Por el Excmo. Sr. Magistrado D. … se formula abstención en su
condición de miembro de la Sala de enjuiciamiento en el proceso penal seguido contra el magistrado B. G., acusado de prevaricación a raíz de la querella formulada por la representación legal de … , hechos que son objeto de la causa especial núm. 20176/2009, seguida ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.
En todo incidente de abstención, por su propia naturaleza,
convergen valores de muy distinto signo. De una parte, el encomiable afán del Magistrado que insta su apartamiento del órgano decisorio con el fin de asegurar su imparcialidad objetiva. De otra, la necesidad de evitar que un entendimiento excesivamente riguroso y formal de las causas de abstención conduzca al menoscabo del derecho al Juez predeterminado por la ley, introduciendo un elemento de incertidumbre en la composición de las Salas de enjuiciamiento que llegue a ser socialmente interpretado como una puerta abierta para la interesada selección de sus integrantes.
A esa idea responde nuestro sistema orgánico, que no asocia la
pérdida de imparcialidad a la percepción subjetiva del Magistrado que reivindica su separación del órgano decisorio. Así se desprende con claridad del art. 221 de la LOPJ, que atribuye a la Sala de la que forme parte el Magistrado que formula su abstención la competencia para decidir sobre el carácter justificado o injustificado de la abstención. Si bien se mira, la imparcialidad, entendida ésta como la ausencia de toda prevención o designio que pueda ponerse al servicio de alguna de las partes o del propio Juez, tiene siempre un marcado carácter subjetivo. La concurrencia de cualquiera de esos designios, esto es, su parcialidad, afecta al ánimo del Juez, que filtra lo que debiera ser el legítimo ejercicio de la función jurisdiccional con una motivación que le aparta de su verdadero estatuto constitucional. Esa genuina dimensión subjetiva de la imparcialidad y las dificultades para indagar su concurrencia, explican que el ordenamiento jurídico, con el fin de prevenir cualquier riesgo de menoscabo, objetive una serie de causas que obligan al Juez a apartarse del conocimiento del asunto, con independencia de que aquél se sienta o no íntimamente afectado en su imparcialidad. El legislador asume que la preexistencia de una relación del Juez con cualquiera de las partes o con el objeto del proceso, lleva a la sociedad a desconfiar del efecto que esos vínculos puedan proyectar sobre la labor de enjuiciamiento. El Juez ha de apartarse inmediatamente del conocimiento del asunto y si no lo hace puede ser recusado.
Sin embargo, la causa de abstención invocada en el presente
expediente, referida a la participación en la admisión a trámite de la querella (art. 219.11 LOPJ), nada tiene que ver con una relación preexistente, con hechos o situaciones que son ajenos al proceso mismo. De lo que ahora se trata es de abordar el obstáculo que podría representar para la vigencia del derecho a un proceso con todas las garantías, el contacto mantenido por el Juez con actos procesales en los que ha intervenido durante la fase de instrucción. Así perfilada, la abstención promovida encontraría su verdadero significado, no tanto en la idea de imparcialidad cuanto en la de incompatibilidad funcional. En efecto, forma parte de la esencia misma de nuestro sistema de enjuiciamiento que el Juez que ha asumido funciones instructoras no pueda luego participar en el acto de enjuiciamiento. La escisión funcional entre la actividad jurisdiccional de investigación y la de enjuiciamiento constituye un presupuesto inderogable para la vigencia del derecho a un proceso justo (art. 24.2 CE) e impone que el juez que instruye no pueda fallar. Nuestro análisis ha de centrarse, por tanto, en el significado procesal del acto de admisión a trámite de la querella y en su capacidad para erigir un obstáculo que desdibuje la obligada separación entre las dos fases esenciales del proceso penal.
Sin necesidad de recurrir a una prolija enumeración de las
resoluciones dictadas sobre la materia, la jurisprudencia constitucional ha excluido cualquier riesgo de menoscabo para la obligada escisión funcional en los supuestos referidos a la admisión a trámite de una denuncia o querella, “…en tanto que es un acto jurisdiccional que no expresa ni exterioriza toma de posición anímica y está configurado legalmente como un juicio claramente distinto del razonamiento fáctico y jurídico que permite afirmar, más allá de toda duda razonable, que unos hechos previstos en la Ley como delito han sido cometidos por un acusado” (cfr. SSTC 39/2004, 29 de marzo – cuya doctrina reiteran las SSTC 45/2006, de 13 de febrero y 143/2006, 8 de mayo- y 162/1999, de 27 de diciembre, F. 6).
Las afirmaciones del auto de admisión a trámite de la querella,
fechado el día 2 de febrero de 2010 y que, a juicio del Magistrado promovente, mermarían su condición de tercero imparcial, no pueden ser descontextualizadas. Esas aseveraciones se hallan insertas en una resolución que, por su propia naturaleza, se mueve en terrero del razonamiento puramente hipotético, no ya de lo probable, sino de lo meramente posible.
La distancia mantenida por la Sala para preservar su compatibilidad
funcional con el eventual acto de enjuiciamiento, se desprende con nitidez de la línea de razonamiento sobre la que se sustenta la admisión a trámite de la querella.
Entre esos extremos, se recuerda la existencia de una interpretación
constitucional y de la propia Sala Segunda sobre el art. 51.2 de la Ley General Penitenciaria, precepto sobre el que el Magistrado imputado había fundado las órdenes de interceptación. Se alude también al dato constatado en la querella de que los hechos delictivos que estaban siendo investigados en la causa principal estaban relacionados con los delitos de blanqueo de capitales, falsedades, cohechos, defraudación fiscal, asociación ilícita y tráfico de influencias. Por último, se destaca el hecho de que la decisión de intervención de las comunicaciones estuvo referida a la totalidad indiscriminada de los Letrados que intervenían o en el futuro pudieran intervenir ejercitando el derecho de defensa.
Nada de lo que ahí se dice convierte un acto jurisdiccional que se
mueve en el ámbito que es propio del razonamiento conjetural o hipotético en un acto genuino de instrucción, que conlleve el riesgo de una intromisión funcional anticipada por parte de la Sala llamada al enjuiciamiento.
En definitiva, ni las exigencias asociadas a la denominada
imparcialidad objetiva se debilitan por el hecho de que el proceso sea conocido en única instancia por el órgano judicial que culmina todos los órdenes jurisdiccionales, ni concurren razones que permitan afirmar que el Excmo. Sr. Magistrado que formula su abstención, ha podido incurrir en la incompatibilidad funcional predicable de las tareas de investigación y enjuiciamiento.
2. Cuestiones (razone cada una de las respuestas).
A) ¿Por qué razón pretendía no intervenir en el enjuiciamiento el
Magistrado solicitante?
B) ¿Puede abstenerse de juzgar cualquier magistrado por su
voluntad?
C) ¿Por qué se considera que el juez que instruye no debe fallar?
D) ¿Los jueces deberían ser juzgados por un tribunal de jurado?
3. Derecho aplicable
Arts.: 217, 219.11, 221 LOPJ; 54 y ss. LECrim.; 5 LO Tribunal del