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Sumario │

7
UNIDAD
DIDÁCTICA

TERAPIAS DE
TERCERA GENERACIÓN

Presentación y objetivos

1. Introducción a las terapias de tercera generación


1.1. Características de la primera generación u ola
1.2. Características de la segunda generación u ola
1.3. Características de la tercera generación u ola

2. Terapia de aceptación y compromiso (ACT)


2.1. Introducción a la terapia de aceptación y compromiso
2.2. Intervención en la terapia de aceptación y compromiso
2.3. Aplicaciones de la terapia de aceptación y compromiso

3. Psicoterapia analítico-funcional (PAF)


3.1. Introducción a la psicoterapia analítico-funcional
3.2. Intervención en la psicoterapia analítico-funcional
3.3. Aplicaciones de la psicoterapia analítico-funcional

4. Terapia dialéctica conductual (DBT)


4.1. Introducción a la terapia dialéctica conductual
4.2. Intervención en la terapia dialéctica conductual
4.2.1. Psicoterapia individualizada
4.2.2. Entrenamiento grupal en habilidades sociales

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AVANCES EN TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

4.2.3. Asistencia telefónica urgente en crisis y llamadas de apoyo


4.2.4. Retroalimentación y supervisiones periódicas
4.2.5. Actitud del terapeuta
4.3. Aplicaciones de la terapia dialéctica conductual

5. Terapia integral de pareja


5.1. Introducción a la terapia integral de pareja
5.2. Intervención en la terapia integral de pareja
5.3. Aplicaciones de la terapia integral de pareja

6. Terapia de activación conductual


6.1. Introducción a la terapia de activación conductual
6.2. Intervención en la terapia de activación conductual
6.3. Aplicaciones de la terapia de activación conductual

7. Mindfulness
7.1. Introducción al mindfulness
7.2. Intervención en el mindfulness
7.3. Aplicaciones del mindfulness

Conceptos básicos

Actividades de repaso

Referencias bibliográficas

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M. T. Rosique Sanz Terapias de tercera generación

 PRESENTACIÓN Y OBJETIVOS
La terapia de conducta, al igual que las distintas escuelas psicoterapéuticas, ha sufrido
diversos desarrollos y modificaciones desde sus comienzos hasta la actualidad. Aunque
todavía existen profesionales que aplican de manera rigurosa y ortodoxa las tradicionales
técnicas generadas desde la modificación de conducta y la terapia de conducta, a día de
hoy podemos encontrar que la mayoría de profesionales han ido flexibilizando en cierta
medida su praxis e integrando en las distintas estrategias los conocimientos actuales en
mayor o menor medida. En esta línea, las tres próximas unidades didácticas se dedicarán
a la profundización en distintas estrategias que, al igual que las estudiadas previamente,
han supuesto un avance en la intervención psicológica. Se comenzará con una aproxi-
mación al grupo de las denominadas terapias de tercera generación consideradas una ex-
tensión de las conductuales y, en cierta medida, incluso de las cognitivo-conductuales.

La unidad didáctica 7 comienza por contextualizar el surgimiento de la tercera ola


de terapia de conducta conocida como terapias de tercera generación, que si bien su-
ponen un retorno a las raíces de la terapia de conducta tradicional incluyen, no obstan-
te, los hallazgos posteriores de la terapia cognitivo-conductual aunque con diferencias
sustanciales. Tras la introducción se presentarán las seis principales estrategias de in-
tervención de la novedosa corriente: terapia de aceptación y compromiso, psicoterapia
analítico-funcional, terapia dialéctica conductual, terapia integral de pareja, terapia de
activación conductual y mindfulness.

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AVANCES EN TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

1. INTRODUCCIÓN A LAS TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN

Diversos autores han defendido la existencia de un continuo entre las distintas te-
rapias surgidas desde la corriente conductual, suponiendo cada nueva generación una
reformulación de la previa, así como un intento de superación de las limitaciones de las
estrategias, y de maximización de los efectos de la intervención. El progreso en psico-
logía sanitaria y clínica es coherente con lo que, en definitiva, es el objetivo último de
nuestra profesión: intervenir de la manera más eficaz y eficiente posible sobre las difi-
cultades de las personas para favorecer su adaptación y su bienestar.

Para la siguiente exposición se seguirá la presentación del profesor Marino Pérez


(2006) en su descripción de las características de las tres generaciones de terapias con-
ductuales.

1.1. CARACTERÍSTICAS DE LA PRIMERA GENERACIÓN U OLA

La primera generación o primera ola de terapia conductual equivale a la terapia de


conducta originaria y tradicional, surgida a mediados del siglo pasado. Basada princi-
palmente en los conocimientos de laboratorio provenientes del condicionamiento clási-
co, operante y del aprendizaje social, la tradición conductual pura presenta un marcado
énfasis en lo experimental y empírico, así como en el ambiente en el que se produce la
conducta del individuo. Se podría decir que se trata de una psicología que se describiría
a través de dos rasgos distintivos y definitorios: es contextual e ideográfica.

Se califica de contextual por el énfasis e importancia otorgados al entorno pues,


tal y como se ha estudiado previamente, ejerce sin lugar a dudas una evidente influen-
cia sobre el comportamiento humano a través de distintos mecanismos (reforzadores,
antecedentes, estímulos discriminativos, etc.). Por su parte, se define como ideográfica
por su especial interés en lo idiosincrásico del individuo; la terapia de conducta atiende
un problema específico de un paciente concreto basándose en un enfoque muy lejano al
nomotético y cercano al ideográfico. Un ejemplo de ello es su herramienta de evalua-
ción básica: el análisis funcional. Su empleo queda justificado desde la consideración
de que las relaciones funcionales son específicas de una conducta-problema de un pa-
ciente particular y posiblemente no serán válidas en el resto de pacientes que se atien-
dan en la práctica clínica.

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M. T. Rosique Sanz Terapias de tercera generación

Las estrategias de actuación surgidas desde este enfoque requieren por norma gene-
ral una actitud del psicólogo directiva y la intervención directa sobre el cambio de con-
ducta. Sin embargo, paulatinamente estas dos características comenzarán a difuminarse
en las técnicas encuadradas dentro de la denominada segunda generación.

1.2. CARACTERÍSTICAS DE LA SEGUNDA GENERACIÓN U OLA

La segunda generación se corresponde con la terapia cognitivo-conductual y tal y


como plantea Pérez (2006) comienza a partir de 1970. Desde este enfoque se abandonan
las raíces contextuales de la terapia de conducta, sustituyendo su rigurosidad empírica
por la inclusión de conceptos cognitivos y constructos hipotéticos que suponen un nuevo
reto para la investigación y la intervención. Las técnicas comienzan a ser algo menos
directivas y el terapeuta adopta una postura más flexible y menos directa. Lo novedoso
de este paradigma es su focalización en el proceso de procesamiento de la información
y cómo este tiene lugar en el individuo y puede generar la patología mental. El foco en
este caso se traslada y recae en las cogniciones del paciente (sus esquemas, creencias,
distorsiones, etc.) como causa de los distintos trastornos, por lo que la intervención va
dirigida a su abordaje.

Pérez (2006) describe las características de la terapia como centrada en el déficit,


internalista y nomotética. Dichas cualidades han sido ampliamente criticadas puesto que
provocan que no se atienda a la situación en que se producen, ni a la heterogeneidad de
los individuos, sino que se centra en los mecanismos internos causales y explicativos
de toda patología humana para lo que se estandarizan diversos tratamientos. No obs-
tante, las diversas intervenciones surgidas desde este enfoque se han mostrado eficaces
en múltiples trastornos como los depresivos, de ansiedad, las adicciones, los problemas
alimentarios, etc.

1.3. CARACTERÍSTICAS DE LA TERCERA GENERACIÓN U OLA

Uno de los principales atributos de la tercera ola que surge en torno a los años no-
venta del siglo pasado es la recuperación nuevamente de la raíz contextual o el replan-
teamiento contextual (Pérez, 2006). Se trata de un retorno al ambiente pero posee nuevas
características como la génesis de técnicas de cambio más indirectas, de vivencias expe-
rienciales y la búsqueda de un cambio global más que estrictamente conductual. Es por
este motivo por lo que muchos autores prefieren la denominación de terapia contextual
por considerarla más exacta en cuanto a su núcleo teórico.

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AVANCES EN TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

Como se podrá ver durante el estudio de las distintas estrategias, el énfasis vuelve a
ponerse en la función que está desempeñando la conducta y, por ello, se retoma el aná-
lisis funcional, aunque en este caso su aplicación abarca también la conducta verbal, es
decir el discurso del paciente en sí mismo, como se verá posteriormente en las distintas
estrategias terapéuticas. La consideración de lo comunicacional y lo relacional opera-
tivizado a través de lo verbal o del discurso del paciente es una característica novedosa
de esta nueva corriente. Otro aspecto a reseñar es su distanciamiento del ámbito psico-
patológico y, en palabras de Pérez (2000), su reorientación a la vida. Aparecen términos
como la aceptación, la atención plena o la orientación a valores que suponen la despa-
tologización de la enfermedad mental.

A continuación se presentará una introducción a cada una de las principales terapias


surgidas bajo este enfoque en orden cronológico de aparición: terapia de aceptación y
compromiso, psicoterapia analítico-funcional, terapia dialéctica conductual, terapia in-
tegral de pareja, terapia de activación conductual y mindfulness.

2. TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO (ACT)

2.1. I NTRODUCCIÓN A LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPRO-


MISO

Durante los años noventa, Hayes, McCurry, Afari y Wilson describen los funda-
mentos de esta terapia que se extiende en nuestro país de la mano de Wilson y Luciano.
Kohlberg y sus colaboradores (2005) justifican el surgimiento de la terapia como una
alternativa de estrategia terapéutica altamente individualizada y destinada al tratamien-
to de aquellos pacientes ambulatorios con problemas emocionales; esta terapia se centra
fundamentalmente en ellos en lugar de centrarse en el ambiente en el que viven.

Uno de los conceptos clave en esta herramienta terapéutica es el denominado tras-


torno de evitación experiencial que se basa en la existencia de una evitación experien-
cial como mecanismo subyacente a la patología emocional. Tal y como se ha comentado
previamente, uno de los instrumentos de evaluación e intervención que recupera la ter-
cera generación de terapias es el análisis funcional; en el caso de la terapia de acepta-
ción y compromiso se defiende su empleo para todo paciente que presente trastornos del
comportamiento y/o de las emociones y se propone un mecanismo común a esos pro-
blemas: la evitación o escape de los eventos mentales privados desagradables o aversi-

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M. T. Rosique Sanz Terapias de tercera generación

vos. Mientras que la terapia de conducta clásica se centra en lo observable y por ello en
la evitación conductual desarrollando técnicas como la desensibilización sistemática o
la exposición para intervenir sobre ella, la estrategia de aceptación y compromiso nace
con un doble objetivo:

• Eliminar el control y fiel seguimiento que se ejerce frecuentemente sobre


las emociones y las cogniciones.
• Exponer al paciente a todo aquel producto mental que se está intentando
suprimir al seguir esta regla de la psique.

No es el momento de extendernos en las dos teorías que subyacen a la terapia, por


lo que solo las enumeraremos: la Teoría del marco relacional del grupo de Hayes y los
estudios sobre conductas gobernadas por reglas. Pero no podemos dejar de exponer bre-
vemente respecto a estas últimas que los autores de la terapia aluden a la existencia de
una tendencia humana consistente en aferrarse y seguir determinadas reglas relacionadas
con la necesidad de controlar las emociones, las cogniciones y, en definitiva, las conduc-
tas. Se espera que la conducta gobernada por reglas (aquella conducta que se inicia ante
un estímulo discriminativo que especifica la relación conducta-consecuencia, lo cual se
va aprendiendo durante toda la vida) sea el mecanismo subyacente al comportamiento
habitual. Sin embargo, las reglas suponen una limitación en la flexibilidad y libertad,
sometiendo al paciente a una manera de accionar más reducida. Por ello, cobra especial
relevancia, por un lado, la detección de las reglas que subyacen al comportamiento del
paciente y que son perceptibles en su discurso y su conducta y, por otro, la exposición a
la evitación que está realizando, pues precisamente el seguimiento de las reglas asocia-
das al problema está manteniendo y empeorando su problemática.

2.2. I NTERVENCIÓN EN LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPRO-


MISO

Parte del malestar humano se produce por la tendencia constante a intentar huir de
las experiencias desagradables e incómodas como pueden ser determinados pensamientos
o recuerdos relacionados con sucesos tristes o traumáticos, sensaciones corporales do-
lorosas o emociones negativas, entre otras. Esa evitación o escape sería el resultado del
contexto social y cultural así como del lenguaje, a través de las reglas que rodean al ser
humano. La evitación consigue a corto plazo cierto refuerzo, pues elimina parcialmen-
te todo sentimiento desagradable pero su coste a largo plazo supone el mantenimiento
y perpetuación del sufrimiento; de este modo el paciente queda inmerso y atrapado en

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una lucha contra su mundo cognitivo y emocional, huyendo de él pero con intentos in-
fructuosos que generan la demanda de ayuda psicológica.

Como resultado final desde la intervención se propone un giro de 180 grados en una
terapia que potencia el uso de metáforas como estrategia de intervención y que incluye
dos componentes esenciales de tratamiento: la aceptación y el compromiso.

Por un lado, se pretende promover y normalizar el malestar, experimentarlo a través


del mindfulness y aceptar su presencia en la vida diaria sin intentar evitarlo a cualquier
precio. En este sentido, la aceptación supone un proceso activo, diferente a las conno-
taciones pasivas que supone la resignación, que precisa la experimentación de los es-
tados de ánimo desagradables constituidos por pensamientos, emociones y recuerdos y
concebirlos como son: pensamientos, emociones y recuerdos sin tratar de controlarlos
o modificarlos. La consigna no sería otra que aceptar aquello que no se puede cambiar.

Una vez se ha logrado este primer paso se trabajaría el compromiso de cambio


consistente en iniciar una serie de actividades seleccionadas de antemano que puedan
generar bienestar, para que el paciente vuelva a retomar el control de su experiencia y,
en definitiva, de su vida. La consigna en este caso indicaría que se debe cambiar aque-
llo que sí se presta a ser modificado, considerándose al paciente como capaz y respon-
sable del cambio.

El proceso terapéutico se produciría siguiendo a Kohlberg et al. (2005) y Wilson y


Luciano (2012) a través de seis fases:

• La desesperanza creativa. El objetivo en esta fase es doble, por un lado se


comienza a insistir en la necesidad de finalizar la evitación y por otro se
inicia un trabajo con el soporte social y verbal que mantienen esa manera
de actuar.
• El control de los eventos privados es el problema y no la solución. Se tra-
baja con la supresión del control, adaptando y mostrando cómo en la pro-
blemática del paciente tal afirmación se cumple.
• Construyendo la aceptación. Se comienza a trabajar la aceptación, la inter-
vención en esta fase se dirige principalmente al lenguaje y a las reglas que
gobiernan su conducta.
• Distanciándose del lenguaje y promocionando la de-fusión. El yo como
contexto y no como contenido: se aborda y fomenta la diferenciación entre
lo que uno es y lo que uno siente, piensa, recuerda, etc.

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• Clarificación de valores. La ACT como un tratamiento orientado a valores.


Tras buscar los valores que rigen el comportamiento y las verbalizaciones
del paciente, se debe revisar su utilidad y seleccionar aquella dirección de
vida que desee.
• Estar dispuesto al cambio y al compromiso. Como etapa final se aborda el
compromiso con el cambio de conducta, si bien será el paciente quien tome
las decisiones sucesivas de manera autónoma aunque acompañado por el
profesional.

Dado que describir un ejemplo de actuación bajo esta intervención requeriría una
gran extensión, se remite al lector a la minuciosa aplicación de la estrategia que realiza
Ferro (2000) publicada en la revista Psicothema de libre acceso, y titulada «Aplicación
de la terapia de aceptación y compromiso en un ejemplo de evitación experiencial».

2.3. A
 PLICACIONES DE LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPRO-
MISO

Las aplicaciones más usuales de la terapia de aceptación y compromiso es en aque-


llos pacientes que presentan sintomatología ansioso-depresiva, es decir trastornos de an-
siedad y/o depresion. Luciano, Valdivia, Gutiérrez y Páez-Blarrina (2006) resumen otros
trastornos en los que se ha obtenido una mejoría significativa con la intervención: estrés
laboral, sintomatología psicótica, patrones obsesivo-compulsivos, ansiedad y fobia so-
cial, adicciones, esclerosis múltiple, cáncer, tricotilomanía, miedos y preocupaciones,
diabetes, episodios epilépticos, dolor crónico, autolesiones y en poblaciones diversas,
como padres de niños con limitaciones.

3. PSICOTERAPIA ANALÍTICO-FUNCIONAL (PAF)

3.1. INTRODUCCIÓN A LA PSICOTERAPIA ANALÍTICO-FUNCIONAL

La terapia surge durante los años noventa diseñada por Kohlberg y Tsai. Para la expli-
cación de la psicoterapia analítico-funcional nos centraremos en el artículo de Kohlberg
y sus colaboradores (2005) que la analizan exhaustivamente. Los autores defienden que
el mecanismo de intervención no es otro que el análisis y moldeamiento de la conducta

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verbal que exhibe el paciente durante las sesiones de terapia, que es la misma que ge-
nera sus dificultades en su día a día. Se sirven, por tanto, como instrumento de evalua-
ción e intervención de la propia relación terapéutica en la situación clínica, pues este
escenario ofrece un ejemplo representativo del modo que posee el paciente de relacio-
narse y brinda un alto número de oportunidades para el cambio. La manera de proceder
podría resultar relativamente familiar con el entrenamiento de habilidades sociales, sin
embargo, en este caso priman aspectos como la espontaneidad y la propia relación te-
rapéutica que se presenta como un contexto en el que se aprende a través de la propia
vivencia y experiencia.

La estrategia de intervención fundamental es nuevamente el análisis funcional


pero en este caso se formula sobre la relación terapéutica. Por ello, el psicólogo debe-
rá atender durante la sesión al comportamiento del paciente y sus verbalizaciones, para
poder identificar la problemática que subyace tras su manera de comportarse en terapia.

3.2. INTERVENCIÓN EN LA PSICOTERAPIA ANALÍTICO-FUNCIONAL

Durante la sesión de terapia el paciente debe realizar un aprendizaje en vivo guiado


a través de un proceso de moldeamiento o aproximaciones sucesivas y a través de algo
que podría asemejarse lejanamente al ensayo de conducta, pero en este caso de manera
espontánea mostrando cómo se relaciona en su entorno. Simultáneamente se produci-
ría un efecto de modelado sirviendo el vínculo con el psicólogo como una manera efi-
caz de relacionarse con el entorno. La propia relación terapéutica genera un proceso
de reforzamiento natural por la satisfacción que produce en el paciente. La instrucción
consistiría en aprender a discriminar entre los comportamientos desadaptativos y los
saludables, en función de las consecuencias que proporciona cada manera de actuar.

De esta manera durante la terapia se pretende generar una relación interpersonal,


extinguir las formas erróneas de relacionarse y posteriormente generalizar esta manera
de relacionarse a los restantes contextos vitales del paciente. Kohlberg et al. (2005) de-
finen dicha relación como emocional, cercana, con un alto grado de implicación y, en
definitiva, curativa, por lo que se encuentra en la base del cambio. Una vez que la rela-
ción se considera segura y de confianza, el paciente comienza a poner de manifiesto sus
conductas desadaptativas tal y como sucedería fuera de consulta; esas conductas son
denominadas por sus autores como conductas clínicamente relevantes tipo 1 (CCR1).
El objetivo de la terapia sería moldear las CCR1 que pueden ser pensamientos, actitu-
des, creencias, emociones, recuerdos, etc., para que progresivamente se extingan y dejen
paso a las conductas clínicamente relevantes tipo 2 (CCR2). El desarrollo de las CCR2

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requiere la identificación previa de las CCR1 durante la terapia y la producción de opor-


tunidades que promuevan su aparición y reforzamiento.

El siguiente ejemplo puede facilitar el modus operandi de la estrategia:

EJEMPLO 1

Lorena es una paciente que acude a consulta con sintomatología ansiosa. Durante la sesión
exhibe una serie de comportamientos que ponen de manifiesto su dificultad para relajarse:
mira constantemente el reloj, cambia de tema continuamente, evita abordar temas relacio-
nados con sus dificultades e invade la sesión describiendo los síntomas físicos ansiosos
que experimenta. En este caso el psicólogo podría plantearse intervenir sobre estas cuatro
CCR1 durante las sesiones, indicándole lo bien que transcurre la sesión cuando pueden
hablar observándose mutuamente sin mirar constantemente el reloj, o fortaleciendo cual-
quier acercamiento a abordar con más detenimiento los temas nucleares que le generan
malestar en lugar de los puramente fisiológicos.

La forma de proceder haría uso de cinco estrategias o reglas básicas empleadas du-
rante la intervención:

• Detección de las conductas clínicamente relevantes (CCR1) en el discur-


so, en las cogniciones y en el arsenal conductual del paciente durante la
sesión.
• Construcción de un ambiente terapéutico que elicite y facilite la aparición
de manera natural de las CCR1, cambie la función que tenían hasta enton-
ces y desarrolle las CCR2.
• Reforzamiento positivo de las CCR2 y de las mejorías de manera espontá-
nea y genuina.
• Detección de las propiedades de las CCR1 y CCR2 que resulten reforzan-
tes para el paciente.
• Instrucción en el análisis funcional, concretamente en las relaciones entre
sus conductas y los aspectos ambientales relacionados, lo que se denomina
CCR3.

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3.3. APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA ANALÍTICO-FUNCIONAL

Una de las ventajas de esta intervención es que se presta a ser integrada con un
amplio conjunto de estrategias terapéuticas, por lo que su uso combinado suele ser
común. Uno de los trastornos a los que se ha aplicado con más frecuencia la psicotera-
pia analítico-funcional es la depresión. El grupo de Kohlberg diseñó una intervención
específica para este colectivo denominada terapia cognitiva mejorada por PAF. Esta
terapia combina estrategias cognitivas y analítico-funcionales y se basa, por un lado,
en una concepción del trastorno como generado por una amplia posibilidad de causas
más allá de las puramente cognitivas (esquemas, distorsiones, etc.) y, por el otro, en la
propia relación terapéutica como oportunidad de aprendizaje de nuevas formas de re-
lacionarse más adaptativas.

Otros campos de acción en el que se ha aplicado la intervención de manera satisfac-


toria son en los problemas de pareja, paidofilia, anorgasmia, trastornos de personalidad
y específicamente el trastorno límite de personalidad, obsesiones, celos, alcoholismo y
adicciones, trastorno de estrés postraumático y en situaciones de abuso sexual, ansiedad
generalizada, ataques de pánico, fobia social, esquizofrenia paranoide, dolor crónico,
fibromialgia, conductas desafiantes de menores y déficit de aprendizaje (Ferro y Valero,
2015; Kohlberg et al., 2005).

4. TERAPIA DIALÉCTICA CONDUCTUAL (DBT)

4.1. INTRODUCCIÓN A LA TERAPIA DIALÉCTICA CONDUCTUAL

También conocida como terapia de conducta dialéctica, la terapia dialéctica con-


ductual fue propuesta en 1993 por Linehan con el objetivo de abordar los principales
síntomas manifestados por pacientes con trastorno límite de personalidad: dificultad en
la regulación de la respuesta emotiva, tendencia a la impulsividad, sentimientos y miedo
al abandono, dificultad interpersonal que se traduce en inestabilidad relacional, identi-
dad inestable, así como conductas autodestructivas como autolesiones, conductas para-
suicidas, intentos autolíticos, consumo de tóxicos, etc. Para la explicación de la terapia
nos basaremos en el artículo de De la Vega y Sánchez (2013) que realiza una descrip-
ción minuciosa de la terapia dialéctica conductual para el trastorno límite de la perso-
nalidad. De las terapias de tercera generación retoma aspectos como la importancia del
contexto, la participación activa, la relación y la alianza terapéutica, la importancia de

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la función de la conducta y los conceptos de aceptación, validación emocional y com-


promiso con el cambio.

Vallejo (2010) devuelve la responsabilidad de modificar la conducta al propio pa-


ciente, indicando que la decisión de cómo continuar su experiencia recae sobre él, dado
que debe elegir entre dos polos de un continuo, de ahí su denominación como dialécti-
ca: máximo aislamiento (protección)-mínimo aislamiento (menor protección). En este
sentido se considera que a más protección, menos oportunidades de experimentar viven-
cias positivas y a la inversa, e incita al paciente a posicionarse y asumir el riesgo de su
elección; sin embargo, destaca que el propio hecho de la elección genera un compromi-
so con el cambio que será lo que maximice los efectos de la intervención. Por su parte
si el paciente logra sintetizar e integrar las distintas polaridades de su experiencia podrá
lograr vivir de manera plena y cómoda.

La terapia hace hincapié en el aspecto emocional, concretamente en la autorregula-


ción afectiva y en el manejo y control de las emociones, que sería el núcleo fundamental
de gran parte del malestar experimentado, así como en los aspectos cognitivos y conduc-
tuales aludidos previamente manifestados por los pacientes. La dificultad a la hora de
modular las emociones procede principalmente de la interrelación entre aspectos bioló-
gicos, psicológicos y sociales o ambientales, de ahí que desde esta terapia se defienda
el modelo biopsicosocial en la génesis y mantenimiento de la patología, proponiéndose
la vulnerabilidad emocional de probable origen genético y de un ambiente invalidante
como los mecanismos explicativos en el origen. El objetivo es lograr que el paciente se
responsabilice de sus emociones y se permita experimentarlas sin evitarlas. Nuevamen-
te, al igual que en la terapia de aceptación y compromiso, se introduce la normalización
del malestar considerándolo como un aspecto natural en la vida humana y devolviendo
al paciente la responsabilidad de integrar las experiencias como un suceso más. El ob-
jetivo último sería conseguir que el paciente alcance una vida que valga la pena vivir.

4.2. INTERVENCIÓN EN LA TERAPIA DIALÉCTICA CONDUCTUAL

Los componentes de la intervención terapéutica son cuatro y proceden del paradig-


ma cognitivo-conductual e integran elementos propuestos bajo la tercera ola; su aplica-
ción conlleva al menos uno o dos años:

• Psicoterapia individualizada.
• Entrenamiento grupal en habilidades sociales.

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"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización del Centro de Estudios
Financieros, CEF, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra
(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
│ Sumario

AVANCES EN TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

• Asistencia telefónica urgente en crisis y llamadas de apoyo.


• Retroalimentación y supervisiones periódicas.

Algunos autores consideran fundamentales las dos primeras intervenciones; a nivel


individual la psicoterapia permite acceder al malestar del paciente en el momento pre-
sente y atender sus demandas de manera idiosincrásica, mientras que a nivel grupal se
genera un escenario para poner a prueba las habilidades aprendidas. Se recomienda
que ambos módulos sean llevados a cabo por distintos psicólogos, el primero solo con
uno y el segundo con dos en formato de coterapia, de tal forma que el paciente pueda
distinguir dos contextos de intervención y aprendizaje diferentes en función de qué as-
pecto se aborde.

4.2.1. Psicoterapia individualizada

Las sesiones de psicoterapia individual, de una hora de duración y frecuencia sema-


nal, alcanzan un gran peso en la intervención dialéctica y durante las primeras sesiones
es imprescindible crear una sólida alianza terapéutica y adherencia al tratamiento. Los
temas nucleares que se trabajan son la disminución de aquellas conductas que perjudican
al paciente (autolesiones, consumo de tóxicos, abandonar tratamientos, poco autocuida-
do, etc.) y el fomento de aquellas que favorecen su adaptación (autoregulación emocio-
nal: consolidación del aprendizaje del entrenamiento en habilidades sociales). Durante
las sesiones se trabaja desde y para la relación terapéutica, de tal manera que la alianza
terapéutica entre el psicólogo y el paciente se consolide y favorezca un clima de confian-
za, que no suscite sentimientos de abandono y que maximice la adherencia.

Aramburú (1996) describe cuatro tipo de estrategias empleadas durante la inter-


vención:

• Estrategias dialécticas. Aceptación y cambio, definiciones intermedias en


lugar de extremas de las conductas y las cogniciones, uso de ocho estrate-
gias específicas: las paradojas, la representación del «abogado del diablo»,
los cuentos y metáforas, la magnificación de las verbalizaciones del pacien-
te, la activación de la mente sabia que integra lo emocional y lo racional,
el cambio de lo negativo a positivo, «hacer limonada de los limones», que
consiste en concebir la crisis como oportunidad de cambio, y la evaluación
dialéctica, en la que se integren diversos componentes como modelos ex-
plicativos del problema del paciente.

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• Estrategias centrales. Validación del pasado y del presente, solución activa


de problemas, control estimular y manejo de contingencias ambientales.
• Estrategias de estilo. Combinación de dos tipos de comunicación. Por un
lado, plantea una comunicación recíproca (honesta, con autorrevelaciones
y responsiva o lo que es lo mismo, que acepta por completo al paciente)
y, por el otro, una comunicación irreverente, opuesta a la validación, en la
que se aparta el componente afectivo para ofrecer un cuestionamiento no
esperado por el paciente con el objetivo de que se sitúe en una posición más
adaptativa.
• Estrategias de control. Dirigidas a actuar sobre el entorno del paciente y
sobre cómo se relaciona con él.

4.2.2. Entrenamiento grupal en habilidades sociales

El entrenamiento en habilidades sociales consta de cuatro módulos que se realizan


durante ocho sesiones cada uno de dos horas y media de duración (Aramburú, 1996; De
la Vega y Sánchez, 2013):

• Habilidades básicas de conciencia plena o de perspicacia: Mindfulness, ex-


posición y detección de sentimientos de vacío y desconocimiento del yo.
• Habilidades de efectividad interpersonal. Role playing, modelado, moldea-
miento, instrucciones y autoinstrucciones en distintas situaciones interper-
sonales.
• Habilidades de regulación de emociones. Validar su experiencia desagra-
dable y su sufrimiento, aceptación y tolerancia de las emociones desde una
actitud no valorativa.
• Habilidades de tolerancia al sufrimiento. Mindfulness, exposición y acep-
tación.

4.2.3. Asistencia telefónica urgente en crisis y llamadas de apoyo

Una herramienta novedosa incluida en el programa es la posibilidad de intervenir a


través de la consulta o consultoría telefónica de unos diez minutos de duración aproxi-
mada en situaciones de emergencia. La posibilidad de que la demanda del paciente o su
necesidad de ser ayudado en un momento dado se vea atendida en el momento, promue-

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AVANCES EN TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

ve la adherencia pues se evita el frecuente sentimiento de abandono que experimentan


los pacientes con trastorno límite.

4.2.4. Retroalimentación y supervisiones periódicas

Respecto a las supervisiones conviene celebrar regularmente reuniones de coordi-


nación y contar con personal experto cualificado que pueda ayudar al equipo en cualquier
dificultad que pueda surgir, especialmente durante la psicoterapia individual.

4.2.5. Actitud del terapeuta

En cuanto a la actitud de los terapeutas, dadas las características de la población lí-


mite cobran gran relevancia determinados aspectos durante la intervención:

• Directividad inicial que permita ofrecer un encuadre y unos límites claros


y definidos de la terapia.
• Coordinación entre los profesionales y trabajo en equipo en los distintos
módulos: en este caso el motivo es doble, por un lado, dada la necesidad
de colaborar en la misma dirección todo el personal por la gravedad de la
sintomatología que presenta esta población y, por otro, por la tendencia de
los pacientes con trastorno de personalidad límite de tratar de escindir el
equipo y percibir una parte como deseable y otra como indeseable, lo que
puede contribuir a un empeoramiento del clima laboral.
• Cercano, comprensivo, que genere seguridad, confianza y una relación te-
rapéutica sólida.
• Actitud no valorativa, de aceptación y validación empática.

4.3. APLICACIONES DE LA TERAPIA DIALÉCTICA CONDUCTUAL

La terapia dialéctica conductual ha sido aplicada ampliamente en población am-


bulatoria diagnosticada de trastorno límite de personalidad, si bien, en general, perso-
nas con trastornos de personalidad han encontrado mejoría tras intervenciones bajo este
enfoque. Más allá de los trastornos de personalidad, se ha comprobado su eficacia en

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distintos síntomas o conductas-problema de pacientes con altos niveles de impulsivi-


dad, desesperanza o que presenten ideación autolítica, intentos de suicidio y autolesio-
nes recurrentes. La población adolescente puede verse beneficiada de este enfoque por
presentar generalmente altos niveles de impulsividad, como por ejemplo delincuentes
juveniles; asimismo pacientes con trastorno de la conducta alimentaria, especialmente
bulimia, con adicciones, con patología dual y con estrés postraumático se han visto be-
neficiados de estas intervenciones.

5. TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA

5.1. INTRODUCCIÓN A LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA

Para la exposición de la intervención en pareja desde las terapias de tercera gene-


ración, denominada terapia integral de pareja, seguiremos el artículo de Morón (1996)
que presenta una descripción detallada de las bases y funcionamiento de esta herramien-
ta terapéutica.

Los autores de la terapia, Jacobson y Christensen, plantean a mediados de los noven-


ta una evolución de la tradicional terapia de pareja conductual de Jacobson y Margolin
que concebía los problemas de pareja como generados por una triple dificultad para:

• Emitir conductas positivas recíprocas.


• Llevar a cabo procesos de solución de problemas de manera conjunta.
• Establecer una comunicación eficaz.

Sin embargo, la terapia integral de pareja da un paso más allá al propulsar ciertos
cambios e incluye aspectos novedosos de la terapia de tercera generación como la acep-
tación emocional, retomar el análisis conductual y subrayar la trascendencia del contexto;
además incide en la importancia de que se modifiquen los intercambios que se realizan
en las parejas a distintos niveles (emocional, conductual, cognitivos, etc.) y hace énfa-
sis en la aceptación de la conducta del otro, generando un cambio a dos niveles: rela-
cional o en el otro, y personal.

La explicación de la conflictividad de pareja recae sobre el concepto de incompa-


tibilidad que es generado por las similitudes y diferencias entre los miembros; sin em-

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bargo, no son las incompatibilidades la causa del problema sino su manejo y la posible apa-
rición de la coerción, es decir, que un miembro de la pareja dispense estímulos desagrada-
bles sobre el otro (Morón, 1996). El autor resume los tres patrones de relación destructivos:

• Evitación mutua. No enfrentamiento o evitación por ambas partes del pro-


blema.
• Interacción negativa mutua. Ataque recíproco.
• Demanda-retirada. Ataque por una de las partes y retirada por la otra.

Por último la terapia hace hincapié también en la importancia de la historia perso-


nal y las experiencias de cada uno, pues su análisis permite conocer las vulnerabilidades
de cada paciente, es decir las circunstancias (temas, situaciones, patrones comunicacio-
nales, etc.) que generan el conflicto con una mayor probabilidad.

5.2. INTERVENCIÓN EN LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA

Morón (1996) describe una etapa previa a la intervención consistente en la formula-


ción dinámica del problema en la que hay que analizar tres componentes citando a ambos
miembros y en sesiones individuales:

• Descripción del tema principal del conflicto.


• Interacciones destructivas que generan el proceso de polarización.
• Estancamiento en la sensación de que no existe una solución, lo que se de-
nomina trampa mutua.

Para el análisis de la problemática se estudia la situación en la que aparece la con-


ducta problema, haciendo hincapié en los antecedentes y en las consecuencias con el
objetivo de evaluar qué variables controlan la problemática (Morón, 1996). Se trata de
una labor arqueológica en la que participa el psicólogo y los dos miembros de la pare-
ja, ambos aportarán desde su perspectiva su versión de las condiciones estimulares en
que se produce.

La entrevista y la sesión terapéutica sirven nuevamente como escenario ideal para


la reproducción de los conflictos y oportunidad para intervenir sobre ellos. Morón (1996)
define tres áreas que se prestan a ser trabajadas durante la sesión:

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• Discusión de las distintas situaciones en las que el conflicto haya tenido


lugar.
• Situaciones en las que se haya resuelto de manera eficaz el problema.
• Situaciones positivas.

La idea es que las primeras situaciones den paso progresivamente a las segundas
produciéndose en el contexto natural un reforzamiento de las conductas deseables que
favorecen la proximidad e intimidad; a pesar de fomentarse la aceptación emocional se
promueve también el cambio a través del aprendizaje de distintas habilidades.

Morón (1996) y Barraca (2015) describen y explican tres estrategias que favorecen
la aceptación y que se combinan con los componentes de la terapia tradicional (estrate-
gias de intercambio conductual o intercambio de conductas positivas, entrenamiento en
habilidades comunicacionales y de solución de problemas):

• Unión empática. Consiste en contextualizar la conducta de un miembro


con su historia personal y como consecuencia de sus diferencias y sus vul-
nerabilidades, de tal manera que disminuya la culpabilidad y se fomente la
aceptación. La molestia se comienza a expresar evitando cualquier tipo de
acusación.
• Separación unificada. Se basa en externalizar y distanciarse del problema
para poder concebirlo como algo que deben afrontar unidos. Se promueve
un análisis conjunto de la solución del problema.
• Tolerancia. Esta última estrategia se utiliza cuando las anteriores de acep-
tación no se han mostrado eficaces; en este caso se promueve el tolerar lo
mejor posible el comportamiento del otro tras comprobarse que no se puede
aceptar a través de estrategias como el role playing, la imitación y la puesta
en marcha de conductas de autocuidado.

5.3. APLICACIONES DE LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA

Tal y como se ha comentado previamente, la estrategia terapéutica es útil para la


intervención sobre los problemas relacionales que surgen en parejas, matrimonios e in-
cluso en el ámbito más amplio de la familia.

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6. TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUCTUAL

6.1. I NTRODUCCIÓN A LA TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUC-


TUAL

La quinta terapia, denominada activación conductual, fue creada en el año 2001 por
Jacobson, Martell y Dimidjian, y surge como una alternativa a la farmacoterapia y a la
terapia cognitiva para la depresión. Su objetivo es promover de nuevo la vinculación
con la vida en el paciente deprimido haciendo especial hincapié en los aspectos contex-
tuales, en la aceptación y el cambio. Para la exposición de la técnica emplearemos el ar-
tículo del profesor Pérez (2007), por ser uno de los autores a nivel nacional con mayor
profundización en la materia.

Según Pérez (2006) lo distintivo de esta estrategia terapéutica es su combinación


de distintas estrategias de la terapia de conducta y su alejamiento de la terapia cogniti-
va, distanciándose de constructos como los esquemas o las distorsiones, lo que queda
patente en su énfasis en los siguientes parámetros:

• Contexto y ambiente del paciente analizado a través del análisis funcional.


• Recuperación del compromiso con las actividades diarias, conductas anti-
depresivas y el contacto con reforzadores naturales.
• Modificación del ambiente, en lugar del pensamiento como plantea la es-
cuela cognitiva.
• Atención a la evitación conductual.
• Idiosincrasia del caso.

En este sentido la depresión es concebida como un trastorno generado en un con-


texto específico en el que por la inactividad del paciente y la reducción progresiva de las
actividades agradables que le reforzaban positivamente se genera una situación aversiva.
Se podría decir que la depresión se produce en una situación concreta, por lo que promo-
ver el cambio conductual genera paralelamente cambios en el medio.

6.2. I NTERVENCIÓN EN LA TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUC-


TUAL

Entre las estrategias empleadas por la terapia están las siguientes (Pérez, 2007):

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Sumario │

M. T. Rosique Sanz Terapias de tercera generación

• Programación de actividades agradables que coincidan con los intereses y


valores del paciente.
• Valoración del agrado y dominio de las actividades realizadas.
• Asignación de tareas graduales funcionales, útiles y prácticas.
• Ensayo imaginario y verbal de las actividades a realizar.
• Ensayo de conducta.
• Modelado del psicólogo de estrategias de activación.
• Discusión de problemas específicos.
• Desarrollo de habilidades sociales.
• Mindfulness.
• Aceptación.

De este modo, una vez afianzada la relación terapéutica, se pretende eliminar cual-
quier tipo de evitación conductual y de actividades y en su lugar incitar al contacto con
posibles condiciones ambientales beneficiosas a pesar de que el estado de ánimo expe-
rimentado no sea el más oportuno para promover la actuación. Vallejo (2010) insiste en
explicar al paciente que el objetivo de la terapia no es que se sienta mejor, sino que «re-
tome las riendas de su vida» y haga aquello que considere que debe hacer, lo que con-
secuentemente actuará sobre su estado de ánimo. Es decir, la intervención se centra en
promover el hecho de que precisamente cuando uno está mal es esencial comprometerse
y afrontar activamente diversas actividades y rutinas beneficiosas.

Como adaptaciones de la intervención distintos autores plantean su aplicación en


formato breve durante unas dos semanas a razón de 20 minutos tres veces por semana y
en formato grupal (Pérez, 2007).

6.3. A
 PLICACIONES DE LA TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUC-
TUAL

La población que ha mostrado un beneficio sistemático de la intervención son los


pacientes con depresión mayor, incluso los casos más graves, tanto a nivel ambulatorio
como en régimen de hospitalización. Pérez (2007) expone una serie de investigaciones
en las que la intervención parece prometedora como es en el caso del trastorno de estrés
postraumático, la ansiedad y la personalidad límite.

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7. MINDFULNESS

7.1. INTRODUCCIÓN AL MINDFULNESS

La última y quizás la más extendida y representativa de estas estrategias es el mind-


fulness. A principios del año 2000 una serie de autores entre los que destaca Kabat-Zin y
el grupo de Segal inauguran la tradición y plantean la necesidad de promover en los pa-
cientes la atención y la conciencia plena de su experiencia, permitiéndose una presencia
reflexiva y una experiencia contemplativa en la situación y momento presentes, siendo
este contexto el escenario óptimo de intervención. Por ello se trabaja el centrarse en el
aquí y en el ahora, es decir en la realidad experimentada en un momento dado, pues es
en ese contexto en el que se debe tomar conciencia y promover la aceptación emocional.

Por otra parte la intervención mindfulness incita a realizar un ejercicio de mera ob-
servación, a expensas de la valoración tan habitual y el posicionamiento ante las expe-
riencias que acontecen en el día a día. El objetivo no sería otro que focalizar sobre ellas
sin juzgarlas, permitirlas surgir y tratarlas como experiencias pasajeras que acontecen en
determinadas circunstancias, pero que no deben ser juzgadas, controladas o etiquetadas
sino por el contrario simplemente aceptadas tal y como suceden. Para ello se plantea una
serie de actividades de apertura y exposición a la experimentación, en la que el objetivo
principal es sentir las sensaciones que surgen sin tratar de escapar de ellas o evitarlas.

A diferencia de la relajación, el mindfulness no busca la desactivación como obje-


tivo terapéutico, si bien esta se produce generalmente de manera colateral aunque el pa-
ciente debe mantener una actiud activa. En palabras de Vallejo (2008) al tratarse de una
intervención no verbal la mejor manera de describir la herramienta es experimentándola.

7.2. INTERVENCIÓN EN EL MINDFULNESS

Vallejo (2008) describe la intervención como un entrenamiento del paciente para


detenerse y contemplar su cuerpo, sus experiencias, sensaciones y movimientos cor-
porales, sin una actitud llena de connotaciones. La idea central es que simplemente se
limite a tomar conciencia de las sensaciones y las acepte sin pretender modificarlas ni
controlarlas. Generalmente hay una tendencia a evitar las conductas y tratar de no ex-
perimentarlas, sin embargo, desde este enfoque se defiende un acercamiento a la propia
experiencia o un «dejar fluir o dejarse llevar» de manera natural. En momentos iniciales
de entrenamiento es importante transmitir al paciente que se trata de una habilidad que

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M. T. Rosique Sanz Terapias de tercera generación

se aprende progresivamente y que precisa de práctica, constancia y compromiso para


ofrecer los mejores resultados posibles.

Existen una serie de actividades en las que el psicólogo va dirigiendo la atención


del paciente como el body scan que promueve la toma de conciencia de los aspectos
corporales siguiendo un itinerario de distintas zonas para observar las sensaciones y ex-
periencias emergentes, la atención a la respiración que evita cualquier intento de control
o los ejercicios de atención a determinados estímulos y acciones como pueden ser las
cualidades de una pasa en la boca (textura, sabor, sensación y la propia experiencia), el
tomar un ducha o los sonidos del entorno.

En general en todos ellos se solicita una postura cómoda, debiendo estar el paciente
sentado con la espalda recta o incluso sentado en el suelo con cada pierna en forma de
V uniendo las plantas de los pies. Si bien se puede asimismo adoptar una postura incli-
nada o tumbada, la postura prototípica del mindfulness no debe ser la misma que la de
la relajación y en ocasiones se puede precisar de algunas sesiones para acostumbrarse a
ella. Es importante que el ambiente en el que tiene lugar sea tranquilo, sin distracciones
y que el paciente lleve ropa cómoda.

7.3. APLICACIONES DEL MINDFULNESS

Entre las aplicaciones clínicas del mindfulness destaca según Vallejo (2006) su apli-
cación para el control fisiológico-emocional en los trastornos cardiovasculares, inmunita-
rios, en los trasplantes, en pacientes con dolor crónico o pacientes oncológicos, así como
en trastornos de ansiedad, problemas derivados del estrés y el ámbito de las adicciones.

Por otra parte, se ha integrado la estrategia mindfulness en distintos programas más


amplios como la terapia de aceptación y compromiso, la terapia dialéctica conductual
para trastornos de personalidad o dos programas específicos: mindfulness-based stress
reduction therapy y mindfulness-based cognitive therapy, dirigidos respectivamente a
la prevención y el tratamiento de problemas de ansiedad y depresión.

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 CONCEPTOS BÁSICOS
• A día de hoy encontramos tres generaciones u olas de terapia de conducta.
• La primera generación coincide con la terapia de conducta clásica y hace
énfasis en lo experimental, en el ambiente y en la conducta bajo un enfoque
idiográfico, sirviéndose del análisis funcional como estrategia en la concep-
tualizacion del problema del paciente.
• La segunda generación está formada por las terapias cognitivo conductua-
les en las que predominan conceptos cognitivos y constructos hipotéticos
y lo fundamental para entender la psicopatología es la detección de las di-
ficultades subyacentes al procesamiento de la información.
• Por último, la tercera ola retoma la raíz contextual y un replanteamiento
contextual, el análisis funcional aunque lo novedoso es focalizar su aten-
ción en la conducta verbal.
• Las principales terapias surgidas bajo este enfoque en orden cronológico de
aparición son: terapia de aceptación y compromiso, psicoterapia analítico-
funcional, terapia dialéctica conductual, terapia integral de pareja, terapia
de activación conductual y mindfulness.
• La terapia de aceptación y compromiso se dirige a la intervención con pacien-
tes ambulatorios con problemas emocionales que presentan una evitación
experiencial. Trata de eliminar los intentos de control sobre la experiencia
y exponer al paciente a todo aquello que precisamente pretende evadir a
través del trabajo bajo la aceptación y el compromiso de cambio.
• La psicoterapia analítico-funcional hace uso de la relación terapéutica para
moldear la conducta problemática –denominada CCR1– del paciente duran-
te la terapia. Se trata, por tanto, de un aprendizaje en vivo guiado en el que
el paciente obtiene reforzamientos naturales por una conducta más adapta-
tiva denominada CCR2.
• La terapia dialéctica conductual aborda los síntomas manifestados por pa-
cientes con trastorno límite de la personalidad. El objetivo principal es lo-
grar que el paciente pueda integrar las polaridades o visión dialéctica del
mundo y fomentar la autorregulación afectiva. La asistencia terapéutica, en
formato de coterapia, se compone de psicoterapia individualizada, entrena-

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miento grupal en habilidades sociales, consultoría telefónica y reuniones y


supervisiones de equipo.
• La terapia integral de pareja plantea la modificación conductual y verbal
de los intercambios generados en las relaciones para mitigar la incompati-
bilidad entre los miembros, y aceptar la conducta del otro en términos de
contextualizarlo como parte de sus dificultades o vulnerabilidades.
• La terapia de activación conductual para la depresión se centra en promover
la vinculación y recuperación de la actividad y rutina previa, suprimiendo
toda posibilidad de evitación conductual, a pesar de que el estado anímico
no sea el propicio para mantener las conductas.
• El mindfulness se basa en la adquisición de habilidades como la atención y
conciencia plena en el aquí y el ahora que, en combinación con la aceptación
emocional, permiten una experiencia y observación contemplativa, no valora-
tiva que favorece el contactar y tomar conciencia de la experiencia personal.

 ACTIVIDADES DE REPASO
1. Describe brevemente las principales diferencias entre las tres generaciones
u olas de terapia de conducta.
2. ¿Qué similitudes y diferencias subyacen a la terapia conductual, la terapia
cognitivo conductual y la terapia de tercera generación?
3. Resume las características de la terapia de aceptación y compromiso.
4. ¿En qué consiste la intervención bajo la psicoterapia analítico-funcional?
5. Explica brevemente los rasgos definitorios de la terapia dialéctica con-
ductual.
6. ¿Cuáles son las principales características de la terapia integral de pareja?
7. Describe los fundamentos, la intervención y las aplicaciones de la terapia
de activación conductual.
8. Detalla los rasgos definitorios del mindfulness.

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 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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