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Cátedra Rosarista, Historia y actualidad. Grupo 17.

Harold Steven Murcia Cadena.

El pueblo, sometido a las presiones violentas que ejerce el grupo paramilitar, tiene al menos
cuatro opciones de acción distintas: la primera opción es que algunos de los habitantes en
medio del horror y la gran impresión, se vean obligados a decir quiénes fueron los
supuestos colaboradores de la guerrilla, lo cual, si bien provocaría una pausa en la violencia
generalizada, sería como una sentencia de muerte segura para aquellos supuestos
colaboradores. Otra opción sería continuar con la idea que tuvo el pueblo al inicio de la
confrontación y es hacer silencio ante las acusaciones, sin delatar a ningún miembro de la
comunidad, cosa que podría generar más muertes súbitas a mano de los paramilitares, pero
guardaría la conciencia de todos al no delatar a ninguno de los miembros de la comunidad y
no ser de alguna forma “responsables” por sus muertes. La tercera opción consiste en que
aquellas mismas personas que tuvieron contacto con la guerrilla se delaten a sí mismos, lo
cual sería terrible en el sentido de injusticia porque nunca quisieron ser “aliados” o
“colaboradores” de ese grupo, aunque lo más probable es que salvarían de castigo a todo el
resto de la comunidad. Como última opción está que los habitantes de la comunidad corran
el gran riesgo -muy humano- de explicarle al grupo paramilitar que su comunidad no quiso
de ninguna manera tener algo que ver, ni mucho menos colaborar dando suministros a la
guerrilla, sino que estos los tomaron a la fuerza, con violencia y amenazas, una versión que
sería asentida por toda la comunidad y, con el mayor de los optimismos, comprendida y
aceptada por el grupo paramilitar.
Dentro de la amplia gama de valores morales que estarían en juego en esta situación, resalto
al menos tres de los más importantes para tener en cuenta: la dignidad, un valor sustancial
que garantiza el cuidado de la vida de una persona y la no imposición arbitraria de acciones
sobre ésta. La justicia, que permite la eliminación de prejuicios absurdos y sin fundamento
real, por medio de la cual podría conocerse la inocencia de los miembros de la comunidad
ante las acusaciones hechas. La libertad, que asegura la no reducción de los miembros de la
comunidad, ni su detención ilegal y tampoco aprehenderlos.
Si uno de los guerrilleros implicados en el caso fuese capturado y argumentara su inocencia
en que sólo cumplía las órdenes que le dictaban, tendría un desarrollo moral de primer
nivel, según la teoría de Kohlberg, lo que se denomina como “moral preconvencional”, que
en su primera etapa se describe como una obediencia ciega -absurda- a las normas, sin una
reflexión previa.
Los hombres paramilitares serían un claro ejemplo de la ruptura de la autonomía y el
imperativo moral de Kant, ya que con sus acciones estaban violentando la autonomía de los
habitantes del pueblo, de poder decidir si accedían o no a sus pretensiones y, además,
obraban de tal forma que eran absolutamente reprochables sus acciones en cualquier
contexto en que se las pusieran, algo en lo que estarían de acuerdo si ellos pasaran de ser
victimarios a ser las víctimas.
Si en una de las posibilidades anteriormente abiertas, un miembro de la comunidad tuviera
que intervenir para delatar a las personas que tuvieron que ver con la guerrilla y salir en la
defensa de su inocencia, o simplemente delatarlas ante tal presión, cumpliría en cualquiera
de sus dos acciones -mayormente en la primera- con los requisitos del utilitarismo para
definir sus acciones como buenas o del beneficio común y mayoritario.

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