Sunteți pe pagina 1din 4

Trabajo Práctico sobre Psicoanálisis

Clase 2
Pregunta 2
ARGUMENTAR por qué la teoría freudiana afirma que: “el psicoanálisis se opone a la
aceptación de la identidad entre lo psíquico y lo consciente”.
Freud plantea un nuevo método para el abordaje de los síntomas neuróticos y una nueva
concepción acerca de los procesos anímicos. Sus hipótesis dan cuenta de la ruptura entre el
psicoanálisis y el discurso sostenido por la psicología y la medicina de la época permitiendo
un abordaje diferente de los síntomas neuróticos.
Una de las afirmaciones sostenidas por el psicoanálisis se opone a la aceptación de la
identidad entre lo psíquico y lo consciente.
Desde una perspectiva filosófica, epistemológica y psicológica el término conciencia remite a
la percatación o reconocimiento de algo. En un sentido únicamente psicológico, la conciencia
es la percepción del yo por si mismo, facultad del espíritu humano de reconocerse en sus
atributos esenciales y en las modificaciones que en sí mismo experimenta.
La corriente psicológica predominante definía su objeto de estudio en términos de contenidos
de conciencia, la psicóloga suele responder a la pregunta por el significado de lo psíquico
enumerando sus componentes (percepciones, ideas, recuerdos, sentimientos y actos
voluntarios) y resaltando su cualidad esencial que es la conciencia.
Freud considera que la psicología de su época establece una identidad entre lo psíquico y lo
consciente, como consecuencia se atribuirá a los actos que lleva adelante un sujeto la cualidad
de la conciencia y se los considerará producto de la voluntad y la intencionalidad que
caracteriza a la función de la conciencia. Se produce así una concepción de sujeto que lo
presenta como alguien que sabe de sí y dirige sus propios actos a su voluntad.
Pero existen ciertos fenómenos o actos ligados a la subjetividad que sin embargo resultan
contrarios a la intención y voluntad consciente e incluso extraños a la imagen que la persona
tiene de sí. Freud sostiene que estos fenómenos tienen un sentido, que responden a una
legalidad que los vuelve abordables no sólo a través de la teoría sino también a través de la
práctica psicoanalítica ya que lo que en ellos se deja oír atañe al sujeto. La teoría psicoanalítica
asevera que los procesos psíquicos son en sí mismos inconscientes (existencia de un
pensamiento que se piensa sin un pensador que se reconozca como tal, un saber no sabido por
el sujeto de la conciencia), y los procesos conscientes no son sino actos aislados o fracciones
de la vida anímica total.
La teoría freudiana no está de acuerdo con la identidad entre lo psíquico y lo consciente, ya
que lo consciente excluye aquellos fenómenos involuntarios y a todo aquello que no se
encuentra presente en el pensamiento consciente (síntomas neuróticos, olvidos temporales
de palabras conocidas, sueños, lapsus o actos fallidos, etc.), Se podría decir que esta identidad
actúa como un reduccionismo.

Clase 3
Pregunta 1
IDENTIFICAR la tesis central del autor en el artículo “Notas sobre el concepto de
inconsciente en psicoanálisis” y EXPLICAR los argumentos que esgrime para sostenerla.
La tesis central de Freud en este artículo es su hipótesis sobre la existencia del inconsciente
(procesos psíquicos inconscientes) y sobre los diferentes usos que se le da al término
“inconsciente” (en cuento a ser accesibles a devenir en la conciencia).
Una representación, o cualquier otro elemento psíquico, puede estar ahora presente en la
conciencia de alguien, y un momento después desaparecer de ella. Esa representación puede
reaparecer intacta después de un intervalo (no por una nueva percepción) sino desde el
recuerdo. La representación ha estado presente en nuestro espíritu también durante ese
intervalo, pero latente en cuanto a conciencia.
A la representación que se encuentra presente ahora en la conciencia y de la que nos
percatamos la llamamos “consciente”, el cual será el único sentido de ese término. En cambio,
las representaciones latentes las denotamos con el término “inconsciente”, una
representación inconsciente es una representación de la que nosotros no nos percatamos,
pero admitimos su existencia sobre la base de otros indicios y pruebas.
El experimento de la “sugestión poshipnótica” nos enseña a insistir en la importancia de
distinguir entre consciente en inconsciente. En ese experimento una persona es puesta en
estado hipnótico y le es impartida una orden para realizar determinada acción en determinado
momento (por ejemplo en media hora). Despierta de la hipnosis y se reintegra a su plena
conciencia y condición mental normal, sin recordar su estado hipnótico, y en el momento
fijado se le impone un impulso de ejecutar la acción, con conciencia, pero sin saber la razón.
La orden estaba presente en esa persona de forma latente o inconsciente, hasta que llegó el
momento designado y se volvió consciente, pero no le afloro a la conciencia más que la idea
del acto por ejecutar. La idea de la acción ordenada en la hipnosis devino eficiente, fue
transferida a la acción tan pronto como la conciencia se percató de su presencia. El estímulo
real para ejecutar es la orden del médico, pero esta última no fue acogida en la conciencia
como ocurrió con la idea de la acción, sino que permaneció inconsciente y por eso fue al
mismo tiempo eficiente inconsciente.
La teoría de los fenómenos histéricos muestra de manera más clara el carácter psicológico de
la sugestión poshipnótica. La vida anímica del paciente histérico rebosa de pensamientos o
ideas eficientes, pero inconscientes, de ellos provienen todos los síntomas. La mente histérica
está dominada por representaciones inconscientes. Del análisis de los fenómenos neuróticos
aprendemos que un pensamiento latente o inconsciente no es necesariamente débil, y su
presencia en la vida anímica admite pruebas indirectas de la mayor fuerza, equivalentes casi a
la prueba directa brindada por la conciencia. Hay pensamientos latentes que no penetran en la
conciencia por más intensos que sean (latencia no es debilidad). Los pensamientos latentes
que logran devenir conscientes los llamaremos “preconscientes”, mientras que a los
pensamientos latentes estudiados en la neurosis (que no pueden devenir conscientes) los
llamaremos con el término “inconsciente”.
El preconsciente eficiente, sin dificultad pasa a la conciencia, y el inconsciente eficiente
permanece inconsciente y parece estar cortado de la conciencia. Al producto de lo
inconsciente eficiente de alguna forma le es imposible penetrar en la conciencia, mas para ello
es necesario cierto gasto de esfuerzo. Si lo intentamos en nosotros mismos recibimos el
sentimiento de una defensa que tiene que ser dominada y si lo provocamos en un paciente,
recibimos su resistencia ello. El pensamiento inconsciente es excluido de la conciencia por
unas fuerzas vivas que se contraponen a su aceptación y no estorban a los pensamientos
preconscientes. Lo inconsciente es una fase regular e inevitable en los procesos que fundan
nuestra actividad psíquica, todo acto psíquico comienzo inconsciente y puede avanzar o no,
según si tropieza con una resistencia. La diferenciación entre actividad preconsciente e
inconsciente sólo se establece después de que entró en juego una “defensa”, sólo entonces
cobra valor la distinción entre pensamientos preconscientes que aparecen en la conciencia y
pueden regresar a ella en cualquier momento y los pensamientos inconscientes que no
pueden hacerlo.
Hay un producto psíquico que se encuentra en las personas normales, los sueños. El
psicoanálisis se funda en el análisis de los sueños, donde un itinerario de pensamiento fue
despertado por la actividad mental del día y ha retenido algo de su capacidad eficiente.
Durante la noche, este itinerario de pensamiento consigue hallar la conexión con uno de los
deseos inconscientes que han estado siempre presentes desde la infancia en la vida anímica
del soñante, comúnmente reprimidos y excluidos de su presencia consciente. Estos
pensamientos pueden devenir otra vez eficientes y aflorar a la conciencia en la forma de un
sueño. Ocurrieron tres cosas: 1) los pensamientos experimentaron una mudanza, que
constituye la parte del socio inconsciente; 2) los pensamientos han conseguido investir la
conciencia en un momento en que no debía serles ello asequible; 3) un fragmento de lo
inconsciente ha aflorado en la conciencia.
Lo inconsciente es un indicio de que ese proceso participa de la naturaleza de una cierta
categoría psíquica, de la que tenemos conocimiento por otros y más importantes caracteres, y
pertenece a un sistema de actividad psíquica.
Damos el nombre de “el inconsciente” al sistema que se da a conocer por el signo distintivo de
ser inconscientes los procesos singulares que lo componen.

Clase 3
Pregunta 3
IDENTIFICAR la tesis central del autor en el artículo “El desarrollo de la función sexual” y
EXPLICAR los argumentos que esgrime para sostenerla.
La tesis central de Freud en este artículo es sobre la existencia de la sexualidad infantil,
desestimando las concepciones populares sobre sexualidad, y de cómo afecta está sexualidad
infantil a la futura sexualidad adulta, en las formas de obtención de placer.
Según la concepción corriente, la vida sexual humana consistiría en el afán de poner en
contacto los genitales propios con los de una persona del otro sexo. Ese afán comenzaría con
la pubertad, al servicio de la reproducción.
El psicoanálisis contradijo todas las opiniones populares sobre sexualidad y sus principales
resultados fueron que la vida sexual no comienza sólo con la pubertad, está se inicia
enseguida después del nacimiento con nítidas exteriorizaciones y es necesario distinguir entre
los conceptos de “sexual” y de “genital”. Sexual es el más extenso e incluye muchas
actividades que nada tienen que ver con los genitales, lo genital está incluido dentro de las
muchas actividades sexuales, es una de ellas. Además, la vida sexual incluye la función de la
ganancia de placer a partir de zonas del cuerpo, función que es puesta con posterioridad al
servicio de la reproducción.
El interés principal se dirige a la existencia de la sexualidad infantil. Se ha demostrado que, a
temprana edad, el niño da señales de una actividad corporal sexual, y a la que se conectan
fenómenos psíquicos que hallamos luego en la vida amorosa adulta (la fijación a determinados
objetos, los celos, etc.). Estos fenómenos que surgen en la primera infancia responden a un
desarrollo acorde a ley, tienen un acrecentamiento regular, alcanzando un punto culminante
hacia el final del quinto año de vida, a lo que sigue un periodo de reposo. Transcurrido este
periodo “de latencia”, la vida sexual prosigue con la pubertad (vuelve a aflorar). Las primeras
mociones de sexualidad aparecen apuntaladas en otras funciones importantes para la vida.
Freud distingue tres fases: oral, anal, fálica de acuerdo a la preponderancia de la zona
erógena en juego y a las pulsiones (representante psíquico de los estímulos procedentes del
interior del cuerpo, su meta es la satisfacción y su objeto es aquello por lo cual puede alcanzar
su meta) correspondientes a cada una de ellas. Estas fases si bien siguen un orden sucesivo, a
la vez se superponen y coexisten. La sexualidad del niño se limita a la práctica de una serie de
pulsiones parciales que buscan generar placer.
1. El primer órgano que aparece como zona erógena a partir del nacimiento es la boca.
Al comienzo, toda actividad anímica se acomoda de manera de procurar satisfacción a
la necesidad de esa zona. Ella sirve en primer término a la auto conservación por vía
del alimento. En la succión en que el niño persevera obstinadamente se evidencia una
necesidad de satisfacción que aspira a una ganancia de placer independiente de la
nutrición, placer sexual. Durante esta fase “oral” entran en escena, con los dientes,
unos impulsos sádicos aislados.
2. En la segunda fase, la “sádico-anal”, la satisfacción es buscada en la agresión y en la
función excretora. El sadismo es una mezcla pulsional de aspiraciones puramente
libidosas con otras destructivas puras, una mezcla que desde entonces no sé cancela
más.
3. La tercera fase, la “fálica”, se asemeja ya en un todo a la plasmación última de la vida
sexual. No desempeñan aquí un papel los genitales de ambos sexos, sino sólo el
masculino. Los genitales femeninos permanecen por largo tiempo ignorados. La
existencia de excitaciones vaginales tempranas probablemente se trate de
excitaciones en el clítoris, un órgano análogo al pene, lo cual no suprime el derecho a
llamar fálica a esta fase. Con la fase fálica, la sexualidad de la primera infancia alcanza
su apogeo y se aproxima al sepultamiento. El niño y la niña tendrán destinos
separados.
El niño entra en la fase epídica, inicia el quehacer manual con el pene, junto a unas fantasías
simultáneas sobre algún quehacer sexual de este pene en relación con la madre, hasta que el
efecto conjugado de una amenaza de castración y la visión de la falta de pene en la mujer le
hacen experimentar el máximo trauma de su vida, iniciador del período de latencia con todas
sus consecuencias. La niña, tras el infructuoso intento de emparejarse al niño, reacciona lisa y
llanamente con un primer extrañamiento de la vida sexual.
En las fases tempranas, las diversas pulsiones parciales parten con recíproca independencia a
la consecución de placer; en la fase fálica se tienen los comienzos de una organización que
subordina las otras aspiraciones al primado de los genitales y significa el principio del
ordenamiento de la aspiración general de placer dentro de la función sexual. La organización
plena sólo se alcanza en la pubertad, en la cuarta fase, “genital”. Queda establecido un estado
en que 1) se observan muchas investiduras libidinales tempranas 2) otras son acogidas dentro
de la función sexual como actos preparatorios, cuya satisfacción da por resuelto el llamado
“placer previo” y 3) otras aspiraciones son excluidas de la organización y son por completo
sofocadas (reprimidas) o bien experimentan una aplicación diversa dentro del Yo, forman
rasgos de carácter.
Las inhibiciones en el desarrollo de este proceso se presentan como múltiples perturbaciones
de la vida sexual. En tales casos han preexistido fijaciones de la libido a estados de fases más
tempranas, cuya aspiración es designada perversión. Los modos de satisfacción privilegiados
en la infancia, ligados a la historia individual, dejan marcas e inciden de manera decisiva en la
sexualidad del adulto, al punto que la función de obtener placer y la función sexual que
garantiza la procreación a menudo no coinciden íntegramente. Los procesos requeridos para
producir el desenlace normal se consuman de manera parcial. En tal caso, se alcanza la
organización genital, pero debilitada en los sectores de libido que no acompañaron ese
desarrollo y permanecieron fijados a objetos y metas pregenitales.

S-ar putea să vă placă și