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¿QUÉ VA A PASAR
EN ESPAÑA?
La amenaza de una guerra civil se cierne sobre el panorama nacional. Los socialistas,
después de haber anunciado en pleno Parlamento sus propósitos revolucionarios,
siguen intentando el frente único con sindicalistas y comunistas; las fuerzas de la
derecha se aprestan a dar la batalla a las organizaciones revolucionarias; el fascismo
se insinúa en la lucha callejera. ¿Qué va a pasar? En este número AHORA brinda sus
columnas a todos, absolutamente a todos los hombres políticos de las tendencias más
dispares y más extremistas, con la esperanza de dar elementos de juicio al lector para
que pueda enjuiciar con conocimiento de causa los acontecimientos que se temen.
Véanse en estas páginas las declaraciones de los jefes políticos sobre el problema
planteado y el informe de nuestros corresponsales sobre la situación de las fuerzas
que luchan en cada una de las provincias.
DOSSIER PUBLICADO
EN EL DIARIO AHORA DE MADRID,
EL VIERNES 16 DE FEBRERO DE 1934
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0029997252&search=&lang=es
SUMARIO
¿QUÉ VA A PASAR EN ESPAÑA?.....................................................................................................3
[LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS]..........................................................................................5
UN EXAMEN MINUCIOSO DE LAS FUERZAS POLÍTICAS ORGANIZADAS
EN CADA UNA DE LAS PROVINCIAS................................................................................12
[DECLARACIONES DE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS]...........................................................52
ÍNDICE GENERAL...........................................................................................................................83
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Las fuerzas de la derecha, incluso los monárquicos, dicen que apoyarían al Gobierno
si éste mantenía la dignidad del Poder público.―Los republicanos de izquierda estarían
con los socialistas para una revolución política, pero para la revolución social, no.
Hemos creído que dar todo el realce que tiene al hecho de que un partido como el socialista
anuncie solemnemente en el Parlamento su propósito de desencadenar un movimiento
revolucionario, más que contribuir a la alarma puede servir para que la opinión pública tenga
ocasión de examinar serenamente todas las contingencias, y, si llega el caso, pueda afrontarlas con
conocimiento de causa, con serenidad y sabiendo cada cual el camino que debe seguir en bien de la
Patria. La amenaza revolucionaria formulada por la U. G. T. y el partido socialista es tan concreta,
que no vale obstinarse en desconocerla escondiendo la cabeza bajo el ala. Más confianza y más
seguridad en la capacidad defensiva del régimen contra ese intento subversivo se tendrá después de
haber examinado uno por uno los factores sociales y políticos que juegan en la situación actual de
España que negándonos a darles la consideración que positivamente merecen por miedo a
quebrantar el espíritu de defensa de la sociedad actual con la consideración de las fuerzas del
adversario. Mala táctica siempre la de negar beligerancia. Nosotros no creemos ni por un momento
que los socialistas puedan cumplir la amenaza que insensatamente han formulado de lanzarse a
hacer la revolución social. Nada menos que la revolución social. La sola enunciación de este
propósito es tan disparatada, que si no fuera por otras razones, no valdría la pena de tomarlo en
consideración. Los socialistas no pueden intentar siquiera la revolución social, no ya porque el
Estado burgués se lo impida merced a la Guardia civil y a los guardias de Asalto, sino porque ellos
mismos no la quieren, no la sienten, no son capaces de realizarla. La revolución social, la
instauración del marxismo en el Poder, la dictadura del proletariado, es algo tan distante de la
educación y de los sentimientos de las masas obreras españolas como el fascismo. ¿Dónde están en
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el partido socialista los economistas, los hombres de doctrina capaces de transformar la economía
burguesa en economía colectivista? ¿Es que la revolución social se hace con secretarios de actas de
sociedades obreras y con periodistas de mentalidad burguesa aunque de espíritu revolucionario? Los
mismos líderes parlamentarios del socialismo están a mil leguas de la revolución social. Largo
Caballero, el único jefe socialista que hasta ahora ha mostrado una cierta decisión al predicarla, es
precisamente el líder obrerista que más odian comunistas y sindicalistas y al que desde ahora están
queriendo descartar.
Pero no nos equivoquemos: si la revolución social es un fantasma, hay la realidad tangible de
una subversión que puede tener estas dos características: o un movimiento puramente demagógico,
del que se harían directores los pistoleros de la F. A. I., por más aptos y entrenados en la acción
directa, o sencillamente una revolución política contra el sentido derechista, que, por mandato del
sufragio universal, ha tomado la República.
Lo primero incumbe sólo a las fuerzas de Orden público. No se trataría de un movimiento de
reivindicación de las clases trabajadoras, sino de una acción terrorista, sin más finalidad que la
destrucción y el saqueo. Lo segundo es inaceptable. Contra el sufragio universal no se pueden hacer
revoluciones; no las pueden hacer, al menos, sus propios defensores. Y un movimiento
revolucionario de tipo político basado en que Lerroux, Gil Robles y los agrarios han obtenido más
votos en las elecciones que los republicanos de izquierda, es negar los fundamentos mismos de la
doctrina que sustentan.
Esta es nuestra posición después de compulsar las opiniones de todos los jefes políticos
insertas en este número extraordinario de AHORA.
La revolución social es un fantasma; pero el intento de producir una perturbación profunda en
la vida del país es una realidad cuyas consecuencias no son fácilmente previsibles. Esta
perturbación no puede encontrar disculpa ni en el legítimo afán de mejorar las condiciones de vida
de las clases trabajadoras, que, como consecuencia de movimientos de este tipo, no pueden hacer
más que empeorar, ni en la necesidad de realizar un cambio de política en contra del sentido
derechista que por los votos de los ciudadanos ha tomado la República.
Esta convicción nuestra de la esterilidad e inoportunidad del movimiento no quiere decir que
nos neguemos a reconocer su existencia. En las opiniones de líderes políticos que publicamos en
este número se advierte con toda crudeza la patética animosidad de unos contra otros. Las
posiciones parecen irreductibles. Nosotros nos hemos limitado a reflejarlas con la mayor exactitud
posible, esperando que, ya que no entre los líderes de las diferentes organizaciones, entre la masa de
opinión se establezca el diálogo y el contraste que pueda despejar la densa atmósfera que se ha
forjado sobre la República.
AHORA aspira a seguir siendo, mientras las circunstancias se lo permitan, lo que ha sido
hasta aquí: la zona neutra, el terreno de paz donde sea posible la convivencia de unos españoles con
otros.
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Fundación de la U. G. T.
En el Congreso de Sociedades obreras celebrado en Barcelona quedó constituida el 11 de
agosto de 1888 la Unión General de Trabajadores. Su denominación fue sugerencia de Pablo
Iglesias. Los estatutos fueron redactados por Iglesias, Reoyo, Carbonell, Serna y Orriols. El primer
Comité lo formaron: García Quejido (tipógrafo), presidente; Salvador Ferré (tejedor),
vicepresidente; Ramón Celada (picapedrero), tesorero; Joaquín Manresa (tipógrafo) y Basilio
Martín (marmolista), vocales.
Desde 1888 a 1932. que fue el último, ha celebrado treinta y dos Congresos nacionales.
Estructura
La U. G. T, de arriba a abajo está estructurada de la forma siguiente:
Comisión Ejecutiva. Once miembros: Presidente, vicepresidente, secretario general, secretario
adjunto, tesorero y seis vocales. Esta Comisión Ejecutiva tiene la misión de llevar a la práctica los
acuerdos del Comité Nacional, cuyo pleno lo forman conjuntamente con los treinta y seis
secretarios generales de las Federaciones Nacionales de Industria.
El Comité Nacional puede nombrar Comisiones de elementos de la U. G. T. o de fuera de ella
para que le asesoren en las siguientes materias: Leyes sociales, subsistencias, agricultura,
ferrocarriles, minas, cooperativas, instrucción, obras públicas, etcétera.
La Comisión Ejecutiva resuelve por sí misma los asuntos urgentes que se presentan con la
obligación expresa de dar cuenta de su gestión al pleno. El cargo eje de la U. G. T. es el de
secretario general ya que a él le incumbe su dirección, orientación y propaganda. Dirige la
redacción del Anuario, en el que se publica la legislación social, trabajos doctrinales, datos
estadísticos que interesan a la clase obrera. Redacta la Memoria que sirve de base a las
deliberaciones de sus Congresos.
El cargo de secretario general lo desempeña actualmente don Francisco Largo Caballero.
Fines de la U. G. T
La Unión General de Trabajadores es una Federación de Federaciones, y la federación es una
Sociedad de Sociedades. Su objeto principal es servir de nexo entre las distintas Sociedades obreras
de los diversos oficios para mejor cumplir sus fines peculiares: mejoramiento moral y material del
proletariado; perfeccionamiento profesional, elevación intelectual del obrero. Fin social:
constitución de la sociedad humana sobre la base de la “clase única”.
Táctica
Los medios de lucha que emplea para el logro de sus fines son: accidentalmente la huelga y la
acción política. Aquélla para arrancar mejoras materiales a los patronos, ésta para conseguir del
Estado burgués una legislación social favorable a sus intereses de clase. Permanentemente propugna
por el cooperativismo y el mutualismo. Sin ser sistemáticamente enemiga de ella, no practica
habitualmente la “acción directa”.
Los adheridos a la U. G. T. no tienen más obligación terminante y concretamente especificada
que la de la solidaridad profesional con sus compañeros, pudiendo profesar las ideas políticas y
religiosas que mejores les parezcan. La organización es arreligiosa y apolítica.
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Huelgas políticas
No obstante su apoliticismo la Unión General de Trabajadores en sus cuarenta y cinco años de
existencia se ha lanzado para la defensa de la clase trabajadora a declarar las huelgas generales con
fines concretamente políticos. La primera frustrada apenas iniciada fue el 2 de agosto de 1909 como
protesta de la movilización de los soldados de la reserva para enviarlos a combatir al Rif. La
segunda, en septiembre del 1911 contra la política que realizaba el Gabinete Canalejas. Y la tercera,
la más intensa, la más completa, la de más amplia envergadura, el 13 de agosto de 1917. Su objetivo
era el derrumbamiento del régimen monárquico, la implantación en España de la República.
Fracasó en el propósito revolucionarlo pero en esta fecha empieza el gran auge de la Unión General
de Trabajadores, su preponderancia, su hegemonía sobre la clase trabajadora. Al proclamarse la
República tiene una ascensión vertical.
Es difícil averiguar la posición concreta que ante el supuesto frente único tienen comunistas y
anarquistas.
Desde luego los miembros responsables de los Comités centrales se resisten a entablar
conversaciones para la publicidad sobre un tema que tiene todas las apariencias de ser un poco
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escabroso para ellos. Ni niegan ni afirman tampoco que hayan emprendido determinadas gestiones
con los dirigentes socialistas; pero la impresión segura que se obtiene es que de cualquier manera,
estas gestiones no han llegado, ni con mucho, a un feliz término, ni aun se ve que puedan llegar a él.
Algo más puede concretarse cuando se acude a los miembros de unas y otras organizaciones,
bien entendido que todos ellos al acceder a conversar, hacen constar que sólo representan una
opinión y una impresión personalísimas.
Una coincidencia se encuentra, desde luego, en todos: la creencia en la necesidad para los
intereses de todos, del frente único y el deseo ferviente de que éste sea una realidad.
—¿Pero cómo?
En la respuesta a esta pregunta comienzan las discrepancias.
—¿Cómo? —me dice uno—. Sencillamente, yendo a la realización del frente obrero por
donde más interesa formarle: por la base.
—Es decir, organizaciones con organizaciones, ¿no?
—¡Claro!
—Pero —objeto— las organizaciones tienen sus representantes visibles y siempre parece más
fácil que ellos pacten primero entre sí.
Esta objeción deja un poco perplejos a muchos. Pero son también bastantes los que dan una
negativa seca.
—Pactos con los líderes, de ninguna manera. Sobre todo con algunos líderes...
—¿Se refiere usted a los socialistas?
Esta interrogación pone el dedo en la llaga. Los adjetivos que se oyen a lo mejor al tocar este
punte no son nada halagüeños para los jefes del socialismo y de las organizaciones de la Unión
General de Trabajadores. Desde “traidores” que les califican los más airados, hasta “equivocados” y
“débiles” que les aplican los más tolerantes.
—Sí, sí —he oído decir, y con ello no he oído nada nuevo pues lo repiten comunistas y
anarquistas hasta la saciedad en sus órganos de publicación. Los jefes socialistas cometieron graves
errores en la etapa en que intervinieron en el Gobierno. No sólo fue el grave yerro de prestarse a
colaborar con la burguesía y de acceder a una política persecutoria para los trabajadores, sino
también el error profundísimo de haber tenido el Poder en sus manos y haberse dejado arrojar de él.
Mejor dicho: haberse marchado de él complacientes con la maniobra de los capitalistas, para alejar
más aún de la dirección del Estado a las clases trabajadoras.
—Sin embargo, se asegura que algunos dirigentes del comunismo, de la F. A. I. y de la C. N.
T. han celebrado conversaciones con Largo Caballero para buscar la manera de llegar al frente
único.
Nuestro interlocutor se hace el extrañado ante la afirmación. Luego parece recordar:
—Sí, algo se ha dicho de eso... ¡Es posible!...
—Claro —añado— que también se ha dicho en esos informes que las negociaciones se han
roto, acaso definitivamente.
Ahora nuestro interlocutor afirma categóricamente:
—Y no podía menos de suceder así. Nuestros representantes, que son siempre verdaderos
representantes nuestros (es un sindicalista el que habla) no pueden llegar a buen acuerdo con los
caciques de la Casa del Pueblo.
—Sin embargo, Largo Caballero debe tener simpatías entre algunos de ustedes, ¿no?
Ahora me responde en un tono airado que me sorprende un poco.
—Con ese menos que con ninguno. Este es el menos de fiar.
Y ante el aspecto atónito que tomamos, añade, como si no quisiera tampoco pronunciarse por
una ruptura definitiva:
—Sin embargo, yo soy de los que creen que se llegará al frente único. Pero por abajo, por la
base, sin el intermedio de jefes y jefecillos. El proletariado se unirá y entonces...
Nuestro interlocutor se ha detenido en esa frase y no ha ido más adelante.
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Para esta encuesta hemos requerido todas las opiniones, desde las de extrema derecha a las
de extrema izquierda. El doctor Bolívar, al contestar a nuestras preguntas, nos hace constar que
sus palabras son la expresión fiel del criterio y línea política del partido comunista y, temeroso de
que desde un periódico netamente burgués, como el nuestro, se pudiera deformar su posición, nos
advierte que espera verla publicada “respetándola tanto en su forma como en su contenido”.
Aquí está. La misión que nos hemos impuesto es informar imparcial y objetivamente a
nuestros lectores de la actitud de cada una de las fuerzas en lucha. No tememos ser víctimas de
ninguna contaminación comunista a virtud de la encendida “pose” del batallador líder del
comunismo.
detenerla. Todos los síntomas demuestran que estamos en víspera de grandes combates de clase, en
que las fuerzas de la revolución y las de la contrarrevolución han de medirse en luchas cruentas, de
las cuales, no cabe duda, la revolución ha de salir triunfante.
¿En qué baso mi afirmación? En que, pese a la represión brutal del Gobierno Lerroux y Gil
Robles, al estado de prevención, al funcionamiento de los Tribunales de Urgencia y a las venganzas
frías y criminales del señoritismo y caciquismo en el campo, las huelgas se suceden
ininterrumpidamente, los parados manifiestan tumultuosamente su derecho a comer y a trabajar, las
acciones revolucionarias de los campesinos se amplían y nuevas capas sociales se incorporan al
movimiento revolucionario.
Bajo ese empuje revolucionarlo de las masas —y esa es una característica muy importante—
las últimas huelgas han sido coronadas por el triunfo casi completo de las reivindicaciones de los
trabajadores, lo que viene a acrecentar todavía más su combatividad.
Es claro que frente a ese avance impetuoso de la revolución, todos los explotadores —
monárquicos o republicanos, fascistas o “liberales”— concentran sus fuerzas, realizan la “santa
alianza” y quieren “pacificar” al país, ahogando la revolución en un charco de sangre. Viendo
solamente ese aspecto de la situación, algunos filisteos, pequeños burgueses “revolucionarlos”,
presos de pánico, hablan de la ineluctabilidad de los avances del fascismo. ¡Es que no ven el ritmo
impetuoso a través del cual se desarrolla la revolución!
Las masas trabajadoras están cansadas de miseria, hambre y represión. Van perdiendo el
respeto a “la sagrada propiedad” y al régimen capitalista que la engendra. Es que no quieren ni
pueden vivir más como hasta aquí. Es que como vive hoy el pueblo trabajador no es vivir: es morir
lentamente a través de un agotamiento físico en masa, por escasez de alimentación, por hambre.
De allí las luchas heroicas de los trabajadores por una salida revolucionaria de la situación
actual, cosa que si no han conseguido todavía no es tanto por la solidez de la fuerza del enemigo de
clase como por la dispersión y división de las propias fuerzas obreras. Por eso mi partido, el partido
comunista, ha planteado con tesón ante las masas trabajadoras la necesidad de crear un solo frente
de combate y de dar una dirección única y segura a las luchas. Esa prédica ha ido prendiendo entre
las masas trabajadoras, el frente único de lucha se ha apoderado de ellas y empieza a guiar sus
acciones.
Los dirigentes socialistas y anarquistas siguen charlando sobre el frente único y tratan de
esconder en vano su enemiga a través de cabildeos sobre lo “eficaz de su realización desde arriba” o
sobre la “unidad revolucionarla en la C. N. T.” Pero las masas trabajadoras van comprendiendo que
no hay más frente único que el que realizan ellas mismas en los lugares de trabajo, y que no hay
otra forma de organizarlo que eligiendo democráticamente sus propios Comités. Y el frente único se
realiza en todas partes, bajo las consignas y la dirección del partido comunista. La burguesía y sus
lacayos claman contra él. Y se explica. A medida que el frente único se realice no podrán gozar del
espectáculo, tan grato para ella, de asistir a huelgas preparadas por la C. N. Т., en que la U. G, T. no
sólo no secundaba la lucha, sino que organizaba el esquirolaje, o viceversa, y que terminaban con
un fracaso. Hoy. en casi todos los conflictos, los obreros comunistas, socialistas, anarquistas y sin
partido organizan el frente único y marchan juntos camino del triunfo.
Los avances del frente único representan un triunfo de la táctica de mi partido, único que
indica a las masas trabajadoras cómo deben organizar la revolución, cuáles deben ser los órganos de
lucha por y del Poder y los objetivos a alcanzar. La F. A. I. y la C. N. T. —me refiero a los
dirigentes— no han extraído ninguna enseñanza de la experiencia internacional ni de la propia,
aunque su táctica y su política los haya llevado de fracaso en fracaso. Los socialistas, que son los
que con su política han amamantado el fascismo, ahora hacen “aspavientos revolucionarios” y
declaran que se encaminan hacia “la revolución”. ¿Cuál? La política de la socialdemocracia ha dado
ya sus frutos internacionalmente, ya sea bajo el señuelo reformista, como en Alemania; bajo el
señuelo “revolucionario”, como en Austria, o utilizando indistintamente los dos métodos, como en
España. El fascismo ha podido triunfar momentáneamente en Alemania gracias a todo el sistema de
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ÁLAVA
ALBACETE
F. A. I. no existe.
Una lista de los votos obtenidos en las pasadas elecciones es una expresión bastante exacta de
las fuerzas con que cuenta cada grupo en la provincia:
Radicales: 75.426
Conservadores, agrarios y otras derechas: 58.105
Socialistas: 40.501
ALICANTE
La distribución de fuerzas era antes de las elecciones y sigue siéndolo hoy, un tanto caótica.
No existen ni carlistas ni tradicionalistas.
Y los elementos de derechas de todos los matices forman en el que en el periodo electoral se
llamó Bloque Agrario, del que se desprendió el núcleo principal dirigido por don Joaquín
Chapaprieta, que al triunfar, demostró tener una organización poderosa que ahora se denomina
republicana independiente, pero que está íntimamente unida a la otra organización fuerte
republicana: la radical.
No existen fascistas y los mauristas son escasos y medran a la sombra del señor Chapaprieta
Ni Acción Republicana ni los radicales socialistas de Marcelino Domingo tienen fuerzas en la
provincia. Son, en cambio, poderosos en la capital, y ambos partidos tienen por “leader” a don
Carlos Esplá.
Los amigos de Gordón Ordás (radicales-socialistas ortodoxos) se pueden contar con los dedos
y para ello hay que ir a buscarlos a Elche. El señor Botella Asensi (izquierda radical socialista) tiene
grandes fuerzas en Alcoy, pero nada más que en Alcoy. El socialismo tiene una vasta organización
en la provincia. En la capital, como en Elda y otros pueblos, ejercen predominio los sindicalistas;y
el comunismo es el menos numeroso de los partidos obreros.
De surgir cualquier intentona subversiva socialista, la secundarían comunistas y sindicalistas.
oportunistas siempre en sacar partido de toda agitación.
Los marcelinistas y azañistas, si no lo secundan, no se pondrán abiertamente enfrente, aunque
buena parte de ellos se verían forzados por las propagandas hechas a sumarse al movimiento.
El obrerismo alcoyano ―circunstancialmente afecto a Botella Asensi, como decíamos antes―
fue rebelde siempre, y también formaría en las masas que integraran el movimiento, que sería difícil
conducir por un cauce determinado por la pluralidad de directores.
Una intentona monárquica o fascista en Alicante fracasaría irremediablemente, porque
encontraría enfrente a esos elementos y a los radicales y a republicanos conservadores e incluso a
buena parte de los elementos que siguen al señor Chapaprieta.
Como fuerzas numéricas tenemos:
1.° Para un movimiento de extrema izquierda, a los 64.694 socialistas con los numerosos y
dispersos grupos sindicalistas y comunistas y todo el obrerismo de Alcoy, que secundan al señor
Botella Asensi, con más, también, algunos elementos de otros partidos republicanos de izquierda.
2.° No es factible un movimiento de restauración monárquica.
3.° Frente a un movimiento subversivo, se contaría a los radicales y a la Unión de derechas,
que en las pasadas elecciones obtuvieron en las urnas las cifras siguientes:
Derecha regional, republicanos conservadores y tradicionalistas: 91.663
Radicales y radicales socialistas de izquierda: 81.913
173.576
De este último grupo habría que descontar la izquierda radical socialista, cuya mayoría,
indudablemente, se mantendría en actitud expectante.
4.° Acción Republicana fue a las elecciones unida a los radicales socialistas independientes y
obtuvieron allí 20.700 votos.
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ALMERÍA
Para un movimiento de tipo marxista o comunista, el resto de los partidos políticos que no
comulgan con este ideario mostrarían su adhesión al régimen, o en un pequeño sector tomarían una
actitud expectante. La mayoría de las organizaciones obreras, unos 200 Sindicatos, pertenecen a la
U. G. T., y existe también una Unión local de Sindicatos afectos a la C N. T., más tres o cuatro
grupos comunistas.
En Almería, un movimiento contrario es decir; de extrema derecha o monárquico, no es
posible, ya que no existen organizaciones de este tipo, salvo el grupo escasísimo de tradicionalistas.
Vistos estos datos.
1.° Un movimiento de extrema izquierda contaría con los socialistas, que tienen numerosos
Comités en toda la provincia y unos 22.000 afiliados, más las fuerzas comunistas y sindicalistas: en
las elecciones pasadas computaron los siguientes votos:
Socialistas: 34.857
Comunistas: 8.478
2.° No hay que contar en absoluto con un movimiento de extrema derecha.
3.° Frente a un intento de tipo marxista se contarían Acción Popular, que tiene una completa
organización en toda la provincia; con el partido radical, que posee idéntica organización, y con el
partido conservador más los escasos votos del partido progresista que es de reciente creación. Estas
fuerzas significaron su potencia en las pasadas elecciones en la forma siguiente:
Agrarios y Acción Popular: 48.501
Radicales: 45.608
Conservadores: 13.380
Progresistas: 530
4.° Otros partidos republicanos de izquierda forman en Almería núcleos muy importantes, y
que podrían ser decisivos en un movimiento de esta clase. Acción Republicana cuenta con una
magnífica organización, y los grupos radical socialista ortodoxo, radical socialista independiente,
radical socialista de izquierda (Botella Asensi) y los federales acaban de unirse en un solo grupo, y
en el conglomerado que forman hay fuerzas contrarias a toda acción subversiva, fuerzas que se
mantendrían al pairo y algunas que se inclinarían francamente por el movimiento.
Estas fuerzas republicanas de izquierda obtuvieron en las pasadas elecciones los votos
siguientes:
Acción Republicana: 44.394
Radical socialista ortodoxo: 4.053
Radical socialista izquierda: 2.461
Radical socialista Independiente: 9.520
60.428
ASTURIAS
afiliados y unos 200 Comités locales, más los comunistas, que cuentan con 2.000 afiliados, pueden
reunir, según datos electorales:
Socialistas: 80.000
Comunistas: 17.000
2.° No existen fuerzas monárquicas ni de tipo fascista. Los tradicionalistas cuentan con dos
Comités y otros dos los de Renovación Española.
3.° Frente al movimiento extremista de izquierda, sería posible un bloque con Acción Popular,
que tiene 60.000 afiliados con más de 90 Comités; con el partido liberal demócrata, con unos 60
Comités y con mayoría en 35 Ayuntamientos de la provincia. Con los radicales, que tienen unos 26
Centros en Asturias pero cuyo Censo se desconoce; con el partido federal, y sus 1.000 afiliados; con
el partido republicano conservador, con sus 600 miembros activos, pero con sus 40 Centros o
Comités. Y los radicales socialistas ortodoxos. Estas fuerzas obtuvieron en las pasadas elecciones
los votos siguientes:
Liberales demócratas y Acción Popular: 125.000
Radicales, independientes y conservadores: 37.000
Radicales socialistas ortodoxos: 12.000
174.000
4.° Quedan otros grupos de izquierda, como el de federales. Acción Republicana y radicales
socialistas independientes, que lograron unos 14.000 votos.
ÁVILA
con 100 Comités y mayoría en tres Ayuntamientos, mientras los radicales socialistas cuentan con
6.000 miembros activos, con 102 Comités o Centros y mayoría en seis Ayuntamientos.
BADAJOZ
BALEARES
Con respecto a la politice nacional, está en relación con la Lliga Catalana. Es fuerza de
derechas.
Centro: Este partido, desvinculado todavía de las organizaciones políticas nacionales, es
republicano. Su Jefe es don Juan March Ordinas, vocal del Tribunal de Garantías Constitucionales y
diputado a Cortes.
Es la fuerza política de mayor número y organización, constituida por los antiguos liberales,
cuya tendencia era albista.
Su preponderancia en la capital es considerable y en la mayoría de los pueblos, decisiva
Radicales: Los radicales son los antiguos federales. Tienen alguna fuerza en la capital y en
algunos pueblos. Dominan en Manacor.
Acción Republicana: Cuenta con alguna fuerza; pero como los cargos que tienen los
consiguieron cuando las elecciones del 12 de abril de 1931 en unión con los antidinásticos que
formaron frente único, es difícil suponer su fuerza actual. Donde más se destaca ésta es en el pueble
de Felanitx.
Radicales socialistas: Están divididos en ortodoxos y dominguistas. Carecen de
representaciones oficiales. Su fuerza considérase escasa.
Hay un pequeño grupo de republicanos adheridos a la política de don Miguel Maura, que
cuenta con núcleos de alguna importancia en Manacor y en Seller.
Estas son las fuerzas políticas que se opondrían a un movimiento marxista.
Renovación, Falange Española, albiñanistas, monárquicos, etc., no cuentan con
organizaciones, públicas al menos, ni han hecho algún acto que pueda acusar su existencia.
ORGANIZACIONES SOCIALES
La más potente es la U. G. Т., a la que se le atribuyen unos 9.000 afiliados en todo Mallorca, y
la mejor organizada, el partido socialista.
Los de la C. N T. se supone llegarán a unos 2.000.
Los comunistas serán unos pocos centenares. Tres o cuatro a lo sumo.
Aun cuando el propósito de constituir un frente único no haya sido llevado a cabo, los
elementos de todas esas organizaciones se inclinan a formarlo.
No se cree que ningún elemento de aquí (ni extremista ni monárquico) sea propicio a
violencia alguna.
Si por indicaciones de fuera se planteara alguna huelga, al llegarse a ella (lo cual se estima
problemático) no se supone que pueda degenerar en violenta
En resumen; una lista de votos obtenidos en las pasadas elecciones nos ayudará a comprender
las posibilidades de movimientos extremistas:
Republicanos de centro, derecha, regionalistas, autonomistas, etcétera: 104.472
Socialistas, Acción Republicana e izquierda radicalsocialista: 31.476
Radicales: 27.424
BURGOS
socialista no pasan de 400 y no existen miembros activos del partido comunista registrados como
tales. Para considerar, pues, las fuerzas con que contarían los elementos subversivos de extrema
izquierda, hay que atenerse al dato solo relativo que dan los votantes en las pasadas elecciones y
que son los siguientes:
Partido socialista y U. G. T.: 18.564
Partido comunista: 282
18.846
Entre la U. G. T. y el partido socialista existen en la provincia 29 Centros organizados,
mientras los comunistas no tienen ninguno.
2.° Las fuerzas monárquicas no están organizadas y es en absoluto ilusorio un movimiento
subversivo por su parte. Falange Española no tiene ningún centro en la provincia. Renovación
Española, tampoco. Existe, sin embargo, un fuerte núcleo tradicionalista que francamente ha
declarado no aceptar la República, así como existe también el grupo que votó en las pasadas
elecciones a Albiñana, que, aunque obtuvo 34.946 votos en las pasadas elecciones, éstos lo fueron
en la segunda vuelta, por tanto, votos pertenecientes casi en exclusiva a los tradicionalistas y a otros
sectores de extrema derecha que no le votaron en la primera vuelta. Los nacionalistas, como los
tradicionalistas, no tienen tampoco centro alguno organizado. Y la masa difusa de derechas que
podría intentar un movimiento subversivo se concreta en:
Tradicionalistas: 68.037
3.° Las fuerzas políticas que secundarían una acción de Gobierno contra todo movimiento
subversivo son muy importantes, aunque casi ninguna de ellas tiene organización. Únicamente el
partido radical cuenta con 73 centros organizados. Debemos hacer un cálculo de las fuerzas afectas
al Gobierno por el número de votantes en las últimas elecciones, que son los siguientes:
Agrarios: 84.446
Radicales: 18.263
Conservadores: 15.824
118.033
Quedan todavía otros partidos republicanos de izquierda, cuya actitud en lo que se refiere a la
masa total no es posible concretar. Se trata del partido de Acción Republicana, que cuenta con 38
centros en la provincia, y el radicalsocialista independiente, con 53.
Las fuerzas que suman ambos son las siguientes:
Acción Republicana: 16.764
P. Radicalsocialista: 19.670
36.434
CÁCERES
Los datos que se insertan relativos a los partidos radical, Renovación Española, socialista,
Derecha Regional Agraria y Falange Española comprenden la única actividad política de la
provincia digna de ser tenida en consideración, pues los de Acción Republicana y radicales-
socialistas, si aun existen los Comités en la capital, puede decirse que quedaron deshechos y sin
afiliados desde antes de las elecciones legislativas. Los comunistas no existen en esta provincia; y
respecto a la C. N. Т., solamente puede citarse un pequeño sector en el partido de Navalmoral de la
Mata.
Así, pues, como ya decimos que la mayoría de las organizaciones obreras de la provincia son
afectas a la Federación provincial perteneciente a la Casa del Pueblo, casi todas esas organizaciones
secundarían probablemente cualquier intento subversivo por parte de la U. G. T. y del partido
socialista. En ese caso no sería muy aventurado suponer que los demás partidos izquierdistas
adoptarían una actitud pasiva. Sólamente de Falange Española nos atreveríamos a asegurar que en
19
CÁDIZ
CASTELLÓN
CATALUÑA
1.° ¿Qué actitud tomarían los partidos catalanes ante cualquier intento subversivo por parte de
la U. G. T. y el partido socialista?
Si el movimiento fuese una réplica a otro movimiento de derechas, la actitud de las izquierdas
catalanas seria favorable. De lo contrario, sería solamente de inhibición.
2.° Un Intento monárquico —que no cuenta con ninguna posibilidad en Cataluña— levantaría
a todas las izquierdas, sin distinción.
3.° Son ya muy considerables, y puede decirse que actuarían decididamente al lado de
treintistas, comunistas, etc., en el caso de producirse un movimiento,
4.° Todas las organizaciones sindicales y de izquierda social —a excepción de la C. N. Т.—
firmaron hace pocos días un documento, ya conocido, comprometiéndose a la Alianza Obrera
contra las derechas y el fascismo. Sabemos que se han realizado gestiones para obtener la
colaboración de la C. N. Т., y aun cuando no se ha obtenido hasta ahora una contestación
concluyente, las fuerzas de la Alianza Obrera confían en obtener el concurso de la C. N. Т., en el
caso de producirse un movimiento de derechas.
Las especiales condiciones en que a partir de la promulgación del Estatuto, y aun antes de
obtener la autonomía, se desenvuelve la política de Cataluña, imposibilitan su encuadramiento a la
estructura normal del conjunto de las provincias españolas. En efecto, en cuanto al panorama
político en general, puede decirse que Cataluña forma un solo cuerpo regional, con sólo diferencias
de matiz entre las cuatro provincias. En cuanto a los resultados electorales últimos, dase asimismo
la circunstancia de que no pueden servir de guión los de las elecciones del 19 de noviembre —
últimas celebradas en el resto de España—, en razón a que las elecciones municipales del 14 de
enero han dado en Cataluña resultados diametralmente opuestos a aquéllos Lo mismo puede decirse
en lo que hace referencia a la inmensa mayoría de las organizaciones políticas, que no responden en
absoluto al tipo de conjunto del resto de la República, sino a formaciones autóctonas, de perfil
regional, tales como la Esquerra y los demás partidos republicanos catalanistas de izquierda, la
Lliga. los socialistas e incluso una fracción —la más considerable— del comunismo, formada por el
llamado Bloque Obrero y Campesino. Puede decirse que aparte del partido radical, cuyas fuerzas en
21
Cataluña disminuyen progresivamente, queda solamente un punto de referencia concreto con las
organizaciones sindicales del resto de España, con la C. N. Т., los “treintistas” y los Sindicatos de la
U. G. Т., cuya fuerza, hasta ahora insignificante, va aumentando en Cataluña.
En cuanto las derechas, no puede decirse que, fuera de la Lliga. quede otra cosa que la
llamada Derecha de Cataluña, que incluye los restos del monarquismo y algunos sectores de tipo
fascista, y el tradicionalismo. Desde luego, puede afirmarse que la gran masa de las derechas
catalanas está con la Lliga.
En este sentido el resultado de la última contienda electoral da una pauta muy aproximada de
la fuerza efectiva de dichos partidos en Cataluña, tomando como punto neurálgico la ciudad de
Barcelona y señalando el hecho importantísimo de que, salvo pequeñas e insignificantes
excepciones, se realizó la coalición de partidos afines, que se presentaron a la lucha en dos grandes
frentes, flanqueados por algunas fuerzas de menor importancia.
Dichos resultados fueron, en cifras redondas:
Esquerra y coaligados (Acción Catalana, Partido Nacionalista Republicano de Izquierda y
Unió Socialista de Cataluña): 160.000 votos.
Lliga, en coalición con los tradicionalistas y apoyada por las derechas en general: 130.000.
Partido radical: 20.000.
Siguiendo, ya muy por debajo de dichas cifras, el Bloque Obrero y Campesino, Extrema
Izquierda Federal y el Partido Nacionalista Catalán.
Salvando pequeños detalles de matiz —sin peso ninguno en el conjunto político de Cataluña
—, la proporción de los resultados es la misma en las provincias catalanas, a excepción de Gerona,
donde triunfó por alguno votos —no llegaron a 50— la candidatura de Lliga Catalana.
Teniendo en cuenta que en las elecciones del 19 de noviembre las izquierdas luchaban
desunidas, y sumando los votos obtenidos por cada uno de dichos partidos, el resultado global de las
sumas viene a ser aproximadamente el mismo que en las elecciones últimas, con un pequeño
aumento para la Esquerra y una notable disminución de votos para el Partido Radicai, cuya
candidatura llegó entonces a los 40.000 y no ha llegado ahora a una cifra superior a 20.000.
En cuanto a la fuerza efectiva de las organizaciones citadas, puede decirse que responde muy
aproximadamente a las proporciones de los resultados electorales, si bien, naturalmente, el número
de afiliados es mucho menor.
En cuanto a la vinculación de dichas fuerzas con las del resto de España, tanto por los
principios contenidos en sus programas como ateniéndonos a su actuación en el Parlamento
español, es la siguiente:
Esquerra y partidos coaligados, con las fuerzas parlamentarias de izquierda y socialistas.
Lliga. con el partido radical y fuerzas de la C. E D. A y agrarias de Martínez de Velasco.
A excepción de las fuerzas políticas de tipo monárquico, como los tradicionalistas y derecha
de Cataluña, todos los demás partidos aceptan la República.
Aparte de algunos sectores de la provincia de Tarragona afiliados al partido radical socialista,
que acaudilla don Marcelino Domingo y un sector pequeñísimo de Acción Republicana, en
Barcelona el resto de las fuerzas de izquierda republicana es de tipo y de mentalidad netamente
catalana. Entre dichas fuerzas y la Lliga, queda solamente el partido radical, que, como hemos
dicho, ha entrado en una curva descendente muy pronunciada en cuanto a influencia y efectivos
políticos. Se da el caso, por ejemplo, de que dicho partido no cuenta con un solo diputado en el
Parlamento autónomo y sólo con cuatro concejales —por vez primera en el curso de treinta años, en
los que su participación municipal ha sido nutridísima— en el Ayuntamiento de Barcelona.
En cuanto a la C. N. T., su fuerza parece haber disminuido considerablemente en Cataluña,
observándose, en cambio, una mayor fuerza progresiva en los Sindicatos de la U. G. T. y en los
treintistas. Ello es debido, tanto a la actividad de captación y organizador de dichos Sindicatos
como a la actuación de la F. A. I. que domina cada vez con más intensidad los cuadros de la C. N.
T., de los cuales se aparta y se siente cada vez más alejado el obrerismo consciente de Cataluña.
22
Ello no quiere decir que la influencia de la C. N. T. no sea aún muy fuerte en los medios obreros de
Cataluña; pero este hecho se debe mucho más a la actuación violenta de la F. A I. que a la actividad
—inexistente hoy— de proselitismo de la Confederación.
En cuanto a los comunistas, especialmente el Bloque Obrero y Campesino, su actuación se
nota asimismo en los cuadros sindicales, si bien con mucho menor relieve que la de las
organizaciones antedichas.
CEUTA
En Ceuta, el partido político más numeroso es el republicano radical pero existe una masa
considerable de republicanos de izquierda y aun de extrema izquierda, dentro del republicanismo,
pero que no cuenta con organizaciones eficientes. Radicales-socialistas, Acción republicana e
izquierda radical-socialista llevan una vida lánguida, y estos partidos es posible que no hicieran
oposición ante un movimiento subversivo de socialistas: pero si el movimiento contase con otros
apoyos y elementos que no fueran los socialistas y la U. G. T., acaso la actitud de estos núcleos
republicanos no fuera la misma.
El grupo de moderados derechistas no es minúsculo, como se demostró en las pasadas
elecciones, pero partido netamente monárquico no existe, y en cambio, se cuentan numerosos
grupos filofascistas y fascistas declarados, que no intervendrían en un movimiento de su tipo en
estos momentos, pero que apoyarían incondicionalmente a los grupos gubernamentales, en
sustitución de los republicanos inclinados demasiado a la izquierda.
Las fuerzas de la U. G. T. son considerables, mayores de lo que expresaron las urnas en el
último comicio, ya que muchos “ugetistas” siguieron el camino que les trazaron los sindicalistas.
Está descartado que los grupos sindicalistas, anarquistas y comunistas secundarían el
movimiento, pues aunque los directivos de todos estos grupos no parecen, hoy por hoy, propicios a
un frente único éste se está realizando, come se dice ahora, por la base, y todos los obreros
fraternizan.
En su consecuencia tenemos:
1.° Que a un movimiento socialista o sindical irían los núcleos socialistas que en las pasadas
elecciones sumaron 2.485 votos contando con que los sindicalistas y comunistas sean poco más o
menos un número mucho mayor , puesto que en las pasadas elecciones sólo votó el 30 por ciento
del censo, y hay que creer que el 70 por 100 restante buena parte de él pertenece a sindicalistas y
aún a comunistas.
2.° Un movimiento monárquico es casi imposible, porque las fracciones de ese tipo se
encuentran muy fraccionadas y son escasas.
3.° Contra éstos podría contarse la oposición del partido radical, de Acción Popular y de los
radicales-socialistas, que en las pasadas elecciones sumaron los votos siguientes:
Radicales: 2.658
Acción Popular: 1.312
Radicales-socialistas: 265
4.135
CIUDAD REAL
En las pasadas elecciones luchó una candidatura “antimarxista” contra los socialistas. De este
modo se posibilitó la derrota de estos últimos, que sólo alcanzaron un lugar. Desde entonces, sus
organizaciones políticas vienen resintiéndose, llegando incluso a desaparecer casi totalmente
algunas Casas del Pueblo, como por ejemplo en Daimiel, Calzada de Calatrava y Alcolea; pero, en
23
CÓRDOBA
Según las impresiones recogidas de los distintos partidos políticos con cuyos dirigentes hemos
estado en contacte estos días, la actitud que adoptarían ante cualquier intento subversivo que se
produjera por parte de la U. G. T. y del partido socialista sería la inhibición por lo que respecta al
centro y a la derecha y acaso de amparo, pasivo, en la izquierda republicana.
Puede descartarse en absoluto la idea de un movimiento monárquico en esta provincia, donde
los tradicionalistas, sin expresión de la rama a que pertenezcan, cuentan en su organización con
escaso número de afiliados. Aparte de estos tradicionalistas que actúan como tales, puede decirse
que hay bastante número de monárquicos diluidos en Acción Popular Agraria pero que por
pertenecer a este partido y acatar su programa, carecen de libertad de movimiento, y creemos que
no se apartarán al menos por ahora del derrotero político que marca a dicha organización el señor
Gil Robles.
La Unión General de Trabajadores cuenta en la capital con 24 Sindicatos y con 180 en los
pueblos de la provincia. El número mayor de afiliados lo dan los campesinos pertenecientes a la
Federación de Trabajadores de la Tierra, que suman unos 35.000. Le siguen los mineros de la
cuenca de Peñarroya, que son 8.000. También están adscritos a la Unión General de trabajadores los
empleados de Banca.
Dada la disciplina que existe en el partido socialista y en la U. G. T., en el caso de que
declararan la huelga revolucionaria la secundarían casi todos los organismos.
El partido sociallsta y la U. G. T. se encuentran en admirables relaciones con los comunistas v
con algunas organizaciones de la Confederación. El domingo último debía celebrarse con carácter
oficial una reunión de delegados para redactar el programa que ha de servir de base a la constitución
del Frente Único; pero fue suspendida por al gobernador.
A pesar de ello, se tiene la evidencia de que lograrán ponerse de acuerdo. En el Gobierne civil
hemos recogido la siguiente nota acerca de la filiación de los alcaldes de la provincia: Radicales 28;
progresistas 15; radicales-socialistas 8; socialistas 26; Acción Popular 3; conservadores 1; federales
1; y republicanos independientes 2.
Entre ellos figuran algunos pedáneos, porque la provincia sólo tiene 75 pueblos, más la
capital.
Con estos datos encontramos:
1.° Para el movimiento marxista contaría el Frente Único con los 8.000 miembros activos
socialistas, con los 50.000 de la U. G. T., con los 20.000 afiliados comunistas y con los elementos
de la C. N. T. sin censar actualmente. Los socialistas poseen 74 Comités en la provincia y 195 la U.
G. T. En total estas fuerzas, según el resultado electoral último, dan el siguiente contingente:
Socialistas y U. G. T.: 85.000
Comunistas: 27.000
112.000
2.° Un movimiento monárquico cuenta con las mínimas posibilidades. Falange Española
comienza a organizarse, y los tradicionalistas sólo cuentan con 300 miembros activos y con
Juventudes en siete u ocho pueblos.
25
3.° Contrarrestando estas fuerzas anteriores podrían agruparse, en todo caso, los radicales con
75 Comités y mayoría en 28 Ayuntamientos: Acción Popular con 72.000 afiliados, 65 Comités; los
progresistas con 50.000 afiliados, 40 Comités más las Juventudes y la organización puramente
agraria más los federales, con 1.500 afiliados. En total, estas fuerzas, según el Censo de las
elecciones, dan las cifras siguientes:
Acción Popular radicales, progresistas y agrarios: 129.000
Federales: 1.773
180.773
4.° Las fuerzas republicanas de izquierda, o sea Acción Republicana, que tiene 5.000 afiliados
y 34 Comités, y los radicales-socialistas con 5.000 afiliados y 52 Comités, fueron juntas a la lucha,
obteniendo 11.000 votos.
CUENCA
4.° Quedan el partido radicalsocialista independiente con 5.000 afiliados, 50 Comités y con
mayoría en 20 Ayuntamientos, cuya candidatura sumó en las pasadas elecciones 12.800 votos, y un
núcleo poco importante de Acción Republicana.
GRANADA
Hasta hace poco el partido socialista, que tiene en Granada y su provincia unos 10.000
afiliados, disponía de la enorme masa que representa la U. G. T., en la que se hallaban inscritos unos
90.000 obreros, distribuidos en 37 sociedades. Esta fuerza parece que ha disminuido algo en los
últimos meses, pero casi nada apreciable. Disciplinados en la capital, donde se ofrecieron como
agrupación de orden, fueron más allá de donde quisieran sus dirigentes en la provincia, en la que
más bien parecían elementos extremistas fácilmente confundibles con la C. N. T. y los núcleos
comunistas.
Desde hace algún tiempo se ha intentado por los socialistas la formación del frente único y es
evidente que ha habido conversaciones; pero hasta ahora, sin llegar a nada concreto. Esto no quiere
decir que C. N. T. y F. A. I. no fueran a un movimiento revolucionario iniciado por los socialistas,
pero sin el control de éstos, que bien pronto se verían desbordados por quienes siempre procedieron
como elementos de acción dispuestos a ofrecer resistencia.
Las fuerzas de derecha son, como se verá, mucho más numerosas.
La encuesta puede concretarse como sigue:
1.° Es evidente que para una acción revolucionarla irían en acción conjunta socialistas, los
afiliados a la C. N. T. y los comunistas, los cuales dan la fuerza siguiente:
Socialistas militantes: 10.000
U. G. T.: 94.000
104.000
A estas fuerzas hay que añadir las que pertenecen a la C. N. T. y al partido comunista, cuya
importancia es desconocida, por no existir datos concretos ni de uno ni de otro partido.
Desde luego, aunque dentro del partido socialista existen en Granada las mismas divisiones
que en Madrid, la mayoría se inclina por el criterio del señor Largo Caballero, al que acabarían por
sumarse todos, sin que se produjera ninguna escisión. Cuentan con casi todo el регsоnal ferroviario
de la línea del Sur de España, y aunque en la de Andaluces la U. G. T. está en minoría, porque
dominan los comunistas y C. N. Т., especialmente esta última, no sería difícil que la huelga
ferroviaria fuese general. En los transportes por carretera, de motor mecánico, las fuerzas mayores
corresponden a la С. N. T. en los taxis, y a la U. G. T. en los automóviles de línea.
Sin asociar el personal de Agua y Luz, recientemente se declaró autónoma la Asociación de
obreros de Electricidad, que pertenecía a la U. G. T. y que ahora no iría a ningún movimiento.
No es de esperar, caso de producirse, que el movimiento tuviese en Granada extremada
violencia. Cuantas actitudes de violencia se originaron en los últimos años fueron mantenidas por
escasos elementos, jóvenes en su mayoría, que no ofrecieron gran resistencia, aunque sembraron el
terror en la ciudad, ya que su táctica fue la colocación de bombas y petardos y la provocación de
incendios en los templos. Puede ser una incógnita la actuación de la juventud socialista con cierto
ímpetu, pero escasa en número, ya que la integran unos 100 afiliados.
2.° No es posible en Granada un movimiento subversivo derechista. El matiz religioso y de
derecha no son aquí incompatibles con el régimen; la mayor parte de estos núcleos se han agrupado
en torno a Acción Popular y al partido agrario, que, a su vez, se han unificado después de las
elecciones.
Los tradicionalistas sólo tienen 490 afiliados cotizantes en el partido y un solo centro en la
capital. Renovación Española está sin organización. Falange Española tiene un centro en Granada y
2.609 afiliados; no existen nacionalistas y, por tanto, todo el elemento de derecha susceptible de una
27
GUADALAJARA
GUIPÚZCOA
La situación en esta provincia ofrece un aspecto singular. Si en las demás hay que tener en
cuenta la situación que respectivamente ocupan los elementos de derecha y los elementos de
izquierda, como fuerzas antagónicas en la contienda, en Guipúzcoa hay un factor: el nacionalismo
vasco, que además de su propia efectividad tiene la que le da el control sobre una masa obrera: la
Solidaridad de Trabajadores Vascos, y que verosímilmente si se plantease una lucha en sentido
revolucionario por parte de los socialistas y extremas izquierdas, adoptaría un resolución de igual
singularidad que la que constituye su característica. Es decir que mientras los elementos
monárquicos de Guipúzcoa no pueden verosímilmente intentar un movimiento subversivo porque
los nacionalistas vigilan su acción, brindando apoyo a la República, en tanto que constituya una
esperanza la obtención del Estatuto vasco, frente a una revolución que pudiera aparecer triunfante,
los nacionalistas proclamarían su independencia. Esa es, al menos, la impresión general en este
pleito.
La U. G. T. tiene en Guipúzcoa unos 22.000 afiliados, con organizaciones en todos los
pueblos de importancia industrial. Le sigue en fuerza la Solidaridad de Trabajadores Vascos, que no
acepta la lucha de clases. Tiene en la provincia 16.000 afiliados y 115 agrupaciones.
Los comunistas tienen un millar de afiliados, pero intervienen en varios sindicatos autónomos
y en la Federación Local de Sociedades obreras de San Sebastián, que cuenta con unos 6.000
socios. La С. N. Т., por su parte, contará con unos 500 cotizantes, la mayoría en San Sebastián. Los
comunistas se hallan acaso dispuestos a llegar a una inteligencia con la U. G. Т. en un momento
extremo. La C. N. T. y la U. G. T se hallan en mejores relaciones, pero esperan la posibilidad de una
unión hecha por los Comités nacionales y no por la base, como pretenden los comunistas.
Situados así los peones, es evidente que el partido nacionalista constituye el mejor dique por
sí mismo y por la Solidaridad de Trabajadores Vascos contra todo intento revolucionarlo, tanto de la
derecha extrema como de las izquierdas.
Las fuerzas nacionalistas, propiamente dichas, cuentan con unos 25.000 afiliados, con
organizaciones en todos los pueblos, con un 60 por 100 de los Ayuntamientos de la provincia, en los
que tienen mayoría, y Acción Nacionalista, constituida por nacionalistas vascos de izquierda, que
tiene unos mil afiliados y unas diez organizaciones en la provincia.
El partido radical contará en ella con unos 6.000 correligionarios; tiene 18 Comités en los
pueblos. Los tradicionalistas cuentan con 12.000 afiliados; su red de Comités locales llega a todos
los pueblos y tienen mayoría en un 30 por 100 de los Ayuntamientos; Renovación Española, con
quien fueron unidos a las elecciones, tendrá un millar de afiliados y no cuenta con otra organización
local que la de San Sebastián.
Los socialistas tienen también unos mil afiliados, 14 Centros locales y once Juventudes y sólo
tienen mayoría en el Ayuntamiento de Éibar.
Los demás partidos, Acción Republicana llegará a los 3500 afiliados, y su representación local
se extiende a ocho pueblos. Los radicales socialistas tendrán unos 400 simpatizantes de los que
siguen al señor Domingo y unos 200 los de la izquierda radical socialista, sin extender su radio de
acción más allá de San Sebastián, y los federales, unos 200 correligionarios, con representación
organizada en cuatro pueblos.
Del examen de esta situación se desprende lo siguiente:
1.° Un movimiento extremista estaría servido por socialistas y comunistas, que en las pasadas
elecciones obtuvieron:
Socialistas: 22.721
Comunistas: 2.319
26.040
2.° Para un movimiento de derechas o de monárquicos, sólo podría contarse con el partido
tradicionalista, que cuenta con 12.000 miembros activos, pero que tiene una extraordinaria
29
HUELVA
El partido comunista tiene hasta un millar de afiliados. Acción Popular, unos 3.000, con 24
organizaciones locales y mayoría en nueve Ayuntamientos. El partido socialista tiene alrededor de
2.000 afiliados, 31 organizaciones en los pueblos y mayoría en 29 Ayuntamientos.
Tal es el panorama de la política provincial.
Formando dos grupos con los elementos en cierto modo afines, en un caso de subversión, y
computando sus fuerzas por los votos obtenidos, se tendría el resultado siguiente:
Radicales: 35.000
Republicanos conservadores: 38.000
Acción Popular: 23.000
96.000
Socialistas: 48.000
Comunistas: 1.200
Radicales de Marcelino Domingo: 1.000
Federales: 10.000
60.200
Cifras que señalan la situación de las fuerzas políticas en la provincia, y que pueden dar idea
de su posición en un momento dado.
HUESCA
JAÉN
3.° Frente a los marxistas habrían de oponerse todos los coaligados en las pasadas elecciones,
que fueron, como se ha dicho, Acción Popular, agrarios, republicanos conservadores y radicales,
que obtuvieron 132.000 sufragios.
4.° Los partidos republicanos de izquierda son, en su conjunto, de escasa fuerza e influirían
poco en uno o en otro sentido.
LA CORUÑA
LAS PALMAS
Los núcleos socialistas que podrían intentar un movimiento extremista no tienen en las islas
una fuerza organizada suficiente. Existen algunos núcleos activos de la C. N. T. y comunistas pero
son pocos, muy localizados y escasísimos en número.
Tampoco existe un núcleo de extrema derecha capaz de intentar un movimiento subversivo en
su sentido.
Las Palmas es exclusivamente republicana en sus más diversos matices, y las fuerzas casi
totales de la isla la tienen perfectamente organizadas dos líderes: el de los republicano radicales, que
es el señor Guerra del Río, y el de los republicanos federales, que es el señor Franchy Roca. Los
republicanos radicales del señor Guerra del Río se procuraron el apoyo de las fuerzas de derechas,
siguiendo la tónica de la Península, y los republicanos del señor Franchy Roca se aseguraron el
apoyo de los socialistas, pero, en realidad, la lucha única estaba entablada entre las dos ramas del
republicanismo.
Las cifras electorales dieron para los dos grupos los siguientes votos:
Radicales y Ceda: 44.843
Federales y socialistas: 19.219
32
LEÓN
La organización socialista en León llega a poseer hasta 14.000 cotizantes. Y quizá más
numeroso, o por lo menos igual, es el grupo afecto a la C. N. T., que tiene una fuerte organización
en la región de minas de la provincia. Es indudable que a un movimiento extremista acudirían los
dos grupos, ya que las conversaciones iniciadas para formar un frente único parece han dado en la
provincia un resultado positivo.
Frente a estas organizaciones, y sin que en ellas entren más que en mínima parte los
elementos que podrían intentar un movimiento subversivo de derechas, se encuentra la fuerte
organización de Acción Popular, que cuenta nada menos que con 41.300 miembros activos, con 222
Comités en los pueblos de provincia. León ha dado un acta al señor Gil Robles, que es quien en
realidad dirige el partido en la provincia.
Ante estas dos fuerzas, los partidos netamente republicanos no tuvieron en las pasadas
elecciones otro remedio que fundirse en una sola candidatura para no estar en franca minoría.
Radicales socialistas de Gordon Ordás, el grupo al Servicio de la República, Acción Republicana,
radicales, etc., presentaron un frente unido que dio exacta expresión de las fuerzas netamente
republicanas, la mayoría de las cuales se sumarían a Acción Populai en caso de un movimiento
subversivo de izquierdas, que repetimos, no sería posible en la provincia, excepto en el sector
minero a que nos hemos referido.
Los diferentes grupos alcanzaron en las pasadas elecciones las siguientes votaciones:
Acción Popular y agrarios: 85.018
Coalición republicana: 41.681
Socialistas: 28.537
LOGROÑO
La masa socialista que en Logroño podría iniciar una acción subversivo cuenta con 10.000
afiliados con 26 centros o Comités locales afiliados. En las pasadas elecciones los socialistas fueron
unidos a Acción Republicana, republicanos socialistas y federales, y juntos obtuvieron 25.700
votos. Pero ya hemos dicho que su fuerza social y sindical no pasa de 10.000 afiliados. Pero
contrariamente, en Logroño las fuerzas de la C. N. T. son numerosas en especial en toda la cuenca
del Ebro, y tampoco son escasos los comunistas: pero la fuerza de ambos núcleos es desconocida
exactamente; puede dar un atisbo de su fuerza la pasada intentona anarco-sindicalista.
La U. G. T. no mantiene buenas relaciones con la C. N. T. ni con el partido comunista. Y,
como dato, puede decirse que a la U. G. T. pertenecen la dependencia mercantil, la de espectáculos,
etc.; es decir las organizaciones de la capital y pueblos de importancia, mientras que a la C. N. T.
pertenece buena parte de la fuerza sindical del campo o que trabajan en núcleos industriales fuera de
las grandes poblaciones: Es más que probable que en un movimiento de extrema izquierda todas
estas fuerzas coincidieran.
En cambio, es más problemático un movimiento de extrema derecha. Los tradicionalistas
están separados en dos bandos (los de don Alfonso Carlos y los de don Juan). No existe
organización fascista ni nacionalistas del núcleo Albiñana: pero, en cambio hay una fuerza de
derecha que no hizo aún acatamiento al régimen, el partido de Acción Riojana, que sigue las
inspiraciones de la C. E. D. A., bajo el mando del señor Ortiz de Solórzano. que cuenta con 9.000
afiliados activos y cotizantes, posee 60 Comités locales y la mayoría en 68 Ayuntamientos, y la del
partido tradicionalista que cuenta con 10.000 afiliados, con 60 Comités locales organizados. Estos
dos grupos unidos, en las pasadas elecciones obtuvieron las mayorías con 40.000 votos.
Por tanto,
1.° Un movimiento de extrema izquierda reuniría a los 10.000 sindicalistas, más las fuerzas de
33
LUGO
escasos núcleos, ni siquiera en la capital cuentan con un Comité. No tienen ningún concejal en la
provincia, y sus votos en la última contienda electoral llegaron a 6.372.
Fijadas en esta forma las fuerzas políticas, la actitud de los partidos ante cualquier intento
subversivo del sector socialista y de la U. G. T., sería de indiferencia. Un conato de esa índole por
parte de los monárquicos ni parece posible, ni si se produjera, contaría con apoyos de importancia.
Hay que tener en cuenta que en conjunto, los 6.000 afiliados de la U. G. T. y los 500 de la C. N. T.,
se hallan de acuerdo en el aspecto sindical, pero no en las restantes cuestiones y que, como antes
decimos, ni la F. A. I. ni el partido comunista existen en Lugo.
En resumen:
1.° Para un movimiento sindical se contarían con el partido socialista, que obtuvo 18.587
votos.
2.° Para una acción subversiva monárquica no existen otros elementos más que los de
Renovación Española, cuya cifra de militantes se desconoce, ya que fueron a las elecciones con
todas las derechas, o sea los agrarios y Acción Popular.
3.° Frente a estas fuerzas se contaría, según los datos electorales:
Agrarlos y Acción Popular: 76.538
Radicales y conservadores: 89.921
166.459
4.° Quedan como indefinidos partidos de tanta importancia como los siguientes:
Galleguistas: 7.794
O. R. G. A.: 51.143
Acción Republicana: 10.286
69.223
De entre los cuales alguno no se colocaría frente a un movimiento de tipo marxista.
MÁLAGA
En Málaga el frente único deseado por el partido socialista después del fracaso de la última
huelga de la Confederación, no ha cristalizado. La C. N. T. y la F. A. I., casi por unanimidad, se han
pronunciado en contra de él, y aunque el partido comunista y el socialista están más próximos casi
de acuerdo para ese frente, sin la colaboración de los anarco-sindicalistas el intento revolucionario
produciría, naturalmente, perturbaciones, pero fracasaría a la postre.
Los partidos monárquicos locales están, desde luego, frente a cualquier intento subversivo
porque estiman que no es el momento de intentar con la más pequeña posibilidad de triunfo una
restauración.
La huelga revolucionaria, pues, sería en Málaga un seguro fracaso, si antes no cambiaran de
modo de pensar los adscritos a la C. N. T. y a la F. A. I., que son aquí la mayoría de los obreros.
Por lo que se refiere a los partidos de derecha no hay más que Acción Popular pues aun
cuando Goicoechea cuenta aquí con muchos amigos y hay también bastantes tradicionalistas, todos
están inscritos, hasta ahora, a Acción Popular con propósito de que ésta disponga de una mayor
fuerza.
Resulta pues:
1.° El partido socialista y la U. G. T. cuentan con unos 35.000 afiliados, aunque en las pasadas
elecciones lograron más de 60.000 votos. Los comunistas cuentan con 9.000 afiliados, aunque en
las elecciones sólo lograron 3.280 votos. Para un movimiento extremista, eventualmente, podrían
reunirse:
Socialistas: 35.000
Comunistas: 9.000
2.° Las extremas derechas no tienen ambiente alguno, como hemos dicho Falange Española y
35
Renovación están organizándose y no cuentan con centros oficiales, y lo mismo ocurre con relación
a los nacionalistas de Albiñana. Únicamente los tradicionalistas cuentan con unos 1.000 afiliados
cotizantes y activos dentro de unos 15 centros.
3.° Frente a estas fuerzas hay que colocar las de Acción Popular, las mejor organizadas, que
cuentan con 80 Comités locales y 18.000 afiliados: el partido radical que, a su vez, es el más
numeroso, puesto que tiene unos 50.000 afiliados con 100 Comités funcionando, y 1.000
conservadores de Maura con 29 centros o Comités. En total, esta fuerza antirrevolucionaria cuenta
con:
Radicales: 50.000
Acción Popular: 18.000
Conservadores: 1.000
69.000
Hay que hacer constar que en las pasadas elecciones, y en casi toda la provincia, Acción
Popular y radicales fueron unidos a la lucha, obteniendo 83.000 votos. Venció esta coalición en la
provincia siendo vencida en la capital.
4.° Quedan los radicales-socialistas independientes, como núcleo importante puesto que
cuenta con 12.000 afiliados y 50 Comités locales. Obtuvo el único candidato que presentaron a la
elección 30.000 votos, aunque muchos de estos votos fueron adquiridos al incluirse en otras
candidaturas numerosos electores, sin que pueda precisarse, naturalmente, el sector de que llegaron
estos votos.
MELILLA
Quizá sea la plaza de Melilla el lugar donde haya podido lograrse una estadística más
completa de las fuerzas políticas y sindicales españolas. Desde luego las fuerzas que podrían
sumarse a un movimiento de extrema izquierda suman más de 15.000 afiliados a distintos
Sindicatos, mientras que las fuerzas de otros partidos políticos que podrían oponersele no llegan,
reunidas, a esta cifra. La estadística que publicamos inmediatamente puede demostrarlo.
No existen los partidos tradicionalista, carlista, Renovación Española, Falange Española, ni
fascistas, ni agrarios, ni conservadores. Forman pequeñísimos grupos Acción Republicana,
radicales-socialistas, independientes, radicales-socialistas de izquierda, y por ejemplo los federales,
que acaban de organizarse y cuentan con un modestísimo grupo. Por lo tanto:
1.° A un movimiento de tipo marxista o comunista podrían ir:
Socialistas: 750
U. G. T.: 3.500
С. N. T.: 8.500
Comunistas: 300
16.050
2.° No existe ningún partido monárquico.
3.° Contra las fuerzas sindicales antes apuntadas, podría reunirse la siguiente fuerza de
partidos políticos:
Radicales: 1.500
Radicales-socialistas: 300
Progresistas: 400
Acción Popular: 1.000
3.200
Desde luego, en Melilla se ha formado ya un frente único de trabajadores, el cual ha actuado
ya en diferentes mitines y actos de propaganda.
36
MURCIA
NAVARRA
Difícil resulta enfocar con precisión y menos avizorar el panorama político regional en lo que
se refiere al cómputo, clasificación y encuadramiento de fuerzas de los diversos sectores. La única
base que nos da la realidad política de Navarra en los años que han seguido al advenimiento del
nuevo régimen es el recuento de contingentes, como resultado de las consultas hechas al cuerpo
electoral.
En Navarra, el pueblo es fundamentalmente derechista Las fuerzas de derecha coparon los dos
puestos (propietario y suplente) de vocales del Tribunal de Garantías y los siete puestos de
diputados a Cortes y, además, con votaciones que superaban en proporciones enormes a las de las
izquierdas. En Navarra siempre, pero más desde las elecciones municipales que originaron el
37
ORENSE
Ante un intento subversivo de la Unión General de Trabajadores y los socialistas, los partidos
republicanos, en su mayor parte, adoptarían una actitud de auxilio al Gobierno, y los que no
tomaran tal actitud se abstendrían de toda manifestación.
No es posible un movimiento monárquico en la provincia, pues las huestes más numerosas,
las de Renovación Española suponen, más bien que monarquismo, una adhesión personal al señor
Calvo Sotelo: además, es de tener en cuenta que estas huestes están constituidas por antiguos
políticos de las organizaciones conservadoras del conde de Bugallal y de la fenecida U. P.: es decir,
gente de buena posición en general y enemiga de intentos de toda clase, además de carecer de
iniciativa revolucionarla.
Los tradicionalistas, a pesar de su escaso número, son desde luego elementos jóvenes y
fascistoides, bastante más agresivos que los anteriores, pero nada pesan debido a su insignificancia
numérica.
Las organizaciones sindicales afectas a la U. G. T. son unas diez en la capital y unas 25 o 30
en la provincia. En la capital desde luego, no ejercen el control sobre la masa obrera, y sus
dirigentes más bien se han desplazado a la izquierda de la U. G. T.
Planteada la huelga revolucionaria en la capital, secundarían el movimiento todas las
Organizaciones decididamente, pues aun las que no pertenecen a la U. G. T. son
extraordinariamente propensas a sumarse a los actos de violencia. En el resto de la provincia, en
general, las Organizaciones sindicales carecen de fuerza, debido a que esta provincia es
eminentemente agrícola, de pequeños propietarios minifundistas: así es que tal movimiento apenas
tendría repercusión.
La U. G. T. se encuentra de hecho en malas relaciones con los elementos de la C. N. T. y los
comunistas que la tildan de aburguesada, y se le disputan la dirección de las organizaciones
sindicales, hasta ahora con visible éxito para estos últimos elementos pero abundando en la
contestación anterior, es indudable que a pesar de tales desavenencias, planteado el movimiento en
la calle, el frente único quedaría automáticamente formado, siendo muy posible que de su dirección
se apoderasen los más extremistas.
En resumen:
1.° El frente marxista estaría formado por 2.369 afiliados al partido socialista, que cuenta con
39
18 Comités locales en la provincia, y los elementos comunistas que tienen un solo centro. En las
pasadas elecciones obtuvieron los siguientes votos:
Socialistas: 28.590
Comunistas: 1.800
30.390
2.° Para una acción monárquica, o de extrema derecha, podría contarse como núcleo principal
con las fuerzas de Renovación Española, que siguen al señor Calvo Sotelo. Es difícil calcular las
fuerzas reales de que dispone, ya que no tiene organización bastante en la provincia y sus centros
son muy escasos; además, fue su partido a las elecciones en compañía de Acción Popular y con los
agrarios de Martínez de Velasco.
El grupo tradicionalista sólo tiene 300 afiliados y un Comité organizado, mientras que
Falange Española no cuenta más que con 160 miembros activos cotizantes. No tiene, por tanto,
fuerza ninguna.
3.° Para oponerse a estos movimientos extremistas se contaría con Acción Popular, que tiene
1.500 afiliados y 70 centros, y con el partido agrario de Martínez de Velasco; con el partido radical,
que cuenta con 6.000 afiliados cotizantes, 104 Comités locales y 46 Ayuntamientos, donde tienen
mayoría; con el partido republicano conservador; con los radicales socialistas ortodoxos, que
cuentan con 3.004 cotizantes y 65 Comités, y, si el movimiento fuera de extrema izquierda, con la
ayuda de Renovación Española, cuyo jefe es el señor Calvo Sotelo. Estas fuerzas se distribuyeron
en las elecciones en la forma siguiente:
Agrarios, Acción Popular y Renovación Española: 92.000
Radicales: 79.800
Conservadores: 33.700
Radicales socialistas ortodoxos: 47.850
253.350
4.° Otros partidos de izquierda son los de Acción Republicana, con 2.500 afiliados y 48
centros; el partido regional independiente galleguista, con 2.347 afiliados, 25 Comités locales, y el
partido republicano gallego, que tiene escasa organización. Estos grupos obtuvieron los siguientes
votos:
Acción Republicana: 25.000
Galleguistas: 19.000
Republicanos gallegos: 14.315
58.315
PALENCIA
En la provincia de Palencia, los partidos, a excepción del socialista, están sin organización
reglada. Las fuerzas de derecha son las que más simpatizantes tienen. Y de estas fuerzas, Acción
Popular Agraria predomina ―acaso por el prestigio del que consideran como jefe, señor Villasana
—, y le siguen las fuerzas agrarias independientes de don Abilio Calderón. Luego, los
conservadores, aunque de éstos la mayoría, a la hora de votar, se van más a la derecha agraria. Los
socialistas y radicales están muy igualados en cuanto a concejales, si bien en votos aislados
predomina el socialista. Acción Republicana y radicales socialistas apenas si llegan a 20 concejales
en toda la provincia, y ello da exacta cuenta de su poca importancia.
No sería posible en esta provincia un movimiento monárquico, toda vez que están en minoría,
pues no hacen cuestión de régimen en su ideario político. Esto en cuanto a los más. Naturalmente,
hay excepciones, que justifican la regla general.
Únicamente en la capital y en la región minera tienen fuerza las organizaciones de la U. G. T.
Salvo esas regiones y algunos pequeños focos en el Valle del Cerrato, en los demás puntos de la
40
provincia se verían arrollados los de la Unión General de Trabajadores por los demás, que no
secundarían la huelga.
Hay un pequeñísimo foco de adscritos a la C. N. T. en la capital y otro pequeño foco en
Guardo (región minera) y Baltanás. Salvo esos sitios —y aun en ellos en minoría flagrante en
relación con los socialistas—, en los demás puntos no hay adheridos a esas organizaciones. En la
capital, las relaciones entre ellos y los socialistas son francamente malas en los directivos, si bien en
la masa no es tanta la diferencia que los separa.
Se desprende de todo lo escrito:
1.° Que en el caso, en esta provincia muy problemático, de que se lograra un frente único, se
contaría con el partido socialista que cuenta con 6.000 afiliados y 80 Comités locales, y los
pequeños núcleos de sindicalistas que no tienen gran importancia. Los socialistas obtuvieron en las
pasadas elecciones 16.000 votos.
2.° Ni el partido tradicionalista, ni Renovación Española tienen una organización consistente
en toda la provincia, pues aunque en las pasadas elecciones su candidato señor Suárez de Tangil
obtuvo 60.000 votos, éstos le fueron facilitados por el partido de Acción Popular y el agrario
independiente.
Para oponerse a un movimiento antimarxista se contaría con la Acción Popular Agraria, que
cuenta con mayoría en la mitad de los Ayuntamientos de la provincia, y con el partido agrario
independiente, que cuenta con mayoría en la otra mitad. Con el partido radical, que sólo está
organizado en la capital, y con el partido conservador, al que le ocurre lo propio. Estas fuerzas en
las elecciones dieron los siguientes votos:
Acción Popular Agraria y agrarios independientes: 62.000
Radicales: 12.000
Conservadores: 10.000
84.000
4.° Los demás partidos republicanos no dan fe de vida en Palencia.
PONTEVEDRA
Las organizaciones obreras, aunque muy nutridas, encontrarían para una acción
revolucionaria, la oposición de numerosísimos grupos afiliados a partidos de centro o de derechas.
Podrían contar, quizá con un fuerte auxilio en las fuerzas hoy muy disminuidas de la O. R. G. A. y
en las de Acción Republicana, que fueron unidas a la O. R. G. A. en las pasadas elecciones. Pero
ello, naturalmente, no es más que una concesión al espíritu izquierdista de estos dos partidos.
Menos aun debería contarse con la posibilidad de un movimiento monárquico, pues los que
acusan netamente esta característica, no tienen en la provincia ninguna organización. El resto del
monarquismo se ha refugiado en Renovación Española, que fueron los triunfantes en las pasadas
elecciones, apoyados por los agrarios de Martínez de Velasco, pero que en realidad son únicamente
monárquicos teorizantes, que no emprenderían una acción decisiva, aunque sí secundarían, quizá,
un movimiento en otro sentido derechista. En consecuencia:
1.° El partido socialista y de la U. G. T., que cuenta con 20.000 afiliados y 52 comités locales,
y el partido comunista que cuenta con 8.000 cotizantes, serían los seguros participantes en un
movimiento subversivo extremista, y en total, sus fuerzas, según sus votos, son las siguientes:
Socialistas: 23.000
Comunistas: 8.000
31.000
2.° No hay fuerzas netamente monárquicas, puesto que los afines quedan en los cuadros de
Renovación Española.
3.° Frente a una coalición marxista, se encontraría la organización de Renovación Española
41
con sus 80 comités, la de Acción Popular y la de los agrarios de Martínez de Velasco. Encontraríase
también la organización radical, con sus 60 comités y con mayoría en 15 Ayuntamientos de la
provincia y, finalmente, hallaría, asimismo, la oposición del grupo de Gordon Ordás, con alguna
organización que pertenecía al partido radical socialista ortodoxo.
En resumen:
Radicales y republicanos conservadores: 85.000
Renovación Española, agrarios y Acción Popular: 77.000
Radicales socialistas: 8.500
170.500
4.° Los partidos de izquierda, a que nos referimos antes, tienen la O. R. G. A. 66 comités
organizados y mayoría en 27 Ayuntamientos, y Acción Republicana, 24 comités y mayoría en 7
Ayuntamientos. Ambos obtuvieron en las pasadas elecciones 47.000 votos.
SALAMANCA
SANTANDER
Ante una maniobra de carácter revolucionario iniciada por el partido socialista es de esperar
que los grupos políticos en su mayoría, los más fuertes, desde luego, habían de ponerse al lado del
Gobierno. Aun los republicanos de izquierdas, divididos profundamente y poco numerosos en
relación con derechistas y socialistas, no es de esperar tomaran parte activa en el intento subversivo.
El peligro de un intento monárquico no existe. Las personas que, principalmente por tradición
y recuerdo amistoso se mantienen en las filas monárquicas, conservan su culto de una manera
romántica y nada hace suponer habían de llegar a una actividad revolucionaria que de momento
encontraría un ambiente decidido de hostilidad.
Los efectivos de la U. G. T. son los mismos que presenta el partido socialista. Salvo
excepciones pueden considerarse una misma organización.
De producirse el movimiento seguramente contaría con la colaboración de la Confederación,
que aunque con menos afiliados que la U. G. T., ha dado siempre a sus conflictos un carácter más
violento, aunque nunca se han convertido en la lucha encarnizada de otras provincias. Los
comunistas en la región son escasos, pero no es aventurado suponer que se sumarían al movimiento.
Como en el resto de España, los elementos avanzados tratan de llegar a la consecución del
Frente Único. También aquí las gestiones serán difíciles pues existen las sabidas discrepancias
43
nacidas de la distinta apreciación sindical. Los socialistas, por su parte, están bien dispuestos a
llegar a la formación del bloque revolucionario.
Fascistas y albiñanistas no tienen en Santander organización.
En síntesis:
1.° A un movimiento extremista de izquierda iría el partido socialista que cuenta con 25.736
afiliados, que time 81 Comités en la provincia y mayoría en seis Ayuntamientos; los comunistas que
cuentan con pequeñas células, y los escasos elementos de la С. N. Т. En suma, con los datos
conocidos según el resultado de las pasadas elecciones:
Socialistas: 40.455
Comunistas: 1.727
42.182
2.° Un movimiento de extrema derecha no tendría ambiente en Santander. Falange Española,
nacionalistas, albiñanistas, no tienen organización en la provincia, y los tradicionalistas, que
cuentan con cinco Comités locales y con unos 400 militantes activos, no constituyen una fuerza.
Dieron sus votos a la Unión de Derechas.
3.° Frente a estos grupos quedan las derechas unidas con el título de Agrupación Regional
Independiente reuniendo a agrarios, Acción Popular, Renovación Española y tradicionalistas.
Poseen Comités en todos los pueblos de la provincia, con mayoría en 82 Ayuntamientos. Los
radicales que fueron unidos con los conservadores cuentan aquéllos con 7.800 afiliados y 72
Comités activos y cotizantes, y los conservadores con 2.000 afiliados con seis Comités locales. Los
radicales-socialistas ortodoxos que tienen 2.386 cotizantes activos, 37 centros en la provincia y
mayoría en tres Ayuntamientos; y finalmente, los federales, que cuentan con fuerzas escasas. Estos
grupos según el “censo” que resultó de las urnas reúnen:
Unión de derechas: 71.650
Conservadores y radicales: 20.996
Radicales socialistas ortodoxos: 8.640
Federales: 3.150
104.436
4.° De los demás partidos de izquierda sólo tiene importancia el de Acción Republicana, que
tiene escasísima organización, y obtuvo en las pasadas elecciones 11.113 votos. Pero como sólo
presentó un candidato es de suponer que todos los votos obtenidos no eran precisamente, de
elementos afines a Acción Republicana.
SEGOVIA
SEVILLA
SORIA
En esta provincia, aun cuando los grupos sindicales tienen clausurados todos sus Centros,
mantienen los socialistas su organización. Un movimiento subversivo contaría con el apoyo de
algunos grupos republicanos de izquierda y, desde luego, con los grupos de la C. N. T., aunque sus
relaciones con el partido socialista son muy tirantes e incluso agresivas. No existen monárquicos
declarados, porque éstos se encuentran hoy diluidos en Acción Popular y agrarios. Es más, las
fuerzas que acaudilla don José Martínez de Azagra se encuentran en franca disidencia con las que
acaudilla el señor Martínez de Velasco, y no sería extraordinaria una escisión ya que los agrarios de
Martínez de Azagra procedentes del campo monárquico, no aceptan ni acatan la República.
Hay que hacer constar que aun cuando no existen datos numéricos, las organizaciones de la C.
N. T. son tan importantes como las organizaciones de la Unión General de Trabajadores, y mientras
aquellas cuentan en sus cuadros sindicales con la mayoría de los obreros manuales, los socialistas
tienen su fuerza en la Banca, ferroviarios, dependientes de comercio, etc.
Hechas estas consideraciones tenemos que:
1.° Los socialistas, con 14 Comités sindicales, obtuvieron en las pasadas elecciones 5.710
votos, a cuya fuerza hay que agregar la sindical de la C. N. T., que como hemos dicho tiene igual
importancia.
2.° Fuerzas monárquicas no existen más que en el citado núcleo de agrarios independientes
acaudillados por el señor Martínez de Azagra, y que pueden ser unos 5.000.
3.° Para contrarrestar un movimiento de extrema izquierda se contaría hipotéticamente con el
grupo agrario independiente, con el agrario de Gil Robles, con el republicano conservador, que es el
que tiene una organización más completa, con el radical, con el radical socialista ortodoxo, y aun
con el federal. Estas fuerzas agruparon los votos siguientes:
Conservadores: 27.240
Agrarios ortodoxos disidentes: 17.620
Radicales: 8.400
Radicales socialistas: 12.820
Federales: 15.450
81.330
TENERIFE
republicana, con algunos focos socialistas y comunistas bien localizados, donde en alguna ocasión
han ocurrido levantamientos de carácter extremista. Se ha tratado de localidades en pequeñas islas,
de difícil comunicación, donde estos movimientos pudieron prender fácilmente. Pero la isla es
esencialmente republicana, con sectores de derechas moderadas. En las pasadas elecciones se
presentaron candidaturas del partido radical en unión de otros partidos republicanos, de derechas, y
uno de frente único revolucionario que no obtuvo más que una votación insignificante. Los demás
partidos registraron las siguientes cifras de votos:
Radicales: 80.816
Derechas unidas: 28.714
Izquierda republicana: 25.548
TERUEL
Todos los partidos, ante cualquier intento subversivo por parte de la Unión General de
Trabajadores y socialistas, se aprestarían a la defensa del régimen, poniéndose al lado del Gobierno.
No es posible un intento subversivo por parte de los monárquicos, pues si hay algunos, no
están organizados. Los monárquicos han pasado a nutrir las filas de los radicales, agrarios y Acción
Republicana Agraria.
Fuerzas sindicales adscritas a la Unión General de Trabajadores son varias, con un total
aproximado de 6.000 individuos.
Organizaciones sindicales que secundarían, posiblemente, la huelga revolucionaria: U. G. T.,
socialistas, C. N. T., Federación Anarquista Ibérica, y comunistas.
Respecto a las relaciones en que se encuentran con la U. G. T. las organizaciones de la C. N.
T., F. A. I. y comunistas, desde hace algún tiempo son de cordialidad, sabiéndose que se vienen
haciendo gestiones para formar el frente único. La formación de éste parece ser está pendiente de la
respuesta que den los sindicalistas, que se supone sea favorable.
1.° Aquí tenemos que un frente antimarxista lo darían todas las fuerzas sindicales y
comunistas. Los socialistas cuentan con 65 Comités locales e incluso con mayoría en cinco
Ayuntamientos, mientras que los comunistas tienen montados siete Comités y mayoría en un
Ayuntamiento. Las fuerzas de la C. N. T., como en todas partes, son numéricamente desconocidas.
Los dos partidos anteriores dieron en las elecciones:
Socialistas: 17.047
Comunistas: 462
17.509
2.° Fuerzas monárquicas organizadas no existen más que los tradicionalistas, los cuales, a
pesar de mantener funconando 50 Comités locales, no tienen más allá de mil cotizantes.
3.° Los partidos que sin duda se opondrían a un intento subversivo marxista son el Agrario,
con 107 Comités locales, y con mayoría en 58 Ayuntamientos, el radical, con 100 Comités locales y
mayoría en 90 Municipios, y Acción Popular Agraria, con 96 Comités. Dichas fuerzas en las
elecciones sumaron lon votos siguientes:
Acción Popular y agrarios: 51.631
Radicales: 29.134
80.765
De los demás partidos de izquierda, tienen significación el radical socialista independiente,
con 120 Comités organizados y mayoría en 15 Ayuntamientos de la provincia, y Acción
Republicana, que tiene en funciones 26 Comités locales. Estos dos partidos fueron unidos a las
elecciones y obtuvieron 18.930 votos.
47
TOLEDO
La organización sindical en Toledo es una de las más fuertes, aunque no sea una de las más
crecidas. Los trabajadores de la tierra tienen en toda la provincia una gran preponderancia, y el
partido cuenta con numerosos Comités locales. Los elementos de la C. N. T. y del partido comunista
también tienen una posición fuerte: y en cambio es inexistente una organización monárquica que
pueda intentar un movimiento subversivo.
Algunas cifras de los resultados electorales en la pasada contienda nos darán con bastante
claridad, un estado de fuerzas. Obtuvieron los siguientes votos:
Acción Popular y agrarios: 102.000
Socialistas: 51.500
Radicales: 26.750
Comunistas: 8.220
VALENCIA
VALLADOLID
VIZCAYA
ZAMORA
ZARAGOZA
Quizá fuera Zaragoza la provincia donde alcanzase una mayor amplitud y peligro un
movimiento subversivo organizado por el Frente Único Obrero. Los anarcosindicalistas tienen
raíces hondas, y si la U. G. T. y la C. N. T. se unen, su fuerza redobla considerablemente. En el
grave movimiento pasado no intervino la U. G. T., que tiene sindicados los obreros de los servicios
públicos. El Frente Único predominaría en la ciudad, sin contar con que en los pueblos no es mejor
la situación. Hay que contar con que algunos elementos republicanos se sumarían o simpatizarían
con el movimiento.
Por otra parte, existe sólo en apariencia, una fuerza monárquica considerable; pero sólo es
aparente..., puesto que la confusión en toda la provincia es extraordinaria. La mayoría de partidos
están mezclados, según la conveniencia de cada localidad. No existen censos de partidos, y junto a
los radicales es frecuente ver a los agrarios, y junto a los agrarios a los monárquicos, entregándose
unos a otros los votos. Hay luego políticas personalistas que tienen ambiente en muchas partes,
como el conde de Guadalhorce, cuya mayoría de votos fue obtenida únicamente por ser el creador
51
[DECLARACIONES
DE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS]
—Cuanto más sólida y estable sea la situación y menos dispuesta esté a negociar y claudicar,
comprando al precio de la dignidad del Poder una paz social momentánea y efímera, mayores serán
las probabilidades de éxito.
Este Gobierno, como todo Gobierno, tendría, a su lado para obra tal, no sólo mi apoyo y el de
los que me honren siguiendo mi inspiración, sino las más fuertes de las asistencias sociales. Dos
razones fundamentales hay para ello. La primera, que al socialismo español, después de su
desgraciada etapa de gobierno desde 1931 a 1933 y de las gravísimas responsabilidades que sobre él
pesan, le era con toda justicia aplicable la exacta frase con que un diputado socialista, monsieur
Deat, calificaba no hace muchos meses a sus compañeros del partido obrero francés: “Somos, no un
polo de atracción, sino un polo de repulsión”. Todavía es más convincente la segunda de las razones
a que aludía. El pretexto alegado para el movimiento revolucionario que ahora se inicia es que los
proletarios españoles ven hoy en peligro la legislación social implantada por las Constituyentes y
las mejoras en virtud de ellas alcanzadas para las clases obreras. Lo primero y casi lo único que hay
que decir de esa legislación social es... que no existe. Así como suena: “que no existe”. Toda la
legislación social hoy vigente es obra anterior a abril de 1931. Lo que es posterior a abril de 1931 es
la interpretación sectaria de esa legislación y su conversión en instrumento persecutorio y de lucha
de clases.
El triunfo de un movimiento revolucionario así iniciado es una hipótesis en la que no cabe
siquiera pensar. Para que fuese verosímil, sería necesario que España hubiera perdido desde 1931
tres cualidades que siempre en su Historia ha acreditado poseer: instinto de conservación, buen
sentido… y valor.
—Ninguno. Una revolución como la proyectada podría tener un éxito de terror y de sorpresa,
y por tanto, un presente momentáneo; nunca un porvenir. Lo que dijo hace años don Antonio Maura
alcanzaría una realidad: “Disfrutaremos una temporada de barbarie sañuda y soez”. Mejor dicho:
volveríamos a disfrutarla, porque los que hemos vivido el bienio 1931-33, sabemos ya algo de
eso…
—Si es que existe un designio de subversión anárquica, creo sinceramente que en España no
se han producido nunca estos movimientos más que a merced, en ocasiones, al amparo de los
Gobiernos débiles. España, dígase lo que se diga, tiene un sentido socialmente conservador. Si algo
hay probado por experiencias históricas —y algunas recientes—, es que aquí basta dar la sensación
de que la ley ha de ser respetada para que se retiren a la vida privada los perturbadores. Con esto
quiero decir que si, ante un propósito, no sólo previsible, sino públicamente anunciado, el Poder
público no toma medidas que cierren el paso a toda posibilidad del intento, será sencillamente
55
—Para conjurar un peligro de momento, cualquiera, esta misma. Para sosegar los espíritus y
hacer entrar a España en vías de normales convivencias, un Gobierno fuerte, fuerte en la opinión y
en los resortes del mando, que corrigiese la tabla rasa que en todos los órdenes fundamentales
significó el bienio anterior, centrando la vida nacional alrededor de una convivencia social y
patriótica. Lo primero que hay que hacer, dar paso a una situación que asegure el normal
desenvolvimiento de los valores morales y materiales. Paso, y no turno. Porque ¿de qué nos serviría
montarnos sobre la derecha, ni cómo se iba a revalorizar nada moral ni materialmente, sabiendo que
luego el péndulo nos había de llevar a la izquierda demagógica, donde espera la tabla rasa?
La actitud de la comunión política a que pertenezco —ello es sabido— será siempre resuelta y
sustantivamente de oposición a la revolución y a sus sustancias demagógicas. Nosotros somos más
que un partido —partido sólo lo somos en la hipótesis obligada de oposición en que nos
encontramos—, el pensamiento político de la contrarrevolución. Y creemos que una de las
desgracias de España es que muchas derechas tienen, sí, un cierto sentido antirrevolucionario, pero
carecen del pensamiento contrarrevolucionario que lleva a la apreciación de las causas y raíces del
mal y propugnación de las contrarias.
Una situación dictatorial socialista sería en España, por muy episódica y transitoria que fuese,
algo de hecatombe nacional. Pone espanto discurrir sobre la hipótesis. Dios no permitirá que
tamaño castigo pese sobre nuestro pueblo.
―Lo primero es cortar el paso a esa propaganda subversiva. El Gobierno está adoptando con
nosotros, todavía en estos momentos, una táctica que ya querría yo que aplicara a los contrarios. Un
detalle: la Juventud de Acción Popular editó unas hojas en las cuales se limitaba a decir que se
opondría a todo intento de huelga general, y llamar la atención sobre que eso era intolerable. Nos
limitamos a imprimir las hojas y sin haberlas dado a la publicidad se enviaron tres ejemplares a
sellar al Gobierno civil. El Gobierno civil se negó a sellarlas y no se repartieron. Aquella noche, por
orden de Martínez Barrio, el fiscal presentaba una querella contra nosotros y sin haberse publicado,
las hojas eran recogidas de la imprenta. El Gobierno, en cambio, peca de lenidad con la propaganda
oral y escrita de la revolución y eso hay que cortarlo implacablemente, no sólo en la radio, sino en
los mítines y en los periódicos.
56
―¿Cree usted que el ministro de la Gobernación tiene medios para hacer frente a la
propaganda revolucionaria?
―No. Creo que puede necesitar alguna facultad más. Pero nosotros le hemos dicho que si lo
necesita, le daremos todos los elementos que requiera, sin limitación ninguna, apoyándole para ello
con nuestros votos en el Parlamento.
—Aparte de la restricción de las propagandas subversivas ¿cree usted en una acción política
que pudiera infundir ponderación a las gentes que van arrastradas hoy por la propaganda
subversiva?
—Hay en los pueblos un estado positivo de lucha social, movida por propagandas anteriores.
La supresión de la propaganda ya a esta altura no sería suficiente para restablecer la paz. Una de las
cosas que tiene que hacer el Gobierno es pensar con urgencia en el problema de los alcaldes que
tienen en sus manos la delegación del Poder para el orden público. Ese problema debe acometerse
con decisión; pero no contra la voluntad popular. Aun respetando ésta, el Gobierno debe presentar
un proyecto de ley por el cual se separe en los alcaldes la función de jefe de la Administración
municipal y de delegado del Gobierno. Hay poblaciones de mayor importancia que las capitales de
provincia, en las que el alcalde, socialista, es jefe del orden público. Separadas las funciones de jefe
de la Administración municipal y de encargado del orden público, se vería la posibilidad de enviar
un delegado de orden público que representara genuinamente al Gobierno. Esta separación se podría
acometer por medio de una ley, no quitando a los alcaldes esa facultad de una manera sistemática,
sino autorizando al Gobierno para quitársela en los casos en que fuera conveniente. Los alcaldes
pueden seguir siendo administradores de los bienes del Ayuntamiento; pero el orden público no
puede quedar entregado a esas manos.
—Acción Popular se preocupa de organizar sus fuerzas con vista a la formación de unos
cuadros de lucha que, en un momento dado, pudieran sustituir a los huelguistas con equipos que
garantizaran los servicios esenciales para hacer fracasar el movimiento revolucionario.
—¿Cree usted en la eficacia de esa organización para hacer frente a una huelga general?
—Una organización ciudadana en España, no la creo eficaz por sí sola; pero al lado del Poder
público, como nosotros la concebimos, opino que puede prestar un gran servicio. Nosotros no nos
organizamos para luchar contra los socialistas, sino para ponernos al lado del Poder público y
pedirle que defienda el orden social. Estamos a disposición del Estado para sustituir a los
encargados de los servicios públicos cuando sea necesario, para que se nos utilice, si llega el caso.
No tenemos armas y queremos ser utilizados únicamente en las funciones que el Estado crea
necesarias.
—Si este caso llegase estaría Acción Popular, al intervenir así, entregada a la tarea de
gobernar.
—Y aun sin gobernar nosotros. Si el Gobierno actual —incluso con Martínez Barrio en
Gobernación— tuviera que hacer frente a un movimiento revolucionario y pidiera cooperación a la
sociedad española, amenazados nosotros, nos pondríamos a su disposición. Lo haríamos al servicio
de cualquier Gobierno que cumpliera con su deber. Dispuesto éste a darle la batalla a una huelga
ilegal, contaría con nuestro apoyo. Nuestra asistencia sería lealísima. Comenzaría en el momento en
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que el Gobierno la solicitara, para cesar tan pronto como el Gobierno quisiera. No es una actitud
gubernamental, sino ciudadana y patriota.
—Esa asistencia activa al Poder público por los cuadros de Acción Popular ¿tendría tipo
fascista?
—No creo en el fascismo en España. Los hechos lo demuestran cada vez más. No lo creo
necesario ni fácil en España. Ni desde luego yo soy fascista. He procurado demostrarlo siempre con
mis actos. El primero que se ha levantado a decir que no estaba conforme con él, he sido yo.
—Frente a un intento subversivo marxista, ¿cree usted que bastaría con el ejercicio de los
recursos de que dispone el Poder público y con la asistencia de una organización como la de
Acción Popular para restablecer el orden? ¿No cree usted que ante el peligro las masas no
revolucionarias buscarían su defensa en una organización de lucha más eficaz, más violenta, de
tipo fascista?
—No; lo necesario es fortalecer el Poder público y que sea éste el que a toda costa defienda a
la sociedad amenazada. Nosotros, lo que tenemos que hacer, es facilitarle los elementos necesarios
para luchar y vencer.
—Estamos demostrando que no tenemos prisa, pero también que no tenemos miedo. Cuando
llegue el momento, si hay que hacer frente a esa responsabilidad, se hará con toda serenidad.
—¿Cree usted tener fuerza bastante para, en un momento dado, resolver el problema que
plantea el gobernar a España en esta hora?
—Yo creo que sí. Estoy absolutamente sereno y, sin que esto deje de preocuparme, no me
quita una hora de sueño. Hay que hacer frente a esa eventualidad con toda serenidad, sin
persecuciones innecesarias ni debilidades perjudiciales.
—En ese caso, ustedes para gobernar tendrán que buscar el apoyo de fuerzas afines.
—Lo buscaremos yendo hasta donde encontremos colaboraciones que no sean un obstáculo
para el desarrollo de nuestro programa.
—En cuanto a los grupos republicanos, ¿qué tope tienen ustedes para pedir o admitir esa
colaboración?
—El tope de nuestro programa. Colaboraremos con todos los partidos republicanos con los
que podamos llegar a unos postulados mínimos.
―Es decir, que en el supuesto de que Acción Popular formase un Gobierno para hacer frente
a la revolución, ¿llegarían ustedes, ampliando su ala izquierda, a pedir colaboración a los partidos
republicanos?
—Desde luego. A todos los que no estuviesen en pugna con nuestra doctrina.
—¿Y con los partidos que están a la derecha de ustedes, fuera de la República? ¿Con los
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monárquicos?
—Como elementos de Gobierno, no. Contaríamos con su apoyo —y creo que lo tendríamos—
para la realización de postulados comunes, pero como elementos de Gobierno, decorosamente, no
podríamos aceptarlo ellos ni nosotros.
—¿Cree usted que ellos apoyarían al Gobierno republicano que representase esos
postulados?
—En estas condiciones, ¿cree usted posible hacer frente a la amenaza socialista?
—Quizá fuera necesario y lo haría, pero únicamente en el caso de que fuera estrictamente
indispensable. Y el Parlamento las tendría que otorgar, por instinto de conservación. Si triunfara la
eventualidad de un movimiento socialista, la revolución no se detendría en la Constitución, no
respetaría la Constitución, ni respetaría al Jefe del Estado. Se iría a una dictadura de tipo semi-
soviético, parecida a la de Azaña, mucho más acentuada, que luego acabaría en anarquía. Una
trayectoria semejante nos llevaría después de una época catastrófica a una dictadura semi-militar. El
único modo de evitar la dictadura revolucionaria es hacer frente desde el Poder con toda energía a
cualquier movimiento revolucionario socialista. Esto se podría conseguir llevando la política hacía
el terreno de una derecha de tipo social muy avanzado. Esto es lo que las clases conservadoras no
quieren comprender.
—Es decir que Acción Popular está dispuesta a erigirse en vanguardia social de las
derechas.
La situación que se plantea en España ante el propósito bien manifiestamente expuesto por los
elementos socialistas de lanzarse al asalto del Poder, conquistándole violentamente y con
detrimento notorio de la paz pública, es de incertidumbre y de zozobra, porque aunque nadie espera
su triunfo, no pueden sustraerse los espíritus al ambiente de intranquilidad que representa el hecho,
de que una fuerza considerable del país, desentendiéndose por completo de toda idea de respeto y
consideraciones a los Poderes constituidos, pretenda enfrentarse con ellos para hacer efectivas sus
reivindicaciones, no por los cauces legales, sino por el imperio de la violencia. Se trata de un
movimiento característicamente revolucionarlo y para hacer frente a él no conozco que pueda
existir otro recurso, que los que gobiernan el país puedan emplear, manteniendo por propia dignidad
del Poder y a todo trance el principio de autoridad, siendo cualquier situación política eficaz para
realizar este intento, con tal que no olvide que su deber primordial es el de mantener el orden,
amparando a los ciudadanos en el libre ejercicio de sus derechos, pero exigiéndoles al mismo
tiempo el más estricto cumplimiento de sus deberes.
Mi actitud, por tanto, y seguramente la de las fuerzas políticas que me siguen, ante este
intento de subversión, no puede ser otro que el de colocarnos de manera incondicional y resuelta
ante los Poderes constituidos en una actitud de perfecta asistencia, sin regateos de ningún género,
sin que pueda predecir cuál sería la nuestra ante el triunfo de este hecho revolucionario, porque
espero que para bien de España no ha de producirse. Por lo demás, por lo mismo que he repudiado
siempre la posibilidad de toda dictadura, no puedo admitir la realidad de una socialista, cuyo
dominio, como la de todas, sería efímera, no conduciendo a otra cosa que a perturbar tan
hondamente la vida de España que los daños que con ella se ocasionarían habrían de ser por mucho
tiempo irreparables.
—No creo —nos dice el señor Martínez Barrio— que el propósito socialista de lanzarse al
asalto del Poder se realice. Hay hombres en el partido socialista serenos y prudentes, que no
conducirán a las organizaciones a dar ese paso; pero si yo me equivocase, no triunfaría el
movimiento, porque sería inmediatamente dominado. Los resortes del Poder y los medios de que
dispone, lo contendrían.
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Ante la alarma que las amenazas han producido, el Gobierno estaba en el deber de declarar su
preocupación al país y hacerle saber que estaba enterado de lo que se preparaba. El Gobierno no
sólo está prevenido, sino que ha adoptado sus previsiones para evitar todo movimiento. Estas
medidas no son únicamente de índole gubernativa, sino políticas, afectando; estas últimas
principalmente a los Ministerios de Trabajo y Obras Públicas. El Gobierno, y ya lo apuntó en la
declaración ministerial, trata de resolver los conflictos sociales con equidad y justicia, y arbitra los
medios para reducir el paro obrero intensificando las obras públicas. También en este departamento,
en el que no quisiera ocuparme de conflictos de orden público, hay una parte política muy
interesante, que estoy llevando yo personalmente. Todos los días, y en cuantos ratos tengo
disponibles, estudio yo mismo los expedientes promovidos por las separaciones y suspensiones de
alcaldes y concejales socialistas, y en muchos casos discrepo de las propuestas. Estimo que cuando
se trata de proceder contra personas que han ejercido autoridad, es obligado proceder con toda
cautela y serenidad.
Aspiro a que reconozcan los socialistas que el Gobierno, lo mismo en las cuestiones políticas
que en los conflictos sociales, procede con espíritu de equidad y no ejerce ningún género de
persecuciones. No acudirá a la fuerza sino únicamente cuando, rebasando los cauces de la legalidad,
se lance el adversario a la violencia.
El Gobierno, repito, está advertido de todo; pero conviene que la opinión, cuando se adoptan
previsiones como las acordadas en el Consejo del sábado, no piense sólo en los socialistas. Hay
otros elementos que se mueven frente a la República, a la derecha de nosotros y a la izquierda de los
socialistas, sobre los que estamos vigilantes.
Al formular nuestras preguntas a don Melquíades Álvarez, nos dice el jefe del partido
republicano liberal demócrata:
―Un partido que acude a la violencia para conquistar el Poder y que amenaza a todas horas
con desencadenar la revolución, es un partido que voluntariamente se coloca fuera de la legalidad,
haciendo posible y hasta necesario el que contra sus actos se extreme por de pronto la vigilancia del
Estado y se utilice a la vez el rigor de las leyes, a fin de que en ningún momento pueda perturbar la
paz social, ni realizar sus designios. La violencia sólo puede tener justificación cuando es el
Gobierno quien atenta contra el derecho de los ciudadanos y las libertades públicas, o cuando cierra
arbitrariamente el camino de la ley a los anhelos legítimos de la vida nacional y a las ideas que laten
en la conciencia del país. Fuera de estos casos, el empleo de la violencia resulta siempre criminal y
como tal habrá que tratarla, sin contemplaciones ni dudas, no tolerando que se vislumbre la más
liviana esperanza a ninguno de sus propósitos.
No creo posible la realización ni el triunfo del intento revolucionario. Estoy por dudar del
intento mismo, a pesar de la imprudencia con que lo pregonan unos cuantos vocingleros. Estas
revoluciones a plazo fijo son, por lo candorosas, inverosímiles. Conozco, además, de muy antiguo a
los socialistas; con ellos he intervenido en algunas huelgas de carácter político y sé que la
prudencia, más que la temeridad y el arrojo, es la que inspira con muy buen sentido casi todas sus
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decisiones. Sólo una flaqueza del Poder público sería capaz de engendrar en algunos de ellos
ímpetus delictivos que les llevarían a penetrar, sin darse cuenta quizá de sus responsabilidades, en
los caminos de la agitación y de la violencia.
Estimo, además, que no es precisa una nueva situación política excepcional para conjurar el
intento revolucionario. El Gobierno que hoy rige la República y que acaba de recibir con justicia la
confianza del Parlamento, goza de autoridad más que sobrada para poner término, con absoluta
eficacia, a toda maquinación revolucionaria y lograr, desde luego, que desaparezca esa inquietud
colectiva, que por lo mismo que afecta a los grandes intereses sociales, es aún más peligrosa que el
propio desorden. Todo otro Gobierno que se constituyera actualmente con dicho objeto, sobre ser
una confesión de impotencia del Poder público, parecería un homenaje que se tributara a los
rebeldes y serviría tan sólo para acrecentar la alarma de las gentes, dando caracteres de inminente
gravedad y de posible realización a un movimiento que, dada la calidad de las personas que lo
preparan y su falta absoluta de justificación, estimo fracasado, antes de haber nacido. Huelga añadir
que mi actitud personal, como la de las fuerzas políticas que represento, es la de permanecer
incondicionalmente al lado del Gobierno para mantener el orden público, ya que sin orden no se
concibe la vida de una democracia bien organizada, ni es factible tampoco su evolución y su
progreso.
—Esa pregunta —nos responde— me deja perplejo y confuso. Admiten, por lo visto, la
posibilidad de un Gobierno dictatorial socialista. Yo ni siquiera en hipótesis la comparto. Conozco
de sobra a mi país para afirmar de un modo resuelto que esa locura y ese absurdo no prenderá nunca
en la conciencia del pueblo español. Pero si sucediera lo contrario, no vacilaría en sostener, seguro
de no equivocarme en la profecía, que ese Gobierno dictatorial socialista sería tan efímero que no
duraría apenas lo que duran las rosas, y que tras él, estimulado por el pánico colectivo y la reacción
legítima de la sociedad, vendría, sin que nadie pudiera evitarlo, un poder fuerte y autoritario, que
ahogaría en sangre a los autores de la revuelta, pero que al propio tiempo, con daño de todos,
eclipsaría de momento el Derecho y la Libertad, que son las características de los pueblos
civilizados que saben regirse a sí mismos.
—Ya he censurado —nos dice don Manuel Azaña— la frivolidad con que se acoge la
gravísima situación política que está planteada. Se discute si los socialistas harán la revolución o no
y hasta se admiten apuestas. Yo me acuerdo de la actitud de la opinión española ante la guerra
europea, cuando la gente se pasaba la vida discutiendo y apostando por los beligerantes que más le
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agradaba. Mi posición ante el problema la he fijado con toda la precisión posible en mi último
discurso; de entonces acá nada ha cambiado.
El Gobierno —decía yo en ese discurso— en lo social hace una política de contrarrevolución.
La política que nosotros hemos representado en este orden en el Gobierno era una política que se
traducía en la elevación de salarios y en la organización de modos de conciliación, y en la liberación
del trabajo, y en la libertad política del trabajador, sacándole por todos esos procedimientos de las
garras del caciquismo local a que ha estado siempre sometido, y en el cual se le pretende hacer caer
nuevamente extenuándole por el hambre.
—Esa era nuestra política de modesto ensayo, de tanteo de las vías del porvenir. Los
organismos que habíamos fundado, ¿funcionan mal? Pues corríjanse los defectos que tengan. ¿Ha
habido abusos en los últimos grados de la jerarquía administrativa, ha habido atropellos en las
pequeñas autoridades? Tráiganse uno por uno, corríjase al atropellador, enmiéndese el abuso.
¿Tienen algo mejor que proponer en lo que nosotros fuimos desarrollando en leyes y acciones
gubernativas? Propónganlo. Pero no corrigen nada, no enmiendan nada, no proponen nada... Lo que
hacen es destruir, lo que hacen es perseguir, lo que hacen es excitar a la rebelión, a la amenaza y a la
insubordinación. ¿Pensando en qué? Pensando en un escarmiento que limpie las vías a la reacción
española.
Y la labor política social, la pacificación de los espíritus, la euforia nacional, consiste en
rehusar trabajo a los necesitados, en hundir los jornales a nivel por bajo del hambre, en perseguir
organizaciones y a sus propios individuos uno por uno. En esto consiste la restauración de la paz, la
euforia ministerial. En esto consiste. |
Cuando nosotros estábamos en el Poder algunas gentes de este tipo decían a los trabajadores:
“Comed República.” Y ahora se les ha llegado a decir que coman hierba.
Pues bien: el Gobierno, un Gobierno que todavía ostenta el título de republicano, ampara esta
política porque no tiene más remedio, porque está obligado moralmente a ampararla, como está
obligado a sostener y amparar otras cosas de las que nunca hablará. Está obligado a amparar esta
política porque le debe en gran parte a toda esa clase patronal, propietarios de Andalucía y
Extremadura, le debe en gran parte los votos electorales y le debe totalmente su permanencia en el
Poder. ¿Cómo no va a apoyar una política contrarrevolucionaria, en este orden y en todos, si el
Gobierno por quien está constituido y por quien está apoyado es por la encarnación auténtica de la
contrarrevolución republicana? Esta política que están haciendo los terratenientes, los poderosos,
política de desquite, política de mezquinos agravios, de persecución antihumana, política
antinacional, vergüenza no ya para la República, sino para nuestro propio pueblo; esta política es
una monstruosa locura que rompe la continuidad del régimen republicano y que engendra el furor,
la indignación, el impulso revolucionario de las masas españolas que son víctimas de semejantes
atentados.
Bastaría que en una parte numerosa y densísima de la población española, como es el
proletariado organizado, se hubiese producido un estado de conciencia, de indignación y de
rebelión, bastaría eso sólo como un hecho, sin averiguar más, para que todo el que tenga la cabeza
sobre los hombros se pusiese a buscar afanosamente una salida al conflicto, una solución, una
sensación de paz y de justicia. Bastaría eso sólo, como bastaría que hubiese una epidemia en el país
para acudir rápidamente con el remedio, aun antes de averiguar quién había sido el introductor del
contagio.
El estado de hecho en la conciencia del proletariado español —que es español y que forma
parte de la opinión del país— bastaría para adquirir esa preocupación urgente e inmediata. Pero es
que hay además ese antecedente de la política amparada por el Gobierno, y entonces nos volvemos
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Hay que hacer otra cosa. La política que nosotros necesitamos hacer, la política, más
exactamente, que necesita la República ahora, mañana mismo, es precisamente la contraria. El
Gobierno republicano necesita tener estas dos condiciones: ser para nosotros, los republicanos, una
seguridad total, no dosificada ni graduada entre los distintos componentes de un Ministerio. Y
necesita ser para el proletariado, no una garantía verbal prometida, sino actuada. Y al proletariado
no se le desarma más que con pan y con justicia.
volver a empezar. Y nos encontraremos en la necesidad de buscar, en todos aquellos que sientan una
incompatibilidad absoluta con una pseudorrepública, que no sería ni la que el pueblo quiso el 14 de
abril ni la que las Constituyentes articularon, una coincidencia y una colaboración como las que se
establecieron en 1930.
Para eso, para volver a la República a su auténtica significación, para rescatarla de manos de
sus enemigos, si en ellas cae o va a caer, estaremos con los socialistas, con estos ejemplares
republicanos que fueron los socialistas durante todo el periodo prerrevolucionario y de colaboración
de Gobierno. Para hacer la revolución social e instaurar la dictadura del proletariado, no.
¿Que los socialistas se lanzan a hacer su revolución pasando por encima de este ideal de
República democrática y parlamentaria que nosotros tenemos? Entonces los republicanos de
izquierda cada uno adoptará la línea de conducta que le dicten su temperamento y sus convicciones.
Yo no creo, repito, que los socialistas vayan a hacer la revolución social, sencillamente porque la
revolución social no es necesaria para satisfacer reivindicaciones de tipo político, que son las que,
en realidad, han lanzado a la campaña revolucionaria a los socialistas.
No creo que, para someter a las fuerzas reaccionarias del país, enemigas cerriles de los
proletarios y de sus reivindicaciones, sea necesaria la revolución social y el ejercicio de una
dictadura del proletariado. Basta con que la República esté gobernada por republicanos auténticos,
cuyo espíritu vibre aún con el primitivo ímpetu revolucionario y que no se dejen tutelar por quienes
cabalmente representan el espíritu de la contrarrevolución.
¿Que el régimen democrático no es apto para el ejercicio del Poder y que fatalmente tiene que
sucumbir a los ataques de la derecha o a los embates de la izquierda? Empieza a ponerse de moda el
decir eso; pero yo, con la experiencia de dos años y medio de gobierno, me permito creer lo
contrario. Con media docena de leyes —dos de ellas, la de Vagos y la de Orden público, ya en
vigor, aunque la primera parece que cayó en catalepsia— que afiancen fuertemente los resortes del
Poder público, basta y sobra para imponer de arriba abajo un régimen liberal, de justicia social, que
es lo que necesita España.
Hoy se dice que los gobiernos republicanos democráticos son incapaces de hacer frente a la
reacción y de impedir que los enemigos del régimen se apoderen de él por la fuerza. Desde el
Ministerio de la Gobernación yo he impedido más de una vez los intentos armados contra el
régimen y, afirmo, que con los recursos de que dispone el Poder público, el hombre que esté ante la
mesa del despacho de Gobernación no tiene nada que temer de las subversiones armadas, cuenten o
no cuenten con el Ejército. Esos recursos del Poder, materiales y morales, son tan fuertes en un
régimen democrático y con sujeción a todas las normas de libertad, que no hay arma eficaz contra
ellos. Advierto que en estos recursos del Poder público coloco en lugar preferente los recursos de
índole moral, es decir: la asistencia de la opinión pública al Estado cuando éste emplea sus medios
de represión con toda la dureza que sea necesaria, pero con un sentido de estricta justicia social. Un
ministro de la Gobernación que gobierna para el pueblo y por el pueblo encontrará siempre tal
fuerza moral que puede desafiar todas las amenazas.
No; nuestra experiencia no puede considerarse fracasada, como, al pregonar la necesidad de la
revolución social, hacen los socialistas. Buena prueba de ello es que los mismos socialistas
fundamentan esa necesidad en que ahora se tuerce y desvirtúa la trayectoria de aquella experiencia.
Y lo que hace falta es, no abominar de la República porque se la haya hecho descarrilar, sino
volverla inmediatamente a los primitivos carriles y hacerla ganar el tiempo perdido. Sin
contemplaciones. Sin transacciones. Esa es la experiencia que aún queda por hacer antes de
declararse defraudado por la República.
Falta por hacer el ensayo de un gobernante de izquierda actuando con una responsabilidad “no
crucificada”, y teniendo detrás, para apoyarle en el desarrollo de una política netamente
republicana, izquierdista y constructiva, un gran partido de izquierda fuerte, robusto, bien
organizado, bien disciplinado, articulado sobre normas y organismos democráticos, pero en el cual
cada uno esté en su puesto y desempeñando su función sin pretender ingerirse ni controlar las
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Veo la situación actual muy confusa. Proviene la confusión de que, quiera o no el partido
radical, en su etapa actual de Gobierno, gobierna al dictado de las derechas, lo que hace que se
destruya toda la obra social y laica con cierto aire de modernidad que realizaron las Cortes
constituyentes. Ante ésto, la clase trabajadora no ha tenido más solución que unirse a la Alianza
Obrera, domiciliada en Barcelona, cuyas ramificaciones se extienden ya por todo el país. En cierto
modo, la actitud del Gobierno ha venido a favorecer esta unión de los trabajadores ya que la política
gubernativa ha atenuado las diferencias que hasta ahora nos mantenían separados.
Ahora bien; la actitud de la Alianza Obrera estará determinada en todo momento por la
política que siga el Gobierno. Ello no quiere decir, sin embargo, que si esta Alianza se consolida y
sabe recoger las aspiraciones de la clase trabajadora, no intente a su debido tiempo superar el
paréntesis revolucionario que se abrió en la historia de nuestro país el 14 de abril de 1931. No puede
dudarse de que este paréntesis, al cerrarse en virtud de una acción de la clase trabajadora unida en la
Alianza Obrera, iría sin titubeos hacia un régimen de nuevo tipo social.
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—Creo que sí. Hay un peligro revolucionario cierto, al que hay que hacer frente por dos
flancos: uno, preparándose el Estado a defenderse materialmente, y otro, yendo de veras al fondo
del problema social para remediarlo. No se puede ignorar ni falsificar este problema social, y esas
son las dos tendencias. De ignorancia y falsificación son las que se están viendo fuera del partido
socialista. Una aspira a dedicarse a vivir pacíficamente dentro de una República burguesa, como si
no hubiera un problema social tan hondo entre nosotros, y la otra procura falsificar el tratamiento de
la cuestión social, convirtiéndolo en una colección de concesiones, como si sirviera para algo el
sistema de limar las uñas a la revolución. Lo que hay que hacer es interesar al pueblo en una misma
empresa común, de mejoramiento, pero no que una clase se dedique a echarle pedazos de carne a la
otra, invitada y hambrienta, a ver si la aplaca. Hay que tratar la cuestión profundamente y con toda
sinceridad para que la obra total del Estado sea también obra de la clase proletaria. Lo que no se
puede hacer es tener a la clase proletaria fuera del Poder. Esto es un hecho decisivo. La clase
proletaria, en sus luchas, ha ganado su puesto en el Poder, y quererla dejar de nuevo a la puerta de la
gobemación es totalmente imposible.
La única solución es que esta fuerza proletaria pierda su orientación internacional o
extranacional y se convierta en una fuerza nacional, que se sienta solidaria de los destinos
nacionales.
—Yo creo que sí, que todo socialista español es español a nada que se le rasque, y, por lo
tanto, conservaría sólo lo que tiene de mejor el socialista, que es la tendencia al mejoramiento del
obrero y la voluntad de justicia social. Si nosotros tuviéramos socialistas de tipo germánico,
marxistas de laboratorio, entonces la cosa sería mucho más difícil, pero creo que casi todo socialista
español lleva dentro un español socialista, lo cual es muy distinto.
—Lo que no parece fácil es que el obrerismo español esté propicio a esa sustitución de sus
ideales.
—Tal vez no sea fácil, y por ello la obra resulta más atractiva. Pero al final lo entenderán.
Frente a nuestro movimiento, toda la táctica que se sigue es de deformación. Nadie lo combate de
frente, no hay un solo periódico antifascista que tenga la lealtad de combatir al fascismo de frente,
sino que lo desfiguran diciendo que es un movimiento de opresión para los obreros. Toda persona
medianamente culta sabe que no es eso, sino más bien todo lo contrario. Ante la amenaza de una
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subversión que esgrime la masa proletaria, no hay más que una de estas soluciones: entregarle el
Poder, pactar con ella o convertirla en una fuerza de otro tipo. Las dos primeras soluciones son
problemas de Gobierno. Como nosotros no estamos en el Poder, no son de nuestra incumbencia. La
tercera es la que nosotros pretendemos, y pensamos lograrla mediante la propaganda y la
penetración espiritual de las multitudes.
—Esa ha sido la idea de los partidos populares. Pero a los partidos populares les pasa lo que a
la leche esterilizada, que a fuerza de no tener microbios no tiene vitaminas. No representan el
peligro que la experiencia fascista lleva en sí, pero no tienen tampoco nuestra fuerza espiritual ni la
de los socialistas.
—Sin embargo, todo parece indicar que en el caso de que los socialistas intentaran,
aleccionados por las experiencias de Italia y Alemania, un asalto al Poder, quienes tendrían que
dar la batalla a la revolución serían las fuerzas de este tipo, los populistas, es decir, Acción
Popular.
—No; primero, porque me parece que no tienen ningún elemento eficaz que utilizar, y
segundo, porque jugarse la vida es menos frecuente de lo que parece. La vida no se juega nunca más
que por una razón muy fuertemente espiritual. Las milicias conservadoras no existen en este aspecto
de la lucha a vida o muerte, porque, puestos a defender bienes materiales, la vida siempre vale más.
—En estas condiciones, las fuerzas socialistas, si se adelantan a toda posible organización
fascista, tienen muchas probabilidades de triunfar. ¿No es eso?
—No sé. En este momento, y sin hablar de nosotros, evidentemente, la única organización
civil fuerte es la socialista.
—¿Hay algo que una a todas las fuerzas de la derecha bajo un denominador común?
—Ese denominador común tampoco lo veo. Yo soy poco aficionado a buscarlos. En todas las
alianzas se coincide siempre en lo menos expresivo. Toda coincidencia es una transacción en la que
cada uno va dejando lo más enérgico para coincidir en lo más blando. No creo que ante la amenaza
de una revolución se pueda levantar el arma de un elemental instinto de defensa, sino otra
aspiración revolucionarla, otro entusiasmo de la misma fuerza poética, y ese entusiasmo, que es el
que tenemos nosotros en este momento, no creo que tenga ningún antecedente en la actual política
española. Hay un grupo, que es el tradicionalista, que tiene una positiva savia española y una
tradición guerrera auténtica, pero, en cambio, le falte una cierta sensibilidad y técnica moderna y
probablemente una adaptación a lo social. Su visión de lo social no es la de nuestros días, aunque
tiene muy buena solera gremial. Creo, por tanto, que no sería fuerza suficiente para detener una
revolución, a pesar de ser la fuerza de derecha que tiene más espíritu.
—¿Puede haber alguna correspondencia entre este espíritu combativo de ustedes o de los
tradicionalistas y la colaboración gubernamental en estos momentos?
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—Yo ignoro la relación en que pueda estar el Gobierno con los demás grupos o con Acción
Popular. Con nosotros, en ninguna.
—¿Y en el porvenir?
—Yo creo que el porvenir nuestro no va a ser probablemente nada que nazca de un contacto
con los grupos ya formados, sino que por fuerza esos mismos grupos se vaciarán de su juventud,
que vendrá a nosotros. El papel que le va a corresponder a Gil Robles va a ser el de actuar frente a
la revolución con los instrumentos del Poder en la mano. Gracias a esa fuerza parlamentaria y
electoral que le ha dado un grupo mayor que los demás en la Cámara, va a ser presidente del
Consejo o ministro de la Gobernación y entonces reprimirá la revolución, pero no con la eficacia de
un espíritu que ha vencido a otro, sino con el significado de una organización técnica de lucha
mejor. Al asalto de los revolucionarios con fusiles podrá oponer ametralladoras y carros de combate.
Pero esto no es un encuentro de dos tendencias revolucionarias, sino de una tendencia política
contra un arsenal, contra una técnica militar. Por lo tanto, eso no creo que cambie en nada la
cuestión de la futura posible revolución española.
—¿Entonces ustedes no tienen más que esperar a que Gil Robles y su movimiento cumplan su
misión y sean superados?
—Yo creo que sí arraigará. España ha realizado obras de disdplina maravillosa. Lo que pasa
es que este necesidad nos coge después de un siglo de decadencia. En este momento, nuestras
virtudes de disciplina y de organización tal vez estén muy enervadas, pero nadie nos dice que no
vamos a ser capaces de encontrar el medio de despertarlas. El fascismo es una actitud universal de
vuelta hacia uno mismo. Nos dicen que imitamos a Italia. Sí lo hacemos en lo de buscar nuestra
íntima razón de ser en las entrañas propias. Pero esa actitud, copiada si se quiere, aunque sea eterna,
da los resultados más auténticos. Italia se ha encontrado a Italia. Nosotros, volviéndonos hacia
nosotros, encontraremos a España.
—El fascismo es esencialmente nacionalista. ¿En qué radica el nacionalismo que ustedes
quieren estimular?
—La patria es una misión. Si situamos la idea de patria en una preocupación territorial o
étnica, nos exponemos a sentirnos perdidos en un particularismo o regionalismo infecundos. La
patria tiene que ser una misión. No hay continentes ya por conquistar, es cierto, y no puede haber
ilusiones de conquista. Pero va caducando ya en lo internacional la idea democrática que brindó la
Sociedad de Naciones. El mundo tiende otra vez a ser dirigido por tres o cuatro entidades raciales.
España puede ser una de estas tres o cuatro. Está situada en una clave geográfica importantísima y
tiene un contenido espiritual que le puede hacer aspirar a uno de esos puestos de mando. Y eso es lo
que puede propugnarse. No ser un país medianía; porque o se es un país inmenso que cumple una
misión universal, o se es un pueblo degradado y sin sentido. A España hay que devolverle la
ambición de ser un país director del mundo.
—No todos los ciudadanos son capaces de concebir los grandes ideales nacionales. Al
hombre sencillo del pueblo, ¿qué puede llevarle al fascismo?
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—Para el que no sea asequible el gran ideal nacional, queda el motor del ideal social.
Indudablemente el contenido próximo del movimiento este en la justicia social; en una elevación
del tipo de vida. El fascismo aspira a la grandeza nacional; pero uno de los escalones de esta
grandeza es al mejoramiento material del pueblo.
—Los regímenes de este tipo no han conseguido todavía mejorar las condiciones de vida de
quienes los han aceptedo. El ciudadano italiano vive mal.
—Pero fíjese usted que son cuarenta y tantos millones de italianos en un país pequeño, de
economía más incompleta, y, sin embargo, se ha logrado el milagro de hacerlos vivir. Lo social es
una aspiración interesante aun para mentalidades elementales, pero, además, lo nacional es
asequible a mucha más gente de lo que se cree. Todo socialista español lleva dentro un nacionalista.
—Concretamente, frente a la situación del momento, ¿no tienen ustedes más plan que el de ir
aumentando el radio de acción de sus organizaciones?
—Exactamente.
—A eso no le puedo contestar concretamente. Eso tiene usted que permitirme que me lo
reserve.
Una grave situación plantea el anuncio revolucionario. Yo, que he combatido en varios
discursos la errónea tesis tan extendida por España de que la colaboración socialista en el Poder fue
causa de la crisis económica y financiera en nuestro país, afirmo ahora que la alarma provocada por
las declaraciones revolucionarias solemnemente hechas por los socialistas está ya ocasionando
graves quebrantos de toda índole, incluso políticos, que se acentuarán cada vez más si la tensión no
cede y se restablece la calma.
El intento es, para mí, cosa ya evidente. Respecto a la realización, aunque más difícil y no
inmediata, correrá a cargo de las masas si los jefes retroceden. No creo en el triunfo o, a lo sumo, en
un triunfo pasajero, de horas.
Me parece ya dificilísimo atajarlo. El único medio de posible eficacia es realizar una obra
legislativa y gubernativa que impida la política de salarios bajos que se viene realizando, que
71
absorba las energías obreras hoy en paro forzoso, que no trunque las esperanzas que hizo concebir
la Constitución y que corte enérgicamente el crecimiento desmesurado del fascismo.
El señor Lerroux ha confundido lamentablemente la moderación con la contrarevolución.
Acoger como republicanas tan a la ligera las fuerzas que acaudillan los señores Martínez de Velasco
y Gil Robles —que no fueron votadas como republicanas en las urnas— y estar dispuesto a servir
sus designios contrarrevolucionarios, es poner leña en el fuego de la revolución social. Si con ello
buscaba el señor Lerroux la paz, se ha equivocado, pues lo que encontró fue la guerra. Pacificar los
espíritus antirrepublicanos mediante la intranquilización de los espíritus republicanos, no me pacece
ciertamente obra de un estadista avisado.
Cuando oigo al señor Lerroux manifestar su alegría por la singular entrada en nuestro régimen
de esas fuerzas ambiguas, me acuerdo de que Castelar decía satisfechísimo que todas las
autoridades monárquicas habían acatado la primera República española, y lo decía en vísperas de
ocurrir la restauración borbónica.
Una situación política netamente republicana, que termine la obra truncada de las
Constituyentes sin falsear su espíritu, provocaría una esperanza en las masas obreras que siguen al
partido socialista, y de las cuales la República no debe desprenderse jamás. Esta situación pudo
haber sido un Gobierno Martínez Barrio orientado hacia la izquierda, en vez de un Gobierno
Lerroux orientado hacia la derecha. A mí, en el caso del señor Lerroux, me hubiera avergonzado
tener que gobernar con los votos del señor Gil Robles y contra los votos de republicanos y
socialistas; claro está que yo jamás hubiera cometido la insigne torpeza en que él hizo incurrir al
partido radical llevándole a pactos electorales con fuerzas enemigas del régimen republicano. Del
pecado de ayer viene la penitencia de hoy. Y, después de todo, esto no tendría ninguna importancia
si la penitencia no se le hubiera impuesto también por su conducto a la República, forzándola a
sufrir los efectos corrosivos de una política gubernamental contrarrevolucionaria, que en los
republicanos ha provocado desasosiego y en los socialistas indignación.
Lo más triste es que nada le forzaba al señor Lerroux a entregarse con tan punible abandono a
la dirección que las derechas sospechosas le han impuesto. Poca perspicacia política hace falta para
darse cuenta de que en ningún caso le hubiese faltado la asistencia activa o pasiva de esas derechas
si le hubieran visto firmemente decidido a realizar una política gubernativa limpiamente
republicana, en cumplimiento de la Constitución, y una política legislativa encaminada a obtener
aquellas leyes que la Constitución pide y aún no existen, así como las vitales de arrendamientos
rústicos, rescate de bienes comunales y Banco Agrario Nacional, sin las cuales el campo no llegará
a ser nunca plenamente republicano. Las derechas anfibias saben que no pueden ir contra esta obra
sin hacerse sospechosas a sus electores, y no ignoran que si con una votación en las Cortes
provocaran la caída del Gobierno Lerroux, era inminente la disolución del actual Parlamento,
contingencia que les aterra, porque ya jamás volverán a verse en una situación como la que les dio
el triunfo en el mes de noviembre.
Mi actitud ante la amenaza quedó ya claramente definida el día 4 en el mitin de Valencia: “Ni
fascio ni soviet, sino República democrática.” Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada. Yo sólo
considero legítimo el empleo de la violencia frente a la sistemática vulneración de la legalidad por
el Poder público, y estimo que afortunadamente todavía no existe una actuación gubernamental que
justifique dicho empleo. Y en el caso de que llegara ese triste momento, podría pensarse en un
alzamiento nacional, pero jamás en una revolución de clase. Por ese motivo estimo que ante el
hecho revolucionario que se anuncia, si por desventura llegara a producirse, la actitud de los
republicanos ha de ser clara y terminante. Yo la mía ya la dejé definida en la conferencia que
pronuncié el 23 de julio en el teatro de la Comedia con estas palabras: “Si lo que se pretende es el
establecimiento en España, en un momento determinado, de una dictadura socialista, ¡ah!, yo
entonces os digo que, con más fuerza todavía que luché contra la dictadura de Primo de Rivera,
lucharé contra ésta; dictaduras, de nadie; ni de derechas ni de izquierdas.” Las circunstancias no me
invitan a rectificar, sino a afirmar más rotundamente que entonces esta posición. Y, en fin, si
72
—Las preguntas que me dirige —nos dice don José Franchy Roca— parecen formuladas no
sólo para recoger una impresión personal mía, sino también para conocer el pensamiento y la
actitud de las fuerzas políticas [federales] de que me considera representante. Debo hacer constar
que yo no tengo actualmente representación alguna de mí partido que me autorice para hablar en su
nombre definiendo su posición respecto a determinados problemas. Lo que diga no tiene, por tanto,
otro alcance que el de una opinión particular.
No creo que la actitud actual del partido socialista implique el propósito de lanzarse al asalto
del Poder. Aunque hay indudablemente en la masa socialista un desasosiego, una irritabilidad que
han determinado un movimiento de opinión propicio a la violencia, es de esperar que el sentido
político, de que ha dado pruebas en otras ocasiones el partido, frenará el impulso de proceder a
saltos locos.
La irritabilidad de los socialistas ha sido causada por el temor de una reacción que
desnaturalizase la labor de las Cortes constituyentes y diese a la política social un rumbo opuesto al
iniciado por la República. Alimentaban ese temor la arrogancia de las derechas parlamentarias y la
condescendencia del Gobierno con ellas. Vinieron a exacerbarlo amenazas y excesos de los
elementos reaccionarios. A esas amenazas han opuesto los socialistas las suyas, ofreciendo
responder a la violencia con la violencia. Su actitud es fundamentalmente defensiva. Repito que no
creo que se propongan el asalto al Poder. Voces autorizadas de su mismo campo les han advertido
que la obtención integral del Poder sería una desgracia para el propio socialismo.
Lo que ha de hacerse para atajar ese movimiento de opinión es fortalecer la República con
una política limpia y fervorosamente republicana que, imponiendo a todos el respeto a la ley y a la
autoridad, dé a la vez al proletariado la confianza de lograr dentro de nuestro régimen sus
aspiraciones compatibles con el mismo, que son también para nosotros dictados de justicia. En esa
política debieran coincidir todos los republicanos, imponiéndose rectificaciones de conducta que a
todos honrarían, siendo leales. No es por el momento, a mi juicio, un problema de refundición y
reconstitución de partidos, sino sencillamente de comprensión inteligente y cordial.
73
El ex ministro, don Juan Ventosa y Calvell, enjuicia la política española, que atraviesa un
momento de inquietud e incertidumbre, de este modo:
—La razón principal está, a mi juicio, en el incoercible empeño de los partidos que se llaman
izquierdistas en monopolizar la República identificándola con su propia tendencia. Uno de sus
representantes más caracterizados decía, hace días, comentando el discurso del señor Azaña:
“Nosotros queremos la República para todos, pero queremos gobernarla nosotros.” Es la expresión
ingenua de un estado de espíritu real, que toda persona sensata y de buen sentido ha de encontrar
inaceptable y absurdo y que consiste en admitir en el régimen a los demás a condición de que se
dejen gobernar por las izquierdas, investidas, por una especie de derecho divino laico, de la función
directora. A ello obedecen los ataques al Presidente de la República, la consideración de que estas
Cortes son ilegítimas porque el sufragio —emitido con arreglo a una ley electoral que ellos dictaron
— ha dado mayoría a las derechas, y las amenazas de subversión violenta de un régimen y de una
legalidad que los propios amenazantes contribuyeron de modo preponderante a elaborar.
—Aquí —dice— era más necesaria que en ninguna parte la afirmación del sentido de
solidaridad superior a los partidos para que la implantación del régimen autonómico consagrado en
el Estatuto, se efectuara sobre una base de permanencia, que exige, en los puntos fundamentales de
convivencia, el consentimiento y la adhesión de las grandes fuerzas políticas del país. En lugar de
hacerlo así, la Esquerra ha acentuado su sentido exclusivista de partido.
Ello se ha manifestado de un modo singularmente grave en la organización del Orden público.
Para marcar nuestra disconformidad y para no incurrir en responsabilidad como cómplices o
encubridores de una política que habría de conducir al desastre si persistiera, hemos decidido
abstenernos de asistir al Parlamento de Cataluña, mientras no se otorguen, por los que gobiernan,
aquellas garantías elementales de convivencia civil que hemos reclamado, hasta ahora, inútilmente.
No le parece viable al señor Ventosa Calvell una restauración monárquica, pero en cambio
no duda que se intenten movimientos revolucionarios.
Joaquín Maurín, el líder del B. O. y C., no tiene en este momento otra preocupación que la
revolucionaria. Cree que todo lo ocurrido hasta ahora, no ha sido más que un prefacio y que la
revolución verdadera comienza desde hace unos meses. Y añade:
—La revolución iniciada en 1930 va a entrar en una nueva fase: la de la acción de la clase
trabajadora por la conquista del Poder. La revolución fue producida no por los hombres, sino por la
necesidad histórica de romper las barreras que dificultan una expansión de las fuerzas productivas.
Sin embargo, esta expansión no se ha producido. La revolución ha sido frenada, deformada por el
Parlamento. El choque entre las viejas formas y los principios de una nueva estructuración social se
hace inevitable.
—La monarquía —dice— está enterrada para siempre. Los monárquicos de ayer serán
fascistas mañana, pero no plantearán el problema de la forma de Gobierno. El fascismo es
pragmático. Mussolini, que ayer era republicano, gobierna con una monarquía. Hitler, que era
monárquico, es el canciller de la República alemana. En nuestro tiempo, una monarquía cuando cae,
75
—La acción revolucionaria de la clase trabajadora española será secundada por la inmensa
mayoría de los obreros y campesinos. En el movimiento tomará parte igual la U. G. T. que la C. N.
T. Será una oleada popular como la del 14 de abril, pero en sentido social. Las revoluciones obreras
no se hacen clandestinamente, sino a la luz del día. Se trata de acciones de masas, de verdaderas
batallas de clase, en la que vence el más fuerte.
—Puede usted decir algo acerca del Frente único, su avance, las dificultades que hay para
formarlo y las relaciones de unos grupos obreros con otros.
—El Frente único que hemos iniciado en Cataluña con la Alianza Obrera, hace progresos
grandiosos por toda España. El Frente único está ya en marcha por doquier. Es una avalancha
irresistible. Hay todavía núcleos refractarios, pero acabarán por aceptarlo. La clase trabajadora
busca su unidad de acción. En el Frente único cada organización conserva sus características
especiales, aunque se encuentra un denominador común: la acción en favor del triunfo de la clase
obrera. Después de la victoria, los componentes del Frente único podrán separarse. Antes no, pues
sería una deserción.
—¿Tiene fe en los dirigentes socialistas y en los líderes comunistas para llevar a cabo la
revolución?
—La revolución no la han de hacer los dirigentes de éste o de aquél partido, sino el empuje de
las masas populares. Los jefes socialistas que han tomado una posición favorable a la revolución, si
no la mantienen, serán desbordados y apartados por las multitudes que les siguen. Además, lo que
podríamos llamar “dirección general” de la acción revolucionaria no corresponde a un determinado
partido, sino al Frente único, que es la síntesis revolucionaria de los diversos partidos obreros.
Como no se trata de derribar un régimen impuesto por la fuerza, los partidos republicanos
no pueden cooperar al movimiento
Lamenta don Amadeo Hurtado las amenazas demagógicas de un extremo a otro por todo el
ámbito nacional. Pero en caso de que estallase el movimiento revolucionario, anunciado incluso
76
desde el Parlamento, no tiene ni una duda o vacilación de que los partidos republicanos
defenderían la República, poniéndose resueltamente al lado del Poder constituido. Guarda un
pequeño silencio y luego aclara:
—Si se tratase de derribar un régimen impuesto por la fuerza, deberían los republicanos de
izquierda sumarse a cualquier movimiento revolucionario que lo intentase. Pero derribar la
República porque el sufragio popular le ha dado, transitoriamente, un color o una tendencia que no
satisface, puede hacerlo cualquiera partido menos los partidos republicanos.
—Ni posible ni imposible. Ya he dicho otras veces que en la actual constelación del mundo es
peligroso empujar la masa popular a tomar actitudes de violencia, porque un sentimiento misterioso,
que nadie ha explicado todavía, convierte fatalmente esta clase de agitaciones en movimientos
políticos de tipo absolutista, inspirados por un nacionalismo agresivo que hace de la patria una
secta. Esto es el fascismo, que toma un aspecto distinto en cada país, de acuerdo con sus peculiares
características.
Provocar un movimiento de esta índole por afecto doctrinal fascista o por sugestiones de la
moda, me parece una tontería, y en este sentido juzgo imposible que se produzca en España. Pero
como reacción natural de una agitación de violencias revolucionarias, no sólo lo juzgo posible, sino
inevitable.
Hace quince años las cosas parecían de otro modo. Las revoluciones sociales, inspiradas por
la lucha de clases, eran lo esperado como solución fatal de las graves inquietudes populares del día.
Pero los hechos han demostrado lo contrario. Se descubre o adivina que por encima del espíritu de
clase puede más el espíritu de la propia tierra. El que a estas horas no se ha dado todavía cuenta de
que el aspecto social de la revolución rusa es lo anecdótico y circunstancial, porque el problema de
fondo es el de unas razas en busca de una patria, difícilmente comprenderá nada de lo que está
pasando ahora ante sus ojos en el mundo. Las patrias comienzan por defenderse de una amenaza de
disolución, y acaban por imponerse. Lo grave es que se imponen atropellándolo todo, incluso la
libertad y la dignidad de los hombres.
Por esto digo que el fascismo no me parece posible ni imposible. No depende de los fascistas,
sino de que los otros exciten con sus imprudencias y sus verbalismos revolucionarios ese temor
monstruoso de disolución de la patria, que es el causante del crimen fascista.
Con respecto a la política catalana, juzga el señor Hurtado que está en un período de
formación.
—Los partidos en Cataluña son un poco rudimentarios como instrumentos de Gobierno.
—Hay que tener en cuenta el largo tiempo transcurrido en que Cataluña no ha podido
gobernarse, para comprender la situación de sus partidos. Tienen éstos su origen en un movimiento
protestatario, difícil de superar en la actual iniciación de la autonomía. El espectáculo que ha dado
la Lliga abominando públicamente de las funciones de orden público reconocidas a Cataluña en su
Estatuto no tiene otra explicación que el temor de este antiguo partido a unas responsabilidades de
gobierno que exceden a su capacidad.
Creo que los nuevos partidos de gobierno se formarán a medida que Cataluña vaya
ejercitándose en su autonomía. Los actuales son transitorios, y a mi juicio, por un tiempo
relativamente corto. Producto de improvisaciones sentimentales, se irán depurando y ganando en
homogeneidad y en cohesión a fuerza de contratiempos. Tengo por seguro que el cambio del
sistema electoral mayoritario por el sistema proporcional que está en estudio puede facilitar mucho
la formación de los nuevos partidos, que juzgo indispensables para la transformación política de
77
Cataluña.
De momento conviene mucho que los distintos matices de la opinión catalanista republicana
de izquierda se mantengan unidos en la actual coalición, pero que eviten el peligro de un excesivo
fraccionamiento y no caigan en el error de constituir un sólo partido. Un partido único de izquierda,
igual que de derecha, es una jaula en la que todo el mundo se siente prisionero. Es un cultivo
permanente de disputas y disidencias. Pero, por lo que afecta a Cataluña, un sólo partido de
izquierda representa dar beligerancia de único partido de oposición a la Lliga y colocar, en
consecuencia, a la opinión pública en la alternativa de escoger para su gobierno entre un partido
republicano y otro que no lo es. Y no es prudente, sino muy peligroso, poner un país en la situación
de pasar bruscamente de lo blanco a lo negro en cada lucha electoral. Es precisamente para evitar
esto que urge que los partidos de Izquierda aprovechen la actual coalición para establecer el sistema
proporcional que les permitirá separarse buenamente para representar cada uno la opinión de su
matiz en los futuros Gobiernos republicanos.
—La política nacional ha quedado muy confusa desde la disolución, o mejor dicho, la
repudiación de las Cortes constituyentes que interrumpió bruscamente el proceso político de
consolidación de la República. Fue el acto de propaganda más intenso en favor de la campaña
derrotista de todos los descontentos del régimen.
Desde entonces, la República y sus partidos están buscando a tientas la orientación perdida.
No la han encontrado las derechas con el conglomerado incoherente de sus fuerzas dispares ni la
encuentran aún las izquierdas, aturdidas por el golpe brutal de una derrota injusta. Y es que el
problema del régimen, que convenía a todos dejar resuelto definitivamente, ha venido a aumentar la
enorme complejidad de los demás problemas que plantea la vida política moderna. Mientras no se
convenzan unos y otros de que es un interés primordial de España la consolidación de la República
como régimen político definitivo, no habrá medio de salir de la confusión actual. La acción de los
partidos de izquierda está fluctuando ahora entre el deseo legítimo de apoyar las reivindicaciones
sociales de las masas obreras y el temor de contribuir a un movimiento revolucionario que destruya
la República democrática y parlamentaria, y, por otra parte, los partidos de derecha vacilan entre su
deseo, igualmente legítimo, de gobernar la República según su credo y el temor de ser arrastrados a
un movimiento antirrepublicano por la fuerza pasional de las masas contrarias al régimen que se
han introducido en sus huestes.
Si no se consigue formar grandes partidos republicanos de gobierno que representen los
diferentes matices de la opinión adicta al régimen y no tenemos la fortuna de que puedan
desenvolver sus luchas dentro de un ambiente de mutuo respeto a sus convicciones republicanas,
nadie es capaz de adivinar las derivaciones que puede tomar la política nacional.
Hay que tener muy en cuenta la situación actual del mundo, para evitar juegos peligrosos con
las instituciones democráticas de la República. Estamos asistiendo desde hace tiempo a una
verdadera revolución de clase media, que es el factor esencial de la vida de nuestro tiempo. Contra
todas las antiguas previsiones, resulta que las clases medias, condenadas a desaparecer, se han
afirmado como fuerzas nacionales invencibles y han trastornado el rumbo de los problemas
políticos y sociales. Esto, que he venido predicando en Cataluña desde hace más de un año, va a
tener su confirmación en el gran movimiento político que se ha iniciado en Francia. La masa se
resiste a ser proletarizada y se revuelve por igual contra el gran capitalismo y contra los dogmas de
un colectivismo mortal. Si los partidos democráticos de izquierda no aciertan a orientar este
movimiento en busca de las fórmulas que en cada caso den solución a los problemas concretos que
plantea, no podrá sorprendemos que el sentimiento nacional, vinculado en la fuerza social de las
clases medias, derive hacia situaciones antidemocráticas como las que ensombrecen el porvenir
político de muchos pueblos de Europa.
78
Las históricas elecciones municipales del 12 de abril, que decretaron el cambio de régimen,
señalan la manifestación más intensa y más expresiva del despertar de la conciencia pública de los
últimos tiempos en España, tras un larguísimo periodo en que la política aparecía totalmente
entregada en manos de sus profesionales directores y sin una respuesta consecuente en las masas de
opinión. Manifestada de un modo genérico la voluntad popular, se expresaron casi inmediatamente
de instaurada la República las distintas tendencias de los partidos componentes de este ideario y de
los que aparecían al margen de él. La transformación social que las medidas de Gobierno hacían
prever, determinaron una agudización en las tendencias, y desde todos los frentes, desbordada la
propaganda, se entabló una vibrante lucha por llevar al convencimiento de los diversos sistemas el
ánimo de los grandes núcleos populares. Ante los profundos matices izquierdistas, las derechas
expresaron una intensa reacción, seguida por las masas que determinaron el resultado de las últimas
elecciones parlamentarias. De entonces acá la batalla de los polos opuestos, acusada por el
extremismo izquierdista de manera cruenta y aceptada por las derechas en una resuelta posición
defensiva, dispuesta a todo trance a restablecer el estado de cosas propugnado por sus postulados
políticos y sociales, llama con golpes de alarma a las puertas de la paz nacional. Por último, la
anunciada formación del frente único revolucionario que, siquiera no sea una realidad, tiene el
evidente carácter de una amenaza de posible realización, ha llevado al espíritu nacional la
conturbación y el temor de una guerra civil. El Gobierno anuncia su seguridad de poder dominar
con los recursos del Poder cualquier conmoción perturbadora que se organizara, en tanto que
derechas e izquierdas se mantienen en sus reductos, de los que se escapan los chispazos de una
preparación inquietante.
80
81
82
83
ÍNDICE GENERAL
¿QUÉ VA A PASAR EN ESPAÑA?.....................................................................................................................................3
PONTEVEDRA..................................................................................................................................................................40
SALAMANCA...................................................................................................................................................................41
SANTANDER....................................................................................................................................................................42
SEGOVIA...........................................................................................................................................................................43
SEVILLA............................................................................................................................................................................44
SORIA................................................................................................................................................................................45
TENERIFE.........................................................................................................................................................................45
TERUEL.............................................................................................................................................................................46
TOLEDO............................................................................................................................................................................47
VALENCIA........................................................................................................................................................................47
VALLADOLID...................................................................................................................................................................48
VIZCAYA...........................................................................................................................................................................48
ZAMORA...........................................................................................................................................................................50
ZARAGOZA......................................................................................................................................................................50
CLÁSICOS DE HISTORIA
http://clasicoshistoria.blogspot.com.es/
107 Justo Pérez Pastor, Diccionario razonado manual para inteligencia de ciertos escritores
106 Hildegarda de Bingen, Causas y remedios. Libro de medicina compleja.
105 Charles Darwin, El origen de las especies
104 Luitprando de Cremona, Informe de su embajada a Constantinopla
103 Paulo Álvaro, Vida y pasión del glorioso mártir Eulogio
102 Isidoro de Antillón, Disertación sobre el origen de la esclavitud de los negros
101 Antonio Alcalá Galiano, Memorias
100 Sagrada Biblia (3 tomos)
99 James George Frazer, La rama dorada. Magia y religión
98 Martín de Braga, Sobre la corrección de las supersticiones rústicas
97 Ahmad Ibn-Fath Ibn-Abirrabía, De la descripción del modo de visitar el templo de Meca
96 Iósif Stalin y otros, Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S.
95 Adolf Hitler, Mi lucha
94 Cayo Salustio Crispo, La conjuración de Catilina
93 Jean-Jacques Rousseau, El contrato social
92 Cayo Cornelio Tácito, La Germania
91 John Maynard Keynes, Las consecuencias económicas de la paz
90 Ernest Renan, ¿Qué es una nación?
89 Hernán Cortés, Cartas de relación sobre el descubrimiento y conquista de la Nueva España
88 Las sagas de los Groenlandeses y de Eirik el Rojo
87 Cayo Cornelio Tácito, Historias
86 Pierre-Joseph Proudhon, El principio federativo
85 Juan de Mariana, Tratado y discurso sobre la moneda de vellón
84 Andrés Giménez Soler, La Edad Media en la Corona de Aragón
83 Marx y Engels, Manifiesto del partido comunista
82 Pomponio Mela, Corografía
81 Crónica de Turpín (Codex Calixtinus, libro IV)
80 Adolphe Thiers, Historia de la Revolución Francesa (3 tomos)
79 Procopio de Cesárea, Historia secreta
78 Juan Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias
77 Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad
76 Enrich Prat de la Riba, La nacionalidad catalana
75 John de Mandeville, Libro de las maravillas del mundo
74 Egeria, Itinerario
73 Francisco Pi y Margall, La reacción y la revolución. Estudios políticos y sociales
72 Sebastián Fernández de Medrano, Breve descripción del Mundo
71 Roque Barcia, La Federación Española
70 Alfonso de Valdés, Diálogo de las cosas acaecidas en Roma
69 Ibn Idari Al Marrakusi, Historias de Al-Ándalus (de Al-Bayan al-Mughrib)
68 Octavio César Augusto, Hechos del divino Augusto
67 José de Acosta, Peregrinación de Bartolomé Lorenzo
66 Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres
65 Julián Juderías, La leyenda negra y la verdad histórica
64 Rafael Altamira, Historia de España y de la civilización española (2 tomos)
63 Sebastián Miñano, Diccionario biográfico de la Revolución Francesa y su época
62 Conde de Romanones, Notas de una vida (1868-1912)
61 Agustín Alcaide Ibieca, Historia de los dos sitios de Zaragoza
60 Flavio Josefo, Las guerras de los judíos.
59 Lupercio Leonardo de Argensola, Información de los sucesos de Aragón en 1590 y 1591
58 Cayo Cornelio Tácito, Anales
89