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Políticas de
ocio. Cultura, turismo, deporte y recreación. Bilbao,
España: Universidad de Deusto. Pp. 54-56 y 60-61.
Eibliofeca 1.T.E.S.O.
Políticas de ocio
Cultura, turismo, deporte
y recreación
2000
Universidad de Deusto
Bilbao
Documentos de Estudios de Ocio, núm. 17
Indice
Introducción .................................................. 15
9
2.3.2. Ocio, reforma y estructuras . . . ............ . ......... 172
2.3.3. Ocio, reforma y acciones .......................... 180
2.4. El desarrollo autonómico vasco ............................ 191
10
planificaciones , programas , bienes, productos , servicios y equipamientos mente superior e inferior.
llega a grados insospechados . La oferta de servicios de ocio se frag- ética (quizá relacionada cc
menta, en cada uno de los nichos de mercado identificables en la socie- guos» que se desdoblaba e
dad y en la oferta existente de soportes multimedia . En este sentido pode- el traslado del dualismo si
mos hablar de efecto. Pero, así mismo , hemos de referirnos al factor como socialmente superior
causa que conllevan las políticas desarrolladas . La continuidad de los luado como inferior es el ti(
modelos políticos actuales suscita la retroalimentación de procesos de
fragmentación e inmediatez . Se esquilman los tiempos universales y se No obstante , en la última dé
reducen los tiempos sociales , de manera que, hasta los espacios se con- se observa una nueva inversión i
vierten en aglomeraciones de individuos que pueden o no encontrarse en cundario al mundo del trabajo t
procesos vitales comunes. sando del vivir para trabajar de
de los más jóvenes. El ocio, lejo
cendente , motiva controversias
1.2. El fenómeno del ocio en la sociedad emergente nuevo milenio: la reorganizaciór
la jornada laboral , el impacto ecc
Iniciábamos este capítulo con el firme propósito de identificar aquellos cobro de la entrada a los museo
elementos del entorno social que condicionan la elaboración de un modelo tas, la extensión de la libre circt
de análisis, diseño y evaluación de la intervención política en los ámbitos ción de las nuevas tecnologías a
del ocio. Una vez definidos los rasgos de la sociedad actual en proceso de del derecho al ocio de colectivo:
profunda transformación, centramos nuestra atención en el ocio como fe- dos. Todas estas cuestiones han
nómeno social, contenido de la intervención política sujeta a estudio. Los escritores e intelectuales, de deb
cambios, que configuran la sociedad emergente, tienen su lógico reflejo en conflicto en foros políticos y soc
uno de los productos47 sociales más emblemáticos de fin de siglo: el ocio. daria, ni en el plano social, ni er
En primer lugar, nos aproximamos a una idea del mismo sustentada en una económico51 . Numerosos autore
síntesis de las corrientes hasta el momento presente, evolucionando poste- ción por el desarrollo del fenón
riormente sobre las dimensiones que manifiesta en la actualidad. por ejemplo Alain Touraine: «La
El ocio ha sido objeto de manifestaciones de desprecio y afecto en el en el que el sector secundario oc
presente siglo. Como todo fenómeno, conocido insuficientemente en to- problemas del trabajo dejarían ñ
das sus potencialidades, genera furibundos detractores y apasionados carian lo esencial de su tiemp
acólitos. Ha sido anatemizado como algo «plebeyo y perverso»48 y, al ficción»5'-; bien desde el optimisi
mismo tiempo, convertido en el eje fundamental de una nueva civiliza- bastián de Grazia: «El ocio, si fu
ción49. A este respecto, Enrique Gil Calvo da pistas sobre el origen del tar la verdad y conferiría su caro
desacuerdo en la consideración del fenómeno: En el caso de los autores castel
blema semántico a la hora de reí
«Ese inicial dualismo premoderno entre clase ociosa y clases forzadas plicidad de términos en torno a e
a trabajar ha contaminado la definición moderna de la dicotomía
trabajo/ocio, que ha quedado teñida de ese maniqueísmo entre lo social-
5° GIL CALVO, E.: «Elogio del ocio», e
9-10, agosto- septiembre, 1995, p. 26.
51 A modo de ejemplo se puede citar
47 En el sentido ya referido de resultado de la actividad de la sociedad. caso en la economía española : GARCÍA Gt
48 UNAMUNO, Miguel de: «En defensa de la haraganería», en Ensayos, Aguilar, Madrid, Ocio en España. Su aportación al PIB, Fui
1942. vol.2, pp. 560-566. 52 TOURAINE, A.: La sociedad postindu:
49 DUMAZEDIER, J.: Hacia una civilización del ocio, Estela, Barcelona, 1964, p. 274. 53 DE GRAZI.A, S.: op. Cit., p. 17.
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V~
50 GIL CALVO, E.: «Elogio del ocio», en La sociedad del ocio, Temas para el Debate, n.°`
9-10, agosto-septiembre , 1995, p. 26.
51 A modo de ejemplo se puede citar algunos estudios sobre su peso económico , en este
caso en la economía española: GARCíA GRACIA, M.I. et al.: La industria de la Cultura y el
Ocio en España. Su aportación al PIB, Fundación Autor, Madrid, 1997.
52 TOCRAINE. A.: La sociedad postindustrial, Ariel, Barcelona , 1971, p. 17.
53 DE GRAZIA, S.: op. cit., p. 17.
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la expresión tiempo libre. Entre ambos se produce una indefinición con- Desde el momento en que
ceptual que no es resuelta por los autores. ocio con la idea de tiempo56, se
idea de tiempo industrial. La ace
modelo actual de gestión del tral
1.2.1. La naturaleza del fenómeno que posee al margen de su interi
como Ken Roberts5t, han plante
El término ocio adquiere distintos significados. En unos casos, apa- work ¡ti leisure, a modo de supe
rece vinculado a su origen latino, contrapuesto a tripaliunr o nec-otium, lécticos. El ocio es un fenómeni
engarzando con la idea de gratuidad, no-trabajo y libertad. En otros ca- trabajo. Evoluciona con el tieml
sos, este mismo término lleva asociada una genérica carga peyorativa ves de identificación del fenóme
plasmada en adjetivos, como ocioso, o sustantivos, como ociosidad, que Existe una segunda corrient
desvirtúan una rigurosa aproximación a su contenido y naturaleza. Así lo cepto ocio en relación con un c
expresa José Luis L. Aranguren: ción en actividades concretas es
para la mayoría de los ciudadano
«La palabra misma ocio ha perdido casi todo su sentido positivo, para siendo reducido a una taxonomi
hacerse sinónima bien de hastío, bien de ociosidad. El hombre hace ya las actividades en bloques. La a(
mucho tiempo que no es capaz de soportar un esparcimiento tranquilo y, se manifiesta, una de las variable
en general, solamente gusta de entregarse a las frenéticas diversiones que lo agotan en su potencialidad.
proporcionan los espectáculos de masas».51
Por otro lado, desde la terce
experiencia subjetiva de liberta¿
El Diccionario de la Real Academia recoge un doble significado del sitivo, no hay negación, pero se
ocio como: cese del tiempo de trabajo y entretenimiento en obras de inge- de postguerra, la sociedad del bi
nio. La expresión tiempo libre, por su parte, es contemplada también ción social. La planificación y li
desde una doble lectura como: un tiempo residual compensatorio del filmo, como nueva religión, cor
tiempo de trabajo o enlazado a la experiencia subjetiva de libertad. El pri- analizado, diagnosticado y dirigi
mer sentido es alimentado por la dinámica productiva, mientras que el se-
modernidad marca el final de lb
gundo se vincula a un planteamiento más educativo y social. Los términos ideología de una generación sin
recogen tradiciones distintas que se plasman en desarrollos diversos del que estructura la sociedad. El
concepto: el ocio inactivo y reparador frente al ocio liberado y liberador.
transformadora anterior. Desde u
En el conjunto de los Estudios de Ocio, la idea del ocio es definida jetiva, no se responde a los prot
por tres variables fundamentales: tiempo, actividad y experiencia subje- bienes y servicios generados (acá
tiva. Todas ellas son recogidas por los autores en distintas combinacio- vocados por la reorganización d
nes, con presencias y ausencias según los casos. En palabras del autor in- diato) y de los flujos vitales (esp
glés lan Henry:
«El ocio es definido en términos de "tiempo residual" o por su "fun- 56 En torno a la cuestión recomendan
ción", tradicionalmente en oposición al trabajo, en términos de "conte- Frederic MLNNÉ: Psicosociología del Cien
nido', actividades de ocio, o como un "estado ideal de la mente"» .55 Pica sobre los Estudios de Ocio, repasan¿
más, se presenta como una aportación sud
culación de conceptos como tiempo socia
segunda parte de la obra.
54 ARANGUREN, J.L.: «El ocio y la diversión en la ciudad », en La juventud europea y otros 57 BELL, D.: El advenimiento de la so<
ensayos, Seix Barral, Barcelona , 1961, p. 167. 1976. p. 546.
55 HENRY, l.: The Politics of Leisure Policy, MacMillan. Londres, 1993. p. 3. 51 RoBERTS, K.: Contemporarvv Socien•
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pueden desaparecer o verse modificadas, e incluso, puede incluirse otras Cua
nuevas en un futuro próximo. Esta última posibilidad es una consecuen-
(contir
cia del doble efecto provocado por el espacio de los flujos y el tiempo in-
mediato. La presencia de una dimensión en la realidad observada no ex- Dimensiones Procesos personales y sociales
cluyela posible coexistencia con las demás. Sin embargo, su observación
nos ha llevado a identificar los procesos, actividades, tiempos y espacios Solidaria Vivencia del otro
en torno a aquellas que consideramos más definidas en su perfil actual. Participación asociativa
Gratuidad
En el cuadro anterior, presentamos una taxonomía de las dimensiones, de
Voluntariedad
acuerdo a los aspectos personal y social del fenómeno.
Cuadro 2
Productiva Bienestar
Las dimensiones del fenómeno del ocio Utilidad
Profesionalización
Dimensiones Procesos personales y sociales Actividades prototípicos
60
Cuadro 2
(continuación)