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LE GOFF LO MARAVILLOSO EN EL OCCIDENTE MEDIEVAL

Durante la Edad Media, más o menos desde el siglo V al siglo XI nos resulta
extremadamente difícil determinar una cronología precisa en el dominio de la
cultura. Me parece que en general se registró una especie de, si no repudio, por lo
menos represión de lo MARAVILLOSO.
Lo que en definitiva vemos en la preocupación de la IGLESIA por transformar
profundamente lo maravilloso dándole una significación tan nueva que ya no nos
encontramos frente al mismo fenómeno; o bien, la preocupación de ocultar y hasta
destruir lo que para la iglesia representa uno de los elementos quizá más peligrosos
de la cultura tradicional, a la que llama pagana, en la medida en que lo maravilloso
ejerció en los espíritus evidentes seducciones que son una de las funciones de lo
maravilloso en la cultura y la sociedad.
EN CAMBIO, EN LOS SIGLOS XII Y XIII, CREO VER UNA INTERRUPCIÓN DE LO MARAVILLOSO EN LA
CULTURA ERUDITA.

HIPÓTESIS:

Sobre la literatura cortesana ligada a los intereses sociológicos y culturales de una


capa social que se hallaba en ascenso y a la vez amenazada: la pequeña y la
mediana nobleza, la caballería. Lo que hace recurrir a un acervo cultural existente,
es decir, a esa cultura oral en la que lo maravilloso es un elemento importante, es
el deseo de esa capa social de oponer a la cultura eclesiástica vinculada con la
aristocracia, no una contracultura, sino otra cultura que le pertenezca más y con la
que pueda hacer lo que quiera.
No es casual que lo maravilloso desempeñe un papel tan importante en las novelas
cortesanas. Lo maravilloso está profundamente integrado en esa busca de la
identidad individual y colectiva del caballero idealizado. La circunstancia de que
las pruebas por las que pasa un caballero entrañan toda clase de maravillas, de
maravillas que lo ayudan (como ciertos objetos mágicos) o de maravillas que debe
combatir (como los monstruos). Lo maravilloso es ahora menos peligroso para la
Iglesia. Es esta convergencia de la presión ejercida por cierta base laica y de la
tolerancia relativa de la iglesia lo que explica esta irrupción de lo maravilloso en la
época gótica.
LA TERCERA FASE es un poco distinta en la medida en que, si bien continúa siendo
siempre fundamental una explicación de tipo sociológico, lo que en principio permite
definirla son consideraciones más propiamente literarias e intelectuales. Es lo que he
llamado estatización de lo maravilloso.
En los SIGLOS XII Y XIII lo sobrenatural occidental se divide en tres dominios que
designan aproximadamente los tres adjetivos: MIRABILIS, MAGICUS Y MIRACULOSUS.

 MIRABILIS: Es nuestro maravilloso en sus orígenes precristianos.

 MAGICUS: El término y el ámbito por él designado se orientaron rápidamente


hacia la parte del mal, hacia la parte de Satanás. Magicus es lo sobrenatural
maléfico.
Lo sobrenatural propiamente cristiano, lo que se podría llamar justamente lo
maravilloso cristiano, es lo que se desprende de los MIRACULOSUS, sólo que el
milagro, el miraculum, me parece únicamente el elemento y un elemento bastante
restringido del vasto dominio de lo maravilloso.
Una de las características de lo MARAVILLOSO es ser producido por fuerzas o por seres
sobrenaturales. En lo MARAVILLOSO CRISTIANO y en el MILAGRO hay un solo autor, pero
un único autor que es DIOS. Hay una reglamentación de lo maravilloso en el
milagro. Hay un control y a la vez una crítica del milagro, el cual en última instancia
hace desvanecer lo maravilloso; y por fin está lo que yo llamo una tendencia a
racionalizar lo maravilloso y en particular a despojarlo más o menos de un carácter
esencial, el carácter de lo imprevisible.
Me parece discernir un creciente cansancio en los hombres de la EDAD MEDIA
respecto de los santos en la medida en que, desde el momento en que un santo
aparece, se sabe lo que va a hacer. En el Nuevo Testamento hay naturalmente más
milagros que cosas maravillosas. La función que cumple lo maravilloso es
“compensadora”. Lo maravilloso compensa la trivialidad y la regularidad
cotidianas. Lo maravilloso fue, en definitiva, una forma de resistencia a la ideología
oficial del cristianismo.

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