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y
El Maestro
Efraíin de la Fuente
ETHAIN de l a f u e n t e
EL NIÑO
Y
EL MAESTRO
OBRAS DEL AUTOR
ANILLOS DE HUMO
Poemas — 1942.
EN TORNO A GABRIELA
Ensayo — 1957.
EL NIÑO Y EL MAESTRO
1965.
ALGUNOS JUICIOS DOCENTES
EL NIÑO Y EL MAESTRO
EJraín de la Fuente
ELVIRA COLLADOS
Jefe de la Sección Experimentación
del Ministerio de Educación
9
EL NIÑO Y EL MAESTRO
Efraín de la Fuente
Efraín de la Fuente usa la frecuencia niño, maestro y
escuela, a través de la mayor parte de sus escritos, en una
relación térmica de amplio calor humano y de insistente des-
plazamiento hacia la niñez.
Esto llama la atención, porque en el quantum de la poe-
sía y del arte escénico infantil, generalmente, las creaciones
han sido escritas por maestros, vale decir, por quienes han
compartido el aula escolar, el patio, el salón de actos, con
los niños y conocido sus vivencias o estados emocionales que
caracterizan su edad.
Extraño, pero, a la vez simpatiquísimo resulta, pues, que
Efraín de la Fuente, no siendo maestro —y lo destaco co-
mo un mérito a su obra— haya buscado en la fascinación
y majestad de la infancia, el camino que para él, escritor,
tiene el signo pontificado de la verdad. ¿Fue por afinidad
temperamental? ¿Por sensibilidad? ¿Por vocación dormida
o intuición?
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EL NIÑO Y EL MAESTRO, es el titulo de su nueva obra
Le conocíamos ya su otro libro: TEATRO Y POEMAS ESCO-
LARES. Vicente Huidobro sostiene que "la poesía está an-
tes del principio y después del fin del hombre". ¿Dónde de-
beremos ubicar las creaciones para los niños, que como en
el caso de los escritos especializados para ellos, que no tie-
nen sentido ni de lo real ni de lo ideal, tampoco del claro
obscuro, tampoco del carro del sueño o de la gloria, sino que
se basa en los intereses infantiles, lo que el niño siente o
anhela'!
En EL NIÑO Y EL MAESTRO, encontramos mucho de
promisor. Vemos, por ejemplo, que el autor saltó la valla de
los "lobos", de las "cenicientas" o de las "caperucitas", que en
moldes y recetas inefables, estábamos acostumbrados a ver,
como si todavía los niños de hoy vivieran el principio del
siglo. Bajo este aspecto, Efraín de la Fuente, cayó en la jus-
ta medida: ¡Vivencias! ¡Su libro es de vivencias!
Con todo agrado entrego estas breves lineas para una
obra de tipo escolar puro, sin dejar de pensar en lo difícil
que es la tarea de escribir para los niños, o como si dijéra-
mos, besar el diamante del genio.
Escribo estos conceptos para "Canto a Chile", "Sol y
Sombra", "Las Vocales", "Chile?', etc., no por quedarme en
una parte de la obra ni detenerme a medio camino. El espí-
ritu de este escritor está en cada hoja, en cada, renglón, en
cada palabra.
Efraín de la Fuente, es un maestro que no tiene titulo,
y acaso no lo requiera. Es por invocación, por signo, por ar-
te de inspiración. Por eso deberemos decir con él: "yo po-
dría ir de destino en destino, pero siempre guardaré el re-
cuerdo del cielo". El y su temática, están siempre pensan-
do en el país blanco y celeste de la infancia.
H
EL NIÑO Y EL MAESTRO
Efraín de la Fuente
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A PROPOSITO DE "EL NIÑO Y EL MAESTRO"
DE EFRAIN DE LA FUENTE
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Y así hemos ido abandona?ido por tiempo, el sencillo y
prístino lenguaje de una época azul y rosa; ahora nos sen-
timos incapaces de reeditarlo. \Nos es tan extraño!
Por eso es que es oficio difícil escribir para niños
Tal es la razón por la cual resulta reconfortante saber
que aún hay hombres que recuerdan todo eso, y no sienten
vergüenza de expresarlo a todos los vientos, para solaz de
grandes y pequeños.
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LA SEÑORA GALLINA
¿Y saben ustedes
qué es lo que pasó?
Desde ayer es madre
se los juro yo.
Todos sus polluelos
son coloraditos
y muy parecidos
a gallo papito.
La violeta decía
en el jardín:
llévame, moscardón,
quiero salir,
y mirar otras cosas
lejos de aquí.
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Quiero conocer ríos,
mirar el mar,
prenderme
en la solapa
de u n Capitán.
Llévame, moscardón,
lejos de aquí.
¿Cómo son las violetas
de otro país?
CANCION DE LAS AGUAS
(Adaptar escenificación)
Niño río:
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Niño m a r :
Niño lago:
Y yo detenido y quieto,
dormido hora tras hora;
qué triste la tarde triste,
qué triste la tarde sola.
20
EL TREN DE CARTON
Patria Vieja:
Mi padre el Descubrimiento,
y mi madre la Conquista;
yo que soy la Patria Vieja
soy su legítima hija.
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Reconquista:
Patria Nueva:
Mi madre la Reconquista,
mi abuela la Patria Vieja,
y yo todavía sigo
llamándome Patria Nueva.
24
ENTRE COMADRES
Comadre A)
Comadre B)
25
Comadre A)
Comadre B)
Comadre A)
26
18 DE SEPTIEMBRE
Es dieciocho de septiembre
con ramadas y banderas,
con huasos de espuelas grandes,
con canciones y con cuecas.
Allí vienen los soldados
con tambores y cornetas;
es el día de la patria
y la patria está de fiesta.
2?
Qué poema de t e r n u r a
sobre la casa que sueñan,
cuando te alzan, cantando,
las rudas manos obreras.
Prendida en la medialuna
sobre la quincha chilena,
ay! el huaso y su a t a j a d a
en las bestias corraleras.
Embetunado,
cara de pillo,
con tus pomadas
y t u s cepillos.
31
Tu tinta roja,
tu t i n t a negra,
embetunado,
cara de suela.
Siempre te oímos
dale que dale,
m a ñ a n a y tarde:
patrón, lustriaaaaale!
PERMISO PARA EL CINE
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La m a m á me dio dinero,
sólo nos f a l t a el permiso,
a n d a y habla con papá
t ú que eres el pequeñito.
Y Pedrito compungido
y casi con sentimiento:
—háblale tú —le decía—
que lo conoces más tiempo.
AY! QUE CALLE TAN TRANQUILA
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Caseeeeera,
aguaite la media pila
de n a r a n j a s y limones,
rico mote con huesillos,
venenos para ratones,
escobas de tres costuras,
zanahorias, rabanitos,
verdura, buena verduuuuura.
Un Zoológico perfecto,
de acabada perfección,
encontraremos si entramos
al G r a n Almacén El León.
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En las pizarras anuncia
escobillas marca Gato,
alpargatas Elefante
y alimento p a r a Patos.
Mientras el sapo
tocaba el trombón,
aquel Regimiento
y el Tambor Mayor,
iban en desfile
con su pabellón.
Alerta, señores,
Primer Escalón,
aves de corral
en g r a n formación.
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Que siga la Banda,
Segundo Escalón.
Qué bello desfile,
poner atención!
La vaca, el caballo,
y el asno orejón,
el perro y el gato
y el cerdo gruñón.
Termina el desfile
con u n redoblón,
alerta, señores,
Tercer Escalón.
Canarios y loicas,
allá u n picaflor,
zorzales y u n bello
jilguero cantor.
EL SEMAFORO
41
Y ahora, como t ú ves,
el rojo que dijo Nó,
se ha cambiado en amarillo
que significa: ATENCION.
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Por allí, todas las tardes
los pájaros juguetean,
y, señores de sus nidos
son alegres centinelas.
44
SOL Y SOMBRA
En rayos dorados
su blanca pechera;
ella en sus vestidos
llevaba violetas.
Su paso arrogante,
su capa, su espuela;
ella por adorno
su risa coqueta.
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Y Chile viaja hacia el m a r
p a r a tenderse en la arena.
Ay! qué bonita mi patria
entre m a r y cordillera!
LAS VOCALES
La A se estaba escondiendo,
¿dónde estará?
Mira allí donde dice:
m a m á y papá.
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Que delgada me encuentran
todas aquí!
Alta y espigadita,
yo soy la I.
Personaje: Un Campesino.
51
Aquí traigo en mi chaqueta
mi Carnet de Identidad,
y sé leer y escribir
igualito que firmar.
(Aparte)
52
EL CABALLO
53
Silbador sobre mis ancas
tu rebenque en la muñeca;
dando vueltas sobre el trigo
soy el señor de las eras.
Rocinante, en el Quijote,
Babieca en Cid Campeador.
¿Quién ignora gloria y f a m a
del blanco de Napoleón?
Rocinante en el Quijote,
Babieca en Cid Campeador!
DESPUES DE LA ESCUELA
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Niüo 1) Mira qué tremendo,
tanto padre pobre,
que a ellos les falte,
y a otros les sobre.
Qué cosa de vida
dice mi papá,
sólo es el trabajo
la felicidad.
El bello m a r de mi patria
con blanco collar de espumas,
y en luz de sol enjoyado
o en luz de plata con luna.
Bramando contra la suave
playa de arena tostada,
el m a r de la patria mia
con su luz de madrugada.
Canciones de marineros
y u n barco partiendo espumas,
ay! m a r de mi patria bella
en luz de plata con luna.
RIQUEZAS DE CHILE
Niño cobre:
Niño salitre:
61
Niño carbón:
Niño petróleo:
62
EL NIÑO Y EL ABUELO
83
No te metas en el tarro,
por favor, de la basura,
ay! qué chiquillo, por Dios,
me haces doler la cintura.
(Abuelo dormitaj
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LOS PUERTOS DE CHILE
Marinero 1) (cantando).
" . . . V a l p a r a í s o es p u e r t o . . .
dice u n a cueca,
65
" . . . ay, ay, ay, pero no me h a l l o . . .
sigue la letra,
" . . .me gusta la bahía
de T a l c a h u a n o . . . " .
Marinero 2)
Marinero 1)
Marinero 2)
Marinero 1)
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Caldera y Constitución,
Tocopilla y Chañaral.
San Antonio y Puerto Montt.
¿Todavía quieres más?
Marinero 2)
Marinero 1) (burlón)
Marinero 2)
Si Talagante no es puerto!
Marinero 1) (burlón)
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ESCALA DE NOTAS
701
APURATE, ROSALIA
Apúrate, Rosalía,
que ya vamos atrasadas.
(Aparte)
(A mi no me importa nada
del castigo y de la hora).
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LA BIBLIOTECA
Niño 2) ¿Cuáles?
73
Otras veces conversa
que está Durand,
y además de Gabriela,
Augusto d'Halmar.
(Aparte)
Niño 2) (risueño)
Niño Norte:
Niño Este:
Niño Oeste:
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CANTO A CHILE
77
de "La Aurora de Chile";
en la espada celeste y atrevida
de O'Higgins, en los campos abiertos
de El Roble y Membrillar,
en el heroico sacrificio vivo
de la plaza sangrante de Rancagua,
en la gloria de glorias
del Capitán del Mar,
en su arenga de siglos,
en su muerte,
en su sangre partida
sobre el acero de la. patria hermana.
Chile, Chile,
ciento cincuenta estrellas
temblorosas
de m a r a cordillera,
u n cilicio de espumas te golpea el costado
y se quiebra la sal
y se parten los ruidos genitales
en los inmensos mundos submarinos.
Y en el ala del cóndor,
galán de nubes y de estrellas altas,
y en la inmensa mejilla de t u cielo,
y en la rústica piedra,
en el t r a j e de aceite del obrero,
en el patio sencillo de la Escuela,
en t u m o n t a ñ a agreste,
en t u recia y soberbia cordillera,
en t u rojo copihue,
en t u s quilas erectas,
en el temblor sencillo y escondido
de cada topa topa,
en el rugido de t u p u m a triste,
en la sangre sencilla de t u loica,
en todo, en todo,
se escribe el nombre de t u tierra, Chile.
Chile, Chile,
yo te salí a rezar por el camino
y a decirle al laurel,
a los canelos,
a los viejos alerces retorcidos,
y al lingue, capataz de madrugadas,
que en la pupila roja de las fucsias,
en las manos partidas del helecho,
en la piel palpitante
de la fresca murtilla temblorosa,
está viva y alegre
la sangre vegetal de tu grandeza,
t u florecer agrario.
el eco de t u voz que grita y sueña
en la copa del ulmo,
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en los nervios del roble,
en la vena sencilla de los boquis,
en el seno de nalcas y dihueñes,
en la piel blanquiazul de cada huilli,
en la fragancia azul de tu poleo,
y en el aire que trae mil puñales
de m e n t a y hierbabuena.
Chile, Chile,
ciento cincuenta estrellas te iluminan
tu rostro terrenal de espuma y cóndor,
y te sale al encuentro
la voz que toca el aire desde el aire
que viene desde el fondo de la mina,
que te grita en la blanca crestería
de Sewell,
en su panal de cobre estremecido,
o desde t u presencia de oro negro
en la garganta oscura
de Lota y Coronel.
Yo te saludo, Chile,
patria heroica y alegre de martillos,
de manceras calientes,
de f r a g u a s ardorosas, bramando y reluciendo;
tierra de campesinos soñadores,
patria de puño fuerte estremecido.
Te saludo de m a r a cordillera,
gritando: Chile, Chile, Chile,
mientras desde los mástiles altivos
se agita la bandera de mi patria
y salgo a desposarme con su estrella.
ESTACIONES DEL AÑO
Alumno Verano:
Alumno Otoño:
81
Alumno Verano:
Alumno Otoño:
Alumno Otoño:
Alumno Otoño:
Mira... allí viene el Invierno, (ambos) brrrrr...
brrrrr...
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Alumno Invierno: (entrando)
Pero qué cobardes los tipos! Si no me los voy a
comer.
Alumno Invierno:
Alumno Verano:
Sí, pero también nos empapas con tu lluvia in-
fernal.
Alumno Otoño:
Y te enojas, y hay temporales, y se desbordan los
ríos y se destruyen las casas.
Alumno Invierno:
Pero con todo ello, limpio la atmósfera y el aire
es más puro. Uds. no lo pueden negar, ¿verdad?
83
Alumnos Verano, Otoño e Invierno: (a coro)
Nooooo!
En este tiempo, los campos se h a n vuelto ver-
des y los árboles empiezan a mostrar sus brotes
reventados. Los pájaros, de aquí para allá, presu-
rosos en la construcción de sus nidos, y el aire
empieza a sentirse tibio y perfumado.
Esta es la Primavera, señores...!
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EDUCACION CIVICA
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Alumna 1j— Señorita), u n a vecina dijo que había
venido u n a Ambulancia.
Alumna 2.— Yo la vi, señorita. Se llevó a un hom-
bre herido.
Profesora.— Esa es la misión que corresponde a los
Hospitales: atender a los enfermos y h e
ridos.
Alumna 1.— Señorita, yo oí decir que el Seguro le
pagaría.
Profesora.— Exactamente. Para ello, hay u n orga-
nismo que se llama: Servicio de Seguro
Social, y que en estos casos de acciden-
tes, por ejemplo, atiende a los obreros
impedidos de concurrir a su trabajo.
Alumna 2.— Señorita, ¿y qué otros beneficios pres-
ta este Servicio?
Profesora.— Ya lo veremos más adelante. Durante
el estudio de Educación Cívica, tratare-
mos esto de las "Ciencias Sociales" que,
como Uds. ya pueden ver, es muy inte-
resante. Muy interesante.
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DISCUTEN MAMA Y PAPA
Personajes: Papá.
Mamá.
Suegra.
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peluquería, en el aperitivo, jugando canas-
ta, fumando, pelando y cotorreando de lo
lindo.
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Mamá: A ver si me vas a repetir lo mismo cuan-
do llegue mamá. Se lo contaré todo, todo.
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DIA DEL CARABINERO
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Locutor 1'.— He aquí tres etapas de la vida insti-
tucional.
Policía 1:
(Grupo Policial) Fue el ALGUACIL MAYOR, en el
tiempo de la Colonia, el primer funcio-
nario policial que se conoce en Chile.
Policía 2:
(Grupo Policial) La vida y la tranquilidad de los ha-
bitantes de la ciudad, en el lento pro-
greso de la época colonial, estaba en-
tregada a las manos de los Serenos.
Policía 3:
(Grupo Policial) Ellos establecieron los Servicios
de Rondas, y cantaban anunciando la
hora y el estado del tiempo.
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Voz interior:
Carabinero 1:
Carabinero 2:
Carabinero 3:
93
Carabinero 4:
(Grupo Carabineros) Las zonas de la frontera chi-
lena, eran asoladas por el bandolerismo.
Al mando del Capitán Hernán Trizano,
y con el nombre de: GENDARMES DE
LAS COLONIAS, limpiamos de bandidos
esa región.
Carabinero 5:
(Grupo Carabineros) Y en el año 1906, bajo la Pre-
sidencia de don Pedro Montt, pasamos
a llamarnos: CUERPO DE CARABINE-
ROS.
Voz interior: Y de pronto surgió u n a fecha inolvi-
dable para la historia policial de Chile:
27 de abril de 1927!
T E L O N
94
BUENOS DIAS, CARABINERO
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Buenos días, en t u f a e n a policial de la montaña,
de los mares, de la pampa, solo quizás en la inmensa
vastedad de la tierra chilena, sin más a r m a s que tu
fe ni más escudo que t u sencilla y humilde placa de
servicio.
Buenos días, en la imponente modestia de t u ho-
gar, presidido por la hostia de t u p a n sacrificado y la
dulzura inefable de t u compañera y de tus hijos,
Buenos días, en fin, Carabinero, en la limpia tra-
yectoria de t u vida, cuya sinfonía en gris verde de
tus trapos, amalgama t u esencia y t u presencia.
Buenos días, Carabinero de mi patria!
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JURAMENTO A LA BANDERA
97
Hoy día juramos a la Bandera!
98
SUEÑO Y ENSUEÑO
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Cuando ya empezó a asistir a clases en aquella
escuelita pública del barrio, solícitamente le arregla-
ba su bolsón colegial, y entre los bártulos de apren-
der le encajaba u n pan con mantequilla o u n dulce de
fabricación casera.
Por las noches le ayudaba a obtener el resultado
de sus tareas y a descifrar el intrincado proceso de
t a n t o guarismo desolador. En trance de dormir, le
dejaba arregladas al pie de la cama sus pequeñas ro-
pas y, finalmente, velaba por u n buen rato su dulce
sueño muelle y reparador. Le acomodaba amorosamen-
te, le arrimaba las cubiertas por todos los contornos,
le colocaba las manitos suavemente sobre la almoha-
da, le hacía piadosamente sobre sus labios la señal de
la cruz y luego, apagando la luz, se retiraba en pun-
tillas a su cuarto vecino.
Pero no paraban allí sus desvelos. Por la noche
se levantaba varias veces a observarle durante el sue-
ño, a rectificarle las ropas o l a almohada o a enjugar-
le la frente tibia y sudorosa.
Así f u e creciendo, rodeado de cariños y mimado,
y de pie f r e n t e a él la siempre augusta y magnífica
presencia de su madre.
Niño aún, u n día su madre enfermó gravemente.
Fue inútil cuanto se hizo por retenerla. Sus fuerzas
fueron cada vez menores, y el mal contraído la inun-
daba en toda su terrible dimensión.
Murió.
Caída la cabeza sobre el pecho y el alma llena de
heridas, caminó silenciosamente h a s t a el borde de
100
aquella t u m b a que habría de guardar p a r a siempre
sus restos venerables.
Con qué fuerza se le avivaba en la imaginación
el recuerdo siempre constante de su cara dulce y ex-
presiva, de sus manos suaves y cariñosas, de sus ojos
grandes y bondadosos, de su voz grata y sencilla.
Con qué fervor recordaba su tránsito por la tie-
rra.
¡Cómo estaba la vida llena de las cosas de su ma-
dre, de su £mor, de su ternura, de su delicadeza, de
sus sueños y de sus ensueños!
¡Cómo el día tenía algo de su calor maternal!
¡Cómo la noche le llegaba plácida y amante, aco-
gedora y tierna como su madre!
¡Cómo el río tenía su acento y su humildad!
¡Cómo las flores, su aroma y su pureza!
¡Cómo la vida toda estaba llena de ella y sus re-
cuerdos!
Por las noches la veía en puntillas, caminando
sin hacer ruido. Soñaba con ella y la veía a su lado,
siempre cariñosa, siempre alegre, siempre mártir y
madre.
Una noche en que debió acostarse más tarde que
de costumbre, ella se le apareció en sus sueños como
en u n viaje a la eternidad. Vio llegar su cuerpo ala-
do, hasta posarse junto a la alcoba. Cayeron lenta-
mente a su lado los inmensos velos celestes de su di-
vinidad, y allí se quedó u n momento en oración.
101
Desde su lecho estuvo mirándola en actitud de
sorpresa.
—¡Qué bella estás, madre mía! —musitó suave-
mente.
No acertaba a comprender la realidad de esta ilu-
sión.
Silenciosamente, sin hacer ruido, se levantó a
acariciarla. Hacía t a n t o tiempo que no recibía el calor
de su mirada ni la dulzura de sus besos.
Al acercarse, la imagen^de su madre se retiraba
lentamente y emprendía u n luminoso ascenso hacia
los cielos inasibles. Soñó que viajaba junto a ella. A
veces casi tocaba con sus manos ansiosas las vesti-
duras sutiles.
—¡Madre q u e r i d a ! . . .
Y respondía a lo lejos el suave murmullo celestial
de las antífonas.
Las primeras estrellas de la tarde iban llenando
las zonas oscuras de la tierra. Un coro de ángeles,
con sus largas trompetas celestiales, daba sensación
de contorno y realidad a este dulce sueño. La imagen
de su madre adorada aparecía y reaparecía a trechos
durante su ascensión por la inmensa vastedad del
cielo, y vagando entre las nubes en pos de ella encon-
traba algo de su diílzura, de su amor, de su terneza.
De repente advirtió que la imagen de su madre
se fijaba inmóvil en u n a zona de luz y de silencio.
Estuvo contemplándola en su honda riqueza espiri-
tual, inundada de belleza virginal, próxima en su in-
102
mensa lejanía, tibia en el éxtasis helado de su muer-
te, silenciosa en el murmullo profundo de sus ora-
ciones.
De pronto el cielo brilló en u n resplandor infini-
to de luz. Grave y solemne, la mano suave y ventu-
rosa de su madre se alzó.
—¡Hijo mío, que Dios bendiga t u fe!
Y acercándose a besarle la frente, le hizo suave-
mente el signo de la cruz sobre los labios.
Empezaba recién a amanecer...
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I N D I C E