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Contextualizando...

Algunos apuntes sobre Educación


Este pequeño fanzine es solo un intento de invitar a una reflexión sobre la edu-
cación en un sentido amplio de la misma, de repensarla, despertar la imaginación
aletargada y reactivar nuestro cuestionamiento del mundo también en este ámbito.
Consideramos que este proceso es necesario y en buena medida urgente en los tiem-
pos convulsos que corren, pues la comprensión y formulación colectiva de nuestras
necesidades, eliminando mediaciones y parasitismos interesados de ningun tipo de
élite, es condición indispensable para cualquier intento de cambio significativo hacia
una vida en libertad.

Actualmente, cuando escuchamos la palabra educación, probablemente lo primero


que se nos venga a la cabeza sea la llamada Educación Pública, es decir, el siste-
ma educativo elaborado y gestionado por el aparato organizativo del Estado y sus
diferentes órganos e instituciones, que como sabemos son financiados a través de
los presupuestos generales provinientes de los impuestos recaudados a la población.
Ahora que esta inversión se está viendo tan continuamente mermada, no faltan las
quejas, como es lógico, de buena parte del profesorado u otros trabajadores de los
centros educativos, que a la par que ven mermar sus sueldos, notan como aumenta
tanto su carga de trabajo y su horario lectivo, como el tiempo que han de dedicar
finalmente a su actividad profesional también fuera de dicho horario. Desde la pers-
pectiva del trabajo asalariado se puede ver aquí la actualización de la explotación
para corregir las pérdidas de la crisis del crédito y el estallido de las burbujas espe-
culativas de los últimos años. Así también otra buena parte de las personas usuarias
de este “servicio” se indignan ante tal situación, puesto que, sin que disminuya la
recaudación -sino más bien todo lo contrario, en especial en lo concerniente a los
impuestos indirectos- las reducciones presupuestarias comportan que los medios,
materiales e instalaciones se vean reducidos drásticamente en cantidad y calidad,
a parte de que a nadie se le escapa que el aumento de alumnas por aula implica
una menor atención a cada una de ellas, así como una mayor homogeneización en
el trato de los profesores con los alumnos. Esta última perspectiva por parte de los
usuarios quizá sea la más cuestionable, pues si bien sus constataciones son correc-
tas, suele estar asociada a la aceptación irreflexiva de que la labor educativa actual

1
de la Educación Pública proporciona ventajas a la población, cuando ya ni desde el
punto de vista más utilitario e individualista -encontrar un trabajo mejor pagado-
resulta medianamente creíble.

La llamada «Marea Verde», protagonista de diferentes movilizaciones a nivel


estatal durante los dos últimos años, recoge en buena medida este malestar gene-
ral en el ámbito educativo, oponiendo a la restructuración en ciernes una suerte
de «Defensa de la Educación Pública» que en lo fundamental poco se plantea más
allá de una imposible vuelta al modelo de cinco años atrás. Si bien la negativa a
aceptar la autoridad gubernamental sea un hecho a elogiar, es decir, la desobedien-
cia a aceptar unas medidas dictadas unilateralmente que se sienten perjudiciales,
la ausencia sin embargo de análisis crítico en su caracter propositivo, el no llegar
a plantearse si realmente es deseable lo que había antes y porqué, quizás sea lo
que haga parecer tan poco serio este movimiento -junto con el ambiente festivo de
las batucadas y los pompones en las manifestaciones multitudinarias- asemejándo-
se tanto más una rabieta infantil por falta de atención que a una lucha real por
recuperar unos medios materiales que han sido creados con el trabajo obligatorio al
que somos sometidas las proletarias, explotadas a cambio de unas tristes migajas de
pan insípido y artificial. Efectivamente centrar el discurso en el reconocimiento del
derecho a la educación puede distraer de la más importante tarea de asegurarse co-
lectivamente las condiciones reales para ejercitarlo. La conclusión más preocupante
de los planteamientos de corte neo-socialdemócrata o ciudadanista, como es el de
las mareas ciudadanas, y que mejor muestra la solidez de los lazos de dominación y
dependencia, podría ser el hecho de seguir aclamando la delegación en las mismas
instituciones que tan fácilmente han demostrado poder hacer lo que quieren en este
y tantos otros ambitos, con o sin el consentimiento del populacho indignado.

Sin embargo, tan estrepitoso fracaso, no puede desembocar sino en un replan-


teamiento de la situación y es en este contexto en el que nos parece pertinente
el esfuerzo por plantearnos e intentar comprender un poco más a fondo preguntas
como ¿Qué es la educación? ¿Para qué nos sirve? ¿Qué educación queremos? o
¿Cómo llevarla a cabo? Por supuesto no para ir de nuevo a las instancias adminis-
trativas con una nueva lista de reclamaciones, que por otra parte serán igualmente
ignoradas por ser simplemente incompatibles con el proyecto capitalista en su desa-
rrollo histórico, sino para efectivamente empezar a vislumbrar cómo ponerlas en
práctica nosotros y nosotras mismas, plantenado una lucha que nos pueda llevar
hacia posiciones más coherentes y favorables a la emancipación social.

El sistema educativo en el Estado español, así como en la mayoría de los estados-

2
nación, comprende la planificación, supervisión y/o ejecución directa de la educación
escolarizada y los planes de estudios, prefijando, desde ciertos grupos de “especia-
listas en materia educativa”, métodos y contenidos determinados que finalmente se
nos imparten a ciertas edades obligatoriamente -a otras de manera supuestamente
opcional1 - por parte de los funcionarios contratados en Colegios, Institutos o Uni-
versidades a tal efecto y a cambio de un sueldo. Como ya ha denunciado mucha
gente antes, el fin último del sistema educativo escolar, La Escuela Pública (o Es-
cuela de masas), no es precisamente la formación de personas con una capacidad
crítica, capaces de cuestionar el mundo en el que viven ni desarrollar sus propias
inquietudes como cínicamente se suele predicar hoy en día desde las instituciones,
sino que desde su surgimiento en el siglo XIX, La Escuela Pública -y obligatoria- se
introduce para fomentar la adecuada adaptación de la población a la producción y
al orden del Estado Moderno. Efectivamente a partir de la aplicación de la primera
constitución liberal de 1812, la llamada constitución de Cádiz, donde se dedica el
título IX por completo a la «Instrucción Pública», se pone en manos del gobierno
y de las cortes la dirección de las actividades educativas2 . La cuestión de orden
público que se trataba de abordar no se disimula en los debates entre liberales,
1
Decimos supuestamente ya que las presiones económicas y sociales son por lo general suficientes para determinar
nuestro ingreso, una vez cumplida la enseñanza obligatoria en algún curso superior, ya sea formación profesional,
enseñanza universitaria, etc...
2
Mientras que la Constitución de Cádiz solo estuvo vigente durante pocos años en distintos períodos (1812-1814, 1820-
1823, 1836-1837), sentó las bases para todas las consituciones posteriores que siguen en la misma linea, instaurando el
Estado español moderno y el Capitalismo en nuestro territorio. A este respecto se puede consultar el libro La democracia
y el triunfo del Estado, de Felix Rodrigo Mora.

3
conservadores y republicanos en las cortes de la época, pues como dijera en 1903
el diputado republicano Vicenti: «Lo que hay en el fondo de este problema es una
cuestión de soberanía, porque la educación es una cuestión de poder y de gobierno,
y no hay un estado bien organizado que no dirija la instrucción pública. El hecho
ante el cual hay que rendirse es que la soberanía ha pasado de la Iglesia al poder
civil, y con ella, y como un atributo esencial, la soberanía de la educación; porque
el que educa domina, porque educar es formar hombres apropiados a la vida del
Estado»3 .

La estructura y organización de la Escuela, semejantes a la fábrica y a la cárcel,


revelan de hecho su caracter coercitivo y adoctrinador, donde las y los alumnos a
menudo son tratados como meras mercancías evaluadas en sus distintas fases de
fabricación donde adquieren las habilidades, destrezas y conocimientos necesarios
para que a su salida puedan correctamente desempeñar la función para la que fueron
diseñadas y diseñados. Para alcanzar este fin serán empleados todos los métodos
represivos que sean necesarios. Como lúcidamente señalaba Pedro P. Martínez en
su carta a los padres de la localidad de Azuqueca, en la que exponía los motivos de
su dimisión irrevocable de la Enseñanza:
«En la escuela, los niños tienen que aprender lo que se les impone desde
fuera, aprenden para el examen de mañana, para el título, para el futuro,
por miedo al profesor, por miedo a repetir, a los reproches, a no conseguir
la moto que se les ha prometido... en definitiva, en la escuela no se aprende
nada sino a obedecer, como mucho se adquieren ciertas estrategias básicas
de darwinismo social, algún complejo, algo suelto que te llama la atención,
se hacen algunos amigos y en el mejor de los casos, medidas de evasión
y rechazo hacia la autoridad y el encierro. Sí, encierro.
Atreverse a comparar la escuela con una prisión es el mayor de los tabúes.
Sin embargo, la comparación del funcionamiento de las dos instituciones
es particularmente sorpredente: horarios estrictos, encierro en comparti-
mentos estancos de los que no se puede salir (celda o aula), vigilancia
permanente, salida a un patio durante un breve periodo de tiempo, obliga-
ción de obediencia hacia los guardianes, convivencia impuesta con otros
detenidos, castigos o aislamiento en caso de rechazo a la obediéncia...
cárcel o escuela, la descripción parece ser aún bastante válida. La mayor
diferencia es que los prisioneros saben que están en la carcel mientras que
los niños, no.»4
3
Arqueología de la escuela, de Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría. La Piqueta.
4
Texto reproducido en el boletín En la fila de atrás no 5. Una versión digital del mismo se puede conseguir en su
página web: http://enlafiladeatras.wordpress.com/

4
Parece lógico pues pensar que un primer requisito importante para evitar la ma-
nipulación de las estructuras de poder, sea la no dependencia de nuestra educación
de aparatos externos ni normas superiores a la comunidad de aprendizaje, tales
como son el Estado o las leyes mercantiles del intercambio de mercancías. Bajo
esta premisa son diversas las iniciativas que basádose en los postulados de la peda-
gogía libertaria u otros métodos educativos alternativos, han intentado e intentan
en la actualidad crear otro tipo de Escuelas autogestionadas o libres, donde estas
dependencias se vean atenuadas lo máximo posible, aún enfrentándose a multi-
ples dificultades y contradicciones. Otras alternativas, sin embargo, abogan por una
desescolarización como ha sido sugerida por autores críticos con las instituciones
como Everett Reimer o Ivan Illich. Algunos ejemplos de esta tendencia los podemos
encontrar, por ejemplo, en la educación en el hogar, opción que es practicada hoy
en día por miles de familias en el estado Español pertenecientes a todos los esta-
mentos sociales y que tampoco está exenta de otros peligros y limitaciones 5 . En
nuestro entorno más cercano, podríamos señalar los esfuerzos que llevan haciendo
desde años atrás las personas del colectivo Escola lliure de Mallorca, que finalmente
parece que conseguirán abrir este mismo año el espacio de aprendizaje Nono, donde
se pretende llegar a un compromiso entre métodos pedagógicos de inspiración liber-
taria e implicación de las familias en el aprendizaje al margen de las instituciones 6 .
5
Para más información sobre la educación en el hogar consultar por ejemplo el artículo de Pablo Molina dis-
ponible en: http://caminoaladesescolarizacion.blogspot.com.es/2011/12/alternativas-desescolarizadas-i-la.html Por otra par-
te es de gran interés también la información proporcionada por la Asociación para la Libre Educación (ALE) en
http://www.educacionlibre.org/
6
Para más información sobre esta iniciativa se puede consular la página web del proyecto, donde se explican sus
bases y las diferentes maneras de participar para las personas interesadas: http://www.autistici.org/escolalliuremallorca/

5
Desde aquí les enviamos todo nuestro apoyo y les deseamos la mejor de las suertes
en esta aventura colectiva, que esperemos dé sus frutos.

No obstante, nos gustaría remarcar que existe una cierta confusión nada fortuita
entre Escuela y educación, en tanto que la primera siendo solo un método educati-
vo con unos ciertos rasgos muy determinados, pretende monopolizar todo el ámbito
de la educación consciente, dejando a su vez la parte inconsciente, al margen de
cualquier preocupación o interés, al aleccionamiento constante a través de la omni-
presente publicidad, encargada de cautivar personas para convencerles de sus nuevos
gustos y necesidades. Mientras que la educación, en un sentido amplio, podría ser
considerada como un proceso multiforme de transimisión cultural, de experiencia
de valores éticos, de aprehensión de la vida y de las condiciones necesarias para
la reprodución de una sociedad; proceso en el que existirían una gran cantidad de
agentes, bien sea la propia persona, la familia, el grupo de amigos y amigas, los y
las vecinas del barrio, o en otros contextos la tribu, la comunidad, etc... una simple
mirada a la definición de la RAE nos da muchas pistas de la función reservada para
la educación en nuestras sociedades y del porqué de su asociación profunda a la
Escuela, pues resulta que es considerada como «Instrucción por medio de la acción
docente»o bien como «Crianza, enseñanza y doctrina que se le da a los niños y a
los jovenes». Como vemos los rasgos más importantes de esta definición residen en
el componente de “instrucción” a través de la acción de profesionales o “docentes”
que han de introducir externamente una serie de “doctrinas” y que se ha de im-
partir a los niños y jóvenes, pues ¿Para qué seguir aprendiendo una vez terminada
la instrucción en la Escuela? Aquí vemos también como en lugar de plantear la
educación como un proceso que ocurre, que emerge, en las relaciones sociales y a
lo largo de toda la vida, esta visión escolarizante favorece la concepción de los y
las jóvenes como seres inferiores a los que es preciso moldear adecuadamente, sin
capacidad de raciocinio coherente y cuya voluntad no merece la pena ser tenida
en cuenta, no al menos por encima de la de los adultos que pueden hacer valer
su autoridad cuando sea necesario “por el bien” de las y los niños. A este respecto
quizá valdria más la pena cuestionarnos primeramente -y trabajar para construir-
la educación que quisiéramos para nosotros y nosotras antes de pensar y decidir la
que reservaremos para “otras”.

El texto que presentamos a continuación, extraído de unos de los libros de Pedro


García Olivo, El enigma de la docilidad, es un pequeño estudio sobre la Escuela en
su forma moderna, donde se analizan algunos de los pilares en los que se asienta
esta particular forma de realizar la educación dentro de una sociedad y que como
veníamos diciendo, tal y como ocurre en tantos otros ámbitos de la vida y la

6
organización social, por ser la forma dominante, intenta hacerse pasar por la única
posible. Aceptar esta limitación que se enraíza en las concepciones occidentales de
la modernidad y del pensamiento liberal, caer en esta trampa ideológica, supone
la reducción de cualquier educación alternativa, que bien podría plantearse como
una alternativa a la Escuela, a una muchas veces inquietante Escuela Alternativa,
en constante proceso de reforma y adaptación a las necesidades de la economía.
Escuela donde los abusos más notorios o flagrantes de su versión tradicional (la
Escuela durante el franquismo) se ven reducidos o maquillados, para mantener
sin embargo intacto su despotismo intrínseco y su función reproductora del orden
dominante. En tanto que educación separada de la vida, su resultado no puede
reproducir otra cosa que la vida separada. Es en concreto el análisis empírico de
este reformismo pedagógico, que por otra parte constituye ya en cierta manera la
esencia de la Escuela de la Democracia, el que permite al autor apuntar a esas
bases inamovibles de cualquier Escuela, a sus concepciones a priori aceptadas y que
determinan en cierta manera su resultado: la creación de personas dóciles y serviles,
hasta el punto de poder ejercer como policía de si mismas.

Mallorca, verano de 2013.

7
Bibliografía recomendada:

La sociedad desescolarizada, de Ivan Illich. Editorial Brulot.

El educador mercenario, de Pedro García Olivo. Editorial Brulot.

El enigma de la docilidad, de Pedro García Olivo. Virus Editorial.

10 mentiras sobre la no escolarización, de Sylvie Martin-Rodriguez. Editorial


Precipité.

En la fila de atrás, publicación pedagógica antiautoritaria en formato fanzine.

La escuela ha muerto, de Everett Reimer. Editorial Barral.

Sitios web de interés:

Camino a la desescolarización.
http://caminoaladesescolarizacion.blogspot.com.es/

Educación libre (página de la ALE). http://www.educacionlibre.org/

Crecer Sin Escuela. http://www.crecersinescuela.org

¿Eres la noche? (blog de Pedro García Olivo),


http://pedrogarciaolivo.wordpress.com/

Grupo de Aprendizaje de Escuela Abierta.


http://colectivoeducadores.wordpress.com/

Paideia, escuela libre. http://www.paideiaescuelalibre.org/

Nono, espai d’aprenentatge. http://www.autistici.org/escolalliuremallorca/

Tartaruga. Proyecto de pedagogía libre. http://proyectotartaruga.blogspot.com.es/

8
Educando en la docilidad
Artificio para domar
Escuela, Reformismo y Democracia

Posible aún después de Auschwitz conceptuó Ferrer Guardia, como si por


(Introducción/Conclusión) un instante se tambaleara su desespera-
da fe en la Ciencia8 . Pugno, en fin, por
e gustaría empezar definiéndome, desescolarizar mi pensamiento, empresa
M poniendo boca arriba todas mis ardua e interminable. Me temo que tam-
cartas -aunque, de este modo, quizás aca- bién la Escuela, otra vieja embustera, se
be (¿en beneficio de quién?) con aquella ha introducido en el Lenguaje; y por ello
“partida contra un ventajista” en que tan se hace muy complicado deshollinar de
a menudo se convierte la lectura de un escolaridad los modos de nuestra refle-
texto. Soy un antiprofesor, un exiliado de xión. Incluso en la célebre interrogación
la enseñanza que todavía se subleva con- de Adorno («¿Es todavía posible la Edu-
tra el discurso vanilocuente de los ‘edu- cación después de Auschwitz?») se perci-
cadores’ y contra la sustancial hipocre- be como un eco de este inveterado pre-
sía de sus prácticas. Comparto la opinión juicio escolar. Con su tan citada obser-
de Wilde: «Así como el filántropo es el vación, el filósofo alemán se estaba refi-
azote de la esfera ética, el azote de la riendo, en efecto, a una Educación Ideal,
esfera intelectual es el hombre ocupado benefactora de la Humanidad, en la que
siempre en la educación de los demás»7 . aún destellaría una instancia crítica, un
Y creo asimismo que la pedagogía mo- momento emancipatorio, negador de todo
derna, a pesar de esa bonachonería un Orden Coactivo; una Educación testaru-
tanto zafia que destila en sus manifies- damente fiel al programa de la Ilustra-
tos, ha trabajado desde el principio para ción, desalienadora, destinada a influir
una causa infame: la de intervenir po- positivamente sobre la conducta de los
licialmente en la conciencia de los es- hombres, a llevar “más lejos” su pensa-
tudiantes, procurando en todo momento miento; una Educación capaz de contri-
una especie de reforma moral de la ju- buir a la reforma de la sociedad, a la
ventud. «Un artificio para domar»: así la
7
WILDE, O., “El crítico artista”, en Ensayos y artículos, Hyspamérica-Orbis, Barcelona, 1986, p.74.
8
FERRER GUARDIA, F., La Escuela Moderna, Tusquets Editor, Barcelona, 1976, p.180.

9
reorganización de la existencia... Se pre- diato la transmisión cultural, que, si bien
guntaba por la ‘posibilidad’, después de se presenta como ‘superación’ de los mo-
Auschwitz, de una Educación que nunca delos autoritarios de enseñanza, en últi-
ha existido -o ha existido sólo como “fal- mo término tiende a perfeccionar el fun-
sa consciencia”, como mito, como compo- cionamiento represivo de la Institución,
nente esencial de la “ideología escolar”. instaurando modos encubiertos de despo-
Esa Educación de Adorno tampoco fue tismo profesoral. A tal fin, las estrategias
posible antes de Auschwitz. Más aún: los educativas progresistas (encauzadas por
campos de concentración y de exterminio las sucesivas “legalidades” o desplegadas
fueron concebidos y realizados gracias, espontáneamente por el profesorado ‘in-
en parte, a la educación “real”, “concreta”, quieto’) ensayan una reformulación -y he
que teníamos y que tenemos -la educa- aquí mi objeto de análisis- de los prin-
ción obligatoria de la juventud ‘recluida’ cipales componentes del hecho docente:
en Escuelas; la educación que segrega so- asistencia, temario, método, examen y
cialmente, que aniquila la curiosidad in- gestión. Tales prácticas “progresistas” de
telectual, que modela el carácter de los enseñanza, que bajo la Democracia coha-
estudiantes en la aceptación de la Jerar- bitan con modelos clásicos, inmovilistas,
quía, de la Autoridad y de la Norma, etc. anclados en el pasado, cuentan en estos
Esta es la única “educación” que conoce- momentos con el respaldo de la Adminis-
mos, a la cual las democracias contem- tración, con el beneplácito del reformis-
poráneas pretenden meramente lavarle la mo institucional, pues a través de ellas la
cara; y esta educación ‘efectiva’, de cada Escuela atiende a sus objetivos de siem-
día en todas las aulas, habiendo coadyu- pre (‘subjetivizar’ a los jóvenes confor-
vado al horror de Auschwitz, sigue sien- me a las necesidades de la reproducción
do perfectamente posible después...9 . del Sistema) ahorrándose los peligros in-
En resumen, me defino como un anti- herentes al enquistamiento de los usos
profesor, un enemigo de toda pedagogía y tradicionales: aburrimiento en las aulas,
un gran odiador de la Escuela. Me gusta sensación creciente de injusticia y arbi-
pensar que tiendo a desescolarizar algo... trariedad, exacerbación de la resistencia
estudiantil... Renunciando a un análisis
Pretendo mostrar en este estudio có- histórico-sociológico de la Escuela bajo
mo bajo la Democracia, y al socaire de la Democracia (configuración legal, co-
unos presupuestos ebrios de pedagogis- metido social y político, etc.) y también
mo, se articula un tipo específico de prác- a una perspectiva de mera crítica ideoló-
tica educativa (definible como “reformis- gica de los currícula oficiales, me propon-
ta”); una forma de organizar en lo inme- go subrayar las “regularidades” percepti-
9
Por todo esto, cabe concluir que ADORNO formulaba su interpretación en los términos del “pensamiento escolari-
zado” -una forma de discurrir que reproduce las fábulas, las autojustificaciones, del “pedagogismo” moderno. Esos son
los modos de reflexión que no quiero hacer míos; ése es el código de legitimación de la Escuela al que no debiéramos
atenernos...

10
bles en el ejercicio cotidiano de la docen-
cia por parte del profesorado ‘moderno’,
‘crítico’, ‘renovador’, etc. -esa porción del
profesorado que, abrazando la causa de
la reforma institucional o ensayando por
su cuenta métodos alternativos-, satisfa-
ce, consciente o inconscientemente, en el
acatamiento o en la desobediencia de la
ley, una demanda clamorosa de la De- proceso, una voluntad de alejarse de los
mocracia: la de maquillar la Escuela, la modelos ‘clásicos’, hegemónicos bajo el
de darle un rostro distinto a ese que Franquismo, y de encontrar sus propias
ofrece bajo las dictaduras, manteniéndo- señas de identidad -un simulacro de li-
la no obstante fiel en lo profundo a sí bertad en las clases, una participación de
misma, esencialmente idéntica a lo largo los alumnos en la dinámica educativa,
del tiempo, siempre la Escuela del Ca- una invisibilización de las relaciones de
pitalismo, siempre la Escuela burguesa, dominio... Es, por tanto, una escuela en
siempre “la Escuela”. Asumo, de alguna redefinición, que ha hecho del “reformis-
forma, una vieja propuesta de Foucault mo pedagógico” su propia instancia mo-
(«avanzar hacia una nueva comprensión deladora, su propio motor11 . En mi opi-
de las relaciones de poder que sea a la nión, la forma de Escuela hacia la que
vez más empírica, más directamente li- apunta sabe en secreto de aquel fascis-
gada a nuestra situación presente y que mo de nuevo cuño del que ha hablado,
implique sobre todo conexiones entre la entre otros, E.Subirats, y que se carac-
teoría y la práctica »)10 , al atender a es-
terizaría por hacer de cada hombre al-
ta lógica del funcionamiento diario de la go más y algo menos que un “policía de
Institución, a esta mugre de debajo de las todos los demás”: un policía de sí mis-
uñas con frecuencia desconsiderada por mo12 . Mi idea es que tanto el reformismo
la soberbia de las ciencias o por el “cul- “individual” (espontáneo) del profesorado
to a la abstracción” de los analistas de ‘inquieto’ como el reformismo “alternati-
despacho. vo” de las escuelas anticapitalistas contri-
buyen inadvertidamente a hacer realidad
Considero que la Escuela de la Demo- ese sueño de la Democracia. Estimo que
cracia es una escuela en tránsito, casi un los tres reformismos (el administrativo,
10
FOUCAULT, M., “Por qué hay que estudiar el poder: la cuestión del sujeto”, en Materiales de Sociología Crítica, La
Piqueta, Madrid, 1980, pp.28-29.
11
Manejo un concepto “amplio” de Reformismo Pedagógico; un concepto que aglutina tanto a las sucesivas “remodela-
ciones” del sistema escolar inducidas por la Administración (reformismo en sentido estricto, constituyente de legalidad ),
como a las estrategias particulares de “corrección” de los procedimientos dominantes desplegadas, desde la fronteras de
la legalidad, por el profesorado disidente. Por último, también incluyo bajo este rótulo los experimentos alternativos de
enseñanza no-estatal que, a pesar de su definición anticapitalista, han sido admitidos (legalizados) por el propio Sistema
-p. ej., las Escuelas Libres, tipo ‘Paideia’.
12
Véase, al respecto, SUBIRATS, E., Contra la Razón destructiva, Tusquets, Barcelona, 1979, pp. 90-91.

11
el individual y el alternativo) han empe- jóvenes, se resuelve en ‘escuela reforma-
zado a alimentarse entre sí, a reforzarse da’ esa Educación posible aún después de
mutuamente, fundiéndose en lo profun- Auschwitz) me ocuparé ahora...
do y marcando el camino de la Escuela
venidera; y que, a su lado, las prácticas
inmovilistas, propias del profesorado au- La Escuela de la Democracia y la
toritario clásico, van a jugar un papel ca- democracia de la Escuela (miseria
da vez menos importante, entrando (por del reformismo pedagógico)
disfuncionales; es decir, por remitir a un
tiempo que ya no es el nuestro y a un mo- 1. Pedagogismo
delo periclitado de fascismo) en un lento
proceso de extinción. El saber pedagógico ha constituido
siempre una fuente de legitimación de
Mi tesis (y me permito aquí un ges- la Escuela como vehículo privilegiado, y
to desautorizado por Derrida: anticipar la casi excluyente, de la transmisión cultu-
conclusión en el desenvolvimiento de un ral. En correspondencia, la Escuela (es
Prólogo que no renuncia a serlo)13 es, en decir, el conjunto de los discursos y de
parte, la de muchos otros: que el “refor- las prácticas que la recorren) ha sacrali-
mismo pedagógico” de la Democracia tie- zado los presupuestos básicos de ese sa-
ne como finalidad convertir al estudiante ber, erigiéndolos en dogmas irrebatibles,
en un cómplice de su propia coerción, re- en materia de fe -y, a la vez, como di-
conciliándolo con el Orden de la Escuela ría Barthes, en componentes nucleares de
mediante un ocultamiento de los dispo- cierto verosímil educativo, de un endure-
sitivos coactantes que lo erigían en su cido sentido común docente. La escuela
víctima. Pero extraigo de ahí una conse- de la Democracia profundiza aún más, si
cuencia práctica respaldable tan sólo por cabe, su “pedagogismo”, apoyándose en
unos pocos: la necesidad de sembrar, des- conceptos que, desde el punto de vista
de la docencia, el crimen en las aulas (cri- de la filosofía crítica, conducen a lugares
men: una violación de la Ley desde fuera sombríos y saben de terrores pasados y
de la Moral); y de perseguir, a través de presentes. Hay, en concreto, un supuesto
una lucha embriagada de arte y quizás (¿puedo decir abominable?) sobre el que
también de locura, la más diáfana de las reposa todo el reformismo educativo de
victorias -la conquista de la Expulsión. la Democracia, un supuesto que está en
De esta parte “insuscribible” de mi análi- el corazón de todas las críticas ‘progresis-
sis trata El Irresponsable14 , ensayo edita- tas’ a la enseñanza tradicional y de todas
do hace unos años por Las Siete Entida- las ‘alternativas’ disponibles. Es la idea
des. De aquella otra parte “admisible” (del de que compete a los “educadores” (par-
modo en que cada día, y para tantísimos te selecta de la sociedad adulta) desarro-
13
DERRIDA, J., La diseminación, Fundamentos, Madrid, 1975, pp. 12-15 y siguientes.
14
GARCIA OLIVO, P., El Irresponsable, Las Siete Entidades, Sevilla, 2OOO.

12
llar una importantísima tarea en benefi-
cio de la juventud; una labor por los estu-
diantes, para ellos e incluso en ellos -una
determinada operación sobre su concien-
cia: “moldear” un tipo de hombre (críti-
co, autónomo, creativo, libre, etc.), “fa-
bricar” un modelo de ciudadano (agente
de la renovación de la sociedad o indi-
viduo felizmente adaptado a la misma,
según la perspectiva), “inculcar” ciertos
valores (tolerancia, antirracismo, pacifis-
mo, solidaridad, etc.),... Esta pretensión,
que asigna al educador una función de-
miúrgica, constituyente de “sujetos” (en la
doble acepción de Foucault: «El término fantasía de unos especialistas que, en vir-
‘sujeto’ tiene dos sentidos: sujeto someti- tud de su formación científica (pedago-
do al otro por el control y la dependencia, gía, sicología, sociología,...), se hallarían
y sujeto relegado a su propia identidad verdaderamente preparados para un co-
por la conciencia y el conocimiento de metido tan sublime. Se hace muy difícil
sí mismo. En los dos casos, el término buscar para esas preguntas una respues-
sugiere una forma de poder que subyu- ta que no rezume idealismo, que no hie-
ga y somete.»)15 , siempre orientada hacia da a metafísica (idealismo de la Verdad,
la “mejora” o “transformación” de la so- o de la Ciencia; metafísica del Progre-
ciedad, resulta hoy absolutamente ilegí- so, del Hombre como sujeto/agente de la
tima: ¿En razón de qué está capacitado Historia, etc.). Y hay en todas las res-
un educador para tan ‘alta’ misión? ¿Por puestas concebibles, como en la médula
sus estudios? ¿Por sus lecturas? ¿Por su misma de aquella solicitud demiúrgica,
impregnación “científica”? ¿En razón de un elitismo pavoroso: la postulación de
qué se sitúa tan ‘por encima’ de los estu- una nutrida aristocracia de la inteligencia
diantes, casi al modo de un “salvador”, de (los profesores, los educadores), que se
un sucedáneo de la divinidad, “creador” consagraría a esa delicada corrección del
de hombres? ¿En razón de qué un triste carácter -o, mejor, a cierto diseño indus-
funcionario puede, por ejemplo, arrogar- trial de la personalidad. Subyace ahí un
se el título de forjador de sujetos críticos? concepto moral decimonónico, una ética
Se hace muy difícil responder a estas pre- de la ‘amputación’ y del ‘injerto’, un pro-
guntas sin recaer en la achacosa “ideolo- ceder estrictamente religioso, un trabajo
gía de la competencia”, o “del experto”: de ‘prédica’ y de ‘inquisición’. Late ahí
una mitificación expresa de la figura del
15
FOUCAULT, M., op. cit., p. 31.

13
Educador, que se erige en autoconcien- cracia, por el contrario, los profesores se
cia crítica de la Humanidad (conocedor y sienten impelidos a desaparecer estraté-
artífice del “tipo de sujeto” que ésta ne- gicamente de la escena, a colocar entre
cesita para ‘progresar’), invistiéndose de ellos y el alumnado una suerte de arte-
un genuino poder pastoral e incurriendo facto pedagógico, una estructura didác-
una y mil veces en aquella «indignidad tica y metodológica a la que, en rigor,
de hablar por otro»a la que tanto se ha incumbiría la mencionada tarea subjeti-
referido Deleuze16 . Y todo ello con un in- vizadora. Y será esta estructura la que,
confundible aroma a filantropía, a obra inculcando “hábitos”, imponiendo disci-
humanitaria, redentora... plinas secretas, actuará sobre la concien-
De la mano de esta concepción de la cia de los estudiantes, moldeando insi-
labor del “educador”, se filtra también en diosamente la personalidad. El educador
la práctica docente ‘reformista’ de la De- sostendrá la representación, reparará cir-
mocracia una modalidad subrepticia de cunstancialmente el aparato y procurará
autoritarismo: al colectivo estudiantil se convertir a los jóvenes en un resorte más
le reclama una sumisión ‘inteligente’ al del engranaje “formativo” -de ahí el inte-
activismo de las metodologías-punta, que rés en que las clases sean ‘participativas’,
suele implicar una mayor colaboración ‘biunívocas’, ‘dialogadas’,... En ocasiones,
con la Institución; en su posición irreme- y dado el margen de autonomía que la le-
diablemente subalterna, los alumnos de- gislación “democrática” confiere al ense-
ben “dejarse trabajar”, “dejarse modelar”, ñante, puede a éste caberle el orgullo de
siempre por su propio ‘bien’ e incluso por haber ‘diseñado’ la tecnología educativa
el de la comunidad toda. por su cuenta, de haber ‘engendrado’ el
monstruo pedagógico... Este es el tipo de
Aquí radica una diferencia reseñable “profesor” que la Democracia anhela: un
entre la escuela de la Democracia y la de inventor de ‘métodos alternativos’, un for-
la Dictadura. Durante el Franquismo, los jador de ‘ambientes escolares’, y ya no un
“educadores”, concentrando en su perso- dictador detestable aferrado a la tedio-
na las prerrogativas de un Juez, un Padre, sa “clase magistral” de siempre. Se quiere
un Predicador y un Verdugo, y pudiendo un déspota (más o menos ‘ilustrado’); pe-
administrar libremente la violencia físi- ro un déspota casi ausente, camuflado,
ca y la agresión simbólica, no sentían la impalpable, en cierto sentido silencioso.
necesidad de disimular su despotismo ba-
jo un dispositivo pedagógico prediseñado, Otro presupuesto de la pedagogía mo-
por lo que se entregaban a aquella recrea- derna estriba en el axioma de que “pa-
ción puntual del carácter estudiantil de ra educar es necesario encerrar”. Todas
manera directa e inmediata, sin subter- las propuestas reformistas parten de esta
fugios ni intercalaciones. Bajo la Demo- aceptación del Encierro; y luego estudian
16
Véase, p. ej., “Los intelectuales y el poder. Entrevista de G. Deleuze a M. Foucault”, recogido en Materiales de
Sociología..., op. cit., p. 80.

14
el modo de “amenizarlo”, de “amueblarlo” Artaud, «a la manera de un instrumen-
(procedimientos, didácticas, estrategias), to para la acción, una especie de nuevo
siempre con la mirada puesta en el ‘bien’ órgano, un segundo aliento»17 ; exponen-
del estudiante y en la ‘mejora’ de la socie- te de una cierta juventud trabajadora que
dad... Sin embargo, la juventud también ha sabido llevar a la práctica la consig-
se auto-educa en la sociedad civil, fuera na de W. Benjamin: «liberar la tradición
de los muros de la Institución, mediante cultural del respectivo conformismo que,
la lectura no-dirigida, el aprovechamien- en cada fase de la historia, está a pun-
to de los diversos canales de transmisión to de subyugarla»18 . Como ha comproba-
cultural independientes de la Escuela (en- do Querrien, precisamente para fiscalizar
tidades culturales, medios de comunica- (y neutralizar) los inquietantes procesos
ción, asociaciones,...), la relación infor- populares de “auto-educación” -en las fa-
mal con los adultos, los viajes, la asimi- milias, en las tabernas, en las fábricas,
lación de las experiencias laborales, etc. etc.-, los patronos y los gobernantes de
Hay, pues, al margen de la Escuela, un los albores del Capitalismo tramaron el
vasto campo de posibilidades de auto- Gran Plan de un «confinamiento educati-
formación, de auto-educación, difuso y vo » de la Juventud19 . No olvidemos que
complejo, que impregna casi todo el teji- la enseñanza moderna, estatal, se gene-
do de la vida cotidiana, de la interacción raliza a lo largo del siglo XIX a fin de
social; campo de posibilidades que está conjurar un problema creciente de dete-
siendo explotado, de hecho, por la juven- rioro del orden público, en gran medida
tud, y probablemente más por la juventud estimulado por la no-regularización ad-
no-escolarizada que por la escolarizada, ministrativa de los procesos de transmi-
más por los trabajadores que por los es- sión cultural. Poco a poco, la escolariza-
tudiantes (demasiado encastillados, estos ción, rigurosamente obligatoria, empieza
últimos, en la mansión universitaria). A a competir con éxito por la hegemonía
lo largo de nuestra vida, casi todos noso-
tros habremos tropezado, más de una vez,
con algún exponente de esos jóvenes tra-
bajadores “sin estudios” (desechados por
el sistema escolar o desertores volunta-
rios del mismo) que nos ha sorprendido
no obstante por la riqueza y consisten-
cia de su bagaje cultural, por el modo en
que se ha auto-educado y por su forma
de entender el saber, tal y como quería
17
ARTAUD, A., El teatro y su doble, Edhasa, Barcelona, 1973, pp. 44-45.
18
BENJAMIN, W., Discursos Interrumpidos 1, Taurus, Madrid, 1973, p. 181.
19
QUERRIEN, A., Trabajos elementales sobre la Escuela Primaria, La Piqueta, Madrid, 1979; y también DONZELOT,
J., La policía de las familias, Pre-Textos, Valencia, 1979.

15
como instrumento de la socialización de mó sus aristas más duras y se flexibilizó
la Cultura, debilitando el influjo de las efectivamente, siempre tendió a una cal-
restantes instancias, pero no acabando li- culada contención de la oferta cultural, a
teralmente con ellas. Quiero decir, con to- un encogimiento máximo de la esfera in-
do esto, que, como ha subrayado I. Illich, telectual. La Democracia prefiere, por el
el “encierro” no es la condición funda- contrario, también en este terreno, el éx-
mental de la Educación, no es una pre- tasis de la producción, la hipertrofia de la
misa insuprimible, aunque así los postule factoría cultural, convencida de que la ló-
la ideología escolar. Y ha sido esa ideolo- gica del Mercado, en el estadio actual de
gía profesional de los pedagogos y de los dominación de las conciencias, se bastará
docentes, de acuerdo con los intereses del por sí misma para maniatar y casi aho-
Estado, la que ha centrado todo el debate gar los proyectos culturales opositores,
a propósito de la Educación en torno a la las experiencias educativas anticapitalis-
figura de la Escuela. Naturalizada, presa tas. Casi no requiere un verdadero traba-
de lo que Lukács denominó «el maleficio jo de “policía cultural”, pues la precarie-
de la cosificación », la institución escolar dad económica de los colectivos resisten-
se ha convertido finalmente en un feti- tes, sus limitaciones materiales y sus es-
che, en un ídolo sin crepúsculo. Y la exi- crúpulos ideológicos (cierta fobia a la ga-
gencia del confinamiento educativo apa- nancia, al beneficio, a la rentabilidad, en
rece hoy como un dogma de toda pedago- muchos casos) determina frecuentemente
gía, reformista o no; como un “credo” al el fracaso de sus empresas, o los aboca
que se abrazan sin excepción los Estados, a una presencia testimonial, dramática-
dictatoriales o democráticos. mente anecdótica. En lugar de combatir
y clausurar los dispositivos ‘contestata-
Hay, sin embargo, una diferencia en-
rios’ de transmisión cultural, la Demo-
tre las estrategias desplegadas por la De-
cracia los deja estar, consciente de que su
mocracia y por la Dictadura para ‘con-
vuelo es corto y su incidencia social ca-
trolar’ los hipotéticos efectos de la trans-
si nula, pero procura siempre centrarlos
misión cultural no-institucionalizada, el
de una forma o de otra sobre el modelo
desenlace de los procesos no-escolares de
de la “Escuela”, institucionalizarlos, sol-
aprendizaje y formación. El Franquismo
darlos al aparato del Estado, alejarlos de
optó por disecar el horizonte cultural, por
la informalidad y de la no-organización.
constituir un panorama educativo raquí-
Es propio de las estrategias democráticas
tico y monocolor: Escuelas y Universi-
favorecer la proliferación de las escuelas,
dades, de un lado, estatales o paraesta-
se acojan al rótulo que se acojan. Inclu-
tales (privadas, confesionales); y entida-
so las Escuelas Libres son admitidas sin
des culturales ideológicamente afines de
aspavientos, pues nada se teme de ellas y
otro, con un desenvolvimiento y una pro-
en muy poco se distinguen de las escue-
ducción supervisadas. Aunque, con el pa-
las estatales.
so del tiempo, el régimen franquista li-

16
de Pedagogía Crítica, que aconsejan cir-
cunscribir las iniciativas innovadoras, los
2. Microfísica del poder en las aulas
afanes transformadores, al ámbito de la
¿Cómo se define en lo empírico la Es- ‘autonomía real’ del profesor, al terreno
cuela de la Democracia (esa Escuela que de lo que puede efectivamente hacer sin
la Democracia tiende a constituir, nega- violar las principales figuras legales de la
ción inconcluyente de la “escuela tradi- Institución -por ejemplo, las pedagogías
cional” vehiculada por el Franquismo)? no-directivas inspiradas en la psicotera-
¿Qué microfísica del poder opera cada pia, con C.R. Rogers como exponente; y
día en nuestras aulas? ¿Cuáles son, en la llamada “pedagogía institucional”, que
síntesis, los rasgos identificativos, verte- se nutre de las propuestas de M. Lobrot,
bradores, del Reformismo Pedagógico? F. Oury y A. Vásquez, entre otros20 . Re-
a) La aceptación -por convencimiento cabando la comprensión y la complicidad
o bajo presión- de la obligatoriedad de la de los alumnos en un lance tan enojo-
Enseñanza y, por tanto, el control más so, sintiéndose justificado por pedagogos
o menos escrupuloso de la asistencia de muy radicales, y sin un celo excesivo, el
los alumnos a las clases. Las formulacio- educador progresista controla, de hecho,
nes reformistas aceptan este principio de la asistencia. Ignorando la célebre máxi-
mala gana, se diría que a regañadientes, ma de Einstein («la educación debe ser
y buscan el modo de ‘disimular’ dicho un regalo»), despliega sus “novedosos” y
control, evitando el “pase de lista” tra- “beneficiosos” métodos ante un conjunto
dicional, omitiendo circunstancialmente de interlocutores forzados, de ‘partícipes’
alguna falta, etc. Pero no se da nunca y ‘actores’ no-libres, casi unos prisioneros
un rechazo absoluto, y explícito, del co- tiempo parcial. Y, en fin, se solidariza im-
rrespondiente requerimiento administra- plícitamente con el triple objetivo de esta
tivo. Para claudicar, aún de forma revol- “obligación de asistir”: dar a la Escuela
tosa, ante la exigencia del mencionado una ventaja decisiva en su particular
control, el profesorado ‘disidente’ cuenta
con los argumentos de varias tradiciones
20
C.R. ROGERS, partidario de una educación “centrada en el estudiante” y en la “libertad” del estudiante, introduce
enseguida una matización: «El principio esencial quizá sea el siguiente: dentro de las limitaciones impuestas por las
circunstancias, la autoridad, o impuestas por el educador por ser necesarias para su bienestar psicológico, se crea una
atmósfera de permisividad, de libertad, de aceptación, de confianza en la responsabilidad del estudiante»(Psicoterapia
centrada en el cliente, Paidós, Buenos Aires, 1972, p. 339). Como el “control de la asistencia” es una limitación impuesta
por la autoridad, por la legislación, y como el ‘bienestar psíquico del profesor’ peligra ante las consecuencias de oponerse
abiertamente a él (clase vacía o semi-vacía, represión administrativa, etc.), para ROGERS, tan “anti-autoritario”, sería
preferible ‘aceptarlo’ a fin de no truncar la experiencia reformadora. También la llamada “pedagogía institucional”, que
adelanta reformas tan espectaculares como el ‘silencio de los maestros’, la ‘devolución de la palabra a los estudiantes’ y
la renuncia al poder por parte de los profesores, explicita inmediatamente que «el grupo es soberano sólo en el campo de
sus decisiones»(M. LOBROT, Pedagogía institucional, Humánitas, Buenos Aires, 1974, p. 292), quedando fuera de este
‘campo’ la postulación de la voluntariedad de la asistencia. Si bien el profesor delega todo su poder en el grupo, abdica
en el órgano autogestionario -el «consejo de cooperativa»de Oury y Vásquez-, es sólo ese “poder real”, ese “campo de su
competencia”, el que pasa a los estudiantes, y ahí no está incluida la posibilidad de alterar la obligatoriedad sustancial
de la asistencia.

17
Centro, etc. El “nuevo” temario podrá ser
elaborado por el profesor mismo, o por
la asamblea de los educadores disconfor-
mes, o de modo ‘consensuado’ entre el
docente y los alumnos, o por el ‘conse-
jo autogestionario’, o, en el límite, só-
lo por los estudiantes..., según el gra-
do de atrevimiento de una u otra pro-
puesta reformista. Debidamente justifica-
da, esta programación sustitutoria sue-
le obtener casi de trámite su aprobación
duelo con los restantes, y menos domi- por las autoridades educativas, pues, da-
nables, vehículos de transmisión cultural da la decantación ideológica de los pro-
(erigirla en anticalle); proporcionar a la fesores (que en la mayoría de los casos
actuación pedagógica sobre la conciencia no va más allá de un progresismo liberal
estudiantil la duración y la continuidad o socialdemócrata), tiende a tomar como
necesarias para solidificar hábitus y, de referencia el patrón ‘oficial’, y se limita
este modo, cristalizar en verdaderas dis- a desplazar los acentos, añadir cuestio-
posiciones caracteriológicas; hacer efecti- nes complementarias, suprimir o aligerar
va la primera “lección” de la educación otras, etc. En el área de las humanida-
administrada, que aboga por el someti- des, en particular, los temarios alternati-
miento absoluto a los designios del Es- vos de nuestros días apenas sí se distin-
tado (inmiscuyéndose, como ha señalado guen de los ‘oficiales’ por la mayor aten-
Donzelot, en lo que cabría considerar es- ción que prestan a los asuntos de crítica
fera de la autonomía de las familias, el Es- y denuncia social; por la apertura a te-
tado no sólo secuestra y confina cada día mas eventualmente ‘de moda’, como el
a los jóvenes, sino que fuerza también a feminismo, el ecologismo, el pacifismo,
los padres, bajo la amenaza de una inter- el antirracismo, etc., y a problemáticas
vención judicial, a consentir ese rapto e de índole regional, nacional o cultural;
incluso a hacerlo viable). He aquí, desde y por la ocasional asunción de apara-
un primer gesto, la doblez consustancial tos conceptuales o bien pretendidamente
de todo progresismo educativo... “más críticos” -el materialismo histórico,
de forma residual-, o bien presuntamen-
b) La negación (en su conjunto o en
te “más científicos” (jergas funcionalistas,
parte) del temario oficial y su sustitu-
o estructuralistas, o semiológicas,...). Sólo
ción por “otro”considerado ‘preferible’ ba-
entre los profesores de orientación liber-
jo muy diversos argumentos -su carácter
taria, los docentes formados en el mar-
no-ideológico, su criticismo superior, su
xismo y los educadores que - acaso por
‘actualización’ científica, su mejor adap-
trabajar en zonas ‘problemáticas’ o socio-
tación al entorno geográfico y social del

18
económicamente degradadas manifiestan ducen así, de algún modo, la aporía que
una extrema receptividad a los plantea- habitó entre los proyectos de sus viejos
mientos concienciadores tipo Freire, ca- inspiradores pedagógicos (Ferrer Guardia
be hallar excepciones, aisladas y rever- y los pedagogos libertarios de Hambugo,
sibles, cada vez menos frecuentes, a la valga el ejemplo, por un lado; Blonskij y
regla citada, con un desechamiento glo- Makarenko, por otro; y el propio Freire,
bal de las prescriptivas curriculares de con sus seguidores, casi insinuando una
la Democracia y una elaboración detalla- tercera vía)22 . Por último, y como han
da de auténticos temarios ‘alternativos’. subrayado Illich y Reimer, registrándose
Y en estos casos en que el currículum acusadas diferencias al nivel de la pe-
se remoza de arriba a abajo, surge habi- dagogía “explícita” (temarios, contenidos,
tualmente una dificultad en el seno mis- mensajes,...) entre las propuestas ‘conser-
mo de la estrategia reformista. Si bien vadoras’ y las ‘revolucionarias’, no ocu-
esos profesores aciertan en su crítica de rre lo mismo en el plano de la pedagogía
los programas vigentes (efectivamente le- “implícita”, donde se constata una sor-
gitimatorios)21 , luego confeccionan unos prendente afinidad: las mismas sugeren-
temarios de reemplazo demasiado cerra- cias de heteronomía moral, una idéntica
dos, casi de nuevo dogmáticos, que sir- asignación de roles, semejante trabajo de
ven de soporte a unas prácticas en las normalización del carácter, etc.23
que el componente de ‘adoctrinamiento’
no puede ocultarse, entrando en contra- En definitiva, participe o no el alum-
dicción con los propósitos declarados de nado en la tarea de “rectificación curricu-
formar hombres “críticos”, “moral e ideo- lar”, y destaque o no ésta por su enver-
lógicamente independientes”, etc. Repro- gadura, el revisionismo de los temarios
nunca podrá considerarse un instrumen-
21
Propaganda más que “información”, enmascaramiento y distorsión de la realidad social, difusión de los mitos del
Sistema, de la representación del mundo propia de la clase dominante, como han subrayado J.C. PASSERON y P.
BOURDIEU, por un lado, y E. REIMER e IVAN ILLICH, por otro.
22
FERRER GUARDIA legitima su enseñanza en función de dos ‘títulos’ sacralizados: el racionalismo y la ciencia.
Por “racionalista”, por “científica”, su enseñanza es verdadera, transformadora, un elemento de Progreso. Busca, y no
encuentra, libros racionalistas y científicos (p. ej., de Geografía); y tiene que encargar a sus afines la redacción de los
mismos. En la medida en que su crítica socio-política del Capitalismo impregna el nuevo material bibliográfico, éste
pasa mecánicamente a considerarse ‘racionalista’ y ‘científico’ y, sirviendo de base a los programas, se convierte en
objeto de aprendizaje por los alumnos. El compromiso ‘comunista’ de MAKARENKO es también absoluto, sin rastro de
auto-criticismo, por lo que los “nuevos” programas se entregan sin descanso al comentario de dicha ideología. Incluso
FREIRE diseña un proceso relativamente complejo (casi barroco) de «codificación del universo temático generador»,
posterior «descodificación», y «concientización final», que, a poco que se arañe su roña retórica y formalizadora, viene a
coincidir prácticamente con un trabajo de adoctrinamiento y movilización. Se reproduce, así, en los tres casos, aquella
contradicción entre un discurso que habla de la necesidad de forjar sujetos ‘críticos’, ‘autónomos’, ‘creativos’, ‘enemigos
de los dogmas’, por un lado, y, por otro, una práctica tendente a la homologación ideológica, a la asimilación pasiva de
un cuerpo doctrinal dado, a la movilización en una línea concreta, prescrita de antemano...
23
«Poco importa que el programa explícito se enfoque para enseñar fascismo o comunismo, liberalismo o socialismo,
lectura o iniciación sexual, historia o retórica, pues el programa latente ‘enseña’ lo mismo en todas partes»(ILLICH, Y.,
Juicio a la Escuela, Humánitas, Buenos Aires, 1973, pp. l8-l9). «Las escuelas son fundamentalmente semejantes en todos
los países, sean éstos fascistas, democráticos o socialistas»(ILLICH, Y., La sociedad desescolarizada, Barral, Barcelona,
1974, p. 99).

19
to efectivo de la praxis transformadora, Todo el énfasis se pone, entonces, en
pues, sujeto a veces a afanes proselitistas las mediaciones, en las estrategias, en
y de adoctrinamiento (que constituyen, el ambiente, en el constructivismo me-
en sí mismos, la negación de la auto- todológico. Estas fueron las inquietudes
nomía y de la creatividad estudiantiles), de las Escuelas Nuevas, de las Escuelas
queda invariablemente preso en las redes Modernas, de las Escuelas Activas,... Ha-
de la “pedagogía implícita” -atenazado y cia aquí apuntó el reformismo originario,
reducido por esa fuerza etérea que, desde asociado a los nombres de Dewey en los
el trasfondo del momento verbal de la en- EEUU, de Montessori en Italia, de De-
señanza, influye infinitamente más en la croly en Bélgica, de Ferrière en Francia,...
conciencia que todo discurso y toda voz. De aquí partieron asimismo los “méto-
dos Freinet”, con todos sus derivados. Y
c) La modernización de la “técnica de
un eco de estos planteamientos se percibe
exposición” y la modificación de la “di-
aún en determinadas orientaciones “no-
námica de las clases”. La Escuela de
directivas” contemporáneas. Quizás palpi-
la Democracia procura explotar en pro-
te aquí, por ultimo, el corazón del refor-
fundidad las posibilidades didácticas de
mismo cotidiano, ese reformismo de las
los nuevos medios audiovisuales, virtua-
Escuelas de la Democracia, de los Ins-
les, etc., y está abierta a la incorpora-
titutos de hoy, de los profesores reno-
ción ‘pedagógica’ de los avances tecno-
vadores, inquietos, contestatarios... Es lo
lógicos coetáneos -una forma de contra-
que, en El Irresponsable, he llamado «la
rrestar el tan denostado “verbalismo” de
Ingeniería de los Métodos Alternativos»;
la enseñanza tradicional. Proyecta susti-
labor de ‘diseño didáctico’ que, en sus
tuir, además, el rancio modelo de la “cla-
formulaciones más radicales, suele hacer
se magistral” por otras dinámicas par-
suyo el espíritu y el estilo inconformis-
ticipativas que reclaman la implicación
ta de Freinet: una voluntad de denun-
del estudiante: coloquios, representacio-
cia social desde la Escuela, de educación
nes, trabajos en grupo, exposiciones por
desmitificadora para el pueblo, de crítica
parte de los alumnos, talleres,... Se trata,
de la ideología burguesa, apoyada fun-
una vez más, de acabar con la típica pa-
damentalmente en la renovación de los
sividad del alumno -interlocutor mudo y
métodos (imprenta en el aula, periódico,
sin deseo de escuchar-; ‘pasividad’ que, al
correspondencia estudiantil, etc.) y en la
igual que el fraude en los exámenes, ha
negación incansable del sistema escolar
constituido siempre una forma de resis-
establecido - «la sobrecarga de materias
tencia estudiantil a la violencia y arbi-
es un sabotaje a la educación», |«con cua-
trariedad de la Escuela, una tentativa de
renta alumnos para un profesor no hay
inmunización contra los efectos del in-
método que valga», anotó, por ejemplo,
contenible discurso profesoral, un modo
Freinet.
de no-colaborar con la Institución y de
no ‘creer’ en ella... Cabe detectar, me parece, una dificul-

20
tad insalvable en el seno de estos plan- vo (Oury); nada quiere oír a propósito de
teamientos: el “cambio” en la dinámica la “pedagogía implícita”, de la hipervalo-
de las clases deviene siempre como una ración de la figura del Educador que le
imposición del profesor, un dictado de la es propia, etc.-, su Despotismo se revela,
Autoridad; y deja sospechosamente en la por el contrario, excesivo: es el Profesor
penumbra la cuestión de los fines que el que, desde la sombra y casi en silencio,
propende. ¿Nuevas herramientas para el lleva las riendas del experimento, exami-
mismo viejo trabajo sórdido? ¿Un instru- nándolo y evaluándolo, y reservándose el
mental perfeccionado para la misma ini- derecho a ‘decretar’ (si es preciso) las co-
cua operación de siempre? Así lo con- rrecciones oportunas...
sideraron Vogt y Mendel, para quienes
la fastuosidad de los nuevos métodos es-
condía una aceptación implícita del siste-
ma escolar y del sistema social general24 .
No se le asigna a la Escuela otro come-
tido mediante la mera renovación de su
arsenal metodológico: esto es evidente.
Por añadidura, aquella “imposición”
del sistema didáctico alternativo por un
hombre que declara perseguir en todo
momento el ‘bien’ de sus alumnos, su-
giere -desde el punto de vista del ‘currí- Gracias al vanguardismo didáctico, la
culum oculto’- la idea de una Dictadu- educación administrada se hace más so-
ra Filantrópica (o Dictadura de un Sabio portable, más llevadera; y la Escuela pue-
Bueno), de su posibilidad, y nos retrotrae de desempeñar sus funciones seculares
al modelo histórico del Despotismo Ilus- (reproducir la desigualdad social, ideolo-
trado: “Todo para el pueblo, pero sin el gizar, sujetar el carácter) casi contando
pueblo”. Aquí: “Todo para los estudiantes, ya con la aquiescencia de los alumnos,
pero sin los estudiantes”. Como aconteció con el agradecimiento de las víctimas. No
con la mencionada experiencia histórica, es de extrañar, por tanto, que casi to-
siendo insuficiente su Ilustración -poco das las propuestas didácticas y metodo-
sabe de la dimensión socio-política de la lógicas de la tradición pedagógica ‘pro-
Escuela, de su funcionamiento clasista, gresiva’ hayan sido paulatinamente in-
que no se altera con la simple sustitu- corporadas por la Enseñanza estatal; que
ción de los métodos; demasiado confía las sucesivas remodelaciones del sistema
en la espontaneidad del estudiante (Fe- educativo, promovidas por los gobiernos
rrière), en los aportes de la ciencia psico- democráticos, sean tan receptivas a los
lógica (Piaget), en la magia de lo colecti- principios de la Pedagogía Crítica; que,
24
VOGT, CH. Y MENDEL, G., El manifiesto de la educación, S.XXI, Madrid, 1975, pp. l78-l79.

21
por su oposición a las estrategias ‘acti- servas o sin ellas, este imperativo de la
vas’, participativas, etc., sea el proceder evaluación. Normalmente, declaran cali-
inmovilista del “profesor tradicional” el ficar disposiciones, facultades (el ejercicio
que se perciba, desde la Administración, de la crítica, la asimilación de concep-
casi como un peligro, como una práctica tos, la capacidad de análisis,...), y no la
disfuncional -que engendra aburrimiento, repetición memorística de unos conteni-
conflictos, escepticismo estudiantil, pro- dos expuestos. Pero, desdramatizado, ba-
blemas de legitimación,... Tampoco llama jo otro nombre, reorientado, el “examen”
la atención que buena parte de las expe- (o la prueba) está ahí; y la “calificación”
riencias de renovación didáctica y meto- -la evaluación- sigue funcionando como
dológica se lleven a cabo sin operar cam- el eje de la pedagogía, explícita e im-
bios importantes en la programación, co- plícita. Por la subsistencia del “examen”,
mo si se contentaran con “amenizar” la las prácticas reformistas se condenan a
divulgación de las viejas verdades, con la esclerosis políticosocial: su reiterada
“optimizar” el rendimiento ideológico de pretensión de estimular el criticismo y la
la Institución25 . independencia de criterio choca frontal-
mente con la eficacia de la “evaluación”
d) La impugnación de los mode- como factor de interiorización de la ideo-
los ‘clásicos’ de examen (trascendentales, logía dominante (ideología del fiscaliza-
memorístico-repetitivos), que serán susti- dor competente, del operador ‘científico’
tuidos por pruebas menos “dramáticas”, a capacitado para juzgar objetivamente los
través de las cuales se pretenderá califi- resultados del aprendizaje, los progresos
car ‘actitudes’, ‘destrezas’, ‘capacidades’, en la formación cultural; ideología de la
etc.; y la promoción de la participación de desigualdad y de la jerarquía naturales
los estudiantes en la definición del tipo de entre unos estudiantes y otros, entre és-
examen y en los sistemas mismos de califi- tos y el profesor; ideología de los dones
cación. Permitiendo la consulta de libros personales o de los talentos; ideología de
y apuntes en el trance del examen, o sus- la competitividad, de la lucha por el éxito
tituyéndolo por ejercicios susceptibles de individual; ideología de la sumisión con-
hacer en casa, por trabajos de síntesis o veniente, de la violencia inevitable, de la
de investigación, por pequeños ‘controles’ normalidad del dolor -a pesar de la an-
periódicos, etc., los profesores reformis- siedad que genera, de los trastornos psí-
tas desdramatizan el fundamento mate- quicos que puede acarrear, de su índole
rial de la evaluación, pero no lo derrocan. agresiva, etc., el “examen” se presenta co-
Así como no niegan la obligatoriedad de mo un mal trago socialmente indispensa-
la Enseñanza, los educadores ‘progresis- ble, una especie de adversidad cotidiana e
tas’ de la Democracia admiten, con re-
25
Este hecho, el desinterés de muchos “reformadores” metodológicos y didácticos por la trastocación del temario (y
por el funcionamiento socio-político de la Institución), ha sido subrayado recurrentemente por los comentaristas de la
llamada pedagogía progresiva.

22
insoslayable-; ideología de la simetría de
oportunidades, de la prueba unitaria y de
la ausencia de privilegios; etc.). En efec-
to, componentes esenciales de la ideolo-
gía del Sistema se condensan en el “exa-
men”, que actúa también como corrector
del carácter, como moldeador de la perso-
nalidad - habitúa, así, a la aceptación de
lo establecido/insufrible, a la perseveran-
cia torturante en la Norma. Por último, y
tal y como demostraron Baudelot y Esta- Tratando, como siempre, de distan-
blet para el caso de Francia, el “examen”, ciarse del modelo del “profesor tradicio-
con su función selectiva y segregadora, nal”, su enemigo declarado, los educa-
tiende a fijar a cada uno en su condición dores reformistas pueden promover ade-
social de partida, reproduciendo de ese más la participación del alumnado en
modo la dominación de clase26 . Elemento la ‘definición’ del tipo de examen (para
de la perpetuación de la desigualdad so- que los estudiantes se impliquen decidi-
cial (Bourdieu y Passeron)27 , destila ade- damente en el diseño de la tecnología
más una suerte de «ideología profesio- evaluadora a la que habrán de someter-
nal»(Althusser) que coadyuva a la legiti- se) y, franqueando un umbral inquietan-
mación de la Escuela y a la mitificación te, en los sistemas mismos de calificación
de la figura del Profesor... Toda esta se- -nota consensuada, calificación por mu-
cuencia ideo-psico-sociológica, tan com- tuo acuerdo entre el alumno y el profesor,
prometida en la salvaguarda de lo Exis- evaluación por el colectivo de la clase, o,
tente, halla paradójicamente su aval en incluso, auto-calificación ‘razonada’... Es-
las prácticas evaluadoras de esa porción te afán de involucrar al alumno en las ta-
del profesorado que, ¿quién va a creerle?, reas vergonzantes de la evaluación, y el
dice simpatizar con la causa de la “mejo- caso extremo de la auto-calificación es-
ra” o “transformación” de la sociedad... tudiantil, que encuentra su justificación
entre los pedagogos fascinados por la psi-
cología y la psicoterapia28 , persigue, a pe-
26
BAUDELOT, CH. Y ESTABLET, R., La escuela capitalista en Francia, S.XXI, Madrid, 1975.
27
Como han demostrado estos autores, es una evidencia “empírica” que el examen selecciona a los hijos de la bur-
guesía para los estudios que dan acceso a los puestos de dirección, a las profesiones socialmente más influyentes, a los
escalafones superiores de la Administración, etc.; y tiende a condenar a los hijos de los trabajadores al “fracaso escolar”,
a la rama subsidiaria de la “formación profesional”, a las “carreras para pobres”,... (BOURDIEU, P. Y PASSERON, J. C.,
La reproducción, Laia, Barcelona, 1977).
28
«La auto-evaluación, la propia evaluación del aprendizaje, estimula al estudiante a sentirse más responsable; cuando
el estudiante debe decidir los criterios que le resultan más importantes, los objetivos que se propone alcanzar, y cuando
debe juzgar en qué medida lo ha logrado, no hay duda de que está haciendo un importante aprendizaje de la libertad;
la vivencialidad de su aprendizaje en general aumenta y se hace más satisfactoria; el individuo se siente más libre y
satisfecho»(PALACIOS, J., a propósito de los criterios de ROGERS, en La cuestión escolar, Laia, Barcelona, 1984, p.
240).

23
sar de su formato progresista, la absolu- que se ‘auto-controla’, uno mismo el que
ta “claudicación” de los jóvenes ante la se aprueba o suspende (autoevaluación).
ideología del examen -y, por ende, del En este autobús que probablemente lleva-
sistema escolar- y quisiera sancionar el rá a una forma inédita de fascismo, aún
éxito supremo de la Institución: que el cuando casualmente no haya nadie, aún
alumno acepte la violencia simbólica y la cuando esté vacío, sin revisor y sin testi-
arbitrariedad del examen; que interiori- gos, cada pasajero ‘picará’ religiosamente
ce como ‘normal’, como ‘deseable’, el jue- su billete (uno se vigilará a sí mismo).
go de distinciones y de segregaciones que Convertir al estudiante en un policía de
establece; y que sea capaz, llegado el ca- sí mismo: este es el objetivo que persigue
so, de suspenderse a sí mismo, ocultan- la Escuela de la Democracia. Convertir a
do de esta forma el despotismo intrínseco cada ciudadano en un policía de sí mis-
del acto evaluador. En lo que concierne mo: he aquí la meta hacia la que avanza
a la Enseñanza, y gracias al progresismo la Democracia en su conjunto. Se trata,
benefactor de los reformadores pedagógi- en ambos casos, de reducir al máximo el
cos, ya tendríamos al policía de sí mismo, aparato visible de coacción y vigilancia;
ya viviríamos en el neofascismo. de camuflar y travestir a sus agentes; de
delegar en el individuo mismo, en el ciu-
Recurriendo a una expresión de
dadano anónimo, y a fuerza de “respon-
López-Petit, Calvo Ortega ha hablado del
sabilidad”, “civismo” y “educación”, las
«modelo del autobús»para referirse a las
tareas decisivas de la Vieja Represión.
formas contemporáneas de vigilancia y
control: en los autobuses antiguos, un e) El favorecimiento de la participa-
‘revisor’ se cercioraba de que todos los ción de los alumnos en la gestión de los
pasajeros hubieran pagado el importe del Centros (a través de ‘representantes’ en
billete (uno vigilaba a todos); en los au- los Claustros, Juntas, Consejos Escola-
tobuses modernos, por la mediación de res, etc.) y el fomento del “asambleísmo” y
una máquina, cada pasajero ‘pica’ su bi- la “auto-organización” estudiantil a modo
llete sabiéndose observado por todos los de lucha por la democratización de la En-
demás (todos vigilan a uno). En lo que señanza. En el primero de estos puntos
afecta a la Enseñanza, y gracias al in- confluyen el reformismo administrativo
vento de la “auto-evaluación”, en muchas de los gobiernos democráticos y el ‘alum-
aulas se ha dado ya un paso más: no es nismo’ sentimental de los docentes pro-
‘uno’ el que controla a todos (el profe- gresistas, con una discrepancia relativa
sor calificando a los estudiantes); ni si- en torno al grado de aquella intervención
quiera son ‘todos’ los que se encargan del estudiantil (número, mayor o menor, de
control de cada uno (el colectivo de la alumnos en el Consejo Escolar, por ejem-
clase evaluando, en asamblea o a través plo) y a las materias de su competencia
de cualquier otra fórmula, a cada uno (¿los problemas de orden disciplinario?,
de sus componentes); es ‘uno mismo’ el ¿los aspectos de la evaluación?, ¿la dis-

24
tribución del presupuesto?,...). Dejando a es el profesor el que impone la nueva di-
un lado esta discrepancia, docentes y le- námica, el que obliga al asambleísmo; y
gisladores suman sus esfuerzos para al- este gesto, en sí mismo paternalista, se-
canzar un mismo y único fin: la integra- mejante -como vimos- al que instituyó el
ción del estudiante, a quien se concederá Despotismo Ilustrado, no deja de ser un
-como urdiéndole una trampa- una enga- gesto autoritario, de ambiguo valor edu-
ñosa cuota de poder29 . cativo -contiene la idea de un Salvador,
Dentro de la segunda línea reformado- de un Liberador, de un Redentor, o, al
ra, en principio radical, se sitúan las ex- menos, de un Cerebro que implanta lo
periencias educativas no-estatales de ins- que conviene a los estudiantes como re-
piración anarquista -como “Paideia. Es- flejo de lo que convendría a la Humani-
cuela Libre”- y las prácticas de pedago- dad. A los jóvenes no les queda más que
gía “antiautoritaria” (‘institucional’, ‘no- “estar agradecidos”; y empezar a ejercer
directiva’ o de fundamentación psicoa- un poder que les ha sido ‘donado’, ‘re-
nalítica) trasladadas circunstancialmen- galado’. La sugerencia de que la “liber-
te, de forma individual, a las aulas de la tad” (entendida como democracia, como
enseñanza pública. Se resuelven, en todos autogestión) se conquista, deviene como
los casos, en un fomento del asambleís- «el botín que cabe en suerte a los vence-
mo estudiantil y de la autogestión educa- dores de una lucha»(Benjamin), está ex-
tiva, y en una renuncia expresa al poder cluida de ese planteamiento. Por añadi-
profesoral. La Institución (estatal o para- dura, parece como si al alumnado no se
estatal) se convierte, así, en una escuela le otorgara el poder mismo, sino sólo su
de democracia; pero de “democracia vi- usufructo; ya que la “cesión” tiene sus
ciada”, en mi opinión. Viciada, ante to- condiciones y hay, por encima de la es-
do, porque, al igual que ocurría con la fera autogestionaria, una Autoridad que
pirotecnia de los Métodos Alternativos, ha definido los límites y que vigila su de-
29
Para esta engañosa participación de los estudiantes en el gobierno de los Centros se recurre a los procedimientos
característicos del representantivismo liberal: “representantes” de clase y/o de curso elegidos por los estudiantes entre
diversas candidaturas; “asamblea de representantes” que toma en consideración los asuntos capitales; “superrepresentan-
te” que acude a las reuniones del Consejo Escolar, con un papel en el mismo rigurosamente delimitado. Se escamotea
así la posibilidad misma de una democracia de base (o directa), con “delegados” ocasionales, movibles, sustituibles; un
verdadero control de su actuación por el conjunto de los alumnos; y una capacidad concreta de intervención en la gestión
de los Centros escolares acorde con el peso real del estudiantado en la Institución.
30
En el caso de PAIDEIA, esa Autoridad otorgadora del poder, definidora de sus límites y vigilante de su ejercicio está
constituida por “los adultos” -en sus términos. En el caso de las “pedagogías institucionales”, la Autoridad es el maestro,
el profesor, que, como señala LOBROT, «está para responder a las demandas de los estudiantes, pero no responde nece-
sariamente a toda demanda. Si lo hiciese, perdería a su vez la libertad y se convertiría en una máquina en manos de sus
alumnos»(op. cit., p. 262). PAIDEIA está diseñada por los adultos, y quien quiere estudiar en esta “Escuela Libre” debe
aceptar su modo de funcionamiento. La asamblea de los estudiantes no puede ‘corregir’ esa forma de operar, no puede
‘cambiar’ el rumbo de la Institución. A los alumnos se les ha dicho que así es la verdadera “democracia”, la verdadera
“autogestión” educativa; no tienen más remedio que creérselo y desempeñar en ese contexto su papel. Ya han sido redi-
midos, ya han sido liberados del autoritarismo escolar por la sabiduría organizativa y la clarividencia ideológica de Los
Adultos. El profesor institucional pone también un límite al órgano autogestionario por él concebido para la “formación
democrática” y el “aprendizaje en libertad” de sus alumnos: la asamblea no puede demandar el restablecimiento de la
dinámica no-institucional, no-autogestionaria. Es libre a la fuerza, autogestionaria lo quiera o no...

25
senvolvimiento30 .Como se apreciará, es- Por el juego de todos estos desliza-
tas estrategias estallan en contradiccio- mientos puntuales, algo sustancial se está
nes insolubles, motivadas por la circuns- alterando en la Escuela bajo la Demo-
tancia de que en ellas el “profesor”, en cracia: aquel dualismo nítido profesor-
lugar de autodestruirse, se magnifica: con alumno tiende a difuminarse, adquirien-
la razón de su lado, todo lo reorganiza en do progresivamente el aspecto de una
beneficio de los alumnos y, de paso, pa- asociación o de un enmarañamiento. Se
ra contribuir a la transformación de la produce, fundamentalmente, una “dele-
sociedad. Se dibuja, así, un espejismo de gación” en el alumno de determinadas
democracia, un simulacro de cesión del incumbencias tradicionales del profesor;
poder. De hecho, el profesor sigue inves- un trasvase de funciones que convierte al
tido de toda la autoridad, aunque procure estudiante en sujeto/objeto de la prácti-
invisibilizarla; y la libertad de sus alum- ca pedagógica... Habiendo participado, de
nos es una libertad contrita, maniatada, un modo u otro, en la Rectificación del
ajustada a unos moldes creados por él. temario, ahora habrá de ‘padecerlo’. Eri-
Esta concepción “estática” de la liber- giéndose en el protagonista de las cla-
tad -una vez instalados en el seno de la ses re-activadas, en adelante se ‘cores-
misma, los alumnos ya no pueden ‘re- ponsabilizará’ del fracaso inevitable de
crearla’, reinventarla-, y de la libertad las mismas y del aburrimiento que vol-
“circunscrita”, “limitada”, vigilada por un verá por sus fueros conforme el factor
Hombre al que asiste la certidumbre ab- “rutina” erosione la capa de novedad de
soluta de haber dado con la Ideología las dinámicas participativas. Involucrán-
Justa, con la organización ‘ideal’, es, y dose en los procesos evaluadores, no sa-
no me importa decirlo, la concepción de brá ya contra quién revolverse cuando
la libertad del estalinismo, la negación de sufra las consecuencias de la calificación
la libertad. Incluso en sus formulaciones discriminatoria y jerarquizadora. Aparen-
más extremosas, la Escuela de la Demo- temente al mando de la nave escolar ¿a
cracia acaba definiéndose como una Es- quién echará las culpas de su naufragio?
cuela sin Democracia31 ... Y, si no naufraga, ¿de quién esperará un
motín cuando descubra que lleva a un
mal puerto? En pocas palabras: por la vía
del Reformismo Pedagógico, la Democra-
cia confiará al estudiante las tareas car-
dinales de su propia coerción. De aquí
se sigue una invisibilización del educa-

31
«Mandar para obedecer, obedecer para mandar»: según CORTÁZAR, ese era el lema de todo tipo concebible de
Escuela. “Mandar para obedecer” (los estudiantes obedeciendo al profesor anti-autoritario al tomar el mando de la clase);
y “obedecer para mandar” (el profesor subordinándose aparentemente a sus alumnos para gobernarlos también de esta
forma). He aquí una manifestación más de aquella «hipocresía sustancial de todo reformismo»a la que tanto se ha
referido Deleuze...

26
dor como agente de la agresión escolar do todavía exclamar una madre alemana
y un ocultamiento de los procedimientos en las vísperas de Auschwitz. Yo llevo to-
de dominio que definen la lógica interna das las mañanas a mi crío al colegio pa-
de la Institución. ra que su cerebro sea maltratado y con-
fundido por un hatajo de ‘educadores’, y
ya casi no exclamo nada. ¿Qué puede el
Insistencia (discurso detenido)
discurso contra la Escuela? ¿Qué pueden
Cada día un poco más, la Escuela de estas páginas contra la Democracia? ¿Y
la Democracia es, como diría Cortázar, para qué escribir tanto, si todo lo que he
una “Escuela de noche”. La parte ‘visible’ querido decir a propósito de la Escuela
de su funcionamiento coercitivo amino- de la Democracia cabe en un verso, en
ra y aminora. Sostenía Arnheim que, en un solo verso, de Rimbaud: «Tiene una
pintura como en música, la “buena” obra mano que es invisible, y que mata».
no se nota -apenas hiere nuestros senti-
dos. Me temo que éste es también el caso
de la “buena” represión: no se ve, no se
nota. Hay algo que está muriendo de paz
en nuestras escuelas; algo que sabía de
la resistencia, de la crítica. El “estudiante
ejemplar” de nuestro tiempo es una figura
del horror: se le ha implantado el corazón
de un profesor y se da a sí mismo escuela
todos los días. Horror dentro del horror,
el de un autoritarismo intensificado que
a duras penas sabremos percibir. Horror
de un cotidiano trabajo de poda sobre la
conciencia. «¡Dios mío, qué están hacien-
do con las cabezas de nuestros hijos!», pu-

Texto extraido del libro “El enigma de la docilidad” de Pedro García Olivo, dispo-
nible en la página web del autor http://www.pedrogarciaolivoliteratura.com. Edición
impresa a cargo de Virus Editorial, 2005.

27
SOBRE EL FANZINE:

Text original:
Pedro García Olivo. Extret del llibre ’El enigma de la docilidad’.

Edició, maquetació i text introductori:


Es fullet perdut d’en Rotget, projecte anticapitalista i antiautoritari
d’edició i distribució de fanzines.

Més informació i contacte:


Blog: http://esfulletperdut.ourproject.org
Correu: esfulletperdut@riseup.net

Editat amb LaTEX.

Anti-copyright. La propiedad intelectual también es el robo.

28
El fullet perdut d’en Rotget és un projecte que vol contribuir a
la difusió del pensament crític contra la societat capitalista i
autoritària mitjançant la recopilació i l’elaboració pròpia de pasquins,
fanzines i texts breus. Les nostres eines són la impressió pròpia,
l’edició independent a través de les singulars idees de les nostres
col·laboradores i la posterior distribució del material recopilat i
elaborat; material per ser copiat, retallat, recuperat o inclús oblidat per
ser recordat en moments necessaris. En aquest sentit hem apostat per
la creació d’un arxiu virtual de fullets (el blog esfulletperdut.
ourproject.org), però sobretot per maneres de distribució més directes,
com poden ser les paradetes que instal·lam a diverses activitats -fires,
xerrades, festes solidàries, …- o simplement deixant-los als racons
més inesperats perquè siguin trobats espontàniament per algun
desconegut. Aquest projecte autogestionari es finança a partir de la
col·laboració econòmica que el lector vulgui aportar per tal de cobrir
les despeses que impliquen la impressió, edició i distribució dels
fanzines, no contemplant-se la possibilitat de rebre subvencions
estatals ni empresarials de cap tipus. Aquesta manera de fer les coses
és una rèplica a la tradicional industria cultural que presenta la
producció i la distribució com a una tasca d’experts i professionals
afincats a les altes esferes culturals, la fi dels quals no és un altre que
obtenir una posició avantatjosa al mercat dels sabers, o millor dit, de
les imatges dels sabers: la ignorància invertida per la lògica de la
mercaderia. L’alt gratacel cultural pot ser destruït construint
alternatives on les mateixes persones creïn els seus mitjans per
comunicar-se i per reflexionar (do it yourself) obrint nous debats i
noves maneres d’actuar.

Serà el pensament d’arrel (radical) el que faci créixer l’arbre


rabassut de la transformació social, les branques del qual, amorfes i
incontrolables, d’enginy fractal, extreguin la passió i la ràbia dels
nostres cors malmesos.

Properes edicions:
- Técnica democrática y técnica autoritaria, de Lewis Mumford.

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