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Sesión 8
Catolicidad de la Iglesia
Esquema de la lección:
I. El término Católico.
1. ¿Es bíblico el término católico?
2. Evolución del término “catolicidad”.
3. Catolicidad y universalidad de la Iglesia.
II. La vocación “universal”.
1. Universal por vocación y por misión.
2. Tres sentidos de la catolicidad.
3. Catolicidad, tercera propiedad de la Iglesia.
III. El Espíritu Santo, alma de la catolicidad.
1. El Espíritu Santo, origen de la catolicidad.
2. La plenitud de la catolicidad.
3. El Espíritu Santo manifiesta la catolicidad.
IV. La Iglesia enviada por Dios a las gentes.
1. Catolicidad y Misión.
2. Catolicidad y ecumenismo.
3. Catolicidad y Escatología en la Iglesia.
Profundiza tu fe:
1. Define ¿Cómo podemos explicar que la Iglesia es católica aunque no se
encuentre el término en la Biblia?
2. Explica ¿qué significa el término “universalidad”
3. Investiga ¿Qué relación existe entre la misión y la vocación de la
Iglesia?
Catecismo:
Para profundizar en el tema puedes leer CEC nn. 830 al 856
Cuerpo doctrinal:
I. El término Católico.
1. ¿Es bíblico el término católico?
La ausencia del término católico en la Escritura no necesariamente indica que
falte el concepto de universalidad como nota propia del pueblo de Dios.
En el Antiguo Testamento vemos como Abraham es el punto de partida,
Dios lo hace Padre de un gran pueblo para bendecirlo. (Gn. 12,2)
El universalismo mesiánico es recordado de manera constante por los profetas:
Isaías 2,2 ss; 66,1821; Jer. 3,17; Dan. 7,1314; Zac. 9,910; Mal. 1,1011.
En el Nuevo Testamento Jesús predica el reino que el reino de los cielos
ha llegado y que está abierto a todos los hombres (Lc. 2, 3032). Este
universalismo es patente cuando marca a los doce apóstoles un destino
universal: Id, pues y haced discípulos a todas las gentes (Mt. 28,19).
2. Evolución del término “catolicidad”.
El primero que unió el término «católica" a la mención de la Iglesia fue
san Ignacio de Antioquía: "Donde aparece el obispo, allí está reunida la
comunidad, lo mismo que donde está Cristo, allí está la Iglesia católica"
(A los Esmirniotas 8:2).
San Agustín, en polémica contra los donatistas, señalará precisamente
en la "universalidad" (esta vez en sentido no sólo cualitativo, sino
también cuantitativo) el carácter de la verdadera Iglesia frente a las
pretensiones de la secta donatista. Así pues, cuando se le aplica a la
Iglesia, el término "católico " no designa tanto la autenticidad y la verdad
(con la que va unida la afirmación de su necesidad salvífica para la
humanidad) como su expansión universal.
3. Catolicidad y universalidad de la Iglesia.
En realidad, la Iglesia es por institución divina 'católica', o sea 'universal' (En
griego kath'hólon: que comprende todo). [...] Toda la tradición de los Padres y
Doctores de la Iglesia repite esta definición de origen evangélico, hasta el
Concilio Vaticano II, que enseña: 'Este carácter de universalidad que distingue
al pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia católica
tienda, eficaz y perpetuamente a recapitular toda la humanidad ( ) bajo Cristo
Cabeza, en la unidad de su Espíritu' (Lumen Gentium, 13).
Esta catolicidad es una dimensión profunda, fundada en el poder universal de
Cristo resucitado (Cf. Mt 28, 18) y en la extensión universal de la acción del
Espíritu Santo (Cf. Sab 1, 7), y fue comunicada a la Iglesia por institución
divina. Efectivamente, la Iglesia era católica ya desde el primer día de su
existencia histórica, la mañana de Pentecostés.
II. La vocación universal.
1. Universal por vocación y por misión.
El catecismo nos dice en el numeral 835 que en el pensamiento del Señor es la
Iglesia, universal por vocación y por misión, la que, echando sus raíces en la
variedad de terrenos culturales, sociales, humanos, toma en cada parte del
mundo aspectos, expresiones externas diversas" [Pablo VI]. La rica variedad de
disciplinas eclesiásticas, de ritos litúrgicos, de patrimonios teológicos y
espirituales propios de las Iglesias locales "con un mismo objetivo muestra muy
claramente la catolicidad de la Iglesia indivisa".
2. Tres sentidos de la catolicidad.
Santo Tomás de Aquino desarrolla los diversos elementos de la teología de la
catolicidad.
La Iglesia es universal en tres sentidos:
Se encuentra en todos los lugares, teniendo tres partes: en la tierra, en el
cielo y en el purgatorio. “Ante todo, doy gracias a mi Dios por medio de
Jesucristo, por todos vosotros, pues vuestra fe es alabada en todo el
mundo”. (Cf. Rom. 1,8)
Juan Pablo II. Notas sobre la Iglesia (10.VII.91)
2
3
Benedicto XVI. 27 de mayo de 2007, solemnidad de Pentecostés
Incluye personas de todos los estados de vida. “ya no hay judío ni griego;
ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús.” (Cf. Gal. 3,28)
No tiene límite de tiempo desde Abel hasta la consumación de los siglos.
3. Catolicidad, tercera propiedad de la Iglesia
La tercera propiedad de la Iglesia es su catolicidad o universalidad.
La Iglesia no está ceñida, como las naciones civiles o las sectas heréticas, a los
confines de un reino o al ámbito de una raza. Con maternal caridad abraza a
todos [...] siervos o libres, hombres o mujeres, porque Cristo lo es todo en todos
(Col 3,11; Ga 3,28).
En el Apocalipsis se ha escrito: Con tu sangre has comprado para Dios hombres
de toda tribu, lengua, pueblo y nación, y los hiciste para nuestro Dios reino de
sacerdotes, y reinan sobre la tierra (Ap 5,910).
Además, desde Adán hasta hoy y desde hoy hasta el fin del mundo, todos los
fieles que profesan la fe verdadera pertenecen a la misma Iglesia, edificada
sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas.
Llámase, finalmente, católica la Iglesia porque todos cuantos quieran conseguir
la salvación eterna deben adherirse a ella, como en tiempos de Noé debían
entrar en el arca quienes no querían perecer en el diluvio . 4
III. El Espíritu Santo, alma de la catolicidad.
1. El Espíritu Santo, origen de la catolicidad.
Esta catolicidad tiene su origen en el Espíritu Santo, que «llena la tierra» (Sb 1,
7) y es principio universal de comunicación y comunión. La «fuerza del Espíritu
Santo» tiende a propagar la fe en Cristo y la vida cristiana «hasta los confines
de la tierra (Hch 1, 8), extendiendo a todos los pueblos los beneficios de la
redención.
Catecismo Romano 1090
4
Antes de la venida del Espíritu Santo, la comunión con el Dios verdadero en la
Alianza divina no era accesible de modo igual a todos los pueblos. [...] Para
entrar de algún modo en la alianza divina, era preciso aceptar la circuncisión y
adoptar las observancias del pueblo judío, apartándose, por tanto, del pueblo al
que pertenecían. Ahora, en cambio, la comunión con Dios no requiere ya estas
condiciones restrictivas, porque se lleva a cabo «por medio del Espíritu». Ya no
existe ninguna discriminación por motivo de raza o de nación. Todas las
personas humanas pueden «ser morada de Dios en el Espíritu» (Ef 2, 22).
Este cambio de situación había sido anunciado por Jesús en su conversación
con la samaritana: «Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores
verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el
Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran deben
adorar en espíritu y en verdad» (Jn 4, 2324). Era la respuesta de Jesús a la
pregunta sobre el lugar del verdadero culto a Dios, que era el monte Garizim
para los samaritanos y Jerusalén para los judíos.
La respuesta de Cristo indicaba otra dimensión del culto verdadero a Dios: la
dimensión interior («en espíritu y en verdad»), por la que el culto no se
encontraba ligado a un lugar determinado (santuario nacional), sino que era
culto universal. Esas palabras dirigidas a la samaritana abrían el camino hacia
la universalidad, que es una cualidad fundamental de la Iglesia como nuevo
Templo, nuevo Santuario, construido y habitado por el Espíritu Santo. Esta es
la raíz profunda de la catolicidad.5
2. La plenitud de la catolicidad.
El catecismo nos enseña en el numeral 855 que la misión de la Iglesia reclama
el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos. En efecto, "las divisiones entre los
cristianos son un obstáculo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de la
catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella
ciertamente por el bautismo, están, sin embargo, separados de su plena
comunión.”
Juan Pablo II Audiencia General. 2.01.91
5
Los esfuerzos constantes de todos y la vigilancia son requisitos para fomentar y
ahondar sin cesar esta unidad, que constituye el centro del ministerio de la
Iglesia. [...] Servir a la Iglesia es servir a Cristo en su designio de "reunir en
uno todos los hijos de Dios, que están dispersos" (Jn 11, 52). y de renovarlo todo
y recapitularlo finalmente en El, para someterlo todo a su Padre a fin de que
seamos todos en el Espíritu eternamente alabanza de su gloria.
3. El Espíritu Santo manifiesta la catolicidad
Como escribió el concilio Vaticano II, 'Cristo envió de parte del Padre al
Espíritu Santo, para que llevar cabo interiormente su obra salvífica e impulsar
la Iglesia a extenderse a sí misma. El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el
mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés
descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre; la
Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud. (Ad gentes, 4).
El texto conciliar pone de relieve en qué consiste la acción del Espíritu Santo en
la Iglesia, a partir del día de Pentecostés. Se trata de unción salvífica e interior
que, al mismo tiempo, se manifiesta externamente en el nacimiento de la
comunidad e institución de salvación. Esa comunidad, la comunidad de los
primeros discípulos está completamente impregnada por el amor que supera
todas las diferencias y las divisiones de orden terreno. El acontecimiento de
Pentecostés es signo de una expresión de fe en Dios comprensible para todos, a
pesar de la diversidad de las lenguas.
La Iglesia recién nacida, de ese modo, por obra del Espíritu Santo, el día de
Pentecostés, se manifiesta inmediatamente al mundo. No es una comunidad
cerrada, sino abierta podría decirse abierta de par en par a todas las naciones
'hasta los confines de la tierra' (Hech 1, 8). Quienes entran en esta comunidad
mediante el bautismo, llegan a ser, en virtud del Espíritu Santo de verdad,
testigos de la Buena Nueva, dispuestos para transmitirla a los demás. Es, por
tanto, una comunidad dinámica, apostólica: la Iglesia 'en estado demisión'. 7
IV. La Iglesia enviada por Dios a las gentes.
1. Catolicidad y Misión.
Juan Pablo II a la Asamblea plenaria del Secretariado para la unión de los cristianos. 18.11.78
6
Juan Pablo II. Catequesis El Espíritu Santo en el origen de la Iglesia (2.X.91)
7
La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "el sacramento universal de
la salvación", obedeciendo el mandato de su Fundador (Cf. Mc., 16,15), por
exigencias íntimas de su misma catolicidad, se esfuerza en anunciar el
Evangelio a todos los hombres. Porque los Apóstoles mismos, en quienes está
fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, " predicaron la palabra de la
verdad y engendraron las Iglesias. Obligación de sus sucesores es dar
perpetuidad a esta obra para que "la palabra de Dios sea difundida y
glorificada" (2 Tes., 3,1), y se anuncie y establezca el reino de Dios en toda la
tierra. 8
El catecismo nos dirá sobre el mandato misionero: "La Iglesia, enviada por Dios
a las gentes para ser «sacramento universal de salvación», por exigencia íntima
de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza
por anunciar el Evangelio a todos los hombres": "Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,1920). (cf. CEC
849)
2. Catolicidad y ecumenismo.
Aunque la Iglesia católica posea toda la verdad revelada por Dios, y todos los
medios de la gracia, sin embargo, sus miembros no la viven consecuentemente
con todo el fervor, hasta el punto que la faz de la Iglesia resplandece menos
ante los ojos de nuestros hermanos separados y de todo el mundo, retardándose
con ello el crecimiento del reino de Dios.
Por tanto, todos los católicos deben tender a la perfección cristiana y esforzarse
cada uno según su condición para que la Iglesia, portadora de la humildad y de
la pasión de Jesús en su cuerpo, se purifique y se renueve de día en día, hasta
que Cristo se la presente a sí mismo gloriosa, sin mancha ni arruga.
Ad Gentes 1
8
Ad Gentes 4
9
Guardando la unidad en lo necesario, todos en la Iglesia, cada uno según el
cometido que le ha sido dado, observen la debida libertad, tanto en las diversas
formas de vida espiritual y de disciplina como en la diversidad de ritos
litúrgicos, e incluso en la elaboración teológica de la verdad revelada; pero en
todo practiquen la caridad. Pues con este proceder manifestarán cada día más
plenamente la auténtica catolicidad y la apostolicidad de la Iglesia. Por otra
parte, es necesario que los católicos, con gozo, reconozcan y aprecien en su valor
los tesoros verdaderamente cristianos que, procedentes del patrimonio común,
se encuentran en nuestros hermanos separados. Es justo y saludable reconocer
las riquezas de Cristo y las virtudes en la vida de quienes dan testimonio de
Cristo y, a veces, hasta el derramamiento de su sangre, porque Dios es siempre
admirable y digno de admiración en sus obras. 10
3. Catolicidad y Escatología en la Iglesia.
En la gran visión celeste, que sigue en el Apocalipsis a las cartas dirigidas a las
siete Iglesias, el Cordero es alabado solemnemente porque ha sido inmolado y
ha rescatado para Dios con su sangre 'hombres de toda raza, lengua, pueblo y
nación' y ha hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes (Cf. Ap 5, 9
10). En una visión sucesiva, Juan ve 'una muchedumbre inmensa, que nadie
podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono
(de Dios) y del Cordero' (Ap 7, 9), Iglesia de los bienaventurados, Iglesia de los
hijos de Dios en el tiempo y en la eternidad: es la única realidad del pueblo
mesiánico, que se extiende más allá de todos los límites de espacio y de toda
época histórica, según el plan divino de la salvación, que se refleja en la
catolicidad.11
Lecturas complementarias:
Fragmento de la Homilía de Benedicto XVI en la solemnidad de San Pedro y
San Pablo. 29 de junio de 2005.
10
Juan Pablo II a la Asamblea plenaria del Secretariado para la unión de los cristianos.
18.11.78
11
Ibid
Como san Pablo, también san Pedro vino a Roma, a la ciudad a donde
confluían todos los pueblos y que, precisamente por eso, podía convertirse, antes
que cualquier otra, en manifestación de la universalidad del Evangelio. Al
emprender el viaje de Jerusalén a Roma, ciertamente sabía que lo guiaban las
palabras de los profetas, la fe y la oración de Israel.
Autoevaluación:
1. Explica con tus palabras ¿Qué significa que la Iglesia es “católica”?
2. Haz una breve descripción de la evolución del término “católico”
3. ¿Cómo podemos medir el compromiso evangelizador del cristiano?
4. Santo Tomás de Aquino habla de tres sentidos de la universalidad de la
Iglesia, ¿Cuáles son?
5. Haz una comparación entre la Iglesia católica y el arca de Noé.
6. ¿Por qué se dice que el Espíritu Santo es el origen de la catolicidad?
7. ¿Cómo manifiesta la catolicidad el Espíritu Santo?
8. ¿Qué relación existe entre la misión y la catolicidad de la Iglesia?
9. ¿Cuál debe ser la actitud correcta de un católico, según Juan Pablo II
ante los hermanos separados? (Consulta el número 2 de la IV parte.)
10. ¿Qué significa que la Iglesia esté marcada por una vocación escatológica?