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RESUMEN
ABSTRACT
Correspondencia: walterlizandro@hotmail.com
204
Revista de Psicología de Arequipa / Rev. psicol. Arequipa, 2014 / 4(2), 204-215
INTRODUCCIÓN
(Lukas, 2010), de ahí que la familia sea fuente de felicidad. Sin embargo, aunque
diversos estudios nacionales e internacionales señalan que la familia se asocia con
la felicidad, un factor clave es la calidad de las relaciones y dinámicas al interior
de la familia, donde se dan múltiples interacciones en función de los diversos
subsistemas existentes. Estas interacciones pueden definirse como las acciones
que las familias hacen en conjunto (Dominguez, Aravena, Ramírez y Yauri, 2013),
pero la integración familiar va más allá de eso porque comprende la satisfacción
de necesidades de trascendencia.
En ese sentido, la familia no solo satisface necesidades primarias, sino que
afecta la manera que tiene la persona de relacionarse con el mundo (Pacheco,
2003), porque en la familia se interiorizan las relaciones sociales y se desarrollan
habilidades de comunicación. En algunos estudios se ha podido encontrar que la
cohesión de la familia se relaciona con las habilidades sociales un 62% así como
con un clima familiar óptimo (García, 2005). Además, se sabe que las relaciones
sociales son fuente de bienestar, y que los déficit en habilidades sociales se rela-
cionan con la falta de confianza, autoestima y los trastornos mentales (Pereira y
Espada, 2010).
Por otro lado, la comunicación clara ayuda a facilitar las relaciones familia-
res y la toma de decisiones. De hecho la habilidad de comunicarse ha sido acuñada
a las parejas exitosas, sin embargo en el estudio de Eguiluz, Calvo y De la Orta
(2012), donde se evaluó a 30 parejas entre 19 y 63 años de edad, la comunicación
no se relacionó con la satisfacción sexual y marital. Posiblemente estos resultados
se deban a que existen diversos estilos de comunicación en la familia, tales como
el estilo amistoso, el acomodador, el abierto, el reservado, el empático, el violento,
el evitativo, el impulsivo y el autoritario (Sánchez y Díaz-Loving, 2003).
Con respecto a los hijos, diversos estudios señalan que la comunicación y
la integración familiar, así como el clima y la satisfacción familiar, afectan el
desarrollo y el desenvolvimiento de los hijos, desde una temprana edad (Sotil,
2002; Mayorga y Ñiquen, 2010; Arias, 2013). Lo que ha motivado iniciativas de
intervención como el Programa de estimulación basado en emociones positivas
de padres hacia bebés (Leiva, 2008), o el Programa de entrenamiento en lenguaje
positivo para padres que desarrolló Arbulú (2004). Como puede verse, estos pro-
gramas ponen énfasis en las emociones positivas, de modo que la familia empieza
a ser un foco de atención desde esta perspectiva, el de la psicología positiva.
En ese sentido, los estudios en psicología positiva han concluido durante más
de 20 años de investigación, que la felicidad se encuentra fuertemente asociada
a la bondad y al despliegue de las habilidades, talentos e intereses (Seligman,
2006). Es decir que, aquellas personas que realizan actividades de ayuda social
o que constantemente se preocupan por los demás, y quienes ponen en práctica
sus destrezas y capacidades, son las más felices. Además, mientras las variables
demográficas explican un escaso porcentaje del bienestar, el apoyo familiar cons-
tituye uno de los elementos más relacionados con el bienestar psicológico (Díaz y
Sánchez-López, 2001).
Pero qué es la felicidad. Es una actitud constante que se relaciona con la
satisfacción con la vida y el bienestar subjetivo (Segura y Ramos, 2009). Pueden
distinguirse varias maneras de entender la felicidad. Por su temporalidad, algunos
la diferencian entre inmediata y constante, la primera se relaciona más con el pla-
cer y la segunda es más compatible con la definición que hemos presentado. Sin
embargo, la felicidad no es estado de éxtasis en el que no hay problemas, dolor
o dificultades; ya que está íntimamente ligada con la actitud de la persona, su
visión del mundo y sus valores; de ahí que la felicidad está muy relacionada con
la congruencia entre valores y el compromiso de hacerlos efectivos, por ende las
personas felices suelen ser más empáticas, prosociales y viven una vida auténtica.
En ese sentido, la psicología positiva estudia tanto las emociones negativas como
las positivas, pero lo hace desde una visión integral del hombre (Alarcón, 2011).
Otra forma de sistematizar las emociones positivas es con respecto al mo-
mento en que se manifiestan, de modo tal que como señala Oblitas (2008), las
emociones positivas referentes al pasado incluyen la satisfacción, el orgullo, la
alegría y la serenidad; mientras que las emociones positivas referentes al futuro
son el optimismo, la esperanza y la confianza. En tanto que las que se relacionan
con el presente son los placeres y las satisfacciones. Asimismo, diversas fortalezas
nos ayudan a ser felices, ya sean estas cognitivas, emocionales, interpersonales,
morales o ecológicas (Peterson & Seligman, 2004). De hecho, la felicidad se rela-
ciona con la personalidad, las relaciones sociales, la familia, el trabajo, los hábitos,
las virtudes, e incluso el ocio. Por ello, la buena nutrición, un estilo de vida que
minimiza las emociones negativas, el optimismo y el buen humor han sido identi-
ficados como fuentes de salud y felicidad (Oblitas, 2008).
Ahora bien, mientras que en Estados Unidos hay tres grandes núcleos de
psicología positiva, liderados por Ed Diener en la Universidad de Illinois, Mihaly
Csikszentmihalyi en la Universidad de Chicago y Martin Seligman en la Universi-
dad de Pensylvania (Segura y Ramos, 2009); en el Perú, los estudios sobre felici-
dad han sido iniciados por Reynaldo Alarcón (2000, 2001, 2002, 2006, 2009). En
ese sentido, podemos distinguir dos universidades capitalinas que se han centrado
en la psicología positiva, una es la Universidad Femenina del Sagrado Corazón
y otra es la Universidad Ricardo Palma, donde laboral el Dr. Alarcón. En nuestra
ciudad, desde la Universidad Católica San Pablo, hemos venido realizando al-
gunos estudios sobre felicidad en contextos laborales, encontrando que la felici-
dad correlaciona positiva y significativamente con la espiritualidad en el trabajo
(Arias, Masías, Muñoz y Arpasi, 2013), mientras ocurre todo lo contrario con el
estrés crónico laboral (Arias, Masías y Justo, 2014). Desde un enfoque clínico,
hemos encontrado que los adultos mayores que viven en asilos no difieren en sus
niveles de depresión, de manera significativa, de quienes viven con sus familiares,
pero son éstos últimos los que presentan mayores niveles de felicidad (Arias, Yé-
pez , Núñez, Oblitas, Pinedo, Masías y Hurtado, 2013).
En relación a la familia, también hemos diseñado un inventario que nos per-
mite medir de integración familiar (Arias, Castro, Dominguez, Masías, Canales,
Castilla y Castilla, 2013) y que al aplicarlo a una muestra de 844 personas jefes
de hogar en Arequipa metropolitana, nos revela que el 62,6% posee un nivel bajo
de integración familiar; lo cual ha motivado que analicemos las relaciones entre
la integración familiar y la felicidad. Al respecto, los estudios hechos en el Perú
indican que las principales fuentes de felicidad en Lima son la salud, la religión
y la familia, en tanto explican un 66% de la varianza de la felicidad. El género no
tiene influencia en la elección de los objetos de felicidad, pero sí la edad y el esta-
do conyugal (Alarcón, 2002). De hecho, entre género y edad no hay relación con
la felicidad, pero el estado conyugal y la felicidad están fuertemente asociados, a
favor de los casados (Alarcón, 2001).
Así, el fin de nuestro estudio es analizar las relaciones entre la integración
familiar y la felicidad en una muestra de habitantes de la ciudad de Arequipa, bajo
la premisa de que quienes presentan mayor nivel de integración familiar serán
también los más felices.
MÉTODO
Participantes
La muestra está constituida por 395 personas que son jefes de hogar, varo-
nes o mujeres y que tienen hijos, independientemente de su estado civil actual.
La muestra fue tomada de diez distritos de Arequipa metropolitana: José Luis
Bustamante y Rivero, Cerro Colorado, Paucarpata, Socabaya, Sachaca, Yana-
huara, Cercado, Alto Selva Alegre, Miraflores y Mariano Melgar. La edad pro-
medio fue de 36 años con una desviación estándar de ±17.71. El muestreo se
realizó siguiendo la técnica de muestreo por racimos, por tanto se trata de un
muestreo probabilístico.
Instrumentos
Como instrumentos se utilizaron una ficha de registro que contenía datos
sobre edad, sexo, grado de instrucción, estado civil y número de hijos, además de
dos pruebas psicométricas que se detallan a continuación:
Inventario de Integración Familiar. Es un instrumento que consta de 52
ítems dispuestos en una estaca tipo likert que va de siempre (5) a nunca (1), que se
aplica a personas jefes de familia varones o mujeres que tengan hijos. La prueba
cuenta con criterios de validez de contenido, criterio y de constructo, además de
que posee un índice de confiabilidad por el método Alfa de Cronbach de 0.739.
Procedimientos
Los participantes fueron evaluados en sus respectivos hogares en horas del
día, durante los meses de marzo y junio del año 2013. A la hora de evaluar a las
personas, se hacían preguntas para constatar que el entrevistado fuera jefe de ho-
gar y cumpliera con las condiciones de inclusión del estudio. La aplicación de los
instrumentos tomaba unos 20 minutos por persona aproximadamente.
RESULTADOS
Los datos demográficos indican que 142 personas que participaron del estu-
dio eran varones (33,8%) y 171 eran mujeres (40,8%), el 25,4% restante no marcó
su sexo en la ficha de registro. Con respecto al grado de instrucción, el 1,4% solo
tiene estudios primarios, el 28,16% tiene estudios secundarios, el 42% tiene estu-
dios superiores, el 19,3% tiene estudios de maestría y el 0,23% tiene estudios de
doctorado. El 8,91% restante no llenó esta información.
Además de ello, 10,97% estaba soltero pero tenía hijos, 59,90% estaban ca-
sados, 9,78% eran convivientes, 6,86% estaban divorciados y 3,10% eran viudos,
el 9,39% restante no marcó su estado civil en la hoja de registro. Finalmente, el
14,79% tenía un hijo, 33,17% tenía dos hijos, 21,24% tenía tres hijos, 8,59% tenía
cuatro hijos, y el 7,23% tenía cinco hijos o más, pero el 14,98% de la muestra no
completó estos datos.
Tabla 1.
Valores descriptivos de la integración familiar y las dimensiones de la felicidad.
Sentido
Integración Satisfacción Realización Alegría
positivo de la Felicidad
familiar con la vida personal de vivir
vida
Media 203,701 43,922 23,335 21,944 16,628 105,480
Mediana 208 44 24 22 16 106
Moda 186 42 24 24 16 106
Desv. Est. 36,994 6,917 3,999 4,450 2,471 15,387
Varianza 1368,621 47,858 15,995 19,804 6,107 236,780
Asimetría -0,682 -0,543 -0,345 -0,098 -0,372 -0,890
Curtosis 0,974 0,244 1,405 0,076 0,290 3,719
Tabla 2.
Correlaciones efectuadas entre las variables de estudio.
IF SP SV RP AV FT EC NH GI EC S
IF 1 0,14 0,36* 0,31* 0,24* 0,30* -0,03 0,11 0,00 -0,13 0,01
SP 1 0,43* 0,43† 0,45* 0,79† -0,06 -0,12 0,00 -0,05 -0,00
SC 1 0,71† 0,51† 0,70† -0,07 -0,16 0,05 -0,11 0,05
RP 1 0,56† 0,77† -0,01 -0,10 0,07 -0,17 0,08
AV 1 0,62† -0,12 -0,08 0,05 -0,15 -0,07
FT 1 -0,08 -0,10 0,04 -0,12 0,00
EC 1 0,13 0,41* 0,09 0,51*
NH 1 0,07 0,09 -0,05
GI 1 0,00 0,54*
EC 1 -0,02
S 1
IF: Integración familiar, SP: Sentido positivo, SV: Satisfacción con la vida, RP: Realización
personal, AV: Alegría de vivir, FT: Felicidad total, EC: Edad cronológica, NH: Número de
hijos, GI: Grado de instrucción, EC: Estado civil, S: Sexo. / *p < 0.05; †p < 0.01
fuertemente con la felicidad (r= 0,799). Con respecto a la integración familiar, ésta
se encuentra correlacionada positiva y moderadamente con la felicidad (r= 0,300)
con un nivel de confianza de (p< 0.05), y de manera similar con la satisfacción con
la vida, la realización personal y la alegría de vivir. Por otro lado, de las variables
sociodemográficas, solo la edad cronológica se relacionó significativamente con
el grado de instrucción (r= 0,419), y el sexo con la edad y el grado de instrucción,
lo cual sugiere que las mujeres tienen mayor edad y que poseen mayor grado de
instrucción.
Tabla 3.
Resumen del modelo.
Estadísticos de cambio
R Error
R Sig.
R cuadrado típ. de la Cambio en Cambio
cuadrado gl1 gl2 Cambio
corregida estimación R cuadrado en F
en F
0,413 0,171 0,152 33,801 0,171 9,264 7 314 1,974
Como parte de nuestro análisis de datos hemos realizado una regresión lineal
para determinar, cuál de las variables cuantitativas (sentido positivo de vida, sa-
tisfacción con la vida, realización personal, alegría de vivir, felicidad como valor
global, edad y número de hijos) predice mejor la integración familiar. El resumen
del modelo no es significativo (p< 1,974) y se muestra en la Tabla 3.
Tabla 4.
Análisis de varianza.
Suma de Media
Modelo gl F Sig.
cuadrados cuadrática
1 Regresión 74093,9811 7 10584,8544 9,264 1,974
Residual 358747,659 314 1142,50847
Total 432841,64 321
Tabla 5.
Coeficientes beta no estandarizados de las variables predictoras.
Coeficientes no Coeficientes
estandarizados tipificados t Sig
Modelo B Error típ. Beta
Constante 113,747 16,801 6,770 0,000
Sentido positivo de vida -0,734 0,569 -0,138 -1,291 0,198
Satisfacción con la vida 1,900 0,778 0,210 2,443 0,015
Realización personal 0,911 0,777 0,114 1,173 0,242
Alegría de vivir 0,401 1,118 0,027 0,359 0,720
Felicidad global 0,411 0,422 0,170 0,973 0,331
Edad -0,114 0,088 -0,068 -1,292 0,197
Nº de hijos 4,892 1,531 1,171 3,195 0,002
DISCUSIÓN
la natalidad y una visión generalizada de que se debe tener menos hijos si se desea
tener mayor éxito en la vida.
Nuestro estudio refuta esa idea, pero deja también diversas inquietudes. Por
un lado, como una limitación, se debe considerar la alta cantidad de valores per-
didos en diversos cálculos realizados, que podrían marcar una diferencia si se
tomaran en cuenta. Por otro lado, las variables demográficas no se han relacionado
con ninguna de nuestras variables de estudio (integración familiar y felicidad).
Así pues, no hemos encontrado diferencias entre sexos con respecto a la felici-
dad, o cualquier otra variable demográfica. Sin embargo, la literatura nos dice que
aunque las mujeres informan de mayor afectividad negativa que los varones, sus
niveles de felicidad son similares (Matud, 2009). Con respecto a la edad, algunos
estudios señalan que la satisfacción personal disminuye a medida que aumenta
la edad (Clemente, Molero y González, 2000), pero en nuestro trabajo, tampoco
pudimos constatar esta relación.
Sin embargo una interrogante mayor tiene que ver con el hecho de que la
integración familiar se relaciona hasta cierto punto, con la satisfacción con la vida,
ya que cabe preguntarse ¿De dónde viene esta satisfacción? ¿Es una satisfacción
personal, marital, familiar? ¿Está relacionada con la cantidad de hijos? Propo-
nemos que la satisfacción marital es un componente esencial de la integración
familiar y la satisfacción familiar, aunque la satisfacción marital contribuye más a
la felicidad de las mujeres casadas que de los hombres de la misma condición, en
tanto que, tanto los hombres como las mujeres que son infelices en su matrimonio
sufren de desórdenes mentales y físicos (Alarcón, 2001). Pero puede ser también
que la satisfacción familiar tenga un sentido más personal, ya que la satisfacción
afectiva en los varones es un factor importante en el ajuste de la pareja, mientras
que para las mujeres pesan más los factores intelectuales (Prado y Del Águila,
2010), a pesar de que en las mujeres hay más afectividad y en los hombres es
mayor el individualismo (Cardenal y Fierro, 2001).
De todo esto se desprenden cuestiones relativas a la formación de los hijos,
ya que las relaciones que se dan al interior de la familia son muy importantes
para el desarrollo armonioso de los hijos (Dominguez, Aravena, Ramírez & Yauri,
2013). En ese sentido muchos padres no se encuentran preparados afectivamente
para cumplir su rol parental y formativo. Por ejemplo, en el estudio de Traverso
(2007), más que la edad de la madre, su grado de madurez fue esencial para la
crianza de sus bebés cuando aún eran adolescentes. Otros estudios han encontrado
que padres con escolaridad baja que provienen de familias unidas logran reprodu-
cir modelos positivos en su dinámica familiar, mientras que padres con escolari-
dad alta con familias disfuncionales de origen, no logran potenciar adecuadamente
el desarrollo de sus hijos (Pacheco, 2003).
Todo esto nos dice que la integración familiar es esencial en la vida del hom-
bre y que efectivamente las variables demográficas como el grado de escolaridad,
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