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El Niño

y
El Maestro

Efraíin de la Fuente
ETHAIN de l a f u e n t e

EL NIÑO
Y
EL MAESTRO
OBRAS DEL AUTOR

ANILLOS DE HUMO
Poemas — 1942.

STEFAN ZWEIG — JUAN TENORIO


E n s a y o s — 1946.

VIENTO SOBRE LAS PIEDRAS


Cuentos — 1949.

EN TORNO A GABRIELA
Ensayo — 1957.

EL ECUADOR QUE CONOCI


Ensayo — 1958.

TEATRO Y POEMAS ESCOLARES


la. Edición — 1958.
2a. Edición — 1960.

EL NIÑO Y EL MAESTRO
1965.
ALGUNOS JUICIOS DOCENTES
EL NIÑO Y EL MAESTRO
EJraín de la Fuente

Hablar a los niños en su propio lenguaje, es un raro


acierto. Es conservar en la edad adulta, una fuente de ter-
nura. Es reservarse para toda la vida, una ración de infan-
cia. Es seguir siendo niño en los más íntimos repliegues del
espíritu. Es una hazaña de humildad.
He aqui al poeta Efraíji de la Fuente que cobra su es-
pacio en el diálogo infantil y manifiesta esa actitud de asom-
bro ante las cosas mágicas del mundo, y ese privilegio de
revelar su gracia inadvertida, que hace de los pequeños, los
príncipes de la hermosura.
La poesía de Efraín de la Fuente, es un claro regocijo
rituado que él ofrece, desde sus manos de niño grande, a
las manos de innumerables criaturas, tendidas hacia su dá-
diva de hermosura.

ELVIRA COLLADOS
Jefe de la Sección Experimentación
del Ministerio de Educación

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EL NIÑO Y EL MAESTRO
Efraín de la Fuente
Efraín de la Fuente usa la frecuencia niño, maestro y
escuela, a través de la mayor parte de sus escritos, en una
relación térmica de amplio calor humano y de insistente des-
plazamiento hacia la niñez.
Esto llama la atención, porque en el quantum de la poe-
sía y del arte escénico infantil, generalmente, las creaciones
han sido escritas por maestros, vale decir, por quienes han
compartido el aula escolar, el patio, el salón de actos, con
los niños y conocido sus vivencias o estados emocionales que
caracterizan su edad.
Extraño, pero, a la vez simpatiquísimo resulta, pues, que
Efraín de la Fuente, no siendo maestro —y lo destaco co-
mo un mérito a su obra— haya buscado en la fascinación
y majestad de la infancia, el camino que para él, escritor,
tiene el signo pontificado de la verdad. ¿Fue por afinidad
temperamental? ¿Por sensibilidad? ¿Por vocación dormida
o intuición?

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EL NIÑO Y EL MAESTRO, es el titulo de su nueva obra
Le conocíamos ya su otro libro: TEATRO Y POEMAS ESCO-
LARES. Vicente Huidobro sostiene que "la poesía está an-
tes del principio y después del fin del hombre". ¿Dónde de-
beremos ubicar las creaciones para los niños, que como en
el caso de los escritos especializados para ellos, que no tie-
nen sentido ni de lo real ni de lo ideal, tampoco del claro
obscuro, tampoco del carro del sueño o de la gloria, sino que
se basa en los intereses infantiles, lo que el niño siente o
anhela'!
En EL NIÑO Y EL MAESTRO, encontramos mucho de
promisor. Vemos, por ejemplo, que el autor saltó la valla de
los "lobos", de las "cenicientas" o de las "caperucitas", que en
moldes y recetas inefables, estábamos acostumbrados a ver,
como si todavía los niños de hoy vivieran el principio del
siglo. Bajo este aspecto, Efraín de la Fuente, cayó en la jus-
ta medida: ¡Vivencias! ¡Su libro es de vivencias!
Con todo agrado entrego estas breves lineas para una
obra de tipo escolar puro, sin dejar de pensar en lo difícil
que es la tarea de escribir para los niños, o como si dijéra-
mos, besar el diamante del genio.
Escribo estos conceptos para "Canto a Chile", "Sol y
Sombra", "Las Vocales", "Chile?', etc., no por quedarme en
una parte de la obra ni detenerme a medio camino. El espí-
ritu de este escritor está en cada hoja, en cada, renglón, en
cada palabra.
Efraín de la Fuente, es un maestro que no tiene titulo,
y acaso no lo requiera. Es por invocación, por signo, por ar-
te de inspiración. Por eso deberemos decir con él: "yo po-
dría ir de destino en destino, pero siempre guardaré el re-
cuerdo del cielo". El y su temática, están siempre pensan-
do en el país blanco y celeste de la infancia.

OSCAR MARTINEZ BILBAO


Jefe de la Sección Enseñanza
de Adultos del Ministerio de
Educación

H
EL NIÑO Y EL MAESTRO
Efraín de la Fuente

Escribir sobre el escritor y poeta sambernardino, EFRAIN


DE LA FUENTE, es fácil, dado que su vida y su valor litera-
rio son conocidos y tienen vara los profesores un significa-
do especial: es parte de los maestros. Es orgullo de este pue-
blo de poetas, escritores y artistas. Sus dramatizaciones, sus
cantos y sus poemas, son símbolos de esperanza y de acción
formativa para la juventud.
Hoy nos entrega EL NIÑO Y EL MAESTRO, hermosa
obra que es para la Escuela Primarla un foco de cultura, de
donde el niño extraerá la luz y él saber.
Como Director Departamental de Educación Primaria de
San Bernardo, me complace estampar estas frases que de-
dico con cariño al poeta y escritor de los niños: EFRAIN
DE LA FUENTE.
Son muy pocos los que son capaces de escribir, de con-
versar, de interpretar los intereses y de hacer vibrar de emo-
ción el alma de la niñez. Sólo los grandes maestros lo han
logrado y han dejado para las nuevas generaciones, la hue-
lla infinita que se trazan los verdaderos constructores del
espíritu.
¿Qué niño no goza con ser algo de su tierra? ¿Qué ni-
ño no se siente feliz siendo parte de los suyos? ¿Qué niño
no gusta de identificarse con la esperanza hecha luz y mo-
vimiento, y es campana vigilante de la civilización y la cul-
tura?
Es para mí: "Niño cobre", "Niño salitre". Niño carbón,
"Niño petróleo", la expresión de las fuerzas vivas de mi
patria.
Los maestros de Chile sabrán valorar este esfuerzo, y
la Escuela Primaria dará jerarquía a esta nueva obra de
EFRAIN DE LA FUENTE.
JOSE MARIA DOMINGUEZ VERA
Director Departamental de .Educación
Primaria de San Bernardo

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A PROPOSITO DE "EL NIÑO Y EL MAESTRO"
DE EFRAIN DE LA FUENTE

Cierta vez, el pintor impresionista Corot, pintaba en un


bosque ae su patria, unas náyades que danzaban por entre
las espesuras grisverdosas de los árboles. De pronto se le
acercó en puntillas y por la espalda, otro artista, el cual
después de contemplarlo largo rato en silencio, le interpeló
en tono irónico:
—Pero Padre Corot, ¿de dónde saca Ud. esas figuras
femeninas?
—¿De dónde? —respondió. Pues ahí están danzando an-
te mis ojos. ¿No las ve Ud.? Véalas, amigo mío —agregó;
ésta es la diferencia entre nosotros dos. Yo las veo.
Así también, al leer las sugerentes páginas del poeta
Efrain de la Fuente, y siendo todo hombre un poco aquél
pintorcito de marras, sentimos que el dardo de la vieja res-
puesta del anciano paisajista, ha hecho fama hoy en me-
dio de nuestro corazón, endurecido por el constante rodar
de los días, y que ha Ido acumulando su carga de cansancio
y desencanto sobre nuestras espaldas.
Hemos ido alejando de nuestra memoria y de nuestra
alma —para desgracia nuestra— casi toda aquella hermosa
ingenuidad fantasiosa de los cortos años. Nos decimos en
mudo soliloquio: "ya somos mayores, y eso de creer en Ogros
gordiflones, en princesas encantadas, en dragones cancer-
beros y en versos consonantes o asonantes, son cosas absur-
das de niños".

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Y así hemos ido abandona?ido por tiempo, el sencillo y
prístino lenguaje de una época azul y rosa; ahora nos sen-
timos incapaces de reeditarlo. \Nos es tan extraño!
Por eso es que es oficio difícil escribir para niños
Tal es la razón por la cual resulta reconfortante saber
que aún hay hombres que recuerdan todo eso, y no sienten
vergüenza de expresarlo a todos los vientos, para solaz de
grandes y pequeños.

•'Mira mi tren de cartón


con campana de papel,
al partir de la estación
echa al aire su tropel".

Los versos de Efrain de la Fuente, que cantan a las co-


sas y las criaturas mínimas y que conforman el mundo in-
fantil, tienen el sortilegio de reconducirnos a la magia de
las ideas y de las palabras, hacia las comarcas de nácar del
país de los niños, vedado sólo para los hombres de mala vo-
luntad.

BERNARDO VALENZUELA ROJAS


Profesor de la Facultad de Filosofía y
Educación de la Universidad de Chile

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LA SEÑORA GALLINA

Uy! qué cocoroca


viene la gallina,
contenta y ufana,
si apenas camina.

¿Y saben ustedes
qué es lo que pasó?
Desde ayer es madre
se los juro yo.
Todos sus polluelos
son coloraditos
y muy parecidos
a gallo papito.

Vengan, pues, a verla,


qué contenta está,
y qué ancha se siente
señora mamá.
LA VIOLETA

La violeta decía
en el jardín:
llévame, moscardón,
quiero salir,
y mirar otras cosas
lejos de aquí.

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Quiero conocer ríos,
mirar el mar,
prenderme
en la solapa
de u n Capitán.

Llévame, moscardón,
lejos de aquí.
¿Cómo son las violetas
de otro país?
CANCION DE LAS AGUAS

(Adaptar escenificación)

Niño río:

Con mi canción aprendida


en la falda de los cerros,
vengo bajando hacia el m a r
para vaciarme en su seno.

19
Niño m a r :

En cuna blanca bordada


de espumas y caracoles,
recibo al río que llega
f r a g a n t e a hierbas y flores.

Niño lago:

Miren qué pena que tengo


de ver al río bajando
y entre las olas del m a r
con sal y arena jugando.

Y yo detenido y quieto,
dormido hora tras hora;
qué triste la tarde triste,
qué triste la tarde sola.

20
EL TREN DE CARTON

Mira mi tren de cartón'


con campana de papel,
al partir de la estación
echa al aire su tropel.
Lo conduce u n maquinista
que es u n viejo de cemento,
con gorra negfa tiznada
y largos bigotes tiesos.

Traca, traca, traca, traca,


traca, traca, ya partió;
va corriendo por los rieles
mi trencito de cartón.
LECCION DE HISTORIA

(Escenificar y caracterizar personajes)

Patria Vieja:

Mi padre el Descubrimiento,
y mi madre la Conquista;
yo que soy la Patria Vieja
soy su legítima hija.

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Reconquista:

Qué madre que tuve yo


t a n altiva y t a n severa!
En todas partes se hablaba
de ella, la Patria Vieja.

Patria Nueva:

Mi madre la Reconquista,
mi abuela la Patria Vieja,
y yo todavía sigo
llamándome Patria Nueva.

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ENTRE COMADRES

Comadre A)

Ay! por Dios qué caras son


las cosas en esta feria,
aunque traiga usted dinero
se llevará u n a miseria.

Comadre B)

Vea usted, doña Rosita,


yo t r a j e u n montón de plata
y apenas llevo en el bolso
dos peras y u n a s patatas,
cuatro tomates y u n ramo
de cilantro y perejil,
u n kilo de arvejas nuevas
y media sarta de ají.

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Comadre A)

Y mire usted lo que cuestan


las acelgas, las lechugas,
los repollos, las cebollas,
y . . . ni qué hablar de la f r u t a .

Comadre B)

Y yo que tenía hoy día


invitados a cenar,
no sé qué hacer, comadrita,
ni qué voy a preparar.

Comadre A)

Y a mí qué me dice usted,


con la gente de mi casa,
son cuatro y comen por diez
y el hambre no se les pasa.
Le voy a hacer u n a m a n d a
en plata, a San Berenito,
que les alargue el bolsillo
y les corte el apetito.

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18 DE SEPTIEMBRE
Es dieciocho de septiembre
con ramadas y banderas,
con huasos de espuelas grandes,
con canciones y con cuecas.
Allí vienen los soldados
con tambores y cornetas;
es el día de la patria
y la patria está de fiesta.

Los niños con t r a j e 'nuevo


van por el Parque al desfile,
y al ver pasar la bandera
gritarán u n ¡Viva Chile!
CANTO A LA BANDERA

En medio de los soldados


vemos pasar la bandera,
¿soberana y poderosa
sobre la tierra chilena.

De norte a sur y mirando


del m a r a la cordillera,
oh, bella bandera mía
flameando frente a la Escuela.

El claro sol de septiembre


Je besa su blanca estrella;
qué mensajes de gaviotas
como insignia marinera!

2?
Qué poema de t e r n u r a
sobre la casa que sueñan,
cuando te alzan, cantando,
las rudas manos obreras.

Prendida en la medialuna
sobre la quincha chilena,
ay! el huaso y su a t a j a d a
en las bestias corraleras.

Bandera, dulce mensaje


celeste de u n a quimera,
¿dónde el corazón del mundo
sino en la tierra chilena?
EL LUSTRABOTAS

Embetunado,
cara de pillo,
con tus pomadas
y t u s cepillos.

31
Tu tinta roja,
tu t i n t a negra,
embetunado,
cara de suela.

Siempre te oímos
dale que dale,
m a ñ a n a y tarde:
patrón, lustriaaaaale!
PERMISO PARA EL CINE

—Vamos al cine, Pedrito,—


decía J u a n , al menor
de todos sus hermanitos,
u n muchacho encantador.

33
La m a m á me dio dinero,
sólo nos f a l t a el permiso,
a n d a y habla con papá
t ú que eres el pequeñito.

Y Pedrito compungido
y casi con sentimiento:
—háblale tú —le decía—
que lo conoces más tiempo.
AY! QUE CALLE TAN TRANQUILA

Ay! qué barullo terrible


en la calle en que yo vivo,
el día entero se están
los vendedores a gritos:

Boteeeellas, compro boteeeellas,


paraguas que componer,
diarios, revistas, casera,
ropa usada que vender.

35
Caseeeeera,
aguaite la media pila
de n a r a n j a s y limones,
rico mote con huesillos,
venenos para ratones,
escobas de tres costuras,
zanahorias, rabanitos,
verdura, buena verduuuuura.

Y así se lo pasa el día


en la calle en que yo vivo.

(Ay! qué calle t a n tranquila


decía u n sordo vecino!)
ZOOLOGICO VECINO

Un Zoológico perfecto,
de acabada perfección,
encontraremos si entramos
al G r a n Almacén El León.

El dueño de este negocio,


u n correcto caballero,
le dicen: el Alcatraz
pero se llama Cordero.

37
En las pizarras anuncia
escobillas marca Gato,
alpargatas Elefante
y alimento p a r a Patos.

Hay en venta u n a Tortuga,


y goma m a r c a Canario,
y en lina liquidación
por u n precio extraordinario,
vende serruchos Pantera,
y lo que es u n desatino,
según lo entiende cualquiera,
vende chorizos de equino,
—y son buenos —asevera—
porque son chorizos finos
de caballos de carrera.
EL DESFILE

Mientras el sapo
tocaba el trombón,
aquel Regimiento
y el Tambor Mayor,
iban en desfile
con su pabellón.

Alerta, señores,
Primer Escalón,
aves de corral
en g r a n formación.

Y pasan los patos


y el gallo cantor,
gallinas y pavos
y u n ganso enojón.

39
Que siga la Banda,
Segundo Escalón.
Qué bello desfile,
poner atención!

La vaca, el caballo,
y el asno orejón,
el perro y el gato
y el cerdo gruñón.

Termina el desfile
con u n redoblón,
alerta, señores,
Tercer Escalón.

Canarios y loicas,
allá u n picaflor,
zorzales y u n bello
jilguero cantor.
EL SEMAFORO

El rojo te dice: NO,


es peligroso cruzar,
espera el cambio de luces
que luego sucederá.

41
Y ahora, como t ú ves,
el rojo que dijo Nó,
se ha cambiado en amarillo
que significa: ATENCION.

Y con prudencia y con calma


a h o r a podrás pasar,
ya que el verde te protege
con toda seguridad.
MI HUERTO

Tengo u n huerto chiqüitito


con tres duraznos en flor,
u n palto y u n limonero
y u n nogal que es u n primor,
u n manzano de ancha sombra,
u n ciruelo y u n parrón.

43
Por allí, todas las tardes
los pájaros juguetean,
y, señores de sus nidos
son alegres centinelas.

(La noche tiende silencio


entre las sombras que llegan).

44
SOL Y SOMBRA

El sol era rubio,


la sombra morena,
ayer se casaron
y estaban de fiesta.

En rayos dorados
su blanca pechera;
ella en sus vestidos
llevaba violetas.
Su paso arrogante,
su capa, su espuela;
ella por adorno
su risa coqueta.

Qué afán, qué trajines,


qué luces, qué fiesta!
(El sol se ha dormido,
la sombra lo vela).
C H I L E

Por u n costado despeina


el monte su cabellera,
y se revuelve en los dedos
del viento de cordillera.

47
Y Chile viaja hacia el m a r
p a r a tenderse en la arena.
Ay! qué bonita mi patria
entre m a r y cordillera!
LAS VOCALES

La A se estaba escondiendo,
¿dónde estará?
Mira allí donde dice:
m a m á y papá.

Muy bajito decía


la letra E:
yo estoy todas las tardes
en el café.

49
Que delgada me encuentran
todas aquí!
Alta y espigadita,
yo soy la I.

Pero qué redondita


me h e puesto yo!
En todas partes me dicen:
gorda la O.

Con mis brazos abiertos


buscando luz,
levantadps al cielo,
yo soy la U.
DIA DE ELECCIONES

Personaje: Un Campesino.

Vengo señor Presidente


en esta Mesa a votar,
porque así me lo señala,
la Inscripción Electoral.

Como usted lo puede ver,


yo soy u n hombre formal,
con sus papeles al día
y también mayor de edad.

51
Aquí traigo en mi chaqueta
mi Carnet de Identidad,
y sé leer y escribir
igualito que firmar.

(Aparte)

Tengo ganas de decirle


por el que voy a votar,
pero me h a n dicho que el voto
es secreto, y no hay que hablar.

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EL CABALLO

Huaso de tierra chilena


sobre mi lomo potente,
jinete de m a n t a al hombro,
correteador y valiente.

53
Silbador sobre mis ancas
tu rebenque en la muñeca;
dando vueltas sobre el trigo
soy el señor de las eras.

Rocinante, en el Quijote,
Babieca en Cid Campeador.
¿Quién ignora gloria y f a m a
del blanco de Napoleón?

Rocinante en el Quijote,
Babieca en Cid Campeador!
DESPUES DE LA ESCUELA

Niño 1) Estamos en sexto


ya p a r a salir,
y u n a vez que salga
no sé qué seguir.

Niño 2) Mi papá me h a dicho


y así se lo creo
que después de sexto
me m a n d a al Liceo.
El quiere que estudie
cursos secundarios,
y si se pudiera,
universitarios.

55
Niüo 1) Mira qué tremendo,
tanto padre pobre,
que a ellos les falte,
y a otros les sobre.
Qué cosa de vida
dice mi papá,
sólo es el trabajo
la felicidad.

Niño 2) En mi casa dicen


que todo está bien,
que si a veces sufren,
se goza también.
Mira qué bonitas
estas diferencias,
unos con los puños,
otros con las ciencias:
Fernando, abogado,
Patricio, ingeniero,
profesor, Enrique,
Tomás, carpintero.

Niño 1) No había pensado


que ésa es la verdad,
que el mundo está lleno
de esta variedad.
Que todos trabajan,
que todo es amor,
que todos desean
u n mundo mejor.
LA BANDERA DE MI PATRIA

Sobre mi solapa azul


llevo prendida u n a estrella,
y bajo el sol de mi patria,
luce pura, blanca y bella.
Mi abierta mano tendida
del m a r a la cordillera,
está saludando a Chile
en su esplendor y grandeza,

De pie sobre el rojo vivo


de nuestra sangre chilena,
patria en blanco, azul y rojo,
colores de mi bandera.
EL MAR

El bello m a r de mi patria
con blanco collar de espumas,
y en luz de sol enjoyado
o en luz de plata con luna.
Bramando contra la suave
playa de arena tostada,
el m a r de la patria mia
con su luz de madrugada.

Canciones de marineros
y u n barco partiendo espumas,
ay! m a r de mi patria bella
en luz de plata con luna.
RIQUEZAS DE CHILE

Niño cobre:

Soy el cobre de mi patria,


la riqueza de mi suelo,
yo vivo en Chuquicamata
y en Sewell, camino al cielo.

Niño salitre:

Desde Pedro de Valdivia


llegando a María Elena,
soy el salitre que vive
en plena pampa chilena.

61
Niño carbón:

Y yo que vengo de Lota,


de Schwager o Coronel,
soy el carbón que se pone
a las órdenes de usted.

Niño petróleo:

Y miren yo que he viajado


de Magallanes a aquí,
soy el petróleo, señores,
y estoy contento y feliz.

62
EL NIÑO Y EL ABUELO

Abuelo: Cierra la llave, precioso,


no dejes correr el agua.

Niño: Ay! qué ricas las patitas


cuando se sienten mojadas.

Abuelo: Que te vas a resfriar


y va a venir el doctor.

Niño: Déjame otro poquitito,


no te pongas regañón.

Abuelo: Cierra la llave, te digo,


no te subas en la escoba,
deja tranquilo a ese perro
y ese palo de la ropa.

83
No te metas en el tarro,
por favor, de la basura,
ay! qué chiquillo, por Dios,
me haces doler la cintura.

Niño: Pero, abuelo, ¿qué hago yo,


p a r a qué te enojas tanto?

Abuelo: Si no estás n u n c a tranquilo


y eres u n chico muy malo.

Niño: Tú cuando eras chiquitito,


¿eras u n niño buenito?

(Abuelo dormitaj

Abuelo, despierta, abuelo.


(Sentencioso)
Tú cuando eras chiquitito,
¿eras u n niño buenito?

64
LOS PUERTOS DE CHILE

Personajes: dos marineros

Marinero 1) (cantando).

" . . . V a l p a r a í s o es p u e r t o . . .
dice u n a cueca,
65
" . . . ay, ay, ay, pero no me h a l l o . . .
sigue la letra,
" . . .me gusta la bahía
de T a l c a h u a n o . . . " .

Marinero 2)

¿Te has vuelto loco cantando?

Marinero 1)

No, señor, estoy nombrando


los puertos más principales,
los puertos por donde salen
el vino, el cobre, el acero,
las frutas, los minerales,
todas las cosas que Chile
produce que es u n primor
y en donde todos t r a b a j a n
con sacrificio y amor.

Marinero 2)

¿Pero hay más puertos, Perico?

Marinero 1)

Ay! qué tipo más borrico,


búscate u n lápiz y anota:
Arica, Antofagasta y Lota,
Coronel, Pisagua, Huasco,
Coquimbo, Iquique, Taltal,
Castro, Ancud y P u n t a Arenas,

66
Caldera y Constitución,
Tocopilla y Chañaral.
San Antonio y Puerto Montt.
¿Todavía quieres más?

Marinero 2)

¿No se te olvida ninguno?

Marinero 1) (burlón)

Ay! claro que me olvidaba


de nombrarte a . . . Talagante.

Marinero 2)

Si Talagante no es puerto!

Marinero 1) (burlón)

Peró qué descubrimiento


que no es puerto Talagante;
qué chico tan habiloso
y qué pinta de ignorante!

67
ESCALA DE NOTAS

Niño 7) Porque represento al 7


ustedes me ven sin pena;
u n siete, sépanlo amigos,
es u n a n o t a Muy Buena.

Niño 6) Pero yo no tengo envidia,


u n 6 es u n poco menos;
en mi Libreta de Notas
dice seis, y seis es Bueno.

Niño 5) No sé qué piensen ustedes


o lo que van a pensar,
cuando les cuente que u n 5
sólo es Más que Regular.
Niño 4) Y qué me dicen a mí,
¿quién me viene a consolar
si apenas soy u n a pobre
n o t a 4, Regular.

Niño 3) Porqíie soy u n 3, gritaban:


que no lo dejen pasar!
Este muchacho, señores,
es Menos que Regular.

Niño 2) Ay! qué vergüenza que tengo


de presentarme a la gente,
soy u n pobre 2 apenas,
ridículo y Deficiente.

Niño 1) En la cabeza m e h a n dado


veinte coscachos y u n palo.
Y dicen que los merezco
porque soy 1 y soy Malo.

701
APURATE, ROSALIA

Apúrate, Rosalía,
que ya vamos atrasadas.

P a r a qué te apuras tanto


si allá viene la Pascuala,
m á s atrás la Carmen Rosa
y al final la Candelaria.

Pero qué chica eres tú,


qué muchacha más porfiada,
hay que llegar a las ocho
y a tí no te importa nada.
¿Que no sabes que en la Escuela
si t ú llegas atrasada,
te castigan y te ordenan
que venga t u apoderada?
Niña 2) Pero y a mí, ¿qué me dices?
Anda y díle a la Pascuala,
después a la Carmen Rosa,
a la Berta, a la Marina,
a la Lucy, a la Corina,
a la Marta y a la Irene,
a la Consuelo Jiménez,
a la Violeta Beltrán,
a la Estela Corvalán,
a la Raquel y a la Nora,
y si te sobran minutos
cuéntale a la Directora.

(Aparte)

(A mi no me importa nada
del castigo y de la hora).

Niña 1) Qué les parece esta niña


que no entiende de la hora.
Ay, qué cabeza t a n dura,
Virgen de la Pirinola!

72
LA BIBLIOTECA

Niño 1) Esta sala se llama


la Biblioteca.

Niño 2) ¿Por qué?

Niño 1) Por que tiene hartos libros


y m u c h a ciencia.

Niño 2) ¿Y solamente libros,


y no hay personas?

Niño 1) Sí, mi papá dice


que hay u n a s pocas.

Niño 2) ¿Cuáles?

Niño 1) Dice que Eduardo Barrios


y u n tal Blest Gana,
Víctor Domingo Silva
y Angel Cruchaga.

73
Otras veces conversa
que está Durand,
y además de Gabriela,
Augusto d'Halmar.

(Aparte)

(Aunque h e querido verlos


sé que no están).

Niño 2) (risueño)

¿No estarán en la caja


de los papeles?

Niño 1) Anda! si son personas,


tú, ¿qué te crees?
PUNTOS CARDINALES

Niño Norte:

Qué desolada mi pampa,


qué rica zona minera,
zona norte de mi patria
majestuosa y altanera.
Ríos de cobre y salitre
en la altipampa chilena;
mi corazón te recuerda
tierra de raza morena.
Niño Sur:

Sobre las plantas australes,


Chile viviendo su paz,
desde la Antártida pura
soñando en su soledad.
Con la mirada perdida,
canción de pena y ausencia,
en el rumor de las aguas
dos océanos se besan.

Niño Este:

Voy desde el valle trepando,


ágil mi planta ligera,
arriba besando el cielo
el viento de cordillera.
Un cóndor alza su vuelo
sobre el perfil de la nieve.
Frente a los altos picachos
el sol se recuesta y duerme.

Niño Oeste:

Tiendo mi mano hacia el m a r


para tocar la salmuera;
están pobladas las olas
de gaviotas marineras.
El barco partió la tarde,
ay! el barco y su sirena;
atrás la playa tostada
y el adiós sobre la tierra.

76
CANTO A CHILE

Mención Honrosa. Concurso


Oficial. Sesquicentenario
1960.

Ciento cincuenta estrellas florecidas


en t u pecho minero,
en t u montaña,
en la salmuera de t u pampa hollada
por la planta caliente y caminante
de José Santos Ossa;
en la vieja casona
de la heroica Paula Jaraquemada,
y en la sotana que besaba el viento
y el crucifijo de Camilo Henríquez,
y su columna libertaria
y fuerte

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de "La Aurora de Chile";
en la espada celeste y atrevida
de O'Higgins, en los campos abiertos
de El Roble y Membrillar,
en el heroico sacrificio vivo
de la plaza sangrante de Rancagua,
en la gloria de glorias
del Capitán del Mar,
en su arenga de siglos,
en su muerte,
en su sangre partida
sobre el acero de la. patria hermana.

Chile, Chile, toda la tierra tuya


besada por el canto de tus hijos,
por el ala extendida de tus aves,
por el vellón de lana,
por el pétalo abierto y atrevido
de la flor, en el filo de las piedras,
por la copa de alerces y de coigües
por la trenza del sauce campesino
sobre el seno del río.

Chile, Chile,
ciento cincuenta estrellas
temblorosas
de m a r a cordillera,
u n cilicio de espumas te golpea el costado
y se quiebra la sal
y se parten los ruidos genitales
en los inmensos mundos submarinos.
Y en el ala del cóndor,
galán de nubes y de estrellas altas,
y en la inmensa mejilla de t u cielo,
y en la rústica piedra,
en el t r a j e de aceite del obrero,
en el patio sencillo de la Escuela,
en t u m o n t a ñ a agreste,
en t u recia y soberbia cordillera,
en t u rojo copihue,
en t u s quilas erectas,
en el temblor sencillo y escondido
de cada topa topa,
en el rugido de t u p u m a triste,
en la sangre sencilla de t u loica,
en todo, en todo,
se escribe el nombre de t u tierra, Chile.

Chile, Chile,
yo te salí a rezar por el camino
y a decirle al laurel,
a los canelos,
a los viejos alerces retorcidos,
y al lingue, capataz de madrugadas,
que en la pupila roja de las fucsias,
en las manos partidas del helecho,
en la piel palpitante
de la fresca murtilla temblorosa,
está viva y alegre
la sangre vegetal de tu grandeza,
t u florecer agrario.
el eco de t u voz que grita y sueña
en la copa del ulmo,

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en los nervios del roble,
en la vena sencilla de los boquis,
en el seno de nalcas y dihueñes,
en la piel blanquiazul de cada huilli,
en la fragancia azul de tu poleo,
y en el aire que trae mil puñales
de m e n t a y hierbabuena.

Chile, Chile,
ciento cincuenta estrellas te iluminan
tu rostro terrenal de espuma y cóndor,
y te sale al encuentro
la voz que toca el aire desde el aire
que viene desde el fondo de la mina,
que te grita en la blanca crestería
de Sewell,
en su panal de cobre estremecido,
o desde t u presencia de oro negro
en la garganta oscura
de Lota y Coronel.

Yo te saludo, Chile,
patria heroica y alegre de martillos,
de manceras calientes,
de f r a g u a s ardorosas, bramando y reluciendo;
tierra de campesinos soñadores,
patria de puño fuerte estremecido.
Te saludo de m a r a cordillera,
gritando: Chile, Chile, Chile,
mientras desde los mástiles altivos
se agita la bandera de mi patria
y salgo a desposarme con su estrella.
ESTACIONES DEL AÑO

Personajes Verano y Otoño,


aparecen en escena.

Alumno Verano:

Yo soy el Verano. Sí! mírenme. Yo soy el Verano.


Uf! qué calor, ¿verdad?

Alumno Otoño:

Tú no me gustas. Toda la gente huye de tí y se


desespera.

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Alumno Verano:

Ah, pero entonces yo les ofrezco las playas, la


cordillera, los lagos, las frutas; les entrego días m á s
largos para salir a caminar, les muestro mis se-
menteras y mis trillas, les hago escuchar mis can-
tos y mis g u i t a r r a s -

Alumno Otoño:

Pero así y todo, la gente sigue diciendo: Uf! qué


calor, por Dios, qué calor! Me muero, me muero!

Alumno Verano: (riéndose)

Pero no se mueren; se quejan no más, pero no


se mueren...

Alumno Otoño:

En cambio yo tengo más piedad con todos. Ya


no hace tanto calor y es la época de las cosechas
y de las vendimias. Es la fiesta de los lagares y de
los toneles. Es el t r a j í n de las carretas cargadas y
la canción de las palas y de los harneros.

Alumnos Verano y Otoño: (abrazándose)


Brrrrr, brrrrr — Uy! qué frío más atroz...

Alumno Otoño:
Mira... allí viene el Invierno, (ambos) brrrrr...
brrrrr...

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Alumno Invierno: (entrando)
Pero qué cobardes los tipos! Si no me los voy a
comer.

Alumnos Verano y Otoño: (a coro)


Pero estás t a n helado, por Dios.

Alumno Invierno:

Y qué! Abrigarse u n poco más, y basta. Hace


frío conmigo, es verdad, pero en cambio yo les en-
trego noches más largas y les ofrezco bonitos pai-
sajes nevados de cordillera.

Alumno Verano:
Sí, pero también nos empapas con tu lluvia in-
fernal.

Alumno Otoño:
Y te enojas, y hay temporales, y se desbordan los
ríos y se destruyen las casas.

Alumno Invierno:
Pero con todo ello, limpio la atmósfera y el aire
es más puro. Uds. no lo pueden negar, ¿verdad?

Alumna Primavera: (entrando)


Aquí me tienen con este presente de flores. Las
he cogido por el campo, y son p a r a Uds.

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Alumnos Verano, Otoño e Invierno: (a coro)

¿Y t ú no tienes más que flores?

Alumna Primavera: (riéndose)

Nooooo!
En este tiempo, los campos se h a n vuelto ver-
des y los árboles empiezan a mostrar sus brotes
reventados. Los pájaros, de aquí para allá, presu-
rosos en la construcción de sus nidos, y el aire
empieza a sentirse tibio y perfumado.
Esta es la Primavera, señores...!

Verano, Otoño, Invierno y Primavera: (todos a coro)

Y todos juntos, somos la vida. Amigos, todos nos-


otros somos la vida!

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EDUCACION CIVICA

Alumna 1.— Señorita, anoche h a habido u n incen-


dio cerca de mi casa.
Alumna 2.— Y vinieron los bomberos, señorita.
Profesora.-^ Exactamente. Los bomberos son los
defensores de la propiedad, y deben acu-
dir con presteza al llamado de la sirena.
Alumna 1.— Señorita, y también h a n estado los
Carabineros.
Alumna 2.— Vinieron con su carro de Radiopatru-
llas.
Alumnas 1 y 2.— (Atropelladamente). Era el 176,
señorita.
Profesora.— ¿Saben ustedes por qué vienen tam-
bién los. Carabineros?
Alumnas 1 y 2.— No, señorita.
Profesora.— Porque ellos cuidan el orden y facili-
t a n la tarea de los Bomberos, tendiendo
cordones.

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Alumna 1j— Señorita), u n a vecina dijo que había
venido u n a Ambulancia.
Alumna 2.— Yo la vi, señorita. Se llevó a un hom-
bre herido.
Profesora.— Esa es la misión que corresponde a los
Hospitales: atender a los enfermos y h e
ridos.
Alumna 1.— Señorita, yo oí decir que el Seguro le
pagaría.
Profesora.— Exactamente. Para ello, hay u n orga-
nismo que se llama: Servicio de Seguro
Social, y que en estos casos de acciden-
tes, por ejemplo, atiende a los obreros
impedidos de concurrir a su trabajo.
Alumna 2.— Señorita, ¿y qué otros beneficios pres-
ta este Servicio?
Profesora.— Ya lo veremos más adelante. Durante
el estudio de Educación Cívica, tratare-
mos esto de las "Ciencias Sociales" que,
como Uds. ya pueden ver, es muy inte-
resante. Muy interesante.

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DISCUTEN MAMA Y PAPA

Personajes: Papá.
Mamá.
Suegra.

(Aparecen en escena, caracte-


rizados, papá y m a m á ) .

Papá: Bueno y ¿qué sucede con la comida que


todavía no sirves?

Mamá: (Con las manos en jarra). Nada, sencilla-


mente, que todavía no está. Eso es todo.
Papá: Claro,. la misma respuesta de siempre:
...todavía no está... estamos u n poquito atra-
saditas... el p a n no h a llegado...

Mamá: Pero, hombre, es que...

Papá: Nó, nó, nó, nó, si ya me sé de memoria


esas cantinelas; siempre lo mismo, siempre
las disculpas, y yo esperando, siempre es-
perando.

Mamá: Lo que pasa, es que eres u n viejo rega-


ñón.

Papá: Lo que tú quieras, pero aquí nunca es-


t á n las cosas a tiempo. Primero hay que
conversar con la vecina, hay que hablar de
trapos, sacarle el cuero a medio mundo...
Uf! u n infierno.

Mamá: Y ustedes los hombres, ¿qué me dicen?


Pasan el día entero con los amigotes, y que
el Club y que la Bomba y que el Estadio,
y qué sé yo. ¿Y la casa? Bueno, la casa que
la p a r t a u n rayo!

Papá: (Remedándole). Claaaaro, la casa que


la p a r t a un rayo... Lo que tú quieres es que
venga a barrerte el piso, a lavarte los pla-
tos, a mudarte a la guagua, a tender las
camas. (Displicente). Y ella, la linda,, en la

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peluquería, en el aperitivo, jugando canas-
ta, fumando, pelando y cotorreando de lo
lindo.

Mamá: Claro, con el dinero que me das, de se-


guro que me alcanza para todo eso y más.
Eres u n hablador... eso es todo... u n h a -
bla... dor...

Papá: Con el criterio que tienes para gastar el


dinero, debiste haber casado con Rockefel-
ler, pero no conmigo. Quizás él hubiera so-
portado tu tren de gastos... y tal vez.

Mamá: Hablador... eso eres... u n hablador.

Papá: (Al público). Para que ustedes se den


cuenta. Oigan: ella no tiene qué ponerse;
los zapatos no le hacen juego con las car-
teras; la señora del vecino tiene "de u n to-
do"; el compadre tiene a sus hijos en los Pa-
dres Franceses (mire, pues, y la guagua
de nosotros tiene seis meses). Si es p a r a la
risa, por Diosito...

Mamá: Tenía t a n t a razón mi m a m á , cuando se


oponía a que nos casáramos.

Papá: (Burlón). Claaaaro, se oponía a que nos


casáramos... y a los dos días que me la pre-
sentaste, ya andaba diciéndome: que yerno
por aquí... que yerno por acá...

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Mamá: A ver si me vas a repetir lo mismo cuan-
do llegue mamá. Se lo contaré todo, todo.

Papá: (Furioso). Guerra a las suegras; guerra


a muerte a las suegras. Que m u e r a n todas
las suegras del mundo! Todas...

Suegra: (Entrando con u n a escoba en las manos).

Y todos los yernos también.

(Papá huye a un costado del escenario).

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DIA DEL CARABINERO

En el fondo del escenario, dos leyendas paralelas:


27 de abril de 1927
27 de abril de 1965

Lado izquierdo del escenario:

Un pequeño grupo de Policías antiguos: blusa


azul, pantalón blanco, casco blanco con número
frontal.

Lado derecho del escenario:


Pequeño grupo de Carabineros, en uniforme an-
tiguo: blusa cerrada, pantalón de montar, polainas,
espuelas, etc.

En el centro del escenario:


Carabinero en uniforme actual: blusa abierta,
corbata, pantalón recto, etc.

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Locutor 1'.— He aquí tres etapas de la vida insti-
tucional.

Locutor 2Q.— En ellas está vivo el paso del tiempo


y de la historia.

Voz interior: 27 de abril de 1927 - 27 de abril de


1965.
Treinta y ocho años para u n a Insti-
tución que h a sabido adentrarse en el
corazón de su pueblo. Treinta y ocho
años que h a n sido necesarios p a r a al-
canzar el alto grado de perfeccionamien-
to de sus hombres, y haber conquistado
uno de los primeros lugares policiales
del mundo.

Policía 1:
(Grupo Policial) Fue el ALGUACIL MAYOR, en el
tiempo de la Colonia, el primer funcio-
nario policial que se conoce en Chile.

Policía 2:
(Grupo Policial) La vida y la tranquilidad de los ha-
bitantes de la ciudad, en el lento pro-
greso de la época colonial, estaba en-
tregada a las manos de los Serenos.

Policía 3:
(Grupo Policial) Ellos establecieron los Servicios
de Rondas, y cantaban anunciando la
hora y el estado del tiempo.

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Voz interior:

"Ya me voy a mi retiro,


a dormir sin tener sueño;
me retiro porque son
las seis y media... y sereno".

Otra voz interior: Mientras tanto, la vida en los cam-


pos chilenos, estaba vigilada por los Ca-
rabineros Rurales. En el año 1758 el Go-
bernador español don Manuel de Amat
y Juniet, daba existencia legal a este
tipo de policías.

Carabinero 1:

(Grupo Carabineros) Y nos llamamos, en ese en-


tonces: DRAGONES DE LA REINA.

Carabinero 2:

(Grupo Carabineros) Y cuando ya entrábamos en


los primeros años de la República, nos
llamamos: DRAGONES DE CHILE.

Carabinero 3:

(Grupo Carabineros) Más tarde, d u r a n t e el período


de la Reconquista, fuimos llamados:
BATALLON DE TALAVERAS, cuyo Je-
fe superior, f u e el famoso Capitán don
Vicente San Bruno.

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Carabinero 4:
(Grupo Carabineros) Las zonas de la frontera chi-
lena, eran asoladas por el bandolerismo.
Al mando del Capitán Hernán Trizano,
y con el nombre de: GENDARMES DE
LAS COLONIAS, limpiamos de bandidos
esa región.

Carabinero 5:
(Grupo Carabineros) Y en el año 1906, bajo la Pre-
sidencia de don Pedro Montt, pasamos
a llamarnos: CUERPO DE CARABINE-
ROS.
Voz interior: Y de pronto surgió u n a fecha inolvi-
dable para la historia policial de Chile:
27 de abril de 1927!

Otra voz interior: El entonces Presidente de la Re-


pública, Excmo. señor Carlos Ibáñez del
Campo, por medio del Decreto Supremo
N<* 2484, fusionó las antiguas Policías
con el Cuerpo de Carabineros, dando así
origen a la actual Institución denomi-
nada: CARABINEROS DE CHILE.

Personaje central: Yo soy u n Carabinero de Chile.


En mí está simbolizada la Patria. Yo soy
el orden, la tranquilidad, el progreso y
la paz de la nación.

T E L O N

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BUENOS DIAS, CARABINERO

Buenos días, en t u Cuartel besado por el pabe-


llón de la patria, y en donde el más gallardo de los
centinelas, firme y sereno, presenta armas en cada
27 de abril, fecha que anda con gloria en la historia
de los hombres y las instituciones.
Buenos días, en t u parada diaria de la calle, ma-
no firme y ancho ojo protector, regulando el ir y ve-
nir de los hombres, atareadós en busca de su p a n y
su destino.
Buenos días, en t u quehacer urbano, donde el
tiempo pasa en tropel de horas afiebradas y al que
ni siquiera llega u n momento para t u sueño y tu re-
poso.
Buenos días, en el austro y en el septentrión de
la patria, siempre sirviéndola, siempre amándola,
siempre llenándola de honores y de glorias.

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Buenos días, en t u f a e n a policial de la montaña,
de los mares, de la pampa, solo quizás en la inmensa
vastedad de la tierra chilena, sin más a r m a s que tu
fe ni más escudo que t u sencilla y humilde placa de
servicio.
Buenos días, en la imponente modestia de t u ho-
gar, presidido por la hostia de t u p a n sacrificado y la
dulzura inefable de t u compañera y de tus hijos,
Buenos días, en fin, Carabinero, en la limpia tra-
yectoria de t u vida, cuya sinfonía en gris verde de
tus trapos, amalgama t u esencia y t u presencia.
Buenos días, Carabinero de mi patria!

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JURAMENTO A LA BANDERA

La Bandera representa el sentido de la patria.


En ella soñamos y anhelamos, y a través de su pre-
sencia, evocamos las glorias de Chile y el nombre de
sus héroes.

La sangre chilena se h a derramado defendiéndo-


la en los campos de batalla. Este sacrificio h a sido
el tibio testimonio de amor por su grandeza, y la más
suave y silenciosa oración por su eternidad.

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Hoy día juramos a la Bandera!

A su pie, el alma cívica de nosotros los chilenos,


j u r a lealtad y amor. Desde hoy habremos de salir a
defenderla en toda ocasión, y nuestro puño y nuestra
voluntad, permitirán que se m a n t e n g a altiva y orgu-
llosa, flameando en canciones de paz y de amor.

Defendiéndola, defendemos a la Patria, este sue-


lo en cuya e n t r a ñ a está viva y palpitante su gran-
deza, y en donde el hombre clava los altos mástiles
de su libertad.

98
SUEÑO Y ENSUEÑO

Había perdido a su madre sin que el dolor le lle-


gara en toda su plenitud. En aquella oportunidad no
alcanzó a comprender la inmensidad de su tragedia,
y solamente advirtió la brusca desaparición de u n ser
que siempre estuvo a su lado. Tenía fija en sus ojos
la presencia celestial de su madre. Era alta, delgada,
de voz clara y dulce, humilde y cariñosa, de ojos gran-
des y bondadosos.
Inundada de sacrificios y de amor, plena de ale-
gría y satisfacción le atendía en sus necesidades y
hasta en la exigencia inconsciente de sus caprichos.
—Hijito q u e r i d o . . . ¡pobre mi h u e ñ i . . . ! — decía
suspirando cuando enfermaba su pequeño regalón.
A media voz y en puntillas recorría las habitacio-
nes en busca de u n a medicina o u n alimento. Temía
ocasionar algún ruido que molestara su tranquilidad.
Acomodaba las luces de tal manera que no fueran vio-
lentas, y todo aquello que pudiera resultar intempes-
tivo era controlado con inteligente oportunidad.

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Cuando ya empezó a asistir a clases en aquella
escuelita pública del barrio, solícitamente le arregla-
ba su bolsón colegial, y entre los bártulos de apren-
der le encajaba u n pan con mantequilla o u n dulce de
fabricación casera.
Por las noches le ayudaba a obtener el resultado
de sus tareas y a descifrar el intrincado proceso de
t a n t o guarismo desolador. En trance de dormir, le
dejaba arregladas al pie de la cama sus pequeñas ro-
pas y, finalmente, velaba por u n buen rato su dulce
sueño muelle y reparador. Le acomodaba amorosamen-
te, le arrimaba las cubiertas por todos los contornos,
le colocaba las manitos suavemente sobre la almoha-
da, le hacía piadosamente sobre sus labios la señal de
la cruz y luego, apagando la luz, se retiraba en pun-
tillas a su cuarto vecino.
Pero no paraban allí sus desvelos. Por la noche
se levantaba varias veces a observarle durante el sue-
ño, a rectificarle las ropas o l a almohada o a enjugar-
le la frente tibia y sudorosa.
Así f u e creciendo, rodeado de cariños y mimado,
y de pie f r e n t e a él la siempre augusta y magnífica
presencia de su madre.
Niño aún, u n día su madre enfermó gravemente.
Fue inútil cuanto se hizo por retenerla. Sus fuerzas
fueron cada vez menores, y el mal contraído la inun-
daba en toda su terrible dimensión.
Murió.
Caída la cabeza sobre el pecho y el alma llena de
heridas, caminó silenciosamente h a s t a el borde de

100
aquella t u m b a que habría de guardar p a r a siempre
sus restos venerables.
Con qué fuerza se le avivaba en la imaginación
el recuerdo siempre constante de su cara dulce y ex-
presiva, de sus manos suaves y cariñosas, de sus ojos
grandes y bondadosos, de su voz grata y sencilla.
Con qué fervor recordaba su tránsito por la tie-
rra.
¡Cómo estaba la vida llena de las cosas de su ma-
dre, de su £mor, de su ternura, de su delicadeza, de
sus sueños y de sus ensueños!
¡Cómo el día tenía algo de su calor maternal!
¡Cómo la noche le llegaba plácida y amante, aco-
gedora y tierna como su madre!
¡Cómo el río tenía su acento y su humildad!
¡Cómo las flores, su aroma y su pureza!
¡Cómo la vida toda estaba llena de ella y sus re-
cuerdos!
Por las noches la veía en puntillas, caminando
sin hacer ruido. Soñaba con ella y la veía a su lado,
siempre cariñosa, siempre alegre, siempre mártir y
madre.
Una noche en que debió acostarse más tarde que
de costumbre, ella se le apareció en sus sueños como
en u n viaje a la eternidad. Vio llegar su cuerpo ala-
do, hasta posarse junto a la alcoba. Cayeron lenta-
mente a su lado los inmensos velos celestes de su di-
vinidad, y allí se quedó u n momento en oración.

101
Desde su lecho estuvo mirándola en actitud de
sorpresa.
—¡Qué bella estás, madre mía! —musitó suave-
mente.
No acertaba a comprender la realidad de esta ilu-
sión.
Silenciosamente, sin hacer ruido, se levantó a
acariciarla. Hacía t a n t o tiempo que no recibía el calor
de su mirada ni la dulzura de sus besos.
Al acercarse, la imagen^de su madre se retiraba
lentamente y emprendía u n luminoso ascenso hacia
los cielos inasibles. Soñó que viajaba junto a ella. A
veces casi tocaba con sus manos ansiosas las vesti-
duras sutiles.
—¡Madre q u e r i d a ! . . .
Y respondía a lo lejos el suave murmullo celestial
de las antífonas.
Las primeras estrellas de la tarde iban llenando
las zonas oscuras de la tierra. Un coro de ángeles,
con sus largas trompetas celestiales, daba sensación
de contorno y realidad a este dulce sueño. La imagen
de su madre adorada aparecía y reaparecía a trechos
durante su ascensión por la inmensa vastedad del
cielo, y vagando entre las nubes en pos de ella encon-
traba algo de su diílzura, de su amor, de su terneza.
De repente advirtió que la imagen de su madre
se fijaba inmóvil en u n a zona de luz y de silencio.
Estuvo contemplándola en su honda riqueza espiri-
tual, inundada de belleza virginal, próxima en su in-

102
mensa lejanía, tibia en el éxtasis helado de su muer-
te, silenciosa en el murmullo profundo de sus ora-
ciones.
De pronto el cielo brilló en u n resplandor infini-
to de luz. Grave y solemne, la mano suave y ventu-
rosa de su madre se alzó.
—¡Hijo mío, que Dios bendiga t u fe!
Y acercándose a besarle la frente, le hizo suave-
mente el signo de la cruz sobre los labios.
Empezaba recién a amanecer...

103
104
I N D I C E

Algunos juicios docentes 7


La señora gallina 15
La violeta 17
Canción de las aguas 19
El tren de cartón 21
Lección de Historia 23
Entre comadres 25
18 de Septiembre 27
Canto a la Bandera 29
El lustrabotas 31
Permiso para el cine 33
¡Ay! qué calle t a n tranquila 35
Zoológico vecino 37
El desfile 39
El semáforo 41
Mi huerto 43
Sol y sombra 45
Chile 47
Las vocales 49
Día de elecciones 51
El caballo 53
Después de la Escuela 55
La Bandera de mi Patria 57
El m a r 59
Riquezas de Chile 61
El niño y el abuelo 63
Los puertos de Chile 65
Escala de notas 69
Apúrate, Rosalía 71
La biblioteca 73
Puntos Cardinales 75
Canto a Chile 77
Estaciones del año 81
Educación Cívica 85
Discuten m a m á y papá 87
Día del Carabinero 91
Buenos días, Carabinero 95
Juramento a la Bandera 97
Sueño y Ensueño 99

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