Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Uno de los argumentos más utilizados por los franquistas para justificar la sublevación
fue el supuesto caos que se vivía en las calles, y que no era sino antesala de una
revolución que estaba en marcha. Esta justificación ya la utilizó Mola en el apartado 6º
de la Instrucción reservada nº 1.
«Conquistado el poder, se instaurará una dictadura militar que tenga por misión
inmediata restablecer el orden público, imponer el imperio de la ley y reforzar
convenientemente al Ejército, para consolidar la situación de hecho que pasará a ser
de derecho»
Lo más patético del caso es que los revisionistas continúan utilizando este falaz
argumento para justificar el golpe, un ejemplo de ello es el documental que emitió
Telemadrid sobre el asesinato de C. Sotelo, manteniendo en sus conclusiones que el
estallido de la guerra civil fue consecuencia del mismo.1Otro argumento que esgrimen
los historietadores es que había un plan elaborado para acabar con las derechas,
Francisco Sánchez Pérez es muy explícito al respecto: « (…) en cualquier caso no había
en marcha una sistemática liquidación de derechistas que condujera a la guerra ni la
legitimase (…) Quienes lo dicen deben probarlo o simplemente falaces»2
Como tampoco existía ninguna aventura revolucionaria porque, como apunta González
Calleja3, ninguno de los poderes emergentes tenía un proyecto político consolidado.
Esta supuesta “revolución” la utiliza José A. Primo de Rivera en una misiva que escribe
desde los calabozos de la DGS, titulada “La voz del jefe desde el calabozo”: « El
comunismo manda en las calles; en estos días los grupos comunistas de acción han
incendiado en España centenares de casas, fábricas e iglesias, han asesinado a
mansalva (…), más adelante convocaba a «los intelectuales, obreros, militares
españoles, para una nueve empresa peligrosa y gozosa de reconquista»4
La creación ficticia de una alarma social era constante en los periódicos de derechas, y
en los informes que presentaron Calvo Sotelo y Gil Robles ante las Cortes. En el debate
parlamentario del 16 de junio de 1936, Gil Robles hizo un resumen de la situación en
España y los graves hechos ocurridos entre el 16 de febrero y el 15 de junio, su balance
arrojaba 160 iglesias destruidas, 113 huelgas generales, y 269 muertos. Muchos de los
casos que presentó Gil Robles eran pura y llanamente una invención, como le
demostraron otros parlamentarios en el transcurso del debate y como probaron los
informes enviados por los gobernadores civiles.5 Anteriormente, el 15 de abril de 1936,
Calvo Sotelo había hecho su particular resumen, también expuesto en las Cortes, según
él, desde el 16 de febrero de 1936 al 2 de abril de 1936 se habían producido 163 asaltos
a sedes políticas y domicilios particulares, 100 iglesias quemadas y otras 36 asaltadas,
11 huelgas generales, 169 motines, 39 tiroteos, 24 atracos, con un saldo de víctimas de
345 heridos y 74 muertos. Calvo Sotelo no dudó en mezclar churras con merinas, es
decir conflictos sociopolíticos con delitos comunes. Terminó diciendo que esta situación
1
Emitido el 2 de mayo de 2012
2
Francisco Sánchez Pérez, ¿Una guerra inevitable?, en F. Sánchez Pérez (coord.) Los mitos del 18 de
julio, p. 47
3
Glez. Calleja, Contrarrevolucionarios…., p. 309
4
Citado por Glez. Calleja, Ob.cit., p. 316
5
En esa misma reunión, Calvo Sotelo, achacó al Frente Popular el 60% del desorden público, para acabar
pidiendo la instauración de un estado totalitario: «A este Estado llaman muchos Estado fascista, yo creo
en él, me declaro fascista», haciendo posteriormente un llamamiento al Ejército. El presidente Casares
Quiroga le replicó haciéndole responsable de futuros intentos golpistas.
solamente se arreglaba con la instauración de un “Estado totalitario y corporativo”, en
pocas palabras fascista.
Como bien apunta González Calleja: « El Congreso se erigió en caja de resonancia que
amplificaba los antagonismos que fraccionaban al conjunto de la sociedad, de suerte
que la Guerra Civil se declaró antes en el Congreso que en la calle»7
Si es cierto que en el periodo se producen numerosas huelgas pero ni mucho menos con
sentido revolucionario, sino como continuación, en unos casos, de las iniciadas en el
período 1933-1934, como puede ser la de la construcción en Madrid convocada el 1 de
junio de 1936. Otras se hincaron con el ánimo de presionar al gobierno para que
acelerase las reformas iniciadas en 1931 y eliminadas o disminuidas durante el
denominado Bienio Negro. Es más, en el mundo rural, tomando como ejemplo
Andalucía, fueron menos en 1936 que las habidas en años anteriores:
HUELGAS RURALES
Se llega al cénit de la poca vergüenza los que siguen manteniendo que las izquierdas
eran los causantes del desorden t que las derechas no hacían sino defenderse de los
ataques de éstas.
«De Falange dice [Pío Moa] que se vio obligada a defenderse ante los ataques de los
bolcheviques socialistas y comunistas. Si se molestara en seguir la cronología vería
quién empezó con la violencia callejera. Un ejemplo, José A. Ansaldo 10 (…) se Apuntó
en la primavera de 1934 a Falange con el fin de organizar comandos terroristas.».11
La actitud de Falange la sintetizó muy bien Guillermo Cabanellas –hijo del general
Cabanellas- que calificó las acciones de Falange como «Un verdadero canto de frenesí
a la violencia»13
9
Francisco Sánchez Pérez, Madrid de preguerra…
10
Era el jefe de Primera Línea, grupo de choque de Falange hasta que fue expulsado de la organización.
11
A. Reig Tapa, Anti-Moa
12
Citado por Glez. Calleja, ob.cit., p. 325
13
G. Cabanellas, La guerra de los Mil Días. Nacimiento, vida y muerte de la II República española, vol.
1, p. 319, citado por Glez. Calleja, ob.cit., p. 324.
Para mayor abundamiento en lo expuesto conviene recordar el comentario que hizo José
Antonio a Luca de Tena y a Lequerica el día 1 de marzo mientras contemplaba una
manifestación desde el balcón de la casa de Marichu de la Vega: «Con un buen par de
tiradores una manifestación como esa se disuelve en diez minutos (…) Esperamos que
se enteren de una vez. Nosotros estamos dispuestos a poner las narices, ¿no? Pues que
ellos pongan el dinero»14
José Luis Ledesma (La primavera trágica…): Los jornaleros, obreros y empleados,
tuvieron cuatro veces más víctimas que cualquier otro estamento social.
González Calleja: 41,85% izquierdas; 19% derechas; 1,1% centro, 23% sin identidad
definida, aunque la mayoría eran obreros y jornaleros.
Hay más unanimidad a la hora de mantener que un elevado porcentaje de las víctimas
mortales fueron causadas por la intervención de las fuerzas de Orden Público – en
muchas ocasiones actuando por iniciativa propia y no siguiendo órdenes de las
autoridades gubernativas-. Este hecho desmonta en parte la crítica que hacían las
derechas acusando al gobierno de debilidad en el mantenimiento del orden público.
Siguiendo los datos de González Calleja, de las 351 víctimas, 111 las causaron las
fuerzas de seguridad –especialmente la Guardia Civil-. Cincuenta de estas víctimas lo
fueron en represiones unilaterales, sin que hubiera habido incidente alguno que causara
la actuación. Por otro lado también acusaban al gobierno de ser duros a la hora de
utilizar medios represivos contra la derecha. Si hubiera sido así, el Gobierno no hubiera
enviado a Mola, Goded o Franco a lugares desde donde tenían mucho más fácil llevar
adelante sus conspiraciones, que eran conocidas por todo el mundo; si hubieran querido
quitarles la maniobrabilidad política – de lo que acusaba Gil Robles al Gobierno- los
hubieran encerrado bajo siete llaves y luego las hubieran tirado al mar.
14
Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, p. 60
con la República. Coinciden conmigo la mayoría de los historiadores “serios”, valgan
algunos ejemplos:
Alberto Reig Tapia: «La visión cuasi dantesca que presentaba la derecha era inducida
y respondía a la imperiosa necesidad de justificar el golpe militar que se preparaba»
(Violencia y terror, p. 31)
Rafael Cruz: « No había ningún grupo, ni posibilidad de coordinación entre ellos, que
pudiera dominar la “enorme presencia” de la población en la calle. Tampoco hubo
movilizaciones dirigidas al asalto al estado. No se cumplían las condiciones históricas
para la revolución» (El repertorio frenético…)
LA AMENAZA COMUNISTA
Uno de los argumentos más falaces utilizados por la propaganda franquista para
justificar el golpe de Estado de 1936, fue la inminencia de una revolución comunista
que tenía como objetivo el derrocamiento del gobierno de la República y la instauración
de un régimen bolchevique.
Lo peor de todo no es que solamente esta gran mentira la utilizaran los “historiadores”
franquistas como J. Arrarás, Manuel Aznar, o R. De la Cierva, sino por los
historietadores actuales e historiadores ferozmente anticomunistas como Luis Fernández
Suárez, Carlos Seco Serrano, Stanley G. Payne, B. Bolloten, o, aunque con un perfil
ideológico distinto, autores como Beevor, Orwell, Brouré. Lo más triste es que un
verdadero historiador como H. Thomas en un principio aceptará esta teoría al dar por
válidos los famosos cuatro documentos – que posteriormente analizaremos-, o un
intelectual como S. de Madariaga. Aunque s de justicia decir que en estos dos casos
rectificaron posteriormente.
Desde 1931 hombres como Calvo Sotelo, Maeztu o Albiñana, por solo citar algunos, no
dejan de lanzar soflamas apocalípticas sobre el futuro soviético que esperaba a España.
En 1932 el inspector de policía, Mauricio Carlavilla, escribe El comunismo en España,
en donde afirmaba que en el VII Congreso de la III Internacional se decidió la creación
de frentes populares y la unión con la masonería para hacerse con el poder en Europa.
Ayudaba en la difusión de este infundio boletines como Action Française, Solidarité
Française, órgano de la extrema derecha francesa, o el Bulletin d’Information Publique,
portavoz de la Entente Internacional contra la III Internacional, con sede en Ginebra, y
del que eran suscritores Franco y Mola. Por esta fechas es traducido y difundido un
folletín titulado Los protocolos de los sabios de Sión –obra de un antiguo general
zarista, E. Von Miller- y traducido y difundido en España por el duque de la Victoria.15
15
En ellos se detallaba una supuesta confabulación urdida por los judíos para controlar la masonería y los
movimientos comunistas. Ya en 1921 se demostró la falsedad de tales documentos.
Todos estos panfletos tenían amplia difusión en los ambientes cuartelarios, sirviendo
para alimentar la ancestral animadversión que tenían los militares por el marxismo y el
sindicalismo, puesto de manifiesto en la prensa militar como, por ejemplo, La
Correspondencia Militar16.
Como no podía ser de otra manera, la prensa de derechas se hacía eco constantemente
del “peligro comunista”, para ella la revolución de octubre de 1934 fue una conspiración
internacional dirigida por la Komintern que, en unión de los masones, pretendían
extrapolar estos hechos al resto de España.
Franco aludió a este peligro en una entrevista publicada en el diario portugués O Seculo.
« No se trata de una lucha de ideas más o menos respetables, sino de un levantamiento
nacional que ha impuesto la noble tarea de acabar con el régimen de tiranía que
ejercían los elementos marxistas», en un artículo titulado ¿Donde estamos? Publicado
en La Revue Belge continuaba en la misma línea: « los jefes del Ejército (…) se
decidieron a actuar el día que supieron que los elementos extremistas del Frente
Popular preparaban una revolución comunista- de tipo soviético- para apoderarse del
poder y exterminar a sus enemigos (…)»17
Cuando se proclamó la República el PCE apenas contaba con 800 afiliados, era pues
una organización política con un peso totalmente irrelevante. Tanto es así que el general
Primo de Rivera =aunque en sus discursos aludiera al peligro comunista= no se tomo la
molestia de cerrar Mundo Obrero, órgano del PCE, lo que demuestra que, en el fondo,
el mismo era consciente que el comunismo español no tenia ninguna relevancia y no
16
Finalmente clausurada por el gobierno republicano en 1936
17
Citado por A. Reig Tapia, Violencia y terror, p. 32
18
Fernando Hernández Sánchez; “Con el cuchillo entre los dientes: el mito del peligro comunista en
España en julio de 1936, en F. Sánchez Pérez (coord...) Los mitos del 18 de julio, p. 275
representaba peligro alguno para el régimen dictatorial impuesto por el con el
beneplácito del Alfonso XIII.
El PCE comenzó a tener realmente fuerza tras el estallido de la guerra civil, debido a
dos factores: primero a la postura que adoptó respecto a los intereses que primaban en
aquellos momentos, que no eran otros que vencer en a contienda, olvidándose de
cualquier intento revolucionario =como defendían la CNT o el POUM=, y la defensa
que siempre hizo de la pequeña y mediana burguesía; en segundo lugar, por el apoyo
que la URSS prestó a la República, que había sido abandonada a sus suerte por las
potencias democráticas con el Pacto de No Intervención.
Para tener una base en la que apoyarse a la hora de justificar el golpe del 18 de julio, los
sublevados no tuvieron inconveniente en falsificar unos documentos en los que se daban
las instrucciones para llevar a cabo una revolución que instauraría en España una
república bolchevique.
19
Citado en Carlos Blanco Escolá, “Falacias de la guerra civil”, p. 102. Mola habla del 29 de julio,
cuando en los documentos se decía entre el 11 de mayo y el 29 de junio, y como había pasado la fecha
prevista para la revolución comunista y no se había producido tal revolución, había que atrasar la fecha
para mantener que se había llegado a tiempo.
Galán (PCE), José Díaz (PCE), Luis Jiménez de Asúa (PSOE), y el delegado de
la III Internacional Ventura Delgado. Asimismo se relacionaban las fuerzas con
las que se contaba, con decenas de miles de armas entre pistolas, pistolas-
ametralladoras y ametralladoras, y dinamita para equipar a 20.000 hombres. Las
fechas de la rebelión se fijan entre el 11 (un día después del documento nº 1) y el
29 de junio. En cuanto a recursos humanos, contaban con 150.000 de las fuerzas
de asalto, 10.000 las de resistencia, y 120.000 las sindicales20
3. Informe secreto sobre una reunión celebrada en Valencia (doc. 3) En el informe
se sostiene que el 16 de mayo de 1936 se celebró una reunión en Valencia a la
que asistió un delegado de la III Internacional, dos delegados soviéticos,
delegados franceses, delegados españoles que venía de Francia tras entrevistarse
con Maurice Thorez. La revolución sería a mediados del mes de junio (nuevo
cambio de fecha), después de que el PCF se hiciera con el poder. Según el
informe el 10 de junio estaba prevista otra reunión, esta vez en Madrid, a la que
serían invitados los comunistas franceses Maurice Thorez y Marcel Cahin, el
socialista, también francés, Vincent Auriol, Giorgi Dimitrov, en representación
de la III Internacional, más socialistas, comunistas y anarquistas españoles.21
4. Instrucciones generales para la “neutralización” de n ejército y sus oficiales.
Copias de estos documentos aparecieron en los lugares más dispares: Lora del Río,
Palma de Mallorca, La Línea de la Concepción, un pueblecito cercano a Badajoz, etc.
No hay que ser muy sagaz para darse cuenta analizando los documentos, de la falsedad
de los mimos. Daremos algunas “pistas” que ayudan a descubrir la falsificación:
20
A estas aludirá la Carta Colectiva de los obispos españoles.
21
Se ve que no estaban al tanto de lo que sentía Stalin por los anarquistas y viceversa.
22
En el documento que el marqués del Moral envió el Foreing Office eran quince los integrantes del
gobierno revolucionario, en el que cita Joaquín Arrarás, se rebajan a trece, y en el del padre Tony
solamente hay nueve
El gran hispanista y especialista en la II República y la Guerra Civil, Herbert R.
Southworth, en sus obras “El lavado de cerebro de Franco” y “El mito de la cruzada de
Franco” demuestra con un sólido respaldo documental y argumental la falsedad de los
documentos. Pero por si alguien sospechara de la objetividad de Southworth, el propio
Ricardo de la Cierva también conformó la falsedad de los documentos. Según De la
Cierva el escritor falangista Tomás Borrás le reconoció ser el autor de los mismos,
siendo a su vez el encargado de distribuirlos por todo el país.
Muchas han sido las voces, entre ellas las de todos los historiadores medianamente
serios, que han declarado la inexistencia de una revolución en marcha de corte
marxista/comunista. Entre estas voces destacaremos la de algunos que fueron
protagonistas del momento:
Claude Bowers: «Aquellos que fuera de España tuvieron después que escuchar con
machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para impedir una
revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante tres años y medio, nunca
oí semejante sugestión a nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban
confidencialmente de un golpe de Estado militar»24
Las consignas y actitud que tomaron el Komintern y el PCE sobre la República eran, no
solo no alentadoras de una revolución bolchevique, sino todo lo contrario, apoyar fiel y
lealmente al gobierno republicano. Una de las razones para esta estrategia política era
que en aquellos momentos la URSS pretendía un acercamiento con las democracias
occidentales, en especial Francia e Inglaterra, con el fin de contrarrestar el peligro nazi.
Alentar una revolución en España no ayudaría a estos propósitos.
23
“No fue posible la paz”, pp. 705-706
24
“Misión en España”, p. 200
La actitud del PCE durante el período anterior a la guerra, como en el transcurso de la
misma, fue actuar de colchón contra las ansias revolucionarias de algunas formaciones
políticas y sindicales.
Creo que ha quedado claro que no existió ninguna revolución comunista, la revolución
se produjo en España como consecuencia del golpe de Estado del 18 de julio, y no como
causa del mismo.
El propio resultado de las elecciones de febrero de 1936 desmiente el que Calvo Sotelo
fuera el líder de la oposición. En estos comicios obtuvo 12 diputados, por los 88 de la
CEDA, lo que deja bien claro que el líder de la oposición era José Mª Gil Robles y no
Calvo Sotelo como se ha querido hacer creer para magnificar su asesinato. Otra cosa es
que por sus incendiarios discursos en las Cortes –algunos claramente incitadores de un
levantamiento militar.
26
La Motorizada estaba formada por jóvenes socialistas del sector prietista que se habían negado
incorporarse a las JSU. Este grupo solía proteger a Prieto en sus mítines. Según cuenta Octavio Cabezas
en su biografía sobre Indalecio Prieto, Luis Cuenca salvó la vida al diputado socialista cuanto éste fue
tiroteado en Ecija, en el transcurso de un mitin, por elementos del bando caballerista. Esto no quiere decir,
como algunos han insinuado, que Cuenca fuera el guardaespaldas personal de Indalecio Prieto.
según otros al director general de Seguridad) pidiendo se procediera a la detención de
políticos de derechas. Dado lo airado de su petición estos guardias fueron puestos bajo
arresto, lo que demuestra que el Gobierno no estaba dispuesto a actuar como brazo
vengador del asesinato del teniente Castillo.
Es absurdo mantener que fue un crimen de Estado, entre otras razones porque sería de
necios utilizar de forma tan abierta un coche oficial y personal uniformado. Tiene tan
poca base esta falacia que basta con ir a la Causa General –esa que tanto les gusta
utilizar como fuente fidedigna a los historiadores profranquistas- en la que, en ningún
momento, se menciona la participación del estado en el asesinato del líder derechista.
Pero por si no fuera suficiente tenemos los testimonios de Gil Robles (No fue posible la
paz), que afirma que nunca tuvo prueba alguna que el Gobierno estuviera implicado en
el asesinato y que él personalmente estaba convencido de que no fue así; y de Pedro
Sainz Rodríguez (Testimonios y recuerdos) amigo personal de Calvo Sotelo, cofundador
del Bloque Nacional, enlace de Sanjurjo el 18 de julio y ministro de Instrucción Pública
con Franco-, nos relata que dedicó mucho tiempo a investigar el asesinato de su amigo y
correligionario, y que no pudo encontrar nada que pudiera hacer pensar que fue un
crimen de Estado.
Pero a pesar de que todas las pruebas existentes apuntan a la inocencia del Gobierno en
el asesinato de Calvo Sotelo, aún hoy en día hay quién defiende lo contrario –véase por
ejemplo la entrada de Wikipedia-.