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LOS DERECHOS DEL NIÑO

Ernesto Durán

“Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la


salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y
nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y
amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su
opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o
moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y
trabajos riesgosos (...) La familia, la sociedad y el Estado tienen la
obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Los derechos de
los niños prevalecen sobre los derechos de los demás” (Constitución
Nacional, Art. 44)

Nuestra Constitución, carta de navegación del país y marco jurídico fundamental,


retoma en su Artículo 44 los principios básicos de la Convención Internacional de
los Derechos del Niño, convertida en Ley de la República por la Ley 12 de 1991,
estableciendo la corresponsabilidad de la familia, el Estado y la sociedad en
general frente a la protección de la infancia.

El estado colombiano, como todos los estados del mundo, y en representación de


sus ciudadanos, ha aceptado que los niños además de ser titulares de los
derechos que tienen todas las personas, establecidos en las diferentes
declaraciones de Derechos Humanos, las constituciones y las leyes, gozan de una
protección específica a sus derechos, acorde con las necesidades propias de su
proceso de Crecimiento y Desarrollo, que busca garantizarles unas condiciones de
existencia dignas.

Sin embargo, la realidad cotidiana muestra que niños y niñas no son vistos por los
adultos como sujetos de derecho y por el contrario, con alta frecuencia sus
derechos son vulnerados, tanto en la vida familiar, como en la vida social. Son
ellos quienes más se ven afectados por la exclusión social, la pobreza, la
violencia, las guerras y otras duras realidades que vive el país y el mundo.

Este capítulo trata de explicar qué son los Derechos del Niño, no solo como un
consenso universal de carácter normativo, sino como un proyecto ético y político,
que busca construir un mundo más justo, a partir del principio fundamental de
proteger la base de la sociedad, los ciudadanos que inician su transitar por el
mundo.

Aspectos históricos

La firma de la Convención de los Derechos del Niño fue la culminación de más de


70 años de esfuerzos por obtener de la comunidad internacional un
reconocimiento de las necesidades específicas de los niños y un compromiso con
unas condiciones de vida mínimas para ellos

Antes del siglo XX y en buena parte del mismo, los niños fueron prácticamente
ignorados por el derecho en el mundo, hasta el punto de ser casi antinómicos en
la tradición jurídica los términos derechos y niñez. Se protegían sólo las facultades
--por lo general muy discrecionales-- de los padres y de los jueces. Los intereses
de los niños eran un asunto privado, que quedaba por fuera de la regulación de los
asuntos públicos.

Afortunadamente, desde comienzos del siglo XX se observa una tendencia a


acordar un conjunto de principios de alcance universal para la protección de los
derechos de los niños, es así como en 1924 la Sociedad de las Naciones adopta
en su Quinta Asamblea la primera declaración de 5 puntos sobre los derechos del
niño, conocida como la Declaración de Ginebra.

En 1948 la asamblea General de las Naciones Unidas aprueba una versión


ampliada del texto anterior, un documento breve de siete puntos que plantea "Por
la presente Declaración de los Derechos del Niño… los hombres y las mujeres de
todas las naciones, reconociendo que la Humanidad debe a los niños lo mejor de
sí misma, declara y acepta como su responsabilidad cumplir con esta obligación
en todos sus aspectos…".

En 1959 las Naciones Unidas adoptan una declaración de 10 principios, que parte
nuevamente del reconocimiento de que “La humanidad debe al niño lo mejor que
pueda darle”, la cual incluía ya los principios básicos de protección y bienestar que
son la base de la Convención.

Posteriormente viene un largo proceso de discusión con la colaboración de los


representantes de todas las sociedades, todas las religiones y todas las culturas,
que se esperaba culminara en 1979, Año Internacional del Niño, pero que tardó 10
años más. Hasta que el 20 de Noviembre de 1989 la Asamblea General de
Naciones Unidas aprueba unánimemente el texto de la Convención, la cual tiene
un peso jurídico y ético para los estados que lo firman que va mucho más allá del
que establece una declaración de principios, como lo eran las anteriores.

Hasta el momento, la Convención ha sido ratificada por todos los países, con
excepción de Somalia y los Estados Unidos, cobijando al 96% de los niños del
mundo. Convirtiéndose en el tratado de derechos humanos mas ampliamente
ratificado, a pesar de diferencias étnicas, políticas, culturales y religiosas entre los
países firmantes.

Si bien este no es el final del camino y el mundo tendrá que seguir avanzando en
construir cada vez un mejor marco de principios y compromisos con los niños, si
es un hito histórico fundamental.
Hoy el marco normativo de los Derechos de los Niños, comprende tanto la
Convención como una serie de desarrollos anteriores y posteriores como: Los
convenios de La Haya sobre adopciones; el Convenio 182 de la Organización
Internacional del Trabajo sobre las peores forma de trabajo infantil; el Protocolo
Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la Venta de
niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía; el Protocolo
Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
Participación de Niños en los conflictos armados y el Protocolo para Prevenir,
Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niños, entre
otros.

Una nueva perspectiva

La Convención y demás desarrollos en torno a los derechos de los niños reflejan


una nueva perspectiva en torno a los niños, ellos no son propiedad de sus padres
ni tampoco beneficiarios indefensos de una obra de caridad. Son seres humanos,
individuos miembros de una familia y una comunidad, con derechos y
responsabilidades adaptados a la etapa de su desarrollo

La niñez y la adolescencia no son etapas de preparación para la vida adulta, si no


momentos de la vida, formas de ser persona y tienen igual valor que cualquier otra
etapa de la vida. Son etapas de desarrollo progresivo de la autonomía personal,
social y jurídica, no fases de subordinación a los padres o a otros adultos.

Se reconoce la dignidad humana fundamental de todos los niños, en oposición a la


idea predominante hasta ese momento en la mayor parte de culturas y
legislaciones existentes del niño definido desde su incapacidad. Los niños no son
definidos entonces desde sus carencias, por lo que les falta para ser adultos; por
el contrario, se les define por sus atributos.

Se considera a cada niño como un sujeto pleno de derechos exigibles, en


contraposición a la anterior visión del niño como un conjunto de necesidades,
objeto de protección y control de los padres o el Estado, que fue el eje de la
llamada “legislación de menores” en el mundo entero, de la cual el Código del
Menor colombiano es un ejemplo.

Hay un cambio conceptual que se ha planteado como el paso de la consideración


de las necesidades a la de los derechos, lo que implica un cambio de mirada en la
relación del Estado y los adultos con la niñez. En lugar que los niños sean vistos
como receptores o beneficiarios de la asistencia social, son concebidos como
sujetos de derecho frente al Estado y la sociedad, personas a la que se les
reconoce el derecho a ser protegidos integralmente en su desarrollo y frente a los
cuales existen obligaciones muy concretas y específicas.

Otra característica fundamental del enfoque de los derechos humanos aplicado a


los niños, es mirar de una manera diferente las relaciones de los niños con la
familia, la sociedad y el Estado. Estableciéndose derechos y deberes recíprocos
para los padres, la sociedad, el estado y los mismos niños.

Dentro de esta visión, se subraya y defiende la función de la familia en la vida de


los niños, eso si, en el marco de unas relaciones más igualitarias a su interior. La
Convención dice en su preámbulo, "la justicia y la paz en el mundo se basan en el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables
de todos los miembros de la familia humana".

Esta nueva mirada: ética, jurídica y política se constituyó en uno de los cambios
más trascendentales del siglo XX y permite vislumbrar un siglo XXI con nuevas
perspectivas, donde la humanidad de ahora sí a sus niños lo mejor de si.

Los principios

Los Derechos de los Niños están sustentados en una serie de principios que
constituyen un marco general esencial para su comprensión y aplicación, la mayor
parte de ellos están incorporados a la Convención. Entre estos principios están:

• Igualdad- Universalidad-No discriminación

Estos 3 principios están íntimamente relacionados. Como en todos los


instrumentos de Derechos Humanos, se establece una titularidad universal, lo que
quiere decir que todo sujeto en desarrollo (niño o niña) por el solo hecho de existir
y desde el momento de su nacimiento, en cualquier lugar del mundo donde se
encuentre, es titular de todos los derechos establecidos. Se prohíbe expresamente
la discriminación por cualquier causa o característica tanto del niño como de sus
padres, tutores o familiares; como la raza, el sexo, la condición social o
económica, el credo, la ideología, la lengua o el origen nacional.

Todos los niños y adolescentes son iguales en su calidad de personas titulares de


los derechos y en su ejercicio y restablecimiento. Todos son igualmente dignos y
así mismo tienen las mismas responsabilidades y el mismo derecho a la libertad y
la autonomía progresiva.

El planteamiento de los derechos de los niños busca además romper una


discriminación histórica, la que se da por causa de la edad, que ha hecho que los
más jóvenes sean de los grupos menos aventajados y no se les reconozcan los
derechos establecidos para todas las personas, que en la práctica son
generalmente asumidos como derechos de los adultos.

La exigibilidad de los derechos es igualmente universal: Todos y cada uno de los


derechos son exigibles, sin ninguna discriminación, tanto por parte de los niños
como del resto de la sociedad. Ahora, la no discriminación exige una igualitaria
protección de los derechos de los niños, atendiendo a sus particularidades, lo que
lleva a que deben desarrollarse estrategias de protección y compensación para los
niños que se encuentran en mayor vulnerabilidad, con el fin de asegurar la
igualdad de oportunidades en el acceso a los derechos.

Un medio privilegiado que establece la Convención para el logro de la igualdad es


el derecho a la educación, cuyos fines van dirigidos a el desarrollo integral de las
capacidades del niño y a "preparar al niño para asumir una vida responsable en
una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los
sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y
personas de origen indígena", con lo que se busca que las nuevas generaciones
asuman la igualdad y la no discriminación como valores éticos centrales,
rompiéndose el círculo de inequidad e intolerancia que tanto contribuye a que no
se respeten los Derechos Humanos.

Otra forma de asumir el principio de igualdad, es que los derechos se ejerzan en


igualdad de oportunidades, como lo explicita la Convención derechos como el de
la educación, en el que establece un nivel mínimo al que deben tener acceso
todos los niños, así como la posibilidad de acceder a niveles educativos
superiores.

• Interés superior del niño

Desde antes de la firma de la Convención, venía creciendo en el mundo la


aceptación del planteamiento de que los niños deben ser sujetos privilegiados en
la sociedad, lo que se vio reflejado en la conocida expresión “los niños primero”.
Esto es lo que retoma la Convención cuando plantea el principio del interés
superior del niño.

El interés superior del niño, cuyo contenido se ha ido desarrollando en la medida


en que se avanza en el tema de los derechos, no es otra cosa que una forma de
expresar que no puede haber un interés superior a la vigencia efectiva de los
derechos del niño y que ni el interés de los padres, ni el de otros adultos, ni el del
Estado, puede ser el prioritario, cuando se toman decisiones que afectan a los
niños.

Es importante aclarar que el principio no está formulado en términos absolutos y


que dado que los derechos de los niños no se ejercen aisladamente de los
derechos de otras personas, este interés no es excluyente, sino que existe un
criterio de prioridad. No se pretende confrontar con los derechos de otras
personas, sino que es un elemento mediador en estas tensiones, estableciendo
que las cosas se deben prioritariamente resolver de la manera que sea más
favorable a los niños.

Este principio es de una gran amplitud y obliga a nivel macro tanto al poder
judicial, como al ejecutivo y al legislativo y a nivel micro a todas las autoridades e
instituciones públicas y privadas, a los padres y a las personas responsables del
cuidado de los niños.

Este principio se convierte en norma en caso de los conflictos jurídicos (los fallos
deben ser los que más favorezcan la vigencia de sus derechos), en una
orientación política en la formulación de políticas públicas o acciones del estado y
en la asignación del gasto público (hay que tomar prioritariamente las medidas que
promuevan y protejan los derechos de los niños) y en una guía para las decisiones
que tomen padres, tutores y cuidadores (las relaciones paternales y el cuidado de
los niños se deben orientar de acuerdo con su interés superior, estando el ejercicio
de la autoridad limitado por éste).

Visto de otra manera significa que no existe ninguna justificación valedera para
que el Estado, la sociedad o la familia incumplan o violen los derechos de los
niños. Este principio se complementa con el derecho del niño a expresar su
opinión o punto de vista, en todos los asuntos que le afecten. Los niños tienen el
derecho a opinar sobre qué es lo que más les conviene.

• Autonomía

En contraposición al argumento tradicional en nuestras culturas de que los padres


y demás adultos tienen todo el poder sobre los niños, porque ellos carecen de
autonomía, este principio dice que los niños desarrollan una autonomía progresiva
en el ejercicio de sus derechos, acorde con la evolución de sus facultades.

Los padres no tienen entonces poderes ilimitados, sino funciones delimitadas que
buscan lograr el ejercicio autónomo progresivo de sus derechos por parte de los
niños. Como se dijo anteriormente, los derechos de los padres no son absolutos,
sino que están limitados por los derechos de los niños y por el interés superior de
ellos.

La autonomía progresiva en el ejercicio de sus derechos se constituye en el marco


para entender las funciones del Estado y la familia en la promoción del desarrollo
integral del niño. La crianza y la educación se deben entonces orientar hacia el
logro de esta autonomía progresiva.

Este principio es clave al entender la responsabilidad especial de los adolescentes


ante la ley penal o el reconocimiento de los derechos de participación y libre
expresión.

• Participación

El principio de la participación significa que los niños son participantes activos en


el ejercicio de sus derechos y no receptores pasivos de los mismos. Ellos tienen el
derecho a ser escuchados y tenidos en cuenta, así como a expresar libremente su
opinión sobre el ejercicio de sus derechos y sobre la vida personal, familiar y
social.

• Corresponsabilidad

Como lo dice la Constitución Nacional “la familia, la sociedad y el Estado tienen la


obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e
integral y el ejercicio pleno de sus derechos”. Los tres son corresponsales activos y
complementarios en el respeto de los derechos de los niños.

La responsabilidad fundamental de la familia como nicho protector básico en


respetar los derechos de los niños y formar en una cultura de respeto de los
derechos de los demás, se ve complementada por la responsabilidad social (de la
sociedad entera) de generar espacios de democracia donde se permita el pleno
desarrollo de los niños y la de las instituciones del estado de complementar a los
dos anteriores en sus funciones e intervenir cuando es preciso defender los
derechos de los niños, ya sea porque la familia y la sociedad no tienen la capacidad
o no cumplen sus funciones, o porque estos han sido vulnerados, sea por la misma
familia o por otros miembros de la sociedad.

• Integralidad

Los niños son seres integrales socio-sico-biológicos, son los adultos encargados
de su atención quienes los miran fragmentadamente. Sus necesidades también
son integrales, no se puede aislar su necesidad de afecto o protección, de su
necesidad de alimentación, cuidado o reconocimiento.

Los derechos son igualmente integrales e interdependientes. Que se respete el


derecho a la salud o a la educación, que es en lo que han avanzado la mayor
parte de estados, no es suficiente para la vigencia plena de los derechos, la
función del estado tiene que ir mucho más allá. Igualmente la función de la familia
no se limita a garantizar el derecho a la comida, al vestido o a la educación, sino
que va también mucho más allá.

Derivado de lo anterior, las intervenciones dirigidas al respeto de sus derechos


también deben ser integrales, más cuando alguno o varios de ellos han sido
vulnerados. Esto exige estrategias interdisciplinarias, coordinaciones
interprogramáticas e intersectoriales, así como coordinación entre la sociedad civil,
el sector privado y el sector oficial, con objetivos comunes.

Surge entonces el concepto de protección integral, que dice que todos y cada uno
de los derechos deben ser restablecidos, cuando han sido vulnerados o
amenazados

• Prevalencia
La prevalencia es un principio que está consignado en la Constitución Nacional y se
constituye en un desarrollo con respecto a los planteado en la Convención, al
plantear que en una confrontación de derechos, los de los niños prevalecen sobre
los de los demás miembros de la sociedad.

Establece para el estado y la sociedad la prioridad de los derechos de los niños en


todas sus decisiones, lo que va más allá de la obligación de respetarlos y hacerlos
efectivos. De aplicarse plenamente el principio de la prevalencia, cambiarían las
prioridades políticas, económicas y sociales del país, colocando ahora sí, en un
primer lugar a la niñez.

Derechos establecido en la Convención

Definición de niño: La Convención define como "niño" a toda persona menor de


18 años.

Preámbulo: En el preámbulo de la Convención se reitera el concepto de que los


niños requieren atención y protección especial por ser particularmente vulnerables,
destacando la responsabilidad de la familia en materia de atención primaria y
protección. Igualmente se menciona la importancia del respeto a los valores
culturales de las comunidades y el papel fundamental de la cooperación
internacional cuando se trata de garantizar los derechos de los niños y las niñas.

Aplicación de los derechos: Es obligación del Estado adoptar las medidas


necesarias para dar efectividad a todos los derechos reconocidos en la
Convención.

Respeto de las normas vigentes: En el caso de que una norma establecida por
una ley nacional u otro instrumento internacional vigente en dicho Estado sea más
favorable que la disposición análoga de esta Convención, se aplicará dicha norma
más favorable.

Nombre y nacionalidad: Desde el nacimiento los niños tienen derecho a un


nombre, una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y
a ser cuidados por ellos.

Minorías: Las niñas y niños de las comunidades minoritarias y poblaciones


indígenas tienen derecho a crecer dentro de su propio entorno cultural, a profesar
y practicar su propia religión, y a emplear su propio idioma.

Responsabilidad de los padres: Los padres tienen obligaciones comunes en lo


que respecta a la crianza y el desarrollo de los niños y las niñas. Es deber del
Estado prestarles la asistencia apropiada para el correcto desempeño de sus
funciones de crianza..
Separación de los padres: Los niños y las niñas tienen derecho a vivir con sus
padres excepto cuando se considere que ello es incompatible con el interés
superior del niño. Los niños que estén separados de uno o ambos padres también
tienen derecho a mantener relaciones personales y contacto directo los dos.

Supervivencia y desarrollo: Todos los niños tienen el derecho intrínseco a la


vida y el Estado tiene la obligación de garantizarles la supervivencia y el
desarrollo.

Calidad de vida: Los niños tienen derecho a un nivel de vida adecuado para su
desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. Los padres tienen la
responsabilidad primordial de proporcionar condiciones de vida adecuadas. El
Estado es responsable de adoptar medidas apropiadas para que dicha
responsabilidad pueda ser asumida.

Salud y servicios médicos: Los niños tienen derecho a disfrutar del más alto
nivel posible de salud y a tener acceso a servicios médicos y de rehabilitación, con
especial énfasis en aquellos relacionados con la atención primaria de salud, los
cuidados preventivos y la disminución de la mortalidad infantil.

Seguridad Social: Todo niño tiene derecho a beneficiarse de la seguridad social.

Evaluación periódica de la internación: El niño que ha sido internado por las


autoridades competentes para su atención, protección o tratamiento de salud
física o mental tiene derecho a una evaluación periódica de todas las
circunstancias que motivaron su internación.

Niños con limitaciones: Los niños física o mentalmente impedidos deben gozar
del derecho a cuidados especiales, educación y capacitación con el objeto de
ayudarlos a disfrutar de una vida plena y decente, en condiciones que aseguren su
dignidad y le permitan llegar a integrarse a la sociedad.

Educación: Las niñas y los niños tienen derecho a la educación y es deber del
Estado asegurar que la enseñanza primaria sea gratuita; fomentar el desarrollo de
la enseñanza secundaria y facilitar el acceso a la enseñanza superior. La
aplicación de la disciplina escolar deberá respetar la dignidad del niño en cuanto
persona humana

Objetivos de la educación: La educación estará encaminada a desarrollar su


personalidad, aptitudes y capacidades hasta el máximo de sus posibilidades, así
como al respeto a los Derechos Humanos, a sus padres, a su identidad cultural, a
su idioma y a sus valores. Preparará a los niños para asumir una vida responsable
en la que haya respeto a los valores culturales y nacionales tanto propios como de
civilizaciones distintas a la suya.
Esparcimiento, recreación y cultura: Las niñas y niños tienen derecho al
esparcimiento, al juego y a participar en actividades artísticas y culturales.

Opinión: Los niños y las niñas tienen derecho a expresar su opinión libremente y
a que esa opinión sea tenida en cuenta en todos los asuntos que le afecten.

Libertad: El Estado debe respetar el derecho de los niños a la libertad de


pensamiento, conciencia y religión, de acuerdo con una orientación adecuada por
parte de sus padres. Los niños tienen derecho a asociarse libremente y a
vincularse a grupos en donde puedan desarrollar sus capacidades e intereses.

Protección de la intimidad: Los niños tienen derecho a que su espacio vital sea
respetado contra cualquier intromisión en su vida privada, su familia, su domicilio,
su correspondencia. Los niños tienen derecho a la protección de su honra y
reputación.

Acceso a la información: Todo niño tiene derecho a buscar, recibir y difundir


informaciones e ideas de todo tipo, siempre que ello no vaya en menoscabo del
derecho de otros. El Estado debe garantizar que los niños tengan acceso a la
información y buscará que los medios de comunicación difundan información de
interés social y cultural para los niños. Además tomará medidas para protegerles
contra todo material perjudicial para su bienestar.

Protección: El Estado debe proteger a los niños contra el maltrato o explotación y


creará programas sociales adecuados para la prevención del abuso y el
tratamiento de los niños víctimas. El Estado está obligado a brindar protección
especial a los niños privados de su medio familiar y debe garantizar que en esos
casos se disponga de lugares diseñados para su cuidado.

Adopción: En los países en que se reconozca o permita la adopción, esta se


realizará teniendo como consideración primordial el interés superior del niño y se
velará porque las adopciones sean legalmente autorizadas garantizando el
bienestar del niño con su nueva familia.

Trabajo infantil: Los niños tienen derecho a la protección contra la explotación


laboral. El Estado debe garantizar que los niños no tengan que realizar ningún
trabajo que ponga en peligro su salud, educación o desarrollo. El Estado fijará una
edad o edades mínimas para trabajar y dispondrá la reglamentación apropiada de
las condiciones de trabajo. En Colombia, al ratificarse el Convenio 138 de la OIT,
la edad mínima permitida para trabajar ( con protección especial) son los 15 años.

Estupefacientes: Los niños tienen derecho a la protección contra el uso ilícito de


estupefacientes y sustancias sicotrópicas y contra su participación en la
producción o distribución de esas sustancias.
Explotación sexual: Los niños tienen derecho a estar protegidos contra la
explotación y los abusos sexuales, el ejercicio de la prostitución o la participación
en espectáculos y materiales pornográficos.

Venta, tráfico y trata de niños: Es obligación del Estado tomar todas las medidas
necesarias para prevenir la venta, el tráfico y la trata de niños.

Conflictos armados: Ningún niño que no haya cumplido los 15 años de edad
deberá participar directamente en hostilidades o ser reclutado por las fuerzas
armadas (en Colombia por haber aprobado el Protocolo Facultativo sobre el tema,
la edad mínima es de 18 años). Todos los niños afectados por conflictos armados
tiene derecho a recibir protección y cuidados especiales.

Los niños refugiados: Los niños refugiados o que traten de obtener el estatuto
de refugiado serán objeto de protección especial. Es obligación del Estado
cooperar con las organizaciones competentes que brindan tal protección y
asistencia.

Recuperación y reintegración social: Es obligación del Estado tomar las


medidas apropiadas para que los niños víctimas de la tortura, de conflictos
armados, de abandono, de malos tratos o de explotación reciban un tratamiento
apropiado, que asegure su recuperación y reintegración social.

Justicia: Los niños acusados o declarados culpables de haber infringido las leyes
tiene derecho a que se respeten sus derechos fundamentales y en particular el
derecho a beneficiar de todas las garantías de un procedimiento equitativo, incluso
de disponer de asistencia jurídica o de otra asistencia adecuada en la preparación
y presentación de su defensa. Siempre que sea posible se evitarán los
procedimientos judiciales y la reclusión en instituciones.

Tortura y privación de la libertad: Los niños no serán sometidos ni a torturas ni


a penas crueles. Tampoco serán detenidos o privados de su libertad ilegalmente.
No se impondrá la pena capital ni la cadena perpetua sin posibilidad de
excarcelación a menores de 18 años de edad. Los niños privados de su libertad
estarán separados de los adultos tendrán derecho a mantener contacto con sus
familias y a tener pronto acceso a la asistencia jurídica y otra asistencia adecuada.

La salud como un derecho

Visto de una manera integral, el derecho a la salud, no es solo el derecho a ser


atendido cuando se enferma, sino el derecho a una vida plena, a tener un
crecimiento y desarrollo adecuados, a descubrir y desarrollar al máximo sus
potencialidades, a vivir en armonía con la naturaleza y los demás seres humanos,
a tener servicios públicos y condiciones de vivienda adecuados, a recibir la
nutrición que necesita, a gozar de una familia, a ser escuchado, a no ser
maltratado o discriminado, a amar y ser amado. Ubicándose entonces el derecho
a la salud en el contexto de la vigencia plena de todos los derechos.

Si bien todos los derechos del niño se relacionan entre sí y son


ineterdependientes, se pueden resaltar algunos más directamente relacionados
con el derecho a la salud:

• El derecho a la vida (art. 6);


• El derecho a la supervivencia y el desarrollo (art. 6);
• El derecho de expresar libremente su opinión sobre las condiciones que
afectan su salud(art. 12);
• El derecho a recibir información y materiales que los beneficien, lo que implica
conocer, recibir y difundir información sobre la salud (art. 17);
• El derecho a la crianza y al desarrollo, bajo la responsabilidad de los padres
con el apoyo del estado (art. 18);
• El derecho a la protección contra cualquier tipo de violencia, maltrato y abuso
(art. 19);
• El derecho a ser protegidos y atendidos dignamente por el Estado cuando no
tienen familia (art. 20);
• El derecho de los niños/as con limitaciones o discapacidades a disfrutar una
vida plena, en condiciones de dignidad y a recibir asistencia y cuidados
especiales (art. 23);
• El derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud y nutrición y a
servicios de tratamiento y rehabilitación (art. 24);
• El derecho a la seguridad social (art. 26);
• El derecho a beneficiarse de un nivel de vida que permita su desarrollo físico,
mental, espiritual, moral y social (art. 27);
• El derecho a una educación que le permita desarrollar la personalidad, las
aptitudes y la capacidad mental y física hasta el máximo de sus capacidades,
incluyendo lo relacionado con el ambiente y la conservación de la naturaleza
(art. 28 y 29);
• El derecho a la recreación, al juego y al descanso (art. 31);
• El derecho a ser protegido contra la explotación económica, el trabajo riesgoso,
el abuso sexual, el consumo de drogas o cualquier situación o trato que
perjudique su salud mental y física (art. 32, 34, 36);
• El derecho a conocer ampliamente sus derechos (art. 42):

Respecto al derecho a la salud, el Estado tiene responsabilidad en dos


dimensiones: una responsabilidad positiva, por cuanto debe intervenir activamente
para prevenir y controlar enfermedades, garantizar el acceso a los servicios y
promover el disfrute del grado máximo de salud, y una responsabilidad negativa,
pues debe abstenerse de formular políticas y de tomar medidas que pongan en
peligro la salud de la población.
Perspectivas

El reconocimiento de los niños como sujetos de derechos, es hoy más un discurso


que una realidad, más en un contexto como el nuestro, donde hay realidades
sociales y económicas que llevan a que la mayor parte de los niños y sus familias
vivan en condiciones de pobreza e inequidad y donde existe una cultura de poco
respeto por los derechos de los demás en la que los niños son una propiedad de
los adultos y su participación en la vida nacional y local es muy precaria.

En contraste con lo anterior, crece en ciertos sectores de la sociedad, una


conciencia de la necesidad de proteger y respetar a los niños, que si bien se ve
limitada por la mirada individualista ( cada uno se preocupa por “sus” niños), si
reconoce cada vez más a los niños como interlocutores y se preocupa por darles
las mejores oportunidades para su desarrollo.

El respeto a los derechos de los niños se debería constituir en todo un programa


de acción para un Estado, con influencia en las políticas públicas, la legislación, el
presupuesto y las relaciones sociales cotidianas. Sin embargo, en prácticamente
todos los países es más importante pagar la deuda con la banca internacional, que
la deuda acumulada con nuestros niños.

Las acciones prioritarias a ejecutar ya se conocen: protección de la maternidad,


adecuada nutrición, sistemas de salud preventivos, mejoría de cobertura y calidad
de la educación, protección a la primera infancia, protección de los niños frente al
conflicto armado, erradicación del trabajo infantil, promoción de los derechos en
todos los ámbitos de la sociedad, apertura de espacios de participación,
desjudicialización de los problemas, etc. Pero la sociedad y el Estado no se
mueven como debieran en ese sentido y los países del tercer mundo están
desaprovechando parte de su principal recurso: el recurso humano.

En la realidad se ha avanzado en derechos como el de educación y en la


protección de fenómenos como el maltrato; se han construido Planes Nacionales
de Acción por la Infancia, con muy buenas intenciones pero pocos resultados; se
han firmado múltiples acuerdos nacionales e internacionales; se han establecido
defensorías y procuradorías para la defensa de los derechos de los niños, entre
otras muchas acciones, pero estamos muy lejos del país al alcance de los niños
que propuso Gabriel García Márquez.

En salud hay avances en la disminución de la mortalidad y la desnutrición, el


acceso a la seguridad social, la protección de la maternidad, pero estamos muy
lejos de garantizar el derecho integral a la salud. Son muy evidentes las
inequidades en el respeto a los derechos: Unos tienen acceso a buenas
condiciones de vida, adecuada nutrición, recreación, tiempo libre, medicina
preventiva, atención calificada, vacunas de alto costo; mientras la mayoría vive en
condiciones de pobreza, con problemas en el acceso a nutrición adecuada, agua
potable, alcantarillado, educación o recreación; con servicios de salud limitados
por planes de atención basados en mínimos que generalmente no se cumplen.
A nivel de las instituciones de salud, se ha avanzado en el respeto a los derechos
de los usuarios, pero todavía queda mucho por hacer para que los hospitales y
centros de atención sean sitios donde se respeten los derechos de los niños.

Los derechos de los niños son pues un norte, hay mucho por hacer para avanzar
hacia su plena vigencia. Un primer paso es que todos los conozcamos, nos
emponderemos de ellos y empecemos a construir ya el Mundo Justo para los
Niños que se propuso como meta para esta década en la Sesión Especial de
Naciones Unidas a Favor de la Infancia del 2002.

BIBLIOGRAFÍA

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• Senado de la República. Proyecto de Ley 32 de Agosto de 2004: “Ley Estatutaria
de Niñez y Adolescencia”. Sustentación de motivos.
• UNICEF. Manual de Aplicación de la Convención de los Derechos del Niño. Nueva
York. 1998.

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