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El modelo de la línea dividida
El autor necesita aproximarse a las realidades inteligibles a partir de comparaciones con el
mundo conocido. Así pues, en República VI (509d y sig.) propone la el modelo de la línea
dividida en cuatro partes desiguales. Se parte de la diferencia radical entre lo visible y lo
inteligible (horatón — noetón), que constituyen en la perspectiva de Platón dos géneros
diversos. En el contexto de la línea, se trata de una primera diferenciación en partes o
ámbitos desiguales, con lo que se da a entender que un género tiene más relevancia
ontológica que el otro. Podemos representar esto del siguiente modo:
(a) ___________________________________________ (b) ___________________
Pues bien, si se toma cada uno de estos géneros y se los vuelve a dividir en partes
desiguales, el resultado es el siguiente:
(a1) _______________________ (a2)__________ (b1) ____________ (b2)_____
Según expone Platón, la diferencia se relaciona con un mayor o menor grado de oscuridad y
claridad, donde lo más claro es (a1); y lo más oscuro, (b2). Entonces, en el ámbito de (b) se
da lo menos claro, o sea, (b2), y que el autor identifica con las imágenes (eikónes). Por su
parte, (b1) son las cosas reales del mundo sensible, “a la que corresponden los animales que
viven en nuestro derredor, así como todo lo que crece, y también el género íntegro de cosas
fabricadas por el hombre” (510 a, p. 335).
El autor vuelve a la diferencia radical entre lo visible y lo inteligible; los califica ahora
como lo cognoscible y lo opinable (gnostón — doxastón). Pues se está poniendo atención,
no tanto en los géneros de la realidad, cuanto en las actividades del alma que aprehenden
cada región. Veamos con más detalle la división de (a):
Texto n° 9
“Ahora examina si no hay que dividir también la sección de lo inteligible. —¿De qué
modo? —De éste. Por un lado, en la primera parte de ella, el alma, sirviéndose de las cosas
antes imitadas como si fueran imágenes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos [ex
hypothéseon], marchando no hasta un principio sino hacia una conclusión. Por otro lado, en
la segunda parte, avanza hasta un principio no supuesto, partiendo de un supuesto y sin
recurrir a imágenes —a diferencia del otro caso— , efectuando el camino con Ideas mismas
[eídos; eíde] y por medio de Ideas.” (510bc, p. 3356).
El método geométrico
Dado que la reflexión acerca de la indagación a partir de supuestos es compleja, Platón
recurre a la geometría. “Creo que sabes que los que se ocupan de geometría y de cálculo
suponen lo impar y lo par...” (p. 336). En efecto, se aceptan determinadas hipótesis y el
razonamiento se mueve, a partir de aquí, en dirección a una conclusión. Más adelante, se lo
llamará lo propio del pensamiento discursivo (diánoia). El límite de esta forma de pensar
está dado por el hecho que este no se puede remontar más allá de los supuestos (p. 336).
La razón se dirige al principio del todo
Pero la otra sección del ámbito inteligible, que es la más amplia, no queda presa de los
supuestos, sino que asciende hasta el principio absoluto, y desde allí, por su parte,
desciende hasta las conclusiones, pero sirviéndose solamente de Ideas (eídos; eíde).
Texto n° 10
“Comprende entonces la otra sección de lo inteligible, cuando afirmo que en ella la razón
misma aprehende, por medio de la facultad dialéctica, y hace de los supuestos no principios
sino realmente supuestos, que son como peldaños y trampolines hasta el principio del todo,
que es no supuesto, y, tras aferrarse a él, ateniéndose a las cosas que de él dependen,
desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de Ideas, a través
de Ideas y en dirección a Ideas, hasta concluir en Ideas” (513bc, p. 337).
Las cuatro secciones de la línea
A modo de síntesis, Platón propone, al final del libro VI, cuatro afecciones del alma que
corresponden a los cuatro géneros que se dan en la realidad: nóesis; diánoia; pístis; y
eikasía (= inteligencia; pensamiento discursivo; creencia; conjetura).
Libro VII, el símil de la caverna
Ante todo, debe destacarse que el género al que corresponde es la alegoría. Esta consiste en
la representación de una noción abstracta por medio de una imagen concreta (como la
Justicia representada por medio de una mujer con los ojos vendados). El símil de la caverna
es, sin duda, uno de los textos alegóricos más conocidos en la historia de las letras
universales. Por otra parte, y en relación a lo estudiado en el primer semestre respecto del
mito, entendido como relato tradicional de carácter oral acerca de las acciones memorables
de héroes o dioses, el símil de la caverna no debe ser denominado “mito” (claro que en
sentido lato “mito” en griego significa “cuento”, “relato”).
Texto n° 11
“Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la
entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el
cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos,
porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla
la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un
camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el
biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo,
los muñecos. —Me imagino. —Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan
sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos
en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan”
(514 ab, p. 338).
Texto n° 12
“Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que
pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene
de la sombre que pasa delante de ellos? —¡Por Zeus que sí! —¿Y que los prisioneros no
tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados? —Es
de toda necesidad. —Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una
curación de su ignorancia...” (515bd, p. 339).
Cabe hacer notar que la explicación teórica ya fue dada en el libro VI. La alegoría viene a
transformar en imagen sensible la doctrina expuesta a propósito de la línea. Asimismo, la
figura del liberado que, a su vez, insta a los demás, no deja de rememorar a Sócrates, pese a
que este último no tuvo grandes intereses teoréticos por acceder a la verdadera realidad del
cosmos.
Actividad: El curso lleva a cabo reflexiones en torno a la alegoría de la caverna.