Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
MÉXICO
DERECHO AGRARIO
GRUPO: 1703
Latifundios ………….……………………………………………. 7
Conclusiones…….……………………………………………..…. 18
Bibliografía ………………………………………………………… 20
INTRODUCCIÓN
El artículo 27 constitucional se ocupa de regular la propiedad de la nación
sobre las tierras, las aguas y los recursos naturales, pero lo hace utilizando
diversos términos que parecen indicar distintos tipos de propiedad, pues habla
de la “propiedad originaria”, pero también del “dominio directo” de la nación,
que coexisten con la propiedad individual o colectiva de las tierras. La
Constitución no define lo que es la propiedad ni pretende abarcar la regulación
del derecho de propiedad en su conjunto, por lo que es indispensable referirse
al concepto de propiedad en la tradición jurídica mexicana, que es la tradición
romanista y de derecho civil.
En este trabajo se analizará fundamentalmente los conceptos bases del
artículo 27 constitucional, propiedad privada, el problema de los latifundios y las
calidades de la pequeña propiedad en México, complementando este análisis
con el de las leyes especiales sobre las materias regidas por el precepto
constitucional. El objeto es precisar cuáles son las bases que señala el artículo
27 constitucional de la propiedad privada y la propiedad colectiva sobre las
tierras. Como complemento de este análisis, nos referimos a otra forma de
propiedad prevista en el mismo artículo 27, que es los latifundios, límites de
propiedad y calidades de tierras, enajenación de excedentes y orden de
preferencia, así como sociedades propietarias de tierras. En el análisis que se
presenta a continuación tomo en cuenta que la propiedad originaria de la
nación sobre las tierras, a la que se refiere el artículo 27 constitucional, significa
que la nación ejerce su soberanía sobre todas esas tierras a fin de que la
propiedad, quienquiera que sea su propietario, sirva al bien común.
En cuanto al derecho de propiedad, que la Constitución no define, nos
fundamentamos en el concepto propio de la tradición jurídica mexicana, de
raigambre romanista y civilista, que lo considera como un derecho real, es decir
un derecho sobre una cosa, que le permite al propietario poseerla (o sea,
tenerla bajo su control), usarla (es decir, aprovechar la utilidad que puede
rendir reiteradamente), disponer de ella (es decir consumirla física o
jurídicamente, total o parcialmente) y disfrutarla (o sea adquirir los rendimientos
económicos o frutos que puede producir sin consumirse). Es un derecho que se
tiene sobre cosas específicas, en especial inmuebles, pero también muebles.
Por eso, cabe decir, que es real o plenamente propietario quien tiene a su favor
la acción reivindicatoria. En esta tradición se entiende que los diferentes
derechos de poseer, usar y disfrutar, y también de manera parcial el derecho
de disponer, se pueden ceder a otras personas no propietarias, como a los
arrendatarios o inquilinos, y el propietario mantener su derecho de propiedad y
la posibilidad de recuperar la cosa con la acción reivindicatoria. El artículo 27
reconoce en su primer párrafo el derecho de propiedad privada sobre las tierras
y aguas, como un derecho que la nación ha transmitido a los particulares.
PROPIEDAD PRIVADA
Concepto de Propiedad Privada que proporciona el Diccionario Jurídico
Mexicano (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por
Jorge Madrazo ) Es el derecho que tiene un particular, persona física o moral
de derecho privado, para usar, gozar y disponer de un bien, con las
limitaciones establecidas en la ley, de acuerdo con las modalidades que dicte el
interés público y de modo que no se perjudique a la colectividad.
La propiedad privada ha sido reconocida como garantía individual a lo largo de
todo el constitucionalismo mexicano, a partir de la Constitución de 1814. El
artículo 34 de ésta, declaró: “Todos los individuos de la sociedad tienen
derecho a adquirir propiedades y disponer de ellas a su arbitrio con tal de que
no contravenga la ley”. El artículo 30 del Acta Constitutiva de la Federación,
prescribió que la nación estaba obligada a proteger por leyes sabias y justas
los derechos del hombre y del ciudadano, desde luego incluido el de propiedad.
El artículo 2, fracción, III de la Primera Ley Constitucional de 1835, estableció
como derechos del mexicano el no poder ser privado de su propiedad ni del
libre uso y aprovechamiento de ella en todo ni en parte. El artículo 9 fracción
XVIII, de las Bases de Organización Política de la República Mexicana (1843)
estableció que la propiedad era inviolable, sea que perteneciera a particulares
o a corporaciones. El artículo 27 de la Constitución de 1857 dijo: “La propiedad
de las personas no puede ser ocupada, sin su consentimiento, sino por causa
de utilidad pública y previa indemnización”.
La idea de que la nación “transmite” el derecho de propiedad supone que
originariamente la nación era propietaria de todos los bienes, lo cual es sólo
una hipótesis. En realidad, lo que sucede en 1917 es que la Constitución
reconoce la existencia de un derecho de propiedad privada, ya adquirido, que
ciertamente no pudo existir como derecho si no hubiera sido reconocido y
protegido por el orden jurídico vigente en su momento. Por otra parte, la idea
de que la nación transmite el dominio es válida respecto de las tierras que no
tuvieran un dueño legítimo, las cuales se entiende que son propiedad de la
nación y que ésta puede transmitir su dominio.
Respecto de la propiedad privada sobre las tierras, el artículo 27 fracción XV
señala que la legítima propiedad privada sobre las tierras es la “pequeña
propiedad”, es decir, la propiedad sobre tierras en la extensión permitida por la
propia Constitución. La propiedad sobre tierras que excedan el límite
constitucional constituye un latifundio prohibido. Las disposiciones sobre la
legítima propiedad sobre las tierras se complementan con las relativas a las
limitaciones que se pueden imponer a la propiedad privada (párrafo tercero del
artículo 27 constitucional) y la posibilidad de la expropiación (párrafo segundo
del mismo artículo).
La Constitución vigente también reconoce este derecho, pero con un sentido
nuevo y con un contenido diverso, que es la más acabada manifestación del
movimiento político-social de 1910. La Constitución de 1917 reconoce a la
propiedad privada en el primer párrafo del artículo 27, que dispone: “La
propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del
territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y
tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares,
constituyendo la propiedad privada”.
Bajo este orden de ideas, y a partir del concepto de propiedad originaria de la
nación, debe desprenderse que si bien es cierto que nuestra Constitución
reconoce a la propiedad privada como un derecho público subjetivo, ya no la
adopta en su sentido clásico individualista, ya no con una extensión absoluta,
sino por el contrario, la reconoce como una propiedad limitada, derivada y
precaria. Pero, reconocida así, es protegida por la Constitución mediante una
serie de garantías, establecidas principalmente, en los artículos 14, 16, 22 y 28
contra los actos arbitrarios de autoridad.
El artículo 27 de la Constitución, en su primer párrafo, está articulado
directamente con dos disposiciones del Código Civil para el Distrito Federal: El
artículo 16 que dispone que “los habitantes del Distrito Federal tienen
obligación de ejercer sus actividades y de usar y disponer de sus bienes en
forma que no perjudique a la colectividad, bajo las sanciones establecidas en el
propio código y leyes relativas”. Por su parte, el artículo 830 del mismo código
estatuye que “el propietario de una cosa pude gozar y disponer de ella con las
limitaciones y modalidades que fijen las leyes”.
LATIFUNDIOS
El latifundio es una explotación agraria de grandes dimensiones, usualmente
de propiedad privada y con un rendimiento productivo inferior al que permite la
tierra, baja capitalización y precaria mano de obra. Las consideraciones
respecto a qué dimensiones mínimas tiene un latifundio, no obstante, pueden
variar de acuerdo a la región y la cultura.
El término latifundio contiene una carga peyorativa, vinculada con el uso
inapropiado o poco eficiente de las tierras y una gestión privada más interesada
en la posesión de las mismas que de producir alimentos para la población.
La palabra latifundio proviene del latín latifundium, que ya en su época traducía
como una amplia extensión (latus) destinada a servir de base o raíz de algo
(fundus). Este último vocablo comparte origen con palabras vinculadas con lo
económico como “fondos”, lo cual demuestra su vínculo temprano con la
acumulación de propiedades y el poderío señorial.
Características.
Aparte de la extensión, existen otros elementos característicos de lo que se
conoce como latifundismo: bajos rendimientos unitarios, utilización de la tierra
por debajo de su nivel de máxima explotación, baja capitalización, bajo nivel
tecnológico, mano de obra empleada en condiciones precarias y, en
consecuencia, con bajo nivel de vida.
El latifundismo ha sido tradicionalmente una fuente de inestabilidad social,
asociada a la existencia de grandes masas de campesinos sin tierras. Para
solucionar los problemas originados por los latifundios, se han probado
diversas fórmulas, dependientes del tipo de gobierno en el que se encontraban:
desde el cambio de estructura de la propiedad (reforma agraria), con
expropiaciones incluidas, hasta la modernización de la explotación.
Surgimiento.
Las causas del latifundismo son históricas. El reparto de tierras conquistadas
entre las élites militares, por ejemplo, fue una práctica común en la conquista
del continente americano que preservaron las repúblicas independientes
posteriores. Así, transmitiéndose de generación en generación, los latifundios
se preservaron intactos a pesar de que las necesidades alimentarias de la
población crecían.
Los primeros latifundios de la historia se dieron en el Imperio Romano, en el
que se distinguía a los ciudadanos entre los que poseedores de tierras y los
proletarii, es decir, los que no podían aportar sino su prole, su descendencia, al
Estado.
Estos grandes fundos eran administrados por agentes imperiales, que
garantizaban ciertos monopolios locales de producción mediante la burocracia.
La llegada de la Edad Media, sin embargo, cambió el sistema político social tan
radicalmente, que fueron los nobles y aristócratas dueños de las tierras quienes
controlaron las parcelas de la llamada sociedad feudal (de feudo), en la que
cada señor feudal poseía su latifundio controlado militarmente y hospedaba a
cambio de protección y una porción de los alimentos que produjeran a los
campesinos trabajadores.
La llegada de la Edad Moderna no erradicó el latifundio, de hecho la conquista
de América consistió básicamente en el reparto de tierras para colonizar y
hacer productivas en pro del beneficio de la metrópolis europea. Con el tiempo
los esclavos que trabajaban en estos fundos fueron reemplazados por peones,
en un sistema semejante al feudal, y luego por trabajadores libres a medida
que ganaba terreno la democracia.
Latifundios en México.
El régimen de Porfirio Díaz fue mostrando poco a poco su intolerancia y
desprecio hacia los ideales que el mismo había impulsado durante su revuelta
y la construcción del Plan de Tuxtepec. La prolongada dictadura estaba
provocando una crisis de legitimidad y odio social hacia la persona de Porfirio
Díaz.
En esta etapa se registraron avances económicos para el país, y Díaz
recaudaba riquezas a título personal y avalaba la existencia de los latifundios
cuyos propietarios eran hacendados (terratenientes) de alcurnia, ganaderos y
arrendatarios y de recién ingreso a las filas de los que comenzaban a creer en
el capitalismo y monopolio económico.
Los Latifundios eran grandes extensiones de tierras ubicadas en las haciendas,
de las cuales, gran parte permanecían ociosas, lo que significaba enormes
pérdidas para el campo mexicano y para economía del país. Estas tierras les
habían sido despojadas a los indígenas desde tiempos de la Colonia y su
expropiación se consolidó con las Leyes de Reforma de Juárez. La idea
fundamental era poner a producir esas grandes extensiones territoriales.
Las pocas extensiones de los latifundios en donde se sembraba y cosechaba,
eran trabajadas por la servidumbre agraria esclavizada casi vitalicia a las
condiciones infrahumanas en que los hacendados y capataces los mantenían.
Los pocos centavos que los jornaleros percibían eran pagados en las tiendas
de raya, ubicadas en la misma hacienda, y además eran obligados a adquirir
los productos diversos que ahí se vendían. Ya que los salarios eran irrisorios,
los peones se veían obligados a hacerse de más productos y a endeudarse con
el hacendado al que le servían.
En ese momento histórico, el campo tenía dos tipos de explotación: una para
el consumo del mercado interno y la dirigida a aumentar las exportaciones,
pues el objetivo era ir cambiando la mentalidad económica de país hasta
convertirlo en una lógica de mercado puramente capitalista que ya imperaba en
buena parte del orbe.
La Ley Agraria en su título quinto de la pequeña propiedad individual de tierras
agrícolas, ganaderas y forestales expone:
TITULO QUINTO
DE LA PEQUEÑA PROPIEDAD INDIVIDUAL DE TIERRAS AGRICOLAS,
GANADERAS Y FORESTALES
Artículo 115.- En los Estados Unidos Mexicanos, quedan prohibidos los
latifundios considerándose como tales a las superficies de tierras agrícolas,
ganaderas o forestales que, siendo propiedad de un solo individuo, excedan los
límites de la pequeña propiedad.
lI. Que las tierras dedicadas a uso agrícola, sin fines de alimentación de
ganado, no excedan las superficies señaladas en el artículo 117. El límite
aplicable será el que corresponda a la clase que tenían dichas tierras antes de
la mejora.
Artículo 124.- Las tierras que conforme a lo dispuesto en esta ley excedan la
extensión de la pequeña propiedad individual, deberán ser fraccionadas, en su
caso, y enajenadas de acuerdo con los procedimientos previstos en las leyes
de las entidades federativas.
D) La federación.
DENUNCIA
Se presentara ante la Secretaria o Procuraduría En cuestión de excedentes de
tierras ejidales.
Si la procuraduría hubiere recibido la denuncia, una vez integrado el
expediente, lo remitirá a la Secretaria.
EXPEDIENTE
Contendrá.
• Denuncia.
• Opinión técnica del registro.
• Escritura publicas u otros documentos que acrediten la titularidad.
• Certificado de propiedad rústica expedido por RPP.
• Constancia por la SAGARPA, el cual constara clase y tipo de tierra y el
coeficiente de agostadero en caso de que sean tierras de ganadería extensiva.
Se solicitara al registro.
Para conocer la titularidad de los derechos parcelarios del denunciado
Contendrá.
• Nombre del titular.
• Nombre del núcleo agrario.
• Municipio.
• Entidad Federativa.
• Numero de certificado.
• Superficie de excedente.
• Copia de derechos parcelarios o acta de asamblea.
• Plano interno.
LA RESOLUCIÓN:
Será emitida Por la secretaria
Contendrá.
RESULTANDOS:
Establece antecedentes y desarrollo del procedimiento de investigación.
CONSIDERANDOS:
Fundamentación y Motivación.
RESOLUTIVOS:
Se determinara el acuerdo correspondiente.
LA SUBASTA SE SUJETARA A:
• Estará presidida por un servidor Público de la Secretaria, Comisariado Ejidal y
del Consejo de Vigilancia.
• El adquirente no podrá tener otros predios cuyas superficies acumuladas
excedan el 5% de las tierras ejidales o el límite de la pequeña propiedad.
• De no haber ofertas para la adquisición del excedente, El denunciado podrá
solicitarle al representante de la Secretaria que prorrogue por un plazo de 3
horas la terminación de la subasta antes de declararla desierta.
EN EL CASO DE DECLARAR DESIERTA LA SUBASTA.
La Secretaria
• Podrá autorizar que el excedente se enajene gratuitamente a quien designe el
ejidatario.
• Deberá levantar acta circunstanciada de la subasta y otorgar copia a los
participantes, así como de remitir el original al Registro para su inscripción y
expedición del certificado correspondiente.
LÍMITES DE EXTENSIÓN
La extensión de la propiedad se refiere a los límites tanto materiales como
jurídicos, que impone la ley para el ejercicio del derecho de dominio o
propiedad. La aplicación absoluta e irrestricta del derecho de dominio,
eventualmente significaría un perjuicio a terceros, quienes legítimamente
pueden ejercer también sus propios derechos y exigir el respeto de los mismos,
pero más que los terceros, debemos referirnos aquí a la sociedad, es aquí
donde surge el concepto de función social de la propiedad. El ejercicio de los
atributos del dominio, no puede perjudicar intereses sociales que están por
sobre los intereses particulares.
El segundo párrafo declara que “Las expropiaciones sólo podrán hacerse por
causa de utilidad pública y mediante indemnización”. El segundo párrafo de la
fracción VI del mismo artículo 27 agrega que: “Las leyes de la Federación y de
los Estados, en sus respectivas jurisdicciones, determinarán los casos en que
sea de utilidad pública la ocupación de la propiedad privada”. Este mismo
dispositivo da las reglas generales sobre fijación del precio e indemnización.
Por su parte, las modalidades a la propiedad privada están previstas en el
párrafo tercero del artículo 27, en los siguientes términos: “La nación tendrá en
todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que
dicte el interés público….”
LEY AGRARIA