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PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA

ASIGNATURA: INTRODUCCIÓN AL DERECHO


PROCESAL
GRADO EN DERECHO
Curso 2018/2019

1. Supuesto de hecho

Tr. Supremo. Sala de lo Penal


AUTO causa especial: 04/10/2011

Por el Excmo. Sr. Magistrado D. … se formula abstención en su


condición de miembro de la Sala de enjuiciamiento en el proceso
penal seguido contra el magistrado B. G., acusado de prevaricación a
raíz de la querella formulada por la representación legal de … ,
hechos que son objeto de la causa especial núm. 20176/2009, seguida
ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

En todo incidente de abstención, por su propia naturaleza,


convergen valores de muy distinto signo. De una parte, el encomiable
afán del Magistrado que insta su apartamiento del órgano decisorio
con el fin de asegurar su imparcialidad objetiva. De otra, la necesidad
de evitar que un entendimiento excesivamente riguroso y formal de
las causas de abstención conduzca al menoscabo del derecho al Juez
predeterminado por la ley, introduciendo un elemento de
incertidumbre en la composición de las Salas de enjuiciamiento que
llegue a ser socialmente interpretado como una puerta abierta para la
interesada selección de sus integrantes.

A esa idea responde nuestro sistema orgánico, que no asocia la


pérdida de imparcialidad a la percepción subjetiva del Magistrado que
reivindica su separación del órgano decisorio. Así se desprende con
claridad del art. 221 de la LOPJ, que atribuye a la Sala de la que
forme parte el Magistrado que formula su abstención la competencia
para decidir sobre el carácter justificado o injustificado de la
abstención.
Si bien se mira, la imparcialidad, entendida ésta como la ausencia
de toda prevención o designio que pueda ponerse al servicio de
alguna de las partes o del propio Juez, tiene siempre un marcado
carácter subjetivo. La concurrencia de cualquiera de esos designios,
esto es, su parcialidad, afecta al ánimo del Juez, que filtra lo que
debiera ser el legítimo ejercicio de la función jurisdiccional con una
motivación que le aparta de su verdadero estatuto constitucional. Esa
genuina dimensión subjetiva de la imparcialidad y las dificultades
para indagar su concurrencia, explican que el ordenamiento jurídico,
con el fin de prevenir cualquier riesgo de menoscabo, objetive una
serie de causas que obligan al Juez a apartarse del conocimiento del
asunto, con independencia de que aquél se sienta o no íntimamente
afectado en su imparcialidad. El legislador asume que la preexistencia
de una relación del Juez con cualquiera de las partes o con el objeto
del proceso, lleva a la sociedad a desconfiar del efecto que esos
vínculos puedan proyectar sobre la labor de enjuiciamiento. El Juez
ha de apartarse inmediatamente del conocimiento del asunto y si no lo
hace puede ser recusado.

Sin embargo, la causa de abstención invocada en el presente


expediente, referida a la participación en la admisión a trámite de la
querella (art. 219.11 LOPJ), nada tiene que ver con una relación
preexistente, con hechos o situaciones que son ajenos al proceso
mismo. De lo que ahora se trata es de abordar el obstáculo que podría
representar para la vigencia del derecho a un proceso con todas las
garantías, el contacto mantenido por el Juez con actos procesales en
los que ha intervenido durante la fase de instrucción. Así perfilada, la
abstención promovida encontraría su verdadero significado, no tanto
en la idea de imparcialidad cuanto en la de incompatibilidad
funcional. En efecto, forma parte de la esencia misma de nuestro
sistema de enjuiciamiento que el Juez que ha asumido funciones
instructoras no pueda luego participar en el acto de enjuiciamiento.
La escisión funcional entre la actividad jurisdiccional de
investigación y la de enjuiciamiento constituye un presupuesto
inderogable para la vigencia del derecho a un proceso justo (art. 24.2
CE) e impone que el juez que instruye no pueda fallar.
Nuestro análisis ha de centrarse, por tanto, en el significado
procesal del acto de admisión a trámite de la querella y en su
capacidad para erigir un obstáculo que desdibuje la obligada
separación entre las dos fases esenciales del proceso penal.

Sin necesidad de recurrir a una prolija enumeración de las


resoluciones dictadas sobre la materia, la jurisprudencia
constitucional ha excluido cualquier riesgo de menoscabo para la
obligada escisión funcional en los supuestos referidos a la admisión a
trámite de una denuncia o querella, “…en tanto que es un acto
jurisdiccional que no expresa ni exterioriza toma de posición anímica
y está configurado legalmente como un juicio claramente distinto del
razonamiento fáctico y jurídico que permite afirmar, más allá de toda
duda razonable, que unos hechos previstos en la Ley como delito han
sido cometidos por un acusado” (cfr. SSTC 39/2004, 29 de marzo –
cuya doctrina reiteran las SSTC 45/2006, de 13 de febrero y
143/2006, 8 de mayo- y 162/1999, de 27 de diciembre, F. 6).

Las afirmaciones del auto de admisión a trámite de la querella,


fechado el día 2 de febrero de 2010 y que, a juicio del Magistrado
promovente, mermarían su condición de tercero imparcial, no pueden
ser descontextualizadas. Esas aseveraciones se hallan insertas en una
resolución que, por su propia naturaleza, se mueve en terrero del
razonamiento puramente hipotético, no ya de lo probable, sino de lo
meramente posible.

La distancia mantenida por la Sala para preservar su compatibilidad


funcional con el eventual acto de enjuiciamiento, se desprende con
nitidez de la línea de razonamiento sobre la que se sustenta la
admisión a trámite de la querella.

Entre esos extremos, se recuerda la existencia de una interpretación


constitucional y de la propia Sala Segunda sobre el art. 51.2 de la Ley
General Penitenciaria, precepto sobre el que el Magistrado imputado
había fundado las órdenes de interceptación. Se alude también al dato
constatado en la querella de que los hechos delictivos que estaban
siendo investigados en la causa principal estaban relacionados con los
delitos de blanqueo de capitales, falsedades, cohechos, defraudación
fiscal, asociación ilícita y tráfico de influencias. Por último, se
destaca el hecho de que la decisión de intervención de las
comunicaciones estuvo referida a la totalidad indiscriminada de los
Letrados que intervenían o en el futuro pudieran intervenir
ejercitando el derecho de defensa.

Nada de lo que ahí se dice convierte un acto jurisdiccional que se


mueve en el ámbito que es propio del razonamiento conjetural o
hipotético en un acto genuino de instrucción, que conlleve el riesgo
de una intromisión funcional anticipada por parte de la Sala llamada
al enjuiciamiento.

En definitiva, ni las exigencias asociadas a la denominada


imparcialidad objetiva se debilitan por el hecho de que el proceso sea
conocido en única instancia por el órgano judicial que culmina todos
los órdenes jurisdiccionales, ni concurren razones que permitan
afirmar que el Excmo. Sr. Magistrado que formula su abstención, ha
podido incurrir en la incompatibilidad funcional predicable de las
tareas de investigación y enjuiciamiento.

2. Cuestiones (razone cada una de las respuestas).

A) ¿Por qué razón pretendía no intervenir en el enjuiciamiento el


Magistrado solicitante?

B) ¿Puede abstenerse de juzgar cualquier magistrado por su


voluntad?

C) ¿Por qué se considera que el juez que instruye no debe fallar?

D) ¿Los jueces deberían ser juzgados por un tribunal de jurado?

3. Derecho aplicable

Arts.: 217, 219.11, 221 LOPJ; 54 y ss. LECrim.; 5 LO Tribunal del


Jurado.

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