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Ahora bien, aunque Pablo es quien inicia en sus cartas la idea de una teología
de la cruz (específicamente en 1 Cor 1, 18 “porque el lenguaje de la cruz es una locura
para los que se pierde; pero para nosotros, que nos salvamos, es poder de Dios”), es
hasta la reforma protestante, promovida por Martín Lutero, cuando se realiza
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claridades más detalladas sobre qué significa la cruz para la fe de los cristianos
católicos como protestantes. En ese sentido, el presente texto tiene como finalidad
presentar los postulados teológicos defendidos por el luteranismo y, de esta manera,
determinar las posibles diferencias con la postura del catolicismo.
Martín Lutero, el gran reformador, no sólo se preocupó por llevar a cabo una
reflexión en torno a las indulgencias que consideraba llevaron a la pérdida del
verdadero sentido de la cristiandad, pues por un lado, el Ministerio sacerdotal perdió
valor y credibilidad y por el otro, el pueblo de Dios que las asumió (las indulgencias)
como el camino fácil para llegar a la salvación; también se preocupó por entender
otros asuntos de la Fe entre los que se destaca la comprensión respecto a la cruz,
símbolo fundamental en la vida del cristiano, pues según Lutero “los verdaderos
cristianos aman la cruz y no intentan evitarla” (Hoeferkamp, 1984, p. 71).
Ahora bien, cómo lograr dicha comprensión sino es sólo por la fe, como lo dirá
Pablo en Rom 1, 17 “porque la justicia de Dios se manifiesta en él por la fe en
continuo crecimiento, según está escrito: El justo vivirá por la fe” pues, precisamente,
será la fe la que ayudará al hombre comprender que la cruz es la instancia en la que
Cristo devuelve el hombre el verdadero sentido de la humanidad, para así alcanzar la
comunión. “En definitiva, Lutero llama theologia crucis a un quehacer enmarcado
por estas dos líneas: incompatibilidad entre conocimiento natural y sobrenatural, por
una parte, y total alteridad de Dios con respecto al mundo por otra” (Mateo-seco,
1982, p. 169), con esta teología de la Cruz, Lutero pretende que el hombre reconozca
a Dios en su humanidad despreciada, pues sólo así el hombre logra “amar lo que es
pecador, malo, necio, débil y feo para hacerlo bello, bueno, sabio y justo” (Moltmann,
1975, p. 298).
Lo que se quiere decir con ello, es que no existe abandono de Dios pues Jesús
por su naturaleza divina también es Dios, no obstante, en la cita en cuestión se
realiza una proclamación de aquel salmo que perfectamente da cuenta del
sufrimiento que padece Jesús. De igual forma, se cree que la intención del autor
sagrado era precisamente mostrar que Dios se conmueve ante dolor humano y que Él
siendo grande como lo dirá en Isaías 53 sufre y carga con las culpas de la humanidad.
Por ello, la muerte de Jesús en “la cruz se halla inserta en una economía de Alianza
sellada con la sangre. Esta Alianza es fruto del amor de Dios, «amor más fuerte que la
traición, gracia más fuerte que el pecado»” (Mateo-seco, 1982, p. 170). Este es el
verdadero sentido de la muerte de Jesús en la cruz, no mostrar la muerte de Dios o el
fracaso del plan divino, sino la exaltación del que muriendo de la forma más
repudiada logra devolver la vida eterna a quienes por el pecado de Adán habían
perdido.
Al igual que Lutero, el cristianismo católico toma como punto de referencia las
cartas de Pablo en las que se hace mención de la Cruz como una gracia alcanzada por
Jesús para todo aquel que en él crea. La Iglesia Católica como Pablo cree que la cruz
es salvación y gracia dada a todas las criaturas. Según el Papa emérito Benedicto
XVI, en su audiencia del 29 de octubre de 2008, el evangelio o el nuevo mensaje que
es Cristo es la única gracia que tenemos para entender el sentido de salvación dado
por Dios. Asimismo, hablar sobre el carácter salvífico de la cruz “es una necedad para
los que se pierden; más para los que se salva -para nosotros- es fuerza de Dios”
(Vaticano, 2008, p. 2).
A diferencia del catolicismo, pensar desde el judaísmo la cruz como una gracia
dada a los hombres es contradictorio en la medida en que “contradice la esencia
misma de Dios, que se manifestó con signos prodigiosos” (Vaticano, 2008, p. 3). Lo
anterior tiene una fuerte relación con lo planteado por Lutero respecto a la Teología
gloriosa y la Teología de la Cruz; pues para quienes deberían ser una gracia el que
Cristo se haya dado por la humanidad como la mayor muestra de amor se constituyó
en la mayor mentira y justificación para su condenación. Se puede afirmar que, todos
los que aprobaron la muerte de Cristo como merecida y no como una gracia se
quedaron en la indiferencia, entendida según el Papa Benedicto como “ausencia de
pasiones en Dios” que nos les permitió reconocer al Dios hecho hombre.
El Papa Benedicto XVI considera oportuno resaltar por qué para Pablo era tan
importante hablar de la Cruz como una gracia, según su consideración porque “la
cruz revela el poder de Dios” (Vaticano, 2008, p. 4) en tanto que llega hasta la
muerte más indigna que existía a cambio de la salvación del hombre. Asimismo,
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resalta el Papa que “el crucificado desvela, por una parte, la debilidad del hombre; y
por otra, el verdadero poder de Dios” (Vaticano, 2008, p. 5) en la primera, le
recuerda al hombre su finitud que le impide autosalvar su existencia y en la segunda,
le muestra al hombre que también ha experimentado su finitud, ha experimentado la
muerte, pero, a diferencia de éste, Cristo es exaltado, pues Dios como ser
todopoderoso ha alcanzado la gracia de superar la muerte y dar vida a quien todo lo
ha dado por la humanidad.
Ahora bien, aunque la muerte de Jesús en la cruz sea la prueba más grande el
amor de Dios, es una realidad que ante la razón de los griegos y la fe de los judíos no
es posible comprender, pues como se ha dicho en líneas anteriores, la muerte en cruz
implica la pérdida de la dignidad humana, pérdida que no podría vivir el “Mesías”,
según la mentalidad de judíos y griegos.
CONCLUSIONES
Semenjanzas:
Diferencias:
BIBLIOGRAFÍA