernos son necesariamente democráticos. El gobierno debía cuidar
a las personas, pero éstas harían bien en vigilar y guiar a sus gobernantes mediante el sufragio
universal. El rechazo moderno de los privilegios heredados implica una cuota de igualdad,
que se traduce, por ejemplo, en unos impuestos a la renta abruptamente progresivos18. Otras
necesidades son: reforma agraria, educación pública universal, compromiso con la ciencia y
la tecnología, y un alto nivel de vida. Todo esto requiere, a su vez, una gran planificación y
el empleo de economistas y estadísticos en el control de las tasas de ahorro e inversión; la
construcción de fábricas, carreteras, puertos, ferrocarriles y sistemas de riego; uso de

16 Esta conferencia ocurre en plena crisis de identidad de la intelectualidad estadounidense. Esta crisis había
tenido en vilo a espíritus atormentados como el del pobre Schumpeter, quién murió convencido de que el
país había caído irremisiblemente en brazos del socialismo. Así, la necesidad de la teoría no era sólo
externa (en la estrategia geopolítica de Estados Unidos), sino también interna (encontrar una identidad
nacional).
17 Andando el tiempo, sin embargo, la empresa de poner en práctica esta visión inducía de suyo la necesidad
de “operacionalizarla” tomando ciertos casos ejemplares como estándares explicativos y recetas exitosas de
modernización. Esta función sería acometida con lustre mediante trabajos como la historia económica de
Walt Rostow, Consejero de Seguridad de la Administración Johnson. Basándose en una comprensión sui
generis de la Primera Revolución Industrial y la marcha triunfal de Inglaterra al frente de la economía
política mundial durante más de un siglo, Rostow establecía unos ingredientes necesarios para el despegue
industrial, los cuales, combinados adecuadamente, garantizarían a todos los paladares el disfrute de los
conocidos frutos del progreso, y quién sabe qué nuevos y exóticos manjares. Hoy existen incluso numerosos
indicadores con los cuales uno puede medir desde su sofá el grado de modernización de su país, su localidad,
y, si hace falta, su cuarto de baño, no vaya a ser que alguien piense que esto de la Modernidad no va en serio.
18 En esta época, Estados Unidos llegaba a gravar un 90% a las rentas más altas.
fertilizantes y agricultura mecanizada; investigación química, forestal, de la cerámica y de
los combustibles.

Existe, por tanto, una brecha evidente entre el concepto esencial de Modernidad y las distintas
teorías y procedimientos de modernización, mucho más permeados por las necesidades e
ideologías hegemónicas de cada tiempo y lugar. Esta teoría de la modernización de los años
50 y 60 muestra nítidamente, por ejemplo, la impronta de «los treinta años gloriosos» del
fordismo, el dirigismo, el industrialismo y la Welfare Economy.

Ahora bien, esto también significa que, en tanto que hablamos de una Modernidad esencial,
esta es de suyo expansiva. Ya se produzca la acumulación capitalista o socialista de capital,
lo relevante es optimizar la producción científicamente. Desde matices igualitarios o
liberales, lo relevante es el darse mismo de la ciencia moderna, la tecnología, la
secularización del derecho y del ámbito público, o la continua renovación de la desconfianza
y el rechazo hacia lo premoderno en general. Y aunque el abrazo de un ser querido o nuestro
paseo matinal por el campo no estén mediados por las relaciones mercantiles y la racionalidad
burocrática, persiste el empuje de una tendencia totalizante y fagocitadora que convierte a
cualquier cosa ajena en algo retrógrado que debe modernizarse o desaparecer.

Todavía hoy, una mayoría de historiadores y sociólogos habla de «sociedades», en


minúsculas y plural, implicando que éstas sólo pueden darse en estados nación, o bien en
“naciones culturales”, tribus indígenas, o clanes de tribus y jefaturas. En contraste, nosotros
hablaremos de una sociedad global mediante términos como Mesacamilla Politics. Este uso
del singular y mayúsculas, por tanto, admite polémica. Sin embargo, como se verá,
Mesacamilla Politics o Piscina de Bolas sólo pueden comprenderse bajo el presupuesto de
que naciones, estados y culturas están fuertemente integrados en un sistema mundial cuyas
propiedades y dinámicas son irreducibles a las de cualquier sociedad geográfica concreta.
Por otra parte, esta dinámica global se refleja, en mayor o menor grado, en realidades o
vectores de transformación que progresivamente cristalizan sobre las sociedades geográfica
e históricamente distinguibles.
2.3. Ciclos de acumulación

Como se señaló, esta imagen del proceso histórico subordina la realidad a necesidades de la
exposición. El propio Marx era consciente del profundo impacto de determinados ciclos
sobre el proceso de acumulación. Para empezar, existen dos ciclos en la actividad
empresarial, uno de producción y otro de circulación, y las necesidades de cada cual son tan
distintas como su papel en la estrategia global de una empresa. Otros ciclos referidos a
menudo por Marx, y que preocupan también al economista actual, son los ciclos de negocio
o crecimiento, y los ciclos de estancamiento o recesión. Estos ciclos duran en torno a 7-10
años y se refieren a tendencias globales, las cuales pueden, eso sí, no tomar forma en un
país concreto debido a multitud de razones. Otro ciclo obvio es el político, de 4-5 años, cuya
relevancia económica, sin embargo, es a menudo sobreestimada por el tertulianado (y, en
consecuencia, también por el pueblo).

Más largas son las ondas de Kondratieff, reivindicadas por la escuela de Schumpeter, y donde
la tecnología ocupa un papel central19. Estos ciclos se dividen en dos fases. En la fase alcista
se difunden y explotan varias innovaciones tecnológicas interrelacionadas, impulsando varias
industrias al mismo tiempo y, en general, la economía. Al comienzo de esta fase, las empresas
innovadoras gozan de una gran ventaja competitiva y grandes márgenes de beneficio. Poco
a poco, otras empresas copian o mejoran sus productos y la guerra de precios baja los
márgenes de beneficio. Se da entonces paso a un ciclo de estancamiento o recesión donde, al
no poder vender caro, los empresarios dejan de innovar y pasan a hacer ajustes de ahorro y
eficiencia: mejoras menores, despidos, recortes en costes de producción.... Al bajar los
salarios y el poder de compra, las inversiones productivas pierden rentabilidad y la economía
se contrae. Se disparan en cambio las finanzas, donde los ricos se entregan al pasatiempo de
tomarse el pelo los unos a los otros. Las organizaciones se centralizan, los capitales se
concentran y surgen los monopolios. La situación social se vuelve crítica. Como estas
depresiones son autosostenidas, la ortodoxia recomienda políticas “contracíclicas” donde el
Estado financie la I+D y proteja el proceso de consolidación de nuevas empresas

19 Joshua Goldstein, experto en ciclos económicos, apunta que el capitalismo no explica una nueva onda
secular de Kondratieff, sino que estas expansiones de producción y subida de precios suceden siempre
después de lo que él llama «guerra de grandes potencias». Cfr. Goldstein, Joshua, S. Long Cycles, Prosperity
and War in the Modern Age, New Haven, Yale University Press, 1988.
innovadoras, a fin de que su producto científico y tecnológico dé impulso a un nuevo ciclo.
Visto de este modo, el ciclo de Kondratieff no aparece ya como un suceso natural, sino como
el producto de fuerzas conscientes de planificación -las cuales, por otra parte, están sometidas
a imperativos de tipo geopolítico, a la influencia de la cultura capitalista nacional, a la
intervención extranjera, y demás factores-.

De similar duración son los ciclos político-económicos postulados por Karl Polanyi, quien
sostuvo que el capitalismo consta de ciclos alternos de dos tendencias opuestas. La primera
sería una dinámica de libre mercado, caracterizada por políticas radicales proglobalización y
promercado, cuya implementación acarrea un tremendo sufrimiento social; esto fuerza a los
Estados a plantear una respuesta política en forma de nuevos contratos sociales cuyo objetivo
sería contrarrestar los efectos del primer semiciclo.

Otros ciclos importantes son los que ilustra Wallerstein en sus volúmenes sobre el desarrollo
del sistema-mundo moderno. Estos ciclos son más largos, ya que pueden durar un siglo o
más. Subsumen los ciclos anteriores, y vienen dados por la confluencia de factores
climáticos, económicos, tecnológicos y geopolíticos; por ejemplo, la primacía continuada de
una potencia o bloque de potencias sobre otras regiones. El enfoque parte del análisis del
imperialismo y las relaciones coloniales, y pretende explicar la formación y consolidación
del capitalismo internacional sin por ello menospreciar la importancia de las relaciones entre
estados.

Siguiendo este esquema, Wallerstein divide la edad moderna en cinco ciclos (súper)largos.
El siglo largo desde el descubrimiento de las Américas hasta el declive del Imperio Hispano-
germánico (finales del siglo XV - principios del XVI) fue cálido, próspero y expansivo.
También vio el progresivo fracaso del modelo imperial, preparando las condiciones idóneas
del capitalismo de estado-nación en Inglaterra y Francia. El ciclo concluye con la hegemonía
holandesa, cuya corta duración se imputa a varios factores: el pequeño tamaño del país, el
mayor poder de sus rivales ingleses y franceses, y la entrada en un siglo de estancamiento.
La segunda fase comienza con el lento declive holandés y, en paralelo, la lucha anglo-
francesa por la nueva hegemonía. En este siglo frío (conocido como la Little Ice Age) se
desarrolla el colonialismo y las guerras contribuyen a agotar el modelo energético de madera
y renovables, invitando al uso del carbón como combustible y cimentando la revolución
industrial, que da paso a la tercera fase. Ésta consiste en un siglo largo de hegemonía británica
(1780-1945) donde se consolida el capitalismo a nivel cultural e institucional; culmina el
imperialismo colonial; y la revolución industrial prosigue desde Inglaterra hacia el resto de
Europa, y luego a Estados Unidos. Nosotros, podría decirse, vivimos en las postrimerías de
la cuarta fase, quizá en la interfase con la quinta. Mas no anticipemos acontecimientos.

***

En los últimos siglos, los intereses y actividades específicamente económicos parecen haber
cobrado un predominio sobre el resto de aspectos de la vida social, un empuje que se plasma
en la impresionante acumulación privada y colectiva de riquezas, primero en Occidente, y
ahora en todo el globo. Mas este es un trono prestado, ya que productores y planificadores
deben continuamente ceder a imperativos que, desde el punto de vista económico, tienen un
carácter ambiguo y a veces grotesco: ¡Automatiza! ¡Gasta billones en redes de transporte
decentes! ¡Seculariza la moral! ¡Racionaliza la administración! ¡Genera condiciones sociales
propensas a la innovación! Por otra parte, regocijarse con una próspera estabilidad es
estúpido y peligroso, pues señala el agotamiento del impulso modernizador y acumulador,
pidiendo a gritos nuevas oleadas de destrucción creativa. Lejos de ser lineal, el impulso sólo
se renueva inscribiendo ciclos en otros ciclos, incluso precipitando el fin de un ciclo para dar
paso a otro.

Por tanto, de haber un «afuera» respecto a la Modernidad, sólo es cuestión de tiempo que la
Sociedad Civil lo devore como Cronos a sus hijos. Si es un paisaje virgen, el emprendedor
llegará con todos los ingenios técnicos a su disposición y el fin de extraer y explotar hasta la
última gota de Valor de ese paraje. Si es una tribu indígena, pronto aparecerán cientos de
científicos del lenguaje preguntando por su sistema numérico o su comprensión del tiempo,
cuando no famosos con paparazzis haciendo fotografías, regalando camisetas del Real
Madrid y edificando hoteles llenos de neones que señalan el camino desde la conserjería
hasta la choza del chamán de la aldea. El cosmos necesita muchos satélites para garantizar
que una nueva urbanización o estación científica en una luna de Júpiter pueda disfrutar de
Discovery Max o Telecinco. Siempre es posible abandonar este mundo e irse al monte, como
Man de Camelle, pero no olvidemos el triste y paradójico destino que aguarda a estos
insensatos20.

Al mismo tiempo, este «quedarse fuera» de la Modernidad es un fenómeno recurrente, y no


exento de su función social: más tarde veremos que la rápida difusión de las TICs, por
ejemplo, ha creado procesos impersonales de polarización que, como la barrera digital,
arrojan súbitamente fuera de la Modernidad a personas que estaban perfectamente inscritos
en ella. Esta genera el dinamismo necesario, ya que la situación crítica hace que los caídos
se aferren a la Modernidad con tanta mayor urgencia, exigiendo a las administraciones
públicas que creen cursos gratuitos para actualizar a la fuerza laboral o reinsertar a minorías
excluidas, todo lo cual esto multiplica la difusión de la nueva tecnología y la consolida
definitivamente. Entre tanto, inversores, consorcios industriales y planificadores se afanan
ya en encontrar nuevos nichos de innovación con los que acometer la próxima revolución
tecnológica global.

3. Nacimiento y desarrollo del Buromundo

La ciencia es el motor del progreso. Mientras que la investigación básica genera y difunde
aplicaciones técnicas rentables y escalables a toda la economía, la ciencia económica permite
crear nuevos enfoques de negocio y gestión. Lo que antes eran crisis periódicas, inevitables
y dolorosas pueden ahora verse como oportunidades para reorganizar la industria e imprimir
un nuevo dinamismo. Se hace posible, también, integrar los ciclos bajistas de negocio en el
funcionamiento económico normal, y esto genera confianza y estabilidad. Finalmente, a lo
largo de todo este proceso se mejoran increíblemente la ciencia y la tecnología disponibles.

20 Man de Camelle no tardó en morir de pena cuando el Prestige se estrelló contra las costas gallegas,
inundando su casa de crudo. Además, a falta de otros ingresos, este señor dependía del dinero que los
visitantes daban en su museo de piedras, de modo que tan fuera de la Modernidad no estaba.
En rigor, por tanto, la empresa social de crear crisis es racional y deseable desde cualquier
perspectiva científica concebible. Pero las élites económicas y políticas tardaron bastante en
advertir este punto. La suya fue una toma de conciencia lenta, que tiene lugar en

a partir de 1850 y a lo largo del siglo XX

describiendo el modo en que una crisis de superproducción del siglo XIX motivó
innovaciones que provocaron una fuerte crisis de control hacia 1880. Por su parte, esta
segunda crisis motivó otra serie de invenciones, proceso que desembocó en la construcción
de una nueva sociedad.

Según James R. Beniger, dicha crisis se gestó alrededor de 1830, cuando multitud de fábricas
alimentadas por máquinas de vapor y antracita barata, y ayudadas por la lenta pero imparable
difusión fabril del sistema americano de partes intercambiables, dispararon su productividad.
Ello dio lugar a producciones elevadísimas de hierro, algodón y otras mercancías
intermedias. Aunque, tras su independencia, Estados Unidos había reabierto relaciones
comerciales con muchos países, los empresarios se vieron forzados a abrir nuevos mercados
donde alojar este exceso de producción, y buscaron una expansión hacia el Oeste. Sin
embargo, esta ruta no gozaba de medios de transporte rápidos o fiables, lo que motivó el
desarrollo de proyectos de ferrocarril que el gobierno hubo de apoyar debido a que suponían
inmensas inversiones iniciales. Desde 1840, las redes de ferrocarril vinieron a abarcar
distancias crecientes y adquirieron una densidad asombrosa. Este tráfico, sin embargo,
conllevó problemas de coordinación que pueden verse como cuellos de botella
informacionales: los tránsitos y tiempos de llegada eran inciertos, aumentó mucho la
frecuencia de los retrasos y accidentes... Surgió así la necesidad de integrar la red de
ferrocarril con un sistema estandarizado de señalización por telégrafo en un proceso frenético
que duró apenas ocho años. Más tarde, la señalización por telégrafo sería aplicada al control
de otras infraestructuras, como los sistemas de abastecimiento de agua y energía. A su vez,
se generaron necesidades de control e información en la distribución regional de mercancías
en el Oeste, dando lugar, en torno a 1850, a la emergencia de nuevas figuras comerciales.

La crisis escaló en la década de 1850-60, un período de fuerte crecimiento económico donde


la difusión de máquinas se sumó la aplicación del método Bessemer en la producción de
acero. Esto dio un nuevo empuje a la industria, donde sectores como el acero, el ferrocarril,
la ingeniería civil y el telégrafo crecieron conjuntamente para dar lugar a dos nuevos cuellos
de botella informacionales. Primero, una crisis de coordinación en la producción de materias
primas como el hierro, cobre, cinc y cristal, acarreó dos intensas décadas de innovación en
gestión y control de la producción. Segundo, otra crisis de distribución en las cadenas de
suministro, desbordadas ante inventarios cada vez mayores, condujo al desarrollo de grandes
almacenes y distribuidores en los años 1860-70. Pero nuevas crisis azotaron muy pronto al
sector del petróleo, que sobre 1870 ya aplicaba tecnología de producción continua. En este
caso, la mayor velocidad de rotación de bienes y capital originó una crisis en el control de la
demanda, que desde 1880 promovió innovaciones en marketing y burocracia21.

A esto siguieron muchas otras innovaciones en procesamiento y control de la información, a


menudo motivadas por una competencia feroz que exigía mercados más amplios y fiables.
Estas mejoras tuvieron lugar en áreas tan dispares como el censo gubernamental, el control
de tráfico (semáforos e inventarios) o el control de consumo (supermercados, encuestas,
galerías, catálogos, relaciones públicas, encuestas, publicidad de masas, destrucción de
cascos viejos urbanos para construir grandes avenidas comerciales...). Este conjunto de
invenciones supuso una revolución de control que anticipo los medios de comunicación de
masas del siglo XX y, con ellos, la Sociedad de Masas y la Sociedad de la Información. De
hecho, en esta época se desarrollaron precursores del computador moderno, como el motor

21 Esta secuencia de revoluciones puede leerse también a la luz de lo que el economista moderno conoce como
efecto rebote o “paradoja de Jevons”. El secreto de esta paradoja reside en que los incrementos en la
eficiencia de un proceso aumentan la cantidad de un bien o la capacidad de un servicio, y con ello también
lo abaratan, “tirando” de la demanda hasta crear una nueva crisis de eficiencia. Esto se aclarará con un
ejemplo. Supongamos que el precio de la carne de vaca es tal que una familia clasemediana puede permitirse
celebrar dos barbacoas al mes. En realidad, esa familia desearía hacer la barbacoa cada semana, así que el
vaquero del pueblo decide suministrar creatina y otros productos a las terneras, abaratando la carne y
logrando abastecer todas las barbacoas mensuales de esa familia. Pero resulta que, de vez en cuando, esta
familia invita a los vecinos a sus barbacoas. Para estos vecinos, el precio de la barbacoa había sido
prohibitivo hasta entonces, pero ahora se enteran de que la vaca está barata, y desean también celebrar sus
propias barbacoas para invitar a la familia del jefe. Ahora, el doble de personas quiere barbacoa barata cada
fin de semana. Las vacas comienzan a dar signos de agotamiento y llegan a desarrollar unas extrañas
protuberancias purulentas en los pezones. El vaquero, viendo que no da abasto, paga a un parlamentario
regional para que otorgue subvenciones a las grandes farmacéuticas a tráves de la I+D estatal. Con el tiempo,
éstas sacan al mercado antibióticos para inyectar a las vacas, logrando curar sus enfermedades y aumentar
el rendimiento de la granja. Pero la noticia corre como la pólvora, primero a lo largo del pueblo y muy
pronto, por la tele, a toda la clase media mundial, forzando a los vaqueros y las grandes farmacéuticas a
concentrar su propiedad en holdings, crear divisiones de ingeniería genética para aumentar el tamaño de las
vacas o por lo menos el de sus solomillos, etcétera. Este círculo virtuoso captura perfectamente la dinámica
de propagación de cuellos de botella, tan frecuente en la expansión del régimen industrial.
analítico de Babbage, por no hablar de dispositivos más familiares como las máquinas de
escribir y las tabuladoras, o las máquinas de tarjetas perforadas (1889) que poco después
servirían para crear teleprinters, la base del servicio de télex22. Las oficinas, como centros de
mando, acogieron muchos de estos dispositivos, además de copiadoras, calculadoras,
dictáfonos y cinta, todos ellos interconectados mediante centralitas de conmutación y
multiplexores.

Estas tecnologías, que llamaremos TICs eléctricas, reestructuraron la planificación urbana de


un modo profundo. Se edificaron grandes rascacielos en muchas ciudades, ya que la oficina
central de una empresa podía controlar las fábricas a distancia23. Los precios de los centros
urbanos, ahora centros de negocio, subieron hasta hacerlos prohibitivos como residencias.
Esto impulsó una creciente movilidad de bienes, información, capital y personas tanto desde
los suburbios a las ciudades, como entre centros urbanos. Esta diseminación de la producción
y el trabajo hacia las periferias de los núcleos industriales generó más presión para concentrar
funciones de control, gestión, banca y finanzas en los centros urbanos, dando lugar a una
dialéctica polar de concentración-dispersión (Graham y Marvin 1996).

Este modelo urbano impuso enormes presiones al transporte, ya que la suburbanización del
trabajo y la industria no podía sostenerse exclusivamente sobre las tecnologías de control y
comunicación. De hecho, los costes laborales e inmobiliarios que las familias ahorraban al
mudarse al suburbio se «externalizaban» al transporte, ya que las familias debían pagar tanto
el vehículo como la infraestructura. Por otra parte, al enorme y creciente flujo de mercancía
se sumó el aumento en transporte humano para crear auténticas crisis de contaminación y
congestión en torno a las grandes ciudades. Todos los vecinos de zonas industriales, primero
occidentales y japonesas, y luego chinas, brasileñas o indias, han paladeado los jugosos frutos
que estas aglomeraciones y su transporte masivo tienen sobre la salud.

22 El télex es una red conmutada de teleprinters que surgió a partir del telégrafo y que enviaba mensajes
mecanografiados. Aunque podía transmitir datos tanto punto-a-punto como punto-a-multipunto, el potencial
de broadcasting (alocución multipunto desde un nodo central) del télex se realizó sólo muy raramente, en
favor de usos predominantemente comerciales y administrativos. Además, el télex difería de la telefonía en
que el primero sólo se empleaba en las oficinas, pero el segundo también en los domicilios.
23 De hecho, los rascacielos no podrían gestionarse sin la ayuda de TICs como el télex o el teléfono.
El fordismo fue el sistema de producción industrial en masa que prevaleció en esta era dorada
del industrialismo. El fordismo era una interpretación y aplicación práctica de los principios
económicos estudiados por Marx y otros economistas clásicos del siglo XIX y principios del
siglo XX. Su filosofía inspiradora era el productivismo, una visión económica centrada en la
producción, a la cual se veía como sinónima de creación de valor. Esta visión se encarnaba
en tecnologías y técnicas de racionalización concretas: las máquinas de vapor, las correas de
transmisión y la tecnología de procesamiento continuo permitían secuenciar y dar
continuidad a las operaciones en la planta, según los preceptos organizativos del sistema de
Frank Taylor. Taylor había analizado empíricamente las tareas de producción en
movimientos más simples, cada uno de los cuales podía realizar un solo obrero de forma
repetitiva. El resultado, las cadenas de ensamblaje, eran un rígido esquema de operación
fabril, estructurado al objeto de optimizar el valor extraído tanto de las máquinas como del
trabajo24.

El ideal de la empresa fordista era la producción continua, crecientemente automatizada e


intensificada, de mercancías finales o intermedias. El sistema también era llamado just-in-
case system. El rol de los inventarios era crucial: como cada fábrica se especializaba en
producir una sola pieza o parte, debía almacenar grandes cantidades de componentes y
usarlos o despacharlos según la necesidad, a fin de evitar cuellos de botella que pudiesen
interrumpir la producción. El plan de negocio a largo plazo era claro: escalar la producción,
ampliar los mercados lo máximo posible, y situar a la compañía en ciclos virtuosos de
incrementos de productividad, subida de escala de producción, y bajada de precios. Si una
compañía tenía más volumen de ventas que sus rivales, y era más eficiente y rápida, entonces
simplemente absorbería a éstas en su organización verticalmente integrada.

Es notable cómo resuena este fordismo empresarial con las filosofías que dominaban, en esos
años, en terrenos tan dispares como la política económica nacional o el urbanismo. La razón
es que el modelo hegemónico de actividad económica de la época implicaba presupuestos
racionalistas decisivos sobre el proceso de circulación y, en general, el territorio. Geógrafos,
industrialistas, administradores públicos y economistas se atenían a presupuestos como que
los agentes económicos se comportaban y localizaban de un modo económicamente racional,

24 Lenin mismo alabó el sistema de Taylor, que alcanzó gran difusión en la URSS.
o que la interacción humana decrecía directamente con la distancia. Así, las fábricas se
alojarían donde mejor pudieran acceder a los mercados y a las materias primas. Se daban
totalmente por sentado las telecomunicaciones, y sus efectos sobre el espacio se consideraban
como despreciables a efectos de planificación. De igual modo, los costes de transacción,
esenciales en la formación de mercados o en la integración de esferas económicas, eran en
despreciados por los analistas de la época. Finalmente, se creía que la distribución territorial
de los patrones socioeconómicos era regular: exceptuando las diferencias típicas debidas a la
división del trabajo nacional, dichos patrones eran ampliamente predecibles y, por tanto, se
prestaban con facilidad a la planificación política. En general, la ordenación del territorio por
parte de los Estados cabalgó sobre estas premisas en la edad dorada de la Welfare Economy.

Keynesianismo. Según Polanyi y otros cronistas, el período 1920-70 habría sido del segundo
tipo, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial. En particular, la reacción se daba contra
la situación propiciada por la Gran Depresión de los años 30: una crisis de superproducción
sobrevenida tras un período de desregulación financiera, con el correspondiente crash en el
29. El economista John M. Keynes se convirtió en una figura prominente de este semiciclo
al presentar una visión macroeconómica integral que incluía fórmulas para salir de esta crisis.
Su sugerencia fue que las políticas económicas debían promover la expansión fiscal a través
del gasto estatal, incluso en contextos de déficit. Este gasto podría aprovechar las inversiones
estatales en sectores clave como las infraestructuras y obra civil para mejorar los niveles de
empleo y la masa salarial, permitiendo asegurar una demanda agregada estable y alta. De este
modo el dinamismo económico podría continuar, y el capital acumularse, si bien con el riesgo
de disparar la inflación 25 . La visión de Keynes impregnó el New Deal de Roosevelt en
Estados Unidos y los acuerdos de Bretton Woods, cimentando la prosperidad de las clases
medias europeas a lo largo de un período de expansión económica de 30 años (los Treinta
Gloriosos).

(Wallerstein) La cuarta fase atraviesa la Guerra Fría y la hegemonía estadounidense tras la


Segunda Guerra Mundial. Esta época viene marcada por la inspiración keynesiana de los
acuerdos de Bretton Woods, que sitúan a Europa y Japón como aliados preferentes y área de
influencia primaria de Estados Unidos. Las décadas siguientes vieron la creciente influencia

25 Esto fue justamente lo que pasó en los años 70-80 en todo el mundo, con especial crudeza en Iberoamérica.
de macrocorporaciones y bancos norteamericanos; la hegemonía total del dólar como única
divisa global convertible, en sustitución del patrón oro; y enormes inversiones extranjeras de
Estados Unidos a Japón, Europa (con el Plan Marshall) e Iberoamérica. Esta política era
estratégica para Estados Unidos en su Guerra Fría con la URSS, quien por aquel entonces
prestaba también (a través de la COMECON) apoyo condicionado a otros países en
desarrollo, especialmente en África y Asia26. Finalmente, los años 80 y 90 traerían el colapso
de la URSS y de la mayoría de regímenes comunistas. Nosotros, podría decirse, vivimos en
las postrimerías de esta cuarta fase: tecnocracia creciente y global, capitalismo envejecido
keynesiano al que se ve como único modelo posible de desarrollo industrial, y sustitución del
carbón por el petróleo, otra energía fósil con aún mayor calidad y variedad de usos.

Dado que el esquema de Wallerstein sugiere la alternancia de ciclos largos de propensión al


crecimiento y de estancamiento, la tendencia en esta fase debería ser de estancamiento, lo
cual se contradice manifiestamente con la espectacular fase de crecimiento que se da entre
1945 y mediados de los 70. Una respuesta a esta objeción ha sido que la recesión larga del
cuarto ciclo no ha sido conjurada, sino sólo pospuesta por los avances acumulativos en
tecnología y, especialmente, los insumos de petróleo. Pero este argumento retuerce los
hechos. Afirmar que el petróleo sólo pospone el estancamiento no es más que una profecía
oscura que asume aquello que se debe demostrar.

De igual modo, muchos toman como un dogma los cambios cíclicos en la hegemonía
mundial, y concluyen que Estados Unidos ya ha perdido su supremacía a manos de China.
En realidad, el espectacular crecimiento chino no implica que Estados Unidos se derrumbe:
su PIB no ha dejado de crecer desde 1970, y en 2017 lo hizo al 3%. Son empresas de este
país las que lideran todos los sectores clave de la economía mundial, a menudo con
monopolios o cuasi-monopolios27. En suma: que una potencia emergente se incorpore al club
selecto de la economía mundial no significa que el resto pierda relevancia de inmediato, como
si el juego geoeconómico fuera de suma cero. Más en general, las alternancias en ciclos
pasados no dejan de ser informativas; pero, si el enfoque de Wallerstein permite concluir

26 Sin embargo, y pese a su vasta área de influencia en su momento álgido, los 70, la URSS sólo llegó a
movilizar el 10% del capital global.
27 Sobre la persistencia del poder económico de Estados Unidos, véase Kenji Starrs, Sean, The Persistence of
American Economic Power in Global Capitalism: From the 1960s into the Twenty-First Century.
algo, es que los cambios sistémicos de largo plazo responden a multitud de factores, y que la
suerte de estos cambios es a menudo impredecible tanto para los agentes involucrados como
para el analista.

Buromundo. Muchas de estas mejoras de control mejoraron la productividad, exigiendo la


aplicación de nuevas técnicas de control. En los años 1950-60, sin embargo, las TICs
producen ya más información de la que pueden controlar, y es preciso inventar nuevos
dispositivos de control para controlar el procesamiento de información existente. Se trata de
una auténtica explosión informacional, donde los ciclos virtuosos, hasta entonces confinados
al terreno de la producción material, se desperezan y pasan a cobrar vida propia.

En estos años, Herbert Simon sostuvo que el régimen de generación de información existente
exigía otorgar mayor relevancia a las habilidades para procesar y filtrar información valiosa,
dado que la explosión no era tanto de información útil, como, sobre todo, de información
obsoleta y redundante: en suma, información basura. Paradójicamente, este trabajo
consistiría en crear nueva información acerca de datos existentes, lo cual muestra de nuevo
que, con la tecnología actual, la generación de información adquiere un carácter auto-
impulsado.

Se suscita entonces la necesidad de reestructurar las organizaciones y de introducir nuevas


innovaciones tecnológicas con más poder de manejo de la información. El poder que se
precisa se puede ahora llamar propiamente poder computacional, ya que las infraestructuras
van a computerizarse y cualquier computador se modela sobre la máquina de Turing, donde
la computación alcanza una definición precisa 28 . Este poder computacional creció
enormemente desde 1960 gracias a los avances en microelectrónica, donde las velocidades
de procesado y la capacidad de las memorias se fueron incrementando varias décadas según
la Ley de Moore29.

28 Para Turing, la computación es un estándar de control de inputs potencialmente infinitos que, mediante
algunas operaciones sencillas, son transformados en otra serie potencialmente infinita de outputs.
29 Esta ley predice que el número de transistores en los circuitos integrados y la potencia de computación se
doblan aproximadamente cada 18/24 meses. El propio Moore creía que su ley se había quedado obsoleta en
torno a 2010, y que habría una desaceleración de la tendencia. Incluso productores como Intel consideran
que dicha ley sólo podrá sobrevivir hasta 2023.
Este es un verdadero punto de inflexión en la transición gradual hacia un Buromundo
digitalizado y semi-automático. Las TICs eléctricas habían mejorado poco a poco las
capacidades técnicas a disposición de las burocracias modernas, pero la burocracia seguía
siendo humana en la medida en que la actividad inteligente lo era. El salto cualitativo se da
con las tecnologías electrónicas programadas para ejecutar funciones inteligentes, ya que
éstas son capaces de sustituir a muchos burócratas y trabajar de forma crecientemente
autónoma.

La digitalización se asemeja a olas anteriores de automatización, pero tiene rasgos peculiares.


Para empezar, la tecnología concreta distingue el tipo de trabajo que se automatiza. Entre las
TICs electrónicas encontramos programas como los sistemas expertos, los DMSs (Database
Management System), CIM (Computer-Integrated Manufacturing) o ERP (Enterprise
Resource Planning), que automatizan, respectivamente, rutinas de decisión, administrativas,
de supervisión y coordinación de la producción, y de planificación. En la burocracia fordista,
estas tareas eran el trabajo de algún intermediario o encargado que controlaba su planta
industrial, o su división geográfica, y la comunicaba con las oficinas centrales de la empresa.
Por tanto, la automatización significó la eliminación de muchos de estos cargos intermedios.
Esto mejoró la flexibilidad, eficacia y alcance de las burocracias, al tiempo que las simplificó
y racionalizó reduciendo masivamente su complejidad y volumen.

Nos encontramos, pues, ante un sistema autónomo y autosostenido de crecimiento de la


información y de la inteligencia artificial necesaria para gestionarla. Por un lado, el sistema
en cierto modo funciona con la dinámica propia del capitalismo. Pero por otro, es un absceso
o tejido canceroso del mismo, ya que suscita las condiciones de su propia reproducción
aumentada incluso en abstracción de la reproducción aumentada de valor. No ha de extrañar,
en este contexto, la relación íntima entre el desarrollo de la informática y de las industrias
financieras y anejas, que podemos entender como una economía paralela de la nada y en
abstracción de los valores de uso o de la economía de las mercancías, es decir la industrial.
Recientemente, este software ha llegado a incluir a bots que ejecutan transacciones
financieras autónomamente, permitiendo así el funcionamiento continuo y semiautomático
de las redes financieras, más allá de los horarios de trabajo y negocio. En este sector particular
se advierte la vigencia de algunas presiones típicas del capitalismo que Marx postulara en su
tiempo: la tendencia a incrementar el ritmo de extracción de plusvalía relativa, y la tendencia
a pasar desde la extracción de plusvalía absoluta a la relativa. Ello hace pensar que las
finanzas y otros sectores anejos de valor añadido se verán afectados por nuevas oleadas de
automatización mediante IA avanzada. Esto permitiría abaratar costes laborales en estos
sectores decisivos al tiempo que se impulsa el desarrollo autónomo de la economía global a
través del impulso a sus principales centros urbanos. Por otro, ello podría incrementar la
incertidumbre y volatilidad en un sector financiero ya bastante volátil. Estos riesgos ganan
una especial urgencia en el contexto de una economía global donde las finanzas se han vuelto
más centrales que nunca, con graves impactos para la estabilidad de regiones y países enteros.

Toyotismo. Ford y Taylor optimizaron la producción de un modo casi obsesivo, pero


desatendían la circulación. Como resultado, la empresa fordista tendía a producir en exceso
y a acumular inventarios tanto el mercado y como en fases intermedias de producción. La
ineficiencia logística y la amenaza de superproducción se disparaban con el tamaño de la
empresa. Ahora bien: la estrategia fordista por excelencia consistía en escalar la producción
y absorber a los competidores y productores complementarios dentro de su organización. En
un contexto como el de los 70, de competencia feroz y mercados volátiles, a veces
impredecibles, esta era una receta segura para el desastre. En el mundo de los negocios se
empezó a percibir que era necesaria una nueva visión de negocio, una visión global que no
privilegiase la producción frente a la circulación.

La alternativa rentable a este fordismo monolítico y obsoleto provino de empresas como la


japonesa Toyota, motivo por el cual se denominó toyotismo a esta estrategia. Un precepto
básico de este sistema consistía en ajustar continuamente la producción a la demanda a fin
de reducir o eliminar inventarios; de ahí que el toyotismo también sea conocido como sistema
just-in-time. Aparte de ahorrar costes, esta estrategia responde a otro objetivo más amplio:
segmentar la demanda y concentrar la producción en bienes y servicios diferenciados, de
valor añadido, y dirigidos a los mercados más rentables. Otro rasgo típicamente toyotista es
la dispersión de las fases de producción, para ahorrar en costes laborales. Finalmente, la
logística se flexibilizó en función de esos ajustes, si bien buscando siempre una reducción en
los tiempo de tránsito de la mercancía. Las nuevas tecnologías de telecomunicación y mucho
petróleo barato hicieron el resto30.

En este contexto, la importancia de las TICs reside en que permitieron a las empresas no sólo
customizar sus productos, sino también ajustar dinámicamente la producción a cambios
rápidos en volúmenes o requerimientos de cliente. Para esto, un primer paso es crear
interfaces de cliente para colaborar con él en el diseño customizado de producto 31 ; o,
alternativamente, modelar la demanda con sistemas telemáticos que capturen el flujo de
mercancías o de uso en tiempo real32, y programas de análisis de datos que creen perfiles
detallados de cliente33. El segundo paso consiste en incluir feedbacks desde el interfaz de
cliente o los modelos de la demanda hasta la línea de producción, al objeto de hacer a ésta
más adaptable a pedidos de volúmenes y características variables.

Las presiones crecientes para adoptar la forma toyotista de producción intensificaron la


competencia en el desarrollo de soluciones avanzadas de infraestructura, equipamiento y
software. Por un lado, la complejidad de los requisitos de cliente era impulsada por la
competencia en mercados cada vez más diversificados, e imponía fuertes condiciones
técnicas. A ello se sumaron las impuestas por la dispersión internacional de las fases de
producción. Dada la dificultad de coordinar a productores de todos los continentes, sin
relación ni lengua común, todas las piezas de cada producto debían hacerse compatibles
«hasta el más pequeño detalle de especificación» (Castells 1996), a fin de minimizar costes
y desperdicios en la fabricación y ensamblaje final. Esto requería un alto grado de precisión
y control de calidad en toda la cadena, que sólo pueden satisfacer equipos microelectrónicos
provistos de un software avanzado34.

30 En esencia, las técnicas organizativas toyotistas ya existían desde la 1ª Revolución de Control. Ingenieros
japoneses analizaron las técnicas empleadas por supermercados estadounidenses para controlar inventarios
y reponer productos, extendiéndolas a la programación de tareas en el sistema industrial. (Castells 1996)
31 Con tecnologías como CAD, computer-aided design.
32 Por ejemplo, monitorizando el volumen y la clase del tráfico en distintos tramos de una autopista.
33 En este terreno, la sofisticación es hoy inmensa gracias a Big Data: minería de datos que rastrea la actividad
online de los potenciales clientes, seguida del análisis de esos datos con DMSs y otra IA.
34 Por ejemplo, la exigencia de feedback entre la demanda y la producción requiere que los proveedores estén
conectados con las oficinas centrales y con las interfaces de cliente mediante LANs corporativas de banda
ancha formando VPNs (Virtual Private Networks) corporativas.
Por otro lado, dispersar la producción y reducir inventarios y tiempos de tránsito son factores
que imponen otra exigencia: disponer de redes globales de transporte rápidas, fiables y
flexibles. El uso compartido de soluciones de software avanzado por parte de socios
logísticos ha sido decisivo para permitir este paso a una gestión logística integral y dinámica:
con programas como Supply Chain Management (SCM), de SAP, un pedido se etiqueta con
códigos de referencia y puede enviarse con otra mercancía. El código permite el seguimiento
en tiempo real y la gestión descentralizada puerta a puerta.35

Del mismo modo, hoy son comunes las soluciones de transporte intermodal de mercancías y
personas. Apoyándose en sistemas telemáticos, un servicio puede planificarse en tiempo real,
empleando infraestructura y operadores de transporte distintos (carretera, tren, mar, aire…)
y redistribuyendo la carga según la capacidad de cada tramo, todo esto de un modo
semiautomático. Sin embargo, el auge de soluciones intermodales ha tenido efectos
imprevisibles e indeseables, como desplazar el tráfico de mercancías hacia los modos de
transporte por carretera y avión, más contaminantes y menos sostenibles. Ello se debe a que,
mientras que el transporte por carretera es más flexible, el avión permite minimizar los
tránsitos en largas distancias: dos propiedades que son muy importantes para las compañías
que aplican el sistema just-in-time.

Neoliberalismo. Más complejo es el proceso por el cual la digitalización permitió


reestructurar la economía industrial. Al menos cuatro elementos clave destacan en este
proceso: el desarrollo financiero global, el nuevo tipo de política económica, la
transformación del desarrollo urbano, y el paso al toyotismo, un nuevo modo de producción.

Por un lado, hacia 1970 tuvieron lugar crisis fiscales Nueva York, Tokio, y especialmente
Londres, forzando a los gobiernos a recortar empleo y servicios públicos y dando paso a una
crisis de desempleo y a una recesión inédita en las décadas precedentes. Al mismo tiempo,
muchas infraestructuras de las ciudades industriales, desarrolladas desde 1920, no sólo «iban
alcanzando el final de su vida útil», sino que requerían mejoras sustanciales a causa de crisis
de control relacionadas con la congestión y polución que acosaban a los grandes núcleos
urbanos. Estas dificultades se daban en un momento de déficit público y coincidían con el

35 Las tecnologías blockchain operando en la Internet of Things (IoT) ofrecen nuevas posibilidades que podrían
llevar un paso más allá las tendencias actuales en flexibilización y descentralización logística.
desarrollo de las TICs, un clúster tecnológico emergente que ofrecía notables oportunidades
de reforma. Al mismo tiempo, las nuevas visiones del mundo de los negocios pedían dejar
atrás el fordismo, el New Deal y la política de posguerra para dar paso a un nuevo modo de
producción inscrito en una economía de mercados libres y globales. Las TICs también
sugerían aplicaciones interesantes a estos efectos, y el shock del petróleo en 1972-75
precipitó los eventos para propiciar el notable desarrollo convergente de las TICs y el
neoliberalismo. Por un lado, las TICs daban un impulso electrónico a la liberalización y
globalización de mercados como los financieros. Por otro, empresas fordistas como AT&T36
fueron troceadas y, si era necesario, privatizadas. A esto siguió la liberalización del sector de
comunicaciones y, sucesivamente, el resto, para facilitar su reforma mediante la introducción
de TICs37.

Al mismo tiempo, instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco


Mundial (BM), creadas en Bretton Woods bajo ideas keynesianas, pasaron a promover
políticas económicas liberales, que condicionaban el apoyo financiero a los gobiernos al
cumplimiento de dos preceptos básicos de política económica: controlar la inflación
mediante consolidación fiscal38, y eliminar restricciones en todos los mercados, es decir,
desregular la legislación del trabajo y los flujos de mercancía y capital. Estas instituciones
ganarían especial relevancia durante la crisis de deuda del Tercer Mundo de los 80, y ante el
debilitamiento de la oposición del Bloque del Este.

La globalización financiera, por su parte, se veía venir ya desde los 6039. Sin embargo, las
décadas 1970-90 representan una verdadera discontinuidad. Se han disparado, a nivel global,

36 También conocida como Bell. Durante gran parte del siglo XX, esta empresa de comunicaciones fue la
mayor del mundo, llegando a contar con más de un millón de empleados.
37 La primera gran liberalización de esta naturaleza fue la del transporte, bajo la administración Carter. Desde
entonces las TICs han sido aplicadas muy frecuentemente a la innovación en transporte. De hecho, la
telemática es una subdisciplina informática cuyo objeto es estudiar y facilitar comunicaciones en
movimiento y control de procesos a distancia, es decir, transporte y logística.
38 Se exige aplicar estrategias de racionalización como contraer el empleo e inversión públicos, o privatizar
áreas enteras de funcionalidad económica, por ejemplo, el desarrollo y gestión de las infraestructuras.
39 El télex había reducido mucho los costes de transacción, permitiendo a los bancos estadounidenses formar
el mercado del Eurodólar, que, en los años 60 y 70, fue un nicho clave de innovación financiera. Allí se
crearon la gestión de pasivos y deudas (liabilities), el comercio de valores y bonos (securities) y otros
servicios basados en TICs. Estas herramientas regularizaban y distribuían eficientemente la liquidez o los
riesgos de los portfolios bancarios, reduciendo asimetrías informacionales en las transacciones. Con ello se
inyectaban en las finanzas dos bienes de valor incalculable: dinamismo y confianza. El estatus de estas
técnicas es, por otra parte, ambivalente: a priori son servicios, pero las desregulaciones financieras de los
70 y 80 permitieron tratarlas como mercancías y comerciar o especular con ellas cada vez más. Otro ejemplo
tanto la magnitud de las adquisiciones corporativas como el volumen de transacciones. Pero
también se han dado fenómenos cualitativamente nuevos como la transformación de ciertas
ciudades en centros transnacionales de negocio con una orientación global. Capitales como
Nueva York, Londres y Tokio son ahora verdaderos centros de acumulación de la
producción, comercio y consumo de servicios de información financieros y de otras clases.
Han atraído y acumulado, también, las funciones de gestión y coordinación de numerosas
corporaciones (sus sedes principales) y, en general, de toda la economía (sectores financieros,
bancarios, seguros e inmobiliarios, conocidos con el acrónimo FIRE). Estos auténticos
«centros de mando global» plantean un contraste directo con el régimen industrial, donde los
enlaces más sólidos y relevantes de los grandes núcleos industriales eran hacia sus mercados
nacionales.

Estas «ciudades globales» concentran ahora corporaciones transnacionales (TNCs)


extranjeras que hacen negocios para firmas locales, extranjeras o simplemente
transnacionales40. Los marcos legales para desarrollar arenas financieras funcionales deben
ponerlos todavía los gobiernos, pero ellos ya no participan en finanzas per se. Esto contrasta
profundamente con el rol central que el gobierno norteamericano desempeñó en América
Latina durante los 50 y 60. A menudo, estas operaciones reforzaban la inequidad política y
económica entre países, pero lo hacían de un modo estable y predecible para ambas partes, y
en un contexto donde esa estabilidad fluía luego al interior de los sistemas nacionales. En el
paisaje actual, en cambio, los centros de mando global se especializan en diferentes roles y,
según su papel en las redes financieras globales, vienen a controlar una porción importante
de los flujos de capital relevantes. Así, en los 80 Tokio fue el mayor exportador mundial de
capital, Londres su mayor «procesador» y Nueva York el mayor receptor y el lugar
prominente para la toma de decisiones sobre las inversiones locales y globales; mientras que,
en Europa, ciudades como París o Frankfurt vinieron también a centralizar las funciones
financieras clave del continente.

de estos nuevos productos financieros, quizás más conocido, es el comercio de derechos de emisión
(emissions trade, o cap-and-trade), mediante el cual una compañía, aunque deba limitar su emisión de
partículas contaminantes a una cuota dada, puede intercambiar este derecho con otros agentes, e incluso
especular con él.
40 En rigor, los términos «extranjero» o «doméstico» carecen de sentido ante la transnacionalización del control
y la propiedad corporativos.
En las últimas décadas, por tanto, ciertas ciudades o conglomerados de ciudades «altamente
innovadoras» han desarrollado un papel crucial en la economía global. Pero si la economía
global se ha transformado en una gran economía de red donde las ciudades actúan como
nodos que atraen, procesan o transmiten capitales, esto tiene importantes consecuencias
sociales o políticas. Por un lado, la pérdida de peso del Estado se ha traducido en una nueva
centralidad para los niveles municipales e intermunicipales de gobernanza, que ha resultado,
incluso, en innovaciones interesantes en gobernanza a este nivel, tales como los famosos
presupuestos participativos de Porto Alegre. Por otro lado, en cambio, las dinámicas típicas
de polarización en redes libres de escala hacen que las ciudades peor situadas o conectadas
pierdan rápidamente la relevancia global y nacional en un momento en que el estado ya no
interviene para equilibrar los sistemas nacionales. Por tanto, la emergencia de estos centros
de mando global es tanto una causa como un resultado de la pérdida progresiva de
competencias del Estado, y, desde luego, un proceso fundamental en la consiguiente
desestructuración de los «sistemas urbanos nacionales» típicos del régimen industrial.

4. Colapso
I.II. Cultura y Sociedad

5. Mesacamilla Politics

En la subsección anterior hemos visto cómo, hasta la década de los setenta, la Revolución de
Control trajo consigo consecuencias de gran interés: un nuevo modelo de producción, el
fordismo; un cambio del paradigma político, la welfare economy; y una nueva manera de
entender el transporte y la comunicación. Cambios que, desde 1920, alcanzaron un periodo
de crecimiento fuerte en diferentes partes del globo, y que constituyeron en las décadas
subsiguientes un régimen sociopolítico coherente y reconocible: la Mesacamilla Politics. En
esta segunda parte analizaremos este régimen teniendo en cuenta la transformación, a su vez,
de la sociedad y de lo que se conoce en sentido amplio por “cultura”, y trazaremos, así, una
analogía entre la transición de los sistemas eléctricos a los electrónicos y el paso de la
Mesacamilla Politics a la Piscina de Bolas actual. Finalmente, se contrastarán los ideales de
la Ilustración con el resultado del proceso de modernización que comenzó hace siglos.

Por Mesacamilla Politics se entiende el estilo político materialista del conjunto de


instituciones que dan al Pueblo lo que éste necesita (aunque nunca sepa lo que quiere): un
piso, un empleo, los vapores que suben del brasero después de comer, un leve movimiento
en las comisuras de Matías Prats, una lavadora, los niños que cantan por bulerías, la oferta
de Telepizza de los Martes de Champions, los chistes picantones de Juan y Medio, un coche,
un segundo coche, las bolsas de pipas, el ibuprofeno los sábados, etc. Mesacamilla Politics
ocupa el lugar antes reservado a la escasez material y al consuelo espiritual, y muestra a Dios
como lo que realmente es: una serie de ceremonias absurdas pergeñadas al efecto de hacer
obedecer los designios de la élite de turno mientras se inunda a la parroquia de incienso y
promesas de redención. En su lugar, nos encontramos con el más eficiente Estado, un aparato
de burocracia y apadrinado afectivo que produce héroes y otras guarderías sentimentales
mientras empaqueta y administra clasemedianos para el uso de corporaciones. Ninguna
civilización ha logrado la conveniencia material de manera más óptima como la transitoria y
fugaz Mesacamilla Politics bajo los Treinta Gloriosos.

Para comprender bien este nuevo orden social se deben tener en cuenta la implantación casi
global de las tecnologías eléctricas 41 , precursoras de las actuales TICs, y el patrón de
transmisión de información a tiempo real que auspiciaron la televisión o la radio, conocido
comúnmente como difusión amplia o broadcast. Este modelo se compone de un nodo central
-a menudo una capital- que emite información a multitud de nodos receptores -o territorios
periféricos- de manera simultánea (sin tener en cuenta las características específicas de cada
uno). Del mismo modo, todas las redes de comunicación vinieron a ser operadas como redes
de distribución con estructura de árbol, donde una fuente central o raíz usa un tronco
transmisor para enviar sonidos, imágenes y texto a través de portadoras, dividiéndose en
ramas cada vez más pequeñas hasta llegar a un receptor. Más allá de la radio o de la televisión,
muchas infraestructuras clave de esta época demandaban una gestión centralizada, y
arrastraron con ellas a otras tecnologías con las que se habían desarrollado conjuntamente.
Ya fuera por la regulación o por el desarrollo y control de las infraestructuras, este sistema
acabaría favoreciendo un rol fuertemente jerárquico y dominante del Estado, y haciendo
posible, e incluso deseable, el moldeado centralizado de la información y, con ello, la
homogeneidad de las conductas y las opiniones hegemónicas en las naciones industriales42.

El resultado de esta conjunción de factores fue una jerarquía de poderes y espacios bastante
reconocible y estable a todos los niveles: local, regional, nacional e internacional. Esto se
logró reforzando la dependencia de ciudadanos y corporaciones a los estados, de las periferias
a las capitales y de los países en desarrollo a alguno de los poderes hegemónicos. Por otra
parte, dejando a un margen las fases más tensas de los conflictos entre potencias, este régimen
revelaba una capacidad notable para asegurar la cohesión nacional, el orden internacional y

41
En este sentido, el lema del siglo XX fue, parafraseando a Lenin, «Clase Media y electricidad».
42
Muchos filósofos de la época se alarmaron al ver que el control de estos medios tenía lugar a nivel nacional.
Sensibilizados ante el totalitarismo creciente, creían que la cultura se estaba transformando en un opresivo
«árbol de decisión» donde los extremos –los ciudadanos- eran completamente programados por la raíz -el
Estado-. De un esquema así, pensaban, sólo cabía esperar una tremenda escasez de originalidad y de
diversidad social e ideológica. Y, en efecto, el régimen industrial basado en medios eléctricos favoreció
formas de agrupamiento social inclinadas hacia el nacionalismo y otras identidades conservadoras respecto
al género, la raza, la familia y la religión. Aun así, los efectos de esta tendencia no fueron únicamente
negativos: la capacidad de planificación central o la racionalización de los presupuestos garantizaron, en
cierta medida, una mejor calidad de vida para las nuevas masas.
la prosperidad general –sin excluir, aquí, a la Unión Soviética y su espacio de influencia-.
Ciertamente, el dominio económico y la ascendencia política de los países hegemónicos
aseguraba una distribución fuertemente polar de esta prosperidad; pero los beneficios fueron
generales, como muestran los índices de crecimiento por país de la época. Se produjo,
entonces, una pujante Clase Media, cada vez más homogénea entre sí desde el punto de vista
ideológico.

La esencia de la Mesacamilla Politics no se entiende sin este resultado: la familia de Clase


Media estadísticamente significativa, fruto de su Padre Tecnoburomundo, la entretela misma
de la gran industria de formularios, facturas, cosas prefabricadas, estandarizadas y envueltas
en plástico; su producto y su pilar. En su filosofía, Descartes sólo concedía actividad a la
mente, mientras que la materia, sometida a los choques y sus efectos, no podía dejar de estar
en movimiento; pero esta materia permanecía enteramente pasiva, a pesar de su movilidad.
Del mismo modo hablamos ahora de la Clase Media como «materia informe en acción»,
como cosa dinámica que no puede dejar de estar en movimiento, aunque éste no sea más que
mero acomodamiento a las fuerzas de la Naturaleza, del Mercado o del Estado. Este
dinamismo no es la acción concebida como aquello impredecible, siempre vulnerable, sujeto
a interrupción y posible transformación creativa. Lo que tenemos es un reaccionar, un
ajustarse, un acompasarse a lo que ocurre según lo que a la gente se le va diciendo, o según
se van adquiriendo compromisos y hábitos. Se trata de algo enteramente predecible,
estadísticamente significativo y reproducible mediante simulaciones por ordenador o
mediante seres artificiales creados al efecto de imitar lo que la Clase Media hace.

Este carácter pasivo de la Clase Media explica su adicción al sistema y que esté forzada a
delegar todo el poder a los tecnócratas y al scientific management, encargados de proveer del
del bienestar máximo a los ciudadanos. Lo cual constituye el único fin del conjunto social de
Mesacamilla Politics. Ahora bien: la ontología fundamental del bienestar se cifra en
conceptos tales como “lo lleno”, "lo vacío", "lo seco", "lo húmedo", "lo calentito", "lo
simpático", etc., y sabemos, al menos desde Bacon, que estos conceptos están mal definidos
y que es imposible alcanzar ningún saber científico mediante su uso. La paradoja es que, sin
un saber científico sobre “lo seco”, “lo calentito”, etc., no es posible producir industrialmente
todas estas propiedades ni, por ende, a la Clase Media misma. De ahí que sea necesaria una
simbiosis efectiva entre la tecnología industrial y las skills de los personajes carismáticos de
la industria cultural o la disposición de paellas por parte del cuñado o de la abuela para
reproducir los estados del bienestar43. Precisamente por esto, en cada país se da Mescamilla
Politics de una manera concreta, pero baste sustituir la paella por las hamburguesas y la
Champions por el Béisbol para entender lo mismo en otra región.

¿Cuándo y por qué concluyeron los Treinta Gloriosos y su régimen socioeconómico? Muchos
tenderán a asumir que la decadencia del keynesianismo-fordismo-Mesacamilla Politics
comenzó tras la crisis de 1973-1975, entendiéndola como una crisis energética. Esta visión
se centra en el shock de precios del petróleo para destacar realineamientos geopolíticos
subsiguientes, tales como los cambios en la política norteamericana hacia la OPEP
(Organización de Países Exportadores de Petróleo), o la emergencia de nuevas estrategias de
desarrollo y gestión de infraestructuras. Argumentando explícitamente contra esta
interpretación, Castells afirmaba que en realidad el problema residía en la incapacidad del
sector público de seguir expandiendo sus mercados sin disparar, con ello, los impuestos, la
inflación o el endeudamiento público.

Ya desde la primera aplicación de las políticas económicas keynesianas, pensadores como


Hayek criticaron el rol intervencionista que el Estado tomaba en ellas, pues era una afrenta a
la libertad de los emprendedores, e incluso de todos los ciudadanos. Además, en lugar de
desatascar la economía, los estados intervencionistas adulteraban la eficiencia de su
funcionamiento natural, y con ello impedían el progreso. Estas ideas fueron, desde luego,
muy poco populares en el apogeo del keynesianismo, pero una serie de eventos las puso de
nuevo de moda a través del trabajo de economistas como Milton Friedman. Como vimos en
el capítulo 3, es a partir de la década de los 70-80 cuando este giro liberal se produce en
medio de cambios estructurales importantes: el paso del just-in-case al just-in-time system o
la implantación de la tecnología cibernética en sustitución de las TICs eléctricas. De esta
reestructuración resulta la decadencia de Mesacamilla Politics, y con ella el bienestar o la
tranquilidad a largo plazo. A continuación, pasaremos a analizar la transición de este modelo
a la Piscina de Bolas, cuyo modelo óptimo de vida consistirá en sobrevivir a base de empleos

43
La excepción es el saber que compete a los coches, ya que la velocidad sí está bien definida; de ahí que el
clasemediano corra ávido a comprar revistas de coches para conocer todas las especificaciones necesarias.
temporales de 30 minutos de duración sin mutaciones, sin mareos, sin mascarilla de gas y
con acceso a fuentes de agua potable no controladas por nómadas ciborgs.

6. La Piscina de Bolas

Si Mesacamilla Politics ha de pensarse como un árbol de decisión racional donde lo humano


y lo tecnológico se combinan para dar a luz una vida típicamente clasemediana, conformista
y estandarizada, la Piscina de Bolas es, por el contrario, una yincana por la supervivencia en
un juego de redes y micromundos interconectados mediante botones, palancas y lucecitas
para emprendedores sexagenarios adictos a las pastillas de “viva 5 minutos más” marca
Hacendado. En las siguientes líneas trataremos los efectos de este nuevo régimen socio-
tecno-económico, caracterizado principalmente por privar a los individuos de su bienestar y
estabilidad, razón por la que el joven precariado dejará de engendrar prole y de la que
resultará una pirámide poblacional invertida o, lo que es lo mismo, una dialéctica
demográfica cuyas graves consecuencias también analizaremos.

6.1. "The Ultimate Social Contract"

Los economistas coinciden en que, pese a la restructuración del capitalismo global que se ha
ido produciendo a partir de la inserción de las TICs electrónicas, los ritmos de crecimiento
de la productividad, así como otros indicadores, no sólo no han crecido, sino que incluso han
declinado44. Las voces que pronosticaron un crecimiento de la productividad gracias a los
nuevos leading sectors, parecían, como poco, precipitadas; y el escaso crecimiento de las
economías informacionales y de servicios ha resultado incapaz de traducirse en un mayor
nivel de vida para los trabajadores. Esta transición no sólo ha generado un rápido crecimiento
del trabajo informal -de poco valor y mal pagado- y de la actividad criminal –especialmente
en las grandes ciudades-, sino que, con el fin del proletariado clásico, se han dado dinámicas

44
Si exceptuamos un corto pero intenso período de crecimiento entre los años 1996 y 2004, debido, en parte,
al auge de las empresas punto.com.
perversas en lo que respecta al fin del ocio a partir de la necesidad de estar permanentemente
disponible, proactivo y en proceso de formación. Bajo el peso agónico de estas emotional
power words, asoman la cabeza el «cognitariado», la fuerza de trabajo informacional, y el
sector servicios.

Con la reestructuración general de los patrones de trabajo -que causó una recomposición de
las clases sociales- surgió un nuevo contrato social diferente al que inauguró Roosevelt en
los años 30. Este nuevo contrato social se caracteriza, en primer lugar, por una creciente
flexibilidad dentro de una orientación mayor a proyecto, a tarea o a performance, mucho más
afín al modelo toyotista de negocio. En segundo lugar, se observa una creciente polarización
cognitiva, socioeconómica y política de los perfiles laborales: mientras que hay trabajos de
tipo «cognitivo» muy bien pagados, donde ubicar a científicos, programadores o asesores de
marketing, y un espectro menguante de trabajos de categoría media, -por ejemplo, en
enseñanza y sanidad-, los trabajos de baja categoría, como los de mantenimiento u hostelería,
son los más abundantes. Este último extremo revela tendencias notables de «casualización
laboral», a menudo solapadas con patrones de género o raza o con la incorporación de
pequeños y medios comercios a un papel subsidiario en la economía de plataformas45.

La digitalización ha sido un factor clave en este proceso, provocando que un amplio volumen
de trabajos desapareciese de la noche a la mañana. Una empresa como Canon, por ejemplo,
despidió a miles de empleados con la llegada de las cámaras digitales. Además, al aumentar
el paro, los trabajadores perdieron progresivamente toda capacidad de negociación colectiva
y se lanzaron al mercado laboral mediados únicamente por la ley del más fuerte. ¿A qué se
iban a dedicar todas estas personas? Una respuesta nos la da Moore, con el optimismo
característico de los teóricos de la sociedad posindustrial:

¿Y si rediseñáramos el trabajo en hospitales con la ayuda de Smart machines y el Internet of Things?


Las máquinas podrían hacer la mayor parte de la monitorización, recogida de datos y tramitación

45
Se puede observar la relativa decadencia de las luchas populares protagonizadas por mineros, operarios
fabriles o blue-collar workers como un síntoma de esta reestructuración socioeconómica. En su lugar, son
precisamente los migrantes y las mujeres los sectores que han cogido el relevo de las movilizaciones al
ocupar los puestos más bajos y serviles de la sociedad civil. Como decía Pilar Aguilar: “las mujeres (y los
migrantes) forman el más nutrido batallón de explotados proletarios. Son, por lo tanto, quienes más motivos
acumulan para declararse en rebeldía”. -Aguilar, Pilar
https://tribunafeminista.elplural.com/2019/01/mujeres-chalecos-amarillos-y-lucha-de-
clase/?fbclid=IwAR2sNgS_3UyRLdHCHHW-YLorkP2k2PpyTR1z9rf_EITIhmZ8Du3-s2vhcbE
de incidencias, dejando a las enfermeras hacer las cosas que sólo los humanos hacen bien, como
tocar, hablar, observar y empatizar46.

Irónicamente, al defender las ventajas de digitalizar el trabajo sanitario, ya nos pone sobre
aviso de la clase de perfiles profesionales más demandados en la actualidad: personas
dedicadas al trabajo de cuidados, perfiles artísticos o humanísticos en industrias creativas
tales como la publicidad o el entretenimiento; gente con habilidades como el liderazgo, la
negociación o la empatía en aquellas tareas donde el contacto face-to-face se considere
esencial para establecer una confianza básica con la que desarrollar negocios o acuerdos de
cooperación. Ante la automatización o externalización de la producción, cobran una nueva
importancia los agentes comerciales, representantes, influencers y otros intermediarios. La
lista es interminable.

Muchos han argumentado que, aunque no todos los trabajos son exclusivamente digitales
(basados en procesar la información de los sectores financieros, tecnocientíficos y
organizativos), el pesimismo respecto a las condiciones laborales de la mayoría puede ser
contrarrestado por una posible rehumanización del trabajo. Quienes opinan así tienden a
pensar que los trabajos de servicios no pueden ser automatizados mediante IA, pero he aquí
su error: la IA existente ya permite automatizar numerosas tareas rutinarias, así como un
volumen creciente de tareas inteligentes de traducción, comunicación, simulación o
producción de conocimiento. De hecho, la mayor parte de estrategias de marketing o
publicidad de grandes empresas se basan en Big Data, esto es, en la recogida automática de
datos, su manipulación con algoritmos de machine learning, y en el uso de los perfiles de
usuario obtenidos para diversos propósitos. Además, los robots y los bots de última
generación no dejan de mejorar sus capacidades para detectar y explotar vulnerabilidades
humanas, lo cual facilita su aplicación a multitud de áreas de servicios avanzados 47 . Si

46
Moore, S. "Digitalization or Automation – Is There a Difference?", in Gartner, retrieved on June 12
(2015): www.gartner.com/smarterwithgartner/digitalization-or-automation-is-there-a-difference/
47
Son también conocidas las tecnologías de nudging para el control más eficiente de la conducta en la compra,
el consumo o el espacio público. Se trata de un concepto muy popular en instituciones transnacionales como la
OCDE o el Banco Mundial. Proveniente de las ciencias del comportamiento, parte del conductismo y propone
el empleo del refuerzo positivo para lograr decisiones óptimas desde el punto de vista económico. Un ejemplo
sencillo de nudging lo encontramos en urinarios en los cuales se ha dibujado una mosca para que el homo
economicus orine como debe ser. Esto por sí mismo no es nada nuevo, pero el potencial del nudging, ligado a
las tecnologías de la información es enorme, y pudiera sustituir una cantidad creciente de puestos medios
informacionales y trabajos poco cualificados.
quisiéramos responder a Moore en lo que respecta al futuro del trabajo en hospitales, habría
que decirle que en Europa y en Japón se experimenta ya con modelos comercializables de
robots de cuidados geriátricos, algunos de ellos provistos de habilidades sanitarias básicas.

Las evidencias sugieren, incluso, que los agentes virtuales superarán muy pronto la eficacia
de los humanos en el reconocimiento y tratamiento dinámico de actitudes emocionales y
cognitivas, lo cual podría comportar la automatización de numerosos servicios, e incluso de
algunos procesos de carácter jurídico o político. Todas estas tendencias técnicas y sociales
anuncian que el futuro inmediato nos prepara cambios aún más radicales en el trabajo y la
estructura ocupacional de la economía. Este es el motivo por el cual la Piscina de Bolas es,
ante todo, una lucha por la supervivencia. Esa masa indiferenciada de precarios hoy pueden
tener trabajo poniendo copas porque hay una guerra en Túnez, pero mañana puede que el
sector turístico no funcione tan bien y tengan que dedicarse a la construcción o a limpiar
casas; si es que no ha surgido una máquina automática capaz de poner ladrillos o un robot
que desempeñe las tareas domésticas en su conjunto en 4 nanosegundos (mientras suelta una
agradable fragancia y canta operetas). La única salida será entonces la prostitución o la
picaresca, siempre que los japoneses no inunden el mercado de robots sexuales y drones de
seguridad, y así hasta la muerte; si es que el FMI no implanta la inmortalidad con el fin de
crecer y generar empleo.

El destino de los trabajadores de alta categoría no es mucho más esperanzador. Estos tampoco
se libran de los contratos temporales y, aunque suban sus salarios, a menudo también lo hace
la intensidad e informalidad del trabajo. En parte, ello se debe a los efectos desincronizadores
de las TICs, que facilitan el trabajo fuera de los horarios de oficina; en otras palabras, el
trabajo permanente y ubicuo. Otro factor relevante a este efecto son las nuevas exigencias de
formación continuamente variable, que están condicionadas tanto por la difusión de TICs
como por la alta competencia entre trabajadores y empresas de estos sectores. Puede que un
trabajo de alta categoría sea hoy un trabajo completamente inútil mañana. Ante esta situación,
no sería raro que la empresa ahorrara costes despidiendo al trabajador obsoleto dándole el
finiquito para fichar a un joven experto en las nuevas skills que se requieran (presuponiendo
que es más barato un finiquito o una indemnización que el valor de la formación de un
trabajador de cincuenta años). El viejo trabajador se unirá a toda prisa al ejército industrial
de desempleados, donde le espera, si tiene mala suerte, el fracaso vital o el suicidio; una
situación completamente comprensible, pues en el modelo toyotista una empresa ha de estar
siempre al filo del presente: el mercado no espera a nadie.

La degradación del trabajo y la desregulación masiva de las relaciones laborales coinciden


en el tiempo con el auge de los monopsonios típicos de la economía red: empresas como
Amazon, AirBnB o Uber acaparan toda la demanda y se convierten en actores centrales
dentro de la esfera de la circulación. Estas empresas se sirven de TICs avanzadas para la
explotación eficiente de las oportunidades que el comercio online ofrece, obteniendo
ganancias rápidas y masivas a partir de inversiones iniciales relativamente bajas48. Si bien
generan una auténtica explosión en la oferta de servicios a un bajo coste49, también crean
mucho menos trabajo y de peor calidad del que destruyen, además de ser agentes cruciales
en el agravamiento de los procesos de concentración de la riqueza y las oportunidades
laborales50. Recordemos que en la compañía fordista, trabajar no era garantía de beneficios
ni de salarios altos; pero sí de estabilidad. En el actual contexto de escasa regulación
gubernamental, la irrupción de estas compañías ha implicado que miles de trabajadores vean
cómo sus negocios desaparecen, y muchas compañías que se habían consolidado durante el
fordismo se están viendo abocadas a un difícil dilema: tienen la opción difícil y arriesgada

48
¿Cómo ha logrado Amazon su actual hegemonía? Como plataforma de Internet que representa listas de
bienes y servicios, su rol en la economía no es otro que el de mediar o comunicar pequeños vendedores
locales y otros almacenes con los clientes; algo que hace de un modo especialmente rentable. En primer
lugar, el software que usa para sus planes de negocio le permite señalar y segmentar los mercados en cada
sector de ventas. En segundo lugar, la mayoría de sus operaciones están computarizadas, por lo cual sus
costes laborales son despreciables y sus márgenes de beneficio muy superiores a los de sus competidores.
Finalmente -y esto es decisivo-, Amazon es un actor-hub, que supone, para los sectores de la economía
material que se vinculan a ella, la puerta de entrada a un mercado global de usuarios de Internet.
49
Paradójicamente, AirBnB, ofreciendo viviendas temporales para turistas de bajo coste, ha acabado
encareciendo la vivienda en términos generales, generando una nueva dialéctica urbana que ya se plasma
en una creciente “turismofobia” en países como España o Italia.
50
Las dinámicas de polarización autosostenida de las redes convergen con condiciones preexistentes de
polarización social para acentuar y agravar sus efectos, devastando la fuerza laboral de los países ricos. Si
los mediadores destruyen empleos y concentran la riqueza, también abren, como Dios, una ventana para la
gente que no llega a fin de mes. A priori, no hay nada malo en que los ciudadanos gocen de nuevas
fórmulas para acceder a la riqueza social, aun cuando sus ingresos se han estancado o incluso reducido
radicalmente; pero también podría argumentarse que esto justifica la bajada general en los ingresos del
grueso de la población, haciéndola socialmente tolerable. Como resultado, la falta de liquidez de los
ciudadanos, junto con otros factores culturales que puedan inclinarles hacia la economía informal
(incluidas las preocupaciones ecológicas), constituirían un conjunto de presiones efectivas hacia una
sociedad de coste marginal cero o una “economía de plataformas” (Gig Economy).
de redefinir sus modelos de negocio de acuerdo con la lógica de red, lo cual requiere de
liquidez para invertir en una transformación, o pueden sentarse a esperar a que plataformas
digitales como Amazon las absorban.

Sobre la base de todas las contradicciones señaladas, surge, además, una polarización
informacional a través de la vinculación voluntaria de unos usuarios a otros que son
identificados como «bien conectados» y, por ende, capacitados para ofrecer los mejores
servicios o información (como era el caso de Amazon). En esta competición por la visibilidad
se lucha por un recurso extremadamente escaso, a saber, la atención de todos los usuarios
conectados, incluidos los potenciales clientes; y el mecanismo que permite esta lucha es el
sistema de acumulación de reputación (reputation-building), sostenido sobre algoritmos de
machine learning. El resultado general de la competencia es que algunos usuarios cobran una
gran visibilidad y poder («el ganador se lo lleva todo»), mientras que el resto son
arrinconados y aun excluidos. Además, esta gran visibilidad produce muchas conexiones,
que hacen que el servicio sea más barato y eficiente. Finalmente, la difusión de un servicio
se acelera al alcanzar cierta masa crítica de usuarios. Es por este motivo que las compañías
hacen fuertes inversiones iniciales en nuevos servicios o Apps de Internet: buscan alcanzar
cuanto antes la masa crítica de usuarios a fin de convertirse en la red más eficiente, entonces
fluirán el resto de los usuarios y, con ellos, retornos masivos y estables de capital.

Al alcanzar un punto crítico de reputación un usuario deviene actor-hub, desde ese momento,
su reputación crece de manera autosostenida y con relativa independencia respecto a lo que
haga gracias a la ayuda de los códigos del servicio relevante. Esta dinámica ha proporcionado
oportunidades a muchos que, comenzando por una inversión de capital nula o casi nula,
alcanzaron una visibilidad notable acumulando enlaces, clics o citas, es decir, reputación; y
que, a partir de ahí, rentabilizaron esta visibilidad mediante fórmulas de pago o, más
generalmente, incrementando recursos a través de la microfinanciación (crowdfunding) o
simples contactos. Quizás estas oportunidades reales constituyan un motivo por el cual las
dinámicas de polarización, si bien están programadas por proveedores de servicio, son al
mismo tiempo naturalizadas y aun celebradas por los usuarios. Al final, el nuevo sueño
americano es ser youtuber, influencer o blogger. El problema es que el tiempo de la gente
muy escaso, por lo que todo este entramado se convierte en una especie de negocio piramidal
donde muchos quedan fuera del sistema de reconocimiento. Mientras, las compañías extraen
«plusvalía digital» de los actores-hub que usan sus aplicaciones y software como un ganadero
que ordeña a su vaca. Sólo que esta vez la vaca se ordeña sola.

Por otra parte, existen métodos más o menos legales para adulterar o «hackear» este
mecanismo de distribución de la visibilidad basado en la reputación. Para empezar,
organizaciones con el poder suficiente pueden adquirir los servicios de auténticas armadas
de bots avanzados (agentes de IA) para asegurar impulsos extra a su reputación. Estos bots
pueden ser usados simplemente para visitar la página web de la organización o hacer clic en
sus hiperlinks; pueden también crear cuentas de usuario en redes sociales, desde las cuales
recomiendan o comparten los posts de su propietario. Tales acciones se ejecutan rápidamente
y a escalas masivas, mejorando en muy poco tiempo la visibilidad o el posicionamiento del
propietario. Hay métodos más familiares: compañías que pagan por recibir un trato
preferencial por parte de los algoritmos, ganando así popularidad por un medio que apenas
indica su competencia relativa en la prestación de un servicio. Una consecuencia clara de
estas estrategias para adulterar los mecanismos de reputación es que las redes dejan de ser
«mercados eficientes» (esferas donde tenga lugar una competencia más o menos justa). En
su lugar, se convierten en escenarios para la continua puesta en escena de versiones cada vez
más crudas del «efecto Mateo», por el cual los ricos se enriquecen más sólo por ser ricos,
mientras que los pobres se empobrecen sólo por ser pobres.

Todo este sistema de incentivos a través de reconocimiento es tanto más perverso por cuanto
que la propia reputación ha llegado a sustituir al dinero como moneda de cambio. Es el caso
del «cognitariado» más precarizado, capaz de trabajar por sólo recomendaciones, likes y
botoncitos verdes de aprobación. Este modelo ha posibilitado de nuevo la fe en la tierra
prometida, tan sólo que los 40 años en el desierto son ahora 40 años de fabricación de líneas
curriculares y palmaditas en la espalda a la espera de un trabajo estable que nunca llegará, o
por lo menos no en esta vida. Al final, los que se han beneficiado han sido, de nuevo, las
grandes plataformas y las empresas que ya copaban el grueso del mercado. A su vez, y no
por casualidad, desde la década de los 80 se ha producido una auténtica explosión de trabajos
informales y talleres clandestinos (sweatshops) en las grandes ciudades, con un fuerte
desarrollo del crimen internacional organizado. Que estas formas primitivas de explotación
sean intrínsecas de la nueva economía es un hecho que no desmiente la hipótesis de Marx
sobre la tendencia progresiva del capitalismo hacia la extracción de plusvalía relativa en lugar
de absoluta. Así, la deslocalización industrial y la degradación de los trabajos de bajo valor
añadido, junto con la desregulación laboral, suponen de suyo una presión para el
florecimiento de la explotación clásica en contextos de emprendimiento informal e ilegal.
Pero que no haya incentivos a la automatización en esos sectores no significa que no los haya
en general. Al contrario, los hay justamente donde cabía esperar: en los trabajos de alto valor
añadido, como pone de manifiesto el creciente uso de bots para automatizar trabajo en los
sectores FIRE.

Se puede concluir que en esta última fase del capitalismo las «terceras vías», entendidas como
la «transformación del capitalismo desde las asociaciones de pequeña escala», están
destinadas a ser fagocitadas por uno u otro modelo de negocio centralizado, que vendrá a
ocupar la geometría fina de lo social, dado que la geometría grosera ya está por completo
saturada. De este modo, el intercambio económico mediado tiende a establecerse como
modelo total y único de asociación, ocupando todos y cada uno de los slots temporales de
cada persona, solidificando cada actividad rutinaria en un sistema de afectos fidelizado y
máximamente explotables gracias al Big Data. Bien es cierto que muchas actividades no han
sido aún formateadas al esquema de intercambio con mediadores, pero también lo es que los
infinitos mediadores sin recursos económicos, los emprendedores potenciales, plenos
participantes en la economía de mercado, son formados específicamente para aprovechar
todo hueco de lo vital, al efecto de establecer y propagar dicho modelo.

Al final, todas las personas serán un nombre con un conjunto de propiedades máximamente
flexibles, sustituibles, intercambiables y mediadas por la nube. No serán más que bolas en la
Piscina de Bolas de lo real. Estará prohibida la estabilidad, la posibilidad de hacer vida «en
algo» y por uno mismo, estará, en suma, prohibida la verdadera individualidad. La tendencia
es clara en este sentido, no viviremos en un mundo de sustancias, individuos o personas; sino
en un mundo de propiedades y relaciones: «Dame tus datos, yo te diré qué haremos con tus
moléculas en acción». La experiencia y la vida misma son descompuestas y analizadas en
todos sus detalles, detalles que se incorporan como símbolos correlacionados al inmenso
aparato de información con el cual comercian las empresas surgidas en la esfera de lo virtual.
Tener un piso, una personalidad estable o un sueldo son vestigios de un pasado que nunca
volverá. Pero los sentimientos o los pensamientos tampoco serán algo espontáneo, y con ello
no se alude a ningún hecho «conceptual» según el cual toda experiencia es culturalmente
mediada, sino al hecho «técnico» de que las experiencias ya y siempre forman parte de redes
globales indefinidamente finas de captación, gestión dinámica, anticipación de tu
comportamiento, atracción y manipulación de este.

6.2. Dialéctica demográfica

Es evidente que en los países ricos estamos a las puertas de un auténtico colapso demográfico. Si hoy
Japón cuenta con 127 millones de habitantes, para 2060 se espera que éstos no superen los 87
millones, de los cuales casi el 40% tendrá 65 años o más. Pero como se indicó, en el capitalismo toda
crisis es vista como una oportunidad, y esta vez no será diferente. Tengamos en cuenta que los
ancianos de Clase Media serán el mercado más jugoso tanto por su capacidad de resistir al paso del
tiempo como por su elevado poder adquisitivo. ¿Y querrán comprar los ancianos cuidados para el
medioambiente? No, sobre todo querrán comprar cosas que les mantengan sanos y extiendan su edad:
medicina holística, producida mediante nanotecnología o ingeniería genética. El margen de beneficio
de estas industrias es potencialmente amplio, habrá mucha gente dispuesta a pagar el suficiente dinero
para comprar tecnología reciente que aún no estará adoptada por muchos competidores. ¿Y qué
sucederá cuando prospere el mercado de los ancianos? Que desde el punto de vista del capitalista será
necesario «producir» un número de ancianos cada vez mayor, y cada vez más viejos, a fin de que el
incentivo para la expansión de esos mercados -y la innovación correspondiente- siga estando presente,
y aun se incremente. Por tanto, los nuevos Gerontocyborgs serán un subproducto, pero también una
necesidad elemental de esta dinámica.

Los ancianos, por otra parte, no buscarán simplemente vivir más, también querrán disfrutar de sus
últimos años sin privarse de nada. Surgirán auténticos países-balneario en los cuales los turistas-
residentes comprarán experiencias gastronómicas, compañía sexual o máquinas que permitan no
trabajar en casa: aquí el margen de beneficio es menor, porque hay una dependencia menor de la
innovación y más del trabajo, y por tanto sólo se puede abaratar los costes de producción deprimiendo
el trabajo y creando conflicto social. Aun así, una cosa es común a estos dos estilos de desarrollo -o
recetas para el crecimiento económico-: los viejos ya son tu mayor cliente, casi no hay nadie joven
con dinero en los países ricos, y la demanda de los jóvenes ricos se encuentra copada por otros niños
ricos.

Paradójicamente, en el Informe anual de Estabilidad Financiera Mundial de 2012, se podía leer:


«viven demasiado y hay que hacer algo». Como es obvio, uno tiene garantías de ser inmortal sí y sólo
sí es útil en la generación de Valor, mientras que a los ancianos pobres les espera otro destino,
marcado por los planes del F.M.I. Estos planes implican por una parte eliminar progresivamente las
pensiones y hacer trabajar a la gente de la tercera edad hasta «el año de su muerte -1» para bajar los
salarios aún más, incluso aunque el paro sea elevado. Mientras tanto, se sigue exigiendo por parte de
los altos políticos y agentes de mercado que se produzcan ingentes inversiones -en parte con dinero
público- en bio-nanomedicina holística personalizada para incrementar la esperanza de vida de la
gente que se lo pueda permitir (en realidad, para engordar a las grandes farmacéuticas)

La némesis a este ciclo alcista de negocio es evidente: los ultraviejos trabajan menos, no pagan
directamente sus propias commodities y por ende incrementan la presión sobre la sociedad activa en
términos de costes sociales. Además, obligan a acelerar la inmigración por razones distintas a las
necesidades temporales de abaratar costes laborales, lo cual agrava los conflictos raciales al estallar
las burbujas y rebrotar la escasez, promoviendo un clima radical que perjudica a los negocios. Sin
contar con la polarización fruto de la división del mundo en zonas balneario (España o República
Dominicana) y países productores de bienes de alto valor añadido, los países que de hecho ya son
ricos. De modo que, ¿cuántas contradicciones postuló Marx? Pues ya hay una más: la
«gerontocontradicción», que es el resultado de la innovación científica y tecnológica condicionada y
orientada a la expansión de los nichos de mercado que, aplicados a la tercera edad, incentivan y
presionan para aumentar el número y la edad de los Gerontocyborgs en los países ricos. Bajo la
premisa de que no sólo los medios para lograr esto pueden ser lucrativos, el propio mercado de
ultraviejos puede generar, además, nuevas necesidades para ser cubiertas con tecnología avanzada:
Juan-y-Medios mejorados, balnearios automatizados, telenovelas insertadas en el cerebro y mundos
virtuales sobre el siglo anterior, robots recoge-postillas con laboratorios portátiles donde analizarlas,
coches automáticos, o nanny-bots con pay-to-bingo para subscriptores V.I.P.
Es importante señalar que esta contradicción no se produce entre la realidad y la moral. Endilgar un
robot de cuidados a las personas mayores puede suponer un conflicto moral si así se marginan las
relaciones personales con la familia, los asistentes sociales o María Teresa Campos y semejantes.
Ahora bien, ese robot sustituiría no sólo a los humanos, sino que, en virtud de su multifuncionalidad,
sustituiría también a otros aparatos electrónicos: televisión, microondas, ordenador, la vitro o el
brasero. En estas condiciones, introducir el robot sería ecoeficiente, serio, responsable y gobernable,
ya que cumpliríamos con criterios de sostenibilidad y, sobre todo, con criterios estéticos while
tackling, at one strike, the manifold challenges of an Ageing Society. Este robot también nos ayudaría
a subvertir el orden Mesacamilla Politics, donde una tecnología tan simple, la mesa camilla, acoplada
con el brasero y el televisor, es un órgano fundamental de la moderna gerontocracia, es decir: el
complejo social por el cual los ancianos ejercen contra todos los demás una tiranía que
inevitablemente ha de volverse contra ellos, y aun contra la ancianidad en general. Por tanto, la
robótica geriátrica supondría un incentivo para desregularizar la Economía, acabar con la insostenible
Wellfare Economy y dar comienzo a la senda aurea del capitalismo bajo la hegemonía completa de la
pura Piscina de Bolas. Nada inmoral, pues, en la gerontocontradicción, el problema radica en la mera
sostenibilidad económica de esta visión utópica.

Por su parte, las instituciones burocráticas transnacionales ya planean sus peculiares roadmaps para
hacer frente a los desafíos de la «Ageing Society» con psicópatas como Durão Barroso a la cabeza.
Un caso paradigmático es el Grupo Technopolis, encargado por la Comisión Europea y creado para
hacer frente a lo que sea mediante cyberphysical systems ¿Cuál es el argumento del grupo para
justificar la creación de domótica aplicada al cuidado de ancianos? Fundamentalmente que en el
futuro la gente joven será poca y habrá pleno empleo (¡) y por lo tanto faltarán trabajadores que
puedan hacerse cargo de la ingente cantidad de ancianos que van a habitar Europa en el futuro. Citan
como autoridad para defender este fantasioso argumento a un estudio de 2015 de SPARC. ¿Y qué es
SPARC? Pues un consorcio o «Partnership for Robotics in Europe» -mayoritariamente
«protestante»- de más de 180 organizaciones de la industria e investigación, que actualmente suman
22.000 millones y aspiran a subir hasta los 60.000 en 2020. Por supuesto, SPARC está subvencionada
por la «democrática» European Commission. En última instancia: por tu bolsillo. Objetivo final:
introducir a toda costa robots de cuidados y sistemas sensorizados caseros para cubrir una supuesta
falta de fuerza de trabajo en el sector. Es decir, se quiere convertir los cuidados familiares y sociales
en una industria regulada y controlada, por supuesto, por las grandes empresas tecnológicas, que son
las que pueden producir servicios escalables y de bajo coste en masa. Sin embargo, no hay la falta de
fuerza de trabajo que se aduce para justificar la introducción de esta industria. Al contrario, como
cualquiera sabe, los niveles de desempleo estructural y de trabajo precario son galopantes y en países
como España el paro está bajando fundamentalmente gracias al turismo -es decir, gracias al cuidado
de los ancianos alfa-.

Aunque difícil de imaginar, el mundo del mañana estará poblado por 8.000 millones de
gerontocyborgs cayéndose a pedazos. Con todo tipo de artilugios postizos, organizarán encuentros
borrosos y alucinógenos donde Raymond Kurzweil pedirá desesperadamente inversión masiva hacia
proyectos piloto para lograr convertir Marte o Venus en yet another Mundo Balneario 2.0. Entretanto,
el FMI elimina todas las pensiones y tira gente a paletazos en los arcenes de las carreteras
provinciales. Los pocos jóvenes que queden tendrán que ir a las lunas de Saturno a extraer el caro
mineral con el cual se mantendrá este delirio distópico.

7. El hundimiento del programa ilustrado

Depuración conceptual con el fin de destronar a los falsos ídolos, autonomía para el individuo, una
mayor libertad política, y un uso inteligente de la tecnología con el fin de proveer a la sociedad de
días de paz y bienestar: esto es la Ilustración, y sólo lo último se ha logrado. Siendo más prudentes,
incluso ni eso: la tecnología ha acabado siendo, en un proceso de crecimiento autosostenido, una
esfera semi-autónoma desligada por completo de la agencia humana. Y desde luego, a pesar del
precario momento de bienestar en el que nos encontramos, el callejón sin salida está asegurado. Ya
hemos visto que hay cierto punto final: el colapso, pero este colapso no lo es todo; también se da un
cierto hundimiento mismo de la Ilustración, tanto en su versión francesa (bajo un ideal de
civilización), como en su versión alemana (más centrada en la formación y cultivo del espíritu). En
el momento de mayor peligro, nadie al volante: sólo una serie de niños jugando en su Piscina de
Bolas, inconscientes, por necesidad, de los peligros que acechan desde todos los ángulos imaginables.
En este capítulo, analizamos de qué manera se ha llegado a esta situación: cómo la educación, la idea
de individuo, la libertad de pensamiento, la ideología o la esfera pública se han transformado un ritmo
frenético desde la implantación de las TICs para devenir ámbitos sumamente funcionales respecto al
sistema económico, pero altamente disfuncionales para “salir de la minoría de edad autoculpable”.

Cuando Mesacamilla Politics estuvo plenamente consolidada, autores como Daniel Bell, Radovan
Richta o Fernández de la Mora proclamaron, pese a su distancia geográfica, que las ideas morales o
filosóficas habían dejado de cumplir una función social clara. Utilizando la terminología de Gramsci,
lo que querían decir es que los intelectuales ya no cumplían ningún «papel orgánico» en la sociedad
desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Esto no significaba la inexistencia de
intelectuales orgánicos, sino su evolución hacia un nuevo tipo. El nuevo intelectual orgánico, alejado
de los ideólogos de ayer, se encarga de organizar el territorio físico y virtual: es el técnico, el ingeniero
civil, el burócrata, el científico o el publicista, en suma: el Buromundo. La esfera pública y todos los
medios de comunicación de masas se han venido readaptando, desde entonces, a la necesidad
universal de engordamiento y entretenimiento barato de una Clase Media que por motivos de
eficiencia económica ha de estar siempre-a-punto-de-vomitar. La televisión o la radio ya ni siquiera
tenían que modular la dirección política de los espectadores porque todos los partidos relevantes eran
básicamente partidos pro-Mesacamilla Politics.

¿Y que hay en esta radio o televisión? Podemos ver en los cartelitos del programa especial de Fin de
Año de Paz Padilla, Sálvame Naranja, algo parecido a lo que sigue: «A continuación, Sandro Rey
predecirá el futuro de nuestros invitados para el año 2016» Y luego, el primer ensayo de predicción:
«Kiko H y Chelo están en el cajero, ¿cuánto dinero sacarán para la cesta de la madre de Kiko?».
Finalmente, Sandro Rey ha aparecido en el plató acompañado de una serie de platitos y frascos llenos
de ungüentos, que ha puesto sobre una mesa antigua. Ahora está explicando cuáles son los poderes
mágicos que muchas personas han atribuido a estos ungüentos y cosas desde tiempos ancestrales. Lo
Grotesco se impone como única categoría válida para la televisión. Por su parte, a los políticos y
analistas que intentan razonar en la televisión les acaba pasando un poco lo que en España le pasaba
a Julio Anguita. No se puede ganar ningún debate con cara perenne de ajo porro. De vez en cuando
hay que «pablomotear» (es decir, actuar de manera análoga a Pablo Motos), darle a la Clase Media
no ya lo que quiere escuchar sino lo que desea y debe ver y sentir. De lo contrario, no se puede ir por
ahí defendiendo a la Clase Media.

Los filósofos e historiadores pueden hacer sus conferencias, intercambiarse pistachitos y medallas,
bendecir públicamente la Libertad de la Voluntad o el Ecocomunismo si quieren. Pero los veinte
millones de espectadores siempre estarán a la escucha de los Eduardo Inda, Álvaro Ojeda, Juan y
Medio y Jorge Javier Vázquez de turno. Toda auténtica ideología, relegada al minoritario plano
académico, desaparece y deja tras de sí un mero eco, susceptible de ser reciclado a modo de disfraz.
Sólo desde estas coordenadas puede comprenderse el actual descrédito de las humanidades o la
Filosofía como cosas que no disponen de nada útil en Mesacamilla Politics, después de todo, ¿quién
lee a los filósofos? Paremos un momento, en cambio, a reflexionar qué consecuencias tendría que
alguien desgarrase la falda apretada de María Teresa Campos en directo, deshaciendo así ese halo
medio místico medio reverencial, de auténtico caudillo televisivo, que andando el tiempo se ha
fraguado en torno suya. Las consecuencias serían imprevisibles, en efecto: nos aterroriza sólo
pensarlo. Es que lo relevante para la esfera pública no es nada discursivo: el público no entenderá
jamás un buen argumento, pero reconoce muy bien cuándo a alguien se le quiebra la voz ante el
tertuliano de enfrente, o cuándo a la presentadora se le ve la pantorrilla por debajo de la falda. Por
eso no hay que sobreestimar a los filósofos, ellos mismos han aceptado de antemano que la esfera
pública es antifilosófica y, de hecho, antidiscursiva: como saben que, si hiciesen el más mínimo
intento por participar en ella, les estallaría la cabeza.

La clase dirigente tuvo muy pronto la certeza de que toda civilización actual o futura posible se basaba
en el gobierno ciego de una Clase Media abyecta y brutalizada, que sabe cuándo y cómo preguntar y
cuándo y cómo rellenar formularios. Bajo este marco, criticar esta base cívica o sus fundamentos
equivalía a proponer la barbarie o regalar los oídos de los académicos izquierdosos y los sacristanes
de pueblo, sólo Dios sabe con qué oscuro propósito. Para lograr la anhelada sociedad ordenada, la
torre de marfil de las élites multimillonarias solo tenía que reproducir características broadcast en
todos los espacios creadores de esfera pública, abortando la posibilidad de un mercado libre de ideas.
Además, la deshumanización y la estandarización de las masas se promovían desde otras esferas,
especialmente las del trabajo y la educación.

En el sistema de Taylor, las cadenas de montaje habían convertido las fábricas en largas hileras de
procedimientos rutinarios cuya conexión orgánica exigía tanto el aislamiento de la fuerza de trabajo
como su análisis en secuencias de movimientos mecánicos y repetitivos. Todos los aspectos del
taylorismo: aislamiento, análisis, estandarización, fueron vistos de manera muy negativa por los
críticos de este proceso de trabajo. Pero la deshumanización comenzaba ya en las escuelas, donde los
niños y jóvenes eran instruidos en conjuntos de disciplinas físicas y mentales desconectadas entre sí,
afectando profundamente su cuerpo y carácter. Esta instrucción se basaba, por un lado, en la
competencia entre alumnos; por otro, en la autoridad del profesor y los órganos docentes, y en la
correlativa comprensión de la enseñanza como un proceso de transmisión unidireccional y mecánica
de verdades: de ahí que este modelo sea conocido como transmisionista. El modelo educativo
tradicional habría estado orientado a preparar a los alumnos como fuerza de trabajo útil, es decir,
obreros capaces de ejecutar ciertas tareas; pero también, y quizá, sobre todo, a domesticarles; o lo que
es lo mismo: a convertirles en ciudadanos y trabajadores dóciles. Tras este período de adoctrinamiento
y disciplina, los jóvenes quedaban preparados para comportarse como empleados sumisos y
eficientes, prestos a subordinarse a los propietarios. Ya en la fábrica, las máquinas adquirían su rol
de poder opresivo que anuncia ulteriores intensificaciones y mecanizaciones de la producción.

Bajo el industrialismo, trabajo y educación guardaban una coherencia. Su inspiración y finalidad


común resultaban de una visión mecanicista de la acción y la persona, la cual se subordinaba, a su
vez, a la mitología resultante de la Mesacamilla Politics en su conjunto. En contraste con esta imagen
del industrialismo y la vieja sociedad de masas bajo patrones broadcast, los comentaristas de la
digitalización presentaron la incorporación de las TICS electrónicas (especialmente Internet) como
una transformación inocua e incluso idílica del proceso de trabajo, la educación o la esfera pública.
Como se anunció en el capítulo anterior, muchos respaldan esta visión ante el hecho de que mucho
trabajo humano tanto en fábricas como en oficinas se haya automatizado, permitiendo un nuevo tipo
de patrón de trabajo y una nueva manera de entender la educación. Esto sin contar con los nuevos
patrones de comunicación, capacitantes de un nuevo Renacimiento digital capaz de generar una
ciudadanía más activa y crítica. Muchos han llamado la atención, por ejemplo, sobre la profusión de
esquemas participativos o la nueva forma de mantenerse informado en la actualidad, más afín al
collage que a la identificación unidireccional con un único medio de prensa o canal televisivo. Es
necesario matizar e incluso plantar cara a este optimismo respecto a las posibilidades de las TICs.

En primer lugar, centrémonos en el dogma de la teoría posindustrial que acentúa la expansión y


relevancia de trabajos relacionados con la búsqueda y producción de información útil, que requieren
bien habilidades informacionales o de procesamiento avanzado o bien habilidades estratégicas,
basadas en aplicar la información a la creación de valor para uno mismo y para otros. Es aquí donde
surgiría, en teoría, la clase creativa, constituida por profesionales muy educados y técnicos encargados
de tareas gratificantes e intensivas en conocimiento, tales como la I+D o la programación. El hecho
de que estas tareas confieran también a los profesionales la oportunidad de ser creativos o de
expresarse como ellos realmente son, ha hecho ver a estos trabajos como deseables, pues en lugar de
acarrear la aplicación de rígidas técnicas de ingeniería del comportamiento en el proceso de trabajo,
las TICs parecen haberse limitado a eliminar trabajos rutinarios para sustituirlos por trabajos mejores.
No obstante, ya hemos visto que estos trabajos no son estables y son formalmente dependientes de
las unidades centrales, que envían inputs a las pequeñas oficinas de creativos para recibir outputs bajo
presiones crecientes. Al final, estos creativos rinden un culto casi místico por la Diosa Deadline, la
cual confiere «poderes creativos» según el nivel de ansiedad. Aun trabajando con los ojos inyectados
en sangre, muy pocos trabajadores de esta esfera podrán prosperar sin entrar en el juego de la Piscina
de Bolas.

Esta minoría suele estar compuesta por los niños ricos, que suelen ser actores-hub, o artistas y técnicos
que han conseguido triunfar en el mercado o por lo menos mantenerse a flote gracias a la herencia.
Puede que sea por esto por el cual haya prosperado el estereotipo del creativo bohemio dependiente
de las TICs, tan afín al espíritu del emprendedor nómada y digitalizado; lo cual no es más que una
fantasía que el niño rico inocula al resto de la sociedad mediante sus propias producciones culturales.
El niño rico es, por lo demás, fundamental en esta civilización enloquecida, podría ser en cierto modo
descrito como la encarnación sociológica de los grandes peligros que se avecinan. En un régimen
económico donde en el seno de una competencia desbocada priman los incentivos para el beneficio
de los agentes particulares, todas las innovaciones llegan primero a las clases adineradas. Ello se debe
a que estas clases viven aglomeradas en espacios que se convierten, para los productores, en los más
jugosos de los mercados explotables. A partir de ahí, la introducción de la innovación en cuestión se
segmenta progresivamente, hasta llegar a zonas pobres de la ciudad, o zonas rurales, donde no interesa
dar servicio o poner una tienda. Algunas de estas innovaciones, además, son capacitantes, como las
telecomunicaciones, esto quiere decir que quien las posee adquiere mejores oportunidades para crear
más riquezas y más o mejores contactos: esta es una de las razones por las cuales un régimen donde
prima la explotación de mercado las desigualdades tienden a exacerbarse. Dicho de manera más
sencilla: las innovaciones llegan siempre antes y en su versión Premium a este tipo de clientes, los
productores lo saben y reproducen este hecho, el cual refuerza la posición social de las capas más
altas y recrudecen los patrones de producción y distribución segmentada y progresivamente más
desigual51. Si uno considera plausible que se den estas dinámicas humanas y sociales junto con los
procesos anteriormente mencionados, además del alcance y la cantidad de los más o menos sutiles
medios de propaganda que se emplean al objeto de seducir e incitar al consumo a este segmento
concreto de población, llegará rápidamente a cuál es la perspectiva que nos ofrecen los hijos de ricos
y de los altoclasemedianos en países desarrollados dentro de los límites de la Piscina de Bolas. Todo
emprendimiento del niño rico no sería sino el enésimo regalo de reyes a los otros niños ricos: divertido
durante un día, inútil al siguiente y molesto para el resto de la eternidad.

La propia teoría postindustrial en su versión mundana produce un cierto «efecto llamada», y es así
como el concepto de «trabajo creativo» se revela por minutos como un miembro honorífico del
infausto elenco de conceptos-LinkedIn dentro del framework de la búsqueda desesperada de un
salario. Se trata de una invitación indecente y macabra que exige todos los esfuerzos emocionales de
los aspirantes a un trabajo de tales características, y que concluye inevitablemente desahuciando su
espíritu y condenándolo a vagar eternamente por un gris Buromundo de pequeñas modificaciones,
reediciones, correcciones de referencia mal hechas y otros métodos más o menos tediosos para

51
Pero existe además al menos un factor que hemos dejado de lado, y este es el hecho de que, por ser rico, uno
no es necesariamente receptivo a todas las innovaciones. Por un lado, es cierto que los países ricos han
transformado su cultura históricamente al efecto de hacerla, en general, más receptiva a la innovación, así
como al consumo de innovación. Por otro lado, la gente al envejecer se hace más conservadora y
simplemente gana en inercia y pierde en deseo a cambiar sus costumbres. Es aquí donde entra el niño rico
como gradiente acelerador de la introducción de innovaciones. Los niños buscan experimentar, los niños se
vuelven locos con la novedad, los niños emulan a sus adultos tanto como se emulan los unos a los otros.
mantener vivo en entusiasmo mitológico de hacer carrera en lo que a uno le gusta. Y así es como los
jóvenes que pueden se agarran, por necesidad y/o gusto, a la «pseudocultura de vanguardia» que se
vehicula por la última línea de cacharritos de las macro corporaciones. En este sentido, la introducción
de las TICs no parece haber supuesto una mejora clara respecto al antiguo patrón laboral fordista para
la gran mayoría de la población, e incluso se han dado pruebas más que suficientes para defender la
tesis contraria.

En la educación la tendencia es algo distinta, ya que, aunque las TICs gozaron de una gran difusión
en las aulas, su introducción apenas vino acompañada de un cambio en el modelo de enseñanza.
Muchos profesores comenzaron a emplear TICs para preparar clases o hacer tareas burocráticas; pero,
cuando se las empleaba para realizar actividades en clase, éstas se solían orientar a procesos
cognitivos muy concretos que no se distinguían de las actividades tradicionales. Esto ha motivado
críticas por parte de pedagogos progresistas, para quienes este uso de las TICs es muy limitado y
desaprovecha las capacidades de la tecnología para ofrecer una enseñanza flexible, interactiva y
policéntrica. El objetivo de esta línea pedagógica, entonces, no sería ampliar la introducción de TICs
en las aulas, sino transformar su uso para hacer que la educación efectúe una transición paralela al
paso del fordismo al toyotismo.

Esta inspiración ha motivado, incluso, iniciativas docentes conocidas como Just-in-Time Teaching,
basadas en una coordinación más flexible, multilateral y eficiente de la docencia. En todo caso, y más
allá de propuestas específicas, se busca un modelo que fomente el aprendizaje colaborativo,
participativo e innovador; y que se base menos en la memorización de contenidos y más en la
adquisición de competencias generales e interdisciplinares mediante el desarrollo de proyectos
personales. Rápidamente se difundió la opinión de que este modelo de aprendizaje sería menos
adoctrinador que el tradicional, que motivaría más al alumnado y que le invitaría a desarrollar tanto
sus propias ideas e identidad como sus capacidades más personales, promoviendo así su libertad y
autonomía. La conclusión general entre los pedagogos progresistas parece ser que, aunque las TICs
prestan facilidades intrínsecas para este cambio de modelo, los profesores y autoridades de la
enseñanza están inhibiendo estas características, quizás precisamente con el objeto de frenar estos
cambios educativos más profundos.

La idea de que las TICs permiten a los alumnos ganar una autonomía en el aprendizaje es, en realidad,
jerga determinista. Si bien es cierto que las TICs permiten a los alumnos gozar de una mayor
independencia respecto al profesor, ahora son más dependientes de las TICs y de los expertos que les
recomiendan, online, nuevos contenidos o nuevo software. Por tanto, lo que ocurre no es una ganancia
en autonomía sino una distribución de la responsabilidad. Pero, además, esta responsabilidad se puede
diluir muy fácilmente si, en lugar de un experto, las recomendaciones provienen de algoritmos, es
decir, de IA. Este último caso no sólo refleja una pérdida de autonomía personal del alumno, sino una
pérdida general de autonomía social. Si no hay ganancia en autonomía, entonces ¿por qué se habla
tanto de ella? Detrás de esta confusión parece estar el hecho de que los pedagogos progresistas
reducen la autonomía a la sensación subjetiva de control que las personas experimentan al llevar a
cabo actividades compuestas por muchos pasos, cada uno de los cuales consta de cierto margen de
acción y libertad de decisión. Esto ocurre típicamente en muchas tareas que se hacen navegando en
Internet o haciendo uso de recursos online, y podría pensarse que la autonomía consiste en esta
libertad de acción individual.

Pero la autonomía exige de una persona que sea capaz de darse reglas generales con conocimiento de
causa acerca de las condiciones que rigen tanto su conducta como el funcionamiento de su entorno,
ya que sólo de este modo pueden las reglas ser operativas en una acción concreta. Sólo así, también,
la persona aprende con el tiempo a planificar cursos de acción más complejos, y, al cabo, a desarrollar
por sí misma proyectos de vida eficaces, que le conviertan en quien desea ser desde su comprensión
vital práctica. Como se observa, esta noción filosófica de autonomía presupone no sólo la sensación
subjetiva de control, sino también la capacidad objetiva de crítica y autocrítica. Ahora bien: adquirir
esta capacidad en general, y en especial respecto del uso de TICs, es un proceso largo y complejo que
no puede dispensarse de la instrucción para pasar a depender exclusivamente del ensayo y error
individual del alumno.

Por si la autonomía fuese poco, formar alumnos se concibe como una actividad casi heroica que
pretende inculcar la flexibilidad, la creatividad, las habilidades digitales, y toda una serie de
catchwords que se aducen como finalidades pedagógicas supuestamente progresistas. Por un lado,
parece que tenemos que concluir que la autonomía no era posible antes de que se inventaran las TICs,
y que Immanuel Kant no sabía lo que decía. Por otro, nótese que estas pretensiones entremezclan, sin
el menor pudor, objetivos acerca de valores individuales socialmente deseables con objetivos acerca
de valores sociales y económicos que se consideran deseables para el individuo. La educación liberal
de individuos autónomos se convierte, así, en un cínico esquema de ingeniería de la conducta donde
lo primordial es producir emprendedores schumpeterianos para alimentar la expansión del toyotismo
a través de la creación de startups innovadoras y juguetes varios. En suma, si con el fordismo se
trataba de producir trabajadores sumisos, en la actualidad el negocio consiste en producir
masivamente aventureros capaces de adaptarse a un mercado cambiante gracias a sus competencias.

En relación con esto, un fenómeno de particular interés es la transformación de la educación informal,


que ahora se ha intensificado y expandido más allá de sus límites tradicionales. Las exigencias de
nuevas «competencias digitales» ponen de manifiesto que la Sociedad de la Información necesita
constantemente asegurar la disponibilidad de una fuerza de trabajo especializada, a fin de desempeñar
ciertas tareas eficazmente y a bajo coste. Esto obliga a los trabajadores a participar en actividades
educativas formales o informales donde puedan adquirir o actualizar estas competencias. Esta
interpenetración de la educación y el trabajo que tiene lugar mediante los modelos de formación
continua constituye un rasgo fundamental de la Piscina de Bolas, que desdibuja así con la frontera
entre educación formal e informal. Pero la formación continua también desdibuja las fronteras entre
lo privado y lo público, ya que exige la adquisición de nuevas tecnologías y software en los domicilios
y aun para cada individuo. Al mismo tiempo, la difusión generalizada de estos dispositivos impone
nuevos incentivos a la competencia informal entre niños y trabajadores, e impulsa, por tanto, una
dedicación creciente a cuestiones de trabajo o formación, que se expanden a costa del tiempo de
ocio52. En definitiva, el problema de las visiones optimistas de la evolución del trabajo y la educación
es que deben ser muy matizadas al objeto de dar cuenta de una serie de tensiones que subyacen a los
procesos de digitalización.

En el régimen industrial, las técnicas de control de la conducta también se aplicaban al consumo y


otras esferas sociales de un modo exhaustivo. Tales prácticas no desaparecieron en la Piscina de
Bolas, de hecho, su ejercicio se ha intensificado. En la esfera del consumo, las estrategias de control
fueron potenciadas al emplear técnicas para ofrecer funcionalidades personalizadas a los potenciales
consumidores en tiempo real. En este sentido, la nueva diversidad cultural se basa esencialmente en
las tendencias socioeconómicas hacia la customización de producto y la creciente segmentación tanto
de la demanda como de la fuerza de trabajo. Esto no hubiese sido posible sin la conectividad ubicua
y la inversión de la cadena de valor y de mando que traen consigo las TICs, favoreciendo así el
desarrollo de una «cultura de la simulación» donde continuamente surgen nuevas comunidades
globales con un fuerte dinamismo y un notable carácter experimental, que tienen la capacidad de
coordinar a distancia sus operaciones y estilos de vida.

52
Ilustremos con un ejemplo. Dado que los jóvenes son adictos a los videojuegos, una manera óptima de
motivarles para estudiar Lengua e Historia pasa por ofrecerles ciertas ventajas en sus juegos favoritos: un 7
en Matemáticas se traduce así, inmediatamente, en un artefacto legendario de algún MMO o una carta
legendaria del Clash Royale, que era el juego más popular entre los jóvenes en 2016. Téngase en cuenta no
sólo este tipo de mecanismos de recompensa, sino el nudging que se quiere imponer desde la más temprana
edad. Así, parece imposible escapar a esta tendencia que empieza con el conductismo, continúa con los
experimentos nazis y Pablo Motos, y culmina en la super-App de recomendaciones y créditos del gobierno
chino. Eso de momento, claro, porque la aplicación china se convierte en una tecnología neolítica que está
pasando de moda en el mismo momento en que se la va testando en Shanghái. No tiene, por ejemplo, la
posibilidad de actualizar tu cuerpo a la imagen y semejanza de tu avatar mediante gen editing y demás
procedimientos de responsible innovation.
Es cierto que algunas de estas comunidades promueven opciones de vida moral, como las culturas de
consumo ecológico o socialmente responsable; e incluso contribuyen a crear conciencia global acerca
de problemas que, como el tráfico de armas, el maltrato animal o la violencia a las mujeres, pueden
afectar a comunidades de todos los países. Otras generan espacios virtuales e instituciones que
constituyen, o aspiran a participar, en mecanismos de gobernanza transnacionales. Son estas las
identidades que pueden ser vistas como herederas de las aspiraciones kantianas a una moralidad
creativa, crítica y universalizable. Por otro lado, todas estas comunidades se establecen en franco
antagonismo respecto de identidades, ideas e instituciones hegemónicas del régimen industrial, y aun
de la Modernidad. El carácter crítico y reflexivo, por muy acentuado que sea, no hace que las nuevas
identidades trasciendan la actitud de la vieja Sociedad de Masas. Y muchas veces, el surgimiento de
nuevas comunidades éticas sólo ha servido, a la postre, para generar un nuevo mercado de identidades
éticas53.

Pero, más allá de esta crítica de principio a la nueva diversidad cultural, la customización del producto
y la proliferación de las culturas de la simulación constituyen un impulso independiente para
globalizar la actividad empresarial. Este estímulo a la competencia global impone fuertes incentivos
para innovar, lo cual segrega la percepción de que innovar constituye algo así como una obligación
moral de carácter genérico. De esta manera, la voluntad de innovar, o el hecho innovador, pasan a ser
motivo incondicionado de celebración. Esta aceleración de lo novedoso genera incomodidad e
incertidumbre, no sólo porque atenta directamente contra las tradiciones y genera una dialéctica
intergeneracional en la cual las generaciones carecen de vivencias comunes, sino porque, a causa de
ello, la tarea de interpretar y adaptarse a la sociedad resulta cada vez más difícil. Existen varios
impactos de las TICs que agravan esta situación, y que prometen hacerlo aún más en lo sucesivo.
Todas estas dinámicas encuentran una traducción inmediata en una creciente inseguridad a escala
personal y psicológica, que ha de ser otra fuente de preocupación junto con la volatilidad del trabajo,
de las competencias profesionales o de las relaciones del individuo con otras instituciones sociales,
incluida la familia.

En este contexto, las amenazas de la globalización económica se imbrican con las de la globalización
cultural y sus identidades y formas de vida postmoderna, haciendo que los defensores de las

53
Este hecho ha bastado para levantar numerosas críticas o sospechas sobre las nuevas identidades y culturas
globales. Se suele denunciar que la identidad se haya convertido en la mercancía crucial del capitalismo
postmoderno, imponiendo una lógica de mercado, con su propia industria y canales de circulación, sobre la
«geometría fina» de lo social. Así, no tendría sentido afirmar que el proceso de formación de estas nuevas
identidades es la mera experimentación individual: tanto el proceso como su resultado estarían fuertemente
condicionados por las necesidades de los agentes económicos relevantes, o bien por tendencias técnicas y
económicas a las que estos agentes no pueden sustraerse.
instituciones tradicionales o los valores comunitarios busquen asilo simbólico en las zonas rurales o
urbanas deprimidas. En estos lugares, la regresión económica, consecuencia típica del offshoring y la
desindustrialización, proporciona un caldo de cultivo idóneo para las ideas conservadoras radicales,
las sectas religiosas y los grupos violentos. De este modo, sentimientos nacionalistas e identidades y
formas de vida tradicionales han germinado en contextos sociales abandonados o marginados; luego
se radicalizaron y desarrollaron colectivos o representación; y ahora se difunden en la esfera pública,
a menudo con la ayuda de las dinámicas de aglomeración en las redes virtuales. Surge así una suerte
de antagonismo cultural directo entre la vida urbana y la rural, donde ésta percibe a aquella cada vez
más como un espacio artificial, extraño y extranjero; y cuyos estilos de vida no sólo son grotescos y
estrafalarios, sino que además provienen, con frecuencia, precisamente de los estratos
socioeconómicos que se beneficiaron más de la globalización. Este espíritu, inequívocamente
romántico, se plasma especialmente en la actitud hacia las ciudades más globales y su cultura, y puede
constituir la base sociocultural de las más recientes protestas contra la globalización y sus procesos
de postmodernización cultural.

El sujeto de hoy se encuentra enfrentado a un mundo que no puede comprender. Precisamente por
este desconocimiento, el enfrentamiento se reúne bajo una suma inconexa de proclamas carentes de
sentido práctico. Ni la educación, ni el trabajo, ni la esfera pública pueden ofrecer una visión de
conjunto de los procesos que condicionan tanto las esferas socioculturales como la propia vida. Esto
quizás podía afirmarse en la predecible Mesacamilla Politics, que era un mundo ya bastante complejo
y agitado por cosas como la Guerra Fría. Ahora, el individuo no sólo porta el peso de los problemas
del pasado, también se hace cargo de las nuevas tendencias, como la bunkerización del pensamiento,
la infoxicación o uso incivilizado de las redes sociales54. Antes, los roles sociales eran fijos, con
demarcadores rígidos de género, raza, cultura, derechos y deberes civiles. El crecimiento era
predecible, y por tanto los trabajos y el ascensor social. En la mesa de camilla, era posible conocer el
mundo mediante sobremesas y vasos de anís El Mono. Uno tenía al Agustín Bravo de siempre, al
Saque Bola de siempre, a Irma Soriano, a Tate Montoya. Esta es la experiencia que anhelan e idealizan
los populistas actuales, su pasado glorioso. En la piscina de Bolas, el mundo es necesariamente
grotesco e incongruente. Todo es participativo. Todo es virtual. Todo es flexible y rediseñable. Todo

54
Que se hable de este tipo de problemas como algo novedoso implica que estamos ante tendencias promovidas
por la transformación de los medios y patrones informacionales. Si Internet fuese un mero medio de
comunicación, se parecería a las señales de fuego que encendían los soldados en las torres medievales: todos
sabían lo que había que enviar y cómo había que hacerlo (a menos que fueses un torpe y le prendieses fuego
a la fortaleza, claro). Pero Internet no sólo sirve para comunicar humanos entre sí. Más en general, es un
sistema de control semiautomático a distancia, inundado por agentes artificiales crecientemente inteligentes
que trabajan para oligopolios con más poder que muchos estados. Las tareas inteligentes tratan, literalmente,
de saturar a los individuos y seducirles constantemente, lo cual acaba determinando su experiencia vital.
se combina y converge con todo para producir los más horribles engendros, tales como musulmanes
transexuales y tradicionalistas, gente que afirma ser un gato, vaqueros gays nacionalsocialistas,
CRISPR-CAS y un sinfín de desafíos al imaginario clásico. La conciencia global está en crisis, no
hay un rumbo claro, todos los sucesos parecen asombrosos y fantásticos y no existe ninguna guía que
pueda transcender la lucha de pequeñas facciones.

En este escenario, aún muchos se aferran a las ideas heredadas y piensan que la vanguardia se
encuentra en «la cultura», y por cultura entienden arte, literatura, poesía, música, y filosofías más o
menos humanistas como el existencialismo. Esta idea de vanguardia se había desarrollado en
oposición dialéctica al desarrollo de las ciencias e ingenierías en el marco del liberalismo centrista
triunfante desde finales del siglo XIX. La función social que cumplían era la de equilibrar, mediante
el discurso, el poder creciente de estas ciencias e ingenierías55. Pero hoy dicha vanguardia ha perdido
todo el sentido, como lo ha perdido la idea tradicional de cultura, entendida desde las humanidades y
el humanismo. Hoy ya no hay nada que equilibrar, porque si el liberalismo centrista necesitaba a las
humanidades cuando las tecnociencias todavía emergían, hoy éstas han triunfado por completo, de
tal modo que las humanidades no son más que una ilusión o un objeto decorativo para el consumo de
cierto segmento de la Clase Media. Emerge en el seno del capitalismo una nueva cultura basada en
las tecnociencias, las posibilidades que éstas ofrecen, y los modos particulares de discurso (o más
bien seudo-discurso) que éstas originan y permiten: el procedimiento burocrático computarizado y
coordinado con otros procedimientos buromundanos más o menos tradicionales, en el seno de un
sistema impersonal y transpersonal que integra en sí, progresivamente, cada vez más capas
institucionales, incluyendo entre ellas la producción, la vigilancia del trabajo y el consumo, la
publicidad, los mercados y la política nacional e internacional. La industria cultural no es la
vanguardia ni lo será nunca.

El Pueblo tiene su canon de lo que es la vanguardia. Es posible que Mario Vargas Llosa o incluso
Jordi Évole sean vanguardia para el Pueblo. Pero la percepción del Pueblo no tiene hoy más que una
importancia circunstancial y vestigial. A efectos del sistema, gente como Vargas Llosa o Évole no
son más que gente de humanidades con sabor a roquefort y a Neolítico. Y otro tanto puede decirse de
Cristiano Ronaldo y otros héroes humanos. Nada humano ni de humanidades puede ser vanguardia
en un mundo que ha de facto devenido ya post-humano. La cultura hoy se lee en clave de lenguajes
impronunciables e incomprensibles, y de eventos semiautónomos y semi-automáticos. ¿Y el ser
humano? Ya no importa más que como demanda a satisfacer o como masa desesperada que

55
No en vano la idea de vanguardia cuaja políticamente con el auge de movimientos artístico-filosóficos de
entreguerras del siglo XX, tales como el cubismo, el surrealismo, el primitivismo, Dadá y semejantes
ocasionalmente puede crear problemas al desenvolvimiento deseable y necesario del sistema. Como
era de esperar, las TICs no han producido ningún cambio significativo al ya palmario estado de la
vieja Clase Media. Es más, varios de los aspectos negativos que ya se daban en la vieja estirpe se
aceleran a un ritmo vertiginoso, encorsetando a los seres humanos a ser meros apéndices que aprietan
y pulsan botones en función de lucecitas que salen de sus pantallas.

Proliferan las ceremonias de tecnovudú en las que cada transparencia de PowerPoint viene
incorporada con ruiditos de computaciones de datos objetivos y parpadeos que se pasean por series
de botones en una máquina imaginaria tipo Kubrick, palancas que bajan y suben en momentos
decisivos para cerrar afirmaciones categóricas y pseudoproposicionales al estilo Sálvame, pero con
el toque pulcro que requiere la apariencia de lo tecno. Todo este montaje requerirá una casta de
sacerdotes que estamos formando desde hace ya mucho y que vendrán a compensar el estado de
aturdimiento de las masas. Aquí, la idea de lucecita parpadeante es crucial para entender al sujeto
como a una especie de ratón al que se le ilumina sólo lo relevante, lo cual contrasta con el papel
pesado e ineficiente de la Razón moderna. Recientemente, dos asesores de Barack Obama discutían
sobre cómo aplicar una innovación de Southern California Edison, proveedor de electricidad. En un
primer momento, la compañía animaba a sus clientes a usar menos energía mediante correos
electrónicos donde se incluía información sobre las consecuencias del uso incontrolado de energía.
Debido al fracaso de la iniciativa, la compañía optó por regalar a sus clientes un Ambient Orb, una
pelotita que se ponía roja y brillante cuando los clientes estaban usando demasiada energía. A través
de esta información, el uso de energía se redujo hasta un 40% en las horas punta de consumo.

En este sentido, cabe preguntarse hasta qué punto está condicionada históricamente la novísima
filosofía de la mente que trata al ser humano como un termostato, así como esa recuperación del viejo
Spinoza para decir que el ser humano no es racional, sino que se guía por el hábito y el deseo a la
manera de las pequeñas alimañas rupestres. La filosofía anglosajona-americana es, en este sentido,
inquietante. En otro tiempo, simplemente habríamos echado a la hoguera a quien sugiriese que
debemos eliminar el lenguaje natural y construir uno superior conectando a todos los cerebros
humanos en una ciber-red de intercambio de patrones neuronales, eliminando toda conciencia en
nuestro trayecto triunfal hacia una exterioridad pura que asegure el progreso de la ciencia. Hoy en
día, si uno no está subido a ese framework es porque todavía hace reverencias al Venerable del Bosque
y a los ángeles. Al final, lo único que hay es un mundo donde sólo existen piscinas de bolas con
compuertas que se abren cada rato para caer en un piso inferior, con más piscinas de bolas. El plan
maestro se parece mucho a una especie de mundo sólo con microbios y Arturo Valls.
I.III.Ontología
8. El Ser y la Grasa

En teoría, la pregunta fundamental de la Ontología gira en torno a la naturaleza del ser en


general. No es una ciencia humilde, desde luego, pero algunos filósofos han dicho cosas no
del todo descabelladas, especialmente aquellos que han sabido decir en qué consiste el ser de
las cosas dentro de su propio horizonte histórico. Este fue el caso de los últimos grandes
metafísicos modernos. Para Descartes, Kant o Nietzsche, el ser humano alcanzaría la
abundancia y la libertad afilando su saber y conocimiento, haciéndolo certero con el objetivo
de aumentar su poder. Este poder no ha de entenderse en un sentido épico o guerrero, sino en
el más prosaico de “poder para” (hacer esto o lo otro). El ser, por lo tanto, es “lo neutral”,
aquello que está disponible para nuestra manipulación y transformación. La obsesión
continua con el método científico-matemático, el nihilismo y la transformación de la vieja
moral en ética formal y Derecho han de verse como episodios de esta nueva manera de
entender el ser de las cosas. Ahora bien, todo lo que se manipula y transforma acaba
convirtiéndose, de una manera u otra, en aquello que Karl Marx llamaba “la riqueza”. De lo
que se trata ahora es de mostrar cómo vivimos en una época histórica en la cual la naturaleza
de esta “riqueza” se ha modificado para dar paso a otra cosa, más grotesca y esperpéntica.

Desde el punto de vista del análisis puro del intercambio, vimos que la mercancía concreta
es indiferente, pues da igual lo que se cambie por otra cosa desde el punto de vista cuantitativo
del Valor. No obstante, aquello en lo que consiste este Valor ha sido motivo de disputa entre
filósofos y economistas desde hace siglos, lo cual ha cristalizado en un agrio debate entre
partidarios de una Teoría del Valor-Trabajo en franco retroceso y la pujante Teoría
Utilitarista del Valor56. La fuente del Valor, para unos, es el trabajo abstracto socialmente
necesario, para otros, el deseo -la apreciación subjetiva del consumidor-. ¿No encuentra esto
un eco evidente en la ya mencionada transición de una economía industrial de oferta en una
economía de servicios basada en la demanda y en la generación de «valor» a partir de la
nada?

¿Por qué, para empezar, la Teoría del Valor-Trabajo es heterodoxa mientras que la Teoría
Utilitarista del Valor es la doctrina mainstream? Principalmente porque cualquier verdad en
un terreno tan embarrado como la Economía no es más que el resultado de una conspiración
de humanos con disposiciones mentales semejantes. Para muchos, ha acabado siendo una
obviedad situar el Valor del lado del consumidor y el deseo subjetivo, olvidándose, en
cambio, de la parte de la producción «bruta». Esto sin embargo no era lo evidente en épocas
pasadas. El olvido del fundamento del capitalismo clásico por parte de los economistas se
debe a que el Valor-Trabajo en sí se ha convertido en una pantomima, en parte por el propio
funcionamiento de la Piscina de Bolas. Esto no significa que el trabajo no siga siendo
importante, especialmente en los mercados altamente tecnificados en los cuales se produce
en masa un cierto producto estándar. Sin embargo, en tanto que cada vez importa más la
commodity superflua y simbólica, los servicios, las cosas de segunda mano, el dinero
fiduciario, las mercancías no reproducibles o la especulación financiera, el viejo Valor-
Trabajo ha sido desplazado por esta nueva economía de bienes intangibles que se mueve en
el vacío. Si tu producto tiene mercado, entonces tiene utilidad marginal producirlo, es decir,
hay gente que lo valora y pagaría por él, a pesar de que el producto no valga nada en términos
de tiempo de trabajo. Así, el valor de tu produzco provendrá del hecho de que el productor
contaba con las suficientes herramientas informacionales como para ser el primero en llegar
al mercado-nicho. El hecho de que el deseo del consumidor (mediado por todo tipo de

56
Tres economistas sistematizaron la TUV, estos eran Karl Menger, William Stanley Jevons y Léon Walras.
Estos reconocieron a Gossen como un claro predecesor, y llamaron a las dos leyes de la teoría marginal
como leyes de Gossen. La primera ley afirmaba que el valor de una unidad de una cosa es igual a su utilidad
marginal, la segunda que la utilidad marginal del dinero que la gente invierte en mercancías es la misma.
Según el utilitarismo, el valor no reside en el trabajo, sino que está determinado por las preferencias
individuales de los consumidores, que tienden a valorar más o menos algo en función de la cantidad de
bienes que existan en el mercado para satisfacer sus necesidades o sus apetencias. De ahí que la primera ley
postule que la primera unidad de algo es la más valiosa, mientras que la segunda ley postula que los
consumidores individuales tiendan a repartir su salario de manera que todo lo que ellos invierten sirve para
alcanzar la máxima satisfacción posible.
agentes) sea relevante (y es relevante porque hay tecnologías para ello) y que la economía se
esté desmaterializando son los primeros pasos del ocaso del Valor-Trabajo.

Junto a esta desmaterialización se produce una tendencia hacia el abaratamiento de lo


producido. En este sentido, los mercados a veces no son como nos gustaría que fuesen,
mercados de zapatillas cosidas a mano o de pestiños de la abuela, sino una cosa más perversa
movida no por intercambios voluntarios y justos, sino por procesos oscuros de acumulación
y concentración inevitable. Para sobrevivir en el capitalismo se requiere producir en masa y
aumentar la producción, eliminar suciamente a los rivales, crear instituciones de estándares
e imponerlos a la fuerza en mercados cada vez más amplios, desarrollar equivalentes
químicos costrosos, pero más baratos respecto a todo lo bueno, y, por ende, innovar como un
psicópata. En suma: hacer tartas más grandes y matar a quien sea para poder comerte el
pedazo más grande de tarta. Claro es que esto no tiene nada que ver con el comercio de
pestiños que hacen las abuelas de verdad que luego salen en concursos de Canal Sur, en los
que se eligen, aquí sí, libre y voluntariamente las mejores de cada pueblo mientras el público
ríe. Por otra parte, es evidente que el capitalismo no tiene ningún problema en hacer Pestiños
de la Abuela, como tampoco Croquetas la Cocinera, pero sólo con ver la etiqueta de
ingredientes uno sabe que está ante un producto que es grasa pura, aceite de palma y miles
de químicos cancerígenos.

Por eso, la mercancía, como entidad, se está desdibujando respecto a su valor de uso
tradicional, metamorfoseándose en una criatura extraña. Ya en los años sesenta J.P. Sartre
advertía esto: la única forma de enriquecerse es produciendo bienes de cada vez peor calidad
o, mejor aún, no produciendo nada, es decir, convirtiéndose en una economía de servicios.
Por eso cada vez hay más especuladores, más inmobiliarias, más fusiones y más
adquisiciones, y, por supuesto, más recaderos, más publicistas y más secretarias monas que
sirven el café57. La tendencia a aumentar la cantidad de Valor hace que cambie la cualidad
de la mercancía, que deviene Grasa, Contaminación, Ruido, Basura, Cosa Obsolescente,
Trabajador servil, Buromundo, Cosas de usar y tirar, etc.58.

57
Cfr. Gerassi, John, Conversaciones con Sartre. México D.F: Sexto Piso, 2012.
58
Empleamos el término Grasa como “concepto” que aglutina este tipo de propiedades.
¿Qué desea, pues, el Pueblo? Grasa. ¿Y qué dice la economía seria y mainstream? Que el
Valor es algo subjetivo. Luego el Valor de algo es su Valor-Grasa Este es otro de los puntos
fundamentales de la teoría ontológica del Valor-Grasa, la resignificación irónica de la teoría
del Valor-Trabajo. Referimos a ella para mostrar su descrédito en la economía mainstream
actual, pero también la perversidad inherente a este descrédito. Lo superfluo en la mercancía
tiene también un significado médico o medioambiental: es objetivo, pero además material.
La Grasa no es simplemente un consumidor que se vende a sí mismo comprando lo que sea,
sino que responde a lo sobrante, lo que en cantidades muy moderadas es natural y asumible
pero cuya sobreacumulación en seguida se vuelve patológica y letal. Lo que es no sólo
inservible para llevar a cabo las funciones vitales, sino un impedimento directo para hacerlo,
aparte de estéticamente feo y en general moralmente dudoso. La Grasa es ya destrucción del
mundo. Uno puede crear alimentos insalubres para gente pobre y llamarlo riqueza, también
puede producir en masa aparatos preprogramados que promueven la estupidez. Pero entonces
las condiciones para crear riqueza son las mismas que las condiciones para crear gente
grasienta y estúpida.

Por su parte, el concepto de Valor-Grasa solo tiene sentido si aquello que porta Valor es
Grasa, y el ser Grasa de las cosas consiste en el carácter real y fáctico de los chorros de grasa
en lo producido. Tanto por todo aquello que ahora se le echa a la comida, la cantidad de grasa
sensu stricto, o polución —que es el correlato necesario de la producción en el régimen de
obsolescencia programada—, como por la cantidad ingente de productos culturales que son
absolutamente brutalizantes y abyectos: váyase a la librería o al cine más cercano para
corroborar este hecho y darle apoyo empírico59. En este sentido, el ideal del capitalismo en
la época de la Piscina de Bolas es producir la máxima cantidad de Valor-Grasa posible, y
ponerla en el mercado. ¿Qué significa eso? Que quienes se dedican al «conocimiento» (!) -
por ejemplo- deben escribir y producir por lo menos la mitad del número de páginas que leen.
Lo preferible, de hecho, sería que no leyeran nada y produjeran infinito -sin parar y a toda
velocidad-. Pero esto sucede también con cualquier otra esfera creativa, las películas, las
obras de arte o los videojuegos han de salir de la picadora en forma de butifarra a toda

59
La tarea de enumerar todas las mercancías que han devenido Grasa en los últimos tiempos requeriría un
tratado específico, que, a la manera de Leóntiev, estableciera una tabla exhaustiva clasificando según
sectores económicos, diera una lista del grado de grasificación de los productos, tanto de lo que es Grasa
material como lo que es Grasa mental, informacional o financiera
velocidad, e incluso si puede ser tiene que salir la segunda parte antes que la primera para
que el remake y el reboots tengan sentido.

En síntesis, aquello que porta el Valor tiende a ser, dentro de la Piscina de Bolas, Grasa.
Valor-Grasa significa ante todo dinero o capital, no bienes concretos. Dejando a un lado las
operaciones de crédito, uno no compra Valor-Grasa, aunque ciertamente todo lo que es Grasa
vale algo y en algún sentido es por ello Valor-Grasa. Pero si nos referimos a la cosa en tanto
que usable, entonces no nos referimos al Valor, y lo único que queda es la Grasa pura con
tales o cuales cualidades (accidentales, en todo caso, aunque persistentes y cada vez más
comunes según avanza la Piscina de Bolas). Mientras que la Grasa es devorada por la Clase
Media, el Valor-Grasa aparece de nuevo en el intercambio, la planificación, la contabilidad
y la inversión de la totalidad del mercado. También, a final de mes, el participante en este
espectáculo percibe un salario, y esto es un Cuenco de Valor-Grasa, que se puede gastar en
la Grasa que sea, a fin de convertirnos nosotros mismos en Grasa de tal o cual tipo y devenir
Identidad Grasa: el consumidor putrefacto que trabaja de forma precarizada para llenarse de
basura, es decir, el típico homo sapiens sapiens.

Dado que el ser-mercancía consiste, en la era de la Piscina de Bolas, en ser Grasa, hemos de
concluir con nuestra tesis ontológica: todo ente consiste fundamentalmente en su ser-Grasa
o ser-para-la-Grasa, y su aparición para un ser humano actual no consiste sino en este
aspecto. Desde el punto de vista de una Filosofía Primera, el hecho de que haya cosas que no
sean mercancía, o haya mercancías que todavía no sean Grasa, es irrelevante. Lo que no esté
mediado por el Valor-Grasa ha de verse como un reducto, algo que queda fuera por motivos
externos o por una incapacidad humana que está por resolverse. Lo auténticamente relevante
es que el mundo está ya en proceso de grasificación, es así tanto en la geometría fina como
en la geometría grosera de la Sociedad Civil. Cada vez hay más lugares con Grasa, y en los
lugares donde la Grasa puede proliferar, esta está más y más concentrada.

Nada ilustra mejor esto que los lugares concurridos, los centros de las ciudades grandes, las
estaciones o los aeropuertos. Lo llamativo de estos espacios es que integran máquinas de
venta de Grasa dentro de los propios establecimientos, aprovechando cada pliegue espacial
en la prosecución de crear Valor-Grasa. Piénsese en esta sucesión de pliegues como un
aumento, casi asfixiante, de bolas en la Piscina de Bolas de lo real, concepto que además se
confirma si se tiene en cuenta los últimos aparatos electrónicos con caritas sonrientes o tristes
en función de la experiencia en el W.C. que ha sido convertido, a su vez, en una mercancía.
De nuevo, espacios progresivamente más saturados de lucecitas, colorines, carteles, botones,
y palancas en los cuales tanto las máquinas como los humanos-Grasa dan Grasa al Pueblo al
ritmo frenético de los pitidos que se escuchan, cada segundo, en un gran establecimiento-
supermercado. Lo que significa, de hecho, que la intensificación espacial tiene como co-
relato la intensificación temporal, esto es: que los procesos de valorización han de darse cada
vez más rápido, acaso de manera simultánea; de lo contrario, el tiempo, desde el punto de
vista del Valor-Grasa, sería mero tiempo perdido. Ante esta tesis se pudieran hacer algunas
objeciones, apuntar contrafácticos, y señalar carencias. Recogeremos algunas de estas
objeciones, a la manera de los escolásticos, para establecer cómo es posible que la Grasa se
haya convertido en algo muy similar al Uno-Todo.

Primera objeción ¿Es el amor Grasa?

Ello depende de cuánto esté penetrado por las relaciones e instituciones de mercado, la actitud
de emprendimiento, o determinaciones buromundanas de toda índole, tales como
notificaciones, recomendaciones, validaciones, valoraciones y un largo etcétera. Gracias a
las tecnologías de control de la natalidad, la ciudadanía comenzó a sospechar del carácter
impostado y disfuncional del matrimonio o la pareja monógama. A su vez, bajo la tendencia
capitalista de sustituir el trabajo por maquinaria, en las zonas agrarias tener hijos dejó de
cumplir una función económica. Los hijos se convirtieron en una especie de lujo para gente
de Clase Media, incapaces de hacerse la cama y adictos a la videoconsola o a la Tablet (lo
cual da trabajo a los neurólogos y psicólogos, además de generar empleo en este tipo de
sectores)

Retirados los velos mitológicos del amor y la familia, contemplamos todo como movimiento
y choque de cuerpos dentro de la picadora de carne de lo real auspiciado por la Piscina de
Bolas. El encuentro y la discoteca son subsumidos en el Algoritmo y por ello mismo la
relación se desnuda de florituras: lo que queda es la pura transacción aséptica en un ambiente
etológico. Tinder o Adopta un tío son fundamentales en este proceso, la gente abandona la
condición ontológica clásica de «bípedo implume» para pasar a estar dentro de -literalmente-
«la cesta de la compra», donde uno pone a la gente que le interesa según los kilos que pesa o
la altura. Incluso hay que celebrar esto desde el punto de vista de la verdad del mundo
tardocapitalista como un desvelamiento del ser-Grasa de todo lo real, pues bajo el Tinder y
otras aplicaciones, la gente deja de creer en mitos oscuros provenientes de las glosas
medievales y el amor romántico para asumir tácitamente e intersubjetivamente su relación-
Grasa mediada por el Buromundo como lo que es. Los ilustrados escoceses también darían
su aprobación a este proceso, al fin el Pueblo es capaz de empoderarse y restituir su libertad
moderna como desacralización de todo en la infatigable búsqueda de los «días de placer y
paz».

Objeción segunda: ¿Puede convertirse la Pedofilia en Grasa?

Si en tu país no es posible violar niños, no tardarán en aparecer emprendedores psicópatas


que pensarán: «quizá sería ético crear una nueva industria de robots sexuales que te dé la
oportunidad de zumbarte a una pequeña niña-bot que actúa como una sucia perra o
simplemente como un chiquillo inocente pero que se deja un poquito (por la segunda ley de
Asimov)». Ahora esto parece imposible, pero una mirada atenta a la Historia constata el
hecho de que muchas cosas que eran ilegales o inmorales han acabo siendo éticas gracias a
nuevas posibilidades tecnológicas. ¿Qué pensarán estos emprendedores para argumentar el
aspecto ético y conveniente de la fabricación en masa de robots sexuales para niños?
Asumamos que el potencial pedófilo de un país permanece constante. Si esto es así, el
mercado ya existe y sólo la coacción legal, en forma de amenaza de prisión y repudio social,
impide a los pedófilos actuar. Pero un pedófilo que satisface su deseo con una entidad
artificial sin sentimientos no es ya un pedófilo, sino algo parecido a quien se frota con la pata
de una mesa. Nadie tiene razones para impedirle que se frote los genitales con la pata de una
mesa. Y, sin embargo, ahora el pedófilo puede satisfacer su deseo, con lo cual aumenta su
felicidad. Aumenta también la utilidad general, dado que los pedófilos satisfechos no
constituyen amenaza para nadie, y esto redunda en la tranquilidad de niños y padres por igual.
Y esto sin contar con todo el empleo que se va a generar, directo e indirecto.
Por último, se dirá, no es necesario implementar leyes ni instituciones penitenciarias ni
programas clínicos para este tipo de sujetos robóticos, con lo cual se producirá un gran ahorro
en la administración del Estado y se sentarán las bases para reducir los impuestos, el tamaño
del Estado y con él la corrupción. De modo que tanto los liberales como la gente seria en
general deberían echarse a tus brazos por sacar esta tecnología al mercado. Y es así como la
tecnología puede transformar nuestros espacios morales, haciendo posible lo que antes era
inviable, permitiendo resolver conflictos de intereses al gusto de todos, y todo esto mientras
multiplicamos la cuota global de Valor-Grasa.

Objeción tercera: ¿Son las reliquias y las cosas que conservamos del pasado Grasa?

«Legado» suena imponente, pero, a estas alturas ¿quién puede tomársela en serio ¿A quién
le importa el legado, excepto a sus administradores, que necesitan fondos para cuidarlo no
menos que para gastárselos en bagatelas como todo el mundo? Y lo peor de todo es que el
legado qua legado es algo que está en declive precisamente a causa del enorme peso propio
de lo legado, que implica la necesidad de tratar a cada elemento de lo legado como algo
especial y significativo, y a la postre a someterlo a técnicas de indexación, valoración,
management, comentario, refrito, trasiego, y todas las demás operaciones y técnicas típicas
del Buromundo.

Cada pieza de legado acaba por consumirse en una marejada de miseria estándar junto al
resto de lo legado, una masa irreconocible de vertido intelectual sin ningún valor.
Simplemente examinad vuestros sentimientos cuando escuchéis palabras como «legado»,
«patrimonio», «herencia», en efecto: suena a funcionario azotando a su becario para que
clasifique más deprisa, a obra pública en alguna ruina de la periferia para que los barones
produzcan accidentalmente algunos sobrecostes formato maletín, y no menos suena a tique
turístico, gente confirmándose mediante la fotografía apelando al «yo estuve aquí».

Objeción cuarta ¿Son las cosas públicas tales como los hospitales o las aceras Grasa?

La respuesta pudiera ser que no, pero sólo en tanto que ese no incorpora su propia negación.
Por una parte, el Estado permite y posibilita la infraestructura y el marco jurídico en el cual
se va a dar la Grasa, y en este sentido, el Estado es el recipiente no-Grasiento de las Bolas de
Grasa de lo real. Por otra parte, el Estado está en franca retirada respecto a su vástago
mercantil. Muchas de las funciones del Estado serán sustituidas progresivamente por el
ámbito privado, y su deriva hacia la grasificación de aceras, bancos o parques. Todas esas
cosas se llenarán de colorines, publicidad, pinchos que sólo se quitan si metes una moneda y
máquinas expendedoras. Del destino del colegio cabe suponer que será algo muy parecido a
una mazmorra tecnológica habitada por profesores robóticos con capacidad de inyectar
endorfinas o dar pequeñas descargas eléctricas a niños modificados genéticamente que
aprenden mediante videojuegos hechos por científicos expertos en nudging, Pokémon y
mandanga.

Estas han sido algunas respuestas a objeciones típicas a la teoría del Valor-Grasa. Lo único
que hemos tratado de mostrar es por qué el pensador más importante de la contemporaneidad
es, a pesar de todo, Hegel. Y lo es no por sus fracasos, ni por su influencia en Marx, sino
porque describe a la perfección las aspiraciones ideológicas y metafísicas del sentido común
contemporáneo. La metafísica de Hegel está en todas partes. Cualquier cosa se presenta como
totalidad; toda aparición del individuo o de lo parcial es ideológica y falsa, remitiéndose
inmediatamente a la participación de ese fragmento en una totalidad que se lo traga todo.
Llamemos a esa totalidad progreso, ciencia, desarrollo, crecimiento, mercados, sistema de
producción, industria del consumo, Piscina de Bolas, Grasa o como se quiera: la totalidad
que emana de sí misma en autodesarrollo, y que se sirve de lo parcial sólo para negarlo y
subyugarlo a este proceso totalizante, es lo Contemporáneo mismo. Por encima de Darwin,
de Nietzsche, de Marx, de Einstein, de Wiener, de Turing y de quien se diga; la estructura
metafísica misma de esta era es hegeliana, y ha sido necesario aclarar por qué y con qué
consecuencias, siendo la consecuencia obvia el colapso del sistema mismo ¿Qué hay detrás
de la Singularidad humano-máquina, o de las doctrinas de la supermente? ¡Hegel, como
sombra siniestra que absorbe el concepto mismo de programa orgánico!
Parte II: Etnofenomenología

9. Objeto y método de la Etnofenomenología

La Modernidad, como espacio histórico, ha sido el escenario de la realización efectiva de la idea de


Grasa, irónica culminación del roadmap trazado por los filósofos europeos. Esta gran transformación
no sólo vino a determinar la esencia de la totalidad de lo ente, modificó también el modo de
entender el mundo y de interactuar con él. En esta sección se desarrollan las líneas fundamentales
de la Etnofenomenología: la ciencia desinteresada de la experiencia de la conciencia del Pueblo
desde su primitivo origen hasta su actual estar en Mundo Balneario Total. El modo de ser del que
partiremos, la clasemedianía, es el propio de la Modernidad: es un recorrido que se establece desde
el presente hacia el pasado. El objetivo no es ofrecer una indagación sobre lo que ha causado que
haya clasemedianos en términos económicos, neuronales o ideológicos, sino una descripción
desinteresada y neutral de aquello que compone el fenómeno apercibido por el Pueblo en general.
Esto no significa que la indagación se resuelva sin los resultados de las otras ciencias, pero estas son
desbordadas necesariamente por aquello que constituye la cuestión, que requiere de su propio
objeto formal y método.

En la vida cotidiana, uno tiene experiencia de multitud de fenómenos: sillas, mesas, la pared o el
aire que está en la habitación; pero no hay nada en el mundo que se parezca mínimamente a «la
multiplicidad», «la totalidad» o «la unidad», o por lo menos no hay nada de eso que pueda ser
captado por los sentidos. Sin embargo, la Realidad se nos ofrece, por decirlo de alguna manera,
cortada y ordenada de una manera determinada y necesaria, y sabemos que esto es una mano; que
mi mano, la mesa y la silla son una multiplicidad de tres elementos; y que todo lo que estoy viendo
es la totalidad de la habitación. ¿Dónde «aprendemos», pues, a ver bajo patrones de tipo «unidad»
o «totalidad»? Según Kant, estos conceptos no se «aprenden», lo que hay en la conciencia se percibe
ya desde esos patrones, es ello mismo lo que permite todo aprendizaje y aún toda comprensión.
Cuando Kant pensaba en los conceptos de cantidad, modalidad, cualidad y relación, los veía como
los «filtros» con los cuales vemos el mundo, eran la forma misma de lo dado: lo que el sujeto pone
en el mundo. Si por concepto empírico entendemos algo como «caballo» o «mesa», un concepto
puro es aplicable a la totalidad de las cosas: no todas las cosas tienen caballo o son caballos, pero sí
es cierto que todas las cosas tienen una cierta cantidad o cualidad.60.».

La tarea ahora consiste en encontrar esos «filtros» con los cuales el Pueblo interactúa con la
Realidad. Esta tarea requiere de una serie de fijaciones preliminares. En primer lugar, hay que ser
conscientes de que lo que buscamos es una comprensión efectiva de un pueblo históricamente
situado; en este sentido, hay que dar cuenta de la forma de la experiencia del clasemediano como
humano de la Modernidad y aún en épocas previas. En segundo lugar, la Etnofenomenología no es
un logicismo como el de Kant, sino más bien un ejercicio de imaginación y creatividad conceptual.
Que nuestra comprensión del clasemediano sea más o menos válida no depende de la adecuación
de una explicación a una realidad dada, sino de que esta comprensión funcione o no para dar cuenta
de la experiencia en el mundo moderno. En tercer lugar, los a prioris de los que trataremos de dar
cuenta son históricos y cambiantes 61 . En cuarto lugar, teniendo en cuenta que el sujeto
transcendental no era, en Kant, la mera suma de todos los sujetos, sino una invención conceptual
generada a fin de entender la totalidad de los sujetos posibles (potencialmente infinitos), hay que
entender el clasemediano que vamos a presentar no como un tipo ideal weberiano ni un
estereotipo, sino como el «clasemediano transcendental».

Las «categorías» que rigen la vida cotidiana del Pueblo y que constituyen de forma primordial deben
ser entendidas desde un punto de vista funcional. El ser clasemediano es un modo de estar en el
mundo que “hace mundo”, o reproduce su mundo, en nuestro caso, la Piscina de Bolas. Categorías
tales han de explicar por qué el humano opera intuitivamente con las cosas como si fuesen
mercancías, que se perciba de manera intuitiva como búsqueda de Cuenco de Grasa, y que su
nihilismo no sea incompatible con creer en mitos de lo más dispares. Ser clasemediano implica un
cierto ideal interpretativo del mundo, ciertos hábitos y la tendencia a alcanzar ciertos objetivos.
Estas características han de estar en él configurando su forma de la experiencia y su estructura del

60
Estos conceptos puros no hay que buscarlos en el cerebro o en parte alguna. Kant sólo pretende dar una
descripción de la experiencia humana desde sí misma, dejando de lado las causas que producen la
experiencia humana como tal. Saber qué es ver el color rojo y saber cómo se produce la visión de rojo en
mi organismo son dos preguntas diferentes, aunque estén relacionadas.
61
A priori histórico parece un oxímoron; pero no es así para el sujeto que vive toda su vida bajo su mismo a
priori histórico. Para dicho sujeto, la experiencia históricamente mediada del mundo está tan arraigada como
su experiencia pura del tiempo o el espacio: se trata de una ficción tan vivida que puede ser estudiada como
si fuera real para el clasemediano para sí.
comportamiento, constituyendo lo clasemediano como un «sistema cerrado de voluntad, meta e
interpretación».

Aquello que permite al Pueblo entender el mundo que lo rodea y desenvolverse en su espacio vital
es, en primer lugar, el en-qué de los entes. Se trata de un intuitivo “en qué condición se produce
este fenómeno y en qué consiste”. Esta categoría se encuentra íntimamente ligada al para-qué y al
dé-qué está hecho el fenómeno, que es la interpretación de la funcionalidad de la cosa y su
composición. En el ámbito público, la categoría clave es el sobre-qué se está hablando o tratando,
lo cual incidirá en la manera de operar respecto a situaciones estándares. En lo esencial, estas
categorías son la abstracción absoluta debido a su falta de contenido, pero para el Pueblo de la
Modernidad, por ejemplo, la abstracción deja de ser tal y se vuelve lo más concreto cuando
entendemos que su en-qué-consiste obliga a una cierta relación desencantada y pragmática con lo
ente, basada en la prosecución de la abundancia material y la participación en Lo Que Gana. Esta
manera de entender el mundo hubiese sido simplemente imposible en una tribu de la selva
amazónica o en la Grecia Arcaica. Y esto no sólo porque ciertas ideas actuales les hubieran parecido
extrañas, es que para nosotros estas ideas son las gafas y los ojos con los que vemos el mundo,
nuestros a priori históricos.

10. Empleo y Gol.

El modo de ser del clasemediano implica interpretar su realidad mediante un primordial para-qué-
sirve, el para-qué de los entes es el Empleo o el no-Empleo. Empleo es básicamente un «cualificador
binario», lo hay o no, en cuyo caso respectivamente todo va bien o no. Empleo responde no solo a
salario (el cuenco de Grasa), sino a lo que se espera que genere «crecimiento», siendo aquello que
crece el Valor-Grasa62. El originario de-qué de las cosas, en realidad, no es sino una mera carcasa
empírica que esconde Valor-Grasa, pero esto sólo desde la mentalidad del empresario o el
economista. Mas, en función de que todo Valor-Grasa es tal en tanto en cuanto es socialmente
necesario, el de-qué de las cosas ha de ser capaz de triunfar como la Coca-Cola y ser deseado como

62
Dejemos de lado por el momento el carácter peculiar de aquello que no se deje subsumir al para-qué
postulado por la forma-Empleo de la experiencia, pues estos fenómenos son mediados bajo la arcaica forma
del Sufrir y Rezar.
Grasa. ¿De qué han de estar hechas las cosas en el mundo para que sean socialmente necesarias?
Si tenemos en cuenta que la voluntad del clasemediano es la voluntad de la Grasa, el de-qué de lo
que se hace es la Grasa misma, lo cual, en el campo empírico, tiene múltiples traducciones: basura
superflua, cacharritos, sonajeros, el dos por uno, mascotas genéticamente alteradas incapaces de
respirar y demás.

Lo óptimo, desde el punto de vista del clasemediano consiste en que haya gente haciendo
productos-Grasa para generar Empleo con el fin de crecer y consumir un cuenco de Grasa más
grande. Todo lo que no sea alimentar esta rueda, que acaso se hace más grande por cada vuelta que
da, extraña y aliena al clasemediano, de tal manera que se produce su caída respecto de lo que es
lo cotidiano. Así, la idea del crecimiento autosostenido de Valor-Grasa mediante la Grasa constituye
la Idea Clasemediana de Bien como aquello que se impone como natural y/o normal en una
sociedad, filtrándose a los haceres particulares y a la psicología personal, donde el clasemediano
vendría marcado por esa «natural socialidad irrefleja» que ante todo asume patrones socialmente
sancionados para «no andarse con problemas».

El en-qué del clasemediano, aquello en lo cual las cosas aparecen y permanecen en el ser es, ante
todo, Lo Serio; dicha categoría, aplicable a una cantidad potencialmente infinita de hechos y
procesos, puede conocer algunas variaciones, de tal manera que el en-qué de lo ente puede
participar de Lo Pulcro, Lo Gobernable o Lo Estable. En suma, aquello que es previsible y da
apariencia de ser fiable por cuanto que participa de Lo Que Crece en su sentido estético. Esto se
traduce de diversas maneras respecto a la situación concreta, Lo Serio no se manifiesta de la misma
manera en el contexto político o empresarial que en el ámbito del turismo. Lo relevante aquí no es
el contexto concreto sino la categoría misma, que es universal y necesaria respecto al clasemediano.
Para el clasemediano embebido en la lógica de Lo Serio, el en-qué de un hippie pacifista y de una
cruenta guerra es idéntica a pesar de que los aspectos de ambos fenómenos sean aparentemente
antagónicos: ambas cosas son a la vez despreciables por tanto que no participan de Lo Serio63.

63
Por otra parte, hay guerras que participan en Lo Serio. Por ejemplo, una persona que va mal vestida, o dice
cosas sin decoro o pudor contra la guerra, por muy verdaderas que sean, no es Seria, y, por tanto, produce
escándalo. Que España exporte las armas que luego se utilizan en Siria, país en el que han muerto medio
millón de persona, participa de Lo Serio y genera Empleo. Es cierto que parece estúpido que esos muertos
escandalicen menos que un hippie que tiene mala imagen. De facto, muchos se han preguntado la causa de
esto, aludiendo a la hipocresía, como también se han preguntado por qué cuando hay una protesta la gente
presta más atención al cubo de basura quemado o el cristal roto y deja de lado cuestiones como los derechos
sociales que se están perdiendo. Esperemos que el filtro de Lo Serio pueda servir a este propósito y el
fenómeno sea del todo prístino.
El mundo social y el de-qué-se-está-hablando queda mediado por las categorías supremas de Lo
Satisfactorio, Lo Interesante, Lo Cuqui, Lo Morboso, Lo Bonito y Lo Curioso. Bajo la lógica de Empleo,
el clasemediano no visita una catedral como medio arquitectónico para contemplar la gloria de
Dios64, sino que lo hace «porque es muy bonita y mira tú que columnas oye, esto tiene mucho
mérito». Mas estas categorías sólo median por el polo de Empleo en el sentido de que son lo que
atraen al clasemediano y lo mantienen en el de-qué-se-está-hablando. Por su parte, la «riqueza» se
manifiesta en el ámbito estético y artístico cómo el deseo de lo viejo-superfluo, lo nuevo-grotesco
o la mezcla Kitsch de lo viejo-grotesco con el fin de generar crecimiento y Grasa de manera
autosostenida (hoy en día las auténticas galerías de arte son las tiendas del todo a cien, llenas de
figurillas y productos chinos). No obstante, el ámbito comunicacional y estético puede ser mediado
de manera óptima por Gol, lo cual requiere, primero, la explicación racional de la forma-Gol de la
experiencia.

En función de la Idea Clasemediana de Bien tomada en su forma pura, Empleo resulta anti-
humanizante, una especie de círculo vicioso de la Grasa donde el clasemediano es reducido a su vez
a condición de ser Grasa dentro de la Piscina de Bolas de lo real. En tanto a priori dominante en el
capitalismo, es más tolerable para los humanos, pero aun así no lo es del todo. Por ejemplo, la idea
de necesidades infinitas de cualquier persona no se corresponde a la psicología individual intuitiva,
que tiende al cuidado y a la custodia de unos bienes limitados. Lo que sucede, empero, es que la
caída del clasemediano, dentro del marco antropológicamente insostenible de Empleo, se salva
gracias a su contraparte Gol. Como primera guía, hay que decir que Gol, con mayúscula, denota al
«gol pedestre futbolero», pero también al cigarrillo de marca, al Audi A3, al viajecito a Cancún, al
pelotazo en la costa, al móvil de última generación, el hacerle un bombo a la buenorra del instituto,
y a otras muchas participaciones en el espacio Fálico-Ganador que inauguran el rol del Victorioso en
toda narrativa competitiva más o menos reglada, ya sea mediante una participación directa o

64
Desde el punto de vista del arte y de aquello que reúne las condiciones de convertirse relevante en el contorno
de aquello de lo que se habla, hay que señalar que todo ha quedado reducido a la categoría del mero gusto
subjetivo y de Lo Que Entretiene. Incluso al haberse destruido por completo la relación entre la obra de arte y
lo que la obra de arte hace -lo que obra en la obra-, no hay sino criterios subjetivos para decir que es o no arte.
Aquello roto en la Modernidad es la relación implícita entre el arte y la verdad de una comunidad (vínculo que
estaba presente en el antiguo templo, en los Hermes, en las mezquitas, etc.); precisamente por esto, lo poco que
ha sobrevivido como Arte es aquello que dice la Verdad de nuestra virtual comunidad tardomoderna: aquel arte
capaz de obrar la verdad de la Grasa y sacarla a la luz. Precisamente por el marco antropológicamente
insostenible en el cual se da la Grasa, el arte que dice la Verdad de la Grasa no puede sino ser un arte crítico,
mordaz o irónico. Y si el arte no hace esto, no dice la verdad de la comunidad, y queda en la estantería de
consumibles bajo la categoría del gusto, y por ende queda el «arte» reducido a la condición de Grasa.
meramente observadora. En este sentido, uno mete Gol cuando asciende «simbólicamente» en el
trabajo; cuando compra un coche mejor que el del vecino; cuando el Madrid gana la Champions;
cuando dicen que «hay crecimiento» o cuando en un anuncio se muestra que «el español de
siempre» es alguien entrañable.

Gol, por tanto, se dice de muchas maneras, pero en última instancia refiere tanto al Mundo-
Competición bajo la lógica del más fuerte en tanto que motivación final, como al consumo opulento
del que nos habló Veblen en su Teoría de la clase ociosa. Lo cual es como decir que Gol es tanto
meta del clasemediano como, precisamente por esto, la zanahoria del capitalismo al final de su
época conscientemente burguesa y sacrificial. No constituye tan sólo aquello capaz de hacer
antropológicamente sostenible un orden basado en el crecimiento desbocado, sino que hay razones
objetivas dentro de la estructura de la acumulación que fomentan y hacen obligatorio el participar
en lo que gana. Imaginemos dos zapaterías situadas una enfrente a la otra, está claro que la gente
acudiría a aquella que hiciera mejores zapatos. Si el zapatero A tuviera un Audi A3 en la puerta de
su casa, y el zapatero B fuera un viejo y austero clasemediano reacio a competir dentro de Gol, es
fácil suponer dónde irá la gente a comprar zapatos. La gente estaría tentada a pensar que el zapatero
A tiene un Audi A3 porque es mejor zapatero, y acudiría a este a por sus commodities. En efecto, el
zapatero B necesita comprarse un Audi A4: el coche es incluso más importante, en tanto que
participa de Lo Que Crece, que la calidad final del zapato. Mas precisamente por esto, el zapatero A
se compra un Audi A5, y así, sucesivamente, en una «guerra fría» interminable. La relación que hay
entre esta situación de obsolescencia simbólica de los entes-mercancías con el crecimiento del
Valor-Grasa es evidente.

¿Y por qué el Audi A5 es mejor que el A4, y éste es mejor que el A3? Por la misma participación en
Gol, lo cual constituye, para la teoría, un misterio. Preciso es no confundir la categoría de Gol
respecto a ningún contenido concreto, por más que haya maneras más hegemónicas de darse -el
cochazo o el pisito responden a estas formas hegemónicas, pero hay otras-. Para cierto segmento
poblacional, que desde la sociología espontánea y cuñada del vil periodista pudiera llamarse
«población contracultural», la lógica de Gol sigue operando en la sombra como el auténtico a priori
histórico del clasemediano. Sin la guerra fría de consumo que dispara Gol es imposible explicar la
diversidad de mercados progresivamente fragmentados: el caso paradigmático es el hípster. Para el
dandi tardomoderno, cuando el ente-Grasa-X se masifica, hay que abrir un nuevo mercado de Grasa-
Z más minoritario. Esta microsegmentación de la población en nichos es causa de la búsqueda
desesperada por participar de Gol bajo el esquema de la moda y la autenticidad-Grasa, mas el que
las modas hayan de ser mayoritarias o minoritarias en nada cambia lo realmente cambia: Gol65.

Pero si todo produce Gol en función de que participa de Gol, ¿qué es el Gol mismo? Si el papel de
los goles empíricos en Gol no es el mismo que el de los cigarrillos de marca, el Audi A3 o ser fichado
por Google, ¿cómo es posible entonces conocer el Gol en sí? ¿No sería como intentar conocer «al
animal en sí» después de haber enumerado múltiples jirafas, cocodrilos e hipopótamos? Esta
pregunta requiere de actualizaciones importantes en la construcción del clasemediano
transcendental, pues llegados este punto, uno pudiera estar tentado en pensar que el Gol es como
el Sol en el Mito de la Caverna, que ilumina los goles concretos sin ser él cognoscible -casi como si
la visión del Gol en sí produjera el mismo efecto que Zeus cuando mostraba su auténtica forma y
destruía al mortal que lo contemplaba-.En este punto hay que advertir que no hay nada que por su
propia naturaleza sea Gol. Incluso un gol pedestre futbolero pueden no ser Gol con mayúscula si por
ejemplo ese gol es completamente anodino y se marca en un partidillo de entrenamiento. El Gol es
una propiedad que se adhiere a las cosas, y todas las cosas son susceptibles de convertirse en Gol.
Precisamente por esto, en tanto que Gol, no hay ni un solo átomo físico ni sustancia química que
explique esta peculiar forma de ser de las cosas. ¿Qué tipo de propiedad es Gol? Una propiedad
semiótica: algo es signo de Gol si cumple algunas condiciones previas.

Esto nos conduce a pensar Gol bajo el esquema semiótico de Peirce, el cual establece que la semiosis
consiste en que «algo aparece como algo para alguien». Así, un objeto cualquiera, éste sí, físico,
material y real, como era el cochazo o el «buenorro del Gym», puede ser Gol para un interpretante.
¿Y por qué es Gol para alguien? Por la mera convención social, la cual se explica, esta vez sí, por el
estudio de las tendencias, las psicologías de masas, la herencia de una tradición, pero también por
el marketing y la aparición de la Grasa como método para generar una identidad. Hay cierta
gratuidad en el hecho de que algo sea Gol. Casi se pudiera aplicar en este hecho aquel aforismo de
Heráclito, en el cual la guerra es el padre de todas las cosas: pues en esta guerra algunas cosas se
erigen como Goles y otras no.

65
Gracias a las múltiples caras de aparición de Gol, uno puede desechar sin más las visiones de un futuro
distópico basado en la homogeneidad, los uniformes y el pensamiento único. Mas bien el futuro está lleno
de pequeños nichos de mercado dentro de más mercados, a la manera de las muñecas rusas, con el fin de
garantizar una experiencia optimizada e individualizada en Gol. Tampoco puede haber pensamiento único,
ya que, en las discusiones, el clasemediano quiere «ganar» porque así participa también de Gol, lo cual
asegura que siempre proliferen los discursos. Desde el punto de vista filosófico, sin embargo, todos estos
juegos solo responden al mismo fundamento: El Todo-Uno-Gol
Dada la importancia del interpretante en el fenómeno del Gol, la persona pertenece a Gol sí y sólo
sí los demás consideran que la persona está perteneciendo a Gol, lo cual genera esa
interdependencia en la cual la fama es crucial en el autoconocimiento de uno mismo dentro del
marco semiótico. Uno no es ni tiene Gol, uno mete o participa en lo que mete Gol, pero para ello
hay espectadores, y no menos unas reglas de juego ante las cuales los espectadores pueden dar su
aprobación y dar por válido el Gol (de hecho, un Gol logrado de forma ilícita puede alejarte de Gol,
pues el Pueblo detesta aquel que pisa a los demás para lograr sus metas de la misma manera que
ama a aquel que empieza, pese a todas sus dificultades, a participar en Gol66). Para meter Gol,
además, uno no necesita ser el artífice, el que remata la jugada, sino que puede, como espectador
comprometido -o como persona del equipo- sentirse parte de Gol: es tan plenamente participante
de Gol tanto CR7 como el aficionado al Real Madrid, incluso puede participar más de Gol el
aficionado realmente fanático (no así en Empleo). Este “participar” en Gol dentro de algo, sea este
algo el Real Madrid o la economía de tu Estado-Nación es lo que posibilitará el Gol como opio del
Pueblo. La función del espectador o interpretante en la configuración de Gol no solo es
«posibilitante», la comunidad interpretativa intensifica y regula la producción de Gol de tal manera
que incluso se puede atisbar cierta estructura en lo que respecta al espacio de Gol. Una vez Gol se
sienta en el trono del virreinato del Empleo y Gol, hay países, como España, que en función de la
mayor disciplina y pulido del proceso semiótico pueden especializarse en la producción en masa de
Gol para terceros países: es el caso de España y los demás países turísticos. Esta racionalización del
Gol posibilita insertarlo no ya como esfera meramente semiótica, sino como parte de la economía
real.

66
Estas reglas de juego no tienen nada que ver con el Derecho o la Ética, sino con la participación en Lo Serio.
Un político, mediante procedimientos poco éticos o legales, puede participar de Gol si está en Lo Pulcro y
Lo Gobernable. El caso paradigmático es Cristina Cifuentes, la cual no dimitió a pesar de las dudas en torno
a la adquisición de su Máster y sí lo hizo cuando salió a la luz la célebre grabación en la cual ella robaba
unas cremas faciales en un supermercado. Por lo mismo, un empresario que participe en Lo Serio puede
generar la narrativa de que empezó desde cero, y así el Pueblo comprenderá que el empresario en cuestión
ha metido plenamente Gol aun cuando sus empresas ofrezcan paupérrimas condiciones laborales a sus
trabajadores del extranjero. Pero faltaría un solo desliz del empresario para que la opinión pública se pusiera
en su contra, si, por ejemplo, fuera descubierto en una discoteca con algún periodista de Telecinco en
impúdicas condiciones. ¿Y por qué el periodista no sería atacado y el empresario sí? Porque cada ámbito de
lo real responde a su propia noción de Lo Serio, Lo Gobernable y Lo Pulcro. Así, que un político del PP se
compre un chalé es algo Serio, pero no lo es si lo hace algún miembro de Podemos. Y esto se da así de
manera necesaria según la esencia de la experiencia del Pueblo. Esten a favor o no de la adquisición del
chalé, esto sólo depende de las opciones abiertas dentro de la categoría de Lo Serio, que se da de manera
necesaria para todos los clasemedianos.
Por último, es necesario matizar en qué sentido se relacionan la forma-Empleo y la forma-Gol de la
experiencia. Empleo produce que los entes puedan aparecer como mercancía, riqueza y
oportunidad para la generación de Valor-Grasa, al igual que responde a la voluntad de alcanzar el
bienestar material puro. Luego esta Grasa puede reinterpretarse desde la lógica de Gol, pero en
principio ni Empleo es Gol ni Gol es Empleo67. Para ilustrar esto, hagamos una reinterpretación de
la teoría de Maslow. El psicólogo neoyorquino afirmaba que los humanos tenemos una serie de
necesidades básicas como la alimentación, la seguridad, la socialización o el reconocimiento, a estas
necesidades, que se situaban en la base de su pirámide, las llamaba necesidades deficitarias: debían
ser siempre copadas y requerían un constante trabajo, un constante comer, relacionarse,
protegerse, adquirir bienes para tener seguridad, etc. Una vez se alcanzaban estas necesidades, el
ser humano podía comenzar a proyectarse a sí mismo y a desarrollarse en el largo plazo. La cima de
la pirámide de Maslow afirmaba la autorrealización como aquellas conquistas que se hacían qua
espíritu que ha abandonado las necesidades materiales. Esta pirámide, en realidad, estaba
ilustrando dos niveles fenomenológicos, la base correspondiente a Empleo y la cima
correspondiente a Gol.

Ante la pirámide de Maslow, uno pudiera pensar: ¿y el «cocinillas» que prepara una paella el
domingo ante unos invitados en qué parte de la pirámide está? Desde cierto punto de vista, la paella
es alimento, y como tal sirve para mantener la homeostasis humana, para nutrir el organismo, para
la más pura supervivencia. Por otra parte, el ritual que es la paella de los domingos transciende la
condición de necesidad para convertirse en proyección capaz de participar en Gol. Desde el punto
de vista de la Etnofenomenología no hay ningún problema en asumir que la misma cosa material
puede actuar y funcionar desde Empleo y desde Gol (precisamente al no ser Empleo y Gol cosas
materiales concretas, sino modos de aparición de esas cosas). Desde el punto de vista de Empleo,
la paella es riqueza y ha participado plenamente de Lo Que Crece. También es alimento para el
estómago, lo cual permite al ser humano trabajar el lunes siguiente, lograr el nuevo cuenco de Grasa
y comprar más paella o Grasa en general. Desde el punto de vista de Gol, la paella permite quedar
por encima del vecino, impresionar e, incluso la autorrealización, si encima Koke la mete por toda
la escuadra.

67
Otra cosa es que el empleo concreto sí pueda ser Gol, no confundiendo Empleo como a priori histórico con
empleo como tener un trabajo.
11. Sufrir y Rezar

Bajo la forma-Empleo, todo, a pesar de sus diferencias, se inserta en el continuo del Valor-Grasa.
Los entes concretos no son sino cortes dentro de un infinito en potencia que se va actualizando
progresivamente a cada nueva conquista de la Grasa. Así, no es que todas las cosas sean en el fondo
una cosa, es que todas las cosas tienen en común ser y aparecer ante el clasemediano como riqueza.
Este reduccionismo no es óntico (de los alimentos, las sillas o los robots), sino ontológico (todas esas
cosas son lo mismo: mercancías). Que hay resistencias en el proceso del autodesarrollo del Valor-
Grasa es un hecho constatable: no todo se presta a ser mercantilizado sin más. Estas resistencias se
dan cuando sobre las cosas se introduce un cierto corte fenomenológico por el cual éstas, en función
de «algo», no pueden ser convertidas en riqueza: estas cosas son el no-Empleo. En tanto que no-
Empleo, estos entes no se dejan reducir a otra gran quintaesencia unitaria análoga a la Riqueza; el
ser de cada cosa que no esté bajo la forma-Empleo responde a multitud de esencias independientes
entre sí y motivaciones distintas. Es a esto a lo que llamamos «sacralización» o «esencialización» de
algo: es el Rezar del Sufrir y Rezar, siendo el Sufrir una consecuencia directa de este Rezar. Algo se
presenta como sagrado respecto al proceso de autovalorización del Valor-Grasa si su ser es
considerado desde el punto de vista del Pueblo por otra cosa que no es Empleo. Para ilustrar esta
idea, pongamos algunos ejemplos claros y distintos.

Desde el punto de vista de Empleo, los Derechos humanos, como principios, son no-Empleo
limitante, lo cual genera a veces problemas derivados del carácter conflictivo que existe entre la
riqueza y lo que es sagrado68. Un caso típico se da cuando un político español tiene que decidir si
generar Empleo vendiendo armas en tiempos de guerra o no generar Empleo en base a la
sacralización de la esencia humana; evidentemente, si uno no sacraliza la esencia humana, lo

68
En este caso se habla de principios deontológicos (los DDHH) y no de Derecho. El Derecho es una condición
para el darse-Empleo, sin instituciones como la igualdad jurídica que se establece entre partes contratantes no
habría compraventa de la fuerza de trabajo, que es la mercancía fundamental en el proceso de autodesarrollo
del Valor Grasa. Sin el Derecho Privado, los notarios o los registros de propiedad, nada funcionaría. En este
sentido, una gran parte del Derecho es medio para un fin que no se confunde con el Valor-Grasa, aunque lo hace
posible. Por otra parte, la parte biempensante del Derecho no es sino una ficción jurídica completamente
inoperante desde el punto de vista del Empleo y Gol. Es decir, uno no puede llevar a nadie a los tribunales
porque no tenga vivienda, aunque esta sea «un derecho», principalmente porque esas partes del Derecho son
sonajeros. Tampoco sirve de mucho tener derechos humanos en caso de crisis migratoria, lo que seguramente
pase es que esos principios acaben, junto al migrante, en el fondo del mar: lo cual participa de Lo Gobernable.
humano deja de ser-sagrado desde el punto de vista de los principios morales para tener como
esencia el Empleo. Pero si uno considera a los humanos sagrados y cree que están por encima de
todo entonces habrá no-Empleo, y por lo tanto Sufrir al hundirse la industria armamentística,
aumentando el paro y ver como la conflictividad social aumenta en los astilleros. Desde el punto de
vista de Empleo, no hay distinción entre un melón, una silla de IKEA o la vida de un humano, todo
puede ser una oportunidad para generar Valor-Grasa. El Empleo es ciego, carece de la atención por
la «esencia» individualizada que sí concede Rezar. Que muchos «humanistas» decidan apostar por
Empleo y Gol incluso contra su psicología individual dice mucho del carácter expansionista e
intimidatorio de Empleo frente a unas esencializaciones en franca retirada. Tiene sentido que esto
sea así precisamente al ser la riqueza aquello que se espera de este mundo y de la política. Rezar
limita Empleo, y no-Empleo implica Sufrir69.

Otro caso lo encontramos en el corte fenomenológico que se introduce en el cuerpo de las mujeres
como algo que no puede ser Riqueza. Mas desde el punto de vista de la forma-Empleo, sin embargo,
esto no tendría que ser así, o lo que es lo mismo: ese corte es completamente arbitrario, y no hay
distinción entre el cuerpo-de-la-mujer-Empleo y el cuerpo-de-un-obrero-cualquiera-Empleo. Esta
ha sido la trinchera argumentativa de los defensores de la prostitución: partiendo de que el trabajo
es, casi siempre, desagradable, no hay nada, en función de una esencia oculta, que haga que el
trabajo sexual sea más humillante que el trabajo que hace un minero o un azafato. Aquello que está
presupuesto precisamente en el debate sobre la regularización o abolición de la prostitución es
precisamente la forma-Empleo y su contraparte «esencializante» Rezar.

El conflicto entre forma-Empleo y forma-Rezar de la experiencia se muestra con especial crudeza en


los debates prácticos sobre qué hacer con los dones naturales. Aída Míguez Barciela, comentando
un texto de Hume, destacaba el papel que jugaba en la argumentación del escocés la «la superstición
romana»: los antiguos no desviaban el curso de los ríos porque el ser del río era contrario a su
modificación, cambiarlo constituiría una violación del orden natural de las cosas, una afrenta a la
poderosa Natura. Hume, precisamente al ser moderno, se reía de esta idea, y comparaba esa
superstición con muchas de las falsas creencias de su época por las cuales estaba mal visto suicidarse

69
Esta es la causa de que las sociedades más ricas puedan permitirse Rezar de vez en cuando. Son los países
ricos los que inundan la esfera pública de bellos ideales económicamente limitantes porque hay tanta riqueza
que éstos pueden permitirse creer en cosas fenomenológicamente insostenibles desde el punto de vista de
Empleo como el amor o la dignidad humana. Estos ricos mirarán con pavor al país en vías de desarrollo que
esté sacrificando todo para poder hacer su acumulación originaria de capital.
(falsas creencias desde el punto de vista del racional e ilustrado Empleo) A propósito de las
reflexiones de Hume, afirmaba la hermeneuta: «nos encontramos ante el postulado de neutralidad
de la presencia de lo ente propio de la modernidad: en la modernidad la naturaleza está ya
completamente desencantada o desmitificada y desacralizada, tanto que el escrito que
comentamos no tiene ni que decirlo70». La disponibilidad de las cosas como Empleo responde a este
gesto de neutralidad: la carga de la prueba recae en aquellos que introducen en el conjunto de cosas
un halo de sacralización (sea este objeto un río, una mujer o la muerte de un sirio).

Esta retirada de la esencialiación y sacralidad de lo humano no cuenta ya con el respaldo de ningún


discurso legítimo: ni de la Ciencia moderna, que reduce todo a principios fundados en la física-
matemática; ni del Derecho, que reduce todo a un individuo multiplicado -o muchos individuos
iguales-; ni de la Economía Política, por la cual todo es en principio intercambiable por otra cosa
cualquiera mientras se cumplan las condiciones cuantitativas requeridas71. Se deduce, a partir del
hecho de que ninguno de los saberes objetivos de la Modernidad apoye esencialización alguna
respecto a cualquier cosa, el carácter privado y subjetivo del Rezar. Dado que no hay
«esencializaciones universales» de cosas (como sí sucedía en las pequeñas tribus y aún en la
Antigüedad y la Edad Media), no hay ninguna garantía en el hecho de que haya un consenso sobre
si conceder a un ente el estatuto de Empleo o no. Sólo hay, en este sentido, facciones. El Rezar
antiguo, por el contrario, no se producía por consenso. Este es fundamental para nuestra sociedad,
al fin y al cabo, el dinero es confianza social depositada en diferentes billetes o dígitos en una
pantalla, el derecho se funda en la promesa de una reciprocidad universal, y las creencias
compartidas (a excepción de la ciencia, cuyas verdades son universales y necesarias) sólo lo son en
tanto en cuanto son «más generales». Si todo el mundo creyera en la realidad del Espagueti Volador,
y la creencia en dicha deidad implicara llevar pantalones campana, todo el mundo llevaría el
atuendo requerido, pero todo esto sería accidental y contingente: se basaría en una mera
superposición de voluntades individuales y en la última moda del momento. Lo propio del Rezar

70
Véase Míguez Barciela, Aída, Talar madera, Vigo: La Oficina, 2017
71
De hecho, muchas veces sucede que un literato comenta un texto antiguo proyectando la categoría de
Empleo. Por poner un ejemplo, algunos consideran que los agricultores griegos «trabajaban» y hacían
«labores», entendiendo por «trabajo» o «labor» lo que se entiende hoy, una actividad fastidiosa desacralizada
que sólo tiene como fin el obtener un cuenco de Grasa. Desconocen la carga mágica que se le concedía a la
tarea de arar y recolectar la tierra por parte de los antiguos griegos, que lejos de hacer tareas del sector
primario, mantenían un ritual con la diosa Hera. De hecho, en algunas zonas rurales, todavía se trabaja la
tierra teniendo en consideraciones factores externos a la mera productividad y la optimización técnica -
aunque estas consideraciones hoy sean minoritarias-. Veremos esto más detenidamente cuando estudiemos
el desacoplamiento técnico-lingüístico en la sección dedicada a la analítica del cuñado.
antiguo, en cambio, es que las cosas se presentaban de una manera y de sólo una manera
determinada por sí mismas, y quien no respetara el orden del mundo, estaba pecando de soberbia
respecto al cosmos.

La no objetividad del Rezar está asegurada por la nihilidad del mundo tardomoderno, en el cual Dios
-el Dios Oscuro y Manifiesto- ha muerto. Aún así, puede pasar que alguien consigue crear un
pequeño y pueril dios en base a aunar gente mediante la publicidad, este dios puede conseguir
frenar e incluso subyugar Empleo y Gol. Imaginemos que, en vez del Espagueti Volador, alguien
convence a las mayorías de la superioridad esencial de la raza alemana y de la perversidad de la raza
judía. En este caso, se establece un Rezar por el cual el ente-judío y el ente-alemán no es ya mero
Empleo, esos entes pasan a ser «otras cosas». El Sufrir y Rezar de la Modernidad puede llegar a ser,
de esta manera, siniestro y terrorífico: surge como reacción violenta y contraproducente al
antropológicamente insostenible Empleo y Gol. Lo cual no significa que el Sufrir y Rezar antiguo
fuera precisamente «benévolo»: los espartanos, los romanos y los alemanes del Renacimiento han
tirado bebés por desfiladeros, cristianos a los leones y brujas a las hogueras. Sin embargo, en la
Antigüedad no existía algo así como «racionalidad» en la Historia, esta racionalidad surge
precisamente cuando todo el Sufrir y Rezar es sustituido por las relaciones materiales que establece
Empleo, siendo estas relaciones materiales algo dado sobre la base más amplia de una estructura
con posibilidad de ser estudiada matemáticamente -racionalmente- por la Economía Política. Solo
cuando sabemos que tal mercancía cuesta tanto de otra mercancía o que tal país tiene una balanza
de pagos positiva o negativa podemos contemplar cómo grotesca cualquier relación según la cual
un ser humano cueste el favor de la divinidad, sea esclava porque tiene un señor o deba de morir
por el linaje de Esparta.

Otro aspecto en el cual se manifiesta Sufrir y Rezar es en el trabajo domiciliario gratuito que hacen
las amas de casa por amor y tradición (el amor suele ser Rezar, aunque puede devenir Valor-Grasa
y por ende convertirse en Empleo). Este tipo de actividades son pre-Empleo y Gol y por ende hunden
sus raíces en la clase de relaciones previas a la gran acumulación originaria de capital 72 .
Precisamente fueron los pioneros teóricos de este nuevo gran mundo-mercado -los economistas
ingleses- los primeros en jugar con la paradoja de la ama de llaves: una ama de llaves genera riqueza

72
No tiene sentido, por tanto, entender el matrimonio en términos de plusvalía económica precisamente porque
las relaciones que se establecen entre el marido y la mujer son pre-económicas, están fuera de la Estructura
Valor-. Estas relaciones son relaciones premodernas que han sobrevivido al paso del tiempo, de la misma
manera que los musulmanes siguen sin comer cerdo o sigue habiendo esclavos.
y cobra un sueldo mientras que la mujer casada puede llegar a hacer lo mismo de manera «gratuita»
(siendo esta paradoja un argumento a favor de la imposibilidad de calcular la economía real de una
región). Lo que la paradoja pone de manifiesta es la racionalidad intrínseca a Empleo y Gol, y la
irracionalidad (la imposibilidad de calcular el proceso no-económico) de Sufrir y Rezar73.

Sin embargo, no todo Rezar acaba convirtiéndose en fervor colectivo, momento regresivo hacia una
etapa premoderna o pieza clave dentro del sistema reproductivo. Rezar suele adoptar la figura, en
la vida cotidiana, de aquellas pequeñas cosas que «no tienen precio», los ideales privados o aquellas
cosas que todavía no han sido mediadas por el mercado como un paseo matutino o pasar un rato
agradable con alguien. Este sin embargo es un Rezar sin Sufrir, una forma de la experiencia en cierto
modo inocente y espontánea no mediada por necesidades socioeconómicas.

12. Los tres estadios de la integración de Sufrir y Rezar en Empleo y Gol

Consistente en pedir poco, llevar una vida dura y asumir lo que llegue gracias a creencias
esencialistas respecto al mundo, Sufrir y Rezar ha sido capaz de permear la existencia de la gente
corriente desde siempre. Este a priori histórico es el propio de culturas tradicionales, imbuidas de
creencia ajenas a nuestro modo de entender el mundo, subordinadas también a un régimen o marco
más amplio de organización, ya sea el feudalismo o el arbitrismo monárquico del alto capitalismo
moderno. En lo que respecta a la valoración de Empleo en la Antigüedad, encontramos que
Aristóteles, por ejemplo, decía que la crematística (arte de generar riqueza) era un arte
completamente degenerado, pues el dinero no podía ser un fin en sí mismo según su ideal de virtud.

73
Que sea racional o irracional, en principio, no tiene nada que ver con que sea bueno o malo; esto depende de
la visión subjetiva y arbitraria de cada uno. Algunas cosas que consideramos buenas se realizan desde el
Sufrir y Rezar, por otra parte, el Sufrir y Rezar parece estar detrás de muchas guerras y conflictos bélicos.
Empleo y Gol puede reportarnos bienestar material y tranquilidad, salud y educación, pero puede hacer que
todo el mundo degenere a un estadio de estupidez absoluta que les incapacite para ser conscientes del
colapso medioambiental que amenaza con poner fin a su idilio tecno-económico. ¿Y estas cosas son malas
o buenas? Depende del criterio de aquel que lo analice, si alguien desea la extinción de la especie humana,
seguramente el capitalismo sea algo bueno. Por otra parte, la Grasa, en pequeñas cantidades, tampoco es
mala.
No es menos cierto que desde antaño se ha censurado la soberbia y la vanidad hasta el punto de
considerar la necesidad de destacar o «estar por encima de» como un pecado. Por otra parte, el
hecho de que Aristóteles criticara la crematística ya nos dice algo sobre Empleo, a saber: que
siempre estuvo ahí, pero en una versión extremadamente restringida. Lo mismo se puede decir de
Gol como algo sospechoso para culturas como la japonesa o la cristiana. ¿Cómo pudo, entonces
surgir Empleo y Gol hasta convertirse en la forma pulida y terminada de todo clasemediano «sano»
de nuestro actual estadio civilizatorio? Solo gracias al surgimiento del capitalismo, la invención de
nuevas tecnologías de comunicación y transportes y el desarrollo de las fuerzas productivas en
general, podemos comprender como el antinatural Empleo y Gol se ha vuelto la forma de la
experiencia del Pueblo. Además, la transición que se produjo desde Sufrir y Rezar hasta el actual
Empleo y Gol no fue uniforme ni lineal, sino que tuvo diferentes estadios.

Por una parte, Empleo viene determinado, objetivamente y más allá de su «aparecerse» a los
clasemedianos, por las capacidades reales de una economía. Mas esta economía ha sido posible a
su vez gracias a un primer germen de Empleo como forma de la experiencia. En algún momento de
la historia, algún grupo de mercaderes, bajo ciertas condiciones técnicas, jurídicas y científicas
objetivas, fueron ya clasemedianos. Aunque vistos como unos auténticos piratas degenerados
alejados de toda moral, y no -cuál es la apreciación actual- como unos emprendedores que
comenzaron de cero en su garaje, estos primeros clasemedianos constituyeron las primeras semillas
subjetivas que hicieron florecer la maquinaria de la modernidad y del capitalismo. Poco a poco, la
forma-Empleo tornó hegemónica y ésta fue consolidándose pese a las amenazas de los que todavía
pensaban como Aristóteles o Jesucristo. Con esta tesis no se apunta a humanismo alguno, el
capitalismo no fue invención de gente que espontáneamente comenzó a vivir según Empleo, pero
tampoco es cierto que el capitalismo surgiera sin intervención humana. Precisamente requiere de
intervención humana medada por Empleo, de ahí que esta categoría sea otra de las condiciones
necesarias para comprender el surgimiento del modo de producción capitalista. Si no hubiera sido
por esta minoría revolucionaria, las máquinas y las relaciones jurídicas hubieran sido destruidas,
cuál fue el caso de China y de otras potencias en las cuales el tradicionalismo vetó el camino trazado
por Empleo y Gol.

El determinismo, bien entendido, no excluye la acción humana, sino que la incluye, pero de manera
tal que la acción humana ha de darse bajo ciertas formas para estar en sintonía con la tendencia
general fruto de tantas otros tantos condicionantes. Un biempensante, cree, por el contrario, que
la acción humana es lo decisivo, y no un ingrediente más al pensar el coctel que hizo aparecer la
Modernidad misma. En este sentido, el biempensante es tan ingenuo como el determinista grosero
que cree que la acción humana no cumple ningún papel. Marx decía en El Capital: La tecnología (1)
desvela el comportamiento activo del hombre (2) para con la naturaleza (3), el proceso directo de la
producción de su vida (4), y, por tanto, también de sus relaciones sociales (5) y de las concepciones
mentales (6) que brotan de esas relaciones. La vinculación entre los seis elementos es dinámica,
como intentó señalar David Harvey74, de tal manera que es «el sujeto el que empuja al objeto y el
objeto el que empuja al sujeto» bajo tendencias objetivas que conocen, en la realidad, una gran
cantidad de altibajos debidos a las más curiosas combinaciones de estos seis elementos. Cuando
Marx dice que la tecnología «revela» se pudiera decir también «descubre». en nuestro caso la
cuestión se hace evidente, el surgimiento de nuevas estructuras jurídicas y tecnológicas dejaron la
vía libre a Empleo y Gol, el cual pudo dar rienda suelta a sus potencialidades ocultas, desarrollándose
y expandiéndose geográficamente.

En la Grecia Antigua o en la India, por poner dos casos, había muchas restricciones respecto al
comercio de ciertos alimentos: como los higos75 o la carne de vaca. El motivo era estrictamente
tecnológico, se carecía de tecnología para arar la tierra (y por eso había que preservar a la vaca, que
con el tiempo se hicieron sagrada) o para transportar y conservar las frutas ¿Cómo se hace posible
que se alienen los alimentos? Mediante el mercado de las especias, la introducción de nuevas
técnicas agrícolas o la floreciente industria naval, cruciales en los orígenes del capitalismo. Por ende,
cosas como las nuevas rutas comerciales, auspiciadas por una nueva tecnología, son las que
permiten que muchas cosas que se consideraban como no-Empleo (no-Riqueza, no-mercancía)
pasen a ser bienes comerciales dentro de la Estructura que se va construyendo progresivamente
sobre el axioma del Valor. En el proceso de construcción de la forma desplegada de Empleo es
crucial, pues, el saber, que posibilita el proceso de alienación de los entes respecto a su antigua
apreciación como cosas sagradas o cosas sin precio producen.

74
HARVEY, D. Guía de El Capital de Marx, Madrid: Siglo XXI, 2014, pág. 190, 191, 192.
75
De aquí que en las democracias griegas surgiera la figura del sicofante, «el que cuenta historias sobre los
higos.» Los sicofantes eran expertos chantajistas capaces de acusar a alguien por haber vendido higos o
cualquier otro producto inalienable como mercancía, y como eran expertos oradores, el acusado prefería
pagar al chantajista antes que ir a los tribunales y jugarse su vida en un proceso que carecía de las garantías
modernas
A largo plazo, Empleo puede significar el fin incluso de las viejas mentalidades supersticiosas.
Aunque este proceso, de nuevo, no es determinista: el no-Empleo del cerdo en el islam tenía sentido
desde el punto de vista materialista, como bien explica Marvin Harris. No obstante, a pesar del
cambio de las condiciones materiales, esta mentalidad sobrevive a pesar de todo. A veces, «el
sujeto» empuja más que «el objeto», por eso se usa el término “tendencias” y no “procesos
deterministas”. Existen, por tanto, fuerzas puramente tecnológicas que actúan sobre los individuos
y las sociedades. Por otro lado, también existen fuerzas extra-tecnológicas, o sociales (en un sentido
amplio), que condicionan de modo importante el desarrollo de cualquier tecnología emergente, y
así, también a la sociedad. Las dos fuerzas interactúan y se componen del siguiente modo, pues:
mientras que los intereses y estructuras sociales influencian y moldean nuevos desarrollos y
aplicaciones tecnológicas, estos, una vez arraigados, vienen a moldear la sociedad y a transformar
sus hábitos y concepciones del mundo. Luego está el perejil, que lo regalarán en la frutería siempre,
pase lo que pase y por mucho que avance el capitalismo.

Por su parte, y al igual que Empleo, en la Antigüedad Gol no cumplía ningún papel relevante. Puede
que la causa sea la desconexión espacial e informativa entre los países y los pueblos, pero también
la falta de canales de comunicación de masas. Uno podía hacer Gol dentro del irrelevante marco de
su pequeña aldea, pero al ser la potencia del Gol tan dependiente de la aprobación de los terceros,
el Gol no actualizaba todo su potencial. Reputación, honra, valía, fama corriente, esto es lo que
había antes. Acaso había gente célebre dentro de campos específicos como Boecio para los filósofos
o Galeno para los médicos; muy pocos transcendían y desbordaban la fama de andar por casa, y
mucho menos existía un marco general accesible por todos para participar en Lo Que Gana.
Tampoco existían muchos de los mecanismos ideológicos que permiten generar espacios estables
de Gol, como los «nacionalismos», el deporte tal y como se recupera en el siglo XX, o el consumismo
como algo que dota de identidad y de Gol. Incluso las leyendas literarias no presentaban a héroes
victoriosos, sino más bien trágicos, que lo único que hacen es Sufrir y Rezar: es el caso de Aquiles o
El Cid Campeador, el cual se pasa todo el poema llorando por los rincones (algo que nunca hubiera
hecho Terminator, Conan o Clint Eastwood). Cuan diferente se nos presenta ese panorama aburrido
y solitario con la sobreexcitación actual, y más desde que el Pueblo tiene acceso a las redes sociales,
en las cuales se potencia Gol hasta el punto de que, hasta lo más anodino, como una cena o un día
con la pareja, puede subirse con el hashtag #Gol.
La desincronización entre Empleo y Gol se explica en parte a que ambas formas de la experiencia
requieren tecnologías y factores distintos para su avance. Empleo parece más fundamental y
relevante que Gol en las primeras etapas del capitalismo (desde los siglos XV-XVI), pues Gol sólo
comenzó a despuntar en el siglo XX. Dado que de facto se dio que en los orígenes del capitalismo
Gol no cumplía un papel determinante, es necesario afirmar que la conexión de Gol con la economía
no es necesaria, por lo menos en un primer momento, y que, por lo tanto, Empleo surgió in partibus
infidelis, gracias, en parte, a una astucia de la Razón: la instrumentalización del Sufrir y Rezar para
fines comerciales. Esta etapa se corresponde al primer estadio de la interrelación del Sufrir y Rezar
y Empleo y Gol.

12.1.Primer estadio: Empleo sin Gol

Es imposible imaginar al Pueblo en puro Empleo, este es un marco antropológicamente carente de


sentido, y si algo necesita el ser humano es sentir que lo hace sirve a un propósito. El viejo
capitalismo, lleno de sacrificios por parte de los trabajadores y los empresarios, necesitó de una
noble mentira para ser operativo desde el punto de vista etnofenomenológico. Los rusos que
cavaban en el barro para edificar San Petersburgo, los marinos holandeses que soportaban las
inclemencias del Mar del Norte o las obreras fabriles que morían aferradas a una máquina por el
tifus, no podían aceptar, simplemente, que eran “el abono de la historia”. Fueron abono, sí, pero
casi todos ellos creyeron en ideas referentes a la Familia, la Religión o el Imperio. Empleo, ante la
no aparición de Gol, no se había desligado por completo de su counterpart Sufrir y Rezar: de hecho,
lo usaba para sus propios intereses.

Max Weber encontró en el espíritu protestante del capitalismo una forma pulida de Empleo sin Gol.
Giraba en torno a una creencia teológica muy básica: la riqueza es señal de la Gracia. Precisamente
al ser la ética protestante tan servil respecto a Empleo (la generación de Valor y la acumulación de
riqueza) ésta ha resultado ser un acelerador de un proceso histórico que ya venía dándose. Esta
relación entre ética sacrificial protestante y desarrollo del capitalismo también fue vista por Marx:
los protestantes habían hecho un uso de la temporalidad más afín al objetivo del capitalismo al
suprimir muchos días festivos y dedicarlos al trabajo76. Esto no significa que surgiera el capitalismo
porque hubiese protestantismo, de hecho, las semillas del nuevo sistema económico se plantaron
en países católicos como Italia o España. En su última palabra a los críticos, matizó Weber: (…) la
razón por la cual, a pesar de todo, hablamos de tal «espíritu» en el contexto de estos sistemas reside
—para repetirlo— en el hecho de que la mentalidad designada de esta manera, o varias de sus
posibles actitudes, nos parecen de alguna manera especialmente «adecuadas» precisamente para
aquellas formas de organización. Por razones internas, parecen tener una «afinidad electiva»
(wahlverwandt) con ellas, pero sin que necesariamente estén por eso atadas a ellas en cada caso
particular, o incluso en la mayoría de los casos, o en un promedio de ellos77

¿Y por qué no podía haberse dado el capitalismo sin Empleo, en el puro Sufrir y Rezar?
Principalmente porque sin Empleo las cosas no son entendidas como riqueza o mercancías, a pesar
de que las restricciones de Empleo en la Alta Modernidad son evidentes. La forma-Empleo no se
extendía la totalidad de los objetos posibles, sino más bien a unos pocos capaces de ser
comerciables78, y es seguro que un mercado del siglo XVII pudiera parecer ridículo en comparación
con los centros comerciales de Dubái o el Alcampo del extrarradio, pero tanto el clasemediano del
siglo XVII como el del XXI ya sabe cómo es el mundo de las mercancías y, en ese sentido, ambos
comparten Empleo.

76
Todavía hay quien contrapone a Marx como un teórico que desprecia lo humano como «superestructura» y
a Max Weber como un idealista que cree que la «superestructura» dirige la «infraestructura». No sólo carece
de sentido esta dicotomía, como hemos mostrado más arriba respecto a la complejidad de la interrelación
entre factores que configuran una tendencia histórica, sino que en cierta manera contraponer a Marx con
Weber es un ejercicio de violencia interpretativa y de missreading, Cfr, CLAVERO, Bartolomé, Más acá de
Max Weber.
77
WEBER, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid: FCE, pág. 364.
78
Los economistas del siglo XVIII y XIX escribían, sobre todo, de husos, alfileres, panaderías y cosas de este
jaez
El paradójico despliegue del capital exige este híbrido extraño entre un Sufrir y Rezar y un primer y
tibio Empleo. El mecanismo por el cual este híbrido funciona es mediante la transición temporal del
Rezar del presente hacia el futuro. Lo esencializado en Empleo sin Gol es un futuro por el cual todo
el sacrificio del presente se justifica, siendo el presente lo desacralizado respecto a un futuro: el
cielo en su versión protestante, o la sociedad perfecta. El Empleo se hace tolerable en tanto que lo
importante es ir al cielo o está poniendo los cimientos del comunismo. Esta es la «astucia del
Capital» a la hora de acumularse originariamente (ya sea en su forma capitalista o socialista), pues
la mayoría de los que estaban inmiscuidos en este proceso, lo hacían siguiendo otros fines distintos.
Desde el punto de vista individual, no es difícil observar también esta voluntad sacrificial: hay que
Sufrir y Rezar hoy para tener un buen puesto de trabajo mañana. La gracia radica en que ni el
esfuerzo es garantía de recompensa, ni los que trabajan en malas condiciones son los que
disfrutaron del mundo tal y como lo conocemos hoy.

12.2.Segundo estadio: Gol-como-opio-del-Pueblo

Un analista especialmente riguroso pudiera preguntar, no sin cierta inquietud, de qué manera el
concepto de Gol podría dar cuenta del hecho del «autogol». Nuestra respuesta a esta objeción se
dará en las líneas siguientes. Precisamente, lo bueno de Gol en tanto que espacio semiótico
estructurado a varias capas que se solapan mutuamente, se alternan y se sustituyen, es que Gol
asume la posibilidad de autogoles en cualquier conteo implícito orientado a la determinación y
subsiguiente celebración de Gol. Esto se debe a que un autogol en una parcela más o menos
restringida puede ser cancelado e incluso sobrepasado con creces con goles en otro espacio de Gol,
incluso —y con más razón aún- si se trata de un espacio de participación vicaria. Por ejemplo: «es
cierto que tu vida es horrible y tú un negado y un necio, pero mira lo bien que lo ha hecho España
en el último Olímpico o cómo florecen los brotes verdes en la economía». Precisamente por esto, y
debido a la dualidad sensible-suprasensible de Empleo y Gol, el Gol puede tener la función de
mistificar y generar una imagen falsa de abundancia ante la falta de empleo en tanto que Empleo,
especialmente en esa parte del Pueblo más desfavorecida.

Hay, pues, la posibilidad de una relación compensatoria entre los dos polos de Empleo y Gol: la
ferocidad de la defensa de Gol en una localidad es inversamente proporcional al éxito de Empleo.
De lo cual se sigue que Gol, en cierto sentido, no es más que un mecanismo de compensación del
sufrimiento inherente a la condición de no-Gol, auspiciado por falta de Empleo y transmutado al
plano de la provisión incondicionada de sensaciones de victoria. La intensidad redoblada de Gol
sirve entonces como medio para evitar una recaída de todo este complejo simbólico-biopolítico
sobre el más descarnado e inquietante Sufrir y Rezar. Bajo esta función, el Gol es el dique de
contención que evita que el Pueblo se suma en estados regresivos y premodernos de diferente
índole: actúa bajo el clásico lema romano Pan y fútbol. Pero precisamente, por esta función, puede
el Sufrir y Rezar volverse inoperativo como promesa de redención y ser sustituido por el más racional
Lo Que Gana.

Esta es la esencia del segundo estadio de la dialéctica entre Sufrir y Rezar y Empleo y Gol, que el
Gol-como-opio-del-Pueblo sea ahora el nuevo Rezar. Los íconos, el incienso, la continua búsqueda
de las baratijas emocionales y materiales que adornaron la infancia de cada individuo, el recuerdo
glorioso de un pasado, el Cid o Dios, son sustituidos y reciclados bajo la malla del patriotismo, el
corporativismo, la idea de la empresa como una gran familia, el equipo de fútbol o el barrio de cada
cual. Este incipiente Gol, no obstante, proporciona satisfacciones espirituales sin la mediación una
industria específica. Además, como fase intermedia entre el capitalismo naciente y el capitalismo
tardomoderno constituido, supone una criba en la elección de qué cosas del viejo Sufrir y Rezar van
a formar parte tanto de Gol-como-opio-del-Pueblo, como de Empleo en MundoBlaneario. Dicho a
través del ejemplo, entes mediados por Sufrir y Rezar como quemar brujas o ir a misa no han
sobrevivido al estadio dos, pero sí los dulces que hacían las monjas o los toros.

12.3.Tercer estadio: MundoBalneario


Lo que mete Gol es lo que proporciona satisfacciones de rebaño a la gente, esté la actividad
relevante monetizada o no. A menudo, no lo está y es entonces que Gol actúa como mecanismo de
compensación. Pero en ocasiones lo está, y que haya Gol en un área de la vida, por ejemplo, en la
vida capillita, motiva esfuerzos para crear Empleo en esa área, dando lugar así a un verdadero
complejo de Empleo y Gol totalmente integrado en la estrategia económica de un país. Pero en este
caso Gol no es ya un mero mecanismo de compensación, conlleva «puentes» hacia objetivos de
crecimiento local de un sector, que sirven para «generar riqueza» y Empleo. Es así como la cabra de
la legión, el Cristo del Gran Poder o la abuela del Betis pueden entrar a formar parte de la
internacionalización de la economía.

Este tipo de integración sofisticada es lo que se conoce como MundoBalneario: bajo esta forma, el
clasemediano depende de Gol para generar Empleo, luego no puede ser sin más un viejo capitalista
o proletario, tiene que generar imagen, mito y transmitir sensación de “petarlo”. La ciudad tiene
que venderse como ganadora, y por ende ha de organizar unas olimpiadas, o por lo menos ha de
convertirse en una postal de sí misma. En MundoBalneario, el Gol ofrece un cuenco de Grasa solo
si se logra la victoria en el macabro coliseo del Follar o Morir. Bajo esta forma acabada tiene sentido
la Guerra Fría entre los dos zapateros, el consumo pecuniario y la estructura objetiva de Gol como
régimen disciplinado por las industrias -como la prensa o el marketing- encargadas de instruir a la
opinión pública respecto a lo que es trending topic en Gol.

Por lo tanto, la conmemoración de la muerte de Cristo, en el siglo XXI, no significa que España sea
casi una teocracia, ni que sus gobernantes sean personas cínicas que opinan que sólo con la religión
puede dominarse a un pueblo, y que sólo este dominio garantiza el orden público. En rigor, todo no
es más que un espectáculo donde Sufrir y Rezar se subordina estéticamente a la industria turística
y a la estrategia de Empleo y Gol del PP. La semana santa y los capillitas tienen un papel central
como figurantes de este Parque Neolítico que el gobierno sólo puede apoyar y sólo por esto siguen
existiendo. No izar esas banderas a media asta el viernes santo significaría de inmediato que la
Marca España no existe, ya que tampoco podría existir de otra manera. Por otra parte, no se ve por
qué el gobierno no da un paso más en esta estrategia, y exige al Real Madrid que todos sus partidos
comiencen con un besamanos al rey presidido por un Nazareno en la cruz, especialmente en los
partidos de Champions; o bien que se fortalezcan los lazos entre las distintas facetas de nuestro
clúster de innovación, por ejemplo, esculpiendo nuevos cristos con el rostro de Sergio Ramos o algún
otro héroe nacional.
Veamos, por último, la Historia de la torrija desde el punto de vista etnofenomenológico como
conclusión a este capítulo. La torrija dentro del Sufrir y Rezar puro es la torrija que se hace de manera
casera en relación íntima con la Semana Santa, esta torrija es un afuera de la sociedad moderna, y,
por lo tanto, no participa ni tiene la pretensión de convertirse en Empleo. Poco a poco, en Andalucía,
tierra matriarcal por excelencia, la clasemediana que se quedó para vestir los santos, ostenta un
poder desmesurado tanto en la regulación y coordinación proactiva de los domingos de paella,
bautizos y otras fiestas criptocatólicas, como en la programación, fijación y transmisión de la esencia
de los dulces, bollos y votos del PSOE correspondientes. La torrija comienza a subordinarse a Empleo
en un establecimiento plebeyo que venderá agunas pocas torrijas en las fiestas del pueblo,
aguardando su momento decisivo. Mientras tanto, el país sigue lento, pero seguro, en su afán de
convertirse en MundoBalneario desde los años 60. La subordinación de la torrija sagrada a Lo Que
Gana producirá su ulterior injertación dentro del mercado, una vez la torrija haya adquirido toda la
mitificación posible y sea hasta un hito en el mercado internacional. La torrija acaba haciendo su
entrada triunfal en el gran mercado, cuya competencia y saturación provocará que la torrija devenga
Valor-Grasa, es decir: torrija fabricada con harinas insalubres, aceite de palma y leche de una vaca
genéticamente alterada y con un agujero en el estómago para introducir directamente
medicamentos para mutantes.

13. Aspectos teológicos de Empleo y Gol.

Del griego θεός (dios) + δίκη («justicia»), la teodicea es la rama de la Teología natural dedicada tanto
a la demostración racional de que hay Dios, como de la compatibilidad del mal con la existencia de
dicha entidad. Sin embargo, ¿quién en su sano juicio se metería ahora a debatir con los teólogos
sobre temas realmente escolásticos en torno a la existencia del Dios o los argumentos a priori sobre
la necesidad de presuponer un creador bondadoso79? Preguntémonos, más bien, ¿qué significaba

79
En este momento, la única pregunta escatológica interesante es la del fatalismo: si los humanos están metidos
en una dinámica política, económica, tecnológica y energética viciosa, que les resulta imposible dejar de
acelerar; o no. Las demás preguntas religiosas históricamente recurrentes se pueden expresar en esta o están
ya obsoletas. Sería lamentable que la enorme masa de ciudadanos religiosos no se diera cuenta de que esto
es realmente así y que muchas preguntas se disuelven y pierden el sentido, mientras que otras ocupan su
lugar. Si este es el caso, uno tiene el derecho a preguntarse si el ciudadano religioso se pregunta de hecho
Dios en la era del Sufrir y Rezar? Además de ser una idea filosófica y una institución política, era
fundador de una tecnología: una mezcla de ambientador, radiador, masaje y sonajero. Pensemos,
si no, en el labrador del siglo XII, un señor maloliente e irrelevante, con una cantidad ingente de
hijos, pordiosero, mal alimentado y enfermo. En una iglesia, dicho señor tendría acceso a agua, un
coro de personas cantando, algo de comida, calor y el olor del incienso, que, comparado con el olor
de una ciudad europea medieval, tendría que ser bastante agradable. La función «salvífica» del
edificio eclesiástico era entonces análoga a la función redentora de la doctrina de la Iglesia. ¿Mas
qué es el olor a incienso en nuestro mundo? ¿Dónde queda la Iglesia cuando tenemos, sin tener que
salir de casa, equipos de música, nevera, calefacción, y, sobre todo, cosas mejores que idolatrar80?

La Iglesia ha sido sustituida por los mercachifles del tardocapitalismo. La religión o ritual del
clasemediano es este desenvolverse en los Templos de la Grasa, el querer cosas gratis y estar
dispuesto a atacar a gente inocente para llevarse un bote de Nutella a mitad de precio81. Por esta
razón, nuestra noción de teodicea, conocimiento versado también sobre el sentido de la vida,
implica el estudio de Empleo y Gol. ¿Y cual es el sentido de la vida hoy? Encendamos la televisión:
uno puede ver al Pueblo metiendo Gol junto a Fernando Alonso, Banco Santander, los coches de
lujo y la oil-based economy. En las películas en blanco y negro, vemos al Pueblo metiendo Gol con
chaqueta y corbata, gestos viriles, una perra bonita pero traicionera, un buen afeitado, un peinado
discreto, y el sacrosanto Cigarrillo Industrial. En el siguiente canal, una consultoría financiera habla

cosas y se atiene a las consecuencias de estas preguntas, o si lo que hace más bien es refreír precariamente
los trapos sucios de su educación infantil. Si resulta ser lo segundo, entonces replicaría uno ¿cómo puede
justificarse la adhesión a una religión que no te hace preguntar, excepto por cobardía y precariedad
intelectual, por el peligroso deseo de seguir siendo niño a toda costa? Llegados a este punto, ya no se sabe
si hablamos de humanos o de muebles.
80
Esto sin contar con el hecho de que las religiones del libro han quedado varadas en la obsolescencia debido
tanto a que nadie lee ni ve la misa por la 2, como por el hecho de que Dios mismo no se comunica con
nosotros en el lenguaje de las actuales TICs. Supuesto que Dios es creador, entonces ha de contener en sí el
programa de lo real, como afirmaba San Agustín con su doctrina ejemplarista. Para seguir creyendo en un
Dios objetivo e igual para todos, por tanto, deberíamos tener pruebas de que Dios sabe programar y que usa
el Big Data, como ya lo hace Mark Zuckerberg o el equipo de nerds que David Axelrod metió en una cueva
secreta a trabajar para la campaña de Obama. Por ende, hay que preguntar dónde está ese programa y en qué
código se escribe, por no hablar de los sensores y actuadores de Dios, que son los que, se supone, han de
mantener a Dios en funcionamiento y darle una apropiada interfaz para sostener personalized human-God
interactions. No pedimos nada que otros humanos no hayan pedido a Dios. Así, a los israelíes en el desierto,
dado que estaban poco versados en las sutilezas de la computación, Dios les proporcionó leyes que ellos
podían entender. De la misma guisa, a nosotros ha de proporcionarnos códigos, dispositivos RFID para
conectar las babuchas a la nevera, notificando goles del Real Madrid a tu dedo gordo, y trayéndote la
cervecita de inmediato. Pero llegados a este punto, los creyentes callan. Al final va a resultar que Dios es lo
que cada cual quiera que sea, como la democracia y todo lo demás. Vaya decepción.
81
Véase https://www.ultimahora.es/noticias/internacional/2018/01/26/323133/caos-altercados-francia-por-
suculentas-rebajas-botes-nutella.html
de la Sustainable and Disruptive Innovation: la civilización mete Gol. Finalmente, en el último canal
consultado, podemos ver el lema del vestuario del Cádiz Club de Fútbol «Quien está contra el Cádiz,
está contra la humanidad». Palabras duras de la doctrina Empleo y Gol tal y como se aplica en la
vieja Tartessos, tierra de poco Empleo y por ende del «chapú», el trapicheo y la exaltación radical
de Gol. En definitiva, esta es la experiencia religiosa de nuestro tiempo: Empleo y Gol es lo óptimo
en nuestras sociedades. Poco-Empleo y Gol, gracias a la participación en un sistema con producción
totalmente automatizada y socializada a fin de componer los efectos y ofrecer migajas, es
sostenible. Pero no-Empleo sin Gol, por mucho que sea sostenible y te acerque al tercer género de
conocimiento, es imposible; por no decir que te expone al espiritualismo y por ende a Sufrir y Rezar.
En este sentido, Gol cumple la función del katejon cristiano, aquello que retiene el Apocalipsis: es
mecanismo de contención del siempre latente Sufrir y Rezar ante la falta de Empleo. Lo cual significa,
a su vez, que la caída del clasemediano del Empleo y Gol se ha de interpretar como su expulsión del
Paraíso.

El Pueblo moderno ha sido educado en ciertas certezas clasemedianas, en la validez interpretativa


de ciertos consensos clasemedianos, en el carácter providencial de seguir y defender ferozmente
ciertos comportamientos clasemedianos, e incluso en la superioridad moral de las aspiraciones
clasemedianas. Pero, cuando estas coordenadas se muestran inoperantes al morar la realidad o
tratar de descifrarla, el pretendiente de clasemediano deviene precariado 82 , ¿cómo no ha de
desmoronarse, a sus ojos, lo clasemediano en general? ¿Cómo no se volverá él o ella contra lo
clasemediano y todo lo que implica, por mucho que le constituya en su ser, a veces de la manera
más profunda? Este precariado es la tierra sobre la que vuelve a germinar el Sufrir y Rezar
substantivo, no mediado por las relaciones materiales y simbólicas que impone Empleo y Gol, sea
esto irse a una comuna hippie, alistarse a Boko Haram, o volver al culto de vírgenes, el militarismo
y Millán Astray. Son los precarios, en suma, los primeros en dejar de creer en una gran cantidad de
lemas del pasado como el consumo desquiciado, la Clase Media, la democracia, la individualidad, el

82
En España, este es el caso de los hijos de la generación del pelotazo, que hoy se arrastran, currículum y
LinkedIn en mano, a fin de obtener siquiera las más precarias oportunidades. No se hacen prisioneros, el
sueldo es insuficiente, no se goza de seguridad ni por ende de tranquilidad o autoestima. Los derechos son
humo, las perspectivas de futuro son una broma de mal gusto. Hoy en Chiclana, mañana seguramente en
Chile, y pasado en Hong Kong (y gracias). Esta masa acoge en su seno a los parados de más de cincuenta o
los ancianos empobrecidos que han visto menguar su poder adquisitivo. Aunque en general, cada región
conoce su caída y el precariado global es, por ende, completamente heterogéneo
pisito, el cochazo, la pensión, la propiedad privada, formar una familia y un sinfín de mentiras y
barbaridades semejantes.

Que sea en las épocas de no-Empleo, de posguerra o de crisis económica, donde se suele producir
la caída de lo clasemediano hacia el Rezar, se debe principalmente a dos razones. La primera es la
paradójica nostalgia de lo que no se ha vivido, sea esto una realidad transmundana o un pasado
idealizado a través de los relatos, las reliquias o lo que aún pervive del pasado En el fondo, es natural
que a muchos parezca inaceptable la destrucción de todo lo viejo cuando en su lugar lo que se quiere
poner no es un mundo habitable, pacífico, tranquilo, hermoso y enriquecedor. Lo que hay es una
especie de Mad Max buromundano donde nadie está a salvo si no envía cuatro currículums por
minuto a la otra parte del planeta, entre taquicardia y taquicardia, mientras come ensalada de
plástico viajando de pie o apretujado en el metro al ritmo enloquecido de Empleo y Gol.

La segunda razón es más fundamental. Para el Pueblo, el Sufrir y Rezar constituye un sistema
interpretativo máximamente recurrente por su firmeza dogmática, mientras que a Empleo y Gol le
son imprescindibles la inconsistencia, la estupidez, la mascarada y el autoengaño. Dentro de este
último sistema interpretativo se observan las mayores aberraciones intelectuales: uno encuentra,
por ejemplo, decenas de miles de entrepreneurs de Silicon Valley exudando y haciendo charlitas TED
sobre metafísicas infumables donde todos vivimos en una simulación de ordenador. En otro rincón,
tenemos a los transhumanistas, que quieren subir nuestra alma a la Nube o lograr la inmortalidad,
no en otro mundo sino en este mismo. Por la televisión, un continuo infinito de anuncios baratos
nos intenta vender batamantas, guantes pelapatatas, desodorantes para el culo, soportes para el
rifle al lado de la cama, el pijama-vaquero o el célebre Slap Chop. Esto deja al creyente de Empleo y
Gol en la total indigencia: en cualquier momento la ciencia o el mero sentido común puede dar al
traste con pilares de la doctrina. Sobre todo, Empleo y Gol postula la necesidad de un crecimiento
infinito en un planeta finito, donde la sacrosanta tecnología nos libra de todos nuestros excesos y
pecados. Pero esta idea es, más que arriesgada, absurda y hasta contradictoria.

En cambio, Sufrir y Rezar, a pesar de sus graves consecuencias, es un sistema de interpretación y


voluntad más honesto que Empleo y Gol. Es cierto que el Rezar implica la creencia en entidades o
mundos cuya existencia es dudosa y de hecho inestable, como dioses, ángeles, demonios, infiernos,
paraísos, íncubos, súcubos, patrias, banderas o comunidades autogestionadas. También es cierto
que creer en estas entidades te pone en las manos de curas, emperadores, demagogos, jefes de la
asamblea o caudillos, todo lo cual puede acabar con tus huesos en una guerra suicida o un acto
terrorista donde ni pinchas ni cortas. Pero, y esto es lo más importante, como toda esta certeza se
basa en entidades absolutamente trascendentes y de hecho blindadas a la exploración empírica, se
puede evitar caer en conclusiones que sean en todo punto inaceptables desde el punto de vista
teórico. Por ejemplo, la existencia del Dios es compatible con la teoría de la relatividad de Einstein
o con la teoría de Max Planck, cuya contribución al desarrollo de la mecánica cuántica es de sobra
conocida, aun siendo poco conocido que se trata de un señor bastante espiritualista y creyente83.
Esta infalibilidad e inescrutabilidad de los seres divinos y altermundanos hace de Sufrir y Rezar un
paradigma más resistente pero también más consecuente e intelectualmente serio que Empleo y
Gol. De esta manera, Sufrir y Rezar sirve mejor para tranquilizar al rebaño, calmar sus emociones,
darle un código moral claro y otras certezas interpretativas.

La tendencia de la caída del clasemediano en tiempos de perros ha quedado patente en Europa y


Estados Unidos tras la crisis de 2008. En muchos de estos países, en las primarias de la izquierda
francesa o estadounidense ha ganado el bendito de turno que quería implantar la renta básica
universal y un impuesto a los robots. Son entrañables, pero siempre se los meriendan, primero las
hordas de Lo Serio y Lo Responsable, y luego los clasemedianos ancianos, arrastrados por su sentido
del decoro. Y como ocurrió con Bernie Sanders, eso desmoviliza a las izquierdas y a los jóvenes, que
ni de broma votarán por el pasmarote sistémico-moderadete. Mientras tanto, la gente corriente no
tiene de qué preocuparse, ya que, si el Nuevo Mundo no ha logrado hacerse habitable, montaraces
brutales como Trump y Le Pen siempre estarán a mano para tratar de «poner las cosas en su sitio84».
En este estado de cosas, no ha de extrañarnos que España viva un pronto retorno a los valores de
vida rural, de la mano de la Iglesia Católica y con lemas apelando a La Reconquista y Lo De Siempre.
Cuando lo nuevo avanza atropellada y dislocadamente, como por necesidad ocurre en el
capitalismo, es normal que lo viejo reclame su lugar. Quizás este retorno de lo viejo no es ni siquiera
un canto de cisne tras el derrumbe de la tradición, sino el síntoma recurrente de la incapacidad
intrínseca del capitalismo para gestionar la vida humana.

83
También lo fue Erwin Schrödinger, quien dedicó algún capítulo a reflexionar sobre la Voluntad, el Ego
Trascendental, Dios o el Velo de Maya, rozando el delirio.
84
Como es el caso francés, una vuelta a Empleo y Gol parece complicada por la situación del país en el
escenario económico mundial. Así que elegir entre Macron y Le Pen tiene toda la pinta de ser la elección
entre Sufrir y Rezar para mañana o para pasado mañana, e incluso la elección entre Sufrir y Rezar con
apariencia de tal o un Sufrir y Rezar decorado con constantes e insidiosos PowerPoint y LinkedIn sobre la
tolerancia y las virtudes del ahorro, la «emprendeduría», la moderación y la alarma a las siete de la mañana
con torniquete cerebral. Además, la asistencia a las reuniones de PowerPoint no es obligatoria, pero está
fuertemente recomendada, dice el jefe.
¿Y no es posible un Sufrir y Rezar alternativo, que rezara a la vida tranquila y el desarrollo personal
en un contexto de desaceleración económica? Desde el punto de vista de Empleo y Gol, parece
complicado que el clasemediano rechace el consumo desquiciado cuando consumir y gozar es
precisamente el imperativo sobre el cual todo está organizado85. El Sufrir y Rezar que suele surgir
tras las crisis no es mucho mejor, casi siempre se traduce en una filiación masiva del precariado a la
ultraderecha o a la izquierda más irracional. Irónicamente, esta filiación al identitarismo esencialista
sólo tiene como causa y fin volver a los estándares previos de poder adquisitivo: Empleo y Gol y
Sufrir y Rezar han entrado en una espiral de mutua realimentación y enriquecimiento en el terreno
político, como se ha visto en tantos sitios. Además, la Unión Europea ha hecho mucho daño al valor
de la austeridad al confundirla con la opresión, la marginalización y el abandono de las mayorías. En
cuanto a la izquierda, no ha sabido o no ha querido leer que la vida austera es una vida honorable y
honesta, y que las famosas políticas de austeridad no son tales, sino políticas de opresión. ¿Por qué
sucede esto? Porque las izquierdas, en su mayor parte socialdemócratas, leen críticamente las
políticas neoliberales a la luz de la escuela económica keynesiana, que lo que promueve no son
«recortes al bienestar», sino inyecciones de capital por parte del Estado para dopar y agilizar
«Empleo y Gol» mediante la multiplicación del consumo. Pero lo que hay que hacer —o lo que habría
que hacer en un sistema sensato y no suicida— no es multiplicar el consumo y engordar a la ya-
bastante-asquerosa Clase Media, sino garantizar que una vida austera y simple puede ser posible y
socialmente bien valorada; disputar qué ideas de valor rigen lo social en lugar de poner como un
valor la vida grotesca y vil del clasemediano, que necesita más y más sonajeros y Grasa que su vecino
para realizar su ofrenda al Dios Gol.

14. El fútbol como experiencia religiosa

85
Lo curioso es que se siga insistiendo, desde las Expendedoras de Incienso Liberal, que el orden liberal se
basa en la pluralidad de valores y en la tolerancia a modos de vida diferentes. En ninguna parte es
socialmente tolerada la persona austera y simple, sencillamente porque no tiene valor social: no contribuye
a la demanda en el mercado interior, no fomenta la competitividad y la innovación. En rigor, lleva la vida
de antisistema. Por fortuna, de ordinario basta presentar a esta clase de gente como personas aburridas y
tristes, y el Pueblo rápidamente entiende que eso no es cool, que lo que mola es Flavio Briatore y derivados.
El Fútbol no es simplemente un heredero de la religión. Es más bien su negativo. No el lugar de
elevación de humano a lo divino, sino el culto absolutamente impío a lo más bajo posible dentro del
reino natural. En su Jardín de las Delicias, el Bosco olvidó representar a un grupo de hooligans
chorreando algas y paramecios: el proceso vivo de deconstrucción de la cultura. No podemos
perdonarle que no advirtiera esto: que el infierno es la cultura misma, cuando la vemos
descomponerse. Futbol y religión son, sin embargo, completamente análogos en el terreno de la
movilización de los afectos y de las relaciones sociopolíticas. El entusiasmo del fútbol ya viene dado
en la religión y en toda otra reunión de idólatras; el fenómeno de la subrogación, que inviste a un
cargo dominante como mediador y administrador de las relaciones entre el idólatra y el ídolo, es
exactamente el mismo; aunque quepa argüir que los engaños que mueven a los idólatras nunca
fueron tan pueriles como en MundoBalneario.

No obstante, es preciso puntualizar un aspecto no meramente valorativo por el cual el fútbol difiere
esencialmente, como culto, de una religión. Con la religión, «saber» y «hacer» formaban una
unidad: uno debía hacer aquello que se sabía que decían las escrituras. En nuestro mundo, este
complejo social ya no funciona así. Ahora, la ciencia la saben los científicos particulares,
especializados en tal o cual cosa, e informan de esta ciencia casi exclusivamente a las corporaciones
y los gobiernos. Lo que se debe hacer, mientras tanto, viene dictado por los publicistas, Matías Prats
y otros amigos de la Normalidad. Por tanto, existe un cortocircuito claro entre lo que los ciudadanos
saben y lo que deben hacer. Donde antes los curas y teólogos se hacían cargo del régimen completo
del «saber-hacer», el capitalismo pone a los científicos y expertos86, por un lado, y al mundo del
espectáculo por otro. De ahí que no se pueda comparar el culto del fútbol con cultos religiosos de
índole teísta; en nuestra civilización, a la masa no le hace falta conocer a Dios para producir las
respuestas masivas esperadas por la clase dominante. Los afectos mismos, invocados por técnicas
de relaciones públicas, dan esta respuesta sin preguntar por nada más. Esta es la especificidad del
futbol actual, haber dividido el mundo del fútbol en dos esferas en la desconexión total de ambos
regímenes, el de los afectos-acciones y el del saber.

86
En apariencia, el deporte no es un asunto de Estado ni un objeto de estudio científico, pero está claro que los
modos de organización burocrática y el modo de pensamiento científico han penetrado la actividad
deportiva. Cuando vemos unas estadísticas al final de un partido, aprendemos a pensar como estadistas y
científicos. Es nuestro modo de vida. No hay deporte en el que la elección entre lo mejor o peor no esté
cualificada y hasta cuantificada a través de propiedades, reglas, cálculos y mediciones. Ningún individuo
que practique el deporte queda a salvo de esto. Benzema o Nolito no son otra cosa que un conjunto de
propiedades que cumplen ciertas reglas. El ISS Pro Evolution y el Soccer Manager son guías de iniciación
al buen ciudadano.
Ante esta realidad, vemos a grupos minoritarios clamando contra el fútbol moderno. ¿Cuál es la
motivación última por la que estos grupos sociales están contra dicha perversión del fútbol
originario? No es otra que el «desencantamiento del fútbol», el proceso por el cual el fútbol se
convierte en ocasión para los maniáticos trajines de una auténtica cohorte de benthamitas
computerizados. Cuando claman contra el fútbol moderno, no hacen sino clamar contra un fútbol
que ha quedado inserto en la malla de la Piscina de Bolas total dentro del MundoBalneario. Pues
aquel espacio arcaico donde se demostraba la dignidad humana a base de sangre, sudor, barro y
lágrimas se desvanece entre algoritmos y fichajes multimillonarios. Se derrumba así todo el espacio
simbólico, pues el fútbol moderno ha entrado ya en la esfera de la información, el control total y la
racionalización: el fútbol ha dejado de ser Sufrir y Rezar. El gol concreto del Fútbol se ha
metamorfoseado en el Gol abstracto: un mercado que sorprende con multimillonarios fichajes, giras
por China o EE. UU y permite una industria creciente de equipamiento deportivo. Por otro lado, los
quejumbrosos son minoría, una desgastada estirpe de helenos con nostalgia de los tiempos de las
primeras Olimpiadas, allá donde el deporte tenía un significado sacro. Para la mayoría sociológica,
tal penetración de la racionalización en el deporte no ha supuesto ningún problema en tanto que
gente como Roncero, Camacho o Los Manolos siguen manteniendo el aura sagrada.

Mientras la Liga y la industria futbolística seguía expandiéndose a costa de convertir el telediario en


un programa de deportes, Mireia Belmonte se quejaba de que dedicaron más tiempo al peinado de
«Conan» Ramos que a su récord de natación. También decía que había que luchar para conseguir
más atención a deportes que no fueran el fútbol. ¿Acaso no sabe que una persona nadando no da
lugar al orden afectivo que el fútbol sí evoca? En efecto, nada puede coincidir tanto con el orden
simbólico y afectivo del dominio como el fútbol sacro-profesional en su más alto grado de
regulación. El fútbol reproduce el sentimiento de grupo que recuerda tanto al Pueblo organizado
bajo un único fin, como al régimen militarista y estatalista en el que el Pueblo adquiere
naturalmente su condición. Un equipo, una bandera. Un pueblo, un líder; el entrenador. Este pueblo
se enfrenta a un rival, que es la amenaza territorial o ideológica. En el equipo, un puñado se entrega
a los anónimos sacrificios de la defensa, mientras que algún personaje carismático es el héroe capaz
de hundir su estaca en la carne del rival ante los ojos de todos. Arrebatar el balón es arrebatar la
vida, el derecho, la ratio. Meter gol es alcanzar la trascendencia en la nada, y los señores del palco
dan trofeos a los victoriosos. El fútbol integra demasiadas «historias-tipo» como para deshacernos
de él, pues nuestros sentimientos tienen ya forma de balón y de red. La amistad es cervezas y tu
equipo en la pantalla, el amor es un juego de consola, Telepizza para dos y escuchar los himnos
juntos.

Por último, el fútbol es de lo poco que queda capaz de proveer a la actual civilización de héroes de
carne y hueso. Los poetas o los guerreros no son bien vistos, o por lo menos no generan la
unanimidad que sí despiertan los cracs. Piénsese, a su vez, que es el Pueblo máximamente estúpido
y está incapacitado para conocer absolutamente nada de lo que es el gobierno o de cómo funciona
el mundo. Pero es aquí donde entra el crac como gradiente acelerador de la esfera de los afectos
ante la completa desconexión del Pueblo con la esfera técnica y teórica. Al Pueblo se le guía
entonces mediante bellos discursitos llenos de falsedades, festivales, desfiles, y otras cosas donde
los políticos salen junto a nuestros verdaderos héroes, los jugadores de fútbol. El prototipo de
democracia perfecta es aquella en que elegimos a Cristiano Ronaldo, y vicariamente a quien
aparezca en la foto junto a él. Por otra parte, que el fútbol profesional está hecho para idiotas y que
las organizaciones oficiales del fútbol son por y para idiotas se comprueba fácilmente en los premios
de la FIFA y similares, que siempre van hacia los delanteros, es decir, quienes meten Gol. El Pueblo,
por supuesto, tiene una tendencia a celebrar Gol y olvidar las causas y condiciones que hacen Gol
posible. Se centra en el efecto inmediato, se muestra incapaz para conocer las causas de ese efecto.
Y si alguna vez las reconoce, prontamente las olvida. La FIFA premia a esta estupidez y pesadez de
mente dando los galardones supremos a quienes simplemente meten más Gol. Se da premio a lo
que brilla, no a lo que hace brillar. Sin embargo, en todos los equipos de fútbol los jugadores
importantes juegan en el centro: todo el que tiene dos dedos de frente sabe que el Madrid sin Luka
Modrić no es nadie, como que el Barcelona no es ya lo mismo sin Xavi y que cuando Iniesta no juega
da pena verlo. ¿Pero, a dónde van los premios? Por supuesto, al portador inmediato del sonajero: a
quien mete Gol. De ahí también que los primeros de la plantilla en el escalafón de Empleo y Gol (y
en materia de ingresos de publicidad) suelan ser los delanteros. Pues ya se sabe que el cliente o la
audiencia o el usuario manda. Y todas las industrias y organismos oficiales están perfectamente de
acuerdo en que sea así. Les conviene que el Pueblo celebre Gol, menee sus sonajeros, mientras que,
entre tanto, permanece totalmente incapaz de reconocer las causas y condiciones de Gol.

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