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Historia Argentina y Americana 3

Parcial domiciliario – segundo cuatrimestre

APELLIDO: STOCCO

NOMBRE: IVON F.

a.
Durante el período mencionado el orden estatal se basó en un
consenso ideológico de los sectores dirigentes. La idea de progreso, unida
inseparablemente a la de orden, constituyeron una unidad incuestionable para
la élite.

Este proceso se encuadra en la ideología liberal, aunque con tintes


conservadores en lo político, ya que implicaba mantener el monopolio virtual
del acceso al aparato estatal a través de diversos mecanismos, como ser, el
fraude electoral y la intervención a las provincias. Este orden social basado en
una democracia restringida permitía alinear al Estado con los intereses de los
sectores exportadores y terratenientes.
Para Adamovsky, la clase dominante había logrado la unidad y tenía su
propio proyecto político hacia 1880, mientras las clases bajas sufrían una
creciente desigualdad y pobreza frente al avance del capitalismo local y
mundial. 1

Según Zimmerman, la Constitución de 1853 había garantizado amplias


libertades económicas y sociales, pero manteniendo una fuerte centralización
del poder político en el Poder Ejecutivo. 2 Ese poder fue usado
discrecionalmente, lo que originaba periódicas rebeliones en las provincias, ya

11
Adamovsky, E., Historia de las clases populares en la Argentina, 2012, pág. 80.
2
Zimmermann, E., Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina 1890-1916, 1995, pág.
38.

1
que los mecanismos democráticos estaban restringidos para expresar el
descontento por el reparto del poder.

De todas formas, esta cohesión de la élite se vio desafiada por la


oposición de la iglesia católica al proceso de secularización que se originó a
partir de 1880. La creación del Registro Civil y el impulso a la educación laica
fueron las medidas que más oposición generaron en dicha corporación.

El debate alrededor del libre cambio o proteccionismo también aportó


matices al consenso general sobre la aplicación del liberalismo a ultranza; los
sectores industriales representados por la Unión Industrial Argentina (UIA)
presionaban por medidas que protegieran la industria nacional. Como
Argentina había aceptado su rol dependiente en el orden internacional, de
todas formas, no podía tomar medidas que restringieran demasiado la entrada
de productos manufacturados de Europa. Además, el auge económico logrado
por la élite se basó en aceptar mansamente el rol propuesto por las potencias
extranjeras como proveedor de materias primas.

La Ley Saenz Peña de 1912, que permitió al radicalismo ganar las


elecciones en 1916, no significó el ascenso de un partido que difiriera
demasiado del consenso alcanzado por la élite durante los gobiernos
conservadores. A través de los comités el radicalismo extendió su control
electoral a todo el país, superando los estrechos límites de las zonas urbanas y
especialmente de la ciudad de Buenos Aires, el factor que había limitado el
crecimiento de anarquistas y socialistas.

Como los socialistas estaban de acuerdo en participar de la democracia


liberal y esperaban que gradualmente se aprobaran las leyes que permitieran
llegar al socialismo sin violencia social, coincidieron en muchas medidas
adoptadas por la corriente de los liberales reformistas. 3

El más destacado representante de esta corriente fue Joaquín V.


González, que presentó en 1904 un proyecto de reforma laboral que, si bien no
fue aprobado, sirvió de referencia para las medidas tomadas en dicho ámbito
por los gobiernos sucesivos. El socialismo compartía la fe positivista en la

3
Zimmermann, 1995, pág. 56.

2
ciencia, el progreso y la educación con dicho sector de la élite, y ayudó a
elaborar muchas de estas normativas que fueron impulsadas desde el Estado,
hecho novedoso hasta entonces ya que las cuestiones laborales constituían un
área reservada a la fuerza policial y vista meramente como un problema de
disciplina social.
En cuanto al radicalismo, según Rock, recibió apoyo de las clases
medias urbanas pero el control era ejercido por miembros de la élite. 4
El sector de la élite que detentaba el poder del Estado pudo mantener el orden
social establecido cooptando a los dirigentes radicales, ya que dicho
movimiento no tenía definido un programa sino que se emparentaba a una
coalición de distintos sectores o clases sociales. Carlos Pellegrini y Saenz
Peña confiaban que el control social no se podía mantener simplemente con la
represión y una estructura política cerrada, sino que la apertura de la misma
podía generar el consenso social –que aportaría el radicalismo- al Estado sin
necesidad de cambiar el status quo. 5

Para Cataruzza, que denomina a este grupo que monopolizó el poder


“autonomismo”, dicho orden social se basaba en el control de los gobernadores
provinciales, clave a la hora de asegurar una elección favorable. La reforma
política de mano de la Ley Saenz Peña tuvo el objetivo de descomprimir la
presión política y de legitimar el régimen establecido por el Partido
Autonomista. 6 De esta manera, se evitaba el riesgo de que el radicalismo
volviera a planear otro golpe de Estado como había sucedido desde su
surgimiento en la revolución de 1890. A estas acciones y agitación del
radicalismo se sumaban los anarquistas y socialistas, cada cual con sus
sindicatos, y los comunistas que también tenían su expresión sindical.
El anarquismo, según Suriano, pone el acento en la libertad individual, y
la resistencia a todas las formas de opresión. Desconfía de la organización
política aunque hacia 1890 se rompe la tendencia antiorganizativa; de todas
formas, ya era importante su presencia en los ámbitos laborales de los
sindicatos anarquistas. 7 Su práctica de acción directa o militancia de urgencia
los ponía fuera de ley, especialmente al aprobarse la ley de Residencia que

4
Rock, David, El radicalismo argentino, 1890-1930, 1975, pág. 42.
55
Rock, 1975, pág. 45.
66
Cataruzza, A., Historia de la Argentina, 1916-1955, 2009, pág. 41.
7
Suriano, El anarquismo, en Lobato, M., El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), 2000,
pág.17.

3
permitió la expulsión de muchos dirigentes. En relación al anarquismo,
podríamos decir que el orden social se mantuvo de manera puramente
represiva, y estaba reservada a la policía y el ejército. El anarquismo parecía la
respuesta lógica –con su posición antipolítica- a la permanente represión que el
Estado ejercía, especialmente frente a la ola de huelgas que se produjo desde
fines del s. XIX y hasta bien entrado el s. XX.

b.
Cataruzza caracteriza el período mencionado como el de una creciente
organización social y sindical, con la presencia dominante del anarquismo –que
hacia 1910 había declinado- y del socialismo en menor medida. 8 Las protestas
sectoriales adoptaban la forma de huelgas que estaban desarticuladas, en gran
medida porque en el anarquismo hegemoniza la opinión individualista frente a
la organizativa.
El anarquismo, dice Suriano, no planteaba la lucha de clases como
Marx en un sentido de enfrentamiento uno a uno entre trabajadores y
burguesía, sino que habría la interpelación hacia todas las clases o sectores
que sufrieran alguna forma de opresión, con lo cual el artesanado y otros
sectores populares pudieron sentirse identificados con su prédica.
Su tendencia antipolítica los diferenciadas de todas las formas de
socialismo, tanto la revolucionaria –que por supuesto aspiraba a la toma del
poder- como las reformistas que intentaban por vía legislativa y electoral
educar al pueblo y gradualmente reformar el Estado y la sociedad hacia una
sociedad socialista y más justa en lo social.
En 1901 el anarquismo y el socialismo fundan la FOA (Federación
Obrera Argentina), que marca el triunfo de la tendencia organizativa en aquel
movimiento. Un año después, al retirarse los socialistas, la FOA era controlada
por los anarquistas.
Las pésimas condiciones laborales y de vida de los trabajadores
impulsaban el recurso a la huelga general, que finalmente se produjo en 1902.
El Estado respondió con la mencionada Ley de Residencia, el estado de sitio, y
la represión. Luego de que la FOA se transformara en la FORA (con el
aditamento de la fórmula “regional”) la adhesión a la doctrina anarquista hizo
naufragar la fusión con los socialistas y debilitó al movimiento.

8
Cataruzza, 1995, pág. 37

4
La represión frente a nuevas huelgas a partir de 1909 y el pase a la
clandestinidad de los dirigentes anarquistas marcaron el inicio del declive de
dicha tendencia. La fusión con sindicatos no anarquistas finalmente se produjo
en el marco de la CORA en 1915 al precio de romper con la adhesión al
comunismo anárquico, lo que produjo la ruptura de la central sindical.
A pesar de dichas diferencias, el anarquismo compartía con el
socialismo el acento en la educación y la formación de los obreros, camino de
la superación personal y social. A través de una dilatada red de centros
culturales difundieron su pensamiento y acción libertaria. 9

Para Adamovsky, el movimiento gremial o sindical fue encabezado por


sectores de trabajadores urbanos con un grado de calificación; fueron ellos los
que plantearon las primeras medidas de fuerza. Si bien no representaban los
peones agrarios o a los trabajadores no calificados, sus acciones fueron
pioneras en el país e impulsaron la cuestión social generando la necesidad de
dictar una legislación laboral y social. 10
Para el autor mencionado, el movimiento sindicales de principios de S.
XX pensaban que el capitalismo era la fuente de todos los males de los
trabajadores, y su visión era fuertemente clasista y de oposición a dicho
sistema. No era meramente reivindicativa la lucha, sino que implicaba una
visión política más general de impugnación al Estado y al sistema capitalista.
Salvo los socialistas que aceptaban la participación electoral a pesar del
ejercicio del fraude sistemático por parte de la élite, anarquistas y sindicalistas
revolucionarios rechazaban los mecanismos de la democracia liberal que
consideraban un engaño de los sectores de poder. 11

Como decíamos, el Partido Socialista quería construir un partido fuerte


que proyectara las demandas sociales al Estado a través del Congreso. Su
fundador, Juan B. Justo, lo constituiría en 1895, y sería Alfredo Palacios en
1904 su primera figura electa como representante de esta corriente por la
Capital Federal. La UGT (Unión General de Trabajadores) sería su expresión
sindical. La corriente surgida después de 1910 al declinar el anarquismo se

9
Suriano, 2000, pág. 8.
10
Adamovsky, 2012, pág. 81.
11
Adamovsky, 2012, pág. 88.

5
llamaría “sindicalismo revolucionario” y sería una separación de los sindicatos
socialistas, que tendría gran importancia a partir de esa fecha.
Según Adelman, los socialistas europeos a partir de la década de 1890
habían abandonado la vía revolucionaria, y aceptado la participación política en
el marco de la democracia liberal. 12 El partido socialista de Juan B. Justo se
inscribe en esta tendencia, y adhiere a una vía pacífica y gradual al socialismo
que no impugna al capitalismo como un todo. Ellos suponían que la tendencia
de dicho sistema a concentrar la riqueza y generar trabajadores cada vez más
pobres y en mayor cantidad terminaría inclinando la balanza electoral a su
favor como verdaderos representantes de los intereses de dicho sector.

Por lo tanto, el PS debía propiciar el afianzamiento de las instituciones


republicanas, una reforma agraria de dotara de tierras al pueblo y debilitara a la
oligarquía, y finalmente tenía a su cargo una tarea de formación cultural de los
obreros a través de las asociaciones y organizaciones obreras (cooperativas)
que le otorgaran el sentido de autonomía a los trabajadores sobre sus vidas.

c.

Según Cataruzza, la Reforma Universitaria está vinculada a un clima de cambio


social que se vivió tras la Gran Guerra y el advenimiento de la Revolución Rusa.
También la Revolución Mexicana había concitado la atención de un público joven,
formado y lector que crecía en número durante las primeras décadas del S. XX.

El movimiento de Reforma comenzó en Córdoba, y tras una serie de huelgas


se logró la participación estudiantil en el gobierno de la universidad, la docencia libre, y
la asistencia voluntaria a las clases. 13

La Reforma Universitaria argentina adquiere mayor sentido si se lo comprende


dentro del movimiento de apertura política global que realizó la élite a facciones de la
misma y sectores de clase media enfilados tras el radicalismo, según Cataruzza.

Para Rapoport, la primer década del nuevo siglo fue una de gran conflictividad.
Al caer las exportaciones agropecuarias se generó desocupación y fomentó las

12
Adelman, J., El partido socialista argentino, en Lobato, 2000, pág. 6.
13
Cataruzza, 2009, pág. 4.

6
huelgas; el estallido de la Primera Guerra Mundial agravó la situación a restringir más
las exportaciones y hacer descender abruptamente el flujo inversor externo. 14

Como factor positivo fue el crecimiento del comercio internacional de la mano


de la nueva potencia EEUU; al destruirse la población, las industrias y transportes de
la viejas potencias europeas, se le permitió la expansión de la industria a países de
industrialización más reciente como el mencionado.

Al mismo tiempo, la URSS comenzaba un camino de rápido desarrollo y


crecimiento que culminaría décadas después.

El abandono del patrón oro y la adopción del dólar junto a la libra esterlina
como monedas de referencia internacional se asociaron con una creciente inflación.

En EEUU el auge económico posterior a la Gran Guerra trajo aparejada una


gran especulación bursátil que más tarde derivará en la quiebra de la bolsa de Nueva
York, junto al boom de préstamos internacionales.

Al estallar al Guerra, el gobierno de De la Plaza y luego del de Yrigoyen


mantuvieron la neutralidad, negándose a ceder a las presiones norteamericanas para
declararle la guerra a Alemania y formar parte de la Liga de las Naciones (Argentina
recién adhirió en 1919). 15

El ascenso de EEUU complicó las relaciones internacionales de la Argentina ya


que implicó la incorporación de un tercer jugador en los vínculos económicos,
originando una competencia entre dicho país y Gran Bretaña por la influencia en
nuestro país. El problema de integración con la naciente potencia era que su
economía no era complementaria con la argentina como la de GB, ya que el sector
agropecuario de EEUU es uno de los más desarrollados del mundo (primer productor
mundial de trigo).

Al no ser complementarias las economías, los egresos por importaciones del


país del norte no volvían a través de exportaciones a dicho destino sino como
inversiones que generaban un déficit comercial. A esta situación, para agravar el
déficit comercial, se sumaba el proteccionismo paraarancelario de EEUU que impedía
las exportaciones argentinas a dicho mercado amparándose en medidas sanitarias.

Según Rapoport, durante este período se produjo un problema de


superproducción y especulación que, al declararse la crisis financiera de 1929-30,

14
Rapoport, M., Historia económica, política y social de la Argentina, 2000, pág. 58.
15
Rapoport, 2000, pág. 72.

7
produjo el retiro de las inversiones norteamericanas en Europa y la consiguiente crisis
política que derivará en una nueva guerra.

Con el fin de la Primera Guerra los precios de los bienes primarios que
exportaba Argentina cayeron, produciendo un deterioro de los salarios y fomentando
una crisis social que ya había originado una ola de huelgas y protestas desde principio
de siglo. Hubo un lapso de prosperidad de unos años a partir de 1922 hasta que se
produjo el crack financiero del ’29, que hundió al peso argentino.

En Argentina, la crisis de 1929-30 acelerará el desprestigio creciente del


segundo gobierno de Yrigoyen y su desgaste establecerá las condiciones propicias
para el golpe de estado del General Aramburu de 1930.

Se cierra, así, un período de gran crecimiento económico –con algunas crisis


menores- basado en la apertura irrestricta de la economía y en las exportaciones
agropecuarias que dejaron al país indefenso frente a los vaivenes económicos
internacionales, y dependiente de los países más desarrollados en cuanto a productos
manufacturados y energía.

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