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El motivo por el cual los tulipanes cambiaban su tonalidad y color era entonces un
misterio que ningún agricultor sabía desvelar. No obstante, los colores y tonos menos
usuales se consideraban exóticos y comenzaron a ser paulatinamente más codiciados que
los comunes. Este hecho prendió la mecha de la subida de los precios que poco a poco se
fueron disparando, de manera exponencial.
A partir del año 1.620 el precio de los tulipanes comenzó a crecer de un modo desorbitado
y sus precios eran disparatados. Por ejemplo, en 1.623 un sólo bulbo podía llegar a valer
1.000 florines holandeses, cuando una persona normal en la Holanda de aquella época
tenía unos ingresos medios de 150 florines al año. La euforia colectiva por estos bulbos
hizo que se llegaran a vender casas señoriales, campos de cultivo, granjas etc, a cambio
de tan solo uno de estos tulipanes. La escalada del precio parecía no tener fin, durante la
década de 1.630 parecía que el precio de los bulbos crecía ilimitadamente y todo el país
invirtió cuanto tenía en el comercio especulativo de los tulipanes. Los beneficios llegaron
a niveles promedio del 500%.
La mayor parte de la alta sociedad holandesa comenzó a invertir sus fortunas en el cultivo
de tulipanes. Pero la euforia colectiva aún no había visto su mayor éxtasis, cuando en
1.636 la peste bubónica arrasó gran parte de Europa, provocó una alta escasez de mano
de obra. En el caso de los tulipanes, la reacción a tal circunstancia fue una última y
vertiginosa subida del precio del bulbo. Un irresistible mercado alcista. Tal fue la fiebre,
que se creó un mercado de futuros, a partir de bulbos aún no recolectados. La locura llegó
a extremos en los que ni el comprador ni el vendedor habían visto en su vida el tulipán
que se estaba vendiendo, tan solo operaban con un bono sobre un tulipán que había en
algún lugar de Holanda. Todo valía para comprar tulipanes, los beneficios eran
extraordinarios. Este fenómeno fue conocido como “windhandel” (negocio de aire), y se
hizo muy popular por toda Holanda a pesar de que en 1.610 se prohibió el negocio por
las dificultades de ejecución contractual que generaba. A pesar de ello, los negocios de
este tipo continuaron de forma clandestina. Los compradores se endeudaban e
hipotecaban sus propios hogares, o se comprometían a trabajar de forma gratuita hasta 15
años, todo valía la pena con tal de invertir en tulipanes.
Pero las ganancias la ostentación y el lujo llegaron a su fin el 5 de febrero de 1.637. Este
día vio la última gran venta de tulipanes: 99 tulipanes a 90.000 florines, el día 6 de febrero,
medio kg de tulipanes salieron a la venta por un precio inicial de 1.250 florines, pero
nadie pujó por ellos. Aquellos que llevaban criticando un gran tiempo la absurda y
desmedida subida de los tulipanes fueron escuchados y poco a poco hasta los mismos
comerciantes pidieron al gobierno que interviniera y prohibiera el comercio de bulbos,
todas las clases sociales, desde la alta burguesía hasta los artesanos, estaban implicados
en el fenómeno.
Durante los días del crack, la psicosis colectiva era el caldo de cultivo de un pánico
vendedor en masa que no encontraba compradores dispuestos a desembolsar las fortunas
que se habían gastado hasta entonces. Casi toda la gente quedo atrapada en esta burbuja.
Poco a poco comenzaron a darse cuenta de que ya era demasiado tarde para cerrar sus
negocios con éxito, el precio de los tulipanes caía vertiginosamente. Un gran número de
casas y otros bienes hipotecados con créditos disparatados a largo plazo, por unas flores
cuyo valor siempre había sido el mismo… pero no así su precio, que en esos momentos
era ridículo comparado con el de hacía un mes. En pocos días los pequeños inversores
estaban en quiebra, habían perdido todas sus posesiones, algo después las familias
adineradas hacían lo propio sin poder evitar la bancarrota, finalmente el país entero se
declaró en quiebra. El resultado de tal desaguisado fue que los ayuntamientos se vieron
forzados a ordenar leyes que anularan las deudas contraídas, todo el país era un caos, y
los juzgados eran un hervidero de acreedores. Sin embargo todo había acabado, la ilusión
por hacerse rico en poco tiempo había llegado a su fin, y un gran número de personas se
vieron en la miseria. Sin embargo el paisaje holandés se había transformado para siempre
en un bello mosaico de colores gracias a los tulipanes.