Sunteți pe pagina 1din 6

EL RELATO DOBLE EN “LA CENA” DE ALFONSO REYES

César Guillermo Cruz romero Commented [CLGP1]: Veo las ideas, pero aún hace falta
procesar para sistematizar la propuesta.

¿El hombre no es más


que el espejo de sí mismo?
-LEÓN FELIPE

¿POR QUÉ LLEVAR A CABO LA INVESTIGACIÓN? ESTADO DE LA CUESTIÓN


PLANTEAMIENTO

Los estudios que han abarcado el cuento de Reyes, “La cena” (año), en su mayoría, están
enfocados en atribuir a dicha narración un lugar dentro del género un movimiento genérico
fantástico o bien del movimiento surrealista. Fuera de tal debate, me propongo analizar el
cuento desde una perspectiva simbólica que se desarrolla en torno al espejo. La narración
hace uso de este movimiento fantástico para llevar la estructura duplicada del relato a una
simbología del espejo reflejando a uno mismo que es y no es uno al mismo momento. Commented [CLGP2]: ¿No es mejor decir que hace uso
del símbolo, para convertirlo en un principio estructural?
Estudiar el cuento de Reyes a partir de una lógica que opera en los cuentos de miedo, es decir,
Commented [CLGP3]: No habías dicho que vas a implicar
a partir de la simbología, es darle un respiro del anquilosado debacle en el cual ha sido puesto las estructuras del relato de miedo

por la crítica. Commented [CLGP4]: Te saltaste todo el proceso


argumentativo del planteaminto.
Veo una ruta posible

1.Líneas generales del estado de la cuestión (tal cual lo


haces)
LA DOBLE ESTRUCTURA EN “LA CENA” 2.

La historia empieza unas horas antes que el relato por un suceso que eventualmente se
descubre como símbolo del espejo y la duplicación: el motivo de una carta misteriosa incita Commented [CLGP5]: No entiendo esta idea

al protagonista a conocer la verdad oculta detrás de ella. “La cena” es un relato cuyos niveles Commented [CLGP6]: Regálale a tu lector un dibujo más
claro del cuento y después, sobre esas bases, diriges la
se duplican y se desdoblan en una sucesión lógica de eventos, bajo este principio, el nivel del lectura de símbolo y la duplicación
tiempo es el primer nivel que se insinúa trastornado. Le sucede el espacio y concluye con la
identidad del protagonista, al cual,para quien lLa revelación no es otra que encontrarse Commented [CLGP7]: ¿De qué?

consigo mismo citado por doble -¿o el real?- del protagonista, a través de una duplicación
idéntica en el tiempo y en el espacio. Commented [CLGP8]: ¿a qué?

El párrafo final del cuento es la escena en la cual la narración se ve reflejada a sí Commented [CLGP9]: A avfre, vámonos pianito. Si vas a
plantear una estructura especular que opera en los nivels
misma. La última oración vuelve efectiva la idea de observar el relato bajo la óptica de una tiempo, espacio, personaje da un tratamiento descriptivo
pero muy puntual de su funcionamiento en el cuento.
simbología especular. El recurso de duplicar los niveles del tiempo y el espacio dentro del Commented [CLGP10]: Ok, ¿entonces se totalizará como
especularidad narrativa?
cuento permite la asociación del espejo como símbolo general del relato. La encrucijada de
la incomprehensión de ambos sucesos físicos de espacio y tiempo es la misma encrucijada Commented [CLGP11]: ¿cuáles? Esto se resuelve si se
resuelven los comentarios anteriores.
que tiene el protagonista cuando se ve su imagen del retrato más real que su imagen del
espejo.
Todo lo que acaba de ocurrir no pudo haber sucedido porque implicaría quebrar la
lógica natural del tiempo y; al mismo tiempo, todo lo ocurrido sucedió por tener una prueba
fehaciente de ello. Es vana la empresa de sacar conclusiones y optar por un tiempo que, en
efecto, haya sucedido y neutralice la existencia del otro. La naturaleza del relato es puramente
fantástica. Commented [CLGP12]: ¿O sea que siempre sí te sumás al
barco crítico de la lectura fantástica?

El cronotopo

El protagonista experimenta dos tiempos aparentemente simultáneos y superpuestos


en la cual ni él, el protagonista, ni el lector pueden discurrir por un tiempo verdadero. Esta
complejidad en el tiempo abrirá la brecha por la cual Reyes introduce el segundo quiebre de
la lógica del cronotopo: el espacio.
El supuesto básico de la Teoría de la Gravedad es que la localización de los sucesos
físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del
observador. El tiempo, acorde a la teoría de la relatividad de Einstein, es indisoluble al
espacio. Por ende, el método para introducir un segundo tiempo es introduciendo un espacio
distinto con una prueba verídica de su estadía.
En el cronotopo de Bajtin, lugar y tiempo estarían ocupados por un par de cronotopos Commented [CLGP13]: ¿O de La cena?

distintos situados al mismo tiempo en diferentes espacios, duplicados por su reflejo. El


tiempo tendría como prueba para su vacilación una flor, dos tiempos superpuestos; el espacio
tendría al tiempo como prueba, sonando las nueve campanadas en lugares distintos. El
protagonista vería su identidad duplicada en el retrato con su misma caligrafía y más real que
su reflejo.

Identidad quebrantada

Es necesario recordar la imagen de la flor Coleridge, escrita en una nota a finales del siglo
XVIII o a principios del siglo XIX. El texto dice lo siguiente:

Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de


que había estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces
qué?1

La imagen final del cuento de Reyes nos evoca la misma ambigüedad de encontrar
como prueba una flor e incluso nos hace arrojar la misma pregunta. Sin embargo, la estructura
de “La cena” implica mayores dificultades al momento de responder la pregunta. El tiempo,
el espacio y la identidad del protagonista entran en conflictos.
La implicación del doble en términos simbólicos comienza su actuar y se cifra en el
espejo, en el caso del cuento el retrato tendrá el valor del espejo al ser la figura que proyecta
la del protagonista. Reyes añade también un espejo dentro del relato que funciona como
amplificador de la catarsis en el protagonista. El espejo, o la figura que debería ser su
verdadero reflejo no es más que “la caricatura de aquel retrato”2, situando a la imagen del
retrato en un plano más real que la situación del protagonista.

Símbolo del espejo, espejo como enigma

1
Valadés, Edmundo. (1970). El libro de la imaginación. Guanajuato: Universidad de Guanajuato. p.15.
2
Reyes, Alfonso. “La cena”. p. 258.
El aspecto numinoso del espejo, es decir, el terror que inspira el conocimiento de sí,3 origina
la reacción natural de las personas al enfrentarse a sí mismas, que coincide con Reyes en la
revelación del protagonista al observar el retrato y reconocerse. El espejo, en cuanto
superficie reflectante, es el soporte de un simbolismo extremadamente rico en el orden del
conocimiento. El espejo es el instrumento de Psique, el psicoanálisis ha puesto el acento,
remarcándolo, en el lado tenebroso del alma.4 Bajo estos signos, el numisoso y el tenebroso,
se ciñe el sentido del relato:

El tema del alma considerada como espejo, que se encuentra esbozado por. Platón y
Plotino, fue particularmente desarrollado por san Atanasio y por Gregorio Niseno.
Según Plotino, la imagen de un ser está dispuesta a recibir la influencia de su modelo,
como un espejo (Ennéadas, 4,3). Siguiendo su orientación, el hombre en cuanto
espejo refleja la belleza o la fealdad.5

No son pocos los relatos arquetípicos de personas que enfrentan su propio reflejo. El
vacío al cual se enfrenta la persona que ve su propio reflejo se debe a la imposibilidad del
conocimiento de uno mismo y al afán simultáneo de querer asir dicha verdad. Para decir
algunos: cuando Atenea se tiene que mostrar ante una mortal que posee mejores habilidades
que ella, y, como consecuencia de su don, Aracne termina convertida en araña, con su
ridícula tela actual, que simboliza el menoscabo del ser que quiso igualarse a los dioses: es
el demiurgo castigado.6 O la descripción filosófica de Narciso según un Anónimo Vaticano:

Se cuenta de él que vio su sombra en el agua, que se enamoró y saltó al agua para
abrazarla y que así se ahogó. Pero no es cierta esa historia, pues no se ahogó por caer
al agua. Antes bien, tras ver en la naturaleza fluctuante de su cuerpo material su propia
sombra, esto es, la vida que habita en el cuerpo, la cual es la última imagen del alma
real, sintió el afán de abrazarla en tanto que propia, es decir, sintió amor por la vida

3
Chevalier, Jean. (1986). “Espejo” en Diccionario de símbolos. Herder: Barcelona. p. 477.
4
Ídem.
5
Ibíd. p. 478.
6
Chevalier, Jean. (1986). “Araña” en Diccionario de símbolos. Herder: Barcelona. p. 115.
que en ella habita, y así se ahogó, pues quedó anegado en tanto que destruyó su alma
real, lo cual es tanto como decir la vida que de forma real le correspondía. Commented [CLGP14]: referencia

El símbolo del espejo como medio del autoconocimiento lo podemos ubicar desde la
filosofía griega en el famoso aforismo “conócete a ti mismo” inscrito precisamente en el
Templo de Apolo en Delfos, dios asociado con la interpretación y adivinación. Quienes
asistían a estos rituales quedaban en ocasiones atormentados por la visión de su descendencia
acabada en ruinas. En palabras de Pablo Soler Frost:

El símbolo apela a algo más que nuestra razón. He allí su encanto. He allí su peligro.
Pues también en este otro sentido son símbolos. Por una parte emanan de nosotros;
pero, por la otra, vienen a nosotros, soplados o por el Espíritu o pos los espíritus, sean
éstos los que sean. Tienen en nuestras almas una mitad oculta.7

El cuento “La cena”, publicado en París en 1912, escrito por Alfonso Reyes a los 23
años, plantea un enigma tanto en estructuras del relato como en simbología. Un enigma que
de no adivinar terminará devorándote. Un enigma que Felipe León habría formulado como
el siguiente: ¿Qué si el hombre no es más que el espejo de sí mismo? La Sabiduría del gran
espejo del budismo tibetano enseña el secreto supremo, a saber: que el mundo de las formas
que allí se refleja no es más que un aspecto de shÜllyata, la vacuidad.8 Commented [CLGP15]: esto puede ser entrada de
planteamiento

7
Soler Frost, Pablo. (2013). Adivina, o te devoro. El enigma de los símbolos. México: FCE. p. 23.
8
Jean, Chevalier. Op. Cit. p. 178
BIBLIOGRAFÍA.

Chevalier, Jean. (1986). Diccionario de símbolos. Herder: Barcelona.


Eliade, Mircea. (1979). Tratado de historia de las religiones. 3a ed. Traducción de Tomás
Segovia. México: Era.
Macedo Rodríguez, Alfonso. (2015) “Bernardo Esquinca y Vicente Quiriarte. Ciudad
Fantasma. Relato fantástico de la Ciudad de México (XIX-XXI), II T. Oaxaca:
Almadía, 2013” en Signos Literarios, vol. XI, núm. 22, julio-diciembre, 2015, 157-
161.
Reyes, Alfonso.
Soler Frost, Pablo. (2013). Adivina, o te devoro. El enigma de los símbolos. México: FCE.
Valadés, Edmundo. (1970). El libro de la imaginación. Guanajuato: Universidad de
Guanajuato.

S-ar putea să vă placă și