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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

“Norte de la Universidad Peruana”

Fundada por Ley N° 14015 del 13 de febrero de 1962

FACULTAD DE INGENIERÍA

Escuela Académico Profesional de Ingeniería Sanitaria– Celendín

AÑO DEL DIÁLOGO Y LA RECONCILIACIÓN


NACIONAL

- CURSO: SOCIOLOGÍA.

- TEMA: SEXO Y GENERO.

- DOCENTE: BASELY CUEVA, JOSE ANTONIO.

- ALUMNOS:
 CORREA MARÍN, JORGE RONALDO.
 DIAZ CHAVEZ, AUBER JUANITO.
 VERA ESCOBEDO, JORGE LUIS
 VARGAS LINGAN, HENRY

- CICLO: IV
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 3
OBJETIVOS ..................................................................................................................... 3
MARCO TEÓRICO ......................................................................................................... 4
SEXO Y GÉNERO ......................................................................................................................... 4
A. EL SEXO Y EL GÉNERO DESDE LA DIMENSIÓN CULTURAL ............................................. 4
B. GÉNERO Y SOCIALIZACIÓN ............................................................................................ 5
C. DESIGUALDAD DE GÉNERO ........................................................................................... 5
D. FEMINICIDIO Y VIOLENCIA DE GÉNERO ........................................................................ 6
CONCLUSIONES ............................................................................................................ 8
REFERENCIAS ............................................................................................................... 8
INTRODUCCIÓN

La sexualidad a instancia del proceso humano, es en sí misma un proceso que tiene como
condición al ser humano y se construye en relación con el otro y consigo mismo.
Asume distintos significados de acuerdo con la perspectiva de abordaje.
Desde la teoría psicoanalítica, la palabra sexualidad “no designa solamente las actividades y el
placer dependiente del funcionamiento del aparato genital, sino toda una serie de excitaciones y
actividades, existentes desde la infancia, que producen placer que no puede reducirse a la
satisfacción de una necesidad fisiológica fundamental (respiración, hambre, función excretora,
etc.) y que se encuentran a título de componentes en la forma llamada normal del amor sexual”.
De esta manera, la sexualidad no puede reducirse a lo genital, sino que remite a un concepto más
amplio y complejo, vinculado con la elección de objeto sexual y en cuanto al modo de actividad
para lograr la satisfacción.
Desde la sexología, se considera la salud sexual como la integración de los elementos somáticos,
emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente
enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor.
En el marco de esta pluralidad teórica, durante el despliegue del Área “Sexualidad y Género ”, se
trabajará desde el psicoanálisis: el proceso de sexuación y desde la sexología el continuo
desarrollo psicosexual, relacionado con los grupos etáreos.
En relación con el género, durante el desarrollo de esta instancia del proceso humano, iniciaremos
la reflexión sobre una cuestión básica: la diferencia entre los seres humanos, elaborados desde
marcos referenciales que superen las atribuidas tradicionalmente a la naturaleza biológica de
hombres y mujeres.
Antes de los ’90, los términos “sexo” y “género” se utilizaban como si fueran sinónimos, aún al
interior de las ciencias sociales. En la actualidad, la palabra “sexo” es utilizada para referirse a las
características biológicamente determinadas, mientras que a “género” se la nombra cuando se
señalan los aspectos socialmente construidos y que constituyen la definición de lo masculino y
femenino en distintas culturas.
La aplicación de esta categoría en el ámbito de la salud, ha enriquecido los marcos teóricos
explicativos del proceso de salud, enfermedad y atención con el objetivo de develar la red de
componentes entrelazados como clase, etnia, espacio de residencia, circunstancias históricas que
ponen en evidencia, las ventajas y desventajas de las mujeres y los hombres. Es decir, marcar
señalamientos sobre: necesidades especiales de atención, riesgos específicos ligados a tareas o
actividades, percepciones de salud y de enfermedades diferenciales, análisis de las conductas de
búsqueda de atención y accesibilidad a los servicios de salud entre otros, para responder -a partir
de la definición de políticas de salud- y adecuar los sistemas de salud para lograr equidad.
Intentaremos construir un enfoque de las prácticas médicas teniendo en cuenta que las diferencias
son el efecto de las posiciones en la estructura social en base de las cuales se definen los
comportamientos adecuados para cada sexo.
En este sentido, el género, como campo de la diferencia y la desigualdad, constituirá una categoría
compleja que dará cuenta de las modalidades en que una determinada sociedad visualiza la
feminidad y la masculinidad.
El análisis se centrará en el concepto de “género” en lugar de “sexo”, para comprender que lo
femenino y lo masculino no son categorías bipolares, sino construcciones socioculturales.

OBJETIVOS
 Conocer la diferencia entre sexo y género.

 Investigar quien está más en desventaja al hablar de desigualdad de género.


MARCO TEÓRICO
SEXO Y GÉNERO
A. EL SEXO Y EL GÉNERO DESDE LA DIMENSIÓN CULTURAL
Las organizaciones sociales determinan quién podrá expresar su sexualidad y cómo, establecen
los porqués y asignan con quién y el qué. Por ejemplo, en muchas sociedades se cree que las
personas adultas mayores o las que presentan algún tipo de discapacidad no tienen derecho a
expresar su sexualidad.

El concepto de “género” surgió durante la década de 1960 en el contexto de investigaciones


médicas sobre trastornos de la identidad sexual de los seres humanos, y los trabajos de Robert
Stoller se consideran pioneros en esta materia.

Este autor, basado en sus investigaciones en niños y en niñas con problemas anatómicos en la
distinción de sus órganos sexuales, concluyó que la identidad sexual de las mujeres y de los
hombres no era resultado directo de su sexo biológico, sino de las pautas de socialización y de
representación cultural sobre lo que significa ser mujer o ser hombre en un determinado
contexto social; y esta conclusión dio paso al reconocimiento de la diferencia entre sexo y
género para connotar los aspectos biológicos de lo cultural y lo social en la construcción de la
identidad de las personas.

Por género se entiende una construcción simbólica que alude al conjunto de atributos
socioculturales asignados a las personas a partir del sexo y que convierten la diferencia sexual
en desigualdad social. La diferencia de género no es un rasgo biológico, sino una construcción
mental y sociocultural que se ha elaborado históricamente. Por lo tanto, género no es
equivalente a sexo; el primer término se refiere a una categoría sociológica y el segundo a una
categoría biológica.

La importancia del concepto de género radica en hacer visible el supuesto ideológico que
equipara las diferencias biológicas con la adscripción a determinados roles sociales. El
concepto nació, precisamente, para poner de manifiesto una relación desigual entre los géneros
(mujeres y hombres, entendidos como sujetos sociales y no como seres biológicos). Así
surgieron los Estudios de Género que cuentan con una corta pero intensa trayectoria como
disciplina tanto en España como fuera de ella y que si bien se han centrado en el papel social
que se le ha atribuido y se les atribuye a las mujeres -dado que partieron del ámbito feminista-
, ahora empiezan también a centrarse en el estudio del papel de los hombres como género.
Afortunadamente, muchos hombres comienzan a estar interesados en desmontar la visión
androcéntrica -por parcial, incompleta e injusta- que ha dominado todas las disciplinas
humanas desde sus inicios hasta nuestros días: desde la filosofía y la historia, pasando por el
arte, la literatura, la lingüística, la política, el derecho, la sociología, la psicología, la ciencia,
etc. y, como no, los estudios culturales; y que ha impregnado el pasado y el presente del
pensamiento “objetivo” y “subjetivo” de las personas y de las sociedades. De esta forma, en
los últimos años han proliferado las publicaciones de temática cultural a las que se aplica una
perspectiva de género.

(Gómez, 2006)

B. GÉNERO Y SOCIALIZACIÓN

La socialización de género es el proceso mediante el cual los niños y niñas aprenden acerca de
las expectativas sociales, actitudes y comportamientos asociados con el género de alguien.
Cuando los infantes alcanzan a tener un sentido de su propia identidad (es decir, saber si son
niños o niñas), prestan una mayor atención a la información relacionada con el género, y en
particular con modelos del mismo género. Esta conciencia, en combinación con una
exposición temprana al género a partir de varias fuentes de socialización, como padres,
hermanos y compañeros; tiene consecuencias inmediatas sobre las actitudes y el
comportamiento de los niños y niñas hacia los miembros de su grupo y hacia aquellos del otro
género. Por ejemplo, los infantes pueden estar a favor de su propio género en sus actitudes
(tener sentimientos más positivos hacia los miembros de su propio grupo) y mostrar
comportamientos discriminatorios de género (preferir interactuar con miembros de su propio
género únicamente). Esta segregación de género puede estar motivada por los adultos, pero
más frecuentemente elegida por los mismos niños y niñas, puede llegar a volverse
problemática porque los mismos necesitan poder funcionar en entornos de integración de
géneros (por ejemplo, guardería infantil o escuela). Mientras que los niños o las niñas
desarrollan destrezas para interactuar con miembros de su propio género, sus capacidades para
relacionarse de manera efectiva con niñas y niños son más limitadas. En consecuencia, es
importante proporcionar a los niños y niñas de corta edad las oportunidades de jugar en grupos
con ambos géneros con el fin de ayudarlos a desarrollar relaciones interpersonales positivas
tanto con niños como niñas a través de una serie de entornos.

(Muñoz, 2010)

C. DESIGUALDAD DE GÉNERO

La desigualdad de género sigue constituyendo un grave obstáculo para el desarrollo humano.


Las niñas y las mujeres han progresado mucho desde 1990, pero todavía no han alcanzado una
situación de equidad de género. Las desventajas que experimentan las niñas y las mujeres son
una causa importante de desigualdad. Con demasiada frecuencia, sufren discriminación en la
salud, la educación, la representación política y el mercado de trabajo, entre otros ámbitos, lo
que tiene repercusiones negativas para el desarrollo de sus capacidades y su libertad de
elección.

El Índice de Desigualdad de Género es un indicador de la desigualdad. Mide las desigualdades


de género en tres aspectos importantes del desarrollo humano, a saber, la salud reproductiva,
que se mide por la tasa de mortalidad materna y la tasa de fecundidad entre las adolescentes;
el empoderamiento, que se mide por la proporción de escaños parlamentarios ocupados por
mujeres y la proporción de mujeres y hombres adultos de 25 años o más que han cursado como
mínimo la enseñanza secundaria; y la situación económica, expresada como la participación
en el mercado laboral y medida según la tasa de participación en la fuerza de trabajo de mujeres
y hombres de 15 años o más. El Índice de Desigualdad de Género se basa en el mismo marco
que el IDH-D, a fin de reflejar mejor las diferencias en la distribución de los logros entre
mujeres y hombres. Mide el costo que supone la desigualdad de género para el desarrollo
humano; así pues, cuanto más alto sea el valor del Índice de Desigualdad de Género, más
disparidades habrá entre hombres y mujeres y también más pérdidas en desarrollo humano.

El Índice de Desigualdad de Género arroja nueva luz sobre la posición de las mujeres en
155 países y ofrece perspectivas sobre las diferencias de género en los principales ámbitos del
desarrollo humano. Los indicadores que componen este índice destacan esferas en las que se
necesita una importante intervención normativa, y promueven el pensamiento proactivo y las
políticas públicas con miras a superar las desventajas sistemáticas que experimentan las
mujeres.

(Barros, 1992)

D. FEMINICIDIO Y VIOLENCIA DE GÉNERO

Se mantiene que «el feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las
condiciones históricas generan prácticas sociales conformadas por el ambiente ideológico y
social de machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, que permiten
atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres... todos coinciden
en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres». Porque, como
dice Ana Belén Puñal: «No hay crímenes pasionales. Nadie mata por amor. Lo que hay detrás
es una situación de poder».
Así es, una agresión contra una mujer nunca es un hecho aislado. La violencia de género se
ejerce en un marco estratégico en donde el agresor utiliza el maltrato psicológico o en
combinación con golpes y palizas para anular y dominar a otro ser humano. El fin último es la
posesión por sometimiento. Cuando se dan noticias de agresiones o asesinatos de mujeres,
existe siempre una historia de violencia que los precede y en los que se enmarcan. Ante algunas
voces que pretenden que también existe la violencia a la inversa, se puede mantener que eso
es una falacia. No existe la violencia hacia el hombre como problema social. Lo que se dan
son casos individuales de mujeres que agreden a hombres punibles por supuesto, pero desde
luego nada que refleje un grave problema social de dimensiones cuantificables tan altas que
retrata culturalmente nuestro déficit en algo que está en la raíz de toda la imposición totalitaria
que involucra a la violencia, esto es la igualdad.

Existen al menos dos tipos de feminicidios. Los hay que asesinan a las mujeres en vida,
descuartizan su identidad, descomponen golpe a golpe su fisonomía y dejan marca indeleble
en su memoria. Después las dejan vivir, pero ya han matado algo de ellas. El otro tipo es el
que las asesina hasta la muerte. Como el otro, mantiene a la mujer matándola lentamente bajo
tortura. La aíslan, la humillan, la someten; después las matan. El 85% de los asesinatos de
mujeres por esposos, parejas o ex parejas tiene lugar en procesos de separación o divorcio. Las
asesinan en un espacio de indefensión, en la cárcel de tortura que habían construido para ellas,
probablemente, desde la relación de noviazgo. Esta es una de las razones de la falta de
denuncias. Estas mujeres tienen tan baja la autoestima que no se sienten capaces de ir contra
su agresor y, cuando lo hacen, demasiadas veces no encuentran la seguridad que la sociedad a
través de medidas políticas eficaces les debe.

Está demostrado que la violencia de género está presente en todos los estratos
socioeconómicos, en todos los tramos de edad y es independiente del nivel de estudios, de
renta o del trabajo del agresor o de su víctima. También está demostrado, con independencia
del diagnóstico que pueda establecerse para una persona en concreto, que los agresores no son
enfermos psicópatas o drogadictos. Estudios con agresores incursos en procesos judiciales
demuestran que el 95% de éstos no sufren psicopatología que condicione su responsabilidad
criminal. El alcohol o la cocaína tampoco son causa de esta violencia, aunque a veces se utiliza
por los agresores para facilitar el ejercicio de la misma.

(Barros, 1992)
CONCLUSIONES
 Género no es equivalente a sexo, el primer término se refiere a una categoría sociológica
y el segundo a una categoría biológica.

 El Índice de Desigualdad de Género arroja nueva luz sobre la posición de las mujeres en
155 países y ofrece perspectivas sobre las diferencias de género en los principales ámbitos
del desarrollo humano. Los indicadores que componen este índice destacan esferas en las
que se necesita una importante intervención normativa, y promueven el pensamiento
proactivo y las políticas públicas con miras a superar las desventajas sistemáticas que
experimentan las mujeres.

REFERENCIAS

Barros, M. J. (1992). La Identidad Femenina en Cituaciones de Poder y Conflicto. Santiago de


Chile: Andrés Bello.

Gómez, R. d. (2006). Filosofia, Cultura y Diferencia Sexual. (P. y. Valdes, Ed.) Barcelona, España.

Muñoz, L. V. (2010). Intervencion Social y Genero. Madrid: Narcea.

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