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PERFIL ÉTICO DEL DOCENTE EN COLOMBIA

De la escuela se espera que contribuya a la


formación de las personas de modo que
puedan participar plenamente en la vida y en
la cultura de la sociedad en la que han nacido
(Hortal, 2000).

Por: Alexander de Jesús Ríos Ariz.


Estudiante de Maestría en Educación con Énfasis en Ambientes Mediados por
TIC.

En esta sociedad colombiana que ha sido permeada por la modernidad de las


TIC, incubando una nueva generación de ciudadanos denominados sociedad
de la información y el conocimiento (nativos digitales), creando grandes
cambios sociales, en especial en las relaciones interpersonales y ocasionando
una crisis de valores en la unidad estructural de la humanidad civilizada, como
es la familia y sobre todo en la escuela, donde han cambiado los roles de los
maestros, estudiantes y comunidad educativa en general.

Con la promulgación de la ley 115 de 1994, se concibe la educación como un


proceso inacabado de la condición humana, donde la esencia es la formación
de un ser pensante crítico y autocritico transformador de su entorno social,
cultural, político, económico y religioso. Esta ley la define:

Artículo 1º. Objeto de la ley. La educación es un proceso de formación


permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una
concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus
derechos y de sus deberes (p.,1).

Con esta visión holística de la Ley 115 de 1994 o ley general de educación, sus
objetivos se compilada en 13 fines, que de forma prospectiva y visionaria se
ajustan a lo que propuso Jacques Delors (1996), denominada estructuración de
la educación en torno a los cuatro aprendizajes fundamentales, aprender a
conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. En esta
misma Ley en su artículo 104 define a los educadores, como orientadores del
saber, estos regulados por dos estatutos docentes, el Decreto 2277 de 1979 y
el Decreto 1278 de 2001, además de estos estatutos el docente está regido por
el Código disciplinario único o ley 734 de 2002 y demás leyes de la república ,
legislaciones que tienen como objetivo hacer cumplir a los educadores sus
deberes u obligaciones como formadores del conocimiento en la sociedad.

Colombia es un país de leyes, que regulan los derechos y deberes de cada una
de las actividades de sus ciudadanos, entre ella la profesión docente. La
pregunta del millón. ¿Porque no mejoran los niveles de aprendizaje de los
educandos de los establecimientos educativos oficiales, si el sistema educativo
y la legislación velan para que los docentes cumplan sus funciones como
formadores y constructores del conocimiento? (hago la claridad que la debacle
de la educación en nuestro país, la responsabilidad no es únicamente del
docente en su mayoría es el producto de políticas educativas erradas, el
abandono estatal y la poca inversión en este sector por parte de nuestros
gobernantes y administradores educativos).

Con el anterior interrogante pretenderé responder desde el punto de vista de la


ética profesional, el papel del educador como un profesional excelente1,
producto de sus buenas prácticas pedagógicas, que compite consigo mismo
para ofrecer un buen producto de calidad y servicio. Nuestro referente serán
los tres principios, fundamentales, propuesto por Augusto Horta Alonso, los que
se tendrán en cuenta a la hora de construir un código de ética de la profesión
docente:

 El principio de beneficencia.
 El principio de autonomía
 El principio de justicia.

Antes de iniciar, es preciso conceptuar algunos términos propios de la ética y la


moral cívica relacionadas con la profesión docente. Para Sergio Pérez Burgos,
la ética es una dimensión del pensamiento humano, que esta sujeta a cambios
y adaptaciones de su entorno debido a las exigencias de la sociedad, como
también a las necesidades que tiene el ser humano de vivir en comunidad, para
ello se apoya de los valores para darle un valor de transcendencia a su vida.

La ética es una dimensión del pensamiento que busca dilucidar la


dimensión práxica de nuestra existencia que se encuentra determinada
por cambios, flujos, transformaciones contantes y siempre variables.
(Pérez Burgos, s/d)

Pero la ética requiere de un aliado, que determine los parámetros o normas de


comportamiento en la sociedad, que afiancen los lazos de convivencia y
armonía de sus integrantes, promoviendo el respeto por el Ser del Otro, ese
aliado es la moral, en principio, un conjunto de creencias y de prácticas que se
generan en cualquier sociedad humana con objeto de mantener la
supervivencia del grupo y de orientar la acción de sus miembros. La moral es
algo absolutamente necesario en la vida de las personas y de los pueblos.
(Martínez Navarro, S/d).

Conceptuado la ética y la moral, como se relacionan estas con la práctica


profesional del docente en su entorno escolar, el educador por su naturaleza
humana, es un ser ético y moral, que en última instancia determina el accionar
de este ante la sociedad y su responsabilidad en la formación de las nuevas
generaciones, es de suponer que unas bases débiles en la formación ética

1
Vásquez Verdera y Escámez Sánchez, 2010, p.,2
profesional y la moral cívica del docente tiene como consecuencia las malas
prácticas educativas, falta de compromiso y entrega en su quehacer diario.
Cortina Orts y García Marzá, (2003) da 5 puntos de referencias, para que
desde una mirada de la ética el educador tenga buenas prácticas, des la
perpectiva relacional, como ser sociable y comunitario:

1) las metas sociales por las que cobra su sentido;


2) los mecanismos adecuados para alcanzarlos en una sociedad
moderna;
3) el marco jurídico-político correspondiente a la sociedad, expresado en
la constitución y en la legislación complementaria vigente;
4) las exigencias de la moral cívica alcanzada por la actual sociedad, y
5) las exigencias de una hermenéutica crítica, como marco de
fundamentación de las normas de actuación ética.

Hortal Alonso, hace grandes aportes a la definición de la profesión docente, en


su articulo la ëtica profesional de profesores y maestros, los define como:

Los profesores y maestros son los profesionales específicamente


preparados a quienes se les encomienda la tarea de transmitir los
conocimientos, estimular el aprendizaje y las capacidades cognoscitivas
de los alumnos, acompañante y guía de la adquisición de habilidades,
métodos y actitudes. Haciendo bien su cometido, enseñando y
educando, no sólo contribuye al crecimiento intelectual de sus alumnos
sino a la vez educa y eleva su nivel vital y personal. Enseñar es hoy una
parte importante de la tarea de educar. Educar es siempre, a la vez que
cualquier aspecto parcial por pequeño que sea, enseñar a vivir. (Hortal
Alonso, s/d).

Con esta apreciación de Hortal Alonso iniciamos la construcción de un código


de ética profesional de profesores, maestros y maestras.

El principio de beneficencia, como núcleo inspirador de la profesión


docente.

Tomando los aportes de Platón, que ningún "arte" se ejerce para el bien del
que lo ejerce, en un análisis más específico de la profesión docente Hortal
Alonso, retomando a Herbert Spencer:

Tampoco la enseñanza es para el bien del maestro; es para el bien del


que aprende (p.,13).

Resume de forma clara y precisa el verdadero quehacer de la profesión


docente, no existimos como maestros para alentar y aumentar nuestro ego, o
en muchos casos adquirir estatus en la sociedad, poder o dinero, existimos
para solucionar las verdaderas necesidades de aprendizaje de la sociedad. Las
familias nos entregan lo más preciado de ese núcleo esencial de la civilización
sus hijos, esperando que ese niño, niña o joven este en las mano de
verdaderos profesionales excelentes, capaces de formar en última instancia
un buen producto profesional (Vásquez Verdera y Escámez Sánchez, 2010), el
maestro existe más por su vocación a servir y ser un referente a seguir o imitar
es decir el espejo del alumno; un profesional docente mediocre que no aspira a
la excelencia, siempre esta torpedeando los procesos de enseñanza
aprendizaje en su ámbito escolar e impiden alcanzar la formación de un ser
pensante, critico de su entorno y sobre todo con una conciencia social.

El principio de autonomía, como regulador de las relaciones asimétricas


docentes y educandos.

La Ley general de Educación en los fines:

2. La formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos,


a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo,
justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y
de la libertad.

Con esta premisa abordamos el principio de autonomía, que regula la relación


docente/educando, que busca suprimir las desigualdades, producto de la
asimetría en materia de conocimiento, que en muchos casos es auspiciada por
los mismo educadores, que ven al educando como una tabla rasa, algo pasivo
en el proceso de enseñanza y aprendizaje. El educando es un universo de
conocimiento que solo necesita un orientador que canalice todo ese potencial,
los educandos tienen mucho que enseñarles a sus docentes. Hortal Alonso,
citando a Herbert Spencer, nos propone algunas ideas para superar el
paternalismo cognitivo del docente hacia el educando:

Para superar el paternalismo y poner coto a los posibles abusos de la


situación de dependencia hay que hacer intervenir, más allá del principio
de beneficencia, el principio de autonomía. El alumno no es mero
receptor de la docencia, sino alguien que progresivamente participa
activa y responsablemente en el proceso de aprender; es persona,
sujeto de derechos; no mero destinatario de servicios y ayudas; está
pues capacitado para decir una palabra, debe ser respetado, tomado en
cuenta, informado... (Hortal Alonso, s/d).
El principio de justicia una responsabilidad de todos, la Escuela como eje
articulador en la sociedad.
En esta sociedad del conocimiento y la información, ha hecho ver en la
educación el remedio para todos los males de la humanidad y cuando algo no
funciona según los parámetros de la moral ciudadana, es culpa de los
docentes, olvidándose que es un asunto de toda la sociedad. En la ley 115 de
1994, da funciones específica a la sociedad y a la familia como núcleo
fundamental de la educación, formadora de valores esenciales que en un futuro
se verán reflejado en la escuela:
Artículo 7º. La familia. A la familia como núcleo fundamental de la
sociedad y primer responsable de la educación de los hijos, hasta la
mayoría de edad o hasta cuando ocurra cualquier otra clase o forma de
emancipación, le corresponde.
Artículo 8º. La sociedad. La sociedad es responsable de la educación
con la familia y el Estado. Colaborará con éste en la vigilancia de la
prestación del servicio educativo y en el cumplimiento de su función
social.

Por lo tanto la escuela se convierte en el canalizador y orientador de esa


educación que inicia en la familia y la sociedad, fundamentándose mediante el
valor de la justicia, las escuelas deben ser espacios justos por excelencia,
donde es obligatorio en todos los niveles educativos como lo estipula esta ley:

Artículo 14. Enseñanza obligatoria. En todos los establecimientos


oficiales o privados que ofrezcan educación formal es obligatorio en los
niveles de la educación preescolar, básica y media, cumplir con:

d) La educación para la justicia, la paz, la democracia, la solidaridad, la


confraternidad, el cooperativismo y, en general, la formación en los
valores humanos, y.

Volviendo al tema de la justicia y la profesión docente, es hacer que los


educadores se vean como unos profesionales de la educación y como
profesionales deben hacer bien su labor, a pesar de los paradigmas y
cuestiones que es una labor mal remunerada y poco reconocida, es decir ser
profesionales excelentes generadores de un producto final de excelencia, un
ciudadano integral y comprometido con el desarrollo de su entorno.

Por lo tanto una educación basada en la justicia requiere el esfuerzo unificado


de la sociedad, la familia y la escuela, como patrimonio de una sociedad justa y
democrática, Hortal Alonso, la justicia es un compromiso de todos:

Por eso, los primeros deberes de justicia consisten en que cada uno
cumpla con "su deber", es decir con lo que se le ha encomendado, lo
que se espera que haga al encomendarle la plaza o el puesto en el que
ejercer la docencia, sin extralimitarse. (Hortal Alonso, s/d)

Como conclusión, la escuela no es la responsable ni la solución a todos los


problemas de la sociedad, pero hay que cultivar en los docentes, la
dignificación de nuestra profesión, que se vean como profesionales no de
segunda sino por el contrario los profesionales de primer orden creador de los
demás profesionales que requiere el mundo globalizado. Capaces de hacer
bien nuestra labor, que al final se verá reflejado en un producto final
denominado educando transformador de la vida del Ser del Otro.

Referencias.
Congreso de la República de Colombia. (8 de febrero de 1994). Ley 115 . Ley
General de Educación. Santa Fe de Bogotá, Cundinamarca, Colombia:
Congreso de la República de Colombia.

Cortina Orts, A., & García Marzá, D. (2003). El quehacer público de la ética
aplicada. Madrid: Tecnos.
Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madris: Santillana-
UNESCO.

Hortal Alonso, A. (s/d). Ética Profesional de profesores y maestros. s/d, 1-13.

Martínez Navarro, E. (S/d). La ética cívica como núcleo de la educación moral.


S/d, 1-26.

Pérez Burgos, S. (s/d). Ética y educación: Una tensión abierta entre lo real y lo
posible. s/d, 1-10.

Vásquez Verdera, V., & Escámez Sánchez, J. (2010). La profesión docente y la


ética del cuidado. Revista Electrónica de Investigación Educativa
[Número Especial], 1-18.

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