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La cuenca se encuentra dividida en dos partes por la Sierra de Altomira, una estrecha
alineación de relieves, formados por materiales cretácicos y paleógenos, que discurre
en dirección norte-sur y que se corresponde con el frente de un manto de corrimiento
enraizado en la Serranía de Cuenca. Las dos subcuencas resultantes, llamadas Cuenca
de Madrid y Cuenca de Loranca, han tenido historias algo diferentes durante el
Paleógeno, ya que el manto de corrimiento de Altomira se fue desplazando desde
mediados del Oligoceno hasta el comienzo del Mioceno. Durante este viaje, la Cuenca
de Loranca fue transportada hacia el oeste y se vio sometida a una tectónica en la que
alternaban compresiones, basculamientos y distensiones locales a medida que su
inestable base se deslizaba cerrando la Cuenca de Madrid. Esta, por su parte, se vio
sometida a una importante compresión desde el este, y los materiales paleógenos
acabaron cabalgados por el manto, o más bien por el conjunto de escamas tectónicas,
de Altomira.
Al igual que las del Duero y del Ebro, la del Tajo fue la cuenca de ante país de los
relieves que la circundaban, y su subsidencia fue cambiando de ritmo y de localización
a medida que la Orogenia Alpina se manifestaba, primero con el levantamiento del
Pirineo, durante el Eoceno y el Oligoceno, luego con el levantamiento de las Béticas,
durante el Oligoceno y parte del Mioceno. La cuenca, situada a medio camino entre los
dos relieves, estuvo sometida durante el Oligoceno a los empujes procedentes del
norte y a los del sureste, aunque parece que se vio más afectada por la compresión,
transmitida desde las Béticas, que produjo el emplazamiento del Manto de Altomira, el
rejuvenecimiento del relieve en los Montes de Toledo, y el principal levantamiento en
el Sistema Central, ya en el Mioceno.
Geología de Madrid: geología, tectónica, geomorfología, estratigrafía.
Los medios sedimentarios tenían una distribución que, a grandes rasgos, se puede
considerar concéntrica: al pie de los relieves, los ríos depositaban en extensos abanicos
aluviales los sedimentos más gruesos que traían desde las montañas; luego
continuaban su curso transportando únicamente una carga de arcillas y sales disueltas,
que iban a sedimentarse en las zonas lacustres o palustres que ocupaban las zonas
centrales de la cuenca. La distribución y el funcionamiento de los medios
sedimentarios estaban controlados por el clima, la proximidad al relieve, la tectónica, y
el tipo de materiales aportados por los ríos. La conjunción de estos factores explica que
simultáneamente se estuvieran produciendo depósitos muy diferentes en distintos
puntos de la cuenca: en las zonas próximas a los relieves, los abanicos aluviales
formaban un pedimento que aún hoy día puede verse formando una rampa que une el
relieve con la zona central de la cuenca en las zonas interiores de la cuenca lo lagos
funcionaron durante gran parte del Mioceno en régimen evaporítico, produciendo una
mayor acumulación de yeso; finalmente, hacia el final del Mioceno, el ambiente
lacustre o palustre, en el que predominaba la sedimentación carbonatada, pareció
extenderse a gran parte de la cuenca, originando una formación geológica, no muy
potente (entre uno y cuatro metros), pero muy característica, que se denomina
informalmente Caliza del Páramo porque constituye precisamente la paramera
abarcada actualmente por la Alcarria. El final del Mioceno coincide con la colmatación
de la Cuenca del Tajo y su enrasamiento con la penillanura elaborada sobre la
Cordillera y coincide también con el momento en que la red fluvial pierde su carácter
centrípeto y es capturada poco a poco, pasando a drenar hacia el oeste a la vez que va
siendo jerarquizada por el Río Tajo. Las tres cuencas han tenido una historia con
muchos puntos comunes y, finalmente, comparten actualmente el mismo nivel de
base, el del mar, por lo que las tres están experimentando simultáneamente el mismo
proceso erosivo bastante rápido, que ha elaborado ese paisaje aterrazado y sembrado
de cerros testigo, cuyo significado ya conocemos.
Geología de Madrid: geología, tectónica, geomorfología, estratigrafía.
Paleógeno.
Calizas y margas lacustres, con un espesor medio de 350 m, cuya edad se atribuye
al Headoniense-Eoceno superior (Arribas, 1986; Ríos el al., 2002):
Neógeno
Los depósitos netamente lacustres también varían a lo largo de la cuenca. Así, en las
zonas sur y este de la cuenca se depositaron yesos seleníticos, lenticulares y detríticos,
formados en lagos someros de moderada salinidad; hacia el norte los depósitos
Geología de Madrid: geología, tectónica, geomorfología, estratigrafía.
lacustres son esencialmente carbonatos dolomíticos. Todo ello contrasta con los
carbonatos de agua dulce depositados en la zona NE. En la secuencia superior, los
depósitos lacustres son sobre todo carbonatos de agua dulce, estando los ambientes
más evaporíticos restringidos a las zonas S y E de la cuenca. El techo de la Unidad
registra una amplia expansión de los carbonatos lacustres, en general someros (Calvo
el al., 1989) sobre los que se desarrolló un importante sistema paleokárstico
(Cañaveras el al., 1996)
Plioceno.
Los afloramientos pliocenos son muy discontinuos a lo largo de la cuenca, estando bien
representados en las zonas sur y este. En estas zonas se diferencian dos unidades. La
unidad inferior o "series rojas" (Pérez-González, 1982), también denominada Unidad
detrítica pIiocena (Sanz, 1996), está formada por un máximo de 40 m de lutitas rojas,
areniscas y conglomerados, cuyos afloramientos siguen una dirección N-S, siendo muy
frecuentes los canales con relleno carbonático. La unidad superior del Plioceno está
representada en el centro de la cuenca por una potente ca1creta laminar (Sanz, 1996):
Hacia los márgenes de la cuenca y con edades algo más recientes se desarrollaron las
rañas y rampas arenosas.
Paleógeno.
La Unidad Basal (Díaz Molina, 1978) o Fm Arcillas margas y yesos de Villalba de la Sierra
(Meléndez el al., 1985) está compuesta fundamentalmente por lutitas yesíferas verde-
gris y yeso nodular sacaroideo con estructura "chicken wire" (anhidrita en sondeos):
Presenta intercalaciones decimétricas de calizas y dolomías micríticas. Hacia techo
aparecen intercalaciones de areniscas y lutitas abigarradas con dolomías camiolares. Se
emplaza concordante sobre la Fm Brechas de Cuenca, de edad Cretácico. Su potencia
supera los 300 m y su edad es Maastrichtiense (Senoniense)-Eoceno medio.
La Unidad Detrítica Inferior (Díaz Molina, 1974) está compuesta por conglomerados y
areniscas, lutitas y calizas. Las estructuras sedimentarias permiten interpretar los
conglomerados y areniscas como depósitos de canal, las lutitas corresponden a
depósitos de llanura de inundación o lacustres; las calizas son lacustres. Su potencia
oscila entre 150 y 300 m y su edad es Rhenaniense-Arvemiense inferior (Torres y
Zapata, 1986):
La Unidad Detrítica Superior (Díaz Molina, 1974) se depositó sobre una discordancia
con paleorrelieve sobre los materiales de unidades más antiguas. En su parte inferior
está formada por conglomerados polimícticos y poligénicos y areniscas (subarcosas a
litarenitas) grises en sondeo, lutitas marrones, calizas y yesos, nodulares a veces, con
abundante materia orgánica - niveles de gytja o lignito): Las areniscas son depósitos de
canales. Las lutitas generalmente corresponden a depósitos de llanura de inundación.
Las calizas y yesos se interpretan como depósitos palustres-lacustres. La potencia es
variable, superando los 500 m en la parte central de la cuenca. Su edad es Arvemiense
inferior-Ageniense.
Neógeno.
El Primer Ciclo Neógeno se deposita según una discordancia con paleorrelive sobre
materiales más antiguos en zonas plegadas y definiendo una ruptura sedimentaria con
la Unidad Detrítica Superior en zonas centrales de la cuenca. Está compuesto por
conglomerados, areniscas grises y negras en sondeo, lutitas, yesos bioturbados y
detríticos, calizas y arcillas de neoformación (sepiolitas de Pareja): Se interpretan, en su
conjunto, como depósitos de abanico aluvial (CD-6-49) gradando a una zona central
lacustre con su depocentro entre Huete y Pareja. De acuerdo con datos de sondeo, su
potencia máxima es de 350 m. Su edad es Ageniense superior-Aragoniense medio.
El Segundo Ciclo Neógeno se deposita según una discordancia con paleorrelive sobre
materiales más antiguos en zonas plegadas o definiendo una ruptura sedimentaria con
el ciclo anterior en zonas centrales de la cuenca. Sus caracteres litológicos son similares
a los del Primer Ciclo Neógeno pero predominan los carbonatos sobre los sulfatos. En
Córcoles se desarrolla una zona palustre carbonatada con importantes anomalías
Geología de Madrid: geología, tectónica, geomorfología, estratigrafía.
El Tercer Ciclo Neógeno se corresponde con las "Calizas del Páramo", en cuya base se
observan las arenas de la "red fluvial intramiocena", constituida por conglomerados y
arenas con paleo corrientes de dirección E-O. Por criterios regionales, Torres el al.
(1984) le atribuyen una edad Vallesiense Turoliense. Su potencia se estima en unos 50
m.
El Cuarto Ciclo Neógeno está representado por materiales detríticos o químicos, a los
que se atribuye, en ocasiones sin criterios paleontológicos claros, edad Plioceno.
En los dos sectores de la Cuenca del Tajo, las unidades miocenas más inferiores se
disponen en discordancia sobre los materiales infrayacentes, lo que pone de manifiesto
la continuidad de la deformación compresiva. En la Depresión Intermedia los tres
primeros ciclos del Neógeno configuran una discordancia progresiva observable en el
barranco de Pareja. El techo de la Unidad Inferior de la Cuenca de Madrid y del Primer
Ciclo Neógeno de la Depresión Intermedia coincide con el desarrollo de sistemas
lacustres someros a lo largo de toda la cuenca. La amplia presencia de evaporitas
responde a la erosión y reciclado de formaciones evaporíticas mesozoicas y paleógenas
(Rodríguez-Aranda el al., 1991): Sobre los depósitos lacustres progradan bruscamente
los depósitos elásticos de la base de la Unidad Intermedia o del Segundo Ciclo.
Localmente, en la Cuenca de Madrid se observa una discordancia angular entre estas
dos unidades. Esta discordancia refleja movimientos compresivos y también
direccionales, que afectaron sobre todo al Sistema Central (De Vicente el al., 1996b) Y
que corresponde solo a la "Fase Guadarrama" (Capote el al., 1990): La discontinuidad
entre las dos secuencias de la Unidad Intermedia, puede relacionarse, desde el punto
de vista tectónico, con los movimientos en dirección y de compresión uniaxial del
borde SO de la Cordillera Ibérica, aunque es posible que el clima condicionara también
esta discontinuidad de orden menor dentro del Aragoniense superior, que sólo queda
registrada en la Cuenca de Madrid.
Desde el Vallesiense hasta el Plioceno, han continuado activas las fallas normales del
centro de cuenca. Los cambios más importantes parecen ser climáticos. No obstante,
durante el Plioceno inferior se produce la deformación de las calizas de la Unidad
Superior, generando los nuevos surcos sinclinales (Tajo y Tajuña) en respuesta a la
amplificación del "forebulge isostático" del Sistema Central hacia centro de cuenca
(Andeweg el al., 1999): A favor de estos surcos se instala una nueva red fluvial que
fosiliza el karst generado sobre la Unidad Superior y que afirma ya el neto carácter
exorreico de la cuenca. Las variaciones en el grado de aridez dentro del Plioceno
parecen condicionar el desarrollo de sistemas kársticos en las etapas de mayor
humedad y de calcretas laminares en las más áridas (Sanz, 1996):
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