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LA HISPANIZACIÓN DE ESPAÑA

Armando Besga Marroquín

La palabra es igual que un espejo que permitiera recordar,

y recordar es recrear, pues cada vez que digo una palabra

se hace un milagro, se hace un m.ilagro configurante [... J.

La palabra es conciencia que nos pennite conocer, y conocer es comprender.

Cada vez que se dice, por primera vez, una palabra

se ensancha el mundo conocido, pero también se interioriza.

Luis Rosales

1. "H.!SPANIZACIÓN"

"ROMAN1ZACIÓN" ES UNO DE LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES de la historia de Euro­


pa y de Occidente. Con ese nombre, se alude a la adopción de las fonnas de vida ro­
mana por parte de la población conquistada por el imperio romano. El fenómeno no
fue producto de una política romanizadora, sino el natural resultado de la conviven­
cia impuesta por el Estado romano y de las ventajas que suponía para la población la
adopción de la cultura del imperio. Su importancia es extraordinaria, pues dio una
base común a Europa occidental, 10 que significó el comienzo de su historia. Para
España, la romanización no fue menos importante. España es una creación romana:
los romanos le dieron el nombre con el que es conocida en los idiomas modernos,
unificaron por primera vez la Península Ibérica, y, mediante la romanización, la do­
taron de un común denominador con el que pudo comenzar su historia I

I El origen de este arúculo se encuentra en la idea de que Vasconia es "la España sin ro­
manizar", expresada varias veces por Claudia Sánchez-A1bomoz (por ejemplo, en Vascos y
navarros en su primera historia, p. 414). Esa lesis es a su vez el origen del muy difundido li­
bro en ciertos ambientes de laxe Azurmend.i, Los españoles y los euskaldunes, publicado ori­
ginalmente en euskera en 1992 (aunque el texto, al parecer, estaba terminado en 1976). En él,
al comienzo, crilica con inteligencia y hasta brillantez la interprewci6n de C. Sánchez-A1bor­
noz. Pero, en las páginas siguientes, vuel ve una y otra vez sobre la afrema hasta provocar
irritación. El libro contiene los únicos pasajes inteligentes y brillantes que he visto en toda la
literarura histórica nacionalista vasca (pues historiografía nacionalista, realmente, no ha habi­
do). Pero tiene todos los fallos que puede tener una historia tan amplia (la de los vascos y la
de los españoles) escrita por una persona que no es histOriador: ignorancias varias, interpreta-

Letras de Deurto
Núm. 137 (Vol. 42) Octubre-Diciembre 2012
Armando Besga Marroquín La hispanizaci6n de España 119
llS
o como "españo liza­
La historia de España dispone de otras palabras para dar nombre
y cuenta de fe­ cierto de las nacione s'',' lo que habirual mente se ha conocid
ropeizac ión", "cristian ización" , "isJami­ ción de España" .4
nómeno s de importa ncia parecida : "jndoeu
de Unamun o en
zación" y "europe ización" . Pero no dispone de un término para designa r un proce­ "Españo lización de España" , fórmula emplead a por Miguel
ización de España" , que sirve
so de mayor importa ncia aún: cómo España se ha convert ido
en lo que es, porque, 1895', es una expresió n contrapu esta a la de "europe
de regenera ción de España defendid o por al­
o de un esse, sino de unfieri, de una evolu­ para caracter izar uno de los proyecto s
como cualqui er otro país, no es resultad de la crisis de la Restaura ción. Esa "españo ü­
que no se ha llegado, como en ninguna otra gunos intelectu ales durante la época
ción que todavía no ha terminad o, ya muy difí­
cuestión de
fin de la Historia . 2 Esa palabra no puede ser otra que "bispan. ización" . zación" implica, primero , decidir qué es España y lo español,
parte, al 6 primero s tercios del
ia de la Lengua y cil solución (si la tiene ), lo que interesó mucho en los dos
"Hispan izacióo" es una palabra adfTÚtida por la Real Academ dos graudes interpre taciones de la historia de
de hispaniz ar", lo que, a su vez, siglo XX y dio lugar, entre olTas, a las
definida en su dicciona rio como "acción y efecto
Castro y Claudia Sánchez -Alborn oz, que apenas tienen hoy in­
algo carácter hispánic o". La palabra se emplea para denomin ar España de Américo
es "dar a alguien o la aplicaci ón
España: habland o del fluenci~ aunque presente n reflexio nes de interés;? e implica, también ,
a los proceso s de extensió n de la cultura español a fuera de
en la acrualid ad, el crecimie nto de
pasado, la coloniza ción español a de América ; y
la població n de origen hispano y de su influenc ia en Estados Unidos. RaslTea ndo
J Bemabé Bartolomé Mart'Ínez, "Un rastreo
biobibliográfico sobre l~ figura y obra peda.
he encontra do una vez la expresió n "ruspan ización de España" : en gógica de Juan Luis Vives. 1492-154 0", p. 132.
en Internet , sólo
de "la búsque­ ensayo. Después he
un estudio sobre el humanis ta Juan Luis Vives, y con el signific
ado • He mantenido el párrafo que redacté en la primera versión de este
comunid ad histórico -eulrura l en el con- Julián Marias había titulado "Romani zación como primera hispanización" un
da de sus propias señas de identida d como visto que ya
que escribi6: "La romaniza ción fue siempre urbaniza­
capítulo de su Esparia inteligible, en el
ésta a su vez fue el principal factor de hispaniza ción de la Penfnsul a Ibérica, dc géne.
ción, y
la variedad étnica del
sis de una sociedad hispánica (o, si se prefiere, bispanorromana) sobre
antes. había escrito
ciones fuera de contexto y bibliografía inadecuada, lo que le hace
reproducir errores ya de­ territorio l'r<lgmentado anteriormente" (p. 65; sin embargo, dos páginas
(con razón escribió Eric son, no españole s, sino una variedad de los romanos "). También be como
nunciado s. Y los fallos propios de una mentalid ad muy nacionali sta que "los hispanos
-con razón- a "la hispanjza ción de Castilla",
J. Hobsbawm "que ningún historiad or serio de las naciones y el nacionaL ismo puede ser un probado que lA.A. Thompson se habfa referido
En la obra de Az.ur­ los epfgrafes de "Castilla , España y la Monarqu ía: La comunid ad polftica, de la pa­
nacionalista polftico comprometido"; Naciones y nacionalismo, p. 20). en uno de
y vascos aparecen como rria natural a la patria nacional", p. 191).
mendi, que se sitúa en los antfpodas del presente articulo, españoles integrado después en En /onU) al casticismo,
cruzarán ni siqu.iera en el 5 "La casta histórica de Castilla" , artfculo
dos tipos distintos e impermeables, con dos formas de ser que no se hizo hablar también a don Miguel (que llegó a escribir que
p. 44. El gusto por la paradoja le
infinito. V. Jon Juaristi, Sacra Némesis. pp. 229-242. España", de la "españolización de Eu.
La tesis de C. Sánchez-Albomoz contiene dos errores. Por una parte.
no existe la España "mi alma es poco española") de la "europeizaci6n de
de hispanizaci6n ropa" y de la "african iuci6n de España", como objetivos.
sin romanizar, porque España es una creación romana, dado que el proceso Caro Baroja: "Considero, en efecto,
le impuso por primera vez el imperio romano. Por on-a parte, 6 Al respecto, suscribo plenamente el juicio de Julio
comenzó con la unidad que es decir, que el que
Vasconia termi.nÓ romanizada, porque de otra forma no podría formar
parte de Europa. que que todo lo que sea Ilablar de 'carácter nacional' es una actividad mítica;
sf- una romanizaci6n una n-adici6n , más o menos elaborada , sin base que pueda apoyarse
es un continen te defmido por la cultura y no por la geografía. Fue -eso habla o charla se ajusta a
tiende a explicar algo de
tardía y diferente; y es que la romanización no terminó con la desaparic ión del imperio roma­ en hechos cienúficamente observados y observables, trad.ici6n que
es favor<lble o des fa­
no, pues hubo una segunda romaniza cion, ligada a la cristianiz aci6n (y a la Iglesia), menos modo popular y de becho cambia más de lo que se cree o dice. El mito
y puede degenera r en verdader< l manía. No es
bri.uante y más extensa, durante la Alta Edad Media (v. Perry Anderson
, Transiciones de la vOr<lble, según quien lo eJabOr<l o lo uliliza,
ni mentir<l. Es reflejo de una posición pasional frente a situacion es consideradas bue­
Anrigüedad al escl.avismo, pp, 130-137). verdad
p. 34). También suscribo
Es m~\s: Vasconia no sólo fue romanizada, sino que su parte peninsul
ar también ha sido nas o malas, para el que las utiliza" (El miro del carácter nacional,
dor y peligroso, como
hispanizada (la otra parte fuejra.nconizada -si me pennite la expresión -o como lo muestra el la conclusión: "En suma, el del carácter nacional es un mito amenaza
la Antigüed ad pagMa. Pero acaso no tenga la majestad y profundidad
acento con el que hablan el eusker<l sus habitante s). lo fuemn muchos de
y mal a gentes concejile s, y tenfa razón
Esa idea -aplicab le también a Castilla- es la que me lIev6 a redactar
un articulo sobre la de aquél.los. Es un mj(o para hacer hablar mucho
equivale a hacer una decir que lo lleva a sus concepto s extremos el 'vulgo', entendie ndo hoy por tal a
hispanización de España. Cómo estudiar la hispanización de España Hume al
y también i.nsuficiente. muchas personas que no se creen penenecieotes a él" (pp. 82-83).
historia de España, la primer<l versión resultó ya demasiado larga, Jaime Vicens Vives: "incluso afumaria que uno
de las lecturas que habla 7 Es un juicio que ya adelantó, en 1960,
Con el deseo de completar y mejorar la argumentación con muchas bailan ampliamente superados, aunque al hacerlo bien
aún. AhOr<l, antes de y otro (Castro y Sánchez- Albomoz ] se
hecho durante la redacción. elaboré una segunda versión más larga olimpos. Lo que de am­
abordar una tercera redacción, me ha parecido convenie nte publicar un avance que justitiqu e sé que me haré merecedor de los fulmineos rayos de sus respectivos
interesa es la amplia presentac ión de problema s, por lo que se refiere a la Espa­
el concepto de "hjspanización", que ya he empleado en algunos estudios. bas obras me
xvn)" (Aproxim ación a la hisforia de España,
1 Éste debería de ser el sentido de la expresió
n España inacabada, frecuentemente em­ ña antigua, media y moderna (hasta el siglo
se trata de una "de
pleada como sin6nimo de "España fracasada". lo que implica un esse
previo que justificaría p. 29). Muchos añO.5 más tarde, el juicio de J. Varela ha sido más duro:
del pensamiento
la sentencia . las polémicas más intensas, castizas y. por decirlo de una vez. más absurdas

Letras de Deusto
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N,·,m. 137 Nol. 42) Octubre-D iciembre 2012 Núm. 137 (Vol. 42) Octubre·D iciembre 2012
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de una política para imponer esa españolización, que siempre será discutible, y que metafísicas, que todavía tienen su difusión fuera de la historiografía científica,'2
únicamente se ha producido realmente durante la dictadura de Franco,8 cuando Es­ "hispanización" tiene la virtud de expresar mediante una sola palabra qne la fonna·
paña hacía tiempo que estaba fonnada. 9 No es éste el concepto al que me refiero, ción de España es el resultado de un proceso histórico, determinado únicamente
pues lo que interesa es una palabra que dé cuenta de un proceso y de un resultado, por circunst.ancias,13 y no de ninguna necesidad histórica, aunque 10 suced.ido es
y esa "españolización" se refiere a un proyecto. perfectamente explicable y ha sido explicado satisfactoriamente, lo que no significa
"Españolización" es una palabra que, en el diccionario de la Real Academia Es­ qne se pueda convertir en destino histórico. '4
pañola, se define de manera idéntica que "hispanización": "Acción y efecto de es­ Aunque "hispanización" y "españolización" son sinónimos, estimo que result.a
pañolizar". Pero de "españolizar", el Diccionario da tres acepciones: "Dar carácter preferible la primera palabra. No porque vea ningún problema en la utilización de
español"; "dar forma española a un vocablo o expresión de otro idioma"; y "tornar la palabra "España" en épocas remotas,15 sino porque "español", aunque sólo sea un
carácter españolo fonna española".
Falta, pues, en el diccionario una palabra que sirva para denominar al proceso
12 El origen prehistórico de España no s610 es la primera explicación sobre el nacimiento
de progresiva homogeneización de España, cuya realidad, al principio, era muy di­
de España, sino la única explicación hasta finales del siglo XIX y la dominante basta media·
versa. 10 Tampoco recoge el diccionario de la Real Academia Española la palabra dos del siglo xx (para las edades Moderna y Contemporánea, v. Fernando Wulff, u/s esen­
"indoeuropeización", ni recogía hasta hace poco "islamización",ll pero los historia­ cias parrias; para la Edad Media, infra texto referido a las notas 49·55).
dores las han utilizado desde hace mucho tiempo. El objetivo del presente ensayo Semejante idea, que supone que España es un enigma hisrórico, no sólo niega la hispani­
es defender la conveniencia de incorporar al vocabulario la palabra "hispanización" zaci6n, sino que implica que la historia de España es una deshispanización. La idea la expre­
para cubrir un vacío muy importante, al que me he referido con la misma defini· só claramente Fernando Sánchez Dragó en una de las historias de España más vendidas, Gár­
ción. Una nueva palabra está justificada cuando ahorra varias, y, por tanto, ya es goris y Habidis, en la que se defiende que la España auténtica es la España prerromana (no
es de extrañar, por tanto, el subtftulo: Una hisloria mágica). Esta bistoria comienza con una
útil. Además, hay otras razones. Frente a concepciones voluntaristas, teleológicas o
cita falsa atribuida a Tácito y recogida de un artículo de prensa de José María de Areilza en
ABe, según la cual un hispano torturado por los romanos habría dicho: "Aquí existe todavía
la España antigua". Que un hispano del siglo t reconociera la existencia de una Hispanía
español contemporáneo (...] Después de la respuesta de Don Claudio [a la obra de Castro], prisca me obligaría a replantear algunas afirmaciones; lo cierto es que Tácito no recoge esa
menudearon los dimes y diretes, en uno y otro lado. a veces llevados por discfpulos en me­ respuesta (AnnaJes, IV, 4).
nesteres escuderiles [... J. El protagonista y antagonista acaban por parecerse [... J. Extrañados l} Parafraseando a Ort.ega, se puede afirmar que España es Españll y sus circunstancias
por fuerza de su propio país, ajenos a la historia más reciente. ¿Cómo, si no, podrfan haber (sobre todo, eso: sus circunstancias, como sucede en los seres humanos), y que un pais no
creído que la españolidad de iberos y visigodos era asunto de grandísima magnitud histórico­ tiene naturalero, sino hislona.
patriótica? Protagonista y antagonista, como los teólogos del cuento de Borges, acabaron sus 1" "Ha sido la norma y por eso sigue dominando el relalo que hace de Espaila la mela de
días sin darse cuenta de que eran la misma persona" (CiL, por José Manuel Cuenca Toribio. una carrera en el tiempo en la que cada corredor (los visigodos, los reyes cristianos medieva­
Nacioflfl/ismo, Franquismo y nacioflfllcarolicismo, p. 203, n. 40). les, los borbones, los liberales gaditanos o los constituyentes de 1978...) pasa al siguiente
La polémica entre Américo Castro y Claudio Sánchez-AJbornoz no es más que el capflll­ equipo la anlorcha del Estado o el testigo de la esencia cultural o las raíces populares. Otro
10 historiográfico más importante del problema de España, cuestión suscitada por la crisis tanto podria descubrirse en el relato de ganadores o perdedores de los demás nacionalismos y
del 98, pero que venia de mucho antes, del siglo xvn (v. Dolores Franco, Españll corno preo­ en las historias de cada una de las Comunidades Autónomas en que hoy nos organizamos,
cupación). El problema era la inadaptación de España a la modernidad, y las respuestas se porque también en estos casos la historia no sería más que el efecto de su propósito moral en
buscaron en una psicología colectiva (tratada sin rigor) y en el pasado. La evolución de Espa­ el tiempo, lo que convierte en agentes predilectos del discurso histórico a cuantos defendie­
ña en las últimas décadas ha barrido este tipo de explicaciones. ron dicho proyecto. [... ] La historia es resu.ltado dialéctico de lo no imencionado y de lo i.n·
No obstante lo dicho, quiero dejar claro la gran superioridad de la interpretación de Sán­ lencionado y nosotros mismos somos parte hoy de ese proceso abierto en el que lógiC<'IJTlente
chez-A1bornoz sobre la de Castro. Nunca he entendido cómo este último, que no era historia­ cabe lo discontinuo y lo errático" (Juan Sisinio Pérez Garzón, "El nacionalismo español en
dor (y se le notaba mucho). pudo tener tantos partidarios. sus orígenes: factores de configu.raciÓn", p. 56). El autor -que considera "que España corno
8 y. infra texto referido a las notaS 105 Y 106. realidad política, socjal y económica nace con el movimiento juntero de 1808 y tiene su par­
9 Esa "españolización de España" podría implicar también que España se hubiera deses­ tida de nacimiento en las Cortes de Cádiz" (p. 57}-- señala a continuación que la historia y las
pañolÚ.luio en algún momento, cuando ~n realidad- lo que ha habido es varias Españas que fronteras creadas por eUa podrían haber sido diferentes: "Una Cataluña independiente, como
se han sucedido en el tiempo. En todo caso, implica una elección que sólo puede ser arbitra­ Portugal, por ejemplo, o una Andalucía como Albania, o las Canarias tan independiemes
ria entre todas las realidades que han conformado y conforman España. como cualquier otro archipiélago de los océanos... " (p. 57). Desde luego, pero lo importante
10 Como es sabido (y por si acaso), "progresiva" no quiere decir ni continua ni lineal, ni para nosotros es lo que ha sucedido, que es lo único ha influ.ido en nuestro presente (aunque
"homogeneización" significa que sea completa. también es cierto que, como sostuvo Nietzsche, en nuestra vida también influyen las cosas
11 "Islarnízación" no aparece en [a última edición impresa -que es la 22'_ del diccionario
que no nos pasan, pero no en el sentido de los que lamentan que no hayan pasado).
de la Real Academia Española (aunque sí "islamizar"), pero ha sido ya aprobada y aparecerá 15 En la historiograffa española, desde el tardofranqui3mo, se ha desarrollado una lenden­
cia a sustituir el nombre de "España" por el de "Península Ibérica" en los estudios de historia
en la próxima edición.

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Le ~ras de Deusto
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gentilicio, tiene unas connotaciones que hacen más difícil su empleo antes del rei­ nos remite a un periodo muy reciente y a un fenómeno distinto al de la fomwción
nado de los Reyes Católicos, momento a partir del cual resulta anacrónico utilizar de España. No obstante, aunque pueda parecer paradójico, la expresión "españoli­
el nombre de "hispanos", que se emplea acnJalmente con otro significado. 16 Ade­ zación de España" puede servir para denominar a la época más reciente --e intensa­
más, como hemos visto, la españolizaci6n de España tiene ya un significado que del proceso de homogeneización de España, que es el sucedido durante la Edad
Contemporánea. 17
El proceso de hispanización de España no tiene nada de extraordinario. Es lo
antigua y medieval, con notable éxito, pues parece haberse convertido en lo políticameme que ha sucedido en los demás países (y regiones) de Occidente; sin ir más lejos, en
correcto. Pero sólo en la historiografía española y sólo con el nombre de "España": los histo­ Portugal, que, habiendo sido Hispania, no es España por su portuguesil.ación, si se
riadores extranjeros han seguido utilizando con nomlalidad el corónimo "España" --como se me permite la palabra. 18 Y es lo que está sucediendo en el mundo con los Estados
puede comprobar con facilidad-, incluso cuando se refieren a la Península Ibérica. como ha­ de creación reciente, que son la mayoría. Pero tampoco es un fenómeno inevitable.
clan los autores antiguos y del Medievo. Es, por tanto, una moda española, que, además, no
Basta con recordar el ejemplo significativo de Jos vascos, de los que se dice que
responde a un objetivo de mayor precisión en el lenguaje, porque, por una pal1e, se utilizan
con normalidad los nombres de otros países (que, generalmente, suelen tener una menor rea­ constinJyen el pueblo más antiguo de Europa, pero que nunca han conocido un pro­
lidad que la tenía la España medieval) o de regiones españolas, incluso antes de que tuvieran ceso de vasquízaci6n, simplemente porque no han participado en una misma histo­
nombre (el caso de "País Vasco" es muy revelador, pues el nombre, un galicismo, se introdu­ ria;19 es más, en este caso, de lo que podría hablarse es de desvasqllizaci6n, otro
jo en el siglo XIX, Y su extensión lerritorial sigue siendo polémica; he tratado el asumo en "El tipo de proceso, muchlsimo más corriente, que explica la desaparición de la singu­
problema del nombre del País Vasco"); y porque, por otra parte, las historias medievales de laridad de muchas poblaciones o el redimensionamieoto de otras en unidades más
la Península suelen incluir las Baleares, y "peninsular', un vocablo de gran éxito en el me­ grandes. 20 Y es que va de suyo que el concepto de hispanización es aplicable tam­
dievalismo hispano, es de una imprecisión evidente. Además, "Penfnsula Ibérica" resulta bién a cada uno de los territorios de España.
realmente un anacronismo. pues es un sintagma que no se documenta en las fuentes, en las
que "España", con distintas grafías, aparece por doquier.
Francisco Tomás y Valiente contempló la cueslión de otra manera: "El espacio delimita,
pero no define: no puede hablarse de una historia de la Península Ibérica o de una historia de quién de los españoles, eon prólogo de Rafael Lapesa. que actualiza algunos datos). "Espa­
la Península en la Edad Media, porque lo que entonces resulta es una historia, pero sin prota­ ñol", único gentilicio en nuestra lengua terminado en "01", es una palabra de origen occitano,
gonist<l, sin sujeto" ("Raíces y paradojas de una conciencia colecLiva", p. 17). que se acredita como nombre propio y como gentilicio a fines del siglo XI. En España, se do­
Dado que el nombre y el concepto son diferentes, no hay ni.ngún problema para usar la cumenta por primera vez eomo nombre en 1129 en Aragón, y como gentilicio (aunque em­
palabra "España" desde el momemo en que comenzó a utilizarse, e, incluso. antes, como su­ pleado como sobrenombre) en Navarra en 1169 y por partida doble. Pero el nombre no se ge­
cede con cualquier corónimo, sobre todo cuando no hay otro nombre para referirse a1territo­ neraliza hasta el siglo XIIJ. SU origen extranjero (que no es tan claro como viera A. Castro; v.
no. El problema se plantea cuando se entiende o se quiere entender que España es lo que po­ l.A. Mara valJ, "Sobre el origen de 'español''', ahora en Estudios de Hisroria del Pensamiento
dríamos llamar la EspaFirl eterna. Pero ése es un falso problema. pues para todo el que Espajiol, 1, pp. 29 Y 42). no tiene mayor importancia, pues los gentilicios --como "vasco",
conozca mínimamente la flistoria deberla estar claro que España ha existido de formas dife­ "gallego" o "catalán"- generalmente son ex6nimos, porque la unidad que puede tener un
rentes desde hace dos mil doscientos años y que su existencia desde entonces es una eviden­ grupo que no tenga conciencia de sí mismo se suele ver más fácil desde fuera que desde den­
cia que no se puede negar ni discutir. tro, donde se aprecian mejor las diferencias internas (aunque ésle no fue el caso de los espa­
He rratado el asunto en "España y Edad Media. Sobre el uso del nombre de 'España' en ñoles del siglo xn, que ya tenían un nombre: "hispanos"; pero sI, el los habitantes de España,
las historias medievales". otro exónimo, del siglo Jl a.c.).
16 Nunca he visto problemas para emplear la palabra "España" en cualquier época, por lo Es una buena propuest<l, pero me parece mejor retrasar el uso bast<l la época de los Reyes
dicho en la nota anterior. SI los he visto y contemplo para usar el nombre de "español", y Católicos, lanto porque la creación de la monarquía de España ha sido el principal factor de
-por cUo- he preferido utilizar el nombre de "hispano" al tratar la historia antigua y medie­ hispanización de la España actual, como por el hecho de que el nombre de "e.spañoles" se
val, aunque realmente sea una conrradicción, como lo corrobora el hecho de que semejantes impone claramente entonces sobre los demás gentilicios.
escrúpulos nO afecten generalmente a los historiadores extranjeros, ni a los españoles cuando 17 Sobre esa última fase de la hispanización, v. luan Pablo Fusi. España. LA evolución de
se refieren a otros paises que en la AnLigUedad tuvieron otros genlilicios. Como ha demostra­ la identidad nocional.
do Benedict Anderson. las naciones (y las poblaciones que aspiran a ese rango) soll comuni­ 1> Para F. Braudel, "Francia ha surgido de una prodigiosa acumulación de historia" (LA
d<!des imaginadas (Comunidi1des imaginDLias: reflexiones sobre el origen y la dIfusión del identidad de Francia, J, p. 257), lo que es aplicable a España.
nacionalismo). Esto, que es cÍel10 para cada nación en un momento dado, me parece más 19 La llamad<! "vasconización de las Vascongadas", que se habría producido en la época
ciel10 aún cuando se trata de su h.istoria. Y no hablo de época,~ remotas, pues, por ejemplo, de los reinos germánicos, es un fenómeno diferente: la expansión de los vascones, originarios
me resulta muy difíci1 reconocer a los españoles de hoy en los de (os años treinta del pasado de Navarra, por Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Además, es sólo una hipótesis, que he refutado
siglo (incluso físicanlente me parecen diferentes, y más semejantes, también por ejemplo, a en Domuit Vascones, pp. 490-500 (aunque hoy 110 veo tan claro el asunto).
los franceses de entonces). W En realidad, ésos han sido los tipos de procesos ordinarios en una flistoria que se ha
El problema sólo se puede solucionar con una convención. Américo Castro defendió caracteriwdo por la progresiva reducción de la diversidad inicial creada por el aislamiento (y
que no podla hablarse de españoles antes de la aparición del nombre (Sobre el nombre y el no por ninguna voluntad de ser diferentes).

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La idea que inspira el concepto de "hispanización" tampoco es original. Ya la "Poner nombre a las cosas -escribió Unamuno- es un modo de crearlas" y por eso Adán
expresó David Hume (1711-1776): Una naci6n nO es sino una colecci6n de indivi­ pudo sentirse coautor de la Creación. siguiendo la lectura del Génesis en,
2, 19-20).24
duos que, merced a un conslante intercambio. llegan a adquirir algunos trazos en
común. 21 Y es una idca comúnmente admitida en la historiografía actual. En el pre­ Del e>llraordinario legado de Roma en Europa occidental, el historiador británico
sente estudio, sólo se pretende darle nombre y justificarlo. Denys Hay destacó precisamente Jos nombres: "al transmitir a ciertas grnndes regio­
nes nombres en torno a los cuales, siglos después, se organizaron verdaderos progra­
mas políticos. ha sido c6mo los romanos han ejercido mayor influencia sobre los
2. H¡SPANlZACIÓN DE ESPAÑA
acontecimientos politicos ulteriores". zs El asombroso parecído de Ja geografía políti­
ca de Europa occident.aI con (a romana, tras milenio y medio de compleja evolución,
prueba la validez del juicio. Y José Antonio MaravalJ ha demostrado exhaustiva­
Estudiar, pues, la h.ispanización de España equivale a hacer una historia de Es­
mente cómo se produjo esa inf1uencía en Esparta yen la Edad Media, es decir. el
paña, que ha sido su etnogénesis, UD objeti va inabordable en uo breve ensayo. Aho­
único periodo en el que España ha estado dividida desde que Roma la unific6. 16
ra lo único que quiero destacar en ese proceso es la importancia de dos factores,
En cierta medida, se puede afirmar que España es la historia de un malemendi­
que no suelen ser eonsiderados como elementos nacionalizadores, pero que tienen
do, pues ese nombre sólo designaba una realidad geográfica. Pero un malentendido
más operatividad que los tenidos por tales por los nacionalistas: el nombre y el Es­
inevitable y, por tanto, lógico, pues, como señaló acertadamente el gran geógrafo
tado, que, este caso, ha sido la monarquía. francés Paul Vidal de la Blache, "para los antiguos la idea de país es inseparable de
La importancia del nombre ha sido extraordinaria. In principio eral verbll1n: la de sus habitantes" (aunque, realidad. es un fenómeno generalizado que se ha pro­
España comenz6 a e>listir desde que tuvo nombre, "Hispania", que es lo primero ducido en todas las épocas). Por consiguiente, no es de extrañar que para los roma­
que tuvo. 22 Con su aparici6n, comienza realmente la bistoria de España, porque lo nos Hispania no fuera una mera geografía, ni "hispano" un simple gentilicio que
que tiene nombre existe, aunque no exista, y viceversa, dado que sólo podemos indicaba únicamente una procedencia. Por eso, desde el principio, ese mero nomo
pensar eon palabras: 2J bre geográfico si.rvi6 para que se fonnara una identidad, y después un proyecto po­
lítico. quc dio paso al otro factor fundamental: el Estado. Nada de extraordinario
Porque "ser es ser percibido" (esse, percipO, dijo ya Aristóteles. y s610 puede existir esa hay en esto, pues ÉrniJe Durk.beim, uno de los padres de la sociología, destac6 ya la
constancia cuando se produce desde fuera del objeto núsmo. precisamente objetivándolo. importancia del nombre en la constitución de las sociedades.
Sin embargo, la e>lplicación no está completa: ¿por qué ha tenido semejante
trascendencia ese nombre romano, y no otroS?27 Pues, simplemente, porque corres­
21 Cil. por Florencia Hubeñak en Diez años de reflexi6Tl sobre el nacionalismo (coord.
por José Andrés-Gallego), p. 84. No he podido acreditar esta defmici6n. que me parece la
mejor que he lerdo sobre "oaci6n", en 01 National C}¡araeters, que es la obra a la que se re· 24 Eloy Benito Ruano, "En principio fue el nombre", pp. 16-17.
fiere F. Hubeñak. Sin embargo, la cita expresa muy bien la idea defendida por D. Humc en 2.S De la importancia del nombre. da cuenta este juicio de Bernard Guenée: "la primera
esa publicaci6n. Es más: conviene destacar que el propio Hume precis6 aún más. pues señaló señal por la cual Ulla comunidad manifiesta que ha tomado conciencia de sí misma es que se
al Estado como principal factor nacionalizador: "All.í donde los hombres se unen en un cuer­ dé un nombre y dé también un oombre al país que habita" (Occidente en los siglas XlV y XV.
po político, las ocasiones paro su intercambio deben ser tan frecuentes, con ocasi6n de la de· Los Estados, p. 57; y añade en la p. 59: "Su simple eAistencia no sólo prueba una toma de
fensa, el comercio y el gobiemo, que juma a un mismo discurso o una misma lengua, deben conciencia colectiva y uo sentimiento nacional elemenlal, sin el cual un Escado no puede vi­
adquirir una semejanza en sus costumbres y tener un carácter común o nacional, así como vir mucho tiempo; sino que su misma nalUraleza traduce, sostiene y determina a la vez cier­
uno personal, peculiar a cada individuo" (trad. de José L. Tassel, ""El último Hume. Uoa edi­ cos uútos fundamentales de la nación y del Estado que los lJevan").
ción crftica y bil.ingüe de los últimos ensayos inéditos de David Hume en español. (1) 'Of Na· El que "Hispania" sea un elt6nimo -<:omo no poMa ser de otra forma, dada la silUaci6n
lional Charoclers/De los caracleres nacionales''', Télo,~. Revista Iberoamericana de Estudios de la Pen,(nsula Ibérica- DO quita oada a lo dicho, pues el nombre fue asumido por los hispa·
Utilitaristas, vol. X, 2.2001, p. 83). nos y -a diferencia de otros- se ha manlenido hasta nuestros dfas, pese a todos los avatares.
22 Aunque está bastaote extendida la ide;¡ de que "Hispania" es la traducci6n latina de Es más: afirmaría que resulta significativo, pues. muchas veces. incluido el momento actual.
"Iberia", ese nombre romano fue el primero que lUVO España, porque los griegos no llegaron se ha visto mejor fuera que dentro la unidad de España.
a conocer la existencia de la Península Ibérica y, por tanto, no pudieron bautizarla: "Iberia" u. El conceplo de EspaiilJ en la Edad Media.
sólo fue el nombre del territorio peninsular conocido por los griegos, incrementado en oca­ n Desde luego, las grandes regiones del i.mperio romano no fueron los ÚTÚCOS territorios
siones con grao parte de la coSla mediterránea francesa. que tuvieron nombre, ni los únicos proyectos políticos que eltistieron. Pero, como señal6 Pie­
13 La diferencia que hay entre tener nombre y no tenerlo puede comprobarse comparando rre Vilar, no puede ser casualidad que sean los que hayan oiuniado:
las historias de España y del País Vasco (sea el que fuere, que todavía no hay acuerdo en esta "Se lieoe la impresi6n de que cada una de las unidades intermedias que hoy en dfa llama­
cuesti6n reciente). He tratado el asunto en "El problema del nombre del País Vasco". mos 'provincias' o 'regiones' hubiera podido originar un estado político: por otra parte. sao

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J.26 Armando Besga Marroquín La hispanización de España 127

pondía a una unidad geográfica: una península. Así funcionan las cosas en la Histo­ "Hemos hecho Italia; ahora tenemos que hacer Jos italianos". Es una famosa
ria, que no opera con los factores que los nacionalistas piensan (lo que les lleva una frase del marqués D' Azeglio, pronunciada en la época de la unificación italiana. 29
y otra vez a mal.interpretarla). ZK La frase, que refleja el carácter de ingeniería soeial que tiene el nacionalismo,
muestra la importancia del nombre de Italia, anterior a ros italianos, y del Estado en
[a formación de la nación. El Estado es el principal factor nacionalizador: "la esta­
talidad no es la consecuencia lógica de la preexistencia de una nación, sino que la
muchas las que en un momenlo determinado han apuntado hacia ese destino (eslado borgo­
nación es el resultado de la acción nacionalizadora del Estado".30 Los nacionalistas
ñón, SiciJia, etc.) [.. .).
sin Estado se ven obligados a distinguir entre nación y Estado, considerado como
A pesar de estas tendencias, la Edad Media occidental se caracteriza, sobre todo entre los
clérigos intelectuales, por una condena de esas divisiones en nombre de la unidad de la 'Cris­ algo artificial (que lo es por ser político, lo mismo que las comunidades realmente
tiandad', cuyos símbolos son la Iglesia y ellaún. Se sueña con rehacer lal·unidad (... ]; y el existentes).31 Ciertamente, cada cosa es lo que es: Estado es Estado y nación es na­
sueño dura desde las Cruzadas hasta Cristóbal Colón.
Frenle a la autoridad espiritual (el Papa), otros querrían rehacer la unidad política del Im­
perio (Sacro Imperio romano de nacionalidad germánica). Sabemos que los 'estados' -for­
mas polfticas forjadas a la vez a partir de solidaridades y a través de conflictos- se reali.zarán las dos cosas a la vez), pero los nacionalistas sin Estado la sienten como un enemigo, que les
en marcos que serán a la vez más pequeños que el imperio y más grandes que la:; nacionali­ ha privado de ser lo que podrían y deberían haber sido, dado que entienden que en alguna
dades provinciales" ("Pueblos, naciones, estados", en Iniciación al vocabulario histórico, pp. época lo tuvieron todo para haberlo sido; su misión histórica es corregir la Historia, esto es,
159-160). lo que hieieron y dejaron de hacer sus antepasados. Y comienzan corrigiendo la historiogra­
28 Una de las diferencias fundamentales entre los nacionalistas con Estado y los naciona­ fía (v. la antología del disparate publicada por Jesús Lainz en Adiós, España: yo la he hecho
listas sin Estado es que los primeros pueden convertir el azar histórico en deslino, concluyen­ cOn respecto a la Alta Edad Media y el nacionalismo vaseo en "La historiografía nacionalista
do que lo sucedido es lo que tenia y debía pasar, mieno-as que los segundos se ven obligados vasca y la época de la transición del esclavismo al feudalismo").
a considerar la Hisloria como un enonne error y horror. El esquema interpretativo de estos 29 Unas décadas antes, Antonio Alcalá Galiana b.abía señalado que era necesario "hacer a
últimos suele ser tripartito: edad de oro (paraiso), decadencia (caída), y redención por los la nación española una nación, que no lo es ni ha sido hasta ahora" (ciL 1. Álvarez Junco,
propios nacionalistas. que despiertan a la nación durmiente. Juan Aranzadi ha comparado Maler Dolorosa, p. 193). Nótese la paradoja, pues el liberal gaditano consideraba que exist.ía
es\¿1 concepción con el milenarismo (Milenarismo vasco [Edad de oro, elnia y nalivismof). la nación espanola, pero que, sin embargo, había que hacerla, constrUirla, para que existiera
La primera parte de esta historia suele ser una fábula en la que, como ha señalado Alfon­ (lo que implica en un solo nacionalista dos conceptos de nación). La contradicción es propia
so de Otazu para el caso del nacionalismo vasco, "todo es tan democrático, todo tiene sus del nacionalismo, como ha señalado 1. Álvarez Junco: "Si las naciones fueran, como los na­
orígenes en unos impu.lsos tan atávicos, que \.Oda da la sensación -aun para el profano con cionalistas creen, las realidades básicas en que se asientan en la historia y las sociedades hu­
ciertas inquietudes- que eSlamos ante historias escrita:; para débiles mentales o euanto menos manas, el sentimiento patrio surgiría de forma natural y no habria por qué inculcárselo a los
para seres que han renunciado ya hace tiempo a la tarea de pensar de cuando en cuando" (El individuos desde fuera" (pp. 147-148). Eso es lo que no se hará en España durante el siglo
igualitarismo vasco. Mito y realidad, pp. 11-12). La segunda parte es una historia de buenos XIX, lo que ha favorecido los problemas nacionales del siglo x:x.
y malos, llena de traidores y tragedias, que explican el lamentable estado de la naciÓn, que ~ Javier Corcuera, "De Guernica a Sarajevo, pasando por Burgos", p. J 7. La otra fuenle
pierde hasta la conciencia nacional. Y la tercera comienza como la historia de la Bella Dur­ de ereación de naciones, pero reciente, son los propios nacionalistas, pues "el nacionalismo
miente y, si concluye con éxito, acaba como la de Frankenstein, según Kennelh Minogue engendra a las naciones, no a la inversa" (E. GeUner, Naciones y nacionalismo, p. 80). Pero
(Naóonalismo, p. 7). esas naciones, si no están respaldadas por un Estado, son entes de ficción que no exjslen en
Ésta es una concepción ahistórica, la negación de lo que suponen fenómenos como el de la 1a realidad, corno lo prueba el hecho de que todos los nacionalistas pretendan corregirla con
hispanización, que se ban dado en los países realmente existentes. El periodo de decadencia sus proyectos de ingeniería social (no les bas!a con un al fin solos). Por eso, Pep Subirós ha
suele ser el más largo, pero lo ocurrido no tiene ninguna consecuencia nacionali'(.{U1ora. Se su­ podido afumar, con razón, que, a diferencia de los Estados, "las naciones no existen: son
pone -porque interesa- que sólo hay una época nacionalizadora en tiempos más o menos re­ existidas" ("Genealogfa del nacionalismo", p. 33).
motos (donde, por cierto, los factores nacionalizadores, en el mejor de los casos, son tan inno­ La bibliografía que demuestra lo dicho es enorme. Mis ideas se basan en: L. Rodríguez
bles como los que han forjado las naciones-Estado). Realmente, se era más coherenle cuando Abascal, Las jron/eras del nacionalismo; B. Anderson, Comunidades imaginadas: reflexio­
se pensaba y proclamaba que las naciones eran creaciones de Dios, lo único que podía preser­ nes sobre el origen y la difusión del nacionalismo; E. 1. Hobsbawm, Naciones y nacionalis­
varlas de la aceión de la Historia. Pero, si su origen se sitúa en la Historia. hay que concluir mo desde 1780; E. GeUner, Nacionalismo; E. Kedourie, Nacionalismo: F. Ovejero Lucas,
que todos los siglos han sido nacionalizodores, que la elnogénesis es continua y la identidad Con Ira Cromagnon. Nacionalismo, ciudadanla, democracia; Alfonso Cruz Prados, El nacio­
cambiante, y que el siglo más importante en el presente de una comu.nidad es el ú1timo de su nalismo. Una ideologfa: Francisco 1. Cont.reras, "Cinco tesis sobre el nacionalismo".
existencia. Si no, podrían tener alguna rdZÓn los que han opinado que en el caso de España el JI "Lo habitual en la argumentación nacionalista es la contraposición de la convenciona­
sedimenfO más importante es el de la Prehistoria. que ha durado decenas de milenios. lidad del Estado (siempre que no corresponda a una nación según el nacionalista de turno] y
Los nacional.istas con Estado pueden considerar a la Historia una aliada (aunque suelen la naturalidad de la nación. [De la! manera que el nacionalismo pretende] en alguna medida
sentir frustr.J.ción por el presente, bien porquc no es todo lo grandioso que la nación se mere­ 'naturalizar' o 'ano-opologizar' la pol.ítica: la poJ(tica no es artificio O convención, sino pro­
ce, bien porque la realidad está llena de extranjerismos y alejada de lo que debería ser, o por longación de la etnología" (Francisco 1. Cont.reras, "Cinco tesis sobre el nacionalismo",

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128 Armando Sesga Marroquín La hispanizaci6n de España 129

ción. Pero la nación, el término más di.scutido en polftica y el más confuso en las narquía española, que fue la que unió a los territorios de la antigua Hispania que se
ciencias sociales, es algo tan evanescente, que puede ser cualquier cosa, porque, conocen con aquel nombre. J6 Yes que España es, en realidad, el Reino Unido de
como ha señalado Pedro José Chacón, "será 'nación' lo que el nacionalismo res­ España, aunque hace tiempo que alcanzó la madurez suficiente como para emanci­
pectivo quiera que sea",32 también -y principalmente- la sociedad de un Estado, parse de la monarquía que la había engendrado. 37
como defLIle la Real Academia de la Lengua en su primera acepción,3J que es la
única que tiene una existencia real. Además, los propios nacionalistas reconocen la
importancia decisiva del Estado cuando reclaman uno propio, porque es la única
forma en que pueden hacer coincidir su pa{s oficial, el que debería ser, con el país Sólo con el nacionalismo vasco, que es el que mejor conozco, podría escrihirse un grueso
reaL, mediante una polftica de ingeniería social que permita corregir los errores de libro sobre dfakelore. Lo denunció ya Pío Baroja en 1919: "Respecto a lo que llaman tradi­
ción están nuestros nacionalistas dentro de una actividad mixtificadora. Se inventan tradicio­
la Historia, es decir, de sus antepasados. Y es que, como ha señalado Alfonso Cruz
nes como antes se i.nventaban reyes de Navarra, de Castilla y Decretales de Pontífices" (Mu­
Prados, "los caracteres que el nacionalismo atribuye a la nación -sentido comunita­
menlUm wrastroplricum, p. 49). Pero, como reconoci6, la fabulación venía de antiguo: "Los
rio, unidad moral, conciencia colectiva-, y que supuestamente, serían fruto de fac­ vascos soo tan tradicionalistas, que a veecs saben lo que hicieron sus padres, pero nunca lo
tores puramente culturales, étnicos, etcétera, no son sino caracteres politicos, ras­ que hicieron sus abuelos" (La leyenda de Jaun de Alzare, p. 168). Miguel de Unarouno pen­
gos que sólo pueden aparecer por la presencia de un orden político, que el saba lo mismo, pero señaló que era una práctica muy extendida y es una práctica universal:
nacionalismo -por decirlo as{- proyecta retroactivamente sobre la nación, como "Cuando un pueblo carece de tradiciones y leyendas, no falta quien las invente, para luego
realidad previa, para que ésta aparezca revestida de todas las condiciones para poder allibuírselas al pueblo; y esto ha sucedido en el País Vasco" (La raza vasca y el vascuence,
poseer y exigir un orden político previo. [oO.] Se atribuye a la nación, como innatos p. 40). Tenía razón: v. Eric J. Hobsbwam y T. Ranger, La invención de la rradici6n.
y propios de eUa, unos rasgos que, en rigor, sólo son el efecto de la acción del esta­ 36 Que la monarquía era la madre de España lo reconoda en 1818 el capuchino Rafael de

do sobre la realidad humana -étnica, cultural, lingüística ...- que pudiera preceder­ Vélez, cuando se oponía a la idea liberal de que las naciones eran anteriores a los reyes:
la".34 De [a capacidad nacionalizadora de los Estados da cuenta la reciente división "¿Hubo jamás hijos sin padres?" (ciL por J. Álvarez Junco, Marer dolorosa, p. 355).
de Alemania: bastó menos de medio siglo para que aparecieran dos Alemanias muy El hecho es más significativo si se tiene en cuenta la decisiva actuación extranjera en es­
tos procesos de etnogenésis. Los primeros Estados que conoció España fueron el romano, el
diferentes. Y es que no hay nada que influya más en la convivencia que el Estado.
visigodo y el musulmán. Después de la conquista, ejercieron el poder sin problemas, porque,
En cambio, el folclore (por ejemplo), al que los nacionalistas suelen dar tanto valor,
como señalaba Gellner, a ouestros antepasados les interesaba más que la lengua de quienes
no tiene apenas importancia en la vida de los individuos (y a veces, realmente, es les gobernaban (que nonnalmente, por doquier ha sido distinta, y que servía de elemento de
fakelore J5 ). España o -mejor- la España actual es, por tanto, la creación de la mo­ distinción, como el vestido y casi todo lo demás) el hecho de si robaban más o menos. Fue
en la época de la Reconquista, con una España dividida, cuando aparecieron los primeros Es­
tados nacionales. Pero, nada más lograda la unidad, las dinasúas que se han sucedido en la
pp. 266 Y 267; el autor recuerda c6mo el nacionalista Pasquale S. Manclni consideraba ·que monarquia española -en principio, una empresa familiar, que poco a poco se fue haciendo
un Estado no nacional es "un monstruo incapaz de vida" y que las naciones son "obras natu­ con las características de un Estado, condición que algunos niegan hasta la Edad Contempo­
rales y divinas, únicas individualidades verdaderameme capaces de convertirse en sociedades ránea- fueron extranjeras (a las que hay que sumar las dinastías fallidas de los Bonaparte y
políticas O Estados~). de los Sabaya). En Inglaterra -y después el Reino Unido- no ha habido una dioasúa nacional
}2 "Historia", p. 362. Y no puede ser de otra manera, porque, si no, el nacionalista no po­
desde la conquista normanda del siglo Xl. Yes que, en cuestiones nacionales, la Historia ope­
drfa serlo de la naci6n que ha elegido. Por eso, como ha señalado Robel1o Augusto, "una 'na­
ra con renglones torcidos. De hecho, el papel de los extranjeros en la aparición de los nacio­
ción' es lo que creen los nacionalistas que es una 'nación'" (El nacionalismo ¡vaya tinw!,
naHsmos ya fue destacada por Georges Orwell: "Uno descubre muy a menudo que los gran_
p. 19). Y es que el arle de las periciones de principio es consust.wcial al naciooaljsmo, como
des lideres nacionales, o los fundadores de los movimientos nacionalistas, no pertenecen al
ha señalado EJ. Hobsbawm (Naciones y nacionalismo... , p. 27, n. 13); para L. Rodríguez
Abascal, "lo característico del nacionalismo no es el uso en exclusiva de argumentos tautoló­ pueblo que han enaltecido. Algunas veces son puros extranjeros o, más a menudo, vienen de
gicos, circulares o naturalistas, sino su incapacidad para prescindir de ellos" (lAs fronteras áreas de áreas periféricas donde la nacionalidad es dudosa. Sobran ejemplos: Stalin, Hitler,
del nacionalismo, p. 269). Napole6n, De Valera, Disraeli, Poincaré, Beaverbrook" ("Notes on nationalism", The collecr­
3} "Conjuoto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno".
ed essays, p. 368).
No obstante, el Diccionario da otra deflIlici6n que puede ser excluyente, lo que no es de 31 Esa mayoda de edad ya se habia logrado en la época de la Guerra de Independencia,

extrañar en un asunto tan confuso: "Conjunto de personas de un mismo origen y que general­ como señalaha Martínez Marina: "faltando el monarca, no por eso falta ni deja de existir la
meote hablan un mismo idioma y tienen una tradici6n común" (nótese que podrfa discutirse nación, en la cual permanece como en su ceotro la autoridad soberana" (Cil por 1. Álvarez
cada parte de [a definición). Junco, Mater dolorosa, p. 131). Antes, JoveJ1anos lo había expresado con mayor brillantez, al
}.l En José Andrés-Gallego (coord.), Diez años de reflexión sobre el nacionalismo. El Es­ referirse a los motivos de los que luchaban contra el rey impuesto por Napoleón: "España no
rado, la nación, la soberanía y lo hispánico, pp. 436 Y437. Hdia por los Borbones ni por Fernando; lidia por sus propios derechos, derechos originales,
3.' Richard Dorson, Folklore and Fakelore: Essays roward a Discipline of Folk SlIldies, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda familia o dinastía España li­
Harvard University Press, 1976. R. Dorson, que ha sido considerado el padre del folclore dia por su reHgión, por su constitución, por sus leyes, sus costumbres, sus usos, en una pala­
[nol1e}americano, creó tanlbién el concepto de leyenda urbana. bra por su libeI1ad, que es la hipoteca de tantos y tan sagrados derechos (... j. Y cuando tema

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130 Armando Besga Marroquín La hispanizaci6n de España 131

Lo dicho no es nada singular; no constituye ninguna vra española hacia la Ila­ qué consisten esas diferencias de entidad, que también lo son de cohesión, pues es
ción?S Parafraseando a Adam Smith, se podría decir que en las monarquías heredi­ evidente que cuanto más pequeña sea una comunidad más grande puede ser su de­
tarias -las electi vas han sido un fracaso-, que eran en principio unas empresas fa­ nominador común. También resulta dificil precisar la d.iferencia que existe entre
miliares, ha operado IIna malla invisible que les ha llevado a promover una esas entidades y la de España, pues no basta con definir 1I España como nación para
finalidad que no fonnaba parte de su intención. Y por partida doble: creando el Es­ explicar las diferencias. Sin embargo, el común denominador que presentan los tres
J9
tado (en la acepción más rigurosa de esa palabra) y formando la naciÓn. territorios mencionados, que no t.ienen fronteras contiguas, constituye el hecho co­
mún que caracteriza a España. 4'1 La diferencia se encuentra en que España, además
de comunidad pollt:ica, ha sido y es una nación poUtica, un tipo de nación que no
3. EsPAÑA
suelen reconocer los nacionaüstas por su carácter artificial, pero que corresponde
España es, pues, una comunidad histórica y política, que es el tipo de comuni­ a la primera definición contemporánea de "nación": una sociedad regida por un go­
dad que mayor cohesión real puede alcanzar. Sin embargo, la defUlición resulta in­ bierno soberano y cuyos miembros tienen los mismos derechos (lo que es una no­
suficiente, porque también son comunidades históricas y políticas Aragón, Vizcaya vedad de la Edad Contemporánea).4J Esto es lo que hace de España una entidad de
y Cartagena, por poner ejemplos de d.istinta entidad. 40 No es necesaria, pues salta a tamaño máximo que presenta la homogeneidad suficiente para hacer posible la
la vista, una explicación para entender que las comunidades citadas son de disrifllCl convivencia, 10 que justifica y legitima actualmente al Estado español:~
enridad, aunque (significativamente) las tres han podido ser consideradas nacio­
nes:' Pero sí resulta muy difícil dar una explicación que justifique con precisión en
El nacionalismo vasco. como es sabido, comenz6 como bizkairarrismo: la nación que des­
cubrió primeramente Sabino de Arana fue Vizcaya, y después propuso una confederación de
que la ambición o la llaquezlI lle un rey )a exponga a males tamaños como los que ahora su­ naciones vascas, con apenas poderes pant el Estado central. Antes, en 1818, Juan Anton.io
fre, ¿no sabrá vivir sin un rey y gobernarse por sí misma?" (Jovellanos, carta a CabaITÚs de de Zamácola había publicado Historia de las nociones bascas.
agosto de ¡ 808, Obras Compleras, IV, Carta ¡ 741, Ayuntamiento de Gijón, 1988, p. 563; nó­ En Cartagena, cuyo término municipal triplica la extensión de Liechtenstein (un buen
tese cómo España aparece como una entidad independiente de la monarquía antes de la pro­ ejemplo del protagonismo del azar hisrórico en las historias nacionales), ha habido intentos
clamaci6n de la soberanía nacional). de creación de un partido nacionalista. Por lo demás, cabe recordar que Cartagena fue el
lX "Que el pionero Estado espailol pudiera ser una excepci6n respecto a esa prolongaci6n primer y más importante cantón de la 1 República, con moneda y ejército propios, si bien ese
del hecho estatal en hecho nacional, solllIUente es planteable dentro de la obsesión casticista, fen6meno no tuvo que ver con ningún nacionalismo, aunque podria justificarlo en un futuro
en muchos casos políticamente interesada, que ha dominado huena parte de la historiografía si se está por la labor.
y la vida de nuestro país en las últimas décadas" (A. de BIas, Sobre el nacionalismo español, 42 Otra fonna de hallar ese común denominador es comparar las diferencias entre la Ca­

pp. 14-15). taluña francesa y la española, y entre el País Vasco francés y el espailol.
)9 No obstante, hay que reconocer que no siempre ha sucedido así. Ya E. Renan observó ., En 1789, en vísperas de la Revolución Francesa, Sieyes definió a la nación como "un
que el fenómeno enunciado fue propio de Europa occidental, de las que podrían considerarse cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por una misma legis­
las más viejas naciones, que por otra parte tanta importancia han tenido (v. Luis Suárez Fer­ latura" (¿Qué es el Tercer Estado?, Alianza, Madrid, 1090, p. 90). La defUJ.ición tenia prece­
nández, La Europa de las cinco naciones): "Muchos países han fracasado en la empresa que dentes. En Lo Enciclopedia, se la defirúa ya como "palabra colectiva utilizada paro aludir a
el rey de Francia --<:n parte por su tiranía, en parte por su justicia- ha llevado a cabo tan ad­ una cantidad considerable de personas, que hahita cierta extensión de tierras encerradas dentro
mirablemente. Bajo la corona de San Esteban, los magiares y los eslavos han pennanecido de detenninados límites y que obedecen a un mismo gobierno" ("Nalion", L'Encyclopédie ou
tan diferentes como lo eran hace ochocientos ailos. Lejos de fundir los elementos diversos de Dicrionnaire raisomté des sciences, des arrs er des mt!/iers, Luca, 1758, XI, pp. 29-30).
sus dominios, la casa de Habsburgo los ha mantenido diferenles y a menudo opuestos a los Esta definición se ha relacionado (por ejemplo: B. Didier, "Lumiere et 'nalÍon' chez Ro­
unos respecto de los otros. En Bohemia, el elemento checo y el alemán eSlán superpuestos bespierre", p. 694) con la dada por la Academia Francesa en la primera edición de su Diccio­
corno el aceite y el agua en un vaso. La polílica rurca de la separación de las nacionalidades a nario (1694) Y que se mantenra en la de 1762: "lodos los habitantes de un mismo Estado, de
partir de la religión ha tenido consecuencias mucho más graves: ha causado la ruina del un mismo país, que viven bajo las mismas leyes y usan la misma lengua" (Ir, p. 110). Pero
Oriente. Piensen ustedes en una ciudad como Salónica o Esmima; encontrarán aUí cinco o esta definición introduce una segunda condición -la unidad Iingürstka- que da lugar a un
seis comunidades, cada una de las cuales tiene sus recuerdos, no existiendo entre ellas casi tipo de nación diferente y que apenas tenfa existencia real a fines del siglo )(VD. Es, por tanlo,
nada en común" (¿Qué es uTla nación?, p. 36). Pese a esos fracasos, hay que tener en cuenta una defmición deficiente. De hecho, a continuaci6n. el Diccionario pone como ejemplo la
el papel que ha tenido y está teniendo el Estado en la conformaci6n de nuevas naciones fuera naJion franf:aise, cuando en Francia se hablaban varias lenguas y el francés era todavía muy
de Europa desde la independencia de los Estados Unidos. minoritario. Que sea, como ha explicado Suzanne CrrRON, una "defUJ.ieión significativa de la
olQ Es)o que le fallll a Europa y a Occidente, cuyos comunes denominadores son aún muy no existencia, para una élite francófona, de las otras lenguas del reino" (Le mylhe narionaJ,
insuficientes para crear marcos de convivencia que superen a los de los Estados. p. 165) no la hace menos equivocada.
'1 Sobre el nacionalismo aragonés, v. Antonio Peir6, Orfgenes del nacionalismo arago­ 014 EVidentemente, cuando menor sea la entidad, mayor puede ser su homogeneidad. Pero

!lés ( J908- J923); Carlos ForcadelJ, "Las fantaSías históricas del aragonesismo polftico". hoy está claro que en las sociedades el tamaño sf es impoHante.

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132 Armando Besga Marroquín La hispanizacíón de España 133

La definición sigue siendo imprecisa. Pero es que "español" no es un adjetivo desde el principio. La nación que nos interesa ahora (que no es la antigua, ni la me­
calificativo: es sólo un gentilicio; indica únicamente procedencia. Ciertamente, los dieval ni la moderna), la nación nacionalista (que no es la nación política), es un
gentilicios suelen aparejar unos significados sobrentendidos, que son suficientes concepto que "procede del discurso político y no del discurso científico sobre la so­
para probar la existencia de una realidad. Mas cualquier intento de definir significa ciedad"Y Las naciones no son un descubrimiento de los sociólogos ni de otros in­
restar (e imponer obligaciones).ds Y por eso no merece la pena intentarlo. Única­ vestigadores. "Nación" es sólo una palabra latina derivada de nascor (nacer), que
mente cabe señalar lo evidente: España es y ha sido desde el principio un país euro­ sirvió tambíén d9 a los romanos para tener una explicación del origen de los pueblos.
peo y occidcntal. Era un concepto sin ninguoa implicación política y sinónimo de "gens", que fue
Al parecer, la cuestión importante actualmente es saber si España es una na­ una palabra mucho más utilizaba por los romanos, tal vez porque expresaba mejor
ción. Su relevancia proviene de la falacia nacionalista de que los Estados deben ser el parentesco. De hecho, san Isidoro, en sus EtimoLog{as, que son el primer diccio­
nacionales (de acuerdo con una detenninada concepción de lo que debe ser una na­ nario de la historia de Europa, no dio la definición de nalio, sino de gens (pero con
ción), una idea muy extendida, pese a la imposibilidad de su demostración, que, una referencia a la nación):
además, hace imposible cualquier acuerdo sobre lo que es una nación, incluso entre
los nacionalistas, al convertir su defLnición en una cuestión interesada. Y éste es el Gens es una muchedumbre de personas que tiene un mismo origen o que proceden de una
problema fundamental: la definición de nación, sin la cual no se puede realizar raza distinta de acuerdo con su particular identificación, como Grecia o Asia. De ahí su nom­
aquella ecuación (cuya necesidad es el otro problema). bre de "gentilidad". Y se llama gens por las "generaciones" de las familias, en cuanto el vo­
En 1927, Ortega y Gasset se preguntaba: "¿Quién, hablando en serio y riguro­ cablo deriva de "generar". lo mismo que "nación" deriva de "nacer".so
samente, cree saber lo que es una nación?":6 Han pasado tres cuartos de siglo des­
de entonces, y el problema no sólo no se ha solucionado, sino que se ha complica­
do con la aparición de innumerables defmiciones nuevas. d7 El problema aparece común avef1>ión a sus vecinos" (Albert Moussel. Lo France vue de l'erranger, Pans, 1926);
"el nacionalismo, en última instancia, no es más que el resultado de dos errores gramaticales
y un vicio de pensamiento. Creen que los adjetivos 'catalán', . vasco' y 'gallego' con califica­
d~ Afortunadamente, ser hoy español no obliga a nada: se puede serlo de cualquier mane­ tivos, cuando sólo se trata de gentilicios. Son perseverantes en el uso de la sinécdoque (tomar
ra. Las obligaciones podrá imponerlas el Estado, pero no van más allá de lo que se puede es­ la parte por el todo) y la prosopopeya (atribuir a cosas o animales rasgos característicos de
tablecer en una democracia y están suficientemente compensadas por los derechos. Y es que las pef1>onas)" (Santiago GonzáJez, en su blog, 29 de noviembre de 2009). Desde un punto de
la única realidad de la españolidad es la ciudadanía, para cuya consecución, por cierto, no es vista completamente contrario: "La Nación es el correlato noemático de la conciencia nacio­
necesario ningún examen de españolfa. nal que es su polo noético, y en cuya vi.rtud O a cuya luz. elementos muy diversos -i'ecuerdos
-16 España inwrtebrada, p. 120 (apéndice aaadido posteriormente). El pasaje en que apa­ y proyectos, creencias y costumbres, instituciones y recetas de cocina- se convierten en fac­
rece la pregunla es éste: "Fue arbitrariedad y confusión mezclar desde luego el simple hecho tores de integración" (l\1iguel Herrero de Miñón, "¿Qué es el nacionalismo?", p. 201).
regional con uno de los conceptos más problemáricos que existen en el conjunto de las no­ Mientras corregfa este artículo. hc tenido noticia de otra definición que resulta muy signi­
ciones sociológicas: la nación. Se entendió la región como nación. es decir. se pretendió ficativa: "¿Cómo se sabe si un pueblo es nación? Votemos y veremos cuál es la mayoría"
aclarar lo evidente con lo oscuro. ¿Quién. hablando en serio y rigurosamente cree saber lo (Artur Mas, Lo Vanguardia, 14-09-2012). Por una parte. semejante idea crea la "aci6n-gua­
que es una nación? A esla primera potencio de confusión se agregó otra mayor: se dio por diana, que aparece o desaparece según la época que se mire. Por otra parte, utilizando la jer­
cierro que o la idea de naciÓn va anejo corno esencial atribUlO jurfdico la de Estado, es de­ ga nacionalisra, tendríamos que Cataluña es una sociedad plurinaciona./. Y, sobre todo, la
cir, la soberanÚl separada" (los subrayados son míos). ocurrencia confuma que -como había señalado en un estudio anterior- "las naciones son
El propio Ortega hizo un uso confuso de la palabra "nación" (A. de BIas. Sobre el nacio­ como los Reyes Magos" C"EI problema....., p. 34, n. 74); en este caso, los nacionalistas son
nalismo español. pp. 59-75), aunque hay que decir que resulla muy dificil no pecar en ese los padres. Efectivamente, el criterio propuesto por el presidente catalán y asumido actual­
sentido. dada la confusión que pwduce dicha palabra. También resulta confuso considerar a mente por muchos nacional istas -pero inaceptable cuando el nacionalismo es mi noritarío­
Ortega y Gasset, como se ha hecho, un nacionalista (habría que enconlrar otra palabra para sólo puede probar el éxito de una propaganda, en un asunto que, salvo excepciones, es una
defmir su españolismo), cuando él despreciaba una doctrina tan irracional: "cada vez odio cuestión de creencias (v. J. Ortega y Gassec, Ideas y creencias, Revista de Occidente, Madrid.
más el nacionalismo, que me parece una nueva forma de religión positiva" ("Carta 158", 1942. 20 I pp.).

Obras Compleras. Alianza Editorial, Madrid, 1983, IV, p. 515). •• Juan Ramón Capella, "Las raíces culturales comunitarias", p. 64.

.7 E. J. Hobsbawm (Naciones y nacionalismo.... p. 3 Y ss.; libro en el que se hace una .9 Reproduzco (a definición de Santiago Segura: "natio, -olÚS Inatus], f. nacimiento

hisroria de los grandes conceptos de nación en la Edad Contemporánea, y se seiJala que los IJlefer. a animales] reproducción, raza. especie IJclase. género: nationes mellis, clases de miel
nacionalismos separatistas no aparecen hasta el último tercio del siglo XIX, después de las Hraza, nación. pueblo H(irónico] gente, secta, tribu. escuela, profesión lldiosa del nacimiento
unificaciones de Italia y Alemania, porque se consideraba que una nación debía de tener un /I-nes, -u m, f. pI. los gentiles [lar. ecles.]" (Nuevo diccionario etimológica Lorin-Español y de
tamaño que la hiciera viable). las voces derivadas. Univef1>idad de DeuslO, Bilbao, 200J, p. 484).
Enue las innumerabfes definiciones que se han producido. siento debilidad por dos: "Una 50 IX, 2, 1 (trad. de José Or02 Reta y Manuel A. Marcos Casquero, San Isidoro de Sevi­
nación es un grupo de gente basada en la creencia errónea en un común origen. y en una lla. Eriml)logias, Biblioteca de AUlores Cristianos, Madrid, 1982, 1, p. 743). Páginas después

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Núm. 137 (Vol. 42) Octubre-Diciembre 2012 Núm. 137 (Vol. 42) Octubre-Diciembre 2012
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IJ4 Armando Sesga Marroquín La hispaniz.ación de España 135

Tanto la palabra como el concepto de gens y de na/io aluden a un común origen Éste es el dato que pennitió a los historiadores explicar el origen de España. La
y parentesco. Es tan fácil de explicar que parece que fue una concepción inevitable. historia aparece ya en SlJ fomta clásica en Jiménez de Rada:$3
No se trata sólo de que los vínculos de sangre fueran muy importantes en la socie­
dad romana (y aún lo habían sido más en el pasado inmediato). Es que era la única El quinto hijo de Jafet fue Tubal, de quien descienden los iberos, que también se lJaruan
fonna que tenfan los antiguos para explicar el origen y prehistoria de los pueblos hispanos según opinan Isidoro y Jerónimo. Los hijos de Tuba!, lIas recorrer distintas provin­
que conocfan, en una época en la que s6lo Sócrates y alguno más eran capaces de cias buscando un asentamiento, se dirigíeron hacia los confines de Occidente. Al Llegar a Es­
admiLir que no sabían nada. De hecho, es el lipo de explicación que tenemos en la paña habitaron en primer lugar las cumbres de los Pirineos y fueron creciendo en d.istintas
Biblia -yen el Corán- sobre el origen de la Humanidad. Es más: en la Biblia, se zonas, y al principío fueron llamados Cetúbales, como si fueran el séquito de Tubal [coelrls
halla la explicación para el origen de muchos pueblos. San Isidoro se aprovechó de significa reun.i6nJ. (...] Y extendidos de esta forma los cerúbales en distinlOs pueblos, bajaron
ello para explicar el origen de varios de ellos;51 entre otroS el de los visigodos (des­ a las Uanuras de Hesperia y conslnlyeron viJlas, aldeas y fortiticaciones ciudades junto al río
cendientes de Magog) y el de los hispanos: que se llama Ebro, y al asentarse allí, los que antes se llamaban cetúbales, se llamaron celtí·
beros por el río Ebro. S4
Tltubal Mtepasado de [os iberos, denominados también hispanos; no obstante, hay quienes
sospechan que de él tuvieron asimismo origen los itálicos. 52
El relato, con nuevos mitos y fábulas (Hércules, Geri6n, Hispán, etc.), continuaba
hasta dar paso a la historia de los godos y, después, a la del reino visigodo, si.n na­
rrar la historia romana. Esta historia prerromana de España, corregida y aumentada
da la siguiente definición de "linaje" (LX, 14,4): "Genus (linaje) viene de 'engendrar' y 'ge· con diversas variantes, se repetirá durante siglos, porque obedecía -y esto es lo sig­
nerar', o bien de la delimitación de detenninados descendientes -como son las naciones­ nilicativo para lo que nos interesa ahora- a la necesidad de dar una explicación de
que, relacionados por su parentesco propio, reciben el nombre de 'gentes'''.
lo que no podía ser explicado de otra manera. 55 Por eUo, se puede aflIITlar que Es­
A continuación, san Isidoro realizó una definición de "pueblo", siguiendo a Cicerón, que
ya tiene implicaciones políticas (IX, 14,5·6): "El apelaLivo de pueblo se aplica a una multi­ paña era una nación en el senLido antiguo del concepto, aunque precisamente España,
tud humana asociada en confonnidad con un derecho con el que lodos están de acuerdo y
con una concordia colectiva. Pueblo y plebe se diferencian eo que el pueblo está constituido
por todos los ciudadanos, incluyendo en eUas a los seniores de la ciudad [la plebe, en cam·
bio, la integra el pueblo, excluidos los seniores de la ciudad). En consecuencia, el 'pueblo' es hijo de Hispalo. El propio san Isidoro lo convini6 en el primer rey de Hispania: "Primus rex
la ciudad entera; la 'plebe', simplemente el vulgo" (p. 777). Aunque hoy se suele distinguir hispanorum extitit nomine Hispanus, qui famosam urbem condidil, quam ex suo nornine His­
entre sociedad O ciudadanla y pueblo (que es el concepto que suelen preferir los nacionalis­ palim nominavit et in ea solium regni sibi fínnavit, a qua etiam nomen traxit: dicitur autem el
las), la definici6n de san Isidoro tiene, a mi juicio, bastante vigencia, pues han sido las ruo­ ab Ibero f1umine Hiberia et ab Hespero sidere Hesperis" (Dedicatio hisroriarllm Isidoro ad
narquías (y las repúblicas en la Edad Contemporánea) las que han heeho a los pueblos y no Sisenandllm).
los pueblos a las monarqulas, y, por tanto, los pueblos realmente existentes son comunidades La creencia de que Tubal fue el fundador de España tiene su origen en un comentario de
polflicas. Ftavio Josefa (nOI): "fund6 Tubal a los lubelos, a los que ahora se llaman iberos". Proba­
La imponancia de la definición de san Isidoro ha sido subrayada así por B. Guenée: blemente se refería a los iberos del Cáucaso. Sin embargo, san Jerónimo (c. 340-420) inter­
"Toda la Edad Media conLinuó aceptando la deñnición de nación dada por Cicer6n y repetida pretó que Tubal se estableció en Italia o Hispania, y de ah[ tomó san Isidoro la noticia. Otra
por Isidoro de Sevilla. Una nación, por la misma etimología de la palabra, se defínfa por el contingencia más que ha tenido su imponancia en el proceso de hispanjzación.
nacimiento; era un conjunto de hombres que tenían un origen común y estaban unidos por la 53 Un antecedente muy importante, conocido por Jiménez de Rada, es la Crónica del
sangre. En la Edad Media, naeión no quiere deci.r otra cosa que raza" (Occidente durante los moro Rasis, compuesta en el siglo x y que testimonia la existencia ya de una !r'<ldición hispa­
siglos XIV y XV, p. 59). Y, en ese sentido, podía serlo la española, al considerarse a los hispa­ na sobre los orígenes de Espafia en la que debió de basarse el autor. No obstante, en esta
nos descendientes de Tubal. obra. el primer poblador es Espán, también hijo de Jafet y nieto de Noé, como Tubal. V. Juan
51 ErimJJlog(as, IX, 2. Antonio Estévez Sola, "Aproilinaci6n a los orígenes rufücos de Hispania", y "Algo más so­
52 Erimolog(as, IX, 2, 29. Luego, da la siguiente explicación del nombre "hispano": "Los bre los orígenes núticos de Hispania".
hispanos, en un principio, se denominaron iberos por el no Iberlls; más larde, hispanos, por ~ De Rebus Hisparliae, r, 3, lIad. de Juan Femindez Valverde, Rodrigo Jiml!nez de
H(spa(o" (IX, 2, 109). Rada. Historia de los hechos de España, Alianza, Madrid, 1989, pp. 64-65.
La noticia de la exislencia de Hispalo la tomó san Isidoro de un resumen de la obra de ss La historia de Thbal todavía aparecerá en algunas de las historias nacionalistas de Es­
Pompeyo Trago, realizado por Justino hacia el 200: "Hanc veleres ab Hibero amne primum paña redactadas en la segunda mitad del siglo Xl)( (J. Álvarez Junco, Marer dolorosa, p. 206:
Hiberiam, postea ab Hispalo Hi.spania cognominaverunt" (Epirome, XlV, (,2). No obstante, en la p. 211, recuerda que el historiador José R. Angula, al realizar la lisla de españoles céle­
en algunos manuscritos aparece el nombre de "Hispano", del que Roberto Matesanz ba de­ bres en las artes y Ja.~ ciencias, inetuy6 a Tuba!. "pues ya 'en el año 2904 del mundo, Túbal
fend.ido que es la fornla correcta ("Hispano, héroe epónimo de Hispania"). En el desarroUo inventó la música observando el sonido armonioso de los martillos de la herrería de su her­
mítico de esta historia, ese Hispano se IIansfonnará en un nuevo personaje, al que se hizo mano''').

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Núm. 137 (Vol. 42.) Octubre-Diciembre 2.0t2 Núm. 137 (Vol. 42.) Octubre-Diciembre 2.012.
136 Armando Besga Marroquín La hispanizaci6n de España 137

dada su diversidad original, no sea una nación de ese género, como tampoco lo ha como las ciudades (como hizo Tomás de Mercado en 1571, al referirse a Sevilla, Lis­
sido ninguna.~6 boa, Burgos o Barcelona), o muy grandes, como la Cristiandad;58 y. entre medio, a
La nación fue una forma ingeniosa de explicar lo que no se podía explicar. Pero todo tipo de comunidades: regiones sin reconocimiento potítico, como Extremadura
una forma equivocada. La Mtio fue, pues, un flatus vocis, un simple ruido. Y no o Granada, reinos, monarquias, comunidades lingüfsticas que abarcaban varios Esta­
hay raz6n para pensar que haya dejado de serlo. Al contrario. dos, como la formada por Cataluña y Valencia.~9 También podía designar a un grupo
En la Edad Media y en la Edad Moderna [a palabra "naci6n" adquiri6 nuevos sig­ social, como el campesinado (rumano, finés o estonio -que hablaban, por cierto, una
nificados hasta el punto de hacer imposible ya cualquier defInición, por su carácter lengua distint.a de sus señores- fueron sin6nimos de "campesino"), tal como hizo Ca­
polisémico e impreciso. 57 "Naci6n" servía para designar comunidades muy pequeñas, milla Pomo al considerar que Dragut "era campesino de nación";60 o a la nobleza (en
Francia. los nobles llegaron a considerarse los descendientes de los francos. 10 que
justificaba su dornlnio sobre el resto de la poblaci6n).6l Incluso mojeres y soldados
56 Es evidente que no han existido [as naciones genrilicias, por llamar con un nombre pro­ podían constituir naciones. 62 Y no son meras excepciones. En el primer diccionario
pio al más antiguo tipo de naci6n. Como mucho, la descendencia de un individuo puede haber moderno, realizado en 1694 por la Academia Francesa, se señala que "nación" tam­
dado lugar a tribus, que son otro lipo de organización basado en vínculos de sangre. Y, sin em­ bién "se dice con odio y con desprecio de personas de una determinada profesi6n, de
bargo. ese tipo de nación, en el que nadie cree. ha influido grnodemenlc en la nación naáona­ una detenninada condici6n. La nación de Pedantes es L/na extraña nación".6J
/ista de la Edad Contemporánea. Los caracteres nacionales que los nacionalistas creen o quie­
ren enconU"aI en sus naciones -inmunes a la Historia y a los marcos poül:Ícos- s610 podrfan
explicarse por la raza, por la creencia mágica de la uansmisi6n de caracteres mediante la san­
gre, que justific6 antaño a [a nobleza y realeza. Desprestigiada hoy la raza, la eOlia --<ltrO con­ definici6n de Covarrubias: "Patria: la tierra donde uno ha nacido. Es nombre latino. Compa­
cepto muy discutible- se ha convertido en su sustituto políticamente correcto (v. Roberto Au­ triota. el que es del mismo lugar". La definici6n es insuficiente. porque exisle OlIO concepto
gusto, El nacionalismo, pp. 24-26). Pero no soluciona el problema de la transmisi6n de los amplio de patria.. testimoniado por las mismas fechas (por poner un ejemplo famoso), por
caracteres nacionales de generaci6n en generaci6n, a no ser que se recurra a explicaciones de Quevedo en su España defendida, escrita al ver "mallIatar con insolencia mi patria de los ex­
tranjeros" (lA idenlidad española .... p. 58).
tipo mágico, como el voikgeisl, el espCriru del pueblo, que resulta más increíble que las virtu­
58 "'Una patria tenemos, y esa es Cristo. No hay más que una nación, y esa es Cristianos.
des heredit<'Uias de la sangre. Realmente, se era más coherente cuando se pensaba que las na­
Todos nacimos en el bautismo y somos vasallos del carácter de la fe'. La f6rmula elegida
ciones eran creaciones de Dios, que es el único que las puede hacer inmunes a la Historia
{por el Padre Ambrosio Bautista) pard ilustrar este principio no deja. sin embargo. de ser re­
No: las comunidades que se llaman "naciones" no son una superfamilja. Lo dejó ya claro
veladora: 'el francés que ama a Dios es mi español, el español que le enoja es mi francés'.
Ortega y Gasset: "Mientras se siga amparando la decrépita y vaga doctrina que ve en el Esta­
Bajo una fachada de apátrida espíritu cristiano subyace una valoraci6n que asume impUcita­
do una última amplificaci6n de la familia y en ésta una especie de Estado germinal y nativo, mente que, mientrdS que lo propio y natura.l al español es honrar a Dios, eso está lejos de ser
no se entenderá nada del proceso hist6rico efectivo" (lA rebelión de las masas. p. 121). Una el caso francés, consistentemente calificado de belicoso y favorecedor de herejes" (M. Ba­
comunidad grande es producto de un proceso de incorporaci6n, como ya viera Theodor Ilester, lA úlenridad española..., pp. 387-388).
Mornmsen. en el inicio de su famosa historia del imperio romano: "La historia de toda na­ 59 J.A. Maravall, ESlado moderno y menlalidad social (siglos XV a XVII), 1, pp. 467-468.
ci6n. y sobre todo de la naci6n latina, es un vasto sistema de incorporación". Ortega aclara 60 Angelantonio Spagno!etti, "El concepto de naturaleza. nación y patria en Italia y el rei­
que "en la edici6n alemana no se habla de 'ineorporaci6n' sino de 'synoikismo'. La idea es no de Nápoles con respecto a la Monarquía de los Austrias", p.483.
la misma: rynoikjsmo es literalmente convivencia, ayuntamiento de moradas" (ibCd., p. 28, 61 Por la misma época en la que lA Enciclopedia definfa a la naci6n como la sociedad de
n. 1). Y comenta: "Es f¡¡l~o suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre, y un Estado (v. supra n. 43), Montesquieu escribi6: "bajo las dos primeras dinastfas a menudo
viceversa. La diferencia racial, lejos de ey,:cluir la incorporaci6n hist6rica, subraya lo que hay era convocada la naci6n, esto es, los señores y los obispos" (cil. por F. Hubeñak. en Diez
de específico en la génesis de todo gran Estado" (p. 29). años...• p. 82).
Emest Renan expres6 la idea de otra manera: "El francés no es ni galo Di franco Di bu.r­ r.
6~ J.A. Maravall, Estado moderno.... pp. 467-468.
gundio. Es lo que ha salido de la gran caldera donde, bajo la presidencia del rey de Francia, 63 Le Dictionnaire de l'Académie fron(:aise, 1694, n, p. I JO.
han fermentado juntos los elementos más diversos" (¿Qué es 11M nación? p. 61). Significativamente, en ediciones siguientes. esa definici6n fue sustiruida por esta oua:
n Resu.lta significativo recordar la defmición que se dio en el primer diccionario de una "Se dice también de los habitantes de un mismo país. aunque no vivan bajo las mismas leyes
lengua moderna: "reino o provincia extendida, como la naci6n española" (Sebastján de Co­ y sean súbditos de diferentes príncipes" (ed. de 1762. n. p. 136, donde se pone el ejemplo de
varrubias. Tesoro de la lengua castellana o española, Castalia. Madrid, 1995 [!61IJ, p. 772; la naci6n ilaliana, dividida entonces en varios Estados). El cambio resulta aún más significa·
nótese que, aunque significativamente ya se la tenia por tal, España no era entonces un reino, tivo si se tiene en cuema que esta definici6n contradice la primera de.ftnici6n de "naci6n" que
sino el centro de una monarquía compuesta, que incluCa terrilOrios no españoles). Sin embar­ se da en el diccionario (v. supra n. 43). Es lo que suele suceder cuando se lrata de definir una
go, como otros autores, Covarrubias admitía [a existencia de otras naciones en España cuan­ palabra que ha tenido tantos significados. Y sigue sucediendo en los diccionarios de las aca­
do ideó una etirnologCa fantástica de Madrid: "Marrilillm, a malre, por serlo de tantas nacio­ demias espafto[a y francesa, que dan definiciones (que pueden ser) excluyentes. ya que reco­
nes que concurren a ella" (ibCd., p. 726). gen los usos contradictorios de la palabra.
Mateo Ballester ha señalado "cómo los diccionarios antiguos, aunque útiles en general, En todo caso. cabe señalar que en todas las ediciones del Diccionario de la Academia
pueden en ocasiones resultar más enganosos que aclaradores". como sucede con la siguiente Francesa se pone a la nación española como ejemplo de "naci6n".

Letras de Deusto Lerra~ de Deurto

Núm. 137 (Vol. 42) OC1ubre-Diciembre 2012 Núm. 137 (Vol. 42) OC1ubre-Diciembre 2012
138 AmlOTldo Besga Marroquín 139
La hispanización de Espaíia

El problema no residía sólo en que los significados fueran diferentes según las origen portugués que comerciaban, por ejemplo, en los Países Bajos de los siglos xVI-xvn no
personas. La misma persona podía utilizar la palabra con distintos significados. dejaban de sentirse y decirse judíos -<le la diáspora universal- por el hecho de presentarse
Asr, por ejemplo, el conde-duque de Olivares podía proclamar en 1625, en un mo­ como pertenecientes a la nación porruguesa. M
mento de euforia por las victorias: "Dios es español y está de parte de la nación es­
tos días"; pero, en 1640, el año de las rebeliones de Cataluña y Portugal, exclama­ y esto podía ser así en buena medida porque "nación" era una palabra que no tenía
ba: "¡Malditas sean las naciones, y malditos los hombres nacionales! [... ] No soy efectos prácticos (por lo que no debería tenerlos tampoco en las interpretaciones de
yo nacional, que es cosa de muchachos",64 No se refería a las etnias, sino a los oro nuestro tiempo, dado que no es difícil encontrar menciones de "nación" para apoyar
denamientos jurídicos, que era lo que daba consistencia a las naciones (y se oponía cualquier pretensión, y es una aberración interpretarlas con uno de los significados
a su política unifieadora, que podía resumirse en la frase Multa regna, sed ulla lex" que la palabra puede tener hoy). Era un concepto análogo al de "sociedad" o "país",
que le gustaba repetir).65 Un análisis pormenorizado del vocabulario empleado por que no tienen implicaciones políticas, lo que permite que un individuo pueda perte­
Olivares permitiría encontrar olIas contradicciones por el uso impreciso de pala­ neeer a distintas sociedades o países sin que se aprecie contradicción en ello.
bras como "España" (que, a veces, parecía excluir a Portugal) o "exlIanjero" (que A propósito del feudalismo, que es el término más polémico en la bistoriogra­
empleó muy confusamente, como muchos OIIOS), Igualmente, el aragonés Baltasar fía 69 y del que se ha podido argumentar también que es sólo un constructo,70 Marc
Gracián (1601-1.658), en una misma obro (El Criticón), podía escribir que España
"era la primera nación de Europa: odiada porque envidjada",66 y después referirse a
"las naciones de España"Y Y no son casos excepcionales; refiriéndose a vascos y 6il "Los lres conceplos de nación en el mundo hispano", pp. 130-131. A las naciones coo

navarros, José Andrés-GaIJego ha podido escribir lo siguiente: las que se podían ideotificar los vascos y navarros peninsulares, cabe añadir la cámabra, con
la que, por ejemplo, se identi.ñc6 el guipuzcoano Esteban de Garibay en la presentación de la
autoría de Los XL libros del Compendio hislorial de las Chronicas y universal HiSloria de IO­
Los había, por tanto, que -según dónde estuvieran y con quién- se consideraban de 1I11ci6n
dos los re:ynos de España (1571), que es la primera historia de la monarquía española. La re­
española, de naci6n vizca(na o vascongada y de naci6n navarra, todo en una misma persooa ferencia a Cantabria se explica porque desde el siglo XVI se identiJJcó a los vascos peninsula­
si es que cra necesario (y de la misma fom1a -hay que advertirlo- que los cOlTespondientes res (que entonces no se llamaban así, porque ese nombre estaba reservado entonces a los
nacionales se dedan de las naciones de Aragón, Andalucía, La Mancha. Extremadura, Portu­ vascofraneeses) con los antiguos cáotabros; los antiguos pobladores de Guipúzcoa fueron los
gal, Campos, Galicia, Vizcaya y Aslurias en la universidad de Salamanca y el siglo xvn). várdulos, de los que -por cierto- el hispano Pomponio Mela escribió que eran lino sola "na­
Más aún: algunas veces se llegaba a relaciones IraI1sversales, que hadan que una persona lio". Por lo demás, hay que decir que la condición de español de Garibay, que idolarraba a
concreta pudiera pertenecer no ya a naciones succsivamente mayores (la navacra, la vascon­ Felipe II y exaltó a la naci6n española y los españoles en el prólogo, está fuera de toda duda
(v. Julio Caro Baroja, Los vascos y la Historia a lravés de Gan'bay).
gada, la española, en el ejemplo que veíamos), sino a naciones concurrentes. Los judíos de
Pero más significativo aúo es ellJeeho de que se llegaran a reconocer naciones dentro de
la nación vascongada. Así se acredita en la Ilustre Hecrnandad de Nuestra Señora de Aránza­
zu de Lima fundada en 1612 y focrnada por los "caballeros hijosdaJgos que residen en esta
601 Cil. por John H. ElJioll, El Conde-Duque de Olivares, pp. 244 y 549. ciudad de Los Reyes del Pirú naturales del Señorío de VIZcaya y Provincia de Guipúzcoa y
ó~ En buena medida, el concepto recieme de "patriotismo constitucional" se podrfa apli­ descendientes dellos y los naturales de la Provincia de Álava, Reino de Navarr-d y las cuatro
car a los lerritorios de las mon<lJ"qufas occidentales del Amiguo Régimen, que defendían, ante villas de la costa de la Montaña que son Laredo, Casrro de Urdiales, Santander y San Vicente
lodo, sus priviJegios. de la Barquera", quienes fumaron el protocolo inieial como caballerOJ hijosdalgo de la na­
6ó Es la frase flI1a1 de un pasaje dedicado a la caracterización del español, una de las mu­ d6n vascongada, que, por tarlto, incIufa a Cantabria. Pues bien: "en las constituciones inicia­
chas que se hicieron enlonces y que prueban la existencia de una identidad española: "Si [I01l les de la becrnandad, reaacf.1das poco después, en el mismo año, se hizo constar que los her­
españoles son bizarros] pero de ahí les nace el ser altivos. Son muy juiciosos, no tan ingenio­ manos se comprometían. entre OlfaS cosas, a 'saber acerca de los chapetones [españoles
sos; son vaJienles, pero lardOS. Son leones, mas con euartanas. Muy generosos, y aun perdi. llegados de Europa] recién venidos de las naciones de la dicha becrnandad', que eran aquellas
dos; parcos en el comer y sobrios en el beber, pero superfluos en el vestir. Abr= todos los de Navacra, Guipúzcoa, ÁJava, Vizcaya y las Cuatro Villas, o sea que la vascongadil era, de
extranjeros, pero no estiman los propios; no son muy crecidos de cuerpo, pero de grandc áni­ facto, una nación de naciones" (José Andrés·Gallego, "Por qué eran cosas diferentes nación
mo. Son poco apasionados por su porria y trasplantados son mejores. Son muy allegados a y monarq'~(a para la reina Isabel", p. 28).
la razón, pero arrimados a su dictanlen; no son muy devotos, pero tenaces de su religión. Y 69 Debería ser "nación", pero esta palabra polisémica no resulta generalmente un concep­
absolutamente es la primera nación de Europa: odiada, porque envidiada" (ciL por José Aka­ to polémico en la bistoriografía, pues otro éxito del nacionalismo, pese a su inanidad intelec·
lá-zamora, "Idea y realidad de España en los siglos XVI y xvu", p. 111). tual, es el uso nocrnal de esa categoría por los historiadores (L. Rodríguez Abascal, Las fran­
67 Muy famoso se ba hecho este pasaje: "En la Monarquía de España, donde las provin­ leras del nacionalismo, pp. 125-126 Y 225). No estimo, sin embargo, que la división de la
cias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los His[Qria en historias nacionales (estatales, e, incluso, regionales) sea una consecuencia del
climas encontrados, así como es menester gran capacidad para conservar, así mucha para nacionalismo, pues aparecen mucho antes que esta doctrina, y constituyen divisiones operati­
unir" (cíe por Quintín Aldea, "Los españoles ante el destino universal de España", p. 222). vas, por la existencia de un sujeto, como sucede en las historias locales y comarcales (y son
El contexto del pasaje es la comparación de Espaila con Francia. mucho más fáciles de elaborar que las historias universales o de una civilizacióo, porque,

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140 Armando Sesga Manoqurn I La hispanizaci6n de España 141

Bloch escribi6 una frase que se ha hecho famosa: "Las palabras son como monedas posibilitado aún más la aparición de una definici6n que lograra algún consenso. 74
muy usadas: a fuerza de circular de mano en mano, pierden su relieve etimológi­ No es un problema entre nacionalistas y no nacionaljslas, pues tampoco existe un
CO".?I y "nad6n" es una palabra mucbo más antigua que "feudalismo", que apenas
concepto de nación aceptable para la mayoría de los nacionalistas. Ni siquiera una
¡jene dos siglos, y muchísimo más manoseada; además, podría ser una moneda fal­ definición tan imprecisa (e inservible) como "una sociedad con derecho a la inde­
sa (y, desde luego, falsificada en numerosas ocasiones, al menos). Y es que, en el pendencia" sería admitida por todos, pues, al parecer, se puede ser naci6n sin ser
tránsito a la Edad Contemporánea, esa palabra, que no tenía implicaciones, se poli. sociedad 75 (y también se puede ser nacionalista sin ser independentisla). En buena
tiz6 al sustituir la nación -que es corno se llam6 a la nueva sociedad de ciudadanas lógica, cabría pensar que una naci6n debería ser una sociedad con un plus que justi­
de un Estado- al rey en la titularidad de la soberanía. Por una parte, al sustituir a UII fique semejante pretensi6n, pero en el nacionalismo no reina la raz6n: si no es ne­
individuo, se tendi6 a personificar la nación, que sólo era un agregado de indivi· cesario ser sociedad, que es algo de menor relevancia o trascendencia y mucho más
duos a los que la Historia había unido políticamente (lo que pareció insuficiente y real, para ser naci6n, s610 una explicaci6n sobrenatural podría justificar la existen­
demasiado frfo) , convirtiendo a la naci6n política en una naci6n nadonalista. 72 Por cia de naciones que no son sociedades. 76
otra parle, al asodar naci6n y soberanía, la cuestión de la nación, que hasta enton­ Los nacionalistas sólo están de acuerdo en que las naciones son susceptibles de
ces no había suscitado controversias pese a sus múl!iples significados, se convirtió" ser identificadas de un modo empúico. n Después, cada nacionalisla defme a la na­
en un asunto politico e interesado. ción pro domo sua,78 con el único fin de que la que considera suya sea reconocida
La idea actual de nación, pues, no proviene de la Ciencia, que nunca ha podido como taI.79 Por eso, "la historia del nacionalismo nos muestra que el número de ras­
decir nada al respecto, sino de la polúica. Y, como señaló Ortega y Gasset, "la polí.
tica no aspira a entender las cosas".7:! La politizaci6n del conceplo de nación ha i01­
14 V. Luis Rodríguez Abascal, Las fron/eras del nacionalismo, pp. 101-163, principal­
mente.
1l Juan Olabarria ha recordado cómo un articulista del diario nacionalista Deia (20 de
precisamente. uno de los fenómenos que muestran la unidad de las comunidades estatales es septiembre de 1977) se preguntaba: "¿Puede denominarse vasca la sociedad vasca actual?"; y
que, salvo excepciones, sus historiadores conocen, sobre todo, su hislOria). respondía: "Indudablemente, no" ("Identidad". p. 56). Es una respuesta inevitable cuando la
70 Elizabelh A. R. Brown, "La tiranía de un constructo: el feudalismo y los historiadores
supuesta naci6n contiene fronteras estatales en su interior.
de la Europa medieval". 76 El nacionalismo pretende salvar la contradicción sustituyendo "sociedad" por "pueblo"
" La sociedad feudal, p. 21. Cabe señalar que, refiriéndose al feudalismo, M. Bloch tam­ (también cuando es un nacionalismo con Estado y reclama uva ampliación de las fronteras).
bién escribió que "cada historiador entiende la palabra como le da la gana" (Apologie po Pero. dejando aparte la cuestión de la definición de "pueblo" (que todav[a no es un concepto
I'HiSlOire ou mélier d'hislOrien, p. 87), lo que es algo aplicable también a ·'naciÓn". excluyeOle). hay que decir que entonces el error se encuentra en la utilizaci6n del singular,
12 Como sefial6 Julián Marías, "No hay riesgo más grave que proyectar sobre la vida co­ pues. cuando un pueblo está dividido en varias sociedades, lo que tenemos realmente son pue­
lectiva los requisitos y caracteres de la vida individual; es decir, considerar una sociedcuf blos, a los que ha separado la Historia (en el caso de haber estado unidos alguna vez).
como una persona" (España .... p. 43). Sin embargo, los nacionalistas tienden a concebir a 1M Realmente, en el mejor de los casos, 10 único que puede demoslTar el nacionalismo sin
naciones como personas, dotándolas no sólo de virtudes, e incluso defectos, propios de los Estado es que una dcterminada población podría haber sido una naeión. Esto es: que es una
individuos, sino también de voluntad. Ya E. Renan ironizó al respecto: "A menudo pienso nación abortada (por la Historia), y -por tanlO- que no es una naci6n, lo que no tiene ningu­
que un individuo que luviera los defeclos considerados en las naciones como cualicJades -que na trascendencia.
se alimentara de vanagloria, que fuera tan celoso, egoísta, pendenciero, que nada soportara n Luis Rodrfguez Abascal. Las fronteras del naciollalismo, p. 102.
sin desenvainar la espada- sería el más insufrible de los nombres" (¿Qué es una nación? 18 "Es tfpica del nacionalismo la desvergonzada discrecionalidad en la definición de los
p.93). rasgos constitulivos de [a identidad nacional: según las necesidades politicas y las modas ideo­
No obstante, resulta conveniente hacer un par de aclaraciones: lógicas de cada momento, se enfatizará más o menos el elemento racial. lingüfstico. el nist6­
1) La creencia en la existencia de identidades colectivas es muy anterior al nacionalismo. rico, etc." (F.J. Contreras, "Cinco tesis sobre el nacionalismo", pp. 272-273, que considera
Se constata desde el momento en que empezamos a tener testimonios escritos, en la Antigüe­ que estas definiciones son pro domo sua).
dad. Así, por ejemplo, los hispanos de la época romana ya fueron dotados de una identidad, 79 Al nacionalista sólo le interesa. realmente, su naci6n (y no le impona. por tanto, dar
antes de que la conquiSla romana produjera los primeros efectos unificadores. una definición que supone la desnacionalizació" de otra Ilación amiga). Hay que tener en
2) Como ha demostrado E. Gellner, las nuevas condiciones de vida de la Edad Contem­ cuenta que el nacionalismo no comenzó con una obra que defmiera lo que es una nación,
poránea imponian unas necesidades de bomogeneidad en la sociedad de un Estado descono­ sino con la utilización de una vieja palabra, que se empleó a conveniencia. Después, el nacio­
cidas hasta entonces (Naciones y nacionalismo). Otra cosa es que esa situación desemboque nalismo no ha producido ninguna figura intelectual de primer orden que redirniera este peca·
en nacionalismos de Estado. do original, definiendo cuáles son los criterios que convierten a un colectivo en una nación.
73 La frase la escribió en la presentación de la ReviSla de Occiden/e en 1923 (ci!. por Fé­ Es más: como han sefialado muchos autores, "Una de las características del nacionalismo es
lix Rebollo Sáncbez, Periodismo y movimientos li/erarios en España /900-/939, Huerga y la paradójica desproporción entre su enorme palencia poUtico-práctica y su endeble consis­
Fierro Editores. Madrid, 1998. p. 130). teneia teórica" (EJ. Contreras, "Cinco tesis sobre el nacionalismo", p. 258. donde añade que

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142 Armando Besga Marroquín J La hispanizaci6n de ESPQlia 143

gos escogidos por los nacionalistas para señalar a los miembros de la nación tiende dades humanas delimitadas territorial mente cuyos miembros compartan en su tota­
al jnfinito".80 Más aún: es muy frecuente que dentro de un mismo nacionalismo los lidad una misma característica, salvo vivir allf',8s lo que puede permitir a la nación
criterios cilmbien con el paso del tiempo, para seguir teniendo razón, o según las vecina reclamar ese territorio para sí;Só y, en lodo caso, porque no resulta evidente
ideologías. SI Esta facilidad para descubrir naciones no (iene nada de extraordinario; que unos pocos rasgos en común, entre la infinidad de elementos que condicionan
es un'a empresa que sólo requiere voluntad y amplitud de criterios, pues --como se la vida de los individuos, tengan la fuerza nacionalizadora que interesadamente se
ha dicho- el número de elementos que se pueden utilizar para definir una nación pretende otorgarles. En estas condiciones, es evidente que un ténni.no tan polémico,
tiende al infinito, por lo que no resulta difícil encontrar alguno o algunos que per­ polisémico y politizado como "nación" -que no alude a una realidad observable,
mitan elevar un colectivo a la categoría de nación,B2 dado que, como reconoce el sino a una interpretación de la realidad- s7 no sirve para nada,88 y mucho menos
Evangelio, el que busca, encuelllra. 8J Aun así, la definición que da un nacionaUsta para basar sobre ella la organización política del mundo. 89 Es la cuestión bizanlina
de su nación suele ser (por lo menos) discutible, bien porque los rasgos elegidos de nuestro tiempo, en el que nos sonreímos de las discusiones sobre el sexo de los
"caracterizan de un modo muy imperfecto a la realidad social del territorio que re­ ángeles de otrora. 90
clama para Sf',84 bien porque "no resulla sencillo encontrar en nuestro planeta uni­

,s Luis Rodrfguez Abascal, Lasjromeras del nacionalismo, p. 193.


Iló "Solo la creencia naturaliSla en que las naciones están ahí fuera, esperando a que las
"la doclrina nacionalista es en gran parte tácila: está becha de sobreentendidos y de falsas ob· descubramos y despertemos, y que coexisten con sus claras delimitaciones, sus diferencias
viedades", una de las cuales es la existencia de criterios objelivos sobre la ex.istencía de 1M evidentes y sin solapamientos, puede llevar a pensar que un mundo dividido polflicamente en
naciones, que nlmca han sido capaces de explicitar racionalmente, sino de aplicarlos ad libio esas unidades serfa armónico [milO cuyas consecuencias son desaslrosasJ. Sin embargo, no
111m al caso que les inleresaba; v. el apartado "El nacionalismo es filosóficamente débiJ y ru­ hay naciones natu.rales. No hay naciones sin nacionalismos que las imaginen y las procla­
dimenlario". pp. 270-278). En estas condiciones, no son de extr.lñar los problemas que pre­ men, y apenas queda un rincón del planeta en que no hayan colisionado nacionalismos in­
senta la identificación de las naciones. compatibles entre sí, es decir, nacionaJismos que presentan proyectos solapados de nación
80 Luis Rodríguez Abascal, Úlsjronreras del nacionalismo, p. 176. para el mismo territorio e, incluso, para la misma población. El nacionalismo plantea sus rei­
81 Un buen ejemplo de esra facilidad del nacionalismo para cambiar sus crilerios a con· vindicaciones como un juego de suma cero, y el solapamiento de varios nacionalismos sobre
veniencia es el nacionalismo vasco. Es claro que la raza y la religión, que definían la nación un mismo lugar puede traer un conflicto continuo e inacabable" (Luís Rodrfguez Abascal,
vasca de Sabino de Arana, no podfan seguir manteniéndose como criterio. pues habrfa sign.i­ Losjronleras del nacionalismo. pp. 252-253; en la p. 306, añade: "Raro es el Estado cuya es­
ficado la desaparición dc la nación (y de sus vOtanles). También en el nacionalismo español tabilidad no está amenazada por alguna reivindicación nacionalista infraestaral o proveniente
se pueden enconlrar varios ejemplos de la divelOidad de definiciones. Todo ello lo que de­ de más allá de sus fronteras").
87 Para Roge.. Brubaker, la nación no sólo no es un hecho, sino que ni siquiera es una
muestra es que lo único que importa en la forma de argumentar nacionalista es la conclusión:
categorfa analítica: es una reivindicación política ("In lhe Name of lhe Nation: Renections on
los argumentos pueden cambiar -y cambian- sin que la conclusión se vea afectada.
Nauonalism and Patriotism", Cilizenship Srudies, 8, 2, 2004, p. /16).
B2 hA un mismo territorio y población se le pueden asignar un número inflflilO de caracte­
En la misma !fnea, L. Rodríguez Abascal ha señalado que "la única fonna correcta de
rfsticas para definirlo. En contra de lo que sost iene el nacional ismo, esas caraclerfsticas no
describir el uso del concepto nacionalista de nación es sostener que no tiene un significado
señalan de modo evidenle a la población o al lerritorio por sí solas, sino que precisan de la
descripuvo, sino que su significado es nomlativo, a pesar de que sus usuarios se lo apliquen a
ayuda de un sujeto o grupo de individuos que las afsle de enlre todas las posibles, clasifique
grupos de pelOonas que, sin duda, pueden ser descritos empíricamente. De los enunciados
con ellas a los seres humanos y trace las líneas de separación con otros grupos" (Luis Rodri­ nonnativos no se puede predicar la verdad o falsedad, justicia o injusticia, val.idez O invali­
guez Abascal, ÚIs jronteras del ncu;ionalisnUJ, p. 177). dez. Por lo tanto, las naciones no son unidades humanas identificables con criterios empíri­
':1 En la cuestión acientífica de la identificación de naciones no se parte de la nada., del
cos porque lo que se designa con esa palabra es un concepto nonnativo. La proposición 'X es
estudio de las poblaciones de un territorio para agruparlas después en naciones en función de una nación' no es ni verdadera ni falsa" (Losjronleras ... , pp. 124-125).
unos determinados criterios (lo que tampoco lemida sentido). Al contrario, se parte la exis­ 8' Entre airas cosas, porque ha servido para todo: "se ha convertido en un concepto-ins­
lencia de las naciones para confirmar su exislencia o negarla, pero con el objetivo también en trumento 'mUlliusos' ya que ha sido capaz de proporcionar -y sigue proporcionando-- inter­
eSle último caso de afirmar la ex.istencia de otra nación. Es una cuestión interesada, por lo pretaciooes suficientes para lodos aquellos que en el tiempo han querido servirse de ella a la
que se encuenlra el que se busca (no conozco a ningún nacionalista que haya frncasado en hora de a.lcanzar unos delerminados fines. Y todo porque una palabra no liene sentido -según
semejante empeño). señalan los lingüistas-, sino solamenle Ulilizaciones" (J.M" Donézar, "De las naciones-pa­
&-1 Luis Rodríguez Abascal, Losjronleras del nacionalismo, p. 183. Un ejemplo evidente trias a la 'nación-patria'. Del Antiguo al Nuevo Régimen", p. 95).
10 tenemos cuando se propone como lengua nacional una que no hablan la mayorfa de los 119 Es más: como ha demostrado de manera exhaustiva la investigación del último medio
habitanles de la nación, y que, además, es una leogua que ha habido que unificar, con cri­ siglo, la nación de [os nacionalistas no existe, sino que es una creación de los nacionalistas:
terios más o menos discutibles, para que pued¡m entendelOe sus hablanles. Al respecto, "el nacionalismo engendra a las naciones, no a la invelOa" (E. Gellner, Naciones y nacioM­
EJ. Hobsbawm ha escrito que "las lenguas se vuelven ejercicios más conscienles de ingenie­ lismo, p. 80).
rfa social de forma proporcionada en la medida que su importancia simbólica predomina so­ 90 "Las naciones no se sostienen desde el punto intelectual, pero son atractivas desde el
bre su uso social" (Naciones y nacionalismo desde 1780, p. 122). existencial, como lo son las creencias mágicas o las religiones, mundo al que, en defmitiva,

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144 Armando Besga Marroquín lLt. hispanización de España 145

En el caso de España, hay que recordar que es considerada una nación por la do, una economía, una demografía, una sociedad,?4 una lengua común, una cultura
gran mayoría de los españoles y por casi todos los eXITanjeros,91 que lo ha sido en y (sobre todo) unas costumbres 95 e infinidad de sobrentendidos que permiten enten­
todas la épocas de la historia 92 y en todos los conceptos que ese vocablo ha tenido, dernos cuando nos comunicamos. Si eso no es suficiente para ser una nación, cuan­
incluso en el antiguo sentido de miembros de una estirpe y en el nuevo de nación do tan fáciles de encontrar son para los nacionalistas, ¡endóamos un argumento
de naciones. 9J En todo caso, lo importante es que España es una Historia, un Esta- más sobre la inutilidad de ese concepto, que dos mil años después seguiria siendo
lo que siempre fue: unflatus vocis. O lo que es peor: un ruido que se interpreta a
conveniencia. No obstante, puede ser positivo hacer una excepción como mera
pertenece el fenómeno nacional" (José Álvarez Junco, Moler dolorosa, p. 17). Sin embargo, convención con una palabra que ya no se puede eliminar del vocabulario: reservar
el autor continúa así (en lo que. por otra parte, es un magnHico prólogo): "Como la religión o el nombre de "nación" para la nación política, que es la única que tiene una exis­
la familia, la nación es un lazo íntimo, personal. sobre el que no se razona. Dc ahí que tengan tencia real, y porque resulta conveniente distinguir con un nombre propio a la so­
escasa utilidad los nuevos estudios que pretenden analizar las doctrinas nacionalistas a la luz ciedad de un Estado soberano, que es el tipo de sociedad más importante, a fin de
de la lógica, que nos expliquen una vez más cuán pobres son sus presupuestos teóricos, o que diferenciar del Estado al conjunto de ciudadanos y de disponer de un adjetivo tan
desenmascaren con datos de hecho las falsedades que acumulan su visión de la historia o sus útil, al ahorrar palabras, como "nacional". dado que "social" o "estatal", que serian
pretendidas propuestas de recuperación lingüística. Sabemos que todo es asf. Lo importante
las alternativas, resultan inadecuados. 96
es entender por qué. a pesar de todo, tienen tanta fuerza, por qué hay tanta gente dispuesta a
No merece la pena, pues, porfiar por la cuestión. Me parece preferible, en un
creer en esos mitos" (ibíd.).
Ciertamente, es una cuestión importante, porque las creencias. más que los pensamiento$., asunto como la hispanización, dedicar las últimas palabras a destacar la "cuna lim­
son las que han movido al mundo. Pero no basta con comprender, porque las creencias de los pia" de España (si se quiere, no hay inconveniente en que se matíce o precise el
nacionalistas. que no razonan sobre la naci6n, afectan a los demás, entre los cuales hay quie~ sintagma añadiendo "relativa", habida cuenta de la inevitable violencia en la for­
nes pretenden razonar sus convicciones. Si se hubiera respetado el paréntesis cartesiano, sí mación y desarrollo de los Estados).97 La expresión "cuna limpia" referida a Espa­
10 importante hubiem sido comprender el hecho religioso sin juzgarlo, no habría habido TIus­
traci6n. Me parece más acertado el criterio de Julián Benda, que, en t 933 (el año de la ascen­
sión al poder de Hitler y entre dos guerras mundiales provocadas por el nacionalismo), publi 9
ya se ha seoalado- un concepto comparahle al aCTUal de '·sociedad". que no está politizado ni
caba: "atraed con todas vuestr<ls fuerzas el ridículo sobre la pasión nacionalista" (Discours JO es excluyente. Por eso. Montesqujeu pudo considerar a Europa uoa naci6n de naciones ("Eu­
la nation européene. capítulo VJ, "Rendons le nationaLisme odieux et ridicule"). Una empre­ ropa no es más que una nación compuesca de varias" (Reflexions sur la monarcJrie universe­
sa posible, habida cuenta de la irracionalidad de los nacionalismos. /le en Europe. 1727, cap. XVllI). pese a que llegó a idenrificar a la nación francesa con "se­
91 Como señalan Sebastián BalfoUf y Alejandro Quiroga, "plantear [en el extranjero] este ñores y los obispos", como vimos supra n. 61).
tipo de preguntas (¿es España una naci6l1?] podría parecer extraiío" (Espaiia reinventada, 9J Una sociedad que. como la demografía, evoluciona al mismo ritmo. Cuando, por
p. 11). En esre sentido, cabe señalar que Stanley G. Payne ha observado desde fuera que "es.' ejemplo, España podía ser presentada como la reserva espirirual de Occidente, lo era toda.
pecialmente en los últimos tiempos, casi todas las declaraciones más absurdas y exagerad sin hechos diferenciales, como cuando dej6 de serlo (y, de haberlos, tienen más que ver con
sobre la cultura y la historia de España las han hecho los propios españoles" (Espaiia. p. 15). el poblamiento rural o urbano que con las diferencias regionales).
La e,;cepeión entre los extranjeros en el reconocimiento de España como una nación se <fa 95 Me refiero a fenómenos como la diferencia enlre ser y estar (de origen vasco), la "ñ·'.

básicamente entre nacionaLislas sin Estado, que operan, también en este caso. pro domo sua. la jota (de origen musulmán), ellJorario no europeo de comidas, la cocina española, la siesta,
92 Eso ha pennitido defender en bastantes ocasiones que España es una de las naciones el sistema de apeU.idos. los Reyes Magos (que, por cierto, no son españoles), etc.; todo aque­
más antiguas, si no la más. No importa ahora que eso sea cierto. sino el hecho de que hay ra­ llo que no cambia cuando se cruza una fromera entre comunidades aUlónomas y desaparece
zones atendibles para afrrmarlo. cuando se atraviesan las del Estado.
03 Probablemente se trata de una propuesta bienintencionada que trata de agradar a todos, 96 Al respecto. cabe recordar que la organización de naciones más importante -la ONU­
inútiJ.menle. Pero si "nación" es algo confuso, una naci6n de naciones es la confusión al cua­ es, realmente, una organ.izaciÓn de Estados. como lo fue su antecesora, la Sociedad de Nacio­
drado. Y más si se pretende combinar, como se ha hecho, una oación polftica (contingente) nes. Para ingresar en una y otra. no había de que demostrar que se era nación; bastaba con ser
con naciones culturales (a salvo, al parecer, de las contingencias y de la Historia), una distin­ un Estado independiente. esto es, una naci6n polItiea.
ción que complica aún más el problema de la definición de "nación". Además. es una pro­ Por otra parte, cabe recordar también que es muy frecuente confundir sociedad y Estado;
puesta que rambién se puede aplicar a las naciones españolas, que, según la jerga nacional.is· todos los días se hace en la prensa cuando se identifican como medidas de un pais las toma­
l.a. son, en realidad. plurinacionales. Así, por ejemplo, la Euskal Herria de los siete territorios das por su gobierno.
vascos puede ser considerada una naciórr de naciones. como los pai"sos catalans. 97 Es algo que ya destacó Emest Renan: "El olvido y. yo diría incluso. el error histórico

No obstante, hay que reconocer que se podría invocar una larga tradición para la naci6n. son un factor esencial de la creación de una nación, y es así como el progreso de los eSTUdios
de naciones española. pues durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna se util.izó la pala­ históricos es a menudo un peLigro para la nacionalidad. La investigación histórica, en efecto,
bra "nación" para designar tanto a España como a d.istintas partes de su territorio (lo que vuelve a poner bajo la luz lo~ hechos de violencia que han pasado en el origen de todas las
también se puede aplicar a otros países, dada la imprecisión con que se utilizó la palabra). formaciones políticas, hasta de aquelJas cuyas consecuencias han sido más benéficas. La uni­
Pero, esto em así porque esas naciones no eran las naciones de los nacionalislas, sino --como dad se hace siempre brutalmente; la reunión de la Francia del Norte y la Francia del Mediodía

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146 Armando Besga Marroquín La híspanización de España 147

ña la he visto empleada por Juan Ramón Parada para valorar del nacimiento de Es­ ción referida (que supone menos de un 2% del territorio español), se hicieron sólo
paña como nación política en las Cortes de Cádiz con representantes de todo el contra unos hispanos que no quisieron serlo y que dejaron de serlo: 102 los andaiusíes;
país. 98 Pero estimo que se puede aplicar también a la formación de España y a su
proceso de hispan.ización.
Como señaló Ortega y Gasset, siguiendo a Theodor Mommsen, las sociedades
de cierto tamaño que son reconocidas como naciones son producto de un proceso por poner dos ejemplos de distinto tenor, son también el resullado de uniones personales, y
de incorporación,99 dado que originariamente las comunidades no podían ser gran­ nadie ha planteado las objeciones que se han manifestado con respecto a la unidad lograda
des. loo Pues bien, salvo la conquista de Navarra, que fue una guerra relámpago en por los Reyes Católicos.
Por otra parte, cabe indicar que Bemard Guenée ha señalado que "la política de matrimo­
una época en la que no existían esc tipo de contiendas, la uni1icación de España fue nios y el azar de las defunciones hicieron del fLIlal de la Edad Media, más que cualquier otra
un proceso pacífico, mediante la unión de reinos. lol Las conquistas, salvo la excep­ época, el tiempo de los reinos unidos. En realidad, ineluso en eSla época, matrimonios y su­
cesiones no podIan crear ni hacer durar un Estado cua.lquieru. Era preciso contar con los sen­
Limientos de [os habitantes" (Occidente duranre los siglos xrv y xv, p. 56). Por eso, señala
ha sido el resultado de una exterminación y de un terror continuado durante casi un siglo" GlJENÉE, sólo duraron la unión de Polonia con Lituania (pero sólo hasta el siglo xvm) y la de
(¿Qué es utla nación? p. 35). España. "Ya fuese Estado múltiple o simple reino, el Estado del tinal de la Edad Media era
93 "Es muy fácil, pues, datar el nacimiento jurídico-constitucional de España como na­ tanlO más firme, en cuanto que estaba poblado por gentes que se sabran y se deseaban solida­
ción política. España nace en la más limpia de las cunas: nada más y nada menos que en el rias. Un Estado de Occidente, ya no seria más el simple fruto de la conquiSla o del azar, sino
articulo I de nuestra primera Constitución, la de 1812" ("España ¿una o trina?". p. 125). Una que tomarla su fuerz.a de la cohesión del pueblo que lo habitaba. Para vivir y durar, un Estado
vez más, la cuna de España resulta más limpia que la de Francia, que lampoco es sucia, habi­ debía apoyarse en una nación" (p. 57).
da cuenta de la violencia entrc franceses que acompañó al nacimiento de la nación política de Finalmente cabe recordar que la unidad lograda por los Reyes Catól.icos no fue lamentada
Francia. por nadie. sino que fue celebrada por muchos.
10l Como ha señalado Pierre Guichard, es una evidencia: los andalusres "no se conside­
!l9 V supra n. 56.
100 Conviene recordar que este proceso no sólo es válido para las Uamadas naciones-Es­
raban 'españoles', ya que reservaban el término hbarliya -por cierto, rara vez utiliz;¡do- para
tado. Por ejemplo: Vizcaya, Aragón o Cataluña son el resul!ado respectivamente de la incor­ la parte cristiana de la península" ("El nacimiento del Islam andalusí (siglos vm-inicios del
poración de terrilorios a la Vizcaya nuclear (que aparece en el siglo VID y era más pequeña siglo x)", p. 53). V. Ron Barkai, Cristianos y nwsulmanes en la España medieval (El enemi­
que la actual). al primitivo y minúsculo condado de Aragón y al condado de Barcelona. go en el espejo); y Felipe Mafllo, De la desaparición de al-Nldalus.
Tampoco los cristianos les consideraron hispanos, aunque al principio dieran el nombre
En cambio, si Euskal Herria o el PaSs Vasco de los siete territorios sólo ha sido un ente
de "Hispania" a Al-Andalus. El hecho fue destacado y muy bien interpretado por José Anto­
de ficción es porque no ha contado con un mieleQ inicial que lo haya formado; Navarra no lo
nio Maravall:
fue, porque no fue un reino vasco (ni utilizó ese nombre), sino que se formó a partir del nú­
"Pero [o que no se da nunca, en cambio, es que a los sarracenos que habilan y dominan en
cleo inicial del reino de Pamplona, una ciudad romana y visigoda (he tratado el asunto de la
ese espacio de España se les [lame 'hispani'. Dentro y fuera de la Península, en las zonas de
naturaleza del reino navarro en "Ocigenes hispanogooos del Reino de Pamplona", y "La ésta, oriental y occidentaJ. los 'hispani' son siempre cristianos. Lo son, sí. los que habitan los
'Wasconia' del mapa del beato de Saint-Sever y el problema del nombre (o la existencia) del territorios libres del Norte; [o son también los mozárabes. Sostener que el homo 'spaniensis'
PaSs Vasco en el siglo XI"). designa al mozár.lbe es indudable. siempre que no se vaya a creer que sólo designa a él. Entre
'01 Que la Monarquía de España creada por los Reyes Católicos fuera el resultado de una
los numerosos textos ana1fsticos y cronIsticos que hemos utilizado y algunos miles de diplomas
unión personal (como antes lo fueron la de Arag6n y la de Castilla y León) no quita ninguna analizados. sólo hemos eneontnldo un ejemplo en sentido contrario. es decir, en el 9ue se da el
importancia a la unidad lograda. pues fue un procedimiento ordinario en la Edad Media y en nombre de hispanos a los sarracenos de la Península, distinguiéndolos de los de Africa. Y se
la Edad Moderna, en [as que sólo Jos reyes eran los titulares de la soberanfa (v. M. Mola. La trala, en este caso tan particular. de una fecha y de una fuente historiográfica que no ofrecen
Monarqufa de España, pp. 27 Y ss.). La alternativa. pues no había otro medio. era la conquis­ duda alguna en relación al uso de los términos España y españoles. Ello indica la ausencia de
ta. Y en este sentido, lo significativo es que la unidad de España se haya logrado con menos lodo matiz significativo en tan singular excepción. Nos referimos, una vez más al 'Chronicon
conquistas que las de Francia, halia, Reino Unido y Alemania. S6lo en el siglo xx y de ma­ Mundi', de Lucas de Tuy [uno de los autores que más contribuyó al concepto de español como
nera muy excepcional, se ha pedido el pronunciamiento de la población. Como ha señalado cristiano), en el que leemos: 'Facla igitur concordia inter Sarracenos, Hispanos et Africanos'.
Charles Beltz, [os Estados "son no voluntarios. en el sentido de que ejercen su poder coercili­ Tenemos, pues. con esto. el hecho extraordinario de que España, espacio ocupado por los
vo sin el consentimiento previo y activo de sus miembros" (Poli!ical Theory and Internacio­ sarracenos. en cuanto que pafs, solo confiere su naturalez;¡ -noria- a los cristianos, sean és­
nal Relalions, Princeton University Press, 1979, p. 79); pero también es cierto w que ningún tos. indiferentemente. de una u otra parte" (El concepto.... p. 237).
Estado puede gobernarlos sin su aquiesciencia tácita o falta de renuencia a la estructura bási­ Es más: con el paso del tiempo. el nombre que se util-izó mayoritariamente para designar
ca por la que se rige" (L. Rodciguez Abascal, Las fronteras del nacionalismo, pp. 447-448, a los andalusfes -y que ha llegado hasta nuestros días (eomo reconoce el Diccionario de la
que cita a Stuart Mili, Ma."( Weber. Hans Kelsen y Hannah A.rendO. Y es que, como dijo el Real Academia Española)- fue el de "moros"; como no lo ernn. cabe interpretar el fenómeno
gran historiador Giambau-ista Vico. "las cosas fuera de su estado narural, ni se acomooan, ni como una maniobra para exeluirles de España, convirtiéndoles en eXlranjeros. El hecho re­
duran" (CiL por Eleuterio Sánchez Garda. "El derecho en la obra de Giambattista Vico", sulta más significativo aún si se tiene en cuenta que los andalusíes ordinariamente desprecia­
NlGles de la Universidad de Murcia. 3-4. 1963-1964. p. 211). De hecho. Cataluña o Vizcaya, ban a los moros, que. en todo caso. eran considerados extranjeros en AI-Andalus.

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148 Armando Sesga Marroqufll La hispanizaci6n de España 149

y fueron realizadas por todos los Estados hispanocristianos. Sólo se me ocurren dos de mayor duración, lo que está relacionado con el hecho de que durante mucho
procesos de unificación más pacíficos: Suiza y Pornlgal. 10) tiempo también fue España.
El fenómeno tiene aún más relevancia si se [o sitúa en un contexto que lambién 3. La unidad política de España tiene ya quinientos años. Sólo es superada,
resulta excepcional: otra vez, por Portugal. Ciertamente, las fronteras han variado algo desde la con­
l. España tiene una historia de más de dos mil años. Muy pocos países tienen quista de Navarra en 1512. En 1659, se perdió la Cataluña francesa por el tratado
una antigüedad mayor. de los Pirineos; en 1668, se incorporó Ceuta, una ciudad portUguesa desde 1415,
2. Durante esos dos mil años, los territorios que conforman la España actual mediante el tratado de Lisboa, que reconoció la independeneia de PortUgal; y en
han estado unidos más de la mitad del tiempo. 104 Sólo Portugal presenta una unidad 1801, Ol.ivenza, conquistada a PortUgal durante la Guerra de las Naranjas. Incluso
si nos referimos a esa última fecha, las fronteras de España y PortUgal resultan las
más antiguas del mundo actual, cuya geografía política es reciente o muy reciente.
lu3 Sobre Suiza, escribió E. Renan que "es quizá la nación de Europa compuesta con más Todo ello muestra que España no es un producto de ingeniería social, sino una
legitimidad- Cuenta, sin embargo, con tres o cuatro lenguas, dos o tres religiones y Dios sabe consecuencia de una historia común, que no ha sido lamentada hasta hace poco. De
cuantas razas" (op. cit., p. ll). hecho, una de las razones de los problemas nacionales de la España actual es la fal­
Sobre Ponugal, E. Hobsbawm ha observado que puede ser la única nación-Estado de cieno ta de una política nacionalizadora de los gobiernos españoles, como la que se reali­
t:lmaño homogénea émícanlente ("Identidad", p. 50). Sin embargo, Portugal es un caso ejem­ zó en Francia. 105 La excepción se produjo durante las dictaduras de Primo de Ri ve-
plar de creación monárquica de la nación. Y también del car.kler contingente de las naciones.
Dc hecho, Claudia Sánchez-Albomoz consideró que la independencia de Ponugal fue un
azar histórico (España, un enigma histórico, pp. 418 Y ss.). En el año 1100, nada autorizaba a
pensar que el único territorio que permanecería al margen de la unidad peninsular iba ser Por­ IO~ Andrés de Bias, Sobre el nacionalismo español. En la misma Unea, 1. Álvarez Junco
tugal. Exisúan en el interior de la Península poblaciones con singularidades mucho más acusa­ ha señalado que "los intelecruales habían hecho sus deberes" en el siglo XIX; lo que falló fue
das. Además, la afinidad con Gal.ieia, que en real.ídad había formado al naciente Portugal, era el Estado, los políticos (Moler dolorosa. p. 271 Y ss.).
evidente. Y dentro del primitivo Portugal había grandes diferencias entre los territorios al nor­ Andrés de BIas lo ha explicado así: "el nacionalismo [fue] un recurso relativamente inne­
te y al sur del Duero, que, en canlbio, tenían afinidades importantes con las regiones vecinas, cesario en la vida española del grueso del siglo pasado. No hay nada de particular en ello; el
como ha señalado el historiador José Maltosa (Asf nació Portugal). Sin embargo, la falta de caso inglés, hasta avanzado el siglo XIX, presenta una situación parecida que no se modifica
hijos varones de unos matrimonios (los de Alfonso VI, que se casó cinco veces}, la dote y las sino a impulsos de la aventura imperial" (p. 16). "La fumeza del Estado hasta bien entrada la
ambiciones de otro (el de Teresa. hija de Alfonso VI nacida fuera del matrimonio, y Enrique segunda mitad del siglo XJ)( es el factor clave para entender el carácter tardío del nacionalis­
de Borgoña) y una coyuntura revuelta, propiciada por otro matrimonio (el de Urraca 1, hija le­ mo español en un viejo Estado carente de una seria política expansiva y sin importantes desa­
gítima de Alfonso VI, y Alfonso 1 de Aragón y Pamplona) propiciaron la apariciÓn de una fíos internos o externos capaces de animar el despertar que al fin se producirá con la crisis fi­
nueva monarquLa, que es la que ha hecho a Portugal (todos los matrimonios, por cieno, for­ nisecular" (p. 19).
man pane de la historia de la misma familia, la que reinaba en Castilla y León, que era de ori­ No lo piensan así otros, que confunden la creencia en la existencia de España con el na­
gen navarro). Como han señalado los historiadores Carolina Michaelis de VasconcelJos y Teó­ cionalismo español. Es el caso, por ejemplo, de Borja de Riquer, que considera que todos los
filo Braga. "sólo los acontecinlientos hicieron de Portugal un estado independiente, y crearon panidos españoles han sido nacionalistas, y los clasiJica en cuatro nacionalismos diferentes
poco a poco en sus habitantes el sentimiento de formar un pueblo apane". ("Aprox..imación al nacionalismo español contemporáneo", pp. 22-23). Pero creer en la exis­
El caso resulta más significati va s i se recuerdan dos fenómenos. Por una parte, la inde­ tencia de Francia, incluso como naciÓn (sea lo que sea eso), no me convierte en un naciona­
pendencia portuguesa fue, sobre todo, una independencia freme a Galícia, que en buena me­ lista francés, ni tampoco el considerar preferible el mantenimiento de su integridad territorial
dida había formado Portugal, frente a Santiago de Compostela y a la nobleza gallega. Es (como el de la mayorfa de los Estados acruales).
más: el primitivo Portugal había sido Galicia; las circunstancias en el siglo Xl hicieron que Uno de los problemas es que el Estado español del siglo XJX fue muy poco Estado y no
fuera diferenciándose (v. Carlos Ba1iiias Pérez, "La 'extremadura' gallega altomedieval y los pudo desarrollar una politica nacionalizadora como Francia. B. de Riquer lo ha expresado de
orígenes de Portugal"). Por otra parte, los iniciadores de la independencia ponuguesa no eran la siguiente manera: "El predominio de una élite politica y mililaT conservadora, que priori­
portugueses: Teresa de Portugal es, en realidad, Teresa de León, y su marido, un borgoñón zaba la defensa de la nueva propiedad capitalista, el orden social burgués establecido y la re­
que deseó ser rey de Gal¡cia o de Toledo (por no decir de toda CastiJla y León). Nada extra­ conciliación con la iglesia católica, inlpljcó que no se diese demasiada relevancia a las tareas
ño, pues como dijo Emest Renan, "'a mayorfa de las naciones modernas son obra de una fa­ de carácter nacional.i2ador de los españoles, que eran consideradas innecesarias, además de
milia de origen feudal, que contrajo matrimonio con el suelo y que ha sido de algún modo un muy caras (escolarizaeión, servicio militar obligatorio, obras públicas que vertebrasen el
núcleo de centralización" (¿Qué es una nación?, p. 45). país]" (ibfd., p. 17). Pero ¿qué clase de nacionalismo -<¡ue es un iSTno, un radicalismo. que
He tratado el asunto en "La independencia de Portugal: homenaje de Alfonso 1 de Ponu­ pone la nación por encima de todo-- es ése tan cicatero'? Desde luego, no el que presagió con
gal al Papa". tanta clarividencia Lord Acton: "La nacionalidad (1a palabra nacionalismo todavfa no hab(a
oc» Ciertamente, hay una excepción: Canarias. Pero su población procede de España. Y lo triunfado] no pretende ni la libertad ni la prosperidad, ya que las dos se sacrifican a la impe­
verdaderamente importante es clliempo en que los españoles de todas las épocas ban convi· rativa nccesidad de que la nación sea el molde y la medida del Estado" ("Nacionalidad", en
vida juntos. Ensayos sobre la libertad, el poder y la religión, p. 264}.

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150 Armaltdo Besga Marroquín La hispanización de Espaí'ia 151

ra y, sobre todo, de Franco (un gallego que, por cierto, poco tenía que ver con el es­ Prueba de todo elto es el español: una de las pocas lenguas modernas que es el
tereotipo de español), y ha tenido unos efectos contraproducentes. lOó La España ac­ resultado de una evolución natural, de lo que han hablado sus hablantes, que no
tual. que es -con gran diferencia- la más homogénea de las que han existido, es el sólo han sido castellanos. Si no me equivoco, las ol.ras son únicamente el portu­
resultado de una convivencia secular. I07 gués, el francés y el inglés. El resto -incluidos el aJemán y el italiano, que también
cuentan con una gran literatura- son obras, en mayor o menor medida, de ingenie­
ría social, en las que una o varias personas, ya en la Edad Contemporánea, decidie­
ron cómo debía hablarse una lengua, que, por la inexistencia de una historia co­
Lo que parece es que los gobernantes españoles, antes de la aparición de los nacionalis­
mún, era un conjunto de lengu{l.',·IOS (también se tuvo que decidir, en muchos casos,
mos periféricos, consideraron que España era una vieja nación que no necesitaba ser cons­
truida. De hecbo, como sostiene A. de BIas, el nacionalismo español se desarrollará a partir si se trataba de una lengua dividida en dialectos -a veces tan diferentes como el es­
de la aparición de los separatismos. pañol y el catafán- o de varias lenguas; decisión a la que no fueron ajenas las moli­
106 "Cuando se intenta doblegar al nacionalismo con un nacionalismo de signo contrario vaciones políticas).'OQ
sólo se consigue reforzar lo que se desea eliminar. [... ] La mejor respuesta posible contra el En conclusión: España es una comunidad histórica. No es una obra de ingenie­
nacionalismo sin Estado no es el nacionalismo de Estado, sino discutir con él con un lengull­ ría social, ni una nación de diseño. España es el resultado de una evolución milena­
je no nacionalista. con argumentos no nacionalistas. La mejor respuesla en términos morale.~ ria, producto de las circunstancias, que han sido compatibles con un proceso de his­
y la menos mala en términos prácticos no es doblar la rama. sino intentar secarla (dejando sin panización. Existe España porque hay una historia de España, que ha sido su
apoyos entre la población) con buenos argumentos y con mediadas políticas justas" (L. Ro­
etnogénesis Ho O mejor: una historia de las Españas, no tanlO por los territorios que
dríguez Abaseal. Las fronteras del nacionalismo, p. 306). .
Por Una parte, la dictadura franquista supuso una deshispanización sentimental, como h
señalado Fernando García de Cortázar: "En lugar de integrar a los cspañoles en una empresa
lO1l "La mayoría de las lenguas nacionales que hoy parecen tan duraderas y arraigadas
común, la irracional uniformización totalitaria del franquismo puso en marcha el proceso
desnacionnlizador más importante de nuestra historia. Al identificar la nacionalidad con una [... ] fueron nOffi1a1izadas por vez primera en el curso del siglo XJX, creadas a partir de [...] las
confesión rel.igiosa, al expulsar de la nación a los discrepantes, al renegar de la pluralidad hablas cotidianas populares y fundidas en la forma estricta de una lengua escrita gramatical­
cul!ural... dejó un inmenso vacfo de identidad en los millones de españoles que despertaron meDIe estandarizada, incluso en parte inventadas por vez primera" (R. SchuJze, Es/ado y na­
de aquelJa pesadilla en 1975" ("CaDto a España", Arbil, 100). Por otra pane, como ha ind.ica­ ción en Europa, p. 139). V. A.M. Th.iesse, La creación de las iden/idades nacionales, pp. 68­
do Stanley G. Payne, el franquismo dejó moribundo al nacionalismo español en los últimos 80, principalmente.
años de la dictadura, "llegando posteriormente a parecer prácticamente inexistente" (EspOlia, En el caso del alemán y el italiano, hay que decir que son realmente lenguas impuestas
p. 237, aunque señala que ha sucedido lo mismo a "los más importantes nacionalismos occi· por los Estados: el Hochdeusch, que era una lengua literaria. y una variante culta del toscano,
dentaJes"), lo que ha signifieado que basta hace poco apenas fueran combatidos intelectual· respectivamente. Para el caso del alemán, v. Santiago GonzáJez-Varas, España no es dijeren­
mente los argumentos de los nacionalismos periféricos. ce, pp. J 04 Y ss., donde, tras la correspondiente argumentación, escribe: "Aun hoy CUalquiera
107 Tiene razón Arcadi Espada cuando afinna que "España nunca habfa sido tan igual que bable bien alemán y español puede darse cuenla que la diferencia entre el alemán y la
como ahora, nunca babía sido tan nación como hoy" ("Diálogo sobre nación, identidad y ciu­ mayor pane de los 'dialectos' alemanes es muy superior a aquella que pueda existir entre el
dadanía", p. 74). Efectivamente, nunca como ahora los españoles de los diversos territorios ban 'castellano' y el gallego, el catalán o el valenciano" (p. 106).
estado más mezclados mediante el matrimonio y la familia, un fenómeno que significativa­ 109 El asunto tiene su importancia cuando hay una tendencia nacionalista a identificar,

mente alcanza su mayor expresión en Madrid, Cataluña y el País Vasco; ni han cambiado tanta contra toda evidencia, nación y lengua, siguiendo la irracional propuesta de Fiehle de que los
de territorio o han viajado tamo por su paEs, ni se ban conocido tantO personalmente o a través hombres son formados por la lengua. mds que la lengua sea formada por {os hombre~', ies­
de los medios de comunicación, haciendo de España una comunidad menos inuzgillada. crita en una de las muchas lenguas alemanas! Pero el primer problema se encuentra en deter­
Ciertamente, persiste la diversidad. Pero, ¿dónde no? (Santiago González-Varas, España no minar cuáles son las lenguas realmente existentes (Elie Kedourie, Nacionalismo. pp. 97-99).
es dijerenle). El gran historiador Fernand Braudel afirm6 que Francia, el mejor ejemplo dc na­ Yel segundo, el de fijar las fronteras de una lengua, pues las sociedades agrarias o preindus­
cionalización de una nación-Estado, es por su diversidad un pequeño cOflrinente (tituló el pri­ triales no generaban fronteras nítidas de ese género (E. Gellner, Naciones y nacion<Jlismo,
mer capítulo de su libro La idenlidad de FraJlcia "Francia se UanJa diversidad", en un homena­ 189 pp.); v. las dificultades que hay boyen España para trazar un mapa de ese género (Jesús
je a Lucien Fevbre. que había ti rulad o de forma parecida un artículo "Que la France se norrUlle Burgueño, "El mapa eseondido: las lenguas de España"). En realidad, como ha señalado
diversilé"); el mismo De GauJle, encamación del naeionalismo francés, lo reconocía en una fa­ A.M. Thiesse. lo que han hecho los nacional.islaS es un uso tramposo del falso principio que
mosa frase: "¿Cómo quieren gobernar un país donde existen 246 variedades de quesos?" (Er enunciaban, pues de la teoria de que la nación exiSTe porque Tiene una lengua se pasa a la
nest Mignon. Les Mors du Cénéral, Fayard, París, 1962, p. 159; pero eso a ChurchW, en 1940, práctica, que la niega, de que {a nacián exisce, luego hay que darle lIna lengua (La creación
le parecía Una manifeslación de unidad: "Un país que produce casi 360 tipos distintos de queso de (as identidades nacionales, p. 70).
no puede morir"). Es lo nomJal, dado que "la población de los grandes estados territoriales e·s 110 Resulta muy significativo -como muy bien apuntó J.A. Maravall- que en la época de

casi invariablemente demasiado helerogénea" (EJ. Hobsbawm, Naciones y nacio1/alismo, la Reconquista, cuando tan dividida estuvo la Península Ibérica, fuera en la historiografía
p. 72). No es un fenómeno sólo de las naciones-Estado, sino también de las Uamadas naciones donde se manifestara mejor la existencia de Espaila, "porque, en definitiva, si existe una his­
sin estado. regiones e. incluso, ciudades; tal vez la homogeneickld que tanto ha gustado y gusta toriograffa española. existe también, como el cron.iSla catalán Tomich la llamó, una 'historia
a algunos se encuentre únicamente en las oibus, donde tan difícil resu.lta ser individuo. española'" (El concepIO ... , p. 46; v., particularmente, el capírulo I).

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152 Armando Besga Marroqur,t. La hispanización de España 153

la componen -que también-, sino, sobre todo, por las distintas fonnas de existencill
Andrés-Gallego, José: "Por qué eran cosas d.iferentes naci6n y monarquía para la reina Isabel".
que se han sucedido y de Españas que ha habido lll (y a las que habría que sumar, Estudios coloniales IV, Universidad Andrés Bello, Santiago de Chile, 2006, pp. 11-40.
en todo momento, las Españas sociales).112 La última de esas Españas, productQ Aranzadi, Juan: Milenarismo vasco (Edad de ora, etnÍfI y notivismo). TaW1Js, Madrid, 1981,
asimismo de la Historia, es la nación política. Ni más, ni menos. Ni más, pOrque de 538 pp.
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La historia de España, además, no es una cosa de españoles. S. Payne ha destacado el ca - - - : "La 'Wasconia' del mapa del beato de Saint-Sever y el problema del nombre (o la
rácter singular del hispanismo: "Dentro de los estudios académicos el estudio de Espaiia re existencia) del Pa(s Vasco en el siglo XJ". Letras de Deusto, 105,2004, pp. 9-42.
sulta bastante excepcional por haberse convertido en un 'ismo', el del ',hispanismo'. Normal - - - : "Orígenes hispanogodos del Reino de Pamplona". Letras de Deusto, 89, 2000,
mente, la actividad académica sólo puede considerarse un 'ismo' cuando tiene que ver con pp. 11-53.
objeto de estudio muy amplio, como ocurre en el caso del 'clasicismo' y el 'orientalismo' Bias Guerrero, Andrés de: Sobre el nacionalisma español, Centro de Estudios Constitucio­
No cuando se refiere a un solo país" (España, p. 21). nales, Madrid, 1989, 149 pp.
111 Determinar su número es abrir una discusión que no puede ser concluida. dada la con BJoch, Marc: Apologie pour I'Histo;re ou métier d'historiell, Armand Colin, París, 1949,
tinuidad existente enlre todas ellas. 24Q pp.
112 Resulta. significativo comprobar que, cuando se habla de la diversidad de España, !l' - - : La sociedad feudal, Akal, Madrid, [986, 528 pp.
haya que adjetivar el primer sustantivo para que se entienda la frase. En la España actual, 1 Braudel, Femand: LA idenlidad de Francia, Gedisa, Barcelona, 1993,3 vols.
diferencias territoriales constituyen la diversidad por antonomasia. Pero hay otras diversida Brown, Elizabeth A. R., "La tiran(a de un consLructo: el feudalismo y los hisloriadores de la
des, incluso más imponantes. El heclw diferencial de ser rico o pobre le parecía más relevan Europa medieval". La Edad Media a debare, Akal, Madrid, 2003, pp. 239-272.
te a Sancho Panza: "Dos linajes solos hay en elrnundo, como decía una agile1a rnfa. que so Brubaker, Rogers: "In the Name of the Nation: Reflectjons on Nationalism and PaLriotisro"
el tener y el no tener". Para el primer ministro brilánico Benjamín Disraeli, semejante hech, Cilizenship Studies, 8,2,2004, pp. J 15-/27.
diferencial producía dos naciones en u.n mismo país, corno expresaba la tesis y el subtítulo Burgueño, Jesús: "El mapa escondido: [as lenguas de España". 80lerfn de la Asociaci6n de
su novela Sybil (1845). Tenlan razón, pues los recursos económicos condicionan decisiva Geógrafos Espaiioles, 34, 2002, pp. 171-190.
roente las fonnas de vida y de ser. A las Españas territoriales e históricas, ha y que sumar l. CapelJa, Juan Ramón: "Las ralces culturales comunitarias". Ideruidades comunicarias y de­
sociales. mocracia, Trolla. Madrid, 2000, pp. 63-80.

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