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Cianobacterias en las oscuras profundidades de


río Tinto
SINC

5-6 minutos

Las cianobacterias, antiguamente llamadas algas verdiazuladas,


son microorganismos fotosintéticos muy versátiles que habitan
en la mayoría de los ambientes de la Tierra, desde los mares
hasta los desiertos. Eso sí, hasta ahora su amplio rango
ecológico se consideraba restringido a ambientes donde llegara
la luz del sol, aunque fuera de forma ocasional.

Sin embargo, investigadores del Centro de Astrobiología (CAB,


CSIC-INTA) han detectado por primera vez la presencia de
cianobacterias en muestras de roca profunda recogidas a más de
600 metros bajo la superficie de la Faja Pirítica Ibérica, una zona
en la que nace el rojizo río Tinto (Huelva) y considerada un
análogo terrestre de Marte.

El estudio, publicado en la revista PNAS, presenta evidencias


moleculares, microscópicas y metagenómicas (secuencias del
genoma de distintos microorganismos) sobre el predominio de
estas cianobacterias en el subsuelo de río Tinto.

Las muestras se obtuvieron con dos perforaciones del proyecto


IPBSL (Iberian Pyrite Belt Subsurface Life, vida subterránea en la
Faja Pirítica Ibérica), realizado entre 2010 y 2015 con el objetivo
de caracterizar la geomicrobiología de los ecosistemas
profundos de esta zona.

Durante las perforaciones, se extrajeron testigos cilíndrico de


material, que posteriormente fueron analizados con el sistema
SOLID-LDChip, un biochip detector de signos de vida que se
desarrolla actualmente en el CAB para la exploración planetaria.
Desde un primer momento los investigadores detectaron indicios
inmunológicos de la presencia de cianobacterias. El resultado
inicial fue confirmado luego mediante otras técnicas, como la
secuenciación del gen ARN ribosomal 16S extraído de las rocas
analizadas y la visualización de las cianobacterias mediante
microscopia con sondas fluorescentes.

Micrografías fluorescentes de cianobacterias en rocas del


subsuelo profundo de río Tinto. / Fernando Puente-Sánchez,
Victor Parro et al.- CAB

Posteriormente, la secuenciación de dos metagenomas (conjunto


de genes de una muestra ambiental) a diferentes profundidades,
420 y 607 metros, ha permitido a los investigadores confirmar
definitivamente la presencia de estos microorganismos.

Hidrógeno como fuente de energía

El análisis de la gran cantidad de genes de cianobacterias


encontrados ha permitido descubrir su potencial para utilizar
hidrógeno como fuente de energía. Estas cianobacterias parecen
aprovechar una ‘válvula de seguridad’ natural, que en la
superficie sirve para protegerlas del exceso de luz. En ese
entorno el mecanismo desvía la energía sobrante hacia el exterior
de la célula, transfiriendo electrones a sustancias como metales
oxidados o materia orgánica.

Pero paradójicamente, en las profundidades, los investigadores


creen que este mismo sistema se activa en condiciones de
oscuridad y anoxia (sin oxígeno) presentes en el subsuelo,
permitiéndoles a las cianobacterias obtener energía
independientemente de la luz, un estilo de vida subterráneo
que podría remontarse a sus antepasados no fotosintéticos.

Los resultados del trabajo sugieren que las cianobacterias


pueden desempeñar un papel muy importante como productores
primarios dentro de la biosfera profunda de la Tierra. Además,
este nicho ecológico, hasta ahora desconocido, pone de
manifiesto la gran versatilidad de estos microorganismos, unos
de los más antiguos de nuestro planeta.

Según sus autores, este trabajo también permite plantear nuevos


modelos sobre el origen y evolución de las cianobacterias, así
como la presencia de organismos similares en biosferas actuales
o primitivas de otros planetas, como Marte, o lunas del sistema
solar.

Referencia bibliográfica:

F. Puente-Sánchez, A. Arce-Rodríguez, M. Oggerin, M. García-


Villadangos, M. Moreno-Paz, Y. Blanco, N. Rodríguez, L. Bird, S.A.
Lincoln, F. Tornos, O. Prieto-Ballesteros, K.H. Freeman, D.H. Pieper,
K.N. Timmis, R. Amils y V. Parro. ““Viable cyanobacteria in the
deep continental subsurface”.  Proceedings of the National
Academy of Sciences (PNAS), 2018. Este estudio se ha realizado
en el marco de los proyectos Advanced Grant del Consejo de
Investigación Europeo (ERC) y RETOS-MINECO español.

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